El Bloqueo, Rodrigo Urquiola Flores
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Rodrigo Urquiola Flores
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Pieza en un acto
Personajes:
SEIS BLOQUEADORES RAMREZ, un hombre viejo VELSQUEZ MEIJIDE MAGDALENA MAYGUA, un hombre ciego
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Es un camino. Hay un rbol. Es de da. Vemos a los Seis Bloqueadores atravesando el escenario. Cada uno carga una piedra muy grande con esfuerzo. Se detienen poco antes de llegar a la salida y, colocndose en fila, de manera que nadie ajeno a ellos pueda atravesar el camino, cada uno, casi al mismo tiempo, pone su correspondiente piedra a sus pies. Se quedan de pie ante sus piedras, cruzan los brazos y se petrifican dedicndose a mirar al frente. Entra Ramrez. RAMREZ (gritando, alegre): S, s, por aqu contina el camino. Qu suerte!, no estamos perdidos. Entran Velsquez y Meijide. VELSQUEZ (con alegra): S, yo tambin lo veo. Vengan ac, seores, apresrense. Miren, qu hermoso camino! MEIJIDE (sin hacer demasiado alboroto): Slo vean qu bello rbol. Entran Magdalena y Maygua. MAGDALENA (cuidando de Maygua): Por aqu, por aqu, pisa con cuidado. 5
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MAYGUA (con voz quebradiza): Ya llegaremos?, estamos cerca? Necesito descansar. Me siento dbil. Quiero dormir. MEIJIDE (con energa): Dormir?, pero qu es lo que te pasa, eh, Maygua? Nos falta muy poco para llegar. MAGDALENA: l tiene razn, por favor aguanta, pequeo. (Toma a Maygua del brazo y lo jala hacia s, l no se resiste). Ramrez y Velsquez se aproximan al lugar donde estn los Seis Bloqueadores; los siguen, un poco ms retrasados, Meijide, Magdalena y Maygua. Cuando ambos grupos estn frente a frente, los Seis Bloqueadores, al mismo tiempo, recogen sus piedras del suelo. RAMREZ (con firmeza): Qu sucede? Ninguno de los Seis Bloqueadores contesta. VELSQUEZ (dubitativo): Acaso hicimos algo malo?, algo que pudiera enojarlos u ofenderlos? MEIJIDE: Debemos atravesar este camino. RAMREZ (enrgico): Respondan!, qu sucede?, por qu no contestan? MEIJIDE: Acaso no comprenden?, debemos atravesar este camino. MAYGUA (por lo bajo, a Magdalena): Qu est pasando?, por qu no avanzamos? No siento mis pies caminando. Y escucho un alboroto. Quin grita?, por qu grita? MAGDALENA (simulando tranquilidad): No es nada, no es nada. Slo son unas piedras. MAYGUA: Y quines son las otras personas que escucho? MAGDALENA (distrada): Ya te dije, piedras, slo son piedras. (A Ramrez). Qu sucede?, por qu no nos dejan pasar? RAMREZ: Ninguno de ellos contesta, creo que no tienen voz. MEIJIDE: Eso mismo, parece que algo los obligara a ser mudos. MAGDALENA (acercndose a Uno de los Bloqueadores): Qu es lo que pasa? (Espera por una respuesta). Estn obstaculizando nuestro paso, seores. (Aguarda por una respuesta nuevamente). Pueden ver a aquel hombre de all? (Seala a Maygua). Es mi esposo, es ciego, lo llevamos a conocer el mar, que, precisamente, queda un poco ms all, al final de este camino que ahora bloquean. (Espera por alguna respuesta). Pueden comprenderme?, entienden nuestra necesidad? MEIJIDE (interrumpiendo a Magdalena): Djame intentarlo. (Se acerca a Los Bloqueadores, examina sus rostros uno por uno, hace el ademn de querer tomar una piedra pero desiste cuando Uno de los Bloqueadores hace el ademn de aferrarse a ella). Mmmm... Mmmm... (Retrocede). Seores, debemos atravesar este camino para llegar ms all, donde nuestras miradas no pueden llegar. (Murmurando). Es que no puedo comprender.
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VELSQUEZ (serio): Por favor entindannos, debemos llevar a este hombre ciego a ver el mar. MEIJIDE (interrumpindolo): A conocer el mar, a conocer, no podemos llevar a un hombre ciego a ver el mar, eso es ilgico porque es imposible, es impensable, si no me crees haz esto: cierra los ojos e intenta ver el rbol, vamos, descrbemelo. RAMREZ (mirando a Velsquez y a Meijide): Basta, no necesitamos de ninguna pelea en este momento, ya discutimos bastante, lo nico que realmente importa es que debemos atravesar este camino. (A Los Bloqueadores). Deben dejarnos pasar. Acaso quieren algo a cambio?, quieren algo que nosotros poseemos? Mrennos, tenemos poco pero se los ofrezco todo. Lo que sea. (Espera por una respuesta). Lo que sea. MAGDALENA (observando el cielo): Y miren que ya anochece, pronto empezar a hacer fro y hasta es probable que vaya a llover. MAYGUA (aferrndose a Magdalena): No quiero que llueva. MAGDALENA: Bien sabes que eso no depende de m. (A Los Bloqueadores). Tengan compasin de nosotros, djennos pasar. MAYGUA: Ya ha oscurecido?, no quiero que llueva, no, por favor. VELSQUEZ (grita): Eeeeh!, no nos escuchan? (Se acerca a uno de Los Bloqueadores). Oye, idiota, mrame. RAMREZ (roza el hombro de Velsquez con su mano derecha): Basta, basta ya, Velsquez, puedes empeorar las cosas. VELSQUEZ (intentando sofocar su indignacin): Empeorarlas? MEIJIDE: Ramrez tiene razn, al parecer tendremos que esperar hasta que los seores de las piedras grandes decidan marcharse. VELSQUEZ: Ejecutar esa idea es empeorar las cosas. (A Ramrez). Lo que debemos hacer es confrontarlos, ganar y reivindicar nuestro derecho a transitar por este camino. MEIJIDE: Cllate, Velsquez, hay que ser prudentes, no somos nosotros los dueos de las piedras, tampoco somos los dueos de este camino, slo somos transentes. VELSQUEZ: Cllate, t, Meijide, el hecho de ser transentes es lo que nos convierte en dueos de este camino. RAMREZ (como si estuviera hablando para s mismo): Pero ellos tienen las piedras. MAGDALENA (colocndose entre Velsquez y Meijide): Es mejor callar. Pasaremos la noche aqu, junto a este bello rbol y maana por la maana descubriremos que no hay obstculo alguno impidindonos avanzar. Ya lo vern. Ellos no pueden quedarse all parados por la eternidad. Ya lo vern. MAYGUA: Me pareci escuchar un trueno, parece que la lluvia es inevitable, no lo escuchaste, Magdalena?, protgeme por favor. VELSQUEZ: A m tambin me pareci escuchar algo. MEIJIDE: Cllate, yo no escuch nada. (A Maygua). Lo nico que quiere hacer es asustarte, no le hagas caso. MAYGUA: Magdalena? MAGDALENA: Meijide tiene razn, yo tampoco escuch nada. 7
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RAMREZ: Ahora debemos preocuparnos por lo que se nos viene encima, la noche. Si acaso va a llover ya veremos qu hacer cuando eso pase. El escenario oscurece sbitamente lo necesario para que continen vindose los personajes. VELSQUEZ (sealando a Los Bloqueadores): Y ellos? RAMREZ: Ellos qu? VELSQUEZ: No pienso quedarme dormido mientras ellos estn ah, tan cerca de esas piedras. No les parece que pudieran ser capaces de atacarnos o intentar algo en contra nuestra mientras estemos desprotegidos? RAMREZ: No haba pensado en ello. MAYGUA: Atacarnos?, alguien quiere atacarnos? MAGDALENA: Nadie va a atacarnos. MEIJIDE: Alguien tendr que quedarse despierto haciendo guardia mientras los dems duermen. Ya hemos conseguido llegar hasta aqu y sera tonto fracasar por culpa de un pequeo descuido. VELSQUEZ: Si estn de acuerdo yo puedo quedarme despierto haciendo guardia. MEIJIDE: Ni lo pienses, ser yo quien se quede despierto haciendo guardia. VELSQUEZ: T?, dudo mucho que puedas mantenerte despierto. RAMREZ (interrumpiendo el inicio de una discusin): Ambos pueden quedarse despiertos, no hay por qu pelear. MEIJIDE: Ya veremos quin se dormir primero. MAYGUA (A Magdalena): Guardia?, de qu estn hablando? Velsquez, Meijide y Ramrez se sientan en el suelo, alrededor del rbol, manteniendo cierta distancia entre s. MAGDALENA (lleva a Maygua cerca del rbol): Pasaremos la noche en este lugar, ven. MAYGUA: Aqu?, por qu?, y la lluvia? MAGDALENA: No llover, no te preocupes. (Se sienta en el suelo y hace que Maygua lo imite). Ya, deja de temblar, yo me quedar despierta cuidando de ti, no dejar que nada malo te suceda. MAYGUA: No s si podr dormir. Hace mucho fro. (Tose). An nos falta mucho para llegar?, dime la verdad. A veces siento que ya son meses los que llevamos caminando y a veces siento que incluso ya han transcurrido aos enteros sin que llegramos a ningn lugar. MAGDALENA (con seriedad): Cada vez falta menos, lo que debes hacer es olvidarte del tiempo que ha pasado desde que partimos. Es lo que yo hice, ya no recuerdo si hoy es martes o jueves, si estamos en enero o en
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agosto, o si vivimos en mil ochocientos setenta y nueve o en dos mil quince. Prefiero no saber, es ms saludable. MAYGUA: Sabes bien que para m es difcil olvidar. (Tose). Estoy ciego, lo nico que mis ojos pueden ver son los pensamientos que no dejan de dar vueltas dentro de mi cabeza. Ramrez se echa sobre el suelo y duerme. Meijide y Velsquez estn sentados frente a frente, de brazos cruzados, mirndose. MAGDALENA: Quisiera que imagines que puedes ver, tal como todos nosotros. Olvdate de tu ceguera, inventa paisajes y rostros dentro de los pensamientos que dan vueltas en tu cabeza. Quizs as tambin podrs olvidarte del paso del tiempo. (Observa de reojo a Los Bloqueadores que, impasibles, continan de pie ante sus piedras). Ahora duerme. MAYGUA: Lo intentar. (Agacha la cabeza y cruza los brazos). Breve silencio. MEIJIDE: Ya te sientes cansado, eh, Velsquez? Tus ojos estn cerrndose? (Re). No te preocupes, yo har la guardia, puedes dormir tranquilo, incluso cuidar de ti. Silencio. VELSQUEZ (ponindose de pie): Cllate, ya no te soporto. Silencio. MAGDALENA: Bajen la voz, Maygua duerme, no quiero que vuelva a despertar ni que tenga pesadillas. Silencio. MEIJIDE (A Magdalena, casi susurrando): Por qu te importa tanto Maygua?, no lo ves?, es un hombre dbil, en cualquier momento te abandonar o desfallecer. l est destinado a morir en el camino, pero t eres distinta, te mereces algo mejor. Largo silencio. VELSQUEZ (volvindose a sentar en su lugar original): Y t eres ese algo mejor, Meijide?, apuesto a que bromeas, eres un payaso, no?, no puedes vivir sin hacer la burla de ti mismo. Silencio.
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MEIJIDE (ignorando a Velsquez): Escchame, Magdalena, por qu no aprovechamos que Maygua duerme para escapar?, nunca pensaste que ser libre de esta atadura es lo mejor que podra pasarte? Silencio. VELSQUEZ: Ella no est escuchndote. T no eres Maygua. Jams podras ser como Maygua. Largo silencio. MAGDALENA: Bajen la voz. (Acaricia los cabellos de Maygua). l es nico. Me salv y ahora es mi deber salvarlo. Si lo abandonara fijndome slo en su actual debilidad no sera digna de continuar viviendo. No puedo traicionarlo, soy la nica persona en la que l confa. Largo silencio. MEIJIDE: Y qu puedes decirme de ti mismo, bufn Velsquez? S lo que tramas... veo tu cara y puedo adivinar lo que piensas... no me engaas... no me importa que Ramrez est muy contento contigo y te tenga como su perro fiel... eres un mentiroso... lleno de planes para complacer tu egosmo... no me engaas... no... VELSQUEZ (lo interrumpe): T no ests en este viaje por el mismo motivo que nosotros, dentro de ti te burlas y te res por los motivos que guan nuestro viaje. Acabas de decirlo: escapmonos, eres todo hipocresa. Silencio. MEIJIDE: S lo que tramas, Velsquez, t no eres ningn cordero blanco, slo quieres poner a todos en contra ma para sobresalir por encima del resto y algn da tomar el lugar de Ramrez. Largo silencio. MAGDALENA: Bajen la voz. Retroceder ahora que hemos avanzado tanto es ridculo. Llegaremos al mar y entonces sabremos qu hacer a continuacin. Lo nico que en verdad importa es eso: llegar. Muy largo silencio. Las luces vuelven al escenario sbitamente. RAMREZ (despierta estirando los brazos y bostezando ampliamente): Miren!, ya amaneci. Estoy descansado pero parece que pas una de las 10
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noches ms cortas de toda mi vida. Si acaso vamos a pasar una noche ms aqu, en este camino, es mi turno de hacer guardia, es lo justo, no quiero gozar de privilegio alguno por ser el ms viejo de todos nosotros. VELSQUEZ: No pienso quedarme una sola noche ms en este lugar. Hoy nos vamos. MAGDALENA (acariciando el rostro de Maygua, que permanece dormido): A m tambin me pareci que la noche fue demasiado corta, por lo menos en comparacin a otras noches en las que tambin me qued en vela, ni siquiera sent su fro oprimiendo mi cuerpo, fue muy extrao. MEIJIDE (contrariado): Tonteras, la que pasamos fue una noche comn y corriente. Larga y fra. Llena de grillos. No los escucharon?, yo no dej de escucharlos ni por un segundo, parecan estar cantando su crc-crc crc-crc exactamente dentro de mi cabeza. MAGDALENA (cuidando de no ser brusca): Eh, Maygua, despierta, ya vamos a partir. Maygua despierta lentamente con un abierto bostezo. VELSQUEZ (sealando a Los Bloqueadores): Slo mrenlos, ninguno de ellos ha cerrado los ojos en toda la noche, incluso podra jurar que no estn muy acostumbrados a parpadear. RAMREZ: Como si fueran piedras. MAGDALENA: Son piedras. MAYGUA (con la voz entrecortada): Piedras? VELSQUEZ: Piedras que respiran. MAYGUA: Respiran? MEIJIDE: Fjense bien, miren sus narices, estn petrificadas, ni siquiera respiran! Todos, menos Maygua, se ponen de pie. Poco despus, Magdalena ayuda a Maygua a ponerse de pie. MAGDALENA (A Ramrez): Qu haremos ahora? RAMREZ (con firmeza): Volveremos a intentarlo. VELSQUEZ (agacha la cabeza, con resignacin): Ellos no se movern. Si no se movieron en toda la noche mucho menos lo harn ahora que la luz del sol est proporcionndoles nuevas fuerzas. MAYGUA (como si buscara algo en el vaco con las manos): No se movern?, por qu no se movern? MEIJIDE (procurando dotar a su voz una firmeza de la que carece): Debemos hacer algo para demostrarles que nosotros tambin somos fuertes. Creo que debemos demostrarles que este mismo sol tambin est alimentando nuestras propias fuerzas. MAYGUA: Sol? RAMREZ (disponindose a caminar hacia Los Bloqueadores): Lo intentar ahora. Voy a hablarles. 11
Velsquez y Meijide se observan durante unos cuantos segundos, luego, reluctantemente, se aproximan a Ramrez. MEIJIDE: Ser intil, lo s. VELSQUEZ: Si nos reciben con violencia tendremos que responder con violencia. Ramrez se pone frente a uno de Los Bloqueadores y lo observa atentamente a los ojos. RAMREZ: Debemos atravesar este camino. (Espera por una respuesta). Tenemos que llegar al mar. Por qu no lo entienden?, por qu se empean tanto en su silencio?, acaso trabajan para alguien?, para quin trabajan?, para alguien muy poderoso? (Aguarda en silencio, sin desviar la mirada del Bloqueador, que lo observa inmvil). Qu es lo que quieren de nosotros?, o, acaso la presencia de ustedes obedece a nuestra propia presencia? Juro que slo quiero comprender. MEIJIDE (agresivo): No me importa, yo voy a atravesar este camino, aprtense, denme campo. Meijide hace el intento de sobrepasar a Los Bloqueadores, pero cuando est muy cerca de ellos, Los Bloquadores recogen sus piedras grandes y las levantan con sus brazos extendidos hacia el cielo, amenazantes, dispuestos a arrojarlas en cualquier momento. Meijide retrocede. VELSQUEZ (con resignacin): Es intil. Al parecer alguien, o algo, les dio la orden de no dejarnos pasar, y, al parecer, estn dispuestos a llegar incluso hasta las ltimas consecuencias. Tendremos que pensar en algo. RAMREZ: Pero ellos poseen las piedras. MEIJIDE: Tendremos que pensar en algo. MAGDALENA: Para pensar mejor necesitamos comer bien. (Mete la mano en el bolso de lana que sostiene todo el tiempo y mira a su alrededor). Y ya no nos queda mucha comida, apenas lo suficiente para cuando lleguemos al mar y decidamos volver. Ramrez, cmo andamos de dinero? (Ve cmo Ramrez busca en sus bolsillos y contina, indignada). Lo que cre. No tenemos mucho tiempo. Pronto todo recurso se nos consumir. MEIJIDE: Es importante que pensemos qu hacer para deshacernos de aquellos bloqueadores del camino. VELSQUEZ: Por ms que lo pienso y me esfuerzo al hacerlo, no encuentro otra solucin ms que la violencia. Oigo una voz dentro de m que me dice: debemos arremeter contra ellos con todas nuestras fuerzas y slo as retrocedern, si no cmo lograremos persuadirlos?, ya lo vieron, ni siquiera se puede conversar con ellos. 12
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RAMREZ: Esa es la solucin fcil. Es arriesgada y tonta. No nos garantiza el xito. Slo mrenlos, parece que alguien los ha seleccionado cuidadosamente, todos ellos son muy fuertes y parecen estar muy bien entrenados en esto de bloquear caminos y atacar con piedras grandes. MEIJIDE: Si hubiera alguna manera de apoderarnos de sus piedras entonces no seramos ms dbiles que ellos. VELSQUEZ: Pero cmo podramos apoderarnos de las piedras?, tendramos que recurrir a la violencia inevitablemente. (Una pausa). Hemos intentado dialogar con ellos, discutir razonablemente, pero no nos contestan, alguien les ha enseado meticulosamente cmo ser muy buenos sordos y mudos, porque ciegos no son. MAYGUA: Falta mucho para que vuelva a anochecer? MAGDALENA (A Maygua): S, falta mucho, yo te avisar. (A Los Dems). Tendramos que ser ms inteligentes que ellos y utilizar nuestra astucia, piensen en un punto dbil que nos permita... VELSQUEZ (interrumpiendo a Magdalena): Eso es lo peor de todo, no parecen tener ningn punto dbil, son fuertes y firmes como las piedras que utilizan para custodiar este camino. RAMREZ (A Magdalena): An no lo hemos intentado todo. MAGDALENA (mirndolo con extraeza): A qu te refieres?, por qu me miras as? RAMREZ (extiende el brazo y seala a Meijide y Velsquez): Hemos ido nosotros tres, varones, juntos, pero nunca t sola. Tal vez esa sea su debilidad: una mujer. Confo en que sean lo demasiado animales para ser unos buenos seres humanos, son piedras hechas de nuestra misma carne y de nuestros mismos huesos, por tanto no creo que sus instintos estn del todo dormidos. Si pudieras apoderarte de sus piedras, habremos triunfado y entonces podremos seguir avanzando. MEIJIDE: No crees que podra ser algo arriesgado?, no podemos dejarla sola en presencia de esos seis. RAMREZ: Ni por un solo segundo la dejaramos sola. Podemos escondernos aqu, detrs del rbol, ellos creern que nos hemos marchado y hasta es probable que dejen de estar tan a la expectativa. VELSQUEZ: De todas maneras tendremos que estar dispuestos a pelear si se da el caso. MAGDALENA (lo piensa durante un momento, observa a Maygua): Lo har, lo intentar, no perdemos nada. RAMREZ: Bien, qudate aqu, aguanta el tiempo suficiente para que crean que nosotros nos hemos marchado y entonces te aproximas a uno de ellos. MAGDALENA: A cul de ellos? VELSQUEZ: Tendra que ser al ms vulnerable. MAGDALENA: Pero, cmo distinguirlos?, todos ellos lucen iguales, el uno es la copia del otro. MEIJIDE: Tendrs que confiar en tus presentimientos. RAMREZ: Ahora, vamos. 13
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Meijide y Velsquez corren a esconderse detrs del tronco del rbol, Ramrez toma a Maygua, que no quiere separarse de Magdalena, del brazo y lo conduce a rastras hasta detrs del rbol. Magdalena, sentada an en medio del escenario, deja transcurrir un espacioso intervalo de tiempo antes de intentar levantarse del suelo. Mientras espera, dirige miradas escurridizas al rbol, miradas abiertas a Los Bloqueadores y observa insistentemente el cielo. Magdalena se pone de pie, cruza los brazos y, sin apuro, camina por el escenario. Simula inspeccionar el paisaje con sumo cuidado, se detiene a momentos en algn detalle y luego, finalmente, va aproximndose, poco a poco, a Los Bloqueadores. MAGDALENA (con aire distrado, casi sin mirar a Los Bloqueadores): Hace un bello da hoy, no les parece, seores? (Pausa). Miren las ramas y las hojas de este rbol, no les parece que estn ms llenas de vida que el da de ayer? (Pausa). Miren lo que acabo de encontrar. (Recoge una piedrecilla del suelo y la levanta, exhibindola). Es hermosa. Adoro las piedras, ustedes no?, en especial una con esta forma tan peculiar, fjense bien (muestra la piedrecilla a Los Bloqueadores), parece un planeta, mmm..., y es algo roja, no les hace pensar en Marte?, es como si estuviera sosteniendo todo un planeta en la palma de mi mano (se obliga a rer), nunca se han sentido as?, nunca han imaginado que son capaces de poseer un increble poder en la palma de una mano? (Guarda la piedrecilla en el bolso de lana). La guardar como un recuerdo, no quiero olvidarme de estos momentos. (Vuelve a caminar a lo largo del escenario, inspecciona algo, se agacha y recoge otra piedrecilla). No puedo creerlo, en un solo da encontr dos piedras hermosas! Pero fjense bien, este es otro tipo de belleza. (Alza la piedrecilla y la ensea). Esta piedra es ploma, pueden verla?, pero no tiene una forma definida, no puedo relacionarla con nada. (Pausa). Ustedes, que parecen tener ms experiencia con esto de las piedras, pueden relacionarla con algo? (Se aproxima a uno de Los Bloqueadores, que permanece inmvil mientras ella habla). Por ejemplo t, no imaginas algo al verla?, ningn recuerdo se asoma a tu mente cuando la ves? (Se aproxima a otro de Los Bloqueadores, que se esfuerza por permanecer inmvil mientras ella habla). Y t?, nada tampoco?, te molestaras si intentara relacionarla inventndome un recuerdo tuyo?, parece que no. Antes de que te asignaran esa piedra enorme que est a tus pies vivas en un pueblo muy simptico del sur del pas. Todas las maanas te levantabas a las siete de la maana, te baabas con agua tibia y desayunabas lo que cocinaba tu madre, una mujer muy dedicada a su rol de madre. Cierto da, mientras caminabas rumbo a la escuela, viste a esa nia que tanto te gustaba y tropezaste con una piedra igual a esta que ahora sostengo. (Hace la mmica de una cada). Viste la piedra de reojo pero 14
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pronto te olvidaste de ella. Tu mente estaba en otro lado, imaginando qu era lo que ella estara pensando de ti. (Le muestra la piedra). Y ahora vuelves a ver la misma piedra y ese recuerdo de tu juventud te cosquillea detrs de las mejillas y sientes ganas de sonrer. Por qu no lo haces?, por qu no sonres? Vamos, no eres una piedra, sonre. (Lo mira atentamente con una sonrisa en los labios, pero El Bloqueador no re, no se mueve). Voy a decirte a qu me recuerda esta piedra. (Sostiene la piedra frente a sus ojos y, durante unos cuantos segundos, la examina con suma atencin). Es una piedra fea, pero hermosa por eso mismo. Me recuerda a una pesadilla de la que no logro recordar todos sus detalles pero que siempre que la sueo despierto temblando, s, as es. (Ella sonre). Puedes creerlo?, me parece hermoso algo que otra persona juzgara horroroso!, a veces ni yo misma logro comprenderme, pero me gusta ser as. (El Bloqueador deja traslucir una pequea sonrisilla, casi imperceptible). Ah est!, lo vi!, sonreste!, no eres del todo una piedra! (Se aleja un poco, da una vuelta con coquetera y vuelve a acercarse al Bloqueador). Me pregunto si... t sabes que amo las piedras... (Guarda la piedra ploma en el bolso de lana). Me pregunto si... (Se agacha y roza con un dedo extendido la piedra que est a los pies del guardia). Me pregunto si acaso... no s si... me permites...? (Agarra la piedra con ambas manos y la levanta con esfuerzo, El Bloqueador no hace nada por impedirlo, los Dems Bloqueadores lo observan perturbados). Wow, pesa mucho, es una piedra muy bella, muy bella. (Vuelve a dejar la piedra en su lugar, a los pies del Bloqueador). Gracias por permitirme hacerlo, muchas gracias. (Se aleja del lugar rumbo al centro del escenario, vuelve a dar un paseo, se contonea, se detiene a momentos para examinar algn detalle, toca la corteza del tronco del rbol y vuelve hacia El Bloqueador que dej que ella levantara su piedra). Sabes?, volv a pasear, respir muy profundamente y siento que hoy es un da perfecto para vencer un desafo que me impuse a m misma, sabes?, siempre quise cargar una piedra como esa que t posees a lo largo de un camino como ste bajo la luz de un da bello como ste. Por supuesto que no podr llevarme esa piedra a casa, lo cual es una verdadera pena, porque, al parecer, esas piedras son muy exclusivas, pero quisiera, aunque sea por un breve momento, sentirme duea de ella. Puedo? (Se agacha y recoge la piedra, El Bloqueador la observa hacer sin hacer nada ms que observar y respirar agitadamente). Gracias. Magdalena se lleva la piedra con mucho esfuerzo pero haciendo lo posible por no demostrarlo. Se pasea lentamente hasta llegar un poco ms all del rbol. Observa de reojo a Los Bloqueadores y deja la piedra en el suelo. Sale Ramrez de detrs del rbol y luego Maygua, Velsquez y Meijide. Los Bloqueadores los observan inmviles, el que ha perdido su piedra agacha la cabeza pero luego contina en la misma posicin.
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RAMREZ (con sorpresa): Bien hecho, Magdalena, por un momento dud, pero lo conseguiste, tenemos una piedra!, siempre es mejor que ninguna. MAYGUA (buscando a tientas a Magdalena): No debera haber anochecido ya? MEIJIDE (agachndose para tomar la piedra del suelo): Lo que has hecho fue excepcional, nadie podra haberlo hecho mejor. (Levanta la piedra y la eleva con los brazos extendidos hacia el cielo). Puedo sentir su poder. VELSQUEZ (haciendo el ademn de tomar la piedra que sostiene Meijide): Djame verla, djame tenerla por un momento. MEIJIDE (haciendo el quite): Espera, no te desesperes, an no he terminado de admirarla. MAGDALENA (con voz seria): Meijide, dsela a Velsquez, es su turno de tenerla. (Observa cmo Meijide, reluctante, le alcanza la piedra a Velsquez y sonre). No hay por qu pelear, ahora esa piedra es nuestra. RAMREZ (como si estuviera hablando para s): Ahora debemos ocupar nuestras mentes y nuestras fuerzas en pensar en cmo podemos obtener una segunda piedra, lo cual, obviamente, aumentara nuestro poder. MAYGUA (encontrando por fin el brazo de Magdalena): Ahora precisamente es cuando la oscuridad total debera estar envolvindonos, no siento el fro de la noche, qu ha pasado? MAGDALENA (mirando el cielo): Me temo que tienes razn. Yo siento lo mismo: algo me dice que ya debera haber anochecido. VELSQUEZ (bosteza): Es probable que tengan razn. (Deja la piedra en el suelo). Siento mis brazos dbiles, como si mis huesos hubieran desaparecido. (Vuelve a bostezar). Tengo sueo. MEIJIDE (bosteza): Quin se quedar cuidando la piedra? RAMREZ (sofocando su propio sueo): Es mi turno de hacer guardia. Yo y Maygua nos quedaremos despiertos mientras ustedes descansan. Nosotros cuidaremos de la piedra. MEIJIDE (contrariado): Ni pensarlo. Ramrez, entiende, t ests muy viejo como para hacerte cargo de algo tan importante como esta piedra que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir y Maygua es la persona menos indicada para cuidar de s mismo, imagina cmo cuidara de todos nosotros. Insisto en quedarme despierto. VELSQUEZ (mirando el cielo): Pero an no anochece, miren, el sol sigue all arriba, brillando en todo su esplendor. Yo tambin me quedar despierto y preferira tener bajo mi cargo la piedra. La proteger con mi propia vida. MEIJIDE: Yo quiero la piedra. RAMREZ: Denme la piedra a m, es mi turno de permanecer despierto, ya lo hice muchas veces a lo largo de mi vida, es cierto, estoy ya muy viejo pero tengo toda la experiencia para evitar que ellos se lleven nuestra piedra.
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MAGDALENA: Tonteras. Yo me quedar despierta tambin. Y exijo tener la piedra junto a m, me corresponde, yo la procur. (Recoge la piedra y la lleva hasta el rbol, se sienta junto a ella y espera). Ahora procuren descansar todos, no olviden pensar en algo para obtener una segunda piedra. (A Maygua). Y t, ven aqu, duerme, yo te cuidar. MAYGUA (buscando a Magdalena con los brazos extendidos y guindose por su voz): All voy. (Cuando ya est cerca de Magdalena, tropieza con la piedra y luego se sienta con mucho cuidado junto a ella, palpa la piedra, sonre). Hoy no dormir, quiero ayudarte a cuidar de nosotros, es lo justo, ya pasaste toda una noche en vela. S que hoy no llover. No le tengo miedo a nada si ests cerca de m. Lentamente, dudando, mirando de reojo la piedra en poder de Magdalena, los dems han ido acomodndose en los mismos lugares de la noche anterior, para descansar. VELSQUEZ (mirando el cielo, cubrindose la frente con la palma extendida de su mano): Maldito sol, ahora no nos dejar dormir. MEIJIDE (riendo, mirando a Velsquez con desprecio): Pens que iras a quedarte despierto, haciendo guardia, veo que slo te interesaba tener la piedra en tu poder. VELSQUEZ: Ests escuchando mal, Meijide. Dije: ahora no los dejar dormir, en verdad quiero que todos ustedes estn bien descansados para cuando podamos reemprender viaje. RAMREZ: Descansen, confen en m, yo estar cuidndolos. (Se pone de pie y se dispone a caminar a lo largo del escenario). Mmmm... Mmmm... (Examina la corteza del rbol y se pone a tararear el sonido del himno boliviano). As es, mmmm... (Murmura, habla para s). Todos creen que estoy demasiado viejo para continuar, pero se equivocan, me conozco perfectamente, s cuando mis fuerzas dejarn de responderme. Creen que no llegar a ver el mar, que morir en el camino. Eso es lo que ellos creen. Incluso ya estn pensando en quin ser el que vaya a tomar mi lugar para liderarlos. Es tan triste. Incluso es posible que yo est equivocado y que, en realidad, yo mismo no me conozca bien. Tal vez estoy a un paso de la muerte. (Decide retornar a su lugar de origen y sentarse). Mejor as, no quiero cansarme sin necesidad, debo ahorrar mis energas. (Sentado ya, cruza los brazos, cabecea un poco y finalmente se queda dormido). Silencio. VELSQUEZ (meneando la cabeza): Ah est. Se ha quedado dormido. Confen en m, yo los cuidar, denme la piedra, mi experiencia supera a la de todos ustedes, ya lo ven, ya lo ven, estamos bajo un sol nocturno y an as se ha quedado dormido, ayer fue el que mejor durmi y hoy est cansado, ya est muy viejo, este es su ltimo viaje.
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MAGDALENA (mirando a Velsquez): No me decepciones. Ramrez est viejo porque ya ha viajado mucho, por eso debemos respetarlo y escucharlo atentamente para aprender de l. (Cruza los brazos y se pone a dormir apoyada contra el rbol, dejando la piedra casi sin proteccin). Largo silencio. MAYGUA (con la voz quebradiza): No recuerdan el inicio del viaje? (Palpa la piedra lentamente, con las manos extendidas). Ramrez fue el nico dispuesto al principio, el nico que nunca dijo no ni retace su concurso. (Levanta la piedra brevemente y no muy alto). Hubieron otros dos, Botero y Crdenas, que desistieron y huyeron, Botero dijo que era un viaje demasiado largo, lo recuerdan?, dijo que era tonto atravesar todo el valle y el altiplano slo para llevar a ver el mar a un pobre ciego que adems siempre haba sido un cobarde; Crdenas, en cambio, dijo que prefera caminar rumbo al Brasil donde lo esperaba aquella mujer de hermosa mirada que una vez vimos all en Villamontes, lo recuerdan? (Tose). Y, saben qu?, en parte, ambos tenan toda la razn, soy un cobarde pero no tengo otra opcin, quisiera no serlo pero el miedo se mete dentro de m y no puedo evaporarlo, si pudiera ver tal vez me habra animado a irme al Brasil con Crdenas, s que mi leal Magdalena me hubiera seguido hasta el fin. (Levanta la piedra y la mide con ambas manos). Largo silencio. MEIJIDE: Al Brasil?, all llueve todo el tiempo, hubieras muerto ahogado por tus propias lgrimas de impotencia. Lo mejor que puedes hacer es continuar el viaje t slo y dejar de atormentar a Magdalena con la prisin que has extendido a lo largo de sus alas. Breve silencio. MAYGUA: Yo solo?, es imposible, no sabra cmo llegar. Breve silencio. VELSQUEZ (con la voz dbil, cansada): No lo oigas, Maygua, Meijide no es otra cosa sino un traidor. (Cruza los brazos y se dispone a dormir, bosteza, duerme). Silencio.
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MEIJIDE (sealando a Velsquez): Slo escchalo. (Pausa). Ni siquiera puede mantenerse despierto dos noches seguidas y habla de la supuesta traicin de otros. (Pausa, bosteza). No te parece pattico? (Pausa). Yo te dir qu hacer, Maygua, para que puedas llegar t slo a conocer el mar, pues verlo no puedes ya que eres ciego. (Pausa, bosteza). Vamos, arrstrate, conoce el camino por el tacto, examnalo, imagina que eres una serpiente ciega que debe llegar a su nido antes de que un cuchillo la parta en dos, vamos, hazlo. (Bosteza y, luego, hablando para s mismo). Vaya qu calor tan fro, este sol nocturno no destila vida, es un pedazo de muerte radiante que cuelga all arriba, nunca haba visto nada semejante. (Pausa, bosteza). Vamos, Maygua, o acaso te quedaste dormido ya?, intntalo. Maygua se aparta del abrazo de Magdalena y empieza a arrastrarse con sumo cuidado por el escenario. Meijide lo observa hacer y se cruza de brazos, cabecea torpemente, luchando por permanecer despierto pero finalmente durmindose. Maygua contina arrastrndose sin saber bien adnde va. Los Bloqueadores permanecen inmviles mientras todo esto sucede. MAYGUA (hablndole a Meijide): Voy bien? (Espera por una respuesta que no llega). Voy bien? Maygua se arrastra y contina examinando todo lo que encuentra con las manos. A momentos, levanta la cabeza, fingiendo ver el cielo. Sin saberlo, poco a poco, va aproximndose a Los Bloqueadores. Los Bloqueadores en ningn momento agachan la vista, por tanto, no son capaces de ver el avance rastrero de Maygua. Maygua es muy cuidadoso, no hace ruido alguno mientras avanza, se detiene cuando sus manos sienten la presencia de una piedra. Maygua se la lleva con mucho sigilo y retrocede, ninguno de Los Bloqueadores se ha percatado de la ausencia de esta piedra. Maygua ha perdido el rumbo y se lleva la piedra, retrocediendo, muy lejos de donde estn los dems. l busca con la mano extendida hacia atrs si acaso puede encontrar a Magdalena o a otro. Ramrez despierta, se pone de pie y observa a Maygua, quiere ayudarlo, vuelve a sentarse en el suelo e imita a Maygua, va acercndose a l arrastrndose, detenindose a momentos para levantar la cabeza y observar en direccin a Los Bloqueadores. Los Bloqueadores permanecen inmviles, siempre mirando al frente. RAMREZ (susurrando): Eh, Maygua, soy yo, Ramrez, voy a ayudarte. (Extiende la mano y encuentra el hombro de Maygua). Muy bien hecho, cmo se te ocurri? (Ramrez conduce a Maygua hasta donde Magdalena duerme). Si quieres puedes darme la piedra. 19
El bloqueo
MAYGUA (susurrando y aferrndose a la piedra con sus brazos alrededor de ella): No, no, es ma. RAMREZ (susurrando): S, s, es tuya, como quieras, slo quera que avancemos ms rpido. Maygua y Ramrez se sientan juntos en el suelo. Ramrez palpa la piedra y abraza a Maygua amistosamente. RAMREZ (dejando de susurrar): Muy bien hecho. Estarn muy felices cuando despierten. El escenario oscurece sbitamente lo necesario para que continen vindose los personajes. MAGDALENA (despierta extendiendo los brazos y bostezando): Al parecer acaba de amanecer. (Se abraza a la piedra que ella consigui el da de ayer y observa el cielo con curiosidad). Qu noche ms extraa, tan llena de ese sol tan raro. (Busca a Maygua). Maygua?, dnde ests? MAYGUA: Aqu estoy. (Sonre y le muestra la otra piedra a Magdalena). Y mira lo que consegu. MAGDALENA: No puedo creerlo. T? RAMREZ: l solo, yo lo vi y lo ayud al final. Ahora tenemos dos piedras, nuestro poder ha aumentado. Velsquez y Meijide despiertan al mismo tiempo. Observan la actual oscuridad con perplejidad. VELSQUEZ (eleva la vista al cielo): Pero qu ha pasado? MEIJIDE (con la voz firme): Acaba de amanecer, no lo ves?, con un nuevo tipo de luz iluminndonos las cabezas. VELSQUEZ: Ests loco?, cundo has visto que amanezca oscuridad? MEIJIDE: Estoy seguro de que esto no es una noche, slo mira la luna, no te parece extraa?, tiene unas extraas aureolas rosadas a su alrededor, como si estuviera en llamas, es una luna diurna. MAGDALENA: Meijide tiene razn, pero eso no es lo que ms debe importarnos en este momento. (Se pone de pie y levanta la piedra). Miren esto, ayer, mientras todos nosotros dormamos, Maygua consigui nuestra segunda piedra, dndonos ahora un poco ms de poder para cuando tengamos que enfrentar a aquellos bloqueadores. El Bloqueador que ha perdido la piedra sin darse cuenta agacha la cabeza para comprobar que lo que dice Magdalena es cierto. Los Dems Bloqueadores lo observan por un momento y luego todos ellos, al mismo tiempo, vuelven a mirar al frente y a permanecer inmviles.
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MAYGUA (sonriendo abiertamente): S, as lo hice, aunque debo decir la verdad, nunca me propuse arrebatarles ninguna piedra, llegu a ellos accidentalmente. RAMREZ (sonriendo): As es, yo mismo lo vi, despert para ayudarlo mientras todos ustedes dorman, fue increble, simple, como un juego de nios, Maygua no necesit ser violento ni usar artimaas elaboradas para obtener una nueva piedra, an ahora me cuesta mucho creerlo. MEIJIDE (A Ramrez): Despertaste para ayudarlo mientras todos nosotros dormamos?, se supone que estaras haciendo guardia, protegindonos del peligro, ahora lo comprendes?, no podemos confiar en ti plenamente, es peligroso, te quedaste dormido, y qu si hubiramos perdido la nica piedra que tenamos? (Mirando a Maygua de reojo). Parece que incluso Maygua es ms confiable que t, o no, mmm.., no lo s, por lo menos t no le temes a las lluvias, eso es un punto a tu favor. (Re lacnico). VELSQUEZ (A Meijide): Cllate, Meijide, lo que pasa es que ests celoso porque t, que tan fuerte te sientes, no fuiste capaz de traer ninguna de las dos piedras que ahora nos dan un cierto poder. (Se pone de pie mirando a Ramrez). A ver, Meijide, demustranos tu fuerza y tu lealtad, consigue una tercera piedra. (Se apoya en el tronco del rbol). Vamos, qu esperas? MEIJIDE: Cllate, lo conseguir, ya lo vers, entonces tendrs que reconocer mi valor con la cabeza gacha. RAMREZ: Lo mejor que ahora podemos hacer es dejar de pelear, olvdense de sus respectivas rabias, sintmonos felices de tener dos piedras como estas en nuestro poder, quin sabe?, quizs hoy mismo podamos retomar nuestro viaje, vanlo, ahora tenemos dos piedras y ellos cuatro, quizs reconozcan nuestra fuerza y nos dejen atravesar su bloqueo, creo que deberamos intentarlo una vez ms antes de intentar obtener la tercera piedra. MAGDALENA (se pone de pie): Estoy de acuerdo, debemos intentarlo, vamos, t, Meijide, sostn una piedra, y t, Velsquez, sostn la otra, ambos vayan detrs de nosotros. (A Maygua). T, ven, toma mi brazo, pequeo. Todos se ponen de pie. Magdalena les da las piedras a Velsquez y Meijide que, de principio, se muestran renuentes a sostenerlas. Ramrez empieza a caminar y Magdalena y Maygua lo siguen. A paso lento, un tanto ms retrasados, van aproximndose Meijide y Velsquez. Cuando Los Bloqueadores los ven muy cerca, los que las poseen, recogen sus piedras del suelo y las elevan sobre sus cabezas para balancearlas amenazantes, como si estuvieran a punto de arrojarlas. Los Bloqueadores que ya no poseen piedras se mantienen firmes, mirando al frente.
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RAMREZ (con la voz grave, dirigindose a uno de Los Bloqueadores que no tiene piedra): Hemos vuelto y ser la ltima vez que van a vernos venir a suplicarles. Como pueden ver, tenemos dos piedras. (Velsquez y Meijide levantan sus piedras tal como lo hacen Los Bloqueadores y las balancean como si estuvieran a punto de arrojarlas). Voy a ser claro, no queremos recurrir a la violencia, pero deben entender que debemos atravesar este camino para llegar a nuestro destino, ustedes son el nico obstculo que hemos encontrado a lo largo de este viaje que, por cierto, ha sido ya muy largo, y por eso deben entender que estamos dispuestos a todo para concluirlo. A todo. No pensamos quedarnos a vivir en este camino para siempre ni mucho menos acompaarlos en su espera infinita. No. Antes morir que vivir esclavos de estas circunstancias. MAGDALENA (habla a uno de Los Bloqueadores que sostiene una piedra y la balancea): Por favor, no queremos llegar a medidas extremas. Es simple, hganse a un lado y djennos pasar, acaso hay algo ms fcil que eso?, luego de que nos vayamos ustedes podrn quedarse inmviles todo el tiempo que deseen sin que nadie perturbe su bloqueo arrebatndoles sus piedras ni pidindoles que se muevan, pueden pasar siglos de siglos as, por favor, djennos pasar, tenemos que llegar al mar. VELSQUEZ (baja la piedra que sostiene): Parece que es intil intentar razonar con ellos, son como mquinas, como robots, no nos contestarn, estn programados para no dejarnos pasar y eso es lo que harn, hasta el final. MEIJIDE (baja la piedra que sostiene): Vamos cerca del rbol, no podremos pensar bien aqu, delante de este muro blanco. Le dan la espalda a Los Bloqueadores y vuelven al lugar donde pasaron la noche. MAYGUA (se pone de pie y le habla a todos): No han pensado que sera mejor renunciar?, no podremos atravesar el bloqueo, ellos an son muy fuertes, lo suficiente para derrotarnos, a ver a ver, pinsenlo bien, de qu sirva que yo vaya a conocer el mar? MAGDALENA (se pone de pie y demuestra su indignacin): Renunciar?, te has vuelto loco, Maygua?, renunciar?, despus de todo lo que hemos padecido. Renunciar. Que de qu servira que vaya a conocer el mar, de qu?, s que eso te curar, el agua salada del mar te devolver la visin, acaso no recuerdas que fue eso lo que nos recomendaron?, no lo recuerdas?, me parece absurdo abandonar el viaje si ya hemos conseguido llegar hasta aqu. No es imposible persuadir a los bloqueadores, conseguiremos pasar, conseguiremos llegar al mar. El que quiera renunciar es libre de irse. MEIJIDE (se pone de pie): Yo me quedo. Asum un compromiso cuando promet que llevara a Maygua a conocer el mar. VELSQUEZ (se pone de pie): Yo tambin me quedo. S que Maygua confa en m, ambos veremos el mar juntos.
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RAMREZ: No hace falta que yo diga lo que pienso porque ustedes me conocen bien, saben que amo viajar por sobre todas las cosas y aborrezco renunciar. No renunciar. Es nuestra misin llegar hasta all. MAYGUA: No hace falta que me guen, yo sabr llegar solo. Aprend a arrastrarme y pudieron comprobar que con magnficos resultados. Se sientan todos. MAGDALENA: Nadie abandonar a nadie. (Una pausa). Lo que debemos hacer ahora es pensar en cmo podremos obtener una tercera piedra para aumentar nuestra capacidad de lucha, ya hemos podido comprobar que la visin de un par de piedras en nuestro poder no ha conseguido intimidarlos. De hecho, parecen no tenerle miedo a nada. (Observa a Los Bloqueadores de reojo, con preocupacin). MEIJIDE: Yo propongo que luchemos, ya no nos queda comida, cunto tiempo pasar antes de que podamos conseguir la tercera piedra?, es mejor as, mientras ms rpido nos deshagamos de ellos ms rpido llegaremos al mar. VELSQUEZ: No digas estupideces, Meijide, cmo habramos de enfrentarlos con las mismas piedras que les arrebatamos?, acaso no necesitaramos entrenar primero?, no parece ser una operacin fcil atravesar este escollo. MEIJIDE (ponindose de pie): Basta ya!, me tienes harto Velsquez. (Sostiene la piedra en alto). Ya s qu es lo que debemos hacer para poder avanzar de nuevo: deshacernos de ti antes de nada. (Balancea la piedra, amenazante). Vamos, ven, estoy esperndote. Velsquez se pone de pie y agarra la otra piedra. RAMREZ (la voz entrecortada): No lo hagan, basta!, separndonos no lograremos nada. MAGDALENA (grita): Qu es lo que les sucede?, estn comportndose como animales. VELSQUEZ (Balancea la piedra, amenazante): Ven, vamos all, voy a ensearte a acallar tu soberbia. Velsquez y Meijide se van hacia el centro del escenario y se disponen a pelear, sostienen las piedras sobre sus cabezas, balancendolas como si estuvieran a punto de arrojarlas en cualquier momento sobre el cuerpo del oponente. Dan vueltas alrededor de un pequeo crculo imaginario dibujado en el suelo. Gruen. No se hacen dao alguno. Maygua, a rastras, se acerca, se pone entre ellos, que, al sentir su presencia, dejan de dar vueltas alrededor de ese crculo imaginario y bajan las piedras.
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MAYGUA: Quiero que me devuelvan mi piedra. Dnde est mi piedra?, quin la tiene? (Tantea el espacio buscando su piedra, cuando est a punto de rozarla, Velsquez y Meijide la apartan de su alcance). Dnde est?, dnde?, quiero tenerla cerca antes de que empiece a llover. MAGDALENA: Yo tambin quiero que me devuelvan mi piedra. Si quieren pelearse pueden matarse a golpes all, en medio del camino, slo quiero que mantengan las piedras alejadas de este embrollo vergonzoso, ellas no tienen la culpa de que ustedes sean un par de nenes torpes e irracionales. Magdalena se aproxima al centro de escenario y le quita una piedra a Velsquez para drsela a Maygua y le quita la otra piedra a Meijide para guardarla ella misma. Extiende la mano y recoge a Maygua del suelo, ambos, dueos de las piedras, van acercndose al rbol. Velsquez y Meijide se observan atentamente durante un muy largo espacio de tiempo. Luego, poco a poco, sin darse nunca la espalda, se sientan en lugares muy alejados el uno del otro. Ambos miran a Los Bloqueadores, que han estado vindolo todo inmviles y hacen el ademn de querer acercarse a ellos pero pronto desisten y vuelven a sentarse en el suelo. RAMREZ: Qu vamos a hacer ahora?, vamos a enfrentarlos o vamos a esperar? MAGDALENA: Creo que tendremos que enfrentarlos, no parece haber alternativa, pero cmo? MEIJIDE: Tendremos que usar las dos piedras que poseemos y arremeter contra ellos que de seguro tambin se protegern con sus propias piedras. RAMREZ: Sera excelente tener una piedra ms. VELSQUEZ: Pero ya no tenemos tiempo para ello, si seguimos esperando Maygua va a morirse seco aqu sin haber visto nunca el mar. MEIJIDE: Conocido, Velsquez, conocido, un hombre ciego es incapaz de ver el mar, si no no tendra razn de ser ciego. VELSQUEZ: l lo ver y t sers testigo de ello, no importa que sea ciego, l conseguir verlo. Muy largo silencio. MAYGUA (susurrando a Magdalena): Lo he pensado muy bien: ya no quiero recuperar la visin, quiero quedarme ciego hasta el fin de mis das. MAGDALENA (susurrando): Es muy tarde para dar marcha atrs, ya hemos llegado hasta aqu, y t me conoces Maygua, cuando me empeo en algo no lo suelto as porque s, aunque ahora mismo oses morir ten la seguridad de que ser capaz de arrastrar tu cuerpo hasta las orillas del
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mar aunque ya slo sea para enterrarte en la arena, olvdate de retroceder, Maygua. MAYGUA (un dbil hilillo de voz): S. Ramrez se pone de pie, suspira y observa los rostros pensativos de todos sus compaeros. Agacha la cabeza, se toma el mentn y piensa. RAMREZ: Ha llegado el momento de luchar por avanzar. MAGDALENA: Por avanzar?, no s si al final conseguiremos avanzar, slo s que ha llegado el momento de luchar. VELSQUEZ: Es lo que debimos haber hecho desde el principio. MEIJIDE: Ha llegado el momento de intentar no retroceder. Las luces vuelven al escenario sbitamente. RAMREZ: Acaba de anochecer, vamos. MAGDALENA: Qu raro se pone el tiempo cuando esperas tanto. VELSQUEZ (extendindole la mano a Meijide): No es momento de estar desunidos. MEIJIDE (estrechando la mano de Velsquez): Hemos sido un par de tontos. Se ponen en fila de frente a Los Bloqueadores, en este orden, de izquierda a derecha: Maygua, Magdalena (tomados de las manos), Velsquez (sosteniendo una piedra), Ramrez y Meijide (sosteniendo la otra piedra). Avanzan muy lentamente, a pasos pequeos pero con las espaldas firmes, ninguno retacea, ninguno quiere retroceder. MAYGUA (levantando su vista al cielo): Est empezando a llover. Es de noche y est empezando a llover. Los Bloqueadores se han dado cuenta de la situacin, los que an las poseen, recogen sus piedras del suelo y las levantan sobre sus cabezas, empiezan a balancearlas amenazantes. Velsquez y Meijide tambin levantan las piedras y empiezan a balancearlas. No llega a verse el encuentro de ambos bandos pero s su acercamiento.
TELN
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