Este documento resume la transición en la filosofía medieval desde una teología de la esencia hacia una metafísica de la existencia, según Tomás de Aquino. Explica que para Tomás, la diferencia principal entre las cosas es la distinción entre su forma y su contenido existencial. También describe cómo Tomás ve el "ser" o "existir" como un misterio para el entendimiento humano, y cómo esto lleva a la noción de la "diferencia real" entre esencia y existencia. Finalmente, contrasta las posiciones de Tomás y Francisco Su
Este documento resume la transición en la filosofía medieval desde una teología de la esencia hacia una metafísica de la existencia, según Tomás de Aquino. Explica que para Tomás, la diferencia principal entre las cosas es la distinción entre su forma y su contenido existencial. También describe cómo Tomás ve el "ser" o "existir" como un misterio para el entendimiento humano, y cómo esto lleva a la noción de la "diferencia real" entre esencia y existencia. Finalmente, contrasta las posiciones de Tomás y Francisco Su
Este documento resume la transición en la filosofía medieval desde una teología de la esencia hacia una metafísica de la existencia, según Tomás de Aquino. Explica que para Tomás, la diferencia principal entre las cosas es la distinción entre su forma y su contenido existencial. También describe cómo Tomás ve el "ser" o "existir" como un misterio para el entendimiento humano, y cómo esto lleva a la noción de la "diferencia real" entre esencia y existencia. Finalmente, contrasta las posiciones de Tomás y Francisco Su
Este documento resume la transición en la filosofía medieval desde una teología de la esencia hacia una metafísica de la existencia, según Tomás de Aquino. Explica que para Tomás, la diferencia principal entre las cosas es la distinción entre su forma y su contenido existencial. También describe cómo Tomás ve el "ser" o "existir" como un misterio para el entendimiento humano, y cómo esto lleva a la noción de la "diferencia real" entre esencia y existencia. Finalmente, contrasta las posiciones de Tomás y Francisco Su
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Gua del curso Ontologa fundamental, grupo C
Prof.: Nuria Snchez Madrid II PARTE. De la Metafsica de la existencia ( De ente et essentia de Toms de Aquino) a la fundacin de la Ontologa general (La Disputa Metafsica I I de Francisco Surez).
ndice.
I. De una Teologa de la esencia a una Metafsica de la existencia. II. La naturaleza de lo compuesto y un doble eje de determinacin: la materia designada y la forma. III. De los principios de Aristteles al universal (res intellectus) en tanto que captacin del sentido del ente. IV. La forma en su totalidad o el ens commune: los lmites de la determinacin formal y la demarcacin de la diferencia real entre esencia y existencia. V. El I psum esse como fundamento de una investigacin sobre la esencia. El trnsito desde una analoga de proporcionalidad a la doctrina de la existencia como actus essendi. VI. Del ser como acto puro al ser como abstractissima ratio entis: la esencia real.
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I. De una Teologa de la esencia a una Metafsica de la existencia.
Si en la primera parte del curso nos detuvimos en una concepcin de la ciencia del ser en cuanto ser cuyo primer paso era el de la dispersin la diseminacin de una multiplicidad de significados del verbo ser, el pensamiento de Toms de Aquino, manifiestamente deudor del legado, en buena parte constituido por dificultades conceptuales, que representa la Metafsica, desplaza el eje de la pregunta acerca de lo que sean las cosas hasta la presencia en las mismas de un contenido heterogneo con respecto de su definicin y esencia (quidditas como apcope de quod quid erat esse). Nos aproximamos, pues, a una posicin acerca de la ciencia buscada de Aristteles para la que la diferencia principal que atraviesa lo real escinde en cada cosa una consistencia formal y en un contenido existencial. La ontologa que Toms de Aquino propone en su dilatada obra filosfica y teolgica no constituye nicamente algo as como una versin creacionista de la doctrina aristotlica de la sustancia. Por el contrario, es perfectamente posible, como muestra la obra de Amauric de Bne y sus seguidores, partir de una tesis creacionista y reducir la existencia a la funcin de un mero accidente, como haba hecho Avicena en su Libro de la sabidura o Metafsica, a saber, a algo que parece advenirles a las cosas al modo de una peculiar contingencia. Numerosos ensayos previos al tomismo, pantestas o no, formularon el enlace entre Dios y las criaturas en trminos muy distintos a un acto de ser, sin que ello supusiera una renuncia al primero como fundamento. No en vano, la participacin de lo creado en la perfeccin divina no implica que lo ms ntimo de la participacin se juegue en el ser con que cuenta cada ente. . Gilson se ha detenido en las razones de la ruptura que la lectura tomista de la consistencia de los entes supone con respecto a la asociacin practicada hasta el momento entre Ente sumo y persistencia, eternidad, inmutabilidad 1 , como ilustran los siguientes textos de San Agustn:
Dios es, sin duda, sustancia, y si el nombre es ms propio, esencia; en griego ousa. Sabidura viene del verbo sapere; ciencia del verbo scire, y esencia, de esse. Y quin con ms propiedad es que aquel que dijo a su siervo Moiss: Yo soy el que soy; dirs a los hijos de Israel: El que es me enva a vosotros? Todas las dems sustancias o esencias [essentiae sive substantiae] son susceptibles de accidentes, y cualquier mutacin, grande o pequea, se realiza con su concurso; pero en Dios no cabe hablar de accidentes; y, por ende, slo existe una sustancia o esencia inmutable, que es Dios, a quien con suma verdad conviene el ser, de donde se deriva la palabra esencia. Todo cuanto se muda no conserva el ser; y cuanto es susceptible de mutacin, aunque no vare, puede ser lo que antes no era; y, en consecuencia,
1 Vd. . Gilson, El espritu de la filosofa medieval, Madrid, Rialp, 1981, caps. III El ser y su necesidad y IV Los seres y su contingencia. 2 slo aquel que no cambia ni puede cambiar es, sin escrpulo, verdaderamente el Ser (San Agustn, De Trinitate, V, 2, 3, Slo Dios es esencia inmutable).
Quizs resultaba difcil para el mismo Moiss, como resulta difcil para nosotros e, incluso, mucho ms para nosotros comprender estas palabras: Yo soy el que soy, y EL QUE ES me ha enviado a vosotros. Adems, aunque Moiss lo comprendiera, cmo lo hubieran comprendido aquellos a los que l le enviaba? Dios ha aplazado lo que el hombre no poda comprender y aadido lo que poda comprender; y, efectivamente, lo ha aadido al decir: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob (xodo, III, 13-15). Esto podis comprenderlo; pero, Yo soy, qu pensamiento podr comprenderlo? (San Agustn, In Johannis Evangelium, tract. XXVIII, cap. 8, n. 10).
A qu responde el giro que el Aquinate imprime a la concepcin medieval del fundamento de todos los entes? Por de pronto, el ser o esse, verbo correspondiente al griego enai constituye un autntico misterio para el entendimiento finito: nos hallamos ante aquello que cada ente posee sin que est en su mano transmitrselo a otro. Pues, en efecto, hay en cada ente una suerte de distancia irreductible entre lo que de l puede pensarse y lo que l es. Ahora bien, de entre todos los entes, slo el hombre rene las condiciones para convertirse en el lugar en el que esta distincin, entre esencia y ser, se convierte en conciencia, en certidumbre de lo irrebasable de la particin que recorre el mbito representado por el esse commune 2 . Como leemos en la Primera carta a los Corintios de San Pablo, citada por Gilson en este mismo contexto, una cierta locura e insensatez vienen a sustituir a los signos que esperaba el pueblo judo y a la sabidura que haban buscado los gentiles, es decir, el pueblo griego, pues no hay nada menos comprensible en el mundo que un ser que consista en mero esse. Es ms, lo especfico del ser obedece a su suma opacidad a la produccin de conceptos por parte del entendimiento humano. Por mucho que uno se empee, ninguna de nuestras abstracciones es capaz de producir lo que es. De este dato especialsimo depende los maxime intelligibilia cuya captacin otorga a la Metafsica su estatuto de reina de las ciencias, a la que el resto de artes y ciencias estn sometidas 3 . Partiendo de esta condicin fundamental, que la tradicin acu en seguida como la de la diferencia real entre esencia y existencia, sobre todo desde la exposicin sumaria suareciana, Toms de Aquino convierte al esse commune en medio de enlace entre el Ipsum esse y las sustancias, tanto las compuestas, cuanto las espirituales, pues ambas imitan la perfeccin del primero, cada una recurriendo a los medios de que dispone y cubriendo un trayecto de muy diversa longitud. El peso del ser, entendido adems no como mera forma [morph], sino como acto, impide al tomismo pretender que un concepto sumamente abstracto y depurado de determinaciones particulares pueda sustituir al Ipsum esse como eje en torno al que pivota toda la investigacin ontolgica. Si bien Surez eleva al entendimiento hasta una posicin determinante con respecto a lo que sea un ente en general, su concepcin de la funcin de esta facultad del alma humana es bien distinta de la que expone Toms de Aquino. El ltimo considera que nuestro entendimiento es algo as como un espejo del mundo, una facultad cuya funcin consiste en adaptarse a un orden que nos es exterior, lo cual no sera posible si no se tratara de un entendimiento mvil, que progresa dividiendo y componiendo, comparando lo que estaba al comienzo y lo que se obtiene al final. Pero para alguien como Surez esta funcin meramente veritativa y comprobativa comienza a parecer demasiado modesta, hasta el punto de que con ella la capacidad conformadora de nuestra facultad de pensar podra peligrar. Por ello, sta tena que permanecer guarnecida de diferencias decisivas para la prctica, como la que media entre un embrin y un adulto o entre una semilla y un rbol, que en realidad son demasiado fsicas para imponerle condiciones al entendimiento humano. ste parte de una certeza con la que podremos abrirnos paso indudablemente en la naturaleza: se trata de la nocin de esencia real, real porque pensada y examinada concienzudamente por la mente humana, de suerte que, como es de esperar, el mundo, resultado de una creacin sumamente
2 En ello insiste S.c.G., II 54 (el pasaje se cita ms adelante). 3 Proemio del Comentario de la Metafsica de Aristteles de Toms de Aquino. 3 sabia, no enmendar a una prole intelectual de evidencia probada 4 . Insistimos en que ste no es el punto de partida tomista, para el que ms bien al entendimiento le conviene ocupar una posicin mediadora entre las abstracciones intelectuales y las cosas del mundo 5 . P. Aubenque ha recogido, con la claridad pareja a la profundidad que suele caracterizar a sus textos, el origen del diferendo entre la Metafsica tomista y la flamante Ontologa suareciana:
Es sabido que el trmino ontologa no forma parte del vocabulario de Aristteles ni de sus comentadores griegos. stos no tenan necesidad del trmino, puesto que para ellos lo que Aristteles denomina la ciencia del ente en tanto que ente no es otra cosa que la filosofa primera, es decir, la teologa: ya sea que, a favor de un contrasentido puro y simple, asimilen el ente en tanto que ente al ente separado y divino, ya sea que, de manera ms sutil, consideren que, como toda ciencia, la ciencia del ente en tanto que ente es la ciencia de las causas y principios de aquello de lo que es ciencia y que, por tanto, tratndose aqu de la Causa necesariamente primera del ente en su totalidad, esta ciencia no puede ser ms que ciencia de esta Causa, es decir, de lo divino. Siendo esta ltima concepcin retomada en sus grandes lneas por las diferentes sntesis medievales, Surez, a finales del siglo XVI, ser el primero en redescubrir la ambigedad encubierta por esta asimilacin prematura de la ciencia del universal y de la ciencia de lo primero. La metafsica es para l de manera apririca conocimiento de la abstractissima ratio entis. En tanto que tal, es decir, en tanto que ontologa (la palabra ser forjada un poco ms tarde, y no azarosamente, en la escuela de Surez), la metafsica no mantiene una relacin necesaria y constitutiva con la teologa. En una afirmacin que ha debido parecer provocadora desde la perspectiva de la metafsica cristianizada, el conocimiento de Dios es presentado abiertamente por Surez como un conocimiento subordinado: Dios no puede ser comprendido sin el conocimiento preliminar de las razones comunes del ser (Disp. Met., I, 5, 15). Lo divino es una manifestacin particular del ente en general. Ahora bien, el conocimiento de las propiedades trascendentales del ser es la condicin de posibilidad del conocimiento de todo ente particular, aunque ste sea el ente ms eminente. Ciertamente, Dios, en tanto que es este ente ms eminente, es el objeto principal de la metafsica, pero no es el objeto adecuado, que es el ente en tanto que ente, es decir, el ente como trascendental. Esta distincin entre dos objetos de la metafsica, el objeto adecuado y el objeto principal, dar nacimiento, por un lado, a la invencin del trmino ya necesario de ontologa, que designa el aspecto de la metafsica por el que es la ms universalmente adecuada a su objeto, por otra parte, a la divisin escolar de la metafsica en metaphysica generalis y metaphysica specialis, divisin que sobrevivir en la economa de la crtica kantiana (P. Aubenque, La cuestin de la ontoteologa en Aristteles y Hegel, in: Th. de Konninck/G. Planty-Bonjour, La cuestin de Dios segn Aristteles y Hegel, Pars, PUF, 1991, pp. 265-266).
I I . La naturaleza de lo compuesto y un doble eje de determinacin: la materia designada y la forma.
El opsculo Sobre el ente y la esencia responde a la peticin que hacia 1254 los aspirantes a bachiller del convento dominico de Saint-Jacques de Pars elevan a su magister sententiarium,
4 M. Heidegger en Cuestiones fundamentales de la fenomenologa, II parte, 10, GA 24, p. 117, ha recogido magnficamente el alcance de la concepcin suareciana de ente en los siguientes trminos: El concepto de ens, como dice la escolstica, conceptus entis, debe comprenderse de un doble modo, como conceptus formalis entis y como conceptus objectivus entis. Respecto del conceptus formalis ha de observarse lo siguiente. La forma, la morph, es aquello que convierte algo en efectivo. Forma, formalis, formale, no significa formal en el sentido de formalstico, vaco, sin contenido, sino que conceptus formalis es el concepto efectivo, es decir, el concebir en el sentido de actus concipiendi o conceptio. Cuando, en su Lgica, Hegel trata del concepto, en vez del uso lingstico habitual en su poca, entiende que el trmino concepto significa el concebir y lo concebido en uno, porque para l pensar y ser son idnticos, esto es, se pertenecen mutuamente. 5 Algunos defensores de la posicin suareciana en Metafsica frente a la tomista, entre los que destaca Lorenz Fuetscher (autor de Acto y potencia. Debate crtico-sistemtico con el Neotomismo, Madrid, Razn y Fe, 1948), consideran que entre los metafsicos dominicos abunda la dependencia del denominado principio del paralelismo, de suerte que la solidez de todo principio intelectual o mental quedara probada por el hallazgo de una correspondiente pieza real en el mundo: El fundamento del tomismo, como paso a paso hemos ido vindolo, es el paralelismo perfecto entre el orden del conocimiento y el orden del ser (p. 243). 4 a la sazn el Doctor Anglico, con el fin de que ste les aclare en un breve tratado algunos trminos de importancia manifiesta para seguir convenientemente el comentario realizado en clase acerca de las distinciones de los Libros de las Sentencias de Pedro Lombardo. Esta obra ocupaba en el plan de estudios de las Facultades de Teologa de los siglos XIII y XIV un lugar anlogo al de un libro de texto de lectura obligatoria sobre el que un maestro, previamente entrenado durante un bienio en la exposicin en clase de comentarios de las Sagradas Escrituras, lea y comentaba distinciones concernientes a la inteligibilidad de la Creacin. As, pues, el opsculo nace dedicado ad fratres socios y marcado por una intencin marcadamente pedaggica y aclaratoria, a lo que seguramente se debe el que podamos encontrar en l las directrices de la Metafsica tomista que ms tarde queda unificada y sistematizada en obras como la Suma Teolgica y la Suma contra Gentiles. La obra se restringe a un estudio acerca de la esencia, a saber, aquello por lo que los entes disponen de armazn y estructura, habent esse, que se acoge al adagio metdico aristotlico, segn el cual es menester comenzar por analizar lo ms claro y cognoscible para nosotros, de manera que podamos ir aproximndonos a lo ms claro y cognoscible por s mismo. Esta bsqueda parte de un supuesto que no sale a la luz hasta el captulo quinto, a saber, el lugar del opsculo en que se estudia la manera en que la esencia est y se deja decir en las sustancias simples, y que es el siguiente: la esencia se comporta con respecto a la existencia como la potencia con respecto al acto, lo que es lo mismo que decir que toda esencia depende de un fundamento anterior, que ella misma misma no est en condiciones de dar:
En efecto, todo lo que no pertenece al concepto de esencia, o de quididad, es lo que sobreviene de fuera y que hace composicin con la esencia, porque ninguna esencia puede ser concebida sin los que son partes de la esencia. Ahora bien, toda esencia o quididad puede ser concebida sin esto, que algo sea concebido de su ser; puedo, en efecto concebir qu es el hombre o el fnix y, sin embargo, ignorar si tiene ser en la naturaleza de las cosas. Por consiguiente, es evidente que el ser es otro distinto de la esencia o quididad; a no ser que sea alguna cosa cuya quididad sea su mismo ser; y esta cosa no puede ser sino una y primera (DEE, cap. V, p. 189).
Toms de Aquino toma con esta decisin un camino muy distinto de aquel que ms tarde asume Francisco Surez, pues nos encontramos ante un estudio de la esencia que tiene su fundamento ltimo en la existencia y, en ltimo trmino, en un ente que consiste en la exposicin ms manifiesta y depurada de ser. A esta exposicin del ente primero volveremos en estas pginas. Frente a esto, una de la decisiones principales de las Disputas Metafsicas consiste en situar en el vrtice de toda ciencia del ser en tanto que ser a la esencia real, esto es, el ente en cuanto ente real (DM, I, 26 Definicin del objeto total de la Metafsica), que se refiere de un modo comn a todo lo que hay, con independencia de que se trate de ente fsico o teolgico, de una piedra, del hombre o de Dios. Segn Surez, pues, la ciencia del ser en cuanto ser no debe identificarse con demasiada rapidez con el estudio del ente supremo o Dios, ni siquiera hay que atender a las voces que sostienen que Dios como Ipsum esse es fundamento ontolgico de todo lo que hay, pues bien podra ocurrir que antes que la representacin particular de este ente como hombre o este otro como Dios el filsofo tuviera que consolidar una representacin general y sumamente abstracta de lo que hay, lo cual remodela enteramente el orden jerrquico que Toms de Aquino haba establecido entre lo compuesto y lo simple. Por lo pronto, un concepto comn constituye una base an ms inconcusa que la de la distincin entre esencia y existencia:
[C]iertamente la metafsica si se detiene en esa abstractsima nocin del ente, no llegar a una tan sabrosa ciencia que la podamos llamar simplemente sabidura. Y, por el contrario, si imaginramos una metafsica que no tratara del ente, pero s de Dios, sta entrara ya algo ms en la nocin de sabidura, tanto por la excelencia de su objeto que en realidad no sera menos abstracto que el ente, aunque no en la predicacin y universalidad cuanto por el goce consecuente con tal contemplacin, y por la inclusin virtual y la causalidad, gracias a la cual un conocimiento tal de Dios engendrara fcilmente el conocimiento de las otras cosas. Pero este conocimiento de Dios exacto y demostrativo no se puede conseguir por teologa natural si no se conocen antes las nociones comunes de ente, de sustancia, de causa 5 y otras semejantes (DM, I, seccin V, 14 Demostracin de que las propiedades enunciadas de la sabidura se encuentran en la Metafsica, p. 131-132).
Volviendo al opsculo tomista, ya la primera tesis derivada del estudio de la esencia de lo compuesto, habida cuenta que lo sensible y fsico constituye la regin de entes ms a la mano para nosotros, plantea algunas dificultades en las que conviene reparar. Nos referimos a la decisin con que el Aquinate afirma que la esencia de los entes compuestos no puede prescindir de la forma, pero tampoco de la materia, pues se refiere a la unidad indisoluble de ambas, patente cuando decimos, por ejemplo, que el dulzor de un alimento se explica en los trminos de una accin realizada por lo caliente sobre lo hmedo. Asimismo, la composicin entre materia y forma en lo sensible no debe reducirse a una relacin peculiar, de suerte que la segunda se aada a la primera, pues el hecho de ser exige que la forma, que es acto de la materia (DEE, cap. II), cuente con algn receptculo o sustrato de las diferencias de las que el primer principio es portador 6 . Antes de detenernos en el corolario derivado de la inclusin de la materia en la definicin de lo compuesto, dediquemos algn tiempo a dos aspectos bsicos de la materia:
a) entendida como materia ex qua constituye el sustrato de una actualizacin absoluta, que permite identificar a la existencia como esse actu simpliciter. b) Entendida como materia in qua se convierte en el sujeto de una actualizacin relativa, mediante la cual diversos accidentes dejan su huella cualitativa en el ente, al que nos referimos en los trminos de un esse actu tale 7 .
La pertenencia radical de la forma a la materia en lo compuesto implica que la segunda llegue a ser cierto algo en acto a saber, una de las determinaciones primeras de la sustancia en Aristteles. Frente al llegar a ser algo de manera absoluta, cualquier otra forma queda reducida al estatuto accidental. Igualmente, de la mano de esta distincin observamos que acto se dice de muchas maneras, de suerte que, mientras que la forma es portadora de una actualizacin existencial, el resto de formas accidentales imprimen en el ente actualizaciones cualitativas secundarias, de las que no depende lo que sean en propiedad. Ms bien, su relacin con el ente es la de un adorno y complemento. Por el momento, parece que los espacios de la forma y la actualizacin existencial se solapan, lo cual no es cierto. El progreso del anlisis tomista exigir plantear a disyuncin de los rdenes del acto y de la forma, pues si bien toda forma es acto, no todo acto se resuelve en trminos formales. La forma acta para nosotros los hombres como medio de propulsin del ser en el mundo, operacin que no la eleva hasta la indiferenciacin completa con respecto del principio al que nos referimos como ser.
6 Vd. T. de Aquino, Sobre las criaturas espirituales, a. 1, respuesta, BAC, pp. 688-689: [E]n la naturaleza de las cosas corpreas la materia no participa por s misma del ser, sino que lo hace mediante la forma, pues es la forma que sobreviene a la materia la que la hace existir en acto, como ocurre con el alma y el cuerpo. Por eso, en las cosas compuestas, hay que considerar dos actos y dos potencias. Est, en primer lugar, la materia, que es como potencia respecto de la forma, y sta es su acto; y, en segundo lugar, la naturaleza constituida con la materia y la forma se comporta como potencia respecto al ser, pues es la que lo recibe. 7 Vd. Toms de Aquino, Los principios de la naturaleza, I, BAC, p. 11: Tanto lo que est en potencia respecto del ser sustancial como lo que est en potencia respecto del ser accidental puede decirse materia: as, el esperma, del hombre, y el hombre, de la blancura. Pero hay diferencia en esto, pues la materia que est en potencia respecto del ser sustancial se dice materia de la cual; la que, en cambio, est en potencia respecto del ser accidental se dice materia en la cual. Asimismo, hablando con propiedad, lo que est en potencia respecto del ser accidental se dice sujeto, mientras lo que est en potencia respecto del ser sustancial se dice propiamente materia. Llamando sujeto a lo que est en potencia respecto del ser accidental, se indica que son los accidentes los que estn en el sujeto, no que la forma sustancial est en el sujeto. Segn esto, la materia difiere del sujeto en que el sujeto es lo que no recibe el ser de aquello que le sobreviene, sino que tiene por s mismo el ser completo: as, el hombre no recibe su ser de la blancura; la materia, por el contrario, recibe el ser de aquello que le sobreviene, pues de suyo tiene un ser incompleto. Hablando, pues, sin ms, la forma da el ser a la materia, el sujeto, en cambio, al accidente, si bien a veces se toma el uno por el otro, a saber, la materia por el sujeto y viceversa. 6 En un ente compuesto, es decir, sensible, coexisten una designacin por la forma y una designacin por la materia, donde los factores responsables de esta ltima son las dimensiones. Nos referimos a la materia (de)signada o sellada por las dimensiones [materia quantitate signata], que es la que permite que la esencia hombre llegue a serlo de Scrates, Calias o Clinias. Esta diferencia manifiesta que al menos en lo compuesto la materia incrusta, por as decirlo, ciertas diferencias en la especie que no son exclusivamente inteligibles, lo cual ejerce una funcin disciplinante con respecto a una pretendida extensin desregulada de nuestro entendimiento: no todo lo pensable es real o, lo que viene a ser lo mismo, nuestros conceptos no lo pueden todo 8 . Para empezar, no pueden poner en realidad algo que no haya recibido a su vez el beneficio de la existencia del Ser supremo. Frente a la relacin que se establece entre especie y materia signada, el gnero constituye un horizonte lgico amplio sobre el que una diferencia especfica o constitutiva delimita su espacio. Se trata de una diferencia homognea en un caso (del gnero a la especie) y en el otro (de la especie al individuo)? Podran obedecer ambas determinaciones a meras diferencias de grado de una misma distincin? Parece que no podemos responder afirmativamente a estas preguntas. Pues, por lo pronto, si queremos decir con palabras en qu consiste un ente compuesto, el primer paso que debemos dar es el de abstraer la materia signada hasta quedarnos exclusivamente con la materia no signada, es decir, la materia determinada por la cantidad en el rgimen de mxima abstraccin 9 . Slo este aspecto sumamente depurado de lo material del ente podr formar parte de su definicin, aspecto que no debemos confundir con el gnero al que pertenezca, que representa algo as como la materia original sobre la que cierta diferencia especfica recorta su figura. La materia no signada se refiere a la necesidad de que el gnero, una vez marcado por la diferencia, a saber, la especie, slo puede ser algo en alguna materia, a la que nos referimos tomando cierta distancia si la materia signada misma se incorporase a la definicin, sta dejara de serlo. Una aproximacin semejante al compuesto de materia y forma exige que abandonemos una lectura con arreglo a la cual los universales 10 o intenciones lgicas (gnero, diferencia y especie) seran una suerte de partes ingredientes de los entes. Por el contrario, estos elementos constituyen el instrumental con que el entendimiento est en condiciones de recoger el sentido de lo real. De manera que la combinacin de los universales ha de reflejar las leyes con arreglo a las cuales los entes se mueven, actan, se generan y se corrompen:
[L]o que varias realidades de nuestra experiencia tienen en comn no es una cosa, una parte, sino que es una ley, es decir, la identidad de relaciones que se repiten siempre en los sujetos en los que se realizan. Cuando consideramos aparte al universal, queremos decir que retenemos de lo concreto solamente esta estructura interna, esta funcin. El concepto, se ha dicho con justicia, es el pensamiento de un orden, de ah que no sea difcil ver la realidad que comporta lo abstracto en la filosofa tomista. [] Santo Toms nunca ha considerado el pretendido dilema aristotlico: lo real es lo singular; la ciencia slo se refiere a lo universal, cmo puede referirse a la naturaleza de las cosas? Porque a sus ojos lo concreto no es lo nico real, lo abstracto tambin es real, es el orden o la ley 11 .
Cada universal tiene la propiedad de referirse a la sustancia en su totalidad, de manera que la especie no es un ingrediente distinto que venga a sumarse al gnero, sino el resultado de un cambio de enfoque en la mirada que lanzamos a la misma cosa. El empleo de ciertos trminos que consisten en estar vertidos hacia lo real contar con una intencin hacia el ser de los entes para referirnos a la constitucin de los entes entronca con la funcin desempeada
8 A. Forest, La estructura metafsica de lo concreto segn Toms de Aquino, Paris, Vrin, 1954, p. 254: [E]n el tomismo la teora de la individuacin significa dos cosas. Expresa antes que nada la imposibilidad en que se encuentra el filsofo para alcanzar lo real mediante un progreso conceptual; marca la diferencia entre el orden ideal, inacabado, incompleto, y el orden de la existencia, que supone una determinacin completa. En segundo lugar, la doctrina significa que el individuo est en una naturaleza donde todos los elementos estn en un orden de interdependencia recproca. 9 Vd. S. Th., qu. 85 Sobre el conocer: modo y orden, a 1, ad 2. 10 Remitimos a la explicacin que da de este trmino F. Martnez Marzoa en Iniciacin a la filosofa, Istmo, 1974, pp. 31-39. 11 A. Forest, op. cit., p. 80. 7 por el principio formal que Aristteles encontraba en cada cosa, a saber, algo que ni se genera ni se corrompe 12 , pues no indica otra cosa que la consistencia propia de un ente, ya se trate de un cuerpo o de una obra del arte. Esta vez se trata de principios que cumplen su funcin en la medida en que el hablante entiende que mencionan la correspondencia existente entre los respectos fsicos y las distinciones establecidas por el entendimiento:
Y de esto aparece la razn por la cual el gnero, la especie y la diferencia se relacionan proporcionalmente con la materia, la forma y el compuesto de la naturaleza, aunque no sean igual que ellos, puesto que ni el gnero es la materia, sino tomado de la materia como el que significa el todo; ni la diferencia es la forma, sino tomado de la forma como el que significa el todo (DEE, cap. III, pp. 167- 169).
El uso de los universales indica que el hablante est transmitiendo a su interlocutor algo que est presente en los entes y que se deja transmitir a otros, pues se trata de su inteligibilidad, de lo que cualquiera puede comprender y de aquello en lo que coinciden los hablantes cuando se dice de ellos que estn de acuerdo. Pero esta perspectiva se pierde enteramente desde el momento en que intentramos reducir la esencia hilemrfica a su consideracin como parte o, lo que viene a ser lo mismo, a su identificacin con la forma del todo [forma totius]. La expresin parece un calco del texto de Metafsica, VII 15, donde Aristteles distingue dos sentidos principales de la sustancia, a saber, como forma en su totalidad [lgos hlos] y como compuesto [snolon]. El primero de los sentidos de la esencia, cuando se refiere a un compuesto, corresponde a esta estructura de inteligibilidad desconectada de todo lo material. El texto tomista insiste en que aqu se hace precisin de la materia signada, es decir, no se la abstrae debidamente, sino que se la excluye y suprime 13 . De alguna manera, por esta ltima va la forma no se piensa como principio que tendr que ser inmanente (nulon edos, Met., VII 11), sino como una mera pauta conceptual para la que la generacin fsica no constituye problema alguno. Si redujramos la esencia a esta dimensin, carecera de sentido considerar que ciertas intenciones lgicas nos permiten explicitar el modo en que en lo inteligible ingresa en lo sensible y mvil. Slo el segundo de los sentidos de la esencia, a saber, el que la considera como todo, plantea la necesidad de analizar ms de cerca qu sea un universal y, sobre todo, cul es la facultad encargada de alumbrarlo.
III. De los principios de Aristteles al universal (res intellectus) en tanto que captacin del sentido del ente.
Esta ambigedad que reviste a las sustancias compuestas poco tiene que ver con la claridad e inmediatez con la que las esencias simples o anglicas se ven y se saben a s mismas, como una suerte de ncleos de perfeccin intelectual que pueblan el universo. Si una esencia entendida slo parcialmente nada dice acerca de las cosas del mundo, imperfectas, mviles y perecederas, ese fenmeno obedece a que hay cierta homonimia del trmino. La dualidad de perspectivas podra parecer, en principio, un escollo fcil de superar, al menos por un entendimiento en cuyas manos estuviera tanto un conocimiento (imperfecto) de lo compuesto cuanto un conocimiento (perfecto) de lo perfecto. Ahora bien, los textos tomistas de la Suma Teolgica concernientes a la naturaleza del entendimiento humano (cuestiones 84-86 fundamentalmente) no dejan lugar a dudas: el entendimiento humano conoce progresando, esto es, para l conocer equivale a un cambio de perspectiva que le desplaza desde lo ms claro y
12 Vd. In I Sent., d. 19, qu. 5. a. 3, ad 3: As, decimos que los universales son incorruptibles y eternos, porque no se corrompen, a no ser por accidente, es decir, en cuanto al ser que tienen en otro, que puede no ser. 13 Vd. A. Forest, op. cit., p. 97: Pero la dificultad que les haca desembocar en esos errores (a los platnicos) permanece; si lo real es solamente lo concreto, es perfectamente verdadero decir que el hombre es animal, de la misma manera en que Scrates es hijo de Sofronisco. Para responder a dificultades de este tipo el tomismo constituye su filosofa de la abstraccin, distinguida de la separacin o precisin y por ello ha encontrado en la relacin entre lo indeterminado y lo determinado el fundamento de la relacin que hay que establecer entre el gnero y la especie, entre el sujeto y el accidente. 8 cognoscible para uno mismo hasta alcanzar a lo ms claro y cognoscible en s 14 . Toms de Aquino considera que el conocimiento es una operacin de cierta complejidad mediante la que el sujeto incorpora las formas en las que l mismo no consiste, estando la inteligibilidad de stas en correspondencia con su posicin en el orden del ser. De esa manera, la perfeccin que es propia de una cosa se encuentra en otra cosa (De ver., qu. 2, a. 2) al llegar a ser conocida:
En Dios hay ciencia y del modo ms perfecto. Para probarlo, hay que tener presente que la diferencia entre los seres que tienen conocimiento y los que no lo tienen estriba en que estos ltimos no tienen ms que su propia forma, mientras que a aqullos les es connatural tener tambin la forma de otra cosa, pues la especie de lo conocido se encuentra en quien conoce. As, resulta evidente que la naturaleza de lo que no tiene conocimiento es ms reducida y limitada: en cambio, la naturaleza del que tiene conocimiento es ms amplia y extensa (S. Th., qu. 14, a. 1 Hay o no ciencia de Dios?, solucin).
Las propiedades del entendimiento pueden llevarse a unidad de la manera siguiente:
a) se trata de una facultad del alma que cumple su tarea nicamente tras haber atravesado ciertos pasos, esto es, tras haber culminado un camino, peculiaridad que la aproxima a la naturaleza de lo fsico 15 . Las operaciones del entendimiento racional y discursivo que nos permiten decir algo de algo con mayor o menor alcance lgico se caracterizan por contar con una movilidad peculiar. La aprehensin y el juicio son, as, los polos de un mismo movimiento intelectual, de la misma manera en que el razonamiento o silogismo alcanza su culminacin en un juicio, en el que se detiene finalmente y que contiene su conclusin.
b) Esta movilidad peculiar del entendimiento no es arbitraria, sino que sigue un orden y mantiene una proporcin fundamental con el modo de ser que las cosas muestran. El entendimiento es lo manifestativo de la verdad que est en las cosas y que es el ser sustancial 16 .Y esa manifestacin obedece a que tanto para los entes cuanto para el entendimiento alcanzar el acto no quiere decir otra cosa, en sentido propio, que ser: los entes son en virtud de la presencia en ellos de un actus essendi, mientras que el entendimiento es la facultad del alma en condiciones de conocer lo que es. El texto siguiente de J. Maritain puede ayudarnos a cimentar este punto:
La verdad, dice santo Toms, despus de Aristteles, es la conformidad del nimo con el ser, segn lo cual dice que lo que es, es y lo que no es, no es. Esta conformidad se establece en el ser ejercido por la cosa y afirmado por el espritu. Cuando el acto del nimo, en razn de que las cosas se comporten de una cierta manera en su interior, concuerda con la manera en que las cosas se comportan en la existencia,
14 Una tesis aristotlica en la que Toms de Aquino insiste y que eleva a principio del proceder del entendimiento humano. 15 Vd. S. Th., qu. 85, a. 5 Nuestro entendimiento conoce o no conoce componiendo y dividiendo?, solucin y respuesta a objecin 2: El entendimiento humano necesita conocer componiendo y dividiendo. Pues el conocimiento humano, al pasar de la potencia al acto, guarda una cierta semejanza con los seres susceptibles de generacin, los cuales no poseen inmediatamente toda su perfeccin, sino que la adquieren gradualmente. Tampoco el entendimiento adquiere de repente el conocimiento perfecto de una cosa al percibirla por primera vez, sino que empieza por conocer algo de ella, esto es, su esencia, que es el objeto primero y propio del entendimiento. Despus conoce las propiedades, accidentes y relaciones que acompaan a la esencia. Esto exige reunir o separar unos con otros los objetos percibidos y pasar de una composicin o divisin a otra, y esto es raciocinar. [] [E]l entendimiento humano conoce componiendo, dividiendo y razonando. El divino y el anglico conocen ciertamente la composicin, la divisin y el raciocinio, pero no componiendo, dividiendo ni razonando, sino por inteleccin simple de la esencia. [] La imagen del objeto es recibida en el entendimiento segn el modo de ser del entendimiento y no segn el modo del objeto. Por eso, hay algo en el objeto que corresponde a la composicin y divisin del entendimiento, aunque no est en el objeto del mismo modo que en el entendimiento. 16 Vd. S. Th., qu. 16, a.3, ad 1 Se identifican o no se identifican lo verdadero y el ser?: Como se dijo (a.1), lo verdadero est en las cosas y en el entendimiento. Lo verdadero que hay en las cosas se identifica con el ser sustancialmente. Pero lo verdadero que hay en el entendimiento se identifica con el ser como lo que pone en evidencia con lo puesto en evidencia. 9 ms concretamente, cuando la identificacin operada por el espritu entre los dos trminos de un juicio corresponde a una identidad en la cosa, entonces el nimo est en la verdad Lo que importa retener de estas observaciones es que la verdad se toma por relacin a la existencia, actual o posible, ejercida por la cosa: verum sequitur ESSE rerum. La funcin propia del juicio consiste en hacer pasar al nimo de la mera esencia o del simple objeto significado al pensamiento al plan de la cosa ejerciendo la existencia (actual o posiblemente) y cuyo objeto de pensamiento predicado y el objeto de pensamiento sujeto son los aspectos inteligibles (J. Maritain, Ciencia y filosofa segn los principios del realismo crtico Revue thomiste, 1931, pp. 7-8, 11). As, pues, el entendimiento expone en una operacin tan bsica como el juicio, no el modo en que el entendimiento determina la realidad, sino la coexistencia en la conexin entre sujeto y predicado de dos parejas de opuestos, en primer lugar, de materia y forma el predicado se comporta con respecto al sujeto como su forma; en segundo lugar, de esencia y ser, pues la intervencin del verbo ser o algunos de sus anlogos (devenir, llegar a ser, transformarse en) en una proposicin no tiene otra misin que la de declarar que se sobrepuja el orden de la esencia 17 .
c) el entendimiento humano, debido a la debilidad de la luz intelectual que hay en nosotros (S. Th., qu. 58, a.4, solucin), slo puede conocer mediante especies inteligibles, que son el precipitado de una abstraccin, pero no puede dejar de referirlas a ciertas imgenes (S. Th., qu. 84, a.7, solucin), que ofrecen un soporte de aplicacin a las primeras y que vienen a ser ejemplares de lo que hay que entender. El objeto propio de este entendimiento es la esencia o naturaleza corporal no la esencia real, como sostiene Surez, la naturaleza universal como presente en un objeto particular: el resultado de hacer la forma en tal cosa, de hacer redondo el bronce, que en modo alguno ha de confundirse con un presunto generarse de la redondez ni de la esfera, que nicamente dara paso a un regressum ad infinitum (Met., VII 8, 1033 bss.). El conjunto de notas enumerado hasta aqu demarca suficientemente el proceder del entendimiento finito con respecto de la contrapartida que pueda representar un entendimiento anglico. Pues el hombre desconoce lo que sea una aprehensin intelectual inmediata 18 (al ver una cosa se ve simultneamente otra en ella, sin establecer comparacin alguna) y discurre porque no ve en los principios la verdad de la conclusin. El origen no es la meta, ni el hombre es capaz de unir sin esfuerzo el comienzo y el final de un razonamiento, por lo cual se convierte en el cognoscente apropiado de la esencia o naturaleza existente en la materia corporal.
d) Las especies inteligibles mediante las que manifestamos la estructura peculiar de cada cosa no son, a su vez, aquello que conocemos, sino que desempean la funcin de medios que, digamos, tienden una suerte de puente entre el entendimiento y la realidad 19 :
17 Vd. P. Rousselot, Metafsica tomista y crtica del conocimiento, Rev. Neo-Escolstica de Filosofa, 1910, p. 496: Es esencial para la inteligencia humana que la concepcin de una quididad implique el pensamiento de su pertenencia a algn hoc aliquid, a algn sujeto. La inteligencia, al tiempo que separa naturaleza y soporte, los sintetiza. Los dos trminos se pronuncian unidos en el ser; una representacin y una afirmacin son, as, los dos momentos, esenciales e inseparables, de la concepcin. Eso es verdad tambin de la concepcin ms general, la de ser o de cosa: concebimos todo como un ser, separando y reuniendo naturaleza y sujeto y, como la idea de ser est incluida en toda concepcin, se puede decir que toda concepcin contiene virtualmente el juicio: es un ser. 18 Vd. S. Th., qu. 58 Los ngeles: modo de conocer, a.3, ad 1: [S]i al contemplar una cosa en ella se ve simultneamente otra, como cuando se mira un espejo a un tiempo se ve el espejo y lo reflejado en l, no por esto hay conocimiento discursivo y a.4, solucin: [El ngel] entiende lo compuesto, simplemente; lo mvil, inmutablemente; lo material, inmaterialmente. 19 . Gilson se ha ocupado de conjurar este presunto uso de las especies inteligibles en el tomismo; vd. El tomismo, parte II, cap. VII Conocimiento y verdad, p. 411: [S]i las especies fueran entes distintos de sus formas, nuestro conocimiento se referira a las especies en lugar de referirse a los objetos. Consecuencia inaceptable por dos razones: en primer lugar, porque en este caso todo nuestro conocimiento dejara de referirse a realidades exteriores para no alcanzar ms que sus representaciones en la conciencia, de suerte que iramos a parar al error platnico, que cree que nuestra ciencia es una ciencia de ideas, mientras que es una ciencia de las cosas; a continuacin, porque ningn criterio de certeza sera 10
Es tambin manifiesto que las especies inteligibles, que el entendimiento posible realiza en acto, no son el objeto del entendimiento. En efecto, no se relacionan con el intelecto como lo que (quod) se intelige, sino como aquello por lo que/mediante lo que (quo) se intelige. Pues las ciencias lo son de las cosas, no de especies, o de intenciones inteligibles, con excepcin de la ciencia racional (lgica) (T. de Aquino, In Lib. de An., III, lectio 8, n 718).
Este conjunto de propiedades, a saber, susceptibilidad de progresin, capacidad manifestativa, dependencia de las imgenes y funcin de medio de las especies, tienen en comn el estar dirigidas hacia la reflexin como una caracterstica irrenunciable del entendimiento finito. Con este trmino, uno de los ms clebres de la metafsica tomista, nos referimos a la capacidad del entendimiento finito para volver sobre s mismo (reditio in se ipsum), con el fin de comprobar si la combinacin entre abstractio desde la naturaleza particular hasta su forma y conversio ad phantasma aplicacin de lo abstrado a la imagen de la cosa particular es la correcta. Es, pues, un entendimiento que, precisamente porque no se sabe ni acierta de una vez por todas, examina y sopesa los frutos que l mismo alumbra, con el propsito de ratificar su evidencia y correccin:
Debe responderse que la verdad est en el entendimiento y en los sentidos, si bien no del mismo modo. Pues en el entendimiento est como lo que sigue al acto del entendimiento y como conocida por el entendimiento. Sigue, efectivamente, a la operacin del entendimiento en tanto que el juicio del entendimiento es acerca de una cosa conforme a lo que ella es. Y, por otra parte, es conocida por el entendimiento, en tanto que el entendimiento reflexiona sobre su acto, no slo en tanto que conoce su
ya concebible, quedando cada uno como nico juez de la verdad, desde el momento en que se trata de lo que capta su pensamiento, y no de lo que es independiente de l. No conocemos un texto de la Suma Teolgica ms clarificador con respecto a la naturaleza mediadora de los universales que elo siguiente, en C. 85 Del modo y orden de la inteleccin, a. 2 Si las especies inteligibles abstradas de las imgenes son, con respecto a nuestro entendimiento, como el objeto de su inteleccin, respuestaHubo quienes opinaron que nuestras facultades cognoscitivas no conocen ms que las propias afecciones; que el sentido, por ejemplo, no conoce ms que la alteracin de su rgano. Y, en este supuesto, el entendimiento no entendera ms que su propia modificacin, es decir, la especie inteligible recibida en l. Y segn esto, son estas especies el objeto de su inteleccin. Mas esta opinin es evidentemente falsa por dos razones. Primera, porque los objetos que entendemos son los mismos que constituyen las ciencias. Si pues, entendisemos solamente las especies existentes en el alma, se seguira que ninguna ciencia versara sobre las realidades exteriores al alma, sino slo sobre las especies inteligibles que hay en ella; al modo como los platnicos afirmaban que todas las ciencias versan sobre las Ideas, las cuales suponan eran entendidas en acto. Segunda, porque se seguira el error de los antiguos, que afirmaban es verdad todo lo aparente; de modo que lo contradictorio sera verdadero. Pues, si una potencia no conoce ms que su propia impresin, solamente de ella juzga. Ahora bien, lo que una cosa parece, depende del modo como es modificada la potencia cognoscitiva. Luego el juicio de la potencia cognoscitiva tendra siempre por objeto aquello de que juzga, es decir, su propia modificacin, tal y como es, y, en consecuencia, todos sus juicios seran verdaderos. [] Debe, por tanto, afirmarse que la especie inteligible es con respecto al entendimiento como el medio por el que entiende. Y demostramos esto. Puesto que, como dice el Filsofo, hay dos clases de acciones, unas que permanecen en el agente, como el ver o el entender, y otras que pasan a una realidad externa, como las de calentar o cortar unas y otras realizndose segn una determinada forma. Y como la forma en conformidad con la cual se realiza la accin que tiende a una realidad exterior es imagen del objeto de esta accin, como el calor de la cosa que calienta es imagen de lo calentado, as tambin la forma en conformidad con la cual se produce la accin inmanente al agente es una representacin del objeto. De aqu que en conformidad con la imagen del objeto visible vea la vista, y la representacin del objeto entendido [rei intellectus], que es la especie inteligible [species intelligibilis], sea la forma en conformidad con la cual el entendimiento conoce. Pero, al volver el entendimiento sobre s mismo, por un nico acto reflexivo conoce tanto su propio entender como la especie por la que entiende, y de este modo, secundariamente, la especie inteligible es objeto de la inteleccin. Pues el primario es la realidad representada en la especie inteligible.
11 acto, sino en tanto que conoce su disposicin con respecto a la cosa; lo cual, ciertamente, no puede ser conocido, a no ser que haya sido conocida la naturaleza del propio acto; la cual, a su vez, no puede ser conocida, a no ser que haya sido conocida la naturaleza del principio activo, que es el entendimiento mismo, en cuya naturaleza est el que se conforme a las cosas. Luego, por eso conoce el entendimiento la verdad: porque reflexiona sobre s mismo (De ver., qu. 1, a. 9 Si la verdad est en los sentidos, respuesta).
[En el acto de juzgar, el entendimiento] no slo alcanza la semejanza de la cosa entendida [obtenida en la primera operacin], sino que reflexiona tambin sobre la semejanza misma, conocindola y distinguindola (In Metaph., VI 1, 4, n 1236).
Esta doble veccin del entendimiento da razn, en palabras del telogo K. Rahner, de la peculiaridad de nuestro entendimiento, dispuesto en una posicin intermedia entre lo puramente inteligible y lo enteramente opaco al conocer, demasiado privado de inteligencia para intuir inmediatamente la verdad de las cosas, pero suficientemente equipado para responsabilizarse de la verdad, restringida y concreta, que l mismo produce y evala:
Pues, estrictamente entendido, lo primariamente conocido, lo primero que hace frente, no es el mundo en su en s falto de espritu, sino el mundo l mismo como conformado por la luz del espritu, el mundo dentro del cual se ve a s mismo el mismo hombre. [] El hombre es as el pndulo medio entre Dios y el mundo, entre tiempo y eternidad, y esta frontera es el lugar de su determinacin y de su destino: quasi quidam horizon et confinium corporeorum et incorporeorum (K. Rahner, Espritu en el mundo, Barcelona, Herder, 1963, III parte, 4, pp. 386- 387).
Esta imagen del hombre como horizonte de demarcacin del eje inteligible y del sensible procede de una clara lectura neoplatnica, que Toms de Aquino concilia con el pensamiento aristotlico: Se dice que el alma humana es como el horizonte y confn de los corpreo e incorpreo, en cuanto que es sustancia incorprea, forma, sin embargo, del cuerpo (S.c.G., II qu. 68). Esas mismas notas nos permitirn abordar desde una posicin adecuada una tesis que Toms de Aquino mantiene en el cap. IV de DEE. Se trata de aquella segn la cual la nocin de especie, es decir, el universal que expresa el modo de estar constituida la naturaleza material de cada caso, slo conviene a la naturaleza humana segn aquel ser que tiene en el entendimiento. Este estado de la esencia, al menos desde Avicena, filsofo rabe del siglo IX d.C. y autor de una Metafsica de amplio predicamento en el mundo medieval, parece, junto al estado absoluto en el que la esencia no es ni una ni mltiple, es decir, no padece los accidentes de la predicacin y al concreto, es decir, a su presencia en las cosas, parece el ms indicado all donde se trata de pensar lo que una cosa es. La especie hombre, a la que da forma el entendimiento, obtiene mediante la abstraccin una nocin uniforme para todos los individuos, al tomar en consideracin lo que tienen de semejante 20 . Esta es la propiedad requerida para poder predicar en cada caso lo que un conjunto de individuos tienen en comn, de una manera semejante a como una estatua que representase a muchos hombres para lograrlo no podra parecerse precisamente a ninguno sera al mismo tiempo esta estatua concreta dotada de una comn representacin de muchos. Esta operacin el entendimiento la realiza mediante el mecanismo habitual, es decir, componiendo y dividiendo con arreglo a lo que hay en la realidad, que es lo que indica la expresin con fundamento en la realidad [habens fundamentum in re]. Otro pensador rabe, esta vez Averroes, el Comentador del texto tomista, malversa, al entender de Toms de Aquino, la singularidad del modo de ser que la esencia tiene en el entendimiento, al inferir de la capacidad del entendimiento para alumbrar una nocin uniforme y vlida para un conjunto de individuos la unidad del entendimiento humano. Esta tesis, sostenida por Averroes en sus comentarios a la obra aristotlica Acerca del alma, fue difundida en el mundo cristiano por sucesivas generaciones de telogos y maestros de artes stos ltimos no contaban con el ttulo de doctor en teologa, sino que su formacin se acercaba
20 Cfr. S. Th., qu. 55 Sobre el medio del conocimiento anglico, a.3, ad 1, donde se nos dice que los ngeles cuentan en su mente con la semejanza de todas las cosas, pero no por su propio trabajo, sino por tomarlas directamente de Dios, debido a su cercana a ste. 12 ms bien a un cursus fundamentalmente filosfico, llegando a acoger figuras seeras de la escolstica como Alberto de Colonia, profesor de Toms de Aquino, y ste ltimo, algunas de las tesis que a partir de 1270 sern condenadas por el obispo de Pars, Esteban Tempier. El propio Toms de Aquino dedica los ltimos aos de su vida a la redaccin de una obra titulada Acerca de la unidad del entendimiento. Contra los averrostas. Pero, qu peligro encerraba la lectura averrosta de la esencia en su estado de universal pensado por el entendimiento? Por lo pronto, la elevacin de cada acto intelectivo al Acto realizado por un Entendimiento agente incorpreo 21 despersonalizaba notablemente la operacin de pensar, hasta el punto de que cada hombre bien podra preguntarse: soy yo aquello que piensa en realidad cuando pienso? Esta es la sospecha que se materializa en la tesis, tan trada y llevada en el perodo de condena de las principales tesis averrostas, homo non intelligit. Para el pensamiento tomista carece de sentido analizar las operaciones mediante las cuales el entendimiento manifiesta la trabazn y orden con que las cosas estn dispuestas en la realidad, para, acto seguido, afirmar que lo que le ocurre al entendimiento a lo largo de esas operaciones no es nada propio o intransferible, sino una mera apariencia, pues quien en verdad piensa es una suerte de plataforma comunitaria de pensamiento. Frente a esto, el DEE propone una imagen del alma con arreglo a la cual sta aparece como la ltima de las sustancias intelectuales, es decir, aquellas que consisten en pura forma, ahora bien, en estricta unidad con una materia, que es distinta en cada caso, segn se trate de un hombre o de otro. Por ello, cada hombre tiene su alma, sin que ste principio de la vida y de la inteligencia perezca junto con su acompaante material. De alguna manera, pues, el alma, siempre que lo sea del hombre, no puede entenderse sin su conformacin individual, si bien en tanto que principio no se reduce a sta ni sufre sus mismos cambios:
Y esto se completa en el alma humana, que tiene el ltimo grado en las sustancias individuales. Por eso, su entendimiento posible se relaciona con las formas inteligibles como la materia prima que tiene el ltimo grado en el ser sensible, con las formas sensibles, como dice el Comentador en el libro tercero Del alma. Y por esto el Filsofo la compara a una tabla rasa, en la cual nada hay escrito. Y por esto, puesto que tiene ms de potencia entre las otras sustancias inteligibles, por esto se produce en tanto prxima a las cosas materiales, que la cosa material es atrada a participar su ser, as que del alma y del cuerpo resulta un nico ser en un nico compuesto, aunque aquel ser, en cuanto es del alma, no sea independiente del cuerpo (DEE, V, p. 195).
El alma racional no est, pues, sujeta a la materia en la que subsiste, como ocurre con el resto de formas corporales, y si no logra algo parecido a superar la limitacin que representa la muerte por lo que hace al compuesto particular ello obedece a su composicin con lo material, no a una deficiencia que lo material injerte en el alma misma:
Si bien es cierto que toda forma trata de perpetuar su ser cuanto pueda, ninguna forma de cosa corruptible puede conseguir perpetuarse, excepto el alma racional que no est totalmente sujeta a la materia corporal, como las otras formas, sino que posee su propia operacin inmaterial. Por parte de la forma, es ms natural al hombre la incorrupcin que a las dems cosas corruptibles, pero, como tambin ella tiene una materia compuesta de elementos contrarios, de la inclinacin de la materia se sigue la corrupcin del todo. Luego, el hombre es naturalmente corruptible por razn de la materia dejada a s misma, no por razn de su forma (S. Th., I-II, qu. 85 Sobre el conocer: modo y orden, a.6, ad c).
Hay, pues, en el alma humana una consistencia inteligible dotada de una tendencia inerradicable a unirse con el cuerpo. El alma ya es sustancia por s misma, pero sin la participacin del cuerpo no podra realizar sus funciones propias, del tipo entender y querer. Conviven en cada hombre una individualidad inteligible que concierne al alma con una individualidad material vinculada al cuerpo y, si bien la segunda no sobrevive a su corrupcin sensible, no puede decirse lo mismo de la primera, cuya subsistencia no es comn una misma
21 Esta es la posicin que ms adelante Leibniz calificar de monopsiquismo en Discurso sobre la conformidad entre la fe y la razn, 9, en: Ensayos de teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal. 13 alma inmortal para todos los hombres, sino propia e intransferible en cada caso. Un texto especialmente claro al respecto lo encontramos en S. Th., qu, 76, a. 2, ad 2, dedicado centralmente a dilucidar la relacin entre alma y cuerpo:
Es evidente que el alma intelectual se une segn su propio ser al cuerpo como forma y, sin embargo, destruido el cuerpo, el alma intelectual conserva su ser. Por lo tanto, tambin la multiplicidad de las almas se da segn la multiplicidad de los cuerpos, y, sin embargo, destruidos los cuerpos, las almas permanecen multiplicadas en su propio ser.
En el cap. V de DEE se haba abordado este desajuste entre ser del alma en s misma y su residencia en cierto cuerpo distinguiendo que la individuacin y multiplicacin de las almas depende del cuerpo en cuanto a su principio, pero no en cuanto a su fin, p. 201.
IV. La forma en su totalidad o el ens commune: los lmites de la determinacin formal y la diferencia real entre esencia y existencia.
El estudio de las sustancias simples constituye, por un lado, la culminacin de la delimitacin de la forma, que esta vez no ha de ponerse de acuerdo con la materia, sino ms bien con el ser, y, por otro, sirve como prembulo de la prueba acerca de la diferencia entre esencia y existencia que constituye el verdadero eje de DEE. El punto de partida vuelve a ser polmico, pues al menos desde Avicebrn vena siendo comn en el mundo medieval la concepcin de la sustancia simple de las almas anglicas en unin con alguna materia. Toms de Aquino replica a quienes afirman que la materia se dice de muchas maneras y alguna de ellas, en su mximo nivel de abstraccin, conviene a las sustancias simples, de la manera siguiente: si la materia corporal fuera, como algunos sostienen, un obstculo para el conocimiento de lo compuesto, ninguna abstraccin estara en condiciones de relacionarse con lo material y la consideracin de la esencia como parte sera la nica aceptable. Sin embargo, la cuestin es muy otra, a saber, la diferencia entre la sustancia compuesta y la sustancia simple pone de manifiesto que ms all de la composicin de la forma con la materia, la inteligibilidad del ser de los entes requiere pensar la forma en su estado de mxima independencia con respecto de la materia. Esa doble inteligibilidad adopta la presentacin de una, asimismo, doble composicin: en un caso, de materia y forma; en el otro, de forma y ser, que abre el acceso a una asimismo doble comprensin de la esencia, que puede ser relativa la de lo fsico o absoluta la de lo simple. Con independencia de la doble dimensin de la esencia, el ser, con excepcin de Dios, slo puede ser recibido. Con ello no quiere decirse que en una naturaleza corprea no haya composicin entre la unidad hilemrfica y el ser, que no se explicita como ocurre en el caso de los ngeles, sino que ms bien la presencia de esta combinacin est implicada en las proposiciones con que nos referimos a esta clase de ente, a no ser que hablemos de ellas sirvindonos del verbo ser, con el que se pone en evidencia precisamente la existencia de algo (el juicio este hombre es blanco presupone que, antes que dotado de esta o aquella propiedad, es o existe). La composicin de forma y ser procede de la independencia y autonoma de la forma con respecto de la materia, si bien esa libertad de este principio encuentra su lmite precisamente en la dependencia que le vincula al ser. La primera condicin que conduce a esta ampliacin de la nocin de composicin manejada hasta el momento es la inmunidad total de la sustancia inteligible a la materia, habida cuenta que la forma, segn todo su gnero, no necesita de la materia. La ampliacin de la nocin de comunidad nos conduce a una perspectiva que no podamos tomar en el contexto de la sustancia compuesta y que no es otra que la del ens commune, a saber, el ser comn de todo lo que participa de la existencia. Desde esta atalaya la diferencia potencia/acto se muestra mucho ms irrestricta que la de materia/forma. El entero cap. 54 del libro II de la Suma contra Gentiles se ocupa de dilucidar la distancia entre ambas diferencias:
No obedece a la misma razn la composicin de materia y forma que la de sustancia y ser, aunque ambas consten de potencia y acto. 14 En primer lugar, porque la materia no es la sustancia de la cosa, pues de ello se seguira que todas las formas seran accidentes, como opinaban los antiguos naturalistas. Por el contrario, la materia es parte de la sustancia. En segundo lugar, porque el ser no es el acto propio de la materia, sino de la sustancia del todo. Su acto, pues, es el ser del que podemos decir que es. El ser no se dice de la materia, sino del todo. Luego no puede decirse que la materia es, sino que la sustancia es lo que es. En tercer lugar, porque tampoco la forma es el ser, aunque entre ambos haya cierto orden; pues la forma, comparada con el ser, es como la luz con la iluminacin o la blancura con el hecho de blanquear. Adems, porque el ser con respecto a la forma es como el acto. Por eso, en los compuestos de materia y forma, la forma es el principio de ser, porque es el complemento de la sustancia, cuyo acto es el ser; as, la diafanidad es para el aire el principio de lucir, porque le hace sujeto propio de la luz. Luego en los compuestos de materia y forma, ni la materia ni la forma, separadamente, pueden significar lo que es ni tampoco el ser. Sin embargo, puede decirse que la forma es aquello por lo que es una cosa, puesto que es el principio del ser; y la sustancia toda, lo que es; y el ser, lo que hace que una sustancia se denomine ente. Pero en las sustancias intelectuales, que no estn compuestas de materia y de forma, como ya se prob, y cuya forma es sustancia subsistente, la forma es lo que es; y el ser, su acto; y por lo que es, la sustancia intelectual. De ah que en ellas hay sola composicin de acto y potencia, o sea, de sustancia y ser, llamada por algunos composicin de lo que es y ser o de lo que es y por lo que es. Sin embargo, en las sustancias compuestas de materia y forma hay una doble composicin de acto y potencia: la primera, de la misma sustancia, que est compuesta de materia y forma; la segunda, de la sustancia ya compuesta y del ser, la cual tambin puede llamarse composicin de lo que es y ser o de lo que es y por lo que es. Esto, pues, manifiesta que la composicin de acto y potencia comprende ms que la composicin de materia y forma. Luego la materia y la forma dividen la sustancia natural, mientras que la potencia y el acto dividen al ser comn [ens commune]. Y por esto, cuando se deriva de la divisin de potencia y acto, en cuanto tales, es comn a las sustancias materiales e inmateriales creadas, como recibir y ser recibido, perfeccionar o ser perfeccionado. Por el contrario, cuanto es propio de la materia y de la forma, en cuanto tales, como ser engendrado y corromperse y otras cosas parecidas, esto es exclusivo de las sustancias materiales y en modo alguno conviene a las sustancias inmateriales creadas.
El marco comn de la recepcin del ser acoge tanto a sustancias creadas materiales cuanto a las inmateriales. Ahora bien, si bien el ser de las criaturas espirituales es recibido, su naturaleza o esencia es absoluta, al no establecerse en materia alguna (DEE, cap. V, p. 199), frente a la doble contingencia de la naturaleza compuesta, que incumbe tanto a su naturaleza cuanto a su ser. Por eso se dice en el Libro de las causas, comentario rabe annimo de una obra de teologa del filsofo neoplatnico Proclo y que Toms de Aquino toma como base para su propio trabajo, que las inteligencias son infinitas inferiormente, pero finitas superiormente. Esta limitacin existencial exclusiva de lo formal en su estado ms puro desemboca en una peculiar individualidad, esta vez no mediada por la materia y sus determinaciones espaciales, sino por el acto que representa la propia inteligencia. Un texto especialmente claro con respecto a la no contradiccin entre ser inteligible y ser individual lo encontramos en la Suma contra Gentiles, II, 75 Solucin de los argumentos que parecen probar la unidad del entendimiento posible:
[T]ampoco es necesario que, si las especies inteligibles son varias numricamente y una especficamente, que no sean inteligibles en acto, sino solamente en potencia, como las otras cosas individuales. No hay contradiccin entre lo que es ser individual [esse individuum] y lo que es ser inteligible en acto [esse intelligibile in actu], y en consecuencia, ser necesario decir que tanto el entendimiento posible como el agente, supuestas ciertas sustancias separadas por s subsistentes y no unidas al cuerpo, son individuales y, sin embargo, inteligibles en acto. Ahora bien, lo que repugna a la inteligibilidad es la materialidad; prueba de ello es que, para que las formas de las cosas materiales se hagan inteligibles en acto, deben ser abstradas de la materia. Y, por tanto, en aquellos seres en que la individuacin se hace por la materia determinada, las formas individuadas no son inteligibles en acto. Pero si la individuacin no se hace por la materia, no hay inconveniente para que las cosas que son individuales sean inteligibles en acto. Es as que las especies inteligibles se individualizan por su sujeto, que es el entendimiento posible, y como ellas todas las otras formas. Luego, como el entendimiento posible no es material, no impide que las especies individualizadas por l sean inteligibles en acto. 15
As pues, la consideracin del individuo como modo de ser exclusivo de la escala material ha de ser corregida, pues el mundo de las inteligencias tambin contiene casos, ahora bien, casos de individuos que agotan cada uno de ellos su propia especie. Lo que no implica que podamos conocer sus diferencias propias. En efecto, carecemos de todo asidero material que nos permitiese orientarnos con respecto a ellas. Tambin desconocemos propiamente las diferencias esenciales a los animales racionales, pero su corporeidad nos ofrece signos suficientemente elocuentes de su racionalidad, como la posicin bpeda, el caminar erguidos y mirar de frente (DEE, cap. VI, p. 201). Aqu asistimos a un proceso de individualizacin puramente inteligible, en el que no cabe reconocer una escala de mayor o menor accidentalidad, sino de mayor o menor perfeccin, segn nos las tengamos que ver con inteligencias ms o menos prximas al Acto supremo que es Dios. La gradacin se establece sin recurrir en caso alguno a la materia, sino a la diversidad de modos en que el ser es objeto de recepcin, esto es, a los modos de inteligencia que se constituyen:
Tambin parecidamente, en ellas, el gnero se toma de toda la esencia, sin embargo, de modo diferente; en efecto, una sustancia separada conviene con otra en la inmaterialidad y difieren entre s por el grado de perfeccin segn el alejamiento de la potencialidad y aproximacin al acto puro. Y por esto, el gnero se toma de lo que les sigue en cuanto son inmateriales, como la intelectualidad o algo de este modo; por otra parte, de lo que sigue en ellas al grado de perfeccin, se toma la diferencia, con todo, desconocida por nosotros. No es preciso que las diferencias sean accidentales, puesto que son segn la mayor y menor perfeccin, que no diversifica la especie. En efecto, el grado de perfeccin al recibir la misma forma no diversifica la especie, como lo ms blanco y o menos blanco al participar de una blancura de la misma nocin; pero el diverso grado de perfeccin en las mismas formas o naturalezas participadas diversifica la especie (DEE, cap. VI, pp. 203-205).
La diversidad de grados en que se recibe el ser por parte de sustancias simples ofrece n escenario de individuos perfectos y diferencias en absoluto mediadas por la materia, lo cual no ocurre all donde, aparte de diferenciarse los entes en virtud de su participacin del ser, tambin representan una multiplicidad de maneras de estar la especie hombre, buey y cedro en los individuos de los que se puede predicar esta naturaleza. En virtud de su inmunidad con respecto a la materialidad y tal y como muestra su peculiar proceso de individualizacin, la esencia de las sustancias simples no puede caer en el malentendido en que encontramos a la sustancia de lo compuesto, la cual como veamos poda considerarse como un todo o como una parte, de suerte que por la ltima va se inutilizaba el empleo de los universales y nada poda predicarse. Frente a las ambigedades propias de lo compuesto, la esencia de lo simple
a) no puede significarse ms que como todo, pues no hay desajuste alguno entre lo que es y la forma. Estamos ante la forma en su totalidad que Aristteles distingue en Met., VII 15. Ahora bien, su naturaleza inteligible no absorbe la contingencia de su ser, sino que sigue distinguindose de l 22 . b) todos los individuos son especies (no hay distancia entre especie e individuo). La inmunidad a la materia no lo es al gnero: las sustancias simples convienen en la inmaterialidad, pero difieren segn el grado de perfeccin con que la misma e idntica forma es recibida, esto es, en ellas hay diferencia de inteligibilidad por proximidad al acto puro.
En este estadio de mximo resplandor de las especies inteligibles cabe subrayar una nota llamativa si se la compara con el conocimiento humano, pues los ngeles disponen de ellas de manera innata. As, en la mente de los ngeles estn las semejanzas de las criaturas, pero no
22 Vd. S. Th., qu. 54 Sobre el conocimiento de los ngeles, a. 3 La potencia intelectiva del ngel, es o no es su esencia?, ad 2.: [L]a forma simple que no es su ser, sino que se relaciona con l como la potencia con el acto, puede ser sujeto de accidentes y, en particular, de los que se derivan de la especie, ya que stos pertenecen a la forma; como, por el contrario, los del individuo no extensibles a toda la especie, derivan de la materia, principio de individuacin. En este ltimo sentido es simple la forma del ngel. 16 tomadas de ellas, sino de Dios, leemos en S. Th., qu. 55 Sobre el medio del conocimiento anglico, a.2, ad 1, lo cual expulsa de su conocimiento extremadamente depurado y exacto a la abstraccin. Ahora bien, no todos los ngeles disponen de las mismas especies ni poseen la misma iluminacin acerca de la Creacin. Hasta aqu, por tanto, el escenario completo de lo sustancial y la esencia que le corresponde. Pero nos queda por ver la piedra angular de la construccin terica que representa DEE y que adelantbamos unas pginas ms arriba (vd. p. 3) y que consiste en la puesta en evidencia de que el ser de los entes su existencia no puede reconstruirse en trminos meramente conceptuales, sino que su fundamento ha de ser distinto de las relaciones que los universales (gnero, diferencia y especie) puedan establecer en tanto que modo de ser de las cosas. Esto es, como condicin previa a todo uso de los universales necesitamos contar con algo que sea o exista, esto es, que haya sido puesto por algo otro en su ser.
V. El I psum esse como fundamento de una investigacin sobre la esencia. El trnsito desde una analoga de proporcionalidad a la doctrina de la existencia como actus essendi.
Sabemos que Aristteles consideraba que no hay fundamento anterior a la forma, sino que sta, como actualidad del ente, constituye la causa primera de su ser. Conviene tener presente esta constante del pensamiento aristotlico, porque Toms de Aquino introduce en este punto del opsculo, precisamente el correspondiente a lo que la historia de la filosofa ha bautizado como prueba de la existencia de Dios segn el intellectus essentiae, una tesis marcadamente no aristotlica:
[T]odo lo que conviene a algo, o es causado por los principios de su naturaleza, como la propiedad de rer en el hombre, o llega por algn principio extrnseco, como la luz en el aire por la influencia del sol. Ahora bien, no puede ser que el mismo ser sea causado por la misma forma o quididad de la cosa, digo como la causa eficiente; porque, de este modo alguna cosa sera causa de s misma, y alguna cosa se producira a s misma en el ser, lo que es imposible. Por consiguiente, es preciso que toda aquella cosa cuyo ser es otro que su naturaleza, tenga el ser por otro. Y puesto que todo lo que es por otro se reduce a lo que es por s, como a causa primera, es preciso que exista alguna cosa, que sea causa del ser de todas las cosas, porque ella misma es slo ser, de otra manera se ira al infinito en las causas, puesto que toda cosa que no es slo ser, tiene causa de su ser, como se ha dicho. Por consiguiente, es evidente que la inteligencia es forma y ser; y que tiene el ser en virtud del primer ente, que es slo ser, y ste es la causa primera, que es Dios (DEE, cap. VI, 191).
Aristteles consideraba que los ciervos-cabros y dems seres imaginarios podan disponer de sentido, pero no de esencia 23 , esto es, de definicin que obedezca a la forma, al carecer del estado que prueba que se efectivamente, a saber, el acto. Toms de Aquino no modifica demasiado esta tesis, pero s complica su examen, pues a su juicio lo que debilita a un pensamiento posible no es tanto que el objeto del pensamiento carezca de nexo con alguna actualidad formal, sino que est desprovisto de la primera de las actualidades, a saber, la de ser algo en lugar de nada. Parece, pues, que la forma es en ltimo trmino para cada ente el ndice de una contingencia existencial inextirpable. No es la realidad la phsis o la tchne la que indica lo que un ente es en acto, ni mucho menos una actividad del entendimiento humano como leemos en Surez, sino que eso lo decide un acto creador, impermeable a la fuerza de nuestras definiciones, que slo puede activar una causa primera, esto es, Dios.
Esta prueba contiene importantes consecuencias para nuestra lectura de Aristteles en las que conviene detenerse para calibrar su distancia con respecto a la ontologa tomista:
23 Vd. Per her., I 16 a y Anal. Post., B 2, 92 b4-7: Adems, cmo se demostrar el qu es? Pues es necesario que el que sabe qu es el hombre, o cualquier otra cosa, sepa tambin que es (en efecto lo que no es no sabe nadie qu es, aunque el enunciado o el nombre signifiquen algo, <como> cuando digo ciervo-cabro, pero es imposible saber qu es un ciervo-cabro). 17 a) parte del siguiente supuesto: no puede ser que el mismo ser sea casa por la misma forma o quiddidad de la cosa, digo como la causa eficiente; porque de este modo alguna cosa sera causa de s misma, y alguna cosa se producira a s misma, lo que es imposible (DEE, cap. VI, p. 191). Este nuevo punto de partida supone una clara ruptura con las tesis defendidas por Aristteles en Met., VII 17, segn el cual en cada sustancia hay algo su esencia y forma que explica sus movimientos propios y da unidad a los esfuerzos que cada ente dedica para llegar a ser de facto aquello que ya es de iure. A esto nos referamos con la aparente paradoja segn la cual cada cosa es su esencia (Met., VII 6), pero al mismo tiempo a cada cosa le cuesta un considerable esfuerzo y algn tiempo coincidir con el patrn ontolgico que constituye su esencia: Scrates, Calias y Clinias no se dirigen hacia la estructura [lgos] ser-hombre de la misma manera ni el ser-hombre se reduce a lo que sea propiamente cada uno de ellos (Met., VII 4). Recurdese que en Aristteles no hay demostracin de la esencia por la definicin, precisamente porque toda definicin suficiente responde a una localizacin previa de lo que para algo ocupa el lugar del fundamento del ser. La nica manera de demostrar la esencia requiere que desdoblemos el ente de que se trate en cada caso (la casa, el cofre, el eclipse) en dos respectos, de suerte que
la esencia se proyecta hacia sus accidentes, los absorbe en su propio movimiento como realizaciones de su exigencia: si la casa es una proteccin, la materia de la que est hecha debe ser resistente; as, una cierta cualidad de la materia entra a formar parte de la quididad, es decir, de la definicin formal misma. La quididad se nos muestra entonces bajo un aspecto nuevo: no es solamente el lmite ms all del cual el discurso caera en la accidentalidad; deviene un principio y una causa de sus propios accidentes; ya no es aquello hacia lo que tiende la definicin, sino que es el principio de una demostracin de la que ella es el trmino medio. La consecuencia ms importante an para nuestro propsito: ya no es el lugar de la separacin entre la cosa y su propia esencia, la huella del esfuerzo impotente del discurso para captar la cosa en su totalidad; deviene, en tanto que principio y causa, el principio unificador, mediador, que concilia la cosa con ella misma, es decir, la cosa como materia y la cosa como forma (P. Aubenque, El problema del ser en Aristteles, II parte, 3 La escisin esencial, PUF, 1962, p. 478-479).
Como seala P. Aubenque, la nica manera de probar la funcin que cumple la esencia en el desarrollo de las cosas del mundo natural consiste en poner en evidencia que las encinas, los bueyes y los hombres en germen se encaminan por s mismos hacia la coincidencia con su forma. Eso vendra a constituir algo as como la evidencia del ser-en-acto de la forma, responsable de ciertos movimientos y operaciones que acontecen en lo material. Toms de Aquino superpone al texto aristotlico una tesis segn la cual toda estructura impuesta por la forma obedece a una actualidad existencial que sobrepuja su capacidad determinante, de donde se deriva que el tejido de relaciones que daba sentido a la phsis estudiada por Aristteles ha de interpretarse a su vez a la luz de un principio consistente exclusivamente en ser. F. Surez regresa en la Disputa Metafsica XXXI, dedicada al estudio de las diferencias entre el ente finito y el infinito a una concepcin en la que cada esencial real se fundamenta a s misma, ahora bien, bajo la condicin de que, antes de ser producida por Dios, la esencia no es ninguna realidad, sino nada:
Esta tercera opinin se ha de explicar de tal manera que la composicin se haga entre la existencia actual, a la que llaman ser en acto ejercido [esse in actu exercito], y la esencia actual existente. En este sentido afirma dicha opinin que la existencia y la esencia no se distinguen realmente, por ms que la esencia concebida abstracta y precisivamente, en cuanto est en potencia, se distinga de la existencia actual como el no ente del ente. Juzgo que esta sentencia as explicada es absolutamente verdadera. Su fundamento consiste brevemente en que una cosa no puede estar constituida intrnseca y formalmente en la razn de ente real y actual por otra cosa distinta de ella misma (DM, XXXI, ii 13).
b) Que una causa primera consista slo en ser, sin contraccin posible, implica por de pronto una correccin necesaria de la siguiente conclusin aristotlica acerca de la sustancia, pues ser por otro ya no puede reducirse a Aquiles es por Tetis y Peleo (vd. especialmente Met., XII 5), sino que, ms all de ello, hay que afirmar que todo ente recibe su ser de otro que l mismo consiste slo en ser, esto es, que como leemos en el celebrrimo incipit del Evangelio segn 18 san Juan en el comienzo [arch] era el Lgos, y el Lgos era cabe Dios y el Lgos era Dios, entendiendo por lgos el fundamento del contenido entitativo de cada ente. Ningn agente aristotlico, no ya fsico, sino incluso hiperfsico, podra igualar semejante super- accin, mediante la cual se rompe la conmensurabilidad de la generacin algo que ya es en acto produce un ente semejante a l que pertenece a su misma especie y tiene lugar una creacin a partir de la nada:
Que la forma no se genera, por lo dems, lo pone de manifiesto el razonamiento, no slo tratndose de la sustancia, sino que el razonamiento vale igualmente en relacin con las determinaciones primeras [categoras] como cantidad, cualidad y las dems categoras. As como se genera la esfera-de- bronce, pero no la esfera ni el bronce, y lo mismo es aplicable al bronce si es que se genera (siempre, en efecto, han de preexistir la materia y la forma), as tambin ocurre con el qu-es, con la cualidad, con la cantidad e igualmente con el resto de categoras. Y es que no se genera la cualidad, sino un leo de tal cualidad, ni se genera la cantidad, sino un leo o un animal de tal cantidad. Estas indicaciones permiten, sin embargo, captar algo propio de la entidad: que es necesario que se d previamente otra entidad plenamente actualizada que la produzca, por ejemplo, un animal si se genera un animal. Por el contrario, no es necesario que se den previamente la cualidad y la cantidad, a no ser slo en potencia (Metafsica, VII 9, 1034 b7-19).
En la doctrina de la sustancia de Aristteles la causalidad eficiente que vincula a un padre y a un hijo est sometida a la condicin de pertenencia a una misma especie, que es precisamente la que se conserva en el sucederse de las generaciones. Habra que desplazarse hasta la causalidad final para hallar algo as como una generacin depurada de toda propiedad fsica, conforme a la cual un ente fsico ensaya continuadamente perfeccionarse en la medida de lo posible, aspirando a la coincidencia con lo que su definicin dice que debe ser. La metafsica tomista se desprende de la condicin impuesta por Aristteles a la generacin fsica, admitiendo una comunicabilidad entre el ser supremo y el resto de los entes que gira en torno a la tenencia en comn de un acto. El siguiente pasaje de B. Montagnes La doctrina de la analoga del ser segn Toms de Aquino, Lovaina, 1963 ilustra con nitidez el uso del trmino acto en la lectura tomista de la causalidad eficiente:
He ah lo que implica la causalidad eficiente: ejercida por un ser en acto, hace existir un nuevo ser en acto que no se confunde con el primero, puesto que el efecto y la causa existen cada cual por su cuenta, pero que comunica con l en el acto, habida cuenta que el acto del agente deviene el del paciente. El acto es al mismo tiempo lo que el efecto tiene en comn con la causa y aquello por lo que no se identifica con ella. As, mediante una verdadera comunicacin de ser, Dios produce a las criaturas y la causalidad creadora establece entre los seres y Dios el vnculo de participacin indispensable para que haya entre ellos una analoga de relacin. Ya no ser necesario recurrir a la analoga de proporcin y Santo Toms no volver a la doctrina del De veritate (pp. 91-92).
Esto significa, por lo pronto, el abandono del vocabulario de la forma por el del acto, trminos que a lo largo de la Metafsica de Aristteles haban mantenido una relacin de correspondencia. Un poco ms adelante nos ocuparemos de determinar de qu depende la sustitucin en la obra tomista del discurso de la analoga por el del acto con vistas a dar razn de la relacin establecida entre Dios y la creacin. El hecho de que la forma ni se genere ni se destruya, como por otro lado cualquier principio, no es suficiente segn la ontologa tomista para dar cuenta de un contenido exterior a la naturaleza o esencia, que no es otro que el hecho de que algo sea. Esta contingencia encuentra su trmino nicamente en un ente en el que no se aprecie ni se d desconexin entre esencia y existencia 24 , precisamente por consistir nicamente en ser:
24 Cfr. este decisivo pasaje de DEE con los siguientes de la ScG, I 21 Dios es su propia esencia y 22 En Dios se identifican el ser y la esencia, pp. 158-159 (ed. BAC): El ser expresa cierto acto. No se dice, en efecto, que una cosa sea cuando est en potencia, sino cuando est en acto. Ahora bien, todo aquello a lo que conviene un acto distinto de s mismo se halla respecto de l como potencia, ya que el acto y la potencia son denominados correlativamente. Si, pues, la esencia divina es otra que su ser, la esencia y el ser se hallan en relacin de potencia a acto. Pero se ha demostrado que en Dios no hay nada 19
Por consiguiente, es evidente que el ser es otro distinto de la esencia o quididad, a no ser que sea alguna cosa cuya quididad sea su mismo ser; y esta cosa no puede ser sino una y primera, porque es imposible que se haga una pluralidad de algo, sino por adicin de alguna diferencia, como se multiplica la naturaleza del gnero en la especie; o por esto, que la forma se recibe en diversas materias, como se multiplica la naturaleza de la especie en diversos individuos; o por esto, que uno es absoluto y otro recibido en algo, como si hubiese algn calor separado, sera otro del calor no separado, por su misma separacin. Pero si se pone alguna cosa que sea slo su ser, de tal manera que el mismo ser sea subsistente, este ser ya no recibira la adicin de diferencia, porque ya no sera slo ser y adems de esto sera alguna forma; y mucho menos recibira la adicin de la materia, porque ya no sera ser subsistente, sino material. Por eso, queda que una tal cosa que sea su ser, no puede ser sino una. Por eso es preciso que en cualquier otra cosa, excepto ella, sea otro su ser y otra su quididad, naturaleza o forma. Por eso, es preciso que en las inteligencias haya el ser adems de la forma; y por esto, se ha dicho que la inteligencia es forma y ser (DEE, cap. VI, p. 189-191).
El ingreso del Ipsum esse, esto es, del Dios de Moiss Yo soy el que soy, en el estudio del ser de los entes introduce una dificultad de no poca importancia, que atae a su manera de relacionarse con las criaturas o el conjunto del ens commune, el verdadero objeto de la metafsica tomista, cuya consistencia procede de este ser peculiarsimo. Como es sabido, Toms de Aquino se preocupa mucho de que la relacin entre Dios y las criaturas no quede reducida a una suerte de comunidad formal pantesta, que incluso nuestra manera de hablar expresiones del tipo Dios est en todas las cosas, en las que no se atiende suficientemente, por ejemplo, al hecho de que Dios sea causa primera ha podido ocasionar. De esta manera, Dios quedara reducido a un ser universal [esse universale], en virtud del que todo es formalmente, pero no sera la causa responsable de que en cada cosa haya un actus essendi o acto de ser. El cap. VI de DEE parte precisamente de la denuncia de dos maneras incorrectas de representarse al ser divino:
a) Dios no est en un gnero (vd. S.c.G., I 25) inmaterial, ni mucho menos en el representado por la materia, porque la simple mencin del universal implica lo siguiente: la diferencia entre esencia y existencia.
b) Dios no es un ser universal (vd. S.c.G., I 26) en virtud del cual las cosas restantes seran formalmente, como solan defender los partidarios del filsofo pantesta Amauric de Bne, pues por ese expediente lo que en ningn caso se observa es la dependencia de los entes con respecto a Dios en punto a su ser. Siguiendo esta posicin, todos los entes coincidiran en la misma naturaleza o esencia, lo cual es imposible, y adems su ser formal estara dotado de una consistencia inmortal, lo cual tampoco se verifica. Ambas consecuencias, provienen de la resistencia a reconocer en Dios una identificacin de dos principios que por s mismos se distinguen, a saber, la esencia y el ser o la existencia.
Las concepciones pantestas privan a Dios de su existencia propia y total, sin caer en la cuenta de que por esta va los perjudicados principales son los entes y su independencia ontolgica, que resultaran meras derivaciones de una causa formal comn:
potencial, sino que es puro acto. La esencia divina, por consiguiente, no es otra cosa que su ser; y con el siguiente pasaje de la op. cit. de K. Rahner: .La metafsica alcanza a Dios slo como fundamento (principium) de su objeto, el ens commune y le resulta imposible esencialmente convertir a este fundamento as conseguido de nuevo en objeto de una disciplina especial []. Objetos metafsicos ente que no es experimentable slo son encontrables, en cuanto el objeto de la metafsica, el ens commune (que no es objeto alguno, que no es res in se ipsa), los presupone ya siempre como fundamento. [] Por tanto, no puede darse para santo Toms, una metafsica especial en el sentido de que le fueran entregados objetos metafsicos, como ya de alguna manera conocidos, y ahora fueran investigados por ella en su ser y determinados ms exactamente. Tales objetos se muestran ms bien tan slo en aquel punto final al que por fin llega el despliegue del nico objeto de la metafsica, el ens commune (pp. 370- 371).
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Ahora bien, el ser divino no slo existe sin adiciones conceptualmente, sino tambin en la realidad; y no slo sin adicin, sino tambin sin capacidad de adicin. Y, en consecuencia, porque no recibe ni puede recibir adicin, se puede concluir con ms firmeza que Dios no tiene un ser comn, sino propio. Por eso, su propio ser se distingue de los dems en que nada se le puede aadir (S.c.G., I 26 Dios no es el ser formal de todas las cosas).
Es perfectamente posible sostener una tesis creacionista en metafsica que no convierta a la divinidad en un ente trascendente con respecto a lo creado, tal y como prueban las distintas especies de pantesmo, que comparten la formulacin de esa relacin en los trminos de la participacin comn en una misma naturaleza. La nocin de esse commune 25 cumple precisamente la funcin de conectar la presencia del esse en Dios (ipsum esse) y en las criaturas, radicalmente heterogneos debido a su consistencia, de suerte que en las segundas sea siempre posible establecer la distincin entre esencia y existencia. Los entes finitos participan per compositionem del ens communis, pues se trata del acto que los conforma ms ntimamente y, a su vez, el ente espiritual se relaciona per similitudinem con el Ipsum esse 26 , que cuenta con todas las perfecciones sin ningn tipo de contraccin:
[E]s claro que el ente primero, que es Dios, es un acto infinito, por cuanto tiene en s toda la plenitud del ser sin contraerla a ninguna naturaleza de gnero o especie. Por eso es necesario que su ser no est como inserto en otra naturaleza que no sea su propio ser, porque se limitara con esa naturaleza. Por eso decimos que Dios es su mismo ser. Pero esto no puede decirse de ningn otro ente, igual que no podemos entender que haya varias blancuras separadas, porque, si la blancura estuviera separada de cualquier sujeto y de cualquier receptor, habra solamente una; de igual modo es imposible que haya ms de un ser subsistente. En consecuencia, todo lo que existe despus del primer ente, porque no es su propio ser, tiene el ser recibido en algo que lo contrae; y as, en todo lo creado hay dos componentes: la esencia de la cosa que participa del ser, y el ser que es participado (Sobre las criaturas espirituales, a. 1 Si la sustancia espiritual creada est compuesta de materia y forma; Respuesta).
Francisco Surez tomar tambin la decisin de que el ser de los entes gire en torno a un principio en el que no hay contraccin alguna de ser. Ahora bien, la resistencia a la contraccin puede darse por va positiva considerando que Dios no pertenece a ningn gnero, de lo que Toms de Aquino es decidido partidario o por va negativa convirtiendo a una representacin apta para referirse a cualquier ente en el concepto primero del ser. El tomismo identifica al principio y causa ltima del ser de lo creado con el solapamiento de la esencia y de la existencia, es decir, con una sobreabundancia de determinaciones ontolgicas, de suerte que toda prdida de tal exceso llevara aparejada la prdida del lugar de principio. La novedad suareciana, por su parte, convierte en autntico centro del discurso ontolgico, no a cierta idea
25 La introduccin de J. Velarde a la edicin de la cuestin primera del De veritate (Biblioteca Nueva, 2003) contiene un estudio introductorio de gran utilidad para asentar el sentido de esta expresin en la obra de T. de Aquino, especialmente pp. 14-17. K. Rahner, op. cit., consigna una definicin difcilmente mejorable de este ser considerado en su mximo nivel de abstraccin: Bajo otra perspectiva, sin embargo, tambin el ens commune, precisamente en su vaciedad, seala la plenitud del esse: su indeterminada quididad es solamente el vicario representante de todas las posibles quididades determinadas, y as expresa precisamente que este esse, que es tambin el en s en el ens commune, puede soportar en s y producir desde s todas estas posibles quididades, como su fundamento actualizante (II parte, cap. III, 5 Excessus II, p. 181-182). 26 K. Rahner en op. cit. se detiene precisamente en la direccionalidad de la esencia hacia el ser: El esse no es ms pura existencia, suelo indiferente, podra decirse, sobre el cual, neutro e indiferenciado, tienen que establecerse los distintos seres, si es que quieren transponer su ser ideal al campo del ser real. El esse no es genus; se muestra, ms bien, interiormente movido, no como una dimensin estticamente verificable, sino, cabe decir, oscilando entre la nada y lo infinito. Las esencias no son slo la expresin de la limitacin de este esse, en s ilimitado, a un determinado grado de ser, en este o aquel ens determinado. Las esencias, pues, no se alzan las unas junto a las otras sin relacin ninguna, sino que todas estn referidas al nico esse. El esse no es el ms vaco, sino el ms pleno de los conceptos (cap. III, 5 Excessus I, p. 169).
21 del ente sumo, sino a una ratio o consideracin sumamente genrica del ser, en la que la distincin de una doble acepcin no tiene por qu confundirse con una doble razn, de la mano de la cual la prohibicin aristotlica de pensar al ser como un gnero supremo comienza a caer en el olvido:
[E]nte, segn aquella doble acepcin, no significa una doble razn de ente, que divide una cierta razn o concepto comn, sino que significa el concepto del ente, ms o menos preciso; ente, en efecto, tomado segn la fuerza del nombre, significa lo que tiene esencia real, prescindiendo de la existencia actual, no ciertamente excluyndola o negndola, sino tan slo abstrayndola precisivamente; pero ente, en tanto que participio, significa el ente real mismo o que tiene esencia real con existencia actual, y significa as el ente ms contrado (D.M., II, iv 9).
El horizonte de discusin ha cambiado notablemente con respecto al planteamiento tanto aristotlico como tomista de la pregunta por el ser. F. Surez opta por habilitar un progreso en la pregunta por el ser, disponiendo como modelo del ser no un ser inmvil, ni siquiera una divinidad que da el ser a los entes, sino una representacin sumamente abstracta, en condiciones de acoger cualquier ejemplar de ente, desde los ms imperfectos y contingentes hasta el ms perfecto y necesario. Esta su naturaleza proteica puede llegar a identificarse con todo precisamente por no ser propiamente nada la convierte en un estado de mxima precisin en relacin con lo fsico, en lo que coincidira con el Dios tomista, pero tambin de mxima abstraccin, lo que representa una ruptura clara con una metafsica anclada en el esse. El resultado de esta doble operacin precisito-abstractiva es la superposicin de una realitas con respecto al esse. Este proceder le permitir a Surez rechazar toda analoga de proporcionalidad o de atribucin extrnseca entre los distintos significados de ser, sustituida por una analoga de atribucin intrnseca, que se compadece con la subsuncin de toda figura entitativa bajo la representacin comn mencionada. El camino tomista es muy otro. Mucho se ha hablado acerca del presunto abandono por Toms de Aquino del alambicado vocabulario de la analoga por el del acto de ser, con el propsito de expresar la relacin mantenida entre el ser supremo y los entes. Es claro que el vnculo entre Dios y los entes, compuestos y simples, no se reduce al instante en que se produjo la creacin, sino que en tanto que son, causa en ellas el ser, conservndolas en el ser (S.c.G, III 67). As, se establece una relacin de dependencia no recproca entre los entes y su supremo Hacedor, cuya lejana busca expresar el discurso de la analoga de proporcionalidad:
[H]ay que afirmar que el nombre de ciencia no se predica de la ciencia de Dios y de la nuestra ni de manera absolutamente unvoca, ni puramente equvoca, sino segn analoga, lo cual no quiere decir otra cosa que segn una proporcin. Ahora bien, la conveniencia segn una proporcin puede ser de dos modos, y segn esos dos modos se considera la comunidad de analoga. Hay, en efecto, una cierta conveniencia entre aquellas cosas que tienen una proporcin mutua, por el hecho de tener una distancia determinada u otra relacin recproca, como por ejemplo el dos por respecto a la unidad por el hecho de ser su doble; en ocasiones tambin se considera la conveniencia recproca no de dos cosas que son entre s proporcionadas, sino ms bien la conveniencia de dos proporciones entre s, como por ejemplo el seis conviene con el cuatro por el hecho de que lo mismo que el seis es el doble de tres, as el cuatro es el doble de dos; la primera relacin es de proporcin <proportio>, la segunda, en cambio, es de proporcionalidad <proportionalitas>. Por ello, segn el primer tipo de conveniencia encontramos algo que se predica analgicamente de dos cosas de las que una tiene relacin con otra, como por ejemplo el ente se dice de la sustancia y del accidente, por el hecho de que el accidente tiene relacin con la sustancia, y sano se dice de la orina y del animal por el hecho de que la orina posee alguna relacin con la salud del animal; en ocasiones, en cambio, se predica algo analgicamente segn el segundo modo de la conveniencia, como por ejemplo el nombre de visin se dice de la vista corporal y del intelecto, por el hecho de que lo mismo que la vista est en el ojo as el intelecto en la mente. Por tanto, puesto que en estas cosas que se dicen analgicamente segn el primer modo es necesario que haya alguna determinada relacin entre las cosas que poseen algo comn mediante analoga, es imposible segn este modo atribuir analgicamente algo a Dios y a la criatura, ya que ninguna criatura posee una relacin tal con Dios mediante la cual la perfeccin divina puede ser determinada; en cambio, en el segundo modo de analoga no se considera ninguna determinada relacin entre las cosas que tienen algo en comn mediante la analoga, y por tanto segn este modo nada impide que un nombre pueda decirse analgicamente de Dios 22 y de la criatura (Toms de Aquino, De veritate, qu. 2 La verdad del entendimiento es ms principal que la de las cosas?, a. 11).
Esta reconstruccin casi metafrica de la relacin entre lo finito y su fundamento infinito es la solucin que Toms de Aquino ofrece al problema de la participacin entre instancias tan sumamente heterogneas como Dios y los entes, de las que la primera posee per essentiam algo de lo que las criaturas disponen nicamente per participationem. El comentario a los Libros de las sentencias de Pedro Lombardo haba investigado las posibilidades que encerraba la relacin formal de ejemplaridad (causalidad ejemplar) entre Dios y lo creado 27 , una de cuyas derivaciones ms patentes era que la diferencia entre el Ente supremo y el resto de manifestaciones del ser quedara desdibujada en virtud de la semejanza. De esta manera, la conjuncin entre teologa y metafsica quedara irrevocablemente interrumpida, pues el vnculo introducido por la creacin no se vera acompaado de una explicacin ontolgica correspondiente. Los textos que ms prximos estn a esta dificultad son la cuestin sptima del De potentia y la cuestin segunda del De veritate, pero es en la segunda obra donde el trmino proportionalitas parece recuperar una suerte de comunidad dentro de la diferencia entre el fundamento de los entes y la creacin. Frente a la mera proportio entre el nmero 6 y el 3, propia de las magnitudes y de todo aquello que posea una distancia determinada y un hbito estricto, la proportionalitas es una analoga de relaciones, que se puede establecer aun all donde los analogados no tengan ningn gnero comn ni relacin directa alguna. La segunda manera de relacionar corrige uno de los principales defectos de la causalidad ejemplar, que no es otro que la inevitable ruptura del adagio de herencia aristotlica, segn el cual finiti ad infinitum nulla est proportio, pero no conjura el peligro de deshacer la ntima unin que el Creador mantiene con el mundo, cuya sustancia est presente en todos como razn de ser 28
(S.Th., I, qu. 8 Sobre la presencia de Dios en las cosas, a. 3, solucin). Esa unin podra quedar reducida, en virtud del alambique metafrico que representa la proportionalitas, a una simple distancia espacial, que impidiera hablar de la inmanencia de Dios en las cosas. El trmino que permite, sin embargo, expresar esa relacin en trminos de inmanencia y de absoluta separacin desde el punto de vista de la sustancia que cabe encontrar en los dos polos del vnculo es el de acto, que toma el discurso sobre la teora formal de la analoga con el propsito de ajustarlo a los trminos de la donacin de un contenido impermeable a la fuerza del concepto:
Cada ser particular posee su esse y tiene parte en la perfeccin de perfecciones por una participacin concreta y segn el modo individual. De esto se desprende que el principio de unidad del conjunto de los seres concretos e individuales no puede ser ms que real. Se sita en el punto de convergencia de las lneas de participacin: es la fuente real de donde surgen los seres particulares y del
27 Vd. Com. Sentencias P. Lombardo, distincin XXXV, qu. 1, a.4: Hay otra analoga [adems de la relacin de prioridad], cuando un trmino imita a otro en cuanto puede, pero no lo iguala perfectamente, y se encuentra esta analoga entre Dios y las criaturas. 28 J.M. Artola, O.P., recoge de la siguiente manera en su trabajo Creacin y participacin. La participacin de la naturaleza divina en las criaturas segn la filosofa de santo Toms de Aquino, Institucin Aquinas, 1963, la crtica tomista a cualquier forma de pantesmo: Santo Toms ha corregido esta apariencia de exterioridad, en las relaciones entre Dios y la criatura, poniendo de relieve el aspecto especfico de la causalidad divina. Este aspecto es el expresado por la frmula causa essendi. Mientras las causas extrnsecas creadas se dirigen a explicar el fenmeno del movimiento o de la produccin de las cosas a partir de una materia y mediante un proceso generativo, es decir, que explican el hacerse de las cosas, la causalidad divina extrnseca explica la realidad total, el ser mismo de las cosas creadas en su condicin de seres contingentes pero existentes. Es la totalidad de lo real, y precisamente en cuanto a su condicin radical de ser, lo que fundamenta esta causalidad. Con ello la eficacia divina, y con ella la presencia subsiguiente, alcanza la intimidad ms profunda de las cosas. Esta intimidad es fruto de la actividad divina, de suerte que el principio constituyente y el fundamento de toda la realidad es Dios, con la particularidad de que su causalidad, en su forma ms especfica, es nica y no se coordina con ninguna causalidad material anterior a su influjo. Esta intimidad de la accin divina, sin embargo, se conjuga con la ms perfecta distincin entitativa entre el ser divino y el creado. Dios es principium omnium et remotum ab omnibus (S.Th., I, qu.13, a. 8, ad 2), p. 73. 23 que, en razn de su misma participacin, stos dependen constante y absolutamente (L. de Raeykaeker, La analoga del ser en la perspectiva de una filosofa tomista: la analoga, Revue internationale de philosophie 87 (1969), p. 105.
VI. Del ser como acto puro al ser como abstractissima ratio entis: la esencia real.
El pensamiento de Francisco Surez, miembro de la orden jesuita y profesor de teologa y filosofa en Roma, Salamanca, Alcal de Henares y Coimbra, a caballo entre los siglos XVII y XVII, se ha incorporado a la historia de la filosofa como el punto de inflexin requerido para la fundacin de la ontologa como una ciencia autnoma. Su obra cumbre, a la que nos aproximaremos muy superficialmente y dedicando especial atencin a los puntos de ruptura con el tomismo, son las cincuenta y cuatro Disputas Metafsicas, cuya edicin princeps se remonta al ao 1597 y a la ciudad de Alcal de Henares, obra en la que el pensamiento aristotlico recibe una lectura claramente novedosa con respecto a la tradicin de los comentadores y en la que es patente el conocimiento y distancia crtica con que las diversas tesis propuestas por las figuras de la escolstica quedan expuestas y examinadas. La disputatio refiere a un modo de proceder en filosofa en que toda decisin que se tome acerca de los textos y las cuestiones que contienen procede de una prueba. El procedimiento comn a las disputas es el de proponer un problema, valorarlo desde las mltiples perspectivas que se hayan tomado sobre l, concluyendo finalmente cul parece la tesis ms atendible. Es carcter del trabajo filosfico de Surez tomar partido por los problemas ms que por la autoridad de que puedan gozar los autores de los que stos proceden o se toman. Un anlisis de los trminos, incluso un anlisis etimolgico puede, en un momento dado, evidenciar los errores en que haban incurrido pensadores anteriores. De esta manera, se inaugura un tipo de trabajo inusitado en el mundo medieval tardo, en el que el autor antepone su conciencia de las dificultades presentes en las cuestiones a la dependencia con respecto a las tesis de Toms de Aquino y sus comentadores y del mismo Aristteles. Slo desde una actitud semejante se comprenden pasajes como el siguiente:
Supuesto ya lo que llevamos dicho acerca del objeto o sujeto de esta ciencia, es necesario exponer ante todo su razn propia y adecuada, y despus sus propiedades y causas; tal ser la primera parte principal de esta obra. En la segunda, expondremos la divisin fundamental del ente, e investigaremos y explicaremos de esta suerte en la medida en que sean accesibles a la razn natural, todas las cosas comprendidas bajo el ente y que incluyen su razn en tanto que estas cosas caen dentro de la razn objetiva de esta ciencia y hacen, en su ser, abstraccin de la materia. Pero para proceder con mayor concisin y brevedad y tratar todo ello con mtodo adecuado, nos abstendremos de hacer prolijas explicaciones del texto aristotlico, con el fin de contemplar ms bien las cosas mismas, acerca de las cuales versa esta sabidura, con aquel orden de doctrina y modo de exponer ms adecuado a ellas. Pues por lo que respecta al texto del Filsofo en estos libros de Metafsica, hay en l algunas partes de escasa utilidad, sea porque se propone, sin dejar resueltas, varias dudas y cuestiones, como acontece en todo el tercer libro, sea porque se para a exponer y refutar las opiniones de los antiguos, como fcilmente puede verse en casi todo el primer libro y en una gran parte de los otros, sea, finalmente, porque repite o resume lo que ya fij en libros anteriores, como ocurre en el once y en otros. [] En cambio, en las siguientes disputaciones nos entregaremos al examen de las cosas mismas, y al propio tiempo cuidaremos de declarar con mayor diligencia la mente y el sentido de Aristteles, y aduciremos cada uno de los testimonios en que suelen apoyarse casi todas las cuestiones (DM, II, proemio) [subrayado nuestro].
O, como el siguiente, perteneciente al proemio del ndice detallado de la Metafsica de Aristteles, que Surez antepone al conjunto de las Disputas, bajo el lema segn el cual nadie puede llegar a ser un telogo cabal sin contar con conocimientos suficientes acerca de lo que sea la Metafsica:
Al haber credo siempre que la mayor eficacia para comprender los problemas y profundizar en ellos resida en un mtodo adecuado de investigacin y deliberacin, que yo no podra ni siquiera seguir o seguirlo con dificultad, en caso de, segn la costumbre de los que exponen, tratar las cuestiones ocasionalmente y como por azar, tal y como surgan a propsito del texto del Filsofo, en funcin de ello he juzgado que sera ms til y eficaz, conservando un orden sistemtico, investigar y situar ante los ojos 24 del lector todas las cosas que pueden ser estudiadas (Proemio del ndice detallado de la Metafsica de Aristteles).
As, pues, la autonoma de la investigacin a realizar adopta el aspecto, como no poda ser de otra manera, de la sustitucin del comentario sensu stricto de la Metafsica de Aristteles por la extraccin de aquello que a lo largo de aquellos libros a los que empieza a considerarse como un producto no siempre armonioso y con frecuencia forzado a la unin por la argamasa del editor del texto merece el apelativo de anlisis sistemtico y metdico de la ciencia del ser en cuanto ser. Ms importante que el texto del Filsofo es el mtodo que permita no desorientarse en el estudio que representa la ciencia del ser en cuanto ser. Este comienzo seala el final de lo que J.-F. Courtine 29 ha calificado de edificio tradicional de la metafsica como proto-teo-ontologa, a saber, el final de la asuncin del ser divino, ya sea desde una vertiente creacionista o no, como un modelo ontolgico para la sustancia compuesta y fsica:
[S]i imaginramos una metafsica que no tratara del ente, pero s de Dios, sta entrara ya algo ms en la nocin de sabidura, tanto por la excelencia de su objeto que en realidad no sera menos abstracto que el ente, aunque no en la predicacin y universalidad cuanto por el goce consecuente con tal contemplacin, y por la inclusin virtual y la causalidad, gracias a la cual un conocimiento tal de Dios engendrara fcilmente el conocimiento de las otras cosas. Pero este conocimiento de Dios exacto y demostrativo no se puede conseguir por teologa natural si no se conocen antes las nociones comunes de ente, de sustancia, de causa y otras semejantes, porque nosotros no conocemos a Dios sino por los efectos y bajo ciertos conceptos comunes, una vez aadidas las negaciones que excluyen toda imperfeccin. Y por esto es imposible que la metafsica sea sabidura en este ltimo sentido si no incluye el anterior (F. Surez, DM, I, v, 15).
Surez emprende un camino de regreso desde la particin, extendida por la obra tomista, entre esencia y existencia para reconocer, partiendo de Aristteles y especialmente de la idea de ciencia que ste haba defendido a pesar de las dificultades manifiestas, que esta distincin parece deberse ms a un prejuicio que a una propiedad de la cosa en general. Con ello nos referimos a una de las intuiciones de este pensador que ms han contribuido a la fundacin de la Metafsica moderna, a saber, que la divisin entre contenido conceptual y contenido existencial en cada ente bien podra obedecer a una preferencia no suficientemente fundada de lo que las cosas son en acto con respecto a lo que son en potencia. Surez considera que, ms all de ese modo de entender lo que hay, una representacin lo suficientemente precisa y general de ente evitara tales desorientaciones que responden ms a la percepcin que al razonamiento. Es preciso, pues, abandonar la idea segn la cual todo en el mundo se encuentra encaminado hacia su terminacin y perfeccionamiento, pues para cada ente nada hay ms deseable que coincidir con su definicin ms apropiada, con independencia de lo que constituya su funcin o actualidad en cada caso. Con ello, se abre el camino de la precisin o supresin de las diferencias entre lo fsico y lo hiperfsico, entre la potencia y el acto, que culmina necesariamente en el concepto formal de ente:
[E]l concepto formal del ente corresponde un concepto objetivo uno, adecuado e inmediato, que no expresa ni la sustancia, ni el accidente, ni Dios, ni la criatura, sino todas estas cosas unitariamente, a saber, en cuanto son en cierto modo semejantes entre s y convienen en ser (DM, II, ii 8).
Como sentencia . Gilson, el ser es la esencia y la realidad de la esencia es su aptitud a existir 30 , de suerte que la decisin acerca de la distincin entre esencia y existencia se convierte en unilateral y queda absorbida por uno de los trminos: la esencia. sta constituye, siguiendo frmulas aristotlicas, la sntesis de las funciones y operaciones propias de un ente, y no sera nada en absoluto si no hubiese sido creada previamente por Dios; ahora bien, es una prole de la mente la que determina lo que sea algo en propiedad. No nos encontramos an ante una tesis
29 Autor de un ya clebre estudio del pensamiento suareciano, Surez et le systme de la mtaphysique, Pars, PUF, 1990. 30 Vd. El ser y la esencia, Pars, Vrin, 1962, p. 147. 25 sobre el ser que considere como operacin ms depurada del intelecto a la concepcin de una mente pura y atenta, tan fcil y distinta, que en absoluto quede duda alguna sobre aquello que entendemos 31 , pero sin duda el camino hacia esta afirmacin est siendo roturado a conciencia. Los conceptos siguientes permitirn describir, desde su aspecto ms general, la fundacin de la ontologa como ciencia estricta que ensayan las Disputas:
a) La primera distincin que presenta la segunda Disputa, en cuyas manos queda la determinacin del objeto apropiado para la ciencia del ser en cuanto ser, es la de concepto formal y concepto objetivo, de los cuales el primero el trmino intrnseco y formal de la concepcin mental constituye un acto, no fsico, sino intelectivo, por medio del cual aprehendemos las notas constituyentes de un ente de la manera ms abstracta que quepa pensar. Se presupone que no se da desajuste alguno entre lo que el entendimiento considera posible y aquello que el mundo presenta como real, pues el pensamiento de una cosa posible acta como una suerte de morph intelectiva, en el estado de mxima precisin, que puede contraerse con arreglo a varios grados para aplicarse a lo real fctico y exponer su correspondencia con ste. Ningn lugar queda aqu, pues, para pensar en el modo en que la materia multiplica, dejando su huella en los distintos entes, habida cuenta de la prelaca de lo pensado con respecto a lo sentido o aprehendido por los sentidos. Es ms, esa relacin trascendental con la materia que el tomismo haba declarado de alcance universal al menos en el orden de la sustancia compuesta es juzgada desde las Disputas como el efecto de un deficiente conocimiento del alcance de lo concebido por el entendimiento. La serie gnero-especie-individuo (materia) deba sustituirse por un referente intelectual depurado, desprovisto de mezcolanza con la multiplicacin operada por la materia, en la que se supone una radical opacidad al concepto. As, pues, es el concepto objetivo no la forma inmanente en cierta materia el que se refiere a la cosa o razn correspondiente a la intencin que representa el concepto formal:
As, por ejemplo, cuando concebimos al hombre, se llama concepto formal aquel acto que realizamos en la mente para concebir al hombre; pero el hombre conocido y representado por aquel acto se llama concepto objetivo (DM, II, i 1).
Entre una y otra acepcin del concepto no encontramos ruptura alguna, sino que ambos indican algo uno, en su modalidad intelectual y en su modalidad mundana, sin que en ningn momento aparezca de un lado una nota que carezca de correspondencia en el otro. Por otra parte, los entes singulares son conocidos sin recurrir a la materia quantitate signata, contando nicamente con el estado actual de lo pensado, pues en definitiva eso seran Scrates o Calias frente al contenido intelectual hombre, a saber, la actualizacin de un pensamiento, operacin que no se cumple en ningn afuera de la mente somos nosotros quienes comprendemos la concrecin existencial de un edos, sino que dinamiza y despliega posibilidades que slo nuestra facultad para pensar alberga. Podra sostenerse que Surez, tanto como Toms de Aquino, convierte a la abstraccin en condicin necesaria del conocimiento de los entes, ahora bien, para el primero ese procedimiento mediante el que la forma queda aislada de la materia se radicaliza hasta separar la existencia de la cosa, hecho incomprensible para la metafsica tomista.
b) Surez es firme defensor de que una mayor atencin a la terminologa filosfica y un uso correcto de la etimologa podran disolver buena parte de las disputas entre escuelas, pues stas obedecen ms a una diferencia de palabras que de conceptos. El trabajo con el vocabulario es una constante del trabajo de Surez, que aproxima al Doctor Eximio a la discusin sobre el estatuto de los universales de que se ocupan algunas lneas del pensamiento analtico contemporneo. Esta atencin a la letra conduce a economizar principios, como es el caso del concepto de ente, cuya diversidad de significados tantos como el ser Surez reconduce a la unidad de un concepto, a saber, el concepto de esencia real, para el que toda concrecin es
31 Segn la clebre definicin cartesiana de intuicin, vd. Reglas para la direccin del espritu, III, Alianza, 1984, p. 75. 26 efecto de una contraccin posible. El ente, entendido de la manera ms abstracta, acoge dos significaciones, que no ha de confundirse con una doble razn de ente, sino, en todo caso, con dos grados de concrecin de un mismo trmino:
[E]nte, segn aquella doble acepcin, no significa una doble razn de ente, que divide una cierta razn o concepto comn, sino que significa el concepto del ente, ms o menos preciso; ente, en efecto, tomado segn la fuerza del nombre, significa lo que tiene esencia real, prescindiendo de la existencia actual, no ciertamente excluyndola o negndola, sino tan slo abstrayndola precisivamente; pero ente, en tanto que participio, significa el ente real mismo o que tiene esencia real con existencia actual, y significa as el ente ms contrado (DM, II, iv 9).
Nos referimos a la comprensin de ente como nombre y como participio, donde la primera acepcin subraya que la esencia real puede pensarse con independencia de su ser en acto, mientras que la segunda co-significa tiempo como el Sobre la interpretacin de Aristteles haba sealado en el verbo y toma en consideracin el ser actual de aquel contenido conceptual. Esta es una distincin que, como Surez seala, los discpulos y comentadores de los textos tomistas rehusaron reconocer, ocasionando dificultades aparentes en la investigacin metafsica. Ser como nombre y ser como participio coinciden en su origen comn en una misma razn, de suerte que, en lugar de remitir a fuentes de conocimiento heterogneas la forma y el ser en Toms de Aquino, hay que entenderlos reunidos, como dos grados del mismo continuo intelectivo. As, pues, el mtodo y la intencin economizadora de los principios de Surez reduce a unidad a diferencias que anteriormente haban sido dispuestas en el interior de la esencia y en su exterior existencial. La entera separacin entre esencia y existencia se reformula en los trminos siguientes: si se toma ente en su acepcin de nombre o si se toma el mismo trmino en su acepcin de verbo, se siguen consecuencias distintas:
Consta, adems, por el uso comn que ente, aun tomado como ente real (y as lo hacemos nosotros ahora), no solamente se atribuye a las cosas existentes, sino tambin a las naturalezas reales consideradas segn s mismas, que existan o no; como tambin la metafsica considera el ente y lo divide de este modo en diez predicamentos. Pero en esta significacin, ente no conserva su fuerza participial, porque el participio cosignifica tiempo, y significa as la ejecucin del ser o del existir, y por esto, el vocablo existente nunca puede decirse de una cosa que no exista en acto, porque retiene siempre la fuerza participial del verbo existir; luego es necesario que en esta segunda significacin se tome ente en su acepcin de nombre. Por lo cual, los antedichos autores admiten, en realidad, esta divisin, aunque la rechacen verbalmente, porque da lo mismo decir que ente significa a veces una cosa existente en acto y otras tan slo en potencia, que decir que se toma a veces como participio y otras como nombre o como dicen otros participialmente y nominalmente (D.M., II, iv 3).
Sin intencin de invalidar, tras unas lneas tan escasas como las que le dedicamos aqu, la seguridad de la posicin de Surez, podramos decir que tras este procedimiento de depuracin de la terminologa llamemos ente tanto a lo que se piensa como a lo que encontramos en la realidad la diferencia entre quididad y ser no queda explicada, sino fundamentalmente encubierta bajo cierto manejo de las palabras. En cualquier caso, desde el De ente et essentia hasta las Disputas metafsicas hay un significativo recorrido, en cuyo desenlace diferencias que hasta el momento haban colocado al ser en las afueras del lgos de la definicin del lgos griego, no del lgos creador del pasaje evanglico quedan incorporadas a un continuum que lo es del concepto, esto es, de la esencia real.
c) El ente entendido como nombre, segn el texto de la DM II (iv 9) ms arriba, significa lo que tiene esencia real, en la que se hace abstraccin precisiva de la existencia actual, de suerte que sta no quede excluida, sino que corresponda a una ms de las posibilidades que le caben al ente en tanto que tal. Tal y como vimos de la mano del opsculo tomista dedicado al ente y la esencia, abstraccin y precisin no son trminos equivalentes no es lo mismo abstraer de la materia signada de un ente que suprimir enteramente su carcter material, pero Surez considera que la separacin de lo fctico realizada por una y otra carecen de diferencias 27 considerables. En efecto, lo material no desempea en las DM la funcin de hilo conductor para descubrir la existencia fctica, sino que la posibilidad que decide el concepto se vale por s misma para producir su trnsito a lo real mediante sucesivas operaciones intelectivas. Pensar de otro modo, exigir que cada paso del entendimiento se vea apoyado por un paso correspondiente en la realidad no significara pensar por s mismo, a juicio de la ontologa que funda Surez, sino una renuncia a este estilo libre del pensar por mor de las restricciones impuestas por un pretendido principio del paralelismo, que impide encontrar en el entendimiento la clave de lo real. En definitiva, se tratara de pensar el ser desde un nuevo modelo que retoma la pareja aristotlica de significados del ser, entendido como potencia y acto, para convertir al segundo en un caso particular del primero 32 . Nadie sabe, pues, lo que puede la potencia del concepto real ni su aptitud para llegar a ser en acto, debido a que nadie ha confiado suficientemente en algo distinto del acto para determinar aquello que sean los entes.
[S]i se toma ente en cuanto significado por este vocablo, en su acepcin de nombre, consiste su razn en ser algo que tiene esencia real, es decir, no ficticia ni quimrica, sino verdadera y apta para poder existir realmente (DM, II, iv 5).
d) Los puntos anteriores tienen como consecuencia un replanteamiento de la distincin entre esencia y existencia con respecto a lo que de ellas alcanzbamos a ver de la mano del opsculo tomista. Si la existencia no procede de un principio heterogneo a toda definicin o esencia, habr que determinar en qu relacin quedan estos dos estados, que ahora se conciben como grados de un mismo continuo. La negativa a considerar a la existencia algo otro de la esencia podra, a primera vista, parecer un claro retorno de Surez al texto aristotlico, pero, bien mirado, la distancia que se abre entre ambos es llamativa. Aristteles haba establecido que entre la forma y el ser de las sustancias no hay dicotoma alguna, sino que la morph trmino comn a muchos segn su definicin es el principio ms adecuado para dar razn de lo que cada uno de los entes lleguen a ser y puedan hacer, consigo mismos y con los otros. La forma aristotlica tena como propsito exponer el modo en que las cosas se aproximan a su fin propio, realizando las actividades que les pertenecen segn su definicin. Pero eso no quiere decir que, por s misma, la forma ponga la realidad de la funcin [rgon], sino que ms bien lo problemtico de las cosas que ya hay en la naturaleza conduce a que indaguemos cul es su ser. El proceder suareciano es muy otro 33 , pues, a su entender, la esencia real no da razn de la existencia actual de los entes, siendo sta algo dado con independencia de nuestra reflexin sobre la realidad, es decir, la esencial real no es el lugar en que la existencia actual de los entes se comprende y comienza a ser un contenido de la reflexin. Al contrario, la existencia actual procede de la esencia real como una de sus concreciones, la ms decisiva, de suerte que desplegara el contenido de realidad que encontramos previamente dispuesto en un concepto:
Pues no puede ser el que la esencia se convierta en ente actual y quede constituida fuera de sus causas, puesto que esto lo debe formalmente al ser actual de la esencia, segn demostramos muchas veces; ni es tampoco el que la entidad de la esencia exista actualmente por s o en otro, ya que estos modos de ser los posee por la subsistencia o por la inherencia: qu confiere, pues, otra existencia? Se
32 Vd. . Gilson, op. cit., p. 147. 33 Hablar de una integracin de la esencia y la existencia en la misma continuidad, en tanto que grados distintos de la misma, implica el rechazo de la concepcin de esos trminos como lo abstracto y lo concreto: Alguno podra tomar de aqu la ocasin de afirmar que la esencia y la existencia se distinguen racionalmente, de tal manera que aquella sera lo abstracto a modo de forma, mientras que sta sera como lo concreto a modo de efecto formal ejercido. [][L]a esencia y la existencia sern lo mismo y slo se diferenciarn en los nombres, porque, del mismo que del verbo sum y esse derivaron los latinos esencia porque por ella es la cosa, o porque es aquello por lo que algo es, as tambin del verbo existo y existere han tomado los filsofos el nombre de esencia, por la que la cosa existe. Por la misma razn hay que afirmar, en consecuencia, que el ser de la esencia y el de la existencia, si a ambos se los toma con propiedad por el verdadero ser real, tampoco se diferencian por razn, sino que se diferencian nicamente en la palabra, pues el ser de la esencia y el de la existencia se comparan entre s igual que se comparan la esencia y la existencia (DM, XXXI, vi 20).
28 dir: da el existir, es decir, constituye formalmente la esencia, no en la razn de esencia, sino en la razn de existente. Pero esto es una peticin de principio o explicar lo mismo por lo mismo; ya que lo que buscamos es precisamente esto: qu aade el existir sobre el ser actual fuera de sus causas, comunicado por la eficiencia de la causa eficiente, por el cual queda la esencia verdaderamente constituida en la razn del ente actual, ya que damos por supuesto que no se trata de la subsistencia o inherencia; y, de modo semejante, preguntamos qu aade existente sobre ente en acto fuera de las causas, una vez supuesto que no aade el ser subsistente o inherente. Por consiguiente, dado que no se puede concebir una razn real distinta de las referidas, llegamos a la conclusin de que ente en acto y existente significan la misma realidad y razn formal, y que no puede, por lo mismo, imaginarse un ser de existencia distinto del ser por el que cada realidad se constituye en la actualidad de su esencia (DM, XXXI, v 11).
Nada hay en la existencia en acto de un ente que no quede recogido integralmente en su esencia real. La nica diferencia entre uno y otro trmino es de razn (ratione). Una extraa dependencia de quienes se han ocupado de la ciencia del ser en cuanto ser con respecto del acto parece haber impedido lo que, a ojos de Surez, constituye la ocasin preciosa para que la ciencia buscada progrese verdaderamente, esta vez sin tolerar ambigedades con respecto a su objetos ciencia universal por ser primera o ciencia primera por ser universal ni a su mtodo dialctica o el camino seguro de una ciencia, pues la esencia real y el proceder por prueba de los trminos adoptados actuarn como la mejor disciplina y prevencin del error. Con esto no quiere decirse que la esencia real se fundamente a s misma, al modo de una causa sui, sino que le debe su ser a Dios, antes de cuya creacin aquella esencia no era absolutamente nada (DM, XXXI, ii 1). Todo lo creado manifiesta una correspondencia sin excepcin entre lo que cae del lado de la esencia y la actualidad que expone la existencia, hasta el punto de que nada podr encontrarse en la segunda que complemente a la primera, a no ser que la concrecin y la gradacin con arreglo a la existencia se considere una salida de lo pensado rigurosamente por el entendimiento. El ser de la existencia coincide con el ser en virtud del cual un ente se halla formal e inmediatamente fuera de sus causas (DM, XXXI, iv 6), el esse extra causas, que no introduce ninguna novedad en el ser en virtud de otro en el que arraiga cada esencia real. Tanto la esencia real como la existencia cubren el sentido de un ser contingente, carente de fundamento propio y autonoma metafsica. Ahora bien, una vez tomado el aspecto de lo posible, lo existente advendr por aadidura, de modo que la nocin tomista de actus essendi se ve sustituida por la nocin suareciana de esencia real 34 . Con ello, la consideracin aristotlica de que el hombre vivo, que habla y se mueve libremente es algo distinto del hombre del manual de anatoma recibe un revs del que a duras penas se recuperar. Un giro en la concepcin de la ontologa a cuya fundacin asistimos aqu no se producir seguramente hasta la recuperacin de la diferencia real entre esencia y existencia en la Crtica de la Razn pura de I. Kant, all donde, como es bien sabido, se observa que el ser no es un predicado real (A 598/B 626), esto es, no se suma a la quididad del ente ni su advenimiento depende de complejas espirales conceptuales, sino que se trata ms bien de la posicin de algo otro con respecto al concepto.