La Revelacion - Josef SCHMITZ PDF
La Revelacion - Josef SCHMITZ PDF
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de teologa
1
BIBLIOTECA DE TEOLOGA
PANORAMA ACTUAL DEL PENSAMIENTO CRISTIANO
15
LA REVELACIN
por JOSEF SCHMITZ
BARCELONA
EDITORIAL HERDER
1990
JOSEF SCHMITZ
LA REVELACIN
BARCELONA
EDITORIAL HERDER
1990
Versin castellana de C O N S T A N T I N O R U I Z - G A R R I D O , de la obra de
JOSEF S C H M I T Z , Offenbarung,
Patmos Verlag, Dusseldorf 1988
IMPRMASE: Barcelona 30 de agosto de 1989
JA U M E T R A S ER R A , vicario general
19S8 Palmos Verlag, Dusseldorf
1990 Editorial Herder S.A., Barcelona
Prohibida la reproduccin total o parcial de esta obra, el almacenamiento en
sistema informtico y la transmisin en cualquier forma o medio: electrnico,
mecnico, por fotocopia, por registro o por otros medios, sin el permiso previo y
por escrito de los titulares del Copyright
ISBN 84-254-1704-X
Es PR O PI ED A D D EPS I T O LEG A L: B. 21.720-1990 PR I N T ED IN S PA I N
G R A FES A - aples, 249 - 08013 Barcelona
ndice
Abreviaturas 9
Introduccin: La revelacin, tema de la teologa fundamental . 11
1. Experiencia de la revelacin 19
1.1. La experiencia de la revelacin en el mbito
profano 25
1.1.1. Experiencias de iluminacin en sentido amplio 26
1.1.2. Experiencias de revelacin 28
1.2. La experiencia de la revelacin religiosa 31
1.3. La experiencia de la revelacin en la Biblia 38
1.3.1. La experiencia de la revelacin en el A ntiguo
T estamento 39
1-3.2. La experiencia de la revelacin en el N uevo
T estamento 44
1.3.2.1. La experiencia de revelacin personal de Jess 47
1.3.2.2. La experiencia de revelacin de los discpulos 52
2. Comprensin de la revelacin 57
2.1. La reflexin temprana en torno al concepto de
revelacin 58
2.1.1. EnlaBiblia 58
2.1.2 En la Iglesia antigua 61
2.2. La revelacin como principio fundamental en la
teologa medieval 64
2.3. La revelacin como concepto clave de la teologa
moderna 71
5
2.4. Reinterpretacin del concepto de revelacin en el
siglo xx 76
2.5. Reflejo de este desarrollo en las enseanzas del
magisterio eclesistico 78
2.5.1. El concilio de Trento (1545-1563) 79
2.5.2. El concilio Vaticano i (1869-1870) 80
2.5.3. El concilio Vaticano H (1962-1965) 86
2.6. Retrospectiva: modelos fundamentales de
pensamiento acerca de la revelacin 100
2.6.1. La revelacin como experiencia de epifana 101
2.6.2. La revelacin como instruccin 101
2.6.3. La revelacin como autocomunicacin 102
3. La doctrina de la revelacin 105
3.1. La revelacin en la creacin y en la historia 108
3.1.1 La revelacin por medio de la creacin 109
3.1.2. La revelacin histrica 121
3.1.3. La coordinacin de ambas formas de revelacin .... 130
3.2. La palabra y la obra en el acontecer de la
revelacin 132
3.2.1. A qu hace frente esa coordinacin? 133
3.2.2. El carcter sacramental de la revelacin 134
3.2.3. La relacin mutua entre palabra y obra 136
3.3. La revelacin como acontecimiento y como gracia . 137
3.3.1. La revelacin como acontecimiento externo en
palabra y obra 139
3.3.2. La revelacin como acontecimiento interno de
gracia , 145
3.3.3. La coordinacin de acontecimiento y gracia 149
3.4. Las diversas fases de la historia de la revelacin .... 151
3.4.1. Razones que justifican esta distincin 152
3.4.2. Peculiaridades de las diversas fases 155
3.5. El carcter insuperable y definitivo de la revelacin
de Cristo 166
3.5.1. Fundamentos de esta conviccin 167
3.5.2. Para entender rectamente la pretensin cristiana ... 169
3.6. La revelacin y la Iglesia 177
3.6.1. La Iglesia implica la/evelacin 178
3.6.2. La revelacin implica la existencia de la Iglesia 179
3.6.3. Correccin de malentendidos 183
6
4. Justificacin racional de la fe en la revelacin 187
4. 1. La oposicin entre fe en la revelacin y autonoma
de la razn 190
4.1.1. Para comprender la edad moderna y la ilustracin .. 191
4.1.2. La crtica ilustrada de la revelacin 201
4.1.3. El tratado apologtico sobre la revelacin 211
4.1.4. Situacin actual de la confrontacin 217
4.2. La superacin del enfrentamiento mediante una
relacin crtica mutua 224
4.2.1. Presupuestos por parte de la fe en la revelacin 226
4.2.2. Desvirtuar las objeciones de la razn moderna 230
4.2.3. Posibilidades de verificar la fe en la revelacin 256
ndice de nombres 291
7
Abreviaturas
Documentos del concilio Vaticano II
AG Decreto Ad gentes, sobre la actividad misionera de la
Iglesia.
CD Decreto Christus Dominus, sobre el oficio pastoral de
los obispos en la Iglesia.
DV Constitucin dogmtica Dei Verbum, sobre la divina
revelacin.
GS COTistiVTk pastoTal Gaudium ef spes, sobve la iglesia
en el mundo actual.
LG Constitucin dogmtica Lumen gentium, sobre la Igle-
sia.
NA Declaracin Nostra aetate, sobre las relaciones de la
Iglesia con las religiones no cristianas.
OE Decreto Orientalium Ecclesiarum, sobre las Iglesias
orientales catlicas.
OT Decreto Optatam totius Ecclesiae renovationem, sobre
la formacin sacerdotal.
UR Decreto Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo.
Nota. Todos estos documentos se citan segn la edicin: Concilio
Vaticano n, Constituciones. Decretos. Declaraciones, Editorial Catli-
ca, Madrid
5
1967.
9
Otras fuentes
AS Acta synodalia sacrosancti concilii oecumenici secundi,
Roma 1970-1978.
CFF H. Krings, H.M. Baumgartner, Ch. Wild (dirs.), Con-
ceptos fundamentales de filosofa, 3 vols., Herder, Bar-
celona 1977-1979.
DCT P. Eicher (dir.), Diccionario de conceptos teolgicos,
2 vols., Herder, Barcelona 1989s.
DS H. Denzinger, A. Schnmetzer, Enchiridion symbo-
lorum, definitionum et declarationum de rebus fidei et
morum, Herder, Barcelona
36
1976.
DZ E. Denzinger, El magisterio de la Iglesia, Herder, Bar-
celona
3
1963 (versin castellana de la 31 ed. del DS).
HDG M. Schmaus, A. Grillmeier, L. Scheffczyk, M. Seybold
(dirs.), Handbuch der Dogmengeschichte, Herder, Fri-
burgo de Brisg.-Basilea-Viena 1956ss.
HFTh W. Kern, H.J. Pottmeyer, M. Seckler (dirs.), Hand-
buch der Fundamentaltheologie, Herder, Friburgo de
Brisg.-Basilea-Viena 1985ss.
HWP J. Ritter, K. Grnder (dirs.), Historisches Wrterbuch
der Philosophie, Basilea-Stuttgart 1971ss.
MySal J. Feiner, M. Lhrer (dirs.), Mysterium salutis. Grund-
riss heilsgeschichtlicher Dogmatik, Einsiedeln-Zurich-
Colonia 1965-1981; versin cast., Mysterium salutis.
Manual de teologa como historia de la salvacin, Ma-
drid 1977ss (se cita la ed. alemana).
QD H. Fries, R. Schnackenburg (anteriormente K. Rahner
y H. Schlier) (dirs.), coleccin Quaestiones disputatae,
Herder, Friburgo de Brisg. 1958ss.
S.th. Toms de Aquino, Summa theologiae.
S.c.G. Toms de Aquino, Summa contra gentiles.
10
Introduccin
La revelacin, tema de la teologa
fundamental
El cristianismo actual se entiende a s mismo como
religin revelada, y la teologa cristiana como ciencia de
la revelacin. En esta caracterizacin que ambos hacen
de s mismos, qu significa revelacin? Cmo lograr
que el hombre moderno entienda lo que se expresa me-
diante este trmino? He ah las cuestiones centrales de
las que se va a ocupar la presente obra.
Es verdad que slo el cristianismo moderno se carac-
teriza a s mismo expresamente como religin revelada
para expresar que la revelacin fue su origen, la instan-
cia que lo justifica y el sello de su superioridad. Esta
caracterizacin que el cristianismo hace de s mismo de-
clara que l est, s, en el mundo, pero que no es del
mundo, por cuanto debe su existencia a una actuacin
libre es decir, no necesaria de Dios. En los credos
antiguos no aparece la palabra revelacin; en la Bi-
blia, esta palabra no desempea un papel central, y slo
a partir de la edad moderna se escribieron tratados
teolgicos sobre la revelacin. No obstante, la convic-
cin de que el cristianismo tena un origen que trascen-
da al mundo, forma parte ya desde el principio de
la comprensin que la fe cristiana tiene de s misma. La
fe cristiana existe nicamente porque existe la revela-
11
cin de Dios en la historia de Israel y en Jess el Cristo.
El contenido de esa fe no puede el hombre llegar a co-
nocerlo por s mismo, ni es capaz tampoco de deducirlo
de los datos relativos al mundo o a la sociedad. Vemos
que en el Nuevo Testamento se designa ya como pala-
bra de Dios la realidad que fundamenta y estructura
esa fe: como palabra de Dios que muchas veces y de
muchas maneras habl Dios antiguamente a nuestros
padres mediante los profetas. En estos ltimos das nos
habl por el Hijo (Heb l,ls), por Jesucristo, quien no
slo proclam la palabra (Mt 11,27; Ef 1,3), sino que l
mismo es la Palabra (Jn 1,1-14). Tambin se emplea el
trmino revelacin para deslindar y calificar el mensa-
je cristiano por su origen y por su contenido. Y, as,
escribe Pablo que l no recibi ni aprendi el evangelio
de hombre alguno, sino por la revelacin de Jesucristo
(Gal l,ls), y que el contenido de su mensaje no es sa-
bidura del mundo, sino sabidura de Dios (ICor
2,6s). Sin embargo, el concepto de revelacin no lleg
a ocupar un lugar central en la autocomprensin cris-
tiana hasta la edad moderna; a partir de ese momento se
utiliza para enunciar la razn ontolgica, cognoscitiva y
jurdica y el centro y la norma de todo lo que tiene
vigencia como cristiano
1
.
Este ttulo que ostenta el cristianismo de basarse
en una revelacin no slo tropieza con la incomprensin
del hombre moderno, porque las revelaciones son cosa
extraa para el mundo en el que l vive, o porque en
el mejor de los casos le parecen fenmenos margi-
nales y exticos. Es que, adems, el discurso acerca de
la revelacin se Je antoja como algo ajeno e incluso hos-
1. Vase W. Kasper, Offenbarung Gottes, 53 (las referencias bibliogrficas completas de
las obras citadas las encontrar el lector en la bibliografa al final de la introduccin).
12
til a la vida. Provoca en l desconfianza y hasta repulsa,
porque la comprensin de la revelacin como noticia
especial comunicada a personas elegidas implica algo
que parece estar en contradiccin con los ideales del
hombre moderno, que son libertad, igualdad, frater-
nidad, y con los principios y normas de una conducta
justificable racionalmente. Desde la poca de la ilustra-
cin, el hombre proclama la razn como fundamento,
centro y norma de su conducta. Comportarse racional-
mente quiere decir llevar una vida capaz de comunicar-
se y relacionarse socalmente y conceder validez nica-
mente a aquellos principios que puedan justificarse ante
la razn crtica, a pesar de que se comprenden los lmites
de la razn humana, lmites con los que es razonable
contar. Frente a esto, apelar a la revelacin supone, al
menos segn la opinin predominante, que algunas
ideas importantes para la orientacin y la conducta de la
vida no pueden conocerse mediante la razn humana
universal, sino que se obtienen exclusivamente por re-
velacin. Apelar as a ideas que no son accesibles a cual-
quiera, sino que se han comunicado slo a unos cuantos
elegidos y de forma extraordinaria, pero que no obstan-
te reclaman obligatoriedad universal, es algo que escinde
la sociedad humana en dos grupos desiguales: el de los
privilegiados que han recibido la revelacin y son trans-
misores de la misma, y el de las dems personas que, por
afirmar que tales ideas son superiores a la razn, no son
capaces de verificarlas; a estos ltimos no les queda ms
posibilidad que la de aceptar obedientemente tales ver-
dades. Pero de esta manera no slo se escinde la socie-
dad humana, sino que, al mismo tiempo, se sanciona en
ella una relacin de autoridad y dominio. A esto se
aade que el hombre religioso, que cree haber encontra-
do en estas verdades reveladas el fundamento para la
13
realizacin de su vida, siente que el hecho de cuestionar-
las es para l una amenaza. Como ensea la historia, en
todo ello puede llegarse fcilmente a adoptar actitudes
equivocadas, como la del fanatismo y la intolerancia,
que son capaces de suscitar en la sociedad conflictos de
graves consecuencias. Por estas razones (someramente
indicadas), el hombre moderno experimenta un gran
malestar frente a las exigencias de la revelacin; tales
pretensiones limitan, en su opinin, la competencia de
la razn para vivir una conducta justificable, originan
trastornos de comunicacin entre personas de iguales
derechos, y dificultan la convivencia humana.
Esta situacin, en la que la fe cristiana designa como
revelacin aquello de lo que recibe su esencia y verdad,
y suscita as malestar y rechazo en el hombre moderno,
hace que la revelacin sea tema central de la teologa
fundamental, cuya tarea consiste en reflexionar y justi-
ficar la realidad en que se cimenta la fe cristiana y de la
que ella vive, situndola en su contexto histrico-social,
y en disipar malentendidos y resolver objeciones, a fin
de garantizar siempre de nuevo la capacidad de co-
municacin de la fe cristiana
2
.
Movidos por este inters en materia de teologa fun-
damental, escogemos en esta obra el tema de la revela-
cin y lo estudiamos en cuatro captulos, que tratarn
respectivamente de la experiencia de la revelacin, de la
comprensin de la misma, de la doctrina sobre la revela-
cin y de la crtica de tal revelacin. Este mtodo coin-
cide con la recomendacin dimanada del concilio Va-
ticano II para la renovacin de los estudios eclesisticos,
en lo que respecta a la teologa sistemtica
3
: en primer
2. H. Waldenfels, Konlexluelle Fundamentaltheologie, 19.
3. Vase OT 16.
14
lugar hay que preguntar sobre el tema a la Sagrada Es-
critura y a la tradicin. Luego hay que profundizar en
ello y comprenderlo en sus conexiones, a fin de que
puedan entenderlo como verdad de salvacin los hom-
bres de todas las pocas.
La designacin de religin revelada, considerada
en s misma, difcilmente ser apropiada para expresar
la inconfundible peculiaridad del cristianismo, ya que
apelar a la revelacin no constituye desde el punto de
vista de la historia de las religiones, un rasgo especfico
de la religin cristiana. Cada religin se basa en un
acontecimiento por el cual unos hombres han experi-
mentado que un poder sobrehumano o supraterreno o
una divinidad daba una interpretacin del sentido del
mundo y de la vida humana. Todas las religiones saben
que el hombre no es sencillamente capaz de disponer de
ese misterioso poder divino, sino que ste se halla oculto
y se le sustrae. Por eso, las religiones celebran los acon-
tecimientos en los que ese poder divino se hace presente
o se muestra en objetos o sucesos que pertenecen al
mundo de la experiencia, o en los que una divinidad
habla de manera original, constitutiva de comunidad y
fundadora de tradicin, no como si fueran descubri-
mientos en los que el hombre saca algo a la luz, sino
como revelaciones en las que los hombres son pri-
mariamente objetos pasivos. Por eso, en casi todas las
religiones vivas la revelacin es un momento central,
por cuanto que dicha revelacin no se entiende a s mis-
ma como producto de especulacin humana, sino que
sabe muy bien que se debe a la accin de la divinidad.
La palabra revelacin se emplea en este contexto co-
mo sustantivo verbal y designa primariamente el pro-
ceso por el cual llega algo a ser un hecho dado, es decir,
una determinada manera de experiencia humana. De
15
tales experiencias de revelacin se habla tambin en la
Biblia. sta nos habla de ellas y las atestigua, pero sin
desarrollar una teora sobre las mismas. Lo peculiar del
cristianismo se ver nicamente comparando esas ex-
periencias de revelacin. Por eso, es conveniente inves-
tigar primero en general las experiencias de revelacin,
para averiguar luego qu es lo peculiar de la experiencia
cristiana de la revelacin. De esta manera, se puede
establecer tambin una conexin con la experiencia hu-
mana universal y se puede aclarar la relacin con la
realidad que tiene el hablar de revelacin. Las ex-
periencias de la revelacin y la doctrina sobre la revela-
cin son dos cosas ntimamente relacionadas, pero di-
ferentes. Basarse en la revelacin es cosa imprescindible
para la fe cristiana. Pero no lo es toda interpretacin
teolgica de esa experiencia de la revelacin, ni cual-
quier doctrina sobre la revelacin. Pues esa doctrina
puede ser recta o equivocada, puede ser totalmente
acertada o slo parcialmente acertada, puede ser com-
prensible o prestarse a falsas interpretaciones. En la his-
toria del cristianismo, la doctrina sobre la revelacin ha
experimentado innegables transformaciones. Las ex-
pondremos a grandes rasgos en el captulo segundo, a
fin de que pueda entenderse mejor la doctrina actual
acerca de la revelacin. Esta visin de las cosas es tam-
bin muy importante para la confrontacin con la crtica
moderna de la revelacin, porque est por ver si las
crticas que se hacen de la fe en la revelacin hacen
blanco realmente en la fe en la revelacin sostenida por
el cristianismo actual.
En el captulo tercero desarrollaremos los aspectos
ms importantes de la doctrina catlica actual sobre la
revelacin.
El captulo cuarto estudiar especialmente, una vez
16
ms, la cuestin de cmo habr que representar en las
circunstancias actuales la revelacin para que sta resul-
te comprensible para el hombre. En efecto, la compren-
sin cristiana de la revelacin se har comprensible y se
expresar de manera justificada nicamente dentro del
correspondiente contexto histrico-cultural, contexto
que para nosotros, desde comienzos de la era moderna,
se caracteriza por el mutuo distanciamiento entre la ra-
zn y la fe en la revelacin. Investigaremos cules son
las razones de ese distanciamiento. Y habr que exami-
nar si se puede, y hasta qu punto, eliminar la descon-
fianza de la razn hacia la fe en la revelacin; si se
puede, y hasta qu punto, superar la simple coexistencia
o la contraposicin entre la razn y la revelacin, y si se
puede, y hasta qu punto, lograr que ambas se hallen en
fructfera relacin mutua.
Bibliografa
J. Bernard (dir.), Offenbarung. Phanomen, Begriff, Dimensin, Leip-
zig 1981.
P. Eicher, Offenbarung. Prinzip neuzeitlicher Theologie, Munich
1977.
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W. Kern, H.J. Pottmeyer, M. Seckler (dirs.), Handbuch der Funda-
mentaltheologie II: Traktat Offenbarung, Friburgo de Brisg.-Ba-
silea-Viena 1985.
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nich-Viena-Zurich 1985, 91-186.
K.-H. Weger, Gott hat sich offenbart (HB 946), Friburgo de Brisg.-
Basilea-Viena 1982.
17
/ . Experiencia de la revelacin
A partir de la era moderna se fue imponiendo cada
vez ms en el cristianismo la tendencia a considerar ex-
clusivamente suyo el concepto de revelacin, con el fin
de subrayar la peculiaridad del cristianismo, una pe-
culiaridad a la que no puede llegar ninguna otra religin.
As que la revelacin lleg a ser nota fundamental de la
definicin del cristianismo. Conceptos como fe cris-
tiana, religin cristiana y teologa cristiana son
sustituidos en gran parte por los conceptos de fe en la
revelacin, religin revelada y teologa de la revela-
cin. Este empleo del concepto de revelacin pretenda
destacar que el cristianismo, a diferencia de todas las
dems religiones, se debe a una libre actuacin de Dios
en la historia, actuacin que va ms all de la actividad
de Dios en la creacin. Esta autocaracterizacin del cris-
tianismo como religin revelada se realiz en un contex-
to histrico-intelectual en que se reinterpret la ex-
periencia y la naturaleza y la historia se entendieron
como aconteceres determinados de manera puramente
inmanente. Las consecuencias de todo ello son impor-
tantes para comprender lo que se expone en el presente
captulo.
El acto cotidiano de vivir la vida humana depende de
19
la experiencia (y ello de una manera permanente y tras-
cendente al tiempo) para tener acceso a la realidad. El
lenguaje nos hace ver que el trmino experiencia se-
ala hacia una realidad muy compleja y llena de ten-
siones, que no es, ni mucho menos, unvoca. Segn el
lenguaje corriente, podemos adquirir experiencias,
teniendo nosotros mismos esas experiencias; podemos
acumular experiencia y llegar a ser ricos en experien-
cia; uno puede llegar con la experiencia a adquirir
prctica; lo que se ha adquirido por medio de experien-
cias, puede transmitirse a otros. Por consiguiente, uno
puede tener experiencias, acumular experiencias, tender
activamente a ellas. Pero las experiencias se pueden
tambin proporcionar, sin que se hayan buscado;
pueden ser experiencias dolorosas que contraren lo
que nosotros esperbamos. Las experiencias, por un la-
do, son algo de lo que se puede disponer a voluntad.
Pero, en otros contextos, son algo de lo que no se puede
disponer. Pueden ser experiencias fugaces y no dejar
apenas huellas en la vida del hombre; pero pueden tam-
bin originar crisis y cambiar por completo a una perso-
na. La experiencia se hace valer contra la pura especu-
lacin de pensamiento, contra la mera teora, contra el
saber adquirido nicamente en los libros y contra los
hbitos del pensar. A algunas personas se las critica de
ser incapaces de adquiririr experiencia. Y las condicio-
nes para poder tenerla no son factores fijados de una vez
para siempre.
Si la experiencia, segn la manera corriente de ha-
blar, es un proceso tan dinmico, multiforme, dialctico
y que no se puede dar por terminado, entonces la fi-
jacin de la experiencia reducindola a unos cuantos
aspectos o dimensiones de esa realidad tan compleja, es
una comprensin de la experiencia que puede conducir a
20
la supresin o eliminacin de dimensiones enteras de la
experiencia.
Desde fines de la edad media, las tendencias filos-
ficas y cientficas echaron mano de la experiencia como
la forma preferida de llegar al conocimiento de la reali-
dad. La edad moderna, movida por el impulso de dispo-
ner del conocimiento de la manera ms objetiva, contro-
lable y previsible que se pudiera, entendi la experiencia
como la apercepcin sensible que fuera accesible por
igual a todas las personas, que se obtuviera metdi-
camente, que pudiera verificarse intersubjetivamente, y
que fuese repetible en cualquier momento. Por consi-
guiente, la experiencia as entendida se caracteriza por
su factibilidad y por la posibilidad de medirse y repetir-
se. La fijacin en esta dimensin de la experiencia con-
dujo a reducir la experiencia a lo que pudiera repetirse y
verificarse. Frente a la experiencia general de la vida,
esa experiencia se caracteriza por la precisin, la verifi-
cabilidad y la posibilidad de su utilizacin. Pero estas
excelencias tienen un precio: de restringirse a s misma
metdicamente, excluyendo y menospreciando como
subjetiva y caprichosa toda experiencia no planificable,
no repetible y que slo pudiera ser obtenida por deter-
minadas personas y en determinadas ocasiones. Sin em-
bargo, la aplicabilidad universal de la experiencia, lo-
grada por la restriccin de la misma a la experiencia
emprica, no significa, ni mucho menos, que esa com-
prensin de la experiencia sea universalmente ade-
cuada. Pues la restriccin de la experiencia conduce a la
consecuencia paradjica de que haya que eliminar como
puramente subjetivas aquellas experiencias precisamen-
te en las que acontece para muchas personas el contacto
ms intenso con la realidad.
El hecho de que en la era moderna se haya impuesto
21
esta comprensin de la experiencia se halla ntimamente
relacionado con la circunstancia de que los hombres se
entiendan cada vez ms a s mismos de una manera
nueva, y a partir de esa comprensin interpreten todas
las dems cosas. El hombre moderno se entiende a s
mismo como sujeto autnomo, como dueo de s mismo
y como un ser que se encuentra en un proceso de in-
teraccin creadora con el mundo. Un factor importante
de la nueva autocomprensin es la creciente influencia
que los hombres son capaces de ejercer en virtud de la
nueva ciencia y de la tcnica. El hombre se experimenta
a s mismo como alguien que se halla en un mundo
abierto a la influencia plasmadora del hombre; el inters
del hombre se cifra en utilizar sus posibilidades de in-
fluencia, en dirigir de tal manera el proceso de interac-
cin entre el hombre y el mundo, que dicho proceso
conduzca a una intensificacin y enriquecimiento de la
vida humana. Lo que no dimana de la experiencia verifi-
cable de la naturaleza ni de la reconstruccin histrico-
crtica de la historia se relega al mbito de lo no umver-
salmente vinculante, al mbito de lo subjetivo y capri-
choso.
Cuanto ms se iba imponiendo esa comprensin mo-
derna de la experiencia, y cuanto ms se asentaba que la
naturaleza y la historia eran magnitudes objetivables o
ampliamente objetivables, tanto ms decididamente se
vio obligado el telogo a extraer del mbito experimen-
tal de la naturaleza y de la historia el origen y la esencia
de la fe cristiana, y a anclarlos fuera de ellas: en lo so-
brenatural. La revelacin se convierte como quien
dice en una superestructura ajena a la experiencia. De
esta manera, el cristianismo moderno, gracias a este
concepto de la revelacin, se deslind del concepto de
experiencia propagado en los tiempos modernos. Por
22
medio de este autoaislamiento, la revelacin y la ex-
periencia llegaron a ser magnitudes dispares. Se lleg al
distanciamiento, ms an, a la ruptura entre ambas: la
revelacin contra la experiencia
1
. Ahora bien, all don-
de se establece una separacin radical entre la revela-
cin y la fe, no slo hay que creer permanentemente
contra toda experiencia, sino que, adems, se rompe
pronto el vnculo entre la fe y la vida. La falta de ex-
periencia y la separacin del mundo de la vida natural
son las consecuencias que dimanan de este autodeslin-
darse del cristianismo. Esta marcha de las cosas conduce
a que hablar de la revelacin suene como cosa extraa e
incomprensible para el hombre actual, porque falta la
vinculacin con la experiencia de la realidad que l po-
see, y porque difcilmente se logra la integracin de la
revelacin en el conjunto del mundo de la vida actual.
Se conseguir nicamente una nueva base de compren-
sin si entre la revelacin cristiana y la experiencia hu-
mana vuelve a establecerse la conexin. Condicin in-
dispensable para ello es que se vea con claridad y se
abrogue la reduccin moderna que consiste en restrin-
gir la experiencia a la experiencia emprica, y que se
recupere una comprensin ms amplia de la experien-
cia. Tan slo entonces podr percibirse que la revelacin
est orientada a la experiencia.
Por diversas razones resulta ms fcil hoy da hacer
un alegato en favor de esa comprensin ms amplia de la
experiencia. En primer lugar, en la conciencia pblica
actual se ve cada vez con ms claridad las deficiencias
(limitacin a un mbito parcial de la realidad total, em-
1. As, por ejemplo, el esquema no discutido siquiera por el Vaticano II acerca del
mantenimiento de la fe pura, rechaza la afirmacin de que la fe consiste primariamente en la
experiencia por la cual se percibe todo el misterio de Cristo y la verdad de la revelacin
contenida en l (AS 1/4, 664, nm. 20).
23
pobrecimiento de sentido, etc.) y las funestas conse-
cuencias (secuelas inhumanas, etc.) de la comprensin
moderna de la experiencia emprica, a la que le interesa
la fiabilidad de lo experimentado, su reproducibilidad y
su dominabilidad; en segundo lugar, se tiene conciencia
ms y ms de que la experiencia de la vida cotidiana es
no slo la experiencia primaria sino tambin la ex-
periencia abarcante, porque es la que constituye al hom-
bre como ser capaz para la ciencia y sobrepasa el mbito
del conocimiento cientfico. Adems, en la actual discu-
sin en materia de filosofa y ciencias sociales, adquiere
importancia una comprensin de la realidad caracteri-
zada por la revelacin, por cuanto segn esa com-
prensin la realidad se revela, sin que pueda dispo-
nerse de ella, en multitud de instantes sorprendentes
2
.
Para permitirle al hombre moderno un acceso a la com-
prensin de la revelacin cristiana, puede ser muy til
aprovechar el hecho de que el trmino revelacin
aparezca no slo en el lenguaje religioso sino tambin en
el uso corriente de nuestros das, en el que seala al-
gunos hechos determinados en la experiencia de nuestra
vida o un grupo particular de experiencias. As que,
cuando se habla de revelacin, no hace falta que de-
jemos por completo a un lado o reprimamos la experien-
cia de la vida corriente. Lejos de eso, podemos enlazar
con ella para lograr comprender lo que, por lo menos,
dice tambin la revelacin en el mbito religioso y en el
mbito cristiano. Porque en la Biblia la revelacin no
es primordialmente un mensaje sobrenatural que deba
creerse, sino una experiencia que ha de atestiguarse y
que, de esta manera, se convierte en mensaje, el cual,
2. Vase B. Waldenfels, In den Netzen der Lebenswell; A Grozinger, Offenbarung und
Praxis (para los datos completos, vase la bibliografa al final del captulo).
24
como mensaje proclamado, quiere ofrecer a los oyentes
una nueva posibilidad de vida.
Partimos del empleo no religioso del trmino re-
velacin en el lenguaje cotidiano y vamos a investigar
la ndole peculiar de la experiencia que se designa de
esta manera. Presuponemos con ello que las experien-
cias de revelacin designan procesos anlogos en los m-
bitos secular, religioso y cristiano; en dichos procesos
aparece de repente algo decisivo para la vida y cautiva al
hombre de tal manera que ste no puede seguir sin ms,
como si nada hubiera ocurrido. Es decir, son procesos
que en cada caso establecen con la realidad una relacin
que es determinante para la conducta del hombre. En
un segundo momento hay que establecer, mediante un
estudio comparativo, lo que es peculiar de la experiencia
religiosa y de la experiencia cristiana
3
.
1.1. La experiencia de la revelacin en el mbito
profano
En la vida humana surgen constantemente situacio-
nes en las que la persona afectada no puede menos de
decir: Ahora me ha iluminado la luz, ahora veo real-
mente las cosas, eso fue para m una autntica revela-
cin. La experiencia general de la vida se halla entre-
verada de sucesos en los que de repente vemos algo, se
nos ocurre una idea, se aclara insospechadamente y con
la rapidez del rayo algo que haba estado confuso, y lo
que hasta entonces habamos percibido oscuramente ad-
quiere de repente perfiles claros.
3. Me adhiero al procedimiento propuesto por E. Herms, Offenbarung.
25
1.1.1. Experiencias de iluminacin en sentido amplio
Se trata aqu de acontecimientos de la vida cotidiana
de los que no puede disponer el hombre, de aconteci-
mientos que desvelan nuevas realidades, de sucesos que
afectan tanto o que hacen que se ilumine de tal manera
el sentido profundo de una situacin que no se puede ya
seguir viviendo como hasta entonces.
Se trata de procesos que no se pueden producir, que
no aparecen por la fuerza, y que sorprendentemente
descubren nuevas dimensiones de la comprensin de s
mismo, de las comprensiones de personas extraas y de
la comprensin del mundo, y que dilatan y ahondan la
existencia del hombre, y que producen algo en su vida.
Nos referimos a intuiciones que se obtienen como un
regalo y que, aunque de manera muy diferente, influyen
en la conducta de la vida. Puede servir de ejemplo la
experiencia que expresamos con las siguientes palabras:
Fue un amor a primera vista. Se ha hecho corriente
designar tales experiencias y situaciones como ex-
periencias de iluminacin o situaciones de ilumi-
nacin. Para Ian T. Ramsey, estn caracterizadas por
una estructura tensional que se desarrolla en dos tiem-
pos o momentos: el de la intuicin (discernement) y el de
la entrega (commitment). La realidad que de repente se
le revela de nuevo al hombre y que para el sujeto de la
experiencia tiene significacin evocativa. El hombre,
mediante la intuicin que se le ha concedido sorpren-
dentemente, se experimenta a s mismo como afectado,
interesado y exigido. La realidad que en tales aconteci-
mientos de iluminacin se le manifiesta al hombre de
manera nueva y distinta, tiene repercusiones sobre la
conducta de su vida. Tales experiencias descubren
nuevas perspectivas y puntos de vista para la vida del
26
hombre. Eilert Herms analiz algo ms detalladamente
este acontecer de iluminacin, y lo hizo remitiendo a
una historia de la vida cotidiana
4
. En un taller, uno de
los compaeros ms apreciados es un maestro llamado
Pedro. No slo entiende bien su oficio, sino que adems
todos sus compaeros de trabajo tienen confianza en l
por su amable serenidad, su comprensin, su discrecin
y su servicialidad. Sus aprendices le consideran una per-
sona mimada por la fortuna, un hombre que siempre
est de buen humor, demostrando as que la vida le ha
sonredo. Entre esos aprendices est Claudio, que viaja
todos los das al lugar de trabajo en compaa de un
vecino. En uno de esos viajes cotidianos se entera de
que el maestro Pedro perdi a su esposa, tras grave en-
fermedad, cuando llevaban poco tiempo casados, y que
l tuvo que sacar adelante l solo a sus dos hijos. A
partir de esa conversacin, Claudio ve al seor Pedro a
una luz nueva, que influye en sus relaciones con el maes-
tro. Herms estudia aqu seis aspectos que son esenciales
para los procesos de iluminacin. Cada acontecimiento
iluminador tiene 1) un contenido determinado, en nues-
tro ejemplo, la situacin familiar de Pedro; 2) un autor,
en este caso el vecino que inform sobre todo ello; 3) un
receptor, en este ejemplo, el aprendiz Claudio; 4) una
ocasin que sirve de motivo, aqu: la sorprendente noti-
cia que le da el vecino; 5) es algo que en s implica al
receptor; aqu, Claudio se siente impresionado por lo
que acaba de or, y ve que eso est exigiendo algo de l;
6) tiene efectos sobre la personalidad del receptor; es
algo que transforma su situacin y a l mismo: la nueva
imagen que Claudio adquiere de su maestro transforma
su actitud y sus relaciones con l.
4. Ibid. 22s.
27
1.1.2. Experiencias de revelacin
Tales procesos de iluminacin acontecen siempre
que una realidad se desvela a una persona de tal modo
que sta puede y tiene que adoptar una actitud ante ella.
Pero no todos los procesos son de efecto igualmente
profundo sobre la conducta de la persona. La medida de
la transformacin obrada en el receptor por los procesos
de iluminacin depende del papel que desempeara en
su vida la vieja idea que es sustituida ahora por la nueva.
La mayora de los procesos de iluminacin afectan
nicamente a detalles o a mbitos parciales de los que el
hombre se senta seguro, pero no a sus convicciones fun-
damentales y que determinan su actuacin. Por eso, no
todo acontecimiento de iluminacin es capaz de hacer
que una persona exprese: Eso ha sido para m una
verdadera revelacin! Una cosa as se dice nicamente
cuando el hombre recibe luz sobre algo decisivo para su
vida, cuando ilumina con su destello una verdad que
cautiva y transforma la vida, cuando el individuo com-
prende de pronto algo que constituye para l una
exigencia absoluta.
Al analizar estas experiencias radicales de ilumi-
nacin (experiencias de revelacin), nos llaman la aten-
cin principalmente dos notas caractersticas: la impli-
cacin pasiva el receptor se ve envuelto pasivamente
en la experiencia de revelacin, la cual antecede a
toda posible actividad propia que siga a continuacin
y el cambio de conducta o transformacin del sujeto de
la experiencia en virtud de esa misma experiencia. Para
decirlo con otras palabras, la nueva realidad que ha
iluminado al receptor es para l algo tan denso, que la
persona tiene que adoptar ante ella una actitud y tenerla
en cuenta en la conducta activa de su vida. La experien-
28
cia de revelacin no slo afecta al conocer del hombre,
sino a toda su existencia. Existe ntima relacin entre el
contenido de esa experiencia y sus efectos sobre el re-
ceptor. Tales experiencias son capaces de cambiar todo
el horizonte de comprensin desde el que se perciben y
se entienden todas las cosas, y juntamente con l son
capaces de transformar las condiciones en que el indivi-
duo se relaciona con las dems personas y las cosas del
mundo.
Como es bien sabido, la capacidad que el hombre
tiene de conocer y de formular juicios depende de con-
diciones individuales, sociales e histricas que marcan su
sello en el mundo propio en que vive una persona. Esas
condiciones son, primariamente y en la mayora de los
casos, algo meramente inconsciente para el hombre, al-
go que se le sustrae
5
. Tambin esas condiciones, que en
la conciencia humana no se dan como objetos entre
otros objetos, son mudables y estn sometidas incesan-
temente a transformaciones. Y esto tiene luego reper-
cusiones sobre el conocimiento de los objetos. Esta
transformacin queda fuera de la capacidad que el hom-
bre tiene para disponer, y nicamente puede obrarse
mediante acontecimientos de iluminacin sobre los que
el hombre no es capaz de disponer: mediante experien-
cias de revelacin, en las que al hombre como suele
decirse de manera muy significativa se queda sin res-
piracin. Quien en su vida no se ha quedado nunca sin
respiracin, es decir, quien no ha experimentado sacudi-
das y conmociones en todo el contexto de su experiencia
del mundo y en las certidumbres fundamentales de su
5. Vase la distincin, corriente desde Kant, entre conocimiento categorial y conoci-
miento trascendental; el primero designa aquel conocimiento que nos capacita para formu-
lar enunciados acerca de objetos; el segundo designa el conocimiento por el que captamos las
condiciones de posibilidad del conocimiento de objetos.
29
vida, ese tal permanecer atrapado en la totalidad del
mundo existencial en que l ha vivido hasta entonces
6
.
En algunas ocasiones, la totalidad abarcante del co-
rrespondiente mundo existencial de una persona se ex-
presa en frases tautolgicas como, por ejemplo: el de-
ber es el deber o el honor es el honor, las cuales son
triviales desde el punto de vista terico, pero para la
prctica de la vida son fundamentales. Con la frase
citada en ltimo lugar, Minna von Barnhelm expresa en
la comedia de este nombre escrita por G.E. Lessing
(cuarto acto, sexta escena) la peculiaridad del mundo
existencial de su amante, von Tellheim: el mundo exis-
tencial de un oficial prusiano en tiempos de Federico de
Prusia. En ese mundo, el honor que hace que una
persona goce de la confianza de los de su misma clase
llega a ser un valor tan central y determinante para toda
la conducta personal, que con l est en juego la vida
entera. Si alguien duda del honor personal, entonces la
reparacin de esa ofensa exige poner en peligro la pro-
pia vida (desafiar en un duelo). No ser capaz de dar
satisfaccin al propio honor significa la extrema deshon-
ra. Por la manera de obrar de Minna con su amante,
todo ese mundo existencial se ve sacudido y se transfor-
ma por una iluminacin abarcante de la realidad.
Lo que la realidad es en s, antes de que la experi-
mentemos, se sustrae a nuestro conocimiento. Se nos da
nicamente como realidad experimentada; pero, en ca-
lidad de tal, no es una magnitud independiente del su-
jeto de la experiencia, sino que depende de las condicio-
nes de posibilidad de la experiencia humana, entre las
que se cuentan tambin las perspectivas experienciales
de iluminacin de la realidad, las cuales como nos
6. Vase R. Schaeffler, Fahigkeit zur Erfahrung.
30
ensea la historia no son inmutables. En las experien-
cias de iluminacin no se trata de la elaboracin de la
realidad en el sentido de una produccin tcnica, sino de
la elaboracin de la realidad en el sentido de una co-
municacin iluminadora de realidad de la comuni-
cacin de aquella realidad en cuyo supuesto y en cuyo
marco los hombres viven responsablemente. Por eso,
con E. Herms, podemos denominar revelacin a esos
procesos fundamentales de iluminacin, por los cuales
surge aquella referencia a la realidad en cuyo supuesto y
en cuyo marco los hombres viven su vida como perso-
nas
7
. El recurso a los procesos de iluminacin, en la
experiencia de nuestra vida, es adecuado indudable-
mente para hacernos comprender el lenguaje religioso
acerca de la revelacin y la referencia de ese lenguaje a
la realidad y a la vida. Pero esto no basta todava, por s
mismo, para caracterizar la ndole especial de la ex-
periencia de la revelacin religiosa.
1.2. La experiencia de la revelacin religiosa
Vamos a ofrecer en primer lugar una descripcin ge-
neral de la esencia de las experiencias de revelacin re-
ligiosa. Luego expondremos sus mltiples formas en el
marco de la historia de la religin. Y, finalmente, ex-
pondremos el concepto de religin revelada desde el
punto de vista del estudio comparado de las religiones.
1) Caracterizacin general. Si por revelaciones, en
sentido general y formal, se entienden los procesos de
iluminacin que implican pasivamente al receptor y que
7. E. H erms, Offenbarung, 16.
31
establecen la referencia a la realidad en cuyo marco el
hombre vive responsablemente su vida, entonces las re-
velaciones religiosas son aquellos procesos de ilumi-
nacin por los que se crea la referencia a la realidad: una
referencia que orienta y soporta la conducta religiosa del
hombre. La nota distintiva que las diferencia de las re-
velaciones en el mbito secular no es de ndole formal
sino de contenido. Para decirlo con otras palabras, la
peculiaridad de las experiencias de revelacin religiosa
nace primariamente de las notas que determinan el con-
tenido de la realidad que en esa experiencia se comuni-
ca. En efecto, esa experiencia establece la referencia a
una instancia superior al hombre, y que fundamenta y
sustenta su vida y su mundo. Comunica de tal modo esa
realidad que no queda excluido sino incluido lo experi-
mentable empricamente; pues esa realidad superior al
mundo se muestra en objetos, acontecimientos y r-
denes de nuestro mundo y se representa en ellos. El
concepto de revelacin religiosa abarca la multipli-
cidad de todas aquellas experiencias de iluminacin por
las que a una persona se le desvela esa realidad abarcan-
te e incondicionada. Aparecen en forma ms intensa
aquellas notas caractersticas que pertenecen a los mo-
mentos constitutivos de los procesos de iluminacin en
general: el percibir a modo de acontecimiento una reali-
dad nueva, extraa, superior al hombre, superior al
mundo, lo indisponible de ese proceso (la implicacin
completamente pasiva del receptor) y el verse afectado
en la raz misma de la propia existencia: algo por lo que
ese acontecimiento acta tan poderosamente en el acto
existencial del hombre, que repercute en su sentimiento
vital y en la conducta de su vida, en ocasiones establece
tambin nuevas formas de sociedad y, de esta manera,
desarrolla un extraordinario poder sobre el acontecer
32
histrico. Y, as, es caracterstico de las experiencias de
revelacin religiosa el hecho de que, entre los aspectos
esenciales estudiados por Herms de todos los pro-
cesos de iluminacin, haya cuatro aspectos que mues-
tren caracterstica especial: su receptor est implicado
de manera enteramente pasiva; su contenido es una
realidad que trasciende al mundo; su autor es al mismo
tiempo su contenido; su efecto sobre la propia conducta
es de particular radicalidad y contundencia
8
.
Como ejemplo ilustrativo servir una experiencia de
revelacin de Zaratustra (Zoroastro)
9
. Este personaje
vivi probablemente en los siglos ix-vm a.C. entre tri-
bus dedicadas a la cra de ganado mayor en la estepa del
Irn oriental. Era sacerdote dedicado a ofrecer sacri-
ficios y era tambin compositor de himnos. Al efectuar
el rito de inmolacin de una vctima, tiene una visin y
una audicin: Se lamenta la voz de la vaca: "Para
quin me plasmaron vuestros (dioses)? Quin me ha
formado? Me mantienen atada la embriaguez de asesi-
nato y la violacin, el encadenamiento, la arrogancia y
la brutalidad. No tengo ms pastor que vosotros. Y me
parecis ejercitar bien vuestra actividad pastoril." Pre-
gunta el hacedor de la vaca la verdad: "Cul es, segn
este juicio, el camino adecuado para la vaca?"... (Y)
habla el dador de vida, el que todo lo sabe: "Tu plas-
mador te form para el ordeador y para el pastor que
te apacienta"
10
. El contenido de esta experiencia de
revelacin es el hacedor de la vaca, el dador de vida,
que todo lo sabe, y la relacin del hombre con l, tal
como esa relacin se expresa en el sacrificio; el autor es
igualmente eljplasmador y dador de vida, el cual es al
8: Er-Hem^ Offenbarung, 27s.
9. Ibd. 28s.
10. H. Hurobold, Die Galhas des Zaralhuslra I, 80s.
33
mismo tiempo el contenido; el receptor es Zaratustra
(Zoroastro), el sacrificador. El motivo que crea la situa-
cin es la circunstancia de una inmolacin ritual; el re-
ceptor se ve implicado ptica y acsticamente en el pro-
ceso de iluminacin; la repercusin sobre la conducta de
Zaratustra es luego la lucha contra los sacrificios tra-
dicionales de animales, que revestan carcter orgistico
y sangriento, y la dedicacin desde entonces a presentar
ofrendas incruentas; en el culto sacrificial ofrecido por
Zaratustra, la prctica antigua de los sacrificios san-
grientos es sustituida por la ofrenda de productos ve-
getales y animales. Al dador de vida se le debe ofrecer
nicamente un sacrificio que no destruya su don, sino
que lo conserve.
2) La caracterizacin general de la experiencia de
revelacin religiosa deja amplio margen para expresio-
nes concretas. Y, as, acontecimientos naturales extraor-
dinarios o sucesos de la historia u objetos, animales y
personas de eminente figura y significacin pueden con-
vertirse en motivo que origine la situacin para tales
experiencias de revelacin. Pero lo puede ser tambin el
curso corriente de los acontecimientos, en cuanto pierde
su carcter obvio e incuestionado. Como autor puede
aparecer una realidad poderosa de orden personal o im-
personal, un ser divino junto a otros de su especie, o un
Dios nico. El contenido puede ser la realidad de ese
poder misterioso, o su actuacin y voluntad con respecto
al hombre; puede comunicarse en todo ello una instruc-
cin, una promesa, una prediccin. El receptor puede
verse implicado en el acontecimiento de la iluminacin
mediante formas extraordinarias (visin, xtasis...) o de
manera no sorprendente. Son tambin diferentes los
efectos que se causan en la vida del receptor.
34
En la multiplicidad de las experiencias de revelacin
que aparece en la historia de la religin se refleja tam-
bin la diferente manera que tiene el hombre de existir
en el mundo, diferencia que aparece en el curso de la
historia, y se refleja la historicidad de la existencia hu-
mana. La forma predominante de la experiencia de re-
velacin se corresponde siempre con la manera peculiar
de existir en el mundo que el hombre tenga en cada
caso.
En las primitivas sociedades de recolectores y de ca-
zadores y en las sencillas sociedades agrcolas, se experi-
menta y se venera un poder misterioso que se muestra
en los importantes elementos del correspondiente mun-
do vital: en procesos y elementos de la naturaleza, en
objetos, tiempos y lugares. La experiencia de revelacin
tiene e/n estos casos la forma de manifestacin: el poder
numinoso se da a conocer en los fenmenos del mundo
deja vida. As ocurre, por ejemplo, en el animal de caza
preferido; es, a un mismo tiempo, ese animal concreto,
pero a la vez es tambin ms, a saber, es el seor de los
animales que ordena una conducta determinada al hom-
bre que va a la caza del animal. Como se trata ordinaria-
mente de varias figuras simblicas procedentes del co-
rrespondiente mundo vital, resulta de ah una pluralidad
de hierofanas. A pesar de todo, la realidad se experi-
menta en conjunto como una unidad supremamente
indiferenciada, en la que no existen todava las distin-
ciones estrictas entre lo material y lo espiritual, lo colec-
tivo y lo individual, lo objetivo y lo subjetivo, lo perso-
nal y lo impersonal. Se diferencia, s, entre lo sagrado y
lo profano, pero siguen ambos mundos siendo intercam-
biables; los dioses, aunque desempeen un papel, no
sobrepasan por principio ese orden csmico primordial.
Cuanto ms fueron aprendiendo los hombres a no
35
aceptar simplemente su mundo primario de vida, sino
que se fueron decidiendo a intervenir en l mediante el
progreso de la agricultura, mediante la domesticacin y
cra de animales, mediante asentamientos fijos e insti-
tuciones para la propiedad de tierras, cuanto ms se fue
diferenciando la sociedad mediante la divisin del tra-
bajo y las nuevas instituciones (el Estado, la realeza),
cuanto ms se llega a la polarizacin entre el individuo y
la sociedad, entre el alma y el cuerpo, entre la materia y
el espritu, tanto ms se diferencian tambin el mundo
de los hombres y el mundo de los dioses y se desvanece
el orden csmico primordial, tanto ms va desplazando
una red de acciones e interacciones entre Dios y el hom-
bre al antiguo simbolismo inmediato del mundo, simbo-
lismo que estaba sujeto a una ley de correspondencia
universal. La divinidad se manifiesta en teofanas; la ins-
piracin proftica, la percepcin de una palabra divina,
de una promesa, instruccin o disposicin, y la ilumi-
nacin del significado de acontecimientos histricos van
adquiriendo cada vez ms primaca entre las formas de
experiencia de revelacin. En los grandes reinos y en las
sociedades de civilizacin avanzada, este desarrollo de
las cosas conduce, por un lado, al nfasis de la trascen-
dencia, personalidad y unicidad de Dios, y, por parte del
hombre, a una individualizacin, personalizacin y ma-
tizacin tica del comportamiento religioso; la experien-
cia de la realidad se escinde por completo en un ms
ac profano y en un ms all sagrado, y para la co-
municacin entre ambos va adquiriendo cada vez ms
importancia la experiencia de revelacin.
3) En este transcurso histrico se llega a religiones
reveladas de trazos bien marcados. El estudio compa-
rado de las religiones habla de religin revelada cuando
36
la actuacin expresa de una divinidad con vistas a la
salvacin del mundo y de los hombres determina deci-
didamente el centro vital de una religin. No basta
para ello la simple autocomprensin de cada una de las
religiones, que creen que no son obra humana sino
creacin divina. Tampoco es suficiente la aparicin de
mltiples experiencias de revelacin dentro de una re-
ligin, pero sin constituir una unidad intrnseca. No, si-
no que el tipo de religin revelada se da para el estu-
dio comparado de las religiones cuando la religin de
que se trate est centrada en la accin peculiar y expresa
de una divinidad con vistas a la salvacin del mundo y
del hombre. Las transformaciones religiosas de gran po-
der sobre el acontecer histrico, que condujeron a las
grandes religiones universales, la mayora de las cuales
pertenecen a este tipo de religin, estn vinculadas casi
siempre a la figura de un fundador de la religin, a
quien se le concedi la experiencia fundamental de re-
velacin (Buda, Zaratustra, Moiss, Jess, Mahoma,
etc.). Por su nmero fueron pocos. Pero su contribucin
histrica es decisiva. En las religiones por ellos funda-
das, la comunidad vital de la existencia (la familia, el
clan, la tribu, el pueblo) no se identifica ya sin ms con
la comunidad de religin. Por el camino de salvacin
que ofrecen, estn relacionadas ms intensamente con la
situacin existencial de perdicin, en la que se encuentra
eLindividuo. En este tipo de religin revelada se inclu-
yen, junto al judaismo, el cristianismo y el islam, la re-
ligin vdico-brahmnica del hinduismo, el mazdasmo
iranio, determinadas formas del budismo y las religiones
mistricas del helenismo. Las diferencias dentro de este
tipo de religiones se derivan de la correspondiente pri-
maca que se d al medio de revelacin (experiencia
mstica, palabra, encarnacin, etc.) y al correspondiente
37
contenido de la revelacin (doctrina, instruccin para la
vida, comunicacin de vida divina, etc.). Y, as, se
puede distinguir entre diversas formas, segn que se tra-
te primariamente de una revelacin de la voluntad de
Dios que pone exigencias, o de la voluntad de Dios que
concede gracia, o de la revelacin de una realidad im-
personal de salvacin que se produce en el acto de la
iluminacin. Dentro de esta perspectiva, el cristianismo
adquiere un perfil caracterstico como religin revelada,
porque en l el medio eminente de revelacin no es una
doctrina o escritura sino una persona concreta, Jess de
Nazaret, y el contenido ms importante es la creacin de
una nueva comunin de vida con Dios, de una comunin
que redime y que supera la muerte. La experiencia fun-
damental de la revelacin es comunicada siempre por
medio del testimonio, la confesin de fe, la doctrina, los
ritos de culto, las instituciones y las instrucciones para la
vida. Si estas formas de expresin objetiva no se entien-
den como medios que no hacen ms que comunicar la
revelacin, sino que, lejos de eso, se comprenden en su
realidad misma como revelados y se equiparan de tal
modo con la revelacin que, por ejemplo, la doctrina y
el culto se consideran como revelados, entonces habra
que hablar de religin revelada de una categora espe-
cial. La autocaracterizacin del cristianismo moderno
no coincide por completo con el concepto de religin
revelada que se utiliza en el estudio comparado de las
religiones.
1.3. La experiencia de la revelacin en la Biblia
En el cristianismo, las experiencias fundamentales
de revelacin se realizan a partir de la religin de Israel.
38
Adquieren su perfil, cuando se las compara con las ex-
periencias de revelacin atestiguadas por el Antiguo
Testamento.
1.3.1. La experiencia de la revelacin en el Antiguo
Testamento
Una pequea seleccin de testimonios pone ya en
claro que la experiencia de revelacin, en Israel, se
mueve en el marco de su entorno religioso, por lo que
respecta a la variedad de los fenmenos de revelacin.
Y, as, el Antiguo Testamento conoce manifestaciones
de Dios en procesos de la naturaleza, por ejemplo, en la
nube del Sina (x 24,16ss) o en la nube que cubri el
tabernculo o tienda de la revelacin (x 40,34), en los
ruidos de pasos en las copas de los rboles (David: 2Sam
5,24), en el suave susurro de la brisa (Elias: IRe
19,11-13); refiere manifestaciones de Dios en forma hu-
\mana (Abraham: Gen 18), en acontecimientos hist-
rics^Sal 76; 98), principalmente en la salida de Egipto
(Sal 77,15-21) y en el regreso del destierro (Is 1,1; 6, ls);
conoce revelaciones de Dios en sueos (Gen 20,3.6;
28,12ss; 31,10ss), en visiones (Is 1,1; 6,lss), en audicio-
nes (Moiss: x 19,3ss; Jos 3,7; 5,9; ISam 3,4-18), y en
inspiraciones internas (Esd 7,24; Nm 22-24). La ex-
periencia de revelacin es tematizada directamente en
relatos autobiogrficos de vocacin (Is 6; Jer 1; Ez 2), en
el relato de algunos encargos de misin (Am 7,14s; Os
1-3; Is 8,11) y en las confesiones de Jeremas (Jer 15;
20); se discute ya crticamente en la confrontacin con
los que son profetas profesionales. Junto a tales pro-
cesos de revelacin, el Antiguo Testamento conoce tam-
bin prcticas de revelacin como orculos obtenidos
39
por medio de las suertes (ISam 10,20ss; 23,9-13) y jui-
cios de Dios (cuando haba sospecha de adulterio: Nm
5,11-31). Dentro de la variedad de estos fenmenos de
revelacin se observa cierta evolucin: desde las prc-
ticas de revelacin y del hecho de que Dios fuera visto y
se mostrara en los primeros tiempos hasta la revelacin
de Dios en acontecimientos histricos y en la palabra de
los profetas. La experiencia por medio de la palabra no
es buscada ni solicitada como cuando se le recaba de
los sacerdotes que prestaban su servicio en los orcu-
los, sino que se impone de repente, se apodera del
receptor y transforma su vida. La misma revelacin en la
palabra se basa en diferentes experiencias fundamen-
tales que se reflejan en los gneros literarios: por ejem-
plo, se basa en los dichos del profeta, con su idea de que
la palabra de Dios est en y detrs de la palabra del
profeta; o en el texto narrativo, que interpreta la accin
y pasin del hombre como forma que manifiesta la ac-
tuacin de Dios; en los dichos que transmiten preceptos,
segn los cuales los mandamientos son expresin de la
voluntad de Dios; en los dichos apocalpticos, que se
entienden a s mismos como palabras en las que Dios
desvela su plan, hasta entonces oculto, para la historia.
En la variedad de los fenmenos de revelacin
aducidos no aparece todava lo peculiar y caracterstico
de la experiencia de revelacin de Israel. Esto no apare-
ce sino cuando se contempla la estructura total en la que
se ordenan recprocamente las diversas experiencias.
Fuera de Israel, las experiencias de iluminacin religiosa
comunican la realidad, en el marco de la cual viven los
hombres su vida, como un cosmos sagrado, cuya ley
fundamental es un sistema de smbolos de correlacin
universal entre lo mundano y lo divino. Esta estructura
total se quiebra y rompe en la nueva y fundamental ex-
40
periencia de revelacin hecha por Israel en el contexto
de su historia. En lugar de la estructura de realidad
hierfana, aparece una comprensin de la realidad que
est caracterizada por la libre relacin entre Dios y el
hombre en forma de pacto (o alianza). Por eso, la
palabra, la actuacin libre, los acontecimientos hist-
ricos se convierten en medios primarios de revelacin.
Esta experiencia fundamental de revelacin capacita pa-
ra percibir en los variados fenmenos de revelacin al
nico Dios, para experimentarlos como revelaciones de
un Dios nico y para no entenderlos como procesos ter-
minados en s mismos o que estn yuxtapuestos sin co-
hesin alguna, sino como un acontecer ininterrumpido.
Por ejemplo, el Dios que se revela se da a conocer a
Moiss refirindose a anteriores acontecimientos, co-
nocidos por la tradicin: Yo soy el Dios de tu padre, el
Dios de Apraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob
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