El Amante #249
El Amante #249
El Amante #249
Sumario
ESTRENOS
Todo sobre Tab (El Amante)
Tab (AC)
Tab (NM)
Tab (FJL)
Tab (FK)
Parker
Celebracin de Jason Statham
Ana Karenina (MR)
Ana Karenina (FK)
Oz: el poderoso (LMDE)
Oz: el poderoso (FJL)
En la mira
La nana
Los Croods
Mi novio es un zombie
Los das
Matrimonio
Una pistola en cada mano
Hitchcock
DE UNO A DIEZ
LLEGO TARDE
Amour
LIBROS
ESPECIALES
DESDE ESPAA
Volar
NOTAS
Jesuses del cine
El fascismo segn Scola y Rossellini
Dos pelculas de Josh Radnor
OBITUARIO
Manuel Garca Ferr (1929-2013)
EDITORIAL
EDITORIAL 248
A tres das del estreno anunciado, se atras por al menos cuatro semanas
ms Tab de Miguel Gomes. Ya tenamos las notas, era nuestra pelcula ms
destacada. Seguimos adelante, esperemos que se estrene antes de la salida del
nmero 250.
DOSCIENTOS CINCUENTA, aproximadamente 63 millones de caracteres escritos
sobre cine y pasiones, con pasiones y escritura. El 250 nos encontrar, seguramente,
comentando el XV Bafici. Pero hablemos de este potente y variado 249, en el que
aparecen firmas de fuera de la redaccin. Tenemos la polmica nota de un ex
diputado nacional, Fernando Iglesias, en la que intenta demostrar que Un da muy
particular de Scola es mejor que Roma, ciudad abierta de Rossellini. Y una nota de
Guillermo Piro en defensa de Parker. Gracias a ambos.
Desde la redaccin, y desde una ms que bienvenida y dicho esto con el mayor de
los respetos mirada cinfilo-pajera femenina, Maia Debowicz nos cuenta porqu
Jason Statham es lo mximo de lo mximo (vio y/o revis todas las pelculas con este
seor ingls). Para compensar (?), tenemos una nota de DEspsito, profundamente
interpretativa, sobre algunos Jesuses del cine. DEspsito tambin ofrece un obituario
de lujo sobre Garca Ferr.
Y hay ms entusiasmos de diversos signos entre los estrenos y tambin en el
reestreno de un libro, Una vida crtica del chileno Hctor Soto, del que reproducimos
varios textos que no formaban parte de la primera edicin, un nuevo prlogo del autor
y hasta el eplogo escrito por Javier Porta Fouz. Siempre tuvimos claro que escribir
crtica de cine significaba escribir sobre cine y tambin sobre la propia crtica. Nos
vemos en el cuarto de millar, o sea en el 250.
STAFF
ESTRENOS
Agustn Campero
Nadia Marchione
Fernando Juan Lima
Federico Karstulovich
POR EL AMANTE
TAB (AC)
T SERS MI BABY
PORTUGAL, 2012 | 118'
DIRECCIN
MIGUEL GOMES
GUIN
MIGUEL GOMES, MARIANA RICARDO
PRODUCCIN
LUIS URBANO, SANDRO AGUILAR
FOTOGRAFA
RUI POAS
INTRPRETES
TERESA MADRUGA, LAURA SOVERAL, ANA MOREIRA, HENRIQUE ESPRITO
SANTO, CARLOTO COTTA, ISABEL CARDOSO, IVO MLLER, MANUEL
MESQUITA.
Tab se abre paso como una ensoacin. Es una pelcula soada, y tambin propia
de los sueos, que inclusive aprovecha las condiciones de las salas cinematogrficas y sobre todo de nuestros recuerdos en las salas cinematogrficas para, de entrada,
jugar con las reglas propias de un estado alfa prolongado bajo el cual se desarrollan
historias. La historia del principio, la introduccin, y la principal. En el medio, una
realidad aparente que eleva a una categora superior aquello que corresponde al
recuerdo y al mundo de los sueos. A un tiempo mejor que evoca, a su vez, un tiempo
cinematogrfico y una pelcula en particular: Tabu de F.W. Murnau y Robert Flaherty.
La ensoacin inicial, anclada bajo el formato de una pelcula muda, es enigmtica e
hipntica. Una aventura romntica que tiene lugar en la selva africana en pocas de
colonias y caceras, cuando ese territorio hostil y misterioso era tambin virgen,
salvaje, verdadero. El protagonista es un cazador blanco que se suicida tirndose a un
ro plagado de cocodrilos, para escapar de la pena que le da la muerte de su amada.
Esa nostalgia y esa geografa, que transcurren en una pantalla pero tambin en un
idealizado territorio donde ms adelante va a transcurrir la historia principal, anclan la
pelcula. Lo que sucede despus es algo ms ajeno: como si lo que en realidad valiera
fuera todo lo que se desarrolla bajo las leyes de un estado narctico a la vez atractivo
y triste, y lo que sera la realidad (a colores, hiperrealista, ntimo, confesivo, duro)
fuese un estado inferior, menor, degradado respecto al marco de las aventuras.
Aquello que el director Miguel Gomes cuenta bajo el formato de la aoranza
cinematogrfica es tanto una idealizacin del cine como del romance y la aventura: en
blanco y negro, con una textura particular, sin sonidos extradiegticos, con otro
tamao de imagen. Sin un tomo de una falsa nostalgia respecto al cine mudo que
construyen las malas pelculas, un cine ms bien muerto y falso.
Lo que sucede despus es la historia bajo el formato de imgenes ms
contemporneas pero tambin bellas y sin concesiones con los lugares comunes de
la tristeza y la melancola transcurre en Lisboa, lejos de la selva y la aventura, con
vidas tristes y melanclicas. La protagonista es Pilar, la principal ayuda que tiene
Aurora, su vecina, un personaje a la vez pattico y misterioso, triste porque est senil y
en extremo demandante y poco agradecida, melanclica y aorante de sus mejores
aos. Aurora, tambin, y a diferencia de Pilar, parece haber sido una mujer hermosa,
elegante, con aires de superioridad. Pero la diferencia fundamental entre ambas, como
veremos despus, es la vivencia del amor. Pilar aora el estado de enamoramiento
que nunca tuvo. De ella est enamorado un hombre a sus ojos menor, que le regala
pinturas tristes y feas. Aurora, en cambio, como ms tarde nos va a mostrar la
pelcula, s conoci el estremecimiento del amor, s era hermosa, s era irresistible, s
vivi la aventura y era deseada por hombres fuertes y valientes. En este segundo
fragmento todos son tristes, todos son aorantes, todos padecen alguna decadencia
respecto de su vida o de la vida que para ellos mismos desean.
Un da Aurora muere. Y antes de morir deja un mensaje que nos lleva a la tercera
parte de la pelcula, nuevamente bajo las reglas del sueo y la aventura, en la selva
del frica portuguesa, al pie del monte Tab, que bien podra suceder en la mente de
Pilar. Y la historia la empieza a contar un hombre, Gian Luca Ventura, el amor
extraado por Aurora, quien ahora s aparece joven, hermosa, arriesgada.
Gian Luca cuenta su historia con la forma, como dijimos, de un recuerdo
cinematogrfico. La forma de su habla nos construye un personaje elegante,
nostlgico, valiente y lcido. Esa historia aprovecha todos los recursos que le puede
dar una familia rica y ociosa de gente joven, linda y aventurera en una colonia
portuguesa de la primera mitad del siglo XX en la selva africana. Gomes mueve las
fichas a su gusto y expande su historia con personajes pintorescos y funcionales a la
historia principal: cazadores, msicos italianos, playboys, personas honorficas y
deshonradas, tribus de costumbres ancestrales. En un mundo que est a punto de
cambiar, y lo que asedia es la modernidad y las costumbres de ciudad. En esa historia,
Gian Luca y Aurora viven su romance clandestino y consuman su relacin prohibida,
inaceptable y atractiva.
Como en una novela de Bioy Casares, donde se ponen en juego el amor, la
melancola, la aventura, el honor y en la que una escena idealizada est rodeada por
la inminencia de la desgracia, los personajes van pasando para hacer ms deseable
todava aquello que en cualquier momento se va a romper. Gomes introduce, adems,
elementos anacrnicos para que jueguen con nuestra propia idealizacin, y va de los
Ramones a Les Surf, de la esttica lounge de fines de los cuarenta a las melodas pre
Elvis, y aprovecha los tonos de voz y el sonido del portugus susurrado para que sean
tambin musicales y le agreguen a la melancola ms belleza e hipnotismo.
Me gusta pensar que los grandes cineastas comparten una caracterstica particular:
llevan al extremo las posibilidades de la tecnologa disponible para aprovechar las
condiciones de una poca, un entorno, una geografa, y para que el cine avance ms
all de lo que todos estn acostumbrados. Lo hicieron Welles, Hitchcock, Ford,
Bielinsky. Lo hace Gomes: con poquito, sin grandilocuencias, mediante susurros.
POR AGUSTN CAMPERO
TAB (NM)
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TAB (NM)
Tab es una pelcula rara, poco habitual. Rara en muchos sentidos: en su estructura
narrativa, en su imagen y en su aparicin hoy aqu, en este momento.
Es que la idea de retomar una pelcula de Murnau (Tab, 1931) no suena a una idea
de esas que llevan grandes masas de espectadores a disfrutar de una remake al cine.
Y ah est Gomes, animndosele a la relectura de una pelcula muda y onrica, que
termin
siendo
tan
personal
como
su
antecesora.
Tab est compuesta de partes (la ltima de las cuales evoca la pelcula de Murnau).
Partes que podran tener relacin entre s o no. Porque ah no reside la cuestin, sino
en el placer por el artificio del relato cinematogrfico. Gomes demuestra de manera
magistral que es capaz de filmar historias en distintos ambientes, distintos niveles
temporales y con distintos personajes, pero siempre rindindole culto al cine.
Sin embargo, los elementos que atraviesan la pelcula toda, los que demuestran que
esas partes no estn unidas caprichosamente sino que hacen un todo armnico,
tienen que ver, fundamentalmente, con el uso de algunos recursos que me gustara
destacar: la voz en off y la msica diegtica.
Cuentos de la selva.
La voz en off es uno de los recursos usados de modo ms personal que tieneTab. El
relato se hace presente en su sentido ms literal, el cuento, la historia, a modo casi
de leyenda de tradicin oral. En el primer fragmento la voz en off acerca y aleja al
espectador al mismo tiempo, provocando un efecto ms de distanciamiento entre otros
tantos que tendr la pelcula. Las imgenes acompaan pero la voz es la que cuenta.
El cuento est hecho de palabras, y a las palabras las siguen las imgenes,
completando la poesa de la fbula. Este elemento reaparece en la segunda parte de
la pelcula, cuando un personaje (Ventura) cuenta la historia. La voz es la voz del
narrador. Sin embargo esa voz no es la de Ventura. La voz total, la que incorpora
tambin el lenguaje de las imgenes (esas que aparecen mudas cuando Ventura se
calla), es la de Gomes. As, la voz en off incorpora los silencios. Los silencios se hacen
presentes gracias a esas escenas en las que Ventura se calla. Y otra vez el artificio del
cine: sin el cine la historia no existira. Sin el cine, sin sus mecanismos y sus
recursos,Tab no es nada.
No hay banda.
La msica es otro de los elementos que Tab explora de diferentes maneras: en el
comienzo, evoca el estilo de las pelculas mudas y acompaa la msica propia de las
palabras, en una armona digna de ser escuchada ms que entendida. Y en las dos
partes la msica se har presente, de nuevo marcando distanciamientos y quiebres
que dejan de lado cualquier pretensin de realismo (el playback de Los Ramones al
TAB (FJL)
LA PASIN Y LA AVENTURA
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obstculo para que la belleza visual, la eleccin de los planos y el montaje puedan ser
disfrutados simultneamente.
El paso del tiempo, la relacin entre la metrpolis y la colonia y entre el hombre y la
naturaleza son aspectos que, sin ser objeto de reflexin expresa por parte del
realizador, s estn presentes en el devenir de los sucesos. As como Aurora no puede
dejar de escaparse para gastar todo su dinero en el casino (ya que as le fue indicado
en un sueo), hay una fuerza superior que a un tiempo es la que marca las
prohibiciones y mandatos contra los que no pueden alzarse los humanos pero es
tambin la que explica la imposibilidad de escapar a la propia naturaleza. Es quizs
por eso que los animales conviven de una manera tan particular con los hombres en
esta pelcula. No solo por el genial cocodrilo Dandy; el amigo de Gian Luca, Mario,
tiene un mono, el sobrino de aquel unos dberman y vemos araas, monos, ciervos y,
hasta en el cielo, las nubes literalmente dibujan imgenes de animales. La tensin
entre la pulsin animal y los tabes y atvicos mandatos contamina las relaciones y
explica las idas y vueltas, los avances y retrocesos marcados por los intercambios
epistolares cuya sola lectura remite a un mundo que se nos antoja tan pasado como
romntico.
El amor prohibido, la religin, algn irnico comentario poltico forman parte tambin
del universo de Gomes y, en particular, del de Tab. Por excesiva que sea la pasin,
por anacrnico que parezca ese aferrarse a la culpa judeo-cristiana, por infantil que
pueda resultar alguna referencia socio-poltica, todo en esta pelcula rezuma
autenticidad, fe y convencimiento en lo que se est narrando. Quin dijo que amores
como estos no existen? Y quin reserv para las novelas determinadas aventuras?
Cuando termina la proyeccin de Tab, cuando se encienden las luces de la sala, nos
encontramos sorprendidos y emocionados porque creemos en eso que acabamos de
ver. O, mejor an, porque nos damos cuenta de que como el realizador queremos
creer en ello. Y tanto el amor como el cine tienen que ver en alguna medida con un
acto de fe.
POR FERNANDO E. JUAN LIMA
TAB (FK)
UNA ESFERA (DE QU?)
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Gomes que fue crtico, pero como bien sabemos eso no quiere decir nada hace un
cine que sabe callar.
Quien calla no otorga, en todo caso dice con otros medios. Y Tab(que refiere a la
homnima de Murnau y Flaherty y no solo por el ttulo, pero tampoco por tilinguera
cinfila) calla mucho en una segunda mitad que compensa todo lo que se habla en la
primera (invirtiendo la estructura del citado film del germano).
De eso se trata el asunto: de la administracin del silencio y la palabra.
Una primera mitad, Paraso perdido, es una sucesin de palabras que (junto al cine)
llenan el tiempo, el vaco, la falta de experiencia. Se sita en una Lisboa gris
(incrementado por el blanco y negro) con tres mujeres entradas en aos: Aurora, Pilar
y Santa. La tercera encargada de cuidar a la primera; la segunda, una trabajadora
social apiadada de la primera, una viejita con incrementado estado de alucinaciones,
mezcla explosiva de edad y memoria. El cine y las palabras son centrales en la
primera mitad de la pelcula. Sin ir ms lejos, el inicio, el prlogo de Tab, es la historia
de un amor imposible y trunco que prefigura lo que veremos en la segunda
mitad, Paraso. La segunda parte no es otra cosa que un relato oral posterior a la
muerte de Aurora contado por el amante prohibido que supo tener 60 aos antes. Esa
segunda mitad, que es un gran flashback al pasado, est plagada
de acontecimientos (traiciones, secretos, asesinatos, una huda intil, un amor
destruido) pero carece de dilogos.
La contraparte entre las voces del primer segmento y el silencio del segundo est
directamente asociada a una idea de narracin moderna que caracteriza la obra del
director: la relacin entre fabulacin y realidad, entre sueo y vigilia, entre recuerdo y
presente, entre escena y fuera de escena. Su cine produce esas polaridades
precisamente para desdibujarlas luego. Por eso precisa de los relatos enmarcados, de
las fabulaciones, de los juegos de representacin: su cine es un cine de la disolucin
temporal. Por eso el cine cumple una funcin fundamental aqu.
En cierta medida como lo haca Scorsese en Hugo, el cine no es una mera excusa
sino es un motor narrativo-melanclico. El cine y los viejos son el ltimo refugio de los
relatos para afrontar el presente, ya vaco de experiencia. Este aspecto hace de la
pelcula lo mismo que Gomes ya ha hecho con otros films suyos anteriores: construye
situaciones y personajes con los que podemos encariarnos pero cuyo tiempo est en
fuga. De ah que el pesimismo melanclico de la obra del director sea ms un tono, un
leve aroma que va impregnando la narrativa que un pathos irreversible.
A su vez, el modo en el que se interrelacionan los niveles narrativos entre la pelcula
del prlogo, el presente en Lisboa y el segundo tramo, el del recuerdo, tampoco es
lineal, sino que construye un juego barroco de espejos, algo tambin reconocible en la
obra de Gomes, que siempre juega a la reversibilidad.
Quizs con Tab, a diferencia de Aquel querido mes de agosto, las costuras se noten
menos y el procedimiento fluya ms. En todo caso la pregunta es otra: tiene futuro
este cine? Una posible respuesta la trae la leyenda de Leopoldo Marechal sobre El
Fiord, de Osvaldo Lamborghini respondiendo cuando le preguntaron su opinin sobre
la obra: Es perfecta, una esfera. Lstima que sea una esfera de mierda. Es uno de
los peligros de la perfeccin.
POR FEDERICO KARSTULOVICH
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PARKER
PARKER VENCE
ESTADOS UNIDOS, 2013 | 118'
DIRECCIN
TAYLOR HACKFORD
GUIN
JOHN J. MCLAUGHLIN (BASADO EN LA NOVELA FLASHFIRE, DE DONALD E.
WESTLAKE, SEUDNIMO DE RICHARD STARK).
FOTOGRAFA
J. MICHAEL MURO
INTRPRETES
JASON STATHAM, JENNIFER LOPEZ, MICHAEL CHIKLIS, NICK NOLTE, WENDELL
PIERCE, CLIFTON COLLINS JR., BOBBY CANNAVALE Y PATTI LUPONE.
Llevar al cine un personaje literario del peso de Parker conlleva una serie de riesgos
discretos pero altsimos. El nefito puede asimilarlo, entenderlo y hasta aceptarlo tal
como se le presenta, pero aquel que lo ha frecuentado, que fue testigo de sus
tribulaciones, lo que buscar no es el reflejo fiel del espejo limpio, pero al menos un
retrato aproximado, lo que a fin de cuentas se consigue con una siempre larga serie de
restricciones. Taylor Hackford, el director, y John J. McLaughlin, el guionista, son tal
vez los mejores nombres que podan haberse ocupado del trabajo de llevar a Parker
una vez ms a la pantalla, luego de que lo hicieran desde Godard (Made in USA,
1966) a Brian Helgeland (Payback, 1999), pasando por la extraordinaria versin de
John Boorman (A quemarropa, 1967). Entre ellos estn los infructuosos intentos de
Alain Cavalier (Mise Sac, 1967), Gordon Flemyng (The Split, 1968), John Flynn (The
Outfit, 1973) y Terry Bedford (Slayground, 1983). En realidad el de Godard es el ms
infructuoso de todos, pero dado que fue el primero poda darse el lujo de hacer lo que
se le antojaba, porque sus decisiones no estaban tomadas, como hoy, con el peso de
la gran masa humana fantica que vigila a este personaje legendario. Y porque
adems, a diferencia de todo el resto, al llevar al cine la novela The Jugger, de Richard
Stark, ni siquiera se le cruz por la cabeza respetarla. De hecho hasta es probable que
la considerara una mala novela (Godard es de los que piensan que las buenas
pelculas se hacen a partir de libros malos). De modo que nada se le puede recriminar
a Godard. Pero s al resto. Y tampoco hay nada que recriminarle a Hackford, que hizo
lo mejor que poda hacer con un actor como Jason Statham, que est tan lejos del
prototipo de Parker como podra estarlo Alberto Olmedo del de Lawrence de Arabia.
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El Parker literario aparece en una serie de 24 novelas escritas por Donald Westlake
con el seudnimo de Richard Stark (como Westlake escriba novelas policiales
humorsticas; como Stark novelas policiales serias). Parker es un gngster con ciertas
particularidades: tiene una frrea conciencia de clase, una mente particularmente
desarrollada para planear golpes maestros y le gusta mucho el dinero ajeno. Pero
tambin tiene mala suerte. Gran parte de las novelas de la serie se desarrollan en
base a traiciones, y las traiciones requieren venganza y recuperacin del botn. Hara
falta inventariar las tramas, pero me atrevo a decir que la mitad de las novelas de
Parker se basan en esta lnea argumental: robo, traicin, pesquisa, venganza, victoria.
Pero hay otra particularidad a la que Taylor Hackford y John J. McLaughlin prestaron
especial atencin: en la saga no somos testigos del viaje inicitico criminal de Parker;
desde la primera novela hasta la ltima, Parker ya es un criminal acabado. Como
mucho puede aprender que no debe volver a ser piadoso, pero vuelve a serlo, porque
est en su naturaleza. Hackford y McLaughlin plasman en Parker eso a la perfeccin:
el Parker de Statham es una batera de tcnicas que lleva a cabo con profesional
fruicin: nada de lo que hace lo hace por primera vez. Nada. Ya sea detener el cuchillo
oponente que est a punto de entrarle por el ojo (hay un solo modo de detener un
cuchillo haciendo ese recorrido) o comprobar que la empleada inmobiliaria que se
propone ayudarlo no posee un micrfono escondido (solo hay un modo de
comprobarlo: haciendo que se desnude). Statham parece haber entendido eso: nada
debe sorprender a ese personaje, todo lo que le ocurre es historia conocida. Incluso en
sus reacciones ms instintivas su naturaleza opta por la solucin ms simple y
probada. Y Statham eso sabe hacerlo. Es decir sabe simular que nada es nuevo para
l, sencillamente porque a esta altura verdaderamente nada debe de ser nuevo para
l.
El libro que llev Hackford al cine es Flashfire. Hay una traicin, entonces, y un plan
para recuperar el botn y vengarse. El problema son los cambios de planes a ltimo
momento. Y los imprevistos. Y las palizas tremendas que debe soportar Parker hasta
la victoria final. Porque Parker siempre vence.
POR GUILLERMO PIRO
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sus personajes jams usan colores vibrantes, solo se viste con pigmentos neutrales
para disimular su presencia en el mundo. Pero tambin se ha disfrazado, literalmente,
lo cual no es tan comn lamentablemente en su trayectoria pero las pocas veces
que lo ha hecho bien ha valido la pena, despertando infinitas fantasas en el club de
fans mixto de Jason Statham. En Snatch ha interpretado por pocos minutos a un judo
ortodoxo, luciendo un par de tiras de pelos que enmarcaban sus orejas, una generosa
barba canosa, gorro, anteojos y un traje que duplicaba su verdadero talle.
En Parker abandona la tierra prometida para convertirse al catolicismo cuando, por
unos pocos minutos, se disfraza de sacerdote, con peluca canosa incluida. Pero esta
no es la nica vez que Jason Statham ostent cabellera en la pantalla grande: 2005
fue el ao en el que su calvicie fue tajantemente discriminada y ocultada bajo unos
extraos peluquines. En London de Hunter Richards, su personaje Bateman presume
una cabellera castaa oscura que parece haber sido pintada con aerosol y
en Revlverdonde juega al ajedrez y hace jaque mate cada cinco minutos Jake
Green presenta una desconcertante y prominente cantidad de cabello peinada con
gomina hacia atrs. Estas dos pelculas permiten reparar en que Jason Statham no
necesita pelo para aumentar su virilidad; la calvicie le sienta muy bien.
La pistola desnuda
Es sabido que la verdadera pelea en las pelculas de accin es comprobar quin la
tiene ms larga. Ingls de verga grande. Fuerte como caballo, dice entusiasmada la
mujer oriental al pispear el bulto de Chelios bajo su camisn. Crank: Veneno en la
sangre ha dejado claro que hay un solo ganador y que, adems, sabe muy bien cmo
usarla. Cuando Chelios, luego de ser envenenado, busca desesperadamente en un
hospital la adrenalina artificial epinefrina para aumentar masivamente el nivel de
efedrina en su cuerpo, escapa de la clnica vistiendo una bata hospitalaria que cubre
su desnudez. Y tienes una ereccin de acero, no?, le pregunta el Doc a Chelios.
Djame ver. Afirmativo, contesta mientras mira y miramos la gigante forma flica
que sobresale del camisn pidiendo a gritos un alivio sexual. Ante tal acontecimiento
fsico, Chelios le suplica a su novia Eve que le haga el amor. Qutate la ropa.
Slvame, Eve. Slvame la vida. Su novia se le sienta arriba y Chelios le arranca
violentamente el bretel de su vestido, liberando una teta de la ajustada tela del solero.
Recostados en medio de la va pblica, rodeados de los mirones de siempre, la pareja
exhibe un espectculo doble para los espectadores de la calle y para los
espectadores de la sala de cine de sexo salvaje, alternando la posicin del misionero
con la del perrito. Tres aos despus, Chelios vuelve a repetir la exhibicin del
kamasutra en Crank 2: Alto voltaje, pero esta vez lo hace en un hipdromo, con mayor
cantidad de pblico y con nuevas posiciones sexuales: el mvil del molino, el columpio
y la carretilla. Y alternando esas posiciones, practica el misionero para que la tribuna
femenina pueda apreciar sus glteos firmes y lampios. Son tristemente escasas las
pelculas de Jason Statham que eligen mostrar escenas de sexo del britnico
musculoso, pero las dos pelculas de Crankvalen por toda su filmografa.
Pectorales duros, corazn de meln
Detrs de la coraza que cubre al actor con la cara de culo ms sensual de Hollywood,
hay un hombre blando y relleno de dulce de leche. En los ltimos aos varias pelculas
se han animado a construirle personajes que exponen su costado ms sensible,
mostrando que, al fin y al cabo, es un ser humano con un corazn que necesita amor
para poder latir. Siempre sospech que en el fondo eres un romntico, le deca
Tarconi (Franois Berland) a Frank Martin en El transportador 3 cuando perciba que
el conductor del BMW amante de las reglas, se haba enamorado perdidamente de
Valentina (Natalya Rudakova). Y de ser un romntico, pasa al extremo de convertirse
en un autntico pollerudo: en Los indestructibles 2 pololea con su novia al telfono
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Existe algo ms hermosamente absurdo que la escena del baile en Ana Karenina?
Los brazos giran y se chocan hasta el codo, las manos se doblan como cuellos de
cisne, hombres y mujeres se abrazan y desabrazan en una coreografa imposible de
duplicar o entender. Existi alguna vez un estilo de baile de saln tan
rebuscadamente ridculo? Es poco probable, resultara imposible de seguir para
cualquiera que no fuera un extra de una pelcula de gran presupuesto.
El momento del baile arranca con un plano secuencia: Keira Knightley (Ana) se da
vuelta de pronto (con alguna excusa mala) y acepta bailar con Vronsky. Entre brazos
que se tejen y destejen, la pareja se adentra en el saln de baile, en el cual, al
principio, todas las dems parejas estn congeladas en poses claramente pictricas.
Al avanzar ellos hacia el centro, los dems bailarines se empiezan a descongelar y la
pista se vuelve un lugar giratorio donde las sedas y los uniformes se van licuando. La
cmara nunca los suelta. Entre hombros y perfiles, vemos a la pareja (que no habla)
hasta que en un momento de la coreografa Vrosky levanta a Ana Karenina por la
cintura y la cmara se concentra en un plano medio de ella elevada sobre los ojos de
su futuro amante. La luz cambia, el sonido tambin y cuando Ana vuelve a bajar
(siempre sin corte) de pronto el saln est totalmente vaco y a oscuras, excepto por
un foco que ilumina el centro de la habitacin (en el piso un crculo de mrmol de otro
color marca el epicentro) y la pareja sigue bailando, aislada. Despus viene un corte.
Cambia la msica. Vuelven a entrar las dems personas a la escena. Vemos planos
frontales de cuchicheo de alta sociedad (las voces se agregan a la banda sonora), de
pronto nos damos cuenta de que cambi tambin la pieza musical, todos los dems
cambiaron de pareja excepto Vronsky y Karenina. Hasta que Kitty se para y mira
horrorizada y solo entonces Ana comprende lo que estaba pasando y lo que sigui
pasando a su alrededor y sale corriendo del saln (una luz reflejada en un espejo de la
puerta de salida se convierte en el farol de un tren que avanza por la estepa
congelada).
La belleza de esa escena no se encuentra en la delicada mariconera con la que se
teji esa coreografa de cuasi vals, en la iluminacin tan cuidada, en el vestuario
merecedor de un Oscar, en la belleza de todas esas personas convocadas para
resucitar la Rusia zarista. Todo eso, todo, confluye en los ojos de Keira Knightley
cuando es levantada de la cintura en medio de un gran saln y se le escapa todo el
amor/lujuria por ese oficial joven que eventualmente la llevar a la ruina y al suicidio.
Ese baile es lo ms parecido a una escena de sexo pblico que podra filmar un cine
decoroso. El contacto de las manos, los suspiros, los brazos de Vronsky que bajan por
los de Karenina, la estilizacin y los colores, los cambios de luces, cada detalle de esta
escena (como de la pelcula toda) dice mucho ms de lo que parecera decir (lase:
novela realista del siglo XIX, ambientacin de poca, arbitrariedad de un director
amanerado). Todo se juega en un baile y se juega sin palabras.
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El recurso del baile de saln en el que de pronto se desvanecen todas las dems
personas y nos encontramos con los protagonistas movindose por el espacio vaco
ya lo haba usado Joe Wright en su primera pelcula: Orgullo y prejuicio. En aquella
escena tambin Keira Knightley se encontraba de pronto atrapada por la mirada de un
caballero (en Inglaterra, unas cuantas dcadas antes y sin tanto lujo), aunque en ese
momento el baile en solitario era ms contradictorio (porque en principio la
protagonista parece odiar a su contraparte). En Ana Karenina no hay contradiccin o
conflicto: Ana se entrega con todo su cuerpo a Vronsky; son los de afuera (esas voces
que terminan por reaparecer) los que traen el conflicto, que no es otro que el de los
ojos que miran. Si Orgullo y prejuicio funcionaba como una exploracin
psicolgica, Ana Karenina le da un marco ms amplio a su conflicto (la sociedad y sus
costumbres, tambin puestas en tensin por Levin), que a su vez permite una entrega
mucho ms exagerada y melodramtica de la protagonista cada en desgracia (y
frente a un tren).
Claro que el recurso de los dems desaparecen tampoco fue un gesto de vanguardia
cuando Wright lo film la primera vez. Joe Wright (el ingls melodramtico) no es un
director innovador, chocante o inesperado, pero tampoco pretende serlo. La vara para
medir a Wright no es la de la originalidad sino la de la efectividad y sus pelculas
funcionan. Incluso cuando estn enrevesadas por cuidados trabajos de teatralidad
como en Ana Karenina. La mano de Wright no tiene el pulso nervioso de la vida
misma sino el aplomo de quien conoce los recursos de su arte. Por eso no sorprende
que en una nueva escena de baile Wright vuelva a mostrar a su pareja como antes:
sola entre la multitud. Lo que hace Wright con ese gesto (y tantos otros) es trazar una
tradicinsui generis en la que poder inscribir sus pelculas, que se han quedado ya sin
el contexto del gnero que debera haberlas contenido: el melodrama.
Nunca nadie bail como se baila en Ana Karenina, pero esa artificialidad viene a
ocupar el lugar que dejaron las convenciones de un cine sentimental que hoy ya no
existe; convenciones necesarias para transmitir lo que va ms all de una simple
trama o un dilogo aleccionador, aquello que se eleva mucho ms all de las
imgenes en el corazn mismo de las imgenes. El cine.
POR MARCOS RODRGUEZ
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dejaron de pensar por qu el exceso era la nica manera de filmar Anna Karenina sin
caer en los lugares comunes de las adaptaciones previas.
Digo esto porque no me explico qu parte de la operacin depurada que la pelcula
hace sobre la novela (operacin barroca, recargada, virtuosa en la combinatoria de
procedimientos audiovisuales pero no por eso contraria a la depuracin estilstica)
puede resultar empalagosa, como s lo era, por ejemplo,Expiacin, deseo y pecado,
una pelcula de puros recursos vistosos pero carente de reflexin sobre s misma.
Veamos con atencin:
1. Anna Karenina, la novela de Len Tolstoi, es una de las ms ricas expresiones de la
novela realista del siglo XIX. Y con realismo hablo de realismo social, aquel que a
partir de la vida de unos pocos logra transmitir un clima de poca. En su centro se
encuentra la sumatoria de actitudes que defina (y regulaba) la vida pblica y privada
de las clases acomodadas de la Rusia imperial. Anna Karenina, la pelcula, comprende
con sabidura que la vida pblica y privada estaban atravesadas por un sinnmero de
representaciones. Ser por eso que la puesta en escena no es realista sino que es
plenamente artificiosa, en un gigantesco set-teatro (de la vida). Leer esteticismo vaco
en esta decisin a contrapelo (pero a la vez funcional) a la novela es un acto de
miopa.
2. La novela da cuenta de un cambio de poca, de un perodo de transicin. En ella la
nocin de progreso, pero sobretodo de movilidad de clases (pretensin de ascenso y
resistencia al descenso social) aparece acompaada de la figura del tren (objeto
determinante que marca el final de una poca en la misma Anna), es decir, a una
presencia mecanizada. En este sentido el mismo montaje de la pelcula trabaja un
pasaje que va del trabajo sobre los planos largos hacia planos cada vez ms cortos.
En ese mismo proceso se produce una aceleracin temporal y rtmica. Es el mismo
montaje, por tanto, el que tambin acompaa ese cambio de poca (que expresa la
misma Anna con su actitud excntrica para la poca, pero que nadie es capaz de
registrar): un procedimiento que expresa conciencia narrativa de su material.
3. En la novela se produce un paralelo que da cuenta de la relacin entre Anna y su
amante con respecto a otras lneas secundarias, que permiten dar cuenta de una
visin ms acabada del costado social del realismo tolstoiano. En la pelcula, la
concentracin dramtica nos obliga a focalizarnos en la relacin que est enmarcada
dentro de ese gran teatro que es la aristocracia rusa del siglo XIX. De este modo,
Wright pone menos el acento en la psicologa profunda de los personajes que en sus
acciones determinantes: en este aspecto, la pelcula es tributaria de una narracin
clasicista pero su verosmil es exagerado, folletinesco. Por eso su tendencia al
desborde, a la exageracin, al subrayado es menos un problema de excesos que
una eleccin consistente. En definitiva llevando la pelcula hacia el extremo artificio es
como podemos acercarnos ms fuertemente al espritu folletinesco que la inspir. Al
fin y al cabo la estupidez de la fidelidad literaria poco importa mientras los
procedimientos de adaptacin enriquezcan al punto de partida y se independicen de
l.
4. Wright trabaja al melodrama como Baz Luhrmann trabaja el musical en Moulin
Rouge (pelcula con la que AK tiene ms de un punto de contacto en trminos de
propuesta visual): como una superficie que cuanto ms epidrmica, ms pulida, ms
arquetpica se ve, ms se disfruta. En este punto el tratamiento del melodrama
(recordemos uno de los gneros cannicos del cine pero a la vez en franco olvido)
en AK no poda estar sino mediado por la exageracin. Como si Wright supiera que
para revolver los viejos huesos de aquel gnero no bastaba con un simple
aggiornamiento de la propuesta, con alguna actualizacin. Como si fuera consciente
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de que para revisitar los gneros sin cinismo hay que hacer operaciones simples pero
que parezcan complejas (para que nadie sospeche que el territorio de los gneros
cannicos hoy solo puede visitarse con credulidad ingenua, con cinismo o por medio
de operaciones que nos confundan).
Por eso quizs AK pas sin pena ni gloria, se la evalu apresuradamente. Se perdi
como un melodrama ms, como otra pelcula ms sobre adaptaciones literarias. Es
una gran pelcula. Es la mejor adaptacin que se hizo de la novela a la fecha. Y
seguramente en unos aos, sin huevos fritos en los ojos, los espectadores que hoy la
desdean le den el lugar de obra maestra que merece.
POR FEDERICO KARSTULOVICH
Nuestras pelculas memorables, las que merecen ser recordadas, no siempre son las
mejores. Lo que forja nuestro recuerdo siempre es aquello que las diferencia del resto,
y esa diferencia puede provenir de lo malas que son. No puedo aunque lo intento
olvidar cosas como Barton Fink y la cara de orate de John Turturro; recuerdo con no
poca vergenza ajena, de esa pelcula, el juego de lucha libre entre Turturro y John
Goodman. Peor: me pregunto para qu los recuerdo, salvo para que me provoque
cierto malestar. Pero es indudable que no voy a olvidarla, a menos que acten los
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Tras la hermosa secuencia de ttulos, que juega con las limitaciones de una animacin
que remite a la prehistoria del cine, a la linterna mgica y al teatro de tteres, la accin
transcurre en blanco y negro, en una pantalla casi cuadrada, en el germinal formato
(4:3) que vincula al cine con el espectculo de feria, con el circo. Y all encontramos al
protagonista, el gran Oz, farsante trashumante que vive de los trucos de ilusionismo
que perpetra, al tiempo que deja un tendal de enamoradas, pueblo tras pueblo, a
quienes regala el nico recuerdo que posee de su fallecida madre. Las fantsticas
circunstancias que lo transportan al mundo de Oz dan pie a una de las secuencias que
logra hacer emerger emocin genuina, al ver como se ampla la pantalla y aparecen
los colores. Oz: el poderoso, que en todo momento utiliza de manera pertinente el 3D
(aun tentndose con la ya clsica, y muy lograda, incluso en dos dimensiones, tomaRaimi desde el objeto lanzado al espectador), pone en escena la propia historia del
cine, su transformacin, su evolucin y al mismo tiempo la continuidad de su
esencia. Del monocromo y la pantalla cuadrada al cinemascope, el color y el 3D, los
formatos y los recursos cuentan esa otra historia paralela, que podra ser tambin la
que une la recordada El mago de Oz(Victor Fleming, 1939) con esta especie de
precuela, que dice bucear en los orgenes de este fantstico personaje. Y, qu es lo
que hay en la gnesis de este mago? Justamente el espectculo de feria, la habilidad
para el engao, el disfrute ante lo que se sabe casi en todo momento, de manera
consciente o inconsciente, que es un timo.
Como en la poltica?
Ese es el punto que ms me llam la atencin de este nuevo acercamiento al mundo
de Oz. No pude dejar de pensar en la mucho ms aburrida e inflamada de propia
importancia Lincoln. Los personajes enfundados en sendas galeras en las dos
pelculas parecen compartir una mirada sobre la poltica, la democracia y el pueblo al
que los lderes dicen representar o defender. Y el punto en comn tiene que ver con la
necesidad de cierta dosis (importante) de engao y de mentira. La subestimacin
hacia el pueblo por parte de la pretendida mayor democracia del planeta se evidencia
en el escape hacia esa necesidad de cierta vanguardia, de la existencia de lderes que
estn dispuestos a no respetar las reglas del sistema para hacerlo avanzar, incluso
mintiendo a quienes dicen representar y ante quienes deben responder. Esta idea de
que el fin justifica los medios, de que si las intenciones son buenas se permiten ciertos
excesos, de que lo que importa es el resultado obtenido, va en contra de lo que es el
ncleo duro de la democracia. Es cierto que el territorio mtico de Oz, con sus brujas
buenas y malas, remite ms a monarquas que al menos de este lado del globo nos
resultan totalmente ajenas. Y podr argumentarse que circunstancias excepcionales
requieren soluciones excepcionales; que, en el caso de Lincoln, la particular situacin,
el momento histrico, la juventud de una nueva democracia, explican el accionar que
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se ensalza. Sin embargo, estimo que esto no es casual, esta lgica recorre en gran
parte la mirada poltica del cine mainstream de Hollywood (por eso destaca, y
descoloca, el nada demaggico acercamiento de la gran Kathryn Bigelow). La
democracia es pura forma. No es solo el gobierno de las mayoras y el respeto a sus
decisiones. Ms all de ese componente fundamental, el respeto de ciertos principios
pero tambin de determinados procedimientos es la garanta sistmica que nos
protege (a todos, y sobre todo a las minoras) de los excesos del poder. En definitiva,
nos protegen para que Lincoln u Oz no puedan hacer cualquier cosa.
El pueblo es una masa amorfa e ignorante a la que, por su bien, hay que mentirle.
Esto parecen decir Spielberg y Raimi. Grandes directores que hacen dialogar esa
concepcin con la propia funcin del cine: engaar y distraer. Oz/Lincoln se calzan la
galera, y como tienen buena labia, como conocen los trucos necesarios para encantar
a la muchedumbre, estn dispuestos a hacer cualquier cosa, a endulzar los odos con
todo aquello que el auditorio quiere escuchar, a ocultar todo atisbo de situacin rspida
para quienes prefieren continuar en la ignorancia. No intento con esto denostar estas
pelculas, que comparten una visin que, como dije, es tan difundida que cierto
principismo trasnochado dara por tierra con la posibilidad de disfrutar gran parte de
la produccin de Hollywood. Lo que digo es que, en la actualidad en la que nos
hallamos inmersos, es bueno prestar atencin a estos detalles que parecen
desmentir a quienes sealan con el dedo a determinados lderes/farsantes de feria y
se refugian en ese supuesto santuario de la verdadera democracia que puede
llamarse Oz o Estados Unidos de Amrica. Si Lincoln me pareci una pelcula menor
es por querer vestir con ropajes de importancia y aires de solemnidad (con un
insufrible Daniel Day Lewis jugando a las estatuas vivientes) esta circunstancia que no
deja de tener su componente artesanal, proclive a la empata, que es la construccin
de una ilusin, ms o menos bien intencionada. Por eso, el costado juguetn, ldico
deOz: el poderoso es lo que ms se agradece: funciona mejor el protagonista en su rol
de desatado galn y seductor serial que la sucesin de personajes que en algunos
momentos parecen importados de un pretendido universo burtoniano.
En definitiva, si todo vale, si por un resultado que alguien (el poderoso) estima
beneficioso se acepta cualquier atajo, al margen de la voluntad popular (o por una
decisin de este pueblo basada en una mentira, en un engao), resulta difcil calificar
ese camino como democrtico. Una vez ms, lo mismo que pasa con el cine y con las
pelculas que resultan ms vistas por el pblico, en la mayora de los casos.
Elegimos realmente? Cul es el alcance de nuestra decisin? Podemos hablar de
eleccin libre si tenemos que optar entre distintas (y cada vez ms pocas) mentiras?
Algo de esto recorra Lincoln, y algo de esto, sin dudas, est presente en Oz: el
poderoso. Claro que mientras que en el primer caso eso es justificado, y hasta
aplaudido al punto de la veneracin, en Oz: el poderosoaparece ms como una
constatacin fctica ante la cual, ya que las cosas no pueden ser de otra manera (tal la
tesis), resulta aconsejable relajarse y pasarla lo mejor que las circunstancias lo
permitan. En fin, que los poderosos siempre triunfan, que cuando no lo hacen es por
decisin propia (y en bsqueda de otros objetivos) y que nosotros no incidimos en
nada porque, entre otras cosas, no sabemos (no tenemos acceso a la informacin
necesaria) por dnde pasan las verdaderas cuestiones importantes. Ante ese estado
de cosas qu nos queda sino seguir viendo pelculas.
POR FERNANDO E. JUAN LIMA
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EN LA MIRA
ROBOCOP, HUY Y LO PESCARON
END OF WATCH, ESTADOS UNIDOS, 2012 | 105'
DIRECCIN
DAVID AYER
GUIN
DAVID AYER
FOTOGRAFA
ROMAN VASYANOV
INTRPRETES
JAKE GYLLENHAAL, MICHAEL PEA, NATALIE MARTINEZ, ANNA KENDRICK,
DAVID HARBOUR
Atencin: se cuenta el final
Alex Murphy tena algo de pelo, hasta que lo trozaron los malos y lo enlataron los
peores. Ah, Murphy pas a llamarse Robocop, y si bien lo que tena en lugar de tapa
de los sesos era chatarra, lo que quedaba de carne dejaba ver unas entradas
prominentes. Que Brian (qu bien que le queda a Gyllenhaal el manitico) est pelado
es algo, entre muchas cosas adems de la ultraviolencia, que podra unir
a Robocop con En la mira. Y por supuesto, algo que no tiene ninguna importancia.
Tambin tienen en comn Murphy y Brian el ser policas con intenciones de hacer lo
correcto y de distinto que Murphy no tena un pelo de tonto cuando Brian es un
rematado idiota. Ninguno de los dos conoce hasta dnde puede llegar la maldad y les
ir psimo descubrindolo. Tal vez, para darse una idea de eso, ambos miran a travs
de una cmara, con la intencin de terminar de creerlo. Murphy lo vea directamente y
aprendi desde el principio que siempre puede ser peor, Brian no lleg a pasar los
archivos a la compu.
En el comienzo de En la mira, despus de una presentacin a cmara de Brian
contando de su proyecto documental, se ve una persecucin en cmara subjetiva en la
que l y su compaero Mike atrapan a unos malhechores y los castigan a
balazos. Das extraos, de Kathryn Bigelow, comenzaba tambin con una
persecucin, pero la subjetiva en ese caso era del perseguido. Llegado un momento,
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tiene que saltar cual otro inicio vertiginoso, ah s de vuelta en el punto de vista del
mayor perseguidor de todos el vaco que separa a una terraza de la otra, pero cae y
todo se va a negro. Resulta que ese plano secuencia no era ms que un juego de
realidad virtual que venda Ralph Fiennes para ganarse la vida proporcionndoles a
sus clientes todas las excitaciones que no podan tener. Brian no quiere tener muchas
cosas, pero s ser ms de lo que es. Y con su propia realidad virtual HD juega a ser
detective cuando su funcin es slo la de poner la cinta policial que delimita la escena
del crimen.
Kathryn Bigelow siempre mostr en sus pelculas mundos podridos, por eso en su cine
el placer nunca es juego sino adiccin. Y En la mira es una pelcula decadente, en la
que todo est ms cagado que en Robocop pongamos a competir a un Jake
Gyllenhaal skinhead y a Michael Pea con Peter Weller y Nancy Allen, o a esos
gangsters que se expresan como animales con el siempre carismtico Kurtwood
Smith y que en el cine de Bigelow. rase una vez en el sur reza el principio de En la
mira, indicando que lo que vemos podra ser un western, pero que todo est yendo
para abajo. Brian y su compaero, por ms buenas intenciones que tengan, no podrn
salvar a su pueblo, porque lo que est hecho mierda est muy hecho mierda y porque,
adems, no son capaces, porque tambin ellos son unos hroes de mierda.
As de pesimista y hasta se podra decir un tanto facha (aunque hoy dicen eso para
referirse a Bigelow, y seguro que tambin a Robocop y ni hablar de John Wayne)
puede ser En la mira. Sin embargo, en su segundo final muestra a estos policas de
repuesto jugando y pasndola bien. Tal vez terminar con eso sea un guio de
optimismo. O tal vez no. Si no, est muy bien que recuerde lo que no se tendra que
haber perdido nunca (de vista): la posibilidad de jugar en una realidad de verdad en
lugar de en una virtual.
POR DANIEL ALANIZ
LA NANA
SALIR
CHILE/MXICO, 2009 | 95'
DIRECCIN
SEBASTIN SILVA
GUIN
SEBASTIN SILVA Y PEDRO PEIRANO
FOTOGRAFA
SERGIO ARMSTRONG
INTRPRETES
CATALINA SAAVEDRA, CLAUDIA CELEDN, MARIANA LOYOLA Y LUIS DUB.
La industria cultural siempre cuenta con un bastin que le permite revolear a los 4
vientos la ltima novedad de mercado. Dentro del llamado circuito artie alguna vez fue
el cine iran, tambin lo fue el cine mexicano, el taiwans, el hongkons, el rumano, el
cine turco, el cine brasileo, el cine argentino. Hace unos 4 o 5 aos comenz una
leve olita que comenz a crecer con fuerza. Fue la del llamado Nuevo cine chileno. El
cine trasandino supo tener una rica historia en la dcada del setenta, pero con los
28
exilios y dictaduras, pero sobre todo con una nula poltica cultural de apoyo al cine,
muy pronto se desvaneci.
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efecto cotidiano funciona. En este sentido La nana le saca el jugo a cada uno de los
ingredientes que explota.
De todo esto se deriva la gran traicin a nuestras expectativas: pensbamos que
bamos a ver La ceremonia de Chabrol? Nada ms lejano. Aqu nada sobra y todo
est milimtricamente pensado en funcin de una necesidad narrativa (tiene algo
de La separacin pero sin el juego moralista de aquella) pero con la acertada decisin
de borrar las marcas hasta que no se note.
Podemos echarle en cara alguna que otra torpeza tcnica, alguna sobreactuacin que
sale del conjunto, s, pero en el fondo La nana demostr al cine chileno y
latinoamericano en general que se poda narrar con inteligencia, con bajo costo y con
ideas visuales.
Hoy, de aqu a un par de meses, cuando baje la espuma de la nominacin al Oscar
de NO de Pablo Larran, todo volver a su sitio, posiblemente, y el cine chileno
recupere el lugar que haba sabido tener antes del boom. Como toda moda algo habr
dejado en el camino. La nana es un ejemplo acabado de un cine latinoamericano
posible ms all de las modas.
POR FEDERICO KARSTULOVICH
LOS CROODS
LUZ Y FUERZA
THE CROODS, ESTADOS UNIDOS, 2013 | 98'
DIRECCIN
KIRK DE MICCO, CHIRS SANDERS
GUIN
KIRK DE MICCO, CHIRS SANDERS
FOTOGRAFA
YONG DUK JHUN
INTRPRETES
EMMA STONE, NICOLAS CAGE, RYAN REYNOLDS, CATHERINE KEENER, CLARK
DUKE, CLORIS LEACHMAN.
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MI NOVIO ES UN ZOMBIE
MI VIDA COMO ZOMBI
WARM BODIES, ESTADOS UNIDOS, 2013 | 98'
DIRECCIN
JONATHAN LEVINE
GUIN
JONATHAN LEVINE (SOBRE LA NOVELA DE ISAAC MARION)
FOTOGRAFA
JAVIER AGUIRRESAROBE
INTRPRETES
NICHOLAS HOULT, TERESA PALMER, JOHN MALKOVICH, ANALEIGH TIPTON,
ROB CORDDRY, DAVE FRANCO.
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que el zombi colecciona), hacerla pasar como a una del grupo, manejar a toda
velocidad un descapotable por pistas abandonadas y deslumbrarla con su coleccin
de vinilos, entre otras cosas. La historia, llena de humor, autoconciencia, picarda,
chistes y momentos hilarantes (en especial, la escena en la que R dialoga a gruidos
con su zombi amigo M), no es ms que eso: el amor que surge entre un chico (muerto)
y una chica (viva) aunque mil obstculos los separen (sociedad, padre, muerte, etc.).
Cualquier vaga similitud con Romeo y Julieta no es pura coincidencia.
Sin embargo, a pesar de su simplicidad, este es un relato conciso y bien narrado. Es,
adems, un cine que se repliega en s mismo. Hay en l distanciamiento, pero no es
un extraamiento cnico, intelectual, sino rebosante de ternura, optimismo y humor. Se
remarca, en cierta medida, la nostalgia; se aora una poca pasada pero no con
tristeza y sufrimiento, a la manera de los romnticos del siglo XVIII, sino con alegra.
Esta idea de distanciamiento contemporneo habla de una invisibilidad del relato
clsico que se ha perdido, pero no en aras de la ruptura modernista del Neorrealismo
italiano o de la Nouvelle Vague francesa, sino a favor de la completa identificacin del
espectador actual con aquello que ve en la pantalla. El espectador de hoy acrecienta
su placer al reconocer las huellas de otros discursos en la obra que contempla. Si en
cuanto a estilo de poca, a grandes rasgos, primero fue el clasicismo (cine como
ventana del mundo), y luego surgi una esttica rupturista asociada a la
deconstruccin del mensaje, hoy lo que impera es la reutilizacin, en clave pardica,
de los grandes gneros cinematogrficos, otra marca habitual del cine contemporneo.
En este sentido, mezclando el cine de terror de zombis con la moda televisiva de los
muertos vivos y con la comedia romntica de reminiscencias ochentosas, Mi novio es
un zombie aun con su obvia utilizacin de la banda sonora, con su humor poco
sofisticado pero eficaz, con sus miles de guios, algunos muy bsicos, a la cultura
actual es, cabalmente, un producto de su tiempo. Y uno de buena sangre.
POR MARINA LOCATELLI
LOS DAS
A TRAVS DEL ESPEJO
ARGENTINA, 2012 | 80'
DIRECCIN
EZEQUIEL YANCO
GUIN
EZEQUIEL YANCO
PRODUCCIN
EZEQUIEL YANCO
INTRPRETES
MARTINA MENDES, MICAELA MENDES, NORMA PONZIO.
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pequeas maravillas? En qu instante las nias dejarn atrs ese estado de gracia
para ingresar al universo de los adultos, para convertirse tal vez en madres,
catequistas, peluqueras o actrices?, son preguntas que la pelcula abre para sembrar
en su interior un misterio transparente y luminoso. All queda, aunque no como
respuesta, su intento de atrapar, como a travs de un espejo, el retrato efmero de una
identidad furtiva, de una femineidad naciente y, de no ser por la pelcula, casi sin
testigos. Podra decirse que uno de los temas centrales de Los das es el paso del
tiempo. Aunque en la perspectiva de las nias, cul otra si no, los que pasan son los
das, los clidos, mullidos y confortables das.
POR MARCELA OJEA
MATRIMONIO
ESCENAS DE LA (HORRIBLE) VIDA CONYUGAL
ARGENTINA, 2012 | 85'
DIRECCIN
CARLOS JAUREGUIALZO
GUIN
MARCELA SILVA, NASUTE
FOTOGRAFA
MIGUEL ABAL
INTRPRETES
DARO GRANDINETTI, CECILIA ROTH, RAFAEL SPREGELBURD, MANUEL
VICENTE, SUSANA LANTERI, ANDREA GARROTE, EUGENIA ALONSO, ALBERTO
PADILLA, SUSANA DI GERNIMO, MARCELO MELINGO, GONZALO ABADIE,
JULIA MORGADO.
Aproximadamente cada cinco semanas, tengo el placer de toparme con algn hombre
que luce la clsica y rebelde remera de la fobia matrimonial: el cono sintetiza en
pocos trazos a la pareja ella con el famoso vestido de torta de cinco pisos y l
padeciendo el claustrofbico smoking encuadrada bajo un gigante game over. La
adolescente vestimenta define al matrimonio como el fin del juego, que carga con la
responsabilidad criminal de asesinar la vida concebida como una gran aventura,
transformando la posibilidad de sorprenderse da a da en una monotona asfixiante.
La nueva pelcula de Carlos Jaureguialzo su pera prima fue Tres pjaros (2002)
refleja la intimidad de una pareja de veintitrs aos de casados que grita
desesperadamente insert coin. La prdida de vitalidad de los personajes y el
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De Cesc Gay ms o menos nos gustaban las pelculas. Digo ms o menos porque en
realidad haba, s, un cierto rigor de puesta en escena (entendmonos: lo que rodeaba
a sus personajes no era decorado gratuito sino que cumpla una funcin importante
respecto de la trama), pero sus asuntos resultaban un poco triviales. En realidad, gran
parte del encanto de pelculas como Ficcin reside en que s, son cuestiones triviales
que el cineasta, por el solo hecho de aplicar sus dotes, converta en algo
extraordinario y, por lo tanto, interesante. Gay, adems, tiene un especial odo para las
inflexiones y los tonos. En otras manos, su trabajo con el dilogo habra convertido
aquellos films en algo sumamente televisivo. Los habra convertido en Una pistola en
cada mano. Porque el gran defecto del film es ser televisivo. Claro que televisivo, en
tiempos pos pos modernos, no implica necesariamente un denuesto (ni un elogio). El
problema no reside en apoyarse en las poticas o los modos de la televisin, sino en
caer en ellos por pereza o por no encontrar un camino cinematogrfico al material.
El film muestra cinco episodios (y un eplogo) protagonizados por hombres. El principio
es matemtico: partimos de un postulado (los hombres no saben comunicar sus
emociones) y el guion vara este asunto en todas sus posibles declinaciones. Primero,
dos viejos amigos que se encuentran y relatan sus problemas y sus felicidades: el que
aparece ms alegre ser el que peor est, y viceversa. Luego, un divorciado le
confiesa a su ex que la ama, pero demasiado tarde. Ms tarde, quien ha descubierto
finalmente a su mujer con un amante tiene un encuentro con el otro totalmente
imprevisto. Despus, un hombre casado y padre trata de conquistar a una compaera
de trabajo a la que nunca dio bolilla o directamente maltrat. En el anteltimo episodio,
dos amigos en camino a una fiesta, cada uno por su lado, se encuentra con la mujer
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del otro y, en el dilogo con ellas, descubre que hay cosas que no sabe de quien tiene
tan cerca. Finalmente, los personajes se encuentran en una reunin, todos los
hombres sentados en una cocina, un poco ms pobres y patticos.
Dejemos de lado si Darn est bien o mal, si Sbaraglia est bien o mal y esas cosas
que son para revistas de informacin general. En todos estos episodios sucede lo
mismo: los personajes hablan y se trasladan y nosotros sabemos que habr un
elemento pattico que los transforme, aunque su apariencia sea de lo ms comn, en
peleles, en tteres del guin. Los actores, claro, moldean sus personajes de acuerdo
con las posibilidades del dilogo, pero nada ms. La cmara los espera y los toma. De
algn modo, todo el mecanismo a repeticin parece recordarnos los unitarios
televisivos de ndole ms didctica, aquellos donde se nos obligaba a aprender algo
(en este caso, por el absurdo). Es tan fuerte el programa del film, que ms que un
film vemos solamente el programa. De TV, en la medida en que todo lo que rodea a
los personajes se vuelve un ndice difuminado, rpidamente vuelto fuera de foco. Un
ejemplo simple: el perro que pasea el personaje de Luis Tosar mientras habla con
Ricardo Darn. Tosar y Darn se quedan quietos o se mueven un poco al ritmo de las
palabras, pero del perro solo sabemos que debe de andar por ah. Como esto no es
televisin, quien esto escribe, atento a que la pantalla del cine amplifica la realidad
incluso de modo emotivo, no puede pensar en lo que se dicen sino en el perro, que
dnde andar, que ahora resulta que lo pierde y empieza una cosa de comedia cruel,
etctera. No pasa nada con el perro, aparece al final para marcar la pausa no
publicitaria que nos lleva, puente musical mediante, al siguiente episodio.
Una vez desvelada la idea base, y una vez que comprendemos que mejor hablar con
los dems y ser un poquito ms abiertos (digamos, a los diez minutos de pelcula),
todo lo dems es apenas una exposicin de contextos donde tal postulado se vuelve
posible. Y entonces ya no hay mayor inters. En un unitario televisivo, podemos
saltearnos un programa porque, sabemos, no perdemos nada (lo volveremos a ver
cuando nos prometa algo nuevo, algo que llame nuestra atencin, o la propia
mecnica de reproduccin televisiva nos traer aquello que perdimos, no pasa nada).
En el cine, solo podemos mirar la pantalla. Y cuando la belleza o la fealdad no
cumplen mayor fin que el de estar ah impermeables a los habitantes del film es decir,
a nosotros en ltima instancia perdemos el inters. Una pistola en cada mano,
quizs, pero un tiro por la culata.
POR LEONARDO M. DESPSITO
HITCHCOCK
DE FALSAS PERAS Y NARICES
ESTADOS UNIDOS, 2012 | 98'
DIRECCIN
SACHA GERVASI
GUIN
JOHN J. MCLAUGHLIN (SOBRE LA NOVELA DE STEPHEN REBELLO)
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FOTOGRAFA
JEFF CRONENWETH
INTRPRETES
ANTHONY HOPKINS, HELEN MIRREN, SCARLETT JOHANSSON, TONI COLLETTE
Y DANNY HUSTON.
En este biopic maltrecho, en esta visin biografista (de un retazo de la vida del autor
de Vrtigo), que confunde al hombre con sus obras, Alfred Hitchcock (Anthony
Hopkins) busca y encuentra su nuevo proyecto cinematogrfico luego del xito
deIntriga internacional. La historia transcurre durante la preproduccin y el rodaje, en
1959, de Psicosis. Pero mientras Hitch se enfoca en su nueva creacin y en su nueva
protagonista, Janet Leigh (una correcta Scarlett Johansson), Alma Reville, su mujer
(interpretada por Helen Mirren) y apoyo incondicional desde el comienzo de su carrera,
se siente relegada, poco deseada y harta de la fijacin de su marido con las blondas
actrices que pueblan algo ms que sus pelculas. El asunto un tanto intrascendente
es que la seora se dedica a flirtear con un guionista en otro proyecto y, entonces, el
director de decenas de xitos cinematogrficos se pone celoso (de puertas para
dentro) y glotn (ataca sin piedad la heladera), al mismo tiempo que reclama la
asistencia y consejos de Alma para la nueva pelcula. Es as cmo el inters por Alfred
Hitchcock cineasta queda sepultado bajo la ancdota de la desavenencia matrimonial
entre el director y su esposa. Ni un atisbo de la genialidad de este personaje logra
asomar durante la hora y media de metraje. El relato no propone nada. En cambio, la
historia s sostiene que se trataba de una personalidad infantil, compulsiva, libidinosa a
su manera y obsesionada con la muerte y el asesinato.
Esta es una de esas pelculas con tufillo a viejo, de esas que, como la crtica
biogrfica, considera la obra de un autor pegada a su vida; una posicin, en este caso
en particular, de tal ingenuidad que linda con la pereza y la superficialidad. Y para
colmo de males: Anthony Hopkins. Hay personificaciones que son solo fachada, y la
del Gran Actor Ingls es una de ellas. No hay nada verdadero ah, ni un msculo que
transpire verdad, nada que lo aleje de las caracterizaciones humorsticas de la
televisin, tan exitosas como vanas. Solo resaltan una enorme barriga que parece
hecha de almohadones viejos, y mucha goma en la cara simulando nariz, papada y
pera grandes. Todo esto, acompaado de cierto seseo y una diccin morosa, destaca
la mmica, la perfeccin de la imitacin superflua, pero nada del hombre, ni mucho
menos de su fibra ntima.
POR MARINA LOCATELLI
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DE UNO A DIEZ
Esta puntuacin corresponde a la publicada en El Caimn Cuadernos de Cine ( Espaa ), debido a que
El Amante Cine, hasta el 12 de Abril de 2013 no lo ha hecho.
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LLEGO TARDE
AMOUR
CABALLO DE TROYA
FRANCIA/AUSTRIA/ALEMANIA, 2012 | 127'
DIRIGIDA POR
MICHAEL HANEKE
GUIN
MICHAEL HANEKE
Nada, no obstante, prevaleca contra la decoloracin de aquel rostro sepultado en
el fondo de su vida comn como en la bruma, como en la tierra. Se acord de un
amigo que haba visto morir la inteligencia de la mujer que amaba, paralizada durante
unos meses; le pareca ver morir a May as; ver desaparecer absurdamente, como una
nube que se reabsorbe en el cielo gris, la forma de su felicidad. Como si hubiese
muerto dos veces: por el efecto del tiempo y de lo que le deca.
Andr Malraux. La condicin humana.
El amor es una trampa sin salida. El amor es un laberinto en donde todos somos
Teseos o Ariadnas en roles permanentemente intercambiados. Los que aman, odian
decan Bioy y Silvina; aun cuando se amen hasta el fin de sus tiempos odiarn en el
otro la evidencia de la finitud propia y ajena. El amor es siempre pasado; la delgada
lmina del da se deshace en filamentos de horas y rutinas que se llevan los restos del
amor como de una gran piedra lavada por el agua. Todo verdor perece en tiempo
presente. Para el amor no hay futuro.
La primera escena de Amour muestra en plano general fijo el interior de un
departamento, la cmara mira a la puerta de entrada, de pronto la puerta estalla. Un
grupo de bomberos entra, enseguida descubre a Anne muerta en su cama, rodeada
de ptalos de rosa. Georges no est. Tiempo presente, fin del amor, fin de la vida;
encierro y violacin, el mundo externo irrumpiendo en el adentro; o el adentro como
una Troya permanente resistiendo el acoso del afuera. Una pelcula de Michael
Haneke, sin duda.
El nico presente de Amour es el del interior violentado por los bomberos, el
misterioso plano final de Eva entrando al departamento de sus padres, puede ocurrir
en cualquier tiempo. Como en El sptimo continente todo es una hiptesis sobre lo
que sucedi en el interior de la vivienda de una anciana muerta.
El amor que Haneke mira no es un sentimiento desgastado; por el contrario, la pareja
anciana de Georges y Ana ha sido capaz de mantenerlo a lo largo de toda su vida,
arropado por la melomana; Anne ha sido profesora de msica y Eva, la hija, es
miembro de un exitoso grupo musical de cmara junto a su esposo. No hay exteriores
ni primeros planos ni detalles que desven la atencin del nico motivo de inters: la
vida cotidiana de una pareja de ancianos que envejecen juntos en armona musical.
Una sola vez la accin se muda a otro escenario, luego de la irrupcin de los
bomberos un corte nos traslada a un teatro de conciertos, la cmara est fija y mira al
pblico en plano general desde el escenario en una posicin similar a la de la escena
anterior, todo el sonido est fuera de campo: la voz de la anunciadora indicando el
comienzo, las primeras notas de un piano tocando a Schubert; la combinacin de
imgenes y sonidos produce un particular efecto de familiaridad, estamos en el nico
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42
AMOUR
VIVA HATE!
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juego para jugar una sola vez (el truco del rebobinado no funciona ms que en la
primera visin). El resto de Haneke me interesa nada, poquito (La profesora de piano,
que me pareca una buena stira de la seriedad del cine francs) o algo (Cach, que
est muy bien). Pero hasta Cach siempre me pareci un satirista serio, un tipo que
construa sus pelculas como notas al pie del europesmo redentorista del ltimo
Kielowski. Alguien en el fondo ms cercano al cine clsico de Hollywood y sus
maestros que al (tambin ltimo) Chabrol con su discurso progre de que los burgueses
son el Mal del Universo el ltimo Chabrol parece querer que llegue la Revolucin
Social mientras l la espera con su copa de Richebourg Grand Cru y su docenita
de escargots lalsacienne.
Bueno, no. Haneke, como la mayora de los directores ms o menos hbiles y ms o
menos demagogos de acadmicos que pululan por La Croisette a la espera de la
consagracin definitiva (y los euros constantes para rodar, ojo) quera una Palma de
Oro. Parece que se enoj a morir cuando no se la dieron aLa profesora de piano, pero
que estaba moooeee feliz por ganarla por La cinta blanca. Por si no recuerdan, La
cinta blanca gan en la misma seleccin en la que figuraba Bastardos sin gloria. O
sea, una pelcula que reduce la causa del nazismo a que te castigaran por pajearte le
gan a un gran espectculo generoso en el que se revienta a Hitler a balazos en la
cara. Por cierto, La cinta blanca es una especie de combinacin cuasi hbil de El
pueblo de los malditos (para aprobar la bolilla veo el cine americano, especialmente el
Clase B, y lo considero subversivo) y la novela que no el musical, igualmente
abyecto Despertar de primavera (para dar al menos con un cuatro la bolilla soy
consciente de la tradicin cultural de Europa respecto de este tema). Para que ms o
menos se entienda, aqu Despertar de primavera la mont Cris Morena. Bueno,
Haneke era all una especie de Cris Morena disfrazado de Bergman. Si al menos se lo
hubiese tomado con humor, vaya y pase, pero Haneke desterr el humor de sus
pelculas desde Le temps du loup.
Amour es lo siguiente: una mujer, Emmanuelle Riva, de unos setenta aos
aproximadamente, sufre un ACV o un ataque cerebral y, progresivamente, su
enfermedad se agrava. Su marido, Jean-Louis Trintignant, decide hacerse cargo de
ella a pesar de las crecientes dificultades que pasa, mientras su hija, Isabelle Huppert
en faz llorona (Isabelle Huppert llorando es ms o menos como Anna Faris
interpretando La pasin de Juana de Arco), le dice que la lleve a un hospital o algo (l
le prometi a la mujer que no la llevara). La Riva trata de matarse, pide que no la
lleven nunca al hospital, se pelea y se liga un bife desesperado de su marido porque
quiere morir, l se somete a toda clase de sufrimientos que el seor Haneke nos
muestra en detalle. Ella se orina en la cama, l va y la limpia. Ella vomita, l va y
limpia. Y as. Ambos dos caen con absoluto realismo (no hay msica extradiegtica y
el maquillaje trata de que no se note el maquillaje). De paso, ella es una pianista que
ya no puede tocar: el tema de la alta cultura en estas pelculas es de una pobreza
absoluta, de una trivialidad espeluznante, como si la calidad humana de un ser
humano se midiera por el tamao de su biblioteca o por la capacidad de distinguir un
Stockhausen de una Quilmes Bock. Sintomtico de esto es el momento ahora te
paseo por los cuadros europeos que estos seores tienen en sus paredes para que a)
veas cunto arrrrrte tenemos aqu, b) consideres que por contagio este film es arrrrrte,
y c) comprendas qu ftil es el arrrrrrte porque los cuadros no pods llevrtelos
despus de morrrirr.
Intervalo: No estn un poco podridos de que, como pasaba en los sesenta, les digan
que una puesta que elude el artificio de manera absolutamente artificial, porque si no,
es imposible sea considerado verdadero cine contra aquel que decide optar por
mostrar todo lo que podemos imaginar y que la realidad no nos permite ver? No los
harta un poco que hayamos vuelto al estadio en que un crtico no puede gustar al
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mismo tiempo de El sabor de la cereza y Guerra de los mundos? Para hacer un poco
de autobombo, en esta revista an quedamos resistentes. Tambin les recordamos
que los resistentes siempre triunfan.
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pregunto cuntas veces Riva escupi la sopa y Trintignant le peg un bife hasta que
Haneke estuvo satisfecho, torturando de paso una y otra vez a la maquilladora para
que le tape a la actriz la huella de la cachetada de la toma anterior. Haneke, aquel
sardnico cruel que uno poda seguir con placer o con molestia, hoy es un predicador
cannonizado por su crueldad en venta, un Von Trier al que le sacaron el carrito de
travelling.
POR LEONARDO M. D'ESPSITO
LIBROS
TTULO ORIGINAL
UNA VIDA CRTICA
AUTOR
HCTOR SOTO
EDITORIAL
EDICIONES UNIVERSIDAD DIEGO PORTALES
Un eterno borrador
Nadie puede saber a estas alturas si los aos de gloria de la crtica de cine ya pasaron
o si an esta tiene mejores cartuchos por quemar. El tiempo lo dir.
Uno no elige su poca. En mi caso, tras casi cinco dcadas en esta actividad, es una
suerte que me haya tocado un perodo en el cual el cine todava calificaba entre las
bellas artes, todava era temido como un agente corruptor de la moralidad y todava
era visto por los autoritarismos de cualquier pelaje como instrumento potencialmente
subversivo y que solo con censura previa se poda tolerar. Es ms: las pelculas eran
parte de la conversacin pblica, representaban el pasatiempo ms recurrente,
democrtico y transversal de la sociedad, y an conservaban intacta su misteriosa
conexin con el mundo de los sueos y el deseo.
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Debe ser por eso que me siento un privilegiado. Por supuesto que en mi recuento hay
sesgos y hay probablemente ms conciencia acerca de las cosas que el cine ha
perdido que de aquellas donde objetivamente ha ganado. Qu diablos. Aun
reconociendo que este oficio ha obtenido ventajas inimaginables mayor acceso a la
informacin, menos provincianismo, una audiencia globalizada y la posibilidad de ver
las pelculas que queramos a la hora que queramos, porque ya no cuentan las
cinematecas que las mantenan protegidas (pero tambin ocultas bajo siete llaves) ,
reconozco que me cuesta situar o definir el lugar exacto desde el cual la crtica de cine
har su trabajo futuro.
Esto me dirn es cuento viejo. La crtica lleva largas dcadas ponindose a s
misma en entredicho, pero quizs no ha asumido ese emplazamiento con el debido
dramatismo y urgencia. Al menos no al punto de salvarse enteramente de la
inmadurez yla irrelevancia. Algose ha hecho, aunque la suerte no est comprada.
Ahora menos que nunca.
Corren tiempos difciles para la crtica en los medios masivos. La prensa le quit
definitivamente espacio. La televisin salvo excepciones la devor y la hizo polvo en
ese gran molinillo que es la industria de la farndula y el espectculo. La radio, al
parecer, todava la tolera en determinados contextos. Otra historia son los medios
digitales y los blogs, donde el margen de accin es tan grande y la atomizacin tan
inmanejable que raras veces logra articularse en ellos una conversacin. Una
conversacin a escala social, desde luego. Estamos llenos de monlogos, pero para
conversar se necesitan dos. Ojal distintos, ojal representativos.
Incluso aceptando que tal vez la derrota no es total, no tiene mucho sentido negar que
los crticos nos sentimos algo perdidos y extraviados. Los ms viejos, al menos.
Tenemos problemas de brjula. Fallaron recetas que se crean infalibles. Se apagaron
luces movimientos, autores, tendencias a cuya gestacin asistimos con un alborozo
que deja chico al de los Reyes Magos. Hemos visto caer demasiados dolos y muchos
de los referentes que en otra poca nos guiaban.
No obstante lo anterior, hay preguntas elementales que siguen siendo orientadoras.
La principal se refiere, posiblemente, a las audiencias. A quin le estamos hablando?
No lo tengo del todo claro. Si en los aos cincuenta la crtica francesa les habl sobre
todo a los cineastas, y en los sesenta y los setenta la crtica estadounidense le habl a
su pblico, nadie sabe muy bien a quines nos dirigimos hoy. Acaso a la nube
gaseosa de la modernidad, a ese espacio incierto donde el debate cultural se cruza
con la chatarra meditica, los ecos remotos de la publicidad y la taquilla, el matonaje
digital y los obstinados afectos de quienes todava andan pendientes de la teora del
autor.
Puesto que es muy difcil hablar con las nubes y es cosa de locos andar hablando
solo, el primer deber de un crtico es elegir a sus interlocutores. Como antes, pero ms
que antes, la crtica es ahora un pacto de lealtad y confianza, hecho de rigor y
convicciones, de complicidades y buena fe. Lo importante es vencer la primera de las
trampas de la modernidad: yo simulo estar convencido de lo que te digo y t me
escuchas como si me creyeras.
Aunque para Walter Benjamin la instancia suprema del crtico son sus colegas no el
pblico, tampoco los artistas y menos la posteridad, me gustara suponer que ese
pacto de confianza no es igual ni es el mismo para todos los crticos. En general
sospecho que quienes escriben para diarios tienen que ser ms ecumnicos que los
que lo hacen para revistas especializadas, que a su vez le hablan a un pblico ms
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varios artculos que, francamente, me dan vergenza ajena; pero hubiera sido ms
que discutible sacar textos solo porque a mi modo de ver me desprestigian. En las
duras y en las maduras, esto es sin llorar. Por lo mismo, doy por hecho que hay
muchas barbaridades aqu. No s si tenga sentido pedir excusas: ya es demasiado
tarde. Hoy, a lo mejor, ya no opinara lo mismo sobre muchas de las pelculas
criticadas en estas pginas. Ha crecido mi respeto por Clint Eastwood y sigo
simpatizando con el cine de Martin Scorsese, altibajos incluidos, pero los aos han
enfriado mi entusiasmo por Woody Allen, que est envejeciendo cada vez peor. Sigo
creyendo que tiene ttulos buensimos y que Crmenes y pecados es un filme
excepcional, pero vaya que me duelen sus ltimas pelculas. No soy de los que creen
que una mala realizacin anula lo bueno que un cineasta hizo en el pasado, pero
cmo no reconocerlo: me hubiera gustado que Allen nos hubiera ayudado a cuidarlo
un poco ms.
Me arrepiento de haber sido injusto con Ser justicia, de Sidney Lumet. Leo la nota
miserable que le hice el ao 83 y no s en qu diablos estaba pensando ni cmo sal
de la sala con una percepcin tan pifiada. Hablo de conformismo en una pelcula cuyo
desenlace es una notable leccin de indignacin moral. Un horror. Me quedara
tranquilo si supiera que lo que vi fue otra pelcula. Pero qu sentido tiene engaarme.
No es el nico caso de menosprecio, pero puede ser el que ms me duele. Este
tropiezo pone en capilla muchos de mis otros juicios. Pero as son las reglas del juego.
No es cierto que la crtica de cine sea una instancia mediadora entre la obra y el
pblico. Tampoco que sea un espacio de magisterio o convalidacin. En realidad es
algo bastante ms simple e interesante: es un insumo para la discusin flmica, que
toma la forma de un juicio analtico e interpretativo sobre los propsitos, las
continuidades y las rupturas de cada realizacin.
Quizs ms que legitimarse por la cantidad de veces en que aciertan con pelculas
que efectivamente son buenas o en que denuncian espantajos sin vuelta, los crticos
prestan un buen servicio a la patria al formular preguntas que perturban o descolocan
al pblico y cuando ayudan a mirar las obras desde perspectivas provocativas. No lo
digo solo por razones de consuelo personal, pero con frecuencia crticos que se
equivocan mucho la norteamericana Pauline Kaelpuede haber sido un buen ejemplo
son superiores a otros que se equivocan menos pero no se apartan ni una sola vez de
la sabidura convencional o del libreto de la conciencia polticamente correcta.
Creo que la percepcin de las pelculas est muy contaminada por los contextos, la
edad y las experiencias biogrficas de cada espectador. Este es un hecho frente al
cual no tiene mucho sentido rasgar vestiduras. Al menos para m, es un factor que
lejos de complicarme est entre los que ms me entusiasman. S, toda apreciacin
cinematogrfica medianamente fundada es respetable y nadie debiera escandalizarse
cuando muchos cuarentones, por ejemplo, creen que el cine comenz con La guerra
de las galaxias o que pocos directores han llegado a las alturas de David Lynch o
David Cronenberg. Pero eso no significa que en los dominios de la crtica de cine todo
valga, porque este es un arte que tiene tradiciones expresivas poderosas y que
adems tiene un canon, lo cual entraa que algunas cintas pocas son sustantivas y
otras la mayora adjetivas, y que a veces puede ser higinico distinguir entre
pelculas que son buenas y ttulos que nos pueden haber gustado por razones
atendibles de ndole personal. No debiera ser muy difcil distinguir honestamente entre
unas y otras.
Ningn crtico, desde luego, es infalible, y esto es bueno saberlo desde el comienzo,
porque hay que aprender a manejar la culpa. Aunque con los aos las percepciones
van cambiando, para uno es tranquilizador saber que al final el tiempo suele imponer
sus verdades por encima tanto de las modas culturales como de las presiones del
marketing. Como ya dije, a lo mejor seran muy pocos los artculos que suscribira tal
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cual de entre los muchos que Fuguet y Ramrez seleccionaron para el libro. Si ya
cuando los escrib tem quedarme corto o pasarme de listo, con mayor razn ahora
podra tijeretearlos enteros y poblarlos de notas a pie de pgina para advertir que ya
no pienso como entonces. Pero, puesto que se iban a publicar de todos modos, mejor
era asumirlos como los borradores que fueron y seguirn siendo.
La crtica, dicen, tiene responsabilidades sociales, pero para m las principales son
dos: mantener viva una curiosidad intelectual bsica en relacin al cine y ser honesto
tanto con lo que se piensa como con lo que se siente. A menudo esta actividad nos
enfrenta a la tentacin de comprar o vender pomadas ajenas, y a la larga esto le
hace mucho dao al oficio. En los ltimos aos se viene enfatizando tambin que la
crtica tiene grandes responsabilidades polticas limpiar la cartelera de bodrios,
blindar a las buenas pelculas, contrariar las lgicas de la industria, influir tanto cuanto
se pueda en los planes de produccin, pero por meritorios que sean estos cometidos
todos ellos me parecen insignificantes frente a la enorme tarea de apelar a la
perplejidad, la admiracin o el asombro cada vez que escribimos acerca de lo que
realmente amamos.
De la deuda afectiva que tengo con el cine, de alguna manera tambin son parte
Alberto Fuguet y Christian Ramrez, y a ambos quiero agradecerles su cario y trabajo.
Alberto es insuperable en intuiciones y ocurrencias. A Christian nadie le gana en la
revisin de detalles. Los dos de manera muy distinta, por suerte son cinfilos
irredentos. Con los dos me unen largos aos de amistad y las consabidas sesiones de
intercambio y disputa acerca de las pelculas que hemos visto ltimamente.
Christian estableci contacto conmigo cuando yo escriba para el cuerpo Artes y
Letras, de El Mercurio. Apenas haba salido del colegio, pero ya era un personaje
vehemente, divertido, capaz de refutarme invocando frases textuales que yo ni me
acordaba haber escrito. Con Alberto la amistad es an ms larga. No creo haber
conocido a un cinfilo ms compulsivo y entusiasta de lo que era l a los 20 aos. Lo
vea todo, lo consuma todo, lo lea todo. Sigue igual, pero, claro, los aos le han dado
ms distancia. Un poco, no tanta. Solo cuando odia o ama una pelcula con la pasin
que sabe hacerlo l, vuelve a ser la fiera que era entonces. Yo tena de Fuguet la idea
de un chico que se comunicaba mucho mejor con las pelculas que con el mundo.
Bueno, pocas emociones respecto de un amigo he tenido ms intensas que el da en
que fue a mi casa a conversar de estrenos o de pelculas viejas, como ya era habitual,
y al irse me dej un sobre en una mesa lateral que yo creo que vine a ver al da
siguiente. Lo abr con curiosidad y contena varios de sus primeros cuentos. No solo
me impresionaron y me remitieron a la emocin ms descompensada. No tena la
menor idea de que escriba ficcin. Me recrimin no haber sabido darme cuenta de
que el joven al que yo conoca era mucho ms que un tragapelculas y que tena un
enorme mundo interior que le secretaba literalmente por todos lados. Me enternece
recordar esos tiempos. Este libro me termin gustando sobre todo por lo que tiene de
Alberto y Christian. Es hermoso verlo como un tributo a la vejez yla amistad. Tengo
edad para ser el padre de ambos. Claro que me abrumara mucho haberlo sido.
Imagnense: hijos as no se los dara a nadie.
Por su amistad siempre estimulante, por su generosidad irrestricta, que me hace
siempre sentirme al debe, por sus muestras de simpata y cario, y tambin por haber
patrocinado esta edicin, tengo una enorme deuda de gratitud con Matas Rivas.
Matas es un notable editor y aunque s que le disgusta que lo diga, sobre todo aqu
ha hecho un trabajo admirable al frente de Ediciones Universidad Diego Portales. Es
motivo de orgullo para m estar en una de sus colecciones. Me siento al mismo tiempo
honrado y agradecido. Suya fue la decisin de encargarle el cuidado de la edicin final
del libro aAndrs Braithwaite,gran amigo y cmplice de interminables conversaciones
51
EPLOGO
La mirada clara
1. Adems de ver pelculas, dicen que demasiadas, a algunos crticos nos gusta leer
crticas. A veces incluso nos gusta mucho. Pauline Kael, Andr Bazin, Franois
Truffaut, Jean-Luc Godard, James Agee, Eric Rohmer, Horacio Quiroga, Jorge Luis
Borges, Jean Cocteau, Jorge Ayala Blanco, Manny Farber, Rodrigo Tarruella eran
algunas de mis lecturas recurrentes. Hace unos aos sum, entre los crticos para
leer, a Hctor Soto.
2. Leer crtica de cine es una actividad minoritaria. Leer crtica, no meramente otear las
estrellitas o leer las frases rimbombantes que las distribuidoras recortan y/o deforman
para las publicidades y esas cosas. Leer crticas por el placer de leer crticas, con la
lectura como objetivo, no para orientarse sobre qu ver. Tambin es una actividad
minoritaria la escritura de crticas, es decir, es minoritaria porque los crticos son
obviamente una minora, pero adems es minoritaria la escritura cabal, esa que no se
genera desde el piloto automtico, aquella que transmite el deseo, o al menos las
ganas, de escribir. Si leer crtica realmente escrita es una actividad reducida, lo es ms
aun la exploracin de crticos extranjeros. En Argentina, adems, tenemos con
intermitente intensidad la siempre presente enfermedad nacionalista-provincianaombliguista. As las cosas, en general (sobre todo hasta la llegada de Internet) hemos
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3. En uno de esos mails llenos de enters que acostumbra a mandar, Alberto Fuguet
me dijo hace cinco o seis aos que me iba a pasar un libro que estaba terminando de
editar junto a Christian Ramrez. Que era sobre un crtico llamado Hctor Soto. A
Fuguet le gusta el cine y le gusta leer crtica de cine. Y no la crtica almidonada,
esttica, la anestesiada y que anestesia. Esper entonces el libro con cierta
expectativa. Tiempo despus Fuguet pas por Buenos Aires y me dio un ejemplar
de Una vida crtica: 40 aos de cinefilia, versin primera de la presente edicin.
5. Para Soto, escribir de cine es escribir sobre pelculas y realidades. Es escribir sin
esas anteojeras que promueven tantas escuelas de periodismo: para hacer una crtica
no hay necesidad de la estructura-frmula de contar el argumento y luego evaluar dos
o tres aspectos de la pelcula. Soto, escritor, observador con sentido del humor, llega a
esa escritura junto a la inteligencia y la inteligibilidad de la idea, mediante la bsqueda
de ese dilogo que completa la visin de un filme, que puede muy bien ser virulento o
polmico (la defensa de Las tortugas ninja y el sabio ataque a El cocinero, el ladrn,
su mujer y su amante en un mismo artculo). Y se luce con esa dinmica de lo
impensado que vea en el ftbol Dante Panzeri y en el western Rodrigo Tarruella, en
su crtica de Silverado, de Lawrence Kasdan: en algn momento, en una escritura
comunicativa, enormemente atractiva pero sin alardes, Soto sorprende con la frase
corta, cargada de sentido, reverberante. Y all es donde su defensa del clasicismo se
encarna en su escritura. Ejemplos resaltados a partir del primer impacto de la lectura
de lo escrito por Soto alguna vez: Las buenas pelculas se hacen con buenas
historias. Lo dems es una utopa. Aunque los criterios rescaten el tono menor por el
puro gusto del tono menor, un ttulo como El marido de la peluquera, historia de una
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6. Soto se ha ocupado, como cualquier crtico debera hacer, del cine de su propio
pas. Entre otros, valor al Ruiz temprano (no al luego afrancesado). Y en 1979 ubic
entre lo ms prometedor del invertebrado cine chileno a El zapato chino, de Cristin
Snchez. Y ha sido (y es) muy duro con la produccin chilena. De una entrevista que
le hicieron Alberto Fuguet y Christian Ramrez: Usted ha sido ms bien pesimista
en sus escritos sobre cine chileno. Da la impresin de que no lo ha pasado bien. /
Pens que haba aprendido a disimularlo.
7. Al terminar de leer el libro decid que Soto tena que ser parte del programa de las
clases de crtica de la escuela de El Amante. Para concretar eso, Una vida
crtica deba pasar un segundo test. La temida relectura. Borges deca que leer, por lo
pronto, es una actividad posterior a la de escribir: ms resignada, ms civil, ms
intelectual. Podramos decir que la relectura, lectura doble, es una actividad que pone
en peligro lo que construy la lectura, su revestimiento civilizado. La relectura desnuda
los textos, los expone, los desarma, incluye un componente a veces muy poco amable,
que se esconde detrs de la pregunta por qu vuelvo a leer esto en lugar de buscar
cosas nuevas?. Y ah, en las relecturas, se revelan los mejores textos. Y en las
revisiones, las mejores pelculas. Tal vez el crtico desarrolle con los aos la capacidad
de ver como si ya fuera una revisin en la primera visin, la capacidad de ver ms all.
Pero volvamos a Soto y a su relectura obligada, porque debido al entusiasmo de la
primera lectura se me haba ocurrido agregarlo a la materia Crtica y crticos II, la de
autores en actividad o relativamente contemporneos. Y los textos de Soto resistan
lcidos la relectura, que era aun ms gratificante que la lectura inicial. As como con
las buenas pelculas en una segunda visin podemos relajarnos de la tensin y
atencin argumental y permitirnos ver ms y mejor los detalles, en los buenos textos
crticos en una segunda lectura ya sabemos la evaluacin del crtico sobre la pelcula o
el director en cuestin, ya sabemos si estamos o no de acuerdo con su valoracin, y
podemos prestar atencin a la construccin del texto, a los modos de aseverar, a las
maneras de decir lo que dice. Por otra parte, al releer ya sabemos cules son las
obsesiones recurrentes del autor, por lo que cuando toca esos temas podemos sentir
que construye una mirada consistente. El rescate, el subrayado (s, los libros se
intervienen, no son cuadros en un museo) de esta frase, por ejemplo, es de la
segunda lectura: El cine es un arte de verdades pequeas. Cuando se mete en lo
macro o aspira a grandes cosmogonas, afrmese ala butaca. Porque ocurrir lo peor.
8. Cuando muri Pauline Kael en 2001, Soto escribi aun pelendose en parte y
admitiendo que la haba odiado en su juventud sobre la gran crtica norteamericana.
Al final, los crticos se salvan menos por su inteligencia que por su percepcin. A
veces, una sola frase vale ms que un largo ensayo, y con esa confianza, aun
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abusando un poco de ella, Kael dio puntadas maravillosas sobre pelculas que no
valan la pena e instal una fbrica de irona, paradoja y tensin intelectual sobre una
industria ramplona, pedestre, pero que no nos saquemos la suerte era y es
absolutamente entraable. Una de las claves a la hora de leer crticas y crticos es
entender que estar de acuerdo en la valoracin de tal o cual pelcula es un detalle para
nada crucial para valorar un texto. El mejor elogio que se le puede hacer a un crtico
es este: No estoy de acuerdo con cmo has valorado la pelcula, pero me gusta lo
que escribiste. La lectura de crtica es tambin un dilogo que ayuda a prolongar la
pelcula y tambin contina la visin crtica, o la hace nacer o despertar. Nos hace ver
desde otro ngulo las pelculas y, sobre todo, nos muestra cmo el crtico mira el cine
y el mundo. Por eso, antes que el tan mentado y un poco relamido buen gusto
cinematogrfico, en un crtico parece importar mucho ms su personalidad, su
temperamento (el temperamento es el primer requisito para el crtico, deca Oscar
Wilde en El crtico como artista). El crtico debe poder afirmar. Si no, no salen inicios
de textos tan brillantes como este de Soto sobre la fundamental El juez del patbulo:
Desequilibrada, completamente loca, concebida con una rara inventiva potica,El juez
del patbulo es una pelcula prodigiosa y difcil de clasificar. De un atrevimiento
prximo a la genialidad, posee una libertad de estilo difcil de hallar en una produccin
que, como esta, nada tiene de barata o experimental. Y despus de leer y releer a
Soto y hablar sobre Soto en las clases, conoc a Soto, caballero de dilogo filoso y
sentido del humor irrenunciable. La prueba en vivo de lo acertado que estaba Wilde al
decir que, como el arte surge de la personalidad, a ella solo puede revelarse; del
encuentro de los dos nace la verdadera crtica interpretativa.
9. Algunos aos despus de publicar algo breve sobre Una vida crtica en El Amante,
me pidieron el pequeo artculo para esta reedicin del libro de Soto. Entre las
agradables sorpresas asociadas al pedido, la mayor fue que se reeditara un libro de
crtica. Y uno que cree que nadie lee crticas. Mand el artculo, y tiempo despus me
dijeron que necesitaban una ampliacin. Y tuve que volver a leer a Soto. Y en cuanto
volv a leer (o volv a releer) Una vida crtica, otra vez me pas que el tuve se
transform en que quera leer Una vida crtica, abrirlo en cualquier pgina para
encontrarme con cosas que no recordaba o que haba pasado por alto. O, mejor aun,
encontrarme con frases y prrafos que me hablaran ahora, a m, a este lector que
haba cambiado, tal vez de forma acentuada, porque yo vivo tambin una vida crtica,
o una vida de crtico. Al releer sobre todo aquello que no haba seleccionado para las
clases y para las veces que lo cit a Soto en diferentes notas, descubr ms y ms
frases de esas que me gustara haber escrito. Incluso a costa de que me gustaran
pelculas que nunca me gustaron, o que me dejaran de gustar pelculas que s me
haban gustado. Me haba gustado, en el recuerdo, el principio de Nacido para
matar (o sea, Full Metal Jacket, de Stanley Kubrick), pero vino Soto a ponerlo en duda:
El sargento Hartman de Kubrick es algo as como la apoteosis o sueo imposible de
todo realizador que alguna vez haya aspirado a incluir en el reparto, ms que un
personaje, una idea fija, intemporal, absoluta, universal e inconmovible. El autor
de 2001 con frecuencia ha credo que esas ideas son el insumo bsico para un cine de
autntico linaje artstico y, tambin con frecuencia, su error se ha hecho pagar caro en
trminos de pedantera y falsa solemnidad.
10. Y en esta hasta el momento ltima lectura de Una vida crtica encontr unas
lneas que me recrimino no haber destacado en su momento. Estn en la crtica doble
a Cuando Harry conoci a Sally y Sexo, mentiras y video: La gente no quiere
proyectos fundacionales. A lo ms quiere puentes que la ayuden a reconocer o a
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franquear sus traumas y a sortear los barrancos que la separan de sus nociones de la
felicidad. Hoy es ms importante saber algo de tarot que algo de marxismo y estas dos
pelculas, de Steven Soderbergh y de Rob Reiner, lo intuyen en trminos muy
certeros. El mejor crtico, el ms lcido, finalmente, es aquel que puede observar y
entender las claves de los detalles de su tiempo (e incluso del tiempo por venir) en los
detalles del cine que ve. Y la palabra clave para comprender esta capacidad clave de
entender las claves no es clave sino detalles. Una vida crtica (ahora en una edicin
ampliada) es un libro lleno de ellos: claros, filosos, iluminadores. Detalles sembrados
por una escritura fluida, detalles abundantes que nos invitan al doble placer dela
relectura. O al menos de esta relectura: no es cuestin de terminar con una
generalizacin cuando hemos hablamos de detalles, de particularidades, de
singularidades, de personalidades.
POR JAVIER PORTA FOUZ
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No es casualidad que uno de los mejores estrenos del ao, Nunca es tarde para amar,
la pelcula dirigida por Andreas Dresen, haya durado en la cartelera lo que un diablo
en misa. Ya no hay ni entre la crtica ni entre los ms adictos al cine una cultura de
defensa o de blindaje. En otro tiempo, esta desgarradora historia de amores ancianos
hubiera podido respirar en la cartelera por espacio de algunas semanas.
Ahora, como cualquiera puede tener la cinta en su computador, en las salas pareciera
no estarse jugando ningn partido importante. Y por eso, entre otras cosas, tenemos
una cartelera cada vez ms anodina. Este ao no son ms de cuatro o cinco las
pelculas que se salvan. De cuando en cuando la crtica quema incienso ante ttulos
sobrevalorados, o les hace reparos a pelculas donde pasa mucho, como La nana, o
les perdona la vida a estrenos donde no pasa nada, como Enemigos pblicos o
como Dawson, Isla 10. Est bien, todo es opinable. Pero en general las aguas estn
quietas.
Tiene algn sentido la exhortacin a no abandonar las salas? En principio, poco,
porque no es con exhortaciones que se va a revertir el proceso. Tampoco es que las
salas vayan a morir: es cosa de ver cmo Hollywood se encarga de mantenerlas llenas
los fines de semana. Lo que ocurre es ms profundo, porque las aguas definitivamente
se estn separando. Las pelculas que arrastran masas, all; las que no, ac. Y ya son
pocos los cineastas que pueden funcionar con la misma efectividad en el circuito
comercial que en el formato casero. Por decir algo, Clint Eastwood y otros ms lo
logran, pero ya estn viejos. Y como es cada vez menor la capacidad de hablar a
distintos pblicos, el mundo digital, que es el reino del nicho y de la fragmentacin, es
visto entre los cineastas ms jvenes como la gran solucin.
Quizs lo sea, pero habra que tener claro que ya estamos pagando algunos costos.
La costumbre de ver cine en soporte digital, sin ir ms lejos, ha terminado por anular
conceptos como el de profundidad de campo, que en otro tiempo daban complejidad y
espesor a la puesta en escena. Hoy, mientras ms parecida a la televisin sea la
imagen flmica, mejor.
Otro efecto es que se est extinguiendo la conversacin como espacio de encuentro.
Si antes la cinefilia, por muy de catacumbas que fuera, era aquello de lo cual hablaban
los cinfilos en todo el mundo, hoy esa conversacin se fragment en la soledad frente
a las pantallas digitales. Cinfilos en capilla. Por cierto que hay tribus y subtribus. Pero
la conversacin cinfila en la actualidad a menudo no pasa de ser un murmullo y con
frecuencia no es ms que una mera corriente de chismes. Puro aire. Onda, en el mejor
de los casos.
El artista, deca Edwin Panofsky, corre hoy dos grandes riesgos extremos. Cul de los
dos peor. Est el riesgo de la virginidad, equivalente en el cine a no hacer el amor con
nadie y terminar con cuatro gatos en la sala. Y, al otro lado, est el riesgo de la
prostitucin, equivalente a acostarse con todos, teniendo las salas llenas, pero sin la
ms mnima idea respecto de a quin amar. Resulta increble estar de nuevo frente a
este dilema dramtico y un poco infantil. Se plante en los aos sesenta, rebrot en
los setenta, y pensbamos que figuras como Coppola, Scorsese o Malick lo haban
resuelto. No fue as. La cultura del blockbuster y la irrupcin del digital quebraron la
columna vertebral de la integracin, separaron las aguas y reformatearon la industria.
Una lstima, habida cuenta de que el mejor cine siempre fue aquel donde Dios y el
Diablo empujaban juntos. Hctor Soto
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ESPECIALES
DESDE ESPAA - VOLAR
Para quienes ya haban olvidado que Pedro Almodvar fue en tiempos un director de
comedias, Los amantes pasajeros puede constituir un regalo tan inesperado como en
el fondo largamente deseado. No estamos ante la mejor de sus pelculas, para qu
negarlo, pero s ante la que su carrera necesitaba, probablemente ms que ninguna
otra, un pequeo alto en el camino, uno de esos ttulos que pueden considerarse como
menores o de transicin sin que el calificativo encierre irona alguna. Pelculas
como Hable con ella, La mala educacin, Los abrazos rotos o La piel que habito,
algunas de las cuales se encuentran entre las mejores de su filmografa, tenan algo
de exorcismo personal, una progresiva profundizacin en todos los fantasmas
almodovarianos que, sin duda, han hecho las delicias de los aficionados a las
interpretaciones psicoanalticas de la obra del cineasta manchego. Ya en su momento
con Volver Almodvar afloj algo esta peligrosa deriva con la que pareca estar
desnudndose y vacindose. Sin embargo, aquella pelcula pareca un intento de
dulcificacin del acusado manierismo de esta ltima parte de su carrera, lo que le
rindi unos generosos beneficios en las taquillas de todo el mundo.
Almodvar nunca ha dejado de lado la comedia, puede que en ninguna pelcula de
una filmografa que ya suma 19 largometrajes. Hay mucho de farsa en todo su cine,
pero comedias puras apenas podramos contar tres: Pepi, Luci, Bom y otras chicas del
montn, Laberinto de pasiones, es decir, sus dos primeras pelculas, y Mujeres al
borde de un ataque de nervios, la que le dio a conocer internacionalmente. La acusada
y progresiva vocacin melodramtica de su cine apenas dejara resquicios para que la
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Dos tipos de pelculas concitan mi curiosidad ms all de su calidad: las de juicio y las
versiones de la vida de Jess, que suelen adems implicar un juicio. Por supuesto que
mi curiosidad no necesariamente me ha librado de bodrios en ambos campos: as
como me he fumado bodrios como Erin Brockovich, tambin me he fumado con
regusto a vomitivo incienso cosas como La ms grande historia jams contada, de
George Stevens, o la megabosta estampital de Franco Zeffirelli. Una cosa que tienen
en comn las pelculas de juicio con las Pasiones es que muchos espectadores (y no
pocos crticos) caen en la coartada del tema. Por ejemplo, recuerdo los debates
antiyanquis que surgieron cuando se estren esa joya de Cuestin de honor, cuando
se trataba de la pelcula ms polticamente correcta respecto de la cuestin de la
obediencia debida. En el caso de los films jessicos, resulta complicado decir que tal
actor hace un Jess de mierda (solo vean al pobre sueco Max Von Sydow, que vena
de bergmanismos varios, y comparen su Jess con su padre Merrin o, mejor, con su
Ming de Mongo). Jess tiene, como personaje, un defecto: convoca inmediatamente el
respeto universal, incluso mucho ms que Mahoma. Despus de todo, catolicismo
aparte, es la figura central de muchas religiones (incluso es un importante personaje
en el Islam, el segundo gran profeta despus del Profeta!). Recuerdo por ejemplo la
gran crtica de Anbal Vinelli sobre La vida de Brian, pelcula que los seudocreyentes
presionaron para que jams se estrenase (digamos que, adems, lo lograron con Yo
te saludo, Mara, La ltima tentacin de Cristo y Dogma). En aquella crtica, el gordo
Vinelli deca que La vida no se burlaba de Jess sino de Cecil (B. De Mille) y que
era la parodia de las grandes picas estampitales del Hollywood cincuentero. S,
bueno, tena razn. Pero tambin era una stira poltica, y no la pelcula ms inspirada
de los Python. De hecho, no resulta una de mis Pasiones favoritas, aunque no cabe
duda de que es simptica y que su final es demoledor. Volviendo al asunto de la
coartada, una pelcula sobre Jess como una pelcula sobre Bugs Bunny o sobre
Kennedy o sobre el pcaro Nstor es, antes que nada, una pelcula, y lo que importa
es qu sentido tiene su existencia en nuestra experiencia.
Por eso mis tres Jesuses favoritos son Rey de reyes (Nicholas Ray, 1961), La ltima
tentacin de Cristo (Martin Scorsese, 1988) y La pasin de Cristo (Mel Gibson, 2004).
De algn modo, las tres se hacen cargo de dos problemas: el primero, que Jess es
un personaje tan imposible como Superman (son bastante parecidos y no hay nada
ms aburrido que un ser invencible). Segundo, tienen que enfrentarse con el mismo
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hablan de la corona de espinas) y ya. Pero Gibson quiere mostrar cmo destrozan la
carne de Jess (Jim Caviezel), al punto de que nos duela verlo. No ahorra nada, e
incluso inventa aparatos de tortura con un grado de locura que es difcil de concebir. A
tal punto satura de horrores lo que es un relato bastante simple (la pelcula solo cuenta
el ltimo da de Jess, con flashbacks de los grandes xitos del cuento) que, en una
secuencia, termina siendo cmico. A Jess lo clavan mal en la cruz y deciden darla
vuelta para asegurarlo. Cuando la giran, tememos que esos maderos pesados lo
claven al piso de roca y le destrocen el ya muy deformado rostro. Pero al caer con
gran estrpito la cruz, se traba con una piedra y Jess queda boca abajo, clavado,
pero separado del piso. Hay ms (una de las pruebas de la divinidad de Cristo es que
inventa la mesa con cuatro patas, algo de lo que Mara se burla), y el solo hecho de
estar tan loco como para que los personajes hablen en hebreo, arameo y latn ya nos
dice que este film, tambin, busca algo diferente de convencer a los dems de ir a
tomar la hostia ya mismo. Es una exploracin sobre el dolor fsico, ni ms ni menos,
casi una justificacin del masoquismo. Incluso es cursi (la lgrima divina que cae del
cielo) y culmina con una Resurreccin que casi parece el nacimiento de un superhroe
(saquen el casi). Es probable que Mel Gibson quiera que comprendamos fsicamente
el dolor de Jess. Que, a travs de la magnificacin del sufrimiento carnal, logremos
ver la magnitud del sacrificio. Lo que, en ltima instancia, nos lleva a pensar sobre el
poder del cine y del espectculo, porque el espectculo es el tema de la pelcula.
Acaso el cine no es una lupa que debe magnificar los detalles para que
comprendamos su importancia? Lo ms interesante del film es su obscenidad
consciente. Para el realizador de Apocalypto, un film igualmente gore y de humor
negro como La pasin, la televisin ha trivializado de tal forma el sufrimiento que,
para que nos impacte como espectadores, para que nos conmueva, hay que llevarlo
grficamente ms all de lo habitual. Por cierto, La pasin puede ser catalogada sin
susto como el film de horror ms exitoso de la Historia, uno tan terrible y asqueante
que las majors no quisieron distribuir. Pero que el pblico quera ver, aunque en gran
medida el xito de la pelcula se deba a que muchos cayeron en la trampa del
personaje (tantos piadosos fueron a compartir el sufrimiento de Cristo que apabulla
su nmero). Si Ray decidi contar los alrededores del cuento, y Scorsese focalizar en
el hombre posible ms que en la figura divina demasiado convencional, Gibson decidi
ir a fondo con el Dios hecho Hombre para explicar el placer de la vileza.
A lo que vamos: las tres pelculas son metforas, vehculos de ideas diferentes de las
que encarnan sus protagonistas. Nadie saldr ms o menos religioso, ms o menos
convencido, despus de verlas. Son films en los que Jess es la carnada para que
nuestra cabeza piense en otras cosas (y no existe algo como una pelcula para no
pensar), pelculas que siempre requieren un cineasta valiente porque representan el
desafo de hablar de lo que demasiados respetan demasiado, de lo que demasiados
conocen (creen conocer) demasiado. Y, por cierto, ninguna de estas pelculas es una
obra maestra, o un diez, simplemente porque hay algo inasible en el hecho de que
este personaje, que ha sido recreado y reformulado a travs de siglos de reescrituras y
manipulaciones ms o menos annimas, representa un arquetipo de lo que nos
gustara que alguna vez hubiese pasado en el mundo. Para los catlicos para
algunos catlicos, al menos la historia de la Pasin es el cuento de hadas que una
vez, y solo una vez, se hizo realidad, de all la esperanza de que pueda volver a
suceder. Pero no hay que perder la perspectiva de que, para la gran mayora de la
Humanidad, Jess no es ms verdadero que Bart Simpson. Representa los valores de
la bondad ilimitada, la comprensin absoluta, el perdn completo, la esperanza sin
barreras, la posibilidad de vencer a la muerte. Quizs por eso, porque la Historia
finalmente ha hecho que esas ideas cuajaran en ese personaje y no en otro, es que
cualquier falta de respeto resulta enojosa para tantas personas. Y quizs por eso,
ninguna de estas pelculas le falta suficientemente el respeto, y por eso no resultan
perfectas. Lo que tienen de genial es que lo intentan en el territorio ms cenagoso que
puede presentar la frtil imaginacin del hombre; por eso es que dos pelculas que no
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hablan de Jess pero lo incluyen como personaje, a pesar de no ser del todo geniales,
me resultan buenos retratos: Superstar, en la que a la ultracatlica estudiante de
secundaria que interpreta Molly Shannon le da consejos un Jess en porro
interpretado por Will Ferrell, y Hamlet 2, que parodia los films de musicales de la
secundaria montando uno donde se escucha la cancin Rock Me Sexy Jesus. Son
en esos films donde, por contraste, se entiende que Jess es una parte ineludible del
paisaje, y que, como todo paisaje, solo puede emocionar si uno se lo apropia y lo narra
a la propia manera. Para cerrar, vaya mi homenaje a Trey Parker y Matt Stone, que
bsicamente piensan lo mismo pero lo han expresado con mucha ms solvencia en
los tres episodios de la saga Imaginationland, de South Park, con Jess combatiendo
a los malos del mundo de la imaginacin junto a Gandalf, Superman y Luke Skywalker.
POR LEONARDO M. DESPSITO
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decadencia y desaparicin definen el transcurso temporal del arte; lo que define tres
tipos bsicos de artistas: los pioneros, los de la madurez y el apogeo, y los de la
decadencia de un arte. O de un estilo. El neorrealismo, digamos.
El tango y el jazz son buenos ejemplos. Nadie canta mejor que Gardel ni toca la
trompeta como Satchmo, pero a m denme Tanturi-Campos y Pugliese, y Miles Davis y
el tro de Baker, Catherine y Rassinfosse. No es que discuta, claro, el valor histrico de
las primigenias bandas de jazz de New Orleans ni el mrito de la revolucionaria
incorporacin del bandonen al tango hecha por Pacho Maglio y Vicente Greco. No es
eso. Es que la complejidad es parte del mejor arte y es difcil que las peras nazcan
maduras, es decir: dulces, complejas y estilizadas por el aporte de decenas de
grandes creadores y artesanos que necesitan del tiempo para hacer su trabajo.
Desde luego, no pretendo que todos estn de acuerdo con estas premisas, ni mucho
menos con mis ejemplos. Digo solo que son los supuestos en que se basa mi anlisis.
Por lo cual no tomo en cuenta en absoluto el valor histrico de ambos filmes, ni su
aporte al campo cinematogrfico. Ni siquiera considero las condiciones tan diferentes
de produccin existentes entre la Italia de 1945 y 1977. Digo solo que como producto
final Una giornata particolare me parece netamente superior a Roma, citt aperta.
En efecto, vindolas en secuencia se percibe enseguida esa acumulacin histrica
que hace que una obra de arte sea a la vez una produccin decididamente individual e
inevitablemente social: el neorrealismo y buena parte del cine moderno no hubieran
sido posibles sin Roma y sin Rossellini, y, sin embargo, su pelcula sobre el
fascismo ha envejecido mal, agudizando sus precariedades a medida con el tiempo:
planteo maniqueo, arquetipicidad plana de los personajes y carcter ejemplarizante de
casi todo. Los malos de Roma son muy malos y estn dedicados a hacer el mal. Los
buenos son muy buenos y no pueden escapar a su destino de hroes. Y para
balancear la cosa, para disimular el maniquesmo que divide a los seres humanos
entre
nazi-SS-torturadores-asesinos
e
involuntarios-hroes-de-la-Resistencia,
Rossellini propone dos personajes que no logran serlo sino que constituyen otros
sendos arquetipos: la italiana corrompida por el oro del Rin y el jerarca nazi que est
de vuelta y se permite decir las tres obviedades polticamente correctas que todo
espectador de Romatiene en la cabeza en ese mismo momento.
Scola elige una va ms sutil: no hay torturas en Una giornata, ni crmenes de
madres primerizas, ni alusiones de bacanal tortillera entre la nazi y su protegida. El
fascismo no est retratado en un obvio primer plano sino abandonando toda
pretensin de narrar lo inenarrable. De refiln y con distancia, podra decirse. Y, sin
embargo, se percibe perfectamente su omnipresencia. Es esa voz en la radio que
relata la giornata particolare del primer encuentro entre Hitler y Mussolini. Son esas
fotos y recortes de diarios con noticias del Duce que Antonietta-Loren acumula en su
lbum de familia junto con las de su marido en uniforme litorio. Son esos chicos
arrastrados por su padre a la celebracin de la boda entre dos monstruos. Es esa
portera que todo lo ve y todo lo sabe, y que controla con celo de Hybris el inexorable
curso de su sociedad hacia el abismo. Y es, sobre todo, Gabriele-Mastroianni diciendo
lo crucial, definitivo: No. No me parece que el vecino del sexto piso sea antifascista.
Me parece ms bien que el fascismo es anti-vecino del sexto piso. Argentinos de hoy:
no les suena?
Scola nos cuenta el fascismo como una giornata particolare, la del pacto MussoliniHitler superpuesto al romance ocasional entre la fascista mujer de un burcrata
fascista y un homosexual que ha perdido su trabajo en la radio por negarse a ser
cmplice y que es arrestado y llevado al confinamiento. No es una manera poderosa
de hacerlo? Lo digo pensando en la Argentina de hoy, tan poblada de Gabrieles y
Antoniettas como llena de gentes decididas a dejarse llevar con entusiasmo al
matadero. Y bien: no es cierto tambin que si el fascismo fuera lo que muestra
Rossellini tendran razn los que niegan todo rastro de l en los muchos pases
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marginalidad y destripando el mito populista del pobre = bueno con una precisin de
la que todava se lamenta en sus discursos el compaero Moyano. No me imagino a
Leonardo Favio, por mencionar a alguien, haciendo algo siquiera parecido. Pero
tampoco lo veo a Rossellini nadando en esas aguas. Por el contrario, me parece
significativo el carcter socialmente tradicional de todos los personajes de Roma (el
cura, el militante, la madre), as como el lugar en que ambos directores ponen la
homosexualidad en sus filmes: en su hroe, Scola; en la italiana traidora y su
corruptora fraulein nazi, Rossellini. Para no mencionar la extraordinaria irona scoliana
de que en esa tierra de machos mussolinianos el nico que fornica es gay.
Es cierto: he escrito ms de poltica que de cine. Es verdad: Scola no sera posible sin
Rossellini y Rossellini no necesit de Scola. Es innegable: una cosa es filmar en 1977
y otra en 1945. De manera que s, es posible que como sostena mi interlocutor de la
costa bonaerense Rossellini sea un gigante innovador y Scola, un simple copista y un
enano. Pero es posible tambin que el enano Scola se haya subido a los hombros del
gigante Rossellini y lo haya hecho para mirar ms profundo y ms lejos. Quin sabe
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OBITUARIO
MANUEL GARCA FERR (1929-2013)
EL HOMBRE QUE DIBUJABA
Era previsible que la muerte de Manuel Garca Ferr (Almera, 1929) iba a generar la
lgica aunque un poco molesta andanada de nostalgia. Despus de todo, Garca Ferr
est asociado a la infancia de unas cuantas generaciones, especialmente la de
quienes nacimos en los sesenta y nos divertimos mirando Hijitus en las maanas de
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