Galan Lina - en La Frontera Del Tiempo
Galan Lina - en La Frontera Del Tiempo
Galan Lina - en La Frontera Del Tiempo
PRLOGO
era la voz de su esposa, ni tan siquiera el color de su cabello, que siempre llevaba
tapado por un virginal velo blanco, casi tan virginal como ella misma. Ese era otro
tema que s le preocupaba. Ese matrimonio necesitaba descendencia, ya que la falta
de hijos podra acarrear un serio problema incluso a nivel poltico, puesto que el
rey Lus intentara reconquistar las tierras a falta de herederos. Pero haca ya
demasiado tiempo que no visitaba la cama de su esposa. Un rictus amargo se le
form en la boca al recordar la noche de bodas. Su experiencia con mujeres nobles
poda ser exigua, pero esa noche intent comportarse como el caballero que era.
Mientras recorra el angosto pasillo envuelto en su propia sombra
proyectada por la luz de las antorchas, record. Record la cmara nupcial, en la
ms completa oscuridad, con slo un pequeo atisbo de la silueta de su esposa
metida en la cama y tapada hasta la barbilla. A l, colocndose encima, mientras
ella, rgida como una tabla, recitaba una letana de oraciones. Despus de esa noche
vinieron varias ms, en las mismas condiciones y sin resultado de embarazo tras
varios meses. No era de extraar. Pensaba que un acto realizado con tanto miedo y
aversin no podra dar nunca como fruto un hijo.
Guillem entr en sus aposentos privados y suspir cansado. Se sinti viejo,
aunque a sus veintisis aos debera sentirse en la flor de la vida, una mezcla de
juventud y experiencia. Mir a su alrededor y se sinti relativamente satisfecho. La
estancia, dispona de una antesala, con una mesa, silla y documentos para revisar,
y del dormitorio, donde el mueble que ms resaltaba era la gran cama. Poda no
importarle que la decoracin y el resto de mobiliario fuesen escasos y austeros,
como indicaba la sencilla presencia de un bal, un arcn y una pequea cmoda.
Pero despus de aos ayudando a su rey en multitud de batallas, sobre todo la
conquista de Valencia, viviendo en las ms atroces condiciones, para Guillem eran
muy importantes el descanso y la comida. Por eso no encontraba nada frvolo
poseer una gran y cmoda cama y una mesa donde nunca faltara la buena comida.
Mientras le preparaban una tina de agua para el bao, se asom a la ventana
y observ el paisaje. Al menos la visin del entorno familiar que lo rodeaba le daba
la seguridad y la fuerza necesarias para pensar en el futuro. Por lo dems, Dios
proveera.
Haba vuelto al hogar.
CAPTULO 1
Correr calle Muntaner abajo para poder coger el tren, sin tropezar y sin que
la atropellaran en el intento, era un riesgo al que cada da se enfrentaba Beatriz, o
Bea, como prefera que la llamaran. Bea trabajaba en un hospital de esa zona como
enfermera y se consideraba afortunada de tener una profesin que le encantaba y
por haber conseguido un puesto para los tiempos que corran. Pero ese da deseaba
cuanto antes poner tierra de por medio.
Hay das en los que es mejor no levantarse de la cama, le oa decir muchas
veces a su madre, y ese, especialmente, haba sido uno de ellos. Al levantarse por la
maana, no le haba sonado la alarma del mvil, ya que se le haba apagado sin
batera. Sin tiempo para desayunar, haba corrido hasta la boca del metro para
descubrir que slo haba servicios mnimos por la huelga de transportes, por lo que
tuvo que coger un taxi, donde el pobre taxista se haba visto obligado a sortear
velozmente el trfico de esa hora de la maana, debido a la orden imperiosa de una
usuaria con los nervios de punta. Al llegar, haba tenido que aguantar la mala cara
de la compaera a la que relevaba y, para colmo, scar haba vuelto al hospital tras
su excedencia.
Ahora, volviendo para casa, y por fin en el interior del vagn, Bea se agarr a
la barra, apoy su frente en ella y cerr los ojos. Qu ms poda haberle salido mal
ese da? Por qu haba tenido que volver a verle a l?
Haca ahora algo ms de un ao que haba tenido la suerte de hacer las
prcticas en el hospital donde ahora trabajaba. Y fue entonces cuando le conoci.
scar era uno de los cardilogos y enseguida se haba fijado en ella. Y a ella le
haba encantado: pelo castao claro, ojos celestes y una sonrisa que derreta los
bistures a su paso. Bea nunca haba tenido tiempo para novios y no tena
experiencia, as que se sinti en una nube cuando se interes por ella y sus das de
prcticas transcurrieron entre sonrisas, guios, y miradas, primero, y entre
pequeos besos robados durante las guardias nocturnas, despus. Hasta que, en el
aparcamiento del hospital, una noche le dio un beso de verdad, el mejor que le
haban dado nunca. Quedaron en salir ese sbado, y despus de una cena, fueron
al piso de l, donde Bea tuvo su primera vez. scar estuvo tierno y gentil y ella se
crey enamorada.
Todava recordaba cmo sus compaeras le advirtieron sobre l, puesto que
nadie lo conoca lo suficiente y se haban escuchado rumores sobre su aficin por
las enfermeras.
Pero, como siempre sucede en estos casos, el amor te vuelve sorda y ciega,
hasta que de la manera ms dura e inesperada, vuelves a poner los pies en el suelo.
Slo dos das despus de aquella noche inolvidable, Bea se diriga al despacho de
su tutora de prcticas para la firma de sus informes, cuando le pareci escuchar la
voz de scar en el despacho del director. ste le estaba diciendo que aceptaban por
fin su peticin de excedencia de un ao.
Aturdida, cuando la tutora le haba firmado sus informes, se atrevi a
preguntarle, procurando poner tono de indiferencia.
Elena, sabes si el doctor Hernn tiene solicitada una excedencia?
Cmo corren las noticias. Pues s, parece ser que conseguir este puesto era
muy importante para l, pero lleva bastante tiempo lejos de su familia, que vive en
Madrid, y ahora ha de volver all, aunque dentro de un ao posiblemente vuelva y
ya se instalen aqu.
Has dicho su familia? titube.
S, su mujer y un hijo pequeo. Por qu lo preguntas?
Por nada, Elena y sonri como pudo.
Un vaivn del vagn la hizo agarrarse ms fuerte a la barra de sujecin y
volver a la realidad, para volver a sentirse la ms idiota del mundo. Para colmo,
despus de un ao, al volverse a encontrar cara a cara con ella, haba tenido la
desfachatez de sonrerle, de guiarle un ojo y de decirle:
Ests ms guapa que el ao pasado. Cuando quieras retomamos lo que
dejamos a medias.
No se daba cuenta de que, lo que para l haba sido pasar el rato, para ella
os refers?
Se tratara Alceo cogi aire de que sustituyeras a esta mujer por un
tiempo.
No entiendo Bea frunci el ceo, eso se puede hacer?
S los Guardianes se miraron avergonzados, no es la primera vez.
Queris decir que de vez en cuando os despistis, ocurren cosas que no
deberan ocurrir y tenis que recurrir a gente corriente como yo que os saque las
castaas del fuego?
Ms o menos, s.
No me lo puedo creer! Y qu se supone que he de hacer? Sustituir a
una persona muerta para no desatar un caos casi mundial en el futuro, provocado
por unos ineptos Guardianes del Tiempo? Yo? Ni hablar. Buscaos a otra.
Ya hemos buscado, Beatriz, crenos, por toda clase de lugares y pocas,
pero slo t renes las condiciones fsicas necesarias para hacerte pasar por ella y
no levantar sospechas entre sus allegados. Prcticamente tienes el mismo rostro,
slo que eres un poco ms alta y habra que solucionar el tema del color del pelo.
S prosigui Alem, t eres rubia y Amicia tena el cabello castao,
pero es fcil oscurecerlo con un champ de hierbas que
Eh! Estoy aqu! Ya os he dicho que no lo har. No me veo como la
salvadora del mundo. Aunque quisiera, no podra hacerlo. No tengo madera de
herona.
No has de luchar contra dragones, querida Beatriz. Slo ocupar el lugar de
otra mujer, esposa de un barn del crculo de confianza de Jaime I, y en cuanto
dieras a luz a un heredero, volveras otra vez aqu, a tu tiempo y tu lugar.
Ahora s que no Bea se levant de un salto y se plant en medio de lo
que haba sido su saln hasta haca unos minutos. Se acab. No s si esto es una
broma o una pesadilla de la que no soy capaz de despertarme, pero quiero que me
devolvis ahora mismo mi casa y desaparezcis de mi vista. No pienso hacerme
pasar por una seora de la Edad Media, acostarme con su marido, tener un hijo con
conoce...
Por supuesto. El cambio se ha de realizar en una hora exactamente.
Disponemos de ese tiempo para ponerte al da.
No es mucho tiempo se lament Bea. Y volver? Cunto tardara en
volver? Qu pasar cuando mi familia y la gente que conozco me echen de menos?
No te preocupes. Lo que all representen meses, aqu habr significado dos
das como mucho. El domingo por la tarde estaras de nuevo aqu. Si aceptas.
Bea sigui con la mirada la figura del caballero que ya desapareca al fondo
del corredor. Guillem. El mundo entero podra necesitar su ayuda y ella slo lo
haca por l.
Aceptara esa locura slo por l, porque quera devolverle a ese hombre la
ilusin y la esperanza. Quera quitar de su mirada la tristeza y la soledad que lo
envolvan. Aunque ella se dejara el corazn, y algo ms, en el intento.
Est bien, seores, acepto dijo mientras la imagen del interior del castillo
se evaporaba tras ella. Necesitar una clase exprs sobre la poca, las gentes de
ese castillo y, sobre todo de...
Amicia se adelant Alceo. En los prximos meses sers, te
comportars y pensars como Amicia, seora de Montsols y de Bearn. Escucha
con atencin...
CAPTULO 2
Siempre estuvo seguro de que respetara los sagrados votos del matrimonio,
pero era un hombre, y necesitaba una mujer.
Mientras segua orando, sinti el trote de un asno, sobre el que montaba su
escudero y pens que vendra a comunicarle la muerte de Amicia.
Barn! Mi seor! Gritaba Nuo. La seora! La seora!
Dime, Nuo dijo compungido Guillem levantndose del suelo, se la
llev ya el Seor?
No, mi seor! La seora est bien! Ha sido un milagro! Un milagro!
Cmo que est bien? Ha mejorado temporalmente, quieres decir.
Ha mejorado del todo, mi seor. Se ha levantado de la cama y ha pedido a
todo el mundo que se marchara de sus aposentos. Tena buena cara y les ha pedido
a las seoras Elvira y Menca que le prepararan su ropa que deseaba tomar el aire.
No le parece un milagro, mi seor?
Ciertamente. Vamos, volvamos al castillo, que quiero contemplar ese
milagro por m mismo y se mont en su caballo con el corazn en un puo.
Habra escuchado Dios sus plegarias por fin?
Cuando Bea, ahora Amicia, se haba visto rodeada de toda esa gente rezando
en aquella asfixiante habitacin, decidi que lo mejor sera decirles a todos que la
dejaran con sus cuadas y se marcharan con el pretexto de querer tomar el aire.
Elvira, solcita, invit a marcharse al prroco, curandero y dems plaideras, que
haban pasado del llanto a la alegra que les proporcionaba la mejora de su seora.
Amicia saba que deba seguir teniendo buen trato con sus cuadas, aunque
le recordaran a un par de cuervos rondando a su presa.
Por favor, quisiera vestirme les pidi. Slo llevaba puesta una camisa,
que haba sido blanca en algn momento, y que le llegaba a los tobillos.
Por supuesto. Aqu tienes tus ropas contest una de aquellas mujeres,
Sera un poco sospechoso que de repente empezara a correr como una loca para
poder ver de cerca todos los detalles que estaba deseando tener delante de ella.
Entraron por fin en la habitacin de la que ya le haban hablado los
Guardianes, donde se supona que Amicia pasaba la mayor parte de su vida. No
saba cmo se las iba a arreglar sin tener ni idea de bordar y menos de tejer un
tapiz, pero ya se le ocurrira algo.
Por lo pronto se encamin hacia una de las ventanas y se qued maravillada
con las vistas que se le ofrecan.
Poda admirar parte del patio del castillo y de la muralla. Poda ver gente en
sus quehaceres, como algunos soldados que pasaban caminando, un hombre con
un fardo de lea, mujeres con cestas de ropa, nios que correteaban descalzos, ms
soldados montando guardia en los torreones... Tambin poda levantar la vista para
observar el paisaje que se extenda ante ella. Frondosos bosques, prados verdes,
campos cultivados y hasta un pequeo ro serpenteaba desde las montaas hasta la
linde del bosque ms cercano. Amicia inspir profundamente para aspirar el aire
que saba estara completamente exento de contaminacin. Le pareci notarlo
entrar en sus pulmones y, al abrir los ojos, descubri que el cielo era mucho ms
claro y brillante, de un lmpido color azul.
Y descubri tambin un caballo al galope, que entraba rpidamente bajo la
enorme reja del puente, sobre el que montaba un jinete. A Amicia se le aceler el
corazn. Saba quin era ese jinete. Era Guillem, su esposo a partir de ahora, y la
expectacin por conocerlo por fin en persona, hizo que le dieran palpitaciones. Le
observ bajar de su caballo y dirigirse velozmente hacia la torre donde ella se
encontraba. Intent tranquilizarse mientras le esperaba, pero se notaba tan
nerviosa que tuvo que inspirar varias veces para que no se le notara la alegra
sublime que le proporcionaba conocerlo por primera vez.
Por fin, le oy entrar. Le oy saludar a sus hermanas y not su presencia a su
espalda. Se gir para poder verle, y cuando lo tuvo delante le mir a los ojos y no
pudo evitar sonrer de felicidad.
Despus de haberla visto moribunda en la cama haca tan slo unas pocas
horas, Guillem no daba crdito cuando le haban informado que su esposa se
encontraba en la estancia de las labores como todos los das antes de las fiebres.
Cuando entr y la vio mirando por la ventana, le extra que su vestuario hubiese
cambiado. Siempre vesta sobria y austera, con bastos vestidos de lana en tonos
marrones o pardos, pero en ese momento iba envuelta en un bonito vestido que,
aunque sencillo, era de un llamativo tono de azul.
Y entonces Amicia se dio la vuelta, le mir a los ojos y le sonri.
A Guillem estuvieron a punto de doblrsele las rodillas. Dios del cielo! Esos
ojos...
Nunca haba visto a tan corta distancia los ojos de su esposa. Eran de un
precioso color dorado, grandes y brillantes, como dos valiosas monedas del oro
ms puro, y bordeados de largas pestaas. Pero lo que realmente le haba hecho
casi trastabillar haba sido esa sonrisa que haba iluminado la estancia ms que
todos los rayos de sol que entraran a esa hora por todas las ventanas.
Te encuentras mejor, Amicia? No deberas quedarte en la cama? nada
ms mencionar la cama, Guillem sinti que se excitaba. Debido a su frustracin
sexual, ltimamente tena demasiadas imgenes erticas en su cabeza, pero esta
era la primera vez que esos pensamientos eran con su propia mujer.
Por qu nunca le haba mirado directamente para poder deleitarse en la
visin de sus ojos?
Por qu nunca le haba sonredo?
Me encuentro perfectamente, mi seor aprovechando el momento de
confusin que pareca envolver a Guillem, Amicia se deleit en mirarle
detenidamente, en persona, y no a travs de una imagen de ochocientos aos de
antigedad, y la verdad era que la realidad superaba cualquier representacin. Le
pareca an ms alto, ms fuerte, con una musculatura que le haca tensar la tela de
la camisa, y que le confera un aura de guerrero, de los que combaten en torneos y
salvan a las damas. Las cicatrices de su rostro, sin embargo, se vean acentuadas,
sobre todo una que le bajaba desde la sien izquierda hasta la lnea del labio
superior. Pero ni esa imperfeccin era capaz de restarle belleza a sus facciones,
donde destacaban sus preciosos ojos, del tono del azul del ocano ms profundo.
Aunque lo que hizo temblar a Amicia fue, sobre todo, poder or su voz, tan rica,
ronca y profunda, que senta que la envolva, como en una espiral de seda. Y su
mirada la estremeci, pues algo haba cambiado en la luz de sus ojos. Pareca...
atraccin? Inters? Tal vez deseo?
vea?
Elvira, por favor quiso apelar a la compasin para poder ganrselas y
convencerlas, no te disgustes conmigo, pero recuerda que acabo de escapar
milagrosamente de las garras de la muerte. Deseara, si no es una ofensa, bajar a
cenar con este bonito vestido pero sin el velo. Har bien a mi nimo. Qu decs?
y las mir con ojos suplicantes batiendo sus largas pestaas.
Est bien suspir Elvira, a todas luces la portavoz del do, pero antes
de bajar espera unos momentos. Menca, por favor, trae el cofre.
En seguida.
Bien por m. Uno a cero
Al cabo de unos minutos, Menca apareci en la habitacin con un cofre, que
abrieron, y comenzaron a sacar objetos de su interior.
En primer lugar apareci una especie de bolsa o escarcela que prendieron en
su cintura, lo mismo que una pequea daga con diversas piedras incrustadas.
Luego sacaron una diadema, forrada en brillante tela de un tono de azul parecido
al del vestido y bordada con hilos de oro. Se la colocaron sobre la cabeza, haciendo
que el pelo se le apartara ligeramente del rostro. Amicia corri hacia la cmoda,
sobre la que haba decidido dejar el espejo como adorno, y se mir en l. Le gust
tanto el resultado, que la sonrisa dibujada en su rostro conmovi incluso a sus
cuadas. An con sus sempiternas vestiduras negras y sus serios semblantes,
pareci vislumbrar por un momento, que una ligera sonrisa asomaba en la
comisura de sus rgidos labios.
Nunca te habas interesado por estos objetos. Ni siquiera has preguntado
jams por ellos, sabiendo que forman parte del regalo de boda que te hizo tu
esposo, junto con ese espejo y el peine a juego, y el resto de vestidos.
Tengo ms vestidos? pregunt ilusionada.
Por supuesto. Tu ajuar era muy completo, con vestidos, complementos,
zapatos y ropa interior.
Amicia sinti calidez en su pecho al imaginar a Guillem haciendo esos
regalos a su esposa.
Pues que los fueran desempolvando, que ella no los dejara en el fondo de
un bal!
Comenzaron a bajar las tres y se dirigieron al saln principal. Se haba hecho
tarde y los comensales ya estaban sentados en largos bancos de madera a un lado y
otro de las mesas. Varios fuegos ardan en las diversas y enormes chimeneas. Los
sirvientes entraban y salan por la puerta llevando bandejas y ms bandejas de
comida. Una gran algaraba inundaba el ambiente. En la parte ms alejada, los
soldados y sus mujeres daban buena cuenta del vino y la comida, y ms cerca del
seor del castillo se ubicaban las personalidades ms importantes. Estaba claro que
a ella ya no la esperaban, puesto que al lado de su marido no quedaba apenas
hueco para tres personas. As que, irgui su barbilla y se dispuso a tomar su lugar.
Lo que no esperaba fue el silencio sbito que se instal de repente. Docenas
de pares de ojos se posaron en ella, pero los suyos slo encontraron los de Guillem.
Mientras se iba acercando a l, no poda desviar la vista del azul profundo de
aquellos ojos. Crey leer en ellos sorpresa y admiracin al mismo tiempo. l se
levant y cedi el lugar a sus hermanas y a su esposa. Cuando se encontraron los
dos de pie, uno al lado del otro y se miraron, el resto de personas pareci
desaparecer como por arte de magia para ellos dos.
Amicia sinti que su cuerpo se estremeca y cobraba vida mientras se dejaba
devorar por el fuego azul de aquella mirada. Alguien les habl y reaccionaron
sentndose rpidamente, aunque fueron conscientes en todo momento del roce de
sus cuerpos por muchas capas de tela que hubiese entre ellos.
La persona que haba al otro lado de Guillem llam su atencin y ste se gir
para contestarle, lo que dio un respiro a Amicia y a su desbocado corazn. Pens
que, con tantos acontecimientos, no recordaba cundo haba sido la ltima vez que
haba comido y se encontraba hambrienta. El olor de la carne asada hizo que le
rugiera el estmago y pudo ver de reojo cmo Guillem sonrea, por lo que, sin
pensrselo dos veces le dio un codazo en el costado.
Qu pasa? T nunca has tenido hambre? Te recuerdo que he estado
enferma.
Ser capullo
Por supuesto que s se gir hacia ella y comenz a partirle trozos del
asado con su daga. Pero, qu ha pasado con lo de mi seor?
pareca importante con el alguacil, el cual, por lo que pudo escuchar, se encargaba
de dar trabajo a los campesinos.
Su marido. Slo llevaba horas all y pensaba en l como su marido, pero que
en realidad era un autntico desconocido.
Sali por una puerta lateral que vio abierta y que daba a una especie de
huerto. Se apart tras un arbusto e inspir el aire fresco de la noche. Ola a pino y a
romero, y la luna, grande y brillante, iluminaba como un gran faro en el cielo. El
canto de los grillos se mezclaba con el de la msica distante que provena del
comedor y empez a encontrarse mejor.
Amicia, qu haces aqu? la voz de Guillem la sobresalt.
Me has asustado dijo girndose hacia l. All, en la noche y a solas con
l, le pareci ms alto y ancho de hombros, ms imponente. La cicatriz del rostro le
brillaba con el resplandor de la luna.
S? Pues yo dira que, precisamente, desde tus fiebres, ya no me tienes
miedo.
Crees que antes te tena miedo? sin el bullicio de la fiesta, Amicia
volva a percibir ese timbre de voz envolvente.
Me ests mirando directamente a los ojos, algo que no habas hecho
nunca. Me has dicho ms de dos palabras seguidas. Por no mencionar el tuteo...
He cambiado. Ha debido ser que he podido comprobar de primera mano
la precariedad de la vida volva a la excusa de siempre para disimular sus ms
que posibles deslices. Me preferas antes?
No se acerc a ella hasta que sus rodillas rozaron su vestido. Te
prefiero ahora.
Por qu? susurr.
Cmo me preguntas eso? Mrate. Eres preciosa y yo ni siquiera lo haba
advertido levant una mano para cogerle un mechn de cabello y enroscarlo
entre sus dedos. Jams pude admirar este precioso cabello, tan suave y brillante
como la ms cara de las sedas. Cuando te he visto entrar en el saln esta noche, cre
CAPTULO 3
Bueno, que cuando l pasa por delante de alguna mujer, sta siempre trata
de que la mire, contonendose, sonrindole, o mirndole fijamente. Sobre todo
cuando vienen damas de la corte. O eso dicen susurr.
Vaya dijo en voz baja. Le acudi a la mente el beso de la noche anterior.
En realidad no habra pensado en otra cosa si no se hubiese distrado con su paseo
turstico. Y volvi a pensar en la propuesta de Guillem y en su consentimiento. Se
le aflojaron las rodillas de nuevo al imaginarse en la cama con l.
Durante ese da coincidi poco con l. Afortunadamente. Ni siquiera durante
el almuerzo, ya que, despus de su paseo con Teresa, la localizaron sus cuadas y
ya la tuvieron monopolizada. Comi un estofado con verduras que le sent
maravillosamente bien y despus durmi un poco a instancias de Elvira. De
momento poda librarse de seguir con su tapiz alegando cansancio y dolor de
cabeza.
Al anochecer le fue ms difcil evitar a Guillem. ste le lanzaba de vez en
cuando, si se cruzaban, miradas intensas y llenas de promesas. Y Amicia se vio en
una disyuntiva.
Cmo decirle a tu marido que todava no quieres sexo con l porque no lo
conoces o porque t no eres quien dices ser en realidad?
Inaceptable.
Pero, de momento, y para salir del paso, se le ocurri una idea.
Esperaba que no se enfadara demasiado con ella.
CAPTULO 4
Guillem coloc dos copas sobre la mesa y las llen de vino. Esperaba
impaciente la visita de su esposa como nunca lo haba hecho. Reconoci sentirse
nervioso y turbado, aunque desech rpidamente la idea y se bebi de golpe una
de las copas. Pens en cmo haba cambiado su reaccin frente a su esposa y
sonri la de su esposa con l. Haca pocos das, haba llegado a la resolucin de
mandar al diablo sus votos matrimoniales y cabalgar hasta el pueblo en busca de
cualquier mujer con la que desahogar su cuerpo duro y frustrado. Pero la
enfermedad de Amicia haba desbaratado sus planes, hacindole sentir culpable,
pero de igual modo haba servido para cambiar en su esposa la percepcin de las
cosas. La haba observado ms vivaz, habladora y directa. Incluso ms humana,
como renacida. Haban sido varias las personas que le haban advertido del
cambio. Adems, desde su punto de vista como marido y como hombre, el cambio
tambin la haca ms hermosa y sensual. Ahora lo miraba y le hablaba, aunque
todava tmidamente. Esperaba que la intimidad con ella tambin cambiara
durante esa noche. Descubrira tambin esa misma noche la contemplacin de su
cuerpo desnudo, el tacto de su piel y de su cabello diseminado por la cama. Le
pareca poder saborear su suavidad y su olor a flores, mientras ella le miraba con
sus preciosos ojos dorados.
Se bebi la otra copa de vino y las volvi a llenar las dos. Amicia tardaba
demasiado y empezaba a impacientarse. Despus de varios paseos por la estancia y
varias copas de vino, decidi que acudira l mismo a los aposentos de ella.
Cuando quiso entrar comprob que la puerta estaba cerrada por dentro. Dio
un par de golpes y en seguida se abri. Pero para su sorpresa, no fue Amicia quien
abri, sino Elvira, flanqueada por su otra hermana, Menca. Su esposa se
encontraba sentada sobre el borde de la cama y lo miraba con cara de turbacin.
Amicia, qu sucede? Llevo tiempo esperndote en mis aposentos, tal y
como acordamos anoche.
Tu esposa no se encuentra bien interrumpi Elvira.
Hermana, te agradezco tu preocupacin, pero ahora mismo no os necesito
para nada. Esto es entre mi esposa y yo.
ms llegar all, Amicia se par en seco al observar a todos esos hombres con sus
musculosos torsos desnudos y sudorosos en un festival de testosterona. En el lugar
ms alejado, varios arqueros practicaban el tiro con arco, utilizando como blanco
unos sacos rellenos de paja clavados en postes de madera. Otro grupo practicaba
con la espada por parejas. Y el tercer grupo la dej sin aliento: en medio de un
crculo de hombres, Guillem les iba retando, uno a uno, a enfrentarse con l. En ese
preciso momento estaba atacando a un pobre soldado sin piedad, como si le fuera
la vida en ello, hasta que lo tuvo acorralado contra el polvoriento suelo y le puso la
punta de la espada en el pecho. Sigui retndolos a todos y sigui hacindoles
morder el polvo a todos. Levantaba la pesada espada con exagerada facilidad,
dibujando crculos en el aire, como en una danza a la vez macabra y sensual.
En uno de esos giros, Guillem observ de reojo la presencia de su esposa.
Aprovech para conceder unos minutos de descanso y para beber agua a sus
soldados y se dirigi hacia ella.
Qu haces aqu, Amicia? Sabes de sobra que tengo terminantemente
prohibido la presencia de cualquiera en este lugar, incluida la tuya.
Cuando estuvo a un palmo de ella, a Amicia se le sec la boca de forma
alarmante. Ese torso musculoso, con toda esa extensin de piel sudorosa que
pareca tensarse espectacularmente en los msculos de los brazos, del pecho y del
abdomen... Lo mir embobada, sintiendo un leve cosquilleo en los dedos por las
ganas que tena de tocarlo, y darle consuelo al percibir la multitud de pequeas
heridas sangrantes que se repartan por su cuerpo y que se superponan al resto de
las cicatrices antiguas. Record, por un instante, los cuerpos formados en los
gimnasios, depilados y morenos de rayos UVA de su propia poca. No haba
comparacin posible. El cuerpo de Guillem sera la envidia de cualquier hombre y
un premio para cualquier mujer.
Guillem la segua mirando, con los ojos entrecerrados, respirando
afanosamente y con el largo cabello pegado al crneo por el sudor. Desprenda un
olor varonil, que le pareci a Amicia mucho ms embriagador que el perfume ms
caro.
Por qu me miras as, Amicia? y la agarr por el brazo para alejarse de
all al percibir las miradas interesadas de sus hombres.
As, cmo? le dijo ella soltndose abruptamente de su mano.
Veo deseo en tus ojos. Me miras como si quisieras que te llevara ahora
mismo a la cama y te arrancara las ropas. Despus de lo de anoche, a qu
demonios ests jugando?
No s de qu me hablas. Slo haba venido a disculparme, pero parece ser
que t slo ves lo que quieres ver.
No me gusta que jueguen conmigo le dijo agarrndola por los hombros
y cernindose sobre ella hasta llegar a taparle el sol con su ancha espalda.
No estoy jugando contigo, Guillem le dijo ella en voz baja. Slo quera
decirte que lo siento, que an no me encuentro del todo bien y que tengas
paciencia conmigo.
Ms? grit l. Ms todava? No, Amicia. Ya no me queda ms. Soy
un hombre y has sobrepasado el lmite de mi paciencia. A partir de ahora no
debers de preocuparte de que te acose. Eso se acab.
Y el tema del heredero? nada ms acabar la frase se arrepinti de
haberla dicho.
Es eso lo nico que te importa? Pues resulta que a m ya no. As que vete
buscando a otro a quien mirar, a ver si te da lo que andas buscando, que debe de
ser algo que yo no tengo y se peg media vuelta para seguir con su
entrenamiento. Y para desahogarse de su frustracin.
Amicia se qued all, pasmada, mirando cmo se alejaba, admirando la
anchura de su espalda y la estrechez de sus caderas, enfundadas en unos
pantalones pegados a su cuerpo como una segunda piel.
Volvi de nuevo hacia el castillo, pensando cmo arreglar el desaguisado. O
ms bien cmo comenzar a hacer algo, ya que an no haba hecho nada de lo que
se supona que deba hacer all. Por primera vez, se sinti sola y desalentada y ech
de menos volver a casa. Hasta ahora todo haba sido como una excursin, pero ya
era hora de enfrentar la situacin.
Levant la barbilla y camin ms deprisa. Tena que hacer algo y crea saber
cul era el camino a seguir: la seduccin.
afectado la razn.
Creais que me haba vuelto loca y me haba dado por provocar al
personal? Genial.
Incluso hablas de forma diferente, Amicia. A veces creo que no logro
entenderte.
Ya, lo siento hizo una mueca. Dispongo de vuestro beneplcito para
seguir intentando conquistar a Guillem?
Supongo que s suspir Elvira. Pensbamos que no soportabas que se
acercara a ti. Hasta ahora habamos hecho lo que nos habas pedido, que era
mantenerte alejada de l.
Por qu no tratasteis de disuadirme? Por qu no me hicisteis ver que
deba estar junto a mi marido?
No lo s dijo pesarosa Elvira. Supongo que te veamos tan temerosa,
tan indefensa, que llegamos a pensar que nuestro hermano no te trataba bien.
Guillem me trata bien. Y jurara que siempre ha sido as.
Ni por un momento hubiese dudado de l. Pondra la mano en el fuego por
l. Podra ser el ms implacable y duro en el campo de batalla, pero nunca con ella,
ni con las personas que apreciaba.
De todos modos terci la cuada ms seria nosotros no podremos
ayudarte mucho.
Eso ya lo saba ella. Y tambin saba algo que en su momento se le haba
olvidado comentar a sus queridos Guardianes del Tiempo: que le haban
encomendado la misin de seducir a un guerrero, cuando ella era la ms inexperta
de las mujeres de su tiempo.
De todos modos se irgui ella era una mujer moderna e inteligente del
siglo XXI y sera capaz de lograrlo, pues hasta el metal ms duro se acaba
fundiendo.
El primer paso sera no desalentarse y seguir insistiendo. O eso crea ella. En
aparentemente tranquila.
No, no se ha acabado! Se levant de un salto de la mesa. No me
gusta que me nieguen algo sin una razn! le dijo indignada sealndolo con el
dedo ndice.
Qu se habr credo el machito medieval este!
CAPTULO 5
Una importante visita llegaba a Montsols. Era algo habitual recibir invitados
y visitantes en los castillos de los barones, debido al sistema nmada de Las Cortes,
y por ello los habitantes de dichas moradas ya tenan claro cmo actuar frente a
una visita inesperada. Amicia se haba apresurado a salir de la despensa y en
cuanto tropez con Teresa en medio de aquel tropel de personas que iban arriba y
abajo, le pregunt a qu se deba todo aquel alboroto.
Viene hacia aqu el noble Sancho de Luna, caballero y fiel vasallo del
barn y del rey Jaime. Le acompaa parte de su familia y otros caballeros.
Gracias, Teresa. Ven conmigo a ver si podemos ayudar en algo.
Pero entraron en la cocina, siempre tan ordenada, y ahora con una docena de
personas all trabajando diligentemente, cuidando los fuegos con los asados, las
ollas con las salsas y preparando verduras, bizcochos y tartas de frutas y frutos
secos. Salieron de all para encaminarse a la sala de recepciones, donde multitud de
criadas suban ropas de cama a las habitaciones y un grupo de sirvientes se
afanaban en ofrecer a los visitantes jarras de agua y paos para sus abluciones
despus del cansancio y el polvo del camino.
El noble Sancho de Luna se acerc a Guillem en cuanto lo divis entre la
concurrencia y lo salud afectuosamente. Era un hombre fortachn, de mirada
afable, algo ms mayor que el barn y de espesa cabellera y barba castaas.
Algo nuevo por Barcelona, amigo Sancho?
No, mi querido Guillem. Como t mismo tuviste la oportunidad de
comprobar durante la ltima reunin en Las Cortes, la solucin de establecer una
frontera mediante el ro Cinca, fue la ms apropiada para intentar mantener
contentos a catalanes y aragoneses, aunque siempre habr alguien descontento.
Cierto, Sancho. Mis informadores me mantienen al da sobre cualquier
novedad y en cualquier frente, ya sea Castilla, Navarra o Valencia. Pero por favor,
acomodaos, que ahora mismo traern algo de beber a caballeros y damas.
Perdona, viejo amigo. Ya te han saludado Blasco y Diego y no he tenido en
otro momento.
Seguro que s, mi seor. Seguro que s.
Cuando a la maana siguiente Ins fue a ayudar a vestirse a Amicia, le
sorprendi que sta se dejara hacer, ya que normalmente se negaba a que la
ayudara.
Qu te ocurre, mi nia? Qu te aflige? Mal de amores? le deca
mientras le trenzaba su bonito cabello.
Cmo lo sabes, Ins? Al fin y al cabo me conoces desde hace slo unos
das.
Por eso precisamente. Porque tienes ojos de enamorada, algo que jams
pude reconocer en la mirada de Amicia. Para mi pobre nia estar casada era una
obligacin y un suplicio, y tema a su marido como a una vara verde.
Hombre, Ins, lo que se dice enamorada, enamorada, no lo creo. Es
atraccin nada ms.
Y nada menos. As es como lo llamis en el futuro, pero, al fin y al cabo,
viene a ser lo mismo.
En ese momento llamaron a la puerta y entraron Elvira y Menca. El rostro
de Elvira irradiaba ira en sus facciones arrugadas prematuramente.
Ya hablar yo con mi hermano sobre andar por ah tonteando con esa
buscona. Hoy se ha librado porque los hombres han salido de caza, pero ya le
amonestar severamente en cuanto vuelva.
No es necesario, Elvira. Ya lo arreglaremos l y yo. Ahora, si no os
importa, ir a buscar a Teresa. Menos mal que he hecho una amiga suspir.
Ya sabes que nos tienes a nosotras, que somos tu familia.
Lo s, Elvira. Gracias por todo.
Al salir al sol de la maana, divis a Teresa que sala de detrs de uno de los
edificios y se aproximaba con las mejillas arreboladas. Un soldado sali del mismo
amargrselo.
No bajar a cenar la seora baronesa? le dijo con voz petulante.
Lo siento, pero s bajar. Ustedes bajan ya? zorra , pens.
Por supuesto. No podra negarme a la hospitalidad del barn. l s que
sabe cmo hacer disfrutar a sus invitados durante una cena la mir fijamente.
Y despus, si se tercia.
Lo dicho, una autntica zorra
Ya, pero esta vez procurad dejar libre mi lugar al lado del barn. Nos
vemos en la cena.
Como haba predicho, esa mujer ya le haba aguado la fiesta. Se cambi, baj
al comedor, y lo primero que divis fue a Guillem en la mesa hablando con Isabel.
sta le tena la mano sobre el antebrazo, la boca cerca del odo, y se restregaba
contra l como una gata en celo. Todo el buen humor de Amicia se esfum como
por arte de magia. Se acerc a la mesa, ech una mirada colrica hacia la mujer y
sta se apart a otro lugar de la mesa.
Amicia, has descansado? le pregunt Guillem.
S, gracias dijo secamente.
Creo que el pequeo Juan se encuentra mejor, gracias a ti. Pero podras
haber pedido ms ayuda. Todava no ests del todo bien y no deberas pasar toda
la noche t sola pendiente de un enfermo.
Claro, mejor pasar la noche en brazos de tu amante.
Qu ests diciendo Amicia? A qu viene eso?
No te hagas el tonto, Guillem. S que tuviste una aventura con esa buscona
y est ms que claro que an la tenis.
Y eso te disgusta, Amicia? O tal vez crees normal que otra mujer me d
lo que t no me das? Incluso puede que as te d un respiro Guillem no saba por
qu, pero de pronto se encontr con la necesidad de aguijonear a su esposa. A
pesar de todo l le era fiel y ella lo crea acostndose con otra. Se hubiese echado a
rer si el asunto tuviese alguna gracia.
Es por la gente, que empieza a murmurar. A m no me importa en
absoluto.
Seguro que no te importa, Amicia? susurr. No te importa que la
tenga desnuda en mi cama y le haga el amor, cuando debera ser mi esposa la que
se abriera de piernas para m?
Vete al infierno le dijo ella en voz baja. Y sin poder seguir all por ms
tiempo, se levant de su asiento y, reprimiendo las ganas de darle una bofetada, le
plant el dedo corazn frente a l y dijo: Qu te den, maldito capullo!
Amicia se fue del saln y subi corriendo las escaleras hacia su habitacin.
Ya no tema perderse por el camino como la primera vez que hizo lo mismo,
aunque por motivos muy diferentes. Igualmente, entr, cerr la puerta tras de s y
se lanz sobre la cama.
Por qu todo le sala tan mal? Desde que lleg todo haba ido de mal en
peor, primero con su marido y ahora con esa odiosa mujer.
Haba llegado el momento de sincerarse consigo misma. La culpa slo era de
ella, de nadie ms. Ella haba sabido desde el principio su cometido, el cual ya
debera haber tenido lugar la primera noche que l le pidi que fuera a su cama y
ella saliera huyendo. Y no porque no le deseara. Lo haba deseado desde la primera
vez que vio su imagen en medio de su saln. Pero haba huido por miedo. Por
miedo a acercarse demasiado a l sabiendo que todo tendra un final. Y hacer el
amor con l era acercarse demasiado, sentirlo demasiado. Eso era, realmente, lo
que la haba hecho comportarse de manera tan torpe.
Un instante estaba sobre la cama lamentndose y al otro se haba levantado y
se haba cambiado de ropa de nuevo. Enderez la barbilla, y se dispuso a salir de la
habitacin para poder aclararlo todo con l. Camin por el corredor escasamente
iluminado a pesar de las antorchas, y al torcer la primera esquina que la dejaba
frente a los aposentos de Guillem, se par en seco. Una mujer, mejor dicho, Isabel,
entraba en ese momento por la puerta y la cerraba tras de s. Aunque lo sospechara,
la rabia, la incredulidad y la desesperanza se apoderaron de ella.
No! No, no, no! Guillem! Grit corriendo hacia la puerta. Abre
golpe, por una espiral de placer como nunca imagin pudiera existir, y estall en
pedazos. Y cuando oy que l gritaba, se emocion pensando que ahora senta que
ese hombre le perteneca, y ella a l, aunque los separaran ocho siglos de existencia.
Guillem se dej caer a su lado, esperando recuperar su respiracin, pero sin
salir todava de su cuerpo. Llevaba demasiado tiempo esperando ese momento y se
resista a terminar.
Todo ha ido un poco rpido se lament Guillem. Pero haca
demasiado tiempo de la ltima vez, que, por cierto, no tuvo absolutamente nada
que ver con sta.
Pareces otra mujer, Amicia, y ha merecido la pena esperar para este cambio.
T tambin mereces la pena, Guillem. Y no me importa que haya sido
rpido. Podremos recuperar el tiempo perdido le dijo ella peinando con sus
dedos los hmedos cabellos que le caan por la cara como seda negra.
Todava no he tenido suficiente de ti. Es ms, no tengo ni para empezar.
Qu te parece comenzar ahora mismo a recuperar ese tiempo? Le dijo l
comenzando a moverse de nuevo. Adems, dispondremos de toda la vida para
recuperarlo.
Por supuesto . Amicia lo volvi a sentir duro y grande en su interior,
mientras se dejaba arrastrar de nuevo por la espiral de placer que slo ese hombre
podra proporcionarle.
Toda la vida. Por un segundo, y slo por un segundo, Amicia busc en su
mente el significado de esa frase. En ese momento, para ella, careca de sentido.
CAPTULO 6
heredero.
Amicia se dej caer sobre la cama. La cara le cambi de repente, pasando de
la comedia al drama como las dos mscaras del teatro. Se llev las manos al
vientre, pensando en la posibilidad de haber engendrado ya un hijo de Guillem, y
sinti un inmenso orgullo.
Aparte de pnico, claro, por el parto, porque tendra que dejar all a su hijo y
a Guillem,... por todo. Se le hizo un nudo en la garganta.
Ahora no pienses en eso, mi nia Ins se acerc a ella y le cogi las
manos entre las suyas, blancas y huesudas. Es lo mejor, sino te volvers loca.
Seguro que ya lo estaba. Si se paraba a pensarlo, estuvo loca de remate desde
el momento en que acept hacer aquella locura. Ahora no haba marcha atrs.
Tom un bao en su habitacin y, al mirar alrededor de aquella triste
estancia, se le ocurri que lo ms prctico sera trasladar sus cosas a los aposentos
de su marido.
Llamaron a la puerta y era su cuada Menca. Resultaba de lo ms extrao
verla sin su eterna sombra, Elvira.
Buenos das, Amicia.
Buenos das, Menca. Estaba pensando... sera posible trasladar mis cosas
a la habitacin de Guillem? Menca sonri y Amicia no pudo evitar ruborizarse
de nuevo.
Estaba claro lo que haba pasado aquella noche y daba la impresin de que
todo el mundo en el castillo se haba enterado.
Por supuesto. Mandar que lleven tu ropa y tus enseres.
Gracias Amicia se fij ms detenidamente en el rostro de su cuada. En
realidad deba ser ms joven de lo que le haba parecido en un principio. Se la
imagin con el pelo teido, sin el austero moo y con ropas de color modernas, y le
calcul unos cuarenta aos.
De nada. Haca tiempo que no me senta til. Parece ser que mis consejos
Disfrutas desafindome?
De vez en cuando.
Pues ahora me toca a m dijo l mientras le haca resbalar la bata por los
hombros hasta caer a sus pies.
Y cul es tu desafo? pregunt ella, estremecindose ya al notar que
Guillem le pasaba la yema de sus dedos por el lunar de su cintura.
Que dure ms que ayer susurr.
Los problemas que siempre haba tenido para descansar parecan haber
desaparecido en las ltimas noches. Parece ser que una mezcla de paz ambiental,
junto a una espectacular noche junto a ese pedazo de hombre, eran la mejor terapia
relajante.
Amicia abri los ojos y se sorprendi al ver el suelo. Se encontraba boca
abajo en la cama, con la cabeza colgando por el borde y con la sbana enredada en
las piernas.
Vaya nochecita. El desafo de Guillem se llev a cabo con creces. El muy...
incluso lleg a hacerla suplicar. Ya le llegara a ella el turno de vengarse.
Se dio la vuelta al escuchar ruido metlico. Guillem llevaba puesto todo el
atuendo de un seor de la guerra, la cota de malla, la espada, las botas y la
sobreveste de color verde. Se fij esta vez en el escudo bordado, el cual ya haba
visto en multitud de estandartes decorando el saln. En una mitad estaban las
barras rojas y doradas, como la senyera catalana, y en la otra mitad, cuatro crculos
rojos sobre un fondo dorado, que era el smbolo de la casa de Bearn. Todo junto
pasaba a ser el smbolo de la Barona de Montsols y de Bearn.
Amicia se incorpor de golpe ignorando su propia desnudez.
Dnde vas?
Voy al pueblo. Ha habido algunos problemas que tengo que solucionar.
Vendrn conmigo algunos caballeros y una guarnicin de soldados.
Ser peligroso?
No.
Puedo acompaarte?
No.
Ya estamos otra vez? se enroll la sbana alrededor del cuerpo y se
levant para ponerse frente a l.
Amicia, no tengo tiempo para explicaciones. Qudate en la cama, es
temprano.
Pens que ahora tenamos ms confianza le deca mientras palpaba con
los dedos el escudo bordado de su pecho.
Ya te lo explicar a la vuelta. Ahora he de irme. Pero antes... le dio un
tirn a la sbana y la atrajo hacia l para besarla profundamente.
Amicia sinti la dureza del fro metal contra sus pechos. Quiso protestar,
pero no poda renunciar al placer que le proporcionaba un beso de Guillem.
Aunque supiera perfectamente que se trataba de una maniobra de
distraccin.
Volver tarde se despidi l. Se puso los guantes de cuero y sali de la
habitacin.
Amicia observ por la ventana. Lo vio subirse gilmente a su caballo blanco
y ponerse a la cabeza del grupo mientras pasaban sobre el puente levadizo, hasta
que se perdieron entre una nube de polvo que se confunda con la hmeda niebla
de las primeras luces del da.
No tena tiempo que perder. Comenz a rebuscar por entre los arcones y
bales de la habitacin hasta encontrar todo lo que necesitaba. Se puso primero
unos pantalones, o calzas de lana de Guillem, que tuvo que enrollarse varias veces
en la cintura. Su camisa, un vestido grueso, unas botas y la nica capa con capucha
que haba encontrado entre sus ropas. Sali por la puerta con sigilo y baj hasta la
planta baja. Cuando sali al patio, se ajust la capucha y se apret la capa contra el
cuerpo, pues la humedad de la noche todava era visible en la neblina de la
maana. Camin entre las sombras, pegada a las paredes de los edificios
colindantes, hasta llegar a los establos. Era hora de comprobar si las lecciones de
hpica recibidas haban servido para algo. Esas clases haban estado incluidas en
las estancias en diversas casas rurales del Pirineo, donde sola ir varias veces al ao
con el grupo de senderismo del centro juvenil del barrio.
Se acerc a una yegua que ya le haba comentado Teresa lo dcil que era y
que se preservaba para principiantes y para algunas visitas que preferan paseos
tranquilos. La acarici, le ofreci una de las manzanas que haba visto al entrar en
un cesto y esper a que se fuera acostumbrando a ella. La ensill, le coloc las
riendas y tir de ella hacia la salida.
Se mont en ella y, despacio, sali por las puertas del castillo hacia el exterior
de la muralla.
Aquello era como montar en bicicleta y, en cuanto se vio fuera del alcance de
los guardias, comenz a galopar ms aprisa. Aunque el sol ya era completamente
visible, el viento fro le daba en el rostro y le haba echado la capucha hacia atrs,
hacindole ondear su larga trenza. Amicia ri con deleite. Le encantaba la
naturaleza, y galopar por un enorme prado en aquella poca, le pareca naturaleza
en estado puro.
Ahora, slo tena que atravesar un pequeo arroyo, el bosque que siempre
admiraba desde la ventana, y justo detrs, se encontraba el pueblo. El arroyo no fue
problema, pero cuando entr en el bosque se dio cuenta de que era demasiado
tupido, con frondosos pinos, abetos, encinas y robles, que apenas dejaban pasar la
luz del sol. Aminor la marcha y observ a su alrededor. Haba una zona ms
despejada, por donde se supone que pasaran caballos, pero, dnde estaba el
camino por donde pasaban los carros que iban y venan del castillo al pueblo?
Amicia quiso darse de puetazos. Su sentido de la orientacin siempre haba
sido psimo. Ni siquiera recordaba dnde dejaba el coche cada vez que lo aparcaba
en un parking pblico. Por primera vez, desde su maravillosa idea de salir
corriendo al pueblo tras
Guillem, sinti miedo. Siempre haba escuchado que cuando alguien se
perda, tenda a ir en crculos, y eso era lo que le estaba pasando a ella.
Desde cundo le daban a ella esos arrebatos? Desde cundo era tan
impulsiva?
t me toques.
Ests aturdida y confundida. Mejor maana terminamos de hablar del
tema y se march.
Amicia, resignada, se meti en la tina de agua perfumada, que la relaj ms
que el masaje del mejor fisioterapeuta. Ins la ayud a ponerse la camisa de dormir,
le trenz el pelo y coloc frente a ella una bandeja con sopa de pollo, carne de
cerdo con salsa de higos y ciruelas, pan y la infusin de melisa. Todo le result
delicioso, aunque fue incapaz de acabar con toda la comida.
Y ahora le deca Ins ayudndola a meterse bajo las mantas, descansas
y maana ser otro da.
En cuanto se encontr sola en aquella triste habitacin, en aquella cama
solitaria, sus ojos se quedaron fijos en el techo, a pesar de la escasa luz de la nica
vela que arda sobre la mesa en un platillo de cermica. Reconoca que todo el
mundo se haba preocupado por ella y haban hecho todo lo posible por que
olvidara el terror que haba vivido, haciendo que se sintiera cmoda y cuidada.
Pero a veces slo puede ser uno mismo el que entienda qu es lo mejor para s. Y
para ella, en ese momento, la mejor medicina era estar junto a Guillem. La infusin
haba conseguido el efecto deseado de relajarla, pero no era suficiente para hacerla
dormir de inmediato.
Decidida, se levant, se puso una manta sobre los hombros, ya que sus cosas
an estaban en los aposentos de Guillem, y sali hacia el silencioso pasillo. Al
llegar, pic levemente a la puerta con los nudillos y Guillem apareci ante ella por
un pequeo resquicio.
Qu haces, aqu? Deberas estar durmiendo ya tir de ella hacia el
interior de la estancia y cerr de nuevo.
La manta que llevaba sobre los hombros resbal hacia el suelo, al quedarse
tan quieta mientras le observaba. Guillem acababa de terminar su bao y pequeas
gotas de agua le caan por la piel y el cabello. nicamente un pao a modo de
toalla le cubra alrededor de las estrechas caderas.
Quiero pasar la noche contigo, Guillem. Todas las noches. No me voy a
sentir ms segura en otro lugar que estando junto a ti.
Amicia, no creas que yo no deseo lo mismo. Es slo que no quiero que mis
caricias te recuerden a ese hombre que pude ver cmo te tocaba y montaba sobre ti
cerr los puos por la rabia. Nunca he sentido mayor satisfaccin al matar a
alguien.
Precisamente es eso lo que deseo, olvidar se sac la camisa por la cabeza
, y t eres el nico que puede hacerlo. Borrar con tus caricias las huellas de las
manos de aquel hombre.
Se acerc a l y tir de la toalla. Le roz la cicatriz de la mejilla con el dedo y
continu lentamente pasando las manos por el pecho, los hombros, los msculos
de sus brazos y el abdomen. Pareca estar acariciando acero envuelto en seda. Se
aproxim un poco ms para poder tocarle la espalda, los huesos de las caderas, el
vello de sus piernas, hasta llegar a su miembro, hinchado y palpitante, de donde
brot una pequea gota brillante. Amicia se la atrap con el dedo y se lo llev a la
boca para poder saborear su sabor salado mientras le miraba fijamente a sus
penetrantes ojos azules.
Dnde has aprendido esas cosas, maldita sea? dijo Guillem cogindola
sbitamente por la cintura hasta tener sus pechos a la altura de su boca y
hundiendo la nariz entre ellos.
Slo es lo que t me provocas hacerte susurr ella con voz sensual
colocndole las piernas alrededor de la cintura. Quiero besarte por todas partes.
Tendrs que esperar tu turno contest l.
Comenz a besarla profundamente, acercndose a la cama, donde cayeron
los dos juntos, en un remolino de brazos y piernas. Guillem fue trazando un
sendero de fuego por todo su cuerpo con sus labios, desde sus pechos y su
abdomen hasta acabar besndola entre las piernas. Cuando sinti que ella se
convulsionaba en su boca, se coloc sobre ella, la penetr y la embisti con fuerza,
hasta que el inmenso placer le hizo estallar en un grito desgarrador.
Despus de un ao sin dejar que me acercara comenz a decir Guillem
pasados unos instantes, tumbado en la cama, con la cabeza de Amicia sobre el
pecho, y acaricindole dulcemente el cabello, cmo es posible que provoques
este deseo en m, y que el placer que siento contigo no recuerde haberlo sentido
nunca en brazos de otra mujer?
dulces, trozos de pan blanco, frutas o bizcocho, que los nios devoraban en un
santiamn.
Amicia dijo Guillem desmontando tambin del caballo, las personas
de este pueblo no pasan hambre. Las cosechas abastecen de cereales suficientes
para todo el ao, lo mismo que las vias y los frutales.
Lo s, Guillem. Es slo que a los nios siempre les gustan las golosinas y
me gusta verlos felices.
Aunque iban descalzos y sus ropas eran una simple tnica con un cinturn,
se les vea saludables, a pesar que saba que muchos de ellos no llegaran a pasar
de los diez aos.
En los ltimos aos continu Guillem a su lado, no se han dado
demasiados casos de sudor del ingls o del fuego de San Antn.
Amicia rebusc en su memoria para recordar que se refera a la gripe y al
hongo del centeno. Menos mal, record tambin, que faltaba todava un siglo para
que la peste hiciera estragos en la poblacin de toda Europa.
Una familia muy agradable les atendi en seguida, y as Amicia tuvo la
ocasin de poder observar de cerca su casa por dentro, aunque en esa poca
parecan pasar la mayor parte del tiempo fuera de casa.
La vivienda constaba de dos estancias diferenciadas, una para comer y otra
para dormir, aparte de la reservada a los animales. El mobiliario de la estancia
principal se cea nicamente a una mesa, sillas y una gran olla de cermica sobre
el fuego. El contorno exterior de la casa lo ocupaba un colorido huerto. Todo el
conjunto pareca humilde pero acogedor.
Ms all del primer grupo de viviendas, seguan varias calles, por donde se
podan observar otro tipo de establecimientos, como la posada o la panadera, y los
del resto de artesanos, como el zapatero, el peletero o el carpintero. La calle
principal acababa en una pequea plaza, donde se encontraba una bonita iglesia, y
donde en ese momento se disponan algunos puestos ambulantes de un pequeo
mercado. Por las calles transitaban personas y animales, ofreciendo la imagen de
una intensa actividad.
De nuevo sobre sus monturas, siguieron visitando y saludando a las gentes
Sobre la manta, comieron pan, queso, uvas y un pedazo que haba quedado
de pastel de nueces y piones. La temperatura era ideal y soplaba una suave brisa
con olor a pino y a resina.
Hblame de ti, Guillem.
De m? Tengo poco que contar deca mientras se iba echando uvas a la
boca. Nac en Lrida, encontrndose mis padres en Las Cortes. Recib all mi
instruccin de manos de varios caballeros del rey, hasta que muri mi padre
durante el comienzo de la conquista de Valencia y me vi obligado a volver a
Montsols y seguir con su legado.
Cuntos aos tenas?
Diecisis.
Dios mo, apenas un nio.
Pues poco ms tarde yo tambin particip en la conquista de Valencia y a
los dieciocho aos fui armado caballero y, de esta manera, poco despus de morir
mi madre, asumir el liderazgo de Montsolsmir hacia el horizonte. Todos los
das doy gracias a Dios por lo que tengo.
Eres muy religioso? Amicia dej un momento de respirar. En esa
poca no se poda pensar lo contrario. An as, Guillem le contest con
tranquilidad.
He de serlo, no slo por creencias, sino porque yo mismo he visto la
muerte de cerca demasiadas veces. Y he visto morir a demasiada gente, tanto a
valientes soldados como a muchos inocentes. Si no pensara que el Seor tiene sus
motivos, me volvera loco. Pensar en ello me hace resistir.
A veces hablas en sueos. Hablas de sangre, dolor y muerte.
Cosas de la guerra dijo sin querer entrar en detalles.
A Amicia le proporcionaba un enorme placer el mero hecho de estar a solas
con l. Verlo y or su voz la haca sentir a gusto, cmoda, y a la vez entusiasmada y
agitada. Mientras hablaba, Guillem se apoyaba en un brazo y estiraba sus largas
piernas, ofreciendo una imagen tan atractiva que hubiese hecho la delicia de
Pens que segua caminando sobre una fina lnea fronteriza, una especie de
frontera en el tiempo, ubicada en ninguna parte, que divida dos mundos, dos
pocas, tan cercanos para ella, aunque los separaran ocho siglos.
CAPTULO 7
No ests triste, Amicia. Sabes que mi cometido como vasallo del rey es
estar junto a l en caso de revueltas que atenten contra su persona, y hay serias
sospechas de una prxima rebelin mudjar. Pero esta vez slo se trata de que sus
barones de confianza lo acompaemos a Castilla, a la Corte del rey Alfonso, su
yerno y aliado, y con quien pactar la no agresin por parte de los dos bandos. Lo
han llamado Tratado de Almizra y contribuir a la paz entre los dos reinos. No
sern ms que unas semanas.
Semanas! Por Dios, Guillem! Si t no ests aqu me marchitar le dijo
Amicia compungida. Por no mencionarle el pnico que senta porque algo le
ocurriera.
Es muy halagador por tu parte, pero no lo hars. Tienes cosas para hacer
que s que te gusta hacerlas, como llevar algunas cuentas con la ayuda de Pedro y
organizar gran parte de este castillo, que cada da se te da mejor. Adems, he visto
lo bien que te llevas con Teresa, con mis hermanas, con los nios y con la
servidumbre. Seguro que la perspectiva de unos das sin tu marido dndote
rdenes no te desagrada demasiado.
Est bien suspir, vete ahora mismo. Estoy deseando librarme de ti
para campar a mis anchas, segn t.
Tampoco es eso. Anda ven la atrajo hacia l abarcando su cintura con
sus fuertes manos. Y ahora bsame y dime que me echars de menos.
Eso ya lo sabes, zopenco ella haba dicho eso? Qu haba pasado con
los insultos normales?
Ya llevaba tres meses all...
Se encontraban en medio del patio de armas, a la vista de todos los hombres
que se marchaban y de todas las mujeres que se despedan de ellos. Nuo, el
escudero, le preparaba el caballo y las alforjas con lo necesario para el viaje.
Amicia mir a Guillem con admiracin. Llevaba la cota de malla bajo la
sobreveste, un ancho cinturn de cuero, botas altas y una capa negra con el forro
interior verde brillante. Sus largos y negros cabellos reflejaban la luz dorada del
crepsculo, y sus intensos ojos azules la miraban con ternura. Sabiendo que tendra
que abandonarlo un da, cuando todo acabara, esa sera la imagen que recordara
siempre. Y ya en ese instante supo que su recuerdo siempre le causara dolor por la
prdida. Qu rpido y con qu poco esfuerzo se haba hecho ese hombre tan
importante en su vida.
Se ech de golpe en sus brazos y lo bes con toda la ternura de la que fue
capaz, mientras l le demostraba el mismo sentimiento con sus labios y sus manos
en su abrazo.
Ten cuidado le dijo ella mientras montaba en su caballo blanco.
Lo tendr. Ahora tengo un motivo ms para volver.
Y desapareci de su vista.
Ve con Dios susurr.
Como ya predijo Guillem, Amicia tena ocupaciones de sobra, lo mismo que
gente con la que charlar y pasar los das. Le gustaba intercambiar opiniones con las
sirvientas, procurando no tratarlas como tal. Los nios acudan a ella cada vez que
se hacan un rasguo. Y era cierto que se haba encariado con sus cuadas,
descubriendo que no eran los cuervos que haba imaginado al principio, sino
buenas mujeres, que cada vez sonrean ms y la ayudaban y enseaban temas
domsticos, que eran muchos y muy variados si se quera tener todo aquel castillo
bien organizado. Y su amistad con Teresa se afianzaba cada vez ms, aumentando
la lista de motivos por los que le dolera marcharse de all.
Aprovechando la ausencia del barn, Amicia haca lo posible por propiciar
encuentros entre Teresa y Alonso. A veces se senta un poco voyeur por quedarse
mirando embobada cmo se susurraban palabras cariosas y se besaban
dulcemente, mientras ella vigilaba que no apareciese nadie.
En esas estaban una maana, cuando Amicia quiso desaparecer de
inmediato para proporcionarles intimidad y se gir rpidamente. De repente, todo
se volvi negro y lo siguiente que vio fue a Teresa y a Alonso sobre ella con cara de
preocupacin.
Estoy bien, estoy bien. No me pasa nada dijo levantndose del suelo y
Por supuesto, don lvaro. Si deseis podis pasear con ella por las
inmediaciones del castillo para poder conversar, en compaa de su aya, por
supuesto.
Por supuesto, don Pedro.
Cuando la pareja desapareci por la puerta de entrada, Amicia se gir hacia
Pedro con los brazos cruzados y semblante de pocos amigos.
Podemos hablar, Pedro? dijo dirigindose al despacho.
Por supuesto, mi seora.
Una vez los dos dentro de la estancia, Amicia se gir hacia el hombre.
Intent tranquilizarse un momento, recordando que deba pensar con la
mentalidad del siglo XIII y no lanzarse sobre l para llamarlo retrgrado y
machista. Lo mir y, como siempre, le inspir confianza. Era un buen hombre y un
buen padre, si lo miraba desde el punto de vista de la poca, ya que lo normal era
que la mujer dependiera totalmente del padre para, con la boda, pasar a hacerlo del
marido.
Pedro Amicia inspir, has pensado en pedirle opinin a Teresa sobre
con quin le agradara casarse?
Perdn, seora? el hombre parpade y la mir como si le hubiese
hablado de platillos volantes o telfonos mviles.
Ha pensado por un momento que a Teresa no le guste ese hombre y
pueda hacerla infeliz?
Mi seora, don lvaro es un candidato de lo ms apropiado. Mi hija
tendr unas comodidades con las que no podra ni soar. Es ms de lo que nunca
pude imaginar para mi hija. Y todo gracias al barn, que me concert una visita
con l y habl en mi nombre.
Es que Guillem no se entera de nada?
Ya, supongo que ese seor tambin sale ganando, ya que su amistad con el
barn le reportar darse a conocer y subir su estatus social, me equivoco?
Supongo que es as, mi seora. Pero mi hija sale muy beneficiada por ello.
Y qu me dices del amor entre un hombre y una mujer? Y de la
atraccin fsica?
Con todo mi respeto, mi seora, estamos hablando de matrimonio y de
que mi hija tenga una buena vida. El amor y lo que conlleva es para los ms
humildes o para nios, que no tienen nada que perder.
Amicia decidi que era el momento de poner sus cartas sobre la mesa.
O para un senescal viudo y maduro pero que todava tiene un corazn que
late.
Qu... qu quiere decir? era todo un espectculo ver sonrojarse a un
hombre de esa apostura, tan serio y eficiente y que le recordaba a Sean Connery
ms joven y con pelo.
Estoy embarazada, Pedro, y algunas noches no puedo dormir, sobre todo
sin el barn carraspe. En fin, que me levanto y salgo de mi habitacin para
caminar un poco, o para ir al cuarto de Teresa Pedro comenz a ponerse blanco
. No pienses que te estoy reprendiendo, Pedro, todo lo contrario, me hace muy
feliz que t y mi cuada Menca tengan una relacin. Lamento que tenga que ser a
escondidas.
El color desapareci totalmente de la cara del hombre. Se sent y se pas la
mano por el cabello. Pareca totalmente mortificado.
Slo te pido continu Amicia, que esperes a que vuelva el barn para
decidir algo ms concreto. Dale a ese hombre alguna excusa, no s, que Teresa ha
de ir a cuidar a una ta enferma o algo as y que se ha de retrasar la firma de la
carta. Y no te preocupes, no dir nada de lo tuyo con Menca si no lo deseis ya
hablara con su cuada. Estaba deseando saber algunos detalles.
No se preocupe, seora. Yo en persona hablar con el barn suspir.
Me enamor de ella como un jovenzuelo se justific. No lo buscamos ni ella ni
yo. Simplemente, surgi. Llevo tantos aos slo desde que falleciera mi esposa... Mi
hija es lo nico que tengo y quera lo mejor para ella.
Me parece que eso te convierte en el mejor de los padres, pero tu hija est
Ni lo sospecha.
Qu pasara si lo hacis pblico?
No lo s. Creo que Pedro teme que su seor se lo tome a mal, como un
exceso de confianza o por haber ido ms all de sus deberes.
Yo misma hablar con l a su vuelta. Madre ma! Pero qu tiene este
ambiente, que el amor flota en el aire? Teresa, t, mi embarazo
Desde que te recuperaste, contigo todo parece ms fcil, Amicia su
cuada la mir con cario.
Gracias, Menca. Y ahora le dijo mirndola inclinando la cabeza hacia un
lado, qu te parecera un cambio de look?
A pesar de los diversos acontecimientos, los das pasaban lentos sin tener
noticias de Guillem. Durante el da, Amicia se sorprenda echando de menos su
mera presencia, sus conversaciones, sus discusiones, sus pequeas bromas, que
hacan brillar sus hermosos ojos azules. Y durante la noche, anhelaba sus besos y
sus caricia, su fuerte cuerpo abrazndola, inundndola con su calor y su olor.
Volvi a posar la mano sobre su vientre, todava plano, por ensima vez.
Saboreara cada momento en aquel tiempo, en aquel lugar. Observ su entorno
desde el lugar que haba escogido para aquellos momentos de intimidad. Sentada
sobre una suave loma, inspirando el olor del tomillo y la manzanilla, fue captando
imgenes del clido paisaje, de la enorme fortaleza y de las buenas personas que
all vivan.
Sera lo ms parecido a un lbum de fotos que podra tener.
CAPTULO 8
Amicia cogi una jarra, la llen del agua de la tina y se la ech a Guillem por
la cabeza. Se coloc tras l y, despus de untarse bien las manos de jabn, comenz
a masajearle el cuero cabelludo.
Mmm gimi l, sencillamente sublime.
Tras unos minutos de ntimo y agradable masaje en silencio, Amicia le aclar
el pelo con otra jarra de agua.
Me ayudaras tambin a afeitarme? pregunt Guillem.
Te importara dejrtela hasta maana? Le contest ella tocando su
tupida barba. Con el pelo tan largo y la barba te ves diferente, como ms...
peligroso.
Peligroso te parezco excitante? pareca acariciarla con la mirada.
T siempre me pareces excitante.
Guillem se levant de golpe y sali de la tina para quedarse frente a ella
mientras el agua le chorreaba por el cuerpo y formaba un charco en el suelo.
Amicia cogi una toalla y empez a secarle el rostro, el cuello,...
Se acabaron los juegos, Amicia la cogi por la mueca, le quit la toalla
y la abraz por la cintura.
Guillem comenz a besarla profundamente, inclinndole la cabeza para un
mejor acceso al interior de su boca. A Amicia le pareci de lo ms ertico estar
vestida y tenerle a l enteramente desnudo, para poder tocarle a placer. Pero esa
situacin durara escasamente un instante, hasta que Guillem perdi la paciencia y
decidi arrancarle el vestido y la camisa. Amicia se sobresalt al escuchar rasgar la
tela, pero no le import. Estaba tan deseosa como l, de sus besos y sus caricias. Su
barba le araaba la piel, que luego l se ocupaba de lamer.
Cuando la tuvo desnuda frente a l, Guillem casi cae de rodillas al sentir la
necesidad imperiosa de adorar ese cuerpo perfecto. Volvi a besarla en la boca y
sigui por sus pechos, que chup y lami hasta que los pezones quedaron duros y
brillantes.
Me conozco tu cuerpo, Amicia, y dira que estn ms duros, ms llenos
CAPTULO 9
Amicia echaba de menos la intimidad con Guillem, aunque slo llevara tres
das sin hacer el amor con l. Sin embargo, durante las comidas o cuando
necesitaba ayuda debido a su estado, era la gentileza personificada.
El resto de la vida en el castillo segua apacible, con Teresa y Alonso sin
esconder su amor, y Pedro y Menca que, aunque ya era oficial, pues el barn haba
exigido que se casaran cuanto antes, se comportaban ms discretamente.
El invierno se acercaba y todos los habitantes, cada uno en su cometido,
procuraban abastecer la fortaleza para cuando bajasen las temperaturas. Incluso
haba que pensar en la posibilidad de un posible ataque, por parte de algn ejrcito
enemigo que intentara conquistar el castillo, as ellos podran resistir el sitio si las
reservas se encontraban bien abastecidas.
Cereales, lea, vino, harina, frutos secos, animales para carne... De momento,
el ambiente era todava clido para el mes de noviembre, pero no podan confiarse.
No lejos de all, en la pequea habitacin de una posada
Cmo es posible que no intentaras ganarte el afecto de esa mujer! Qu
ha pasado con tu irresistible encanto, Diego?
Y con el tuyo, Isabel? Se supona que debas llevarte a la cama al barn
para alejarlo de su esposa y no concibieran un heredero, y ahora resulta que ya
est encinta!
Yo tampoco lo entiendo Isabel hizo un mohn con su bonita boca,
mientras pasaba su mano por el pecho desnudo del hombre. El tiempo que
estuvimos juntos en Lrida no pudo resistirse a m y me reclamaba todas las
noches para que fuera a su cama.
Acostados y desnudos en esa desvencijada cama, hacan planes para mejorar
su nivel de vida. Esos planes consistan en separar al barn de Montsols de su
esposa hacindole caer en brazos de una amante y, sin un heredero legal, comenzar
una contienda entre la Corona de Aragn y Francia. El rey Lus les haba
prometido una pequea fortuna que les permitira vivir en la opulencia el resto de
sus vidas.
Isabel haba planeado quedarse embarazada de Guillem para apartarlo de
esa odiosa de Amicia o, en su defecto, endosarle un bastardo de Diego, su amante
desde haca unos meses. Pero ya era tarde. No entenda qu haba podido ver el
barn en la inspida de su mujer para haber acabado dejndola preada.
Slo nos queda la alternativa de quitarla de en medio deca Isabel como
si tal cosa, mientras le pasaba la lengua alrededor del ombligo.
Como siempre, he de ser yo el que se ensucie las manos, no? Sabes cul
es el castigo para un traidor al rey?
Pero Isabel sigui bajando su boca por el cuerpo del hombre y, cuando ste
sinti la negra y sedosa melena entre las piernas, se dio por convencido.
Otra vez has de marcharte?
S, Amicia, pero esta vez slo ser un viaje de dos das, a Barcelona. Ha
habido ciertos rumores sobre una conspiracin y se tratar nicamente de
averiguar si son ciertos o no.
Guillem envain su espada, se puso sus guantes y se qued observando a su
esposa. Su piel resplandeca, pues el embarazo le sentaba de maravilla, vindose
ms hermosa todava.
Slo dos das, Amicia, no te preocupes le dijo pasndole el pulgar por el
labio inferior.
Ten cuidado, por favor.
Lo tendr. Ahora tengo dos razones ms para volver y le pos la mano
en el vientre.
Amicia lo mir esperanzada. Aparte del casto beso que reciba de l cada
noche, haca una eternidad que no la besaba. Guillem pareci leerle la mente y se
inclin para intentar besarla suavemente, aunque el intento qued descartado en
cuanto ella se abri paso en su boca con la lengua y lo agarr fuertemente del pelo.
Guillem emiti un gemido ronco y la bes profundamente, hambriento como
estaba de ella. Despus se separ de su boca y se gir hacia su caballo.
mis hombres.
Sabas que todo el plan fue urdido por tu antigua amante?
Lo s. En este momento ya se encuentra recluida en el convento de Santa
Clara.
En fin, qu le vamos a hacer. Y ahora, me dejars salir de aqu y me dejars
irme con vida, no es cierto, barn? deca mientras se diriga a las escaleras
sujetando todava a Amicia con la daga en el cuello.
Sultala a ella. Y te dejar morir con honor enfrentndonos con la espada.
Por san Jorge, barn! Crees que soy imbcil? Jams te vencera y lo sabes
el sudor le brotaba a mares por su rostro.
Aprovechando el segundo de desconcierto del hombre, Guillem hizo una
sea a sus hombres para que no intervinieran y se lanz sobre l, apartando
primero a su esposa tirando de ella. Los dos hombres cayeron por las escaleras y se
escucharon gemidos de dolor. Despus un ruido sordo y luego nada.
Amicia y el resto de guardias bajaron rpidamente.
Guillem! Guillem!
Al llegar abajo, Amicia se encontr con don Diego en el suelo en una postura
antinatural, mientras Guillem se giraba hacia ella y la abrazaba al escuchar su
llanto.
Tranquila, cario, ya ha pasado todo. Ya no podr hacerte dao.
Pero qu dices? No lloro por m, sino por ti, zoquete! y lo abraz con
fuerza para cerciorarse de que estaba bien sintiendo la calidez de su cuerpo.
Sacad esta escoria de aqu orden l a sus hombres.
Vamos arriba, Guillem, y me cuentas todo mientras te ayudo a sacarte
estas ropas.
Es una gran idea.
Pero subiendo las escaleras, Amicia not que Guillem se apoyaba demasiado
en ella. Entraron en la habitacin y en seguida not la humedad en su vestido.
Guillem, ests herido!
Creo que me ha clavado la daga en el costado mientras caamos por las
escaleras dijo l con semblante y voz de dolor.
Amicia le despoj rpidamente de la tnica y la camisa empapadas en
sangre, y cuando vio la herida que sangraba a borbotones, sinti un pnico mortal.
Lo tumb sobre la cama, le acab de desnudar y le apret fuertemente la herida
haciendo un ovillo con la camisa. Su rostro estaba mortalmente plido y sudaba
con profusin.
Oh Dios, Guillem! Voy a pedir ayuda. Aprieta todo lo que puedas la tela
contra la herida. No tardar.
Fue por todo el castillo a voz en grito, pidiendo ayuda para su marido, y en
cuestin de minutos, todo un ejrcito se presentaba en los aposentos para ayudar al
seor. Entre ella, Elvira, Ins y algunas sirvientas, fueron haciendo lo necesario.
Amicia lav la herida primero y luego pidi vino para desinfectarla. Pidi tambin
que le dieran a beber bastante para que sintiera el menor dolor posible para lo que
tena pensado hacerle. Encarg hilo y aguja, la cual desinfect como pudo
hirvindola en agua, y le cosi la herida, uniendo su carne con puntadas precisas, y
aun as l no lleg a quejarse ni una sola vez. Despus aplic un vendaje
compresivo con la tela limpia para hacer camisas y, supuso, no quedaba otra que
rezar para que no hubiera infeccin. Le pareci la experiencia ms difcil de todo
su tiempo como enfermera.
Cuando todos se marcharon y Guillem pareca haberse tranquilizado,
Amicia se sent en una butaca al lado de la cama. Pero esa tranquilidad no haba
sido ms que un espejismo. A las pocas horas Guillem empez a sudar
copiosamente, a delirar y a girar la cabeza a uno y otro lado de la almohada.
Chssst, tranquilo, cario, estoy aqu.
Amicia le tranquilizaba mientras le pasaba paos mojados por todo el
cuerpo. Por qu no se descubrira antes la penicilina?
Tras varios das, con sus noches, pasndole los paos, cambindole el
Es posible que...?
Cuando entraba en la habitacin, se alarm al ver a Guillem completamente
despierto y levemente incorporado sobre las almohadas.
Pero qu haces, por el amor de Dios? Tmbate ahora mismo!
Estoy mejor, Amicia, no es la primera vez que sufro una herida con fiebre
y siempre lo he superado.
Me importa un comino lo que superaras en tus batallas, ahora ests a mi
cuidado y no voy a dejar que te levantes. Creme, s lo que hago. Adems, un
tiempo en cama con todo el mundo pendiente de ti te sentar de maravilla.
Se acab! Ya no aguanto ms estar en esta cama! Todos los habitantes de
este castillo han pasado por aqu para preguntarme si estoy bien o si necesito algo.
Sin contar contigo y mis hermanas, que no habis dejado ni que me lave el trasero
yo solo!
Vaya un paciente imposible! Le dijo Amicia con los brazos en jarras.
Se supone que hemos sido nosotras las que hemos tenido que soportar todas tus
quejas y tus protestas por todo.
Una semana, Amicia! He estado aqu tumbado una maldita semana! As
que, me ayudas a vestirme o lo hago yo solo, pero no pienso estar en esta cama ni
un minuto ms, a no ser que sea contigo dentro y desnuda!
Vaya, parece ser que realmente te encuentras mejor, no? le dijo ella
sonriente.
Por supuesto, no te preocupes. Y no creas que no valoro lo que habis
hecho por m, slo que necesito seguir con mi rutina, entrenar con mis hombres y
recuperar mis fuerzas.
Est bien suspir. Pero recuerda, poco a poco, y si notas cualquier
molestia, paras en seguida, de acuerdo?
De acuerdo, mi sabia esposa.
Despus de ayudarlo a vestirse, se qued un buen rato mirando por la
ventana, observando cmo sus hombres se alegraban de tenerlo de vuelta. Aun as,
pas todo el da muy pendiente de l, atenta ante cualquier sntoma de debilidad
por su parte. Pero, afortunadamente, su recuperacin fue asombrosa, y Amicia
tuvo que admitir que volver a su vida normal le haba hecho mucho bien.
Al llegar la noche, Amicia se retir temprano a su habitacin para darse un
bao relajante. Conforme pasaban las semanas, se iba sintiendo ms cansada,
aunque las nuseas y los mareos parecan haberse esfumado, y un bao antes de
acostarse la haca descansar mejor.
Estaba ya sumergida en el agua caliente, cuando su marido irrumpi en la
habitacin, cerr la puerta y comenz a quitarse la ropa.
Qu haces? pregunt ella.
Necesito un bao, as que aprovechar que tienes el tuyo preparado para
drmelo yo tambin.
Y vamos a caber los dos?
S. chate hacia atrs y abre las piernas, que yo har lo mismo.
Amicia hizo lo que le pidi y Guillem la imit, aunque sus rodillas
sobresalan demasiado por encima del nivel del agua. Resultaba muy agradable
estar los dos juntos en el agua, frente a frente, dejando que la tibieza del agua les
acariciara la piel.
Me da la sensacin de que ya habas hecho esto antes dijo Amicia con el
ceo fruncido.
Contigo no y la mir fijamente con sus ojos azules y con pcara
expresin.
Sers...! Le salpic a la cara. Me refiero a que sabas exactamente
cmo debamos colocarnos.
No he sido ningn santo, Amicia. En los castillos de muchos nobles
ofrecen a sus visitas un bao con la ayuda de varias muchachas.
Varias?
Por supuesto. Es muy agradable. Mientras una te frota con el pao, otra lo
hace con el jabn, a otra la invitas a que te acompae...
Oh, cllate! grit ella dndole un pellizco en la parte interna del muslo.
Ay! y se puso a rer con una risa sincera y desinhibida. Qu fcil es
hacerte enfadar! Ests celosa?
Claro que no! Guillem levant una ceja. Bueno, slo un poco.
Sigui un momento de silencio, que quebr Amicia al advertir la cicatriz
rosada en el costado de Guillem.
Casi te mueres dijo en un susurro, mientras pasaba la yema de sus
dedos por ella.
Pero no ocurri Guillem not su voz ronca al sentir la caricia de los
dedos de su esposa sobre las costillas . Y t, cmo te encuentras? le dijo
posando sus manos sobre el vientre suavemente redondeado.
Bastante bien.
Para estar embarazada, en el siglo XIII, sin mdicos ni anestesia epidural...
De pronto, an con las manos de Guillem sobre su vientre, Amicia lo not
por primera vez. Un movimiento, en su interior. Y l lo not tambin.
Amicia! Lo has sentido? Al beb? Se ha movido! exclam eufrico.
Pero Amicia, ante el asombro de su marido, comenz a llorar
desconsoladamente.
Qu te ocurre, amor mo? Te encuentras mal? le pregunt alarmado.
No, Guillem, no me pasa nada.
Ms bien me pasa todo
Entonces, por qu lloras?
Amicia sinti la preocupacin de ese hombre en el alma. Ya era tarde para
lamentaciones. Se acab maldecir a los Guardianes. Fue ella y slo ella la que
acept esa misin, para ayudar a Guillem, seor de Montsols, y a toda aquella
gente. Se acab auto compadecerse y lamentarse. Tendra a aquel hijo y salvara a
su padre. Porque lo amaba, con todo su corazn, aunque nunca se lo hubiese dicho.
Llvame a la cama y hazme el amor, Guillem, por favor le dijo
suplicante, como si su tiempo con l estuviese acabando. En realidad, slo unos
pocos meses le quedaban junto a l. Una horrible cuenta atrs.
Lo estoy deseando, cario.
La sac de la tina, la sec suavemente con un pao y la deposit sobre la
cama. Luego se tumb junto a ella y comenz a besarla, dulcemente, sin prisas,
algo en lo que ella no estaba de acuerdo, pues comenz a besarle frenticamente,
aferrando sus hombros y araando su piel.
Amicia, tranquila, no quiero hacerte dao.
No me lo hars, maldita sea! No quiero suavidad en este momento,
quiero que me tomes, una y otra vez, hasta que me dejes sin fuerzas, hasta que no
pueda pensar en otra cosa que no sea sentirte.
A Guillem, las palabras de su mujer lo excitaron y conmovieron, y no tuvo
ms alternativa que complacerla. Aunque de lado para que no soportara su peso, la
bes con desesperacin, lo mismo que ella, en una batalla de lenguas y dientes.
Baj rpidamente a sus pechos, para chuparlos con fuerza, mientras bajaba su
mano por entre las piernas y le introduca un dedo en el interior de su cuerpo.
Amicia mova sus caderas de manera descontrolada y febril, mordindole en el
hombro hasta dejar la marca de sus dientes. Rpidamente, Guillem la inst a que
pasara la pierna por encima de su cadera y la embisti de una sola acometida,
sostenindole la pierna en alto y mirndola directamente a sus ojos dorados y
agitados. Cuando sinti que su mujer llegaba a la cspide del placer, no aminor
sus embestidas, sino que las aceler, y no par hasta que los dos pudieron estallar
al mismo tiempo en un clmax prodigioso y agotador.
Ms tarde, ambos enlazados y sudorosos, uno pegado al otro, siguieron en la
cama en silencio, sabiendo que a veces los actos son ms reveladores que las
propias palabras.
CAPTULO 10
No, nunca.
Pero vamos a tener un hijo. Seguiremos juntos.
No me odies. Te quiero
Y qu? grit ella. T y tu rey ya tenis vuestro preciado heredero!
No nos casamos con ese fin? As que a partir de ahora ya no ser necesario que
vuelvas a ponerme las manos encima!
La cara de Guillem se transform sbitamente, perdiendo totalmente el
color. Su cuerpo se qued rgido y tenso como la cuerda de un arco. La mir
fijamente con ojos turbulentos y le inclin ligeramente la cabeza.
Ser como desees.
Y volvi por donde haba venido.
Amicia cerr rpidamente la puerta y se dej caer sobre la cama. Ni siquiera
pudo llorar, por el odio que senta, hacia s misma y hacia la situacin.
No se movi hasta que el dolor de espalda la oblig a hacerlo.
Intentando bordar en compaa de Teresa, Amicia pasaba las horas, lentas y
tediosas. Ya haba salido de cuentas y, aunque su vientre no estaba excesivamente
abultado, apenas poda agacharse, la espalda la estaba matando y tena unas
enormes ojeras. Sus cuadas e Ins procuraban que estuviese bien alimentada,
habindose percatado de su falta de apetito, lo mismo que de su desidia
generalizada. Ninguna de ellas le haba preguntado nada acerca de su relacin con
Guillem, casi nula. Teresa le haba asegurado que entre los soldados se comentaba
que el barn estaba irritable y malhumorado, aunque tambin estaban siendo
discretos y no preguntaban nada.
La nica alegra de esos das fueron los preparativos de la boda de Teresa y
Alonso, excepto por la fecha en la que se celebrara, ya que ella ya no estara all. De
todos modos, la presencia y la sosegada conversacin de Teresa, la relajaban y la
hacan olvidar.
Intentaba por todos los medios pasar el mayor tiempo posible con la mente
en blanco.
El barn ha sido muy generoso con nosotros relataba Teresa con la vista
en el bordado, pues no slo no impidi nuestra boda, sino que nos ha regalado
un trozo de tierra al norte de la barona, donde construiremos una casa. Podremos
seguir vindonos, verdad Amicia?
Me parece que va a ser que no
Teresa, no quiero que te alarmes, pero acabo de romper aguas. As que
busca a Ins y que lo preparen todo.
Oh, Dios bendito! y sali corriendo de all haciendo volar telas, hilos y
agujas.
Amicia intent relajarse. Llevaba un buen rato con las contracciones, aunque
haban sido soportables, pero ya empezaban a ser ms fuertes y frecuentes.
Aunque no tuviera un reloj para contabilizar los minutos, ya se haba
acostumbrado a contar el tiempo de cabeza.
Respira, respira
Se levant para dirigirse a su habitacin, pero el intenso dolor no le permiti
continuar, haciendo que se doblara por la cintura y emitiera un grito que rasg el
aire. Pronto se vio rodeada de mujeres, todas ellas comandadas por Ins, que era la
comadrona oficial.
Veamos dijo Ins con voz autoritaria. Primero alguien tiene que
llevarla a sus aposentos y depositarla en la cama.
Yo lo har se oy la voz atronadora de Guillem.
Se arrodill junto a su mujer y la cogi en brazos como si no pesara ms que
un gatito. Amicia jadeaba de dolor y apoy la cabeza en su hombro, mientras
Guillem le apartaba el cabello de la cara suavemente. La deposit en su cama y le
tuvo la mano entre las suyas unos instantes, preocupado por la palidez del rostro
de su esposa.
Ha de marcharse, barn orden Ins.
Y Guillem sali de la habitacin.
Amicia sinti cmo varias manos la tocaban entre las piernas y sobre el
vientre. Sudaba copiosamente y el dolor comenzaba a ser insoportable.
Vamos, Amicia instaba Ins, empuja!
Y qu coo crees que estoy haciendo! deca apretando con todas sus
fuerzas.
Tranquila, pequea intentaba tranquilizarla la mujer.
Y una mierda! Amicia haba perdido toda nocin de frecuencia,
respiracin o contraccin. Para una parturienta no exista el recato o la cortesa.
Empuja, otra vez!
Aaaah, joder! esta vez intent controlar la respiracin.
Sopla poco a poco, recuerda... Buf, buf, buf
Lo ests haciendo fenomenal, mi nia. Ya vemos la cabeza. Otro esfuerzo,
que todo va muy bien.
No, nada va bien! gritaba furiosa. Estoy pariendo en un puto castillo
medieval, joder!
Pobrecilla dijo una de las mujeres, ya no sabe lo que dice.
Vamos, Amicia, empuja y grita todo lo que quieras aconsej Ins.
Y eso hizo ella. Empuj y grit, empuj y grit...
CAPTULO 11
El broche que le regal Guillem. Una prueba de que haba sido real
Es slo bisutera y volvi a aferrarlo fuertemente. Puedes decirme
qu da es hoy y la hora?
S, claro, domingo, once de mayo, a las nueve de la maana.
Tal y como dijeron. An ms pronto para darme tiempo a recuperarme. Lo dicho,
muy considerados
El doctor no vio demasiado problema en darle el alta, aunque deba hacer
reposo y volver en unos das para un control. As que, Carol, su compaera de la
maana que terminaba su turno, la llev en su coche hasta su casa.
All segua todo como lo haba dejado. Incluso la ropa sin doblar, que segua
diseminada por el sof.
Dios, he pasado casi un ao fuera
Pero aqu slo han sido dos das...
Agarr la ropa de un puado y la tir sobre la cama de Raquel. Se tumb en
el sof, con la vista perdida en ninguna parte. Se senta extraa, perdida, sin
rumbo. Cerr los ojos con fuerza. Todava no eran capaces de fabricarle las
lgrimas que saba derramaran ms adelante.
Cuando los abri se fij en su mvil, que an segua sobre la mesa. Lo cogi
y comprob que todava tena batera, as que, sin dudarlo, puls el nmero del
mvil de su madre.
Bea? sinti la voz todava juvenil, tan parecida a la suya. Qu tal
ests, cario?
Inspir para intentar controlar el temblor de sus labios. Para ella haba
pasado un ao sin escuchar esa voz familiar, que siempre la haca sentir bien, como
cuando tena fro y le echaba una manta sobre las piernas.
Estoy bien, mam, qu tal vosotros?
Pues como cada domingo por la tarde, merendando en un burguer
despus de haber ido al cine los cuatro. Eh, vosotros dos! Dejad de pelear por las
patatas fritas! En fin, hija, como siempre, tratando de que tus hermanos se
comporten.
Podra hablar tambin con pap?
S, claro, ahora te lo paso.
Me siento fuera de lugar? Debe ser cierto que nac ocho siglos tarde?
Sigui caminando hasta que se sinti cansada. Todava se notaba dbil y
aptica y se sent en el banco de un parque.
No se haba dado cuenta de que se trataba de un parque infantil.
A Bea se le encogi el corazn. Todo lo que abarcaba su vista eran mams
con sus carritos de beb, nios pequeos jugando en la arena con sus cubos y
palas, otros bajando por el tobogn, y todo ello con el bullicio de fondo de las risas
infantiles.
Oh, Dios, mo! Yo tambin tengo un hijo! Que no s dnde est, ni cmo es
No!, rectifico, dnde estaba, cmo era...
Presente, pasado, pasado, presente...
Por qu no me dejaron verle? Fue una crueldad por su parte...
Pero en el fondo saba que haba sido mejor para ella, as no tendra una
imagen de su hijo. Ins se encarg de que as fuera.
Una mujer se sent a su lado con un beb en brazos. Intentaba abrir la
canastilla para sacar algo de ella, pero le era imposible abrir la cremallera con una
sola mano.
Perdona se dirigi a Bea, podras cogrmelo un momento que tengo
que buscar el bibern? Es que si lo vuelvo a soltar en el carrito llorar. Tiene
hambre y no me perdona un retraso.
No. Eso ya era demasiado. Bea se levant y se march de all corriendo, sin
mirar hacia dnde iba y sin volver la vista atrs. Cuando subi a su casa, sin saber
cmo haba llegado, se dej caer en el sof, se aovill y por fin llor, hasta que sus
ojos quedaron secos.
Bea, no s qu te ocurre, pero no puedes seguir as.
No me ocurre nada.
Cmo qu no? Llevas das sin salir de casa, en pijama, sin peinarte y casi
sin lavarte. Ests hecha un desastre y te he odo llorar ms de una vez. Me lo vas a
contar?
Maana vuelvo al trabajo y me encontrar mejor.
Ja! Pobres pacientes! En cuanto vean la alegra que llevas encima los
acabars de deprimir ms que por el hecho de que estn enfermos y en un hospital.
De verdad, Raquel, agradezco tu inters, pero necesito la vuelta a la rutina
para recuperarme. Sentirme til y todo eso.
Esa es otra. Una semana de baja por una gripe? No ha habido algo ms?
No, djalo ya.
Pero su amiga tena razn. Mientras atenda a los pacientes, estos la miraban
de reojo, observando sus enormes ojeras azuladas, su plido rostro y su exigua
conversacin.
El trayecto de ida y vuelta lo haca por inercia, y cuando estaba en casa
pareca un alma en pena. Ya haban pasado tres meses y la cosa no mejoraba.
Incluso su cabello volva a ser rubio, sin restos del tinte vegetal castao, como si las
vivencias acaecidas se hubiesen marchado tambin por el desage.
Cundo acabar esto? Cundo dejar de sentirme tan vaca por dentro?
No puede ser, querido Alem, nosotros no podemos hacer nada.
Pero mralos, Alceo, parecen muertos en vida. Nunca nos haba pasado
anteriormente. Las personas que nos ayudaban estaban deseosas de volver a su
tiempo y su lugar, en cambio ella era feliz all, y l con ella.
Eso no nos incumbe, y te repito que nada podemos hacer.
Pues yo creo que podramos arreglarlo, al fin y al cabo, hemos llevado a
cabo empresas mucho ms difciles. Por no contar que Beatriz hizo un trabajo
excelente.
Y qu propones? Que ella vuelva? Resucitada de entre los muertos?
Creo que yo podra sugerir algo.
Los dos hombres miraron al Guardin del Tiempo ms joven de los tres.
Donar no haba hecho todava ningn comentario, as que sus mentores le instaron
a hacer su propuesta, la cual expuso de forma breve y concisa.
No s dud Alceo. Parece sencillo y sin consecuencias graves, pero...
No busques peros donde no los hay cort Alem. Creo que nuestro
discpulo ha encontrado una salida plausible y le elogiamos por ello. Ahora, slo
nos queda hablar con Beatriz. Creis que aceptar?
Bea observaba el paisaje a travs de la ventana del tren. Siempre que visitaba
a su familia, el viaje se le haca bastante ameno, ya que la visin de la costa
mediterrnea siempre era un privilegio. Aunque esta vez era un viaje distinto. Era
el ltimo viaje. No pudo dejar de sentirse triste por haberse despedido de su
familia, aunque estos creyeran que se iba de voluntaria a Mdicos sin Fronteras.
Pero les haba mentido. No volvera a verlos.
Apoy la cabeza en el respaldo, cerr los ojos y una lgrima se desliz por
su mejilla. Aun as sonri. Era ley de vida y ella haba escogido la suya. Desde que
se le volvieran a presentar los Guardianes, y le explicaran que haba un modo de
volver con Guillem, no lo dud un instante. Podra volver a verle a l, a todas las
personas que eran como una gran familia para ella y, sobre todo, podra ver a su
pequeo. Esta vez le haban confesado los Guardianes el tiempo pasado haba
sido real, as que, si haca tres meses que haba vuelto, tambin haban pasado all.
Su hijo ya tendra tres meses, pero no importaba, habra tiempo de sobra para
conocerse y quererse.
Cuando por fin lleg a casa, no saba por donde empezar. Haba quedado
con los Guardianes a medianoche, pero ya iba de un lado para otro como si tuviera
que preparar las maletas, cuando en realidad no necesitaba nada. nicamente
cogi el broche de Guillem y lo aferr fuertemente entre sus dedos. Record hacer
unos trmites con el ordenador, y entonces escuch la llave de la puerta.
Bea! La visita a tu familia te ha sentado francamente bien. Se te ve genial.
Raquel Bea inspir, tengo que hablar contigo.
Qu sucede? dijo sentndose junto a ella.
CAPTULO 12
intentar leer su pensamiento. Y ella, lejos de evitar su mirada como hara una
supuesta desconocida, se dejaba acariciar por su fuego azul. Por cierto, tienes un
hijo precioso.
Lo s su hijo haba sido lo que haba evitado que se lanzara al ms
profundo de los abismos. Es igual que su madre. Y, obviamente, que su ta.
Pero tiene tus ojos volvi a susurrar. Y an no s su nombre.
Jaime, como el rey.
Me gusta sonri Bea, y su sonrisa hizo que Guillem se tensara. Cunto
tiempo haca que una mujer no le tentaba de esa manera?
Estaba resultando un dilogo extrao, relajado como entre dos conocidos,
pero tenso a la vez, por no saber cada uno lo que pensaba el otro. La atraccin entre
ellos era casi tangible, pero al mismo tiempo guardaban las distancias.
Puedo hacer otra peticin? pregunt Bea.
Si est en mi mano...
Quisiera que mis aposentos estuvieran cerca de Jaime, por si necesitara
algo o tuviera una mala noche...
No te preocupes, la niera se encarga de l, pero si es tu deseo, ahora
mismo lo arreglo e hizo una sea a una sirvienta a la que le dijo algo al odo y
que se march corriendo a cumplir la orden. Arreglado. Tus cosas las llevarn en
un momento a otra habitacin junto a la del nio, aunque ser ms sencilla.
No importa. Gracias.
Sigui un momento de silencio entre ellos, aunque la sala se hallara inmersa
en el bullicio ensordecedor de los comensales. Haca tiempo que la msica no
estaba presente en las cenas del castillo de Montsols.
Por mucho que le agradara la compaa de Guillem, Bea no pudo evitar un
bostezo y se disculp, dando las buenas noches y retirndose a dormir. Primero
pas por la habitacin de su hijo, que dorma plcidamente en su cuna junto a la
cama de la niera. Le dio un beso en la frente al pequeo ante la atenta mirada de
la muchacha.
Cul es tu nombre? pregunt Bea.
Matilde, mi seora.
Perdona, Matilde, pero todava no he visto a Ins.
Ella muri, mi seora, hace pocas semanas.
Oh se lament Bea con tristeza. Ya no le quedaba ningn vnculo con su
otra vida. Ya no podra confesarle su secreto a nadie.
Poco tiempo despus, todava despierta en la cama, Bea escuch el llanto de
un beb. Primero no relacion con que tuviera nada que ver con ella, pero al
instante se haba levantado y cubierto con un chal para entrar en la habitacin
contigua.
Qu ocurre, Matilde?
No lo s, seora la muchacha lo acunaba en sus brazos, pero el nio
lloraba sin consuelo.
Djamelo a m. Me lo llevar a mi cama e intentar que se calme. Y no te
preocupes. Sigue durmiendo.
Bea se tumb sobre la cama junto a su hijo, mientras le daba suaves masajes
circulares en el abdomen. Cuando el llanto empez a ceder, comenz a arrullarle
con una nana que le cantaba a ella su madre:
Mareta, mareta, ahir vaig somiar que una nineta em vares comprar. La nina tenia
bonics els seus ulls, la cara molt fina i els cabells molt rulls.
extrao empezar a sentir el letargo del sueo sin haber comenzado a beber, aparte
del vino de la cena.
Alguien se le acerc por detrs y comenz a masajearle los hombros. No
haca falta darse la vuelta. Era su esposa, Amicia. Sonri como siempre, como cada
noche, y se dej hacer, hasta que ella lo rode para sentarse en sus rodillas y
mirarle a los ojos.
Eres tan hermosa
Amicia acerc su boca a la suya y le bes dulcemente.
No. Esta vez era distinto. Haba ms pasin. Su esposa profundiz el beso y
enlaz su lengua con la suya, cada vez ms adentro, en un beso cada vez ms
carnal. Guillem sinti las caderas de su esposa contra las suyas y empez a gemir
de frustracin, ansiando el consuelo final que llevaba tanto tiempo sin obtener.
Puso las manos sobre el cuello de su esposa, sin dejar de besarla, subindolas por
su rostro y enredando sus dedos en su rubio cabello...
Rubio cabello?
Guillem abri los ojos de golpe. Su cuerpo se encontraba en tal grado de
excitacin que temi derramarse all mismo como un muchacho imberbe. Su pecho
suba y bajaba velozmente.
Qu haba significado ese sueo? Sus sueos eran propiedad de Amicia.
Por qu soaba con otra mujer?
Se levant y se dirigi al campo de prcticas. Aunque an no haba
amanecido, hara levantarse a sus hombres para desfogar su mal humor con ellos.
Pero primero pasara por el pozo y se echara tres cubos de agua fra por la cabeza.
Y se record a s mismo alejarse de la tentacin que supona para l su
cuada.
Ni siquiera repar en que la jarra de vino permaneca intacta.
Una mano en el hombro despert temprano a Bea.
Seora, despierte, por favor.
Qu sucede, Matilde?
Es el ama de cra, mi seora, que viene a amamantar al nio. Me lo llevo a
su habitacin.
Bea se levant y se ase, y cuando fue a la habitacin del nio, se lo encontr
chupando el pecho de una mujer desconocida, vidamente, hasta formar pequeas
burbujas blancas alrededor de su boquita. Sinti envidia y una profunda tristeza,
pues hubiese querido hacerlo ella misma. Alguien se encarg de que no llegara a
subirle la leche.
Baj a la cocina a comer algo, como haca siempre, como si nunca se hubiese
marchado. Al otro lado del patio se escuchaban los gritos de los hombres
practicando y se imagin a Guillem con el torso desnudo y sudoroso manejando su
espada. La sangre de sus venas pareci espesarse slo de pensarlo. Su cuerpo
pareca reclamarlo. Lo echaba tanto de menos... y le costaba tanto refrenar el
impulso de echarse en sus brazos...
Se cruz con Pedro y se sinti sbitamente mejor cuando ste le dijo dnde
poda encontrar a su hija. Bea subi los peldaos de dos en dos hasta llegar a la
estancia de la costura, tan soleada como siempre. Y se fij en Teresa, que bordaba
en un rincn apartado y con serio semblante. Bea sinti una inmensa emocin al
volver a ver a su querida amiga.
Hola. Eres Teresa, verdad? el resto de mujeres miraban con disimulo y
susurraban unas con otras. Puedo acompaarte?
S, por supuesto, seora.
Llmame Beatriz, por favor. S que eras amiga de mi hermana y me
gustara que fueras la ma tambin.
S, claro contest Teresa sin conviccin. Estaba apagada, como mustia.
Te importara mostrarme el castillo? Se le ocurri de repente preguntar
para animarla. Y tampoco s mucho de bordar ni coser. Podras ensearme?
Tambin quisiera ir un rato cada da con mi sobrino por los alrededores para que le
diera un poco el sol, y t podras acompaarme y contarme cosas sobre ti y tu
enamorado...
Beatriz dormitaba frente a las ascuas de la chimenea del saln. Era muy
tarde y todo el castillo estaba sumido en el silencio, pero ella estaba intranquila.
Haba visto a Guillem marcharse como una exhalacin justo despus de que ella
hablara con l, pero de eso haca ya varias horas y an no haba vuelto.
De pronto se incorpor. Alguien acababa de entrar por la puerta y entraba
en el saln.
Guillem? Eres t?
S, soy yo. Esperabas a otro? hablaba arrastrando las palabras y se
acercaba haciendo eses. Evidentemente, estaba ebrio.
Ests bien? le mir ella suspicaz.
Estoy perfectamente dijo tambalendose.
Sintate Guillem, ests borracho.
Por supuesto que lo estoy, querida cuada. Te disgusta? y acerc su
rostro al de ella.
Apestas a vino rancio y a perfume barato dijo ella visiblemente
enfadada.
Lgico, Beatriz le cost pronunciar el nombre, si tenemos en cuenta
que vengo de una taberna de mala reputacin, de beber vino rancio y de estar con
mujeres de la misma mala reputacin.
Has estado con una mujer? susurr ella con el corazn encogido.
Nooooo, muchsimo mejor... y sonri diablicamente. He estado con
dos mujeres a la vez.
Bea sinti como si un pual se le clavara en las entraas.
Cmo te atreves? dijo ella asqueada y dolida.
Qu cmo me atrevo? Te recuerdo que soy el seor de este castillo, y
hago lo que se me antoja, sin darle explicaciones a nadie, y menos de dnde meto
mi...
subi el vestido hasta apoyar las faldas en la mesa y le pas la mano por la hmeda
hendidura, haciendo que casi estallara y se derramara, por lo que comenz a
forcejear con sus calzas para bajrselas y poder liberar su palpitante ereccin.
Y cuando estaba a punto de poseerla all mismo, sobre la mesa del saln,
par un momento y la mir. Su rostro era la tentacin personificada, con los labios
hinchados y los ojos velados, que pareca decir tmame.
Qu estaba haciendo, por el amor de Dios?
Se separ de ella y se subi nuevamente las calzas. Su pecho suba y bajaba
afanosamente.
Esa sospecha, esa sensacin...
Tan pronto haba olvidado a Amicia?
No conoca la respuesta. Slo saba que, durante esos instantes, los ms
excitantes en su vida en los ltimos meses, haba tenido las mismas sensaciones
que recordaba con su mujer. El mismo sabor de su boca, el mismo olor de su
cuerpo, el mismo tacto de seda de su piel, el mismo rostro de placer... Y no era slo
el parecido fsico, haba algo ms...
Se march de all, confundido y asustado porque estaba seguro de que haba
perdido totalmente la razn.
A la maana siguiente, o, en realidad, slo unas horas despus, Bea se
diriga al despacho de Guillem. La haba mandado llamar y no saba qu pensar,
despus de lo ocurrido la noche anterior. Crea saber qu era lo que atormentaba a
Guillem, pero ella no poda hacer nada por evitarlo. Supona que se debata entre el
recuerdo de su esposa y el deseo que senta por ella.
Cmo decirle que eran la misma persona?
En el fondo se senta feliz, por el hecho de saber que volva a desearla, pero
no poda evitar sufrir por l y por el mal trago que estara pasando.
Al entrar en el despacho sinti una gran satisfaccin por la imagen tan
familiar que se le ofreca. Multitud de pergaminos diseminados, la estrecha
ventana, el fuego en la chimenea de piedra oscura, y aquel olor a moho que nunca
le result desagradable.
Guillem, con las ojeras an ms profundas, inclinaba su cabeza sobre
diversos documentos.
Sintate, Beatriz. Hay unos nmeros que no cuadran, pero acabar en un
instante.
Bea se asom sobre uno de aquellos rollos abiertos sobre la mesa y lo
observ detenidamente.
Aqu, Guillem, hay un error en esta cifra.
Guillem levant la vista y la mir levantando una de sus cejas.
Qu pasa? pregunt ella. Piensas que no voy a saber sumar por ser
mujer?
Haba escuchado l antes esas palabras?
Gracias, Beatriz. Es slo que no s nada de tu educacin.
Pues para que lo sepas, los nmeros se me dan bastante bien.
Ya veo.
De nuevo esa extraa sensacin?
Para qu me has mandado llamar?
He enviado una carta al rey Jaime, para que, apelando a su buen juicio, me
concierte un matrimonio con la mujer que l estime oportuna.
Matrimonio? susurr Bea con voz casi inaudible. No poda ser. Los
Guardianes del Tiempo le haban asegurado que todo ira bien, que todo estaba
controlado, en un alarde de modernidad. Pero entonces, qu significaba aquello?
S, Beatriz, matrimonio. As se hacen las cosas, como ya ocurri con tu
hermana. Necesito una mujer para que me ayude con la organizacin del castillo. A
mi hermana Elvira los aos le estn pasando factura. Menca hace lo que puede,
pero desde su boda con Pedro ya no es lo mismo. Adems, no quisiera que mi hijo
se criara entre ayas y amas de cra, necesita lo ms parecido a una madre que yo
pueda ofrecerle.
Yo podra serte til insisti Bea.
No, Beatriz. Pero podrs permanecer aqu, si lo deseas, despus de
casarme. No puedo negarme a que ests con tu sobrino.
Mientras t te casas con otra? Despus de lo que pas anoche? Pero qu coo
est pasando?
Eso es todo dijo Guillem levantndose. Recibir respuesta en una
semana.
Bea sali de aquel despacho como en trance. Ella lo haba dejado todo por
volver all, con ellos. Su vida, su familia, su trabajo, sus amigos, su poca. Aunque
pudiera seguir con su hijo, le dolera el alma en cuanto viera a Guillem casarse con
otra. No podra soportarlo.
Se supona que ella le gustaba, no? Por qu tena que recurrir al rey para
casarse?
La semana pas, pese a todo, bastante deprisa. El consuelo de Bea era la
presencia de su hijo y la compaa de Teresa. Da a da, disfrutaba los pequeos
logros de su hijo, que ya pronunciaba slabas, era capaz de rodarse sobre la cama y
ya se lo llevaba todo a la boca. Su amor por l era el ms puro y desinteresado que
pudiese imaginar. Los tres solan pasar mucho tiempo en el lugar que ya escogiera
la primera vez que estuvo all, una suave loma plagada de olorosas matas de
tomillo y manzanilla.
All se los encontr Guillem una maana, bajo la sombra de la redondeada
copa de un enorme pino pionero. Le pareci una bonita estampa ver charlar y rer
a las dos mujeres, mientras su hijo, tumbado sobre una suave manta, agitaba
entusiasmado un sonajero de madera y cascabeles.
Buenos das salud Guillem. Beatriz, he de hablar contigo.
Me llevar a Jaime, que creo que ya le toca comer dijo Teresa al escuchar
al barn.
Soy muy feliz, Beatriz. Pedro es un buen hombre y un buen marido, y hoy
es un padre orgulloso.
Me alegro le dijo Beatriz. Se te ve genial, con tu nuevo look ms
moderno y juvenil Menca llevaba su larga trenza en un rodete sobre la cabeza y
un vestido en tono verde bosque que le favoreca mucho. Bea, antes de alejarse, le
lanz un guio a su, dentro de poco, verdadera cuada.
Menca sonri. Elev sus ojos al cielo y susurr:
Gracias, seor, por envirnosla de nuevo aqu.
CAPTULO 13
ropas, se miraban uno al otro y se acariciaban perezosamente. Bea saba que haba
hecho algn que otro comentario ambiguo, y no saba si el mismo tipo de
respuestas por parte de Guillem podra tener el mismo significado.
Decidi levantarse de la cama y acercarse a la cmoda para coger un objeto
que ya haba dejado ah antes. Volvi y se tumb de nuevo junto a su marido y le
mostr el broche que le regalara por Navidad. Guillem lo toc con la yema de los
dedos y sonri, pero no dijo una palabra.
Deseas preguntarme algo, Guillem? Tal vez algn tipo de explicacin
por esto, o por algo que he dicho o...?
No la cort l. No tienes que aclararme nada. Soy yo el que tiene algo
que decir Y comenz: Mi vida era un largo y oscuro pasadizo, fro y
montono, hasta que, cuando pensaba que as sera siempre, pude ver que al final
de ese tnel sala el sol. T fuiste mi sol, que viniste a darme luz y calor, desde el
da que me sonreste y me miraste a los ojos por primera vez. Calentaste mi
corazn e iluminaste mi alma, y me enamor de ti, sin importar tu nombre o el
color de tu pelo Bea no pudo evitar que las lgrimas le brotaran descontroladas
. El tiempo que desapareciste volv a sentirme perdido. Tal vez no entienda nada,
o prefiera no entenderlo, no me importa. Lo que importa es que no vuelvas a
dejarnos, a m y a nuestro hijo. Te necesito. Te necesitamos Bea quera hablar
pero no poda, y l le acariciaba la mejilla. No llores, mi amor, no llores, no
hables. Te amo, a ti, a mi mujer. Porque s que eres t. Que siempre has sido t.
Yo tambin te quiero dijo ella sin poder contener el llanto. Te quiero
tanto que incluso he sido capaz de... No importa. Slo s que te amo, que siempre
te he amado.
Desde hace siglos desde que te vi en medio de mi saln, pens.
Guillem la abraz, secndole las lgrimas a besos. No haca falta que ella le
dijera nada ms, o que le diera ningn tipo de explicacin. Ni si quiera estaba
seguro de querer saberlas. Slo saber que le amaba, que siempre le haba amado,
era suficiente para l.
Ms tarde, cuando los besos se fueron haciendo ms ardientes, Guillem
volvi a hacerle el amor, durante el resto de la noche. Durante todas las noches.
Y, por fin, las palabras toda la vida, volvan a cobrar su verdadero
significado.
Ya os dije que esto acabara bien. nicamente haba que esperar que los
sentimientos siguieran su curso.
Tres Guardianes del Tiempo observaban desde algn lugar, donde,
paradjicamente, no existan el tiempo ni el espacio. Esta vez haban triunfado,
tanto ellos como las personas que haban utilizado para sus fines. Esperaban que la
prxima vez resultara un poco ms fcil. O que no hubiera prxima vez.
De momento, y gracias a Beatriz, el curso de la historia segua adelante,
aunque desde el siglo XIII al XXI quedaban demasiados acontecimientos por
ocurrir que pondran a prueba al mundo y sus habitantes.
Pero se supone que para eso sirve conocer la historia, para poder aprender
de ella y de los errores del pasado, aunque buena parte de la humanidad siga sin
recordarlo.
EPLOGO
Y lee:
Guillem I de Montsols y vizconde de Bearn (1218 - 1289), naci en Lrida
en el ao 1218. Hijo de Sancho y Petronila, fue el nico hijo varn despus de otras
dos hijas, Elvira y Menca. Fiel barn del rey de la Corona de Aragn, Jaime I El
Conquistador, fue conocido por sus hazaas en la conquista de Valencia y en la
defensa del rey frente a las continuas traiciones y rebeliones por parte de
sarracenos o de los propios nobles aragoneses...
Se cas en 1243 con Amicia de Bearn, evitando con este matrimonio una
posible guerra con Lus IX de Francia... Amicia muri en 1245 al dar a luz a su
heredero, Jaime...
Pocos meses despus contrajo segundas nupcias con Beatriz, hermana de su
esposa, con la que tuvo cuatro hijas ms...
Existen diversos poemas escritos por los trovadores de la poca donde se
evoca el amor que se profesaron, y que los juglares seguan interpretando con el
paso de los aos...
Beatriz muri en Montsols, en enero de 1289, y su esposo Guillem slo tres
meses despus....
Dej de leer. Las lgrimas anegaban los ojos de Raquel, bajando por sus
mejillas hasta gotear sobre el teclado. Mir la fotografa que siempre haba estado
sobre esa mesa, donde ella y Bea se rean de algo que no recordaba.
Apag el ordenador, se levant y mir por la ventana. Las estrellas
salpicaban el cielo nocturno. La consol pensar que hubiesen estado ah, desde
siempre, incluso ocho siglos atrs.