Mayas Incas y Aztecas

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La civilización maya

La civilización creada por los mayas o mayas-quiché, sin duda alguna una de las
más importantes y adelantadas de toda América, floreció en la amplia región la
cual se ubican los actuales estados mexicanos de Tabasco, Yucatán y Chapas;
República de Guatemala, Honduras, San Salvador y Honduras Británica (Belice).
Toda esta región es abrupta y llena de selvas, con una rica hidrografía y
abundante en serranías y zonas de gran actividad volcánica que presentan
alturas superiores a los 3.555 metros. Por la misma configuración geográfica el
clima va desde el helado de las alturas hasta el templado de las zonas
intermedias, y el cálido del litoral.
Los primeros enclaves culturales mayas se asentaron, al parecer, en Guatemala,
donde se inició el desarrollo de su período conocido como Viejo Imperio.
El origen de los mayas sigue siendo un misterio, al igual que el de la mayoría de
los pueblos americanos. Se han barajado multitud de teorías para explicar su
fuente, pero hasta el presente nada se ha podido establecer con claridad.
Muchos eruditos, con el fin de hacer más sencillos los estudios de esta
civilización, han separado a los autores de esta cultura en dos grandes grupos:
los mayas, propiamente tales, que en la época precolombina ocupaban el
Yucatán y los quichés que desde el lago Atitlán se expandieron hasta el
territorio que ocupa en la actualidad Guatemala.

El edificio llamado El Caracol es una muestra de la cultura Maya clásica


A pesar de que cada grupo presenta características lingüísticas y otras propias
del lugar en que viven (en la actualidad aún existen más de un millón de mayas
puros), toda la familia maya es uno de les grupos étnicos más homogéneos de
América.
La cultura maya sólo puede ser comparada en riqueza y complejidad con la
azteca y aún hoy se discute sobre cual dio origen a la otra. La arqueología, a
pesar de que es la ciencia que más luz ha arrojado sobre el pasado
precolombino del Nuevo Mundo, ha agudizado más que terminado con esta
polémica. Se debe fundamentalmente a que ha sido posible determinar que
muchos de los complejos culturales puestos al descubierto no son puros sino
que su arquitectura, cerámica y arte en general, aparece influido por culturas
anteriores, dando origen a un desarrollo mixto, en el cual se involucran dos,
tres o hasta cuatro civilizaciones diferentes, superpuestas.

El pueblo
El pueblo maya, en muchos sentidos, fue, más “humano” que el sanguinario
azteca. El hombre y la mujer maya común vivieron en continuo contacto con la
naturaleza y supieron impregnarse con la belleza de las cosas que los radeaban;
con los árboles, las flores, los pájaros, y los animales, y extrajeron de esta
vivencia las normas espirituales de sus existencias.
Fueron grandes aficionados a la limpieza, a la pintura y a los tatuajes. El traje
común de los hombres era una manta bajo la cual usaban un taparrabos; las
mujeres usaban una camisa llamada “yopte”. Quienes llevaban un atuendo mucho
más vistoso y complejo eran los sacerdotes y los guerreros que aparecían
adornados con profusión de plumas y pieles de animales.
Ambos sexos usaban pendientes en las orejas y anillos a través del tabique
nasal.
Entre sus diversiones más importantes estaba el canto, la danza, los
“voladores” (esto consiste en girar con los pies amarrados a una soga sujeta a
un mástil de hasta treinta metros de altura) y el juego de la pelota, usando
para tal afecto una bola de hule. Al igual que los aztecas construyeron inclusive
zonas especiales, especie de estadios, para practicar este último deporte.
La mitología maya

El Popol-Vuh
La mayor parte de la mitología del pueblo maya se encuentra en el “Popol-Vuh”
o “Libro del Consejo de los Indios Quiché”.
Este libro originalmente fue pura tradición oral y en esa forma se conservó
hasta el siglo XVI cuando fue escrito por un indígena en lengua quiché con
caracteres latinos. Este texto llegó, afortunadamente, a las manos del cura
párroco de Santo Tomás Chuilá, Fray Francisco Ximénez.
Como la población guatemalteca de Chilá se llama en la actualidad
Chichicastenango, el texto también se conoce con el nombre de “Manuscrito de
Chichicastenango”. Ximénez lo tradujo dos veces incluyendo la segunda versión,
que le pareció satisfactoria, en el primer tomo de le “Crónica de le Provincia de
Chiape y Guatemala”.
Otros textos importantes para la comprensión de la mitología maya son las
crónicas de “Chilambalam” y de “Chacxulubchen”.
El “Popol-Vuh” se inicia con el relato de la creación del Universo, la Tierra, las
aguas y posteriormente los animales y el hombre.
A pesar de que su texto actual se presenta seriamente influido por el
cristianismo, sin duda en lo medular aún prevalece la esencia mítica de los
mayasquiché. Parte del inicio de la obra es el siguiente (Según una traducción
de González de Mendoza y Miguel Angel Asturias):

“Este libro es el primer libro, pintado antaño, pero su faz está oculta (hoy) al
que ve, al pensador. Grande era la exposición, la historia de cuando se acabaron
de medir todos los ángulos del cielo, de la Tierra, la cuadrangulación, su
medida, la medida de las líneas, en el cielo, en la Tierra, en los cuatro ángulos,
de los cuatro rincones tal como había sido dicho por los Constructores, los
Formadores, las Madres, los Padres de la vida, de la existencia, los de la
Respiración, los de las Palpitaciones, los que engendran, los que piensan, Luz de
las tribus, Luz de los hijos, Luz de la prole, Pensadores y Sabios, (acerca de)
todo lo que está en el cielo, en la Tierra, en los lagos, en el mar. He aquí el
relato de cómo todo estaba en suspenso, todo tranquilo, todo inmóvil, todo
apacible, todo silencioso, todo vacío, en el cielo, en la Tierra. He aquí la primera
historia, la primera descripción. No había un solo hombre, un solo animal,
pájaro, pez, cangrejo, madera, piedra, caverna, barranca, hierba, selva. Sólo el
cielo existía. La faz de la Tierra no aparecía; sólo existían la mar limitada, todo
el espacio del cielo. No había nada reunido, junto. Todo era invisible, todo
estaba inmóvil en el cielo. No existía nada edificado. Solamente el agua
limitada, solamente la mar tranquila, sola, limitada. Nada existía. Solamente la
inmovilidad, el silencio, en las tinieblas, en la noche. Sólo los Constructores, los
Formadores, los Dominadores, los Poderosos del Cielo, los Procreadores, los
Engendradores estaban sobre el agua, luz esparcida. (Sus símbolos) estaban
envueltos en las plumas, las verdes; sus nombres (gráficos) eran, pues,
Serpientes Emplumadas. Son grandes Sabios. Así es el cielo, (así) son también
los Espíritus del Cielo; tales son, cuéntase, los nombres de los dioses.
Entonces vino la Palabra, vino aquí de los Dominadores, de los Poderosos del
Cielo, en las tinieblas, en la noche; fue dicha por los Dominadores, los
Poderosos del Cielo; hablaron; entonces celebraron consejo, entonces pensaron,
se comprendieron, unieron sus palabras, sus sabidurías. Entonces se mostraron,
meditaron, en el momento del alba; decidieron (construir) al hombre, mientras
celebraban consejo sobre la producción, la existencia, de los árboles, de los
bejucos, la producción de la vida, de la existencia, en las tinieblas, en la noche,
por los Espíritus del Cielo llamados Maestros Gigantes. Maestro Gigante
Relámpago es el primero, Huella del Relámpago es el segundo, Esplendor del
Relámpago es el tercero; estos tres son los Espíritus del Cielo. Entonces se
reunieron con ellos los Dominadores, los Poderosos del Cielo. Entonces
celebraron consejo sobre el alba de la vida, cómo se haría la germinación, cómo
se haría el alba, quién sostendría, nutriría. “Que eso sea Fecundaos. Que esta
agua parta, se vacie. Que la tierra nazca, se afirme”, dijeron. “Que la
germinación se haga, que el alba se haga en el cielo, en la tierra, porque (no
tendremos) ni adoración ni manifestación por nuestros construidos, nuestros
formados, hasta que nazca el hombre construido, el hombre formado”; así
hablaron, por lo cual nació la Tierra. Tal fue en verdad el nacimiento de la
Tierra existente. “Tierra”, dijeron, y en seguida nació. Solamente una niebla,
solamente una nube (fue) el nacimiento de la materia. Entonces salieron del
agua las montañas; al instante salieron las grandes montañas”.
“Enseguida fecundaron a los animales de las montañas, guardianes de todas las
selvas, los seres de las montañas: venados, pájaros, pumas, jaguares,
serpientes, víboras (serpientes), ganti, guardianes de los bejucos. Entonces los
Procreadores, los Engendradores, dijeron: “¿No habrá más que silencio,
inmovilidad al pie de los árboles, de los bejucos? Bueno es, pues, que haya
guardianes”; así dijeron, fecundando, hablando. Al instante nacieron los
venados, los pájaros. Entonces dieron sus moradas a los venados, a los pájaros.
“Tú, venado, sobre el camino de los arroyos, en las barrancas, dormirás; aquí
vivirás, en las hierbas, en las malezas; en las selvas, fecundarás; sobre cuatro
pies irás, vivirás”. Fue hecho como fue dicho. Entonces fueron también (dadas)
las moradas de los pajarillos, de los grandes pájaros. “Pájaros, anidaréis sobre
los árboles, sobre los bejucos moraréis; engendraréis, os multiplicaréis sobre
las ramas de los árboles, sobre las ramas de los bejucos”. Así fue dicho a los
venados, a los pájaros, para que hiciesen lo que debían hacer; todos tomaron
sus dormitorios, sus moradas. Así los Procreadores, los Engendradores dieron
sus casas a los animales de la Tierra. Estando pues todos terminados, venados,
pájaros, les fue dicho a los venados, a los pájaros, por los Constructores, los
Formadores, los Procreadores, los Engendradores: “Hablad, gritad; podéis
gorjear, gritar. Que cada uno haga oir su lenguaje según su clan, según su
manera...”
Evolución cultural de los mayas
La cronología maya presenta fechas que funden el mito con la realidad 2.000
años antes de la conquista, sin embargo, algunos de los restos examinados
arrojan, a lo sumo, una edad que coloca a los más viejos vestigios encontrados
en el siglo II de nuestra era.
De acuerdo con esto se ha podido establecer la sucesión de los centros Político
y culturales: Copán, Palenque, Piedras Negras, Quiriguá, Chichenitzá, etc.
En la misma época en que Europa iniciaba el período más oscuro de la Edad
Media, la civilización maya entraba en su época clásica, la de mayor esplendor.
Consolidado por los dictámenes y recursos espirituales de una religión comunal,
su orden social llegó a la madurez. La población creció, los sacerdotes
exploraron nuevos campos intelectuales, las artes florecieron. El talento
artístico de los mayas alcanzó todo su apogeo en estructuras arquitectónicas
tales como las del Templo del Sol, en Palenque.

Arquitectura y arte
Este pueblo fue un gran constructor de palacios y templos. Estos últimos
suelen ser muy altos, colocados sobre pirámides escalonadas que permiten que
desde su cumbre se domine el paisaje por sobre la naturaleza virgen de la
selva. Alrededor del siglo X los mayas comenzaron a abandonar los centros de
su cultura clásica desplazándose hacia el norte, a la península de Yucatán, pero
allí cambió: en la ciudad principal de Chichén-ltzá el estilo escultural y
arquitectónico de los mayas recibió la influencia de los toltecas. (En la foto: el
Templo del Sol, en Palenque)
Los toltecas no sólo influyeron en las artes sino que también en la religión.
Aportaron su dios Quetzalcoatl (la Serpiente Emplumada) que en Yucatán se
conoció como Kukulkán.
En el norte, durante este período y en virtud de la naturaleza sanguinaria de
los toltecas, los temas recurrentes en el arte así como las nuevas formas
religiosas se tornaron cada vez más sangrientos. Es durante este período
cuando los mayas realmente comienzan a hacer sacrificios humanos con el fin
de aplacar la ira de sus dioses, lanzando víctimas propiciatorias al cenote
(pozo) sagrado de Chichén-ltzá, por ejemplo.
Entre los lugares más ricos en temas arquitectónicos se destacan Palenque,
centro religioso de gran importancia cuajado de palacios, templos y estatuas;
Copán, en la República de Honduras; Chichén-ltza’, en Yucatán, con su famosa
Torre del Caracol y el tema recurrente de la Serpiente Emplumada; Tikal, con
su gran plaza que domina la selva guatemalteca con más de 9.000 metros
cuadrados de pavimento (Es la mayor ciudad descubierta hasta ahora en el
Hemisferio Occidental); Uxmal; Piedras Negras, etc.
Excelentes escultores nos han dejado obras tales como el obelisco de Quiriguá
y los de Copán. También eran hábiles ceramistas. Los mayas tenían una
escritura de glifos aún no del todo comprensible para nosotros, a pesar de que
el erudito obispo Landa se preocupó hasta donde pudo de salvar de las llamas
de los conquistadores muchos textos dibujados en pieles, 4 fibras de maguey y
tejidos de algodón.

El calendario
En el calendario maya hay 18 meses con 20 días más cinco suplementarios; cada
día tiene su número hasta 13 y cada mes un signo particular que lo identifica.
Ciclos superiores a 1 año son el “katun”, veinte años y el ciclo de 52 años.
Aparte de este calendario, los sacerdotes utilizaban uno ceremonial de 20
meses, de 13 días cada uno con lo cual el año resultaba ser de 260 días.
Los sacerdotes mayas estudiaron con detención el cielo y lograron suficientes
conocimientos astronómicos como para determinar el período planetario de
Venus y la necesidad de intercalar el día más cada 4 años en su calendario. Al
parecer también predecían con extraordinaria exactitud toda clase de
fenómenos celestes, como por ejemplo los eclipses.

Organización
Al igual que otros pueblos de la zona los mayas basaban su organización social
en los clanes totémicos, exogámicos, y en el patriarcado. El padre de familia
poseía una autoridad ilimitada sobre sus hijos hasta la mayoría de edad.
El clan estaba regido por un jefe, “halachninic”. Existían además caudillos o
jefes militares en cada uno de los clanes y dos superiores al frente de la tribu.
Caza y agricultura
Los mayas fueron hábiles cazadores utilizando para el efecto el arco, la flecha
y la lanza. Pescaban en los lagos y ríos con anzuelos hechos de espinas de
pescado y con arpones con punta de piedra.
Aparte de la pesca y la caza su actividad primordial era la agricultura.
Sembraban preferentemente maíz, el frijol y el cacao con el cual preparaban el
chocolate. Ellos fueron el primer pueblo en conocer y fumar las hojas del
tabaco ya sean en forma de cigarrillos o en cazoletas, como nuestras actuales
pipas. En ciertas ceremonias religiosas estas hojas se quemaban y el humo se
inhalaba colectivamente mientras se bebían licores espirituosos.

Religión
La religión maya era sumamente complicada, por lo cual su culto requería un
gran número de sacerdotes junto a los cuales giraban adivinos y curanderos.
Los sacerdotes se denominaban “balames”, los adivinos “chilanos” y los últimos
“chamanes”.
Al frente del panteón maya estaba “Nohochacyum”, quien protege a los
humanos de sus variados enemigos, entre los cuales está la serpiente
“Hapikem”. Lo siguen la Luna, su esposo, los dioses de los cuatro puntos
cardinales y otras deidades inferiores.
Aparte de los dioses propiamente tales existían los semidioses y los héroes de
la talla de “Itzamna” o Votán”. Entre los quichés los dioses principales, aquellos
que habían creado al hombre y al universo, eran “Tepencucumatz” y “Xucarán”.
En la religión maya los sacrificios humanos no eran parte insustituible del rito y
al parecer se efectuaban sólo en raras ocasiones. Generalmente se inmolaban
animales.
Cuando un maya fallecía la familia se reunía en su casa y luego de poner en su
boca un puñado de maíz, cubrirlo con sus mejores ropas y llenarlo de joyas,
ofrendas y armas procedían a enterrarlo. Si se trataba de un personaje de
importancia, un jefe por ejemplo, o un sacerdote, se le incineraba, guardándose
sus cenizas dentro de una imagen de madera que representaba un antepasado,
preparándose, a veces, un cráneo o parte de él para conservarlo en un altar
votivo, frente al cual se hacían ofrendas durante las festividades religiosas.
La historia
Los Aztecas se establecieron e impusieron su dominio en la meseta mexicana
hacia fines del siglo XII d.C. Antes de su arribo, la región había sido el asiento
de numerosos pueblos indígenas, siendo los toltecas los unificadores de los
elementos culturales anteriores. Los aztecas, también llamados mexicas o
tenochcas, fueron uno de los últimos pueblos nahuas que llegaron a la región
procedentes del Norte del Río Grande.

Según su propia leyenda, provenían de un lugar llamado Aztlán. Aquel sitio era
donde las águilas levantaban el vuelo, simbolizando de esta manera el amanecer
que posibilita la vida. En su migración desde las áridas montañas del Norte, los
aztecas se movilizaron de manera muy particular. Avanzaban en pequeños
grupos, que se establecían en asentamientos permanentes, hasta que los
pioneros determinaban la convivencia de ocupar nuevas tierras. Su ruta fue
larga hasta llegar a Chapultepec, en donde fueron prisioneros y vasallos. Sin
embargo, este infortunio no les hizo olvidar la promesa de su dios
Huitzilopochtli, quien les había asegurado que vengaría todas las ofensas que
hubieran recibido y los convertiría en un pueblo poderoso.

El cumplimiento de este compromiso se realizó ante un hecho fortuito. Su


dominador, Cocox, se encontraba en guerra con una ciudad rival. Los aztecas
decidieron apoyar a su señor. Una vez obtenida la victoria, sellaron entre
ambos una alianza por medio del matrimonio de la hija de Cocox con el jefe
azteca. La venganza azteca consistió en el asesinato de la princesa en la
ceremonia nupcial. Odiados y temidos, volvieron a migrar por el valle de
México. Una vez más reemprendían la marcha tras el lugar donde se posara el
águila sobre un nopal para fundar su ciudad.

Comandados por Tenoch, (en la imagen) en el año 1325, en


una isla casi estéril, vieron al ágila según las indicaciones
dadas por su dios. Decidieron allí hechar las bases de su
capital. Construyendo en primer lugar un templo en honor a
su dios. Así nació Tenochtitlán. Establecidos por fin, los
aztecas iniciaron los trabajos de la desecación del pantano,
construcción de diques, canales y chinampas para le cultivo.
La ciudad se fue delineando alrededor de estos jardines
flotantes sobre el lago. Asegurada su existencia, la población
experimentó un importante crecimiento, que culminó con la instalación de
puentes de unión entre las costas y la ciudad.

El centro de la ciudad fue erigido como sitio ceremonial. Entre los edificios
más importantes, se encontraba las pirámides en honor de sus dioses, canchas
de juego de pelota, residencias para sacerdotes y guerreros y altares para las
ceremonias litúrgicas. Palacio real, casas para la nobleza y el mercado
complementaban este barrio central. La gente común, en tanto, se agrupaba en
los sectores que rodeaban la urbe.

Desde esta ciudad, el pueblo azteca inició una serie de campañas de conquista
contra sus vecinos con el doble propósito de tomar prisioneros de guerra para
los sacrificios y adquirir las tierras y productos que escaseaban en el lago.
Convertidos en temibles guerreros, lograron ampliar sus territorios hasta los
límites del actual México.
La cultura azteca recogió todos los elementos que habían producido sus
antecesores y formó con todo ello un amplio y homogéneo cuadro cultural.

Las autoridades
Encabezaba el gobierno el emperador, quien, según la leyenda, era el sucesor
de los dioses. Este Tlacatecuhtli, jefe de los bravos, era elegido por un consejo
integrado por la familia real. Sus atribuciones alcanzaban al mando supremo del
ejército, dirección general de la administración y suprema autoridad judicial.
Para ayudarse en el ejercicio del poder, elegía al Cihuacóatl, auxiliar en
funciones religiosas, administrativas y judiciales.

Una tercera institución era el Tlatocan o Consejo Tribal, que cumplía funciones
legislativas, judiciales y militares y especialmente de asesoría en casos
particularmente graves para el pueblo.
Políticamente, el pueblo azteca consistía en una confederación de pueblos bajo
la hegemonía de Tenochtitlán. La superioridad de la ciudad capital se basaba en
su rol militar y religioso.
Los grupos sociales
La comunidad azteca se organizó en forma piramidal, aunque sin presentar las
características de una sociedad de castas. Si bien es cierto que la mayoría de
las más altas funciones estaban reservadas a miembros de la familia real, el
resto era accesible a cualquier ciudadano que hubiera mostrado méritos y
tuviese el prestigio suficiente como para ser elegido. Incluso existió un
escalafón que aseguraba el ascenso a los cargos más altos y destacados.
En la cima estaba la nobleza, pilli, que formaba la corte real. Los nobles vivían
en casas de dos pisos, podían tener más de una esposa y poseían tierras y
esclavos para su servicio personal. Sus hijos tenían el privilegio de asistir a
escuelas especiales, donde eran formados de acuerdo a sus propias aptitudes.
La nobleza no era hereditaria, sino que debía adquirirse por méritos propios
según la actividad de cada cual. En un nivel intermedio se encontraban los
artesanos o mayeques. Su oficio era hereditario, lo que contribuyó
poderosamente a producir un alto grado de desarrollo técnico. Finalmente un
tercer estrato estaba dado por los macehuales o gente común. Este nivel
agrupaba a todos aquellos que, no habiendo podido destacarse en ninguna labor,
se dedicaban al trabajo de las tierras. Algunos vivían en la más completa
miseria, lo que los llevaba a venderse como esclavos a los pillis. Respecto a la
esclavitud, tuvo como fuente principal las conquistas de guerra, aunque también
se sancionaba con esta pena a los delincuentes y mujeres de vida indecorosa.
Sin embargo, la base de toda la estructura social estaba dada por el calpulli. En
él se agrupaban todos los que gozaban de un antepasado común. El calpulli era
el dueño de las tierras del linaje, las que eran repartidas anualmente entre las
familias que la componían. Su jefe estaba encargado, además, de relacionar al
calpulli con el emperador y presidía las ceremonias en honor de los antepasados
familiares.
La organización social se caracterizó por su marcado clasismo y la absoluta
preeminencia de los grupos militar, sacerdotal y comercial.
La actividad militar, fundada en una sólida formación, constituyó la principal
profesión de los aztecas. En ella se mezclaban elementos puramente bélicos
con fines de tipo religioso. La clase sacerdotal era numerosa pero vital para la
vida del pueblo, ya que era la depositaria de la cultura. Entre sus actividades
más significativas destacan la predicción del futuro, el desarrollo de las
ciencias, la conservación de la historia, el cuidado de los enfermos y la
conducción del calendario.
En una sociedad donde las funciones de los individuos estaban claramente
determinadas, los comerciantes desempeñaban una multitud de ellas. Eran
espías, militares, sacerdotes y propiamente comerciantes o pochtecas. Tenían
su propio dios y los juicios se ventilaban en cortes ad hoc para ellos. Esta
consideración especial surgió como consecuencia de su importancia política.
Visitaban los más variados rincones del imperio, conocian las lenguas y
costumbres de los diversos pueblos sometidos, poseían facilidad para
camuflarse e infiltrarse entre ellos. De esta manera, les resultaba fácil
enterarse de cuáles eran los sentimientos de estas gentes hacia el poder
central. Delante del emperador cumplían una función particularmente
importante, puesto que aconsejaban acerca de las regiones ricas que podían
conquistarse y, en algunos casos, ellos mismos financiaban las campañas.

La economía
En la organización económica azteca coexistían el tipo de propiedad privada y
el comunal. El sistema comunal estaba relacionado con la división de la población
en los calpullis. Si la familia no cultivaba el terreno que le era asignado, era
expulsada del calpulli.
Por otra parte, el sistema privado de propiedad fue una consecuencia de las
conquistas militares, puesto que significó la incorporación de tierras que
fueron repartidas entre los guerreros cuya participación en las campañas había
sido destacada.
La base del sustento para la población azteca fue la agricultura y el cultivo de
ciertos productos, en particular, el maíz, el ají y el frejol. Consumían, además,
cantidades importantes de pescado y aves. Una de sus creaciones más
significativas fue la chinampa, que hizo posible la transformación de un estéril
lago en un verdadero vergel.
El mercado constituyó un verdadero enclave para el desarrollo de la economía.
Visitado diariamente por miles de personas, era el núcleo de intercambio de las
más variadas mercaderías. En él la semilla de cacao era usada como unidad
monetaria. Cada producto tenía un sitio fijo para evitar la pérdida de tiempo de
quien lo deseara adquirir. Las mercaderías que afluían a la capital en forma de
tributos, se reunían con la producción artesanal en el mercado. Severas reglas
fijaban el desarrollo de las transacciones. Jueces especiales vigilaban la
exactitud de los pesos y medidas. Estaba prohibida la venta de cualquier
producto fuera del recinto.
Asociadas al mercado estaban las rutas del comercio y tributo. A los pochtecas
les correspondió el papel preponderante en la conservación y ampliación de la
esfera de influencia imperial. Cada unidad importante fue sede de un mercado,
siendo el más transcendente el de la ciudad de Tenochtitlan.

El mundo de sus creencias


El fundamento de sus creencias estuvo dado por el deseo de atraerse las
potencias benefactoras de sus divinidades, al mismo tiempo que alejar todo lo
que pudiera serles perjudicial. Para los aztecas, las fuerzas del bien estaban
permanentemente en lucha con los espíritus del mal y el combate eterno las
desgastaba al punto de requerir sangre humana para revitalizarse. Este drama
se aplicaba especialmente al Sol, que debía trabar lucha diaria con las tinieblas.
Los sacerdotes, utilizando el cuchillo de sílex, abrían el pecho de las víctimas y
les extraían el corazón. Sin embargo, existía también una serie de
autosacrificios, por los cuales se punzaban la lengua, los labios y los lóbulos de
las orejas.
La sangre derramada en estas muestras de fe cumplía el mismo objetivo que el
sacrificio de una víctima. Dentro de la religión azteca, los sacrificios no
constituían una ignominia, muy por el contrario, ya que el espíritu del
sacrificado subía hasta el Sol, lo que era considerado un privilegio destacable.
La necesidad de mantener prisioneros para los sacrificios, originó un
permanente estado bélico simbolizado en las guerras floridas. Estos
enfrentamientos con pueblos con los cuales no se tenían conflictos aparentes,
cumplían la única finalidad de conseguir víctimas para ofrecer a los dioses.
Otras veces entregaban la decisión sobre quiénes serían ofrendados a las
mismas divinidades. Este era el sentido del juego de pelota. En una cancha
rectangular y con anillos verticales en sus paredes, se enfrentaban cinco
jugadores por bando. El juego consistía en hacer pasar la pelota de caucho por
uno de esos anillos, sin valerse de las manos. El capitán vencido era el señalado
por la voluntad divina para el sacrificio.
Los aztecas creyeron en la existencia de una vida más allá de la muerte. Sin
embargo, la suerte del alma no dependía de las acciones realizadas durante la
vida sino de las circunstancias y causas de muerte. De esta manera, sólo los
muertos en el campo de batalla tenían el privilegio de ir a morar al lado del Sol
y convertirse en sus acompañantes perpetuos.
El panteón azteca estaba compuesto por Ometeolt, quien encarnaba el principio
creador. Por su parte, Huitzilopochtli, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl eran
considerados los creadores de la humanidad. El primero era el dios de la guerra
y se lo identificaba con el Sol. El segundo representaba al dios maligno de la
noche, y su alimento eran los corazones de los hombres. Finalmente
Quetzalcóatl era el creador de los hombres y el benefactor de la humanidad. A
estas divinidades fundamentales se les reunían una serie de deidades menores
asociadas a dones como la fecundidad de la Naturaleza, a la lluvia o al fuego.
Las ceremonias se realizaban en los templos y básicamente consistían en
procesiones y oraciones. Las ofrendas eran variadas, destacando entre ellas la
de los sacrificados. El ritual consistía en despellejar doncellas, sacrificar niños
o bien organizar holocaustos donde morían cientos de prisioneros delante de
Huitzilopochtli.

Las creaciones culturales


La cultura azteca representa la culminación del desarrollo de todos los pueblos
que la antecedieron. Su arquitectura de pirámides truncadas fue monumental.
La pirámide del Sol constituye el máximo exponente de su arte constructivo.
La escultura fue un arte asociado a la arquitectura y contribuía a dar mayor
realce a los imponentes edificios. Pintura cerámica y plumería son
característicos por su gran belleza y esplendor.
Sin embargo, fue el calendario lo que más destacó entre las creaciones
aztecas. El destino de los hombres estaba rigurosamente señalado en él. Entre
los aztecas, los augurios y horóscopos alcanzaron gran desarrollo. Al combinar
el calendario civil y el religioso, podían determinar, entre otras cosas, el oficio
más adecuado para la persona. Tal determinismo no podía menos que generar
entre los aztecas un sentimiento permanente de inseguridad y angustia.
De este modo, a la llegada de Hernán Cortés, los aztecas no vieron otra cosa
que el cumplimiento de la llegada de Quetzalcóatl, quien regresaba para
gobernar a su pueblo. Los pueblos que habían estado cruelmente sometidos a
ellos, encontraron en esto la ocasión propicia para la tan ansiada liberación.
Encendida así la rebelión interna, un grupo de audaces aventureros no encontró
problemas para tomar en sus manos el Imperio Azteca.
Paradójicamente, política y religión fueron los sillares del imperio y ellos
mismos determinaron el holocausto de su propia civilización.

Los incas
Los incas no eran un grupo étnico natural del Cuzco, región que después será su
área central, se trataba de una población que emigró hacia el año 1100 d.C.,
probablemente desde el Altiplano, hacia el valle de Cusco o Cuzco, donde
durante casi trescientos años llevaron a cabo incursiones y alianzas con los
pueblos de la zona.
Con el paso del tiempo se convirtieron en un grupo muy poderoso e importante,
sin embargo permanecieron en la región hasta la invasión chanca y el gobierno
de Pachacutec Inca Yupanqui, cuando empezaron a expandirse por otras
regiones.

Cuenta la leyenda que eran años en que gobernaba el Inca Viracocha, cuando
aparecieron rodeando la ciudad del Cuzco los chancas, un pueblo muy belicoso
de la sierra central, quienes atacaron y destruyeron la ciudad, tras de lo cual
Viracocha huyó.
Frente a las ruinas del viejo templo solar, el Inticancha, el general Yupanqui
imploró su ayuda al dios Sol, el cual convirtió a las piedras que rodeaban la
ciudad en soldados (conocidos como pururaucas) y éstos derrotaron a los
enemigos. La gente entonces aclamó a Yupanqui como su nuevo inca y éste
asumió el cargo con el nombre de Pachacutec (‘el que transforma el mundo’).
Con el nuevo inca, el sector militar se vio fortalecido y la expansión adquirió
importancia. Pachacutec conquistó la meseta del Collao, Arequipa, el valle del
Mantaro, a los chinchas (icas), Lima, entre otros territorios, y organizó el
Tahuantinsuyu. A Pachacutec le sucedió Túpac Inca Yupanqui, quien como auqui
(‘príncipe heredero’) continuó la expansión por la costa y la sierra norte,
dominando a los chachapoyas, los chimú y otros pueblos importantes hasta el
actual territorio de Ecuador.
Posteriormente, ya como inca, se dirigió al sur, donde avanzó hasta el río
Maule, punto que se convertirá en la frontera sur del Imperio. Este, no
obstante, alcanzó su mayor extensión con el reinado (1493-1525) del hijo de
Túpac, Huayna Cápac. Hacia 1525, el territorio bajo control inca se extendía
por la zona más meridional de la actual Colombia, por Ecuador, Perú y Bolivia y
por zonas de lo que hoy en día es el norte de Argentina y Chile, abarcando un
área de más de 3.500 km de norte a sur, y de 805 km de este a oeste. Los
investigadores estiman que esta inmensa región estuvo habitada por una
población de entre 3,5 y 16 millones de personas de distintas culturas andinas.

La muerte de Huayna Cápac en 1525, antes de que pudiera designar a su


sucesor, provocó la división del Imperio. Sus dos hijos, los hermanastros
Huáscar y Atahualpa, aspiraban al trono.
La consiguiente y encarnizada lucha entre ambos, que finalizó en 1532 con la
captura de Huáscar, debilitó seriamente al Imperio. En este crítico momento el
conquistador español Francisco Pizarro desembarcó en la costa con una fuerza
de unos 180 hombres dotados de armas de fuego. Pizarro, apoyado por
distintos grupos de indígenas descontentos por la dominación inca, logró
controlar el Imperio, altamente centralizado, haciendo prisionero a su jefe,
Atahualpa.
Temeroso de que Pizarro pudiera ordenar su destitución en favor de Huáscar,
Atahualpa dio la orden de ejecutar a su antiguo rival, lo que sería una de las
causas de su propia condena en el proceso al que le sometieron los españoles un
año después. El 26 de julio de 1533, cuando todavía se estaba acumulando un
enorme depósito de ornamentos de oro procedentes de todos los rincones del
Imperio, Pizarro ejecutó al garrote a Atahualpa.

Ese mismo año, los españoles iniciaron su marcha a Cuzco. En Jauja (un punto
intermedio) conocieron a Túpac Hualpa (Toparpa), quien se presentó como hijo
de Huayna Cápac y legítimo heredero al cargo de inca, Pizarro lo nombró
entonces como tal. Al llegar y ocupar Cuzco, recibieron la noticia de que
Toparpa había sido asesinado, entonces Francisco Pizarro nombró a Manco Inca
(Manco Cápac II) como nuevo soberano. Manco Inca se rebeló contra los
españoles en 1536, cercó Lima y Cuzco por algunas semanas, hasta que
finalmente fue derrotado en Sacsahuamán.
Tras la derrota huyó hacia el oriente, fundando un centro de resistencia
conocido como Vilcabamba: por ello a él y a sus descendientes se les conoce
como incas de Vilcabamba. Al morir Manco Inca, le sucedió en el trono su hijo
Sayri Túpac, quien firmó la paz con el virrey Andrés Hurtado de Mendoza,
marqués de Cañete, pero falleció en 1561, siendo reemplazado por Titu Cusi
Yupanqui, que reinició las hostilidades; finalmente, en 1570, asumió el poder
Túpac Amaru, quien fue derrotado y decapitado en 1572 por orden del virrey
Francisco de Toledo.
Introducción.

En este trabajo le invito a conocer algo mas de la historia de las


civilizaciones que vivieron en el continente americano, entre las más
importantes de estas, resaltamos a los Mayas, Incas y Aztecas de los que
conoceremos sus costumbres, sus dioses, su religión, su organización como
pueblos y otras cosas más. Conoceremos a los lideres, sus templos y sus
ciudades, su ubicación en el continente y algunas otras cosas que se olvidaron
nombrar.
También le invito a conocer ¿cómo vivían estos pueblos?, ¿De que se
alimentaban?,¿Cómo conseguían su comida?, ¿Que religión profesaban?, ¿Cómo
demostraban el respeto por sus dioses?, ¿Quiénes eran sus dioses?, ¿Con qué
los honraban?, Muchas preguntas que uno se hace sobre estos pueblo también
tienen muchas respuestas que nos mostraran como eran y como se comportaban
estos pueblos originarios del continente americano.

A continuación le invito a responderse todas esas preguntas sobre los


pueblos originarios americanos, ojala lo disfrute.
Conclusión.

Después de haber conocido como vivían estos pueblos, que costumbres


tenían, como se alimentaban y cuales eran sus dioses se puede notar que estos
pueblos mostraban muchas semejanzas como diferencias entre si, como sus
dioses que eran parecidos, algunas costumbres y otras cosas, pero también se
diferenciaban en su organización, y otras costumbres en las que se puede
resaltar el polémico juego de pelota que tenían los aztecas en el que se
sacrificaba gente sin una razón sino porque debían hacerlo para honrar a sus
dioses, y además podían elegir a uno de los espectadores del partido para
sacrificarlo junto con el equipo perdedor, en lo que parecía un acto de
salvajismo.

Nuestra conclusión final dice que estos pueblos eran muy creyentes al
respecto de la religión y los dioses, que no se podría decir que es malo, pero
era mucho el fanatismo que llegaban a hacer cosas muy extrañas para honrar a
sus dioses, en otra cosa su forma de vivir parecía ser tranquila y acorde a su
forma de ser, su organización social era bien denominada, parecía que todos los
pueblos eran muy organizados a nivel social y no había una gran notoria
separación de clases entre estos.
Ubicación geográfica.

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