Bibliot - El Imperialismo
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Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin
PRLOGO
El perodo que va desde el comienzo del siglo hasta la Primera Guerra Mundial es aqul en que culmina el reparto colonial del mundo entre las potencias europeas y, en medida algo menor, Estados Unidos y Japn. Las necesidades expansivas de estos pases, sin embargo, resultaron superiores a los pueblos y territorios -mercados de venta e inversin, dominio de materias primasdisponibles para la explotacin imperial. Esto fue particularmente agudo en el caso de Alemania: su rpida expansin industrial capitalista en la segunda mitad del siglo encontr duros lmites en las posesiones, coloniales, ya logradas, de Francia y particularmente de Inglaterra, a la sazn la potencia imperialista nmero uno. La poltica imperial fue justificada, sobre todo, por los estadistas y funcionarios que la tuvieron a su cargo, generalmente en nombre de la Civilizacin, del Progreso, e incluso de la Paz, aunque hicieran tronar los caones para lograrla. Pero los desastres ocasionados por la Gran Guerra de 1914-1918, males sufridos por los propios pueblos de las potencias imperiales, hicieron a partir de entonces muy difcil la justificacin de esa poltica en nombre de tales valores. Sin embargo, antes que la Gran Guerra pusiera en evidencia, ante toda la humanidad, las posibles consecuencias del sistema de expansin imperialista, varios pensadores haban intentado describir y estudiar sus caractersticas esenciales e incluso predecir los resultados de su funcionamiento. De ambas vertientes -es decir, tanto de aquellos que justificaron la poltica de expansin imperial, como de los crticos del sistema que la posibilitaba- hemos extrado esta seleccin de textos. La misma es breve, y si ninguna antologa ha logrado ser completa, esta seleccin no pretende ser sino una muestra representativa.
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin hermandad. Pensamos y hablamos de ellas como parte de nosotros mismos, como parte del Imperio Britnico, unidas a nosotros por ligaduras de parentesco, de religin, de historia y de lengua, a pesar de estar dispersas a travs del mundo, y unidas a nosotros por los mares que anteriormente parecan separarnos. Pero el Imperio Britnico no se reduce a las colonias autogobernadas al Reino Unido. Incluye un rea mucho mayor, una poblacin mucho ms numerosa en los climas tropicales, donde es casi imposible el establecimiento europeo y donde la poblacin nativa es vastamente superior en nmero a la blanca, y en estos casos tambin es explicable la nueva idea de Imperio. Aqu tambin el sentido de posesin ha dejado paso a un sentimiento diferente; al sentido de obligacin. Sentimos ahora que nuestro dominio sobre estos territorios puede ser justificado slo si logramos felicidad y prosperidad para el pueblo, y sostengo que nuestro gobierno trae y ha trado seguridad y paz y relativa prosperidad a pases que nunca conocieron antes esos beneficios. Para llevar adelante esta tarea de civilizacin estamos realizando lo que creo es nuestra misin nacional, y estamos encontrando un enfoque ms ajustado para el ejercicio de aquellas facultades y cualidades que han hecho de nosotros una raza gobernante. No digo que nuestro xito ha sido completo en todos los casos, no digo que todos nuestros mtodos han sido irreprochables; pero si digo que en casi todas las instancias en las que se estableci el dominio de la Reina y donde se ha hecho cumplir la gran "pax britannica" ha sobrevenido con ella mayor seguridad para la vida y la propiedad y un mejoramiento material para la mayora de la poblacin. Sin duda, en el momento en que se realizaron las conquistas ha habido derramamiento de sangre, ha habido prdida de vidas entre las poblaciones nativas, prdida de vidas an ms preciosas de aqullos que fueron enviados para llevar a esos pases un tipo de orden disciplinado; pero debemos recordar que sta es la condicin de la misin que debemos cumplir. Hay naturalmente entre nosotros, como los hay siempre -segn creo-, una pequesima minora de hombres que constantemente estn dispuestos a ser los defensores de los ms detestables tiranos, siempre que su piel sea negra, hombres que se conduelen de las tristezas de Pempeh y Lobengula, que denuncian como asesinos a los compatriotas que obedecieron las rdenes de la Reina, que redimieron zonas, tan extensas como Europa, de la barbarie y la supersticin, en las que haban estado sumergidas durante siglos. Recuerdo un cuadro de Selous, de un filntropo -quiero creer que un filntropo imaginario- sentado cmodamente frente a su chimenea y denunciando los mtodos que se usaban para promover la civilizacin britnica. Este filntropo se quejaba del uso de fusiles Maxim y otros instrumentos de guerra y preguntaba por qu razn no podamos proceder con mtodos ms persuasivos, y por qu los "impis" 2 de Lobengula no podan ser juzgados y multados con 5 chelines y de esa manera obligados a conservar la paz. No cabe duda de que hay un humor exagerado en este cuadro, una exageracin grosera para ridiculizar el estado de nimo contra el que estaba dirigido. No se puede hacer tortilla sin romper huevos; no se pueden destruir las prcticas de barbarie, de esclavitud, de supersticin, que por
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin siglos han desolado el interior de frica, sin el uso de la fuerza; pero si honestamente se compara lo que se gana para la humanidad con el precio que estamos obligados a pagar, pienso que bien podemos alegrarnos por el resultado de tales expediciones como las que han sido dirigidas recientemente con xito significativo en Nyasalandia, Ashanti, Benin y Nup, expediciones que pueden costar y que ciertamente han costado valiosas vidas, pero podemos estar seguros de que por una vida perdida habr cien ganadas y habr avanzado as la causa de la prosperidad y la civilizacin del pueblo. Pero sin duda al estado de cosas, tal misin como la que he descrito involucra una gran responsabilidad. En el ancho dominio de la Reina las puertas del templo de Jano no estn nunca cerradas, y es una gigantesca tarea la que debemos sobrellevar desde el momento en que nos hemos decidido a esgrimir el cetro del Imperio. Grande es la tarea, grande la responsabilidad, pero grande es el honor; y estoy convencido de que la conciencia y el espritu del pas se pondrn a la altura de estas obligaciones, y que tendremos la fuerza para completar la misin que nuestra historia y nuestro carcter nacional nos han impuesto. En lo que respecta a las colonias autogobernadas, nuestra tarea es mucho liviana. Es verdad que nos hemos comprometido a protegerlas con toda nuestra fuerza contra la agresin extranjera, a pesar de que esperamos que nunca se haga necesaria nuestra intervencin. Pero debe quedar claro nuestro principal deber, cual es hacer realidad ese sentimiento de hermandad al cual me he referido y que creo es profundo en el corazn de todo britnico. Queremos promover una ms ntima y firme unin entre todos los miembros de la gran raza britnica, y a este respecto hemos hecho grandes progresos en los aos recientes, tan grandes que a veces pienso que algunos amigos tienden a apresurarse y an esperan que se cumpla un milagro. Me gustara pedirles que recuerden que tiempo y paciencia son elementos esenciales en el desarrollo de toda gran idea. Conservemos, caballeros, nuestros ideales siempre ante nosotros. Por mi parte, creo en la posibilidad prctica de una federacin de la raza britnica, pero s que vendr, si viene, no por presin, no por nada que surja como dictado desde aqu, sino que vendr como la realizacin de un deseo universal, como la expresin del ms caro deseo de nuestros propios hermanos de las colonias. No ignoro que cualquier hombre sensato pueda dudar de que tal resultado fuera deseable, que fuera de inters tanto para las colonias como para nosotros. Pienso que la tendencia es otorgar todo el poder a los imperios ms grandes, y los pequeos reinos -aqullos que no son progresistas- parecen estar destinados a ocupar un lugar secundario y subordinado. Pero si el tan grande Imperio Britnico se mantiene unido, ningn imperio en el mundo podr sobrepasarlo en extensin, en poblacin, en riqueza o en la diversidad de sus recursos. Tengamos, entonces, confianza en el futuro. No pido que me anticipen como Lord Macaulay la poca en que el neozelands vendr a contemplar las ruinas de una gran ciudad muerta. No tenemos signos visibles de decadencia y destruccin. La madre patria es an vigorosa y promisoria, es aun capaz de enviar a sus esforzados hijos a poblar y ocupar los ms desolados lugares del globo; pero tambin puede ser que algunas de estas naciones hermanas, cuyo amor y amistad tan vehementemente ansiamos, puedan en el futuro igualar o an sobrepasar nuestra grandeza. Es posible que surja a travs del ocano una capital que arroje en la sombra las glorias del mismo Londres; pero antes de que ello ocurra, que sea nuestro empeo, que sea nuestra tarea, el mantener encendida la antorcha del patriotismo imperial, mantener la amistad y la confianza de
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin nuestros hermanos del otro lado de los mares, para que en cualquier vicisitud de la fortuna el Imperio Britnico pueda presentar una barrera infranqueable para sus enemigos y para que pueda llevar adelante por los siglos las gloriosas tradiciones de la bandera britnica. Es porque creo que el Instituto Real de Colonias est contribuyendo en este sentido, que con sinceridad propongo el brindis de esta noche.
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin envolver en nuestra poltica de viejo mundo y verse mezcladas en guerras en las que no tienen posible inters ni beneficio. Pero puedo sealar sin embargo, la accin que las colonias desarrollaron, hace no mucho tiempo, en el caso de la guerra con Egipto, cuando demostraron un sentimiento que creo deberamos valorar, en una situacin en la que slo primaba realmente un inters sentimental. Supongo que los habitantes de nuestras colonias leen historia; si lo hacen, sabrn que toda guerra en la que este pas estuvo comprometido, desde la guerra con Francia a principios de siglo, y que cada disputa que ha amenazado seriamente nuestra paz, ha surgido de las preocupaciones e intereses de una u otra de las colonias o de la gran dependencia de la India. En tales circunstancias, me parece claro que tanto por conveniencia de las colonias como de la madre patria, deberamos buscar y encontrar un sistema orgnico de defensa. La dificultad en el caso de la unidad comercial es sin duda mucho mayor. No tiene sentido esperar que nuestras colonias abandonen sus impuestos aduaneros como su ms importante fuente de recursos. Es difcil esperar que renuncien a los intereses proteccionistas de que gozan actualmente. Todo lo que podemos hacer es esperar sus propuestas, cuando las hagan, considerarlas con justicia e imparcialidad; y aceptarlas siempre que no signifiquen el sacrificio de algn inters vital para nuestra poblacin. Mientras tanto, nada deberamos hacer para desalentar la amistad o rechazar el patriotismo y la lealtad de nuestros hermanos de las colonias y hermanos de sangre, quienes se sienten orgullosos de las tradiciones gloriosas de nuestra patria, quienes comparten con nosotros nuestra historia, nuestro origen y nuestra ciudadana comn dentro del ms grande y libre imperio que el mundo haya conocido jams.
Notas
1 Expresin que alude peyorativamente a aquellos ingleses "insulares", es decir, contrarios al imperialismo britnico (N. del T.).
3 "No puede ser. La visin es demasiado bella / Paras criaturas destinadas a respirar aire terreno. / Pero no por ello la sobria razn depondr / Esa promesa, ni renunciar a reconocer esa esperanza. / Sabemos que slo altos fines obtienen / Ricos galardones, y slo eso persiguen."
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin aumento de bienestar para Bulgaria, Serbia, Bosnia y Herzegovina. Estas provincias se hicieron independientes o pasaron a la dominacin de Austria y la ventaja que les result a causa de esta expansin de dominio de la civilizacin a costa de la barbarie, ha sido incalculable. Esta expansin ha producido la paz y puesto fin a la incesante, abrasadora, sangrienta tirana que haba desolado los Balcanes desde hacia tantos siglos. Hay muchsimas personas excelentes que han alabado las fantsticas doctrinas religiosas de Tolstoi, su fantstica apologa de la paz. La misma cualidad que hace alternar al corruptor y al devoto en ciertas familias decadentes, el histrico desarrollo que en una mrbida naturaleza, lleva a una violenta reaccin emocional del vicio a la virtud, lleva tambin a Tolstoi a la creacin, de una parte, de su "Sonata a Kreutzer" y de otra parte, de su malsano misticismo de paz. Un espritu sano y saludable ser tan incapaz de la degradacin moral de novela como de la decadente moralidad de la filosofa. Si los compatriotas de Tolstoi hubiesen procedido segn sus teoras morales, hubieran permanecido siempre quietos y los salvajes hubiesen ocupado su puesto. Una guerra injusta es un pecado terrible. No causa, sin embargo, en nuestros das, nada parecido a la miseria, que es producida por la injusta conducta hacia el prjimo en el mundo social y comercial; y condenar toda guerra es precisamente tan lgico como condenar todas las resoluciones de negocios y de sociedad, como condenar el amor y el matrimonio a causa de la espantosa miseria producida por las pasiones desarregladas y brutales. Si Rusia hubiese procedido con arreglo a la filosofa de Tolstoi, todo su pueblo desde hace largo tiempo hubiese desaparecido de la superficie de la tierra, y el pas estara ocupado ahora por tribus errantes de brbaros trtaros. La matanza de Armenia son simples ilustraciones en una escala pequea de las que se produciran en una escala muy grande si los principios de Tolstoi se hicieran universales entre los pueblos civilizados. Y no es necesario mostrar que la educacin que producira semejante estado de cosas es fundamentalmente inmoral. Aun una vez ms, la paz no puede obtenerse ms que por la guerra. Hay hombres en nuestro pas que olvidan en apariencia que en el momento en que estall la Guerra Civil, el gran grito lanzado por los opuestos a la guerra fue el grito de paz. Una de las ms divertidas y ms mordaces stiras escritas por los amigos de la unin y de la libertad durante la Guerra Civil se la llam el "Nuevo Evangelio de la Paz" por irrisin a esta actitud. Los hombres de nuestro pas que en nombre de la paz, han envalentonado a Aguinaldo y a sus gentes, para batir a nuestros soldados en Filipinas, podran aprovechar grandemente, si quisieran lanzar una mirada atrs sobre los das de los sangrientos tumultos y arrebatos que deliberadamente se producan en nombre de la paz y de la libertad de palabra cuando el populacho mataba hombres y mujeres en las calles y quemaba los huerfanitos en los asilos como protesta contra la guerra. Cuatro aos de lucha sangrienta contra un enemigo armado, que estaba ayudado en toda ocasin por los que se llaman a si mismos abogados de la paz fueron necesarios para restablecer la Unin; pero el resultado ha sido que la paz de este continente est eficazmente asegurada. Si esos hombres de cortas miras, los abogados de la paz hubiesen hecho lo que queran en aquel momento, y la cesacin hubiese sido un hecho realizado, nada hubiese podido impedir una repeticin en la Amrica del Norte de aquella devastadora guerra anrquica que durante tres cuartos de siglo se enseore de la Amrica del Sur despus que fue roto el yugo de Espaa. Hemos librado a las generaciones de
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin anarqua y efusin de sangre, porque nuestros padres sostuvieron a Lincoln y sostuvieron a Grant, que eran hombres, en todo el sentido de la palabra, con demasiado sentido comn para ser extraviados por esos que predican que la guerra es siempre un mal, y con un fondo de severa virtud en lo ms profundo de sus almas, que les haca ejecutar actos, delante de los cuales, los hombres de naturaleza demasiado dulce hubieran retrocedido y palidecido. Las guerras entre las colectividades son verdaderamente terribles, y como las naciones cada vez se vuelven ms civilizadas, tenemos todas las razones, no simplemente de esperar y si de creer que cada vez sern ms raras. Hasta con los pueblos civilizados, como se ha visto por nuestra propia experiencia en 1861 puede al fin ser necesario sacar la espada, antes que someterse a un hecho malo. Pero un rasgo que verdaderamente marca la historia del mundo en el presente siglo ha sido la disminucin creciente de las guerras entre las grandes naciones civilizadas. La conferencia de la paz en La Haya, no es ms que un signo de este desenvolvimiento. Yo estoy entre los que creen que se ha hecho mucho en esa conferencia y estoy orgulloso de la preponderante posicin tomada por nuestros delegados en ella. Incidentalmente, har observar es unnime el testimonio sobre este punto, que se hallaron en estado de tomar esa posicin preponderante, porque nosotros acabbamos de salir triunfantes en nuestra muy justa guerra con Espaa. Una atencin flaca se concedi al afeminado y cobarde que habl de la paz, pero una atencin debida al hombre fuerte que con la espada ceida a la cintura habl de la paz, no por innobles motivos, no por miedo o desconfianza de sus propias fuerzas, y si por un sentido profundo de obligacin moral. El desarrollo de la paz entre las naciones, sin embargo, est confinado estrictamente a aquellas que son civilizadas. Pero slo puede mantenerse en el caso que, dos partes en presencia de una querella, posible, estn animadas del mismo espritu. Con una nacin brbara la paz es condicin excepcional. En los confines entre la civilizacin y barbarie, la guerra es generalmente normal. Que los brbaros sean el Indio rojo en la frontera de los Estados Unidos, el Afghano en los confines de la India Britnica o el Turcomano quien limita con el Cosaco de Siberia, el resultado es el mismo. A la larga, el hombre civilizado encuentra que no puede conservar la paz ms que subyugando a su vecino brbaro, pues el brbaro no ceder ms que a la fuerza, salvo casos tan excepcionales que puedan quedar olvidados. Detrs de la fuerza debe venir el proceder franco, si se quiere que la paz sea permanente. Pero en la fuerza el proceder franco, por regla general no sirve de nada. En nuestra historia hemos sufrido ms molestias por parte de las tribus Indias que hemos acariciado y mimado, que por parte de aquellas que hemos castigado; y esto ha sido verdad en Siberia, en el Indostan y en frica. Toda expansin de civilizacin trabaja para la paz. En otros trminos, toda expansin de una potencia civilizada significa una victoria para la ley, el orden y la justicia. Esto ha sido verdad en todos los casos de expansin durante el presente siglo, lo mismo que la potencia expansionista fuese Francia o Inglaterra, Rusia o Amrica. En todos los casos la expansin ha sido un provecho, no tanto para la potencia que se beneficia nominalmente, como para el mundo entero. En todos los casos, el resultado ha probado que la potencia expansionista cumpla un deber para la civilizacin mucho ms grande e importante que el que hubiera podido hacer ninguna potencia estacionaria. Tomad el caso de Francia y Argelia. Durante las primeras dcadas del presente siglo, la piratera
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin de la ms terrible especie reinaba en el Mediterrneo y millares de hombres civilizados eran todos los aos arrastrados a la esclavitud por los piratas moros. Una paz degradante fue comprada por las potencias civilizadas con el pago de un tributo. Nuestro propio pas fue una de las naciones tributarias que pagaron tambin el dinero de sangre a los musulmanes bandidos del mar. Nosotros libramos con ellos algunas batallas, y en mayor escala los ingleses. Nuestro ltimo pago se hizo en 1830, y la razn porque fue el ltimo, es porque en aquel ao comenz la conquista francesa de la Argelia. Sentimentalistas de relumbrn como los que escriban poemitas en favor de los Mahadistas, contra los ingleses, y que ahora escriben pequeos ensayos en favor de Aguinaldo contra los Americanos celebraron a los piratas argelinos como hroes que luchan por la libertad contra la invasin francesa. Pero los franceses continuaron haciendo su obra; Francia se expansion sobre Argelia, y el resultado fue que la piratera del Mediterrneo lleg a su fin, y Argelia ha prosperado como nunca lo haba hecho en su historia anterior. En una escala an ms grande, puede citarse esta verdad de Inglaterra y del Sudn. La expansin de Inglaterra en todo el valle del Nilo ha sido un beneficio incalculable para la civilizacin. Cualquiera que lea los escritos de los sacerdotes y de los laicos austracos que fueron prisioneros en el Sudn dominado por el Madhi comprender que cuando Inglaterra le aplast y conquist el Sudn hizo un favor incalculable a la humanidad e hizo acreedor suyo al mundo civilizado. El mismo hecho produce Rusia avanzando sobre Asia. De igual manera que la conquista del Sudn por Inglaterra ha sido seguida de la paz, y las matanzas sin fin del Madhi han terminado para siempre, as la conquista rusa de los Kamotos del Asia Central ha significado la conclusin de la guerra brbara bajo la cual la civilizacin asitica estaba constantemente marchita y desvanecida desde los das de Gengis Kan, ocupando su puesto el reinado de la paz y del orden. Es el mundo civilizado por entero quien ha ganado cuando Rusia avanz, como ha ganado cuando Francia avanz en el frica del Norte; como ha sido ganancioso cuando Inglaterra avanz a la vez en Asia y en frica, a la vez en el Canad y en Australia. Sobre todo ha habido en la paz el mayor provecho. La regla de la ley y del orden ha sucedido a la regla de la violencia brbara y sangrienta. Hasta el da en que las grandes potencias civilizadas hicieron su entrada, no haba ninguna probabilidad para otra cosa, ms que para esta violencia sangrienta. Lo mismo ha sucedido en la historia de nuestro propio pas. Naturalmente, toda nuestra historia nacional ha sido una historia de expansin. Bajo Washington y Adams nos hemos expansionado hacia el Oeste hasta el Missisipi; bajo Jefferson nos hemos expansionado a travs del continente hasta la desembocadura del Columbia; bajo Monroe sobre la Florida y luego en Texas y California y finalmente gracias a Seward en la Alaska, mientras que bajo todas las administraciones, el proceso de la expansin ha continuado con creciente rapidez en las grandes llanuras y en las Montaas Roquizas. Mientras hemos tenido una frontera, el rasgo principal de la vida de frontera ha sido la guerra sin fin entre los colonos y los hombres rojos. Algunas veces, la causa inmediata de la guerra se encontraba en la conducta de los hombres blancos, y algunas veces en la de los rojos; pero la causa final era sencillamente que nosotros estbamos en contacto con pases salvajes o semisalvajes.
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin En nuestros lmites con el Canad no hay ningn peligro de guerra; como tampoco lo hay en nuestros lmites con las regiones bien organizadas de Mxico. Pero por todas las dems partes la guerra ha debido continuar hasta que nos expansionamos sobre el pas. Entonces, inmediatamente ha sido seguida de una paz que hasta el presente no se ha roto. En la Amrica del Norte como por todas partes del mundo entero, la expansin de una potencia civilizada ha significado invariablemente el crecimiento del aire en el cual la paz ha cruzado normalmente a travs del mundo. Lo mismo suceder en las Filipinas. Si los hombres que han aconsejado la degradacin nacional, la deshonra nacional y nos incitan a abandonar a los filipinos y entregar a la oligarqua Aguinaldina el dominio de esas islas, pudiesen hacer su voluntad devolveramos aquellos territorios a la rapia y a la efusin de sangre hasta que alguna potencia ms viril interviniese para ejecutar la misin que nosotros nos hemos mostrado espantados de cumplir. Pero felizmente, este pas, conservar las islas, constituir un gobierno estable y ordenado de manera que haya un hermoso rincn ms en la superficie del mundo arrancado a la fuerza de las tinieblas. Fundamentalmente, la causa de la expansin es la causa de la paz. Con las potencias civilizadas hay poco peligro de que entremos en guerra. En el Pacfico, por ejemplo las grandes naciones progresivas, colonizadoras, son Inglaterra y Alemania. Con Inglaterra, recientemente hemos comenzado a sentir lazos de amistad tan firmes como lo son entre parientes y as sern tambin con Alemania. Recientemente, los asuntos de Samoa han sido arreglados, por ms que nosotros tengamos que sufrir el peor de los tipos de gobierno, un gobierno donde tres potencias reunidas asumen en conjunto a su responsabilidad (tipo, que dicho sea de paso, preconizan algunos de los antiimperialistas para introducirle en Filipinas bajo pretexto de hacerlas neutras). Esto se hizo en gran parte, para que las tres naciones se pongan de buena gana a trabajar por un arreglo que haga justicia a todos. En las negociaciones preliminares, los agentes de Amrica y de Alemania, eran M. Tropp y el barn de Sternburge. Ninguna dificultad podr surgir nunca entre Alemania y los Estados Unidos que no se arregle a satisfaccin de las dos, si son llevadas las negociaciones por representantes de las dos potencias parecidos a estos dos hombres. Lo que es necesario es abordar el punto con un deseo no de sobrepujar el uno al otro, y s de hacer una justicia igual y exacta, y de hacer entrar en funciones un sistema que trabaje respetando por completo escrupulosamente el honor y el inters de todos nuestros intereses. Las naciones que se expansionan y las que no se expansionan, pueden lo mismo hundirse al fin, pero las unas dejan herederos y una memoria gloriosa y las otras no dejan nada. El Romano se expansiona, y ha dejado una memoria que ha influido profundamente en la historia de la humanidad, y sobre todo, su lengua y su cultura en lo que se llaman los pueblos Latinos de Europa y Amrica. Lo mismo que hoy en da, sern los grandes pueblos expansionistas quienes leguen a las edades futuras los grandes recuerdos y los resultados materiales de sus esfuerzos y entre las naciones que salieron de su recinto, Inglaterra aparecer como el architipo y el mejor ejemplar de todas esas potentes naciones. Pero los pueblos que no se expansionan no dejan, no pueden dejar nada detrs de ellos. Es solamente la potencia guerrera de un pueblo civilizado quien puede dar la paz al mundo. Los rabes hicieron oscurecer la civilizacin de las costas Mediterrneas, los Turcos hicieron
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin oscurecer la civilizacin europea sur oriental, y los Trtaros desolaron todo desde la China hasta Rusia y Persia haciendo retroceder el progreso del mundo por muchos siglos, nicamente porque las naciones civilizadas fronterizas a ellos haban perdido sus grandes cualidades combatientes, y hacindose ultra pacficas haban perdido el poder de mantener la paz con mano enrgica. La desaparicin marc el principio de un perodo de guerra brbaro y cruel. Aquellos cuya memoria no es bastante corta para haber olvidado la derrota de los Griegos por los Turcos, de los Italianos por los Abisinios, y las dbiles campaas intentadas por Espaa contra el dbil Marruecos, deben darse cuenta de que a la hora actual las costas del Mediterrneo estaran invadidas por los Turcos o los Madhistas del Sudn si esta barbarie guerrera no hubiese temido a las potencias de la Europa Meridional que no han perdido el impulso combativo. Semejante conquista brbara significara la guerra sin fin; y el hecho contrario en nuestros das, que los brbaros se retiren o sean conquistados, y como resultante que la paz sea su retrogresin o su conquista, es debido nicamente a las potentes razas civilizadas que no han perdido el instinto combativo y que por su expansin hacen reinar gradualmente la paz en los rojos desiertos donde los pueblos brbaros del mundo detentaban el imperio.
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin por fin, el incendio. La situacin actual no ha nacido de conflictos pasajeros de intereses ni de dificultades diplomticas: es el resultado de una malevolencia que desde hace muchos aos se manifiesta contra el podero y la prosperidad del pueblo alemn. No nos sentimos impulsados por el deseo de conquista: lo que nos anima es la voluntad indomable de conservar para nosotros y para todas las generaciones que nos sigan, el puesto en el cual nos ha colocado Dios. Por los documentos que nos han sido comunicados podris ver los esfuerzos que mi gobierno, y sobre todo mi canciller, han hecho hasta el ltimo minuto para evitar la decisin suprema. Empuamos la espada por nuestra legtima defensa, con la conciencia pura y las manos puras. A los pueblos, a las razas todas del Imperio alemn, va dirigido mi llamamiento para defender con el mximum de sus fuerzas, en unin fraternal con nuestros aliados, los resultados de nuestro trabajo pacfico. Siguiendo el ejemplo de nuestros hermanos, resueltos y fieles, graves y caballerescos, humildes ante Dios y llenos de ardor blico ante el enemigo, tenemos confianza en el Todopoderoso eterno que acceder con toda su voluntad a darnos la fuerza necesaria para nuestra defensa y llevar la lucha a buen fin. A vosotros, seores, dirige todas sus miradas el pueblo alemn en masa, reunido en torno de sus prncipes y de sus jefes. Tomad vuestras decisiones con un comn acuerdo y pronto. Es mi voto ms ardiente. (El emperador improvisa en seguida lo que sigue): Ya habis ledo, seores, lo que he dicho a mi pueblo desde el balcn de palacio. Y repito: ya no reconozco diferencias de partidos, ya no reconozco ms que alemanes. (Aclamaciones delirantes.) Para convencerme de que estis firmemente resueltos sin distincin de partidos, sin distincin de clase o de religin, a seguirme en toda ocasin y momento, an en el peligro y; hasta la muerte, yo invito a los jefes de los partidos a venir a estrecharme la mano como prueba de su juramento. (Deutscher Geschichtskalender).
Respuesta A Los Habitantes De Hamburgo Que Tributan Su Homenaje Al Emperador Con Motivo De La Paz De Ucrania, El 10 De Febrero De 1918
"Nosotros, los alemanes, debemos dedicar nuestro esfuerzo a apresurar el advenimiento de tiempos mejores... "Nosotros debemos dar la paz al mundo... "Y entonces vendr la paz, una paz tal como es necesaria para asegurar un formidable porvenir al imperio alemn y que har sentir su influencia en el curso de la historia del mundo." Nosotros hemos atravesado tiempos difciles en que cada uno ha tenido que soportar su pesada carga: ansiedades y duelos, tristezas y angustias. El que ahora est delante de vosotros no es de los que experiment menos. En l se concentraron las ansias de todo un pueblo y el dolor de sus miserias. En este mismo local, en 1870-71, siendo yo un nio todava, vi a los hamburgueses presididos, por el viejo Jacobi, en el momento en que le rendan a mi madre sus homenajes
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin despus de ser conocidas las grandes noticias de la victoria. Es este un recuerdo que se ha grabado en mi alma para toda la eternidad. Yo no supona entonces que me estuviera reservado el combatir para conservar lo que mi abuelo y mi padre haban obtenido y conquistado. El Seor de los Cielos, nuestro Dios, tiene todava, ciertamente, proyectos concernientes al pueblo alemn; y por esto, sin duda, lo ha puesto a prueba, y todos cuantos entre vosotros tienen una manera de ver las cosas grave y perspicaz, convendrn conmigo en que ello era necesario. Nosotros hemos ido imprudentemente a veces por malos senderos. Por esta dura prueba a que estamos sometidos nos indica el Seor por dnde debemos ir. Pero al mismo tiempo el mundo no iba tampoco por el buen camino y quien haya ledo la Historia podr observar cmo ha tratado el Seor, nuestro Dios, sirvindose de un pueblo tras otro, de conducir al mundo por el camino recto. Y los pueblos no lo han conseguido. Desapareci el imperio romano, el imperio de los francos se desmoron en la decadencia y lo mismo le sucedi al antiguo imperio germnico; pero El nos ha dejado algunas misiones que cumplir. Nosotros, los alemanes que tenemos todava ideales, debemos dedicarnos a apresurar el advenimiento de tiempos mejores, debemos luchar por el derecho, la fidelidad y la moral. El Seor, nuestro Dios, quiere la paz; pero una paz en la cual pueda esforzarse el mundo por implantar lo que es justo y hacer triunfar el bien. Nosotros debemos dar la paz al mundo, y la daremos de todas suertes. Ayer concertamos una paz animados de un espritu amistoso. Al enemigo que, derrotado por nuestras ejrcitos, reconoce que ya no le es posible ni le sirve de nada combatir y nos tiende la mano, le tendemos tambin la nuestra. Nosotros le estrechamos la mano. Pero el que no quiere aceptar la paz, el que, por el contrario, derramando su propia sangre y la de nuestro pueblo, no quiere la paz, debe ser obligado a ello. Nuestra misin en este momento consiste en que todos, hombres y mujeres, trabajemos. Nosotros queremos vivir en relaciones amistosas con los pueblos vecinos, pero ello exige que con anterioridad sea reconocida la victoria de los ejrcitos alemanes Nuestras tropas continuarn hasta conquistarla bajo la direccin de nuestro gran Hindenburg. Entonces llegar la paz; una paz tal como es necesaria para asegurar su poderoso porvenir al Imperio alemn y para hacer sentir su influencia en el curso de la historia del mundo. Para alcanzar esta finalidad es preciso que contemos con la ayuda del Todopoderoso que est en los cielos, es preciso que cada uno de vosotros, desde el colegial hasta el abuelo, no viva ms que entregado a este solo pensamiento: la paz alemana. Viva la patria alemana! (Norddeutsche Allgemeine Zeitung.)
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin guerra mundial. Por esta causa he tenido que ir difiriendo constantemente mi propsito de venir a veros. Por fin, he tenido el placer de visitaros en estas fbricas cuyo desarrollo he podido seguir yo desde mi ms tierna infancia y cuya vista me ha llenado siempre de la ms grande admiracin por la ciencia, el genio de invencin y la energa de Alemania. Lo que quiero hoy es expresar a los directores, a los jefes de taller, a los obreros y obreras de la casa Krupp, mi imperial reconocimiento por la manera verdaderamente esplndida con que las fbricas Krupp se han puesto al servicio del ejrcito alemn y de su jefe supremo, y han dado en una medida muy superior a todo lo que se poda prever y esperar, el material que el ejrcito reclamaba de ellas en la misma proporcin y medida que aumentaban las exigencias en el curso de la ms formidable de las guerras. Desde los directores hasta el ltimo obrero y la ltima obrera, todos han realizado una labor formidable y eso en medio de dificultades crecientes en lo referente a la alimentacin y al vestido, a pesar de las prdidas, los duelos y las intranquilidades de todo gnero, de las que no se ha librado ninguna casa, desde el palacio de los prncipes a la modesta vivienda del obrero. Y adase a esto todava los esfuerzos siempre crecientes reclamados a la mujer alemana, que no solamente deba soportar sin el apoyo del marido la carga de sus hijos y de la casa, sino que deba, adems, con ese acrecentamiento de la pena que ello lleva consigo, desplegar todas sus fuerzas en la fbrica, con el fin de que las armas y los medios de defensa no les hicieran falta a los hombres. Fue sta una movilizacin que no se haba sospechado, esta segunda movilizacin industrial, sin, distincin de edad ni de sexo, un llamamiento como jams se le haba dirigido otro al pueblo alemn. Y a pesar de todo se ha respondido de buen grado, alegremente. Yo quisiera, ante todo, como padre del pas, expresarles mis gracias ms rendidas a las mujeres, a las jvenes y a los hombres que han cumplido su deber con semejante espritu de sacrificio, a pesar de las penalidades agobiadoras, de la ruina y de la desgracia que han cado sobre nosotros. Nadie debe creer, en nuestro pueblo, que yo no s lo que eso representa exactamente. En mis viajes a travs del pas yo he hablado con ms de una viuda, ms de un campesino, y en las apartadas regiones del Este y del Oeste, con ms de un reservista y de un territorial con el corazn lleno de inquietudes que desapareceran, no obstante, bajo los destellos de este pensamiento: "El deber primero, y luego lo dems". Vuestras ansias han repercutido en lo ms profundo de mi corazn. Todo lo que poda hacerse por mi iniciativa en calidad de padre del pas para aligerar en lo posible el peso y repartir entre todos las inquietudes de nuestro pueblo, ha sido hecho; muchas cosas hubieran podido ser realizadas en diferentes ocasiones y por eso no hay que asombrarse de que por ah exista algn descontento a este respecto. Pero, en definitiva, a quin debemos eso nosotros? Quin, desde el principio de la guerra, ha declarado que haba que reducir por el hambre a las mujeres y a los nios alemanes? Quin es el que ha aportado a esta guerra un odio espantoso? Los enemigos. Nosotros queremos saber, ciertamente, lo que hay sobre este punto. Cada uno de vosotros, aqu y en los rincones ms ocultos del pas, sabe que yo no he desperdiciado ninguna ocasin ni momento para abreviar en lo posible la duracin de la guerra, tanto por nuestro pueblo como por todo el mundo civilizado de Europa. En Diciembre de 1916 yo envi a nuestros adversarios un ofrecimiento categrico de paz, claro y sin equvocos, en nombre del Imperio alemn y de mis aliados. Y se respondi con la burla, el
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin sarcasmo y el menosprecio. Aqul que est en las alturas sabe el sentimiento que yo tengo de mi responsabilidad. En varios momentos, durante estos meses ltimos, los jefes responsables del gobierno del Imperio, han dado a comprender de una manera que no se prestaba a equvocos para quien quisiera entenderlo, que nosotros estbamos dispuestos en todo tiempo a tender una mano para la consecucin de la paz. Y se contest afirmando netamente la voluntad de aniquilar, de desmembrar y de aplastar a Alemania. Para hacer la paz es preciso que sean dos los que traten. Y si uno de los dos no quiere, el otro solo no puede hacer nada, suponiendo que no logre vencerle. Frente a nosotros est la voluntad absoluta que tienen nuestros adversarios de aniquilarnos; y a este deseo absoluto de aniquilarnos debemos oponer la voluntad absoluta de defender nuestra existencia. Vuestro 1 bravo ejrcito nos ha mostrado esta voluntad y su efecto, tanto en su marcha hacia adelante como en su movimiento de retirada y en la guerra de posicin. Ahora slo se trata de una sola cosa: infligir al adversario las mayores prdidas posibles. Eso se ha hecho y eso se hace todava. Vuestra marina, despreciando a la muerte, os lo ha probado, derrotando a un enemigo muy superior en el Skager-Rak. Vuestros submarinos roen al adversario hasta la mdula, como un gusano destructor, ms de lo que nuestros enemigos quieren dejar reconocer, aunque esto os vaya pareciendo demasiado largo a ms de uno de vosotros. Es preciso dar un sostn a esas hazaas incomparables de nuestro ejrcito y de nuestra marina, no solamente con nuestro trabajo, sino tambin con los pensamientos y los sentimientos de nuestro pueblo. No slo se trata de abastecer a nuestro valiente ejrcito y a nuestra brava marina del material necesario y los elementos indispensables que sirvan para reparar las prdidas, sino que, adems, precisa que cada alemn y cada alemana sepan que nosotros luchamos por nuestra existencia y que debemos hacer el mximum de esfuerzos para defendernos victoriosamente. Yo s muy bien que ms de uno de vosotros, en el curso de esta larga guerra, ha debido formularse frecuentemente esta pregunta: Cmo es posible que esto haya podido producirse, por qu ha tenido que llegarnos todo esto, siendo as que hemos tenido cuarenta aos de paz? Yo creo que es sta una pregunta que merece respuesta. Es sta una pregunta a la cual hay que contestar en atencin al porvenir, por nuestros hijos y nuestros nietos. Yo tambin he reflexionado largamente, os lo confieso, y he llegado a la siguiente conclusin: Todos nosotros lo sabemos desde nuestra juventud, por nuestra situacin actual y nuestras observaciones: en este mundo el bien lucha contra el mal; es as como lo ha decidido el Cielo; el s y el no: el no del que duda contra el s del que afirma, dira yo, voluntariamente; el no del pesimista contra el s del optimista; el no del incrdulo contra el s del hroe de la fe, el s del Cielo contra el no del Infierno. Pues bien; yo creo que vosotros me daris la razn si digo que esta guerra ha nacido de una gran negacin; y si me preguntis de qu negacin, os responder: la negacin del derecho a la existencia para el pueblo alemn, la negacin de toda nuestra cultura, la negacin de todo lo que nosotros hemos realizado en el mundo, de todo nuestro trabajo. El pueblo alemn era laborioso, viva reconcentrado en s mismo, amaba el esfuerzo y mostraba su genio creador en todos los dominios de la humana inteligencia; trabajaba fsica e intelectualmente. Pero haba individuos que no deseaban trabajar y que queran dormir sobre sus laureles. Estos eran nuestros enemigos. Nosotros bamos colocndolos en una situacin penosa tan
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin slo con nuestro trabajo productivo y nuestro desarrollo productor: industria, comercio, ciencia, arte, educacin del pueblo, legislacin social, etc. Merced a esto elevbase nuestro pueblo, y de ah naci la envidia. La envidia arrastr a nuestros enemigos al combate y la guerra se desencaden sobre nosotros, que no sospechbamos nada. Y ahora, como ven nuestros adversarios que todas las esperanzas que han estado alimentando durante estos ltimos aos eran engaosas, como nuestros grandes jefes militares -cuyos nombres han sido dados muy justamente a vuestros nuevos talleres- les han asestado golpe tras golpe, a la envidia se aade ahora el odio. Amigos mos: quin es el que odia? El alemn, el germano, no conoce el odio; nosotros slo conocemos una clera leal que llega hasta descargar un golpe sobre el adversario; pero cuando lo derribamos, maltrecho, nosotros le tendemos la mano y nos dedicamos cuidadosamente a su curacin. El odio no se manifiesta ms que en los pueblos que se sienten vencidos. Si mis compatriotas se muestran afligidos o se asombran al ver que se ha apoderado de nuestros enemigos un odio tan violento, deben encontrar la nica razn de ello en que se les ha revelado a stos la falsedad de sus clculos. Cualquiera que conozca el carcter de los anglosajones sabe lo que significa una lucha contra ellos, sabe cun extremadamente tenaces son. El ao pasado, hallndome en Flandes, donde nuestro ejrcito resisti durante meses a una fuerza cinco veces superior, dije yo: "Hijos mos, no es sta una guerra como las de otros tiempos; es un combate por nuestra existencia, que se nos quiere negar. En el curso de una lucha semejante hay que disputar el terreno palmo a palmo". Nosotros no sabemos cundo llegar esta lucha a su fin; pero nosotros s sabemos una cosa, y es, la necesidad de sostener el combate. Y ahora, amigos mos, dejad que llame vuestra atencin sobre otra cosa. Vosotros habis ledo lo que acaba de pasar en Mosc: el gran complot contra el Gobierno actual. El pueblo democrtico de los ingleses, regido por un Parlamento, ha tratado de derribar al gobierno ultra-democrtico que el pueblo ruso se ha esforzado por establecer, porque este gobierno, teniendo slo en cuenta los intereses de la patria, ha obtenido para su pueblo la paz por la que venan suspirando, cuando los anglosajones no quieren todava la paz. Es as como aparecen las cosas. Cuando se recurre a semejantes medios criminales es porque se siente su inferioridad. En este momento todo depende de los esfuerzos, es la partida suprema la que se juega, y como nuestros enemigos lo saben, como temen al ejrcito alemn, porque ven que no pueden vencer a nuestro ejrcito y a nuestra marina, tratan de dividirnos en el interior y debilitarnos por medio de falsas noticias con las que se nos quiere enervar. Esto no es debido al pueblo alemn, sino a maquinaciones que no tienen un fundamento real. Aqul que preste odos a semejantes noticias, aqul que esparza noticias no confirmadas en el tren, en el taller o en cualquier parte, es culpable ante la patria, es un traidor sobre quien flota la amenaza de las penas ms severas, lo mismo que se trate de un prncipe que de un obrero. Yo s muy bien que cada uno de vosotros me dar la razn sobre este punto. No es cosa fcil creedme, llevar cada da la conciencia de la responsabilidad a un pueblo de setenta millones de habitantes, viendo, por otra parte, todas las dificultades y la ruina creciente del pueblo durante ms de cuatro aos. Acabis de saber vosotros por las palabras amistosas de M. Krupp, que est enferma la emperatriz, mi esposa muy amada y madre del pas. Yo he permanecido en el frente durante aos, siempre lo ms cerca posible, para estar ms prximo a mis tropas. Hallndome entre mis
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin soldados recib la noticia de la enfermedad de la emperatriz. Todos los que entre vosotros seis esposos sabris lo que significa eso de llevar una tan pesada responsabilidad como la ma y recibir semejante noticia. La emperatriz, con la ayuda de Dios, est en vas de curacin, pero las tres semanas de su enfermedad fueron penosas. Yo estoy encargado, en recuerdo de las bellas horas que S. M. pas aqu el ao ltimo, de transmitiros sus salutaciones ms cordiales y ms sinceras y de invitaros a todos, hombres, mujeres y muchachas, a no descuidar el trabajo, a no escuchar otra voz que la de vuestra conciencia y a cumplir con vuestro deber a pesar de las dificultades de la hora, hasta la paz. La Santa Escritura tiene para todos nosotros una hermosa palabra: "Depositad en El todas vuestras ansias; El vela por nosotros". Y, despus, se lee: "Buscad primero el reino de Dios, y lo dems os ser dado por aadidura". Esto quiere decir que nosotros debemos arrojar lejos las inquietudes terrenas, con el fin de estar libres para el mejor cumplimiento de nuestros deberes. Cmo podemos nosotros complacer a Dios y conmover su corazn? Cumpliendo con nuestro deber. En qu consiste nuestro deber? En libertar a nuestra patria. Por consiguiente, nosotros tenemos la obligacin de sostener con todas nuestras fuerzas la lucha entablada con nuestros enemigos. Cada uno de nosotros recibe de lo Alto la misin a cumplir: t, a tu martillo; t, a tu horno, y yo, a mi trono. Pero todos nosotros debemos contar con la ayuda de Dios. Y la duda es la mayor ingratitud para con el Seor. Y ahora os pregunto yo lealmente, con toda sencillez: Tenemos nosotros razones para dudar? Fijos en las obras formidables que hemos llevado a cabo en cuatro aos de guerra! Una mitad del mundo se levant contra nosotros y nuestros fieles aliados y ahora tenemos la paz con Rusia, la paz con Rumania, no tenemos por qu preocuparnos de Serbia ni de Montenegro. Slo tenemos que combatir todava en el Oeste, y cmo es posible que el buen Dios nos abandone en el ltimo momento? Nosotros debiramos tener vergenza de nuestra debilidad que es la consecuencia de la fe que se presta a los falsos rumores. Con los hechos que vosotros mismos habis vivido, forjad una fe slida en el porvenir de vuestra patria. Nosotros hemos cantado con frecuencia en casa y en campaa, en la iglesia y a pleno aire, lo siguiente: "Nuestro Dios es una fortaleza slida" y estas palabras han repercutido en el azul del cielo y en las nubes de la tormenta. Un pueblo donde ha nacido un cntico semejante, no puede ser vencido. Lo que yo os pido que hagis, lo que yo pido a todos vosotros y por mediacin vuestra a todos los trabajadores alemanes, que se han hecho tan acreedores al elogio, y por vosotros a todo el pueblo alemn, se reduce a esto: que no olvidis por m las palabras que pronunci el 4 de Agosto de 1914 y que regulan de un modo imperioso mis relaciones con mi pueblo: Ya no existen partidos; para m slo existen alemanes. No es ste el momento de dividirnos en partidos; todos nosotros debemos unirnos para formar un bloque y es aqu donde esta palabra tiene su sitio adecuado. "Sed fuertes como el acero y el pueblo alemn, fundido en un bloque de acero, demostrar su fuerza al enemigo". Aquel que entre todos vosotros est resuelto a contestar a mi llamamiento, aquel que tenga el corazn bien colocado, aquel que quiere guardar su fidelidad, que se levante y me prometa en nombre de todos los trabajadores alemanes: "Nosotros queremos luchar y resistir hasta el fin". Que Dios nos ayude en esta labor! Y el que tenga esta voluntad, que responda: "S". (Los asistentes responden gritando S!) Yo os lo agradezco. Con este si me voy ahora en busca del feldmariscal. Slo se trata para cada uno de vosotros de cumplir con su deber tal como lo habis jurado y de rendir el supremo esfuerzo fsico e intelectual en aras de la patria. Toda duda debe ser desterrada de nuestro corazn y de nuestro pensamiento. He aqu el santo y sea: Alemanes, levantad las espa-
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin das, arriba los corazones y estiremos los msculos para el combate contra todo lo que se ha conjurado contra nosotros, por largo que esto pueda ser! Qu Dios nos ayude en esta tarea! Amn! Y ahora, hasta la vista. (Norddeutsche Allgemeine Zeitung.)
Nota
1 Conviene hacer observar que el Emperador, que hasta este da haba dicho siempre mi ejrcito, mi marina, dice ahora, ante los obreros, vuestro ejrcito, vuestra marina, vuestros submarinos (N. del T.).
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin sub-direcciones y se divida en seis secretaras. Aunque hayamos llegado a una poca en la que, como ya se ha hecho notar, los hombres estn demasiado cerca de nosotros para que sea conveniente juzgarlos, tanto a ellos como a sus obras, la personalidad del director es de las que reclaman nuestra atencin. El nombre de M. Dislre se encontraba ligado en esa poca a la administracin colonial cuya direccin le haba sido confiada. Mientras se imprima esta obra, era inseparable de ella. Como director, muy pronto inculc a los funcionarios a sus rdenes un espritu de mtodo que a menudo se haba ignorado hasta su poca. Cuando ces en sus funciones para ingresar en el Consejo de Estado, continu siguiendo de manera constante el desarrollo de nuestras posesiones, a disciplinarlo mediante hbitos de orden y de regularidad, hbitos que siempre se esforz en implantar, tanto como verdadero fundador de la Escuela colonial, como de presidente de comisiones permanentes o temporarias, y autor de un tratado de legislacin que tuvo vigencia durante largo tiempo. Mientras estuvo al frente de la Direccin de las Colonias hizo partcipes a sus colaboradores de su espritu de iniciativa y de actividad que lo animaban. Pero la suerte de la administracin central de nuestras posesiones no estaba an definida, ya que trece meses despus de haber sido reestructurada, fue reorganizada nuevamente, el 21 de setiembre de 1883, para ser exactos. No obstante, no reaparecera jams. Abstraccin hecha de un perodo de algunas semanas, entre dos crisis ministeriales, la administracin central de las Colonias adopt durante una dcada la forma de una sub-secretara de Estado, ya dependiente del ministerio de Marina, ya ligada al de Comercio. El gabinete del sub-secretariado de Estado adquiere importancia. Se mantienen los dos sub-directores, frente a siete secretaras; en 1888 son reemplazados por tres jefes de divisin. Organizada de esta manera, la sub-secretara de Estado de las Colonias de 1883 a 1894 atraviesa las crisis ministeriales, en aquel momento tan frecuentes. Cuatro nombres deben ser especialmente recordados, de entre los titulares del cargo. Debemos citar el de Felix Faure, quien en dos oportunidades diferentes, en 1883 y 1888, fue sub-secretario de Estado de Colonias y quien algunos aos ms tarde, despus de haber ejercido la cartera de Marina, de 1894 a 1895, fue elegido presidente de la Repblica. ... Eugenio Etienne fue en dos oportunidades sub-secretario de Estado de Colonias; no debemos perder de vista la actividad que desarroll, primero en 1887, luego de 1889 a 1892, y el impulso que quiso dar al espritu de empresa, a la iniciativa con respecto a las colonias, a pesar de las crticas en las que la hostilidad de los partidos se una con frecuencia a querellas personales. Cuando las circunstancias de la poltica lo condujeron a otros departamentos ministeriales, mantuvo un inters constante por el futuro de nuestras posesiones y fund en la Cmara de Diputados un grupo colonial, muchas veces influyente, y permaneci durante varios aos como jefe reconocido del que con frecuencia era denominado "partido colonial". Felix Faure y Rousseau haban representado en el Parlamento a departamentos martimos, el primero el de Sena-Inferior, el segundo el de Finisterre. Eugenio Etienne era diputado por Orn; y Argelia, los colonos argelinos, la juventud argelina, llenos de ardor y convencidos del xito de la obra que tenan entre manos, han sido, son y deben ser, como guas y campeones, los protagonistas ardientes de nuestra potencia colonial. Es de hacer notar, por el contrario, que
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin Delcass, uno de los cuatro sub-secretarios de Estado de Colonias cuyos nombres se mantienen en el cartel, era diputado por un departamento mediterrneo, Ariege. Pero lo que ciertamente atraa a Delcass hacia las colonias, era que vea en ellas ante todo uno de los elementos y tal vez el principal de la grandeza exterior de Francia. ..............................................................................................................................................................
II
A qu necesidades, a qu nuevos proyectos responda la sub-secretara de Estado de Colonias, organizada de esta forma, por dems precaria? El protectorado de Francia en Tnez dependa desde su constitucin del ministerio de Relaciones Exteriores; el protectorado de Anam y de Tonkin, impuesto por nuestras armas el 6 de junio de 1884, dependa tambin de nuestro departamento de Relaciones Exteriores, del mismo modo que el protectorado de Madagascar instaurado desgraciadamente, sobre bases demasiado dbiles, por el tratado del 17 de diciembre de 1885. Se daba, entonces, satisfaccin a necesidades ms aparentes que reales, a una suerte de vanidad gubernamental ante los ojos del pblico, a un deseo de ilusionismo y de falseamiento de la verdad, al ampliar la administracin central de Colonias fuera de su cuadro primitivo? Durante algunos aos, en la misma poca -y para ello podan darse buenas razones- existi una sub-direccin de protectorados en el ministerio de Relaciones Exteriores. Se concibe, del mismo modo, que las expediciones coloniales debiesen tener por efecto reforzar ciertos lugares donde los intereses del ejrcito y los de la marina de guerra tuvieran que ser salvaguardados. Pero con qu fundamento una poltica de expansin -referida no a colonias existentes, si no a pases cuya suerte, por otra parte ms o menos bien definida, dependa de ministerios especiales poda ser del resorte de esta nueva sub-secretaria de Estado? Es en este momento que, para comprender las repercusiones administrativas cuyo origen fuera la poltica seguida despus de 1881, es necesario no incurrir en dos errores capaces, sea hace cuarenta aos, sea hoy en da, de falsear las apreciaciones. El primero es de orden psicolgico, el segundo se vincula a los acontecimientos mismos. Al tener esto en cuenta se comprende que hay con frecuencia en los hechos un encadenamiento cuya lgica slo aparece mucho ms tarde. Siguiendo el camino que el mismo Gambetta trazara en el curso de un ministerio de unas pocas semanas, Jules Ferry y quienes lo apoyaban se comprometan, tanto en Asia como en frica, en empresas en las que era primordial contar con el factor tiempo. Fue por la debilidad de las objeciones con que tropezaban que slo se les opusieron argumentos en cierta forma intrascendente. No estaba acaso el verdadero oportunismo all donde se lo subrayaba con nfasis, mientras se lo condenaba en el proceder de otros? Aquellos que, de 1880 a 1890, denunciaban toda poltica colonial como una aberracin peligrosa que nos haca perder de vista imprudentemente nuestras fronteras orientales, esos mismos han comprobado paulatinamente que haban exagerado tal peligro. Cuando los partidos que constituan en ese momento la extrema izquierda llegaron al poder, as lo reconocieron despus de haber encontrado en ello -al menos muchos de su miembros- uno de los principales puntales de su oposicin. En horas trgicas, cuando el ardor de su patriotismo se volc por entero hacia la salvacin de Francia, el mismo Clemenceau pudo encontrar en nuestras colonias de 1917 un sostn y un apoyo, cuya importancia
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin no escap a su comprensin. Entonces, en 1885, cuando la causa era tan difcil de defender, en lugar de aislarla en el tiempo y de volcarse sin cesar hacia la incgnita del porvenir, por qu no haber insistido ms sobre el pasado, no haber evocado mejor las tradiciones nacionales con las que nunca se haba permitido romper, sin comprometer -tarde o temprano- el inters y la vida misma del pas? All estaba el verdadero terreno de operaciones. Hoy nos sentiramos plenamente conformes si el gobierno de la poca se hubiese ubicado en l neta y slidamente. Es al menos con profunda satisfaccin que releemos ahora el discurso que pronunciara el 22 de diciembre de 1885 un orador de la derecha, Monseor Freppel, obispo de Angers, en seal de protesta por la evacuacin de Tonkin, que una Cmara conturbada estaba a punto de sancionar. Tuvo el mrito de hacerlo comprender, puesto que se separaba de sus amigos polticos, arrastrados por espritu de partido. Este alsaciano, que no perda de vista la "brecha de los Vosgos", se dej llevar por un impulso de orgullo nacional: "Monrquico o republicano exclam- el gobierno que evacue Tonkin o Anam merecer el menosprecio del pueblo". Compenetrado de la experiencia del pasado, se aferraba y peda con insistencia que no se perdieran en la nada las lecciones que la historia haba dado. Vea, a la luz de las recientes empresas, que era necesario convertir a todo costo en duradera "una ocasin excelente de llevar a cabo el restablecimiento de nuestro prestigio colonial, tan comprometido por el tratado de 1763". En su opinin, Tonkin poda considerarse como "un equivalente de las grandes Indias perdidas en el siglo pasado por la poltica de Luis XV y sus consejeros". Una razn semejante haba permitido, en el caso de Madagascar, reducir a un mnimo el perjuicio ocasionado por el "tratado deplorable" que a resultas de tentativas mal dirigidas haba "conferido a la soberana de una sola de las tribus el ttulo de reina de Madagascar". Sus correligionarios se sorprendan o indignaban, se perdan en teoras perimidas o extravagantes. Uno de los oradores ms brillantes de la derecha, Jules Delafosse, lleg a declarar en el curso de esta discusin que en su opinin, una poltica colonial slo poda explicarse por el sistema del monopolio exclusivo. Como si despus de un siglo las costumbres mercantiles no se hubiesen transformado y el campo de los negocios no se hubiese desarrollado considerablemente! Hubiese sido de desear que este valiente discurso de Monseor Freppel hubiese hallado eco entre los hombres del momento. Si se hubiese insistido sobre los trabajos de las comisiones de 1840 y 1849, sobre el rol destacado que su presidente, el duque Victor de Boglie, haba desempeado, puede ser que muchos de los vacilantes se hubiesen dejado convencer. Tal vez el mismo hijo del ministro de Luis Felipe, el duque Alberto de Broglie hubiese dudado en persistir en su oposicin a toda poltica colonial. A pesar de su prolongado alejamiento de las asambleas parlamentarias, continuaba condenndola no ya de palabra si no en sus escritos, en 1891, cuando deploraba "los millones perdidos a orillas del Mekong". Sin embargo, en esta misma poca, en los medios acadmicos y polticos, en los que el duque de Boglie poda ejercer su influencia, se comprenda y se sostena que Francia hubiera ganado terreno si hubiese fortalecido su dominio colonial. Los acontecimientos provocan, en efecto, reacciones ms o menos tardas pero inevitables. Es esta segunda circunstancia la que nos interesa tomar en cuenta. Las polmicas violentas, cuyo objeto era en 1885 la poltica de expansin, deban traer aparejados, como consecuencia forzosa, ya el debilitamiento de las posesiones que an tenamos, si tales doctrinas predominaban, ya el sacudimiento de la opinin pblica, si fracasaban. La primera hiptesis es sin lugar a dudas la que
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin Monseor Freppel y tantos otros teman; la evacuacin de Tonkin y Anam significara a corto plazo la prdida de Cochinchina y Cambodge; un retroceso en Madagascar implicara la disminucin de nuestra influencia en el Ocano Indico. Debemos agregar que Cochinchina haba sido una base de inmenso valor durante la expedicin a Tonkin, mientras Sainte-Marie, Nossi-B, Mayotte y sobre todo la isla de Reunin nos haban ofrecido puntos de apoyo no desdeable al secundar nuestra accin en Madagascar. Est dems decir que fue la segunda hiptesis la que se cumpli. Las polmicas cesaron: poco a poco se adquiri el hbito de interesarse por nuestro imperio colonial del que la Exposicin Universal de 1889 fue la primera revelacin. Nuestras antiguas colonias regenteadas por la sub-secretaria de Estado de Colonias, lo mismo que nuestras nuevas posesiones, deban sacar partido de este estado de espritu tan favorable. As, a fines de 1887, el protectorado de Anam y Tonkin fue separado del ministerio de Relaciones Exteriores para pasar a depender de la sub-secretaria de Estado de Colonias. Dentro de la esfera de accin que le era propia, la administracin central de Colonias desarrollaba, por otra parte, un programa cuya concepcin le perteneca y que supo realizar ampliamente, pese a contar con medios dbiles en extremo pero gracias a la accin de hombres a quienes Francia nunca ensalzar lo suficiente. Vimos, en el capitulo anterior, que durante los aos que siguieron a la guerra de 1870, el gobierno haba renunciado a abandonar nuestras colonias del Golfo de Guinea a cambio de la adquisicin de Gambia. Por qu, entonces, no poda extenderse nuestra primero hasta Nigeria y luego colonia lejos hacia a el sur, dado que se presentaba la oportunidad? La secretaria de Alto-Ro, creada a partir de 1881, tena por misin someter a estudio un plan de esta naturaleza y asegurar su ejecucin, pero careca de los datos geogrficos necesarios. Podemos recordar aqu sumariamente esta empresa grandiosa cuyo xito fue completo, merced a exploraciones pacficas como las del capitn Binger, el teniente de navo Mizon, de los capitanes Mnard y Monteil, o mediante operaciones militares imprescindibles para abatir la resistencia de grandes jefes tales como Ahmadou, Behanzin y Samory. Los mariscales Joffre y Gallini, los generales Archinard, Borgnis-Desbordes, Bonnier y Gouraud, por citar slo algunos, han vinculado para siempre sus nombres a este perodo de lucha. A pesar de demostrar cierto inters el pblico francs slo conoca la situacin por datos sobre operaciones aisladas y fragmentarias. En el extranjero, por el contrario, no se ignoraba la situacin real En Pars, una visin de conjunto que todos se esforzaban por mantener dominaba la empresa. A partir del 14 de agosto de 1889, se perciba un plan al menos visible en sus lineamientos generales. Un decreto de la poca organiz por vez primera el territorio que luego sera la Guinea francesa, la Costa de Marfil y Dahomey. Desde haca algunos meses un decreto del 11 de diciembre de 1888 haba anexado nuestra colonia de Gabon al vasto imperio francs, gracias a la energa de Brazza quien con el ttulo de comisario general ejerca desde 1886 la direccin oficial del Congo. En la misma poca, en frica oriental donde Djibouti deba demplazar a Obock, nuestra colonia de la costa de los somales se desarrollaba poco a poco. As, no se poda culpar a la sub-secretara de Estado de Colonias de falta de actividad y es gracias a ella que Francia hubo de tener un programa poltico de expansin cuya realizacin persigui partiendo de una visin de conjunto, de una concepcin amplia y razonada. Pero la administracin central de Colonias careca, para la organizacin interna de nuestras posesiones, de esa flexibilidad de adaptacin que las circunstancias locales requieren. La influencia de Vctor Schoelcher se hizo sentir durante los primeros aos. Estaba siempre dispuesto a considerar
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin -como bajo la Revolucin- al "hombre como tal", y dominado por la idea de que lo que convena a un lugar, deba ser igualmente adecuado para otro. De ah que se inclinara sin reservas hacia el sistema de la asimilacin. Fue en esta poca que la ley de prensa del 29 de julio de 1881 se aplic sin discriminacin a todas nuestras posesiones, donde poco se saba respecto a asambleas locales o consejos generales, copiados de los de nuestra metrpoli, donde al seguir las frmulas de nuestros cdigos se hubieran violentado costumbres ancestrales y completamente distintas. Pero el respeto a la libertad humana, a la dignidad humana, intangible en nuestras colonias desde 1848, implicaba necesariamente y en todo lugar la identidad absoluta de derechos civiles y de derechos polticos? Sin duda era lgica la pregunta dirigida a la sub-secretara de Estado de Colonias en lo concerniente a la aplicacin del sistema de protectorado en Indochina o con respecto a las relaciones con las colectividades indgenas de frica. Pero la doctrina dudaba; el tiempo le ayudara a reforzar sus cimientos. Se consideraba inevitable, en los casos de poblaciones de diverso origen, la coexistencia de legislaciones especiales, de organizaciones especficas destinadas a tal o cual de las posesiones, una forma de autonoma que era necesario conciliar con el mantenimiento de la tutela francesa, teniendo en vista el inters comn. Sobre qu bases deba tentarse la experiencia, a riesgo de caer -lo que no siempre se evit- en una especie de empirismo colonial?
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin importante hoy, dados los actuales aranceles ultraprotectores, debido a que las tarifas aduaneras no se fijan ya tanto en consideracin a la situacin tcnica de produccin de las ramas individuales de la industria, sino que ms bien representan el resultado de luchas polticas por el poder de los diversos grupos industriales: en ltima instancia, la naturaleza y orientacin de los aranceles depende de la influencia efectivamente ejercida por cada sector industrial sobre el aparato estatal. Pero si el arancel proteccionista es tambin un impedimento para el desarrollo de las fuerzas productivas y, con ello, para el de la industria, para la clase de los capitalistas significa directamente un aumento de los beneficios. Ante todo, el librecambio dificulta la cartelizacin, quita el monopolio del mercado interior a las industrias capaces de cartelizarse, siempre que no est garantizada una posicin de monopolio mediante facilidades en el transporte (como en el carbn), o mediante un monopolio natural (como, por ejemplo, en la produccin alemana de potasa). Pero, en esos casos, los beneficios extra que podran afluir de la explotacin del arancel proteccionista por el cartel resultan superfluos. Es cierto que la monopolizacin puede avanzar tambin sin arancel proteccionista. Pero con ste, en primer lugar, se dificulta mucho el ritmo; en segundo, se consigue que la solidez de los cartels sea menor, y, en tercero, finalmente, hay que temer la resistencia contra los cartels internacionales, ya que stos se consideran directamente como fuerzas de explotacin extranjeras. En cambio, el arancel proteccionista asegura al cartel el mercado nacional y le otorga una capacidad mucho mayor no slo por la exclusin de la competencia, sino porque la posibilidad de explotacin del arancel proteccionista se convierte directamente en fuerza motriz para el cierre de la cartelizacin. Pero tambin la cartelizacin internacional (que podra surgir con el libre cambio, a base de una concentracin mucho ms avanzada) se acelera con el arancel proteccionista al facilitar la conclusin de acuerdos de cartels, sobre todo en forma de distribucin de zonas de venta y de unificacin de precios, ya que no se trata de asociacin de fabricantes aislados en el mercado mundial, como sucedera en rgimen de libre comercio, sino de asociacin de los cartels nacionales entre si ya slidamente unidos. El arancel proteccionista pone como partes contratantes a los cartels individuales y reduce as extraordinariamente el nmero de los participantes. El arancel proteccionista facilita tambin la base para el acuerdo, en cuanto que reserva el mercado nacional desde un principio para los cartels nacionales. Pero cuanto ms mercados haya reservados a determinados cartels nacionales y arrancados a la competencia por el arancel proteccionista, tanto ms fcil ser el entendimiento sobre los mercados libres, y tanto ms slido tambin el monopolio internacional, ya que su ruptura no les garantiza a los outsiders una esperanza tan grande de xitos de competencia como en el libre cambio. As, pues, hay aqu dos tendencias opuestas. De un lado, el arancel proteccionista es para los cartels un arma ofensiva en la lucha de competencia, con lo que la lucha de precios se agudiza, mientras que, al mismo tiempo, se intenta fortalecer la situacin en la lucha competitiva mediante el empleo de medios estatales coercitivos, intervenciones diplomticas, etc. Por otro lado, el arancel proteccionista estabiliza los cartels nacionales y crea as bases para la conclusin de acuerdos intercartelistas. El resultado de estas tendencias es que estos acuerdos internacionales significan un armisticio ms bien que una comunidad perenne de intereses, puesto que todo desplazamiento en los medios de defensa del arancel proteccionista, todo cambio en las relaciones de fuerza entre los Estados cambia la base de los acuerdos y hace necesarios nuevos convenios. Slo se llega a creaciones slidas all donde o el libre cambio suprime ms o menos las
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin barreras nacionales, o donde la base del cartel no est dada por el arancel proteccionista, sino, sobre todo, por un monopolio natural, como sucede, por ejemplo, con el petrleo. Paralelamente, con la cartelizacin aumenta en forma extraordinaria la importancia directa de la magnitud del espacio econmico para el nivel del beneficio. Hemos visto que el arancel proteccionista concede un beneficio extra al monopolio capitalista para la venta en el mercado nacional. Cuanto mayor sea el rea econmica, tanto mayor ser la venta en el mercado interior (pinsese, por ejemplo, en la parte de fundiciones de acero que trabajan para la exportacin en Estados Unidos, de un lado, y en Blgica, de otro), y, por consiguiente, tanto mayor ser el beneficio de cartel. Y cuanto mayor sea ste, tanto ms elevadas pueden ser las primas de exportacin, es decir, tanto ms fuerte ser la capacidad de competencia en el mercado mundial. Al mismo tiempo que la intervencin activa en la poltica mundial, que se haba ocasionado por la pasin por las colonias, naci el anhelo de construir un espacio econmico lo ms amplio posible y rodeado por la barrera del arancel proteccionista. En cuanto a los efectos posibles del arancel proteccionista que sean desfavorables para el nivel del los beneficios, el cartel procura vencerlos con medios que le pone en la mano el mismo sistema proteccionista. En primer lugar, el desarrollo y perfeccionamiento de las primas de exportacin, consecuencia implcita del arancel proteccionista, permite superar total o al menos parcialmente las barreras arancelarias extranjeras y preserva as, hasta cierto grado, la restriccin de la produccin. Lo cual ser tanto ms posible cuanto mayor sea el volumen de la produccin interior, protegida por el propio arancel proteccionista. Pero otra vez nace aqu no el inters por el libre cambio, sino por la expansin del espacio econmico propio y por la elevacin de los aranceles. No obstante, cuando falla este medio, se establece la exportacin de capital en forma de instalacin de fbricas en el extranjero. El sector industrial, amenazado por el arancel proteccionista de los pases extranjeros, utiliza, incluso, este arancel al trasladar una parte de la produccin al extranjero. Aunque as se haga imposible la expansin de la empresa matriz y se pierda el aumento de la tasa de beneficios debido a la reduccin, se vuelve a compensar con el aumento del beneficio que le garantiza el alza de precios de los productos producidos ahora por el mismo capitalista en el extranjero. De esta forma, la exportacin de capital, que es estimulada poderosamente en otra forma por el arancel proteccionista del propio pas, es fomentada igualmente por el del pas extranjero y contribuye, al mismo tiempo, a la difusin del capitalismo a escala mundial y a la internacionalizacin del capital. As, pues, en cuanto a la tasa de beneficios se refiere, se elimina el efecto de la reduccin de la misma, que tiene lugar mediante la paralizacin de la productividad por el arancel proteccionista moderno. El libre cambio le resulta al capital perjudicial y superfluo. La paralizacin de la productividad debido a la reduccin del espacio econmico procura repararlo no con el paso al libre cambio, sino ampliando el espacio econmico propios y forzando la exportacin de capital.2 Mientras la moderna poltica proteccionista contribuye a reforzar el impulso siempre existente del capital por la continua expansin de su rea econmica, la concentracin de todo el capital monetario ocioso en manos de los Bancos conduce a la organizacin planeada de la exportacin de capital. Los vnculos de los Bancos con la industria permiten supeditar la concesin de capital monetario a la condicin de que este capital monetario se emplee en industrias en que tengan intereses. Con ello se acelera extraordinariamente la exportacin de capital en todas sus formas.
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin Entendemos por exportacin de capital la exportacin de valor que est destinado a producir plusvala en el extranjero. Es esencial que la plusvala quede a disposicin del capital nacional. Si, por ejemplo, un capitalista alemn emigra con su capital al Canad, produce all y no vuelve ms a la patria, esto no significa ms que una prdida para el capital alemn y desnacionalizacin del capital; no es exportacin de capital, sino una mera transferencia de capital que constituye una deduccin del capital nacional y un aumento del extranjero. No se puede hablar de exportacin de capital ms que cuando el capital empleado en el extranjero queda a disposicin del pas de origen y los capitalistas nacionales pueden disponer de la plusvala producida por este capital. Este capital ocupa entonces una partida en la "balanza de crditos exteriores" nacional, y la plusvala anual figura en la balanza nacional de pagos. Por tanto, la exportacin de capital disminuye la cantidad nacional de capital e incrementa la renta nacional en la plusvala producida. La sociedad por acciones y la organizacin desarrollada del crdito fomentan la exportacin de capital, modificando, sin embargo, su naturaleza, porque la hacen independiente de la voluntad del empresario, esto es, la propiedad permanece por ms tiempo, o incluso definitivamente, en el pas exportador y se dificulta la nacionalizacin del capital. En los casos en que tiene lugar exportacin de capital para la produccin agrcola, la nacionalizacin generalmente ocurre de un modo mucho ms rpido, como nos lo demuestra, sobre todo, el ejemplo de los Estados Unidos. Desde el punto de vista de la nacin exportadora, la exportacin de capital puede tener lugar de dos formas: el capital emigra al exterior como capital productor de intereses o como capital productor de beneficios. En calidad de este ltimo puede actuar a su vez como capital industrial, comercial o bancario. Desde el punto de vista de la nacin a la que se exporta, conviene saber de qu partes de la plusvala hay que pagar el inters. El inters que hay que pagar por los ttulos hipotecarios que se encuentran en el extranjero significa que una parte de la renta de bienes races 3 afluye al exterior; y el inters que hay que pagar por las obligaciones de las empresas industriales significa que afluye al extranjero una parte del beneficio industrial. El desarrollo del capital en capital financiero hace que en Europa emigre el capital precisamente en esa forma. Un gran Banco alemn funda una filial en el extranjero; sta gestiona un prstamo cuyo producto se emplea para el establecimiento de una instalacin elctrica; la obra de instalacin se asigna a la sociedad elctrica con la que est relacionada en la patria. El proceso puede simplificarse despus como sigue: la filial extranjera del Banco funda en el extranjero una empresa industrial, emite las acciones en el pas de origen encargando la construccin a aquellas empresas con las que est relacionado el Banco principal. El proceso se realiza a la mayor escala tan pronto como las operaciones de prstamo de los Estados se ponen al servicio de la captacin de pedidos industriales. Es la unin estrecha entre capital bancario e industrial la que fomenta rpidamente esta evolucin de la exportacin de capital. Condicin previa de la exportacin de capital es la diversidad de la tasa de beneficios; la exportacin de capital es el medio para la compensacin de las tasas nacionales de beneficios. El nivel del beneficio depende de la composicin orgnica del capital, esto es, del nivel del desarrollo capitalista. Cuanto ms avanzado sea ste, tanto ms baja ser la tasa general de beneficios. Pero se suman otras causas especiales a esta determinacin general, que importa poco aqu, ya que se trata de mercancas del mercado mundial, cuyo precio est determinado por los mtodos
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin ms desarrollados de produccin. En cuanto a lo que concierne al tipo de inters, es mucho mayor en los pases con escaso desarrollo capitalista y una organizacin bancaria y crediticia deficientes que en los Estados capitalistas desarrollados, teniendo en cuenta, adems, que en el inters se contienen, por lo general, partes del salario obrero o de la ganancia de empresario. El elevado inters constituye un estmulo directo para la exportacin, de capital de prstamo. La ganancia de empresario, est ms alta porque la fuerza de trabajo es extraordinariamente barata y su menor calidad se compensa con un tiempo de trabajo extralargo. Pero luego, como la renta de bienes races es baja o nominal, y como existe mucha tierra libre, ya sea por naturaleza o por la posibilidad de expropiacin violenta de los indgenas, el bajo precio del suelo reduce tambin los costes de produccin. A ello se suma el alza del beneficio debida a los privilegios y monopolios. Pero si se trata de productos, cuya rea de venta la formaba el mismo mercado nuevo, entonces se realizan elevados beneficios extra, ya que las mercancas producidas de forma capitalista entran en competencia con las producidas de modo artesano. Como quiera que suceda, la exportacin de capital siempre significa que aumenta la capacidad de absorcin del mercado extranjero. La vieja barrera para la exportacin de mercancas sera dada por la capacidad de absorcin de los mercados exteriores para los productos industriales europeos. Su capacidad de consumo estaba limitada por la disposicin de los excedentes procedentes de su produccin econmico-natural o cualquiera otra no desarrollada, cuya productividad no poda aumentarse rpidamente ni, mucho menos, se la poda transformar en poco tiempo en produccin para el mercado. De esta forma se comprende que la produccin inglesa capitalista, enormemente ms elstica y expansionista, abasteciera rpidamente las necesidades de los mercados recientemente abiertos y las superara, lo cual ha revestido despus como una superproduccin de la industria textil. Pero, de otro lado, la capacidad de consumo de Inglaterra era limitada por lo que se refera a los productos especficos de los mercados recin puestos en explotacin. Lo que no obsta para que, considerada desde un aspecto puramente cuantitativo, esta capacidad de consumo fuera, naturalmente, mucho mayor que la de los mercados extranjeros. Pero lo decisivo aqu era la condicin cualitativa, el valor de uso de los productos que los mercados extranjeros podan enviar a cambio de las mercancas inglesas. En tanto se tratara de productos especficos del consumo de lujo, su consumo era limitado en Inglaterra. Por otro lado, la industria textil trataba de extenderse lo ms rpidamente posible. Pero la exportacin de productos textiles hizo aumentar la importacin de productos coloniales, aunque el consumo de lujo no se ampli en la misma medida. Antes bien, la rpida expansin de la produccin textil hizo que el beneficio se acumulase en una cuota creciente y que no se consumiera en productos de lujo. De ah que toda nueva apertura de mercados termine en Inglaterra con crisis que, de un lado, son precedidas por la cada, de precios de los productos textiles en el extranjero, y, de otro, por la cada de precios de los productos coloniales en Inglaterra. La historia de las crisis inglesas demuestra la importancia de estas causas especficas. Obsrvese, por ejemplo, con qu cuidado segua Tooke los precios de los productos coloniales, y cun regularmente van acompaadas las crisis, industriales ms antiguas de la quiebra completa de estos sectores comerciales. La situacin no cambia hasta que aparece el desarrollo del sistema moderno de transporte, que traslada el peso a la industria siderrgica, mientras que, simultneamente, el trfico con los nuevos mercados se desplaza cada vez ms en el sentido de que ya no se trata de simple trfico de mercancas, sino de exportacin de capital.
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin La exportacin del capital como capital de prstamo ampla ya extraordinariamente la capacidad de absorcin de los mercados recientemente abiertos. Si suponemos que un mercado recin abierto estuviera en condiciones de exportar mercancas por un milln de libras esterlinas, su capacidad de absorcin en intercambio mercantil -supuesto un intercambio de valores igualesequivale tambin a un milln de libras. Pero cuando este valor no se exporta como mercanca, sino como capital de prstamo, por ejemplo, en la forma de un prstamo estatal, el valor de un milln de libras, del que, puede disponer el nuevo mercado para la exportacin de sus excedentes, no sirve para el intercambio de mercancas, sino para el pago de intereses capital. Por consiguiente, ahora no slo puede exportarse un milln de libras a este pas, sino, adems, 10 millones, por ejemplo, si este valor se enva como capital y el inters asciende al 10 por 100, de 20 millones de libras si el inters desciende al 5 por 100. Esto demuestra, al mismo tiempo, la importancia de la reduccin del tipo de inters para la capacidad de expansin del mercado. La aguda competencia del capital de prstamo extranjero tiene la tendencia a disminuir rpidamente el tipo inters tambin en los pases atrasados y as a mentar de nuevo la posibilidad de la exportacin de capital. Mucho ms importante que la exportacin en forma de capital de prstamo es el efecto de la exportacin de capital industrial, y sta es la causa tambin de que la exportacin de capital en forma de capital industrial adquiera cada da mayor importancia. Pues la transferencia de la produccin capitalista al mercado extranjero lo libera completamente de la barrera interpuesta por la capacidad interna de consumo. El rendimiento de esta nueva produccin asegura la explotacin del capital. Para la venta, sin embargo, no importa nicamente el nuevo mercado. Ms bien el capital se dirigir tambin a ramas de la produccin de estas nuevas reas, la venta de cuyos productos est asegurada en el mercado mundial. La capitalizacin de Sudfrica, por ejemplo, est enteramente desligada de su capacidad de absorcin, ya que su principal rama de la produccin, la explotacin de las minas de oro, es precisamente ilimitada en su posibilidad de venta y la capitalizacin no depende ms que de la capacidad natural de expansin de la explotacin y de la disponibilidad de una mano de obra suficiente. La explotacin de yacimientos de cobre, por ejemplo, es igualmente independiente de la capacidad de consumo de la colonia, mientras que las industrias productoras de bienes de consumo, y que tienen que encontrar su colocacin en el nuevo mercado por si mismas en su mayor parte, chocan muy pronto de su expansin con los lmites de la capacidad de consumo. De esta forma, la exportacin de capital ampla la barrera que brota de la capacidad de consumo de los nuevos mercados. Pero, al mismo tiempo, la transferencia de mtodos capitalistas de transporte y produccin al pas extranjero favorece un rpido desarrollo econmico, el nacimiento de un mercado interior ms amplio debido a la disolucin de las interconexiones econmicas naturales, la expansin de la produccin para el mercado y, con ello, el aumento de aquellos productos que se exportan y que pueden servir otra vez para pagar los intereses del capital nuevamente importado. Si la apertura de colonias y nuevos mercados significaba antes, sobre todo, la puesta en explotacin de nuevos bienes de consumo, actualmente la inversin de capital nuevo se dirige principalmente a los mercados que suministran materia prima para la industria. Simultneamente con la expansin de la industria nacional, que sirve a las necesidades de la exportacin de capital, el capital exportado se dirige a la produccin de materias primas para la misma industria nacional. As, los productos del capital exportado encuentran aceptacin en la patria, y aquel estrecho crculo en que se mova la produccin en Inglaterra experimenta una ampliacin extraordinaria con la alimentacin mutua de la industria nacional y la creacin del capital exportado.
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin Pero ya sabemos que la apertura de nuevos mercados es un factor importante para poner fin a una depresin industrial, para prolongar la duracin de la prosperidad y para atenuar los efectos de las crisis. La exportacin de capital acelera la puesta en explotacin de los pases extranjeros y desarrolla ampliamente sus fuerzas productivas. Al mismo tiempo, aumenta en el interior la produccin que tiene que suministrar aquellas mercancas que se envan al exterior como capital. De esta forma, se convierte en una poderosa fuerza motriz de la produccin capitalista, que, con la generalizacin de la exportacin de capital, entra en un nuevo perodo de impetuosa e irresistible actividad (Sturm und Drang) 4, mientras que reduce el ciclo de prosperidad y depresin, y la crisis aparece suavizada. El rpido aumento de la produccin crea tambin un aumento de la demanda de fuerza de trabajo que favorece a los sindicatos obreros; la tendencia a la pauperizacin inmanente en el capitalismo parece vencida en los pases de alto desarrollo capitalista. El rpido crecimiento de la produccin impide una visin clara y consciente de los males de la sociedad capitalista y crea un juicio optimista con respecto a su fuerza vital. La puesta en explotacin ms rpida o ms lenta de las colonias y de los nuevos mercados depende ahora, esencialmente, de su capacidad de servir como inversiones de capital. Esta es mayor cuanto ms rica sea la colonia en productos cuya produccin pueda realizarse de forma capitalista, cuya venta en el mercado mundial est asegurada y que tenga importancia para la industria nacional. La rpida expansin del capitalismo desde 1895 ha motivado, sobre todo, un alza de precios de los metales y del algodn y, con ello, ha intensificado mucho el impulso a abrir nuevas fuentes para estas importantes materias primas. As, la exportacin de capital se dirige, sobre todo, a regiones que pueden producir estos productos y a zonas cuya minera se explota inmediatamente en forma altamente capitalista. Con esta produccin se vuelve a aumentar el excedente que puede exportar la colonia y se da as la posibilidad de nuevas inversiones de capital. As, pues, el ritmo de capitalizacin de los nuevos mercados se acelera extraordinariamente; el obstculo para la puesta en explotacin no es la falta de capital en este pas, que puede remediarse con la importacin de capital; hay otra circunstancia que frecuentemente, y cada vez en mayor medida, interviene con sus efectos perturbadores: la falta de trabajo "libre", es decir, de trabajo asalariado. La cuestin obrera adquiere formas agudas y no parece poder solucionarse ms que con medios violentos. Como siempre que el capital se enfrenta por primera vez con relaciones que contradicen su necesidad de explotacin y cuya superacin no sucedera ms que lenta y gradualmente, el capital apela a la fuerza del Estado y la pone al servicio de la expropiacin violenta que crea el necesario proletariado libre, ya se trate, como en sus principios, de campesinos europeos, de los indios mejicanos o peruanos, o, como en la actualidad, de los negros africanos.5 Los mtodos violentos pertenecen a la esencia de la poltica colonial, que sin ellos perdera su sentido, al igual que la existencia de un proletariado desposedo es una conditio sine qua non del capitalismo. Llevar a cabo una poltica colonial pudiendo suprimir sus mtodos violentos es una ilusin no ms digna de tomar en serio que la de suprimir el proletariado conservando el capitalismo. Los mtodos del trabajo forzado son mltiples. El medio principal es la expropiacin de los indgenas a quienes se les quita la tierra y con ella la base de su existencia anterior. La tierra pasa a ser propiedad de los conquistadores, prevaleciendo cada vez ms la tendencia a entregarla no a emigrantes individuales, sino a grandes sociedades territoriales. As sucede especialmente cuando
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin se trata de la explotacin de productos minerales. En ese caso, la riqueza capitalista se concentra en manos de unos cuantos magnates con arreglo a los mtodos de la acumulacin primitiva. Pinsese en las riquezas enormes que se concentran de este modo en manos del grupo que explota las minas de oro y los campos de diamantes del frica del Sur inglesa, y, en menores proporciones, en manos de las sociedades coloniales alemanas en frica suroccidental, ntimamente vinculadas a los grandes Bancos. La expropiacin convierte, al mismo tiempo, a los indgenas liberados en un proletariado que tiene que convertirse en un objeto inerte de explotacin. La misma expropiacin se justifica despus gracias a la resistencia que las exigencias de los conquistadores tienen que encontrar, naturalmente, en los indgenas. La irrupcin violenta de los inmigrantes crea incluso los conflictos que hacen "necesaria" la intervencin estatal, y el Estado cuida de que se haga un trabajo a conciencia. El deseo del capital de nuevos objetos inertes de explotacin se presenta como "liberacin" de territorios y se convierte en misin del Estado, a cuyo servicio ha de ponerse toda la nacin, es decir, en primer lugar, los soldados proletarios y los contribuyentes de la metrpoli. En los casos en que la expropiacin no se consigue de manera tan radical y sbita, se logra el mismo objetivo con el establecimiento de un sistema tributario que exija de los indgenas pagos en dinero tan grandes que nicamente se pueden reunir mediante un trabajo incesante al servicio del capital extranjero. La educacin al trabajo ha alcanzado su perfeccin en el Congo belga, donde, junto al opresivo gravamen tributario, el empleo crnico ms infame de la fuerza, el engao y el fraude constituyen los medios de la acumulacin capitalista. La esclavitud se convierte de nuevo en un ideal econmico y, al mismo tiempo, renace el espritu de la bestialidad que a travs de los detentadores de intereses coloniales pasa de las colonias a la madre patria y festeja all sus repugnantes orgas.6 Si la poblacin indgena no es suficiente para proporcionar el nivel deseado de la tasa de plusvala, ya sea porque debido a un celo excesivo de la expropiacin no solamente se liber a los indgenas de la tierra, sino tambin de la vida, ya sea porque la poblacin no es bastante resistente o numerosa, entonces el capital procura solucionar el problema de la mano de obra recurriendo al trabajo extranjero. Se organiza la importacin de coolis7 y, al mismo tiempo, mediante el refinado sistema de la esclavitud contractual, se cuida de que las leyes de la oferta y la demanda no puedan ejercer ningn efecto desagradable sobre este mercado del trabajo. De todas formas, esta solucin del problema de trabajo no es radical para el capital. La importacin de coolis choca con la resistencia cada vez mayor de los obreros blancos en todos los pases en que todava queda espacio para asalariados blancos. Pero, al mismo tiempo, resulta peligrosa tambin para las clases dominantes all donde la poltica colonial europea entra en conflicto de intereses con las aspiraciones expansionistas cada vez mayores del Japn, al que seguir en un futuro prximo la misma China.8 Si se restringe as la inmigracin de trabajo amarillo, la expansin del campo de trabajo blanco es, por otro lado, an ms limitada. La liberacin de trabajadores por el desarrollo del capitalismo ha llegado en gran parte a una paralizacin en Europa. La rpida expansin del capitalismo ha creado incluso una tendencia opuesta (en parte y para la poca de este periodo de Sturm un Drang) en los pases ms avanzados. As, el capitalismo alemn choca con la barrera de la poblacin obrera en los dos ltimos perodos de alta coyuntura y tiene que procurarse el reclutamiento necesario del ejrcito industrial de
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin reserva con trabajadores extranjeros. En proporciones mucho mayores el capitalismo de los Estados Unidos depende tambin de la inmigracin, mientras que el lento desarrollo de Inglaterra se manifiesta tambin en la sensible escasez de mano de obra que padece. As, pues, el rea de inmigracin europea se ha reducido a la Europa meridional y sudoriental y a Rusia. Pero, al mismo tiempo, ha crecido extraordinariamente la necesidad de trabajo asalariado a consecuencia de la rpida expansin. Los Estados que por motivos sociales o polticos excluyen la inmigracin asitica chocan en su expansin con la barrera de la poblacin, y esta barrera es mas difcil de vencer precisamente para aquellas regiones donde el desarrollo capitalista tiene el mejor porvenir, como, por ejemplo, Canad y Australia. Adems, la expansin de la agricultura requiere una poblacin adicional creciente en estas regiones con grandes extensiones de terra libera y se opone al nacimiento de un proletariado desposedo. El propio crecimiento demogrfico de estas regiones, sin embargo, es extraordinariamente pequeo. Pero tambin el aumento de poblacin en los Estados desarrollados europeos va disminuyendo constantemente,9 con lo que decrece la emigracin del excedente de poblacin disponible. Este crecimiento lento tiene consecuencias graves precisamente en los pases en los cuales la expansin de los productos agrcolas es muy importante, es decir, en Canad, Australia y Argentina. Esta lentitud motiva la tendencia al alza de los precios de los productos agrcolas, que se acenta cada vez ms a pesar de la capacidad de expansin, en s fuerte, de la produccin agrcola. Ahora bien, la barrera de la poblacin es nicamente relativa; explica por qu la expansin capitalista no avanza de un modo an ms impetuoso, pero en ningn modo elimina la expansin misma. Lleva dentro de s misma su remedio. Prescindiendo de la creacin de trabajo asalariado libre o de trabajo forzado en los territorios coloniales; prescindiendo de la liberacin relativa, continuamente activa, de trabajo blanco debida a los progresos tcnicos en las metrpolis capitalistas, la cual con el retardo de la expansin llegara a ser una libe-racin absoluta, resultara que una restriccin ms fuerte de la expansin capitalista en los territorios de colonizacin por el trabajo blanco tendra como consecuencia que el capitalismo se dirigiera en proporciones an mayores a las regiones agrarias todava retrasadas de la misma Europa, procurando superar los obstculos polticos que all subsisten y abriendo para si regiones donde, despus de destruir la industria artesana local, conseguira desplazar de la agricultura una parte de la poblacin agrcola, logrando con ello una cantidad considerable de nuevo material idneo para aumentar la emigracin. Tan pronto como los nuevos mercados dejan de ser simples reas de venta para convertirse en zonas de inversin de capital se registra un cambio en la actitud poltica de los pases exportadores de capital. El simple comercio, mientras no iba unido al robo y saqueo del comercio colonial, sino que abarcaba el comercio con una poblacin blanca o amarilla, resistente y relativamente desarrollada, dej, durante mucho tiempo, intacta en su base la estructura social y poltica de estos pases y se limit nicamente a las relaciones econmicas. Mientras exista un poder estatal y capaz de mantener el orden, el dominio directo era menos importante. La situacin cambia con la multiplicacin descomunal de la exportacin de capital. El riesgo es mucho mayor cuando se construyen ferrocarri-
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin les en un pas extranjero, se adquiere tierra, se hacen instalaciones portuarias, se descubren minas y se explotan, que cuando simplemente se compran y venden mercancas. El atraso de las normas jurdicas se convierte as en una barrera cuya superacin exige cada vez con mayor energa el capital financiero, incluso con medios violentos. Esto lleva a conflictos cada vez ms agudos entre los Estados capitalistas desarrollados y los poderes estatales de las regiones atrasadas, a intentos cada vez ms apremiantes de imponer a estas regiones las normas jurdicas correspondientes al capitalismo, bien respetando o destruyendo los poderes que haba hasta entonces. Al mismo tiempo, la competencia por las zonas recin abiertas de inversin lleva consigo nuevas contradicciones y conflictos entre los mismos Estados capitalistas desarrollados. Pero en los mismos pases recin puestos en explotacin el capitalismo importado agudiza los contrastes y excita la resistencia creciente de los pueblos que despiertan a la conciencia nacional contra los intrusos, resistencia que puede llegar fcilmente a la adopcin de medidas perjudiciales para el capital extranjero. Las viejas estructuras sociales se subvierten por completo; se rompe la milenaria vinculacin agrcola de las "naciones sin historia" y se las sumerge incluso en el remolino capitalista. El mismo capitalismo les da poco a poco a los subyugados los medios y el camino para su liberacin. La meta que antes fue la ms alta de las naciones europeas, la creacin del Estado unitario nacional como medio de la libertad econmica y cultural, la hacen suya aquellas naciones. Este movimiento de independencia amenaza al capital europeo precisamente en sus comarcas de explotacin ms ricas y de mejor porvenir, y se ve constreido cada vez ms a mantener su dominio gracias al continuo incremento de sus medios coactivos. De ah el clamor de todos los capitalistas interesados en pases coloniales exigiendo un poder estatal fuerte, cuya autoridad proteja tambin sus intereses en los rincones ms alejados de la tierra; de ah el prestigio de la bandera de la guerra, que tiene que verse en todas partes para que se pueda plantar en todos los lugares la bandera comercial. Pero cuando ms a gusto se siente la exportacin de capital es donde existe el dominio completo de la nueva regin mediante el poder estatal de su pas. Pues entonces est excluida la exportacin de capital de otros pases, goza de una posicin privilegiada y sus beneficios reciben, incluso, en lo posible, la garanta del Estado. As, pues, la exportacin de capital acta tambin en pro de una poltica imperialista. La exportacin de capital, especialmente desde que tiene lugar en forma de capital industrial y financiero, ha acelerado enormemente la subversin de todas las viejas relaciones sociales y la difusin del capitalismo por todo el globo. El desarrollo capitalista no sucedi de un modo autctono en cada pas individual, sino que con el capital se importaron, al mismo tiempo, produccin capitalista y relaciones de explotacin, y, desde luego, siempre en el grado alcanzado en el pas avanzado. As como hoy una industria recin nacida no se desarrolla desde los principios y la tcnica artesanos a las modernas empresas gigantes, sino que se funda desde un principio como empresa altamente capitalista, el capitalismo actual tambin se importa en un pas con el respectivo grado de perfeccin y despliega por eso su efecto revolucionario con mucha ms violencia y en un tiempo mucho ms corto del que ha necesitado el desarrollo capitalista en Inglaterra y Holanda, por ejemplo. En la historia de la exportacin de capital la revolucin de los medios de transporte hizo poca. Los ferrocarriles y los barcos a vapor tienen en si una importancia colosal para el capitalismo
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin debido a la reduccin del tiempo de circulacin de las mercancas. De esta forma, se libera primeramente capital circulante y luego se incrementa la tasa de beneficios. El abaratamiento de la materia prima reduce el precio de coste y ampla el consumo. Adems, los ferrocarriles y los barcos a vapor crean aquellos grandes espacios econmicos que hacen posible los modernos establecimientos gigantes con su produccin en masa. Pero, sobre todo, fueron los ferrocarriles el medio ms importante para la puesta en explotacin de los mercados extranjeros. Solamente a travs de ellos fue posible en proporciones tan colosales la utilizacin por Europa de los productos de estos pases y la ampliacin del mercado tan rpidamente hasta ser un mercado mundial. Sin embargo, an fue ms importante el hecho de que la exportacin de capital se hiciera ahora necesaria para la construccin de estos ferrocarriles, que se construyeron casi exclusivamente con capital europeo, especialmente ingls. La exportacin de capital era el monopolio de Inglaterra y le aseguraba a este pas, al mismo tiempo, el dominio del mercado mundial. Por consiguiente, Inglaterra no necesitaba temer, industrial o financieramente, la competencia de otros. Por eso, su ideal continu siendo la libertad del mercado. Por el contrario, la superioridad de Inglaterra tuvo que llevar tanto ms a todos los otros pases a retener y ampliar su dominio sobre las regiones ya conquistadas para estar protegidos, al menos dentro de sus fronteras, contra la poderosa competencia inglesa. Pero la situacin cambi tan pronto como se rompi el monopolio de Inglaterra, y al capitalismo ingls, insuficientemente organizado y poco eficaz debido al libre cambio, le salieron unos competidores superiores en el capitalismo americano y alemn. La evolucin hacia el capital financiero cre en estos Estados un fuerte impulso a la exportacin de capital.
Notas
1 Vase Otto Bauer, "Die Nationalittenfragen und die Sosialdemokratle", Marx-Studien, vol. II, pgs. 178 y sigs.
2 Es caracterstico el ejemplo siguiente, que pone de manifiesto simultneamente un cartel internacional y el efecto de la exportacin de capital: "Una rama muy importante de la industria, situada en Gran Bretaa, especialmente en Escocia, es la produccin de hilo de coser. Las cuatro firmas ms grandes y que dominan precisamente esta industria, Coats & Co., Clark & Co., Brook & Bros., Chodwich & Bros., se han unido desde 1896 en una comunidad conocida con el nombre de J. & P. Coats Limited, que abarca, adems, una serie de fbricas inglesas ms pequeas y una asociacin que comprende quince sociedades americanas. Este llamado 'Thread Combine', con 5.500.000 libras esterlinas de capital, representa una de las asociaciones industriales ms grandes del mundo. Ya antes de la unin las firmas Coats y Clark, debido a la poltica de arancel proteccionista de los Estados Unidos, se haban visto obligadas a fundar establecimientos fabriles propios en los Estados Unidos para romper las elevadas tarifas de este pas dirigidas contra sus fabricados. La unin ha seguido este procedimiento y, adquiriendo importantes cantidades de acciones en las sociedades de la industria correspondiente en Norteamrica y otros pases (esto es, se trata de una emigracin de capital a gran escala), se ha asegurado el control sobre las mismas. Por consiguiente, los industriales ingleses fabrican en el extranjero; el dao derivado de la disminucin de la posibilidad de trabajo lo soporta la clase obrera inglesa y, en ltima instancia, toda la nacin. El trust del hilo tiene toda la razn para seguir la misma poltica; pues se sabe de manera irrefutable que los beneficios de 2.058.000 libras esterlinas, obtenidas en el ejercicio 1908-1904, han afluido principalmente de las fbricas instaladas en el extranjero. Pero las industrias extranjeras se estn reforzando, y tarde o temprano se sacudirn el yugo del 'control' ingls y reducirn los tributos que pagan ahora. No es ms que una cuestin de tiempo" (tal como lo da Schwab).
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3 As, por ejemplo, una parte de la renta de bienes races hngara afluye a Austria para pago de intereses de los ttulos hipotecarios de los institutos hngaros de hipotecas que circulan en Austria.
4 Segn la acertada expresin de Parvus, Die Handelskrise und die Gewerkschaften, Munich, 1901.
5 Vanse ejemplos, en Parvus, Die Kolonialpolitik und der Zusammenbruch, Leipzig, 1907, pgs. 68 y sigs.
6 Pinsese, por ejemplo, en el escaso entusiasmo que existe en el pas de los poetas y pensadores por un Carl Peters. Este fenmeno les era ya evidente a los librecambistas ingleses y al hacer hincapi en l se valan de un buen medio de agitacin contra la poltica colonial. Cobden dice as: "Is it possible, that we can play the part of despot and butcher there (in India), without finding our character deteriorate at home?" Citado en Schulze-Dvernitz, op. cit., nota 104.
7 Cooli: jornalero chino, japons, indio o malayo; en general: quien ejecuta prestacin personal, trabajos pesados a cambio de un sueldo muy reducido (N. del T.).
8 Vase a este respecto, la discusin sobre la cuestin de la inmigracin en Neue Zeit, XXVI, 1, especialmente Otto Bauer, Proletarische Wanderungen, y Max Schippe, Die fremden Arbeitskrfte and die Gesetzgebung der verschiedenen, Lnder.
9 Vanse a este respecto, por ejemplo, los datos de Paul Mombert, Studien zur Bevlkerungsbewegung in Deutschland, 1907. Por cada 100 habitantes correspondan en Europa los siguientes nacimientos en el promedio de los aos: 1841-1850 1851-1860 1861-1870 1871-1875 1876-1880 37 8 37,8 38,6 39,1 38,7 1881-1886 1886-1890 1891-1895 1896-1900 1901 38,4 37,8 37,2 36,9 36,9
Igualmente, es muy considerable el retroceso de la natalidad en los Estados Unidos y asombroso en Australia. En Nueva Gales del Sur, por ejemplo, por cada 1.000 mujeres casadas en la edad de quince a cuarenta y cinco aos correspondan, en el ao 1881, 340,8, y en el ao 1901, 235,3 nacimientos legtimos. (Vanse tambin los datos de Schulze-Gvernitz, op. cit., pg. 195, que cita la voz de alarma del estadstico gubernamental Coghlen: "El problema de las cifras descendentes de los nacimientos es de una importancia superior a todo y para Australia ms que para ningn otro pas. De su solucin satisfactoria depende el que nuestro pas ocupe un lugar entre las grandes naciones del mundo".) Por consiguiente, el aumento de poblacin en las regiones mencionadas hay que atribuirlo nicamente al importante retroceso de la mortalidad, que descendi mucho ms que la natalidad. Hasta ahora, en Alemania la mortalidad ha descendido ms rpidamente que la natalidad. "Si se sigue manteniendo el retroceso de esta ltima tiene que llegar un punto, y esto depende de la naturaleza de las cosas, en que la disminucin de la mortalidad suceda ms lentamente y se invierta la relacin de disminucin de ambos. Pero, con ello, el exceso de nacimientos tiene que tomar tambin una tendencia descendente" (Mombert, loc. cit., pg. 263). Esto ltimo es cierto ya, por ejemplo, para Inglaterra, Gales, Escocia y Suecia. Para esta fase de la expansin capitalista es acertado tambin el juicio final de Mombert: "Quiz se vea en un tiempo no muy lejano que el punto crucial de la cuestin de la poblacin estriba, y no slo en el caso de Francia, menos en un crecimiento de la poblacin demasiado fuerte que en uno demasiado dbil" (pg. 280).
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"El rasgo caracterstico de este perodo -concluye el autor- es, por consiguiente, el reparto de frica y Polinesia". Como ni en Asia ni en Amrica hay tierras desocupadas, es decir, que no pertenezcan a ningn Estado, hay que ampliar la conclusin de Supn y decir que el rasgo caracterstico del perodo que nos ocupa es el reparto definitivo del planeta, definitivo no en el sentido de que sea, imposible repartirlo de nuevo -al contrario, nuevos repartos son posibles e inevitables-, sino en el de que la poltica colonial de los pases capitalistas ha terminado ya la conquista de todas las tierras no ocupadas que haba en nuestro planeta. Por vez primera, el mundo se encuentra ya repartido, de modo que lo que en adelante puede efectuarse son nicamente nuevos repartos, es decir, el paso de territorios de un propietario a otro, y no el paso de un territorio sin propietario a un "dueo". Vivimos, por consiguiente, en una poca peculiar de la poltica colonial del mundo que se halla ntimamente relacionada con la "fase contempornea de desarrollo del capitalismo, con el capital financiero. Por eso es necesario detenerse ms detalladamente ante todo, en los datos concretos, para formarnos una idea lo ms precisa posible de la diferencia existente entre esta poca y las precedentes, as como de la situacin actual. En primer trmino surgen dos cuestiones concretas: Se observa una acentuacin de la poltica colonial, una exacerbacin de la lucha por las colonias precisamente en la poca del capital financiero? Cmo se halla, repartido el mundo en la actualidad desde este punto de vista? El escritor norteamericano Morris, en su libro sobre la historia de la colonizacin2, intenta resumir los datos sobre la extensin de las posesiones coloniales de Inglaterra, Francia y Alemania en los distintos periodos del siglo XIX. He aqu, brevemente expuestos, los resultados obtenidos:
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Para Inglaterra, el perodo de intensificacin enorme de las conquistas coloniales corresponde a los aos de 1860 a 1880 y es muy considerable durante los ltimos veinte aos del siglo XIX. Para Francia y Alemania corresponde justamente a estos veinte aos. Hemos visto ms arriba que el perodo del desarrollo mximo del capitalismo premonopolista, el capitalismo en el que predomina la libre competencia, abarca de 1860 a 1880. Ahora vemos que es justamente despus de este perodo cuando empieza el enorme "auge de las conquistas coloniales, se exacerba hasta un grado extraordinario la lucha por el reparto territorial del mundo. Es indudable, por consiguiente, que el paso del capitalismo la fase de capitalismo monopolista, al capital financiero, se halla relacionado con la exacerbacin de la lucha por el reparto del mundo. Hobson destaca en su obra sobre el imperialismo los aos que van de 1884 a 1900 como un perodo de intensa "expansin" de los principales Estados europeos. Segn sus clculos, Inglaterra adquiri durante ese tiempo 3.700.000 millas cuadradas con una poblacin de 57 millones de habitantes; Francia, 41.000 millas cuadradas con 36,5 millones de habites; Alemania, 1.000.000 de millas cuadradas con 14,7 millones de habitantes; Blgica, 900.000 millas cuadradas con 30 millones de habitantes; Portugal, 800.000 millas cuadradas con 9 millones de habitantes. A fines del siglo XIX, sobre todo desde la dcada del 80, todos los Estados capitalistas se esforzaron por adquirir y ampliar sus colonias, lo que constituye un hecho universalmente conocido de la historia de la diplomacia y de la poltica exterior. En la poca de mayor florecimiento de la libre competencia en Inglaterra, de 1840 a 1860, los dirigentes polticos burgueses de este pas eran adversarios de la poltica colonial, considerando til e inevitable la emancipacin de las colonias y su separacin completa de Inglaterra. M. Beer indica en un artculo, publicado en 1898, sobre el "imperialismo ingls contemporneo",3 que en 1852 un estadista britnico como Disraeli, tan inclinado en general al imperialismo, deca que "las colonias son ruedas de molino que llevamos atadas al cuello". En cambio, a fines del siglo XIX los hroes del da eran en Inglaterra Cecil Rhodes y Joseph Chamberlain, que predicaban abiertamente el imperialismo y mantenan una poltica imperialista con el mayor cinismo! No carece de inters sealar que esos dirigentes polticos de la burguesa inglesa vean ya entonces clara la ligazn existente entre las races puramente econmicas, por decirlo as, del imperialismo moderno y sus races sociales y polticas. Chamberlain predicaba el imperialismo
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin como una "poltica justa, inteligente y econmica", sealando sobre todo la competencia con que ahora tropieza Inglaterra en el mercado mundial por parte de Alemania, Norteamrica y Blgica. La salvacin est en el monopolio, decan los capitalistas al fundar cartels, sindicatos y trusts. La salvacin est en el monopolio, repetan los jefes polticos de la burguesa, apresurndose a aduearse de las partes del mundo todava no repartidas. Y Cecil Rhodes, segn cuenta un ntimo amigo suyo, el periodista Stead, le deca a ste en 1895 a propsito de sus ideas imperialistas Ayer estuve en el East-End londinense (barriada obrera) y asist a una asamblea de parados. Al or all discursos exaltados cuya nota dominante era pan!, pan! y al reflexionar, de vuelta a casa, sobre lo que haba odo, me convenc, ms que nunca, de la importancia del imperialismo... La idea que yo acaricio representa la solucin del problema social: para salvar a los cuarenta millones de habitantes del Reino Unido de una guerra civil funesta, nosotros, los polticos coloniales, debemos posesionarnos de nuevos territorios; a ellos enviaremos el exceso del poblacin y en ellos encontraremos nuevos mercados para los productos de nuestras fbricas y de nuestras minas. El imperio, lo he dicho siempre, es una cuestin de estmago. Si queris evitar la guerra civil, debis convertiros en imperialistas"4. As hablaba en 1895 Cecil Rhodes, millonario, rey de las finanzas y principal culpable de la guerra anglo-boer. Esta defensa del imperialismo es simplemente un poco grosera, cnica, pero, en el fondo, no se diferencia de la "teora" de los seores Mslov, Sdekum, Potrsov, David, del fundador del marxismo ruso, etc., etc. Cecil Rhodes era un social-chovinista algo ms honrado... Para dar un panorama lo ms exacto posible del reparto territorial del globo y de los cambios habidos en este aspecto durante los ltimos decenios, utilizaremos los resmenes que Supan suministra en la obra mencionada sobre las posesiones coloniales de todas las potencias del mundo. Este autor compara los aos 1876 y 1900; nosotros tomaremos el ao 1876 -punto de referencia elegido muy acertadamente, ya que puede considerarse, en trminos generales, que es precisamente entonces cuando termina el desarrollo del capitalismo de la Europa occidental en su fase premonopolista- y el ao 1914, sustituyendo las cifras de Supan por las ms recientes de Hbner, que tomamos de sus Tablas geogrfico-estadsticas. Supan estudia slo las colonias; nosotros consideramos til (para que el cuadro del reparto del mundo sea completo) agregar unos breves datos sobre los pases no coloniales y las semicolonias, entre las cuales incluimos a Persia, China y Turqua; el primero de estos pases se ha transformado ya, casi del todo en colonia; el segundo y el tercero van camino de convertirse. Como resultado, obtendremos lo siguiente:
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Se ve claramente cmo a fines del siglo XIX en los albores del siglo XX se hallaba ya "terminado" el reparto del mundo. Las posesiones coloniales se ensancharon en proporciones gigantescas despus de 1876: en ms del 50 %, de 40 a 85 millones de kilmetros cuadrados, para las seis potencias ms importantes; el aumento es de 25 millones de kilmetros cuadrados, el 50 % ms que la superficie de las metrpolis (16,5 millones). Tres potencias no posean en 1876 colonias, y la cuarta, Francia, casi no las tena. Para el ao 1914, esas cuatro potencias haban adquirido colonias con una superficie de 14,1 millones de kilmetros cuadrados, es decir, el 50 % aproximadamente ms que la superficie de Europa, con una poblacin de casi 100 millones de habitantes. La desigualdad en la expansin colonial es muy grande. Si se comparan, por ejemplo, Francia, Alemania y el Japn, cuya diferencia no es muy considerable en cuanto a la superficie y al nmero de habitantes, resulta que el primero de dichos pases ha adquirido casi tres veces ms colonias (desde el punto de vista de la superficie) que el segundo y el tercero juntos. Pero por la cuanta del capital financiero, Francia, a principios del perodo que nos ocupa, era acaso tambin varias veces ms rica que Alemania ,y el Japn juntos. La extensin de las posesiones coloniales no depende slo de las condiciones puramente econmicas, sino tambin, a base de stas, de las condiciones geogrficas, etc. Por vigorosa que haya sido durante los ltimos decenios la nivelacin del mundo, la igualacin de las condiciones econmicas y de vida de los distintos pases bajo la presin de la gran industria, del intercambio y del capital financiero, la diferencia, sigue siendo, sin embargo, respetable, y entre los seis pases mencionados encontramos: por una parte, pases capitalistas jvenes, que han progresado con una rapidez extraordinaria (Norteamrica, Alemania y el Japn); por otra parte, pases capitalitas viejos qu durante los ltimos aos han progresado mucho ms lentamente que los anteriores (Francia e Inglaterra) ; en
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin tercer lugar figura un pas, el ms atrasado desde el punto de vista econmico (Rusia), en el que el imperialismo capitalista moderno se halla envuelto, por as decirlo, en una red particularmente densa de relaciones pre-capitalistas. Al lado de las posesiones coloniales de las grandes potencias hemos colocado las colonias menos importantes de los Estados pequeos, que son, por decirlo as, el objeto inmediato del "nuevo reparto" de las colonias, posible y probable. La mayor parte de esos Estados pequeos conservan sus colonias nicamente gracias a que entre las grandes potencias existen intereses contrapuestos; rozamientos, etctera, que dificultan el acuerdo para el reparto del botn. En cuanto a los Estados "semicoloniales", nos dan un ejemplo de las formas de transicin que hallamos en todas las esferas de la naturaleza y de la sociedad. El capital financiero es una fuerza tan considerable, puede decirse tan decisiva, en todas las relaciones econmicas e internacionales, que es capaz de subordinar, y en efecto subordina, incluso a los Estados que gozan de la independencia poltica ms completa como veremos a continuacin. Pero, se comprende, la subordinacin ms "cmoda" y ms "beneficiosa" para el capital financiero es aquella que trae aparejada en consigo la prdida de la independencia poltica de los pases y de los pueblos sometidos. Los pases semicoloniales son tpicos, en este sentido, como caso intermedio". Se comprende, pues, que la lucha en torno a esos pases semidependientes haya tenido que exacerbarse sobre todo en la poca del capital financiero, cuando el resto del mundo se hallaba ya repartido. La poltica colonial y el imperialismo existan ya antes de la fase contempornea del capitalismo y aun antes del capitalismo. Roma, basada en la esclavitud, mantuvo una poltica colonial y ejerci el imperialismo. Pero los razonamientos "generales" sobre el imperialismo, que olvidan o relegan a segundo trmino la diferencia radical de las formaciones econmico-sociales, se convierten inevitablemente en trivialidades vacuas o en jactancias, tales como la de comparar "la Gran Roma con la Gran Bretaa" 5. Incluso la poltica colonial capitalista de las fases anteriores del capitalismo se diferencia esencialmente de la poltica colonial del capital financiero. La particularidad fundamental del capitalismo moderno consiste en la dominacin de las asociaciones monopolistas de los grandes patronos. Dichos monopolios adquieren la mxima solidez cuando renen en sus manos todas las fuentes de materias primas, y ya hemos visto con qu ardor los grupos internacionales de capitalistas se esfuerzan por arrebatar al adversario toda posibilidad de competencia, por adquirir, por ejemplo, las tierras que contienen mineral de hierro, las yacimientos de petrleo, etc. La posesin de colonias es lo nico que garantiza de una manera completa el xito del monopolio contra todas las contingencias de la lucha con el adversario, sin excluir la de que el adversario desee defenderse mediante una ley que implante el monopolio del Estado. Cuanto ms desarrollado est el capitalismo, cuanto ms sensible se hace la insuficiencia de materias primas, cuanto ms dura es la competencia y la busca de fuentes de materias primas en todo el mundo; tanto ms encarnizada es la lucha por la adquisicin de colonias. "Se puede aventurar la afirmacin -escribe Schilder-, que a, algunos podr parecer paradjica, de que el crecimiento de la poblacin urbana e industrial en un futuro ms o menos prximo puede ms bien hallar obstculos en la insuficiencia de materias primas para la industria, que en la de productos alimenticios". As, por ejemplo, se agudiza la escasez de madera, que se va encareciendo cada vez ms, de pieles y de materias primas para la industria textil. "Las asociaciones industriales intentan
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin establecer el equilibrio entre la agricultura y la industria dentro de toda la economa mundial; como ejemplo se puede citar la unin internacional de asociaciones de fabricantes de hilados de algodn de algunos de los pases industriales ms importantes, fundada en 1904, y la unin europea de asociaciones de fabricantes de hilados de lino, constituida en 1910 a imagen de la anterior" 6. Claro que los reformistas burgueses, y entre ellos los kautskianos actuales sobre todo, intentan atenuar la importancia de esos hechos, indicando que las materias primas "podran ser" adquiridas en el mercado libre sin una poltica colonial "cara y peligrosa", que la oferta de materias primas "podra ser" aumentada en proporciones gigantescas con el "simple" mejoramiento de las condiciones de la agricultura en general. Pero esas indicaciones se convierten en una apologa del imperialismo, en su embellecimiento, pues se fundan en el olvido de la particularidad principal del capitalismo contemporneo: los monopolios. El mercado libre pasa cada vez ms al dominio de la historia, los sindicatos y trusts monopolistas van reducindolo de da en da, y el "simple" mejoramiento de las condiciones de la agricultura se traduce en el mejoramiento de la situacin de las masas, en la elevacin de los salarios y en la disminucin de los beneficios. Dnde existen, como no sea en la fantasa de los reformistas acaramelados, trusts capaces de preocuparse de la situacin de las masas y no de la conquista de colonias? Para el capital financiero tienen importancia no slo las fuentes de materias primas ya descubiertas, sino tambin las posibles, pues la tcnica avanza en nuestros das con una rapidez increble y las tierras hoy inservibles pueden ser convertidas maana en tierras tiles si se descubren nuevos procedimientos (a cuyo efecto un banco importante puede enviar una expedicin especial de ingenieros agrnomos, etc.), si se invierten grandes capitales. Lo mismo ocurre con la exploracin de riquezas minerales, con los nuevos mtodos de elaboracin y utilizacin de tales o cuales materias primas, etc., etc. De ah la tendencia inevitable del capital financiero a ampliar su territorio, y aun su territorio en general. Del mismo modo que los trusts capitalizan sus bienes atribuyndoles el doble o el triple de su valor, calculando los beneficios "posibles" en el futuro (y no los beneficios presentes) y teniendo en cuenta las resultados ulteriores del monopolio, el capital financiero manifiesta la tendencia general a apoderarse de las mayores extensiones posibles de territorio, sea el que sea, se halle donde se halle, por cualquier medio, pensando en las fuentes eventuales de materias primas y temeroso de quedarse atrs en la lucha rabiosa por alcanzar las ltimas porciones del mundo todava no repartidas o por conseguir un nuevo reparto de las ya repartidas. Los capitalistas ingleses tratan por todos los medios de ampliar la produccin de algodn en su colonia -Egipto- (en 1904, de los 2.300.000 hectreas de tierra cultivada en Egipto, 600.000, esto es, ms de la cuarta parte, estaban destinadas ya al algodn); los rusos hacen lo mismo en el Turquestn, que es colonia suya. De este modo les es ms fcil vencer a sus competidores extranjeros, les es ms fcil monopolizar las fuentes de materias primas, crear un trust textil menos costoso y ms lucrativo, con produccin "combinada", que concentre en una sola mano todas las fases de la produccin y de la transformacin del algodn. Los intereses de la exportacin de capitales empujan del mismo modo a la conquista de colonias, pues en el mercado colonial es ms fcil (y a veces slo en l es posible), utilizando medios monopolistas, suprimir al competidor, garantizarse pedidos, consolidar las relaciones necesarias, etc.
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin La superestructura extraeconmica que se levanta sobre la base del capital financiero la poltica, la ideologa de ste- refuerza la tendencia a las conquistas coloniales. El capital financiero no quiere la libertad, sino la dominacin, dice con razn Hilferding. Y un escritor burgus de Francia, como si ampliara y completara las ideas de Cecil Rhodes que hemos citado ms arriba, afirma que hay que aadir las causas de orden social a las causas econmicas de la poltica colonial contempornea: a consecuencia de las complicaciones crecientes de la vida, que no abarcan slo a las multitudes obreras, sino tambin a las clases medias, en todos los pases de vieja civilizacin se estn acumulando impaciencias, rencores y odios que amenazan la paz pblica, energas sacadas de su cauce a las que hay que captar para emplearlas fuera del pas en una gran obra, si no se quiere que hagan explosin en el interior 7. Puestos a hablar de la poltica colonial de la poca del imperialismo capitalista, es necesario hacer notar que el capital financiero y la poltica internacional correspondiente, la cual se traduce en la lucha de las grandes potencias por el reparto econmico y poltico del mundo, originan abundantes formas transitorias de dependencia estatal. Para esta poca son tpicos no slo los dos grupos fundamentales de pases los que poseen colonias y las colonias-, sino tambin las formas variadas de pases dependientes, que desde un punto de vista formal gozan de independencia financiera y diplomtica. Una de estas formas, la semicolonia, la hemos indicado ya antes. Modelo de otra forma es, por ejemplo, la Argentina. Amrica del Sur, y sobre todo la Argentina dice Schulze-Gaevernitz en su obra sobre el imperialismo britnico-, se halla en tal dependencia financiera con respecto a Londres, que casi se la debe calificar de colonia comercial inglesa 8. Segn Schilder, los capitales invertidos por Inglaterra en la Argentina, de acuerdo con los datos suministrados en 1909 por el cnsul austro-hngaro en Buenos Aires, ascendan a 8750 millones de francos. No es difcil imaginarse los fuertes vnculos que se establecen entre el capital financiero y su fiel amigo, la diplomacia- de Inglaterra y la burguesa de la Argentina, los crculos dirigentes de toda su vida econmica y poltica. El ejemplo de Portugal nos muestra una forma un poco distinta de dependencia financiera y diplomtica aun conservando la independencia poltica. Portugal es un Estado independiente, soberano, pero en realidad lleva ms de doscientos aos, desde la Guerra de Sucesin de Espaa (1701-1714), bajo el protectorado de Inglaterra. Inglaterra lo defendi y defendi las posesiones coloniales portuguesas para reforzar las posiciones propias en la lucha con sus adversarios: Espaa y Francia. Inglaterra obtuvo a cambio ventajas comerciales, mejores condiciones para la exportacin de mercancas y, sobre todo, para la exportacin de capitales a Portugal y sus colonias, pudo utilizar los puertos y las islas de Portugal, sus cables, etc., etc. 9. Este gnero de relaciones entre grandes y pequeos Estados ha existido siempre, pero en la poca del imperialismo capitalista se convierte en sistema general, entra, como uno de tantos elementos, a formar el conjunto de relaciones que rigen el reparto del mundo, pasa a ser eslabones en la cadena de operaciones del capital financiero mundial. Para terminar con lo relativo al reparte del mundo, debemos hacer notar todava lo siguiente. No slo las publicaciones norteamericanas, despus de la guerra hispano-americana, y las inglesas, despus de la guerra anglo-boer, plantearon el asunto de un modo completamente abierto y definido a fines del siglo XIX y a principios del XX; no slo las publicaciones alemanas, que
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin seguan ms celosamente el desarrollo del imperialismo britnico, han venido juzgando sistemticamente este hecho. Tambin las publicaciones burguesas de Francia han planteado la cuestin de un modo suficientemente claro y vasto, dentro de lo que es posible desde el punto de vista burgus. Ah tenemos al historiador Driault, autor de Problemas polticos y sociales de fines del siglo XIX, el cual dice lo siguiente en el capitulo sobre "las grandes potencias y el reparto del mundo": "En estos ltimos aos, todos los territorios libres del globo, a excepcin de China han sido ocupados por las potencias de Europa o por Amrica del Norte. Se han producido ya algunos conflictos y algunos desplazamientos de influencia, precursores de trastornos ms terribles en un futuro prximo. Porque hay que apresurarse: las naciones que no se han provisto, corren el riesgo de no estarlo nunca y de no tomar parte en la explotacin gigantesca del globo, que ser uno de los hechos ms esenciales del prximo siglo (esto es, del siglo XXI). He ah por qu toda Europa y Amrica se han visto recientemente presas de la fiebre de expansin colonial, del "imperialismo, que es la caracterstica ms notable de fines del siglo XIX. Y el autor aade: "Con ese reparto del mundo, con esa carrera rabiosa en pos de las riquezas y de los grandes mercados de la tierra, la importancia relativa de los imperios fundados en este siglo XIX no guarda proporcin alguna con el puesto que ocupan en Europa las naciones que los han fundado. Las potencias predominantes en Europa, que son los rbitros de sus destinos, no predominan por igual en el mundo. Y como el podero colonial, promesa de riquezas no calculadas todava, repercutir evidentemente en la importancia relativa de los Estados europeos, la cuestin colonial -el "imperialismo", si se quiere-, que ha modificado ya las condiciones polticas de Europa misma, las ir modificando cada vez ms"10.
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin monopolistas fundido con el capital de los grupos monopolistas industriales y, por otra, el reparto del mundo es el trnsito de la poltica colonial, que se extiende sin obstculos a las regiones todava no apropiadas por ninguna potencia capitalista, a la poltica colonial de dominacin monopolista de los territorios del globo enteramente repartido. Pero las definiciones excesivamente breves, si bien son cmodas, pues recogen lo principal, resultan insuficientes, ya que es necesario, adems, extraer de ellas otros rasgos muy esenciales de lo que hay que definir. Por eso, sin olvidar lo convencional y relativo de todas las definiciones en general, que jams pueden abarcar en todos sus aspectos las relaciones de lo definido en su desarrollo completo, conviene dar una definicin del imperialismo que contengan los cinco rasgos fundamentales siguientes: 1) La concentracin de la produccin y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que a creado los monopolios, los cuales desempean un papel decisivo en la vida econmica; 2) la fusin del capital bancario con el industrial y la creacin, sobre la base de este "capital financiero, de la oligarqua financiera; 3) la exportacin de capitales, a diferencia de la exportacin de mercancas, adquiere una importancia particularmente grande; 4) la formacin de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminacin del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas ms importantes. El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en que ha tomado cuerpo la dominacin de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido sealada importancia la exportacin de capitales, ha empezado el reparto del mundo por los trusts internacionales y ha terminado el reparto de toda la tierra entre los pases capitalistas ms importantes. Ms adelante veremos cmo se puede y se debe definir de otro modo el imperialismo, si se tiene en cuenta no slo las nociones fundamentales puramente econmicas (a las cuales se limita la definicin que hemos dado), sino tambin el lugar histrico de esta fase del capitalismo con respecto al capitalismo en general o la relacin del imperialismo y de las dos tendencias principales del movimiento obrero. Lo que ahora hay que consignar es que, interpretado en dicho sentido, el imperialismo representa en si, indudablemente, una fase particular de desarrollo del capitalismo. Para dar al lector una idea lo ms fundamental posible del imperialismo, hemos procurado reproducir adrede el mayor nmero posible de opiniones de economistas burgueses obligados a reconocer los hechos de la economa capitalista moderna sentados de una manera particularmente incontrovertible. Con el mismo fin hemos reproducido datos estadsticos minuciosos que permiten ver hasta qu punto ha crecido el capital bancario, etc., qu expresin concreta ha tenido la transformacin de la cantidad en calidad, el trnsito del capitalismo desarrollado al imperialismo. Huelga decir, naturalmente, que en la naturaleza y en la sociedad todos los lmites son convencionales y mudables, que sera absurdo discutir, por ejemplo, sobre el ao o la dcada precisos en que se instaur "definitivamente" el imperialismo. Pero sobre la definicin del imperialismo nos vemos obligados a controvertir, ante todo, con C. Kautsky, el principal terico marxista de la poca de la llamada Segunda Internacional, es decir, de los veinticinco aos comprendidos entre 1889 y 1914. Kautsky se pronunci decididamente en 1915 e incluso en noviembre de 1914 contra las ideas fundamentales expresadas en nuestra definicin del imperialismo, declarando que por imperialismo hay que entender, no una "fase" o un grado de la economa, sino una poltica, y una poltica determinada, la poltica "preferida" por el capital financiero; que no se puede "identificar" el imperialismo con el "capitalismo contemporneo";
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin que si entendemos por imperialismo "todos los fenmenos del capitalismo contemporneo" -cartels, proteccionismo, dominacin de los financieros, poltica colonial-, en ese caso el problema de la necesidad del imperialismo para el capitalismo se convierte en "la tautologa ms trivial", pues entonces, "naturalmente, el imperialismo es una necesidad vital para el capitalismo", etc. Expresaremos con la mxima exactitud el pensamiento de Kautsky si reproducimos su definicin del imperialismo, enfilada directamente contra la esencia de las ideas que nosotros explanamos (pues las objeciones procedentes del campo de los marxistas alemanes, los cuales han definido ideas semejantes durante largos aos, son ya conocidas desde hace mucho tiempo por Kautsky como objecin de una corriente determinada en el marxismo). La definicin de Kautsky dice as: El imperialismo es un producto del capitalismo industrial altamente desarrollado. Consiste en la tendencia de toda nacin capitalista industrial a someter y anexionarse cada vez ms regiones agrarias (la cursiva es de Kautsky) sin tener en cuenta la nacionalidad de sus habitantes" 11 Esta definicin no sirve absolutamente para nada, puesto que destaca de manera unilateral, es decir, arbitraria, tan slo el problema nacional (si bien de la mayor importancia, tanto en s como en su relacin con el imperialismo), enlazndolo caprichosa y errneamente slo con el capital industrial de los pases que se anexionan otras naciones, colocando en primer trmino, de la misma forma caprichosa y errnea, la anexin de las regiones agrarias. El imperialismo es una tendencia a las anexiones: a eso se reduce la parte poltica de la definicin de Kautsky. Es justa, pero extremadamente incompleta, pues en el aspecto poltico el imperialismo es, en general, una tendencia a la violencia y a la reaccin. Mas lo que en este caso nos interesa es el aspecto econmico que Kautsky mismo ha dado a su definicin. Las inexactitudes de la definicin de Kautsky saltan a la vista. Lo caracterstico del imperialismo no es precisamente el capital industrial, sino el capital financiero. No es un fenmeno casual que, en Francia, cabalmente el desarrollo particularmente rpido del capital financiero, que coincidi con un debilitamiento del capital industrial, provocara a partir de la dcada del 80 del siglo pasado una intensificacin extrema de la poltica anexionista (colonial). Lo caracterstico del imperialismo es precisamente la tendencia a la anexin no slo de las regiones agrarias, sino incluso de las ms industriales (apetitos alemanes respecto a Blgica, los de los franceses en cuanto a Lorena), pues, en primer lugar, la divisin ya terminada del globo obliga, al proceder a un nuevo reparto, a alargar la mano hacia toda clase de territorios; en segundo lugar, para el imperialismo es sustancial la rivalidad de varias grandes potencias en sus afanes de hegemona, esto es, a apoderarse de territorios no tanto directamente para s, como para debilitar al adversario y quebrantar su hegemona (para Alemania, Blgica tiene una importancia especial como punto de apoyo contra Inglaterra; para Inglaterra, la tiene Bagdad como punto de apoyo contra Alemania, etc.). Kautsky se remite de modo particular -y reiteradas veces- a los ingleses, los cuales, dice, han puntualizado la significacin puramente poltica de la palabra "imperialismo" en el sentido que l la comprende. Tomamos al ingls Hobson y leemos en su obra El imperialismo, publicada en 1902:
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin "El nuevo imperialismo se distingue del viejo, primero, en que, en vez de la aspiracin de un solo imperio creciente, sostiene la teora y la actuacin prctica de imperios rivales, guiados cada uno de ellos por idnticos apetitos de expansin poltica y de beneficio comercial; segundo, en que los intereses financieros o relativos a la inversin del capital predominan sobre los comerciales"12. Como vemos, Kautsky no tiene de hecho razn alguna al remitirse a los ingleses en general (en los nicos en que podra apoyarse sera tal vez, en los imperialistas ingleses vulgares o en los apologistas declarados del imperialismo). Vemos que Kautsky, que pretende continuar defendiendo el marxismo, en realidad da un paso atrs con relacin al social-liberal, Hobson el cual tiene en cuenta con ms acierto que l las dos particularidades histricas concretas" (Kautsky con su definicin, se mofa precisamente de la concrecin histrica!) del imperialismo contemporneo: 1) competencia de varios imperialismos; 2) predominio del financiero sobre el comerciante. Pero si lo esencial consiste en que un pas industrial se anexione un pas agrario, entonces el papel industrial se atribuye al comerciante. La definicin de Kautsky, adems de ser errnea y de no ser marxista, sirve de base a todo un sistema de concepciones que rompen totalmente con la teora marxista y con la actuacin prctica marxista, de lo cual hablaremos ms adelante. Carece en absoluto de seriedad la discusin sobre palabras que Kautsky promueve: cmo debe calificarse la fase actual del capitalismo, de imperialismo o de fase del capital financiero? Llamadlo como queris, lo mismo da. Lo esencial es que Kautsky separa la poltica del imperialismo de su economa, hablando de las anexione como de la poltica preferida por el capital financiero y oponiendo a ella otra poltica burguesa posible, segn l, sobre la misma base del capital financiero. Resulta que los monopolios en la economa son compatibles con el modo de obrar no monopolista, no violento, no anexionista en poltica. Resulta que el reparto territorial del mundo, terminado precisamente en la poca del capital financiero y que da su carcter particular a las formas actuales de rivalidad entre los ms grandes estados capitalista, es compatible con una poltica no imperialista. Resulta que de este modo se disimulan, se atenan las contradicciones ms importantes de la fase actual del capitalismo, en vez de ponerlas al descubierto en toda su profundidad; resulta reformismo burgus en lugar de marxismo. Kautsky discute con Cunow, apologista alemn del imperialismo y de las anexiones, que razona un modo burdo y cnico: el imperialismo es el capitalismo contemporneo; el desarrollo del capitalismo es inevitable y progresivo, hay qu arrastrarse, pues, ante el imperialismo y glorificarlo! Este razonamiento se parece, en cierto modo, a la caricatura que los populistas trazaban de los marxistas rusos en los aos de 1894 y 1895: si los marxistas consideran que el capitalismo es en Rusia inevitable y progresivo, venan a decir, deben dedicarse a abrir tabernas y a fomentar el capitalismo. Kautsky objeta a Cunow: no, el imperialismo no es el capitalismo contemporneo sino solamente una de las formas de la poltica del mismo; podemos y debemos luchar contra esa poltica, luchar contra el imperialismo, contra las anexiones, etc. La objecin, completamente plausible al parecer, equivale en realidad a una defensa ms sutil, ms velada (y por esto ms peligrosa) de la conciliacin con el imperialismo, pues una lucha contra la poltica de los trusts y de los bancos que deje intactas las bases de la economa de los unos y de los otros, no es ms que reformismo y pacifismo burgueses, no va ms all de los propsitos buenos e inofensivos. Volver la espalda a las contradicciones existentes y olvidar las
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin ms importantes, en vez de ponerlas al desnudo en toda su profundidad: eso es la teora de Kautsky, la cual no tiene nada que ver con el marxismo. Y naturalmente, semejante teora nos sirve ms que para defender la idea de la unidad con los Cunow! Desde el punto de vista puramente econmico escribe Kutsky-, no est descartado que el capitalismo pase todava por una nueva fase: la aplicacin de la poltica de los cartels a la poltica exterior, la fase del ultraimperialismo13, esto es, el superimperialismo, la unin de los imperialismos de todo el mundo, y no la lucha entre ellos, la fase de la cesacin de las guerras bajo el capitalismo, la fase de la explotacin general del mundo por el capital financiero unido internacionalmente 14. Ser preciso que nos detengamos ms adelante en esta teora del unltraimperialismo, con el fin de hacer ver en detalle hasta qu punto rompe irremediable y decididamente con el marxismo. Lo que aqu debemos hacer, de acuerdo con el plan general de nuestro trabajo, es echar una ojeada a los datos econmicos concretos que se refieren a este problema. Es posible el ultraimperialismo, desde el punto de vista puramente econmico, o, es un ultradisparate? Si por punto de vista puramente econmico se entiende la pura abstraccin, todo cuanto se puede decir se reduce a la tesis siguiente: el desarrollo va hacia el monopolio; por lo tanto va hacia un monopolio mundial nico, hacia un trust mundial nico. Esto es indiscutible, pero al mismo tiempo es una vaciedad completa, por el estilo de la indicacin de que el desarrollo va hacia la produccin de los artculos alimenticios en los laboratorios. En este sentido, la teora del ultraimperialismo es tan absurda como lo sera la de la ultraagricultura. Ahora bien, si se habla de la condiciones puramente econmicas de la poca del capital financiero como de una poca histricamente concreta, encuadrada en los comienzos del siglo XX, la mejor respuesta a las abstracciones muertas del ultraimperialismo (que favorecen exclusivamente un propsito de los ms reaccionario: distraer la atencin de las profundas contradicciones existentes) es contraponerles la realidad econmica concreta de la economa mundial moderna. Las hueras divagaciones de Kautsky sobre el umltraimperialismo estimulan, entre otras cosas, la idea profundamente errnea, que lleva el agua al molino de los apologistas del imperialismo, segn el cual la dominacin del capital financiero atena la desigualdad y las contradicciones de la economa mundial, cuando, en realidad, lo que hace es acentuarlas. R. Calwer, en su opsculo Introduccin a la economa mundial 15, ha intentado resumir los principales datos puramente econmicos que permiten formarse una idea concreta de las relaciones dentro de la economa mundial en las postrimeras del siglo XIX y los albores del XX. Calwer divide el mundo en cinco "regiones econmicas principales": 1) la centroeuropea (toda Europa, con excepcin de Rusia e Inglaterra); 2) la britnica; 3) la rusa; 4) la oriental asitica, y 5) la americana, incluyendo las colonias en las "regiones" de los Estados a los cuales pertenecen y "dejando aparte" algunos pases no incluidos en ellas, por ejemplo: Persia, Afganistn y Arabia en Asia; Marruecos y Abisinia en frica, etc. He aqu, en forma resumida, los datos econmicos sobre las regiones citadas, suministrados por dicho autor:
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Vemos tres regiones con un capitalismo muy desarrollado (alto desarrollo de las vas de comunicacin, del comercio y de la industria): la centroeuropea, la britnica y la americana. Entre ellas, los tres Estados que ejercen el dominio del mundo: Alemania, Inglaterra y los Estados Unidos. La rivalidad imperialista y la lucha entre ellos se hallan extremadamente exacerbadas debido a que Alemania dispone de una regin insignificante y de pocas colonias; la creacin de una "Europa Central" es todava cosa del futuro, y se est engendrando en una lucha desesperada. De momento, el rasgo caracterstico de toda Europa es el fraccionamiento poltico. En las regiones britnica y americana, por el contrario, es muy elevada la concentracin poltica; pero hay una desproporcin enorme entre la inmensidad de las colonias de la primera y la insignificancia de las que posee la segunda. Y en las colonias, el capitalismo no hace ms que empezar a desarrollarse. La lucha por la Amrica del Sur se va exacerbando cada da ms. Hay dos regiones en las que el capitalismo est dbilmente desarrollado: la de Rusia y la oriental asitica. En la primera es extremadamente baja la densidad de la poblacin; en la segunda es elevadsima; en la primera, la concentracin poltica es grande; en la segunda no existe. El reparto de China no ha hecho ms que empezar, y la lucha entre el Japn, los Estados Unidos, etc., por aduearse de ella es cada da ms intensa. Comparad con esta realidad -con la variedad gigantesca de condiciones econmicas y polticas, con la desproporcin extrema en la rapidez de desarrollo de los distintos pases etc., con la lucha rabiosa entre los Estados imperialistas- el cuento estpido de Kautsky sobre el ultraimperialismo "pacfico". No es esto un intento reaccionario de un asustado filisteo que quiere ocultarse de la terrible realidad? Es que los cartels internacionales, en los que Kautsky ve los grmenes del
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Las vas frreas se han desarrollado, pues, con la mayor rapidez en las colonias y en los Estados independientes (y semiindependientes) de Asia y Amrica. Es sabido que el capital financiero de los cuatro o cinco Estados capitalistas ms importantes ordena y manda all de un modo absoluto. Doscientos mil kilmetros de nuevas lneas frreas en las colonias y en otros pases de Asia y Amrica significan ms de 40.000 millones de marcos de nuevas inversiones de capital en condiciones particularmente ventajosas, con garantas especiales de rendimiento, con pedidos lucrativos para las fundiciones de acero, etc., etc. Donde ms rpidamente crece el capitalismo es en las colonias y en los pases de ultramar. Entre ellos aparecen nuevas potencias imperialistas (el Japn). La lucha de los imperialismos mundiales se agudiza. Crece el tributo que el capital financiero percibe de las empresas coloniales y de ultramar, particularmente lucrativas. En el reparto de este "botn", una parte excepcionalmente grande va a parar a pases que no siempre ocupan el primer lugar desde el punto de vista del ritmo de desarrollo de las fuerzas productivas. En las potencias ms importantes, tomadas junto con sus colonias, la longitud de las lneas frreas era la siguiente:
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As, pues, cerca del 80 % de las lneas frreas se hallan concentradas en las cinco potencias ms importantes. Pero la concentracin de la propiedad de dichas lneas, la concentracin del capital financiero es incomparablemente mayor, porque, por ejemplo, la inmensa mayora de las acciones y obligaciones de los ferrocarriles americanos, rusos y de otros pases pertenece a los millonarios ingleses y franceses. Gracias a sus colonias, Inglaterra ha aumentado "su" red ferroviaria en 100.000 kilmetros, cuatro veces ms que Alemania. Sin embargo, todo el mundo sabe que el desarrollo de las fuerzas productivas de Alemania en este mismo perodo, y sobre todo el desarrollo de la produccin hullera y siderrgica, ha sido incomparablemente ms rpido que en Inglaterra, dejando ya a un lado a Francia y Rusia. En 1892 Alemania produjo 4,9 millones de toneladas de hierro fundido, contra los 6,8 de Inglaterra, mientras en 1912 produca ya 17,6 contra 9,0, esto es una superioridad gigantesca sobre Inglaterra! 18 Ante esto, cabe preguntar: en el terreno del capitalismo, qu otro medio poda haber que no fuera la guerra, para eliminar la desproporcin existente entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la acumulacin de capital, por una parte, y el reparto de las colonias y de las "esferas de influencia" del capital financiero, por otra?
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin la patente y la guard bajo llave, retrasando su aplicacin. Es claro que, bajo el capitalismo, el monopolio no puede nunca eliminar del mercado mundial de un modo completo y por un perodo muy prolongado la competencia (sta es, dicho sea de paso, una de las razones de que sea un absurdo la teora del ultraimperialismo). Desde luego, la posibilidad de disminuir los gastos de produccin y de aumentar los beneficios implantando mejores tcnicas, obra en favor de las modificaciones. Pero la tendencia al estancamiento y a la descomposicin, inherente al monopolio, sigue obrando a su vez, y en ciertas ramas de la industria y en ciertos pases hay perodos en que llega a imponerse. El monopolio de la posesin de colonias particularmente vastas, ricas o favorablemente situadas obra en el mismo sentido. Prosigamos. El imperialismo es una enorme acumulacin en unos pocos pases de un capital monetario que como hemos visto, alcanza la suma de. 100.000 a 150.000 millones de francos en valores. De ah el incremento extraordinario de la clase o, mejor dicho, del sector rentista, esto es, de los individuos que viven del "corte del cupn", que no participan para nada en ninguna empresa y cuya profesin es la ociosidad. La exportacin del capital, una de las bases econmicas ms esenciales del imperialismo acenta todava ms este divorcio completo entre el sector rentista y la produccin, imprime un sello de parasitismo a todo el pas, que vive de la explotacin del trabajo de unos cuantos pases y colonias de ultramar. "En 1893 -dice Hobson-, el capital britnico invertido en el extranjero representaba cerca del 15 % de toda la riqueza del Reino Unido." 19 Recordemos que para 1915, dicho capital haba aumentado aproximadamente dos veces y media. "El imperialismo agresivo -aade ms adelante Hobson-, que tan caro cuesta a los contribuyentes y tan poca importancia tiene para el industrial y el comerciante..., es fuente de grandes beneficios para el capitalista que busca el modo de invertir su capital"... (en ingls esta nocin se expresa con una sola palabra: "investor", rentista)... "Hiffen, especializado en problemas de estadstica, estima en 18 millones de libras esterlinas (unos 170 millones de rublos), calculando a razn de un 2,5 % sobre un giro total de 800 millones de libras, el beneficio que en 1899 percibi la Gran Bretaa de su comercio exterior y colonial." Por grande que sea esta suma, no puede explicar el imperialismo agresivo de la Gran Bretaa. Lo que lo explica son los 90 100 malones de libras esterlinas que representan el beneficio del capital "invertido", el beneficio del sector de los rentistas. E1 beneficio de los rentistas es cinco veces mayor que el beneficio del comercio exterior del pas ms "comercial" del mundo! He aqu la esencia del imperialismo y del parasitismo imperialista! Por este motivo, la nocin de "Estado rentista" (Rentnerstaat) o Estado usurero ha pasado a ser de uso general en las publicaciones econmicas sobre el imperialismo. El mundo ha quedado dividido en un puado de Estados usureros y una mayora gigantesca de Estados deudores. "Entre el capital invertido en el extranjero -escribe Schulze-Gaevernitz- se halla, en primer lugar, el capital colocado en los pases polticamente dependientes o aliados: Inglaterra hace prstamos a Egipto, el Japn, China y Amrica del Sur. En caso extremo, su marina de guerra cumple las funciones de alguacil. La fuerza poltica de Inglaterra la pone a cubierto de la indignacin de sus deudores." 20
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin Sartorius von Waltershausen, en su obra El sistema econmico de inversin de capital en el extranjero, presenta a Holanda como modelo de "Estado rentista", e indica que Inglaterra y Francia van tomando asimismo este carcter.21 A juicio de Schilder hay cinco pases industriales que son "Estados acreedores bien definidos": Inglaterra, Francia, Alemania, Blgica y Suiza. Si no incluye a Holanda en este grupo es nicamente por ser "poco industrial".22 Los Estados Unidos son acreedores solamente con referencia a Amrica. "Inglaterra -dice SchulzeGaevernitz- se est convirtiendo paulatinamente de Estado industrial en Estado acreedor. A pesar del aumento absoluto de la produccin y de la exportacin industrial, crece la importancia relativa para toda la economa nacional de los ingresos procedentes de los intereses y de los dividendos, de las emisiones, de las comisiones y de la especulacin. A mi juicio, esto es precisamente lo que constituye la base econmica del auge imperialista. El acreedor est ms slidamente ligado con el deudor que el vendedor con el comprador." 23 Con respecto a Alemania, A. Lansburgh, director de la revista berlinesa Die Bank, escribia en 1911 lo siguiente en el artculo Alemania, Estado rentista: "En Alemania, la gente se re de buena gana de la tendencia a convertirse en rentista que se observa en Francia. Ahora bien, se olvidan de que, por lo que se refiere a la burguesa, las condiciones de Alemania se parecen cada da ms a las de Francia".24 El Estado rentista es el Estado del capitalismo parasitario y en descomposicin, y esta circunstancia no puede dejar de reflejarse, tanto en todas las condiciones polticas y sociales de los pases correspondientes en general como en las dos tendencias fundamentales del movimiento obrero, en particular. Para mostrarlo de la manera ms patente posible, cedemos la palabra a Hobson, el cual es el testigo ms "seguro", ya que no se puede sospechar en l parcialidad por la "ortodoxia marxista" y, por otra parte, es un ingls bien informado de la situacin del pas ms rico en colonias, en capital financiero y en experiencia imperialista. Describiendo, bajo la viva impresin de la guerra angloboer, los lazos que unen el imperialismo con los intereses de los "financieros", el aumento de los beneficios resultantes de las contratas, de los suministros, etc., Hobson dice: "Los orientadores de esta poltica netamente parasitaria son los capitalistas; pero los mismos objetivos atraen tambin a categoras especiales de obreros. En muchas ciudades, las ramas ms importantes de la industria dependen de los pedidos del Gobierno; el imperialismo de los centros de la industria metalrgica y de construcciones navales depende en gran parte de este hecho". Circunstancias de dos rdenes, a juicio del autor, han debilitado la fuerza de los viejos imperios: 1) el "parasitismo econmico" y 2) la formacin de ejrcitos con soldados de los pueblos dependientes. "Lo primero es costumbre del parasitismo econmico, con el que el Estado dominante utiliza sus provincias, colonias y pases dependientes para enriquecer a su clase dirigente y sobornar a las clases inferiores, a fin de lograr su aquiescencia." Para que resulte econmicamente posible ese soborno, sea cual sea la forma en que se realice, es necesario -aadiremos por nuestra cuenta- un elevado beneficio monopolista. En lo que se refiere a la segunda circunstancia, Hobson dice: "Uno de los sntomas ms extraos de la ceguera del imperialismo es la despreocupacin con que la Gran Bretaa, Francia y otras naciones imperialistas emprenden este camino. La Gran Bretaa ha ido ms lejos que nadie. La mayor parte de las batallas mediante las cuales conquistamos nuestro imperio indio, las sostuvieron tropas indgenas; en la India, como ltimamente en Egipto, grandes ejrcitos
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin permanentes se hallan bajo el mando de britnicos; casi todas nuestras guerras de conquista en frica, con excepcin del Sur, las hicieron para nosotros los indgenas". La perspectiva del reparto de China suscita en Hobson el siguiente juicio econmico: "La mayor parte de Europa Occidental podra adquirir entonces el aspecto y el carcter que tienen actualmente ciertas partes de esos pases en el Sur de Inglaterra, la Riviera y los lugares de Italia y Suiza ms frecuentados por los turistas y poblados por gente rica, es decir: un puado de ricos aristcratas que perciben dividendos y pensiones del Lejano Oriente, con un grupo algo ms considerable de empleados y comerciantes y un gran nmero de sirvientes y de obreros ocupados en el transporte y en la industria dedicada a la ltima fase de preparacin de productos. En cambio, las ramas principales de la industria desapareceran, y los productos alimenticios de gran consumo y los artculos semimanufacturados corrientes afluiran, como un tributo, de Asia y frica". "He aqu qu posibilidades abre ante nosotros una alianza ms vasta de los Estados occidentales, una federacin europea de las grandes potencias; dicha federacin, lejos de impulsar la civilizacin mundial, podra implicar un peligro gigantesco de parasitismo occidental: formar un grupo de naciones industriales avanzadas, cuyas clases superiores percibiran enormes tributos de Asia y frica; esto les permitira mantener a grandes masas de mansos empleados y criados, ocupados no ya en la produccin agrcola e industrial de artculos de gran consumo, sino en el servicio personal o en el trabajo industrial secundario, bajo el control de una nueva aristocracia financiera. Que los que se hallan dispuestos a rechazar esta teora" (debera decirse perspectiva) "como indigna de ser examinada reflexionen sobre las condiciones econmicas y sociales de las regiones del Sur de la Inglaterra actual que se encuentran ya en esta situacin. Que piensen en las proporciones enormes que podra adquirir dicho sistema si China fuese sometida al control econmico de tales grupos financieros, de los capital investors, de sus agentes polticos y empleados comerciales e industriales, que extraeran beneficios del ms grande depsito potencial que jams ha conocido el mundo con objeto de consumirlos en Europa. Naturalmente, la situacin es excesivamente compleja, el juego de las fuerzas mundiales es demasiado difcil de calcular para que resulte muy verosmil esa u otra interpretacin nica del futuro. Pero las influencias que gobiernan el imperialismo de Europa Occidental en la actualidad se orientan en este sentido, y si no chocan con una resistencia, si no son desviadas hacia otra parte, avanzarn precisamente hacia tal culminacin de este proceso".25 El autor tiene toda la razn: si las fuerzas del imperialismo no tropezaran con resistencia alguna, conduciran indefectiblemente a ello. La significacin de los "Estados Unidos de Europa", en la situacin imperialista actual, la comprende Hobson con acierto. Convendra nicamente aadir que tambin dentro del movimiento obrero, los oportunistas, vencedores de momento en la mayora de los pases, "trabajan" de una manera sistemtica y firme en esta direccin. El imperialismo que significa el reparto del mundo y la explotacin no slo de China, e implica ganancias monopolistas elevadas para un puado de los pases ms ricos, engendra la posibilidad econmica de sobornar a las capas superiores del proletariado, y con ello nutre, da forma y refuerza al oportunismo. No se deben, sin embargo, olvidar las fuerzas que contrarrestan al imperialismo en general y al oportunismo en particular, y que, naturalmente, no puede ver el social-liberal Hobson. El oportunista alemn Gerhard Hildebrand, expulsado en tiempos del Partido por su defensa del imperialismo y que en la actualidad podra ser jefe del llamado Partido "Socialdemcrata" de
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin Alemania, completa muy bien a Hobson al preconizar los "Estados Unidos de Europa Occidental" (sin Rusia) para emprender acciones "comunes"... contra los negros africanos y contra el "gran movimiento islamita", para mantener "un fuerte ejrcito y una escuadra potente", contra la "coalicin chino-japonesa", etc. 26 La descripcin que Schulze-Gaevernitz hace del "imperialismo britnico" nos muestra los mismos rasgos de parasitismo. La renta nacional de Inglaterra se duplic aproximadamente de 1865 a 1898, mientras que los ingresos procedentes "del extranjero", durante ese mismo perodo, aumentaron nueve veces. Si el "mrito" del imperialismo consiste en que "educa al negro para el trabajo" (no es posible evitar la coercin...), su "peligro" consiste en que "Europa descargue el trabajo fsico -al principio el agrcola y el minero, despus el trabajo industrial ms rudimentario sobre las espaldas de la poblacin de color, y se reserve el papel de rentista, preparando acaso de este modo la emancipacin econmica y despus poltica de las razas de color". En Inglaterra se quita a la agricultura una parte de tierra cada da mayor para dedicarla al deporte, a las diversiones de los ricos. Por lo que se refiere a Escocia -el lugar ms aristocrtico para la caza y otros deportes-, se dice que "vive de su pasado y de mister Carnegie" (un multimillonario norteamericano). Slo en las carreras de caballos y en la caza de zorros gasta anualmente Inglaterra 14 millones de libras esterlinas (unos 130 millones de rublos). El nmero de rentistas ingleses se acerca al milln. El tanto por ciento de la poblacin productora disminuye:
El investigador burgus del "imperialismo britnico de principios del siglo XX", al hablar de la clase obrera inglesa, se ve obligado a establecer sistemticamente una diferencia entre la "capa superior" de los obreros y la "capa Inferior proletaria propiamente dicha". La capa superior suministra la masa de los miembros de las cooperativas y de los sindicatos, de las sociedades deportivas y de las numerosas sectas religiosas. El derecho electoral se halla adaptado al nivel de dicha categora y "sigue siendo en Inglaterra lo suficientemente limitado para excluir a la capa inferior proletaria propiamente dicha"!! Para dar una idea favorable de la situacin de la clase obrera inglesa, ordinariamente se habla slo de esa capa superior, la cual constituye la minora del proletariado; por ejemplo: "el problema del paro forzoso es algo que afecta principalmente a Londres y a la capa proletaria inferior, de la cual los polticos hacen poco caso"...27 Se debera decir: de la cual los politicastros burgueses y los oportunistas "socialistas" hacen poco caso. Entre las particularidades del imperialismo relacionadas con los fenmenos de que hemos hablado figura el descenso de la emigracin de los pases imperialistas y el aumento de la inmigracin (afluencia de obreros y transmigraciones) a estos ltimos; la masa humana que a ellos llega procede de los pases ms atrasados, donde el nivel de los salarios es ms bajo. La emigracin de Inglaterra, como lo hace observar Hobson, disminuye a partir de 1884: en este ao el nmero de
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin emigrantes fue de 242.000 y de 169.000 en 1900. La emigracin de Alemania alcanz el mximo durante el decenio de 1881 a 1890: 1.453.000, descendiendo en los dos decenios siguientes hasta 544.000 y 341.000. En cambio aument el nmero de obreros llegados a Alemania de Austria, Italia, Rusia y otros pases. Segn el censo de 1907, en Alemania haba 1.342.294 extranjeros, de los cuales 440.800 eran obreros industriales y 257.329 agrcolas. 28 En Francia, "una parte considerable" de los obreros mineros son extranjeros: polacos, italianos, espaoles.29 En los Estados Unidos, los inmigrados de la Europa oriental y meridional ocupan los puestos peor retribuidos, mientras que los obreros norteamericanos suministran el mayor porcentaje de capataces y de personal que tiene un trabajo mejor retribuido. 30 El imperialismo tiene la tendencia a formar categoras privilegiadas tambin entre los obreros y a divorciarlas de las grandes masas del proletariado. Es preciso hacer notar que en Inglaterra la tendencia del imperialismo a escindir a los obreros y a acentuar el oportunismo entre ellos, a engendrar una descomposicin temporal del movimiento obrero, se manifest mucho antes de las postrimeras del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Esto se explica porque desde mediados del siglo pasado existan en Inglaterra dos importantes rasgos distintivos del imperialismo: inmensas posesiones coloniales y situacin de monopolio en el mercado mundial. Durante decenas de aos, Marx y Engels estudiaron sistemticamente esa relacin entre el oportunismo en el movimiento obrero y las particularidades imperialistas del capitalismo ingls. Engels escriba, por ejemplo, a Marx el 7 de octubre de 1858: "El proletariado ingls se va aburguesando de hecho cada da ms; por lo que se ve, esta nacin, la ms burguesa de todas, aspira a tener, en resumidas cuentas, al lado de la burguesa, una aristocracia burguesa y proletariado burgus. Naturalmente, por parte de una nacin que explota al mundo entero, esto es hasta cierto punto, lgico. Casi un cuarto de siglo despus, en su carta del 11 de agosto de 1881, habla de "las peores Trade Uniones inglesas que permiten que las dirija gente vendida a la burguesa o, cuando menos, pagada por ella". Y el 12 de septiembre de 1882, en una carta a Kautsky, Engels escriba: "Me pregunta usted qu piensan los obreros ingleses acerca de la poltica colonial. Lo mismo que piensan de la poltica en general. Aqu no hay partido obrero, no hay ms que radicales conservadores y liberales, y los obreros se aprovechan con la mayor tranquilidad del mundo, conjuntamente con ellos, del monopolio colonial de Inglaterra y de su monopolio en el mercado mundial".31 (Engels expone la misma idea en el prlogo a la segunda edicin de La situacin de la clase obrera en Inglaterra, 1892). Aqu figuran, claramente indicadas, las causas y las consecuencias. Causas: 1) explotacin del mundo entero por este pas; 2) su situacin de monopolio en el mercado mundial; 3) su monopolio colonial. Consecuencias: 1) aburguesamiento de una parte del proletariado ingls; 2) una parte de l permite que lo dirijan gentes compradas por la burguesa o, cuando menos, pagadas por la burguesa. El imperialismo de comienzos del siglo XX termin el reparto del mundo entre un puado de Estados, cada uno de los cuales explota en la actualidad (en el sentido de la obtencin de superganancias) una parte "del mundo entero" algo menor que la que explotaba Inglaterra en 1858; cada uno de ellos ocupa una posicin de monopolio en el mercado mundial gracias a los trusts, a los cartels, al capital financiero, a las relaciones entra acreedor y deudor; cada uno de ellos dispone hasta cierto punto de un monopolio colonial (segn hemos visto, de los 75 millones de kilmetros cuadrados de todas las colonias del mundo, 65 millones, es decir, el 88 %, se hallan concentrados en manos de seis potencias; 61 millones, esto es, el 81 %, estn concentrados en manos de tres potencias).
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin Lo que distingue la situacin actual es la existencia de unas condiciones econmicas y polticas que forzosamente han tenido que hacer todava ms incompatible el oportunismo con los intereses generales y vitales del movimiento obrero: el imperialismo embrionario se ha convertido en el sistema dominante; los monopolios capitalistas han, pasado al primer plano en la economa nacional y en la poltica; el reparto del mundo se ha llevado a su trmino; pero, por otra parte, en vez del monopolio indiviso de Inglaterra, vemos la lucha que sostienen entre s un pequeo nmero de potencias imperialistas por participar en ese monopolio, lucha que caracteriza todo el comienzo del siglo XX. El oportunismo no puede ahora resultar completamente victorioso en el movimiento obrero de un pas durante decenas de aos, como triunfo en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XIX, pero en algunos pases ha alcanzado su plena madurez, la ha sobrepasado y se ha descompuesto, fundindose del todo, bajo la forma del socialchovnismo, con la poltica burguesa.32
Notas
1 A. Supan, Die territoriale Entwicklung der europischen Kolonien, 1906, pg. 264.
2 Henry C. Morris, The history of colonization, Nueva York, 1900, t. II, pg. 88; I, 419; II, 304.
5 C. P. Lucas, Greater Rome and Greater Britain, Oxford, 1912; o Earl of Cromer, Ancient and modern imperialism, Londres, 1910.
7 Wahl, La France aux colonies, cit. por Henri russier, Le partage de lOcanie, Pars, 1905, pg. 165.
8 Schulze-Gaevernitz, Britischer Imperialismus und englischer Freihandel zu Beginn des XX Jahrhunderts, Leipzig, 1906, pg. 318. Lo mismo dice Sartorius von Waltershausen, Das volkswirtschaftliche system der Kapitalanlage im Auslande, Berlin, 1907, pg. 46.
10 J. E. Driault, Problmes politiques et sociaux la lin du XIX sicle, Parie, 1907, pg. 299. 11 Die Neue Zeit, 11 de setiembre de 1914, 2 (ao 32), pg. 909; vase tambin 1915, 2, pgs. 107 y siguientes.
13 Dis Neue Zeit, 2 (ao 32), pg. 921, 11 de septiembre de 1914; vase tambin 1915, 2, pgs. 107 y sigs.
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin
17 Statistisches Jahrbuch fr das Deutsche Reich, 1915; Archiv fr Eisenbahnwesen, 1892. Por lo que se refiere a 1890 ha sido preciso determinar aproximadamente algunas pequeas particularidades sobre la distribucin de las vas trreas entre las colonias de los distintos pases. (En miles de kilmetros)
18 Vase tambin Edgar Crammond, The Economic Relations of the British and German Empires, en Journal of the Royal Statistical Society, julio de 1914, pgs. 777 y siguientes.
21 Sartorius von Waltershausen, Das Volkswirtschaftliche System, etc., Berlin, 1907, tomo IV.
26 Gerhard Hildebrand, Die Erschtterung der Industrieherrschaft und des Industriesozialismus, 1910, pgs. 229 y siguientes.
31 Briefwechsel von Marx und Engels, vol. II, pg. 290; IV, pg. 453; K. Kautsky, Sozialismus und Kolonialpolitik, Berlin, 1907, pg. 79. Este folleto fue escrito en los tiempos, tan remotos ya, en que Kautsky era marxista.
32 El soclalchovinismo ruso de los seores Potrsov, Chjenkeli, Mslov, etc., lo mismo en su forma franca que en su forma encubierta (los seores Chjedze, Skbelev, Axelrod, Mrtov, etc.) tambin naci del oportunismo, en su variedad rusa: el liquidacionismo.
NOTA GENERAL
Los textos que integran esta seleccin han sido extrados de las siguientes obras: Mr. Chamberlain's speeches, Edited by Charles W. Boyd. London, Constable & Co, 1914. La traduccin de los dos discursos seleccionados estuvo a cargo de Beatriz Schmukler.
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Texto. El Imperialismo: Defensa y Crtica Autor. Joseph Chamberlain, Theodore Roosevelt, Guillermo Il, Albert Duchne, Rudolf Hilferding, V. I. Lenin ROOSEVELT, THEODORE: Las dos Amricas, Barcelona, La vida literaria, 1901. KAISER GUILLERMO II: Dije siendo emperador (Discursos y alocuciones). Valencia, Edit. Cervantes, 1919. Biblioteca de actualidades polticas. DUCHENE, ALBERT: La politique coloniale de la France. Le Ministre des Colonies depuis Richelieu. Payot, Paris, 1928. La traduccin del capitulo XIII La Renaissance coloniale de la France- fue realizada por Margarita Pintos. V. I. LENIN: La lucha de los pueblos de las colonias y pases dependientes contra el imperialismo. Seleccin y prefacio de C. Leiteizen. Traducido del ruso por Isidro Mendieta. Mosc, Ediciones en Lenguas Extranjeras, s. f. HILFERDING, RUDOLF: Das Finanzkapital. Munich, Literarische Agentur Willi Weismann. Traducido del alemn por Rodolfo Schwartz, cotejado con las versiones espaola e italiana.
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