Conciencia Histórica

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CONCIENCIA VocTEO

HISTRICA

La aparicin de una conciencia histrica, de la que generalmente se considera como padre a W Dilthey (+ 1911) con su objetivo de hacer que el pensamiento humano pase de una crtica de la razn pura a una crtica de la razn histrica, puede considerarse sin duda como una de las mayores adquisiciones de la cultura occidental en la poca moderna. En efecto, nada ha caracterizado tan fuertemente a las diversas ciencias (historia, historiografa, filosofa, teologa y todas las Geisteswissenschaften en general), hasta llegar a imponerse como forma normativa para un saber correcto. Substancialmente, el concepto de conciencia histrica puede interpretarse de tres maneras. En primer lugar como la autoconciencia que tiene el sujeto de que es un ser temporal y creador de historia. Este situarse del sujeto ante el devenir hace que experimente al mismo tiempo la gratuidad de su propio ser y la libertad de su propio querer ser. En efecto, el sujeto, al vivir en un momento particular del tiempo y de la historia, se da cuenta de que no se pertenece, sino que otros lo han precedido y han preparado todo lo que l est viviendo. Al mismo tiempo, descubre en s ciertos ideales, ciertas aspiraciones personales, que comparten tambin los dems, y que l desea alcanzar. En segundo lugar, como percepcin de un sentido histrico, pero no tanto como conexin e interdependencia de los sucesos, sino ms bien como un ver y un saber inmediato de una tensin constante hacia una realizacin. En este segundo nivel, la conciencia histrica no permite asumir un absoluto, contingente y temporal, como nico cumplimiento posible de la historia, sino que impulsa cada vez ms all en la bsqueda de un cierto equilibrio entre la fragmentariedad de los sucesos y la totalidad que los engloba, dndoles sentido. Finalmente -y aqu la filosofa de la historia y la historiografa han desempeado un papel decisivo-,. como aquello que permite un conocimiento histrico. En este nivel, la conciencia histrica, en el estudio del pasado, impone al historiador un horizonte ms amplio; en efecto, el historiador camina entonces hacia el pasado cargado del presente y de todo su carcter problemtico; interpreta lo que ha constituido historia a la luz del tiempo en que vive. La conciencia histrica representa desde luego una clara invitacin a tomar seriamente en consideracin nuestro estar constantemente insertos en la historia, hasta el punto de que no podremos comprendernos sin calificarnos como personas histricas .

I. Conciencia histrica "La aparicin de una toma de conciencia histrica es probablemente la ms importante de las revoluciones que hemos sufrido tras el advenimiento de la poca moderna". Esta afirmacin de H. G. Gadamer (Le problme de la conscience historique, 27) puede mejor que cualquier otra introducirnos en la problemtica y hacernos comprender el alcance que tiene en el horizonte del pensamiento contemporneo. Quiz no haya nada como la conciencia histrica que caracterice tan originalmente a nuestro siglo, ofreciendo al mismo tiempo un escenario cada vez ms profundo y extenso en donde situar la conquista del saber humano, as como la responsabilidad por el progreso del futuro. A partir del "padre" de la conciencia histrica, W. Dilthey, que se haba propuesto hacer desembocar el pensamiento humano, no ya en una crtica de la razn pura, sino en una crtica de la razn histrica, el hecho de la conciencia histrica ha caracterizado cada vez ms progresivamente a las diversas ciencias (no slo a la historia y a la historiografa, sino tambin a la filosofa, a la teologa y a todas las Geisteswissenschaften), hasta llegar a imponerse como forma normativa para un saber correcto. Es posible reducir al menos a tres lecturas complementarias el concepto nico de conciencia histrica: 1. En primer lugar, se entiende por conciencia histrica el hecho de situarse el sujeto ante el simple devenir. Un devenir caracterizado por la dinmica de los hechos, que se erigen en acontecimientos en la perspectiva en que los inserta el sujeto y que, por tanto, constituyen "historia". En este sentido puede ser interesante una comparacin con la concepcin de historia que tenan los griegos. Para ellos slo se poda narrar lo que ocurra, ya que los hechos eran comprendidos en cada ocasin como mudables. La transitoriedad de las cosas humanas es lo que hace de trasfondo de las grandes "historias" de la antigedad; es sta una concepcin tanto ms sorprendente cuanto ms se piensa en la comprensin que posean los griegos sobre la estabilidad y la permanencia de los cuerpos celestiales y del orden inmutable del universo. La narracin de los hechos es lo que permite su mantenimiento en el tiempo; de este modo no caen en el olvido y pueden ser recordados en el futuro.

Es distinta la concepcin agustiniana, quiz la primera gran intuicin en la historia del pensamiento que ve en el tiempo una provocacin que impone la attentio animi. El espritu del hombre est tenso continuamente en un triple movimiento: la memoria, el contuitus y la expectatio, lo cual permite la clasificacin del tiempo en pasado, presente y futuro. As pues, la conciencia histrica es, en este primer nivel, la autoconciencia del movimiento temporal que determina a la naturaleza humana como capacidad para saber percibir y comprender el tiempo mismo. Podra decirse entonces que la conciencia histrica es la autoconciencia del sujeto de ser l mismo un ser temporal, y por tanto creador de historia. El tiempo se convierte en descubrimiento de la apertura personal a la realidad; la temporalidad del sujeto, a su vez, permite que comprenda la individuacin de lo distinto de l. En otras palabras, es reconocerse abismado en los lmites del tiempo y sentirse a la vez capaz de poderlo trascender. En esta interpretacin se tiene conciencia histrica, porque se est en presencia de una relacin reflexiva que el sujeto dice a s; es la modalidad de conocimiento de s mismo como ser inserto, "arrojado" en la historia -la Geworfenheit heideggeriana), pero al mismo tiempo como alguien que se proyecta a s mismo (Entwurf). Por tanto, sin la conciencia histrica no se tendra una conciencia plena de s; sera uno incapaz de verse realizado en los dos horizontes de su propia esencia: la gratuidad del propio ser y la libertad del propio querer ser. En efecto, el sujeto, con esta conciencia, realiza la experiencia original que se contextualiza en la admiracin del descubrimiento de ser dado. Yo no me pertenezco; llego en un momento de este tiempo y de esta historia, decidido par los dems, y recibo lo que otros han preparado. Sin embargo, nadie est solo en la historia. A1 contrario, se descubre aqu el carcter paradjico del propio ser. Las aspiraciones personales, las exigencias y los ideales de vida se comparten con los dems. Casi de pronto se descubre que lo que uno desea, tambin lo desea el otro. Una conciencia que hace llegar al descubrimiento del otro como "distinto" de m, pero profundamente unido a m. As pues, mientras que se descubre una aspiracin a un ideal comn, se reconoce tambin la perspectiva peculiar y la originalidad personal del sujeto. 2. La conciencia histrica es adems percepcin de un sentido histrico, no tanto como una conexin e interdependencia de los

acontecimientos, sino ms bien como un ver y saber inmediato de una tensin constante hacia una realizacin. Esta conciencia no permite la asuncin en s mismo de un absoluto, que se site como posible cumplimiento de la historia, que tenga exclusivamente las caractersticas de la historia: temporalidad y contingencia. El sentido de la historia es lo que permite ver realizado un primer equilibrio entre la fragmentariedad de los sucesos y una totalidad que sabe englobarlos dndoles sentido. Es, por tanto, percepcin y comprensin de una universalidad que escapa a los lmites de lo individual para extenderlos a lo personal, a lo social y a lo trascendente. 3. La conciencia histrica es finalmente lo que permite un conocimiento histrico. Aqu es donde intervienen la historia de la filosofa y la historiografa para fundamentar y elaborar la objetividad del- saber histrico. Cargado del presente y sin posibilidad alguna de deshacerse de l, el historiador va hacia el pasado intentando conocer, reconstruir e interpretar lo que ha constituido la historia. Pero la conciencia histrica impone en este nivel la conciencia de un horizonte ms amplio en el que colocar el estudio del hecho histrico. En efecto, el pasado no puede ser nunca objetivado como si fuese un cuerpo extrao o un factor neutral. En su interpretacin entra toda la problemtica del presente, hasta llegar a imponer la necesidad de hablar de una contemporaneidad. La historia pasada, como toda historia, es contempornea, porque es la que permite este presente y porque se la lee en l. Estamos comprometidos con aquel pasado, queramos o no queramos. Por tanto, el pasado y el presente tienden hacia una sntesis superior, que es al mismo tiempo comprensin nueva de los sucesos .y fundamento del futuro. Con razn hablaba H.I. Marrou de "simpata terica" como algo que tena que realizar en s mismo el historiador. Conocer el pasado y, ms directamente, conocer lo otro distinto de m es siempre algo que tiene que provocar una "conmocin", un Einfhlun,-,.para decirlo con Weber; una coparticipacin para penetrar en el acontecimiento cada vez con ms profundidad. Hay una conciencia histrica que mueve a la aceptacin de una Wirkungsgeschichte (H.G. GADAMER, Verdad y mtodo), que obliga a comprendernos como insertos en un horizonte cada vez ms

amplio, en el que la acogida de la tradicin es la condicin de supervivencia en el presente. As pues, la conciencia histrica invita a tomar enseria consideracin nuestra insercin constante en la historia, hasta tal punto que no podemos comprendernos sin cualificarnos como "personas histricas" : Por tanto, estamos en el horizonte de poder tener claro el presente y proyectarlo en el futuro, porque tenemos conciencia de un pasado del que nos hacemos cargo, asumiendo de l la verdad que represent y que permanece inevitablemente tal incluso para la accin presente, junto con los lmites y las contingencias en que se revel aquella verdad.

Marx no sola hablar de s mismo como filsofo, historiador o economista pese a ser todo eso a la vez- sino como crtico de la sociedad y, por tanto, el mtodo de investigacin marxista es la crtica social dialctica que en este artculo utilizamos para tratar la temtica de la fragmentaria y materialista conciencia humana capitalista. La conciencia humana se define en general como el conocimiento que una individualidad humana tiene de la existencia de s mismo y de su entorno e implica los procesos cognitivos que permiten la interaccin, interpretacin y asociacin con los estmulos externos, denominados realidad y, por tanto, la conciencia humana capitalista tiene como referentes a los procesos cognitivos y a la realidad imperantes en el mbito de dicha formacin socioeconmica. El proceso de aprehensin capitalista de la existencia de la individualidad humana est caracterizado por: concentrar la atencin en la mayor atomizacin posible de los elementos que constituyen sus dimensiones biolgica, squica y social; la utilizacin del enfoque reduccionista para entender sus detallados mecanismos biolgicos, psicolgicos y sociales; el primordial uso del anlisis de la informacin linealmente secuencial y, la inhibicin de la integracin de ambos hemisferios cerebrales. As mismo, el proceso de entendimiento capitalista de la existencia del entorno natural est definido por: la condensacin del miramiento en la mxima segmentacin asequible de los componentes que instituyen sus esferas poltica, econmica, social, ambiental, cultural, militar, etc.; el manejo de la visin miniaturista para conocer sus puntualizadas actividades poltica, econmica, social, ambiental, cultural, militar, etc.; el preferente empleo de la descomposicin de la data rectilneamente encadenada y, la inhabilitacin de la unificacin en un todo de los diferentes ingredientes envueltos, contenidos y trascendidos por dicho contexto. Por otro lado, el carcter cuantitativo del propsito medular del capitalismo, la bsqueda obsesiva de la maximizacin y de la concentracin de una riqueza uniformizada a travs de su semblante monetario, mutila y distorsiona seriamente la vastedad de las individualidades y mancomunidades humanas, del entorno ambiental y del conocimiento que envuelve, contiene y trasciende la formacin socio-econmica capitalista, al cimentar el seoro del empirismo cientfico que comete el error categorial ms reciente, ms generalizado y el que ms consecuencias ha tenido y est teniendo todava: la conversin de la ciencia en el cientifismo que, al marchitar la espiritual aprehensin introspectiva e invalidar el raciocinio, devala significativamente la autoestima y la conciencia de las individualidades humanas y las convierte en presas fciles de la manipulacin, como consecuencia de la reduccin del conocimiento humano al mbito esencialmente infrahumano que compartimos con los animales, el del mundo fsico o material donde los cambios consisten en algn tipo de

desplazamiento en el espacio-tiempo cuantificable a travs de nuestros sentidos y sus extensiones. De lo escrito en las dos primeros piezas del tro de prrafos precedentes llegamos a la conclusin de que la conciencia humana capitalista est signada por la atomizacin, as como tambin el contenido del penltimo prrafo de este artculo tiene como corolario la adicin del semblante materialista.

Hacia una Poltica Democrtica Ms Madura1 Agustn de la Herrn Gascn2


Educar, no slo para saber lo que votamos, ni siquiera para saber a quin votamos. Hay que vigilar, evaluar los partidos en relacin con sus promesas. Por regla general existe un discurso en la fase electoral abierto y progresista, y luego hay una contradiccin tremenda. sta es una forma de lucha, una forma de pelea que es preciso hacer (P. Freire).

Entre el prurito de proyectar una imagen convincente y el cumplimiento de las promesas electorales, entre la eficacia miope y la sensibilidad social, entre la obsesin por erosionar la imagen del contrario y la posibilidad de cooperar para la mejora social, etc. media la madurez poltica, una variable que tan slo precisa de ausencia de egocentrismo y presencia de conciencia. En esta parte nos ocuparemos del anlisis de la segunda y de algunas consecuencias para un futuro siempre ms humano. I LA CONCIENCIA HUMANA: PRINCIPAL REFERENTE PARA LA POSIBLE EVOLUCIN HUMANA. Hemos conceptuado conciencia como una capacidad de la que depende la posible evolucin humana (A. de la Herrn, 1998,2002,2003). Asocia una elevacin del nivel tico y de la coherencia, del conocimiento y del autoconocimiento, de la capacidad de repliegue del ser sobre s mismo, del sentimiento de unidad, universalidad o de no-fragmentacin, de amor y generosidad, de creatividad, de capacidad de relacin y de abstraccin, de prctica de la cooperacin no-dual, de receptividad (con el entorno y con la totalidad de lo que evoluciona), de empata, comprensin y compasin, de penetracin intelectual, de prctica de la duda, de disminucin de angustia, prdida de miedos y disolucin de miedo a la muerte, etc. El incremento de conciencia conduce a la madurez personal y social, siempre que se suelte el lastre del egocentrismo3 individual y colectivo. Deducimos de esto que el camino del ego a la conciencia es el sentido de la posible evolucin humana, y por ende el centro de gravedad de la innovacin permanente ms importante: el cambio interior evolutivo. Si el egocentrismo es la caracterstica propia de la inmadurez personal y social, la conciencia es un rasgo propio de la madurez y el conocimiento, siempre y cuando est exenta de egocentrismo. Cmo favorecer que la actual

democracia evolucione y no slo se desarrolle? Responderemos, en sntesis, que mediante una (auto)formacin orientada a soltar lastres egocntricos y a adquirir ms y ms complejidad de conciencia. 1. Modos de acceso a la conciencia: Cmo acceder al incremento de conciencia? Destaquemos algunos modos de acceso (A. de la Herrn, e I. Gonzlez, 2002): Autoobservacin, autocrtica-rectificacin, humildad, sintonizacin interior-exterior, orientacin superior de la motivacin, bsqueda de la complejidad-conciencia, reflexin transformadora de s y el entorno, meditacin, bsqueda de la coherencia, etc. Imaginemos las consecuencias de aplicar tales procesos a la vivencia democrtica cotidiana, tanto de lderes como de liderados: parecen entreabrirse otras formas de experimentar la democracia. 2. Efectos de la complejidad de conciencia en el conocimiento: Qu consecuencias tendra una educacin de la razn centrada en la conciencia? Subrayemos algunas (A. de la Herrn, e I. Gonzlez, 2002): Incremento de la percepcin, ensanchamiento de la
1 Herrn 2 Prof.

Gascn, A. de la (2004). Hacia una Poltica Democrtica ms Madura. Revista Acontecimiento (74), 17-19. Titular Universidad Autnoma de Madrid. 3 Son posibles casos de alto egocentrismo y alta conciencia.

comprensin, reconocimiento o visin, ms afinada capacidad de anlisis y discriminacin reflexiva, mejor evaluacin y diagnstico de los fenmenos y de las personas, mejor prctica de la educacin y orientacin, mejor prctica de la creatividad y descubrimiento productivo, autonoma y pensamiento propio, lucha personal por la interiorizacin y liberacin de vieja piel, presencia de conciencia constante, superior capacidad de empata, tica y compasin, capacidad de sntesis, conocimiento integrador y posibilidad de convergencia, anhelo de autoconciencia, etc. II ESTADIOS DE EVOLUCIN DE LA DEMOCRACIA. Cuando la democracia se analiza tomando la presencia de egocentrismo y la complejidad de conciencia como criterio dialctico4, puede clasificarse evolutivamente: 1. NIVEL 1: Democracia cuantitativa, estadstica, geogrfica, de la persuasin y la eleccin, del producto y del egocentrismo: En ella el ciudadano interviene con votos desde la barrera, otorgando en momentos concretos (periodos de elecciones) una confianza a ofertas predefinidas de polticos que se atribuyen su representacin. En esta clase de democracia, que J.L. Borges retrataba como abuso de la estadstica5, la burocracia vive de s misma (E. Miret Magdalena, 2003). Este nivel incluye costumbres enraizadas en egocentrismo individual y colectivo y narcisismo insensible. Dentro de ella se pueden diferenciar dos subniveles: a. SUBNIVEL 1: Democracia monista, de la influencia y el aprovechamiento: La democracia se utiliza como justificacin para la puesta en prctica de las intenciones de un nica opcin o una opcin predominante. Domina una programacin mental compartida. Las alternativas estn inhibidas o vetadas. b. SUBNIVEL 2: Democracia dual, de representantes, de la cantidad, la pluralidad

y el predominio competitivo. Se diferencia de la anterior en las posibilidades, que son varias: el espectro es ms amplio. 2. NIVEL 2: Democracia cualitativa, compleja, molecular, de la sensibilidad, del conocimiento, de la participacin permanente en el proceso: En esta clase de democracia la razn de la fuerza del voto aplicado cede paso a la capacidad de conceder la razn a las cuestiones mejor pensadas. Ello incluye la presencia y la prctica como hbito de procesos inditos en el nivel anterior: a. SUBNIVEL 3: Democracia dialctica, de participantes, de la sensibilidad por las minoras y por las mayoras -muchas veces desodas-, la justicia social, la empata, el conocimiento y el respeto profundo al participante. b. SUBNIVEL 4: Democracia complejo-evolucionista, desde y para la conciencia, la reduccin de egocentrismo y la posible evolucin humana. Se deduce de esto que, si bien las democracias vigentes vienen dadas, el camino de su evolucin posible no es otro que el de la educacin para la madurez de todos, en la medida en que todos somos eslabones perdidos de nosotros mismos.
4 Obsrvese

que, a medida que los niveles y subniveles ascienden, la presencia de egocentrismo se reduce y la complejidad de conciencia se incrementa. 5 Entendida en dos sentidos: como arte de mentir cientficamente (M. Fernndez Prez), y como medio de reflejar parcialmente la realidad.

III RASGOS DE UNA DEMOCRACIA MS MADURA. Aplicando lo anterior a la democracia vigente, podramos definir un nivel ms consciente, del que lo importante no es tanto el rasgo o comportamiento (sustantivo) que expresamos, sino la capacidad (verbal) que motiva (activa y orienta) la accin: 1. Cambio del significado de participacin democrtica: Democracia ciudadana no es slo votar cada cierto tiempo, y democracia gobernante no es slo convencer y gestionar. Una democracia ms madura incorpora una valoracin creciente de: a. Procesos de cambio (auto)formativo, como escuchar, comprender, interiorizar, aprender, desaprender, reaprender, innovar, etc. orientados desde los intereses particulares, pero no slo encaminados a ellos. b. Importancia de la evaluacin continua, entendida como pulsacin y anlisis permanente de la sensibilidad y la opinin de los ciudadanos, para la regulacin y la orientacin de las acciones administrativas. Se trata de abrir el canal ciudadanos-gobernantes de modo que los segundos conozcan mejor las necesidades, los procesos y los efectos en los primeros, y de que la informacin obtenida pueda reciclarse formativamente a los planteamientos actuales, con el apoyo de las NTIC aplicadas a los procesos democrticos. Este movimiento dialctico-emptico hace que el gobernante sea ms ciudadano y el ciudadano ms gobernante, con lo que la conciencia de ambos se incrementa. c. Posible cambio de concepcin de voto: Se deduce de lo anterior la posibilidad de que el voto, tal y como se entiende hoy, cambie sustancialmente. Un voto menos egocntrico y ms consciente pudiera: i. No localizarse en un periodo bien definido de elecciones, ii. Otorgar un mayor significado poltico, social y evaluativo a las motivaciones del voto nulo, en blanco6 y la abstencin. iii. Recoger voluntades de participacin no-binarias, ms amplias y noduales,

que en una gradacin evolutiva podran ser (A. de la Herrn, 2003): No querer participar; no preferir opcin poltica alguna; preferir una opcin no censada o no admitida; preferir una opcin parcial por su rentabilismo o eficacia; preferir una opcin parcial por su humanidad o conciencia; preferir varias opciones parciales en funcin de los mbitos considerados o "voto repartido" o diferencial; preferir ms de una opcin para cada apartado o voto complejo, y preferir aquellas opciones parciales ms claramente orientadas a la posible evolucin humana, lo que invitara a su futura convergencia, y con ello a un salto cualitativo ms (complejo-evolucionista) en la concepcin de la democracia. El desarrollo de estas posibilidades, incrementara la participacin, pero a la vez hara ms necesaria que el ciudadano fuera ms conocedor, ms reflexivo y ms y mejor educado en democracia. Al mismo tiempo, esta estrategia podra ser til para la educacin de la propia democracia. d. Posible evolucin de los talantes administradores polticos: Es indispensable que los cambios de modalidades de participacin vayan favorecidos de cambios en las actitudes de la administracin poltica, entre las que pueden entreverse estadios evolutivos (menor egocentrismo, mayor conciencia), segn su finalidad
6 Por

ejemplo, en Ensayo sobre la lucidez, J. Saramago considera el caso de unas elecciones municipales de una capital, en las que el 83% de los votantes optan por votar en blanco.

real: Destruir el sistema social; dominarlo; convencer al electorado; vencer a otras opciones contrarias o concursantes; asociarse o cooperar con otras para el propio beneficio; gestionar eficazmente; gestionar con sensibilidad social, ms all de la rentabilidad; y gestionar cooperando con otras opciones desde y para la madurez personal y social, el conocimiento, la universalidad y el mejoramiento profundo de la vida humana. En este ltimo nivel, la propia opcin deja de ser parcial, y en la medida en que pueda ser calificada de este modo, se diluye como tal sistema. e. Valor de la autoevaluacin compartida de todas las fuerzas polticas. Cuando la madurez hace acto de presencia y el egocentrismo se retira, cobra sentido saludable la autoevaluacin, entendida como toma de conciencia para la mejora desde la autorregulacin, sea incorporando, manteniendo, cambiando o extinguiendo comportamientos. Supongamos, por ejemplo, que junto a las sesiones de control al Gobierno, tienen lugar sesiones de autoevaluacin, a la vista y a la razn del ciudadano. Esta autoevaluacin podra estructurarse de un modo sencillo (puntos fuertes, puntos dbiles y propuestas de desempeoramiento y de mejora). Este proceder podra hacer que sean los cambios (auto)propuestos y la propia madurez institucional de los partidos lo que los ciudadanos crecientemente preparados valoren y deseen. 2. Importancia de los intereses no rentables para las opciones parciales: La democracia madura incorpora en cada perspectiva partidista procesos bsicos de conciencia como: a. La humildad7 como antesala del conocimiento, la autocrtica y autoevaluacin ecunime, la duda, la rectificacin, la renuncia, la capacidad de percibirse distanciadamente, el desprendimiento o incluso la autoanulacin funcional en funcin del beneficio general (A. de la Herrn, 1999). b. La bsqueda del conocimiento propio, y por tanto la fortaleza de pensamiento que conduce a traspasar la barrera del prejuicio. c. El reconocimiento y apoyo de los procesos y acciones de otras opciones, adoptndolos como posibles motivos de aprendizaje, cooperacin y desarrollo de proyectos conjuntos, respetando la autora, y practicando la saludable y tica sensibilidad por las ideas ms all del ego.

d. La posibilidad de cooperar, converger ms all de la rentabilidad particular, de modo que tales procesos puedan no favorecer a priori a los sistemas parciales, precisamente porque la conciencia ms compleja y humanizada les lleve a considerar el inters de la posible evolucin humana por delante de los propios. BIBLIOGRAFA Herrn Gascn, A.de la (1998). La conciencia humana. Hacia una educacin transpersonal. Madrid: San Pablo. Herrn Gascn, A. de la (1999). Teora de los Sistemas Evolucionados. Actas del IV Jornadas Andaluzas sobre Organizacin y Direccin de Instituciones Educativas en Contextos Interculturales (Vol. II) (pp. 535-540). Granada: Universidad de Granada. Herrn, A. de la, y Muoz, J. (2002). Educacin para la universalidad. Ms all de la globalizacin. Madrid: Dilex. Herrn, A. de la, y Gonzlez, I. (2002). El ego docente, punto ciego de la enseanza, el desarrollo profesional y la formacin del profesorado. Madrid: Editorial Universitas.
7 Saber

que no se sabe lo que no se sabe: eso es saber (Confucio).

Herrn, A. de la (2003). El siglo de la educacin. Formacin evolucionista para el cambio social. Huelva: Hergu. Miret Magdalena, E. (2003). Nuevos Horizontes en la Sociabilidad Humana. Claves para la Esperanza. En A. Canteras Murillo (Coord.), Los jvenes en un mundo en Transformacin: Nuevos Horizontes en la Sociabilidad Humana. Curso de Verano de la Universidad Complutense de Madrid. El Escorial (Madrid), 3 de julio. Saramago, J. (2003). Manifestacin contra la Invasin de Iraq. Madrid, Puerta del Sol, 15 de marzo.

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