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Pasar por la escuela
Indgenas y procesos de escolaridad
en la ciudad de Mxico Pasar por la escuela Indgenas y procesos de escolaridad en la ciudad de Mxico Gabriela Czarny Diseo y formacin: Rayo de Lourdes Guilln Castrillo Revisin: Armando Ruiz Contreras Diseo de portada: Jesica Coronado Zarco 1a. edicin 2008 Derechos reservados por la autora Gabriela Czarny Esta edicin es propiedad de la Universidad Pedaggica Nacional, Carretera al Ajusco Nm. 24, Col. Hroes de Padierna, Tlalpan, C.P. 14200, Mxico, D.F. www.upn.mx ISBN 978-607-413-010-2 LC5148 M6 C8.6 Czarny, Gabriela Pasar por la escuela : indgenas y procesos de escolaridad en la ciudad de Mxico / Gabriela Czarny Mxico : UPN, 2008 284 p. -- ISBN 978-607-413-010-2 1. Triquis Mxico (Ciudad) 2. Educacin indgena I. t. Queda prohibida la reproduccin parcial o total de esta obra, por cualquier medio, sin la autorizacin expresa de la Universidad Pedaggica Nacional. Impreso y hecho en Mxico. Pasar por la escuela. Indgenas y procesos de escolaridad en la ciudad de Mxico Gabriela Czarny Coordinadores de rea Acadmica: Mara Adelina Castaeda Salgado Poltica Educativa, Procesos Institucionales y Gestin Alicia Gabriela vila Storer Diversidad e Interculturalidad Cuauhtmoc Gerardo Prez Lpez Aprendizaje y Enseanza en Ciencias, Humanidades y Artes Vernica Hoyos Aguilar Tecnologas de la Informacin y Modelos Alternativos Eva Francisca Rautenberg Petersen Teora Pedaggica y Formacin Docente Sylvia Ortega Salazar Rectora Aurora Elizondo Huerta Secretaria Acadmica Manuel Montoya Bencomo Secretario Administrativo Adrin Casteln Cedillo Director de Planeacin Juan Acua Guzmn Director de Servicios Jurdicos Fernando Velzquez Merlo Director de Biblioteca y Apoyo Acadmico Adalberto Rangel Ruiz de la Pea Director de Unidades UPN Juan Manuel Delgado Reynoso Director de Difusin y Extensin Universitaria ndice AGRADECIMIENTOS ....................................................................................7 PRLOGO .......................................................................................................9 HISTORIAS, SIGNIFICADOS Y ESCOLARIDAD: UNA INTRODUCCIN..... 14 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS: LA LECTURA Y LA ESCRITURA DEL MATERIAL ETNOGRFICO ............................ 31 Escuchar a los otros y la produccin de signicados ...................31 Marcos, Pedro y Federica: subjetividad, voces y textos ...............43 La escuela entre narrativas de oposicin: a propsito de la metfora pasar por la escuela ...................................................51 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA: LA RELACIN DE LOS PUEBLOS INDGENAS CON LA INSTITUCIN ESCOLAR ................................... 63 La construccin de la diferencia en el sistema educativo: entre la invisibilidad y la visibilidad de los indgenas ...................63 Salir de la encrucijada en que se encuentra la escuela (a modo de perspectivas) ...................................................................93 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA ....................................................................................105 Sobre los triquis de la calle Lpez en la ciudad de Mxico .... 105 Algunas notas sobre el poder y la autoridad en una comunidad indgena .................................................................. 113 La comunidad triqui extraterritorial ............................................. 118 Expectativas sobre la escolaridad .................................................. 131 Asistir a la escuela como comunidad ........................................... 137 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE DEL ESPAOL EN LA ESCUELA ..........................141 Atravesar el espaol en la escuela ............................................... 142 La compleja presencia de la relacin entre la lengua y la identidad en la escuela .............................................................. 149 Cambiar por asistir a la escuela: una experiencia entre la continuidad y la ruptura .............................................................. 164 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES .............................................................177 Saberes por asistir a la escuela y por ser miembro de la comunidad................................................................................. 178 La nocin de persona y la de experiencia como referentes de los procesos de aprendizaje .................................. 186 Los vnculos sociales como potenciadores de relaciones interculturales y de aprendizajes .................................................. 197 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA DEL PASAJE POR LA ESCUELA .............................................................208 Valores sociales y nociones alternas en torno al saber que se adquiere por la escuela ....................................................... 210 Sentidos alternos sobre el pasaje por la escuela: estudiar para servir a la comunidad .......................................... 222 Sentidos diversos sobre la nocin de aprendizaje ..................... 232 CAPTULO 7. NOTAS PARA PENSAR LA EXPERIENCIA ESCOLAR EN SOCIEDADES PLURALES ..................................................................240 Multiplicidad de sentidos para la escolaridad ............................. 241 La escuela entre la etnicidad y las ciudadanas .......................... 247 Nociones alternas de la escolaridad ............................................. 251 BIBLIOGRAFA ..........................................................................................257 ANEXOS .....................................................................................................280 7 E ste trabajo est vinculado con el apoyo de muchos, y a to- dos ellos mi agradecimiento. En primer lugar, mi gratitud a Ruth Paradise, quien una vez ms me permiti ampliar mis perspectivas sobre el tema y sobre la vida; entre los dilogos de este tiempo he reaprendido el signifcado y los efectos de lo que es la confanza. A los maestros, directivos y alumnos de la escuela primaria Agustn Rivera, de la ciudad de Mxico, escenario de referen- cia inicial para pensar la relacin entre la experiencia escolar y las diversidades en ella presentes; en especial a Juan Manuel Rodr- guez, quien me facilit el conocimiento de distintas situaciones que presentan las escuelas del Distrito Federal, a las que asiste po- blacin de diferentes comunidades indgenas. En particular, a los miembros de la comunidad triqui en la ciudad de Mxico, quienes me permitieron compartir refexiones y pensamientos sobre lo que es migrar, estudiar y criar nios; por dar testimonio, una vez ms, de las obviedades y silencios construidos. AGRADECIMIENTOS 8 PASAR POR LA ESCUELA A Elsie Rockwell, Antonia Candela, Silvia Schmelkes y Maya Lorena Prez Ruiz, quienes en sucesivas etapas han compartido preocupaciones, aportando comentarios que indudablemente han enriquecido este trabajo. A Stefano Varese, a quien debo muchos aprendizajes sobre la discusin en torno a los pueblos indgenas y la migracin. A Elena Achilli y Graciela Batalln, quienes tienen mucho que ver con los inicios de mis primeras preguntas antro- polgicas. A Justa Ezpeleta y Celma Agero, quienes acompaa- ron los instantes cotidianos en los que me he perdido y a los que he vuelto para reencontrar los sentidos. A Elba Gigante y Ernesto Daz-Couder, referentes de discusin para esta temtica; en par- ticular a Elba, quien ley una versin preliminar del trabajo ayu- dndome a repensar aspectos centrales que me recuerdan, una vez ms, el compromiso y la utilidad de las palabras que ponemos en juego. A los amigos que resultan un lugar insustituible de refugio en la experiencia de la migracin, entre ellos, Mnica Schulmaister, Mnica Daz, Teresa Espinoza, Roco Vargas, Dbora Asteggiano, Sara Schilman, Andrea Marcovich, Vanesa Srugo, Rosaura Galea- na, Fernando Garca, Rosalba Garca, Ruth Guzik y Norma Guti- rrez. A Rosa Mara Martnez y a Rubn Ficher, quienes fungieron como un gran apoyo tcnico para integrar primeras versiones. A mis padres, David y Ana, y a mis hermanos Diego y Adela, que siempre estuvieron, en palabras de Pez: Como un docu- mento inalterable ofreciendo su corazn. A las luces del camino, sin las cuales me resultara muy difcil recorrerlo: a Juan, mi com- paero, y Jeremas y Sebastin, adorados hijos. 9 PRLOGO L a educacin pblica, laica, gratuita y obligatoria, que constituye el referente institucional para el estudio que se recoge en este volumen, ha enfrentado mlti- ples obstculos para hacer efectiva la concepcin igualitaria que, en principio, la sustenta, incluso respecto de algunos sectores de las clases urbanas que incluy en sus orgenes. Pero a medida que el sistema educativo se fue expandiendo y fue incorporando a sectores sociales menos continuos con el proyecto educativo escolarizado, las instituciones educa- tivas evidenciaron limitaciones y poca fexibilidad para ge- nerar las condiciones que permitieran a esos nuevos sujetos diferentes del alumno estndar presupuesto desarrollar sus potencialidades individuales y sociales durante los pro- cesos educativos y apropiarse de los recursos que les per- mitieran transitar por los distintos niveles y modalidades educativas. 10 PASAR POR LA ESCUELA Cuando la socializacin familiar no incluye las mismas expectativas sobre las que ha sido concebida la escuela y, por lo tanto, sta no necesariamente constituye el eje de los proyectos familiares y comunitarios, el paso por la escuela suele sostenerse en la construccin de los sujetos en tanto estudiantes, a veces tienen incluso que inventarse como es- tudiantes, a partir de condiciones muy distintas de la visin institucional. Los migrantes cuyas experiencias escolares se reconstruyen en el trabajo de Gabriela Czarny, me evocan las importantes contribuciones que est produciendo la so- ciologa de la experiencia escolar para el estudio y acompa- amiento de los sujetos en el marco de instituciones que ya no puedan responder a sus necesidades educativas. A pesar de las relevantes crticas que se han elaborado sobre las con- cepciones y el funcionamiento de las instituciones educati- vas, stas tienden a permanecer inclumes.* En este contexto, el debate sobre la escolarizacin de los nio/as y jvenes indgenas ha sido una constante en Mxico. La discusin ha incluido diversas vertientes de los mbitos acadmico, poltico y jurdico, as como, a partir de la dcada de los 70, una intensa participacin de las organizaciones et- nopolticas, al igual que de intelectuales y lderes indgenas. Las demandas de reconocimiento de los derechos a la dife- rencia cultural y lingstica y a construir proyectos educativos que incluyan o se sustenten en esas dimensiones han sus- citado la generacin de dilemas, ambivalencias y dicotomas en el tratamiento de las cuestiones educativas. Slo a manera de ejemplo: se ha llegado a poner en cuestin la pertinencia * Francois Dubet. Sociologa de la experiencia, en: VIII Congreso Nacional de Inves- tigacin Educativa. Conferencias Magistrales (pp. 51-75). COMIE-SES, Mxico, 2006. 11 PRLOGO y el sentido de escolarizar a los nios/as indgenas y, en el mismo sentido, la pertinencia de la formacin profesional de los docentes que los atienden. Las razones tienen que ver con la historia de exclusin y discriminacin que la autora revisa para mostrar cmo se ha construido la nocin de diferencia cultural en la sociedad mexicana. La experiencia de migrar en busca de mejores oportuni- dades educativas o para poder seguir pasando por la es- cuela, es muy desigual e injusta para los que, adems de ser pobres, poseen estilos culturales y lenguas diferentes y cuan- do las representaciones propias y ajenas sobre el sentido de la educacin institucionalizada suelen estar permeadas por algunos de los dilemas y ambivalencias arriba insinuados Esta obra introduce una perspectiva que intenta des- montar dicotomas y certezas acerca de los efectos de la escolarizacin en sujetos que son miembros de comunida- des indgenas en la dispora. En este caso, se trata de tres migrantes triquis, dos hombres y una mujer, que viven en la ciudad de Mxico desde hace mucho tiempo y que han tenido una experiencia de larga duracin en instituciones educativas de carcter general. Es decir, en proyectos edu- cativos no concebidos para ofrecer educacin especfca a la poblacin indgena. Por otra parte, el estudio se centra en la reconstruccin et- nogrfca de la produccin simblica de esos sujetos sobre las respectivas experiencias de pasar por la escuela. Esa recons- truccin, aparentemente tan puntual y circunscrita, se despleg en un trabajo que aborda la problemtica de la escolarizacin de sujetos atravesados por condiciones de diversidad cultural y lingstica y por los efectos de la desigualdad socioecon- 12 PASAR POR LA ESCUELA mica que han producido, y siguen produciendo, sucesivas es- tructuras de dominacin sobre los pueblos indgenas. Los captulos transcurren como capas en que van desve- lando los matices que imprimen las mltiples voces convo- cadas: las que provienen de la evocacin del paso por la escuela de los tres migrantes entrevistados, los vnculos permanentes que ellos establecen con la experiencia escolar que estn viviendo sus hijos y otros nios de la comunidad y su visin de la educacin a futuro, es decir, vinculada con sus proyectos individuales y sociales. Destaca tambin la importancia de otras voces, las in- fuencias recibidas por los informantes y las que vienen de otros contextos. En esta concepcin, supongo, contribuyen tambin las voces de la propia investigadora y las mltiples referencias en que se apoya. A partir de la metfora pasar por la escuela la autora inicia un complejo tejido donde a travs de la reconstruccin de las experiencias escolares de sus interlocutores nos acer- ca sucesivamente a: Las trayectorias escolares de los migrantes asociadas a las nociones del pasaje por la escuela como migracin mediante la ecuacin escuela-ciudad-migracin. Los avatares de la relacin simblica entre la comunidad de origen, la comunidad en la dispora y los sujetos. El sentido de aprender desde la experiencia y para ser til a la comunidad frente a los estilos de aprendizaje propuestos por las instituciones educativas. Los dilemas que plantea la relacin entre la lengua in- dgena y el espaol en los procesos educativos pen- 13 PRLOGO sados para la comunidad de origen y en las escuelas generales de la ciudad de Mxico. La nocin de membresa y las implicaciones para la reconstruccin de las experiencias educativas. Los hallazgos en trminos de valoracin positiva de la es- cuela y del dominio del espaol constituyen el eje de las nociones y expectativas alternas que se van construyendo a lo largo del estudio. Como ya se ha sealado se trata de escuelas generales para los niveles de educacin bsica, ins- tituciones de nivel medio y medio superior de los servicios educativos del Distrito Federal y la UNAM. Como seala la autora, esta valoracin no implica que todo est bien en las instituciones educativas, por el contrario, hay mucho que transformar y los resultados de este estudio constituyen po- tenciales aportes para ese proceso . Finalmente, el trabajo se inscribe en el campo de la antro- pologa educativa y articula perspectivas relevantes de corte sociohistrico y crtico. La lectura del texto nos pone en con- tacto con una sistematizacin de fuentes actualizadas sobre cada una de las dimensiones que analiza. Introduce tambin perspectivas y nociones que pueden contribuir a nuevos de- sarrollos en el campo de la investigacin educativa. Elba Gigante Octubre 2008 14 P reguntarse por la escolaridad de las poblaciones in- dgenas implica reconocer la existencia de una larga historia construida desde la ofcialidad del sistema educativo, y desde las respuestas que las comunidades, en distintos tiempos y con caractersticas diversas, han dado al sentido de la escuela. Tambin implica ubicar que en esa his- toria la escuela de la que hablo en este estudio, la escuela laica, gratuita y obligatoria, expresin de un proyecto de na- cin iniciado en el siglo XIX, se ha creado a travs de imge- nes que se conforman de aspectos materiales, simblicos y emocionales, muchos de los cuales se han cristalizado. Mi inters por comprender el sentido que adquiere la escolaridad para miembros de comunidades indgenas que migraron a la ciudad de Mxico, me llev a buscar a dichos migrantes y a reconocerlos en sus actividades cotidianas en el espacio urbano, dentro del cual la escuela y el acceso a HISTORIAS, SIGNIFICADOS Y ESCOLARIDAD: UNA INTRODUCCIN 15 HISTORIA, SIGNIFICADOS Y ESCOLARIDAD la escolaridad resultan lugares de experiencia. La pregunta detonadora se vincula con la refexin iniciada hace varios aos, cuando me acerqu a escuelas de la ciudad de Mxico ubicadas en la zona del Centro Histrico, a las que asistan nios procedentes de diferentes comunidades indgenas, con residencia temporal o permanente en la ciudad. En ese tiempo, 1993-1994, el reconocimiento de esas poblaciones en las escuelas generales, en tanto comunidades vivas con rostros, no era un tema de la agenda educativa, porque la atencin a las poblaciones indgenas se ubicaba en las es- cuelas conocidas como de educacin indgena, atendidas por el subsistema de educacin indgena a travs de la an presente Direccin General de Educacin Indgena (DGEI). La presencia de los indios y de comunidades en las ciudades ms grandes del pas era un hecho que no resultaba nuevo, ya tena una larga historia, pues cuantitativamente se daba con ms evidencia desde la dcada de los aos 70. No obs- tante, reconocer la existencia de diversas comunidades so- cioculturales y lingsticas en el espacio escolar general no era un aspecto comn. En esa ocasin, las preguntas acerca de la escolaridad de las poblaciones indgenas, o ms bien de los miembros de es- tas comunidades, iniciaron mirando a los enclaves mazahuas en la zona del Centro Histrico. Mediante las visitas a lo que se conoca como Cooperativa Flor de mazahua, ubicada en una nave del mercado de la Merced, y del dilogo con las mu- jeres que trabajaban all como tejedoras y bordadoras, identi- fqu las escuelas adonde asistan sus hijos. En ellas descubr no slo nios procedentes de diferentes comunidades y regiones del pas, sino tambin a maestros que, motivados 16 PASAR POR LA ESCUELA por la inquietud de la visitante ante la presencia de nios indgenas en la escuela, comenzaban a sealar sus propias adscripciones a comunidades indgenas. Los maestros que se reconocan procedentes de estas comunidades conforma- ban, en esas escuelas y a travs de sus prcticas, una articu- lacin que posibilitaba la estancia de nios indgenas tras el cobijo que stos ejercan disminuyendo los terrores de los padres por la discriminacin. Esa discriminacin forma- ba parte de la memoria y construccin identitaria de esos maestros y padres indgenas, aunque no siempre de modo explcito. Es decir, para esos indgenas mazahuas y otomes, el haber tenido que migrar desde pequeos, asistir a escue- las en la ciudad, conseguir trabajo y sobrevivir implicaba un acto que tena un plus de costo. Si para los que no so- mos indgenas, el acto de migrar, ir a las escuelas en nuevos contextos, conseguir trabajo y sobrevivir tambin resulta un gran desafo, para el caso de las comunidades indgenas es, adems, parte de una historia marcada por la negacin y marginacin. La discriminacin a la que han estado sujetos los miem- bros de las comunidades indgenas en la escuela tema que recientemente comienza a reconocerse de manera ofcial, al ser identifcadas como indgenas, ha tenido consecuencias en la autopercepcin y la heteropercepcin, procesos que constituyen a la misma construccin identitaria. La negacin y el ocultamiento de esta adscripcin, detrs de la identidad del mestizaje, ha sido una estrategia de sobrevivencia, sobre todo para quienes salieron de sus comunidades y migraron en busca de mejores condiciones y oportunidades de vida. Esas construcciones de identidades solapadas y ocultas es 17 HISTORIA, SIGNIFICADOS Y ESCOLARIDAD lo que me llev, en la primera investigacin, a referirme a la invisibilidad de las poblaciones indgenas en la escuela. All, la interculturalidad era vivida bajo la tensin de mostrar y no mostrar adscripciones comunitarias y an no formaba parte de las polticas educativas dirigidas a poblaciones in- dgenas en el contexto de las escuelas generales. Pero cul es la razn de que la presencia de miembros de comunidades indgenas en las escuelas generales y las ciuda- des no resultara tema, hasta bien avanzados los aos 90, en el marco de la discusin educativa para todos? Preguntas como sta implican reconstruir los modos en que se ha pensado la diversidad sociocultural, lingstica y tnica, esto es: la dife- rencia. Desde la formacin del moderno Estado mexicano, la cuestin indgena form parte de los temas por resolver y la preocupacin en torno a estos pueblos condujo a distin- tas acciones y polticas; no obstante, integracin ha sido la palabra clave que, de cierto modo y como lo plante Ander- son (1993), orient la construccin imaginada de una nacin con una ciudadana comn en este caso la mexicana y una lengua el espaol. Para ello, y por una parte, se desco- nocieron las diversidades existentes desde siempre, mismas que se condensaron en una identidad genrica como la in- dgena. Al mismo tiempo, la adscripcin a tal categora ge- neralizada se ha utilizado desde el poder para justifcar el tratamiento sobre las diferencias. El reconocimiento de los pueblos indgenas como miem- bros de la nacin mexicana ha oscilado entre: cierta legi- timidad en la que son vistos como parte de una historia petrifcada en los museos la que alude a la gloria de las grandes civilizaciones que ya no estn, y el abandono de 18 PASAR POR LA ESCUELA esa existencia a un mundo rural y aislado que los han acom- paado, desde la sociedad hegemnica, con algunos adjeti- vos como retraso, incultos, poco civilizados. Si acaso habra indios en las ciudades, stos ya no podan denomi- narse as, principalmente los que ya no eran portadores, de modo visible, de los atributos que histricamente los ubica- ban bajo tales identidades: hablar una lengua indgena, ves- tirse con ropas tradicionales y vivir en comunidades rurales. En este sentido, y volviendo a Anderson (1993), los censos operaron a manera de herramienta, entre otras tantas, para la construccin de la nacin tras el rasgo, en este caso, de lo mestizo. Por mucho tiempo, en los censos se identifc quines eran indgenas a partir de criterios nicos, como la lengua que se habla. No es de sorprender que por la discri- minacin y la forma oculta en que han tenido que vivir es- tas comunidades, en escenarios urbanos donde la identidad nica de lo mexicano o lo mestizo ha sido la carta de presen- tacin, la negacin de las identidades culturales y lings- ticas, entre otros aspectos, resultaran hechos indiscutibles. Esto es, la construccin de la nacin bajo una sola identidad y lengua implic acciones reales sobre las diversidades des- de siempre existentes. En los intentos por construir una nacin con una sola identidad, la escuela pblica, laica y gratuita del siglo XX ha tenido un importante lugar. A travs de esta institucin se busc, tras el principio de igualdad, homogeneizar las di- versidades que se convocaban en ella. Esa pretendida igual- dad, expresada en tanto derecho de todos los ciudadanos a recibir educacin por parte del Estado, promovi diferen- tes procesos vinculados con la escolaridad y la imagen que 19 HISTORIA, SIGNIFICADOS Y ESCOLARIDAD mediante sta se proyect, como instancia promotora para el acceso a un bienestar y progreso. No obstante, brindar educacin como derecho no resolvi las desigualdades que histricamente se han perpetuado sobre los pueblos y las comunidades indgenas; la escuela no ha podido restituir inequidades, aunque s puede resultar un espacio en que se gestan procesos de transformacin. En Mxico, sin embargo, la escuela que se pens para los indgenas mantuvo dos caras: por una parte, las propuestas especfcas dirigidas al nivel de educacin primaria, en que el tratamiento de la lengua indgena y la cultura de estos pueblos se acomodaron y atendieron con la fnalidad de in- tegrar una sola identidad y, por otra, las de la escolaridad general en que el desconocimiento de estas comunidades in- dgenas ha sido la constante, o cuando se reconocieron slo sirvieron para estigmatizar y discriminar a los miembros de dichas comunidades. La escuela para los indgenas se ubi- c principalmente en las zonas rurales donde se reconoca la presencia de esta poblacin, mientras la escuela de la ciudad se ligaba a imgenes en que los indios no tenan cabida. Lo anterior no implica que los miembros de comunidades ind- genas no hayan accedido, en distinta medida, a la escolari- dad en las ciudades sino que no ha existido, hasta hace poco tiempo, registro de esa presencia de modo ofcial. La migracin a las ciudades para acceder a distintos ni- veles de estudio es un hecho que acompa, desde tiem- po atrs, la relacin de las comunidades indgenas con la escuela. Al respecto, habra que reconocer que para estas personas la experiencia de una larga escolaridad ha resultado (histricamente) en s una experiencia migrante, en senti- 20 PASAR POR LA ESCUELA do amplio. Incluso as, y por el prejuicio que sobre las po- blaciones indgenas ha operado desde mucho tiempo atrs, se ha orientado a pensar, por ejemplo, que quienes asistan a la escuela ya no eran indgenas, porque en las escuelas y los distintos niveles del sistema que operaban en las ciudades, la imagen de civilidad y progreso no corresponda con la del mundo indgena de la ruralidad. La escuela para otros diferentes los indgenas oper a modo de una historia paralela a la escuela ofcial general (Gi- gante, 1994b). Aun tomando en cuenta las distintas tenden- cias que en cada periodo caracterizaron lo que hoy se conoce como educacin indgena, se reconoce que esas propuestas condujeron a acentuar, en muchos casos, la discriminacin al trabajar en condiciones diferenciadas por la desigualdad pro- moviendo diferencias en los resultados, adems de que no siempre resolvieron las inequidades educativas en trminos de lo que se denomina acceso y permanencia en el sistema (Lpez y Kper, 2004). Por citar algunos datos al respecto, INEGI (2000) registraba en el ao 2000 que, sobre un total de 97.5 millones de personas que habitan Mxico, 6.1%, es decir 6,044,547, eran hablantes de lenguas indgenas. De stos, 56% de las mujeres hablantes de lenguas indgenas saban leer y escribir, contra 76.7% de los hombres que tambin lo hacan. El porcentaje de mujeres indgenas alfabetas en las reas rura- les es de 48.9%, mientras que en las zonas urbanas aumenta a 66.7%; en contraste, los hombres registran tasas de alfabetismo superior al de las mujeres, sumando 71.3% en reas rurales y 83.6% en reas urbanas. Asimismo, los datos muestran las di- fcultades entre la poblacin indgena para concluir la educa- cin bsica y acceder a la educacin superior, expresndolas 21 HISTORIA, SIGNIFICADOS Y ESCOLARIDAD en cifras que muestran desde 18% para la edad de ocho aos que no han concluido los niveles escolares correspondientes, hasta 80% para los 16 aos (Prez Ruiz, 2002). Considerando la ampliacin de la oferta y las modalidades educativas que desde los aos 70 se han impulsado en distintos niveles del sistema, la inequidad todava se expresa en cifras que mues- tran que 1% de los jvenes indgenas de entre 18 y 25 aos ingresan a instituciones de educacin superior y, de ellos, uno de cada cinco egresa y se titula, en contraste con 22.55% de los jvenes de esa misma edad de distintas partes del pas que acceden a dicha educacin, egresando y titulndose slo la mitad (ANUIES, 2003). A partir de los aos 90, en Mxico y diferentes pases de Amrica Latina, comienza a plantearse un nuevo escenario para la discusin de la diversidad sociocultural, lingstica y tnica. El Acuerdo 169 de la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT), al que tambin se suscribe Mxico; la de- claracin en la ONU sobre el Decenio Internacional de los Pueblos Indgenas, con antecedentes en los aos 80 de un grupo de trabajo sobre Pueblos Indgenas para la preven- cin de la discriminacin y proteccin de las minoras, as como la reformulacin de artculos en las cartas magnas de los pases latinoamericanos en que se introduce a pueblos y comunidades indgenas como actores con derechos en los pases donde habitan y a participar en el diseo de las pol- ticas, son antecedentes que inciden en la reformulacin para el tratamiento de la diversidad y, detrs de esta fgura, de las poblaciones indgenas en la escuela y el sistema educativo. En este sentido, en 1992 en Mxico, el artculo 4 consti- tucional se reforma para reconocer la composicin pluricul- 22 PASAR POR LA ESCUELA tural de la nacin mexicana, sustentada originalmente en sus pueblos indgenas y que el Estado se compromete a prote- ger y promover el desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres y organizacin social. El reconocimiento de los pueblos indgenas y sus derechos comienza a formar parte de una escena discursiva impulsada, adems, por la apari- cin, en 1994, del Ejercito Zapatista de Liberacin Nacional (EZLN) y de los movimientos ciudadanos que en Mxico, y en distintas latitudes, se articularon en torno a la imagen de ese zapatismo. As, la dcada de los 90 y el inicio del nuevo milenio estn marcados por polticas educativas que pre- tenden incorporar el reconocimiento de la diversidad a lo largo de todo el sistema educativo, as como revertir la des- igualdad en los resultados que pesan sobre las poblaciones indgenas, aun cuando la exclusin en los distintos niveles del sistema no se encuentra sufcientemente documentada. No obstante, estas polticas oscilan, como algunos trabajos lo indican, entre perspectivas compensatorias, ahora en la versin de lo que se denomina discriminacin positiva en tanto accin de reafrmacin de los grupos minorizados y negados, y las que acentan el sentido de la igualdad a efecto de no generar, a travs de la marcacin, nuevas y constantes diferencias. Entonces, el problema parece estar no tanto en reconocer que existen esas diferencias, sino en resolver cmo se vive con ellas y para qu se utilizan. El que las leyes y polticas educativas den cabida, en estos ltimos aos, a la existencia de la diversidad y a los derechos que han sido negados al sujeto colectivo de las comunidades indgenas, no implica desconocer que esa di- versidad y la interaccin vivida como conficto intertnico, 23 HISTORIA, SIGNIFICADOS Y ESCOLARIDAD invisibilidad, negacin establecida entre los distintos gru- pos y sectores que conforman la nacin, se site como algo nuevo. Eso que pretende instaurarse como nuevo y que ha sido constitutivo de los procesos culturales y de los con- tactos entre pueblos en el escenario de lo que hoy se llama globalizacin, no es tal. Por lo menos para el caso de los pue- blos indgenas de Amrica, y como lo plantea Varese (2002, 2003a, b), el espacio indgena se globaliz en tanto acto de contacto masivo no en este fnal del siglo XX sino ya en el siglo XVI. Sin embargo, siguiendo al autor, esta neogloba- lizacin evidencia ciertas caractersticas que anteriormente no se presentaban, entre ellas: a) el crecimiento acelerado de la comunicacin de masas, que permite la relacin y co- municacin por distintas vas entre los migrados y los que permanecen en el territorio de procedencia, adems del uso de los medios para defender sus derechos y denunciar, ante la comunidad internacional, los abusos de los gobiernos na- cionales y del poder de los emporios transnacionales; b) la participacin de los pueblos indgenas en distintos movi- mientos de la sociedad civil, que articulan respuestas desde abajo a la globalizacin impuesta desde arriba; c) el fn de los nacionalismos de asimilacin, procesos que se acompaan de la crisis de los estados y del resurgimiento de los nacio- nalismos locales, y d) la proliferacin de los nacionalismos tnicos y las autonomas regionales ha creado un ambiente poltico-cultural que favorece los procesos de redefnicin de las identidades tnicas indgenas, en trminos autnomos y soberanos (op. cit., 2002:6). Pero, indudablemente, este esce- nario incide en la reconfguracin de la autopercepcin y la heteropercepcin que estas comunidades tienen de s mis- 24 PASAR POR LA ESCUELA mas, as como las que distintos sectores de la sociedad cons- truyen sobre s y las comunidades indgenas. El hecho que no hayan sido consideradas, y s invisi- bilizadas, las adscripciones comunitarias y lingsticas de las comunidades indgenas en el escenario de la escuela general y en las ciudades, no niega que han existido mi- les de personas procedentes de las distintas comunidades que pasaron por el sistema educativo, alcanzando distintos niveles escolares. Bajo el silencio y la negacin de las per- tenencias comunitarias, tras el principio de la igualdad en una sola identidad nacional, el acceso ha ocurrido de modo desigual; lo nuevo es que los no indgenas comencemos a reconocer que eso ha operado. Pero qu sabemos de los miembros de comunidades indgenas que viven como ta- les y acceden a distintos niveles del sistema escolar? Qu sabemos de las formas en que se vive la interaccin con los otros, y con los conocimientos que se presentan en y como parte de la experiencia escolar? Qu representa la expe- riencia de la escolaridad para miembros reconocidos como indgenas, que se defne como laica, gratuita y obligatoria? Qu signifcados adquiere el pasar por la escuela y acceder a una larga escolaridad?, aspecto este ltimo que ha estado, histricamente, ligado a la accin de migrar para las comu- nidades indgenas. Estas preguntas que pueden parecer ingenuas, tambin surgen de la discusin que existe en torno a la representa- cin de la escolaridad de las poblaciones indgenas de Am- rica Latina; discusin caracterizada por su polarizacin. Por una parte, las reconstrucciones que sealan que asistir a las escuelas, por su carcter ajeno a la vida de las comunida- 25 HISTORIA, SIGNIFICADOS Y ESCOLARIDAD des, ha implicado la aculturacin y destruccin de las iden- tidades culturales y lingsticas de stas y, por la otra, las que sostienen la necesidad de convertir a la escuela en un lugar donde lo propio resulte el tenor para asegurar la reproduccin cultural. Estas formas de mirar la experiencia de la escolaridad aparecieron, en distinta medida, en las voces de maestros indgenas de diversas comunidades con quienes compart preocupaciones y preguntas frente al desafo de pensar una propuesta de formacin docente al interior de las Escuelas Normales con Enfoque Intercultural Bilinge. En ese perio- do de trabajo compartido pude reconocer diferentes sentidos y signifcados que mostraban la experiencia de la escolaridad como algo polismico y complejo. La experiencia escolar no poda reducirse a las situaciones de oposicin que siempre han caracterizado la relacin de los pueblos indgenas con la escuela, aunque tampoco resultaba tan fcil deshacernos de esas narrativas. Lo que ha implicado la escuela como espacio para los miembros de las comunidades indgenas a lo largo del siglo XX, el contacto y la interaccin entre indgenas y no indge- nas relaciones caracterizadas por la asimetra en distintas dimensiones (econmica, social, poltica, cultural, lingsti- ca), resulta el sitio desde donde busco comprender y re- construir los sentidos y los signifcados sociales y culturales de la escolaridad para miembros de la comunidad triqui, en este estudio, quienes migraron a la ciudad de Mxico. En el contexto actual, la vida de los indgenas migrantes, y la de miles de comunidades conducidas por el mercado, ha llevado a una reorganizacin en torno a la forma en que 26 PASAR POR LA ESCUELA puede ser concebida y percibida la propia comunidad y los lmites que antao la componan. La permanencia material en el lugar de nacimiento, no es lo que necesariamente def- ne la pertenencia, identidad y continuidad con un colectivo. Como se plantear ms adelante, es posible defnir la perte- nencia a una comunidad indgena por diferentes caminos. A partir de la reconfguracin de las comunidades y las ads- cripciones, me interesa retomar viejas preguntas, tales como: para qu sirve ir a la escuela? Sin desconocer que la historia de la escolaridad se ha vi- vido, sobre para que la gente indgena, como una oposicin por muchas razones, lo que se evidencia en este estudio es la existencia de signifcados diversos que conviven en confron- tacin. Esto no implica sealar que la escuela destruya las identidades de los miembros de las comunidades indgenas, o que la escuela resulte la salvacin en el escenario de esta neoglobalizacin sino que, ms bien, preguntar por el senti- do de la experiencia escolar me permiti reconocer la compleji- dad que representa ese acto. Es decir, implic deconstruir las narrativas de oposicin que histricamente han cruzado al pasaje por la escuela, en esta ocasin desde las voces de miem- bros de la comunidad triqui, primera generacin que migr a la ciudad de Mxico. La tensin entre la igualdad y la diferencia es el punto desde el cual miro en el afn de comprender los signifcados de la escolaridad para miembros de la comunidad triqui. Me ubico en una posicin en la que, retomando a Hornberger (2000), no focalizo el lente en las diferencias culturales para mostrar polaridades, sino ms bien busco entender cmo se construyen signifcados diferenciados y comunes en socie- 27 HISTORIA, SIGNIFICADOS Y ESCOLARIDAD dades caracterizadas por la asimetra, y el conficto social, cultural y tnico. Para dar lugar a las preguntas y las respuestas de esta investigacin, y a efecto de orientar al lector en lo que pos- teriormente encontrar, organic el trabajo en dos grandes apartados.* La primera parte consta de tres captulos. En el captulo 1 ubico el escenario emprico, la problemtica de estudio y la perspectiva desde la cual narro, leo y es- cribo este trabajo. Al mismo tiempo, presento de manera descriptiva a los interlocutores centrales, a partir de los que reconstruyo el sentido de la escuela y la escolaridad: tres miembros de la comunidad triqui en la ciudad, quienes son primera generacin migrante; los tres son gente importante para su comunidad por los trabajos y papeles que han ju- gado en ella, siendo uno de ellos lder de la comunidad y dos han alcanzado el nivel de estudios superiores. En el captulo 2 presento una reconstruccin de la relacin que las comunidades indgenas y la institucin escolar han te- jido a lo largo del siglo XX en Mxico, mostrando acciones que confguran un modo de entender y marcar la diferencia sociocultural, lingstica y tnica, as como de incorporar la diversidad en el sistema educativo. Desde all, y ubicando los puntos donde ha cristalizado esa relacin, planteo las perspectivas que me orientan para discutir el sentido de la escuela y la escolaridad para miembros de comunidades in- dgenas como la triqui. * A lo largo del trabajo diferencio a travs de comillas (o con un tamao de letra menor) cuando me refero y cito a los interlocutores de este estudio, as como textualmente a otros autores; y las palabras en cursivas sirven para referirme a conceptualizaciones que propongo para comprender y ubicar la problemtica planteada. Los nombres de los interlocutores triquis que aparecen en el texto no son los verdaderos. 28 PASAR POR LA ESCUELA En el tercer captulo muestro el escenario de la comuni- dad triqui migrante en la ciudad; las expectativas que existen en torno a la escolaridad en la comunidad de procedencia San Juan Copala, Oaxaca y en la comunidad en el escena- rio de la ciudad de Mxico, adems de los modos en que se acercan y hacen familiar el territorio escolar al que asisten los nios en la actualidad. Argumento los distintos aspectos que la hacen comunidad triqui fuera de los territorios de pro- cedencia tanto los materiales y simblicos que an en la ex- traterritorialidad siguen operando como marcas identitarias hacia el exterior y el interior de la misma. Toda esta primera parte opera a modo de gran contexto desde el cual doy sentido a la pregunta: para qu sirve ir a la escuela? Las respuestas se presentan en los captulos 4, 5 y 6. As, en el captulo 4, el sentido de la escuela se construye desde el valor que los interlocutores, en tanto representantes de una comunidad indgena, en este caso la triqui, brindan al acto de adquirir el espaol. Aprender el espaol, segunda lengua para esta comunidad, resulta uno de los primeros aspectos que aparece en los interlocutores cuando hablamos de la importancia de asistir a la escuela, y muestro lo que media en esa valoracin para la defensa de las identidades lin- gsticas y culturales en el escenario de la escolaridad. En el captulo 5 trato la respuesta a partir de los saberes que se plantean en confrontacin, por lo que implica la experiencia de aprendizaje en el contexto de la familia-comunidad y la que se da en el escolar. Al mismo tiempo, planteo la dife- rencia que existe entre la posibilidad de dialogicidad entre sistemas de conocimientos, aspecto distinto de la negacin y deslegitimacin sobre otros sistemas de conocimientos, si- 29 HISTORIA, SIGNIFICADOS Y ESCOLARIDAD tuacin existente en la escolaridad. En el captulo 6 retomo la pregunta desde la relacin que se establece entre la ima- gen atribuida masivamente y en distintos confnes al pasaje por la escuela, en tanto habilitadora de prestigio y autoridad, y lo que ese pasaje implica para miembros de comunidades como la triqui. Sin desconocer lo que la escuela ha implicado para la supuesta igualdad se reconocen, adems, signifca- dos alternos a ese pasaje, mismos que se construyen a partir de lo que representa ser miembro de una comunidad. A lo largo de estos ltimos captulos se exponen las perspectivas de los tres interlocutores, mediadas por los signifcados que se construyen en el dilogo con ellos. Al mismo tiempo, esas perspectivas orientan los signifcados de distintos modos, por la posicin que cada uno tiene en su comunidad (hombres, mujeres, lderes). Tales diferen- cias no slo refejan la diversidad presente al interior de las comunidades, sino las tensiones y los confictos que hacen, del pasaje por la escuela, un acto de encuentros polismicos. Finalmente, en el captulo 7 pretendo sealar, a modo de conclusiones, la forma en que la escuela se resemantiza para miembros de la comunidad triqui en la dispora, as como reconocer todo lo que en ese espacio se confronta. En este sentido, resaltar lo anterior, introduciendo las mane- ras en que juegan las nociones alternas sobre la escolaridad, permite mirar esos procesos ms all de las polarizacio- nes construidas histricamente entre los pueblos y las co- munidades indgenas con la institucin escolar. De algn modo implica confrontar a la escuela con todas las diver- sidades que siempre han existido y que han pasado por ella, y lo que an stas reclaman tras la nocin de reco- 30 PASAR POR LA ESCUELA nocimiento. Al considerar las diferencias en torno al va- lor de la escolaridad que prevalecen en el discurso de los tres interlocutores triquis, se abren nuevos espacios para pensar la escuela, a modo de sitios desde donde se conti- na construyendo la imagen y las prcticas sobre esta ins- titucin para las comunidades indgenas y la sociedad en su conjunto. 31 ESCUCHAR A LOS OTROS Y LA PRODUCCIN DE SIGNIFICADOS M i inters por comprender el sentido y los signifca- dos que adquiere la escuela y la escolaridad para miembros de comunidades indgenas migrantes, me llev inicialmente al espacio escolar, mismo que result, en una primera etapa, el escenario fsico para abordar la re- lacin con los miembros de la comunidad triqui, interlocu- tores centrales de esta investigacin. A partir de la estancia de campo, entre los aos 2001-2002 y parte del 2004, en dos escuelas primarias 1 del sistema federal que desarrollaban, CAPTULO 1 NARRAR LA HISTORIA DE OTROS: LA LECTURA Y LA ESCRITURA DEL MATERIAL ETNOGRFICO 1 Las escuelas compartan el nombre (Agustn Rivera) y el edifcio; una funciona en el turno matutino y la otra en el vespertino. Cada una opera con institucionali- dad propia y forman parte de las escuelas convocadas bajo la Direccin 1 de Edu- cacin Primaria del Distrito Federal. El edifcio de ambas escuelas se localiza en la calle Pino Surez, junto a la estacin del metro Salto del Agua, en la zona del Centro Histrico de la ciudad de Mxico, a cuatro cuadras de la casa de los triquis que se 32 PASAR POR LA ESCUELA entre otros programas, el de Atencin Educativa a Nios Indgenas Migrantes (AENIM), de la Secretara de Servicios Educativos del Distrito Federal, me acerqu a miembros de distintas comunidades indgenas que tenan en ellas a sus hijos. Desde mi trabajo de investigacin anterior 2 conoca la existencia del programa AENIM, 3 y en aquella ocasin, a tra- vs de la incursin en las escuelas generales de la ciudad, no slo descubr a nios y nias provenientes de distintas comunidades indgenas y diferentes regiones del pas sino, adems, a maestros que se adscriban a comunidades indge- nas, pero cuyas identidades se encontraban invisibilizadas. Las cifras de poblacin indgena que atienden las escue- las primarias del Programa registraban, para el ciclo escolar ubicaba en la calle Lpez Nm. 23. En las dos escuelas realic observaciones en el aula, en los recreos, en juntas de padres de familia y en distintos festejos que for- man parte de la vida escolar, como el Da del nio y el Da de las madres, al tiempo que identifcaba a los nios y las nias indgenas all presentes. Entrevist a distin- tos maestros y a los directivos de las escuelas; principalmente sostuve un dilogo ms cercano con una de las docentes encargadas del Programa de Atencin Educa- tiva a Nios Indgenas Migrantes (AENIM). Tambin observ un foro para maestros que contaban en sus aulas con nios indgenas, de algunas escuelas del Distrito Federal. El evento se denomin: Diversidad cultural e identidades mltiples, se llev a cabo en septiembre de 2001, y form parte de las actividades del Programa AENIM (vase cuadro 1 en anexo 2). 2 Czarny, G. Acerca de los procesos de interculturalidad: Nios de origen mazahua en una escuela pblica en la ciudad de Mxico, CINVESTAV-Universidad de Colima, Mxico, 1995a. 3 El Programa opera desde el ao 1994 y se ha enfocado a identifcar a la poblacin indgena que asiste a las escuelas en la ciudad de Mxico, para mejorar el trabajo escolar que all realizan. Entre las actividades que se llevaron a cabo como parte del Programa se conocen: becas de apoyo para las familias de los nios y nias indge- nas, talleres de actualizacin para maestros y directivos de las escuelas con el pro- psito de sensibilizarlos sobre las caractersticas de esta poblacin y el diseo de algunos materiales de estudio. Reconstru esta informacin a partir de entrevistas con maestros que, por mucho tiempo, han sido responsables del Programa conoci- do como AENIM, as como a travs de algunos materiales diseados para ste. 33 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS 2001-2002, 1, 864 alumnos en un total de 209 escuelas. 4 Para ese mismo periodo, Valencia (2000) reportaba la presencia de poblacin indgena migrante en distintas ciudades del pas, sealando que se calculaba su presencia en ms de 300 000 en toda la zona metropolitana de la ciudad de Mxico, aun- que en esta cifra no se especifca poblacin en edad escolar. La difcultad para identifcar a esta poblacin en las escuelas primarias an resulta una constante, y cuando se realiza es porque tales acciones al interior de las escuelas estn motiva- das por el Programa. Lo anterior obedece a distintos motivos. Por una parte, la forma en que ofcialmente se ha contabi- lizado a la poblacin indgena a travs de los censos, sien- do su principal indicador hablar la lengua indgena, hasta el ao 2000. Pero se sabe que, a partir del complejo y largo proceso de desindianizacin vivido por parte de estas co- munidades (Bonfl, 1987), la lengua no puede ser el nico atributo mediante el cual la gente se adscribe a determina- das identidades. Por otra parte, la discriminacin vivida por estas poblaciones, los rasgos como la lengua indgena, la ves- timenta, etctera, son aspectos ocultados y negados para la sobrevivencia. As, es comn que los padres y los nios en las escuelas no sealen adscripciones lingsticas o comuni- tarias (Czarny, 1995a). Al avanzar el tiempo comenc a formar parte de una ima- gen conocida para los maestros y los padres indgenas como la maestra de los indgenas migrantes, expresin que alu- 4 Esta informacin se desprende del documento Educando en la diversidad. La escuela, un espacio de encuentro y socializacin entre culturas, Coordinacin sectorial de edu- cacin primaria, Distrito Federal; Secretara de Servicios Educativos en el Distrito Federal, Mxico, enero, 2000. 34 PASAR POR LA ESCUELA de a mi inters en los nios y las nias indgenas en la escue- la. De acuerdo con las cifras registradas en esta escuela, para el ciclo escolar 2001-2002, se haban detectado 20 nios en el turno matutino y 11 en el vespertino, procedentes de diferen- tes comunidades indgenas. 5 A travs de los maestros, cit a los padres de los nios y las nias indgenas identifcados para entrevistarlos. De este modo inici una bsqueda por conocer el sentido de la escolaridad a partir de las voces y los rostros de los padres indgenas. Las entrevistas se plan- tearon como un dilogo lo ms abierto posible, tratando de no orillar a los sujetos a hablar de lo que preguntaba la en- trevistadora; ms bien, y partiendo de preguntas abiertas, se busc promover un dilogo refexivo, como una instancia de conocimiento (Linger, 2001; Vila, 2000). As, y con el propsi- to de conocer cmo resultaba la experiencia escolar de los nios procedentes de distintas comunidades las conocidas bajo el nombre de mazahua, otom, triqui, nahua, se abor- daron temas que espontneamente salan en la conversacin como: el tiempo que cada nio tena viviendo en la ciudad, la relacin y comunicacin con los familiares que quedaron en los pueblos y las comunidades de origen, adems de las relaciones y nuevas prcticas de vida que se adquiran en el escenario migrante urbano. Lo que de manera reiterada apareca, de distintos modos, al hablar de la escolaridad de sus hijos y de las situaciones que se presentaban en la escuela, resultaba un puente que per- mita hacer presente la experiencia escolar que ellos haban pasado. Los padres, con distintas adscripciones comunita- 5 Para mayores datos sobre presencia de nios y nias indgenas identifcados en el ciclo escolar 2000-2001, vase anexo 2 al fnal del documento. 35 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS rias, valoraban y confrontaban la experiencia escolar de sus hijos, a partir de cmo haban vivido su propia experien- cia y de lo que esperaban respecto al futuro de los nios. En esos relatos aparecieron imgenes que sealaban una mala experiencia y un recuerdo de lo escolar en expresiones como: Los maestros nos regaaban mucho, Tenamos problemas, porque nos obligaban a hablar en puro espaol, y as era muy difcil aprender, En la escuela del pueblo no aprendamos mucho. Es decir, lo que apareca cuando hablaban de la experiencia de los hijos era parte de su pro- pia historia escolar y, desde ella, producan un marco para comparar la escolaridad que tenan sus hijos en las escuelas de la ciudad. Las distintas difcultades que han enfrentado para acceder a la escuela resultaba un referente en los relatos de estos adultos. As, de 13 padres de familia entrevistados entre ellos y en su mayora triquis (siete), adems de ma- zahua (uno), otom (uno), chinanteco (uno) y nahua (tres), slo dos haban alcanzado el nivel de estudios superiores universitarios (dos triquis); dos tenan el bachillerato incon- cluso (una chinanteca y un triqui); tres la secundaria (un mazahua, y dos nahuas), y el resto nada ms el nivel de pri- maria, pero no todos la terminaron. Estos adultos indgenas accedieron a diferentes niveles escolares en el marco de lo que se conoce como escuela general; es decir, la escuela pri- maria que cursaron en sus comunidades de procedencia, en la mayora de los casos, no fue la escuela indgena (con pro- puestas bilinges-biculturales), y en pocos casos asistieron a secundarias que se encontraban en comunidades prximas. De esta manera, los que pudieron continuar estudiando fue porque, en la migracin, tuvieron oportunidades para acce- 36 PASAR POR LA ESCUELA der a estudios en distintos niveles. La migracin y la escola- ridad resultaban un binomio inseparable en la constitucin de las subjetividades. La forma de ligar los relatos sobre la escolaridad de sus hijos con las propias escolaridades, pona al discurso en dos niveles. Por una parte, al hablar de cmo era la experien- cia de sus hijos en las escuelas donde nos encontrbamos (Agustn Rivera, del DF), aparecan aspectos que referan a: la escuela es buena, porque son buenos los maestros y los nios aprenden. Otros comentarios aludan a situacio- nes de rechazo y difcultad que los nios experimentaban cuando no hablaban muy bien el espaol, principalmen- te en los primeros grados, lo cual representaba una queja permanente de los maestros, y sobre el rechazo y dolor que vivan los nios cuando algn compaero los sealaba de modo peyorativo con la denominacin indio, causando burlas y risas en los dems escolares. Pero la escuela como smbolo apareca cuando estos padres, algunos ms que otros, introducan sus propias experiencias escolares. Esto es, reconocer que los smbolos que aparecen en la historia de las personas no son signifcados inherentes en s mismos sino ms bien estn investidos de signifcados por los actores sociales (Ortner, en Behar, 1995:150). Entend que se estaba produciendo la construccin de los signifcados sobre la escolaridad a partir del discurso de los padres. En este sentido, y retomando la perspectiva de Bakhtin (Morris, 1994; Holland et al., 1998), los discursos resultaban prcticas alrededor de las cuales se construan las subjetividades ubicadas social e histricamente. As, lo que en el inicio de la investigacin se plante como la valoracin sobre la experiencia escolar de los nios y las nias indgenas 37 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS en la ciudad, fue corrindose de la escena, porque la ocup principalmente lo que ella resultaba en tanto smbolo para los padres indgenas. Adems, y a efecto de un recorte metodolgico, la presen- cia mayoritaria de la poblacin triqui en las escuelas selec- cionadas, me llev a preguntarme por sta de manera ms especfca. Despus de entrevistar a varios padres triquis, identifqu que entre ellos se encontraban miembros de la co- munidad que haban alcanzado el nivel de estudios univer- sitarios en la ciudad de Mxico, en la UNAM, mientras otros haban conseguido estudiar el bachillerato, aunque no termi- narlo. A partir de este momento comenz la segunda etapa de la investigacin, misma que se centr en un dilogo que procur mayor profundidad con tres miembros de la comu- nidad triqui, primera generacin que migr a la ciudad de Mxico y residentes, en ese entonces, en la casa ubicada en la calle Lpez Nm. 23. La eleccin de estos tres interlocu- tores no fue al azar, pues a esta defnicin me condujo la consideracin de sus trayectorias escolares y los mbitos de reconocimiento que cada uno tena en la comunidad triqui en el contexto de la migracin a la ciudad de Mxico. Cada uno de estos tres interlocutores triquis ha tenido un papel representativo al interior de su comunidad. Uno de ellos, Pedro de Jess, de unos 30 aos de edad (al momento de las entrevistas), funga durante la escritura de este trabajo como el lder poltico de la comunidad triqui. Otro, Jos Marcos de 38 aos de edad, es uno de los primeros hombres de la comu- nidad triqui en llegar a la ciudad, y fue fundador y partcipe de la creacin del movimiento de artesanos. La tercera, Fede- rica Martnez, de unos 22 aos de edad, tambin ha tenido 38 PASAR POR LA ESCUELA algn lugar articulador al interior de la vida social comunita- ria en la casa de la calle Lpez 23. 6 Los tres provienen de San Juan Copala, Oaxaca, conocida como la regin triqui baja y tienen entre 10 y 20 aos viviendo en la ciudad de Mxi- co, con reiteradas visitas y contacto permanente, e incluso estancias prolongadas en sus rancheras de procedencia en Copala. Los tres son referentes en su comunidad y se han dedicado activamente al apoyo de la gente triqui de la calle Lpez y de los que residen en distintas partes de la ciudad. Las referencias directas e indirectas que hacan los tres interlocutores al hablar sobre la escuela y la escolaridad, me llev a preguntarme por las imgenes que han ligado a esta institucin en el siglo XX, y que se ubican en enunciados que forman parte del sentido comn, a saber: La escuela hace progreso, La escuela permite condiciones mejores para el futuro, La escuela borra las identidades indgenas, La escuela aleja a los que pasan por ella de sus comunidades. Estas imgenes no tenan la misma dimensin en los interlo- cutores triquis y, en este sentido, resultaba muy interesante contrastar cmo esas construcciones generalizadas, a modo de mitos sobre la escuela, realmente se resemantizaban. Para hablar de la escuela y la experiencia escolar, ellos acudan al pasado en tanto formas de vida vinculadas a la 6 El material etnogrfco recabado a partir del dilogo sostenido con los tres interlo- cutores, se compone de un total de siete largas entrevistas. Todas fueron grabadas y transcritas para el anlisis. Adems se integraron dilogos y comentarios que no se grabaron, pero que forman parte del material de campo. Las entrevistas con Pe- dro se realizaron en la escuela, y en un restaurante cercano a su lugar de residencia; con Marcos se llevaron a cabo en la escuela, y con Federica en su vivienda, misma que se ubicaba en la calle Lpez Nm. 23, residencia que fungi como espacio habi- tacional de la comunidad triqui. 39 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS comunidad y lo que all han aprendido y a lo que la comu- nidad triqui espera de sus miembros en el futuro. En distin- tas situaciones, los relatos sobre lo escolar indicaban aspectos que resaltaban la confrontacin; esto es, una instancia y expe- riencia que pona siempre en tensin las identidades al interior de la escuela, as como el reconocimiento de sus membresas en las comunidades. Esa confrontacin no era permanente ni lineal en los relatos de los tres interlocutores, antes bien la escolaridad apareca relatada como experiencia signifcante en los distintos niveles escolares y por diferentes aspectos, al mismo tiempo que se incorporaba la confrontacin de di- versas maneras. Esto se vincula con lo que los antroplogos estn planteando como la construccin de una perspectiva que resalta el relato sobre la experiencia de vida, en este caso con la escuela, ms que una historia de vida que se centre en la escuela (Peacock y Holland, 1993; Behar, 1995). 7 Las perspectivas anteriores, en torno a resaltar el rela- to sobre la experiencia de vida, consideran tambin otros 7 Estas perspectivas remiten a la discusin que existe en ciertos mbitos de la an- tropologa para la construccin y presentacin del material etnogrfco. Remite a la diferencia que se plantea entre lo que se ha llamado historias de vida (life history) y relatos de vida (life story). La primera se ha abordado como el acto a travs del cual el etngrafo presenta la trama de la narrativa. Por la actitud natural de los lectores hacia esto que puede abordarse como una biografa, Behar (1995) seala que se entiende la historia de vida a manera de una representacin directa de la vida de los informantes, como la unin entre el texto y la persona. En los relatos de vida se trata la historia del sujeto, ms bien, como un cuento o trama, lo cual implica considerar la fccin de la autorrepresentacin, las imgenes que se utilizan para contar el relato, adems de la reordenacin del pasado impuesto por la personalidad presente y por sobre el desorden de la vida (op. cit., 149). Esta l- tima perspectiva, seala Behar (1995:155), se ubicara dentro de lo que ella denomi- na narrativa crtica etnogrfca, que incluye la reconceptualizacin de la narrativa de historia de vida, en la cual la comprensin y la prctica crtica de los actores especfcos requiere estar por delante. 40 PASAR POR LA ESCUELA modos de abordar las contradicciones en el discurso de los informantes. Para el caso del tratamiento de las historias de vida, en ocasiones se ha procurado explicar aspectos vincu- lados con las contradicciones en los informantes, por ejemplo, a travs de las nociones de conciencia y alienacin. Pero en los abordajes que resaltan el relato sobre la experiencia y en los que se retoman la perspectiva bakhtiniana, se puede comprender que el discurso es una heteroglosia de voces; esto es, que al interior de los discursos aparecen contradiccio- nes y confrontaciones que se entienden como la presencia de las distintas voces de las generaciones pasadas y pre- sentes (Morris, 1994; Holland et al., 1998). Bakhtin conside- ra que para existir y salir del yo, esas voces aunque estn en conficto, deben orquestarse, estar juntas; situacin que no deja de ser compleja. La existencia de voces mezcladas en el sujeto, seala Bakhtin, da cuenta de que nuestro desarro- llo ideolgico la construccin del yo, diran Holland et al., (1998); Holland y Leander (2004) es una lucha intensa en nosotros por la hegemona entre varios puntos de vista ver- bales e ideolgicos. Lo anterior resulta porque la estructura semntica de un discurso internamente persuasivo no es f- nita, es abierta; porque en cada nuevo contexto que se dia- loga, ese discurso puede revelar nuevas formas de signifcar o de mediar (Bakhtin, en Holland et al., 1998; Bakhtin, en Morris, 1994). Esto es, considerar que las posiciones desde las cuales se enuncia y produce un discurso no estn deter- minadas para siempre por la posicin de clase, la cultura, la lengua, el gnero, etctera, y ms bien implica entender que las condiciones y los contextos en que se producen esos discursos son instancias de potencial transformacin, en las 41 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS que el pasado, el presente y el futuro aparecen en un todo, pero mezclados. As, las entrevistas con los interlocutores triqui, en tanto instancia que se gener para hablar de ellos y sus familias en la migracin y en Oaxaca, constituy en s misma la que agreg un plus de sentido a la interaccin e interlocucin (Vila, 2000; Behar, 1995). A travs de las entrevistas he pretendido recuperar la voz de los actores (Geertz, 1987), pero recono- ciendo que en los documentos confeccionados por el inves- tigador aparecen como parte de los datos en fragmentos de entrevistas y constituyen, de alguna manera, la perspectiva del actor, mediada por la situacin de interlocucin (Vila, 2000). En este trabajo hago uso de conceptos como narra- tiva o relatos de los interlocutores, aclarando que no estoy diciendo que los entrevistados hablen siempre en trminos narrativos. Ms bien, y retomado a Vila (2000), las entrevis- tas se transforman en crnicas, argumentos, preguntas-res- puestas, y otras formas del discurso. Lo que generalmente ocurre es que la gente construye narrativas que no son com- pletas, pero tienen elementos bsicos que componen una narrativa; esto es, la estructura narrativa. Por esto ltimo, se entienden los temas bsicos que estructuran tramas que guan el proceso de seleccin y pensamiento sobre eventos que van junto con la comprensin que los sujetos hacen de la realidad que cuentan (Vila, 2000:234). Por todo esto, la forma en que constru este texto sobre el signifcado de la escolaridad para miembros de la comuni- dad triqui, en la ciudad de Mxico, adquiere una silueta en que se privilegiaron ciertos topos del discurso, mismos que no se sitan en una perspectiva de temporalidad lineal la 42 PASAR POR LA ESCUELA primaria, la secundaria, el bachillerato, la universidad para hablar de lo escolar. Ms bien retom lo que en la situacin de entrevista apareca como cargado de sentido, topos desde los cuales intent comprender ese pasaje por la escuela. Re- cordando lo que seala Behar (1995:151) sobre la entrevista y la produccin de signifcados, el texto es, de hecho, no la perso- na sino ms bien una versin de la autoconstruccin del sujeto en el presente para el antroplogo. Sin duda, los signifcados atribuidos a la escolaridad ad- quiran diferentes dimensiones de acuerdo con las posicio- nes sociales y las responsabilidades que cada uno de los tres interlocutores tena en la comunidad al momento de reali- zarse este trabajo Pedro como lder poltico; Marcos, uno de los primeros en llegar a la ciudad, y Federica, una mujer y joven. Estas posiciones dibujaban direcciones distintas en las perspectivas que asuman en torno a la escuela. El trata- miento analtico dado al material de entrevista recolectado a partir de estos tres interlocutores, 8 me ha permitido no slo contrastar un discurso que tambin resulta ofcial como el de Pedro en tanto lder poltico de la comunidad, sino descu- brir las diferencias que permean la pertenencia a esta comu- nidad triqui considerando trayectorias escolares, posiciones de gnero y jerarquas. En este sentido, diferentes actores de las comunidades, entre los que se encuentran los jvenes y las mujeres, estn mostrando otras interpretaciones de las 8 En el tratamiento efectuado a las entrevistas seleccionadas se procur identifcar algunas categoras sociales que surgan de esas fuentes empricas. A partir de ello, y en un constante ir y venir de los referentes tericos-conceptuales a los datos, comenzaron a surgir nuevas categoras analticas que prefguraron ejes de anlisis interpretativo. Tambin utilic la triangulacin, cuando fue posible, para compa- rar, comprobar y contrastar informacin e interpretaciones. 43 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS perspectivas en torno a la escuela y la de pasar por los dis- tintos niveles escolares. Al mismo tiempo, reconstruir signifcados a partir de es- tos tres interlocutores me permiti, una vez ms, reconocer que la vida en la comunidad y la membresa a ella, resultan confguraciones ms variadas que las concepciones un tanto tipifcadas en las que solemos ubicarlas. Por ejemplo, se ha descrito la vida en las comunidades desde ciertas perspec- tivas antropolgicas, con adjetivos tales como armnicas y solidarias en las que siempre, y sin dolor, se impone el colectivo sobre lo individual. Lo anterior no implica que, y hacia el exterior de las mismas, en muchas ocasiones se pre- tenda mostrar una imagen nica de la comunidad, en tanto voz unifcadora necesaria para enfrentar los embates que histricamente han vivido, y que justamente la fuerza del colectivo ha sido una instancia privilegiada para la sobrevi- vencia. As, uno de los primeros ejes del trabajo se dirigi a comprender frente a qu comunidad me encontraba y lo que implicaba la membresa a ella. Sin este gran texto de referencia resultara muy difcil abordar los signifcados que se produ- jeron en la interlocucin en relacin con la pregunta que gua el inters de este trabajo: para qu sirve ir a la escuela? MARCOS, PEDRO Y FEDERICA: SUBJETIVIDAD, VOCES Y TEXTOS Presentar a los tres interlocutores a travs de textos que con- forman descripciones analticas. Principalmente, la informa- cin que stos exponen refere a temas como la conformacin familiar, el tiempo de migracin y los lugares habitados en la 44 PASAR POR LA ESCUELA ciudad, adems de las trayectorias escolares propias y las de sus hijos. El orden en que aparecen las descripciones refejan los tiempos en que me acerqu a cada uno de ellos durante la investigacin. Marcos Lo conoc en la escuela Agustn Rivera y fue uno de los primeros entrevistados entre los padres triquis. Ese primer lugar tambin obedece a que, en el medio escolar (entre maestros y jefes de sector del programa AENIM), su familia, su nombre y apellido son conocidos por ser los Marcos, una familia triqui en la ciudad con un tiempo prolongado de permanencia en sta. Lo primero que me dice el seor Marcos, de contextura baja, cabellos oscuros y una mirada penetrante, sabiendo que soy una maestra que est por lo de los nios indgenas migran- tes en un espaol que indica que es su segundo idioma es que: Lo difcil para los indgenas cuando llegan a la ciudad es que no saben cmo hacer los papeles para que entren los nios a la escuela y que no saben hablar bien el espaol. Este comentario marca, desde el inicio, un tema central para varios de los grupos y las comunidades indgenas migrantes: la rela- cin con la burocracia, tener los hbitos para tratar con ellos y lograr realizar los trmites requeridos. Marcos se reconoce como alguien de valor para la gente de su comunidad, por- que ha ayudado a muchos de los triquis que llegan a la ciudad para que metan a los hijos a la escuela. Es originario de San Juan Copala, municipio de Juxtlahua- ca, Oaxaca; vive en la ciudad de Mxico desde los aos 80, ubicndose para habitar en la zona del centro de la ciudad, 45 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS porque ya haba algunas familias triquis viviendo por la Ala- meda Central. En su relato aparece la mencin de un episodio de desalojo contra las familias asentadas en la zona de la Ala- meda y que se dedicaban a la venta de artesanas. Para evitar el desalojo seal que l fue conectado con la Confederacin Nacional Campesina y con el presidente de los artesanos que trabajaban en la ciudad de Mxico. Al parecer, a travs del vnculo con estos movimientos campesinos y sus autoridades consiguieron la casa de la calle Lpez Nm. 23, para que los triquis que vivan en la ciudad utilizaran ese espacio como casa habitacin y para la venta de artesanas. En seguida de esa descripcin, en el relato se menciona que con la llegada de ms gente a la calle Lpez comenzaron los problemas. Por temor a esos confictos, Marcos decidi dejar Lpez por un tiempo para que no afecte a su familia. Entonces, hasta los aos de 1989 y 1990 Marcos se retira a vivir por la zona del metro Normal. En el transcurso de esos aos lo vuelven a llamar para que regrese al predio de Lpez, donde reapare- cieron otros confictos por la casa y su ocupacin, ya que es Marcos quien saba cmo estaba todo eso. Estudi la escuela primaria en un internado de monjas en San Juan Copala. 9 Seal que todos en la escuela hablaban dialecto. En su valoracin sobre su propio proceso escolar co- 9 En la descripcin sobre la escolaridad que realizan Marcos, Pedro y Federica, apa- rece la mencin de un internado en donde los tres realizaron la escuela primaria. Una etnografa reciente de los pueblos indgenas, de los triquis en particular, rea- lizada como parte de los proyectos del INI (Huerta, 1995), al describir las escuelas que existen en la regin seala a este internado como nica institucin educativa ofcial. ste se construy en los aos 70 en San Juan Copala, como escuela prima- ria. En un principio fue atendido por las religiosas del Seor de los Corazones; poco despus fue ocupado como internado y escuela secundaria para jvenes de la regin. 46 PASAR POR LA ESCUELA ment que los maestros no eran buenos, esos maestros ape- nas si salan de la primaria o acaso de la secundaria. Marcos se refere a s mismo como interesado por seguir estudiando, aunque [...] sin recomendacin de mis padres, sin apoyo de ellos y yo hice esfuerzo y termin mi primaria [...]. Desde Copala se fue a San Luis Potos, con el apoyo de una organizacin religiosa que promova el estudio de j- venes indgenas; all termin la secundaria. Posteriormente entr un semestre al bachillerato, pero no pudo seguir por problemas de salud. Regres al pueblo, a San Juan Copa- la, y de ah, apoyado por un padrino, se fue a la ciudad de Mxico. Marcos se cas con una mujer de su pueblo; hasta la fecha ella sabe hablar, pero poco el espaol. Tuvieron siete hijos, y al sealarme el nmero coment: [...] Me da pena decir cuntos hijos tengo, son muchos... es que mi mujer y yo no tenemos familia, sus paps y los mos murieron hace mu- cho, entonces con mi mujer dijimos: Vamos a tener muchos hijos![...]. Todos sus hijos han pasado por la escuela en la ciudad de Mxico, desde la primaria, casi todos terminaron la secundaria y dos estudian la preparatoria. Entre dilogos coment, en algunas ocasiones: [...] mi idea era que todos mis hijos estudiaran, la vida es muy difcil y hay que saber hacer algo para vivir [...]. Pedro El primer encuentro con Pedro fue en la escuela. Lleg a la entrevista como tambin lo hicieron otros padres de fami- lia. Un joven, de estatura mediana y con una presencia que transmite seguridad sobre s mismo. Es conocido por las 47 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS autoridades educativas y los maestros de la escuela como el lder de los triquis en la ciudad, o por lo menos de los de la calle Lpez. Habla un espaol perfecto, que aprendi cuando lleg a la ciudad de Mxico, donde vive desde 1987. Proviene de una comunidad conocida como Rastrojo, en Co- pala, Oaxaca. All curs la escuela primaria en un interna- do del Instituto Nacional Indigenista (INI). En su recuerdo por el pasaje escolar mencionaba que, ...ah aprendimos a trabajar en equipo... fue una etapa que a algunos nos sirvi, no haba comida y lo que haba lo compartamos.... Realiz los estudios de secundaria en una localidad cercana a su co- munidad y apenas la termin decidi irse para Mxico. En parte, vino a Mxico para estudiar la preparatoria es- tuvo en la preparatoria Nm. 9 y en ese entonces ya vivan en la ciudad algunos de sus hermanos, mientras otros per- manecan en Copala. Uno de sus hermanos, al que reconoce como de los primeros triquis que llegaron a la ciudad de Mxico, sobre fnales de los aos 70, es abogado. La fgura de este hermano, quien conoce la lengua triqui, pero ya no la habla ms porque decidi que no quera ser ms triqui (por el trato segregador y la violencia vivida), aparece con frecuencia en sus plticas y, haciendo uso de esa antiima- gen triqui, explica por qu l s sostiene que los nios de- ben hablar y conocer la lengua y la cultura triqui. Haber estudiado represent un gran esfuerzo, en sus propias palabras: Sal adelante porque en las maanas tra- bajaba haciendo fguras y diademas, y en las noches estu- diaba. Sus padres no tenan dinero para apoyarlo, no eran maestros. Mientras estudi la prepa vivi con unos triquis por la zona de La Presa; luego, avanzada la dcada de 1990, 48 PASAR POR LA ESCUELA se traslad a vivir a la calle Lpez 23. Ingres a la UNAM y estudi Ciencias Polticas; an no conclua sus estudios. Pre- tende dejar el cargo de representante, porque ya es tiempo y quiere dedicarse a hacer su tesis de licenciatura, cuyo tema es La participacin en la comunidad triqui. Dos de sus hijos asisten a la escuela primaria Agustn Rivera, y otro va al kinder que est junto a la escuela. Su mujer es de la comunidad triqui, ella no habla tanto el espa- ol y termin la escuela secundaria en Copala, Oaxaca. 10 Al momento de estas notas, y debido a la destruccin del predio de Lpez por el incendio, Pedro vive en otra par- te del centro de la ciudad, donde renta un cuarto en el que vive con su esposa e hijos. Trabaja en una ofcina de gobier- no vinculada a proyectos de desarrollo social. Pedro comenta que la gente sale de la comunidad, por- que hay muchos problemas, el precio del caf est por los suelos. Estar en la ciudad no es la gran cosa; aparentemen- te, vivir en la ciudad slo da para comer y pasar el da, no venimos aqu para enriquecernos, no se saca para eso.... En tanto representante de la triqui baja, ha participado en Foros sobre Derechos de los Pueblos Indgenas en la ONU, y ha estado en Nueva York representando a los triquis de Copala. Esas han sido experiencias enriquecedoras para l, principalmente por conocer a otros compaeros que son indgenas de otras partes del mundo. Las refexiones de Pedro expresan una posicin identitaria respecto a la lengua y la cultura, principalmente al referirse a 10 Segn la etnografa sobre triquis editada por el INI (Huerta, 1995), en la regin existe una escuela secundaria en la zona conocida como triqui alta con cabecera en San Andrs Chicahuaxtla, atendida por maestros triquis y mixtecos. 49 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS la necesidad de que la escuela reconozca la lengua y la cul- tura de los nios triquis, y tambin la de todos los indgenas que se encuentran en la escuela y la ciudad. En este sentido, considera que el programa AENIM es paternalista, porque lo nico que hace es dar dinero para apoyar a las familias indge- nas, pero con eso no se resuelve el tema; hay que reconocer y valorar la diversidad cultural que hay en la escuela, frente a la cual sostiene que los maestros an no estn preparados. Federica Antes que a Federica conoc a su padre, Javier. A l lo entre- vist en la escuela como a otros padres de familia. A travs de la pltica con l me enter cuntos hijos tiene, y en ese dilo- go coment sobre su hija Federica. Al referirse a ella narra un episodio que parece relevante dice: ... con ella el ao pasado preparamos un altar de muertos y competimos en una expo- sicin que organiz el gobierno (del DF); ella gan y le dieron de premio una computadora.... Al conocerla, Federica ya tena un hijo que asista al pri- mer grado de la escuela Agustn Rivera, en el turno de la tarde. El encuentro con ella se llev a cabo en la casa de la calle Lpez, las entrevistas se realizaron en su habita- cin, localizada en la parte alta de la casa, en la azotea. Du- rante las entrevistas estuvo presente su nio, slo un lapso, quien jugaba en la computadora con un juego interactivo o haca su tarea escolar, entre tanto preguntaba a su mam cosas en lengua triqui. Federica es joven, en ese momento tena alrededor de 24 aos de edad, tiene el cabello largo y negro, rasgos salientes, una sonrisa fresca y blanca, y habla un espaol perfecto. 50 PASAR POR LA ESCUELA Su trayectoria escolar inicia en la escuela primaria en San Juan Copala, que era un internado de monjas; luego se va a la ciudad de Mxico para estudiar la secundaria, por- que ya no quera quedarse interna y prefera estar junto a sus padres que ya tenan varios aos viviendo en la ciudad de Mxico. Luego entra a una preparatoria en la zona del Centro Histrico. Cursando el segundo ao de la preparato- ria, se cas con un hombre de la comunidad triqui que era maestro bilinge en San Miguel Copala. Por ello, regres un tiempo a vivir a San Juan Copala, donde naci su primer hijo. 11 Durante un ao no trabaj y se dedic a cuidar al nio y a la familia del esposo; despus, como su esposo entr a estudiar medicina a la Universidad de Oaxaca y ya no esta- ba en el pueblo, ella decidi regresar a la ciudad de Mxico y opt por terminar sus estudios. Ingres a otra preparato- ria privada, porque no pudo retomar los estudios en la que inicialmente estaba; obtuvo su certifcado despus de cursar el ltimo ao que dej pendiente en la preparatoria privada. Entr a una escuela privada para estudiar enfermera a nivel licenciatura, pero no le gust y luego de unos meses pre- sent el examen para ingresar a la carrera de Trabajo Social, en la UNAM, donde al momento de la entrevista cursaba el quinto semestre. Su padre slo estudi hasta tercer grado de primaria, mientras que su mam no asisti a la escuela; el primero ha- bla un poco de espaol y su madre casi nada. Ella reconoce que gracias a ellos ha podido estudiar y llegar hasta la uni- versidad, quin sabe cmo es que aunque nunca estudia- 11 Al momento de hacer las entrevistas, Federica slo tena un hijo. 51 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS ron (sus padres) me apoyaron mucho. Este sealamiento expresa una forma de interpretar cmo se entiende o ve a los padres apoyando a sus hijos en experiencias que los pri- meros no han tenido. Federica tena opiniones favorables y positivas sobre el valor que representa ir a la escuela. Son reiterados sus comentarios acerca de la diferencia que hace el que uno (ella) asista a la escuela y entre los que no. En sus opiniones hay aspectos que sealan las concepciones que existen entre los triquis de la calle Lpez, acerca del hecho de mandar o no a los nios y las nias a la escuela. Federica tena expectativas de volver a la comunidad para trabajar all con mujeres en algn proyecto sobre salud o tal vez en educacin. De hecho, al momento de escribir estas notas, ella ha regresado en reiteradas ocasiones a San Juan Copala, Oaxaca, para visitar a familiares y amigos. En la con- versacin, la idea del retorno al pueblo, a la comunidad est muy presente en Federica, y como parte de su construc- cin sobre los otros de su comunidad, menciona que todos piensan en volver a sus comunidades, como un deseo o un imaginario que mantiene vivo algn sentido sobre el futuro. LA ESCUELA ENTRE NARRATIVAS DE OPOSICIN: A PROPSITO DE LA METFORA PASAR POR LA ESCUELA Acercarme a comprender los signifcados que adquiere la escolaridad para miembros de la comunidad triqui migran- tes a la ciudad de Mxico, represent una empresa de alta complejidad, porque la reconstruccin de signifcados no deviene slo de una accin metodolgica correcta, sino de 52 PASAR POR LA ESCUELA la reformulacin de las propias concepciones y del reconoci- miento de lo que esa pregunta implica para el investigador. Hablar de la escolaridad de los otros sin reconocer lo que signifca para nosotros, resultara una trampa. Para hablar de la escuela y la escolaridad de miembros pertenecientes a la comunidad triqui, originarios de San Juan Copala, pero migrantes a la ciudad de Mxico desde hace ms de 15 aos, me ubic en la discusin en torno a la escolaridad de las poblaciones indgenas, la que se inscribe en dos poderosas narrativas en oposicin: aqullas que se- alan a la escuela como destructora de las identidades cul- turales y con ello la negacin de la pertenencia comunitaria; y las que la ubican como instancia para el empoderamiento e igualamiento con los no indios, aunque tambin bajo el costo de la confrontacin hacia el interior de las propias co- munidades. 12 Estas narrativas de oposicin resultan un sig- no que permite comprender la forma como se ha construido el discurso sobre la escolaridad para y en torno a la diferen- cia inscrita bajo la categora de lo indio. Los estudios sobre minoras en la escuela Lo que se confronta en la experiencia escolar no resulta una idea nueva. Distintos trabajos etnogrfcos en que conver- gen disciplinas como la antropologa, la sociolingstica y la psicologa, desde los aos 50 en Estados Unidos, 13 han 12 Para la constitucin de estas dos narrativas sobre lo escolar y, de manera ms especfca, para el caso de Mxico me referir en el siguiente captulo. 13 La discusin educativa en EU, en torno a las minoras, se vincula justamente a la perspectiva de esta sociedad como un melting-pot, concepto que busca la inte- gracin de las diversidades para la formacin de una nacin bajo el signo de la identidad americana y todos los ideales que se depositan detrs de sta. 53 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS mostrado que la escuela es un espacio de confrontacin para las minoras migrantes, con una serie de prcticas y valores derivados de sus formas de socializacin primaria dentro de lo que cuentan nociones como la lengua, la cultura y la identidad (Spindler, 1987; Levinson y Holland, 1996; Foley, 2001). En esos primeros trabajos (los aos 50), las difcultades que presentaban los nios de comunidades consideradas dife- rentes por el color, la lengua materna y la cultura a la que eran adscritos marcas que los hacan distintos de la sociedad he- gemnica blanca, se explicaron bajo nociones como las de d- fcit gentico, y luego dfcit cultural (Erickson, 1987). A travs de estas categoras, las diferencias se abordaron como pro- blema individual, pero a partir de los aos 70 comienza a se- alarse que las trabas y los problemas al interior de la escuela son los que provocaran el fracaso escolar de estas minoras. Las nociones que explicaban las diferencias y difcultades en los resultados escolares eran las de continuidad y discontinui- dad, o compatibilidad e incompatibilidad entre la familia y la escuela (Philips, 1972; Cazden y Hymes, 1972; Erickson, 1987). Paralelamente a esta discusin, otros trabajos desde perspec- tivas marxistas y orientados por las teoras sociolgicas de la reproduccin, muestran las maneras sutiles en que la escuela excluye a los estudiantes minoritarios cultural o socialmente, o hace que stos se autoexcluyan (Willis, 1977; Bourdieu y Pas- seron, 1981; McDermont, 1987; Mehan et al., 1996). Tambin, y como parte de los antecedentes importantes para comprender la discusin actual sobre minoras socio- culturales y la escolaridad, se reconoce en los aos 80 una amplia serie de trabajos con otros focos de atencin. En stos se consideraron los modos en que las minoras culturales y 54 PASAR POR LA ESCUELA lingsticas se insertaban en la nueva sociedad de acogida, as como las expectativas que estos grupos tenan respecto de su nuevo lugar de vida y del futuro para sus hijos. Los trabajos de Ogbu (1978, 1987, 1991) y Gibson (1991, 1993) han marcado toda una tradicin de estudios, mostrando las diferencias en la adaptacin, la integracin y el xito esco- lar en las minoras, pero diferenciando resultados a partir de entender si son minoras voluntarias (los migrantes que eligieron el nuevo pas de acogida) o involuntarias (los que no tuvieron opcin y fueron llevados por la fuerza). 14 Estas ltimas experimentaran mayores difcultades en cuanto a barreras lingsticas y culturales en las escuelas de la socie- dad mayoritaria que los inmigrantes voluntarios, aspecto que explicara los resultados de la escolaridad. En dichos trabajos, las categoras que explicaban los procesos de es- colaridad se plantearon en trminos de minoras volunta- rias/involuntarias, xito/fracaso, acomodacin/resistencia, mismas que se cuestionan en trabajos de los aos 90. Es- tas ltimas investigaciones mostraron que al interior de las llamadas minoras hay una gran variedad que atestigua la posibilidad de xito entre los inmigrantes involuntarios, adems de registrarse lo anterior en las primeras y segundas generaciones de hijos nacidos en los nuevos contextos (Ha- yes, 1992; Ernst y Statzner, 1994; Rumbaut, 1995; Davidson, 1996; Lee, 1996; Portes y Zhou, 1993). 15 Para principios de 14 Dentro de las minoras voluntarias se ubican los trabajos en torno a migrantes europeos y asiticos, mientras que dentro de las involuntarias los de comunidades africanas. 15 Entre las recientes crticas que se le hacen a lo que se llam el modelo de Ogbu, se indica que no se atendieron, por ejemplo, las diferencias entre generaciones de inmigrantes y las de gnero. No obstante, lo que se reconoce es el valor heurstico para el anlisis que sus trabajos han aportado a pases tradicionales en la recepcin de inmigrantes como Australia, Canad, Israel y Estados Unidos (Gibson, 1997). 55 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS los aos 90 y a partir de la crtica al modelo de minoras vo- luntarias/involuntarias, otros trabajos con poblacin mexi- cana-estadounidense muestran que, por ejemplo, comparten elementos de ambas categoras (Foley, 1991; Delgado-Gaitn y Trueba, 1991; Trueba, 1988, 1998). Junto a estos trabajos, lo que comienza a cambiar es la forma de mirar la posicin de los actores; los anlisis no se centran tanto en documentar cmo se impone la escuela sino ms bien cmo los actores de grupos en posicin subordinada alumnos, padres, maes- tros, se apropian y utilizan el espacio escolar para fnes pro- pios y de sus comunidades (Delgado-Gaitn, 1994; Mitchell, 1994; OCadiz y Torres, 1994; Lipka y McCarty, 1994; Villenas, 1996; Trueba, 1998; Villenas y Dheyle, 1999). Aqu, las nocio- nes de empoderamiento (to empower) comienzan a explicar otros aspectos de la escolaridad, y la flosofa de Pablo Freire, en la perspectiva de la educacin liberadora, conforma parte del cuerpo terico para el estudio de procesos culturales dife- renciados en la escuela. 16 Los estudios sobre pueblos indgenas en la escuela El trabajo con las poblaciones nativas las comunidades co- nocidas bajo el nombre genrico de indgenas implic otra refexin, para el anlisis educativo. Estos pueblos no pueden ser tratados como migrantes, ya que histricamen- te habitaron los territorios donde, y desde los siglos XIX y XX, se haban formado los estados nacionales. En el contex- to de esos estados, los pueblos y las comunidades indge- nas recibieron distintos tratamientos. Desde los aos 60, los 16 Es interesante ver cmo los trabajos de Freire, que en Amrica Latina tuvieron tanto impacto para la discusin en los aos 60 y 70, sobre alfabetizacin, educacin y escuela, se retoman en nuevos escenarios y se recuperan perspectivas. 56 PASAR POR LA ESCUELA estudios sobre comunidades nativas en Amrica del Norte plantearon que la escuela representa la tensin entre el pa- sado y el presente, porque los que accedan a ella no regre- saban a la comunidad, y cuando lo hacan, era con valores distintos que interpelaban a las autoridades y las relacio- nes sociales que all imperaban (Wax, 1973; Peshkin, 1997). Otros trabajos en los aos 70 y 80 indagaron en los aspec- tos que incidan en el aprendizaje de los nios y las nias provenientes de comunidades con tradiciones culturales y lingsticas diversas, dentro de los que se encontraban las comunidades indgenas, mirando las interacciones y los es- tilos de comunicacin que se generan en el aula y los que corresponden al mbito de la familia-comunidad. En stos la atencin se centr en reconocer cmo aprenden los ni- os y cmo demuestran sus aprendizajes. De esta manera mostraron las diferencias que se expresaban en las formas de interaccin, en los usos del lenguaje y en los estilos de aprendizaje (Philips, 1983; Swisher y Deyhle, 1991; Ogbu, 2000). Lo que se pone al descubierto a travs de estas investi- gaciones es que la escuela, en su estilo monocultural y vincu- lada a prcticas de socializacin de la clase media blanca, no reconoca otras formas de interactuar, participar y aprender (Rogoff, 1993; Paradise, 1996, 1998). Desde los aos 70 se lle- van a cabo algunas experiencias en comunidades y escuelas a las que asisten nios provenientes de tradiciones cultura- les y lingsticas distintas a las de la sociedad mayoritaria blanca, y prueban que es posible construir puentes entre lo que se haba planteado como dicotoma por los modos de aprender en las comunidades y las familias, y los que se promovan en la institucin escolar; esto es, entre el apren- 57 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS 17 El proyecto conocido como Keep in Hawaii, y el trabajo de Teresa MaCarty con los pueblos Navajos (Cazden, 1991). En los aos 90, el trabajo de Jacob y Jordan (1993) recupera una diversidad de experiencias y sealan los distintos modos y prcticas que pueden incidir para acercar la distancia presente entre comunidades con antecedentes culturales distintos a los que se promulgan en las escuelas en Estados Unidos. 18 En el captulo 2 se presenta una reconstruccin de las formas en que en Mxico se ha abordado la diversidad en el sistema educativo, a partir de la ubicacin de los pueblos indgenas, como el componente nico alrededor del cual supuestamente se ha atendido la diversidad. 19 En 1987, la OCDE seala la necesidad de buscar estrategias apropiadas para que los sistemas educativos puedan integrar, de manera efectiva, a los nios migran- dizaje en la comunidad (informal) y el que se promueve en la escuela (formal). 17 En Mxico, al igual que en diferentes partes de Am- rica Latina, el tratamiento de las diferencias a travs del concepto de minoras no fue un tema de anlisis en la es- cuela. 18 Ms bien, lo que en esta regin era portador de alguna diferencia sealada como cultural, lingstica y t- nica se deposit tras la mencin genrica de lo indgena. Los conceptos que en la regin privilegiaron el campo de anlisis de los procesos escolares fueron, como lo seala Rockwell (2002), el de pobreza referido en clases socia- les, clases o sectores populares, el de poblacin rural que tambin se superpone al de pobreza, y el de trabajadores y migrantes internos. No obstante, los cambios en las po- lticas y reformas educativas que se producen en muchos pases latinoamericanos en los aos 90, comienzan a mirar la discusin referida a las minoras del contexto europeo y norteamericano. Lo anterior es impulsado por las nue- vas perspectivas que, desde organismos internacionales, comienzan a plantearse como temas de agenda educati- va para el nuevo milenio: la atencin de la diversidad. 19 Pero 58 PASAR POR LA ESCUELA paralela a esta refexin incipiente, en la regin existe una larga discusin que centr el tema de la diversidad cultural y lingstica slo para las comunidades y los pueblos ind- genas que por siempre han vivido en estas tierras. El tema de la escuela para los indgenas en el marco de la creacin y consolidacin de los modernos estados nacionales de Am- rica desde el siglo XIX y durante todo el siglo XX, 20 se lig principalmente con la nocin de ciudadana, en tanto nicas identidades marcadas por una sola adscripcin: la pertenen- cia a una nacin (Levinson y Holland, 1996). En este marco de creacin de los estados nacionales, la perspectiva sobre los indios ha sido la integracin (Amadio et al., 1987; Gigante, 1994b; Bertely, 1998b), y tras esta nocin se han desarrolla- do distintas acciones, as como estrategias pedaggicas para atender a la poblacin indgena en las escuelas.
En algunos trabajos lo sealan: la relacin de los pueblos indgenas con la escolaridad ha estado signada por las distintas propuestas y acciones que se plantearon desde el Estado, y por las ac- ciones que estos pueblos han articulado frente a ello (Agui- rre Beltrn,1973; De la Pea, 1996; Hornberger, 2000; Lpez, 1998; Lpez y Kper, 2004). tes y extranjeros en la corriente principal de la cultura dominante (Garca Castao et al., 1999). Tambin para esas fechas, el Proyecto principal de educacin para Amrica Latina y el Caribe escogi a la poblacin indgena como meta necesitada de mxima atencin (Barnach-Calb, 1997), y en los aos 90 con las reformas edu- cativas de muchos pases de la regin se incrementan las acciones dirigidas a las poblaciones indgenas en los sistemas educativos. 20 Distintos trabajos muestran cmo la conformacin de los estados nacionales mo- dernos de Amrica y el trazado de sus fronteras, en realidad dividi pueblos que tenan y an tienen matrices culturales comunes. As tambin los modos en que fue- ron tratados para su integracin a esas nuevas entidades nacionales adquirieron diferentes matices para el caso de Amrica del Norte y la regin latinoamericana, 59 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS Al mismo tiempo, los trabajos que analizan las formas en que se ha planteado la experiencia de la escuela para los miembros de comunidades indgenas ya sean escuelas bajo propuestas bilinges-biculturales, bilinges-interculturales o interculturales-bilinges, adems de la escuela conven- cional o general, concluyen que resulta una experiencia de alta confrontacin. La experiencia de los pueblos indgenas con la escuela ubica la construccin que se hace sobre el co- nocimiento escolarizado (Lindenberg, 1998), por lo menos en tres grandes campos de oposicin y discusin (tambin pue- den ubicarse otros), en los cuales la escuela se discute como causante de: a) la alienacin de los miembros de las comuni- dades nativas, entendiendo por ello la transformacin de los indios en blancos o en mestizos, de acuerdo con lo que en cada contexto resulte el color de la hegemona; en estas perspecti- vas la escolaridad en su conjunto se presenta como paquete que reproduce el orden hegemnico y provoca la confronta- cin indentitaria, por los valores que a travs de la imagen de la escuela histricamente se han propiciado como civilizacin versus barbarie, progreso versus atraso, etctera; b) la produc- cin de fracaso escolar y/o de analfabetismo, por la manera en que se plantea la enseanza, esto es, la escuela ignora las formas socioculturales que se involucran en el aprendiza- je, lo cual incluye la participacin de distintos miembros y agentes en el proceso educativo, as como expectativas sobre el producto, provocando la oposicin entre el aprendizaje por lo que las dinmicas y luchas del movimiento indgena en Amrica adquiere formas diferentes y comunes a la vez. Para comprender los procesos dados en los distintos contextos, los trabajos de Brysk (2000), y Curtis y Lindau (eds.) (2000) son referentes y sitan para la comparacin. 60 PASAR POR LA ESCUELA en la familia-comunidad versus aprendizaje en la escuela; c) abandonar la oralidad y, con ello, el uso de las lenguas nativas vistas como puras y orales versus la escritura, acto privilegiado de y en lo escolar. Con esta oposicin cultu- ras orales versus culturas escritas se potencian las imgenes que conciben a la escritura como referente de la civilizacin, el progreso y la individualidad en oposicin a la oralidad, concebida por sus defensores como el acto de la memoria, la creatividad y la comunidad. Sin embargo, frente a estas fuertes cristalizaciones cons- truidas sobre lo escolar, distintos trabajos en los aos 90 incursionan en el campo mostrando que tales oposiciones resultan ms bien de la polarizacin social, econmica y po- ltica; esto es, las relaciones de asimetra imperantes desde siempre sobre las comunidades indgenas. Lo anterior im- plica entender que la escuela ha operado como instancia de dominacin, pero tambin vale considerar que los pueblos indgenas han hecho usos diferenciados de los conocimien- tos, las tecnologas y los distintos atributos que, a travs de la escuela, se experimentan y aprenden. As, nociones como apropiacin, interculturalidad vivida, empoderamiento, membresa, entre otras, comienzan a formar parte de la esce- na analtica (Paradise, 1992, 1996; Rogoff et al., 2003; Rock- well, 1996, 2005; Czarny, 1995a; Lindenberg, 1998; Bertely, 1998b; Aikman, 1999; Zavala, 2002). 21 En estos trabajos se 21 Los autores que sealo inscriben sus investigaciones (en la lectura que realizo de ellos) en el campo de la discusin sobre las oposiciones sealadas, desde donde se atribuyen signifcados en torno a: la complejidad que involucra la construccin identitaria y la pertenencia y membresa a distintos colectivos y comunidades; las formas de aprendizajes socioculturales en contextos diferenciados, y las re- 61 CAPTULO 1. NARRAR LA HISTORIA DE OTROS reformula y pone en otro nivel de interpretacin, la relacin entre pueblos indgenas y la escolaridad, donde lo cultu- ral y el aprendizaje resultan una construccin, ms que una cosifcacin. Se inserta as, en la escena de la oposicin, la multiplicidad de situaciones que sin negar la confrontacin que la escuela histricamente ha representado para estas co- munidades, los sentidos y signifcados construidos son ms diversos que los mitos instaurados sobre el bien y el mal. Reconociendo los discursos contrapuestos que histrica- mente se han cernido en torno a los signifcados que se otor- gan al pasaje por la escuela para miembros de comunidades indgenas, nuevamente la polarizacin en relacin con lo es- colar me interpel para la construccin analtica. Hasta qu punto esas polarizaciones sobre el valor de lo escolar estn presentes en los miembros de la comunidad triqui en la dis- pora, y hasta qu punto los discursos dicotmicos han sido reapropiados por estas comunidades y por sus miembros para hacer uso de ellos de acuerdo con los contextos y las situaciones? Se trataba de seguir insistiendo y potencian- do alguna de las narrativas sealadas en torno a lo escolar, entendiendo este espacio como destructor de identidades o empoderador de las mismas? Preguntar lo anterior no impli- ca desconocer la base material y simblica de esas imgenes y narrativas construidas en esta larga historia de relacin que incluye el discurso hegemnico, as como el contrahe- gemnico sobre lo escolar. Ms bien se trata de reconocer que adscribir a una de esas narrativas, en tanto versiones laciones entre oralidad y escritura. Estos tres ejes de discusin se interrelacionan permanentemente. En distintos momentos a lo largo de esta investigacin retomo las perspectivas de estos trabajos. 62 PASAR POR LA ESCUELA verdaderas y nicas de la realidad, simplifca procesos di- versifcados y multifacticos. Asimismo, adscribirse a una u otra versin del valor de lo escolar para los que justamente hablamos desde lugares acadmicos legitimados por tener ttulos escolares como licenciaturas, maestras y doctora- dos, puede resultar poco tico. A este respecto, recuerdo lo que sealara Landaburu al referirse y analizar la oposicin oralidad-escritura: [...] la paradoja es que los que exaltan lo oral y desprecian lo escrito son letrados que no slo no renuncian a la prctica de la escritura sino que dicen a los que no la tienen: es mejor que no la tengan. Si la adquieren van a perder su sabidura arcaica (Landaburu, en Linden- berg, 1998). Es as que intentar un argumento nico y coherente frente a la escolaridad, y el valor de ella para miembros de comuni- dades indgenas, resulta todo un desafo. 63 LA CONSTRUCCIN DE LA DIFERENCIA EN EL SISTEMA EDUCATIVO: ENTRE LA INVISIBILIDAD Y LA VISIBILIDAD DE LOS INDGENAS En este apartado pretendo identifcar las nociones que, en distintos periodos y hasta el inicio del siglo XXI, han marca- do los modos de entender la diferencia cultural, lingstica y tnica puesta siempre sobre las poblaciones y comunida- des llamadas indgenas. No intento hacer una cronologa en trminos estrictos sino ms bien a travs de reconocer tres grandes periodos, sito en ellos las concepciones que, desde el Estado nacional, orientaron lo que ha sido la atencin edu- cativa de los pueblos y las comunidades indgenas. Al mismo tiempo, busco resaltar cmo las perspectivas de anlisis social en boga incidieron en las formas de plantear la integracin CAPTULO 2 SENTIDOS PARA LA ESCUELA: LA RELACIN DE LOS PUEBLOS INDGENAS CON LA INSTITUCIN ESCOLAR 64 PASAR POR LA ESCUELA de estos pueblos ubicando, principalmente, la discusin an- tropolgica por el lugar de reconocimiento discursivo que los antroplogos han tenido en Mxico en la construccin de la moderna nacin mexicana del siglo XX. Reconociendo que todo intento por contar una historia resulta una construccin siempre subjetiva y por ello par- cial (Todorov, 1992), no aparecen todas las fguras que han incidido en la delineacin de la diferencia, ni la descripcin completa de los escenarios polticos que las circunscribieron. Ms bien, lo que me interesa es dejar planteada la manera en que se ha construido la invisibilidad y la visibilidad de la presencia indgena al interior del sistema educativo, as como algunos rasgos de la relacin histrica entre indios y no indios. Indudablemente, esta historia de relacin opera, de algn modo, como una memoria en la que se inscriben los signifcados de la escolaridad. Sin la consideracin de este recorrido resultara oscuro leer y comprender el discur- so de la escolaridad de miembros triquis migrantes a la ciu- dad de Mxico, adems de las diferencias que se advierten entre ellos respecto de para qu sirve ir a la escuela. Intentar esta reconstruccin desde una perspectiva me- diante la cual entendemos la diferencia como una construc- cin sociocultural (Shimahara, 2001), implica alejarnos de concepciones identitarias esencialistas que atribuyen rasgos y caractersticas basadas en determinados elementos que, en tanto sigan presentes e inalterables, marcaran diferencias insustituibles a quienes se las adjudican. Desde esta mirada, tambin es comprensible que las comunidades indgenas hagan uso de las diferencias que se les asignan identidades de clase, culturales, lingsticas o tnicas para enfrentar la 65 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA profunda asimetra social, econmica y poltica que hist- ricamente ha caracterizado dicha relacin. Las respuestas que las comunidades indgenas articulan para el y frente al Estado nacional no siempre implicaron el uso de las mismas diferencias. No todas las comunidades han respondido igual a las acciones educativas del Estado, no todas presentan las mismas expectativas, no en todos los contextos los indios pre- tenden ser marcados como diferentes por hablar otra lengua o haber nacido en comunidades reconocidas como indge- nas. Sin considerar lo anterior, es probable que sigamos co- sifcando y cristalizando las imgenes polarizadas que, como se ver a continuacin, han conducido a empobrecer nuestra perspectiva de la diversidad, adems de la posibilidad de vi- vir la diversidad o la interculturalidad. EI afn por la homogeneidad durante los inicios de la construccin del sistema educativo nacional Distintos trabajos sealan el lugar central adjudicado a la escuela para y durante la formacin de los estados nacio- nales liberales y modernos de Amrica, desde el siglo XIX y durante su consolidacin en el XX (Amadio et al., 1987; Levinson y Holland, 1996; Rockwell, 2002). Esa escuela se presentaba como la instancia que posibilitara el acceso a la civilizacin para miles de pueblos y comunidades ind- genas que habitaban Amrica desde antes de la creacin de esos estados modernos, permitiendo a su vez la entrada a la modernidad. No obstante, se sabe que antes de la creacin de estos estados nacionales ya existan escuelas a las que asista la poblacin indgena. En Mxico, en el periodo pre- hispnico se tiene conocimiento de la escuela, en tanto ins- 66 PASAR POR LA ESCUELA tancia de instruccin y preparacin para ciertos grupos; por ejemplo, los hijos de las elites gobernantes de las antiguas sociedades-Estado, como los mexicas (Len-Portilla, 1958). Despus, en la poca de la Colonia, los indios, sin generali- zar, accedan como distintos estudios lo indican a escuelas religiosas y de rdenes eclesisticas (Cifuentes, 1998). 1 Pero la escuela de la que hoy hablamos en Mxico, la escue- la pblica, laica y gratuita del siglo XX imagen de la escuela francesa desde sus comienzos (Rockwell, 2002) ha sido la plataforma para la proyeccin del Estado con una sola iden- tidad: la mexicana, y con una sola lengua: el espaol. Como ha sucedido en la mayor parte de los estados modernos de Amrica, alcanzar la igualdad, a travs de la escuela, se tra- dujo en homogeneizar a la poblacin. Desde esta concepcin, las diferencias que existiesen por hablar una lengua ind- gena o reconocer diversas prcticas socioculturales en los pueblos nativos, fueron instancias negadas o consideradas un problema. Por ejemplo, entre 1824 y 1917, la mencin de lo indio haba desaparecido de los documentos ofciales; no obstante se vuelve a introducir cuando se crea la Secre- tara de Educacin Pblica (SEP), en 1921 (Bertely, 1998a). A partir de entonces, el tema de la lengua y la cultura de 1 Los estudios que se abocan a escribir la historia de la escolaridad de las pobla- ciones indgenas sealan que, hasta 1920, la escuela estuvo a cargo principalmente de rdenes religiosas dedicadas a evangelizar y castellanizar a los indios, mientras que la atencin educativa estatal impulsada en las regiones indgenas, durante el siglo XIX, tiene poco impacto. No obstante, la atencin educativa concentrada en los centros urbanos y las diferencias en resultados que stos obtenan respecto de las zonas perifricas, son algunos de los elementos que justifcan la creacin de las escuelas conocidas como rudimentarias para los indios en 1911, as como contribu- yen al proceso de federalizacin iniciado a partir de la creacin de la Secretara de Educacin Pblica, en 1921 (Bertely, 1998a). 67 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA estos pueblos, se introduce como una preocupacin ofcial. Algunos trabajos sealan que si bien desde ese momento, y a lo largo de todo el siglo XX, han cambiado los nombres y las estrategias pedaggicas para la educacin formal de la poblacin indgena, se ha mantenido mucho del sentido incorporativista que orient la formacin del sistema edu- cativo (Amadio et al., 1987; Gigante, 1991, 1994b). La fuerza impulsora para la construccin de la moderna nacin mexi- cana, y con ella la creacin de ciudadanos con una sola iden- tidad mexicana y mestiza, fungi como lnea orientadora para el tratamiento de las diferencias. En ello jugaron un pa- pel predominante los conceptos incorporacin, integracin y asimilacin, desde los inicios del sistema educativo. A travs de estas nociones se han abordado ideas centrales como las de cambio y continuidad cultural, categoras que desde hace mu- cho han desvelado a los antroplogos (entre otros), mismos que han tenido un papel central en la comprensin y el trata- miento de las diferencias. 2 Incluso as, hasta entrado el siglo XXI, las concepciones que orientaron el tema del cambio y la continuidad, se han ubicado en lo indio, por lo cual la pola- rizacin de una sociedad fragmentada entre indios y no indios es la lnea divisoria que heredamos. 2 Como ejemplos, desde los aos 20 y hasta los 60, antroplogos como Manuel Gamio, Alfonso Caso, Julio de la Fuente y Gonzalo Aguirre Beltrn fueron pilares en la construccin ideolgica y operativa de las polticas incorporacionistas del Estado destinadas a los indgenas. Posteriormente, antroplogos como Salomn Nahmad y Arturo Warman, lo fueron del indigenismo para el etnodesarrollo y de participacin, que propondran la transferencia de funciones a los indgenas (Prez Ruiz, 2003a:121). Cada uno de estos antroplogos, orientados por perspec- tivas funcionalistas y estructural-funcionalistas, y otros ms por el marxismo, han marcado los modos de abordar las relaciones intertnicas, aportando importantes defniciones en la construccin de un pensamiento antropolgico latinoamericano 68 PASAR POR LA ESCUELA Las propuestas educativas en los distintos periodos del siglo XX oscilaron entre la escuela, hoy conocida como ge- neral, junto a las dirigidas de manera especfca para los indios. En los primeros tiempos postrevolucionarios, las es- cuelas para los indios fueron las escuelas rurales, Casas del pueblo y las Misiones culturales. La integracin de los in- dios era una tarea insoslayable y la misin de la escuela era castellanizar como equivalente de alfabetizar, por lo cual la sustitucin lingstica fue inobjetable. Desde estos inicios, la idea de escuelas para los indios ha estado presente en forma constante y, aunque con modifcaciones en lo estrat- gico, permaneci latente a lo largo del sistema. Las primeras orientaciones en torno a la educacin e integracin de la po- blacin indgena estuvieron marcadas por Manuel Gamio, 3
quien era responsable del Departamento de Educacin y Cultura Indgena en el ao de 1921. En su perspectiva, el Mxico indgena y el Mxico mestizo deban reconocerse y aceptarse como no excluyentes, mediante acciones legislati- vas que infuyeran en la autonoma de los pueblos, el respe- to y la vigencia del derecho tradicional, la restitucin de las tierras comunales, y la preservacin y el cultivo de sus len- guas (Len-Portilla 1997). Pero su estancia en dicho depar- tamento fue corta y ser Moiss Senz 4 quien marcar otro y sobre todo de lo que se ha llamado el indigenismo hasta fnales de los aos 90. Para ver una reconstruccin del trabajo de estos antroplogos y sus perspectivas, vase De la Pea (1996); Prez Ruiz (2003a); Esteban Krtoz (2003). 3 Manuel Gamio fue discpulo de Boas; este ltimo es referente central de la teora culturalista norteamericana. Aguirre Beltrn ser discpulo de Gamio, pero rompe- r con la perspectiva culturalista que orientaba a su maestro (De la Pea, 1996). 4 Moiss Senz no pertenece al grupo de los antroplogos, pero por su trabajo como Subsecretario de Educacin y su participacin en el mbito educativo nacio- nal resulta una fgura infuyente (vase Aguirre Beltrn, 1989). 69 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA rumbo para el tratamiento de lo indgena, principalmente a travs de resaltar el mestizaje como nica solucin para el crecimiento de la moderna nacin mexicana. En su con- cepcin, los indios deban integrarse a la civilizacin y para eso son considerados como campesinos. Desde esta pers- pectiva, tomndolos como clase rural, tendran el acceso al estado positivo, en la versin de A. Comte (Aguirre Beltrn, 1990, en Bertely, 1998a). Las nociones de lengua y cultura no resultan temas de discusin respecto a la escolaridad de los indios; es decir, la instruccin en espaol se plantea como accin central. Esta visin se fortalecer ms en los aos 30, en que la es- cuela estar marcada por una perspectiva productivista. En estos aos se crean las escuelas regionales campesinas, los internados indgenas regionales, y el conjunto del aparato escolar se subordina al desarrollo econmico en el medio ru- ral. Junto a estas escuelas orientadas hacia la poblacin rural indgena coexisti lo que se conoce con el nombre de Casa del estudiante indgena, 5 un experimento de M. Senz, mis- ma que oper en la capital de la Repblica (Gigante, 1994a; Bertely, 1998a). Con las acciones de este periodo, de alguna manera co- mienzan a asentarse los precedentes para que, a fnales de los aos 30, se defna el sentido que guiar la accin peda- ggica y que se conoce como educacin socialista. Durante 5 La casa del estudiante indgena, experiencia que dur unos aos, a travs de la cual Senz pretenda demostrar que los indios podan superar la distancia cultu- ral evolutiva que en su concepcin los separaba de la civilizacin occidental. Los pocos internos que all sobrevivieron a las precarias condiciones institucionales se integraron a la vida citadina y algunos continuaron sus estudios (Gigante, 1994a; Loyo, 1996 en Bertely, 1998a). 70 PASAR POR LA ESCUELA el socialismo nacionalista, bajo la presidencia de Lzaro Cr- denas, la necesidad es ms que nunca mexicanizar a los indgenas y resulta la accin por excelencia mediante la re- forma agraria, el acceso a nuevas tecnologas y su inclusin corporativa (De la Pea, 2001). En los aos 40 se inaugura lo que se conoce como indigenismo ofcial y se crea el Depar- tamento de Asuntos Indgenas (1942), el cual trabaj bajo los objetivos integradores del socialismo mexicano (Bertely, 1998a). Aun as, se dan las primeras discusiones sistemti- cas en torno a la enseanza bilinge vinculadas a la presen- cia del Instituto Lingstico de Verano (ILV); se identifcan los primeros proyectos, 6 cuyos objetivos eran alfabetizar en la lengua indgena en las etapas iniciales para garanti- zar el desarrollo cultural de los indios, pero con el fn de castellanizarlos. Ese mtodo de alfabetizacin indirecto fue conocido como mtodo bilinge y como seala Gigante (1994a) hasta fechas recientes la idea de educacin bilin- ge para los indgenas suele tener ese sentido transicional. En este periodo tambin se crean, en 1944, el Instituto para la Alfabetizacin de Lenguas Indgenas; en 1948, el Instituto Nacional Indigenista (INI), y unos aos despus la Direccin General de Asuntos Indgenas, mientras los internados se convierten en Centros de Capacitacin Econmica (Delga- do, Paradise et al., 1993). 6 Es el conocido Proyecto Tarasco de Alfabetizacin, de M. Swadesh, que cont entre otras estrategias con la elaboracin de un alfabeto en lengua nativa, materia- les educativos y distintas tareas de difusin (Gigante, 1994a). Cuando me refero a primeros proyectos, lo hago en torno a los que marcaron rumbos en el siglo XX; hay que sealar que desde la Colonia hasta la Independencia de Mxico se reconocen distintas estrategias, aunque no masivas, en que las rdenes religiosas, principalmente, impulsaron la alfabetizacin en lenguas nativas y en espaol (Ci- fuentes, 1998). 71 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA Las ideas que sustentaron las polticas de la poca las de- bemos a Julio de la Fuente, Alfonso Caso y Gonzalo Aguirre Beltrn. En este contexto, Aguirre Beltrn, considerado uno de los tericos ms representativos del indigenismo, acua la nocin de regiones de refugio, concepto que le permiti ex- plicar la peculiar confguracin regional intercultural. 7 La situacin de las comunidades indgenas se explicaba, bajo su perspectiva, en situaciones de trabajo precapitalista y en relaciones de peonaje, bajo el dominio y control de las tie- rras, la economa y la educacin de una elite no indgena. Los indios reproducan, as, una cultura comunitaria distin- tiva de la sociedad nacional y, en la perspectiva de Beltrn, la accin indigenista estara encaminada a modernizar esas regiones mediante comunicaciones, reforma agraria, alfa- betizacin y educacin popular. Mediante ello, los indios se convertiran en ciudadanos mexicanos y no destruiran sus culturas. En esta perspectiva, la tarea de los maestros rurales era central, en tanto la educacin y la escuela caste- llanizadora resultaran un arma liberadora (Bertely, 1998a). Beltrn entenda la aculturacin a manera de sntesis y en- 7 La teora de A. Beltrn sobre las regiones de refugio resulta una respuesta crtica al modelo de la antropologa norteamericana de los aos 40, de Robert Redfeld, conocida como folk-urban continum. En esta ltima teora, el cambio cultural para las comunidades indgenas y rurales consideradas aisladas, cerradas y homog- neas resultara inevitable, va la expansin de las telecomunicaciones y la tecnolo- ga a las que se expondran por el cada vez mayor contacto con la ciudad y la vida secular. Aguirre Beltrn rechazaba la idea de que las comunidades indgenas estu- viesen aisladas, planteando ms bien que su historia debe entenderse a la luz de la formacin estatal y la colonizacin. Para Beltrn, y basado en sus investigaciones, desde antes de la Colonia haba existido una simbiosis entre las ciudades y las reas rurales, y que esa relacin de interdependencia no se basaba en el principio de reciprocidad y de ganancia mutua de los funcionalistas, sino en la dominacin (De la Pea, 1996; Prez Ruiz, 2003a). 72 PASAR POR LA ESCUELA cuentro creador entre la cultura nacional y los pueblos in- dgenas; as, la nueva cultura sera mestiza entendida como resultado de un proceso de enriquecimiento (De la Pea, 1996). Si bien Beltrn supera las visiones atomsticas de la cultura bajo su teora de las regiones de refugio, tambin mantiene una visin de aculturacin sobre lo escolar. En esto, las visiones marxistas de la poca inciden para sealar que no se puede concebir una nacin donde coexistan gru- pos culturales y lingsticos distintos, por lo que entiende al mestizaje como el producto necesario de ese encuentro (Prez Ruiz, 2003a). Hasta entrados los aos 60, las nociones de clase social y campesinado ocuparan la escena de anlisis y discusin. En este sentido, la problemtica indgena se situaba, ms bien, como un problema de clase social y al interior de esa discusin la confrontacin intertnica era explicada por la situacin de dominacin y explotacin a la que estos gru- pos estaban expuestos y sometidos, en tanto indios, por los ladinos y por las elites gobernantes. La produccin antro- polgica se centr principalmente en los estudios sobre el campesinado bajo perspectivas funcionalistas, estructural- funcionalistas y marxistas (Krotz, 2003). Si bien la discusin en relacin con lo cultural y lingstico referido slo a las poblaciones indgenas va cobrando auge, sigui relegada a proyectos y experiencias especfcas. A pesar de las distin- tas instancias y proyectos escolares creados desde el Esta- do, se evidencia que la tarea integracionista propuesta por el indigenismo no lograba sus cometidos. Se plantea nue- vamente la necesidad de revertir la permanente desventaja en que se encuentran las comunidades indgenas, aspecto 73 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA que se vincul siempre con lo escolar. As, de la escuela se esperaba la alfabetizacin entendida como saber leer y es- cribir en espaol, la profesionalizacin y la preparacin tcnica, medios que conduciran al cambio cultural, y por esa va, a la integracin en una perspectiva ms bien eco- nmica frente al creciente mercado nacional e internacional (Bertely, 1998a). Las formas en que la escuela fue concebida desde el Es- tado nacional, paulatinamente fueron creando los nichos donde la imagen de esta institucin y el pasaje por ella se convirtieran en una verdadera oposicin. Por una parte, a travs de la escuela se instauraba el mensaje de que hablar las lenguas nativas era un obstculo y para ser mexicano ha- ba que hablar slo espaol, smbolo de civilidad. Al mismo tiempo, y por la creacin de los distintos niveles escolares, la idea de migrar para ir a la escuela fue central. Con esto no slo se consolidaba la posicin de que la escuela civilizaba y haca ciudadanos modernos, tambin por la ubicacin de los niveles correspondientes a secundarias y educacin uni- versitaria generalmente en los grandes centros urbanos, la relacin escuela-ciudad-migracin se tradujo en que para acceder a esa modernidad no slo haba que dejar de pensar y sentirse como indios, sino materialmente dejar de vivir en las comunidades y migrar a los centros urbanos. Esta cons- truccin sobre lo escolar atravesar todo el siglo XX y con ella iniciar el nuevo milenio. Las acciones producidas por el sistema educativo genera- ron respuestas desde las propias comunidades y los pueblos indgenas, quienes plantearon sus propuestas fortaleciendo estrategias de accin a travs de los movimientos etnopol- 74 PASAR POR LA ESCUELA ticos. 8 En este sentido, ha sido una constante la bsqueda del reconocimiento y de hacer or las voces de los pueblos indgenas frente al Estado nacional, con la intervencin de antroplogos y otros agentes. De alguna manera, la crecien- te demanda de estos pueblos por una educacin ms acorde a sus necesidades, as como el ambiente cultural mitolgico reinante a inicios de los aos 70, donde se resalta el pasado indgena como ingeniosa utilera (Medina, 1992, en Bertely, 1998a), llevan a la creacin de propuestas educativas bilin- ges con carcter masivo al interior del sistema educativo. Los aos 70 y el surgimiento del paradigma etnicista Los aos 70 inauguran, en Amrica Latina y en Mxico, un nuevo momento donde la educacin conocida como bilinge- bicultural result un gran escenario que busc la restitucin de las identidades culturales, lingsticas y tnicas socavadas sistemticamente, adems de lo que an no se haba alcanza- do: la integracin de las comunidades indgenas a la nacin. En 1978 se cre la Direccin General de Educacin Indgena (DGEI), misma que hasta el momento de este escrito forma par- te de un subsistema especfco para la poblacin indgena al interior del gran sistema educativo nacional. En este escena- rio, las cuestiones de lengua y cultura se vuelven a introducir 8 La historia de los movimientos indgenas en Amrica Latina es larga, y tambin la forma como los maestros de educacin indgena se articulan a dichos movi- mientos. Slo para referir algunos eventos importantes en el periodo que describo, mencionar el primer Congreso Indigenista en Ptzcuaro, Michoacn (1940), en el cual surge la creacin del Instituto Indigenista Interamericano, con Gamio como director; en 1939, Antonio Caso fund el Instituto de Antropologa junto con la Sociedad y Escuela de Antropologa (vase Gigante, 1994a; Bertely, 1998a; Prez Ruiz, 2003a). 75 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA como temas, pero en la perspectiva de lo que algunos llaman el indigenismo de participacin o el paradigma etnicista (Gi- gante, 1994b; Bertely, 1998a), esto es, la recuperacin identita- ria y la defensa de los derechos de las comunidades indgenas a partir de la incorporacin de las lenguas y las culturas de las comunidades al proceso educativo escolar. Como lo seala Gi- gante (1994a), para este periodo las culturas indgenas pasan de ser un obstculo para el desarrollo de los pueblos indge- nas y se convierten en un recurso indispensable. El modelo bilinge pretendi fortalecer la integracin so- ciocultural desde la reivindicacin tnica por medio de la revitalizacin de la lengua nativa usarla como medio de instruccin, al tiempo que se procuraba favorecer la inte- gracin geopoltica a travs del dominio del espaol (Bertely, 1998a). Tambin se buscaba que la escuela bilinge-bicultu- ral, atendida por maestros hablantes de las lenguas indge- nas, resultara un espacio en que lo propio tuviera cabida, dejando fuera lo ajeno que en s representaba la escuela. Para algunos autores estas concepciones estuvieron guiadas por una perspectiva antropolgica crtica, en que nociones como descolonizar, revalorizar, resistir, comienzan a formar parte del lenguaje no slo de los acadmicos sino de la dirigencia indgena. En esta perspectiva, trabajos como Mxico profundo. Una civilizacin negada, de Bonfl Batalla (1987), marcan el inicio de planteamientos que hasta ese momento haban estado fuera de la discusin. Se introduce la nocin de identida- des culturales en los grupos indgenas, sustentadas en una matriz cultural mesoamericana, que sugiere particularidades a pesar de los siglos de dominacin e imposicin social, cultu- 76 PASAR POR LA ESCUELA ral y econmica que han vivido estos pueblos. El trabajo de Bonfl representa una postura crtica frente al indigenismo, al subrayar la continuidad cultural como expresin de resis- tencia y contrahegemona (De la Pea, 1996). Lo anterior no implica desconocer la existencia de procesos de desindianiza- cin en los pueblos y las comunidades indgenas expresados en la prdida de algunos rasgos, a saber: la lengua, las tradi- ciones y hasta la adscripcin identitaria. Al iniciar los aos 80, 9 el inters por lo tnico se retoma en el debate antropo- lgico, categora que por mucho tiempo fue estigmatizada por el economicismo, en su reaccin contra el culturalismo (Bartolom, 1997). La educacin bilinge-bicultural oper para las comu- nidades indgenas principalmente en el nivel de primaria. Esta escuela es resultado, en parte, de las demandas de las comunidades y sus lderes por hacer valer sus derechos a ser reconocidos como pueblos con historia. 10 Sin embargo, como distintos trabajos lo revelan, las condiciones en que co- menzaron a operar esas escuelas fueron complejas y, desde el inicio, bajo el signo de la inequidad: no slo la formacin de maestros, sino hasta las condiciones de infraestructura, 9 Bartolom (1997:53) sustenta esta afrmacin a partir de los anlisis que realiza Rodolfo Stavenhagen (1984), quien indica que la ausencia de un tratamiento sis- temtico de la cuestin tnica en las ciencias sociales se debe en parte a que, hasta ese momento, los paradigmas con los que se trabajaba excluan este tema de la discusin. 10 La metfora que utilizo de pueblos con historia, refere a una larga discusin existente en el seno de la antropologa acerca de cmo entender todo lo otro que no era de occidente: sociedades fras versus calientes; sociedades grafas versus con escritura, etctera. Por su parte, la mencin de pueblos sin historia, remite a la expresin acuada por E. Wolf (1993), justamente para mostrar que esa historia siempre ha existido, pero que la negacin ha privado por las polarizaciones opera- das para la construccin del otro. 77 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA e incluso de organizacin institucional del subsistema, son algunos rasgos que la caracterizaron. Han sido una marca los magros resultados que, de modo general aunque con excepciones en estados y regiones, presentaban las escuelas indgenas. Como se ha documentado, los nios no apren- dan ni la lengua indgena ni el espaol, lo cual condujo a que muchas comunidades, cuando tenan opcin, eligieran la escuela general, porque los nios all aprendan mejor el espaol y las cuentas (Delgado, Paradise et al., 1993; Freed- son y Prez, 1999). No obstante, el inicio de la educacin bi- linge-bicultural coincide con la ampliacin de la cobertura en la educacin bsica para mediados de los aos 70. De esta manera, los miembros de las comunidades indgenas incursionaron en la escuela general en los distintos nive- les y en la indgena, esta ltima como instancia especf- ca y circunscrita al nivel de primaria. Desde entonces, los maestros bilinges antes promotores culturales y el movi- miento indgena, demandaban una educacin bilinge que proporcionara a los indgenas no slo educacin primaria y secundaria sino normal y universitaria (Medina, 1992, en Bertely, 1998a); pero esas acciones no lograron concretarse en este periodo. 11 11 Entre las acciones que destacan del movimiento indgena en los aos 70, por ejem- plo: el 7 Congreso Indigenista Interamericano, en 1972, en donde se plantea que la educacin debera ser un instrumento de liberacin y no de dominio, y que los planes y programas no deben violentar la autodeterminacin de la comunidad indgena sino ampliar el respeto a sus valores culturales fundamentales (Gigante, 1994a); el Primer Congreso Nacional de Pueblos Indgenas, realizado en Ptzcuaro, Michoacn (1976), y se integran en el Consejo Nacional de Pueblos Indgenas (CNPI); la Alianza Nacional de Profesores Indgenas Bilinges, AC (ANPIBAC), creada unos aos despus del surgimiento de la DGEI. Estas acciones se enmarcan en la creciente movilizacin de los pueblos indgenas en Amrica Latina (Bertely, 1998a). 78 PASAR POR LA ESCUELA La polarizacin entre indios y no indios continu expresn- dose, entre otros mbitos, a travs del signifcado otorgado al sentido de pasar por la escuela. Como lo sealara Barabs en un artculo de esos aos (Barabs 1978, en Bartolom 2003), la concepcin era que los indgenas que llegaron a ser intelec- tuales, fue porque dejaron de ser indios, aspecto concebido desde la sociedad hegemnica, y a lo que agregara que tam- bin por las propias comunidades. Los que eran considerados intelectuales para la sociedad mestiza, categora vinculada con la escolaridad y los estudios prolongados en el sistema, impli- caba que esos sujetos se haban desindianizado, porque a tra- vs de ese pasaje haban logrado transformarse y pensar a sus comunidades desde la lgica de la ciencia occidental, donde las lgicas locales no tenan, ni tienen, estatuto vlido. Al mismo tiempo, en la perspectiva de algunas comunidades indgenas y de su dirigencia, la estancia y permanencia prolongada en el sistema escolar resultaba la fuente para el distanciamiento y la negacin de la pertenencia a esas comunidades. La escuela se asociaba con el camino mediante el cual los indios dejaban de pensar como indios y en sus comunidades para transfor- marse en los otros. Si bien lo anterior continuaba operando como parte de una discusin que ya se haba polarizado, para fnales de los aos 70, tambin comenzaron a proponerse es- pacios en educacin superior orientados a captar a miembros de las comunidades indgenas. 12
12 Hay que sealar que existieron experiencias para este nivel educativo destinadas para la poblacin indgena como, en los aos 50, el Centro Tzeltal-Tsotsil en Chia- pas, en tanto sustituto temporal de la escuela normal inexistente en la regin, en donde se formaron promotores-maestros. Esa experiencia fue destacada al docu- mentarse que se identifcaron esfuerzos en la adecuacin de la institucin escolar a las caractersticas sociales, culturales y lingsticas de la poblacin en sus aspectos organizativos y pedaggicos (Gigante, 1994a:8). 79 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA En 1978 se cre el Programa de Formacin Profesional de Etnolingistas, que oper con dos generaciones de jve- nes indgenas de distintas comunidades y hablantes de di- ferentes lenguas, 13 y en 1982, la Licenciatura en Educacin Indgena, en la Universidad Pedaggica Nacional (UPN) en la sede Ajusco en la ciudad de Mxico. 14 En 1987 tambin se cre un programa de Maestra en Educacin Indgena en la Universidad Pedaggica Nacional (UPN), el cual cambiar su curso y se reformular en 1994; en 1990 se abre la Maestra en Lingstica Indoamericana, del CIESAS e INI. Los estudiantes indgenas que accedieron a esas instancias de formacin en el nivel superior lo hicieron porque tuvieron apoyo econ- mico, a la vez que lograron sortear todas las difcultades que ser indios les implicaba en la escuelas: desde tener un domi- nio del espaol, hasta las defciencias que la escolaridad pre- 13 La creacin del Programa se realiz bajo la direccin del Dr. Guillermo Bon- fl, quien en ese tiempo fue director general del CIS-INAH. La primera generacin (1979-1982) oper a travs de un convenio entre la SEP, el INI y el CIS-INAH; la segun- da (1984-1987) mediante convenios entre la sep y el ciesas. El Programa se reconoce y aprovecha la condicin bicultural y bilinge de los estudiantes como un recurso central para el proceso de formacin, aspecto que otorg caractersticas particula- res respecto del resto de las carreras profesionales (Gigante, 1994a). 14 La Licenciatura en Educacin Indgena de la UPN y posteriormente la Licenciatu- ra en Educacin Preescolar y Primaria para el medio indgena (LEPEPMI), se crearon como instancias de profesionalizacin para los maestros indgenas en servicio en las escuelas del subsistema de educacin indgena. Recordemos que el ingreso de los maestros bilinges al trabajo docente inici con perfles de formacin que se caracte- rizaban por haber concluido la secundaria y el bachillerato, aspecto que se modifc con el correr del tiempo. Los maestros indgenas reciban los denominados cursos de induccin que, con distintas caractersticas, fueron ofrecidos por la DGEI para apo- yar el trabajo de estos maestros; tambin, y adems de la UPN, otros optaron por ingresar a las escuelas normales que existieran en sus entidades o en regiones a las que migraron, donde adquirieron el ttulo de maestros, aunque sin una formacin especfca para trabajar en aulas caracterizadas, en muchos casos, como bilinges y multiculturales (Gigante,1994a). Hacia fnales de los aos 90 distintas escuelas normales comienzan a plantear la necesidad de formar maestros con especifci- 80 PASAR POR LA ESCUELA via haba signifcado. Estas instituciones y programas son algunos ejemplos que permiten reconocer la existencia de ofertas dirigidas para indgenas, y con afuencia tambin de no indgenas, que no operaron en la perspectiva bilinge-bi- cultural o intercultural, para el nivel de educacin superior, pero que resultan antecedentes de experiencias intercultura- les de formacin (Gigante, 1994a). La creacin de estos espacios educativos es producto, en parte, de los fuertes debates al interior del movimiento in- dgena, as como desde el mbito de una parte de la discu- sin acadmica latinoamericana (Barbados, I, II). Se plantea la necesidad de que sean los miembros de las comunidades indgenas los que tengan la voz directa, lo que implicara que la mediacin presente de los no indgenas (acadmicos y agentes polticos) comience a ocupar un lugar adyacente. Estos ltimos planteamientos se vinculan con la crtica que sufre la antropologa en los aos 70, como la ciencia que oper en tanto herramienta de y para el colonialismo (Mar- cus y Fisher, 2000; Krotz, 1991; Kuper, 1999). Se reconoce que esta disciplina, aun con el inters de hacer inteligibles las culturas y los otros bajo perspectivas que buscaron mostrar la humanidad en todas las culturas exploradas, no favo- reci que las voces locales, o lo que en la conocida mencin que hace Geertz (1983) de las voces de los nativos, irrum- pieran como otros legtimos en la escena social y cultural dad para el medio indgena de las entidades en las que se encuentran. Entre los estados que inician estas demandas educativas se encuentran: Chiapas, Guerrero, Michoacn, Oaxaca, San Luis Potos, Sonora, Sinaloa; de esas propuestas resultan los antecedentes para la creacin de la Licenciatura en Educacin Primaria con enfoque Intercultural Bilinge, que a partir del ciclo escolar 2004-2005, comienza a operar en distintas entidades y escuelas normales (SEP, 2005). 81 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA de la hegemona. Lo anterior implic que esos otros fueran pensados y traducidos (como operacin de interpretacin) bajo la tradicin eurocntrica y logocntrica del conocimien- to, por lo que millones de lgicas locales quedaron fuera de lo que tendra estatuto cientfco y acadmico (Varese, 2003a). El ataque a la disciplina devino de la produccin de intelectuales muchos se conocen a travs de lo que se llam estudios postcoloniales 15 provenientes de pases que fue- ran colonizados y que en el marco de las universidades don- de estudiaron, Estados Unidos e Inglaterra principalmente, cuestionaron la manera en que occidente, mediante su tra- dicin intelectual, produjo conocimiento sobre sus propios pueblos (Mignolo, 2000; Kuper, 1999). Paulatinamente, es- tos intelectuales ocuparon lugares y representaron voces escuchadas porque, y hay que reconocerlo, produjeron sus discursos desde los lugares legtimos para la ciencia y el co- nocimiento occidental. Pero en el marco de la discusin para Amrica Latina, los procesos sealados en torno al recono- cimiento de la intelectualidad de los grupos considerados oprimidos, como los indgenas, adems de la legitimidad de sus producciones de conocimientos, han tenido ritmos y caractersticas distintas. Al respecto, Varese (2003a) seala que la formacin de estos intelectuales y sus producciones se encuentra an en la regin, sujeta en parte a los mrge- nes de la antropologa. Al mismo tiempo, y segn lo plantea 15 Los estudios postcoloniales suponen una reformulacin de las obras de escrito- res anticoloniales, como F. Fannon y A. Memmi, cuyas denuncias al colonialismo haban perdido vigencia despus de la descolonizacin y de la posterior cada del socialismo. Entre los intelectuales que destacan en la produccin conocida como postcolonial se encuentran, por ejemplo, el palestino E. Said, la feminista africana Hill Colins y la maor Linda Tuhiwai Smith (Mignolo, 2000; Foley, 2001). 82 PASAR POR LA ESCUELA Bartolom (2003) para el caso de Mxico, gran parte de la produccin de acadmicos indgenas en el campo de la edu- cacin, la antropologa y la sociologa, todava mantiene un carcter altamente reivindicativo por la marcada desigual- dad e ilegitimidad existente en la sociedad hegemnica en relacin con las comunidades de procedencia. Hablar de maestros, antroplogos, socilogos y lingis- tas indgenas, nos permite reconocer que el acceso al sistema educativo en diferentes niveles sigui ocurriendo. El que no existieran modalidades bilinges en los niveles de educacin media y media superior, no justifc que los indios no conti- nuaran buscando instancias de escolarizacin. La incursin de los indios a distintas universidades del pas, tecnolgi- cas y agropecuarias, tambin ocurra de modo invisible. 16
En este sentido, Prez Ruiz (2002) seala que mucha de la intelectualidad india que hoy encabeza los principales mo- vimientos indgenas del pas, o que ocupa puestos polticos importantes, se ha formado en el sistema educativo general en distintas universidades de las ciudades. No obstante, la diferencia visible continu operando en un sistema especfco, la educacin bilinge-bicultural en primarias, y la presencia indgena en los distintos niveles 16 En la evaluacin denominada Pathways to higher education... (2004), accin vinculada con las polticas educativas (2001-2006) para favorecer el acceso de los indgenas a la educacin superior, se reconoce que los miembros de distintas co- munidades indgenas han incursionado en la educacin superior a partir de la creacin de universidades y de la ampliacin de este nivel educativo en los distin- tos estados del pas. No obstante, tambin se indica que nunca ha operado como criterio la identifcacin de poblacin indgena en el nivel de educacin superior nacional, aspecto utilizado como parte de los programas compensatorios que en Mxico han existido, principalmente en el nivel de educacin primaria. 83 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA escolares no fue un elemento a considerar. No existieron ras- gos de identifcacin para la inscripcin de los alumnos en los distintos niveles, bajo el signo de pertenecer a comunida- des indgenas o hablar alguna lengua indgena. 17 Adems, la nocin de igualdad en la escuela en frases multicitadas por maestros y autoridades educativas, como en la escuela todos los nios son iguales oper como elemento indiscu- tible para la continua consolidacin de una sola identidad nacional (Levinson, 1996; Czarny, 1995a). Incluso as, esa imaginada igualdad de condiciones y derechos de todos los ciudadanos mexicanos por acceder a la escuela, traducida como la homogeneizacin de la poblacin, no evit el sub- yacente racismo que sobre los miembros de comunidades indgenas se ha ejercido de modo silencioso y solapado. 18
17 La identifcacin de poblacin indgena en las escuelas primarias generales co- mienza a realizarse paulatinamente, por ejemplo, en la ciudad de Mxico a partir del Programa Atencin Educativa a Nios Indgenas Migrantes (ANIM), en 1994. Luego, esta accin se ampli, en algunos estados, como parte de programas que buscan atender a esa poblacin en las distintas ciudades (SEP, 2000). En el ao 2003 el Programa en el Distrito Federal se reorienta bajo el nombre de Programa de Educacin Intercultural Bilinge; tiene el propsito de trabajar con los maestros de las escuelas que se reconocen ahora como multiculturales para aprovechar la diversidad como ventaja pedaggica (CEFIA-UIC-CGEIB, 2004:104). Aun as, hasta el momento, la identifcacin de poblacin indgena en los distintos niveles del siste- ma educativo general es una tarea que se reconoce inexistente en el conjunto de las acciones educativas. En el marco de las polticas educativas 2001-2006, se inicia un trabajo que pretende favorecer la identifcacin y el reconocimiento de los pueblos indgenas a lo largo de todo el sistema educativo. 18 Es interesante sealar que hablar del racismo que ha imperado sobre las pobla- ciones indgenas en Mxico como tema explcito de anlisis acadmico, as como concepto que pueda acuarse desde la ofcialidad, comienza a aparecer de modo incipiente para fnales de los aos 80. En esas fechas pueden encontrarse, por ejem- plo, materiales publicados donde aparece la voz de miembros de distintas comuni- dades indgenas, quienes sealan la marginacin y el rechazo que han vivido en la escuela y en distintos mbitos por mostrar sus adscripciones a dichas comunidades 84 PASAR POR LA ESCUELA Los aos 90 y el inicio de las polticas del reconocimiento Un aspecto central que marcar el tratamiento de la diver- sidad y la diferencia en el pas se ubica en el cambio que, en 1992, se propone al artculo 4 o de la Constitucin Poltica de los Estados Unidos Mexicanos. En ste se reconoce la com- posicin pluricultural de la nacin sustentada, originalmen- te, en sus pueblos indgenas y se garantiza el derecho de dichos pueblos a preservar y enriquecer su cultura, sus len- guas, conocimientos y valores. 19 Para principios de los aos 90 cambia la denominacin de educacin bilinge-bicultural hacia educacin bilinge-intercultural, donde ahora inter- vendran varias culturas y no slo dos, como en la perspecti- va bicultural, en el proceso educativo. Si bien esto parece un avance en trminos de romper la oposicin cultura indgena y cultura no indgena, en realidad slo cambi el nmero de posibles culturas involucradas, pero no implic realmente una discusin y concepcin distinta de lo cultural (Gigante, (De la Cruz, 1984; Orozco, 1982). En los aos 90, la serie editada por el Conaculta sobre Escritores indgenas actuales, tambin abre la presencia de esta temtica. 19 Estos cambios constitucionales y en poltica educativa que acontecen en Mxico, se inscriben en el conjunto de reformas educativas y cambios en las cartas magnas de distintos pases latinoamericanos, principalmente aquellos que reconocen a sus poblaciones indgenas. Muchas de esas reformas responden al convenio 169 de la OIT, ratifcado por Mxico en 1990, donde se determina el derecho de los pueblos indgenas a una educacin culturalmente adecuada; el uso del idioma materno junto con el acceso efectivo a la lengua franca en cada pas, y la participacin de los pueblos indgenas en el diseo y la administracin de los programas educativos, adems de medidas educativas a nivel nacional que favorezcan la eliminacin del racismo. Indudablemente, la mayor presencia del movimiento indgena en la esce- na internacional incide para que lo anterior comience a tener presencia discursiva. En este marco se frma en Mxico, en 1992, el Acuerdo Nacional para la Moderni- zacin de la Educacin Bsica, y en 1993, se promulga la Nueva Ley General de Educacin, documentos normativos que orientarn el tratamiento educativo que incorporarn paulatinamente el tema de la diversidad cultural y lingstica. 85 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA 1994b). En ese periodo se incorporarn, en el marco de la educacin primaria indgena, los Programas Compensato- rios, fnanciados por el Banco Mundial. 20 Nuevamente son la poblacin indgena y la rural las destinatarias de lo que se requiere compensar, pero compensar qu?: los problemas que tienen los nios y las nias procedentes de comunida- des indgenas y las mismas comunidades por hablar otra lengua y tener tradiciones culturales propias; por reconocer, en estas comunidades, estilos de crianza distintos a los que podran identifcarse en las zonas urbanas, adems de con- cepciones sobre lo que puede y debe hacer un nio y lo que se espera de l en el futuro; aspectos que en estas perspec- tivas compensatorias son los que difcultaran y no siempre favoreceran la permanencia y la continuidad en el sistema educativo. 21 Es decir, la nocin de diferencia sigui operando desde una perspectiva de obstruccin para la integracin a la modernidad a travs de lo escolar. En 1994 se produce un alzamiento indgena en Chiapas, con el Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional (EZLN), y la irrupcin visible de las comunidades indgenas que hacen presentes sus voces a tra- vs de este movimiento, ponen nuevamente en discusin el 20 El trabajo de los primeros programas compensatorios conocidos como Programa para Abatir el Rezago Educativo (PARE), de principios de los aos 90, se ubic en un paquete centrado en el fortalecimiento y la formacin de los docentes en las zonas rurales y rurales indgenas, as como en las escuelas y sus condiciones materiales en los estados que tenan los mayores ndices de rezago educativo (vase Cambiar la escuela rural, de Ezpeleta y Weiss, 2000). 21 En las perspectivas compensatorias, lo que se mira y mide son las condiciones de partida de los nios para promover desde all los apoyos necesarios y favorecer que todos logren alcanzar los mismos resultados educativos. Esto implica recono- cer la desigualdad econmica, las asimetras sociales y lingsticas que existen en las poblaciones desfavorecidas y a las que se pretende promover (Didou y Remedi, 2004). 86 PASAR POR LA ESCUELA tema de los derechos de estos pueblos en distintos mbitos, como el legal, el educativo y el territorial. Entra en discu- sin, entre representantes del movimiento y autoridades del gobierno federal, lo que se conoce como la iniciativa de Ley de Derechos y Cultura Indgenas. Indudablemente y a pesar de la an pendiente resolucin a las demandas de los pue- blos indgenas, 22 la presencia del EZLN en la escena nacional e internacional gener un nuevo impulso en el seno de la sociedad civil, recordndonos que los indgenas existen y forman parte de Mxico. No obstante, las polticas educativas continuaron y con el Programa de Desarrollo Educativo 1995-2000 se reconoce el gran rezago en que se encuentra la poblacin indgena, principal- mente en la educacin bsica, a travs de evaluar la desercin escolar de los nios y las nias indgenas en el nivel de pri- maria del subsistema de educacin indgena. Entre las causas se indican: la situacin econmica y de extrema pobreza en que viven estas comunidades, adems de la persistencia de las difcultades que se arrastran, como la estandarizacin lin- gstica (la construccin de alfabetos en las distintas lenguas indgenas), y la falta de formacin de los maestros que atien- den las escuelas indgenas (Bertely, 1998a). En este periodo se utilizan propuestas para ayudar a los maestros a recono- 22 Despus de algunas reuniones establecidas entre miembros de las comunidades indgenas y de los representantes del EZLN con representantes del gobierno federal, en las que se debatieron temas como la Ley sobre Cultura y Derechos Indgenas, ese dilogo no produjo los resultados esperados por parte de las comunidades in- dgenas. En abril de 2001 se aprob una Ley sobre Cultura y Derechos Indgenas (Suplemento Perfl, La Jornada, 28 de abril de 2001), misma que gener reacciones diferentes entre las comunidades, muchas de las cuales hicieron explcito el pedido de revisin de la misma al gobierno nacional. Sin embargo, y al momento de este trabajo, esa discusin ha quedado en el abandono y el dilogo est cerrado. 87 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA cer el nivel de bilingismo en que se encuentran los nios indgenas (SEP, 1989) y por primera vez, de modo masivo, se producen libros de texto en 52 lenguas indgenas (SEP, 2000); 23 tambin se considera la presencia de nios y nias indgenas y su condicin de migrantes, en las escuelas del nivel de primarias generales en las ciudades, por lo cual se impulsan programas, como el ya mencionado AENIM (SEP, 2000). En este periodo se resalta la importancia de que los conte- nidos de la educacin bsica sean los mismos para todos los nios y las nias mexicanos, y de la misma manera los progra- mas de estudio sean fexibles para que los docentes adapten su trabajo de acuerdo con los contextos y las caractersticas de los nios (SEP, 1993). Esta defnicin pedaggica pretendi, a travs de contenidos iguales para todos, fortalecer el sentido de la igualdad y la laicidad como caractersticas fundamenta- les del sistema educativo nacional, y al mismo tiempo busc, mediante la perspectiva de la fexibilidad de los programas de estudio, dar cabida a las demandas de especifcidades regionales, culturales y tnicas. Entonces, las escuelas pri- marias de educacin indgena operaron con esta propuesta curricular bajo la concepcin bilinge intercultural. La idea de alcanzar un bilingismo equilibrado al fnalizar los seis grados de la escuela primaria indgena continuaba vigente, perspectiva que vena proponindose desde fnales de los 23 Estos materiales se enfrentan a una serie de problemas: desde la legitimidad en el alfabeto consensado que se utiliz en cada lengua, hasta la falta de uso de estos materiales para el trabajo escolar (vase La educacin bilinge-bicultural en los altos de Chiapas. Una evaluacin, de Freedson y Prez, SEBYN-DGEI-UNICACH, Mxico, 1999). 88 PASAR POR LA ESCUELA aos 70. En 1999 aparece el documento Lineamientos generales para la educacin intercultural bilinge para las nias y los nios indgenas (DGEI-SEByN-SEP, 1999), y el cambio en la nomina- cin implica, primero, ubicar la perspectiva intercultural y, despus, la bilinge. Si bien este cambio puede indicar poner en escena la dimensin intercultural como central, aspecto relegado por la fuerza que adquiri el tema de lo bilinge en dcadas anteriores, en realidad lo intercultural sigui ope- rando desde una perspectiva donde la diversidad cultural, lingstica y tnica se discuta slo para y en el subsistema de educacin indgena. 24 Algunos autores, como Muoz (2001, en Bertely y Gonzlez, 2003), sealan que el Programa de De- sarrollo Educativo 1995-2000 se enmarca dentro de la doctrina de la modernizacin educativa y que los componentes de equidad, sustentabilidad y productividad son los que orien- tan el sentido para el tratamiento de las diferencias cultura- les y lingsticas en la escuela. Sin embargo, y con nuevas palabras, se contina bajo la perspectiva de integrar el Mxi- co indio y el no indio, tras esas categoras. 24 El documento propone 42 lineamientos sobre lo que signifca la EIB en un marco participativo. Se indica la necesidad de construir respuestas educativas perti- nentes para la poblacin indgena, a travs de la participacin de nuevos actores como las comunidades indgenas, las distintas autoridades educativas, los maes- tros y los padres de familia. La pertinencia se expresa a lo largo del documento en los rasgos para el tratamiento de lo lingstico: consolidar la lengua indgena y el espaol eliminando la imposicin de una por sobre la otra en todos los mbitos de la vida social, para propiciar el desarrollo de los individuos y las comunida- des. Adems resalta que el trabajo pedaggico ser pertinente en la medida que reconozca las distintas caractersticas y condiciones que presentan las escuelas y los nios de acuerdo con los estados, las regiones y los municipios (Comboni y Jurez, 2003). 89 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA La manera en que se han planteado las polticas antes mencionadas, en algn punto se relacionan con la formas en que la produccin acadmica ha concebido la diversidad. En torno a la discusin lingstica, la idea de bilingismo equi- librado y la necesidad de un enfoque centrado en lo escolar ha conducido al tratamiento lingstico como si slo fuera un problema de mtodo, olvidando la primaca de lo que impli- ca hablar una o varias lenguas y el sentido de la comunica- cin, adems de los distintos registros que hacen de ese acto un momento de signifcados diversos. 25 As, Muoz (2001, en Podest y Martnez, 2003) seala que el siglo XXI inicia con una herencia en que la educacin indgena escolariza- da mantiene una perspectiva bilinge de viejo cuo. 26 Al mismo tiempo, y partir de los aos 90, distintos traba- jos comienzan a poner de manifesto la complejidad existente entre las nociones de lengua, cultura e identidad, y tambin los procesos socioculturales que por siempre han existido, como la migracin y el contacto cultural. En el actual con- texto de la globalizacin los procesos anteriores adquieren otra dimensin y revisin de los temas, as como la necesi- 25 En el estado del conocimiento en investigacin educativa en Mxico, correspon- diente al periodo 1992-2002, se indica que, como parte de la carencia en investiga- cin que requiere realizarse para apoyar el campo de la educacin indgena, est la ausencia de estudios en torno a los mtodos para la enseanza bilinge, adems de la incorporacin de nuevas perspectivas en relacin con los procesos educativos centrados en las nociones de leer y escribir en contextos multilinges y los signif- cados sociales y culturales de la comunicacin (Podest y Martnez, 2003). 26 La evaluacin sobre los resultados de la educacin indgena en las escuelas a cargo de la DGEI, fue tema de distintos trabajos de investigacin, principalmente durante los aos 80 y principios de los 90, a travs de los cuales se evaluaron los niveles de adquisicin de las lenguas, los problemas de diglosia, as como la estan- darizacin lingstica, temas en los cuales las perspectivas sociolingsticas y de la lingstica estructural orientaron el anlisis (Podest y Martnez, 2003). 90 PASAR POR LA ESCUELA dad de plantear la complejidad y los distintos niveles que cruzan y conforman las identidades sociales y culturales, entendidas a manera de procesos en constante construccin. De alguna forma, estos planteos se vinculan con una parte de la discusin que la antropologa en Mxico comienza a tener en torno a la comprensin y redefnicin de nociones como las de comunidad indgena, identidades sociales e identidades tnicas. 27 A partir de esas discusiones, ade- ms, comienzan a ponerse en juego perspectivas de gnero y poder, mismas que complejizan y enriquecen la idea cerra- da e ideal que se han proyectado sobre las comunidades. Paralelo a las fechas en que se realiza esta investigacin, las polticas educativas del Programa Nacional de Educacin 2001- 2006 reconocen que Mxico es un pas tnicamente diverso y debe transitar hacia una realidad en que sus diferentes cul- turas se relacionen entre s con aprecio, reconocimiento y res- peto de sus diferencias. Se establece entonces: 1) una poltica de educacin intercultural para todos, dirigida hacia todos los niveles educativos del sistema de la escuela masiva general, y 2) una poltica de fortalecimiento de la atencin educativa a la poblacin indgena bajo la nominacin intercultural bi- linge en la educacin bsica (SEP, 2001); para ello se crea la Coordinacin General de Educacin Intercultural Bilinge 27 Por nombrar slo algunos trabajos que iniciaron con estos planteamientos al inicio de los aos 90, se encuentran libros que en muchos casos resultan discusio- nes de seminarios sostenidos con la participacin de distintos investigadores, por ejemplo, el material coordinado por Warman y Argueta, Nuevos enfoques para el estudio de las etnias indgenas en Mxico, CIIH-UNAM/Porra, Mxico, 1991; el coordinado por Bonfl Batalla, Nuevas identidades culturales en Mxico, CNCA, Mxico, 1993, y el trabajo de Garca Canclini, Culturas hbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, Conaculta/Grijalbo, Mxico, 1990. 91 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA (CGEIB), como instancia descentralizada de la Secretara de Educacin Pblica. Es entonces, slo al iniciar este siglo, que la idea de inter- culturalidad para todos se introduce por vez primera como poltica educativa. Se reconoce la necesidad de atender bajo un enfoque intercultural a todos los ciudadanos mexicanos, a la vez que se espera fortalecer la educacin que se man- tiene con perfl lingstico y cultural diferenciado para las poblaciones indgenas en la escuela indgena, misma que contina formando parte de la DGEI, de la SEP. Al mismo tiempo se crean universidades indgenas y se generan be- cas para que miembros de las comunidades accedan al nivel de estudios superiores. 28 No obstante, y aunque en fechas recientes comienza a reconocerse la presencia de miembros indgenas en distintos niveles del sistema educativo, ade- ms del rechazo y racismo que han tenido que enfrentar, ese acto ha sido una constante a lo largo del siglo XX. Los indios asistieron a las escuelas, vivieron y sobrevivieron a los cam- bios de las acciones polticas, han vivido la interculturalidad desde sus propias estrategias y se han apropiado de distintos modos de los espacios escolares, aunque es cierto que en ese acto muchos abandonaron sus adscripciones identitarias. En 28 Como parte de las nuevas leyes que orientan el tratamiento de las polticas edu- cativas y las acciones hacia los pueblos indgenas en este periodo se encuentran: La Ley General de Derechos Lingsticos de los Pueblos Indgenas y la Ley para la Creacin del Instituto Nacional de Lenguas Indgenas; la Ley de la Comisin Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indgenas; la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminacin, as como correcciones y reformas a la Ley General de Educacin en las que se incluye y precisan los derechos de los pueblos indgenas a recibir una educacin cultural y lingsticamente pertinente a sus demandas y necesidades. 92 PASAR POR LA ESCUELA este sentido, entender qu signifca asistir a la escuela, as como lograr el acceso a distintos niveles escolares, forma parte de una larga historia. Los anlisis y las concepciones en relacin con el lugar que se asigna a la escuela en tanto institucin que represen- ta al Estado se mueven en la actualidad desde posturas que entienden la integracin en trminos de una forma de mo- dernizacin y la escuela como instrumento para ello, hasta aqullas que implican el fortalecimiento y la permanencia de las diversas culturas, de acuerdo con sus propios desarrollos, donde la escuela se prefgura como espacio de dilogo equi- valente entre ellas. No obstante, lo que prevalece detrs del lugar analtico asignado a la escuela es refejo de las visiones instauradas de manera dual y en conficto en torno a esta ins- titucin: si esta vieja y nueva escuela es el espacio para repro- ducir el orden social hegemnico imperante, o si existe cierto margen para la creacin propia de y entre los diversos grupos socioculturales que la componen para la produccin de sen- tidos que stos buscan instituir. Estas oposiciones siguen per- meando los sentidos alrededor de lo escolar y constituyen la discusin central en el campo de lo que se puede llamar edu- cacin para atender la diversidad (Comboni y Jurez, 2003). Por todo esto, hablar de la relacin entre la escuela y las comunidades indgenas implica referir una larga historia de relaciones marcadas por las visiones construidas desde la ofcialidad del sistema la que incluye al indigenismo, as como por las respuestas que en torno a stas han dado en distintas pocas las comunidades y los pueblos indge- nas. Hablar de esta relacin implica, por una parte, recono- cer que el escenario de partida es desigual, principalmente 93 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA por las relaciones de asimetra social, cultural, econmica y poltica que ha caracterizado la vida de las comunidades indgenas (Varese, 1997; Bartolom, 1997; Hornberger, 2000), y por otra parte considerar que lejos de entender a los pue- blos y las comunidades indgenas como meros receptores de las polticas emanadas desde arriba, estamos ubicndolos a manera de actores en escena, misma que se confgura des- de sus haceres y no haceres, de sus palabras y no palabras. Adems, considerar las paradjicas potencialidades de esta escuela el acceso a la igualdad a partir de la negacin de las identidades y procedencias culturales, resulta la tensin a partir de la cual se teje la escritura de este trabajo. Con el afn de no caer en las polarizaciones que siguen atravesando el discurso sobre lo escolar, y de mostrar la complejidad que presenta el pasaje por la escuela para miembros de comunida- des triqui que migraron a la ciudad de Mxico, que tienen posiciones diferentes en su comunidad y visiones diversas sobre la escuela, he considerado y construido las siguientes perspectivas que orientan la interpretacin de este estudio. SALIR DE LA ENCRUCIJADA EN QUE SE ENCUENTRA LA ESCUELA (A MODO DE PERSPECTIVAS) Intento una construccin que no se ubique en un polo ni el otro de los que han conducido la discusin en torno a la re- lacin entre las comunidades indgenas y la escuela. No obs- tante, considero a ambos para una nueva resemantizacin de la experiencia escolar. Para esta ltima empresa me he apoyado en distintos campos disciplinarios de discusin en 94 PASAR POR LA ESCUELA los que las nociones de comunidad, identidades culturales y lingsticas, as como la de aprendizajes constructos que por mucho tiempo se han planteado y pensado de manera totales, cerradas e integrales, se reformulan y utilizan de manera po- lismica. A continuacin presentar los dos grandes ejes teri- cos y conceptuales que orientan la construccin de este trabajo. El primero se refere a cmo se han concebido las comunidades indgenas y las identidades, en tanto construcciones sociales e histricas, y el segundo se despliega en torno al papel asignado a la escuela como productora de subjetividades y de sentidos. Comunidades indgenas e identidades en tanto construcciones sociales e histricas En primer lugar retomo las perspectivas antropolgicas que abordan aspectos sobre los pueblos y las comunidades ind- genas en el contexto de la migracin nacional y transnacio- nal en el marco de lo que Varese (2002, 2003a, b) denomina comunidades en la dispora y/o en el exilio. Plantear lo ante- rior toma en consideracin perspectivas sobre la produccin y la reproduccin de la comunidad y los procesos culturales, a travs de aspectos materiales, simblicos y emocionales construidos histricamente por las mismas. Implica haber cambiado la forma en que por mucho tiempo se defni la identidad de estas comunidades, en la tradicin de cierto pensamiento antropolgico (desde la academia antropolgi- ca), a partir de nociones como lengua y cultura entendidas en sus aspectos y dimensiones materiales principalmente, y en relacin con habitar un territorio considerado origina- rio (Varese, 1997, 2003a, b; Aug, 1993; Prez Ruiz, 2003a, b; Gimnez, 1996, 2001). El giro para entender la construccin 95 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA de identidades sociales no necesariamente ligadas con una lengua, una cultura y habitar un territorio, sino desde pers- pectivas simblicas, permiti abrir conceptos como el de co- munidad y el de identidad que por mucho tiempo se vieron fuertemente circunscritos. As, la nocin de comunidades extraterritoriales (Aug, 1993; Gimnez, 2001) y comunidades en el exilio o la dispora (Varese, 1997, 2002, 2003a, b), en tanto categoras que se uti- lizan para comprender la existencia de comunidades ind- genas fuera de los territorios de procedencia, me permiten conceptuar a las comunidades migrantes triquis de este es- tudio. El concepto de extraterritorialidad ha sido planteado por Simmel (Traverso, 2004), a principios del siglo XX, para trabajar la nocin de comunidades fuera de los territorios considerados mtica e histricamente originarios. No obs- tante, en el marco de la discusin antropolgica sobre co- munidades indgenas, este concepto ha sido retomado en los ltimos 20 aos. Lo anterior se debe, en parte, a que du- rante mucho tiempo estos pueblos y comunidades fueron ubicados para el anlisis en la posicin de campesinos y, con ello, de comunidades cerradas, autosufcientes y tradiciona- les (Wolf, 1981). En este sentido, haber desterritorizado a la nocin de comunidad indgena, as como a las concepciones sobre lo cultural, permiti a la discusin antropolgica, entre otros aspectos, considerar que existe una relacin dinmica entre lo que se denominara tradicional y, por oposicin, moderno; que tras la nocin de comunidad no se estn defniendo unidades homogneas y carentes de confictos, sino ms bien entidades atravesadas por distintas jerarquas sociales, entre ellas las de gnero, que las ubican como so- 96 PASAR POR LA ESCUELA ciedades no simples ni fras y s, en cambio, altamente complejas (Varese, 1997, 2003a, b; Bartolom, 1997; Valen- zuela, 1998; Todorov, 1992; 2003; Gruzinski, 1999). Este giro que comienza a plantearse en la construccin antropolgica para las sociedades latinoamericanas, donde se encuentran los pueblos indgenas, se vincula en parte con la discusin que la disciplina ha tenido desde los aos 80 con estudios fe- ministas y con los subaltern studies, mismos que consideran las perspectivas sobre el poder. Con base en stos, y en la discusin interdisciplinaria, se han podido replantear las re- laciones centro-periferia, norte-sur, en torno a la produccin y legitimidad del conocimiento (Mignolo, 2000). Retomo as, para este trabajo, las perspectivas que entien- den a las comunidades indgenas fuera de los territorios, y a sus identidades sociales y culturales como producto de una construccin permanente que considera tanto su carcter histrico (lo que vino y viene del pasado), como los viejos y nuevos escenarios globales que las interpelan en tanto co- munidades locales. Para ello, considero las perspectivas que sitan la cultura como un proceso dinmico (Rosaldo, 1989; Todorov, 2003), para la comprensin de las identidades colectivas e individuales que construyen para s los miem- bros de las comunidades indgenas y en relacin permanen- te con otros en distintos escenarios y contextos. En el marco de estas perspectivas sobre las identidades socioculturales planteo que para comunidades migrantes indgenas, como la triqui, se produce una resemantizacin de los espacios, los tiempos y las relaciones sociales (Vare- se, 2002, 2003a, b; Mignolo, 1999; Valenzuela, 1998, 2003). Plantear lo anterior implica poner en la escena la referencia 97 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA de lo que Varese (2003a, b) y otros autores llaman episte- mologas nativas, que se entienden como una ecologa del conocimiento que implica modos propios de conocimiento y a lo que se denomina agencia. Considerar la existencia de sistemas propios de conocimientos para los pueblos ind- genas conduce a reconocer que stos han sido privados de un dilogo que los ha mantenido en la exclusin; y sobre la base de exclusiones se constituy el complejo cientfco euroamericano de lo que hoy se denomina pensamien- to cientfco occidental (Tuhiwai, 1999; Varese, 2003a, b). En este escenario, los pueblos indgenas, para su sobreviven- cia, se han atrincherado en sus prcticas y conocimientos locales que guan las relaciones sociales, no slo hacia el in- terior de todo lo que conforma su comunidad sino tambin las del exterior. Retomando los planteamientos de Varese (2003a, b) y los de Tuhiwai (1999), sealo que existen nociones alternas (Tuhiwai, 1999) para entender, por ejemplo, las relaciones entre el individuo y la sociedad en comunidades indgenas, tras principios como el de reciprocidad que las orientan, y el concepto de persona. Este ltimo resulta una nocin traba- jada largamente por la antropologa desde M. Mauss y M. Mead, para abordar procesos de construccin de subjetivi- dad o de constitucin del yo en distintas sociedades (Geer- tz, 1983, 1996; Aug, 1996; Bartolom, 1996). Lo anterior ha estado marcado por un largo debate entre perspectivas uni- versalistas en las que se resalta la pertenencia a la especie humana y tras ello la negacin de diferencias por lo cultu- ral y las culturalistas en que se acenta que la cultura y los procesos de enculturacin dados en la infancia determinan 98 PASAR POR LA ESCUELA los modos de vida y de accionar. 29 Para este trabajo, reto- mando a Holland et al. (1998), y Holland y Leander (2004), entiendo que el yo y la cultura, por las perspectivas sobre identidades colectivas desterritorizadas y de cultura con- sideradas, resultan construcciones sociales e histricas que incluyen los cambios, adems de las condiciones sociales y materiales buscando, as, mantener una perspectiva antie- sencialista. Finalmente, y en relacin con las perspectivas sealadas, se ponen a discusin los modos en que fueron y siguen sien- do tratados los pueblos indgenas a travs de la nocin de lo tnico. Esta ltima defnicin se ha utilizado como una di- mensin ms de las identidades asignadas a las poblaciones originarias, misma que implicara rasgos especfcos en tanto propiedades inmanentes. En este sentido, y a efecto de abor- dar las perspectivas discursivas de los interlocutores de este trabajo, miembros triquis migrantes en la ciudad, reformulo esta nocin. Para ello considero los planteamientos que dis- cuten y sealan que adscribirse a una caracterstica tnica, en tanto una dimensin de la identidad, resulta una construc- cin social y poltica para legitimar una diferencia a partir de la que se impone una dominacin de los grupos as etniciza- dos (Shimahara, 2001; Prez Ruiz, 2003a). Como ya lo seal Prez Ruiz, para el anlisis de las co- munidades indgenas se requiere reconocer cmo se us y usa el concepto de lo tnico. Siguiendo a la autora, reco- nozco que la nocin ethnos aparece en la antigua Grecia para 29 Para este debate consult, entre otros, el trabajo de Spiro (1984), Geertz (1996) y el de Holland et al. (1998). 99 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA designar a los pueblos que no haban adoptado el modelo poltico y social de la ciudad-Estado, nocin que apareca entonces desprovista de connotaciones raciales. Posterior- mente, en el siglo XIX, la nocin etnia aparece en la lengua francesa, cuando ese pas legitimaba la colonizacin gracias a la misin civilizadora. Desde all, por ejemplo, hay que reconocer cmo las ciencias denominadas, en Francia, et- nolgicas se adjudican el estudio de las sociedades primiti- vas, y la sociologa el de la modernidad (Prez Ruiz, 2003a). Comenzar a ubicar el concepto de lo tnico como una forma de construir una diferencia y as legitimar formas de domi- nacin, se vincula con lo que ya planteara Bonfl (1970) en los aos 70, al defnir el concepto de indio como una cons- truccin colonial y del colonizador. A travs del concepto de indio se mantuvo la dualidad y oposicin que hoy sigue permeando a las sociedades latinoamericanas, generando procesos diversos en la conformacin de las comunidades indgenas a partir de esa relacin permanente con lo no ind- gena, y viceversa. Salir de esa oposicin y de esa trampa es lo que, en parte, mantiene an en jaque la discusin sobre la escuela y la diversidad que a ella asiste. La escuela como espacio de encuentros en la produccin de sentido y de subjetividades Para entender y discutir sobre la escuela, y lo que sucede en ella, en este estudio con miembros de comunidades indge- nas como la triqui, parto de ubicar ese espacio como un lu- gar de encuentros. Considero que en ello, ya lo seal en el apartado anterior, se produce una construccin cultural situa- da (Hannerz, 1992; Levinson y Holland, 1996; Holland et al., 100 PASAR POR LA ESCUELA 1998), mediante la cual se negocian, rechazan y reinterpretan signifcados diversos para las sucesivas generaciones. En este sentido, se considera que si bien las instituciones como la es- cuela inciden en la formacin de las subjetividades, tampoco las determinan (Levinson y Holland, 1996). As, lo que pasa en la escuela no se entiende a partir de una mera imposicin sino de un resultado de la negociacin, las luchas y las apro- piaciones que los distintos actores realizan en ese escenario, de la misma forma en que lo han mostrado diversos trabajos etnogrfcos en la dcada de 1970 (Willis, 1977), y en Amri- ca Latina desde los aos 80 (Rockwell, 1986, 1997; Rockwell y Ezpeleta, 1988; Paradise, 1992; Levinson y Holland, 1996). Estos estudios, antes que resaltar el modo en que opera la imposicin y dominacin de lo que se llama hegemnico, resaltan la existencia de distintos procesos como la confron- tacin, resistencia, anulacin, apropiacin y negociacin de mltiples signifcados. Al mismo tiempo retomo la discusin que sobre lo escolar ha existido en otros contextos, como el estadounidense, para analizar el encuentro y desencuentro que se produce entre grupos con tradiciones culturales y lingsticas diversas y diferentes al de la sociedad mayoritaria hegemnica. Me re- fero a la larga tradicin de estudios socioantropolgicos, an- tropolgicos educativos y etnogrfcos que, en EU, discuten desde los aos 50 las difcultades y posibilidades de adap- tacin, integracin, acomodacin sin asimilacin para abordar el xito o fracaso escolar de las minoras lingsticas, culturales, raciales y tnicas (Spindler, 1987; Erikson, 1987; Ogbu, 1987, 1991; Gibson, 1987, 1997, Foley, 1991). Estos tra- bajos mostraron las diferencias y distancias existentes entre 101 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA la cultura de la escuela y la de las comunidades de las que provenan los sujetos considerados minoras, contribuyeron a plantear distintos modos de relacin entre las escuelas y las comunidades, adems de estrategias y perspectivas para el trabajo de los maestros y agentes educativos vinculados con el aula y la escuela (Jacob y Jordan, 1993). Pero las perspecti- vas que me permiten construir relaciones no ubicadas en la oposicin, entre grupos socioculturales y lingsticos diver- sos con la escuela son las que cambian el foco de discusin y tratan de entender de qu modo la escuela resulta ms bien una experiencia de empoderamiento (to empower) de las minoras, as como de los grupos nativos (Delgado-Gaitn, 1994; Trueba, 1998; Mitchell, 1994; Deyhle, 1995; Villenas y Deyhle, 1999; Brayboy, 2005). En Amrica Latina, la discusin en torno a las diferen- cias culturales, lingsticas y tnicas en la escuela se ha dado principalmente alrededor de la discusin educativa so- bre comunidades y pueblos indgenas. El concepto de mino- ras no se utiliz en la tradicin latinoamericana de anlisis de la escuela, hasta bien entrados los aos 90. La discusin antropolgica sobre la escuela, en relacin con las comuni- dades indgenas, estuvo centrada en identifcar y conocer el impacto que esta institucin provocara en las comunidades. As, lo que se ha discutido hasta los aos 80 resaltando dis- tintos aspectos, principalmente fue identifcar en qu modo la escuela ha favorecido la incorporacin, asimilacin e integracin de las comunidades indgenas a las socieda- des nacionales (Bertely y Gonzlez, 2003). Entre los aspectos que ms se han analizado de esa relacin son los referidos al impacto de la escuela castellanizadora en las lenguas na- 102 PASAR POR LA ESCUELA tivas y en los resultados escolares de los nios y las nias indgenas (Amadio, 1987; Hamel, 1993; Daz-Couder 1991, 1998; Podest y Martnez, 2003). La escuela pblica conocida como general en relacin con las comunidades indgenas no haba sido tema especfco de atencin hasta recientemente. Ms bien se ha analizado en tanto institucin monocultural e impositiva de prcticas de enseaza vinculadas con la cas- tellanizacin. En este sentido, y considerando las prcticas de escritura como constitutivas del sentido de la escuela del siglo XX (Chartier, 2004), se ligaron procesos de alfabetiza- cin con el de castellanizacin en tanto fnes de la escuela para las comunidades indgenas (Gigante, 1994a, 1995; Fe- rreiro, 2001); as, y por mucho tiempo, la experiencia de la escuela centrada en la adquisicin de un cdigo escrito el espaol fue sinnimo de imposicin. Lo anterior, como lo muestran distintos trabajos (Lindenberg, 1998; Zavala, 2002), resulta una de las oposiciones que todava prevalecen en la discusin en torno a la escuela, fortaleciendo los discursos que oponen, por ejemplo, la oralidad de las comunidades indgenas a la escritura de la sociedad occidental. No obstante, las perspectivas analticas que permiten enten- der la complejidad que contiene el acto de asistir a la escuela y hacerse letrado en espaol para miembros de las comunidades indgenas son las que plantean ms bien otras caras para esta moneda. Distintos estudios sealaron que la demanda de las comunidades indgenas en Amrica Latina es la de una buena escuela que en Mxico en muchos casos es la que conocemos como general y no la bilinge, que ensee bien espaol y las cuentas, y con ello poder acceder a mejores interacciones y condiciones de negociacin con la sociedad no indgena, im- 103 CAPTULO 2. SENTIDOS PARA LA ESCUELA plicando tambin la posibilidad de ser tratado como igual (Lpez et al., 1987; Hornberger, 1989; Aikman, 1999). En Per, por ejemplo, para mujeres indgenas aprender el espaol est relacionado con una forma de controlar la experiencia ofcial educativa y con ello tener instancias para manipular el sistema y transformar el mundo social en que viven (Mitchell, 1994, en Ernst y Statzner, 1994); mientras otros ponen el acento en sealar que, volverse letrado en espaol, ha implicado el ca- mino para hacerse mestizo o criollo y, con esto, el imaginario de dejar de ser tratado como indio y toda la carga peyorativa que conlleva, al mismo tiempo que esa accin ha servido para reformular adscripciones identitarias en tanto estrategias de resistencia o deindianizacin (De la Cadena, 2003). En Mxico, distintos trabajos sobre miembros de comu- nidades indgenas que han emigrado a las ciudades y otros que no, destacan ms bien el uso que estos actores hacen de los saberes transmitidos por la escuela, entre los que se consideran aprender a leer y a escribir muy bien el espa- ol (Paradise, 1992; Czarny, 1995a; Bertely, 1998b; Rockwell, 2005). Con base en ello plantean que el acceso a la escuela resulta un arma de empoderamiento y de apropiacin de diversos signifcados en benefcio de las comunidades y personal al mismo tiempo. La eleccin de alfabetizarse en espaol y no elegir, por ejemplo, all donde existen escuelas indgenas bilinges, responde justamente a que esa herra- mienta es la que ha servido para manejarse y negociar con la sociedad hispanohablante dominante; y que pasar por la escuela general no necesariamente ha anulado las pertenen- cias y adscripciones lingsticas y culturales a las comunida- des de procedencia. 104 PASAR POR LA ESCUELA No obstante, algunos trabajos buscan resaltar que si bien el acceso a la escritura de la lengua dominante y a los cdi- gos y registros lingsticos que provee la escuela resultan instancias de empoderamiento, tambin existen otros sig- nifcados que explican el acceso y las razones de acceder a un cdigo escrito. En stos lo que comienza a repensarse es la nocin de alfabetizacin, no como adquisicin mec- nica de un cdigo de escritura, que en s mismo brindara poder, sino entendida en tanto una prctica social inserta en el hbitus cotidiano (Aikman, 1999; Zavala, 2004); en contex- tos culturales donde la membresa a comunidades orienta el sentido de la alfabetizacin (Rogoff, 1993; Rogoff et al., 2003; Serpell, 2001). Desde perspectivas como stas, se reconoce la existencia de formas de aprendizaje dadas en el contex- to informal de la comunidad y en el formal de la es- cuela, mismas que adquieren caractersticas distintas. No obstante, en lugar de acentuar el contexto donde se produ- cen los aprendizajes, aspecto que formaliza en muchos ca- sos las oposiciones, retomo las perspectivas que sostienen que tanto en un mbito (la familia-comunidad) como en el otro (la escuela) se produce una amalgama, un ensamblaje de distintas formas de enseanza y aprendizaje que no son necesariamente excluyentes (Rogoff et al., 2003; Barnhardt y Kawagley, 2005). Considerar lo anterior no implica desco- nocer los otros mbitos en donde s ocurre la exclusin. 105 SOBRE LOS TRIQUIS DE LA CALLE LPEZ EN LA CIUDAD DE MXICO L os triquis, denominacin que se le ha dado desde tiempos prehispnicos a Yi nnanj nn (La gente de la lengua completa), como lo seala Lewin (1999), son comunidades provenientes del estado de Oaxaca. 1 En este estudio me refero a la comunidad triqui que se asent en la calle Lpez Nm. 23, colonia Centro, de la ciudad de Mxi- CAPTULO 3 LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA 1 Existen diferentes versiones en torno a la forma en como esta comunidad se au- todenomina. En la etnografa sobre pueblos indgenas de la regin del Pacfco Sur, Huerta (1995) seala que el nominativo triqui es una deformacin del vocablo driqui de su lengua materna, compuesto por dri derivado de dre con signif- cado de padre, y de qui con signifcado de grande o superior. A la llegada de los espaoles as denominaban al jefe del clan, como el seor supremo a quien deban dirigirse por ser la mxima autoridad de la comunidad. Ahora llaman driqui a Dios y a Jess en su acepcin de padre supremo. Segn el trabajo de Garca Alcaraz de los aos 70 sobre los triquis de Copala, se denominaban a s mismos como Ti- 106 PASAR POR LA ESCUELA co. Hablo de comunidad a partir de las distintas referencias que hacen Marcos, Pedro y Federica, los tres interlocutores triquis de este trabajo, y de la conceptualizacin acuada por Varese (2002, 2003a, b) para el caso de migrantes ind- genas como comunidades en el exilio o en las disporas. Digo tambin que se asentaron, porque durante el desarrollo de esta investigacin el predio (as denominan el lugar habita- cional miembros de los servicios educativos del DF) se que- m, 2 y los triquis que residan all se han ubicado en otras partes de la ciudad. Algunos mantienen su residencia en la zona centro de la ciudad y otros se reubicaron en diferentes colonias. 3 La presencia triqui en la zona cntrica de la ciudad de Mxico no tiene slo un referente de ubicacin. Se pueden identifcar zonas donde existe una presencia mayor de tri- quis, como la calle Lpez antes del incendio; la parte cono- cida como la Ciudadela, y la zona del metro Candelaria. Si bien el predio de Lpez, durante el tiempo de escritura de este trabajo, no funga como espacio habitacional por su des- truccin, an mantena la representacin de un lugar referen- nujei, que signifca hermano mo; Tinujei es el nombre con el cual este autor inti- tul la etnografa sobre los triquis de Copala. Retomo el trabajo de Lewin (1999) por ser la ms reciente etnografa sobre triquis, y porque en este trabajo incluye material de las etnografas anteriores. 2 Segn datos de la entrevista con Pedro (abril, 2004), el predio se quem en diciem- bre del 2002 y luego, en marzo del 2003, una parte comenz a desmoronarse a efecto del incendio. Unos meses despus del desmoronamiento algunos permanecieron viviendo all, pero fnalmente todos abandonaron ese lugar y se han reubicado en nuevas viviendas. 3 Para esta reubicacin urbana, el gobierno federal les apoy, a partir de las gestiones de sus representantes comunitarios, con $3, 000.00, para que cada familia rente en lo que se recompone y mejora el predio de la calle Lpez, o consiguen otro espacio (informacin de la entrevista con Pedro, 24 de abril de 2004). 107 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA cial (Aug, 1993) en la construccin identitaria tanto real y simblica, aspecto sobre el cual tratar ms adelante. En la calle Lpez vivan un total de 93 familias, sumando alrededor de 500 personas (entre nios, jvenes y adultos). La casona tena un tipo de construccin colonial de princi- pios del siglo XIX, y antes de ser utilizada como vivienda por los triquis, perteneca a una organizacin campesina. Los triquis la consiguieron a mediados de la dcada de 1980 para la comunidad, a travs de negociaciones de sus representantes. 4 Frente a la puerta de entrada principal de la casa subsiste, a pesar del incendio, un puesto permanen- te de venta de artesanas como aretes, diademas, garganti- llas, pulseras, que no necesariamente caracterizan un tipo de produccin artesanal triqui o de Oaxaca. Tambin ven- den jorongos, blusas y prendas de vestir que s son origi- narias de Oaxaca y que son tradas desde all. Este puesto era atendido por mujeres triquis, quienes siempre estaban acompaadas de sus hijos menores y de algunos ms gran- des que ayudaban con el puesto. Varias de estas mujeres (al menos, las veces que he visitado Lpez eran cinco o seis en total) usaban sus huipiles triquis tradicionales, conocidos por su atrayente color rojo y sus bordados. La presencia del puesto y de estas mujeres es un punto de atraccin para muchos turistas que pasan por la zona y que no encuentran este tipo de mercanca en los puestos de alrededor. 5 Los 4 Ruiz (2003) describe parte de estas gestiones a travs del MULT (Movimiento de Unifcacin y Lucha Triqui) en la ciudad y de los triquis que vivan en Lpez. 5 Es necesario decir que toda la calle Lpez, al igual que la mayora de las calles de un sector del centro de la ciudad, est llena de puestos de diferentes productos: venta de comida, tiles escolares, ropa, relojes y pilas, calcetines y cachuchas, discos y casetes; no obstante, slo esas mujeres triquis venden la mercanca descrita. 108 PASAR POR LA ESCUELA hombres suelen tener puestos de artesanas en la zona de la Alameda Central, y otros alrededor de las calles que rodean a la Catedral, en el Zcalo de la ciudad; venden pulseras, diademas, aretes y collares, que elaboran ellos mismos en cada familia. Los nios, a medida que van creciendo, no slo participan en la creacin de estos productos sino tam- bin en la venta directa en la calle y cuidando el puesto de trabajo de la familia. No es foco de este trabajo analizar continuidades y cam- bios en las formas de distribucin del trabajo y las tareas domsticas, pero a partir del dilogo con algunas mujeres y algunos hombres se puede indicar que las tareas en la ciu- dad, para ambos, han cambiado. En este sentido, y como lo plantea Ohemichen (2001) en su trabajo sobre mujeres migrantes mazahuas en la ciudad de Mxico, con la migra- cin del campo a la ciudad ha cambiado el contexto de in- teraccin en que hombres y mujeres indgenas despliegan sus relaciones sociales y les dan signifcado. En el nuevo contexto, los atributos defnidos para cada sexo se han fe- xibilizado, as como aquellos que se utilizan para defnir la membresa de quienes integran la comunidad. Los vnculos de parentesco y las pautas matrimoniales tambin han su- frido algunas transformaciones, aunque siguen marcando lneas de continuidad con sus antepasados y comunidades de origen (op. cit.). Asimismo, pueden considerarse cambios para los hombres y las mujeres triquis en la ciudad: ellas no se dedican slo al cuidado de los nios y las tareas de la casa sino, principalmente, al trabajo fuera del hogar; adems co- mienzan a darse relaciones de matrimonio con miembros de otras comunidades indgenas y no indgenas, parejas que 109 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA 6 Aqu la referencia a familia no incluye necesariamente a madre, padre y nios sino puede conformarse por abuelo(s), hijo(s), nietos, as como algn primo u otro pa- riente. tambin han vivido como miembros de la comunidad triqui de la calle Lpez. Cuando la casa de Lpez todava estaba en pie, al pasar la puerta principal de la casa haba un responsable encargado de cuidar el acceso y la salida de las personas, particularmen- te de los extraos, detrs de una mesa donde peda alguna credencial para identifcar a la persona cuando entraba y se la regresaban al salir. Al pasar este acceso se encontraba un gran espacio que funga como lugar para las reuniones y asambleas; los nios tambin jugaban all, bajo la constante presencia de algn adulto que entraba y sala, o de los que cuidaban la puerta de entrada. Avanzando en este espacio comn, se podan ver algunos altares con veladoras, fores e imgenes de la virgen de Guadalupe. A partir de all y hacia la derecha continuaba un gran pasillo sobre el que haba una serie de puertas y divisiones construidas con lmina y otros materiales, que permita la existencia de distintos cuartos utilizados como habitaciones por cada familia. 6 Hacia la iz- quierda, se vea una gran escalera que permita el acceso a un segundo piso, donde se repeta el modelo de pasillo con cuartos a ambos lados. Al fnal de este gran pasillo se en- contraba una segunda escalera estilo caracol, que permita el acceso a la azotea, en la cual se haban construido cuartos con lminas y otros materiales. En la azotea haba espacio libre para lavar y colgar ropa, y era utilizado por los nios y las mujeres como lugar de encuentro comn. Los baos eran 110 PASAR POR LA ESCUELA comunes, uno para hombres y otro para mujeres, y los luga- res para cocinar se organizaban en cada cuarto. En esa casa de la calle Lpez, la mayora de los triquis venan de San Juan Copala, conocida como la triqui baja, y en menor medida vivan otros que provenan de Chica- huaxtla, la triqui alta. Lo que se conoce como regin tri- qui en Oaxaca comprende dos zonas principales: la baja, cuya cabecera es San Juan Copala y se extiende desde las caadas de Juxtlahuaca hasta el valle de Putla; y la zona alta, con cabecera en San Andrs Chicahuaxtla. Si bien la regin incluye porciones tanto de la mixteca alta como de la baja, all no conviven grupos mixtecos o mestizos, debido al tipo de tenencia comunal de la tierra y a la organizacin social de los grupos con descendencia unilineales (Huer- ta, 1995). En la etnografa sobre triquis de Oaxaca, Lewin (1999) seala que mantienen y muestran su identidad lo- cal de varias maneras, y que por lo menos se encuentran tres formas clasifcatorias importantes que los distinguen entre unos y otros al interior del pueblo triqui, mismas que se realizan con base en una diferenciacin geogrfca o de acuerdo con la participacin econmica de las subregiones en las dinmicas locales y nacionales. 7 7 La primera clasifcacin es de base ecolgica y productiva: los Copala o triqui baja, y los Chicahuaxtla o triqui alta. San Martn Itunyoso est en la zona alta, pero los copaltecos lo incluyen como parte de esta subregin. Esta diferencia ecolgica y econmica se relaciona con formas diferenciadas de participacin de estas regiones en el contexto econmico y poltico regional, as como con contrastantes estrategias polticas de las dos zonas en relacin con el estado. A los pueblos triquis que habitan la parte alta se los nombra con un marcador geogrfco que es Nej tino ne ma ra kij , que en la perspectiva copalteca signifca Ellos hermanos nuestros que estn en la punta del cerro; los que habitan la parte baja, los Copala, reciben el nombre de Gualaj (Lewin, 1999:224). 111 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA Los triquis que vivan en la casa de la calle Lpez en la ciudad de Mxico, venan de distintos barrios de San Juan Copala. Los barrios, en la bibliografa antropolgica so- bre comunidades indgenas de Oaxaca, se explican como unidades territoriales y residenciales que agrupan a varias familias nucleares, a partir de los que se defnen relaciones primarias de pertenencia y membresa. Estos barrios, nocin que tambin aparece con la equivalencia de ranchera tie- nen, por ejemplo, obligaciones ceremoniales en relacin con un santo patrn, alrededor del cual se convocan distintos barrios, conformando lo que se ha denominado comunida- des intermedias (Milln y Valle, 2005). En este sentido, Pedro seala que los triquis de Lpez resultan una comunidad triqui, ms los 22 (barrios o rancheras) que hay en Copala, porque la comunidad en la calle Lpez se conformaba a par- tir de 93 familias provenientes de distintos barrios. Una parte de los residentes de lo que era la casa de la ca- lle Lpez, salieron de sus rancheras y lugares de residencia en Copala, Oaxaca, hace ms de 15 aos. Podra considerar- se que la forma en que se ha dado la migracin se caracte- riza, como lo han planteado otros estudios sobre migracin indgena, por la presencia de un miembro de la familia y la comunidad en el nuevo enclave, quien trae, posteriormente y en sucesivas etapas, al resto de la familia nuclear, y de la familia amplia (Arizpe, 1978, 1980; Hirabayashi, 1985; Les- tage, 1997). Los triquis de la calle Lpez tambin mantie- nen lo que estudios sobre migrantes indgenas han sealado respecto de la vinculacin permanente, a travs de viajes y personas que van y vienen a los pueblos de origen (Arizpe, 1980; Hirabashayi, 1985; Snchez, 1995; Ohemichen, 2001). 112 PASAR POR LA ESCUELA Esa vinculacin permanente ya sea por viajar a la ranche- ra o al poblado para visitar a familiares y las tierras que quedaron, o para participar en festejos cvicos y religiosos, es lo que, en gran medida, los defne como miembros (Warren, 2000; Cohen, 1999) de la comunidad triqui fuera del lugar de procedencia. Entre los principales aspectos que han favorecido la mi- gracin de las comunidades triquis desde los aos 70, ade- ms de los factores econmicos que estn en la base de los anlisis de estos procesos, es la violencia, que en esa regin es un marcador particular. Sobre esto, trabajos como el de Violencia y cambio social en la regin triqui, de Parra y Her- nndez (1994), y el de Lewin (1999), permiten comprender aspectos especfcos como la participacin poltica de esta comunidad mediante diferentes organizaciones polticas de base indgena, conformadas en relacin con los partidos polticos nacionales presentes en la regin triqui. Siguiendo los trabajos de Parra y Hernndez, y Lewin, observo que la regin triqui, en los aos 70, se caracteriza por una fuerte politizacin de la zona y la divisin entre facciones de las co- munidades. La intensidad de los confictos, resultado de la expropiacin de tierras, la explotacin de las comunidades para la produccin de caf y la comercializacin de los pro- ductos en manos de mestizos, provocaron la militarizacin de la zona. En ese ambiente de tensin y violencia, la muerte y des- aparicin de muchos miembros de las comunidades triquis no slo provoc la migracin hacia distintas partes y fuera del pas, sino tambin la gestacin de lo que hoy se conoce con el nombre de Movimiento de Unifcacin y Lucha Triqui 113 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA (MULT), el cual surge en 1981 como movimiento poltico for- mal y representa una continuidad en la historia de las deman- das y reclamos de justicia de los triquis. A partir del dilogo con los interlocutores de este trabajo, se observa que estar cer- ca o no del MULT resulta un elemento decisivo de esta comu- nidad, no slo para la sobrevivencia pacfca en Copala sino tambin en la ciudad de Mxico. El MULT se ha transformado en una forma de lucha para la reivindicacin y defensa de los derechos de la comunidad triqui en la regin de Oaxaca y a ni- vel nacional. Un trabajo de Ruiz (2003) seala que gran parte de los recursos econmicos gubernamentales se gestionan a travs del MULT, y las autoridades municipales estn sujetas a la decisin fnal de la organizacin. En la ciudad de Mxico, los principales objetivos de la organizacin son: demandar espacios para la venta de artesanas, preservar la cultura y las costumbres, y apoyar las bases del MULT que se encuentran (al momento de este estudio), en la ranchera de Rastrojo, en San Juan Copala, Oaxaca. ALGUNAS NOTAS SOBRE EL PODER Y LA AUTORIDAD EN UNA COMUNIDAD INDGENA Uno de los interlocutores Pedro, 8 durante el tiempo en que se desarroll este trabajo, fungi como el lder de la comunidad triqui en la ciudad y, como tal, con autoridad para tomar deci- siones para la comunidad, adems de ser su portavoz ante la sociedad mestiza. En virtud de lo anterior, presentar algunas 8 Pedro proviene de la ranchera de Rastrojo, ubicada en San Juan Copala, Oaxaca, base del MULT, segn lo seala Ruiz (2003). 114 PASAR POR LA ESCUELA consideraciones que referen que ser un representante, un lder o un dirigente entre los triquis, marca distintos momentos en la historia de lucha de esta comunidad. Ser un lder en la dca- da de 1970, en Copala, Oaxaca, y serlo a inicios del ao 2000 en la ciudad de Mxico, adquiere dimensiones distintas, as como compromisos en el hacer y el decir de estos lderes y autorida- des indgenas. En este sentido, presento parte de la discusin que sobre las autoridades triquis se ha documentado etnogrf- camente. Sin duda, haber considerado lo anterior, me permiti trabajar analticamente el sentido de la escuela y la escolaridad en los discursos de los tres interlocutores, en relacin con sus posiciones y jerarquas al interior de la comunidad triqui. La literatura sobre triquis indica que han existido dife- rentes formas para nombrar a las autoridades polticas y re- ligiosas. El trabajo Violencia y cambio social en la regin triqui, de Parra y Hernndez (1994), menciona que la clase gober- nante copalteca en Oaxaca, estaba formada por los hombres de valor, un grupo poco numeroso que desempeaba todas las funciones polticas, monopolizaba el poder y disfruta- ba de las ventajas que iban unidas a l. Para dichos autores esa podra ser una sntesis de las caractersticas de los lde- res hasta los aos 70, periodo en que stos se formaban en un mbito de relaciones violentas sustentadoras del poder poltico y econmico. Lewin (1999), en un reciente trabajo antropolgico y etnogrfco sobre los triquis en Oaxaca, yi nnanj nn, La gente de la lengua completa, retoma el trabajo inicial de Garca Alcaraz en los aos 70 sobre este pueblo y contrasta informacin. 9 Lewin tambin indica que, con base 9 El trabajo de Garca Alcaraz, Tinujei. Los triquis de Copala, en los aos 70, es una completa etnografa sobre los triquis de Copala; se reedit en 1997. 115 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA en el trabajo de Garca Alcaraz, el principal o lder es un hombre que debido a sus habilidades personales para el combate, arreglar asuntos con los mestizos y hablar con los hermanos, se gana la confanza y apoyo del grupo que lo reconoce como grande; es un cargo que no se hereda. No obstante, son Parra y Hernndez (1994) quienes insisten en que no se debe confundir al lder con el principal de la jerarqua cvico-religiosa de otros grupos indgenas. 10 En la organizacin poltica de distintos grupos indgenas en Oaxaca, cuando un hombre llega al nivel de alcalde (o el ms alto nivel de mayordomo) se convierte en principal y pasa a ser un anciano respetable en la comunidad. En estos casos, sealan Parra y Hernndez (1994), la virtud del servicio a la comunidad y la habilidad para escalar la jerarqua son la va permanente hacia la autoridad. Pero entre los triquis, el principal no llega a ocupar esta posicin por haber escalado todos los cargos del sistema escalafonario, sino por sus ha- bilidades personales. Tampoco es necesariamente un anciano respetable, pues su edad promedio fucta entre los 30 y los 50 aos (Parra y Hernndez, 1994:86). Los autores sealan que los atributos en que se basa el liderazgo son: habilidad para tratar con los mestizos; destreza en la palabra, y confanza o consenso que logra obtener de sus seguidores. La habilidad para el combate, que correspondera propiamente al valor como atributo del lder, queda relegada a un segundo plano. 10 Garca Alcaraz, desde los aos 70, ya indicaba que haba dudas acerca de la funcio- nalidad del Consejo de Ancianos; observ que eran los principales de la jerarqua cvico-religiosa, quienes tenan en sus manos el gobierno local. Estos podan o no ser gente mayor, pero en todo caso su infuencia y reconocimiento no dependan de la edad ni de su desempeo en algn cargo que eventualmente hubieran asumido (Lewin, 1999). 116 PASAR POR LA ESCUELA Toda esta descripcin que realizan Parra y Hernndez (1994), se vincula con la forma en que Pedro defne las carac- tersticas que debe tener alguien nombrado por la comuni- dad para ejercer un cargo como autoridad. l mismo seal que para ser elegido como autoridad, la persona s tiene que pasar desde jovencito y cumplir los cargos, participar en re- uniones y ser congruente [...], pero lo ms importante es que al hablar hay que hacerlo bien, que lo que dices lo entienda la gente, tambin hablar triqui. 11 En este dilogo, la entre- vistadora es la que introduce la nocin de lder, concep- tualizacin que retomo de cmo en la escuela y en el medio mestizo se hace referencia a l, como el lder de los triquis en la ciudad; pero Pedro no se autonombra lder sino repre- sentante de la comunidad en el contexto de la ciudad. Estas diferencias en la forma de autodenominarse de Pedro, tie- nen referencias en los trabajos etnogrfcos sobre triquis ya mencionados. La nocin de lder, acuada en el sentido comn de la actual sociedad civil, se deriva probablemente de cmo en algn periodo se nombr a las autoridades de la comunidad triqui. Es ms, en la literatura tambin se hace re- ferencia a la manera en que las autoridades copaltecas se men- cionan a s mismas en el periodo caracterizado por la intensa violencia. Aparece el concepto de representante, princi- pal o vecino como expresiones utilizadas por el lder para referirse a s mismo, segn Parra y Hernndez (1994:87). Estos autores tambin mencionan que los triquis de Copala aludan a cualquier lder con la designacin de jefe. Este trmino es espaol y se ha utilizado en un periodo y en una relacin 11 Entrevista con Pedro, 24 de abril de 2004. 117 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA concreta: el jefe es el sujeto que est en el pinculo jerrquico del barrio (Parra y Hernndez, 1994:88). En fechas recientes (los aos 90), cuando los triquis men- cionan a algn jefe lo llaman lder y la nueva denomi- nacin implica una ruptura con el pasado que se vincula a una historia de violencia. El trmino lder tiene una fuerte connotacin poltica, pero no anclado en violencia, corrup- cin ni constreimiento social. Lewin (1999) seala que los representantes de los barrios y sus miembros en Copa- la han comenzado a sustituir el trmino lder por el de dirigente y esto refeja un cambio en la concepcin de su propia prctica poltica, adems de una relacin diferente con el poder triqui tradicional en esa regin. La categora dirigente conlleva para ellos una connotacin ms cerca- na a las antiguas, y todava existentes aunque debilitadas, autoridades triquis, al tiempo que registra un vnculo ms estrecho entre la categora de los representados y sus res- pectivos dirigentes (Lewin, 1999:249). Tener presente cmo los triquis conciben y nombran a sus autoridades y lo que stas representan, en el sentido de que no cualquiera accede a esos espacios de autoridad, ubica el dilogo con los tres interlocutores. Las posiciones sociales y responsabilidades que cada uno tiene en la co- munidad, dibujan direcciones distintas en las perspectivas que asumen sobre la escuela, lo que ella ensea y debera ensear. As, y como se mostrar a lo largo de estas pgi- nas, puedo sealar que el discurso de Pedro, en tanto lder poltico y representante del MULT, adquiere caractersticas de reivindicacin identitaria (Velasco, 2002; Bartolom, 2003; Prez Ruiz, 2003). Entender por qu se reivindican las 118 PASAR POR LA ESCUELA identidades de los pueblos indgenas implica, entre otros aspectos, hacer explcitos distintos procesos que cruzan la construccin vigente en torno al signifcado de la escolari- dad. No obstante, y como se tratar a lo largo de este tra- bajo, reconocer la existencia de discursos reivindicativos en relacin con la escuela permite separar todos los otros dis- cursos que tambin se confguran alrededor de la escuela como smbolo. LA COMUNIDAD TRIQUI EXTRATERRITORIAL Para conceptualizar de qu comunidades hablamos cuando me refero a los triquis que residan en la calle Lpez, inicia- r refriendo parte del dilogo sostenido con Pedro, en que indica que los triquis que vivan en Lpez son una comuni- dad. La denominacin de estos triquis, en tanto comunidad lingstica y cultural, tambin se refere a las formas de nom- brar que utilizan Marcos y Federica al hablar de los triquis que habitaban en la calle Lpez con el nombre comunidad o esa es nuestra comunidad en la ciudad. [...] P: Lpez 23 es una comunidad, porque haz de cuenta que todo lo que pasa ah, haz de cuenta que es una comunidad que se trae de Copala y se pone en Lpez 23 y as funciona, donde hay trabajos comunitarios, festividades, hay; el nico que tiene cargo aqu [en Lpez] a lo mejor soy yo, pero la gente me ve como una autoridad, como si hubiera una autoridad de all de Copala. G: Te eligieron en Lpez? 119 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA P: No, en Copala, me eligieron 22 comunidades en Copala, [...] Lpez es una comunidad viva, nosotros vamos mucho a nuestras comunida- des; esta es una comunidad triqui ms las 22 de Copala, aqu en Lpez se aglutina la gente, aqu somos 93 familias de distintos barrios [...]. G: Y ahora que no est Lpez? P: Nos vemos cada 15 das en distintas partes, aqu en frente, en el parque, y la comunidad es comunidad fuera de Copala, la comunidad es la tierra, es el ro, los animales, y ac aunque no tengamos todo eso, tenemos la lengua, las tradiciones y seguimos estando. Las auto- ridades pensaron que si nos separaban iban a..., pero no, las gentes se vuelven a juntar y se hacen ms fuertes, tienen ideales [...] Las autori- dades piensan que esto [hace referencia a Lpez 23 aunque no estamos all durante este dilogo] es una vecindad, pero esto es una comuni- dad, adentro pasan muchas cosas que ellos ni saben, hasta tuvimos un maestro bilinge! La idea era tener en Lpez una escuela bilinge [...] (entrevista a Pedro de Jess, 24 de abril de 2004). Lo que describe Pedro implica entender que estamos ante la presencia de una comunidad extraterritorial y que el vivir en un lugar comn, en el predio de la calle Lpez, no es lo que los constituye como comunidad ni tampoco una vecin- dad. Me detendr en estas dos denominaciones. De manera previa, es necesario resaltar que la descripcin de Pedro so- bre los triquis que residen en Lpez, en tanto comunidad, forma parte de los discursos de los movimientos polticos y lderes indgenas contemporneos, actores fundamentales que precisamente reivindican, entre otras cosas, el derecho a fortalecer la comunidad. En este sentido, y de la misma manera que lo plantea Prez Ruiz (2003a:2), para una parte del movimiento indgena la posibilidad de reconstruir a sus 120 PASAR POR LA ESCUELA pueblos se basa en el fortalecimiento y reconocimiento jur- dicos de la comunidad, como un sujeto colectivo con derechos propios; es sobre esa base que aspiran a fortalecer una iden- tidad colectiva integradora de lo que hoy es una poblacin indgena fragmentada y dispersa en distintos municipios y comunidades. Dicho lo anterior es interesante observar como Pedro defne a los triquis de la calle Lpez, en tanto comunidad, ubicando en la escena social el discurso de la legitimidad de esta comunidad triqui con derecho a existir y reproducirse como tal. Para ello refere y utiliza en su defnicin distintos aspectos que estaran confgurando a esta comunidad, mis- mos que han sido considerados por diferentes perspectivas antropolgicas para defnir y analizar a las comunidades in- dgenas. En primer lugar, y para ubicar a los triquis de Lpez como una comunidad, Pedro seala que se puede traer a la comunidad de un lugar a otro, en este caso fsicamente desde Copala, y ubicarse en otro territorio: la calle Lpez Nm. 23. Es decir, la comunidad puede existir en otro te- rritorio y seguir siendo triqui. l hace una defnicin de la comunidad, a la manera de un antroplogo y analista de la era global al decir: la comunidad es comunidad fuera de Copa- la, expresin que se vincula mucho con lo que autores como Varese llaman, para el caso de comunidades indgenas fuera de sus territorios de origen y en el anlisis de la migracin na- cional y transnacional, comunidades en la dispora (1997, 2002, 2003a, b). El autor retoma esta conceptualizacin en tanto trmino de origen griego y de tradicin judeocristiana que en su sentido literal es: dispersin geogrfca del pueblo, y 121 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA as defne a pueblos que residen lejos de sus territorios an- cestrales. Varese (2002, 2003a, b) seala que estas comunida- des se encuentran enraizadas, concepcin que, en el actual contexto de globalizacin, no implica carecer de una pers- pectiva y forma de vida cosmopolita, aunque con ello tra- dicional y a la vez moderna. Implica ms bien, en palabras de este autor, que esta neoglobalizacin enraiza lo local dndole nuevo sentido a la pertenencia tnico-comunal (2002:4); tambin seala que la pertenencia a una comunidad pude entender- se para migrantes indgenas, a travs de nociones como la de comunalidad, para defnir identidades compartidas por ser miembros de una comunidad, e incluso remiten a comu- nidades esparcidas que defnen para s tipos de relaciones (Varese, 2003b:130). En este sentido, vivir fuera del territorio copalteco, en tanto se considera originario de la comunidad triqui, no resulta un elemento que debilitara la pertenencia y ads- cripcin comunal e identitaria. Siguiendo la descripcin de Pedro, lo anterior no sucede, porque en Lpez 23 hay tra- bajos comunitarios, festividades que, de alguna manera, se continan a manera de prcticas socioculturales que los constituyen como comunidades en Oaxaca y fuera de Oaxa- ca. As, Lpez es una comunidad viva, no slo porque resultara una comunidad triqui ms las 22 (que hay) de Copala, sino por la permanente relacin a travs de viajes y de la participacin en diferentes actividades cvicas y re- ligiosas que dan pertenencia a los miembros en la dispora. Distintos trabajos sobre comunidades migrantes indgenas han sealado que no necesariamente se rompen los vncu- los con la comunidad de procedencia por estar fuera de los 122 PASAR POR LA ESCUELA territorios que, en un nivel as, la circunscriben y defnen (Arizpe, 1980; Altamirano e Hirabashayi, 1991; Bartolom, 1997; Kearny y Varese, 2001). Entonces, la pertenencia a co- munidades indgenas se defne no slo por haber nacido en un lugar compartido sino por participar, aun viviendo en la extraterritorialidad, activamente en la vida social, cvica y religiosa que demanda la comunidad en lo local. Esa parti- cipacin, retomando lo que plantea Cohen (1999) en su es- tudio sobre comunidades en Oaxaca, resulta un escenario de prcticas a travs del cual se recrea [el pueblo] como entidad social (Cohen, 1999:9). En el escenario de la migracin indgena en las diferen- tes ciudades en Mxico, trabajos como los de Ohemichen (2001) y Martnez Casas (2001) muestran que la comunidad resulta una construccin sociocultural, que se defne como una unidad de pertenencia y lealtades (Prez Ruiz, 2003b). En estos trabajos, siguiendo el ensayo que sobre ellos realiza Prez Ruiz (2003b), la defnicin de comunidad como extra- territorial (Ohemichen, 2001) o moral (Martnez Casas, 2001) se construye alrededor de complejos procesos que involu- cran relaciones primordiales, parentesco, imperativos mo- rales, afectos, autoadscripcin, reconocimiento, solidaridad, organizacin social e identidad (Prez Ruiz, 2003b:6-8). Al mismo tiempo, muestran los complejos procesos que entre- cruzan la conformacin identitaria al considerar posiciones como el gnero, la clase social y las jerarquas sociales, entre otros aspectos que confguran imgenes de comunidades ms bien heterogneas. Las conceptualizaciones anteriores en torno a cmo se entiende y defne a la comunidad indgena contempor- 123 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA nea en el contexto de la migracin, responde a perspectivas antropolgicas que rompen con la visin de la comunidad cerrada y autosufciente, aspectos que la defnan en tanto unidades de produccin y en la que los aspectos culturales resultaran producto de lo anterior. Por mucho tiempo, esa perspectiva marc las maneras de abordar dichas confgu- raciones, ubicando a las comunidades indgenas, en Amri- ca Latina, en una posicin de clase a la par de campesinos, por lo que la discusin sobre cultura e identidades se vieron simplifcadas a dicha adscripcin (Varese, 1997, 2003a, b; P- rez Ruiz, 2003a). Por el corrimiento de la discusin en relacin con los pro- cesos culturales de continuidad y cambio de las comunida- des denominadas indgenas, la conceptualizacin en cuanto a la diferencia cultural y lingstica que sigui utilizndose para defnirlas, ha sido la de etnias. Sobre este construc- to, como lo seala Prez Ruiz (2003a) en un extenso ensayo para discutir, qu es lo especfco de lo tnico?, concepcin mediante la cual se marc y marca una diferencia para ubi- car y nombrar al otro, es lo que requiere confrontarse y discutirse para entender de qu comunidades indgenas ha- blamos y en qu contextos. Siguiendo a la autora, el campo de estudios antropolgicos en Mxico presenta posiciones distintas; al respecto seala que el concepto de tnico se ha aplicado a los indgenas, y que tras este constructo se aso- cian determinadas cualidades culturales, organizativas y de identidad (asociadas con el carcter prehispnico de los grupos indgenas). El problema de emplear ciertos rasgos o elementos culturales para defnir a una etnia, es que lo tnico se sustancializa y se vuelve un asunto para verifcar 124 PASAR POR LA ESCUELA la presencia o ausencia de elementos culturales, e incluso de proyectos polticos cuyo fn es conservar esos rasgos. La au- tora tambin seala que, ante la diversidad de grupos, cul- turas e identidades a las que se aplica el trmino (africanos, migrantes, grupos), termina por construirse un imagina- rio de lo que es o debe ser una etnia, omitiendo diferencias y creando estereotipos. De la sustancializacin de lo tnico, como cualidad cultural, surge a la vez la confusin que pro- picia que cuando se habla de grupo tnico se diga que ste lo es por sus cualidades de identidad y cultura, y no porque as se clasifc desde el poder y con afn de dominacin. Frente a esto, la autora seala que es necesario diferenciar lo que pueden resultar cualidades culturales de un grupo y los procesos que condujeron a que ese grupo y su cultura fue- ran clasifcados como tnicos; es decir, fueran etnicizados. Lo anterior permitir dilucidar el empleo que hace el grupo dominante de las diferencias culturales, reales o imaginarias, para marcar una separacin, establecer fronteras y justifcar la dominacin, e identifcar el uso que, desde las organiza- ciones y/o lderes indgenas, se hace de lo tnico para reivin- dicar identidades y ocupar espacios de negociacin y lucha (Prez Ruiz, 2003a). La discusin sobre lo tnico se plantea porque, siguiendo la defnicin que realiza Pedro, elementos como la lengua triqui y las tradiciones son los que tambin se utilizan para defnir a esta comunidad en la dispora, en tanto rasgos culturales que la haran especfca y alrededor de los que se construira la continuidad cultural. As, l seala que Lpez es una comunidad y para ello evoca imgenes topogrfcas de la misma en Copala la tierra, los ros, los animales que, 125 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA aunque no conviven materialmente con los triquis en la calle Lpez, resultan topos referenciales, adems de otros como la lengua y las tradiciones. Desde la postura de Pedro, la len- gua y las tradiciones fungiran como elementos alrededor de los cuales se recreara y reproducira la comunidad triqui en el escenario de la ciudad de Mxico. Sin desconocer que esta defnicin usa a la lengua y a las tradiciones en tanto em- blemas diferenciadores para soportar identidades tnicas que fueron socavadas, estigmatizadas y negadas por la so- ciedad hegemnica, es necesario y a efecto de la discusin sobre la escuela, reconsiderar el papel que tiene la lengua triqui, como lengua viva en esta comunidad para compren- der los modos en que podra escencializarse este atributo y hablar de identidad. La lengua triqui parece ser un componente fuerte de defnicin identitaria, no slo en la perspectiva que busca resaltar Pedro sino, retomando la etnografa sobre triquis en Oaxaca de Lewin (1999), donde se indica que el idioma triqui (nanj ninj), en esa regin, es el principal marcador identitario para diferenciarse de los no triquis (mestizos, mixtecos o nahuas). El autor tambin seala que otros ras- gos que expresan la adscripcin local de sus habitantes son la indumentaria y el uso de la lengua triqui, aspectos que adquieren variaciones de acuerdo con las regiones y las lo- calidades. 12 Identifca a la lengua triqui con una vitalidad 12 Por ejemplo, para el caso de las variantes, o variaciones lingsticas, funciona como un recurso local para simbolizar diferencias intratnicas entre Copala y Chicahuax- tla. Los habitantes de ambas poblaciones coinciden en que el habla copalteca es ms genuina o autnticamente triqui, porque la lengua de Copala refeja un menor uso de prstamos espaoles y de prcticamente ningn recurso de muletillas. Lewin seala que en situaciones de interaccin entre personas de las diferentes variedades 126 PASAR POR LA ESCUELA notable y seala que en territorio copalteco prcticamen- te no existe persona que no sea hablante de la lengua. El idioma triqui tiene una funcionalidad en todas las situacio- nes de interaccin asociadas a la cultura propia. Adems, se reconocen las diferencias que hay entre gneros discursivos al interior del propio idioma, como sucede con el lenguaje utilizado en ciertos rituales familiares y comunales, ya sean cvicos o religiosos (Lewin, 1999:223-225). En este sentido, es indicativo que en la ciudad de Mxico la permanencia y el uso de la lengua triqui para distintas interacciones de la vida cotidiana, tambin es un elemento que resalta. Esto ltimo se afrma no slo a partir del trabajo de campo rea- lizado sino se indica en una investigacin de Flores (2000) donde, partiendo de una muestra entre distintos grupos de migrantes indgenas en la ciudad, con alta presencia en el Distrito Federal entre ellos otomes, mazahuas, triquis, zapotecos y mayas, son los triquis hablantes de primera y segunda generacin los que ms conservan la lengua ind- gena, en comparacin con los otros grupos. 13 Todo esto se plantea, porque identifcar que la lengua nativa, la triqui en este estudio en tanto elemento de identi- fcacin y adscripcin identitaria, contina resultando un as- pecto a reconsiderar para entender las distintas perspectivas lingsticas, en el mercado semanal, es notoria la voluntad de acoplamiento que ma- nifestan los de Chicahuaxtla a diferencia de los copaltecos, que slo conversan en su variedad (Lewin, 1999:225). 13 Flores encontr que en la muestra levantada, los triquis mantienen el uso de la len- gua como instancia comunicativa y reconoce este aspecto como tal en 78.7%, seguido de los otomes en 69.7%, en tanto que los mayas slo 36.8% y para los mazahuas 23.1%. Los zapotecos presentaron la proporcin ms baja de personas que hablan la lengua: 15.8% (en Prez Ruiz, 2002:29). 127 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA que miembros de esta comunidad en la dispora tienen en relacin con el sentido de la escuela. Si bien volver a ubicar la lengua como componente marcador de identidad, puede cerrarnos a imgenes totales como uno es de tal grupo t- nico, porque habla la lengua, no estoy mirando desde all. Ubicara al lenguaje para estos triquis en la ciudad de Mxi- co, como un territorio fuera del territorio de origen, que im- plica considerar al lenguaje en su dimensin de signifcante y de signifcado; lo que Varese (2003b) seala para defnir a la comunidad extraterritorial a travs de la existencia de un lenguaje del espacio (language of space). 14 Para esta comunidad triqui en el exilio, el lenguaje es un aspecto referencial. En las primeras generaciones de mi- grantes, como los interlocutores de este trabajo, la lengua tiene un fuerte peso y vida en la interaccin entre los miem- bros triquis en la ciudad. Al mismo tiempo, hay que consi- derar que, alrededor de distintos atributos y elementos en este caso puede ser la lengua, se fortalecen las identidades colectivas en los nuevos contextos de vida, donde muchas veces se experimentan mayores tensiones intertnicas que en los de origen. Lo anterior puede propiciar la disolucin de los paradigmas tradicionales y los vnculos comunitarios o, por el contrario, el fortalecimiento de sus fronteras identi- 14 Varese (2003b) menciona la conformacin de un language of space (lenguaje del espacio), concepcin que acua de una acadmica lakota, para defnir la existencia de una comunidad para el caso de poblaciones indgenas en la dispora. A travs de esa categora, el autor seala que la comunidad es un lenguaje encarnado en una localidad, en un espacio concreto en que la cultura se reproduce en un territorio familiar integrado por animales, hombres, plantas, muertos. Lo anterior resultara un cambio paradigmtico, seala el autor, necesario para comprender a los pueblos indgenas en el que se acenta el topos ms que el logos. 128 PASAR POR LA ESCUELA tarias y de los paradigmas tradicionales en que se sustenta- ba la etnicidad (Bartolom, 1997). 15 Finalmente, y a partir de lo sealado en la exposicin de Pedro, tambin se pueden comprender y reconstruir otros aspectos que hablan de estos triquis como una comunidad y no una vecindad por vivir juntos en una casa en la calle Lpez. As, y retomando la ltima parte del relato de Pedro, hace una diferencia entre lo que es una comunidad y lo que es una vecindad, argumentando nuevamente que L- pez es una comunidad, porque all pasan muchas cosas. En seguida seala: eso que pasa las autoridades no saben, por ejemplo, el haber tenido un maestro bilinge y la ilusin y meta de tener all una escuela bilinge. Esta diferencia que l pretende trazar entre vecindad y comunidad es relevante, porque remite al derecho de ser comunidad, lo cual implica una forma de vida, de estar y de hablar, adems de negociar relaciones, reconocimiento y espacio en el nuevo contexto fuera de la comunidad de origen. Por ello, no se trata de conseguir una casa o un espacio habitacional, como lo po- dra gestionar un grupo de vecinos o una corporacin unida por intereses econmicos, sino que lo que resalta Pedro, des- de su lugar de lder poltico, es el derecho de la comunidad a existir, recrear y reproducir una forma de vida. En los aos 20, trabajos de la escuela de Chicago ya haban mostrado que si bien al interior de barrios en las ciudades (de grupos 15 Detrs de estas perspectivas, el trabajo de F. Barth (1976) es orientador para en- tender la construccin de identidades sociales y colectivas en lo que se ha llamado grupos tnicos, a partir del contacto intertnico y del fortalecimiento o debilitamien- to de las fronteras que, en cada contexto, defnen y marcan a un grupo y a una co- munidad. 129 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA lingsticos, tnicos, raciales), se conformaban ciertas iden- tidades con base en el espacio geogrfco que se comparte, no en todos los casos resultaba sufciente para que los indi- viduos desarrollarn sentimientos de identifcacin colectiva (Hannerz, 1986). En este sentido, investigaciones sobre mi- grantes mazahuas en la ciudad de Mxico (Ohemichen, 2001) indican que se puede hablar de comunidades y no de vecin- dades, porque en el imaginario y en lo real, existe un terri- torio ancestral, que se integra como un referente fundamental de la identidad social y cultural de estos migrantes, y con ello sentimientos colectivos que se continan recreando. A partir de la descripcin que hicieron Pedro, Federica y Marcos acerca de cmo resultaba vivir en la casa ubicada en la calle Lpez 23, dejan entrever que vivir all no era fcil, porque hay que compartir muchas cosas; por ejemplo, el lugar donde juegan los nios y el bao. Es decir, compartir espacios fsicos no caracteriza la forma de habitar el espacio en Copala, donde cada quien, en palabras de Marcos: [...] tiene su terrenito y de su terreno vive, por ejemplo, muy aislada- mente, porque [...] unos viven all abajo en el ro, otros un poquito mediado a las montaas y as, muy aisladamente, lo que haca la gen- te era que cuando a una cabecera de la ranchera, cuando hay juntas se reunan, pero eso es pocas veces antes. El tener que compartir espacios fsicos en la casa de la calle Lpez, como en cualquier convivencia y quizs cualquier vecindad, genera tensin, chismes y envidias entre los indi- viduos, como en tantos otros espacios habitacionales, labo- rales y familiares. 130 PASAR POR LA ESCUELA En este sentido, vivir en una casa colectiva en Lpez no necesariamente implica vivir en colectivo, no obstante, s im- plica pertenecer a una comunidad con normas y reglas. Lo seal Pedro: existen normas y reglas que vienen de Co- pala, que estn para regir la convivencia comunal y referen a un cdigo de conducta que, para el caso de migrantes indge- nas, establece continuidad con la comunidad de procedencia (Martnez Casas, 2003). As, el que la comunidad est vincula- da a un movimiento como el MULT a travs de Pedro, tam- bin favorecera, como lo indica Ruiz (2003), a la continuidad en las prcticas culturales en el nuevo escenario. 16 Es indicativo que todo lo expresado por Pedro se sea- la en este apartado, sucedi durante la entrevista realizada en una cafetera cercana a la casa donde habitaba, que no se ubica en la calle Lpez por lo del incendio sino en la de Inde- pendencia, en el Centro Histrico de la ciudad de Mxico. No obstante, Lpez parece haberse transformado ya en un espa- cio apropiado, en un territorio comunitario, una comunidad ms de las de Copala, incluso cuando hoy no est habitado materialmente por la comunidad. En este sentido, Lpez pue- de estar operando como un territorio referencial triqui en la ciudad, aunque por el incendio del predio ya no resulta un espacio de reunin, pero la gente de la comunidad se rene cada 15 das en distintas partes. Incluso as, como la comuni- dad es comunidad fuera de Copala tambin lo es fuera de la calle de Lpez. 16 Ruiz (2003) seala que el MULT busca regular las relaciones sociales en la ciudad, evitando el cambio de valores para el grupo como, por ejemplo, costumbres tradi- cionales en torno al matrimonio (el pago de la novia), los brotes de comportamiento violento dentro de la vecindad, la prostitucin, la mendicidad y la sobreexplotacin infantil. 131 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA EXPECTATIVAS SOBRE LA ESCOLARIDAD Para miembros de la comunidad triqui migrante, estudiar y asistir a la escuela, adems de pasar por los diferentes nive- les escolares, no resulta una accin natural como se ver a lo largo de este trabajo. Lo anterior se refere a que asis- tir a la escuela resulta un acto de sobrevivencia en mltiples sentidos, lo cual no implica que las comunidades carezcan de expectativas sobre la educacin escolarizada; por el con- trario, como se argumenta en esta seccin, esas expectativas son altas y tienen orientaciones propias. Retomar las expec- tativas de los padres y los adultos de la comunidad triqui me permite, por una parte, reconocer que stas inciden en el acceso, la permanencia y el logro escolar (Harkness y Su- per, 1996; Li, 2001; Chi y Rao, 2003) y, por otra parte, y esto es lo central de la investigacin, a travs de considerar las expectativas, busco poner a prueba mitos construidos y ge- neralizados en torno a la relacin escuela-comunidades in- dgenas: la escuela da prestigio y autoridad a los que pasan por ella, el pasaje por la escuela destruye las identidades y adscripciones de pertenencia a las comunidades, entre otros. Si bien la deconstruccin de estos mitos resultan la tra- ma central de la segunda parte del trabajo, en este apartado presentar algunas consideraciones que, en tanto contexto, permitirn entender mejor las caractersticas y dimensiones de esta relacin. La expectativa de estudiar y alcanzar distintos niveles escolares resulta una discusin que se ha dado y sistema- tizado en San Juan Copala, Oaxaca, a partir del trabajo rea- lizado entre los distintos barrios que conforman lo que se 132 PASAR POR LA ESCUELA denomina regin triqui. Al respecto, existe un documento es probable que ya haya otros conocido como Memorias del primer encuentro triqui de Copala sobre educacin (junio de 1998). Aunque en el dilogo con los tres interlocutores triquis de este trabajo la referencia a ese documento no ha sido un punto para la refexin, es interesante observar cmo, desde ese material, se plantean distintos aspectos sobre lo educativo vinculado con la educacin en el mbito de la familia y la comunidad, y en el de la escuela. Las de- fniciones que se expresan en este documento forman parte de las posiciones que, en distinta medida, Marcos, Pedro y Federica toman sobre el tema. 17 El material seala que ese encuentro sobre educacin ha sido presidido por las Autoridades y los Dirigentes de las comunidades convocadas por el Consejo Municipal promo- vidas por la comisin de lecto-escritura triqui (Memorias..., 1998:2). El material nos ayuda a saber quines participaron en el encuentro y sobre qu trat, por ejemplo: El Comit de lecto-escritura, apoyado por las autoridades y dirigentes, visit 21 comunidades (lo que en otra parte del documento se denomi- nan barrios) que conforman a San Juan Copala y, en cada una de estas comunidades se integr legalmente el Comit de padres de familia y escolar. Los ciudadanos nombrados se comprometieron a atender fel- mente y por tiempo indefnido los siguientes asuntos: educacin comu- nitaria, educacin familiar y educacin escolar (Memorias..., 1998:3). 17 Me entero de este primer encuentro a travs de la entrevista con Federica, aunque no de la existencia de un documento escrito como resultado del encuentro. Pedro dijo desconocer el documento, aunque s saba de la realizacin de ese encuentro, pero nunca lo mencion durante nuestras plticas. 133 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA Los representantes de estos comits quienes sumaron un total de 109 personas discutieron y analizaron durante dos das en torno a siete preguntas, las cuales, en el do- cumento, conforman un apartado con el siguiente ttulo e inscripcin: Pensamiento triqui sobre educacin: La primera y ms profunda educacin la da la familia y la comunidad, por eso nos preguntamos: 1. Qu nos ensean los mayores de nuestra comunidad? 2. Para qu educan los mayores? 3. Para qu educan los maestros? 4. Cmo apoyan los mayores las enseanzas de los maestros? 5. Qu aprendemos los que salimos a trabajar fuera de la comu- nidad? 6. Qu necesitamos cambiar para educar mejor? 7. Cmo organizarnos para mejorar la educacin de nuestras co- munidades? En el documento, las respuestas se estructuraron a modo de sntesis y con referencia a los comentarios expresados en las distintas mesas. A partir de la primera pregunta se enuncia: Antes, nuestros mayores educaban de otra manera. Los re- presentantes de la comunidad eran la autoridad. Eran los ni- cos que tenan mando. A los que no obedecan les cobraban multa, los colgaban o los echaban a la crcel (Memorias..., 1998:9). Lo que sigue, son descripciones de lo que ensean las mujeres a las hijas y lo que los hombres ensean a los hijos. En ambos casos las enseanzas remiten al trabajo que se hace 134 PASAR POR LA ESCUELA en la casa para las mujeres, y para los hombres el que se rea- liza en el campo para sembrar y cosechar. Tambin se enun- cia la importancia que tiene, para los hombres desde jvenes, aprender a trabajar para tener qu comer. En estas enseanzas se incluyen formas de relacionarse con los del sexo opuesto; principalmente para las mujeres respecto de cundo hablar con hombres, y para stos sobre cmo pedir a las muchachas y cumplir con los suegros. Lue- go de estas primeras descripciones en la pregunta 1, en el ter- cer punto de respuestas aparece la imagen de la escuela: Los seores tambin educan a sus hijos mandndolos a la escuela para seguir estudiando hasta hacer una carrera (Memorias..., 1998:9). Esta idea de que mandar a la escuela es una par- te de la educacin para los hijos de la comunidad y de ser posible que los hijos estudien hasta hacer una carrera, se repite de distintos modos y como mandatos en las siguien- tes seis respuestas de las restantes preguntas. La idea de cambio vinculada a la escolaridad aparece de diferentes formas a lo largo de las respuestas en las siete preguntas. No obstante, en la pregunta nmero 6 se expresa la mencin especfca a qu se requiere cambiar para edu- car mejor. Considerando el conjunto de respuestas a esta pregunta, citar fragmentos de las respuestas en las que, de alguna manera, se integran todas en su conjunto: Para cambiar hay que estudiar, Tener cinco o seis profesionis- tas por comunidad y que vuelvan a ella para ayudar a cam- biar. Pero si no tienen inters, dejarn que todo siga igual (Memorias..., 1998:17). Es decir, existe una asociacin entre la posibilidad de cambiar por estudiar y llegar a ser un pro- fesionista. En este sentido, se refeja cierta valoracin social 135 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA en la importancia de ser un profesional, aspecto que favore- cera la ayuda de la comunidad en la medida que exista ese inters. Despus de este enunciado, hay menciones en torno a los aspectos y acciones que deberan realizarse para favorecer esa idea de cambio: Para tener un buen cambio de educacin se necesita exigir a los nios que cumplan sus tareas, practiquen el castellano diariamente, tanto en la escuela como en la comunidad y tengan amistad con personas de fuera para cambiar de ideas 18 (Memorias..., 1998:17). Segn esta ltima idea, no se evidencia inquietud o temor de que por el contacto con gentes de fuera de la comunidad se deje de pensar en triqui; adems, la idea de cambiar por estudiar y asistir a la escuela son valores fuertes y re- sultan como un texto incorporado a esta comunidad. En el documento Memorias... se pueden leer expectativas de los adultos y padres de familia de la comunidad, en la accin de que los nios asistan a la escuela y alcancen los mayores niveles de escolaridad posible para ayudar a cam- biar. Asimismo, entre los padres de familia triquis que re- sidan en la calle Lpez 23, incluidos los interlocutores del trabajo, se identifcaron altas expectativas en relacin con la escolaridad de sus hijos; a todos les interesa que tengan una buena experiencia escolar y si tienen posibilidades si el nio da para eso, que avancen en los distintos niveles. Las preguntas frente a esto son: cmo entender y leer las frases: 18 Es importante resaltar los trminos amistad y cambiar de ideas, que no hacen referencia a intercambiar. Estas nociones reaparecen como claves en los siguientes captulos de este trabajo. 136 PASAR POR LA ESCUELA estudiar para cambiar, estudiar y llegar a ser profesiona- les, practicar el castellano diariamente... y tener amistad con personas de fuera para cambiar de ideas? Acaso esas frases refejan la autonegacin identitaria y adscriben los lo- gros de una imagen sobre lo escolar construida socialmente en distintos confnes del mundo, como la nica instancia del xito y restituidora de civilidad? Por qu en distintos sec- tores sociales se convocan, en la imagen de la escuela, aspec- tos valorados como el conocimiento de otras visiones del mundo, y cuando se piensan para comunidades indgenas se traducen en alienacin, concepto que implicara haber asumido adscribirse a la otredad, y con ello el abandono de la mismidad (dejar de ser indio)? Para responder estas preguntas he tenido que entender lo que implica ser miembro de una comunidad, y aun serlo de una comunidad en la dispora. En este sentido, considerar la pertenencia y continuidad a una comunidad histrica, cultu- ral y lingstica como la triqui, implica reconocer la existen- cia de fuerzas directivas, en tanto gua de comportamientos y acciones (DAndrade, 1984), para explicar las concepciones culturales propias que orientan objetivos y propsitos en la vida. Particularmente, lo que se analiza en este estudio re- fere a las fuerzas directivas que orientan la accin de pasar por la escuela. Esto incluye reconocer la existencia de signif- cados locales dentro de la escolaridad global, lo que algunos trabajos sealan como local meaning/global schooling (sentido local/escuela global) (Anderson-Levit, 2001). 137 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA 19 En el captulo 1, en las descripciones de Marcos, Pedro y Federica, se mencionan el tipo de escuelas a las que asistieron estos interlocutores, as como el nivel de estudios alcanzado por los padres triquis entrevistados. ASISTIR A LA ESCUELA COMO COMUNIDAD Mandar a los nios a la escuela tiene un costo material y emocional. Es costoso que un nio, y generalmente son ms de uno, tenga sus materiales y sus uniformes para ir a la es- cuela y es fuerte emocionalmente, como lo es en general para cualquier padre. Con esta ltima idea en la que generalizo lo emocional del asistir a la escuela, me refero a la connotacin que ese pasaje, en tanto rito, forma parte de la experiencia de socializacin y crecimiento muy marcado por lo menos en occidente y el cual se ha extendido a diferentes sociedades, pero adquiriendo diversos signifcados (Levinson y Holland, 1996; Serpell, 2001). Porque en el acto de asistir a la escuela se proyectan sobre los nios ciertas expectativas de los adultos, as como deseos conscientes e inconscientes. La situacin para los padres indgenas representa un re- to emocional, adems, porque la escuela resulta un lugar poco experimentado para muchos de ellos. En este estudio, la ma- yora de los padres de familia triquis alcanz, como mximo nivel de escolaridad, la primaria, que cursaron en sus comu- nidades de origen escuelas religiosas e internados. 19 Aun con lo anterior, pasan el horizonte de su propia experiencia y buscan nuevas para sus hijos: acceder a la escuela secundaria, la preparatoria y hasta la universidad. El inters por que los nios asistan a la escuela se presenta en muchas comunida- des indgenas, no slo para el caso de comunidades fuera de sus territorios de origen, como es la de migrantes triquis. No 138 PASAR POR LA ESCUELA obstante, para estos ltimos la escuela se ubica, adems, en un territorio desconocido: el escenario de la migracin. En las comunidades indgenas, la escuela (principalmente me refero a la educacin primaria) se inserta dentro del terri- torio de la comunidad, protegido por la misma comunidad. Para los migrantes triquis, la construccin de un territorio que comience a ser conocido, propio, es parte de su viven- cia migrante. Se trata de construir los caminos por dnde transcurrir en lo cotidiano y, en este sentido, la pregunta es: cmo se elige una escuela para los nios en la ciudad? En la regin triqui, en Oaxaca, la presencia de escuelas no es tan vasta, y me refero a que no hay tantas escuelas pa- ra elegir; cuando hay opciones para elegir se reducen a la que est en la misma ranchera, o la de junto o la ms cercana, al menos para el caso de los niveles primaria y secundaria. En la ciudad parece repetirse este patrn: los nios asisten a las escuelas que estn ms cerca del lugar donde viven o trabajan sus padres. Otro aspecto que va marcando cierta forma en la eleccin de la escuela, resulta el modo de asistir en grupo, como seal Pedro: van en bola a la escuela; esto es, puede ser sin la presencia de un adulto, pero siem- pre en grupo. Los padres no siempre acompaan a los nios y, por ello, es importante que la escuela est cerca, que los nios no tengan que cruzar grandes calles o avenidas. No obstante, hay otros elementos que determinan la eleccin de la escuela, porque en otros casos los triquis que viven en la Ciudadela, los nios cruzan calles amplias como la avenida Isabel la Catlica o Pino Surez para llegar a las escuelas primarias en el Centro Histrico. Tener paisanos o familiares que manden a sus hijos a las escuelas elegidas, 139 CAPTULO 3. LA COMUNIDAD TRIQUI EN LA CIUDAD Y EN LA ESCUELA y conocer a un maestro y/o al director o a la directora, son aspectos importantes en la eleccin de la escuela, porque no se manda a los nios a cualquier escuela. Es decir, importan las redes, los lazos sociales y comunitarios que puedan cons- truirse para asegurar y volver familiar el territorio escolar. Al respecto frases de los interlocutores, como: es importan- te que el maestro nos conozca, conocer al maestro, al direc- tor, sealan cierto modo de acercamiento a lo escolar para transformar el territorio en algo cercano. Detrs de la imagen conocer a los maestros y que nos conozcan..., se plantean aspectos tales como que los identifquen por su nombre y apellido, accin valorada por los padres en una escuela de la gran ciudad, fuera del territorio comunal familiar. Tambin remite a que los traten como a iguales, y no bajo el estigma que tiene la palabra generalizada de indios. Lograr esos lazos con los maestros y los directivos impli- ca invertir tiempo y dedicacin. En este sentido, los padres buscan estar en la escuela, asistir cada vez que los llaman. As, cada uno responde al llamado de los maestros para las reuniones de padres y tratar aspectos especfcos de los hi- jos. No obstante, entre los maestros y directivos en la escuela se tiene la referencia que, ante cualquier situacin que no logra resolverse de manera directa con los padres triquis, es necesario llamar a su lder. Pedro, en tanto lder de los triquis que residan en la calle Lpez, ha fungido como voz de autoridad en ese dilogo entre la escuela y la comuni- dad. Nuevamente, esa interlocucin entre la comunidad y la escuela mediada por el lder, muestra una comunidad organizada asistiendo a la escuela. Lo anterior no implica ausencia de tensiones y desacuerdos entre los padres y lo 140 PASAR POR LA ESCUELA que eventualmente plantee Pedro en tanto lder; ms bien la presencia en la escuela de un representante de la comuni- dad, muchas veces provee la imagen de proteccin para los padres de familia triquis. Asistir a escuelas en la ciudad es una accin sostenida comunitariamente: desde las expectativas de los padres por mandar a los hijos a los distintos niveles escolares que pudieran alcanzar, hasta por la forma de hacer familiar un territorio poco conocido, como la experiencia de la escola- ridad en el escenario migrante de la ciudad. La escuela y el trnsito por ella forman parte de un tiempo presente, en el que se anudan y desanudan de distintos modos el pasado y el futuro de comunidades como la triqui, y son aspectos que se abordan en los siguientes captulos. 141 E n este captulo trato de mostrar dnde los miembros de esta comunidad triqui en la ciudad ponen el acento al hablar del valor de la escuela, sobre todo en relacin con la implicacin de los procesos de alfabetizacin ligados histricamente con el de castellanizacin de las poblaciones indgenas. Para ello retomo las nociones de lengua, cultura e identidad que surgen de los interlocutores para referirse al sentido de la escuela. Las nociones de lengua y cultura que tradicionalmente han constituido un binomio inseparable para abordar las defniciones identitarias de los pueblos y las comunidades indgenas, aparecen vinculadas de distin- tos modos para defnir el valor de la tarea de la escuela. En la relacin de la escuela con las comunidades indgenas, es- tas nociones son las que se han jugado como fchas centrales a la hora de plantear perspectivas para atender, por ejemplo, la diferencia o la diversidad; hablo de fchas a modo de CAPTULO 4 REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE DEL ESPAOL EN LA ESCUELA 142 PASAR POR LA ESCUELA constructos que se han tornado como entes aprehensibles y por ello materializables, desconociendo en muchos casos los complejos procesos que involucran estas nociones. Las diferencias y similitudes que se expresan en las na- rraciones de los interlocutores, refejan las tensiones y lo que media en las experiencias de adquirir el espaol en la escue- la, y vivir fuera del territorio de procedencia en el contexto migrante: la continuidad y pertenencia a una comunidad histrica y cultural; la utilizacin de la lengua y la cultura como marcas para sostener identidades, adems de las con- cepciones cristalizadas que sobre esto permanecen. En este sentido, se muestra la complejidad que tiene la valoracin de la experiencia escolar centrando la discusin en torno a la adquisicin del espaol. ATRAVESAR EL ESPAOL EN LA ESCUELA Marcos: Uno de los principales problemas que tenemos los indgenas aqu [en la ciudad] es hablar bien el espaol para que se entienda, y saber hacer los papeles para que los nios entren a la escuela (primera entrevista, 2002). Con esta expresin inici Marcos, y sin ninguna interven- cin previa de mi parte, nuestro primer encuentro. Resul- ta una frase que interpela una de las principales misiones que la escuela se ha planteado para las comunidades y los pueblos indgenas de Amrica Latina: la castellanizacin (Amadio et al., 1987; Gigante, 1995; Hornberger, 2000; L- pez, 1998). Expresiones como la de Marcos nos devuelven 143 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE lo no alcanzado por la misin de la escuela, como sealara De Certeau: lo que retorna del pasado es lo reprimido por no estar all resuelto. Es una forma de hablar en el presen- te desde el pasado que retorna incesante (De Certeau, en Litmanovich, 2000). Para este trabajo es mucho mostrar lo no resuelto con los pueblos y las comunidades indgenas, pero s interesa indicar que lo no resuelto en relacin con la escuela adquiere diferentes marcaciones para las sucesivas generaciones de indgenas, en este estudio referido a la pri- mera generacin de migrantes triquis. En este captulo, y a efecto de entender las visiones que sobre la escuela construyen miembros de esta comunidad en la ciudad de Mxico, presentar ideas que estos triquis tienen acerca de para qu sirve la escuela y, en ello, el lugar que se otorga a los procesos de adquisicin del espaol, la lengua de la sociedad nacional, para ellos segunda lengua. La adquisi- cin del espaol no es un tema neutral, porque est cruzado por una historia que se articula en la relacin escuela-comuni- dades indgenas. Como ya lo seal en el captulo 2, me apoyo en los estudios que analizan y ubican a la escuela como pieza central en la formacin y consolidacin de los estados naciona- les modernos en Amrica, desde fnales del siglo XIX y durante todo el siglo XX, y con ella la creacin de ciudadanos moder- nos (Levinson y Holland, 1996; Serpell, 2001; Chartier, 2004). La escuela pblica, gratuita y laica en Mxico, expresin de una imagen tomada del modelo escolar francs (Rockwell, 2002), tambin tuvo entre sus metas formar un pas moderno y con una sola identidad: la mexicana. Lo anterior implic la negacin de las diversas identidades, lenguas y adscripciones de los pueblos tambin llamados originarios. 144 PASAR POR LA ESCUELA La enseanza de una lengua el espaol es uno de los rasgos que caracterizan la funcin de la escuela para todos los ciudadanos mexicanos y las comunidades indgenas; en este sentido, y como distintos trabajos lo han mostra- do, los procesos de alfabetizacin, por mucho tiempo, se han equiparado y asociado con los de castellanizacin (Amadio et al., 1987; Lpez et al., 1987; Lpez, 2004). La atencin educativa de las poblaciones indgenas, desde que inicia el sistema educativo nacional y aun conside- rando los cambios operados en las propuestas hacia ellas dirigidas, est signada por una oposicin traducida como escuela=castellanizacin=progreso, en contrapartida a co- munidades indgenas=lenguas nativas=atraso. Las imge- nes construidas histricamente en torno a tales ecuaciones estn cargadas de prejuicios y concepciones sobre lo que es ser hablante de una o varias lenguas, as como sobre las posibilidades de adscripcin y pertenencia a comunidades socioculturales y lingsticas distintas. Estas imgenes en oposicin confguraron y, an, son referentes para la cons- truccin de la relacin de las comunidades indgenas con la escuela. El tema de dominar una lengua, y en particular el espa- ol, smbolo de una identidad y de pertenencia a un colec- tivo como la mexicanidad, se ha traducido como dinmica excluyente. No obstante, para miles de indgenas dominar una segunda lengua (el espaol) por dominar me refero a las habilidades que se consideran para la escuela bsi- ca: hablar, leer y escribir, no resulta un hecho adquirido para todos los que son migrantes en la ciudad de Mxico como sucede, por ejemplo, con la mayora de las mujeres 145 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE triquis de este trabajo. 1 Sin embargo, las concepciones que los miembros de esta comunidad triqui en la ciudad tienen en torno a su propia lengua y al idioma espaol, son las que juegan para considerar valioso, o no, el que los nios slo aprendan espaol en la escuela general. Antes de pasar a las concepciones de los interlocutores triquis, retomo algunos aspectos que han caracterizado la relacin que histrica- mente se ha establecido entre la escuela y las comunidades indgenas. Sobre todo, en lo referido a la desvalorizacin de las lenguas indgenas y a la asociacin de la alfabetiza- cin con castellanizacin, procesos que inciden de distintos modos en la percepcin que tienen, en este estudio, los mi- grantes triquis en relacin con el aprendizaje de las lenguas en la escuela. En primer lugar, la desvalorizacin de las lenguas in- dgenas es resultado de una larga historia que inicia en la Colonia y contina en la Poscolonia, generando diversas si- tuaciones de bilingismo en las comunidades (Hamel, 1993; Daz-Couder, 1991, 1998). Estas situaciones de bilingismo se caracterizan por introducir el desequilibrio social entre las lenguas, y con ello situaciones disfuncionales (Hamel, 1993; Daz-Couder, 1991). El idioma indgena se vio reduci- do al uso familiar-comunal, cediendo los espacios formales 1 A partir de las entrevistas realizadas a los padres de familia triquis se detect que las mujeres, aun contando hasta con ms de 10 aos de ser migrantes en la ciudad, tienen poco dominio del espaol en comparacin con los hombres. Es comn que ellos sean los que se acerquen a hablar con los maestros de la escuela, justamente por manejar y comprender mejor el espaol. En el captulo 3 sealo los niveles de man- tenimiento lingstico existentes en esta comunidad en la ciudad; algunos estudios reconocen a los triquis como entre los primeros grupos etnolingsticos en que, aun- que tengan muchos aos de migrados a la ciudad, la primera generacin mantiene en 96% la lengua triqui, con menor y poco uso del espaol (Flores, en Prez Ruiz, 2002). 146 PASAR POR LA ESCUELA de comunicacin vinculados con la sociedad externa a la lengua nacional. As, la relacin de dominacin y subordi- nacin establecida entre el espaol y las lenguas indgenas ha conducido a un proceso de sobrevaloracin del idioma ofcial y a la deslegitimacin de las lenguas vernculas, al situarlas como dialectos. Adems, a travs de la nocin de escritura, transformada como valor de civilizacin y pro- greso, para cuya adquisicin se deba ingresar a la escuela, se contribuy tambin a la devaluacin de las lenguas ind- genas al considerarlas, por oposicin, carentes de escritu- ra alfabtica, misma que se impuso como la forma para la transmisin de saberes escolares (Chartier, 2004). Esta rela- cin confictiva y de naturaleza disglsica entre las lenguas nativas y el espaol, es lo que ha caracterizado al contacto lingstico. Algunos trabajos sealan que, como parte de los resul- tados de dicha relacin entre las lenguas, la adquisicin del espaol se ha distinguido por su naturaleza fragmentaria y su precaria asimilacin signifcativa y argumentativa. Al mismo tiempo, los idiomas indgenas han sufrido un acele- rado proceso de desarticulacin afectando una de las fun- ciones que tradicionalmente se han asignado a las lenguas: la identifcacin colectiva y la cohesin social (Amadio et al., 1987; Hamel, 1993; Daz-Couder, 1991). A pesar de la retraccin de las lenguas indgenas al mbito domstico, se puso de manifesto que a travs de la perma- nencia y la vitalidad de las mismas con variaciones en cada caso, ocuparon un lugar de resistencia para la sobrevivencia y la reproduccin cultural de las comunidades. Justamente, la persistencia de los idiomas vernculos condujo a que la 147 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE accin educativa durante los aos 70, con los programas de educacin bilinge-bicultural, propusiera nuevas estrategias de articulacin que, sin alterar los propsitos castellanizan- tes, indicaban la utilizacin de las lenguas indgenas para el logro de sus fnes (Amadio et al., 1987; Lpez et al., 1987). Aun cuando la escuela, desde los aos 70, formalmente oper, y opera, bajo propuestas especfcas para atender la lengua y la cultura indgenas, la alfabetizacin=castellanizacin sigui resultando lo constitutivo para pensar en la escolaridad. El bi- nomio alfabetizacin-castellanizacin se ha planteado como el hecho que automticamente llevara a las comunidades a transformarse en civilizadas y por ello integrarse a los estados modernos. Recordemos que desde la creacin del sistema educativo nacional en 1920, se ha concebido a la es- cuela, a partir de la ofcialidad y la sociedad hegemnica, como uno de los instrumentos encargados de modernizar a las comunidades indgenas. Claro que en ese modernizar se implicaba una concepcin que conllevara a la desaparicin de las culturas y las lenguas indgenas o, por el contrario y como lo imaginara Aguirre Beltrn, ms bien resultara una aculturacin en tanto sntesis creativa por el encuentro cul- tural de lo rural y lo urbano (De la Pea, 1996). 2 Pero tal encuentro entre el Mxico indio y el no indio de Beltrn no ha prosperado. La tensin entre hacerse letrado en espaol como equivalente a ser civilizado y por eso formar parte de una modernidad, sigue permeando el imaginario frente a la contrapartida de analfabeta, hablante de lenguas ind- genas, equivalente a tradicionalismo. 2 La reconstruccin de las concepciones en relacin con la integracin y la diversi- dad se presentaron en el captulo 2. 148 PASAR POR LA ESCUELA As es que en el afn de ganar legitimidad y recuperar derechos en el espacio nacional y en el educativo en par- ticular, parte de la discusin en torno a la escuela sostiene la perspectiva de ubicar a esta institucin como causante, por distintos motivos, de la destruccin de las identidades culturales y lingsticas de los pueblos indgenas. En esta perspectiva, en todas sus modalidades ofciales, la escuela ya sea bilinge o general es vista como ajena a las comu- nidades y causante del analfabetismo, por los inoperantes y enajenantes modos utilizados para ensear (Maldonado, 2002). No obstante, y sin negar las metas homogeneizantes de la escuela del siglo XX, otras perspectivas muestran que para muchos padres de familia indgenas y para distintas comunidades, la escuela ha representado una ventaja. En stas se resalta a la escolaridad como espacio para el apren- dizaje del espaol y de otras habilidades, y a travs de ello la posibilidad de acceder, al igual que cualquier otro ciudada- no (mexicano), a distintas instancias laborales y educativas, adems de ser un arma para la defensa de los derechos de las comunidades frente a la sociedad hegemnica (Lpez et al., 1987; Hornberger, 1989; Aikman, 1999; Zavala, 2002). La escolaridad como destructora y como ventaja conviven en los discursos de los miembros de la comunidad triqui de este estudio. Como se ver a lo largo de este captulo, la es- cuela est cruzada por varios discursos que muestran la con- frontacin en torno al valor de aprender el espaol en ella. 149 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE LA COMPLEJA PRESENCIA DE LA RELACIN ENTRE LA LENGUA Y LA IDENTIDAD EN LA ESCUELA Frente a la pregunta, es importante ir a la escuela y por qu?, la primera e inmediata respuesta de los tres interlo- cutores y de otros padres de familia triquis ha sido: S, es importante para aprender el espaol, tanto de manera oral como escrita. Asistir a escuelas regulares sirve para aprender el espaol, que no es poco, porque sin su dominio se com- plejiza el manejarse fuera de la comunidad. Saber espaol permite tramitar papeles con las autoridades, defenderte en la sociedad mestiza, ayudar en la venta de los productos o artesanas en los mercados y, adems, saberlo bien ayuda a continuar con los estudios escolares (distintos niveles de la escolaridad). Estas expresiones dejan entrever un valor so- cial sobre la adquisicin de la alfabetizacin en espaol va la escuela. Al mismo tiempo, hablar de para qu sirve ir a la es- cuela, condujo siempre a la refexin de aspectos referidos a los cambios que perciben los miembros de esta comunidad migrante triqui en torno a la lengua, la cultura y la identidad, por vivir fuera de los territorios de procedencia y asistir a la escuela. En esos relatos est presente, de manera subyacente, un aspecto que los interpela como miembros de una comuni- dad histrica y cultural: la continuidad, el cambio, la perma- nencia y, con esto, la pertenencia a un colectivo. Marcos Para Marcos, la escuela debe ensear el espaol; en su pers- pectiva se relacionan alfabetizacin con castellanizacin como una de las herramientas necesarias que requieren ad- 150 PASAR POR LA ESCUELA quirir los miembros de las comunidades indgenas. Marcos deposita cierto bienestar a la imagen de acceder a la escuela y a mayores niveles de escolaridad, por lo que esto puede brindar e implicar, al tiempo que mantiene una perspecti- va que habla de la vitalidad y del valor que tiene la lengua triqui. [...] M: Mi idea es esto: si yo tanto quisiera estudiar no pude, entonces mis hijos quisiera que estudiara, que acabara la primaria, la secunda- ria, la prepa o bachillerato, o algo corto para que tenga, pues, una es- pecialidad para trabajar, ganar dinero de su vida, porque yo la verdad no voy a estar manteniendo a todos ellos. Y tambin yo quisiera que ellos vayan aprendiendo y vayan acostumbrando a trabajar, vayan manteniendo solos, porque la verdad la vida es difcil vivir, porque aqu necesitamos saber espaol, necesitamos saber defenderse, saber trabajar para poder vivir, porque yo la verdad he sufrido bastante [...]. Me falta saber cmo hablar para que la gente entiende, y mucha gente dice: no, pus t qu bueno que hablas el dialecto y quiero que hablas y sigues hablando dialecto y que sus hijos, pero tambin es muy im- portante espaol para dialogar con las autoridades [...]. Yo quisiera que mis hijos no pasa como yo, quisiera que ellos prepara para defen- derse de su vida [...]. Porque yo no le voy a estar obligando a mis hijos que vaya a una escuela que donde ensea dialecto y el espaol, y que vaya aprendiendo cmo se escribe cada palabra en dialecto, porque eso sera otra carrera; eso ya sera una carrera, por ejemplo, si uno de mis hijos termina su carrera y quiere preparar cmo escribir dialecto, pues qu bueno!, pero eso sera para inventar folletos y algn libro, porque no me interesa que vaya desde ahorita que tiene primaria, secundaria y no tiene chiste, porque para eso estoy yo, para decirle [...]. 151 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE G: Pero si sus nios con el tiempo dejaran de hablar la lengua? M: Bueno, lo que yo estoy preocupado es que en todos los cros tie- nen que pasar as, porque sea donde sea, si en el pueblo tambin ya hay algunos chiquitos y ya hablan espaol, yo quisiera que mis hijos hablara todos el dialecto y cuando se casa con una mestiza, con un mestizo y que siga enseando a sus hijos, pero no s [...] (primera entrevista con Marcos, 2002). La narracin de Marcos hace recordar a la de miles de mi- grantes en distintos contextos urbanos y continentales que buscan para sus hijos superar condiciones de pobreza, mar- ginalidad, incomunicacin; en defnitiva, de una vida dura marcada por el sufrimiento. Superar parte de esa dolorosa experiencia de vida, en el caso de Marcos, implicara pasar por la escuela, por los distintos niveles escolares, y apren- der y saber el idioma espaol. Adquirir esta lengua es un artifcio real para defenderse en contextos fuera de la co- munidad, conseguir trabajo y manejarse dentro de la socie- dad que no es triqui. Lo anterior no implica desvalorar su propia lengua, el triqui, pero la experiencia vital le plantea tales necesidades. El que sus hijos quieran aprender a leer y escribir la lengua triqui sera cuestin de ellos; si sus hijos quisieran aprender a escribir y leer su lengua materna, ello implicara otra carrera, una profesin que los habili- tara, por ejemplo, para escribir libros en lengua triqui. En su perspectiva, lo que se conoce como educacin bsica la primaria y la secundaria, tiene sentido para ensear muy bien el espaol. La enseanza y el aprendizaje de la lengua materna, a la que l da el estatuto de dialecto, se localiza en el entorno domstico: Yo estoy para eso, para ensearles la 152 PASAR POR LA ESCUELA lengua triqui. A la vez, y ubicndose en un plano de futuro, plantea que aunque sus hijos puedan casarse con una mes- tiza o un mestizo, a l le gustara que sus nietos siguieran hablando el dialecto. Pedro Al iniciar una de las plticas frente a la pregunta abierta: cmo resulta vivir en la ciudad y asistir a las escuelas?, Pe- dro ubic la referencia directamente en un aspecto que, se- gn l, parece resultar el nudo y remite a las costumbres que existen en la ciudad y a las de los miembros de la comu- nidad triqui que viven en la ciudad; su comentario iniciaba de esta manera: [...] P: Lo que nos hace ruido en la ciudad son las costumbres; las costum- bres que no conocemos. G: Por ejemplo? P: Por ejemplo, los nios tienen que hablar espaol a fuerzas, eso est bien, pero tenemos que hacer que primero los nios aprendan el triqui y despus el espaol, pero por diferentes razones no se ha podido. G: Pero no aprenden el triqui en la casa, desde que nacen? P: Aqu hay algo que sucede, que est muy chistoso: las mams ha- blan el triqui y los nios el espaol, tienen que ayudarse para que as las mams aprendan el espaol para vender sus mercancas en la calle, y los nios, el triqui, lo tienen que aprender de sus mams; las mams dicen: tengo que hablar espaol para vender en la calle, y los nios dicen: tengo que hablar espaol para poder estar en la escuela, pero tenemos que hacer que los nios vean la importancia de aprender el triqui, porque esa es la manera de comunicarse con 153 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE nuestros hermanos de Oaxaca, y esa es la manera de resistir a los em- bates; no estamos en contra, pero s nos pone en riesgo de que todos hablemos el espaol y no el triqui [...]. G: Y qu con lo que se aprende en la escuela?, es importante lo que all se aprende? P: Yo creo que s es importante, es importante porque nos hace ver otras cosas, conocer otros mundos, pero la enseanza de la escuela ten- dra que ser en nuestra lengua, en nuestras comunidades, en nuestro mundo, porque es importante, ya lo vemos hasta despus, no lo ve- mos en ese momento en que estamos en primero o segundo [grados]. Es importante que nos dicen del himno nacional, de por qu somos mexicanos, pero muchos de los jvenes que van no saben cuntos nios indgenas hay en el pas. Es importante porque conocemos otro mundo, otro idioma, pero nos tendran que decir desde que estamos empezan- do, ya ahorita a estas alturas, pues ya [...]; s es importante, pero hay toda una ideologa en esta educacin, en los programas de la SEP. S nos deja una gran huella [...] (entrevista con Pedro, 24 de abril de 2004). Para Pedro hablar el espaol y no la lengua triqui forma parte de lo que implicara cambiar las costumbres que se traen; es decir, la lengua aparece al centro de la costum- bre. No duda sobre lo valioso que es aprender el espaol y el lugar que tiene la escuela en esto; sin embargo, lo que resalta es la importancia de no perder la lengua materna, el triqui, y el papel que la escuela debe jugar en ello. Sostie- ne que lo que permitir a estas comunidades soportar los embates del afuera, justamente es seguir siendo triquis, y para eso que los nios que viven y nacen en la ciudad sigan hablando triqui para comunicarse con los que an viven en los pueblos, de donde provienen. Desde su lugar de lder, 154 PASAR POR LA ESCUELA y como tal, mantiene la bandera de un deber ser educativo, que remite a los derechos de las comunidades y los pueblos indgenas plasmados en las leyes educativas, los acuerdos y en la Constitucin. Para l, la enseanza debera ser en nuestra lengua, en nuestras comunidades, en nuestro mun- do, aspecto que se repite y se repite como parte de la fuer- za que se impulsa desde los movimientos indgenas. En su perspectiva, existira una polaridad en tanto oposicin entre el mundo de la escuela y el de las comunidades. Esta polaridad es recurrente en el discurso de Pedro, y reaparece permanentemente en distintos aspectos. 3 Aun as, la escuela ocupa un lugar muy importante porque, en su perspectiva l estudi hasta la universidad en la ciudad de Mxico, te permite ver otras cosas, conocer otros mundos. Lo que se aprende en la escuela parece valorarse hasta despus de que uno ha pasado por varios grados o niveles escola- res; cuando el sujeto comienza a recuperar lo aprendido como: por qu se ensea el himno nacional, por qu se es mexicano. Este reconocimiento sobre lo que ensea la escue- la no cubre los silencios presentes en ese currculum: lo que no se ensea, por ejemplo, en la perspectiva de Pedro, es cuntos indgenas hay en el pas y quines son. La refexin concluye con que estos procesos de apropiacin del valor sobre lo que ensea la escuela no se dan de inmediato, y son procesos largos que, a veces y depende de los casos, pueden o no presentarse. 3 Retomo esta perspectiva de oposicin que aparece en el discurso de Pedro, en distintas partes del trabajo. 155 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE Federica Federica es contundente al hablar del papel que implica ad- quirir muy bien el espaol y el lugar que tiene la escuela en ello, sin desconocer la importancia de no perder la lengua materna, el triqui. Al platicar con Federica sobre posibles proyectos futuros en que a ella le gustara trabajar, indica aspectos que dejan entrever su posicin respecto a la ense- anza de la lengua triqui y del espaol. [...] F: Tambin me quiero meter en un proyecto en educacin. Es un rollo, porque quieren que todos los maestros sean bilinges; si en San Juan Copala todos hablan el triqui, no hay ni una persona que no lo habla y que nada ms hable espaol; no, todo mundo habla triqui. As que veas alguien hablando espaol, son raros los que hablan espaol, en sus ca- sas hablan espaol, no? Entonces yo digo: por qu quieren que haya maestros bilinges? Mejor [si fuera el caso] que los maestros bilinges se vengan a dar clase aqu y los maestros de aqu que se vayan all, [pero] lo que quiero es que los nios aprendan el espaol. El triqui no se les va a olvidar, porque eso lo practican en la casa, con sus amigos, en donde sea, pero no en la escuela. Por ejemplo, supongamos que quieren salir a estudiar fuera y se va a hacer muy difcil, van a reprobar, yo lo veo muy complicado, por eso siento que muchos no terminan una ca- rrera, porque es muy difcil para ellos; tal vez vienen de all, entran a la universidad, tambin se les hace complicado por el espaol. G: Por el espaol? F: S, o porque no conocen muchos conceptos o porque hay palabras raras que ni uno lo entiende; y vienen ellos [algunas autoridades de la comunidad triqui] y les implantan eso [que sea bilinge la escuela]; pues no, yo lo veo muy difcil, una vez dije eso en una conferencia y me dijeron: cmo te atreves a decir eso!. 156 PASAR POR LA ESCUELA G: Por qu? F: No quieres tu lengua? me dijeron. No, es que all todos hablan triqui, a lo mejor en otros pueblos hablan espaol. Ellos [se refere a los grupos que no hablan la lengua indgena] necesitan maestros bilin- ges, pero nosotros no, no lo necesitamos. Al contrario, ahorita hay un programa que se dice: Rescate Cultural Triqui, o algo as, y el primer encuentro va a ser creo en marzo [...]. Los de la comunidad se estn or- ganizando para rescatar la cultura triqui, o sea todo lo que se ha perdido lo quieren volver a retomar. O sea, se han perdido algunas tradiciones, se ha perdido, es ms, hasta la propia lengua, entonces quieren volverlo a rescatar de cmo se hablaba antes, como le decan a las abuelitas, a los abuelitos, a los ahijados, a los hijos. Todo eso lo quieren volver a rescatar [...] (entrevista con Federica, 2002). Federica tiene una visin muy fuerte del impacto que es no saber espaol; adems, observa la vitalidad y presencia de la lengua triqui en su comunidad, en San Juan Copala. Entonces se cuestiona acerca del tipo de educacin que hay que brindar a los nios en su comunidad y aqu en la ciu- dad, y se pregunta si debe ser bilinge o slo en espaol. Por otra parte, parece haber diferencias en trminos estratgicos respecto a dnde habra que ensear el triqui; en todo caso los que hablan triqui all que se vengan para aqu (la ciu- dad) y los de aqu que hablan espaol vayan para all para ensear muy bien espaol. Fue cuestionada por gente de su comunidad cuando seal lo que se necesita all en sus comunidades: que los nios aprendan a hablar y escribir muy bien el espaol para as poder seguir estudiando. Para ella abordar el obstculo de hablar bien el espaol para con- tinuar con la educacin formal escolar es un punto central. 157 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE Federica transmite fuertemente la conviccin de que el tri- qui no se les va a olvidar, porque no lo hablen en la escuela. Su propia experiencia la remite a esta refexin, pues toda su escolaridad la hizo en espaol, desde la escuela primaria en su comunidad de origen, y en la ciudad de Mxico la secun- daria, la preparatoria y la universidad. La vivencia, a partir de su lengua, la lleva a decir esto y a no temer sobre la continui- dad de la lengua triqui. Ella habla en triqui con su hijo, y sea- l que mientras vivi en la calle Lpez todas las interacciones all eran en triqui. Entre las voces de, Marcos, Pedro y Federica En las perspectivas de los tres interlocutores, el dominio del espaol es un tema recurrente y central, aunque con acentos distintos. El no dominio de esta lengua se percibe como una desventaja real y, para el caso de la experiencia escolar, el no estar castellanizado-alfabetizado representa un obstculo para tener distintos y mejores trabajos, avanzar en la escola- ridad, y negociar con las autoridades y, as, obtener mejores condiciones para los distintos miembros de la comunidad. No obstante, hay diferencias en los discursos de los tres in- terlocutores, as como aspectos que comparten y se referen al valor que le dan a que la escuela ensee el espaol y la lengua indgena. De los tres interlocutores, Pedro es el nico que no centra tanto su discurso en el benefcio de que los nios adquieran el espaol, sino ms bien en la difcultad que implica para su comunidad el que hablen e interaccionen en espaol la mayor parte del tiempo, por vivir en la ciudad y asistir a la escuela. l es quien introduce, al centro del tema, la educacin bilin- 158 PASAR POR LA ESCUELA ge, al plantear la necesidad de que las nuevas generaciones no pierdan la lengua de la comunidad, por lo cual en la es- cuela debera hacerse algo con las lenguas. Para Federica y Marcos no hay duda de la importancia y el papel que tiene la escuela para la enseanza del espaol, sin plantear para este contexto la problemtica del mantenimiento lingstico de la lengua triqui, va la escuela. El aprendizaje escolar de la lengua indgena, el asistir a escuelas con programas especia- les para la poblacin indgena (EBB, EIB), presenta dudas en Marcos y Federica en trminos del uso y de la utilidad que representara saber leer y escribir la lengua triqui, en con- traposicin con la utilidad que implica adquirir el espaol. En este sentido, y al igual que lo muestran distintos trabajos (Lpez, 1998; Hornberger, 2000; Zavala, 2002), los padres de sectores rurales indgenas se oponen en muchos casos a los programas de educacin bilinge, porque lo que se conside- ra til en trminos de lectoescritura es aprender el espaol o el idioma de la sociedad hegemnica. Dicha oposicin a los programas bilinges deviene, en parte, a que por la baja calidad de muchas de esas escuelas, los padres indgenas reconocen que los nios no aprendieron a hablar y leer en espaol ni a leer y escribir en la lengua indgena. Justamen- te perciben que en realidad no aprendieron el espaol en la escuela bilinge sino cuando migraron de la comunidad y requirieron comunicarse para vivir y trabajar. No es de extraar, pues, que el reclamo de padres indgenas, y el de estos interlocutores, sea querer el mismo tipo de educacin que reciben todos los dems nios no considerados indge- nas, porque lo que se espera es el acceso a igualdad de con- diciones; esto es, un servicio educativo que brinde la misma 159 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE y la mejor calidad para todos. En este sentido, es entendible que Marcos y Federica, a diferencia de la posicin de un l- der como Pedro, asignen a la escuela, en la ciudad, la tarea insoslayable de ensear el espaol, y no hay cuestionamien- tos al currculum ofcial de la escuela en este aspecto. Pedro, en tanto lder ofcial y poltico de su comunidad, es el nico de los tres entrevistados que establece la ligazn lengua-escuela-identidad, y ubica a la lengua triqui como un topos desde donde se piensa y establecen ciertas marcas de diferencia para soportar una identidad. La pregunta es: cmo se est presentando la relacin lengua-escuela-iden- tidad para los otros interlocutores de la comunidad triqui? Para responder la pregunta, retomo el trabajo de Henze y Davis (1999), quienes realizan una valoracin de las pro- puestas de educacin bilinge para poblaciones indgenas de Amrica, sealando que esa relacin se ha abordado y ha oscilado en un continuo entre esencialismo y constructi- vismo. La primera posicin plantea una relacin natural que existe entre un grupo cultural o tnico y su lenguaje an- cestral. La segunda considera al lenguaje como una parte de la cultura y, por esto, una construccin humana social; el lenguaje es una construccin social y por lo tanto queda implcito que no existe una relacin natural entre ste y el grupo especfco. No obstante, y en referencia al trabajo de las autoras, coincido en que tales dicotomas simplifcan las muchas razones que pueden existir para unir la lengua a la identidad y viceversa. La ligazn lengua-escuela-identidad que hace Pedro, lo lleva a planteamientos referidos al papel de la escuela para el mantenimiento lingstico, a diferencia de Federica y Marcos, para quienes la cuestin del fortale- 160 PASAR POR LA ESCUELA cimiento de la identidad se ubicara ms bien en mejorar las condiciones de acceso a la escolaridad general para los nios y las nias indgenas, sin por ello desconocer ni po- ner en peligro la pertenencia a una comunidad lingstica y cultural. No hay duda de que Pedro, al igual que otros lderes indgenas y de comunidades minorizadas, hace uso de la lengua (y de la cultura) como sitio privilegiado desde donde se espera tomar y promover estrategias de fortalecimiento cultu- ral e identitario (Henze y Davis, 1999:18). Esta perspectiva forma parte de los distintos desarrollos sobre revitalizacin lingstica que tienden a ver el uso y mantenimiento de la herencia lingstica en tanto derecho y recurso (op. cit.). Aun as, para Federica y Marcos la lengua triqui tambin resulta un lugar insustituible para la vida en la comunidad, incluso en el contexto de la ciudad, pero sobre todo referido a la im- portancia de continuar, mediante ella, la comunicacin con los paisanos y parientes que se encuentran en los pueblos de procedencia, en Oaxaca. Es que para los tres interlocutores de este trabajo exis- te una percepcin positiva sobre la lengua triqui, en tanto lengua viva, en el sentido de que tiene presencia, uso y funcin en las interacciones cotidianas entre los distintos miembros de la comunidad, tanto en los pueblos de origen como fuera de ellos. As, tiene un valor no perder la lengua triqui; apoyar la lengua para sostener esa comunicacin representa un nivel de inters por mantener continuidad en la transmisin cultural (Fishman, 1991, en Henze y Davis, 1999). Para autores como Fishman (1999), una lengua viva cumple la funcin central de la transmisin intergeneracio- nal del lenguaje en la casa y la comunidad, lo cual no nece- 161 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE sariamente implica una relacin directa entre escolaridad y alfabetizacin en la lengua indgena, sino ms bien est considerando una perspectiva holstica que reconozca las interconexiones complejas entre lengua, cultura, poltica, economa y educacin (op. cit.). En este sentido, Federica y Marcos ponen el acento no tanto en la relacin lengua- escuela-identidad para el abordaje de lo escolar, sino en mantener y no abandonar la lengua triqui como lengua de comunicacin y transmisin entre las generaciones de la comunidad. Planteamientos como los de Marcos y Federica, quienes adjudican en primer lugar a la escuela la enseanza del es- paol, podran interpretarse como resultado de las polticas de dominacin e imposicin cultural, o en defnitiva de las polticas culturales y educativas destinadas a homogenei- zar, mediante distintas instancias e instituciones entre las que se encuentra la escuela, la diversidad sociocultural y lingstica del pas. Podra interpretarse que Marcos y Fe- derica incorporaron las voces del Estado o de los grupos dominantes mayoritarios en el poder, que buscaron deslegi- timar las lenguas y culturas indgenas dndoles un estatuto menor, reducindolas a usarlas slo en los mbitos locales y domsticos. Para los sustentadores de estas perspectivas, actores como Federica y Marcos habran incorporado la voz del conquistador o de la dominacin por sostener que la es- cuela debe ensear el espaol. Es la misma Federica quien seala que esta postura, presente en ella, fue tambin criti- cada por algunos miembros de su propia comunidad, por- que sostener la importancia de aprender el espaol es visto como algo que atentara contra la lengua y cultura de su 162 PASAR POR LA ESCUELA propia comunidad. Al sealar las expectativas legtimas de Marcos y Federica, y el rechazo por parte de algunos miem- bros de su comunidad, no estoy olvidando el contexto hist- rico de desprecio lingstico y cultural ni considerando que la escuela contempornea haya resultado un espacio para el respeto y la potenciacin de las distintas identidades cul- turales y lingsticas. Reconozco que la misin de la escue- la, para el caso de comunidades indgenas, se ha planteado como una instancia para el control y la homogeneizacin de la poblacin, para la creacin de estados modernos tras una identidad, la mexicana, y con una nica lengua, el espaol. No obstante, lo anterior no implica reconocer que existen distintos modos de apropiacin sobre lo escolar (Lpez, 1998; Hornberger, 2000; Aikman, 1999; Rockwell, 1996), por parte de los pueblos y las comunidades indgenas, quienes reco- nocen en el aprendizaje del espaol un arma de empodera- miento para acceder a la ciudadana, principalmente en su dimensin nacional, sin abandonar por ello, sus adscripcio- nes lingsticas vernculas. Al mismo tiempo, reconocer y darle un valor social al aprendizaje del espaol en la escuela tampoco implica que se otorgue a la alfabetizacin un poder central para forta- lecer a la comunidad, como lo habra planteado Freire, en tanto poder liberador de la alfabetizacin (Zavala, 2004). Siguiendo los planteamientos de Zavala (2004) sobre as- pectos relacionados con la escritura de las lenguas en una comunidad indgena en Per, y retomando la perspecti- va de autores que se ubican en lo que se llaman Nuevos Es- tudios de Literacidad, 4 se argumenta que el poder social no se deriva del solo hecho de ser letrado. La autora seala que 163 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE el aprendizaje de la lectoescritura, en tanto adquisicin de habilidades mecnicas bsicas, no derivar necesariamen- te en una toma del poder o en la felicidad. Ello es as porque el poder de las personas no procede de la literacidad mis- ma, sino de una combinacin de factores relacionados con la distribucin de la riqueza, la clase, la cuestin tnica, el gnero. Como en el caso de las dems tecnologas, la litera- cidad no constituye un bien en s mismo sino una prctica social que est inserta en nuestro hbitus cotidiano y, por consi- guiente, no es la tecnologa sino las prcticas sociales y culturales relacionadas con ella las que pueden benefciar o poner en desven- taja al usuario (Zavala, 2002:97). Desde perspectivas como la anterior se indica que el mito de que la alfabetizacin es poder y progreso se ha extendido universalmente, por ello, en este trabajo lo que se trata de entender es en qu medida y bajo qu circunstancias el acceso a la lectoescri- tura en el idioma espaol puede representar una imagen de mejora, sin que se adjudique a esa prctica todo el bien esperado. As, el valor asignado a los conocimientos que se pueden obtener va la escuela, centrado en el aprendizaje de la lectoescritura en espaol, presenta tambin sus ten- siones para esta comunidad triqui en la ciudad, por lo que la escuela cambia a los nios y las nias que pasan por ella. En este sentido, la escuela tiene rasgos que atraen y que repelen a la vez. 4 Zavala utiliza las perspectivas de Street, B. (1998) desde donde se plantean estos Nuevos Estudios de Literacidad. 164 PASAR POR LA ESCUELA CAMBIAR POR ASISTIR A LA ESCUELA: UNA EXPERIENCIA ENTRE LA CONTINUIDAD Y LA RUPTURA Los interlocutores coinciden en afrmar que los nios cam- bian despus de ingresar y asistir a la escuela. Los cambios remiten a efectos que se expresan en la lengua y en el cuerpo y esto, de alguna manera, es hablar de la identidad: que [los nios] quieren hablar puro espaol y ya no hablar el dialecto; los nios no quieren que sus mams se pongan traje tpico y los nios se empiezan a poner otras ropas, se baan ms [seguido]. Los padres indgenas, incluidos los tres interlocutores de este trabajo, identifcan muy bien en qu cambian los nios por asistir a la escuela. El tema de las incidencias de la es- cuela en los nios ha pasado por algn fltro de la refexin y el pensamiento de los padres, en el que la comparacin con la propia experiencia escolar y la actual vida en la ciudad resultan los escenarios desde donde se construyen mltiples sentidos. La pregunta sobre si los nios cambian cuando in- gresan a la escuela en la ciudad, conduce a Marcos, Pedro y Federica a refexionar. Lo que en ese cambiar se acenta, principalmente, refere a las costumbres y a la forma de pensar. Casi al inicio del dilogo con Pedro, despus de conocer algunos datos como cuntos hijos tiene, a qu escuelas asis- ten, desde cundo vive en la ciudad de Mxico y cmo es la vida en ella, de inmediato introduce el tema de la identidad. Esto es, una aclaracin inicial y fundamental de que el estar en otro lugar que no es el habitado originalmente por la co- munidad triqui, no representa perder identidad siempre y 165 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE cuando se contine con las tradiciones y el idioma nativo, el triqui. Pedro es preciso sobre esto: [...] P: Al principio s nos cost un poco (vivir en la ciudad), pero ya se adapta la gente a las condiciones de la ciudad; claro, sin perder la identidad que es lo ms importante. G: Y cmo es no perder la identidad? P: Seguir practicando nuestras tradiciones, hablando nuestro idio- ma. Claro que las condiciones son adversas algunas veces, como en la escuela tienen los nios que hablar en espaol para que puedan entender las clases, es un poco difcil para los nios; yo creo que s se puede hacer un plan de educacin, se pueden tomar en cuenta las diferentes culturas que hay en esta ciudad, que cada vez vienen ms grupos tnicos que emigran y estn aqu, se concentran en esta ciu- dad, se debe tomar en cuenta eso para hacer un plan educativo [...] para que en los programas ofciales se tome en cuenta que hay [que existe la] multiculturalidad. G: Y qu ideas tiene usted? P: Que haya educacin bilinge, que s hay nios triquis, nios mix- tecos que tomen sus clases, que se valore toda la cultura que trae el nio y que se enriquezca con el intercambio de experiencias [...], que se respete la identidad de los nios que s son triquis, que se respe- te que son triquis y que se fomente, que se fortalezca esa identidad de los nios que no se est tomando en cuenta realmente [...]. Ya los nios ya no piensan como triquis, ya piensan como nios de la ciudad y eso les hace cambiar la mentalidad a los nios. No estamos en contra de la gente de la ciudad, pero que comprendan que los nios tienen un origen, que son nios diferentes, con otras capacidades. G: Qu capacidades? 166 PASAR POR LA ESCUELA P: Nios que tienen otra cultura, pues, o sea que tienen otras tra- diciones milenarias que no es de ahorita, sino que son de nuestros abuelos [...], la escuela tendra que ser bilinge en el sentido de que les digan: A ver qu signifca esto, de dnde viene esto; ya la ense- anza de la lengua sera en su casa, pero la cosa sera que les dijeran qu onda, que los maestros sepan qu onda, de dnde son, cuntos pueblos tienen en la escuela y en Mxico, por qu los triquis de la baja y de la alta son distintos. Eso es lo que queremos que les enseen a los nios y eso sera muy rico, a lo mejor algunas palabras en triqui, pero no sera el tema la lengua, el tema sera: qu onda con ellos? [...] (entrevista con Pedro, 2002). Como representante de la comunidad, Pedro no deja hilos sueltos. En primer lugar, y ante todo esto, seala que lo ms importante es: no perder la identidad, aunque se viva fue- ra del territorio originario y, como seal en fragmentos an- teriores, se cambien las costumbres. Su posicin es que la escuela est cambiando la identidad de los nios, misma que se expresa en la forma de pensar, en que los nios ya no piensan como triquis, ya piensan como nios de la ciudad, y eso es cambiar la mentalidad a los nios. Este cambio en la forma de pensar de los nios es lo que representa cierto nivel de riesgo en torno a la posibilidad de que pierdan la identidad triqui. 5 En este sentido y en su visin, la experien- cia escolar de sus hijos no es fcil, principalmente porque todo lo que ocurre en la escuela y el aula es en otra lengua: 5 La expresin pensar en triqui, que surge principalmente del discurso de Pedro, aparece recurrentemente en l y es retomada en distintas partes de este trabajo. As tambin, en el documento Memorias del primer encuentro triqui de Copala (1998), el enunciado a partir del que se centra la discusin es Pensamiento triqui sobre educacin, aspecto sobre el cual me refer en el captulo 3 de este trabajo. 167 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE el espaol. Pedro no deja dudas acerca de la importancia de que los nios no pierdan la lengua materna, el triqui, por lo que sigue planteando que la escuela debera hacer algo para ello. En su perspectiva, una educacin bilinge para la escuela en la ciudad no estara centrada en la enseanza de la lengua indgena, sino en la introduccin al currculum de lo que podra llamarse la dimensin cultural y sociopoltica; esto es, la consideracin de la existencia de los pueblos y las comunidades indgenas y, con ello, el reconocer qu traen es- tos nios por provenir de tradiciones milenarias. Defende la idea de que los nios triquis son diferentes y para explicar esto agrega la idea de que tienen otras capacidades, ref- rindose a que tienen otra cultura y otras tradiciones milena- rias, distintas de las de los nios de la ciudad. 6
Si bien el tema de la lengua y las tradiciones que tienen los triquis en el relato de Pedro se ligan inicialmente a la defnicin de identidad, hacia el fnal del mismo se trasluce la nocin de mantener la identidad no centrada en la ense- anza de la lengua triqui en la escuela de la ciudad, sino a travs de promover el reconocimiento de la existencia de pueblos y comunidades con tradiciones culturales distintas. No obstante, la expresin pensar en triqui resulta un em- blema que soporta, para l, marcas de una identidad cultu- ral y lingstica ahora valorada en versin positiva. 6 Esto de las capacidades distintas que tienen los nios, ya sea por tener una lengua materna distinta, pertenecer a una comunidad indgena y hasta por presen- tar alguna diferencia fsica, es un tema que ronda en el sistema educativo tras las nuevas versiones de la integracin de la diversidad bajo la tendencia a presentar a todos en la misma escuela. Con esto se busca que los maestros integren a todos los nios, a travs de programas especiales y apoyos externos, como asesoras es- pecfcas e intervenciones en el aula para el tratamiento del currculum. 168 PASAR POR LA ESCUELA Marcos tambin mencion los cambios que se producen, en trminos de constitucin subjetiva, por asistir a la escue- la. En el primer encuentro con l, al pensar en su experiencia escolar y la que viven actualmente sus hijos en la ciudad, coment sobre lo que esperara como bien o valor para sus hijos por asistir a la escuela. Al mismo tiempo, introduce la nocin diferenciadora de tener costumbres de pueblo y tener costumbres de ciudad. Para Marcos, de manera dis- tinta de cmo lo planteara Pedro para quien las diferencias se instauran como oposicin, adquirir las costumbres de ciudad es lo difcil, pero reconoce que ellos (su familia), en su casa mantienen los dos tipos de costumbres: [...] M: Yo, cuando estuve la escuela, la realidad no luch mucho porque tambin fui muy cerrado; yo quisiera ahora que los nios estn ms abiertos, pero poco ensean los maestros y ellos deben estudiar ms, pero a veces no es as. G: Por qu usted dice que fue muy cerrado cuando fue a la escuela? M: Bueno, ms cerrado antes porque yo sal de mi pueblo, no saba qu era un tanque de gas, una estufa, un refri, y aparte eso era muy tmido a participacin de la escuela, a hablar con los amigos, siempre he estado aisladamente, pero ahora est [se refere a l y a sus hijos y familia en general] ms abierto por la tele, por la novela, por la ca- ricaturas, por las revistas, por muchas cosas, por eso los nios estn ms abiertos [...]. G: Usted tiene mucho tiempo viviendo en la ciudad de Mxico, ha sido difcil vivir aqu? M: Es difcil, porque cuando uno est en su pueblo es diferente, pero venir aqu, a Mxico, es difcil, pero poco a poquito vamos agarrando 169 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE costumbres de la ciudad, vamos agarrando clientes, negocios, enton- ces va uno acostumbrando. G: A qu costumbres de la comunidad se refere? M: S, viene siendo una escalera realmente, a veces nosotros, yo ten- go dos costumbres: uno es de pueblo y otro es de la ciudad. Porque costumbre de pueblo es cuando se hace, por ejemplo, da de los muertos seguimos poniendo la ofrenda y hacemos la ofrenda para los muertos, porque fallecieron todas las familias [...], yo sigo costumbres de pue- blo, creencias, pero a mis hijos como que no le gusta a alguno de ellos; entonces nosotros que estamos aqu hacemos costumbre de pueblo y cuando un bautizo o una boda tambin hacemos la mitad de pueblo y la mitad de la ciudad. [...] (Marcos, entrevista, 2002). Marcos refexiona a partir de su situacin escolar y considera que l estaba cerrado cuando iba a la escuela. Aparece la idea de no luch mucho [en la escuela], quizs como sin- nimo de no hice todo lo que habra podido para..., as que desea que sus hijos tengan otra actitud frente a la escuela y lo que ella brinda, o a lo que se puede acceder a travs de ella, mediante la imagen de estar ms abiertos. El estar cerra- do se asocia con estar encerrado en el pueblo y lo que impli- caba en trminos de no conocer aspectos de la vida fuera de su comunidad, como qu es un tanque de gas, un refrigera- dor, una estufa, elementos que conoci cuando sali del pue- blo. Al mismo tiempo se refere a caractersticas personales: tmido a participar en la escuela y a hablar con los amigos; aspectos que, pienso, resultan de la manera en que la escue- la ha establecido una nica forma de entender la conducta y, a partir de ello, las respuestas y actitudes de los nios. En este sentido, distintos trabajos que analizan las interacciones 170 PASAR POR LA ESCUELA que se establecen en el aula y la escuela con poblaciones ind- genas, o minoras culturales y lingsticas, muestran que los estilos de comunicacin e interaccin estn confgurados cul- turalmente. Paradise (1998) seala que la escuela marca como pasivos, poco interesados a los nios indgenas por tener otros estilos y otras formas de interaccin, que no concuerdan con los esquemas que tienen los maestros acerca de lo que debe ser una interaccin adecuada en el aula y la escuela. Es probable que esa manera de vivir la interaccin escolar lleve a Marcos a percibirse como tmido y poco participativo con los otros. En contraste, la vida en la ciudad se presen- ta como la posibilidad para abrirse, en tanto diversidad de objetos y situaciones para interaccionar. En esta valoracin, los medios como la televisin y los programas como novelas o caricaturas, as como las revistas, ayudan a que se pueda estar ms abiertos, lo cual parece resultar una ventaja y los cambios que pueda conllevar no se presentan como riesgo de perder identidad o pertenencia a una comunidad, en su caso la triqui. No obstante, esa apertura a tambin incluye una escisin: mantener las costumbres del pueblo y las costum- bres de la ciudad. Mantener esas dos costumbres representa valores dis- tintos para l y sus hijos. Para Marcos implica un nivel de tensin cuando piensa en la posibilidad de que sus hijos no continen con las costumbres de pueblo, aunque esto no lle- ga a transformarse en riesgo, porque lo seala ms adelante en esa entrevista los nios seguirn siendo triquis, ya que sus padres lo son y dejarn de serlo si ellos ya no lo quie- ren. Es decir, su concepcin de identidad cultural remite a la nocin de pertenencia a por haber nacido de, y a la vez 171 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE a la propia autoadscripcin (se ven combinaciones sobre lo complejo que representa pertenecer a un grupo cultural, o ha- blar de identidad). Conviven concepciones deterministas que entienden a la cultura como derivada de posiciones bio- lgicas referidas a la sangre; esta concepcin sobre lo cultural presente en muchos miembros de comunidades indgenas y no indgenas remite a que al mezclarse mediante el matri- monio entre indgenas y no indgenas se cambia la raza y, al mismo tiempo, nociones fexibles en las que la identidad cultural o la identifcacin con un colectivo particular se de- fne por el deseo de pertenecer, reconocerse y ser reconocido como miembro del mismo. Por su parte, el discurso de Federica es quizs donde la nocin de cambio por asistir a la escuela aparece sin cons- tituirse desde oposiciones. Es contundente al considerar que estudiar y llegar a los distintos niveles escolares sirve para mejorar, para cambiar. En el dilogo sobre si estudiar y acceder a distintos niveles escolares haba resultado impor- tante para ella, coment: F: S, yo creo que s [es importante estudiar], por eso creo que estudia- mos, para cambiar lo que siempre hemos vivido, por ejemplo, mis paps no tienen ni la primaria ni secundaria, mi pap hasta tercero de prima- ria y mam cero; mi pap habla un poco el espaol, pero mi mam no; quin sabe cmo es que aunque nunca estudiaron me apoyaron mucho; por ejemplo, cuando tengo que ir a conferencias o a un curso entonces ellos se quedan con mi hijo [...] (entrevista con Federica, 2002). Federica menciona un aspecto radical: estudiamos [en la escuela] para cambiar lo que siempre hemos vivido. Ese 172 PASAR POR LA ESCUELA siempre hemos vivido incluye la discriminacin, la opre- sin, la destruccin de la dignidad ejercida desde la sociedad mayoritaria/hegemnica hacia la gente de su comunidad. Es decir, y retomando a Hornberger (2000), la educacin que brinda la escuela representa un posible camino, no el nico ni exclusivo, para cambiar siglos de subordinacin de las comunidades indgenas en el contexto de los estados nacio- nales en Amrica Latina. En esta perspectiva de Federica no hay dudas sobre los benefcios que el estudiar en la escue- la traer a su comunidad, as como en esta puntuacin no hay espacio para plantear oposiciones entre costumbres por asistir a la escuela. Entonces, y a efecto de comprender en qu aspecto la escue- la cambiara no favorablemente en los nios de la comunidad triqui, me detendr en lo que se encubre detrs de expresiones como tener dos costumbres, la de pueblo y la de ciudad y los nios ya no piensan como triquis sino como de la ciudad, mismas que se expresaron con diferentes tonos e intenciones en las posiciones de Pedro y Marcos. Re-tomo los anlisis de Henze y Davis (1999) para resaltar cierta implicacin de lo que en ocasiones se ha sedimentado para la comprensin, de- trs de frases como caminando en dos mundos y lo mejor de ambos mundos, utilizadas como parte de las propuestas y los programas dirigidos a las poblaciones indgenas. Siguien- do el planteamiento de las autoras, frases como las mencio- nadas implican en muchos casos una perspectiva esttica de la cultura, y por ello hacen una interpretacin simplista de la complejidad que involucran los procesos de negociar ms de una identidad. Esto ltimo, y como si fuera poco, es lo que est en juego, por ejemplo, en la escuela. 173 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE Es interesante observar la manera en que las frases men- cionadas forman parte de los repertorios de los interlocuto- res de este trabajo, para explicar cmo son sus vidas en el escenario migrante y, en esto, cmo a travs de la escuela se refractan visiones que aparecen como duales. Sin embargo, hay diferencias en los usos de estas frases entre Marcos y Pe- dro. La expresin de Marcos en la que tenemos [ahora que vivimos en la ciudad] dos costumbres, la de pueblo y la de ciudad, no se postula con la intencin de marcar la destruc- cin cultural que provocara el vivir en la ciudad y asistir a las escuelas, ms bien es un modo de expresar la posibilidad de adscribirse a mltiples escenarios y vivencias que impli- can identidades mltiples en tanto adscripciones identitarias diversas (Trueba, 1998, 2001), mismas que no necesariamen- te estn resultando fuente de desindianizacin (Bonfl, 1993). No obstante, las referencias de Pedro tienen otra conno- tacin. La expresin los nios ya no piensan como triquis sino como de la ciudad, porque, entre otros aspectos en la ciudad hablan todo el tiempo espaol, sita al lenguaje, sobre todo al uso del idioma espaol, como situacin fun- dante de los riesgos que la escuela producira. Pedro, como lder poltico, retoma las perspectivas de la escuela caste- llanizadora e impositiva, al mismo tiempo que reconoce el valor social del aprendizaje del espaol y con ello la posibi- lidad de acceso a mejores condiciones de la ciudadana en su dimensin nacional. Pero detrs de ese equipararse por va de la escuela y el acceso a una pretendida identidad comn como la mexicana, hay huellas. Estas son marcas por el dolor que ha implicado la negacin identitaria, en la bs- queda imaginaria de una identidad que permitiera salir de 174 PASAR POR LA ESCUELA la marginacin y la exclusin. En este sentido, si bien la es- cuela general ayuda y es valorada, porque desde el espaol hasta las habilidades y los modos de interaccin socialmen- te reconocidos como vlidos cmo dirigirse a los maestros y las autoridades, cmo presentarse para distintos eventos, entre otros aspectos, permiten ubicar cmo todos los que pasan por all todava no resuelven la negacin. Tal vez en este punto adquirir el espaol como equivalente de acceso a una supuesta ciudadana nacional es donde se mezcla el sentido de aprender en la escuela una o varias lenguas. El problema no est en aprender el espaol o slo la lengua in- dgena o las dos, pues para los triquis tambin sera impor- tante que los nios aprendieran el ingls. Por ello, y si bien el discurso de Pedro se centra en la lengua para la defensa identitaria, l tambin reconoce que el acceso a la escuela ge- neral le ha permitido conocer otros mundos, otros idio- mas. Lo que l est poniendo en tensin es la necesidad de reconocimiento en la escuela de la diversidad, lo que incluye a las lenguas indgenas. Hablar de la lengua resulta un modo de hablar sobre las otras ciudadanas que pueden reconocerse en las comunidades indgenas como la familiar-comunal, la regional, adems de la nacional (Varese, 1997, 2002), y lo que algunos llaman identidades compuestas (Garca Canclini, 1999). As, la lucha por la presencia y el reconocimiento de estas otras ciudadanas, no slo en los papeles sino en el real acceso a una vida mejor, es lo que cruza el sentido de la escuela. Planteamientos como el de Pedro resultan cuestionamien- tos legtimos de estas comunidades para quienes histrica- mente la escuela se ha presentado como una institucin que busc, ms bien, borrar y ocultar las diferencias culturales 175 CAPTULO 4. REPRESENTACIONES CRUZADAS EN TORNO AL APRENDIZAJE y lingsticas que siempre han existido. En la memoria de las comunidades sobran los ejemplos de distintos miembros que salieron de la comunidad para estudiar y nunca ms volvieron, olvidando a su gente, lo cual implica la negacin desde los propios hijos de la comunidad. Sin embargo, tam- bin existen miembros de esta comunidad que han accedido a una larga escolaridad que no contempl diferencias cultu- rales ni lingsticas. Estos miembros hoy son representantes de su comunidad, viven fuera de los territorios de proceden- cia, pero mantienen lazos tan fuertes que nadie podra dudar de sus adscripciones identitarias, aunque el costo, en ocasio- nes, sea muy alto. Es indudable que la experiencia de la escuela y la de vi- vir en la ciudad, y no en las comunidades de procedencia, resulta un sitio complejo donde las identidades se reconfgu- ran permanentemente en esta relacin entre la continuidad y la ruptura (Hall, 1996). Lo anterior implica la necesidad de abordar algo de lo que atraviesa al deber ser de la escue- la: la lengua, las costumbres, la identidad, y los modos en que entendemos y utilizamos estos constructos. No es fcil comprender y ubicar las concepciones que aparecen en opo- sicin, bajo la trampa de nociones estticas sobre la lengua y la cultura. Aun as, es la demanda de las distintas comuni- dades la que apunta a reconfgurar, de modo equitativo, ese escenario de prcticas en trminos de equiparar la posibili- dad de presencia de la diversidad, tal vez con la perspecti- va de referir a las lenguas, las culturas y las identidades en plural. En este captulo se observa que adquirir el espaol a tra- vs de la escuela, resulta un bienestar, al mismo tiempo que 176 PASAR POR LA ESCUELA es percibido como un riesgo para algunos miembros de la comunidad triqui; nuevamente se resalta una relacin entre la continuidad y la ruptura, tensin en la cual se van consti- tuyendo nuevas identidades (Hall, 1996). En los siguientes captulos mostrar que si bien la escuela y el acceso a los saberes de escritura (Chartier, 2004), de la que ella es respon- sable, forman parte de un aspecto apropiado por las comu- nidades como la triqui, esto tambin los confronta con sus propios sistemas de conocimientos. Lo anterior es as por- que se descubre que existen distintas nociones y valores que guan el sentido de aprender y pasar por la escuela, mismos que se sostienen en concepciones alternas de esta comunidad, entre ellas: qu es ser una persona indgena y qu se espera de los miembros de estas comunidades. 177 E n este apartado retomo la percepcin que los inter- locutores triquis tienen cuando sealan por qu es distinto el aprendizaje que se obtiene a travs de la escuela y el que se da en el contexto de la comunidad y la vida familiar-comunal. Lo anterior se discute no tanto en el sentido de los cambios que, en la percepcin de esta comunidad triqui, provoca la institucin escolar en los ni- os (aspecto que se trabaj en el captulo anterior), sino para conocer el valor que se asignan a los saberes/conoci- mientos que se obtienen por asistir a la escuela en contraste con los que se obtienen por ser parte y miembro de una comunidad lingstica, cultural e histrica como la triqui. Esta diferenciacin surge porque en los datos se aprecia una distincin, a veces explcita y otras no tanto, entre la naturaleza y el valor de los saberes que se adquieren en un contexto y en el otro. CAPTULO 5 LA ESCUELA ENTRE SABERES 178 PASAR POR LA ESCUELA Se muestra cmo, en un nivel, la representacin de la ex- periencia de aprendizaje escolar resulta una confrontacin con la experiencia de aprendizaje referida al contexto comu- nitario y familiar de esta comunidad triqui, por las formas en que se expresan y generan los aprendizajes en cada contex- to. Al mismo tiempo, hay indicios de que esa confrontacin no resulta un obstculo en trminos de cerrar condiciones de aprendizaje y, adems, deja entrever las posibilidades de dialogar entre sistemas de conocimientos distintos. Se tra- ta de reconocer la existencia de una ecologa del conocimiento (Varese, 2003a, b) o de comunidades epistmicas (Villoro, 1991), mismas que construyen sus propias nociones sobre lo que es ser una persona, saber y ensear. SABERES POR ASISTIR A LA ESCUELA Y POR SER MIEMBRO DE LA COMUNIDAD Los saberes y conocimientos que se transmiten a travs de la escuela han sido tema de anlisis y estudio desde dife- rentes disciplinas y perspectivas. Forman parte de la discu- sin existente en torno a los saberes ms valorados que sta transmite: leer y escribir, mismos que podemos defnir, si- guiendo a A. M. Chartier (2004), como saberes de escritura, los que invocan a saberes cientfcos y tcnicos universales. Esta discusin sobre los saberes universales que correspondera transmitir a la escuela lo cual se tradujo como el descono- cimiento y/o la negacin de los saberes locales que traen los nios, en este estudio de comunidades indgenas, por parte de maestros, autoridades educativas y padres de fa- 179 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES milia que hacen a cada escuela, forma parte de la discusin educativa para atender el tema de la diversidad en la insti- tucin y tambin est presente en algunos miembros de co- munidades indgenas, principalmente en la voz del lder de esta comunidad triqui en la ciudad. La misin de la escuela del siglo XX fue trabajar con saberes cientfcos y tcnicos (Chartier, 2004) transformados en contenidos escolares, mis- mos que se plantearon como universales por la ligazn entre conocimiento cientfco y conocimiento universal. Lo ante- rior condujo a una forma imperativa e impositiva de plan- tear una sola manera de conocer y aprender, de interaccionar y de responder a los mandatos escolares y a su evaluacin (Rogoff, 1993; Serpell, 1996; Paradise, 1998). A travs del dilogo con los padres de familia indgenas triquis, as como con los de otras comunidades etnolings- ticas que asisten a las escuelas del centro de la ciudad de Mxico, se pueden identifcar narrativas que conducen a interpretar la experiencia de vivir en la ciudad como par- teaguas de un determinado modo de vida. Esto es, asistir a escuelas generales en la ciudad, por alguna razn lleva a decir a los padres de familia que la vida de sus hijos es muy distinta a la de ellos, que los nios ya no saben trabajar y vivir como en el campo y la comunidad, porque son de la ciudad, ya no piensan como de la comunidad sino como de la ciudad, ya no son triquis sino de la ciudad. Estas expresiones muestran posiciones diversas, referen a las con- cepciones construidas histricamente por esta comunidad triqui en torno a los saberes y las prcticas que adquieren los que viven y pertenecen a esa comunidad, en oposicin a los saberes y prcticas de aqullos que ya no viven en la co- 180 PASAR POR LA ESCUELA munidad y que han adquirido otras. Es en relacin con esto ltimo donde aparecen una serie de caracterizaciones que, en torno a la imagen de la experiencia de aprendizaje en la escuela, se viven en oposicin: los saberes por ser y pertene- cer a la comunidad los saberes por asistir a la escuela. Para tratar lo anterior sealar un fragmento del dilogo con Pedro, porque es donde aparecen de manera ms expl- cita algunas de las caractersticas que presentan los saberes que se obtienen por pertenecer a una comunidad cultural, lingstica e histrica, y los que corresponden al mbito de la institucin escolar. Al comentar con l sobre lo que impli- ca o no el que los triquis asistan a la escuela, seal: [...] P: Lo que aprende uno en la escuela es que aprendes a hablar un poco ms el espaol y ves otras cosas, pero hay indgenas que no han ido a la escuela y saben ms que yo, ms de la vida. G: Pero entonces, para qu es importante ir a la escuela? P: Es importante para que puedas aprender otras cosas, si pudie- ras, pero el saber originario es importante, porque luego hay muchas cosas que dejas de lado como los valores, y dejas muchas cosas ah tiradas que tienes que recuperarlas despus, irlas levantando, pero s, es muy importante tambin. Yo creo que no hay ninguna diferencia; lo diferente es que los compaeros que no han ido a la escuela sufren un poquito ms, pero yo creo que hay compaeros que saben mucho a travs de la experiencia; de repente dices que a lo mejor sabe igual que t, o a lo mejor saben hacer otra cosa y te orientan. Es el espritu colectivo de l sabe y yo s y sacamos algo, porque no es un saber individual, eso t lo sabes, porque nuestros paps lo saben y nuestros abuelos lo saben, y hay cosas que se me olvidan que t lo puedes 181 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES recordar y no es un conocimiento de ahorita sino es un conocimiento de siempre, y no es algo que yo nada ms sepa, la obligacin de todos es saber a dnde vamos para llegar ah y es un saber colectivo [...] (entrevista con Pedro, 2002). En este dilogo, Pedro hace un uso indistinto de las nocio- nes saber y conocimiento, en el sentido de que utiliza ambas para referir los aprendizajes que se generan por ser miembro de la comunidad y, en contraposicin, por asistir a la escuela. Retomando a Villoro (1991:170), no es que el trmino saber tenga distintos sentidos segn las circunstancias sino que solemos aplicarlo de manera inapropiada a creencias razo- nables, cuando stas cumplen nuestro fn de orientarnos en un comportamiento determinado. 1 No es propsito de este estudio defnir si el tipo de saber que menciona Pedro es un saber, una creencia o un conocimiento, sino ms bien recono- cer que con esa nocin se refriere a lo que Varese denomina una ecologa del conocimiento, que implica un modo de cono- cimiento y una interrelacin entre la agencia y la naturaleza defnida culturalmente (2003:139), lo que es una epistemologa nativa (Varese, 2003a, b), o lo que desde otra perspectiva Vi- lloro (1991) denomina una comunidad epistmica. Al mismo tiempo, abordamos las nociones de saberes/conocimientos en tanto aprendizajes heredados y en construccin (lo adqui- 1 El autor considera que, en cualquier circunstancia, los fnes prcticos determinan si nos contentamos con creencias razonables o exigimos saber para asegurar el xito de nuestra accin; slo porque el conocimiento no es una operacin desinte- resada puede explicarse que en unas circunstancias consideremos slo unas pocas razones para inferir que sabemos y en otras exigimos razones ms completas para hacer la misma inferencia. La prctica determina el grado de justifcacin que re- querimos. 182 PASAR POR LA ESCUELA rido y lo vivido), que resultan una prctica, entendindola como una historia compartida de aprendizaje (Wenger, 2001:123). En su discurso, Pedro, aun cuando afrma que no hay ninguna diferencia entre los que asisten a la escuela y los que no, plantea una oposicin entre saberes. Seala diferencias entre los dos tipos de saberes el de la comunidad y el de la escuela, que se obtienen por caminos y formas que implican cualidades distintas para cada contexto. Entre los aspectos que constituyen marcas diferenciadoras se encuentran: a) Existe, por una parte, un saber que se construye en el con- texto de la comunidad y en la relacin e interaccin perma- nente con los otros de la comunidad y, por otra parte, un saber que se da en el espacio escolar y tiene la impronta de ser individual. Sobre el primer tipo de saber, Pedro da pistas para caracterizarlo y explicitar su diferencia respecto del que se obtendra va la escuela. As, el primero est en relacin con lo que saben otros, como los padres y los abuelos, otros que son de la comunidad y que te recuerdan permanentemente un lugar originario (como de pertenencia) y un lugar hacia el futuro; es un saber de un sujeto colectivo, o como l se- al: un saber colectivo. Un tipo de conocimiento que no se pierde, porque aun cuando se te olvide estn esos otros de la comunidad que te lo pueden recordar, como lo indic: [...] es el espritu colectivo de l sabe y yo s, y sacamos algo porque no es un saber individual, eso t lo sabes porque nuestros paps lo saben y nuestros abuelos lo saben, y hay cosas que se me olvidan que t [el otro de esa comunidad] lo puedes recordar. En contraste, el segundo tipo de saber se 183 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES ubica en un sujeto individual, aunque queda implcito en el discurso de Pedro. b) Otras cualidades que tendran estos saberes, y retoman la inscripcin de Pedro, es su trascendencia en el tiempo. Que el conocimiento pertenezca a un colectivo (de todos, de la comunidad), hace que sea un conocimiento como a travs del tiempo, l dice: [...] no es un conocimiento de ahorita sino es un conocimiento de siempre. Es un conoci- miento que es duradero, que pervive a travs del tiempo y al que se puede acceder siempre, porque estn otros miembros de la comunidad los abuelos y los padres, quienes ope- ran como portadores permanentes de ese conocimiento, son como un texto permanente. Ese conocimiento que permea a travs del tiempo y de las personas, contrasta con un conoci- miento que es de ahorita. Si bien Pedro no hace referencia a cul podra ser ese tipo de conocimiento ms inmediato, el sentido de la pltica permite pensar que ese conocimiento de ahorita, refere al que se obtiene va la escuela; el que se aprende y se olvida, el que no es de siempre. c) El valor que se asigna a la experiencia como fuente de saber y conocimiento. Pedro seala que la nica diferencia que existe entre los que van a la escuela y los que no van, es que stos ltimos sufren un poquito ms. No obstante, entre los que no van a la escuela hay algunos que saben ms de la vida a travs de la experiencia que se adquiere por ser miembro de una comunidad. 2
2 Trabaj la nocin de membresa en el captulo 3; para ello utilic, entre otros, los trabajos de Warren (1999), Bartolom (1996, 1997), Lewin (1999), Cohen (1999), Va- 184 PASAR POR LA ESCUELA La participacin en las distintas actividades que invo- lucran a los miembros de las comunidades indgenas im- plican fuertes procesos de enculturacin, en el sentido de que incluyen procesos de enseanza y aprendizaje orien- tados culturalmente. Esto ltimo remite, en parte, a lo que Pedro llam el saber por la experiencia, que tienen en la vida los que no fueron a la escuela, mismo que re- fere al aprendizaje de habilidades y valores importan- tes para la comunidad. Esa experiencia se constituye en un lugar reconocido desde donde se obtienen saberes y conocimientos. 3 En contraste, la posibilidad de apren- der a travs de la experiencia en el espacio escolar se erige desde las no-palabras; es decir, la escuela por contras- te se transforma en lugar de la no-experiencia, que no te per- mita saber de la vida. El siguiente esquema se confgura a partir de la caracteri- zacin sobre el discurso de Pedro: rese (2003a), que sealan distintas actividades que implican la participacin en la vida comunitaria, mismas que dan experiencia y ayudan a ir tomando posicin y responsabilidad como parte y miembro de la comunidad. Sobre esto volver en el captulo 6. 3 La nocin de experiencia, en tanto aprendizaje por participar, caracterizacin de las tradiciones de aprendizaje indgenas, es analizada en el siguiente apartado de este captulo. 185 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES Saber/conocimiento (que se adquiere por ser miembro de la comunidad) Saber/conocimiento (que se adquiere a travs de la escuela) Colectivo porque se comparte con los padres, abuelos y otros de la comunidad. Individual. Se construye en interaccin permanente con otros de la comunidad que te recuerdan de dnde vienes y hacia dnde vas. [La interaccin est en duda, y la que ocurre no te recuerda el pasado y da pocas seales hacia dnde caminar, ir]. Es de siempre. Es de ahorita. Por la experiencia. [No-experiencia] Nota: Las referencias que aparecen entre comillas ( ) son textuales del discurso de Pedro, y lo que aparece entre corchetes ([ ]) lo pongo para ubicar las referencias. Este esquema tiene la intencin de grafcar las representa- ciones que, en torno a la experiencia escolar, se construyen para miembros de la comunidad triqui migrantes. Pero no es mi inters reforzar, a travs de grfcas, la oposicin que se presenta sobre los saberes que se obtienen en contextos distintos, sino mostrar cmo esta oposicin atraviesa y for- ma parte del discurso y de la experiencia que se vive en re- lacin con los aprendizajes escolares. La pregunta es si las diferencias que marca Pedro sobre los saberes hablan de saberes incompatibles, o ms bien se presentan polarizados por la resistencia a la forma mono- cultural en que se han planteado los saberes en la escuela pblica general para todos. 186 PASAR POR LA ESCUELA LA NOCIN DE PERSONA Y LA DE EXPERIENCIA COMO REFERENTES DE LOS PROCESOS DE APRENDIZAJE Considerando lo planteado por Pedro, podremos entender que la escuela es un campo de cruce, choque, enfrentamiento de mltiples sentidos, signifcados y nociones que a menu- do se encuentran en oposicin, como saberes comunita- rios/locales frente a saberes universales/occidentales. La diferenciacin entre saberes an permanece polarizando parte de la discusin educativa al plantear sentidos para la escuela, principalmente cuando se pone como tema a sor- tear el de las tradiciones culturales que all se encuentran. Esa polarizacin, que tambin aparece en el discurso de Pe- dro, se expresa en el discurso pedaggico al momento de abordar, por ejemplo, lo que se conoce como educacin ind- gena y educacin intercultural, discursos que se traducen en currculos llamados de base tnica o integrados, con matices segn los casos (McCarthy, 1998; Aikman, 1999). Pedro seala la existencia de un saber que es origina- rio vinculado a la vida comunitaria diferente del saber que se adjudica al mbito de la escuela. Resalta la experiencia como fuente de ese saber originario, que sera distinta (y en oposicin) al camino que se utiliza en la escuela para llegar a ese otro saber. As, la experiencia de aprendizaje, va la comunidad, se caracterizara por ser colectiva, mientras la que da la escuela se presentara como individual. De este modo trata de hacer explcita la forma en que se vive el in- volucramiento o la participacin en esos distintos saberes, aunque el nfasis aparece por la oposicin saber colectivo de la comunidad-saber individual de la escuela. Frente a 187 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES esto, la pregunta es: cmo estas concepciones inciden en los signifcados que se atribuyen a la experiencia escolar y, de acuerdo con lo anterior, cules son las posibilidades para el dilogo entre tradiciones culturales diversas? En primer lugar, para abordar la pregunta retomar una categora central que emerge del discurso de Pedro: la exis- tencia de un saber colectivo, a la que entiendo en analoga con el llamado sujeto colectivo, constructo que en algunos estudios socioantropolgicos se discute a travs de la nocin de persona en las comunidades indgenas. En segundo lugar, y volviendo a la pregunta, me referir a la misma categora de Pedro, saber colectivo, pero para mencionar la discu- sin que existe respecto de las conceptualizaciones en rela- cin con los procesos de enseanza y de aprendizaje en pueblos y comunidades indgenas. En la categora saber colectivo se involucran tanto la dimensin del contenido como de la forma, porque ambas se constituyen mutuamente. Entender la nocin de persona es central para compren- der la existencia y las metas de los grupos indgenas en la sociedad contempornea. La nocin de persona constitu- ye un producto de cada sociedad, que expresa un conjun- to de representaciones derivadas de esa experiencia de la realidad, porque fnalmente cada sociedad concibe, defne y construye una particular versin de qu es una persona, de la relacin que establece con todos los que se consideran miembros y no miembros de esa sociedad y de lo que se es- pera de ella en tanto miembro de la misma (Bartolom, 1996; Tuhiwai, 1999; Varese, 2003a, b). Distintos trabajos indican (Warren, 1999; Cohen, 1999; Lenkersdorf, 2002) la participa- cin en diferentes rituales, actividades y obligaciones que 188 PASAR POR LA ESCUELA conforman la vida comunitaria en pueblos y comunidades indgenas, aspecto que va constituyendo las subjetividades de los miembros, o lo que se denomina la constitucin de la persona para esas comunidades. En este sentido, la pos- tulacin de Geertz (1983) en la que slo se llega a ser un individuo guiado por los esquemas culturales y los sistemas de signifcacin histricamente constituidos que ordenan nuestras vidas, orienta la forma de abordar el concepto de persona que realiza Bartolom (1996) en comunidades in- dgenas mesoamericanas. El autor seala que la preocupa- cin en esas sociedades no se ubica tanto en la construccin del individuo sino de los seres colectivos, facultados para desempearse efcientemente dentro de las redes sociales y simblicas propias de los distintos mundos culturales que habitan. 4 Siguiendo el planteamiento de Bartolom (1996:52), la nocin seres colectivos resulta una categora construida por la interaccin, en cuya representacin intervienen pro- cesos ideacionales variables que no slo se dan entre las culturas sino en el proceso histrico de la misma cultura, y todos los signifcados que otorgan los sistemas clasifcatorios parentales y polticos, los grupos generacionales de edad, la asuncin de identidades ceremoniales, adems de las ideas referidas a los aspectos inmateriales de la existencia, como son las concepciones anmicas. 5 Lo anterior no implica que 4 Bartolom (1996) acua esta concepcin retomando los trabajos realizados en esta l- nea por antroplogos brasileos como Carneiro Da Cunha y C. Rodrguez Brandao. 5 La defnicin del autor se basa en la vasta tradicin de estudios etnohistricos y etnogrfcos mesoamericanos, en los cuales se ubican las comunidades triqui. Con base en ello, seala tres dimensiones que estaran confgurando la nocin de persona en lo que se denomina sociedades mesoamericanas: fsicas, sociales y es- pirituales. Los trabajos de Alfredo Lpez Austn son referentes para esta construc- cin. Si bien se refere al altiplano de Mxico tradicin nahua, el autor seala que 189 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES no tengan existencia y reconocimiento las individualidades, sino lo que se acenta son los colectivos, la comunidad, y la participacin en ella como accin que orienta la constitucin de las subjetividades. En este sentido, nos remite a un con- cepto de persona que se plantea como individuo/colectivo, en que el sujeto tiene sentido de existencia en y por la relacin con la comunidad, en la misma medida que sta se hace corres- ponsable de las acciones de sus miembros. Tal nocin de seres colectivos es la que convoca el discurso de Pedro, a travs de la nocin de un saber colectivo, acentundolo como propio de sus tradiciones culturales en oposicin a un saber indi- vidual correspondiente a otras tradiciones. As, por esta no- cin de individuo/colectivo, para comunidades indgenas como la triqui, la existencia de un saber colectivo permite acercarnos a comprender que los saberes que se adquieren en la escuela tienen valor cuando resultan saberes para el colectivo, para la comunidad. A pesar de la descaracterizacin tnica (Bartolom, 1997), aspecto que refere a la prdida de rasgos culturales como la lengua y/o distintas tradiciones, al hablar de las comunida- des indgenas contemporneas an pueden reconocerse di- ferentes tonos de las voces del pasado, en que se incluyen tales muchos rasgos pueden generalizarse por ser compartidos en las llamadas cosmo- visiones mesoamericanas; asimismo, advierte que muchos elementos del pasado an estn presentes y vivos en varias culturas contemporneas pertenecientes a la gran tradicin mesoamericana. Entonces y considerando las tradiciones nahuas, Austn indica que practicaban un antropomorfsmo clasifcatorio, mediante el cual se equiparaban las taxonomas corporales, sociales, naturales y csmicas. El orden humano se haca, as, coextenso del orden del universo, pues formaban parte de un mismo sistema clasifcatorio. Por ejemplo, a nivel metafrico el cuerpo era la Tie- rra, la cabeza el Cielo y el Sol un corazn; as los nahuas del pasado y del presente exhiben una nocin de corporalidad en la que se expresan los mismos principios que ordenan el universo (Bartolom, 1996). 190 PASAR POR LA ESCUELA concepciones de persona. Considerar los cambios culturales vividos en esas comunidades no implica interpretar la pre- sencia de voces del pasado como menos propias, sino ms bien entenderlas en tanto pensamiento alternativo y nociones alternas (Tuhiwai, 1999), que se han ido construyendo en una larga historia; as lo seala Tuhiwai (1992:34): se trata de reconocer este pensamiento alternativo como formas dis- tintivas de hacer, en comunidades indgenas. Perspectivas como stas buscan explicar la existencia de grupos y comu- nidades indgenas en la sociedad contempornea, a travs de replantear nociones como la de persona y las relaciones individuo-sociedad. Sin intentar reconfrmar en qu medida esas nociones estn presentes en las comunidades indge- nas, lo que se busca destacar es que se pueden reconocer categoras culturales propias que los y nos distinguen. Todo lo anterior constituye parte de algunos principios que han orientado el campo de estudio sobre formas de en- seanza y aprendizaje en pueblos y comunidades indge- nas, en el sentido de que miraron a cada comunidad cultural y lingstica a partir de sus especifcidades y particularida- des. Parten de reconocer que la gente percibe, aprende y demuestra lo que aprende del mundo de distintos modos; eso que se aprende tiene infuencia de valores y prcticas de socializacin en las que cada sujeto ha sido enculturiza- do (Erikson, 1987; Swisher y Deyhle, 1991; Paradise, 1998). Considerando las interacciones que en estas comunidades se dan como parte de la socializacin en el contexto de la escuela y en el de la familia-comunidad, los procesos de enseanza y aprendizaje se han denominado: enseanza y aprendizaje formal (en la escuela), e informal (en el contex- 191 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES 6 La discusin sobre estilos comunicativos y de aprendizaje que se ha dado en el contexto norteamericano desde los aos 60 se resume en el texto de Ogbu, en Hand- book of Research on Multicultural Education (2001). Para el caso de Amrica Latina, el tratamiento y la discusin sobre el tema se ubica a partir de los aos 80, en los tra- bajos de Maurer (1977), Paradise (1987, 1992, 1996), y Aikman (1999). Esta ltima discusin se ha incorporado en menor medida en las perspectivas pedaggicas que orientaron el tratamiento de la educacin bilinge-bicultural, bilinge-intercultu- ral e intercultural-bilinge existentes en la regin. to de la comunidad). Los trabajos que sobre ello trataron, mostraron que existen distancias socioculturales y lings- ticas entre ambos contextos, las que incidiran en el logro y fracaso escolar, sealando la existencia de estilos cognitivos, comunicativos y de interaccin, y estilos de aprendizaje en distintas comunidades indgenas de Amrica. 6 Este campo de estudio ha contribuido a pensar y disear propuestas pedaggicas con mayor pertinencia cultural para el trabajo escolar, mismas que, en algunos casos, han alcanzado resul- tados exitosos. Me refero a exitosos a partir de la percep- cin que sobre stos han tenido y expresado las respectivas comunidades y los grupos socioculturales involucrados, al sealar que las estrategias implementadas por las escuelas y los maestros favorecieron el aprendizaje, al tiempo que fortalecieron las identidades y habilidades culturales de los nios (Jacob y Jordan, 1993). No obstante, la discusin en torno al tratamiento educativo de las poblaciones indgenas en la escuela, hoy sigue presentando una polaridad al mo- mento, por ejemplo, de plantear currculos. La polarizacin anterior se produce, en parte, por la ma- nera en que se ha caracterizado y utilizado lo concerniente al tipo de aprendizaje que se da en el contexto de la familia- comunidad y, en oposicin, al que se desarrolla en el contex- 192 PASAR POR LA ESCUELA to de la escuela. Esto ltimo es lo que se requiere reformular, por lo cual el trabajo de Rogoff et al., (2003) permite replan- tear los trminos de las distancias y diferencias sociocultu- rales. Las autoras sealan que, si bien existen contrastes en los procesos que se juegan en un contexto (la escuela) y en el otro (la comunidad), preferen hablar de las formas en que se organiza el aprendizaje en diferentes contextos, a las que llaman: assembly line-instruction and intent participation (lnea de ensamblaje y participacin como compromiso y con metas). La primera correspondera al modelo de enseanza caracteri- zado, generalmente, por la transmisin de un adulto hacia un nio, en que los adultos resultan los expertos y los ni- os a quienes hay que producir. En la segunda, tanto el adulto como los nios estaran involucrados en participar y compartir el proceso y los resultados. Si bien esto ltimo tambin resulta una polaridad, en trminos de lo que po- demos denominar tradiciones de enseanza, las autoras sealan que entienden esas dos tradiciones como procesos, mientras que en el contexto de lo que se llama educacin formal/informal, la dicotoma se aplica a lugares. Asimis- mo, y desde esta perspectiva, no se liga la diferencia a un solo escenario, ms bien se reconoce que tanto en la perspectiva de intent participation (participacin como compromiso y con metas) como en la de assembly line-instruction (lnea de ensamblaje), pueden presentarse rasgos combinados de los distintos enfoques; tambin destacan que los procesos de intent participation y assembly line-instruction no estn nece- sariamente relacionados con un tipo de actividades ni con un dominio de conocimiento tales como perspectiva prcti- ca versus terica o informacin concreta versus abstracta; la 193 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES diferenciacin est en la forma de involucramiento o parti- cipacin, no en el tema (Rogoff et al., 2003:184). Siguiendo el planteamiento de Rogoff et al. (2003), en el contexto de la escuela y en el de la comunidad saber va la escuela o saber por la experiencia de la vida comunita- ria, considero que la experiencia, en tanto accin y parti- cipacin, existe en los distintos contextos y resulta en s un medio de aprendizajes; porque, y retomando la perspectiva de Wenger (2001:132): [...] la experiencia resulta una prctica que es fuente de aprendizaje en la medida que supone procesos educativos basados en la parti- cipacin real, a modo de experiencia directa [...] por ello, existe una correspondencia entre conocer y aprender al plantear que se conoce algo al mismo tiempo que aprendes sobre ello. Siguiendo las nociones de Lave y Wenger (1991) sobre par- ticipacin guiada y perifrica, reconocemos que en la inte- raccin en el aula y en la escena de la escuela se construyen diferentes niveles y formas de participacin que incluyen de distinta manera a los colectivos en cuestin: maes- tros-nios; maestros-maestros; nios-nios; padres/co- munidad-maestros-nios. Lo anterior no implica que esas formas de participacin y colaboracin sean armnicas y produzcan siempre los resultados que la comunidad edu- cativa todos y cada uno espera de la escuela. Ms bien, y en este estudio, planteo que esas formas de participacin im- plican relaciones complejas de inclusin y de exclusin; de apren- dizajes signifcativos que van desde lo que se entiende como logro escolar hasta la resistencia. 194 PASAR POR LA ESCUELA Sin embargo, Pedro ubica la experiencia como fuente de saberes socialmente valorados slo en el mbito de la comu- nidad, que se presenta en la oposicin no-experiencia para el mbito de la escuela. l no seala explcitamente la existencia de esa no-experiencia para el mbito escolar sino, ms bien, al dejar un silencio para defnir lo que ocurre en la educacin for- mal, deja entrever un nudo de tensin, confrontacin y duda sobre lo que all ocurre con los miembros de las comunidades indgenas. 7 Esa tensin alude no slo al modo de participa- cin diferenciada por la manera en que se dan los procesos de enseanza y aprendizaje, sino a la falta de reconocimien- to de esa participacin como legtima (Wenger, 2001) 8 en el colectivo escolar. Partiendo de los trabajos de Lave y Wenger (1991) y Wenger (2001), hablar de participacin legtima refe- re a ser tratado como un miembro pleno y, a la vez, en potencia de esa comunidad educativa, lo que implica una expectativa porque se espera algo de l. Hablar de la existencia de una participacin legtima introduce la posibilidad de comprender la percepcin que los miembros de las comunidades ind- genas tienen en torno a su participacin como perifrica. Esto remite al lugar perifrico ilegtimo que en este momento ocupan las concepciones y los conocimientos locales en el escenario del aprendizaje escolar. Plantear lo anterior interpela para 7 Vase en este captulo, en el apartado Saberes por asistir a la escuela y por ser miembro de la comunidad, el esquema confeccionado donde se caracteriza el conocimiento que se adquiere por ser miembro de una comunidad y el que se adquiere a travs de la escuela. 8 Esta nocin de legitimidad se retoma del planteamiento de Lave y Wenger (1991), en torno a la nocin de participacin legtima y participacin perifrica legti- ma, para explicar diferentes formas de participacin, a modo de involucramiento y con ello de aprendizajes. 195 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES que el escenario escolar pueda transformarse en un espacio de aprendizajes que posibilite las trayectorias personales y comunitarias, es decir, que el aprendizaje en ese contexto se d y resulte parte de una experiencia de identidad (Wenger, 2001:260). Es en esto donde se ubican las demandas de los miembros de comunidades indgenas, como la triqui en la dispora. Entonces, lo que se presenta como distinto por las formas de aprender en un contexto (la comunidad) o en otro (la es- cuela) en realidad, en este estudio, se refere a esa falta de legitimidad con que se vive la experiencia escolar y no tanto una diferenciacin que implique incomunicabilidad. La larga escolaridad de dos de los interlocutores de este estudio permite identifcar que los conocimientos locales, o saberes locales, no son restrictivos en la medida que no per- mitan dialogar en tanto aprender con saberes correspon- dientes a otros dominios. En este sentido, diversos trabajos ubicados en el terreno de las epistemologas nativas sealan que si bien existen diferencias entre los conocimientos ind- genas y las formas de conocer, y otros sistemas de conoci- mientos, como al que en general llamamos occidental, esas diferencias representan tendencias ms que aspectos fjos (Gutirrez y Rogoff, 2003, en Barnhardt y Kawagley, 2005). Que lo que se plantea como sistemas de conocimiento in- dgenas tradicionales y el conocimiento occidental al que llamamos ciencia occidental, tienen un campo en comn re- ferido a la organizacin de los principios que los orientan, los hbitos de la mente con que opera, las habilidades y los procedimientos que utilizan y desarrollan, as como en tor- no a los objetos de conocimiento (Barnhardt y Kawagley, 2005:16). 196 PASAR POR LA ESCUELA Aun partiendo de la diferenciacin entre saberes que se plantea, no conduce a Pedro ni a Marcos ni a Federica a descalifcar el conocimiento que se obtiene por acceder a la escuela, porque sta sirve para algo o para mucho, aunque en el fragmento del discurso de Pedro la valoracin queda reducida a los que no han ido a la escuela sufren un po- quito ms. Su explicacin pretende resaltar la existencia de un saber de la comunidad como un tesoro, el bien co- mn, que est en la base y es la base para y desde donde se proyectan los futuros individuales y colectivos; ese saber de la comunidad es el piso que sostiene los valores de la co- munidad. Todo lo que se recoge en y durante el camino en que est la escuela, ser utilizado, desechado, reelaborado, olvidado, y en esta seleccin el saber de todos es una lnea orientadora. Esto es, se reconoce la existencia de valores y metas propias en comunidades concretas, lo que constituye, por supuesto, formas propias de ver y entender el mundo, qu es una persona y qu se espera de ella. No es de extraar que por la forma monocultural en que ha operado la escuela del siglo XX, aparezca como campo de batalla y confrontacin dolorosa para miembros de esta comunidad triqui, porque la comunicacin entre diversidad de sistemas an no resulta un terreno legtimo para plantear una relacin educativa equitativa en trminos de reconocer y recuperar conocimientos de los sistemas de conocimientos nativos y con ello imaginar nuevos escenarios educativos para todos. Lo anterior no quita que la escuela, para los inter- locutores de este trabajo, resulte en s misma una experiencia de aprendizajes a veces cercanos y otras lejanos, positivos y negativos, con signifcados variados y contrastantes. 197 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES LOS VNCULOS SOCIALES COMO POTENCIADORES DE RELACIONES INTERCULTURALES Y DE APRENDIZAJES La falta de reconocimiento y valoracin de la existencia de epistemologas nativas en el mbito escolar es a lo que me refer en el apartado anterior, tras la nocin participacin pe- rifrica ilegtima. Pero ahora me centrar en las maneras de vivir esa participacin perifrica, no en torno a la discusin sobre formas de organizar el aprendizaje sino al lugar asig- nado a los vnculos sociales como potenciadores de apren- dizajes interculturales. En los relatos de distintos padres de familia indgenas triquis, incluidos los de Pedro, Marcos y Federica, la refe- rencia a la falta de reconocimiento y valoracin en torno a la existencia de saberes que tienen los nios por pertenecer a comunidades histricas, culturales y lingsticas como la triqui, no se explicita en la confrontacin de saberes que im- plica la escuela monocultural, sino a travs de expresiones que en general remiten a situaciones vividas como discrimi- natorias. En este sentido, cuando los padres triquis sealan difcultades en la escuela no slo se referen a que los maes- tros no toman en cuenta lo que saben los nios en tanto aprendizajes socioculturales sino a que no son bien tratados y considerados por los maestros y compaeros de la escuela por la lengua que hablan, la forma que van vestidos a la escuela ellos y, sobre todo, sus mams cuando llevan sus ropas tpicas, las condiciones de aseo y por el descuido que, en muchas ocasiones, se les adjudica a los padres res- pecto de la crianza y la atencin sobre lo escolar de sus hijos. As, en la primera entrevista con Marcos, al referirse a la ex- 198 PASAR POR LA ESCUELA periencia escolar de sus hijos, lo que aparece como confron- tacin es el trato discriminatorio que se vive en la escuela, en ciertos momentos explcita y otros no tanto: [...] M: S, a veces en la escuela se burlan, la verdad yo no me siento mal, al contrario, pero no los nios, porque yo creo que a los nios no sabe qu es eso, no sabe por qu dice indio o por qu dice mestizo, no sa- be ni qu es. Entonces lo nico que me deca mi hijo era que hay un nio que le deca indio. Pues fui a ver y s, la maestra tambin algunas veces: pinche indio, o quin sabe qu, por qu? Si de indios venimos! Yo me pongo a platicar con ellos (los maestros y otros de la escuela), poco a poquito se va quitando esa costumbre, esa maura [...] (entrevista con Marcos, 2001). Las diferentes formas de vivir la discriminacin por miembros de comunidades indgenas en las escuelas generales, en los distintos niveles de la educacin bsica, es un tema que a par- tir de la dcada de 1990 se ha comenzado a explorar (Czarny, 1995a, b). En esas fechas comienza a identifcarse ofcialmente que la poblacin indgena se encuentra no slo masivamente en las ciudades, sino en las escuelas y en los distintos niveles escolares. 9 La fuerza del mestizaje, al costo de la negacin de las identidades lingsticas y las distintas adscripciones comu- nitarias de las poblaciones originarias, y con l, la transforma- 9 En el captulo 2 present una reconstruccin de cmo el sistema educativo na- cional, durante el siglo XX, trat y entendi la diversidad, centrada sobre todo en las poblaciones indgenas. Sealo que es a partir de los aos 90, que comienza a plantearse, en las polticas educativas, la necesidad de educar para un trato anti- discriminatorio que reconozca la diversidad. 199 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES cin en ciudadanos con una sola identidad mexicanos, por mucho tiempo fungi como nico lenguaje. Sealar lo ante- rior no implica desconocer que los pueblos y las comunidades indgenas han usado la escuela y la escolaridad para su pro- pios fnes, lo que algunos autores sealan como apropiacin escolar (Rockwell, 1996b; Bertely, 1998b) y, a travs de ello, el empoderamiento (Lipka y MaCarthy, 1994) de estas co- munidades, as como estrategias de resistencia que permiten la transformacin (transformational resistance) para alcanzar la autodeterminacin en el marco del estatus poltico y legal que buscan las comunidades indgenas (Brayboy, 2005). El acceso a la escolaridad general y no especfca para los indgenas permiti vivir de distintos modos la imagina- ria igualdad y el acercamiento entre sectores sociales, cul- turales y lingsticos diversos. No obstante, la valoracin en torno a la nocin de vivir la igualdad en el sistema escolar tambin tiene diversas facetas y nudos. Sobre todo por- que si bien comienzan a indicarse y reconocerse conductas discriminatorias por parte de maestros, alumnos y padres de familia en relacin con la presencia india en la escuela general, tambin es cierto que aunque esto sea tema hoy explcito de agenda, siempre ha operado de manera sutil. Es as que y por la fuerte consigna de la igualdad de todos en la escuela (Czarny,1995 a; Levinson, 1996), tan comnmen- te expresada en frases de maestros y directivos como en la escuela todos los nios son iguales, todos merecen el mismo trato, la discriminacin ha ocurrido ms bien de modo so- lapado. Es indudable que ese silenciamiento de las identida- des ha tenido repercusiones en la vivencia de los miembros de distintas comunidades indgenas que han atravesado 200 PASAR POR LA ESCUELA los distintos niveles del sistema escolar. Es justamente y a partir de la valoracin sobre el sentido de pasar por la escuela que reconozco en los discursos de Marcos, Pedro y Federica una distincin. Con ella se resalta la forma en que se presentan los vnculos sociales y cmo esto juega en la reformulacin de identidades negadas por los miedos a la discriminacin. Marcos, quien curs la secundaria y parte del bachillera- to en una escuela religiosa en otra entidad (San Luis Poto- s), seal que le hubiese gustado estudiar la universidad, que all es distinto [...], all el trato con los indgenas es igual. Esta mencin es producto de algunas concepciones que se van construyendo en torno al sistema educativo en- tre los miembros triquis que habitaban en la calle Lpez. Al respecto, los comentarios de Pedro y Federica, ambos es- tudiantes universitarios en la UNAM, seguramente inciden en perspectivas como las anteriores. Durante las entrevis- tas con ellos, aparece una distincin en el relato de ambos al referirse a su experiencia en la universidad, en contraste con la experiencia escolar en los distintos niveles educati- vos cursados en la ciudad de Mxico y en la entidad de la que proceden. Para Pedro y Federica las referencias a la experiencia en el nivel superior la universidad se presen- tan no slo distintas a las anteriores sino con un tinte trans- formador, porque potencian la reconstruccin identitaria. En este sentido, es muy sugestivo el dilogo con Federica, porque al hablar de su experiencia en los distintos niveles educativos, realiza una puntuacin en torno a la universi- dad. As inici su comentario: 201 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES [...] F: En la universidad fue muy diferente!, all todos son conscientes, saben a lo que van, por qu van, tienen objetivos. Ah les dices que eres indgena y todos sorprendidos: Oye, sabes un dialecto? Ens- ame!. A todos les interesa aprender una lengua indgena, porque est muy de moda eso de los zapatistas y los indgenas; yo les deca: se pasan! No se vale noms porque est de moda. Ah es distinto, lle- vo mi huipil y me preguntan: Dnde te lo compraste? [risas]. G: Por qu en la universidad es distinto? F: En la secundaria, en la prepa, yo sent que trataban de alejarme, porque yo siempre dije que era indgena, que hablaba el triqui, lo de- ca para que me conocieran un poco ms, igual a algunos les vala queso, te trataban igual que a otro, o le entras a esto o a aquello, te decan. En la universidad es distinto, porque casi todos hablan de indgenas; ah yo ya ni opino porque ellos hablan muy superfcial, pero lo que es real, no saben el fondo del problema; por ejemplo, si estudian un problema social es lo que ven y hasta ah, no viven para vivir ese problema, o sea no viven para poder explicar ese problema, no viven dentro de esa sociedad [...] (entrevista con Federica, 2002). En la universidad, paradjicamente, espacio que se carac- teriza por el tratamiento de esquemas de conocimientos cientfcos universales es donde, en la trayectoria de estos interlocutores, se producen instancias de transformacin. El tema de los saberes/conocimientos en el escenario de la universidad pblica, 10 donde Pedro y Federica estudiaron 10 Se destaca que la referencia a los procesos indicados en este estudio remiten al contexto de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, UNAM, y a las carreras de Ciencias Polticas y Trabajo Social, que estudiaban Pedro y Federica, respecti- vamente. 202 PASAR POR LA ESCUELA el mismo currculo que todos los estudiantes que all asis- ten, no parece resultar la cuestin. Al mismo tiempo, lo que se anticipa como movimiento transformador en ese espa- cio escolar se vincula con el papel de las relaciones sociales que all se generan, mismas que facilitaron, en parte, que el aprendizaje resultara una experiencia socialmente valorada, por- que se pusieron en juego las identidades (Wenger, 2001), as como la membresa a comunidades diferenciadas (Serpell, 2001). Con esto no pretendo sealar que el nivel de educacin superior resulte en s mismo una instancia que favorezca la existencia de procesos como el sealado, ms bien, y a partir de las narraciones de los interlocutores de este estudio, identifco aspectos como las relaciones sociales que, en determinados esce- narios educativos, han posibilitado ciertos cambios en rela- cin con la valoracin de la experiencia educativa formal. A diferencia de cmo Federica perciba el trato por su procedencia e identidad en los otros niveles educativos, en la referencia al escenario universitario habla de la presen- cia de su identidad y del valor por la misma, recuperacin que se produce por la mediacin de las relaciones sociales all establecidas (Schiff, 2003:281). En este sentido, trabajos como el de Schiff (2003) en el contexto universitario israel en un escenario de fuertes tensiones polticas por la lucha de comunidades en torno a un territorio, donde se abordan las confguraciones identitarias de estudiantes rabes en la universidad hebrea, seala que son las relaciones sociales las que median entre el individuo y la cultura, y las que introducen o prohben la construccin de ciertas historias en nuestra identidad colectiva (Schiff, 2003:282). El autor tambin sostiene que en ese espacio universitario donde las interacciones se produ- 203 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES cen con otros cercanos y lejanos, se reescribe la concepcin sobre la propia identidad, as como la de los otros. Esa reins- cripcin de las adscripciones identitarias favorece la crea- cin de nuevos caminos por donde circula el yo individual y el colectivo. 11 Es as que la experiencia escolar en el contexto universita- rio de los interlocutores de este trabajo, miembros de comuni- dades indgenas, promueve un ejercicio poco experimentado en los otros niveles del sistema educativo. A partir de las re- laciones sociales que se establecen en ese escenario se produ- ce una recuperacin de la memoria (Peshkin, 1997), que trabaja sobre la posibilidad de reconocerse como sujeto/miembro de comunidades culturales y lingsticas. Esto implica una recu- peracin positiva de la imagen identitaria que ha sido soca- vada en los distintos niveles escolares y en la experiencia de confrontacin en la vida cotidiana con otras comunidades, y con la sociedad que no se reconoce como indgena. Esa recu- peracin de las identidades individuales y colectivas se ge- nera alrededor y entre los contenidos acadmicos escolares universitarios, sobre todo por las relaciones y los vnculos so- ciales all experimentados. En este sentido, el espacio univer- sitario provee, para Federica y Pedro, un insight para la toma de conciencia sobre las propias condiciones socioculturales de 11 El trabajo de Schiff (2003) destaca que, a partir de las relaciones sociales estable- cidas entre estudiantes provenientes de pueblos y comunidades diferentes y en fuerte confrontacin poltica, se producen, no sin tensin, condiciones de mutua aceptacin y comprensin y, por ello, las identidades pueden reformularse para llegar a ser ms inclusivas. En este sentido, para los interlocutores triquis la vi- vencia de inclusividad en el espacio universitario, y con base en la bsqueda de reconocimiento que sostienen las comunidades indgenas, representa un lugar desde donde se pueden imaginar y reconstruir caminos para el futuro individual y colectivo. 204 PASAR POR LA ESCUELA procedencia, aspecto que resulta clave en la transformacin y reconfguracin de identidades que sistemticamente han sido disminuidas y lastimadas, como es el caso de las identi- dades culturales y lingsticas de los pueblos y comunidades indgenas de Amrica. Es interesante destacar que el ejercicio de reconocer y valorar las adscripciones comunitarias forma parte de las propuestas pedaggicas que se elaboran explcitamente, por ejemplo, para que las poblaciones indgenas hacia quienes se dirigen esos programas 12 puedan revertir estigmas y visio- nes negativas sobre sus propias comunidades e identidades, aspectos que forman parte de sus creencias. No obstante, y retomando el relato-texto de Federica, lo que se restituye en trminos de valoracin positiva y recuperacin de la memo- ria, tambin aparece confrontado en ese espacio educativo universitario. Si bien Federica expresa, por una parte, toda la valoracin que implic el encuentro con otros en la universidad en torno al reconocimiento legtimo sobre su adscripcin sociocultural y lingstica, al mismo tiempo seala que ese reconocimiento sobre lo indgena a veces refeja un conocimiento superf- cial de esta poblacin. Esa mencin de superfcialidad refe- re a que al fnal los que no son indgenas, en su perspectiva, no logran entender verdaderamente la problemtica por- que no viven dentro de esa sociedad. De nuevo es Federica quien, al igual que lo sealara Pedro, sita a la experiencia el 12 Me refero a que estas propuestas forman parte del tratamiento pedaggico en las propuestas educativas dirigidas a poblaciones indgenas bajo el nombre de in- tercultural bilinge (vase Lpez, 1998; Lpez y Kper, 2004). 205 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES vivir y participar en la comunidad como lugar insustituible del conocer y entender. Retomando a Spiro (1984), la nocin de experiencia acta y se construye con un plus de signifcado. Siguiendo los planteamientos del autor, un no nativo puede aprender la cultura del otro, el tema es que al no estar sociali- zado en ese grupo no tiene las experiencias que sirven para dar a la cultura un plus de signifcado, que s tiene el nativo. Este plus de signifcado es lo que en la discusin antropolgica ya se analiz a partir de las diferencias entre lo que es aprender una cultura y el llegar a ser enculturizado. El primer caso implica adquirir las proposiciones de la cultura del grupo; en el se- gundo es, adems, internalizar como creencias personales las proposiciones que se piensan correctas. Dichas proposiciones seran lo que Shweder llam esquemas culturales. No obstan- te, estas diferencias no implican la imposibilidad de valida- cin por conocimiento transcultural, sin desconocer que esos esquemas culturales son los que guan el pensamiento y los sentimientos de los actores (Spiro, 1984:126). A travs de resaltar esa experiencia, es que los discursos de los interlocutores refractan, ms bien, la demanda por un reconocimiento legtimo de los sistemas de conocimiento indgenas, lo cual no implica sostener la imposibilidad de comunicacin entre sistemas de conocimientos, aunque as aparezca en el discurso. En el conjunto de la experiencia escolar de los interlo- cutores de este estudio se pueden leer mensajes, como lo sealaran profesores, intelectuales y lderes indgenas en otros contextos, que la caracterizan como un acto de rendi- cin y sobrevivencia al mismo tiempo (Peshkin, 1997:123). En el trabajo de este autor se retoma la refexin de distintos 206 PASAR POR LA ESCUELA lderes y profesionistas indgenas quienes, indican la nece- sidad de hacer sentido de los dos mundos (Suina, en Peshkin, 1997:124), refrindose a los aprendizajes comunitarios y a los escolares, en trminos de recuperar y reconocer lo que se provee en cada contexto, al mismo tiempo de lo que se anula por acceder a ellos. En este sentido, y a partir de las referencias narrativas de los miembros de esta comunidad triqui, la experiencia escolar resulta un acto de rendicin de las identidades, lo que tambin implica sobrevivencia y for- talecimiento. Incluso as, en su conjunto, la experiencia escolar es va- lorada por los interlocutores y la comunidad; como dice Pedro: hasta despus de pasar por la escuela comienzas a darte cuenta de lo que aprendiste. Es decir, aunque esta puntualizacin no resulta lo que caracterizara a su discurso sino ms bien la confrontacin, existe una valoracin de la utilidad de los conocimientos, las habilidades y los estilos de interaccin aprehendidos en la escolaridad. Estas posiciones y perspectivas de lderes y autoridades indgenas resultan sitios que pueden ayudar a salir de las polaridades en torno a los saberes de la escuela y los saberes de la comunidad, en tanto saberes vlidos que pueden coexistir y requieren de mayor intercomunicacin y mutua comprensin. En re- lacin con la importancia de recuperar los saberes de los dis- tintos contextos la comunidad y la escuela, la posicin de las autoridades y los lderes de las comunidades indgenas es central, porque orienta el sentido de lo que se espera de los miembros de esas comunidades, y de lo que se espera de ellos antes, durante y despus de pasar por la escuela. Lo anterior forma parte de la discusin presente, en distin- 207 CAPTULO 5. LA ESCUELA ENTRE SABERES ta medida, en las comunidades indgenas, discusin que se encuentra en plena construccin. 13 Al mismo tiempo, esa discusin es todava ms inicial en el mbito de la sociedad que se ubica bajo la autoadscripcin de mexicana o mestiza; en este escenario el reconocimiento de la diversidad de la nacin, de los pueblos con diferentes lenguas y culturas que la componen, recin comienza a formar parte de la escena discursiva. Aunque el camino por recorrer se vislumbra an lejano, lo que realmente opere ser el andar y el hacer de las distintas sociedades y comunidades. 13 La discusin a la que me refero se ubica en torno a los Acuerdos de San Andrs, en los que se debatieron las expectativas y orientaciones que las comunidades ind- genas pretenden darle a la educacin formal. Asimismo, el tema ha formado parte de la discusin en distintas comunidades y en el mismo movimiento indgena a lo largo de todo el siglo XX. En este sentido, el documento Memorias del primer encuen- tro Triqui de Copala sobre educacin (1998), al que me refero en el captulo 3, es una muestra de la discusin presente entre los triquis en San Juan Copala, Oaxaca. 208 A partir de la discusin dada en el captulo 5 entre sa- beres/conocimientos por asistir a la escuela y por ser miembro de una comunidad, indago en este captulo si los saberes/conocimientos que se obtienen a travs de la escuela cobran, para esta comunidad triqui en la ciudad, el sentido de jerarqua y autoridad por saber y obtener ttulos escolares, como valores que suelen atribuirse a la escuela y al pasaje por ella. Es la discusin sobre la relacin escuela- prestigio, escuela-autoridad. Retomo perspectivas en las que mediante la mirada al contexto sociocultural se trata de entender los valores que defnen las metas que resultan importantes y los medios v- lidos para alcanzarlas en comunidades concretas (Rogoff, 1993, 2002; Serpell, 2001). En vez de partir de la premisa de que existe un punto ideal y nico para todos, la cuestin es considerar los mltiples signifcados que pueden represen- CAPTULO 6 LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA DEL PASAJE POR LA ESCUELA 209 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA tarse en el pasaje por la escuela, lo que no implica ausencia de metas respecto de lo que se entiende por desarrollo aca- dmico/escolar, pero para cada contexto histrico y cultural. Aqu hablo metafricamente de pasaje ms que de experien- cia, no porque el pasaje no implique a la experiencia sino que, a efecto de entender signifcados particulares para la esco- laridad de esta comunidad triqui en la ciudad de Mxico, la nocin de pasaje incluye: considerar una distancia la escuela como territorio por atravesar no tanto para ser persona sino para ser til (servir) a la comunidad de procedencia. La nocin de pasaje no slo se vincula con la nocin de distancia o estar lejos en el sentido de estar fuera de los territo- rios de referencia primarios para entender la idea de la cons- titucin de la persona postnacional (postnational self), como lo seala Hannerz (2004), sino con los valores primordiales que guan el sentido de pasar por la escuela y no tanto la de ser por la escuela. En este aspecto, es la nocin de membresa a una comunidad como la triqui la que orienta el valor de ac- ceso a la escuela y a mayores niveles de escolaridad; por una parte, porque en contextos de migracin, la comunidad y ser miembro de ella resulta, en este caso, una red de contencin para vivir, trabajar, estudiar y compartir diferentes aspectos vinculados con los paisanos y los lugares de procedencia. Por otra, porque la escolaridad mediante la membresa se transfor- ma en un valor social, en tanto que se pone al servicio de la comunidad. 210 PASAR POR LA ESCUELA VALORES SOCIALES Y NOCIONES ALTERNAS EN TORNO AL SABER QUE SE ADQUIERE POR LA ESCUELA Los trabajos de Bourdieu y Passeron (1981) han mostrado que la escuela poderosa institucin establece jerarquas. stas son entendidas como diferencias entre los que han pasado por ella y los que no, entre los que han tenido una permanencia sistemtica y prolongada y los que no, as como las diferencias en relacin con el hbitus que se marcan, adems, entre los que incursionan en campos como las ciencias duras y los que lo hacen en otros. Todas estas marcas confguran accesos dife- renciales a las jerarquas sociales que se establecen a partir de lo que la escuela y sus saberes defnen. Con base en esto, algu- nos autores plantean que lo que an perpetua occidente a tra- vs de la hegemona cultural, va la escuela, es la opresin de los grupos marginales y las sociedades del tercer mundo por el marcado credencialismo y la racionalizacin meritocrtica (Serpell, 2001:244). Si bien esto puede considerarse como un planteamiento para occidente (si es que este trmino toda- va puede utilizarse), lo cierto es que esas diferencias, que la escuela ha introducido como marcas sociales, se han extendi- do a otros confnes, y es parte de la cultura de la escuela all, donde masivamente existe (Levinson y Holland, 1996; Serpell, 2001; Chartier, 2004). Estas diferencias tambin se plasman co- tidianamente a manera de una marca ms entre los miembros de las distintas comunidades, y entre los triquis de la calle L- pez aunque, como veremos a lo largo de este captulo, asistir y pasar por la escuela tiene, adems, otras implicaciones. En una de las primeras visitas a la casa de la calle Lpez, donde se estableca la comunidad triqui, al ingresar pregunt 211 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA a las personas que cuidaban la entrada a modo de custodios, si se encontraba Federica M. Ellos, a su vez, respondieron: A cul Federica busca, a la que estudia o la que no estudia?. Es decir, habiendo dos mujeres con el mismo nombre y apellido, lo que oper como criterio diferenciador fue la escolaridad y no, por ejemplo, la fliacin, el parentesco (la hija de..., la esposa de...), o la apariencia fsica. Lo anterior podra sugerir que para esta comunidad triqui en la ciudad, el haber accedi- do a distintos niveles escolares estara marcando alguna ca- racterstica notable que se expresara en jerarqua social. Pero la pregunta es: qu signifca para estos migrantes triquis, los interlocutores de este trabajo, haber estudiado?, es el pasaje por la escuela, la escolarizacin en s como proceso, la que provee mritos y estatus, y por ello prestigio y autoridad? La lgica de acceso al saber, va la escuela, opera justa- mente a travs de ascender, de modo escalonado, a ms ttulos escolares, lo que equivale a un acceso lineal hacia un saber que brinda diferentes niveles de prestigio y legi- timidad (Serpell, 2001). No obstante, para los miembros de esta comunidad triqui, tener ttulos escolares no equivale necesariamente a saber ni adquirir prestigio social entre los miembros de la comunidad y especfcamente por eso lle- gar a ser una autoridad legtima. El que los ttulos escolares no estn habilitando necesariamente para ser alguien reco- nocido por ese saber y ser una autoridad en la comunidad triqui, se soporta en la existencia de un pensamiento alterna- tivo en comunidades indgenas, en tanto formas distintivas de hacer, en tanto praxis (Tuhiwai, 1999:26). 1 Esto ltimo refere 1 La perspectiva de Tuhiwai (1999) ya se introdujo en el captulo 5, La escuela entre saberes. 212 PASAR POR LA ESCUELA a que ya lo seal en apartados anteriores en las comuni- dades indgenas llegar a ser una autoridad se vincula con las acciones que conducen a que la pertenencia se traduzca en membresa. Al mismo tiempo, el que los ttulos escolares no estn otorgando directamente legitimidad en relacin con ese saber y as ser autoridad, se soporta tambin en las imgenes construidas por estas comunidades en torno a la valoracin de los maestros y sus saberes. Me detendr en estos aspectos. En esta comunidad triqui se advierte una tensin, misma que se vincula con lo que la escuela busca promover cre- dencialismo y con ello jerarquas y lo que para la propia comunidad triqui representa ocupar una jerarqua y llegar a ser una autoridad. Adquirir saber por pasar por la escuela no es garanta de haber adquirido saberes socialmente va- lorados para esta comunidad y, al mismo tiempo, el haber pasado por una larga escolaridad no habilita a los miembros de esta comunidad a tener autoridad. Al respecto, Pedro fue contundente: [...] P: Desde el 96 empec a andar con ellos (se refere a la dirigencia del MULT que estaba en la ciudad), a participar en diferentes eventos, aqu no es de que estudias y ya!, no porque estudias te vamos a poner ac arriba; no, es un asunto de respeto. Ahora s que te dicen vete por re- fresco, vete por los papeles, ve y dile a este compa y as, y as te dicen vete al encuentro, vete al foro, no te eligen luego luego, no, tienes que hacer muchas cosas, uno ve del 96 para ac y tienes que desvelarte, pasar hambre; todo eso. G: Y no por estudiar ests en el cargo? 213 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA P: No, no tiene nada que ver, si no cualquiera que est estudiando estara en el cargo; no, uno tiene que... Yo respeto mucho a mis auto- ridades, yo les hablo con mucho respeto a las mujeres grandes, a los nios, yo digo que todos ellos son personas respetables... yo as soy hasta con los ms chicos y con los ms grandes, yo lo confeso as, porque as lo he hecho. G: Y eso es lo que vale para que a uno lo elijan? P: Pues s, porque si uno se pone al t por t con la autoridad, con los viejos, entonces dicen: Ah!, si eres muy enojn, te enojas por cual- quier cosa sin justifcacin. Todo eso vale, tu vida privada vale tam- bin, lo que haces es lo que vale [...] (entrevista con Pedro, 2004). La escuela puede dar un ttulo para ser licenciado, pero eso no habilita a ser, por ejemplo, representante de la auto- ridad y, con ello, una autoridad misma. La cuestin de te- ner prestigio por acceder a ttulos escolares, no se presenta con mucha fuerza entre estos triquis. Para los interlocuto- res, estudiar y saber espaol es un arma y una herramienta importante, como lo seal anteriormente. 2 As tambin, y siguiendo el trabajo de Lewin (1999) sobre los triquis en Co- pala, saber hablar, leer y escribir muy bien el espaol son parte de las habilidades que se consideran al momento de elegir a las autoridades. Pero lo anterior no es sufciente ni lo central para ser, por ejemplo, un representante y, con ello, una autoridad de la comunidad. Considerar que la participacin en las distintas activida- des econmicas, sociales y religiosas, adems de asumir las obligaciones que conforman la vida comunitaria en pueblos 2 Esta discusin se dio en el captulo 4. 214 PASAR POR LA ESCUELA y comunidades indgenas, constituye la base que orienta la constitucin de las subjetividades, as como el adquirir mem- bresa en estas comunidades (Bartolom, 1996, 1997; Varese, 2003a, b; Warren, 2000; Cohen, 1999), no implica desconocer aspectos como la edad y el gnero, en tanto diferenciadores. Es decir, no todos los miembros de la comunidad estn ha- bilitados para acceder a todos los haceres y saberes. Estas jerarquas internas de la comunidad ubican a quines saben algunas cosas y quines saben otras; se referen a la existen- cia de personas con distintos tipos de saberes/conocimien- tos: sobre la naturaleza, los tiempos de cultivo, los lugares sagrados, las seales del cosmos, incluso los que saben es- paol muy bien para comunicarse con los que no son de la comunidad. En este sentido, Pedro, en una de las conversa- ciones sobre los conocimientos que tienen los mayores de la comunidad, me indica que hablar de conocimiento es un tema complejo, para entender esto hay que meterse a otras cosas. De alguna manera pone un lmite en la conversacin; deja entrever como una duda sobre el sentido de hablar con un extrao temas que son muy ntimos de la comunidad. As, y tratando de avanzar en ese dilogo me seala, por ejemplo, que hay distintas formas de decir, en la lengua triqui, para referirse a saberes; se nombra de un modo a los que saben hacer una casa, a los que saben sembrar y cosechar la milpa, a los que saben sobre el tiempo y las lluvias. Indudablemente Pedro, en esa conversacin, guarda aspectos que se consi- deran muy valiosos e ntimos para su comunidad, aspectos que son parte de los sistemas de conocimientos nativos, mis- mos que han sido socavados y desprestigiados por siglos. No es de extraar que hablar de esos conocimientos presente 215 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA 3 En el captulo 3 present las caractersticas y defniciones que existen en torno a las autoridades y los representantes entre los triquis. el cuidado correspondiente y, al mismo tiempo, marque la jerarqua de con quines se puede hablar algunas cosas y con quines otras. Entonces, podemos entender que llegar a ser una au- toridad entre los triquis est relacionado con ciertos tipos de habilidades y conocimientos (Parra y Hernndez, 1994; Lewin, 1999), que no se ligan directamente a la escuela y al pasaje por ella. A diferencia de cmo se plantea el cami- no para llegar a ser una autoridad en distintos grupos in- dgenas de Oaxaca haber pasado por todos los cargos del sistema cvico-religioso, adems de mostrar la virtud del ser- vicio a la comunidad, entre los triquis, por ejemplo, no es necesario que el principal sea un anciano respetable (Lewin, 1999). 3 Asimismo, a partir del trabajo de este autor y del re- lato-texto de Pedro, otro aspecto que incide en la eleccin de una autoridad es la referencia al trato respetuoso con todos los miembros de la comunidad. Como lo indica Pedro, la cuestin de no ponerse por encima de nadie, sea nio, mujer y menos una autoridad, resulta un aspecto que orienta el modo de las interacciones en las comunidades indgenas. Lo anterior no implica que no existan diferencias y jerarquas sociales en la comunidad, sino ms bien consi- derar que esas diferenciaciones que siempre han existido, se vieron trastocadas por los distintos ordenamientos eco- nmicos y polticos que reconfguraron y reconfguran esos modos de relacin. Al respecto, Varese (2003a) seala que algunos estudios pioneros sobre las sociedades-estado an- 216 PASAR POR LA ESCUELA dinas y mesoamericanas mostraron sus estratifcaciones y jerarquas sociales, y que incluso siendo muy coercitivas no buscaban homogeneizar la naturaleza y el espacio social. Esos estados tributarios practicaban una suerte de eclec- ticismo inclusivo espiritual, econmico y cultural, lo que contribua al crecimiento de esas sociedades multicultura- les (op. cit., 2003a:136). Trabajos como los de Varese (1997, 2003a) y Len-Portilla (1997) sealan que la independencia en los pases de Amrica Latina y la hegemona liberal gol- pearon las jerarquas sociales y las elites que han existido en las comunidades indgenas (sacerdotes, guerreros, etc- tera), que durante el periodo colonial fueron apoyadas para los fnes de la Colonia. Pero, segn seala Varese (1997:28), con el reordenamiento poltico, social y econmico de los estados liberales, las antiguas elites indgenas se reubica- ron en espacios orbitales de sus comunidades y en los de la nueva institucionalidad del Estado-Nacin, conformando una pequea burguesa indgena: burcratas, caciques lo- cales, maestros. Despus, con la incorporacin de las etnici- dades indias a la divisin global del trabajo se confguraron diferencias de clase intratnica, as como desigualdades in- tertnicas en la economa y el acceso y ejercicio del poder poltico. El resultado de este tratamiento diferenciado del Estado y del capital sobre las poblaciones y regiones tnicas ha sido la produccin de una compleja estructura de clases que atraviesan y permean la entera confguracin multit- nica indgena (op. cit.). Siguiendo los planteamientos de Varese (2003b), lo que se ha tratado en menor medida es el abordaje de los pue- blos indgenas de Amrica desde las propias perspectivas 217 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA 4 Por ejemplo, hasta entrados los aos 90, en Mxico comienza a estudiarse, desde otras perspectivas, el modo en que impactan las diferencias internas, estratifca- ciones y jerarquas sociales por gnero y edad en la actual comunidad indgena (Prez Ruiz, 2003a). Simultneamente comienzan a retomarse, en la discusin in- ternacional, las perspectivas en torno a los sistemas de conocimiento indgenas, pero ahora en las voces de las comunidades a travs de sus interlocutores, sean acadmicos, lderes polticos y representantes en los organismos internacionales. Estas perspectivas se ponen en discusin en los textos de Tuhiwai (1999), y Semali y Kincheloe (1999), donde las posiciones descolonizantes se erigen desde perspec- tivas polticas, y desde la ubicacin en la escena global de la discursividad de los sistemas de conocimientos nativos. epistmicas de estas comunidades. 4 En este sentido, subraya que en stas hay principios que a diferencia de las pers- pectivas antropocntricas en que se privilegia algn centro, sea el hombre, dios, el mercado, etctera orientan todas las relaciones con base en la lgica de la diversidad y la reciprocidad (Varese, 2003b:136). Tambin indica que, durante milenios, los pueblos indgenas construyeron cosmologas cosmocn- tricas y policntricas donde no se privilegia ninguna sin- gularidad hegemnica; donde el mundo se ve enriquecido por la interaccin de cada uno de sus elementos y donde aun aquellos que resultan antiticos requieren de un cdigo moral basado en la lgica de la reciprocidad. No obstante, hay que sealar que en muchas ocasiones estas perspectivas, cuando se han tomado, han conducido a la interpretacin de las comunidades y los pueblos indgenas como sociedades armnicas donde rige la horizontalidad entre sus miembros ms que la verticalidad, y se dan, nuevamente, las actualiza- ciones sobre las imgenes del buen salvaje. Retomo los principios de diversidad y reciprocidad (Varese, 2003b) para comprender, entonces, que el acto de estudiar y ser licenciado no resulta la base para que una persona de la comunidad pueda transformarse en una autoridad, aunque 218 PASAR POR LA ESCUELA ese acto brinde y agregue cualidades para ello. As, estudiar no da derecho a dominar y menospreciar a otro miembro de la misma comunidad. El castigo, entendido como el mal- trato fsico o psquico a otro miembro de la comunidad se determina por las decisiones de las autoridades y los Con- sejos de ancianos, y lo que se evala en tanto valor o bien es un comportamiento (una conducta moral) que benefcia o afecta a la comunidad en su conjunto. De esta manera, los conocimientos que se obtienen por medio de la escuela no siempre estn en consonancia con la vida y las relaciones co- munitarias, por ello, por ejemplo, ser licenciado no es la base para tener autoridad. Trabajos realizados con poblaciones migrantes latinas y mexicanas en EU, muchas de origen rural e indgena, mues- tran que entre los valores que esas comunidades esperan de sus hijos agregando lo que comnmente se espera de la escuela: aprender el idioma dominante y habilidades diversas, est la idea de respeto. Respeto por todos los miembros de la familia y la comunidad de procedencia, como un bien que busca transmitirse de generacin en generacin y donde las familias tienen un papel central en esa transmisin (Villenas y Deyhle, 1999; Delgado-Gai- tn, 1994). Entonces, la escuela y el pasaje por una larga escolari- dad no necesariamente resultan la base que otorga saber y autoridad para esta comunidad triqui. Recordando lo que sealara Pedro, los compaeros que no han ido a la escuela sufren un poquito ms, pero yo creo que hay compaeros que saben mucho a travs de la experiencia, a lo mejor saben igual que t o a lo mejor saben hacer otra cosa y te orien- 219 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA 5 Esta referencia de Pedro se analiz en el captulo 5. tan. 5 Lo anterior refere una vez ms a las nociones alternas (Tuhiwai, 1999) que esta comunidad tiene respecto de lo que es saber y ser una autoridad, adems de lo que se espera de sus miembros, en tanto comportamiento, en el presente y el futuro. Al mismo tiempo, estas nociones alternas se van reconf- gurando por las interacciones que los miembros de estas co- munidades tienen con los de otras comunidades indgenas, y con otros grupos. Es decir, estas nociones no son topos cerrados sino ms bien abiertos y expuestos a la interaccin con la sociedad que les rodea. En esto, la escuela resulta un lugar de cruces, a manera de frontera, indiscutible. Con lo an- terior pretendo sealar que las nociones que defnen lo que es saber y ser una autoridad, tambin se construyen en la rela- cin que histricamente las comunidades indgenas estable- cen en torno a la escuela y con los maestros. En este aspecto, Marcos es contundente, y al hablar sobre la comunidad y sus autoridades seal: es la autoridad la que sabe, a uno le puede gustar o no lo que digan, pero ellos son los que sa- ben. A partir de esa expresin, y con la intencin de conocer la relacin que se establece entre saber y ser una autoridad, y qu tipo de saber se requiere para ser una autoridad, co- mentamos si los maestros son autoridades y saben para la comunidad. l seal: [...] Los [maestros] de Copala no saben mucho, pero s tienen autori- dad entre la comunidad, pero tambin depende de cmo se compor- ten. Es la SEP la que hace qu diferencias, por ejemplo, los que tiene 220 PASAR POR LA ESCUELA ms ttulos los ponen en mejor lugar [directores, supervisores], pero eso no es que saben ms [...] (entrevista a Marcos, 2004). As, ser maestro no brinda autoridad en el sentido de que por ello se les reconozca por su saber. Marcos seala que la jerar- qua institucional que orienta al sistema educativo el tener ms ttulos habilita que esos maestros puedan ocupar mejo- res puestos, que implican ms autoridad y tambin repre- sentan mejores trabajos (ser director, jefe de zona, supervisor) al interior del sistema, pero eso no es saber ms. La fgura del maestro rural y del de educacin indgena constituy un emblema en que se asociaba la imagen de escuela/maes- tro=educacin=progreso. De algn modo, la sociedad en su conjunto, al igual que las comunidades indgenas, ha inter- nalizado ese signifcado, tras el cual se erige una sola forma de ser educado y, con ello, civilizado (Aikman, 1999; Serpell, 2001), concepciones que, y considerando perspectivas como las de Marcos, tambin comienzan a modifcarse. Estudios referidos al papel que han tenido los maestros, particularmente los indgenas, han sealado que estos pro- fesionistas conformaban parte de la burocracia estatal, pero con cierto prestigio dentro de la comunidad (Vargas, 1994; Bartolom, 1997). La idea de tener un maestro indgena que provenga de la misma comunidad ha sido, y an es, un leit- motiv que orienta ciertas nociones referidas a la continui- dad cultural y a la posibilidad de obtener mejores resultados educativos. No obstante, en el dilogo con Marcos, seal que la autoridad de los maestros se mide ms por su com- portamiento en la comunidad, que por el ttulo que otorga el sistema educativo. Las menciones sobre el comportamien- 221 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA 6 Estudios histricos sobre distintos periodos documentan la forma de insercin y las difcultades que enfrentan los maestros y las comunidades indgenas en esa relacin; entre ellos, los trabajos de Gonzalbo (1996) y Galvn (1996). 7 A estas concepciones hay que agregar que la valoracin en torno al saber de los maestros indgenas (quienes laboran principalmente en lo que hoy se conoce como Direccin General de Educacin Indgena, de la SEP), tambin est golpeada por los resultados que ofcialmente se conocen sobre rendimiento escolar de los nios y las nias indgenas, generalmente siempre menores en comparacin con la po- blacin escolar no indgena. Aqu, el tema es escabroso y complejo; no se puede adjudicar el fracaso de los nios indgenas slo a los maestros, en tanto agentes no comprometidos con sus comunidades. Los maestros que atienden las escuelas de educacin indgena son el resultado de polticas desiguales en relacin con la formacin docente y las propuestas educativas. Por ejemplo, mientras el estudiar para ser maestro de educacin primaria en el marco de las escuelas normales ha oscilado entre tres y cuatros aos y con un currculo defnido; en el caso de los to de los maestros en las comunidades indgenas y lo que stas esperan de ellos, se documentan en algunos estudios en que se resaltan tensiones, reconocimiento, prestigio hacia los maestros y hasta su expulsin de las comunidades, en los que el comportamiento es un aspecto clave. 6 Una vez ms, en las concepciones sobre los maestros, operara una valoracin no tanto por el saber que stos adquieren por los ttulos sino por los comportamientos, por el hacer cotidiano, como una fuente insustituible. 7
Con todo esto se aprecia que las trayectorias escolares de los miembros de esta comunidad triqui, as como la experien- cia escolar que viven junto a sus hijos en el escenario de la migracin, resultan un importante contexto de signifcacin desde donde se renuevan los sentidos sobre el valor de los saberes que se obtienen va la escuela. En este sentido, y como los interlocutores han sealado, el saber que se obtiene por medio de esta institucin es importante y necesario, pero no resulta la base para ser, por ejemplo, una autoridad ni orienta los principios que guan las relaciones entre los miembros de la comunidad. 222 PASAR POR LA ESCUELA SENTIDOS ALTERNOS SOBRE EL PASAJE POR LA ESCUELA: ESTUDIAR PARA SERVIR A LA COMUNIDAD Los saberes adquiridos a lo largo de los distintos niveles escolares, resultan un valor cuando se ponen al servicio en tanto bien comn para la comunidad. Esta expresin aparece, en distintos momentos, durante el dilogo con los interlocutores de este trabajo. Por ejemplo, al comentar sobre el futuro de sus hijos, Marcos seal que para l sera impor- tante que ellos estudiaran y llegaran hasta la universidad: si pudiera, que alguno de mis hijos estudiara Derecho o algo de Educacin para ayudar a la comunidad. Es decir, su ima- gen de futuro para sus hijos est ligada al que desea para su comunidad. Asimismo, Federica estudiante de Trabajo Social en la UNAM, al referirse a lo que espera en el futuro, coment que le gustara regresar a San Juan Copala para rea- lizar algn proyecto en educacin o salud para los triquis; resalt la necesidad de apoyar a la gente de la comunidad en Oaxaca por los abusos a los que todava estn expuestos, entre otras razones, porque no hablan bien el espaol. Finalmente, Pedro, licenciado en Ciencias Polticas, tena acceso en tanto lder de una parte de la comunidad triqui en la ciudad y por su profesin y trabajo a instituciones guber- namentales que se abocan a proyectos sociales y productivos. 8
maestros de educacin indgena dicha formacin no se ha brindado hasta recin iniciado el siglo XXI. Aunado a lo anterior, y no slo como aspecto exclusivo de este subsistema, la corrupcin al interior de las escuelas, referido a la obtencin de plazas, por ejemplo, desprestigia an ms el lugar de estos actores. 8 Durante parte del trabajo de entrevistas, Pedro trabajaba en programas y proyec- tos con carcter social y para apoyo econmico, que tenan su base en lo que se conoce como SEDESOL, instancia gubernamental creada durante el gobierno Salinis- ta y actual Secretara de Desarrollo Social. 223 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA Si bien Pedro no hace explcita la importancia que pueda tener su trabajo, deja entrever que los vnculos con autoridades y en los espacios de la sociedad mestiza son valiosos para es- tas comunidades fuera de sus territorios de origen, como lo han sido histricamente para negociar mejores posiciones al interior de la estructura social. Seguramente que por las ac- ciones que ha tenido en la comunidad, ser miembro del MULT y haber accedido al nivel de educacin superior, entre otras razones, son aspectos que le permitieron ser elegido en aos recientes, por ejemplo, para representar a la comunidad triqui en las Naciones Unidas. 9 A lo largo de su discurso presenta reiteradas alusiones que resaltan que su trabajo y su profesin tienen sentido en la medida en que son para ayudar y servir a la comunidad. Para comprender la nocin de estudiar para ayudar y ser til a la comunidad, que aparece en la perspectiva de los interlocutores, hay varios aspectos que considerar. Servir a la comunidad refere a la implicacin de la membresa (Serpell, 2001) a una comunidad. Esta perspecti- va de la escolaridad valorada por la membresa no quiere decir negar la ventaja que tiene el que un individuo sea letrado y alcance mayores niveles escolares, sino ms bien relativi- zarla para la comunidad de la que forma parte el individuo (Rogoff, 1993, 2002; Serpell, 2001). La membresa a una co- munidad como sta resulta, para los fnes del anlisis, una categora central para comprender procesos escolares contex- tualizados, lo cual implica considerar que el logro de una escola- 9 En la entrevista Pedro me indica que en el ao 2002 estuvo en la Comisin Perma- nente para los Pueblos Indgenas, con base en las Naciones Unidas, y que viaj a Nueva York junto a otros compaeros de comunidades indgenas de Mxico. 224 PASAR POR LA ESCUELA ridad funcional para la vida est ligado a reconocer una amplia gama de actividades valoradas como productos de la educacin, con gran nfasis en la consideracin local de la escolaridad y de las comunidades a las que se aspira servir (Serpell, 2001:244). De este modo, estudiar para servir a la comunidad, propone nociones alternas sobre el sentido de estudiar para los miem- bros de esta comunidad. Estudiar para servir a la comunidad y regresar a vivir en ella, tambin podra entenderse como los mandatos de constreimiento estructural, donde la estructura (la comuni- dad) se impone sobre los individuos o las individualidades, dejndoles poco margen para la accin del deseo individual, o lo que se defne como agencia. No obstante, y consideran- do la perspectiva de Tuhiwai (1999) sobre pensamiento y nociones alternas para entender la nocin de persona en co- munidades indgenas y su relacin con la sociedad donde viven, ese vnculo formara parte de esos conocimientos al- ternos, a modo de una epistemologa que orienta la relacin en y con el mundo y los hombres. En la perspectiva de Tu- hiwai, la imagen del individuo separado de su comunidad, con existencia independiente y un marcado acento sobre la individualidad, conlleva el sesgo etnocntrico de las postu- laciones de las ciencias sociales. Frente a esto, la autora con- sidera que para entender a los pueblos indgenas habra que partir de comprender las formas distintivas de hacer, entre las que se encuentra la nocin de dar a la comunidad (Tuhiwai, 1999:105). Esta nocin remite al sentido de reciprocidad: por la pertenencia a una comunidad de la que formo parte, de la que recibo y por eso doy. Esa imagen es la que, en muchas ocasio- nes, ha conducido a la construccin mtica de los antroplogos 225 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA 10 El anlisis en torno a la categora saber colectivo, que seal Pedro, se discuti en el captulo 5, La escuela entre saberes. de que la vida comunitaria es la panacea, lo ideal, casi lo que occidente ha perdido de humanidad (Todorov, 2003). Desde las nociones de dar y recibir se puede entender que ser licenciado est socialmente valorado para esta comuni- dad triqui, cuando los conocimientos adquiridos fuera del contexto de la comunidad y en la escuela se ponen al servicio de la comunidad. De alguna manera esto implica que toda la comunidad se benefcie con ese saber y no slo el que lo ad- quiri; lo cual refere a la perspectiva de la existencia de un saber colectivo, que sealara Pedro, 10 como saber colectivo socialmente valorado y en oposicin a un saber individual, porque todos hacen usufructo de ese conocimiento, de los aportes que cada persona haga. Sobre esto ltimo, trabajos como el de Aikman (1999) en comunidades indgenas en Per, y Serpell (2001) en comu- nidades rurales en frica, muestran que la valoracin de la escolaridad sobre todo en relacin con la prctica de alfabe- tizacin y el acceso a esta herramienta cultural (Rogoff, 1993; Serpell, 2001), no plantea difcultades o tensiones para quie- nes la adquieren respecto de los otros miembros de la comu- nidad, en la medida en que existe una aprobacin social que viene del reconocimiento til de estas adquisiciones cuando se presentan para el bien de esa misma comunidad. Este modo de abordar procesos escolares mediante la nocin de membresa y de las concepciones alternas de dar y recibir, per- miten entender que si bien en un nivel la jerarqua social que se vive a travs del pasaje por la escuela tambin atraviesa a comunidades indgenas como sta, no resulta la nica forma 226 PASAR POR LA ESCUELA de concebirlo. La escuela puede incidir, en tanto epistemolo- ga jerarquizante, en los principios que orientan las relaciones entre los miembros de estas comunidades y es, asimismo, una marca de aprobacin social para su comunidad en la medi- da en que lo adquirido en el pasaje por la escuela se presenta como un bien para dicha comunidad. Con esto no se plantea que a travs de las nociones de dar y recibir se describa un estado ideal para los miembros de estas comunidades indgenas, ms bien implica una forma de estar en el mundo y una forma de ser, que no se encuen- tran exentas de conficto, tensin, ambigedad ni malestar, pero que al mismo tiempo sostienen toda una forma de vida. No todo lo que se da es recibido de la misma manera; las posi- ciones diferenciadas, las jerarquas que se presentan en la co- munidad ser mujer, joven y estudiante resultan aspectos que inciden en esa visin de lo que es dar a la comunidad y a la vez la reconfguran. En este punto, Federica es la que cuestio- na el lugar que en su comunidad se adjudica a los mayores como los que encarnan el nico o verdadero valor de saber. Ella considera que son los mayores de la comunidad los que limitan el conocimiento de los jvenes, porque no valoran el hecho de que se estudie. En su perspectiva, para los mayores de la comunidad estudiar en la universidad, en s, no da nin- gn valor plus para el que accede a ella, como s lo es para otros grupos. El siguiente fragmento del dilogo con Federi- ca expresa la tensin con la generacin adulta: [...] G: Para los triquis es importante que los nios vayan a la escuela? F: Les da igual. 227 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA G: Por qu? F: Yo me imagino que ellos tienen miedo que los reemplacen, no s, porque se supone que los mayores son los que ms saben y todos entonces nos dicen: respetar a los mayores. No nos permiten dar nuestra opinin, porque nos dicen que estamos chiquitos. Yo creo que es eso, miedo al reemplazo [...]. G: Entonces para qu ir a la escuela, para qu sirve? F: Pues s, ellos creen que sirve para algo. G: Por qu dices ellos? F: [risas] Yo no! Yo no s, pero para m es muy importante estudiar, pero para aqu en la comunidad, ahorita algunos obligan a sus hijos para que asistan a la escuela, porque as los nios les ayudan a vender, ellos [los nios] entienden lo que dicen las personas que compran, pero lo malo es que los seores y las seoras preferen que sus hi- jos vendan, que terminen la primaria y la secundaria ya es sufciente para ellos, le dan mucha importancia al trabajo y no al estudio de los nios. G: Y en tu caso? F: A m mis paps me ayudan mucho, pero lo malo es que algunos triquis siempre te ponen un lmite; cuando vinieron a llamarme la atencin a m me dijeron: No te creas mucho que por estar estudian- do una carrerita, que no es nada, te sientas la gran cosa. Y yo me qued as, ah! Ellos no dan importancia a lo que estudias, les vale! Estaba mi pap ah y dijeron: Que tu pap no ande presumiendo que su hija est en la universidad, porque eso no es nada. Y mi pap se decepcion, porque el que dijo eso era el lder 11 [...] (entrevistas con Federica, 2002). 11 Hay que aclarar que el lder al que refere Federica no es Pedro, interlocutor de este trabajo, sino otro que estaba al frente de la comunidad triqui en la calle Lpez antes que Pedro. 228 PASAR POR LA ESCUELA Esta concepcin de Federica en la que los mayores los hom- bres que mandan y saben en la comunidad te limitan, muestra cmo la posicin que cada uno tiene en la comuni- dad, en este caso de una mujer, joven y estudiante, implica apropiaciones diferenciales en relacin con el signifcado que tiene el saber por acceder a la escolaridad. Federica in- dica que entre los triquis no es muy comn que las mujeres estudien, a lo sumo hasta la secundaria; ella y otras nias que residan en Lpez son la primera generacin que realiza una escolaridad ms prolongada, en comparacin con la ge- neracin de sus padres; seal: [...] F: Antes los paps no apoyaban para que se estudie, tal vez a los nios un poco, pero a las nias no porque se tienen que casar, all en el pueblo las compran, a las mujeres hay que cuidarlas, venderlas y no dejarlas ir a la escuela. Eso est cambiando aunque todava las compran, pero ya estudian, por lo menos terminan la secundaria, la prepa casi no, porque no reciben apoyo de sus paps porque dicen: La escuela es para tener novio [...] (entrevista a Federica, 2002). En el relato de Federica se percibe parte de la tensin que parece existir entre generaciones mayores y jvenes de la comunidad, que resulta una saliente para la comprensin de los procesos de continuidad y cambio cultural, y ms en contextos de migracin. Ya desde los aos 60, trabajos so- bre comunidades indgenas en EU (Wax, 1973) mostraron que la escuela pblica (del Estado) s representa un impacto sociocultural, por la disrupcin de los patrones tradiciona- les de socializacin que se presentan en esas comunidades. Siguiendo a Wax, esa distancia cultural se ubicara en las 229 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA normas y los valores que promueve la escuela, no as en la preparacin intelectual. La escuela, para comunidades nati- vas, muchas veces es vivida como individualista, competi- tiva, intrusiva, regimentada e inmoral. Esas caractersticas responden a una percepcin construida histricamente en que la escuela va en contra de la cultura y los valores de los indios, porque lo que busca esta institucin es hacerlos blancos y hacerlos ciudadanos americanos (o mexicanos, o segn sea el caso), al precio del abandono y de la prdida de sus identidades socioculturales y lingsticas. Esta per- cepcin se ha sostenido, en distinta medida, en los consejos de ancianos y miembros de diferentes comunidades indge- nas. Desde perspectivas como la anterior es probable que los jvenes que se salen de la comunidad y adquieren los saberes que se dan en la escuela representen un desafo a la autoridad que busca mantener los valores y las normas. Estudios en Mxico (Prez Ruiz, 2002) 12 me permiten soportar ideas que indican que los jvenes indgenas mi- grantes en las ciudades, por su misma condicin, viven con especial intensidad los confictos generacionales al encon- trarse en un medio menos acotado por las prescripciones de comportamiento vigentes en su familia y comunidad y, al mismo tiempo, desenvolverse en un mbito con una am- plia y muchas veces contradictoria oferta cultural. De igual manera, el que Federica sea una mujer escolarizada resulta un punto ms de tensin si consideramos que los procesos de escolaridad en las mujeres podran conducir a cuestio- 12 El trabajo de Prez Ruiz (2002) sobre Jvenes indgenas y relaciones intertnicas en las ciudades, recupera la reciente investigacin (de los aos 90 a la fecha) que se realiza en este campo. 230 PASAR POR LA ESCUELA nar a la autoridad, por ejemplo, en torno a la modifcacin o no de las relaciones entre los gneros imperantes en las comunidades indgenas. El acceso de una mujer joven a los mismos ttulos escolares que los hombres puede ser vivido o representar cierto riesgo para las autoridades de la comu- nidad, que son hombres. Aunque la autoridad y el valor de los miembros de esta comunidad no se mida por su escola- ridad, tambin es cierto que, como lo seala Aikman (1999) en su trabajo con comunidades indgenas en Per, el acceso masivo a tipos de conocimiento va la palabra escrita, podra subvertir las diferencias de edad y gnero asociadas con ciertas prcticas culturales, que incluyen estatus, autoridad y poder para los miembros de la comunidad. No obstante, considerar la tensin anterior no est im- plicando ausencia de sentidos y expectativas sobre la esco- laridad. No slo las expectativas y los sentidos acerca del pasaje por la escuela y una larga escolaridad se proyectan mediante las voces de los interlocutores de este trabajo, tam- bin existen para la comunidad triqui en Copala, Oaxaca. Como trat en captulos anteriores, para los triquis en Co- pala existe una escena educativa esperada que se expresa en frases como: Si es posible, los hijos de la comunidad deben acceder al mayor nivel de estudios que se alcance (Memo- rias..., 1998:6). Cuando se plantea esto, los miembros de la comunidad triqui tienen en su horizonte el conocimiento del sistema educativo mexicano; saben que hasta la fecha la educacin intercultural bilinge que se propone para las comunidades y los pueblos indgenas slo opera en la edu- cacin preescolar y la primaria, y algunas experiencias aisla- das en secundarias y bachilleratos. Incluso as, el considerar 231 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA 13 El concepto in-between, de Bhabha (1996), es til porque permite repensar la divi- siones binarias entre lo privado y lo pblico, el pasado y el presente, lo psquico y lo social, y reconocer los complejos entrelazamientos que ocurren al estar-entre las fronteras porosas de los cruces. A partir de esta categora, Garca Canclini (2003) seala que Bhabha no aplica esta sutil comprensin a las relaciones entre lo hege- como proyecto posible para los hijos de esta comunidad desde el pasaje por la escuela hasta el de una larga escola- ridad, est incorporando a la adquisicin de saberes de escri- tura (Chartier, 2004) y, en algn nivel, toda la complejidad y el contraste que esto conlleve: desde cuestionar los valores y las metas que determinan las autoridades de la comuni- dad, hasta la posibilidad de empoderamiento que el acceso a esos saberes contiene, para quienes los adquieren y para la comunidad a que pertenecen. Si esto representa quiebres y discontinuidades entre generaciones, adems de mayores tensiones entre gneros, no por ello ubica a la escuela y la escolaridad como espacios carentes de sentidos. Ms bien, el pasaje por la escuela y la escolaridad aparecen como ese espacio complejo, como un espacio in-between (estar-entre) (Bhabha, 1996), porque all se encuentran nociones y expec- tativas diversas acerca de lo que se espera una vez alcanza- do ese pasaje, mismas que no se diluyen sino se vuelven a reconfgurar. 13 Asimismo, lo seala Peshkin (1997), la expe- riencia de la escuela para comunidades indgenas se ubica en la tensin que se da entre el permanecer lo que los ancia- nos y las autoridades pretenden retener y el llegar a ser lo que se espera de los miembros y ciudadanos para el futuro; esto es, el espacio donde se dan cita el pasado, el presente y el futuro de individuos y de las comunidades a las que pertenecen, a las que esperan brindar y de las que tambin siguen recibiendo. 232 PASAR POR LA ESCUELA SENTIDOS DIVERSOS SOBRE LA NOCIN DE APRENDIZAJE He planteado que la asistencia a la escuela y el pasaje por una larga escolaridad no resulta un valor en s mismo, si los saberes all adquiridos no se ponen al servicio de la co- munidad. Lo anterior no implica que la escuela no tenga el valor consabido, sino ms bien que existe otra manera de hacer escuela, porque en ello se descubren signifcados al- ternos en esta comunidad. Como he mostrado a lo largo de este trabajo, y a travs de los relatos de Marcos, Pedro y Federica, resalta la idea de que para los padres de esta comunidad s es importante el que los nios asistan a la escuela y, al mismo tiempo, se indican otras experiencias valiosas para el aprendizaje y la vida que no determinan al espacio escolar como nica instancia de aprendizaje. Simultneamente al valor de asistir a la escuela est presente la consideracin del valor que implica traba- jar para ayudar a la familia y la comunidad. En este as- pecto, padres y madres de esta comunidad triqui han dado pistas que indican que si un nio no la hace en la escuela, aunque la expectativa en la ciudad es terminar, si es posible, la secundaria, no tiene que quedarse a sufrir en ella; se considera importante que ayude a la familia en el puesto del mercado y en la venta de artesanas, ms todava porque mnico y lo subalterno, quiz por la subordinacin de lo cultural al enfrentamiento poltico que rige su pensamiento. Pero para Amrica Latina, Garca Canclini seala la potencialidad de esta perspectiva por la autonoma parcial alcanzada por los campos culturales en la modernidad, as como por la importancia de las transac- ciones y la negociacin en el desenvolvimiento de las identidades hegemnicas y populares (Garca Canclini, 2003:52). 233 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA cuenta con las herramientas al tener dominio del espaol y saber las cuentas. Entonces y retomando a Serpell (2001), el que un nio en estas comunidades no contine la escuela no representa el mismo sentido en torno a la prdida de un valor o un bien, como s lo es para sectores medios urbanos. Con esto se refere a que para estos ltimos sectores el aban- donar la escuela, as como no tener acceso a una escolaridad prolongada representa una adscripcin negativa sobre su identidad, aspecto que no tiene la misma representacin en otros sectores y comunidades. Perspectivas como esta ltima tambin se refejan, por ejemplo, en las elecciones de los padres indgenas para au- sentar o no a los nios de la escuela. Al platicar de las visitas a las comunidades y los pueblos de origen, es comn que los padres sealen que los nios se quedan en la ciudad, mien- tras que ellos, o cada uno por separado, van solos para que los nios no falten a la escuela. La escuela sanciona a los nios hacindoles perder un curso lectivo por pasar el lmite de faltas establecidas al ao y los padres tratan de cuidar ese lmite. Dicha sancin est incorporada como algo sobre lo que no hay que pasar. No obstante, las ausencias de los nios a la escuela para ayudar en determinadas fechas del ao en la venta de artesanas o viajar a las comunidades, porque a los padres les ha tocado cumplir con alguna mayordoma, entre otras cosas son hechos frecuentes y los padres no du- dan en llevrselos con ellos. Los padres saben que estas au- sencias pueden incidir en que el nio o la nia repita el ao escolar y lo asumen como parte de las condiciones de vida. No obsesionarse porque los nios asistan a la escuela tie- ne elementos de decisin prcticos y simblicos. Probable- 234 PASAR POR LA ESCUELA mente, porque a veces no hay quin los cuide en la ciudad cuando los padres se ausentan, y tambin porque hay traba- jos en los que participan los nios con los adultos, prcticas arrai- gadas en las comunidades indgenas. Sobre esto, Marcos seal por qu los nios deben trabajar: [...] M: Los nios ayudan en el puesto, porque realmente de ah sale la comida y gastos de la escuela para los nios. Uno quisiera que ellos no trabajen, pero es que tambin si yo le digo que algunas veces he odo de otras gentes: Los nios no tienen por qu trabajar, pero no- sotros s tenemos que ensear a los nios a trabajar, porque as como nuestro campo tambin tenemos los padres de all le ensean a sus hijos cmo sembrar, cmo traer agua, buscar quelites para comer y cortar cafetales, platanales. Entonces aqu, Mxico, como hacamos artesana y negocio, nosotros a veces pensamos que los nios nos ayudan, por ejemplo, nio de 15, de 16 o 17 aos s nos ayuda a hacer cosas de artesana, y s nos ayuda tambin a vender cuando tenemos otro trabajo qu hacer [y] tenemos que mandar a los nios al puesto que cuida, a vender; claro, cuando hay que atender le ayudamos y cuando a levantar las cosas tambin le ayudamos, pero siempre al medioda mandamos a los nios ms grandes que estn ah ayudando y a ver qu, y si hay manera de hacer algunas cosas tambin cuando se pueda [...] (entrevista con Marcos, enero 2002). Aqu vale la pena mencionar un aspecto, estudiar y trabajar, en tanto prcticas de socializacin, pueden aparecer como una oposicin o una relacin. Por ejemplo, los maestros de la escuela, e incluso Federica, consideran que a muchos pa- dres indgenas (no slo los triquis) no les interesa que los nios estudien, porque preferen que les ayuden en el pues- 235 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA to de trabajo. Esta concepcin forma parte de un reperto- rio arraigado en la perspectiva socioeducativa en la que se ubica y relaciona el fracaso escolar con bajas expectativas educativas de los padres (Li, 2001; Chi y Rao, 2003). Una cosa es reconocer que el trabajo y la explotacin infantil son causantes de desercin y abandono escolar de los nios, ade- ms de atentar contra los derechos de la infancia. Otra es plantear que el que los nios colaboren con los padres en distintas tareas domsticas y de reproduccin, implique falta de expectativas de los adultos sobre la escolaridad de sus hijos. Lo que no se toma en cuenta en perspectivas como esta ltima, es el reconsiderar el lugar y la concepcin que hay sobre trabajar junto con los adultos y trabajar para la comunidad, en tanto prctica educativa en las comunidades. Indudablemente en esa nocin de trabajar se combinan el sentido de sobrevivencia y parte de la experiencia de socia- lizacin misma que resulta de un hacer/participar colectivo y, por esto, ser miembro de una comunidad. As, a travs de estas nociones de trabajar es que se resaltan modos alternos de ensear. Ya sea en el campo o la ciudad, a los nios se les dan y comparten responsa- bilidades que se relacionan con la sobrevivencia material plantar, cosechar, recoger agua y, en la ciudad, ayudar en el puesto, y con la espiritual en la medida que trabajar para la comunidad resulta base de conocimiento y, proba- blemente, de membresa a ella. La literatura sobre socia- lizacin primaria y crianza de los nios en comunidades indgenas ha mostrado que estas actividades que hacen a la vida cotidiana, adquieren un sentido educativo cuando los nios la comparten y viven desde muy pequeos junto con 236 PASAR POR LA ESCUELA los adultos. 14 Esos estudios sealan que existe un modo de relacin entre los miembros de estas comunidades para realizar distintas actividades diarias, mismas que involu- cran la subsistencia y el cuidado de la familia. A travs de esas relaciones se desarrollan diferentes habilidades, que se ponen en juego de diversa manera y de acuerdo con los contextos y las metas que se persigan en el mbito de los aprendizajes. En este sentido, es muy ilustrativo el testi- monio de una mujer triqui tejedora de huipiles, de San An- drs Chicauaxtla, cuando se refere a las actividades que conforman la educacin de los triquis de esa regin: [...] los padres y las madres educan a sus hijos a cada da: el tejido de los huipiles; hablar en la casa y en el mercado en triqui; el conoci- miento del territorio triqui; saber los tiempos buenos para la agricul- tura y la cra de animales; el sistema de cargos que deben ocupar los hombres y slo alguna viuda; el tequio; las danzas y las canciones; el carnaval; la lectura del tiempo que hacen los viejos; las oraciones de ofrecimiento en las que agradecemos todo lo que nos fue dado, y la medicina triqui [...] (SEP/DGEI, 1996, en Lpez A., 2003:63). Trabajar para la familia y la comunidad forma parte del bien comn en tanto accin de reciprocidad (Varese, 2003a). Esta concepcin de trabajar para la sobrevivencia material y espiritual de la comunidad es un aprendizaje que se da desde y por estar en la comunidad; la escuela es 14 En comunidades indgenas en Amrica: Rogoff (1993, 2002), Rogoff et al., (2003), Paradise (1987, 1992, 1998), Aikman (1999); en comunidades rurales en frica, Har- kness y Super (1996), Serpell (2001). Lo referido a las formas de enseanza y apren- dizaje en comunidades indgenas, se desarroll en el captulo 5. 237 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA un escenario que complementa las prcticas de aprendiza- je que se viven por ser de una comunidad. De este modo, la escuela entra y forma parte de la escena comunitaria orientada por el principio de diversidad (Varese, 2003a), a manera de sitio que tambin integra la perspectiva sobre el hacer en estas comunidades, con toda la tensin que ste pueda implicar. Reconsiderar la nocin alterna de trabajar como parte de las prcticas de enseanza en las comunidades indge- nas, implica repensar que el valor de la escuela en tanto habilitadora para obtener trabajos al trmino de una larga escolaridad no tiene el mismo peso en esta comunidad tri- qui. El trabajo no est all, lejos, al fnal de la carrera (sea cual fuere el ltimo peldao alcanzado), y por ello tampo- co la posibilidad de tener mejores condiciones materiales; el trabajo est presente todos los das, los nios colaboran, forman parte de y son actores de la escena para la vida de la comunidad. Al mismo tiempo, la nocin de obtener mayores ingre- sos econmicos no deviene de la conviccin de que el pasaje por la escuela lo garantice. En esto existen otros mensajes vinculados a la idea de xito econmico. Es contundente la imagen de la migracin que se ha construido en las comuni- dades de Oaxaca, por ejemplo, sobre los paisanos que por pasar al otro lado (a los Estados Unidos de Norteamri- ca) tienen xito econmico. Al interior de estos grupos de migrantes, el haber concluido la escuela, el piso mnimo de la primaria y la secundaria, no es un hecho que est deter- minando o incidiendo en el xito econmico, porque en general los jvenes indgenas que van a los EU lo hacen con 238 PASAR POR LA ESCUELA niveles mnimos de escolaridad, 15 no obstante, logran tener trabajo y hasta ahorrar para mandar dinero a sus familias y probablemente juntar para regresar a las comunidades y pueblos de origen. 16 La situacin de migracin transnacional, como sta, pre- senta en torno al pasaje por la escuela algunas diferencias respecto a la forma de plantear la migracin interna; en este estudio, la migracin de una parte de la comunidad triqui a la ciudad de Mxico. Los miembros de esta comunidad ya tie- nen una primera generacin de hijos nacidos en la ciudad. 17
La cuestin de la ciudadana para acceder a los mismos ser- vicios como el educativo no es una difcultad formal para estas comunidades en la ciudad de Mxico, como s lo es, en muchos casos, para los migrantes indgenas a los EU, quie- 15 Los datos sobre desercin y reprobacin escolar en Oaxaca indican que esta enti- dad se encuentra entre los estados con ms bajos ndices (SEP, 2000). Adems, hay que considerar que es a partir de los aos 90 y con el Acuerdo para la Moderniza- cin de la Educacin Bsica, que se hizo obligatorio el nivel de estudios de secun- daria. Entonces, no es de extraar que los migrantes, que hasta esas fechas hayan pasado al otro lado (EU), tengan en menor proporcin este nivel de estudios. 16 Existen comunidades de migrantes indgenas importantes en los EU, tanto por su presencia numrica como por el papel que juegan en los estados y las comunidades de las que provienen. Estos migrantes han formado, en muchos casos, fuertes redes sociales a travs de las que circula dinero, gentes y tradiciones. Para este caso, tam- bin los triquis en California, en NY, as como en la frontera norte de Mxico han conformado verdaderos enclaves tnicos, y son interlocutores y hasta referentes para la vida en las comunidades de origen (Kearny y Varese, 2001; Velasco, 2002; Escrcega, 2004). Cuando esos jvenes regresan en distintas ocasiones a visitar a sus familias y llevan nuevas ropas, objetos de marca del primer mundo, son mer- cancas apreciadas por otros en la comunidad y se transforman en objetos de deseo y posesin. En esto cuando la migracin se da de manera favorable por el acceso a lo econmico, representa un ideal, un imaginario que permite soar con vidas diferentes, aunque no se reconozca lo doloroso y riesgoso que implica pasar al otro lado de la frontera. 17 Tal vez ya pueden existir dos o ms generaciones, pero particularmente no he seguido este proceso. 239 CAPTULO 6. LA NOCIN DE MEMBRESA COMO ORIENTADORA nes no tienen ciudadana y por ello no acceden a los servicios estatales de ese pas. As, una de las expectativas que tienen los migrantes en la ciudad es la posibilidad, para sus hijos, de lograr los distintos niveles educativos, as como benef- ciarse de otro tipo de servicios (salud, crditos), al tiempo que la familia y la comunidad buscan tambin distintas ofertas laborales. A travs de considerar la experiencia de miembros de la comunidad triqui, como Marcos, Pedro y Federica, se est poniendo en el escenario discursivo, sentidos poco conside- rados para la escolaridad, pero que guan la accin de pasar por la escuela adems de utilizar todo lo que ese espacio pueda proveer y no tanto la de ser por la escuela. Como se mostr, es la nocin de membresa a una comunidad como la triqui la que orienta el valor del acceso a la escuela y ma- yores niveles de escolaridad, porque permite reconocer que mediante ello, el acceso a los saberes obtenidos va la escue- la son para la comunidad; es decir, se ponen al servicio de la comunidad. Es posible que el escenario de la migracin permita reconfgurar la metfora de caminar en dos mun- dos (Henze y Davis, 1999), porque, y retomando a Peshkin (1997), es en los sujetos donde se estn dando esas integra- ciones de las visiones duales. Se puede caminar en la ciudad de Mxico, en San Juan Copala, en Nueva York, o en otros sitios sin dejar de ser triqui. No obstante, los discursos en torno a la escuela y lo que sta potencia y sofoca, todava se ubican en esas polaridades; es decir, an no se incorporan los mltiples caminos y signifcados que se confguran por pertenecer a una comunidad y, al mismo tiempo, vivir, atra- vesar y pasar por otras. 240 A lo largo de este trabajo he tratado de mostrar que la experiencia de la escolaridad, para miembros de una comunidad como la triqui, en este estudio, en el contexto de la migracin en la ciudad de Mxico, resulta un espacio donde lo que se confronta es muy diverso. La escuela de la que hablo, es la del siglo XX, la que han cursado los interlocutores de este estudio, es la escuela inte- gracionista, la escuela para formar ciudadanos mexicanos. No me he referido a la escuela conocida como indgena, con propuestas bilinges o interculturales que han operado de modo paralelo al sistema general desde los aos 70, aunque tambin con la perspectiva de integrar a la mexicanidad, sino al espacio escolar pblico conocido en Mxico como la escuela general. La experiencia de esta escuela puede resultar compleja para distintos grupos sociales, lingsticos, culturales y reli- CAPTULO 7 NOTAS PARA PENSAR LA EXPERIENCIA ESCOLAR EN SOCIEDADES PLURALES 241 CAPTULO 7. NOTAS PARA PENSAR LA EXPERIENCIA ESCOLAR giosos. No obstante, en este trabajo he intentado reconocer los signifcados que adquiere esa experiencia para una comu- nidad indgena como la triqui, considerando que la relacin histricamente construida entre las comunidades indgenas con la institucin escolar ha estado marcada por la negacin y el silenciamiento de las adscripciones identitarias locales- comunitarias. Las tradiciones culturales y lingsticas, as- pectos que han servido para establecer diferencias entre qu es indgena y qu no, han sido marcas utilizadas desde la sociedad hegemnica ms bien para etnicizar a los pue- blos indgenas. En este sentido, la asociacin entre escuela y ciudad, en tanto portadora de progreso y civilidad, se ha contrapuesto a la ruralidad, espacio que en un largo proce- so histrico se ha ligado con las poblaciones indgenas y su condicin de atraso y tradicionalismo. Entonces, y reto- mando la perspectiva de Gruzinsky (2000), el ver las cosas en estas oposiciones, petrifca y empobrece la posibilidad de comprender la realidad al eliminar todo tipo de elementos que desempean papeles determinantes cuando se constitu- yen en espacios de mediacin. As, se trata de entender las cosas y los hechos en su complejidad misma, que es a la vez una cuestin de espacios y de temporalidades (2000:49). MULTIPLICIDAD DE SENTIDOS PARA LA ESCOLARIDAD En la imagen de la escuela que dibujan miembros de comu- nidades indgenas como la triqui, se identifca nuevamen- te la oposicin rural-urbano, que retorna del pasado en el discurso de los interlocutores. Expresiones como: pensar 242 PASAR POR LA ESCUELA como de ciudad o pensar en triqui, costumbres de ciu- dad o costumbres de pueblo, siguen marcando el modo en que la experiencia escolar migrante se defne para estos inter- locutores. Porque histricamente la escuela fue imaginada, desde la sociedad hegemnica donde se incluye al indige- nismo, como un lugar por excelencia para transformar a los indgenas as lo plante Aguirre Beltrn en ciuda- danos mexicanos y sacarlos de la situacin de dominacin, discriminacin y explotacin en la que han vivido. Eso que la escuela del Estado liberal no ha logrado, en parte s ha provocado lo que algunos llaman reaccin esencialista; esto es, atrincherar el sentido de la experiencia escolar slo des- de perspectivas que resaltan como nica legitimidad a la etnicidad en tanto aspecto diferenciador. Estas expresiones de oposicin aparecen a lo largo del trabajo para hablar de lo que se confronta en la experiencia escolar de miembros triquis migrantes en la ciudad. No obstante, hay un uso dis- tinto de esas expresiones en Marcos, Pedro y Federica, que tienen implicaciones en la visin y construccin de esa expe- riencia en la memoria de las comunidades. En este sentido he podido ubicar, a partir de la voz de los interlocutores, perspectivas diversas sobre lo escolar, que estn mediadas por las posiciones que cada uno tiene en la comunidad: ser lder, ser mujer, ser de los primeros que llegaron a la ciudad desde la comunidad. Pedro, en tanto lder poltico de la comunidad en la dis- pora, utiliza la expresin pensar en triqui para resaltar desde all una diferencia que por mucho tiempo ha sido negada, estigmatizada y corroda. l sostiene un discurso que, en cierto nivel, pretende marcar diferencias, ahora para 243 CAPTULO 7. NOTAS PARA PENSAR LA EXPERIENCIA ESCOLAR soportar identidades discriminadas en positivo. En este sen- tido, pensar en triqui puede leerse como un acto para el reposicionamiento de las identidades, un trabajo discursivo para dar otra vuelta de tuerca a la relacin grupos domi- nantes-grupos dominados y, al mismo tiempo, un trabajo de recreacin de la comunidad fuera de los territorios de procedencia, un trabajo de reinvencin de esta comunidad. Pero pensar en triqui tambin mantiene una perspectiva en la que salir de la comunidad podra implicar cambiar radicalmente y dejar de pensar en triqui, situacin en la que la escuela estara fuertemente involucrada. Para Marcos y Federica, la oposicin entre la experien- cia de aprendizaje y vida comunitaria y la que resulta fuera de la comunidad, donde se ubica la escuela, tiene conno- taciones de cambio en distintos aspectos referidos a las costumbres de vida en tanto prcticas socioculturales de estas comunidades. Esos cambios, sin embargo, no se ubican necesariamente como causantes de prdida cultural, lin- gstica e identitaria, como en un nivel Pedro s lo trata de marcar. Para Marcos y Federica, los cambios en el escenario migrante se conciben como parte de los tantos cambios y contactos culturales que han vivido las comunidades ind- genas desde siempre. En este sentido, aun considerando las diferencias que hay en los discursos de Pedro y en los de Marcos y Federica, como expresin de conjunto manifestan que se puede seguir siendo triqui ms all de la escuela. A travs de lo que se expone en este trabajo, no hay duda de que la escuela y el pasaje por una larga escolaridad no han implicado para Pedro y Federica que tienen estudios universitarios ni para Marcos, dejar de pensar en [lo] tri- 244 PASAR POR LA ESCUELA qui, con toda la tensin que esto conlleve. Las trayectorias de vida y escolares de Pedro, Federica y Marcos dejan entre- ver la ligazn existente con sus comunidades de origen; es decir, que hay una relacin de pertenencia que es simblica, material y emocional para estos triquis incluso fuera de los territorios de procedencia. Como ya se mostr, asistir a la escuela pblica general y aprender all muy bien el espaol desde nios, implica la posibilidad para acceder a la ciudadana en su dimensin nacional, en tanto aspecto que igualara condiciones. Asi- mismo, adquirir el espaol y distintas habilidades en la es- cuela favorecera una mejor negociacin de los derechos y las necesidades de las comunidades frente a la sociedad he- gemnica. Ser como cualquier mexicano, por haber pasado por esta escuela, es un pasaporte. El acceso a mayores niveles de escolaridad, al costo de la autonegacin de las adscripciones comunales y lings- ticas no ha orientado para esta primera generacin de mi- grantes al abandono de la adscripcin identitaria. En este aspecto, si la escuela adquiere algn sentido es justamente porque la nocin de persona en una comunidad en tanto no- cin alterna ligada a un colectivo y a una membresa es la que orienta de distintos modos el pasaje por la escuela. Por ello, el pasar por la escuela es valorado en la medida en que, de algn modo, lo all aprendido retorna en benefcio de la comu- nidad. Es probable que esto resulte un constreimiento para algunos miembros de estas comunidades, pero forma parte de los principios que orientan las relaciones entre los individuos y con todo lo que les rodea y, por tanto, lo que de cierto modo sostiene el valor de pasar por la escuela. 245 CAPTULO 7. NOTAS PARA PENSAR LA EXPERIENCIA ESCOLAR En la comunidad pasar por la escuela no da en s mismo un plus de valor a la persona que logre acceder a mayores ttulos escolares; ese valor se adquiere, sobre todo, en la me- dida en que los conocimientos adquiridos en el pasaje esco- lar retornan, de cierta manera, en forma de benefcio para la comunidad. Esto no implica que los miembros en el exilio retornen materialmente a vivir al rancho o pueblo de pro- cedencia, implica que desde el exilio se puede apoyar a la comunidad y seguir perteneciendo a ella. As, aunque el pasaje por la escuela est marcando cier- tas jerarquas sociales al interior de la comunidad, stas no otorgan un verdadero reconocimiento al que haya accedido a ciertos ttulos escolares. Detrs de esto no slo se identif- can los principios de reciprocidad, que permiten reconocer a los distintos miembros de la comunidad, adems hay una no- cin de alfabetizacin centrada en un contexto. En este sentido, alfabetizacin en espaol, en tanto habilidad mecnica, no deriva en un bien que en s mismo otorgue poder, ms bien se entiende como una prctica social inserta en un contexto sociocultural desde el cual se puede resaltar o poner en des- ventaja al usuario (Zavala, 2002). Por lo mismo, la experiencia de la escolaridad no se pre- senta en este estudio, ni como la destructora de adscripciones comunitarias ni como la nica va para constituirse en una persona y, por ese medio, acceder a las mejores condiciones que se ubican tras la nocin de progreso. Ms bien, y como algunos trabajos comienzan a plantear para miembros de comunidades indgenas, la escuela y el pasaje por una lar- ga escolaridad resultan una experiencia que incluye una resis- tencia que permite la transformacin (transformational resistance) 246 PASAR POR LA ESCUELA (Brayboy, 2005). Lo anterior implica bajo los costos perso- nales de tensin y permanente reformulacin de las propias concepciones la adquisicin de credenciales (en tanto ttulos escolares) y habilidades que sirven para el empoderamiento de las comunidades de las que proceden los miembros de s- tas. Lo anterior no se plantea como un acto que en s mismo brinde benefcios personales sino lo hace en la medida que contribuye a las comunidades de las que provienen los es- tudiantes, a la vez que compromete a stos a tomar parte en temas que exigen reformulacin, como: la justicia social y la posibilidad de alcanzar autonoma y autodeterminacin (Is- mail y Cazden, 2005; Brayboy, 2005). No hay que olvidar que acceder a mayores niveles de esco- laridad en la prctica de las comunidades indgenas, en gene- ral ha derivado en la accin de migrar, porque no hay servicios educativos de los distintos niveles all y si existen no siempre estn cerca. En este sentido, la escuela resulta una imagen que implica, y ha implicado, dejar la comunidad y salir a las ciu- dades; esto es, la experiencia escolar para los miembros de comu- nidades indgenas, es experiencia migrante. No obstante, el dejar la comunidad materialmente conlleva a una reterritorializacin permanente de la experiencia sociocultural y, en ello, la escolar. En este trabajo planteo que por esa reterritorializacin se pro- duce una resemantizacion de la experiencia escolar migrante, lo que implica poder pensar de otro modo las oposiciones que han atravesado por siempre a la escuela: entender los procesos de reivindicacin identitarios en tanto tales, as como lo que todava las comunidades apuestan a la escuela general, sin por esto considerarla nico mbito de constitucin de subjetivida- des y, con ello, de proyeccin de sus miembros para el futuro. 247 CAPTULO 7. NOTAS PARA PENSAR LA EXPERIENCIA ESCOLAR LA ESCUELA ENTRE LA ETNICIDAD Y LAS CIUDADANAS Mantener un discurso sobre lo escolar en que se resaltan las oposiciones, tambin tiene otras implicaciones importantes. Sin desconocer que se presentan diferencias entre la forma en que se adquieren los conocimientos en las comunidades indgenas y en el contexto escolar, con este trabajo se plantea que esas diferencias no implican necesariamente ni incomu- nicabilidad ni incompatibilidad, lo que no existe son espacios para el reconocimiento, en trminos de legitimidad desde la hegemona, de los diversos sistemas de conocimientos. Es- tos dos aspectos posibilidad de dialogar entre sistemas de conocimientos y falta de reconocimiento legtimo por parte de la institucin escolar de otros sistemas de conocimien- to son los que a menudo se confunden y conllevan a plan- teamientos que se traducen en oposiciones al momento de pensar propuestas educativas. As, puede decirse que se in- troduce una superposicin conceptual al plantear que para que exista comprensin y dilogo entre sistemas de conoci- mientos diferentes entre ellos las epistemologas nativas, se deben trabajar determinados contenidos acentuando las formas en que se generan los aprendizajes en la familia-co- munidad, lo cual conduce a los currculos conocidos como de base tnica, en oposicin a los denominados currculos integradores, donde se privilegian perspectivas occiden- tales-universales por sobre otras (McCarthy, 1998). Estos modos de operar en la construccin curricular tienen tras de s una perspectiva esttica de lo cultural y de la identidad (McCarthy, 1998; Henze y Davis, 1999). Como seala Mc- Carthy (1998): mientras los acadmicos en educacin intentan 248 PASAR POR LA ESCUELA fjar y separar culturas para la reforma del currculum, niegan al mismo tiempo la heterogeneidad histrica y contempornea de las vidas y las interacciones humanas [...] [mientras] los estudiantes empujan hacia un movimiento y deseo para un futuro diferente (1998:160). La existencia de propuestas educativas para indgenas y para no indgenas en Mxico mantienen una concepcin para el tratamiento de la diversidad desde la ofcialidad, donde el tema indgena sigue tratndose como de inters pblico y no tanto en trminos de derechos (Daz Couder, 1998; Muoz, 2001, en Bertely, 2003). El que en la ltima parte del siglo XX el Estado haya reconocido a los indgenas como integrantes de la nacin, adems de la necesidad de que adquieran derechos propios en tanto comunidades y, con ello, derechos colectivos, no implica un cambio estruc- tural en la sociedad nacional para que desaparezcan los ra- cismos, la desigualdad de clases, la injusticia y las distintas desigualdades e inequidades que existen. En la actualidad, retomando el trabajo de Prez Ruiz (2003a), aunque bajo nuevos paradigmas tericos siguen discutindose viejas versiones sobre lo tnico, a manera de concepto alrededor del cual se atribuyen identidades diferenciadas que mezclan la dominacin de clase con atributos culturales o lingsti- cos en tanto inmanencias. Adems, hay que reconocer que la utilizacin del concepto tambin se debe al resurgimiento del conficto tnico frente al debilitamiento de los estados nacionales, y con ello la visibilizacin de las identidades lo- cales (Varese, 1997, 2002). Al mismo tiempo, la emergencia del pensamiento neoliberal que fortalece la idea de que la se- cularizacin, la individualizacin, la modernizacin y el de- 249 CAPTULO 7. NOTAS PARA PENSAR LA EXPERIENCIA ESCOLAR sarrollo integral constituyen momentos secuenciales de un mismo proceso que debe conducir a la libertad, al bienestar y a la justicia para todos (Prez Ruiz, 2003a:126), interpela a las comunidades en sus vidas cotidianas y en sus concepcio- nes, las que orientan el sentido de futuro, y en ello, el de la escuela, generando distintos procesos, entre los cuales est el de reivindicacin identitaria. Frente a tan complejo escenario no se trata de negar la im- portancia que adquiere la defensa de las identidades socia- les, culturales y lingsticas tras la expresin de la etnicidad, sino darle una adecuada ubicacin y entenderla, retomando a Bartolom, como resultado de relaciones intertnicas ms in- tensas y frecuentes, las que aparecen ms visibles como con- secuencia del contraste, de tal manera que sta, frente a los procesos de modernizacin, es una expresin fundamental de la diferencia creadora frente a las compulsiones homoge- neizadoras; es decir, un recurso identitario crucial que refere a la construccin histrica de los individuos y sus colectivi- dades (Bartolom, 1997). Pienso que esto es lo que opera en el discurso de Pedro y, aunque con distintas intensidades, tambin en el de Marcos y Federica. No obstante, plantear el derecho a defender identidades culturales diversas es distin- to de plantear una educacin escolar etnicizada; ninguno de ellos lo sostiene ni espera la etnicizacin de la escuela. Adems de la reivindicacin identitaria, en el discurso de Pedro pueden leerse otras posiciones, que referen al re- conocimiento de la diversidad no necesariamente centrada en la etnicidad; esto es, apela a las identidades culturales y lingsticas existentes en los pueblos indgenas, pero para introducir desde all la ausencia de reconocimiento de las 250 PASAR POR LA ESCUELA identidades locales y, al mismo tiempo, sin negar la iden- tidad nacional a la que tambin se adscriben. Como l mis- mo lo sealara fnalmente, el tema no se centra en que se ensee la lengua (triqui) en la escuela, por lo menos para el escenario de la escuela general en la ciudad sino que los maestros, y todos los que conforman el escenario escolar, se- pan que existen las comunidades indgenas, nombradas en el discurso de Pedro tras sus defniciones en tanto nahuas, mixes, otomes, mazahuas, triquis, etctera. Perspectivas similares a la que introduce Pedro, permiten repensar lo que algunos autores sealan sobre la necesidad de reformular la idea de ciudadana monocultural prevale- ciente, esto es, nuevas conceptualizaciones en relacin con el Estado Nacional, para desde all introducir la consideracin de que existen ciudadanas locales, regionales, que al mis- mo tiempo son mexicanas (Villoro, 2002; Varese, 1997; De la Pea, 1999). Seremos capaces de pensar la escuela introdu- ciendo estas nuevas ciudadanas sin que implique acentuar nuevamente una forma nica o la diferencia? Considero que en la medida que no desesencialicemos nuestras propias nociones sobre el otro y sobre el noso- tros, ser difcil plantear perspectivas ms amplias e in- cluyentes sobre la diversidad para la escuela. Lo anterior, retomando trabajos como los de McCarthy (1998), Gruzins- ky (2000) y Todorov (2003), implica repensar lo cultural como categora; esto es, revisar y considerar que desde siem- pre han existido los contactos y las mezclas entre individuos procedentes de sociedades diferentes. El problema est en continuar oponiendo un otro en tanto puro o impuro y, tras ello, acentuar diferencias que no resultan en un trato 251 CAPTULO 7. NOTAS PARA PENSAR LA EXPERIENCIA ESCOLAR igualador y legitimador. Desesencializar implica la posibi- lidad de cuestionar lo que hoy nombramos con la denomi- nacin de lo indgena y lo no indgena, como si esa frontera fuera clara e inconfundible siempre, y entenderla ms bien como una frontera porosa (McCarthy, 1998) que atrae y re- pele, que toma y deja a la vez. Implica reconocer los trazos donde an perdura la Colonia y su diferencia entre indios y no-indios para ejercer la dominacin. Las respuestas que los indgenas articulan para y frente al Estado nacional no siempre implican el uso de las mismas diferencias. No todas las comunidades han respondido de manera similar a las acciones educativas del Estado; no to- das presentan expectativas parecidas, y no en todos los con- textos los indios pretenden ser marcados como diferentes por hablar otra lengua o haber nacido en comunidades re- conocidas como indgenas. Sin considerar lo anterior proba- blemente sigamos cosifcando y cristalizando las imgenes polarizadas que conducen a quedarnos atrapados y a seguir empobreciendo nuestra perspectiva sobre la diversidad. NOCIONES ALTERNAS DE LA ESCOLARIDAD Reconocer, en el discurso de los interlocutores triquis, una valoracin positiva en torno al lugar que asignan a la escue- la, aun en su versin homogeneizadora en este estudio, no implica considerar que esa escuela est bien as como est. Por el contrario, y a travs de lo que narran los interlocu- tores, se deja al descubierto, una vez ms, la necesidad de cambiar e introducir otras perspectivas sobre lo educativo 252 PASAR POR LA ESCUELA que permitan la existencia de la diversidad. Mediante este estudio se ponen a discusin las concepciones y las relacio- nes sociales que se han construido y cristalizado, en muchos casos, desde la sociedad que no se considera indgena y la que s se adscribe a esa identidad genrica. * Esas concepcio- nes y relaciones sociales que operan sobre la escolaridad, focos bajo los que se ha construido este trabajo, permiten reconocer las formas en que se adhieren, al discurso sobre la escuela, las visiones dicotmicas y excluyentes. Asimismo, este estudio muestra que el acceso a una larga escolaridad de miembros de comunidades indgenas como la triqui es un hecho real, aunque tambin es expresin de inequidades, y que asistir a la escuela general ha tenido el costo de la negacin de las identidades por la discrimina- cin all vivida. Pero lo que ms bien se plantea es que el sentido de pasar por la escuela se vincula a la existencia de concepciones propias, en tanto nociones alternas, sobre para qu asistir a la escuela. No reconocer estas nociones alternas provoca, en muchos casos, defniciones binarias y en opo- sicin con la manera de defnir el pasaje por la institucin escolar. No obstante, al reconocer lo que tambin podemos denominar local meaning/global schooling para estas comu- nidades triquis, se restituye el sentido de lo escolar. *
Tras la nocin de identidad indgena, en tanto identidad genrica, es lo que a lo largo del trabajo he referido como la forma en que se denomin a la diferencia sociocultural, lingstica y tnica unifcando, tras un rostro, a toda la diversidad. Reconocer esto forma parte de la discusin presente en los ltimos aos en el mar- co de la antropologa y de distintas disciplinas, lo cual ha contribuido a plantear las identidades, adscripciones comunitarias y las ciudadanas como dimensiones mltiples y combinadas que pueden remitir a lo comunitario-familiar, lo regional y lo nacional simultneamente. 253 CAPTULO 7. NOTAS PARA PENSAR LA EXPERIENCIA ESCOLAR Identifcar nociones alternas me permiti reconocer los mltiples sentidos que en cada generacin se van confgu- rando en torno a la expectativa de pasar por la escuela. Lo anterior no implica desconocer la construccin histrica de las narrativas polarizadas sobre el sentido de la escolaridad, sino ms bien mostrar que pasar por la escuela est implicando muchas cosas para estas comunidades. La fuerza homoge- neizante de la escuela del siglo XX no ha conducido, en todos los casos, a la anulacin y al abandono de las identidades so- cioculturales y lingsticas. Al respecto, y lo que opera para este estudio, es una resemantizacin de la escolaridad por- que, retomando a Varese (2002), estas comunidades se en- cuentran enraizadas, y tal concepcin en el actual contexto de la globalizacin no implica carecer de una perspectiva y forma de vida cosmopolita, y con ella tradicional y moderna a la vez, implica quiz que la neoglobalizacin enraiza lo local dndole nuevo sentido a la pertenencia tnico-comunal (2002:4). Al mismo tiempo, adscribir la valoracin de una escolaridad general y no especfca (para indios) es lo que, en la perspecti- va de los interlocutores, ha permitido el acceso a posibilidades casi equivalentes conseguir mejores trabajos, acceder a dis- tintos niveles escolares que otros ciudadanos mexicanos. En ello, el aprendizaje del espaol, adems de otras habilidades importantes que forman parte de lo que se aprende en la es- cuela, resultan expectativas legtimas de los miembros de esta comunidad. Con lo anterior se destaca que las expectativas so- bre una educacin formal se centran en una buena escuela para los miembros de esta comunidad con el inters de no continuar en los mrgenes y en la exclusin. Pero reconocer lo anterior no ubica a la escuela y la escolaridad como el 254 PASAR POR LA ESCUELA lugar por excelencia a partir del cual cobra sentido la cons- titucin de las personas indgenas y la membresa a la comu- nidad. As, como en distintos confnes de lo que se llama occidente, el acceso a la escolaridad se vuelve un ideal que se arroja como constitutivo y determinante de las subje- tividades, pero no resulta del mismo modo para las comuni- dades indgenas. En esta comunidad triqui, la escuela es un escenario de prcticas que complementa las prcticas de vida de la comunidad donde se constituyen las subjetividades y desde donde se proyectan las expectativas sobre las personas para el futuro del colectivo. Esto se sostiene porque se obser- va que la escuela en s no es el nico espacio que habilitara a ser alguien reconocido por la comunidad. Hay otros valores sociales y culturales en juego que orientan el sentido de las personas y del pasar por la escuela en las comunidades. Identifcar lo anterior implica entender los sentidos alternos existentes, as como reconocer que la escolaridad es una fron- tera y un espacio in-between en la que se vive la confrontacin de perspectivas que parten de nociones y metas distintas. Adems de entender que las diferencias que marcan el pasaje por la es- colaridad, en tanto jerarquas y valores sociales generalizados, inciden en los miembros de esta comunidad, en particular en relacin con la aceptacin que, por ejemplo, pueden tener las mujeres por haber sido escolarizadas. Indudablemente, el ac- ceso de las mujeres y los jvenes a la escolaridad representa desafos para los valores que, en tanto mandatos de la comu- nidad, sostienen sus autoridades. Estos nuevos actores en la escena interpelan las concepciones de las generaciones que marcan el rumbo de la comunidad y, de este modo, pueden favorecer una dinmica de revisin, crtica y reformulacin, 255 CAPTULO 7. NOTAS PARA PENSAR LA EXPERIENCIA ESCOLAR misma que no necesariamente implica oposicin a las expec- tativas de la comunidad en torno al valor de estudiar y acce- der a los mayores niveles de escolaridad posible. Como se expresa a lo largo de estas pginas, considerar la existencia de nociones alternas no indica que la escuela no sirve para nada, o que no existen expectativas sobre la es- colaridad, o que por estas valoraciones alternas habra que dejar todo el sistema como est al fn que las cosas pasan por otro lugar. Sin embargo, y en tiempos de retraccin del Esta- do nacional, no podemos fomentar estas perspectivas; es de- cir, no se trata de fortalecer perspectivas que promueven el acceso desigual de los miembros de comunidades indgenas a los distintos niveles del sistema, este aspecto ya se produ- jo. En este sentido, lo indicado sera reconocer que para los miembros de esta comunidad triqui resulta una expectativa que la escuela mejore para que sus hijos puedan continuar estudiando y, con ello, el abordaje de la discriminacin por ejemplo, en los vnculos sociales y el acceso a diversos y variados aprendizajes (lo que incluye contenido y forma) no excluyentes, son aspectos muy importantes. De esta manera, como lo plantean Ismail y Cazden (2005), la forma de realizar esto resulta el desafo que an se presenta para la institucin escolar, y advierten sobre el peligro potencial de proponer, una vez ms, la inclusin de contenidos y mtodos espec- fcos y diferenciados, orientados hacia un enfoque compar- timentalizado de lo cultural, fjndolo as en currculos. Reconocer la existencia de nociones alternas y de expecta- tivas propias acerca del pasaje por la escuela, que imprimen otros sentidos a esa accin, permite salir de la polarizacin construida acerca de lo escolar y tan vigente al pensar la es- 256 PASAR POR LA ESCUELA cuela. De alguna forma esa polarizacin es la que ha contri- buido a que las propuestas educativas sean o de base tnica o integradoras y, de esta manera, propuestas diferenciadas y en algn punto, por su forma de operacin, excluyentes. Tal vez, como lo planteara Hornberger (2000), la exploracin de la vivencia escolar de miembros de comunidades indgenas en escuelas generales nos permita conocer las posibilidades de la interculturalidad desde los actores y, con ello, ganar perspectivas para afrontar la tensin, no resuelta, presente en el sistema educativo y que se expresa entre asimilacin y pluralismo, este ltimo entendido como programas para la diferencia. Finalmente cabe decir que, a travs de estudiar discursos personales en torno a la experiencia de la escolaridad, no slo he reconstruido partes e imgenes de la memoria indi- vidual, sino tambin comprend que esa memoria est con- tinuamente infuida por otros discursos y otras experiencias que vienen de las voces del pasado, por las que se generan en el presente, y por las que orientan el futuro. Esto ltimo se refere a que, por la perspectiva de discurso que he consi- derado, la interpretacin sobre lo escolar se ubica exactamente en ese encuentro de voces, lo cual no implica un encuentro en tanto experiencia armnica y carente de conficto, sino en- tender que la escuela para comunidades indgenas es una experiencia compleja donde lo que se confronta es muy di- verso, cambiante y lo que se negocia es mucho, aunque no es todo. 257 Aguirre Beltrn, G. Teora y prctica de la educacin indgena, Mxico, UNAM, 1973. ______. 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Secretaria no indgena* 1 (1 er grado) 1 60 minutos 30 minutos Padres de familia indgenas: Seor Marcos (triqui) Seor Pedro (triqui) Seoras Marcia (triqui) y Juana (otom) Seoras Manuela y Juana (nahuas) Seora Rosa (chinanteca) 1 1 2 2 1 60 minutos 60 minutos 60 minutos 60 minutos 40 minutos Nias triquis de 6 grado 1 30 minutos * La secretaria del turno matutino es maestra en el 4 grado A del turno vespertino. 282 PASAR POR LA ESCUELA Escuela Agustn Rivera T. V. Nmero Duracin Observaciones Aula 2 (4 A) Tres horas Recreos 4 Una hora Otros eventos: Junta de padres familia. 1 45 minutos Entrevistas Director (otom) 2 60 minutos Maestros: Maestra Andrea (4 grado). Maestra Lul (1 er grado). 1 1 40 minutos 50 minutos Padres familia indgenas: Seor Gmez (triqui) Seor Roberto (triqui) y seora triqui Seora Juana (mazahua) Joven nahua (hermano) 1 2 1 1 45 minutos 60 minutos 35 minutos 30 minutos ANEXO 2 El documento en que ofcialmente se describe el proyecto se llama: Educando en la diversidad. La escuela, un espacio de encuentro y socializacin entre culturas. Entre sus propsitos destaca: Deteccin de poblacin indgena migrante en las es- cuelas primarias, as como la ubicacin de asentamien- tos indgenas urbanos. Sensibilizacin a directivos y docentes que atienden alumnos indgenas migrantes. 283 ANEXOS Capacitacin y asesora a profesores que atienden alumnos indgenas migrantes. Seguimiento y evaluacin. Fomentar el respeto a la diversidad. Favorecer la recuperacin y el reconocimiento de la lengua y la cultura de los grupos indgenas. A continuacin se presenta el nmero de escuelas y alumnos que fueron atendidos por este Programa en el ciclo escolar 2001-2002. Cuadro 1 Direccin operativa Alumnos Escuelas matutinas Escuelas vespertinas Escuelas de tiempo completo Total de escuelas 1 471 18 21 __ 39 2 973 50 43 6 99 3 210 15 11 4 30 4 42 4 5 1 10 5 168 13 16 2 31 Fuente: Educando en la Diversidad. La escuela, un espacio de encuentro y socializacin entre culturas. Coordinacin sectorial de educacin primaria, Mxico, enero, 2002. En seguida se presentan datos, del total de 39 escuelas perte- necientes a la Direccin 1 de educacin primaria, que mayor poblacin de nios indgenas migrantes atienden. 284 PASAR POR LA ESCUELA Cuadro 2 Nombre de la escuela Alumnos detectados Familias detectadas Lic. Ponciano Arriaga (T. M.) 1 75 70 Lic. Ponciano Arriaga (T. V.) 26 24 Alberto Correa 2 65 42 Gabino Barreda (T. M.) 3 22 15 Gabino Barreda (T. V.) 43 28 Revolucin (T. M.) 4 27 18 Revolucin (T. V.) 10 8 Agustn Rivera (T. M.) 20 10 Agustn Rivera (T. V.) 11 10 Fuente: Coordinacin sectorial de educacin primaria, ciclo escolar 2001-2002. 1 En esta escuela la principal poblacin indgena que asista es el grupo triqui, tanto en el turno matutino como el vespertino. 2 La principal poblacin indgena que asista a esta escuela es la otom. Asimismo, diversas instituciones como Conafe y organizaciones no gubernamentales trabaja- ron en esta escuela para apoyar a la poblacin indgena. 3 Los grupos indgenas que atiendi esta escuela, tanto en el turno matutino como en el vespertino, son mazahua y otom. 4 En los dos turnos de esta escuela, principalmente asista poblacin indgena triqui. Esta primera edicin de Pasar por la escuela. Indgenas y procesos de escolaridad en la ciudad de Mxico estuvo a cargo de la Subdireccin de Fomento Editorial de la Direccin de Difusin y Extensin Universitaria de la Universidad Pedaggica Nacional, y se termin de imprimir en ....... de 2008 en los talleres grfcos de .......... El tiraje fue de ........ ejemplares ms sobrantes para reposicin
Resignificaciones Identitarias y Culturas de Los Tojolab'ales, Tsotsiles y Q'anjob'ales en La Educacación Primaria Indígena y General en Las Margaritas, Chiapas.