Tuñón, Julia - Cuerpos Femeninos, Cuerpos de La Patria

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REVISTA ESTUDIOS HISTRICOS. REVISTA DE LA DIRECCIN DE ESTUDIOS HISTRICOS DEL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGA E HISTORIA Nmero 84 Mxico, D.F.

ENERO-ABRIL 2013, http://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/ revistaHistorias/?p=7203

pues incluso en mayo de 2005 apareci en un diario una caricatura alusiva.1 Se puede decir que su forma tiene un carcter acumulativo, pero incorpora facetas nuevas para adaptarse a las circunstancias de cada momento, de manera que confluyen en ella tradicin y novedades, lo cual le permite cumplir su propsito al tiempo de quedar investida del prestigio que le otorga la larga duracin.
* Una primera versin de este trabajo se public como Corpi di donna, corpi di patria. Le icone nazionali in Mes sico, en Camilla Cattarulla (ed.), Identit americane: corpo e nazione, Roma, Cooper, 2006. 1 La Jornada, Mxico, D.F., 11 de mayo de 2005, p. 5.

Artculo: http://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/ revistaHistorias/?p=565

Tun Julia

Cuerpos femeninos, cuerpos de patria


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Verdad evidente: se trata de figuras femeninas que representan a la nacin y/o a la patria. Si bien en ellas parece confundirse el significado de nacin y patria, incluso homologndose a la repblica o la Constitucin, para nosotros es necesario distinguir ambos conceptos. Estas figuras son herramientas simblicas para construir una nacin y son diferentes de la imagen del prcer o el hroe o la herona. Podemos discernir en estas imgenes, o desde ellas, un sistema o una situacin de gnero? Sabemos, con Joan W. Scott, que toda actividad humana est pautada por el gnero, que la construc cin social y simblica de los sexos est en la base de toda realidad social y cultural.2 La construccin de la nacin y del nacionalismo quedaran ajenos a esta aseveracin? El tema empieza a abordarse.3 Un medio para hacerlo son las figuras de mujeres y las metforas de gnero en la
Joan W. Scott, El gnero una categora til para el anlisis histrico, en Marta Lamas (ed.), El gnero: la construccin de la diferencia sexual, Mxico, PUEG-UNAMMiguel ngel Porra, 1996. 3 Vase Natividad Gutirrez Chong, Principales enfoques tericos para el estudio de los nacionalismos y las mujeres, en Segundo Coloquio El Siglo XX desde el XXI, La cuestin nacional, Mxico, DEH-INAH, 2004 CD; tambin vase Natividad Gutirrez Chong (coord.), Mujeres y nacionalismo en Amrica Latina. De la independencia a la nacin del nuevo milenio, Mxico, UNAM, 2004.
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Cuerpos femeninos, cuerpos de patria. Los iconos de nacin en Mxico: apuntes para un debate*
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Cul es el proceso que conforma la imagen femenina de patria? Cules los problemas que implica esta figura?

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cultura visual y literaria asociada al nacionalismo, que fungen como medios para representar a la patria y/o a la nacin, pero tambin para construirla simblica e imaginariamente. Lo anterior es problemtico si tomamos en cuenta que el nacionalismo y el patriotismo se asocian a los afanes polticos adscritos culturalmente a lo masculino, y que a las mujeres se les ha excluido de la participacin poltica hasta tiempos muy

n este trabajo apunto el proceso que conforma una imagen particular en Mxico. Me refiero a las figuras alegricas femeninas que representan a la nacin o a la patria, y pretendo plantear aqu algunas de sus caractersticas medulares a lo largo de un extenso periodo. Esta imagen se inicia en el siglo XVI, y con variantes continuas transita hasta finales del siglo XX,

recientes. Ciertamente el concepto de nacin es problemtico. Para ser considerada como tal, una nacin debe ofrecer elementos de identidad que homologuen las diferencias existentes entre sus miembros, tanto sociales, culturales y econmicas como de raza, pero qu sucede con la diferencia de gnero? La diversidad biolgica es muy evidente entre los humanos y se refuerza con asignaciones culturales que construyen un sistema de gnero que por lo general ha presentado a las mujeres como inferiores socialmente, a menudo con el argumento de su naturalidad. La cultura occidental se estructura por oposiciones binarias y excluyentes, de manera que los valores y significados adscritos a los hombres y a lo masculino son contrarios a los que hacen lo propio con las mujeres y lo femenino, y la inferioridad y la superioridad social se quieren cifradas en diferencias biolgicas y no en las construidas culturalmente. Al analizar el carcter de la cultura y de la identidad nacional en 1981, Carlos Monsivis escribi: Si la identidad nacional vara segn las clases, tambin y muy profundamente, segn los sexos. La nacin enseada a los hombres ha sido muy distinta a la mostrada e impuesta a las mujeres [...] para quien la prctica de Mxico consisti en adherir sus Virtudes Pblicas y Privadas (abnegacin, entrega, sacrificio, resignacin, pasividad, lealtad extrema) a las exigencias de sus hombres o sus padres espirituales. Muy distintas han sido la nacin y la ciudad de las mujeres, entrevistas siempre desde el segundo o tercer plano [...] En las mujeres lo urbano tiene connotaciones de represin y violencia an mayores y lo nacional es ms injusto y discriminatorio.4 Lo femenino se ha asociado simblicamente al mundo privado, ntimo y domstico y lo masculino al mundo pblico, pero pese a esta situacin, como bien dice Natividad Gutirrez Chong: La Patria es un terreno fertilizado imaginariamente por smbolos femeninos y de mujeres. Una vasta iconografa (documental) nos muestra a la Patria como mujer, a mujeres ataviadas con ropajes de Patria (blancura, suave y suelta), a mujeres salvando o defendiendo la Patria. El arte pictrico ha logrado captar una interrelacin constante de la mujer y la Patria representando originalidad, continuidad, reproduccin, fertilidad, belleza, naturaleza, paisaje o pureza.5

As las cosas, quiero analizar suscintamente algunas de esas imgenes representadas en diferentes registros visuales como la pintura, los cromos, los calendarios y algunas pelculas, en un perodo amplio que me permita marcar similitudes y cambios. No pretendo que mi registro sea exhaustivo. Cada soporte de representacin tiene su propia historia, cdigos de significacin, medios y modos de produccin, as como una recepcin propia y es importante tomarlo en cuenta. Considero que el significado que se construye y construye conceptos abreva de su cultura y de las necesidades histricas vividas en cada contexto, y cubren una funcin precisa en cada sociedad. Atendemos, pues, una figura alegrica femenina de gran continuidad que simboliza a la nacin mexicana desde el siglo XIX y nos preCarlos Monsivis, Notas sobre el Estado, la cultura popular y las culturas populares en Mxico, en Cuadernos polticos, nm. 30, Mxico, Era, octubre-diciembre 1981, p. 38. 5 Natividad Gutirrez Chong, Mujeres Patria-Nacin. Mxico: 1810-1920, en La Ventana, Revista de estudios de gnero, nm. 12, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2000, p. 216.
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guntamos: 1) por su funcin: por qu o para qu se realizan? 2) Por qu son femeninas y hasta dnde representan y/o construyen ideas y/o un concepto de las mujeres? 3) Qu problemas implica la representacin de las mujeres simbolizando conceptos complejos como el de nacin? 4) Cmo evoluciona esta figura? Imgenes para construir patria? Los trminos que refieren a la nacin son complejos y a menudo se utilizan como sinnimos, sin serlo. Sucede as con las palabras nacin, estado, gobierno, pueblo o patria, pero tambin con conceptos aledaos como el alemn Volksgeist o Nationgeist,6 o el de matria acuado por Luis Gonzlez. Si bien es difcil distinguirlos porque en la prctica se dan interrelacionados, es importante intentarlo para el anlisis. El trmino nacin refiere a un fenmeno moderno, caracterstico de los siglos XIX y XX. Isaiah Berlin distingue entre conciencia nacional y nacionalismo, que para l es un estado patolgico del primero surgido a menudo de algn conflicto.7 Otros autores relacionan el nacionalismo con la idea de patria, las tradiciones y la solidaridad tribal del pasado, ms que con situaciones modernas, y marcan que ostenta resonancias mticas y msticas que a menudo remiten a la

raza y a la sangre.8 La patria se puede considerar una herramienta simblica del nacionalismo que cobija al herosmo y a las acciones exaltadas para defender el territorio de origen. El trmino proviene del latn pater o padre y no puede simplificarse como Vaterlanliebe o amor al lugar de nacimiento; por otro lado, llamado en alemn el Volksgeist o espritu popular que rescata los rasgos culturales o espirituales de un pueblo, remite a la identidad y a la llamada queEspritu del pueblo o espritu de la nacin. Isaiah, Berlin, El regreso del Volksgeist: nacionalismo bueno y malo, en Fin de siglo, grandes pensadores hacen reflexiones sobre nuestro tiempo, Mxico/Buenos Aires, McGraw-Hill, 1996. 8 Hans Kohn, Historia del nacionalismo , Mxico/Buenos Aires, FCE, 1949, p. 474.
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Alan Knight, US-Mexican Relations, 1910-1940. An Interpretation, San Diego, University of California Center for US-Mexican Studies (Monograph Series, 28), 1987, p. 38. 12 Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y difusin del nacionalismo, Mxico, FCE, 1993, p. 15. 13 Roger Chartier, El mundo como representacin. Historia cultural: entre la prctica y la representacin, Barcelona, Gedisa, 1992, passim.
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dad,14 por lo que requieren ser analizadas por y desde ellas mismas, y no slo en relacin con sus referentes.15 Solo mediante el imaginario se construye el mundo y las imgenes son [...] figuraciones o presentificaciones de significaciones o de sentido.16 Las imgenes son entonces representaciones que construyen ideas, expresan el imaginario y lo concretan, a veces tambin lo estereotipan, lo que incide en un mundo de significados compartidos. Una nacin es constantemente reinventada y refuncionalizada mediante smbolos con los que se homologa imaginariamente a sus miembros, esos que como dice Anderson nunca se conocern entre s, y estos smbolos se tejen mediante recursos diversos. Terence Ranger y Eric Hobsbawm han explicado la utilizacin de tradiciones inventadas para fincar la idea de nacin en una larga duracin y cercana al origen de una comunidad, entre ellas las leyendas, la lengua comn, una historia compartida, mitos, ritos e imgenes de fundacin o historias fundacionales. Se trata de presentar una situacin histrica, quiz reciente, como si fuera eterna o esencial, de forma que se naturaliza y parece inconmovible. Las tradiciones, as sean inventadas, adquieren entonces un valor fundamental. En tiempos recientes otros elementos para construir la nacin son los libros de historia patria, que interpreta el pasado en funcin de ella, y las genealogas, que organizan los hechos a modo de dar duracin o esencialidad a las naciones y, como dice Anderson, [...] aparecen y aparecen inevitablemente en el momento histrico en que el nacionalismo deja de ser percibido como una ruptura con el pasado [...] para serlo como expresin de una profunda continuidad con el pasado.17 Reificados
Cornelius Castoriadis, La institucin imaginaria de la sociedad, vol. I, Marxismo y teora revolucionaria, Barcelona, Tusquets, 1983, p. 9. 15 Cornelius Castoriadis. La institucin imaginaria de la sociedad, vol. II, El imaginario social y la sociedad, Barcelona, Tusquets, 1989, pp. 10-11. 16 Ibidem, p. 327. 17 Benedict Anderson, El efecto tranquilizador del fra14

rencia y es similar al concepto de matria, que Luis Gonzlez caracteriza como el pequeo mundo que nos nutre, nos envuelve y nos cuida de los exabruptos patriticos, el orbe minsculo que en alguna forma recuerda al seno de la madre.9 A los sentimientos que procura la nacin, el nacionalismo y el patriotismo se agrega el matriotismo, aunque [...] las emociones ma trias no excluyen los sentimientos patrio y humanitario.10 Para Alan Knight, en Mxico los conceptos de patria y de patria chica no se excluyen.11 Partimos de un axioma: el de la nacin como un constructo social. Muchos autores lo han planteado, pero Benedict Anderson es ya un clsico en su concepto de nacin como [...] una co munidad poltica imaginada,12 porque sus miembros jams podrn conocer a la totalidad de connacionales con los que comparten una identidad. Como todo fenmeno histrico, todo constructo social convoca la pregunta por el cmo se inventa, por los recursos que entran en juego, y en esto el papel de las imgenes es importante porque implica una dotacin de smbolos necesarios para concretar la idea abstracta de patria o nacin. Como ha sealado Roger Chartier, las ideas no pueden mantenerse en la abstraccin, y para transmitirse y aprehenderse requieren ser representadas por diferentes medios.13 Las imgenes son la materia prima de los imaginarios. Cornelius Castoriadis plante hace ms de 30 aos que no son simples expresiones de una realidad previamente construida, idea derivada de la caverna platnica en que la realidad se refleja, sino parte medular y constructora de esa realiLuis Gonzlez, Patriotismo y matriotismo. Suave matria, en Nexos, nm. 108, diciembre de 1987, pp. 50-51. 10 Ibidem, p. 55.
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ticidio o de cmo las naciones imaginan sus genealogas, en Cecilia Noriega Elio (ed.), El nacionalismo en Mxico, Mxico, El Colegio de Michoacn, 1992, p. 100.

por la historiografa oficial, hroes y prceres fungen as una funcin precisa, la de cimentar un terreno imaginario e indispensable para sostener el control poltico. Anthony P. Smith atiende la manera en que la geografa se carga de significado, pues [...] lo que constituye una patria, por oposicin a un territorio nacional, es lo que las personas invierten en ella en cuanto a significado y emocin.18 Las estatuas, cementerios, lugares conmemorativos cobran un significado peculiar. Se trata de un conjunto de representaciones sociales compartidas, de un imaginario que cohesiona, pero [...] cada generacin debe reconstituir dicha identidad, aun conforme reconstruye a la nacin, cuyos mitos, smbolos, recuerdos y valores ha heredado. [...] hay que instalarse ciertas ideas y supuestos [...] que permita a los muertos ligarse con los vivos y con los que an no nacen mediante ritos de conmemoracin y de moralejas pblicas.19 Los smbolos deben dar idea de continui dad, resonar como algo familiar para convertir [...] a las naciones [en] comunidades sociolgi cas reales, ms que meros artefactos, y a las identidades nacionales [en] fuerzas sociales reales y no meras narraciones, porque si bien la identidad nacional es imaginaria [...] de todos modos se siente, se reconoce y se vive.20 Desde este marco, todo aspecto histrico est indisolublemente ligado a lo simblico como condicin necesaria para su existencia, y la eleccin de los smbolos no es ni absolutamente aleatoria ni absolutamente ineluctable, tampoco se impone como natural ni se priva de toda referencia a la realidad, bebe de rituales y de elementos neutros y toma elementos de lo que ya existe: todo
Anthony P. Smith, Conmemorando a los muertos, inspirando a los vivos. Mapas, recuerdos y moralejas en la recreacin de las identidades nacionales, en Revista Mexicana de Sociologa, ao LX, nm. 1, Mxico, UNAM, eneromarzo de 1998, pp. 61-80. 19 Ibidem, p. 75. 20 Ibidem, pp. 75-76.
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truye patria en diversos registros que interactan y se retroalimentan, y que ha logrado una larga continuidad. Para Bronislaw Baczko cada sociedad se da representaciones de s misma a travs de ideasimgenes que le permiten establecer modelos a partir de su propio caudal simblico,22 de manera que emblemas, banderas e himnos son medios para que una colectividad construya una identidad y el poder poltico adquiera legitimidad.23 En las mitologas nacionales la representacin de la patria remite a las utopas; a menudo se confunde con el estado-nacin24 y lo hace mediante imgenes, smbolos y narraciones como son, para el caso de Mxico, la bandera tricolor, el escudo del guila, la serpiente, el nopal, los laureles, etctera. En este ensayo nos centramos en los cuerpos femeninos alegricos de la patria, que se reproducen a lo largo de un amplio periodo y en distintos soportes, aprovechando posibilidades tcnicas diferentes y con diversos lmites en su difusin.25 Smbolos, alegoras, emblemas Alegora significa literalmente decir otra cosa. Son smbolos que se construyen con smbolos, pero ms que remitir a algo misterioso y esotrico, que expresa en forma oblicua una verdad oculta o mitos de origen, los smbolos de las alegoras tienen la funcin de designar valores y
Cornelius Castoriadis, op. cit., vol. 1, p. 208. Bronislaw Baczko, Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas, Buenos Aires, Nueva Visin, 1991, p. 9. 23 Ibidem, p. 30. 24 Ibidem, p. 99. 25 Vase Enrique Florescano, Imgenes de la patria a travs de los siglos, Mxico, Taurus, 2005, libro en el que sistematiza sus trabajos previos al respecto y toca el tema de la imagen femenina de la patria.
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simbolismo se edifica sobre las ruinas de los edificios simblicos precedentes y utiliza sus materiales [...].21 As se promueve el reconocimiento. La figura que nos ocupa es un smbolo que cons-

ser representativos.26 La alegora, explica Ernest H. Gombrich, es una forma de comunicar ideas y pensamientos abstractos por medio de figuras simblicas y objetos que fungen como sus atributos y acompaan a la figura.27 Para Carl Jung la alegora es un smbolo constreido al papel de signo, o sea una abreviatura convencional, con lo que es menos compleja y su cualidad de comunicar algo no evidente se convierte en representacin grfica.28 En latn y en griego existe una marcada tendencia a personificar las ideas, las virtudes y los vicios con palabras del gnero femenino, de manera que en el mundo clsico estos conceptos se representan como mujeres, como el caso de la Victoria, la Justicia o la Fortuna, pero tambin se representan as las actividades humanas y aun las formas de gobierno. Para Gombrich, la

personificacin y el simbolismo en el arte es ms de orden esttico que ontolgico.29 Los atributos que acompaan a estas figuras, al igual que sus atuendos o escenarios, a menudo provienen de la mitologa.30 En el siglo XIX el significado de la mayora de las alegoras era evidente, casi como [...] una especie de pictografa en que se traduca muy elaboradamente un lenguaje conceptual a imgenes convencionales [...].31 Exista un cdigo de significacin compartido con sus espectadores y cumpla una funcin clara. La alegora era una estrategia de comprensin, pero paulatinamente su significado dej de ser transparente, las figuras modificaron su carcter y de ser: [...] smbolos visuales de las entidades visibles fueron oscurecindose de da en da. En el siglo XIX, en Europa [...] haban adquirido la facultad de hacerse tan invisibles como las abstracciones que se supona simbolizaban [...]. Se buscaron entonces representaciones ms expreJuan Cirlot (ed.), Diccionario de smbolos, Barcelona, Siruela, 1997, p. 47. 27 Ernest H. Gombrich, Imgenes simblicas. Estudios sobre el arte del Renacimiento, Madrid, Debate, 2001, p. 226, nota 2. 28 Juan Cirlot, op. cit., p. 46. 29 Ernest H. Gombrich, op. cit., p. 126. 30 Ibidem, p. 132. 31 Ibidem, p. 123.
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dra agregarse que es tambin importante conocer el lenguaje de cada registro para tomar en cuenta sus propias convenciones. Cuerpos de mujeres: iconos de nacin En el Mxico decimonnico es explcita la necesidad de construir un Estado y una nacin, y tambin es evidente un nacionalismo exaltado, primero referido a la independencia de Espaa y ms tarde a las sucesivas guerras e invasiones. Con la Revolucin, ya en el siglo XX, es urgente adecuar su sentido a los nuevos propsitos de construir una nacin moderna. Ser nacin implica la unidad frente a la atomizacin, y desde los albores del siglo XIX se la quiere ostentando la civilizacin versus la barbarie, pero cul era el proyecto adecuado para conseguirlo? La discusin llev a guerras sin
Comunicacin personal. Ernest H. Gombrich, op. cit., p. 123. 34 Ibidem, p. 3. 35 Ibidem, p. 12.
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sivas y para ello se fortaleci el atributo, objeto caracterstico, se modific el escenario o se convirtieron en emblemas, al incorporar alguna palabra o lema que informa al observador de su sentido. Esther Acevedo da cuenta de que en algunos peridicos mexicanos decimonnicos se explicaba su significado.32 Tambin se recurri al simbolismo: Si las alegoras eran simplemente pictografas cerebrales en forma de inspidas mujeres con vestidos blancos luciendo algn atributo convencional, los smbolos habran de ser diferentes, ms vitales, ms enrgicos y profundos,33 para dar un carcter enigmtico a las representaciones a menudo se asocian con los mitos, que remiten a un origen simblico. Gombrich aclara que los smbolos del arte no son transparentes y es necesario atender en ellos diferentes niveles de interpretacin, preguntarse, por ejemplo, dnde termina el significado y empieza el esquema decorativo.34 El significado es esquivo y es requisito conocer las convenciones de su tiempo para entenderlo.35 Y aqu po-

tregua y fue cantera de hroes y de algunas heronas que se convirtieron en un smbolo.36 Cabe apuntar que en la sociedad mexicana las mujeres han estado marginadas de la participacin poltica hasta muy recientes tiempos, y cuando irrumpan en ella era como excepcin; sin embargo, una metfora comn de la patria son las alegoras femeninas. Cmo se desarrolla esta representacin? Esta figura convivi con otros tipos de pinturas que tambin representaban mujeres. Los modelos europeos de la poca eran la Virgen, la seductora y la musa, de manera que se representaban tanto los aspectos msticos como los profanos,37 pero en la nueva nacin encontramos principalmente retratos de seoras de alcurnia o representaciones de tipos costumbristas. Tambin iconos femeninos de la patria, que a menudo aparecen representados mediante personajes histricos, como el retrato de Ana Huarte, esposa de Agustn de Iturbide, fue representada como una alegora del nuevo pas hacia 1825.38 Fincado en el perodo colonial, un antecedente necesario de la figura que nos ocupa es la representacin de la Virgen de Guadalupe, la cual adquiere mayor importancia que otras imgenes religiosas femeninas en cuanto pasa de ser un icono sagrado a icono nacional. Para Serge Gruzinski La Guadalupana representa desde la segunda mitad del siglo XVI el sincretismo entre catolicismo y las creencias aborgenes, mas para el siglo XVIII es ya el [...] esbozo de una afirmacin protonacional 39 que procura aglutinar simblicamente a la Nueva Espaa y coincide

Ver Alicia Tecuanhuey, La imagen de las heronas mexicanas, en Manuel Chust y Vctor Mnguez (eds.), La construccin del hroe en Espaa y Mxico (1789-1847), Valencia, Universitat de Valencia, 2003, pp. 21-90. 37 Anne Higonnet, Las mujeres y las imgenes. Apa riencia, tiempo libre y subsistencia, en Georges Duby y Michelle Perrot (comps.), Historia de las Mujeres, Madrid, Santillana, 1997, vol. IV, p. 272. 38 Esther Acevedo, Entre la tradicin alegrica y la na rrativa factual, en Esther Acevedo (comp.), Los pinceles de la historia: de la patria criolla a la nacin mexicana 1750-1860, Mxico, Banamex/Munal/UNAM/Conaculta, 2000, p. 115. 39 Serge Gruzinski, La guerra de las imgenes , Mxico, FCE, 1994, p. 126.
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Ibidem, p. 289. David Brading, Los orgenes del nacionalismo mexicano, Mxico, Era, 1980. 43 Serge Gruzinski, op. cit.; vase tambin Jaime Cuadriello, Del escudo de armas al estandarte armado, en Esther Acevedo (comp.), op. cit., pp. 32-35. 44 Michael Alexander (ed.), Discovering the New World Based on the Works of Theodore De Bry, Nueva York, Harper and Row, 1976. 45 Esther Acevedo (comp.), op. cit., pp. 116-117.
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con la persecucin a los marranos o judos.40 Enrique Florescano considera esta figura [...] la representacin ms genuina del reino de la Nueva Espaa: era el smbolo de lo propiamente mexicano,41 lo que parece coincidir con la idea de David Brading de un temprano nacionalismo mexicano asociado al patriotismo criollo colonial.42 Con estos antecedentes, durante la Independencia ser un emblema de la incipiente nacin.43 carcter que se acenta a lo largo del siglo XIX. As como la imagen de la Virgen de Guadalupe tiene presencia y contundencia, tambin la figura de Amrica es un antecedente preciso de nuestra figura. Aparece en Europa, asociada al tema de la conquista en los trabajos de Theodore De Bry, que en el siglo XVI imprimi libros con hermosos grabados a partir de la literatura de viajes.44 Amrica es presentada como una mujer desnuda, a veces ataviada con un faldelln y con los atributos de un carcaj, macquahuitl y plumas,45 muy diferente a como se representaba a los otros continentes: Africa con una esfinge, un cocodrilo, un len, una serpiente o un elefante, y Asia con camellos, rinocerontes, joyas y perfumes exticos; Europa con el toro o un caballo rodeada de artes y actividades civilizatorias, pero a Amrica se la asocia con monedas que simbolizan abundantes recursos naturales, con la vida salvaje y la falta de refinamiento, en oposicin radical a Europa, como su anverso necesario. Esta figura se modifica paulatinamente para representar a la Nueva Espaa e incorporar a la civilizacin. Enrique Florescano hace notar que en los siglos XVII y XVIII se presenta con [...] la prestancia de una mujer indgena atractiva y ricamente ataviada. Los novohispanos le agregaron
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[...] el escudo de armas de la antigua Te nochtitlan, el signo que ubicaba a una mujer hermosa en la tierra mexicana.46 Simboliza lo autctono y la exuberancia de la naturaleza americana.47 Con la Independencia pasa a ser el smbolo de la integridad de la nueva nacin, marcando la diferencia respecto al Viejo Mundo, otorgndole dignidad al tiempo de hacer que el calendario patritico supla al santoral: el faldelln pasa a ser tnica y el carcaj y las flechas son menos evidentes, se adorna con joyas, a menudo luce pieles y plumas y aparecen los colores de la bandera nacional.48 A menudo ostentan perlas, tradicionalmente asociadas a la pureza y el prestigio. Se observa as en pinturas como La Patria liberada por Hidalgo e Iturbide, de 1839, en la que el primero est a punto de coronarla con laureles mientras Iturbide muestra las cadenas rotas que ya no la atan al Viejo Mundo. En su mano el gorro frigio, smbolo de la libertad, y bajo sus pies el despotismo aparece sojuzgado: Todo en ella la enaltece y ennoblece. Ya no es la Amrica salvaje, sino la Patria mexicana.49 El smbolo del temprano virreinato se ha adaptado para representar a la nacin decimonnica. Cabe subrayar la presencia de flechas, plumas y los pies calzados con sandalias atributos indgenas en un contexto que procura su dignidad y prestancia, atributos que a su vez contrastan con el gorro frigio, de clara estirpe europea. En la pintura mencionada, Esther Acevedo observa con razn una tradicin alegrica y un repertorio de imgenes heredado de la Colonia que se readapta a las necesidades de su momento, cuando campea la ambigedad.50 En la temprana Independencia abundan ya los grabados que muestran la digna y prdiga figura de la nacin, y en ese sentido Fausto Ramrez hace notar que entonces las figuras alegricas
Enrique Florescano, Historia de las historias de la nacin mexicana, Mxico, Taurus, 2002, p. 283. 47 Ibidem, p. 340. 48 Esther Acevedo, Los smbolos de la nacin en debate (1800-1847), en Esther Acevedo (comp.), Hacia otra historia del arte en Mxico: de la estructuracin colonial a la exigencia nacional (1780-1860), Mxico, Conaculta, vol. I, 2001, p. 66. 49 Ibidem, p. 68.
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Ibidem, pp. 145-146.

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Vase Esther Acevedo (comp.), op. cit., p. 115.

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tienen diversos registros: pinturas, estampas, medallas.51 En un grabado annimo de 1848, titulado El Progreso de la repblica mexicana, aparecen dos momentos contrastados: en 1821 se le representa montada en un cocodrilo emblemtico, apoya su brazo en un colmado cuerno de la abundancia, pero en 1847 la vemos cayendo al abismo, arrastrando todos sus atributos.52 Es una imagen que hace notar el desasosiego generalizado despus de la guerra con Estados Unidos, en la que se perdi ms de la mitad del territorio nacional. Como hace notar Fausto Ramrez, en estas imgenes culminan y confluyen varias tradiciones iconogrficas y simblicas europeas y americanas. La imagen modificada de Amrica se asocia al modelo dado por Francia en el siglo XVIII para representar a la patria, el cual surge de la Revolucin francesa como una hermosa y fuerte mujer con gorro frigio y que recibe popularmente el nombre de Marianne, se le venera como diosa y adquiere rasgos propios que la diferencian de las representaciones femeninas de naciones europeas como Gran Bretaa y Alemania. Se trata de darle rasgos de mujer a la abstraccin de la repblica y la libertad, para luego ser la representacin de Francia, smbolo que tiene en La Libertad de Eugene Delacroix (1830) su ms claro exponente.53 Michel Vovelle ha hecho notar que con la Revolucin francesa la figura del hroe, que se nutre de la tradicin antigua y cristiana, adeca las viejas tradiciones a las nuevas necesidades y se convierte en un modelo paradigmtico.54
Fausto Ramrez, Hidalgo en su estudio: una ardua construccin de la imagen del PATER PATRIE mexicano, en Manuel Chust y Victor Mnguez (eds.), op. cit., pp. 189208. 52 Fausto Ramrez, Pintura e historia en Mxico a mediados del siglo XIX. El programa artstico de los conservadores, en Esther Acevedo (comp.), op. cit., 2001, p. 84. 53 Maurice Agulhon, Marianne, objeto de cultura?, en Jean Pierre Rioux y Jean Francois Sirinelli, Para una historia cultural, Mxico, Taurus, 1968, pp. 125-137. 54 Michelle Vovelle, La Revolucin Francesa: matriz de la heroizacin moderna, en Manuel Chust y Vctor Mnguez, ed. cit., pp. 19-29.
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las cadenas coloniales y acompaada de emblemas propios del pas: el nopal, la guadalupana, el indio, en una sntesis de smbolos clsicos de pureza, libertad y justicia, pero tambin de los que dan cuenta de la idiosincrasia del Nuevo Mundo.55 En este sentido, Stacie Widdifield plantea que para la construccin de un arte nacional son medulares las figuras de los hroes, indgenas y mitos fundacionales.56 As al analizar La alegora de la Constitucin de 1857 de Petronilo Monroy, exhibida en 1869, una encarnacin de lo nacional en un cuerpo femenino y mestizo, que pretende expresar el espritu de la Repblica restaurada,57 pero tambin conciliar entre los conservadores y liberales las diferencias en torno a lo concebido como sagrado y lo nacional. Una cosa interesante es que esta figura flota libre por el aire, con lo que remite a la reina del cielo, y presenta atributos como las tablas de la ley mosaica, elementos que remiten a la pintura religiosa. Por tanto, se trata de una figura polticamente ambigua,58 mantiene los colores de la bandera mexicana, pero sin estridencia: el rojo se convierte en rosado y la rama de olivo en la mano alude a la ya entonces ansiada paz. Widdifield comenta que una crtica de su tiempo propone que la patria debera haber sido representada por una augusta matrona que sugiriera solidez y dignidad, en lugar de una especie de ngel etreo, una joven cuya piel morena remite al mestizaje y, por lo tanto, a las chinas de las pinturas costumbristas y prototipo de la sexuaFausto Ramrez, La historia disputada. Los orgenes de la nacin y sus recreaciones pictricas a mediados del siglo XIX, en Esther Acevedo (comp.), op. cit., 20002, pp. 240-241. 56 Stacie G. Widdifield, The Embodiment of the National in Late Nineteenth Century Mexican Painting, Tucson, University of Arizona Press, 1996, pp. 122 y ss. 57 Ibidem, pp. 37-38. 58 Ibidem, pp. 51-56.
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lidad abierta, en un tono que veremos en los cromos del siglo XX. En estos cuadros, comunes desde el siglo XVII, las chinas aparecan con senos turgentes, caderas generosas, cintura pequea y en escenarios abiertos y pblicos: calles, plazas, fiestas, nunca recluidas en espacios privados.59 La china era un prototipo peculiar: Guillermo Prieto escribe: [...] vedla con su color de pin [...] con sus ojos muy negros medio encerrados por el ensueo, mientras sonre en sus

Tambin en la pintura de la segunda mitad del siglo XIX su presencia es significativa. En La tumba de Hidalgo, obra de Felipe Castro exhibida en 1859, aparece como la libertad, con corona de flores, tnica, manto y gorro frigio pisando

labios la promesa y vuela incontenible el beso [...] vedla con su camisa descotada y llena de randas, como jaula mal segura que impide el vuelo de dos tortolitas.... y no vais ms... si tenis en algo vuestra salvacin.60 Widdifield concluye que la alegora de la Constitucin es [...] en parte un ngel de la Victoria, en parte Virgen y en parte una mujer independiente de la calle,61 no obstante, los valores que ella representa tambin podan ser usufructuados por cualquier partido poltico o proyecto nacional, lo cual coincide con las ideas que culminan aos ms tarde en un proyecto monumental de historia nacional, cuya portada de los volmenes tres y cuatro est ilustrada por alegoras femeninas de la patria. En los cinco volmenes profusamente ilustrados que forman Mxico a travs de los siglos se construye una historia de nacin que incluye a todos los grupos polticos y sociales. Entre 1884 y 1889, en pleno porfirismo, Vicente Riva Palacio dirige la escritura colectiva de Mxico a travs de los siglos. Historia general y completa del desenvolvimiento social, poltico, religioso, militar, artstico, cientfico y literario de Mxico desde la antigedad ms remota hasta la poca actual, que recaba la erudicin de su poca. Se trata de recuperar el pasado integrando el mundo precolombino con el colonial, que hasta
Anglica Velzquez Guadarrama, Clase y gnero en la pintura costumbrista, 1865-1899, en Stacie Widdifield (ed.), Hacia otra historia del arte en Mxico. La amplitud del modernismo y la modernidad. 1816-1920, vol. III, pp. 139 y ss. 60 Guillermo Prieto (Fidel), Memorias de mis tiempos, Mxico, Patria Mexicana, 1969, p. 204. 61 Stacie G. Widdifield (ed.), op. cit., p. 158.
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smbolos ms recientes como los gorros frigios, nopales y otros objetos identificados como mexicanos. Los gestos son sobrios y la mirada serena, muchas veces dirigida hacia afuera del cuadro, a un proyecto sublime que rebasa el propio marco, aun cuando, paradjicamente, incluye al espectador. El control de los cuerpos, como ha sealado Norbert Elias,62 denota el control de las emociones y la economa afectiva tpicos de la civilizacin; en consecuencia, al ser representada de esta manera la nacin remite a los conceptos de control y estabilidad. El siglo XX y la cultura masiva La confusin poltica y econmica del siglo XIX encalla en los aos de la paz porfiriana y en el pas se ensaya una marcha explcita hacia el progreso. Las ideas de pertenencia propias del grupo dominante se adaptan al ansia de acceder a la modernidad. Los ferrocarriles comuniNorbert Elias, El proceso de la civilizacin, Mxico, 1989; tambin, Philippe Aries y Georges Duby (coords.), Historia de la vida privada, Madrid, Taurus, 1998, vols. I y II.
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can a la nacin y propician el asombro general al constatar que lo propio es ms amplio, variado y complejo de lo que pareca desde cada regin. Las redes de comunicacin (telfono, telgrafo, correo) vinculan a las diferentes zonas. El pas resulta un mosaico variado y rico, porque adems contiene clases sociales, grupos tnicos, idiomas, costumbres, climas y paisajes diversos. Cuando ya no slo se ven las cosas desde el terruo, la pregunta obligada es: Qu cosa es Mxico? La Revolucin de 1910 es una convulsin que mezcl notoriamente a la poblacin: fueron muchos quienes cambiaron de residencia, asumieron nuevas costumbres y vieron nuevos paisajes. La confusin y el desorden fue generalizado: afect a la vida poltica, la economa, la sociedad y la cultura. Era claro que se requera de un Estado fuerte para aglutinar los sentimientos de lealtad y pertenencia. Era necesario un cdigo de valores alrededor del cual la sociedad pudiera unirse para instaurar una vida colectiva y el Estado se asign a s mismo esta funcin: la de construir una identidad

entonces se haban concebido separados e incluso en pugna. Es una historia obsesionada por la poltica, que construye un Mxico uniformado del que todos forman parte a travs de los si glos, y aunque no se conozcan forman una co munidad imaginaria, como dira Anderson. Las figuras femeninas de patria que aparecen en las portadas de los volmenes III y IV dan cuenta de smbolos reificados. En estas alegoras los cuerpos femeninos aparecen enteros, nunca fraccionados, con la cabeza alta y una postura vertical y digna que transmite la idea de entereza. Las carnes firmes remiten a una naturaleza controlada, sin mcula, y el escenario y la ropa que muestran tienen elementos mticos incorporados a lo patritico. Los smbolos y atributos que las acompaan abrevan de una tradicin iconogrfica anterior, como los laureles que provienen de la antigedad greco-romana, pero comparten su lugar con

acorde con los tiempos. Carlos Monsivis ha planteado cmo entre 1910 y 1920 el Estado requiere crear en los mexicanos la sensacin, ms que la idea, de una identidad nacional: El nacionalismo es la premisa ideolgica de la unidad y la consecuencia orgnica de la fuerza del Estado [...] la vitalidad del nacionalismo solidifica al Estado y el crecimiento del Estado le infunde legitimidad al nacionalismo.63 Entre 1910 y 1920 se descubre al pas y entre 1920 y 1940 el Estado se apropia de l.64 No faltarn en el Mxico posrevolucionario sectores del gobierno que procuren el nacionalismo basados en la idea de una esencia nacional, y esto puede verse con mucha claridad, a partir de 1920, en los esfuerzos de Jos Vasconcelos al frente de la tarea educativa nacional (primero en la Universidad y despus en la Secretara de
Carlos Monsivis, Muerte y resurrecin del nacionalismo mexicano, en Cecilia Noriega Elio (ed.), op. cit., p. 448. 64 Idem.
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y del progreso mediante la educacin a los hijos. En el siglo XX, con el conocimiento de la eugenesia se busca crear una nacin moderna y prspera y dirigir la energa materna a crear patria, guiadas por la biologa y el civismo, asociadas a la cultura y a la educacin. El maternalismo
Alan Knight, Popular Culture and the Revolutionary State in Mexico, 1910-1940, en Hispanic American Historical Review, vol. 74, nm. 3, Durham, Duke University Press, august 1994, p. 431. 66 Ibidem, p. 393. 67 Renato Gonzlez Mello, El rgimen visual y el fin de la Revolucin, en Stacie Widdifield (ed.), op. cit., pp. 290291.
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femenino se complementa con el paternalismo del Estado y se considera un mrito cvico femenino el tener muchos hijos y educarlos correctamente o, en su caso, ser maestra. Los medios de comunicacin y los avances tcnicos que los hacen masivos modelan el carcter y el sentido de la figura que nos ocupa. Renato Gonzlez Mello ha escrito que el paso de un medio a otro no slo llevaba a un cambio en las tcnicas de representacin; tambin descontextualizaba las figuras del discurso y les otorgaba un valor diferente.68 As sucede cuando los iconos de nacin, que veamos con toda dignidad en las representaciones del siglo XIX y el muralismo, son tomados por las imprentas que producen cromos para calendarios e ilustraciones populares e introducen representaciones de otro tenor. Griselda Pollock observa que a lo largo de la historia del arte las mujeres han sido una imagen fundamental, pero hace notar que [...] en la cultura de masas el cuerpo manifiesto es el cuerpo de la mujer, que se convierte en la anttesis misma de la individualidad que se loa en el cuerpo del artista de la alta cultura. El cuerpo femenino en la cultura de masas es el smbolo del mercado saturado de mercanca, el campo de juego por el dinero, el poder, el capital y la sexualidad.69 Efectivamente, en la dcada de 1920 la revolucin tcnica permite nuevos medios de reproduccin masiva de las imgenes, asociarlas a la letra impresa y vincularlas al espectculo teatral y cinematogrfico. El taller ms importante de estas obras fue el del espaol Santiago Galas, que inici su empresa de artes grficas a inicios del siglo XX y desarroll un estilo propio con tcnicas modernas que le permitieron representaciones para

Educacin Pblica), que mantendrn una influencia perdurable. Su idea fundamental es descubrir el espritu de la nacin y transmitirlo a travs del arte y la educacin. Alan Knight plantea que este proyecto tiene muchas continuidades con el porfirismo, pero [] sirvi para inyectar sangre roja en este anmico cuerpo de ideas.65 El Estado pretenda nacionalizar, y el arte, la retrica y, hacia los treintas, el radio fueron conducidos con el mismo propsito. 66 Se trataba de inculcar alfabeto, nacionalismo, anticlericalismo, ciudadana, sobriedad, higiene, trabajo, agrarismo, educacin y smbolos patrios. En el muralismo, la figura alegrica de la patria se mantiene en la lnea tradicional, pero ahora representada como una mujer profesional, de utilidad social muy exaltada: la maestra. La vemos en La maestra rural de Diego Rivera. Aunque est sentada, su atuendo y actuacin nos recuerda el viejo concepto de dignidad y prestancia. Renato Gonzlez Mello la plantea como una especie de figura familiar e ntima, una figura lindante con la maternidad. Son aos en que la enseanza se considera una actividad adecuada para las mujeres: la maestra y la patria eran artefactos simblicos complementarios.67 Si en el siglo XIX las alegoras femeninas de patria oscilan entre lo religioso y lo laico, en el muralismo del siglo XX y los cromos populares la asociacin es mucho ms profana. Se trata de una poca en que maternidad y patriotismo, as como docencia y nacionalismo, se conectan: las madres se consideran agentes de la ciudadana

publicidad de todo tipo de productos, desde cervezas hasta tractores, de ropa interior a electrodomsticos. Ciertamente existi la influencia
Ibidem, p. 292. Griselda Pollock, La pintura, el feminismo y la historia, en Michelle Barnett y Anne Phillips (comps.), Desestabilizar la teora. Debates feministas contemporneos, Mxico, PUEG-UNAM/Paids, 2002, pp. 166-167.
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papel y con duracin anual, eran las modosas, sumisas, seductoras y maliciosas representaciones del eterno femenino. Ya colgadas de los muros, sus encantos tuvieron como principal objetivo satisfacer los anhelos masculinos y promover las marcas de sus patrocinadores.73 Los viejos estereotipos de la mujer devoradora y seductora, pero tambin domeable y sumisa, hacen su agosto en este gnero dirigido a un pblico consumidor que compra imgenes para adornar y los observa como objetos cotidianos, no como figuras sublimes de museo. Para ser atractivo, el movimiento se opuso a la quietud y el exceso a la sobriedad. El cuerpo femenino se expresa sexuado, si bien no se trata de su propia sexualidad, sino que se exalta lo que podra agradar a sus espectadores varones. Hace su aparicin la mujer-espectculo, que es adems una figura moderna, trasnacional, que utiliza maquillaje, peinados y vestidos a la moda, ostenta posturas y hbitos glamorosos, como fumar o beber alcohol, y de la que se exaltan sobre todo las redondeces femeninas, al grado de construirse con ellas cuerpos anti-naturales. Para vender un producto la mujer que lo ofrece se identifica con el mismo hasta fundirse, y el tono se erotiza de manera evidente. Se trata de figuras alegres, clidas, que promueven el sentimiento de proteccin y pertenencia con una cachondera evidente en los generosos escotes que muestran pechos prdigos, acordes a unas caderas amplias que cobijan simblicamente a todo aquel que se acoge al espectculo. Es cierto que se trata de un gnero que promueve deseos, de productos, pero implica tambin a los cuerpos femeninos, dctiles, disponibles, seductores. Son figuras que se mueven, se contonean, y por ello en estas imgenes se diluye el control del cuerpo y las emociones del que hablaba Norbert Elias como un elemento de la civilizacin. Las alegoras femeninas de patria tambin aparecen en este registro y las hay muy diversas. Algunas responden al modelo clsico, es de73

de los carteles publicitarios y cinematogrficos estadounidenses muy al estilo hollywoodense, pero los pintores entre ellos Jess de la Helguera, Eduardo Catao, Jaime Sadurri, Luis Amendolla, Armando Drechsler y Aurora Gil intentaron dar a sus creaciones una personalidad propia que los distinguiera de obras estadounidenses y europeas. El vnculo con la pintura costumbrista decimonnica es evidente. En este prolfico repertorio de imgenes diversas se concreta, como bien dice Alfonso Morales, [...] el sueo de un Mxico arcdico e idealizado, la fantasiosa ilustracin de sus mitos, leyendas y deseos,70 en el que el mundo prehispnico aparece como edad dorada y la vida rural se rodea de un aire buclico y romntico. Herederos del arte costumbrista del siglo pasado e imbuidos del espritu nacionalista, los pintores se regodean en el gnero de [...] la patria dulce y porttil de los cromos71 que cubre una funcin especfica en el Mxico de esos aos. Se trata de cuadros de gran formato y exultante colorido que sirven de modelo para calendarios y estampas de mediano o gran tamao que se pegaron en las paredes de casas y oficinas, en talleres mecnicos y de costura, en cantinas, escuelas y hospitales, en negocios de toda ndole. Los cromos calendricos mexica nos del siglo XX fueron ilustracin puntual, y a veces delirante, del nacionalismo que la Secretara de Educacin Pblica enseaba en las escuelas primarias, que las autoridades festejaban en los desfiles y ceremonias oficiales, y del cual participaron los comercios y la industria del espectculo [...] la patria [...] se torn ligera, grcil y hasta frvola.72 La representacin femenina fue abundante: [...] como tema, personaje, fantasa o seuelo de los cromos, nunca tuvieron un momento de reposo [...] estas mujeres de
Alfonso Morales Carrillo, La patria porttil: cien aos de calendarios mexicanos, en La leyenda de los cromos. El arte de los calendarios mexicanos del siglo XX, Mxico, Galas de Mxico/Museo Soumaya, 2000, p. 9. 71 Ibidem, p. 10. 72 Ibidem, pp. 23-24.
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Ibidem, p. 25.

cir, con un tocado de laureles, vestidos o tnicas blancas, postura digna asociada con la bandera, como en el caso de Unidad, previsin, trabajo harn la grandeza de Mxico (1943) y Oh Patria ma! (1963) ambas de Jess de la Helguera. La primera asocia la figura al progreso indus-

trial y a la uniformacin de los obreros que marchan en serie, igualados por las llantas marca Goodrich-Euzkadi. La patria, como teln de fondo, est detrs. En la segunda una mujer dirige a un nio a la escuela (lleva un libro en la mano), y si bien ahora el paisaje son los volcanes, en ambos casos peina trenzas, pero camina descalza por el campo como la figura ideal que es. En los dos cuadros, el cuerpo femenino aparece estructurado, con el rostro sereno; en la obra de 1943 la mirada apunta al exterior del cuadro, mientras en la segunda aparece con los ojos cerrados porque se gua por el instinto, como una especie de ngel, mientras el nio que va de su mano muestra una vida curiosidad en su postura, en su ropa mal colocada, en su expresin ansiosa. En una la patria protege al pueblo obrero, en otra al futuro, en forma de nio. Una variacin de esta imagen es 20 de noviembre de Antonio Gmez (1959), donde una mujer de blanco ahora con moderno traje de chaqueta y pantaln, enarbola la bandera para encabezar un desfile de mujeres a caballo vestidas con trajes folclricos sonre al pintor que la reproduce o al espectador que la mira. Al fondo, la Catedral de la ciudad de Mxico nos explica que caminan por el Zcalo capitalino, smbolo del centro del pas. En 1953 se otorg el derecho al sufragio a las mexicanas, con lo que alcanzaron el estatus de ciudadanas. Estas figuras se emparentan con otras abanderadas, pero resultan mucho ms profanas; as, la de Eduardo Catao va con cananas sobre un caballo y la enorme bandera ondea sobre un cielo tempestuoso; o bien la que remite al triunfo de una batalla y muestra un cuerpo atractivo y abiertamente sexual, pues la ropa desgarrada supuestamente por el fragor de la batalla le aporta un carcter abiertamente ertico. En otras imgenes de mujeres asociadas a la bandera se representa a quienes la fabrican, como

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en el caso de las obras de Jos Bibriesca donde las mujeres no enarbolan al emblema nacional, sino que son sus costureras o se convierten en la patria al vestirse con la bandera. As, en Cie oh Patria (1946), la mujer hace carios a un guila smbolo nacional mientras un ngel femenino y rubio le cie una corona de laurel, ambas flotan en el cielo; el guila y el ngel estn relacionados por sus alas, pero la patria es una mujer maquillada, con manos cuidadas, cintura estre-

cha y un escote generoso que dista de la imagen sublime del siglo anterior. La otra mujer, envuelta en la bandera, est sentada y rodea con laureles la esfinge de Hidalgo y recuerda la pintura de Felipe Castro de 1859, tanto por su postura como por el tema. Rodolfo de la Torre muestra a una indgena con trenzas y envuelta en una ajustada bandera que hace evidente su desnudez. En estas figuras ambiguas la patria es sugerente y ertica, aun cuando ostenta en su cuerpo al escudo nacional y se confunde con l. El smbolo de la bandera ha predominado frente a la pureza abstracta de la tnica blanca y se ha cargado de sexualidad. En Dios y Patria (1957), de Jaime Sadurni, una mujer con rebozo emerge del Ixtaccihuatl y ostenta una imagen de Guadalupe, mientras al fondo ondea la bandera nacional: se concilia el nacionalismo con la religin, mas a pesar de la seriedad en el rostro el espritu sacro es distante. Estas figuras no estn muy lejos de la interpretacin de Jorge Gonzlez Camarena en La vendimia mexicana (1946) donde los atributos del nopal, la corona de laurel, la enorme bandera y el guila suavemente representada en su tnica blanca se acompaan de lindas y alegres muchachas que sonren y ofrecen frutas y flores, mostrando sus trajes coloreados del folclor mexicano, pero s de la que de ella deriva y con la que se ilustraron los libros de texto gratuito por muchos aos. En 1959 se cre la Comisin Nacional del Libro de Texto Gratuito por decreto de Adolfo Lpez Mateos, y con la Secretara de Eduacacin Pblica a cargo de Jaime Torres Bodet, en 1962 se eligi una pintura al leo de Jorge Gonzlez Camarena que habra de aparecer en la portada de millones de libros entre 1962 y 1972. La figura femenina morena y mestiza sostiene con la mano izquierda el asta de la bandera y con la derecha un libro abierto, remitiendo a la cultura escolar como salvadora de la nacin. De ah caen en cascada bienes culturales y materiales que derivan del conocimiento y recuerdan el smbolo del cuerno de la abundancia74 de vieja tradicin. Su vestido blanco y su postura erguida y solemne la inscribe en las figuras tradicionales, as como la mirada fuera de cuadro, pero esta patria ostenta ms carne y sensualidad. La patria flmica Entre 1930 y 1959 el cine mexicano goz de su edad de oro, que tuvo en el nacionalismo una de sus obsesiones. Sin embargo, la forma de representarlo no sigue usualmente la lnea de los smbolos explcitos, excepcin hecha de Emilio El Indio Fernndez, cuyos filmes dieron la vuel-

ta al mundo ganando premios internacionales, pues sus pelculas ofrecan una imagen de Mxico fotognica, trgica y folclrica que gustaba sobremanera en la Europa de la poca. Emilio Fernndez participaba con entusiasmo del afn nacionalista de la primera mitad del siglo y de los proyectos del Estado en cuanto a educacin popular, servicios mdicos, el indigenismo, el agrarismo y el espritu laico, que en l fueron propsitos explcitos. Organiz visualmente estos proyectos a travs de metforas de ndole patritico, como banderas, actos heroicos, discursos, obras de arte prehispnico o colonial, edificios emblemticos a los que vea como ejemplo del espritu mexicano y consideraba una esencia de los paisajes y tipos nacionales. La figura femenina como metfora de la patria tuvo tambin un lugar, aunque el carcter narrativo del cine y sus propias obsesiones pautaron su expresin. Para El Indio Fernndez, la mujer, como entelequia y principio abstracto, es una metfora
lvaro Rodrguez Luvano, La Patria, en Esther Acevedo, op. cit., 2000, vol. IV, pp. 67-69.
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rece en Emilio Fernndez, y aqu quiero apuntar algunas de sus imgenes; no atiendo aqu a la mujer-materia-naturaleza, sino la imagen de patria. El lenguaje propio del cine es importante: si pintura y cromos son estticas y tienen que buscar el momento preado para expresar un transcurso, en el cine la narracin no se encapsula sino se desenvuelve, se desarrolla en historias donde la imagen se subordina a una trama compleja, llena de segundos y terceros mensajes que es necesario analizar. El sonido tambin influye en la significacin flmica. Se trata de melodramas, gnero que separa radicalmente lo bueno de lo malo, el querer del
Tomo la expresin de Guillermo Bonfil, Mxico profundo. Una civilizacin negada, Mxico, Conaculta/Grijalbo, 1987. 76 Julia Tun, Los rostros de un mito. Personajes femeninos en las pelculas de Emilio Indio Fernndez, Mxico, Conaculta, 2000, pp. 104 y ss.
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de la naturaleza como el varn lo es de la historia: lo femenino es la materia, el barro, y lo masculino funge como el alfarero que le da forma til de vasija. En la tensin entre estos dos principios, naturaleza y cultura, El Indio arma sus historias y expone un concepto de Mxico complejo, fincado en una naturaleza avasallante que se convierte en su esencia, el sustrato de la nacin sobre la que acta la cultura y la historia y se procura el progreso, en aras del cual se pronuncian retricos discursos que exigen cambios polticos para lograr la justicia social. As, sus mujeres-naturaleza son en gran medida representacin de la patria, de ese Mxico profundo75 al que se imponen los actos enarbolados por los varones pero que nunca es totalmente modificado por ellos.76 El nacionalismo de Emilio Fernndez es, entonces, un campo de tensin de principios contradictorios que justifican el dominio de sus varones sobre las mujeres. Aunque aparentemente El Indio narra en sus filmes situaciones que procuran el desarrollo del progreso y se inscriben en su concepto de la historia, en las tramas y los andamiajes ocultos que las sostienen prevalece la inercia. Con todo, la representacin alegrica de la patria que hemos reseado apa-

deber y que atiende problemas medulares que viven los seres humanos, pero tambin, como quiere Peter Brooks, es un gnero que propone un cdigo de valores y una jerarqua de emociones para suplir el canon religioso por uno laico, de manera que se convierte en un medio de construccin nacional.77 El caso ms evidente de figura alegrica es el de Rosaura Salazar (Mara Flix), la profesora de Ro Escondido,78 enferma del corazn pero inflamada de fervor patrio, que va por encargo del Presidente de la Repblica a ejercer su profesin a un pobre y abandonado pueblo de una zona desrtica en el norte del pas. Ella significa ms que la nacin o la patria, cumple una funcin instrumental del Estado y sus discursos hablan de un espritu mtico, mstico y heroico. Excepcionalmente, en este filme la mujer representa la civilizacin, mientras el cacique Regino Sandoval encarna la barbarie. Rosaura ha sido investida como la patria en una larga y morosa escena incial,79 y aparece vestida y peinada como un icono nacional y popular: moos, trenzas, rebozo. Rosaura en una virgen laica: su sacralidad deriva de ser una encarnacin de la patria que lucha por la civilizacin y contra la barbarie, de acuerdo con los ideales de la educacin vasconcelista. La abundancia de trminos como misin, fe, fervor son significativos. Emilio Garca Riera hace una asociacin de la maestra con Jesucristo, enviado por su padre a salvar al pueblo,80 y este carcter se aprecia a todo lo largo del filme. En el atuendo la imagen se asemeja ms a los cromos o a la pintura de tipos decimonnica que a la de smbolos de la patria, pero aqu pierde el carcter corporal laxo para conservar el de la tra-

dicin: el control, la elegancia y la prudencia, la postura digna y la expresin solemne. Rosaura


Peter Brooks, The Melodramatic Imagination. Balzac, Henry James, Melodrama and the Mode of Excess, New Haven, Yale University Press, 1976. 78 Vase Emilio Garca Riera, Historia documental del cine mexicano, 1946-1948, vol. IV, Mxico, Universidad de Guadalajara/Conaculta, 1993, pp.143-147. 79 Julia Tun, Historia, nacin y mito en una pelcula de Emilio Fernndez. Los murales de Diego Rivera en Ro Escondido (Mxico, 1947), en prensa. 80 Emilio Garca Riera, op. cit., p. 144.
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mado una pareja necesaria para Mxico (educacin-salud). En cambio, en Pueblito (1961), pelcula que es una repeticin de Ro Escondido, el mismo director se muestra menos enftico con la maestra, pues Rosala (Mara Elena
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Renato Gonzlez Mello, op. cit., p. 290.

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no es capaz de responder al amor ertico y sexuado, pero hace gala de su instinto maternal con los pequeos indgenas del pueblo, en consonancia con la imagen de maestra de la poca, que parece condolerse de la muerte de tantos mexicanos durante la Revolucin y valorar el cuidado a los nios. Renato Gonzlez Mello ha planteado la influencia del muralismo en esta figura.81 Por su actitud y por la narracin flmica, ciertamente Rosaura contradice la imagen de los cromos y calendarios tan en boga en esos aos y les opone la dignidad de las figuras del siglo anterior, pero en un atuendo popular. Los atributos que la acompaan son representaciones de los hroes, en particular Benito Jurez, y el escenario el de un saln de clases. Su postura es firme y entera, aparece de pie y la mirada fuera de campo remite a la trascendencia de sus intereses. El escena rio es el saln de clase que recuerda a los des pachos de los prceres: el escritorio, el cuadro en la pared de la figura idolatrada, en este caso Benito Jurez, la luz moderada que remite al estudio y a la reflexin. Se trata de un escenario varonil y la cmara en contrapicada exalta su significado. Aunque varias imgenes la representan de esta manera, el hecho de que toda pelcula de ficcin narra una historia le da otro carcter. Los hroes de bronce deben desenvolverse en historias porque esa es la pasta de las pelculas. Rosaura es ducha en hacer retricos discursos, y la historia la muestra en labores de servicio social que hacen de la patria ms que una alegora: ella es una maestra, una enfermera, una madre adoptiva... la patria est al servicio de la colectividad. Como icono, hay que decirlo, se aprecia mejor en foto-fija que en imgenes mviles. Como encarnacin de la patria, Rosaura queda lejos del amor ertico y nunca acepta a su pretendiente, el doctor con quien hubiera for-

Marqus) se enamora perdidamente del ingeniero que realiza obras de inters social; y por ello encarna la debilidad del amor femenino ms que la fuerza de la patria. El amor se expresa como sacrificio: ella duerme en el suelo para ceder al ingeniero su cama, en una escena que es muy cara a Fernndez. Con todo, alegorias e imgenes recuerdan a la maestra rural del muralismo, y su seriedad y trascendencia la distancia de la alegra de las mujeres de los cromos. Tambin en Duelo en las montaas (1949) la maestra Esperanza remeda a Rosaura, pero tambin a ella la traiciona el amor sexual, le gana la feminidad. En Un da de vida (1950) Fernndez muestra dos modelos de ser mujer-patria: la periodista cubana Beln Mart, que lleva el apellido del prcer isleo, aparece primero cercana al icono que reseamos: es duea de una gran dignidad, atiende las luchas sociales de los mexicanos con fervor y mira fuera de campo en las manifestaciones, con la misma mirada atribulada de trascendencia con que admira las pirmides de Teo tihuacn y se da cuenta de la profundidad de la lucha social en Mxico; pero cuando se enamora del zapatista Lucio Reyes se convierte sin ms en una mujer supeditada a sus emociones, que sucumbe al principio masculino y ruega a gritos a los soldados no fusilar al revolucionario. El amor es demandante y suprime la individualidad femenina; ella encarna la promesa de unin entre Mxico y la Amrica hispana, en este caso Cuba. En cambio, la madre del hroe, Mam Juanita (Rosaura Re vueltas) es el prototipo de la mater dolorosa: la dignidad y la prudencia son su marca, lo mismo que el sufrimiento estoico de quien perdi marido y cuatro hijos en la Revolucin. La pelcula narra cmo pierde al quinto: Lucio. La figura es esttica y fra, de rostro sereno, habla morosa y actitud resignada; informada de todo, nada pregona y acepta el destino: lo primero es el honor, an mayor que su sufrimiento. No obstante, ninguna de estas mujeres tiene el carcter de icono de Rosaura, pues a Beln la derrota el amor que la vuelve mujer-naturaleza y a Mam Juanita la marca el rol materno. Emilio Fer nndez tena en su propia abuela un modelo

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para Mam Juanita, segn cuenta su hija Adela Fernndez.82 Por qu un director acusado con razn por su exacerbado discurso machista expresa a la patria mediante una figura femenina? Ciertamente influyen en ello sus muchas contradicciones, que lo llevan, como ha dicho Emilio Garca Riera, al [...] sacrificio de su tema ms noble y favorecido: el amor cabal y sensual de un buen macho por una buena hembra.83 Pero tambin influye la fuerza de este icono que haba adquirido contundencia al ser representado y haber conformado un concepto particular de patria, al representar su pureza. Esta figura femenina le resulta entonces imprescindible y toma informacin del acervo simblico previo. Por qu imgenes femeninas? Si cada poca es, en gran medida, la forma en que se representa al mundo, en que se le percibe e imagina, es importante atender las imgenes, y al hacerlo resaltar la representacin de la diferencia sexual. La ms evidente es entre hombres y mujeres, pero cuando la cultura hace de esa diferencia un constructo simblico y cultural del que deriva un papel y una jerarqua social, hablamos de gnero. ste se expresa, pero tambin se construye, mediante imgenes. En nuestra cultura binaria hombres y mujeres se construyen como opuestos y complementarios, seres excluyentes en que los primeros son asociados a la cultura, mientras las segundas interpretan a la materia y a la naturaleza, frtiles como ella, en una especie de danza eterna que repite la ley de la vida y del nacimiento. Apoyndonos en Carl Jung diramos que la nacin y la patria emulan al animus, en tanto las normas, la autoridad, el orden, la historia, la modernidad y la matria al anima, el sustrato nutricio asociado a la vida y la cultura. El cine mexicano expresa esta tensin en los modelos
Adela Fernndez, El Indio Fernndez. Vida y mito, Mxico, Panorama, 1986, pp. 38-39. 83 Emilio Garca Riera, op. cit., pp. 146-147.
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co. Como smbolo, la mujer, que no las mujeres, representa el principio pasivo de la naturaleza. Las figuras clsicas son la sirena, la madre o la magna mater (asociada a la patria, la ciudad, o la naturaleza), la doncella aparece en las acepciones de la amada (Beatriz), la impulsiva (Eva), la afectiva (Elena), la sabia (Sofa) y el principio moral (Mara). Lo femenino parece quedar lejos del nacionalismo y de la vida poltica, entonces, por qu la alegora de la nacin que hemos reseado se representa fundamentalmente en cuerpos femeninos? Ya se mencion aqu la tradicin clsica que personifica en mujeres las ideas y los conceptos, mas en femenino, por qu cuando nacin y patria son construcciones dirigidas al poder poltico y militar, al progreso y a los territorios, asociados esquemtica y estereotipadamente con lo masculino? Por qu en cuerpos femeninos cuando las mujeres no participaban ampliamente en la vida poltica y padecan una jerarqua social inferior? Si bien desde el siglo XIX se considera que ellas reproducen la cultura nacional, lo hacen al transmitir tradiciones y leyendas, costumbres y valores culturales, y al reproducirse a ellas mismas mediante los hijos, de manera que es comn verlas asociadas a la matria, ms que a la patria, aunque hoy pensamos que la esfera pblica y la privada no estn separadas y la primera no funciona sin el control de la segunda. La pregunta sigue siendo inquietante: por qu la patria nacional se representa mediante cuerpos de mujer? Es esta representacin inocente? Si el cuerpo femenino es una alegora de patria,
Vase Julia Tun, Mujeres de luz y sombra en el cine mexicano. La construccin de una imagen (1939-1952), Mxico, El Colegio de Mxico/Imcine, 1998.
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no hay aqu una contradiccin respecto a la cultura dominante? Las alegoras representan conceptos e ideas, las que nos ocupan son mujeres o slo cuerpos femeninos? Parecen ser tan slo cuerpos. Para Michel de Certeau, lo que forma el cuerpo es una simbolizacin sociohistrica caracterstica de cada grupo [...] puede definirse como un teatro de operaciones de acuerdo con los mar-

de hombres y mujeres,84 y Emilio Fernndez no es una excepcin aunque tenga una mirada personal. En este modelo la mujer se asocia a fenmenos naturales, relaciones telricas, lazos de sangre, tiempos cclicos y a lo esotrico, mientras lo varonil se vincula con el respeto a la ley, la instauracin de lo artificial, la cultura y lo exotri-

cos de referencia de una sociedad.85 El cuerpo no es una materia inerte, sino que se construye al significarse, al simbolizarse. Para De Certeau el cuerpo no se encuentra per se, slo podemos observar sus fragmentos y acciones, [...] cuerpo huidizo y diseminado, si bien reglamentado [...],86 y slo existe cuando es textualizado y por lo tanto inscrito en el orden social. Las imgenes corporales que atendemos fungen como alegoras de principios abstractos y nos preguntamos el cuerpo de la mujer puede ser envase para representar a la patria? Es un simple locus para depositar ideas que requieren ser representadas? Las tericas feministas afirman que la mujer se concibe como un ente vaco, sin signifi cados propios, y John Berger ha sintetizado esto al decir que, en el arte, los hombres ac tan y las mujeres aparecen.87 Para Julia Kristeva la feminidad es irrepresentable en un sistema de predominio masculino y slo accedemos a la mirada de ellos sobre ellas; en esa misma lnea Teresa de Laurentis, en sus trabajos sobre la imagen flmica, argumenta que la mujer es siempre objeto, nunca sujeto, es una ausencia que slo vale como representacin porque la cultura la excluye: [...] como seres sociales las mujeres se construyen a partir de los efectos del lenguaje y la representacin.88 Estas herramientas (lenguaje y representacin) son masculinas y muestran los deseos masculinos: en una
Historias de cuerpos. Entrevista con Michel de Certeau, en Historia y Grafa, ao 5, nm. 9, Mxico, Universidad Iberoamericana, 1997, p. 11. 86 Ibidem, p. 12. 87 John Berguer, Modos de ver, Barcelona, Gustavo Gili, 2000, p. 55. 88 Teresa de Laurentis, Alicia ya no... Feminismo, semitica y cine, Madrid, Ctedra, 1992, p. 29.
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lmite variable, una superficie cuya permeabilidad est polticamente reglamentada, una prctica significante dentro de un campo cultural con jerarqua de gneros [...].90 Es decir, no est dado, ni es previo a su representacin, sino que slo existe por el discurso. Desde ah, esta imagen de patria construye a la mujer al significar su cuerpo de determinada manera? Influye en las mujeres concretas? Contestar estas preguntas requerira de un trabajo de recepcin. La nacin y la patria se representan en un cuerpo de mujer. Se trata de un smbolo que adquiere caractersticas propias segn el soporte y el contexto. Transita del carcter salvaje y/o sagrado en las representaciones del siglo XVI a la solemnidad laica decimonnica, con secuelas en el siglo XX que conviven con el erotismo de los cromos, a una suerte de sntesis en las pelculas de Emilio Fernndez. Se trata de una imagen que construye gnero, pero en contradiccin con la prctica social, y por ello mismo constituye un indicio que cabe interrogar. Estamos en
Teresa de Laurentis, La tecnologa del gnero, en Carmen Ramos (comp.), El gnero en perspectiva: de la dominacin universal a la repesentacin mltiple, Mxico, UAM-I, 1991, pp. 231-278. 90 Judith Butler, El gnero en disputa, en El feminismo y la subversin de la identidad, Mxico, PUEG-UNAM/ Paids, 2001, p. 170.
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una arena de incongruencias, pero as es siempre la vida cultural. Pinturas, calendarios y filmes hacen uso del cuerpo femenino, no de las mujeres, para expresar ideas de nacin, para transmitirlas y facilitar su aprehensin, y al hacerlo separan el cuerpo de la persona y del sujeto social y lo usan tan slo como envase. As entonces, de paso, se significa la diferencia sexual de determinada manera y se construye el gnero. En este caso el cuerpo femenino es una herramienta, un pretexto, pero dejan las mujeres de ser protagonistas imaginarias de la patria? Habra quiz otra lectura? Conclusiones-hiptesis Los smbolos y las alegoras remiten a ms de lo que expresan, pues literalmente alegora significa decir otra cosa. Si las imgenes constituyen imaginario y las representaciones patriticas influyen en el concepto de patria, la pregunta se hace insidiosa: por qu la patria se representa en un cuerpo de mujer? Creo que, primero, porque en la cultura occidental el cuerpo femenino es simblicamente vaco,

cultura patriarcal dice esta autora las mujeres no pueden ser representadas desde ellas mismas. La mujer, en abstracto, es una imagenespectculo para ser contemplado y significado desde las que ella denomina tecnologas de g nero: tcnicas y estrategias discursivas como el cine, las representaciones plsticas, los discursos institucionalizados, las prcticas cotidianas, en suma el arte, la alta cultura y la cultura popular.89 As, los cuerpos femeninos parecen un recipiente para la asignacin de propsitos masculinos, en este caso el patriotismo, y suponemos que las mujeres de carne y hueso tambin los viven como propios, pues participan de una visin del mundo similar; sin embargo, Judith Butler piensa que [...] el cuerpo no es un ser sino un

depsito para contenidos culturales diversos, pero tambin porque se ha llenado de significados: es la materia, la naturaleza. Esto no es contradictorio. Si la mujer simblica es igual que materia, igual que naturaleza, igual que eterno, igual que esencia, entonces es igual a lo que se quiere que sea la patria: asociada a la ma teria-naturaleza-eterna-esencial, caractersticas que permitiran olvidar que se trata de un constructo social. El hecho de la vacuidad de la repesentacin femenina asociada a su enorme carga de significado de naturaleza permite que sea metfora de esta idea. Si esto es as, esta figura es una mezcla de patria y de matria, los funde y funge como bisagra entre los dos aspectos del nacionalismo que se han separado para el anlisis como la patria-patriarcal y la matria-material. Se asocia entonces la patria como Estado y como Volksgeist y se convierte, ante todo, en una metfora de naturalidad y eternidad, de esencialidad. Ante esto podemos discernir una situacin de gnero o slo una retrica? Podemos discernir un nudo de conceptos, una contradiccin, un lapsus, un indicio de que en la vida simblica las cosas no son tan claras ni precisas como se les suele demandar. Y sin embargo, pese a considerar que la figura deriva de la vacuidad, por un lado, y de la carga de naturaleza que soporta, por otro, presumo que puede ofrecer un modelo atractivo y digno a las mujeres, las de carne y hueso, las que nunca podran identificarse del todo con esa figura tiesa y ese cuerpo de mujer, pero a quienes el icono patrio les ofrece un modelo atractivo. Recuerdo una ancdota de infancia en que la nia abanderada de la escuela, en una ceremonia oficial, vestida de blanco y aparentando seriedad, se senta importante y digna, portadora de algo muy importante y sublime, avanzada del progreso.

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