Aquelarre. Universidad
Aquelarre. Universidad
Aquelarre. Universidad
Nmero 17
Centro Cultural
Universidad del Tolima
N 17
Editor:
Consejo Editorial:
Arlovich Correa Manchola
Csar Fonseca rquez
Jorge Octavio Gantiva Silva
Manuel Len Cuartas
Alexander Martnez Rivillas
Gabriel Restrepo Forero
Mara Victoria Valencia Robles
Libardo Vargas Celemn
Asistentes Consejo Editorial:
Leidy Ximena Mesa
Mara Anglica Mora Buitrago
Diseo y Diagramacin:
Impresin:
Direccin Postal:
Telfono:
(+)57-8-2669156 - Ibagu
Correo Electrnico:
ccu@ut.edu.co - raquel@ut.edu.co
Tabla de contenido
Carta del editor:
Pensar la Universidad ..................................................................................................9
Manuel Anczar y la Universidad Nacional en el siglo xix .........................................13
La universidad colombiana y la crisis nacional...........................................................17
Antonio Garca Nossa
Pensar la Universidad
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Dionisos, Apolo, Ariadna, la esnge, los minotauros, Sileno no son desde ahora sino
nombres mitolgicos para fuerzas actuales y
alegoras de dolores inmediatos. La modernidad ha dejado de ser un simple rtulo para
designar el proceso volcnico por el que un
presente aun inestable rechaza su propia prehistoria; para Nietzsche es tambin al mismo
tiempo, un punto de partida casi accidental
para redescubrir las verdades fundamentales
del helenismo.
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de la Universidad Nacional y del Colegio Mayor del Rosario, Secretario de lo Interior y Relaciones Exteriores. Su seudnimo fue Alpha
y entre sus muchos escritos encontramos los
siguientes: Peregrinacin de Alpha, Editoriales
del Neogranadino, Anarqua y rojismo en la
Nueva Granada, Vida del mariscal Sucre,
Vida del coronel Agustn Codazzi, Lecciones de
psicologa, Elencos de fsica particular, Deuda
del Per a la Nueva Granada, Instituto Caldas,
Juicio de responsabilidad y Apndice al texto
universitario de derecho internacional.
Reiteremos que al igual que otros intelectuales del siglo XIX en Colombia don Manuel
Anczar se movi en diversos campos: poltica, periodismo, pedagoga. Fue colaborador
de El Correo, El Siglo, El Liberal, El Repertorio,
El Museo y El Tiempo. Estuvo durante mucho tiempo al frente de las ctedras que ya
sealamos atrs. Fue Ministro de Relaciones
Exteriores, presidente del Consejo de Estado,
miembro de la Comisin de Rionegro, Rector
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La universidad en la historia
colombiana de la cultura
A pesar de las pocas de agitacin y sacudimiento -la del utilitarismo de Bentharn, la de
introduccin escolar de la ciencia econmica,
la del positivismo y la losofa social- la universidad republicana no ha encontrado su
propio rumbo ni denido su propia misin.
La simple persistencia en unas profesiones
rutinarias, animadas de un espritu artesanal
e individualista, no constituye una tradicin, ni determina una misin universitaria.
Desde este punto de vista, la universidad de
la colonia Neo-Granadina est encerrada
en sus ideales legalistas y eclesisticos, pero
desempea una misin inconfundible: servir
los intereses de la Iglesia y del Rey. Si la colonia no tena personalidad sustantiva -por
Proceso histrico de la
universidad
Desde la formacin de la Repblica, se ponen
en conicto las dos grandes tendencias que
dominan el desarrollo de nuestra historia:
una revolucionaria, orientada hacia la ruptura de las formas de pensamiento y otra
contra-revolucionaria, enderezada a la simple
conservacin del patrimonio cultural de
la Colonia. Desde luego, ninguna de estas
tendencias -de accin o de reaccin- puede
ser desprendida de los movimientos genera-
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La universidad contrarevolucionaria
La contra-revolucin de 1886 -inspirada
en las orientaciones eclesisticas y pseudohumanistas de la colonia espaola no
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Con estas herramientas culturales nos enfrentamos, de golpe, al tortuoso mundo trado
por la primera guerra mundial. Qu poda
ensear esta universidad del siglo XVIII
-anterior a la Expedicin- a una juventud
que de improviso deba recibir el impacto
de los problemas del siglo XX? Qu poda
darle, cmo poda dotarla, qu defensas poda crearle, qu poda infundirle? La verdad
es que esta universidad mantenida con un
criterio de emparedamiento del espritu y
la cultura, tena que dejar a la juventud con
las manos vacas. Las nuevas generaciones
se vieron precisadas a inventarse sus propios
mtodos de conocimiento, sus propias rutas
y su propio sistema de valores. Por 1920, el
pas desconoca la losofa, los nuevos rumbos del arte, las ciencias de la naturaleza, o
las ciencias de la sociedad y del hombre a
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La generacin del ao 20
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La universidad liberal
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La universidad y el desarrollo
nacional
Pese a los intentos individuales de algunos
profesores universitarios, la universidad
colombiana no pudo romper el estado de
clausura: continu de espaldas a la nacin
porque no cambi su estructura de acuerdo
con sus problemas y necesidades. De espaladas al pueblo, porque se mantuvo como el
viciado remate de un sistema profesionalista
que no reconoce derecho a la formacin
tcnica sino a quin puede comprrsela y
porque no se inspir en una moral de servicio.
La competencia que se ha establecido entre
diversas universidades -pblicas y privadasno es competencia de calidad y de capacidad
de servicio sino competencia comercial
entre empresas que producen profesionales
concurrentes para un mismo mercado. Qu
porcentaje de la poblacin colombiana ha
pisado el dintel de las universidades? Alguien
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Sobre este piso, qu signicado, qu alcances podan tener los llamados institutos
superiores de cultura? Con este inadecuado
instrumental podr enfrentarse nuestro pas
al enorme problema de la cultura? Con este
disperso puado de escuelas podr ensear
a pensar cientcamente, podr formar los
cuadros tcnicos que exige el desarrollo nacional? Podr formar la conciencia poltica
de la ciudadana y dar espritu; sustancia
y autenticidad al sistema representativo,
podr ganar nuevos estadios en el camino
de superacin de la vida humana? Nuestros
partidos y nuestras clases altas que han detentado inmerecidamente la conduccin de
nuestra historia o no quieren comprender el
problema o no quieren resolverlo. La verdad
es que de esta situacin degradante, esta incapacidad cultural de salir a ote, las clases
ricas creen derivar la ventaja tctica de su
propia conservacin. Le niegan al pueblo el
derecho a la cultura, aunque ellas mismas no
crean culturalmente nada: pueden, pero no
quieren, en tanto que las clases trabajadoras
quieren pero no pueden.
Esas clases altas confan la estabilidad de su
poder a la renovada degradacin cultural
del pueblo: las montoneras que no piensan,
supersticiosas e inconscientes, no reclaman
derechos. Pero semejante losofa est conspirando contra la seguridad, contra la conservacin, contra la vida cultural y poltica de la
nacin misma. La nacin no podr subsistir
sino en cuanto aprenda a transformar ventajosamente el sitio que ocupa en la tierra
y en cuanto adquiera la capacidad de hacer
mejor y ms digna la vida de su pueblo: todo
lo dems es humo y ceniza. Y cmo podr
realizarse semejante tarea, sin transformar
las bases y la orientacin de nuestra cultura?
nueva cultura supone, imprescindiblemente,
nueva poltica. Con los viejos partidos y las
viejas clases, responsables de la degradacin
cultural de nuestra nacin y de nuestro pueblo, no podremos hacer una nueva patria, ni
levantar y enriquecer el piso de la cultura. No
es aceptable la tcnica de regar el desierto con
una regadera de mano, ni la de modicar culturalmente a nuestro pas -en su pensamiento, en sus hbitos, en su comportamiento
poltico- con nuestro escaso patrimonio de
escuelas. Es necesario denunciar el peligro y
la mentira de estas soluciones demaggicas
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deben informar esa enseanza se niega y quebrantan desde las ms elevadas posiciones de la
administracin pblica.
Bogot, septiembre 27 de 1950.
(Fdos.) Daro Echanda, Carlos Lozano y Lozano, Luis Eduardo Gacharn, Carlos Lleras
Restrepo, Gerardo Cabrera Moreno, Justo Daz
Rodrguez, Hernando Morales, Pedro Gmez
Parra, Eduardo Jimnez Neira, Gustavo Orjuela
Hidalgo, Pedro Gmez Valderrama, lvaro Gar-
ca Herrera, Luis Eduardo Nieto Caballero, Timolen Moncada, Hernando Devis Echanda.
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Ausencia de la universidad,
ausencia de la nacin
Ni el desarrollo de la nacin, ni en sus dramas,
ni en su riqueza, ni en su pobreza, la universidad ha estado presente. Ha formado la capa
dirigente de la burocracia de los partidos y el
Estado y, sin embargo no ha tocado su sentido
de responsabilidad, ni su conciencia poltica,
ni su pensamiento, ni su capacidad tcnica. Su
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Universidad del Estado, en uno de los soportes del presupuesto universitario de ingresos.
La universidad alimentndose nancieramente con los ahorros y los sacricios de los
estudiantes pobres!
Slo denunciando hechos podremos explicarnos la atmsfera de indiferencia por los
problemas de la vida y de la organizacin
universitaria. Hay noticia de que alguien
haya hecho un solo debate por la ausencia
de laboratorios o centros de investigacin
cientca o por que la universidad tenga una
pobre y trasnochada biblioteca como para
estudiantes del siglo XIX? Le interesaba al
parlamento el que la post-guerra llegase al pas
como una onda de profundos trastornos, sin
una sola Facultad de Economa o Administracin Pblica? Ni an los gobiernos liberales
intentaron armar la universidad con un nuevo
espritu y una nueva misin: la verdad es
que ni siquiera llegaron a entender la vieja
doctrina racionalista del Arzobispo Virrey o
de Francisco Jos de Caldas.
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Fiel a esa promesa, en el Plan de marzo elaborado por Uribe en 1911, guraba este punto:
las tres 3 autonoma de la universidad y
reforma general de la instruccin pblica.
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Debemos retener esta nocin de la autonoma: si falla uno de sus soportes, si la intervencin de cualquiera de los tres elementos
es disminuida o alterada, la universidad pone
en peligro su independencia y la capacidad
de superarse. Es, sobre todo, la participacin de los estudiantes la que garantiza la
transformacin del establecimiento y la que
permite resolver su problema ms arduo: la
docencia. No debe olvidarse, en efecto que
el movimiento de 1918 estuvo determinado
por la necesidad de reaccionar contra los
profesores decientes.
Este recuento de la insurgencia de 1918 ayuda
a comprender por qu los diversos movimientos que la han prolongado en Amrica, han
entrado en colisin con los gobiernos despticos y autoritarios, los que siempre comienzan
por desconocer la autonoma universitaria, y
las libertades acadmicas.
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la independizacin econmica, es la base fundamental de la reforma. La Universidad colombiana carece hoy de la libertad suciente para el
examen deliberado de las ideas y la ponderacin
de los conceptos sobre los cuales la humanidad
edica las nuevas sociedades, sistematiza las aspiraciones loscas y valoriza las adquisiciones
cientcas. Los poderes pblicos se han arrogado
atrevidamente el derecho de estereotipar las
verdades enseables en nuestros claustros segn
el concepto metafsico que las supone eternas e
inmutables, cuando en realidad su carcter esencial es el estar sometidos al vaivn de la evolucin
humana en todo orden.
Una demostracin de lo dicho nos lo suministra el decreto N 1135 de 1928 (D.O. nmero
Centro Cultural de la Universidad del Tolima
20.835), dictado por el seor Ministro de Educacin Nacional, y que dene los programas
que la Universidad exige en sus exmenes de
admisin. La parte correspondiente a la enseanza losca, prescribe perentoriamente la
refutacin de principios elevados ya a la categora
de axiomas cientcos y pasados por el tamiz de
la experiencia, nico juez de estas materias. Tal
es el caso por ejemplo de la teora atmica sobre
la cual basa la qumica su estructura moderna, y
de los postulados transformistas, negados nicamente por individuos empeados en prolongar
el oscurantismo del medioevo hasta nuestros
das. Vemos, pues, cmo el gobierno se empea
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El realismo de Lpez y la
universidad.
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La ciencia, instrumento de
dominacin o de liberacin?
La cuestin cardinal es entonces la de cmo
se le da entrada a la ciencia en estos pases. El
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U.S.$
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U.S
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pueblos que se mueven dentro de una constelacin internacional sacuden los reejos
que los inferiorizan y se concretan por medio
de sus universidades a una faena de creacin
que puede dar resultados sorprendentes si
se acometen labores como stas: introducir
nuevos mtodos a efecto de debilitar la
importancia de la ctedra en benecio de
los trabajos dirigidos; librar al alumno de
la sujecin al curriculum establecido por la
facultad que le impide mirar a otras comarcas
del conocimiento y que lo obligan a hacer los
estudios en un tiempo prejado; multiplicar
los ncleos de investigacin y dar facilidades
para que en ellos colaboren los jvenes con
vocacin cientca; aumentar el nmero de
laboratorios y de profesores de dedicacin
exclusiva aunque no se construyan ciudades
universitarias, y buscar acuerdos con universidades de pases anes con la mira de
establecer centros comunes para tareas de
aliento que escapan a las posibilidades de una
nacin aislada.
El estudiantado y la autonoma.
De lo dicho hasta aqu resulta que la autonoma facilita el progreso de las instituciones
superiores y el mejor desempeo de su ocio.
Basta, para comprobarlo, ver la diferencia
entre la universidad de hoy y la que describan
con angustia y vergenza los reformadores de
la primera mitad del siglo. Pero aqu sobreviene un hecho anmalo: el descenso del inters
por esa reivindicacin en los sectores ms
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Ese razonamiento est informado en un radicalismo que por lo extremo se vuelve inecaz.
Todo se reducira a esperar la gran tarde,
la tarde de la revolucin si sta se demora,
como es lo ms probable, se habrn perdido
horas de valor inestimable. Es necesario hacerle comprender a los jvenes que uno de
los mejores servicios que pueden prestarle
a sos pases es el funcionamiento de una
Universidad de altas calidades, la que por ese
solo hecho se convertira en agente decisivo
del cambio acelerado. La tesis de Gino Germani viene en nuestra ayuda: para el ilustre
socilogo argentino10 las modicaciones en
el mundo socio-cultural tienen un carcter
asincrnico, o sea, se producen con diferentes
velocidades y an con diferentes direcciones.
Segn esto la universidad puede situarse en la
vanguardia del respectivo pueblo, para lo cual
pueden servir las maltratadas reivindicaciones
inmediatas.
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Notas
1
Conclusin
De este repaso se puede sacar en conclusin
que la autonoma universitaria conserva su
vitalidad original, pero que es preciso situarla
en el nuevo marco diseado por la evolucin
contempornea. Ella no puede entenderse slo
como el derecho de oponerse a la prepotencia
de los gobiernos y de las confesiones. Es ms
que eso. En una poca conformada por los
intereses de las metrpolis mundiales, la autonoma se convierte en una herramienta que
deben usar las gentes de progreso para trabajar
por el desarrollo independiente de las naciones
dbiles, mediante el incremento de una cultura profunda y dinmica, cuyo destino es la
promocin de la respectiva sociedad.
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Universidad y sociedad*
Rafael Gutirrez Girardot
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Con sorpresa resentida apunt Ramiro Maeztu en un artculo de 1913 desde Marburgo
que la de los protestantes de que nosotros
somos los buenos, que con esa fe en su
raza y en su cultura los protestantes han
creado las primeras ciudades de Europa y del
mundo, las mejores universidades, la tcnica,
la mquina, la ciencia, aquello con lo que
Espaa fue vencida en Cavite y en Santiago
de Cuba2 Maeztu interpretaba de manera
abreviada y con intencin de disculpa la obra
de Max Weber sobre La tica protestante y el
espritu del capitalismo (1905). La tesis de
Weber es ms compleja y el problema del
capitalismo es mucho ms plurvoco. Y pudo
servir de ambigua disculpa de la decadencia
de Espaa no solamente porque en Maeztu
reaccion defensivamente -los otros siempre
sociedad, sin que por ello descuide o pervierta su tarea y su misin. Pero esta nueva
denicin solo es posible en sociedades con
una larga tradicin universitaria y cientca,
es decir, en sociedades en las que ha existido
una autntica relacin con la universidad y en
las que la institucin universitaria ha tenido
un status social especial, propio de su tarea,
a su funcin y al papel que juega el saber de
dichas sociedades.
saber cientco y la cultura no son ornamentos, sino el instrumento nico para claricar
la vida misma del individuo y de la sociedad,
para cultivarla y, con ello, pacicar y dominar
la violencia implcita en la sociedad moderna
burguesa, esto es, en la sociedad en la que
todos son medios de todos para sus propios
nes, en la sociedad egosta. Resulta pattico decir que un libro es bueno cuando el
lector sufre una transformacin despus de su
lectura. Pero el lector de una novela de Galds
como Doa Perfecta (1876) podr reconocer
en ella las races ms inmediatas del fatalismo que domina la vida social hispnica; y el
lector de una investigacin como la de Jos
Luis Romero, Latinoamrica: las ciudades y
las ideas (1976), podr despejar su patriotismo
puramente sentimental y obtener una nocin
de lo que signica la historia y la sociedad a
la que l pertenece. Esas claricaciones no lo
enriquecen informativamente, pues este enriquecimiento -si as cabe llamarlo- es resultado
marginal de la lectura. Estas claricaciones
tienen una funcin antropolgica, es decir,
lo hacen conciente de su condicin humana
y de su vida social e histrica, lo capacitan,
pues, a moverse con lucidez y provecho en
su mundo, en el mundo.
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Pero cmo demostrar al que quiere ser ciego la importancia de la luz y de la vista? La
pregunta se agrava si se tiene en cuenta que
este corazn blindado de rencor que rechaza
las cosas tiene su correlato inevitable en el
velo con que se cubre y que hace posible la
convivencia, esto es, en esa otra forma de
rechazar las cosas que es la frivolidad. Rencor
y frivolidad barbarizan, primitivizan la vida
social, as lo intuy Bolvar y as lo formul
Juan Agustn Garca, entre otros, en su libro
La ciudad indiana (1900) cuando comprob
que la ciencia pura y desinteresad, noble y
fecunda, el alma mater de los pueblos histricos, no tiene un solo instituto en la ciudad (en
la sociedad R.G.G); y en su faz profesional se
la considera como un lujo que deben pagarse
los ricos. Si esto sigue, y parece que seguir,
no sera extrao que alcanzramos el parecido
en las formas, y entonces habramos caminado un siglo para identicarnos con el viejo rgimen5, y, adems, la hacen inmunes contra
todo intento de claricacin, de transparencia
social y moral, de respeto al ser humano, de
solidaridad social y de pacicacin.
El problema de la creacin de las condiciones
para que haya relacin adecuada entre universidad y sociedad en los pases de lengua
espaola no se soluciona institucionalmente.
Pues el menosprecio de la ciencia y de la cultura, que es una consecuencia inmediata del
rechazo de las cosas y del rencor, slo puede
ser superado por una reexin histrica y sine
ira sobre un elemento sustancial de las sociedades hispnicas, esto es la religin catlica
en su versin espaola contrarreformista y
3
Si se tiene en cuenta que durante ms de tres
siglos -en Espaa; en la Amrica hispnica
puede ser uno menos- los nios hispnicos
han aprendido a descifrar el mundo con el
Catecismo de la doctrina cristiana del Padre
Con el mayor respeto por el autor, consideramos que, a veinte aos de su sacricio la gura del padre Camilo Torres Restrepo ha adquirido una dimensin y unas proyecciones histricas de tal envergadura que es necesario considerar, inclusive
all donde pudiera ser vlida una discusin sobre sus planteamientos que en todo caso nunca fueron exclusivamente de
ndole acadmica. (Nota de Rubn Jaramillo Vlez para la edicin del texto en la revista Argumentos)
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Notas
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Comp. Fr. H Tenbruck, Die unbewltgten Sozialwissens chaften oder die Abschaung des
Menschen, Graz Viena-Colonia, 1984, p. 301
ss.
La productividad, en primer lugar, ha aumentado a ritmos sin precedentes. Qu entendemos por productividad desde el punto
de vista econmico social? Entendemos por
productividad, medida matemticamente
como se estila hoy, lo que un trabajador produce por hora o por da a base de un equipo
dado. Con ese equipo el trabajador puede
Cules son los trminos, es lo que me propongo simplemente esbozar. Los trminos del
problema de la revolucin cientca y tcnica
que estamos viviendo en todo el mundo
y dentro de la cual nuestro pas se inserta,
quiralo o no, dentro de la cual nuestro
pas empieza a experimentar una de las ms
grandes conmociones en todos los rdenes,
perceptible o no para la gente, observable
o no pero existente de todas maneras. Esos
trminos exactamente, por lo menos en
esbozo seran:
* Exposicin de Daro Mesa, profesor de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia,
realizada el 23 de Agosto de 1974, en el Seminario sobre Problemas de Ciencia y la Tcnica Contemporneas organizado por
un grupo de profesores de la Facultad de Ingeniera. Tomada de Universidad, ciencia e ideologa. Centro de publicaciones
de la Universidad del Tolima 1976.
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Ahora nos encontramos en la misma situacin: grandes pases que, merced a su podero
econmico, a su potencial militar que deriva
del primero, etc., a su potencial cientco
que tambin deriva en parte del primero,
han llegado al primer plano y son hoy las
potencias determinantes de la poltica mundial. Los pases latinoamericanos, en cambio,
estn en la misma situacin, relativamente,
en que se encontraban las comunidades
primitivas: absortos en la contemplacin de
la tcnica extranjera, imitndola apenas, sin
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y por eso pueden penetrar en cualquier mercado en competencia con los ms avanzados
tambin; pero esto no se debe a la habilidad
de nuestros vendedores en el exterior, ni
nicamente a la capacidad de gerencia de
nuestros empresarios, sino a que estos (por
lo menos es lo que habra que apreciar en
ellos) han podido adaptar a nuestro pas los
procesos tcnicos de los tejidos ms avanzados del mundo, reduciendo, que es lo que
importa, el tiempo de trabajo necesario para
producirlos, reduciendo los costos, atenidos a
la norma de la productividad; producir ms,
en menor tiempo y a menor costo. Si la industria de exportacin nuestra, la agricultura
de exportacin nuestra, no produce con esos
niveles, no podr sostenerse en el mercado
internacional. Ustedes pueden ver claramente
cmo las industrias que producen con poca
mano de obra y alta tecnologa son las nicas
que se sostienen en el comercio internacional.
Aquellas industrias que pretenden producir
con tcnica retrasada y con abundante mano
de obra no pueden competir en el mercado
mundial, por las razones ya expuestas. All
se encontrarn con una produccin mucho
ms barata, determinada esta baratura por la
mayor ventaja de la tcnica.
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La ciencia y la tcnica
se encuentran, pues, a
partir del siglo XVIII,
vinculadas orgnicamente. Pero si un poco antes del siglo XVIII
ya haban empezado a vincularse y los tcnicos buscaban apoyarse en las experiencias de
los cientcos, ahora, a partir del siglo XVIII
la ciencia empieza a convertirse en fuerza
productiva aunque de ninguna manera con
el carcter determinante que hoy tiene. La
ciencia empieza a guiar la tcnica y esta a
marchar de manera subsidiaria, diramos
como derivada y la tecnologa se hace cada
vez ms compleja y como concepto empieza
a diferenciarse ya netamente de la tcnica.
Tenemos en nuestro lenguaje un cierto equvoco que ya en algunos sectores empieza a ser
superado para benecio del anlisis social y
del anlisis poltico. Ese equvoco deriva de
la homonimia que en el ingls se produce
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La revolucin industrial clsica y la revolucin cientca y tcnica de hoy se diferencian de manera precisa. Si las caractersticas
que he esbozado de la revolucin cientca
y tcnica pudieran ser comparadas con las
de la revolucin clsica (o sea esa revolucin
que maquiniza la produccin fundamental
de los grandes pases y que, iniciada en el
siglo XVIII, se experimenta todava hoy), si
vamos a comparar esas caractersticas con las
de la revolucin cientca y tcnica, veramos cmo las diferencias hacen sobremodo
compleja la situacin de nuestro pas. La
revolucin industrial clsica transforma los
procesos productivos que hasta entonces se
cumplen a base de agua y de madera. Ustedes
recuerdan la historia de la tcnica: el agua y la
madera estn presentes en todos los procesos
energticos de la produccin. Los barcos son
predominantemente de madera, y el descubrimiento de Amrica tal vez no hubiera
sido posible sin la combinacin perfecta de
madera y metales realizada por los espaoles
(el descubrimiento de Amrica tcnicamente
se explica, entre otros, por detalle muy simple;
el timn es en otras reas nuticas del mundo
completamente de madera; los espaoles,
precisamente los espaoles del crculo nutico de Palos de Moguer, logran construir un
timn de base metlica, nico que permite
navegaciones ultramarinas; stas, hasta ese
momento, no se dan, salvo aventuras, en
ningn otro centro nutico del mundo,
donde se presentan solamente navegaciones
de cabotaje). La revolucin industrial pasa de
una produccin a base de agua y de madera
a otra a base de vapor, de hierro y acero y, a
nales del siglo diecinueve, a base tambin de
electricidad. La revolucin industrial clsica
se caracteriza entonces, en primer lugar, por
la sustitucin del agua y la madera por el
vapor, el hierro y el acero y, posteriormente,
por empleo de la electricidad.
Adems, la revolucin industrial clsica muestra cmo la fuerza de trabajo, no calicada en
un principio, se especializa luego. En el siglo
XIX el obrero es tejedor, por ejemplo o encargado de mantener las calderas, o especializado
en cualquiera de los procesos productivos. Y
se halla, por otra parte, crecientemente separado de lo que crea por sus manos. Es lo que
los tericos, particularmente Hegel y Marx,
llaman la alienacin del trabajo, agravada por
la especializacin, ese recorte histricamente
necesario que el trabajador experimenta en
el proceso de creacin de objetos que no les
pertenecen y socialmente lo avasallan. Esta
evolucin empieza a llegar al clmax desde el
primer decenio de nuestro siglo. En el siglo
XX, y sobre todo a partir del decenio del 20,
se introduce en la economa norteamericana
y se proyecta en la economa internacional
un nuevo procedimiento tecnolgico, en el
sentido en que hemos denido este concepto.
Ese procedimiento tecnolgico fundamental
para explicar el crecimiento de las grandes
economas capitalistas de Occidente y
tambin aspectos de la economa sovitica,
es el taylorismo. El taylorismo que, siendo
una concepcin tecnolgica, implica una
idea autoritaria del mando. Una concepcin
autoritaria, literalmente autoritaria de la
conduccin de los procesos productivos. El
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* Conferencia dictada en la Universidad del Valle en 1975. Tomada de Educacin y democracia. Un campo de combate.
Editado por Corporacin Tercer milenio y Fundacin Estanislao Zuleta. Bogot, junio de 1995.
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Es evidente que las luchas concretas del proletariado y de otros sectores revolucionarios,
no pueden plantearse como metas la disolucin de las formas histricas que la teora
marxista crtica sino como una meta a largo
plazo. En las luchas actuales los marxistas se
encuentran siempre frente a combates intermedios, en los cuales es necesario defender
instituciones, formas de vida, posibilidades,
sobre las que no se hacen tampoco ilusiones
porque saben que combatirn en un perodo
posterior. Muy frecuentemente la historia
ha obligado a las organizaciones marxistas
a luchar por algunos objetivos comunes al
lado de clases y grupos sociales que no son
revolucionarios. Tal es el caso, por ejemplo,
cuando se ven obligados a elegir entre trminos que no acepten completamente, pero que
tampoco pueden considerarse equivalentes
como democracia burguesa y fascismo. All
donde sus compaeros de lucha ven entonces
la meta nal del combate, los marxistas ven
slo un momento, que es importante sobre
todo porque facilitar el desarrollo de nuevos
combates ms profundos.
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(Captulo XI), Divisin del trabajo y manufactura (Captulo XII) hasta Maquinaria y gran
industria (Captulo XIII) en el primer tomo o
se queda con esas cuantas frases del Prlogo a
la Contribucin a la crtica de la economa poltica, porque con las dos cosas no se pueden
quedar porque no son compatibles.
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es decir, su relacin con la lgica, sus implicaciones, etc. Ese es otro problema. Lo uno
se puede aprender sin lo otro, sin ninguna
crtica, sin condiciones tericas, como un
resultado abstracto.
La neutralizacin, es decir, el hecho de que el
efecto revolucionario que tiene un determinado saber o conocimiento nuevo, resulte anu-
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El ethos de la universidad
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1. La universidad colombiana en
busca de su ethos
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La segunda etapa viene con la universidad revolucionaria, muy inuida por el mayo del 68
europeo y por el movimiento estudiantil en
Estados Unidos. Se piensa que la universidad
es la cantera de los revolucionarios o por lo
menos del cambio social y caja de resonancia
de los conictos de la poca. Quienes llegamos a esa universidad con el convencimiento
de que all estbamos inventando la nueva
Colombia, aoramos todava hoy el ethos
comprometido de los aos setenta. Vino
luego la reaccin a la universidad politizada
desde la universidad de investigacin, que
pretendi retomar la idea de los claustros en
la nueva gura de la comunidad investigadora
cientca. La universidad se repliega sobre
s misma en un narcisismo sospechoso; los
mejores establecen vnculos acadmicos con
el extranjero, se acenta la ruptura con una
sociedad que ya comenzaba a desconar de la
academia y a veces quisiera prescindir de ella.
La universidad y sus profesores se encierran
en lo suyo: produccin de conocimientos,
publicaciones internacionales, acreditacin de
los mejores. Es la universidad de la excelencia.
95
2. La universidad en conflicto
con la modernidad
Para analizar esta situacin me apoyo en el
reciente libro del lsofo moral anglosajn
Alasdair MacIntyre, Tres versiones rivales de
la tica. Enciclopedia, genealoga y tradicin.
All, con autntico espritu kantiano, asume
la primaca de la razn prctica y el mejor
sentido de losofa moral en la relacin entre
universidad y sociedad. MacIntyre cuenta tres
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100
Quien se ocupe hoy de la educacin en valores, lo primero que constata es que los jvenes
se mueven ms en la dimensin esttica que
en la racionalidad iluminista3. Esto no signica tanto una relacin especial con el arte,
sino ms bien una comprensin del mundo
desde las formas sensibles, desde el gusto, la
relacin simblica, las microfsicas del poder
en el mbito de lo cotidiano: desde aqu todo
lo dems cobra sentido para las culturas juveniles. El reconocimiento de esta primaca
de la sensibilidad sobre la razn nos permite
comprender la diversidad de culturas y de
formas de vida, asumidas positivamente por
los jvenes como posibles y llenas de sentido.
Lo que constituye lo social, la solidaridad,
la reciprocidad, y de una nueva forma lo
poltico, se articula para el joven de hoy en
el mundo de lo simblico: en l se producen,
circulan y se intercambian los ms diversos
imaginarios.
Los jvenes exigen ser tenidos como autnti-
101
102
Un proceso educativo que tenga como propsito formar ciudadanos debe partir del
reconocimiento del derecho a la diferencia, en
el sentido de que cada cual es un interlocutor
vlido9. Un uso hermenutico del lenguaje
para propiciar no slo la comprensin cultural de otras pocas y de otras naciones, sino el
entendimiento mutuo entre los participantes
en procesos de formacin, sus familias, tradiciones y cosmovisiones, va ampliando el horizonte contextual del mundo de la vida y de
la comunicacin. La educacin para ensear
a pensar por s mismo acenta el sentido de
pertenencia a una familia, una tradicin y una
cultura; seala como caracterstica de toda
cultura su relatividad y perspectivismo, no
con respecto a un absoluto, que slo podra
ser el punto de vista de Dios, sino con respecto
a otras culturas, tambin ellas perspectivas de
lo mismo. Desde lo motivacional, la cultura,
la religin, la moral y la misma losofa, tienden a ser absolutas para quienes pertenecen
a ellas. Slo la intercomunicacin, al abrirse
unas a otras, permite desdogmatizarlas como
perspectivas desde las que las diversas formas
de vida cobran todo el sentido para los participantes y se conservan como alternativas
con sentido para sus observadores. Lo que en
clave de sentimientos podra ser el conicto
de varios absolutos, se resuelve comunicativamente para que, en actitud dialogal, se
puedan explicitar motivos y dar razones que
justiquen no slo el comportamiento sino
los mismos sentimientos morales.
103
convivencia social, y que solucione concertadamente los conictos y propicie las acciones
que favorezcan el bien comn.
Quiere decir que el principio puente entre
los sentimientos y los principios morales se
construye comunicativamente y que en el
dilogo radica toda fundamentacin o justicacin posible de la moral y de la tica:
Slo son vlidas aquellas normas de accin con
las que pudieran estar de acuerdo como participantes en discursos racionales todos aquellos
que de alguna forma pudieran ser afectados por
dichas normas14.
La tica discursiva est, pues, preparada para
poner en dilogo otras formas de argumentacin moral contemporneas, cuyo signicado
en la educacin para la formacin del ciudadano es cada vez mayor. Lo que se espera es
que en la discusin se aprenda a reconocer al
otro como diferente y a tener en cuenta sus
razones y motivos, de suerte que se llegue a
ciertos consensos sobre mnimos y se respeten
los disensos.
104
Notas
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Ibid., p. 6.
7.
8.
Ibid., p. 77.
9.
10. Ver: scar Meja Quintana, Justicia y democracia consensual. La teora neocontractualista
de John Rawls. Bogot, Siglo del Hombre y
Uniandes, 1977; y John Rawls, Liberalismo
poltico. Mxico, FCE, 1995.
11.
105
J. Habermas, Faktizitt und Geltung. Beitrge zur Diskurstheorie des Rechts und des
demokratischen Rechtsstaats. Frankfurt, Suhrkamp, 1992, p. 138.
15. Cf. J. Habermas, Acerca del uso tico, pragmtico y moral de la razn prctica, en Filosofa,
n. 1. Mrida (Venezuela), Universidad de los
Andes, abril 1990, pp. 5-24
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Amrica Latina. Bogot, CIID, Universidad
Nacional y Tercer Mundo, 1991.
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FHR, Christoph. Escuelas y escuelas superiores
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Mxico, 1987.
ICFES. Seminario permanente sobre calidad, eciencia y equidad de la educacin superior colombiana. 3 volmenes. Bogot, ICFES, 1990.
LUCIO, Ricardo y SERRANO, Mariana. La educacin superior. Tendencias y polticas estatales. Bogot, Universidad Nacional de Colombia, 1992.
106
* Miembro del Consejo Nacional de Acreditacin de Colombia. Profesor de la Universidad Nacional de Colombia.
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109
Harvey se empeaba en ver lo que poda perderse con slo parpadear; Merssene escuchaba
msica cuando volaba una mosca. De manera
anloga, mundos extraordinarios disfrazados
a veces de lo ms ordinario han sido los explorados por los otros sabios, por ejemplo, por
los amigos de Merssene: Descartes, Pascal,
Gassendi, Galileo. Los sabios han sido siempre as. Qu decir de los extraos y lejanos
mundos que tocaba Leonardo -paradigma
del sabio- cuando, como Bacon, diseaba
mquinas voladoras, como Harvey, miraba
hacia el interior de los cuerpos humanos,
y como Roger Bacon, Hooke, Descartes o
Galileo, se suma en profundas reexiones
ante un rayo de luz?
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Y tambin:
115
Y as es: la caricatura depende de la eciencia del trazo que all no puede equivocarse,
porque caricatura significa simplicidad y
economa. Los intrpretes de la caricatura
reconocen a partir de unos pocos trazos
ecientes lo que con ella se dice. Esos trazos
son decodicados segn su sentido comn
cultural, segn su mito; mito que comparten con el creador de la caricatura y hasta
con el modelo de la caricatura. Pues bien;
examnense las tiras cmicas: la caricatura
del sabio, de ese sabio que hemos venido caracterizando, es la misma que la del profesor
de una universidad. Cuando Quino quiere
dibujar un sabio de nuestra poca dibuja un
profesor universitario y cuando quiere dibujar un profesor universitario dibuja la gura
que se dibujara para caracterizar un sabio.
116
El Calmcac, la Academia y la
Universidad
Nuestra cultura fund la universidad para
satisfacer su necesidad de sabios. Esa necesidad de sabios es de todas las culturas; es
universal. En la Historia Antigua de Mxico
[1781], escrita por el jesuita Francisco Javier
Clavijero, se lee lo siguiente en el apartado
donde describe los edicios anexos al Templo
Mayor que vieron los espaoles a su llegada
a Tenochtitlan:
Los colegios de los sacerdotes y los seminarios
que haba en el recinto de aquellos templos eran
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Autonoma y autoridad.
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este otro principio no contradice sino complementa el que consagra la autonoma. Si bien la
universidad es quien mejor puede saber qu es
una universidad y reconocer a la universidad
espuria bajo cualquier disfraz o mscara, no
es esa la institucin llamada a legislar ni a
aplicar la ley ni a proteger imperativamente
los interese de la comunidad; para eso se invent el Estado. El Estado debe proteger a la
comunidad y a la propia universidad armado
con los criterios de saber que le suministre la
universidad ya reconocida.
El de Colombia, como los dems pueblos
de la historia, espera que quienes ostentan la
mxima investidura del saber lo hagan dueo
de ese saber y pueda ser as intelectualmente
soberano. La posibilidad de que realice ese
proyecto depende de su universidad.
Obras citadas
BOCHENSKI, J. M. The Logic of Religin. New
York: New York University Press., 1965
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Sin duda la investigacin exige en muchos casos tiempos de concentracin y esfuerzos que
podran asociarse al sacricio; pero quienes
viven la experiencia del trabajo en las fronteras saben que la vivencia de la inminencia
del descubrimiento, ocurra este nalmente o
no, es parecida a lo que Bruno legtimamente
reconoca como un furor heroico.
Acaso no es la academia actual lo ms
distante de una tradicin superada siempre
por nuevas teoras y nuevos puntos de vista?
Acaso no hemos cambiado tanto en los ltimos aos que resulta irrelevante acudir a la
imagen de la academia medioeval?
Segn establece la norma que rige en el momento presente la educacin superior, no se
trata slo de formar para el ejercicio de una
134
Notas
1
La ciencia del hombre es la medida de su potencia, porque ignorar la causa es no poder producir
el efecto. Bacon, Francis, Novum organum,
Libro 1, 4.
Ver: Mockus A. y otros, Las fronteras de la escuela, Captulo 4, Editorial Magisterio, Bogot,
1995.
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La docencia y el currculo.
138
La investigacin.
139
Los estudiantes.
La proyeccin universitaria.
En relacin con este punto es importante reexionar de qu maneras y hasta dnde debe
y puede llegar la universidad en su accin
sobre el rea geogrca de inuencia. Cmo
vincularla a la problemtica de la ciudad y del
departamento sedes, mantenindola el a su
misin y a sus principios? En qu medida
pueden prestarse servicios, cuando escasean
los recursos para la docencia y la investigacin? En esta materia es necesario observar
el principio regulador de que la universidad
140
Es bien conocido que la educacin anteuniversitaria que reciben los jvenes de los niveles
inferiores de nuestra aguda estraticacin
social, adolece de notables deficiencias.
Adems, diversos estudios han encontrado
que el rendimiento escolar est muy ligado
a la extraccin socioeconmica y cultural de
los alumnos2. Estas circunstancias hacen que
gran parte de los jvenes que ingresan a la
universidad publica presenten graves fallas en
sus competencias cognitivas, en sus conocimientos, en sus actitudes en relacin con su
formacin e, inclusive, en su comportamiento
social. Tal situacin se convierte en obstculo
mayor para el trabajo formativo de la universidad, pues la calidad de los estudiantes es
posiblemente la variable que ms pesa en el
resultado del proceso aprendizaje-enseanza
y en la calidad de los egresados3. En tales circunstancias se genera un doble compromiso
para la universidad: por un lado, se demanda
una vigorosa accin de su parte para coadyuvar en el mejoramiento de la educacin en sus
niveles preescolar, bsico y medio, y, por otro,
hace necesaria la adopcin de disposiciones
curriculares orientadas a mitigar las deciencias de los alumnos que ingresan.
Aparte de los mencionados problemas de
competencias, los estudiantes son al mismo
tiempo vctimas y personeros de esa patologa
educativa que constituye el credencialismo,
que entre otras formas, se expresa en la ansiosa
bsqueda de un ttulo, ms que en un genuino deseo de aprender. Esta aberracin es un
factor de gran incidencia en la distorsin que
presentan los procesos universitarios. En otro
plano de la cuestin estudiantil, hay que anotar dos problemas frecuentes en la educacin
superior estatal: i) algunos sectores de los
discentes acusan la propensin a formularle
Cultura burocrtica.
Deliberacin, participacin
en la toma de decisiones y
gobernabilidad.
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La accin estatal.
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La privatizacin de la
universidad.
146
Notas
1. Lo que puede entenderse por entorno regional de
algunas universidades, se ampla signicativamente, e inclusive, en el caso de la Universidad
Nacional, podra decirse que se extiende a todo
el pas.
2. Con base en las pruebas del Icfes, hace algunos
aos se realiz en la Universidad del Tolima una
amplia investigacin que conrm concluyentemente para el caso de Ibagu, los resultados
que a ese respecto se registran en la literatura
internacional.
3. Con buenas razones se ha sostenido que el
prestigio del que merecidamente gozan las ms
afama-das universidades del panorama internacional, se debe en buena medida a la rigurosa
seleccin de los estudiantes que admiten.
4. CORTINA, Adela. tica aplicada y democracia
radical. Madrid : Tecnos, 1993. p. 19, 27, 66
5. En no pocas universidades privadas se acostumbran niveles laxos de exigencia para evitar la
morta-lidad acadmica causante de desercin,
debido a los problemas nancieros que sta
les acarrea.
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150
variadas formas le han mantenido hasta nuestros das sus caractersticas institucionales.
Misiones fueron la ciencia como entonces se
la entenda a la luz de la Grecia clsica, esto es,
los conceptos de episteme entre los antiguos;
el medio social en cuyo seno la universidad
naca, y la persona, objeto del acto educador.
En consecuencia, por funciones entendamos los correspondientes actos orientados
a desentraar y a difundir los tesoros del
saber humano; tambin, los servicios que la
sociedad de entonces demandaba en favor de
la justicia mediante la profesin jurdica, de
la salud por la profesin mdica, de la fe con
la elaboracin del pensamiento teolgico y,
nalmente, de la tarea implcita para educar
a la persona y a la sociedad. Las notas institucionales entitativas y por tanto distintivas,
derivadas de las ya sealadas misiones y
funciones, nos exigen particular detencin:
Por su naturaleza o modo de ser social, la
universidad nace con marcado carcter o
nota corporativa porque desde su origen manifest que era un cuerpo, una corporacin,
un gremio de personas que algo tenan para
ensear a quienes algo deseaban aprender,
segn nos lo explican los historiadores de la
universidad al sealar el tinte sociolgico de
la palabra latina universitas: unin de personas. Por su natural y peculiar entrega a la
ciencia, el tal gremio social exhiba su acin
o nota cientca. Pero es de destacar que en
esas pocas la ciencia y los conocimientos,
objeto de la investigacin, la enseanza y la
difusin, traan luces de diversos orgenes,
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II. Universidad e
internacionalizacin
Hacia la Internacionalizacin globalizada
Los modos universitarios a los cuales nos
hemos referido contribuyeron a rubricar la
conformacin de los Estados modernos soberanos: los Estadosnacin. En 1806 Napolen
impone a su gusto la Universidad Imperial
profesionalista: LUniversit de France. Filsofos alemanes Schleiermacher, Fichte, Guillermo de Humboldt conciben la investigativa
Universidad de Berln que puesta en marcha
por el Estado Prusiano en 1810, fue modelo
de identicacin para los restantes estados
de Alemania. En su insularidad, Inglaterra
perfila su modelo educativo. Catalina de
Rusia crea las primeras universidades de su
territorio. Y si bien Jeerson no acogi la idea
de crear la Universidad Nacional de los Estados Unidos, como Presidente de la Unin les
dio origen a las State Universities. Las recin
nacidas repblicas latinoamericanas pusieron
manos a la obra para fundar los smbolos universitarios de sus respectivas nacionalidades:
las Universidades Nacionales. Y as en otros
pases del mundo como el asitico Japn
que en la dinasta Meiji, siglo XIX, crea sus
Universidades Imperiales.
1. Debilitamiento de las nacionalidades
universitarias
Despus de siglos, el nacionalismo universitario, hijo de la nacionalizacin de los Estados,
parece haber terminado por despiezar y diluir
los ltimos trazos de la nota de universalidad
que le haba dado tan expansivo carcter a la
institucin universitaria del Alto Medioevo,
al paso que la misma nacionalizacin estatal
moderna trajo consigo la necesidad de interrelacionarlos. En lo poltico, lo cultural,
lo econmico y en varios otros aspectos,
cobraron pleno sentido las relaciones internacionales o entre naciones orgullosas de sus
soberanas, bien expresadas en las respectivas
constituciones polticas. Si inicialmente
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156
2. La Globalizacin
La palabra globalizacin encierra muchas
cosas. En su origen signic la globalizacin
de la economa. Pero esto no designa solamente la mundializacin de los intercambios econmicos: nos impone tambin una
concepcin de la vida social nos dice Alain
Touraine, aunque por s misma la economa
sea fuerza dominante. Tambin se habla de
globalizacin poltica y de globalizacin cultural. Cultura mundial en contraste con la
cultura nacional?, es pregunta que hace pocos
decenios se haba hecho T.S. Eliot.
Charles M. Vest y varios otros autores arman
la globalization of education. La UNESCO,
aunque en forma ya poco signicativa, se
reere a la internacionalizacin de la educacin
superior, pero en otro aparte y con ms audacia arma que La educacin superior tiene que
desarrollar, con todos sus asociados, una visin
global de sus objetivos, sus tareas y su funcionamiento (11); vale decir, de sus misiones,
funciones y notas institucionales.
3. La globalizacin de la Universidad
Concentremos nuestro inters en la globalizacin de la Universidad. Por ser histricodinmica segn se dijo, la institucin debe
ajustar a cambiantes escenarios sociales la
claridad visual de sus misiones sustantivas,
y llevar a cabo con indefectible responsabilidad sus funciones en torno a la persona,
a la ciencia, y a la sociedad en cuanto sta
polticamente ya se viene organizando bajo
parmetros que en cierto modo afectan la
naturaleza de los Estados-nacin. Como
corporacin nota entitativa universitaria es
vlido pensar que debilitados en cierta forma
los nacionalismos universitarios, la Universidad de hoy est revalidando el sentido de su
prstina universalidad. Antes, en los siglos XII
y XIII, los caminos tortuosos y los mares agitados no fueron obstculo para que maestros
III. La informtica
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Lneas de cambio
De ello se derivan tres lneas de cambio que
deber afrontar la universidad si no quiere
verse marginada de los procesos que conguran las nuevas sociedades y convertida en
marginadora de los profesionales que forma.
La primera puede cifrarse en esta pregunta:
est la universidad, al menos la pblica,
auscultando, pensando, investigando, la
complejidad de relaciones entre los cambios
del saber en la sociedad del conocimiento y
los cambios del trabajo en una sociedad de
mercado? La segunda, tambin supone una
166
Exordio
* Discurso al recibir el Doctorado honoris causa en Humanidades de la Universidad de Caldas Manizales, 29 de noviembre de 2007
167
168
En su ensayo El espritu nuevo y las universidades, de 1926, nuestro Baldomero SannCano (1861-1957) se atrevi a incorporar la
idea de universidad libre, en el sentido de
entender que su porvenir es el porvenir de
la inteligencia, como tercera opcin en el
dualismo de la clasicacin tradicional que
distingue universidad clsica (Oxford, por
ejemplo) de universidad tcnica o profesional
(la alemana, por caso).
169
Entramado en la crisis
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Predileccin en la eutimia
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En la entraa de la Universidad, por tradicin, gravita la capacidad de generarse estmulos para el trabajo, con estudio intenso,
no ajeno a los contextos que dan dimensin
y profundidad para mejor comprender
problemas, poder enunciarlos y enfrentarlos
con probabilidades de acierto. De este modo
pudiera entenderse la Universidad como
hbitat de la intelectualidad que vibra con la
Cultura, inmersa en las ganas de conocer y
compartir, comprometida en la bsqueda de
salidas a estos tiempos de crisis.
En este sentido es que resulta vlida la aseveracin de Sann-Cano, al invocar por la universidad libre, cuyo porvenir es el porvenir
de la inteligencia. Pero no una inteligencia
en juego con s misma, distractiva, sino en
173
174
Anhelo de civilizacin
De esa experiencia latinoamericana, de no
olvidar, se desprende papel de la Universidad,
en su ingente anhelo de civilizacin, para formar patria intelectual, con los compromisos
sociales ineludibles, y con la capacidad de
crear a or de piel. En Colombia una escuela
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Camino a la fuente
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Notas
En: Los intelectuales y la organizacin de la cultura, Ed. Nueva Visin, Buenos Aires 1972
Este relato que he hecho de mi propio recorrido por el mundo de las ideas, ceido al
quehacer diario habiendo contado con la
venia y paciencia de ustedes-, quiz apunte
a explicar el por qu se me otorga esta distincin: ninguna razn distinta al haberme
ocupado, con persistencia y hasta obsesin,
de cuanta causa perdida he encontrado en
el camino.
Pero, por sobre todo, como lo dice mi maestro
del siglo XVI, Michel de Montaigne:
La gratitud est aqu en su lugar verdadero.15
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Articulacin alrededor de la
poltica fiscal
Debido a la relevancia que dentro de los
programas de ajuste econmico adquiri la
La adaptacin funcional
181
Tendencias especficas
Estas tendencias generales que denen las
polticas pblicas en educacin superior en
Amrica Latina encierran cinco tendencias
especcas que les dan su forma concreta y
buscan materializarlas en los sistemas educativos de la regin: la redenicin social
de la universidad; el cuestionamiento de la
autonoma; el replanteamiento de las funciones bsicas universitarias; la eclosin de
las formas de privatizacin; y el dualismo en
la formacin.
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Los desafos
De nuevo es necesario regresar a Coraggio,
cuando advierte que la realizacin total o
parcial de estas tendencias depende de la manera como sean enfrentadas nacionalmente:
Pero al momento de asignar responsabilidades
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Notas
1. El Informe Atcon, publicado originalmente
en 1961, propugnaba, dentro de mltiples
propsitos reformistas, por la conversin de las
universidades estatales en fundaciones privadas
y autnomas, nanciadas parcialmente por el
Estado y orientadas hacia una formacin fundamentalmente tcnica y funcional a los modelos
de desarrollo social y econmico, determinados
por fuera de su esfera de inuencia. En la mayor
parte de los pases de Amrica Latina, las comunidades acadmicas reaccionaron negativamente
4. Ver, por ejemplo, URIBE ROLDAN Jorge, Repensar la educacin superior desde el comercio,
En: http://www.udca.edu.co/es/download.php?
uid=0&grupo=92&leng=es&det=4714
187
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* Publicado originalmente en la revista nfora de la Universidad Autnoma de Manizales Nmero 18, Diciembre de 2003.
189
190
capital humano. Sin embargo, el ideal positivista e instrumentalizador que nos impone
el capitalismo tardo se muestra impotente,
principalmente en las regiones perifricas,
en el llamado tercer mundo, que hoy quiere
ensayar propuestas de cambio, opciones de
rearmacin cultural y de soberana poltica
que, por supuesto, confronten las transferencias culturales y los paradigmas cientistas de
las transnacionales.
191
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193
Debido a esta situacin se hace urgente vincular las actividades curriculares, la formacin
profesional y la investigacin cientca que
se viene ofreciendo, particularmente en las
instituciones de educacin superior, con
los procesos culturales que se desarrollan en
todos los niveles y estratos de la sociedad:
con el debate de las ideas polticas, con las
diversas expresiones de la cultura popular,
con las tradiciones y costumbres, con la dimensin esttica, con los incontables saberes
subyugados y en general con los imaginarios
colectivos de una sociedad pluritnica y
multicultural.
Promover el desarrollo social y la equidad a
travs de la educacin, la ciencia y la cultura, es quizs la principal competencia de la
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Notas
1. Cf. las obras de Jaume Trilla, Basil Berstein, Ivn
Ilich y otros tericos de la pedagoga.
2. Cf. MONCAYO, Vctor y otros: La universidad
y el proyecto de nacin: una dcada para recorrer
tres siglos. Publicado en esta edicin de la revista
Aquelarre.
3. FALS BORDA, Orlando y MORA OSEJO,
Luis Eduardo. Maniesto por la autoestima de
la ciencia colombiana. Tambin en esta entrega
de Aquelarre
4. HOYOS VSQUEZ, Guillermo La idea de
universidad. Se incluye tambin en esta edicin
de Aquelarre
199
200
I.
Desde sus orgenes en Grecia y concretamente
a partir de las obras de Platn y Aristteles,
la losofa ha tenido por una de sus tareas
primordiales ocuparse del destino de los
hombres en la sociedad, considerada como el
mbito en cuyo interior se despliega el peculiar proyecto del animal poltico, para expre-
* Conferencia ofrecida en el marco del XIII Foro Nacional de Filosofa, en la Universidad Tecnolgica de Pereira, el 12 de
mayo del ao 2000.
** Profesor del Departamento de Filosofa de la Universidad Nacional
201
de la Crtica de la razn pura, esa obra revolucionaria que Emanuel Kant se demora once
aos en elaborar a partir de la publicacin en
1770 de su disertacin latina, probablemente
la ms importante de la losofa occidental
despus de la Metafsica de Aristteles. Resulta
bien signicativo, en efecto, el que despus de
haber alcanzado por medio de esta obra una
fundamentacin plena de su pensamiento -y
despus de haber legitimado con ella lo que
se haba venido gestando a lo largo de los tres
siglos que la precedieron, el acontecimiento
de la modernidad- se consagrara Kant al
asunto de la poltica, considerada en el ms
amplio sentido de la palabra, el que se reere
a la naturaleza de la polis; es decir, al anlisis
de la sociedad, en general, el complejo asunto
de la convivencia humana.
202
Ahora bien, para traer todo ello a la actualidad, recordemos que precisamente con
esa denicin de Kant iniciaba hace treinta
aos un dilogo Theodor W. Adorno -un
gran maestro, un gran lsofo y socilogo
alemn contemporneo- con un amigo suyo
especialista en educacin, el profesor Hellmut Becker, dilogo que al publicarse con
el titulo Educacin para la mayora de edad
terminara por convertirse en el testimonio
pblico pstumo de Adorno, pues fallecera
a consecuencia de un infarto unos quince das
despus de haberlo grabado en los estudios de
la Radio de Hessen en la Repblica Federal
de Alemania el 16 de julio de 1969, en un
contexto por lo dems bastante dramtico
porque, como se coment luego, al parecer
estuvo muy vinculado a incidencias de episodios desafortunados acontecidos por entonces
en el desarrollo del movimiento estudiantil
en Alemania durante la segunda mitad de los
aos sesenta.
Quisiera leer en primer lugar tres prrafos de
este dilogo, para luego, apoyndome en l,
pasar a considerar ciertas peculiaridades que
se pueden percibir en relacin con el fenmeno de la minora de edad entre nosotros.
Pero antes deseara reconocer la manera como
en los ltimos aos, particularmente en el
mbito universitario, se han hecho esfuerzos
en nuestro pas para que se tomen en serio los
principios de la democracia; para que nuestra
democracia no sea una mera palabra en boca
de los dirigentes polticos sino una realidad;
para que se cumpla el principio de la delegacin, el principio del constituyente primario
que otorga un mandato, fundamento de la
vida republicana, tal y como lo pensara un
intelectual que mucho inuy en Kant desde
su juventud, Juan Jacobo Rousseau.
203
Y continuaba:
A m me parece este programa de Kant -al que
no se podr reprochar falta de claridad ni siquiera
con la ms mala voluntad- todava extraordinariamente actual hoy. La democracia descansa en
la formacin (expresin) de la voluntad de cada
uno tal y como se resume en la institucin de
la eleccin representativa. Si de ello no ha de
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Continua Adorno:
Con lo cual Adorno declara estar por completo de acuerdo. Aunque agrega:
207
Y contina:
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Personalmente me parece que es difcil superar la concrecin e inteligencia de sta denicin, teniendo en cuenta, por lo dems, los
diferentes niveles en que se mueve Habermas,
quien tanto en cuanto lsofo como en cuanto socilogo y terico crtico mucho le debe
a la obra de Freud. Y planteo estas premisas
porque de acuerdo con el mismo Habermas
me parece que el asunto de la identidad en
la modernidad implica asumirla como una
tarea, como un proyecto personal de vida.
II
211
nonagenario en 1934 y en 1885 haba publicado una obra clsica: Gemeinschaft und
Gesselschaft (Comunidad y sociedad), cuyo
ttulo ya sugiere su contenido.
Tnnies fue testigo a lo largo de su vida
del trnsito de una forma de convivencia,
tradicional y comunitaria, a una nueva, la
caracterstica de la sociedad urbana moderna.
l provena de una comunidad muy peculiar,
arraigada en el norte de Alemania, en las islas
que forman el archipilago de Friesland, las
islas de Frisia, en las cuales se refugiaron desde
el medioevo tribus germnicas que durante
siglos evadieron el yugo feudal y mantuvieron
una forma de vida muy peculiar. En su infancia, este socilogo -uno de los fundadores de
la sociologa alemana al lado de Max Weber
y Ernst Troelsch- vivi la experiencia de la
inmediatez clida, de la inmediatez afectiva
de la vida aldeana, comunitaria.
212
Y agregaba:
213
214
Ahora bien, para terminar, debemos considerar que el trnsito de esa forma de vida
comunitaria y de esa modalidad de experiencia clida, inmediata, a esa otra propia de la
sociedad de masas -ms o menos abstracta,
general e irreversible- resulta ser una consecuencia inexorable del proceso de desarrollo
capitalista en todos los pases que ingresan a
tal estadio de su evolucin.
Se lo puede constatar tambin en la Amrica
Latina, como ya lo ha hecho por ejemplo
en forma magistral, por lo dems, Jos Luis
Romero en su obra, ya clsica, Latinoamrica:
las ciudades y las ideas4, en la cual reconstruye
la formacin de las grandes metrpolis en
nuestro subcontinente, analizando los efectos
patolgicos que acompaaron tal proceso,
como la aglomeracin de muchedumbres
anmicas provenientes de los grandes ciclos
migratorios del campo a las ciudades o, en el
caso de los pases australes, de los del antiguo
continente desde la dcada del ochenta del
siglo pasado.
Prcticamente en todos los pases de la
Amrica Latina se intent enfrentar las
consecuencias de la crisis motivada por la
aparicin de las masas acudiendo a modalidades antidemocrticas de conduccin de
los asuntos pblicos, bien fuera por medio
de dictaduras militares u oligrquicas, o por
medio de experimentos populistas, los cuales,
aunque con frecuencia en parte aliviaban
Notas
1. Tanto el texto citado de Kant: Respuesta a la
pregunta: qu es la ilustracin?, como el dilogo
entre Adorno y Becker, del cual se transcriben
algunos pasajes, han sido traducidos por el autor
y publicados en Argumentos (Nos. 14-17, Universidad y sociedad. Bogot, octubre de 1986).
2. El libro citado de J. Habermas ha sido traducido
al espaol y publicado por la Editorial Tecnos,
de Madrid, con el ttulo Proceso de revisin de
la izquierda.
3. La cita de E. Durkheim proviene de: Educacin
y Sociologa -Ensayos y controversias-, traduccin
de Ins E. Castao y Gonzalo Catao, coedicin de la Universidad Pedaggica Nacional y
el Icfes, Bogot. 1990, p. 125.
4. El libro Latinoamrica: las ciudades y las ideas,
de Jos Luis Romero, ha sido reeditado recientemente (julio de 1999) por la Editorial
Universidad de Antioquia, Medelln.
215
216
* Ponencia presentada en el Congreso Nacional de Educacin Superior. Con el aval de Vctor Manuel Moncayo, Rector de la
Universidad Nacional de Colombia y de Gustavo Tllez Iregui, Rector de la Universidad Pedaggica Nacional. Publicada
por el Instituto colombiano para el fomento de la educacin superior -Icfes- noviembre de 1999
** Universidad Nacional de Colombia
217
218
Cmo pudo ocurrir que aquella contradiccin no hubiera sido advertida? El pesimismo econmico y el optimismo poltico
de Amrica Latina y el Caribe en 1989, se
arroparon bajo la euforia de la cada del
muro y el ascenso triunfal del neoliberalismo.
Resuelta en apariencia la polaridad mundial,
pareca abrirse a ritmo de Internet una era
de prosperidad ecumnica. Conados en el
poder redentor del mercado, los Estados de
Amrica Latina y el Caribe desmontaron del
tradicional modelo cepalino de sustitucin de
importaciones (reanimado en los sesentas con
la idea de promocin de exportaciones y con
los primeros ensayos de integracin subregional) e iniciaron otro prohijado por la misma
Cepal, bajo el nombre de Transformacin
productiva con equidad. Era inevitable aquel
cambio de modelo en un mundo globalizado,
regido por sosticadas tramas de capital nanciero otante, capital cientco-tcnico y
simblico ubicuos y en el cual pierden sentido
las antiguas ventajas comparativas.
219
En una sociedad donde la antigua tica empresarial ha sido no poco eclipsada y colonizada por los imaginarios del narcotrco (xito
sbito, ladino y tramposo) y por sus deseos
sin medida de consumo suntuario, la apertura
abrupta e indiscriminada, sin tensin tica
y sin estmulo a la formacin de capital,
termin siendo, salvo excepciones, feria pueblerina de vanidades, ingreso virtual al primer
mundo, exaltacin de valores nominales alquilados sin el respaldo de esfuerzo continuo,
prosperidad al debe, euforia de cachivaches y
baratijas, ebriedad nanciera que, en la resaca,
pasara su cuenta de cobro, bajo la forma de
impuestos regresivos, desempleo y pobreza a
la mayora de los colombianos.
Este marco de ineciencia estructural del Estado lleva a considerar bajo otra luz el problema
de la equidad. Porque si bien el gasto social
se elev por encima de los otros gastos hasta
1997, su severa contraccin en 1998, 1999
y el 2.000 no slo atenuar los logros, sino
que incidir de modo muy negativo sobre la
llamada formacin del capital humano. Baste
ver lo que signica la posibilidad de que medio
milln de estudiantes deserten de la educacin
privada o pugnen por hallar espacio en la pblica, disminuyendo la posibilidad de acceso
a estudiantes de menores ingresos. O, considerar, lo que signica la reduccin a la mitad
del consumo de alimentos en los estratos uno
y dos. Ya un autor ha sealado que:
220
221
Qu legitima hoy la lucha armada, sea la guerrillera o la que a nombre de los paramilitares
los combate? Si en su origen pudieran hallarse
causas para la insurgencia en la pobreza o en
la clausura poltica del Estado, toda prolongacin del conicto es hoy una cuenta regresiva
hacia un apocalipsis.
Si a ello se suman los costos de una corrupcin avivada por el vaco tico, por el
encandilamiento del narcotrco, por las imperfecciones de la democracia y por el efecto
deletreo de la violencia, puede calcularse lo
que ao a ao se roba a la inversin destinada
a la redencin social:
... el desarrollo de la reforma agraria se ha en-
222
Se puede imaginar qu pudiera hacer Colombia con una cifra aproximada del 10%
del PIB, quemada en las violencias, anulada
en la corrupcin, nulicada por el desgreo,
si se destinara a salvar la pobreza y a construir
la infraestructura para integrar el pas y habilitarlo para su mayora de edad en un mundo
que no perdona la ingenuidad?
Transitamos por una noche oscura. Experimentamos la crisis ms profunda de nuestra
historia. Hoy nadie puede decir, como se
sola, que la economa vaya bien y la poltica
mal: a ambas les ha llegado ese punto de no
retorno, donde cambiamos todos o nos cambian de afuera, por fuerza o por compasin.
En medio de la ms profunda crisis tica y
cultural de Colombia, no queda ms remedio
que un gran esfuerzo de invencin colectiva
para disear un proyecto viable de Nacin. La
hora de la Universidad ha sonado. Tenemos
la palabra.
La necesidad de un proyecto de
Nacin
Se puede conar en la historia del pas para
hallar salida al laberinto. En su devenir, la
Nacin ha encontrado soluciones en momentos crticos. Un puado de hombres, bajo la
inspiracin de Mutis, recorri el territorio
y lo pens bajo los parmetros de Linneo y
de Newton en el semillero de emancipacin
que fue la Expedicin Botnica. Caldas pudo
codearse con Humboldt. Un ejrcito de patizambos y de descamisados, conducidos por
el genio de Bolvar y de Santander, derrot
a un ejrcito mejor armado formado en las
guerras contra Napolen.
223
224
Reinvencin de la democracia
Para edicar con la razn un pas distinto, basado empero en lo mejor de nuestra historia,
debemos atrevernos a pensar desde ahora en
un nuevo orden constitucional. Es que acaso
la universidad debe esperar los resultados de
una negociacin a puerta cerrada para ir desbrozando lo que ha de ser un nuevo pacto de
Nacin? O limitarse a formular respuestas a
interrogantes formulados aqu o all?
Debemos y podemos anticiparnos. Tenemos
el derecho y la competencia. Con fundamento en la historia constitucional y en el examen
crtico de la Constitucin actual nos corresponde explorar frmulas viables sobre los
contenidos de una posible Constitucin y, en
El primer deber de los colombianos es afrontar la tarea de construir una sociedad democrtica de veras, una que cierre la brecha entre
el pas formal y el pas real, entre la Nacin y
el Estado, entre la eciencia y la equidad.
225
particular, sobre aquellos que, con probabilidad, demandarn cambios sustantivos, como
son los ttulos IV a XIII de la Carta Magna
justamente aquellos que versan sobre las dos
dimensiones en las cuales la democracia real
en Colombia ha experimentado los mayores
vacos: la organizacin del poder poltico y el
rgimen econmico.
226
Bsqueda de soluciones
duraderas al conflicto armado
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230
Y expresaba ms adelante:
Demos a nuestra Repblica -deca- una cuarta
Potestad cuyo dominio sea la infancia y el
corazn de los hombres, el espritu pblico,
231
muy baja, de 1.6%. Las manufacturas que transforman recursos naturales (como, por ejemplo,
alimentos procesados), lo hicieron en 3.7%.
Las manufacturas tradicionales no basadas en
recursos naturales (bienes de consumo intensivos en mano de obra), crecieron al 6.8%. Y
las manufacturas nuevas, con un uso intensivo
de investigacin y desarrollo (microelectrnica,
telemtica, biotecnologa, ingeniera gentica,
nuevos materiales), se incrementaron a la tasa
ms alta de 8.1 %.
232
233
234
Estas deben aportar a la construccin del proyecto pedaggico de los medios masivos de
comunicacin, pero a su vez, deben hacer la
apropiacin crtica de las nuevas tecnologas
de la informacin y la comunicacin para
ampliar y potenciar los efectos positivos en
la instruccin y la formacin escolar.
La tarea del sistema educativo en su conjunto debe orientarse a superar las tensiones,
contradicciones y dicotomas que durante el
siglo han mantenido y a superar las distancias
entre:
Por ltimo, se debe romper la profunda dualidad entre una visin educadora subsidiaria
de la lgica econmica; portadora del mito
del ser individual a ultranza, antisolidaria,
que busca la destruccin metdica de todo
proyecto colectivo y del sentido de lo pblico y crear un modelo educativo o proyecto
poltico-educativo solidario basado en la
equidad social.
La institucin educativa del prximo milenio
debe eliminar las barreras entre los programas
ociales y el currculo oculto. El saber oculto,
acadmico, debe salir de las instituciones educativas; y toda riqueza de los saberes y culturas
espontneas y populares acumulados a lo largo
de la historia de la humanidad, deben ingresar
a los circuitos acadmicos o escolares.
La buena gestin y el uso apropiado, transparente y radical de los pocos recursos que la
sociedad canaliza hacia la educacin deben ser
la consigna de los directivos, administradores,
acadmicos y dems agentes de la comunidad
educativa. Las escuelas, colegios y universidades deben rendir cuentas a la sociedad para
que la sociedad retorne a la credibilidad, el
apoyo y legitimidad a su sistema educativo.
Atendiendo a la importancia estratgica de
la educacin corno camino de salvacin del
pas, por medio de este pronunciamiento,
las Universidades Nacional y Pedaggica nos
comprometemos a organizar, con el concurso
de todas las universidades, un gran Congreso
Pedaggico Nacional, a celebrarse dentro de
un ao, que congregue a maestros y maestras
de educacin preescolar, bsica primaria
y secundaria, universitarios y trabajadores
de la cultura, con miras a disear las tareas
del prximo decenio, disear un proyecto
poltico-pedaggico y contribuir a congurar
un proyecto viable de Nacin.
235
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a.
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238
Por fortuna la llegada del nuevo siglo coincide con la disponibilidad de novedosas
herramientas intelectuales enriquecedoras
de representaciones conceptuales que pueden derivarse de saberes consolidados, que
facilitan la captacin del orden global.y de
las regularidades de fenmenos naturales
complejos como los de nuestro mundo
tropical. Por ejemplo, la llamada teora del
caos segn la cual la naturaleza est repleta
de estructuras fractales complejas, autosemejantes e interrelacionables, cuya dinmica es
palpable con modelos matemticos aplicables
a la comprensin de estructuras del mundo
real.
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