De la misma autora

Por qu duele

el amor

La salvacin del alma moderna. Terapia, emociones y la cultura

de la autoayuda, Buenos Aires/Madrid, Katz, 2010
El consumo de la utopa romntica. El amor y las contradicciones
culturales del capitalismo, Buenos Aires/Madrid, Katz, 2009
Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo, Buenos Aires,
Katz, 2007

Una explicacin sociolgica

Oprah Winfrey and the glamour oJ misery: An essay on popular culture,

Nueva York, 2003
The culture of capitalism, Jerusaln, 2002

Eva Illouz

Por qu duele el amor ha sido publicado: en alemn, Warum Liebe weh tut,
por Suhrkamp Verlag, Berln, 2012; en ingls, Ulhy Love Hurts, por Polity
Press, Cambridge, RU, 2012, y en francs, Pourquoi l'amourfait mal,
por d. du Seuil, Pars, 2012.
Estn en preparacin ediciones en portugus (Zahar), italiano (Il Mulino) ,
coreano (Dolbegae), croata (Planetopija), turco Qaguar) y hebreo
(Hakibbutz Hameuchad).

Traducido por Maria Victoria Redil

Serie Ensayos

[1]

Introduccin
El tormento del amor

Pero el xtasis amoroso no suele ser frecuente. Por cada experiencia

amorosa positiva en nuestros das, por cada breve perodo de enriquecimiento, encontramos diez experiencias amorosas destructivas, perodos
de "postracin" post-amorosa de mucha mayor duracin y que a menudo llevan a la destruccin del individuo o, por lo menos, a un cinismo
emocional que dificulta o hace imposible volver a amar de nuevo. Por
qu los acontecimientos deben seguir este curso, si en realidad nada de
esto es inherente al proceso amoroso propiamente dicho?
Shulamith Firestone, La dialctica del sexo 1
La novela Cumbres borrascosas (1847) pertenece a una larga tradicin literaria que
2
1 cpresenta el amor como un sentimiento de dolor atroz. Entre Heathcliff y
Catherine, sus tristemente clebres protagonistas, nace un amor intenso mien-

10 Por qu duele el amor

tras van creciendo juntos, pero al final Catherine decide casarse con Edgar
Linton, un candidato ms adecuado en trminos sociales. Humillado al escuchar
por accidente cuando ella menciona que casarse con l la degradara, Heathcliff
se escapa. Catherine lo sale a buscar por el campo y, al no encontrarlo, se enferma tanto que queda al borde de la muerte.
En un tono mucho ms irnico, la novela Madame Bovary (1856) describe el
matrimonio infeliz de una mujer con un mdico rural generoso pero mediocre,
que no puede satisfacer las fantasas romnticas ni las aspiraciones sociales de su
mujer. Emma Bovary, el personaje principal, cree haber encontrado el hroe
romntico con el que tantas veces so y sobre el que tantas veces ley en la
figura de Rodolfo Boulanger, un terrateniente de aire gallardo y elegante. Tras
un amoro que dura tres aos, deciden fugarse juntos, pero cuando llega el da
indicado, Emma recibe una carta de Rodolfo en la que le avisa que se ir sin
cumplir su promesa. En este punto, el narrador deja a un lado su tono irnico
habitual para describir con compasin los sentimientos romnticos de la herona
y su sufrimiento:
Emma, apoyada en el vano de la buhardilla, relea la carta con risas de
clera. Pero cuanta mayor atencin pona en ello, ms se confundan sus
ideas. Lo volva a ver, lo escuchaba, lo estrechaba con los dos brazos; y
los latidos del corazn, que la golpeaban bajo el pecho como grandes
golpes de ariete, se aceleraban sin parar, a intervalos desiguales. Miraba a
su alrededor con el deseo de que se abriese la tierra. Por qu no acabar
de una vez? Quin se lo impeda? Era libre. Y se adelant, mir al pavimento dicindose:
- Vamos! Vamos! 3
Si lo juzgamos en funcin de nuestros propios parmetros, el sufrimiento de
Catherine y Emma parece exagerado, pero aun as nos resulta inteligible. No
obstante, como se pretende demostrar en el presente trabajo, el tormento que
atraviesan estas dos mujeres a causa del amor ha cambiado de contenido, de
color y de textura. En principio, la oposicin entre la sociedad y el amor que
cada una de ellas encarna en dicho sufrimiento ya no resulta pertinente en las
sociedades actuales. De hecho, hoy en da Catherine y Emma no tendran que

El tormento del amor 11

nfrentar prcticamente ningn obstculo econmico o normativo que les impidiera elegir como primera y nica opcin a su ser amado . Es ms, nuestro
'entido actual de la adecuacin nos impulsara a seguir los dictados del corazn,
no del entorno social. En segundo lugar, tanto Catherine con sus dudas como
Emma con su matrimonio desapasionado tendran a su disposicin toda una
batera de especialistas en psicoterapia, terapia de pareja, derecho de familia y
mediacin que acudiran al rescate, se apropiaran de los dilemas ms privados
de estas mujeres vacilantes o aburridas y emitiran juicio sobre ellos. A falta de
la orientacin brindada por esos especialistas (o en paralelo con ella), una mujer
ontempornea que tuviera tales problemas compartira el secreto de su amor
con otras personas, que probablemente seran sus amigas ntimas o, como mnimo, alguna amistad annima fmjada en Internet, lo que atenuara de modo
considerable la soledad de su pasin. Entre el deseo y la desesperanza circulara
un caudal voluminoso de palabras, consejos y autorreftexiones. En efecto, el
equivalente actual de Catherine o Emma sera una mujer que pasa muchsimo
tiempo cavilando y hablando sobre ese sufrimiento, y que seguramente encuentra las causas en algn trauma atravesado por ella misma o por su ser amado
durante la infancia. Si alguna de las dos hubiera vivido en la sociedad actual, no
se habra vanagloriado de experimentar ese dolor, sino de haberlo superado
mediante un arsenal de tcnicas de autoayuda. En efecto, el sufrimiento amoroso genera en la actualidad una cantidad casi infinita de material explicativo,
cuya meta es comprender el fenmeno, pero tambin extirpar sus causas. Nuestro repertorio cultural ya no incluye la posibilidad de morir, suicidarse o fugarse
a un monasterio por amor. Ahora bien, esto no quiere decir que las personas de
la "posmodernidad" o la "modernidad tarda" desconozcamos los tormentos
romnticos. Es posible incluso que sepamos ms del tema que nuestros antecesores, pero lo cierto es que la organizacin social del sufrimiento amoroso parece haberse modificado desde lo ms profundo. En este libro se pretende
explicar la naturaleza de tal transformacin mediante un anlisis de los cambios
atravesados por tres aspectos distintos y fundamentales del yo: la voluntad (cmo
queremos algo), el reconocimiento (cmo construimos nuestro sentido del
valor propio) y el deseo (qu deseamos y cmo lo deseamos). A decir verdad,
son pocas las personas de nuestra poca que se hayan visto exentas de los tormentos del amor y las relaciones ntimas. stos pueden adquirir diversas formas,

12 Por qu duele el amor

como por ejemplo besar demasiados sapos o demasiadas ranas en el camino a

hallar nuestro prncipe o nuestra princesa; embarcarse en bsquedas de dimensiones titnicas por Internet; o volver a casa sin compaa despus de salir a un
bar, una fiesta o una cita a ciegas. Por otro lado, cuando las relaciones finalmente se forman, estos tormentos no desaparecen, pues comienzan a asomar el
aburrimiento, la ansiedad o la irritacin; surgen conflictos o discusiones que
provocan dolor; y, a la larga, se atraviesa la confusin, la inseguridad y la depresin que genera toda ruptura o separacin. Y todos estos son apenas algunos de
los modos en que la bsqueda del amor supone una experiencia dolorosamente
complicada de la que escasas personas quedan exentas en la modernidad. Si la
sociologa oyera la voz de esas mujeres y esos hombres que buscan el amor,
llegara a sus odos una letana ruidosa e incesante de quejidos y gruidos.
A pesar de que estas experiencias revisten un carcter generalizado, cuando
no colectivo, nuestra cultura insiste en que son consecuencia de alguna clase de
inmadurez o falencia psquica. Existen cantidades innumerables de manuales y
talleres de autoayuda que prometen ensearnos a manejar mejor la vida amorosa
trayendo a nuestra conciencia los modos en que inconscientemente provocamos nuestros fracasos. La cultura freudiana en la que nos encontramos inmersos
plantea de manera contundente que nuestras experiencias pasadas explican las
causas de la atraccin sexual y que las preferencias amorosas se conforman durante los primeros tiempos de vida en funcin del vnculo entre el nio y sus
padres. Muchas personas encuentran la principal explicacin de los motivos y
los modos del fracaso amoroso en la premisa freudiana de que la farnilia de origen configura los patrones de nuestra trayectoria ertica. Impertrrita ante la
falta de coherencia, la cultura freudiana se atreve incluso a afirmar que la persona que elegimos como pareja, ya sea parecida o antagnica a nuestros padres,
representa un reflejo directo de nuestras experiencias infantiles, que en s mismas constituyen la clave para explicar nuestro destino romntico. Es ms, con
el concepto de la compulsin a la repeticin, Freud dictamin que las experiencias tempranas de prdida, por dolorosas que fueran, se veran indefectiblemente
reactualizadas durante la vida adulta para poder dominarlas. Esta idea tuvo repercusiones tremendas en la concepcin y el trato colectivo de los tormentos
amorosos, pues dio a entender que constituan una dimensin saludable del
proceso de maduracin. De hecho, la cultura freudiana plante que, a grandes

El tormento del amor 13

r.rsgos, los tormentos amorosos constituan una experiencia inevitable y autoinflr ~ida. As, la psicologa clnica ha desempeado un papel central en la difusin
(y la legitimacin cientfica) de la idea de que el amor y sus fracasos se explican
l' rl funcin de la historia psquica del sujeto y, por lo tanto, se encuentran en su
esfe ra de control. Aunque la nocin freudiana original del inconsciente apunl.rba a disolver los principios tradicionales de responsabilidad por los propios
.11 tos, en la prctica, la psicologa ocup un rol fundamental para el proceso de
tl'lcgar lo romntico y lo ertico a la esfera individual de la responsabilidad
privada. Ms all de que haya sido su intencin o no, el psicoanlisis y la psicolnapia han suministrado un arsenal formidable de tcnicas para que portemos
1 on elocuencia, pero sin vas de escape, toda la responsabilidad por nuestro
sufrimiento romntico.
A lo largo del siglo xx, la idea de que dicho sufrimiento era autoinfligido
.rdquiri una notoriedad enigmtica, quiz porque la psicologa ofreci al mismo
lrcmpo la promesa consoladora de que ese fenmeno poda resolverse. Las experiencias de sufrimiento amoroso se transformaron en una gran fuerza motriz
!Jlle activ a toda una gama de profesionales (del psicoanlisis, la psicologa y
otras terapias), pero tambin a la industria editorial, la televisin y muchos otros
medios. As, el xito extraordinario que vivi la industria de la autoayuda fue
posible porque, como teln de fondo, exista una conviccin profunda de que
d sufrimiento est constituido a la medida de nuestra historia psquica, de que la
palabra y el autoconocimiento tienen propiedades curativas, y de que se puede
~uperar el dolor si se identifican sus fuentes y sus patrones de aparicin. Por lo
t,mto, los tormentos del amor hoy se inscriben en el yo, su historia personal y
su capacidad de autoconfigurarse.
Justamente porque vivimos en una poca en que reina la idea de la responsabilidad individual, la vocacin sociolgica no ha perdido su importancia vital.
As como a fines del siglo XIX pareca revolucionario afirmar que la pobreza no
era consecuencia de una moralidad dudosa ni de una falta de carcter, sino de
la explotacin sistemtica, hoy resulta imperioso alegar que los fracasos de nuestra esfera privada no son consecuencia de una debilidad psquica, sino que a los
caprichos y sufrimientos de nuestra vida emocional les dan forma ciertos rdenes institucionales. En consecuencia, el propsito de este libro es realizar un
desplazamiento considerable del ngulo de anlisis acerca de lo que falla en las

14 Por qu duele el amor

relaciones contemporneas. No se trata entonces de un problema ligado a una

infancia disfuncional o a una falta de autoconocimiento psquico, sino a un
conjunto de tensiones y contradicciones culturales que actualmente estructuran
la identidad y el yo.
Ahora bien, este planteo no es novedoso como tal. Hace tiempo que el feminismo viene cuestionando la concepcin popular del amor como fuente de
toda felicidad, pero tambin la explicacin psicolgica individualista sobre el
sufrimiento amoroso. De acuerdo con cierta rama del feminismo, a diferencia
de lo que transmite la mitologa popular, el amor romntico no es fuente de
trascendencia, felicidad ni autorrealizacin. En realidad, constituye una de las
principales causas de la brecha existente entre varones y mujeres, as como una
de las prcticas culturales que obligan a la mujer a aceptar (y "amar") su propia
sumisin. De hecho, en la esfera amorosa, los hombres y las mujeres siguen
poniendo en acto las divisiones profundas que caracterizan sus respectivas identidades. Como seala Simone de Beauvoir, incluso en el acto amoroso los varones retienen su soberana, mientras que las mujeres tienden a entregarse y
abandonarse. 4 En La dialctica del sexo, la controvertida obra que se cita al principio de esta introduccin, Shulamith Firestone avanza un poco ms y se atreve
a afirmar que la fuente de la energa y el poder social masculinos es el amor que
las mujeres proporcionan a los hombres, lo que indicara que ste constituye el
cemento con el que est edificada la dominacin masculina. 5 As, el amor romntico no slo ocultara la segregacin de clase y de sexo, sino que la posibilitara. En palabras de la feminista radical Ti-Grace Atkinson, el amor romntico
es "el pivote psicolgico en la persecucin de las mujeres". 6 En efecto, la afirmacin ms fascinante planteada por el feminismo consiste en que la lucha de
poder reside en el centro mismo del amor y la sexualidad, y los hombres llevan
desde siempre la ventaja en esa lucha porque el poder econmico converge con
el poder sexual. As, el poder sexual masculino equivale a la capacidad de definir el objeto amoroso y de fijar las reglas que gobernarn el cortejo y la expresin de los sentimientos romnticos. En ltima instancia, el poder masculino es
tal porque las jerarquas y desigualdades de gnero se desarrollan y reproducen
en la manifestacin y la experiencia de los sentimientos romnticos y, a la vez,
dichos sentimientos sustentan otras diferencias de poder ms amplias en materia
econmica y poltica. 7

El tormento del am or 15

Sin embargo, este supuesto acerca de la primaca del poder tambin consti1uye una falla en la corriente dominante de la crtica feminista sobre el amor.
De hecho, durante los perodos en los que el patriarcado desempeaba un papel
mucho ms poderoso que hoy en da, el amor cumpla un rol mucho menos
~ ignificativo en la subjetividad femenina y masculina. Es ms, la prominencia
cultural del amor parece vincularse con una disminucin del poder masculino
dentro de la familia y con un incremento de la igualdad y la simetra en las relaciones de gnero. Asimismo, gran parte de la teora feminista se funda en la
premisa de que en el amor (y en otros lazos), el poder constituye la piedra angular de las relaciones sociales. Por lo tanto, debe hacer caso omiso de la gran
antidad de pruebas empricas que otorgan el mismo grado de importancia al
poder y al amor, un mecanismo igualmente potente e invisible de movilizacin
de las relaciones sociales. Cuando reduce el amor femenino (y el deseo de amar)
a un mero elemento del patriarcado, la teora feminista no da cuenta de los
motivos por los cuales el amor sigue teniendo tanta relevancia para las mujeres
modernas, pero tambin para los hombres; ni contempla la veta igualitaria que
presenta la ideologa del amor gracias a su capacidad de subvertir el patriarcado
desde adentro. Sin duda, este ltimo desempea una funcin central en las explicaciones sobre la estructura de las relaciones entre los sexos y en la fascinacin
misteriosa que ejerce la heterosexualidad, pero eso no alcanza para explicar la
potencia extraordinaria que despliega el ideal amoroso sobre los hombres y las
mujeres de la actualidad.
As, el objetivo del presente trabajo es delinear un marco que permita identificar las causas institucionales del sufrimiento amoroso, pero dando por sentado que la experiencia romntica ejerce una fascinacin muy potente,
imposible de ser explicada en trminos de "falsa conciencia". 8 Hacer eso equivaldra a cerrar la cuestin antes incluso de formularla. Lo que pretendo demostrar aqu es que los motivos que hacen del amor un elemento central para la
identidad y la felicidad son casi los mismos que lo determinan como un aspecto
tan dificil de la experiencia: en ambos casos, se trata de los modos de institucionalizacin del yo y la identidad en la poca moderna. Si muchos de nosotros
sentimos "una suerte de malestar o ansiedad insistente" en relacin con el amor
y una sensacin de que las cuestiones amorosas nos generan "conflictos, inquietud e insatisfaccin con nuestra vida", por retomar las palabras del filsofo Harry

16 Por qu duele el amor

Frankfurt, 9 esto se debe a que el amor contiene, refleja y amplifica el "atrapamiento" del yo en las instituciones de la modernidad, 10 instituciones stas que
indudablemente estn configuradas por las relaciones econmicas y de gnero.
Como dice el clebre postulado de Carlos Marx, "los hombres hacen su propia
historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por
ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y transmite el pasado" . 11 Por lo tanto, cuando nos enamoramos o nos entristecemos, estamos utilizando recursos y viviendo situaciones
que no hemos construido nosotros mismos. sos son precisamente los recursos
y las situaciones que se intenta analizar en este libro. A lo largo de las prximas
pginas, desarrollar el argumento general de que, en la modernidad, ha cambiado algo fundamental dentro de la estructura del yo romntico. En trminos
muy amplios, el fenmeno se podra describir como una modificacin en la
estructura de la voluntad romntica, de aquello que queremos y de los modos
en que lo implementamos con una pareja sexual (captulos 2 y 3); pero tambin
como una alteracin en aquello que hace vulnerable al yo o disminuye el sentido del valor propio (captulo 4); y, por ltimo, como una transformacin en
la organizacin del deseo o el contenido de los pensamientos y sentimientos que
activan nuestro deseo ertico y romntico (captulos S y 6). Las tres lneas de
anlisis principales sobre los cambios del amor en la modernidad sern entonces
la estructuracin de la voluntad, la constitucin del reconocimiento y la activacin del deseo. En ltima instancia, mi objetivo es hacer con el amor lo que
Marx hizo con la mercanca: demostrar que lo producen y configuran ciertas
relaciones sociales concretas, que circula en un mercado donde los actores compiten en desigualdad de condiciones y que algunas personas tienen mayor capacidad que otras para definir los trminos en que sern amadas.
Los peligros que acechan detrs de este tipo de anlisis son mltiples. Quizs
el ms evidente tenga que ver con que probablemente haya exagerado un poco
las diferencias entre "nosotros" (en la modernidad) y "ellos" (en la premodernidad) . Sin duda, sern muchas las personas que lean este libro y piensen sus
propios contraejemplos para cuestionar lo que aqu se plantea, es decir, que las
causas del sufrimiento amoroso se vinculan con la modernidad. No obstante, se
pueden ofrecer algunas respuestas a tan seria objecin. En primer lugar, no
sostengo que lo nuevo sea el sufrimiento amoroso en s mismo, sino algunos

El tormento del amor 17

11111dOs de vivirlo. En segundo lugar, desde la sociologa no nos interesan tanto

1." .tcciones y los sentimientos singulares e individuales como las estructuras en
ltlll t in de las que se organizan dichas acciones y dichos sentimientos. Si bien
1.! p.tsado distante o inmediato puede estar lleno de ejemplos en apariencia silllll ,tres a la condicin actual, dichos ejemplos no sealan la existencia de las
IIIISillas estructuras a gran escala que s se pueden detectar en las prcticas rollt.tnticas contemporneas y en el dolor que deriva de ellas. En ese sentido, espno que los historiadores puedan perdonarme por hacer a un lado las
, 11111plejidades y los movimientos de la historia para utilizarla como una suerte
,h teln de fondo con motivos fljos que me ayudan a destacar, por contraste,
.,, rasgos caractersticos de la modernidad.
Igual que otros socilogos y socilogas, considero el amor como un micro' '1smos privilegiado para dar cuenta de los procesos de la modernidad, pero a
dlf(:rencia de ellos, no vengo a contar la historia del triunfo heroico de los sent 1111 icntos frente a la razn ni la igualdad de gnero frente a la explotacin de la
llllljer, sino un relato mucho ms ambiguo.

Qu es la modernidad?
M.ts que ninguna otra disciplina, la sociologa nace de un cuestionamiento int'IISO y teido de ansiedad acerca del significado y las consecuencias de lamodl'midad: Carlos Marx, Max Weber, mile Durkheim y Georg Simmel tratan
.,.comprender el sentido de la transicin del "viejo" mundo al mundo "nuevo" .
M 1cntras que uno simboliza la religin, la comunidad, el orden y la estabilidad,
1"! segundo equivale al cambio arrollador, la secularidad, la disolucin de los
l.11os comunales, la reivindicacin de la igualdad y la incertidumbre constante
" 1bre la identidad. Desde aquel perodo extraordinario que abarca el pasaje de
11 11diados del siglo XIX al siglo xx, la sociologa se viene ocupando de los mislllllS interrogantes que an hoy nos sobrecogen: Acaso el debilitamiento de la
H'hgin y los lazos comunales pondr en riesgo el orden social? Seremos capa' n de llevar una vida plena de significado en ausencia de lo sagrado?
A Max Weber en particular le preocupaban las preguntas esbozadas por Dostnl cvsk.i y Tolstoi: Si ya no tememos a Dios, qu nos har morales? Si ya no
11os conmueven ni nos compelen los significados colectivos, vinculantes y saI.tdos, qu le dar sentido a nuestra vida? Si el centro de la moralidad es el

18 Por qu duele el amor

individuo, en lugar de Dios, qu ser de esa "tica de la hermandad" que

constitua la fuerza motriz de las religiones? 12 En efecto, desde sus orgenes, la
vocacin de la sociologa es comprender cul puede ser el sentido de la vida tras
la muerte de la religin.
Si bien el advenimiento de la modernidad, como sostiene la mayora de los
socilogos y socilogas, nos abri un abanico de posibilidades emocionantes,
tambin represent una serie de riesgos sombros contra nuestra capacidad para
vivir una vida plena de sentido. Incluso quienes consideraban que la modernidad
implicaba el triunfo del progreso sobre la ignorancia, la pobreza crnica y la
opresin reconocan de todos modos que supona un empobrecimiento de nuestra capacidad para contar historias hermosas y vivir en tramas culturales de rica
textura. La modernidad efectivamente despert a las personas embriagadas por
las ilusiones y los espejismos que hasta entonces les permitan soportar las miserias de la vida. No obstante, desprovistos de esas fantasas, bamos a vivir la vida
sin compromiso alguno con valores ni principios superiores, sin el fervor ni el
xtasis de lo sagrado, sin el herosmo de los santos, sin la certidumbre y el orden
de los mandamientos divinos, pero, sobre todo, sin las ficciones que nos dan
consuelo y embellecen nuestra existencia.
Tal efecto desembriagador se manifiesta en el amor de manera ms evidente
que en ninguna otra esfera. Durante varios siglos en la historia de Europa occidental, el mbito de lo amoroso haba estado dominado por los ideales de la
caballerosidad, la cortesa y el romanticismo. El primero tena como premisa
cardinal defender a los ms dbiles con coraje y lealtad. Por lo tanto, la debilidad
femenina se encontraba enmarcada en un sistema cultural que la reconoca y la
glorificaba, pues transformaba el poder masculino y la fragilidad femenina en
cualidades dignas de ser amadas, como el carcter protector de los hombres y la
suavidad de las m ujeres. As, la inferioridad social de las mujeres se compensaba
con la devocin absoluta de los hombres frente a ellas en la esfera amorosa, que
a su vez funcionaba como contexto para la demostracin y el ejercicio de la
masculinidad, la valenta y el honor. Es ms, la privacin de derechos econmicos y polticos que sufran las mujeres se vea acompaada (y tericamente
subsanada) por la seguridad de que en el mbito amoroso no slo seran protegidas por los hombres, sino tan1bin se las considerara superiores a ellos. En
consecuencia, no debe llamar la atencin que el amor resultara histricamente

El tormento del amor 19

t.m atractivo para las mujeres, pues implicaba la promesa de recibir un estatus
moral y una dignidad que se les negaba en otros mbitos sociales, adems de
enaltecer su destino social de cuidar y amar a los otros como madres, esposas y
.Imantes. Entonces, en trminos histricos, el amor gozaba de un poder de sedu ccin muy importante justamente porque ocultaba y a la vez embelleca
.1quellas profundas desigualdades que yacan en el centro mismo de las relaciones
de gnero.
Ahora bien, la "alta modernidad" o la "hipermodernidad", que en el presente
trabajo se defme como el perodo posterior a la Primera Guerra Mundial y que,
de aqu en adelante, denominaremos "modernidad", marca una radicalizacin de
l.1s tendencias sociales inscritas en la modernidad temprana y modifica, en alguIIOS casos de raz, la cultura del amor y la economa de la identidad de gnero
que sta contiene . A pesar de que dicha cultura conserva e incluso amplifica el
1deal del amor como fuerza que puede trascender la existencia cotidiana, al
t olocar en el centro mismo de las relaciones ntimas los ideales polticos de la
libertad sexual y la igualdad de gnero, priva al amor de los ritos de deferencia
y del halo mstico que lo envolva hasta entonces. Todo aquello que en el amor
ra sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar
\Crenamente las verdaderas condiciones de existencia de las mujeres. Este aspecto dual y escindido del amor en tanto fuente de trascendencia existencial y
:spacio contencioso para la puesta en acto de las identidades de gnero constituye la caracterstica principal de la cultura romntica contempornea. En
trminos ms especficos, poner en acto las identidades de gnero y las consi~uientes luchas implica poner en acto los dilemas y las ambivalencias culturales
: institucionales de la modernidad, que se organizan en torno a ciertos motivos
cl ave como el de la autonoma, la autenticidad, la igualdad, la libertad, el compromiso y la autorrealizacin. El estudio del amor no es entonces un elemento
perifrico sino un elemento central para el estudio del ncleo mismo y las bases
de la modernidad. 13
El amor romntico heterosexual constituye una de las mejores esferas para
J ar cuenta de tal ambivalencia en la modernidad porque, en los ltimos cuarenta aos, se ha registrado una radicalizacin de la igualdad y la libertad en el
vnculo amoroso, as como una escisin profunda entre la emocionalidad y la
sexualidad. En dicho amor se encuentran enmarcadas las dos revoluciones cul-

20 Por qu duele el amor

turales ms importantes del siglo xx, a saber: por un lado, la individualizacin

de los estilos de vida y la intensificacin de los proyectos de vida emocionales;
y, por el otro, la economizacin de las relaciones sociales o la utilizacin generalizada de modelos econmicos para configurar el yo y sus emociones. 14
El sexo y la sexualidad se han desvinculado de las normas morales y se han
incorporado en el mbito individual de los proyectos y estilos de vida, mientras
que la gramtica cultural del capitalismo ha penetrado ampliamente en el dominio de las relaciones romnticas heterosexuales. Por ejemplo, cuando el amor
(heterosexual) se convirti en el eje temtico constitutivo de la novela, casi
nadie advirti que se entrelazaba con otro tema tambin central para la novela
burguesa y para la modernidad en general: el tema de la movilidad social. Como
lo indican los casos que ya mencionamos de Catherine y Ernma, en el amor
romntico casi siempre se entreteja inevitablemente la cuestin de la movilidad
social. En otras palabras, una de las preguntas esenciales que esbozaba la novela
(y que ms adelante planteara el cine de Hollywood) era si el amor poda triunfar frente a los obstculos sociales y en qu condiciones era posible ese triunfo
o, a la inversa, si la compatibilidad socioeconmica era una condicin necesaria
del amor.
La configuracin del sujeto moderno es al mismo tiempo de naturaleza emocional y econmica, romntica y racional. Esto se debe a que el rol protagnico
del amor en el matrimonio (y en la novela) coincide con el debilitanento del
vnculo matrimonial como herramienta de alianzas fanliares y marca la nueva
funcin del amor como instrumento de movilidad social. Sin embargo, lejos de
sealar la muerte del clculo econmico en esta esfera, ms bien profundiza su
importancia, ya que hombres y mujeres comienzan a ascender (o descender)
cada vez ms en la escala social por medio de la alquimia del amor. Dado que
el amor torna menos explcitas y formales las asociaciones entre el matrimonio
y las estrategias de reproduccin socioeconmica, el proceso moderno de eleccin de pareja va incorporando y combinando progresivamente las aspiraciones
emocionales y las ambiciones econmicas. As, el amor comienza a contener
dentro de s ciertos intereses racionales y estratgicos, al fundir en una misma
matriz cultural las orientaciones econmicas y emocionales de los actores sociales. Una de las principales transformaciones culturales que acompaan a la modernidad es, entonces, la combinacin del amor con las estrategias econmicas

El tormento del amor 21

1!. movilidad social. Por eso mismo, el presente trabajo contiene una serie de
.ngos metodolgicos. En primer lugar, se centra en el amor heterosexual ms
tlll' en el homosexual porque el primero contiene una negacin de los elemen111\ econmicos que sustentan la eleccin del objeto amoroso, pero a la vez
l11\10na la lgica emocional con la lgica econmica. En algunos casos, ambas
l1 '1--\ICas confluyen con armona y a la perfeccin, pero tambin hay muchos
1 lms casos en los que hacen estallar el sentimiento romntico desde adentro.
ht.t combinacin del amor y el clculo econmico otorga al primero una im1" 11 tancia central en la vida moderna, pero a la vez se ubica en el corazn mismo
,,. las presiones antagnicas que hoy lo afectan. Por lo tanto, el entrelazanento
entre lo emocional y lo econmico constituye uno de los hilos conductores para
1111 reinterpretacin del amor en la modernidad, pues me propongo demostrar
dt qu manera la eleccin, la racionalidad, los intereses econmicos y la comIH'lcncia han transformado los modos de buscar, conocer y cortejar a una poInicial pareja, as como los modos de consulta y toma de decisiones acerca de
!11\ propios sentimientos. En segundo lugar, el presente trabajo aborda la condll in del amor desde una perspectiva ms marcadamente femenina que mas111lina, y sobre todo desde la perspectiva de aquellas mujeres que optan por el
111,1trimonio, la reproduccin y los estilos de vida propios de la clase media.
< 'omo espero demostrar, la combinacin de tales aspiraciones con su insercin
1"11 el libre mercado de los encuentros sexuales genera nuevas formas de domill,lcin emocional masculina sobre las mujeres. En consecuencia, aunque el
1ontenido de este libro resulta pertinente para muchas mujeres, no lo ser para
1odas ellas, pues no revestir validez para las lesbianas ni para las mujeres que n
,!,piran a una vida domstica ni a tener hijos, sean casadas o solteras.

El amor como modernidad y el amor en la modernidad

l ~n

las indagaciones tradicionales sobre el auge de la modernidad, los sospechode siempre son el saber cientfico, la imprenta, el desarrollo del capitalismo,
1.1secularizacin y la influencia de los ideales democrticos. Efectivamente, en la
111ayora de las explicaciones est ausente la formacin de un yo emocional y
tlAexivo que, como he sealado en otros trabajos, 15 acompaa el surgimiento
de la modernidad y se define sobre todo en trminos emocionales, centrado en
l'l manejo y la reafirmacin de sus sentimientos. El presente libro pretende situar
\OS

22 Por qu duele el amor

el ideal y la prctica del amor romntico en el ncleo mismo de la cultura moderna y, de modo ms manifiesto, en la importancia decisiva que esos elementos revisten para la configuracin de nuestra biografia y la constitucin de
nuestro yo emocional. Como seala Ute Frevert, "las emociones no slo son
formadas por la historia, sino que la forman" . 16
El filsofo Gabriel Motzkin nos ofrece un punto de partida para empezar a
analizar la funcin desempeada por el amor en la formacin del yo moderno.
Segn l, la fe cristiana (en concreto, la fe paulina) coloca en un lugar central y
visible las emociones del amor y la esperanza, lo que le permite crear un yo
emocional (en vez de un yo intelectual o poltico). 17 El autor argumenta que
el proceso de secularizacin de la cultura consiste, entre otras cosas, en secularizar el amor religioso. Este proceso adquiere dos formas distintas: por un lado,
el amor profano se transforma en un sentimiento sagrado (ms adelante, bajo el
clebre formato del amor romntico) y, por otro lado, el amor romntico se
transforma en una emocin contraria a las restricciones impuestas por lo religioso . As, la secularizacin del amor ocupa un rol importante en el proceso de
emancipacin con respecto a la autoridad religiosa. Si tuviramos que proporcionar un marco temporal ms ajustado a estos anlisis, podramos decir que la
reforma protestante fue una etapa fundamental en la formacin del yo romntico de la modernidad, pues marc el surgimiento de un conjunto de tensiones
inditas entre el patriarcalismo y las nuevas expectativas emocionales que despertaba el ideal del matrimonio entre compaeros. De acuerdo con Michael
MacDonald, "los escritores puritanos promueven la formacin de nuevos ideales para la conducta marital, destacando la importancia de la intimidad y la intensidad emocional entre los integrantes de la pareja. A los maridos se los insta
a ocuparse del bienestar espiritual y emocional de sus esposas" . 18 Desde la sociologa y la historia se ha planteado numerosas veces que el amor, sobre todo
en las culturas protestantes, funcion como una fuente de igualdad de gnero
al estar acompaado por una potente validacin de las mujeres. 19 A travs del
mandamiento religioso de amar a la esposa, las mujeres registraron una elevacin en su propio estatus y mejoraron sus posibilidades de tomar decisiones en
pie de igualdad con los hombres. Es ms, Anthony Giddens y otros autores
plantean incluso que el amor desempe una funcin central en la construccin
de la autonoma femenina, pues en el siglo XVIII, el ideal cultural del amor ro-

El tormento del amor 23

11Lilltico, una vez que se hubo desvinculado de la tica religiosa, inst a las
11111jcres, tanto como a los hombres, a elegir libremente el objeto de su amor. 20
1h hecho, la idea misma del amor en este caso presupone y constituye el libre
.dhedro y la autonoma de los amantes. Motzkin y Fisher llegan a sostener in' lusive que "el desarrollo de las concepciones democrticas de la autoridad
'llllStituye una consecuencia indirecta de la premisa de la autonoma emocional
lt-1n cnina". 21Ahora bien, la literatura sentimental del siglo XVIII acenta todava
111.1s esta tendencia cultural porque promueve un ideal del amor que contribuye,
1.:11 la teora y en la prctica, con la desestabilizacin del poder que ejercen los
p.1dres sobre las decisiones matrimoniales de sus hijas. Por lo tanto, dicho ideal
,., un agente de emancipacin femenina en un sentido fundamental, ya que
1" o mueve la individualizacin y la autonona de las mujeres, por ms circunvnlu ciones que haya atravesado dicha emancipacin. Como en los siglos XVIII
y x IX la esfera privada adquiere un valor muy importante, las mujeres pueden
''1<' 1Cer aquello que Ann Douglas, retomando a Harriet Beecher Stowe, denolllllla "la tirana del rosa y el blanco", es decir, la tendencia de "las mujeres es1.1d0unidenses del siglo XIX a obtener poder mediante la explotacin de su
lll l ntidad femenina" Y As, el amor ubica a las mujeres bajo la tutela de los
hombres, pero legitimando un modelo del yo que es de naturaleza privada,
IIHiividualista, domstica y, sobre todo, que exige la autonoma emocional. Con
,.,to , el amor romntico consolida dentro de la esfera privada el individualismo
111oral que haba acompaado el auge de la esfera pblica. Es ms, el amor consl1lllye el ejemplo paradigmtico y la fuerza motriz de un nuevo modelo de
3
\I H iabilidad que Giddens define como el modelo de la "relacin pura" / fun.l.ld O en el supuesto contractual de que dos sujetos con igualdad de derechos se
llll l' ll con fines emocionales e individualistas. Se trata entonces de un vnculo
1' 11 el que dos individuos se comprometen por su propio bien y del que pueden
l'lllrar y salir a voluntad.
Sin embargo, aunque el amor cumpli una funcin importante en la forma' 11111 de aquello que los historiadores denominan "individualismo afectivo", la
lll\t Oria del amor en la modernidad tiende a presentarlo como una transicin
lwroica de la esclavitud a la libertad. Segn este relato, cuando triunfa el amor,
.1<'\,lparecen los matrimonios por inters y conveniencia para que prosperen la
.111tonoma, la libertad y la individualidad. No obstante, si bien coincido en que

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el amor romntico supone un desafio contra el patriarcado y la institucin familiar del momento, la "relacin pura" tambin toma ms voltil la esfera privada y n1.s infeliz la conciencia romntica. A mi juicio, aquello que hace del
amor una fuente crnica de malestar, desorientacin e incluso desesperanza slo
puede explicarse en trminos sociolgicos mediante la comprensin del ncleo
cultural e institucional de la modernidad. Tambin por este motivo considero
que el presente anlisis ser pertinente en la mayora de los pases que participaron en la formacin de la modernidad sobre la base de la igualdad, el contractualismo, la integracin de hombres y mujeres al mercado capitalista y la
institucionalizacin de los "derechos humanos" como eje de la personalidad.
Esta matriz institucional de carcter transcultural, presente en numerosos lugares del mundo, ha alterado la funcin econmica tradicional del matrimonio y
los modos tradicionales de regulacin de la sexualidad. Dicha matriz tambin
nos permite reflexionar sobre la naturaleza normativa ambivalente de la modernidad. En efecto, si bien expongo aqu un anlisis crtico del amor en las condiciones de la modernidad, tal anlisis resulta crtico en tanto parte de una
perspectiva modernista desembriagada, es decir, de una perspectiva que reconoce
el gran caudal de destruccin y miseria que ha producido la modernidad occidental, pero a la vez acepta que sus valores fundamentales (la emancipacin
poltica, el secularismo, la racionalidad, el individualismo, el pluralismo moral
y la igualdad) no han sido superados hasta hoy por ninguna alternativa visible.
Aun as, esta adhesin debe ser sobria, pues la versin occidental de la modernidad que conocemos acarrea sus propias formas de sufrimiento emocional y
destruccin del mundo-vida tradicional, adems de convertir a la inseguridad
ontolgica en un rasgo crnico de nuestra existencia y de vulnerar cada vez ms
la organizacin de la identidad y del deseo. 24

Por qu es necesaria an la sociologa

William James, el abuelo de la psicologa moderna, sostena que los psicoterapeutas deban considerar, antes que nada, que en la persona "transcurre alguna
suerte de pensar" y que ese pensar es personal: cada pensamiento forma parte
de una conciencia individual que impulsa al sujeto a elegir qu experiencias del
mundo procesar y qu experiencias rechazar. 25 La sociologa, en cambio, desde
sus orgenes ha tenido como vocacin principal desenmascarar los fundamentos

El tormento del amor 25

10ciales de los pensamientos. Para nuestra disciplina, no existe una oposicin

l'lltre lo individual y lo social, porque el contenido de los pensamientos, los
deseos y los conflictos internos presenta una base institucional y colectiva. Por
l'jemplo, cuando la sociedad y la cultura promueven como modelos para la vida
tdulta la pasin intensa del amor romntico y, al mismo tiempo, el matrimonio
heterosexual, le dan forma no slo a nuestra conducta, sino tambin a nuestras
.tspiraciones, nuestras esperanzas y nuestras fantasas de felicidad. Ahora bien, los
modelos sociales no se quedan all; al yuxtaponer el ideal del amor romntico
ron la institucin del matrimonio heterosexual, las sociedades modernas insert.m en nuestras aspiraciones una serie de contradicciones sociales, que a su vez
' obran vida en nuestra psiquis. La organizacin institucional del matrimonio
(basado en la monogamia, la convivencia y la sumatoria de los recursos econmicos para incrementar la riqueza) excluye la posibilidad de sostener el amor
romntico como pasin intensa y devoradora. Tal contradiccin obliga a los
tgentes a realizar un monto significativo de labor cultural para manejar y con' !liar esos dos marcos culturales que compiten entre s. 26 Dicha yuxtaposicin a
su vez sirve como ejemplo de que el enojo, la frustracin y la decepcin que
ron tanta frecuencia resultan inherentes al amor y el matrimonio en realidad se
fundan en ciertas disposiciones sociales y culturales. Si bien las contradicciones
ronstituyen una parte inevitable de la cultura y las personas en general logran
moverse entre ellas sin demasiado esfuerzo, algunas son ms dificiles de manejar
que otras. Cuando afectan la posibilidad misma de articular la experiencia, su

Incorporacin en la vida cotidiana resulta menos sencilla.

Ahora bien, que las personas interpreten de distinta forma las mismas expettencias o que las experiencias sociales se vivan sobre todo a travs de las cate~oras psicolgicas no significa que dichas experiencias sean de carcter privado
y singular. Toda experiencia se encuentra contenida por las instituciones y or~anizada en ellas, ya se trate de la internacin de una persona enferma en un
hospital, de la mala conducta de un adolescente en la escuela o del enojo de una
mujer frustrada con su familia. Asimismo, las experiencias siempre presentan
f()rmas, intensidades y texturas que emanan del modo en que las instituciones
l'Structuran la vida emocional. Gran parte del disgusto y la decepcin que causa
d matrimonio, por ejemplo, tiene que ver con que dicha institucin estructura
l.1s relaciones de gnero y combina la lgica emocional con la lgica institucio-

26 Por qu duele el amor

nal o , por as decirlo, marca la distancia entre el deseo de una fusin o una
igualdad sin distincin de gnero y la inevitable puesta en acto de los roles de
gnero. Por ltimo, para que la experiencia resulte inteligible, debe respetar
ciertos patrones culturales previamente establecidos. As, una persona puede
explicar sus enfermedades como un castigo divino por sus pecados, como un
accidente biolgico o como un efecto de cierta pulsin de muerte inconsciente:
todas estas elucidaciones surgen de una serie de modelos interpretativos muy
complejos que son utilizados y reconocidos por determinados grupos de personas en una situacin histrica especfica.
Esto no quiere decir que yo rechace la idea de que existen diferencias psquicas importantes entre las personas y de que esas diferencias desempean un
papel determinante en nuestra vida. Ms bien, mi objecin frente al ethos psicolgico que predomina en la actualidad tiene que ver con tres factores: primero, aquello que tomamos como aspiraciones y experiencias individuales
reviste un contenido social y colectivo considerable; segundo, las diferencias
psquicas muchas veces, aunque no siempre, son en realidad dferencias en la
posicin social y en las aspiraciones sociales de las personas; y tercero, el impacto de la modernidad en la formacin del yo y la identidad consiste precisamente en dejar al desnudo los atributos psquicos del individuo y otorgarles un
rol fundamental en la determinacin del destino social y romntico. El hecho
de que seamos entidades psicolgicas (es decir, de que nuestra psicologa ejerza
tanta influencia en nuestro destino) es en s mismo un hecho sociolgico. Al disminuir los recursos morales y el conjunto de restricciones sociales que configuraban las maniobras del sujeto en su entorno social, la estructura de la modernidad
nos expone a nuestra propia estructura psquica, lo que provoca que la psiquis
moderna quede en un estado de vulnerabilidad, pero a la vez sea altamente
operativa en la determinacin de los destinos sociales. Dicha vulnerabilidad del
yo moderno podra resumirse entonces en los siguientes trminos: mientras que
nuestra experiencia se ve delimitada por una serie de restricciones institucionales muy potentes, debemos atravesarla con los recursos psquicos que hemos
acumulado en el curso de nuestra trayectoria social. Este aspecto dual de la
experiencia social moderna, instalada entre lo institucional y lo psquico, es
justamente lo que me propongo documentar en referencia al amor y el sufrimiento romntico.

El tormento del amor 27

1.11 sociologa y el sufrimiento psquico

1 lt 'de sus orgenes, la sociologa tiene como principal objeto de estudio las
l111 11as colectivas de sufrimiento, como la desigualdad, la pobreza, la discrimi11 11 1n, las enfermedades, la opresin poltica, los conflictos armados y las catsIHlfl.'S naturales. Todos estos fenmenos han funcionado como el prisma central
1 11.1vs del cual nuestra disciplina viene explorando las miserias de la condicin
luunana. Aunque la sociologa ha logrado analizar con grandes resultados tales
lt u mas colectivas de sufrimiento, ha desatendido ese tipo de sufrimiento ps!iii CO comn y corriente que es intrnseco a las relaciones sociales: el resentillll l' llto, la humillacin y el deseo no correspondido son apenas algunos ejemplos
, j. sus numerosas formas cotidianas e invisibles. La disciplina sociolgica se ha
nlllStrado renuente a incluir en su mbito de estudio el sufrimiento emocional,
' uncebido correctamente como el pilar de la psicologa clnica, por temor a
l't rse arrastrada a las aguas turbias de un modelo social psicolgico e individua11\ta. Sin embargo, si no quiere perder relevancia para las sociedades modernas,
n imperativo que explore todas aquellas emociones en las que se refleja la vulnnabilidad del yo bajo las condiciones de la modernidad tarda, vulnerabilidad
qu e es a la vez institucional y emocional. En el presente libro se sostiene que el
.unor representa una de esas emociones y que el anlisis minucioso de las expellcncias que genera nos podr retrotraer nuevamente a la vocacin original de
l.1 sociologa, que an resulta en extremo necesaria y pertinente.
La nocin de "sufrimiento social" puede constituir una bienvenida herralll ienta para reflexionar sobre el carcter moderno del sufrimiento amoroso,
pero no resultar tan til a mis fines porque, tal como lo entiende la antropologa, el sufrimiento social designa un fenmeno visible de gran escala (por
jemplo, las consecuencias de una hambruna, de la violencia, de la pobreza o
de las catstrofes naturales). 27 As, dicho concepto omite las formas ms invisibles o intangibles del sufrimiento, como la ansiedad, la sensacin de carecer de
va lor o la depresin, que se encuentran insertas en la vida diaria y en nuestras
1elaciones cotidianas.
Ahora bien, el sufrimiento psquico exhibe dos rasgos cardinales. Primero,
como afirma Schopenhauer, deriva de que vivimos la experiencia a travs de
'' la memoria y la anticipacin". 28 En otras palabras, est mediado por la imaginacin, o sea, por las imgenes y los ideales que conforman nuestros recuerdos,

1
28 Por qu duele el amor

El tormento del amor 29

nuestras expectativas y nuestros anhelos. 29 En trminos ms sociolgicos, po- y que el sufrimiento es uno de sus principales tropos, tal como se observa en el
dramos afirmar que el sufrimiento est mediado por las definiciones culturales punto culminante alcanzado por el movimiento romntico, en el cual amor y
de la identidad. Segundo, se ve acompaado tpicamente por una ruptura en sufrimiento se reflejan y definen mutuamente. No obstante, el presente trabajo
nuestra capacidad para otorgar sentido. Por lo tanto, como seala Paul Ricoeur, se propone demostrar que la experiencia moderna del sufrimiento causado por
a menudo adquiere la forma de un lamento acerca de su propia ceguera y arbi- el amor supone un cambio cualitativo con respecto al pasado. Aquello que tiene
trariedad.30 Dado que el sufrimiento implica una irrupcin de lo irracional en de moderno el sufrimiento amoroso en la actualidad podra definirse en trmila existencia cotidiana, demanda una explicacin racional, exige que demos nos de la desregulacin de los mercados matrimoniales (captulo 2), las transforcuenta de la desolacinY As, la experiencia del sufrimiento ser tanto ms maciones en la arquitectura de la eleccin de pareja (captulo 3), la importancia
intolerable cuanto menos sentido se le pueda otorgar. Cuando no tenemos una capital del amor en la construccin social de un sentido del valor propio (capexplicacin, sufrimos el doble: por el dolor que sentimos y por nuestra incapa- tulo 4), la racionalizacin de la pasin (captulo S) y los modos en que se descidad para dotarlo de un significado. Por lo tanto, toda experiencia del sufri- pliega la imaginacin romntica (captulo 6). Ahora bien, aunque este libro
miento nos vincular necesariamente con los sistemas de explicacin que se han pretende dar cuenta de aquello que es propiamente nuevo y moderno en la
desarrollado para dar cuenta de ella. Asimismo, dichos sistemas presentan dife- experiencia actual del sufrimiento romntico, no aspira a analizar de manera
rencias en los modos en que dan cuenta del dolor, en los modos en que atribuyen exhaustiva todas las mltiples formas que adoptan los tormentos amorosos, sino
la responsabilidad, en los aspectos de la experiencia dolorosa que destacan y slo algunas de ellas, as como tampoco ignora que muchas personas estn feliabordan, y en los modos en que transforman (o no) ese sufrimiento en otra ca- ces con su vida amorosa. Lo que se intenta demostrar aqu es que tanto el sufritegora de la expe-riencia, llmese redencin, maduracin, crecimiento o sabidu- miento como la felicidad en la esfera amorosa presentan una forma especfica
ra. Perrntaseme agregar que el sufrimiento psquico moderno, si bien supone toda , en la modernidad, y en esa forma nos concentraremos.
una variedad de respuestas fisiolgicas y psicolgicas, principalmente pone en
riesgo de modo directo la estabilidad del yo, su definicin y su sentido del valor
propio. En el marco de las relaciones de intimidad contemporneas, refleja la
situacin del yo bajo las condiciones de la modernidad. No se trata de un fenmeno parenttico en relacin con otras formas supuestamente ms graves del
sufrimiento porque, como espero poder demostrar, presenta y pone en acto los
dilemas y las formas de impotencia que afectan al yo moderno.
Mediante el anlisis de toda una variedad de fuentes, desde las secciones del
New York Times y del Independent dedicadas a las relaciones amorosas y sexuales
hasta las novelas de los siglos XVIII y XIX, pasando por los manuales de autoayuda sobre el amor y las citas romnticas, 32 pretendo documentar que las experiencias de abandono y amor no correspondido son tan fundamentales en
nuestro relato biogrfico como otras forn1as de humillacin social (de naturaleza
poltica o econmica).
Las personas ms escpticas podrn objetar, con razn, que la poesa y la filosofa vienen tratando hace cientos de aos los efectos devastadores del amor