Familia - Parentesco
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Registro N: 18559
///n la Ciudad de Buenos Aires, a los 2 das de junio del ao dos mil once, se
rene la Sala II de la Cmara Nacional de Casacin Penal integrada por el doctor
Guillermo J. Yacobucci como Presidente y los doctores Luis M. Garca y Ral
Ramn Madueo como Vocales, asistidos por la Secretaria de Cmara doctora Sol
Dboli, a los efectos de resolver en los trminos del art. 455 C.P.P.N., en la causa
nmero 13.957 del registro de esta Sala, caratulada Noble Herrera, Marcela y
otro s/ recurso de casacin, el recurso de casacin interpuesto contra la
resolucin de fs. 86/116 del incidente n 5.477. Comparecieron los recurrentes,
doctora Roxana Pia y doctores Alejandro Carri, Horacio Marcelo Silva e
Ignacio Padilla, apoderados de Marcela Noble Herrera y de Felipe Noble Herrera,
por la defensa de los imputados Ignacio Fabio Katz, Norma Nlida Teresa
Cadoppi y Aldo Rico la Defensora Pblica Oficial doctora Laura Beatriz Pollastri,
por el Ministerio Pblico el seor Fiscal General Ral Omar Ple y el seor fiscal
Jorge Auad, por los querellantes Estela Gualdero y Carlos Alberto Miranda su
apoderada la doctora Alcira Ros, con el patrocinio del doctor Pablo Llonto, por la
Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, tambin admitida como querellante, su
presidenta seora Estela Barnes de Carlotto, y los apoderados de la asociacin,
doctores Alan Iud y Mariano Gaitn.
Efectuado el sorteo para decidir el orden de votacin, resultaron
designados para hacerlo en primer trmino el juez doctor Luis M. Garca y en
segundo y tercer orden los jueces doctores y Guillermo J. Yacobucci y Ral
Ramn Madueo, respectivamente.
pues: a) una vez ejecutada de la medida dispuesta por la jueza federal ninguna
sentencia podra reparar el agravio que se alega se causa a los recurrentes, que
repelen la extraccin de su cuerpo de fluidos y tejidos corporales tal como se ha
reconocido, antes de ahora, en este mismo caso y en general se reconoce en la
jurisprudencia de la Corte Suprema (Fallos: 313:1113, 326:3758, y ms
recientemente Fallos: 332:1835, Gualtieri Rugnone de Prieto, Emma Elidia y
otros, voto de los jueces Lorenzetti y Zaffaroni, consid. 3, y sus citas; voto de la
jueza Argibay, consid. III.30; voto de la jueza Highton de Nolasco, consid.3, voto
del juez Maqueda, consid. 3) y en sentencias de esta Cmara (Sala II, cn 5565
Noble Herrera, Marcela y otro s/recurso de casacin, rta: 23/11/2007, reg:
10.959 y Sala I cn 12.274, Molinero, ngel E. y Montero, Alejandro s/recurso
de casacin, rta: 08/11/2010, reg: 16.878); b) los recurrentes alegan que la
decisin judicial que ordena se obtengan de Marcela Noble Herrera y Felipe
Noble Herrera, por va compulsiva, muestras de sus tejidos o fluidos corporales,
con el fin de investigacin y comparacin de sus patrones genticos constituye
una injerencia en la intimidad que afecta su dignidad, su integridad fsica y salud
psquica, y sacrifica sus planes de vida de un modo inconciliable con los arts. 19
C.N., 5 CADH, 5 DUDH, 7 PIDCP, por lo que, en la medida en que prima facie
se ha fundado la existencia de una cuestin federal se aplica la doctrina sentada
por la Corte Suprema en Fallos: 328:1108 (Di Nunzio, Beatriz Herminia), que
ha declarado que siempre que se invoquen agravios de naturaleza federal que
habiliten la competencia de [la] Corte, por va extraordinaria en el mbito de la
justicia penal nacional conforme el ordenamiento procesal vigente, estos deben
ser tratados previamente por la Cmara Nacional de Casacin Penal, en su
carcter de tribunal intermedio, constituyndose de esta manera en tribunal
superior de la causa para la justicia nacional en materia penal, a los efectos del
art. 14 de la ley 48 (consid. 13).
En la audiencia los representantes de la Asociacin Abuelas de Plaza
de Mayo sealaron que la medida ordenada a fs. 5461/5462 en febrero de 2010,
conforme a las previsiones de la ley 26.549, era prcticamente idntica a la que
ahora se recurre. Y esa medida haba quedado firme.
As, concluy que aqulla orden que haba quedado firme estuvo en
condiciones de ser ejecutada, y no se ejecut porque la jueza intent obtener
193, subrayado agregado, con cita de los casos Almonacid Arellano y otros vs.
Chile, cit., 124; Gomes Lund y otros (Guerrilha do Araguaia), Serie C., n
219, sent. de 24/11/2010, 176, y Cabrera Garca y Montiel Flores, Serie C.,
n 220, sent. de 26/11/2010, 225).
El abordaje que aqu adelanto conduce a que los fundamentos de la
decisin recurrida, y las crticas que contra ella dirigen los recurrentes sean
examinados en el orden propuesto y en cuanto se relacionen con las cuestiones
que conciernen a los cuatro pasos de examen.
conoce del caso ha dispuesto -en rigor- dos medidas distintas: 1. la obtencin de
sangre, saliva, piel, cabello u otras muestras biolgicas (en adelante
obtencin de muestras de tejidos y fluidos corporales), mediante la extraccin
directa esto es, mediante injerencia en los cuerpos de Marcela Noble Herrera y
Felipe Noble Herrera, con o sin su consentimiento. Los interesados no consienten
esta injerencia corporal, y esta oposicin est en la base de los agravios de los
recurrentes; 2. La investigacin gentica a fin de establecer patrones de ADN de
las muestras obtenidas, y su comparacin con los patrones de ADN obtenidos de
los querellantes Gualdero-Miranda y con los de las dems personas que han
aportado muestras al BNDG a tenor de los arts. 3 y 5 de la ley 23.511. Si bien se
mira, las prcticas clnicas y otras operaciones necesarias para la obtencin de las
muestras de tejidos y fluidos corporales son instrumentales a la medida de
investigacin gentica mencionada en este ltimo punto.
Corresponde determinar si esas medidas constituyen una injerencia o
limitacin en alguno de los derechos reconocidos y garantizados por la
Constitucin Nacional o en los instrumentos internacionales incorporados como
complementarios en el art. 75, inc. 22, C.N.
En el recurso de casacin los recurrentes han alegado que la medida
de obtencin de muestras de tejidos y fluidos corporales de Marcela Noble
Herrera y Felipe Noble Herrera se ha decidido sin importar sus intereses, su
autonoma personal, su dignidad, sus padecimientos, ni los daos a su salud y
psiquis que ese aporte ha de aparejarles. Argumentan que en ese anlisis,
tampoco importa que ello cree en estas vctimas el terrible dilema de ofrecer
elementos de prueba que sern utilizados en contra de quienes les han dado amor
y crianza, y no importa cuntas veces se los someta, a lo largo de un proceso
penal, a exploraciones en su organismo y ataques a su dignidad (fs. 131 vta.).
Segn su tesis, se impone la dignificacin del llamado principio
pro homine, que exige que ningn individuo pueda ser sacrificado en aras de la
obtencin de un beneficio para otros y con cita de doctrina afirma que as como
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resultara,
pues,
violatorio
de
respetables
sentimientos
y,
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afirmativo, de obtener informacin inteligible sobre cules son esos datos y con
qu fin se han almacenado. Asimismo, toda persona debe poder verificar qu
autoridades pblicas o que particulares u organismos privados controlan o
pueden controlar esos archivos. Si esos archivos contienen datos personales
incorrectos o se han compilado o elaborado en contravencin de las
disposiciones legales, toda persona debe tener derecho a pedir su rectificacin o
eliminacin (HRC, Observacin General n 16, Derecho al respeto a la vida
privada, la familia, el domicilio y la correspondencia y proteccin de la honra y
reputacin (art. 17), 32 perodo de sesiones, 1988).
Por su parte, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, sobre la
base de una consideracin diferenciada, ha declarado que la memorizacin
[conservacin] de datos relativos a la vida privada de un individuo entra en el
campo de aplicacin del art. 8.1 (TEDH, caso Leander vs. Suecia, Serie A, n
116, 26/03/1987, 48). Tambin ha entendido que la creacin de un fichero o
archivo y su conservacin en un archivo organizado, con datos relativos a la vida
privada, cae dentro del campo del art. 8 de la CEDH (TEDH, Gran Cmara, caso
Amann vs. Suiza, peticin n 27.798/95, sent. de 16/02/2000, 69, 70), que
necesita de una justificacin independiente conforme al principio de reserva legal
y al escrutinio de necesidad en una sociedad democrtica (ibdem, 71 y ss.). A
este respecto, el uso ulterior de la informacin ya almacenada es indiferente para
la calificacin del mero almacenamiento como interferencia en la vida privada
(ibdem, 69).
Tambin ha declarado que las huellas digitales, perfiles de ADN y
muestras celulares constituyen datos personales en tanto se relacionan con
individuos identificados o identificables (TEDH, Gran Cmara, caso S. y Marper
vs. Reino Unido, peticiones nros. 30.562/04 y 30566/04, sent. de 04/12/2008,
68), que la conservacin sistemtica en un banco de datos de muestras celulares y
perfiles de ADN constituye una injerencia en la vida privada (ibdem, 70 y 77),
y en particular que la capacidad de los perfiles de ADN para proveer medios de
identificar relaciones genticas entre individuos [] es en s misma suficiente
para concluir que su conservacin interfiere con el derecho a la vida privada de
los individuos afectados (ibdem, 75). Sostuvo el TEDH tambin que aunque ,
al decidir sobre la cuestin de su justificacin, pueda ser necesario distinguir
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entre la toma, uso y conservacin de las huellas digitales, por un lado, y muestras
y perfiles, por el otro, la conservacin de huellas digitales constituye una
interferencia con el derecho al respeto de la vida privada (ibdem, 86). En lo
concerniente a la conservacin de muestras y perfiles de ADN el TEDH ha
declarado que tales medidas de conservacin deben estar previstas en la ley
(ibdem, 95) perseguir una finalidad legtima (ibdem, 100) y ser necesarias en
una sociedad democrtica, en el sentido de responder a una necesidad social
imperiosa (ibdem, 101). Segn el TEDH, la ley domstica debe proveer
garantas apropiadas para evitar cualquier uso de tales datos personales de modo
inconsistente con las garantas del art. 8 CEDH (ibdem, 103), entre ellas, en
particular, en cuanto a las posibilidades para hacer remover los datos de la base de
datos, o para hacerlos destruir u ofrecer una revisin independiente de la
justificacin de la conservacin (ibdem, 119). En el escrutinio de estos
requisitos, se impone un examen de proporcionalidad (ibdem, 125).
A la luz de esas consideraciones, debe admitirse que si una vez
recogidas muestras de tejidos y fluidos mediante extraccin directa a Marcela
Noble Herrera y Felipe Noble Herrera, y obtenidos los perfiles de ADN, las
muestras y los perfiles fuesen incorporados al Banco Nacional de Datos Genticos
creado por ley 23.511 y regulado por ley 26.548, esa conservacin constituira una
injerencia en la vida privada de los afectados, cuya compatibilidad con la
Constitucin y con el art. 11 CADH debera ser sometida a un escrutinio
independiente de legalidad, finalidad legtima, necesidad y proporcionalidad.
Ahora bien, en este aspecto los recurrentes han introducido una
argumentacin que no tiene ninguna relacin directa con la existencia de un
agravio actual, sino meramente conjetural.
La ley 26.548 crea un Archivo Nacional de Datos Genticos que
contendr la informacin gentica de los familiares de los hijos o hijas de
personas desaparecidas, as como la de aquellas personas que pudieran ser las
vctimas directas.
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Ahora bien, la ley que regula la actividad del BNDG no establece que
toda muestra analizada y todo perfil de ADN obtenido por ese BNDG deban
necesariamente ser ingresadas al Archivo Nacional de Datos Genticos que la ley
organiza. Al contrario, la ley distingue entre: a) las muestras que se incorporen a
solicitud de cualquier familiar directo de personas desaparecidas o
presuntamente nacidas en cautiverio (art. 6, prrafo primero, en funcin del art.
5), o los resultados obtenidos a solicitud de los familiares que residen en el
extranjero (art. 3); y b) la informacin gentica de aquellas personas cuyas
muestras hayan sido remitidas al Banco Nacional de Datos Genticos a travs de
una causa judicial (art. 6, prrafo tercero).
Si bien se mira, en el segundo supuesto, el art. 6 impone una decisin
judicial, en una causa concreta, que ordene la remisin de las muestras al BNDG.
Ahora bien, en la decisin recurrida no se ha ordenado que las
muestras a obtener por el BNDG en cumplimiento de ella, ni que los resultados
del anlisis de esas muestras a los fines de obtener los patrones de ADN aptos
para su identificacin, sean integradas al Banco Nacional de Datos Genticos.
De tal suerte, no hay agravio actual que esta Sala deba considerar, de
modo que es inoficioso el examen de las salvaguardas que la ley establece para la
conservacin las muestras y patrones de ADN.
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anterior.
A priori, la cuestin no puede ser contestada pues la respuesta
depende de la naturaleza de la prctica, su mayor o menor carcter invasivo, las
precauciones y cuidados con los que se realiza, y su carcter ms o menos
riesgoso para la salud de aqul sobre quien se practica.
La medida dispuesta por la jueza federal, y confirmada por la cmara
de apelaciones, que viene impugnada por los recurrentes, consiste en la
extraccin directa, con o sin consentimiento, de mnimas muestras de sangre,
saliva, piel, cabello u otras muestras biolgicas pertenecientes [] a Marcela y
Felipe Noble Herrera. La jueza haba dispuesto que la extraccin deber
efectuarse segn las reglas del saber mdico, cuando no fuere de temer perjuicio
alguno para la integridad fsica de los nombrados, segn la experiencia comn y
la opinin del experto a quien habr de encomendarse la toma de muestras.
A fin de establecer si una toma de muestras de esa naturaleza
constituye una injerencia en la integridad fsica, dos abordajes son posibles: a) no
entran en el campo del art. 5.1 las intervenciones insignificantes o mnimas en la
medida en que no afectan de modo relevante la estructura corporal, ni interfieren
en las funciones corporales, ni constituyen algn riesgo para la salud o integridad
fsica; b) toda intervencin corporal es una intervencin en la integridad fsica,
que slo puede estar justificada si es mnima, no compromete la salud y persigue
una finalidad legtima y no desproporcionada.
El primero parece ser el abordaje seguido por los jueces Lorenzetti y
Zaffaroni en el caso de Fallos: 332:1835 (Gualtieri Rugnone de Prieto, Emma
Elidia y otros), quienes han descartado que la orden de extraccin compulsiva de
sangre emitida en aquel caso afectase la integridad fsica de las presuntas vctimas
(consid. 10), y han declarado que no es jurdicamente relevante plantear un
conflicto de derechos, invocando el de la presunta vctima secuestrada a
preservar su integridad fsica, porque es insignificante, tanto la extraccin como
la cantidad de torrente sanguneo a extraer (consid. 14). Tambin aparenta
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compartir este abordaje el juez Maqueda, en el mismo caso, en cuanto declar que
[] la extraccin compulsiva de sangre en las condiciones del presente proceso
no se revela como una medida que afecte los derechos invocados por la apelante
al existir indicios suficientes que justifiquen la adopcin de medidas propias del
proceso de investigacin penal y que suponen una intrusin mnima en el cuerpo
de la vctima con intervencin de personal mdico, en condiciones de asepsia e
higiene y siempre que no se invoquen serias y comprobadas razones de salud que
obstaculicen la adopcin de la medida (consid. 22). Sin embargo, como se ver,
tambin se aline con el segundo abordaje.
El segundo abordaje haba sido seguido inicialmente en minora por
dos jueces de la Corte en el caso Fallos: 318:2481 (C., J. A., voto en disidencia
de los jueces Fayt y Petracchi) y ms tarde por la Corte Suprema en el caso de
Fallos: 318:2518 (H., G. S.), en cuanto aqu haba declarado que tal clase de
intervenciones no representa riesgo alguno para la salud de la afectada, ni
constituye una prctica humillante o degradante la medida slo ocasiona una
perturbacin nfima en comparacin con los intereses superiores de resguardo de
la libertad de los dems, la defensa de la sociedad y la persecucin del crimen
(consid. 10).
En trminos anlogos se han pronunciado segn este abordaje varios
jueces de la Corte. As, en el juez Maqueda, en la sentencia de Fallos: 326:3758
(Vzquez Ferr, Evelin, voto disidente, consid. 28) y en la sentencia de Fallos:
332:1835 (Gualtieri Rugnone de Prieto, Emma Elidia y otros, voto disidente,
consid. 35), en al expresar que no se observa afectacin de derechos
fundamentales, como la vida, la salud, o la integridad psicofsica, por la
extraccin de unos pocos centmetros cbicos de sangre, si se realiza por medios
ordinarios adoptados por la ciencia mdica, ya que ocasiona una perturbacin
nfima en comparacin con los intereses superiores de resguardo de la libertad de
los dems, de la defensa de la sociedad y la persecucin del crimen. Tambin lo
ha hecho en igual sentido la jueza Highton de Nolasco, en el segundo de los casos
citados (consid. 15).
Segn se adopte uno u otro abordaje el escrutinio de
constitucionalidad de la medida es ms o menos amplio. Pues si por definicin la
insignificancia de la medida no constituye una injerencia en el campo del art. 5.1
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una campaa de persecucin impulsada por altos funcionarios del Estado, o desde
programas televisivos, en particular del canal estatal, al que asigna un ataque
meditico cuya virulencia y efectos psicolgicos no puede desconocer ni un lego
en la materia no pueden entrar aqu en consideracin. Pues en todo caso, aqu
slo se trata de examinar si la medida concreta impugnada constituye una
injerencia en la integridad psquica de los afectados en el sentido del art. 5 CADH.
Este proceso no es el lugar para examinar si otros actos atribuidos por los
recurrentes a autoridades estatales pudiesen eventualmente constituir afectaciones
ilegtimas a los derechos de Marcela Noble Herrera y Felipe Noble Herrera, y en
su caso para proveerles de remedio contra esas afectaciones.
f) La falacia de distinguir entre adultos y nios
Los recurrentes reiteradamente han destacado que para decidir el
presente caso no puede omitirse considerar que se trata de medidas dispuestas de
personas adultas, que gozan del derecho de desarrollar sus planes de vida de modo
autnomo, y no de nios.
Esta diferencia ha sido resaltada por la Corte Suprema a partir de la
decisin de Fallos: 326:3758, (Vzquez Ferr, Evelin Karina), y tambin
tomada en cuenta en el caso de Fallos: 332:1835, (Gualtieri Rugnone de Prieto,
Emma Elidia y otros).
Por cierto, ello tiene relevancia en cuanto se encuentran en cuestin
los deberes que tiene el Estado, respecto de nios, de ofrecer especiales medidas
de proteccin, y en particular de asegurar su derecho a la identidad y a preservar
las relaciones familiares (art. 8 CDN) y el derecho en la medida de lo posible- a
conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos (art. 7 CDN).
Sin embargo, en los casos anteriores en los que la Corte Suprema
haba considerado compatible con la Constitucin las extracciones de fluidos
sanguneos practicadas sobre nios (p. ej. Fallos: 318:2518 y 319:3370), jams se
abord la cuestin de la autonoma personal en relacin con la proteccin de la
intimidad. En esos casos tambin las injerencias constituan una intervencin
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humanidad cometidos en el perodo que ella indica, y al mismo tiempo erige a los
tcnicos del BNDG como peritos oficiales exclusivos ante los jueces
competentes en las causas penales que tengan por objeto la identificacin de las
personas mencionadas en el art. 2, inc. a, de la ley.
Hay pues suficiente base legal que regule la investigacin de ADN
con fines de investigacin de identidad en las causas. Adems, la obtencin e
investigacin de ADN est rodeada de ciertas garantas de proteccin de las
personas a las que la investigacin se refiere, a saber: deberes de custodia y
reserva de los datos e informacin obrantes en el BNDG, de acuerdo a lo
establecido en la ley 25.326 de proteccin de datos personales (art. 3, inc. b); el
deber de implementar, todas las medidas que resulten necesarias a los fines de
garantizar la inviolabilidad e inalterabilidad del BNDG (art. 5, in fine); la
restriccin de uso de la informacin gentica incorporada al BNDG al nico
objeto de asegurar su comparacin con los datos que se incorporen en el futuro
(art. 6, in fine); deberes de reserva y prohibicin de divulgacin de la informacin
(art. 9), bajo responsabilidad disciplinaria y en su caso civil y penal en caso de
violacin del deber de reserva (art. 11). Las posibilidades de investigacin de los
patrones de ADN son tambin acotadas, pues en particular slo autoriza a obtener
patrones de ADN exclusivamente sobre la base de genotipos que segreguen
independientemente, posean alto grado de polimorfismo poblacional, carezcan de
asociacin directa en la expresin de genes, se encuentren ubicados en regiones
no codificantes del ADN y aporten informacin slo con fines identificatorios
(art. 13), lo que constituye una salvaguarda contra un uso desviado a fines no
autorizados por la ley, y pone un lmite a la indagacin de otras informaciones
sensibles pero innecesarias para la identificacin, que podran obtenerse del ADN.
Adems, a los fines de garantizar la defensa en juicio, la ley provee a
las partes la posibilidad de controlar los peritajes realizados en el BNDG
mediante peritos de parte, cuya actuacin se rige por el Libro II, Tt. III, Cap. V,
C.P.P.N. cuyas disposiciones la ley expresamente declara complementarias.
En sntesis, se ha diseado una proteccin legal compleja como
garanta de los derechos afectados por las medidas de investigacin de ADN
ordenadas por los jueces en las causas que tienen por objeto los delitos enunciados
en el art. 2, inc. b, de la ley.
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aquellas que se obtienen directamente del cuerpo humano (prrafo 2 del mismo
texto). (fs. 111 y vta.).
En sntesis, los tres jueces han coincidido en que en caso de
oposicin de la presunta vctima a someterse voluntariamente a la recoleccin de
muestras, la remisin que el prrafo quinto realiza al prrafo cuarto del art. 218
bis C.P.P.N. impone el agotamiento de las vas de recoleccin alternativas
enunciadas en ste, y que si no fuese posible alcanzar la finalidad por medios
distintos a la injerencia corporal, entonces la ley autoriza la recoleccin del
muestras de los cuerpos de las presuntas vctimas mediante coercin.
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conduce a la misma conclusin, y sealan el texto original del prrafo quinto del
art. 218 bis la ltima frase deca A tal efecto, si la vctima se opusiera a la
realizacin de las medidas indicadas en el segundo prrafo, el juez proceder
preferentemente del modo indicado en el cuarto prrafo. Sobre la base de ese
adverbio, interpretan que el proyecto del Poder Ejecutivo tena en mente validar
el examen compulsivo. As, frente a la negativa u oposicin de una presunta
vctima a la realizacin del examen gentico, el juez deba preferentemente no
nica ni exclusivamente- optar por la va o el mtodo alternativo del cuarto
prrafo: obtencin de material gentico a travs de una requisa o a travs de un
allanamiento. En este esquema original, ello no invalidaba al juez a optar no
preferentemente por otras vas distintas, incluyendo la compulsiva.
Argumentan que sin embargo esa posibilidad fue rechazada en el
debate, en el que se suprimi el adverbio preferentemente. Destacan que El
bloque del PRO fue absolutamente explcito en cuanto a los efectos que se
desearon con esa supresin. Es ms, el bloque legislativo del PRO condicion su
acompaamiento (indispensable para la aprobacin) del proyecto de
incorporacin del art. 218 bis a esa modificacin o supresin, pues se consider
era la que ms se ajustaba al esquema constitucional que nos rige. A este
respecto, los recurrentes sealan de modo expreso la intervencin del diputado
Federico Pinedo, intervencin que se examinar ms adelante. Argumentan que
en la formacin de la voluntad legisferante, y de la sancin del art. 218 bis
C.P.P.N., se advirti concreta y explcitamente la tensin de derechos existente.
Esa tensin fue encauzada con el texto que finalmente consintieron los
legisladores que votaron por la afirmativa y que es uno que resulta compatible
con los fallos de la Corte antes vistos como Vzquez Ferr y Gualtieri (1)
[]
Pretenden que la eliminacin del adverbio preferentemente fue la
condicin que puso uno de los bloques legislativos para votar a favor del
proyecto, y que desoir el condicionamiento que permiti la aprobacin de la
norma, es ignorar la voluntad del legislador, y violar por lo tanto el principio
constitucional de divisin de poderes [] Desconocer este condicionamiento es
burlar el espritu de la ley (fs. 151/vta).
Adicionalmente arguyen que la interpretacin que el a quo ha
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asignado al art. 218 bis no tiene apoyo expreso en el texto legal, y que se ha
dotado a ese texto de un alcance contrario al art. 2 C.P.P.N. al fijarle un alcance
que conduce a que la oposicin de la vctima es intil y que resulta viable
disparar el procedimiento compulsivo. Y esto s que no lo dice expresamente la
norma. Destacan que segn el art. 2 C.P.P.N., en caso de duda sobre el alcance
de una disposicin no es admisible la interpretacin ms restrictiva de derechos, o
en otros trminos esto significa que frente a la duda interpretativa que puede
generar el verdadero alcance del prrafo quinto de la norma que regula el
derecho de la vctima a oponerse a brindar material gentico, las facultades
jurisdiccionales derivadas de dicha oposicin siempre deben estar limitadas por
la disposicin procesal aludida (fs. 152/153).
Sobre la base de esa interpretacin legal imputa al a quo haber
incurrido en errnea interpretacin del art. 218 bis C.P.P.N., que segn la tesis
que persigue, no habilita una recoleccin de muestras por vas compulsivas. En
subsidio sostiene que si la interpretacin no fuese errnea sera inconstitucional
(fs.147/vta).
En la audiencia los recurrentes han mantenido en sustancia estas
argumentaciones y la pretensin de que el texto legal no autoriza a recolectar
muestras de tejidos o fluidos corporales de las presuntas vctimas cuando ellas se
oponen a ese procedimiento, y que en ese caso, slo estaran habilitadas las vas
alternativas enunciadas en el prrafo cuarto del art. 218 bis C.P.P.N.
En lo que a ello respecta, han citado decisiones plenarias de esta
Cmara Nacional de Casacin Penal en las que se han recogido los principios
expresados en la jurisprudencia de la Corte Suprema en punto a la interpretacin
de la ley, resaltando en particular, y en ese orden, el deber de dar pleno efecto a
la intencin del legislador, partiendo de la letra de la ley, en su contexto, esto es,
mediante una interpretacin sistemtica, integral, aplicando todos los mtodos de
interpretacin. Han ampliado sus observaciones sobre el debate parlamentario,
llamando la atencin sobre dos intervenciones en la Cmara de Senadores de la
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Nacin, de las que surge que se interpretaba que el texto en discusin reconoca el
derecho de las presuntas vctimas a oponerse a la realizacin de la medida de
recoleccin de muestras.
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actos que la autoridad realiza sobre el cuerpo, el domicilio, los papeles privados,
la propiedad o interfiriendo ciertas medios tcnicos de comunicacin de las
personas. Slo si se reconociese base constitucional a una prohibicin de ese tipo,
podra entrar en consideracin la incompatibilidad entre todas las medidas que se
ejecutan exigiendo la colaboracin de la vctima o de otras personas para la
produccin de prueba no comunicativa. Como se ver, la existencia de una tal
base constitucional no aparece fundamentada.
Ahora bien, no resulta imperioso examinar en las circunstancias
presentes, el alcance y dificultades que podra presentar el art. 218 C.P.P.N. al
momento de examinar la existencia de base legal para ciertas intervenciones o
injerencias corporales, en la medida en que la ley 26.549, ha introducido el art.
218 bis C.P.P.N., que constituye la base legal para las injerencias corporales
consistentes en la extraccin o separacin del cuerpo de tejidos o fluidos
corporales.
En esa disposicin se ha apoyado expresamente la decisin recurrida.
Los recurrentes, el Ministerio Pblico y los dems querellantes que han
intervenido en la audiencia, estn de acuerdo en que el art. 218 bis C.P.P.N. es el
que rige el caso, discrepan sin embargo sobre su interpretacin y alcance.
En el punto V, letra a, se ha destacado que el primer prrafo de ese
artculo autoriza la obtencin de ADN con la finalidad de identificacin del
imputado o de otras personas, o la constatacin de otras circunstancias de
importancia para la investigacin. Este prrafo no determina, sin embargo, de
dnde se recogen las clulas humanas de las que se ha de obtener el ADN. Ello es
regulado en los prrafos segundo a sexto del art. 218 bis C.P.P.N. en los
siguientes trminos:
Artculo 218 bis: []
[prrafo segundo]Para tales fines, sern admisibles mnimas
extracciones de sangre, saliva, piel, cabello u otras muestras biolgicas, a
efectuarse segn las reglas del saber mdico, cuando no fuere de temer perjuicio
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al juez obrar por auto fundado, donde se expresen, bajo pena de nulidad, los
motivos que justifiquen su necesidad, razonabilidad y proporcionalidad en el
caso concreto. De tal suerte, la eleccin debe sujetarse a esos criterios. En
particular, los de necesidad y proporcionalidad incluyen consideraciones de
idoneidad y subsidiariedad, en la medida que impone sopesar de acuerdo a
criterios objetivos, la posibilidad de obtener de una recoleccin de objetos
muestras aptas para una comparacin y de alcanzar un grado de certeza
equiparable al que se espera podra obtenerse de una recoleccin de muestras de
tejidos o fluidos corporales por va de una de las injerencias del prrafo segundo.
Los recurrentes ponen en cuestin, sin embargo, que las medidas de
injerencia corporal admisibles segn el prrafo segundo, puedan ser realizadas
sobre las presuntas vctimas del delito objeto del proceso, sin su consentimiento.
Alegan que el prrafo quinto constituye una excepcin a la disposicin del prrafo
segundo, que autoriza a emplear medidas de coercin, e invocan que las vctimas
tienen inmunidad de coercin segn la interpretacin y funcin que asignan al
prrafo quinto.
Su tesis reposa en los siguientes puntos: 1. que por primera vez
aparece una alusin a las presuntas vctimas en el prrafo quinto, de lo que se
infiere que el legislador ha querido darles un tratamiento distinto al caso del
imputado y al de las otras personas mencionados en el prrafo primero; 2. que por
primera vez aparece una alusin a los delitos de accin pblica; 3. que la parte
final contempla oposicin de la supuesta vctima a las medidas del prrafo
segundo, y ordena se proceda segn las formas alternativas del prrafo cuarto,
excluyendo toda posibilidad de orden coercitiva, pues de lo contrario terminara
por equipararse la situacin de la vctima con la del imputado y se privara a la
disposicin de sentido y efecto.
Las argumentaciones y consecuencias que los recurrentes pretenden
extraer de ellas son incorrectas.
Por cierto, el prrafo quinto establece una consideracin especial a la
presunta vctima. Esa consideracin especial consiste en que la medida ordenada
se practicar teniendo en cuenta tal condicin, a fin de evitar su
revictimizacinde y los derechos especficos que tiene. Si bien se mira, este
pasaje no distingue entre las medidas de injerencia corporal del segundo prrafo, y
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las de obtencin de objetos que contengan clulas separadas del cuerpo del quinto
prrafo. El trmino medida ordenada abarca a ambas clases de medidas. El
pasaje slo tiene por fin recordar la consideracin especial que merecen las
vctimas en el proceso penal, y en particular indica que la medida se practique
teniendo en cuenta su condicin de tal a fin de evitar su revictimizacin, y
teniendo en cuenta [] los derechos especficos que tiene. Puesto que no
declara tampoco este pasaje que la presunta vctima tenga un derecho de
oposicin contra la medida, los derechos especficos que tiene la presunta
vctima se identifican en general, por remisin a los arts. 79 y 80 C.P.P.N.,
disposiciones que imponen un trato digno y respetuoso, y proveen a la proteccin
de su integridad fsica y moral, a la informacin sobre sus derechos, incluido el de
intervencin en el proceso, y sobre el resultado de ciertos actos procesales, y al
sufragio de ciertos gastos, pero que de ningn modo, le conceden inmunidad
general contra medidas de coercin en el marco del proceso penal.
Los recurrentes pretenden inferir un derecho de oposicin de un
puro hecho contemplado por la ley. El prrafo quinto no declara la existencia de
tal derecho, simplemente contempla cmo debe procederse en la hiptesis de
hecho de que la presunta vctima se opusiera a la realizacin de las medidas
indicadas en el segundo prrafo. En otros trminos dispone que si sucede un
hecho determinado (la oposicin de la vctima), entonces debe procederse de una
determinada forma (segn lo regula el prrafo cuarto). La ltima frase del prrafo
quinto tiene la estructura tpica de una norma de reenvo. Las normas de reenvo
definen un supuesto de hecho, y en caso de presentarse el supuesto de hecho no
dan directamente la solucin, sino que remiten a otra norma para solucionar el
caso. Puesto que el quinto prrafo del art. 218 bis C.P.P.N. no establece que en
caso de oposicin de la presunta vctima (supuesto de hecho de la norma), no
podrn obtenerse muestras de tejidos o fluidos corporales (prescripcin
prohibitiva), no llevan razn los recurrentes cuando predican que la ley da
inmunidad de coercin a la presunta vctima.
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prrafo.
Los recurrentes se quejan de que la interpretacin sentada por el a
quo, interpretacin que en los desarrollos se confirma, equivale a prescindir del
texto legal, y en la audiencia han evocado los estndares de interpretacin
declarados por la jurisprudencia segn los cuales al interpretar la ley se deben
computar la totalidad de sus preceptos de manera que armonicen con el
ordenamiento jurdico restante y con los principios y garantas de la Constitucin
Nacional (Fallos 312:11), evitando darles aquel sentido que ponga en pugna
sus disposiciones, destruyendo las unas por las otras y adoptando, como
verdadero, el que las concilie y deje a todas con valor y efecto (Fallos: 1:300) y
han advertido que no debe prescindirse de las consecuencias que derivan de
cada criterio, pues ellas constituyen uno de los ndices ms seguros para verificar
su razonabilidad y su coherencia con el sistema en que est engarzada la norma
(Fallos: 307:1018)
Sin embargo, su pretensin es inconciliable con los mismos
principios de interpretacin que declaman, porque se apoya en una interpretacin
que asigna un alcance y efecto al prrafo quinto del art. 218 bis C.P.P.N., que es
inconciliable con su contexto, y que conduce a prescindir del prrafo sexto, sobre
el cual ninguna mencin se ha hecho.
Si el prrafo sexto declara que En ningn caso regirn las
prohibiciones del artculo 242 y la facultad de abstencin del art. 243, esa
declaracin algn sentido debe tener, y algn efecto til ha de reconocrsele.
Ahora bien, si llevasen razn los recurrentes en punto a que las presuntas vctimas
tendran un derecho a expresar su oposicin segn el prrafo quinto, el prrafo
sexto perdera en parte su sentido, porque no aparece conciliable el derecho de la
presunta vctima a oponerse con la declaracin de que en ningn caso rigen las
prohibiciones ni la facultad de abstencin de los arts. 242 y 243.
Por cierto, la tcnica legislativa en este prrafo aparece deficiente,
porque en rigor, los arts. 242 y 243 C.P.P.N. no rigen el caso de las injerencias
corporales ni el del secuestro de objetos que se presume podran contener rastros
clulas humanas- con informacin gentica. Los arts. 242 y 243 slo regulan
cierta clase de actos comunicativos las declaraciones testificales- y las
excepciones al deber general de declarar del art. 240 C.P.P.N. Aunque el prrafo
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sexto no existiese, sera claro que las disposiciones sobre el deber de declarar no
rigen de modo expreso medidas de prueba no comunicativas, que consisten en
colectar muestras de tejidos o fluidos humanos mediante injerencias corporales o
mediante secuestro de objetos.
Ms all de la imperfeccin tcnica es claro que el ltimo prrafo
tiene por fin impedir la aplicacin extensiva, a pesar de la falta de analoga
sustancial, de las disposiciones que prohben declarar o conceden derechos de
abstencin.
Estas consideraciones permiten tambin dar respuesta a la queja de
los recurrentes en punto a que el a quo habra establecido una interpretacin
inconciliable con el art. 2 C.P.P.N. Por cierto, esa regla general rige tambin la
interpretacin del art. 218 bis C.P.P.N. Sin embargo, el alcance que el a quo ha
asignado al prrafo quinto de esta disposicin tiene suficiente base en una
consideracin contextual y sistemtica, que tambin toma en cuenta su prrafo
sexto que despeja toda cuestin sobre su alcance.
A los fines de poner a prueba el resultado de la interpretacin textual,
contextual y sistemtica es pertinente el recurso a los antecedentes como medio
auxiliar de interpretacin. El recurso a los antecedentes slo es admisible en
cuanto permita confirmar una interpretacin legal, nunca es admisible para
sustituirla, porque la ley constituye un mandato objetivo, que segn su modo de
concrecin puede o no coincidir con la voluntad expresada por quienes han
intervenido en su elaboracin y sancin.
La reforma introducida por ley 26.549 tiene un claro origen, de modo
que en su interpretacin es pertinente atender al contexto que le dio origen: la
denuncia presentada ante la Comisin Interamericana de Derechos Humanos por
violacin a los arts. 5, 8, 17 y 25 CADH, en que habra incurrido el Estado
argentino como consecuencia de la sentencia de la Corte Suprema en el caso de
Fallos: 326:3758 (Vzquez Ferr, Evelin Karina Karina), que culmin con una
solucin amistosa entre los peticionarios y el Estado argentino, en el que el Poder
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la
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haberse propuesto.
En segundo lugar porque si el trmite legislativo puede dar auxilio a
la interpretacin del texto objetivo de la ley, la conclusin que se sostiene no
consulta de modo exhaustivo el trmite legislativo.
Por razn de simplificacin slo he de sealar que en la Cmara de
Diputados se promovieron diferentes mociones para sujetar la admisibilidad de
injerencias corporales al presupuesto del consentimiento de la presunta vctima y
ninguna de esas mociones tuvo acogida. As, por ejemplo, los dictmenes
disidentes del dictamen de mayora de las Comisiones de Legislacin Penal y de
Derechos Humanos y Garantas, emitidos en minora por la Diputada Guinzburg
(confr. Cm. de Diputados de la Nacin, Sesiones ordinarias 2009, orden del da
N 2113, ps. 2/3), por el Diputado Acua (ibdem, p. 3), por los Diputados Gil
Lozano, Azcoiti, Calza, Giudici, Lanceta, Morandini y Storni (ibdem, ps. 3/5),
por los Diputados Albrisi y Vega (ibdem, p. 5).
Destaco tambin que al debatirse la cuestin en la Cmara de
Diputados el texto del prrafo quinto que vena propuesto por el dictamen de
mayora de las Comisiones, fue objeto de una propuesta de modificacin en el que
se suprima el adverbio preferentemente (confr. intervencin de la Diputada
Csar, Diario de Sesiones de la Cmara de Diputados de la Nacin, 04/11/2009).
Esta Diputaba era de aquellas que entendan que Ya se trate de imputados o de
presuntas vctimas, el Estado puede avanzar incluso de forma compulsiva sobre
los derechos de sus habitantes, que por cierto no son absolutos.
Hasta ese momento, no haba intervenido an el Diputado Pinedo en
el debate de la ley. Esta intervencin se produjo mucho ms tarde. Al tomar la
palabra el Diputado Nacional se refiri a las consultas que haba efectuado, y
anunci que propondra una pequea modificacin consistente en una
sustitucin parcial del prrafo quinto, que segn entenda permitira un apoyo
casi unnime de esta Cmara al proyecto. ste era el texto que propuso en
sustitucin del prrafo quinto: Asimismo, cuando se deba obtener ADN de la
presunta vctima del delito, la medida ordenada se practicar teniendo en cuenta
tal condicin a fin de evitar su revictimizacin y resguardar los derechos
especficos que detenta. A tal efecto, si la vctima se opusiera a la realizacin de
las medidas indicadas en el segundo prrafo, el juez proceder a ordenar la
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obtencin del ADN por medios distintos a la inspeccin corporal, del modo
indicado en el cuarto prrafo. Segn afirm el Diputado Pinedo En estas
condiciones creo que muchas de las objeciones que se han planteado de buena fe
en este recinto por parte de diputados de diferentes bloques quedaran superadas.
Por lo tanto, de aceptarse mi propuesta, adelanto que acompaaremos con
nuestro voto afirmativo la sancin del proyecto bajo anlisis. El texto propuesto
por el Diputado Pinedo no era ninguna modificacin pequea, era un cambio
sustancial que se alineaba en este punto con los de los Diputados que haban
firmado los dictmenes en minora, porque claramente impeda la injerencia
corporal si la presunta vctima se opona a ella.
La propuesta del Diputado Pinedo no fue acogida en el debate que
sigui. Ms an, ni siquiera fue objeto de consideracin puntual. Efectuada la
votacin el texto result aprobado por 154 votos a favor y 33 en contra.
De tal suerte, el examen del debate parlamentario pone en evidencia
que ninguna de las posiciones que se oponan a la ordenacin de injerencias
corporales cuando mediase oposicin de la presunta vctima fue acogida en la
votacin final. La conclusin que pretenden extraer los recurrentes, tampoco
encuentra pues apoyo en el debate parlamentario.
Por cierto, la supresin del adverbio preferentemente se hizo a
instancias de la Diputada que defenda el proyecto aprobado en mayora en las
Comisiones. Sobre las negociaciones que pudieron haber fuera del recinto, que
parecen sugeridas en la intervencin de la Diputada Csar, no hay documentacin
alguna. En todo caso, las opiniones que pudieron haber expresado en la respectiva
Cmara los Senadores Sanz y Petcoff Naidenoff sobre cul era su creencia acerca
del alcance de la ley que estaban votando, de las que trajeron noticia en la
audiencia los recurrentes, (confr. Diario de Sesiones de la Cmara de Senadores,
Sesin de 18/11/2009) tampoco conducen a una inteligencia distinta. Porque lo
decisivo no es cul pudo haber sido el alcance de la ley que los Senadores crean
votar, sino cul es el texto objetivo que votaron.
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suficiente base legal para ordenar la prctica de una injerencia corporal para la
recoleccin de tejidos y fluidos de la presunta vctima del delito. En subsidio han
sostenido que, si se arribase a la solucin contraria, esa ley sera inconciliable con
los derechos que la presunta vctima tiene segn la Constitucin Nacional y
ciertos tratados de derechos humanos que complementan la primera parte de sta.
Se refieren a la decisin de la Corte Suprema en el caso de Fallos:
332:1835 (Gualtieri Rugnone de Prieto, Emma Elidia y otros y afirman que La
suma de votos acumulados [en esa decisin] permite afirmar que suficientes
jueces de la Corte Suprema consideraron a la extraccin compulsiva como
inconstitucional y que el a quo ha errado al afirmar que no existe un criterio o
doctrina de la Corte que puedan considerarse consolidados (fs. 139 vta.). En la
audiencia los recurrentes se han extendido sobre este punto, explicando por qu
entendan que cinco jueces de la Corte Suprema, o al menos cuatro de ellos,
haban rechazado la constitucionalidad de la extraccin compulsiva de muestras
sanguneas a la presunta vctima del delito, en un caso que sostiene guarda
analogas con el que esta Sala ha sido llamada a decidir.
Concluyen que el alcance asignado por el a quo al art. 218 bis
C.P.P.N. sera incompatible con la Constitucin Nacional, porque ese alcance
contradice la doctrina expuesta por la Corte Suprema en Gualtieri Rugnone de
Prieto (Fallos: 332:1835 []) y que Esto solo debera bastar para que el
pronunciamiento en cuestin sea revocado. Alegan que El precedente
Gualtieri 1 consagra una solucin que es enteramente trasladable al caso de
autos y que puede enunciarse as: Ni aun en los delitos llamados de lesa
humanidad, donde un examen de histocompatibilidad aparezca como una prueba
necesaria para esclarecerlo, y aunque existan suficientes evidencias de que existi
una apropiacin de hijos de personas desaparecidas, pueden los jueces ordenar
un examen compulsivo, con extraccin de sangre incluida, contra la presunta
vctima de la apropiacin que no consiente semejante avance en su autonoma
(fs. 136).
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comn que ofrezca un estndar claro para resolver el presente caso. A este
respecto evoco que debe distinguirse entre el acuerdo en la solucin y el acuerdo
en los fundamentos. Distincin que es trascendental porque, si no hay acuerdo en
los fundamentos, no son claras los principios y razones por los que esta Cmara
debera decidir y elegir, entre los fundamentos discordantes de los votos
individuales de los jueces de la Corte Suprema aquellos que podran fundar la
alegada inconstitucionalidad del art. 218 bis C.P.P.N.
Ello no impide que, en cuanto sea pertinente, en el examen que a
partir de aqu se emprende, pueda tomarse nota del valor argumentativo de los
votos individuales de aqul caso.
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derechos y libertades sean jurdicamente lcitas. Requiere, adems, que esas leyes
se dicten por razones de inters general y con el propsito para el cual han sido
establecidas" [] (confr. Corte IDH, OC-6/86, La expresin leyes en el
artculo 30 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos, de
09/05/1986, 28).
Segn la sentencia Fallos: 306:1892 ( Ponzetti de Balbn, Indalia vs.
Editorial Atlntida S.A., consid. 8) son admisibles injerencias y restricciones al
derecho a la vida privada, tal como lo defini la Corte Suprema en aquel caso,
siempre que medie un inters superior en resguardo de la libertad de los otros,
la defensa de la sociedad, las buenas costumbres o la persecucin del crimen
El presente proceso es de naturaleza penal, y tiene por objeto la
investigacin de un delito, y en su caso la identificacin de sus partcipes, y el
enjuiciamiento y castigo de los responsables. Se persigue, pues un fin legtimo,
la persecucin del crimen en los trminos antes citados.
En el caso de Fallos: 332:1835, varios de los jueces han estimado que
la persecucin del crimen es una finalidad legtima para la restriccin de los
derechos afectados por una medida de recoleccin de fluidos sanguneos de la
presunta vctima del delito investigado (voto de la jueza Highton de Nolasco,
consid. 11; voto del juez Maqueda, consid. 16), o la defensa de la sociedad y la
persecucin del crimen (voto del juez Maqueda, consid. 35), o el resguardo de
la libertad de los dems y la persecucin del crimen (voto de la jueza Highton de
Nolasco, consid. 15; voto del juez Maqueda, consid. 4).
Dos precisiones son al efecto necesarias.
Primero, la finalidad de persecucin del crimen no es suficiente para
justificar cualquier injerencia en el mbito de proteccin del art. 19 C.N., ni en
cualquier caso. Como lo ha sealado el juez Maqueda, en el caso de Fallos:
332:1835, [] el balance entre los intereses de toda persona a no sufrir
invasiones a su privacidad y el inters estatal en la persecucin penal debe incluir
una necesaria ponderacin de los instrumentos escogidos y los fines hacia los que
se dirige la especfica medida de coercin dispuesta en la causa. A dichos efectos
corresponde tamizar la medida por los filtros de necesidad, adecuacin y
proporcionalidad (consid. 17). La jueza Highton ha sealado que El derecho a
la intimidad -tutelado por el artculo 19 de la Norma Fundamental tambin debe
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ponderarse tanto a la luz de los diversos derechos consagrados por el texto como
en relacin a las facultades estatales de restringir el ejercicio de tal derecho, en
un marco razonable, para la necesaria eficacia en la persecucin del crimen
(consid. 11).
Los jueces Zaffaroni y Lorenzetti no han puesto en cuestin que la
persecucin del crimen y la defensa de la sociedad puedan constituir un fin
legtimo que justifique la restriccin de ciertos derechos en el marco de las
medidas de investigacin penal. Sin embargo han advertido que la persecucin a
ultranza del crimen puede acarrear lesiones al derecho de la presunta vctima
secuestrada de carcter irreparable (consid. 4); y declarado que la pretensin
punitiva del Estado -el llamado jus puniendi- no puede habilitar una coaccin que
lesione a ninguna vctima en forma grave y contra su voluntad invocando un
nebuloso y abstracto inters social, o sea, adjudicndose la voluntad de todos los
habitantes e incurriendo con ello en la identificacin de Estado y sociedad,
porque adems de caer en una tesis autoritaria, en cualquier caso le est vedado
incurrir en una doble victimizacin (consid. 11). Si bien se mira, en esa visin,
reposan nuevamente criterios de proporcionalidad en el que se sopesa el derecho
a la verdad de las otras vctimas.
Los jueces Petracchi y Fayt, en el mismo caso, se han remitido a sus
votos en Fallos: 326:3578 (Vzquez Ferr, Evelin Karina). El voto conjunto del
juez Petracchi y Molin OConnor en aquel caso, al que haba adherido el juez
Fayt, admita que en otras circunstancias no es ilegtima la finalidad de resguardo
de la libertad de los dems, defensa de la sociedad y persecucin del crimen
(confr. consid. 16), aunque destac la injerencia debe ser sometida a control de
proporcionalidad (confr. consid. 27), lo que implica un juicio de proporcionalidad
entre el fin legtimo y las restricciones que acarrea a quien ha de sufrir la medida.
En rigor, la finalidad que legitima las injerencias en el marco de un
proceso penal no puede reducirse solamente a la averiguacin de la verdad (en
sentido procesal) con la finalidad de persecucin del crimen. Como se ha
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Ferr haba sido apropiada por Policarpo Luis Vzquez y Ana Mara Ferr a
pesar de que era hija biolgica de Susana Beatriz Pegoraro y Rubn Santiago
Bauer, razn por la cual la dilucidacin acerca de la identidad biolgica entre la
querellante con la persona supuestamente apropiada en 1977 integra el mbito
de averiguacin propio de la presente causa penal. (Fallos: 326:3758, Vzquez
Ferr, Evelin Karina, voto del juez Maqueda, consid. 38).
Sentadas las bases tericas, corresponde examinar la pertinencia de
las medidas impugnadas al objeto del proceso.
Este proceso se remonta a la denuncia realizada por la Asociacin
Abuelas de Plaza de Mayo ante el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional
n 2 de San Isidro Secretara n 5 el 30 de abril del 2001. La asociacin
denunciante expres que [] Ante las numerosas y constantes denuncias
recibidas en la sede la Institucin que presido sobre el hecho de que Ernestina
Herrera de Noble con domicilio en Laprida 2789- Lomas de San Isidro, Provincia
de Buenos Aires adopt en 1976 dos nios hijos de desaparecidos y ante el
conocimiento de que existe una denuncia efectuada ante V.S. por una seora de
apellido Jajan sobre ese hecho, vengo a manifestar lo que es de conocimiento de
esta institucin y a solicitar medidas a fin de esclarecer la verdad sobre los dos
hijos que fueron adoptados por Herrera de Noble en 1976 (cfr. fs.5).
A raz de esa denuncia, la seora Fiscal actuante, present
requerimiento de instruccin en fecha 12 de junio de 2001 (fs. 11/12). All
requiri la instruccin del proceso, indicando como imputados a Ernestina Herrera
de Noble, Monseor Plaza y a Aldo Rico el hecho, en los mismos trminos en que
fueron relatados por la presidente de la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo,
esto es, para investigar si los dos nios adoptados por Ernestina Herrera de Noble
eran hijos de desaparecidos. En su presentacin requiri distintas medidas
probatorias.
Desde el inicio la investigacin estuvo orientada a determinar las
circunstancias en que Ernestina Herrera de Noble obtuvo la guarda de los nios, el
esclarecimiento en que los dos nios fueron presentados a la jueza, una nia el 13
de mayo de 1976 por la misma seora Herrera de Noble, y un varn, el 7 de julio
de 1976, por una mujer que habra dicho ser su madre y lo habra entregado para
que fuera dado en adopcin.
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en este acto renuncia a los derechos inherentes a la patria potestad sobre su hijo,
notificndose que el Tribunal lo entregar con fines de adopcin en la fecha, a lo
que est de acuerdo. Que avala su actitud en el hecho de que los padres de la
dicente, hicieron un viaje, ignorando el estado de la declarante, como asimismo
que ha dado a luz a una criatura. Que en todo este tiempo, el nio fue cuidado
por una amiga de la dicente, la que por otra parte, no puede continuar
tenindolo. Que es cuanto desea declarar.
En la misma fecha, por nota de la Secretaria, se dej constancia de
haber informado a la jueza [] que la Sra. Ernestina Laura Herrera de Noble,
quien es guardadora de la menor Marcela Noble Herrera, en la causa n 7308
(), ha solicitado la guarda con fines de adopcin de dos menores, para criarlos
como hermanos. Secretara, 7 de Julio 1976. En la misma fecha la jueza convoc
a comparecer a la seora Ernestina Laura Herrera de Noble, la que compareci
inmediatamente el mismo da (fs. 53), y se dej constancia de que expres que
habiendo visto en los estrados de este tribunal, al menor NN (varn) o Jos Luis,
solicita la guarda del mismo con fines de adopcin. Que solicita [] que de no
hallarse inscripto el nacimiento del causante, el mismo lleve los nombres de
Felipe Noble Herrera, ya que lo reconoce implcitamente como a su hijo, siendo
su mayor deseo poder fundar una familia, para que el causante y la menor
Marcela Noble Herrera que ya se encuentra bajo su guarda, sean verdaderos
hermanos. Tambin el mismo da la jueza entreg al nio en guarda provisoria
(fs. 54).
Ms tarde, por decisin de 19 de agosto de 1976 (fs. 57) la jueza
dispuso: 1) Imponer al menor causante, de sexo masculino, el nombre de Felipe
Noble Herrera; 2) Disponer la inscripcin de su nacimiento en el Registro
Provincial de las Personas, fijando en cuanto ha lugar por derecho, como lugar
de nacimiento San Isidro, partido del mismo nombre, y como fecha del mismo, el
da 17 de abril de 1976, siendo hijo de NN; 3) Librar oficio al Registro
Provincial de las Personas, para el debido cumplimiento de la presente
resolucin, debiendo remitirse copia del acta de nacimiento y Doc. Nac. de
Identidad que se labren en la oportunidad.
Ms tarde se determin que la C.I. n 5.841.175 corresponde a
Domingo Miguel Gmez y que el nombre de Carmen Luisa Delta no se registra
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nmero alguno, por lo que no se le expidi nunca una cdula de identidad (fs.
301).
Los recurrentes han puesto en cuestin que haya indicios de que
Marcela Noble Herrera y Felipe Noble Herrera pudiesen ser hijos de
desaparecidos, y sobre esa base cuestionan la necesidad de la medida ordenada
que abarca la comparacin con perfiles de ADN obtenidos de todas las personas
que, en la conviccin de ser parientes de nios nacidos de sus madres cuanto stas
estaban en situacin de desaparicin forzada, han aportado muestras al BNDG.
La cuestin ha sido contestada en la audiencia por los representantes
de la Asociacin Abuelas de Plaza de Mayo, remitindose a las decisiones y
peticiones de fs. 3782/3838, 4107/4112 y 4864/4873. Han destacado que los
expedientes del juzgado de menores en los que se concedi la guarda de los nios
mostraban irregularidades documentales, que el alegado hallazgo de la nia no fue
tal, que la persona que supuestamente se haba presentado al juzgado para entregar
el nio, y expresando su voluntad de ofrecerlo en adopcin no exista, y seal
que estaba documentado que la misma jueza que actu en esos casos ya haba
dado en guarda a otra familia un nio hijo de desaparecidos.
Esta Sala no tiene jurisdiccin para determinar, en este estadio, de
modo exhaustivo las cuestiones de hecho que constituyen el objeto del sumario.
En rigor, la objecin de los recurrentes que impone el examen de cuestiones de
hecho por lo regular no comprendidas en el art. 456 C.P.P.N., slo puede ser
abordada en la estricta medida en que se vincula con las cuestiones federales que
se proponen, y en particular con la necesidad de la medida de limitacin de
derechos impugnada.
Se observa que desde la denuncia y el requerimiento que habilit la
instruccin la hiptesis era que los nios adoptados podran ser hijos de
desaparecidos. Se toma nota, tambin, de que ciertos datos iniciales de los
expedientes en el que los nios fueron dados en guarda, y despus en adopcin,
que se referan al modo en que los nios habran sido hallados o entregados, han
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que contengan clulas ya desprendidas del cuerpo son intiles, hay una concreta
relacin situacional que siguiendo los estndares de necesidad, razonabilidad y
proporcionalidad hacen admisible las mnimas extracciones de muestras
biolgicas inclusive con la oposicin de las presuntas vctimas. El juez que
vot en segundo trmino, doctor Criscuolo expres que en el caso existe un
inters pblico determinado por el largo plazo que ha atravesado la investigacin,
que la jueza a quo tuvo en cuenta, en lo sustancial, que las diligencias
alternativas ordenadas en el legajo a los fines de obtener los perfiles genticos
necesarios para la comparacin con los del banco de datos, no resultaron
positivas segn surge de los testimonios de los profesionales que intervinieron
en su anlisis- a los fines de obtener muestras idneas o tiles e inequvocas y
no habra otro medio para obtener los perfiles genticos de Marcela Noble Herrera
y Felipe Noble Herrera con el fin de determinar sus vnculos biolgicos. El juez
de tercer voto, doctor Gurruchaga relev que los mtodos alternativos, en los
trminos sealados por la Corte en Gualtieri no tuvieron xito puesto que ()
de los informes incorporados a fojas 6549/6574, 7962/8019, 8087/8088 y
8098/8101 del principal se concluye que no es posible afirmar que los perfiles
mayoritarios de sexo femenino y masculino obtenidos en autos respecto de las
muestras all indicadas, pertenezcan de manera indubitable a Marcela y Felipe
Noble Herrera; lo cual genera un estado de incertidumbre que impide considerar
estas muestras a los fines periciales (informes de la Dra. Mara Beln Rodrguez
Cardozo, del Banco Nacional de Datos Genticos y del Dr. Julin Martn
Larriba, perito de una de las querellas).. (fs. 110 vta.). Tambin destac que en
la audiencia se consult a los apelantes sobre la posibilidad de utilizacin de las
muestras de sangre existentes, o la disponibilidad de medidas alternativas, y
agreg que [dada] la evidente prdida del factor sorpresa que es clave en una
pesquisa, no resulta posible persistir en el intento de obtener vas alternativas.
Por lo que al presente de esta prolongada investigacin, debe considerarse
agotado ese camino.
Los recurrentes no cuestionan estos aspectos, en particular, no ponen
en discusin que las muestras disponibles no pueden ser usadas a los fines del
cotejo, ni tampoco indican que todava hubiesen disponibles otras vas para
obtener objetos que soportan clulas separadas del cuerpo. En vez de ello han
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empleado sus esfuerzos a refutar otros pasajes de la decisin recurrida. Alejan que
no es imputable a Marcela Noble Herrera y Felipe Noble Herrera la dilatacin del
proceso, que es falso atribuirles la contaminacin de las prendas secuestradas.
Esas argumentaciones, entendibles a partir de ciertos pasajes de dos
de los votos de la decisin recurrida, se desvan del centro de la cuestin. Lo
decisivo aqu, a fin de juzgar la necesidad de la medida impugnada con arreglo al
principio de subsidiariedad, es que se afirma que ninguna de las muestras
disponibles es en su estado presente- idnea para la obtencin de ADN con fines
de identificacin de modo indubitable.
Por cierto, siempre podra pensarse en un nuevo intento de obtener
muestras soportadas en objetos, sin necesidad de las extracciones corporales. Sin
embargo, dos consideraciones se imponen. Por un lado, tambin constituira una
decisin desproporcionada la que ordenase repetidas veces registros de domicilio
y requisas personales, que siempre suponen un cierto grado de violencia y
coercin. En esos trminos, la nica diferencia de grado en cuanto a la intimidad y
autonoma se expresa en que en las injerencias corporales es necesario intervenir
sobre el cuerpo de una manera ms intensa. Por el otro, las diferencias de
intensidad de la injerencia en mbitos de la autonoma personal y la vida privada
son insignificantes cuando se compara modalidad de la prctica de extraccin de
unos pocos cabellos, o de descamaciones de piel, o hisopados bucales para
obtencin de saliva.
La nica diferencia sustancial que persiste se refiere a que en el caso
de secuestro de objetos se exige una cooperacin de menor extensin que en el
caso de colocarse a disposicin para la recoleccin de una muestra mediante una
injerencia corporal. Adems, en el primer caso, cierta cooperacin es exigida, por
ejemplo, cuando se pide a la persona que se desvista o se saque alguna de sus
prendas.
Como ltima observacin cabe sealar que ninguna de las formas de
recoleccin de tejidos o fluidos humanos reguladas en el segundo y cuarto prrafo
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La
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de los que buscan a sus descendientes han pedido constituirse como querellantes
en todos los procesos que tienen por objeto casos de desaparicin de nios. El
deber de investigar debe ser asumid[o] por el Estado como un deber jurdico
propio y no como una simple gestin de intereses particulares, que dependa de la
iniciativa procesal de la vctima o de sus familiares o de la aportacin privada de
elementos probatorios, sin que la autoridad pblica busque efectivamente la
verdad. Esta apreciacin es vlida cualquiera sea el agente al cual pueda
eventualmente atribuirse la violacin, aun los particulares (Corte IDH, Corte
IDH, Velsquez Rodrguez, sent. de 29/07/1988, Serie C, N. 4, 177,
Godnez Cruz, Serie A, N. 5, 188. Comparar ms abajo Caballero Delgado
y Santana, Serie A, N. 22, 58).
La obligacin del Estado no se reduce, solamente, a la satisfaccin de
un derecho a saber lo ocurrido, o derecho a la verdad. La Corte IDH ha
reiterado la existencia la obligacin de investigar y sancionar a los responsables, y
de efectuar una bsqueda seria de las vctimas en el caso de nios colocados en
situacin de desaparicin por actos atribuibles a agentes del Estado, al declarar
que el Estado en el cumplimiento de su obligacin de investigar los hechos
denunciados, identificar y sancionar a los responsables y efectuar una bsqueda
seria de las vctimas, elimine todos los obstculos y mecanismos de hecho y
derecho que impidan el cumplimiento de dichas obligaciones [], de modo que
utilice todas las medidas a su alcance, ya sea por medio del proceso penal o
mediante la adopcin de otras medidas idneas (Corte IDH, Caso de las
hermanas Serrano Cruz vs. El Salvador, sent. de 01/03/2005, Serie C., n 120,
180).
A los fines de satisfacer esta obligacin, se ha pronunciado en varias
ocasiones sobre la necesidad de creacin de Bancos de datos genticos. Ha
declarado que en caso de desapariciones forzadas de personas es de suma
importancia que se cuente con un banco de datos genticos que permita
identificar a las personas desaparecidas o sus restos entre las medidas de
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los derechos de las vctimas que produce ese delito, y las consecuencias de su
impunidad.
En distintos votos de los jueces que han intervenido en las dos
decisiones de la Corte Suprema de las que los recurrentes pretenden extraer
criterios para la solucin del caso, transpira la necesidad de reconocer cules eran
los derechos que en concreto se presentaban en conflicto, y de dar una solucin
con arreglo a un escrutinio de proporcionalidad (as, de modo evidente, en Fallos:
326:3758, Vzquez Ferr, Evelin Karina, voto del juez Vzquez, consid. 21,
voto del juez Maqueda, consid. 23). Por cierto, esto es lo nico comn de las
sentencias, porque la identificacin de los derechos e intereses relevantes y la
decisin sobre los criterios de preponderancia en el caso no tienen un patrn
comn, y por ello impiden reconocer una doctrina establecida.
Por ejemplo, se ha declarado que la pretensin punitiva de los
querellantes se encuentra tambin fundada en derechos subjetivos familiares de
los que aqullos son titulares y en su derecho a conocer la verdad sobre la suerte
de su hija (Fallos: 326:3758, Vzquez Ferr, Evelin Karina, voto del juez
Maqueda, consid. 34). Y tambin estara en juego el derecho a la identidad de los
familiares prximos al declarar que tambin corresponde valorar el hecho de que
los vnculos jurdicos familiares, que determinan el estado de familia, integran la
identidad de la persona de manera que, desde esa perspectiva, la identidad
personal de la querellante, cuya jerarqua constitucional ha sido reconocida por
esta Corte (Fallos: 318:2518), fundamenta tambin el derecho que intenta hacer
valer en su demanda (ibdem, prr.. 35, con cita del voto del juez Bossert,
consid. 18, en el caso de Fallos: 321:2767). Reconoce este juez, tambin, la
necesidad de conjugar armoniosamente aspectos propios de la esfera de la
intimidad de las personas, protegidos por el art. 19 de la Constitucin Nacional,
con otros que la trascienden y acaban por interesar a la sociedad toda, obvio
objeto de proteccin del orden normativo (Fallos: 308:2268). (Fallos: 326:3758,
Vzquez Ferr, Evelin Karina, voto del juez Vzquez, consid. 21, voto del juez
Maqueda, consid. 25).
En el mismo caso, el juez Boggiano atendi a la tensin entre el
derecho a la intimidad de la apelante, persona plenamente capaz que en todo
momento manifiesta su absoluto desinters en conocer su origen, y el de la
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establecida y la supresin habr cesado, sin que para ello tenga relevancia
alguna que la otra vctima la haga o no valer en derecho (Gualtieri Rugnone de
Prieto, Emma Elidia y otros, voto de los jueces Lorenzetti y Zaffaroni, consid.
19). Este pasaje muestra que, para estos jueces, el derecho al respeto a la
autonoma personal de Marcela Noble Herrera y Felipe Noble Herrera slo
entrara en tensin con el derecho a la verdad de los parientes prximos. En ese
abordaje no han entrado en consideracin posibles afectaciones a la integridad
psquica de unos y otros, ni del derecho de los all querellantes a la proteccin de
la vida privado y de la familia, o a no ser sometidos a tratos crueles e inhumanos.
En el mismo caso, la jueza Highton de Nolasco ha identificado un
nmero mayor de derechos que entraran en tensin. As despus de reconocer que
la querellante apareca como vctima de la sustraccin del nio que presuma
podra ser su nieto, nacido durante la desaparicin de su madre, identific entre
los intereses en pugna, los del recurrente, que aduce que la prctica compulsiva
de la prueba hematolgica viola su derecho a la intimidad, a la integridad fsica,
psquica y moral, a la dignidad, a la vida privada, a no ser privado de su libertad
sino en los casos y formas establecidas en la ley, a no ser arbitrariamente
detenido o arrestado, a la igualdad ante la ley y a no ser sometido a torturas; y
por el otro, los de quien sera su presunta abuela biolgica en cuanto pretenda
conocer la verdad de los hechos para determinar si, efectivamente, quien se
opone a la realizacin de la prueba hemtica es efectivamente su nieto,
descendiente de su hija desaparecida y avanzar, adems, en la medida de lo
posible, en la investigacin sobre la desaparicin forzada de su hija (Gualtieri
Rugnone de Prieto, Emma Elidia y otros, voto de la jueza Highton de Nolasco,
consid. 9 y 10), y tambin el inters estatal en la persecucin del crimen (consid.
11), y de dilucidar la verdad en el mbito del proceso penal (consid. 12) y el
derecho a la verdad que en su voto parece exceder el de la finalidad general
procesal de averiguacin del hecho. (consid. 14), derechos e intereses que
obligaban a una ponderacin concreta (consid. 13).
Los jueces Zaffaroni y Lorenzetti han declarado que no es posible
deducir de [los derechos] la solucin de la controversia porque surge un campo
de tensin entre derechos de rango similar. El conflicto ocurre cuando la plena
satisfaccin de un derecho conduce a la lesin de otro igualmente protegido.
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planes de vida que pudieron haberse forjado sus abuelos, o los que tendran
derecho a decidir sus hermanos, en el marco de la proteccin jurdica del derecho
a la vida familiar. Ambos grupos han debido, por la fuerza del mal estatal, ejercer
opciones y emprender un nuevo plan de vida consistente en una gesta que en un
contexto de Estado de Derecho jams habran imaginado. Oponer el respeto de los
planes de vida de las presuntas vctimas de desaparicin forzada (los nios
robados) a las otras vctimas, quienes por la fuerza del mal, se han visto
empujados a incluir en sus planes de vida la bsqueda incesante, es un tratamiento
cruel frente a la espada del tiempo. Equivale tanto como sostener que deben
privilegiarse los planes de vida de quienes no desean conocer su origen biolgico
mientras tienen tiempo para revisar sus opciones, frente a los planes de vida de
muchos de aquellos sobre cuyas cabezas la espada el tiempo se aproxima y las
opciones se reducen. Esta respuesta tambin perpeta la victimizacin de los
presuntos parientes.
Sin dejar de desconocer el derecho a la autonoma personal que
tienen las personas a quienes los recurrentes representan, aqu nuevamente el art.
32 CADH ofrece el criterio de decisin, en cuanto el derecho al ejercicio de
decisiones libres y autnomas est limitado por los derechos de los dems []
en una sociedad democrtica, cuando el ejercicio de ese derecho acarrea un
costo desproporcionado al ejercicio de los derechos de los dems.
Concluyo as que en el presente caso, la decisin recurrida debe ser
confirmada, pues las limitaciones e injerencias que acarrea para los que deben ser
objeto de la recoleccin de muestras de tejidos y fluidos corporales, no son en las
circunstancias del caso, desproporcionadas al fin que con ellas se persigue.
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coincidencia con cada una de las conclusiones alcanzadas en su voto por el juez
doctor Luis Garca y, sustancialmente, con las argumentaciones que son su
fundamento respectivo. En consecuencia y por razones de brevedad solo har
algunas consideraciones concurrentes a lo all expresado.
En efecto, es necesario remarcar frente a los agravios de los Dres.
Alejandro Carri y Roxana Pia, que la sancin de la ley 26.549, por la cual se
incorpor al Cdigo Procesal Penal de la Nacin el art.218 bis, modific el marco
de referencia normativo que se presentaba ante sucesos como el que resulta objeto
de los recursos bajo anlisis. De esa forma, se asumi la cuestin en trminos que
podran definirse como de una laguna axiolgica, pues se careca de criterios de
proporcionalidad fundados legalmente que permitieran atender los conflictos
suscitados en esos casos, entre intereses de altsima significacin sostenidos
adems por valores constitucionalmente reconocidos. Por lo tanto, las
consideraciones, apreciaciones y referencias que se han hecho en oportunidad de
la audiencia oral por aquellos letrados deben ser puestas en relacin con este
aspecto, que aparece regulado a travs de la reforma.
Esta circunstancia se hace evidente a partir de los pronunciamientos
de los tres poderes del Estado. As, en las motivaciones expuestas por el Poder
Ejecutivo Nacional al remitir el proyecto de ley al Congreso de la Nacin en el
contexto de la Peticin n242/03, Pegoraro, de la Comisin IDH- se indic que
su finalidad era regular en forma especfica los alcances de las distintas
facultades de investigacin con los que la autoridad estatal cuenta, no slo para
lograr la determinacin de la identidad real de personas sospechadas de ser
vctimas de actos de desaparicin forzada de nios instrumentados durante el
ltimo gobierno militar, sino tambin respecto del imputado o de otra persona
involucrada en el proceso. Por eso se consider que la extraccin de sangre o de
otros fluidos corporales tales como la saliva, as como tambin la toma de una
muestra de cabello resultan ser medidas indispensables para la realizacin de un
examen de histocompatibilidad.
En esa lnea precis que en el supuesto de resultar necesaria la
obtencin de la muestra mediante una intervencin en el cuerpo de la presunta
vctima, debera practicarse teniendo en cuenta la referida condicin, a fin de
evitar su revictimizacin y resguardar los derechos especficos que detenta. A tal
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alguna o bien, en su caso, a costa de una mnima lesin de las garantas de quienes
en la especie son vctimas involuntarias de los hechos.
Si se atiende en especial al voto de los jueces Lorenzetti y Zaffaroni,
asumido en su exposicin por los recurrentes, se explica que en una primera
mirada colisionaran el inters punitivo del Estado, el derecho de la vctima
secuestrada a su privacidad y autonoma de voluntad y el de los familiares
biolgicos a conocer la verdad. De un anlisis ms profundo resultara que lo que
se halla en juego conflictivo en la causa y en el punto que incumbe decidir, es la
autonoma de voluntad de la vctima presuntamente secuestrada y el derecho a la
verdad de los supuestos familiares biolgicos. Esto resultara as, ya que en la
particular observacin de ambos jueces, el Estado no tendra en verdad
legitimacin para aplicar medidas coercitivas sobre las presuntas vctimas en
virtud de que el delito ha sido ejecutado por el propio aparato estatal que, adems,
se ha mostrado ineficaz para hacer cesar esta situacin.
En ese contexto entonces se inscribi la sancin legislativa que
incorpor el art.218 bis al CPPN estableciendo el marco legal al que debe
sujetarse la cuestin planteada por la decisin del a quo y que tuvo por eje central
de su justificacin el sometimiento de este tipo de conflictos a las reglas del
principio de proporcionalidad.
Los recurrentes proponen, de todos modos, una interpretacin del
enunciado en virtud del cual se estableceran dos supuestos diferentes o, como ha
especificado la Dra. Pia en la audiencia, un doble estndar a partir del sujeto
que padece la injerencia- y que determinara dos procedimientos tambin distintos.
En esa lnea, cuando el sujeto en cuestin resulte considerado potencial vctima,
los recurrentes entienden que la ley no permite en modo alguno la obtencin
compulsiva de muestras.
En lo sustancial, los recursos sealan que al omitirse el trmino
preferentemente que integraba el enunciado del proyecto enviado por el Poder
Ejecutivo, se desechaba la posibilidad de que los magistrados, an como instancia
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justifica la extraccin de ADN sin consentimiento, por eso indic que la norma
se propuso avalar la extraccin compulsiva, solo en el caso de este delito de lesa
humanidad en particular, quedando sujeto a la valoracin mediante ciertos
criterios de proporcionalidad. Esta finalidad tambin fue advertida por el Diputado
Hugo Acua, aunque adoptando una actitud crtica, ya que expres que este
proyecto que prev la extraccin de sangre compulsiva como ltima instancia para
casos de bsqueda de desaparecidos, tiene por finalidad encontrar el material
gentico, pero no lo busca en el cuerpo del apropiador sino en el de su vctima.
Por eso consider negativamente el enunciado de la norma y reconoci no haber
logrado cambiar la redaccin a fin de incorporar ciertos principios
constitucionales. Otro tanto admitieron las Diputadas Marta Velarde y Nora
Ginzburg, aunque de contrario, el Diputado Gorbacz apreci que el proyecto es
absolutamente equilibrado.
Desde otra perspectiva, el Diputado Lpez Arias pretendi excluir lo
que asumi como finalidad del texto, es decir, segn sus palabras: invasin del
cuerpo y de la voluntad de la vctima. Ante ese objetivo de la ley y la defensa de
la autonoma plena de la presunta vctima, el Diputado Fernando Iglesia fue
terminante y se extendi en un planteo contrario a esas disposiciones normativas.
Puede verse as, que del debate en la Cmara de Diputados se observa que la
votacin asumi que el texto votado integraba la clusula que legitima la
extraccin compulsiva de muestras sobre la propia vctima, de modo tal que
aquellos legisladores que no estaban de acuerdo votaron en contra de la norma o
dejaron expuestas sus disidencias. Tambin se advierte que el texto con el cual se
estaba trabajando haba incluido una serie de reglas que son propias del principio
de proporcionalidad y que no estaban contenidas en el proyecto del Poder
Ejecutivo. No se encuentra pues que las alegaciones de los recurrentes tengan base
objetiva en esas discusiones.
Tampoco se alcanza esa situacin con motivo del debate en el
Senado. La Dra. Roxana Pia durante la audiencia hizo mencin para sostener la
interpretacin que propicia a las consideraciones del Senador Petcoff Naidenoff.
Sin embargo de los propios dichos de ese legislador, sobre todo en el
intercambio de opiniones con la Senadora Riofrio y luego con el Senador Marn,
se advierte que no hay coincidencias con el texto que se va a votar incluso en lo
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debe ser atendida en relacin con criterios de proporcionalidad por el propio juez
frente al caso. Las expresiones literales del art.218 bis del CPPN son congruentes
adems con la finalidad jurdica que ha pretendido el legislador a partir del
proyecto enviado por el Poder Ejecutivo y las cuestiones planteadas por la Corte
Suprema en los precedentes ya citados.
De esa forma la interpretacin alcanzada respeta el canon que
constituye la estructura del orden republicano y que Larenz explicita diciendo que:
Slo los fines, establecimiento de valores y decisiones fundamentales acordados
en la intencin reguladora o que de ella se siguen, sobre los que de hecho han
tomado posicin los participantes en el acto de legislacin, pueden ser
denominados voluntad del legislador, que se realiza mediante la ley. La
interpretacin ha de orientarse, en primer lugar, a ellos, pues slo as puede
garantizarse el papel preeminente de los rganos legislativos dentro del total
proceso de creacin y de concretizacin del DerechoLa interpretacin
teleolgica quiere decir interpretacin de acuerdo con los fines cognoscibles e
ideas fundamentales de una regulacin (Cfr. Karl Larenz, Metodologa de la
Ciencia del Derecho).
De all que la Corte Suprema seale que no est permitido apartarse
del principio primario de la sujecin de los jueces a la ley ni atribuirse el rol del
legislador para crear excepciones no admitidas por ste, pues de hacerlo as
olvidara que la primera fuente de exgesis de la ley es su letra, y que cuando sta
no exige esfuerzo de interpretacin la norma debe ser aplicada directamente, con
prescindencia de consideraciones que excedan las circunstancias del caso
expresamente contempladas en aqulla(Fallos 218:56 y 299:167). De otro modo
podra arribarse a una interpretacin que sin declarar la inconstitucionalidad de
la disposicin legal- equivaliese a prescindir de su texto (Fallos, 279:128;
300:687; 301:958; 316:1253).
Puede decirse entonces que el a quo, de contrario a la crtica de los
recurrentes contra su decisin, se ha sujetado a los cnones de interpretacin
aplicables al caso. Al respecto, se observa que ms all de los defectos de tcnica
legislativa que se presentan hay coincidencia entre las finalidades perseguidas por
el legislador, los extremos dialcticos sealados por la Corte Suprema en el grupo
de casos que regula la norma y el enunciado escogido para ser fuente de expresin
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-IIILos recurrentes han sostenido que una disposicin como aquella que
expresa la redaccin del art.218 bis del CPPN conforme la interpretacin que se
ha hecho precedentemente, vulnera principios constitucionales ya que afecta la
autonoma personal, la privacidad e intimidad de Felipe y Marcela Noble Herrera.
Esta cuestin exige someter a Control Constitucional las disposiciones de la
norma. Tengo dicho (Videla, Jorge Rafael y Massera, Emilio Eduardo s/ recurso
de casacin -causa n 8262, Reg. 14.588, rta. 3/6/2009-) que esa valoracin
adems debe integrar el Control de Convencionalidad reclamado tanto en virtud
de las disposiciones de la Constitucin Nacional art.75 inc.22- como de la
jurisprudencia de la Corte IDH, que ha hecho suya la Corte Suprema de Justicia
de la Nacin ( Simn Fallos 328:2056 y Mazzeo Fallos 330:3248, entre
otros).
Al respecto, la Corte IDH ha sealado que ...es consciente que los
jueces y tribunales internos estn sujetos al imperio de la ley y, por ello, estn
obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurdico. Pero
cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convencin
Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, tambin estn
sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones
de la Convencin no se vean mermadas por la aplicacin de leyes contrarias a su
objeto y fin En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de
control de convencionalidad...En esa tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta
no solamente el tratado, sino tambin la interpretacin que del mismo ha hecho la
Corte Interamericana, intrprete ltima de la Convencin Americana (Caso
Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C No. 154,
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prr. 124; Caso Gomes Lund y otros (Guerrilha do Araguaia), prr. 176, Caso
Cabrera Garca y Montiel Flores, prr. 225 y ms recientemente an, Caso
Gelman vs. Uruguay, Sentencia de 24 de febrero de 2011, Fondo y
Reparaciones prr.14).
Si bien el denominado Control de Convencionalidad ha motivado
en el mbito acadmico una serie de cuestiones acerca de los presupuestos de su
viabilidad e incluso, al parecer, ha suscitado dudas sobre las exigencias de su
operatividad en el Ministerio Pblico (Cfr. dictamen de la Procuracin General de
la Nacin en la causa A. 93, L.XLV A, Jorge Eduardo y otro s/recurso de
casacin del 10/03/2010), lo cierto es que ese procedimiento en este caso se
integra naturalmente en la evaluacin sobre la congruencia entre la disposicin
legal y el bloque axiolgico que configura el ordenamiento jurdico nacional.
A esos fines resulta necesario considerar que la decisin del a quo
recurrida por los Dres. Alejandro Carri y Roxana Pia se adopt en un contexto
de investigacin vinculado a la desaparicin forzada de personas. Al respecto, la
Corte IDH ha expresado que la desaparicin forzada de seres humanos constituye
una violacin mltiple y continuada de numerosos derechos reconocidos en la
Convencin y que los Estados Partes estn obligados a respetar y garantizar
(Sentencia Velsquez Rodrguez vs. Honduras, del 29 de julio de 1988, Serie C,
n 4, prr.155, Godnez Cruz vs. Honduras, Sentencia de 20 de enero de 1989,
Serie C, n 5, prr.163).
En esa lnea de anlisis, tengo dicho (Ulibarrie, Diego Manuel
s/recurso de casacin, causa n 12.313, Reg. 18.377, rta. 25.04.2011) que la
desaparicin forzada de personas ms all de abarcar una serie de delitos que la
integran en su desarrollo y que permite la punibilidad an sin que un tipo penal
especfico sobre aquella estuviere vigente, determina una complejidad probatoria
que ha sido reconocida por la propia Corte IDH y se expresaba a travs de sus
mltiples elementos complejamente interconectados y hechos delictivos conexos.
En virtud de ello, indiqu que la asuncin del carcter permanente del delito por
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-IVEs en ese marco normativo que deben ser atendidos los agravios de
los Dres. Alejandro Carri y Roxana Pia en cuanto a la afectacin de derechos en
las personas de Felipe y Marcela Noble Herrera, asumidos como posibles
vctimas del delito de apropiacin de menores. Pues, como quedara expuesto
ms arriba, a su vez los querellantes aparecen como vctimas en la ejecucin de
los hechos constitutivos de desaparicin forzada de personas o las representan
de forma institucional. Ambas determinaciones en cuanto a la categora jurdica de
vctimas de delitos de lesa humanidad implica a su vez una serie de obligaciones
indisponibles de parte del Estado a travs de todos sus poderes o funciones.
Tengo dicho, en lo que aqu interesa respecto a la nocin de
autonoma, que la convivencia social y poltica es un orden de libertades. Por
ese motivo, si bien las normas de distinta naturaleza pueden presentarse como una
limitacin de la voluntad individual, en verdad actan como cauce que hace
posible el ejercicio concreto de la libertad en un mbito de alteridad.
Por tanto la autonoma supone una esfera de competencia integrada
por un campo de indeterminacin normativa. A partir de ese presupuesto las
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agravios trados por los Dres. Alejandro Carri y Roxana Pia, precis que en
este sentido, debe tenerse en cuenta que el marco de proteccin que confieren las
normas de nuestra Constitucin Nacional y los tratados internacionales
mencionados en su artculo 75, inc. 22, no implica que se prohba toda intrusin
estatal respecto del derecho de privacidad. Importa ms bien que la Carta Magna
ha estructurado un escudo de proteccin de los habitantes de nuestro pas, para
que sus derechos no sean injustamente vulnerados, pero no lleva desde luego a
impedir la ejecucin de aquellas medidas que requiera el Estado para dilucidar la
verdad en el mbito del proceso penal.
En una consideracin que podra aplicarse sin ms a las cuestiones
suscitadas durante la audiencia, la Corte expres en el precedente que los propios
recurrentes citan: Que el derecho a preservar la propia identidad y a que ella no
sea cuestionada en contra de la propia decisin carece del alcance absoluto que
pretende asignarle el apelante. En particular, y en lo que aqu interesa, dicho
derecho no podra ser invocado para neutralizar el inters de la sociedad en el
esclarecimiento y persecucin de los delitos. Por esa misma razn tampoco resulta
admisible el agravio relativo a que en la causa los jueces penales intentan eludir
los lmites establecidos por el derecho civil en materia de dilucidacin de la
filiacin. Pues de lo que aqu se trata es de una investigacin criminal, cuyo objeto
central es el esclarecimiento del delito de sustraccin y apropiacin de menores,
en cuyo marco, la realizacin de medidas de prueba destinadas a intentar
determinar o excluir los vnculos biolgicos constituye el procedimiento de rigor.
Vale recordar entonces que la Corte Suprema ha indicado que la
privacidad e intimidad encuentran su lmite legal siempre que medie un inters
superior en resguardo de la libertad de otros, la defensa de la sociedad, las buenas
costumbres o la persecucin del crimen (Fallos, 306:1892 y 316:703). De hecho,
los instrumentos internacionales de derechos humanos, si bien determinan la
obligacin pblica de proteger la intimidad y la privacidad, lo hacen respecto de
injerencias arbitrarias o ilegales, incluso abusivas, pero no de aquellas que
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terminar con las angustias de quienes aparecen como vctimas del hecho
investigado, consagrndose as el derecho a la verdad y cumplindose adems la
obligacin del Estado de proteger a las vctimas e investigar y perseguir delitos de
extrema gravedad que, como en el caso, han tenido una honda repercusin social
en los ltimos tiempos.
La razonabilidad y proporcionalidad de las limitaciones que han de
padecer Felipe y Marcela Noble Herrera en sus derechos surge de la puesta en
relacin de ponderacin- con los derechos de los familiares de personas
desaparecidas cuyos hijos han sido sujetos de apropiacin. Al respecto vale
sealar que por la naturaleza de los delitos investigados, la situacin antijurdica
sigue afectando a esas personas. Por eso cabe recordar que la desaparicin forzada
de personas en razn de la pluralidad de conductas que integra vulnera de manera
permanente, mientras subsistan, bienes jurdicos protegidos por la CADH (Caso
Radilla Pacheco Vs. Mxico. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 23 de Noviembre de 2009. Serie C No. 209, prr. 138).
Esa violacin mltiple de varios derechos coloca a la vctima en un
estado de completa indefensin, acarreando otras vulneraciones conexas, siendo
particularmente grave cuando forma parte de un patrn sistemtico o prctica
aplicada o tolerada por el Estado (Caso Anzualdo Castro Vs. Per. Excepcin
Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de septiembre de
2009. Serie C No. 202, prr. 59).
La intensidad, gravedad y subsistencia de la lesin a derechos
fundamentales que surgen de esa prctica sistemtica de apropiacin de menores
constituye un elemento decisivo dentro de la ponderacin de intereses en juego
puesto que reclama la realizacin de medidas que potencialmente sean idneas
para limitar, al menos parcialmente, la extensin del dao o hagan cesar alguna de
sus consecuencias. Si bien todo delito de lesa humanidad expresa por su propia
configuracin un comportamiento aberrante frente a la dignidad de la persona
humana no puede obviarse que, en ciertos casos, la situacin padecida por la
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-VIIPor todo ello, voto por confirmar la decisin recurrida de fs. 86/116,
y por ende la decisin de la jueza federal que orden la extraccin directa, con o
sin consentimiento, de mnimas muestras de sangre, saliva, piel, cabello u otras
muestras biolgicas pertenecientes en forma indubitada a Marcela y Felipe Noble
Herrera. En ese sentido, concuerdo con reformar el alcance de la decisin
recurrida, limitando la comparacin de los perfiles de ADN obtenidos de las
muestras de Marcela Noble Herrera a los perfiles de ADN de las muestras
aportadas al Archivo Nacional de Datos Genticos por parientes de personas
detenidas o desaparecidas con certeza- hasta el 13 de mayo de 1976, y limitando
la comparacin de los perfiles de ADN obtenidos de las muestras de Felipe Noble
Herrera a los perfiles de ADN de las muestras aportadas a ese archivo, por
parientes reclamantes con relacin a personas detenidas o desaparecidas con
certeza- hasta el 7 de julio de 1976.
Por ltimo, las costas debern ser sern soportadas en el orden
causado (arts. 530 y 531 C.P.P.N.).
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Herrera, los querellantes y el seor Fiscal General ante esta instancia, Dr. Ral
Omar Ple, emerge de manera prstina que la cuestin a resolver involucra la
tensin entre derechos cuyos titulares tienen intereses contrapuestos.
Por un lado los de Marcela y Felipe Noble Herrera quienes invocan
una seria afectacin al derecho a su autonoma personal y a su dignidad y por
el otro el derecho representado por los querellantes expresado en trminos de
derecho a la verdad y el del Estado de cumplir con las obligaciones de
investigacin, cese de los efectos del ilcito y sancin de los responsables de
delitos de lesa humanidad.
7- La jerarqua supralegal de los derechos en pugna es reconocida por
normas que integran el bloque constitucional, en particular los arts. 18, 19 y 33 de
la C.N.; 5 y 11 de la Declaracin Americana de Derechos y Deberes del Hombre;
arts. 5 y 11 de la Convencin Americana de Derechos Humanos, art. 17 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Polticos, art. 12 de la Declaracin Universal
de Derechos Humanos y art. 33 del C.N.).
8- Sentado cuanto precede y en trance a resolver la cuestin suscitada
en autos presto especial consideracin a que tratndose una decisin que involucra
derechos fundamentales del ser humano, que en el caso aparecen contrapuestos,
resulta insoslayable consultar previamente si existen antecedentes en el mximo
Tribunal nacional de los que pueda deducirse una pauta de aplicacin y en el
mismo sentido tambin en los tribunales internacionales de derechos humanos
cuyas decisiones en esa materia son frecuentemente consultadas y han orientado la
jurisprudencia de nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nacin en materia de
derechos humanos (cfr. Fallos 327:5863;322:1564;328:4832;330:3248; 331:211
entre muchos otros).
Que en este sentido la Corte Suprema de Justicia de la Nacin ha
sealado que la jurisprudencia de los tribunales internacionales de derechos
humanos debe servir de gua en la interpretacin de derechos que como en el caso
tienen tutela Convencional (Fallos 332:1769 del juez Maqueda considerando 22).
9- Que el valor de esos precedentes como fuente de autoridad
aplicable a la resolucin de este caso no ha sido ajeno al debate de las partes que
con perspectivas opuestas han discutido los alcances de las decisiones del Alto
Tribunal en los precedentes de Fallos: 332:1769 y 332:1835).
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sido dispuesta, y cul es la relacin con los otros derechos de similar rango
esgrimidos por los querellantes y el representante del Ministerio Pblico Fiscal.
15- En este punto quiero poner de resalto que las partes an cuando
han alegado sus respectivos intereses desde la exclusiva ptica del derecho
constitucional que respectivamente intentan resguardar, no han negado ni
desconocido expresamente la existencia y la jerarqua del derecho de su
contraparte.
16- Entiendo que una adecuada hermenutica no puede conducir a un
resultado tal que apareje la subsistencia de un derecho a expensas del completo
aniquilamiento de otro de igual jerarqua.
17- En este sentido, es un criterio suficientemente arraigado en
nuestra tradicin jurdica "que los derechos fundados en cualquiera de las
clusulas de la Constitucin Nacional tienen igual jerarqua, por lo que la
interpretacin de sta debe armonizarlas (cfr. Fallos: 255:293, 258:267 y sus
citas y 328:2056 voto del juez Maqueda y sus citas).
Ensea Linares Quintana que la constitucin debe interpretarse
como un conjunto armnico, en el cual el significado de cada parte debe
determinarse en armona con el de las partes restantes; ninguna disposicin debe
ser considerada aisladamente y siempre debe preferirse la interpretacin que
armonice y no la que coloque en pugna a las distintas clusulas de la Ley
Suprema (cfr. Linares Quintana, Segundo V., Reglas para la Interpretacin
constitucional, Buenos Aires, 1987).
Sus disposiciones no deben ser interpretadas de manera que las ponga
en conflicto unas con otras sino que las armonice y respete los principios
fundamentales que las informan (Fallos 167:121, 181:243; 214:612; 236:103 y
256:241).
18- Este principio que rige tambin la interpretacin de las normas
emanadas de los poderes constituidos, es especialmente aplicable cuando la labor
hermenutica tiene como objeto normas fundantes emanadas del poder
constituyente.
Esta circunstancia exige como correlato un ejercicio de extrema
prudencia y equilibrio en la decisin (Fallos 332:1835 considerando 13) a fin de
evitar que la interpretacin que se haga apareje la supresin ad hoc de un derecho
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las muestras de Marcela Noble Herrera a los perfiles de ADN de las muestras
aportadas al Archivo Nacional de Datos Genticos por parientes de personas
detenidas o desaparecidas con certeza- hasta el 13 de mayo de 1976, y limitando
la comparacin de los perfiles de ADN obtenidos de las muestras de Felipe Noble
Herrera a los perfiles de ADN de las muestras aportadas a ese archivo, por
parientes reclamantes con relacin a personas detenidas o desaparecidas con
certeza- hasta el 7 de julio de 1976. III. Declarar que las costas sern soportadas
en el orden causado (arts. 530 y 531 C.P.P.N.).
Regstrese, notifquese en la audiencia designada a los fines del
artculo 455 ltimo prrafo, del Cdigo Procesal Penal de la Nacin y remtase al
tribunal de procedencia sirviendo la presente de atenta nota de estilo.
Firmado: Guillermo J. Yacobucci, Luis M. Garca y Ral R. Madueo. Ante m:
Sol Dboli, Prosecretaria de Cmara.
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