Aristóteles Ética Nicómaco
Aristóteles Ética Nicómaco
Aristóteles Ética Nicómaco
honores, pues tal es ordinariamente el fin de la vida poltica. Pero, sin duda, este bien es ms
superficial que lo que buscamos, ya que parece que radica ms en los que conceden los honores que
en el honrado, y adivinamos que el bien es algo propio y difcil de arrebatar. Por otra parte, esos
hombres parecen perseguir los honores para persuadirse a s mismos de que son buenos, pues buscan
ser honrados por los hombres sensatos y por los que los conocen, y por su virtud; es evidente, pues,
que en opinin de estos hombres, la virtud es superior.(...) El tercer modo de vida es el
contemplativo, que examinaremos ms adelante. En cuanto a la vida de los negocios, es algo
violento, y es evidente que la riqueza no es el bien que buscamos, pues es til en orden a otro.
[...]
Pero volvamos de nuevo al bien objeto de nuestra investigacin e indaguemos qu es. Porque parece
ser distinto en cada actividad y en cada arte: uno es, en efecto, en la medicina, otro en la
estrategia, y as sucesivamente. Cul es, por tanto, el bien de cada una? No es aquello a causa de lo
cual se hacen las dems cosas? (...) De suerte que, si hay algn fin de todos los actos, ste ser el
bien realizable, y si hay varios, sern stos. Puesto que parece que los fines son varios y algunos de
stos los elegimos por otros, como la riqueza, las flautas y, en general, los instrumentos, es evidente
que no son todos perfectos, pero lo mejor parece ser algo perfecto. Por consiguiente, si hay un solo
bien perfecto, se ser el que buscamos, y si hay varios, el ms perfecto de ellos.
Ahora bien, al que se busca por s mismo le llamamos ms perfecto que al que se busca por otra cosa,
y al que nunca se elige por causa de otra cosa, lo consideramos ms perfecto que a los que se eligen,
ya por s mismos, ya por otra cosa. Sencillamente, llamamos perfecto lo que siempre se elige por s
mismo y nunca por otra cosa.
Tal parece ser, sobre todo, la felicidad, pues la elegimos por ella misma y nunca por otra cosa,
mientras que los honores, el placer, la inteligencia y toda virtud, los deseamos en verdad, por s
mismos (puesto que desearamos todas estas cosas, aunque ninguna ventaja resultara de ellas), pero
tambin los deseamos a causa de la felicidad, pues pensamos que gracias a ellos seremos felices. En
cambio, nadie busca la felicidad por estas cosas, si en general por ninguna otra. Parece que tambin
ocurre lo mismo con la autarqua, pues el bien perfecto parece ser suficiente. (..) Consideramos
suficiente lo que por s solo hace deseable la vida y no necesita nada, y creemos que tal es la
felicidad. Es manifiesto, pues, que la felicidad es algo perfecto y suficiente.
Decir que la felicidad es lo mejor parece ser algo unnimemente reconocido, pero, con todo, es
deseable exponer an con ms claridad lo que es. Acaso se conseguira esto, si se lograra captar la
funcin del hombre. En efecto, como en el caso de un flautista, de un escultor y de todo artesano, y
en general de los que realizan alguna funcin o actividad parece que lo bueno y el bien estn en la
funcin, as tambin ocurre, sin duda, en el caso del hombre, si hay alguna funcin que le es propia.
Acaso existen funciones y actividades propias del carpintero, del zapatero, pero ninguna del
hombre, sino que ste es por naturaleza inactivo? O no es mejor admitir que as como parece que
hay alguna funcin propia del ojo y de la mano y del pie, y en general de cada uno de los miembros,
as tambin pertenecera al hombre alguna funcin aparte de stas? Y cul, precisamente, ser esta
funcin? El vivir, en efecto, parece tambin comn a las plantas, y aqu buscamos lo propio. Debemos
pues, dejar de lado la vida de nutricin y crecimiento. Seguira despus la sensitiva, pero parece que
tambin sta es comn al caballo, al buey y a todos los animales. Resta, pues, cierta actividad propia
del ente que tiene razn.
[...]
Si, entonces, la funcin propia del hombre es una actividad del alma segn la razn, o que implica la
razn, y si, por otra parte decimos que esta funcin es especficamente propia del hombre y del
hombre bueno, como el tocar la ctara es propio de un citarista y de un buen citarista, y as en todo
aadindose a la obra la excelencia queda la virtud (pues es propio del citarista tocar la ctara y del
buen citarista tocarla bien), siendo as, decimos que la funcin del hombre es una cierta vida, y sta
es una actividad del alma y unas acciones razonables, y la del hombre bueno estas mismas cosas bien
y hermosamente, y cada uno se realiza bien segn su propia virtud; y si esto es as, resulta que el
bien del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud, y si las virtudes son varias,
de acuerdo con la mejor y ms perfecta, y adems en una vida entera.
Aristteles. tica Nicomquea, Libro I.
Primeramente, entonces, hemos de observar que est en la naturaleza de tales cosas el destruirse
por defecto o por exceso, como lo observamos en el caso de la robustez y la salud; as, el exceso y la
falta de ejercicio destruyen la robustez: igualmente, cuando comemos o bebemos en exceso, o
insuficientemente, daamos la salud, mientras que si la cantidad es proporcionada la produce,
aumenta y conserva. As tambin con la moderacin, virilidad y dems virtudes: pues el que huye de
todo y tiene miedo y no resiste nada se vuelve cobarde; el que no teme absolutamente a nada y se
lanza a todos los peligros, temerario; asimismo, el que disfruta de todos los placeres y no se abstiene
de ninguno, se hace licencioso, y el que los evita todos, una persona insensible. As pues, la
moderacin y la virilidad se destruyen por el exceso y por el defecto, pero se conservan por el
trmino medio.
[...]
En todo lo continuo y divisible es posible tomar una cantidad mayor, o menor, o igual, y esto, o bien
con relacin a la cosa misma, o a nosotros; y lo igual es un trmino medio entre el exceso y el
defecto. Llamo trmino medio de una cosa al que dista lo mismo de ambos extremos, y ste es uno y
el mismo para todos; y en relacin con nosotros, al que ni excede ni se queda corto, y ste no es ni
uno ni el mismo para todos. Por ejemplo, si diez es mucho y dos es poco, se toma el seis como
trmino medio en cuanto a la cosa, pues excede y es excedido en una cantidad igual, y en esto
consiste el medio segn la proporcin aritmtica. Pero el medio relativo a nosotros, no ha de tomarse
de la misma manera, pues si para uno es mucho comer diez minas de alimentos, y poco comer dos, el
entrenador no prescribir seis minas, pues probablemente esa cantidad ser mucho o poco para el
que ha de tomarla: para Miln, poco; para el que se inicia en los ejercicios corporales, mucho. As
pues, todo conocedor evita el exceso y el defecto, y busca el trmino medio y lo prefiere; pero no el
trmino medio de la cosa, sino el relativo a nosotros.
Entonces, si toda ciencia cumple bien su funcin mirando al trmino medio y dirigiendo hacia ste
sus obras (...); y si, por otra parte, la virtud es ms exacta y mejor que todo arte, tendr que tender
al trmino medio. Estoy hablando de la virtud tica, pues sta se refiere a las pasiones y acciones, y
en ellas hay exceso, defecto y trmino medio. Por ejemplo, cuando tenemos las pasiones de temor,
osada, apetencia, ira, compasin, y placer y dolor en general, caben el ms y el menos, y ninguno
de los dos est bien; pero si tenemos estas pasiones cuando es debido y por aquellas cosas y hacia
aquellas personas debidas, y por el motivo y de la manera que se debe, entonces hay un trmino
medio y excelente; y en ello radica, precisamente la virtud.
Aristteles. tica Nicomquea, Libro II.