El documento compara la misericordia y el pecado. Explica que la misericordia de Dios requiere que reconozcamos nuestros pecados para que Él pueda perdonarlos. Aunque la misericordia de Dios no tiene límites, quienes se niegan deliberadamente a recibir su perdón mediante el arrepentimiento rechazan la salvación. Por otro lado, el pecado es una ofensa contra Dios y el prójimo que destruye la caridad en el corazón cuando es mortal o la hiere cuando es venial.
El documento compara la misericordia y el pecado. Explica que la misericordia de Dios requiere que reconozcamos nuestros pecados para que Él pueda perdonarlos. Aunque la misericordia de Dios no tiene límites, quienes se niegan deliberadamente a recibir su perdón mediante el arrepentimiento rechazan la salvación. Por otro lado, el pecado es una ofensa contra Dios y el prójimo que destruye la caridad en el corazón cuando es mortal o la hiere cuando es venial.
El documento compara la misericordia y el pecado. Explica que la misericordia de Dios requiere que reconozcamos nuestros pecados para que Él pueda perdonarlos. Aunque la misericordia de Dios no tiene límites, quienes se niegan deliberadamente a recibir su perdón mediante el arrepentimiento rechazan la salvación. Por otro lado, el pecado es una ofensa contra Dios y el prójimo que destruye la caridad en el corazón cuando es mortal o la hiere cuando es venial.
El documento compara la misericordia y el pecado. Explica que la misericordia de Dios requiere que reconozcamos nuestros pecados para que Él pueda perdonarlos. Aunque la misericordia de Dios no tiene límites, quienes se niegan deliberadamente a recibir su perdón mediante el arrepentimiento rechazan la salvación. Por otro lado, el pecado es una ofensa contra Dios y el prójimo que destruye la caridad en el corazón cuando es mortal o la hiere cuando es venial.
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Cuadro comparativo: - El pecado
LA MISERICORDIA
EL PECADO
"Dios nos ha creado sin nosotros, pero no
ha querido salvarnos sin nosotros" (S. Agustn, serm. 169,11,13). La acogida de su misericordia exige de nosotros la confesin de nuestras faltas. "Si decimos: `no tenemos pecado', nos engaamos y la verdad no est en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es l para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia" (1 Jn 1,8-9). En la Pasin, la misericordia de Cristo vence al pecado. En ella, es donde ste manifiesta mejor su violencia y su multiplicidad: incredulidad, rechazo y burlas por parte de los jefes y del pueblo, debilidad de Pilato y crueldad de los soldados, traicin de Judas tan dura a Jess, negaciones de Pedro y abandono de los discpulos. Sin embargo, en la hora misma de las tinieblas y del prncipe de este mundo (cf Jn 14,30), el sacrificio de Cristo se convierte secretamente en la fuente de la que brotar inagotable el perdn de nuestros pecados. "Todo pecado y blasfemia ser perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espritu no ser perdonada" (Mc 3,29; Lc 12,10). No hay lmites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdn de sus pecados y la salvacin ofrecida por el Espritu Santo (cf DeV 46).
El pecado es una falta contra la razn, la
verdad, la conciencia recta; es un faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prjimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. El pecado es una ofensa a Dios: "Contra ti, contra ti solo he pecado, lo malo a tus ojos comet" (Sal 51,6) La variedad de pecados es grande. La Escritura contiene varias listas. La carta a los Glatas opone las obras de la carne al fruto del Espritu: "Las obras de la carne son conocidas: fornicacin, impureza, libertinaje, idolatra, hechicera, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgas y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarn el Reino de Dios"
El pecado mortal destruye la caridad en el
corazn del hombre por una infraccin grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin ltimo y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior. El pecado venial deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere.