Problemas Del Urbanismo Moderno.
Problemas Del Urbanismo Moderno.
Problemas Del Urbanismo Moderno.
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MADRID
1967
PROBLEMAS
DEL
URBANISMO
MODERNO
(Conierencias del Curso 1965-66)
Recoge este volumen las Conferencias dadas en el AuZa Magna del Instituto de Estudios de Administracin Local durante el
ao acadmico 1965-66 Y que constituyeron el complemento del
1 Curso general de Informacin de Urbanismo, especialmente dedicado a los Secretarios de las Corporaciones locales.
El alcance del Curso y la insercin de ste en la tarea urbanstica de tipo doctrinal desarrollada por el Instituto a lo largo
d~ varios a08~ aparecen glosados en las palabras del Director
que sirvieron de colofn a las Conferencias y que cierran el pro1)1.0 volumen.
MANUEL DE TERAN
Catedrtico de la Universidad de Madrid.
l. Oomplejidad y mbito del tema.-II. Variedad de aspectos.III. La Geografa y el espacio como sntesis.-IV. El criterio demogrfico y el laboral.-V. Los diversos factores. Oar,acterizacin de lo urbano.-VI. La interdependencia de lo urbano y lo rural en la regin
urbana.
SUMARIO:
I.
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MANUEL DE TERAN
De aqu se deduce, como necesario corolario, la variedad e incluso disparidad existente entre las muchas definiciones que, de
una a otra de las ciencias del hombre e incluso dentro del recinto
de una sola de ellas, podemos espigar. Unas veces se trata de
una mera frase o hallazgo expresivo; otras de una verdadera
teora penetrante en profundidad y ambiciosa por la abertura del
horizonte visualizado, pero rara vez satisfactoria como sntesis
integradora de evidencias y descubrimientos parciales.
La dificultad se acrecienta cuando se pretende inclu.ir en una
misma frmula realidades tan diferentes como la ciudad preindustrial-comenzando por sus orgenes en la revolucir: neoltica
y siguiendo con la ciudad antigua, medieval y del barroco-, y la
moderna ciudad surgida de la revolucin industrial; cuando se
pretende extender la misma definicin a la ciudad europea que
a la ciudad americana, asitica o africana. Los errores y parcialidad de muchas definiciones en uso, proceden precisamente de la
pretensin de hacer entrar en su compo'sicin elementos que slo
convienen a la ciudad de nuestros das, europea o americana, desarrollada a partir de la revolucin industrial, como si la ciudad
fuera una realidad absoluta, ajena a las circunstancias cambiantes de tiempo, lugar, estilo y grado de civilizacin.
Esta pretensin, sin embargo, puede estar justificada si lo que
se busca y proyecta es el destilar y abstraer de la rica y compleja materia urbana aquellas, muy pocas, caractersticas de bases comunes y constantes a las que sin violencia puede ser reducida.
Todo lo que se intente o realice en esta direccin, con el fin de
lograr una frmula feliz que d razn del significado esencial del
fenmeno estudiado, no ser vana especulacin, sino esfuerzo encaminado a dar respuesta a una legtima aspiracin de saber. Pues
este saber, el de lo que la ciudad ha sido en el tiempo y de las
formas de su ser actual en el espacio, de sus mutaciones histricas, de las experiencias realizadas para satisfacer el deseo y necesidad de los hombres de vivir reunidos sobre una parcela de la
superficie terrestre y la indagacin de lo que se repite como invariable en su realizacin, es una informacin precisa e imprescindible en un momento, el que vivimos, de crisis de la ciudad, de
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VARIEDAD DE ASPECTOS
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Una definicin de la ciudad, si se pretende dar solucin y respuesta al haz de problemas que en ella convergen, ha de ser una
sntesis integradora de las averiguaciones y evidencias logradas
en las distintas disciplinas que han acometido su investigacin.
Entre estas disciplinas, la Geografa se nos aparece como singularmente adecuada por sus peculiares caracteres de mtodo y
concepto para actuar de coordinadora y para elaborar la sntesis
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mtica. La composicin de la atmsfera tiene sus caracteres propios, cargada de gases procedentes de combustiones imperfectas
de distinto origen y de corpsculos slidos. La iluminacin artificial, por ltimo, vence o atena el espesor de las sombras nocturnas, prolonga las posibilidades de utilizacin de la calle en
los das invernales y hace palidecer el brillo de las estrellas.
Aun situadas en esta situacin lmite y contando para el futuro
con los recursos de una tcnica que permitir en grado creciente
la liberacin con respecto a las servidumbres impuestas por los
factores fsicos, la accin de stos no debe ser eliminada o infraestimada y un riguroso conocimiento de ellos ha de ser condicin
previa e indispensable en todo planeamiento urbano. Pero la ciudad no es fenmeno geogrfico por el acatamiento de estas servidumbres, sino por la rectificacin y superacin de las coacciones
y resistencias por ellas ofrecidas y cuyo resultado es una nueva
forma de paisaje terrestre, un nuevo y originalsimo rasgo fisionmico aadido por el hombre a la naturaleza originaria.
De otra parte, el fenmeno urbano no limita el campo de su
operacin a la parcela espacial concreta ocupada por sus edificaciones. Su accin inspiradora y ordenadora se extiende a un horizonte de amplitud comarcal, regional, nacional e, incluso, internacional, pues la ciudad, rgano de inventiva y creacin en el mbito
de la vida material y espiritual, de promocin y coordinacin de
actividades econmicas, de relaciones comunitarias y vida cultural, es el instrumento ms eficaz de organizacin y humanizacin
del espacio.
Pero siempre sin olvidar que al hacer estas consideraciones
nos estamos refiriendo a una situacin histrica, cultural y geogrfica que dista mucho de ser generalizable para nuestro planeta entero y que, por consiguiente, no son en su totalidad vlidas o lo son en fonnas atenuadas y diferenciadas, fuera del mbito de aquella circunstancia.
IV.
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V.
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ampla sus contornos y promueve como dependencia suya el nacimiento y desarrollo de colonias residenciales y ciudades satlites; transforma en barrios urbanos perifricos las aldeas pertenecientes a su alfoz rural; inserta dentro de stas nuevas plantas
industriales. Es una forma nueva de urbanizacin del campo y de
campo urbanizado, con formacin de lo que los autores americanos llaman la rural-urban fringe y el tipo de habitat rural non
farm.
Pero aun aS, los dos criterios cuantitativos, absoluto y relativo, siguen teniendo valor para la caracterizacin de la ciudad,
pues la densidad, aunque descienda muy considerablemente como
hemos visto en el caso de Londres, es an elevada y lo sera an
ms si el divisor fuera la extensin tierra cultivada. Pero el criterio que sigue actuando con todo su rigor es el de la forma de utilizacin del suelo, aunque sta cambie tambin en la aureola suburbana. En ella los espacios verdes no son tierra agrcola, sino
praderas y jardines para la satisfaccin de las necesidades de
aire, luz, sol y vegetacin de la nueva civilizacin urbana y los
islotes residuales de campo cultivado que perduran entre las mallas son ya suelo urbano acumulador de plusvala, que slo una
produccin intensiva de alto valor puede defender de la urbanizacin.
En una definicin geogrfica de la ciudad conservaremos, pues,
los caracteres de aglomeracin permanente, suficientemente grande y densa, pero concederemos mayor valor al factor cualitativo
de la forma de utilizacin del suelo.
Supuesta la permanencia, ciudad es, en conclusin, una agrupacin ms o menos gramde de hom,bres sobre un espacio relativamente pequeo que ocupan densamente, que utilizan y organizan
para habitar y hacer su vida, de acuerdo con su estructura social
y su actividad econmica y cultural.
VI.
LA INTERDEPENDENCIA DE LO URBANO
Y LO RURAL EN LA REGlaN URBANA
SUMARIO: 1. DESARROLLO y DESARROLLO REGIONAL: 1. Costes privados: 1.1. Costes que afectan la rentabilidad de la empresa. 1.2. Costes no cifrables.
2. Costes colectivos: 2.1. Costes colectivos cifrables. 1. Costes financieros.
2. Costes econmicos. 2.2. Costes colectivos no cifrables.-II. EL DESARROLLO REGIONAL EN EL MUNDO: 1. Noruega. 2. Inglaterra. 3. Italia.
4. Polonia. 5. Blgica. 6. Francia. 7. Organismos internacionales.-III. EL
DESARROLLO REGIONAL EN ESP~A: 1. El desarrollo regional, objetivo y
directriz del Plan. 2. Instrumentacin del mismo. 3. Perspectivas futuras.
4. Ejes de desarrollo. 5. Desarrollo regional rural.
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I.
A la hora de definir un trmino se suele acudir a los diccionarios, aunque suele uno llevarse bastantes sorpresas y chascos y acabar sin definicin verdadera.
Nosotros esta vez no hemos cado en la tentacin. Porque
seguramente desarrollo ser definido como el crecimiento
de un cuerpo organizado y crecimiento, a su vez, como el desarrollo progresivo de los seres vivos o cosa parecida. En fin, el
juego de los sinnimos, a los que podemos aadir otras palabras parecidas: expansin, progreso, evolucin, movimiento, etctera, etc.
Pero como lo que nos interesa es llegar a precisar lo que se
entiende por desarrollo regional, no nos vamos a perder en disquisiciones y nos va a bastar referirnos a crecimiento y a
desarrollo.
Est, desde luego, claro y evidente que ambos trminos estn
tomados de la biologa, pero que al apellidarlos econmico
se introduce una cierta diferenciacin entre ellos: el crecimiento econmico aparece como un hecho; el desarrollo econmico,
como una voluntad.
La cita ms antigua que hemos logrado ver hasta ahora
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-probablemente ustedes podrn rectificarnos-relativa al trmino desarrollo econmico es de 1909, en que el Parlamento britnico aprob una Ley, creando una Comisin para el Desarrollo
Econmico-Commission lor Economic De'l}elopment-. Despus, ya ms recientemente, se pasara a hablar de pases y regiones subdesarrollados.
En nuestro pas probablemente fueron los Estudios Hispnicos de Desarrollo Econmico, realizados alrededor de 1957, de
los primeros trabajos en emplear el trmino, por ms que luego
en cada fascculo se pasaban al otro bando: La agricultura
y el crecimiento econmico, La produccin forestal-permitidme que me acuerde de que soy ingeniero de Montes-y el crecimiento econmico, etc., etc.
Haciendo investigacin anloga respecto al trmino desarrollo regional, nos lo encontramos como objeto de los debates
del Congreso Anual de Economistas de Lengua Francesa, celebrado en la Universidad de Pars los das 25 y 26 de mayo de 1959.
El texto de los trabajos se editara el mismo ao de 1959 bajo
el ttulo Problemes du dveloppement rgional. Y cuatro aos
antes, en 1955, tuvo lugar en el Bedlor-d College la que se llam
1 Conferencia Mundial del Desarrollo Regional.
y en nuestro pas no nos atrevemos a asegurar que nuestro trabajo Realidad y perspectiva de la planificacin regional
en Espaa-publicado en la Revista de Estudios Agrosooiales
en el ltimo trimestre de 1960, nmeros 31 y 32, y luego como
publicacin independiente con prlogo del profesor Lpez Rodfuera el primero en utilizar el trmino desarrollo regional, pero
s de los primeros. Decamos en l que el desarrollo regional
-cuya actualidad y justificacin subraybamos-estaba en aquel
momento en fase de formacin y plena vigencia. Los hechos lo
han corroborado: hoy todo el mundo habla ya de desarrollo regional.
Pero qu es el desarrollo regional? Porque hora es ya de
que lo digamos.
Precisamente hace poco ms de un mes acabamos de recibir el Informe final del Ciclo de Estudio Europeo sobre los Aspectos Sociales del Desarrollo Regiona1, al que tuviramos el
honor de asistir en Toulouse, Francia, del 2 al 11 de septiembre
del ao 1964, en cuya introduccin general puede leerse lo si-
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la vida poltica, social, humana, en suma, y los factores estrictamente econmicos son slo parte-y no la ms importante ni
decisiva-del acontecer nacional.
Tal consecuencia fundamental no es otra que la falta de una
verdadera mtegracin y cohesin econmico-social de toda la Nacin. Su grado de homogeneidad y de equilibrio es, evidentemente,
deficiente y debe ser corregido por medios adecuados. Y tngase
en cuenta que no nos referimos al mero equilibrio geogrfico de
la produccin y del empleo que por algunos se considera como el
desideratum del desarrollo regional. Y mucho menos a una
igualizacin o parificacin absurda o incongruente.
Lo que tratamos de poner de manifiesto es que el atraso, el
subdesarrollo, el insuficiente desarrollo, actan claramente como
factor de desintegracin de las economas nacionales, con todas
las graves consecuencias de todo orden que de ello suelen provenir y derivarse.
Realmente esta consecuencia fundamental de la falta de una
aceptable integracin nacional es el resumen y el compendio de
una serie muy diversa y compleja de consecuencias muy costosas, no slo para la regin, sino para el pas entero: efectos financieros (pblicos y privados), anemia de las regiones despobladas, coste econmico (reduccin del producto nacional por defectuosa localizacin y dbil productividad) y costes nacionales
(individuales y colectivos, directos e indirectos).
Tales consecuencias vamos a tratar de esquematizarlas, en
trminos de costes, de la siguiente manera:
1.
CoSTES PRIVADOS.
1.1.
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1.2.
Costes no cifrables.
Consideramos aqu los costes de las empresas por el
hecho de su localizacin en zonas congestionadas o subdesarrolladas y que no pueden ser cifrados. Es todo un
conjunto de circunstancias desfavorables en uno u otro
caso, de ambiente y de clima que no facilita, sino que dificulta su desarrollo. Pinsese, por ejemplo, en el mayor
coste de las reparaciones y aprovisionamientos por la
inexistencia en una regin subdesarrollada de los talleres
auxiliares apropiados.
2.
CoSTES COLECTIVOS.
2.1.
Costes financieros.
2.
Costes econmicos.
2.2.
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convenientes y degradaciones de la vida material, cultural y moral de los individuos y de las familias se derivan lo mismo de la superpoblacin (suburbios, etc.) que
de la pobreza (viviendas rurales mseras, etc.).
El potencial humano puede por todo ello disminuir
cuantitativamente-y, desde luego, cualitativamente-, lo
que a ms o menos largo plazo habr de pesar gravemente
sobre el desarrollo econmico de todo el pas.
Entre tales costos, que podemos llamar sociales, citaremos los siguientes:
-
La realidad es que todos estos y otros parecidos aspectos de la cuestin estn sin estudiar y conocer, aunque
ofrecen un ancho campo a nuestros economistas y socilogos.
Ello constituye una laguna sumamente grave para
toda una verdadera poltica de desarrollo, lo mismo a
escala regional que nacional.
Pero, desde el punto de vista especficamente regional, es un obstculo fundamental, ya que no permite plantear la opcin clara y tajante en favor de una poltica
consciente y acertada de desarrollo regional sobre la base
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La asiduidad con la que, desde hace ya algunos aos, venimos siguiendo el tema del desarrollo regional, con asistencia a
diversas conferencias internacionales, visita a experiencias concretas en Francia, Italia, Alemania, etc., nos ha permitido poseer una abundante documentacin y unos conocimientos prcticos concretos sobre la cuestin, de todos los cuales slo podremos darles a ustedes una pequea muestra, en el mbito reducido de una conferencia.
Trataremos, sin embargo, de darles unas breves pinceladas
de cmo se ha abordado el tema del desarrollo regional en N 0ruega, Inglaterra, Italia, Polonia, Blgica y Francia, as como las
aportaciones de la F. A. O., de la O. C. D. E. Y de la Comunidad
Econmica Europea al respecto, pero podramos hablarles igualmente sobre EE. DU., Repblica Federal Alemana, Japn, Yugoslavia, Turqua, Holanda, Rusia, Grecia, Portugal, etc., o de las
dimensiones intranacionales con las que se plantea la cuestin en
el Africa negra. Y no lo hacemos por afn de erudicin, sino como
muestra de cun divulgado est hoy el desarrollo regional en todo
el mundo.
Pero antes queremos subrayar cmo la poltica de desarro-
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110 regional es ms y ms necesaria tanto ms cuanto ms desarrollado es un pas. La cosa es clara: por una parte, las diferencias resultan ms irritantes, y por otra existen mayores posibilidades de recursos para utilizarlos en un desarrollo regional
consciente.
Esta es nuestra esperanza-casi, casi nuestra seguridad-de
que el tema del desarrollo regional no slo no podr estar ausente en nuestro pas, sino que cada vez habr de tener mayor importancia en el mismo. Porque si el Plan Nacional de Desarrollo
Econmico y Social va logrando de verdad sus objetivos, entre
ellos los recursos de todas clases, mayor ser la posibilidad de
poder plantear el desarrollo regional, plenamente integrado en el
desarrollo nacional.
Pero pasemos ya a la breve revista que vamos a hacer del
desarrollo regional en el mundo.
1.
NORUEGA.
Desde 1900 Noruega ha conocido grandes desplazamientos internos de su poblacin e importantes cambios en la estructura de
su economa, factores ambos que despus de la postguerra mundial ltima han sido muy importantes para el desarrollo del pas.
Pero tambin han creado problemas importantes, que la poltica
de desarrollo regional trata de corregir.
En los ltimos quince aos se han puesto en marcha una serie de medidas especiales. As, desde 1947 vienen realizndose
varios proyectos de desarrollo para favorecer el progreso econmico de las zonas menos desarrolladas. En 1952 se cre el Fondo de Desarrollo de la Noruega del Norte. Otras etapas importantes de la poltica noruega de desarrollo regional han sido el
Plan Troendelang y la creacin del Fondo de Desarrollo contra
el Paro en 1956.
Tales proyectos tuvieron una realizacin favorable en su conjunto, y por ello en 1960 fue creado el Fondo para el Desarrollo
Regional, que entr en vigor en mayo de 1961.
Este Fondo, que absorbi los anteriormente existentes contra
el paro para la Noruega del Norte, tiene por objetivo asegurar un mayor empleo, estable y rentable, en las regiones donde
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INGLATERRA.
Ya hicimos alusin al principio de cmo en 1909 el Parlamento britnico cre la Commission lor Economic Development, pero realmente los principales esfuerzos en pro del desarrollo regional en la Gran Bretaa comienzan a partir de la
gran depresin econmica de 1930, que tuvo repercusiones en el
paro obrero, manifestado en diversas regiones industriales, por
lo que se comenz a estudiar, oficial y privadamente, las llamadas reas deprimidas (Depressed Areas). En 1934 se promulga la Special Areas (Development and Improvement) Act para
las zonas especialmente afectadas por la depresin industrial,
pero en ellas se trata, sobre todo, de los problemas de localizacin industrial.
Entre 1945 y 1958 se promulga una legislacin especfica
sobre la distribucin de la industria, sustituyendo las Areas Especiales por las Areas de Desarrollo (Developm-ent Areas), con
terminologa ya propiamente regional.
En 1960 se aprueba una Ley sobre el empleo local (Employment Act), creando los Distritos de Desarrollo, definidos como
toda localidad de Gran Bretaa donde-en opinin del Ministerio de Industria y Comercio-el paro es elevado o previsto y persistir segn toda probabilidad. Posteriormente se concederan
diversos estmulos de orden financiero (1963).
39
En 1964 se hace pblico un libro blanco del Gobierno conservador sobre un fabuloso proyecto de desarrollo del Sureste de
Inglaterra, considerado como el mayor esfuerzo de planificacin
emprendido por un pas occidental y que proporcionara viviendas y empleos para tres millones y medio de personas, creando
tres nuevos e importantes centros urbanos, no ciudades satlites
de Londres: Southampton, Bletchley y Newbury, aparte, naturalmente, de ampliar las ciudades existentes en toda la regin,
cuyos planes de urbanismo se revisaran debidamente. Tales ciudades de nueva creacin seran verdaderos polos de atraccin
para los industriales y comerciantes. El proyecto incluye, por
otra parte, las necesarias obras de infraestructura.
Finalmente, el 25 de febrero de 1965, fueron constituidos
un cierto nmero de Consejos Regionales de Planificacin Econmica, designados por el Gobierno, pero cuyos miembros no son
funcionarios del Estado, Consejos que trabajan con las Direcciones Regionales de Planificacin Econmica (Regional Economic
Planning Boards), compuestas de funcionarios del Estado.
3.
ITALIA.
40
Ca-88a per il Mezzogiorno-Caja del Medioda-, que es un organismo pblico creado por el Parlamento italiano por Ley de 10
de agosto de 1950 con el objetivo de atenuar el profundo y secular desequilibrio econmico entre la Italia del Norte y la Italia
del Sur.
Para ello la Cassa per il M ezzogiorno fue encargada de la
re?Jizacin de un plan escalonado para diez aos, actuando sobre
diferentes sectores econmicos y disponiendo de un billn de
liras.
Posterionnente leyes sucesivas han prolongado la existencia
de la Ca8sa, y extendido su actividad a otros sectores, y aumentado su presupuesto hasta 2,65 billones de liras para un perodo
de quince aos, terminado en el de 1965, pero que ha sido igualmente prorrogado recientemente.
La actuacin de este organismo se caracteriza por su intervencin, a la vez extraordinaria y especfica, mediante un Plan
orgnico-regados, reforma agraria, transportes, turismo, etc.tendente a lograr el progreso econmico y social de la Italia meridional.
Nos es imposible resumirles a ustedes las impresionantes
realizaciones de este organismo, sobre cuyos quince aos de actuacin hay publicados varios gruesos volmenes. Por eHo slo
les diremos que su mayor porcentaje de inversiones se orient
hacia la agricultura y hacia la creacin de importantes obras de
infraestructura, dejando en principio las inversiones de rentabilidad ms inmediata a la iniciativa privada. Precisamente ste ha
sido uno de los puntos que ms se le criticaron de su actuacin,
y concretamente la falta de especficas actividades industriales.
Sin embargo, hasta el ao 1957, la intervencin de la Cassa
en la promocin industrial tambin tuvo lugar, si bien por medios
indirectos, crditos a bajo inters y a travs de un sistema de
instituciones especiales de crdito creadas a tal fin (lsveimer;
lrfis, Cis) y de exenciones fiscales, as como igualmente como distribuidor de prstamos concedidos por organismos inte:rnacionales, pblicos (B. l. R. D. Y el Ex lm-Bank) o privados (Banca
Morgan).
Pero a partir de 1957 se tom conciencia de la necesidad
de concentrar las inversiones de tipo industrial en ncleos de desarrollo dotados de economas externas y capaces por si mismos
EN ESPAA
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4.
POLONIA.
Polonia est dividida, desde el punto de vista administrativo, en voievodies, que son consideradas como regiones econmicas y administrativas fundamentales del pas. Existen 17 voievodies y cinco ciudades autnomas. Las voievodies se divid.en en distritos (poviats) y estos ltimos en Ayuntamientos o
lVlunicipios.
La planificacin regional est subordinada a la competenc:a de los Consejos populares de voievodies, que estn encargados de los siguientes dominios de la economa en su regin:
casi toda la agricultura, toda la pequea industria y el artesanado, el comercio interior, la economa municipal y las viviendas,
las carreteras y los transportes locales, las escuelas primarias,
secundarias y profesionales, los servicios de sanidad y de asistencia social, as como las cuestiones culturales y otras. Los presupuestos de los Consejos populares, en conjunto, vienen a ser
del 30 por 100 del presupuesto total del Estado. Sus actividades
se desarrollan dentro de un Plan perspectivo de conjunto para
el pas, para un perodo de veinte aos, y los Planes a largo
plazo de cinco aos y los programas anuales.
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Los Planes regionales de todas las voieoodies son elaborados simultneamente, as como tambin los Planes regionales de
las macrorregiones. En los Planes regionales de las voievodies
y de las macrorregiones dominan los problemas sociales y econmicos de conjunto, mientras que en los Planes regionales detallados que se elaboran para cada parte de voievodie; predominan los problemas especficamente tcnicos.
Se hace especial hincapi en la distribucin geogrfica de
las inversiones, en la limitacin de las grandes concentraciones
urbanas e industriales, en las importantes funciones de las pequeas ciudades en la economa moderna, en la limitacin de las migraciones excesivas de los pueblos hacia las ciudades y en los
estudios regionales.
5.
BLGICA.
Blgica ha comenzado su legislacin sobre desarrollo regional a partir de la Ley de 18 de julio de 1959, instauradora de
medidas especiales con vistas a combatir las dificultades econmicas y sociales de ciertas regiones.
En virtud de dicha Ley-llamada Ley Regional-la ayuda del
Estado se otorga especialmente a aquellas empresas que se establezcan precisamente en las regiones que el Gobierno entiende se
deben favorecer de manera especial. Las ayudas pueden tener
la forma de bonificaciones de intereses, garanta por parte del
Estado, subvenciones en capital, exoneraciones fiscales e incluso
la construccin y la compra de edificios industriales.
Para ello el legislador fija los criterios para elegir las regiones citadas, que se llaman regiones de desarrollo, existiendo
en nmero de 15, pequeas regiones naturalmente.
Existe un Comit ministerial de coordinacin econmica y
social, instituido en el seno del Consejo de Ministros y que preside el propio Primer Ministro. Dicho Comit comprende diversos
Comits restringidos, entre ellos un Comit de Expansin Econmica y de Poltica Regional. Por su parte, corresponde a la
Oficina de Programacin Econmica la elaboracin de los estudios previos y tambin de los programas regionales de desarrollo,
dentro siempre de las perspectivas y orientaciones dadas por el
Programa Nacional de Expansin.
43
~n
6.
FRANCIA.
44
frangais.
Del primer perodo no podemos olvidar tampoco la creacin
de diversos Comits de expansin privados, que empiezan a ocuparse con ardor de los problemas locales, departamentales y regionales.
Durante el segundo perodo se pretende, por una parte, favorecer la reconversin de empresas inadaptadas y, por otra, asegurar la revalorizacin-mise en valeur-de las regiones subdesarrolladas.
Para ello se decreta la autorizacin previa para las industrias, se elaboran los programas de accin regional, se generalizan
los Comits Regionales de Expansin Econmica-agrupados en
el Conseil N ational des Economies Rgionales-, se crean las Sociedades de Desarrollo Regional, las de Estudios Fin~ncieros y
las llamadas d'quipement, as como la potente S. C. E. T. (80cit Centrale d'quiJpement du Territoire), cuyas actividades tuvimos la suerte de conocer sobre el terreno en 1962, ao en el que
tambin visitamos las realizaciones de la Compagnie N ationale
d'Amnagement du Bas-Rhone et Languedoc y otras anlogas.
T'ambin se crea el Fondo de Desarrollo Econmico y Social
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46
7.
ORGANISMOS INTERNACIONALES.
47
lIT.
48
to de planificacin regional del mundo parecen ser las Confederaciones Hidrogrficas espaolas creadas en 1926, idea que hemos
mantenido sin contradictores en diversas conferencias y publicaciones internacionales.
2. a
En 1939-fecha de comienzo de la 11 guerra mundial-termina en Espaa la guerra civil, inicindose una poca de paz,
tranquilidad, reconstruccin y renovacin. Por ello en esta dcada
son creados nuevos organismos e instrumentos que participarn
activamente en fundamentar unas slidas bases para la economa espaola, acudiendo muy especialmente a remediar situaciones de penuria y abandono de ciertas zonas y regiones. Pero,
sobre todo, en 1946 surgen los Planes Provinciales de Ordenacin
Econmico-Social.
En efecto, por Decreto de 21 de enero de 1946 se cre la Secretara General para la Ordenacin Econmico-Social. La Secretara fue as encargada, por medio de las Juntas Provinciales
de Ordenacin, de confeccionar unos Planes donde fundamentalmente se estudiaran las necesidades y posibilidades de las Provincias, realizando una labor verdaderamente estimable a pesar
de la escasez de medios. Ms de un millar de personas, entre
49
3. a
DO
l.a
51
Banco Mundial, se origin una interesante polmica sobre el desarrollo regional, que puso el tema nuevamente de actualidad, por
concitar las legtimas aspiraciones de la mayor parte de las Provincias espaolas, naturalmente.
La cuestin quedaba planteada entre estos dos extremos: desarrollo regional a ultranza y desarrollo regional con criterios
absolutos de economicidad. La solucin acertada de un desarrollo
regional selectivo y autntico se puso bien pronto de manifiesto.
Pareca, pues, absolutamente indispensable la presencia de una poltica acertada de desarrollo regional en el primer Plan Nacional
de Desarrollo Econmico espaol que tuviera como criterio fundamental que su coste fuera inferior al conjunto de l08 costes privados y sociales derivados de los desequilibrios y disparidades entre las diversas regiones del pas. Pero pasemos a ver los planteamientos concretos ofrecidos por el Plan de Desarrollo.
1.
El desarrollo regional se anuncia ya inmediatamente despus de las consideraciones preliminares del texto del Plan, al
considerar el mbito y esquema de ste diciendo expresamente
que la especial situacin de las zonas insuficientemente desarrolladas del pas es afrontada mediante una adecuada poltica de
desarrollo regional que asegure la participacin equilibrada de
todas las regiones en el bienestar econmico y socia!.
Posteriormente, al tratar de los objetivos del desarrollo y
de las directrices de la poltica de desarrollo, se vuelve a tratar del tema. Se indica como un objetivo especfico del Plan favorecer el desenvolvimiento de las diversas zonas geogrficas
para conseguir la participacin equilibrada de todas ellas en el
bienestar econmico y socia!.
E inmediatamente puntualiza los aspectos en que se concretar la que llama accin dirigida a reducir las diferencias
regionales de renta por habitante, que son cuatro:
1. o Crear polos de promocin y de desarrollo industrial.
2. o Asegurar la mejor utilizacin posible de los recursos
y fomentar las iniciativas locales.
52
2.
65
micas de baja renta por habitante: 1) el fomento de su industrializacin, 2) la mejora agraria y 3) la modernizacin de los
servicios.
No podemos entrar en el detalle de la aplicacin de tales medios, por lo que nos limitamos aqu a destacar:
1. o Que para el fomento de la industrializacin se crean
los polos de desarrollo, los polos de promocin y los polgonos
industriales.
2. o Que para la mejora agraria se llevan a cabo una serie
de actuaciones tales como la enseanza, la reforma de las estructuras agrarias, accin intensiva en la infraestructura, transformacin, industrializacin y comercializacin de los productos agrarios; una poltica de precios adecuada y una poltica de inversiones que contribuya a la capitalizacin de la agricultura.
3. Para la modernizacin y racionalizacin de los servicios se concede la necesaria prioridad a la elaboracin de proyectos y a la aplicacin de los crditos de inversin.
0
PERSPECTIVAS FUTURAS.
b4
EJES DE DESARROLLO.
integral e integrado del tema, para lo que hay que comenzar, por
otra parte, afinnando la inexistencia-o negando la existenciade una sola agricultura nacional.
La diversidad de nuestra agricultura-que lleva a una diferenciacin regional cuando menos-no es lo suficientemente subrayada, ni se cuenta con ella muchas veces en las medidas prcticas y concretas.
Por otra parte, y puesto que el desarrollo econmico depende de una verdadera pluralidad de factores estratgicos, no cabe
actuar en un solo sector, sino integradamente en todos los sectores y subsectores econmicos realmente esenciales para la zona,
Provincia o regin considerada.
Cierto es que la nueva ordenacin rural pretende una integracin de diversas actividades de todo tipo en una comarca determinada, pero la coexistencia obligada en una misma Provincia
con acciones de otro tipo en otras comarcas (regados, colonizacin, mejora ganadera, industrializacin forestal dentro de una
economa de montaa, etc.) y en las que la accin predominante
no sea la estrictamente agrcola, sino la forestal o la ganadera
-todas las cuales se resumen en una mejora agraria o, mejor
an, rural-, nos lleva a considerar la necesidad de plantear un
ms amplio desarrollo regional rural, que comprendera todas o
algunas de las diversas acciones anteriormente mencionadas.
La expresin desarrollo regional rural-que no hay que confundir con el amnagement rural} que es del que directamente
deriva nuestra ordenacin rura1-no es invencin nuestra, sino
consagrada ya por diversas y recientes reuniones de organismos
internacionales como la O. C. D. E. Y la F. A. O. Muy concretamente por la primera de ellas, que en octubre de 1963 consagr
en Pars una sesin de expertos dedicada al tema: Les prrogrammes de Dveloppement Rgional Rural avec rferrence spciale
attX zones agricoles critiques et notamment aux rgions montagneuses.
Creemos, en consecuencia, que sera muy de desear la estricta coordinacin a nivel regional, provincial o comarcal de las
diversas acciones agrarias (regados, colonizacin, concentracin
parcelaria, ordenacin rural, economa de montaa, etc.) emprendidas o a emprender dentro de un ms amplio desarrollo regio-
56
SUMARIO:
2. Estudio estructural-social. 3. Estudio de opiniones, actitudes e intereses. 4. Estudio de unidades de convivencia (Situacin eoolgica) de barriadas).-VII. Planteamiento de una planificacin local.-VIII. Resultados de la investigaci6n: l. Diagnosis. 2. Tratamiento. 3. Aspectos parciales y globales de la planificacin.
58
Total nacional
.. .
Capitales
Provincias sin capitales
(1)
.
.
.,.
1910
1920
1930
1940
1950
1960
7,17
10,94
6,40
6,95
17,25
4,72
10,61
24,88
7,24
9,821
24,16
5,87
8,11
21,79
3,69
8,71
21,79
3,83
59
1910
1920
1930
1940
1950
1960
o o,
'0'
...
.
o
12
4
2
14
6
19
18
9
2
1950
1960
22
16
30
21
35
23
3
60
JOS-MARIANO WPEZ-CEPERO y
JURADO
Ministerio de la Vivienda.
62
Vid.
64
Ipsum.
Posesin.
Tierra y suelo
Derecho de familia.
(9)
FERDINAND TONNIES:
Veamos hasta qu punto puede conciliarse el concepto comunitario con las partes de la gran ciudad.
El barrio o grupo tiene, ms que una voluntad esencial, un
consumo existencial que en el proceso histrico deviene en tal
voluntad esencial. Los vnculos de amistad y vecindario definen
como comunidad este hecho de intervivencia. Baste para ello
recordar los efectos, en este caso nefastos, de Street comer Society, citado por White.
El lpsum, la mismidad, queda perfectamente sealado en
su especificidad frente a los otros grupos humanos de la gran ciudad. La tradicin en sus fiestas, en su lenguaje, como poda verse en el famoso Sur'Vey of London, marcan la realidad operante
de un grupo definible y catalogable. Algo que es en s, con entidad problemtica siempre, pero acorde con cualquier proceso
vital.
La posesin, como condicionante tercero de los elementos de T6nnies, se da en el hecho del disfrute, en espacio y en
tiempo, de un habitat, de unos afectos, de un condicionante de
intereses.
La tierra y el suelo son algo tan sensible y palpable que
en cada pequeo detalle humano puede verse cmo, si no de manera determinante, s de forma condicionante, suponen una carga
de afectividad trascendente en el ambiente social.
El derecho de familia, que hoy viene expresado en la herencia del domicilio, pero que tambin es extensivo al contrainte del barrio, del estilo que en el mismo reina, de las formas de
vestir, etc., etc. Hace poco bandas de jvenes rebeldes sin causa
de Pars, mostraban en el Palacio de los Deportes de la capital del
Sena sus blusas de colores dibujos que indicaban su procedencia de uno u otro arrabal, de uno u otro barrio.
Por ello el desarrollo comunitario no debe establecerse sobre bases uniformes, sino ante realidades detectadas que nos faci-
66
Para el conocimiento de los problemas se hace preciso contar con los mtodos de la investigacin social, que el reciente
Congreso Internacional de la C. l. S. S., en Atenas, ao 1965,
defini como uno de los ms preciosos instrumentos para la planificacin del desarrollo comunitario.
Un esquema de investigacin a nivel local, en una localidad
considerada por nuestra Comisara de Urbanismo como cabecera de un rea metropolitana, estableca las siguientes etapas o
fases de estudio:
1.
DOCUMENTACION y ESTADISTICA
b)
e)
67
11.
PROSPECCION
Ser necesario un estudio socio-ecolgico, aplicando las modernas tcnicas de la Sociologa urbanstica para una definicin
de los mbitos con vistas al establecimiento de muestras representativas por cuotas. Estos estudios se realizarn por especialistas calificados en este tipo de trabajos.
La prospeccin se completar con la aplicacin de cuestionarios de tipo comunidad, referidos a entidades menores de convivencia, que no slo tendrn un objeto informativo, sino que
tambin crearn un inters por el estudio y los problemas de l
derivados en la misma poblacin afectada.
Creemos interesante sealar la necesidad del estudio por
los medios informativos normales a la comunidad y mantener
constantemente informado al pueblo, con el fin de hacerle tomar
conciencia de los problemas que, prospectivamente, se vayan descubriendo. No hay problema en un desarrollo comunitario que
pueda ser resuelto si no se tiene conciencia del mismo por todos y cada uno de los individuos que pertenecen a la comunidad.
III.
1.
ECOLOGIA
ECOLOGA URBANA.
El crecimiento de la poblacin.
Las pautas del crecimiento.
Los procesos de mortalidad y natalidad.
El proceso migratorio.
68
Este estudio del proceso ecolgico tiene por objeto poder efectuar un pronstico de poblacin hasta el ao 2000.
Tambin se resolvern los problemas correspondientes a equi..
librio y composicin de la poblacin, teniendo en cuenta las variables que permiten el clculo de la poblacin ptima.
Se estudiar, asimismo, la forma expansiva de la ciudad, con
su estructura fsica y sus pautas espaciales, al mismo tiempo
que se investiga el proceso de redistribucin necesario para un
mejor ajuste de la sociedad.
2.
ECOLOGA RURAL.
Se estudiar la pauta de asentamiento, los factores de la distribucin espacial de las funciones, el centro de la comunidad y
sus reas comunitarias y administrativas.
Ser importante considerar en estos problemas ecolgicos el
ritmo y tempo cultural que pueden determinar movimientos migratorios hacia el ncleo urbano.
Estos estudios permitirn, a su vez, enfocar problemas de
transportes y de lmites expansivos en las comunidades. Al mismo tiempo podr establecerse un programa de utilizacin de
ocios.
IV.
SOCIO - ANTROPOLOGIA
El estudio de la vida humana, en su entorno histrico-cultural, supone el conocimiento de tradiciones y formas, muchas veces determinadas, y que son de gran inters para el establecimiento de un diagnstico social.
El estudio de los folkw0Jy8 y el folklore nos lleva al conocimiento de motivaciones singulares y, por consiguiente, a las
posibles fuentes de inspiracin para un desarrollo comunitario. Leyendas, consejas, romances, coplas, refranes, dichos populares,
etctera, sern recogidos para verificar un anlisis de contenido
psico-social, con el fin de utilizarlo en los posteriores trabajos de
programacin y propaganda.
V.
69
ESTUDIO DE GRUPOS
Estudio de la estructura familiar y determinacin tipolgica de la misma, tanto en la ciudad como en sus agregados
rurales.
2.
3.
4.
asociaciones,
cofradas,
hermandades y
todos los grupos constituidos formalmente.
amistad,
vecindad,
comunidad y
aficiones.
Estos estudios tienen por objeto hallar los ndices asociativos y la cohesin social, con vistas al desarrollo comunitario.
VI.
1.
SISTEMATICA
ESTUDIO ESTRUCTURAL-ECONMICO.
ESTUDIO ESTRUCTURAL-SOCIAL.
Utilizacin de las estadsticas censales y sindicales pertinentes, junto con aplicacin de cuestionario por muestreo de cuotas, sobre la poblacin urbana y rural.
70
3.
Aplicacin de cuestionarios ad hoo sobre los aspectos urbanos ms interesantes, con el fin de obtener una imagen psicosocial de la poblacin en orden a la planificacin posterior.
4.
De acuerdo con los datos obtenidos en las secciones anteriores, se establecer una planificacin, segn los siguientes principios:
1. Principio de la
2. Principio de la
3. Principio de la
4. Principio de la
5. Principio de la
6. Principio de la
7. Principio de la
realizabilidad.
planificacin escalonada.
limitacin en superficie.
desintegracin urbana.
divisin en zonas.
nucleizacin social.
clasificacin de las circulaciones.
Estos principios nos permitirn establecer el plan social motivador del desarrollo comunitario en los mbitos homogneos
de convivencia, de acuerdo con las exigencias reales.
VIII.
RESULTADOS DE LA INVESTIGACION
1.
DIAGNOSIS.
Una vez establecidos los datos consignados en los apartados anteriores, se verificar el diagnstico sociolgico correspondiente, atendiendo al aspecto multiforme que presenta una investigacin de esta categora.
2.
71
TRATAMIENTO.
""
* *
La existencia de comunidades definidas en las concentraciones urbanas de nuestra Patria, nos ofrecen tiernos ejemplos en
Barcelona de barrios encalados, con macetas de geranio y albahaca junto a un suave ceceo andaluz oriental o muestras tan comunitarias como la aparicin o presentacin del Boletn de la
Casa de CUlm,Ca, en Barcelona (10) :
Con la austeridad de nuestra tierra bendita sale a la calle
y al mundo del periodismo este Boletn. Nace sin pretensiones,
sujeto a la sabidura rstica y aldeana, a la exacta poesa de
la majada y la besana y a la sapientsima academia de las lenguas puras, labriegas y pastoriles. Y sale para servir a Dios, a
la Patria y a usted.
Merece la pena salvar la comunidad, fortificarla, darle vien(10)
72
tos que hinchen sus velas y lograr que en ella consiga afirmarse el hombre de cultura rural para que el trnsito a la mentalidad urbana sea una transicin y no un cataclismo?
Una vez ms diremos con Aristteles que la Poltica es el
arte grande y difcil de regir rectamente la comunidad, pero
que hoy no cabe, en el copernicano giro de los tiempos, improvisacin ni tanteos, sino que toda accin de desarrollo social ha
de contar con el exacto conocimiento de la realidad, con su razn
histrica y con su proyectiva de futuro.
sex08.-llI. Oomposicin por edade~.-IV. Oomportamiento familiar: nupcialidad, natalidad, fecundidad.-V. Mortalidad infantil yeululta.
74
que, salvo excepciones, aparece bien diferenciado del rural. Diferenciacin que afecta a la composicin de la poblacin por el
origen, por sexos y edades; al comportamiento en materia de reproduccin, a la mortalidad y al comportamiento social.
l.
75
76
dos; se puede dar en todas, si bien, lgicamente, con menor intendidad o distinto carcter que en aqullas.
Sin embargo, la vida urbana acaba diluyendo al inmigrante.
El cambio de mentalidad que se opera indefectiblemente en los
hijos, el contacto forzoso con otros grupos sociales y humanos,
la sustitucin de la solidaridad de grupo por la de categora profesional son otros tantos vehculos de integracin progresiva, y
no son los nicos. La integracin es indefectible, pero puede ser
muy larga, e incluso dificultosa, especialmente cuando los inmigrantes se insertan en un rea cultural diferente a la suya de origen. De cualquier manera, si el contingente de inmigrantes es suficientemente amplio, su integracin no tendr lugar sin que influya, en mltiples aspectos, sobre el carcter de la ciudad receptora, y en el curso de la integracin se apreciarn notables diferencias de comportamiento ante determinados problemas. As
Duocastella y Lorca han sealado cmo en Vitoria, mientras el
precepto religioso de la asistencia a la misa dominical es cumplido por el 83,5 por 100 de los nacidos en la ciudad, de entre los
inmigrantes andaluces slo lo cumple el 33,9 por 100, e igualmente estos ltimos, carentes de tradicin obrera, adoptan frente
a las presiones patronales actitudes distintas de las de los obreros
vitorianos (4).
La homogeneizacin total slo tiene lugar cuando el flujo migratorio cesa o se atena, o cuando queda reducido a individuos
de mentalidad y cultura anlogas a las de la ciudad que les
acoge.
Pero frente a la funcin receptora que toda ciudad cumple,
los grandes centros urbanos desempean tambin un papel emisor. La gran ciudad distribuye a su zona de influencia toda clase
de cuadros de mando, elementos directivos y tcnicos, y lo hace,
ante todo, a los centros ms dinmicos. An ms: en los pases
no plenamente desarrollados, y en determinadas coyunturas, las
aglomeraciones pueden llegar a ser en s mismas centros de emigracin. Muy recientemente Jess Garca Fernndez ha sealado el papel que en este sentido juegan en Espaa Madrid y Barcelona. La existencia en ambas ciudades de organismos encar(4) DUOCASTELLA, R.; LoRCA, J., y M ISSER, S.: Sociologa y pastoral. Estudio de sociologa religiosa de la dicesis de Vitoria, l. S. P. A., Vitoria, 1965,
XI, 223 pgs.
77
gados de encauzar la emigracin, de medios de transporte internacionales y de importante mercado de trabajo aumenta las posibilidades de salir al extranjero. As el 41,9 por 100 de los emigrantes a Amrica por va area entre 1946-63 procedan de la
Provincia de Madrid, y en el puerto de Barcelona embarc ms
de la quinta parte de los emigrantes por mar con aquel destino.
A partir de 1946 el carcter selectivo de la emigracin a Iberoamrica, reclamando tcnicos, personal directivo, empleados expertos y obreros especializados, ha centrado la emigracin a Ultramar en nuestras grandes ciudades. Madrid ha proporcionado
universitarios, ingenieros y personal burocrtico especializado;
Barcelona, ante todo, obreros especializados. Ese papel desempeado respecto a Amrica por ambas aglomeraciones se ha visto
reforzado desde 1959 por el comienzo del xodo hacia Europa. El
sentimiento de frustracin social, experimentado por amplias
masas de obreros y empleados urbanos, que no encuentran en
nuestras grandes ciudades el nivel de vida que apetecen, ha actuado como agente causal de la emigracin exterior desde ambas ciudades. En el perodo 1946-62 las Provincias de Barcelona y
Madrid han dado, respectivamente, 72.743 Y 64.607 emigrantes al
extranjero, cifras que, sumadas, suponen el 13,2 por 100 de la
emigracin total espaola; slo La Corua, Orense, Pontevedra
y Santa Cruz de Tenerife, tradicionales focos migratorios, las superan (5).
Hay tambin, por tanto, un tipo de emigrante urbano, con carcter temporal o definitivo, que frecuentemente es un antiguo
emigrante rural urbanizado, el cual, tras un perodo de adaptacin
a la vida urbana, utiliza la ciudad como trampoln, bien conscientemente, consiguiendo en ella los ahorros que le permitan hacer
el viaje necesario, caso que ha sido frecuente respecto a Amrica,
o bien de forma inconsciente, adquiriendo un oficio y unos hbitos urbanos que le capacitan para la emigracin al extranjero.
Esta funcin redistribuidora de determinados tipos de profesionales, a escala nacional o internacional, viene, pues, a aadirse,
en el caso de las grandes aglomeraciones, a aquella otra funcin
esencial en los organismos urbanos de ser hogares de sntesis,
centros donde se homogeneizan grupos humanos de diversa men(5) GARCA FERNNDEZ, Jess: La emigracin exterior de Espaa, Ediciones
Ariel, Barcelona, 1965, 302 pgs.
78
talidad y origen. Recordemos a este respecto el papel jugado porNueva York en los Estados Unidos o el desempeado por Sao Pau
lo, no slo como crisol de los inmigrantes extranjeros, sino tam
bin de los inmigrantes del mundo rural brasileo.
11.
79
80
81
sanitaria adecuada, residencias de ancianos, espacios para el reposo, distracciones tranquilas, etc. (9).
Los grupos de edad condicionan tambin determinadas caractersticas del mercado de productos de uso y consumo, lo que se
aprecia fcilmente en el distinto carcter del comercio entre los
barrios nuevos y los barrios viejos no centrales, e incluso influirn en cierta medida en la programacin de los medios de difusin y en el carcter de la prensa considerada globalmente.
IV.
La composicin por edades y.la dinmica del proceso reproductivo de una poblacin se hallan ntimamente ligadas. Albergando una elevada proporcin de adultos la natalidad de las ciudades debera ser mayor que la rural y, sin embargo, los factores psicolgicos y los condicionantes econmicos y sociales que
el medio urbano pone en juego, tienden a suprimir las diferencias
entre el mbito rural y el urbano.
Entre estos factores modificativos del comportamiento, en
este aspecto, del habitante urbano, figura la instruccin, que favorece la difusin de mtodos anticonceptivos, aunque el uso de ellos
no sea muchas veces mayoritario por razones de diversa ndole,
en primer trmino religiosas, y tambin, a veces, econmicas. En
igual sentido acta la incorporacin de la mujer al ciclo productivo; para la mujer que trabaja, en ocupaciones no siempre gratas y en ocasiones incompatibles con la maternidad, el hogar es
una pesada carga suplementaria que se aade a su jornada de
trabajo y le lleva a restringir la descendencia. El deseo de disfrutar de las distracciones y esparcimientos que la ciudad ofrece,
para lo que es necesario efectuar gastos y disponer de libertad de
movimientos, contribuye tambin al mismo efecto.
Aadamos que las posibilidades de trabajo en la ciudad estn
en razn directa del grado de instruccin; es preciso atender a
unos gastos de educacin de los hijos que son, o se presentan,
como costosos. Mientras en el campo, en general, el nio puede
(9) GEORGE, Pierre: Compendio de Geografa urbana, Ediciones Ariel, Barcelona, 1964, 270 pgs. Vanse las pgs. 165-197.
6
82
83
ninos tena de veinte a veinticinco aos, en 1955-60 haban bajado al 29,9 (11). Ese retraso supone una disminucin de la fecundidad, no slo por la reduccin del perodo de vida matrimonial,
sino tambin porque afecta a los aos en que la fecundidad potencial de la mujer es mayor. Recordemos que el nmero normal
de hijos que una mujer casada a los veinte aos puede tener es,
por trmino medio, de 9,9; a los veinticinco, 7,7, y a los treinta,
5,7 (12). Por otra parte, en un medio urbano evolucionado el mayor nmero de hombres jvenes que de mujeres, como resultado
de la etapa final de la inmigracin, tiende a limitar tambin la
natalidad.
Ahora bien, la natalidad (relacin en tanto por mil entre el nmero de nacimientos y el de habitantes) puede llegar a ser igual
en las ciudades y en las reas rurales, e incluso ser la de stas
inferior a la de aqullas, debido a que la emigracin detrae de los
campos los habitantes en edad de reproducirse y deja en ellos una
poblacin envejecida. Por eso el ndice de fecundidad (relacin del
nmero de nias nacidas multiplicado por 35, y el de mujeres de
quince a cuarenta y nueve aos) resulta ms expresivo y correcto
al tratar de comparar el comportamiento rural y el urbano en
materia de reproduccin: desde las zonas rurales a las ciudades
la fecundidad decrece progresivamente. Esta diferencia de comportamiento se refleja dentro de las ciudades en la mayor fecundidad de los barrios de inmigrantes, especialmente si son barrios
nuevos, exteriores y planeados, en los que una ~elativa abundancia de espacios libres favorece la prosecucin del comportamiento
rural, e incluso vara en anlogo sentido el de los antiguos habitantes urbanos que se trasladan a ellos desde el centro congestionado.
Lgicamente, las diferencias de comportamiento entre la ciudad y el campo varan en funcin de circunstancias diversas y, en
especial, del grado de evolucin del pas o de la regin considerados. Esquemticamente podemos decir que en los muy evolucionados y en los poco evolucionados las diferencias entre mbito rural y urbano son reducidas; en los primeros, porque la
(11) LPEZ DE JUAN ABAD, J. M.; CAMPO, A. M.; IBARRONDO, l., y ZRAJ. A. de: Vitoria: Aspectos de su crecimiento urbano, Estudios Geogrficos, 1965, n.O 100, pgs. 343-401.
(12) SAUVY, Alfred: Teora general de la poblacin, Aguilar, Madrid, 1957,
XX, 634 pgs. Vanse las pgs. 387-402.
TE,
84
v.
hasta el 40 por 1.000, en tanto que en los barrios acomodados descenda al 23 por 1.000 (13). Para Pars, Sauvy da las cifras de:
1891: en los distritos ricos el ndice era del 15,8; en los pobres,
de 25,3; la relacin era, pues, de 100 a 160 (14). Se poda hablar
con toda propiedad de una mortalidad diferencial con arreglo a
las clases sociales. En la reduccin experimentada desde entonces
han intervenido no solamente el progreso mdico, sino tambin la
mejora del nivel de vida y la extensin de la seguridad social.
Hoy las diferencias casi se han borrado; ya en 1946 los ndices de ricos y pobres en Pars eran de 10,4 y 11,5, respectivamente. La desigualdad social ante la muerte casi ha desaparecido;
pero la tuberculosis y las enfermedades infecciosas infantiles siguen, no obstante, estando en relacin estrecha con la condicin
social, y las muertes por accidentes de trabajo siguen siendo la
ltima y ms irreductible muestra de esa desigualdad.
Pero al margen de estas desigualdades internas, que pueden
ser an muy apreciables en los pases donde la sociedad no presta,
en el aspecto asistencial, un trato igualitario a todos los ciudadanos, la ciudad ha dejado de ser, desde luego, la devoradora de
hombres que era a fines del XIX y comienzos del xx. El aparato
mdico se halla muy desarrollado y diversificado, hay servicios
de urgencia y controles sanitarios permanentes. Estas barreras
levantadas frente a la enfermedad y la muerte tienen la virtud
de hacer retroceder la mortalidad general y, en especial, la mortalidad femenina entre los veinte y cuarenta aos provocada por
el embarazo, as como la infantil. Esta ltima es la que ha experimentado el. retroceso ms espectacular en las ciudades, porque
en ellas las condiciones de comienzos de siglo la hacan mucho
mayor que en el medio rural (Madrid, en 1900, 246 por 1.000;
media de Espaa, 204).
Finalmente, en los pases muy evolucionados, donde el campo puede llegar a gozar de anloga asistencia sanitaria que la
ciudad, la mortalidad puede, en una ltima etapa, y como hemos
dicho antes, ser de nuevo mayor en las ciudades: menores posibilidades de infeccin, aire libre, trabajo fsico, calma, son factores favorables al medio rural; promiscuidad, desasosiego, aire
(13) HAUSER, PH.: Madrid bajo el punto de vista mdico-social, Madrid,
XXII, 537 pgs. Vanse las pgs. 516-530.
(14) SAUVY: Op. cit., pg. 369.
1902~
86
(15)
BEAUJEU-GARNIER,
J., y
88
El prembulo del Decreto aprobando el texto de la Ley especial de Madrid declara que toda buena administracin requiere
89
un previo sealamiento de objetivos concretos a alcanzar, compulsados con los medios de que en cada caso va a disponerse, y en
la exposicin de motivos del Decreto aprobando la Ley especial
de Barcelona se formula parecida declaracin: la actividad municipal no puede desarrollarse de modo desordenado, lo que exige
que toda la gestin administrativa se realice de conformidad con
un plan general de amplio ciclo previamente aprobado por el Pleno.
Seala el artculo 31 de este Cuerpo legal, como objetivos
del planeamiento, asegurar la unidad de orientacin y ordenado
desenvolvimiento de la actuacin municipal y de sus rganos, la
gradual y equilibrada atencin de las diversas funciones municipales y su coordinacin en armona con los valores culturales,
sociales y econmicos de la comunidad.
La planificacin, dispone el Reglamento de la Ley, abarca
todos los servicios y se dirige a la consecucin de todos los fines
que debe procurar la actividad municipal, segn la Ley de Rgimen local.
La doctrina reconoce unnimemente la necesidad de la planificacin administrativa, a la que considera indispensable para
la continuidad y estabilidad de la accin de las entidades pblicas, obligada en virtud de la gran especializacin que motiva el aumento constante del volumen de los servicios, que requieren no improvisar la actividad; que el planeamiento es ineludible consecuencia de necesidades ilimitadas frente a recursos limitados; que, lejos de representar los planes inflexibilidad en la accin, al ser objeto de revisin y evaluacin permanente, convierte al planeamiento en algo dinmico y no esttico;
que las experiencias de organizaciones de gobierno y de los negocios parecen demostrar que los problemas de la colaboracin humana en gran escala no comportan solamente hacer; qu se
tiene que hacer es un punto de importancia primordial, en donde
entran en juego los valores bsicos de la organizacin.
Resulta difcil comprender, expresa Pfiffner, el oprobio en
que se tena a las palabras planeamiento y control hasta hace
un cuarto de siglo. La ideologa del individualismo econmico
estaba tan arraigada que el planeamiento constitua una expresin subversiva. Mas, ante la necesidad de planificar los limitados recursos, toda organizacin, sea pblica o privada, utiliza el planeamiento como si se tratara de un proceso natural.
9Q
91
pias oficinas y dependencias de numerosos Ayuntamientos de elevado nmero de habitantes y en otros de tipo medio, as como
en varias Diputaciones provinciales, nos han proporcionado mltiples experiencias, que permiteIl.sentar ciertas conclusiones generalizadas sobre las causas que disminuyen o dificultan la eficacia
de su gestin, y entre ellas ofrece ms singular relieve la de que
la ausencia de planes y programas a largo plazo es el origen inmediato de sensibles efectos negativos, entre los cuales destacan con
mayor fuerza los siguientes:
-- Actividad dirigida al cumplimiento de objetivos prximos cuya
prioridad no se establece atendiendo a un cuadro exhaustivo
de las necesidades presentes y futuras.
- Gestin contradictoria, con mutaciones radicales segn las presiones o criterios del momento, especialmente al producirse
cambios de persona en la presidencia de la entidad.
- Frecuente contratacin de urgencia, que podra haberse evitado con una previsin anticipada, urgencia que, adems, impide en ocasiones la imposicin de exacciones a los especialmente beneficiados.
- Estructura puramente formal, casi siempre anticuada, con
plantillas fijas, cerradas, ajenas a la realidad de la accin a
ejecutar.
- Manifiesta disociacin y falta de coordinacin entre los diversos servicios, sobre todo en las Corporaciones importantes.
- Concepto jerarquizado de la fiscalizacin, control limitado al
de las consignaciones presupuestarias.
.- Desorientacin y escepticismo en el vecindario sobre los propsitos y eficacia de la accin municipal, que produce la injustificada creencia de que en la gestin administrativa tiene
prioridad la que coincida con los intereses de los miembros
de la Corporacin o funcionarios destacados. Estado de cosas
tanto ms de sentir cuando se comprueba-con la objetividad
que permite un trabajo asesor y sin vinculacin a la entidadque unos y otros procuran, salvo rarsimas excepciones, con
diligencia, incluso hasta con sacrificio-mucho ms frecuente
de lo que puede suponerse-, servir fielmente los intereses de
la comunidad.
92
93
3.
94
4.
95
Asimismo debe considerarse que las referidas Leyes especiales municipales ltimamente dictadas han iniciado y establecen
una franca recuperacin de competencias cercenadas o perdidas;
que, si no podemos permitirnos el lujo de ser ineficaces, como
expres el titular de un Departamento ministerial, debe confiarse
en que nicamente quedarn subsistentes aquellas fiscalizaciones
e intervenciones absolutamente justificadas y necesarias; que la
tutela de las Corporaciones municipales responder cada vez ms
a su acepcin gramatical: amparo, proteccin o defensa; que
por instrucciones y circulares no se ver condicionada ni disminuida la competencia, reconocida por preceptos con rango de ley,
a las Corporaciones locales y que, prescindiendo del concepto genrico de autonoma, de hecho inoperante, sern determinados en
cuanto a cada grupo de obras o de servicios el rgimen econmico y orgnico que sin interferencias ha de presidir su realizacin.
Pese a las dificultades existentes-que aumentan su necesidad,
dado que a mayor complejidad de la accin sta debe ser ms pensada, organizada y coordinada-hay que aceptar el lema de los
anglosajones: con plan nos equivocamos, pero mucho menos
que si no hiciramos ninguno, llevando a cabo el planeamiento
aun cuando no se imponga en precepto alguno.
5.
La incertidumbre que representan los factores condicionantes del planeamiento municipal dificulta la determinacin, dentro
de las anualidades del programa, de en cul de ellas procede la
inclusin de una obra o servicio. Es cierto que, en virtud de la
tcnica o sistema de desplazamiento, de inclusin automtica de
la obra o servicio que no se realiza al programa del ao siguiente,
disminuyen los perjuicios de la demora, mas en perodos de aumentos de precios hay que tener presente que los presupuestos
de las obras y servicios quedan fcilmente rebasados.
6.
Un procedimiento de valiosa ayuda para disminuir las posibilidades de error de inclusin en una u otra anualidad es el de
96
97
98
99
Ensayo derivado del personal criterio expuesto sobre adecuacin y subordinacin de los programas municipales al Plan Nacional de Desarrollo y en cuanto a los problemas que plantea la
duplicidad de planes de inversiones provinciales de ayuda, as como
respecto a la conexin entre la planificacin del suelo y accin urbanstica con la de la restante actividad municipal. Las fases ms
relevantes seran las siguientes: 1.a Confeccin de estados de necesidades en obras y servicios municipales por cada Provincia
para los cuatro aos del Plan Nacional. 2. a Establecida en el Plan
de Desarrollo la cuanta de las inversiones de ayuda estatal en
obras y servicios municipales, los objetivos a lograr en la esfera
local; precisadas asimismo las medidas de poltica financiera en
100
cuanto a las Haciendas locales y declaradas las prioridades, ajustadas a los objetivos generales del Plan, la 3. 8 fase comprendera
la determinacin, por la Comisin Delegada de Asuntos Econmicos, de las asignaciones totales por Provincias, para el primer
ao, dictndose instrucciones de la Presidencia para la confeccin
de un Plan nico provincial para los cuatro aos, y del programa,
tambin nico, del prim~r ao. 4. a Formacin del Plan provincial
y del programa del primer ao aprobados por las Diputaciones
provinciales, con informe de las Comisiones de Servicios Tcnicos, sometindose a aprobacin de la Comisin Delegada. La ejecucin de las previsiones, a nuestro juicio, debiera realizarse por
las Diputaciones o Ayuntamientos, de ser superiores a 20.000
habitantes, con todas las intervenciones, inspecciones, control y
rendicin de cuentas existentes o que se establezcan. (Alrededor
de cincuenta disposiciones de diversa naturaleza, alcance y pro
cedencia se han dictado, desde enero de 1955 al mismo mes de
1965, relacionadas con las Comisiones provinciales de Servicios
Tcnicos y los planes de inversiones provinciales. La prefusin legislativa alcanzara altos lmites si cada fraccin de mil millones
de los ciento sesenta y ocho mil de los Presupuestos del Estado
y la regulacin de cada organismo administrativo que se crease
exigieran una normativa similar). 5.a Formacin de los planes
municipales de cuatro aos, con programa anual, aprobado por la
Corporacin municipal, sin ms intromisin gubernativa que la
indispensable para comprobar si el orden de prioridades se corresponda con el derivado de los grandes objetivos del Plan Nacional. La planificacin debe ser medio de estmulo para las Corporaciones municipales, sin que se coarte su iniciativa, salvo en
aquel aspecto.
El sometimiento a este esquema producira una demora en la
planificacin municipal. Sin embargo, no parece grave error estimar que los planes nacionales tal vez resulten aprobados con la
antelacin que requiere su propia trascendencia para toda la economa nacional y su repercusin en la planificacin especfica de
actuacin de todos los Departamentos ministeriales y organismos
de cualquier naturaleza de la Administracin pblica.
El mismo esquema de planeamiento pudiera seguirse en lneas generales sometindose a las vigentes normas. Claro es que
las obras y servicios financiados con ayudas estatales o de coope-
101
102
En el amplio sentido reconocido a la programacin administrativa, que comprende las determinaciones necesarias en cuanto
a divisin del trabajo, estructura y medios de control y coordinacin, el estudio de la racionalizacin del proceso de ejecucin
del planeamiento es, en realidad, el estudio de la general de toda
la accin administrativa municipal.
1.
Parece llegado el momento de intensificar la efectiva realizacin prctica de medidas de simplificacin. En el gobierno
municipal casi todas las actividades se relacionan en alguna forma con el funcionamiento de servicios para la gente. Pues bien,
rara vez la Administracin repara en las molestias que sus exigencias representan. Los procesos demuestran, en ocasiones, que
se somete a los interesados en cualquier asunto a una tortura de
transportes, actuaciones y demoras.
La lucha contra la rutina y contra la ausencia de planificacin
en el funcionamiento de las entidades municipales debe emprenderse sin dilacin, siendo del mayor inters la publicacin en
las revistas especializadas de Administracin local de estudios y
experiencias, la exposicin en los frecuentes cursos que se celebran de cuantas realizaciones se efecten en materia de anlisis
de procesos, modelacin, normalizacin, mecanizacin, etc., etc.
Por regla general los funcionarios autores de un proceso simplificado no consideran de inters dar a conocer las economas
obtenidas, estimando que al tratarse de realizaciones empricas sern objeto de severo juicio crtico. Debe pensarse que, aun sin representar aparente cambio trascendente, la ms simple economa
en el despacho de un documento, de implantarse en todos los Ayuntamientos, al multiplicarse, son infinitos los beneficios de tiempo
10t5
El medio que parece de mayor demostrada utilidad es el anlisis del proceso de cada grupo de expedientes utilizando el tpico diagrama de recorrido, que muestra cmo se va realizando la
tramitacin. A las columnas clsicas de este tipo de diagrama venimos aconsejando adicionar otras dos, para acreditar la naturaleza de la operacin segn sea tcnico-administrativa, tcnica, auxiliar o subalterna, la primera, y para especificar a qu oficina o
servicio de la estructura corresponde realizarla, la segunda. Estos
datos tienen por finalidad deducir la plantilla necesaria y el autntico volumen de trabajo de cada dep~ndencia y, por tanto, si
debe constituir seccin, negociado o simple oficina, resultado al
que se llega sumando las unidades de trabajo reflejadas en todos
los procesos por cada grupo de funcionarios de las diversas dependencias.
El total del personal necesario en cada unidad se determina
adicionando a las unidades de trabajo de las actividades especficamente programadas las que ofrezcan los diagramas de aquellas
otras funciones que por su carcter-trabajos de confeccin de padrones, expedicin de certificaciones, licencias, contabilidad, recaudacin, etc., etc.-estn ya medidas, por ser de prestacin regular y continua.
Por descontado que las conclusiones no son rigurosamente
matemticas. Siempre queda una serie de actividades dispersas no
susceptibles de medida o previsin, mas carecen de trascendencia
104
lO
cin es el objetivo que persigue el sistema de hojas-ndices que hemos venido experimentando y estableciendo en las Corporaciones
municipales objeto de estudio.
El procedimiento de hoja-ndice presupone, desde luego, la
confeccin previa de diagramas de cada grupo de expedientes, que
establezcan las fases fundamentales y que constituyen la base de
los datos que han de constar en la hoja. En stas, en los procesos
tpicos, van impresos tales trmites esenciales, que cabe preestablecer con fijeza por constituir pasos obligados, como son los de
concesin de licencias.
A la derecha de cada fase las fichas llevan una columna para
ir consignando los tiempos en que se va dando cumplimiento a
cada trmite y pase de una dependencia a otra.
Se considera aconsejable emplear el tamao folio normalizado, de las mismas dimensiones de los del respectivo expediente,
utilizndose papel susceptible de la obtencin de copias.
La prctica demuestra que representa mayor garanta a efectos de control que las hojas-ndices se confeccionen por el Registro general, inmediatamente despus de inscribir el extracto del
asunto en el Libro-Registro general de entrada. Se obtienen seis
o ms ejemplares mediante copias mecanogrficas.
De los ejemplares de las hojas-ndices se conserva uno por
la propia oficina del Registro para que permita prestar efectiva informacin a los interesados en cada expediente. Es conveniente
refundir Informacin-Registro.
A la Alcalda-Presidencia se remite otro 'ejemplar para constancia y conocimiento directo del estado de tramitacin de todos
los expedientes iniciados y no ultimados. En el propio despacho se
tiene as medio exacto de la situacin de las obras y servicios en
ejecucin.
A los mismos efectos de conocimiento, y medio de efectivo cumplimiento de su deber de coordinar y controlar la tramitacin
administrativa, se remite otro ejemplar al Secretario general. (El
agrupamiento que representa el sistema es la esencia del mbito
o extensin del control que se establece, rompiendo el clculo
tradicional) .
Otra copia va unida al expediente, lo que permite, sin necesidad de examinar todo su contenido documental, conocer el momento procesal de su tramitacin y las actuaciones practicadas.
106
De hallarse constituida la oficina de planeamiento, y al simple fin de comprobacin del cumplimiento de lo programado, es
conveniente posea esta dependencia otra copia de la hoja-ndice de
ejecucin de cada obra o servicio.
El negociado al que competa la incoacin del expediente respectivo utilizar el ejemplar de ficha que se le enve, como fichero
especfico, as como las dems dependencias por donde transcurra. En grandes Corporaciones deben hacerse ms de seis ejemplares.
Los servicios tcnicos, al dorso del ejemplar de hoja que se
les remite, consignan las particularidades que en cada uno sea necesario para antecedente.
El problema que plantea el sistema es el de la actualizacin de los ejemplares existentes en Informacin, Alcalda, Secretara y Negociado, problema, en realidad, ms sencillo de resolver
en la prctica que la exposicin de su solucin. El procedimiento
que est obteniendo mejor resultado es el de que cada dependencia
por donde transcurren los expedientes segn el proceso preestablecido, y siempre sin retroceso, consigna en simple nota diaria,
con copias, los trmites que ha cumplimentado, nota en la que se
hace constar solamente el nmero de los expedientes y el nmero,
a su vez, asignado a cada fase en las correspondientes hojas-ndices. Tambin se utiliza la comunicacin por medio de telfono interior.
Determinndose en los diagramas los plazos mximos autorizados para cada trabajo, el Secretario general lleva a cabo la
oportuna comprobacin, requiriendo a la dependencia que hubiera
incurrido en demora para que ponga de manifiesto las causas de
la misma. El control se produce automticamente. La mera existencia del sistema evita ~a negligencia en el despacho.
Es fundamental prever a quin corresponder iniciar el expediente de ejecucin de las obras y servicios incluidos en el programa de actuacin municipal. A nuestro juicio, y aunque ello
desvirte en cierta medida la naturaleza de rgano 8taff de la
oficina de programacin, es preferible sea sta la que proponga al
mando de la entidad, y redacte, la providencia de incoacin e impulsin de cada expediente de la~ obras y servicios programados,
si bien pasar para su tramitacin a la dependencia operativa a
la que corresponda. Es ms, para no romper el sistema unitario
107
La observacin directa del funcionamiento de nuestros Ayuntamientos importantes llev a la conclusin de que la lentitud en la
tramitacin era debida, sobre todo, a la suma de una serie de pequeas causas, en apariencia intrascendentes. As el proceso de
entrada se observ ocasionaba una demora media de dos a seis
das, tiempo representado por la detencin en el Registro de la
documentacin hasta el final de la jornada, examen y decreto de
pase por el Secretario a la siguiente; confeccin de la relacin
de cargo a las secciones; inscripcin en el registro parcial de la
seccin e inscripcin en el del negociado.
La salida ofreca a la inversa las mismas fases, agravndose la prdida de tiempo por un sistema consistente en el despacho y recogida de firma del Secretario general, personalmente,
por los jefes de seccin, y, a su vez, la acumulacin de toda la
documentacin por el Secretario para despacho directo con el
Alcalde, sistema en el que cada fase supone veinticuatro horas de
detencin.
108
109
ficacin pedida a las once, por ejemplo, que slo exija comprobacin de ficheros, es factible est en el domicilio en las primeras
horas de la tarde. El impacto en el vecindario, obligado de siempre a volver dos o veinte veces, es extraordinario. Un solo minuto permanece en el Ayuntamiento.
Para lo despachado que haga innecesario el directo cambio
-de impresiones no se recoge la firma personalmente; las secciones,
por horas tambin, remiten la documentacin a las secretaras del
Alcalde y del Secretario, quienes firman en los momentos propicios. Desde la Secretara o Alcalda la documentacin va a Registro, donde; inscrita, se entrega a ltima hora a los notificadores o es remitida al correo. Es un sistema proyectado hacia
.adelante, sin retrocesos a puntos anteriores.
5.
ADOPCIN DE ACUERDOS.
110
CoMISIONES.
Se ha observado que la intervencin de las Comisiones informativas se extiende no slo a aquellos asuntos en los que preceptivamente han de dictaminar, los sometidos al Pleno, sino hasta
a los asuntos de escasa importancia. La revisin de su mediacin
es sumamente til. Por otra parte, debe procurarse que sus sesiones se celebren el da inmediatamente anterior al de confeccin
del orden del da.
7.
SERVICIOS TCNICOS.
Conforme al artculo 35 de la Ley de Procedimiento administrativo, la intervencin de los servicios tcnicos debe limitarse
a su tarea especfica. Se ha observado cierta propensin a la autonoma, a constituir departamentos estancos. Es indispensable su
sometimiento a las normas de rgimen interior que se establezcan
y a los tiempos prefijados en los diagramas para su informe. Es
inexacto que no pueden calcularse, que no sea posible una estimacin media de tiempos de sus tareas. Una situacin de excepcin en esos servicios destruye en gran medida el sistema, en cuanto se permita que los expedientes duerman sobre los plazos preestablecidos y que los funcionarios de este carcter queden fuera de las normas de control y disciplina a que se somete a los
dems.
8.
SERVICIOS-EMPRESA.
111
SERVICIOS ECONMICOS.
112
cionario para el que carece en absoluto de inters tratar de economizar una fase o un da en un expediente. Profusamente aparece tambin el convencido de que nada hay que planificar ni reformar en su esfera de actuacin. En el mundo entero la industria, la Administracin, pueden afanarse en experiencias de mayor rendimiento; l sabe lo que tiene que hacer y cmo hacerlo sin
precisar de ajenas sugerencias ni raras tcnicas de anlisis ni
diagramas.
Para los que en las Corporaciones locales crean que toda organizacin es susceptible de mejora, obtendrn resultados excepcionales utilizando tan sencillos medios de observacin.
III.
CONCLUSION
En suma, puede afirmarse, como conclusin, que nuestra Administracin municipal puede lograr alto nivel de eficacia si en
ella se cumplen las cinco funciones administrativas esenciales conforme a su propia naturaleza: Prever, con visin del futuro; Organizar, adaptando la estructura de la entidad y procedimiento de
actuacin a las previsiones; Dirigir, de acuerdo con las normas
de ejecucin de los programas; Coordinar, con un sistema preestablecido, y Evaluar, para deducir si se alcanzaron los objetivos perseguidos, cuyo fin ltimo ser siempre el servicio de los
intereses de la comunidad y del Municipio.
Introducci6n.-Il. El patrimonio- artstico' nacional: 1. Los parajes histrico-artisticos y pintorescos. 2. Los conjuntos histrico-artsticos. 3. Los monumentos histrico-artsticos: El monumento y su contexto. Los monumentos menores. 4. Las obras de arte mueble.-TII. La
defensa del patrimonio hist6rico-artstico: 1. La proteccin jurdica.
2. Perspectivas de una proteccin jurdica al nivel internacional. 3. La
accin protectora de la opinin pblica. 4. La proteccin material y la
obra restauradora. Hacia un plan a largo plazo de restauracin integral
del tesoro monumental.-IV. RazoneJ8 que justifican la detensa activa del
SUMARIO: l.
l.
INTRODUCCION
Desde hace no menos de quince o diecisis aos vengo a ocupar, ms o menos peridicamente, alguna de las tribunas del benemrito Instituto de Estudios de Administracin Local. Primeramente como participante en la serie de Reuniones de Tcnicos
Urbanistas, reuniones de las que nacieron importantes iniciativas en relacin con el Urbanismo espaol-una de ellas, como saben muy bien algunos ilustres amigos que me escuchan, la propia Ley del Suelo-y se sentaron principios urbansticos que
si no siempre han llegado a cristalizar, en el transcurso de unos
aos difciles de evolucin tcnica y social, han demostrado ser
acertados y vlidos. Despus, en una llammosla ctedra de So8
114
11.
115
116
117'
3.
Los
MONUMENTOS HISTRICO-ARTSTICOS.
118
119
110s que- se hallan integrados en conjuntos. Aqu no nos encontramos ya ante la catedral o la gran colegiata ni ante el castillo
famoso, sino ante la modesta fachada de un casern hidalgo que,
sin ser un modelo arquitectnico de primer orden, ostenta una
piedra de armas sobre el portal, una ventana bellamente labrada
0, simplemente, unos sillares patinados, de noble aparejo.
O nos encontramos en una calle angosta y tortuosa que, sin
tener palacios blasonados, se halla formada por una serie de modestas casas blancas de encantadora unidad, a las que enlaza un
hermoso pavimento de cantos rodados.
O tal vez, en pleno campo, ante un montn de grandes piedras
que no dicen nada al profano, pero contienen el testimonio oculto
de la vida del hombre de hace miles de aos.
Hasta hace poco no se haba considerado importante la conservacin de estos monumentos menores. Pero en el momento actual son poderosas las razones que la hacen absolutamente neceo
saria.
4.
120
121
LA PROTECCIN JURDICA.
122
123
124
se declaren incluidos en el Patrimonio Artstico Nacional se levantarn planos, en los que se acotarn las zonas sujetas a restricciones en la edificacin. Y en los proyectos de ensanche y
reforma de estas poblaciones se tendrn en cuenta estas demarcaciones y acotamientos. He citado en todo esto las propias palabras del texto legal.
He querido anotar con algn detalle lo que en este Decretoley de 1926 se refiere a la conservacin de los conjuntos urbanos y de los sitios histricos o pintorescos, porque sienta con notable clarividencia unos principios legales cuya importancia, casi
cuarenta aos despus, se halla hoy plenamente demostrada.
Estos principios vienen totalmente confirmados, con menos
doctrina, que ya se da por sentada, y con ms detalle en cuanto
a los procedimientos administrativos, en la vigente Ley del Patrimonio Artstico de 1933.
Establece esta Ley, en su artculo 3., que compete a la Direccin General de Bellas Artes cuanto atae a la defensa, conservacin y acrecentamiento del Patrimonio Histrico-Artstico Nacional. Por lo cual cuidar de la inclusin en el Catlogo de Monumentos Histrico-Artsticos de cuantos edificios lo merezcan, como asimismo de los conjuntos urbanos y de los parajes pintorescos que deben ser preservados de destrucciones o reformas
perjudiciales.
Desde la puesta en vigor de la Ley, y al amparo de la misma,
el Consejo de Ministros ha ido aprobando, sin ms interrupcin
que la de los aos de la guerra, sucesivos Decretos de declaracin
de conjuntos y parajes.
y se halla formada la lista de ciudades, villas y pueblos, cuyas agrupaciones urbanas, total o parcialmente, tengan sealado
inters histrico-artstico o pintoresco, la cual, con independencia
del procedimiento de declaracin, el artculo 29 del Reglamento
de aplicacin de la Ley de 1933 encomienda a la Junta Superior del
Tesoro Artstico, cuyas atribuciones ostenta actualmente la Comisara General del Servicio de Defensa del Patrimonio Artistico Nacional. La Direccin General de Bellas Artes y esta Comisara
se han hecho cargo de la responsabilidad que estas leyes les atribuyen y procuran cumplir con la mayor escrupulosidad lo que las
mismas establecen.
A esta legislacin y al procedimiento que fija hay que aadir
125
126
1~7
128 .
En cuanto a la conservacin de los monumentos locales, especialmente de los de inters secundario, cuya apreciacin no se
halla al alcance de la cultura media de las pequeas poblaciones,
es evidente la decisiva influencia que un Secretario inteligente y
culto puede llegar a ejercer.
2.
Por encima de la proteccin que sobre el patrimonio histricoartstico ejerce la Nacin, los altos organismos culturales internacionales se hallan preparando un instrumento de proteccin supranacional, fundado en la conciencia, de cada da ms clara, de
una comunidad europea y de una gran comunidad humana, entre
cuyos derechos colectivos se halla el de la propiedad inmaterial
y el de la posibilidad de disfrute del patrimonio natural y del legado monumental de la Humanidad.
En el mbito europeo, y precisamente en estos mismos das, es
de esperar que el Consejo de la Cooperacin Cultural del Consejo de Europa, en su reunin general anual, acuerde la creacin
del Inventario de Proteccin del Patrimonio Cultural Europeo,
patrimonio en el cual se halla explcitamente incluido el tesoro
histrico, artstico, arqueolgico y etnolgico de los 21 pases
que lo integran. Y podemos sentirnos orgullosos de que esta creacin haya partido de una iniciativa espaola, haya sido elaborado
por espaoles y haya sido oficialmente propuesta en un documento, la Recomendacin de Palma, redactada en una serie de
reuniones de dicho Consejo, celebradas en suelo espaol durante el
pasado mes de mayo.
El Inventario del Patrimonio Cultural Europeo constituye
el primer paso hacia esta poltica internacional de proteccin, que
se har efectiva en su da mediante convenciones multilaterales
entre los pases que integran el Consejo.
3.
He hablado hasta ahora de la proteccin oficial. Pero esta proteccin oficial no debe ser sino el reflejo de un estado de opinin,
creado por un grado de cultura y de sensibilidad artstica colectiva.
129
130
131
1~2
154
136
con los argumentos de su inters como elemento de atraccin turstica y de rentabilidad; pero el argumento fundamental y ltimo, ms importante y ms definitivo, es el de que esta defensa es
vital para la civilizacin del porvenir.
La vQluntad de conservacin de estos valores, aparte de las
razones anteriores y tanto para un Gobierno como para un Municipio, debe ser un principio y una actitud. Para una ciudad de
antigua ejecutoria, como lo son la mayora de las ciudades espaolas, un conjunto urbano bien conservado constituye una leccin de dignidad, de elegancia, de espritu cvico y de exigencia
cultural, todo un smbolo de la comunidad.
Un antiguo texto legal espaol, un Real Decreto del ao 1818,
daba ya normas a las autoridades civiles para evitar la destruccin y deterioro de los monumentos antiguos, con una razn que
no ha perdido validez ni la tiene que perder en el futuro: la de
que ello al honor y al nombre de los mismos pueblos interesa.
El patrimonio histrico-cultural de nuestras ciudades espaolas, que es el patrimonio histrico-cultural de Espaa, representa un manantial de riqueza. Puede convertirse en un instrumento de accin social. Pero su conservacin, por encima de todo,
es una cuestin de honor.
El trfico y el Urbanismo
POR
SUMARIO: 1. Ooncepto y evolucin: 1. Definicin y desarrollo de estos conceptos. 2. Relacin existente entre ambos fenmenos.-II. El problerma y
sus soluciones: 1. Consideraciones generales. 2. Soluciones: 2.1. Tesis de
Dietrich Klose. Las ciudades-satlite y las ciudades-jardn. 2.2. Tesis de
Le Corbusier. La ciudad-radiante y la regla de las 7 V. 2.3. Tesis de
Buchanan. Concepto celular. 3. Recapitulacin y consecuencias prcticas.
111. Conclusin.
l.
1.
CONCEPTO Y EVOLUCION
1~8
que los centros demogrficos venden lo que otros han de consumir y reciben lo que necesitan. De esta forma los pases se van
convirtiendo en gigantescos sistemas de vasos comunicantes; estos sistemas necesitan funcionar con regularidad, con orden y con
fluidez. La circulacin vial tiene hoy una importancia primordial
en la vida y en el desarrollo de cada pas, gravitando sobre ella
motivaciones de carcter econmico, social y poltico.
Los factores ms importantes del aumento del trfico son:
1. o la necesidad de comunicacin entre los centros de produccin
y los de consumo; 2. 0 el propio trabajo, o sea la obligatoriedad de
ciertas personas que, por razones profesionales, deben trasladarse
peridicamente de un lugar a otro, y 3. el turismo, que constituye el germen de las grandes migraciones modernas.
Quin poda suponer en 1886, cuando Benz y Daimler pusieron en marcha sus primeros vehculos a motor-que circularon
por las calles con un permiso especial de las autoridades-, que
un da el automvil saturara nuestras ciudades? Tal vez en nuestra necesaria bsqueda de antecedentes sealaramos el ao 1913
como decisivo en este fenmeno, cuando Ford, el pionero y magnate americano, meti su modelo T en la primera cadena de
montaje en serie. No obstante, tampoco en esa poca se poda
prever el fenmeno actual. La masificacin de los hechos surge
en la primera postguerra mundial y, sobre todo, en la segunda,
y de su mano nace la otra preocupacin paralela a ella, el Urbanismo, aunque sus antecedentes inmediatos los podamos encontrar, por ejemplo, en el Congreso de Londres de 1910. Su definicin tal vez ms completa sea el arte que, teniendo en cuenta
los factores que intervienen en la vida y desarrollo de una ciudad,
se propone proporcionar a sus habitantes actuales y futuros el
ambiente adecuado a su bienestar fsico y moral.
Para lograrlo se requiere la realizacin de un plan coordinado
que se extienda a todo el ambiente de la ciudad, desde la construccin de sus edificios y la armoniosa disposicin de las calles
y plazas hasta la correcta y adecuada distribucin y estructura
de los servicios de todas clases (transportes, saneamiento, aeropuertos... ), sin olvidar, como es natural, el retoque esttico del
conjunto por medio de monumentos, parques, jardines y lugares
de recreo.
La finalidad primordial del Urbanismo estriba en proporcionar
0
EL TRFICO Y EL URBANISMO
139
140
-sin excesiva razn, segn hemos visto al hablar de la vieja ciudad egipcia de Kahun-la introduccin del sistema de calles en
forma de parrilla y la distribucin de edificios segn las clases
sociales de sus propietarios o de su destino.
Al pasar a Roma nos sorprende una vez ms el genio latino en
la resolucin de los problemas urbansticos planteados como consecuencia de las grandes concentraciones humanas derivadas del
adelantado concepto social e imperialista de los romanos. Los sistemas de saneamiento, la conduccin de agua a travs de gigantescos acueductos, el trazado de las calles en forma de tablero
de ajedrez, los monumentos, los jardines, los circos y anfiteatros,
son pruebas concluyentes de la habilidad y del sentido urbanstico
de los arquitectos de la Roma antigua. Ellos fueron tambin los
artfices de las grandes y bien pavimentadas calzadas, que el empleo corriente de los carros y las exigencias logstico-militares de
su empeo colonialista hizo necesarias.
El concepto del Urbanismo en los romanos tiene una clave importante en lo referente a sistemas de conduccin de aguas. No
obstante, el ms importante distingo de la urbanstica de Roma
sobre la de Grecia es que, mientras sta tena un sentido de adaptabilidad total al terreno, los romanos cambian la topografa explanando las tierras, pues en ellos es el plano quien se impone.
y ahora, tambin esquemticamente, hablemos del medievo.
Las ciudades medievales, generalmente pequeas y protegidas por
murallas, se distinguan por sus calles angostas y tortuosas y de
irregular pavimento, muchas de ellas con escalinatas, naturalmente destinadas a peatones. Otra caracterstica de las ciudades
de esta poca es la de tener sus casas arracimadas. Este conjunto, totalmente irregular y sin concepto alguno urbanstico, estaba dominado por el monasterio o el castillo feudal. Era una necesidad de los tiempos azarosos de aquella poca blica y apasionante, en que los peligros de las guerras o de las emboscadas
o escaramuzas obligaban a disponer las casas y las calles tanto
para vivir en ellas como para defenderse. E~ta necesidad de defensa impeda la expansin de la ciudad fuera de sus murallas y,
con ello, la urbanizacin adecuada, y el hacinamiento y la incomodidad persistan. Puede decirse que en esta poca sufre una
regresin el concepto vial y logstico desarrollado por la antigiiedad romana.
EL TRFICO Y EL URBANISMO
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EL TRFICO Y EL URBANISMO
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144
CONSIDERACIONES GENERALES.
El automvil es aceptado por todos como un invento beneficioso, y su aplicacin masiva al quehacer social moderno como
un hecho inevitable, y si bien en el futuro tal vez pueda ser reemplazado por otros medios de transporte, en la actualidad constituye la aspiracin normal de casi todos los ciudadanos, representando en nuestra sociedad el smbolo del progreso y el nivel supe-
145
EL TRFICO Y EL URBANISMO
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EL TRFICO Y EL URBANISMO
2.
2.1.
147
S o L U e ION E S
Los intentos ms interesantes de resolver el problema planteado por los grandes incrementos de poblacin y sus correspondientes secuelas en las grandes ciudades son: las ciudades-satlite y las ciudades-jardn horizontales. Ejemplos de las primeras
los tenemos en las new towns de los alrededores de Londres y en
las ciudades satlites en torno a Estocolmo, y en cuanto a las
ciudades jardn son famosas las de Estados Unidos, Buenos Aires,
Ro de J aneiro... Estos sistemas son considerados por algunos
autores como acertados, tal es el caso del alemn Dietrich Klose,
en tanto que otros, como Le Corbusier, los someten a dura crtica.
Con la creacin de las' ciudades-satlite-escribe Dietrich
Klose-se encauza la tendencia centrfuga de los habitantes de la
ciudad que buscan una vivienda tranquila fuera del trfico congestionado de.l centro urbano. Incluso la demanda de los compradores
que acudan a un ncleo sobrecargado queda absorbida por los
centros comerciales de cada nuevo poblado. Este mismo autor
estima que: Si, adems, las viviendas estn relacionadas directamente con los lugares de trabajo, las ciudades-satlite se convierten en autosuficientes y permiten una autntica descongestin del ncleo primitivo. No obstante, Klose opina que una descentralizacin basada en ciudades-satlites no debe evitar la reestructuracin de nuestros centros urbanos. Ambas medidas deben adoptarse simultneamente.
2.2.
En contraposicin al pensamiento de Dietrich Klose, Le Corbusier estima que: la teora de las ciudades-jardn produce la desarticulacin del fenmeno urbano, y la de las ciudades-satlite
determina el derroche o el infierno de las circulaciones. En efecto, la teora de olas ciudades ltimamente mencionadas, si est
bien fundada, opina el gran arquitecto suizo-francs, llevar con-
148
EL TRFICO Y EL URBANISMO
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150
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151
Confo en que todo lo que hasta aqu se ha dicho haya servido para que ustedes se formen una idea 10 ms clara posible
152
EL TRFICO Y EL URBANISMO
de esos ncleos en que el hombre, sociable por naturaleza, desarrolla su vida comunitaria: las ciudades.
La gran trascendencia que tiene el fenmeno del trfico respecto del Urbanismo es, pues, de todos conocida, aunque no llevada a la prctica con el rigor necesario, cuando no completamen. te olvidada con una irresponsabilidad alarmante. As lo ha reconocido tambin oficialmente el Ministerio de la Vivienda, cuando en el prembulo de la Orden de 20 de julio de 1964 manifiesta:
La indudable importancia que en el Urbanismo tienen las cuestiones relativas al trfico aconseja la conveniencia de coordinar
la actividad de los correspondientes organismos provinciales del
Ministerio de la Vivienda y de los rganos de aquel carcter de
la Jefatura Central de Trfico, organismo este ltimo al que le
est encomendado mantener la disciplina en las vas pblicas y
la direccin inmediata, ordenacin y coordinacin de las funciones asignadas al Ministerio de la Gobernacin en relacin con la
vigilancia de la circulacin, trfico y transportes por las vas
pblicas.
111.
CONCLUSION
l. Introduccin: Habla el Papa Pablo.-II. La ciudad como organismo fm desarrollo: 1. La ciudad como ser. 2. Su vocacin.-IIl. El Plan
general de ordenacin: 1. La informacin urbanstica, el anlisis, la prognosis. 2. El avance de planeamiento y el proyecto.-IV. Gnesis de la
ciudaiL: 1. De la ciudad antigua a la actual; la bsqueda de una nueva
SUMARIO:
l.
INTRODUCCION
156
157
tiva vocacin: garantizar a todos las mejores condiciones de existencia, conjugar armoniosamente las exigencias de la vivienda y
del trabajo y ofrecer los servicios de equipo colectivo cuya rentabilidad exige una cierta concentracin.
Esto quiere decir que las mejoras urbanas exigen opciones
valientes, que no dejarn de poner en tela de juicio nociones con
pretensin de tradicionales, pero que de hecho no son sino la
proteccin abusiva de intereses particulares.
... El derecho de propiedad no debe ejercerse con detrimento
de la utilidad oomn...
Los poderes 'Pblicos, custodios del bien, estn llamados a aplicarse a resolverlos con la activa participacin de las personas y
grupos sociales que podrn asociarse' tanto para buscar los fines
como para elegir los medios. A este precio es como la organizacin del espacio urbano para los hombres se efectuar conforme .
a las exigencias sociales del mensaje evanglico, cuya levadura
posee la fuerza de eliminar los egosmos de los comportamientos
personales, y colectivos cuando se tiene el valor de introducirle
en ellos. Por consiguiente, ws responsables debern superar los
motivos de oportunismo inmediato y realizar los. sacrificios personales indispensables para que la aglomeracin urbana se construya verdaderamente para servir al 1wrnbre.
... Esto se llevar a cabo cidando de evitar los sacrificios
intiles, las especulacianes poco honradas y todo lo que, so color
de utilidad pblica, slo servira para satisfacer nuevos egosmos.
... Se cuidar de garantizar las indemnizaciones exigidas por
los derechos privados legtimos y dar paso a las exigencias estticas y artsticas, que no deben descuidarse si se quiere dar al
hombre un marco de vida armonioso y equilibrado.
Esta es la tarea del Urban81no: asegurar el desarrollo de las
personas y su insercin social en los complejos que no sean anrquicos ni tirnicos, sino adaptados a las exigencias personales y
comunitarias.
As, pues, se est oonstruyendo una nueva civilizacin mediante el movimiento de Urbanismo 'que modela al mundo de hoy. Los
cristianos deben estar presentes y trabajar en l por la instauracin de una sociedad donde las personas puedan desarrollarse,
siendo fieles a su vocacin trascendente de futuros ciudadanos de
la ciudad de Dios. De este modo colaborarn en el plan amoroso
158
del Sear y en el gran movimiento de la Histariabblica, que, iniciada en el jardn (Gen., 2, 3), termina en
ciudad: la nueva
Jerusaln (Apoc. 21).
una
159
La ciudad no es un organismo primario. La ciudad es un organismo superior, vivo y dinmico. La ciudad no es un radiolario,
un caracol que presenta una estructura de elementos geomtricos radio-concntricos. La ciudad es un organismo superior, cuyos diferentes rganos se encuentran perfectamente diferenciados: por su forma y por su funcin. Con esto concretamos la
idea de que los rganos constitutivos de la ciudad deben estar
ubicados, proporcionados y relacionados entre s de tal forma
que puedan cumplir la funcin que les est asignada.
Los errores dentro de este planteamiento dan lugar a la patologa de la urbe que, en definitiva, es la que vemos en la inmensa
mayora de las ciudades existentes.
Un punto que es interesante definir es la posicin que debe
adoptar el urbanista con respecto a la ciudad que tiene en estudio. A la ciudad hay que considerarla como a un adolescente, y en
muchos casos como a un nio.
Ya s que esa expresin es un poco fuerte; ya s que hay numerosas ciudades en Espaa que tienen dos mil aos de historia. No importa.
Esos dos mil aos de historia, dentro del devenir en el que
estamos inmersos, dentro de esa cuarta dimensin de la ciudad
que es el tiempo, representa a nuestros efectos tanto como los
prximos treinta y cinco aos que vamos a vivir, ya que es perfectamente previsible que en un espacio de tiempo de ese orden
se dupliquen, al menos, las condiciones urbanas o se tripliquen
aquellas que presentan condiciones particulares para que su ritmo de crecimiento sea ms acelerado.
2.
Su
VOCACIN.
por
160
161
en el que aparezcan claramente definidos tanto los aspectos patolgicos como las tendencias de desarrollo condicionadas de la
misma.
El captulo de prognosis presenta tres escalones claramente
diferenciados que, comenzando por la previsin demogrfica, es
decir, la suposicin que con bases cientficas puede realizarse en
cuanto a la importancia humana futura que alcanzar la ciudad;
siguiendo por la prognosis econmica que, desarrollada paralelamente a la anterior, representa la previsin de las posibilidades
econmicas que en su da tendr la poblacin para crear o mantener las instalaciones que se requieran; llegamos por ltimo, a
una prognosis espacial, es decir, la previsin de las reas que requerir la ciudad en expansin para albergar y dotar de trabajo
a la poblacin estudiada.
Esta prognosis espacial se realiza mediante la aplicacin, en
prime~ lugar, de unos coeficientes tipo de densidades humanas
para la obtencin de las reas residenciales que debern albergar
los incrementos poblacionales esperados, y, en segundo lugar, mediante la aplicacin de diferentes coeficientes de operarios por
hectrea, aplicados sobre la poblacin industrial previsible, obtenida de la clasificacin de la poblacin activa por ramas de actividad econmica.
En funcin de estos dos fundamentales datos obtenidos, como
son la necesidad de suelo residencial y la necesidad de suelo industrial, pueden obtenerse las diferentes reas que una perfecta
organizacin urbana requiere, tales como viales, zonas escolares, religiosas, cvico-comerciales, parque o jardines...
2.
Ya se cuenta entonces con la base para concretar el planeamiento, es decir, el proyecto de la nueva ciudad. Sin embargo,
antes de acometer esta tarea, es sumamente interesante compulsar las opiniones de cuantos, por muy diversos motivos, puedan tener ideas interesantes que aportar. Por ello las ideas bsicas, fundamentales, del planeamiento se materializan en un anteproyecto, en lo que se llama comnmente un avance de planeamiento. Con este avance el proyectista toma contacto con las autoridades que han de juzgar el trabajo y, como ya dijimos, lo pue-
162
165
estamos viviendo en estos momentos y que es incapaz tcnicamente de dar solucin en su crecimiento radioconcntrico a esas
sucesivas oleadas que se van produciendo y que se van agolpan-o
do alrededor de esa urbe como diferentes anillos, que van creciendo y creciendo para llegar a perder el contacto con este centro representativo de la ciudad. En la actualidad ya no existe
un gora, sino que su equivalente es el centro cvico. El centro
cvico es el conjunto de instalaciones de carcter estatal, de carcter provincial, de carcter municipal, etc., etc.; es decir, en
definitiva, de todas aquellas instalaciones de carcter urbano y
representativo imprescindibles para el perfecto desenvolvimiento
de la ciudad.
Ante este problema grave que se nos presenta de buscar una
nueva estructura para una ciudad, teniendo en cuenta que esta
organizacin de sistemas, equivalente a los de los organismos
primitivos, tal como decamos del radiolario o el caracol-que es
el ms espontneo-, no viene a dar solucin a los problemas de
la gran urbe, haremos una revisin de las diferentes escuelas
de planeamiento existentes en la actualidad.
Inicialmente debe quedar perfectamente claro si el crecimiento que se va a producir en la ciudad se va a deber a razones puramente orgnicas, nacidas de la propia vitalidad de la ciudad,
o bien si se va a producir apoyado en unas determinaciones de
orden poltco y econmico emanadas de la superioridad e implantadas radicalmente,' forzando a la natural expansin de la
ciudad por otros caminos lgicos, aunque no se produciran nunca espontneamente, o que no se alcanzaran nunca de no mediar
esta decisin superior.
En algunos tipos de desarrollo se precisa una actuacin externa vigoro~a, hasta la congelacin o, prcticamente, congelacin
de la ciudad origen, como puede lograrse con la proteccin de un
importante cinturn verde y creacin de cierto nmero de ciudades satlites a distancias que oscilan entre los 30 y 100 kilmetros, segn la importancia de la ciudad de conjunto que se considere. Como ejemplo de las primeras, del orden de los 30 kilmetros,
estn las ciudades satlites de Londres, y como ejemplo de las
segundas estn las ciudades rusas denominadas sputnik y que
giran tericamente dentro de la rbita de la gran ciudad.
Este crecimiento producido en el espacio radial creemos que
164
65
En el segundo caso, el vaco, ahora alargado, y lo que a su alrededor se forma, el can contemplado en toda su longitud, nos
muestra lo que es un crecimiento monodireccional. El primero es
el crecimiento tipo caracol; el segundo un crecimiento direccional.
Este tipo de crecimiento direccional tiene indudables ventajas.
En Roma he observado cmo al ir desde el centro hacia el
exterior se produca un curioso fenmeno. Esto era que en cierto
punto se contemplaba un barrio elegante, perfectamente presentado, con casas muy agradables; a continuacin, las casas que no
lo eran ya tanto. Un poco ms all apareca el suburbio. Lo curioso es que a continuacin del suburbio vuelven a presentarse
otra vez casas estupendas, otras de inferior calidad y otra vez el
suburbio.
Esto reproduce el hecho de la ocupacin y el del valor del
suelo. Hay que edificar donde haya espacio para ello. Por otra
parte, es preciso edificar las casas de menor valor en donde los
terrenos alcancen tambin menor valor, es decir, alejados. Y, naturalmente, el suburbio' ms lejos, donde se pueda y donde, en
tanto persista, no se edificar en calidad por razones de sobra
conocidas.
Este esquema, aunque se haya producido espontneamente es,
aunque parezca absurdo, sin embargo, una organizacin de la
ciudad.
2.
166
EL CAMINO VOCACIONAL.
167
1. Los
PLANOS:
PLAN
GENERAL DE OVIEDO.
168
169
situaciones, es la que nos muestran los dos planos que vemos ahora. Primero, la ubicacin individualizada de los centros administrativos y a continuacin el plano de anlisis correspondiente.
Aqu se ven, primero un centro claramente definido, como resultado de la mxima concentracin, y luego esta elipse, de mucha mayor rea, donde se concentran, con menor intensidad, los
restantes.
La atencin se dirige ahora, en este plano, a la ubicacin de los
centros religiosos. Concretamente, son de destacar las ubicaciones
de las parroquias. No hay duda de la importancia no slo religiosa, sino social y educativa de estos centros.
Para el anlisis de esta realidad, como es la situacin de los
centros religiosos, vamos a utilizar dos mdulos, como se recoge
en el plano de anlisis que viene a continuacin. En l, con centro en cada centro parroquial, se determina un crculo cuya rea
cubre una poblacin de unos 10.000 habitantes, teniendo en cuenta para ello la diferente distribucin de la poblacin en los diferentes distritos. Como se ve aqu, en el centro la superposicin de
las reas de servicio de las parroquias es grande muchas veces,
mientras que en las zonas ms exteriores, a pesar de ser los
crculos de un radio mucho mayor debido a la baja densidad
humana de las zonas ms alejadas del centro, todava quedan muchos puntos sin cubrir.
Tambin tomando como centro la situacin de los centros parroquiales y con un radio que seala la distancia fsica de mxima eficacia, es decir, el rea de servicio, pudiramos decir de comodidad en relacin a la distancia que es preciso recorrer para
asistir a los actos religiosos, se sealan estos otros crculos. Como
se ve, en el centro la superposicin es notoria; en cambio, fuera del centro, las reas no servidas son numerosas.
Puede verse cmo una ms racional distribucin, con los mismos centros, prestara, sin duda, un mejor servicio.
Este plano seala la situacin de los institutos de enseanza
media y sus filiales. En el anlisis se sealan las reas en funcin de la poblacin servida y se ponen de manifiesto las zonas
carentes de servicio.
Tambin se ha sealado en este plano la situacin de los domicilios de algunos profesionales: ingenieros de caminos, arquitectos, notarios, etc., etc.
J70
Es curioso cmo pone de manifiesto este plano de anlisis observar que los domicilios de los varios ingenieros de caminos sealan un crculo, cuyo centro es el del ingeniero jefe de Obras
Pblicas. Cmo lqs tres notarios existentes se sitan en los vrtices de un tringulo equiltero con el Parque de San Francisco
en su interior.
En este otro plano se sealan las zonas verdes y los centros
deportivos, y en el anlisis, en este otro plano, las reas a que
sirven. En cuanto a las zonas verdes, el excelente Parque de San
Francisco y su posicin central cubre una importante funcin.
Oviedo es todava una ciudad no muy grande y no se presentan
todava esos problemas de carencia de zonas verdes, como, por
ejemplo, en Madrid, en ese barrio de Salamanca, para sealar un
ejemplo, que queda convertido en un enorme desierto de piedra.
Problemas bsicos en las ciudades en el momento presente lo
constituyen los originados por el trfico rodado. Al estudio de
estos problemas se dedican estos otros planos. El primero que vemos nos determina la situacin de los aparcamientos, mejor dicho, los lugares-idneos o no-en donde es posible aparcar. La
capacidad total de aparcamiento'es sta que aparece sealada aqu
grficamente.
Este otro .plano seala los lugares en donde se produjeron
accidentes, especificando la gravedad de los mismos y el nmero
de los producidos en un ao.
Quedan perfectamente sealados los puntos ms peligrosos,
circunstancia que en otros estudios, cuyos planos no hemos proyectado, se ponan de manifiesto.
En este otro plano se sealan las calles atendiendo a la pendiente.
Para no cansar al auditorio, voy a ir pasando la serie de planos que nos quedan por examinar sin ms que sealar el contenido de los mismos.
Plano de itinerarios y paradas de los transportes urbanos.
Plano de anlisis de reas servidas en atencin a la distancia a recorrer con centros en cada parada (saturacin en el centro y reas no servidas en muchos otros puntos).
Puntos de parada de itinerarios e~ la ciudad de las lneas de
transporte interurbano. (El mismo fenmeno de saturacin del
centro).
171
CONCLUSION
l.
Como es sabido, la mayor parte de las legislaciones urbansticas actuales, entre ellas la espaola, estn articuladas sobre la
-base de que el planeamiento territorial se desarrolla escalonadamente de mayor a menor, partiendo de amplios Planes generales
o comarcales que son luego divididos en Planes parciales o detallados, cuya yuxtaposicin da el desarrollo total del Plan general. Estos Planes parciales o detallados abordan el estudio concreto de una zona determinada, con una intencin y un grado de
174
175
11. DEFINICION y CARACTERIZACION DEL PLANEAMIENTO PARCIAL EN EL MARCO LEGAL. DOCUMENTACION CONSTITUTIVA. ANALISIS DE LA MISMA
El segundo grupo de documentos, los planos de proyecto, deben expresar claramente las previsiones que se establecen para
la ordenacin:
a)
gulares.
176
Red viaria, con especificacin de alineaciones, nivelaciones y caractersticas de las vas y plazas (lo que supone una
rectificacin de la topografa natural de acuerdo con el proyecto
de esta red).
e) Esquemas de servicios (agua, alcantarillado y electricidad) .
b)
J77
con el mximo inters, pues, como ya hemos dicho, de ellas depende fundamentalmente el resultado final del conjunto. Como
mnimo deben hacer alusin a los siguientes puntos:
a) Tipos de edificacin y criterios de agrupacin, separacin, edificabilidad, altura y volumen mximos, etc.
b) Usos y destinos permitidos en cada zona.
. e) Condiciones sanitarias de la edificacin.
d) Condiciones estticas de la edificacin.
e) Caractersticas de las vas de circulacin rodada y previsiones generales sobre aparcamiento (aunque la Ley no lo mencione) .
f) Caractersticas, usos y condiciones de los espacios libres.
g)
Caractersticas y normas de ejecucin de la urbanizacin
complementaria (vas de peatones, jardinera, acometida a servicios, etc.).
h) Control de la edificacin y alcance de las ordenanzas.
m.
178
179
180
to del formalismo como de las visiones utopistas que hoy proliferan bajo el signo de la ficcin cientfica.
La escala del planeamiento que nos corresponde examinar en
esta Conferencia, nos permite plantear el problema de la ordenacin de un ncleo nuevo, normalmente no autosuficiente, como
una compaginacin y armonizacin de las formas ptimas de resolver sus diversos aspectos parciales, y entre stos, los ms de.cisivos, que para nosotros son: las condiciones de habitabilidad,
la organizacin social, la organizacin funcional y el aspecto esttico.
IV.
181
182
tre s a distancias calculadas en funcin de la altura de los bloques y del ngulo de incidencia del sol, para que la sombra proyectada por cada edificio no cayese sobre el siguiente. Esta racional forma de composicin urbana dio lugar posteriormente a
la inclusin en la legislacin de muchos pases de disposiciones
encaminadas a asegurar un mnimo de tiempo de soleamiento diario a cada vivienda que se construyese y estaba basada en los trabajos de Pasteur y en la destruccin del bacilo de Koch por efecto de la radiacin ultravioleta solar.
Sin embargo, en 1950, el C. S. T. B., de Pars, demostr que
'era prcticamente ilusoria la presencia de la radiacin en el interior de las habitaciones, y posteriormente tambin que el verdadero remedio contra el bacilo est en asegurar la sequedad de
paredes, techos y suelos de las habitaciones, por lo que puede afirmarse que una vivienda orientada a Norte puede ser ms
sana que otra orientada a Sur, si por algn motivo en sta los
muros interiores permanecen hmedos y en aqulla no.
El planeamiento actual no tiene en cuenta el factor orientacin con la rigidez y dogmatismo con que lo defendi la escuela
racionalista a que hemos aludido. La edificacin queda, pues, ms
libre para adoptar las formas que sean ms convenientes en funcin de otras consideraciones y para poner a punto ur..a concepcin de la ciudad que complemente a la simplemente biolgica:
la ciudad como marco para el desarrollo de la vida total del hombre, entendido ste ahora ya como ente social.
V.
DES URBANAS
Bajo este nuevo enfoque no basta que el grado ptimo de las
condiciones de habitabilidad est conseguido en el terreno biolgico. Debemos preguntarnos ahora por las condiciones de bienestar total del hombre en la ciudad, independientemente de que
su cuerpo est a gusto. Debemos preguntarnos ahora por el ambiente de la ciudad y por el efecto que sobre este ambiente y
sobre la vida de relacin social tpicamente ciudadana puede ejercer la ordenacin y disposicin urbanstica de la propia ciudad;
es decir, debemos preguntarnos sobre la forma en que el urba-
18!S
184
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186
187
rpido sobre una carretera despejada basta por s solo para legitimar la permanencia de este medio de locomocin.
Creemos que hay que contar con el coche y que el planificador
urbano de nuevos ncleos tiene que contar con una motorizacin
de saturacin, puesto que la ciudad que l va a crear va a durar
ms aos que los que sus habitantes van a tardar, al ritmo ac-tual, en alcanzar dicha motorizacin.
Todo esto tiene unas consecuencias inmediatas en el planeamiento.
No vamos a entrar aqu, como es lgico, en una exposicin de
la tcnica de la ingeniera de trfico, que es hoy una importante
y desarrollada rama del Urbanismo, pero s queremos aludir a la
decisiva aportacin que para el planificador de un nuevo ncleo
se deriva de los estudios de trfico que le permiten establecer,
primero, la direccin de las vas principales en funcin de los recorridos ms frecuentes, y luego, la jerarquizacin de todo el
-sistema viario que tiene que proyectar, calculando el ancho de
-cada calle en funcin del nmero de vehculos que debe recibir
en cada momento.
Por otra parte, hay que hacer constar que el problema concreto que se le plantea en cada caso al urbanista es muy varia-ble segn el tamao, la densidad y la autonoma del ncleo que
-est proyectando. En actuaciones de menos de 20.000 habitan-tes, adyacentes a alguna ciudad existente, como suele ser el caso
ms frecuente en el planeamiento parcial, la importancia de aqulla frente al nuevo ncleo es tan grande que el nuevo trazado viario viene forzado por las vas existentes de relacin con la ciudad.
Mayor influencia tiene an el hecho de que la zona en que se acta tenga o no prevista en s la absorcin de los puestos de trabajo de sus habitantes.
Entrando de lleno en los aspectos concretos del problema que
ms directamente interfieren en el planeamiento parcial, el urbanista se encuentra ante esta doble exigencia: mxima comodidad
y fluidez para la circulacin rodada y mxima tranquilidad y seguridad para el peatn. De aqu nace un conflicto, ya que se requiere que el automvil pueda ser totalmente aprovechado y,
sin embargo, que su paso o su simple presencia inmvil no estropee las condiciones ptimas de habitabilidad y de convivencia
:social de las zonas de vivienda. Es el conflicto entre la accesi
188
3. o
De todas las soluciones, la ms radical es la creacin de diversos niveles para independizar totalmente al vehculo~ pero la
ms usada es la descomposicin celular de la ciudad en zonas
homogneas cuyo interior est libre de trfico rpido. Estas clulas urbanas estn separadas unas de otras por las vas de circulacin que las rodean y slo admiten en su interior el trfico que
genera su propia poblacin. El viario interior es, simplemente,
una red de acceso y aparcamiento que puede, o incluso debe, ser
un tanto sinuosa en su trazado para evitar las velocidades excesivas. Los estudios realizados permiten calcular el tamao y poblacin de estas clulas, que, como admiten un cierto margen de
variacin, pueden hacerse coincidir con los datos que al hablar
de las comunidades urbanas veamos que reunan las unidades
vecinales de unos 5.000 habitantes.
Esta coincidencia entre las exigencias de la organizacin social y las de la organizacin funcional nos permite considerar al
trazado de la red viaria, de cara a la prctica del planeamiento,
como el principal agente de la configuracin espacial del nuevo
ncleo, al facilitar el despiece del territorio en unidades urbanas
satisfactorias desde todos los puntos de vista: trfico, social, fisiolgico.
Finalmente, hablando an de la organizacin funcional, es
preciso sealar que en el conflicto entre accesibilidad y ambiente
a que antes aludimos juega un importante papel la forma en que
se dispongan las superficies de aparcamiento en relacin con los
espacios urbanos de convivencia y descanso. Una hermosa plaza
puede ver destruidos todos sus valores plsticos y sociales al ser
189
Vistas estas bases del planeamiento en la escala que nos ocupa, preguntmonos ahora por los aspectos estticos que puedan
manifestarse en el mismo. Para ello habremos de dejar a un lado
a los que no ven en el Urbanismo ms que una tcnica y, por otro
lado, a los que todava lo conciben como una forma de crear escenarios, perspectivas y conjuntos monumentales ordenados de
acuerdo con trazados geomtricos o buscando sorprendentes efectos pintoresquistas.
Creemos que el Urbanismo sigue siendo un arte. Pero como
siempre que ha tenido vitalidad, este arte es un arte social, porque
es un arte til ofrecido al servicio de la comunidad. Por esto la
obra urbanstica, el nuevo ncleo, la nueva ciudad, es una obra de
arte, cuyo protagonista es el hombre en sociedad. Si lo sentimos
as y proyectamos pensando en la vida diaria del hombre en la ciudad, en sus necesidades, en sus movimientos, en su descanso, en
su diversin, olvidndonos de la Belleza con mayscula, estaremos en el camino para obtener la obra de arte urbano ms lograda.
Para ello es preciso despertar la sensibilidad para lo social.
Es verdaderamente incomprensible que tantos arquitectos actuales estn malgastando su tiempo, su talento y el dinero de la sociedad en los fuegos artificiales de una plstica sensacionalista,
costosa y exhibicionista, para el halago y la vanidad de unos pocos poderosos, en un momento como el actual, en que la Humanidad entera vibra cada vez ms ante los problemas del hambre
y el subdesarrollo.
Es preciso despertar la sensibilidad a una nueva esttica para
que pueda apreciarse la belleza de este organismo vivo que es
la ciudad vivificada interiormente por corrientes que la recorren
como flidos por sus arterias o que se remansan en determinados
puntos de reposo. Es una anatoma hecha de vas de circulacin
rpida, de redes lentas de estacionamiento, de paseos tranquilos
de peatones, de bulliciosas calles comerciales, de plazas y jardines.
190
Pero, podr objetarse, todo esto tiene que adoptar unas formas fsicas determinadas y estas formas, a su vez, deben concebirse de acuerdo con una esttica, con una plstica. Cul es esa
nueva esttica urbana si es que existe?
El panorama que se ofrece al observador es, en este terreno
como en tantos otros, confuso y desconcertador. Desde los intentos
o propuestas nostlgicas y aorantes de los que pretenden una
artificial restauracin de ciertas formas urbanas espontneas,
muy en la tradicin de los pueblos mediterrneos (como son la
placita cerrada o la calle estrecha y tortuosa), hasta los ms fantsticos proyectos de ciudades espaciales que parecen sacados de
novelas de ficcin cientfica, toda una gama de variedades se nos
ofrece en el momento actual. Si tuviramos que pronunciarnos
sobre una esttica tan en gestacin nos atreveramos a sealar
que la composicin urbana en pequea escala, respondiendo cada
vez ms a los imperativos de una planificacin racionalizada, parece que ha de tender cada vez ms hacia la base de un nuevo
orden geomtrico, derivado de necesidades funcionales y econmicas que permita la repeticin sistemtica de elementos anlogos. Sin embargo, por su carcter dinmico, abierto y fluyente,
esta nueva geometra de la ordenacin no se traducir en las
composiciones tradicionales conclusas y estticas de la geometra
euclidiana, sino en una nueva forma de entender el espacio, hecha de fluencia, movimiento y cambio.
VTII. REFERE<NCIA A UN CASO CONCRETO Y CARACTERISTICO. ANALISIS DEL PLAN PARCIAL DE ORDENACION
DEL POLIGONO LOBETE DE LA CIUDAD DE LOGROO
Pasemos finalmente al ltimo punto de nuestra exposicin,
analizando un ejemplo caracterstico de Plan parcial. Todo lo que
hemos dicho anteriormente ha sido una preparacin general para
poder abordar este anlisis particular. Veremos ahora cmo se
concretan y materializan las ideas que hemos desarrollado antes
en forma abstracta.
Para ello hemos escogido entre los muchos polgonos que la
Gerencia de Urbanizacin tiene en ejecucin uno que nos parece
caracterstico y claro en su planteamiento: el poligono llamado de
Lobete, en la ciudad de Logroo.
191
192
guracin espacial del polgono, ya que, partiendo de las vas existentes y de la necesidad de comunicar el nuevo barrio con la
actual ciudad y con las zonas industriales, se puede proyectar
esta red viaria como forma de despiezar el polgono en cuatro
unidades vecinales libres de trfico de paso.
El resto del trabajo, una vez asegurado el buen funcionamiento del sistema viario por los correspondientes estudios de dimensionamiento de vas y jerarquizacin de las mismas, consiste en
buscar el adecuado emplazamiento de los edificios singulares y
servicios comunitarios: centro comercial, instituto, escuelas, parroquias, etc., y la organizacin ptima de las zonas destinadas
a vivienda, en todo lo cual deben prevalecer, a nuestro modo de
ver, unos criterios sociolgicos que permitan superponer al esquema de la circulacin rodada un esquema de circulacin andada, paseada, formada de una sucesin de espacios urbanos o paseos arbolados que hagan grato el recorrido o la estancia en la
ciudad para el peatn y que debe proyectarse en funcin de lo que
los estudios sociolgicos experimentles van proporcionndonos
en cuanto al conocimiento y control de las llamadas corrientes
vitales de la ciudad, lugares favorecidos por el paso ms frecuente, atraccin ejercida por diversos espacios en funcin de sus
caractersticas, impacto producido por la creacin de edificios o
centros de determinado uso, etc.
Pero la forma en que todo esto se materializa en el caso concreto que nos ocupa no se la puedo explicar a ustedes ms que
ensendoles los planos. Es por esto por lo que he preparado unas
proyecciones que vamos a ver a continuacin.
RELACION DE PROYECCIONES
1.
Fotoplano de la ciudad.
193
2.
3.
4.
5.
El polgono.
La topografa.
El enclave.
La Gran Va.
La continuidad de las calles.
La edificacin que se respeta.
6, 7 Y 8.
Edificacin respetada.
9.
10.
11.
Estructuracin social.
Red de peatones.
13
194
Paseos arbolados.
Localizacin de dotaciones.
12.
Previsin de la edificacin.
Los elementos fijos.
Los elementos variables.
3 m3/m2
13, 14 Y 15.
Maqueta.
propsitos de la Ley del Suelo y Ordenacin urbana. 2. La realidad.IV. La incidencia del Plan de' Desarrollo en la poltica de creacin de
pa,trimdnios municipales de suelo.-V. Obstculos a la constitucin de
p.atrimonios municipales de suelo.-VI. Rgimen jurdico del patrimonio municipal de suelo.-VII. Conclusin.
l.
196
197
198
199
adquisicin de la totalidad de las superficies afectadas por el planeamiento escapa a los medios econmicos del Estado, de los Municipios y de las Provincias, e incluso determinara otros efectos perjudiciales-dice su exposicin de motivos-, es, en cambio,
asequible a las Corporaciones locales adquirir paulatinamente terrenos que puedan servir como reguladores de precio en el mercado de solares. Considerndolo as, la Ley prev la constitucin
de patrimonios municipales de suelo, con carcter obligatorio
para los Municipios de poblacin superior a 50.000 habitantes (8).
No podemos convertir en propiedades pblicas a todas las
reas edifi~ables-nos vienen a decir los autores de la Ley-,
pero deseamos que los Municipios espaoles hagan suyas las zonas
agrcolas de posible conversin en solares, y nos parece tan buena la medida que obligamos a todos los Ayuntamientos de capitales de Provincia y a los de poblacin superior a 50.000 habitantes
a que constituyan sus patrimonios municipales de suelo.
No somos los espaoles los nicos que hemos adoptado y defendido esta frmula.
En el informe sobre Disponibilidad de terrenos y su afectacin a la vivienda y servicios conexos (9), redactado por el
Comit de la Vivienda, Construccin y Planificacin de la Comisin Econmica para Europa de las Naciones Unidas, se lee que en
Holanda, Noruega y Suecia las autoridades estatales recomiendan
(8) El Estatuto municipal de 8 de marzo de 1924, en su artculo 211, e),
permite a los Municipios, para fomentar la construccin de casas baratas, adquirir terrenos aptos para la edificacin de casas baratas, a fin de urbanizarlos,
arrendarlos o enajenarlos con aquel objeto. La Ley municipal de 31 de octubre de 1935, en su artculo 113, repite el texto del artculo 211 del Estatuto y
aade esta innovacin fundamental: Para el cumplimiento de las obligaciones
que en este artculo se imponen, los Ayuntamientos podrn utilizar todos los
beneficios de la Ley de Expropiacin forzosa. La Ley de Rgimen local vigente dice solamente que la actividad municipal se dirigir a la gestin urbanstica general, ensanche de poblaciones, viviendas... (artculo 101, 2, a), pero el
Reglamento de Bienes de 27 de mayo de 1955, artculo 13, impone a los Ayuntamientos de poblaciones mayores de 50.000 habitantes o capitales de Provincia
la obligacin de constituir patrimonios municipales. de suelo, sin referirse a la
posibilidad de expropiar para adquirir los bienes que debern integrarlos.
Estos son los antecedentes legales de las normas sobre patrimonio de suelo contenidas en la Ley de Rgimen del Suelo y Ordenacin urbana.
(9) Problemas que plantean las disponibilidades de terrenos y su afectacin a la vivienda y servicios conexos. (Informe de introduccin de la Secretara
de la C. E. E.)>>, Ministerio de la Vivienda, Secretara General Tcnica, Doc., nmero 98/65 (548), Serie n, nm. 25/65 (139).
200
20t
plusvalas originadas por el crecimiento de las ciudades en los terrenos que las circundan beneficien exclusivamente a sus propietarios, y la de reprimir la especulacin inmobiliaria (12).
2.
LA
REALIDAD.
El ideal ha sido uno, la fnnula legislativa otra y la realidad, muy diferente de uno y otra. La poltica de creacin de patrimonios municipales de suelo apenas ha tenido efectividad.
Esta es una idea que creo compartirn ustedes, pero no tengo informacin suficiente que pueda convertirla en certeza. Aqulla la he ido formando con los cambios de impresiones que he
mantenido sobre el particular con funcionarios de la Administracin local y con algunas experiencias personales (13). Puedo
confesarles que he intentado confirmar o desechar aquella impresin con datos estadsticos, pero no lo he logrado.
En el Anexo al Plan de Desarrollo Econmico y Social referente a arquitectura, construccin, vivienda y urbanismo figura,
a su vez, un anexo 26 con los gastos en adquisicin de terrenos e
inversin en obras de urbanizacin realizadas por la Gerencia de
Urbanizacin en el perodo 1960-1963. Pero en ninguna parte he
visto algo anlogo referente a lo realizado en el mismo sentido por
los Municipios.
He tenido noticia de que Huelva, Sevilla, Telde y Vitoria han
creado dichos patrimonios. Pero tampoco, en alguno de estos casos, el dato se me ha dado con mucha seguridad.
Lo que parece ,probado es que los Municipios obligados a dedicar el 5 por 100 de su presupuesto ordinario a adquirir un patrimonio de suelo han encontrado el medio de dedicarlo a otras
finalidades. A este punto me referir despus.
Por qu no ha tenido efectividad la poltica de creacin de
(12) El Presidente KENNEDY, en un mensaje especial dirigido al Congreso
de los Estados Unidos de Norteamrica sobre desarrollo de las comunidades y
vivienda (Ministerio de la Vivienda, Secretara General Tcnica, Doc., nm. 111/61
[161], Serie n, nm. 25/61 [40]), deca: los terrenos sin edificar deben reservarse a futuros centros urbanos para protegemos contra la indebida especulaci6n y para que los organismos regionales y de los Estados puedan controlar el
ritmo y la naturaleza del desarrollo de la comunidad.
(13) Los Ayuntamientos son renuentes-dice GONZLEZ-BERENGUER, J. L.:
Teora y prctica de la Ley del Suelo, Madrid, Abella, 1964, pg. 7-en la constituci6n de ese embrin de solucin que es el patrimonio municipal de suelo.
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v.
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portante es la conciencia de que lo que se nos impone como obligacin es conveniente, y aun necesario, hacerlo realidad.
Tambin cabra perfeccionar los criterios legales y los mecanismos presupuestarios y contables para evitar la actual desviacin de los crditos que deben destinarse a la formacin de los
patrimonios de suelo.
En primer lugar, la Ley del Suelo, y los presupuestos estatales y locales, podran fijar la cantidad que se deba dedicar
a adquirir terrenos con total independencia de la destinada a urbanizaciones u otras atenciones urbansticas.
En segundo lugar, quiz no fuera oportuno que el organismo
que distribuye las subvenciones para constituir patrimonios municipales de suelo sea el mismo que se encarga de formar y gestionar patrimonios estatales de suelo.
Finalmente, la fiscalizacin presupuestaria y contable de las
Corporaciones locales podra esforzarse ms en evitar que se
infrinja la obligacin legal de invertir en suelo.
Tngase presente que, como advierte el profesor Serrano Guirado (16), no es desdeable la utilidad econmica que para la
vida comunal pueden representar estos patrimonios pblicos de
suelo: el servicio directo a los fines sealados no es incompatible con una ganancia suplementaria.... Favorecer la creaci6n
de dichos patrimonios significar contribuir a hacer desaparecer
una de las causas que se oponen a su creacin: la penuria econmica de los Municipios.
Otra causa, como he dicho, a mi modo de ver de menor entidad que las anteriores, aunque no despreciable, que ha contribuido tambin al fracaso de la poltica de creacin de patrimonios municipales de suelo es su insuficiente y deficiente regulacin; su desvada figura, como dijo Marn Tejerizo (17).
El rgimen jurdico, y el econmico, de estos patrimonios suscita a las autoridades locales y a sus tcnicos asesores numerosas dudas difciles de eliminar y que son, en definitiva, un
obstculo para su implantacin.
Cmo explotar las reservas de suelo mientras se van convir(16) Planificacin territorial, poltica del suelo y Administracin local, cit.,
pgina 78.
(17) Problemas que plantea la actuacin urbanstica del Ayuntamiento de
Madrid, Revista de Estudios de la Vida Local, 1958, nm. 100, pg. 548.
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tiendo paulatinamente en solares? Es posible hipotecar el patrimonio de suelo para garantizar crditos concedidos al Municipio? Con qu medios jurdicos defender los bienes de dicho
patrimonio y recuperarlos si los particulares atentan contra los
mismos? Cabe enajenar la parte de reserva del suelo del patrimonio del mismo modo que la parte dedicada directa e inmediatamente a la edificacin?
Estas y otras muchas cuestiones jurdicas, junto con las referentes a su gestin econmica (18), se contestan difcilmente
despus de consultar los preceptos que la Ley del Suelo dedica
al patrimonio que nos ocupa.
VI.
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sealando y formulando sus caractersticas jurdicas. Se estaba lejos de una calificacin legal, con la cual, al bautizar a un bien,
se le dota de un rgimen jurdico previamente establecido por la
ley y que prevalece sobre su misma finalidad.
El origen de la distincin entre dominio pblico y dominio
privado, dice Laubadere (20), no se encuentra en los textos legales. Es la doctrina y la jurisprudencia quienes, a lo largo del siglo XIX} han alumbrado la idea de que convena distinguir dos
categoras de dominio. La razn esencial origen de esta idea
se refiere a la aplicacin de un gran principio que vamos a encontrar en el rgimen del dominio pblico, a saber: el principio
de su inalienabilidad. Se pens que era necesario al inters pblico que algunos bienes propiedad de entidades pblicas no pudiesen ser enajenados; que sera, por ejemplo, enojoso e incluso
desastroso que un Municipio pudiese vender un bien afecto al
uso del pblico. Pero la inalienabilidad no poda razonablemente
extenderse a todos los bienes de las personas pblicas. Es esencialmente en consideracin a esta cuestin del campo de aplicacin de la inalienabilidad por lo que se juzg oportuno distinguir
un dominio pblico inalienable y un dominio privado enajenable.
De la nota de inalienabilidad se dedujo pronto, como consecuencia lgica, las notas de imprescriptibilidad e inembargapilidad, e incluso la de no sujecin a la tributacin del Estado
-recogidas hoy en el artculo 188 de la Ley de Rgimen local-,
pues ninguna efectividad tendra sujetar a tributacin unos bienes que no pueden ser embargados. Despus las leyes fueron reconociendo y concediendo otras caractersticas jurdicas a los bienes que estaban afectos a un uso o a un servicio pblico. Pero
siempre quedaron. fuera del campo de aplicacin del rgimen de
dominio pblico cuestiones relacionadas con esta clase de bienes,
y entonces surgi la discusin sobre si para resolver aqullas se
deba, o poda, acudir o no al Derecho privado.
Fue de esta manera como se form un rgimen jurdico especial para los bienes destinados a un uso o servicio pblico, denominado rgimen de los bienes de dominio pblico, que, con el
tiempo, en algunas corrientes doctrinales, tom sustantividad propia, independiente de la finalidad a cumplir por los bienes de las
(20)
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ters pblico-prevenir, encauzar y desarrollar tcnica y econmicamente la expansin de las poblaciones-y, por consiguiente,
deben ser calificados de bienes de dominio pblico (21).
Si son bienes de dominio pblico, deben someterse al rgimen jurdico que la propia Ley de Rgimen local establece para
los bienes de dominio pblico? Esta es la cuestin. La delicada
cuestin. Porque, si contestamos afirmativamente, convertiremos
a los bienes del patrimonio de suelo en inalienables, imprescriptibles e inembargables, cuando por su propia razn de existir deben
ser vendidos, y si lo hacemos negativamente, quedarn regulados por el escaso nmero de preceptos que la Ley del Suelo
les dedica y que no permiten resolver el cmulo de cuestiones
que en relacin con ellos pueden presentarse. Lo que no cabe es
aplicarles el rgimen de los bienes de propios, puesto que stos
no estn afectos a un fin de inters pblico y el patrimonio de
suelo s lo est. De tal manera que si les aplicramos los principios que rigen los bienes de propios, por ejemplo, su posibilidad
de ser enajenados para obtener dinero con independencia del fin
a que el comprador los destine, perjudicaramos la finalidad a que
deben atender.
En realidad nos hemos situado ante una disyuntiva que no
existe. La calificacin de un bien como de dominio pblico municipal no comporta necesariamente la aplicacin al mismo de la
totalidad del rgimen jurdico que para los bienes de dominio
pblico de los Municipios establece la Ley de Rgimen local y
su Reglamento de Bienes.
Ya hemos visto, aunque necesariamente de manera muy breve, que la finalidad a cumplir. por algunos bienes impuso su inalienabilidad y, en definitiva, el rgimen jurdico que hoy denominamos de dominio pblico. Lo que no se hizo, y no puede hacerse, es imponer a un bien un rgimen contrario a su finalidad.
Esta llevaba en s implcitas las caractersticas que la doctrina
y la jurisprudencia no hicieron ms que descubrir. Hoy algunos
pretenden hacer lo contrario.
(21) El lugar que el patrimonio municipal de suelo ocupa en el sistema del
Reglamento de Bienes de las Corporaciones locales poda hacer pensar que
aqul era un nuevo gnero de bienes que rebasa la tipologa simtrica trazada
en su primer captulo (PREZ BOTIJA, E.: El nuevo Reglamento sobre rgimen
jurdico de bienes de las Corporaciones locales, Revista de Estudios de la Vida
Local, 1955, nm. 83, pg. 697).
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Cabe hipotecar los bienes del patrimonio de suelo? El artculo 179 de la Ley del Suelo dice que para los fines de esta
Ley las Corporaciones locales podrn emitir obligaciones y concertar prstamos con el Banco de Crdito Local de Espaa, Instituto de Crdito para la Reconstruccin Nacional (hoy Banco de
Crdito a la Construccin), Banco Hipotecario de Espaa, Cajas
de Ahorro sometidas al protectorado del Estado, Bancos y dems
entidades de crdito, y constituir garanta hipotecaria sobre los
terrenos adquiridos e inmuebles edificados. Pero el patrimonio
de suelo puede incluirse en la norma anterior? Siendo inembargable por razn de su finalidad, parece que no sera posible la
constitucin sobre l de una hipoteca. La inembargabilidad aparece, a primera vista, como defensa frente a los acreedores de la
entidad. Mientras que la inalienabilidad es una defensa del bien
frente a la propia Corporacin. Pero si se permitiera constituir
hipotecas sobre un bien inalienable (salvo para atender el desarrollo urbano) y ejecutarlo por el impago de la cantidad que garantiza, se podra indirectamente burlar todas las garantas y
perjudicar la finalidad de inters pblico que sirve.
La recuperacin de los bienes del patrimonio que estudiamos se llevar a efecto de oficio, de conformidad con las normas
sealadas por la legislacin de Rgimen local para el dominio
pblico.
El terreno directa e inmediatamente edificable del patrimonio se enajenar en la forma y de acuerdo con los criterios esta..
blecidos en los artculos 152 y siguientes de la Ley del Suelo,
pero el terreno de reserva de suelo no ser enajenable sin previa
desafectacin, que puede tener lugar como consecuencia de la.
aprobacin de un Plan de ordenacin urbana o por modificacin
del ya aprobado.
Todo esto no son soluciones a los problemas planteados, sino:
aproximaciones a las mismas. Ahora no me es posible mayor de..
tenimiento en el examen de estos temas. Mi nico propsito ha.
sido subrayar la dificultad que la actual regulacin de los patrimonios municipales de suelo, y la escasa atencin que la doctrina.
les ha dedicado, entraan para la constitucin de aqullos y, al
aprovechamientos agrcolas en el polgono de Aranda de Duero (B. O. del E. de:
18 de noviembre de 1961, pg. 16430).
221
CONCLUSION
El Urbanismo-dice el Anexo de vivienda, construccin, urbanismo y arquitectura al Plan de Desarrollo (5.3.1.1., pgina 57)-ha de ser considerado como el factor potencial clave, aquel
a cuyo travs ha de canalizarse la accin poltico-econmica nacional y que no puede ser ignorado sin perjuicio de viciar esencialmente las posibilidades nacionales de desarrollo econmico y
de orden social y, adems, de agravar considerablemente una situacin de partida que, sin ser desesperada, ofrece muchos motivos
de insatisfacci6n. De otro lado, el propio Plan de Desarrollo entiende (XXVII, pg. 367) que la coordinacin de actividades entre las entidades pblicas no debe perjudicar la autonoma necesaria para el cumplimiento de los fines de las Corporaciones locales. En este sentido-contina el Plan- es preciso, por una
parte, articular un sistema financiero que proporcione los recursos necesarios y, por otra, evitar la superposicin de organismos de todas clases que acten.en el mbito loca!.
Si esto es as-y yo estoy convencido de ello-, el prximo
Plan de Desarrollo creo que no debera cercenar, sino ofrecer a las
entidades locales mayores posibilidades para la creacin de patrimonios municipales de suelo. En todo caso, y al menos, debe dejarlas en libertad para invertir lo que estimen conveniente en la
adquisicin de terrenos con dicho fin. Y los administradores, psiclogos (y no me refiero slo a los psiclogos profesionales, sino
a los asesores hbiles e inteligentes de las autoridades municipales), economistas, hacendistas y juristas deberemos esforzarnos
en hacer posible y real la poltica de constitucin de patrimonios
municipales de suelo para lograr un conveniente desarrollo de
nuestras ciudades e incluso para fortalecer a la organizacin municipal espaola.
Edificacin forzosa
POR
SUMARIO: l. Introduccin.-Il. El problema de los solares sin edificar.IIl. Los obstculos: 1. Los intuitivos. 2. Los inconmovibles. 3. Los innovadores. 4. Los pseudo-tcnicos. 5. La funcin social de la propiedad.IV. Historia de un ReglQ/mento: 1. El derecho de retencin. 2. Las solicitudes de venta forzosa. 3. El procedimiento del articulo 147 de la
Ley del Suelo. 4. Nota sobre la naturaleza jurdica de la edificacin forzosa.-V. Oonclusiones.
l.
INTRODUCCION
224
Entre el cmulo de cuestiones que acucian a los Ayuntamientos hay una que afecta, sin excepcin, a todos los ciudadanos.
Preocupa a la opinin pblica y los expertos o los aficionados
la presentan continuamente a la consideracin general. Se trata
de que es necesario, imprescindible, que el suelo de la ciudad se
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EDIFICACIN FORZOSA
aplique a sus propios fines: establecer viales, zonas verdes, parques y jardines, espacios libres; y edificar.
Cuando el rgimen jurdico del suelo no se ha establecido adecuadamente con la debida claridad, o cuando, pese a estarlo, no
hay acierto o energa para que se cumpla, los solares se convierten en mercanca, porque son moneda que circula sin peligro y no corroe la inflacin; la ciudad se extiende en mancha
de aceite, desordenadamente, abandonada a su propio destino.
Los servicios urbanos-abastecimiento de agua, alcantarillado,
pavimentacin, alumbrado-, que apenas pueden conservarse en
estado de utilizacin por falta de medios, deben extenderse superfluamente para zonas cada vez ms grandes; los transportes,
en lneas dilatadas, mal servidas, carecen de capacidad para absorber una masa informe. Y el alejamiento de los lugares de trabajo impone un sacrificio complementario en tiempo y en dinero.
Ante este panorama, cuyos tonos son tan reales y cuyas consecuencias sufrimos, la edificacin forzosa no es la piedra filosofal. Es, simplemente, uno de los medios de que la autoridad dispone para paliar, en lo posible, aquellos perniciosos
efectos. Mientras no se utilice en debida forma no podr alegarse que no sirve para cumplir su objetivo.
Cierto que con un planteamiento errneo las consecuencias
an seran peores. Al pretender aherrojar la ciudad en un cerco
de previsiones para que no se extienda habra que permitir, indiscriminadamente, la edificacin en altura, rellenar los cascos
urbanos, encajar los vehculos en las calles. Mal oficio, para los
dems, el de aprendiz de brujo.
No se trata de eso. La inmensa variedad de nuestro pas aconseja en cada caso soluciones distintas; es preciso estudiarlas e
imponerlas. Es absurda la importacin beata del planeamiento
a la moda-ahora manzanas cerradas, luego bloques abiertos,
jardines bajos a la inglesa, plazas donde reina la piedra-y aplicarla por igual a las ciudades cantbricas, a las de la Meseta, Levante o Medioda.
Ahora bien, cualquiera que sea la solucin-y para ello doctores tiene la especialidad-, no cabe duda de que, en todo caso,
los solares susceptibles de ser edificados conforme a las normas
de la Ley y a los Planes aprobados deben serlo obligatoriamente,
bajo pena de graves sanciones, serena pero duramente impuestas.
15
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EDIFICACION FORZOSA
227
III.
LOS OBSTACULOS
Es evidente que cuestin tan clara y urgente no puede ocultarse a los ojos del legislador. Algo haba que arriscadamente impeda no ya hallar una solucin apta, sino siquiera perseguir el
descubrimiento de un camino, alguna muestra ,de buena voluntad.
228
y aqu es necesario descubrir, agrio y desagradable, el captulo de obstculos, tantos y de tal entidad que siempre hubo
que contar con perder la batalla, ya que abandonarla no caba.
Por cuanto tienen inters general, para ste y tantos casos, bueno ser que nos detengamos en ellos.
1.
Los INTUITIVOS.
Los INCONMOVIBLES.
EDIFICACIN FORZOSA
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porque crea ambiente, est aliado a la pereza, cuenta con la inercia y predica la nica actitud cmoda: no hacer nada.
3.
Los INNOVADORES.
230
Los PSEUDO-TCNICOS.
Para referirnos a este obstculo, nada despreciable, acudiremos a un trabajo publicado por don Federico de Castro (Anuario
de Derecho Civil, 1954, El Derecho Agrario en Espaa. Notas
para su estudio, pg. 387). Bajo el epgrafe La Agricultura
y la Administracin, dice: Los tcnicos estatales y toda la burocracia agronmica tendern a evitar una regulacin normal
del campo que permita, dentro de los lmites legales, la libre actuacin de los campesinos. El paternalismo administrativo procurar mantener indefinidamente su tutela. La propiedad se rebajar a concesin administrativa, el cultivo forzoso y dirigido se
considerar servicio pblico, el cultivador se ver investido de la
condicin de funcionario, ms o menos forzado.
Direccin que lleva hasta la creacin de un poder legislativo
y jurisdiccional anmalo y privilegiado, en manos tambin de los
tcnicos, con lo que se completa el ciclo de la discrecionalidad
administrativa. Rgimen de benvola dictadura que encierra el
peligro de todo exce'so intervencionista: secar la iniciativa particular, provocar inseguridad jurdica y fomentar injustificados pri'vilegios econmicos que, a su vez, desacreditarn las reformas
y originarn la reaccin.
Cambiemos la referencia a la agricultura por la del urbanismo y el cuadro ser igual. No obstante, es necesario consignar que
esta visin preocupante no puede aplicarse universalmente. Un
EDIFICACIN FORZOSA
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232
Sin embargo-y no hemos encontrado en los autores especialmente tratado este aspecto-, la propia Ley de Expropiacin forzosa (arts. 71 a 75) y su Reglamento (arts. 87 a 91) desenvuelven un procedimiento precisamente de expropiacin por incumplimiento de la funcin social de la propiedad. Cierto que el
artculo 71 de la Leyes uno de los de redaccin ms desafortunada: Existir causa de inters social para la expropiacin forzosa, adems de en los casos en que haya lugar con arreglo a las
leyes, cuando con esta estimacin expresa se haya declarado especficamente por una ley la oportunidad de que un bien o una
clase de bienes se utilicen en el sentido positivo de una determinada funcin social y el propietario incumpla esta directiva.
Tan lamentable literatura oficial no impide que se deduzca:
que cabe la expropiacin por incumplimiento de la funcin social
de la propiedad y que se entiende por sta determinadas transformaciones de los bienes o su utilizacin de una manera concreta
y sealada. En definitiva, el legislador estaba pensando en la mejora de las fincas rsticas, pero por qu no en la edificacin de
solares? Acaso el fundamento es diferente?
Al plantearse Jess Gonzlez la justificacin de la edificacin
forzosa se pregunta: Estamos realmente ante una autntica
funcin social de la propiedad incumplida? Y responde: Un solar no edificado est contraviniendo lo que es su funcin social
propia. Real y efectivamente, no por capricho de los polticos
y administrantes, estamos ante un supuesto de incumplimiento de
la funcin social de la propiedad, frente al que el ordenamiento
jurdico debe reaccionar arbitrando las medidas idneas para que
sea superado. La doctrina de la justificacin de la expropiacin
forzosa, amplia y agudamente expuesta por Eduardo Garca de
Enterria en sus PrinC'itpios, es perfectamente aplicable a nuestro tema.
No nos resistimos a traer a colacin un argumento a posteriori, fuera de las reglas de juego. Hoy el problema de la justificacin se hubiera simplificado mucho, a la luz del famoso Esquema Xill del Concilio Vaticano TI, Sobre la Iglesia en el
mundo actual, al que entre nosotros se ha prestado tan poca
atencin, pero que, convertido en Constitucin pastoral, es de
obligado cumplimiento y est llamado a producir consecuencias
incalculables por su santa audacia, modernidad y buen sentido.
EDIFICACIN FORZOSA
233
versas y se diversifican cada vez ms. Todas ellas, sin embargo, continan siendo elemento de seguridad no despreciables, aun
contando con los fondos sociales, derechos y servicios procurados
por el Estado. Esto debe afirmarse no slo de las libertades materiales, sino tambin de los medios inmateriales, como es la capacidad profesional.
El derecho de propiedad privada no es incompatible con las
diversas formas de propiedad pblica existentes. La afectacin
de bienes a la propiedad pblica slo puede ser hecha por la autoridad competente, de acuerdo con las exigencias del bien comn, y dentro de los lmites de este ltimo, supuesta la compensacin adecuada. Al Estado toca, adems, impedir que se abuse
de la propiedad privada en contra del bien comn.
El derecho de propiedad privada tiene tambin, por su misma naturaleza, una ndole social cuyo fundamento reside en el
destino comn de los bienes. Cuando esta ndole social es descuidada, la propiedad muchas veces se convierte en ocasin de ambiciones y graves desrdenes, hasta el punto de que da pretexto
a los impugnadores para negar el derecho mismo. A continuacin
hay una explcita condena de los latifundios.
Por ltimo, dicta una regla general que nunca debieran olvidar los gobernantes: Siempre que el bien comn exija una expropiacin, debe valorarse la indemnizacin segn equidad, teniendo en cuenta todo el conjunto de circunstancias.
La doctrina del Concilio no es innovadora. La propia Constitucin lo revela al afirmar en su pargrafo 23: Como el magisterio de la Iglesia, en recientes documentos, ha expuesto ampliamente la doctrina cristiana sobre la sociedad humana, el Concilio se limita a recordar tan slo algunas verdades fundamentales
a la luz de la Revelacin. A continuacin seala ciertas consecuencias que de ellos fluyen y que tienen extraordinaria importancia
en nuestros das. Queda en pie, por tanto, reafirmada, la doctrina de las dos Encclicas bsicas de Juan XXID, Mater et
Magistra y Pacem, in terris.
EDIFICACIN FORZOSA
HISTORIA DE UN REGLAMENTO
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EDIFICACIN FORZOSA
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238
a la moda, y el problema era urgente; era necesario actuar. Haba que preparar un proyecto de Reglamento. La Comisin de
Estudios del Ministerio de la Vivienda, creada por Orden de 28
de noviembre de 1962 (Boletn de 18 de diciembre), gran acierto
de composicin y funcionamiento, que me complazco en recordar
desde aqu, recibi el oportuno encargo.
Pero exista un temor. Nuestro inmenso acervo legislativo,
lleno de preceptos de imprecisa vigencia, derogaciones tcitas y
materias conexas, gozaba ya en lo urbanstico de suficientes disposiciones para pensar optimistamente en completarlas.
Recordemos a De Castro cuando dice: Los cambios de texto y las derogaciones parciales han venido ocurriendo de modo
irregular, sin otro ritmo que el desasosegado impuesto por las
necesidades sociales o los caprichos de la poltica. Se intentaba
evitar ese perodo de intranquilidad que ya Aristteles sealaba
tras los cambios legales (La Poltioa, captulo V): Si la mejora
deseada es poco importante, es claro que para evitar el funesto
hbito de cambiar con demasiada frecuencia las leyes conviene
tolerar algunos extravos de la legislacin y del gobierno. Ms
peligroso sera el hbito de la desobediencia que til la innovacin. El hbito slo se forma con el tiempo, de tal manera que
sustituir ligeramente las leyes existentes con otras nuevas es debilitar la fuerza de la ley.
Don Quijote, en carta a Sancho Panza, gobernador ce la Insula Barataria (Parte 11, captulo LI), le aconseja: No hagas
muchas pragmticas, y si las hicieres, procura que sean buenas,
y sobre todo que se guarden y cumplan, que las pragmticas que.
no se guardan lo mismo es que si no lo fueren; antes dan a entender que el prncipe que tuvo discrecin y autoridad para ha~
cerlas no tuvo valor para hacer que se guardaren, y las leyes
que atemorizan y no se ejecutan vienen a ser como la viga, rey'
de las ranas, que al principio las espant y con el tiempo la menospreciaron y se subieron sobre ella.
EDIFICACIN FORZOSA
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septiembre de 1870, 23 Y 26 de la de Rgimen jurdico de la Administracin del Estado de 26 de julio de 1957, texto refundido, y,
en definitiva, por el artculo 5. del Cdigo civil.
Las dos primeras redacciones del Anteproyecto-en total me
parece recordar que fueron siete-se basaron en que la autorizacin concedida por el artculo 4. de la Ley de 21 de julio de
1962-llamada Ley de Valoraciones-, deba estimarse lo bastante amplia para proceder a desarrollar el sistema del Reglamento con suficiente holgura.
Pero al preparar la tercera redaccin del Anteproyecto pesaron las consideraciones antedichas en el sentido de entender que
el artculo 4. no era tan expresivo como para permitir que se
estimaran derogados todos los artculos polmicos que se oponan a las nuevas directrices. Y entre ellos el derecho de retencin de los artculos 144-2 y 146, las solicitudes de venta
forzosa del artculo 146 y el procedimiento de enajenacin forzosa del 147.
Se plante la cuestin a fondo. Y prevaleci la fundada duda
de que la Ley de Valoraciones-cuya mens legislatoris se conoca-dijera lo que se haba pretendido decir. Y ante el problema
de suscitar una posible colisin de disposiciones reglamentarias y
legales, en materia cuya hermenutica siempre es penosa, tan
dada a discurrir por cauces dubitativos contrarios a su eficacia,
se alcanz una solucin de concordia, aceptada pensando en que
el texto legal, pronto o tarde, tendra que ser modificado. Y la
solucin fue como sigue.
0
1.
EL DERECHO DE RETENCIN.
En cuanto al derecho de retencin de la Ley del Suelo, heredado de la de Solares, se entendi derogado por la Ley de Valoraciones, ya que sta ordenaba que el incumplimiento de la
obligacin de edificar diera lugar inmediatamente a un procedimiento; la condena del derecho de retencin, verdaderamente injustificado y perturbador, arma sutil en manos de habilidosos, se llev al prembulo del Reglamento, que invoca la
autorizacin de la Ley de 1962 para adoptar las oportunas medidas contra las dilaciones y como derecho incompatible con los
objetivos del legislador.
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EDIFICACIK FORZOSA
consideraciones expuestas. Y tal vez debidos a que los redactores no miraban con excesiva simpata la figura del extrao beneficiario, pretendiente a comprador.
3.
147
En cuanto al procedimiento, no caba duda de que el del artculo citado haba resultado un artilugio puramente conceptual;
es preciso reconocer que sus analogas ms o menos prximas con
otros establecidos en rgimen local no autorizaban su extensin a
este caso en que son bienes de los particulares los que estn en
juego.
La encuesta no sealaba un solo caso de aplicacin, y no es
de extraar que faltara valor para internarse en sus vericuetos.
Pero la Ley de 1962, en el extremo que contemplamos, s haba
sido clara al referirse a un procedimiento rpido y eficaz cuyos
trmites se determinaran reglamentariamente. Caba, es ms,
era obligado, articular el procedimiento.
Pero he ah los escrpulos. Cmo suprimir el del artculo 147?
Ya que para todo hay soluciones, se decidi por la intermedia: regular un procedimiento nuevo, inspirado en el extrajudicial sumario, esquematizado en sus trmites, y dejar el anterior en su
museo legislativo, pura va muerta.
An no hay experiencia sobre el acierto, si lo hubo. Pero una
vez ms se puso de manifiesto el craso error de mantener en
nuestra legislacin infinidad de procedimientos ad hoc. Y la esperanza de que algn da se aborde la unificacin de aqullos para
bien de los interesados.
Os hago gracia de otros detalles, interesantes, de la elaboracin del Proyecto, cuyas sucesivas redacciones siguieron los
mismos principios, sin variaciones sustanciales.
El Consejo de Estado, al que fue sometido el texto con comentario a cada uno de sus artculos, breve exposicin de antecedentes legales y jurisprudenciales, con indicacin de los problemas abordados y sus soluciones, emiti Dictamen el 27 de noviembre de 1963.
Dicho alto Cuerpo consultivo se hizo plenamente cargo de la
16
242
trascendencia del asunto. No regate elogios: trabajo armnico bien concebido y sistematizado..., fruto tambin de su excelencia intrnseca y hasta de su redaccin concisa y tcnica.
Mas tampoco escatim objeciones, el examen de alguna de
las cuales puede arrojar luz sobre campos oscuros del Reglamento.
Por ejemplo, en el artculo 3., al tratar de las declaraciones de
edificacin forzosa de inters inmediato, respecto de las que
Carceller, amable objetante, estima que son pura creacin reglamentaria, aunque hasta literalmente se citan en los artculos 112-1
y 119-1 de la Ley del Suelo, se haba incluido la posibilidad de que
tal declaracin se refiriera no slo a las fincas sitas en polgonos
o manzanas por razones objetivas suficientemente motivadas, sino
que tambin podan referirse a una o varias fincas concretas
por causas especficamente sealadas. El Consejo de Estado fue
terminante: La limitacin a que se someten en este aspecto las
propiedades privadas no se concibe que pueda extenderse ya ms... ;
se agrega una facultad tan grave en sus consecuencias y tan
desconectada de planteamientos generales... que no puede por
menos de considerarse que va ms all de lo que autoriza el
artculo 112 de la Ley del Suelo, imponindose en verdad por
texto reglamentario una limitacin gravsima de la propiedad,
que podra suponerse sin suficientes garantas objetivas.
Seguramente el Consejo de Estado tena razn al poner lmite a la funcin social de la propiedad, cuando su ~.ndividua
lizacin no se puede justificar mediante razones suficientemente
objetivas y regladas. Es posible que el precepto anduviera emparentado en exceso con el artculo 165 nonnato de la Ley del
Suelo que antes comentbamos. De acuerdo con la condena en
ambos casos.
La cuestin de las competencias fue tambin examinada en
los siguientes trminos: En muchos aspectos de este proyecto
de disposicin se estn rozando facultades municipales? en conexin con el Ministerio de la Gobernacin, pero la ndole propia
del Departamento que ordena la presente consulta, y el artculo 4.
de la Ley de 21 de julio de 1962, fundamentan, juntamente con el
espritu, y aun dictado expreso que anima la Disposicin transitoria primera de la citada Ley y la adicional, la competencia propia del Ministerio de la Vivienda en lo que concierne a la confeccin y elaboracin de este Proyecto de Decreto.
243.
EDIFICACIN FORZOSA
No obstante tan claro reconocimiento, en el detalle del articulado fueron podados algunos preceptos que desenvolvan competencias. Por ejemplo, el 8.0, al tratar de las obligaciones de los
Ayuntamientos y subrogacin en las mismas, aada un inciso
final que prevea tal subrogacin cuando por cualquier otra
causa lo acuerde el Ministerio de la Vivienda en virtud del artculo 4. de la Ley de 21 de julio de 1962. La objecin se fundaba en que dicha Ley haba autorizado una determinacin de los
rganos competentes de manera general, pero no una estimativa
y discrecional, precisamente cuando la Ley del Suelo se haba
referido a supuestos muy precisos en sus artculos 5. y 206. En
acatamiento del verdadero espritu de estas normas y de la competencia ms inmediata de los Ayuntamientos en la materia, debe
desaparecer el apartado e) del nmero 3. de este artculo. Y
desapareci.
En el artculo 39 del Proyecto el Consejo observ que al tratar de la subasta desierta o en quiebra se prevea la facultad de
adquisicin, en defecto del Ayuntamiento, por un rgano competente del Ministerio de la Vivienda. E indic que era una innovacin muy importante que, por su misma trascendencia y por
chocar en varias particularidades con el sistema legal vigente,
no puede admitirse sin expresa modificacin legal. Y aadi:
Es evidente, en efecto, que la posibilidad de la constitucin del
llamado patrimonio municipal de suelo supuso una muy grave limitacin para las propiedades afectadas; que, naturalmente,
la adquisicin sera para constituir algo as como un patrimonio
urbanstico cuya titularidad tendra el Estado. Dedujo: y es
notorio asimismo que si en el espritu y voluntad legislativa hubiese estado el permitir constituir patrimonios inmobiliarios de
tal naturaleza y con estas finalidades en poder del Estado, no
hubiera dejado de expresarse.
En el Dictamen se rechaz explcitamente la novedad: Pinsese que, en definitiva, no se est ante un problema de competencia o procedimiento. No es que se atribuya al rgano urbanstico competente la potestad de imponer al Ayuntamiento, contra el acuerdo de ste, que adquiera, en definitiva, el inmueble.
Es, ms bien, que la adquisicin va a ser en beneficio de otra
persona y titularidad-el Estado, no hay otra forma de concebirla-, abrindose por norma de rango no legal todo un conjunto
0
244
de nuevas limitaciones, obligaciones, posibilidades y cargas, incluso financieras, que supone una contradiccin importante de lo
legalmente previsto hasta en nuestras Leyes Fundamentales.
Como consecuencia, del artculo 39 del Proyecto fue suprimida la posibilidad; y tambin, del 40, su reflejo en la situacin
permanente de enajenacin forzosa. No obstante, el Consejo de
Estado dej sin objecin una facultad semejante de adquisicin
por rgano urbanstico competente, incluida en el epgrafe
y en el nmero 3 del artculo 45 para el caso de que no se hubiera ejercitado el derecho de reversin.
Cul pudo ser la razn para el diferente tratamiento? En
cualquier supuesto la omisin tuvo que ser deliberada. Y en busca de una explicacin tenemos que afirmar que el alto Cuerpo
~onsultivo se fij especialmente en que el derecho de adquisicin, en el supuesto del artculo 39, rozaba la facultad conferida al propietario en el artculo 147-6 de la Ley del Suelo de
emprender y continuar la edificacin precisamente despus de
que el Ayuntamiento, y no otros rganos-dice-, no ejercitaren la facultad de adquisicin.
El fondo del problema qued, no obstante, por resolver, ya
que ni se cit la Ley de 30 de julio de 1959 y el Reglamento de
11 de febrero de 1960, reguladores de la Gerencia de Urbanizacin.
Los artculos 3-0) de ambas disposiciones sealan, entre otras,
como funciones de la Gerencia, la adquisicin por cualquier ttulo de terrenos destinados a la formacin de reservas de suelo,
preparacin de solares o cualquier otra finalidad anloga de
carcter urbanstico, completada en la forma siguiente: e) La
enajenacin, permuta y cesin de los terrenos de su propiedad,
urbanizados o no, y la constitucin de derechos de hipoteca sobre los mismos; f) La constitucin, transmisin, modificacin y
extincin de derechos de superficie, servidumbres y cualesquiera
otros reales sobre los terrenos y solares, dentro de las previsiones
de los planes, y g) La expropiacin de terrenos y solares y las
dems operaciones materiales o jurdicas que requiera la gestin urbanstica de su competencia.
Es decir, que lo que tanto preocupaba al Consejo de Estado,
la constitucin de un patrimonio estatal del suelo, ya estaba en
marcha. No hay duda de que es un patrimonio de gestin para
lanzar al mercado, en lucha contra la especulacin, solares a pre-
EDIFICACIN FORZOSA
246'
216
ticos no parece satisfacer plenamente; con la misma razn podra hablarse de inmuebles militares, universitarios, etc., y
la impropiedad sera idntica.
:l(:
""
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El Proyecto fue retocado ligeramente en Consejo de Ministros, precisndose algn matiz de competencias. Pero la larga
elaboracin y, sobre todo, el Dictamen del Consejo de Estado haban dado sus frutos.
*~
EDIFICACIN FORZOSA
247
lucin es utpica. Los Letrados y los Arquitectos tienen que plantear ante los Ayuntamientos claras las cuestiones, desentraando
los problemas; slo as podrn las autoridades municipales desarrollar con acierto y presteza su misin. En definitiva, es un
trabajo en equipo de todos los interesados; tambin de quienes
se opongan, porque el expediente debe arrojar la verdad.
A la tarea comn han sido llamados funcionarios de otros
rdenes. Tambin stos estamos seguros de que prestarn su mxima colaboracin, que debe admitirse sin temor a que nadie
venga a socavar competencias.
4.
Deliberadamente hemos dejado de tratar una cuestin importante de la edificacin forzosa: su naturaleza jurdica; no estimamos poco enjundioso este problema, pero s con menor contenido prctico hoy.
Nos limitaremos, por tanto, a unas consideraciones elementales. El Reglamento, en su captulo. I, lleva como epgrafe:
De la obligacin de edificar. Estamos ante una obligacin
propiamente dicha en Derecho administrativo?
Jess Gonzlez afirma que la edificacin no es precisamente
una prestacin que pueda exigirse mediante coaccin, que haya
de realizar el propietario frente a la Administracin, sino que la
edificacin es un derecho, una facultad del propietario. Por ello
concluye que la Administracin no puede exigir su realizacin
por los medios que pone a su alcance la Ley de Procedimiento
administrativo en sus artculos 104 a 108. En consecuencia, deduce, estamos ante una facultad cuyo no ejercicio reporta al titular determinados resultados perjudiciales, y esto es lo que en
trminos jurdicos se llama carga. Aduce la opinin de Guasp
(Camerntarios a la Ley de Enjuiciamiento oivil~ 1943, I, 23): La
carga es meramente la consideracin del resultado perjudicial
que se produce por la falta de ejercicio de un derecho subjetivo.
Los conceptos de obligacin, deber, facultad y carga en relacin con la edificacin forzosa estn sin elaborar.
No es posible prescindir en cuanto a ellos de la doctrina de De-
248
recho en general, y de la del Derecho privado en particular, puesto que, al fin y al cabo, las consecuencias ataen a la propiedad.
Los resultados del incumplimiento y qu carcter tiene la
actuacin administrativa cuando pone en marcha un procedimiento de enajenacin forzosa seguramente ofrecen matices muy peculiares. Tal vez pueda decirse que no cabe coaccin para obligar a edificar. Pero lo que la Administracin consigue es la edificacin forzosa, que ejecuta el propietario si cwnple los plazos, o el adquirente que, en defecto de aqul, se compromete a
hacerlo. La edificacin se logra coactivamente, abstraccin hecha
de la persona que la lleva a cabo. Este es el fundamento del sistema.
Por otra parte, la palabra carga tiene un contenido estereotipado en Derecho inmobiliario. Sera necesario desarrollar la
doctrina de su especialidad administrativa. El legislador, en la
Ley de Valoraciones, conceptu el incumplimiento de la obligacin de edificar como carga rea!, seguramente para identificarla con otros supuestos de ejecucin forzosa de inmuebles.
Pero el problema de su naturaleza jurdica apenas ha sido intuido.
Ms que las famosas cuestiones de competencia, al fin y
al cabo banales, interesa este problema, del que cabe deducir
consecuencias insospechadas. Estamos abocados cada vez ms a
una administrativizacin del Derecho privado-perdonen la palabreja-, que no nos asusta. Pero hay que construirla y fundarla
jurdicamente.
He ah un tema para los estudios; materia para largas meditaciones y buen lucimiento. Ya llegar la hora de deducir consecuencias y aplicarlas a la prctica. Este es el momento del laboratorio.
V.
CONCLUSIONES
Voy a terminar con una confesin. Temo que, tras estas disertaciones, me preguntis: Y de efectos prcticos qu? 0, como
en el Tenorio, me digis: Los muertos que vos matis gozan
de buena salud.
Pues s, es cierto. Todava en la realidad hay muchos solares sin edificar; seguramente se han formulado pocos programas de actuacin y declaraciones de inters inmediato de edifi-
EDIFICACIN FORZOSA
249
cacin; sigue palpitando la discrecionalidad, tras la que se oculta, astuta y cicatera, la arbitrariedad, la gran enemiga; y descansan su sueo cotidiano numerosos expedientes.
Algunos propietarios avisados siguen acudiendo al Registro
municipal de solares slo con la intencin de desahuciar a los
inquilinos por detrs de la iglesia, burlando la nunca bien ponderada legislacin de arrendamientos urbanos. No cabe duda.
Pero las cosas quieren su tiempo. Es necesario que una reforma importante se sedimente, que se corrijan sus defectos y que
nos acostumbremos a contemplar, sin pasmo, su relativa novedad.
En ltimo trmino, yo tengo fe. Fe en la preparacin cada
vez mejor de los funcionarios, en la entrega a su misin por parte de las autoridades locales, en la mejora de los Municipios. Fe
en el Derecho, a cuyo amparo necesita vivir siempre la comunidad poltica.
cin inicial. 2. Tasacin expectante. Tasacin urbanstica: las clasificaciones de categoria y grado y la reduccin del coeficiente de urbanizacin.
Estimacin de las expectativas y clculo de la plusvala expectante. 4. Tasacin comercial. Tipo de tasacin que debe aplicarse.-lII. Las calificaciones del solar, casoo urbano y terreno urbano, a electos de valoracin
segn la Ley del Suelo.
262
tras o matrculas fiscales, que suele ser ms bien bajo. En ltimo caso el artculo 43 de la Ley de Expropiacin forzosa faculta a los Tribunales de estimacin para fijar el justo precio en
la cuanta que les dicte su leal saber y entender, y aun en contra de aquellas normas.
Lo que ya constituye una novedad de importancia en materia
de terrenos y solares es la Ley de Rgimen del Suelo y Ordenacin" urbana de 12 de mayo de 1956, seguida de otras disposiciones, entre ellas el Decreto de 25 de agosto del mismo ao (llamado tambin Anexo de Coeficientes), la Ley de 21 de julio de
1962 y el Decreto nmero 343, de 21 de febrero de 1963. Dicha
Ley de Rgimen del Suelo aborda resueltamente el problema general, regulando cuestiones importantsimas en el uso y valoracin del suelo, y especialmente, en este ltimo aspecto, por primera vez se abandonan las antiguas normas de tasacin para tratar de fijar objetivamente el precio del suelo.
Son del mayor inters los prrafos que el prembulo de la
Ley dedica a esta materia. En efecto, el prrafo tercero enumera los males que se siguen de abandonar el suelo a la libre
ley de la oferta y la' demanda:
La retencin de terrenos por propietarios que no urbanizan
ni edifican, ni acceden a enajenar sus terrenos para urbanizar
y construir a precios de just~ estimacin; la imposibilidad de
disponer de terrenos amplios para destinarlos a espacios libres,
la falta de distribucin equitativa del aumento del valor del
suelo ...
y otros daos que conducen a la adopcin de medidas para
valoracin del suelo y que se anticipan y resumen en el siguiente prrafo del mismo 'prembulo, que reproducimos tambin nte~
gramente:
La valoracin del suelo constituye un punto capital en la
ordenacin. Para establecerla con equidad se han de desechar
los mdulos hasta ahora vigentes de capitalizacin del lquido
imponible y del valor en venta, ya que el primero no responde,
por lo comn, a la realidad, y el segundo favorece la especulacin. El trfico sobre terrenos no se opera, por otra parte, en un
rgimen de competencia perfecta, ~n el que pueda decirse que
la ley econmica del mercado determina naturalmente un precio justo que excluya legtimamente toda intervencin. Procede,
254
ra de los edificios y permite obtener de l directamente los datos necesanios para los proyectos de urbanizacin destinados a su
inmediata construccin o realizacin fsica. Concreta an ms
la edificabilidad, aunque realmente debe ser la misma que se deduzca del Plan general. Permite tambin a los terrenos a que
afecta acogerse a la tasacin urbanstica, ms ventajosa que la
expectante.
La inexistencia de Plan general aprobado era, como se comprender, un serio obstculo para la aplicacin de la Ley del
Suelo, pues, adems de dificultad legal para actuar, faltaba, entre otros datos imprescindibles, esa edificabilidad a la que hemos
aludido como dato esencial para la tasacin. En bastantes casos,
y aun no existiendo Plan general ni parcial aprobados, se han
considerado como tales las ordenanzas municipales de edificacin,
planes de alineaciones y otros vigentes con anterioridad a la Ley
del Suelo, deduciendo de ellos los datos precisos, y para remediar en su aspecto legal estas faltas de Plan en las localidades
que carecieron de ellos y poder, no obstante, actuar urbansticamente, o para alterar las previsiones de un Plan existente, son
de aplicacin los antes citados Ley de 21 de julio de 1962 y Decreto de 21 de febrero de 1963.
Conviene tambin dejar asentado el concepto de edificabilidad, al que ya venimos aludiendo. Antiguamente las ordenanzas
de edificacin sealaban alineaciones, rasantes, altura de edificios o nmero de plantas, etc., limitando as el mximo aprovechamiento permitido del terreno, y con l la densidad de poblacin en beneficio de la higiene y de las necesidades de circulacin. En algunas se seala el tanto por ciento de superficie
de solar que puede edificarse y el tanto por ciento que haya
de quedar libre.
Actualmente, en vas de abandonarse la urbanizacin por
manzanas cerradas (con las que, por cierto, est edificado todo
Madrid), esta limitacin en el aprovechamiento del terreno se establece de otra manera: no por superficie, sino por volumen, o sea
fijando el volumen mximo de edificacin que puede levantarse
por cada metro cuadrado de terreno. Esta es la edificabilidad:
tantos metros cbicos de edificacin por metro cuadrado de terreno, bien entendido que en el cmputo de terreno entra todo:
el materialmente ocupado por las plantas de los edificios y el
2DD
256
TASACIN INICIAL.
TASACIN EXPECTANTE.
257
un Plan general que seala un futuro destino urbano, tiene probabilidades o expectativas de llegar a ser urbanizado y edificado en
todo o en parte en el plazo de quince aos que fija la Ley, la influencia favorable de estas expectativas o probabilidades, no presentes, sino aplazadas, ser traducida en una plusvala, como ms
adelante se dir. Esta plusvala por expectativas no ha de confundirse con el impuesto del mismo nombre que los Ayuntamientos giran sobre el aumento del valor de los terrenos en las trans
misiones.
La suma de esta plusvala por expectativas y del valor inicial
o agrcola del predio constituir el valor expectante, segundo de
los definidos por la Ley, Y sumamente lgico en su concepcin
como pueden ustedes apreciar.
3.
GRADO Y LA REDUCCIN DEL COEFICIENTE DE URBANIZACIN. ESTIMACIN DE LAS EXPECTATIVAS Y CLCULO DE LA PLUSVALA EXPECTANTE.
258
259
= 51,84 ptas/m2
Este amplio margen de precios de terreno de una misma edificabilidad encarece la necesidad de estudiar cuidadosamente, segn el Decreto, los sumandos parciales que forman el tanto por
ciento.
Respecto al primer sumando o tanto por ciento parcial por
categora y grado, precisar clasificar el terreno en algunas de
estas nueve categoras que el Decreto establece y que enumeramos
de mayor a menor: A-l, A-2, A-3, B-l, B-2, B-3, C-l, C-2, C-3.
La norma 3. a del Decreto de Coeficientes seala las circunstancias urbansticas favorables y desfavorables que permiten asignar
a cada terreno o zona de terreno la categora y grado correspondientes, labor sta que requiere una minuciosa informacin y conduce muchas veces a dividir el terreno en un mosaico de zonas
de clasificacin, superpuesto al parcelario, y que en nada suelen
coincidir con los linderos de las fincas. Diremos que, en general,
un terreno no deber situarse en una categora y grado en tanto
no haya superado todas las. circunstancias urbansticas requeridas para categoras y grados inferiores, sin que los lmites natu-
260
261
262
265
264
266
Valor expectante
...
105,76
TASACIN COMERCIAL.
266
No quedara completa esta resea si, para terminar, no dijramos dos palabras sobre el tema, no menos importante, de sealar qu terrenos deben tasarse por su valor comercial, cules por
urbanstico o cules por expectante o inicial.
Cierto afectado, en su escrito, interpretaba esta cuestin ma-
267
nifestando que sus terrenos tenan valor inicial, expectante,. urbanstico y comercial, y no le faltaban del todo razones para ello;
Pero lo malo era que calculaba ms o menos cada una de las cuatro tasaciones, y para no desairar a ninguna reclamaba el importe de las cuatro. Naturalmente, no es as, sino que la Ley
del Suelo, en sus artculos 90 a 93, en unin de otros concordantes
de la misma, determina el tipo nico de tasacin que a cada caso
corresponde, con lo que ya tenemos nueva clasificacin de terrenos y nueva malla o mosaico sUPerpuesto al parcelario.
No he de cansar a ustedes con el examen de los tres o cuatro
artculos que cito, Pero s les llamo la atencin precisamente
sobre los concordantes o relacionados con ellos, porque dan lugar
a bastantes equvocos y controversias.
Por ejemplo, la Ley restringe los casos de tasacin comercial,
y el artculo 93, nico que lo autoriza, exige como condicin previa que los terrenos alcancen la calificacin de solares. Ahora
bien, esta calificacin de solar no puede darse arbitrariamente,
sino que la Ley, en su artculo 63, define que a sus propios
efectos :
Tendrn la calificacin de solares las superficies de suelo
urbano aptas para la edificacin y urbanizadas con arreglo a las
normas mnimas establecidas en cada caso por el Plan, y si ste
no las concretase, se precisar que la va a que la parcela d frente tenga pavimentada la calzada, encintado de aceras, y disponga
de los servicios de suministro de agua, desage y alumbrado pblico.
Se recalca que la Ley dice expresamente a sus propios efectos, por lo que puede ocurrir muy bien que no puedan considerarse como solares para ser admitidos en tasacin comercial terrenos a los que la costumbre o los registros fiscales denominan as,
sin que cumplan las condiciones enumeradas en el artculo precedente. Aparte de ello los solares, para ser admitidos a tasacin
comercial, deben estar comprendidos en alguno de los dos supuestos a) o b) del artculo 93. El primero de ellos nos conduce
a precisar el casco de la poblacin tambin a efectos de la Ley.
El casco aparece definido en el artculo 12, punto 4.
Sectores urbanizados a medida que la construccin ocupe
dos terceras partes de la superficie edificable en cada polgono.
Puede, por tanto, este casco definido por la Ley del Suelo
0
268
discrepar en sus lmites del casco que pueda haber definido 'el
Municipio a otros efectos distintos.
y por ltimo, tambin es de inters para la clasificacin del
tipo de tasacin la definicin de suelo urbano, que aparece en
el artculo 63:
Constituirn el suelo urbano estos terrenos:
Los comprendidos en el permetro que define al casco
de la poblacin, conforme al artculo 12.
b) Los que estn urbanizados; y
e) Los que, aun sin urbanizar, se hallaren enclavados en
sectores para los que ya existiere aprobado Plan parcial de ordenacin.
a)
SUMARIO:
270
l.
En esta lnea hubimos de comenzar por discriminar cul poda ser ese caso caracterstico que tuviese la virtud de retener
la atencin de ustedes y que pudiera dar una visin amplia del
tema que se nos haba encomendado, as como de sus dificultades y de sus posibles soluciones. El ejemplo que nos pareci
ms interesante para llevar a cabo la aplicacin fue un terreno
que forma parte de los viejos regados del Canal Imperial de
Aragn, en el trmino municipal de Zaragoza. Elegida la zona t
comenz el trabajo y multitud de pginas se fueron llenando de
clculos y de consideraciones tcnicas sobre rendimientos, estudio
de los tractores y de la maquinaria adecuada, anlisis de precios
y de salarios, eleccin de fertilizantes, etc., etc., para llegar, finalmente, a obtener el valor inicial por unidad de superficie y
una conclusin, quiz ms importante: que si, efectivamente,
aquellos clculos y consideraciones podan ser tiles para determinar el precio de un cierto terreno, eran asimismo perfectamente intiles para exponerlos ante ustedes, pues no parece que
el problema de la eleccin entre uno u otro tipo de tractor para
realizar las labores agrcolas, o del sulfato o del cloruro potsicos
como aportaciones fertilizantes para elevar el producto bruto, resuelvan ninguna duda ni tengan demasiado inters en relacin
con el Urbanismo o con la aplicacin de la Ley del Suelo.
11.
271
272
273
podrn evitar en alguna ocasin que una parte de nuestro mejor patrimonio agrcola desaparezca sin necesidad.
Centrnd"onos de nuevo en el tema de la valoracin inicial,
consideramos que el gran problema que el tcnico ha de plantearse, cuando comience aquel trabajo, ser la interpretacin
del artculo 86 de la Ley del Suelo.
Esta Leyes joven todava-an no ha cumplido los diez aos de
existencia-y sus aplicaciones lo son an ms, pues debieron comenzar seriamente hacia 1960 1961. Por esta causa, no son muchos los antecedentes que de su interpretacin existen en general, y sobre el punto concreto de la valoracin inicial no hemos
conseguido dar con ninguno. Es, por tanto, ineludible enfrentarse
aqu con este problema, exponiendo ante ustedes un punto de
vista completamente personal, que nos permita seguir adelante.
Tal situacin nos recuerda las palabras que, en cierta ocasin, omos de labios de un ilustre magistrado, ya fallecido: deca que si haba algo que temer en este mundo era a las conclusiones de un ingeniero con una ley en la mano. Conocemos,
pues, el riesgo que corremos al tratar de interpretar lo que el
legislador quiso decir en el repetidamente citado artculo 86, pero
no nos queda otro remedio. Por ello, les ruego su benevolencia
si esta incursin de un profano en el campo de las leyes deja
mucho que desear.
La primera reflexin que cabe hacerse al enfrentarse con la
valoracin es la de si es lcito clasificar agronmicamente toda
la superficie de la actuacin, obtener los valores correspondientes
a cada una de estas clases y deducir el valor de cada finca mediante el producto de la superficie de cada clase por los precios
unitarios o si, por el contrario, han de valorarse aisladamente
cada una de las fincas incluidas en los lmites del proyecto.
No cabe duda de que la Ley habla de predios en el artculo
citado y, posteriormente, cuando define la determinacin del valor expectante, seala que ste se calcula por adicin de la
plusvala al valor inicial propio de cada finca. Recordemos aqu
que plusvala es el producto del tanto por ciento de expectativa
del sector que se considera, por la diferencia entre el valor urbanstico y el valor inicial medio de los terrenos incluidos en ese
mismo sector. Parece entonces que el tcnico debe valorar cada
finca, de las incluidas en la actuacin urbanstica, con indepen18
274
275
276
pero que no pueden separarse, constituyen el factor de produccin a cuyo rendimiento parece referirse la Ley.
Estos dones de la Naturaleza y del hombre son, desde nuestro
punto de vista, las condiciones del clima, las del suelo y las de
configuracin topogrfica, que, en suma, constituyen .la fertilidad
del suelo. Podramos, pues, decir que el valor inicial de un predio es el que corresponde a su fertilidad.
Con esta conclusin, y volviendo un poco hacia atrs en lo
que se lleva expuesto, podemos dar solucin a aquel interrogante,
que dejamos sin resolver, sobre si la valoracin deba practicarse por fincas enteras o por integracin del producto de valores
tipo por las distintas clases de terrenos del predio. Si la clasificacin agronmica se realiz por grados de fertilidad, el problema no existe, ya que los conceptos se identifican. Y no cabe
pensar en si la dimensin de la explotacin es o no adecuada para
obtener el mejor rendimiento; si esto sucede, sern los otros factores de la produccin los que obtendrn ese menor rendimiento,
pero ello ya constituye un problema del empresario, que nosotros no tratamos de resolver aqu.
Por ltimo, queda por decir qu puede entenderse por naturalmente susceptible. Para nosotros, esta frase reafirma el punto
de vista ya expuesto, pues en el suelo slo la fertilidad es natural
y susceptible de obtener de ella un rendimiento. Por tanto, parece
que, con aquellas palabras, se quiso dar a entender que los terrenos incultos no deben considerarse como eriales improductivos,
sino que en la valoracin se tiene que tomar en consideracin la
fertilidad que poseen y que por unas circunstancias o por otras
no ha sido explotada.
IV.
Esta afirmacin plantea otro problema, pues no existe ningn mtodo que permita medir directamente esa fertilidad. Para
ponerla de manifiesto es preciso tratar de explotarla y analizar sus resultados, y el nico medio es aportando trabajo, capital
y organizacin. Por ello, nos atrevemos a decir que el legislador
pens en una explotacin llevada a cabo por un agricultor normal
277
v ..
278
tan de determinar la cantidad de dinero por el que puede permutarse aquel bien en un momento dado de su vida til.
Obsrvese que la unidad elegida es el dinero y al sufrir constantes cambios el valor de la moneda y ser la utilidad del bien
tambin cambiante, nunca podr establecerse una frmula matemtica exacta que determine el precio. Siempre ser preciso dar
paso a ciertas consideraciones obtenidas experimentalmente, por
lo que en toda valoracin existir un margen de apreciacin subjetiva.Para exponer los mtodos de tasacin de bienes agrcolas
se han ideado varias clasificaciones con mayor o menor acierto.
Adoptaremos para nuestro objeto la ms comnmente admitida.
En ella los mtodos de valoracin se dividen en dos tipos:
empricos o sintticos y analticos o racionales. Los primeros tratan de conocer directamente los valores en venta de las fincas
rsticas por comparacin con los precios de.! trfico inmobiliario
normal. Los segundos se basan en la determinacin de la renta
territorial y de la capitalizacin de sta para obtener los valores en venta.
Como ustedes tendrn ocasin de ver despus, la frontera de
separacin de las dos denominaciones apuntadas no es muy clara.
Sin embargo, los distintos autores que han tratado estos temas
han cantado las excelencias del mtodo que ms ampliamente han
desarrollado y han denunciado las inexactitudes del otro. Lo
cierto es que cualquier mtodo de evaluacin es extremadamente
delicado y est siempre sometido a notables dudas sobre su exactitud, pues es evidente que, sea cual fuere el modelo elegido
para adaptarlo al caso concreto, cuya determinacin se persigue,
supone la ponderacin de un gran nmero de variables de cuyas
interrelaciones slo se tiene un conocimiento aproximado.
Examinemos ahora los mtodos citados, con el imprescindible
detalle para tratar de comprenderlos.
Los mtodos empricos se basan en el libre juego de la oferta y la demanda. Consideran que si en un mercado de libre concurrencia llega a establecerse un precio, se han ponderado tanto
la utilidad de la mercanca COmO el aprecio que el mercado concede a la moneda y, por tanto, ese es el verdadero valor. Si los
bienes que se valoran son idnticos, es decir, si responden a una
279
280
LA CAPITALIZACION DE LA RENTA
La determinacin del tipo de inters es la mayor dificultad de todas, ya que tampoco existen frmulas para calcularlo
281
por ser contingentes los factores que lo determinan. Recordemos que aquellos factores son cuatro: la comparacin entre bienes presentes y futuros en cuanto a su utilidad, la cantidad de
ahorro, el costo de produccin de los bienes econmicos que se
convertirn en productos en el futuro y, finalmente, el nivel
de precios de los capitales en el proceso productivo y de los
nuevos bienes producidos. No parece preciso poner de manifiesto
la dificultad de relacionarlos.
En general, los autores de trabajos sobre valoracin consideran que no existe razn alguna, en una situacin estable, para
que la tierra rinda menos que los valores del Estado o las cdulas hipotecarias, y el de stos debe ser el tipo de inters adoptado.
As expuestos ambos mtodos--analtico y sinttico-, habrn
podido ustedes observar que, adems de sus denominaciones, lo
que realmente los diferencia es el proceso mental para llegar a
la determinacin del precio. El mtodo emprico se basa en la
induccin y el mtodo analtico en un proceso deductivo; ninguno
utiliza estos mecanismos del conocimiento con absoluta pureza, ya
que, en mayor o menor proporcin, ambos mtodos se sirven de la
induccin o de la deduccin, segn lo aconsejen las circunstancias.
Por ello, pese a los razonamientos en pro y en contra de uno y
otro mtodos de tasacin, nosotros consideramos que no debe desecharse ninguno, sino utilizar simultneamente los dos cuando
esto sea posible, bien para complementar las insuficiencias de uno
con otro, bien para poner de manifiesto las discrepancias y proceder a su correccin por el anlisis de las causas que las motivaron.
En verdad, no comprendemos esa toma de partido por una u otra
solucin cuando en un problema tan delicado como es el de la
valoracin todos los posibles conocimientos nos parecen escasos.
Por qu entonces renunciar a parte de ellos?
VII.
Realmente, por los dos caminos, tratamos de llegar al conocimiento del valor de mercado de una explotacin agrcola pura,
que es para nosotros el verdadero concepto de valor inicial.
En ambos mtodos existen dos caracteres comunes. El prime-
282
ro de ellos se refiere a la clasificacin agronmica de los terrenos, que es ineludible para los dos sistemas. El segundo carcter
es la dificultad de obtener informacin cierta mediante la depuracin de los datos conocidos.
Como ustedes saben, las ~ctuaciones urbansticas se producen,
como no poda menos de suceder, en las inmediaciones de las
ciudades, y en estas zonas o no se dan las transacciones-ya que
se considera ms prudente esperar a que la ciudad llegue para
revalorizar el capital-o si, por el contrario, el mercado inmobiliario se mueve, se computan ya plusvalas en funcin de sus
posibilidades futuras de edificacin. Por tanto, la base del mtodo emprico ser difcil de encontrar. Sin embargo, quiz no lo
sea tanto conocer precios y rentas de lugares ms o menos distantes para determinar el tipo de inters empricamente y as
poder usar el mtodo analtico sin el riesgo de ese clculo de la
tasa.
Por otra parte, tal vez nos sea dado el precio de la tierra,
pero el mtodo emprico no permite valorar el arbolado-salvo
los maderables-, con independencia del suelo, ya que las plantaciones no tienen valor de mercado sin la tierra que las sustenta, como no lo tendra la pintura de un maestro famoso
sin el lienzo que la soporta.
En consecuencia, no es posible pronunciarse en favor de un
mtodo o de otro. Como dijimos en un principio, debe operarse
con los dos, corrigiendo los defectos de uno con las ventajas del
otro.
En algn caso, porque as lo exijan las circunstancias, slo
ser posible aplicar el mtodo analtico sin referencia a los valores de mercado. N os encontraremos entonces con un precio tcnico, tal como pueden serlo el valor expectante o el valor urbanstico. La pregunta que surge es si el legislador aceptara la
aplicacin de la Ley del Suelo con este precio. Nosotros creemos
que s, pues no parece que la ausencia de transacciones fiables,
provocadas fundamentalmente por la especulacin alrededor de
las ciudades, deban detener la aplicacin de la Ley del Suelo
precisamente cuando es ms necesaria.
No hemos planteado este caso sin intencin, pues en la aplicacin de la Ley de 21 de julio de 1962, y del Decreto de 21 de
febrero de 1963, donde se establecen la obligatoriedad y el proce-
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, .
l.
URBANISMO y ECONOMA.
Hablar de los problemas econmicos que suscita el suelo urbano requiere, al parecer, cierta audacia. Ello resulta apoyado por
diversas razones y circunstancias, de las que slo aludir a dos
que considero de particular relieve.
Al examinar la bibliografa ms reciente sobre materia urbanstica llama la atencin, junto a su impresionante abundancia, el hecho de que los estudios propiamente econmicos ocupen un lugar relativamente modesto, al menos en cuanto a su
nmero. En modo alguno cabra atribuir este hecho a que no sean
286
Un jurista belga, Bure (ya s que algn experto podr replicarnos que los belgas tienen un agudo sentido de la propiedad
individual, cosa, por otra parte, que ellos mismos reconocen),
afirmaba no hace muchos aos, con aplicacin al Urbanismo, que
pocos tcnicos se hacen una idea exacta del derecho de propiedad. Se imaginan fcilmente que las autoridades pblicas son
la fuente de este derecho y que, en consecuencia, son quienes
le conceden a los particulares, con ms o menos generosidad, segn las circunstancias lo permitan en inters de la colectividad,
287
288
que tener muy presente que la propiedad privada, aun transformada, su~siste.
El hecho evidente es que las cuestiones sobre la naturaleza y
extensin de la propiedad del suelo parten implcitamente de supuestos base de naturaleza econmica, y a la vez hay una influencia o correlacin recproca entre tales supuestos econmicos
y los problemas urbansticos. Es sobradamente conocida la preocupacin de los economistas clsicos por los problemas del suelo, tanto urbano como rural, y en la bibliografa actual nos encontramos con manuales que llevan precisamente por ttulo el de
Economa urbanstica (5). En Inglaterra es corriente titular a
esos estudios Economa del suelo' o del desarrollo urbano (6).
En general, puede afirmarse que en tales casos el tema bsico de
la investigacin econmica es el suelo y, ms precisamente, el suelo urbano (7).
3.
Antes de seguir adelante conviene que concretemos ese concepto de suelo urbano. Para nosotros, desde el punto de vista del
Derecho positivo, es hoy fcil hacerlo, porque la propia Ley del
Suelo se encarga de definirlo en su artculo 63, contraponindolo
a suelo de reserva urbana y a suelo rstico. Justamente en el
trnsito del suelo, en abstracto considerado, de una a otra de esas
clases, es donde est el punctum pruriens de la economa urbanstica, porque ese trnsito origina enormes variaciones de valor.
No est de ms notar que la especulacin (cuya existencia nadie niega) no puede, por s sola, en principio, producir el aumento
de valor del suelo. Lo que hace es aprovecharse de l y, acaso, multiplicar su efecto. Por eso, atacar exclusivamente la especulacin
es tomar el proceso en un punto de su evolucin en que ya es irreversible, con lo cual lo nico que puede conseguirse es desplazar
el beneficio de la especulacin a otras personas privadas (empre(5)
1960.
(6)
As, R. TURVEY: The Economics o/ real property, London, 1957, o E. RuEconomics of urban development, en The Architect and Buildings News, London, julio 1962, pg. 112.
(7) En la bibliografa norteamericana se abordan a veces, bajo [a rbrica de
economa urbana, otros problemas econmicos de la ciudad. Vid., por ejemplo,
W. R. THOMPSON: A preface. to urb"an economics, Baltimore, 1965.
THERFORD YOUNO:
289
290
la actividad con fines de lucro que vaya contra esa doble misin
de inters general (10).
Por desgracia, entre nosotros ha encontrado terreno propicio la que, siguiendo a Cassel, pudiera llamarse concepcin popular de la renta de la tierra. Nos desviaramos demasiado de
nuestra finalidad si nos remontsemos a los ante'cedentes patrios
de esa postura, que se manifest significativamente en las intervenciones parlamentarias a raz de la discusin del proyecto de
Ley de Exacciones municipales de 1910, especialmente las de Pedregal y Azcrate, en un clima harto influido por las ideas
georgistas (11).
Lo cierto es que la simple lectura del prembulo de la conocida Ley de Solares de 1945, no deja lugar a dudas sobre la vigencia
de ese modo de pensar. Dcese en l: El Estado quedara imposibilitado si se detuviese ante unos intereses que buscan una apariencia de justificacin en conceptos arcaicos de la propiedad.
y aade en otro lugar: Hay que poner lmites a los excesos de
la propiedad de solares.
A los veinte aos de toda esa fraseologa legal los resultados prcticos obtenidos bastan para juzgar de la bondad del sistema fundado en tales principios. Claro es que el legislador no
haca sino seguir las directrices que le sealaba la doctrina. El
malogrado Ballb censuraba precisamente a la Ley de Solares
el sistema de expropiacin a precios de mercado, y en esa crtica
le acompaaba Garca de Enterra (12). De aqu que no deba
extraarnos que la Ley del Suelo afirme que en el trance de
tasar terrenos no urbanizados, ante la disyuntiva de valorarlos a
precio alto, con beneficio para el primitivo propietario, o a precio
econmico (?) no mayor que el correspondiente a la utilizacin
actual, y sin considerar expectativas futuras, la eleccin es clara:
es preferible que el primero no tenga beneficio (13). De la fortuna que ha corrido la Ley del Suelo en este punto y en varios
otros, aunque bastante conocida, hablaremos despus.
(10) En las Jornadas de la Asoc. H. Capitant citadas.
(11) Cf. Di'ari'() de Sesiones del Congreso, 21 marzo 1911, apndice al nmero 14 y, especialmente, sesin 19 mayo 1911, nmero 38, pgs. 941 y sigs.
(12) Vid. E. GARCA DE ENTERRA: Problemas actuales de rgimen local, Sevilla, 1958, pg. 124.
(13) Prembulo de la Ley, prrafo penltimo del apartado 111.
4.
291
292
295
PLANEAMIENTO URBANSTICO.
Dijimos al principio que los brutales aumentos que a veces experimenta el valor del suelo tienen su verdadera y ltima causa
en el trnsito de aqul de una a otra calificacin, y ms concretamente en el pase del suelo rstico a convertirse en urbano. El
especulador, salvo que tenga otras colaboraciones inconfesables,
carece, en general, del poder de realizar el cambio de calificacin.
Hay, por consiguiente, que averiguar quin es el que lleva a cabo
esa transformacin.
Desde el punto de vista puramente econmico, son muchos y
muy complejos los factores que a ello contribuyen y que estn
comprendidos dentro de ese rtulo, un tanto vago, que llamamos
crecimiento urbano. Dichos factores han actuado siempre, y donde quiera que ha habido expansin urbana se ha asistido al pro-o
ceso de encarecimiento del suelo. Que as fue ya en la ms remota
antigedad lo acreditan la Historia y la Arqueologa (24). Desde
el punto de vista jurdico, sin embargo, ha surgido, en los tiempos actuales, un nuevo elemento de primersima importancia: el
llamado planeamiento urbano. Lo que de ste nos interesa ahora a
nosotros es el hecho fundamental de que la planificacin urbanstica puede producir (y de hecho produce) una redistribucin
de la renta del suelo y hasta del capital nacional, segn algunos
economistas. En dicho sentido la planificacin es una interferencia en el proceso econmico. De ah su enorme importancia y
la dificultad de los problemas que suscita (25).
En la prctica, se ha dicho certeramente, la planificacin exi(23) Cf. Observaciones a la Ley del Suelo, en Anuario de Derecho Civil,.
1956, pg. 950.
(24) Cf., por ejemplo, L. HOMO: La Roma imperial y el Urbanismo en la antigedad, trad. castellana, Mxico, 1956, especialmente pgs. 247 y 412.
(25) En lo que sigue, el trmino planificacin debe entenderse como planificacin urbanstica.
294
ge que, al alterar el planteamiento de las expectativas, los beneficios y los perjuicios individuales que origina se compensen en su
conjunto hasta el mximo posible, pues de otra manera se incrementar el coste social (26). Los economistas ingleses han estudiado asiduamente estas cuestiones de la variacin del valor
del suelo provocada por la planificacin, utilizando para ello una
terminologa peculiar. Tal circunstancia tuvo su reflejo en la
Ley inglesa de Ordenacin urbana y rural de 1947, obra del Gabinete Attlee, aunque le sirvieran de base trabajos que no eran
exclusivamente laboristas, sobre todo el informe del Comit
Uthwatt.
6.
ef.
TRAS FARGAS,
295
LA LEY
DE
1962
296
Su
ATRIBUCIN.
ECO~MICOS
y FISCALES
297
te sobre la propiedad, haciendo bajar o subir su valor. Cabe preguntarse quin ha de sufrir las prdidas y quin ha de beneficiarse de las ganancias que reporta la planificacin. Hay dos extremos posibles: primero, negar toda indemnizacin al propietario
por esas oscilaciones y, segundo, reconocerle el derecho al reembolso ntegro; pero cabe una frmula intermedia, inspirada en el
concepto de mejoras que sirvi de base a la mayora de las regulaciones urbanas del siglo pasado. El principio es el de que el
beneficio alcanza al propietario y a la sociedad y que ambos deben soportar la parte correspondiente de gasto.
Pero al llevarse la planificacin a sus ltimas consecuencias,
surgen graves escollos, porque es muy difcil distinguir esas dos
partes del propietario y de la sociedad. Es ms, en un supuesto de
planeamiento general, todo queda supeditado al rgano planeador. La Ley inglesa de 1947 adopt el valor inicial como nico
susceptible de propiedad privada, y este punto de vista, como
observan algunos comentaristas, es aceptado por nuestra Ley de
manera parcial, pero sostenida (32). Las limitaciones y deberes
que implica-aquel texto legal, se dice en su prembulo-definen
el contenido normal de la propiedad segn su naturaleza urbana
y, por tanto, no dan lugar a indemnizacin; pero la Ley del Suelo espaola difiere de la inglesa en que no establece ninguna indemnizacin, como haca esta ltima, y ya en esta pendiente prescinde del criterio de uniformidad, admitiendo la posibilidad de
que el propietario vea tasada su propiedad por el valor inicial
unas veces y otras por el expectante (artculos 90 y 91, por ejemplo) , yendo abiertamente con ello contra el principio de equidad (33).
Digamos, en honor a la verdad, que aquellas contradicciones internas del sistema no son exclusivas de nuestra legislacin, 10 que
ha conducido a buscar justificaciones de orden terico, siendo la
ms conocida la del llamado principio de la conservacin de los
valores del suelo. Segn sus sostenedores, los valores del suelo
totales son siempre los mismos, de manera que los que se pierden
en un sector por el planeamiento se ganan necesariamente en otro.
Parker afirma, sin embargo, que esta conclusin del traslado del
valor es falsa, e invoca el testimonio de Plant, segn el cual ese
(32)
TRAS FARGAS,
(33)
298
299
500
CONTRIBUCIONES ESPECIALES.
La figura tpica de la fiscalidad-participacin y de la fiscalidad-recuperacin son las contribuciones especiales, aunque no reciban en nuestra legislacin este nombre muchas veces cuando
adoptan la forma de participacin. En buena parte inspir nuestra vieja legislacin de Ensanche, cuyo texto ms antiguo (1864)
merece la pena recordar que no se origin en un proyecto del
Gobierno, sino en una proposicin de ley del diputado Retortillo, que el Ministro de la Gobernacin hizo suya despus, caso
inslito, dada la importancia de esta legislacin para nuestro Urbanismo, y que, adems, se repiti con la Ley de 1892 :para Madrid y Barcelona, propuesta por un senador, el conde de Las Almenas. Dirase que nuestro legislador quiso sacarse la espina con
la Ley del Suelo y reivindicar la inercia de los anter::ores ministros.
El sistema de fiscalidad-participacin de la legislacin de Ensanche se generaliza en grande con la Ley del Suelo, a travs
de lo que Ga'ca de Enterra ha llamado contribucin especial
ex-ante (38). Por desgracia, en la prctica, el sistema est virtualmente asfixiado por la omnipresencia de la frmula expropia(37) Traducida en la coleccin Temas de Urbanismo y Vivienda, citada en
nota 17.
(38) Ob. cit., pg. 118.
~Ol
toria. El Ministerio de la Vivienda alemn ha condenado los excesos de la expropiacin y en un folleto de divulgacin de la Ley
de 1960 inserta el instructivo prrafo siguiente: Yen un Estado jurdico de libertad, la expropiacin es siempre el ltimo recurso, que no se utiliza hasta haber fallado todos los dems (39).
Las contribuciones especiales como fiscalidad-recuperacin es
el criterio clsico de nuestra legislacin de Rgimen local. Su
fracaso innegable debe achacarse a haberlas conectado con el problema de la determinacin del aumento de valor, como en seguida
veremos.
4.
302
5.
CONCLUSI0N
En esa dificultad de aprehender algo tan impalpable y cambiante como es el valor del suelo, causa-segn hemos dichodel fracaso de nuestras contribuciones especiales, hay en el fondo una contradiccin interna entre justicia fiscal y seguridad
jurdica. Esta ltima puede exigir fijeza (la solucin de nuestra
contribucin territorial), pero tal fijeza afecta casi siempre a la
justicia distributiva, que es la razn por la que nuestra jurisprudencia ha hecho difcilmente practicable la discriminacin de valores requerida por las contribuciones especiales en la Ley de
Rgimen local. Mas el legislador espaol, optimista impenitente,
nos dice, sin embargo, en el prembulo de la Ley de Reforma.
tributaria de 1964, que en el futuro los procedimientos de valoracin y fijacin de bases sern sustancialmente renovados. A.
nosotros slo nos queda pedir a Dios que as sea.
El
I.
INTRODUCCION
Pocos temas ms complejos y menos experimentados, al menos a nuestro nivel y mentalidad, que el que hace referencia al
ttulo de esta Conferencia. El tema es tan amplio que forzosamente no han de ser breves consideraciones los comentarios que
puedan surgir al examinar algunas de las cuestiones que se relacionan con este fenmeno actual del agrupamiento humano que
son las reas metropolitanas.
Apuntaba el Padre Teilhard de Chardin que los espacios econmicos, geogrficos y sociolgicos constituyen aspectos complementarios de la realidad humana. En cada uno de ellos nuestro
Universo quedar incompleto si reducimos nuestra consideracin
a lo demasiado grande y a lo demasiado pequeo.
Por nuestra parte, podemos aadir que si la ciencia urbans
tica se basa precisamente en el estudio de los espacios econmicos,
geogrficos y sociolgicos como condicionantes de toda estructura
urbana, nuestra consideracin debe contemplar cada uno de ellos
304
SISTEMTICA.
305
306
concretar este contagio urbano que irradia del polo o polos centrales del rea.
En Espaa, recientemente la Direccin General de Urbanismo
ha sealado su criterio definitorio de las reas metropolitanas espaolas, sealando un tope mnimo de 100.000 habitantes para el
conjunto, 50.000 habitantes para el Municipio polo y estableciendo asimismo unos lmites mnimos a la densidad-lOO habitantes
por hectrea-(la media nacional es de 61 habitantes por hectrea), al crecimiento demogrfico (15 por 100 en los ltimos treinta aos, salvo que la densidad, en el caso de no existir este crecimiento, indique que existe una saturacin) y, por ltimo, una
continuidad territorial.
Isenberg seala como criterio conveniente un tope mnimo de
500.000 habitantes con lneas de mxima distancia al centro de
cuarenta minutos, y ms recientemente se indica que la medida
crtica que distingue una metrpoli ~e una ciudad debe ser considerada en la cifra de 1.000.000 de habitantes.
EL PROCESO DE SU FORMACIN.
307
1.
EL PLANEAMIENTO
LA ORGANIZACIN GENERAL.
308
509
urbanas pondran en comunicacin no slo a las diferentes comunidades entre s, sino a su vez a todas ellas con el centro del
conjunto mediante la eleccin de nudos de comunicaciones, verdaderos centros neuromotores de las "agrupaciones satlites. Estos
nudos o centros deben estar exentos de toda posibilidad de prxima edificacin de cualquier carcter, con excepcin de aquellos
servicios necesarios para auxilio y ayuda de la circulacin. Es
claro, por tanto, que la seleccin. de estos puntos claves de la malla
viaria del rea metropolitana es de gran importancia y su defensa imprescindible; requieren, por tanto, amplias reservas y eficaces defensas.
2.
EL CENTRO.
El centro de la constelacin, en la mayor parte de los casos, ha de corresponder. a la ciudad tradicional, pero no entendiendo como tal los viejos recintos medievales, sino, por el contrario, la ciudad centro del sistema nervioso que se configur a
partir de la revolucin industrial como imprescindible en zonas
vitalizadas. El centro que algunas veces englobar a la ciudad medieval, pero otras no, ser forzosamente extenso y en su
recinto slo en limitadas ocasiones ser posible penetrar con vas
rpidas de rendimiento suficiente.
Se configura, por tanto, un centro grande, con predominio
casi absoluto del peatn, contorneado por un "primer anillo de circunvalacin que es a donde llegan las vas radiales, sistema fundamental de las vas del rea metropolitana.
Este centro, en el que no cabe ni conviene hacer llegar el trfico, al menos en contingente importante, requiere que en l se
instalen o consoliden aquellos usos urbanos de carcter directriz
con valores tanto ms representativos cuanto ms nos acercamos
a su zona focal y usos de carcter colectivo: negocios, almacenes, etc., abiertos, por una parte, al peatn que domina el centro, y al" vehculo que discurre por la va de circunvalacin. Es
por ello que estas actividades, como las citadas que requieren uso
de peatn y de vehculo y que deben estar situadas en el centro,
deben situarse en su zona marginal para que de esta forma tengan
una amplia repercusin en el rea metropolitana, por la facilidad
que le da su proximidad a la va rpida de circunvalacin y a las
vas radiales que en ella se insertan procedentes del exterior.
310
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311
rico-artstico, situadas en lo que hemos enunciado como zonas focales, en las que continuamente se plantean pugnas de escala.
Al llegar a este punto es conveniente llamar la atencin sobre
la insistencia equivocada de intentar planear nuevos y costosos
aparcamientos en las zonas cntricas de los ncleos centrales de
nuestras grandes ciudades. A corto o largo plazo todas estas
grandes inversiones sern intiles, porque el problema no es guardar el automvil, sino llegar al sitio donde se pretende guardar
a travs de calles totalmente saturadas de circulacin, que algn da el peatn, y como reaccin a esta saturacin, va a reivindicar como suyas.
En cambio, el lugar para estos estacionamientos es la zona
perimetral, junto al anillo de circunvalacin, antes descrito, ya
que estarn en ntimo contacto con las vas de circulacin rpida que irradian a toda el rea metropolitana.
Queda por resolver la circulacin dentro del recinto que marca
este primer anillo, o sea el centro. Jean Lebreton expone en
un interesant~ estudio sobre el tema que una vez restituido al pea..
tn el uso casi exclusivo del centro, necesita por su extensin una
ayuda en su traslado por el interior. La tcnica moderna nos
ofrece, junto con el tradicional metropolitano, el transporte elctrico, el monorrail o metro suspendido, ya experimentado con xito en algunas ciudades.
Vemos por ello cmo el metropolitano, tan eficaz hoy, debe
prevalecer e intensificarse, y al desaparecer o restringirse al mximo el vehculo de gasolina o aceite pesado particular o colectivo,
pueden aparecer unos sustitutos que, a la par que liberan la superficie, alivian asimismo el ambiente enrarecido producido por los
carburantes lquidos, saneando microclimas totalmente nocivos en
la actualidad. Esta restriccin de circulacin, a la cual se debe ir
decididamente, va a te'rminar con algo que nuestra comodidad est
intentando vanamente: llegar a todos los sitios con nuestro vehculo. Intento que en un futuro prximo va a ser imposible.
Qu gran renuncia cuando este maravilloso til va a llegar a
gran nmero de ciudadanos que no hace muchos aos vean en l
una de sus mximas aspiraciones! Naturalmente que la solucin
ser vivir o trabajar fuera de este centro inaccesible para el automvil, pero ello no siempre ser posible, porque el traslado a la
periferia es de momento imposible para muchas de las activida-
312
313
314
de forma en la disposicin de volmenes, y no es eso; el problema es mucho ms hondo y, en definitiva, arranca del soporte
de la ciudad, que hay que cambiarlo por completo.
Densidades altas, densidades bajas, edificios altos o bajos,
el problema no es se. El problema estar adecuadamente planteado cuando, como consecuencia de las condiciones o posibiiidades econmicas, financieras, geogrficas de un sector de la ciudad y de la ciudad misma, hayamos definido el tipo de infraestructura conveniente y, en consecuencia, seamos capaces de definir la densidad que es capaz de soportar, pero no para el presente, sino para el futuro de la comunidad, y de forma que no
se altere el equilibrio general.
Tema amplio, apasionante, en el que no debo insistir ms, pero
s sealar que el grado de progreso de una ciudad o su potencialidad no se mide en metros cbicos ni en cmo estn dispuestos,
sino en si esos metros' cbicos estn distribuidos en la forma que
deben estar para el bien de la comunidad.
3.
315
316
317
EL TIPO DE VIVIENDA.
Como frmula nica no es posible considerar en estas reas suburbanas la solucin de la vivienda unifamiliar como exclusiva,
sobre todo cuando las condiciones econmicas y geogrficas no
ayudan.
Por ello, tambin en estos sectores nuevos caben esas frmulas
intermedias de viviendas colectivas, pero viviendas con amplio espacio libre o jardn, altura de acuerdo con el paisaje y necesario aislamiento entre edificaciones.
Una combinacin adecuada de la vivienda unifamaliar aislada
con este otro tipo de vivienda colectiva media debe ser, forzosamente, la caracterstica general de las reas residenciales exteriores, apoyadas sobre ncleos rurales existentes o bien de nueva
518
localizacin sobre zonas rurales aptas para este nuevo uso residencial.
5.
LA RED ARTERIAL.
Por estas zonas libres protegidas y defendidas como garanta necesaria de equilibrio, constituyendo un sistema continuo
de bosque y zonas cultivadas, se deslizar la malla de la red arterial del rea metropolitana, red circulatoria y sistema nervioso
a la par.
Bien ha quedado comprobado en el transcurso de las ideas expuestas hasta ahora la importancia clave de las redes de comunicaciones y transportes.
A partir de la va de circunvalacin del ncleo central veamos cmo salan las viales radiales de trfico rpido que, pasando entre los ncleos exteriores, dan al conjunto su organizacin
circulatoria.
Estas vas radiales descansan sobre el sistema de espacios libres que ampliamente se desborda por sus mrgenes apartando
idealmente a los ncleos edificados de la proximidad de las vas
de circulacin rpida.
Por derivaciones bien situadas y defendidas, surgen las vas
locales, que acercan y penetran en las diferentes agrupaciones y
comunidades.
Hay una clara diferenciacin, por tanto, en las vas de circulacin rpida, llmense autopistas, vas exprs, etc., que acercan el
9
319
7.
LA INDUSTRIA.
320
RESUMEN
21
tir ms en conceptos ya por dems conocidos y sabidos de zonificacin, disposicin orgnica, etc., todo lo que obliga a un pianeamiento racional hoy en da.
y precisamente esta palabra racional es la que va a motivar los
comentarios finales de estas consideraciones.
Es racional este complejo mundo de las reas metropolitanas? Slo en esta corta exposicin han aparecido, entre otros,
los siguientes temas:
1.
Una organizacin viaria prcticamente nueva o modificando radicalmente casi todo lo existente.
2. Una remodelacin casi absoluta y total de las ciudades
centro con una gigantesca tarea de reconstruccin.
3. Un proceso de urbanizacin de reas rurales en dependencia con un ncleo central con evidentes dificultades y
riesgos.
De momento, y slo con citar estos tres aspectos del planeamiento de las reas metropolitanas, queda configurada la enorme
escala, la magnitud, los problemas de la actuacin.
Por ello no es de extraar que, ante las serias dudas que puedan plantearse del logro de estas operaciones coordinadas, hayan
surgido, y como reaccin ante tan complejo panorama, voces llamando la atencin sobre la conveniencia de, en lugar de aceptar la
frmula de la expansin de la gran ciudad a base de su rea
metropolitana, ir decididamente a nueva ciudades planificadas
con arreglo a las necesidades de la vida moderna, la ciudad paralela o en paralelo.
Sern estas nuevas ciudades, a su vez, grmenes iniciales
de nuevas reas metropolitanas, primero, para despus originar
las Megalpolis y la gigantesca Ecumenpolis, ciudad del futuro
bosquejada por Doxiadis?
No cabe duda que las nuevas generaciones que nos sucedan se
van a encontrar en muchos casos necesitadas de nuevas ciudades,
ms fciles de lograr que la continua y lenta transformacin de
ciudades tradicionales. Ciudades tradicionales que deben pervivir,
pero descargadas de todo aquello para lo que no fueron concebidas.
Los prximos aos han de contemplar, sin duda, un alto en el
proceso continuo de perennes modificaciones y, posiblemente. unas
21
322
SUMARIO:
l.
324
est desbordando todas las fronteras administrativas. La ampliacin de su trmino municipal y la creacin del rea metropolitana son medidas insuficientes. Los problemas urbansticos de Madrid requieren tratamiento a escala regional. La nebulosa urbana
en formacin debe ser estructurada en forma de regin urbana.
Hasta ahora la irradiacin ejercida por la gran ciudad sobre
el territorio que la rodea es muy dbil. Durante mucho tiempo
Madrid se ha caracterizado por ser una ciudad muy densa, que creca en la estepa como por arte de magia, rodeada de vaco. Analizando las causas encontramos, aparte de la insuficiencia crnica
del sistema de comunicaciones y transportes pblicos, que hubiera
. permitido un mayor esponjarniento del tejido urbano, y tal vez
la falta de una poltica urbanstica adecuada, causas ms sutiles
y profundas.
Madrid, ciudad de la estepa, acusa todas las caractersticas
morfolgicas del desarrollo urbano en los pases ridos. En los
meses secos del verano el desierto polvoriento que le rodea en
tres cuartas partes de su permetro llega hasta las mismas tapias
de la ciudad y penetra en ella por cuantos portillos y brechas
quedan abiertos en su apretado casero. La ciudad se ha defendido cerrndose sobre s misma como un rebao en la hora de la
siesta.
A pesar de lo que ha extendido en los ltimos aos, Madrid
sigue siendo una ciudad muy densa y concentrada. El fuerte crecimiento demogrfico se viene acumulando sobre una estructura
urbana raqutica y la congestin est llegando a un punto crtico.
La explosin, favorecida por el rpido aumento de la motorizacin, no se har esperar; en realidad estamos viviendo ya sus
primeros efectos y todo indica, sin lugar a dudas, la rpida extensin de la nebulosa urbana y la invasin progresiva del territorio regional.
Ante esta situacin, cul debe ser el camino a seguir por el
urbanista? Existe posibilidad de detener el crecimiento de una
gran ciudad en expansin? Cul es el balance de la gran ciudad?
Cul es la vocacin y el destino de Madrid?
Es preciso, ante todo, acomodar nuestras ideas a la nueva escala y modalidades del fenmeno urbano de nuestros das. La
gran ciudad ha dejado de ser una entidad concreta y definida,
326
327
328
como se trata, de un problema tcnico, la tcnica acabar por encontrar respuestas adecuadas.
Creemos, por tanto, que los males presentes de la ciudad actual no son necesariamente inherentes de la gran metrpoli, sino
contingentes y propios de las aglomeraciones urbanas actuales,
como consecuencia de situaciones heredadas y de nuestra incapacidad, hasta el momento, para planificar y ordenar sus formas.
de vida.
En ltimo trmino, existe un hecho incontrovertible, con el
que es preciso contar: la gente prefiere las grandes ciudades. La.
ciudad es el resultado de un plebiscito continuo y permanente,
en el que una gran mayora se declara partidaria de los riesgos,
incomodidades y trabajos de la gran ciudad congestionada y mal
planeada de nuestros das, a cambio de la vida tranquila en el
campo o en las pequeas ciudades provinciales. Este es un hecho
de carcter universal, y es a los socilogos a los que corresponde
dar una interpretacin; para los urbanistas slo es un dato.
11.
EL CASO DE MADRID
530
Madrid haba crecido demasiado para ser la capital administrativa de un pas de 30 millones de habitantes. Reducida a esa
funcin hubiera sido un peso muerto insoportable.
En mi opinin, la industrializacin de Madrid es uno de los hechos ms positivos de los ltimos veinticinco aos. Cualquiera
que sea su origen y proceso de formacif.n., toda gran ciudad, al
alcanzar su madurez, despliega una diversificacin de actividades
y funciones, cuya composicin y porcentajes difieren muy poco de
unas ciudades a otras.
El equilibrio de actividades y la distribucin compensada de
los distintos sectores econmicos es base necesaria para alcanzar
un nivel econmico elevado y un desarrollo social sano.
La evolucin en Madrid en los ltimos aos, debido precisamente a la industrializacin, ha tendido hacia ese mayor equilibrio y est prximo a alcanzarlo; analizada la composicin de actividades en otras capitales muy evolucionadas y de un alto desarrollo econmico y social, tales, por ejemplo, como Londres o
Estocolmo, se llega a la conclusin de que existe una composicin
ptima, en la que la poblacin industrial viene a ser un 30 por 100,
dedicndose el 62 por 100 restante a los distintos tipos de servicios. Esta composicin parece ser muy estable y los estudios realizados en estas ciudades ofrecen en el ao 2000 una composicin
con pocas variaciones, aun cuando el trabajo en la industria derive continuamente hacia un empleo creciente de obreros, especialistas y tcnicos y formas automticas, evolucionando el obrero industrial hacia gentes de cuello blanco, como dicen los ingleses.
En Madrid, el porcentaje de poblacin industrial est prximo ya al 34 por 100; sin embargo, el de poblacin activa total
es bajo, inferior al de otras ciudades europeas; ello se debe en
gran parte al escaso porcentaje de empleo femenino.
Al encarar el futuro de la ciudad y su despliegue en el marco
de la regin urbana, uno de los objetivos a conseguir es el equilibrio global de actividades, compensando con ncleos de carcter preferentemente industrial el predominio de servicios del ncleo central. Es un fenmeno general en el proceso evolutivo de
las metrpolis la concentracin en un centro nervioso o cerebro
del sistema de las funciones administrativas, de direccin y relacin, y los servicios especiales de alcance regional y nacional.
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LA REGION DE MADRID
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fa, en general ms suave, permitir la conservacin de una agricultura extensiva de secano, segn los mtodos del Dry-Farming
americano.
Constituye el tercer elemento de la regin el sistema de regados que se est creando en los valles de los ros, en parti~ular el
del Jarama, y que viene a completar las huertas tradicionales:
Aranjuez, Morata de Tajua, etc.
Madrid, y esto es importante, cuenta para su abastecimiento
de agua potable con la procedente de las sierras del Norte, pura
y de excelente calidad. La ordenacin de la regin ha de hacerse
en forma que esta reserva tan importante se mantenga libre de
contaminaciones.
La aportacin actual del Tajo, al cruzar la frontera portuguesa, es de unos 4.300 millones de metros cbicos anuales. En la
actualidad el consumo de Madrid es de unos 300 millones; hay,
por tanto, agua suficiente para plantear el desarrollo de la regin urbana en gran escala, dando satisfaccin a todas sus necesidades futuras; es cuestin solamente de embalsar y regular su
utilizacin.
LA LOCALIZACION DE INDUSTRIAS EN LA REGlON
DE MADRID
IV.
ciudad.
b)
Facilidad de comunicaciones.
El valle del Tajo, entre Aranjuez y Toledo, rene estas condiciones en mayor grado que cualquier otro lugar. La distancia y
situacin relativa respecto a la ciudad son convenientes y la disponibilidad de un desarrollo perpendicular a las vas de acceso asegurar su defensa contra la congestin y asfixia. La abundancia
de zonas regables permitir un cierto grado de equilibrio entre el
desarrollo industrial, agrcola y ganadero y tendr una agradable
influencia en el entorno urbano y en el microclima.
La regin de Madrid se caracteriza por un hecho singular: la
presencia de una gran ciudad, muy dinmica, en un territorio subdesarrollado. A este respecto es interesante examinar la situacin
demogrfica regional y su evolucin a lo largo de este siglo. En
1900 el peso de la ciudad en el conjunto regional era relativamente
moderado y hasta tiempos recientes el rea rural mantuvo una
forma de vida totalmente independiente del proceso urbano. Eran
dos mundos prximos, pero sin contacto, vueltos de espaldas el
uno al otro. Durante ese tiempo, que llega hasta 1940, la poblacin rural mantuvo en su conjunto un constante, aunque lento,
aumento demogrfico; se aprecia descenso de poblacin en los
Municipios situados al Norte y Este de la capital, precisamente en
las tierras altas y fras de agricultura ms pobre, compensado por
el crecimiento del resto de la regin; la caracterstica de la polarizacin urbana en esas zonas es una gran dispersin en Municipios muy pequeos. En un segundo perodo, que actualmente vivimos cori gran intensidad, la despoblacin se extiende a toda el
rea rural.
A lo largo de todo este siglo se hace patente con gran evidencia la absorcin ejercida por la ciudad sobre el rea circundante;
la irradiacin es un fenmeno reciente, que se aprecia en los dos
ltimos censos con intensidad creciente y se produce en forma.
tentacular a lo largo de las carreteras de Aragn y Andaluca~
336
principalmente, acusndose tambin una cierta tendencia de crecimiento demogrfico a lo largo del valle del Tajo, entre Aranjuez y Talavera.
El sistema de las comunicaciones de la regin se caracteriza
por una red radial de carreteras y ferrocarriles convergentes. El
de carreteras, partiendo de la Pue,rta del Sol, sigue el trazado de
los seis antiguos caminos reales que se dirigen a la periferia peninsular: Galicia, Pas Vasco, Catalua, Valencia, Sevilla y Lisboa. Todo ello obliga al trfico entre el Norte y Sur de la Pennsula, a atravesar el viario insuficiente y congestionado de la ciudad. Una solucin para resolver este problema sera crear una autopista exterior, suficientemente alejada del casco urbano, que sirviera como interconexin de la red radial de carreteras~ exterior
a la red viaria urbana. Las mejores condiciones topogrficas las
ofrece el valle del Jarama, que corre de Norte a Sur, y el trazado ms conveniente podra ser el que, partiendo de la carretera de Francia, en las proximidades de San Agustn, enlazara
con las de Aragn, Valencia y Andaluca, prolongndose paralelamente al ro Tajo, por su orilla derecha, hacia el Oeste. Este
ltimo tramo a partir de Aranjuez funcionara como receptor del
trfico que se generara al crear en el futuro ciudades industriales,
tal como se expresa en el esquema. Esta disposicin asegura un
desarrollo perpendicular y exterior a las vas de acceso a la ciudad, en lugar de producirse a lo largo de ellas, como sucede actualmente. Para evitar la repeticin del fenmeno actual de congestin, debido al establecimiento de industrias a lo largo de las
carreteras, la nueva autopista sera cerrada y protegida a ambos
lados por amplias fajas forestales.
En cuanto a las comunicaciones ferroviarias, el tramo comprendido entre Toledo y Aranjuez es un verdadero cuello de botella, por el que pasan todas las lneas de comunicacin de la capital con Portugal, Andaluca y Levante y, en general, todo el
trfico entre Norte y Sur. Esta concentracin verdaderamente
excepcional constituye una infraestructura de gran inters.
La concentracin del desarrollo industrial en las zonas ms
favorables, impuesto en gran medida por el poder fuertemente
condicionante del medio geogrfico, da lugar a un sistema lineal.
De una manera natural, la idea de ciudad lineal de Arturo Soria
558
De acuerdo con la topografa y las comunicaciones, la estructura urbana del nuevo polgono tiene un sentido lineal. La industria se localiza en la zona ms llana y prxima al ro, a lo largo
de la va del ferrocarril, tomando como eje la actual carretera
entre Toledo y Aranjuez. La zona residencial se extiende por laderas al principio suaves, pero que, a partir de una cierta a.ltura,
se hace de relieve accidentado. Separando la zona industrial de la
residencial discurre una autova protegida por amplias bandas de
arbolado, que servir para enlazar los futuros senderes del sistema urbano.
El nuevo polgono, con capacidad para 90.000 habitantes, se
divide en tres barrios de 30.000, lo que da lugar a tres centros
cvicos-comerciales de barrio y un centro general a escala de distrito.
Los referidos centros toman forma lineal y continua, dando
lugar a un verdadero eje cvico, columna vertebral de la estructura urbana. El comercio, edificios administrativos y de negocios y dotaciones que caracterizan los centros cvicos-comerciales,
se acompaa, en este caso, de un uso residencial de fuerte densidad. La intencin es crear un elemento intensamente urbano que
polarice la vida de la ciudad. La baja densidad, que :or fuerza
ocasiona una paralela languidez de la vida urbana, se compensa
con este eje, en el que su intensidad alcanza mxima plenitud.
En el aspecto formal, este centro se desarrolla a lo largo de
una calle de peatones, que va enlazando las plazas donde se agrupan los centros de barrio o de distrito. Paralelamente corre una
va de circulacin rodada de doble calzada y mediana de seis metros, va de circulacin lenta y gran capacidad de trfico, que da
entrada a numerosos aparcamientos; del otro lado corre otra va
de circulacin rodada de una sola calzada y doble circulacin, igualmente en conexin con aparcamientos, que, jugando con los distintos niveles, penetran debajo de las zonas de peatones.
A ambos lados del eje cvico-comercial se despliegan las zonas especficamente residenciales, cuyo carcter es distinto, de
acuerdo con la topografa. La ms llana da lugar a una ordenacin
ms regular, con bloques de cinco crujas y tres plantas de altura,
formando manzanas semicerradas, en cuyo interior se sitan las
guarderas, jardines o zonas de juego. La ms quebrada impone
un trazado viario sinuoso, lo que da lugar a una parcelacin irre-
539
El
SUMARIO: l.
l.
DEFINICIONES
342
343
En el mbito propiamente urbano, aparte las funciones encomendadas a los organismos nacionales, las disposiciones de carcter general, y que, por tanto, los Ayuntamientos han de tener
muy presentes, que tratan de proteger el patrimonio histricoartstico de la Nacin, son muy numerosas. Aunque se hallan dispersas en el conjunto de la legislacin, fcilmente las podemos
344
LA CIUDAD ENTERA
545
D46
blecimientos de comercio, que, en ocasiones, tanto daan al decoro de las vas ms importantes.
Consignemos, por ltimo, que el artculo 248 del Reglamento
de Funcionarios de Administracin local dispone que entre los
ms importantes cometidos de los tcnicos municipales se encuentran los siguientes: velar por la conservacin e incremento
de los valores estticos, histrico-artsticos o de tipismo local
calificado, mediante su clasificacin y estudio, as como cuidar y
restaurar los monumentos arquitectnicos y los barrios o elementos naturales y fiscalizar la edificacin privada con arreglo
a las ordenanzas y a la legislacin general e informar los expedientes de licencias para la construccin y reforma de edificios,
ya sean de uso pblico o privado, con el fin de conseguJi.r el ms
perfecto y armonioso desarrollo urbano.
VI.
b47
348
Juan Antonio Gaya Nuo, que casi equivale a una autntica historia de nuestra arquitectura. Es decir, que los que en l aparecen
descritos permiten contemplar la evolucin de este arte en todo
el pas, ya que son tantas las localidades que han sufrido prdidas
de tal clase. Sin ir ms lejos, en Madrid mismo, pese a tratarse
de la capital, han desaparecido, aproximadamente, dos de cada
tres de los monumentos, en su mayora templos erigidos en los
siglos de mayor auge artstico de la Corte. Como es sabido, muchos de ellos cayeron, lo mismo que en toda Espaa, tras la desamortizacin de los bienes eclesisticos.
Ya en el mismo siglo XIX se trat de poner coto a la destruccin y al abandono de este tesoro nacional, especialmente con la
creacin de las Comisiones provinciales de Manument08, que desarrollaron una labor meritoria. Posteriormente la Direccin General de Bellas Artes estableci el Servicio de Monumentos de la
Junta Superior del Tesoro Artstico, en el que actuaron como
arquitectos conservadores personalidades destacadas. A tal organismo ha sucedido el llamado Servicio de Defensa del Patrimonio
Artstico Nacional, dotado de una organizacin por regiones o zonas y la actual Comisara General.
Unos tras otros los ms destacados monumentos espaoles
habrn ido siendo declarados y clasificados segn la importancia
y carcter respectivo como nacionales o como arquitectnicos
artsticos, y en calidad de tales fueron incluidos en el tesoro
artstico patrio; pero a partir de un Decreto de 16 de abril de
1936 todos ellos recibieron la denominacin nica de monumentos histricos artsticos. Se deca all tambin que haban de ser
conservados para la Nacin, correspondiendo tal obligacin a
sus dueos, poseedores o usufructuarios, ya sean stos el Estado,
Corporaciones provinciales y municipales, entidades de carcter
pblico, fundaciones, patronatos o particulares.
En cuanto a los que se hallen en manos de estos ltimos, he
mos de consignar que, segn el artculo 10 de un Real Decreto de
9 de agosto de 1926, rige lo siguiente: Los edificios o sus ruinas declarados pertenecientes al tesoro artstico nacional, en
propiedad o en poder de particulares, podrn ser libremente enajenados sin traba ni limitacin alguna, sin necesidad de dar conocimiento al Estado, Provincia o Municipio. El adquirente queda
slo obligado a conservarlos con arreglo a las prescripciones de
o
349
350
351
El artaulo 20 de la Ley del Suelo y el Decreto de 14 de marzo de 1963 establecen normas, si bien faltan instrucciones lo suficientemente detalladas y claras, y prever los indispensables auxilios tcnicos y asesoramientos diversos para que tan difcil cometido pueda ser eficazmente desempeado por todas las Corporaciones locales. Una Ciraular del Gobierno Civil de Madrid de
7 de mayo de 1963 recuerda que la Direccin General de Bellas
Artes solicita le sea remitida una relacin de las obras de inters
artstico, arqueolgico y etnolgico existentes en la Provincia,
acompaada de memoria e informacin grficas, a fin de formar
el oportuno inventario y poder trazar el programa de restauraciones dentro del plan que tiene proyectado, por lo que se ordena
a todos los Ayuntamientos procedan a confeccionar y enviar directamente a la citada Direccin General, con la brevedad posible,
la relacin comprensiva de todas las aludidas obras existentes
en los respectivos trminos municipales.
VIII.
LOS JARDINES
Con respecto al decoro y belleza urbanos, tambin interesa tener presente la proteccin acordada por la Ley del Suelo a los
jardines de carcter histrico, artstico o botnico; es decir, a los
que destacan, ya por su hermosura, por el acierto de su traza o de
disposicin, por su significado histrico, ya, en fin, por la importancia de las especies botnicas que encierra-artaulo 15 de la
Ley-. Estos jardines, segn el mismo texto legal-artculo 184-,
no estn sujetos, como es lgico, al arbitrio municipal sobre ordenacin urbanstica que ha de gravar los terrenos sin edificar, lo
que coincide con otras disposiciones liberadoras de la Ley de
Rgimen local-artculos 499 y 504 de ella-.
IX.
352
DORBE
x.
ANTECEDENTES LEGISLATIVOS
353
554
un sistema ms completo, que se inicia en las Cortes Constituyentes de 1836 Y que tom forma definitiva en 5 de junio de 1840,
al aprobarse el texto de la llamada Ley de Ayuntamientos. Poco
despus la Ley de 8 de enero de 1845 considera como atribuciones
privativas de la Corporacin municipal las llamadas facultades
urbansticas de los Ayuntamientos, si bien se hallan bajo la supervisin central.
Las Constituyentes de 1854-56 y las reformas posteriores insisten en que las Corporaciones locales tendrn el gobierno y
direccin de los intereses peculiares del pueblo. El Proyecto de
18 de febrero de 1870, sobre organizacin provincial y municipal,
y la Ley de 20 de agosto siguiente, desembocan en la Constitucin de 1876, que di tambin a las Corporaciones municipales las
atribuciones a fijar por su respectiva Ley, y declara de la competencia exclusiva de los Ayuntamientos el gobierno y direccin
de los intereses peculiares de los pueblos, sealando luego de un
modo especfico cuanto tiene relacin con el establecimiento y
creacin de servicios municipales, referentes al arreglo y ornato
de la va pblica, comodidad e higiene del vecindario, fomento de
sus intereses y seguridad, as como la polica urbana y rural, la
limpieza, higiene y salubridad.
El artculo 72 de la misma se refiere singularmente a la apertura y alineacin de calles, plazas y toda clase de vas de comunicacin y piensa despus en empedrarlas, alumbrarlas, construir
el alcantarillado, surtirlas de aguas y darles arbolado para convertirlas en paseos. La va pblica ser, pues, el campo de accin municipal. Este es el concepto ms acariciado por el legislador.
El elemento atrayente, la calle, ha sido siempre el lugar de
paseo, el apropiado a la jurisdiccin municipal. All tiene el Derecho administrativo su asiento, su sede; el Derecho civil se encuentra en la casa; en ella vive sus misterios la familia. La calle,
como dice el ilustre catedrtico antes citado, es fantasa, es
algaraba, es distraccin, es perpetuo espectculo; por ella desfilan las cabalgatas y las retretas militares, pero tambin la calle
tiene su importancia en la vida poltica del pas. En ella ha conocido el poder sus grandezas y sus desventuras. El legislador
urbaniza, pero piensa que este lugar de atraccin, espectculo gratuito y siempre lrico, puede ser tambin vehculo de peligros, y
5fl5
algunas ordenaciones urbansticas, como las notas que acompaaron al Plan Cerd de 1859 en Barcelona y el Plan Castro en
Madrid, recuerdan que la cuadrcula es montona, que las calles
que se cortan en ngulo recto son fatigosas y cansinas, pero que
en caso de conflicto pueden ser barridas mejor que ninguna otra
por la fuerza de las armas.
Los dos clebres Decretos de descentralizacin administrativa
de 15 de agosto de 1902 Y 15 de noviembre de 1909 declaran la
plena competencia de los Ayuntamientos en estas cuestiones.
As se pudo considerar como buena por algunos a la Ley municipal de 1877, que estiman que fue templada, equilibrada y llena
de respeto para los Cabildos, y hay que reconocer que, a pesar
de algunas desviaciones de la jurisprudencia gubernativa, el Tribunal Supremo mantuvo firmemente el carcter de exclusiva competencia que las funciones urbansticas posean. Pero aun as, en
esta materia, la Leyes limitadsima.
Si repasamos los precedentes legislativos del Urbanismo moderno, por lo menos referidos a nuestra Patria, vemos que a fines del siglo XIX las famosas leyes de Ensanche, y en especial las
de Madrid y Barcekma, as como otras disposiciones conexas, entre ellas la de Obras Pblicas y las diversas Ordenanzas municipales, constituyen los primeros intentos de legislacin urbanstica sistemtica.
La Ley de 26 de julio de 1892, reglamentada en 31 de mayo
de 1893, constituye el rgimen jurdico para el ensanche de las
dos principales ciudades espaolas. Despus se aplica este rgimen especial a otras poblaciones. La nueva y particular legislacin, que aparece con crecidos bros, introduce tambin reformas orgnicas y funcionales en el sistema anterior. Junto a esta
legislacin de Ensanche conviene recordar la de Reforma interJr
de poblaciones superiores a 30.000 habitantes, Ley de 18 de 'marzo de 1895 y Reglamento de 15 de diciembre de 1896, disposiciones que vinieron a llenar el vaco que sobre el particular ofreca
la Ley municipal de 1877. Con ellas se cierra el ciclo de la que
se considera como primera etapa de nuestra legislacin urbanstica. La eficacia normativa de aquel perodo llega hasta nuestros
das.
El segundo momento lo constituye, sin duda alguna, el Estatuto municipal de Calvo Sotelo y su completa reglamentacin.
356
bo7
39
368
tanto en cuanto a servicios como en lo que afecta a obras, contratacin y urbanizacin en particular, se tratan slo en puntos
muy concretos que ya lo exigan para respetar, hasta donde ello
era posible, la legislacin general sobre la materia.
Por lo que a Madrid respecta, el paso ms importante que se
ha dado en esta materia es la publicacin de la Ley del Area metropolitana y de su Reglamento, cuya aplicacin dio base para
crear la Gerencia Municipal de Urbanismo con personalidad jurdica y patrimonio propio, que asumir las funciones ejecutivas
de la Comisara G~neral para la Ordenacin Urbana de Madrid y
sus Alrededores y podr actuar por encargo de la Comisin del
Area en el resto del territorio de la misma. Presenta el sistema
la ventaja de favorecer el dinamismo y flexibilidad que el Urbanismo requiere. El Estado ha acudido a tal procedimiento al crear
la Gerencia de Urbanizacin en la Direccin General de Urbanismo y tambin se ha intentado este sistema en varias poblaciones.
Para Madrid fue preciso estudiar primero el problema de las
distintas competencias urbansticas, ejercidas sobre su rea metropolitana, y proponer una posible reordenacin, especialmente
con vistas a la entrada en vigor del nuevo plan de ordenacin
urbana de la capital de Espaa. La situacin existente entonces
era producto de iniciativas legislativas diversas y no concertadas
y de un afn mltiple, como proviniente de organismos distintos
de proteccin urbanstica de su rea o alfoz, proteccin cuya loable intencin, e incluso beneficiosos resultados globales, no puede
seriamente discutirse.
La Comisin informadora del anteproyecto hizo notar que, en
virtud de la idea de reservar la organizacin propia del rea para
una autoridad urbanstica superior, no complicada en la gestin
de servicios concretos, en cuanto ello sea posible, se propona que
el grueso de los servicios de la Comisara de Ordenacin Urbana,
en cuanto excedan de las funciones de mero planeamiento y control, deban de pasar precisamente al Concejo madrileo, concebido como rgano directo de gestin inmediata. Con ello el Municipio alcanzara satisfaccin plena en uno de los aspectos centrales de la polmica de competencias. Sin embargo, la Comisin entendi que los servicios urbansticos municipales, a los que de
este modo se entrega una ms amplia responsabilidad, deban de
configurarse segn la tcnica de la Gerencia, utilizando una fr-
361
mula ya prevista en la legislacin urbanstica general y aqu aconsejable para garantizar un mximo de eficacia y de rendimiento
en la gestin, as como de responsabilidad clara en la ejecucin,
no difuminando sta, dada su importancia y sustantividad, en la
diferenciacin de la organizacin municipal comn.
Se apunt tambin hacia otras dos tcnicas la actuacin dentro del Area que es importante destacar. Primero: Hacia la generalizacin de ciertas frmulas delegativas, y Segundo: A la posibilidad de que los Municipios integrados en el Area puedan encomendar la realizacin inmediata de los servicios al Municipio de
Madrid, de modo que los mismos tengan la posibilidad de actuar
fuera del trmino municipal madrileo, aunque, naturalmente, mediante los oportunos consorcios financieros, frmula que parece
mucho ms realista que la de las complejas mancomunidades o
agrupaciones municipales de servicios, sobre todo cuando los Municipios afectados son tan heterogneos, y que permiten aprovechar en beneficio de las necesidades de la demarcacin metropolitana la especialidad y madurez tcnica de los servicios del
Municipio de Madrid, sin por ello distender ste en la frmula simplista de las anexiones de los trminos limtrofes.
Tambin se estima esta frmula preferible, en trminos generales, y sin perjuicio de algn caso concreto, a la de atribuir directamente al Area la gestin inmediata de sus servicios, dado
que su organizacin propia est configurada predominantemente
como planificadora, promotora de coordinacin y de control.
Por eso la Comisin informadora juzg oportuno que el anteproyecto de texto legal fuese extremadamente simple, evitando
las complejidades a que, con tanta frecuencia y en todos los pases, tiende a derivar el Derecho urbanstico. As el cuadro ofrecido habra de ser completado, al aprobarse, con una serie de
disposiciones reglamentarias, de rectificacin y ajuste, ms fciles conforme a las enseanzas experimentales que la prctica pudiera ir ofreciendo.
XI.
362
por medio de publicaciones tan interesantes sobre el mejoramiento de las viviendas humildes, vialidad y saneamiento, el futuro
Madrid, los planes de urbanizacin de ciudades espaolas, la valoracin en Municipios y las Crnicas de las reuniones anuales
de tcnicos urbanistas. Editando libros como Teora de la Ciudad, de Alomar; Planos de ciudades iberroamericanas y filitpinas,
Viviendas de renta reducida en los Estados Unidos, por Fernando
Chueca: Resumen histrico del Urbanismo en Espaa, de Torres
Balbs; Planos de Madrid, por Miguel Molina; Anuarios estadSticos, Resumen de Conclusiones, de monografas publicadas sobre
las poblaciones espaolas de ms de 20.000 habitantes, y una de
sus ms recientes publicaciones, Madrid, 1964, con su evolucin
demogrfica, desarrollo urbanstico, economa y servicios.
Colaborando en esta labor, muchos compaeros nuestros de
los Cuerpos Nacionales, y en especial Secretarios de primera categora, algunos aqu presentes, han realizado una labor importantsima, no ya en la tarea cotidiana, penosa y callada, sino
tambin dando conferencias y publicando trabajos tan importantes
como el libro editado estos das por nuestro compaero Fernando
Albi sobre La crisis del mwnicitpalismo, el de ExpropiacWn forzosa. Su concepto jurdico, de Alvarez-Gendn y Martn-Retortillo;
los de Gonzlez-Berenguer sobre La teora y prctica de la Ley
del Suelo, con prlogo del ilustre profesor J ordana de Pozas, y
La aplicacin de la Ley de valoraciones urbanstica:s y otros. Los
estudios de Antonio Carro sobre Los principios de la n.ueva Ley
del Suelo, Juan Mahillo e Ignacio Acebes sobre Planeamiento
urbanstico municipa1, Marqus Carb sobre La cooperacin
intermunicipal, Martn Blanco en relacin con El trfico de
bienes inmuebles en la Ley del Suelo y su libro sobre El jurista
a,nte la gestin urbanstica, los de Antonio Rodrguez Ms El
hombre y la ciudad, El poder de polica y la Ley del Suelo y
Ganivet y el Urbanismo; los de Nemesio Rodrguez Moro, tan
estimables en todos los aspectos, sobre La expropiacin forzosa
y La Ley de 12 de mayo de 1956, y las tesis redactadas por
muchos compaeros diplomados, recientemente Juan Orts, sobre
La cooperacin como sistema de actuacin en la ejecucin de
planes urbansticos; los artculos publicados en multitud de revistas, tcnicas y profesionales, y, por ltimo, los cursos y conferencias sobre Urbanismo organizados con la colaboracin o direc-
e565
Si, por un lado, se nos recuerda que el Libro del Gnesis afirma que fue Can, el labrador que roturaba el suelo, quien construy el primer ncleo urbano, hay que tener en cuenta que en el
mundo de la antigedad la ciudad era la forma ms elevada de
organizacin humana, que el cielo de los primeros cristianos fue
tambin una ciudad y que el Nuevo Testamento concluy describindola como sueo arquitectnico.
Hoy da la ciudad se transforma principalmente en un rgano
de civilizacin, en lugar de refugio, y por ello la distincin entre
la metrpoli actual y la ciudad antigua se asemeja en cierta
manera a la diferencia entre una fbrica moderna y la vieja artesana.
Recientemente se han publicado tres libros apasionantes sobre esta materia. El primero, debido al arquitecto norteamericano
Lewis Mumford, que titula La ciudad a travs de la Historia, en el
que afirma que los arquitectos modernos se han equivocado y se
pone de relieve el desequilibrio provocado en nosotros por la ciudad de nuestro tiempo, smbolo de las contrariedades en las que
nos debatimos sin esperanza. Para Mumford, la solucin est en un
regreso del hombre a lo sagrado, o sea al equilibrio, que es lo que,
desde hace aos, preconizan muchos socilogos. Poco a poco todas las ramas del saber humano se dirigen hacia esta misma solucin, porque resulta que no hay otra. El gran miedo de las ciudades est precisamente en que la casa no se perfecciona convirtindola en verdadero hogar y base de la sociedad, sino que, como
ocurre en algunos barrios nuevos construidos en los alrededores
de Pars, son lugares perfectos para el desequilibrio colectivo en
que se trata de hundir a la sociedad.
El otro libro, titulado El Urbanismo utpico y las realidades,
es una antologa publicada en Pars por una joven, Francisca Cho-
364
hay. Simplificando un poco lo que en esta obra se dice, percibimos que aquellos que han escrito sobre el Urbanismo se dividen en
dos categoras: los progresistas, que creen en la necesidad de
hacer poco ms o menos apstraccin total de lo que es, y los culturalistas , para los que la sola justificacin de lo nuevo es estar
de acuerdo con todo lo que nos rodea naturalmente y de una manera tradicional.
El progresista trata de hacer resaltar las formas universales,
sabe y piensa que si la ciudad se ha petrificado bajo el crecimiento abusivo de la primera revolucin industrial, sta, por lo
menos, debe ser capaz de asumir la segunda, es decir, la del
tiempo presente. Conserva el optimismo por la fe que tiene en
la fuerza de la tcnica y su adhesin, sin reservas, a los principios de un bienestar universal. La ciudad feliz es a su vez la
ciudad eficaz y rompe de esta manera todo lo que puede unir la
casa a las determinaciones del sitio o a los recuerdos de la Historia. Ella construye los bloques soleados dentro del verdor de
un parque.
En cambio, el Urbanismo culturalista quiere aceptar tambin la revolucin mecnica, que ha minado la situacin de los
hombres, pero en vez de convencerse que simplemente ha puesto
una losa sobre la ciudad, que le quita las mejores posibilidades de
deslumbramiento, piensa que el barrio negruzco ha destruido
las virtudes orgnicas de una urbe, pero que da pena y entristece
dejar que se mueran, pues para l la ciudad es la expresin ms
completa de una civilizacin y tambin la directriz necesaria y
conservadora de las fuentes de una cultura que debe tenerse como
base para asegurar el bienestar antes que la bsqueda de un progreso abstracto. Rechaza como una violencia hacia el hombre
el distribuir la Humanidad dentro de arquitecturas fantsticas.
Recientemente, en el curso de un debate, se proclamaba que
el Urbanismo no es un arte de anticuarios, que es el problema del
ajuste de la habitacin humana a las condiciones generales de la
civilizacin.
La conclusin, la ms pertinente de este bello libro, que marca
con fuerza las relaciones necesarias entre la ciencia y la conciencia, es, sin duda alguna, el que el concepto urbanista no puede
surgir ms que de la experiencia de la ciudad, y esta experiencia
es patrimonio de todos. El ciudadano actual muere, convirtindose
365
en algo indiferente, y cesa para surgir un hombre nuevo, hacindose un ciudadano distinto. Ya no hay pblico para una doctrina
y un esfuerzo de remodelamiento.
Al imponerse la mecanizacin en la calle y dominar sus aceras se lanza al peatn a la va y el automvil amenaza con invadir todos los verdaderos fundamentos de la ciudad.
Por ltimo, el arquitecto griego Constantinos Doxiadis) en su
libro Arquitectura en transicin) expone los problemas fundamentales que se presentan en la actualidad y de cuya resolucin depende que el hombre pueda vivir de un modo humano en medio de la complejidad de la civilizacin actual, sin que se frenen
los movimientos progresivos hacia un desarrollo econmico y tcnico ni se cierren los ojos ante los movimientos naturales de concentracin urbana, crecimiento de la poblacin y mecanizacin
de los transportes y dems servicios. Por otra parte, el rpido incremento del factor social en todos los aspectos implica un cambio de actitud.
Dice que no encuentra otra expresin que describa mejor nuestras ciudades que la de pesadilla urbana. En las tranquilas ciudades del pasado que quedan, su vieja arquitectura tiene que servir hoya nuevas necesidades, ya que, construidas para seres humanos, se han visto invadidas por automviles y mquinas de
todas clases.
La causa principal de nuestra confusin es que nos encontramos en una poca de transicin) cuyo carcter se refleja tambin
en el Urbanismo. Es demasiado tarde para hablar de mtodos y
soluciones, locales O' nacionales) e incluso para tratar de un mundo oriental u occidental) y, por otra parte, es demasiado pronto para soar con cualquier fin prctico acerca de otros planetas)
de los que tan poco conocemos todava, a pesar de los vuelos espaciales. Es en la Tierra donde nos encontramos viviendo hoy
una poca de rpida transicin) de lo viejo a lo nuevo) de lo tradicional a lo moderno y de los conceptos y problemas del pasado a
los del futuro.
El urbanista debe reconocer las nuevas necesidades y directri
ces y ha de encontrar los modos de afrontar los modernos o futuros conflictos y dificultades.
Si somos respcmsables de crear una tal confusin) hemos de
ser capaces de salir de ella. Hoy ya existen soluciones a los gran-
366
SUMARIO: l.
Formando parte de este Ciclo de Conferencias sobre el Urbanismo, que tan brillantemente se ha desarrollado, se me honr
con el encargo de disertar ante vosotros sobre las reas metropolitanas en Espaa y en el extranjero.
Aunque relativamente nueva, la materia es amplsima, por lo
que mi Conferencia no aspira a ser, ni en cualquier caso podra
ser, un estudio completo de la cuestin y ha de limitarse a un
ensayo de planteamiento, de conceptos generales, de informacin
bsica y de orientacin bibliogrfica sobre el tema.
l.
La expresin rea metropolitana ha sido recientemente introducida en nuestro Derecho en una acepcin que se origina en
368
369
370
571
372
EN EL EXTRANJERO
575
374
IIJ.
ESTADOS UNIDOS.
lJ75
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378
579
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para prepararla les parece ms necesaria una oficina que dependa del Presidente que un nuevo Departamento del Gobierno.
2.
INGLATERRA.
EN' EL EXTRA~JERO
381
382
ALEMANIA.
385
rencias, la situacin alemana en este orden presenta facetas semejantes a las que se observan en los Estados Unidos y a que antes nos hemos referido.
Como ocurre en Norteamrica, existe en Alemania el convencimiento de que la accin de planificacin y ordenamiento del
territorio debera ser propia de la competencia federal. Despus
de un largo perodo de preparacin y formulacin de proyectos,
esta tendencia ha encarnado en la Ley de Ordenacin del territorio de 8 de abril de 1965, que seala los fines objetivos de esta
ordenacin a que ha de atenerse la legislacin y accin de los
Ltinder y del Estado federal. Los tratadistas ms autorizados,
las Uniones de Ciudades, de tanta influencia y vigor, as como
estadistas y polticos prestigiosos, estn ,en favor del robustecimiento de la accin federal, por lo que es de esperar que el sentido de la evolucin legislativa se oriente en esa direccin.
En cuanto a la repercusin de las nuevas condiciones dimanantes de la concentracin urbana, que son las mismas sealadas en otros pases, se reconoce la inadecuacin y desbordamiento de los entes locales en sus diversos niveles. Frente a 50 metrpolis de ms de 100.000 habitantes, en las que vive el 33 por 100
de la poblacin total, existen 11.028 Municipios de menos de 500
almas, que agrupan solamente el 6 por 100 del censo federal y que
carecen de capacidad y de medios para los servicios ms esenciales. A su vez, las ciudades rebasan los lmites de su propio territorio y sus rganos tampoco pueden hacer frente con eficacia
a la satisfaccin de las necesidades generales de toda clase. Los
remedios propugnados se asemejan a los propuestos o parcialmente puestos en vigor en otros pases, destacando entre ellos
la unin de ciudades (Stadtunion), concebida como una entidad
territorial, y la institucionalizacin de las regiones. El caso de
Berln ofrece caractersticas especiales de que nos es imposible
ocuparnos ahora.
4.
FRANCIA.
384
tradicional fuerza e indudable eficacia de su Administracin, explican las diferentes caractersticas del tratamiento de los problemas objeto de nuestro estudio. No obstante, tambin se da en
ella el crecimiento de las ciudades a expensas de las zonas agrcolas y, como en otros pases, Pars, su capital, plantea cuestiones sumamente controvertidas sobre su expansin y su rgimen
futuro.
La reciente publicacin por la Secretara General Tcnica del
Ministerio de la Gobernacin de un estudio de primera mano
sobre El desarrollo econmico-social y la reforma de la Administracin perifrica francesa, debido a los seores Romero Navarro y Snchez-Pinto, nos permite ceder a las exigencias del
reloj, ya que seguramen~e lo conocis todos.
A mi juicio, han sido dos las causas principales de la reforma
que acabo de nombrar: la prctica inexistencia de una organizacin administrativa para el desarrollo econmico-social y la insuficiencia de las unidades territoriales clsicas. En lo concerniente
a la aglomeracin parisiense, encontramos los mismos problemas
de todas las grandes metrpolis. Las principales disposiciones en
que se han concretado las reformas son el Plan de desarrollo, precedido de los de ordenacin (amnagem..ent) parcial del territorio
y acompaado, despus, del segundo Plan, de la generalizacin de
dicho ordenamiento; las Ordenanzas de 5 de enero y 4 de febrero de 1959, que crearon, respectivamente, los distritos urbanos y el Distrito de Pars; el Decreto de 14 de marzo de 1964 y
su Instruccin del 26 de igual mes y ao de reforma de la Administracin departamental, y, finalmente, los Decretos de 14 de
marzo de 1964, que organizaron las Prefecturas de Regin y las
Comisiones de desarrollo econmico regional, completados por
sus correlativas instrucciones.
Ninguna de estas reformas introduce modificaciones en cuanto a las entidades locales preexistentes, ya que el distrito urbano
y, en menor medida, el de Pars no crean una nueva Administracin territorial, sino que se basan en la idea de la asociacin legal o de la agrupacin forzosa para servicios comunes, que
tena su antecedente en los Sindicatos de Municipios de la Ley
de 1884. Fundamentalmente, el eje de la reforma est en el juego de una mayor intervencin del Estado en los asuntos econmicos, una desconcentracin de poderes en los Prefectos y, so-
D85
EN EL EXTRANJERO
bre todo, en la creacin de los Prefectos regionales y de las Comisiones de desarrollo econmico regional. El Prefecto regional
es el del Departamento en donde se encuentra la cabecera de la
regin, el cual preside una Conferencia administrativa regional, formada por los Prefectos de los otros Departamentos agrupados y algunos funcionarios de servicios econmicos o financieros. Las Comisiones de desarrollo econmico regional estn
integradas en su cuarta parte por miembros de los Consejos generales de los Departamentos agrupados, por Alcaldes designados
por dichos Consejos y por el Alcalde de la cabecera de la regin;
en su mitad, por las Cmaras oficiales de comercio, agricultura e
industria; y en el resto, por expertos nombrados por el Primer
Ministro. Expresamente se declara que las nuevas estructuras
econmicas regionales no entraan la creacin de un nuevo escaln administrativo ni la creacin de una colectividad descentralizada y dotada de patrimonio y presupuesto propios.
Finalmente, el Distrito de Pars, creado por una Ordenanza de
4 de febrero de 1959, que completan un buen nmero de disposiciones, responde tambin a la idea regional y persigue la asociacin de las entidades locales existentes en ella (incluidos los
Departamentos) y la integracin de los rganos ud hoo a cargo de
los cuales corra el Plan de ordenacin del territorio de la regin
parisiense, los de urbanismo y la ejecucin de una serie de disposiciones relativas a servicios, como transportes, mercados, asistencia pblica y otros. Ultimamente, con la aprobacin de la
Ley de 10 de julio de 1964 sobre la regin de Pars, se ha dado
una base ms firme a la reforma.
Como era de presumir, la indicada reforma, que est en pleno
desarrollo, tropieza con muchas resistencias y crticas. Un buen.
botn de muestra es la conferencia pronunciada el 3 de diciembre de 1964 por el Presidente del Consejo Municipal de Pars, Jean
Legaret, con el ttulo Paris au 2000, apasionadamente dirigida
contra los inspiradores y rectores del Plan y de las instituciones
encargadas de ejecutarlos. Sus primeras palabras, tomadas de Vctor Hugo, fueron stas: En Pars, el vandalismo florece y prospera ante nuestros ojos. El vandalismo es arquitecto..., es profesor..., pertenece al Instituto...
25
~86
5.
ITALIA y
OTROS PASES.
Ningn otro pas ha superado a Italia en cuanto a la antigedad, belleza e influencia de sus ciudades. Su bimilenaria civilizacin urbana es un factor que pesa mucho en la problemtica que
estamos examinando y que le confiere inters y caractersticas
especiales. Italia, en varias de sus regiones, ofrece una gran
densidad de poblacin, que se ha industrializado hasta el punto de
rivalizar, muchas veces con xito, en el mercado mundial, con 16s
pases centroeuropeos o los anglosajones y en el que, por consigUiente, ha aparecido tambin la moderna metrpoli y su cohorte
de angustiosos problemas. Una buena exposicin de los mismos
es la que se encuentra en el libro de Alberto Aquarone, Grandi
cittd e aree metropolitane in Italia) editado por la Universidad
de Bolonia en 1961.
Italia cuenta, entre el gran nmero de sus. ciudades, con algunas como Roma, Miln, Turn, Gnova y Npoles, qu.e acusan
un crecimiento considerable anual, que va desde el 11 J?or 1.000
de Gnova al 39 por 1.000 de Turn. Las cifras reales para algunas
de ellas son mucho mayores, porque los indicados porcentajes se
refieren propiamente a sus trminos municipales y no toman en
cuenta la zona de Influencia, para la que ya se ha introducido en
la literatura la expresin de rea metropolitana. El gran atractivo de los distritos cntricos, el nmero de automviles (en constante aumento, pero todava en proporcin inferior a la de otras
ciudades extranjeras) y otras circunstancias, aminoran en las
metrpolis italianas algunos de los rasgos ms destacados en las
de los pases anglosajones, como el de la tendencia a habitar en
lugares distantes de aquel en donde se trabaja; pero otras consecuencias de la concentracin urbana se dan all en forma semejante.
Se seala con insistencia el fetichismo de la uniformidad y el
evidente desfasamiento que presenta la organizacin municipal,
ms an que en lo referente al territorio, por lo que respecta a
su incapacidad para una accin eficaz en punto al planeamiento,
a la urbanizacin y a los grandes servicios pblicos. Sin embargo,
aun cuando abundan los estudios, las propuestas y los proyectos
de reforma, no parece que se haya llegado a: crear en la opinin pblica y en los medios gubernamentales y parlamentarios,
EN EL EXTRANJERO
387
la suficiente preocupacin por el problema. Al menos, las reformas iniciadas parecen responder ms bien a directivas meramente polticas. Tal es el caso de la organizacin de las regiones.
Otros pases hay, como los del Benelux, Suecia, la U. R. S. S.
y varios hispanoamericanos, en los que podran recogerse experiencias y reformas interesantes respecto de las reas metropolitanas, pero es ya hora de que pasemos a discurrir sobre el segundo de los temas comprendidos en el de esta Conferencia.
IV.
LA REALIDAD ESPAOLA.
388
589
390
LUISJORDANA DE POZAS
tado a las exigencias espaolas. En esencia, los factores que entran en ese concepto. son los siguientes:
Una ciudad central de 50.000 o ms habitantes.
Una zona de vinculacin econmica y social a dicha ciudad expresada en:
a) Una densidad demogrfica municipal mnima de 100
habitantes por Km2
b) Un ndice de crecimiento municipal mlnlmo en los
treinta aos (1930-60) del 152 por 10q, o bien una
densidad demogrfica municipal mnima de 700 o ms
habitantes por Km2
3. Una poblacin mnima en el rea de 100.000 habitantes.
4. Que los Municipios comprendidos formen con el territorio
del Municipio principal un rea continua.
1.
2.
EN EL EXTRANJERO
391
DOCTRINA E INFORMACIN.
A partir del movimiento municipalista que, en el orden legislativo, se manifest con el proyecto Maura de 1907 y los Estatut9s
. municipal y provincial de Calvo Sotelo en 1924 y 1925, Espaa
es uno de los pases en que los problemas del Rgimen y la Administracin locales son objeto de mayor nmero de estudios, de
congresos, de cursos y de publicaciones. Muchos de ellos se han
dedicado a la concentracin urbana y a los problemas que origina. El crecimiento demogrfico, la emigracin de las zonas rurales a las ciudades, el acelerado crecimiento de un buen nmero de ciudades, el aumento del nmero de vehculos y otros
factores tpicos del desarrollo urbano se han manifestado o acentuado a partir del trmirto de la guerra de 1936-39. Los problemas
resultantes han llamado la atencin de los Poderes pblicos, que
han tenido que organizar servicios estadsticos y de informacin
y dictar las disposiciones pertinentes para procurar plantearlos y
resolverlos. Lo mismo ha ocurrido con las instituciones docentes
y con otras nuevamente creadas. El Urbanismo, en todas sus variadas manifestaciones, se ha desarrollado extraordinariamente.
Una consecuencia de la evolucin indicada es la produccin bibliogrfica espaola sobre los temas que tratamos, que, sin hiPr~ole, ocupa uno de los primeros lugares en Europa. Una plyade
de profesores, de polticos, de tcnicos y de funcionarios colaboran en revistas especializadas o publican constantemente libros
dedicados al Urbanismo, al Derecho, a los aspectos sociales y econmicos del desarrollo urbano y a otros aspectos conexos con l.
y aunque no sea propio de una conferencia la mencin circunstanciada de la bibliografa relacionada con el asunto desarrollado,
s que es justo y til mencionar los servicios e instituciones principales desde el punto de vista de su edicin, tanto ms cuanto
que varios de ellos son recientes. Quede, sin embargo, entendido
que se trata de un simple recuerdo, que :n0 tiene carcter exhaustivo y que no pretende expresar juicios de valoracin que habran
de ser, indudablemente, elogiosos.
Es una obligacin, a la que gustosos deferimos, citar prime-
392
EN EL EXTRANJERO
395
694
de Barcelona, que celebr recientemente la Primera Semana Internacional de la Provincia, en la que se han tratado cuestiones
muy relacionadas con la problemtica metropolita:na.
3.
LA
LEGISLACIN.
EX EL EXTRANJERO
395
posicin de motivos ni en la presentacin ante las Cortes se razone o justifique el empleo de esta denominacin, nueva en nuestra terminologa jurdico-administrativa.
Dejando aparte ~o referente a las dems comarcas urbanas, respecto de las cuales solamente existen reguladas funciones relativas al planeamiento y ordenacin urbanstica, me detendr brevemente en examinar la regulacin de la comarca de Barcelona
y del Area metropolitana de Madrid, que nos ofrecen las soluciones
hasta ahora aportadas por el Derecho espaol al' problema de las
metrpolis y el territorio.
Ya el genio de Cerd, el ingeniero autor del proyecto de ensanche de la ciudad de Barcelona, aprobado por Real Orden de 7 de
junio de 1859, y al que la gran ciudad mediterrnea debe tanto,
se haba preocupado D:0 solamente de la ciudad, sino de sus alrededores, por lo que el Real Decreto de 31 de mayo de 1860 sujet
.a dicho proyecto las edificaciones comprendidas en la zona a que
se extenda el proyecto en cuestin, con enumeracin expresa de
ocho pueblos que no estaban incluidos en el trmino de la ciudad.
La etapa siguiente fue la de las anexiones: de 1897 a 1921 se
anexionan a Barcelona, entre otros territorios de menor importancia, los trminos de Las Corts, Gracia, San Andrs de Palomar, San Martn de Provensals, Sans, Horta y Sarri. Como sucede ms tarde en Madrid, las anexiones se realizan con grandes
resistencias y producen inconvenientes no pequeos, por lo que
se abandona esta solucin al problema de la inadecuacin notoria de la divisin municipal para las necesidades de una metrpoli.
La doctrina y la subsiguiente accin urbanstica posterior a
1939 se orient resueltamente hacia otras soluciones que mantienen las entidades locales existentes y consisten en frmulas asociativas o en la creacin de rganos ad hao. Es as como se dictan
leyes. de ordenacin urbana de varias capitales, y entre ellas
la de 3 de diciembre de 1953, por la que se aprueba un Plan
que afecta a la ciudad de Barcelona y a otros 27 trminos municipales que forman su comarca y se crea una Comisin de Urbanismo, que preside el Gobernador civil y de la que forman parte
representaciones de las Corporaciones locales afectadas y de los
Departamentos ministeriales interesados en el Plan. Su Comisin
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EN EL EXTRANJERO
397
398
v.
A MANERA DE CONCLUSIONES
EN EL EXTRANJERO
399
400
El Curso que hoy clausuramos representa en el panorama del Urbanismo espaol una iniciacin, dentro del gnero. Se ha acometido
un estudio de temas generales y de temas especficos, aunque unos y
otros, como corresponde a una iniciacin, no hayan tenido, porque
tampoco era ste el propsito, la estricta articulacin que responde
a una estructura orgnica de conocimientos sistematizados.
Ha quedado abierto un camino fecundo--el del dilogo en la propia interdependencia de los temas que afectan al Urbanismo--y que
invita a la marcha comn de un equipo fraterno que enlaza a la Administracin con la Sociedad, el Municipio y el Estado, a los tcnicos
especialistas y a los hombres procedentes del campo social, imbuidos
de saberes humansticos.
No ha sido un azar el que ha producido las vinculaciones entre la
Administracin local y el Urbanismo. La Escuela Nacional de Administracin ha ensanchado desde hace algunos aos su actividad introduciendo el Urbanismo en sus cuadros docentes y fundiendo en el
binomio de su nomenclatura-Administracin y Estudios Urbanosactividades investigadoras y docentes cuyo enlace estaba impuesto por
la propia sntesis expresada en el ttulo de la Escuela.
26
402
La Ley fundacional del Instituto enumera entre los cometidos encomendados a la Escuela la ampliacin y especializacin de conocimientos urbansticos de Ingenieros y Arquitectos. El Reglamento de 1941
consignaba que la Escuela organizar por ahora las enseanzas de
Tcnico Urbanista y de Tcnico Auxiliar, pero aada sin perjuicio
de ir organizando las de otras especialidades.
En ejecucin de estos preceptos, han sido diplomados 347 profesionales en tcnicas urbansticas superiores y 53 en tcnica auxiliar,
nmero distribuido entre once y cuatro promociones, respectivamente.
La dualidad Arquitecto-Ingeniero ha sido superada en una labor
de integracin, que ha supuesto organizar Cursos comunes y preparar
materias especiales para cada profesin, y en una colaboracin prefiguradora de la compenetracin entre profesiones y grados exigidos
por la obra conjunta del Urbanismo.
La segunda fase de enseanzas urbansticas en el Instituto significaba la extensin de conocimientos a otros profesionales, pero especficamente a los Secretarios de Administracin local. Con este carcter fueron introducidos elementos de Urbanismo en los Cursos de
habilitacin y en los de perfeccionamiento: los dos sectores de la
actividad docente del Instituto.
Pareci oportuno enfocar la fase de plenitud intensificando las
enseanzas urbansticas, al travs de un Curso especial para el propio
Secretariado, Curso combinado con este Ciclo de Conferencias, a las
cuales ha asistido tambin un pblico ms general, aunque titulado.
De esta -manera, las 22 Conferencias que hoy clausuramos han tenido para los cursillistas un carcter complementario y para el pblico un carcter informativo y orientador.
En el Curso, se ha procurado que las disciplinas estuvieran trabadas respondiendo a una jerarqua de conocimientos y a un orden
estricto de cuestiones. Las Conferencias han servido de proyeccin del
Curso y en ellas podramos distinguir temas que sitan la Urbanstica
en un mbito cultural y temas especiales, que en algn caso han llegado, durante la segunda mitad del Ciclo, a destacar ejemplos de planes parciales, de polgonos y de reas metropolitanas. Han sido objeto
de singular tratamiento los temas relacionados con el suelo, el autntico e indispensable cimiento del Urbanismo, y al que se han dedicado Conferencias sobre el Patrimonio municipal, la Valoracin y varios aspectos del Suelo rstico y del Suelo urbano.
40b
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noma que es frecuentemente verbalista porque no equivale a suficiencia, importa que el Municipio asuma una misin proporcionada a sus
posibilidades y sus medios, unas y otros situados en la proximidad
del inters vecinal. Pero el sentido entraable de comunidad que hace
del Urbanismo una obra eminentemente social slo puede ser vitalizado con los jugos de la Vida local, y en esta labor han de cumplir las
Corporaciones locales la funcin inherente a los elementos que san
irreductibles e insustituibles. Un crecimiento de actividades y de fines,
cualesquiera que sean los medios, y aun cuando no pudiera prestarlos exclusivamente cada entidad local, har necesario que se cuente
con ella y se la incorpore como rgano vivo para cualquier transformacin del medio humano en que est inserta. Son y sern siempre los
Municipios los destinatarios de servicios y progresos, y si la vida
social es una vida nucleada, es precisamente en los ncleos locales,
desde la pequea vecindad hasta las fonnaciones metropolitanas, donde, como el rbol, ha de hundir sus raices el Urbanismo a la vez que
los cobija con sus ramas. Por fortuna y justicia, estas resonancias
municipales se han dejado sentir a lo largo de las Conferencias.
El desarrollo de ellas en un mbito de libertad ha pennitido contrastar criterios que, habiendo sido a veces opuestos, han debido perm~necer equidistantes del tono apologtico y de la crtica negativa.
Pues conviene no perder de vista que no se destruye ms que lo que
se sustituye, que el arte es difcil y la crtica es cmoda, que importa podar y no talar. Este es el genio del bosque y debe serlo el
de la fronda legislativa. Y as es fecundo el dilogo, que aproxima,
y no la disputa, que abre fosos entre los hombres. Slo la voluntad
de dilogo da testimonio de entendimiento. A estos postulados quiere permanecer fiel el Instituto y sabe que buscando estos cauces sirve
a la Administracin y, sirvindola, contribuye a servir a Espaa. Ha
vinculado en su obra a distintas profesiones y quiere facilitar tambin la aproximacin de criterios, de experiencias y de organismos.
Han transcurrido Curso y Conferencias con sentido y pblico de
tono exclusivamente docente que asegura la serenidad, pero en efecto~
de cara al pblico, aunque sin identificar a ste con la galera.
* * *
El conjunto de circunstancias que se han dado en este Curso exigira varias menciones especiales relacionadas con la sabidura de
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INDICE
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Clausura del Curso general de Informacin y del Ciclo de Conferencias sobre Urbanismo, por Carlos Ruiz del Castillo y Cataln
de Oc6n
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LAUS DEO