Fc-El Reino de Lo Urbano
Fc-El Reino de Lo Urbano
Fc-El Reino de Lo Urbano
Daniel Mordzinski
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quemos al respecto! No se trata de ilustracin, sino de videncia, privilegio de los artistas que revelan y dan cuerpo a los
fenmenos. As, desde finales del siglo pasado, pintores, grabadores, fotgrafos y cineastas nos confrontan a una ciudad
bifronte: benfica segn algunos, efigie del progreso y de la
belleza, fermento de vida social incluso en el anonimato de la
multitud; malfica segn otros, sinnimo de caos, de perversin, de una indigencia y de una fealdad de la que la soberana
esttica del cine ha sabido apropiarse. Sin embargo, a medida
que pasa el tiempo, unos y otros sealan por igual la acumulacin progresiva de personas, la multiplicacin de las trayectorias y la aceleracin de la velocidad, el gigantismo contagioso
de las construcciones verticales y horizontales, la diseminacin
perifrica y, para terminar, una forma de la ausencia.
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36 (versin original: The Culture of Cities, Londres, Secker and Warburg, 1938, p.
306).
4 P. M. Hohenberg y L. H. Lees, The Making of Urban Europe (1000 -1950), Cam-
Tambin aqu la revolucin industrial min una asociacin original y destruy la relacin de complementariedad que una la
ciudad y el campo y ahond la famosa diferencia entre ambos,
que segn Marx el comunismo debera suprimir. Sin embargo,
no fue gracias a una revolucin social, sino a una permanente
evolucin tcnica, como se inici la supresin de esta diferencia. Ya veremos que el proceso contina y tiende a eliminar, en
provecho de una entidad que ya no es ciudad ni campo, los dos
trminos que, lgica y fenomenolgicamente, existan el uno
por el otro.
Urbanismo. El trmino es un neologismo propuesto por el cataln Ildefons Cerd en su Teora general de la urbanizacin
(1867) e introducido en Francia, en la primera dcada del presente siglo, por H. Prost y un grupo de practicantes que actuaban en el entorno del Muse Social. La nocin de urbanismo
naci en el marco de una reflexin sobre el impacto espacial de
la revolucin industrial: la ciudad sufri entonces un trastorno
espontneo que pareci del orden de un cataclismo natural
incontrolable.
Desde su creacin, la palabra ha servido para designar dos
tipos de actuacin diferentes.
Por una parte, la palabra urbanismo designa una nueva disciplina que se declara autnoma y que pretende ser ciencia de la
concepcin de las ciudades. Postula la posibilidad de un control completo del hecho urbano y para este fin ha elaborado
teoras clasificables en dos corrientes: una, llamada progresista, apunta al progreso y a la productividad; otra, llamada culturalista, se concentra en objetivos humanistas. Sin embargo, a
despecho de sus diferencias, las teoras de ambas corrientes
se fundamentan en un procedimiento idntico: anlisis crtico
de la ciudad existente y elaboracin a contrario de un modelo
de ciudad que puede ser construida y reproducida ex nihilo.
El modelo progresista (los CIAM, Le Corbusier) propone un
objeto urbano separado cuyos componentes estandarizados se
reparten en el espacio segn un orden funcional y geomtrico.
El modelo culturalista (la ciudad-jardn de Howard) es, por el
contrario, compacto y multifuncional. El modelo progresista
domin la escena europea desde los aos veinte, pero no tuvo
una aplicacin significativa hasta despus de la Segunda
Guerra Mundial y la reconstruccin.
En esa misma poca las pretensiones cientficas del urbanismo
terico empezaron a ser desestimadas5 y empez a ser denunbridge, Mass., Harvard University Press, 1985.
5 Cf. en particular, G. C. Argan, Architettura e ideologia, Miln, Zodiac, 1957; F.
Choay, LUrbanisme, utopies et ralits, Pars, Le Seuil, 1965 (trad. cast.: El
Urbanismo, utopas y realidades, Barcelona, Lumen, 1970), y La Rgle et le
Modle, Pars, Le Seuil, 1980; H. Lefebvre, Le Droit la ville, Pars, Anthropos,
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dad de una prospectiva urbana. Contrario a todo tipo de actitudes utopistas, de las que denuncia su dogmatismo cientifista y
su lgica del objeto discreto, Otto Wagner constata que no es
posible prefigurar con certeza cul ser la imagen futura de la
ciudad, dado que no existe un catecismo de lo urbano.10 Su
plan est abierto a los cambios y a las incertidumbres, pero
tanto en el tratamiento del Ring como en el de los Stellen se
mantiene vinculado a una concepcin de la ciudad como objeto discreto, de tejido continuo. Y si ese tejido no siempre escapa a la desmesura y presenta en ocasiones algunas lagunas,
Wagner se inclina a paliar este defecto a travs de la pequea
escala y mediante la acusada esttica de un sistema de detalles amables y de mobiliario urbano comparable al de Pars.
En Barcelona, Cerd haba propuesto una solucin a la vez
ms innovadora y ms restrictiva. Su plan de 1859 (traicionado
en parte en su realizacin) pone en relacin el centro histrico,
por fin liberado de sus murallas, con un territorio virtualmente
ampliado a toda Europa. Los rasgos distintivos de la nueva
civilizacin son el movimiento y la comunicacin y, a sus ojos,
la ciudad no es ms que una especie de estacin, o de un eje
del gran sistema viario universal. Se trata pues de un plan de
extensin indefinida que rompe a la vez con la nocin de aglomeracin discreta y con los esquemas de organizacin concntrica. Se basa en la interconexin de sendos entramados ortogonales de escala distinta: un entramado mayor atravesado por
diagonales y destinado al gran trfico territorial, con vas de 20
a 50 metros de ancho; y otro menor, destinado al pequeo trfico local y que, con sus manzanas de 133 metros de lado, chaflanes en sus esquinas y el centro abierto, constituye el elemento urbano de base, una especia de unidad de vida y de
vecindad.
Es pertinente considerar el plan Cerd como una de las tres
figuras clave del urbanismo de regularizacin? Varios argumentos parecen refutar la afirmacin. Primero, Cerd es el primer terico del urbanismo que pretende hacer de l una disciplina cientfica completa. Luego, su plan titulado Reforma y
Ensanche de Barcelona haba sido en efecto concebido como
instrumento de una poltica igualitaria que deba procurar las
mismas ventajas a todas las clases de la poblacin, un plan
marcado indiscutiblemente por la utopa. Finalmente, este plan
no se contenta con crear redes de unin con el territorio, sino
que se convierte en territorio y, por lo mismo, parece contradecir la lgica del urbanismo modelizador tanto como la del urbanismo regularizador. Sin embargo, todas esas objeciones son
rebatibles. El plan de Barcelona precede en cuatro aos a la
gran obra terica que constituye una justificacin a posteriori
del primero. Adems, no propone el modelo de una ciudad
nueva, sino estructuras generativas que permiten adaptar la
10 Ibid, p. 182.
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Seales de deconstruccin
11 Lo desarrollar ms adelante en numerosos artculos y en la revista Ciudad lineal que l mismo fund en 1896. Cf. tambin G. R. Collins, Linear planning
throughout the world, Journal of the Society of Architectural Historians, XVIII,
Filadelfia, octubre de 1959; tambin del mismo autor en cast. Arturo Soria y la ciudad lineal, Madrid, Revista de Occidente, 1968.
rado y con una zonificacin rigurosa, favoreca objetivos distintos: la realizacin del socialismo y la optimizacin de la produccin industrial. Como sealaba M. Miliutin en una importante obra terica,12 la cadena de montaje haba sido trasladada
de la fbrica al nivel del territorio. El proyecto de desurbanizacin conoci un principio de aplicacin en Magnitogorsk
(Leonidov, 1929) y en Stalingrado (Miliutin, 1930). Pero en
1931, Stalin puso punto final a esas desviaciones ideolgicas.
Los CIAM: Ciudad mquina y desaparicin de la urbanidad
Le Corbusier se mof de los desurbanistas en nombre de la
defensa de la ciudad. Pero era acaso una ciudad la utopa
que l describi y dise a lo largo de su vida con el nombre de
Ciudad Radiante?13 Ms bien se presenta como deconstruccin sistemtica de todos los tipos anteriores de ciudades, de
toda forma de aglomeracin continua y articulada. Y es, por lo
dems, el mismo tipo de desintegracin y el mismo modelo el
que proponen, desde los aos veinte a los aos cincuenta, los
planes de Le Corbusier para Pars, Argel, Saint-Di, Albi...
La Ciudad Radiante me servir de paradigma para definir
-esquemticamente- el urbanismo de los CIAM, que tuvo en Le
Corbusier a su instigador en 1928 y a uno de sus principales
protagonistas ms adelante. Esta eleccin es legtima, ya que,
si bien Le Corbusier invent poco en la materia, su gran mrito, segn la palabra de Bruno Taut, es haber dado forma literaria a los principios modernos. En este sentido, ejerci una
influencia internacional sin igual sobre la ordenacin territorial
y urbana despus de la Segunda Guerra Mundial.
CIAM: Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna. El
Congreso representa, a intervalos regulares, un momento culminante de militancia y de formulacin doctrinal para los miembros de un movimiento que agrupa a arquitectos reunidos por
su fe en la tcnica y una voluntad comn de romper con el
pasado. Este movimiento surgi de la crisis abierta en el transcurso de la segunda mitad del siglo XIX a causa de la transformacin de las tcnicas de construccin y la amenaza que dicha
transformacin haca gravitar sobre el estatuto de los arquitectos. Responde, a su modo, a la advertencia realizada por
Viollet-le-Duc al final de sus Entretiens, donde tema que el
papel de los arquitectos (hubiese) llegado a su fin (y) empezado el de los ingenieros.14
12 N. Miliutin, Sotsgorod, Leningrado, 1930; traducido al ingls con notas y comentarios por G. R. Collins y W. Allix, Cambridge, Mass., MIT Press, 1974 (trad. cast.
en: Aynomino, Carlo, Orgenes y desarrollo de la ciudad moderna, Barcelona,
Gustavo Gili, 1972, pp. 285-329).
13 Le Corbusier, La Ville radieuse, Pars, Vincent Fral, 1933.
14 E. E. Viollet-le-Duc, Entretiens sur larchitecture, Pars, Morel & Co., Vol. II, 1872,
p. 445.
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Conjunto discontinuo de megaestructuras clasificadas en subconjuntos discontinuos: la red de carreteras ofrece la nica
continuidad entre los grandes equipamientos integrados en una
configuracin geomtrica simple, que slo resulta legible sobre
el plano o desde una visin area. La comunicacin se traduce
en circulacin, la escala local y la urbanidad ceden el sitio por
completo a la escala territorial.
Este modelo inspir la renovacin urbana y los grandes conjuntos posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Pero, bajo una
fraseologa modernista, la deconstruccin radical de la ciudad
no resulta por ello menos anacrnica. Participa de un cierto
fijismo utpico puesto al servicio de una visin paleotecnicista,
en las antpodas de un pensamiento de la complejidad.
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otra parte, una tendencia a la dispersin provoca una desconcentracin que puede ser lineal o puntual. Ejemplos del primer
caso: la urbanizacin continua en la lnea de la costa o de las
cuencas fluviales. Ejemplos del segundo caso: las aglomeraciones improvisadas en torno a terminales areas (aerociudades) o de centros de investigacin y universidades (polos tecnolgicos), las megamquinas comerciales o culturales, que no
son imputables a la influencia americana, sino efecto de un
equipamiento tcnico; finalmente, la implantacin difusa de
hbitats en zonas rurales, que ha recibido en Francia el nombre de rurbanisation.22 Puede suceder que todos esos tipos de
implantacin se asocien: as el sueo lineal de Soria ha sido
realizado entre Gnova y Marsella, aunque combinado con
desbordamientos laterales, densos o diseminados, que han
destruido irremediablemente antiguas poblaciones y paisajes
ancestrales.
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des y comportamientos urbanos. Un sistema de referencia fsico y mental, constituido por redes materiales e inmateriales, as
como por objetos tcnicos, y cuya manipulacin pone en juego
un repertorio de imgenes y de informaciones, resuena en un
circuito que se cierra sobre las relaciones que mantienen nuestras sociedades con el espacio, el tiempo y los hombres.28 A
este sistema operativo, vlido y factible en cualquier lugar, en
la ciudad como en el campo, en los pueblos como en los suburbios, se le puede llamar lo Urbano.
El advenimiento de lo urbano deshace la antigua solidaridad
entre urbs y civitas. La interaccin de los individuos resulta
desde entonces desmultiplicada y deslocalizada. La pertenencia a comunidades de intereses diversos deja de estar fundada
en la proximidad o en la densidad demogrfica local.
Transportes y telecomunicaciones nos implican en relaciones
cada vez ms numerosas y variadas, miembros de colectividades abstractas o cuyas implantaciones espaciales ya no coinciden ni presentan estabilidad a lo largo del tiempo.
El economista americano Melvin Webber supo calificar en una
frmula lapidaria -the non-place urban realm29- la deslocalizacin de la ancestral civitas, y analizar ejemplarmente sus posibles repercusiones y su utilidad, sobre todo el tele-trabajo que
la Datar ha descubierto hoy en Francia. En 1968, propona el
concepto post-city age,30 (era postciudad), que resultara ambiguo traducir por era posturbana,31 desde el momento en que
convenimos en designar como lo urbano la nueva cultura planetaria y su manera, a un tiempo nica y polimorfa, de ocupar
el espacio habitable.
El examen del lxico y de sus neologismos destapa la hegemona de lo urbano. Regin urbana,32 comunidad urbana, distrito
urbano..., esas nuevas entidades expresan con bastante eficacia el desvanecimiento de la ciudad y el anacronismo de municipio, pueblo, ciudad antigua: unos trminos que pronto
slo remitirn a la historia o a nostalgias cargadas de sentido.
Y es que esas palabras anticuadas nos recuerdan tambin la
insoslayable realidad de nuestra condicin natural, animal, el
hecho de que sea cual fuera la inmaterialidad, la abstraccin,
la multiplicidad de relaciones que los urbanos mantienen entre
28 A. Gras, Grandeur et dpendance. Sociologie des macro-systmes techniques,
s a travs del planeta, son, hemos sido, pese a nosotros mismos, arrojados al espacio y forzados a vivir en l y a residir en
algn lugar. Pero dnde y cmo?
Pensar lo urbano
Pensar lo urbano es hoy una necesidad. La persistencia de la
imagen de la ciudad que la anula responde a un mecanismo de
defensa: se niega una realidad que resulta demasiado difcil o
demasiado desagradable afrontar. Ejemplo: un semanario parisino33 publica en forma de cuento una proyeccin realista de
las posibilidades de deslocalizacin que ofrecen las redes de
servicios; los cargos electos consultados condenaron unnimemente esta fantasa en nombre de la perennidad de la ciudad.
Pero el mecanismo general oculta formas especficas de resistencia, que emanan de modo particular de los medios profesionales.
Existe en primer lugar la persistencia de un urbanismo cosificador, atascado en un enfoque fijista de la ordenacin urbana. M.
Webber haba de invocar la obsession of placeness.34 La actitud queda ilustrada por las utopas pseudo-tcnicas (Y.
Friedman, N. Schffer, P. Maymont) que prosperaron entre los
aos cincuenta y finales de los sesenta. A ellas se opusieron,
casi nicos en su gnero, los ejercicios del grupo ingls
Archigram, fundado en 1961. P. Cook y un grupo de jvenes
arquitectos britnicos emprendieron una gran limpieza epistemolgica. Recurren a la ciberntica y a la informtica, pero
tambin a los datos de la economa y de la demografa, as
como a la cultura pop, para presentar en forma de tebeo configuraciones35 inmediatamente conectables y desconectables a
redes tcnicas complejas. Ubicuidad, movilidad, reversibilidad,
instantaneidad, precariedad, indeterminismo son sus conceptos operativos.
La crtica de los arcasmos mentales relacionados con la ciudad llega ms lejos todava cuando R. Banham lanza, en la
senda abierta por Archigram, la propedutica provocadora del
non-plan of a non-city:36 el urbanismo frena los procesos innovadores espontneos y el advenimiento de lo urbano en lugar
de dinamizarlos. Pruebas retrospectivas de esta afirmacin son
la completa falta de impacto de Archigram sobre la planificacin de la poca y, sobre todo, los proyectos contemporneos,
33 Le Point, 5 junio 1993.
34 M. Webber, Explorations into urban structure, op. cit., p. 147 (trad. cast.: op. cit.,
p. 135).
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Interrogantes
El primero se refiere a la escala local. Esa escala de urbanidad
que supieron conservar Haussmann, Wagner y Cerd y a la
lag, 1931.
39 P. Quau, Le Virtuel, Le Creusot, Champ Vallon, 1993 (trad. cast.: Lo virtual,
Barcelona, Paids, 1995).
40 Paul Valry, Eupalinos o el arquitecto, Murcia, Aparejadores y Arquitectos
Tcnicos, 1982, p. 13 (versin original: Eupalinos ou larchitecte, prcd de lAme
et la Danse, Pars, Gallimard, 1924, reed. 1944, p. 11).
41 Expresin del filsofo italiano Dino Formaggio en Arte come Idea e come esperienza, Miln, Mondadori, 1976.
La Ciudad Genrica
Sanne Peper
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LA CIUDAD GENRICA*
Rem Koolhaas / OMA
1. Introduccin 1.1 Es la ciudad contempornea como el
* Traducido del original publicado en: OMA, S, M, L, XL, Rotterdam, 010 Publishers,
1995, pp. 1247-1264.
La Ciudad Genrica
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ms aprisiona, ms se resiste a la expansin, a la interpretacin, a la renovacin, a la contradiccin. La identidad se convierte en algo parecido a un faro, algo fijo, sobredefinido: puede
cambiar de posicin o de mensaje luminoso, pero slo a costa
de desestabilizar la navegacin. (Pars slo puede hacerse
ms parisina, lleva ya camino de convertirse en un hiper-Pars,
una caricatura refinada. Hay excepciones: Londres cuya nica
identidad consiste en la falta de una identidad clara est convirtindose cada vez en menos Londres, y hacindose ms
abierta, menos esttica.) 1.4 La identidad centraliza; insiste en
una esencia, en un punto. Su tragedia viene dada en trminos
geomtricos simples. A medida que se expande su esfera de
influencia, el rea caracterizada por el centro se hace cada vez
mayor, diluyendo completamente tanto la fuerza como la autoridad del ncleo; de forma inevitable, la distancia entre el centro y la circunferencia aumenta hasta el punto de ruptura. En
esa perspectiva, el reciente descubrimiento tardo de la periferia como zona de valor potencial una especie de condicin
prehistrica que podra finalmente llegar a merecer la atencin
de la arquitectura es slo una disimulada insistencia en la
prioridad del centro y en la dependencia de l: sin centro, no
hay periferia; el inters de aqul compensa supuestamente el
vaco de sta. La situacin de la periferia, conceptualmente
hurfana, empeora por el hecho de que su madre sigue viva,
chupando cmara, haciendo hincapi en las deficiencias de su
descendencia. Las ltimas vibraciones emitidas por el centro
agotado hacen imposible la lectura de la periferia como masa
crtica. El centro no slo es, por definicin, demasiado pequeo para desempear las funciones a l asignadas: tambin ha
dejado de ser el centro real para convertirse en un espejismo
amplificado que va camino de su implosin; aun as, su presencia ilusoria niega legitimidad al resto de la ciudad (Manhattan
denomina peyorativamente gente de puente y tnel a quienes precisan del apoyo de infraestructuras para entrar en la
ciudad, y les hace pagar por ello). La persistencia de la actual
obsesin concntrica nos hace a todos gente de puente y tnel,
ciudadanos de segunda en nuestra propia civilizacin, despojados de nuestros derechos por la estpida coincidencia de
nuestro exilio colectivo del centro. 1.5 En nuestra programacin concntrica (el autor pas parte de su juventud en
Amsterdam, ciudad de centralidad fundamental), la insistencia
en el centro como ncleo de valor e importancia, fuente de toda
significacin, es doblemente destructiva: el volumen cada vez
mayor de dependencias no slo constituye una presin totalmente intolerable, supone tambin que el centro tiene que ser
constantemente mantenido, es decir, modernizado. Como el
lugar ms importante que es, tiene que ser, paradjicamente,
al mismo tiempo lo ms antiguo y lo ms nuevo, lo ms fijo y lo
ms dinmico; experimenta la adaptacin ms intensa y constante, que despus se ve comprometida y complicada por el
hecho de que tiene que ser una transformacin no reconocida,
2. Estadsticas 2.1 La Ciudad Genrica ha crecido espectacularmente durante las ltimas dcadas. No slo ha aumentado de tamao, tambin lo ha hecho en cifras. A principios de
los aos setenta, tena una media de 2,5 millones de habitantes oficiales (y ms o menos 500.000 no oficiales); ahora anda
por los 15 millones. 2.2 Naci en Norteamrica la Ciudad
Genrica? Es acaso tan profundamente poco original que
slo puede ser importada? El caso es que la Ciudad Genrica
existe actualmente tambin en Asia, Europa, Australia, frica.
El movimiento definitivo de alejamiento del campo, de la agricultura, a la ciudad, no es un desplazamiento a la ciudad tradicional: es un desplazamiento a la Ciudad Genrica, una ciudad
tan penetrante que ha llegado hasta el campo. 2.3 Algunos
continentes, como Asia, aspiran a la Ciudad Genrica; otros se
sienten avergonzados de ella. Como tiende hacia los trpicos
convergiendo en torno al ecuador, una gran proporcin de
Ciudades Genricas estn en Asia, lo que parece una contradiccin de trminos: lo superfamiliar habitado por lo inescrutable. Un buen da volver a ser extico ese producto desechado
de la civilizacin occidental, mediante la resemantizacin que
su propia diseminacin trae como consecuencia... 2.4 A veces,
una ciudad antigua, singular, como Barcelona, simplificando en
exceso su identidad, se vuelve Genrica. Se hace transparen-
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vicisitudes de la preparacin, saben igual que los bollos ingleses, es decir, a nada. 10. Programa 10.1 Las oficinas siguen
ah, de hecho hay cada vez ms. La gente dice que ya no son
necesarias. Dentro de cinco o diez aos, todos trabajaremos
en casa. Pero entonces necesitaremos casas mayores, lo suficientemente grandes como para poder hacer reuniones en
ellas. Las oficinas tendrn que convertirse en viviendas. 10.2
La nica actividad es hacer compras. Pero por qu no considerar el hacer compras como algo temporal, provisional?
Espera a tiempos mejores. Es culpa nuestra, por no haber pensado en algo mejor que hacer. Esos mismos espacios inundados con otros programas bibliotecas, baos pblicos, universidades seran algo magnfico; nos quedaramos impresionados por su grandeza. 10.3 Los hoteles se estn convirtiendo
en el alojamiento genrico de la Ciudad Genrica, su bloque
edificado ms comn. Antes lo sola ser la oficina, lo que al
menos implicaba un ir y venir, suponiendo la existencia de otros
alojamientos importantes en otros lugares. Los hoteles son
ahora contenedores que, por la expansin y perfeccin de sus
instalaciones, hacen innecesarios casi todos los dems edificios. Aunque funcionen tambin como centros comerciales,
son lo ms cercano que tenemos a la existencia urbana, al estilo del siglo XXI. 10.4 El hotel trae consigo ahora prisin, arresto domiciliario voluntario; no queda ningn otro lugar de la competencia al que ir; llegas y te quedas. Describe cada vez ms a
una ciudad de diez millones, todos ellos encerrados en sus
habitaciones, algo as como el reverso de la animacin: la densidad implosionada. 11. Arquitectura 11.1 Cerremos los
ojos e imaginemos una explosin de color beige. En su epicentro aparece el color de los labios vaginales (sin excitar), un
berenjena mate-metlico, caqui-tabaco, calabaza polvorienta;
todos los coches camino de la blancura nupcial... 11.2 En la
Ciudad Genrica hay edificios interesantes y aburridos, como
en todas las ciudades. Ambos tipos se remontan a los tiempos
de Mies van der Rohe: la primera categora, a su irregular Torre
Friedrichstadt (1921), la segunda a las cajas que concibi no
mucho despus. Esa secuencia es importante: evidentemente,
despus de cierta experimentacin inicial, Mies cambi de opinin de una vez por todas y se puso en contra del inters y a
favor del aburrimiento. Como mucho, sus ltimos edificios captan el espritu de su obra temprana sublimado, reprimido?
como una ausencia ms o menos notable, pero nunca volvi a
proponer proyectos interesantes para posibles edificios. La
Ciudad Genrica demuestra que estaba equivocado: sus arquitectos ms atrevidos han aceptado el reto que Mies abandon,
hasta el extremo de que ahora es difcil encontrar una caja.
Aunque parezca irnico, ese homenaje al Mies interesante
muestra que el Mies estaba equivocado. 11.3 La arquitectura de la Ciudad Genrica es bella por definicin. Construida a
velocidad increble, y concebida a un ritmo ms increble an,
hay una media de 27 versiones fracasadas por cada estructura realizada pero ese no es el trmino exacto. Se elaboran
en los 10.000 estudios de arquitectura de los que nadie ha odo
hablar, todos ellos vibrantes de fresca inspiracin.
Presumiblemente ms modestos que sus colegas famosos,
esos estudios estn unidos por una conciencia colectiva de que
algo va mal con una arquitectura que solamente puede rectificarse mediante sus esfuerzos. El poder de las cifras les da una
arrogancia esplndida, reluciente. Son los que disean sin
dudar. Acaparan, con feroz precisin, procedentes de mil y una
fuentes, ms riquezas que las que pudiera amasar cualquier
genio. Por trmino medio, su educacin ha costado 30.000
dlares, sin contar el transporte y alojamiento. El 23% han sido
blanqueados en universidades de la American Ivy League,
donde han estado expuestos cierto es que durante periodos
cortos a la bien pagada lite de la otra profesin, la oficial.
De ello resulta que una inversin combinada total de trescientos mil millones de dlares (300.000,000.000 $) en formacin
de arquitectos [es decir, 30.000 $ (coste medio) x 100 (media
de trabajadores por estudio) x 100.000 (nmero de estudios en
todo el mundo)] est funcionando y produciendo Ciudades
Genricas en cualquier momento. 11.4 Los edificios de formas
complejas dependen de la industria del muro-cortina, de adhesivos y agentes selladores cada vez ms eficaces, que transforman cada edificio en una mezcla de camisa de fuerza y
cmara de oxgeno. La utilizacin de silicona -estamos estirando la fachada todo lo que podemos- ha aplanado todas las
fachadas, ha pegado cristal a piedra, a acero, a cemento, en
una impureza propia de la edad espacial. Esas conexiones
guardan la apariencia del rigor intelectual mediante la aplicacin generosa de un compuesto transparente espermtico que
mantiene todo junto por intencin ms que por diseo, un triunfo de la cola sobre la integridad de los materiales. Como todo
lo dems en la Ciudad Genrica, su arquitectura es lo resistente hecho maleable, una epidemia de rendimiento, ya no
mediante la aplicacin del principio, sino mediante la sistemtica aplicacin de lo falto de principios. 11.5 Como la Ciudad
Genrica es en su mayora asitica, su arquitectura lleva generalmente aire acondicionado; aqu es donde la paradoja del
reciente cambio de paradigma la ciudad no representa ya el
mximo desarrollo, sino algo que hace frontera con el subdesarrollo se agudiza: los medios brutales por los que se logra el
acondicionamiento de aire universal imita en el interior del edificio las condiciones climticas que una vez se daban en el
exterior: tormentas repentinas, mini-tornados, rachas heladas
en la cafetera, olas de calor, incluso niebla. Un provincialismo
de lo mecnico, abandonado por la materia gris encaminada
hacia la electrnica. Incompetencia o imaginacin? 11.6 La
irona consiste en que, a su manera, la Ciudad Genrica presenta en su lado ms subversivo, lo ms ideolgico; eleva la
mediocridad a un nivel superior; es como el Merzbau de Kurt
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La Ciudad Genrica
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Schwitters a escala ciudad: la Ciudad Genrica es una MerzCiudad. 11.7 El ngulo de las fachadas es el nico ndice fiable del genio arquitectnico: 3 puntos para las inclinadas hacia
atrs, 12 puntos para las inclinadas hacia delante, 2 puntos de
castigo para los retranqueos (demasiado nostlgicos). 11.8 La
sustancia aparentemente slida de la Ciudad Genrica es
engaosa. El 51% de su volumen consiste en atrios. El atrio es
un artefacto diablico porque es capaz de dar sustancia a lo
insustancial. Su nombre romano es garanta eterna de su clase
arquitectnica, sus orgenes histricos hacen que el tema sea
inagotable. Acomoda al habitante rupestre en su infatigable
suministro de comodidad metropolitana. 11.9 El atrio es espacio vaco: los vacos son el bloque edificado esencial de la
Ciudad Genrica. Paradjicamente, su vaciedad asegura su
propia fisicidad, e inflar el volumen es el nico pretexto para su
manifestacin fsica. Cuanto ms acabados y repetitivos son
sus interiores, menos se nota su repeticin esencial. 11.10 El
estilo de eleccin es posmoderno, y lo seguir siendo siempre.
La posmodernidad es el nico movimiento que ha logrado
conectar la prctica de la arquitectura con la prctica del pnico. La posmodernidad no es una doctrina basada en una lectura sumamente civilizada de la historia de la arquitectura, sino
un mtodo, una conversin en la arquitectura profesional que
produce resultados a la velocidad suficiente para no quedar
rezagada en el crecimiento de la Ciudad Genrica. En lugar de
conciencia, como podran haber esperado sus inventores originales, crea un nuevo inconsciente. Es algo as como el pinche
de la modernizacin. Cualquiera puede hacerlo: un rascacielos
basado en la pagoda china y/o una ciudad toscana sobre una
loma. 11.11 Toda resistencia al posmodernismo es antidemocrtica. Crea un envoltorio furtivo en torno a la arquitectura
que la hace irresistible, como un regalo de Navidad procedente de la caridad. 11.12 Existe alguna conexin entre la predominancia del espejo en la Ciudad Genrica es para celebrar
la insignificancia mediante su multiplicacin, o un esfuerzo
desesperado por captar esencias que estn a punto de evaporarse? y los obsequios que, durante siglos, se supona que
iban a ser el regalo ms popular y eficaz para los salvajes?
11.13 Mximo Gorki habla sobre Coney Island de aburrimiento variado. Est claro que trata el trmino como un oximorn.
La variedad no puede ser aburrida. El aburrimiento no puede
ser variado. Pero la infinita variedad de la Ciudad Genrica se
acerca, al menos, a hacer de la variedad algo normal, banalizado, en una inversin de la expectativa: es la repeticin lo que
se ha convertido en algo inusual, y por lo tanto potencialmente
atrevido, estimulante. Pero eso es para el siglo XXI. 12.
Geografa 12.1 La Ciudad Genrica se encuentra en un
clima ms clido de lo habitual; se desplaza hacia el sur hacia
el ecuador, alejndose del desorden creado por el norte en el
segundo milenio. Es un concepto en estado de migracin. Su
La Ciudad Genrica
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corporada en s misma, por ello puede ser usada para impregnar con el pincel de teora grandiosa y de ideologa de progreso el argumento de que las ciudades pueden ser mejor
hechas, lugares ms humanos para vivir, con los instrumentos
de la accin intencionada y de la planificacin pblica.2
La inversin es un reflejo de la prctica y defiende la prctica.
Un ejemplo perfecto es el nuevo plan de la Ciudad de Nueva
York para la rehabilitacin de Times Square,3 el cual intenta
producir una calle que parece no planeada, con la ayuda de
un equipo numeroso y sofisticado de urbanistas y arquitectos.
Comenta el crtico de arquitectura del New York Times: el plan
podra pasar fcilmente por una anticipacin apocalptica de lo
2 Vuelvo sobre este punto al final del ensayo.
do que, por lo visto solo temporalmente, impidi una propuesta para que cuatro
torres de oficinas de gran xito fueran construidas en el lugar, pero lo que es temporal bien puede cambiar a ser permanente, y el enfoque ya se reflejaba en las
directrices para las torres de oficinas. Para una discusin de las polticas de la
situacin, vase Fainstein 1993.
que pareceran las cosas si todos los espacios pblicos sucumbieran a la privatizacin.4 Tales esfuerzos pueden ser interpretados fcilmente como un intento por utilizar los recursos postmodernos para derrotar al proyecto del modernismo, reflejando tanto un esfuerzo directo por defender disimulando un orden
predominante, como un temor ms profundo acerca de la inestabilidad inherente a ese orden. Una preocupacin urgente por
solidificar el caos renombrndolo como un orden desordenado,
para que as pueda ser adecuadamente amortizado, se combina con una esperanza ms profunda y pattica de que lo que
hoy es slido en realidad no se desvanecer en el aire por
temor a que nada igualmente valorado vaya a sustituirlo. Es,
por tanto, una prctica reaccionaria, en el sentido peyorativo de
ese trmino, utilizar las metas del mercado privado para establecer objetivos pblicos, esperando utilizar instrumentalizaciones pblicas para la apoteosis del beneficio privado. Y el lenguaje utilizado para justificarlo habla del deseo de lo no proyectado, de lo espontneo, de lo desordenado.
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Pero ni las ciudades ni los lugares en s mismos estn desordenados, no planificados; la cuestin es solamente el orden de
quin, el planeamiento de quin, con qu propsito, en el inters de quin. Estas cuestiones no son fciles de responder.
Pero eso no significa que no tengan respuesta. El mercado
tiene un orden as como el estado, las relaciones sociales
constituyen un orden al igual que las econmicas. A menudo
rdenes diferentes entran en conflicto, se contradicen entre
ellos, cambian sus patrones, rompen sus moldes, y las crticas
a una teora demasiado simplificada y a las representaciones
de un nico orden lgico para el espacio de las ciudades estn
bien justificadas. Sin embargo, el esfuerzo por entender y por
cambiar, no solo por describir, los patrones espaciales en las
ciudades sigue siendo una tarea fundamental de la teora urbana.
Las ciudades estn efectivamente integradas por partes, y lgicamente esas partes estn conectadas entre s. Algunas divisiones en partes son funcionales; las partes de la ciudad utilizadas para el transporte, para las calles, no pueden ser usadas
al mismo tiempo para viviendas, para edificios; las partes destinadas a la industria manufacturera ruidosa o nociva no se
prestan a acoger familias. Pero otras particiones de la ciudad
solo reflejan (y refuerzan) las relaciones sociales que produce
el funcionamiento de la ciudad; la separacin de las casas en
serie de tipologa suburbana por calidad, precio y nivel de renta
no es una separacin funcional sino social, que refleja una consecuencia jerrquica de una organizacin particular de funciones. Y aun otras particiones reflejan alguna mezcla de ambas:
Ciertos usos de oficinas pueden agruparse para conseguir economas de escala, para compartir instalaciones que ellos y so4 The New York Times, 19 de Septiembre de 1993, 33.
7 Para una discusin adecuada, y una comparacin con otras explicaciones con-
reorientaciones polticas que han acompaado a estos cambios. El contexto en el que estas nuevas tendencias locales y
nacionales se hacen realidad es tambin cuantitativamente
nuevo: la internacionalizacin de la actividad econmica y las
posibilidades decrecientes del control pblico sobre ellas a
nivel nacional y local, en paralelo a la prdida de significado de
las consideraciones locales e incluso nacionales para las decisiones de negocios.
Como resultado de las tendencias descritas anteriormente,
podemos encontrar, al menos en la gran ciudad tpica de las
urbes tecnolgicamente desarrolladas de hoy en da, un nuevo
modelo: cinco tipologas caractersticas de barrio residencial.
Mientras que cada tipo est representado en mltiples barrios,
proporcionando una apariencia fragmentada similar a un
mosaico, esos barrios corresponden a un patrn ordenado que
forma ciudades separadas pero interdependientes dentro de la
ciudad residencial:9
- una ciudad dominante, con sus viviendas de lujo, que en realidad no es parte de la ciudad, sino que est constituida por
enclaves o edificios aislados, ocupados por la parte ms alta de
la jerarqua econmica, social y poltica;
- una ciudad gentrificada, ocupada por los grupos profesionales, directivos y tcnicos, integrada por profesionales jvenes o
maduros prsperos, sin hijos;
- una ciudad suburbana, algunas veces de viviendas unifamiliares en la ciudad externa, otras veces de apartamentos cerca
del centro, ocupada por trabajadores cualificados, profesionales de nivel medio, funcionarios superiores;
- una ciudad de barrios de viviendas, alguna veces reas unifamiliares baratas, frecuentemente de alquiler, ocupadas por
trabajadores, administrativos o artesanos, con los salarios ms
bajos, y generalmente (aunque en menor proporcin en los
Estados Unidos) incluyendo la vivienda social esencial;
- una ciudad abandonada, el resultado final de un proceso de
goteo, dejada para los pobres, los desempleados, los excluidos, donde en los Estados Unidos se ubican con mayor frecuencia los refugios de los sin-techo.
Para la mayor parte de la gente, el lugar en el que vive no tiene
probabilidades de ser el mismo en el que trabaja. Mientras que
9 Ya he analizado el concepto de Quartered city en otros artculos (1989,1991).
Quartered es utilizado tanto en el sentido de diseada y cuarteada y de barrios
residenciales; esencialmente hay cuatro de estos barrios, no encontrndose los
ms ricos limitados por ninguna configuracin espacial especfica en relacin con
el lugar en que viven. Vase tambin Mollenkopf y Castells (1991), especialmente
la introduccin y conclusin, y Wallock (1987).
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las relaciones econmicas y en parte por los patrones de la ciudad residencial. Debido a que la naturaleza del suministro de
mano de obra determina la rentabilidad de estas actividades,
los asentamientos residenciales de trabajadores dispuestos a
hacer trabajos no cualificados y con salarios bajos tienen
influencia principal. De este modo, las fbricas donde se explota a los trabajadores en la ciudad de Nueva York se ubican en
Chinatown o en las reas dominicanas de Washington Heights,
en Miami en el enclave cubano, o en las reas deprimidas de
las ciudades de todo el mundo.
La ciudad residual es la ciudad de las porciones menos legales de la economa informal, la ciudad de almacenaje donde,
por otra parte, se emplazan los equipamientos no deseados
(NIMBY),12 y se encuentran edificios de fbricas abandonadas,
generalmente tambin en congruencia con la ciudad residencial abandonada. Pero debido a las protestas polticas, muchos
de los componentes de la infraestructura urbana ms contaminantes y medioambientalmente ms perjudiciales, necesarios
para su supervivencia econmica pero no vinculados directamente a ninguna actividad econmica, estn ubicados aqu:
plantas de depuracin de aguas negras, incineradoras, garajes
de autobuses, residencias para enfermos de SIDA, refugios
para los sin-techo, centros de detencin de menores, prisiones.
Las regulaciones para el reparto justo adoptadas recientemente en la ciudad de Nueva York son un reflejo tanto del
alcance del problema como de su volatilidad poltica.
A medida que uno desciende en la escala de los barrios tanto
de la ciudad residencial como de la ciudad econmica, en los
Estados Unidos crece la proporcin de familias de raza negra,
de hispanos y de inmigrantes, as como tambin la proporcin
de mujeres cabeza de familia. Raza, clase y gnero crean
patrones superpuestos de diferenciacin (denigrante diferenciacin, porque no hay duda de que las diferencias no son simplemente de estilos de vida o de necesidades especiales,
sino que reflejan posiciones en una jerarqua de poder y riqueza en la cual algunos toman las decisiones y otros se someten
a ellas).
Los muros definen los barrios de la ciudad. Definen, no rodean.
Desde que los ghettos de la Europa medieval se construyeran,
ha sido extrao que los muros fsicos, de hecho, hayan circunscrito un barrio delimitado y homogneo de la ciudad. No obstante, los muros existentes dentro de cada barrio definen la
naturaleza de ese barrio y la posicin de sus residentes dentro
de la jerarqua de barrios, la jerarqua de ciudades dentro de la
vos sobre los aspectos espaciales de las tendencias que ella describe merecen desarrollo adicional.
12 Vocablo formado con las iniciales de Not in my backyard (No en mi patio)
como lema comn de tantas reivindicaciones contra decisiones de ubicacin de
usos u obras no deseados por los ciudadanos directamente afectados. [N. de t.]
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to, aislamiento o limitacin? Los muros pueden aislar: del tiempo, de la lluvia, del fro, en su mayor parte obviamente, pero
tambin de la intrusin de extraos amenazantes. Pueden,
para el individuo, proporcionar privacidad, para un grupo identidad, y una posibilidad de cohesin y refuerzo mutuo. Pero los
muros tambin pueden erigirse para limitar a otros, detrs de
los barrotes de la prisin, en ghettos segregados, en desprotegidas laderas y valles de ros, en barrios de viviendas atestados o en asentamientos ilegales.
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Cul es la forma del muro: tangible o intangible, fsicamente efectivo o simblico de barreras sociales y econmicas? Los
muros pueden ser de hormign o de alambre de pas; pero
tambin pueden ser de precio y estatus, de norma y prejuicio,
y tambin, con mayor efectividad quiz para los muros intangibles, pueden ser interiorizados en el propio proceso por la fuerza y la costumbre, siendo sus causas y funciones ocultadas y
sus costes de mantenimiento reducidos.
de los barrios lujosos de Manhattan, Berln, Los Angeles, desean mantener a las clases bajas fuera; sin embargo, estos dos
deseos no son equivalentes moralmente. Uno representa el
deseo de los ms pobres de aislarse a s mismos de inconvenientes derivados de los ms poderosos; el otro, la fuerza de
los ms poderosos para aislarse a s mismos de la necesidad
de compartir con, o de quedar expuestos a, los ms pobres. Un
muro defiende la supervivencia, el otro protege el privilegio.
Una de las contribuciones de la crtica postmodernista es que
sta debilita la concepcin de que los muros son rgidos, de
que cada uno de ellos tiene uno y solo un propsito claro. Las
lneas de lmite son dinmicas; en el caso extremo, como quizs en Los Angeles, pueden moverse de manzana a manzana,
de calle a calle, a medida que un grupo se instala y otro avanza o se marcha, y solo las caractersticas sociales o tnicas
pueden separar un barrio tnico de otro. Pero si las
Koreatowns, los Watts y los barrios de Los Angeles son
entendidos como tnicamente separados, y si todos los componentes de una ciudad varan de la ciudad abandonada a la ciudad de los barrios de viviendas, los lmites son ms fciles de
percibir.
Para todos los casos excepto aquellos en los extremos finales
del espectro, los muros sern ambivalentes. El alambre de
pas protege, pero encarcela; las estacadas protegen del invasor, pero tambin confinan; los muros de estuco y las cercas de
hierro forjado proporcionan un sentido de identidad, pero tambin pueden incrementar la sensacin de inseguridad, mostrar
vulnerabilidad.
Estas ambivalencias, o ambigedades, no son accidentales. La
mayora de la gente no est ni en la parte ms alta ni en la
parte ms baja de la jerarqua de poder, sino en medio. Est a
diario en contacto con personas situadas por encima y por
debajo de ella en la escala de riqueza e influencia; necesita a
ambas, y es necesitada por ambas. De este modo la gente
puede defender y atacar en momentos diferentes, necesita proteccin y quiere agredir, desea excluir pero quiere no ser
excluida. Esos son los resultados inevitables de vivir en una
sociedad que est ordenada jerrquicamente; la posicin de
cada uno en la jerarqua necesita ser definida continuadamente, asegurada, en todas las direcciones. De aqu la creacin de
muros que reflejan tal estatus jerrquico.
Una tendencia dentro del postmodernismo, que personalmente
denominara su tendencia crtica, destaca precisamente estas
ambigedades, junto con los muros que al mismo tiempo las
contradicen y les dan cuerpo. En su rechazo de las grandes
teoras rgidas, del esfuerzo por imponer modelos racionales
sobre toda actividad humana, en su revelacin de las comple-
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REFERENCIAS
- Berman, M., All That is Solid Melts into Air: The Experience of
Modernity, Nueva York, Simon and Schuster, 1982 (trad. cast.:
Todo lo slido se desvanece en el aire. La experiencia de la
modernidad, Madrid, Siglo XXI, 4. ed., 1991).
- Fainstein, S., The City Builders, Oxford, Blackwell, 1993.
- Friedmann, J. y Goetz, W., World City Formation: An Agenda
for Research and Action, International Journal of Urban and
Regional Research, 1982, 6, pp. 309-44.
- Hobbes, T., Leviatn: la materia, forma y poder de un estado
eclesistico y civil, Madrid, Alianza Editorial, 1989, p. 168 (versin original: Leviathan, Londres, Fount, 1983).
- Marcus, S., Engels, Manchester and the Working Class,
Nueva York, Random House, 1974.
- Marcuse, P., Dual City: A Muddy Metaphor for a Quartered
City, International Journal of Urban and Regional Research,
1989, 13, 4, pp. 697-708.
- Marcuse, P., Housing Markets and Labour Markets in the
Quartered City, en Allen, J. y Hamnett, C. (eds.), Housing and
Labour Markets: Building the Connections, Londres, Unwin
Hyman, 1991.
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He elegido recientemente el uso de posmetrpolis como un trmino general para resaltar las diferencias entre regiones urbanas contemporneas y aquellas que se consolidaron en las
dcadas de la mitad del siglo XX. Por lo tanto, el prefijo post
marca la transicin entre lo que se ha llamado de forma convencional la moderna metrpolis y algo significativamente diferente, nuevas formas posmodernas y pautas de vida urbana
que estn en continuo desafo con los estilos bien establecidos
de anlisis urbanos. Como ir aclarando a lo largo de mis seis
discursos, existen otros trminos y conceptos posprefijados
incluidos en la postmetrpolis, desde la nocin de sociedad
posindustrial tan familiar a los socilogos, a las discusiones
ms actuales de economas polticas posfordistas y poskeynesianas y estilos posestructuralistas y poscolonialistas de anlisis crticos. No obstante, antes de profundizar en dichos discursos, me gustara realizar unas cuantas observaciones de introduccin ms generales.
En primer lugar, como ya he sugerido, los cambios descritos o
representados por estos seis discursos no solamente estn
sucediendo en Los Angeles, sino en mayor o menor grado y,
sin duda alguna, con un desarrollo irregular de tiempo y espacio, en todo el mundo. Aunque adoptan formas especficas en
lugares especficos, constituyen procesos generales. Ms an,
estos procesos no resultan del todo nuevos. Sus orgenes
podran remontarse antes del ltimo cuarto de este siglo. Su
intensificacin, su estrecha relacin y su creciente mbito es lo
que evidencia que su expresin actual resulte diferente a la del
pasado. Tambin quiero destacar que cuando uso el trmino
postmetrpolis en oposicin a la ltima metrpolis moderna; no
estoy diciendo que sta haya desaparecido o est completamente desplazada, ni siquiera en Los Angeles. Lo que ha estado sucediendo es que los nuevos procesos de urbanizacin y
configuracin se han superpuesto sobre los viejos y han conectado con ellos en crecientes formas complejas. Las superposiciones y articulaciones se estn volviendo ms espesas y densas en muchas partes del mundo, pero la moderna metrpolis
no se ha desvanecido por completo en ningn lugar.
Lo que esto significa es que debemos entender la nueva urbanizacin y el urbanismo sin descartar nuestras viejas concepciones. Al mismo tiempo, sin embargo, debemos reconocer que
La primaca de la produccin
La capacitacin de la flexibilidad
La primaca de la globalizacin
El proceso globalizacin
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Un nuevo sociologismo?
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5. Archipilagos carcelarios: sobre el aumento de las ciudadesfortaleza, tecnologas de vigilancia y la substitucin de policas
por polis
sentacin, de donde se obtuvo este captulo (abril de 1995), la discusin de los seis
discursos sobre la postmetrpolis estaba incluida en la Parte III de un manuscrito
titulado Thirdspace: Journeys to Los Angeles and Other Real-and-Imagined
Places. Posteriormente, se decidi dividir el manuscrito en dos libros. El primero,
con el ttulo mencionado, fue publicado en 1996 por Blackwell.
Los socilogos han desempeado un papel mucho ms importante en el segundo discurso, sobre globalizacin y formacin
de ciudades mundiales. De algn modo, a pesar de su estrecha relacin y complementariedad, el primer y segundo discurso se han desarrollado a menudo compitiendo entre s, cada
uno de ellos considerndose la explicacin ptima para la
nueva urbanizacin y urbanismo. Esto limita ambos discursos,
pero me limitar a comentar aqu cmo se ha debilitado el discurso sobre ciudades globales debido a un entendimiento
inadecuado del proceso de reestructuracin industrial, as
como por un toque del sociologismo mencionado anteriormente. Puedo resumir mis comentarios en torno a una frase hecha
en broma que us una vez para expresar mi disconformidad
con los enfoques dados al estudio sobre Nueva York como una
ciudad dual que permanece en el vrtice de la jerarqua mundial de capital de capitales.3 La frase fue la vanidad de los
bonFIRES y haca referencia a lo que yo consider una sobreconcentracin en las funciones de control y poder del sector
FIRE (finance, insurance, real estate)4 en la literatura de las
ciudades globales y un supernfasis estrechamente relacionado en dos minsculos lugares donde estos bonFIRES dominantes parece que arden con ms brillo, Wall Street en
Manhattan y The City en Londres, junto con sus filiales tributarias (Battery Park City, the World Trade Center, South Street
Seaport, Canary Wharf y the Docklands).
Me parece descubrir algunas fisuras cuando el discurso se
ajusta tanto. En primer lugar, existe una tendencia a ver la formacin de las ciudades mundiales como si se estuviera creando una separacin sectorial y geogrfica entre las industrias de
fabricacin, por un lado, y la base productiva de la economa
regional, por el otro. Esto bien podra ajustarse a los modelos
posindustriales y de desindustrializacin de cambio urbano y
describe con exactitud parte de lo que ha sucedido internamente en la ciudad de Nueva York y Londres. Pero distorsiona el
debate general sobre globalizacin y formacin de ciudades
mundiales, especialmente en lo que respecta a dichas postmetrpolis y regiones industriales manufactureras, tales como
Tokio y Los Angeles (y tambin podra aadir la reindustrializacin de regiones interiores del Gran Nueva York y del Gran
Londres).
No quiero restar importancia a estos nfasis de investigacin e
interpretacin, pero prefiero destacar los peligros de una especie de miopa como la de Manhattan o Londres. Adems de
supersimplificar las relaciones entre los sectores financieros e
3 Consultar Poles Apart: New York and Los Angeles, en J. Mollenkopf y M.
Castells (eds.), Dual City: The Restructuring of New York, Nueva York, Rusell Sage
Foundation, 1991, pp. 361-376.
4 Juego de palabras entre FIRE (Fuego) y el significado de cada letra. F: Finanzas,
I: Seguros, RE: Propiedades inmobiliarias. [N. de t.]
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y masculinista escrito sobre una ciudad. Para aquellos que evitan la teorizacin abstracta porque aleja de un buen trabajo
emprico y una accin poltica radical, que encuentran todo el
debate sobre el posmodernismo y las postmetrpolis intrnsecamente conservador y polticamente abrumador, que se sienten ms cmodos con el viejo materialismo histrico de Marx
que con esta nueva y enmaraada materia espacial y geogrfica, que aprecian el valor despierto y enrgico del conductorcallejero-flneur que opera desde su planta baja, y que se
asusta de los jactanciosos excesos de las crticas feministas
posmodernas, Mike Davis se ha convertido en una figura heroica. Solamente me queda aadir que tal fantasa limita seriamente nuestros esfuerzos de toma de conciencia prctica, poltica y terica de nuestro mundo contemporneo y debilita nuestra habilidad de traducir este conocimiento en una accin radical efectiva.
Finalmente, llegamos al sexto discurso, sobre la postmetrpolis
como Simcity, un lugar donde las simulaciones de un supuesto
mundo real atrae y activa incesantemente nuestra imaginacin
urbana y se infiltra en la vida urbana cotidiana. En este caso, un
concepto clave es el de simulacro, ms o menos definido como
una copia exacta de algo que quizs nunca haya existido.
Planteado sin rodeos y con una aprobacin al trabajo de Jean
Baudrillard, el argumento es que dichas sorpresas y simulacros,
y los mundos hiperreales que define, estn ms que nunca
dando forma a cada aspecto de nuestras vidas, a quin y a qu
votamos, cmo nos alimentamos, vestimos, emparejamos y
modelamos nuestros cuerpos. Junto a esta expansiva confusin
de la diferencia entre lo real y lo imaginado, est lo que
Braudillard define como una precesin de simulacros, una
situacin en la que las simulaciones cada vez tienen mayor prioridad sobre las realidades que estn simulando. Nuestras vidas
siempre han estado modeladas por estas hiperrealidades y por
las fbricas especializadas que las producen, desde instituciones religiosas a Hollywood y Disneylandia.5 Sin embargo, la
mayora de las veces, elegimos ir a estas fbricas, frecuentemente atravesando alguna puerta y pagando la entrada.
Actualmente, de nuevo ms que nunca, la hiperrealidad nos
visita, en nuestras casas, en nuestras vidas cotidianas.
Por ello, este discurso sobre simcity necesita enfocarse seriamente en los estudios urbanos contemporneos, no solo en la
microescala de la vida diaria, sino tambin en los anlisis
microescala de urbanizacin y produccin social del espacio
urbano. Mi propio trabajo est intensamente enfocado hacia
5 Las referencias a los simulacros abundan en la Biblia y son frecuentes en las
prcticas del cristianismo. Para los catlicos creyentes, las estatuas de la Virgen
Mara o de Jesucristo en la cruz no son simplemente smbolos, sino presencias
reales, al igual que la comunin de la hostia y el vino son el cuerpo y la sangre de
Cristo. Uno debe comportarse realmente como si estas simulaciones fueran reales.
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