Davidovich Literatura Femenina y Memoria PDF
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LA DICTADURA ARGENTINA
By
Karin Davidovich
Dissertation
Submitted to the Faculty of the
Graduate School of Vanderbilt University
in partial fulfillment of the requirements
For the degree of
DOCTOR OF PHILOSOPHY
in
Spanish
December, 2014
Nashville, Tennessee
Approved:
Benigno Trigo, Ph.D.
Christina Karageorgou-Bastea, Ph.D.
Emanuelle K. Oliveira, Ph.D
Ifeoma Nwankwo, Ph.D
ii
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo cont con el apoyo de la Universidad de Vanderbilt a travs de las becas de la
Escuela Graduada y del Centro de Estudios Latinoamericanos (CLAS). Gracias a este
apoyo he podido viajar y entrevistarme con mujeres sobrevivientes tanto en la Argentina
como en Espaa. Estas entrevistas personales me hicieron posible avanzar en el
desarrollo de esta investigacin.
Quiero agradecer a mis queridos profesores tanto de Vanderbilt como de la
Universidad de Minnesota que me han acompaado a lo largo de todos estos aos.
Especialmente a Ren Jara, mi primer profesor de literatura en los Estados Unidos, quien
me enseo la importancia de pensar la literatura desde el compromiso poltico y social.
Tambin a Ana Forcinito quien me inspir a empezar este proyecto y a quien admiro
profundamente. A mi director de tesis Benigno Trigo quien con su infinita paciencia y
generosidad me apoy en todo momento. Mi agradecimiento a Christina KarageorgoBastea a quien considero una gran amiga y una gran maestra en todo sentido y agradezco
su lectura cuidadosa y sus comentarios. A Ifeoma Nwankwo por haber credo en mi y por
haberme abierto las puertas de su proyecto Voces de nuestra Amrica. Tambin a
Emanuelle Oliveira por haber aceptado formar parte de mi comit y por sus valiosos
comentarios durante la defensa. Quiero reconocer el apoyo y cario de mis compaeros
de doctorado y amigos. Agradezco a Sandra Alvarado Bordas, Alonso Varo y Denise
Callejas por su cario y presencia, a Paz Pintane, Bernardo Muoz, David Vila, a mi gran
amigo y confidente Luis Menendez Atua.
iii
Muy especialmente quiero agradecer a mi madre, Laura Azar, a quien tambin dedico
este trabajo, por sus ideas brillantes, lecturas y discusiones.. Tambin a mi querida abuela
Fortuna, a mi hermana Nadia y su angelito Juan Luca, mi hermano Ignacio, mi querido
padre Eduardo Davidovich, a Nina Stein por su apoyo constante, y por supuesto, a mi
gran compaero de aventuras y sueos, Martn, cuya sonrisa da sentido a todo lo que
hago.
iv
INDICE
Dedicatoria...................................................................................................................ii
Agradecimientos.........................................................................................................iii
Introduccin.................................................................................................................1
Captulo I. La historicidad del testimonio: Acercamientos a la crtica sobre el
testigo y el testimonio.................................................................................................33
El primer momento: El Holocausto.................................................................37
El segundo momento: Las invasiones estadounidenses...................................44
El tercer momento: Las dictaduras del Cono Sur, el caso argentino...............48
Testimonios cannicos latinoamericanos vs. testimonios de sobrevivientes de la
dictadura argentina...........................................................................................56
Memoria vs Historia........................................................................................59
Entre la verdad y la ficcin: el testimonio y la imaginacin............................66
Captulo II. Memorias de los 80: El rol del sobreviviente en los testimonios
de la transicin democrtica.....................................................................................72
De vctimas a testigos......................................................................................77
Memorias de la primera etapa posdictatorial...................................................88
Contra-discursos............................................................................................100
Captulo III. Exilio, memoria y melancola en la obra testimonial de Graciela
Fainstein, Nora Strejilevich, Tununa Mercado y Susana Jorgelina Ramus.......111
Tununa Mercado: En estado de memoria (1990)...........................................112
Nora Strejilevich, Una sola muerte numerosa (1997)....................................113
Susana Jorgelina Ramus: Sueos sobrevivientes de una montonera: a pesar
de la ESMA (2000)........................................................................................114
Graciela Fainstein: Detrs de los ojos (2006)................................................114
Memoria(s) y escritura(s) en femenino..........................................................115
Escritura femenina como exilio.....................................................................121
Tres dimensiones de sufrimiento: la condicin de ser mujer en el
patriarcado, el exilio y la experiencia de tortura...........................................129
v
vi
Introduccin
No obstante, las desigualdades de gnero eran una realidad tambin dentro de estos movimientos
revolucionarios: Ninguna organizacin revolucionaria en el mundo entero ha podido realizar ese ideal
[el de la igualdad de gnero dentro de la organizacin], no poda ser de otro modo en la medida en que
por ms revolucionaria que sea una organizacin est enmarcada en una sociedad cuyas reglas de
comportamiento han sido establecidas bajo dictmenes de tipo machista y patriarcal (Diana 395).
2
nunca antes visto en la sociedad argentina. 3 Aunque la Argentina contaba ya con una larga
tradicin dictatorial, no existieron hasta ese momento regmenes de terror que se
erigieran con ese nivel de violencia, en contra de sus ciudadanos. Durante los siete aos
de dictadura (1976-1983) funcionaron en el pas 340 campos de concentracinexterminio por los cuales se estima que pasaron 15 y 20 mil personas, de las cuales
aproximadamente el 90 por ciento fueron asesinadas (Calveiro, Poder y desaparicin
29).4 Muchas de estas vctimas fueron mujeres. La participacin de stas en la lucha
armada representaba una amenaza para el Estado, como representante mximo y
sostenedor de ese orden patriarcal, y por eso las mujeres fueron particularmente vctimas
de violaciones, torturas y vejaciones sexuales especficas, que no fueron tomadas en
cuenta como violencias especficas de gnero, dentro del marco legal, sino hasta mucho
ms tarde.
Con la llegada de la democracia en 1983, y la subsecuente instauracin de las
Comisiones de verdad (CONADEP) encargadas de documentar los abusos por parte de
los militares hacia sus ciudadanos, comienza a surgir una produccin testimonial que gira
alrededor de las violaciones de los derechos humanos cometidas durante el perodo
dictatorial. A mediados de los noventa aparecen producciones testimoniales de mujeres,
En 1972 el gobierno militar de Alejandro A. Lanusse llama a elecciones nacionales a travs de las
cuales Juan Domingo Pern, lder del Peronismo y de estas organizaciones armadas, en particular
Montoneros, vuelve al poder. Sin embargo, poco despus Pern se distancia de los Montoneros al
llamarlos pblicamente, el 1ro e mayo de 1974 imberbes y estpidos. En 1975 se puso en marcha en
Tucumn el Operativo Independencia, dando comienzo a una etapa de represin implementada por el
gobierno.
4
Si bien no es posible precisar el nmero exacto de desapariciones algunas entidades de defensa de los
derechos humanos se refieren a una cifra total de 30 mil desaparecidos (Calveiro 29).
quienes destacan las formas especficas que la experiencia de tortura, cautiverio, exilio y
detencin tuvo para ellas, en tanto mujeres.
Memorias en femenino: testimonios de mujeres sobrevivientes de la dictadura
argentina (1990-2010) se ubica en el contexto de esta produccin testimonial sosteniendo
que a partir de los aos noventa se genera en la sociedad post-dictatorial argentina, una
serie de textos testimoniales escritos por mujeres que presentan rasgos particulares, tales
como la posicin particular desde la cual las narradoras cuentan su historia, la
multiplicidad de perspectivas que surgen dentro de estas mismas obras testimoniales, el
quiebre de una narracin lineal dentro de estos testimonios, y la presencia de silencios a
travs del uso de elipsis y espacios en blanco, entre otras cosas, que los diferencian de los
testimonios anteriores. Estas narraciones llaman a la posibilidad y necesidad de entender
y construir la nocin de verdad y de saber de otro modo que aquella propuesta por el
pensamiento positivista, segn el cual la verdad se desarrolla dentro de una perspectiva
absolutista que confa en la posibilidad de llegar a una concepcin unificada del mundo.
En este sentido, me parece relevante citar a Pilar Calveiro quien recupera la afirmacin
de Edgar Morin para referirse a este tipo de pensamiento absolutista y totalitario que se
escuda dentro de lo que sera una lgica racional.
Morin plantea que, en realidad, hay dos formas de delirio. Hay un delirio
del que ha perdido contacto con el mundo, que es el delirio de la
onomatopeya y de la incongruencia total. Pero, dice Morin, hay otro
delirio que es el de la pretensin de una coherencia perfecta. Este segundo
tipo de delirio tiene mucho que ver con la pretensin de ciertas formas de
Kelly Oliver define el concepto de subjetividad como ones sense of oneself as an I, as an agent
(72).
En este sentido Hugo Vezzetti seala la necesidad de evitar un anlisis que se focalice slo en el
testimonio y el testigo: Hay una trama de acciones y de sentidos que se anudan en el testimonio. Lo
primero es situar la relacin, que nunca es directa y transparente, entre el testimonio y aquello
testimoniado; lo segundo, es el problema, tambin arduo, de los destinatarios, de la recepcin del
testimonio. () Destacar, en la direccin sealada, una profunda historicidad de la memoria, que se
conjuga siempre desde un presente: eso se expresa en las formas de produccin pero tambin de la
apropiacin del testimonio. (Vallina 12)
de la sociedad patriarcal. Sin embargo, es necesario notar que existen grandes diferencias
y relaciones jerrquicas entre las mujeres que impiden pensar en el sujeto femenino como
una categora a menos que se ignoren las diferencias en cultura, idioma, historia, raza y
clase que existen entre stas. De hecho esta es la crtica que, desde los estudios
poscoloniales, Gayatri Spivak le hace al feminismo occidental, proponiendo en cambio,
hablar de subalternidad para referirse a grupos diferentes que se hayan en una posicin
subordinada.
Soy consciente de que llamar a las producciones testimoniales de mujeres
ejemplos de una escritura femenina conlleva sus riesgos, en tanto, parece apuntar a la
existencia de una identidad genrica estable, que aparecera representada en el texto. En
Remembering Maternal Bodies, Benigno Trigo apunta a algo similar al referirse a las
polmicas que surgen del anlisis de la escritura de mujeres desde una perspectiva
psicoanaltica, en tanto este tipo de crtica corre el riesgo de naturalizar y esencializar las
mismas diferencias que llevan a la mujer, y a su escritura, a ocupar un espacio marginal.
Sin embargo, y a pesar de esto, Trigo nota que lo femenino, en este caso lo maternal,
aparece una y otra vez dentro de la crtica feminista, incluso de forma indirecta o
inconsciente, lo cual para l se presenta como sntoma de lo que l llama una escritura
maternal, maternal writing, la cual attempts to give voice to this maternal space in
between body and language(4). Lo que lo lleva a sostener, junto a gran parte de la
crtica feminista influenciada por Julia Kristeva, que encuentra compelling the
possibility of having an effect on social reality by addresing representation. Indeed, this
possibility puts into question the dubious distinction between reality as a cause and
10
La teora feminista que domina este estudio pertenece a la manera en que el feminismo sudamericano
interpreta y se apropia del feminismo francs.
8
En este sentido Chantal Mouffe propone: construir un nosotros como ciudadanos democrticos
radicales, una identidad poltica colectiva articulada mediante el principio de equivalencia democrtica.
Debe ser subrayado que tal relacin de equivalencia no elimina las diferencias-lo contrario sera simple
identidad. Es solo en la medida en que las diferencias democrticas se oponen a las fuerzas o discursos
que niegan a todas ellas, que esas diferencias sern sustituibles entre s (17).
11
Memorias femeninas
Amy Kaminsky analiza los significados del adjetivo femenino, sosteniendo que existen
dos posturas interpretativas entre las perspectivas feministas. En la primera interpretacin
9
Fuera del centro clandestino la resistencia al sistema dictatorial estuvo liderado por un grupo de
mujeres, las Madres de Plaza de Mayo, quienes basaron su lucha en esas resistencias cotidianas y
femeninas.
12
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estaba naturalizada entre los militares. Tambin lo estaba en los grupos guerrilleros y en
la sociedad como un todo (Los trabajos de la memoria 103).
Dado el predominio del sistema de gnero como modo de organizacin social
durante la dictadura, la reconstruccin de la memoria debe necesariamente tomar en
cuenta los roles y las relaciones de gnero a travs de las cuales se legitima el poder y la
subyugacin de un grupo sobre otro.
especficas de gnero de las que las mujeres fueron vctimas hace que se perpete y repita
en el presente la opresin. Partiendo de las ideas de Richard sobre el testimonio subjetivo
y lo femenino sostengo que la estructura no lineal y fragmentaria caracterstica de estos
testimonios, la multiplicidad de voces que estos incluyen y la presencia de silencios
permiten pensar en los testimonios de las mujeres estudiadas aqu como testimonios
femeninos en un sentido subversivo.
Strejilevich,
Los umbrales del testimonio: entre las narraciones de los sobrevivientes y las seas de la
posdictadura de Ana Forcinito y Tiempo pasado de Beatriz Sarlo, entre otros. A la vez,
mi estudio dialoga con textos crticos que indagan sobre la relacin entre el gnero
17
18
Chile, Argentina y Uruguay, entre los 80 y los 90, publicado en el ao 2006 por
Strejilevich, legitima la voz testimonial como susceptible a brindar un mayor
acercamiento a los hechos del pasado. Strejilevich prefiere la voz del sobreviviente a la
voz de pensadores a la hora de aportar conocimiento acerca de la experiencia
concentracionaria. La autora critica a aquellos que como Sarlo hablan de una moda
testimonial diciendo que:
Este tipo de produccin esttica y narrativa es un acontecimiento ms que una
moda [] No se trata de reconocer el pasado tal como fue sino de atrapar una
memoria tal como se ilumina en momento de peligro, a la manera de Benjamin.
Resultan por eso relatos fragmentarios, que resquebrajan el lenguaje como se
resquebrajaron los vnculos sociales, incorporando coros de voces que inscriben sus
historias deshilvanadas, fantasmales [] Los textos as paridos no califican como
escritos acadmicos: sus balbuceos, sus incertidumbres, no se fundan en las prcticas de
investigacin sociolgica o histrica. (Literatura de la post-dictadura: el lugar del
testimonio 6)
En El arte de no olvidar: literatura testimonial en Chile, Argentina y Uruguay,
entre los 80 y los 90 la autora analiza la explosin de literatura testimonial escrita en el
Cono Sur durante esos aos. Mi trabajo busca enriquecer el trabajo de esta autora
aportando un anlisis de gnero al estudio de los testimonios post-dictatoriales del Cono
Sur.
Mi anlisis se nutre y se complementa con Los umbrales del testimonio. Entre las
narraciones de los sobrevivientes y las seas de la posdictadura de Forcinito, el cual se
19
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las monjas msticas el germen del testimonio moderno. Segn Franco, el deseo de las
beatas de dejar constancia de su experiencia mstica produce un gnero de literatura
autobiogrfica, una literatura que habla constantemente del sujeto (114). La autora
analiza tambin la manera en que estas narraciones han sido apropiadas y utilizadas para
subyugar a estas mujeres testigos. Las monjas msticas, a pesar de ser dueas de sus
sensaciones eran obligadas a confesar, escribir y entregar sus experiencias msticas a la
autoridad masculina, que asuman los sacerdotes. stos analizaban, autorizaban, y
vigilaban sus actividades, y adems se apropiaban de sus escritos.10
Aunque en el convento se reproduce el esquema subordinada-dominador, ya que
la monja estaba obligada a someterse a la autoridad de su confesor, Franco ve en las
monjas msticas un antecedente a los testimonios femeninos y al espacio femenino, en
tanto sus testimonios lejos de ser masculinos en el sentido de pertenecer a una lgica
racionalizante-conceptualizante se alinean ms con la actitud femenina que Richard
describe como de tipo semitico-pulsional. En otras palabras, haba algo en la escritura
de estos testimonios que escapaba a la lgica masculina y que describa una experiencia
puramente femenina, asociada al cuerpo de la mujer.
Mara Graciela Giordano pone nfasis en las particularidades de los testimonios
femeninos en el Cono Sur. En su artculo Contar la historia: lo inefable en los
testimonios femeninos de la represin argentina (2005), sostiene que la proliferacin de
testimonios femeninos que se produce en la Argentina en el perodo posdictatorial se debe
10
De acuerdo a Franco, Writing served several purposes at once- it allowed more than one confessor to
examine the mystic, ensuring that any new knowledge retrieved in her conversations with God was
recorded, and it framed the experience as a case history designed as far as the clergy were concerned,
for information retrieval. (9)
21
Nora Catelli define lo ntimo como el espacio autobiogrfico convertido en seal de peligro y, a la
vez de frontera [] el lugar que permite superar y transgredir la oposicin entre publico y privado
(10).
22
tarea de narrar el horror, entendido como una experiencia que excede las experiencias
vividas por el receptor. Lo que ha llevado a preguntar si acaso es posible transmitir la
experiencia del horror? Hoy en da los estudios sobre la memoria desde distintos campos,
desde la neurociencia hasta el psicoanlisis, coinciden en que no existe un nico lugar
fsico para la memoria en nuestro cerebro, por lo tanto, toda memoria es necesariamente
una construccin que se hace sobre un conjunto de experiencias fragmentarias y
desordenadas a las que damos un sentido a travs de la construccin de un relato. Ahora
bien, en el caso de experiencias traumticas
problematizar las inexactitudes y olvidos que formar parte de toda memoria, as como a
plantear, por primera vez, el tema del gnero.
Me interesa explorar la relacin del gnero con el trauma. Hay diferencias en
relacin al gnero y la manera de recordar, representar y elaborar lo traumtico? Si la
verdad de lo que sucedi es inenarrable, de qu modo los testimonios femeninos rodean
23
este silencio, trazando caminos adyacentes que permiten divisar algo de esa experiencia
que permanece oculta?
En este trabajo distingo el testimonio jurdico de aquel que se desarrolla fuera de
la escena de la ley. Ricardo Forster dice que el testimonio que no transmita la dimensin
ntima, subjetiva y real del horror no debe llamarse testimonio sino deposicin (Forster
79). Los testimonios judiciales con su inherente necesidad por probar la veracidad de los
eventos sobre los cuales se busca dar testimonio, se valen de un lenguaje que tiende a
rellenar los huecos en lugar de denunciarlos. Si bien el testigo necesita ser legitimado
como vctima frente a una institucin jurdica para que se reconozcan los vejmenes al
que estuvo sujeto, al mismo tiempo, debe separarse de este rtulo de vctima, a fin de
superar, aunque sea slo en parte, el trauma causado por la experiencia de tortura. De ah
que muchos de ellos se refieran a s mismos como sobrevivientes, en vez de vctimas, y
de que sobrevivientes como Primo Levi hablen de una zona gris, y exijan ser escuchados
como sujetos, es decir, como personas responsables. El psicoanalista uruguayo Marcelo
Viar advierte sobre la creacin de las figuras de la victimologa y la reparacin
econmica de las vctimas, diciendo que:
La creacin de las figuras de la victimologa y la reparacin econmica de
las vctimas, trocan la deuda simblica en una transaccin mercantil que la
empobrece y la corrompe. No digo no hacerlo, sino que ese acto es
insuficiente y para ello no es necesario el psicoanlisis. (132)
En este sentido, coincido con Viar que el hecho de que los testimonios jurdicos
no sean suficientes no quiere decir que estos no sean necesarios. Si bien los testimonios
24
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este trabajo rompen con este tipo de memoria dando paso a otras vas de abrir el pasado a
dilogo. Los testimonios femeninos problematizan las memorias establecidas al poner en
duda los modos convencionales del recuerdo, cuestionando en sus mismos textos las
posibilidades de reconstruir el pasado. Estos relatos, a pesar de la dificultad de poner en
palabras la experiencia, dan testimonio de las huellas que dej ese pasado en sus
identidades. A travs de este proceso las mujeres construyen subjetividades sobre una
memoria traumtica. Esta memoria sin embargo, no se queda en repeticin constante,
sino que al ser trabajada a travs del relato testimonial a la manera de un espiral se
convierte en una memoria que es siempre diferente pero que contiene a la vez aquello que
fue. Mientras que el testimonio jurdico exige la repeticin de un mismo relato una y otra
vez a fin de probar que ste es verdadero, los testimonios femeninos reconstruyen una
misma escena de distintos modos, incluyen cartas, documentos o entrevistas para mostrar
otras formas de narrar esa historia.
Las producciones testimoniales de estas mujeres construyen subjetividades
femeninas en proceso, mientras que los testimonios jurdicos buscan fijar la identidad
mltiple del testigo en una sola identidad, la de vctima. De este modo, los testimonios
jurdicos y los no-jurdicos construyen dos tipos de testigos diferentes que a su vez
suponen dos tipos de escuchas diferentes. El testimonio jurdico construye un testigo
universal que aunque legitimado como sujeto de saber, es escuchado solamente en lo
que el receptor puede entender y reconocer de s mismo en la experiencia del otro. Al
testigo jurdico se lo escucha y se lo legitima en su universalidad y no en su
individualidad, lo cual termina anulando la posibilidad de que la mujer-sobreviviente
26
pueda reconstruir su subjetividad como mujer y testigo. Las periodistas Miriam Lewin y
Olga Wornat en su libro Putas y guerrilleras ejemplifican esta situacin donde las
mujeres que durante el juicio a las juntas en 1985 se atrevieron a denunciar que haban
sido vctimas de violencia sexual no recibieron ninguna reparacin a travs de la justicia.
Esto se deba a que la violacin estaba incluida en la tortura. As, una de las
sobrevivientes, Elena Isabel Alfaro testifica ante el tribunal y cuenta los vejmenes
sufridos por ella y por otras compaeras, relatando como el violador la dej desnuda y
amarrada hasta el da siguiente (106), a pesar de su embarazo de 4 meses. Frente a esta
denuncia, despus de escuchar la descripcin de estos crmenes contra la integridad
sexual, el presidente del tribunal interrumpe a la testigo y cambia de tema formulando
una pregunta que nada tena que ver con esto. Elena fue ignorada a pesar de haber pedido
expresamente el reconocimiento de los vejmenes sufridos ante los jueces durante su
declaracin: Yo pido por favor que esto sea considerado un crimen contra la humanidad.
Hay que salir de esa vergenza, no podemos estar presas del pudor(118).
El testimonio no jurdico de mujeres que surge a partir de los aos noventa busca,
en cambio, re-formular la figura del testigo, para que el pasaje de la posicin de vctima a
la del testigo incluya las particularidades y especificidades que la experiencia traumtica
tuvo para las mujeres en tanto mujeres. A la vez que llama, frente a la impunidad legal, a
la importancia de que se haga justicia, como condicin necesaria para poder reinsertarse a
la sociedad. En este sentido, los testimonios no jurdicos de mujeres no buscan
reemplazar a la justicia oficial, sino que aparecen como resultado de la falta de sta, a la
vez que proponen una rearticulacin del testimonio legal que incluya lo femenino,
27
abriendo de este modo la posibilidad de acceso a la experiencia del otro. Posibilidad que
slo se puede dar a travs de la creacin de una comunidad emptica, capaz de escuchar
al testigo en lo que su experiencia tiene de individual, particular y hasta de incomunicable
o intransmisible.12
La cuestin del gnero debe ser tenida en cuenta en los debates por la memoria y
la democracia, a fin de que las mujeres-sobrevivientes puedan re-construir sus
subjetividades en tanto mujeres a travs de la posibilidad de dar testimonio de las
vejaciones sufridas ante una sociedad que est dispuesta a escucharlas y respetarlas. Esta
investigacin se pregunta acerca de las causas del auge en la produccin testimonial de
mujeres que se da en la Argentina a partir de los aos noventa. Por qu casi veinte aos
despus de los hechos surge esta abundancia de testimonios femeninos? ; Cules son las
caractersticas especficas de este tipo de testimonios? A partir de este boom de
testimonios femeninos se pone en escena la necesidad de entender y reconstruir la
historia tomando en cuenta el anlisis de gnero en los procesos de rememoracin. Pensar
la memoria del pasado reciente a partir del gnero implica dotarla de nuevos sentidos,
diferentes de aquellos establecidos por las memorias oficiales de la dictadura, y los
gobiernos neoliberales que siguieron a sta cuyo objetivo central era construir una
memoria nica y homognea. Este trabajo parte de la premisa de que es necesario
mantener viva la memoria, y que una forma de lograr esto es a travs de acercamientos
crticos hacia el pasado, que permitan la confrontacin constante de memorias que se
12
De acuerdo a David Krasner la empata nos permite trascender los lmites de nuestro propio mundo.
Empathy inspires my imagination, intuition, and observation in an act of comprehending another world
[] This is empathys potential: it allows us to cross the boundaries between us []. Krasner distingue
la empata de la identificacin en tanto: Empathy entails, in addition to identification, grasping the
values inherent in the others experience without blindly endorsing that experience or action(256).
28
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30
retomar estos silencios, construyendo sus relatos a partir de estos. De este modo, los
silencios en estas narraciones testimoniales no encubren una verdad, sino que son ellos
mismos la verdad de una experiencia que desafa al lenguaje y al conocimiento. Los
testimonios de mujeres hablan desde el silencio, haciendo de ste no lo opuesto al
lenguaje, sino el lenguaje mismo como lenguaje del trauma, invitndonos a descifrar el
silencio, a leer ms all de las palabras, a entrenar el odo para escuchar los indicios" de
la verdad y rodearla, aceptando la imposibilidad de capturar el significado de estas
experiencias del horror. Frente a esta incapacidad, los testimonios de mujeres abren la
posibilidad de explorar otras vas de entendimiento que no tengan que ver con el
conocimiento y la verdad fctica en el sentido tradicional y positivista, ni con el
pensamiento dicotmico que hace del lenguaje lo opuesto al silencio, de la memoria lo
opuesto al olvido, y de los sobrevivientes hroes o traidores, sino que apunte a un vuelco
en la construccin del saber que permitan escuchar estos silencios y responder a estos
ticamente.13
Francine Massiello se refiere a la posibilidad de la escritura para construir nuevos
saberes, nuevas maneras de comprender el pasado en su anlisis de la literatura de los
noventa. Segn la crtica hay un momento, tal vez mgico, del entendimiento ms all
de la palabra misma. En sus propias palabras Massiello sostiene que en los textos de los
noventa:
13
Laura Podalsky retoma a Deleuze y Guattari para establecer una relacin entre los afectos, se refiere a
la experiencia emotiva dentro del cuerpo y la emocin, que supone la traduccin de esa experiencia en
lenguaje. Para ella el arte es capaz de influir en la formacin de lo afectivo, a travs de la manipulacin
de los flujos que pasan entre la experiencia corporal y la emocin, provocando de este modo una
renegociacin de la simbolizacin de la experiencia humana que da pie al surgimiento de nuevas
sensibilidades.
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32
Captulo I
33
frente
al
instante
(los
lugares
comunes
sobre
la
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Me refiero a los estudios de la memoria en relacin con el Holocausto, y su nfasis en la posicin del
testigo, la reflexin acerca la historia, la memoria y el trauma. La crtica acerca de los testimonios
latinoamericanos de sujetos marginales y su reflexin en torno a la verdad, la ficcin y problema en
relacin a la autora. Y por ltimo, las teorizaciones sobre el testimonio en el Cono Sur, en relacin a la
polmica generada por el libro de Sarlo Tiempo Pasado.
36
Holocaust se emiti en cuatro captulos en abril de 1978. Alcanz una enorme popularidad, siendo
vista por casi la mitad del pas. La serie dio lugar a una controversia, al ser acusada de trivializar el
Holocausto. El sobreviviente Elie Wiesel protest en el New York Times diciendo que esta serie era
"untrue, offensive, cheap".
37
empieza a aparecer en el espacio pblico lo que antes era mantenido en secreto. Steven
Spielberg en el ao 1993 interpreta esta demanda de saber produciendo lo que ser el film
ms popular y controversial sobre el Holocausto, La lista de Schindler. A partir de este
film, el Holocausto empieza a ser interpretado y entendido en consonancia con estos
nuevos imaginarios que participan en los procesos de construccin de la memoria cultural
de este hecho. Con el estreno y xito de La lista de Schindler, el auge testimonial alcanza
su mayor esplendor masificndose de este modo el inters por la memoria de las vctimas
del Holocausto. En este sentido no es casual que Spielberg funde un ao despus de
estrenar su pelcula, en 1994 Survivors of the Shoah Visual History, una institucin que se
dedica a recolectar los testimonios de sobrevivientes del Holocausto, inaugurando de este
modo lo que podra llamarse una industria de la memoria.
Junto al incremento en la produccin testimonial de sobrevivientes surgen
numerosos textos crticos que analizan las problemticas que subyacen a estos relatos en
relacin con la memoria, la historia, el trauma y la posicin desde la cual el sobreviviente
narra los hechos del pasado.16 A mediados de los aos noventa se instalan en la academia,
a nivel global, los estudios sobre trauma. Dentro de estos estudios los nombres de Cathy
Caruth, Elaine Scarry, Dori Laub, Shoshanna Felman, Geoffrey Hartman, Dominick La
16
38
Capra, Giorgio Agamben, Paul Ricoeur, entre otros, ocupan un lugar fundamental como
tericos sobre el Holocausto, cuyas contribuciones sobrepasan este evento y sirven para
pensar en otros genocidios. Estos crticos enfatizan la importancia y significado del
testimonio y del testigo desde distintos puntos de vista.
Giorgio Agamben en su reflexin sobre la Shoah y a partir del estudio de los
textos testimoniales de Primo Levi rescata la importancia del testimonio en relacin con
los derechos humanos, en tanto ve en el acto de testimoniar la posibilidad de romper con
la mstica que rodea a Auschwitz sostenida en la imposibilidad de habla. Agamben llama
a sta mstica euphemein, que quiere decir a adorarle en silencio, donde el pronombre
le se refiere a Dios, de modo que, lo que el testimonio rompe es la sacralizacin y por
lo tanto el silencio en la adoracin. 17 Agamben afirma que: Decir que Auschwitz es
indecible o incomprehensible equivale a eufemizar, del griego euphemein, es decir, a
observar un silencio religioso, adorar en silencio como se hara con un dios; eso significa,
a pesar de las buenas intenciones, contribuir a su gloria (40).
Agamben reconoce al testimonio como paradjico en tanto este contiene una
laguna y cita al sobreviviente Ellie Wiesel quien sostiene que: los que no han vivido esa
experiencia nunca sabrn lo que fue; los que la han vivido no la contarn nunca; no
verdaderamente, no hasta el fondo. El pasado pertenece a los muertos (33). De este
17
En su film Shoah, Claude Lanzmann en su rol de entrevistador busca justamente romper el silencio al
que se enfrentan los sobrevivientes en su imposibilidad de dar testimonio de un evento que desafa toda
posibilidad de comprensin. En este sentido dice Shoshana Felman que: Shoah is the story of the
liberation of the testimony through its desacralization, the story of decanonization of the Holocaust for
the sake of its previously impossible historicization. [] It is the silence of the witnesss death which
Lanzmann must historically challenge, in order to revive the Holocaust and to rewrite the eventwithout-a-witness into witnessing, and into history (219).
39
modo, el sobreviviente que testifica lo hace por los muertos, por aquellos que no pueden
hacerlo y, de este modo, los testigos sobrevivientes slo pueden dar testimonio de la
imposibilidad de testimoniar. Sin embargo, el valor del testimonio se encuentra
justamente para Agamben en esta laguna, en la imposibilidad de representacin y en la
figura del testigo como resto. Si el sobreviviente atestigua por (o en lugar de) el
musulmn, aquel que en la jerga del campo de concentracin se haba dado por vencido
y haba renunciado a todo trazo de humanidad, entonces el que verdaderamente
testimonia sobre el hombre es el no-hombre, es decir, el musulmn. Y si el que
testimonia verdaderamente sobre lo humano es aquel cuya humanidad ha sido anulada,
entonces, dice Agamben, es imposible destruir lo humano por completo, ya que siempre
habr de quedar algo. El testigo, en el argumento del filsofo es lo que queda, es ese
resto. De esta manera, Agamben se vale de la figura del testigo y del testimonio para
pensar los lmites de la subjetividad humana y la manera en que el testimonio y el testigo
construyen subjetividad. Evocar el trauma, aquello que se esconde y presenta como un
silencio, tiene repercusiones que se inscriben en el cuerpo y en la subjetividad de aquel
que recuerda.
Shoshana Felman y Dori Laub ven en el testimonio de sobrevivientes de hechos
traumticos una laguna, en el sentido de que el testimonio se construye sobre un vaco,
una ausencia, que se construye a travs de la narracin.
The victims narrative, the very process of bearing witness to massive
trauma, does indeed begin with someone who testifies to an absence, to an
40
event that has yet not come into existence, in spite of the overwhelming
and compelling nature of the reality of its occurrence. (57)
En este sentido dar testimonio permite al sobreviviente dar forma a aquello que debido a
su naturaleza traumtica, carece de forma, pero se manifiesta en el presente a modo de
repeticin. De este modo, a travs de la elaboracin de una narracin testimonial, el
sobreviviente lograra evitar la repeticin constante del sufrimiento a travs de la cual se
manifiesta el trauma. La posibilidad que el testimonio abre al sobreviviente de contar el
horror frente a un otro que escucha, hace que el trauma sea integrado como parte de la
biografa del sujeto. Laub sostiene que para que el sobreviviente pueda sobrevivir
necesita contar su historia, transformarse en testigo. Esto se debe, en parte, a que en el
acto de testimoniar, el sobreviviente reclama su posicin como testigo, construyendo de
ese modo una subjetividad que haba sido anulada por el evento traumtico.
En Witnessing: Beyond Recognition, Kelly Oliver propone un nuevo modelo para
entender la subjetividad basado en el trabajo de Felman y Laub. Un modelo de
subjetividad no determinado en el reconocimiento del otro, sino en el acto de convertirse
en testigo de este otro.
Even if oppressed people are making demands for recognition, insofar as
those who are dominant are empowered to confer it, we are thrown back
into the hierarchy of domination [] The need to demand recognition
from the dominant culture or group is a symptom of the pathology of
oppression. Oppression creates the need and demand for recognition.
(Oliver 12)
41
De este modo Oliver reflexiona sobre las posibilidades que el lugar de testigo y del
testimonio presentan para la construccin de relaciones entre sujetos que no sean
relaciones de opresin, es decir que no reproduzcan la dialctica amo-esclavo. Para
desarrollar su teora sobre la construccin de subjetividad Oliver analiza como sta es
destruida. Segn ella, el acto de tortura desintegra la capacidad que tienen los sujetos de
ser testigos, incluso de s mismos, llevndolos de este modo al lmite de su subjetividad.
Oliver se pregunta qu es lo que la tortura destruye, concluyendo que lo que ha sido
quebrado en estos hombres y mujeres es su capacidad de dar testimonio. Lo que la lleva a
afirmar que the process of witnessing is necessary to subjectivity (88) ya que la
subjetividad require de un testigo que se haga responsable por un otro. A la vez, ve en el
acto de dar testimonio la posibilidad de reconstruir las identidades que haban sido
destruidas. De modo similar, el historiador Dominick La Capra sostiene que a travs del
acto de dar testimonio el sobreviviente se coloca en la posicin de agente:
The ability to give testimony is itself one important component of
survival. It requires a certain distance from the past that nonetheless
remains all too pressing, painful and at times unbearable [] (G)iving
testimony is an indication that one is not simply bearing witness to trauma
by reliving the past and being consumed by its aftereffects. It is also
performative in that it helps to provide some space in which one may
gather oneself, engage the present and attempt to open viable possibilities.
(History and its Limits 208)
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18
En 1970, Casa de las Amricas institucionaliza este gnero a travs del establecimiento del premio
testimonio.
44
Ranajit Guha, tomando prestado de Antonio Gramsci, define la subalternidad como una condicin de
subordinacin, entendida en trminos de clase, casta, gnero, oficio, o de cualquier otra manera.
(Diccionario de estudios culturales latinoamericanos 255)
45
46
revolucionario del testimonio, como Ren Jara, Beverley y Achugar, o escpticos, como
Sklodowska y Sommer, el testimonio lleva a la necesidad de replantear los lmites de lo
que llamamos literatura.
Sin embargo, esta preocupacin por definir al testimonio en relacin con la
literatura da paso luego en los noventa a otro tipo de polmicas en torno a la inclusin de
Rigoberta Mench en el canon cuando su libro es asignado como lectura obligatoria en
un curso de Stanford. Esta polmica aparece en la coleccin de Gugelberger en 1996
titulada The Real Thing en la cual se manifiesta que el debate sobre el testimonio no gira
ya en torno a su relacin con la literatura sino (como sugiere Gugelberger) la inclusin
del texto de Rigoberta Mench al canon ha dejado a un lado la connotacin
revolucionaria del testimonio a travs de un cuestionamiento terico acerca de la
posibilidad de la representacin colectiva, del privilegio epistemolgico del/a
subalterno/a y de lo relacional de la subalternidad.
Otro momento importante en la crtica testimonial, tambin suscitado por el libro
de Mench, se da en 1999 cuando el antroplogo David Stoll cuestiona la autenticidad
del relato de Mench, poniendo al descubierto las dificultades de cualquier lenguaje
cientfico desde su rigidez epistmica de acercarse a la verdad y experiencia del otro. 20
Dice Ricardo Forster en este sentido que abordar el testimonio como un acontecimiento
reducible a la inteligibilidad cientfica supone cercar con los instrumentos de la razn y
20
El argumento de Stoll busca invalidar hasta cierto punto el testimonio de Mench, ya que sta no
estaba presente durante la tortura y muerte de su hermano, los cuales ella narra como si hubiera estado
ah.
47
la lgica a aquello que en gran parte, se ha sustrado de toda inteligibilidad o mejor dicho,
a aquello que se niega a ser comparado con otras formas de iniquidad humana (219).
Los numerosos debates y polmicas que rodean al testimonio provienen del
carcter fronterizo de ste, en tanto se coloca en los umbrales de la literatura y la historia,
de los discursos oficiales y contra-oficiales, de la realidad y la ficcin, de la accin y la
palabra:
The testimonio is placed at the intersection of multiple roads: oral versus
literary (which implies questioning why the literary has always colonized
the oral); authored/authoritarian discourse versus edited discourse []
literature versus anthropology; literature versus non-literature, or even
against literature; autobiography versus demography (people writing); the
battle of representationality; the canon debate (is this a work that should be
integrated into the canon and what happens if it is?). (Guelberger 10-11)
A pesar de las polmicas que este gnero suscita, la mayora de los crticos parece
coincidir en que el testimonio no construye el discurso hegemnico de las clases
dominantes, sino que desmitifica o lo pone en duda, ya que como ha indicado
Sklodowska, el testimonio no perpeta un orden sino que lo problematiza (58).
por Elizabeth Jelin, Hugo Vezzetti, Pilar Calveiro y Beatriz Sarlo sern utilizadas para
pensar la produccin testimonial de mujeres sobrevivientes de la dictadura argentina. En
la Argentina, los aos ochenta estuvieron marcados por un retorno a la democracia bajo la
presidencia de Ral Alfonsn y los juicios a las juntas militares para los cuales se instaur
una comisin de verdad (CONADEP), encargada de recolectar y archivar testimonios de
sobrevivientes para llevar a cabo los juicios. Los testimonios de estos primeros aos de la
transicin democrtica, en tanto testimonios jurdicos, estn marcados por una lgica que
apuntaba a la evidencia y a la prueba. Como seala Vezzetti el testimonio de los crmenes
y las complicidades fue el motivo mayor de la memoria, en los comienzos de la
democracia (El testimonio en la formacin de la memoria social 25). Sin embargo, al
comienzo de la post-dictadura, excepto por estos testimonios legales recopilados en el
Nunca ms la produccin testimonial cultural era casi inexistente (Strejilevich El arte de
no olvidar 23). La produccin literaria post-dictatorial se expresaba a travs de la nueva
novela histrica que cuestionaba la Historia oficial, la verdad y todo relato autoritario.
El testimonio de sobrevivientes, dentro del contexto cultural de la reconstruccin
de la memoria durante los primeros aos del gobierno democrtico, era tenido en cuenta
y valorado solamente desde el mbito legal. En cambio, la novela histrica era la que
buscaba representar la experiencia dictatorial. Autores como Tomas Eloy Martnez con
Santa Evita o La novela de Pern, entre otras, Abel Posse con su triloga del
descubrimiento compuesta por Daimn (1978), Los perros del paraso (1983) y El largo
atardecer del caminante (1992), Juan Jos Saer con El entenado (1983), son algunos
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Algunos ejemplos de la produccin testimonial llevada a cabo por los hijos son los filmes: Los
rubios de Albertina Carri (2003) y Pap Ivn de Mara Ins Roque (2000), M de Nicols Prividera
(2007), Cordero de Dios de Luca Cedrn (2008). La obra de teatro Mi vida despus (2009) de
Lola Arias, el libro testimonial de Victoria Donda Mi nombre es Victoria (2009), entre otros. Los
recuerdos de los hijos proporcionan no slo el recuerdo del pasado sino tambin del presente. Es decir, a
travs de la recuperacin de la identidad de sus padres estos jvenes buscan construir su propia
identidad.
52
Un ejemplo de estas nuevas modalidades de accin son los escraches, los cuales se
constituyen como una forma de expresin que hace pblica su condena social hacia los
criminales indultados de la dictadura.24 Junto con la agrupacin H.I.J.O.S a partir de la
segunda mitad de los aos noventa se crean otras instituciones tales como la Asociacin
Memoria Abierta, cuya misin principal es la de recolectar testimonios de sobrevivientes.
Todos estos movimientos dan cuenta de un cambio en la manera de pensar el pasado, que
lleva consigo un fuerte sello testimonial.25
Frente a las leyes de impunidad que pretendan borrar el pasado y a las
limitaciones a las que el testigo se enfrenta al tener que traducir su experiencia a una
deposicin jurdica, las nuevas producciones testimoniales se empiezan a construir de
modo diferente, ya no solamente como denuncias sino como sitios de duelo, exploracin
y construccin de subjetividades. En este sentido, no es casual que el movimiento
H.I.J.O.S que justamente se define en torno a la bsqueda de identidad y de justicia surja
de la mano de esta nueva produccin testimonial. Los testimonios de mujeres
sobrevivientes se originan en dilogo con esta bsqueda de identidad y en gran parte
24
El escrache surgi de la mano de la asociacin Hijos (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el
Olvido y el Silencio) consiste en sealar de forma pblica, ya sea en la calle o frente a su vivienda o
lugar de trabajo, al represor que debera estar preso pero que a cause de las leyes de impunidad est
libre.
25
Memoria Abierta fue creada en 1999 por Organizaciones argentinas de Derechos Humanos para
lograr una participacin coordinada en iniciativas locales y nacionales en favor de la memoria colectiva
sobre el pasado reciente de Argentina. El desafo era enriquecer el proceso de construccin de la
memoria colectiva desde un fuerte compromiso con la tarea y el aporte de distintas disciplinas
profesionales, en continuidad con el trabajo realizado por los organismos desde su fundacin. Se trataba
de encarar tareas urgentes de modo planificado, privilegiando el acceso del pblico a la informacin y
la promocin del debate sobre el perodo para enriquecer la cultura democrtica. La apuesta inicial de
Memoria Abierta fue reunir material disperso, recuperar documentacin deteriorada y organizarla para
el acceso pblico, crear nuevas fuentes registrando testimonios orales de protagonistas y testigos, y
profundizar la investigacin sobre el despliegue del plan de represin ilegal en el territorio nacional a
travs de la identificacin y estudio de los numerosos edificios y sitios en los que pueden hallarse
huellas del perodo. (www.memoriaabierta.org.ar)
53
Tanto en Ese infierno como en Sueos sobrevivientes de una montonera, las sobrevivientes hacen
explicita esta idea de dar testimonio para los hijos: No s si alguien quiere saber, salvo quizs los hijos
de mis compaeros desaparecidos que ya no pueden hablar porque los silenciaron para siempre por eso
contar es como una deuda para con ellos (Ramus 21). Lo mismo que antes.
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29
Si bien Nofal distingue dos modalidades del testimonio letrado, el que se refiere a los abusos fisicos y
el que relata la experiencia militante, en realidad en la mayor parte de los testimonios el relato de la
experiencia militante existe encuadrado dentro del relato de las torturas y tormentos sufridos en los
centros clandestinos de detencin, demostrando as la imposibilidad de recuperar la experiencia
militante sin tener en cuenta el trauma de la detencion, la tortura, el exilio y la desaparicion de
familiares y amigos.
57
documentary writing. The one has no audience while the other one lives
for the hope and will to effect change or at least raise consciousness. (12)
Aunque me parece importante distinguir entre los distintos tipos de testimonios, no
estoy de acuerdo con que los testimonios de los sobrevivientes de un genocidio, ya sea el
Holocausto o la dictadura Argentina, no busquen una audiencia. 30 De hecho lo que hace
que un enunciado se convierta en testimonio es precisamente el que ste sea escuchado.
El propsito de estos testimonios es crear una conciencia de lo que aconteci para que no
vuelva a ocurrir, as como tambin para despertar a la sociedad de su desmemoria. 31 En
este sentido, estos testimonios femeninos sobre la represin militar responden a una
lgica similar, y pertenecen al mismo gnero que los testimonios cannicos
latinoamericanos.
Volviendo a la ya famosa definicin de Ydice acerca del testimonio podemos afirmar
que la urgencia que caracteriza al gnero testimonial, se encuentra tambin presente en
los testimonios de las testigos sobrevivientes. Esta urgencia responde a la necesidad de
recuperar a travs de la memoria una parte de la historia que hasta ese momento haba
sido silenciada y que se presenta como necesaria para la re-construccin de la sociedad,
as como tambin para la reconstruccin personal de la identidad de las sobrevivientes.
En los Estados Unidos, los debates latinoamericanistas sobre el testimonio
presentan conceptos clave a la hora de abordar los textos de mujeres sobrevivientes
(mucho menos estudiados por la crtica latinoamericanista). Los debates generados sobre
30
En el prefacio de Ese Infierno las mujeres destacan la importancia que tiene para ellas la lectura de su
testimonio: Pensamos que, idealmente, todos deberan escuchar nuestra historia (xvii).
31
Justamente lo que estos testimonios proclaman es la necesidad de una audiencia que aprenda a
escuchar las diferencias para que los genocidios justificados en la eliminacin de lo diferente, no
vuelvan a ocurrir.
58
Memoria vs Historia
Uno de los debates ms frecuentes en relacin a las memoria y el testimonio es la
relacin de estos con la disciplina histrica. Los debates a travs de las cuales se
contrastan estos dos campos giran en torno a conceptos tales como el de verdad,
autenticidad y fidelidad.
La memoria
59
60
voz de muchos de los testimonios que surgen como parte de este boom impiden el
anlisis crtico de los hechos. En su anlisis y distinciones entre la historia y la memoria
Sarlo sostiene que, en tanto ambos se ven igualmente afectados por la dimensin
anacrnica que posee todo discurrir del pasado, pero que mientras el testimonio, a
diferencia de la historia, se olvida de este anacronismo (por no poder eliminarlo)
haciendo del tiempo presente de la enunciacin la condicin misma de su rememoracin,
la historia es y debe ser consciente de esta doble temporalidad de su escritura.
Su crtica se inserta en el marco de pensamiento binario, bajo el cual la memoria y
la historia son vistas como polos opuestos e irreconciliables. En una entrevista con Tobas
Wainhaus para la revista Caleidoscopio, Sarlo manifiesta su posicin en relacin a la
memoria y la historia:
Sostengo que hay una oposicin a trabajar entre historia y memoria. Y yo
creo que fue necesario poner el acento de la obra de la memoria en estos
primeros veinte aos. Para m personalmente, hoy el acento debera
desplazarse al lado de la historia. Porque la historia puede ser sometida a
crtica; es muy difcil someter la memoria a crtica. (Dilogo con Beatriz
Sarlo 2)
Sarlo celebra los libros de sobrevivientes, siempre y cuando estos no contengan un
enfoque puramente subjetivo. De este modo, la crtica elogia el libro de Pilar Calveiro
Poder y desaparicin por estar escrito en tercera persona, desde la autoridad y
legitimidad de la institucin acadmica. Para Sarlo, a diferencia de los testimonios
subjetivos, Calveiro no prolonga en el presente su identidad de vctima (116). Si bien
61
Sarlo rescata la funcin del testimonio en tanto lo considera fundamental y necesario para
la instalacin de regmenes democrticos y la bsqueda de justicia, critica la confianza
absoluta en stos como fuentes histricas de verdad concluyendo que:
No se trata de discutir los derechos de la expresin de la subjetividad. Lo
que quiero decir es ms sencillo: la subjetividad es histrica y si se cree
posible volver a captarla en una narracin, es su diferencialidad la que
vale. Una utopa revolucionaria cargada de ideas recibe un trato injusto si
se le presenta slo o fundamentalmente como drama posmoderno de los
afectos. ( 91)
En realidad, lo que irrita a los sobrevivientes de este argumento es que Sarlo se refiera a
sus relatos como dramas posmodernos o como malas novelas, y privilegie los textos
acadmicos de sobrevivientes como Calveiro y De Ipola por mostrarse excepcionales,
al facilitar una mirada distanciada, rigurosa e independiente. Sin embargo, la
sobreviviente Nora Strejilevich niega la posibilidad de un acercamiento de este tipo
alegando que el genocidio, cuyo mecanismo bsico consiste en borrar tanto las huellas
del crimen como el crimen, demanda un tipo de narracin que se pronuncie desde la
intimidad (Literatura de la post-dictadura: el lugar del testimonio 5). A esta objecin
al argumento de Sarlo se suma la crtica que hacen muchos sobrevivientes quienes
consideran que su propuesta promueve una postura elitista. La escritora y sobreviviente
Alicia Partnoy sostiene en este sentido que lo que le preocupa del argumento de Sarlo es
la creencia de que los sobrevivientes no son capaces de reflexiones tericas y que solo la
62
63
que esta construccin involucra tanto el pasado como el presente desde donde se lleva a
cabo. La diferencia entre testimonio e historia se sostiene sobre una doble negacin o
borramiento, por un lado el de esta situacin de doble temporalidad por parte del
testimonio en su pretensin de recuperacin de un pasado no afectado por el presente, al
que apunta la crtica de Sarlo, y, por otro lado, el borramiento de la subjetividad presente
en toda reconstruccin por parte del historiador positivista, al que apunta Calveiro. Si la
historia reconoce su sesgo subjetivo y el testimonio su condicin anacrnica la relacin
entre el testimonio y la memoria deja de ser antagonista.
El historiador La Capra rompe con este pensamiento binario que ve a la historia
como lo opuesto a la memoria, para proponer algo que est mas cerca del enfoque de mi
trabajo, que es la valoracin de las memorias y los testimonios subjetivos, entendiendo
stos dentro del contexto histrico-social del cual surgen. En este sentido, la manera de
entender la relacin entre memoria e historia presente en mi trabajo tambin se asemeja a
la propuesta de Wieviorka que realiza un recorrido por los diferentes momentos histricos
en los que el sobreviviente da testimonio, interpretando cmo estas memorias se
entrecruzan inevitablemente con la historia ya que para la crtica el relato histrico no
puede existir sin testimonios, es decir sin huellas que hagan la escritura de la historia
posible (5). De igual forma, La Capra va a decir que memoria e historia, en vez de ser
fuerzas opuestas, actan una sobre la otra:
Por supuesto que la memoria no es idntica a la historia. Pero tampoco es
su opuesto. [] La memoria es una fuente fundamental para la historia y
mantiene una relacin complicada con las fuentes documentales. An con
64
65
primera persona a los que Memorias en femenino hace referencia no buscan solo recordar
sino tambin entender e interpretar crticamente el pasado. El anlisis de los textos en los
prximos captulos se enfocar en demostrar cmo las sobrevivientes reclaman su pasado
a travs de una memoria abierta a la imaginacin, y a verdades subjetivas, que se acercan
a lo que propone Beverley, una verdad que sea no sobre el otro, sino del otro. El
reconocimiento de que the other exists as something outside ourselves not subject to our
will or desires, but also of the others sense of what is true and what is false (Testimonio
on the Politics of Truth 7).
66
67
Felman analizan como testimonios distintas producciones tales como poemas, pelculas o
novelas, demostrando como el testimonio desafa las barreras de los gneros literarios.32
Los testimonios de mujeres, como el de Alicia Partnoy La escuelita, Alicia Kozameh
Pasos bajo el agua entre otros, acuden a la ficcin para poder representar la realidad ya
que, como sostiene Fernando Reati en su libro Nombrar lo innombrable, estas autoras
intuyen que no es posible representar la violencia por medio de la simulacin mimtica
y el realismo (12).
Otro ejemplo de este fenmeno es el primer libro de Strejilevich Una sola muerte
numerosa. Este texto se presenta como un testimonio en primera persona que recoge
tambin otras voces y otros modos de expresin como poemas de la autora, palabras de
otras personas que conocieron a su hermano desaparecido, testimonios recopilados en el
Nunca ms y recortes periodsticos en un collage testimonial que desafa cualquier tipo
de definicin y gnero literario. Strejilevich define su libro como: Palabras escritas para
que mi voz las articule ac, en este lugar que no es polvo ni celda sino coro de voces que
se resiste al monlogo armado, ese que transform tanta vida en una sola muerte
numerosa (El arte de no olvidar 118). Otro de los testimonios de mujeres, En estado de
memoria de Tununa Mercado, tambin presenta este carcter hbrido, en el sentido que lo
ha descrito Jean Franco como a series of off-center meditations that allow the author to
question literature, the politics of exile (and of marginality), the seduction of memory,
and the possibility of the aesthetic (60). Estos testimonios se convierten en un desafo
32
El ensayo fotogrfico de Marcelo Brodsky Buena memoria pone de manifiesto tambin las mltiples
formas que el testimonio puede tomar.
68
para la institucin literaria, siendo cada uno de stos un ejercicio de la memoria, una
exploracin abierta, que lejos de buscar concluir, cerrar o suturar el pasado lo ponen en
conflicto permitiendo nuevos sentidos, interpretaciones y definiciones del mismo.
Para concluir esta reflexin comparativa entre conceptos, polmicas y debates que
surgen en distintos pases y momentos histricos sobre el testimonio, la memoria y la
reconstruccin del pasado y de las identidades, me parece importante destacar la
importancia de tener en mente tanto las diferencias entre los distintos tipos de testimonio
que surgen como resultado de distintos eventos histricos, as como tambin las
similitudes que entre ellos se presentan en tanto todos ellos son relatos de violaciones de
derechos humanos. Aqu me gustara referirme a un episodio que a modo de apndice o
digresin incluye Feierstein en su trabajo El genocidio como practica social, que me
parece ejemplifica la necesidad de pensar al testimonio de mujeres no de forma
independiente, sino en conjunto con otros testimonios y momentos histricos que
producen este tipo de relatos atravesados por experiencias traumticas. No porque sean
todos iguales, de hecho mi trabajo busca aportar en que difieren estos testimonios, sino
porque como dice Feierstein hablar juntos estos hechos-Aushwitz y la ESMA, el
genocidio nazi y el genocidio argentino- conlleva un sentido distinto al de hablarlos
separados (353).33 Feierstein cuenta que durante un evento pblico donde los
sobrevivientes fueron invitados a narrar sus experiencias concentracionarias, haba entre
estos un sobreviviente del Holocausto, y tres sobrevivientes de la experiencia dictatorial
33
Feierstein donde traza paralelismos entre el genocidio ejecutado por el nazismo con el ocurrido en la
Argentina.
69
Me refiero a los estudios de la memoria en relacin con el Holocausto, y su nfasis en la posicin del
testigo, la reflexin acerca la historia, la memoria y el trauma. La crtica acerca de los testimonios
latinoamericanos de sujetos marginales y su reflexin en torno a la verdad, la ficcin y problema en
relacin a la autora. Y por ltimo, las teorizaciones sobre el testimonio en el Cono Sur, en relacin a la
polmica generada por el libro de Sarlo Tiempo Pasado.
70
71
Captulo II
Memorias de los 80: El rol del sobreviviente en los testimonios
de la transicin democrtica (1983- 1990)
Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar
diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no haba
sino detalles, casi inmediatos.
J.L. Borges
Con la llegada de la democracia, en 1983 comenzaron a publicarse testimonios de
las vctimas del terrorismo de estado en la Argentina. Presentados ante la CONADEP
(Comisin Nacional sobre Desaparicin Forzada de Personas), los Juicios por la Verdad y
las causas penales, dichos testimonios buscaban dar cuenta de lo acontecido durante la
dictadura militar.35 Se erigan con el fin de denunciar la existencia de los centros
clandestinos de tortura y ejecucin, los vuelos de la muerte y los nombres de los militares
involucrados en llevar a cabo sistemticamente los procedimientos de tortura y asesinato.
De este modo, ponan el nfasis en todo lo que sirviera de prueba para incriminar a los
culpables. Al mismo tiempo, tenan la funcin de hacer pblicas las identidades de los
desaparecidos con el propsito fundamental de permitir a la sociedad reconstruirse para
iniciar el tan deseado proceso de democratizacin. Sin embargo, estas producciones
testimoniales, las nicas posibles en el marco de ese necesario proceso, se vean
obligadas a sacrificar toda memoria que no correspondiera a la de denunciar a los
represores, las torturas y las vejaciones sufridas. Estos testimonios eran imprescindibles a
35
Entre estos testimonios se destacan: el informe de la CONADEP Nunca ms (1985), Preso sin
nombre (1980) de Jacobo Timerman, Recuerdo de la muerte de Miguel Bonasso (1984), The Little
School (1986) de Alicia Partnoy, y Testimonio de tres mujeres sobrevivientes de la ESMA (1979).
72
fin de juzgar a los culpables. En este sentido, el rol de los sobrevivientes ha sido crucial
y central en las luchas contra la impunidad y en la creacin de polticas de la memoria.36
Sin embargo, como destacan Ana Longoni y Ana Forcinito entre otros crticos durante
dcadas el testimonio de sobrevivientes qued reducido a circular en instancias judiciales,
limitado a aportar detalles de la operatoria represiva. Con el comienzo de la democracia
los sobrevivientes son llamados a atestiguar y son reconocidos desde la oficialidad como
testigos, pero a costa de la erosin de la figura del sobreviviente con una teora que
cancela la discusin sobre el pasado poltico (los dos demonios) y que obliga a los
testigos a truncar sus historias (Los umbrales del testimonio 17). De este modo, el
sobreviviente ve una parte de su subjetividad cancelada desde la oficialidad, en tanto se
reconoce al desaparecido como la verdadera vctima sobre la cual, y por la cual, el
sobreviviente, visto como sospechoso por haber sobrevivido, debe atestiguar.
Memorias en femenino parte de la premisa de que a partir de mediados de los
noventa se dan una serie de cambios en la sociedad argentina que permiten que aparezcan
de forma masiva testimonios de sobrevivientes que se animan a hablar como
sobrevivientes, y no slo en lugar de los desaparecidos. Este tipo de testimonios, en su
mayora de mujeres, rompen con las maneras anteriores de representar el pasado. El
surgimiento de estos relatos debe ser pensado teniendo en cuenta las distintas polticas
pblicas que desde el final de la dictadura se dieron en la sociedad argentina y que
afectaron directamente la produccin y el sentido de memorias sobre el pasado reciente.
36
Me parece importante aclarar que mi crtica a los testimonios de sobrevivientes no pretende, bajo
ningn punto de vista, juzgar a los sobrevivientes en su rol de testigos, sino que analizar
73
La teora de los dos demonios sostena que durante la dictadura militar exista una situacin de
violencia generalizada provocada por dos extremos: la guerrilla y las Fuerzas Armadas. Esta teora
recorta una parte del pasado, incorporando solamente la voz de las victimas como tales, dejando de lado
la orientacin poltica militante de muchos de los desparecidos y sobrevivientes.
38
Las leyes de Punto Final (1986) y de Obediencia Debida (1987), son conocidas, hoy en da, como
las leyes de impunidad. La ley de obediencia debida, dictada el 4 de junio de 1987, durante el gobierno
de Ral Alfonsn, estableca que los miembros de las Fuerzas Armadas no eran culpables, por haber
actuado en virtud de la denominada "obediencia debida" (concepto militar segn el cual los militares se
limitan a obedecer las rdenes de sus superiores). Las leyes de indulto eximan de toda responsabilidad
a 216 jefes militares y 64 civiles.
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De vctimas a testigos
Giorgio Agamben distingue dos sentidos de la palabra testigo:
En latn hay dos palabras para referirse a testigo. La primera, testis, de la
que se deriva nuestro trmino testigo, etimolgicamente significa aquel
que se sita como tercero (terstis) en un proceso o un litigio entre dos
contendientes. La segunda, superstes, hace referencia al que ha vivido una
determinada realidad, ha pasado hasta el final por un acontecimiento y
est, pues, en condiciones de ofrecer un testimonio sobre l. (Lo que
queda de Auschwitz 15)
En esa primera produccin testimonial publicada en la Argentina, los testigossobrevivientes slo eran legitimados por la sociedad en tanto testis, en su rol de testigos
jurdicos, atestiguando en nombre de
exterminados. Mientras que, en tanto superstes, los testigos eran vistos por la sociedad
como testigos incompletos por no haber pasado hasta el final de la experiencia, es decir el
exterminio. Refirindose a la experiencia del Holocausto, Agamben sostiene, respecto a
la paradoja del testigo integral aquel que sabe pero no puede comunicarlo, que, de
hecho, el destino del prisionero comn no lo ha contado nadie, porque para l no era
materialmente posible sobrevivir (Lo que queda de Auschwitz 33). Al haber sobrevivido,
77
los ex-desaparecidos eran vistos como sospechosos por una sociedad que no terminaba de
creer en su relato y en sus memorias, que sospechaba tanto de los motivos de su
supervivencia frente a la muerte de tantos otros, como del testimonio mismo y su
veracidad. Estas sospechas sobre la autenticidad del testimonio y del testigo no son
exclusivas del caso argentino, sino que estn presenten en los diversos contextos en los
que surgen los testimonios. Las numerosas polmicas que generaron muchos testimonios
de sobrevivientes se presentan como evidencia de estas sospechas que todo testimonio de
sobreviviente despierta. Entre ellas se encuentran las polmicas planteadas por el
antroplogo David Stoll acerca de la premio Nobel de la Paz Rigoberta Mench, a quien
se la acusa de dar falso testimonio, y el debate de la mujer sobreviviente del Holocausto a
la que se refiere Dori Laub en su libro, cuyo testimonio es puesto en duda por los
historiadores, quienes encuentran algunas contradicciones entre las pruebas y el relato de
esta mujer. Otro caso reciente es el de Deli Strummer, sobreviviente del Holocausto,
quien ha sido eliminada de la lista de sobrevivientes que hablan en escuelas al descubrirse
ciertas contradicciones en su testimonio en relacin con el tiempo en que estuvo en
Auschwitz, entre otras cuestiones.39
El caso de Strummer demuestra cmo los sobrevivientes son puestos en duda por
los historiadores y por una sociedad que busca la verdad objetiva de los hechos cuando,
39
Estos debates y cuestionamientos en relacin con los sobrevivientes y la veracidad de sus memorias
alcanzan su mxima expresin en el debate acerca de lo que se conoce como el sndrome de memorias
falsas, que supone recuerdos de hechos que nunca ocurrieron realmente. Este debate surgi cuando un
grupo de padres acusados de abusar sexualmente de sus hijos, sostuvo que las memorias de los hijos no
eran verdaderas. La Fundacin del sndrome de memorias falsas (FMSF) las define como: one in
which people (mostly well-educated, financially comfortable women in their thirties) recover memories
which others say are false, become obsessed with the memories and then isolate themselves from their
family (Park 3).
78
como explica esta sobreviviente de casi ochenta aos, la experiencia del Holocausto no
puede traducirse en hechos objetivos ni en un tiempo preciso, ya que desafa toda
concepcin de tiempo. En una entrevista con el peridico The Washington Post,
Strummer explica: When I went from Theresienstadt to Auschwitz I lost my name, I lost
my identity. I became a number. I didnt have a pen. I didnt have a piece of paper, and
time went away from me (Copeland F01).
Los sobrevivientes se ven obligados a enmarcar sus relatos dentro de una lgica
que la experiencia lmite del Holocausto o del rgimen dictatorial en el Cono Sur quiebra
a pedazos. Hayden White cita a G. Steiner para expresar esta idea: El mundo de
Auschwitz se halla fuera del discurso, tanto como se halla fuera de la razn (White 201).
A lo que otros sobrevivientes como Strummer agregaran como se halla tambin fuera del
tiempo. En su testimonio, Preso sin nombre, celda sin nmero, Jacobo Timerman40
comienza describiendo en detalle la celda donde estuvo secuestrado e intenta poner esta
experiencia dentro de un tiempo y espacio precisos. Sin embargo, enseguida y a pesar de
la exactitud de sus descripciones, el tiempo se le escapa: Vivo, durante todo este tiempo
cunto?, parado o sentado. [] La luz llega desde afuera, por una pequea rendija
que sirve tambin de respiradero. [] Una lamparilla prendida da y noche, lo que
elimina el tiempo (16). En relacin con el tiempo en las experiencias lmite como la
tortura, Miguel D Agostino, sobreviviente de la dictadura argentina, expresa, en su
40
Jacobo Timerman cre el diario "La Opinin" en 1971, desde donde denunci la desaparicin de
personas durante la dictadura militar. En 1977, Timerman fue secuestrado y torturado durante treinta
meses.
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80
Hablar, escribir y dar testimonio se convirti en una forma de resistencia. Sin embargo,
en ese momento la sociedad no estaba lista para or lo que haba ocurrido frente a sus
narices y con su complicidad. De ah que estos testimonios escritos en la primera etapa
pos-dictatorial presenten rasgos particulares que hacen evidente, por un lado, la sospecha
que recae sobre los testigos y, por otro, las estrategias a las que stos acuden con el fin de
dar testimonio y no ser censurados. De este modo, durante los primeros aos del gobierno
democrtico los sobrevivientes se vieron obligados, si queran ser escuchados, a
representarse como vctimas absolutas, homogneas y apolticas, borrando o dejando de
lado su participacin poltica, as como tambin todo relato sobre sus experiencias de
modo subjetivo, lo que cancelaba todo intento de reconstruccin personal y social frente
al evento traumtico. En esta homogenizacin de la vctima se borraban tambin las
diferencias de gnero, en tanto la memoria oficial no distingua la experiencia femenina
de la masculina en los centros clandestinos.
En un artculo publicado en el 2011, Elizabeth Jelin afirma que los estereotipos
ms tradicionales de gnero no han podido ser superados en lo que ella llama los
procesos de construccin simblica (Subjetividad y esfera pblica: el gnero y los
sentidos de familia en las memorias de la represin 555). Si bien esto es cierto en
muchos de los testimonios escritos antes de los aos noventa en la Argentina, los
testimonios escritos por mujeres que comienzan a surgir a partir de los aos noventa e
incluso antes fuera del pas, como veremos ms adelante, se insertan en las luchas de la
memoria desde una perspectiva de gnero que subvierte los estereotipos tradicionales
sobre la feminidad.
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La periodista y sobreviviente Miriam Lewin dice en una entrevista con la revista Perfil.com en
relacin con su libro recientemente publicado Putas y guerrilleras (2014), que el libro surgi
precisamente de la necesidad de comprender qu nos haba pasado a las mujeres dentro de los centros
clandestinos de detencin argentinos (Secuestradas y violadas durante la dictadura).
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Beatriz Sarlo reacciona, en su controversial libro Tiempo pasado, frente al tipo de memoria que no
elabora los hechos sino que los repite, argumentando que: Es ms importante entender que recordar,
aunque para entender tambin sea necesario recordar (26).
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desprenderse que ms del 50% de los desaparecidos tenan entre 25 y 50 aos (Vezzetti,
Pasado y presente 200). De este modo, se convierte el relato juvenil en el ncleo central
de la nueva memoria, silenciando a una generacin adulta formada polticamente que
participaba de luchas sindicales e intervino en distintos campos del pensamiento y la
produccin cultural.
En el prlogo del Nunca ms, Sbato hace explcita la adhesin a la teora de los
dos demonios para explicar el pasado reciente.
Durante la dcada del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que
provena tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda
[] A los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con
un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de
marzo de 1976 contaron con el podero y la impunidad del Estado
absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos.
(37)43
De este modo, la reconstruccin del pasado que el Nunca ms promova dejaba a la
sociedad fuera del terror proveniente de estos dos demonios representados por la
guerrilla y las Fuerzas Armadas.
43
Este prlogo fue suplantado, sin ser eliminado, en 2006 por el gobierno de Nstor Kirchner, por ser
considerado una reivindicacin de la teora de los dos demonios. En el nuevo prlogo a la edicin del
Nunca ms a 30 aos del golpe de Estado se declara que: Es preciso dejar claramente establecido,
porque lo requiere la construccin del futuro sobre bases firmes, que es inaceptable pretender justificar
el terrorismo de Estado como una suerte de juego de violencias contrapuestas como si fuera posible
buscar una simetra justificatoria en la accin de particulares frente al apartamiento de los fines propios
de la Nacin y del Estado, que son irrenunciables [] el prlogo original no reproduca la filosofa
poltica que hoy anima al Estado en la persecucin de los crmenes de lesa humanidad (8).
91
Los testimonios del Nunca ms, relatan la experiencia desde el punto de vista de
las vctimas, persiguiendo el fin de esclarecer cul haba sido el destino de los
desaparecidos. Su experiencia era importante para determinar los crmenes perpetrados a
los desaparecidos quienes, de acuerdo con esta interpretacin de la historia, haban sido
las verdaderas vctimas. Segn Vezzetti:
En ese relato no haba ms que vctimas y, en todo caso, la sistematizacin
de testimonios que permita sacar a la luz el sistema criminal. Si los
afectados tenan una extensa presencia en esa reconstruccin, que
transcriba abundantemente testimonios y relatos en primera persona, slo
ingresaban como actores en esa historia a partir de la accin o el operativo
que los haba introducido brutalmente en ese espacio de las vctimas.
(Pasado y Presente 117)
En ese sentido, el rol que los sobrevivientes eran llamados a ocupar era el de testigos del
destino de los desaparecidos, sus propias narraciones de supervivencia o su activismo e
ideologas polticas quedaban fuera del Nunca ms, en donde se buscaba destacar la
figura del desaparecido como eje central, vctima total y absoluta. A partir del Nunca
ms, texto cannico sobre la represin militar, el terrorismo de Estado se representar
alrededor de los desaparecidos, los que no estn. La narracin que el Nunca ms
construa, centrada en la existencia y el funcionamiento de los centros clandestinos y en
la figura del desaparecido, como la figura que mejor representaba el papel de vctima
purificada, dejaba de lado referencias a la vida previa de los detenidos:
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Olivera y La historia oficial (1985) de Luis Puenzo. En La noche de los lpices, unos
jvenes de la escuela secundaria son secuestrados, torturados y llevados a un centro
clandestino. La pelcula enfatiza la figura de estos chicos como vctimas inocentes y
absolutas, borrando toda asociacin con cualquier militancia, enfatizando su carcter de
jvenes ingenuos. En La historia oficial, la reconstruccin del pasado se da a travs del
drama privado y la sacralizacin de los sentimientos maternos que conducen a la
protagonista a encontrarse con la accin de las Madres de Plaza de Mayo, borrndose
cualquier dimensin poltica, como si la poltica fuera una mancha o algo sucio que
habra que erradicar.
En este sentido, estas representaciones al resaltar el carcter de vctimas aleatorias
del rgimen militar, ignorando la dimensin poltica de estas, parecera justificar el plan
sistemtico de exterminio ejecutado por el Estado.
A causa de esta metodologa indiscriminada, fueron aprehendidos y
torturados tanto miembros de los grupos armados, como sus familiares,
amigos o compaeros de estudio o trabajo, militantes de partidos polticos,
sacerdotes o laicos comprometidos con los problemas de los humildes,
activistas estudiantiles, sindicalistas, dirigentes barriales y en un
inslitamente elevado nmero de casos personas sin ningn tipo de
prctica gremial o poltica. (mi subrayado Nunca ms 72)
El Nunca ms representa as la forma que la memoria tomaba en ese primer momento de
la transicin democrtica, cuando an no se hablaba de genocidio ni se poda entablar un
debate con las militancias polticas de los 70. Tampoco podan los sobrevivientes adquirir
95
una voz propia y reconstruir sus identidades en tanto sujetos polticos. De hecho, esta
representacin y mitificacin del pasado alrededor de la figura del desaparecido dejaba a
los sobrevivientes en una posicin incmoda, debido a que su voz sealaba la militancia
poltica y la adhesin a la lucha armada de muchos de los desparecidos expresando un
panorama ms complejo y contradictorio sobre la experiencia concentracionaria que
problematizaba la imagen mtica del desparecido como hroe o mrtir absoluto. En este
sentido, dentro de este marco de pensamiento, el sobreviviente, se convierte por
oposicin en todo lo que el desaparecido no es, es decir, en un traidor. La sobreviviente
Graciela Daleo ejemplifica esta situacin:
Los aparecidos somos portadores de la memoria del horror. Y eso no es
grato. Tambin somos como tantos otros que sobrevivieron . . .
portadores del recuerdo y sobre todo de una prctica real de militancia,
compromiso y lucha que protagoniz un vasto sector de la sociedad
argentina. (Vezzetti, Pasado y presente 209)
Calveiro sostiene algo parecido en cuanto al manto de sospecha que recae sobre el
sobreviviente, que aparece como contaminado por el contacto con el otro, y cuya
sobrevivencia frente a la muerte de otros, crea sospechas:
El sujeto que se evade antes que hroe es sospechoso. Ha sido
contaminado por el contacto con el Otro y su supervivencia desconcierta.
El relato que hace del campo y de su fuga siempre resulta fantstico,
increble; se sospecha de su veracidad y por lo tanto de su relacin y
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97
En relacin con la representacin que Bonasso hace de los sobrevivientes, Longoni dice
que ste insiste en formular juicios de valor que los condena moralmente y los descalifica
en bloque, en la medida en que refuerzan la idea de que la sobrevivencia de los militantes
capturados es sinnimo inequvoco de traicin (190). De este modo Longoni critica los
testimonios de este primer momento en tanto estos se alinean con el binarismo hroetraidor a travs del cual se interpretaba el pasado y se juzgaba a los sobrevivientes.
Los textos Nunca ms, Preso sin nombre y Recuerdos de la muerte, todos escritos
durante la dcada del 80, gozaron de una gran popularidad durante el momento de su
publicacin en la sociedad argentina, en tanto sus relatos coincidan y convalidaban la
teora de los dos demonios, a travs de la cual se interpretaba el pasado reciente:
El discurso del Nunca ms es un discurso sedante que opera
sobre todos los sectores sociales: exculpa a cmplices o responsables;
disciplina y niega a los insistentes denunciadores de las violaciones de los
derechos humanos horroriza, paraliza (pero tranquiliza) al que jams supo
nada. Pero sedante, sobre todo, porque asegura que nunca ms suceder.
No importa qu, ni porqu, pero no pasar ms. El presente es as
virginizado, ahora todos somos democrticos, no importa qu
hayamos hecho antes. (Bietti 4)
La teora de los dos demonios dejaba libre de culpas a la sociedad. Al mismo tiempo esta
teora encajaba bien con la ideologa patriarcal presente en la sociedad posdictatorial, que
en su bsqueda por una estabilidad a travs del orden democrtico buscaba tambin resti-
98
tuir las divisiones de gnero a travs de las cuales se organizaba la sociedad, y que la participacin de la mujer en la lucha armada haba puesto en jaque. Gustavo Daz Fernndez,
especialista en derechos humanos, seala que la nefasta teora de los dos demonios no
slo despoj de su ideologa a las vctimas, sino que adems, les neg su sexualidad e
identidad de gnero (Argentina: Diversidad, sexual, perseguida y silenciada). Por su
parte, Idelber Avelar lee en los testimonios del primer momento de la democracia una
fuerte concepcin patriarcal en la diferenciacin de gneros. Avelar cita como ejemplo el
texto de Bonasso, quien segn l asocia lo femenino con la figura del traidor, que es dbil
y no resiste la tortura, en cambio, identifica lo masculino con la lealtad, el valor y el
herosmo. El individuo siempre puede traicionar. Lo que vale es el partido. Nada, nada.
La traicin se parece a la seduccin. A la imagen de la mujer seducida (135). Longoni
tambin encuentra problemtica la representacin que hace este texto de la mujer sobreviviente, que es vista como una traidora que utiliza su sexualidad como modo de supervivencia:
La figura de la puta en la tpica del imaginario social argentino es la que
ms fuertemente asocia a la mujer con la traicin (sexual). . . . El
sometimiento sexual de las prisioneras es calificado como seduccin,
provocacin, estigma o destino inmodificable de su gnero. (234)
La mujer militante era sancionada durante esta etapa pos-dictatorial, en tanto se
alejaba del modelo de mujer sometida y vctima propuesto por el sistema. La sociedad
pos-dictatorial daba privilegio y legitimaba a las mujeres en su rol de madres como
modelo de una feminidad aceptada y deseada por la sociedad. As, el Nunca ms
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privilegiaba la figura maternal; de hecho, la nica seccin que hace referencia explcita a
las mujeres se titula Mujeres embarazadas, retratndolas a ellas como las vctimas
femeninas que mejor encajaban con el modelo de vctima que la sociedad buscaba
instaurar. Quedaban a un lado las militantes, as como ciertos aspectos de la experiencia
femenina. Si bien hace referencia a la violencia especfica de gnero al hablar de las
violaciones y los abortos cometidos contra las mujeres, lo hace de forma general. Las
mujeres testigos denuncian a los victimarios y caracterizan al militar como un violador.
Sin embargo, en relacin con las violaciones numerosas y sistemticas de las que fueron
vctimas las mujeres, pocas veces aparece en el relato el testimonio de los casos
concretos, desdibujndose entonces, a quin, cundo y cmo esto se ejerca. En estas
narraciones testimoniales existen muchos silencios en torno a la violencia sufrida por las
mujeres en los centros clandestinos. De hecho, slo treintaicinco aos despus la
violencia sexual ejercida sistemticamente como modo de tortura en estos centros y en
las crceles empez a ser penalizada como crimen de lesa humanidad.
Contra-discursos
La sociedad argentina durante la primera dcada democrtica reaccion
negativamente frente a los testimonios de sobrevivientes que no se sometan a lo que los
interlocutores queran escuchar y que, por el contrario, intentaban inyectar una
coloracin poltica a sus testimonios, problematizar los alcances de la memoria o una
reconstruccin y posicin diferente de ellos mismos en tanto sobrevivientes. Durante los
primeros diez aos posdictatoriales, la sociedad hizo odos sordos a todo relato que se
100
alejara de la representacin normativa de ese momento. Por eso, The Little School Tales of
Disappearance and Survival in Argentina, de Alicia Partnoy, se publica en los Estados
Unidos y en ingls. Al mismo tiempo que Pasos bajo el agua, publicada en la Argentina en
1987, de Alicia Kozameh, provoca amenazas hacia la autora, que la llevan a exiliarse a los
Estados Unidos.
Ambos textos presentan diferencias con respecto a los ejemplos de testimonios
surgidos en los 80, en tanto optan por el recuento y la exploracin subjetiva en lugar de
presentar una exposicin objetiva de los hechos. En relacin con su novela-testimonial,
Kozameh sostiene: Lo sustancial de cada uno es verdadero, sucedi, lo viv yo misma o lo
vivieron otras compaeras y yo lo supe, aunque he reemplazado nombres o quiz detalles
que para nada cambian, de hecho, la esencia de la cosa (7). A diferencia de los testimonios
hegemnicos de los 80, estos testimonios no slo se enfocan en la denuncia de los eventos,
sino que tambin buscan hacer un anlisis subjetivo del impacto que stos tuvieron en sus
identidades.
Ambos testimonios relatan el secuestro y cautiverio de las autoras revelando,
como indica la sobreviviente y crtica literaria Nora Strejilevich en relacin con el texto de
Partnoy, un abordaje particular, en tanto su sensibilidad temtica y lingstica pone en
evidencia una diferencia de gnero en la forma de atravesar el horror y en la manera de
contarlo (79). Los dos textos comienzan con un testimonio directo que busca la
descripcin objetiva del secuestro. En su prlogo, Kozameh describe:
Fui apresada, con un par de horas de diferencia, con el que en ese
momento era mi compaero, el 24 de septiembre de 1975. Liberada con
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se ejercer un control total y absoluto sobre el prisionero.44 A la vez, la risa serva para
trasmitir afecto y solidaridad entre las detenidas.
Vasca, she called out.
Yes
They gave me some slippers with only one flower, two slippers and just one
flower.
Vasca stretched her neck and lifted up her face to peek under her blindfold.
The flower, a huge plastic daisy, looked up at them from the floor. The
other slipper, without flower, was more like them. But that one-flowered
slipper amid the dirt and fear, the screams and the torture, that flower so
plastic, so unbelievable, so ridiculous, was like a stage prop, almost
obscene, absurd, a joke.
Vasca smiled and then laughed. (28)
La detenida bromea con su compaera y logra crear complicidad con sta. La flor se
convierte en un disparador de su imaginacin, que le permite distanciarse con humor de
la situacin, colocarse del otro lado del drama que estaba viviendo. La irona y el humor
se presentan como una estrategias que permiten a la narradora desdoblarse, mirarse desde
afuera lo que le permite tambin la posibilidad de imaginar, de construir otras realidades
que le permitan escapar el poder opresor.
44
Calveiro dice en este sentido que: pensar en la vctima total y absolutamente inerme es tambin creer
en la posibilidad del poder total, que deseaban los desaparecedores (Poder y desaparicin 128).
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identidad como escritora que combina y reconoce este desdoblamiento, que integra la
experiencia pasada al yo narrativo del presente.
El rechazo que la sociedad posdictatorial de la dcada del 80 tuvo hacia los
testimonios subjetivos e ntimos de estas mujeres se debe a que stos, como he
demostrado, no responden a la estructura maniquea representada por la teora de los dos
demonios que converta a la sociedad en buena e inocente, y a las fuerzas armadas y
organizaciones revolucionarias como demonios, responsables por esos aos siniestros.
Atrapada en esta lgica binaria, la sociedad no poda pensar en trminos de lo que Primo
Levi llamo zona gris, una zona de ambigedad que permite percibir una realidad ms
abarcadora de la experiencia vivida en los centros clandestinos. En estos testimonios, la
zona gris no implica una mezcla de lo blanco y lo negro en donde todo vale y todo da
igual, sino que se refiere a la zona gris de la condicin humana, que resulta de la
capacidad de pensar la humanidad en estas situaciones lmite. De esta forma, la crtica
Diana Taylor afirma sobre el texto de Partnoy que:
Her purpose was to go beyond the factual limits of human rights reports in
order to describe the experience of disappearance, the fears of succumbing
to inhumane treatment by losing ones humanity, the tiny moments of
personal triumph in a system designed to destroy personhood. (166)
Los textos de Partnoy y Kozameh se presentan como ejemplos de un memoria crtica, que
no se somete al discurso hegemnico sobre la memoria vigente durante los primeros
aos de la transicin democrtica (1983-1990), sino que, en cambio, aborda el recuerdo
108
del pasado desde un punto de vista subjetivo e ntimo, que hace, pblico lo privado,
legitimando la voz de la mujer como participante de la historia.
Si los testimonios producidos en esa primera etapa pos-dictatorial, durante la
dcada de los ochenta y los primeros aos de los noventa, tales como el Nunca ms,
Preso sin nombre, Recuerdo de la muerte, intentaban presentar una memoria absoluta y
total, que en ltima instancia opacaba la naturaleza dialgica de la memoria, presentando
solo una manera de entender el pasado y a los sobrevivientes, los testimonios de mujeres,
producidos en el exterior, o con posterioridad a estos primeros aos de la transicin
democrtica, se presentan como ejemplos de memorias crticas. Estas memorias excluidas
de los testimonios oficiales de la primera dcada pos-dictatorial (1983-1995), se colocan
frente al pasado con el fin de otorgarle un significado, un sentido, que permita reflexionar
sobre las zonas grises de la condicin humana. El acto de escritura que estas mujeres
ponen en escena, al pensar la memoria del pasado reciente en relacin con los roles de
gnero, construye una memoria crtica que incita a construir nuevas interpretaciones y
sentidos del pasado, abriendo de este modo, el espacio pblico a nuevas voces y a nuevas
maneras de concebir lo femenino, lo pblico y lo privado. En este sentido, los textos
femeninos de Partnoy y Kozameh, escritos antes de mediados de los noventa en el
exterior, sientan las bases de lo que ms tarde se convertir en un boom de testimonios
femeninos, en su mayora producidos por mujeres, que son portadores de una memoria
crtica que desestabiliza tanto las memorias como las identidades oficiales que el sistema
patriarcal promueve ya sea a travs de la violencia, como durante la dictadura, o travs
del consenso, en la pos-dictadura. En particular, sern las memorias femeninas
109
producidas desde el exilio de estas mujeres, como se ver en el prximo captulo, las
encargadas de desenmascarar los mecanismos de poder a travs de los cuales se imponen
las memorias, historias e identidades oficiales.
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Captulo III
Exilio, memoria y melancola en la obra testimonial de Graciela Fainstein, Nora
Strejilevich, Tununa Mercado y Susana Jorgelina Ramus
To write is to become. Not to become a writer (or a poet), but to become, intransitively.
Not when writing adopts established keynotes or policy, but when it traces for itself lines
of evasion. Trinh T. Minh-ha
Writing is, for the polyglot, a process of undoing the illusory stability of fixed identities,
bursting open the bubble of ontological security that comes from familiarity with one
linguistic site.
Rosi Braidotti
Este captulo analiza la escritura testimonial de cuatro mujeres argentinas
sobrevivientes de la dictadura militar, cuyos testimonios se publican a partir de la
segunda mitad de los noventa. Las mujeres que escribieron sus testimonios fuera de su
pas de origen, reflexionan sobre la memoria, la identidad y la escritura en relacin con la
experiencia de exilio, que aparece, en sus escrituras, como un estado caracterizado por
mltiples prdidas. Sin embargo, es precisamente la inestabilidad identitaria causada por
estas prdidas que empuja a estas mujeres a escribir, y a escribirse. El exilio en tanto el
espacio psicolgico desde el cual ellas recuerdan, se convierte en un topos propicio para
la escritura de la elaboracin psicolgica del trauma y la construccin de identidad. Los
testimonios son de Tununa Mercado (1994), Nora Strejilevich (1997), Susana Jorgelina
Ramus (2000), Graciela Fainstein (2006), y se presentan como formas de escritura que
responden a una memoria femenina, en el sentido en el que la crtica Nelly Richard, en
dilogo con la vertiente del feminismo francs de los aos sesenta define como lo que
desde los mrgenes desestabiliza las hegemonas de poder.
111
Publicado en los aos 90, en En estado de memoria vemos un cambio en la manera de representar el
pasado que tiene que ver, como se menciona en el captulo anterior, con la falta de justicia y los
retrocesos en el marco democrtico a causa de las leyes de impunidad promulgadas en los aos 1986 y
1987, que restringan al mximo el juzgamiento de los culpables, y ms tarde en 1989 y 1990 los
indultos presidenciales que dejaban en libertad a los principales responsables del terrorismo de Estado.
Frente a esta falta de justicia, los testimonios de sobrevivientes que surgen en la dcada del 90,
abandonan la descripcin de eventos y la narracin objetiva ante un tribunal de justicia para
concentrarse en narrar el impacto que estos eventos tuvieron en sus identidades.
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Adrienne Rich define al patriarcado como the power of fathers: a familial social, ideological,
political system in which men- by force, direct pressure, or through ritual, tradition, law, and language,
customs, etiquette, education, and the division of labor, determine what part women shall or shall not
play (57)
115
Su interpretacin del pasado se basa en una mirada crtica que intenta repensarlo
desde una posicin subjetiva. El gesto de reescribir el pasado, permite poner en dilogo
su escritura con algunos de los presupuestos del feminismo francs, que tiene como sus
ms importantes pensadoras a Julia Kristeva, Hlne Cixous y Luce Irigaray y se remonta
a los orgenes, al pasado, con el propsito de reescribir las teoras y los mitos en los que
se funda el mundo occidental. Las mujeres construyen nuevos significados a travs de sus
relatos que se distancian de las representaciones oficiales sobre el pasado y deconstruyen
los mitos sobre los cuales se fundan las interpretaciones hegemnicas. Un ejemplo de
esto es el nfasis que ponen en reflejar la experiencia del cuerpo femenino violado y
torturado, nfasis que rompe con el silenciamiento alrededor de las violaciones
sistemticas sufridas por las mujeres en los centros clandestinos. En su testimonio,
Ramus hace hincapi en las vejaciones sufridas especficamente por las mujeres en tanto
objeto capturado o botn de guerra del que disponan a voluntad: Esa parte ma objeto
de torturas y violaciones fueron tres, primero la del guardia y luego las de dos oficiales
que con la excusa de hacer no s qu trabajo de inteligencia me llevaron a un telo
[albergue transitorio] y no pude hacer nada, slo sentir humillacin y nada, vaco y dolor
(67).
Si bien la experiencia traumtica dificulta todo tipo de representacin, sostengo
que, en la bsqueda de un lenguaje que se enfrente al silenciamiento en relacin a la
experiencia del cuerpo femenino ya sea una experiencia de placer o de dolor, estos
relatos son ejemplos de una escritura femenina, en la medida que, como afirma Amy
Kaminsky, el cuerpo ha sido desde siempre negado, ocultado y devaluado en la matriz de
116
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preferencia por los finales abiertos, la descentralizacin, y todo aquello que esta
considera como opuesto al lenguaje falogocntrico, y que busca el auto-descubrimiento
(15). Los testimonios de mujeres sobrevivientes se encuentran dentro de este tipo de
escritura femenina cuya finalidad es la construccin de nuevas identidades frente al
derrumbamiento de sus identidades anteriores por un sistema autoritario y patriarcal.
Prestar testimonio, narrar sus historias da cuenta del proceso de reconstruccin de la
sobreviviente, quien en la medida en que narra su experiencia se transforma en testigo, y
de este modo construye su subjetividad. Esta subjetividad, sin embargo, lejos de ser
definitiva o permanente, se presenta, al igual que la de Sheherazade cuya supervivencia
dependa del acto de narrar, en una subjetividad que est en un continuo hacerse. De
modo que como sostiene Adriana Bocchino:
El sujeto se escribe explcitamente para no desaparecer [] los autores de
las escrituras de exilio se hacen un lugar en sus escrituras, se hacen
reconocer, se llaman con nombre y apellido. Solo all encuentran espacio
para reconocerse y nombrarse, hacindole lugar al sujeto de carne y hueso.
(7)
Si bien esto es as para todos los relatos de sobrevivientes, los cuales construyen
subjetividades siempre en proceso en los testimonios de mujeres exiliadas estas
subjetividades se construyen desde el registro corporal femenino del sufrimiento. Los
testimonios de estas mujeres se alejan del discurso legal y racional y ofrecen, en cambio,
una mirada ntima y personal. Sus testimonios se caracterizan por un tono subjetivo,
ntimo e individual que los relaciona con el gnero autobiogrfico, aunque el carcter
118
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experiencia dictatorial a travs de una escritura ntima, que recupera las sensaciones del
cuerpo vividas por stas como mujeres.
Meaning
and
utterances
become
estranged.
This
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122
Molloy afirma que, frente a la pregunta imposible que muchos autores exiliados o
expatriados se hacen acerca de qu y cmo hubieran escrito de haberse quedado en la
Argentina, responde que ella probablemente no hubiera escrito, ya que en su opinin: La
escritura surge precisamente del desplazamiento y de la prdida: prdida de un punto de
partida, de un lugar de origen, en suma, de una casa irrecuperable (Poticas de la
distancia 18). Por su parte, Strejilevich afirma: I have not been a writer in my country. I
began to write in exile, where language became my country (Too Many Names 287).
Mercado en La letra de lo mnimo ve la escritura misma como un estado de exilio, donde el
exilio de la escritura se confunde con la escritura del exilio. Para Mercado, ambos estados
tienen en comn el estar fuera del tiempo y del espacio:
La escritura, el exilio de la escritura, es una exploracin que ignora los
resquicios en los que habr de entrar y las trampas que le tender el simple
trazo sobre el papel; avanza como inmigrante en un pas ajeno. Una
imagen abre sus puertas y la deja pasar. La escritura rastrea ese territorio,
avanza con sus linternas y, de pronto, cae en una emboscada. (La letra de
lo mnimo 23)
Segn estas escritoras, el exilio se encuentra ntimamente relacionado con la
escritura, pero una escritura femenina que surge de la prdida de identidad definida por el
patriarcado, pero tambin del vaco provocado por la condicin de exilio. La escritura del
exilio como escritura desplazada y nomdica logra alejarse de las convenciones y las
tradiciones que anclan las identidades. A su vez, esta misma inestabilidad identitaria que
provoca el exilio les permite escribir, ya que empuja a la imaginacin y a la creatividad.
123
In exile, I realized that in Argentina I was Jewish; but in Israel I was South
American; in Canada I was Latin American; and in the United States I am
Hispanic. [] Ive given up believing in any kind of monochromatic
classification; [] At the same time, out of pure defiance, I identify with
all the categories, especially with the segregated ones. Which in my case
are: woman, Jew, Latin American. [] I identify fully with these; my
great attributes, and I feel ever more part of a mestiza community, which
proclaims sincerity, citizenship, mixtures of cultures, languages, and
colors. (Strejilevich, Too Many Names 290)
Si bien unificar estas tres identidades acercara a Strejilevich a lo comn de la
especie humana, en realidad le provocara un suicidio identitario: dejara de ser quien es
para convertirse en un ente vaco de identidad sin la riqueza de la diferencia. Las
identidades mviles y circunstanciales que construyen desde el exilio desafan los lmites
claros y definidos del sistema patriarcal, de identidades nicas, fijas y absolutas. En su
libro Nomadic Subjects, Braidotti define al sujeto nomdico como aquel capable of
freeing the activity of thinking from the hold of phallocentric dogmatism, returning
thought to its freedom, its liveliness, its beauty (8). La protagonista-narradora de En
estado de memoria, Tununa, hace mencin del estado nomdico al que la empuja el
exilio, que la lleva a desvincularse de la idea tradicional del hogar como lugar armnico,
natural y deseado por la mujer, desarticulando los presupuestos sobre los que se erige la
identidad femenina.
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125
desierto, como terreno inexplorado, es visto como un lugar donde puede originarse la
creacin. De este modo, el desierto yermo permitira la posibilidad de un florecimiento
nuevo e indito. El abandono del universo cotidiano y rutinario le permite al ser asomarse a
nuevas posibilidades mediante una mirada despojada de prejuicios y mandatos culturales.
El potencial liberador del exilio como disparador de nuevas maneras de entender
la identidad presenta posibilidades de reconstruir y repensar el signo mujer como
mltiple y en cambio constante. Entender el signo mujer de este modo coincide con la
propuesta de un feminismo que cuestiona el carcter esencialista e inmvil que el
lenguaje patriarcal utiliza para ejercer su dominio sobre las mujeres a travs de categoras
totalizadoras como mujer o sexo femenino:
El signo hombre y el signo mujer tambin son construcciones
discursivas que el lenguaje de la cultura proyecta e inscribe en la
superficie anatmica de los cuerpos disfrazando su condicin de signos
articulados y construidos tras una falsa apariencia de verdades naturales, a
histricas [] Nada ms urgente entonces para la conciencia feminista
que rebatir la metafsica de una identidad originaria fija y permanente
que ata determinsticamente el signo mujer a la trampa naturalista de las
esencias y de las sustancias. (Richard, Feminismo, experiencia y
representacin 374)
Una de las corrientes crticas del feminismo, conocida como feminismo francs,
se propone develar los mecanismos ocultos en el lenguaje a travs de los cuales se
construye la ideologa cultural patriarcal por medio de identidades fijas e invariables que
126
toman como natural y verdadero lo que fue social e histricamente construido y, por
lo tanto, susceptible de ser transformado. La crtica belga, Irigaray, representante del
feminismo francs, en dilogo con los discursos postestructuralistas ve en el lenguaje la
fuente de la opresin de la mujer. Para ella, la opresin de lo femenino por lo simblico
masculino imposibilita el acceso de la mujer a la palabra, negndole as una posicin
como sujeto. En Speculum de la otra mujer, Irigaray sostiene que el sujeto de
conocimiento dentro del sistema patriarcal vigente es masculino, por lo que es masculino
el sujeto del lenguaje, y por ende, el yo de todo discurso. Para Irigaray, sujeto parlante
masculino y sujeto del conocimiento son una misma cosa, mientras que la mujer o lo
femenino es el objeto de conocimiento y por eso carece de subjetividad y voz propia. En
este sentido, Irigaray sostiene que lo femenino no puede hablar fuera del sistema vigente.
Al promover la escritura y la bsqueda de un lenguaje propio, que funcione como
un lenguaje en disidencia con todo lo previamente establecido, la escritura del exilio se
presenta como la bsqueda de una voz, de una nueva posicin para lo femenino. La
escritura del exilio, como escritura femenina, rompe con los roles tradicionales y
construye un yo femenino que se ubica en la posicin de sujeto y no de objeto. En su
escritura, estas autoras ponen en escena y se rebelan frente al orden de los sexos
establecido por el orden patriarcal. Al despojarse de las ataduras culturales de la patria y
volver a nacer dentro de un nuevo contexto, las mujeres exiliadas logran poner en
evidencia el carcter constructivo y no esencialista o natural de sus identidades. La
condicin de exilio constituye, para la mujer, un potencial subversivo ya que, si a la
mujer le fue impuesto como natural el mbito privado del hogar, lo domstico, lo estable
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128
del psicoanlisis y las charlas con amigos, se encuentra exiliado de s mismo, extranjero,
fuera de toda racionalidad, pero por eso mismo abierto a la posibilidad. La escritura del
exilio posibilita la produccin de subjetividades abiertas, construidas desde espacios
fronterizos que permiten pensar la identidad no como una posicin uniforme y
preestablecida sino como un mapa dinmico de poder en el cual se constituyen y/o
suprimen, se despliegan y/o se paralizan las identidades (Anzalda 77).
Cabe destacar que la violencia sexual no fue exclusiva de las mujeres, sino que muchos hombres
fueron tambin vctimas de vejmenes sexuales. Los delitos contra la integridad sexual de los varones
no slo son ms difciles de revelar, el silencio sobre ellos es ms difcil aun de romper debido a que si
denunciaran las violaciones u otros vejmenes sexuales quedaran ubicados en el lugar de las mujeres, o
seran sospechosos de homosexualidad, una condicin que era objeto de una animosidad sustentada
en fuertes prejuicios en el seno mismo de la militancia (Aucia et al 24).
129
mujeres militantes acusadas de no cumplir con los roles establecidos, como muchas
sobrevivientes declararon, son supuestamente malas madres e insultadas refirindose a
ellas como putas montoneras. Una de las mujeres sobrevivientes que presta testimonio
en Ese infierno cuenta que: Y me respondan, como todas las putas montoneras vivs en
una pensin. Esas palabras puta montonera durante mi tortura y los das siguientes fueron
una constante, las escuch todo el tiempo (Actis et al 74).
A travs de la violencia sexual se pretenda en primer lugar destruir fsica y
psquicamente a estas mujeres, acusadas, entre otras cosas, de transgredir el sistema de
roles vigentes, aniquilando sus subjetividades con la finalidad de hacerlas desaparecer o,
como suceda en los ltimos aos de la dictadura, con el objetivo de recuperarlas para
reinsertarlas nuevamente en la sociedad. De este modo, para mostrarse recuperadas las
mujeres deban adoptar deliberadamente el rol femenino en su versin tradicional. Una de
las mujeres sobrevivientes entrevistada por Marta Diana en su libro que recopila
testimonios de ex-militantes declara que:
En la ESMA, el proceso de recuperacin de las mujeres estaba centrado
en la explotacin de nuestros sentimientos femeninos. Una demostraba
estar ms recuperada en relacin directa al inters que demostrara por
vestirse, arreglarse, tener modales suaves, etc. (151)
Sin embargo esta disciplina no slo suceda en los centros clandestinos, sino
tambin fuera de estos. El objetivo era reorganizar a la sociedad para que cumpliera
con el mandato occidental y cristiano, dentro del cual la mujer ocupa el rol de madre,
130
sostenedora del hogar. Esto remite a la teora de la sexualidad de Michel Foucault sobre
la tecnologa del sexo, a travs de la cual el filsofo sostiene que disciplinar los cuerpos
es producto de variadas tecnologas sociales como los discursos institucionalizados, el
psicoanlisis y la prcticas cotidianas.48 Segn, la terica feminista Teresa De Lauretis:
el gnero no es una propiedad de los cuerpos o algo originalmente
existente en los seres humanos sino el conjunto de efectos producidos en
los cuerpos, los comportamientos y las relaciones sociales, en palabras de
Foucault por el despliegue de una tecnologa poltica compleja. (8)
Susana Chiarotti, abogada y directora del Instituto de Gnero, Derecho y Desarrollo e
integrante de la red del Comit de Amrica Latina y el Caribe para la Defensa de los
Derechos de la Mujer sostiene que: Para las mujeres, la violencia sexual era una de las
formas de destruirlas. Les decan: Ustedes transgredieron varios mandatos de gnero: no
slo no se quedaron en sus casas siendo madres, sino que tomaron las armas
(Biazzini,Te podan torturar, te podan lastimar, y tambin te podan violar).
De hecho, el ensaamiento con los rganos femeninos durante la tortura, indica la
manera en que el trauma de la tortura sufrida no es ajeno al sistema patriarcal, sino
producto de ste. Strejilevich describe la manera especfica en que ella, como mujer, fue
torturada.
48
131
132
las ropas que los militares les elegan, maquillarse, e incluso salir a bailar con ellos a
los lugares de moda. El sadismo y la obsesin de los militares hacia el cuerpo femenino,
en particular, hace que la experiencia de estas mujeres en los centros de detencin no
pueda dejar de ser pensada en relacin con las relaciones de gnero establecidas en el
patriarcado. En este sentido, la tortura y las vejaciones sexuales como experiencias
traumticas sobre las cuales estas mujeres dan testimonio en sus relatos, deben,
necesariamente, ser pensadas en relacin al lugar que ocupa la mujer dentro del sistema
patriarcal.
Por eso tanto la solucin final en el nazismo, como los vuelos de la muerte en el Cono Sur, buscaban
a travs de la desaparicin de los cuerpos, borrar la historia.
133
definida como aquella escritura que busca transmitir la experiencia del cuerpo, y que
lucha contra un lenguaje que obliga siempre al sistema diferencial de cortes, separaciones
y
oposiciones
que
formalizan
el
habla
(Richard
Feminismo,
experiencia,
representacin 736).
En estas narraciones que hacen las mujeres de s mismas, el cuerpo y la condicin
femenina ocupan un rol fundamental. No parece casual que estos relatos sobre el cuerpo
hayan surgido en el exilio. Parecera que, ante la prdida de espacios, instituciones,
objetos, y vnculos que actuaban como disparadores del recuerdo, de sensaciones, estados
de nimo y percepciones, el cuerpo se presenta en el exilio como recipiente de memoria.
Dice la sobreviviente Fainstein: La clave est en el cuerpo, esa es la seal (75). Esto no
puede ser de otro modo, dado que la memoria de los hechos traumticos se ancla en el
cuerpo. Si bien Fainstein haba logrado sepultar su paso por el centro de detencin
durante aos, su cuerpo no olvida: Se fue haciendo un hueco dentro de mi cuerpo y se
dispar completamente con el tratamiento de acupuntura china (75). La autora descubre
que el cuerpo tiene memoria propia, el tratamiento de acupuntura, al estar en una camilla
acostada mientras le clavaban agujas, la conect, a modo de flash back, con el dolor
fsico sufrido veinte aos atrs cuando fue torturada en el centro de detencin.
Nada ms tumbarme en la camilla, me invade un terror fro e insoportable.
Intento sobreponerme mientras la china me pone las agujas en la espalda y
en el cuello. Y de pronto mi imaginacin se dispara. Pienso que las agujas
me estn matando, que contienen veneno, que la china es un ser maligno
dispuesto a acabar conmigo. Pienso en encontrar la forma de salir huyendo
134
135
136
algunos de los postulados del feminismo francs. Tanto los testimonios de mujeres
sobrevivientes como esta corriente del feminismo luchan por crear un lenguaje que
nombre la experiencia corporal femenina. Y es en esta bsqueda de un lenguaje que se
enfrente al silenciamiento del cuerpo femenino que los testimonios de mujeres se vuelven
ejemplos de escritura femenina.
Al recuperar la experiencia de dolor corporal las mujeres recuperan la memoria y
denuncian la violencia de la que fueron vctimas. A travs de este acto de denuncia, las
sobrevivientes recuperan su voz y con esta la posicin de agentes en la construccin de
una identidad que se resiste a ocupar el rol subordinado. Estas identidades alternativas se
construyen desde un lenguaje que no tapa u oculta el cuerpo femenino sino que coloca a
este como punto central de su reflexin.
Deb haberme tomado ms en serio aquella primera reaccin de rechazo a
las agujas y a la electricidad. La escena guarda demasiados parecidos, es
demasiado evocadora. Y, sin embargo, en aquel momento no fui capaz de
verlos, de reconocerlos. Quizs, como un relmpago, la idea cruz por mi
cabeza, pero inmediatamente la espant como un mal presagio. [...] Ms
all de la voluntad, el cuerpo tiene su propia memoria y conserva las
huellas de las viejas heridas. (Fainstein 15)
El cuerpo es memoria y es la memoria del cuerpo la que se intenta narrar a travs
de un lenguaje femenino que desestructura los discursos y memorias hegemnicas. Al
escribir sobre la experiencia de sus propios cuerpos, las mujeres sobrevivientes se
137
Memoria(s) e identidad(es)
En Memorias y nomadas: gneros y cuerpos en los mrgenes del posfeminismo, Ana
Forcinito establece una relacin entre las memorias feministas que construyen
genealogas antipatriarcales y las memorias sobre la violencia del estado durante la
dictadura militar. Segn la crtica estas memorias deben pensarse a partir de:
las continuidades y los quiebres que establecen en los proyectos
identitarios ciudadanos enraizados tanto en el feminismo (en su dimensin
terica y movimentista) como en la nocin de testigo que subyace en la
reivindicacin de la ciudadana como denuncia del autoritarismo. (13)
El paralelismo que Forcinito establece entre las memorias de los sobrevivientes de la
dictadura y las memorias feministas se basa en que tanto el feminismo como las
sobrevivientes se proponen construir nuevas identidades a travs de la recuperacin y
reinterpretacin de memorias que haban sido silenciadas. Tanto las sobrevivientes como
el movimiento feminista hacen nfasis en la estrecha relacin que existe entre la memoria
y la identidad. En este sentido, el socilogo Daniel Feirestein sostiene que construir un
recuerdo implica construir identidad, en tanto se construye un sujeto consciente que se
relaciona con dichos elementos dispersos del pasado y construye de ese modo una escena,
un presente recordado en el cual surge una narracin de s mismo (59).
138
Lo que no quiere decir que no precisemos por esta razn de un escucha o de un testigo.
51
El socilogo argentino Daniel Feirestein define los procesos de memoria como la construccin de
sentido que surge de un intento de articulacin de los estmulos y las sensaciones dispersas por los
sistemas perceptivos (59).
139
140
vigente el pasado. La palabra escritura deriva del latn scribere o de la palabra griega
graphein que refieren a la antigua prctica de grabar o rallar, sobre la arcilla.
Al proponerle trabajar en publicidad, esta amiga le pide que sea parte del
consentimiento sobre el que se construy la sociedad pos-dictatorial, promoviendo
identidades cuyas nicas posibilidades de agencia y ciudadana son las de actuar como
consumidores. Si durante la dictadura los roles sociales se imponan a travs de la fuerza
y la violencia, en la pos-dictadura sern impuestos a travs del consentimiento. La
escritura de Mercado, as como la de las otras mujeres sobrevivientes, se resiste a
someterse a las prcticas de olvido oficiales. En cambio, se proponen acerarse al pasado
desde una memoria crtica y cuestionadora.
141
presente nunca pasa al futuro (34). Esta escritura en estado de memoria se resiste a la
construccin de un relato lineal, cronolgico, homogneo y totalizante; por el contrario,
es fragmentaria, parcial e incompleta por naturaleza. Desde un presente recordado estas
mujeres (se) escriben sobre un pasado que no pas. En su testimonio, Fainstein reflexiona
sobre este pasado que se conjuga permanentemente en el presente:
Pasado y presente. Presente y pasado. Como un juego de sube y baja,
como un columpio que va y que viene, como cualquier juego infantil
donde el secreto se esconde en ese ritmo, en esa repeticin infinita, en esa
cadencia de ida y vuelta. (Fainstein 75)
Ramus titula su libro Sueos sobrevivientes de una montonera, en vez de sueos de una
sobreviviente montonera. El juego de palabras apunta a que el testimonio se compone de
los sueos que sobreviven, de las sensaciones del pasado que continan en el presente.
Son sus sueos (pero tambin sus pesadillas) los que sobreviven. Sobre este estado de
memoria dice la autora: es como si el tiempo se hubiera detenido (Ramus 80).
La escritura en estado de memoria recupera y reflexiona sobre ese tiempo
detenido, que no pasa, y que se presenta como un estado definido por la perdida y la
ausencia: La ausencia de un haber sido, de un ya no presente (en la forma de duelo,
melancola y herencia) (Feirestein 94). Al formar un vaco en la memoria normal, la
experiencia traumtica, como seala Caruth, no tiene lugar, ni en el presente ni en el
pasado (153). La experiencia del exilio o de la tortura, como experiencias traumticas
hacen que el sujeto exiliado o torturado pierda toda nocin de tiempo.
142
Entendindose por duelo, segn Freud en su famoso ensayo Duelo y melancola escrito en 1917, la
reaccin normal frente a una prdida, que a travs del trabajo consciente del duelo es superada,
quedando el yo libre nuevamente. Cuando el trabajo del duelo queda en suspenso, de acuerdo a
Freud, la reaccin del sujeto frente a la prdida se vuelve melanclica y por tanto inconsciente,
ambigua, patolgica.
143
144
Este duelo permanente surge, en parte, como resultado del sentimiento de culpa
que el sobreviviente experimenta, culpa de vivir, culpa de pensar que la conducta no fue
la apropiada [] culpa de las violaciones, culpa se sentir miedo ante la tortura, antes el
dolor o la muerte (Ramus 52). Pero sobretodo es la culpa de haber sobrevivido la que
impide que estos puedan dejar atrs el pasado. Pilar Calveiro explica el sentimiento de
culpa que invade al sobreviviente:
El sobreviviente siente que l vivi, mientras la mayora muri. Sabe que
no permaneci porque fuera mejor y en muchos casos tiende a pensar que
precisamente los mejores murieron. En efecto, muchos de sus compaeros
de militancia ms queridos, perdieron la vida. De manera que se siente
usurpando una existencia que no le pertenece del todo, que tal vez deba
estar viviendo otro, como si l estuviera vivo a cambio de la vida de otro.
(160)
En En estado de memoria, la narradora elige vestirse con las ropas de los muertos,
de los desparecidos:
Cuando recibo en herencia o como recuerdo la ropa de algn amigo o
amiga que acaban de morir, me visto con ellos [] Tengo la sensacin de
que los llevo puestos [], pero no me da miedo o aprensin, sino
consuelo, como si, en una suerte de ingenua transmigracin se hubiesen
depositado en una manga, una pretina o una valenciana. (35)
145
146
travs de la elaboracin del trauma. Ramus dice no sueo con serpientes sino con gente
muy amada: con Jorge, con Marcelo, con mi hermano, mis amigos (22).
Son mujeres que se encuentran en un estado de memoria permanente, para
quienes el duelo se hace imposible. Ramus hace mencin de esta imposibilidad de dejar
atrs el pasado:
Dolor que no cesa. Duelo que no concluye [] Ganas de que todo haya
pasado. Pero nunca pasa. Y no hay consuelo. Nadie ni nada puede
consolarnos. Todos perdimos lo mejor de nuestra vida, nuestros sueos,
nuestros afectos. Morir mil veces en cada herida que no cierra, que no
puede cerrar. (52)
Si bien a travs de sus testimonios buscan elaborar los traumas sufridos, el duelo
aparece interminable, infinito, causado en parte por la ausencia de un lugar, un espacio
donde visitar y llorar a los muertos, situacin que el exilio intensifica. Pero tambin en
este fracaso de una elaboracin completa del pasado hay un acto de voluntad porque las
escritoras se niegan a aceptar y a reconciliarse con esta situacin de prdida. Si un duelo
exitoso implica la aceptacin total de la prdida del objeto amado, el deseo de mantener o
hacer presente al ser perdido aleja estos testimonios de dicha nocin, ya que estas
mujeres se niegan a olvidar, a dar vuelta a la pgina.
Las mujeres sobrevivientes se resisten a realizar una elaboracin total de su
pasado traumtico. En sus textos se observa lo que LaCapra llama restos traumticos,
para referirse a lo que resiste el poder potencialmente curador del trabajo de la memoria.
Este autor afirma que, frente a una situacin traumtica, parte del proceso de elaboracin
147
148
se deba calificar a estas de vctimas inocentes. Sin embargo, la autora alterna entre
Gerardo y Gerardito, recuperando de este modo a su hermano no solo como vctima
inocente sino tambin sino como militante como sujeto con ideas polticas. La
sobreviviente invoca a su hermano y se niega a aceptar su muerte. En las ltimas pginas,
la escritora se vale de la figura retrica de la apstrofe para preguntarle a su hermano
ausente Por qu no volvs, hermano?" (182). Esta invocacin deja al descubierto la
imposibilidad de elaborar, procesar, olvidar y, por sobre todo, perdonar (primero se
perdona y luego se olvida) esta muerte: en esta pregunta desgarradora se expone el dolor
y el trauma de estas prdidas y duelos imposibles.53
El intento fallido de duelo apunta a otro tipo de elaboracin. Se trata de un duelo
tico que no termina unvocamente en el olvido sino que llama a una memoria colectiva y
plural. Al mismo tiempo, permite a los sobrevivientes coexistir con las vctimas y con la
culpa de haber sobrevivido. Llevar a cabo un duelo exitoso y completo permitira dar
vuelta la pgina de la historia, lo cual, como sealamos, es algo que estas mujeres se
niegan a hacer. El perpetuo estado de memoria significa no olvidar, pero por sobre todo
no perdonar. Derrida piensa en las condiciones de posibilidad del perdn sosteniendo que
only the dead man could legitimately consider forgiveness. The survivor is
not ready to substitute herself, abusively, for the dead. The immense and
53
Tal vez las mayores representantes de este duelo imposible sean las Madres de Plaza de Mayo con sus
prcticas rituales de evocacin: las caminatas en crculo, las manos unidas, los pauelos blancos, las
imgenes de sus hijos o nietos desaparecidos: Entrar en la ronda es como algo sagrado, como una
ceremonia que cada familiar vive a su modo. Hay un momento en que uno necesita estar callado y no
escucha al que est al lado: es el momento de rememorar. Por otro lado, cada jueves te reencontrs con
alguien que no habas visto, y en el abrazo que le das se transmite el recuerdo (Strejilevich 43).
149
painful experience of the survivor: who would have the right to forgive in
the name of the disappeared victims? (44)
Esta idea de que slo el desaparecido, como vctima total y absoluta, es el nico
autorizado para perdonar, coloca al sobreviviente en tanto vctima en una posicin
ambigua. El sobreviviente es y no es vctima, es vctima en tanto una parte importante de
su identidad le fue arrebatada, pero a la vez no lo es, precisamente porque ha sobrevivido.
Frente a esta imposibilidad del muerto de testificar, el sobreviviente se convierte en
testigo que debe hablar por delegacin, en nombre del que no tiene voz.
Escrib este relato para que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos
conozcan nuestra historia desde nuestra propia voz. La ma intentar
reemplazar a la de los compaeros que no pueden hablar porque estn
desaparecidos, sin que todava podamos entender qu significa esa
palabra, tan terrible suena, tan fantasmal. (Ramus 32)
En En estado de memoria, la distincin entre vctima absoluta y sobreviviente
aparece representada a travs de la figura de Cindal, un enfermo psiquitrico que se
suicida en el primer captulo, pero cuya figura como muerto marca toda la obra y acta
como sustituto y metfora de los muertos desaparecidos.54 Este episodio acompaar a la
narradora a lo largo del relato. El nombre de Cindal, cuya ortografa desconozco, vuelve
una y otra vez acompaando a un hombre y a una frase de ese hombre repetida sin cesar
en la antesala de un consultorio psiquitrico (11). Frente a la figura de Cindal, quien se
54
150
presenta como vctima absoluta, Mercado, cuestiona su rol como vctima verdadera, y en
cambio se ve a s misma como sobreviviente, cuya posicin la hace sentirse culpable, y le
impide comunicar su propio dolor.
Fainstein concluye su relato testimonial con una pregunta, ttulo del ltimo
captulo: Y el final?. La sobreviviente argentina exiliada en Madrid llega a la
conclusin de que no hay final posible y que la escritura como elaboracin del pasado
sirve no para poner un punto final a esa historia sino precisamente para no cerrar las
puertas al recuerdo y para hacer de este una convocatoria, a partir de la cual se pueda
formar una comunidad alrededor del recuerdo y no del olvido:
Si he escrito esto, ahora lo veo, no ha sido tanto por la esperanza de
encontrar una respuesta, sino ms que nada para intentar encontrar
compaa en estas preguntas, para sentir que hay otros que tambin se
preguntan lo mismo que yo, que no dejan de preguntrselo. (185)
Las mujeres sobrevivientes elaboran el trauma al poner de manifiesto los restos
traumticos a partir de los que construyen sus identidades, no como sujetos homogneos
sino como sujetos heterogneos y en continuo devenir. Lejos de borrar el pasado, en sus
relatos las escritoras hacen presente las ausencias, invocando los fantasmas del pasado.
Esta invocacin lleva a Mercado a autodenominarse escritora fantasma debido en parte a
su identificacin con los muertos. De modo similar, Fainstein pensando en la respuesta al
correo electrnico de una compaera de infancia, tambin sobreviviente, dice: Yo
tambin soy un fantasma y estoy muy sola, por favor hazme un poco de compaa,
aunque sea as, a travs de la pantalla del ordenador (123). Ambas escritoras dan cuenta
151
del lugar desde donde, en tanto sobrevivientes, les es posible escribir. Se ven a s mismas
como escritoras fantasmas porque es slo desde una posicin intermedia entre la vida y
la muerte que pueden construir sus relatos.
Estas sobrevivientes arman su escritura con los restos traumticos, con las
prdidas y las ausencias de ese pasado. Al escribir desde el exilio, buscan en su escritura
hacer presente las ausencias y a los ausentes, intentando no hablar por ellos sino con
ellos. En una entrevista, Strejilevich dice:
Yo pensaba que, en mi caso, yo hablaba con ellos, no por ellos. Y despus
entend por qu haba puesto al principio del libro al irse ustedes tres me
dejaron con la palabra en la boca. Mis padres y mi hermano. Era ese
mundo de angustia que no te deja hablar. Y empezs de a poco porque
habls con ellos. (Portela 3)
En sus textos, las autoras no buscan volver hacer desaparecer a sus muertos
mediante la escritura, sino convocarlos. Idelber Avelar explica el estado paradjico del
duelo en relacin a las desapariciones a las que los sobrevivientes, as como el resto de la
sociedad, se debe enfrentar:
Los muertos que no han sido enterrados, a los que se ha permitido
quedarse alrededor de los vivos como fantasmas, no pueden ser objeto de
duelo. Incumbe a los vivos restituir los muertos al reino de los muertos y
liberarlos
de
la
condicin
incierta
de
fantasmas
sin
nombre,
152
puede, sin embargo, sino ser percibida por el sobreviviente como una
traicin. Para el enlutado un trabajo de duelo exitoso equivaldra a un
segundo asesinato de los muertos. (307)
Los testimonios de estas mujeres sobrevivientes no buscan enterrar el pasado sino
justamente abrirlo a nuevos sentidos e interpretaciones, y a una elaboracin permanente.
De esta manera, los relatos que construyen estas memorias femeninas se asemejan a la
idea de texto como tejido en el sentido que le da Roland Barthes cuando afirma que:
Texto quiere decir tejido, pero si hasta aqu se ha tomado este tejido como
un producto, un velo detrs del cual se encuentra ms o menos oculto el
sentido (la verdad), nosotros acentuamos ahora la idea generativa de que el
texto se hace, se trabaja a travs de un entrelazado perpetuo; perdido en
ese tejido, esa textura el sujeto se deshace en l como una araa que se
disuelve en las segregaciones constructivas de su tela. (104)
Entender el texto de estas mujeres como un entrelazado perpetuo a travs del cual, en
palabras de Barthes, el sujeto se des-hace (para volverse a hacer), implica pensar la
memoria como un continuo hacer y deshacer. Las mujeres se deshacen y se vuelven a
armar a travs de la construccin de una memoria que nunca se detiene, y que tampoco
tiene como objetivo hacerlo, sino todo lo contrario. En En estado de memoria, la escritura
se convierte en un tejido femenino que no concluye; de hecho, el texto posee una
estructura circular, ya que termina con la escritora escribiendo el mismo texto que como
lectores nos encontramos leyendo: Con caracteres pequeos, caligrafa desgarbada y
desde el ngulo superior izquierdo empec a escribir. La pluma rasg la superficie y se
153
154
155
Captulo IV
Hablar desde el silencio: El silencio en los testimonios femeninos
55
Michael Pollak registra varios tipos de silencios en relacin con la experiencia del Holocausto, desde
aquellos de quienes regresan a sus lugares de origen y necesitan integrarse a una sociedad cmplice,
hasta los silencios ligados a situaciones lmite en los campos, mantenidos para evitar culpar a las
vctimas.
156
pero tambin el silencio causado por la muerte y por la magnitud del horror de la propia
experiencia concentracionaria.
Frente al silencio mudo de los desaparecidos, me interesa analizar el silencio que
aparece en las narraciones de aquellos que han podido narrar su experiencia a travs de
testimonios donde tanto las palabras como los silencios se presentan como sumamente
importantes a la hora de transmitir estas experiencias traumticas. En particular, los
testimonios de mujeres sobrevivientes, quienes debido al modo en que han sido
socializadas en tanto mujeres, establecen una relacin particular con el silencio, que les
concede cierta ventaja a la hora de elaborar y hacer hablar ese silencio.
La subordinacin de la mujer, as como la de otros grupos minoritarios, ha estado
marcada desde siempre por la imposicin del silencio, ya que la palabra pertenece a
aquellos que ocupan un lugar de privilegio en las relaciones de poder. Sin embargo, las
mujeres, al igual que otros grupos subalternos, han sabido utilizar los silencios de modo
estratgico a fin de comunicar un mensaje o como medio de resistencia. A travs del uso
de ciertas figuras retricas del lenguaje como la elisin, el apstrofe y la irona, que
reconocen no slo la existencia de aquello que no se dice, sino que lo convierten en el
elemento central del discurso, los testimonios de mujeres apelan a un lector activo,
responsable capaz de leer entrelneas, y de escuchar los silencios. En este sentido, las
mujeres se enfrentan al silencio traumtico como sobrevivientes de la experiencia
dictatorial argentina, e intentan transformar a travs de sus testimonios este silencio mudo
en un silencio elocuente que logre transmitir algo de esa experiencia traumtica.
157
Este captulo parte de la premisa de que existe una relacin ntima entre el silencio
y la experiencia traumtica. Relacin que, a su vez, se enmarca dentro de un sistema
jerrquico y sexuado de relaciones de gnero. De modo que, para las mujeres la dificultad
de articular su experiencia en los centros clandestinos es doble: por un lado, debido a la
naturaleza traumtica de lo que se quiere comunicar, pero tambin debido a que la mujer
ha sido desde siempre silenciada. El silenciamiento hacia la mujer se debe a que sta a lo
largo de los siglos ha ocupado una posicin subordinada con respecto al hombre,
confinada al espacio privado del hogar. Marcia Landy seala en este sentido que:
las mujeres por haber sido segregadas y desprovistas de todo poder, no han
tenido un verdadero acceso al lenguaje ni a ningn otro aspecto de la
sociedad ms all del mbito domstico. Por consiguiente, se han visto
obligadas a reproducir, de una manera u otra, el mito de la mujer silenciosa
(Guerra-Cunningham 32)
Este captulo se propone demostrar de qu forma las mujeres logran transformar el
silencio traumtico en un modo de comunicacin, una estrategia para construir relaciones
a travs de estos. En las memorias traumticas de estas sobrevivientes, el silencio se
presenta como elemento constitutivo del lenguaje, donde las palabras funcionan como un
marco que tiene como centro aquello que no puede ser dicho, pero que puede ser
vislumbrado e incluso compartido.
158
Caruth define el concepto de flashbacks del siguiente modo: The flashback, it seems, provides a
form of recall that survives at the cost of willed memory or of the very continuity of conscious thought.
While the traumatized are called upon to see and to relive the insistent reality of the past, they recover a
past that encounters consciousness only through the very denial of active recollection (152).
159
160
161
para producir ese vaciamiento. Era un largo proceso que duraba das,
semanas, meses hasta lograr la produccin de un nuevo sujeto,
completamente sumiso a los designios del campo. (Calveiro 73)
La sobreviviente Graciela Fainstein en su testimonio expresa este vaciamiento, esta
prdida de identidad, humanidad y voz que la tortura produce: Grito cuando no me
queda nada ms, cuando me he vaciado completamente porque he perdido todo, todo lo
que soy, todo lo que crea ser y me convierto entonces en un pedazo de carne doliente
(94). Paradjicamente, el acto fsico que se implementa para hacer hablar a la vctima,
destruye el habla al reducirlo al lenguaje de los gritos y aullidos. La lgica de los centros
clandestinos era la de destruir todo trazo de humanidad presente en los secuestrados, a
travs de la reduccin de stos a su pura corporalidad. Sin embargo, como sostiene la
sobreviviente Pilar Calveiro, a pesar de la eficiencia de la tecnologa concentracionaria,
casi siempre, en un mismo sujeto, hay una parte que es devastada y otras que resisten
(122). Fainstein cuenta como despus de la tortura perdi toda posibilidad de habla, sin
embargo, la sobreviviente exiliada recupera el habla y con sta su humanidad. De este
modo, la tortura no logra arrasar por completo con su subjetividad, sino que algo queda y
es sobre este algo que la sobreviviente, a travs de su testimonio, recupera sta
experiencia traumtica y la integra a su identidad como sobreviviente. A travs de la
narracin la sobreviviente se conecta con esa experiencia que haba hasta ese momento
permanecido oculta, silenciada, pero que apareca una y otra vez a travs de sntomas. Al
lograr transmitir esta experiencia a otro, a quien se dirige el testimonio, el sobreviviente
logra recuperar su lenguaje y con este su humanidad. Sin embargo, debido a la magnitud
162
de los hechos que busca narrar se hace imprescindible el reconocimiento por parte del
sobreviviente como del lector o escucha de estos testimonios de las limitaciones que el
lenguaje presenta.
Es importante aclarar que mantener silencio durante la tortura, aunque se presenta
como acto de resistencia, no significa necesariamente que el detenido no se haya
quebrado, ni que este sea superior moralmente a aquel que dio informacin.
57
La
163
como gemidos, como un volcn de angustia, como nada que se puede comparar con nada.
Nada que decir nada que acotar. Un dolor agudo como puntada en el espesor de los
msculos, en las entraas, en los huesos. (25)
La sobreviviente habla de un agotamiento de verbos para describir la experiencia
de tortura. La tercera edicin de la Gramtica espaola define al verbo como la parte
variable de la oracin que expresa esencia, estado, accin o pasin, casi siempre con
expresin de tiempo y de persona (44). El agotamiento de verbos remite entonces a la
imposibilidad de captar la experiencia bajo una expresin que existe siempre en relacin
a un tiempo y persona o sujeto definido ya que justamente la tortura quiebra toda
subjetividad como tambin toda nocin de tiempo.
Esta imposibilidad de decir, este silencio mudo deber ser quebrado a fin de que
las sobrevivientes puedan elaborar esta experiencia. La nocin freudiana de elaborar el
trauma apunta a la necesidad de las vctimas de integrar el acontecimiento traumtico a
una narrativa, a una biografa que tenga sentido. La elaboracin de este silencio opresivo,
paradjicamente, pondr al descubierto los mecanismos a travs de los cuales los grupos
oprimidos son silenciados y sometidos. Frente al silencio mudo del trauma, se hace
necesario un relato que deje al descubierto los huecos, los silencios y los olvidos. La
ficcin narrativa o potica se convertir en uno de los mecanismos a travs de los cuales,
las vctimas intentarn elaborar sus experiencias traumticas.
Testimonio subjetivo, ficcin y silencio
Rossana Nofal seala que el problema central del testimonio es la presencia de un
sujeto en primera persona que se debate entre dos tensiones contradictorias: la voluntad
164
58
Me refiero al boom de testimonios escritos por mujeres entre los cuales se pueden sealar: M.
Actis, G. Aldini, L. Gardekis, M. Lewin, E. Tokar, Ese infierno. Conversaciones de cinco mujeres
sobrevivientes de la ESMA , Buenos Aires, Sudamericana, 2001; Noem Ciollaro, Pjaros sin luz.
Testimonios de mujeres de desaparecidos, Buenos Aires, Planeta, 1999; Laura Giussani, Buscada. Lili
Massaferro: de los dorados aos cincuenta a la militancia montonera, Buenos Aires, Norma, 2005;
Adriana Robles, Perejiles. Los otros montoneros, Buenos Aires, Colihue, 2004; Marisa Sadi,
Montoneros. La resistencia despus del final, Buenos Aires, Nuevos Tiempos, 2004; Gabriela Saidon,
La Montonera. Biografa de Norma Arrostito , Buenos Aires, Sudamericana, 2005; Cristina Zuker, El
tren de la victoria, una saga familiar , Buenos Aires, Sudamericana, 2003; Nosotras, presas polticas ,
Buenos Aires, Nuestra Amrica, 2006; La Lopre, Memorias de una presa poltica , Buenos Aires,
Norma. 2006.
165
narrativa se encuentra en una posicin ambivalente, entre la verdad (de los hechos) y la
ficcin en tanto construccin narrativa.
Sin embargo, la ficcionalidad que implica el testimonio no se opone a la
experiencia del sobreviviente, sino que, por el contrario, deja al descubierto la
imposibilidad de representar este tipo de experiencia de modo objetivo. Para poder
aproximarse a ese silencio, producto de una experiencia que dada su naturaleza
traumtica no puede ser incorporada de modo consciente, estas mujeres reconocen a la
ficcin como posibilidad de hacer presente la ausencia y el vaco caractersticos del
trauma. El sobreviviente, Jorge Semprn, en el contexto de los campos de exterminio
nazis dice en este sentido:
Hara falta una ficcin, pero quin se atrever? Lo mejor sera realizar
una pelcula de ficcin hoy mismo, con la realidad de Buchenwald todava
visible [] La muerte todava visible, todava presente. No, un
documental no, ya lo digo bien: una ficcin. (143)
Nofal en su artculo sobre Rodolfo Walsh comenta sobre el modo en que este autor
utiliza la ficcin para exponer la verdad de los hechos. Una verdad que, sin embargo no
puede sino ser subjetiva:
El relato testimonial se incluye en una tradicin que deja de lado la
creencia de que es posible el testimonio objetivo y que este puede
garantizar la verdad en la medida en que es autntico. Esto implica una
transformacin en la idea de verdad, y es aqu en donde se encuentran los
elementos que constituyen la identidad de gnero. (28)
166
De este modo, el relato testimonial se distancia del concepto de verdad utilizado por el
positivismo, que entiende la verdad como adecuacin entre el intelecto y la cosa.
Para el pensamiento positivista que cree en la verdad universal y absoluta, la
verdad es el acuerdo entre la mente del hombre y la realidad exterior a este. Las
polmicas que surgen en relacin a la verdad del testigo y la validez de su testimonio se
deben a esta concepcin de verdad y a la necesidad del cientfico positivista de
entender esta como un hecho emprico, en vez de una verdad subjetiva.59
Nora Strejilevich sostiene que el testimonio debe alejarse del dato objetivo, al cual la
sobreviviente asocia como parte del marco conceptual de la burocracia estatal en el que
los sistemas autoritarios se construyen y sostienen.
Por su parte, el psicoanalista Dori Laub critica el discurso cientfico positivista cuando
describe la polmica que gener entre los historiadores el testimonio de aquella
sobreviviente que afirm haber presenciado la explosin de cuatro chimeneas de los
hornos crematorios durante la rebelin de los prisioneros en Auschwitz, cuando en
realidad slo haba explotado una chimenea. Frente a las objeciones de los historiadores
positivistas quienes ponan en duda la validez de este testimonio Laub responde que:
The woman was testifying [] not to the number of the chimneys blown
up, but to something else more radical, more crucial: the reality of an
unimaginable occurrence. One chimney blown up at Auschwitz was as
59
Tal vez el ejemplo ms famoso de este tipo debates en torno a la verdad y autenticidad testimonial,
lo podamos encontrar en el debate entre el historiador David Stoll y Rigoberta Mench. Para explorar
esta polmica, ver Arias.
167
incredible as four. The number mattered less than the fact of the
occurrence [] The woman testified to an event that broke all compelling
frames of Auschwitz, where Jewish armed revolts just did not happen, and
had no place. She testified to the breakage of a framework. That was
historical truth. (60)
Lo ficcional en este relato, las cuatro chimeneas, representa la exageracin, acaso
necesaria, para poder describir algo cuya naturaleza era casi imposible e inverosmil,
como la posibilidad de una insurreccin en Auschwitz. En este sentido, el testimonio
cuestiona los lmites entre realidad y ficcin, ya que para poder retratar lo real tiene que
valerse de lo ficcional. Desde el psicoanlisis, Laub hace referencia a verdades
subjetivas, as como tambin a los silencios y huecos como partes y manifestaciones de
estas verdades.
El filsofo francs Jean Franois Lyotard se pregunta por el significado de
Auschwitz, cuestionando si Auschwitz es acaso nicamente aquello que podemos
comprender. Para Lyotard, Auschwitz es un signo que desde la lgica del conocimiento
no puede ser comprendido. El silencio que surge de esta imposibilidad de comprensin,
no representa un olvido o ausencia, sino que se presenta como un sentido cargado de algo
que podramos tal vez llamar emocin, un sentido que no puede ser entendido por la
lgica del conocimiento:
The silence that the crime of Auschwitz imposes on the historians is for
everyday people a sign. Signs [] are not referents to which verifiable
significations are attached under the cognitive regime. They indicate that
168
60
El trmino Neue Sachlichkeit surge en Alemania a mediados de los aos veinte para referirse a un
movimiento artstico dentro de la pintura que rompe con la pintura expresionista a travs de una
bsqueda de la objetividad. El trmino se extiende a la arquitectura, la msica, la fotografa y a la
literatura, de Bertoldt Brecht entre otros. Esta nueva objetividad no plantea la reproduccin en s, sino
que trata de hacer visible la esencia de lo que se busca retratar. Este dato necesita documentacin.
169
No haba de donde agarrarse para gritar lo que haba que gritar. Lo intent todo: La
voz potica, el recorte periodstico, el registro oral trascripto, la irona, el humor
negro, la aceleracin del texto mediante cortes bruscos y asociaciones visuales y
lingsticas, la incorporacin de letras tpicas de nuestro acervo cultural-desde
rimas infantiles hasta canciones patrias, pasando por el ineludible tango. Si el libro
cantaba, rumiaba, miraba y ola, entre lneas podran brotar las palabras que no
poda pronunciar. (Strejilevich El arte de no olvidar, 116)
De este modo, Strejilevich subraya el dilema del sobreviviente que se enfrenta a la
imposibilidad de decir e, incapaz de pronunciar lo impronunciable, acude a un sin fin de
estrategias que permitan transmitir algo de esta experiencia incomunicable.
El silencio y el testigo
Con respecto a la construccin de la figura del testigo, crticos como Giorgio Agamben se
han pronunciado sobre la imposibilidad del testimonio, en tanto el verdadero testigo, el
testigo integral, es aquel que no sobrevivi y que por lo tanto no puede hablar. El
sobreviviente es entonces quien habla por ste, por delegacin, en nombre del
desaparecido. Sin embargo, para Agamben el sobreviviente no puede dar testimonio
completo de lo que aconteci porque la experiencia total se encuentra nicamente en el
silencio de quienes ya no pueden contar.
The language of testimony is a language that no longer signifies and that, in not
signifying, advances into what is without language [] To bear witness it is
necessary that this senseless sound be, in turn, the voice of something or someone
170
that, for entirely other reasons, cannot bear witness. It is thus necessary that the
impossibility of bearing witness, the lacuna that constitutes human language,
collapses, giving way to a different impossibility to bearing witnessthat which
does not have a language. (39)
Segn Agamben, el testigo-sobreviviente es siempre un testigo incompleto y su
testimonio es siempre parcial y limitado. Por lo que, todo testimonio es en realidad
testimonio sobre la imposibilidad de dar fe de aquellas experiencias que se colocan fuera
de toda razn y lenguaje. Frente a esta definicin del testimonio como imposibilidad,
Anne Cubili sostiene que:
Testimony is more than a language that no longer signifies. It exists in a
performative relationship of language and action, between the survivor-witness,
the witness of the testimony, and what Jacques Derrida has called the respect for
those others who are no longer or for those others who are not yet there. (3)
Si bien estoy de acuerdo con Agamben sobre la imposibilidad del lenguaje para
representar este tipo de experiencias, coincido con Cubili, en que el testimonio
representa mucho ms que esa imposibilidad, dado a que su condicin fronteriza permite
pensar la historia desde la perspectiva del lmite, del umbral. El testimonio se ubica en el
espacio intermedio, estableciendo relaciones entre entidades que antes estaban separadas
como la que el testimonio establece entre el sobreviviente/testigo, el testigo del
testimonio y aquellos que ya no estn o que todava no han llegado, uniendo de este
modo el pasado con el futuro sobre una base tica. El testimonio construye la
subjetividad tanto del testigo-sobreviviente como la del testigo del testimonio. Dado a
171
172
El testigo-sobreviviente
El testigo del horror no es cualquier testigo, ya que ste debe colocarse en la
posicin de aquel que atestigua sobre algo inenarrable. Para eso que pas no hay
palabras, y no obstante, tiene que haberlas dice Gabriel Gatti en su libro titulado
precisamente Narrrativas posibles para una catstrofe de la identidad (65). Esta frase
resume el dilema central del testigo-sobreviviente. El autor sostiene que frente al quiebre
de sentido que la catstrofe signific se abren dos posibilidades: la primera consiste en
intentar reparar lo quebrado, a travs de la palabra, dndole un sentido. La segunda
supone no intentar restituir, sino explorar esta falta de sentido, integrndola como tal.
Gatti pone como ejemplo de esta segunda modalidad de acercarse al pasado los
archiveros que en vez de buscar rellenar los datos que faltan, los toman como testimonios
de la ausencia de datos. Si bien esta distincin me parece acertada, creo que estas no se
dan de forma pura,, sino que, sobre todo en los testimonios femeninos estudiados aqu,
estas dos posibilidades coexisten en cada uno de estos testimonios. De modo que, si bien
en estos testimonios las sobrevivientes se muestran conscientes de la imposibilidad de
decir, buscan en la articulacin entre lo dicho y lo no dicho, entre la palabra y el silencio,
romper con el silencio total, construyendo un relato que incorpora lo difuso. Este tipo de
testimonio se convierte as en documento de la experiencia traumtica, que dada su
naturaleza, no puede sino estar constituido por interrupciones, huecos y silencios.
Quizs no puedo ser muy objetiva, escribo con el ritmo de mi pasin, de
mi dolor []. Hay inexactitudes, olvidos involuntarios. No puedo hacerlo
de otra manera, se trata de relatar esa historia desde mis vivencias, no
173
174
parlisis, un punto final sobre la cuestin del horror, sino que puedan ser compartidos a
travs de un lenguaje que s pueda hablar el silencio.
Rompiendo el silencio
El silencio se ha constituido como a signifier that traditionally connotes male
domination and female pasivity (Carol Weldt-Basson). Durante la dictadura militar
argentina se buscaba silenciar a las mujeres militantes a travs de la violencia fsica. La
mujer que a partir de los sesenta participaba activamente de la poltica a travs de las
organizaciones revolucionarias, era vista como una amenaza para el sistema patriarcal
sobre el cual se erige la sociedad, convirtindose en una amenaza para el Estado, como
sostenedor de este orden. En este sentido, la violencia sistemtica que ejerce el Estado
sobre estas mujeres en particular responde a la necesidad de los militares de reinstaurar el
orden en que la mujer debe permanecer en silencio.
Cuando las mujeres comenzaron a hablar lo hicieron con cierta vergenza, sobre
todo en relacin con la violencia sexual. Soledad Garca dice en su testimonio para
Memoria Abierta lo que yo ms recuerdo como fuerte, fuerte, fuerte, que deca que no
haba podido hablar y evidentemente no es casual que lo que estoy pasando por alto, es el
tema de la violacin [sic] (Bacci 128). Es este silencio basado en la vergenza de haber
sido violadas el que elaboran a travs de sus testimonios. Romper el silencio en torno a la
violencia sexual implica denunciar las bases sobre las cuales se asienta el patriarcado, a
travs del uso (y abuso) del cuerpo femenino.
175
Silencios subversivos
La posibilidad de quebrar el silencio, de utilizarlo estratgicamente, lo dota de un
potencial subversivo frente al sistema patriarcal. En este sentido se puede pensar en el
silencio como portador de un doble significado. Por un lado, el significado dentro del
orden patriarcal como un silencio opresivo que obliga a la mujer a callar sus
pensamientos, sus deseos y sufrimientos, y, por otro lado, el silencio como estrategia de
resistencia frente al poder opresor. Julia Kristeva, Hlne Cixous y Luce Irigaray, entre
otras integrantes del feminismo francs de los aos setenta, han reivindicado el silencio
como parte de una escritura femenina que transgrede el discurso patriarcal, haciendo
hincapi en los silencios que se esconden detrs o entremedio de las palabras, los cuales
interrumpen el lenguaje patriarcal, presentndose de este modo como silencios
subversivos.
En su anlisis acerca de las distintas estrategias que la mujer utiliza para lograr
agencia, Josefina Ludmer analiza la respuesta de Sor Juana Ins de la Cruz a Sor Filotea
y sugiere que es una forma de poder hablar y resistir desde una posicin de subordinacin
y marginalidad. Ludmer ve en el uso del silencio que hace Sor Juana, al cual como mujer
es reducida, una de las tretas del dbil, un espacio de resistencia ante el poder opresor:
La escritura de Sor Juana es una vasta mquina transformadora que trabaja
con pocos elementos [] saber, decir, no. Modulando y cambiando de
lugar cada uno de ellos en un arte de la variacin permanente, conjugando
los verbos y transfiriendo la negacin [] Decir que no se sabe, no saber
176
decir, no decir que se sabe, saber sobre no decir: esta serie liga los sectores
aparentemente diversos del texto. (48)
De este modo, Sor Juana, desde su posicin marginal como mujer, convierte el silencio
en palabra.
De modo similar, Doris Sommer en su anlisis del testimonio de Rigoberta
Mench analiza los silencios presentes en su narrativa. Para Sommer estos silencios son
protestas estratgicas en la medida en que a travs de estas Mench logra comunicar la
imposibilidad por parte del lector de poder acceder por completo a su conocimiento. La
activista ganadora del Premio Nobel, hace visibles estos silencios, para dejar en claro
que hay verdades, secretos en su testimonio que no pueden ser contados y que el lector
debe romper con la ilusin de que la experiencia del horror que le es comunicada puede
ser comprendida en su totalidad. Segn Sommer, Mench nos advierte que We could
never know them as she does, because we would inevitably force her secrets into our
framework (246). De este modo, el silencio se convierte en una estrategia por medio de
la cual Mench le niega al lector la posibilidad de identificacin y de fcil empata. El
lector se encuentra en otra posicin, que no es la posicin subalterna, y es desde esta
posicin que es interpelado por Mench. En este sentido, a travs de este silencio
deliberado, Mench establece una relacin con el otro (el lector) basada en el
reconocimiento de la diferencia.
Muchos de los silencios presentes en estos testimonios permiten establecer una
distancia entre la experiencia del sobreviviente y la del oyente o lector, que no es invitado
a identificarse con la vctima, sino que es interpelado como un otro con quien se busca
177
establecer un dilogo acerca del pasado. Los puntos suspensivos y las pausas en los
momentos en que el testigo narra la experiencia de tortura o violacin escenifican la
dificultad de poner en palabras la experiencia traumtica.
Dominick La Capra advierte que en la representacin del trauma existe el peligro,
de que el segundo testigo, en este caso el lector, se identifique con el testigo-victimasobreviviente y de este modo se evada de su responsabilidad:
This conflation of subject positions may well involve the confusion of
empathy or compassion with identification. Unlike empathy or
compassion, identification assimilates or appropriates the experience of
the other rather than (as in empathy) responding to it affectively while
recognizing the difference or alterity of the other and the distinctiveness of
his or her experience. (65)
Tal vez el ejemplo ms paradigmtico del silencio como transmisor de la experiencia
traumtica sea el que aparece en el texto de la ex-militante, ex-presa poltica Graciela
Loprete conocida como La Lopre, que finaliza su testimonio con una coma, seguida por
una pgina en blanco. Esa coma pertenece a una carta de su compaero que ella
transcribe en su testimonio. El gesto de finalizar su testimonio con una coma indica que
hay mucho ms que decir y, al mismo tiempo nada que decir. Esa coma esta puesta para
evitar el Punto Final.
Los silencios son parte imprescindible del testimonio de Alicia Partnoy en The
Little School. Este testimonio, como muchos otros, articula imgenes (en este caso
dibujos hechos por la madre de la sobreviviente), palabras junto a espacios en blanco que
178
dan cuenta del silencio como parte del lenguaje del horror, pero sobre todo es en el uso y
frecuencia de la figura de la elipsis que el silencio se hace audible. Recordando un poema
que sola cantarle a su hija, Partnoy escribe un fragmento compuesto por oraciones cortas
seguidas por puntos suspensivos que hacen nfasis en lo que falta, en las ausencias:
This little poem soothed you when you cried; you went to sleep listening
to it Ive repeated it for a whole day but I still cant sleep I wont see
you again The electric prod on my genitals Trapped, like the little
frog but we hear him all the time. I told the torturers if they took me to
the meeting place I would point to him; then, when I saw him I didnt do
what Id promised. Afterward, the electric prod again, and the blows,
harder: Where is he? But my childRib-bit rib-bit.Where are you,
my little girl? (93)
La sobreabundancia de elipsis pone en escena el dolor causado por la ausencia de la hija,
de la cual la autora ha sido separada violentamente por los militares durante su cautiverio.
La importancia de escuchar los silencios es indispensable para la feminista
Irigaray. Slo mediante esta forma de escucha se puede establecer un dilogo basado en
el respeto mutuo. En su libro Sharing the World Irigaray sostiene:
It is thanks to silence that the other as other can exist or be, and the two be
maintained. Relations between two different subjectivities cannot set up
starting from a shared common meaning, but rather from a silence []
Entering into communication requires the limits, always effective, of a
179
Imaginar el silencio
La presencia del silencio en las narraciones de eventos traumticos no es exclusiva del
lenguaje escrito sino que tambin aparece en el cine, el cual participa activamente en la
construccin de sentidos del pasado. Hayden White sostiene que el anlisis de imgenes
visuales requiere una forma de lectura propia, diferente de la que implica el estudio de
documentos escritos. Para White, la imagen ms que un complemento de la evidencia
verbal, es un discurso independiente que en s mismo se muestra capaz de decirnos cosas
sobre su referente. La eleccin del cine para representar el pasado, en el caso de la
Argentina, responde a una diferencia generacional. Los hijos de los desaparecidos eligen
la imagen visual para construir y recordar el pasado. Al no haber vivido directamente ese
pasado, los jvenes slo pueden construir una historia, y es a travs de materiales
audiovisuales, como el cine y la fotografa, que intentan indagar e imaginar lo no vivido.
Como seala Florencia Larralde Armas, los hijos solo pueden visitar el pasado, ya que
sus propios recuerdos no los llevan all, sus miradas son las de un espectador con anhelo
de ser participante (Larralde Armas, 2012).
180
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182
En Los rubios pasa algo similar, la directora al igual que Lanzmann aparece en el
film ocupando un lugar central y nos hace cmplices y testigos del proceso de filmacin,
de la recoleccin de testimonios de sobrevivientes, de la bsqueda de las casas donde
ellos vivieron, con el fin de mostrar que hay espacios que no pueden ser llenados y que la
historia sobre ese pasado nunca va a ser completa porque para ser completa hara falta el
testimonio de sus padres. En este sentido, ambos directores descartan las imgenes
histricas del pasado.
En Sobre la fotografa Susan Sontag sostena en relacin con las imgenes que:
Sufrir es una cosa; muy otra es convivir con las imgenes fotogrficas del
sufrimiento, que no necesariamente fortifican la conciencia ni la capacidad
de compasin. Tambin pueden corromperlas. Una vez que se han visto
tales imgenes se crea la incitacin a ver ms y ms. Las imgenes
transfiguran. Las imgenes anestesian. (30)
Segn esta cita las imgenes pueden anestesiar al perder un significado que existi en
algn momento pero que ha quedado en el pasado, o cuya repeticin ha borrado el efecto
que en un primer momento tuvieron.
A la vez, estas mismas imgenes que en su repeticin pueden crear apata o
indiferencia en el espectador, pueden tambin crear fascinacin. En este sentido, el cine
sobre la violencia de la dictadura corre el riesgo de convertir a su espectador en voyeur y
de este modo de forma peligrosa para el debate social en torno a la memoria hacer gozar
al espectador en lugar de hacerlo reflexionar sobre los eventos pasados.
183
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a este vaco: No hay modo de desprenderse de los recuerdos, slo los puedo reinventar,
redefinir, releer. Pero ah estarn, confirmando la ausencia para siempre (Carri 10).
La directora dedica una parte del film a leer en voz alta y a burlarse, junto al
grupo de jvenes con quienes hace la pelcula, de la carta que el instituto de
cinematografa argentina (INCA) le escribe negndole fondos para su pelcula, por
carecer, segn stos, de rigurosidad documental, pidindole que se enfoque ms en la
re-coleccin de testimonios de los compaeros de militancia de sus padres y menos en
documentar el proceso de filmacin en s, sin entender que en realidad es el proceso de
filmacin en s la verdadera metfora de lo que Carri quiere filmar.
Carri y el grupo de jvenes se niegan a construir un tipo de representacin
rigurosa y solemne. De hecho, a pesar de que la visin documental y testimonial domina
la mayor parte de la pelcula, al final se ponen pelucas rubias y salen a caminar por el
campo. Este final se podra leer como una apropiacin por parte de la generacin
siguiente de la reconstruccin del pasado. La imagen final de los jvenes con pelucas
rubias caminando por el campo, se presenta como la posibilidad de continuar, de
adentrarse en el silencio, sin que esto represente un punto final, sino un comienzo.
Elaborar esos silencios, integrarlos en vez de cubrirlos con un anlisis poltico, es lo
que busca Carri en este film. La eleccin de construir la memoria a travs de imgenes,
en vez de testimonios escritos, como sostiene Ana Amado, se debe a que los hijos de
desaparecidos
forman parte de una generacin que en la cultura actual privilegia
expresarse visualmente. Pelculas, fotografa, diseo
185
grfico, pintura,
El oyente tico
En el ya citado caso de la mujer sobreviviente que atestigu haber visto cuatro chimeneas
explotar en Auschwitz, Laub enfatiza que el silencio que la mujer guarda sobre su
participacin como miembro de uno de los Sonderkommandos dedicado a recolectar los
objetos de las personas asesinadas en la cmara de gas, es clave para entender su
testimonio. Laub critica a los historiadores que en su bsqueda por la verdad emprica no
logran escuchar realmente al sobreviviente: The historians could not hear, I thought, the
way in which her silence was itself part of her testimony, an essential part of the
186
historical truth she was precisely bearing witness to (62). Laub plantea la importancia de
una escucha activa, que no busque reconocer y legitimar lo que ya sabe, sino que escuche
desde la posicin del no-saber, de escuchar algo por primera vez. Sin la presencia de un
oyente que presta su odo para compartir el silencio del sobreviviente, el testimonio no
puede existir. La labor tica de un oyente frente al relato de una experiencia traumtica
implica escuchar lo que se dice y lo que se calla, y por sobre todo respetar al testigo en
sus silencios.
He or she must listen and hear the silence, speaking mutely both in silence
and in speech, both from behind and from within the speech. He or she
must recognize, acknowledge and address that silence, even if this simply
means respect- and knowing how to wait. The listener to trauma needs to
know all this, so as to be a guide and an explorer, a companion in a
journey onto an uncharted land, a journey the survivor cannot traverse or
return from alone. (Laub 58-59)
Escuchar los silencios, se convierte en la responsabilidad del lector del texto del
sobreviviente. En este sentido, el silencio presente en estos testimonios no remite a la
palabra que falta sino a lo que le falta a la palabra. Poniendo de manifiesto las
dificultades del lenguaje para describir el horror, en tanto, la experiencia del horror slo
puede ser dicha a travs de la palabra que incluya el silencio de aquello que no puede ser
dicho.
La editora y entrevistadora de Mujeres guerrilleras (Marta Diana), como receptora
de los relatos traumticos, decide en vez de borrar estos silencios, hacerlos presentes. De
187
hecho, los silencios en los testimonios que esta autora recolecta se presentan como claves
para transmitir el horror. Haciendo referencia a las grabaciones que reciba y transcriba
de una de las sobrevivientes que dan testimonio en su texto Diana cuenta:
Aqu hubo un largo silencio y pens por un momento que terminaba ah.
Avanc la cinta. No terminaba, ella se haba quedado callada. Cuando
sigui, la voz tena una entonacin extraa. Recuerdo que experiment una
tensin insoportable a medida que escuchaba las palabras lentas y
cortadas por pausas. (50 el subrayado es mo)
Diana como oyente y destinataria de estos relatos, se ve obligada a hacernos testigos de
su experiencia como testigo del trauma. La autora enfatiza que es en esas pausas, en
esa voz quebrada, que el trauma se hace presente como tensin insoportable. De este
modo Diana nos permite concluir que si el trauma es transmisible lo es en sus pausas, en
sus silencios. Pues, la experiencia traumtica se aloja en esa laguna que permanece
inaccesible, y por lo tanto se muestra impronunciable, pero de la cual somos testigos, al
presenciar, primero la prdida y despus la vuelta al lenguaje.
Todo testimonio del horror debe leerse o escucharse teniendo en cuenta la estrecha
relacin que existe entre lo que se dice y lo que no se dice pero se hace presente por
omisin. El rol de escucha es fundamental y necesario para que el testigo rompa el
silencio mudo y se sumerja en una bsqueda por construir un lenguaje que lo rodee, lo
elabore e incorpore partes del mismo a fin de compartir este silencio con un interlocutor
que no se muestre dudoso frente a la experiencia dolorosa del otro, sino que acepte su
verdad subjetiva. El testimonio como proceso a travs del cual se intenta enfrentar y
188
elaborar las prdidas, precisa de un otro que preste una escucha activa, con capacidad de
interrogar el relato, pero tambin con capacidad de sentir compasin. Jelin sostiene que
es preferible, ms que una escucha interna que se dara dentro de una misma
comunidad, lo cual ms que un dilogo se presentara como una repeticin ritualizada, la
presencia de un oyente que se manifieste como un otro para que de este modo se genere
una alteridad en dilogo en vez de una identificacin (85).
Elaborar el silencio
La dificultad de representar lo inenarrable, no debe llevar a la mudez que sentimos ante lo
sublime, sino al trabajo continuo con aquello que lo enmarca y hace presente como
ausencia, como silencio. Jelin se refiere a la memoria como un trabajo, en el sentido de
algo que est en continua transformacin, de modo similar, el silencio tambin debe ser
trabajado para que se convierta en un silencio activo y elocuente. Trabajar el silencio
implica reconocer los huecos y lagunas que se presentan en la memoria y que dan
testimonio de que algo aconteci.
En su ensayo potico Lenguaje e imgenes balbuceantes, Sandra Lorenzano
hace el intento de conectar imgenes de la guerra y el horror con palabras de
sobrevivencia, palabras derrotadas, palabras de ceniza, palabras para salvarnos []
palabras porque no hay certezas (78). Su bsqueda por nombrar el horror la lleva a
reflexionar y a darle un lugar privilegiado al silencio:
Tambin el silencio es imagen del horror. El silencio del desierto sin
dioses. El silencio del bosque de Buchenwald del que han huido todos los
189
pjaros. El silencio de las tumbas de humo y aire. El silencio del que sabe
que no hay testimonio posible. (78)
Es en esa voluntad, en ese intento de encontrar un lenguaje capaz de hacer hablar el
silencio, que los testimonios de mujeres trazan nuevos espacios y voces que rodean y
reflejan algo de la forma de la verdad de esa experiencia. Elaborar el silencio implica
reconocer la imposibilidad e, incluso, la inutilidad de alcanzar una verdad total. Frente a
esta imposibilidad se hace necesario pensar en otras maneras, otros acercamientos a ese
pasado. Slo cuando el silencio mudo del trauma es elaborado y compartido como
ausencia es que ste se convierte en otro tipo de silencio que se reconoce como tal, y que
por lo tanto no permanece callado.
Ramus, sobreviente y autora de Sueos sobrevivientes de una montonera a pesar
de la ESMA en su testimonio trabaja el silencio traumtico, con el fin de convertirlo en un
silencio con el que ella puede convivir y al que puede rodear y contemplar sin miedo:
[] porque s que siempre se est solo y es bueno no necesitar a los
dems para tapar el silencio, poder estar conmigo a solas y no
entristecerme [] Ahora que al fin he podido reconciliarme conmigo la
perspectiva es diferente. No s cmo llegu a este momento, los recuerdos
del pasado son de mucho sufrimiento, cuando veo mi diario veo cunto
(sin acento sic) me cost llegar a sentir esto. (69-70)
Poder estar sola y en silencio para esta sobreviviente significa coexistir y aceptar
el silencio de la experiencia traumtica. Quiere decir haber recuperado los fragmentos de
esa identidad daada, no para reconstruir esa subjetividad, ahora hecha aicos, sino para
190
crear una nueva identidad que se reconozca rota, quebrada, estallada en mil
pedazos pero sin embargo, y sorprendentemente, entera tambin.
La ruptura total del narcisismo, la necesaria aceptacin de esa imagen rota
quebrada estallada en mil pedazos y sin embargo entera porque ya no me
avergenza, es ms, la respeto. Por todo lo que sufri, por todo lo que puso
para resistir y vencer a la muerte [] (Ramus 67)
Aceptar la imagen rota supone reconciliarse con los fragmentos, dejar la
vergenza de lado y reclamar una identidad entera, hecha de sufrimientos pero tambin
de resistencias. Si la vergenza acta como una forma de silenciamiento paralizante, no
avergonzarse quiere decir recuperar esos silencios, trabajarlos, en el sentido de
agregarles valor, a fin de transformar tanto la identidad de la vctima como la de la
sociedad. De ah la importancia del testimonio y de la recuperacin de la voz del
sobreviviente como testigo de su propia experiencia, una voz que sin embargo, nace del
silencio y ensea al receptor y al propio sobreviviente en su transformacin en testigo, a
convivir con este silencio, a no tener que callarlo o taparlo.
Al articular estos testimonios imposibles, inaccesibles en su totalidad, las
sobrevivientes abren la posibilidad de compartir el silencio, posibilidad que slo existe
cuando ese otro est dispuesto a escuchar tanto lo que el sobreviviente dice, como lo que
no puede decir, o slo se puede decir a medias.
-Te dieron mucho?- me pregunt dubitativa, con cierto pudor.
No, muy poco. Creo que ni siquiera con la mquina, como explic el
celador, sino solamente con el cable. Es terrible pensar que puede ser
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Algunos ejemplos de estos testimonios masculinos donde predomina una voluntad de construir una
narrativa homognea y sin interrupciones se encuentran en los siguientes textos: Eduardo Anguita y
Martn Caparrs, La Voluntad , Buenos Aires, Norma, 1997; Roberto C. Perda, La otra historia.
Testimonio de un jefe montonero , Fuerte General Roca, Editorial Agora, 1997; Ernesto Jauretche y
Gregorio Levenson, Historia de la Argentina revolucionaria , Buenos Aires, Ediciones del Pensamiento
Nacional, 1998; Gonzalo Chaves y Jorge Lewinger, Los del 73. Memoria montonera , La Plata,
Editorial de la Campana, 1999; Juan Gasparini, Montoneros, final de cuentas , Buenos Aires, Puntosur,
1988. Junto a los ya mencionados testimonios de Jacobo Timerman y Miguel Bonasso, as como los
testimonios recopilados en el Nunca ms en tanto testimonios que se centrar en los datos objetivos
dejando de lado la reconstruccin de la identidad individual.
193
ciertos huecos que no pueden y, de hecho no deben, ser tapados. En el caso de las
memorias traumticas de mujeres sobrevivientes de la dictadura argentina, el silencio se
presenta como elemento constitutivo del lenguaje, donde las palabras funcionan como un
marco que tiene como centro aquello que no puede ser dicho, pero que puede ser
vislumbrado y, como en los ejemplos citados, compartido con un oyente emptico.
194
La foto que reproduzco aqu a modo de conclusin es de una de las esculturas que
forman parte del Parque de la Memoria construido en homenaje a los detenidosdesaparecidos en el 2007. La estructura geomtrica, quebrada e incompleta de la obra del
artista plstico William Tucker llamada tal vez irnicamente Victoria, alude a las vidas
truncadas de los desaparecidos y a la imposibilidad de cerrar la historia del pasado
reciente dictatorial. Este monumento sirve como metfora de este trabajo, el cual al igual
que la escultura, pone en evidencia, a travs del anlisis de testimonios femeninos de
mujeres, la imposibilidad de cualquier intento de cerrar el pasado. El objetivo de este
trabajo no fue el de aportar un estudio exhaustivo y completo, sino presentarse como un
ejercicio de la memoria, una exploracin que, lejos de buscar concluir, busca abrir el
195
debate sobre las memorias del pasado reciente a nuevas reflexiones e interpretaciones a
fin de generar nuevos debates e interrogantes.
Tanto los testimonios escritos, las imgenes cinematogrficas como las esculturas
sobre la memoria analizadas en este trabajo son aproximaciones hacia aquello que no se
puede nombrar, pero que se debe rodear, a fin de llegar a algn tipo de comprensin de
estos fenmenos traumticos que afectaron a la sociedad a nivel individual y colectivo.
Los testimonios escritos, las imgenes y esculturas no estn en competencia sino que son
lenguajes distintos a travs de los cuales se hace posible reflexionar sobre el pasado
impidiendo de este modo el olvido. 62
As como el pasado permanece abierto y en continua construccin tambin el
testimonio como gnero literario, como vimos en este trabajo, no se presenta como un
corpus cerrado, sino como un campo en construccin sujeto a reinventarse y a tomar
nuevas formas y significados. Si su funcin en un primer momento, como exploramos,
fue la de denuncia, en una segunda etapa, los testimonios se acercan a una escritura que
busca nuevas estrategias para representar la experiencia del horror sufrida durante la
dictadura. Guiados por un lenguaje que busca por un lado la cura psicolgica a travs de
una narracin que tiene como objetivo fundamental integrar el episodio traumtico, estos
relatos no se limitan slo a la elaboracin del trauma y la construccin de una nueva
62
De hecho, uno de los testimonios estudiados en este trabajo, The Little School, de Alicia Partnoy
incluye dibujos, imgenes no como complemento, sino como formas adicionales a travs de las cuales
practicar la memoria.
196
muestren conscientes y crticas del lugar que ocup y que ocupa la mujer en la sociedad.
Ese infierno, Putas y guerrilleras, La Lopre, por nombrar
testimonios femeninos, en su gran mayora producidos por mujeres, dan cuenta de las
nuevas cuestiones que los testimonios abarcan. Estos nuevos testimonios se enfocan en la
violencia de gnero en los centros clandestinos, cuyo silenciamiento perpeta y legitima
este tipo de violencia en el presente. El acto de quebrar este silencio los convierte en
testimonios femeninos, desestructurantes y subversivos. Las narrativas femeninas
cuestionan el discurso hegemnico patriarcal que impone el silenciamiento y la censura
del cuerpo femenino, tanto en su capacidad de goce como de lugar donde se inscribe la
violencia.
Las producciones testimoniales femeninas presentan caractersticas diferentes de
los testimonios masculinos, en tanto optan por el recuento y la exploracin subjetiva en
197
198
Sobre este aspecto Pilar Calveiro destaca que en los campos se evitaba toda mencin a la humanidad
del prisionero. Por lo general, no se hablaba de personas, gente, hombres, sino de bultos, paquetes, a lo
sumo subversivos, que se arrojan, se van para arriba, se quiebran (42). El uso de este lenguaje sustituto
demuestra para Calveiro, por un lado la deshumanizacin de las vctimas, pero tambin cumple con el
objetivo tranquilizador que inocentiza las acciones ms penadas por el cdigo moral de la sociedad
como matar y torturar (42).
199
vctima a testigo, lo que le permite, a la vctima, existir como ente, a travs del
reconocimiento de su subjetividad y saber. Kelly Oliver afirma en este sentido que
witnessing enables the subject to reconstitute the experience of objectification in ways
that allow her to reinsert subjectivity into a situation designed to destroy it (mi nfasis
98).
Oliver usa el pronombre femenino, en mi opinin, para apuntar a que la posicin de
testigo no debe borrar la marca genrica, sin embargo, el testigo en su definicin
tradicional asociada al mbito jurdico (del cual la mujer permaneci excluida por mucho
tiempo) se presenta como masculino, de hecho no existe la forma femenina de esta
palabra en el espaol. El testigo es masculino en tanto se refiere a la condicin humana
sin distinciones genricas. Esto explica porque tuvieron que pasar ms de tres dcadas
para que se est empezando a tener en cuenta la violencia especfica de gnero dentro de
los centros clandestinos.
De este modo, cuando las mujeres son invitadas a dar testimonio, a convertirse en
testigos a travs de sus testimonios jurdicos, esta invitacin a construir y reconocer su
subjetividad, sin embargo, mutila una parte importante de la identidad y experiencia de
estas mujeres como tales, al negar las instancias que tienen que ver con la violencia de
gnero. El paso de desaparecido a testigo, dentro del marco jurdico del Estado patriarcal,
si bien supone un reconocimiento por parte del Estado hacia la mujer sobreviviente como
sujeto, al no reconocer su identidad de gnero, esta re-humanizacin se torna incompleta,
parcial. Las sobrevivientes hacen hincapi a travs de sus testimonios personales en la
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202
mujeres plantean la posibilidad de abordar los silencios a travs de un dilogo que los
ponga en escena como tales.
Si la experiencia en los centros clandestinos estuvo fuertemente marcada por
concepciones de gnero dominantes, las relaciones de gnero deben necesariamente
formar parte de los debates por la memoria y la democracia. El borramiento u olvido de
stas hace que se perpete y repita en el presente la opresin, junto al encubrimiento de la
memoria, del que las mujeres fueron vctimas. En este sentido coincido con Forcinito en
que el uso del gnero como categora de anlisis:
[Es] un ejercicio de memoria en tanto supone construir una historia de las
articulaciones de lo femenino y lo masculino para poder pensar en el
desmantelamiento de las articulaciones usadas para subordinar la variante
cultural femenina. (22)
Analizar la violencia dictatorial desde una perspectiva de gnero implica construir una
memoria que ponga en escena los mecanismos de poder patriarcal en los cuales se
inscribe toda violencia. En este sentido, mi eleccin de analizar las cuestiones de gnero
en las construcciones de la memoria en la produccin testimonial de mujeres responde
precisamente a que considero que pensar la memoria a partir del gnero implica dotarla
de nuevos sentidos, abriendo el debate sobre la memoria a nuevos y enriquecedores
puntos de vista. A la vez, esta eleccin se debe a que considero que el testimonio se
presenta como un lugar privilegiado para la constitucin de subjetividades femeninas
alternativas que se alejen de la feminidad tradicional propuesta dentro del patriarcado.
203
Forcinito resalta el potencial subversivo del testimonio, al afirmar que este pone
en juego una memoria no registrada (y probablemente no registrable) que apunta a la
constitucin de identidades colectivas y que exploran las posibles formas de solidaridad
entre mujeres y sobre todo, de su participacin como agentes de procesos de
transformacin social (233). El testimonio permite a las mujeres crear identidades y
memorias alternativas, las cuales participan en las luchas por las memorias en la esfera
pblica, impidiendo el monopolio de una sola memoria. Al mismo tiempo el ingreso de la
mujer a travs del testimonio a la esfera pblica, permite a sta construir nuevas
subjetividades y memorias femeninas que actan desestabilizando nociones rgidas de
identidad y de conocimiento.
Las mujeres slo podrn crear nuevas subjetividades a travs de la posibilidad de
dar testimonio de las vejaciones sufridas ante una sociedad que est dispuesta a
escucharlas, sin juzgarlas, respetando sus silencios. Las violencias sufridas durante la
dictadura no deben quedar calladas, sino que deben ser transmitidas, para de este modo
dejar al descubierto los mecanismos de opresin y violencia en los que todo sistema
patriarcal se sostiene. La experiencia traumtica debe ser comunicada, por un lado, para
que de este modo se haga justicia, pero tambin para que las vctimas puedan construir
nuevas subjetividades a travs de la elaboracin de los silencios. Se trata de trabajar el
silencio a fin de convertirlo no en un punto final, sino en un disparador de lenguajes y
sensaciones que intenten acercarnos y hacernos testigos de estas experiencias del horror
cuyos daos siguen operando en el presente.
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Las narrativas testimoniales estudiadas en este trabajo dan cuenta de este conflicto,
conflicto que aqueja a todo sobreviviente del horror, en tanto debe dar cuenta de una
experiencia, cuya magnitud, la vuelve indecible. Beatriz Sarlo se pregunta si la
experiencia es fragmentaria cmo reconstruirla? La verdad es fragmentaria cmo
rodearla, acercrsele, tomarla de sorpresa, examinar cada uno de sus lados? (Sarlo 4).
Las mujeres en sus testimonios no pretenden abarcarlo todo, sino que son conscientes de
que la experiencia slo puede ser rodeada y elaborada de forma limitada. De este modo
los testimonios no niegan sino que afirman su incompletud, renegando a travs de este
gesto de todo autoritarismo basado en verdades absolutas y nicas. Conscientes de las
limitaciones del lenguaje y la memoria para decir el horror, estas mujeres elaboran
memorias y subjetividades hechas de fragmentos, grietas y silencios, que se presentan en
perpetua construccin negndose, de este modo, a cerrar el pasado.
La imagen del espiral sirve para pensar de que manera estas mujeres construyen
historia, en qu tipo de tiempo establecen sus relatos. No se trata de un tiempo lineal en
donde sea posible distinguir un pasado, un presente y un futuro; y que se supone sucede
en perpetua progresin como pretende el tiempo lineal del progreso en la lnea histrica
neoliberal. Tampoco puede hablarse de un tiempo circular en el que habita el eterno
retorno de lo mismo, tiempo en el que el trauma se repite una y otra vez sin darle al sujeto
la posibilidad de elaborarlo. El tiempo en el que estas narrativas transcurren es el tiempo
espiralado que da vuelta sobre s mismo pero que en cada nueva vuelta, permite la
posibilidad de un pequesimo e nfimo cambio, y una nueva mirada. Las memorias de
mujeres entonces en su andar espiralado permiten construir una nueva historia e
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implementar nuevos conocimientos para lograr un cambio que deber seguir las pautas de
esa espiral.
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