La Sucesion Presidencial en 1910, Francisco I. Madero
La Sucesion Presidencial en 1910, Francisco I. Madero
La Sucesion Presidencial en 1910, Francisco I. Madero
consejeros electorales
secretario ejecutivo
director general
comit editorial
prlogo
MXICO, 2012
SERIE
SERIE
PENSAMIENTO
PENSAMIENTO
DEMOCRTICO
DEMOCRTICO
EN MXICO
EN MXICO
Este libro se produjo para la difusin de los valores democrticos, la cultura cvica
y la participacin ciudadana; su distribucin es gratuita, queda prohibida su venta.
SERIE
PENSAMIENTO
DEMOCRTICO
EN MXICO
presentacin
ndice
Prlogo...................................................................................
xv
Dedicatoria........................................................................... 31
Mviles que me han guiado
para escribir este libro......................................................... 35
I. El militarismo en Mxico............................................. 55
El militarismo en Mxico.................................................... 57
Dominacin espaola.......................................................... 57
Guerra de Independencia................................................... 62
Batalla del puente de Caldern........................................... 63
Morelos................................................................................ 64
Guerra de guerrillas
Su influencia en el carcter de nuestros libertadores................... 67
Principales causas de las revoluciones
El militarismo despus de la Guerra de Independencia.............. 69
Trabajos democrticos del elemento civil........................... 70
Reflexiones sobre militarismo y democracia....................... 71
Santa Anna.......................................................................... 75
Lo que debemos entender por militarismo......................... 77
Dictadura de Santa Anna.................................................... 79
Revolucin de Ayutla.......................................................... 79
Congreso Constituyente...................................................... 81
Presidencia de Comonfort................................................... 82
Golpe de Estado.................................................................. 83
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Conclusiones.................................................................
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Prlogo
El espritu y la idea
bordar la figura emblemtica de Francisco I. Madero significa reconocer su papel insustituible para el desarrollo de
la pica revolucionaria abierta en 1910, la deposicin del rgimen dictatorial porfirista, pero sobre todo, los esfuerzos dirigidos hacia la restauracin efectiva de las bases de un esquema de
gobierno democrtico apegado a la constitucin liberal de 1857,
poca ponderada por el propio Madero y la mayora de la literatura pre-revolucionaria como ejemplar y nica en el ejercicio
cabal de la democracia durante el siglo xix mexicano, dado el
equilibro eficaz de los contrapesos y lmites al poder ejecutivo
que operaron durante el breve espacio de la Reforma y la Repblica restaurada.
Tambin implica analizar, desde su origen, todo un programa poltico que se ver limitado no solo por la impericia que
se le ha atribuido al propio Madero como el signo ms preeminente de su breve mandato presidencial, sino porque como l
mismo lo pronostic en este libro, un pueblo que no pudiera ser
dirigido por un grupo de autnticos patriotas civiles con determinacin y capaces de sobreponerse a la costumbre y falsas
Prlogo
XVII
Cabe recordar que la primera edicin fue impresa localmente en diciembre de 1908 con el subttulo original de El Partido Nacional Democrtico, y comenz a distribuirse en los primeros das del
ao siguiente. Sin embargo, la velocidad de los acontecimientos hara que Madero emprendiera una
segunda edicin, misma que incluy un apndice, correcciones menores, refutaciones a sus crticos
y el cambio de la denominacin de su movimiento al de Partido Antirreeleccionista, con lo cual se
afinaron sus bases programticas, pero sobre todo el liderazgo de Madero como la principal figura
oposicionista capaz de enfrentarse a Daz en los comicios presidenciales de 1910. La obra tuvo una
tercera edicin en vida de Madero fechada en 1911, ya bajo el sello de la prestigiada editorial de la
Viuda de Ch. Bouret. Para realizar el presente anlisis se cotejaron las dos versiones del libro.
XVIII
Prlogo
XIX
XX
Prlogo
XXI
XXII
Prlogo
XXIII
cambio de rgimen, a partir de que Daz cediera la vicepresidencia, algunas gubernaturas y posiciones dentro del Congreso.
Madero postula que un avance de este tipo facilitara promover
ajustes a la propia constitucin a efecto de proscribir la reeleccin en los cargos electivos y a la vez alentar la presencia de un
autntico sistema de partidos basado en el sufragio libre.
Madero tena as la audacia de colocar como la base de su
propuesta poltico-electoral el ideario original que sustent a la
de Daz con sus revoluciones de La Noria y Tuxtepec: sufragio
efectivo, no reeleccin, cuyos documentos son incorporados y
analizados de manera ntegra dentro de la obra.
A diferencia de las ideas enarboladas por Justo Sierra y otros
pensadores del establishment de la poca como Andrs Molina
Enrquez, Francisco Bulnes o Ricardo Garca Granados, quienes se atrevieron a sugerirle a Daz en pblico y en privado la
posibilidad de crear un partido gubernamental, y as dar paso a
una sucesin ordenada desde el poder, Madero piensa en un partido poltico surgido desde la sociedad.
La organizacin del pnd-pa deba ser contraria a las dinmicas centralistas y de control mostrados por el reyismo y los
partidarios cientficos. Madero piensa entonces en una estructura claramente federada y construida de abajo hacia arriba, a
partir de los comits o clubes municipales, para luego pasar a estructuras de alcance estatal y de ah finalmente a una direccin
nacional; a la vez de que el partido contase con una plataforma
no muy extensa, a efecto de lograr la mxima coincidencia inicial entre los militantes de que la lucha promovida deba estar
colocada en la no reeleccin, la democracia y la conquista de
las libertades.
En este sentido, Madero despliega algn elemento asociado
con la idea de que Mxico pudiera acercarse, en la medida que
el sistema de partidos fuera vigente, a una estructura institucional de gobierno parlamentario que tuviera los contrapesos
XXIV
legales suficientes para evitar la permanencia del poder absoluto. La idea maderista tendra algunos adeptos que la revivirn
en el Constituyente de 1916-1917, e incluso ha pervivido hasta
nuestros das para limitar al presidencialismo y el sistema de partido hegemnico surgidos de la propia revolucin, si bien tuvo
como producto positivo la eliminacin del militarismo poltico
y el paso a una institucionalizacin del poder en manos civiles.
La saga democrtica contina
La sucesin presidencial en 1910 puede verse como una notable
investigacin por cuanto al uso de instrumentos como la comparacin de corte histrico, la construccin de conceptos base
y la diseccin de la problemtica en sus elementos configurativos internos y externos, a la par que intenta proponer cursos de accin relativos a poner remedio a dicha problemtica.
Esto sin duda, hace que su libro sea algo ms que una simple
efemride.3
La historia posterior del texto y el propio Madero es consabida:
anim como ningn otro actor a una oposicin hasta ese entonces
desarticulada y dio pauta precisamente a la formacin del Partido Antirreeleccionista en 1910. No hubo negociacin posible con
Daz, dando paso a una campaa electoral pica en la cual por vez
primera se vio el esfuerzo de un candidato que no solo gan la
convencin interna de su organizacin, sino que se dio a la tarea
de hacer una autntica gira proselitista, recorriendo al pas e
invitando a la poblacin al ejercicio libre de su voto.
3
Ross (1977: 68), Cumberland (1981: 68-69), Garcadiego (2010: 21-22), Valads (1992:
392) o Crdova (1981: 98) poseen una visin ms crtica sobre la calidad y solidez de los
contenidos del libro, si bien ello no reduce ni la oportunidad, la valenta, ni mucho menos
el impacto posterior del mismo. Al respecto discrepa Taracena (1985: 68-69) quien se coloca
como defensor de los mritos analticos del trabajo. La asociacin con el espiritismo hecha
por Krauze (1985 y 2010) ofrece otro ngulo valioso de acercamiento a los mritos y motivaciones de la obra.
Prlogo
XXV
XXVI
Solo apenas hace un cuarto de siglo finalmente ha comenzado a construirse ese lento curso de alternancia y competencia
partidista, as como el andamiaje institucional y parlamentario
que precisamente pensaba Madero deban ser las guas para
lograr una transformacin poltica genuina. Paradjicamente,
a poco ms de un siglo de su aparicin, seguimos an en la
expectativa de poder arribar a las condiciones de una participacin ciudadana que tenga en la sucesin presidencial un punto
de certeza y no de controversia, en el marco mismo del cumplimiento de la igualdad ante la ley y el respeto a la voluntad
expresada en las urnas.
En sntesis, la propuesta de Madero de ver la democracia
como hbito que necesita expresarse en prcticas e instituciones
legtimas y asimiladas dentro de cada individuo, sigue siendo
un mensaje de instruccin esencial que nos conduzca hacia una
opinin y un compromiso pblicos sustentados en la capacidad
argumentativa y en la fuerza de las ideas. Sin duda, un legado
inconmensurable.
Vctor Alarcn Olgun
Prlogo
XXVII
Fuentes consultadas
Referencias generales
crdova,
Arnaldo (1981, ed. original, 1973). La ideologa de la Revolucin Mexicana. La formacin del
nuevo rgimen. Mxico: era, 9 ed.
cockcroft,
cumberland,
xxi,
Charles C. (1981, ed. original, 1952). Madero y la Revolucin Mexicana. Mxico: Siglo
2 ed.
garciadiego,
krauze,
____(1987). Francisco I. Madero. Mstico de la libertad. Mxico: fce (Biografa del Poder, n.2).
macgregor,
ross,
Stanley R. (1977, ed. original, 1955). Francisco I. Madero. Apstol de la democracia mexicana.
Mxico: Grijalbo (Biografas Gandesa), 2 ed. actualizada.
taracena,
Alfonso (1985, ed. original, 1969). Francisco I. Madero. Biografa. Mxico: Editorial
Porra (Col. Sepan Cuntos, n.232), 4 ed. actualizada.
valads,
Jos C. (1992, ed. original, 1960). Imagen y realidad de Francisco I. Madero, en Obras.
Mxico: Siglo xxi (prlogo a la edicin de Ernesto de la Torre Villar).
XXVIII
inehrm-Secretara
Prlogo
XXIX
Dedicatoria
Dedicatoria
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A estos valientes paladines, la patria sabr premiar sus servicios; pero entre tanto, sepan que sus esfuerzos no han sido estriles, que la semilla que pusieron en el surco y con perseverante
celo han protegido contra el vendaval, ha germinado ya, y que
el rbol de la libertad crece lozano y vigoroso, para muy pronto
protegernos con su sombra bienhechora.
Por ltimo, dedico este libro a todos los mexicanos en quienes no haya muerto la nocin de patria y que noblemente enlazan esta idea con la de libertad, y de abnegacin; a esa plyade
de valientes defensores que nunca han faltado a la nacin en
sus das de peligro y que ahora permanecen ocultos por su modestia, esperando el momento de la lucha en que asombrarn
al mundo con su vigorosa y enrgica actitud; a esos valientes
paladines de la libertad que ansiosos aguardan el momento de
la lucha; a esos estoicos ciudadanos que muy pronto se revelarn
al mundo por su entereza y energa; a todos aquellos que sientan
vibrar alguna de las fibras de su alma al leer este libro, en el cual
me esforzar por hablar el lenguaje de la patria.
El Autor
Mviles que me han guiado para
escribir este libro
Antes de dar principio al trabajo que tengo la satisfaccin de
presentar al pblico, precisa que diga unas cuantas palabras sobre los mviles que me han guiado al publicarlo.
Empezar por exponer la evolucin que han sufrido mis ideas
a medida que se han desarrollado los acontecimientos derivados
del actual rgimen poltico de la repblica, y en seguida tratar
de estudiar con el mayor detenimiento posible, las consecuencias de este rgimen, tan funesto para nuestras instituciones.
Dedicatoria
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La primera esperanza la perd cuando se instituy la vicepresidencia en la repblica, pues comprend que aun desapareciendo el general Daz, no se verificara ningn cambio, pues su
sucesor sera nombrado por l mismo, indudablemente entre sus
mejores amigos, que tendrn que ser los que ms simpaticen con
su rgimen de gobierno. Sin embargo, la convocatoria para una
convencin por el partido que se llam en aquellos das Nacionalista, haca esperar que, por lo menos, el candidato a la vicepresidencia, sera nombrado por esa convencin. No fue as, y la
convocatoria result una farsa, porque despus de haber permitido a los delegados que hablaran de sus candidatos con relativa
libertad, se les impuso la candidatura oficial del seor Ramn
Corral, completamente impopular en aquella asamblea, la cual
fue recibida con ceceos, silbidos y sarcasmos.
Entonces comprend que no debamos ya esperar ningn
cambio al desaparecer el general Daz, puesto que su sucesor,
impuesto por l a la repblica, seguira su misma poltica, lo
cual acarreara grandes males para la patria, pues si el pueblo
doblaba la cerviz, habra sacrificado para siempre sus ms caros
derechos; o bien, se erguira enrgico y valeroso, en cuyo caso
tendra que recurrir a la fuerza para reconquistar sus derechos
y volvera a ensangrentar nuestro suelo patrio la guerra civil con
todos sus horrores y funestas consecuencias.
En cuanto al prohombre que iniciara algn movimiento regenerador, no ha parecido y hay que perder las esperanzas de
que parezca, pues en ms de treinta aos de rgimen absoluto,
no se han podido dar a conocer ms prohombres que los que
rodean al general Daz, y esos no pueden ser grandes polticos,
ni mucho menos polticos independientes; tienen que ser forzosamente hombres de administracin, que se resignen a obrar
siempre segn la consigna, pues solo as son tolerados por nuestro presidente, que ha impuesto como mxima de conducta a
sus ministros, gobernadores, y en general a todos los ciudadanos
Dedicatoria
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mexicanos, la de poca poltica y mucha administracin, reservndose para l el privilegio exclusivo de ocuparse en poltica,
a tal grado, que para los asuntos que conciernen a este ramo
de gobierno, no tiene ningn consejero; sus mismos ministros
ignoran con frecuencia sus intenciones.
No hablar del movimiento poltico por medio de clubes liberales, iniciado por el ardiente demcrata y estimado amigo mo,
ingeniero Camilo Arriaga, porque ese movimiento fue sofocado
en su cuna con el escandaloso atentado que se verific en San
Luis Potos, y no tuvo tiempo de conmover profundamente a la
repblica. Sin embargo, conviene recordar la rapidez con que se
propag y se ramific pues es uno de tantos argumentos en que
me apoyar para demostrar que es un error creer que no estamos
aptos para la democracia y que el espritu pblico ha muerto.
Por estos acontecimientos comprend que los aspirantes a
un cambio en el sentido de ver respetada nuestra constitucin,
nada podamos esperar de arriba y no debamos confiar sino en
nuestros propios esfuerzos.
Sin embargo, el problema para reconquistar nuestros derechos se presentaba de dificilsima solucin, sobre todo para los
que, satisfechos como yo, de la vida, encerrados en su egosmo y
contentos con que se les respetaran sus bienes materiales, no se
preocupaban grandemente en estudiar tal problema.
Ese indiferentismo criminal, hijo de la poca, vino a recibir
un rudo choque con los acontecimientos de Monterrey el 2 de
abril de 1903.
Hasta aquella poca permanec casi indiferente a la marcha
de los asuntos polticos, y casi casi a la campaa poltica que
sostenan los neoleonenses, cuando me llegaron noticias del infame atentado de que fueron vctimas los oposicionistas al verificar una demostracin pacfica, que result grandiosa por el
inmenso concurso de gente y que tuvo un fin trgico debido a la
emboscada en que cay.
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* * *
Para dar principio a la campaa electoral, organizamos un club
poltico denominado Club Democrtico Benito Jurez, que pronto fue secundado por numerosos clubes, que se ramificaron por
todo el estado, y los cuales siempre nos prestaron una ayuda eficaz,
luchando con serenidad y estoicismo admirables, contra toda clase
de atentados y persecuciones de que fueron vctimas.
Siguiendo las costumbres americanas, no quisimos lanzar
ningn candidato, sino que convocamos a una convencin electoral que se verific en la capital de la repblica, porque algunos
teman que aqu en el estado no tuvisemos bastantes garantas.
En esta convencin se aprob lo que en los Estados Unidos se
llama plataforma electoral, o sea el plan poltico a que deba sujetar sus actos el nuevo gobierno en caso de que nuestro
partido triunfara. En ese plan se estableca el principio de no
reeleccin para el gobernador y presidentes municipales y se
apremiaba al nuevo mandatario para que dedicara todos sus
esfuerzos al fomento de la instruccin pblica, sobre todo a la
rural, tan desatendida en nuestro estado y en toda la repblica;
igualmente se trataban otros puntos de buena administracin.
Una vez aprobado el plan poltico, se procedi a la eleccin
de candidato entre los varios que fueron presentados y calurosamente sostenidos por diferentes grupos.
Terminado el cmputo de votos, un atronador aplauso salud el nombramiento del agraciado.
Ya no haba ms que un solo grupo, que con su esfuerzo unnime
estaba resuelto a trabajar por el triunfo de su candidato. La convencin tuvo gran resonancia no solamente en la capital, sino en toda
la repblica, pues vena a hablar el lenguaje de la libertad, que casi
se ha llegado a considerar extico en la patria de Jurez, Ocampo,
Lerdo, Arriaga, Zarco y tantos otros ilustres patricios cuyo recuerdo
an nos hace vibrar de entusiasmo y revive nuestro patriotismo.
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Una vez terminados los trabajos de la convencin, se dispersaron les miembros, y todos en perfecta armona siguieron
trabajando por el nuevo candidato.
La opinin del estado se haba uniformado por completo,
debido a los trabajos de la prensa independiente, al grandsimo
nmero de clubes que se instalaron, y sobre todo al de la convencin, a la cual concurrieron ms de cien representantes de todo
el estado, y se mostraba unnime en favor de nuestro candidato.
A pesar de lo expuesto, llegado el da de las elecciones, nos
encontramos con todas las casillas ya instaladas por el elemento
oficial, y sostenidas con gente armada y con fuerza de polica.
Esto no constituy un obstculo para que nuestro triunfo fuera completo en algunos pueblos; pero este esfuerzo fue nulificado en las juntas de escrutinio por las chicanas oficiales.
Este atentado contra el voto pblico no tena ejemplo en
nuestra historia, y nosotros no encontramos otro camino que el
de levantar enrgicas protestas para que supiera la nacin entera cmo se respetaba la ley electoral en nuestro estado.
A nosotros nos hubieran sobrado elementos para hacer
respetar nuestros derechos por la fuerza y sin que hubiera habido
derramamiento de sangre; a tal grado estaba uniformada la opinin
y desprestigiada la administracin del licenciado Crdenas; pero
sabamos que al da siguiente de obtenido el triunfo, tendramos
que sostener una lucha tremenda contra el gobierno del centro, que
de modo ostensible apoyaba la candidatura oficial, y retrocedimos
ante esa idea, no por miedo, sino por principio; porque no
queremos ms revoluciones, porque no queremos ver otra vez el
suelo patrio ensangrentado con sangre hermana, porque tenemos
fe en la democracia. Los triunfos que se obtienen por el sistema
democrtico, son ms tardos, pero ms seguros y ms fructferos,
como procurar demostrarlo en el curso de mi trabajo.
Casi al mismo tiempo que nosotros y en otro extremo de la
repblica, en el estado de Yucatn, se haba entablado una lucha
Dedicatoria
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semejante. El resultado fue el mismo, pues triunf la candidatura oficial. A la vez, hubo movimientos oposicionistas en otros
estados; pero no tan bien organizados como los de Coahuila y
Yucatn.
Durante esa campaa poltica, claramente nos convencimos
de la simpata con que eran vistos en toda la repblica los esfuerzos
que hacan los dems estados y el nuestro para libertarnos de la
tutela del centro y nombrar independientemente mandatarios,
haciendo respetar la soberana de los estados segn el Pacto
Federal.
Sin embargo, esas simpatas no podan menos que ser platnicas, pues no tenan ningn medio legal de qu valerse para ayudarnos en la lucha que sostenamos con el gobierno del centro, quien
estaba resuelto a emplear la fuerza para imponer su voluntad.
* * *
Hondas reflexiones nos sugirieron estos acontecimientos, que
fueron para nosotros una gran enseanza y proyectaron luz
vivsima sobre el problema cuya solucin cada da nos apasionaba ms; esa temporada de lucha haba templado nuestro
carcter, nos haba puesto frente a frente con los grandes intereses de la patria, tan seriamente amenazados, haba sacudido
ese letargo en que desde tantos aos yacamos, y nos haba
hecho vibrar al unsono de nuestros grandes hombres, cuyos
ejemplos habamos tomado por modelo y nos esforzbamos
en imitar.
Comprendimos que la lucha de cada estado aislado, en
contra de la influencia del centro, tendra que fracasar, y nos
propusimos esperar una oportunidad propicia para luchar en
condiciones ms ventajosas.
Yo propuse un proyecto para la formacin desde entonces
del Partido Nacional Democrtico, principiando por declarar
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nuestros clubes permanentes; pero muchos amigos me hicieron comprender que no era oportuno, porque una lucha tan
larga nos hubiera aniquilado antes de llegar a las siguientes elecciones, sin obtener ningn resultado prctico.
Adems de esas razones, tom en consideracin una muy
importante, y es el carcter de nuestra raza, que es de suyo impulsivo, capaz de un gran esfuerzo en un momento dado, pero
incapaz de sostener una lucha prolongada. Me refiero a las luchas en el terreno de las ideas, que con las armas en la mano,
s ha dado pruebas de inquebrantable constancia al tratarse de
conquistar su independencia o defender su soberana.
Por esos motivos desist de mi proyecto, que fue publicado en
algunos de los peridicos independientes, y an defendido por alguno de los que ms se distinguieron en aquella poca con la firmeza
de sus principios y lo rudo de sus ataques contra el centralismo y
absolutismo.
Una vez desechado ese proyecto, resolvimos esperar la siguiente campaa electoral, que tendra verificativo el ao 1909,
para hacer otro esfuerzo que quiz tendra mayores resultados
por estar tan cerca las elecciones para presidente de la repblica, con cuyo motivo es posible que se organice el Gran Partido
Nacional Democrtico, ramificado en toda la nacin y con el
cual nos fundiramos para luchar por los mismos principios,
enlazando de ese modo nuestra campaa local con la general
de la repblica.
De este modo lucharemos ms ventajosamente, pues si se
organizan en varios estados movimientos democrticos semejantes al nuestro, dependiendo todos de una junta central
nombrada oportunamente por delegados de toda la Federacin, se podrn obtener resultados muy importantes, y al resolverse la gran cuestin presidencial, quedarn resueltas las
locales de los estados.
Dedicatoria
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* * *
Como un movimiento de esa naturaleza casi no tiene precedente en nuestra historia, o por lo menos en estos ltimos treinta
aos, me ha parecido de gran importancia publicar el presente
trabajo para divulgar la idea, demostrando su viabilidad y los
grandes beneficios que acarrear al pas la formacin de un partido nacional independiente.
Principiar por estudiar las causas que han trado sobre nuestro pas el actual rgimen de centralismo y absolutismo, a fin de
no recaer en aquellas faltas que tan funestas consecuencias nos
han acarreado.
Esas causas no fueron sino las continuas revoluciones, que
siempre dejan como triste herencia a los pueblos, las dictaduras
militares, las cuales tienen efectos diversos segn su naturaleza.
Cuando son francas y audaces, no tienen otro efecto que el de
marcar un parntesis en el desenvolvimiento democrtico de los pueblos, despus del cual viene una poderosa reaccin que restablece la
libertad en todo su esplendor, y al pueblo en el uso de sus derechos.
En cambio, cuando la dictadura se establece en el fondo y no
en la forma, cuando hipcritamente aparenta respetar todas las
leyes y apoyar todos sus actos en la constitucin, entonces va minando en su base la causa de la libertad, los ciudadanos se ven
oprimidos suavemente por una mano que los acaricia, por una
mano siempre prdiga en bienes materiales; entonces con facilidad se doblegan, y ese ejemplo, dado por las clases directoras,
cunde rpidamente, al grado de que pronto llega a considerarse
el servilismo como una de las formas de la cortesa, como el
nico medio de satisfacer todas las ambiciones..., las ambiciones
que quedan cuando se ha destruido en los ciudadanos la noble
ambicin de trabajar por el progreso y el engrandecimiento de
la patria, y solo se les ha permitido y fomentado la de enriquecerse, la de disfrutar de todos los placeres materiales.
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Los mltiples negocios que todos los de mi familia han tenido en los distintos ministerios, en los tribunales de la repblica,
siempre han sido despachados con equidad y justicia.
Esto no ha variado ni despus de la campaa electoral de
1905 para gobernador del estado, en la cual yo tom una parte
muy activa afiliado en el partido independiente. Como nunca
me ha gustado valerme de convencionalismos, en los artculos
que con aquel motivo escrib, ataqu la poltica centralizadora y
absolutista del general Daz.
Hay ms: cuando estaba ms acre la campaa, las autoridades del estado dictaron orden de aprehensin contra m; pero
antes de ejecutarla parece que lleg orden del centro de que se
me respetara, pues ni siquiera lo intentaron, a pesar de que por
muchas personas supe que haba llegado esa orden, lo cual pude
comprobar despus por fuente fidedigna.
Aunque a m no me atemorizaba la prisin, porque no esta,
sino las causas que llevan all son las que manchan, no por eso
dejo de agradecer que se me hiciera justicia en aquel caso.
Por lo expuesto, ningn odio personal, ni de familia, ni de
partido me gua a escribir este libro.
En lo particular, estimo al general Daz y no puedo menos de
considerar con respeto al hombre que fue de los que ms se distinguieron en la defensa del suelo patrio, y que despus de disfrutar
por ms de treinta aos el ms absoluto de los poderes, haya usado
de l con tanta moderacin acontecimiento de los que muy pocos
registra la historia. Pero esa alta estimacin, ese respeto, no me impedirn hablar alto y claro, y precisamente porque tengo tan elevado concepto de l, creo que estimar ms mi ruda sinceridad, que
las galantes adulaciones que quiz ya lo tengan hastiado.
Los numerosos miembros de mi familia siguen la corriente
general por donde van encauzadas las energas de la nacin: dedican sus esfuerzos y su fortuna al desarrollo de la agricultura, la
industria, la minera, y gozan de las garantas necesarias para el
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atenerme a lo que dice la voz pblica, y en vez de hacer afirmaciones rotundas, sentar los hechos como muy probables.
Por ltimo la situacin que atraviesa actualmente nuestra patria, es nica en su historia, y para estudiarla no debemos buscar
su analoga en nuestro turbulento pasado, desde que conquistamos nuestra independencia, ni tampoco en la sepulcral poca
de los Virreyes, sino en la historia de otros pueblos que, abdicando como nosotros lo hemos hecho de sus libertades en
favor de alguno de sus gobernantes, han tenido que sufrir las
tremendas consecuencias de su debilidad, porque no hay que
olvidarlo: En los atentados contra los pueblos, hay dos culpables: el que se atreve, y los que permiten; el que emprende y los
que permiten que se emprenda contra las leyes, el que usurpa y
los que abdican.2
A pesar de todas estas grandes dificultades y de los peligros
que aqu en Mxico corre todo escritor independiente, no he
vacilado en abordar esta ardua empresa. Para vencer las dificultades enumeradas, procurar siempre obrar con imparcialidad y patriotismo, y con eso habr cumplido mi deber, que es
siempre relativo a nuestro grado de adelanto, de ilustracin,
de moralidad, y nadie est obligado a dar ms de lo que tiene.
En cuanto a arrostrar los peligros referidos, mi contestcin
invariable a los amigos que me hablan de ellos con el nimo de
disuadirme de mi empresa, ha estado siempre encerrada en el
siguiente dilema:
O bien no es cierto que el peligro sea tan grande, y en tal caso tenemos
alguna libertad aprovechable para trabajar por el provecho de nuestra
patria procurando la formacin de un partido nacional independiente;
o bien es real el peligro, lo cual demuestra que no hay ninguna libertad, que nuestra constitucin es burlada, que nuestras instituciones son
holladas, que la opresin ejercida por el gobierno es insoportable; y en
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I. El militarismo
en Mxico
El militarismo en Mxico
onsiderando que es el militarismo la causa directa de la situacin en que nos encontramos, ser muy conveniente principiar
por estudiarlo con detenimiento, a fin de que una vez conocidos
sus efectos, tan desastrosos para la tranquilidad o para la libertad de la repblica, podamos, con mayor conocimiento de causa,
aplicarles el remedio necesario, a fin de lograr el restablecimiento
de la paz dentro de la ley; de la paz, algo turbulenta si se quiere,
pero llena de vida, de los pueblos libres, y no la paz sepulcral de
los pueblos oprimidos, en los cuales ningn acontecimiento tiene
el privilegio de turbar su impasible tranquilidad.
Para que nuestro estudio sea completo, necesitamos remontarnos a la guerra de independencia, tocando de paso brevemente las causas que la originaron.
Dominacin espaola
Tres siglos de opresin, durante los cuales estuvieron proscritos del suelo mexicano todos los derechos que podan, servir de
baluarte al hombre contra la tirana, dieron por resultado que
se considerara como estigma nacer en este suelo y como un
crimen ser mexicano, crimen castigado por los conquistadores
con crueldad, no desprovista de avaricia, puesto que la pena
principal que imponan a los naturales, era reducirlos a la esclavitud y hacerlos trabajar sin descanso en el cultivo de sus tierras
y la explotacin de sus minas, para llenar sus arcas de oro.
El militarismo en Mxico
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El rgimen virreinal establecido por Espaa, era verdaderamente odioso, puesto que todos los indgenas, y aun los
mestizos y los criollos estaban completamente a merced del
virrey que vena de Espaa y que ejerca un poder absoluto,
en alto grado desptico.
Es cierto que algunos virreyes de nobles sentimientos obraron con rara magnanimidad en todos sus actos y cuyos nombres an se citan con veneracin; pero su conducta noble y
generosa, solo serva para poner ms de relieve la avaricia, el
despotismo y la crueldad de los ms.
Mxico, lo mismo que todas las colonias hispanoamericanas,
era explotado sistemticamente, y para que la metrpoli obtuviera ms pinges ganancias, tena prohibido todo comercio
con el extranjero, la explotacin de algunas industrias y de ciertos ramos de la agricultura, con el objeto de no perder estos
mercados.
A estas prohibiciones que tenan por objeto sacar el mayor producto posible de las colonias, se agregaban otras menos
sensibles a las masas; pero de un alcance ms profundo para
asegurar su dominacin: estaba prohibida la introduccin y la
publicacin de todos los libros que pudieran ilustrar al pueblo
y elevar su nivel intelectual y moral. La instruccin pblica
estaba reducida a uno que otro seminario a donde aprendan
lo indispensable para abrazar la carrera eclesistica, pero en
ningn caso lo que necesitaban para conocer sus derechos,
para poder apreciar su situacin histrica y geogrfica; porque
estas ideas les podran hacer concebir esperanzas de libertad
y redencin.
Tal sistema haba reducido a los indios a la ms triste condicin. Considerbanlos como esclavos y los trataban como a
bestias de carga, pues no tenan ms patrimonio que las migajas
de pan que les arrojaba el amo, no por humanidad, sino por el
inters de no perder el sirviente.
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de que estaban investidos y con tristsima resignacin arrastraron la pesada cadena que los privaba de su libertad.
Los mestizos y los criollos, ms en contacto con los peninsulares que venan de Europa, con ms ilustracin y facilidad
para adquirir alguno que otro libro que les abriera amplios horizontes, estaban cada da ms impacientes al ver la irritante
desigualdad con que eran tratados, y la tempestad empezaba a
prepararse sordamente en sus pechos.
Los humildes prrocos, en su mayora mexicanos, vean los
altos puestos de la iglesia ocupados por obispos e inquisidores
corrompidos, crueles y vidos de riquezas, cuyo mrito para
ocupar tan alta jerarqua consista en venir de la metrpoli;
compadecan a sus queridos feligreses, explotados sistemticamente con el diezmo, las primicias y toda clase de gabelas del
gobierno virreinal y se sentan posedos de noble indignacin al
ver las atrocidades cometidas con su desventurado rebao por
el cruel conquistador, al ver falseada en sus principios ms puros
y bellos, la doctrina del Crucificado, que estaban ellos encargados de difundir entre esos desheredados de la fortuna, entre
esos desdichados que tenan hambre y sed de justicia, entre esos
seres humanos a quienes el Creador concedi derechos iguales a
los ms encumbrados personajes y que sus dominadores haban
declarado bestias de carga y los trataban como a tales.
Prrocos tan virtuosos, que cumplan verdaderamente con su
santa misin, eran objeto de desconfianzas para los inquisidores
y el alto clero que los vigilaba constantemente y procuraban por
medio del confesionario o el martirio, encontrar pruebas contra ellos, siendo las ms terribles, las que podan demostrar que
amaban verdaderamente a sus feligreses; y procuraban instruirlos, elevarlos, infundirles ideas salvadoras capaces de sacarlos de
la abyecta situacin en que se encontraban.
Al venerable cura Hidalgo, padre de nuestra independencia, le seguan secretamente en la Inquisicin un proceso
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desde el ao de 1800. Si ms tarda en lanzarse a la lucha, quiz se lo impidan los esbirros del Santo Oficio, que ya afilaban
sus garras para avalanzarse sobre l como fieras sedientas de
sangre humana.
Todas las tierras, minas y propiedades urbanas, pertenecan
al alto clero y a los dominadores, que gozaban de la mayor impunidad para cometer toda clase de atentados contra las clases
oprimidas.
El continente hispanoamericano se encontraba todo l en semejante situacin, cuando la gran ola de libertad que invadi
al mundo a fines del siglo xviii, lleg a nuestras playas, siendo
saludada con alborozo por un pueblo que por primera vez, despus de largusima y dolorosa esclavitud, oa la mgica palabra
de libertad.
Esa ola bienhechora, que tuvo su origen en Francia, no pudo
arribar a los pueblos mal preparados para recibirla, y fue llevada por los batallones de la repblica y el imperio a toda Europa,
inclusive Espaa, cuyos nobles hijos se encontraban en una situacin casi tan triste como los americanos, pues pesaba sobre
ellos la doble tirana de un clero fantico y vido de riquezas y
de una monarqua absoluta, corrompida y degenerada.
La Amrica espaola, sumida en la ms negra obscuridad,
vea como meteoros luminosos las raras noticias que reciba de
los triunfos obtenidos por pueblos que conquistaban su independencia, como el de los Estados Unidos de Amrica, y a sus odos
llegaba, aunque vago, el eco de las entusiastas aclamaciones con
que en Europa era saludado el advenimiento de la libertad.
Los derechos del hombre, proclamados solemnemente por el
pueblo francs ante la Europa monrquica, hicieron a los reyes
temblar de pavor, porque sintieron que sus coronas vacilaban, y a la vez, en el corazn de los oprimidos despertaron
la conciencia de su dignidad, de su derecho, y les dieron fuerza
para emprender una lucha que antes consideraban imposible.
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porque les era fcil desbandarse cuando la suerte en los combates les era adversa, y como las guerrillas recorran terreno amigo, en todas partes encontraban ayuda e informes que hacan
imposible toda persecucin eficaz.
Ese inmenso territorio se encontraba dividido por altas cordilleras de montaas, en parte inaccesibles, ostentando majestuosamente sus picos coronados de nieve sus flancos cubiertos
de espesos bosques, que brindaban fcil y seguro refugio a los
hijos del pas, quienes conocan todas las veredas para llegar
a ellos, y las cuales constituan caminos estrechos, pero rectos,
que ora bordeando el precipicio, ora pasando la caada por el
nico punto transitable, ora vadeando el ro por el lugar menos
peligroso, pronto los pona a cubierto de la persecucin de sus
enemigos y les permita concentrarse y rehacerse en puntos solo
de ellos conocidos, solo para ellos accesibles.
Por otro lado, ros caudalosos, selvas impenetrables y desiertos
que inspiraban pavor y servan de sepultura al imprudente que
se atreva a penetrar en ellos sin conocerlos, eran otros tantos
refugios para los que tenazmente luchaban por la vida de su
patria. Parece que esta, como madre cariosa, converta para
sus hijos en seguro abrigo los lugares en donde sus enemigos solo
encontraban desolacin y muerte. Su manto, que bienhechor
abrigaba a los patriotas, serva tan solo de sudario a sus opresores.
Batalla del puente de Caldern
El primer ejrcito levantado por los independientes, compuesto
de chusmas sin disciplina y mal armadas, difcilmente poda encontrar abrigo seguro en las montaas, selvas o desiertos, y como
al principio tuvo algunas victorias sobre las fuerzas realistas, que
arroll a su paso, audazmente ret al enemigo, que con fuerzas
considerables vena a atacarlo, siendo completamente derrotado
en la tristemente clebre batalla del puente de Caldern.
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Guerra de guerrillas
Su influencia en el carcter de nuestros libertadores
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faltas tan funestas, y solo se les volvi a ver que empuaban las
armas cuando las instituciones democrticas corran grave peligro de ser para siempre olvidadas, y cuando se hacan insufribles las dictaduras militares de los insurgentes de ltima hora, de
los ambiciosos de mala ley, que de un modo tan esplndido hacan
pagar a la patria sus insignificantes servicios. En cambio, estos ltimos, llevados de su afn de dominar, nunca dejaron en descanso
a la repblica con sus continuas asonadas, sus levantamientos, sus
revoluciones; siempre ofrecan al pueblo: orden, garantas, respeto
a la religin; pero tan pronto como llegaban al poder, olvidaban
sus promesas y se convertan en desalmados tiranos.
Trabajos democrticos del elemento civil
Paralelamente a los abusos de esos militares ambiciosos, que deban sus ascensos a la asonada y a la traicin y que solo buscaban en el poder la satisfaccin de sus bajas pasiones, notbanse
desde un principio los esfuerzos del elemento civil, del elemento
sano, que aprovechaba todas las oportunidades que encontraba
para hacer sentir su saludable influencia, mandando, siempre
que se convocaba a elecciones de diputados, representantes que
supieron cumplir fiel y patriticamente con su cometido.
Al estudiar atentamente la poca que sucedi a la declaracin de nuestra independencia, causa satisfaccin ver que siempre que de buena fe se convoc a la nacin para que mandara
sus representantes al congreso, estos dieron pruebas de gran
patriotismo; y si bien al principio cometieron algunas faltas,
hijas necesarias de la inexperiencia, muy pronto enmendaron
sus errores, y aquellas no fueron de tan funestas consecuencias
para la repblica, como las continuas asonadas y revoluciones
del insubordinado elemento militarista, que ha sido la verdadera rmora para que el pas marche rpidamente a sus grandes
destinos impulsado por las prcticas democrticas.
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sus entraas; las viudas y los hurfanos, que en la miseria llorarn sin consuelo la muerte del esposo, del padre. Estos llantos,
que en un pueblo democrtico repercuten por todo el territorio
nacional inspirando cordura y prudencia a los hombres que llevan las riendas del gobierno, o bien haciendo que sean reemplazados por otros si se ve que quieren embarcar a la nacin en
una aventura peligrosa, en las autocracias no tienen ningn eco,
pues al autcrata no llegan esos gemidos inoportunos: solo llega
el blico acento del clarn, y la voz de la prudencia permanece
en la puerta del palacio, pues los hombres dignos que podran
aconsejarla no son del agrado del soberano y solo estn cerca
de l los que mejor saben adular sus pasiones, aunque con sus
prfidos consejos los encaminan a las aventuras ms desastrosas.
Al leer lo anterior quizs haya quien suponga que todo lo dicho es efecto de nuestra imaginacin; pero que se estudie detenidamente las relaciones francoalemanas con motivo de la cuestin de
Marruecos, y se ver que permanecemos aun fros al relatar acontecimientos de inters tan palpitante; recurdese el funesto acontecimiento de la guerra ruso-japonesa tan imprudentemente iniciada
por el orgullo y la debilidad del zar, la cual cost tantos hijos a Rusia
y al Japn, y tuvo por eplogo la ms vergonzosa de las derrotas
para los antes invencibles ejrcitos moscovitas.
A grandes reflexiones se prestan an estos acontecimientos,
pero quizs ms all, en el curso de este trabajo, encontremos
oportunidad de hacerlas; por lo pronto, el hecho que queramos hacer resaltar, es el relativo a los grandes males que sufren
los pueblos cuando se dejan dominar por un solo hombre; el
peligro tan grande de que esto suceda despus de guerras en
que las armas nacionales resultan victoriosas; la frecuencia con que
ha pasado tal cosa en todos los pueblos del mundo y por ltimo,
que el militarismo ha sido siempre el enemigo de la libertad y el
principal obstculo para el funcionamiento de la democracia,
y no la ignorancia de los pueblos, pues por ms atrasados que
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Entre l y otros cuantos ambiciosos, tenan al pas en constante alarma, resultando que los estados que estaban lejos de la
accin del centro, vivan casi independientes y no saban a qu
autoridad obedecer; pero tambin con Santa Anna contrajo
una deuda la nacin, pues haba sido de los revolucionarios ms
afortunados y tenido la suerte de derrotar a Barradas, accin
militar que l supo explotar hbilmente para aparecer ante la
patria como uno de sus hijos benemritos.
En pago de esa deuda se le permiti que escalara la presidencia
de la repblica repetidas veces, siendo l quien se encontraba al frente del gobierno cuando se separ Texas declarndose independiente.
Santa Anna march con fuerzas considerables a combatir a
los texanos, pero debido a su impericia militar y a su cobarda,
sacrific intilmente los elementos y las fuerzas nacionales, pues
una vez prisionero, dio orden a las fuerzas mexicanas para que
se retiraran y abandonaran el terreno en disputa.
Consideraba de ms valor su tranquilidad y su vida, que la
integridad de su patria! y fue a soldado tal a quien la nacin
encomend su defensa cuando se vio invadida por los norteamericanos. Apenas es concebible que haya hombres que con sus
descarados embustes y sus intrigas puedan llegar a imponerse de
tal modo a naciones como la mexicana, que siempre ha contado
con hijos dignsimos y valerosos, prontos a sacrificarse por ella.
Sin embargo, esa es la amarga realidad.
Santa Anna haba encontrado el modo de reivindicarse ante
la nacin, haciendo un alarde de resistencia en Veracruz contra las fuerzas francesas y publicando proclamas en las cuales
describa como un triunfo para las armas nacionales, lo que en
realidad haba sido una derrota si no para la mayor parte del
ejrcito que con valor se defendi dentro de sus cuarteles, s
para l y para las fuerzas directamente a su mando, pues a la
primer noticia del desembarco de los franceses, corri despavorido y solo recobr la calma y vino a atacar al enemigo, cuando
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Siempre hemos tenido en nuestro ejrcito militares pundonorosos, valientes hasta la temeridad, caballerosos hasta lo novelesco y nobles y abnegados hasta el sacrificio.
Ellos estn siempre listos para defender a su patria cuando
corre algn peligro, luchan valientemente en su defensa, y cuando el riesgo ha pasado, se retiran a la vida privada o siguen en
su puesto, habiendo satisfecho su ambicin, con inscribir en las
pginas de la historia patria un da ms de gloria al salvarla del
peligro que corra.
Tan valientes y modestos hroes, no hacen alarde de sus servicios ni exigen a la patria el pago de la sangre por ella derramada; saben que al defenderla han cumplido con su deber, y con
eso estn satisfechos.
Esos son los verdaderos militares, los sostenes de la patria en
los das de peligro, los que le han legado sus glorias ms puras y
nunca han sido una carga para la nacin, como los ambiciosos
a que nos referimos ms arriba. Por eso al hablar de militarismo
y de los males que ha causado, nos referimos exclusivamente a
los militares insubordinados, sin conciencia, que han abrazado
la noble carrera de las armas, no con el fin levantado de defender a su patria, sino con el de llegar a dominarla para satisfacer
pasiones ruines y su insaciable ambicin.
En la guerra con los Estados Unidos, exceptuando a Santa
Anna y a uno que otro ambicioso, el ejrcito se port con bravura, y si su general en jefe no hubiera traicionado o por lo menos
cometido una falta inexplicable, las armas nacionales se habran
cubierto de gloria en la batalla de la Angostura, lo cual hubiera
asegurado nuestra integridad nacional, pues este ejrcito, una
vez victorioso, habra regresado al centro del pas en excelentes
condiciones para batir al enemigo que amenazaba por otro lado,
y por lo menos, no hubiera sido tan humillante el tratado celebrado para obtener la paz y la evacuacin del territorio nacional, por
las fuerzas norteamericanas.
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Despus de terminadas sus labores, el Congreso Constituyente clausur sus sesiones, y los ilustres patricios que lo formaban regresaron a sus hogares.
Presidencia de Comonfort
De acuerdo con la nueva constitucin, se procedi a elegir al
presidente de la repblica, recayendo el nombramiento en el
general Comonfort, quien haba revelado notables dotes administrativas, que unidas a su energa y proverbial magnanimidad,
lo haban hecho verdaderamente popular.
El general Comonfort empez a gobernar con dificultades
de todas clases, debido principalmente a los continuos pronunciamientos del elemento netamente militarista, que asociado
con el clero y el partido conservador, solo quera el poder para
saciar sus ambiciones, pues si bien es cierto que cuando esos
afortunados y audaces generales llegaron al poder, dieron algunos decretos favorables al clero, en realidad fue ms lo que
le quitaron en forma de emprstitos. En cuanto a piedad, salvo su concurrencia oficial a las ms suntuosas ceremonias del
culto, poco se preocupaban por los verdaderos intereses de la
religin, cuando no se mofaban de ella; por ms partidario del
clero que fuera Mrquez, nunca podremos convencernos que
fue un verdadero creyente; as como los dems generales, quienes aunque no tan feroces como este, no demostraban tener
muchos escrpulos religiosos en ninguno de sus actos, como lo
demuestra principalmente la facilidad con que se afiliaban ya a
uno, ya a otro partido, su espada, salvo rarsimas y honrosas excepciones, estaba al servicio de quien pagara mejor y ofreciera
ms galones.
En vista de tales dificultades, el Congreso, obrando con gran
cordura y con patritica prudencia, invisti a Comonfort de poderes omnmodos, para que pudiera combatir eficazmente a los
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revolucionarios, y con la unidad de mando, tan necesaria cuando las naciones pasan por sus grandes crisis, pudiera remediar
la situacin y restablecer el orden.
Golpe de Estado
A pesar de esta noble conducta del Congreso, Comonfort, obedeciendo a inexplicable sugestin, l que haba sido tan leal para
cumplir lo pactado en el Plan de Ayutla y que haba dado tantas
pruebas de patriotismo, de prudencia y de rectitud, se resolvi
a dar el funesto golpe de Estado para investirse con el poder
dictatorial y convocar a otro Congreso Constituyente, porque le
pareca que la constitucin, que l mismo haba jurado cumplir
y hacer cumplir, no llenaba las aspiraciones nacionales.
En presencia de estos hechos, se encuentra el historiador
abrumado, aterrado, no acierta a explicarse cmo un hombre
tan recto y noble haya cometido una falta tan imperdonable; un
hombre tan apegado a la ley, la haya roto en sus manos; y por
ltimo, quien respet como un ofrecimiento sagrado el que hizo
en las efusiones de la victoria, diciendo: los 67 heridos pertenecen a Dios, yo los perdono, no se acordara, antes de romper
la constitucin, que haca dos meses haba jurado solemnemente
cumplirla y hacerla cumplir.
Sin embargo, el hecho existe y hay que buscarle una explicacin.
Esta es muy sencilla, si seguimos el hilo de la idea que hemos
venido desarrollando.
Comonfort, a pesar de sus brillantes y notables cualidades,
era ante todo militar y mal se aviene un militar acostumbrado a
mandar sus ejrcitos, con que se le haga ninguna observacin; a
tener un congreso a quien consultar en todos sus actos. El acostumbrado a mandar, no puede obedecer, y menos un militar
que, como l, haba conquistado tan frecuentemente las palmas
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Tratado McLane-Ocampo
Sin embargo, un acto cometido por l en un momento de desaliento, nos obliga a abrir un parntesis.
Jurez, por las necesidades de la guerra, estaba investido de
poderes dictatoriales, de los que siempre us con prudencia y
magnanimidad; pero como hombre que era, tuvo un momento
de desfallecimiento, y l, que siempre se distingui por su impasibilidad ante el peligro, por su serena constancia cuando se
trataba de defender los grandes intereses de la patria, por su inquebrantable fe en la justicia y en el triunfo final de la causa que
sostena; l, a quien con orgullo reconocemos como uno de nuestros hombres ms grandes y que en pases extranjeros, aunque
hermanos, ha sido declarado Benemrito de la Amrica, tuvo
un momento de debilidad y pact el tratado McLane-Ocampo,
que de haber sido aprobado por el Senado americano, habra
constituido una gran amenaza para nuestra integridad nacional.
Hablamos de tan desagradable incidente, solo para hacer
resaltar el hecho de que siempre es peligroso para los pueblos
dejar todo el poder en manos de un solo hombre. Ya vimos
cmo uno, con los mritos de Comonfort, en un momento de
ofuscacin cometi una falta que cost a la repblica tres aos
de guerra civil, y ahora vemos al inquebrantable patriota, en
un momento de desfallecimiento, cometer una falta que pudo
acarrear grandes males a la patria.
Falta que algunos escritores apasionados han querido hacer
aparecer como una traicin, no puede ser considerada como
tal por ninguna persona imparcial. Nosotros creemos que debe
considerarse como una debilidad de nuestro grande hombre.
Ese tratado no tena ninguna clusula por la cual se cediera
alguna pulgada de territorio nacional, y solo haca concesiones
que podran constituir un peligro para la patria igual al que podr resultar del permiso concedido ltimamente por el gobierno
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Adems, Benito Jurez una a su apego a la ley, una inquebrantable energa, y haba logrado subyugar con su grandeza
de alma a todos los jefes liberales, que lealmente sostenan a su
gobierno como al representante de la legalidad y al portaestandarte de la Constitucin de 57, lo cual, como hemos dicho ms
arriba, haba servido de centro de unin y de bandera a todos
los buenos hijos de Mxico.
El militarismo haba sufrido un golpe mortal, porque los nuevos jefes del ejrcito solo ambicionaban la tranquilidad, el progreso y la felicidad de la patria, y satisfacan esa noble ambicin
sirvindola con infatigable celo.
Los jefes de las antiguas asonadas haban tenido que huir sin
esperanzas de volver.
Todo pareca tranquilo, pues los principios liberales y el sistema federal representativo, haban triunfado en las sangrientas
revoluciones y despus de la ltima, ya estaban tan desprestigiados los enemigos de la libertad, que su grito de guerra:
Religin y fueros, ya no haba casi ni quien lo pronunciara, ni
menos an quien siguiera a uno que otro insensato que intentaba perturbar el orden con ese pretexto.
Eleccin del licenciado Benito Jurez para la
presidencia de la Repblica
Terminada la guerra civil, el gobierno de don Benito Jurez
convoc a la nacin para que eligiera diputados, magistrados
y el nuevo presidente de la repblica a quien deba entregar las
riendas del poder.
Dos candidatos principales se disputaron ese puesto: Jurez,
que con su estoicismo y constancia haba salvado las instituciones liberales, y el magnnimo jefe Gonzlez Ortega, que con
su espada victoriosa haba sido quien decidi el triunfo de la
reforma.
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la patria; imperturbable, sereno, incorruptible, serva de centro de unin a todos los buenos mexicanos que fieles militaron
bajo las banderas republicanas hasta obtener el triunfo definitivo de la repblica.
En esa guerra volvi a darse el mismo caso que en la de
reforma: los que defendan a la patria en aquellos momentos,
no tenan ms ambicin que salvarla, y comprendiendo cun
funesta hubiera sido cualquiera divisin, y subyugados por el
prestigio de Jurez, pelearon en unin perfecta, ayudndose
mutuamente los jefes militares en sus respectivas operaciones,
sin que estos movimientos fueran en ningn caso entorpecidos
por celos o por envidia.
No cabe duda que los grandes peligros despiertan las grandes virtudes, as como los placeres y la molicie, enervan las ms
nobles facultades del alma!
Una vez disuelto en Puebla el principal cuerpo de ejrcito, y ocupado el centro de la repblica por las fuerzas invasoras, la defensa
tom un carcter parecido al de nuestra guerra de independencia,
pues ocupado el pas en su mayor parte por los ejrcitos franceses,
tan aguerridos, bien equipados y rpidos en sus movimientos, era
muy difcil para los republicanos organizar grandes ejrcitos con
los pocos elementos de que podan disponer, y se limitaron a la
organizacin de guerrillas, las cuales, pudiendo siempre esquivar
el combate cuando comprendan que la suerte les sera adversa,
podan emprenderlo tan pronto como juzgaban la victoria segura, debido a la gran movilidad que les proporcionaba la falta de
pesada artillera y de voluminosos bagajes.
En esta clase de guerra sobresalen nuestros compatriotas, eficazmente ayudados por la configuracin del territorio nacional.
A pesar de las numerosas defecciones en las filas republicanas ocasionadas por los continuos triunfos de los invasores, y
a pesar de que estos tenan como aliadas a numerosas fuerzas
de mexicanos traidores y conocedores del terreno, la causa de
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la independencia fue defendida sin descanso por muchos jefes republicanos, a quienes nunca abatieron las derrotas ni los
mayores desastres.
Jefes tan dignos de la veneracin nacional por su constancia,
nunca desmayaron en sus esfuerzos para atacar los puestos del
enemigo, que no era dueo sino del terreno que pisaba, y estaba
obligado a marchar siempre en gruesas columnas, porque las
pequeas eran atacadas y frecuentemente destrozadas por los
incansables jefes republicanos.
Evacuacin del territorio nacional
por las fuerzas francesas
Resistencia tan heroica, hizo gastar a Francia enormes sumas
de dinero, perder en combates estriles sus mejores soldados,
y disipar las esperanzas abrigadas por Napolen iii, de llegar a
consolidar el imperio mexicano y obligado a retirar sus huestes
para llevarlas a su pas, a pagar muy caro el atentado cometido
en nuestra patria.
Pobre pueblo francs, tan duramente castigado por haber
inclinado la cabeza ante el descendiente del gran Napolen!
Ese hombre nefasto para su patria y tambin para la nuestra,
es el nico responsable de tanta sangre derramada.
Otro ejemplo del tremendo castigo que reciben los pueblos
que abdican de su libertad; del peligro de dejar el poder en manos de un solo hombre!
Una vez retiradas las fuerzas francesas del territorio nacional, se desplom el llamado imperio de Maximiliano, porque
las fuerzas traidoras que lo sostenan, ni eran suficientemente
numerosas, ni tenan ese entusiasmo, esa fe, que hacan invencibles a los republicanos
El golpe de gracia lo recibi el imperio con la toma de Quertaro, en donde el llamado emperador y sus principales generales
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fueron hechos prisioneros, juzgados y condenados segn las leyes del pas.
Acontecimiento de tal importancia, permiti al general en
jefe de las fuerzas sitiadoras de Quertaro, don Mariano Escobedo, desprender parte de sus fuerzas para estrechar el sitio de
Mxico, iniciado por el general Daz con buen xito.
La plaza tena que rendirse tarde o temprano; las fuerzas sitiadas
estaban desmoralizadas y nunca podran hacer una salida con xito.
Por estas razones procedi el general Daz con gran cordura al no
atacar la ciudad, para evitar derramamientos intiles de sangre.
Reflexiones sobre la Guerra de Intervencin
En esa larga guerra muchos fueron los jefes republicanos que se
distinguieron por su inquebrantable constancia, su incansable
actividad y su lealtad a la causa republicana.
De esos hroes descuellan tres: Escobedo, Corona y Daz. Todos ellos combatieron con constancia y obtuvieron frecuentes victorias sobre las fuerzas francesas.
A los tres deba la patria grandes servicios, y aunque
la adulacin ha querido atribuir al actual presidente de la
repblica la mayor parte del mrito en aquella gloriosa guerra,
all est la historia, imparcial para pesar las acciones de cada
quien, y si bien es cierto que las batallas de Miahuatln y la
Carbonera, las tomas de Puebla y Mxico, son timbres de gloria
muy legtimos para el general Daz, tambin lo es que Escobedo
obtuvo victorias mucho ms importantes por el nmero de
combatientes y por los resultados obtenidos, como la de Santa
Gertrudis, y que la toma de Quertaro fue de resultados ms
trascendentales que las de Puebla y Mxico. Adems, las
fuerzas de caballera que destac Escobedo en observacin
de Mrquez, le estorbaron el paso a Puebla y permitieron al
general Daz tornar por asalto aquella ciudad el 2 de abril.
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La nacin mexicana haba salido victoriosa de una contienda en que midi sus fuerzas con una de las naciones ms
poderosas del mundo.
Esa victoria haba afirmado nuestra vida como nacin independiente y asegurado para siempre el triunfo de las instituciones liberales, pues los conservadores y los militares enemigos del
orden se haban deprestigiado en grado sumo con el hecho de
haber traicionado a su patria.
El gobierno del seor Jurez tena que tropezar con obstculos de todas clases y resolver arduos problemas; pero pareca
que unidos todos los que haban salvado a la patria de tan tremenda crisis, la sacaran tambin airosa de peligros menores.
Sin embargo, no paso as; la dolorosa experiencia de las guerras
civiles que haban sucedido a la de nuestra primera independencia,
no fue suficiente para poner un freno a las ambiciones de los
caudillos.
Como hemos dicho, logramos rechazar las huestes extranjeras, debido no solamente a la admirable firmeza de Jurez, sino
a la constancia y al indmito valor de muchos jefes republicanos
que nunca abandonaron las armas, ni despus de los ms funestos reveses.
Pues bien, la mayor parte de esos hroes, una vez terminada
la guerra siguieron prestando su ayuda al gobierno de Jurez,
poniendo lealmente su espada a su servicio; pero no todos estaban conformes con desempear papel tan secundario; algunos
de ellos juzgaban que la patria no haba recompensado suficientemente sus servicios, y como de costumbre, los estimaban muy
alto; adems, no comprendan que un particular, un licenciado
que nunca empu las armas, pudiera tener ms mritos que
ellos, y cuando vieron a la nacin no opinar del mismo modo y
tributar una prueba de agradecimiento y de confianza al licenciado, reeligindolo para presidente de la repblica, resolvieron
desenvainar de nuevo la espada para ascender ellos al poder.
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para con mis compaeros de armas, con cuya cooperacin he dado cima
a difciles empresas, y para conmigo mismo, de no ser indiferente a los
males pblicos.
Al llamado del deber, mi vida es un tributo que jams he negado a
la patria en peligro; mi pobre patrimonio, debido a la gratitud de mis
conciudadanos, medianamente mejorado con mi trabajo personal, cuanto valgo por mis escasas dotes, todo lo consagro desde este momento a
la causa del pueblo. Si el triunfo corona nuestros esfuerzos, volver a la
quietud del hogar domstico, prefiriendo en todo caso la vida frugal y
pacfica del obscuro labrador a las ostentaciones del poder. Si por el contrario, nuestros adversarios son ms felices, habr cumplido mi ltimo
deber con la repblica.
Combatiremos, pues, por la causa del pueblo, y el pueblo ser el nico dueo de su victoria. Constitucin de 57 y libertad electoral ser
nuestra bandera; menos gobierno y ms libertades, nuestro programa.
Una convencin de tres representantes por cada estado, elegidos
popularmente, dar el programa de la reconstruccin constitucional y
nombrar un presidente constitucional de la repblica, que por ningn
motivo podr ser el actual depositario de la guerra. Los delegados, que
sern patriotas de acrisolada honradez, llevarn al seno de la convencin,
las ideas y aspiraciones de sus respectivos estados, y sabrn formular con
libertad y sostener con entereza las exigencias verdaderamente nacionales.
Solo me permitir hacer eco a las que se me han sealado como ms
ingentes; pero sin pretensin de acierto ni nimo de imponerlas como
una resolucin preconcebida, y protestando desde ahora que aceptar sin
resistencia ni reserva alguna, los acuerdos de la convencin.
Que la eleccin de presidente sea directa, personal, y que no pueda
ser elegido ningn ciudadano que en el ao anterior haya ejercido por
un solo da autoridad o encargo cuyas funciones se extiendan a todo el
territorio nacional.
Que el Congreso de la Unin solo pueda ejercer funciones electorales
en los asuntos puramente econmicos, y en ningn caso para la designacin de altos funcionarios pblicos.
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pundonorosos que le sirvieron de firme apoyo, y con su inquebrantable energa domin a los que se levantaron contra l encabezados por el general Daz.
Las fuerzas del gobierno, victoriosas, haban casi sofocado la
revolucin, cuando falleci el gran Jurez.
La noticia de su fallecimiento llen de consternacin a toda la
repblica y puso fin a la contienda civil, pues ya no subsista el pretexto para seguir luchando, y como las fuerzas del gobierno eran
las victoriosas, los pronunciados se vieron obligados a capitular y la
tranquilidad volvi a reinar en todo el territorio nacional.
Revolucin de Tuxtepec
A la muerte de nuestro grande hombre, subi al poder con
aplauso de toda la nacin el eminente jurisconsulto don Sebastin Lerdo de Tejada, que haba prestado importantsimos servicios a la repblica, siendo uno de los ministros de Jurez, a quien
acompa en su larga y penosa peregrinacin por los estados del
norte, como uno de sus ms firmes e inteligentes colaboradores.
Era gran orador, de brillantsima inteligencia y de una honradez
acrisolada; pero le faltaba aquella energa, aquel prestigio, aquel
tacto superior que constituan la fuerza de Jurez.
El seor Lerdo, acostumbrado a ver que las mayores tempestades no acertaban a desviar el rumbo con que marchaba
la nave del estado y que imperturbablemente segua esta su derrotero, lleg a creer que el gobierno legtimo era invulnerable,
nunca comprendi el peligro que corra su administracin, y
hasta en los ltimos momentos estuvo adormecido por esperanzas tan halageas como infundadas.
Con este motivo, no tuvo el tacto necesario para tratar a sus
subordinados, sin tener en cuenta que con su conducta disgustaba a muchos altos militares, a multitud de hombres prestigiados que iban a engrosar las filas de los descontentos, los cuales
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Para emprenderla solo se necesitaba patriotismo, pues durante la administracin del seor Lerdo la imprenta goz de
gran libertad y este nunca hubiera recurrido al rgimen de persecuciones contra los que trabajaban legalmente porque se reformara la constitucin en un sentido ms liberal.
Pero para seguir esa conducta, se necesitaba no tener otro
mvil que el bien de la patria y querer trabajar por su engrandecimiento sin miras egostas, puesto que los luchadores en el
terreno de la idea, generalmente no tienen otra recompensa que
la muy abstracta de haber satisfecho una de las ms nobles aspiraciones del alma, como es la de servir desinteresadamente a su
patria. Pero esa recompensa no satisface a todos; no todos saben
comprenderla. El caudillo de la intervencin estaba convencido
de que la patria haba contrado una gran deuda con l; el antiguo jefe que se haba visto cubierto de gloria al verificar su entrada triunfal en Mxico, en donde fue tratado con gran cario
y respeto por sus conciudadanos, admiradores de sus laureles y
ms que todo de su modestia verdaderamente republicana, no
poda resignarse a vivir oculto entre las montaas ms escabrosas, en las selvas ms impenetrables, y vivir siempre proscrito de
la sociedad o lejos de la patria.
Por estos motivos, y cuando hubo reunido los elementos necesarios, volvi a levantarse en armas el general Daz, haciendo
a la nacin las promesas ms halageas en el plan de Tuxtepec, que fue despus reformado en Palo Blanco, quedando
como sigue:
Considerando: Que la Repblica Mexicana est regida por un gobierno que
ha hecho del abuso un sistema poltico, despreciando y violando la moral y
las leyes, viciando a la sociedad, despreciando a las instituciones, y haciendo
imposible el remedio de tantos males por la va pacfica; que el sufragio pblico
se ha convertido en una farsa, pues el presidente y sus amigos por todos los
medios reprobados hacen llegar a los puestos pblicos a los que llaman sus
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del da en que tenga lugar la ocupacin, con arreglo a las leyes electorales
de 12 de febrero de 1857 y 23 de diciembre de 1872.
Al mes de verificadas las elecciones secundarias se reunir el Congreso, y se ocupar inmediatamente de llenar las prescripciones del artculo
51 de la primera de dichas leyes, a fin de que desde luego entre al ejercicio de su encargo el presidente constitucional de la repblica y se instale
la Corte Suprema de Justicia.
Art. 6o El poder ejecutivo, sin ms atribuciones que las meramente administrativas se depositar mientras se hacen las elecciones, en el presidente de
la Suprema Corte de Justicia actual, o en el magistrado que desempee sus
funciones, siempre que uno u otro en su caso, acepte en todas sus partes el
presente plan, y haga conocer su aceptacin por medio de la prensa, dentro
de un mes, contado desde el da en que el mismo plan se publique en las peridicos de la capital. El silencio o negativa del funcionario que rija la Suprema Corte, investir al jefe de las armas con el carcter de jefe del ejecutivo.
Art. 7o Reunido el viii Congreso constitucional, sus primeros trabajos
sern la reforma constitucional de que habla el artculo 2o la que garantiza la independencia de los municipios y la ley que d organizacin
poltica al Distrito Federal y territorio de la Baja California.
Art. 8o Los generales, jefes y oficiales que con oportunidad secunden el
presente plan, sern reconocidos en sus empleos, grados y condecoraciones.
Porfirio Daz
Campo en Palo Blanco, marzo 21 de 1876
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Es incalculable lo que influye la vida privada de un gobernante en el aprecio de sus conciudadanos. En ese respecto, el
general Daz gozaba de la fama de ser un austero republicano, y
en verdad, hasta ahora no ha desmentido esa fama, sino que la
ha consolidado ms y ms con la vida privada que lleva, unnimente calificada de intachable.
Por ltimo la desunin surgi en el bando gobiernista, porque el seor Iglesias, como presidente de la Suprema Corte de
Justicia de la nacin, declar que consideraba fraudulenta y
atentatoria la reeleccin del seor Lerdo para presidente de la
repblica, y por tal motivo desconoci su autoridad.
Su actitud fue apoyada por algunos estados y por parte de las
fuerzas federales, que lo reconocieron como al legtimo representante de la nacin.
De esta divisin, as como de las dems circunstancias, se
aprovech hbilmente el general Daz, y ayudado por el irresistible brillo de los galones, hizo que se inclinara la balanza por el
Plan de Tuxtepec.
Por otra parte, cuando la primera revolucin promovida por
el general Daz, adems de que luch contra Jurez en vez de ser
contra Lerdo, estaba an muy reciente la epopeya de las armas
republicanas; en los corazones arda an el fuego del patriotismo
que los hizo vencer a su formidable enemigo; pero ese fuego se haba
ido apagando poco a poco, y el trabajo de zapa de los descontentos
segua infiltrando en las conciencias que se haban mantenido ms
limpias, el veneno de la envidia, de la ambicin, y como no estaban
contenidas ni por el irresistible prestigio ni por la inquebrantable
energa de Jurez, iban a engrosar las filas de los revoltosos,
aumentando as cada vez ms las fuerzas del nuevo caudillo, que
con su maravilloso conocimiento del corazn humano, a cada quien
ofreca lo que ms halagaba sus pasiones o su patriotismo.
Con estos antecedentes, se ve fcilmente que el xito de la
revolucin no poda ser dudoso, pues aunque la nacin deseaba
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para que se celebrara ese aniversario, puesto que corre gran peligro de que no se vuelva a conmemorar despus de su muerte.
Como una prueba de tantas que podra citarse sobre la exagerada adulacin de sus amigos, vamos a referir el siguiente caso:
Por casualidad lleg a nuestras manos un librito impreso el
presente ao, titulado El ejemplo de una vida Porfirio Daz y su obra
para los nios; para los obreros, para el pueblo, el cual fue distribuido profusamente en Monterrey por el elemento oficial. En
ese librito, cuyo autor ocult prudentemente su nombre, quizs
porque se avergonzase l mismo de su obra, en la pgina veinticuatro, al pie de una fotografa del general reaccionario Leonardo Mrquez, dice lo siguiente: ...el general Daz lo derrot
siempre, desde el primer encuentro en Jalatlaco, en que venci
con 272 hombres a cerca de cuatro mil con once generales entre
ellos los Cobos y Negrete....
Esa es la inexactitud ms estupenda; pero vienen muchas
otras por el estilo.
Probablemente se imprimi esa obra con fondos del gobierno,
pues no es de esperarse que un particular annimo, hiciera ese gasto
tan fuerte; pero de cualquier modo que sea, es indudable que ha circulado con el consentimiento, por lo menos tcito, del general Daz.
Otro hecho bastante significativo, demuestra que al general
Daz no solamente le agrada la lisonja, sino que ve con desagrado tributar elogios a otro que no sea l, es el no haber permitido,
en la capital de la repblica, la ereccin de un monumento a
Jurez: cosa rara, si se tiene en cuenta que el general Daz, por
la posicin oficial que ocupa, deba ser el ms celoso guardin
de las glorias nacionales y tener predileccin especial por el indio de Guelatao, hijo de su mismo estado natal; su maestro, en
las aulas, su correligionario y jefe durante la guerra de reforma;
su bandera durante la guerra de intervencin y a quien se han
erigido monumentos en todo el territorio nacional, con motivo
del centenario de su nacimiento.
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Estas aparentes contradicciones nos servirn admirablemente para descubrir cul es la idea fija del general Daz; cul es el
mvil de todos sus actos.
En su proclama de la Noria afirmaba no tener ninguna ambicin para ocupar puestos pblicos, y despus de Tecoac ocupa
la presidencia a pesar de los convenios de la Capilla.
Esto nos demuestra que no eran sinceros sus ofrecimientos
de la Noria y que lo que ansiaba era el apoyo de la nacin para
llegar a la presidencia.
Si proclamaba en sus planes revolucionarios el principio de
no reeleccin, era porque comprenda que el pueblo consideraba peligrosa para los principios democrticos la reeleccin indefinida de los gobernantes, y que proclamando este principio,
lo ayudara en su lucha contra el gobierno, y eso era lo que l
buscaba por lo pronto, pues una vez en la silla presidencial, ya
sabra bien conservarla, aun contra la voluntad nacional.
Si el verdadero mvil que lo gua para conservar la paz, fuera la
conveniencia de la nacin, por qu no puso su espada al servicio
de Jurez y de Lerdo para haberla consolidado desde entonces?
por qu, en vez de observar conducta tan noble, fue el constante
perturbador del orden, acarreando males sin cuento a la patria?
La contestacin a estas preguntas es sencilla: la paz la conserva ahora con tan decidido empeo, no tanto por amor a la patria, sino porque, es el medio ms eficaz para conservar indefinidamente el poder.
Por qu no se preocup por el crdito de la nacin cuando
no era presidente, y ahora es tan celoso de l?
Por la misma razn, porque el crdito en manos de sus antecesores, habra robustecido sus gobiernos y dificultado ms quitarles el poder; y ahora que l lo tiene, necesita del crdito para
afianzarse ms y ms en la silla presidencial.
Por qu confiere puestos pblicos a sus enemigos, y persigue
a los que han sido sus amigos y profesan sus mismos principios
democrticos?
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Pues sencillamente porque el general Daz no tiene pasiones polticas, y solo considera como enemigos a los que pueden
entorpecer sus proyectos, y amigos a todos los que le ayudan.
As, tan pronto como sus enemigos capitulan o los ha nulificado,
deja de considerarlos como tales y ms bien procura atraerlos a
su lado dndoles puestos pblicos de importancia. En cambio,
si sus amigos, por la rectitud en sus principios o por su ambicin
personal, llegan a ser un estorbo o una amenaza para su poder
deja de considerarlos como amigos y los persigue tenazmente
hasta que los nulifica de cualquier modo.
De lo anteriormente expuesto, resulta que la idea fija del general Daz, era, mientras no tena el poder, conquistarlo a toda
costa, y una vez en su posesin, no desprenderse de l por ningn motivo.
Para la realizacin de esta idea, no vacilar en promover sangrientas revoluciones; en perdonar a sus enemigos desde que
capitulen; en perseguir a sus amigos cuando constituyan un estorbo para sus fines; en engaar a la nacin y aun a los amigos
que lo ayudaron en sus levantamientos.
Pero para conservar el poder en una nacin belicosa, se necesita no exacerbarla, y veremos cmo el general Daz har al
pas el mayor bien que pueda, siempre que sea compatible con
su reeleccin indefinida.
Medios de que se ha valido para
conservar el poder
Hemos encontrado cul es la idea fija del general Daz, y cul es
el mvil de todos sus actos; veamos de qu medios se ha valido
para conservar el poder por tantos aos.
Desde luego puede afirmarse que cuando un pueblo se levanta
en armas para conquistar un principio, el jefe de ese movimiento
se haya investido de poderes dictatoriales, omnmodos, y como
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que podran guiarla; tanto sus escritores, sus pensadores, como sus
caudillos, habrn sucumbido ante las seducciones del nuevo Csar,
o cado bajo el peso de su espada omnipotente.
No es grandeza de alma lo que se necesita para seguir esa
conducta; sino astucia, paciencia, hipocresa.
Frecuentes ejemplos de esa naturaleza nos presenta la historia,
pero el que tiene ms semejanza con el mtodo seguido por el general Daz para absorber en sus manos todo el poder, lo encontramos en la vida de Augusto, que acab con las libertades romanas
a la vez que con las causas de su grandeza, y dio principio con su
despotismo a la era de la decadencia de aquel gran imperio.
Tcito describe del siguiente modo los medios de que se vali
Augusto para absorber todo el poder en sus manos:
Desde que sedujo al soldado con ddivas; al pueblo con distribuciones de
trigo; a todos por el encanto del reposo, principi a elevarse poco a poco
y atrajo hacia a l todo el poder del Senado, de los magistrados, de las
leyes. Nadie se opona: los republicanos ms dignos haban sucumbido en
las batallas y en las proscripciones, los nobles que subsistan se elevaban
en riquezas y en honores a medida que aumentaba su servilismo; aquellos
que haban sido elevados por los nuevos acontecimientos, amaban ms el
presente y su seguridad que el pasado y sus peligros.
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y escritor, ingeniero Francisco Bulnes, la ha condensado en su clebre frase: El mnimum de terror y el mximum de benevolencia.
Esta hbil poltica, seguida con constancia, ha dado por resultado que todos los hombres de prestigio que podran hacerle
alguna sombra y servir de guas al pueblo, han desaparecido del
campo de la oposicin para ir a engrosar las filas de los presupuestvoros; o bien, decepcionados, se han retirado a la vida privada.
Como al general Daz siempre ha importado que no se opongan a su poltica personal, ha sido sumamente tolerante en cuestiones de principios, y con los brazos abiertos recibe en sus filas a
liberales y conservadores, empleando la poltica de conciliacin
con el clero, que ha dado muy buenos resultados en el sentido de
borrar odios antiguos; pero en cambio, ha sido irreconciliable con
quienes han seguido siendo partidarios del hermoso ideal por l
mismo proclamado en el plan de Tuxtepec: la no reeleccin.
El general Daz ha debido emplear mucha habilidad para
llegar a los resultados que ahora palpamos.
Sus primeros pasos en el poder fueron para cumplir los ofrecimientos que hizo a la nacin, y desde luego se ocup en expedir las proclamas y decretos necesarios a fin de reformar la
Constitucin en el sentido indicado; pero esa reforma no fue
franca; el general Daz no se atrevi quiz porque no se senta bastante fuerte a burlar al pueblo desde luego, y le pareci
prudente esperar; por lo pronto, al hacer la reforma dej una
puerta abierta para volver al poder.
El artculo 78 qued reformado en los siguientes trminos:
El presidente entrar a ejercer sus funciones el 1o de diciembre
y durar en su en cargo cuatro aos, no pudiendo ser reelecto,
sino cuatro aos despus de haber cesado en sus funciones.
Una vez llevada a cabo esta reforma a la constitucin, en
un sentido que le permitira volver a la presidencia, se ocup
en preparar lo mejor posible el terreno, influyendo para que
los puestos de gobernadores en los estados fueran ocupados por
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Solo diremos que ese acontecimiento ha influido grandemente para infundir el terror ms vergonzoso en las multitudes,
y ha paralizado los esfuerzos de los buenos hijos de Mxico,
celosos de sus derechos y amantes de sus libertades.
* * *
El general Daz, acababa de reformar la constitucin en el sentido de la no reeleccin y le era imposible reelegirse de nuevo,
pero como haba dejado una puerta abierta para volver a la
presidencia, quiso aprovecharse de ella.
Para lograr ese objeto, le era preciso dejar por sucesor a uno que
le debiera todo y no tuviera grandes mritos, a fin de estar seguro de
su adhesin y de que en ningn caso le sera un competidor peligroso.
En el general Manuel Gonzlez, que no tena ms mrito que el
de haber cooperado muy eficazmente al triunfo de las armas tuxtepecanas en la batalla de Tecoac, encontr la persona deseada.
El general Manuel Gonzlez era el tipo de militar audaz y
caballeroso; leal con sus amigos y franco en su trato con todos,
as como en los actos de su administracin. Esto le convena al
general Daz, porque en la palabra de un hombre tal poda confiar y estar seguro de que fielmente cumplira el pacto celebrado
entre ambos para alternarse en la presidencia.
En cambio, a la nacin no le convena el nombramiento del
general Gonzlez para presidente, pues no era sino un soldado
audaz sin ningn prestigio ni mritos como estadista, segn lo
demostr con el desbarajuste de su administracin, que permiti la improvisacin de enormes fortunas.
Administracin del general Gonzlez
Los acontecimientos ms notables durante su administracin,
fueron los motines populares provocados con motivo de la
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emisin del nquel, y las tempestades levantadas en las cmaras porque el gobierno pretenda reconocer la deuda inglesa.
Poco antes de terminar su periodo presidencial, reform la
constitucin con el objeto de que los periodistas, en vez de ser
juzgados por jurados, lo fueran por jueces, es decir, administrativamente, puesto que estos son nombrados por el gobierno del
centro, a pesar de disponer otra cosa la constitucin. Prcticamente qued la prensa a merced del gobierno.
La administracin del general Gonzlez se hundi en el desprestigio ms absoluto.
Vuelve a la presidencia el general Daz
Sin embargo, su crculo de amigos le instaba a reelegirse, pero
l no quiso faltar a la fe de su palabra y volvi a entregar las
riendas del poder al general Daz, que fue electo presidente de
la repblica, porque, adems de estar apoyado por el elemento
oficial, contaba con las simpatas de la nacin, pues comparado
el desbarajuste de la administracin del general Gonzlez con
la anterior del general Daz, resaltaba ms el relativo orden de
esta, y todos esperaban como un salvador al general Daz, que
con beneplcito de la nacin volvi al poder.
Sin embargo, a pesar de que la nacin aceptaba gustosa su
nuevo presidente, no se verificaron elecciones en regla: de igual
manera se haba hecho para nombrar al general Gonzlez.
A qu atribuir esta pasividad de la nacin? La razn es muy
sencilla. Cuando estaba en el poder el seor Lerdo, existan dos
grandes partidos polticos: los lerdistas representando al gobierno constitucional, y los porfiristas que hacan la oposicin por
cuantos medios tenan a su alcance, inclusive el de las armas.
El partido porfirista lleg a ser el ms popular, porque haca los
ofrecimientos ms halagadores a la nacin, y al fin triunf; pero
este triunfo se obtuvo con las armas en la mano, y la organizacin
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Tuvo ms dificultad para sustituir a los gobernadores francamente gonzalistas, que reconocan al general Gonzlez como
jefe y abrigaban esperanzas de verlo de nuevo en el poder, que
para remover a los lerdistas, sin jefe y sin ningn apoyo; as es
que por s solos cayeron al triunfar la revolucin de Tuxtepec.
En los estados donde encontraba esas dificultades, busc cualquier pretexto o hizo que sus amigos promovieran algn disturbio, para declarar aquellos en estado de sitio y despus verificar
las elecciones bajo la presin de sus bayonetas y segn sus deseos.
De este modo fueron nombrados los gobernadores de
Coahuila, Tamaulipas y otros muchos, notablemente el de Nuevo Len, pues desde esa poca es gobernador de aquel estado el
general Bernardo Reyes, que tom por asalto a Monterrey.
Con tal poltica, logr que todos los miembros del Congreso
y del Senado, as como la mayora de los gobernadores, fueran
de sus incondicionales, y entonces reform de nuevo la constitucin; pero a fin de no alarmar a la repblica ni a muchos de sus
amigos que tambin codiciaban la silla presidencial, se reform
en el sentido de que solo una vez poda ser reelecto el presidente
de la repblica. A la vez quedaron facultados los gobernadores de
los estados para reformar las constituciones locales en el mismo
sentido.
El pacto estaba celebrado.
El general Daz apoyara a los gobernadores para que se
reeligieran indefinidamente, y estos lo sostendran contra todo
viento y marea en la silla presidencial.
Desde esa poca se han perpetuado en el poder tanto el
general Daz, como la inmensa mayora de los gobernadores.
Raros han sido los cambios entre estos ltimos. Casi el nico
factor que los ha determinado, es la muerte, nico elemento
Antirreeleccionista que subsiste en la repblica.
Los cambios debidos a la opinin pblica son rarsimos; ms
all nos ocuparemos de ellos.
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* * *
Con esta serie de medidas y debido principalmente a las razones
antes expuestas, la nacin estaba tranquila y dejaba toda libertad de accin al general Daz, quien, para obligar a sus turbulentos compaeros de armas a guardar la misma tranquilidad,
tuvo que recurrir a otros medios.
A los ms les dio empleos de importancia en su administracin o los hizo elegir gobernadores de estados, puestos considerados como filones inagotables, que con gran habilidad han
sabido explotar en su provecho personal.
A otros les daba concesiones que, si eran ruinosas para la
nacin en la mayora de los casos, en cambio para los concesionarios constituan fuentes inagotables de riquezas.
Casi todos los terrenos nacionales han sido repartidos de esa
manera, logrando hacer riqusimos a sus dueos, sin dejar casi
ningn producto a la nacin, que tambin poda haberlos utilizado fundando colonias de agricultores para fomentar la inmigracin.
Con esta tctica logr enriquecer a sus compaeros de armas
y tenerlos tranquilos, pues el elemento antirrevolucionario por
excelencia, es la riqueza.
Sin embargo, no todos sus amigos se contentaban con tener
riquezas; algunos de ellos aspiraban a la presidencia de la repblica, o por lo menos no estaban conformes con la reeleccin
indefinida del general Daz. Estos fueron vigilados cuidadosamente y como resultado de tan estricta vigilancia, parece que
fue descubierta una conspiracin encabezada por el general
Garca de la Cadena.
No se supo ms, sino que este general fue fusilado en el estado de Zacatecas sin formacin de causa. Este general haba
sido de los que combatieron al lado del general Daz contra la
administracin lerdista.
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Habindose logrado este objeto, la agricultura, la minera, la industria y el comercio pudieron desarrollarse libremente; los capitales
antes ocultos, fueron invertidos en el desarrollo de diferentes empresas, y se principi a sentir una oleada de bienestar en la repblica.
A la vez que aumentaba el comercio, aumentaban las entradas al
tesoro nacional, lo que le permita atender a sus gastos ms urgentes.
Sin embargo, necesitaba hacer uso del crdito de la nacin
para emitir emprstitos que le permitieran el desarrollo de las
riquezas pblicas y la consolidacin de su gobierno.
Ninguno de los anteriores, ni el de Lerdo ni el de Gonzlez,
haba podido conseguir tal objeto, porque la primera exigencia
de los capitalistas extranjeros, era que el gobierno de Mxico
reconociera la deuda inglesa, y no pudieron hacerlo, porque el
pueblo en masa se opona a ello por medio de manifestaciones
pblicas y de sus representantes en el Congreso.
El mismo general Daz calificaba de inmoral e injusto el reconocimiento de tal deuda, en su proclama de Tuxtepec.
En realidad se trataba de una deuda injusta, y el intento que
hicieron los gobiernos de Lerdo y de Gonzlez para reconocerla, les acarre tormentas populares y en las cmaras, que les
hicieron desistir de sus propsitos.
A pesar de ello, cuando el general Daz comprendi que la
opinin pblica ya no se atrevera a manifestarse, y que las cmaras acataran sin murmuracin sus rdenes en asunto tan delicado, reconoci la famosa deuda inglesa.
Situacin tan bonancible y el reconocimiento de esa deuda,
aumentaron el crdito de la repblica en el extranjero, y el gobierno del general Daz aprovech esta circunstancia para emitir frecuentes emprstitos.
Aunque segn se dice, parte de estos fueron derrochados o
repartidos en forma de comisiones, indudablemente la mayor
parte se invirti en obras pblicas, sobre todo, en la construccin de puertos, ferrocarriles y otras vas de comunicacin.
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Entre tanto, l no perda de vista la idea fija que siempre haba acariciado y que ya le conocemos.
Por este motivo vemos que, cuando toda la nacin piensa en
su progreso econmico y olvida por completo la funesta costumbre de las revoluciones, solo l se prepara sordamente a la
guerra, aumentando el efectivo del ejrcito, dotndolo de armamento ms moderno, acumulando cerca de l los elementos de
destruccin ms eficaces y almacenando caones de todos los
tipos, sobre todo del de montaa, propio en las guerras civiles.
Podra creerse que estos armamentos tienen por objeto
preparar la defensa nacional contra algn ataque eventual de
nuestro poderoso vecino del norte; pero no es as, pues la principal
defensa contra esa nacin tan poderosa, sera estrecharnos todos
los mexicanos en abrazo fraternal, en respetar nuestros mutuos
derechos, en trabajar todos unidos por levantar el nivel intelectual
y moral del pueblo mexicano, hacindolo ms fuerte por medio de
la instruccin, ms digno por medio de las prcticas democrticas,
ms patriota con la conciencia de sus propios derechos, ms hbil
en la guerra por medio de una educacin militar adecuada, y nada
de esto ha hecho el general Daz; lo nico que le ha preocupado es
sostenerse en el poder. Por este motivo ningn punto estratgico
de las fronteras del norte se encuentra fortificado, porque quiere
tener los caones cerca de l, en la misma capital de la repblica,
como el mejor auxiliar de sus bayonetas.
En una palabra, el general Daz ha reconcentrado en sus manos un poder absoluto, para lograr sostenerse en el gobierno. Solo
de este modo ha podido gobernar a la repblica segn su voluntad y sin respetar la libertad de imprenta, que podra despertar
al pueblo y dirigir la opinin; el derecho de reunirse en clubes,
porque podran serle hostiles; la soberana de los estados, porque
mandaran diputados y senadores independientes, y elegiran gobernadores no tan complacientes para obsequiar sus deseos manifiestos y aun los que l mismo no se atreve a manifestar.
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tremendas; mientras que, cuando esta casta perdi su influencia, los reyes dieron rienda suelta a sus pasiones, se dedicaron a
construir los monumentos ms grandes e intiles que conoce la
humanidad, sacrificando miles de esclavos en la elevacin de las
pirmides que deban servirles de mausoleo.
Servidumbre tan prolongada apag en el pueblo egipcio
todo sentimiento de dignidad nacional, y desde entonces lo hemos visto aceptar el yugo de sus diferentes conquistadores con la
misma impasibilidad; pero no es el estoicismo de las almas bien
templadas, a quienes no arredran los ms grandes obstculos
para lo conquista de su libertad o de los ideales que persiguen;
sino la impasibilidad de las bestias de carga, para quienes es indiferente el arriero que las ha de dirigir; lo nico que desean es
la ligereza de la carga. Por tal motivo, ese pueblo es ahora feliz
bajo la dominacin inglesa porque el gran tacto de Inglaterra
ha consistido en hacer que los pueblos, bajo su dominio, sufran
lo menos posible el peso de su carga y la afrenta de su yugo.
El poder absoluto en Asia
Igual suerte han sufrido casi todos los pueblos de Asia, el continente clsico de la tirana, del poder absoluto, de los imperios brillantes y poderosos, pero carcomidos en su base; con sus monarcas
cargados de pedreras y disfrutando de todas las magnificencias
de Oriente, mientras sus sbditos arrastran una vida miserable.
La historia, al hablarnos de la grandeza de aquellos imperios,
se ocupa principalmente en descripciones del fausto, del lujo
inmoderado, de la magnificencia que desplegaban los emperadores en su corte y de la tirana tan hbil que ejercan sobre
sus pueblos. Algunas veces, cuando los prncipes tenan grandes
talentos militares, con sus inmensas riquezas y tantos millares de
sbditos diligentes en obedecer las rdenes de su amo, organizaron ejrcitos poderosos que fueron el azote de la Tierra, como los
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Las fuerzas acumuladas lentamente por la democracia romana, fueron aprovechadas por Csar, quien se cubri de gloria
con los elementos que la repblica puso en sus manos para conquistar las Galias.
Una vez terminada esta conquista y a la cabeza de sus victoriosas legiones, fue a conquistar a la misma Roma, a imponerles
su voluntad, arrancarle sus libertades y establecer los cimientos
del despotismo que tan hbilmente sabra consolidar Augusto.
El gran imperio romano no supo subsistir en manos del poder absoluto; principi por desmembrarse como vasto organismo carcomido por la gangrena. A eso se debi la ruina de Roma
y no a las invasiones de los brbaros.
Lo nico que estos hicieron, fue pasar casi sin resistencia las
fronteras del imperio romano y establecerse en su corazn como
en pas conquistado, fundindose muy pronto con los pueblos
que lo habitaban. La amalgama por accin mutua de esas dos
razas, de costumbres, leyes y religiones tan diversas, dio origen
a la sociedad de la Edad Media, durante la cual tuvo una gran
recrudescencia el rgimen del poder absoluto, que trajo sobre
Europa una de las noches ms sombras y trgicas.
Pero el rbol de la libertad, que otras veces haba florecido en
Roma, dej abundante semilla conservada cuidadosamente en el
granero de la historia, a donde iran a buscarla para alimentar su
inteligencia los espritus selectos, los amantes de la libertad, quienes encontraran en aquellos hechos heroicos alimento para su
alma y fuerza necesaria para destrozar las cadenas de la tirana.
Reflexiones sobre el poder absoluto
Por esta breve resea histrica comprenderemos que los efectos invariables del absolutismo han sido sumir a los pueblos en
la obscura noche de la ignorancia y del fanatismo, hacindoles
perder la nocin de su dignidad y olvidar el amor patrio. En
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efecto, qu amor puede tener a su patria un hombre sin ninguna libertad, vctima de la ms odiosa tirana, no considerndose
dueo de nada, pues que hasta los seres ms queridos le son arrebatados para poblar los palacios de concubinas y los ejrcitos de
soldados; no teniendo ni un pedazo de tierra que amar, porque
la nica regada con su sudor, en vez de ser para l la madre solcita que le alimenta, abriga y hace feliz, no es sino la madrastra
ingrata que le hace trabajar sin descanso y apenas le da alimento
necesario para no sucumbir de hambre? Sin ms ejemplos que
los corrompidos de sus prncipes; sin otro alimento para su espritu que el amargusimo de verse siempre vctima de la fuerza
bruta, y siempre a su vista el premio al xito y a la fuerza. Los
pueblos en estas condiciones, consideran a la fuerza como una
divinidad a la cual rinden culto, venga de donde viniere; por
eso vemos a los pueblos sujetos al poder absoluto no importarles
sufrir yugo extrao, mientras que los pueblos libres defienden su
libertad como el don ms precioso, pues con ella est vinculada
la propiedad del terreno, el amor a la familia, la satisfaccin que
encuentran las ms nobles ambiciones dentro de una, repblica,
puesto que todos pueden aspirar a las ms altas dignidades.
El ejemplo ms notable de lo anterior, se encuentra en Roma,
vencida en las ms grandes batallas por Anbal, abandonada
por casi toda Italia, que volvi sus armas contra ella, y con los
ejrcitos victoriosos de su poderoso enemigo a las puertas de la
ciudad, luchando con entereza y energa, hasta vencer definitivamente a su formidable adversario.
Antes de esa guerra cuya magnitud reson en el mundo entero, se haba visto Roma amenazada de grandes peligros; la
poblacin lleg a estar en manos de los galos, y los romanos no
eran ya dueos sino del Capitolio. Sin embargo, sus hijos nunca
la abandonaron; preferan morir a ser esclavos. Muchos murieron en efecto, dando admirables ejemplos de herosmo, como
los ancianos senadores, que no quisieron abandonar la ciudad,
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Esto nos explica las grandes faltas cometidas por la administracin rusa y la inmoralidad en las altas esferas del gobierno, al
grado de que alguno de los grandes duques fue acusado por haber sustrado los fondos destinados a la curacin de los heridos.
Tales abusos casi no se conocan y no era posible remediarlos,
pues si la prensa independiente los denunciaba, era perseguida
sin piedad, y el zar no poda saber lo que pasaba en su vasto
imperio, contentndose con lo que le decan sus consejeros que,
segn hemos visto, no podan ser hombres de carcter y principios. As es como ocupan esos puestos los que tienen ms esprit y
saben mejor halagar las pasiones del soberano.
Esto en cuanto a los preparativos de la guerra. Una vez que
hubo estallado, se vio lo inferior que era la oficialidad rusa comparada con la japonesa, pues aquella, compuesta en general de
nobles, valientes, es cierto, pero cuyo valor fue estril por lo ostentoso y sobre todo, por la falta de conocimientos y de disciplina, pues as como el soberano solo admite a su lado a quienes
lo adulan, asimismo el general solo confiere ascensos a los que
mejor saben atraerse sus simpatas, resultando no el mrito, sino
el favoritismo, el principal factor en los ascensos.
Llegando por ltimo al soldado, ignorante, arrancado de su
hogar contra su voluntad para defender una causa que no le
simpatizaba, pues para esos desheredados de la fortuna poco
importaba que el imperio moscovita llegara hasta los montes
Urales o hasta el (ro) Amarillo, si a ellos no haban de aprovechar
esas conquistas, que solo serviran para enriquecer a sus amos,
a quienes odiaban cordialmente, pues ms los conocan por el
peso de su fuete, y la herida de su ltigo, que por la largueza de
su mano o por la magnificencia de su corazn.
Esos soldados, peleando contra su voluntad en defensa de
un amo a quien odiaban, y para conquistar pases que les eran
desconocidos, llevados al combate por oficiales dspotas,
presuntuosos e ignorantes, no sabran resistir al empuje de
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en la guerra, sino tambin en la administracin; posea una actividad incansable, un golpe de vista asombroso, y llevaba con
tal orden los asuntos pblicos, que todo se mova con precisin
matemtica; contaba con ejrcitos los ms numerosos y aguerridos del mundo; con riquezas inagotables para prepararse a la
guerra, y por ltimo, tena subyugada a casi toda Europa. Sin
embargo, su grandeza fue efmera, pues su ambicin personal lo
llev a guerras desastrosas para Francia, y cuando ms necesitaba de la ayuda de los franceses para defender la integridad del
territorio nacional, estos no respondieron a su llamado, pues a
su general solo lo obedecan cuando tena fuerza suficiente para
hacerse respetar, y tan pronto como la fortuna principi a serle
adversa, le falt tal fuerza; mientras que al llamamiento de la
patria siempre respondan, porque con ella estaban vinculadas
sus instituciones y su libertad.
Si Napolen en vez de coronarse se contenta con el consulado vitalicio, habra cubierto a Europa de consulados semejantes
al francs, la libertad habra echado ms hondas races en Europa y la grandeza de Francia habra sido ms duradera.
En cambio Napolen dej obras materiales que aun se admiran en todo el territorio francs; abri caminos magnficos, cav
canales importantsimos; pero las obras de esta naturaleza, son
el recuerdo que dejan siempre los dspotas.
La obra ms duradera de Napolen fue su admirable cdigo
de leyes, que rige en casi todo el mundo civilizado. Siempre los
productos del pensamiento sereno del escritor, son ms duraderos que los hechos de armas del impetuoso guerrero!
La catstrofe eplogo de la epopeya napolenica, provino de
la debilidad del sistema del absolutismo, porque no puede achacarse ni a corrupcin administrativa, ni a ineptitud de los jefes,
ni a falta de valor de los soldados, pues los que permanecieron
fieles a las batideras imperiales pelearon con valor admirable
hasta el ltimo momento.
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pues las grandes catstrofes despiertan a los pueblos, que reaccionan vigorosamente contra el causante de sus desgracias.
El gran Napolen, arrastrando con irresistible atractivo
a toda Francia a las empresas ms gloriosas; deslumbrando a
todos con sus hazaas, se siente embriagado por la victoria e
impele a su patria al desastre, para caer con ella en el abismo a
donde lo empuj su ambicin.
Napolen el pequeo no tena otro motivo para fascinar al
pueblo francs, que el glorioso nombre de su to, y quiso deslumbrarlo con el brillo de su corte, la construccin de magnficos palacios, la apertura de esplndidas avenidas y el ruido de
guerras lejanas; pero no lo logr por completo, pues la libertad
haba hechado hondas races en Francia y se alzaba vigoroso el
acento de los republicanos, el del gran proscripto de la isla Jersey, que al dirigirse al pueblo francs lo estremeca con el canto
robusto que entonaba a la libertad, con los solemnes anatemas
que lanzaba a la tirana.
Por este motivo Napolen, sintiendo su corona vacilar, se resolvi a promover la guerra contra Alemania, con la esperanza
de vencerla y afianzar su trono. Ya hemos visto cun infundadas
eran esas esperanzas; pero a los dspotas les preocupa ms consolidar su poder que salvar a la patria.
* * *
Pasando ahora a la poltica contempornea, podemos observar
cmo treinta y seis aos de sistema democrtico han levantado
a Francia a una altura envidiable entre las naciones europeas,
pues con la sabia y prudente poltica republicana, ha rehuido
toda aventura peligrosa y se ha dedicado a reconstrurse interiormente, logrando un desarrollo portentoso de su riqueza;
y con su poltica tan prudente, hbil y patritica, ha logrado
atraerse las simpatas de toda Europa, al grado de haber
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concertado una entente formidable, que deja enteramente aislada a Alemania, su poderosa rival.
Pero estudiemos casos especiales en que podremos mejor
apreciar las ventajas de la democracia.
Exploradores franceses abordaron a un villorrio del centro
de frica, Fashoda, y plantaron la bandera francesa. Inglaterra
pretendi que ese villorrio estaba dentro de los lmites de su influencia de donde se origin una controversia que lleg a exaltar
a tal grado la opinin pblica en ambas naciones, que la guerra
estuvo a punto de estallar. Pero ambos pases cuentan con instituciones democrticas, y los ministros que gobiernan no tenan
la indolencia ni la debilidad del zar de Rusia, ni el orgullo del
gran Napolen, ni necesitaban consolidar una corona como el
pequeo; mientras que s tenan un gran amor a la patria, y no
la queran comprometer en aventuras peligrosas; adems, para
esos ministros eran perceptibles los temores de las madres, las
esposas y las hijas que no queran perder a sus hijos, esposos y
padres por una ridcula cuestin de honor mal entendido. Si
la opinin popular estaba acalorada y con su mpetu acostumbrado se preparaba a la guerra, la voz de los prudentes que la
guan, se hizo or y prevaleci en ambos gabinetes, y la cuestin
qued arreglada de un modo tan satisfactorio, que desde entonces empezaron a estrecharse las relaciones de los dos pases para
preparar su entente.
Posteriormente surgi otra dificultad que estuvo a punto de
precipitar a Europa en una conflagracin espantosa.
Un soberano casi absoluto y bien conocido por lo impetuoso
de su carcter, por cuestiones de amor propio promovi serias
dificultades a Francia, poniendo como pretexto la influencia
que esta ltima tena sobre Marruecos.
La guerra hubiera estallado en toda Europa si no hubiera sido
por la fuerza de las instituciones democrticas que rigen a Francia,
pues cuando se vio que la imprudencia o temeridad de un ministro
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n el bosquejo histrico que hicimos del militarismo, hablamos de las funestas consecuencias que para Mxico ha tenido el poder absoluto ejercido por medio de dictaduras militares,
y ese estudio nos facilitar grandemente nuestro trabajo actual.
En nuestra patria tiene su origen el poder absoluto en las guerras intestinas y en las grandes guerras extranjeras, pues como
ya hemos visto, cuando un pas sostiene victoriosamente alguna
guerra extranjera, le queda la pesada carga de recompensar a sus
hroes.
En Mxico est ntimamente ligada la idea de poder absoluto
a la de militarismo, porque este ha sido la causa de aquel.
Lo cual nos servir en el curso de nuestro estudio para encontrar el remedio a los males que nos aquejan.
Por tales razones abordaremos de lleno la cuestin.
Pruebas de que existe el poder absoluto
en Mxico
La repblica mexicana est actualmente gobernada por una
dictadura militar que ejerce el poder absoluto, aunque moderadamente. Las mejores pruebas son: la unanimidad de votos en el
nombramiento de todos los funcionarios pblicos; la servil conformidad de las cmaras al aprobar las iniciativas del gobierno; la
inamovilidad de los primeros, cuyo poder en todos casos dimana
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Guerra de Tomchic
La nacin no supo nunca la verdadera causa de esa guerra; pero
se dijo que fue ocasionada porque los habitantes de aquel pueblo, que se encuentra en el corazn de la Sierra Madre, no queran pagar las contribuciones, o algo tan balad e insignificante
como eso. Pues bien, los esfuerzos hechos por el gobierno para
arreglar pacficamente la cuestin, fueron bien pocos y quizs
neutralizados por la ineptitud, orgullo o ambicin de sus delegados. El resultado fue el envo de fuerzas federales en gran
nmero, que destruyeron por completo al pueblo, acabando,
o poco menos, con todos los habitantes, quienes opusieron una
resistencia heroica y causaron a las fuerzas federales numerosas
bajas, al grado de desorganizar por completo los primeros cuerpos que marcharon al ataque.
He ah un cuadro terrible.
Hermanos matando a hermanos y la nacin gastando enormes sumas de dinero, por la ineptitud o falta de tacto de alguna
autoridad subalterna.
El general Daz, encerrado en su magnfico castillo de Chapultepec, supo las dificultades, pidi informes al gobernador, este
a su vez se dirigi a la autoridad subalterna, verdadera causa del
conflicto; esta inform favorablemente a sus miras, y por los mismos trmites lleg su informe a manos del general Daz, quien
juzg necesario mandar destruir a aquellos humildes labradores
y pacficos ciudadanos, representados ante su vista como terribles perturbadores de la paz pblica, y para hacer respetar el
principio de autoridad, orden el envo de fuerzas a Tomchic.
En este caso, el criterio del general Daz fue el de un jefe poltico.
De qu nos sirve, pues, que el general Daz tenga un criterio
tan recto, un tacto tan admirable para tratar a todo el mundo,
si en muchos casos, por la razn natural de las cosas, su juicio se
deja guiar por el nfimo de sus subordinados?
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Heriberto Fras, valiente y pundonoroso oficial, pensador y escritor notable, indignado por las torpezas de sus superiores y las
infamias que le hicieron cometer llevndolo a exterminar a sus
hermanos, escribi un bellsimo libro denunciando esos atentados; pero la voz varonil de los hombres de corazn nunca es grata
a los dspotas de la tierra, y ese oficial pundonoroso fue dado de
baja, procesado y estuvo a punto de ser pasado por las armas.
El eplogo de ese drama no podra ser ms conmovedor: un
pueblo destruido por el incendio, regado con los cadveres de
sus valientes defensores, abandonado por las numerosas madres,
viudas y hurfanos que muy lejos fueron a llorar su muerte; y
ms all, entre los bosques que rodean al pueblo, muchos cadveres tambin, pero de resignados oficiales y soldados, que sin
saber por qu, fueron los portadores del exterminio, encontrando la muerte en su tarea, y a quienes hacan melanclicamente
los honores de reglamento los compaeros que les sobrevivieron.
La patria perdi muchos hijos!
El tesoro nacional fue sangrado abundantemente!
Y las contribuciones origen de esa hecatombe no fueron
pagadas!
Mil veces mejor hubiera sido que ese pueblo no pagara contribuciones por algunos aos, esperando que las luces de la instruccin penetraran en l y le hicieran comprender sus deberes!
Pero no: si no conocen sus deberes, a balazos han de ensearles, en vez de hacerlo por medio de la instruccin. Ese es
el mal de los gobernantes militares, que todo lo quieren hacer
valindose de la fuerza bruta.
Guerra del Yaqui
Otro atentado del cual no podemos hablar sin sentirnos conmovidos; llenos de profunda piedad hacia tantas vctimas; posedos de
tremenda indignacin contra sus verdugos, es la guerra del Yaqui.
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Cuntas veces nos horrorizamos al leer en la prensa las lacnicas noticias del teatro de la guerra!
Cuntas veces nos hemos visto impulsados a tomar la pluma
para lanzar a la repblica nuestras protestas indignadas, nuestras vehementes imprecaciones para conmoverla, pintndole
con toda su horrible desnudez los crmenes sin cuento que se
estn cometiendo en las frtiles regiones, baadas por el Yaqui
y el Mayo!
Pero de qu hubiera servido nuestra protesta? habramos
logrado conmover la opinin pblica para evitar el atentado?
Indudablemente que nuestros esfuerzos habran sido estriles. A
una nacin oprimida no se le despierta con un escrito aislado,
se necesita un conjunto de hechos que la despierten y a la vez le
hagan concebir esperanzas de redencin.
Por esas razones comprimamos nuestra indignacin,
ocultbamos nuestras lagrimas, esperbamos llenos de ardor el
momento oportuno para lanzar a los cuatros vientos nuestra
protesta inflamada de indignacin.
Creemos llegado el momento; pero si no es as, que nuestro
optimismo nos engaare, habremos satisfecho una de las ms
apremiantes exigencias de nuestra alma al lanzar este acto de
protesta contra tan inicuos atentados.
Sepan los desventurados sobrevivientes de esa heroica raza,
que no todos los blancos, los yoris, somos sus enemigos; sepan
los que gimen bajo el latigo del esclavista, que muchos de sus
hermanos compartimos su dolor, que lloramos con ellos su esclavitud, que no estn solos en el mundo, que hay quienes se
preocupen por su felicidad y que existe una poderosa corriente
de opinin indignada, clamando por la justicia.
Una vez satisfecha en este prembulo la necesidad que tenan
de manifestarse nuestros sentimientos ms elevados; una vez
salida de nuestro pecho esta doliente queja; una vez que hemos
cumplido con el deber ms noble que nos exiga nuestro amor
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La deportacin ha llegado a ser enorme, al grado de alarmar seriamente a los agricultores de Sonora, quienes se han
dirigido al presidente de la repblica para que revoque esa
orden, pues calculan que si sigue deportacin tan rpida, no
tendran peones para levantar su cosecha de trigo.
El gobierno federal se alarm de tales consecuencias, porque era importantsimo levantar el trigo, y gracias a esas reflexiones meramente econmicas, revoc la orden hasta cierto
punto, declarando que se suspendiera la deportacin sistemtica de indios, advirtiendo que por cada fechora cometida por
un yaqui, se deportaran quinientos.
Un hacendado de aquellos rumbos, tanto por humanidad
como por conveniencia propia, llev a sus fieles sirvientes al
vecino estado de Sinaloa, y de all lo hicieron regresarlos a
Sonora para ser deportados con los dems.
Las mujeres yaquis ven morir a sus nios con impasibilidad.
Preguntada una de ellas de dnde provena esa indiferencia,
contest que como de grandes los haban de matar los yoris,
era mejor que murieran de una vez
* * *
Basta ya de narracin que tan profundamente nos afecta. Notemos la conducta de la prensa en casi toda la repblica, abstenindose de comentar tales noticias, y es natural, puesto que no
tena permiso de hacerlo.
Un anciano general extranjero es asesinado en las calles
de la metrpoli. Noble indignacin estalla en todos los rganos de la prensa: tenan permiso para indignarse. En cambio,
a nuestros desventurados hermanos se les despoja de su patrimonio, se les separa de sus familias, se les reduce a la esclavitud:
silencio sepulcral. Ay de quien diga una palabra!
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* * *
Pero los tiempos han cambiado. El centenario de nuestra independencia se anuncia majestuoso, recordando los albores de la libertad.
Los escritores independientes, los que amamos a la patria, ya
no estamos solos; el pueblo-len empieza a sacudir su melena y
perezosamente se prepara al combate. l ser nuestro firme sostn, y necesitamos todos prepararnos igualmente para la lucha,
erguirnos, sacudir el miedo letal que ha sellado nuestros labios,
diciendo alto y claro la verdad.
En cumplimiento de ese sagrado deber, pasamos ahora a comentar tan desastrosa contienda entre hermanos.
Ya hemos hecho una especie de resumen de los incalculables
perjuicios sufridos por la nacin con tan inicua guerra. Sin embargo, veamos ahora el mismo asunto desde otro punto de vista.
A la nacin le hubiera convenido ms conservar esa colonia,
que con su trabajo fecundaba una frtil regin de la repblica,
y que, en caso de guerra extranjera, hubiera prestado importantsimo contingente, pues los yaquis han demostrado que si son
excelentes labradores, tambin son incomparables guerreros.
En vez de esto, casi toda esa regin ha estado a punto de pasar
a manos de una compaa extranjera, y ahora est dividida entre
unos cuantos propietarios que no la explotan por falta de brazos.
Veamos ahora si lo que nosotros creemos conveniente para el
pas, habra sido posible siguiendo una poltica ms patritica.
Indudablemente que s, pues bastaba reconocer a los yaquis
como dueos de la gran extensin de terreno que ocupaban,
lo cual era perfectamente legal, puesto que se considera como
ttulo perfecto de una propiedad el haber estado en posesin
no interrumpida por ms de veinte aos, y los yaquis, desde
tiempo inmemorial, por derecho de origen estaban en quieta
y pacfica posesin de sus terrenos, puesto que nadie les haba
disputado la propiedad.
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Indudablemente que el general Daz, como hombre de Estado, como patriota, lamenta las consecuencias de esa guerra;
pero tales consecuencias son el fruto inevitable de su poltica
absolutista, indispensable para satisfacer su ambicin personal.
As siempre veremos las flaquezas del hombre entorpeciendo la
accin del estadista.
Las causas de esta guerra son obscuras, como todos los actos
de un gobierno absoluto; pero se han llegado a vislumbrar; la
opinin pblica seala quines han sido los beneficiados con
esa guerra y los declara culpables aplicando el sencillo procedimiento judicial para investigar quin es el responsable de algn
crimen cometido.
Esos beneficiados ocupan altos puestos en la administracin,
la poltica, el ejrcito, y todo el mundo los designa por sus nombres; pero no entra en la ndole de este trabajo acusar a todos los
culpables de la administracin actual, pues en el fondo de todos
esos atentados no reconocemos otro responsable que el rgimen
de poder absoluto implantado por el general Daz.
La actual administracin al pasar a la historia, conservar
como mancha indeleble la sangre hermana, la sangre inocente
derramada en esa inicua contienda, y los mexicanos que con
nuestra debilidad hemos sido cmplices de tal atentado, tambin tendremos que pagar cara nuestra indiferencia. Esa cadena
que ahora doblega al yaqui, muy pronto tendremos que arrastrarla. La que llevamos ahora es dorada y ligera; pero con el
tiempo se har cada vez ms dura y odiosa.
Hagamos, pues un soberano impulso para romperla ahora
que an es tiempo!
Guerra con los indios mayas
Lejos esta comarca de los centros de comunicacin, poco sabemos
de ella, si no son los picos relatos consignados en los partes oficiales.
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que despus de varios das de huelga se encontraron con sus recursos agotados y sin medio de llegar a un arreglo cualquiera.
Toda la repblica estuvo al tanto de las peripecias de la primera lucha entre el capital y el trabajo; y ostensiblemente las
simpatas de la nacin estaban por el elemento obrero. Por este
motivo recibieron los huelguistas socorros de todas partes, siendo los ms cuantiosos los enviados por sus hermanos (es el tratamiento tan simptico que se dan entre ellos) de Orizaba y de
algunas otras fbricas del pas.
En estas circunstancias, bastante angustiosas para ellos, puesto
que a pesar de la ayuda recibida empezaban a sentir varias necesidades difciles de satisfacer, tuvieron varias reuniones en uno de los
principales teatros de Puebla, acordando dirigirse al seor presidente de la repblica a fin de que interviniera en la cuestin, ejerciendo
su valiosa influencia para que los industriales llegaran a un avenimiento. Digamos de paso que en sus reuniones rein el ms perfecto
orden, lo cual habla muy alto en favor del obrero mexicano.
Igualmente acordaron dirigirse a los gobernadores de Puebla
y Tlaxcala, y aun al obispo de su dicesis, para que intervinieran en su favor.
Pues bien, principiaron los obreros a cambiarse telegramas
con el general Daz y este a tener conferencias con los industriales, mientras iba a Mxico una delegacin obrera a tratar la
cuestin directamente con l.
En tal estado las cosas, se supo que los fabricantes de Orizaba haban cerrado las fbricas para evitar que sus operarios
siguieran mandando auxilios a los huelguistas de Puebla.
nico en su gnero es este caso, pues no se tiene noticia de
que haya pasado otro semejante en ninguna parte del mundo.
Por otra parte, es atentatorio, pues si estuviera al arbitrio de
los industriales cerrar bruscamente sus establecimientos, expondran constantemente a millares de operarios a perecer de hambre con sus familias.
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No sabemos hasta qu punto amparara la ley a los industriales de Orizaba para tomar tal determinacin; pero indudablemente que el gobierno, y especialmente el general Daz, podan
haberla evitado.
Se nos contestar que el general Daz no puede tener ninguna intervencin en los estados, cuya soberana respeta; pero
nadie dar crdito a tal afirmacin, pues est en la conciencia
pblica que la tal soberana solo le sirve de pretexto cuando se
quiere quitar de encima alguna comisin cuyos miembros traen
para l peticiones enojosas.
Adems, el general Daz funga en aquel momento como rbitro en la cuestin, e indiscutiblemente los industriales de Orizaba no se habran atrevido a cerrar las puertas de sus fbricas,
sin el consentimiento, por lo menos tcito, del general Daz; sobre todo si tenemos en cuenta la influencia personal de que goza
con los directores de aquella negociacin.
Existen tantas circunstancias que hacen tan verosmil el que
la clausura de las fbricas se hiciera de acuerdo con el general
Daz, que entonces corri el rumor de que as haba pasado.
Pues bien, a pesar del desagradable incidente que puso a los
obreros en angustiosas circunstancias, siguieron adelante las negociaciones entre industriales y obreros, con la intervencin del
general Daz y de su secretario de Gobernacin, el seor vicepresidente de la repblica, don Ramn Corral.
Los obreros expusieron sus quejas y presentaron un proyecto
de reglamento; los industriales presentaron el suyo.
En estos casos, se comprende que se encontrara bastante perplejo cualquier rbitro para saber a quin daba la razn, puesto que
el principal punto de la controversia era esencialmente econmico.
Las razones que cada grupo alegaba no carecan de peso: el
obrero deca que era poco el jornal y el trabajo aniquilador; el fabricante contestaba que tendra que parar su fbrica si se le obligaba a
pagar jornal ms elevado.
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El fallo que en este caso dio el general Daz no podemos considerarlo como tal, pues no tuvo en cuenta los vitales intereses
de la nacin; no consider que el humilde obrero es la base de la
fuerza de la repblica, y que dignificndolo y elevndolo, har
que se consoliden las prcticas democrticas y se robustezca la
nacin.
El general Daz poda haber hablado a los industriales en los
siguientes trminos:
A pesar de que ustedes han obtenido pinges ganancias con sus establecimientos fabriles, pasan actualmente por una crisis muy seria y no
quiero obligarlos a que aumenten los jornales de los operarios; pero s
exijo de ustedes que los traten con equidad, les proporcionen habitaciones higinicas, no permitan que sean explotados en las tiendas de raya,
con multas indebidas, ni con cualquier otro pretexto; por ltimo, les exijo
que sostengan el nmero de escuelas suficientes para educar a los hijos de
los obreros. Para esto ltimo, si es necesario, ayudar la nacin; pero lo
esencial es que no falten escuelas.
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Otra disposicin del general Daz, que nos demuestra su incansable tesn en perseguir la libertad hasta sus ms modestas
manifestaciones, fue la que estableca prcticamente la censura
previa en la prensa obrera, pues exiga, o por lo menos aconsejaba, que no se publicara ningn artculo sin la previa aprobacin
del jefe poltico del lugar.
Estas dos disposiciones, pintndonos de relieve la actitud del
general Daz, nos ensean lo que debe esperar de l el obrero
mexicano.
Fallo tan inesperado caus indescriptible impresin en el elemento obrero, sobre todo en Orizaba, en donde estaban doblemente indignados, porque de un modo atentatorio se haba
cerrado la fbrica en donde ellos trabajaban.
Lo que ms indignacin caus entre los obreros, fueron las
famosas libretas, que ellos consideraban degradantes, y que de
un modo resuelto y unnime rechazaron.
Los obreros mexicanos dieron pruebas de gran cordura y gran patriotismo, pues a pesar de su indignacin, volvieron a sus puestos de
trabajo con esa resignacin estoica que caracteriza a nuestro pueblo.
Sin embargo, bajo esa aparente indiferencia, se agitaba un
volcn de pasiones; el ms ligero incidente lo hara estallar.
En Orizaba, donde era mayor la indignacin por las razones
indicadas, en los momentos de entrar a la fbrica, los gritos de
una mujer exaltada desviaron los pasos de la multitud, que en vez
de entrar a ocupar sus puestos en el trabajo, se arroj frentica
como todas las multitudes enfurecidas, al ataque y destruccin
del nico establecimiento mercantil que tena monopolizado
todo el comercio, y contra cuyo dueo existan indudablemente
rencores sordos, puesto que all dirigieron su ira, en vez de
dirigirla contra las propiedades de sus patrones.
Cuntos desventurados obreros habran pasado por las horcas caudinas de aquel abarrotero que en tan poco tiempo amas
una fortuna considerable!
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Hubo otro acontecimiento de importancia en ese rico mineral; a causa de haber bajado el cobre en los Estados Unidos, el
trust de ese metal determin suspender algunas minas y entre
otras la de Cananea.
Con este motivo quedaron sin trabajo multitud de mineros y
trabajadores de todas clases.
Pues bien, la nica medida que tom el gobierno, fue la de
mandar tropas para impedir a los hambrientos obreros cometer
algn desorden. Est bien que mueran de hambre; pero que se
mueran en orden, en silencio, sin protestar, sin intentar organizarse para la defensa de sus derechos!
Con tal motivo nos preguntamos: el gobierno mexicano,
que tantos privilegios concede a la compaa explotadora de
aquel riqusimo mineral, no hubiera podido interponer su influencia a fin de que no tomara tal medida? el gobierno est
completamente desarmado, para proteger en casos como el que
nos ocupa, los intereses del obrero mexicano?
O bien, por qu no aprovech esa oportunidad, as como las
huelgas de Puebla y Orizaba, para formar con los que carecan
de trabajo colonias agrcolas?
Con esa conducta, el gobierno hubiera prestado un importante servicio a los desgraciados que no tenan trabajo, e influido
indirectamente para que los patrones hubieran cedido, aumentando los salarios, lo cual, adems de mejorar la situacin del
obrero mexicano, fomentara indudablemente la inmigracin.
A estos beneficios se agregara que colonias agrcolas fundadas
bajo tan buenos auspicios, fecundaran inmensas superficies de
tierras, con gran provecho para la patria mexicana.
Por qu no se observara esa conducta, que toda la nacin
habra aprobado?
Porque el general Daz no puede pensar en todo, ni le conviene apoyar al obrero en sus luchas contra el capitalista; porque
mientras el obrero al elevarse constituye un factor importante
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en la democracia, el capitalista siempre es partidario del gobierno constituido, sobre todo cuando es un gobierno autocrtico
y moderado. El general Daz encuentra uno de sus ms firmes
apoyos en los capitalistas, y por ese motivo sistemticamente
estar contra los intereses de los obreros.
El general Daz permanece impasible ante las catstrofes
obreras; lo nico que le conmueve es que peligre su poder,
pues su principal papel consiste en ser el celoso guardin del
absolutismo!
Instruccin pblica
Indudablemente la instruccin pblica es la base de todo progreso y adelanto; la nica que ha de elevar el nivel intelectual
y moral del pueblo mexicano, a fin de darle la fuerza necesaria
para salir airoso en las tormentas que lo amenazan.
Dedicarse a impulsarla era la ms grande necesidad de la
patria. As lo comprendi el mismo general Daz; a pesar de sus
esfuerzos, ha fracasado en su obra, porque con su sistema de
gobierno tiene que valerse de personas ineptas, y su mirada, por
ms penetrante que sea, no puede abarcar un gran radio.
Segn el censo de 1900, resulta que de los mexicanos saben
leer y escribir apenas el diecisis por ciento.
Para que se tenga una idea del pavoroso significado de esa
cifra, diremos que segn las ltimas estadsticas del Japn, concurren a los planteles de enseanza de aquel floreciente imperio
el noventa y ocho por ciento de los varones en edad de hacerlo,
y el noventa y tres por ciento de las mujeres.
Esta es la prueba ms elocuente del fracaso de la administracin del general Daz en ramo de tan vital importancia.
En el mismo Distrito Federal donde ms siente la accin del
ejecutivo, solo el treinta y ocho por ciento de sus habitantes saben leer y escribir.
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En Europa, cuando un soberano visita a otro, raras veces se despliega tanta magnificencia; y nosotros, un pas pobre, lo hicimos
con un husped cuya misin fue ms interesada que amistosa.
En Mxico se dijo con mucha insistencia que el mismo seor
Root se haba sorprendido de tan suntuosa recepcin.
Qu razones tendra el general Daz para obrar de tal manera?
Parece que su poltica tiende a evitar a toda costa un conflicto con nuestra poderosa vecina del norte; pero en verdad, solo
ha logrado aplazarlo hacindolo cada vez ms probable, pues
siendo tan condescendiente con ellos, cuando otro ciudadano
de ms energas ocupe su lugar y no quiera ser tan complaciente,
se resentirn sin duda nuestras relaciones diplomticas con la
repblica del norte; pero no debemos temer un rompimiento,
pues esa gran nacin no nos declarara por causas balades una
guerra que en Mxico sera considerada como guerra nacional,
y la resistencia con que tropezarn muy distinta a la encontrada
por los franceses durante la guerra de intervencin y apenas
comparable a la que Napolen i encontr en Espaa, a quien
nunca pudo pacificar. Adems, la repblica norteamericana es
eminentemente democrtica y los pueblos de esta ndole, aunque son unos leones para defender su independencia, son poco
afectos a las guerras de conquista, que benefician a unos cuantos capitalistas, con perjuicio de la inmensa mayora del pueblo,
nico que carga con las contribuciones de dinero y de sangre.
La noble actitud de los Estados Unidos hacia la Perla de las
Antillas, que solo han ocupado temporalmente para asegurar el
normal funcionamiento democrtico, nos demuestra elocuentemente la magnanimidad del pueblo americano y que nada
debemos temer de l si son leales nuestras relaciones con ellos;
pero la lealtad no excluye la dignidad; por lo contrario, esta no
har sino dar ms realce a nuestras relaciones amistosas.
Es posible que el general Daz tenga otro criterio, lo cual
fcilmente se explica, pues un hombre que debe su fortuna a la
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siempre en equilibrio sus fuerzas para que ninguno de ellos llegue a imponrsele.
Lo ocurrido con el famoso proyecto de ley minera, nos demuestra que el general Daz es quien resuelve todos los asuntos
importantes, aun contra la conviccin de sus ministros.
En este caso el asunto lleg a tener gran publicidad, por circunstancias especiales pero indudablemente que tal hecho es
anormal en la poltica del general Daz.
Progreso material
Lo nico que ostenta la administracin del general Daz en su apoyo, es nuestro progreso material. Los diarios oficiales publican estadsticas y ms estadsticas demostrando que el aumento en nuestro
comercio es fabuloso, que las fuentes de riqueza pblica y privada
han aumentado considerablemente, que nuestra red ferrocarrilera
se extiende ms y ms, que en los puertos se construyen magnficas
obras para hacerlos ms accesibles a los buques de gran calado, que
en todas las grandes ciudades se ha hecho el drenaje, la pavimentacin de las calles, se han construido magnficos edificios, etctera.
Todo es muy cierto; nuestro progreso econmico, industrial,
mercantil, agrcola y minero, es innegable.
Ya lo hemos dicho: el general Daz har al pas todo el bien
que pueda, compatible con su reeleccin indefinida.
Pues bien, si es cierto que en el orden de libertades todas
constituan un estorbo para lograr su fin, por cuyo motivo ha
procurado acabar con ellas, no pasa lo mismo con las cuestiones econmicas, pues mientras ms desarrollada est la riqueza
pblica y mayores sean los intereses creados a su sombra, ser
mayor la estabilidad de su gobierno.
Para llevar a cima esta obra, los dos factores ms importantes han
sido: la paz y la oleada de progreso material trada al mundo por el
vapor con sus mltiples aplicaciones al transporte y a la industria.
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En todos los pases mencionados existen las prcticas democrticas; en los que estn bajo el rgimen republicano, se han
alternado en el poder varios ciudadanos, as es que no es principalmente al general Daz a quien debemos nuestro bienestar
econmico, sino a la grande ola de progreso material que ha
invadido todo el mundo civilizado.
Si en vez de un gobierno absoluto lo hubiramos tenido
democrtico, indudablemente nuestro progreso material hubiera sido superior, porque el despilfarro en los Estados no
hubiera sido tan escandaloso, y si bien es cierto que los gobernadores no estaran tan ricos, en cambio las obras materiales
habran recibido mayor impulso, y sobre todo la instruccin
pblica estara ms atendida.
Agricultura
En este ramo tan importante de la riqueza pblica, poco ha hecho el gobierno por su desarrollo, pues con el rgimen absolutista, resulta que los nicos aprovechados de todas las concesiones
son los que lo rodean, y ms particularmente en el caso actual
toda vez que uno de los medios empleados por el general Daz
para premiar a los jefes tuxtepecanos, ha sido darles grandes
concesiones de terrenos, lo que constituye una rmora para la
agricultura puesto que los grandes propietarios raras veces se
ocupan en cultivar sus terrenos, concretndose generalmente
al ramo de ganadera, cuando no los dejan abandonados para
venderlos despus a alguna compaa extranjera, como sucede
con ms frecuencia.
Las concesiones para aprovechamiento de aguas en los ros,
han sido inconsideradas, y siempre van a dar a manos del reducido grupo de favoritos del gobierno, resultando que el agua no
se aprovecha con tan buen xito como hubiera sucedido subdividindose entre muchos agricultores en pequea escala.
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determinantes fueron mundiales. Adems, sufrimos las consecuencias de una ley econmica bien conocida, segn la cual, los
pases prsperos sufren crisis peridicas.
No determinaremos el ramo de hacienda sin decir unas palabras sobre la fusin ferrocarrilera y el dominio del gobierno
sobre una gran extensin de las lneas nacionales.
Esta importante operacin ha sido motivo de serias controversias en la prensa; no obstante, declaramos francamente que
consideramos como un gran bien para el pas el dominio del
gobierno sobre los ferrocarriles; de ese modo nos ponemos a
cubierto de algn trust extranjero que los adquiera y explote,
paralizando nuestras fuentes de riqueza.
Adems, el gobierno se preocupar mejor que una compaa
extranjera, de los intereses nacionales, y aunque actualmente se
conocen algunas quejas, quizs no sean muy fundadas, pero sobre todo, ser fcil remediar el mal, y si la actual administracin
no lo hace, lo har la siguiente, que algn da ha de cambiar
esta situacin!
Otra razn de gran peso: esa adquisicin quita el pretexto de
reclamaciones internacionales en el caso desgraciado de trastornos intestinos o de algn conflicto internacional.
Por ltimo, razones muy importantes de orden econmico,
determinaron al gobierno a consumar tan magna operacin,
segn lo ha demostrado el seor Limantour en su informe.
El cargo nico imputado a esta operacin, es que podra
haberse verificado en condiciones ms ventajosas para la nacin, pretendindose que sirvi de pretexto a fructuosas especulaciones.
Afirmacin difcil de comprobar, por ms que el pblico da
siempre crdito a tales rumores, porque es indisputable que bajo
el actual rgimen de gobierno se pueden cometer los ms grandes abusos, sin que sea fcil comprobarlos, faltando el control de
las cmaras y de la prensa independiente.
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En estas sencillas palabras estn pintados con elocuencia conmovedora, los grandiosos ideales con que soaban quienes no
vacilaron en derramar toda su sangre para legarnos la preciossima conquista de nuestra independencia.
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conciudadanos se han apropiado las riendas del gobierno y declarado ineptos para llevarlas a todos los dems mexicanos, y
no solamente, sino que los han declarado incapaces hasta para
designar los funcionarios pblicos, y que, en vez de combatir
esa incapacidad por medio de la instruccin y de las prcticas
democrticas, se les impide con la fuerza bruta cualquier ensayo
que intentan para elevarse.
Por consecuencia, se ha acabado el patriotismo entre nosotros, porque hay que decirlo claro: el patriotismo no solamente
se demuestra en el momento de una guerra extranjera, rechazando una agresin injustificada, sino que debe manifestarse
constantemente, puesto que en tiempo de paz es cuando pueden organizarse las fuerzas de una nacin y no es lgico esperar
grandes esfuerzos en la defensa de la patria, de hijos que no han
sabido trabajar para fortalecerla.
No hay que imaginarse que para sostener las guerras
extranjeras lo nico necesario sea el dinero; esto es cierto
solamente para las guerras de conquista, a las que se refera el
gran Napolen. Para las guerras defensivas lo indispensable,
ante todo, es el patriotismo: Espaa, el pas ms pobre de
Europa, fue el nico que Napolen nunca pudo someter.
Aqu en Mxico, a no ser por el patriotismo de un puado
de hroes, habramos perdido nuestra independencia cuando
en Puebla fueron destruidos nuestros elementos de guerra por
el ejrcito francs.
Pues bien, esos patriotas se haban forjado en las luchas democrticas, en las guerras intestinas defendiendo nuestros caros
principios de libertad. Dnde estn ahora esos hombres que
salven a la patria en caso de peligro?
Todas las esperanzas de la nacin las han querido concentrar
en un anciano octogenario.
Este, celoso de su poder ms que de las glorias patrias, no ha
preparado a la nacin para una defensa seria, ya que en vez de
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militarizarla adoptando algn sistema econmico, se ha reducido a sostener un ejrcito que solo sirve para oprimirnos.
Por otra parte, vemos que el general Daz ya no puede con
la carga del gobierno, y quizs para evitarse la dificultad de resolver problemas arduos, prefiere posponer su resolucin indefinidamente, y est amontonando problemas que revestirn una
importancia pavorosa cuando tengan que resolverse todos de
golpe, con la muerte del que ha logrado mantener un equilibrio
artificial en nuestra situacin.
No declamamos. Qu haremos con la concesin otorgada
a los Estados Unidos, para que ya no hagan uso de la baha de
la Magdalena como estacin carbonfera, cuando la nacin no
quiera prorrogar el permiso?
En dnde encontraremos al que ha de llevar constitucionalmente las riendas del gobierno, si solo conocemos creaturas del general Daz, que engredos con su poltica han de querer seguirla?
Indudablemente que existen hombres de mrito; pero no los
conocemos, ni ellos mismos han tenido tiempo de formarse en las
candentes luchas de la idea, en el vasto campo de la democracia.
En resumen, el poder absoluto ha aniquilado las fuerzas de
la nacin, porque los ciudadanos que podran prestar su contingente para la buena marcha del gobierno, se han abstenido de
hacerlo por temor de no aparecer como descontentos.
Esa costumbre les ha hecho perder todo inters por la cosa
pblica, sabiendo que no podrn remediar la situacin.
Tal indiferencia en el elemento intelectual, ha paralizado
todo esfuerzo por el mejoramiento. Las mismas autoridades,
vindose aduladas en todos sus actos, creen firmemente que no
se puede hacer ms ni mejor.
Adems, los pueblos son siempre influidos por el ejemplo
de arriba. Los que gobiernan, embriagados por la adulacin,
van dando poco a poco rienda suelta a sus pasiones; por costumbre, vulneran la ley y sus ms solemnes protestas las ven
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al que ms garantas ofrezca para cumplir con dichos requisitos, sin tener para nada en cuenta los grandes intereses de la
patria.
Al fundar esta afirmacin, nos apoyamos en los mviles
que siempre lo han guiado para el nombramiento de gobernadores de los estados, desconociendo por completo los intereses de estos y preocupndose nicamente de su poltica
personal; en la eleccin que hizo del general Manuel Gonzlez para confiarle la presidencia por cuatro aos, en la que,
como hemos demostrado, solo busc la seguridad de volver
nuevamente a la presidencia, sin considerar el mal que hara
a la patria su compaero de armas; y por ltimo, en la designacin que hizo del seor Corral para vicepresidente, tan
mal recibida hasta por la misma convencin, formada por
elementos oficiales.
En vista de lo anterior, estudiemos entre quienes podr escoger el general Daz su sucesor.
Desde luego se nota una profunda divisin en el elemento
oficial; divisin que ha servido al general Daz para guardar
el equilibrio entre sus amigos, y no permitir que determinado
grupo llegue a adquirir demasiada preponderancia, creando
dentro de su misma administracin una potencia que podra
entorpecer su accin.
Esta divisin ha dado por resultado la formacin de dos partidos polticos, el Cientfico y el Reyista.
A cul de los dos dejar el general Daz como herencia la
silla presidencial?
Los dos tienen grandes esperanzas, pero todo hace creer que
el general Daz se inclina ms por el Partido Cientfico.
En este caso, el candidato oficial para la vicepresidencia ser
el seor Corral.
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Con este motivo, el estado de Nuevo Len nos presenta el singular espectculo de que su capital, teatro de la actividad del general
Reyes, se ha desarrollado normalmente, mientras que el resto del
estado, en manos de sus subordinados, ha permanecido casi estacionario y si ha progresado algo, es a pesar de ellos, que constituyen
una rmora formidable para su desenvolvimiento.
Aqu observamos en pequea escala lo que en grande con el
general Daz; a pesar de sus grandes dotes administrativas, el general Reyes no ha podido hacer todo el bien que hubiera hecho
a Nuevo Len, con un poco ms de libertad.
El general Reyes est profundamente imbuido en las prcticas absolutistas, y si llega al poder, indudablemente que seguiremos bajo el rgimen del sable, pero este ser ms filoso y pesado
que el del general Daz. Efectivamente, como lo hemos dicho
muchas veces, nuestro actual presidente tiene grandes virtudes,
entre ellas, una rara moderacin y una calma a toda prueba,
mientras que el general Reyes es sumamente impulsivo y apasionado, e indudablemente al ocupar el primer puesto en la repblica, dar rienda suelta a sus pasiones.
Pero an no es tiempo de juzgarlo; narremos algunas de sus
acciones, ellas lo pintarn con colores tan vivos que nosotros no
podramos emplear.
El general Reyes fue llamado por el general Daz a la Subsecretara de Guerra. All despleg su gran actividad; pero acostumbrado a mandar como soberano en el estado de su cargo,
difcilmente poda obedecer a su superior jerrquico, el ministro
de la Guerra, de donde resultaron varios conflictos que lo hicieron regresar a Monterrey.
Poco tiempo despus volvi a llamarlo el general Daz; pero en
esta vez fue para que se encargara del Ministerio de la Guerra.
Desde luego despleg su gran actividad y all habra sido un ministro inmejorable, si su inquieta ambicin no lo hubiera impulsado
a una poltica activsima, atacando a alguno de sus compaeros
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en proclamar la candidatura del general Daz, y este indudablemente premiara su celo quitndoles al general Reyes.
Este, que no quera quedarse atras en muestras de adhesin
al caudillo, tambin pens solemnizar aquel aniversario con una
gran manifestacin.
El resultado fue que ese da se organizaron dos manifestaciones:
la preparada por el general Reyes ayudado del elemento oficial,
que result verdaderamente ridcula por el escaso y abigarrado
contingente que la form, y la organizada por el Partido
Independiente, que result grandiosa por la inmensa y variada
concurrencia, representante genuina de todas las clases sociales, y
que muy elocuentemente demostraba que ya estaba cansada del
rgimen del sable y que quera su libertad y la soberana de su estado.
De esta manera, la grandiosa manifestacin de los independientes quiso escudarse tras el nombre del general Daz, en cuyo honor
se verificaba dicha manifestacin. Sin embargo, no le vali ese pretexto. El general Reyes estaba irritadsimo por el auge del partido
de oposicin, y haba resuelto acabar con l por medio de un golpe
audaz que sembrara el pnico en las filas de sus enemigos.
Los manifestantes, segn su programa, se detendran en uno
de los ngulos de la plaza de Zaragoza, frente al palacio del
ayuntamiento.
Pues bien, all les esperaba una emboscada, pues apenas
hubieron llegado los manifestantes al lugar indicado, cuando
fueron saludados por una lluvia de balas. El pretexto para tan
inicuo atentado? Un polica que dispar un tiro en medio de
los manifestantes. Por qu motivo? Era consigna o fue casual?
Ignoramos quin pueda contestar esta pregunta.
Lo que s sabemos es que las cmaras reunidas en Gran Jurado absolvieron al general Reyes de la acusacin contra l presentada, de haber cometido tan horrendo crimen.
Quin se atrever a dudar de la rectitud del fallo de tan
augusta asamblea?
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Quin pone en duda la sinceridad de las protestas, la legalidad de los ttulos, la independencia de accin de los padres de
la patria...?
El resultado de esa emboscada fue un considerable nmero de
manifestantes heridos o muertos por las balas; otros reducidos a
prisin, y los restantes que pudieron escapar, abandonaron su estado natal, cambiando su residencia a otros puntos de la repblica
donde encontrarn las garantas necesarias para vivir tranquilos.
A estos sucesos se siguieron circulares a los alcaldes de los
pueblos de dicho estado para ya no conceder la libertad que
se haba pensado. Pretexto: los escndalos del 2 de abril. Estos
haban demostrado que el pueblo no saba an hacer uso de sus
derechos y tendra que seguir tutoreado. Y de estos hechos sacan
sus conclusiones nuestros graves publicistas para decir: el pueblo
ignorante es una rmora para las prcticas democrticas; an
no estamos aptos para gobernarnos por nosotros mismos.
Pero qu nuestra historia patria no ha sido bastante elocuente
para demostrarles que la rmora ha sido el machete del militarismo?
Con este motivo el estado de Nuevo Len fue declarado nuevamente incapaz de gobernarse solo, porque no tena la clarividencia
necesaria para comprender que solo el general Reyes podra gobernarlo con acierto, y porque aprovechaba las libertades concedidas
para promover escndalos como el del 2 de abril; con este motivo,
decimos, volvi a ser sujeto a tutela y se le oblig a reelegir al general
Reyes. Todos los ciudadanos estaban obligados a cumplir con sus
derechos electorales, ya que el progresista gobernante quera que
sus gobernados se familiarizasen con las prcticas democrticas y
puso en vigor la ley electoral.
El ciudadano que no fuera a depositar su voto en las urnas
electorales sera multado. A esto se agreg una pequea disposicin de polica, indispensable bajo el rgimen patriarcal a que
estaba sujeto el estado de Nuevo Len. Era necesario ilustrar el
criterio de los votantes, y al llegar a las urnas ya encontraran
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Todo esto proviene de la miopa causada por la falta de libertad, y porque las opiniones independientes no tienen garantas
para manifestarse ni menos an para circular.
Por ltimo, las medidas a favor de los obreros, dictadas por el
general Reyes, debemos considerarlas sospechosas, pues si tanto
se interesa por el obrero, por qu no le concede el principal
bien que est en su mano, dndole libertad para el nombramiento de sus autoridades? Ya hemos visto cmo el pueblo anhela la libertad, por ser el bien que ms necesita.
Adems, bien conocidas son sus aspiraciones a la presidencia
de la repblica, y es natural que para hacerse popular, procure
dar ciertas leyes de relumbrn.
Doa Leonor, como todas las muchachas bonitas, no debe juzgar a sus cortesanos por las manifestaciones de respeto y las protestas amorosas que le hacen mientras pretenden su bella mano.
Que busque por sus antecedentes cul es su verdadero carcter.
* * *
Con toda sinceridad hemos expresado nuestra opinin sobre el
general Reyes, as como sobre el seor Corral; y ella nos obliga
a decir lo siguiente: si creemos que estos dos personajes sern funestos en la presidencia de la repblica, se debe principalmente
a que continuaran el rgimen de poder absoluto, cuya prolongacin sera mortal para nuestras instituciones y peligrosa para
nuestra independencia.
Sin embargo, debemos decir que al general Reyes le reconocemos grandes cualidades; se ha mantenido honrado en el manejo de fondos, en medio de la corrupcin administrativa que lo
rodea, y cuando estuvo al frente del Ministerio de la Guerra, dio
pruebas de incansable actividad, de gran espritu organizador y
de preocuparse en preparar a la nacin para su defensa contra
algn ataque eventual.
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Vemos, pues, cun funesto sera para nuestra patria dejar que
se implante definitivamente en nuestro suelo el absolutismo. Lo
hemos dicho varias veces, pero no nos cansaremos de repetirlo.
El rgimen de poder absoluto ser funesto para Mxico, pues
si el general Daz, a quien se reconocen grandes virtudes, nos
presenta un balance tan desfavorable a su administracin, solo
por haber establecido el absolutismo, qu ser cuando quien
le suceda lo prolongue indefinidamente sin tener las virtudes de
nuestro actual mandatario?
Desengamonos: vamos por una pendiente rpida al abismo, y no podremos sufrir tantos aos de decadencia como resisti Roma, porque aquella gran repblica tena una vitalidad
asombrosa y haba conquistado a todo el mundo, no existiendo
ninguna nacin que pudiera atacarla; en tanto que nosotros somos un pueblo dbil y tenemos por vecina una nacin poderosa
que bien puede desear el ensanche de sus fronteras, invocando
algn pretexto, como lo sera el de regenerar a nuestro pas corrompido por el despotismo. En este caso, nuestra resistencia
sera muy dbil y la prdida de nuestra independencia segura.
A esto nos llevar uno de los extremos del dilema enunciado.
Si por el contrario, a la muerte del general Daz la nacin no tolera ms al sucesor impuesto y por cualquier motivo se levanta en
armas contra l, volveremos a la era de revueltas intestinas con su
inseparable cortejo de calamidades y con la amenaza constante
de la intervencin extranjera, que aunque nos encontrar ms
fuertes, no por eso dejara de constituir un gran peligro, por lo
menos, para la integridad de nuestro territorio.
Decimos que en tales condiciones nos encontraramos ms
fuertes, porque la circunstancia de que la nacin hubiera reaccionado demostrara la existencia de grandes energas. Este extremo del dilema, aunque ms violento, acarreara menos males
a la patria, pues no es lo mismo perder parte del territorio de la
repblica despus de haberlo defendido valerosamente con las
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armas, que caer inermes bajo el peso de nuestros vicios, sufriendo la muerte vergonzosa del libertino.
A nadie se oculta que nuestra situacin internacional es muy
delicada; necesitamos gran habilidad para evitar todo conflicto
y gran patriotismo para fortalecernos y elevarnos, a fin de que
nuestra fuerza sea cada vez ms respetable e imponente.
Mxico est pasando por uno de los periodos ms peligrosos
de su historia, y solo el patriotismo de todos los mexicanos podr
salvarlo de los peligros que lo amenazan.
Pero la palabra patriotismo se ha corrompido como todo
lo dems. Ya nadie la interpreta en su verdadero sentido, sino
que la adulteran para servirse de ella segn su conveniencia, as
como hacen con todas las leyes.
Nosotros decimos: en este caso el patriotismo consiste en que
todos sacrifiquen sus ambiciones personales y procuren amoldar sus actos a la ley, respetando nuestra sabia constitucin y
rindiendo culto a la voluntad nacional libremente manifestada.
Los aduladores del general Daz nos dicen: el patriotismo
en las actuales circunstancias consiste en reelegir al hombre
extraordinario que por ms de treinta aos ha llevado con raro
acierto las riendas del gobierno; solo l ser capaz de conducir
la nacin a sus grandes destinos; dejmoslo que corone su obra.
Muy bien, decimos nosotros, no nos oponemos a que siga el
general Daz en el poder, si tal es la voluntad de la nacin; pero
que se le deje el medio de manifestarla libremente.
Ellos contestan que siempre se ha dejado a la nacin en absoluta libertad, que el jefe del Estado siempre ha rendido culto a
la constitucin y ha sido el infatigable sostn de la ley.
Con tal contestacin nos privan de todo argumento, pues nos
hablan en un idioma que no es el nuestro. Nosotros empleamos
el de la verdad y nuestros adversarios el convencional, tan en
boga en estos tiempos, en los cuales representa magistralmente
su papel. Con este motivo, desconfiamos de todo lo dicho por
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Problema trascendental
El problema se reduce a lo siguiente: conviene a la nacin
mexicana la continuacin del actual rgimen de poder absoluto,
o bien la implantacin de las prcticas democrticas?
Si lo primero, indudablemente que el papel de los ciudadanos independientes ser aprobar con su silencio o indiferencia la
nueva reeleccin del general Daz, y el de los que quieran seguir
en el poder, formar entre s banderas para que resulte electo
vicepresidente quien ms convenga a sus intereses particulares.
Pero si al pas conviene la alternabilidad de los funcionarios
por medio de la implantacin de las prcticas democrticas,
entonces el papel de los ciudadanos independientes ser importantsimo, pues deben organizar un partido de tendencias
democrticas y luchar valerosamente en la prxima campaa
electoral contra los elementos oficiales, porque de estos no podr esperarse ningn esfuerzo en pro de la democracia.
Creemos haber demostrado de un modo fuera de duda, que
la prolongacin del absolutismo ser funesto para la repblica
y que no podemos esperar de la actual administracin ningn
cambio de tendencias; por tal motivo, es indispensable que el
elemento independiente piense seriamente en el porvenir de la
patria, sacuda su pesado indiferentismo, haga un vigoroso esfuerzo, se organice y luche por la reivindicacin de sus derechos.
En estas circunstancias, la nica lucha posible y patritica,
ser entre el absolutismo y la democracia.
Los partidarios del gobierno, ya sea por conveniencia o por
miedo, afliense en las banderas porfiristas, pues ya sea que
como vicepresidente proclamen al seor Corral o al general Reyes, sus tendencias sern las mismas.
En cambio, el elemento independiente, el que quiere el gobierno de todos, que se afilie en las banderas de algn partido
verdaderamente democrtico.
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impedido el gobierno valindose de la fuerza bruta, como lo atestiguan los ruidosos atentados del 2 de abril en Monterrey y los no
menos ruidosos que se han visto en los estados que han querido
reivindicar sus derechos.
Por estas circunstancias decimos: los deseosos de luchar en la
prxima campaa poltica y militar en los bandos antirreeleccionistas debern afrontar los peligros ms graves; la misma
muerte si es preciso; pero es preferible que algunas vctimas sean
sacrificadas por la victoriosa espada que nos domina, y no que
se vaya a ensangrentar el pas con un nmero muy superior,
como el que resultara de una revolucin.
Estas ltimas, a pesar de ser innumerables, constituiran un
sacrificio estril, mientras que las otras, a pesar de su pequeo nmero, prestaran inmensos servicios a la patria, pues con
su sangre lograran cimentar la base del partido independiente
cuya formacin trataremos y que una vez constituido, ser la
salvacin de la patria, ya sea que en la prxima contienda electoral resulte vencido o victorioso.
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Aqu en Mxico pasar lo mismo y no ser la masa analfabeta la que dirija al pas, sino el elemento intelectual.
Pasando a otro orden de ideas, diremos que la ley concede
el sufragio a todos los mexicanos mayores de veintin aos, y lo
que deseamos por lo pronto es que se cumpla con la ley. Despus, cuando las cmaras sean nombradas por el pueblo, en uso
de los derechos que le concede la ley electoral vigente, entonces
ser tiempo de reformarla, si la prctica demuestra que es defectuosa. Nosotros creemos que es posible emitir juicios sobre
ella, porque desde que tenemos uso de razn no la hemos visto
funcionar. Opinamos que ser preferible observar la ley electoral
por mala que sea, a seguir con el actual rgimen, que no obedece a ninguna ley ni buena ni mala.
Hemos procurado demostrar que la ignorancia no es un obstculo para que se implanten entre nosotros las prcticas democrticas, y ahora pasaremos a probarlo con hechos.
En la Grecia de Pericles y en la Roma de los cnsules, habra ms del diecisis por ciento de sus habitantes que supieran
leer y escribir o estaran ms civilizados que nosotros?
La Francia del 93 tendra tan desarrollada su instruccin
pblica, que en parangn con la nuestra no pudiramos resistir
la comparacin?
Pues bien, los griegos y los romanos de aquella poca, que en
su inmensa mayora no saban leer ni escribir, que eran infantilmente supersticiosos y tenan costumbres tan brbaras que no
resisten comparacin con nuestro actual estado de adelanto, estaban, a pesar de todo, perfectamente aptos para la democracia
y precisamente a sus prcticas regeneradoras debieron la gloria
de elevarse a una altura y grandeza no conocidas hasta entonces.
La Francia del 93 en su mayora analfabeta, llev a cima una
de las empresas ms colosales que ha presenciado el mundo, tan
pronto como implant en su suelo las prcticas democrticas,
aclimatadas tan rpidamente en ese pas por tantos siglos sometido
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El remedio consiste en luchar con constancia hasta que se logre el primer cambio de funcionarios por medios democrticos.
Si la nacin llega a organizarse fuertemente en partidos polticos,
al fin lograr que se respeten sus derechos, y una vez obtenido el
primer triunfo, se habr sentado el precedente, y sobre todo, un
gobernante que debe su poder a la ley, y al pueblo, siempre ser
respetuoso para con ellos y obedecer sus mandatos.
Para obtener ese triunfo pueden contribuir muchos otros
factores, pues viendo a la nacin tan fuerte por medio de la
organizacin de partidos, algunos de los gobernadores o de los
presidentes cedern por temor a la opinin pblica, o porque
ellos tambin se hayan contagiado de las ideas democrticas y
quieran hacerse grandes por medio de una accin magnnima.
Sobre todo, hay que tener presente que cualquiera ventaja,
concesin, o conquista obtenida por las prcticas democrticas,
ser una cosa duradera, mientras que un triunfo, por importante que sea, obtenido con las armas, no har sino agravar nuestra
situacin interior, sin contar con los peligros de una intervencin, que aunque no creemos tan probable como muchos otros,
no por eso dejamos de tomarla en consideracin.
Resumiendo lo que hemos dicho en este captulo, encontramos que se ha calumniado al pueblo mexicano al decir que
no est apto para la democracia; quien no lo est, es el actual
gobierno, cuyo poder dimana de la fuerza, y por consiguiente,
considera a esta como ley suprema.
Hemos llegado a conseguir que toda la nacin respete la ley.
Ya solo falta que la respeten el general Daz y los que lo rodean,
para que la nacin pueda entrar de lleno en el ejercicio de sus derechos, a fin de restablecer en el fondo, el rgimen constitucional.
Si el general Daz llegara a dar el grandioso ejemplo de respetar la ley y la voluntad de la nacin en la prxima lucha electoral, sentara un precedente que ninguno de sus sucesores
quebrantar y entonces s coronara su obra de pacificacin,
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VII. El Partido
Antirreeleccionista
ntes de abordar de lleno la cuestin, haremos un ligero examen de los partidos polticos en Mxico.
Los dos grandes partidos que se formaron una vez obtenida
nuestra independencia, el Liberal y el Conservador, representaban en aquella poca las aspiraciones y los intereses de dos
grandes grupos de mexicanos.
El primero, de ideas avanzadas, quera implantar en nuestro
pas los principios ms modernos, y el segundo deseaba conservar hasta donde fuere posible, las tradiciones antiguas. Este partido, integrado principalmente por la gente de dinero, siempre
conservadora, y por el clero, poseedor de inmensas riquezas,
buscaba a la sombra de un gobierno de su hechura, la proteccin a sus cuantiosos intereses.
Intil ser referir las largas luchas sostenidas por esos dos partidos.
Nos bastar decir que en el cerro de las Campanas qued
sepultado para siempre el antiguo partido conservador.
Cuando el Partido Liberal hubo triunfado definitivamente,
se disgreg en dos partidos personalistas, pues ambos proclamaban los principios liberales y enarbolaban la Constitucin del 57
como su divisa de combate. Estos dos grandes partidos los constituan los Juaristas y Lerdistas por un lado, y por el otro los Porfiristas. Ya hemos visto cmo lleg al poder este ltimo partido.
La poltica de conciliacin del general Daz vino a borrar los
ltimos vestigios del Partido Conservador.
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pretenden apoyarse en ella; la diferencia consiste en que un grupo determinado quiere respetarla solamente en la forma, y en
el fondo continuar con el poder absoluto, mientras que el otro
desea se aplique en la forma y en el fondo, por medio de las
prcticas democrticas.
Creemos, por consiguiente, bastante justificado en el nombre
que proponemos para el gran partido que se organizar con los
elementos dispersos de lo que hasta ahora se ha llamado Partido
Independiente o de oposicin, y que ms bien han existido localizados en los estados, pues nunca se ha iniciado un movimiento verdaderamente nacional para unir esos elementos; el nico
que podra reclamar esa honra, el Partido Liberal, no manifest
francamente sus tendencias, y aparentemente intentaba resucitar las antiguas luchas entre liberales y conservadores; adems,
pronto fue ahogado en su cuna por medio del ruidoso atentado
de San Luis Potos.
Tendencias del Partido Antirreeleccionista
Su programa
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Es cierto: no cumpl a la nacin las promesas que le hice cuando por dos veces
la induje a levantarse en armas para conquistar el principio de no reeleccin;
pero fue porque tem que al dejar el gobierno volviera la repblica a la era
funesta de las revueltas intestinas. Con mi permanencia en el poder reduje al militarismo; mat al espritu turbulento, hice que en todos los mbitos
de la repblica se respetara la ley, consolid la paz, extend por todo el pas
una vasta red ferrocarrilera, constru grandiosas obras materiales, favorec la
creacin de cuantiosos intereses privados, aument la riqueza pblica. De mi
patria turbulenta, pobre, sin crdito, he hecho un pas pacfico, rico y que goza
de justo crdito en el extranjero. Es posible que para llevar a cima esta obra,
haya cometido algunas faltas; todo el mundo est expuesto a errar; pero esas
faltas han sido de buena fe y en prueba de ello, la principal que se me puede
imputar, el que me haya colocado encima de la ley, solo la comet mientras lo
juzgu indispensable para llevar a feliz trmino mi obra, puesto que ahora que
la creo terminada y al pas apto para ejercer sus derechos, devuelvo a la ley su
imperio y su majestad y yo mismo me coloco bajo de ella, a fin de que en lo
sucesivo sea la ley la guardiana de la paz y la que asegure el progreso indefinido de mi patria, porque creo firmemente no encontrar sucesor ms digno que
la ley. Los ltimos das de mi vida los consagrar a defenderla, a consolidar su
prestigio, poniendo a su servicio todo el mo, y ay de quien intente violar la ley
que yo ser el primero en respetar!
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formacin del Partido Independiente; pero tenemos otras razones muy atendibles que pasamos a exponer.
Organizndose este partido antes de las elecciones de 1910,
se tendra la seguridad de que quienes ingresaran a su seno, por
la razn misma de las cosas, seran demcratas verdaderos,
partidarios sinceros de la no reeleccin, elementos completamente sanos, hombres de gran energa, de verdadero valor civil
y de ideales bien definidos.
Efectivamente, en las actuales circunstancias, no podrn ingresar
otra clase de personas a este partido, porque la generalidad considera temerario intentar la formacin de una agrupacin oposicionista,
as es que los promotores que lo encabecen, necesitan tener un valor
poco comn en las actuales condiciones por que atraviesa el pas;
adems, a nadie se le ocurrir ingresar a este por ambicin personal,
pues sera mucho ms fcil obtener un puesto en la actual administracin haciendo las declaraciones de los incondicionales o capitulando oportunamente; mientras que el Partido Independiente tiene
muy pocas y lejanas probabilidades de triunfar, al menos segn el
criterio dominante. Este partido, por su audacia en haberse opuesto
a la reeleccin del general Daz y por su valor y patriotismo en despertar la opinin pblica, tendra siempre un gran prestigio en
la nacin, pues aunque fuera derrotado en la primera lucha, su influencia en los destinos del pas sera grande en un futuro no lejano.
En cambio, si se espera la muerte del general Daz para organizar este partido, desde luego ser mucho ms difcil formarlo,
porque sera ilgico que antes de saber como se comportara su
sucesor, se le hiciera oposicin.
Adems, la impresin que causara tal acontecimiento nadie
puede preverla, y si seguimos como hasta aqu, sin organizar
partidos polticos independientes, no ser remoto un conflicto
armado entre los dos partidos reeleccionistas, los cuales si desde
ahora no desplegan mayor actividad, es tan solo por temor al
general Daz.
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Pero aun no surgiendo este conflicto, indudablemente el partido de oposicin sera encabezado desde luego por uno de los
dos bandos actuales, por el que no reciba como herencia el poder. Este, para prestigiarse proclamar los principios democrticos y har al pas las promesas ms seductoras; y no habiendo
otro partido prestigiado, se afiliarn a l todos los elementos independientes. El gran inconveniente de esto consistir en que
quienes encabecen el partido no sean verdaderos demcratas,
ni sinceros antirreeleccionistas, y solo proclamarn esos principios para hacerse de partidarios, pero los olvidarn al da siguiente
de llegar al poder, como tantos de ellos olvidan al da siguiente las
solemnes protestas que hacen de cumplir la ley.
En estas circunstancias, los independientes de buena fe afiliados a ese partido, no tendrn la libertad de accin suficiente
para hacer respetar el pacto que entraaban las promesas del
jefe del partido, porque este, siendo personalista, tendr que resentirse de su origen.
No pasar lo mismo con un verdadero partido democrtico,
del cual surgir el candidato escogido entre los ms dignos y
cuya fuerza estribar en su partido.
Otra circunstancia en apoyo de nuestra afirmacin sobre
la oportunidad de organizar un partido poltico, es que la nacin lo desea, como se puede comprobar por los movimientos
electorales en algunos estados, en los cuales ha tomado parte
activa el pueblo, y aunque estos fracasaron, han dejado en los
nimos el fermento de la libertad y todos estn ansiosos por
renovar la lucha. Lo demuestran las grandiosas asociaciones de
obreros, cuyo fin ostensible es el mutualismo, pero cuya secreta
tendencia es la reivindicacin de los derechos de ciudadano, y
tambin la Asociacin de Periodistas, que aparentemente persigue la unin, y cuyo verdadero mvil es el anhelo de libertad,
el deseo de volver a la ley su prestigio y el ardor por combatir
en el campo de la democracia. Este anhelo se siente por toda la
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La organizacin de clubes aislados solo servir para principiar los trabajos y todos ellos debern unirse a fin de formar en
cada estado un ncleo con su club central director.
A su vez los clubes centrales de los estados se pondrn
de acuerdo para nombrar en la capital de la repblica un
comit directivo que sirva de centro y dirija los trabajos del
partido.
Este comit directivo deber ser integrado por los miembros ms enrgicos y adictos al partido, pues tendr que desempear un papel importantsimo. Su misin ser mandar
delegaciones a los estados en donde no existan clubes democrticos, a fin de instalarlos, hacer propaganda activa por la
prensa y convocar a una gran convencin electoral cuando lo
crea oportuno, a fin de que en ella se acuerde definitivamente
el programa poltico del partido, y se elijan los candidatos para
presidente, vicepresidente y magistrados.
De un modo notable se simplificarn estos trabajos, si en esta
capital se organiza un club netamente independiente. En tal caso
podran adherirse o aliarse a l todos los clubes independientes
de la repblica, aunque hubiera alguna diferencia en los principios proclamados por cada uno, porque actualmente el nico
que todos debemos perseguir, es despertar el espritu pblico y
organizar un poderoso partido independiente, que lleve savia
nueva a las esferas del gobierno y ocasione una vigorosa reaccin, a fin de que la ley sea respetada por todos y la voluntad
nacional logre imponerse.
No aconsejamos que se unan al Partido Democrtico ya
organizado, porque no lo consideramos netamente independiente, por ser sus directores miembros de la actual administracin, lo cual les impedir defender eficazmente y con energa
los intereses del pueblo. A este propsito, sabemos que en esta
capital se trata de instalar un club independiente, que podr ser
el ncleo del partido cuya formacin proponemos.
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pruebas de cordura; por ltimo, los cuantiosos intereses extranjeros invertidos en nuestra patria se juzgaran ms a cubierto,
y bien debemos esa prueba de deferencia, que por espontnea
ser honrosa para nosotros, a quienes tan poderosamente han
contribuido para nuestro desarrollo econmico. Las naciones
cada vez tienen ms ligas entre s y se deben guardar mutuamente todas las consideraciones compatibles con la dignidad y
el honor.
Para seguir esta lnea de conducta, creemos indispensable
que el candidato d su consentimiento previo. En este caso, se
contara hasta con la ayuda de parte del elemento oficial.
Sin embargo, no hay que forjarse ilusiones; convendr intentar esa poltica, pero no debe esperarse un resultado satisfactorio,
a menos que el general Daz diera su consentimiento al candidato, lo cual es muy poco probable aunque no imposible del todo.
Las negociaciones para que aceptara la candidatura la persona en quien se fijara el comit directivo, podran llevar a plticas
con el general Daz y quizs se lograra arreglar con l un pacto
o convenio, que dara por resultado arreglar la gran cuestin
electoral fraternalmente entre la gran familia mexicana.
Mientras las fuerzas de los independientes fueran mayores,
sera este convenio ms ventajoso para los intereses que representa;
este convenio podra consistir en que continuara en la presidencia
el general Daz, aceptando como vicepresidente al candidato en
quien los demcratas se hubieran fijado para el mismo puesto, y
dando determinadas libertades a fin de que paulatinamente y sin
sacudimiento, se fueran renovando las autoridades municipales en
toda la repblica, las legislaturas de los estados, los gobernadores y
las cmaras de la Unin.
De esta manera, sin sacudidas violentas y sin luchas de resultados inciertos, pero que de todos modos dejaran odios difciles
de extinguir, se habra verificado la transformacin de Mxico, y el general Daz, que podra dejar el peso de esa obra al
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puesto que, para llegar hasta la lucha en los comicios, se necesitar una relativa libertad.
En el caso de que esta falte por completo, imposible ser pronosticar lo que suceda, pues bien puede darse el caso de que la
nacin, indignada por las violencias y persecuciones de que son
vctimas sus buenos hijos tan solo porque quieren hacer uso de
sus derechos, se levante en masa y presenciemos otra revolucin
popular como la de Ayutla.
No porque la nacin haya permanecido impasible hasta ahora,
ha de imaginarse que presenciar con la misma impasibilidad que
se cometan numerosos atentados; ahora pasamos por una poca de
transicin; se nota gran agitamiento y ansiedad en todas partes, y
si las energas del pueblo, ansiosas por manifestarse, no encuentran
expedita la va democrtica, podrn desviarse por los senderos torcidos de la revuelta y acarrearn males sin cuento a la patria.
Las consecuencias seran funestas para el pas, aunque no
creamos tan probable una intervencin de los Estados Unidos.
Estos, antes de resolverse a una guerra con nosotros, lo pensaran muy maduramente. Ya los bers han probado de lo que es
capaz un pueblo en la defensiva y ms an, un pueblo que lucha
por su independencia. Una guerra con Mxico costara a los Estados Unidos un nmero muy superior de millones al que tienen
invertidos en nuestro territorio, y los cuales no sern tan amenazados en caso de una revolucin como se ha dado en suponer.
Adems, tendran que resolverse a sacrificar algunos cientos de
miles de sus hijos, pues los mexicanos no nos resolveremos tan
fcilmente a perder parte de nuestro territorio, ni menos an
nuestra independencia.
Esa guerra es, adems, muy poco probable, porque al elevado nivel intelectual y moral del pueblo americano, repugnara
una guerra tan sangrienta solo por proteger los intereses de algunos capitalistas, que muy bien podrn encontrar proteccin o
indemnizacin valindose de las vas diplomticas.
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Pero si el general Daz, en vez de emplear en los grandes intereses de la repblica el inmenso poder de que se ha revestido, lo
pone al servicio de alguna bandera poltica, y en vez de facilitar
la accin del pueblo protegindolo con las leyes, se empea en
entorpecerla, entonces la solucin del problema se presentar
mucho ms difcil; pero no por eso debemos vacilar en abordarlo resueltamente.
Es necesario salvar a la patria!
Hagmoslo con la ayuda del general Daz o sin ella, y aun a
pesar de sus esfuerzos en contra, pues primero es cumplir con
ese deber sagrado que complacer al general Daz, y sin vacilacin debemos luchar contra l mismo, si es preciso, en el caso de
que peligre nuestra existencia, con tal de salvar a la repblica de los
inminentes peligros que la amenazan.
Pero esta lucha entre el pueblo y el absolutismo ser posible
y tendr probabilidades de xito?
S, posible es, y tiene el xito asegurado. Aun en el caso de
que el general Daz, aferrado al poder, no lo dejar hasta no
abandonar este mundo, el pueblo, despierto ya, se habra organizado y estara en condiciones de luchar ventajosamente en
contra de los sucesores del general Daz, en caso de que intentasen seguir su misma poltica.
Nadie se imagina de lo que un pueblo es capaz, los estadistas ms notables, los escritores ms serios, se equivocan, y si no
all estn las sorpresas que nuestra patria ha dado al mundo,
conquistando su independencia, derrocando a las dictaduras
ms fuertemente establecidas, como la de Santa Anna y oponiendo una resistencia que nos hizo invencibles a las huestes
napolenicas.
En otras partes del mundo han sido tan frecuentes esas sorpresas, que por no hablar sino de las ms recientes, recordaremos a Turqua, Rusia y Persia, pases clasicos del despotismo,
que han conquistado su libertad en estos ltimos aos.
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Conclusiones
Conclusiones
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a alguno de estos, el que mejor pueda seguir su misma poltica, con lo cual quedar establecido de un
modo definitivo el rgimen de poder absoluto.
7 Buscar un cambio por medio de las armas sera agravar
nuestra situacin interior, prolongar la era del militarismo y atraernos graves complicaciones internacionales.
8 El nico medio de evitar que la repblica vaya a ese
abismo, es hacer un esfuerzo entre todos los buenos
mexicanos para organizarnos en partidos polticos,
a fin de que la voluntad nacional est debidamente
representada y pueda hacerse respetar en la prxima contienda electoral.
9 El que mejor interpreta las tendencias actuales de la
nacin es el que proponemos, el Partido Antirreeleccionista con sus dos principios fundamentales:
Libertad de sufragio.
No reeleccin.
10 Si el general Daz no pone obstculos ni permite
que los pongan los miembros de su gobierno, para
la libre manifestacin de la voluntad nacional, y se
constituye en el severo guardin de la ley, se habr
asegurado la transformacin de Mxico, sin bruscas
sacudidas; el porvenir de la repblica estar asegurado, y el general Daz reelecto libremente o retirado a la vida privada, ser uno de nuestros ms
grandes hombres.
11 Cuando el Partido Antirreeleccionista est vigorosamente organizado, ser muy conveniente que
procure una transaccin con el general Daz para
fusionar las candidaturas, de modo que el general
Daz siguiera de presidente, pero el vicepresidente
y parte de las cmaras y de los gobernadores de los
estados, seran del Partido Antirreeleccionista. Sobre
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todo, se estipulara que en lo sucesivo hubiera libertad de sufragio y si posible fuera desde luego se convendra en reformar la constitucin en el sentido de
no reeleccin.
En caso de que el general Daz se obstinara en no
hacer ninguna transaccin con la voluntad nacional, sera preciso resolverse a luchar abiertamente
en contra de las candidaturas oficiales.
Esta lucha despertar al pueblo y sus esfuerzos asegurarn en un futuro no lejano, la reivindicacin de
sus derechos.
El Partido Antirreeleccionista, tiene grandes probabilidades de triunfar desde luego, pues nadie sabe de
lo que es capaz un pueblo cuando lucha por su libertad, sino cuando con sorpresa se ve el resultado.
Aun en el caso de una derrota, como el Partido Antirreeleccionista estar constituido por el elemento
independiente seleccionado, y habr ganado prestigio por haber tenido el valor de luchar contra la
dictadura, llegar a ejercer una influencia dominante
en nuestro pas, por lo menos al desaparecer el general Daz.
Por ltimo, la patria est en peligro y para salvarla
es necesario el esfuerzo de todos los buenos mexicanos.
Conclusiones
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Apndice de la
segunda edicin
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En este ltimo caso, todo su prestigio, todo el poder de que la nacin lo ha revestido, lo pondr al servicio de los verdaderos intereses
del pueblo.
Si tal es su intencin, si usted aspira a cubrirse de gloria tan pura y
tan bella, hgalo saber a la nacin del modo ms digno de ella y de usted
mismo: por medio de los hechos. Erjase usted en defensor del pueblo y
no permita que sus derechos electorales sean vulnerados, desde ahora
que se inician movimientos locales, a fin de que se convenza de la sinceridad de sus intenciones, y confiado concurra a las urnas a depositar su
voto para ejercitarse en el cumplimiento de sus obligaciones de ciudadano, y consciente de sus derechos y fuertemente organizado en partidos
polticos, pueda salvar a la patria de los peligros con que la amenaza la
prolongacin del absolutismo.
Con esta poltica asegurar para siempre el reinado de la paz y la felicidad de la patria y usted se elevar a una altura inconcebible, a donde
solo le llegar el murmullo de admiracin de sus conciudadanos.
Don Pedro del Brasil, en un caso semejante al de usted, no vacil:
prefiri abandonar el trono que a sus hijos corresponda por herencia,
con tal de asegurar para siempre la felicidad de su pueblo, dejndole
la libertad.
Seor general: le ruego no ver en la presente carta y en el libro a que
me refiero, sino la expresin leal y sincera de las ideas de un hombre
que ante todo quiere el bien de la patria y que cree que usted abriga los
mismos sentimientos.
Si me he tomado la libertad de dirigirle la presente, es porque me
creo con el deber de delinearle a grandes rasgos las ideas que he expuesto en mi libro, y porque tengo la esperanza de obtener de usted
alguna declaracin, que publicada y confirmada muy pronto por los
hechos, haga comprender al pueblo mexicano que ya es tiempo de que
haga uso de sus derechos cvicos y que al entrar por esa nueva va, no
debe ver en usted una amenaza, sino un protector; no debe considerarlo como el poco escrupuloso jefe de un partido, sino como el severo
guardin de la ley, como a la grandiosa encarnacin de la patria.
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Comentarios
En la carta que acabamos de insertar se notar que en trminos
comedidos, pero firmes, le pintamos la situacin actual del pas,
as como las esperanzas y temores del pueblo mexicano.
Una contestacin del general Daz, inspirada en el mismo
patriotismo que dict nuestra carta y concebida en trminos
claros y sinceros, hubiera causado en el pblico una impresin
muy profunda, disipando esa incertidumbre que tanto oprime a
la mayora de los mexicanos, y excita una pequea minora que
empieza a agitarse.
En una palabra, el general Daz pudo haber resuelto de una
plumada la situacin actual del modo ms favorable para los intereses nacionales; pero no debemos esperar esa conducta de l.
El general Daz, dando pruebas de gran cortesa, nunca deja
ninguna carta sin contestacin, por balad que sea el asunto que
se le trate.
Fundados en estas consideraciones, era lgico esperar que
nuestra carta hubiera merecido la honra de ser contestada, puesto que en ella tratbamos de los intereses ms altos de la nacin.
Podra alegarse que nuestra carta no lleg a sus manos: pero
eso es inverosmil. Podrn extraviarse cuantas cartas se quiera,
pero nunca las dirigidas al general Daz. Adems, sabemos de
buena fuente que nuestra carta lleg a sus manos
Nos explicamos perfectamente su silencio. En aquellos das
se agitaba fuertemente la cuestin electoral en el estado de Morelos, a la cual aludamos indirectamente, y cualquiera declaracin respecto a sus intenciones de dejar en libertad al pas
para que nombrara sus mandatarios, no hubiera hecho sino
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aumentar la agitacin en aquella entidad federativa que tan rpidamente supo organizarse y luchar con inesperado vigor.
Esta cuestin fue originada precisamente por una declaracin suya, porque dijo que vera con gusto que el pueblo de
Morelos eligiera libremente su gobernador.
Como el candidato del pueblo era el seor ingeniero Patricio
Leyva, empleado en el Ministerio de Fomento, se imagin el general Daz que llegado el caso hara que el seor Leyva renunciara su candidatura, y cubrindose con el ridculo ms vergonzoso,
desprestigiara las prcticas democrticas y disolviera su partido.
Pero no sucedi as. El ingeniero Leyva, aunque modesto y
sencillo en sus costumbres, es un hombre de carcter y de honor,
y no quiso traicionar a sus partidarios; prefiri sufrir las venganzas del poder antes de cometer una accin indigna.
En este caso apreci el general Daz la importancia de cualquier declaracin cuando es hecha a hombres de honor.
A la vez, principiaba a palpar las consecuencias de sus declaraciones a Creelman; estas, aunque nadie las juzg sinceras,
dieron pretexto a la prensa independiente para hablar de la sucesin presidencial, con lo cual se logr despertar hasta cierto
punto el espritu pblico.
En resumen, el hecho de no haber contestado nuestra carta,
demuestra lo que hemos afirmado en el curso de nuestra obra: el
general Daz no provocar por s mismo un verdadero movimiento
democrtico. Adems, esto lo confirma su actitud en la cuestin de
Morelos. Sin embargo, en la cuestin general de la repblica,
parece que s est dispuesto a ceder, como lo demuestran la libertad de que principia a disfrutar la imprenta, la circunstancia
de no haber entorpecido la formacin de partidos polticos, pues
aunque hasta ahora estos no se han mostrado agresivos, cuando
se sientan fuertes indudablemente asumirn otra actitud, y por
ltimo, es muy significativo que el Crculo Nacional Porfirista no
lanzara candidato para la vicepresidencia de la repblica.
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Reyes tiene muy pocas probabilidades de llegar al poder atendiendo a las razones siguientes:
Solo tres caminos tiene de ascender a ese puesto. El ms fcil,
y por tal motivo ms apetecido, sera como candidato oficial,
substituyendo por medio de una transaccin al seor Corral.
Esto es casi imposible, porque mientras no sea jefe militante de
algn partido, no lograr orillar las cosas al grado de imponer
un arreglo en tales condiciones. Por otra parte, como candidato
de transaccin sera el menos indicado de todos, por el terror
que inspira al grupo de amigos que rodea al general Daz, e
indudablemente que este no hara a sus mejores amigos y ms
adictos partidarios la inconsecuencia de traer al poder a quien
consideran como su enemigo ms temible.
Otro camino lleno de espinas y con pocas probabilidades de
xito, ser aceptar la candidatura del pueblo y entrar de lleno en
la lucha electoral. Para esto necesitara ponerse frente a frente
al general Daz, lo cual nunca har el general Reyes, por las razones ya indicadas. Una candidatura en tales condiciones, solo
la aceptar quien tenga gran fe en la fuerza del pueblo y est
resuelto a sacrificarse en aras de la patria.
El ltimo camino que le queda, el de la revolucin, no lo intentar, por lo menos mientras viva el general Daz.
Por todas las razones que hemos expuesto se ver cmo el
general Reyes tampoco tiene grandes probabilidades de llegar
al poder.
General Flix Daz
El peligro que veamos cuando escribimos nuestra primera
edicin, de que subiera al poder este general, parece que no
existe, pues la opinin general considera inadmisible tal idea.
Por esta razn suspendemos en esta edicin el artculo respectivo.
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Consideraciones generales
De lo expuesto parece que principia a alejarse el peligro de la
continuacin de la dictadura en el prximo sexenio. Para ello ha
bastado con la ligera agitacin que se ha notado en la opinin
pblica.
Si esta agitacin aumenta y se logra la organizacin de poderosos partidos independientes, el peligro se alejar cada vez
ms, hasta quedar por completo conjurado.
Partido Democrtico
Este partido no puede ser considerado completamente independiente, pues sus directores ocupan puestos pblicos, y algunos
de ellos tienen fuertes ligas con el general Daz. Por lo dems,
ese partido no pretende hacer oposicin al general Daz, y bajo
la bandera de algunos principios polticos que proclama, se prepara modestamente a luchar por obtener que el vicepresidente
sea ms de acuerdo con la voluntad nacional.
Las personas al frente de dicho partido parecen bien intencionadas; si en alguno de ellos existe ambicin personal, la
aplaudimos con tal de que sea sana y viril. Ya que patriotismo
puro mueve a tan pocos, no es de despreciarse el contingente
de los ambiciosos, siempre que su ambicin sea noble y dignos
los medios que empleen para satisfacerla. A pesar de la buena
intencin que manifiestan sus directores, no podrn hacer nada
por s solos, pues siendo decididos partidarios del general Daz,
en definitiva tendrn que obedecer sus rdenes.
Sin embargo, los trabajos de este partido han sido tiles, porque algo han contribuido a despertar la opinin pblica; han
formado algunos clubes que no obedecern con la misma facilidad las rdenes del general Daz, y que llegado el momento, se
fusionarn con algn partido independiente.
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El gran papel que podr llegar a representar el Partido Democrtico, ser el de intermediario entre los partidos independientes y el general Daz, para llegar a algn arreglo, en caso de
ser posible.
Entonces se pondran de acuerdo los diversos partidos para
reunir sus convenciones en la capital en la misma poca. El general
Daz tambin convocara al Crculo Nacional Porfirista con el
mismo objeto.
Pero esta solucin es la menos probable, porque el general
Daz solo la aceptar cuando considere imponente la fuerza de
los partidos independientes.
Lo ms seguro es que habr lucha electoral, pues tenemos la
seguridad de que se organizar algn partido francamente antirreeleccionista, o por lo menos independiente en lo absoluto.
En este caso el Partido Democrtico se aliar con el independiente para trabajar por vicepresidente o, lo ms probable, se
dividir en dos fracciones; una de ellas ir a las filas porfiristas
y la otra la ms importante sin duda, a las independientes. Los
clubes de los estados sern de estos ltimos, y el de la capital de
los primeros, porque en los estados existe ms independencia y
ms valor civil que en la capital, debido a razones que estn en
la conciencia de todos, y que no viene al caso estudiar.
El pueblo despierta
Esperanzas de redencin
En la primera edicin, en las ltimas palabras del autor expusimos ideas que han sido tachadas de optimistas e inconsecuentes con el resto de la obra.
De optimistas, porque se estiman infundadas nuestras esperanzas de que el general Daz no sofoque con mano de hierro
algn movimiento democrtico independiente.
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De inconsecuentes con el resto de la obra, porque se ha credo encontrar un mea culpa en las ltimas palabras.
Si ahora no reproducimos de nuevo aquella parte de nuestro
libro, es porque la creemos ventajosamente reemplazada con
este apndice.
En cuanto a nuestro optimismo, hasta ahora solo tenemos
motivo para confirmarlo, pues el general Daz demuestra no
abrigar ya aquel espritu suspicaz y estrecho que lo haca perseguir cualquiera manifestacin de virilidad y civismo. Ahora se
nota una libertad de imprenta muy superior a la que ha existido
desde que el general Daz subi por segunda vez al poder. Esta
libertad despertar por completo el espritu pblico que empieza ya a dar pruebas patentes de vida.
En cuanto a la pretendida inconsecuencia por manifestar
nuestra simpata hacia el general Daz, despus de atacar su rgimen de gobierno, tampoco existe.
Si el general Daz ha cometido grandes faltas, tambin tiene en su abono una brillante hoja de servicios como militar, y
como estadista y gobernante ha prestado innegables servicios a
la patria.
La principal idea que hemos querido inculcar en el pueblo
mexicano, no es de odio para el general Daz, sino de amor a la
libertad, procurando demostrar que solo ella har grande a nuestra querida patria.
Como lo hemos repetido varias veces, es una tarea superior
a las fuerzas humanas valorar justamente los hechos de nuestros
contemporneos cuando estamos mezclados de alguna manera
con ellos. Por ese motivo hemos dicho que dejamos esa tarea a
la historia; nicamente queremos hacer resaltar los peligros del
absolutismo, para impedir que la dictadura se prolongue con el
sucesor del general Daz.
All van todos nuestros esfuerzos. No queremos que la nacin
pague con odio una vida dedicada a la patria; pero s deseamos
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En las actuales condiciones, un esfuerzo en el terreno de la democracia podr salvarnos todava. Ms tarde, solo las armas podrn
devolver nuestra libertad, y por dolorosa experiencia sabemos cun
peligroso es tal remedio.
Evoquemos el glorioso recuerdo de nuestros antepasados, e inspirndonos en su ejemplo, cumplamos con los sagrados deberes que nos impone la patria, sin dejarnos arredrar por los fantasmas que engendra
nuestra imaginacin, ni por los peligros reales que encontremos en
nuestro camino.
La libertad es un bien precioso solo concedido a los pueblos dignos de disputarla, a los que la han sabido conquistar luchando valerosamente contra el despotismo.
No olvidemos que ahora se presenta la oportunidad ms propicia
para conquistar nuestra libertad con las armas de la democracia.
Luchemos, pues, con resolucin y serenidad para demostrar la excelencia de las prcticas democrticas, asegurar para siempre nuestra
libertad y consolidar definitivamente la paz; la paz de los pueblos
libres que tiene por apoyo la ley.
FIN
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Difcilmente se podra poner en cuestin lo que el pensamiento de Madero significa para los fundamentos de
un ideal democrtico en Mxico. Sin embargo, ms all
del personaje poltico, la lectura de este libro rescata
al individuo que, acercndose a los instrumentos de la
ciencia social y la historia, fue capaz de presentarnos
una reflexin que resulta importante recuperar para las
generaciones futuras.
A poco ms de un siglo de la aparicin de esta obra
seguimos an en la expectativa de poder arribar a las
condiciones de una participacin ciudadana que tenga
en la sucesin presidencial un punto de certeza y no de
controversia, en el marco mismo del cumplimiento de la
igualdad ante la ley y el respeto a la voluntad expresada
en las urnas.
En sntesis, la propuesta de Madero de ver la democracia como hbito que necesita expresarse en prcticas e
instituciones legtimas y asimiladas dentro de cada individuo, sigue siendo un mensaje de instruccin esencial
que nos conduzca hacia una opinin y un compromiso
pblicos sustentados en la capacidad argumentativa y
en la fuerza de las ideas. Sin duda, un legado inconmensurable.