¿Qué Significa Comer Su Cuerpo?

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¿Qué significa comer su cuerpo y beber su sangre?

por Pablo Santomauro y agregados por Paulo Arieu

Comentario o Pedido: Hola buenas noches, sabe mi consulta es directa, un


sacerdote catòlico me hace una pregunta en relacion a los sig. versiculos,
se q presentan un trasfondo y la verdad no me quisiera contradecir, es por
ello q necesito de su ayuda p poder contestar la pregunta tengo muchos
deseos de saber còmo inrterpretarìa ud la cita de Juan 6, 35-71 Mateo 26,
26-29 I corintios 11, 23-ss Bendiciones. [sic]

El Catolicismo Romano enseña que Cristo instituyó la Misa en la Ultima Cena, la


noche en que fue traicionado. Cuando él dijo “esto es mi cuerpo” y “esto es mi
sangre” (Mt.26:26,28), procedió a efectuar un cambio en ambos. El pan se
transformó en su cuerpo y el vino en su sangre. Cristo, entonces, ofrendó ambos
como sacrificio a su Padre y se los dio a los discípulos para comer y beber. Según la
iglesia católica, esta fue la primer Eucaristía. Jesús también le dijo a los discípulos
“haced esto en memoria de mí” (Lc. 22:19). Los católicos piensan que con estas
palabras Jesús ordenó a sus discípulos como sacerdotes y les dio la comisión de
ofrendar la Misa frecuentemente, a diario si fuera posible. Ofrecer la Misa y
perdonar pecados son las funciones principales de los sacerdotes católicos, según
su iglesia.

A los efectos de continuar con nuestra respuesta, es necesario enfatizar la


insistencia de la iglesia católica en que el pan y el vino sufren una transformación
real. El pan y el vino se convierten en “Dios y hombre”, o sea que la Eucaristía es
Cristo encarnado. Es por esta razón que son extremadamente cautelosos al punto
de proteger el pan y el vino de cualquier contaminación. El pan que sobra luego del
rito es guardado en una caja llamada Sagrario. Es por la razón de que la presencia
real de Cristo es en la caja que los que pasan frente al sagrario dentro de la iglesia
hacen un genuflexión y los que pasan por una iglesia hacen la señal de la cruz.

Como dato adicional y sin expandernos en el tema, digamos que la Iglesia llama al
pan y el vino consagrados, la Eucaristía, palabra que deriva del griego en referencia
a agradecimiento. La Eucaristía es un medio por el cual los católicos reciben la
gracia suficiente como para cumplir con los mandamientos y hacer buenas obras, y
además, para obtener salvación eterna.

La respuesta bíblica

Los teólogos evangélicos han desarmado la posición católica con varios argumentos
de peso. En primer lugar señalan que no existe la más minima prueba de que el
pan y el vino cambiaron su composición durante la Ultima Cena del Señor, ni
tampoco lo hacen durante la Misa en el día de hoy. No solamente el pan y el vino se
ven, saben y huelen de la misma manera, sino que si se examinan en un
laboratorio tendrán la misma estructura molecular de siempre. Para escaparse de
esta embarazosa realidad, la iglesia católica ha pergeñado la absurda teoría de
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la transubstanciación. La idea es que lo que ocurre es un milagro, algo sobrenatural


que no puede ser visto ni comprobado por los medios acostumbrados, por lo tanto,
los cambios deben ser aceptados por fe. Por supuesto que la explicación es ridícula,
sobre todo tomando en cuenta que no existe en la Biblia ningún precedente en el
que Dios haga un milagro sin pruebas externas que permitan corroborarlo. Dios
nunca ha tratado con su pueblo de esa manera.

Un segundo problema es que la interpretación católica de las palabras de Jesús,


tomadas letra por letra, requieren el consumo de carne humana y la ingestión de
sangre humana. Tal barbaridad debería convencer a los católicos de la absurdidad
de su enseñanza, pero la tozudez puede más que la razón. Sin tener en cuenta el
hecho de que Jesús estaba presente junto a sus discípulos durante la Ultima Cena,
lo que hubiera significado que Jesucristo se duplicó a sí mismo al convertir el pan y
el vino, pensemos por un momento lo siguiente: Jesús les pidió a sus discípulos que
tomaran sangre humana, algo repulsivo para todo judío. Beber sangre estaba
prohibido por la ley de Moisés (Lv. 17:10-14). Si los discípulos hubieran entendido
y aceptado que tomar el vino era equivalente a beber sangre, Pedro jamás hubiera
dicho más adelante: “Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido
jamás” (Hch. 10:14). Si los cristianos hubieran tenido por costumbre beber la
sangre de Cristo, el Concilio de Jerusalén jamás hubiera ordenado abstenerse de
sangre (Hch. 15:29).

Un tercer punto sostenido por los evangélicos es que si la interpretación católica es


correcta, Cristo está presente corporalmente en miles de iglesias alrededor del
globo terráqueo en las migas de la hostia y las gotas de vino sobrantes del rito.
Esto va contra la enseñanza bíblica que describe que el cuerpo de Cristo tiene una
sola ubicación en todo momento, sentado a la diestra del Padre (He. 1:3). El Señor
Jesucristo es espiritualmente omnipresente, pero de una ubicación corporal única.

¿Cómo entender las palabras de Jesús respecto a comer su cuerpo y beber su


sangre? Jesús usó aquí lenguaje figurado, como lo hizo muchas otras veces. Los
discípulos estaban acostumbrados a ese uso del lenguaje por parte de su maestro.
Un breve repaso prueba este punto: Jesús comparó su cuerpo con un templo, la
nueva vida con agua viva, los discípulos con sal y luz, las enseñanzas de los
fariseos con levadura. En el evangelio de Juan se comparó él mismo con el pan de
vida, la luz del mundo, la puerta, el buen pastor, la resurrección y la vida, el
camino, etc. ¿Significaron estas palabras que Jesús era una barra de pan, un foco
encendido, una puerta con sus bisagras, un pastor con ovejas literales, un camino
por el cual se puede caminar?

¿Qué dijo Jesucristo cuando expresó que sus seguidores deberían comer su carne y
beber su sangre? Con ese lenguaje metafórico, Jesús transformó la Pascua en la
primer celebración de la Santa Cena. Jesús es la antítesis central de ambas
ceremonias, siendo representado simbólicamente por el cordero de Pascua y los
elementos de la Comunión. Tal lenguaje metafórico era típico del hebraísmo. Jesús
lo empleó para establecer el nuevo pacto que quedaría sellado con su obra en la
cruz.

Concluimos que Jesús estaba usando lenguaje figurado durante la Ultima Cena. La
teoría católica de la transubstanciación es insostenible ante un análisis riguroso de
las Escrituras. El peligro en tal absurdidad reside en que cada semana millones de
católicos hacen línea para nutrir sus almas y obtener el antídoto contra el pecado.
La iglesia les promete que cumpliendo este rito supersticioso ellos obtendrán
salvación eterna. Por el contrario, participar de la Misa es simplemente otra obra
más de las tantas que la iglesia católica les dice a sus fieles que son necesarias
para obtener salvación. Reemplazan con obras lo que la Biblia insiste debe ser una
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relación personal con Cristo Jesús. No hay otra forma de obtener salvación. Con su
teología deformada, la iglesia católica impide que sus fieles puedan obtener la
salvación bíblica. Lamentable.

LA CENA DEL SEÑOR

En los primeros tiempos, la iglesia alababa al Señor diariamente en lo que Lucas


denomina: "el rompimiento del pan". (Hch. 2:42)

Se trataba de una parte sustancial de la comunión que los hermanos fomentaban


con la comida comunitaria cotidiana. (Hch. 2:46)

Según leemos en los evangelios, fue el mismo Señor Jesús quien habló de esta
celebración como una memoria de él. (Luc. 22:19; 1 Cor. 11:24)

Por el carácter festivo que tuvo posteriormente (1 Cor. 5:8) se la denominó: "una
fiesta". Las condiciones espirituales de los discípulos con su confusión de objetivos
y luchas internas, dieron cierto dramatismo a lo que el Señor estaba haciendo.
Según Juan con el lavamiento de los pies, les enseñó el modo de conocer y
practicar la autoridad (Jn. 13:2-15) para mantener la comunión.

La cena del Señor no era una continuación de la pascua, sino un nuevo modo de
fortificar los lazos mutuos y con el Señor Jesucristo resucitado para alimentar el
testimonio hasta que él volviera por segunda vez. Este estilo de vida estaba basado
sobre el "nuevo pacto" (Mat. 26:28) entre él y los creyentes como familia de Dios.

A. Institución

La ordenanza de la cena del Señor fue instituida la noche antes de la crucifixión de


Cristo como una representación simbólica de la participación del creyente en los
beneficios de su muerte. Como tal, ha sucedido a la Pascua que los judíos han
celebrado permanentemente desde su salida de Egipto.

Según la exposición dada en 1 Corintios 11:23-29, al ordenar a sus discípulos que


comieran el pan, Jesús les dijo que el pan representaba su cuerpo que sería
sacrificado por ellos. Debían observar este ritual durante su ausencia en memoria
de Cristo. Cristo declaró que la copa de vino era el nuevo pacto en su sangre; al
beber de la copa recordarían a Cristo especialmente en su muerte. Debía observar
esta, celebración hasta su regreso.

La historia de la iglesia ha visto interminables controversias en torno a la cena del


Señor. En general se han destacado tres puntos de vista principales. La Iglesia
Católica Romana ha sostenido la doctrina de la «transubstanciación», esto es, el
pan y ‘el vino se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo y la persona que
participa en ellos está participando literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo,
"aunque sus sentidos puedan reconocer que los elementos siguen siendo pan y
vino. Un segundo punto de vista es sustentado por los luteranos y se le llama
«consubstanciación», aunque la palabra no es aceptada por los luteranos. Este
punto de vista sostiene que, aunque, el pan sigue siendo pan y. el vino sigue
siendo vino, en ambos elementos está, la presencia del cuerpo de Cristo, y de este
modo uno participa del cuerpo de Cristo al observar la cena del Señor.

Un tercer punto de vista sustentado por Zuinglio es llamado punto de vista


conmemorativo y sostiene que la observancia de la cena del Señor es una
«conmemoración» de su muerte sin que ocurra ningún cambio sobrenatural en los
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elementos. Calvino sostuvo una variante de esto según la cual Cristo estaba
espiritualmente en los elementos.

Las Escrituras parecen apoyar el punto de vista conmemorativo, y los elementos


que contendrían o simbolizarían la presencia de Cristo serían más bien un
reconocimiento de su ausencia. En armonía con esto, la cena del Señor debe ser
celebrada hasta que El venga. Una observancia adecuada de la cena del Señor debe
tener en cuenta ‘las cuidadosas instrucciones del apóstol Pablo en 1 Corintios
11:27-29. La cena del Señor debe observarse con la debida reverencia y después
de un auto examen. El que participa de la cena de una manera descuidada o
indigna acarrea condenación sobre sí. Pablo dice: «Por tanto, pruébese cada uno a
sí mismo, y coma así del pan y beba de la copa (1 Co. 11:28).

Muchos cristianos han considerado, con mucha justicia, que la cena del Señor es un
momento sagrado de conmemoración de la muerte de Cristo y de todo lo que ello
significa para el cristiano individual. Como Pablo lo dice, es un tiempo de examen
interior, un momento de confesión de pecados y de restauración. Además, es un
recordatorio de los maravillosos beneficios que han alcanzado a cada creyente por
medio de la muerte de Cristo.

Así como la cena del Señor señala hacia el hecho histórico de la primera venida de
Cristo y su muerte en la cruz, debe también señalar hacia su segunda venida
cuando la observancia de la cena del Señor cesará. Aun cuando no se da una
indicación clara de la frecuencia de la observancia, parece probable que los
cristianos primitivos la practicaban con frecuencia, quizás una frecuencia de una
vez a la semana cuando se reunían el primer » día para celebrar la resurrección de
Cristo. En todo caso, la observancia de la cena del Señor no debiera ser distante en
el tiempo, sino en obediencia respetuosa y adecuada a su mandamiento de hacerlo
hasta que El venga.

Según leemos en los evangelios, el Señor tomó del pan que quedaba de la pascua
(Jn. 13:27) y convidó a todos diciendo: "Esto es mi cuerpo". Además agregó:

"... que por vosotros es dado" (Luc. 22:19) y que posteriormente Pablo menciona
bajo la forma de: "por vosotros es partido...."

Esta aclaración podría tener dos sentidos:

a) mirando al pacto, la víctima era partida al medio; (Gn.15:18; comp. Heb. 10:20)
y

b) mirando a la comunión, el pan repartido significa la comunión de todos en el


cuerpo de Cristo. Describe de un modo muy gráfico que todos los participantes
están inquebrantablemente unidos entre sí en el cuerpo de Cristo.

Después, dice la Biblia que tomó "la copa" y proclamó el "nuevo pacto" en su
sangre, hecho sobre "mejores promesas" porque es un pacto eterno. Posiblemente,
los apóstoles no comprendieron el valor de todo lo que estaba en juego, pero
nosotros sí, sabemos que participar de la cena del Señor significa ratificar nuestro
anhelo de vivir identificados con Cristo en comunión con los hermanos.

B. Participación

Deducimos de las Escrituras que el valor de la participación radica en tres detalles


sobresalientes:
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a. La Persona que invita - "El Señor Jesús"

Dice 1 Corintios 11:23-25: "El Señor Jesús la noche que fue entregado tomó pan; y
habiendo dado gracias lo partió y dijo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo que por
vosotros es partido: haced esto en memoria de mi. Lo mismo hizo con la copa y
volvió a repetir: "en memoria de mí".

La Biblia dice también que la invitación fue formulada "después de haber cenado",
como para descartar cualquier vinculación con lo anterior. Hacer memoria de él, es
unir muchos corazones en una sola persona.

b. La circunstancia en que lo hace - "la noche que fue entregado"

No podemos despojarnos del pensamiento del estado del mundo "la noche que fue
entregado". La religión en contra, Judas en la traición, Pedro en la duda. Los
romanos en la expectativa y Pilato buscando favores. En esa noche tan singular el
Señor quiso consolidar su amor con un pueblo propio comprometido con el
únicamente.

c. El mensaje que perpetúa - " ... hasta que venga ..."

"La muerte del Señor anunciáis [gr.katangello] hasta que venga". El término griego
katangello aparece unas diecisiete veces en el Nuevo Testamento y está siempre
relacionado con la exposición del mensaje.

1. Hebreos 13:20

Parecería que el modo feliz de ser y la comunión sincera entre los hermanos,
formaba parte integral de la proclamación que necesitaba de inconversos para que
tuviera el sentido que contiene en el Nuevo Testamento.

Los cambios visibles en las vidas de los integrantes hacían que la proclamación
fuera apetecible a los extraños. De modo que, la integración del amor mutuo, el
gozo espiritual, y la adoración al Señor, eran las partes sustanciales del mensaje de
la vida eterna.

C. Contenido

Hemos dejado un espacio especial para un componente que nos parece muy
importante. Tanto el Señor Jesús como el apóstol Pablo hablaron del pan y del vino
como del "nuevo pacto".

La sangre derramada era la evidencia que Dios realizaba una nueva alianza1 y que
el vino la representaba. Aunque en ninguno de los pasajes se establece quienes
eran las partes integrantes del pacto, podríamos presumir que se trata de Cristo y
los "muchos", o Dios y los "muchos", mencionados por Mateo. La clave del pacto es
el perdón divino con la posibilidad de utilizar un símbolo capaz de abarcar a todos.
Al beber de la copa, es como si dijéramos en nuestro interior: "yo recibí el perdón"
y "estoy unido con todos los demás perdonados". Es por este carácter de pacto que
necesitamos analizar nuestra relación con los hermanos y estar seguros que
vivimos en santidad delante de Dios.2

E. Deformación
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A pesar de la enseñanza del Señor Jesús y de lo que acabamos de estudiar esta


"memoria" sufrió muchas transformaciones, porque poco tiempo después de la era
apostólica, comenzaron a tomar cuerpo las ideas sobre la gracia que impartía el
cuerpo y la sangre de Cristo.

11. Aconsejamos la lectura de los siguientes pasajes: Hechos 4:2; 13:5; 13:38;
15:36; 17:3; 17:13, 23; 1 Corintios 2:1; 9:14; Filipenses 1:16, 18; Colosenses
1:28; etc.

1. Mateo 26:28; Hebreos 9:15

2. Hebreos 12:14

a. Transubstanciación

Alrededor del año 844 AD., Pascacio Radbert inició el desa rrollo desde su
monasterio en Corbie, de una teoría que unía los antecedentes conocidos del modo
siguiente: "mientras para los sentidos el pan y el vino de la eucaristía permanecían
inmutables, por un milagro, la sustancia del cuerpo y de la sangre de Cristo (el
mismo cuerpo que era suyo aquí en la tierra) se hacía presente en ellos. Sin
embargo, este cambio ocurre solamente para los que creen y lo aceptan por la fe, y
no es efectivo para los que no creen", lista teoría cobró más cuerpo con el apoyo
posterior de Tomás de Aquino. Fue este filósofo quién ideó la doctrina de la
concomitan cia, es decir, que en virtud de la cercanía, la sangre de Cristo está
también en el pan consagrado.

El término "transubstanciación" fue aprobado en el Concilio Cuarto de Letrán


convocado por Inocencio III (1215). En dicha ocasión, se trataron de unir las varias
declaraciones existentes para igualarlas a las de Aquino y producir un documento
que explicara el "milagro" como la "conversión de los elementos en la sustancia del
Señor" (T. Aquino: Summa Teológica III -75/3). Posteriormente en 1259 se aprobó
la adoración de la hostia en el momento del "milagro" con toque de campanitas
para la postración.

Todas estas explicaciones pujan por dar forma literal a las palabras del Señor
Jesús: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna" y quieren
demostrar que la transformación del pan (hostia para ellos) y del vino para poder
comer carne y beber sangre, únicamente es por medio de la Iglesia Católica.

b. Consubstanciación

Con la Reforma la doctrina anterior sufrió un revés, porque —según los


reformadores— para que Cristo esté presente, no se requería el cambio de los
emblemas. Sin embargo, Lulero no pudo librarse de la "presencia real" del cuerpo
de Cristo. Decía él, que ya que Cristo está a la diestra de Dios y Dios es
Omnipresente, esa diestra está en todas partes; quizás "en", "con" y "debajo" del
pan y del vino. También sobre esto hubo bastante polémica. Quizás para nuestro
caso lo que podríamos extraer es que "dos sustancias pueden coexistir
simultáneamente", de modo que el cuerpo de Cristo está naturalmente y realmente
presente en el pan y vino al ser consagrados por el ministro.

c. Recepción simbólica

L. Berkhof1 comentando las posiciones anteriores concluye con la siguiente


apreciación: "Esta influencia (la de la presencia de Cristo) aunque real, no es física
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sino espiritual y mística mediante el Espíritu, y está condicionada al acto de fe por


el cual el comuni cante simbólicamente recibe el cuerpo y la sangre de Cristo

1. K.S. Latourette: Historia del cristianismo (Tomo I-p.433)


2. Juan 6:54

Notas

R.Caballero Youcou, ”Sobre esta Roca Edificare mi Iglesia”,pag. 85-89, Ed. Unilit,

Lectura Recomendada:

• Reasoning from the Scriptures with Catholics, Ron Rhodes.(Aca)


• The Gospel According to Rome, James McArthy (Aca)

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