500 Años de Luteranismo
500 Años de Luteranismo
500 Años de Luteranismo
El
verdadero rostro del “profeta
del siglo XVI”
Don Jean-Michel Gleize ha escrito un hermoso libro titulado El verdadero rostro de
Lutero[i]. El Autor expone la doctrina y narra la vida del heresiarca alemán de
manera muy exacta, aguda, teológicamente correcta e históricamente fiel.
Infancia y juventud
En la primera parte del libro (pp. 21-82), el Autor trata de la vida de Martín Lutero,
nacido el 10 de noviembre de 1483 en Eisleben, en Sajonia, y muerto en
1546. Martín se inscribió en la Universidad de Erfurt, en la que estudió la filosofía
nominalista fuertemente influenciada por Guillermo de Occam. En 1505, Lutero
logró el grado académico de “Maestro en filosofía” (cfr. L. Cristiani, Du
Luthéranisme au Protestantisme, Paris, Bloud, 1911).
Su “vocación”
Según el padre Gleize, el año 1505 es fundamental en la vida del monje alemán,
ya que hizo un voto imprudente, a continuación de un temporal – durante el cual
(2 de julio de 1505) un rayo había matado a un amigo suyo, que caminaba junto a
él y él se había salvado por los pelos – y entró, así, apenas 15 días después (17
de julio de 1505), en el convento de los monjes agustinos de Erfurt y fue
ordenado sacerdote el 3 de abril de 1507 (ni siquiera 2 años después del
accidente del rayo) a sus 24 años. Lutero estudió teología solamente después de
la ordenación sacerdotal y sólo durante 18 meses, después de lo cual fue
nombrado profesor en la Universidad de Wittemberg, en el otoño de 1508.
Su Muerte
A sus 63 años, Lutero llegó a Eisleben, hacia la tarde advirtió una cierta opresión
en el pecho, subió a su alcoba y murió durante la noche.
Alguien ha dicho que Lutero se habría ahorcado en una columna del dosel de su
cama, pero la versión es dudosa (cfr. A. Fliche – V. Martin, Storia della Chiesa,
Torino, Saie, 1960, tomo XVI, pp. 102 ss.).
A la “izquierda” de Lutero
El otro contestador más luterano que Lutero fue Thomas Münzer (1493-1525).
Realizó sus estudios en Leipzig para terminarlos más tarde en Brunswick. En 1521
se refugió en Bohemia, expulsado de la cual se puso a recorrer Baviera, para
volver – en 1523 – a Sajonia, donde desarrolló su apostolado más intenso y
violento, hecho de predicaciones violentas y triviales. Abandonó a Lutero y se
acercó a la corriente preiluminista del protestantismo, abrogando no sólo la Misa,
sino también el Bautismo, y dando nacimiento al movimiento anabaptista (cfr. P.
Parente – A. Piolanti – S. Garofalo, Dizionario di Teologia dommatica, Proceno di
Viterbo, Effedieffe, V edizione, 2018, voz Anabattisti). En 1525 provocó la guerra
de los “campesinos” y, tras la derrota, fue ejecutado el 27 de mayo de 1525.
1º) la sola fe sin las buenas obras basta para santificar o justificar al hombre; 2º)
la justicia original es connatural al hombre, es debida a la naturaleza y no es un
don gratuito de Dios; 3º) el pecado original ha destruido la razón haciéndola
incapaz de conocer la verdad y ha destruido también el libre albedrío, que está
totalmente ausente; 4º) por ello el hombre no es responsable de sus actos y no
puede ser sanado ni siquiera por Dios; 5º) la Redención y la santificación de la
naturaleza humana son puramente extrínsecas al hombre: son como un manto
que cubre el pecado, pero no lo borra; 6º) la santificación es sólo obra de Cristo,
que sustituye al hombre, el cual no debe cooperar a la obra de la
Redención; 7º) la gracia santificante no está presente en el alma del hombre
justificado; 8º) el único acto bueno que puede realizar el hombre es la fe fiducial,
o sea, abandonarse a Dios confiando en Su misericordia y en el perdón de sus
propios pecados, sin luchar contra ellos, arrepintiéndose de ellos y reparándolos,
9º) los Sacramentos son inútiles y no confieren la gracia; 10º) la Iglesia jerárquica
es una invención humana y no una Institución divina, entre el individuo y Dios no
hay ningún intermediario; 11º) la verdadera Iglesia de Cristo es invisible y es la
comunidad de los predestinados (cfr. P. Parente – A. Piolanti – S. Garofalo,
Dizionario di Teologia dommatica, Proceno di Viterbo, Effedieffe, V edizione, 2018,
voces Luteranesimo y Protestantesimo).
Sólo Dios, en efecto, puede actuar directamente sobre la esencia del alma, pero
el diablo y los suyos (entre los que sobresale Lutero) pueden, mediante los
sentidos externos e internos del hombre, intentar influir en su inteligencia y en su
voluntad. El subconsciente, el sentimentalismo, la experiencia religiosa del
sistema modernista hunden sus raíces en el Luteranismo, que ha alcanzado su
cénit con el Modernismo y el Sesenta y ocho.
El hombre no es libre
Además, Dios no quiere que todos se salven, sino que a algunos los
predestina a la condenación sin ninguna culpa suya. Se comprende cómo
semejante “Dios”, si existiese por absurdo, sería malvado y digno de odio.
El odio de Lutero contra Dios y la Iglesia romana se transparenta del lenguaje del
ex-fraile alemán, que es violento, pasional, vulgar, retórico, demagógico, casi
“sindicalista”. El lenguaje típico del revolucionario está impregnado de odio y de
violencia y encuentra fácil acogida en el ánimo humano herido por el pecado
original, el cual lo inclina más fácilmente al mal que al bien, al odio que al amor, a
la violencia que al equilibrio.
Por “campesinos” se entiende aquí no sólo aquellos que trabajaban la tierra, sino
el pueblo en general que vivía en la pobreza. Este pueblo fue en primer lugar
acariciado y adulado por Lutero, pero después se le volvió en contra como él se
había vuelto en contra del Papa. Cuando el pueblo comenzó a no obedecerle más,
Lutero se puso del lado de los Príncipes y los enfrentó contra el pueblo que
debería haber obedecido a su autoridad y a la de los Príncipes y no contestarla.
Lutero incitó violentamente a los Príncipes a combatir a los campesinos, a
“estrangularlos, ahorcarlos, quemarlos, decapitarlos” (Contra las bandas
asaltantes y asesinas de los campesinos, 1525).
En una predicación de 1526, Lutero sostuvo que “el pueblo y la masa son y siguen
siendo no-cristianos” porque se han equivocado al no seguirle. Todo esto Lutero lo
afirmó cuando ya se había rebelado contra el Papa y el Emperador, apoyándose
en los Príncipes alemanes, sin los cuales el Luteranismo no habría echado raíces.
Alrededor de 100.000 campesinos fueron matados en la sangrienta
guerra hecha contra ellos por los Príncipes alemanes, que duró
alrededor de 8 años. Lutero, en su obra Si la soldadesca puede ir al Paraíso,
conforme con su ideología, sostuvo que el autor de semejantes masacres era
Dios.
El heresiarca alemán contradijo a Jesucristo porque mientras que Jesús dijo: “Tú
eres Pedro y sobre esta piedra edificaré Mi Iglesia. A ti te daré las llaves del Reino
de los Cielos. Todo lo que tú desates en la tierra será desatado en el Cielo…” (Mt
XVI, 18-19), Lutero dijo que las Llaves del Reino fueron entregadas no sólo a
Pedro, sino a toda la comunidad de los fieles. A partir de esta democracia
religiosa, que intentó remplazar la institución del Primado monárquico del Papa,
Lutero llegó a hacer despótico el poder del Príncipe. Al exigir toda Sociedad
necesariamente una Autoridad, para no hacer caer a Alemania en la
anarquía, Lutero llamó a los Príncipes a acabar con los campesinos que
comenzaban a rebelarse y a protestar contra él, precisamente como él
había protestado contra el Papa. El poder de los Príncipes alemanes se hizo
despótico y tiránico, como todo falso poder, el cual, para hacerse obedecer, debe
recurrir al uso desmesurado de la fuerza.
El Papado es el Anticristo
Si para Lutero Dios es tan malvado que predestina a algunos hombres al infierno
sin culpa alguna suya, es natural que el Vicario de Dios en la tierra, el Papa, sea
el Anticristo y con él los “romanos”, o sea, los católicos, como los llamaba con
desprecio. Lutero negó que el Papa y la Iglesia son superiores al Rey y al Estado
como el espíritu es superior a la materia; negó que el Papa tiene el poder del
sumo Magisterio al interpretar la Revelación divina, y finalmente negó que el Papa
es superior al Concilio ecuménico (y aquí se ve claramente la filiación luterana del
Conciliarismo galicano, que se prolongó a lo largo del Gran Cisma de Occidente y
dio nacimiento al fenómeno de las “iglesias nacionales” contra la Iglesia universal
o católica).
San Pedro, en su II Epístola (I, 20-21), enseñó que “ninguna Escritura profética
está sujeta a explicación privada”. Entonces, nos preguntamos, ¿tiene razón
Pedro o Lutero, que negando el Magisterio ha reivindicado para cada hombre
individual la libre y subjetiva interpretación de la Sagrada Escritura por parte de
los fieles privados?
La primera consecuencia del principio basilar del sistema luterano (“Sola Fides”)
es el sacerdocio universal de todos los bautizados. En efecto, la “Sola Fe” significa
que cada hombre posee su propia salvación en virtud de su relación inmediata,
por la fe fiducial, con Cristo. Por tanto, quien se salva lo hace sin ningún
intermediario (Sacerdocio, María Santísima, Santos). Cada persona que cree que
sus propios pecados no le serán imputados a causa de los solos méritos de Cristo
no necesita ya ninguna mediación entre Dios y el hombre y, por tanto, del
Sacerdocio. Como cada bautizado, por la fe fiducial, entra directamente en
relación con Dios, cada uno es sacerdote.
Para Lutero hay una doble Iglesia: 1º) una visible, que no es de institución divina
y varía según los tiempos y los lugares, llamada la “cristiandad corporal
exterior” y que está constituida por el culto litúrgico del bautismo y de la
eucaristía, y de la predicación de la Biblia;
Este segundo principio no nació en 1517, sino mucho tiempo después. En efecto,
en la Confesión de Augsburgo de 1530 no se menciona la “Sola Escritura”, que
apareció durante las disputas suscitadas por los adversarios de Lutero, y será
Zuinglio quien, seguidamente, pondrá en evidencia el principio de la “Sola
Escritura”, renegando de la Tradición apostólica como una de las 2 fuentes de la
Revelación junto a la Sagrada Escritura, que debe ser interpretada por cada
bautizado individual como él piensa y ya no por el Magisterio de la Iglesia.
Lutero y el judaísmo
La primera fase filo-judía fue vivida por Lutero en la óptica de la futura conversión
de Israel gracias a la restauración luterana del verdadero Cristianismo, que habría
sido corrompido por el Papado, el cual había impedido la adhesión de los judíos al
Cristianismo.
Pero cuando los judíos, a pesar de la presunta predicación pura de Lutero del
verdadero Cristianismo anti-romano, en torno a 1543, se negaron a convertirse,
entonces Lutero escribió dos libritos (Contra los Judíos; Sobre los Judíos y sobre
sus mentiras) en los cuales condenó despiadadamente y sin esperanza de una
futura conversión, que, sin embargo, está divinamente revelada en San Pablo
(Rom XI, 26). “Todo Israel será salvo”
Conclusión
La Independencia protestantes
Martinus
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[i] Traducción en italiano: Il vero volto di Lutero, Albano Laziale, Edizioni Piane, 2017. El volumen está
compuesto de 131 páginas y cuesta 12 euros; puede solicitarse a info@edizionipiane.it; tel. +39
06.930.68.16; Fraternità Sacerdotale San Pio X, via Trilussa 45, 00041 – Albano Laziale (Roma). [La
[ii] Cfr. también I. Giordani, Crisi protestante e Unità della Chiesa, Brescia, 1930; G. Grisar, Lutero, la
sua vita e le sue opere, Torino, 1933; C. Crivelli, I Protestanti in Italia, Isola del Liri, 1936-1939; D.
Cantimori, Per la storia degli eretici italiani del XVI secolo in Europa, Roma, 1937; C. Algermissen, La
Chiesa e le chiese, Brescia, 1942; M. Bendiscioli, La Riforma protestante, Roma, 1953; Ch. Boyer, Du
protestantisme a l’Église, Paris, 1954; Id., Luther et sa doctrine, Paris, 1970; Id. Calvin et Luther, accords
et differences, Paris, 1973; R. Dalbiez, L’Angoisse de Luther, Paris 1974; B. Gherardini, Theologia crucis.
L’eredità di Lutero nell’evoluzione teologica della Riforma, Roma, 1978; J. Wicks, Luther, en Dictionnaire de
Spiritualité, Paris, 1978, vol. IX, col. 1206-1243; R. García-Villoslada, Martín Lutero, tr. it., Milano, Istituto
Propaganda Libraria, 1985, 2 vol.; I. Gobry, Luther, Paris, La Table Ronde, 1991; A. Pellicciari, Martin
[iii] Apellido judío-askenazi, que deriva de la palabra alemana “bode”, o sea, terreno o suelo; por tanto,
Bodenstein significa una persona originaria del pueblo de Bodenstein, en Alemania, en la región de
Baviera.
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