Juan Luis Lorda PDF
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5. Col 3,1.
6. Rom 8,16; cfr. Gal 4,7; 1 Jn 3,1.
7. Cfr. Hebr 1,3.
8. 1 Jn 3,2.
9. 1 Cor 15,49.
10. Gal 4,19.
11. CONC. VAT. 11, Const. Gaudium et spes (GS), 24.
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pero se trata slo del desarrollo de las capacidades con que est
dotada su naturaleza, que finalmente se agotan. En cambio en el
hombre se realiza un cambio, un crecimiento en calidad, con la
adquisicin progresiva de una forma nueva que en su naturaleza
est slo incoada, y que es fruto de un dilogo, por decirlo as,
entre la naturaleza y el don de Dios, entre naturaleza y gracia 12.
El hombre acumula en su ser la historia de su relacin per-
sonal con Dios. Queda en l la huella de cada una de las solicitu-
des divinas, de cada uno de sus dones; y, en la medida en que co-
rresponde, se va haciendo partcipe de la naturaleza divina 13,
sin perder por ello su condicin humana, sino llevndola a la ple-
nitud del hombre perfecto, Jesucristo 14.
Se da, entonces, la paradoja de que el saber pleno sobre el
hombre no puede encontrarse simplemente mediante el estudio de
su naturaleza, aunque de all puedan obtenerse tantos conocimien-
tos valiosos, sino que es necesario acudir al hombre perfecto, Jesu-
cristo 15. Por eso se puede decir que Cristo revela plenamente el
hombre al hombre mismo 16.
Slo en Cristo puede conocerse plenamente el designio de
Dios para cada hombre, el hombre plenamente realizado 17.
No extraar, entonces, que la Iglesia se sienta tan segu-
ra del valor de su conocimiento acerca del hombre. As Pablo
VI en su discurso a las Naciones Unidas, se pudo presentar co-
dor de los grandes maestros; adems, en la Grecia clsica habra que aadir
un ideal esttico del hombre, que es el poeta. Cfr. W. JAEGER, Paideia. Los
ideales de la cultura griega, Fondo de Cultura Econmica, Mxico-Madrid
1988/10 a (1933), Introduccin, pp. 3-16.
24. El cristianismo no es, en ltimo trmino, ni una doctrina de la ver-
dad ni una interpretacin de la vida. Es esto tambin, pero nada de ello
constituye su esencia nuclear. Su esencia est constituida por Jess de Naza-
ret, por su existencia, su obra y su destino concretos; es decir, por su perso-
nalidad histrica. R. GUARDINI, La esencia del cristianismo, Cristiandad,
Madrid 1984/4 a , 19.
25. Jn 14,6.
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4. Cristo Maestro 38
41. Mt 28,20.
42. En ese sentido seala IRENEO: Ms vale no buscar otro conocimien-
to que el de Jesucristo, el Hijo de Dios, que fue crucificado por nosotros,.
que caer en la impiedad por cuestiones sutil.,< y discusiones alambicadas
938 JUAN LUIS LORDA
5. Cristo pedagogo
49. Basta para comprobarlo leer las primeras lneas de la Didach, en don-
de se plantea presenta la doctrina de los dos caminos, que es eminentemen-
te una doctrina moral; y refuerza esta impresin el paralelo que se puede
leer en la Ep. a Bernab (cap. XVIII-XX). Por su parte CLEMENTE ROMA
NO, en el clebre texto ya citado (n. 32), dice: Que nuestros hijos partici-
pen de la educacin en Cristo. Aprendan qu fuerza tiene la humildad delan-
te de Dios, cunto puede ante El el amor casto; cmo el temor de El es
hermoso y grande y salva a todos los que caminan santamente en l con
conciencia pura (1 Cor 21,8) en D. Rurz BUENO Padres Apostlicos, o.cit.,
199.
50. Cfr. 1 Jn 3,L
5 L La educacin no es posible sin que se ofrezca al espritu una imagen
del hombre tal como debe ser. En ella la utilidad es indiferente o, por lo
menos, no es esenciaL Lo fundamental en ella es el Kaln, es decir, la be-
lleza en el sentido normativo de la imagen, imagen anhelada, del ideal. w.
JAEGER, o.cit., 19.
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