La Moral en San Pablo (Autoguardado)
La Moral en San Pablo (Autoguardado)
La Moral en San Pablo (Autoguardado)
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Índice
Introducción………………..…..…………………………………………….3
El problema de la moral en San Pablo.……….………………………………4
Fe y moral inseparables en la teología paulina de la Iglesia…………..……...5
La Carta los Corintios.………………………………………………….6
Elementos de continuidad…………………………………………………...6
Interiorización de la Ley………………………………………………….…9
El conocimiento de Dios…………………………………………………...10
Conclusión……………………………………………………………...…..16
Referencias bibliográficas …………………………………………………..17
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Introducción
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I – El problema de la moral en San Pablo.
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Al respecto: G. Segalla, “L’ambiente culturale e vitale dell’ etica paolina” en su obra: Introduzione all’ Etica
Bíblica del Nuevo Testamento – Problema e Storia, Brescia (1989) 200 – 208, sobre las posturas de M.
Dibelius, M. Scott Enslin y otros. Sigue la equilibrada reacción de W. Schrage y O. Merk
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Espíritu, que es la Palabra de Dios; siempre en oración y súplica, orando en toda
ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos
los santos 2 .
Hay, con todo, un tema de suprema importancia, que evidencia por sí mismo la
mutua exigencia entre doctrina y moral en la teología paulina. Si bien, como
afirmamos expresamente, no hay tal dicotomía entre la exposición dogmática y su
prolongación moral en la obra de Pablo, y también: si es verdad que,
pedagógicamente, se puede distinguir lo que en sí está estrechamente unido,
creemos que, toda vez que Pablo toca asuntos eclesiales, inevitablemente surgen
advertencias o aplicaciones muy concretas para la conducta de los creyentes en
Cristo. En tales secciones no hay que esperar otra posterior, que extraerá las
conclusiones para la vida concreta del tratado doctrinal. Todo lo contrario: la fe en
el ser y constitución de la Iglesia llama sin dilación al congruente comportamiento
moral o corrige las conductas desviadas al respecto3.
2
Nueva Biblia de Jerusalén. (Ef 6,10-18). Bilbao, España: Desclée de Brouwer; 1998.
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La importancia del asunto se confirma en que, además de ser tratado de inmediato en su faz moral, no bien
se presenta el tema, vuelve a emerger también en el apartado estrictamente parenético (I Cor 16, 1 – 4:
colecta para los “santos de Jerusalén”, que haría “inclusio” con el comienzo: ”...a la Iglesia...que reside en
Corinto...llamados a ser santos, junto con todos aquellos que en cualquier parte invocan el nombre de
Jesucristo” (ibid., 1,1 – 2); 16, 13: “Todo lo que hagáis, hacedlo en el amor” y v. 24: “Mi amor con todos
vosotros en Cristo”, como compendio del centro mayor de la Carta, su cap. 13.
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1 - La Carta los Corintios.
1 – Orientación de conjunto
Ante la riqueza del material paulino al respecto, nos ha parecido bien tomar como
hilo conductor la Carta del Apóstol a los cristianos de Corinto. En efecto, aquella
comunidad, dio pie para abundantes desarrollos del pensamiento paulino sobre la
Iglesia y su consiguiente precipitado moral en la vida de los creyentes4. Pareciera
que el escrito de Pablo a los cristianos de Corinto presentara una atomización de
temas, dado que no se trata de un desarrollo sistemático, como el que se puede
observar en la carta dirigida a Roma, pero, justamente esta aparente dispersión,
despierta la reacción unificadora de las respuestas que Pablo ofrece a las variadas
situaciones de las que se enteró.
Ahora bien, en la mayoría de los casos los abusos que ha de corregir tienen
que ver con la vida eclesial y despiertan invariablemente en Pablo, la comparación
del “deber ser” de la Iglesia de Cristo, con la triste realidad que están protagonizando
sus cristianos. Este Apóstol, pues, no sólo se opone a las praxis objetables de los
paganos (donde comulga también con los judíos) o al modo de entender la vida
moral por parte de los judíos (sobre todo en Gál y Rom), sino también a una manera
equivocada de vivir la vida cristiana en la comunidad cristiana.
4
“La unidad interior de una iglesia local, la de Corinto, ha planteado el problema (del individualismo helénico
frente al sentido comunitario) en toda su agudeza. “Ninguna frontera delimita la eclesiología de la ética (en la
obra paulina). “En verdad resulta difícil dejar de notar que todas las cartas de Pablo están motivadas por
preocupaciones éticas y algunas epístolas ( I Corintios es el ejemplo más evidente de ello) están dedicadas
casi completamente al problema de cómo deberían comportarse sus convertidos”
5
Si bien el autor se refiere inmediatamente a Rom 12 – 15, los temas de esos tramos son tan afines con toda
la Ia. Cor, que se los puede tomar como calcados de ésta última: Carismas: Rom 12,3 – 8; amor: vv. 9 – 20;
13, 8 – 10; débiles y fuertes: 14 – 15).
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“La comunidad cristiana y sus miembros, pueden de hecho administrar la
novedad cristiana, con sus fuerzas nuevas y sus dones, de modo errado, es decir
no conforme a la agápe. Se trata de expresiones de soberbia, de intolerancia, de
prevaricación moral sobre el hermano débil en cuestiones secundarias, que no
tocan esencialmente la fe y la praxis cristiana. El amor y la verdadera libertad están
amenazados por una falsa libertad. Es preciso, en realidad estar atento a
salvaguardar la libertad del otro antes que la propia; es menester comprender, ser
complaciente y llevar las debilidades del hermano más que atender a la propia
fortaleza y superioridad. No el Yo en primer lugar y en el primer puesto, sino el
hermano. Este es el principio de Pablo. Por consiguiente no se han de
instrumentalizar las verdades de fe, los dones carismáticos, la misma libertad
cristiana para hacer de sí mismo un ídolo o juez en lugar de Dios. En síntesis, Pablo
critica el principio: «La verdad y la libertad a toda costa», cuando no están
implicados la fe y el amor....
La praxis nueva, que propone Pablo, tiende a hacer que, todos crezcan
en la agápe, en la edificación recíproca, en la verdadera libertad interior, que une
verdad y caridad para construir así una comunidad de personas y no una masa que
actúa sin convicción (¡y hasta contra la conciencia!) de la misma manera. Se ha de
notar que esto puede suceder tanto en una praxis así llamada «progresista» como
en una «tradicionalista»”.
El Apóstol Pablo trata sobre los dones del Espíritu Santo en los capítulos 12 y 14
de su primera carta a los corintios, pero en el capítulo 13 muestra que, aunque
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importantes y muchas veces impresionantes, no valen gran cosa si no van
acompañados por una actitud correcta, que es fruto del mismo Espíritu Santo.
Procurad pues los dones mejores. Más yo os muestro un camino aún más
excelente. 1 Corintios 12:31. Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo
amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese
profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de
tal manera que trasladase los montes, Y NO TENGO AMOR, NADA SOY. Y si
repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo
para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 1 Corintios 13:1-3
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No es menos llamativo, que acuda Pablo, acto seguido, al signo eclesial que,
eficazmente ha hecho realidad el injerto de los creyentes en ese Cristo, que no
puede ser más que uno y por tanto, alejado de toda oposición: el bautismo.
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La misma resurrección, sin embargo, era entendida como una
glorificación espiritualizaste, con desdén del cuerpo. Por ello deberá Pablo insistir
en el realismo de la resurrección del Señor (cap. 15). Para los corintios, la crucifixión
era un acontecimiento superado, irreversiblemente encerrado en el pasado, tanto
para Cristo como para los creyentes. En realidad, muchos de ellos habían llevado a
cabo una violenta oposición entre el Jesús histórico y el Cristo glorioso, para fijarse
en este último, teniendo como insignificante al primero. No en vano, al tratar sobre
la Eucaristía, dirá Pablo que “recordamos la muerte del Señor”, por más que ahora
se encuentre glorioso. Claro que añade: “Hasta que vuelva”. ¨
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Conclusión
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Referencias Bibliográficas
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