Macbeth Texto 1

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 312

www.ladeliteratura.com.

uy

William Shakespeare

Hamlet

Tragedias
LA TRAGEDIA DE MACBETH

HAMLET, PRNCIPE DE DINAMARCA

LA TRAGEDIA DE ROMEO Y JULIETA

(La presente obra ha sido incorporada a la biblioteca digital de www.ladeliteratura.com.uy con


fines exclusivamente didcticos)
www.ladeliteratura.com.uy

LA TRAGEDIA DE MACBETH

PERSONAJES
DUNCAN, REY de Escocia MALCOLM
Hijo del Rey Duncan
DONALBAIN Hijo del Rey Duncan
MACBETH General del ejrcito escocs
BANQUO General del ejrcito escocs
MACDUFF Barn escocs
LENNOX Barn escocs
ROSS Barn escocs
ANGUS Barn escocs
MENTETH
CATHNESS
FLEANCE Hijo de Banquo
SIWARD Conde de Northumberland
EL JOVEN SIWARD su hijo
Hijo de Macduff
SEYTON, ayudante de Macbeth
LADY MACBETH
LADY MACDUFF
Tres BRUJAS las Hermanas Fatdicas
HCATE
Otras tres brujas
Apariciones
Un CAPITN del ejrcito escocs
Un MDICO ingls
Un MDICO escocs
Un PORTERO
Un ANCIANO
Una DAMA de compaa de Lady Macbeth
ASESINOS (de Banquo)
ASESINOS (de Lady Macduff e hijos)
Nobles, caballeros, soldados, criados, mensajeros y acompaamiento.
www.ladeliteratura.com.uy

ACTO I

Escena I
Truenos y relmpagos. Entran tres BRUJAS.

BRUJA PRIMERA- Cundo volvemos a vemos?


Bajo lluvia, rayo y trueno?
BRUJA SEGUNDA-Cuando acaben lucha y enojo
y haya derrota y victoria.
BRUJA TERCERA-Antes de que el sol se ponga.
BRUJA PRIMERA-En qu lugar?
BRUJA SEGUNDA-En el yermo.
BRUJA TERCERA-A Macbeth all veremos.
BRUJA PRIMERA-Voy, Graymalkin!
BRUJA SEGUNDA-Llama Paddock.
BRUJA TERCERA-En seguida!
TODAS-Bello es feo y feo es bello.
Flota en bruma y aire espeso.

Salen.

Escena II
Fragor de combate. Entran el REY [DUNCAN], MALCOLM, DONALBAIN, LENNOX y
acompaamiento, y se encuentran con un CAPITN cubierto de sangre.

REY-Quin es ese ensangrentado? A juzgar por su aspecto


podr darnos las ltimas noticias de la sublevacin.
MALCOLM -Es el oficial que, como digno
e intrpido soldado, me salv
del cautiverio. - Salud, valiente!
Cuenta al rey cmo estaba la batalla
cuando la dejaste.
CAPITN -Muy dudosa: como dos
nadadores extenuados que se agarran
e impiden su destreza. El cruel Macdonald
www.ladeliteratura.com.uy

(que bien merece el nombre de rebelde


y para ello acapara sobre s
todo un enjambre de infamias) recibi
de las Islas del Oeste soldadesca irlandesa,
y la Fortuna, sonriendo a su ruin causa,
pareca la puta de un rebelde. Mas todo en vano:
el bravo Macbeth (pues es digno de tal nombre),
despreciando a la Fortuna y blandiendo
un acero que humeaba de muertes sangrientas,
cual favorito del Valor se abri camino
hasta afrontar al infame
y, sin mediar adis ni despedida,
lo descosi del ombligo a las mandbulas
y plant su cabeza en las almenas.
REY -Ah, bravo pariente, noble caballero!
CAPITN-Mas, as como donde el sol comienza a relucir
estallan truenos y tormentas de naufragio,
as, de la fuente que podia dar consuelo
brota el desconsuelo. Escuchad, rey de Escocia:
apenas la justicia, armada de bravura,
forz a los raudos irlandeses a la huida,
el rey noruego avist su ventaja
y, con arenas remozadas y refuerzos,
renov la contienda.
REY -Asustara a nuestros jefes, Macbeth y Banquo.
CAPITN -S, como el gorrin al guila o la liebre al len.
Si digo la verdad, ambos eran
como caones cebados con doble carga,
pues redoblaron doblemente el contraataque.
Si no queran baarse en sangre caliente
o hacer memorable un nuevo Glgota,
yo no s... Estoy dbil;
mis heridas piden cura.
REY-Igual que tus palabras, ellas te enaltecen:
ambas alientan honor. - Traedle un mdico!
www.ladeliteratura.com.uy

[Sale el CAPITN acompaado.]


Entran Ross y ANGUS.
Quin llega aqu?
MALCOLM-El noble Barn de Ross.
LENNOX-Qu premura le asoma por los ojos!
Su aspecto es el de quien trae noticias inslitas.
ROSS -Dios salve al rey!
REY-
Noble barn, de dnde vienes?
ROSS-De Fife, gran rey, donde las banderas
noruegas se mofan del cielo y con su soplo
escalofran a nuestra gente.
El rey noruego, con un aluvin de hombres
y el apoyo del traidor ms desleal,
el Barn de Cawdor, emprendi un aciago ataque
hasta que el novio de Belona, con recia armadura,
le respondi en trminos iguales,
espada contra espada, brazo contra brazo,
frenando su indmito bro y, en conclusin,
la victoria fue nuestra.
REY -Gran dicha!
ROSS-Y ahora Sweno, el rey de Noruega,
suplica la paz. Mas no accedimos
al entierro de sus hombres hasta que en Inchcomb
nos pag diez mil tleros a todos nosotros.
REY -Nunca ms traicionar el Barn de Cawdor
mi ntimo afecto. Su muerte disponed
y saludad con su ttulo a Macbeth.
ROSS -Mandar que se haga.
REY -Lo que l ahora pierde, el noble Macbeth gana.

Salen.

Escena III
Truenos. Entran las tres BRUJAS.
www.ladeliteratura.com.uy

BRUJA PRIMERA-Dnde has estado, hermana?


BRUJA SEGUNDA-Matando cerdos.
BRUJA TERCERA- t, hermana, dnde?
BRUJA PRIMERA-Con castaas en la falda, la mujer de un navegante
masticaba y masticaba. Dame, le digo.
Atrs, so bruja!, grita la sucia culona.
Su marido se fue a Alepo, capitn del Tigre.
Navegar en un cedazo
y, como rata sin rabo,
yo gozar y gozar.
BRUJA SEGUNDA-Te doy un viento.
BRUJA PRIMERA-Lo agradezco.
BRUJA TERCERA-Yo, uno ms.
BRUJA PRIMERA-Yo ya tengo los dems,
y los puertos donde soplan,
y los puntos que la rosa
de los vientos bien conoce.
Cual paja le pondr seco;
no podr entregarse al sueo
ni de noche ni de da;
su vida ser maldita.
En pena un mes y otro mes,
ha de menguar y caer;
y aunque el barco no se pierda,
lo batirn las tormentas.
Mirad lo que tengo.
BRUJA SEGUNDA-Ensame, ensame!
BRUJA PRIMERA-Es el pulgar de un piloto
que naufrag a su retorno.

Tambor dentro.

BRUJA TERCERA-Tambor, tambor!


Macbeth lleg.

TODAS-Las Hermanas, de la mano,


www.ladeliteratura.com.uy

correos de mar y campo,


dan as vueltas y vueltas,
tres de ste, tres de se,
y tres de este lado, nueve.
Chsss...! El hechizo est presto.

Entran MACBETH y BANQUO.

MACBETH -Un da tan feo y bello nunca he visto.


BANQUO -Cunto falta para Forres? - Quines son estas,
tan resecas y de atuendo tan extrao
que no semejan habitantes de este mundo,
estando en l? - Tenis vida? Sois algo
a lo que un hombre pueda hablar? Parecis entenderme
por el modo de poner vuestro dedo calloso
sobre los magros labios. Sin duda sois mujeres,
mas vuestra barba me impide pensar
que lo seis.
MACBETH -Hablad si sabis. Quines sois?
BRUJA PRIMERA-Salud a ti, Macbeth, Barn de Glamis!
BRUJA SEGUNDA-Salud a ti, Macbeth, Barn de Cawdor!
BRUJA TERCERA-Salud a ti, Macbeth, que sers rey!
BANQUO-Por qu te sobresaltas, como si temieras
lo que suena tan grato?
En nombre de la verdad,
sois una fantasa o sois realmente
lo que parecis? A mi noble compaero
saludis por su ttulo y auguris
un nuevo honor y esperanzas de realeza,
lo que le tiene absorto. A m no me hablis.
Si podis penetrar las semillas del tiempo
y decir cul crecer y cul no,
habladme ahora a m, que ni os suplico favores
ni temo vuestro odio.
BRUJA PRIMERA-Salud!
BRUJA SEGUNDA-Salud!
www.ladeliteratura.com.uy

BRUJA TERCERA-Salud!
BRUJA PRIMERA-Menos que Macbeth, pero ms grande.
BRUJA SEGUNDA-Menos feliz, y mucho ms feliz.
BRUJA TERCERA-Engendrars reyes, mas no lo sers;
as que, salud, Macbeth y Banquo!
BRUJA PRIMERA-Banquo y Macbeth, salud!
MACBETH -Esperad, imperfectas hablantes, decid ms!
Por la muerte de Cinel soy Barn de Glamis,
mas, cmo de Cawdor? El Barn de Cawdor vive
y contina vigoroso; y ser rey
traspasa el umbral de lo creble,
tanto como ser Cawdor. Decid de dnde
os ha llegado tan extraa novedad o por qu
cortis nuestro paso en este yermo
con profticos saludos. Hablad, os lo ordeno.

Desaparecen las BRUJAS.

BANQUO-Como el agua, burbujas tiene la tierra,


y ellas lo son. Por dnde se esfumaron?
MACBETH-Por el aire: su apariencia corporal
se ha perdido como un hlito en el viento.
Ojal se hubieran quedado!
BANQUO-Estaban aqu los seres de que hablamos?
No habremos comido la raz de la locura,
que hace prisionera a la razn?
MACBETH-Tus hijos sern reyes.
BANQUO-T sers rey.
MACBETH-Y tambin Barn de Cawdor. No fue as?
BANQUO-Tales fueron el tono y las palabras. - Quin va?

Entran ROSS y ANGUS.

ROSS-Macbeth, el rey ha recibido jubiloso


la noticia de tu xito y, al saber
de tus peligros combatiendo a los rebeldes,
www.ladeliteratura.com.uy

su asombro y alabanza han porfiado


por ver cul dominaba. Quedando enmudecido
y viendo lo que hiciste el mismo da,
te ha hallado entre las speras filas del noruego
sin temer las pasmosas imgenes de muerte
que t mismo creabas. Como bolas de granizo
llova correo tras correo, y cada uno
traa elogios por la gran defensa de su reino
y ante l los derramaba.
ANGUS-Venimos a darte las gracias en nombre del rey
y a conducirte a su presencia,
no a recompensarte.
ROSS-Y, a cuenta de un honor an ms grande,
me ha mandado que te llame Barn de Cawdor.
Salud, nobilsimo barn, con este ttulo,
pues tuyo es!
BANQUO-Cmo! Dice verdad el diablo?
MACBETH-El Barn de Cawdor vive.
Por qu me vests con galas ajenas?
ANGUS-Quien fue el barn contina vivo,
pero a esa vida que merece perder
se le ha impuesto la pena capital.
Si estuvo coligado con las tropas noruegas
o reforz al rebelde con apoyo secreto
y beneficio, o labraba con los dos
la ruina de su patria, no lo s:
ha cado por alta traicin,
confesada y probada.
MACBETH [aparte]-Glamis y Barn de Cawdor.
Lo ms grande, despus.
Gracias por vuestro servicio
[A BANQUO] No esperas que tus hijos sean reyes?
Las que me dieron el ttulo de Cawdor
no les auguraron menos.
BANQUO -Eso, credo ciegamente,
podra empujarte a la corona
www.ladeliteratura.com.uy

despus de hacerte Cawdor. Aunque es muy extrao:


las fuerzas de las sombras nos dicen verdades,
nos tientan con minucias, para luego engaarnos
en lo grave y trascendente.
Parientes, permitidme un momento.
MACBETH [aparte] -Ya se han dicho dos verdades,
felices preludios a la escena gloriosa
del fin soberano. - Gracias, seores.
-[Aparte] Esta incitacin sobrenatural
no puede ser mala, no puede ser buena.
Si es mala, por qu me ha dado promesa de xito
empezando con una verdad? Soy Barn de Cawdor.
Si es buena, por qu cedo a esa tentacin
cuya hrrida imagen me eriza el cabello
y me bate el firme corazn contra los huesos
violando las leyes naturales? Es menor
un peligro real que un horror imaginario.
La idea del crimen, que no es sino quimera,
a tal punto sacude mi entera humanidad
que la accin se ahoga en conjeturas
y slo es lo que no es.
BANQUO-Mirad qu absorto est nuestro amigo
MACBETH [aparte]-Si el azar me quiere rey, que me corone
sin que yo tenga parte en ello.
BANQUO-Los nuevos honores le vienen
como ropa nueva, que slo se ajusta al cuerpo
con la ayuda del uso.
MACBETH [aparte] -Sea lo que haya de ser,
corren tiempo y hora en el da ms cruel.
BANQUO-Noble Macbeth, cuando gustes.
MACBETH-Perdonadme. Me agitaban la mente
cosas olvidadas. Seores, vuestro servicio
queda escrito en un libro cuyas pginas
leo cada da. Vamos con el rey.
[A BANQUO] Piensa en lo ocurrido y, despus
de algn tiempo, tras haberlo ponderado,
www.ladeliteratura.com.uy

hablemos con franqueza entre nosotros.


BANQUO-De buen grado.
MACBETH-Por ahora, basta. - Vamos, amigos.

Salen.

Escena IV
Clarines. Entran el REY [DUNCAN], LENNOX, MALCOM,
DONALBAIN y acompaamiento.

REY -Han ajusticiado a Cawdor? No han vuelto


an los encargados?
MALCOLM -Todava no han regresado, Majestad.
Aunque habl con alguien que le vio morir:
me dijo que confes palmariamente
sus traiciones, implorando vuestro augusto perdn
y mostrando su hondo pesar. En su vida
nada le honr tanto como el modo de dejarla:
muri como el que ha ensayado su muerte
y est dispuesto a arrojar su bien ms preciado
cual si fuera una minucia.
REY -No hay arte que descubra
la condicin de la mente en una cara.
El era un caballero en quien fund
mi plena confianza.

Entran MACBETH, BANQUO, ROSS y ANGUS.

Ah, nobilsimo pariente!


El pecado de la ingratitud ya pesaba
sobre m. Tanto te has adelantado
que las alas ms veloces de la recompensa
no llegan a alcanzarte. Ojal fueras digno
de menos: te habra dado la juste medida
de premio y gratitud. Sabe que jams
tus merecimientos podremos pagar.
www.ladeliteratura.com.uy

MACBETH -Demostraros mi lealtad y mi servicio


ya es bastante recompensa.
Os corresponde acoger nuestros deberes,
y nuestros deberes, para el trono y la nacin,
son como hijos y sirvientes, que cumplen su papel
protegiendo vuestro honor y vuestro afecto.
REY -S bienvenido.
Te he plantado y te cultivar
para que medres y florezcas. -Noble Banquo,
tu mrito no es menos y no ha de proclamarse
con menos gratitud. Deja que te abrace
y te estreche contra mi corazn.
BANQUO -Si crezco en l, vuestra es la cosecha.
REY-Mi abundante dicha, tan inmensa, se desborda
y va a quedar oculta en lgrimas.-
Hijos, parientes, barones y vosotros,
los ms cercanos al trono, sabed
que nombro heredero de mi reino
a mi primognito Malcolm, que pasa a llamarse
Principe de Cumberland. Este no va a ser
el nico honor que se confiera:
otros signos nobiliarios lucirn como estrellas
en cuantos lo hayan merecido. - Vamos a Inverness,
y mi deuda contigo sea mayor.
MACBETH-Cuando hay que serviros, el ocio fatiga.
Ser vuestro heraldo y alegrar a mi esposa
con la noticia de vuestra llegada.
Humildemente me despido.
REY-Mi noble Cawdor!
MACBETH [aparte] -Prncipe de Cumberland: he aqu un tropiezo
que me har caer si no lo supero,
pues me impide el paso. Astros, extinguos!
No vea vuestra luz mis negros designios,
ni el ojo lo que haga la mano; mas venga
lo que el ojo teme ver cuando suceda.
www.ladeliteratura.com.uy

Sale.

REY-Cierto, noble Banquo. Es muy valeroso,


y tanto me han nutrido con sus excelencias
que es como un banquete. Sigmosle. En su atencin
se adelanta para damos acogida.
Un pariente sin igual!

Clarines. Salen.

Escena V
Entra LADY MACBETH sola, con una carta.

LADY MACBETH-Me salieron al paso el da del triunfo, y he podido comprobar


fehacientemente que su ciencia es ms que humana. Cuando arda en deseos de
seguir interrogndolas, se convirtieron en aire y en l se perdieron. An estaba sumido
en mi asombro, cuando llegaron correos del rey y me proclamaron Barn de Cawdor,
el ttulo con que me haban saludado las Hermanas Fatdicas, que tambin me
sealaron el futuro diciendo: "Salud a ti, que sers rey!" He juzgado oportuno
contrtelo, querida compaera en la grandeza, porque no quedes privada del debido
regocijo ignorando el esplendor que se te anuncia. Gurdalo en secreto y adis.
Eres Glamis, y Cawdor, y sers
lo que te anuncian. Mas temo tu carcter:
est muy empapado de leche de bondad
para tomar los atajos. T quieres ser grande
y no te falta ambicin, pero s la maldad
que debe acompaarla. Quieres la gloria,
mas por la virtud; no quieres jugar sucio,
pero s ganar mal. Gran Glamis, t codicias
lo que clama Eso has de hacer si me deseas,
y hacer eso te infunde ms pavor
que deseo de no hacerlo. Ven deprisa,
que yo vierta mi espritu en tu odo
y derribe con el bro de mi lengua
lo que te frena ante el crculo de oro
con que destino y ayuda sobrenatural
parecen coronarte.
www.ladeliteratura.com.uy

Entra un MENSAJERO.

Qu nuevas traes?
MENSAJERO-El rey viene esta noche.
LADY MACBETH-Qu locura dices?
Tu seor no le acompaa? Me habra avisado
para que preparase la acogida.
MENSAJERO -Con permiso, es cierto: el barn se acerca.
Se le ha adelantado uno de mis compaeros,
que, extenuado, apenas tena aliento
para decir su mensaje.

LADY MACBETH -Cudale bien; trae grandes noticias.

Sale el MENSAJERO.

Hasta el cuervo est ronco de graznar


la fatdica entrada de Duncan
bajo mis almenas. Venid a m, espritus
que servs a propsitos de muerte, quitadme
la ternura y llenadme de los pies a la cabeza
de la ms ciega crueldad. Espesadme la sangre,
tapad toda entrada y acceso a la piedad
para que ni pesar ni incitacin al sentimiento
quebranten mi fiero designio, ni intercedan
entre l y su efecto. Venid a mis pechos de mujer
y cambiad mi leche en hiel, espritus del crimen,
dondequiera que sirvis a la maldad
en vuestra forma invisible. Ven, noche espesa,
y envulvete en el humo ms oscuro del infierno
para que mi pual no vea la herida que hace
ni el cielo asome por el manto de las sombras
gritando: Detente, detente!

Entra MACBETH.
www.ladeliteratura.com.uy

Gran Glamis, noble Cawdor y despus


an ms grande por tu proclamacin!
Tu carta me ha elevado por encima
de un presente de ignorancia, y ya siento
el futuro en el instante.
MACBETH -Mi querido amor, Duncan viene esta noche.
LADY MACBETH-Y cundo se va?
MACBETH-Maana, segn su intencin.
LADY MACBETH-Ah, nunca ver el sol ese maana!
Tu cara, mi seor, es un libro en que se pueden
leer cosas extraas. Para engaar al mundo,
parcete al mundo, lleva la bienvenida
en los ojos, las manos, la lengua. Parcete
a la cndida flor, pero s la serpiente
que hay debajo. Del husped hay que ocuparse;
y en mis manos deja el gran asunto de esta noche
que a nuestros das y noches ha de dar
absoluto podero y majestad.
MACBETH -Hablemos ms tarde. LADY
MACBETH-Mustrate sereno: mudar de
semblante seal es de miedo. Lo dems
djamelo.

Salen.

Escena VI
Oboes y antorchas. Entran el REY [DUNCAN], MALCOLM, DONALBAIN, BANQUO,
LENNOX, MACDUFF, ROSS, ANGUS y acompaamiento.

REY-El castillo est en un sitio placentero;


en su frescor y dulzura, el aire
cautiva mis sentidos.
BANQUO-El husped del verano, el vencejo
que ronda las iglesias, nos demuestra
con su amada construccin que el hlito del cielo
aqu seduce de fragancia: no hay saliente, friso,
www.ladeliteratura.com.uy

contrafuerte o esquina favorable en que este pjaro


no haya hecho su colgante lecho y cuna.
He observado que donde ms anida y cra el aire es delicado.

Entra LADY MACBETH,

REY-Mirad! Nuestra noble anfitriona!


El afecto que recibo es a veces mi molestia,
mas siendo amor lo agradezco. Acabo de ensearos
a rogar que Dios me premie por ser una carga
y a que me agradezcis vuestra molestia.
LADY MACBETH -Nuestro entero servicio, prestado en todo
dos veces y despus an doblado, sera
un rival pobre y endeble frente a los altsimos
honores de que Vuestra Majestad
colma a nuestra casa. Por los anteriores
y las nuevas dignidades aadidas
rogaremos por vos como eremitas.
REY -Dnde est el Barn de Cawdor?
Galop tras l con la intencin
de preparar su llegada, pero es buen jinete
y su gran afecto, penetrante cual su espuela,
le ha ayudado a adelantarse. Bella y noble dama,
esta noche soy vuestro husped.
LADY MACBETH -Vuestros siervos administran
a sus siervos y a s mismos con sus bienes
para rendir cuentas cuando as lo dispongis
y devolveros lo que es vuestro.
REY-Dadme la mano.
Llevadme a mi anfitrin; le quiero bien
y he de seguir favorecindole.
Con permiso, seora.

Salen.
Escena VII
Oboes. Antorchas. Entran, cruzando el escenario, un maestresala y varios criados con
www.ladeliteratura.com.uy

platos y servicio de mesa. Despus entra MACBETH.

MACBETH-Si darle fin ya fuera el fin, ms valdra


darle fin pronto; si el crimen
pudiera echar la red a los efectos y atrapar
mi suerte con su muerte; si el golpe
todo fuese y todo terminase, aqu
y slo aqu, en este escollo y bajo del tiempo,
arriesgaramos la otra vida. Pero en tales casos
nos condenan aqu, pues damos
lecciones de sangre que regresan
atormentando al instructor: la ecunime justicia
ofrece a nuestros labios el veneno
de nuestro propio cliz. l goza aqu de doble amparo:
primero porque yo soy pariente y sbdito suyo,
dos fuertes razones contra el acto; despus,
como anfitrin debo cerrar la puerta al asesino
y no empuar la daga. Adems, Duncan
ejerce sus poderes con tanta mansedumbre
y es tan puro en su alta dignidad que sus virtudes
proclamarn el horror infernal de este crimen
como ngeles con lengua de clarn, y la piedad,
cual un recin nacido que, desnudo,
cabalga el vendaval, o como el querubn del cielo
montado en los corceles invisibles de los aires,
soplar esta horrible accin en cada ojo
hasta que el viento se ahogue en lgrimas. No tengo
espuela que aguije los costados de mi plan,
sino slo la ambicin del salto que, al lanzarse,
sube demasiado y cae del otro...

Entra LADY MACBETH.


Qu hay? Traes noticias?
LADY MACBETH-Ya casi ha cenado. Por qu saliste de la sala?
MACBETH-Ha preguntado por m?
LADY MACBETH-No sabes que s?
www.ladeliteratura.com.uy

MACBETH-No vamos a seguir con este asunto.


El acaba de honrarme y yo he logrado
el respeto inestimable de las gentes,
que debe ser llevado nuevo, en su esplendor,
y no desecharse tan pronto.
LADY MACBETH -Estaba ebria la esperanza
de que te revestiste? O se durmi?
Y ahora se despierta mareada
despus de sus excesos? Desde ahora ya s
que tu amor es igual. Te asusta
ser el mismo en accin y valenta
que el que eres en deseo? Quieres lograr
lo que estimas ornamento de la vida
y en tu propia estimacin vivir como un cobarde,
poniendo el no me atrevo al servicio del quiero
como el gato del refrn?.
MACBETH -Ya basta! Me atrevo
a todo lo que sea digno de un hombre.
Quien a ms se atreva, no lo es.
LADY MACBETH -Entonces, qu bestia
te hizo revelarme este propsito?
Cuando te atrevas eras un hombre;
y ser ms de lo que eras te haca
ser mucho ms hombre. Entonces no ajustaban
el tiempo y el lugar, mas t queras concertarlos;
ahora se presentan y la ocasin
te acobarda. Yo he dado el pecho y s
lo dulce que es amar al nio que amamantas;
cuando estaba sonrindome, habra podido
arrancarle mi pezn de sus encas
y estrellarle los sesos si lo hubiese
jurado como t has jurado esto.
MACBETH -Y si fallamos?
LADY MACBETH -Fallar nosotros?
T tensa tu valor hasta su lmite
y no fallaremos. Cuando duerma Duncan
www.ladeliteratura.com.uy

(y al sueo ha de invitarle el duro viaje


de este da) someter a sus guardianes
con vino y regocijo, de tal suerte
que la memoria, vigilante del cerebro,
sea un vapor, y el sitial de la razn,
no mas que un alambique. Cuando duerman
su puerca borrachera como muertos,
qu no podemos hacer t y yo
con el desprotegido Duncan? Qu no incriminar
a esos guardas beodos, que cargarn
con la culpa de este inmenso crimen?
MACBETH -No engendres ms que hijos varones,
pues tu indmito temple slo puede
crear hombres! Cuando hayamos manchado
de sangre a los durmientes de su cmara
con sus propios puales, no se creer
que han sido ellos?
LADY MACBETH -Quin osar creer lo contrario
tras or nuestros lamentos y clamores
por su muerte?
MACBETH -Estoy resuelto y para el acto terrible
he tensado todas las potencias de mi ser.
Vamos! Engaemos con aire risueo.
Falso rostro esconda a nuestro falso pecho.

Salen.

ACTO II
Escena I
Entran BANQUO y FLEANCE con una antorcha.

BANQUO-Qu hora es, muchacho?


FLEANCE-No he odo el reloj. La luna ha bajado.
BANQUO-Baja a media noche.
FLEANCE -Entonces es ms tarde, seor.
BANQUO-Espera, ten mi espada. El cielo economiza:
www.ladeliteratura.com.uy

apag sus luces. Toma esto tambin.


La llamada al sueo me pesa como el plomo,
mas no quiero dormir. Poderes benignos,
refrenad en m los malos pensamientos
que invaden un alma en reposo.

Entran MACBETH y un criado con una antorcha.

Dame la espada. - Quin va?


MACBETH-Un amigo.
BANQUO-Cmo, seor? An en pie? El rey duerme.
Mostraba una alegra inusitada
y con la servidumbre fue muy dadivoso.
A tu esposa la saluda con este diamante
por ser tan buena anfitriona. Se retir
con un gozo infinito.
MACBETH-No esperando su visita,
la torpeza sirvi a nuestro deseo,
que, si no, nos habramos prodigado.
BANQUO- Todo fue bien.
Anoche so con las tres Hermanas Fatdicas.
Contigo han demostrado ser veraces.
MACBETH-No pienso en ellas.
Aunque, si t me concedes el tiempo,
cuando encuentre la hora oportuna
quisiera hablar contigo de este asunto.
BANQUO-Cuando gustes.
MACBETH-Si ests de mi parte cuando ocurra,
podrs ganar honor.
BANQUO- Con tal que no lo pierda
tratando de acrecerlo, sin exponer
mi rectitud ni deslucir mi lealtad,
te escuchar de buen grado.
MACBETH-Entre tanto, buen reposo.
BANQUO-Gracias, seor. Igualmente.
www.ladeliteratura.com.uy

Sale [con FLEANCE].

MACBETH-Dile a mi esposa que toque la campana


cuando est lista mi bebida. Luego, acustate.

Sale [el criado].

Es un pual lo que veo ante m?


Con el mango hacia mi mano? Ven, que te agarre.
No te tengo y, sin embargo, sigo vindote.
No eres t, fatdica ilusin, sensible
al tacto y a la vista? O no eres ms
que un pual imaginario, creacin
falaz de una mente enfebrecida?
An te veo, y pareces tan palpable
como este que ahora desenvaino.
Me marcas el camino que llevaba,
y un arma semejante pensaba utilizar.
O mis ojos son la burla de los otros sentidos
o valen por todos juntos. Sigo vindote,
y en tu hoja y en tu puo hay gotas de sangre
que antes no estaban. No, no existe:
es la idea sanguinaria que toma cuerpo
ante mis ojos. Muerta parece ahora
la mitad del mundo, y los sueos malignos seducen
al sueo entre cortinas. Las brujas celebran
los ritos de la plida Hcate, y el crimen descarnado,
puesto en accin por el lobo, centinela
que aullando da la hora, con los pasos sigilosos
de Tarquino el violador, camina hacia su fin
como un espectro. Tierra slida y firme,
dondequiera que me lleven, no oigas mis pisadas,
no sea que hasta las piedras digan dnde voy
y priven a esta hora de un espanto
que le es propio. Yo amenazo y l, con vida;
las palabras el ardor del acto enfran.
www.ladeliteratura.com.uy

Suena una campana.

Voy y est hecho; me invita la campana.


No la oigas, Duncan, pues toca a muerto
y al cielo te convoca, o al infierno.

Sale.

Escena II
Entra LADY MACBETH.

LADY MACBETH-A ellos los embriaga; a m me embravece.


A ellos los apaga; a m me da fuego. Eh? Chss...!
Era el aullido del bho, vigilante fatdico
que da las ms graves buenas noches. - Lo est haciendo,
las puertas estn abiertas y los beodos guardianes
denigran su empleo con ronquidos. He drogado
su ponche de tal modo que la vida y la muerte
se los estn disputando.

Entra MACBETH.

MACBETH-Quin va? Quin es?


LADY MACBETH-Ah! A ver si se han despertado
y no lo ha hecho! Nos hunde el intento,
que no el acto. Chss...! Le dej a punto los puales;
ha tenido que verlos. - Si no se pareciera
a mi padre dormido, to habra hecho yo. - Esposo?
MACBETH-Ya est hecho. No has odo un ruido?
LADY MACBETH-El grito del bho y el canto de los grillos.
T no has hablado?
MACBETH-Cundo?
LADY MACBETH-Ahora.
MACBETH-Al bajar?
LADY MACBETH-S.
www.ladeliteratura.com.uy

MACBETH-Chss...! Quin duerme en la otra cmara?


LADY MACBETH-Donalbain.
MACBETH-Es un cuadro doloroso.
LADY MACBETH-Hablar de cuadro doloroso es tontera.
MACBETH-Hay uno que grit dormido y otro que grit
Asesino!. Se despertaron uno a otro.
Me qued a orlos, pero ellos
dijeron sus plegarias y volvieron a dormirse.
LADY MACBETH-Hay dos en el cuarto.
MACBETH-Uno grit Dios nos bendiga! y el otro Amn!,
como si hubieran visto estas manos de verdugo.
Oyendo su espanto, no pude decir Amn
cuando ellos dijeron Dios nos bendiga.
LADY MACBETH-No caviles tanto.
MACBETH-Mas, por qu no pude decir Amn?
Era yo quien ms necesitaba bendicin,
y el amn se me ahogaba en la garganta.
LADY MACBETH-No se debe pensar en ello de ese modo;
as nos volvemos locos.
MACBETH-Me pareci que una voz gritaba: No durmis ms!
Macbeth mata el sueo, el sueo inocente,
el sueo que devana una maraa de desvelos,
el morir de la vida diaria, bao de fatigas,
blsamo de almas laceradas, plato fuerte
de la gran naturaleza, sustento mayor
del festn de la vida.
LADY MACBETH -Qu quieres decir?
MACBETH -Y segua gritando a toda la casa:
No durmis ms! Glamis ha matado el sueo, y por eso
Cawdor ya no dormir, Macbeth ya no dormir.
LADY MACBETH -Quin era el que gritaba? Excelso barn,
relajas tu noble vigor con ideas
tan morbosas. Ve a buscar un poco de agua
y limpia de tus manos tu sucio testimonio.
Por qu vienes con esos puales?
Su sitio est all; llvalos y mancha
www.ladeliteratura.com.uy

de sangre a los criados dormidos.


MACBETH -No voy a volver: me asusta pensar
en lo que he hecho. No me atrevo a volver.
LADY MACBETH -Dbil de nimo! Dame los puales.
Los durmientes y los muertos son como retratos;
slo el ojo de un nio teme ver
un diablo en pintura. Si an sangra,
les untar la cara a los criados
para que parezca su crimen.

Sale.
Llaman a la puerta dentro

MACBETH-Dnde llaman? Qu me ocurre


que todo ruido me espanta? Qu manos
son estas? Ah, me arrancan los ojos!
Me lavar esta sangre de la mano
todo el ocano de Neptuno? No, antes esta mano
arrebolar el mar innumerable,
volviendo rojas las aguas.

Entra LADY MACBETH.

LADY MACBETH-Mis manos ya tienen tu color,


pero me avergonzara llevar
un corazn tan plido.

Llaman.

Alguien llama a la puerta sur;


retirmonos a nuestra cmara.
Un poco de agua nos lava del hecho.
Qu fcil ser! Tu firmeza te ha abandonado.

Llaman.
www.ladeliteratura.com.uy

Oyes? Siguen llamando. Ponte la bata,


no sea que nos llamen y nos vean an en pie.
Y no caigas en tan pobres pensamientos.
MACBETH -Si he de pensar en mi accin, mejor ser no conocerme.

Llaman.

Despierta a Duncan con tus golpes! Ojal pudieras!

Salen.

Escena III
Entra un PORTERO. Llaman dentro.

PORTERO-Esto s que es llamar! Si uno fuese portero del


infierno, estara siempre dndole a la llave.

Llaman.

Pum, pum! Quin es, en nombre de Belceb? Un agricultor que se ahorc ante la
expectativa de grandes cosechas. Llegas a punto. Que no te falten pauelos que aqu
vas a sudarla.

Llaman.

Pum, purr! Quin es, en nombre del otro diablo? Seguro que un equivoquista, que
juraba a cada lado de la balanza contra el otro, que cometi gran traicin por el amor
de Dios y cuyos equvocos no le abrieron el cielo. Vamos, pasa, equivoquista.

Llaman.

Pum, pum! Quin es? Seguro que un sastre ingls, que est aqu por sisar tela de un
calzn francs. Pasa, sastre, que aqu puedes asar tu plancha.

Llaman.
www.ladeliteratura.com.uy

Pum, pum! No descansa. Quin eres t? - Esto es demasiado fro para ser el infierno.
No voy a hacer ms de portero del diablo: pensaba dejar entrar a gente de todos los
oficios que va a la hoguera eterna por la senda florida.

Llaman.

Ya voy, ya voy.

Entran MACDUFF y LENNOX.

Dad algo al portero, Dios os lo pague.

MACDUFF-Tan tarde te acostaste, amigo,


que tan tarde te levantas?
PORTERO-Pues, seor, estuvimos de juerga hasta el segundo canto del gallo y, seor,
la bebida provoca tres cosas.
MACDUFF-Qu tres cosas provoca especialmente la bebida?
PORTERO-Pues, seor, nariz roja, sueo y orina. Seor, provoca y desprovoca la
lujuria: provoca el deseo, pero impide gozarlo. Por tanto, se puede decir que beber
demasiado le crea un equvoco a la lujuria: la hace y la deshace, la excita y la aplaca,
la anima y la abate, la pone a su altura y no la pone. Al final, el equvoco se va al
sueo y te deja tumbado.
MACDUFF-Pues esta noche la bebida te ha tumbado a ti.
PORTERO
Vaya que s, seor! Y me atac por la garganta. Pero yo me desquit y, siendo, creo
yo, ms fuerte que ella, aunque alguna vez me doblara las piernas, yo me las apa
para arrojarla.

MACDUFF-Se ha levantado tu amo?

Entra MACBETH.

Nuestros golpes le han despertado. Aqu viene.

[Sale el PORTERO.]

LENNOX -Buenos das, noble seor.


MACBETH-Buenos das a vosotros.
MACDUFF-El rey se ha levantado, mi barn?
MACBETH-An no.
www.ladeliteratura.com.uy

MACDUFF-Me orden que le llamase temprano.


Casi se me va la hora.
MACBETH-Te llevar a l.
MACDUFF-S bien que esta molestia te da gozo, pero es una molestia.
MACBETH-Trabajo que gusta no duele. Esta es la puerta.
MACDUFF-Me atrever a llamar: es mi cometido.

Sale.

LENNOX-El rey se va hoy?


MACBETH-S. Esa es su intencin.
LENNOX-La noche ha estado agitada. Donde dormamos
el viento derrib las chimeneas,
y dicen que se oan lamentos, inslitos
gritos de muerte y profecas en tonos horribles
de espantosas conmociones y revueltas
por nacer en estos tiempos de dolor.
El ave de las sombras clam toda la noche.
Algunos dicen que la tierra temblaba enfebrecida.
MACBETH -Fue una noche spera.
LENNOX-Mi joven memoria no encuentra nada igual.

Entra MACDUFF.

MACDUFF -Ah, horror, horror, horror! Ni corazn


ni lengua pueden concebirte ni nombrarte.

MACBETH y LENNOX -Qu pasa?


MACDUFF-El estrago ya cre su obra maestra.
El crimen ms sacrlego ha irrumpido
en el templo consagrado del Seor
y le ha robado la vida al santuario.
MACBETH -Cmo dices? La vida?
LENNOX-Hablas de Su Majestad?
MACDUFF -Entrad en su aposento y que destruya vuestra vista
esa nueva Gorgona. No me pidis que hable.
www.ladeliteratura.com.uy

Mirad y luego hablad vosotros mismos.

Salen MACBETH y LENNOX.

Despertad! Despertad! Dad la alarma!


Crimen y traicin! Banquo, Donalbain!
Malcolm, despertad! Sacudid el grato sueo,
imagen de la muerte, y mirad
la muerte verdadera! Levantaos y ved
representado el Da del Juicio! Malcolm, Banquo!
Como espritus alzaos de las tumbas
y prestad consonancia a este horror! Tocad la campana!

Suena una campana.

Entra LADY MACBETH.

LADY MACBETH -Qu ocurre para que tan horrsona trompeta


convoque a los durmientes de la casa?
Hablad, hablad!

MACDUFF -Noble seora, no conviene que oigis


lo que puedo decir: odo por mujer,
el relato sera su muerte.

Entra BANQUO.

Ah, Banquo, Banquo!


Han matado al rey, nuestro seor!
LADY MACBETH -Ay de m! En nuestra casa?
BANQUO-Donde sea es brutal.
Contradcete, Macduff, te lo ruego;
di que es falso.

Entran MACBETH, LENNOX y ROSS.


www.ladeliteratura.com.uy

MACBETH-Hubiera muerto yo una hora antes


y mi vida habra sido una dicha; desde ahora,
ya no hay nada serio en la existencia;
todo son minucias: honor y renombre han muerto,
el vino de la vida se ha agotado
y no queda en la bodega ms que el poso.

Entran MALCOLM y DONALBAIN.


DONALBAIN-Algn mal?
MACBETH-El vuestro, y lo ignoris: se ha secado
el venero y manantial de vuestra sangre,
vuestra propia fuente se ha secado.
MACDUFF -Han matado a vuestro augusto padre.
MALCOLM -Ah! Quin?
LENNOX -Parece que los de su aposento: llevaban
insignias de sangre en la cara y en las manos,
y tambin en sus puales, que hallamos sin limpiar
sobre sus almohadas. Miraban cual dementes
y nadie estaba seguro en su presencia.
MACBETH-Siento que la furia me llevase
a darles muerte.
MACDUFF -Por qu lo hiciste?
MACBETH-Quin est a la vez lcido y suspenso,
sereno y furioso, leal a imparcial? Nadie.
La presteza de mi afecto impetuoso pudo ms
que el freno del buen juicio. Aqu yaca Duncan,
con su piel de plata bordada en sangre de oro
y cuchilladas como brechas en su vida,
abiertas a la devastacin; ah, los asesinos,
empapados del color de su tarea,
y sus dagas, innoblemente enfundadas en sangre.
Con un pecho lleno de amor, y en l bravura,
quin poda abstenerse de mostrarlo?
LADY MACBETH-Ah, ayudadme a salir!
MACDUFF-Atended a la dama!
www.ladeliteratura.com.uy

MALCOLM [aparte a DONALBAIN] -Por qu callamos


cuando el caso nos concierne ms que a nadie?
DONALBAIN [aparte a MALCOLM) -Y qu decir aqu, donde nuestro sino,
oculto en nfimo agujero, puede asaltarnos?
Vmonos; nuestro llanto an no ha fermentado.
MALCOLM [aparte a DONALBAIN]-Ni el dolor est presto a demostrarse.
BANQUO-Atended a la dama.

[Sacan a LADY MACBETH.]

Y cuando nuestra desnudez, expuesta al fro,


est cubierta, reunmonos
y examinemos tan salvaje fechora
para mejor conocerla. Nos turban
temores y sospechas. Me pongo en manos de Dios
por combatir todo oculto propsito
de prfida maldad.
MACDUFF-Y yo.
TODOS -Y todos.
MACBETH-Pues vistamos nuestro cuerpo y nuestro nimo
y reunmonos al punto en el saln.
TODOS -Conformes.

Salen [todos menos MALCOLM y DONALBAIN.]

MALCOLM-Qu piensas hacer? No tratemos con ellos:


al hipcrita le es muy fcil simular
una pena que no siente. Yo me voy a Inglaterra.
DONALBAIN -Y yo, a Irlanda. Nuestra suerte separada
nos dar ms proteccin. Donde estamos,
en sonrisas hay puales; ms cercano a nuestra sangre,
ms sangriento.
MALCOLM -La flecha asesina an no ha cado;
no seamos el blanco. As que, a los caballos!
No nos demoremos en corteses despedidas
y, sin ms, partamos. Si es grande el peligro,
www.ladeliteratura.com.uy

hurtarse a su vista es hurto legtimo.

Salen.

Escena IV
Entra ROSS con un ANCIANO.

ANCIANO-Bien puedo recordar setenta aos,


y en ellos he vivido horas espantosas
y hechos asombrosos, pero esta noche horrible
se ha burlado de toda mi experiencia.
ROSS -Ah, anciano! Veis que el cielo, cual airado
con la obra de los hombres, amenaza
esta escena de sangre. Segn la hora, es de da,
mas la noche oscurece el avance del sol.
Impera la noche o se avergenza el da,
que las sombras sepultan la faz de la tierra
cuando la viva luz deba besarla?
ANCIANO-Va contra natura, igual
que la accin ejecutada. El martes pasado
un halcn que giraba en su ms alto vuelo
fue cazado y muerto por una lechuza.
ROSS-Y (pasmoso, mas cierto) los caballos de Duncan,
hermosos y raudos, la flor de su raza,
se volvieron salvajes y escaparon de las cuadras
coceando y negando su obediencia,
cual queriendo guerrear contra los hombres.
ANCIANO-Dicen que se devoraron entre s.
ROSS- As fue, para asombro de estos ojos
que lo vieron.

Entra MACDUFF.

Aqu viene el buen Macduff.


Cmo va todo, seor?
MACDUFF -No lo ves?
www.ladeliteratura.com.uy

ROSS-Se sabe quin cometi la atrocidad?


MACDUFF -Los que ha matado Macbeth.
ROSS -Santo Dios! Qu provecho pretendan?
MACDUFF -Los sobornaron. Malcohn y Donalbain,
los dos hijos del rey, se escabulleron
y han huido. Las sospechas
recaen ahora sobre ellos.
ROSS-Otra vez contra natura.
Prdiga ambicin, que as devoras
el sustento de tu vida! Entonces es probable
que sea Macbeth quien suba al trono.
MACDUFF -Ya est proclamado, y parti hacia Scone para la coronacin.
ROSS-Y el cadver de Duncan?
MACDUFF -Fue llevado a Colmekill,
sagrado panten de sus predecesores
y custodio de sus restos.
ROSS-Irs a Scone?
MACDUFF-No, pariente. Voy a Fife.
ROSS-Bien, yo voy a Scone.
MACDUFF-Que todo vaya bien, adis. Bien pudiera
ser mejor la ropa antigua que la nueva.
ROSS-Adis, anciano.
ANCIANO-Que Dios te bendiga, y a quienes contigo
hagan bien del mal y amigo de enemigo.

Salen.

ACTO III

Escena I
Entra BANQUO.

BANQUO -Ya lo times todo, rey, Cawdor, Glamis,


como te prometieron las Fatdicas
y temo que jugaste con vileza por lograrlo;
mas dijeron que no pasara a tu progenie,
www.ladeliteratura.com.uy

sino que yo sera cabeza y raz


de muchos reyes. Si en ellas hay verdad,
como en ti sus profecas han brillado,
Macbeth, por qu, por las verdades que contigo
se han cumplido, no pueden ser tambin mi orculo
y alimentar mi esperanza? Mas silencio, ya basta.

Clarines. Entran MACBETH como rey LADY MACBETH, LENNOX, ROSS, NOBLES y
acompaamiento.

MACBETH-Aqu est nuestro husped principal.


LADY MACBETH -Haberle olvidado
habra sido un vaco en el banquete
y una gran desatencin.
MACBETH -Esta noche celebramos una cena de gala,
y deseara tu presencia.
BANQUO -Majestad, dictadme vuestras rdenes,
a las cuales mi lealtad est ligada
por siempre con un nudo indisoluble.
MACBETH-Cabalgas esta tarde?
BANQUO -S, mi seor.
MACBETH-Si no, habra solicitado tu buen consejo,
siempre ponderado y provechoso,
en nuestra junta de hoy. Lo oir maana.
Vas lejos?
BANQUO-Seor, tan lejos que mi tiempo se ocupe
hasta la cena. Si mi caballo no es ms rpido,
le pedir prestadas a la noche
una o dos de sus horas oscuras.
MACBETH-No faltes al banquete.
BANQUO-Seor, no faltar.
MACBETH-Me dicen que mis sangrientos parientes
residen en Inglaterra a Irlanda. No confiesan
su cruel parricidio y propagan
pasmosos infundios. Hablemos maana de ello,
as como de otros asuntos de Estado
www.ladeliteratura.com.uy

que hemos de tratar conjuntamente. Monta ya!


Adis y hasta la noche. Te acompaa Fleance?
BANQUO-S, mi seor, y el tiempo nos apremia.
MACBETH-Corran los caballos raudos y seguros;
a sus lomos os confo. Adis.

Sale BANQUO.

Que cada cual disponga de su tiempo


hasta las siete de esta noche.
Para que vuestra compaa sea ms grata,
deseo quedarme solo hasta la hora de la cena.
Hasta entonces, Dios os guarde:

Salen [todos menos MACBETH y un CRIADO].

T, un momento. Me esperan esos hombres?


CRIADO -S, mi seor, a las puertas de palacio.
MACBETH-Trelos ante m.

Sale el CRIADO.

Ser rey no es nada sin estar a salvo.


Mi temor a Banquo se me clava hondo
y en su regio temple reina
lo que ha de temerse. Es muy audaz
y, adems de ese nimo intrpido,
la prudencia le gua su valor
para obrar sobre seguro. No hay nadie ms que l
a quien yo tema, y bajo l mi espritu
se siente coartado, como dicen que lo estaba
el de Antonio por Csar. Increp a las Fatdicas
cuando me dieron el nombre de rey
y les mand que le hablasen. Profticamente,
ellas le saludaron como padre de reyes.
Cieron mi cabeza con estril corona
www.ladeliteratura.com.uy

y me hicieron empuar un cetro infecundo


que habr de arrebatarme mano extraa,
pues no tengo hijo que lo herede. Si es as,
he manchado mi alma por la prole de Banquo,
por ellos he matado al piadoso Duncan,
echando hiel en el cliz de mi paz
slo por ellos, entregando mi joya sempitema
al espritu infernal para hacerlos reyes,
para hacer reyes de la semilla de Banquo.
Antes que eso, venga el Destino a la arena
y hgame frente hasta el fin. - Quin viene?

Entran el CRIADO y dos ASESINOS.

Vete a la puerta y qudate all hasta que te llame.

Sale el CRIADO.

No fue ayer cuando hablamos?


ASESINOS-Con vuestra venia, as fue.
MACBETH-Bien. Habis considerado mis palabras?
Sabed que en el pasado era l
quien os tena en la penuria, cuando vosotros
lo achacabais a mi inocente persona.
Os lo prob en nuestra ltima entrevista
y os prob sobradamente
cmo os burl y os estorb;
los medios, quin fue partcipe
y todo cuanto a un bobo o a un demente
le dira: Fue Banquo.
ASESINO PRIMERO-Nos lo hicisteis saber.
MACBETH-En efecto. Y fui ms lejos,
lo que ahora es el fin de esta reunin.
Tanto os domina la paciencia que podis
perdonar esto? Tanto os gua el Evangelio
que rezaris por este hombre bueno y su progenie,
www.ladeliteratura.com.uy

cuyo rigor os lleva humillados a la tumba y


convierte a los vuestros en mendigos? ASESINO
PRIMERO-Somos hombres, Majestad.
MACBETH-S, dentro del repertorio sois hombres,
igual que los galgos, podencos, mestizos, chuchos,
perros lobos, de aguas y falderos son todos
llamados perros. Pero el ndice de razas
distingue al rpido, al lento, al listo,
al guardin, al cazador y a cada uno
segn las virtudes que le asigna
la prdiga naturaleza, de tal modo
que recibe un nombre propio en el registro
que incluye a todos ellos. Y as, los hombres.
Pues bien, si no ocupis el nfimo lugar
en la lista de los hombres, decdmelo,
que yo encomendar a vuestro pecho una tarea
cuya ejecucin os librar del enemigo
y os unir a m en afecto y amistad,
pues con su vida se malogra mi salud,
que sera perfecta con su muerte.
ASESINO SEGUNDO-Majestad, soy un hombre
a quien tanto han enconado los azotes
y golpes de este mundo que hara lo que fuese
por desquitarme del mundo.
ASESINO PRIMERO-Yo tambin; tan harto
de infortunios y sacudido por mi sino
que arriesgara la vida en cualquier lance
por mejorarla o acabarla.
MACBETH -Los dos sabis
que Banquo fue vuestro enemigo.
ASESINOS -Cierto, seor.
MACBETH -Tambin mo, y en tan mortal divergencia
que cada nuevo momento de su vida
se me clava en las entraas. Bien pudiera
apartarle de mi vista abiertamente
y decir que fue mi voluntad, mas no debo,
www.ladeliteratura.com.uy

pues los dos tenemos amigos comunes


a cuyo afecto no puedo renunciar, y yo mismo
llorara al que mat. Por todo ello
solicito vuestra ayuda, hurtando
esta empresa a los ojos del comn
por diversas razones de gran peso.
ASESINO SEGUNDO-Mi seor, haremos Lo que nos ordenis.
ASESINO PRIMERO-Aunque nuestra vida...
MACBETH -Cmo asoma vuestro nimo! De aqu
a una hora os dir dnde apostaros
y el mejor plan respecto a tiempo y ocasin,
pues hay que hacerlo esta noche y a distancia
de palacio. No olvidis por un instante
que yo debo quedar libre de sospechas.
Adems, y a fin de que el trabajo sea perfecto,
su hijo Fleance, que le acompaa,
cuya eliminacin me importa tanto
como la de su padre, habr de compartir
su aciaga suerte. Resolved a solas;
ahora vuelvo con vosotros.
ASESINOS -Seor, estamos resueltos.
MACBETH -En seguida os veo. Quedaos en palacio.

[Salen los ASESINOS.]

Est decidido. Banquo, si tu alma


va a la gloria, esta noche ha de ganarla.

Sale.

Escena II
Entran LADY MACBETH y un CRIADO.

LADY MACBETH-Ha salido Banquo de palacio?


CRIADO-S, seora, pero vuelve esta noche.
LADY MACBETH-Dile al rey
www.ladeliteratura.com.uy

que deseo hablar con l un momento.


CRIADO-S, seora.

Sale.

LADY MACBETH-No se goza, todo es prdida


si el deseo se logra, pero no contenta.
Siempre es ms seguro ser lo que se mata
que tras esa muerte vivir dicha falsa.

Entra MACBETH.

Cmo ests, seor? Por qu solitario,


sin ms compaa que las tristes ideas
y los pensamientos que debieron morir
con quienes te absorben? Lo que no tiene cura,
habra que olvidarlo: lo hecho, hecho est.
MACBETH-Le dimos un tajo a la serpiente sin matarla.
Sanar y se repondr, mientras nuestra pobre inquina
sigue expuesta a sus colmillos.
Que se hunda todo el universo,
que perezcan ambos mundos antes que tomar
alimento en el temor y dormir en la tortura
de los sueos espantosos que me agitan
cada noche. Ms vale estar con los muertos,
a quienes, por ganar mi paz, mand a la paz,
que yacer en este potro del espritu
en insomne frenes.
Duncan est en la tumba:
tras la fiebre convulsa de la vida duerme bien;
la traicin lleg a su mximo; ni acero, veneno,
odio interno, tropas extranjeras, nada
puede ya alcanzarle ms.
LADY MACBETH-Vamos! Querido esposo, suaviza
esa frente arrugada y esta noche mustrate
radiante y jovial ante tus invitados.
www.ladeliteratura.com.uy

MACBETH-As lo har, mi_ amor. T tambin, te lo suplico.


Pon tu pensamiento en Banquo, rndele
honores con los ojos y la lengua.
Al no estar seguros, lavemos nuestra honra
en las aguas del halago. Que nuestra cara
sea la mscara del pecho y lo encubra.
LADY MACBETH-No sigas as.
MACBETH-Ah, esposa! Tengo el alma llena de escorpiones.
Sabes que Banquo y su Fleance an viven.
LADY MACBETH-Mas en ellos la estampa de la vida no es eterna.
MACBETH-An hay consuelo, son vulnerables,
conque nimo. Antes que d fin el enclaustrado
vuelo del murcilago y a la llamada
de la negra Hcate el zumbido del inmundo
escarabajo anuncie la noche soolienta,
se habr cumplido una accin de horrible cuo.
LADY MACBETH -Qu accin?
MACBETH -No quieras conocerla, mi paloma,
hasta aplaudirla. - Ven, noche cegadora,
vndale los tiernos ojos al da compasivo
y con tu mano sangrienta a invisible
anula y destruye el gran vnculo
que tanto me horroriza. La noche se espesa
y hacia el bosque tenebroso vuela el cuervo.
La bondad del da decae y reposa,
y acechan los negros seres de las sombras.
Orme te pasma. Mas no ests inquieta:
lo que el mal emprende con mal se refuerza.
Te lo ruego, ven conmigo.

Salen.

Escena III
Entran tres ASESINOS.
www.ladeliteratura.com.uy

ASESINO PRIMERO-Quin te dijo que vinieras?


ASESINO TERCERO-Macbeth.
ASESINO SEGUNDO-No hay por qu dudar de l: conoce
nuestro encargo y nos ha dado
rdenes precisas.
ASESINO PRIMERO-Entonces que se venga.
An asoman a poniente algunos rayos.
Ahora el viajero retrasado hinca espuelas
por llegar a tiempo a la posada, y el hombre
al que esperarnos ya se acerca.
ASESINO TERCERO-Calla. Oigo caballos.
BANQUO [dentro] -Eh, treme luz!
ASESINO SEGUNDO-Es l. Los dems convidados de la lista
ya estn en la corte.
ASESINO PRIMERO-Ha dejado los caballos.
ASESINO TERCERO-Casi a una milla. Pero l suele,
igual que todos, ir a pie desde aqu
hasta las puertas de palacio.

Entran BANQUO y FIEANCE con una antorcha.

ASESINO SEGUNDO-Alumbrad, alumbrad!


ASESINO TERCERO-Es l. ASESINO
PRIMERO-Preparados. BANQUO-
Habr lluvia esta noche. ASESINO
PRIMERO-Pues que caiga!

[Atacan a BANQUO.]

BANQUO-Ah, traicin! Huye, mi Fleance!


Huye, huye, huye! Podrs vengarme.
Ah, canalla!

[Muere. FLEANCE escapa.]


www.ladeliteratura.com.uy

ASESINO TERCERO- Quin apag la antorcha?


ASESINO PRIMERO- No era ese el plan?
ASESINO TERCERO- Slo ha cado uno; el hijo ha huido.
ASESINO SEGUNDO- Pues perdimos la mejor mitad
de nuestro encargo.
ASESINO PRIMERO- Bueno, vmonos a contar
lo que hemos hecho.

Salen.

Escena IV
Banquete preparado. Entran MACBETH, LADY MACBETH, ROSS, LENNOX, NOBLES y
acompaamiento.

MACBETH-Conocis vuestro rango; sentaos.


Sed todos cordialmente bienvenidos.
NOBLES-Gracias, Majestad.
MACBETH-En cuanto a m, me mezclar con los presentes
y har de humilde anfitrin. La reina
permanecer en su silln, mas oportunamente
rogar su bienvenida.
LADY MACBETH -Mi seor, dsela a todos en mi nombre,
pues los acojo de todo corazn.

Entra el ASESINO PRIMERO

MACBETH -Mira, te responden con afable gratitud.-


Los dos lados, iguales. Me sentar en el centro.
Prodigad alegra. Ahora pasar
la copa por la mesa.
[Al ASESINO] Llevas sangre en la cara.
ASESINO PRIMERO-Es la de Banquo.
MACBETH -Mejor en tu exterior que dentro de l.
Est muerto?
ASESINO PRIMERO-Degollado, seor Yo lo hice.
MACBETH -Eres el mejor degollador, aunque bueno
www.ladeliteratura.com.uy

es tambin el que mat a Fleance.


Si fuiste t, no tienes rival.
ASESINO PRIMERO-Soberano seor, Fleance ha escapado.
MACBETH -Ya vuelve mi angustia. Si no, estara sereno;
entero como el mrmol, firme como roca,
tan libre como el aire que me envuelve.
Ahora estoy encerrado, encarcelado, cautivo, preso
de insolentes dudas y temores. - Pero Banquo,
est seguro?
ASESINO PRIMERO-S, mi seor. Seguro en un foso,
con veinte tajos que le surcan la cabeza;
el menor era de muerte.
MACBETH -Gracias. - Ah yace la serpiente;
su cra ha huido y tiene vida que podr
criar veneno, aunque ahora est sin dientes.
Vete ya, maana nos veremos.

Sale el ASESINO PRIMERO

LADY MACBETH -Mi regio esposo, no das acogimiento.


Un banquete es comida que se cobra
si, en su curso, no se brindan atenciones:
hay que mostrar complacencia. Por comer,
ms vale quedar en casa; fuera de ella
no hay festn sin cortesas, tan slo
una triste reunin.

Entra el espectro de BANQUO y se sienta en el sitio de MACBETH.

MACBETH -Mi fiel recordadora!


La buena digestin d servicio al apetito,
y salud para los dos.
LENNOX-Dignaos tomar asiento, Majestad.
MACBETH -Todas las glorias del pas se hallaran
bajo este techo si no faltara el gentil Banquo,
a quien prefiero acusar de negligencia
www.ladeliteratura.com.uy

que llorarle una desgracia.


ROSS-Seor, su ausencia empaa su promesa.
Majestad, dignaos favorecemos
con vuestra augusta compaa.
MACBETH -No hay sitio en la mesa.
LENNOX-Aqu hay uno reservado.
MACBETH -Dnde?
LENNOX-Aqu, seor. Qu es lo que os agita, Majestad?
MACBETH -Quin de vosotros ha hecho esto?
NOBLES -Qu, seor?
MACBETH [al espectro]-T no puedes decir que he sido yo.
No sacudas contra m tu melena ensangrentada!
ROSS-Levantaos, caballeros. El rey est indispuesto.
LADY MACBETH -Sentaos, nobles amigos. Mi esposo
ha estado as desde muy joven. Seguid sentados:
el acceso es pasajero, en seguida
estar bien. Si os fijis mucho en l
le ofenderis y alargaris su mal.
Comed, no le hagis caso. - T eres hombre?
MACBETH -S, un valiente que no teme mirar
lo que aterrara al diablo.
LADY MACBETH -Qu estupidez! No es ms
que la imagen de tu espanto, la daga area
que decas que te llev a Duncan.
Ah, estos ataques y rachas, impostores
del terror, convendran a un cuento de viejas
contado al amor de la lumbre. Ah, deshonra!
A qu vienen esas muecas? Al final,
no ves ms que un asiento.
MACBETH
Mira ah! Ve, mira, contempla! Qu dices?
[Al espectro] Qu me importa! Si inclinas la cabeza,
habla tambin. Si osarios y tumbas nos devuelven
a los muertos, ya no habr ms panteones
que el buche de los milanos.
www.ladeliteratura.com.uy

[Sale el espectro.]

LADY MACBETH-Has perdido la hombra en la locura?


MACBETH-Como estoy vivo, que lo he visto!
LADY MACBETH-Qu vergenza!
MACBETH-La sangre se derramaba ya de antiguo,
antes que las leyes humanas suavizaran
las costumbres; s, y despus se han perpetrado
crmenes que espantan al orlos. Hubo un tiempo
en que unos sesos estrellados decan muerte
y nada ms; pero ahora resucitan
con veinte tajos por toda la cabeza
y nos roban el asiento. Esto es ms pasmoso
que un crimen semejante.
LADY MACBETH -Mi seor, tus nobles amigos
te echan de menos.
MACBETH-Me olvid.-
No os asombre mi conducta, amigos mos.
Padezco una extraa dolencia, que no es nada
para quien me conoce. Vamos, amistad y salud
a todos! Ahora me sentar. Echadme vino hasta el borde!

Entra el espectro.

Bebo por el gozo general de nuestra mesa


y por nuestro querido Banquo, ahora ausente.
Ojal estuviera aqu! Brindo por todos y por l!
Todos por todos!
NOBLES -Nuestro brindis con lealtad!
MACBETH [al espectro] -Vete, fuera de mi vista! La tierra te esconda!
No hay tutano en tus huesos, fra es tu sangre.
No tienes visin en esos ojos de ira
que me clavas.
LADY MACBETH -Buenos nobles, tomad esto
como algo habitual, no es otra cosa,
aunque empaa el agrado del momento.
www.ladeliteratura.com.uy

MACBETH [al espectro] -A cuanto el hombre se atreva, yo me atrevo:


acrcate como el feroz oso de Rusia,
el rinoceronte acorazado o el tigre de Hircania;
adopta cualquier forma menos sa, y mis firmes
fibras nunca temblarn. O resucita
y rtame a campo abierto con tu espada:
si el temblor me seorea, proclmame
una nia. Fuera, sombra horrenda!
Vete, ficcin!

[Sale el espectro.]

Bien, se ha ido, y ya vuelvo


a ser hombre. - Os to ruego, seguid sentados.
LADY MACBETH -Desahucias el contento y enturbias la armona
con tu asombrosa alteracin.
MACBETH -Puede ocurrir algo as
y pasar sobre nosotros como nube de verano
sin que nos deje suspensos? Me volvis
un extrao a mi propia condicin
cuando veo que contemplis tales visiones
sin que el rojo os abandone las mejillas
cuando las mas las blanquea el miedo.
ROSS-Qu visiones, seor?
LADY MACBETH -No hablis, os lo ruego: se pone cada vez peor.
Conversar le enfurece. Digamos buenas noches.
No os preocupe el orden de salida y salid ya.
LENNOX -Buenas noches y mejor salud
a Su Majestad.
LADY MACBETH -A todos, feliz noche.

Salen NOBLES [y acompaamiento].

MACBETH -Quiere sangre, dicen: la sangre quiere sangre.


Se sabe que las piedras se han movido y los rboles
hablado; ageros, relaciones explicadas
www.ladeliteratura.com.uy

valindose de urracas, grajos y cornejas,


hallaron al criminal ms oculto. Qu hora es?
LADY MACBETH -La hora en que pugnan noche y da.
MACBETH -Qu me dices de Macduff,
que desatiende mi solemne invitacin? LADY
MACBETH-Le has citado, seor? MACBETH -
No; me lo han dicho. Pero le citar: no hay
ninguno en cuya casa yo no tenga
un informante. Maana, y bien temprano,
ir a ver a las Hermanas Fatdicas.
Quiero saber ms; estoy decidido
a or lo peor por el peor medio.
Nada ha de estorbarme. Estoy tan adentro
en un ro de sangre que, si ahora me estanco,
no ser ms fcil volver que cruzarlo.
Llevo en la cabeza ideas extraas
que han de ejecutarse antes de estudiarlas.
LADY MACBETH -Te falta la sal de la vida, el sueo.
MACBETH -Vamos a dormir. Slo es mi quimera
temor de novicio: le falta experiencia.
En accin an somos nuevos.

Salen.

Escena V
Truenos. Entran las tres BRUJAS al encuentro de HCATE.

BRUJA PRIMERA -Ests airada, Hcate. Qu pasa?


HCATE -Y no hay motivo, viejas harapientas?
Pues, cmo habis tenido la insolencia
de tratar con Macbeth para moverle
con enigmas y plticas de muerte
y yo, divinidad de vuestros ritos,
y secreta urdidora de perjuicios,
nunca he sido llamada a tener parte
www.ladeliteratura.com.uy

ni dar gloria y honor a nuestro arte?


Y lo peor es que slo habis logrado
trabajar al servicio de un reacio,
rencoroso y brutal que, como todos,
no os ama ms que en beneficio propio.
Ahora, pues enmienda os corresponde,
partid y, junto al pozo de Aqueronte,
buscadme de maana, que all mismo
l ir a preguntaros su destino.
Aprestad los calderos, los encantos,
los conjuros y todo lo obligado.
Asciendo al aire: pienso dedicar
esta noche a un propsito fatal.
El da grandes cosas nos anuncia.
Ahora pende de un cuerno de la luna
una gota espumosa de gran magia;
me he propuesto cogerla cuando caiga.
Destilada por mtodos ocultos,
invocar a espritus astutos
que, en virtud de su equvoca ilusin, le
hundirn en la ruina y perdicin.
Despreciando la muerte, el propio sino,
confiar sin temor, piedad ni juicio:
La despreocupacin, lo sabis ya,
es la gran enemiga de un mortal.

Msica y cancin.

Silencio: me llaman. Mi pequeo trasgo


en nube brumosa me aguarda sentado.

Cantan dentro Vente ya, vente ya, etc..

BRUJA PRIMERA-Vmonos, deprisa. Ella volver pronto.

Salen.
www.ladeliteratura.com.uy

Escena VI
Entran LENNOX y otro NOBLE.

LENNOX -Lo que yo deca casa con vuestras ideas;


haced vuestras deducciones. Yo slo digo
que todo ha ocurrido de un modo extrao.
El augusto Duncan fue llorado por Macbeth
(vaya, haba muerto) y el valiente Banquo paseaba
muy tarde. Digamos que Fleance lo mat,
pues Fleance huy: no se debe pasear tan tarde.
Quin podra no pensar que Malcolm
y Donalbain, matando a su augusto padre,
no cometieron una accin monstruosa?
Ese crimen! Cmo apen a Macbeth! No corri
en piadosa clera a destrozar a los culpables,
esclavos del sueo y la bebida?
No fue un acto de nobleza? S, y de prudencia,
pues cualquier alma se habra enfurecido
oyendo a esos hombres negarlo. As que digo
que ha llevado bien las cosas y creo
que, de estar bajo su frula los hijos de Duncan
(no lo estarn, Dios mediante), ya veran
lo que es matar a un padre; Fleance, tambin.
Pero alto, pues por hablar claro y no acudir
al festn del tirano, me ham dicho
que Macduff ha cado en desgracia. Seor,
sabis dnde reside?
NOBLE-El primognito de Duncan,
cuyo derecho detenta el tirano,
reside en la corte inglesa. All le acogi
el piadoso Eduardo con tal benevolencia
que su gran infortunio no le resta en nada
el alto respeto que merece. Y all ha ido Macduff
a rogar al santo rey que apoye su causa
y mueva a Northumberland y al blico Siward,
www.ladeliteratura.com.uy

para que, con su ayuda y la sancin


del Altsimo, podamos de nuevo
dar comida a nuestras mesas, sueo a nuestras noches,
liberar los festines de puales sangrientos,
rendir acatamiento y recibir honores,
todo lo cual aoramos. Estas nuevas
enojaron tanto al rey, que ya prepara
alguna accin de guerra.
LENNOX-Y l no cit a Macduff?
NOBLE-S, y ste respondi con un rotundo No, seor.
El ceudo mensajero dio media vuelta
y gru, como diciendo: Os pesar
cargarme con esa respuesta.
LENNOX-Eso debe aconsejarle precaucin
y guardar cuanta distancia le dicte
su buen juicio. Que vuele un santo ngel
a la corte de Inglaterra y anuncie su mensaje
antes que l llegue, para que una bendicin
venga pronto a nuestra tierra, que padece
bajo una mano infame!
NOBLE-Vayan con l mis plegarias.

Salen.

ACTO IV
Escena I
Truenos. Entran las tres BRUJAS.

BRUJA PRIMERA-Tres veces maull el gato atigrado. BRUJA


SEGUNDA-Tres veces. Y una gimi el puercoespn. BRUJA
TERCERA-Harpier ha gritado: Ya es hora, ya es hora! BRUJA
PRIMERA-En torno al caldero dad vueltas y vueltas
y en l arrojad la viscera infecta.
Que hierva primero el sapo que cra
y suda veneno por treinta y un das
www.ladeliteratura.com.uy

yaciendo dormido debajo de rocas:


que sea cocido en la mgica olla.
TODAS -Dobla, dobla la zozobra;
arde, fuego; hierve, olla.
BRUJA SEGUNDA -Rodaja de bicha que vive en la cinaga,
aqu, en el puchero, que hierva y se cueza,
con dedo de rana y ojo de tritn,
y lengua de vbora y diente de lucin,
lana de murcilago y lengua de perro,
pata de lagarto y ala de mochuelo.
Si hechizo potente habis de crear,
hervid y coceos en bodrio infernal.
TODAS -Dobla, dobla la zozobra;
arde, fuego; hierve, olla.
BRUJA TERCERA-Escama de drago, colmillo de lobo
y momia de bruja, con panza y mondongo
de voraz marrajo de aguas salinas,
raz de cicuta en sombras cogida,
hgado que fue de judo blasfemo,
con hiel de cabro y retoos de tejo
que en noche de eclipse lunar arrancaron,
narices de turco y labios de trtaro, dedo
de criatura que fue estrangulada cuando
una buscona la pari en la zanja. Haced
esta gacha espesa y pegada;
con los ingredientes de nuestro potingue
echad al caldero entraa de tigre.
TODAS -Dobla, dobla la zozobra;
arde, fuego; hierve, olla.
BRUJA SEGUNDA -Enfriad el caldo con sangre de mico
y firme y seguro ser nuestro hechizo.

Entra HCATE con otras tres brujas.

HCATE -Buen trabajo! Alabo vuestra maa,


y todas tendris parte en la ganancia.
www.ladeliteratura.com.uy

Ahora cantad en torno del caldero,


girad como las hadas y los elfos
para hechizo de todo lo que hay dentro.

Msica y cancin: Espritus negros, etc..

BRUJA SEGUNDA-Los pulgares me hormiguean:


algo malvado se acerca.
Abran, llaves, a quien llame.

Entra MACBETH.

MACBETH-Bien, sombras y enigmticas


brujas de medianoche. Qu hacis?
TODAS-Una accin sin nombre.
MACBETH -Yo os conjuro, en nombre de vuestro arte,
cualquiera que sea su fuente, que me respondis.
Aunque desatis los vientos y los lancis
contra las iglesias; aunque el mar encrespado
aniquile y se trague las embarcaciones;
aunque se abata el trigo verde y se derriben
los rboles; aunque caigan los castillos
sobre sus guardianes; aunque se inclinen
palacios y pirmides; aunque se derrumbe
el granero de grmenes de la naturaleza
hasta saciar a la propia destruccin:
responded a mis preguntas.
BRUJA PRIMERA-Habla.
BRUJA SEGUNDA-Pregunta.
BRUJA TERCERA-Responderemos.
BRUJA PRIMERA-Dinos si prefieres que hable nuestra boca
o la de nuestros amos.
MACBETH -Llamadlos, que los vea.
BRUJA PRIMERA-Verted sangre de la cerda que engull
a sus nueve cras; grasa que sud
horca de asesino, echadla en seguida
www.ladeliteratura.com.uy

a las llamas.
TODAS-Seas de abajo o de arriba,
ven y mustrate luciendo to maestra.

Truenos. Primera aparicin: cabeza cubierta con yelmo.

MACBETH-Fuerza ignota, dime...


BRUJA PRIMERA-Sabe lo que piensas:
oye sus palabras; hablarle no quieras.
APARICIN -Macbeth, Macbeth, Macbeth! Atento a Macduff,
atento al Barn de Fife! Dejadme ya.

Desciende.

MACBETH -Quienquiera que seas, gracias por tu aviso.


Acertaste mi temor. Pero escucha...
BRUJA PRIMERA-No admite rdenes. Otro
an ms poderoso viene ahora.

Truenos. Segunda aparicin: nio ensangrentado.

APARICIN-Macbeth, Macbeth, Macbeth! MACBETH -


Quin tuviera tres odos para orte! APARICIN-S
cruel, resuelto, audaz. Rete del poder del hombre:
nadie nacido de mujer
a Macbeth podr daar.

Desciende.

MACBETH -Entonces vive, Macduff. Qu puedo temer de ti?


Con todo, dar doble certeza a lo ya cierto
tomando al destino por garante: morirs
y yo dir embustero al miedo cobarde
y dormir a pesar del trueno.

Truenos. Tercera aparicin: nio coronado, con un rbol en la mano.


www.ladeliteratura.com.uy

Quin es este
que, semejante al hijo de un rey,
se eleva ciendo a sus sienes de nio
la corona de la majestad?
TODAS -Escucha y no le hables.
APARICIN -Ten bro de len, s altivo y no atiendas
a quien incomoda, conspira o se inquieta:
Macbeth no caer vencido hasta el da
en que contra l el bosque de Birnam
suba a Dunsinane.

Desciende.

MACBETH-Nunca ocurrir.
Quin puede alistar al bosque, mandar al rbol
Arrncate! ? Buena profeca. Muertos
rebeldes, no os alcis mientras Birnam no se
alce; el encumbrado Macbeth
va a vivir su trecho de vida y ceder
su aliento al tiempo y la muerte. Mas anhela
mi alma saber algo. Si vuestra ciencia
hasta ah alcanza, decidme: Reinar algn da
la progenie de Banquo en nuestro reino?
TODAS-No intentes saber ms.
MACBETH-Tenis que complacerme. Si me lo negis,
as os caiga la eterna maldicin! Decdmelo!

[Desciende el caldero.] Oboes.

Por qu baja el caldero? Y estos sones?


BRUJA PRIMERA-Mostraos!
BRUJA SEGUNDA-Mostraos!
BRUJA TERCERA-Mostraos!
TODAS-Al ojo mostraos, su alma afligid.
Venid como sombras, como ellas partid.
www.ladeliteratura.com.uy

Aparicin de ocho reyes, el ltimo con un espejo en la mano, seguidos de BANQUO.

MACBETH-Cunto te pareces al espectro de Banquo! Fuera!


Tu corona me abrasa los ojos. - Tu cabello,
ceido tambin por el oro, se asemeja
al del primero. - Y as, el tercero. - Sucias viejas,
por qu me mostris esto? - Un cuarto? Saltad, ojos! -
Cmo! Llegar su linaje hasta el fin del mundo? -
Otro? El sptimo? Ya no miro ms.
Pero llega el octavo portando un espejo
que muestra a muchos ms; y algunos
de ellos llevan dos orbes y tres cetros.
Horrible visin! Ahora veo que es verdad: Banquo,
con el pelo emplastado de sangre, me sonre
y los seala como descendientes. - Es cierto?

[Salen los reyes y BARQUO.]

HCATE -Pues s, todo es muy cierto. Mas, por qu


se queda tan atnito Macbeth?
Hermanas, renovemos su alegra
y mostrmosle ya nuestras delicias.
Dar sonido al aire con mi magia
mientras giris en vuestra rara danza,
pues as este gran rey dir, benigno,
que pagan su acogida s supimos.

Msica. Bailan las BRUJAS y desaparecen [con HCATE].

MACBETH-Dnde estn? Se fueron? Que esta hora infame


sea por siempre maldita en el calendario!
Que entre el de ah fuera!

Entra LENNOX.
www.ladeliteratura.com.uy

LENNOX-Qu deseis, Majestad?


MACBETH-Has visto a las Hermanas Fatdicas?
LENNOX-No, mi seor.
MACBETH -No pasaron por tu puesto?
LENNOX -De verdad que no, seor.
MACBETH-Infecto quede el aire en que cabalgan
y malditos cuantos de ellas se fen. He odo
un galopar de caballos. Quin vena?
LENNOX -Seor, dos o tres que os traen la noticia
de que Macduff ha huido a Inglaterra.
MACBETH-Huido a Inglaterra?
LENNOX-S, mi seor.
MACBETH -Tiempo, me impides los actos horrendos.
A la fugaz intencin no se le da alcance
si no le sigue una accin rpida. Desde ahora,
las primicias de mi pecho sern
las primicias de mi mano. Y ahora mismo,
por coronar el pensamiento, sea dicho y hecho:
tomar por sorpresa el castillo de Macduff,
ocupar Fife; pasar a cuchillo
a su mujer, sus criaturas y su triste
descendencia. No es la bravata de un tonto:
antes que se enfre, cumplir el propsito.
Basta de visiones. - Dnde estn los mensajeros?
Ven, llvame donde estn.

Salen.

Escena II
Entran LADY MACDUFF, su Hijo y ROSS.

LADY MACDUFF-Qu es lo que ha hecho que le obligue a huir?


ROSS-Tienes que dominarte.
LADY MACDUFF -l no lo hizo. Huir fue una locura.
Cuando no nuestros actos, nuestro miedo
nos vuelve traidores.
www.ladeliteratura.com.uy

ROSS -Si fue miedo o prudencia no lo sabes.


LADY MACDUFF -Prudencia? Abandonar a su mujer,
sus criaturas, su hogar, su hacienda en un sitio
del que l mismo huye? No nos quiere. No tiene
sentimientos de padre. Hasta el pobre reyezuelo,
el ms menudo pajarillo, defiende
a las cras de su nido contra el bho.
Todo es miedo, no hay cario;
y apenas hay prudencia cuando huir
est tan fuera de razn.
ROSS-Clmate, querida prima, te lo ruego.
Tu marido es noble, prudente, ponderado
y entiende bien las convulsiones del momento.
No me atrevo a seguir, mas crueles son
los tiempos en que somos traidores
y no nos conocemos; en que se juzga el rumor
segn lo que se teme sin saber lo que se teme;
en que nos lleva cada impulso y movimiento
de un mar agitado. Debo despedirme; no
tardar mucho en volver a verte. Cesarn
los grandes males o retrocedern adonde
estaban antes. - Jovencito,
que Dios te bendiga.
LADY MACDUFF -Tiene padre y est hurfano.
ROSS-Me emociono tanto que, si me quedara,
sera mi sonrojo y tu desconcierto.
Me despido ya.

Sale.

LADY MACDUFF-Nio, tu padre ha muerto.


Qu hars t ahora? Cmo vivirs?
HIJO-Como los pjaros, madre.
LADY MACDUFF-Cmo? De gusanos y moscas?
HIJO- De lo que encuentre, como hacen ellos.
LADY MACDUFF-Pobre pajarillo! No tendrs miedo
www.ladeliteratura.com.uy

de la red, la liga, el lazo o la trampa?


HIJO- Por qu, madre? No las ponen
para los pjaros pobres. Y, digas lo que digas,
mi padre no ha muerto.
LADY MACDUFF-S que ha muerto. Qu hars sin un padre?
HIJO- Y t qu hars sin un marido?
LADY MACDUFF-Yo puedo comprarme veinte donde quiera.
HIJO-Pues los comprars para venderlos.
LADY MACDUFF-Hablas como un nio, aunque,
la verdad, como un nio muy listo.
HIJO-Madre, mi padre fue un traidor?
LADY MACDUFF-S lo fue.
HIJO-Qu es un traidor?
LADY MACDUFF-Pues uno que jura y miente.
HIJO-Y todos los que lo hacen son traidores?
LADY MACDUFF-Todo el que lo hace es un traidor
y hay que ahorcarlo.
HIJO-Y hay que ahorcar a todos los que juran y mienten?
LADY MACDUFF-A todos.
HIJO-Y quin va a ahorcarlos?
LADY MACDUFF-Pues los hombres de bien.
HIJO- Entonces los que juran y mienten son tontos, pues hay
de sobra para ganar a los hombres de bien y ahorcarlos.
LADY MACDUFF-Dios te valga, diablillo. Pero, qu vas a hacer sin un padre?
HIJO-Si hubiera muerto, t le lloraras. Si no le llorases, sera seal de que pronto
tendra otro padre.
LADY MACDUFF-Ay, mi parlanchn! Cunto hablas!

Entra un MENSAJERO.

MENSAJERO-Dios os bendiga, seora. No me conocis,


pero yo s conozco vuestro rango.
Temo que algn peligro se os acerca.
Si queris tomar consejo de un hombre sencillo,
no sigis aqu, marchaos con vuestros hijos.
Tal vez sea brutal asustaros as,
www.ladeliteratura.com.uy

pero ms atroz sera el ataque


que ya tenis muy cerca. El cielo os asista;
ms no puedo quedarme.

Sale.

LADY MACDUFF-Adnde huir? Yo no he hecho ningn dao.


Aunque bien recuerdo que estoy en el mundo,
donde suele alabarse el hacer dao
y hacer bien se juzga locura temeraria.
Entonces, a qu acogerse a la defensa mujeril
diciendo que no he hecho ningn dao?

Entran ASESINOS.

Qu caras son estas?


ASESINO-Dnde est vuestro esposo?
LADY MACDUFF-Espero que en ningn lugar tan impo
donde alguien como t pueda encontrarle.
ASESINO-Es un traidor.
HIJO-Mentira, canalla peludo!
ASESINO-Cmo, renacuajo! Cachorro de traicin!

[Le mata.]

HIJO-Me ha matado, madre. Huye, te lo ruego!

Sale [LADY MACDUFF] gritando Criminal! (perseguida por los ASESINOS].

Escena III
Entran MALCOLM y MACDUFF.

MALCOLM-Busquemos una sombra solitaria


donde vaciar de nuestro pecho la tristeza.
MACDUFF -Mejor empuemos la espada mortal
y, como hombres dignos, defendamos
www.ladeliteratura.com.uy

nuestra patria derribada. Cada nuevo da


gimen ms viudas, lloran ms hurfanos,
hieren ms pesares la bveda del cielo,
que resuena cual sufriendo con Escocia
y lanzando iguales slabas de pena.
MALCOLM -Llorar lo que crea, creer lo que sepa
y, lo que pueda, hallar ocasin de corregirlo.
Lo que me has dicho tal vez sea verdad. A
ese tirano, cuyo solo nombre nos llaga la
lengua, se le tena por hombre de bien.
T le has querido, l no te ha tocado.
Soy joven, y conmigo bien podras
ganarte su favor. Sera muy juicioso
ofrendar un corderillo dbil a inocente
y aplacar a un dios airado.
MACDUFF -Yo no soy un traidor.
MALCOLM -Pero Macbeth s. Hasta un alma
buena y virtuosa puede flaquear
ante una orden regia. Mas perdname:
mis ideas no pueden cambiar to que t eres.
Los ngeles an brillan, aunque cayera
el ms brillante. La maldad puede disfrazarse
de virtud, mas la virtud no lleva mscara.
MACDUFF -He perdido mi esperanza.
MALCOLM -Quiz donde nace mi recelo.
Por qu sin despedirte, de improviso,
dejaste esposa a hijos, valiosos alicientes,
fuertes nudos de amor? Te lo ruego,
que no te deshonren mis sospechas:
es por mi seguridad. Tal vez seas muy leal,
piense yo lo que piense.
MACDUFF -Desngrate, pobre patria! Gran tirana,
pon slidos cimientos: la bondad no se atreve
a contenerte. Cete tu agravio:
lo confirm tu derecho. Adis, seor.
Yo no sera el canalla que pensis
www.ladeliteratura.com.uy

por todo el territorio del tirano


con el Oriente y sus riquezas.
MALCOLM -No te ofendas. No hablo as
porque sienta total desconfianza.
Creo que nuestra patria se hunde bajo el yugo,
sangra, llora, y que cada da se aade
a sus heridas otra cuchillada. Tambin creo
que por mi causa se alzaran muchas manos
y aqu el rey ingls me ha ofrecido generoso
varios miles. Y, sin embargo, cuando pise
la cabeza del tirano o la clave
en la punta de mi espada, la pobre Escocia
sufrir males peores, ms padecimientos
y de ms maneras que nunca
con el que le suceda.
MACDUFF -Quin ser?
MALCOLM -Me refiero a m mismo, en quien est
tan injertado todo gnero de vicios
que, cuando se destapen, el negro Macbeth
parecer ms blanco que la nieve
y el pobre pas le tendr por un cordero,
comparado con mis vicios infinitos.
MACDUFF -De las legiones del horrible infierno
jams saldr un diablo ms maldito
en sus maldades que Macbeth.
MALCOLM -Es cierto que es sanguinario, lascivo,
codicioso, prfido, falsario, violento,
malicioso, con tintes de todo pecado
que tenga nombre. Pero mi lujuria
no tiene fondo, ninguno. Vuestras esposas,
hijas, madres y doncellas no podran
llenar mi pozo, y mi pasin derribara
cualquier barrera de pudor que se opusiera
a mi deseo. Antes que uno as,
mejor que reine Macbeth.
MACDUFF -La intemperancia sin freno
www.ladeliteratura.com.uy

es tirana de la vida: ha causado


la prematura prdida de tronos
y la cada de muchos reyes. Mas no temis
tomar lo que es vuestro: en secreto
podis dar campo libre a los placeres
pareciendo casto y as engaando al mundo.
Damas complacientes no escasean y en vos
no puede haber tal buitre que devore
a cuantas se ofrezcan a la soberana
al verla en tal disposicin.
MALCOLM -Adems, crece en mi carcter mal compuesto
codicia tan insaciable que, si yo fuera rey,
acabara con los nobles por tener sus tierras,
deseara las joyas de ste, la casa de aqul,
y tener ms sera como una salsa
que ms hambre me diera, hacindome emprender
injustos pleitos contra fieles y leales
para hundirlos por sus bienes.
MACDUFF -La codicia arraiga hondo y crece
con races ms perversas que la lujuria,
flor de verano; fue la espada que dio muerte
a muchos reyes nuestros. Mas no temis: Escocia
es prdiga en recursos que colmarn vuestro
deseo, y slo en vuestras propias tierras. Todo
eso lo equilibran las virtudes.
MALCOLM -Que yo no tengo. Las que convienen a un rey,
como justicia, verdad, templanza, constancia,
largueza, perseverancia, clemencia, humildad,
entrega, paciencia, valor, fortaleza,
en m ni asoman. En cambio, soy fecundo
en variaciones sobre cada delito,
que practico de muchas maneras. Si tuviese
yo el poder, echara la miel de la concordia
a los infiernos, turbara la paz del mundo,
destruira la unidad de la tierra.
MACDUFF -Ah, Escocia, Escocia!
www.ladeliteratura.com.uy

MALCOLM -Si alguien as es digno de reinar, dilo.


Yo soy el que he dicho.
MACDUFF -Digno de reinar? No, ni de vivir.
Ah, msero pas! Con un tirano
usurpador, de cetro ensangrentado,
cundo volvern tus das de salud
si el legtimo heredero de tu trono
se acusa y excluye a s mismo, renegando
de su sangre? Vuestro augusto padre
era un rey sacrosanto, y vuestra madre, la reina,
ms veces de rodillas que de pie,
mora cada da de su vida. Adis.
Los males que os habis imputado
me desterraron de Escocia. Pecho mo,
aqu acaba tu esperanza.
MALCOLM -Macduff, toda esa noble emocin,
hija de la integridad, borra de mi alma
mis negras sospechas y reconcilia mi nimo
con tu honor y verdad. Con tretas semejantes
el diablico Macbeth ha intentado
ganarme para s, mas la prudente mesura
frena mi credulidad. Desde ahora,
poniendo por testigo al Dios del cielo,
me entrego a tu gua y me retracto
de las acusaciones que me haca: me desdigo
de los vicios y defectos que me he imputado
por extraos a mi ser. Todava
no conozco mujer, nunca he perjurado,
apenas codici lo que era mo,
nunca he sido desleal, jams traicionara
al diablo con los suyos y amo tanto
la verdad como la vida. Mi primera falsedad
ha sido sta, conmigo. El que soy realmente
tuyo es, y al servicio de mi patria.
A ella, antes de que t llegases,
se dispona a partir el viejo Siward
www.ladeliteratura.com.uy

con diez mil hombres aguerridos y dispuestos


Vayamos todos juntos y sea feliz el resultado
como justa es nuestra causa. Por qu callas?
MACDUFF -No es fcil conciliar a la vez
lo agradable con lo desagradable.

Entra un MDICO.

MALCOLM -Ahora seguimos.


Podis decirme si va a salir el rey?
MDICO -S, seor. Hay una pobre multitud
esperando a que les cure: su dolencia
desafa nuestro arte, pero l los toca
(tal santidad el cielo dio a su mano)
y en seguida estn curados.
MALCOLM -Gracias, doctor.

[Sale el MDICO.]

MACDUFF-A qu dolencia se refiere?


MALCOLM -La llaman el mal del rey.
Es un acto milagroso de este soberano
que a menudo le he visto realizar
desde que estoy en Inglaterra. Cmo le inspira el cielo
slo l lo sabe: a enfermos con males pasmosos,
hinchados, llagados, de angustioso aspecto,
desesperanza de la medicina, los cura
colgndoles del cuello una medalla de oro
que les pone rezando. Se dice que al linaje
real que le suceda legar
su virtud curativa. A su inslito poder
se une el don celestial de la profeca,
y las diversas bendiciones que rodean su trono
que confirman su gracia divina.

Entra Ross.
www.ladeliteratura.com.uy

MACDUFF-Mira quin viene.


MALCOLM-Un compatriota, mas no le reconozco.
MACDUFF -Mi muy noble pariente, bienvenido.
MALCOLM -Ahora le conozco. Que Dios quite pronto
las causas que nos cambian en extraos.
ROSS-As sea.
MACDUFF -Est Escocia donde estaba?
ROSS-Ah, pobre patria! Apenas se conoce.
Ya no puede llamarse nuestra madre,
sino nuestra tumba, donde, salvo al ignorante,
a nadie se ve sonrer; donde no se oyen
los suspiros, ayes y gemidos que rasgan
el aire; donde el dolor ms violento parece
un vulgar trastorno. Ya nadie pregunta por quin
tocan a muerto, y los hombres de bien
caen antes que la flor de su sombrero,
muriendo sin enfermar.
MACDUFF -Un relato muy elaborado, aunque muy cierto.
MALCOLM -Cul es el ltimo dolor?
ROSS-El de hace una hora ya lo silban;
cada minuto engendra uno nuevo.
MACDUFF -Cmo est mi esposa?
ROSS-Pues bien.
MACDUFF -Y mis hijos?
ROSS-Bien tambin.
MACDUFF-No ha turbado su paz ese tirano?
ROSS-No, estaban en paz cuando los dej.
MACDUFF-No escatimes las palabras. Cmo va todo?
ROSS-Cuando vena para traer las nuevas
que llevo con pesar, corri el rumor
de que se alzaban muchos hombres dignos,
lo que pude comprobar personalmente
al ver movilizadas las tropas del tirano.
Es la hora de ayudar. Vuestra presencia en Escocia
creara soldados y aun las mujeres lucharan
www.ladeliteratura.com.uy

por atajar sus desventuras.


MALCOLM -Que les conforte saber que ya vamos.
El augusto rey ingls nos presta
diez mil hombres y al buen Siward.
No hay soldado mejor ni ms curtido
en toda la cristiandad.
ROSS-Ojal pudiera yo corresponder
a ese consuelo. Mis palabras slo son
para gritar en el vaco, donde nadie
pueda orlas.
MACDUFF -De qu se trata? Es de inters general
o es dolor que concierne a una persona?
ROSS-Ningn alma honrada podr sustraerse
a esta angustia, aunque la parte principal
te pertenece a ti.
MACDUFF-Si es ma, no te la guardes.
Vamos, dmela.
ROSS-Que tus odos no desprecien mi lengua
de por vida: el sonido que va a darles
ser el ms triste que jams oyeron.
MACDUFF -Mmm! Creo que lo adivino.
ROSS-Asaltaron tu castillo. Mataron
salvajemente a tu mujer y tus criaturas.
Contarte cmo, sera aadir tu muerte
al montn de pobres vctimas.
MALCOLM -Cielos clementes!
Vamos, no tires del sombrero hacia los ojos.
Expresa tus penas: dolor que te guardes
musita a tu pecho y le pide que estalle.
MACDUFF-Mis hijos tambin?
ROSS- Esposa, hijos, servidumbre,
todos los que hallaron.
MACDUFF-Y yo tan lejos! - Mataron a mi esposa?
ROSS- Ya lo he dicho.
MALCOLM-Consulate. Nuestra gran venganza
ser la medicina que cure este dolor.
www.ladeliteratura.com.uy

MACDUFF-l no tiene hijos. Todos mis pequeos?


Has dicho todos? Buitre del infierno! Todos?
Todos mis polluelos con su madre
de un cruel zarpazo?
MALCOLM -Afrntalo como un hombre.
MACDUFF -As lo har, mas tambin debo sentirlo
como un hombre. No puedo olvidar que existan
unos seres que me eran tan queridos.
El cielo fue testigo y no los defendi?
Macduff pecador, murieron por tu culpa.
Malvado de m, no por sus ofensas,
sino por las mas, la muerte cay sobre sus almas.
El cielo les d paz.
MALCOLM -Afila tu espada en tu dolor. Tu pena
se convierta en rabia y no te embote el nimo:
que te lo irrite.
MACDUFF -Ah, podra llorar como mujer y bramar
con esta lengua! Mas, cielos benignos,
atajad todo intervalo: ponedme a m
y al verdugo de Escocia frente a frente,
que est al alcance de mi acero. Si se me escapa,
que Dios le perdone a l tambin.
MALCOLM -Ese tono ya es de hombres.
Vamos con el rey. La tropa est lista;
slo resta despedirnos. Macbeth est maduro
para la cada y los poderes del cielo
ya toman sus armas. Tu aliento reanima:
muy larga es la noche que no encuentra el da.

SALEN

ACTO V
www.ladeliteratura.com.uy

Escena I
Entran un MDICO y una DAMA de compaa.

MDICO-He velado dos noches con vos, mas no he visto que sea cierta vuestra
historia. Cundo fue la ltima vez que pase dormida?
DAMA-Desde que Su Majestad sali con el ejrcito la he visto levantarse, ponerse la
bata, abrir su escritorio, sacar papel, doblarlo, escribir en l, leerlo, sellarlo y despus
acostarse. Y todo en el ms profundo sueo.
MDICO-Gran alteracin de la naturaleza, gozar el beneficio del sueo a la vez que
conducirse igual que en la vigilia. En tal trastorno sooliento, adems de caminar y
otras acciones, la habis odo decir algo alguna vez?
DAMA-S, seor. Cosas que no repetir.
MDICO-Conmigo podis y conviene que lo hagis.
DAMA-Ni con vos ni con nadie, no teniendo testigos que me apoyen.

Entra LADY MACBETH con una vela.

Mirad, ah llega. As es como sale, y os juro que est bien dormida. Escondeos y
observadla.
MDICO -De dnde ha sacado esa luz?
DAMA -La tena a su lado. Siempre tiene una luz a su lado. Fue orden suya.
MDICO-Vis? Tiene los ojos abiertos.
DAMA-S, pero la vista cerrada.
MDICO-Qu hace ahora? Mirad cmo se frota las manos.
DAMA-Acostumbra a hacerlo como si se lavara las manos. La he visto seguir as un
cuarto de hora.
LADY MACBETH-An queda una mancha.
MDICO-Chsss..! Est hablando. Anotar lo que diga para asegurar mi memoria.
LADY MACBETH-Fuera, maldita mancha! Fuera digo! - La una, las dos; es el
momento de hacerlo. - El infierno es sombro. Cmo, mi seor! Un soldado y con
miedo? Por qu temer que se conozca si nadie nos puede pedir cuentas? - Mas,
quin iba a pensar que el viejo tendra tanta sangre?
MDICO-Os fijis?
LADY MACBETH-El Barn de Fife tena esposa. Dnde est ahora? -Ah! Nunca
tendr limpias estas manos? - Ya basta, mi seor; ya basta. Lo estropeas todo con tu
pnico.
MDICO-Vaya! Sabis lo que no debais.
DAMA-Ha dicho lo que no deba, estoy segura. Lo que sabe, slo Dios lo sabe.
LADY MACBETH-An queda olor a sangre. Todos los perfumes de Arabia no darn
fragancia a esta mano ma. Ah, ah, ah!
www.ladeliteratura.com.uy

MDICO-Qu suspiro! Grave carga la de su corazn.


DAMA-Ni por toda la realeza de su cuerpo llevara yo en el pecho un corazn as.
MDICO-Bien, bien, bien.
DAMA-Dios quiera que as sea, seor.
MDICO-A este mal no llega mi ciencia. Con todo, he conocido sonmbulos que
murieron en su lecho santamente.
LADY MACBETH-Lvate las manos, ponte la bata, no ests tan plido: te repito que
Banquo est enterrado; no puede salir de la tumba.
MDICO-Es posible?
LADY MACBETH-Acustate, acustate. Estn llamando a la puerta. Ven, ven, ven, ven,
dame la mano. Lo hecho no se puede deshacer. Acustate, acustate, acustate.

Sale.

MDICO-Va a acostarse?
DAMA- Ahora mismo.
MDICO-Corren temibles rumores; actos monstruosos
engendran males monstruosos; almas viciadas
descargan sus secretos a una almohada sorda:
ms que un mdico, necesita un sacerdote.
Dios, Dios nos perdone a todos. Cuidad de ella,
apartad de su lado cuanto pueda daarla
y vigiladla de cerca. Buen descanso:
lo que he visto me aturde y deja asombrado.
Pienso, mas no me atrevo a hablar.
DAMA -Buenas noches, doctor.

Salen.

Escena II
Entran, con tambores y bandera, MENTETH, CATHNESS, ANGUS, LENNOX y soldados.

MENTETH-El ejrcito ingls ya est cerca; lo mandan


Malcolm, su to Siward y el buen Macduff.
La venganza arde en ellos: su justa causa
movera al hombre ms insensible
a fiero y sangriento combate.
www.ladeliteratura.com.uy

ANGUS -Los encontraremos junto al bosque de Birnam:


es por donde vienen.
CATHNESS -Sabe alguien si Donalbain va con su hermano?
LENNOX -No, seguro que no. Tengo una lista
de toda la nobleza: est el hijo de Siward
y muchos imberbes que por vez primera
ostentan su hombra.
MENTETH-Qu hace el tirano?
CATHNESS-Fortifica reciamente el gran Dunsinane.
Unos dicen que est loco; otros,
que le odian menos, lo llaman intrpida furia.
Lo cierto es que no puede abrochar
su mrbida causa en la correa del orden.
ANGUS-Ahora siente sus crmenes secretos
pegados a las manos. Ahora, a cada instante,
las revueltas condenan su perfidia;
cuando manda, le obedecen porque manda,
nunca por afecto. Ahora ve que la realeza
le viene muy ancha, como ropa de gigante
sobre un ladrn enano.
MENTETH -A quin puede extraarle
que sus nervios torturados se encojan de pavor,
cuando todo lo que lleva en ese cuerpo
se avergenza de ocuparlo?
CATHNESS -Bien, en marcha, a rendir acatamiento
a quien le corresponde. Vayamos al encuentro
del mdico que ha de sanar esta nacin
y derramemos con l cuantas gotas de sangre
purguen nuestra patria.
LENNOX -Todas cuantas puedan regar la flor regia
y anegar la mala hierba.
En marcha hacia Birnam!

Salen marchando.
Escena III
Entran MACBETH, el MDICO y acompaamiento.
www.ladeliteratura.com.uy

MACBETH -No me traigis ms noticias! Que huyan todos!


Mientras el bosque de Birnam no venga a Dunsinane,
no ceder al miedo. Quin es el nio Malcolm?
No naci de mujer? Los espritus que saben
todo humano acontecer me aseguraron:
No temas, Macbeth. Nadie nacido de mujer
tendr poder sobre ti. Conque huid, falsos barones,
y mezclaos con esos epicreos de ingleses:
ni la mente que me gua ni mi pecho
flaquear en la duda o cejar por miedo.

Entra un CRIADO.

El diablo lo ponga negro, plido imbcil!


De dnde sacaste esa cara de ganso?
CRIADO-Seor, hay diez mil...
MACBETH-Gansos, miserable?
CRIADO-Soldados, seor.
MACBETH-Arate la cara y colora ese miedo,
hgados blandos! Qu soldados, bobo?
Muerte a tu alma! Esas mejillas de lino
mueven al espanto. Qu soldados, cara de leche?
CRIADO-Con permiso, el ejrcito ingls.
MACBETH-Llvate esa cara!

[Sale el CRIADO.]

Seyton! - Se me encoge el alma


cuando veo... - Eh, Seyton! - Este ataque
asentar mi suerte o me destronar.
He vivido bastante; la senda de mi vida
ha llegado al otoo, a la hoja amarilla,
y lo que debe acompaar a la vejez,
como honra, afecto, obediencia, amigos sin fin,
no puedo pretenderlo. En su lugar, maldiciones,
www.ladeliteratura.com.uy

calladas, mas profundas; palabras insinceras


que mi pobre alma rehusara, mas no se atreve.
Seyton?

Entra SEYTON.

SEYTON-Qu deseis, Majestad?


MACBETH-Qu ms noticias?
SEYTON-Todas las que haba se han confirmado.
MACBETH-Luchar hasta que arranquen la carne de mis huesos.
Treme la anmadura.
SEYTON-An no hace falta.
MACBETH-Quiero ponrmela. Mandad
ms jinetes, batid el territorio,
ahorcad al que hable de miedo. La armadura! -
Cmo est la enferma, doctor?
MDICO-Ms que una dolencia, seor,
la atormenta una lluvia de visiones
que la tiene sin dormir.
MACBETH -Pues crala. No puedes
tratar un alma enferma, arrancar
de la memoria un dolor arraigado,
borrar una angustia grabada en la mente
y, con un dulce antdoto que haga olvidar,
extraer lo que ahoga su pecho
y le oprime el corazn?
MDICO -En eso el paciente debe ser su propio mdico.
MACBETH-La medicina, a los perros! A m no me sirve.
Vamos, ponme la armadura. Mi bastn de mando!
Seyton, que salgan. - Doctor, los barones huyen de m.
Vamos, rpido. - Si puedes, doctor, examinar
la orina de mi tierra, sealar su mal
y devolverle su robusta y prstina salud
te aplaudira hasta que el eco
a su vez lo aplaudiera. - Tira fuerte.
Qu ruibarbo, pocin, medicamento
www.ladeliteratura.com.uy

nos purgara de estos ingleses? Sabes de ellos?


MDICO-S, Majestad. Vuestras medidas de guerra
nos llevan a or algo.
MACBETH -[a SEYTON] Eso tretelo.
Slo temer la muerte o la ruina si viene a
Dunsinane el bosque de Bimam.
MDICO [aparte] -Si me hubiera ido ya de Dunsinane,
nunca por dinero habra de volver.

Salen.

Escena IV
Entran, con tambores y bandera, MALCOLM, SIWARD, MACDUFF, el JOVEN SIWARD,
MENTETH, CATHNESS, ANGUS y soldados en marcha.

MALCOLM -Parientes, espero que est cerca el da


en que nuestra alcoba sea un lugar seguro.
MENTETH -No nos cabe duda.
SIWARD -Qu bosque es el de ah enfrente?
MENTETH-El bosque de Birnam.
MALCOLM -Que cada soldado corte una rama
y la lleve delante. As encubriremos
nuestro nmero, y quienes nos observen
errarn su clculo.
SOLDADO -A vuestras rdenes.
SIWARD -Segn nuestras noticias, el tirano
aguarda confiado en Dunsinane
y dejar que le pongamos cerco.
MALCOLM-Esa es su esperanza,
pues, cuando ha habido ocasin de escapar,
nobles y humildes le han abandonado
y slo estn con l unos mseros forzados
que le siguen sin nimo.
MACDUFF -Que el justo dictamen venga tras los hechos;
ahora entremos en accin marcial.
SIWARD -Se acerca la hora
www.ladeliteratura.com.uy

en que se podr distinguir de cierto


lo que nuestro llamamos y lo que es nuestro.
Nutren esperanzas las suposiciones,
mas la certidumbre la darn los golpes.
Hacia ella avance la guerra!

Salen en marcha.

Escena V
Entran MACBETH, SEYTON y soldados, con tambores y bandera.

MACBETH-Izad los estandartes sobre las murallas!


Siguen gritando: Ya vienen! La robustez
del castillo se reir del asedio. Ah queden
hasta que se los coma la peste y el hambre.
De no estar reforzados por los nuestros,
los habramos combatido cara a cara
hasta echarlos a su tierra.

Gritos de mujeres, dentro.

Qu ruido es ese?
SEYTON-Gritos de mujeres, mi seor.

[Sale.]

MACBETH-Ya casi he olvidado el sabor del miedo.


Hubo un tiempo en que el sentido se me helaba
al or un chillido en la noche, y mi melena
se erizaba ante un cuento aterrador
cual si en ella hubiera vida. Me he saciado de espantos,
y el horror, compaero de mi mente homicida, no me asusta.

[Entra SEYTON.]

Por qu esos gritos?


SEYTON -Mi seor, la reina ha muerto.
www.ladeliteratura.com.uy

MACBETH-Haba de morir tarde o temprano;


alguna vez vendra tal noticia.
Maana, y maana, y maana
se arrastra con paso mezquino da tras da
hasta la slaba final del tiempo escrito,
y la luz de todo nuestro ayer gui a los bobos
hacia el polvo de la muerte. Apgate, breve llama!
La vida es una sombra que camina, un pobre actor
que en escena se arrebata y contonea
y nunca ms se le oye. Es un cuento
que cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia,
que no significa nada.

Entra un MENSAJERO.

T vienes a usar la lengua. Venga la noticia!


MENSAJERO -Augusto seor,
debo informar de lo que he visto,
aunque no s cmo hacerlo.
MACBETH -Pues dilo ya.
MENSAJERO-Estando de viga ah en lo alto,
he mirado hacia Birnam y me ha parecido
que el bosque empezaba a moverse.
MACBETH-Infame embustero!
MENSAJERO-Sufra yo vuestra clera si miento:
podis ver que se acerca a menos de tres millas.
Repito que el bosque se mueve.
MACBETH-Si no es cierto, te colgar vivo
del primer rbol hasta que el hambre te seque.
Si es verdad, no me importa que lo hagas
t conmigo. - Refreno mi determinacin;
ya recelo de equvocos del diablo,
que miente bajo capa de verdad.
Nada temas hasta que el bosque de Birnam
venga a Dunsinane, y ahora un bosque
viene a Dunsinane. A las armas, fuera!
www.ladeliteratura.com.uy

Si se confirma lo que dice el mensaje,


tan intil es huir como quedarse.
Empiezo a estar cansado del sol, y ojal
que el orden del mundo fuese a reventar.
Toca al arma, sople el viento, venga el fin,
pues llevando la armadura he de morir!

Salen.

Escena VI
Entran, con tambores y bandera, MALCOLM, SIWARD, MACDUFF y el ejrcito, con
ramas.

MALCOLM-Ahora estamos cerca: tirad la verde cortina


y mostraos como sois. - Vos, mi digno to,
con mi primo y noble hijo vuestro, mandaris
el primer batalln. El buen Macduff y yo
nos ocuparemos de todo to restante
conforme a nuestro plan.
SIWARD-Id con Dios.
Si encontrsemos la hueste del tirano,
que nos venza si en la lucha flaqueamos.
MACDUFF -Dad a las trompetas aliento vibrante,
esas mensajeras de muerte y de sangre!

Salen. Toque de trompetas prolongado.

Escena VII
Entra MACBETH.

MACBETH-Me han atado al palo y no puedo huir:


como el oso, har frente a la embestida.
Quin no ha nacido de mujer?
Slo a ste he de temer, a nadie ms.
Entra el JOVEN SIWARD.
www.ladeliteratura.com.uy

JOVEN SIWARD-Cmo to llamas?


MACBETH-Te aterrara saberlo.
JOVEN SIWARD-No, aunque tu nombre abrase ms
que cualquiera del infierno.
MACBETH-Me llamo Macbeth.
JOVEN SIWARD-Ni el diablo podra pronunciar
un nombre ms odioso a mis odos.
MACBETH-No, ni ms temible.
JOVEN SIWARD-Mientes, tirano execrable.
Probar tu mentira con mi espada.

Pelean y cae muerto el JOVEN SIWARD.

MACBETH-T naciste de mujer.


De todas las armas y espadas me ro
si el que las empua es de mujer nacido.

Sale. Fragor de batalla. Entra MACDUFF.

MACDUFF-De ah viene el ruido. Ensea la cara, tirano!


Si te matan y el golpe no es mo, las sombras
de mi esposa y de mis hijos siempre han de acosarme.
No puedo herir a los pobres mercenarios,
pagados por blandir varas: o contigo, Macbeth,
o envaino mi espada, indemne y ociosa.
Ah ests, sin duda: ese choque de armas
parece anunciar a un hombre de rango.
Fortuna, deja que lo encuentre,
que ms no te pido.

Sale. Fragor de batalla. Entran MALCOLM y SIWARD.

SIWARD-Por aqu. El castillo se rinde de grado.


Los hombres del tirano dividen sus lealtades,
los nobles barones pelean con ardor,
la victoria se anuncia casi nuestra
www.ladeliteratura.com.uy

y poco resta por hacer.


MALCOLM-Algunos del bando enemigo
combaten de nuestro lado.
SIWARD -Y ahora, entra en el castillo.

Salen. Fragor de batalla. Entra MACBETH.

MACBETH-Por qu voy a hacer el bobo romano


y morir por mi espada? Mientras vea hombres vivos,
en ellos lucen ms las cuchilladas.

Entra MACDUFF.

MACDUFF-Vulvete, perro infernal, vulvete!


MACBETH-De todos los hombres slo a ti he rehuido.
Vete de aqu: mi alma ya est
demasiado cargada de tu sangre.
MACDUFF-No tengo palabras; hablar mi espada,
t, ruin, el ms sanguinario que pueda proclamarse.

Luchan. Fragor de batalla.

MACBETH-Tu esfuerzo es en vano.


Antes que hacerme sangrar, tu afilado acero
podr dejar marca en el aire incorpreo.
Caiga tu espada sobre dbiles penachos.
Vivo bajo encantamiento, y no he de rendirme
a nadie nacido de mujer.
MACDUFF-Desconfa de encantamientos:
que el espritu al que siempre has servido
te diga que del vientre de su madre
Macduff fue sacado antes de tiempo.
MACBETH -Maldita sea la lengua que lo dice
y amedrenta lo mejor de mi hombra.
No creamos ya ms en demonios que embaucan
y nos confunden con esos equvocos,
www.ladeliteratura.com.uy

que nos guardan la promesa en la palabra


y nos roban la esperanza. - Contigo no lucho.
MACDUFF -Entonces, rndete, cobarde, y vive
para ser espectculo del mundo.
Te llevaremos, como a un raro monstruo,
pintado sobre un poste con este letrero:
Ved aqu al tirano.
MACBETH -No pienso rendirme
para morder el polvo a los pies del joven Malcolm
y ser escarnio de la chusma injuriosa.
Aunque el bosque de Birnam venga a Dunsinane
y t, mi adversario, no nacieras de mujer,
luchar hasta el final. Empuo mi escudo
delante del cuerpo: pega bien, Macduff;
maldito el que grite: Basta, basta ya!

Salen luchando. Fragor de batalla. Entran luchando y MACBETH cae muerto. Sale MACDUFF con
el cuerpo de MACBETH. Toque de retreta. Trompetas. Entran, con tambores y bandera,
MALCOLM, SIWARD, ROSS, barones y soldados.

MALCOLM-Ojal los amigos que faltan estn a salvo.


SIWARD-Habrn muerto algunos, aunque, viendo los presentes,
tan grande victoria no ha sido costosa.
MALCOLM -Faltan Macduff y vuestro noble hijo.
ROSS-Seor, vuestro hijo pag la deuda del soldado.
Vivi para llegar a ser un hombre,
mas, no bien hubo confirmado su valor
en el puesto en que luch inconmovible,
muri como un hombre.
SIWARD -As que ha muerto?
ROSS-S, y ya le han retirado del campo.
No midis vuestro dolor por su vala,
pues entonces sera infinito.
SIWARD -Fue herido por delante?
ROSS-S, de frente.
SIWARD -Sea entonces soldado de Dios.
Si tuviera tantos hijos como tengo cabellos,
www.ladeliteratura.com.uy

no podra desearles mejor muerte.


Su campana ya ha doblado.
MALCOLM-l merece ms duelo;
yo se lo dar.
SIWARD-Ya ms no merece:
su cuenta ha pagado con su hermosa muerte.
Dios sea con l. Aqu viene ms consuelo.

Entra MACDUFF con la cabeza de MACBETH.

MACDUFF-Salud, rey, puesto sois! Ved aqu clavada


la cabeza del vil usurpador El mundo es libre.
Os rodea la flor de vuestro reino,
que en su pecho ya repite mi saludo.
Que sus voces digan alto con la ma:
Salud, rey de Escocia!
TODOS -Salud, rey de Escocia!
Toque de trompetas.

MALCOLM-No dejar que pase mucho tiempo


sin tasar el afecto que ha mostrado cada uno
y pagaros mis deudas. Mis barones y parientes,
desde ahora sois condes, los primeros que en Escocia
alcanzan este honor. Cuanto quede por hacer
y deba repararse en esta hora,
como repatriar a los amigos desterrados
que huyeron de las trampas de un tirano vigilante,
denunciar a los brbaros agentes
de este carnicero y su diablica reina,
que, segn dicen, se quit la vida
por su propia mano cruel; todo esto
y cuanto sea justo, con favor divino,
en modo, tiempo y lugar he de cumplirlo.
Gracias, pues, a todos. Quedis invitados
a venir a Scone y verme coronado.
Toque de trompetas. Salen todos
www.ladeliteratura.com.uy

HAMLET, PRNCIPE DE DINAMARCA

PERSONAJES

CLAUDIO, Rey de Dinamarca.


GERTRUDIS, Reina de Dinamarca.
HAMLET, Prncipe de Dinamarca.
FORTIMBRS, Prncipe de Noruega.
LA SOMBRA DEL REY HAMLET.
POLONIO, Sumiller de Corps.
OFELIA, hija de Polonio.
LAERTES, hijo.
HORACIO, amigo de Hamlet.
VOLTIMAN, cortesano.
CORNELIO, cortesano.
RICARDO, cortesano.
GUILLERMO, cortesano.
ENRIQUE, cortesano.
MARCELO, soldado.
BERNARDO, soldado.
FRANCISCO, soldado.
REYNALDO, criado de Polonio.
DOS EMBAJADORES de Inglaterra.
UN CURA.
UN CABALLERO.
UN CAPITN.
UN GUARDIA.
UN CRIADO.
DOS MARINEROS.
DOS SEPULTUREROS.
CUATRO CMICOS.
Acompaamiento de Grandes, Caballeros, Damas, Soldados, Curas, Cmicos, Criados.

La escena se representa en el Palacio y Ciudad de Elsinor, en sus cercanas y


en las fronteras de Dinamarca.

ACTO I

Escena I

Explanada delante del Palacio Real de Elsinor. Noche oscura. FRANCISCO, BERNARDO

BERNARDO.- Quin est ah?

FRANCISCO.- No, respndame l a m. Detngase y diga quin es.

BERNARDO.- Viva el Rey.


www.ladeliteratura.com.uy

FRANCISCO.- Es Bernardo?

BERNARDO.- El mismo.

FRANCISCO.- T eres el ms puntual en venir a la hora.

BERNARDO.- Las doce han dado ya; bien puedes ir a recogerte

FRANCISCO.- Te doy mil gracias por la mudanza. Hace un fro que penetra y yo estoy
delicado del pecho.

BERNARDO.- Has hecho tu guardia tranquilamente?

FRANCISCO.- Ni un ratn se ha movido.

BERNARDO.- Muy bien. Buenas noches. Si encuentras a Horacio y Marcelo, mis


compaeros de guardia, diles que vengan presto.

FRANCISCO.- Me parece que los oigo. Alto ah. Eh! Quin va?

Escena II

HORACIO, MARCELO y dichos.

HORACIO.- Amigos de este pas.

MARCELO.- Y fieles vasallos del Rey de Dinamarca.

FRANCISCO.- Buenas noches.

MARCELO.- Oh! Honrado soldado! Psalo bien. Quin te relev de la centinela?

FRANCISCO.- Bernardo, que queda en mi lugar. Buenas noches.

MARCELO.- Hola! Bernardo!

BERNARDO.- Quin est ah? Es Horacio?

HORACIO.- Un pedazo de l.

BERNARDO.- Bienvenido, Horacio; Marcelo, bienvenido.

MARCELO.- Y qu? Se ha vuelto a aparecer aquella cosa esta noche?

BERNARDO.- Yo nada he visto

MARCELO.- Horacio dice que es aprehensin nuestra, y nada quiere creer de cuanto le
he dicho acerca de ese espantoso fantasma que hemos visto ya en dos ocasiones. Por
eso le he rogado que se venga a la guardia con nosotros, para que si esta noche
www.ladeliteratura.com.uy

vuelve el aparecido, pueda dar crdito a nuestros ojos, y le hable si quiere.

HORACIO.- Qu! No, no vendr.

BERNARDO.- Sentmonos un rato, y deja que asaltemos de nuevo tus odos con el
suceso que tanto repugnan or y que en dos noches seguidas hemos ya presenciado
nosotros.

HORACIO.- Muy bien, sentmonos y oigamos lo que Bernardo nos cuente.

BERNARDO.- La noche pasada, cuando esa misma estrella que est al occidente del
polo haba hecho ya su carrera, para iluminar aquel espacio del cielo donde ahora
resplandece, Marcelo y yo, a tiempo que el reloj daba la una...

MARCELO.- Chit. Calla, mrale por donde viene otra vez.

BERNARDO.- Con la misma figura que tena el difunto Rey.

MARCELO.- Horacio, t que eres hombre de estudios, hblale.

BERNARDO.- No se parece todo al Rey? Mrale, Horacio.

HORACIO.- Muy parecido es... Su vista me conturba con miedo y asombro.

BERNARDO.- Querr que le hablen.

MARCELO.- Hblale, Horacio.

HORACIO.- Quin eres t, que as usurpas este tiempo a la noche, y esa presencia
noble y guerrera que tuvo un da la majestad del Soberano Dans, que yace en el
sepulcro? Habla, por el Cielo te lo pido.

MARCELO.- Parece que est irritado.

BERNARDO.- Ves? Se va, como desprecindonos.

HORACIO.- Detente, habla. Yo te lo mando. Habla.

MARCELO.- Ya se fue. No quiere respondernos.

BERNARDO.- Qu tal, Horacio? T tiemblas y has perdido el color. No es esto algo


ms que aprensin? Qu te parece?

HORACIO.- Por Dios que nunca lo hubiera credo, sin la sensible y cierta demostracin
de mis propios ojos.

MARCELO.- No es enteramente parecido al Rey?

HORACIO.- Como t a ti mismo. Y tal era el arns de que iba ceido cuando pele con
el ambicioso Rey de Noruega, y as le vi arrugar ceudo la frente cuando en una
altercacin colrica hizo caer al de Polonia sobre el hielo, de un solo golpe... Extraa
www.ladeliteratura.com.uy

aparicin es sta!

MARCELO.- Pues de esa manera, y a esta misma hora de la noche, se ha paseado dos
veces con ademn guerrero delante de nuestra guardia.

HORACIO.- Yo no comprendo el fin particular con que esto sucede; pero en mi ruda
manera de pensar, pronostica alguna extraordinaria mudanza a nuestra nacin.

MARCELO.- Ahora bien, sentmonos y decidme, cualquiera de vosotros que lo sepa;


por qu fatigan todas las noches a los vasallos con estas guardias tan penosas y
vigilantes? Para qu es esta fundicin de caones de bronce y este acopio extranjero
de mquinas de guerra? A qu fin esa multitud de carpinteros de marina, precisados a
un afn molesto, que no distingue el domingo de lo restante de la semana? Qu
causas puede haber para que sudando el trabajador apresurado junte las noches a los
das? Quin de vosotros podr decrmelo?

HORACIO.- Yo te lo dir, o a lo menos, los rumores que sobre esto corren. Nuestro
ltimo Rey (cuya imagen acaba de aparecrsenos) fue provocado a combate, como ya
sabis, por Fortimbrs de Noruega estimulado ste de la ms orgullosa emulacin. En
aquel desafo, nuestro valeroso Hamlet (que tal renombre alcanz en la parte del
mundo que nos es conocida) mat a Fortimbrs, el cual por un contrato sellado y
ratificado segn el fuero de las armas, ceda al vencedor (dado caso que muriese en la
pelea) todos aquellos pases que estaban bajo su dominio. Nuestro Rey se oblig
tambin a cederle una porcin equivalente, que hubiera pasado a manos de
Fortimbrs, como herencia suya, si hubiese vencido; as como, en virtud de aquel
convenio y de los artculos estipulados, recay todo en Hamlet. Ahora el joven
Fortimbrs, de un carcter fogoso, falto de experiencia y lleno de presuncin, ha ido
recogiendo de aqu y de all por las fronteras de Noruega, una turba de gente resuelta
y perdida, a quien la necesidad de comer determina a intentar empresas que piden
valor; y segn claramente vemos, su fin no es otro que el de recobrar con violencia y a
fuerza de armas los mencionados pases que perdi su padre. Este es, en mi dictamen,
el motivo principal de nuestras prevenciones, el de esta guardia que hacemos, y la
verdadera causa de la agitacin y movimiento en que toda la nacin est.

BERNARDO.- Si no es esa, yo no alcanzo cul puede ser..., y en parte lo confirma la


visin espantosa que se ha presentado armada en nuestro puesto, con la figura misma
del Rey, que fue y es todava el autor de estas guerras.

HORACIO.- Es por cierto una mota que turba los ojos del entendimiento. En la poca
ms gloriosa y feliz de Roma, poco antes que el poderoso Csar cayese quedaron
vacos los sepulcros y los amortajados cadveres vagaron por las calles de la ciudad,
gimiendo en voz confusa; las estrellas resplandecieron con encendidas colas, cay
lluvia de sangre, se ocult el sol entre celajes funestos y el hmedo planeta, cuya
influencia gobierna el imperio de Neptuno, padeci eclipse como si el fin del mundo
hubiese llegado. Hemos visto ya iguales anuncios de sucesos terribles, precursores que
avisan los futuros destinos, el cielo y la tierra juntos los han manifestado a nuestro pas
y a nuestra gente... Pero. Silencio... Veis?..., all... Otra vez vuelve... Aunque el terror
me hiela, yo le quiero salir al encuentro. Detente, fantasma. Si puedes articular
sonidos, si tienes voz hblame. Si all donde ests puedes recibir algn beneficio para
tu descanso y mi perdn, hblame. Si sabes los hados que amenazan a tu pas, los
cuales felizmente previstos puedan evitarse, ay!, habla... O si acaso, durante tu vida,
acumulaste en las entraas de la tierra mal habidos tesoros, por lo que se dice que
www.ladeliteratura.com.uy

vosotros, infelices espritus, despus de la muerte vagis inquietos; declralo...


Detente y habla... Marcelo, detenle.

MARCELO.- Le dar con mi lanza?

HORACIO.- S, hirele, si no quiere detenerse.

BERNARDO.- Aqu est.

HORACIO.- Aqu.

MARCELO.- Se ha ido. Nosotros le ofendemos, siendo l un Soberano, en hacer


demostraciones de violencia. Bien que, segn parece, es invulnerable como el aire, y
nuestros esfuerzos vanos y cosa de burla.

BERNARDO.- l iba ya a hablar cuando el gallo cant.

HORACIO.- Es verdad, y al punto se estremeci como el delincuente apremiado con


terrible precepto. Yo he odo decir que el gallo, trompeta de la maana, hace despertar
al Dios del da con la alta y aguda voz de su garganta sonora, y que a este anuncio,
todo extrao espritu errante por la tierra o el mar, el fuego o el aire, huye a su centro;
y la fantasma que hemos visto acaba de confirmar la certeza de esta opinin.

MARCELO.- En efecto, desapareci al cantar el gallo. Algunos dicen que cuando se


acerca el tiempo en que se celebra el nacimiento de nuestro Redentor, este pjaro
matutino canta toda la noche y que entonces ningn espritu se atreve a salir de su
morada, las noches son saludables, ningn planeta influye siniestramente, ningn
maleficio produce efecto, ni las hechiceras tienen poder para sus encantos. Tan
sagrados son y tan felices aquellos das!

HORACIO.- Yo tambin lo tengo entendido as y en parte lo creo. Pero ved como ya la


maana, cubierta con la rosada tnica, viene pisando el roco de aquel alto monte
oriental. Demos fin a la guardia, y soy de opinin que digamos al joven Hamlet lo que
hemos visto esta noche, porque yo os prometo que este espritu hablar con l,
aunque ha sido para nosotros mudo. No os parece que d esta noticia, indispensable
en nuestro celo y tan propia de nuestra obligacin?

MARCELO.- S, s, hagmoslo. Yo s en donde le hallaremos esta maana, con ms


seguridad.

Escena III

CLAUDIO, GERTRUDIS, HAMLET, POLONIO, LAERTES, VOLTIMAN, CORNELIO,


Caballeros, Damas y acompaamiento.

Saln de Palacio.

CLAUDIO.- Aunque la muerte de mi querido hermano Hamlet est todava tan reciente
en nuestra memoria, que obliga a mantener en tristeza los corazones y a que en todo
el Reino slo se observe la imagen del dolor; con todo eso, tanto ha combatido en m
la razn a la naturaleza, que he conservado un prudente sentimiento de su prdida,
www.ladeliteratura.com.uy

junto con la memoria de lo que a nosotros nos debemos. A este fin he recibido por
esposa, a la que un tiempo fue mi hermana y hoy reina conmigo, compaera en el
trono de esta belicosa nacin; si bien estas alegras son imperfectas, pues en ellas se
han unido a la felicidad las lgrimas, las fiestas a pompa fnebre, los cnticos de
muerte a los epitalamios de Himeneo, pesados en igual balanza el placer y la afliccin.
Ni hemos dejado de seguir los dictmenes de vuestra prudencia, que en esta ocasin
ha procedido con absoluta libertad de lo cual os quedo muy agradecido. Ahora falta
deciros, que el joven Fortimbrs, estimndome en poco, o presumiendo que la reciente
muerte de mi querido hermano habr producido en el Reino trastorno y desunin;
fiado en esta soada superioridad, no ha cesado de importunarme con mensajes,
pidindome le restituya aquellas tierras que perdi su padre y adquiri mi valeroso
hermano, con todas las formalidades de la ley. Basta ya lo que de l he dicho. Por lo
que a m toca y en cuanto al objeto que hoy nos rene; veisle aqu. Escribo al Rey de
Noruega, to del joven Fortimbrs, que doliente y postrado en el lecho apenas tiene
noticia de los proyectos de su sobrino, a fin de que le impida llevarlos adelante, pues
tengo ya exactos informes de la gente que levanta contra m, su calidad, su nmero y
fuerzas. Prudente Cornelio, y t Voltiman, vosotros saludareis en mi nombre al anciano
Rey; aunque no os doy facultad personal para celebrar con l tratado alguno, que
exceda los lmites expresados en estos artculos. Id con Dios, y espero que
manifestaris en vuestra diligencia el celo de servirme.

VOLTIMAN.- En esta y cualquiera otra comisin os daremos pruebas de nuestro


respeto.

CLAUDIO.- No lo dudar. El Cielo os guarde.

Escena IV

CLAUDIO, GERTRUDIS, HAMLET, POLONIO, LAERTES, Damas, Caballeros y


acompaamiento.

CLAUDIO.- Y t, Laertes, qu solicitas? Me has hablado de una pretensin, no me


dirs cul sea? En cualquiera cosa justa que pidas al Rey de Dinamarca, no ser vano
el ruego. Ni qu podrs pedirme que no sea ms ofrecimiento mo, que demanda
tuya? No es ms adicto a la cabeza el corazn ni ms pronta la mano en servir a la
boca, que lo es el trono de Dinamarca para con tu padre. En fin, qu pretendes?

LAERTES.- Respetable Soberano, solicito la gracia de vuestro permiso para volver a


Francia. De all he venido voluntariamente a Dinamarca a manifestaros mi leal afecto,
con motivo de vuestra coronacin; pero ya cumplida esta deuda, fuerza es confesaros
que mis ideas y mi inclinacin me llaman de nuevo a aquel pas, y espero de vuestra
mucha bondad esta licencia.

CLAUDIO.- Has obtenido ya la de tu padre? Qu dices Polonio?

POLONIO.- A fuerza de importunaciones ha logrado arrancar mi tardo consentimiento.


Al verle tan inclinado, firm ltimamente la licencia de que se vaya, aunque a pesar
mo; y os ruego, seor, que se la concedis.

CLAUDIO.- Elige el tiempo que te parezca ms oportuno para salir, y haz cuanto gustes
y sea ms conducente a tu felicidad. Y t, Hamlet, mi deudo, mi hijo!
www.ladeliteratura.com.uy

HAMLET.- Algo ms que deudo, y menos que amigo.

CLAUDIO.- Qu sombras de tristeza te cubren siempre?

HAMLET.- Al contrario, seor, estoy demasiado a la luz.

GERTRUDIS.- Mi buen Hamlet, no as tu semblante manifieste afliccin; vase en l


que eres amigo de Dinamarca; ni siempre con abatidos prpados busques entre el
polvo a tu generoso padre. T lo sabes, comn es a todos, el que vive debe morir,
pasando de la naturaleza a la eternidad.

HAMLET.- S seora, a todos es comn.

GERTRUDIS.- Pues si lo es, por qu aparentas tan particular sentimiento?

HAMLET.- Aparentar? No seora, yo no s aparentar. Ni el color negro de este manto,


ni el traje acostumbrado en solemnes lutos, ni los interrumpidos sollozos, ni en los ojos
un abundante ro, ni la dolorida expresin del semblante, junto con las frmulas, los
ademanes, las exterioridades de sentimiento; bastarn por s solos, mi querida madre,
a manifestar el verdadero afecto que me ocupa el nimo. Estos signos aparentan, es
verdad; pero son acciones que un hombre puede fingir... Aqu, aqu dentro tengo lo
que es ms que apariencia, lo restante no es otra cosa que atavos y adornos del dolor.

CLAUDIO.- Bueno y laudable es que tu corazn pague a un padre esa lgubre deuda,
Hamlet; pero, no debes ignorarlo, tu padre perdi un padre tambin y aquel perdi el
suyo. El que sobrevive, limita la filial obligacin de su obsequiosa tristeza a un cierto
trmino; pero continuar en interminable desconsuelo, es una conducta de obstinacin
impa. Ni es natural en el hombre tan permanente afecto; que anuncia una voluntad
rebelde a los decretos de la Providencia, un corazn dbil, un alma indcil, un talento
limitado y falto de luces. Ser bien que el corazn padezca, queriendo neciamente
resistir a lo que es y debe ser inevitable, a lo que es tan comn como cualquiera de las
cosas que ms a menudo hieren nuestros sentidos? Este es un delito contra el Cielo,
contra la muerte, contra la naturaleza misma; es hacer una injuria absurda a la razn,
que nos da en la muerte de nuestros padres la ms frecuente de sus lecciones, y que
nos est diciendo, desde el primero de los hombres hasta el ltimo que hoy expira:
Mortales, ved aqu vuestra irrevocable suerte. Modera, pues, yo te lo ruego, esa intil
tristeza, considera que tienes un padre en mi puesto, que debe ser notorio al mundo
que t eres la persona ms inmediata a mi trono y que te amo con el afecto ms puro
que puede tener a su hijo un padre. Tu resolucin de volver a los estudios de
Witemberga es la ms opuesta a nuestro deseo, y antes bien te pedimos que desistas
de ella; permaneciendo aqu, estimado y querido a vista nuestra, como el primero de
mis Cortesanos, mi pariente y mi hijo.

GERTRUDIS.- Yo te ruego Hamlet, que no vayas a Witemberga; qudate con nosotros.


No sean vanas las splicas de tu madre.

HAMLET.- Obedeceros en todo ser siempre mi primer conato.

CLAUDIO.- Por esa afectuosa y plausible respuesta quiero que seas otro yo en el
imperio dans. Venid, seora. La sincera y fiel condescendencia de Hamlet ha llenado
de alegra mi corazn. En aplauso de este acontecimiento, no celebrar hoy Dinamarca
festivos brindis sin que lo anuncie a las nubes el can robusto, y el cielo retumbe
www.ladeliteratura.com.uy

muchas veces a las aclamaciones del Rey repitiendo el trueno de la tierra. Venid.

Escena V

HAMLET solo

HAMLET.- Oh! Si esta demasiado slida masa de carne pudiera ablandarse y


liquidarse, disuelta en lluvia de lgrimas! O el Todopoderoso no asestara el can
contra el homicida de s mismo! Oh! Dios! Oh! Dios mo! Cun fatigado ya de todo,
juzgo molestos, inspidos y vanos los placeres del mundo! Nada, nada quiero de l, es
un campo inculto y rudo, que slo abunda en frutos groseros y amargos. Que esto
haya llegado a suceder a los dos meses que l ha muerto! No, ni tanto, an no ha dos
meses. Aquel excelente Rey, que fue comparado con este, como con un Stiro,
Hiperin; tan amante de mi madre, que ni a los aires celestes permita llegar atrevidos
a su rostro. Oh! Cielo y tierra! Para qu conservo la memoria? Ella, que se le
mostraba tan amorosa como si en la posesin hubieran crecido sus deseos. Y no
obstante, en un mes... Ah! no quisiera pensar en esto. Fragilidad! T tienes nombre
de mujer! En el corto espacio de un mes y an antes de romper los zapatos con que,
semejante a Niobe, baada en lgrimas, acompa el cuerpo de mi triste padre... S,
ella, ella misma. Cielos! Una fiera, incapaz de razn y discurso, hubiera mostrado
afliccin ms durable. Se ha casado, en fin, con mi to, hermano de mi padre; pero no
ms parecido a l que yo lo soy a Hrcules. En un mes... enrojecidos an los ojos con
el prfido llanto, se cas. Ah! Delincuente precipitacin! Ir a ocupar con tal diligencia
un lecho incestuoso! Ni esto es bueno, ni puede producir bien. Pero, hazte pedazos
corazn mo, que mi lengua debe reprimirse.

Escena VI

HAMLET, HORACIO, BERNARDO y MARCELO

HORACIO.- Buenos das, seor.

HAMLET.- Me alegro de verte bueno... Es Horacio? O me he olvidado de m propio.

HORACIO.- El mismo soy, y siempre vuestro humilde criado.

HAMLET.- Mi buen amigo, yo quiero trocar contigo ese ttulo que te das. A qu has
venido de Witemberga? Ah! Marcelo!

MARCELO.- Seor.

HAMLET.- Mucho me alegro de verte con salud tambin. Pero, la verdad, a qu has
venido de Witemberga?

HORACIO.- Seor..., deseos de holgarme.

HAMLET.- No quisiera or de boca de tu enemigo otro tanto, ni podrs forzar mis odos
a que admitan una disculpa que te ofende. Yo s que no eres desaplicado. Pero, dime,
qu asuntos tienes en Elsingor? Aqu te ensearemos a ser gran bebedor antes que te
vuelvas.
www.ladeliteratura.com.uy

HORACIO.- He venido a ver los funerales de vuestro padre.

HAMLET.- No se burle de m, por Dios, seor condiscpulo. Yo creo que habrs venido
a las bodas de mi madre.

HORACIO.- Es verdad, como se han celebrado inmediatamente.

HAMLET.- Economa, Horacio, economa. An no se haban enfriado los manjares


cocidos para el convite del duelo, cuando se sirvieron en las mesas de la boda... Oh!
yo quisiera haberme hallado en el cielo con mi mayor enemigo, antes que haber visto
aquel da. Mi padre!... Me parece que veo a mi padre.

HORACIO.- En dnde, seor?

HAMLET.- Con los ojos del alma, Horacio.

HORACIO.- Alguna vez le vi. Era un buen Rey.

HAMLET.- Era un hombre tan cabal en todo que no espero hallar otro semejante.

HORACIO.- Seor, yo creo que le vi anoche.

HAMLET.- Le viste? A quin?

HORACIO.- Al Rey vuestro padre.

HAMLET.- Al Rey mi padre?

HORACIO.- Prestadme odo atento, suspendiendo un rato vuestra admiracin, mientras


os refiero este caso maravilloso apoyado con el testimonio de estos caballeros.

HAMLET.- S, por Dios, dmelo.

HORACIO.- Estos dos seores, Marcelo y Bernardo, le haban visto dos veces
hallndose de guardia, como a la mitad de la profunda noche. Una figura, semejante a
vuestro padre, armada segn l sola de pies a cabeza, se les puso delante, caminando
grave, tardo y majestuoso por donde ellos estaban. Tres veces pas de esta manera
ante sus ojos, que oprima el pavor, acercndose hasta donde ellos podan alcanzar
con sus lanzas; pero dbiles y casi helados con el miedo, permanecieron mudos sin
osar hablarle. Dironme parte de este secreto horrible; voyme a la guardia con ellos la
tercera noche, y all encontr ser cierto cuanto me haban dicho, as en la hora, como
en la forma y circunstancias de aquella aparicin. La Sombra volvi en efecto. Yo
conoc a vuestro padre, y es tan parecido a l, como lo son entre s estas dos manos
mas.

HAMLET.- Y en dnde fue eso?

MARCELO.- En la muralla de palacio, donde estbamos de centinela.

HAMLET.- Y no le hablasteis?
www.ladeliteratura.com.uy

HORACIO.- S seor, yo le habl; pero no me dio respuesta alguna. No obstante, una


vez me parece que alz la cabeza haciendo con ella un movimiento, como si fuese a
hablarme; pero al mismo tiempo se oy la aguda voz del gallo matutino y al sonido
huy con presta fuga, desapareciendo de nuestra vista.

HAMLET.- Es cosa bien admirable!

HORACIO.- Y tan cierta como mi propia existencia. Nosotros hemos credo que era
obligacin nuestra avisaros de ello, mi venerado Prncipe.

HAMLET.- S, amigos, s... pero esto me llena de turbacin. Estis de centinela esta
noche?

TODOS.- S, seor.

HAMLET.- Decs que iba armado?

TODOS.- S, seor, armado.

HAMLET.- De la frente al pie?

TODOS.- S, seor, de pies a cabeza.

HAMLET.- Luego no le visteis el rostro.

HORACIO.- Le vimos, porque traa la visera alzada.

HAMLET.- Y qu? Pareca que estaba irritado?

HORACIO.- Ms anunciaba su semblante el dolor que la ira.

HAMLET.- Plido o encendido?

HORACIO.- No, muy plido.

HAMLET.- Y fijaba la vista en vosotros?

HORACIO.- Constantemente.

HAMLET.- Yo hubiera querido hallarme all.

HORACIO.- Mucho pavor os hubiera causado.

HAMLET.- S, es verdad, s... Y permaneci mucho tiempo?

HORACIO.- El que puede emplearse en contar desde uno hasta ciento, con moderada
diligencia.

MARCELO.- Ms, ms estuvo.

HORACIO.- Cuando yo le vi, no.


www.ladeliteratura.com.uy

HAMLET.- La barba blanca, eh?

HORACIO.- S, seor, como yo se la haba visto cuando viva; de un color ceniciento.

HAMLET.- Quiero ir esta noche con vosotros al puesto, por si acaso vuelve.

HORACIO.- Oh! S volver, yo os lo aseguro.

HAMLET.- Si l se me presenta en la figura de mi noble padre yo le hablar aunque el


infierno mismo abriendo sus entraas me impusiera silencio. Yo os pido a todos que as
como hasta ahora habis callado a los dems, lo que visteis, de hoy en adelante lo
ocultis con el mayor sigilo; y sea cual fuere el suceso de esta noche, fiadlo al
pensamiento, pero no a la lengua; y yo sabr remunerar vuestro celo. Dios os guarde,
amigos. Entre once y doce ir a buscaros a la muralla.

TODOS.- Nuestra obligacin es serviros.

HAMLET.- S, conservadme vuestro amor y estad seguros del mo. Adis. El espritu de
mi padre... Con armas... No es esto bueno. Recelo alguna maldad. Oh! Si la noche
hubiese ya llegado! Espermosla tranquilamente, alma ma. Las malas acciones,
aunque toda la tierra las oculte, se descubren al fin a la vista humana.

Escena VII

LAERTES, OFELIA

Sala de la casa de Polonio.

LAERTES.- Ya tengo todo mi equipaje a bordo. Adis hermana, y cuando los vientos
sean favorables y seguro el paso del mar, no te descuides en darme nuevas de ti.

OFELIA.- Puedes dudarlo?

LAERTES.- Por lo que hace al frvolo obsequio de Hamlet, debes considerarle como una
mera cortesana, un hervor de la sangre, una violeta que en la primavera juvenil de la
naturaleza se adelanta a vivir y no permanece hermosa, no durable: perfume de un
momento y nada ms.

OFELIA.- Nada ms.

LAERTES.- Pienso que no, porque no slo en nuestra juventud se aumentan las fuerzas
y tamao del cuerpo, sino que las facultades interiores del talento y del alma crecen
tambin con el templo en que ella reside. Puede ser que l te ame ahora con
sinceridad, sin que manche borrn alguno la pureza de su intencin; pero debes temer,
al considerar su grandeza, que no tiene voluntad propia y que vive sujeto a obrar
segn a su nacimiento corresponde. l no puede como una persona vulgar, elegir por
s mismo; puesto que de su eleccin depende la salud y prosperidad de todo un Reino
y ve aqu por qu esta eleccin debe arreglarse a la condescendencia unnime de
aquel cuerpo de quien es cabeza. As, pues, cuando l diga que te ama, ser prudencia
www.ladeliteratura.com.uy

en ti no darle crdito; reflexionando que en el alto lugar que ocupa nada puede
cumplir de lo que promete, sino aquello que obtenga el consentimiento de la parte ms
principal de Dinamarca. Considera cul prdida padecera tu honor, si con demasiada
credulidad dieras odos a su voz lisonjera, perdiendo la libertad del corazn o
facilitando a sus instancias impetuosas el tesoro de tu honestidad. Teme, Ofelia, teme
querida hermana, no sigas inconsiderada tu inclinacin; huye del peligro colocndote
fuera del tiro de los amorosos deseos. La doncella ms honesta, es libre en exceso, si
descubre su belleza al rayo de la luna. La virtud misma no puede librarse de los golpes
de la calumnia. Muchas veces el insecto roe las flores hijas del verano, aun antes que
su botn se rompa, y al tiempo que la aurora matutina de la juventud esparce su
blando roco, los vientos mortferos son ms frecuentes. Conviene, pues, no omitir
precaucin alguna, pues la mayor seguridad estriba en el temor prudente. La juventud,
aun cuando nadie la combate, halla en s misma su propio enemigo.

OFELIA.- Yo conservar para defensa de mi corazn tus saludables mximas. Pero, mi


buen hermano, mira no hagas t lo que algunos rgidos Pastores hacen mostrando
spero y espinoso el camino del Cielo, mientras como impos y abandonados disolutos
pisan ellos la senda florida de los placeres; sin cuidarse de practicar su propia doctrina.

LAERTES.- Oh! No lo receles. Yo me detengo demasiado; pero all viene mi padre,


pues la ocasin es favorable me despedir de l otra vez. Su bendicin repetida ser
un nuevo consuelo para m.

Escena VIII

POLONIO, LAERTES, OFELIA

POLONIO.- An ests aqu? Qu mala vergenza! A bordo, a bordo, el viento impele


ya por la popa tus velas, y a ti slo aguardan. Recibe mi bendicin y procura imprimir
en la memoria estos pocos preceptos. No publiques con facilidad lo que pienses, ni
ejecutes cosa no bien premeditada primero. Debes ser afable, pero no vulgar en el
trato. Une a tu alma con vnculos de acero aquellos amigos que adoptaste despus de
examinada su conducta; pero no acaricies con mano prdiga a los que acaban de salir
del cascarn y an estn sin plumas. Huye siempre de mezclarte en disputas; pero una
vez metido en ellas, obra de manera que tu contrario huya de ti. Presta el odo a todos
y a pocos la voz. Oye las censuras de los dems; pero reserva tu propia opinin. Sea
tu vestido tan costoso cuanto tus facultades lo permitan; pero no afectado en su
hechura, rico, no extravagante, porque el traje dice por lo comn quin es el sujeto, y
los caballeros y principales seores franceses tienen el gusto muy delicado en esta
materia. Procura no dar ni pedir prestado a nadie, porque el que presta suele perder a
un tiempo el dinero y el amigo, y el que se acostumbra a pedir prestado falta al
espritu de economa y buen orden, que nos es tan til. Pero, sobre todo, usa de
ingenuidad contigo mismo, y no podrs ser falso con los dems, consecuencia tan
necesaria como que la noche suceda al da. Adis y l permita que mi bendicin haga
fructificar en ti estos consejos.

LAERTES.- Humildemente os pido vuestra licencia.

POLONIO.- S, el tiempo te est convidando y tus criados esperan; vete.


www.ladeliteratura.com.uy

LAERTES.- Adis, Ofelia, y acurdate bien de lo que te he dicho.

OFELIA.- En mi memoria queda guardado y t mismo tendrs la llave.

LAERTES.- Adis.

Escena IX

POLONIO, OFELIA

POLONIO.- Y qu es lo que te ha dicho, Ofelia?

OFELIA.- Si gustis de saberlo, cosas eran relativas al Prncipe Hamlet.

POLONIO.- Bien pensado, en verdad. Me han dicho que de poco tiempo a esta parte te
ha visitado varias veces privadamente, y que t le has admitido con mucha
complacencia y libertad. Si esto es as (como me lo han asegurado, a fin de que
prevenga el riesgo) debo advertirte que no te has portado con aquella delicadeza que
corresponde a una hija ma y a tu propio honor. Qu es lo que ha pasado entre los
dos? Dime la verdad.

OFELIA.- ltimamente me ha declarado con mucha ternura su amor.

POLONIO.- Amor! Ah! T hablas como una muchacha loquilla y sin experiencia, en
circunstancias tan peligrosas. Ternura la llamas! Y t das crdito a esa ternura?

OFELIA.- Yo, seor, ignoro lo que debo creer.

POLONIO.- En efecto es as, y yo quiero ensertelo. Piensa bien que eres una nia,
que has recibido por verdadera paga esas ternuras que no son moneda corriente.
Estmate en ms a ti propia; pues si te aprecias en menos de lo que vales (por seguir
la comenzada alusin) hars que pierda el entendimiento.

OFELIA.- l me ha requerido de amores, es verdad; pero siempre con una apariencia


honesta, que...

POLONIO.- S, por cierto, apariencia puedes llamarla. Y bien? Prosigue.

OFELIA.- Y autoriz cuanto me deca con los ms sagrados juramentos.

POLONIO.- S, esas son redes para coger codornices. Yo s muy bien, cuando la
sangre hierve, con cuanta prodigalidad presta el alma juramentos a la lengua; pero
son relmpagos, hija ma, que dan ms luz que calor; estos y aquellos se apagan
pronto y no debes tomarlos por fuego verdadero, ni aun en el instante mismo en que
parece que sus promesas van a efectuarse. De hoy en adelante cuida de ser ms avara
de tu presencia virginal; pon tu conversacin a precio ms alto, y no a la primera
insinuacin admitas coloquios. Por lo que toca al Prncipe, debes creer de l solamente
que es un joven, y que si una vez afloja las riendas pasar ms all de lo que t le
puedes permitir. En suma, Ofelia, no creas sus palabras que son fementidas, ni es
verdadero el color que aparentan; son intercesoras de profanos deseos, y si parecen
sagrados y piadosos votos, es slo para engaar mejor. Por ltimo, te digo claramente,
www.ladeliteratura.com.uy

que desde hoy no quiero que pierdas los momentos ociosos en hablar, ni mantener
conversacin con el Prncipe. Cuidado con hacerlo as: yo te lo mando. Vete a tu
aposento.

OFELIA.- As lo har, seor.

Escena X

HAMLET, HORACIO, MARCELO

Explanada delante del Palacio. Noche oscura.

HAMLET.- El aire es fro y sutil en demasa.

HORACIO.- En efecto, es agudo y penetrante.

HAMLET.- Qu hora es ya?

HORACIO.- Me parece que an no son las doce.

MARCELO.- No, ya han dado.

HORACIO.- No las he odo. Pues en tal caso ya est cerca el tiempo en que el muerto
suele pasearse. Pero, qu significa este ruido, seor?

HAMLET.- Esta noche se huelga el Rey, pasndola desvelado en un banquete, con gran
vocera y traspieses de embriaguez y a cada copa del Rhin que bebe, los timbales y
trompetas anuncian con estrpito sus victoriosos brindis.

HORACIO.- Se acostumbra eso aqu?

HAMLET.- S, se acostumbra; pero aunque he nacido en este pas y estoy hecho a sus
estilos, me parece que sera ms decoroso quebrantar esta costumbre que seguirla. Un
exceso tal que embrutece el entendimiento nos infama a los ojos de las otras naciones,
desde oriente a occidente. Nos llaman ebrios; manchan nuestro nombre con este
dictado afrentoso y en verdad que l solo, por ms que poseamos en alto grado otras
buenas cualidades, basta a empaar el lustre de nuestra reputacin. As acontece
frecuentemente a los hombres. Cualquier defecto natural en ellos, sea el de su
nacimiento, del cual no son culpables (puesto que nadie puede escoger su origen), sea
cualquier desorden ocurrido en su temperamento, que muchas veces rompe los lmites
y reparos de la razn, o sea cualquier hbito que se aparte demasiado de las
costumbres recibidas llevando estos hombres consigo el signo de un solo defecto que
imprimi en ellos la naturaleza o el acaso, aunque sus virtudes fuesen tantas cuantas
es concedido a un mortal, y tan puras como la bondad celeste; sern no obstante
amancilladas en el concepto pblico, por aquel nico vicio que las acompaa. Un solo
adarme de mezcla quita el valor al ms precioso metal y le envilece.

HORACIO.- Veis? Seor, ya viene.

HAMLET.- ngeles y ministros de piedad, defendednos! Ya seas alma dichosa o


condenada visin, traigas contigo aura celestial o ardores del infierno, sea malvada o
www.ladeliteratura.com.uy

benfica intencin la tuya en tal forma te me presentas, que es necesario que yo te


hable. S, te he de hablar... Hamlet, mi Rey, mi Padre, Soberano de Dinamarca... Oh,
respndeme, no me atormentes con la duda! Dime, por qu tus venerables huesos,
ya sepultados, han roto su vestidura fnebre? Por qu el sepulcro donde te dimos
urna pacfica te ha echado de s, abriendo sus senos que cerraban pesados mrmoles?
Cul puede ser la causa de que tu difunto cuerpo, del todo armado, vuelva otra vez a
ver los rayos plidos de la luna, aadiendo a la noche horror? Y que nosotros,
ignorantes y dbiles por naturaleza, padezcamos agitacin espantosa con ideas que
exceden a los alcances de nuestra razn? Di, por qu es esto? Por qu?, o qu
debemos hacer nosotros?

HORACIO.- Os hace seas de que le sigis, como si deseara comunicaros algo a solas.

MARCELO.- Ved con qu expresivo ademn os indica que le acompais a lugar ms


remoto; pero no hay que ir con l.

HORACIO.- No, por ningn motivo.

HAMLET.- Si no quiere hablar, habr de seguirle.

HORACIO.- No hagis tal, seor.

HAMLET.- Y por qu no? Qu temores debo tener? Yo no estimo nada la vida, en


nada, y a mi alma, qu puede l hacerle, siendo como l mismo cosa inmortal?... Otra
vez me llama... Voyle a seguir.

HORACIO.- Pero, seor, si os arrebata al mar o a la espantosa cima de ese monte,


levantado sobre los que baten las ondas, y all tomase alguna otra forma horrible,
capaz de impediros el uso de la razn, y enajenarla con frenes... Ay! ved lo que
hacis. El lugar slo inspira ideas melanclicas a cualquiera que mire la enorme
distancia desde aquella cumbre al mar, y sienta en la profundidad su bramido ronco.

HAMLET.- Todava me llama... Camina. Ya te sigo.

MARCELO.- No seor, no iris.

HAMLET.- Dejadme.

HORACIO.- Creedme, no le sigis.

HAMLET.- Mis hados me conducen y prestan a la menor fibra de mi cuerpo la nerviosa


robustez del len de Nemea. An me llama... Seores, apartad esas manos... Por
Dios..., o quedar muerto a las mas el que me detenga. Otra vez te digo que andes,
que voy a seguirte.

Escena XI

HORACIO, MARCELO

HORACIO.- Su exaltada imaginacin le arrebata.


www.ladeliteratura.com.uy

MARCELO.- Sigmosle, que en esto no debemos obedecerle.

HORACIO.- S, vamos detrs de l... Cul ser el fin de este suceso?

MARCELO.- Algn grave mal se oculta en Dinamarca.

HORACIO.- Los Cielos dirigirn el xito.

MARCELO.- Vamos, sigmosle.

Escena XII

HAMLET, LA SOMBRA DEL REY HAMLET

Parte remota cercana al mar. Vista a lo lejos del Palacio de Elsingor.

HAMLET.- Adnde me quieres llevar? Habla, yo no paso de aqu.

LA SOMBRA.- Mrame.

HAMLET.- Ya te miro.

LA SOMBRA.- Casi es ya llegada la hora en que debo restituirme a las sulfreas y


atormentadoras llamas.

HAMLET.- Oh! Alma infeliz!

LA SOMBRA.- No me compadezcas: presta slo atentos odos a lo que voy a revelarte.

HAMLET.- Habla, yo te prometo atencin.

LA SOMBRA.- Luego que me oigas, prometers venganza.

HAMLET.- Por qu?

LA SOMBRA.- Yo soy el alma de tu padre: destinada por cierto tiempo a vagar de


noche y aprisionada en fuego durante el da; hasta que sus llamas purifiquen las culpas
que comet en el mundo. Oh! Si no me fuera vedado manifestar los secretos de la
prisin que habito, pudiera decirte cosas que la menor de ellas bastara a despedazar
tu corazn, helar tu sangre juvenil, tus ojos, inflamados como estrellas, saltar de sus
rbitas; tus anudados cabellos, separarse, erizndose como las pas del colrico espn.
Pero estos eternos misterios no son para los odos humanos. Atiende, atiende, ay!
Atiende. Si tuviste amor a tu tierno padre...

HAMLET.- Oh, Dios!

LA SOMBRA.- Venga su muerte: venga un homicidio cruel y atroz.

HAMLET.- Homicidio?
www.ladeliteratura.com.uy

LA SOMBRA.- S, homicidio cruel, como todos lo son; pero el ms cruel y el ms injusto


y el ms aleve.

HAMLET.- Refiremelo presto, para que con alas veloces, como la fantasa, o con la
prontitud de los pensamientos amorosos, me precipite a la venganza.

LA SOMBRA.- Ya veo cun dispuesto te hallas, y aunque tan insensible fueras como las
malezas que se pudren incultas en las orillas del Letheo, no dejara de conmoverte lo
que voy a decir. Escchame ahora, Hamlet. Esparciose la voz de que estando en mi
jardn dormido me mordi una serpiente. Todos los odos de Dinamarca fueron
groseramente engaados con esta fabulosa invencin; pero t debes saber, mancebo
generoso, que la serpiente que mordi a tu padre, hoy cie su corona.

HAMLET.- Oh! Presago me lo deca el corazn, mi to?

LA SOMBRA.- S, aquel incestuoso, aquel monstruo adltero, valindose de su talento


diablico, valindose de traidoras ddivas... Oh! Talento y ddivas malditas que tal
poder tenis para seducir!... Supo inclinar a su deshonesto apetito la voluntad de la
Reina mi esposa, que yo crea tan llena de virtud. Oh! Hamlet! Cun grande fue su
cada! Yo, cuyo amor para con ella fue tan puro... Yo, siempre tan fiel a los solemnes
juramentos que en nuestro desposorio la hice, yo fui aborrecido y se rindi a aquel
miserable, cuyas prendas eran en verdad harto inferiores a las mas. Pero, as como la
virtud ser incorruptible aunque la disolucin procure excitarla bajo divina forma, as la
incontinencia aunque viviese unida a un ngel radiante, profanar con oprobio su
tlamo celeste... Pero ya me parece que percibo el ambiente de la maana. Debo ser
breve. Dorma yo una tarde en mi jardn segn lo acostumbraba siempre. Tu to me
sorprende en aquella hora de quietud, y trayendo consigo una ampolla de licor
venenoso, derrama en mi odo su ponzoosa destilacin, la cual, de tal manera es
contraria a la sangre del hombre, que semejante en la sutileza al mercurio, se dilata
por todas las entradas y conductos del cuerpo, y con sbita fuerza le ocupa, cuajando
la ms pura y robusta sangre, como la leche con las gotas cidas. Este efecto produjo
inmediatamente en m, y el cutis hinchado comenz a despegarse a trechos con una
especie de lepra en spera y asquerosas costras. As fue que estando durmiendo, perd
a manos de mi hermano mismo, mi corona, mi esposa y mi vida a un tiempo. Perd la
vida, cuando mi pecado estaba en todo su vigor, sin hallarme dispuesto para aquel
trance, sin haber recibido el pan eucarstico, sin haber sonado el clamor de agona, sin
lugar al reconocimiento de tanta culpa: presentado al tribunal eterno con todas mis
imperfecciones sobre mi cabeza. Oh! Maldad horrible, horrible!... Si oyes la voz de la
naturaleza, no sufras, no, que el tlamo real de Dinamarca sea el lecho de la lujuria y
abominable incesto. Pero, de cualquier modo que dirijas la accin, no manches con
delito el alma, previniendo ofensas a tu madre. Abandona este cuidado al Cielo: deja
que aquellas agudas puntas que tiene fijas en su pecho, la hieran y atormenten. Adis.
Ya la lucirnaga amortiguando su aparente fuego nos anuncia la proximidad del da.
Adis. Adis. Acurdate de m.

Escena XIII

HAMLET, y despus HORACIO y MARCELO

HAMLET.- Oh! Vosotros ejrcitos celestiales! Oh! Tierra!... Y quin ms? Invocar
www.ladeliteratura.com.uy

al infierno tambin? Eh! No... Detente corazn mo, detente, y vos mis nervios no as
os debilitis en un momento: sostenedme robustos... Acordarme de ti! S, alma infeliz,
mientras haya memoria en este agitado mundo. Acordarme de ti! S, yo me acordar,
y yo borrar de mi fantasa todos los recuerdos frvolos, las sentencias de los libros, las
ideas e impresiones de lo pasado que la juventud y la observacin estamparon en ella.
Tu precepto solo, sin mezcla de otra cosa menos digna, vivir escrito en el volumen de
mi entendimiento. S, por los cielos te lo juro... Oh, mujer, la ms delincuente! Oh!
Malvado! Halageo y execrable malvado! Conviene que yo apunte en este libro...
S... Que un hombre puede halagar y sonrerse y ser un malvado; a lo menos, estoy
seguro de que en Dinamarca hay un hombre as, y ste es mi to... S, t eres... Ah!
Pero la expresin que debo conservar, es esta. Adis, adis, acurdate de m. Yo he
jurado acordarme.

HORACIO.- Seor, seor.

MARCELO.- Hamlet.

HORACIO.- Los Cielos le asistan.

HAMLET.- Oh! Hganlo as.

MARCELO.- Hola! Eh, seor!

HAMLET.- Hola? amigos, eh! Venid, venid ac.

MARCELO.- Qu ha sucedido?

HORACIO.- Qu noticias nos dais?

HAMLET.- Oh! Maravillosas.

HORACIO.- Mi amado seor, decidlas.

HAMLET.- No, que lo revelaris.

HORACIO.- No, yo os prometo que no har tal.

MARCELO.- Ni yo tampoco.

HAMLET.- Creis vosotros que pudiese haber cabido en el corazn humano... Pero
guardaris secreto?

LOS DOS.- S seor, yo os lo juro.

HAMLET.- No existe en toda Dinamarca un infame..., que no sea un gran malvado.

HORACIO.- Pero, no era necesario, seor, que un muerto saliera del sepulcro a
persuadirnos esa verdad.

HAMLET.- S, cierto, tenis razn, y por eso mismo, sin tratar ms del asunto, ser
bien despedirnos y separarnos; vosotros a donde vuestros negocios o vuestra
www.ladeliteratura.com.uy

inclinacin os lleven..., que todos tienen su inclinaciones, y negocios, sean los que
sean; y yo, ya lo sabis, a mi triste ejercicio. A rezar.

HORACIO.- Todas esas palabras, seor, carecen de sentido y orden.

HAMLET.- Mucho me pesa de haberos ofendido con ellas, s por cierto, me pesa en el
alma.

HORACIO.- Oh! Seor, no hay ofensa ninguna.

HAMLET.- S, por San Patricio, que s la hay y muy grande, Horacio... En cuanto a la
aparicin... Es un difunto venerable... S, yo os lo aseguro... Pero, reprimid cuanto os
fuese posible el deseo de saber lo que ha pasado entre l y yo. Ah! Mis buenos
amigos! Yo os pido, pues sois mis amigos y mis compaeros en el estudio y en las
armas, que me concedis una corta merced.

HORACIO.- Con mucho gusto, seor, decid cual sea.

HAMLET.- Que nunca revelaris a nadie lo que habis visto esta noche.

LOS DOS.- A nadie lo diremos.

HAMLET.- Pero es menester que lo juris.

HORACIO.- Os doy mi palabra de no decirlo.

MARCELO.- Yo os prometo lo mismo.

HAMLET.- Sobre mi espada.

MARCELO.- Ved que ya lo hemos prometido.

HAMLET.- S, s, sobre mi espada.

LA SOMBRA.- Juradlo.

HAMLET.- Ah! Eso dices?.. Ests ah hombre de bien?.. Vamos: ya le os hablar en lo


profundo Queris jurar?

HORACIO.- Proponed la frmula.

HAMLET.- Que nunca diris lo que habis visto. Juradlo por mi espada.

LA SOMBRA.- Juradlo.

HAMLET.- Hic et ubique? Mudaremos de lugar. Seores, acercaos aqu: poned otra
vez las manos en mi espada, y jurad por ella, que nunca diris nada de esto que
habis odo y visto.

LA SOMBRA.- Juradlo por su espada.


www.ladeliteratura.com.uy

HAMLET.- Bien has dicho, topo viejo, bien has dicho... Pero cmo puedes taladrar con
tal prontitud los senos de la tierra, diestro minador? Mudemos otra vez de puesto,
amigos.

HORACIO.- Oh! Dios de la luz y de las tinieblas, qu extrao prodigio es ste!

HAMLET.- Por eso como a un extrao debis hospedarle y tenerle oculto. Ello es,
Horacio, que en el cielo y en la tierra hay ms de lo que puede soar tu filosofa. Pero
venid ac y, como antes dije, prometedme (as el Cielo os haga felices) que por ms
singular y extraordinaria que sea de hoy ms mi conducta (puesto que acaso juzgar a
propsito afectar un proceder del todo extravagante) nunca vosotros al verme as
daris nada a entender, cruzando los brazos de esta manera, o haciendo con la cabeza
este movimiento, o con frases equvocas como: s, s, nosotros sabemos; nosotros
pudiramos, si quisiramos... si gustramos de hablar, hay tanto que decir en eso;
pudiera ser que... o en fin, cualquiera otra expresin ambigua, semejante a stas, por
donde se infiera que vosotros sabis algo de m. Juradlo; as en vuestras necesidades
os asista el favor de Dios. Juradlo.

LA SOMBRA.- Jurad.

HAMLET.- Descansa, descansa agitado espritu. Seores, yo me recomiendo a vosotros


con la mayor instancia, y creed que por ms infeliz que Hamlet se halle, Dios querr
que no le falten medios para manifestaros la estimacin y amistad que os profesa.
Vmonos. Poned el dedo en la boca, yo os lo ruego... La naturaleza est en
desorden... Iniquidad execrable! Oh! Nunca yo hubiera nacido para castigarla! Venid,
vmonos juntos.

ACTO II

Escena I

POLONIO, REYNALDO

Sala en casa de Polonio.

POLONIO.- Reynaldo, entrgale este dinero y estas cartas.

REYNALDO.- As lo har, seor.

POLONIO.- Ser un admirable golpe de prudencia, que antes de verle te informaras de


su conducta.

REYNALDO.- En eso mismo estaba yo.

POLONIO.- S, es muy buena idea, muy buena. Mira, lo primero has de averiguar qu
dinamarqueses hay en Pars, y cmo, en qu trminos, con quin, y en dnde estn, a
quin tratan, qu gastos tienen; y sabiendo por estos rodeos y preguntas indirectas,
que conocen a mi hijo, entonces ve en derechura a tu objeto, encaminando a l en
particular tus indagaciones. Haz como si le conocieras de lejos, diciendo: s, conozco a
www.ladeliteratura.com.uy

su padre, y a algunos amigos suyos, y aun a l un poco... Lo has entendido?

REYNALDO.- S, seor, muy bien.

POLONIO.- S, le conozco un poco; pero... (has de aadir entonces), pero no le he


tratado. Si es el que yo creo a fe que es bien calavera; inclinado a tal o tal vicio... y
luego dirs de l cuanto quieras fingir; digo, pero que no sean cosas tan fuertes que
puedan deshonrarle. Cuidado con eso. Habla slo de aquellas travesuras, aquellas
locuras y extravos comunes a todos, que ya se reconocen por compaeros
inseparables de la juventud y la libertad.

REYNALDO.- Como el jugar, eh?

POLONIO.- S, el jugar, beber, esgrimir, jurar, disputar, putear... Hasta esto bien
puedes alargarte.

REYNALDO.- Y aun con eso hay harto para quitarle el honor.

POLONIO.- No por cierto, adems que todo depende del modo con que le acuses. No
debes achacarle delitos escandalosos, ni pintarle como un joven abandonado
enteramente a la disolucin; no, no es esa mi idea. Has de insinuar sus defectos con
tal arte que parezcan nulidades producidas de falta de sujecin y no otra cosa:
extravos de una imaginacin ardiente, mpetus nacidos de la efervescencia general de
la sangre.

REYNALDO.- Pero, seor...

POLONIO.- Ah! T querrs saber con qu fin debes hacer esto, eh?

REYNALDO.- Gustara de saberlo.

POLONIO.- Pues, seor, mi fin es ste; y creo que es proceder con mucha cordura.
Cargando esas pequeas faltas sobre mi hijo (como ligeras manchas de una obra
preciosa) ganars por medio de la conversacin la confianza de aquel a quien
pretendas examinar. Si l est persuadido de que el muchacho tiene los mencionados
vicios que t le imputas, no dudes que l convenga con tu opinin, diciendo: seor
mo, o amigo, o caballero... En fin, segn el ttulo o dictado de la persona o del pas.

REYNALDO.- S, ya estoy.

POLONIO.- Pues entonces l dice... Dice... Qu iba yo a decir ahora?... Algo iba yo a
decir. En qu estbamos?

REYNALDO.- En que l concluir diciendo al amigo o al caballero.

POLONIO.- S, concluir diciendo. Es verdad... (as te dir precisamente) algo iba yo a


decir. Es verdad, yo conozco a ese mozo; ayer le vi o cualquier otro da, o en tal y tal
ocasin, con este o con aquel sujeto, y all como habis dicho, le vi que jugaba, all le
encontr en una comilona, acull en una quimera sobre el juego de pelota y..., (puede
ser que aada) le he visto entrar en una casa pblica, videlicet en un burdel, o cosa
tal. Lo entiendes ahora? Con el anzuelo de la mentira pescars la verdad; que as es
www.ladeliteratura.com.uy

como nosotros los que tenemos talento y prudencia, solemos conseguir por indirectas
el fin directo, usando de artificios y disimulacin. As lo hars con mi hijo, segn la
instruccin y advertencia que acabo de darte. Me has entendido?

REYNALDO.- S, seor, quedo enterado.

POLONIO.- Pues, adis; buen viaje.

REYNALDO.- Seor...

POLONIO.- Examina por ti mismo sus inclinaciones.

REYNALDO.- As lo har.

POLONIO.- Dejndole que obre libremente.

REYNALDO.- Est bien, seor.

POLONIO.- Adis.

Escena II

POLONIO, OFELIA

POLONIO.- Y bien, Ofelia, qu hay de nuevo?

OFELIA.- Ay! Seor, que he tenido un susto muy grande!

POLONIO.- Con qu motivo? Por Dios que me lo digas.

OFELIA.- Yo estaba haciendo labor en mi cuarto, cuando el Prncipe Hamlet, la ropa


desceida, sin sombrero en la cabeza, sucias las medias, sin atar, cadas hasta los pies,
plido como su camisa, las piernas trmulas, el semblante triste como si hubiera salido
del infierno para anunciar horror... Se presenta delante de m.

POLONIO.- Loco, sin duda, por tus amores, eh?

OFELIA.- Yo, seor, no lo s; pero en verdad lo temo.

POLONIO.- Y qu te dijo?

OFELIA.- Me asi una mano, y me la apret fuertemente. Apartose despus a la


distancia de su brazo, y poniendo, as, la otra mano sobre su frente, fij la vista en mi
rostro recorrindolo con atencin como si hubiese de retratarle. De este modo
permaneci largo rato; hasta que por ltimo, sacudindome ligeramente el brazo, y
moviendo tres veces la cabeza abajo y arriba, exhal un suspiro tan profundo y triste,
que pareci deshacrsele en pedazos el cuerpo, y dar fin a su vida. Hecho esto, me
dej, y levantada la cabeza comenz a andar, sin valerse de los ojos para hallar el
camino; sali de la puerta sin verla, y al pasar por ella, fij la vista en m.

POLONIO.- Ven conmigo, quiero ver al Rey. Ese es un verdadero xtasis de amor que
www.ladeliteratura.com.uy

siempre fatal a s mismo, en su exceso violento, inclina la voluntad a empresas


temerarias, ms que ninguna otra pasin de cuantas debajo del cielo combaten
nuestra naturaleza. Mucho siento este accidente. Pero, dime, le has tratado con
dureza en estos ltimos das?

OFELIA.- No seor; slo en cumplimiento de lo que mandasteis, le he devuelto sus


cartas y me he negado a sus visitas.

POLONIO.- Y eso basta para haberle trastornado as. Me pesa no haber juzgado con
ms acierto su pasin. Yo tem que era slo un artificio suyo para perderte...
Sospecha indigna! Eh! Tan propio parece de la edad anciana pasar ms all de lo
justo en sus conjeturas, como lo es de la juventud la falta de previsin. Vamos, vamos
a ver al Rey. Conviene que lo sepa. Si le callo este amor, sera ms grande el
sentimiento que pudiera causarle tenindole oculto, que el disgusto que recibir al
saberlo. Vamos.

Escena III

CLAUDIO, GERTRUDIS, RICARDO, GUILLERMO, acompaamiento.

Saln de palacio.

CLAUDIO.- Bienvenido, Guillermo, y t tambin querido Ricardo. Adems de lo mucho


que se me dilataba el veros, la necesidad que tengo de vosotros me ha determinado a
solicitar vuestra venida. Algo habis odo ya de la transformacin de Hamlet. As puedo
llamarla, puesto que ni en lo interior, ni en lo exterior se parece nada al que antes era;
ni llego a imaginar que otra causa haya podido privarle as de la razn, si ya no es la
muerte de su padre. Yo os ruego a entrambos, pues desde la primera infancia os
habis criado con l, y existe entre vosotros aquella intimidad nacida de la igualdad en
los aos y en el genio, que tengis a bien deteneros en mi corte algunos das. Acaso el
trato vuestro restablecer su alegra, y aprovechando las ocasiones que se presenten,
ved cul sea la ignorada afliccin que as le consume para que descubrindola,
procuremos su alivio.

GERTRUDIS.- l ha hablado mucho de vosotros, mis buenos seores, y estoy segura


de que no se hallaran otros dos sujetos a quienes l profese mayor cario. Si tanta
fuese vuestra bondad que gustis de pasar con nosotros algn tiempo, para contribuir
al logro de mi esperanza; vuestra asistencia ser remunerada, como corresponde al
agradecimiento de un Rey.

RICARDO.- Vuestras Majestades tienen soberana autoridad en nosotros, y en vez de


rogar deben mandarnos.

GUILLERMO.- Uno y otro obedeceremos, y postramos a vuestros pies con el ms puro


afecto el celo de serviros que nos anima.

CLAUDIO.- Muchas gracias, corts Guillermo. Gracias, Ricardo.

GERTRUDIS.- Os quedo muy agradecida, seores, y os pido que veis cuanto antes a
mi doliente hijo. Conduzca alguno de vosotros a estos caballeros, a donde Hamlet se
halle.
www.ladeliteratura.com.uy

GUILLERMO.- Haga el Cielo que nuestra compaa y nuestros conatos puedan serle
agradables y tiles.

GERTRUDIS.- S, amn.

Escena IV

CLAUDIO, GERTRUDIS, POLONIO, acompaamiento.

POLONIO.- Seor, los Embajadores enviados a Noruega han vuelto ya en extremo


contentos.

CLAUDIO.- Siempre has sido t padre de buenas nuevas.

POLONIO.- Oh! S No es verdad? Y os puedo asegurar, venerado seor, que mis


acciones y mi corazn no tienen otro objeto que el servicio de Dios, y el de mi Rey; y si
este talento mo no ha perdido enteramente aquel seguro olfato con que supo siempre
rastrear asuntos polticos, pienso haber descubierto ya la verdadera causa de la locura
del Prncipe.

CLAUDIO.- Pues dnosla, que estoy impaciente de saberla.

POLONIO.- Ser bien que deis primero audiencia a los Embajadores; mi informe servir
de postres a este gran festn.

CLAUDIO.- T mismo puedes ir a cumplimentarlos e introducirlos. Dice que ha


descubierto, amada Gertrudis, la causa verdadera de la indisposicin de tu hijo.

GERTRUDIS.- Ah! Yo dudo que l tenga otra mayor que la muerte de su padre y
nuestro acelerado casamiento.

CLAUDIO.- Yo sabr examinarle.

Escena V

CLAUDIO, GERTRUDIS, POLONIO, VOLTIMAN, CORNELIO, acompaamiento.

CLAUDIO.- Bienvenidos, amigos. D, Voltiman, qu respondi nuestro hermano, el Rey


de Noruega?

VOLTIMAN.- Corresponde con la ms sincera amistad a vuestras atenciones y a


vuestro ruego. As que llegamos, mand suspender los armamentos que haca su
sobrino, fingiendo ser preparativos contra el polaco; pero mejor informado despus,
hall ser cierto que se dirigan en ofensa vuestra. Indignado de que abusaran as de la
impotencia a que le han reducido su edad y sus males, envi estrechas rdenes a
Fortimbrs, que sometindose prontamente a las reprehensiones del to, le ha jurado
por ltimo que nunca ms tomar las armas contra Vuestra Majestad. Satisfecho de
este procedimiento el anciano Rey, le seala sesenta mil escudos anuales, y le permite
emplear contra Polonia las tropas que haba levantado. A este fin os ruega concedis
paso libre por vuestros estados al ejrcito prevenido para tal empresa, bajo las
www.ladeliteratura.com.uy

condiciones de recproca seguridad expresadas aqu.

CLAUDIO.- Est bien, leer en tiempo ms oportuno sus proposiciones y reflexionar lo


que debo en este caso responderle. Entretanto os doy gracias por el feliz desempeo
de vuestro encargo. Descansad. A la noche seris conmigo en el festn. Tendr gusto
de veros.

Escena VI

CLAUDIO, GERTRUDIS y POLONIO

POLONIO.- Este asunto se ha concluido muy bien. Mi Soberano y vos, seora, explicar
lo que es la dignidad de un Monarca, las obligaciones del vasallo y porque el da es da,
noche la noche, y tiempo el tiempo; sera gastar intilmente el da, la noche y el
tiempo. As, pues, como quiera que la brevedad es el alma del talento, y que nada hay
ms enfadoso que los rodeos y perfrasis... Ser muy breve. Vuestro noble hijo est
loco; y le llamo loco, porque (si en rigor se examina) qu otra cosa es la locura, sino
estar uno enteramente loco? Pero, dejando esto aparte...

GERTRUDIS.- Al caso, Polonio, al caso y menos artificios.

POLONIO.- Yo os prometo, seora, que no me valgo de artificio alguno. Es cierto que


l est loco. Es cierto que es lstima y es lstima que sea cierto; pero dejemos a un
lado esta pueril anttesis, que no quiero usar de artificios. Convengamos, pues, en que
est loco, y ahora falta descubrir la causa de este efecto, o por mejor decir, la causa
de este defecto, porque este efecto defectuoso, nace de una causa, y as resta
considerar lo restante. Yo tengo una hija... La tengo mientras es ma, que en prueba
de su respeto y sumisin... Notad lo que os digo... Me ha entregado esta carta. Ahora,
resumid los hechos y sacaris la consecuencia. Al dolo celestial de mi alma: a la sin
par Ofelia... Esta es una alta frase... Una falta de frase, sin par! Es una falta de frase,
pero, od lo dems. Estas letras, destinadas a que su blanco y hermoso pecho las
guarde: stas...

GERTRUDIS.- Y esa carta se la ha enviado Hamlet?

POLONIO.- Bueno, por cierto! Esperad un poco, ser muy fiel.

Duda que son de fuego las estrellas, duda si al sol hoy movimiento falta, duda lo
cierto, admite lo dudoso; pero no dudes de mi amor las ansias.

Estos versos aumentan mi dolor, querida Ofelia; ni s tampoco expresar mis penas con
arte; pero cree que te amo en extremo posible. Adis. Tuyo siempre, mi adorada nia,
mientras esta mquina exista. Hamlet. Mi hija, en fuerza de su obediencia, me ha
hecho ver esta carta, y adems me ha contado las solicitudes del Prncipe; segn han
ocurrido, con todas las circunstancias del tiempo, el lugar y el modo.

CLAUDIO.- Y ella cmo ha recibido su amor?

POLONIO.- En qu opinin me tenis?


www.ladeliteratura.com.uy

CLAUDIO.- En la de un hombre honrado y veraz.

POLONIO.- Y me complazco en probaros que lo soy. Pero, qu hubierais pensado de


m, si cuando he visto que tomaba vuelo este ardiente amor...? Porque os puedo
asegurar que aun antes que mi hija me hablase, ya lo haba yo advertido... Qu
hubiera pensado de m vuestra Majestad y la Reina que est presente, si hubiera
tolerado este galanteo? Si, hacindome violencia a m propio, hubiera permanecido
silencioso y mudo, mirndolo con indiferencia? Qu hubierais pensado de m? No,
seor; yo he ido en derechura al asunto, y le dije a la nia ni ms ni menos. Hija, el
seor Hamlet es un Prncipe muy superior a tu esfera... Esto no debe pasar adelante. Y
despus, le mand que se encerrase en su estancia sin admitir recados, ni recibir
presentes. Ella ha sabido aprovecharse de mis preceptos, y el Prncipe... (para abreviar
la historia) al verse desdeado, comenz a padecer melancolas, despus inapetencia,
despus vigilias, despus debilidad, despus aturdimiento y despus (por una
graduacin natural) la locura que le saca fuera de s, y que todos nosotros lloramos.

CLAUDIO.- Creis, seora, que esto haya pasado as?

GERTRUDIS.- Me parece bastante probable.

POLONIO.- Ha sucedido alguna vez..., tendra gusto de saberlo...? Que yo haya


dicho positivamente: esto hay, y que haya resultado lo contrario?

CLAUDIO.- No se me acuerda.

POLONIO.- Pues, separadme sta de ste, si otra cosa hubiere en el asunto... Ah! Por
poco que las circunstancias me ayuden, yo descubrir la verdad donde quiera que se
oculte; aunque el centro de la tierra la sepultara.

CLAUDIO.- Y cmo te parece que pudiramos hacer nuevas indagaciones?

POLONIO.- Bien sabis que el Prncipe suele pasearse algunas veces por esa galera
cuatro horas enteras.

GERTRUDIS.- Es verdad, as suele hacerlo.

POLONIO.- Pues, cuando l venga, yo har que mi hija le salga al paso. Vos y yo nos
ocultaremos detrs de los tapices, para observar lo que hace al verla. Si l no la ama y
no es esta la causa de haber perdido el juicio, despedidme de vuestro lado y de
vuestra corte y enviadme a una alquera a guiar un arado.

CLAUDIO.- S, yo lo quiero averiguar.

GERTRUDIS.- Pero, veis? Qu lstima! Leyendo viene el infeliz.

POLONIO.- Retiraos, yo os lo suplico, retiraos entrambos, que le quiero hablar, si me


dais licencia.

Escena VII
www.ladeliteratura.com.uy

POLONIO, HAMLET

POLONIO.- Cmo os va, mi buen seor!

HAMLET.- Bien, a Dios gracias.

POLONIO.- Me conocis?

HAMLET.- Perfectamente. T vendes peces.

POLONIO.- Yo? No seor.

HAMLET.- As fueras honrado.

POLONIO.- Honrado decs?

HAMLET.- S, seor, que lo digo. El ser honrado segn va el mundo, es lo mismo que
ser escogido uno entre diez mil.

POLONIO.- Todo eso es verdad.

HAMLET.- Si el sol engendra gusanos en un perro muerto y aunque es un Dios,


alumbra benigno con sus rayos a un cadver corrupto... No tienes una hija?

POLONIO.- S, seor, una tengo.

HAMLET.- Pues no la dejes pasear al sol. La concepcin es una bendicin del cielo;
pero no del modo en que tu hija podr concebir. Cuida mucho de esto, amigo.

POLONIO.- Pero qu queris decir con eso? Siempre est pensando en mi hija. No
obstante, al principio no me conoci... Dice que vendo peces... Est rematado,
rematado!... Y en verdad que yo tambin, siendo mozo, me vi muy trastornado por el
amor... Casi tanto como l. Quiero hablarle otra vez. Qu estis leyendo?

HAMLET.- Palabras, palabras, todo palabras.

POLONIO.- Y de qu se trata?

HAMLET.- Entre quin?

POLONIO.- Digo, que de qu trata el libro que leis?

HAMLET.- De calumnias. Aqu dice el malvado satrico, que los viejos tienen la barba
blanca, las caras con arrugas, que vierten de sus ojos mbar abundante y goma de
ciruela; que padecen gran debilidad de piernas, y mucha falta de entendimiento. Todo
lo cual, seor mo, aunque yo plena y eficazmente lo creo; con todo eso, no me parece
bien hallarlo afirmado en tales trminos, porque al fin, vos serais sin duda tan joven
como yo, si os fuera posible andar hacia atrs como el cangrejo.

POLONIO.- Aunque todo es locura, no deja de observar mtodo en lo que dice.


www.ladeliteratura.com.uy

Queris venir, seor, adonde no os d el aire?

HAMLET.- Adnde? A la sepultura?

POLONIO.- Cierto, que all no da el aire. Con qu agudeza responde siempre! Estos
golpes felices son frecuentes en la locura, cuando en el estado de razn y salud tal vez
no se logran. Voyle a dejar y disponer al instante el careo entre l y mi hija. Seor, si
me dais licencia de que me vaya...

HAMLET.- No me puedes pedir cosa que con ms gusto te conceda; exceptuando la


vida, eso s, exceptuando la vida.

POLONIO.- Adis, seor.

HAMLET.- Fastidiosos y extravagantes viejos!

POLONIO.- Si buscis al prncipe, vedle ah.

Escena VIII

HAMLET, RICARDO, GUILLERMO

RICARDO.- Buenos das, seor.

GUILLERMO.- Dios guarde a vuestra Alteza.

RICARDO.- Mi venerado Prncipe.

HAMLET.- Oh! Buenos amigos. Cmo va? Guillermo, Ricardo, guapos mozos! Cmo
va? Qu se hace de bueno?

RICARDO.- Nada, seor; pasamos una vida muy indiferente.

GUILLERMO.- Nos creemos felices en no ser demasiado felices. No, no servimos de


airn al tocado de la fortuna.

HAMLET.- Ni de suelas a su calzado?

RICARDO.- Ni uno ni otro.

HAMLET.- En tal caso estaris colocados hacia su cintura: all es el centro de los
favores.

GUILLERMO.- Cierto, como privados suyos.

HAMLET.- Pues all en lo ms oculto... Ah! Decs bien, ella es una prostituta... Qu
hay de nuevo?

RICARDO.- Nada, sino que ya los hombres van siendo buenos.

HAMLET.- Seal que el da del juicio va a venir pronto. Pero vuestras noticias no son
www.ladeliteratura.com.uy

ciertas... Permitid que os pregunte ms particularmente. Por qu delitos os ha trado


aqu vuestra mala suerte, a vivir en prisin?

GUILLERMO.- En prisin decs?

HAMLET.- S, Dinamarca es una crcel.

RICARDO.- Tambin el mundo lo ser.

HAMLET.- Y muy grande: con muchas guardas, encierros y calabozos, y Dinamarca es


uno de los peores.

RICARDO.- Nosotros no ramos de esa opinin.

RICARDO.- Para vosotros podr no serlo, porque nada hay bueno ni malo, sino en
fuerza de nuestra fantasa. Para m es una verdadera crcel.

RICARDO.- Ser vuestra ambicin la que os le figura tal, la grandeza de vuestro nimo
le hallar estrecho.

HAMLET.- Oh! Dios mo! Yo pudiera estar encerrado en la cscara de una nuez y
creerme soberano de un estado inmenso... Pero, estos sueos terribles me hacen
infeliz.

RICARDO.- Todos esos sueos son ambicin, y todo cuanto al ambicioso le agita no es
ms que la sombra de un sueo.

HAMLET.- El sueo, en s, no es ms que una sombra.

RICARDO.- Ciertamente, y yo considero la ambicin por tan ligera y vana, que me


parece la sombra de una sombra.

HAMLET.- De donde resulta, que los mendigos son cuerpos y los monarcas y hroes
agigantados, sombras de los mendigos... Iremos un rato a la corte, seores; porque, a
la verdad, no tengo la cabeza para discurrir.

LOS DOS.- Os iremos sirviendo.

HAMLET.- Oh! No se trata de eso. No os quiero confundir con mis criados que, a fe de
hombre de bien, me sirven indignamente. Pero, decidme por nuestra amistad antigua,
qu hacis en Elsingor?

RICARDO.- Seor, hemos venido nicamente a veros.

HAMLET.- Tan pobre soy, que aun de gracias estoy escaso, no obstante, agradezco
vuestra fineza... Bien que os puedo asegurar que mis gracias, aunque se paguen a
ochavo, se pagan mucho. Y quin os ha hecho venir? Es libre esta visita? Me la
hacis por vuestro gusto propio? Vaya, habladme con franqueza, vaya, decdmelo.

GUILLERMO.- Y qu os hemos de decir, seor?


www.ladeliteratura.com.uy

HAMLET.- Todo lo que haya acerca de esto. A vosotros os envan, sin duda, y en
vuestros ojos hallo una especie de confesin, que toda vuestra reserva no puede
desmentir. Yo s que el bueno del Rey, y tambin la Reina os han mandado que
vengis.

RICARDO.- Pero, a qu fin?

HAMLET.- Eso es lo que debis decirme. Pero os pido por los derechos de nuestra
amistad, por la conformidad de nuestros aos juveniles, por las obligaciones de
nuestro no interrumpido afecto; por todo aquello, en fin, que sea para vosotros ms
grato y respetable, que me digis con sencillez la verdad. Os han mandado venir, o
no?

RICARDO.- Qu dices t?

HAMLET.- Ya os he dicho que lo estoy viendo en vuestros ojos, si me estimis de


veras, no hay que desmentirlos.

GUILLERMO.- Pues, seor, es cierto, nos han hecho venir.

HAMLET.- Y yo os voy a decir el motivo: as me anticipar a vuestra propia confesin;


sin que la fidelidad que debis al Rey y a la Reina quede por vosotros ofendida. Yo he
perdido de poco tiempo a esta parte, sin saber la causa, toda mi alegra, olvidando mis
ordinarias ocupaciones. Y este accidente ha sido tan funesto a mi salud, que la tierra,
esa divina mquina, me parece un promontorio estril; ese dosel magnifico de los
cielos, ese hermoso firmamento que veis sobre nosotros, esa techumbre majestuosa
sembrada de doradas luces, no otra cosa me parece que una desagradable y pestfera
multitud de vapores. Que admirable fbrica es la del hombre! Qu noble su razn!
Qu infinitas sus facultades! Qu expresivo y maravilloso en su forma y sus
movimientos! Qu semejante a un ngel en sus acciones! Y en su espritu, qu
semejante a Dios! l es sin duda lo ms hermoso de la tierra, el ms perfecto de todos
los animales. Pues, no obstante, qu juzgis que es en mi estimacin ese purificado
polvo? El hombre no me deleita... ni menos la mujer... bien que ya veo en vuestra
sonrisa que aprobis mi opinin.

RICARDO.- En verdad, seor, que no habis acertado mis ideas.

HAMLET.- Pues por qu te reas cuando dije que no me deleita el hombre?

RICARDO.- Me re al considerar, puesto que los hombres no os deleitan, qu comidas


de Cuaresma daris a los cmicos que hemos hallado en el camino, y estn ah
deseando emplearse en servicio vuestro.

HAMLET.- El que hace de Rey sea muy bien venido, Su Majestad recibir mis obsequios
como es de razn, el arrojado caballero sacar a lucir su espada y su broquel, el
enamorado no suspirar de balde, el que hace de loco acabar su papel en paz, el
patn dar aquellas risotadas con que sacude los pulmones ridos, y la dama
expresar libremente su pasin o las interrupciones del verso hablarn por ella. Y qu
cmicos son?

RICARDO.- Los que ms os agradan regularmente. La compaa trgica de nuestra


www.ladeliteratura.com.uy

ciudad.

HAMLET.- Y por qu andan vagando as? No les sera mejor para su reputacin y sus
intereses establecerse en alguna parte?

RICARDO.- Creo que los ltimos reglamentos se lo prohben.

HAMLET.- Son hoy tan bien recibidos como cuando yo estuve en la ciudad? Acude
siempre el mismo concurso?

RICARDO.- No, seor, no por cierto.

HAMLET.- Y en qu consiste? Se han echado a perder?

RICARDO.- No, seor. Ellos han procurado seguir siempre su acostumbrado mtodo;
pero hay aqu una cra de chiquillos, vencejos chillones, que gritando en la declamacin
fuera de propsito, son por esto mismo palmoteados hasta el exceso. Esta es la
diversin del da, y tanto han denigrado los espectculos ordinarios (como ellos los
llaman) que muchos caballeros de espada en cinta, atemorizados de las plumas de
ganso de este teatro, rara vez se atreven a poner el pie en los otros.

HAMLET.- Oiga! Conque sin muchachos? Y quin los sostiene? Qu sueldo les dan?
Abandonarn el ejercicio cuando pierdan la voz para cantar? Y cuando tengan que
hacerse cmicos ordinarios, como parece verosmil por su edad si carecen de otros
medios, no dirn entonces que sus compositores los han perjudicado, hacindoles
declamar contra la profesin misma que han tenido que abrazar despus?

RICARDO.- Lo cierto es que han ocurrido ya muchos disgustos por ambas partes, y la
nacin ve sin escrpulo continuarse la discordia entre ellos. Ha habido tiempo en que
el dinero de las piezas no se cobraba, hasta que el poeta y el cmico rean y se
hartaban de bofetones.

HAMLET.- Es posible?

GUILLERMO.- Oh! S lo es, como que ha habido ya muchas cabezas rotas.

HAMLET.- Y qu, los chicos han vencido en esas peleas?

RICARDO.- Cierto que s, y se hubieran burlado del mismo Hrcules, con maza y todo.

HAMLET.- No es extrao. Ya veis mi to, Rey de Dinamarca. Los que se mofaban de l


mientras vivi mi padre, ahora dan veinte, cuarenta, cincuenta y aun cien ducados por
su retrato de miniatura. En esto hay algo que es ms que natural, si la filosofa pudiera
descubrirlo.

GUILLERMO.- Ya estn ah los cmicos.

HAMLET.- Pues, caballeros, muy bien venidos a Elsingor; acercaos aqu, dadme las
manos. Las seales de una buena acogida consisten por lo comn en ceremonias y
cumplimientos; pero, permitid que os trate as, porque os hago saber que yo debo
recibir muy bien a los cmicos, en lo exterior, y no quisiera que las distinciones que a
www.ladeliteratura.com.uy

ellos les haga, pareciesen mayores que las que os hago a vosotros. Bienvenidos. Pero,
mi to padre, y mi madre ta, a fe que se equivocan mucho.

GUILLERMO.- En qu, seor?

HAMLET.- Yo no estoy loco, sino cuando sopla el nordeste; pero cuando corre el sur,
distingo muy bien un huevo de una castaa.

Escena IX

POLONIO y dichos.

POLONIO.- Dios os guarde, seores.

HAMLET.- Oye aqu, Guillermo, y t tambin... Un oyente a cada lado. Veis aquel
vejestorio que acaba de entrar? Pues aun no ha salido de mantillas.

RICARDO.- O acaso habr vuelto a ellas, porque, segn se dice, la vejez es segunda
infancia.

HAMLET.- Apostar que me viene a hablar de los cmicos, tened cuidado ... Pues,
seor, t tienes razn, eso fue el lunes por la maana, no hay duda.

POLONIO.- Seor, tengo que daros una noticia.

HAMLET.- Seor, tengo que daros una noticia. Cuando Roscio era actor en Roma...

POLONIO.- Seor, los cmicos han venido.

HAMLET.- Tuh!, tuh!, tuh!

POLONIO.- Como soy hombre de bien que s.

HAMLET.- Cada actor viene caballero en burro.

POLONIO.- Estos son los ms excelentes actores del mundo, as en la Tragedia como
en la Comedia. Historia o Pastoral: en lo Cmico-Pastoral, Histrico-Pastoral, Trgico-
Histrico, Tragi-Cmico Histrico-Pastoral, Escena indivisible, Poema ilimitado... Qu!
Para ellos ni Sneca es demasiado grave, ni Plauto demasiado ligero, y en cuanto a las
reglas de composicin y a la franqueza cmica, stos son los nicos.

HAMLET.- Oh! Jephte, Juez de Israel!... Qu tesoro poseste!

POLONIO.- Y qu tesoro era el suyo, seor?

HAMLET.- Qu tesoro?

No ms que una hermosa hija

a quien amaba en extremo.


www.ladeliteratura.com.uy

POLONIO.- Siempre pensando en mi hija.

HAMLET.- No tengo razn, anciano Jephte?

POLONIO.- Seor, si me llamis Jephte, cierto es que tengo una hija a quien amo en
extremo.

HAMLET.- Oh! no es eso lo que se sigue.

POLONIO.- Pues que sigue seor?

HAMLET.- Esto.

No hay ms suerte que Dios ni ms destino;

y luego, ya sabes:

que cuanto nos sucede l lo previno.

Lee la primera lnea de aquella devota cancin, y ella sola te manifestar lo dems.
Pero, veis? ah vienen otros a hablar por m.

Escena X

HAMLET, RICARDO, GUILLERMO, POLONIO y cuatro cmicos

HAMLET.- Bienvenidos, seores; me alegro de veros a todos tan buenos.


Bienvenidos... Oh! Oh camarada antiguo! Mucho se te ha arrugado la cara desde la
ltima vez que te vi. Vienes a Dinamarca a hacerme parecer viejo a m tambin? Y t,
mi nia, oiga!, ya eres una seorita; por la Virgen, que ya est vuesarced una cuarta
ms cerca del cielo, desde que no la he visto. Dios quiera que tu voz, semejante a una
pieza de oro falso, no se descubra al echarla en el crisol. Seores, muy bienvenidos
todos. Pero, amigos, yo voy en derechura al caso, y corro detrs del primer objeto que
se me presenta, como halconero francs. Yo quiero al instante una relacin. S,
veamos alguna prueba de vuestra habilidad. Vaya un pasaje afectuoso.

CMICO PRIMERO.- Y cul queris, seor?

HAMLET.- Me acuerdo de haberte odo en otro tiempo una relacin que nunca se ha
representado al pblico, o una sola vez cuando ms... S, y me acuerdo tambin que
no agradaba a la multitud; no era ciertamente manjar para el vulgo. Pero a m me
pareci entonces, y aun a otros, cuyo dictamen vale ms que el mo, una excelente
pieza, bien dispuesta la fbula y escrita con elegancia y decoro. No falt, sin embargo,
quien dijo que no haba en los versos toda la sal necesaria para sazonar el asunto, y
que lo insignificante del estilo anunciaba poca sensibilidad en el autor; bien que no
dejaban de tenerla por obra escrita con mtodo, instructiva y elegante, y ms brillante
que delicada. Particularmente me gust mucho en ella una relacin que Eneas hace a
Dido, y sobre todo cuando habla de la muerte de Pramo. Si la tienes en la memoria...
Empieza por aquel verso... Deja, deja, ver si me acuerdo.
www.ladeliteratura.com.uy

Pirro feroz como la Hyrcana tigre...

No es ste, pero empieza con Pirro... ah!...

Pirro feroz, con pavonadas armas,

negras como su intento, reclinado

dentro en los senos del caballo enorme,

a la lbrega noche pareca.

Ya su terrible, ennegrecido aspecto

mayor espanto da. Todo le tie

de la cabeza al pie caliente sangre

de ancianos y matronas, de robustos

mancebos y de vrgenes, que abrasa

el fuego de los inflamados edificios

en confuso montn; a cuya horrenda

luz que despiden, el caudillo insano

muerte y estrago esparce. Ardiendo en ira,

cubierto de cuajada sangre, vuelve

los ojos, al carbunclo semejantes,

y busca, instado de infernal venganza,

al viejo abuelo Pramo...

Prosigue t.

POLONIO.- Muy bien declamado, a fe ma! Con buen acento y bella expresin.

CMICO PRIMERO.- Al momento

le ve lidiando, resistencia breve!

contra los Griegos; su temida espada

rebelde al brazo ya, le pesa intil.


www.ladeliteratura.com.uy

Pirro, de furias lleno, le provoca

a liza desigual; herirle intenta,

y el aire solo del funesto acero

postra al dbil anciano. Y cual si fuese

a tanto golpe el Ilin sensible,

al suelo desplom sus techos altos,

ardiendo en llamas y al rumor suspenso.

Pirro... Le veis? La espada que vena

a herir del Teucro la nevada frente

se detiene en los aires, y l inmoble,

absorto y mudo y sin accin su enojo,

la imagen de un tirano representa

que figur el pincel. Mas como suele

tal vez el cielo en tempestad oscura

parar su movimiento, de los aires

el mpetu cesar, y en silenciosa

quietud de muerte reposar el orbe;

basta que el trueno, con horror zumbando,

rompe la alta regin, as un instante

suspensa fue la clera de Pirro

y as, dispuesto a la venganza, el duro

combate renov. No ms tremendo

golpe en las armas de Mavorte eternas

dieron jams los Cclopes tostados,

que sobre el triste anciano la cuchilla


www.ladeliteratura.com.uy

sangrienta dio del sucesor de Aquiles.

Oh! Fortuna falaz!.. Vos, poderosos

Dioses, quitadla su dominio injusto;

romped los rayos de su rueda y calces,

y el eje circular desde el Olimpo

caiga en pedazos del Abismo al centro.

POLONIO.- Es demasiado largo.

HAMLET.- Lo mismo dir de tus barbas el barbero. Prosigue. ste slo gusta de ver
hablar o de or cuentos de alcahuetas, o si no se duerme. Prosigue con aquello de
Hcuba.

CMICO PRIMERO.- Pero quien viese, oh!

Vista dolorosa!

la mal ceida Reina...

HAMLET.- La mal ceida Reina!

POLONIO.- Eso es bueno, mal ceida Reina, bueno!

CMICO PRIMERO.-

Pero quien viese, oh vista dolorosa!

La mal ceida Reina, el pie desnudo,

girar de un lado al otro, amenazando

extinguir con sus lgrimas el fuego...

En vez de vestidura rozagante

cubierto el seno, harto fecundo un da,

con las ropas del lecho arrebatadas

(ni a ms la dio lugar el susto horrible)

rasgado un velo en su cabeza, donde

antes resplandeci corona augusta...


www.ladeliteratura.com.uy

Ay! Quien la viese, a los supremos hados

con lengua venenosa execrara.

Los Dioses mismos, si a piedad les mueve

el linaje mortal, dolor sintieran

de verla, cuando al implacable Pirro

hall esparciendo en trozos con su espada,

del muerto esposo los helados miembros.

Lo ve, y exclama con gemido triste,

bastante a conturbar all en su altura

las deidades de Olimpo, y los brillantes

ojos del cielo humedecer en lloro.

POLONIO.- Ved como muda de color y se le han saltado las lgrimas. No, no prosigis.

HAMLET.- Basta ya; presto me dirs lo que falta. Seor mo, es menester hacer que
estos cmicos se establezcan, lo entiendes? Y agasajarlos bien. Ellos son, sin duda, el
eptome histrico de los siglos, y ms te valdr tener despus de muerto un mal
epitafio, que una mala reputacin entre ellos mientras vivas.

POLONIO.- Yo, seor, los tratar conforme a sus mritos.

HAMLET.- Qu cabeza sta! No seor, mucho mejor. Si a los hombres se les hubiese
de tratar segn merecen, quin escapara de ser azotado? Trtalos como corresponde
a tu nobleza, y a tu propio honor; cuanto menor sea su mrito, mayor ser tu bondad.
Acompalos.

POLONIO.- Venid, seores.

HAMLET.- Amigos id con l. Maana habr comedia. Oye aqu t, amigo; dime no
pudierais representar La muerte de Gonzago?

CMICO PRIMERO.- S seor.

HAMLET.- Pues maana a la noche quiero que se haga. Y no podras, si fuese


menester, aprender de memoria unos doce o diecisis versos que quiero escribir e
insertar en la pieza? Podrs?

CMICO PRIMERO.- S seor.

HAMLET.- Muy bien; pues vete con aquel caballero, y cuenta no hagis burla de l.
www.ladeliteratura.com.uy

Amigos, hasta la noche. Pasadlo bien.

RICARDO.- Seor.

HAMLET.- Id con Dios.

Escena XI

HAMLET solo

HAMLET.- Ya estoy solo. Qu abatido! Qu insensible soy! No es admirable que este


actor, en una fbula, en una ficcin, pueda dirigir tan a su placer el nimo que as
agite y desfigure el rostro en la declamacin, vertiendo de sus ojos lgrimas, dbil la
voz, y todas sus acciones tan acomodadas a lo que quiere expresar? Y esto por nadie:
por Hcuba. Y quin es Hcuba para l, o l para ella, que as llora sus infortunios?
Pues qu no hara si l tuviese los tristes motivos de dolor que yo tengo? Inundara el
teatro con llanto, su terrible acento conturbara a cuantos le oyesen, llenara de
desesperacin al culpado, de temor al inocente, al ignorante de confusin, y
sorprendera con asombro la facultad de los ojos y los odos. Pero yo, miserable, sin
vigor y estpido, sueo adormecido, permanezco mudo, y miro con tal indiferencia
mis agravios! Qu? Nada merece un Rey con quien se cometi el ms atroz delito
para despojarle del cetro y la vida? Soy cobarde yo? Quin se atreve a llamarme
villano? O a insultarme en mi presencia? Arrancarme la barba, soplarmela al rostro,
asirme de la nariz o hacerle tragar leja que me llegue al pulmn? Quin se atreve a
tanto? Sera yo capaz de sufrirlo? S, que no es posible sino que yo sea como la
paloma que carece de hiel, incapaz de acciones crueles; a no ser esto, ya se hubieran
cebado los milanos del aire en los despojos de aquel indigno. Deshonesto, homicida,
prfido seductor, feroz malvado, que vive sin remordimientos de su culpa. Pero, por
qu he de ser tan necio? Ser generoso proceder el mo, que yo, hijo de un querido
padre (de cuya muerte alevosa el cielo y el infierno mismo me piden venganza)
afeminado y dbil desahogue con palabras el corazn, prorrumpa en execraciones
vanas, como una prostituta vil, o un pillo de cocina? Ah! No, ni aun slo imaginarlo.
Eh!... Yo he odo, que tal vez asistiendo a una representacin hombres muy culpados,
han sido heridos en el alma con tal violencia por la ilusin del teatro, que a vista de
todos han publicado sus delitos, que la culpa aunque sin lengua siempre se
manifestar por medios maravillosos. Yo har que estos actores representen delante
de mi to algn pasaje que tenga semejanza con la muerte de mi padre. Yo le herir en
lo ms vivo del corazn; observar sus miradas; si muda de color, si se estremece, ya
s lo que me toca hacer. La aparicin que vi pudiera ser un espritu del infierno. Al
demonio no le es difcil presentarse bajo la ms agradable forma; s, y acaso como l
es tan poderoso sobre una imaginacin perturbada, valindose de mi propia debilidad
y melancola, me engaa para perderme. Yo voy a adquirir pruebas ms slidas, y esta
representacin ha de ser el lazo en que se enrede la conciencia del Rey.

ACTO III

Escena I
www.ladeliteratura.com.uy

CLAUDIO, GERTRUDIS, POLONIO, OFELIA, RICARDO, GUILLERMO

Galera de Palacio.

CLAUDIO.- Y no os fue posible indagar en la conversacin que con l tuvisteis, de qu


nace aquel desorden de espritu que tan cruelmente altera su quietud, con turbulenta y
peligrosa demencia?

RICARDO.- l mismo reconoce los extravos de su razn; pero no ha querido


manifestarnos el origen de ellos.

GUILLERMO.- Ni le hallamos en disposicin de ser examinado, porque siempre huye de


la cuestin, con un rasgo de locura, cuando ve que le conducimos al punto de
descubrir la verdad.

GERTRUDIS.- Fuisteis bien recibidos de l?

RICARDO.- Con mucha cortesa.

GUILLERMO.- Pero se le conoca una cierta sujecin.

RICARDO.- Pregunt poco; pero responda a todo con prontitud.

GERTRUDIS.- Le habis convidado para alguna diversin?

RICARDO.- S seora, porque casualmente habamos encontrado una compaa de


cmicos en el camino; se lo dijimos, y mostr complacencia al orlo. Estn ya en la
corte, y creo que tienen orden de representarle esta noche una pieza.

POLONIO.- As es la verdad, y me ha encargado de suplicar a Vuestras Majestades que


asistan a verla y orla.

CLAUDIO.- Con mucho gusto; me complace en extremo saber que tiene tal inclinacin.
Vosotros, seores, excitadle a ella, y aplaudid su propensin a este gnero de placeres.

RICARDO.- As lo haremos.

Escena II

CLAUDIO, GERTRUDIS, POLONIO, OFELIA

CLAUDIO.- T, mi amada Gertrudis, debers tambin retirarte, porque hemos


dispuesto que Hamlet al venir aqu, como si fuera casualidad, encuentre a Ofelia. Su
padre y yo, testigos los ms aptos para el fin, nos colocaremos donde veamos sin ser
vistos. As podremos juzgar de lo que entre ambos pase, y en las acciones y palabras
del Prncipe conoceremos si es pasin de amor el mal de que adolece.

GERTRUDIS.- Voy a obedeceros, y por mi parte, Ofelia, oh, cunto deseara que tu
rara hermosura fuese el dichoso origen de la demencia de Hamlet! Entonces yo
www.ladeliteratura.com.uy

debera esperar que tus prendas amables pudieran para vuestra mutua felicidad
restituirle su salud perdida.

OFELIA.- Yo, seora, tambin quisiera que fuese as.

Escena III

CLAUDIO, POLONIO, OFELIA

POLONIO.- Pasate por aqu, Ofelia. Si Vuestra Majestad gusta, podemos ya


ocultarnos. Haz que lees en este libro; esta ocupacin disculpar la soledad del sitio...
Materia es, por cierto, en que tenemos mucho de que acusarnos! Cuntas veces con
el semblante de la devocin y la apariencia de acciones piadosas, engaamos al diablo
mismo!

CLAUDIO.- Demasiado cierto es... Qu cruelmente ha herido esa reflexin mi


conciencia! El rostro de la meretriz, hermoseada con el arte, no es ms feo despojado
de los afeites, que lo es mi delito disimulado en palabras traidoras. Oh! Qu pesada
carga me oprime!

POLONIO.- Ya le siento llegar; seor, conviene retirarnos.

Escena IV

HAMLET, OFELIA

HAMLET.- Ser o no ser, sa es la pregunta. Cul es ms digna accin del nimo, sufrir
los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de
calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia? Morir es dormir. No ms? Y por un
sueo, diremos, las aflicciones se acabaron y los dolores sin nmero, patrimonio de
nuestra dbil naturaleza?... Este es un trmino que deberamos solicitar con ansia.
Morir es dormir... y tal vez soar. S, y ved aqu el grande obstculo, porque el
considerar que sueos podrn ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos
abandonado este despojo mortal, es razn harto poderosa para detenernos. Esta es la
consideracin que hace nuestra infelicidad tan larga. Quin, si esto no fuese,
aguantara la lentitud de los tribunales, la insolencia de los empleados, las tropelas
que recibe pacfico el mrito de los hombres ms indignos, las angustias de un mal
pagado amor, las injurias y quebrantos de la edad, la violencia de los tiranos, el
desprecio de los soberbios? Cuando el que esto sufre, pudiera procurar su quietud con
slo un pual. Quin podra tolerar tanta opresin, sudando, gimiendo bajo el peso de
una vida molesta si no fuese que el temor de que existe alguna cosa ms all de la
Muerte (aquel pas desconocido de cuyos lmites ningn caminante torna) nos
embaraza en dudas y nos hace sufrir los males que nos cercan; antes que ir a buscar
otros de que no tenemos seguro conocimiento? Esta previsin nos hace a todos
cobardes, as la natural tintura del valor se debilita con los barnices plidos de la
prudencia, las empresas de mayor importancia por esta sola consideracin mudan
camino, no se ejecutan y se reducen a designios vanos. Pero... la hermosa Ofelia!
Graciosa nia, espero que mis defectos no sern olvidados en tus oraciones.

OFELIA.- Cmo os habis sentido, seor, en todos estos das?


www.ladeliteratura.com.uy

HAMLET.- Muchas gracias. Bien.

OFELIA.- Conservo en mi poder algunas expresiones vuestras, que deseo restituiros


mucho tiempo ha, y os pido que ahora las tomis.

HAMLET.- No, yo nunca te d nada.

OFELIA.- Bien sabis, seor, que os digo verdad. Y con ellas me disteis palabras, de
tan suave aliento compuestas que aumentaron con extremo su valor, pero ya disipado
aquel perfume, recibidlas, que un alma generosa considera como viles los ms
opulentos dones, si llega a entibiarse el afecto de quien los dio. Vedlos aqu.

HAMLET.- Oh! Oh! Eres honesta?

OFELIA.- Seor...

HAMLET.- Eres hermosa?

OFELIA.- Qu pretendis decir con eso?

HAMLET.- Que si eres honesta y hermosa, no debes consentir que tu honestidad trate
con tu belleza.

OFELIA.- Puede, acaso, tener la hermosura mejor compaera que la honestidad?

HAMLET.- Sin duda ninguna. El poder de la hermosura convertir a la honestidad en


una alcahueta, antes que la honestidad logre dar a la hermosura su semejanza. En
otro tiempo se tena esto por una paradoja; pero en la edad presente es cosa
probada... Yo te quera antes, Ofelia.

OFELIA.- As me lo dabais a entender.

HAMLET.- Y t no debieras haberme credo, porque nunca puede la virtud ingerirse tan
perfectamente en nuestro endurecido tronco, que nos quite aquel resquemor original...
Yo no te he querido nunca.

OFELIA.- Muy engaada estuve.

HAMLET.- Mira, vete a un convento, para qu te has de exponer a ser madre de hijos
pecadores? Yo soy medianamente bueno; pero al considerar algunas cosas de que
puedo acusarme, sera mejor que mi madre no me hubiese parido. Yo soy muy
soberbio, vengativo, ambicioso; con ms pecados sobre mi cabeza que pensamientos
para explicarlos, fantasa para darles forma, ni tiempo para llevarlos a ejecucin. A
qu fin los miserables como yo han de existir arrastrados entre el cielo y la tierra?
Todos somos insignes malvados; no creas a ninguno de nosotros, vete, vete a un
convento... En dnde est tu padre?

OFELIA.- En casa est, seor.

HAMLET.- S, pues que cierren bien todas las puertas, para que si quiere hacer locuras,
www.ladeliteratura.com.uy

las haga dentro de su casa. Adis.

OFELIA.- Oh! Mi buen Dios! Favorecedle.

HAMLET.- Si te casas quiero darte esta maldicin en dote. Aunque seas un hielo en la
castidad, aunque seas tan pura como la nieve; no podrs librarte de la calumnia. Vete
a un convento. Adis. Pero... escucha: si tienes necesidad de casarte, csate con un
tonto, porque los hombres avisados saben muy bien que vosotras los converts en
fieras... Al convento y pronto. Adis.

OFELIA.- El Cielo, con su poder, le alivie!

HAMLET.- He odo hablar mucho de vuestros afeites y embelecos. La naturaleza os dio


una cara y vosotras os hacis otra distinta. Con esos brinquillos, ese pasito corto, ese
hablar aniado, pasis por inocentes y converts en gracia vuestros defectos mismos.
Pero, no hablemos ms de esta materia, que me ha hecho perder la razn... Digo slo
que de hoy en adelante no habr ms casamientos; los que ya estn casados
(exceptuando uno) permanecern as; los otros se quedarn solteros... Vete al
convento, vete.

Escena V

OFELIA sola

OFELIA.- Oh! Qu trastorno ha padecido esa alma generosa! La penetracin del


cortesano, la lengua del sabio, la espada del guerrero, la esperanza y delicias del
estado, el espejo de la cultura, el modelo de la gentileza, que estudian los ms
advertidos: todo, todo se ha aniquilado. Y yo, la ms desconsolada e infeliz de las
mujeres, que gust algn da la miel de sus promesas suaves, veo ahora aquel noble y
sublime entendimiento desacordado, como la campana sonora que se hiende. Aquella
incomparable presencia, aquel semblante de florida juventud alterado con el frenes.
Oh! Cunta, cunta es mi desdicha, de haber visto lo que vi, para ver ahora lo que
veo!

Escena VI

CLAUDIO, POLONIO, OFELIA

CLAUDIO.- Amor! Qu! No van por ese camino sus afectos, ni en lo que ha dicho;
aunque algo falto de orden, hay nada que parezca locura. Alguna idea tiene en el
nimo que cubre y fomenta su melancola, y recelo que ha de ser un mal el fruto que
produzca; a fin de prevenirlo, he resuelto que salga prontamente para Inglaterra, a
pedir en mi nombre los atrasados tributos. Acaso el mar y los pases diferentes podrn
con la variedad de objetos alejar esta pasin que le ocupa, sea la que fuere, sobre la
cual su imaginacin sin cesar golpea. Qu te parece?

POLONIO.- Que as es lo mejor. Pero yo creo, no obstante, que el origen y principio de


su afliccin provengan de un amor mal correspondido. T, Ofelia, no hay para qu nos
cuentes lo que te ha dicho el Prncipe, que todo lo hemos odo.

Escena VII
www.ladeliteratura.com.uy

CLAUDIO, POLONIO

POLONIO.- Haced lo que os parezca, seor; pero si lo juzgis a propsito, sera bien
que la Reina retirada a solas con l, luego que se acabe el espectculo, le inste a que
la manifieste sus penas, hablndole con entera libertad. Yo, si lo permits, me pondr
en paraje de donde pueda or toda la conversacin. Si no logra su madre descubrir
este arcano, enviadle a Inglaterra, o desterradle a donde vuestra prudencia os dicte.

CLAUDIO.- As se har. La locura de los poderosos debe ser examinada con


escrupulosa atencin.

Escena VIII

HAMLET y dos cmicos

Saln del Palacio.

HAMLET.- Dirs este pasaje en la forma que te le he declamado yo: con soltura de
lengua, no con voz desentonada, como lo hacen muchos de nuestros cmicos; ms
valdra entonces dar mis versos al pregonero para que los dijese. Ni manotees as,
acuchillando el aire: moderacin en todo; puesto que aun en el torrente, la tempestad,
y por mejor decir, el huracn de las pasiones, se debe conservar aquella templanza
que hace suave y elegante la expresin. A m me desazona en extremo ver a un
hombre, muy cubierta la cabeza con su cabellera, que a fuerza de gritos estropea los
afectos que quiere exprimir, y rompe y desgarra los odos del vulgo rudo; que slo
gusta de gesticulaciones insignificantes y de estrpito. Yo mandara azotar a un
energmeno de tal especie: Herodes de farsa, ms furioso que el mismo Herodes.
Evita, evita este vicio.

CMICO PRIMERO.- As os lo prometo.

HAMLET.- Ni seas tampoco demasiado fro; tu misma prudencia debe guiarte. La


accin debe corresponder a la palabra, y sta a la accin, cuidando siempre de no
atropellar la simplicidad de la naturaleza. No hay defecto que ms se oponga al fin de
la representacin que desde el principio hasta ahora, ha sido y es: ofrecer a la
naturaleza un espejo en que vea la virtud su propia forma, el vicio su propia imagen,
cada nacin y cada siglo sus principales caracteres. Si esta pintura se exagera o se
debilita, excitar la risa de los ignorantes; pero no puede menos de disgustar a los
hombres de buena razn, cuya censura debe ser para vosotros de ms peso que la de
toda la multitud que llena el teatro. Yo he visto representar a algunos cmicos, que
otros aplaudan con entusiasmo, por no decir con escndalo; los cuales no tenan
acento ni figura de cristianos, ni de gentiles, ni de hombres; que al verlos hincharse y
bramar, no los juzgu de la especie humana, sino unos simulacros rudos de hombres,
hechos por algn mal aprendiz. Tan inicuamente imitaban la naturaleza.

CMICO PRIMERO.- Yo creo que en nuestra compaa se ha corregido bastante ese


defecto.

HAMLET.- Corregidle del todo, y cuidad tambin que los que hacen de payos no
aadan nada a lo que est escrito en su papel; porque algunos de ellos, para hacer rer
a los oyentes ms adustos, empiezan a dar risotadas, cuando el inters del drama
debera ocupar toda la atencin. Esto es indigno, y manifiesta demasiado en los necios
www.ladeliteratura.com.uy

que lo practican, el ridculo empeo de lucirlo. Id a preparaos.

Escena IX

HAMLET, POLONIO, RICARDO, GUILLERMO

HAMLET.- Y bien, Polonio, gustar el Rey de or esta pieza?

POLONIO.- S, seor, al instante y la Reina tambin.

HAMLET.- Ve a decir a los cmicos que se despachen. Queris ir vosotros a darles


prisa?

RICARDO.- Con mucho gusto.

Escena X

HAMLET, HORACIO

HAMLET.- Quin es?... Ah! Horacio.

HORACIO.- Veisme aqu, seor, a vuestras rdenes.

HAMLET.- T, Horacio, eres un hombre cuyo trato me ha agradado siempre.

HORACIO.- Oh! Seor.

HAMLET.- No creas que pretendo adularte. Ni qu utilidades puedo yo esperar de ti?


Que exceptuando tus buenas prendas, no tienes otras rentas para alimentarte y
vestirte. Habr quien adule al pobre? No... Los que tienen almibarada la lengua
vyanse a lamer con ella la grandeza estpida, y doblen los goznes de sus rodillas
donde la lisonja encuentre galardn. Me has entendido? Desde que mi alma se hall
capaz de conocer a los hombres y pudo elegirlos; t fuiste el escogido y marcado para
ella, porque siempre, o desgraciado o feliz, has recibido con igual semblante los
premios y los reveses de la fortuna. Dichosos aquellos cuyo temperamento y juicio se
combinan con tal acuerdo, que no son entre los dedos de la fortuna una flauta,
dispuesta a sonar segn ella guste. Dame un hombre que no sea esclavo de sus
pasiones, y yo le colocar en el centro de mi corazn; s, en el corazn de mi corazn,
como lo hago contigo. Pero, yo me dilato demasiado en esto. Esta noche se representa
un drama delante del Rey, una de sus escenas contiene circunstancias muy parecidas a
las de la muerte de mi padre, de que ya te habl. Te encargo que cuando este paso se
represente, observes a mi to con la ms viva atencin del alma, si al ver uno de
aquellos lances su oculto delito no se descubre por s solo, sin duda el que hemos visto
es un espritu infernal, y son todas mis ideas ms negras que los yunques de Vulcano.
Examnale cuidadosamente, yo tambin fijar mi vista en su rostro, y despus
uniremos nuestras observaciones para juzgar lo que su exterior nos anuncie.

HORACIO.- Est bien, seor, y si durante el espectculo logra hurtar a nuestra


indagacin el menor arcano, yo pago el hurto.
www.ladeliteratura.com.uy

HAMLET.- Ya vienen a la funcin, vulvome a hacer el loco, y t busca asiento.

Escena XI

CLAUDIO, GERTRUDIS y HAMLET, HORACIO, POLONIO, OFELIA, RICARDO,


GUILLERMO, y acompaamiento de Damas, Caballeros, Pajes y Guardias. Suena la
marcha dnica.

CLAUDIO.- Cmo ests, mi querido Hamlet?

HAMLET.- Muy bueno, seor, me mantengo del aire como el camalen, engordo con
esperanzas. No podris vos cebar as a vuestros capones.

CLAUDIO.- No comprendo esa respuesta, Hamlet; ni tales razones son para m.

HAMLET.- Ni para m tampoco. No dices t que una vez representaste en la


Universidad? Eh?

POLONIO.- S, seor, as es, y fui reputado por muy buen actor.

HAMLET.- Y qu hiciste?

POLONIO.- El papel de Julio Csar. Bruto me asesinaba en el Capitolio.

HAMLET.- Muy bruto fue el que cometi en el Capitolio tan capital delito. Estn ya
prevenidos los cmicos?

RICARDO.- S, seor, y esperan solo vuestras rdenes.

GERTRUDIS.- Ven aqu, mi querido Hamlet, ponte a mi lado.

HAMLET.- No, seora, aqu hay un imn de ms atraccin para m.

POLONIO.- Ah! Ah! Habis notado eso?

HAMLET.- Permitiris que me ponga sobre vuestra rodilla?

OFELIA.- No seor.

HAMLET.- Quiero decir, apoyar mi cabeza en vuestra rodilla.

OFELIA.- S seor.

HAMLET.- Pensis que yo quisiera cometer alguna indecencia?

OFELIA.- No, no pienso nada de eso.

HAMLET.- Qu dulce cosa es...


www.ladeliteratura.com.uy

OFELIA.- Qu decs, seor?

HAMLET.- Nada.

OFELIA.- Se conoce que estis de fiesta.

HAMLET.- Quin, yo?

OFELIA.- S seor.

HAMLET.- Lo hago slo por divertiros. Y, bien mirado, qu debe hacer un hombre sino
vivir alegre? Ved mi madre qu contenta est y mi padre muri ayer.

OFELIA.- Eh! No seor, que ya hace dos meses.

HAMLET.- Tanto ha? Oh! Pues quiero vestirme todo de armios y llvese el diablo el
luto. Dios mo! Dos meses ha que muri y todava se acuerdan de l? De esa manera
ya puede esperarse que la memoria de un grande hombre le sobreviva, quizs, medio
ao; bien que es menester que haya sido fundador de iglesias, que si no, por la Virgen
santa, no habr nadie que de l se acuerde: como del caballo de palo, de quien dice
aquel epitafio.

Ya muri el caballito de palo

y ya le olvidaron as que muri.

OFELIA.- Qu significa esto, seor?

HAMLET.- Eso es un asesinato oculto, y anuncia grandes maldades.

OFELIA.- Segn parece, la escena muda contiene el argumento del drama.

Escena XII

CMICO y dichos.

HAMLET.- Ahora lo sabremos por lo que nos diga ese actor; los cmicos no pueden
callar un secreto, todo lo cuentan.

OFELIA.- Nos dir ste lo que significa la escena que hemos visto?

HAMLET.- S, por cierto, y cualquiera otra escena que le hagis ver. Como no os
avergoncis de representrsela, l no se avergonzar de deciros lo que significa.

OFELIA.- Qu malo! Qu malo sois! Pero, dejadme atender a la pieza.

CMICO ..-

Humildemente os pedimos
www.ladeliteratura.com.uy

que escuchis esta Tragedia,

disimulando las faltas

que haya en nosotros y en ella.

HAMLET.- Es esto prlogo, o mote de sortija?

OFELIA.- Qu corto ha sido!

HAMLET.- Como cario de mujer.

Escena XIII

CMICO PRIMERO, CMICO SEGUNDO, y dichos.

CMICO PRIMERO.-

Ya treinta vueltas dio de Febo el carro

a las ondas saladas de Nereo,

y al globo de la tierra, y treinta veces

con luz prestada han alumbrado el suelo

doce lunas, en giros repetidos,

despus que el Dios de amor y el Himeneo

nos enlazaron, para dicha nuestra,

en nudo santo el corazn y el cuello.

CMICO SEGUNDO.-

Y, oh! Quiera el Cielo que otros tantos giros

a la luna y al sol, seor, contemos

antes que el fuego de este amor se apague.

Pero es mi pena inconsolable al veros

doliente, triste, y tan diverso ahora


www.ladeliteratura.com.uy

de aquel que fuisteis... Tmida recelo...

Mas toda mi afliccin nada os conturbe:

que en pecho femenil llega al exceso

el temor y el amor. All residen

en igual proporcin ambos afectos,

o no existe ninguno, o se combinan

este y aquel con el mayor extremo.

Cun grande es el amor que a vos me inclina,

las pruebas lo dirn que dadas tengo;

pues tal es mi temor. Si un fino amante,

sin motivo tal vez, vive temiendo;

la que al veros as toda es temores,

muy puro amor abrigar en el pecho.

CMICO PRIMERO.-

Si, yo debo dejarte, amada ma,

inevitable es ya: cedern presto

a la muerte mis fuerzas fatigadas;

t vivirs, gozando del obsequio

y el amor de la tierra. Acaso entonces

un digno esposo...

CMICO SEGUNDO.-

No, dad al silencio

esos anuncios. Yo? Pues no seran


www.ladeliteratura.com.uy

traicin culpable en m tales afectos?

Yo un nuevo esposo? No, la que se entrega

al segundo, seor, mat al primero.

HAMLET.- Esto es zumo de ajenjos.

CMICO SEGUNDO.-

Motivos de inters tal vez inducen

a renovar los nudos de Himeneo;

no motivos de amor: yo causara

segunda muerte a mi difunto dueo

cuando del nuevo esposo recibiera

en tlamo nupcial amantes besos.

CMICO PRIMERO.-

No dudar que el corazn te dicta

lo que aseguras hoy: fcil creemos

cumplir lo prometido y fcilmente

se quebranta y se olvida. Los deseos

del hombre a la memoria estn sumisos,

que nace activa y desfallece presto.

As pende del ramo acerbo el fruto,

y as maduro, sin impulso ajeno,

se desprende despus. Difcilmente

nos acordamos de llevar a efecto

promesas hechas a nosotros mismos,


www.ladeliteratura.com.uy

que al cesar la pasin cesa el empeo.

Cuando de la afliccin y la alegra

se moderan los mpetus violentos,

con ellos se disipan las ideas

a que dieron lugar, y el ms ligero

acaso, los placeres en afanes

muda tal vez, y en risa los lamentos.

Amor, como la suerte, es inconstante:

que en este mundo al fin nada hay eterno,

y aun se ignora si l manda a la fortuna

o si sta del amor cede del imperio.

Si el poderoso del lugar sublime

se precipita, le abandonan luego

cuantos gozaron su favor; si el pobre

sube a prosperidad, los que le fueron

ms enemigos su amistad procuran

(y el amor sigue a la fortuna en esto)

que nunca al venturoso amigos faltan,

ni al pobre desengaos y desprecios.

Por diferente senda se encaminan

los destinos del hombre y sus afectos,

y slo en l la voluntad es libre;

mas no la ejecucin, y as el suceso

nuestros designios todos desvanece.

T me prometes no rendir a nuevo


www.ladeliteratura.com.uy

yugo tu libertad... Esas ideas,

ay!, morirn cuando me vieres muerto.

CMICO SEGUNDO.-

Luces me niegue el sol, frutos la tierra,

sin descanso y placer viva muriendo,

desesperada y en prisin oscura

su mesa envidie al eremita austero;

cuantas penas el nimo entristecen,

todas turben al fin de mis deseos

y los destruyan, ni quietud encuentre

en parte alguna con afn eterno;

si ya difunto mi primer esposo,

segundas bodas prfida celebro.

HAMLET.- Si ella no cumpliese lo que promete...

CMICO PRIMERO.-

Mucho juraste. Aqu gozar quisiera

solitaria quietud, rendido siento

al cansancio mi espritu. Permite

que alguna parte le conceda al sueo

de las molestas horas.

CMICO SEGUNDO.-

l te halague
www.ladeliteratura.com.uy

con tranquilo descanso y nunca el Cielo

en unin tan feliz pesares mezcle.

HAMLET.- Y bien, seora, qu tal os va pareciendo la pieza?

GERTRUDIS.- Me parece que esa mujer promete demasiado.

HAMLET.- S, pero lo cumplir.

CLAUDIO.- Te has enterado bien del asunto? Tiene algo que sea de mal ejemplo?

HAMLET.- No, seor, no. Si todo ello es mera ficcin, un veneno..., fingido; pero mal
ejemplo, qu! No seor.

CLAUDIO.- Cmo se intitula este Drama?

HAMLET.- La Ratonera. Cierto que s... es un ttulo metafrico. En esta pieza se trata
de un homicidio cometido en Viena... el Duque se llama Gonzago y su mujer Baptista...
Ya, ya veris presto... Oh! Es un enredo maldito! Y qu importa? A Vuestra Majestad
y a m, que no tenemos culpado el nimo, no nos puede incomodar: al rocn que est
lleno de mataduras le har dar coces; pero, a bien que nosotros no tenemos desollado
el lomo.

Escena XIV

CMICO TERCERO y dichos.

HAMLET.- Este que sale ahora se llama Luciano, sobrino del Duque.

OFELIA.- Vos supls perfectamente la falta del coro.

HAMLET.- Y aun pudiera servir de intrprete entre vos y vuestro amante, si viese
puestos en accin entrambos tteres.

OFELIA.- Vaya, que tenis una lengua que corta!

HAMLET.- Con un buen suspiro que deis, se la quita el filo.

OFELIA.- Eso es; siempre de mal en peor.

HAMLET.- As hacis vosotras en la eleccin de maridos: de mal en peor. Empieza


asesino... Djate de poner ese gesto de condenado y empieza. Vamos... el cuervo
graznador est ya gritando venganza.

CMICO TERCERO.-
www.ladeliteratura.com.uy

Negros designios, brazo ya dispuesto

a ejecutarlos, tosigo oportuno,

sitio remoto, favorable el tiempo

y nadie que lo observe. T, extrado de

la profunda noche en el silencio atroz

veneno, de mortales yerbas (invocada

Proserpina) compuesto: infectadas tres

veces y otras tantas exprimidas

despus, sirve a mi intento; pues a tu

actividad mgica, horrible,

la robustez vital cede tan presto

HAMLET.- Veis? Ahora le envenena en el jardn para usurparle el cetro. El Duque se


llama Gonzago, es historia cierta y corre escrita en muy buen italiano. Presto veris
como la mujer de Gonzago se enamora del matador.

OFELIA.- El Rey se levanta.

HAMLET.- Qu? Le atemoriza un fuego aparente?

GERTRUDIS.- Qu tenis, seor?

POLONIO.- No pasis adelante, dejadlo.

CLAUDIO.- Traed luces. Vamos de aqu.

TODOS.- Luces, luces.

Escena XV

HAMLET, HORACIO, CMICO PRIMERO, CMICO TERCERO

HAMLET.-

El ciervo herido llora


www.ladeliteratura.com.uy

y el corzo no tocado

de flecha voladora,

se huelga por el prado;

duerme aquel, y a deshora

veis ste desvelado,

que tanto el mundo va desordenado

Y, dgame, seor mo, si en adelante la fortuna me tratase mal, con esta gracia que
tengo para la msica, y un bosque de plumas en la cabeza, y un par de lazos
provenzales en mis zapatos rayados, no podra hacerme lugar entre un coro de
comediantes?

HORACIO.- Mediano papel.

HAMLET.- Mediano? Excelente.

T sabes, Damon querido,

que esta nacin ha perdido

al mismo Jove, y violento

tirano lo ha sucedido

en el trono mal habido,

un... Quien dir yo? Un..., un sapo.

HORACIO.- Bien pudierais haber conservado el consonante.

HAMLET.- Oh! Mi buen Horacio; cuanto aquel espritu dijo es demasiado cierto. Lo
has visto ahora?

HORACIO.- S seor, bien lo he visto.

HAMLET.- Cundo se trat de veneno?

HORACIO.- Bien, bien le observ entonces.

HAMLET.- Ah! Quisiera algo de msica: traedme unas flautas... Si el Rey no gusta de
la comedia, ser sin duda porque... Porque no le gusta. Vaya un poco de msica.
www.ladeliteratura.com.uy

Escena XVI

HAMLET, HORACIO, RICARDO, GUILLERMO

GUILLERMO.- Seor, permitiris que os diga una palabra?

HAMLET.- Y una historia entera.

GUILLERMO.- El Rey...

HAMLET.- Muy bien, qu le sucede?

GUILLERMO.- Se ha retirado a su cuarto con mucha destemplanza.

HAMLET.- De vino. Eh?

GUILLERMO.- No seor, de clera.

HAMLET.- Pero, no sera ms acertado rselo a contar al mdico? No veis que si yo


me meto en hacerle purgar ese humor bilioso, puede ser que le aumente?

GUILLERMO.- Oh! Seor, dad algn sentido a lo que hablis, sin desentenderos con
tales extravagancias de lo que os vengo a decir.

HAMLET.- Estamos de acuerdo. Prosigue, pues.

GUILLERMO.- La Reina vuestra madre, llena de la mayor afliccin, me enva a


buscaros.

HAMLET.- Seis muy bien venido.

GUILLERMO.- Esos cumplimientos no tienen nada de sinceridad. Si queris darme una


respuesta sensata, desempear el encargo de la Reina; si no, con pediros perdn y
retirarme se acab todo.

HAMLET.- Pues, seor, no puedo.

GUILLERMO.- Cmo?

HAMLET.- Me pides una respuesta sensata y mi razn est un poco achacosa; no


obstante, responder del modo que pueda a cuanto me mandes, o por mejor decir, a
lo que mi madre me manda. Con que nada hay que aadir en esto. Vamos al caso. T
has dicho que mi madre...

RICARDO.- Seor, lo que dice es que vuestra conducta la ha llenado de sorpresa y


admiracin.

HAMLET.- Oh! Maravilloso hijo! Que as ha podido aturdir a su madre. Pero, dime,
www.ladeliteratura.com.uy

esa admiracin no ha trado otra consecuencia? No hay algo ms?

RICARDO.- Slo que desea hablaros en su gabinete, antes que os vais a recoger.

HAMLET.- La obedecer, si diez veces fuera mi madre. Tienes algn otro negocio que
tratar conmigo?

RICARDO.- Seor, yo me acuerdo de que en otro tiempo me estimabais mucho.

HAMLET.- Y ahora tambin. Te lo juro, por estas manos rateras.

RICARDO.- Pero, cul puede ser el motivo de vuestra indisposicin? Eso, por cierto,
es cerrar vos mismo las puertas a vuestra libertad, no queriendo comunicar con
vuestros amigos los pesares que sents.

HAMLET.- Estoy muy atrasado.

RICARDO.- Cmo es posible? Cundo tenis el voto del Rey mismo para sucederte
en el trono de Dinamarca?

HAMLET.- S, pero mientras nace la yerba... Ya es un poco antiguo el tal refrn. Ah!
Ya estn aqu las flautas.

Escena XVII

CMICO TERCERO y dichos.

HAMLET.- Dejadme ver una... A qu tengo de ir ah? Parece que me quieres hacer
caer en alguna trampa, segn me cercas por todos lados.

GUILLERMO.- Ya veo, seor, que si el deseo de cumplir con mi obligacin me da


osada; acaso el amor que os tengo me hace grosero tambin e importuno.

HAMLET.- No entiendo bien eso. Quieres tocar esta flauta?

GUILLERMO.- Yo no puedo, seor.

HAMLET.- Vamos.

GUILLERMO.- De veras que no puedo.

HAMLET.- Yo te lo suplico

GUILLERMO.- Pero, si no s palabra de eso.

HAMLET.- Ms fcil es que tenderse a la larga. Mira, pon el pulgar y los dems dedos
segn convenga sobre estos agujeros, sopla con la boca y vers que lindo sonido
resulta. Ves? Estos son los toques.

GUILLERMO.- Bien, pero si no s hacer uso de ellos para que produzcan armona.
www.ladeliteratura.com.uy

Como ignoro el arte...

HAMLET.- Pues, mira t, en que opinin tan baja me tienes. T me quieres tocar,
presumes conocer mis registros, pretendes extraer lo ms ntimo de mis secretos,
quieres hacer que suene desde el ms grave al ms agudo de mis tonos y ve aqu este
pequeo rgano, capaz de excelentes voces y de armona, que t no puedes hacer
sonar. Y juzgas que se me tae a m con ms facilidad que a una flauta? No; dame el
nombre del instrumento que quieras; por ms que le manejes y te fatigues, jams
conseguirs hacerle producir el menor sonido.

Escena XVIII

POLONIO y dichos.

HAMLET.- Oh! Dios te bendiga.

POLONIO.- Seor, la Reina quisiera hablaros al instante.

HAMLET.- No ves all aquella nube que parece un camello?

POLONIO.- Cierto, as en el tamao parece un camello.

HAMLET.- Pues ahora me parece una comadreja.

POLONIO.- No hay duda, tiene figura de comadreja.

HAMLET.- O como una ballena.

POLONIO.- Es verdad, s, como una ballena.

HAMLET.- Pues al instante ir a ver a mi madre. Tanto harn estos que me volvern
loco de veras. Ir, ir al instante.

POLONIO.- As se lo dir.

HAMLET.- Fcilmente se dice, al instante viene. Dejadme solo, amigos.

Escena XIX

HAMLET solo

HAMLET.- Este es el espacio de la noche, apto a los maleficios. Esta es la hora en que
los cementerios se abren y el infierno respira contagios al mundo. Ahora podra yo
beber caliente sangre, ahora podra ejecutar tales acciones, que el da se estremeciese
al verla. Pero, vamos a ver a mi madre... Oh! Corazn! No desconozcas la naturaleza,
ni permitas que en este firme pecho se albergue la fiereza de Nern. Djame ser cruel,
pero no parricida. El pual que ha de herirla est en mis palabras, no en mi mano;
disimulen el corazn y la lengua, sean las que fueren las execraciones que contra ella
pronuncie, nunca, nunca mi alma solicitar que se cumplan.
www.ladeliteratura.com.uy

Escena XX

CLAUDIO, RICARDO, GUILLERMO

Gabinete.

CLAUDIO.- No, no le quiero aqu; ni conviene a nuestra seguridad dejar libre el campo
a su locura. Prevenos, pues, y har que inmediatamente se os despache para que l
os acompae a Inglaterra. El inters de mi corona no permite ya exponerme a un
riesgo tan inmediato, que crece por instantes en los accesos de su demencia.

GUILLERMO.- Al momento dispondremos nuestra marcha. El ms santo y religioso


temor es aquel que procura la existencia de tantos individuos, cuya vida pende de
vuestra Majestad.

RICARDO.- Si es obligacin en un particular defender su vida de toda ofensa, por


medio de la fuerza y el arte, cunto ms lo ser conservar aquella en quien estriba la
felicidad pblica? Cuando llega a faltar el Monarca, no muere l solo, sino que, a
manera de un torrente precipitado, arrebata consigo cuanto le rodea. Como una gran
rueda colocada en la cima del ms alto monte, a cuyos enormes rayos estn asidas
innumerables piezas menores; que si llega a caer, no hay ninguna de ellas, por ms
pequea que sea, que no padezca igualmente en el total destrozo. Nunca el Soberano
exhala un suspiro sin excitar en su nacin general lamento.

CLAUDIO.- Yo os ruego que os prevengis sin dilacin para el viaje. Quiero encadenar
este temor, que ahora camina demasiado libre.

LOS DOS.- Vamos a obedeceros con la mayor prontitud.

Escena XXI

CLAUDIO, POLONIO

POLONIO.- Seor, ya se ha encaminado al cuarto de su madre, voy a ocultarme detrs


de los tapices para ver el suceso. Es seguro que ella le reprender fuertemente, y
como vos mismo habis observado muy bien, conviene que asista a or la conversacin
alguien ms que su madre, que naturalmente le ha de ser parcial, como a todas
sucede. Quedaos a Dios, yo volver a veros antes que os recojis para deciros lo que
haya pasado.

CLAUDIO.- Gracias, querido Polonio.

Escena XXII

CLAUDIO solo

CLAUDIO.- Oh! Mi culpa es atroz! Su hedor sube al cielo, llevando consigo la


maldicin ms terrible, la muerte de un hermano. No puedo recogerme a orar, por ms
que eficazmente lo procuro, que es ms fuerte que mi voluntad el delito que la
www.ladeliteratura.com.uy

destruye. Como el hombre a quien dos obligaciones llaman, me detengo a considerar


por cual empezar primero, y no cumpla ninguna... Pero, si este brazo execrable
estuviese an ms teido en la sangre fraterna, faltar en los Cielos piadosos
suficiente lluvia para volverle cndido como la nieve misma? De qu sirve la
misericordia, si se niega a ver el rostro del pecado? Qu hay en la oracin sino
aquella duplicada fuerza, capaz de sostenernos al ir a caer, o de adquirirnos el perdn
habiendo cado? S, alzar mis ojos al cielo, y quedar borrada mi culpa. Pero, qu
gnero de oracin habr de usar? Olvida, seor, olvida el horrible homicidio que
comet... Ah! Que ser imposible, mientras vivo poseyendo los objetos que me
determinaron a la maldad: mi ambicin, mi corona, mi esposa... Podr merecerse el
perdn cuando la ofensa existe? En este mundo estragado sucede con frecuencia que
la mano delincuente, derramando el oro, aleja la justicia, y corrompe con ddivas la
integridad de las leyes; no as en el cielo, que all no hay engaos, all comparecen las
acciones humanas como ellas son, y nos vemos compelidos a manifestar nuestras
faltas todas, sin excusa, sin rebozo alguno... En fin, en fin, qu debo hacer?...
Probemos lo que puede el arrepentimiento... y qu no podr? Pero, qu ha de poder
con quien no puede arrepentirse? Oh! Situacin infeliz! Oh! Conciencia ennegrecida
con sombras de muerte! Oh! Alma ma aprisionada! Que cuanto ms te esfuerzas
para ser libre, ms quedas oprimida, ngeles, asistidme! Probad en m vuestro poder.
Dblense mis rodillas tenaces, y tu corazn mo de aceradas fibras, hazte blando como
los nervios del nio que acaba de nacer. Todo, todo puede enmendarse.

Escena XXIII

CLAUDIO, HAMLET

HAMLET.- Esta es la ocasin propicia. Ahora est rezando, ahora le mato... Y as se ir


al cielo... y es esta mi venganza? No, reflexionemos. Un malvado asesina a mi padre,
y yo, su hijo nico, aseguro al malhechor la gloria. No es esto, en vez de castigo,
premio y recompensa? l sorprendi a mi padre, acabados los desrdenes del
banquete, cubierto de ms culpas que el mayo tiene flores... quin sabe, sino Dios, la
estrecha cuenta que hubo de dar? Pero, segn nuestra razn concibe, terrible ha sido
su sentencia. Y quedar vengado dndole a ste la muerte, precisamente cuando
purifica su alma, cuando se dispone para la partida! No, espada ma, vuelve a tu lugar
y espera ocasin de ejecutar ms tremendo golpe. Cuando est ocupado en el juego,
cuando blasfeme colrico, o duerma con la embriaguez, o se abandone a los placeres
incestuosos del lecho, o cometa acciones contrarias a su salvacin; hirele entonces,
caiga precipitado al profundo y su alma quede negra y maldita, como el infierno que
ha de recibirle. Mi madre me espera, malvado; esta medicina que te dilata la dolencia
no evitar tu muerte.

Escena XXIV

CLAUDIO solo

CLAUDIO.- Mis palabras suben al cielo, mis afectos quedan en la tierra. Palabras sin
afectos, nunca llegan a los odos de Dios.

Escena XXV

GERTRUDIS, POLONIO, HAMLET


www.ladeliteratura.com.uy

Cuarto de la Reina.

POLONIO.- Va a venir al momento. Mostradle entereza, decidle que sus locuras han
sido demasiado atrevidas e intolerables, que vuestra bondad le ha protegido,
mediando entre l y la justa indignacin que excit. Yo, entretanto, retirado aqu,
guardar silencio. Habladle con libertad, yo os lo suplico.

HAMLET.- Madre, madre.

GERTRUDIS.- As te lo prometo, nada temo. Ya le siento llegar. Retrate.

Escena XXVI

GERTRUDIS, HAMLET, POLONIO

HAMLET.- Qu me mandis, seora?

GERTRUDIS.- Hamlet, muy ofendido tienes a tu padre.

HAMLET.- Madre, muy ofendido tenis al mo.

GERTRUDIS.- Ven, ven aqu; t me respondes con lengua demasiado libre.

HAMLET.- Voy, voy all... y vos me preguntis con lengua bien perversa.

GERTRUDIS.- Qu es esto, Hamlet?

HAMLET.- Y qu es eso, madre?

GERTRUDIS.- Te olvidas de quin soy?

HAMLET.- No, por la cruz bendita, que no me olvido. Sois la Reina, casada con el
hermano de vuestro primer esposo y... Ojal no fuera as... Eh! Sois mi madre.

GERTRUDIS.- Bien est. Yo te pondr delante de quien te haga hablar con ms


acuerdo.

HAMLET.- Venid, sentaos y no saldris de aqu, no os moveris; sin que os ponga un


espejo delante en que veis lo ms oculto de vuestra conciencia.

GERTRUDIS.- Qu intentas hacer? Quieres matarme?... Quin me socorre?.. Cielos!

POLONIO.- Socorro pide... Oh!..

HAMLET.- Qu es esto?... Un ratn? Muri... Un ducado a que ya est muerto.

POLONIO.- Ay de m!

GERTRUDIS.- Qu has hecho?


www.ladeliteratura.com.uy

HAMLET.- Nada... Qu s yo?.. Si sera el Rey?

GERTRUDIS.- Qu accin tan precipitada y sangrienta!

HAMLET.- Es verdad, madre ma, accin sangrienta y casi tan horrible como la de
matar a un Rey y casarse despus con su hermano.

GERTRUDIS.- Matar a un Rey?

HAMLET.- S, seora, eso he dicho. Y t, miserable, temerario, entremetido, loco,


adis. Yo te tom por otra persona de ms consideracin. Mira el premio que has
adquirido; ve ah el riesgo que tiene la demasiada curiosidad. No, no os torzis las
manos... sentaos aqu, y dejad que yo os tuerza el corazn. As he de hacerlo, si no le
tenis formado de impenetrable pasta, si las costumbres malditas no le han convertido
en un muro de bronce, opuesto a toda sensibilidad.

GERTRUDIS.- Qu hice yo, Hamlet, para que con tal aspereza me insultes?

HAMLET.- Una accin que mancha la tez purprea de la modestia, y da nombre de


hipocresa a la virtud, arrebata las flores de la frente hermosa de un inocente amor,
colocando un vejigatorio en ella, que hace ms prfidos los votos conyugales que las
promesas del tahr. Una accin que destruye la buena fe, alma de los contratos, y
convierte la inefable religin en una compilacin frvola de palabras. Una accin, en fin,
capaz de inflamar en ira la faz del cielo y trastornar con desorden horrible esta slida y
artificial mquina del mundo, como si se aproximara su fin temido.

GERTRUDIS.- Ay de mi! Y qu accin es esa que as exclamas al anunciarla, con


espantosa voz de trueno?

HAMLET.- Veis aqu presentes, en esta y esta pintura, los retratos de dos hermanos.
Ved cuanta gracia resida en aquel semblante! Los cabellos del Sol, la frente como la
del mismo Jpiter; su vista imperiosa y amenazadora, como la de Marte; su gentileza,
semejante a la del mensajero, Mercurio, cuando aparece sobre una montaa cuya cima
llega a los cielos. Hermosa combinacin de formas! Donde cada uno de los Dioses
imprimi su carcter para que el mundo admirase tantas perfecciones en un hombre
solo. Este fue vuestro esposo. Ved ahora el que sigue. Este es vuestro esposo que
como la espiga con tizn destruye la sanidad de su hermano. Lo veis bien? Pudisteis
abandonar las delicias de aquella colina hermosa por el cieno de ese pantano? Ah! Lo
veis bien?... Ni podis llamarlo amor; porque en vuestra edad los hervores de la sangre
estn ya tibios y obedientes a la prudencia, y qu prudencia desde aquel a este?
Sentidos tenis, que a no ser as no tuvierais afectos; pero esos sentidos deben de
padecer letargo profundo. La demencia misma no podra incurrir en tanto error, ni el
frenes tiraniza con tal exceso las sensaciones, que no quede suficiente juicio para
saber elegir entre dos objetos, cuya diferencia es tan visible... Qu espritu infernal os
pudo engaar y cegar as? Los ojos sin el tacto, el tacto sin la vista, los odos o el
olfato solo, una dbil porcin de cualquier sentido hubiera bastado a impedir tal
estupidez... Oh!, modestia, y no te sonrojas? Rebelde infierno! Si as pudiste
inflamar las mdulas de una matrona, permite, permite que la virtud en la edad juvenil
sea dcil como la cera y se liquide en sus propios fuegos; ni se invoque al pudor para
resistir su violencia, puesto que el hielo mismo con tal actividad se enciende y es ya el
entendimiento el que prostituye al corazn.
www.ladeliteratura.com.uy

GERTRUDIS.- Oh! Hamlet! No digas ms... Tus razones me hacen dirigir la vista a mi
conciencia, y advierto all las ms negras y groseras manchas, que acaso nunca podrn
borrarse.

HAMLET.- Y permanecer as entre el pestilente sudor de un lecho incestuoso,


envilecida en corrupcin prodigando caricias de amor en aquella sentina impura!

GERTRUDIS.- No ms, no ms, que esas palabras, como agudos puales, hieren mis
odos... No ms, querido Hamlet.

HAMLET.- Un asesino... Un malvado... Vil... Inferior mil veces a vuestro difunto


esposo... Escarnio de los Reyes, ratero del imperio y el mando; que rob la preciosa
corona y se la guard en el bolsillo.

GERTRUDIS.- No ms...

Escena XXVII

GERTRUDIS, HAMLET, LA SOMBRA DEL REY HAMLET

HAMLET.- Un Rey de botarga... Oh! Espritus celestes, defendedme! Cubridme con


vuestras alas... Qu quieres, venerada Sombra?

GERTRUDIS.- Ay! Que est fuera de s.

HAMLET.- Vienes acaso a culpar la negligencia de tu hijo, que debilitado por la


compasin y la tardanza, olvida la importante ejecucin de tu precepto terrible?...
Habla.

LA SOMBRA.- No lo olvides. Vengo a inflamar de nuevo tu ardor casi extinguido. Pero,


ves? Mira cmo has llenado de asombro a tu madre. Ponte entre ella y su alma agitada
y hallars que la imaginacin obra con mayor violencia en los cuerpos ms dbiles.
Hblala, Hamlet.

HAMLET.- En qu pensis, seora?

GERTRUDIS.- Ay! Triste! Y en qu piensas t que as diriges la vista donde no hay


nada, razonando con el aire incorpreo. Toda tu alma se ha pasado a tus ojos, que se
mueven horribles, y tus cabellos que pendan, adquiriendo vida y movimiento, se
erizan y levantan como los soldados, a quienes improviso rebato despierta. Hijo de mi
alma! Oh! Derrama sobre el ardiente fuego de tu agitacin y la paciencia fra. A quin
ests mirando?

HAMLET.- A l, a l... Le veis, que plida luz despide? Su aspecto y su dolor bastaran
a conmover las piedras... Ay! No me mires as, no sea que ese lastimoso semblante
destruya mis designios crueles, no sea que al ejecutarlos equivoque los medios y en
vez de sangre se derramen lgrimas.

GERTRUDIS.- A quin dices eso?


www.ladeliteratura.com.uy

HAMLET.- No veis nada all?

GERTRUDIS.- Nada, y veo todo lo que hay.

HAMLET.- Ni osteis nada tampoco?

GERTRUDIS.- Nada ms que lo que nosotros hablamos.

HAMLET.- Mirad all... Le veis?... Ahora se va... Mi padre..., con el traje mismo que se
vesta. Veis por donde va?... Ahora llega al prtico.

Escena XXVIII

GERTRUDIS, HAMLET

GERTRUDIS.- Todo es efecto de la fantasa. El desorden que padece tu espritu


produce confusiones vanas.

HAMLET.- Desorden? Mi pulso, como el vuestro, late con regular intervalo y anuncia
igual salud en sus compases... Nada de lo que he dicho es locura. Haced la prueba y
veris si os repito cuantas ideas y palabras acabo de proferir, y un loco no puede
hacerlo. Ah! Madre ma! En merced os pido que no apliquis al alma esa uncin
halagea, creyendo que es mi locura la que habla, y no vuestro delito. Con tal
medicina lograris slo irritar la parte ulcerada, aumentando la ponzoa pestfera, que
interiormente la corrompe... Confesad al Cielo vuestra culpa, llorad lo pasado,
precaved lo futuro; y no extendis el beneficio sobre las malas yerbas, para que
prosperen lozanas. Perdonad este desahogo a mi virtud, ya que en esta delincuente
edad, la virtud misma tiene que pedir perdn al vicio; y aun para hacerle bien, le
halaga y le ruega.

GERTRUDIS.- Ay! Hamlet, t despedazas mi corazn.

HAMLET.- S? Pues apartad de vos aquella porcin ms daada, y vivid con la que
resta, ms inocente. Buenas noches... Pero, no volvis al lecho de mi to. Si carecis de
virtud, aparentadla al menos. La costumbre, aquel monstruo que destruye las
inclinaciones y afectos del alma, si en lo dems es un demonio; tal vez es un ngel
cuando sabe dar a las buenas acciones una cierta facilidad con que insensiblemente las
hace parecer innatas. Conteneos por esta noche: este esfuerzo os har ms fcil la
abstinencia prxima, y la que siga despus la hallaris ms fcil todava. La costumbre
es capaz de borrar la impresin misma de la naturaleza, reprimir las malas
inclinaciones y alejarlas de nosotros con maravilloso poder. Buenas noches, y cuando
aspiris de veras la bendicin del Cielo, entonces yo os pedir vuestra bendicin... La
desgracia de este hombre me aflige en extremo; pero Dios lo ha querido as, a l le ha
castigado por mi mano y a m tambin, precisndome a ser el instrumento de su
enojo. Yo le conducir a donde convenga y sabr justificar la muerte que le d. Basta.
Buenas noches. Porque soy piadoso debo ser cruel, ve aqu el primer dao cometido;
pero an es mayor el que despus ha de ejecutarse... Ah! Escuchad otra cosa.

GERTRUDIS.- Cul es? Qu debo hacer?

HAMLET.- No hacer nada de cuanto os he dicho, nada. Permitid que el Rey, hinchado
con el vino, os conduzca otra vez al lecho y all os acaricie, apretando lascivo vuestras
www.ladeliteratura.com.uy

mejillas, y os tiente el pecho con sus malditas manos y os bese con negra boca.
Agradecida entonces, declaradle cuanto hay en el caso, decidle que mi locura no es
verdadera, que todo es artificio. S, decdselo, porque cmo es posible que una Reina
hermosa, modesta, prudente, oculte secretos de tal importancia a aquel gato viejo,
murcilago, sapo torpsimo? Cmo sera posible callrselo? Id, y a pesar de la razn y
del sigilo, abrid la jaula sobre el techo de la casa y haced que los pjaros se vuelen, y
semejante al mono (tan amigo de hacer experiencias) meted la cabeza en la trampa, a
riesgo de perecer en ella misma.

GERTRUDIS.- No, no lo temas, que si las palabras se forman del aliento, y ste
anuncia vida, no hay vida ni aliento en m, para repetir lo que me has dicho.

HAMLET.- Sabis que debo ir a Inglaterra?

GERTRUDIS.- Ah! Ya lo haba olvidado. S, es cosa resuelta.

HAMLET.- He sabido que hay ciertas cartas selladas, y que mis dos condiscpulos (de
quienes yo me fiar, como de una vbora ponzoosa) van encargados de llevar el
mensaje facilitarme la marcha y conducirme al precipicio. Pero, yo los dejar hacer:
que es mucho gusto ver volar al minador con su propio hornillo, y mal irn las cosas; o
yo excavar una vara no ms debajo de las minas, y les har saltar hasta la luna. Oh!
Es mucho gusto, cuando un pcaro tropieza con quien se las entiende!... Este hombre
me hace ahora su ganapn..., le llevar arrastrando a la pieza inmediata. Madre,
buenas noches... Por cierto que el seor Consejero (que fue en vida un hablador
impertinente) es ahora bien reposado, bien serio y taciturno. Vamos, amigo, que es
menester sacaros de aqu y acabar con ello. Buenas noches, madre.

ACTO IV

Escena I

CLAUDIO, GERTRUDIS, RICARDO, GUILLERMO

Saln de Palacio.

CLAUDIO.- Esos suspiros, esos profundos sollozos, alguna causa tienen, dime cul es;
conviene que la sepa yo... En dnde est tu hijo?

GERTRUDIS.- Dejadnos solos un instante. Ah! Seor lo que he visto esta noche!

CLAUDIO.- Qu ha sido, Gertrudis? Qu hace Hamlet?

GERTRUDIS.- Furioso est, como el mar y el viento cuando disputan entre s cul es
ms fuerte. Turbado con la demencia que le agita, oy algn ruido detrs del tapiz;
saca la espada, grita: un ratn, un ratn, y en su ilusin frentica mat al buen
www.ladeliteratura.com.uy

anciano que se hallaba oculto.

CLAUDIO.- Funesto accidente! Lo mismo hubiera hecho conmigo si hubiera estado all.
Ese desenfreno insolente amenaza a todos: a m, a ti misma, a todos en fin. Oh! Y
cmo disculparemos una accin tan sangrienta? Nos la imputarn sin duda a nosotros,
porque nuestra autoridad debera haber reprimido a ese joven loco, ponindole en
paraje donde a nadie pudiera ofender. Pero el excesivo amor que le tenemos nos ha
impedido hacer lo que ms convena; bien as como el que padece una enfermedad
vergonzosa, que por no declararla, consiente primero que le devore la substancia vital.
Y a dnde ha ido?

GERTRUDIS.- A retirar de all el difunto cuerpo, y en medio de su locura, llora el error


que ha cometido. As el oro manifiesta su pureza; aunque mezclado, tal vez, con
metales viles.

CLAUDIO.- Vamos, Gertrudis, y apenas toque el sol la cima de los montes har que se
embarque y se vaya, entretanto ser necesario emplear toda nuestra autoridad y
nuestra prudencia, para ocultar o disculpar, un hecho tan indigno.

Escena II

CLAUDIO, GERTRUDIS, RICARDO, GUILLERMO

CLAUDIO.- Oh! Guillermo, amigos! Id entrambos con alguna gente que os ayude.
Hamlet, ciego de frenes, ha muerto a Polonio y le ha sacado arrastrando del cuarto de
su madre. Id a buscarle, habladle con dulzura y haced llevar el cadver a la capilla. No
os detengis. Vamos, que pienso llamar a nuestros ms prudentes amigos, para darles
cuenta de esta imprevista desgracia y de lo que resuelvo hacer. Acaso por este medio
la calumnia (cuyo rumor ocupa la extensin del orbe y dirige sus emponzoados tiros
con la certeza que el can a su blanco) errando esta vez el golpe, dejar nuestro
nombre ileso y herir slo al viento insensible. Oh! Vamos de aqu... mi alma est
llena de agitacin y de terror.

Escena III

HAMLET, RICARDO, GUILLERMO

Cuarto de HAMLET.

HAMLET.- Colocado ya en lugar seguro. Pero...

RICARDO.- Hamlet, seor.

HAMLET.- Qu ruido es este? Quin llama a Hamlet? Oh! Ya estn aqu.

RICARDO.- Seor, qu habis hecho del cadver?

HAMLET.- Ya est entre el polvo, del cual es pariente cercano.

RICARDO.- Decidnos en donde est, para que le hagamos llevar a la capilla.


www.ladeliteratura.com.uy

HAMLET.- Ah! No creis, no.

RICARDO.- Qu es lo que no debemos creer?

HAMLET.- Que yo pueda guardar vuestro secreto, y os revele el mo... Y, adems, qu


ha de responder el hijo de un Rey a las instancias de un entremetido palaciego?

RICARDO.- Entremetido me llamis?

HAMLET.- S, seor, entremetido: que como una esponja chupa del favor del Rey las
riquezas y la autoridad. Pero estas gentes, a lo ltimo de su carrera, es cuando sirven
mejor al Prncipe, porque este, semejante al mono, se los mete en un rincn de la
boca; all los conserva, y el primero que entr, es el ltimo que se traga. Cuando el
Rey necesite lo que t (que eres su esponja) le hayas chupado, te coge, te exprime, y
quedas enjuto otra vez.

RICARDO.- No comprendo lo que decs.

HAMLET.- Me place en extremo. Las razones agudas son ronquidos para los odos
tontos.

RICARDO.- Seor, lo que importa es que nos digis en donde est el cuerpo, y os
vengis con nosotros a ver al Rey.

HAMLET.- El cuerpo est con el Rey; pero el Rey no est con el cuerpo. El Rey viene a
ser una cosa como...

GUILLERMO.- Qu cosa, seor?

HAMLET.- Una cosa, que no vale nada..., pero; guarda, Pablo... Vamos a verle.

Escena IV

CLAUDIO solo

Saln de Palacio.

CLAUDIO.- Le he enviado a llamar y he mandado buscar el cadver. Qu peligroso es


dejar en libertad a este mancebo! Pero no es posible tampoco ejercer sobre l la
severidad de las leyes. Est muy querido de la fantica multitud, cuyos afectos se
determinan por los ojos, no por la razn, y que en tales casos considera el castigo del
delincuente, y no el delito. Conviene, para mantener la tranquilidad, que esta repentina
ausencia de Hamlet aparezca como cosa muy de antemano meditada y resuelta. Los
males desesperados, o son incurables, o se alivian con desesperados remedios.

Escena V

CLAUDIO, RICARDO

CLAUDIO.- Qu hay? Qu ha sucedido?


www.ladeliteratura.com.uy

RICARDO.- No hemos podido lograr que nos diga adnde ha llevado el cadver.

CLAUDIO.- Pero, l, en dnde est?

RICARDO.- Afuera qued con gente que le guarda, esperando vuestras rdenes.

CLAUDIO.- Traedle a mi presencia.

RICARDO.- Guillermo, que venga el Prncipe.

Escena VI

CLAUDIO, RICARDO, HAMLET, GUILLERMO, CRIADOS

CLAUDIO.- Y bien y Hamlet, en dnde est Polonio?

HAMLET.- Ha ido a cenar.

CLAUDIO.- A cenar? Adnde?

HAMLET.- No adnde coma, sino adnde es comido, entre una numerosa congregacin
de gusanos. El gusano es el Monarca supremo de todos los comedores. Nosotros
engordamos a los dems animales para engordarnos, y engordamos para el gusanillo,
que nos come despus. El Rey gordo y el mendigo flaco son dos platos diferentes;
pero se sirven a una misma mesa. En esto para todo.

CLAUDIO.- Ah!

HAMLET.- Tal vez un hombre puede pescar con el gusano que ha comido a un Rey, y
comerse despus el pez que se aliment de aquel gusano.

CLAUDIO.- Y qu quieres decir con eso?

HAMLET.- Nada ms que manifestar, cmo un Rey puede pasar progresivamente a las
tripas de un mendigo.

CLAUDIO.- En dnde est Polonio?

HAMLET.- En el cielo. Enviad a alguno que lo vea, y si vuestro comisionado no le


encuentra all, entonces podis vos mismo irle a buscar a otra parte. Bien que, si no le
hallis en todo este mes, le oleris sin duda al subir los escalones de la galera.

CLAUDIO.- Id all a buscarle.

HAMLET.- No, l no se mover de all hasta que vayan por l.

CLAUDIO.- Este suceso, Hamlet, exige que atiendas a tu propia seguridad, la cual me
interesa tanto, como lo demuestra el sentimiento que me causa la accin que has
hecho. Conviene que salgas de aqu con acelerada diligencia. Preprate, pues. La nave
est ya prevenida, el viento es favorable, los compaeros aguardan, y todo est pronto
www.ladeliteratura.com.uy

para tu viaje a Inglaterra.

HAMLET.- A Inglaterra?

CLAUDIO.- S, Hamlet.

HAMLET.- Muy bien.

CLAUDIO.- S, muy bien debe parecerte, si has comprendido el fin a que se encaminan
mis deseos.

CLAUDIO.- Yo veo un ngel que los ve... Pero vamos a Inglaterra. Adis, mi querida
madre!

CLAUDIO.- Y tu madre que te ama, Hamlet?

HAMLET.- Mi madre... Padre y madre son marido y mujer; marido y mujer son una
carne misma, conque... Mi madre... Eh, vamos a Inglaterra!

Escena VII

CLAUDIO, RICARDO, GUILLERMO

CLAUDIO.- Seguidle inmediatamente, instad con viveza su embarco, no se dilate un


punto. Quiero verle fuera de aqu esta noche. Partid. Cuanto es necesario a esta
comisin est sellado y pronto. Id, no os detengis. Y t, Inglaterra, si en algo estimas
mi amistad (de cuya importancia mi gran poder te avisa), pues an miras sangrientas
las heridas que recibiste del acero dans y en dcil temor me pagas tributos; no dilates
tibia la ejecucin de mi suprema voluntad, que por cartas escritas a este fin, te pide
con la mayor instancia, la pronta muerte de Hamlet. Su vida es para m una fiebre
ardiente, y t sola puedes aliviarme. Hazlo as, Inglaterra, y hasta que sepa que
descargaste el golpe por ms feliz que mi suerte sea, no se restablecern en mi
corazn la tranquilidad, ni la alegra.

Escena VIII

FORTIMBRS, UN CAPITN, SOLDADOS

Campo solitario en las fronteras de Dinamarca.

FORTIMBRS.- Id, Capitn, saludad en mi nombre al Monarca dans: decidle que en


virtud de su licencia, Fortimbrs pide el paso libre por su reino, segn se le ha
prometido. Ya sabis el sitio de nuestra reunin. Si algo quiere su Majestad
comunicarme, hacedle saber que estoy pronto a ir en persona a darle pruebas de mi
respeto.

CAPITN.- As lo har, seor.

FORTIMBRS.- Y vosotros, caminad con paso vagaroso.


www.ladeliteratura.com.uy

Escena IX

UN CAPITN, HAMLET, RICARDO Y GUILLERMO, SOLDADOS

HAMLET.- Caballero, de dnde son estas tropas?

CAPITN.- De Noruega, seor.

HAMLET.- Y decidme, adnde se encaminan?

CAPITN.- Contra una parte de Polonia.

HAMLET.- Quin las acaudilla?

CAPITN.- Fortimbrs, sobrino del anciano Rey de Noruega.

HAMLET.- Se dirigen contra toda Polonia, o solo a alguna parte de sus fronteras?

CAPITN.- Para deciros sin rodeos la verdad, vamos a adquirir una porcin de tierra,
de la cual (exceptuando el honor) ninguna otra utilidad puede esperarse. Si me la
diesen arrendada en cinco ducados, no la tomara, ni pienso que produzca mayor
inters al de Noruega ni al Polaco; aunque a pblica subasta la vendan.

HAMLET.- Sin duda, el Polaco no tratar de resistir?

CAPITN.- Antes bien ha puesto ya en ella tropas que la guarden.

HAMLET.- De ese modo el sacrificio de dos mil hombres y veinte mil ducados no
decidir la posesin de un objeto tan frvolo. Esa es una apostema del cuerpo poltico,
nacida de la paz y excesiva abundancia, que revienta en lo interior; sin que
exteriormente se vea la razn porque el hombre perece. Os doy muchas gracias de
vuestra cortesa.

CAPITN.- Dios os guarde.

RICARDO.- Queris proseguir el camino?

HAMLET.- Presto os alcanzar. Id adelante un poco.

Escena X

HAMLET solo

HAMLET.- Cuantos accidentes ocurren, todos me acusan, excitando a la venganza mi


adormecido aliento. Qu es el hombre que funda su mayor felicidad, y emplea todo su
tiempo solo en dormir y alimentarse? Es un bruto y no ms. No. Aqul que nos form
dotados de tan extenso conocimiento que con l podemos ver lo pasado y futuro, no
nos dio ciertamente esta facultad, esta razn divina, para que estuviera en nosotros sin
uso y torpe. Sea, pues, brutal negligencia, sea tmido escrpulo que no se atreve a
penetrar los casos venideros (proceder en que hay ms parte de cobarda que de
prudencia), yo no s para qu existo, diciendo siempre: tal cosa debo hacer; puesto
www.ladeliteratura.com.uy

que hay en m suficiente razn, voluntad, fuerza y medios para ejecutarla. Por todas
partes hall ejemplos grandes que me estimulan. Prueba es bastante ese fuerte y
numeroso ejrcito, conducido por un Prncipe joven y delicado, cuyo espritu impelido
de ambicin generosa desprecia la incertidumbre de los sucesos, y expone su
existencia frgil y mortal a los golpes de la fortuna a la muerte, a los peligros ms
terribles, y todo por un objeto de tan leve inters. El ser grande no consiste, por cierto,
en obrar slo cuando ocurre un gran motivo; sino en saber hallar una razn plausible
de contienda, aunque sea pequea la causa; cuando se trata de adquirir honor.
Cmo, pues, permanezco yo en ocio indigno, muerto mi padre alevosamente, mi
madre envilecida... estmulos capaces de excitar mi razn y mi ardimiento, que yacen
dormidos? Mientras para vergenza ma veo la destruccin inmediata de veinte mil
hombres, que por un capricho, por una estril gloria van al sepulcro como a sus lechos,
combatiendo por una causa que la multitud es incapaz de comprender, por un terreno
que an no es suficiente sepultura a tantos cadveres. Oh! De hoy ms, o no existir
en mi fantasa idea ninguna, o cuntas forme sern sangrientas.

Escena XI

GERTRUDIS, HORACIO

Galera de Palacio.

GERTRUDIS.- No, no quiero hablarla.

HORACIO.- Ella insta por veros. Est loca, es verdad; pero eso mismo debe excitar
vuestra compasin.

GERTRUDIS.- Y qu pretende? Qu dice?

HORACIO.- Habla mucho de su padre; dice que continuamente oye que el mundo est
lleno de maldad; solloza, se lastima el pecho, y airada trastorna con el pie cuanto al
pasar encuentra. Profiere razones equvocas en que apenas se halla sentido; pero la
misma extravagancia de ellas mueve a los que las oyen a retenerlas, examinando el fin
conque las dice, y dando a sus palabras una combinacin arbitraria, segn la idea de
cada uno. Al observar sus miradas, sus movimientos de cabeza, su gesticulacin
expresiva, llegan a creer que puede haber en ella algn asomo de razn; pero nada
hay de cierto, sino que se halla en el estado ms infeliz.

GERTRUDIS.- Ser bien hablarla: antes que mi repulsa, esparza conjeturas fatales, en
aquellos nimos que todo lo interpretan siniestramente. Hazla venir. El ms frvolo
acaso parece a mi daada conciencia presagio de algn grave desastre. Propia es de la
culpa esta desconfianza. Tan lleno est siempre de recelos el delincuente, que el temor
de ser descubierto, hace tal vez que l mismo se descubra.

Escena XII

GERTRUDIS, OFELIA, HORACIO

OFELIA.- En dnde est la hermosa Reina de Dinamarca?

GERTRUDIS.- Cmo va, Ofelia?


www.ladeliteratura.com.uy

OFELIA.-

Cmo al amante

que fiel te sirva,

de otro cualquiera

distinguira?

Por las veneras de

su esclavina,

bordn, sombrero

con plumas rizas,

y su calzado

que adornan cintas.

GERTRUDIS.- Oh! Querida ma! Y, a qu propsito viene esa cancin?

OFELIA.- Eso decs?.... Atended a sta.

Muerto es ya, seora,

muerto y no est aqu.

Una tosca piedra

a sus plantas vi

y al csped del prado

su frente cubrir.

Ah! Ah! Ah!

GERTRUDIS.- S, pero, Ofelia...

OFELIA.- Od, od.

Blancos paos le vestan...

Escena XIII
www.ladeliteratura.com.uy

CLAUDIO, GERTRUDIS, OFELIA, HORACIO

GERTRUDIS.- Desgraciada! Veis esto, seor?

OFELIA.-

Blancos paos te vestan

como la nieve del monte

y al sepulcro le conducen,

cubierto de bellas flores,

que en tierno llanto de amor

se humedecieron entonces.

CLAUDIO.- Cmo ests, graciosa nia?

OFELIA.- Buena, Dios os lo pague... Dicen que la lechuza fue antes una doncella, hija
de un panadero. Ah! Sabemos lo que somos ahora; pero no lo que podemos ser. Dios
vendr a visitaros.

CLAUDIO.- Alusin a su padre.

OFELIA.- Pero no, no hablemos ms en esto, y si os preguntan lo que significa decid:

De San Valentino

la fiesta es maana:

yo, nia amorosa,

al toque del alba

ir a que me veas

desde tu ventana,

para que la suerte

dichosa me caiga.

Despierta el mancebo,

se viste de gala
www.ladeliteratura.com.uy

y abriendo las puertas

entr la muchacha,

que viniendo virgen,

volvi desflorada.

CLAUDIO.- Graciosa Ofelia!

OFELIA.- S, voy a acabar; sin jurarlo, os prometo que la voy a concluir.

Ay! Msera! Cielos!

Torpeza villana!

Qu galn desprecia

ventura tan alta?

Pues todos son falsos,

le dice indignada.

Antes que en tus brazos

me mirase incauta,

de hacerme tu esposa

me diste palabra.

Y l responde entonces:

Por el sol te juro

que no lo olvidara,

si t no te hubieras

venido a mi cama.

CLAUDIO.- Cunto ha que est as?

OFELIA.- Yo espero que todo ir bien... Debemos tener paciencia... Pero, yo no puedo
menos de llorar considerando que le han dejado sobre la tierra fra... Mi hermano lo
sabr... Preciso... Y yo os doy las gracias por vuestros buenos consejos... Vamos : la
carroza. Buenas noches, seoras, buenas noches. Amiguitas, buenas noches, buenas
www.ladeliteratura.com.uy

noches.

CLAUDIO.- Acompala a su cuarto, y haz que la asista suficiente guardia. Yo te lo


ruego.

Escena XIV

CLAUDIO, GERTRUDIS

CLAUDIO.- Oh! Todo es efecto de un profundo dolor, todo nace de la muerte de su


padre, y ahora observo, Gertrudis, que cuando los males vienen, no vienen esparcidos
como espas; sino reunidos en escuadrones. Su padre muerto, tu hijo ausente
(habiendo dado l mismo, justo motivo a su destierro), el pueblo alterado en tumulto
con daadas ideas y murmuraciones, sobre la muerte del buen Polonio; cuyo entierro
oculto ha sido no leve imprudencia de nuestra parte. La desdichada Ofelia fuera de s,
turbada su razn, sin la cual somos vanos simulacros o comparables slo a los brutos;
y por ltimo (y esto no es menos esencial que todo lo restante) su hermano, que ha
venido secretamente de Francia, y en medio de tan extraos casos, se oculta entre
sombras misteriosas, sin que falten lenguas maldicientes que envenenen sus odos,
hablndole de la muerte de su padre. Ni en tales discursos, a falta de noticias seguras,
dejaremos de ser citados continuamente de boca en boca. Todos estos afanes juntos,
mi querida Gertrudis, como una mquina destructora que se dispara, me dan muchas
muertes a un tiempo.

GERTRUDIS.- Ay! Dios! Qu estruendo es ste?

Escena XV

CLAUDIO, GERTRUDIS, UN CABALLERO

CLAUDIO.- En dnde est mi guardia?... Acudid, defended las puertas... Qu es


esto?

CABALLERO.- Huid, seor. El ocano, sobrepujando sus trminos, no traga las llanuras
con mpetu ms espantoso que el que manifiesta el joven Laertes, ciego de furor;
venciendo la resistencia que le oponen vuestros soldados. El vulgo le apellida Seor, y
como si ahora comenzase a existir el mundo; la antigedad y la costumbre (apoyo y
seguridad de todo buen gobierno) se olvidan y se desconocen. Gritan por todas partes:
nosotros elegimos por Rey a Laertes. Los sombreros arrojados al aire, las manos y las
lenguas le aplauden, llegando a las nubes la voz general que repite: Laertes ser
nuestro Rey, viva Laertes.

GERTRUDIS.- Con qu alegra sigue, ladrando, esa trahilla prfida el rastro mal seguro
en que va a perderse!

CLAUDIO.- Ya han roto las puertas.

Escena XVI

LAERTES, CLAUDIO, GERTRUDIS, SOLDADOS y PUEBLO


www.ladeliteratura.com.uy

LAERTES.- En dnde est el Rey? Vosotros, quedaos todos afuera.

VOCES.- No, entremos.

LAERTES.- Yo os pido que me dejis.

VOCES.- Bien, bien est.

LAERTES.- Gracia, seores. Guardad las puertas... y t, indigno Prncipe, dame a mi


padre.

GERTRUDIS.- Menos, menos ardor, querido Laertes.

LAERTES.- Si hubiese en m una gota de sangre con menos ardor, me declarara por
hijo espurio, infamara de cornudo a mi padre e imprimira sobre la frente limpia y
casta de mi madre honestsima, la nota infame de prostituta.

CLAUDIO.- Pero, Laertes, cul es el motivo de tan atrevida rebelin? Djale,


Gertrudis, no le contengas... No temas nada contra m. Existe una fuerza divina que
defiende a los Reyes: la traicin no puede, como quisiera, penetrar hasta ellos, y ve
malogrados en la ejecucin todos sus designios... Dime, Laertes, por qu ests tan
airado? Djale Gertrudis... Habla t.

LAERTES.- En dnde est mi padre?

CLAUDIO.- Muri.

GERTRUDIS.- Pero no le ha muerto el Rey.

CLAUDIO.- Djale preguntar cuanto quiera.

LAERTES.- Y cmo ha sido su muerte?.. Eh!... No, a m no se me engaa. Vyase al


infierno la fidelidad, llvese el ms atezado demonio los juramentos de vasallaje,
sepltense la conciencia, la esperanza de salvacin, en el abismo ms profundo... La
condenacin eterna no me horroriza, suceda lo que quiera, ni ste ni el otro mundo me
importan nada... Slo aspiro, y este es el punto en que insisto, slo aspiro a dar
completa venganza a mi difunto padre.

CLAUDIO.- Y quin te lo puede estorbar?

LAERTES.- Mi voluntad sola y no todo el universo, y en cuanto a los medios de que he


de valerme, yo sabr economizarlos de suerte que un pequeo esfuerzo produzca
efectos grandes.

CLAUDIO.- Buen Laertes, si deseas saber la verdad acerca de la muerte de tu amado


padre est escrito acaso en tu venganza, que hayas de atropellar sin distincin
amigos y enemigos, culpados e inocentes?

LAERTES.- No, slo a mis enemigos.


www.ladeliteratura.com.uy

CLAUDIO.- Querrs, sin duda, conocerlos?

LAERTES.- Oh! A mis buenos amigos yo los recibir con abiertos brazos, y semejante
al pelcano amoroso, los alimentar si necesario fuese con mi sangre misma.

CLAUDIO.- Ahora hablaste como buen hijo, y como caballero. Laertes, ni tengo culpa
en la muerte de tu padre, ni alguno ha sentido como yo su desgracia. Esta verdad
deber ser tan clara a tu razn, como a tus ojos la luz del da.

VOCES.- Dejadla entrar.

LAERTES.- Qu novedad... qu ruido es este?

Escena XVII

CLAUDIO, GERTRUDIS, LAERTES, OFELIA, acompaamiento.

LAERTES.- Oh! Calor activo, abrasa mi cerebro! Lgrimas, en extremo custicas,


consumid la potencia y la sensibilidad de mis ojos! Por los Cielos te juro que esa
demencia tuya ser pagada por m con tal exceso, que el peso del castigo tuerza el fiel
y baje la balanza... Oh! Rosa de Mayo! Amable nia! Mi querida Ofelia! Mi dulce
hermana!... Oh! Cielos! Y es posible que el entendimiento de una tierna joven sea
tan frgil como la vida del hombre decrpito?... Pero la naturaleza es muy fina en
amor, y cuando ste llega al exceso, el alma se desprende tal vez de alguna preciosa
parte de s misma, para ofrecrsela en don al objeto amado.

OFELIA.-

Llevronle en su atad

con el rostro descubierto.

Ay no ni, ay ay ay no ni.

Y sobre su sepultura

muchas lgrimas llovieron.

Ay no ni, ay ay ay no ni.

Adis, querido mo. Adis.

LAERTES.- Si gozando de tu razn me incitaras a la venganza, no pudieras


conmoverme tanto.

OFELIA.- Debis cantar aquello de:

Abajito est
www.ladeliteratura.com.uy

llmele, seor, que abajito est.

Ay! Que a propsito viene el estribillo... El pcaro del Mayordomo fue el que rob a la
seorita.

LAERTES.- Esas palabras vanas producen mayor efecto en m que el ms concertado


discurso.

OFELIA.- Aqu traigo romero, que es bueno para la memoria. Tornad, amigo, para que
os acordis... Y aqu hay trinitarias, que son para los pensamientos.

LAERTES.- Aun en medio de su delirio quiere aludir a los pensamientos que la agitan, y
a sus memorias tristes.

OFELIA.- Aqu hay hinojo para vos, y palomillas y ruda... para vos tambin, y esto
poquito es para m. Nosotros podemos llamarla yerba santa del Domingo,... vos la
usaris con la distincin que os parezca... Esta es una margarita. Bien os quisiera dar
algunas violetas; pero todas se marchitaron cuando muri mi padre. Dicen que tuvo un
buen fin.

Un solitario

de plumas vario

me da placer.

LAERTES.- Ideas funestas, afliccin, pasiones terribles, los horrores del infierno mismo;
todo en su boca es gracioso y suave!

OFELIA.-

Nos deja, se va,

y no ha de volver.

No, que ya muri,

no vendr otra vez...

su barba era nieve,

su pelo tambin.

Se fue, dolorosa

partida! se fue.

En vano exhalamos
www.ladeliteratura.com.uy

suspiros por l.

Los Cielos piadosos

descanso le den.

A l y a todas las almas cristianas. Dios lo quiera... Eh!, seores, adis.

Escena XVIII

CLAUDIO, GERTRUDIS, LAERTES

LAERTES.- Veis esto, Dios mo!

CLAUDIO.- Yo debo tomar parte en tu afliccin, Laertes: no me niegues este derecho...


yeme aparte. Elige entre los ms prudentes de tus amigos, aquellos que te parezca.
Oigamos a entrambos y juzguen. Si por m propio o por mano ajena, resulto culpado:
mi reino, mi corona, mi vida, cuanto puedo llamar mo, todo te lo dar para
satisfacerte. Si no hay culpa en m, deber contar otra vez con tu obediencia, y unidos
ambos, buscaremos los medios de aliviar tu dolor.

LAERTES.- Hgase lo que decs... Su arrebatada muerte, su oscuro funeral: sin trofeos,
armas, ni escudos sobre el cadver, ni debidos honores, ni decorosa pompa; todo,
todo est clamando del cielo a la tierra por un examen, el ms riguroso.

CLAUDIO.- T le obtendrs, y la segur terrible de la justicia caer sobre el que fuere


delincuente. Ven conmigo.

Escena XIX

HORACIO, UN CRIADO

Sala en casa de HORACIO.

HORACIO.- Quines son los que me quieren hablar?

CRIADO.- Unos marineros, que segn dicen os traen cartas.

HORACIO.- Hazlos entrar. Yo no s de qu parte del mundo pueda nadie escribirme, si


ya no es Hamlet mi seor.

Escena XX

HORACIO, DOS MARINEROS

MARINERO PRIMERO.- Dios os guarde.

HORACIO.- Y a vosotros tambin.

MARINERO PRIMERO.- As lo har si es su voluntad. Estas cartas del Embajador que se


embarc para Inglaterra vienen dirigidas a vos, si os llamis Horacio, como nos han
www.ladeliteratura.com.uy

dicho.

HORACIO.- Horacio: luego que hayas ledo sta, dirigirs esos hombres al Rey para el
cual les he dado una carta. Apenas llevbamos dos das de navegacin, cuando
empez a darnos caza un pirata muy bien armado. Viendo que nuestro navo era poco
velero, nos vimos precisados a apelar al valor. Llegamos al abordaje: yo salt el
primero en la embarcacin enemiga, que al mismo tiempo logr desaferrarse de la
nuestra, y por consiguiente me hall solo y prisionero. Ellos se han portado conmigo
como ladrones compasivos; pero ya saban lo que se hacan, y se lo he pagado muy
bien. Haz que el Rey reciba las cartas que le envo, y t ven a verme con tanta
diligencia, como si huyeras de la muerte. Tengo unas cuantas palabras que decirte al
odo que te dejarn atnito; bien que todas ellas no sern suficientes a expresar la
importancia del caso. Esos buenos hombres te conducirn hasta aqu. Guillermo y
Ricardo siguieron su camino a Inglaterra. Mucho tengo que decirte de ellos. Adis.
Tuyo siempre, Hamlet. Vamos. Yo os introducir para que presentis esas cartas.
Conviene hacerlo pronto, a fin de que me llevis despus a donde queda el que os las
entreg.

Escena XXI

CLAUDIO, LAERTES

Gabinete del Rey.

CLAUDIO.- Sin duda tu rectitud aprobar ya mi descargo y me dars lugar en el


corazn como a tu amigo; despus que has odo, con pruebas evidentes, que el
matador de tu noble padre, conspiraba contra mi vida.

LAERTES.- Claramente se manifiesta... Pero, decidme por qu no procedis contra


excesos tan graves y culpables? Cuando vuestra prudencia, vuestra grandeza, vuestra
propia seguridad, todas las consideraciones juntas deberan excitaros tan
particularmente a reprimirlos.

CLAUDIO.- Por dos razones, que aunque tal vez las juzgars dbiles; para m han sido
muy poderosas. Una es, que la Reina su madre vive pendiente casi de sus miradas, y
al mismo tiempo (sea desgracia o felicidad ma) tan estrechamente uni el amor mi
vida y mi alma a la de mi esposa, que as como los astros no se mueven sino dentro de
su propia esfera, as en m no hay movimiento alguno que no dependa de su voluntad.
La otra razn por que no puedo proceder contra el agresor pblicamente es el grande
cario que le tiene el pueblo, el cual, como la fuente cuyas aguas mudan los troncos
en piedras, baando en su afecto las faltas del Prncipe, convierte en gracias todos sus
yerros. Mis flechas no pueden con tal violencia dispararse, que resistan a huracn tan
fuerte; y sin tocar el punto a que las dirija, se volvern otra vez al arco.

LAERTES.- Seguir en todo vuestras ideas, y mucho ms si disponis que yo sea el


instrumento que las ejecute.

CLAUDIO.- Todo sucede bien... Desde que te fuiste se ha hablado mucho de ti delante
de Hamlet, por una habilidad en que dicen que sobresales. Las dems que tienes no
movieron tanto su envidia como sta sola; que en mi opinin ocupa el ltimo lugar.
www.ladeliteratura.com.uy

LAERTES.- Y qu habilidad es, seor?

CLAUDIO.- No es ms que un lazo en el sombrero de la juventud; pero que la es muy


necesario, puesto que as son propios de la juventud los adornos ligeros y alegres,
como de la edad madura las ropas y pieles que se viste, por abrigo y decencia... Dos
meses ha que estuvo aqu un caballero de Normanda... Yo conozco a los franceses
muy bien, he militado contra ellos, y son por cierto buenos jinetes; pero el galn de
quien hablo era un prodigio en esto. Pareca haber nacido sobre la silla, y haca
ejecutar al caballo tan admirables movimientos, como si l y su valiente bruto
animaran un cuerpo solo, y tanto excedi a mis ideas, que todas las formas y actitudes
que yo pude imaginar, no negaron a lo que l hizo.

LAERTES.- Decs que era normando?

CLAUDIO.- S, normando.

LAERTES.- Ese es Lamond, sin duda.

CLAUDIO.- l mismo.

LAERTES.- Le conozco bien y es la joya ms precisa de su nacin.

CLAUDIO.- Pues ste hablando de ti pblicamente, te llenaba de elogios por tu


inteligencia y ejercicio en la esgrima, y la bondad de tu espada en la defensa y el
ataque; tanto que dijo alguna vez, que sera un espectculo admirable el verte lidiar
con otro de igual mrito; si pudiera hallarse, puesto que segn aseguraba l mismo,
los ms diestros de su nacin carecan de agilidad para las estocadas y los quites
cuando t esgrimas con ellos. Este informe irrit la envidia de Hamlet, y en nada
pens desde entonces sino en solicitar con instancia tu pronto regreso, para batallar
contigo. Fuera de esto...

LAERTES.- Y qu hay adems de eso, seor?

CLAUDIO.- Laertes, amaste a tu padre? O eres como las figuras de un lienzo, que tal
vez aparentan tristeza en el semblante, cuando las falta un corazn.

LAERTES.- Por qu lo preguntis?

CLAUDIO.- No porque piense que no amabas a tu padre; sino porque s que el amor
est sujeto al tiempo, y que el tiempo extingue su ardor y sus centellas; segn me lo
hace ver la experiencia de los sucesos. Existe en medio de la llama de amor una
mecha o pbilo que la destruye al fin, nada permanece en un mismo grado de bondad
constantemente, pues la salud misma degenerando en pltora perece por su propio
exceso. Cuanto nos proponemos hacer debera ejecutarse en el instante mismo en que
lo deseamos, porque la voluntad se altera fcilmente, se debilita y se entorpece, segn
las lenguas, las manos y los accidentes que se atraviesan; y entonces, aquel estril
deseo es semejante a un suspiro, que exhalando prdigo el aliento causa dao, en vez
de dar alivio... Pero, toquemos en lo vivo de la herida. Hamlet vuelve. Qu accin
emprenderas t para manifestar, ms con las obras que con las palabras, que eres
digno hijo de tu padre?
www.ladeliteratura.com.uy

LAERTES.- Qu har? Le cortar la cabeza en el templo mismo.

CLAUDIO.- Cierto que no debera un homicida hallar asilo en parte alguna, ni reconocer
lmites una justa venganza; pero, buen Laertes, haz lo que te dir. Permanece oculto
en tu cuarto; cuando llegue Hamlet sabr que t has venido; yo le har acompaar por
algunos que alabando tu destreza den un nuevo lustre a los elogios que hizo de ti el
francs. Por ltimo, llegaris a veros; se harn apuestas en favor de uno y otro... l,
que es descuidado, generoso, incapaz de toda malicia, no reconocer los floretes; de
suerte que te ser muy fcil, con poca sutileza que uses, elegir una espada sin botn,
y en cualquiera de las jugadas tomar satisfaccin de la muerte de tu padre.

LAERTES.- As lo har, y a ese fin quiero envenenar la espada con cierto ungento que
compr de un charlatn, de cualidad tan mortfera, que mojando un cuchillo en l,
adonde quiera que haga sangre introduce la muerte; sin que haya emplasto eficaz que
pueda evitarla, por ms que se componga de cuantos simples medicinales crecen
debajo de la luna. Yo baar la punta de mi espada en este veneno, para que apenas
le toque, muera.

CLAUDIO.- Reflexionemos ms sobre esto... Examinemos, qu ocasin, qu medios


sern ms oportunos a nuestro engao; porque, si tal vez se malogra, y equivocada la
ejecucin se descubren los fines, valiera ms no haberlo emprendido. Conviene, pues,
que este proyecto vaya sostenido con otro segundo, capaz de asegurar el golpe,
cuando por el primero no se consiga. Espera... Djame ver si... Haremos una apuesta
solemne sobre vuestra habilidad y... S, ya hall el medio. Cuando con la agitacin os
sintis acalorados y sedientos (puesto que al fin deber ser mayor la violencia del
combate), l pedir de beber, y yo le tendr prevenida expresamente una copa, que al
gustarla slo, aunque haya podido librarse de tu espada ungida, veremos cumplido
nuestro deseo. Pero... Calla. Qu ruido se escucha?

Escena XXII

GERTRUDIS, CLAUDIO, LAERTES

CLAUDIO.- Qu ocurre de nuevo, amada Reina?

GERTRUDIS.- Una desgracia va siempre pisando las ropas de otra; tan inmediatas
caminan. Laertes tu hermana acaba de ahogarse.

LAERTES.- Ahogada! En dnde? Cielos!

GERTRUDIS.- Donde hallaris un sauce que crece a las orillas de ese arroyo, repitiendo
en las ondas cristalinas la imagen de sus hojas plidas. All se encamin, ridculamente
coronada de rannculos, ortigas, margaritas y luengas flores purpreas, que entre los
sencillos labradores se reconocen bajo una denominacin grosera, y las modestas
doncellas llaman, dedos de muerto. Llegada que fue, se quit la guirnalda, y queriendo
subir a suspenderla de los pendientes ramos; se troncha un vstago envidioso, y caen
al torrente fatal, ella y todos sus adornos rsticos. Las ropas huecas y extendidas la
llevaron un rato sobre las aguas, semejante a una sirena, y en tanto iba cantando
pedazos de tonadas antiguas, como ignorante de su desgracia, o como criada y nacida
en aquel elemento. Pero no era posible que as durarse por mucho espacio. Las
vestiduras, pesadas ya con el agua que absorban la arrebataron a la infeliz;
www.ladeliteratura.com.uy

interrumpiendo su canto dulcsimo, la muerte, llena de angustias.

LAERTES.- Qu en fin se ahog? Msero!

GERTRUDIS.- S, se ahog, se ahog.

LAERTES.- Desdichada Ofelia! Demasiada agua tienes ya, por eso quisiera reprimir la
de mis ojos... Bien que a pesar de todos nuestros esfuerzos, imperiosa la naturaleza
sigue su costumbre, por ms que el valor se avergence. Pero, luego que este llanto
se vierta, nada quedar en m de femenil ni de cobarde... Adis seores... Mis palabras
de fuego arderan en llamas, si no las apagasen estas lgrimas imprudentes.

CLAUDIO.- Sigmosle, Gertrudis, que despus de haberme costado tanto aplacar su


clera, temo ahora que esta desgracia no la irrite otra vez. Conviene seguirle.

ACTO V

Escena I

SEPULTURERO PRIMERO SEPULTURERO SEGUNDO

Cementerio contiguo a una iglesia.

SEPULTURERO PRIMERO.- Y es la que ha de sepultarse en tierra sagrada, la que


deliberadamente ha conspirado contra su propia salvacin?

SEPULTURERO SEGUNDO.- Dgote que s, conque haz presto el hoyo. El juez ha


reconocido ya el cadver y ha dispuesto que se la entierre en sagrado.

SEPULTURERO PRIMERO.- Yo no entiendo cmo va eso... Aun si se hubiera ahogado


haciendo esfuerzos para librarse, anda con Dios.

SEPULTURERO SEGUNDO.- As han juzgado que fue.

SEPULTURERO PRIMERO.- No, no, eso fue se offendendo; ni puede haber sido de otra
manera: porque... Ve aqu el punto de la dificultad. Si yo me ahogo voluntariamente,
esto arguye por de contado una accin, y toda accin consta de tres partes, que son:
hacer, obrar y ejecutar, de donde se infiere, amigo Rasura, que ella se ahog
voluntariamente.

SEPULTURERO SEGUNDO.- Qu! Pero, ogame ahora el to Socaba.

SEPULTURERO PRIMERO.- No, deja, yo te dir. Mira, aqu est el agua. Bien. Aqu est
un hombre. Muy bien... Pues seor, si este hombre va y se mete dentro del agua, se
ahoga a s mismo, porque, por fas o por nefas, ello es que l va... Pero, atiende a lo
que digo. Si el agua viene hacia l y le sorprende y le ahoga, entonces no se ahoga l
www.ladeliteratura.com.uy

a s propio... Compadre Rasura, el que no desea su muerte, no se acorta la vida.

SEPULTURERO SEGUNDO.- Y qu hay leyes para eso?

SEPULTURERO PRIMERO.- Ya se ve que las hay, y por ellas se gua el juez que
examina estos casos.

SEPULTURERO SEGUNDO.- Quieres que te diga la verdad? Pues mira, si la muerta no


fuese una seora, yo te aseguro que no la enterraran en sagrado.

SEPULTURERO PRIMERO.- En efecto dices bien y es mucha lstima que los grandes
personajes hayan de tener en este mundo especial privilegio, entre todos los dems
cristianos, para ahogarse y ahorcarse cuando quieren, sin que nadie les diga nada...
Vamos all con el azadn... Ello es que no hay caballeros de nobleza ms antigua que
los jardineros, sepultureros y cavadores, que son los que ejercen la profesin de Adn.

SEPULTURERO SEGUNDO.- Pues qu, Adn fue caballero ?

SEPULTURERO PRIMERO.- Toma! Como que fue el primero que llev armas... Pero,
voy a hacerte una pregunta y si no me respondes a cuento, has de confesar que eres
un...

SEPULTURERO SEGUNDO.- Adelante.

SEPULTURERO PRIMERO.- Cul es el que construye edificios ms fuertes, que los que
hacen los albailes y los carpinteros de casas y navos?

SEPULTURERO SEGUNDO.- El que hace la horca, porque aquella fbrica sobrevive a


mil inquilinos.

SEPULTURERO PRIMERO.- Agudo eres, por vida ma. Buen edificio es la horca; pero,
cmo es bueno? Es bueno para los que hacen mal; ahora bien, t haces mal en decir
que la horca es fbrica ms fuerte que una iglesia, con que la horca podra ser buena
para ti... Volvamos a la pregunta.

SEPULTURERO SEGUNDO.- Cul es el que hace habitaciones ms durables que las


que hacen los albailes, los carpinteros de casas y de navos?

SEPULTURERO PRIMERO.- S, dmelo y sales del apuro.

SEPULTURERO SEGUNDO.- Ya se ve que te lo dir.

SEPULTURERO PRIMERO.- Pues vamos.

SEPULTURERO SEGUNDO.- Pues no puedo decirlo.

SEPULTURERO PRIMERO.- Vaya, no te rompas la cabeza sobre ello... T eres un burro


lerdo, que no saldr de su paso por ms que le apaleen. Cuando te hagan esta
pregunta, has de responder: el Sepulturero. No ves que las casas que l hace, duran
hasta el da del juicio? Anda, ve ah a casa de Juanillo y treme una copa de
www.ladeliteratura.com.uy

aguardiente.

Escena II

HAMLET, HORACIO, SEPULTURERO PRIMERO

SEPULTURERO PRIMERO.- Yo am en mis primeros aos , dulce cosa lo juzgu; pero


casarme, eso no, que no me estuviera bien.

HAMLET.- Qu poco siente ese hombre lo que hace, que abre una sepultura y canta.

HORACIO.- La costumbre le ha hecho ya familiar esa ocupacin.

HAMLET.- As es la verdad. La mano que menos trabaja, tiene ms delicado el tacto.

SEPULTURERO PRIMERO.- La edad callada en la huesa me hundi con mano cruel, y


toda se destruy la existencia que goc.

HAMLET.- Aquella calavera tendra lengua en otro tiempo, y con ella podra tambin
cantar... Cmo la tira al suelo el pcaro! Como si fuese la quijada con que hizo Can el
primer homicidio. Y la que est maltratando ahora ese bruto, podra ser muy bien la
cabeza de algn estadista, que acaso pretendi engaar al Cielo mismo. No te
parece?

HORACIO.- Bien puede ser.

HAMLET.- O la de algn cortesano, que dira: felicsimos das, Seor Excelentsimo,


cmo va de salud, mi venerado Seor? sta puede ser la del caballero Fulano, que
haca grandes elogios del potro del caballero Zutano, para pedrsele prestado despus.
No puede ser as?

HORACIO.- S, seor.

HAMLET.- Oh! S por cierto, y ahora est en poder del seor gusano, estropeada y
hecha pedazos con el azadn de un sepulturero... Grandes revoluciones se hacen aqu,
si hubiera en nosotros, medios para observarlas... Pero, cost acaso tan poco la
formacin de estos huesos a la naturaleza, que hayan de servir para que esa gente se
divierta en sus garitos con ellos?... Eh! Los mos se estremecen al considerarlo.

SEPULTURERO PRIMERO.- Una piqueta con una azada, un lienzo donde revuelto vaya,
y un hoyo en tierra que le preparan: para tal husped eso le basta.

HAMLET.- Y esa otra, por qu no podra ser la calavera de un letrado? Adnde se


fueron sus equvocos y sutilezas, sus litigios, sus interpretaciones, sus embrollos? Por
qu sufre ahora que ese bribn, grosero, le golpee contra la pared, con el azadn lleno
de barro?... Y no dir palabra acerca de un hecho tan criminal! ste sera, quizs,
www.ladeliteratura.com.uy

mientras vivi, un gran comprador de tierras, con sus obligaciones y reconocimientos,


transacciones, seguridades mutuas, pagos, recibos... Ve aqu el arriendo de sus
arriendos, y el cobro de sus cobranzas; todo ha venido a parar en una calavera llena
de lodo. Los ttulos de los bienes que posey cabran difcilmente en su atad. Y, no
obstante eso, todas las fianzas y seguridades recprocas de sus adquisiciones no le han
podido asegurar otra posesin que la de un espacio pequeo, capaz de cubrirse con un
par de sus escrituras... Oh! Y a su opulento sucesor tampoco le quedar ms!

HORACIO.- Verdad es, seor.

HAMLET.- No se hace el pergamino de piel de carnero?

HORACIO.- S seor, y de piel de ternera tambin.

HAMLET.- Pues, dgote, que son ms irracionales que las terneras y carneros, los que
fundan su felicidad en la posesin de tales pergaminos. Voy a tramar conversacin con
este hombre. De quin es esa sepultura, buena pieza?

SEPULTURERO PRIMERO.- Ma, seor .

y un hoyo en tierra

que le preparan: para tal husped eso le basta.

HAMLET.- S, yo creo que es tuya porque ests ahora dentro de ella... Pero la
sepultura es para los muertos, no para los vivos: con que has mentido.

SEPULTURERO PRIMERO.- Ve ah un ments demasiado vivo; pero yo os le volver.

HAMLET.- Para qu muerto cavas esa sepultura?

SEPULTURERO PRIMERO.- No es hombre, seor.

HAMLET.- Pues bien, para qu mujer?

SEPULTURERO PRIMERO.- Tampoco es eso.

HAMLET.- Pues qu es lo que ha de enterrarse ah?

SEPULTURERO PRIMERO.- Un cadver que fue mujer; pero ya muri... Dios la


perdone.

HAMLET.- Qu taimado es! Hablmosle clara y sencillamente, porque si no, es capaz


de confundirnos a equvocos. De tres aos a esta parte he observado cuanto se va
sutilizando la edad en que vivimos... Por vida ma, Horacio, que ya el villano sigue tan
de cerca al caballero, que muy pronto le desollar el taln. Cunto tiempo ha que
eres sepulturero?

SEPULTURERO PRIMERO.- Toda mi vida, se puede decir. Yo comenc el oficio, el da


que nuestro ltimo Rey Hamlet venci a Fortimbrs.
www.ladeliteratura.com.uy

HAMLET.- Y cunto tiempo habr?

SEPULTURERO PRIMERO.- Toma! No lo sabis? Pues hasta los chiquillos os lo dirn.


Eso sucedi el mismo da en que naci el joven Hamlet, el que est loco y se ha ido a
Inglaterra.

HAMLET.- Oiga! Y por qu se ha ido a Inglaterra?

SEPULTURERO PRIMERO.- Porque..., porque est loco, y all cobrar su juicio; y si no


le cobra a bien que poco importa.

HAMLET.- Por qu?

SEPULTURERO PRIMERO.- Porque all todos son tan locos como l, y no ser reparado.

HAMLET.- Y cmo ha sido volverse loco?

SEPULTURERO PRIMERO.- De un modo muy extrao, segn dicen.

HAMLET.- De qu modo?

SEPULTURERO PRIMERO.- Habiendo perdido el entendimiento.

HAMLET.- Pero, qu motivo dio lugar a eso?

SEPULTURERO PRIMERO.- Qu lugar? Aqu en Dinamarca, donde soy enterrador, y lo


he sido de chico y de grande, por espacio de treinta aos.

HAMLET.- Cunto tiempo podr estar enterrado un hombre sin corromperse?

SEPULTURERO PRIMERO.- De suerte que si l no corrompa ya en vida (como nos


sucede todos los das con muchos cuerpos galicados, que no hay por donde asirlos),
podr durar cosa de ocho o nueve aos. Un curtidor durar nueve aos, seguramente.

HAMLET.- Pues qu tiene l ms que otro cualquiera?

SEPULTURERO PRIMERO.- Lo que tiene es un pellejo tan curtido ya, por mor de su
ejercicio, que puede resistir mucho tiempo al agua; y el agua, seor mo, es la cosa
que ms pronto destruye a cualquier hideputa de muerto. Ve aqu una calavera que ha
estado debajo de tierra veintitrs aos.

HAMLET.- De quin es?

SEPULTURERO PRIMERO.- Mayor hideputa, loco! De quin os parece que ser?

HAMLET.- Yo cmo he de saberlo?

SEPULTURERO PRIMERO.- Mala peste en l y en sus travesuras!... Una vez me ech


un frasco de vino del Rhin por los cabezones... Pues, seor, esta calavera es la
calavera de Yorick, el bufn del Rey .
www.ladeliteratura.com.uy

HAMLET.- sta?

SEPULTURERO PRIMERO.- La misma.

HAMLET.- Ay! Pobre Yorick! Yo le conoc, Horacio..., era un hombre sumamente


gracioso de la ms fecunda imaginacin. Me acuerdo que siendo yo nio me llev mil
veces sobre sus hombros... y ahora su vista me llena de horror; y oprimido el pecho
palpita... Aqu estuvieron aquellos labios donde yo di besos sin nmero. Qu se
hicieron tus burlas, tus brincos, tus cantares y aquellos chistes repentinos que de
ordinario animaban la mesa con alegre estrpito? Ahora, falto ya enteramente de
msculos, ni an puedes rerte de tu propia deformidad... Ve al tocador de alguna de
nuestras damas y dila, para excitar su risa, que porque se ponga una pulgada de afeite
en el rostro; al fin habr de experimentar esta misma transformacin... Dime una
cosa, Horacio.

HORACIO.- Cul es, seor?

HAMLET.- Crees t que Alejandro, metido debajo de tierra, tendra esa forma
horrible?

HORACIO.- Cierto que s.

HAMLET.- Y exhalara ese mismo hedor... Uh!

HORACIO.- Sin diferencia alguna .

HAMLET.- En qu abatimiento hemos de parar, Horacio! Y por qu no podra la


imaginacin seguir las ilustres cenizas de Alejandro, hasta encontrarla tapando la boca
de algn barril?

HORACIO.- A fe que sera excesiva curiosidad ir a examinarlo.

HAMLET.- No, no por cierto. No hay sino irle siguiendo hasta conducirle all, con
probabilidad y sin violencia alguna. Como si dijramos: Alejandro muri, Alejandro fue
sepultado, Alejandro se redujo a polvo, el polvo es tierra, de la tierra hacemos barro...
y por qu con este barro en que l est ya convertido, no habrn podido tapar un
barril de cerveza? El emperador Csar, muerto y hecho tierra, puede tapar un agujero
para estorbar que pase el aire... Oh!... Y aquella tierra, que tuvo atemorizado el orbe,
servir tal vez de reparar las hendiduras de un tabique, contra las intemperies del
invierno... Pero, callemos... hagmonos a un lado, que... s... Aqu viene el Rey, la
Reina, los Grandes... A quin acompaan? Qu ceremonial tan incompleto es ste!
Todo ello me anuncia que el difunto que conducen, dio fin a su vida con desesperada
mano... Sin duda era persona de calidad... Ocultmonos un poco, y observa.
www.ladeliteratura.com.uy

Escena III

CLAUDIO, GERTRUDIS, HAMLET, LAERTES, HORACIO, UN CURA, DOS


SEPULTUREROS. Acompaamiento de Damas, Caballeros y Criados.

LAERTES.- Qu otra ceremonia falta?

HAMLET.- Mira, aquel es Laertes, joven muy ilustre.

LAERTES.- Qu ceremonia falta?

EL CURA.- Ya se han celebrado sus exequias con toda la decencia posible. Su muerte
da lugar a muchas dudas, y a no haberse interpuesto la suprema autoridad que
modifica las leyes, hubiera sido colocada en lugar profano, all estuviera hasta que
sonase la trompeta final, y en vez de oraciones piadosas, hubieran cado sobre su
cadver guijarros, piedras y cascote. No obstante esto, se la han concedido las
vestiduras y adornos virginales, el clamor de las campanas y la sepultura.

LAERTES.- Con que no se debe hacer ms?

EL CURA.- No ms. Profanaramos los honores sagrados de los difuntos cantando un


rquiem para implorar el descanso de su alma, como se hace por aquellos que parten
de esta vida con ms cristiana disposicin.

LAERTES.- Dadla tierra, pues . Sus hermosos e intactos miembros acaso producirn
violetas suaves. Y a ti, clrigo zafio, te anuncio que mi hermana ser un ngel del
Seor, mientras t estars bramando en los abismos.

HAMLET.- Qu! La hermosa Ofelia!

GERTRUDIS.- Dulces dones a mi dulce amiga . A Dios... Yo deseaba que hubieras sido
esposa de mi Hamlet, graciosa doncella, y esper cubrir de flores tu lecho nupcial...,
pero no tu sepulcro.

LAERTES.- Oh! Una y mil veces sea maldito, aquel cuya accin inhumana te priv a ti
del ms sublime entendimiento!... No... esperad un instante, no echis la tierra
todava... No..., hasta que otra vez la estreche en mis brazos... Echadla ahora sobre la
muerta y el vivo, hasta que de este llano hagis un monte que descuelle sobre el
antiguo Pelin o sobre la azul extremidad del Olimpo que toca los cielos.

HAMLET.- Quin es el que da a sus penas idioma tan enftico? El que as invoca en
su afliccin a las estrellas errantes, hacindolas detenerse admiradas a orle?... Yo soy
Hamlet, Prncipe de Dinamarca.

LAERTES.- El demonio lleve tu alma.

HAMLET.- No es justo lo que pides... Quita esos dedos de mi cuello, porque aunque
www.ladeliteratura.com.uy

no soy precipitado ni colrico; algn riesgo hay en ofenderme, y si eres prudente,


debes evitarle. Quita de ah esa mano.

CLAUDIO.- Separadlos.

GERTRUDIS.- Hamlet! Hamlet!

TODOS.- Seores!

HORACIO.- Moderaos, seor.

HAMLET.- No, por causa tan justa lidiar con l, hasta que cierre mis prpados la
muerte.

GERTRUDIS.- Qu causa puede haber, hijo mo...

HAMLET.- Yo he querido a Ofelia y cuatro mil hermanos juntos no podrn, con todo su
amor, exceder al mo... Qu quieres hacer por ella? Di.

CLAUDIO.- Laertes, mira que est loco.

GERTRUDIS.- Por Dios, Laertes, djale.

HAMLET.- Dime lo que intentas hacer . Quieres llorar, combatir, negarte al sustento,
hacerte pedazos, beber todo el Esil , devorar un caimn? Yo lo har tambin... Vienes
aqu a lamentar su muerte, a insultarme precipitndote en su sepulcro, a ser enterrado
vivo con ella?... Pues bien, eso quiero yo, y si hablas de montes, descarguen sobre
nosotros yugadas de tierra innumerables, hasta que estos campos tuesten su frente en
la trrida zona, y el alto Ossa parezca en su comparacin un terrn pequeo... Si me
hablas con soberbia, yo usar un lenguaje tan altanero como el tuyo.

GERTRUDIS.- Todos son efectos de su frenes, cuya violencia podr agitarte por algn
tiempo; pero despus, semejante a la mansa paloma cuando siente animada las
mellizas cras, le veris sin movimiento y mudo.

HAMLET.- yeme: cul es la razn de obrar as conmigo? Siempre te he querido


bien... Pero nada importa. Aunque el mismo Hrcules, con todo su poder, quiera
estorbarlo, el gato maullar y el perro quedar vencedor .

CLAUDIO.- Horacio, ve, no le abandones... Laertes, nuestra pltica de la noche anterior


fortificar tu paciencia, mientras dispongo lo que importa en la ocasin presente...
Amada Gertrudis, ser bien que alguno se encargue de la guarda de tu hijo. Esta
sepultura se adornar con un monumento durable. Espero que gozaremos brevemente
horas ms tranquilas; pero, entretanto, conviene sufrir.
www.ladeliteratura.com.uy

Escena IV

HAMLET, HORACIO

Saln del Palacio.

HAMLET.- Baste ya lo dicho sobre esta materia. Ahora quisiera informarte de lo dems;
pero, te acuerdas bien de todas las circunstancias?

HORACIO.- No he de acordarme, seor?

HAMLET.- Pues sabrs amigo, que agitado continuamente mi corazn en una especie
de combate, no me permita conciliar el sueo, y en tal situacin me juzgaba ms
infeliz que el delincuente cargado de prisiones. Una temeridad... Bien que debo dar
gracias a esta temeridad, pues por ella existo. S, confesemos que tal vez nuestra
indiscrecin suele sernos til; al paso que los planes concertados con la mayor
sagacidad, se malogran, prueba certsima de que la mano de Dios conduce a su fin
todas nuestras acciones por ms que el hombre las ordene sin inteligencia.

HORACIO.- As es la verdad.

HAMLET.- Salgo, pues, de mi camarote, mal rebujado con un vestido de marinero, y a


tientas, favorecido de la oscuridad, llego hasta donde ellos estaban. Logro mi deseo,
me apodero de sus papeles, y me vuelvo a mi cuarto. All, olvidando mis recelos toda
consideracin, tuve la osada de abrir sus despachos, y en ellos encuentro, amigo, una
alevosa del Rey. Una orden precisa, apoyada en varias razones, de ser importante a la
tranquilidad de Dinamarca, y an a la de Inglaterra y oh! mil temores y anuncios de
mal, si me dejan vivo... En fin, deca: que luego que fuese leda, sin dilacin, ni aun
para afinar a la segur el filo, me cortasen la cabeza.

HORACIO.- Es posible!

HAMLET.- Mira la orden aqu , podrs leerla en mejor ocasin; pero quieres saber lo
que yo hice?

HORACIO.- S, yo os lo ruego.

HAMLET.- Ya ves como rodeado as de traiciones, ya ellos haban empezado el drama,


aun antes de que yo hubiese comprendido el prlogo. No obstante, sintome al bufete,
imagino una orden distinta, y la escribo inmediatamente de buena letra... Yo cre algn
tiempo (como todos los grandes seores) que el escribir bien fuese un desdoro; y aun
no dej de hacer muchos esfuerzos para olvidar esta habilidad; pero ahora conozco,
Horacio, cun til me ha sido tenerla. Quieres saber lo que el escrito contena?

HORACIO.- S seor.

HAMLET.- Una splica del Rey dirigida con grandes instancias al de Inglaterra, como a
su obediente feudatario, dicindole que su recproca amistad florecera como la palma
robusta; que la paz, coronada de espigas, mantendra la quietud de ambos imperios,
www.ladeliteratura.com.uy

unindolos en amor durable, con otras expresiones no menos afectuosas. Pidindole,


por ltimo, que vista que fuese aquella carta, sin otro examen, hiciese perecer con
pronta muerte a los dos mensajeros; no dndoles tiempo ni aun para confesar su
delito.

HORACIO.- Y cmo la pudisteis sellar?

HAMLET.- An eso tambin parece que lo dispuso el Cielo, porque felizmente trata
conmigo el sello de mi padre, por el cual se hizo el que hoy usa el Rey. Cierro el pliego
en la forma que el anterior, pngole la misma direccin, el mismo sello, le conduzco sin
ser visto al mismo paraje y nadie nota el cambio... Al da siguiente ocurri el combate
naval, lo que despus sucedi, ya lo sabes.

HORACIO.- De ese modo, Guillermo y Ricardo caminan derechos a la muerte.

HAMLET.- Ya ves que ellos han solicitado este encargo, mi conciencia no me acusa
acerca de su castigo... Ellos mismos se han procurado su ruina... Es muy peligroso al
inferior meterse entre las puntas de las espadas, cuando dos enemigos poderosos
lidian.

HORACIO.- Oh! Qu Rey ste!

HAMLET.- Juzgas t, que no estoy en obligacin de proseguir lo que falta? l, que


asesin a mi padre y mi Rey, que ha deshonrado a mi madre, que se ha introducido
furtivamente entre el solio, y mis derechos justos, que ha conspirado contra mi vida,
valindose de medios tan aleves... No ser justicia rectsima castigarle con esta
mano? No ser culpa en m tolerar que ese monstruo exista, para cometer como hasta
aqu, maldades atroces?

HORACIO.- Presto le avisarn de Inglaterra cual ha sido el xito de su solicitud.

HAMLET.- S, presto lo sabr; pero entretanto el tiempo es mo y para quitar a un


hombre la vida, un instante basta... Slo me disgusta, amigo Horacio, el lance ocurrido
con Laertes, en que olvidado de m propio, no vi en mi sentimiento la imagen y
semejanza del suyo. Procurar su amistad, s... Pero, ciertamente, aquel tono
amenazador que daba a sus quejas irrit en exceso mi clera.

HORACIO.- Callad... Quin viene aqu?

Escena V

HAMLET, HORACIO, ENRIQUE

ENRIQUE.- En hora feliz haya regresado vuestra Alteza a Dinamarca.

HAMLET.- Muchas gracias, caballero... Conoces a este moscn?


www.ladeliteratura.com.uy

HORACIO.- No seor.

HAMLET.- Nada se te d, que el conocerle es por cierto poco agradable. Este es seor
de muchas tierras y muy frtiles, y por ms que l sea un bestia que manda en otros
tan bestias como l; ya se sabe, tiene su pesebre fijo en la mesa del Rey... Es la
corneja ms charlera que en mi vida he visto; pero como te he dicho ya, posee una
gran porcin de polvo.

ENRIQUE.- Amable Prncipe, si vuestra grandeza no tiene ocupacin que se lo estorbe,


yo le comunicara una cosa de parte del Rey.

HAMLET.- Estoy dispuesto a orla con la mayor atencin... Pero, emplead el sombrero
en el uso a que fue destinado. El sombrero se hizo para la cabeza.

Enrique.- Muchas gracias, seor... Eh! El tiempo est caluroso.

HAMLET.- No, al contrario, muy fro. El viento es norte.

ENRIQUE.- Cierto que hace bastante fro.

HAMLET.- Antes yo creo... a lo menos para mi complexin, hace un calor que abrasa.

ENRIQUE.- Oh! En extremo... Sumamente fuerte, como... Yo no s como diga... Pues,


seor, el Rey me manda que os informe de que ha hecho una grande apuesta en
vuestro favor. Este es el asunto.

HAMLET.- Tened presente que el sombrero se...

ENRIQUE.- Oh! Seor... Lo hago por comodidad... Cierto... Pues ello es, que Laertes
acaba de llegar a la Corte... Oh! Es un perfecto caballero, no cabe duda. Excelentes
cualidades, un trato muy dulce, muy bien quisto de todos... Cierto, hablando sin
pasin, es menester confesar que es la nata y flor de la nobleza, porque en l se hallan
cuantas prendas pueden verse en un caballero.

HAMLET.- La pintura que de l hacis no desmerece nada en vuestra boca; aunque yo


cre que, al hacer el inventario de sus virtudes, se confundiran la aritmtica y la
memoria y ambas seran insuficientes para suma tan larga. Pero, sin exagerar su
elogio, yo le tengo por un hombre de grande espritu, y de tan particular y
extraordinaria naturaleza, que (hablando con toda la exactitud posible) no se hallar su
semejanza sino en su mismo espejo; pues el que presuma buscarla en otra parte, slo
encontrar bosquejos informes.

ENRIQUE.- Vuestra Alteza acaba de hacer justicia imparcial en cuanto ha dicho de l.

HAMLET.- S, pero spase a qu propsito nos enronquecemos ahora, entremetiendo


en nuestra conversacin las alabanzas de ese galn.

ENRIQUE.- Cmo decs, seor?

HORACIO.- No fuera mejor que le hablarais con ms claridad? Yo creo, seor, que no
www.ladeliteratura.com.uy

os sera difcil.

HAMLET.- Digo, que a qu viene ahora hablar de ese caballero?

ENRIQUE.- De Laertes?

HORACIO.- Eh! Ya vaci cuanto tena, y se le acab la provisin de frases brillantes.

HAMLET.- S seor, de ese mismo.

ENRIQUE.- Yo creo que no estaris ignorante de...

HAMLET.- Quisiera que no me tuvierais por ignorante; bien que vuestra opinin no me
aada un gran concepto... Y bien, qu ms?

ENRIQUE.- Deca que no podis ignorar el mrito de Laertes.

HAMLET.- Yo no me atrever a confesarlo, por no igualarme con l; siendo averiguado


que para conocer bien a otro, es menester conocerse bien a s mismo.

ENRIQUE.- Yo lo deca por su destreza en el arma, puesto que segn la voz general,
no se le conoce compaero.

HAMLET.- Y qu arma es la suya?

ENRIQUE.- Espada y daga.

HAMLET.- Esas son dos armas... Vaya adelante.

ENRIQUE.- Pues seor, el Rey ha apostado contra l seis caballos brbaros, y l ha


impuesto por su parte, (segn he sabido) seis espadas francesas con sus dagas y
guarniciones correspondientes, como cinturn, colgantes, y as a este tenor... Tres de
estas cureas particularmente son la cosa ms bien hecha que puede darse. Cureas
como ellas!.. Oh! Es obra de mucho gusto y primor.

HAMLET.- Y a qu cosa llamis cureas?

HORACIO.- Ya recelaba yo y que sin el socorro de motas marginales no pudierais


acabar el dilogo.

ENRIQUE.- Seor, por cureas entiendo yo, as, los... Los cinturones.

HAMLET.- La expresin sera mucho ms propia, si pudiramos llevar al lado un can


de artillera; pero en tanto que este uso no se introduce, los llamaremos cinturones...
En fin y vamos al asunto. Seis caballos brbaros, contra seis espadas francesas, con
sus cinturones, y entre ellos tres cureas primorosas. Con que esto es lo que apuesta
el francs contra el dans? Y a qu fin se han impuesto (como vos decs) todas esas
cosas?

ENRIQUE.- El Rey ha apostado que si batallis con Laertes, en doce jugadas no


pasarn de tres botonazos los que l os d, y l dice, que en las mismas doce, os dar
www.ladeliteratura.com.uy

nueve cuando menos, y desea que esto se juzgue inmediatamente: si os dignis de


responder.

HAMLET.- Y si respondo que no?

ENRIQUE.- Quiero decir, si admits el partido que os propone.

HAMLET.- Pues, seor, yo tengo que pasearme todava en esta sala, porque si su
Majestad no lo ha por enojo, esta es la hora crtica en que yo acostumbro respirar el
ambiente. Triganse aqu los floretes, y si ese caballero lo quiere as, y el Rey se
mantiene en lo dicho, le har ganar la apuesta, si puedo; y si no puedo, lo que yo
ganar ser vergenza y golpes.

ENRIQUE.- Con qu lo dir en esos trminos?

HAMLET.- Esta es la substancia; despus lo podis adornar con todas las flores de
vuestro ingenio.

ENRIQUE.- Seor, recomiendo nuevamente mis respetos a vuestra grandeza.

HAMLET.- Siempre vuestro, siempre.

Escena VI

HAMLET, HORACIO

HAMLET.- l hace muy bien de recomendarse a s mismo, porque si no, dudo mucho
que nadie lo hiciese por l.

HORACIO.- Este me parece un vencejo, que empez a volar y chillar, con el cascarn
pegado a las plumas.

HAMLET.- S, y aun antes de mamar haca ya cumplimientos a la teta. Este es uno de


los muchos que en nuestra corrompida edad son estimados, nicamente porque saben
acomodarse al gusto del da, con esa exterioridad halagea y obsequiosa. Y con ella
tal vez suelen sorprender el aprecio de los hombres prudentes; pero se parecen
demasiado a la espuma; que por ms que hierva y abulte, al dar un soplo, se reconoce
lo que es: todas las ampollas huecas se deshacen, y no queda nada en el vaso.

Escena VII

HAMLET, HORACIO, UN CABALLERO

CABALLERO.- Seor, parece que su Majestad os envi un recado con el joven Enrique,
y ste ha vuelto diciendo que esperabais en esta sala. El Rey me enva a saber si
www.ladeliteratura.com.uy

gustis de batallar con Laertes inmediatamente, o si queris que se dilate.

HAMLET.- Yo soy constante en mi resolucin y la sujeto a la voluntad del Rey. Si esta


hora fuese cmoda para l, tambin lo es para m, conque hgase al instante o cuando
guste; con tal que me halle en la buena disposicin que ahora.

CABALLERO.- El Rey y la Reina bajan ya, con toda la Corte.

HAMLET.- Muy bien.

CABALLERO.- La Reina quisiera que antes de comenzar la batalla, hablarais a Laertes


con dulzura y expresiones de amistad.

HAMLET.- Es advertencia muy prudente.

Escena VIII

HAMLET, HORACIO

HORACIO.- Temo que habis de perder, seor.

HAMLET.- No, yo pienso que no. Desde que l parti para Francia, no he cesado de
ejercitarme, y creo que le llevar ventaja... Pero... No podrs imaginarte que angustia
siento, aqu en el corazn. Y sobre qu?.. No hay motivo.

HORACIO.- Con todo eso, seor...

HAMLET.- Ilusiones vanas! Especie de presentimientos, capaces slo de turbar un


alma femenil.

HORACIO.- Si sents interiormente alguna repugnancia, no hay para que empearos.


Yo me adelantar a encontrarlos, y les dir que estis indispuesto.

HAMLET.- No, no... Me burlo yo de tales presagios. Hasta en la muerte de un pajarillo


interviene una providencia irresistible. Si mi hora es llegada, no hay que esperarla, si
no ha de venir ya, seal que es ahora, y si ahora no fuese, habr de ser despus: todo
consiste en hallarse prevenido para cuando venga. Si el hombre, al terminar su vida,
ignora siempre lo que podra ocurrir despus, qu importa que la pierda tarde o
presto? Sepa morir .

Escena IX

HAMLET, HORACIO, CLAUDIO, GERTRUDIS, LAERTES, ENRIQUE, Caballeros, Damas y


acompaamiento.
www.ladeliteratura.com.uy

CLAUDIO.- Ven, Hamlet, ven, y recibe esta mano que te presento .

HAMLET.- Laertes, si estis ofendido de m, os pido perdn. Perdonadme como


caballero. Cuantos se hallan presentes saben, y aun vos mismo lo habris odo, el
desorden que mi razn padece. Cuanto haya hecho insultando la ternura de vuestro
corazn, vuestra nobleza, o vuestro honor, cualquiera accin en fin, capaz de irritaros;
declaro solemnemente en este lugar que ha sido efecto de mi locura. Puede Hamlet
haber ofendido a Laertes? No, Hamlet no ha sido, porque estaba fuera de s, y si en tal
ocasin (en que l a s propio se desconoca) ofendi a Laertes, no fue Hamlet el
agresor, porque Hamlet lo desaprueba y lo desmiente. Pues quin pudo ser? Su
demencia sola... Siendo esto as, el desdichado Hamlet es partidario del ofendido, al
paso que en su propia locura reconoce su mayor contrario. Permitid, pues, que delante
de esta asamblea me justifique de toda siniestra intencin y espere de vuestro nimo
generoso el olvido de mis desaciertos. Disparaba el arpn sobre los muros de ese
edificio, y por error her a mi hermano.

LAERTES.- Mi corazn, cuyos impulsos naturales eran los primeros a pedirme en este
caso venganza, queda satisfecho. Mi honra no me permite pasar adelante ni admitir
reconciliacin alguna; hasta que examinado el hecho por ancianos y virtuosos rbitros,
se declare que mi pundonor est sin mancilla. Mientras llega este caso, admito con
afecto recproco el que me anunciis, y os prometo de no ofenderle.

HAMLET.- Yo recibo con sincera gratitud ese ofrecimiento, y en cuanto a la batalla que
va a comenzarse, lidiar con vos como si mi competidor fuese mi hermano... Vamos.
Dadnos floretes.

LAERTES.- S, vamos.. Uno a m.

HAMLET.- La victoria no os ser difcil, vuestra habilidad lucir sobre mi ignorancia,


como una estrella resplandeciente entre las tinieblas de la noche.

LAERTES.- No os burlis, seor.

HAMLET.- No, no me burlo.

CLAUDIO.- Dales floretes, joven Enrique. Hamlet, ya sabes cuales son las condiciones.

HAMLET.- S, seor, y en verdad que habis apostado por el ms dbil.

CLAUDIO.- No temo perder. Yo os he visto ya esgrimir a entrambos y aunque l haya


adelantado despus; por eso mismo, el premio es mayor a favor nuestro.

LAERTES.- Este es muy pesado. Dejadme ver otro.

HAMLET.- Este me parece bueno... Son todos iguales?

ENRIQUE.- S seor.

CLAUDIO.- Cubrid esta mesa de copas, llenas de vino. Si Hamlet da la primera o


segunda estocada, o en la tercera suerte da un quite al contrario, disparen toda la
artillera de las almenas. El Rey beber a la salud de Hamlet echando en la copa una
www.ladeliteratura.com.uy

perla ms preciosa que la que han usado en su corona los cuatro ltimos soberanos
daneses. Traed las copas, y el timbal diga a las trompetas, las trompetas al artillero
distante, los caones al cielo, y el cielo a la tierra; ahora brinda el Rey de Dinamarca a
la salud de Hamlet... Comenzad, y vosotros que habis de juzgarlos, observad atentos.

HAMLET.- Vamos .

LAERTES.- Vamos seor.

HAMLET.- Una.

LAERTES.- No.

HAMLET.- Que juzguen.

ENRIQUE.- Una estocada, no hay duda.

LAERTES.- Bien; a otra.

CLAUDIO.- Esperad... Dadme de beber. Hamlet, esta perla es para ti, y brindo con ella
a tu salud. Dadle la copa.

HAMLET.- Esperad un poco. Quiero dar este bote primero. Vamos. Otra estocada.
Qu decs?

LAERTES.- S, me ha tocado, lo confieso.

CLAUDIO.- Oh! Nuestro hijo vencer.

GERTRUDIS.- Est grueso, y se fatiga demasiado. Ven aqu, Hamlet, toma este lienzo,
y lmpiate el rostro. La Reina brinda a tu buena fortuna querido Hamlet.

HAMLET.- Muchas gracias, seora.

CLAUDIO.- No, no bebis.

GERTRUDIS.- Oh! Seor, perdonadme. Yo he de beber.

CLAUDIO.- La copa envenenada!.. Pero... No hay remedio.

HAMLET.- No, ahora no bebo, esperad un instante.

GERTRUDIS.- Ven, hijo mo, te limpiar el sudor del rostro.

LAERTES.- Ahora veris si le acierto.

CLAUDIO.- Yo pienso que no.

LAERTES.- No s qu repugnancia siento al ir a ejecutarlo.

HAMLET.- Vamos a la tercera, Laertes... Pero, bien se ve que lo tomis a fiesta,


www.ladeliteratura.com.uy

batallad, os ruego, con ms ahnco. Mucho temo que os burlis de m.

LAERTES.- Eso decs, seor? Vamos.

ENRIQUE.- Nada, ni uno ni otro.

LAERTES.- Ahora... sta...

CLAUDIO.- Parece que se acaloran demasiado. Separadlos.

HAMLET.- No, no, vamos otra vez.

ENRIQUE.- Ved qu tiene la Reina Cielos!

HORACIO.- Ambos heridos! Qu es esto, seor?

ENRIQUE.- Cmo ha sido, Laertes?

LAERTES.- Esto es haber cado en el lazo que prepar, justamente muero vctima de
mi propia traicin.

HAMLET.- Qu tiene la Reina?

CLAUDIO.- Se ha desmayado al veros heridos.

GERTRUDIS.- No, no... La bebida!... Querido Hamlet! La bebida! Me han


envenenado!

HAMLET.- Oh! Qu alevosa!.. Oh!.. Cerrad las puertas... Traicin... Buscad por todas
partes ...

LAERTES.- No, el traidor est aqu. Hamlet, t eres muerto... no hay medicina que
pueda salvarte, vivirs media hora, apenas... En tu mano est el instrumento aleve,
baada con ponzoa su aguda punta. Volviose en mi dao, la trama indigna! Vesme
aqu postrado para no levantarme jams. Tu madre ha bebido un tosigo... No puedo
proseguir... El Rey, el Rey es el delincuente.

HAMLET.- Est envenenada esta punta! Pues, veneno, produce tus efectos.

TODOS.- Traicin, traicin.

CLAUDIO.- Amigos, estoy herido... Defendedme.

HAMLET.- Malvado incestuoso, asesino! Bebe esta ponzoa Est la perla aqu? S,
toma , acompaa a mi madre.

LAERTES.- Justo castigo!... l mismo prepar la pocin mortal... Olvidmonos de todo,


generoso Hamlet y... Oh! No caiga sobre ti la muerte de mi padre y la ma, ni sobre
m la tuya!

HAMLET.- El Cielo te perdone... Ya voy a seguirte. Yo muero, Horacio... Adis, Reina


www.ladeliteratura.com.uy

infeliz... Vosotros que asists plidos y mudos con el temor a este suceso terrible... Si
yo tuviera tiempo. La muerte es un ministro inexorable que no dilata la ejecucin... Yo
pudiera deciros... pero, no es posible. Horacio, yo muero. T, que vivirs, refiere la
verdad y los motivos de mi conducta, a quien los ignora.

HORACIO.- Vivir? No lo creis. Yo tengo alma Romana, y an ha quedado aqu parte


del tsigo.

HAMLET.- Dame esa copa... presto... por Dios te lo pido. Oh! Querido Horacio! Si
esto permanece oculto, qu manchada reputacin dejar despus de mi muerte! Si
alguna vez me diste lugar en tu corazn, retarda un poco esa felicidad que apeteces;
alarga por algn tiempo la fatigosa vida en este mundo llena de miserias, y divulga por
l mi historia... Qu estrpito militar es ste?

Escena X

HAMLET, HORACIO, ENRIQUE, UN CABALLERO y acompaamiento.

CABALLERO.- El joven Fortimbrs que vuelve vencedor de Polonia, saluda con la salva
marcial que os a los Embajadores de Inglaterra.

HAMLET.- Yo expiro, Horacio, la activa ponzoa sofoca ya mi aliento... No puedo vivir


para saber nuevas de Inglaterra; pero me atrevo a anunciar que Fortimbrs ser
elegido por aquella nacin. Yo, moribundo, le doy mi voto... Dselo t, e infrmale de
cuanto acaba de ocurrir... Oh!... Para m solo queda ya... silencio eterno.

HORACIO.- En fin, se rompe ese gran corazn! Adis, adis, amado Prncipe. Los
coros anglicos te acompaen al celeste descanso!... Pero, cmo se acerca hasta aqu
el estruendo de tambores?

Escena XI

FORTIMBRS, DOS EMBAJADORES, HORACIO, ENRIQUE, SOLDADOS,


acompaamiento.

FORTIMBRS.- En dnde est ese espectculo?

HORACIO.- Qu buscis aqu? Si queris ver desgracias espantosas, no pasis


adelante.

FORTIMBRS.- Oh! Este destrozo pide sangrienta venganza... Soberbia muerte! Qu


festn dispones en tu morada infernal, que as has herido con un golpe solo tantas
ilustres vctimas?

EMBAJADOR PRIMERO.- Horroriza el verlo!... Tarde hemos llegado con los mensajes
de Inglaterra. Los odos a quienes debamos dirigirlos, son ya insensibles. Sus rdenes
fueron puntualmente ejecutadas: Ricardo y Guillermo perdieron la vida... Pero, quin
www.ladeliteratura.com.uy

nos dar las gracias de nuestra obediencia?

HORACIO.- No las recibirais de su boca, aunque viviese todava, que l nunca dio
orden para tales muertes. Pero, puesto que vos viniendo victorioso de la guerra contra
Polonia y vosotros enviados de Inglaterra, os hallis juntos en este lugar y os veo
deseosos de averiguar este suceso trgico: disponed que esos cadveres se expongan
sobre una tumba elevada a la vista pblica, y entonces har saber al mundo que lo
ignora el motivo de estas desgracias. Me oiris hablar (pues todo os lo sabr referir
fielmente) de acciones crueles, brbaras, atroces sentencias que dict el acaso
estragos imprevistos, muertes ejecutadas con violencia y aleve astucia y al fin,
proyectos malogrados, que han hecho perecer a sus autores mismos.

FORTIMBRS.- Deseo con impaciencia oros, y convendr que se rena con este objeto
la nobleza de la nacin. No puedo mirar sin horror los dones que me ofrece la fortuna;
pero tengo derechos muy antiguos a esta corona, y en tal ocasin es justo reclamarlos.

HORACIO.- Tambin puedo hablar en ese propsito, declarando el voto que pronunci
aquella boca, que ya no formar sonido alguno... Pero, ahora que los nimos estn en
peligroso movimiento, no se dilate la ejecucin un instante solo: para evitar los males
que pudieran causar la malignidad o el error.

FORTIMBRS.- Cuatro de mis capitanes lleven al tmulo el cuerpo de Hamlet con las
insignias correspondientes a un guerrero. Ah! Si l hubiese ocupado el trono, sin duda
hubiera sido un excelente Monarca... Resuene la msica militar por donde pase la
pompa fnebre, y hagnsele todos los honores de la guerra... Quitad, quitad de ah
esos cadveres. Espectculo tan sangriento, ms es propio de un campo de batalla que
de este sitio... Y vosotros, haced que salude con descargas todo el ejrcito.
www.ladeliteratura.com.uy

LA TRAGEDIA DE ROMEO Y JULIETA

PERSONAJES

El CORO
ROMEO
MONTESCO, su padre
SEORA MONTESCO
BENVOLIO, sobrino de Montesco
ABRAHAN, criado de Montesco
BALTASAR, criado de Romeo
JULIETA
CAPULETO, Su padre
SEORA CAPULETO
TEBALDO, su sobrino
PARIENTE DE CAPULETO
El AMA de Julieta
PEDRO criado de Capuleto
SANSN criado de Capuleto
GREGORIO criado de Capuleto
Della Scala, PRINCIPE de Verona
MERCUCIO pariente del Prncipe
El Conde PARIS pariente del Prncipe
PAJE de Paris
FRAY LORENZO
FRAY JUAN
Un BOTICARIO
Criados, msicos, guardias, ciudadanos, mscaras, etc.

PRLOGO [Entra] el CORO

CORO -En Verona, escena de la accin,

dos familias de rango y calidad

renuevan viejos odios con pasin

y manchan con su sangre la ciudad.

De la entraa fatal de estos rivales


www.ladeliteratura.com.uy

nacieron dos amantes malhadados,

cuyas desgracias y funestos males

enterrarn conflictos heredados.

El curso de un amor de muerte herido

y una ira paterna tan extrema

que hasta el fin de sus hijos no ha cedido

ser en estas dos horas . nuestro tema.

Si escuchis la obra con paciencia,

nuestro afn salvar toda carencia.

[Sale.]

Escena I

Entran SANSN y GREGORIO, de la casa de los Capuletos, armados


con espada y escudo.

SANSN -Gregorio, te juro que no vamos a tragar saliva.

GREGORIO -No, que tan tragones no somos.

SANSN -Digo que si no los tragamos, se les corta el cuello.

GREGORIO -S, pero no acabemos con la soga al cuello.

SANSN -Si me provocan, yo pego rpido.

GREGORIO -S, pero a pegar no te provocan tan rpido.

SANSN -A m me provocan los perros de los Montescos.

GREGORIO -Provocar es mover y ser valiente, plantarse, as que si te


provocan, t sales corriendo.

SANSN -Los perros de los Montescos me mueven a plantarme. Con


un hombre o mujer de los Montescos me agarro a las paredes.
www.ladeliteratura.com.uy

GREGORIO-Entonces es que te pueden, porque al dbil lo empujan


contra la pared.

SANSN-Cierto, y por eso a las mujeres, seres dbiles, las empujan


contra la pared. As que yo echar de la pared a los hombres de
Montesco y empujar contra ella a las mujeres.

GREGORIO -Pero la disputa es entre nuestros amos y nosotros, sus


criados.

SANSN -Es igual; me portar como un dspota. Cuando haya


peleado con los hombres, ser corts con las doncellas: las
desvergar.

GREGORIO -Desvergar doncellas?

SANSN -S, desvergar o desvirgar. Tmalo por donde quieras.

GREGORIO -Por dnde lo sabrn las que lo prueben.

SANSN- Pues me van a probar mientras este no se encoja, y ya se


sabe que soy ms carne que pescado.

GREGORIO -Menos mal, que, si no, seras un merluzo. Saca el hierro,


que vienen de la casa de Montesco.

Entran otros dos criados [uno llamado ABRAHAM].

SANSN-Aqu est mi arma. T pelea; yo te guardo las espaldas.

GREGORIO-Para volver las tuyas y huir?

SANSN-Descuida, que no.

GREGORIO- No, contigo no me descuido.

SANSN- Tengamos la ley de nuestra parte: que empiecen ellos.

GREGORIO- Me pondr ceudo cuando pase por su lado, y que se lo


tomen como quieran.

SANSN- Si se atreven. Yo les har burla ., a ver si se dejan


insultar.
www.ladeliteratura.com.uy

ABRAHN-Nos hacis burla, seor?

SANSN- Hago burla.

ABRAHN-Nos hacis burla a nosotros, seor?

SANSN [aparte a GREGORIO]- Tenemos la ley de nuestra parte si


digo que s?

GREGORIO [aparte a SANSN]- No.

SANSN- No, seor, no os hago burla. Pero hago burla, seor.

GREGORIO- Buscis pelea?

ABRAHN- Pelea? No, seor.

SANSN- Mas si la buscis, aqu estoy yo: criado de tan buen amo
como el vuestro.

ABRAHN- Mas no mejor.

SANSN- Pues...

Entra BENVOLIO.

GREGORIO [aparte a SANSN]- Di que mejor: ah viene un pariente


del amo.

SANSN- S, seor: mejor.

ABRAHN - Mentira!

SANSN - Desenvainad si sois hombres. Gregorio, recuerda tu


mandoble.

Pelean.

BENVOLIO [desenvaina]- Alto, bobos! Envainad; no sabis lo que


hacis.
www.ladeliteratura.com.uy

Entra TEBALDO.

TEBALDO -Conque desenvainas contra mseros esclavos?

Vulvete, Benvolio, y afronta tu muerte.

BENVOLIO-Estoy poniendo paz. Envaina tu espada

o ven con ella a intenta detenerlos.

TEBALDO -Y armado hablas de paz? Odio esa palabra

como odio el infierno, a ti y a los Montescos.

Vamos, cobarde!

[Luchan.]

Entran tres o cuatro CIUDADANOS con palos.

CIUDADANOS-Palos, picas, partesanas! Pegadles! Tumbadlos!

Abajo con los Capuletos! Abajo con los Montescos!

Entran CAPULETO, en bata ., y su esposa

[la SEORA CAPULETO].

CAPULETO - Qu ruido es ese? Dadme mi espada de guerra!

SEORA CAPULETO -Dadle una muleta! - Por qu pides la espada?

Entran MONTESCO y su esposa

[la SEORA MONTESCO].

CAPULETO - Quiero mi espada! Ah est Montesco, blandiendo su


arma en desafo!
www.ladeliteratura.com.uy

MONTESCO -Infame Capuleto! - Sultame, vamos!

SEORA MONTESCO - Contra tu enemigo no dars un paso.

Entra el PRINCIPE DELLA SCALA, con su squito.

PRNCIPE -Sbditos rebeldes, enemigos de la paz,

que profanis el acero con sangre ciudadana!

No escuchan! - Vosotros, hombres, bestias,

que apagis el ardor de vuestra clera

con chorros de prpura que os salen de las venas!

Bajo pena de tormento, arrojad de las manos

sangrientas esas mal templadas armas

y od la decisin de vuestro Prncipe!

Tres refriegas, que, por una palabra de nada,

vos causasteis, Capuleto, y vos, Montesco,

tres veces perturbaron la quietud de nuestras calles

e hicieron que los viejos de Verona

prescindiesen de su grave indumentaria

y con viejas manos empuasen viejas armas,

corrodas en la paz, por apartaros

del odio que os corroe. Si causis

otro disturbio, vuestra vida ser el precio.

Por esta vez, que todos se dispersen.

Vos, Capuleto, habris de acompaarme.

Montesco, venid esta tarde a Villa Franca .,

mi Palacio de Justicia, a conocer

mis restantes decisiones sobre el caso.


www.ladeliteratura.com.uy

Una vez ms, bajo pena de muerte, dispersaos!

Salen [todos, menos MONTESCO, la

SEORA MONTESCO y BENVOLIO].

MONTESCO-Quin ha renovado el viejo pleito?

Dime, sobrino, estabas aqu cuando empez?

BENVOLIO -Cuando llegu, los criados de vuestro adversario

estaban enzarzados con los vuestros.

Desenvain por separarlos. En esto apareci

el fogoso Tebaldo, espada en mano,

y la blanda alrededor de la cabeza,

cubrindome de insultos y cortando el aire,

que, indemne, le silbaba en menosprecio.

Mientras cruzbamos tajos y estocadas,

llegaron ms, y lucharon de uno y otro lado

hasta que el Prncipe vino y pudo separarlos.

SEORA MONTESCO -Y Romeo? Le has visto hoy? Me alegra

el ver que no ha estado en esta pelea.

BENVOLIO -Seora, una hora antes de que el astro rey

asomase por las ureas ventanas del oriente,

la inquietud me empuj a pasear.

Entonces, bajo unos sicamores

que crecen al oeste de Verona,

caminando tan temprano vi a vuestro hijo.

Fui hacia l, que, advirtiendo mi presencia,

se escondi en el boscaje.
www.ladeliteratura.com.uy

Med sus sentimientos por los mos,

que ansiaban un espacio retirado

(mi propio ser entristecido me sobraba),


.
segu mi humor al no seguir el suyo

y gustoso evit a quien por gusto me evitaba.

MONTESCO -Le han visto all muchas maanas, aumentando

con su llanto el roco de la maana,

aadiendo a las nubes sus nubes de suspiros.

Mas, en cuanto el sol, que todo alegra,

comienza a descorrer por el remoto oriente

las oscuras cortinas del lecho de Aurora,

mi melanclico hijo huye de la luz

y se encierra solitario en su aposento,

cerrando las ventanas, expulsando toda luz

y crendose una noche artificial ..

Este humor ser muy sombro y funesto

si la causa no la quita el buen consejo. BENVOLIO -Mi

noble to, conocis vos la causa? MONTESCO-Ni la

conozco, ni por l puedo saberla. BENVOLIO -Le

habis apremiado de uno a otro modo? MONTESCO -S,

y tambin otros amigos,

mas l slo confa sus sentimientos

a s mismo, no s si con acierto,

y se muestra tan callado y reservado,

tan insondable y tan hermtico

como flor comida por gusano

antes de abrir sus tiernos ptalos al aire


www.ladeliteratura.com.uy

o al sol ofrecerle su hermosura.

Si supiramos la causa de su pena,

le daramos remedio sin espera.

Entra ROMEO.

BENVOLIO-Ah viene. Os lo ruego, poneos a un lado:

me dir su dolor, si no se ha obstinado.

MONTESCO-Espero que, al quedarte, por fin oigas

su sincera confesin. Vamos, seora.

Salen [MONTESCO y la

SEORA MONTESCO].

BENVOLIO- Buenos das, primo. ROMEO-

Ya es tan de maana? BENVOLIO- Las

nueve ya han dado. ROMEO-Ah! Las

horas tristes se alargan.

Era mi padre quien se fue tan deprisa?

BENVOLIO- S. Qu tristeza alarga las horas de Romeo?

ROMEO-No tener lo que, al tenerlo, las abrevia.

BENVOLIO-Enamorado?

ROMEO- Cansado.

BENVOLIO- De amar?

ROMEO-De no ser correspondido por mi amada.

BENVOLIO-Ah! Por qu el amor, de presencia gentil,

es tan duro y tirnico en sus obras?


www.ladeliteratura.com.uy

ROMEO -Ah! Por qu el amor, con la venda en los ojos,

puede, siendo ciego imponer sus antojos?

Dnde comemos? .. Ah! Qu pelea ha habido?

No me lo digas, que ya lo s todo.

Tumulto de odio, pero ms de amor.

Ah, amor combativo! Ah, odio amoroso!

Ah, todo, creado de la nada!

Ah, grave levedad, seria vanidad, caos deforme

de formas hermosas, pluma de plomo,

humo radiante, fuego glacial, salud enfermiza,

sueo desvelado, que no es lo que es!

Yo siento este amor sin sentir nada en l.

No te res?

BENVOLIO -No, primo; ms bien lloro.

ROMEO -Por qu, noble alma?

BENVOLIO -Porque en tu alma hay dolor.

ROMEO -As es el pecado del amor:

mi propio pesar, que tanto me angustia,

t ahora lo agrandas, puesto que lo turbas

con el tuyo propio. Ese amor que muestras

aade congoja a la que me supera.

El amor es humo, soplo de suspiros:

se esfuma, y es fuego en ojos que aman;

refrnalo, y crece como un mar de lgrimas.

Qu cosa es, si no? Locura juiciosa,

amargor que asfixia, dulzor que conforta.

Adis, primo mo.


www.ladeliteratura.com.uy

BENVOLIO-Voy contigo, espera;

injusto sers si ahora me dejas.

ROMEO -Bah! Yo no estoy aqu, y me hallo perdido.

Romeo no es este: est en otro sitio.

BENVOLIO -Habla en serio y dime quin es la que amas.

ROMEO -Ah! Quieres orme gemir?

BENVOLIO -Gemir? No: quiero que digas en serio quin es.

ROMEO -Pdele al enfermo que haga testamento;

para quien tanto lo est, es un mal momento.

En serio, primo, amo a una mujer.

BENVOLIO -Por ah apuntaba yo cuando supe que amabas.

ROMEO -Buen tirador! Y la que amo es hermosa.

BENVOLIO-Si el blanco es hermoso, antes se acierta.

ROMEO -Ah has fallado: Cupido no la alcanza

con sus flechas; es prudente cual Diana:

su casta coraza la protege tanto

que del nio Amor no la hechiza el arco.

No puede asediarla el discurso amoroso,

ni cede al ataque de ojos que asaltan,

ni recoge el oro que tienta hasta a un santo.

En belleza es rica y su sola pobreza

est en que, a su muerte, muere su riqueza.

BENVOLIO -As que ha jurado vivir siempre casta?

ROMEO -S, y con ese ahorro todo lo malgasta:

matando lo bello por severidad

priva de hermosura a la posteridad.

Al ser tan prudente con esa belleza


www.ladeliteratura.com.uy

no merece el cielo, pues me desespera.

No amar ha jurado, y su juramento

a quien te lo cuenta le hace vivir muerto.

BENVOLIO -Hazme caso y no pienses ms en ella.

ROMEO -Ensame a olvidar.

BENVOLIO -Deja en libertad a tus ojos:

contempla otras bellezas.

ROMEO -As estimar la suya en mucho ms.

Esas mscaras negras que acarician

el rostro de las bellas nos traen al recuerdo

la belleza que ocultan. Quien ciego ha quedado

no olvida el tesoro que sus ojos perdieron.

Mustrame una dama que sea muy bella.

Qu hace su hermosura sino recordarme

a la que supera su belleza?

Ensearme a olvidar no puedes. Adis.

BENVOLIO -Pues pienso ensearte o morir tu deudor.

Salen.

Escena II

Entran CAPULETO, el Conde PARIS y el gracioso

[CRIADO de Capuleto].

CAPULETO-Montesco est tan obligado como yo,

bajo la misma pena. A nuestros aos


www.ladeliteratura.com.uy

no ser difcil, creo yo, vivir en paz.

PARIS-Ambos gozis de gran reputacin y es lstima

que llevis enfrentados tanto tiempo.

En fin, seor, qu decs a este pretendiente?

CAPULETO -Lo que ya he dicho antes:

mi hija nada sabe de la vida;

an no ha llegado a los catorce.

Dejad que muera el esplendor de dos veranos

y habr madurado para desposarse.

PARIS -Otras ms jvenes ya son madres felices.

CAPULETO -Quien pronto se casa, pronto se amarga.

Mis otras esperanzas las cubri la tierra;

ella es la nica que me queda en la vida.

Mas cortejadla, Paris, enamoradla,

que en sus sentimientos ella es la que manda.

Una vez que acepte, dar sin reservas

mi consentimiento al que ella prefiera.

Esta noche doy mi fiesta de siempre,

a la que vendr multitud de gente,

y todos amigos. Unos a ellos

y con toda el alma os acogeremos.

En mi humilde casa esta noche ved

estrellas terrenas el cielo encender.

La dicha que siente el joven lozano

cuando abril vistoso muda el dbil paso

del caduco invierno, ese mismo goce

tendris en mi casa estando esta noche


www.ladeliteratura.com.uy

entre mozas bellas. Ved y od a todas,

y entre ellas amad a la ms meritoria;

con todas bien vistas, tal vez al final

queris a la ma, aunque es una ms.

Venid vos conmigo. [Al CRIADO.] T ve por Verona,

recorre sus calles, busca a las personas

que he apuntado aqu; diles que mi casa,

si bien les parece, su presencia aguarda.

Sale [con el Conde PARIS].

CRIADO-Que busque a las personas que ha apuntado aqu! Ya lo


dicen: el zapatero, a su regla; el sastre, a su horma; el pescador, a su
brocha, y el pintor, a su red. Pero a m me mandan que busque a las
personas que ha apuntado, cuando no s leer los nombres que ha
escrito el escribiente. Preguntar al instruido.

Entran BENVOLIO y ROMEO.

Buena ocasin!

BENVOLIO-Vamos, calla: un fuego apaga otro fuego;

el pesar de otro tu dolor amengua;

si ests mareado, gira a contrapelo;

la angustia insufrible la cura otra pena.

Aqueja tu vista con un nuevo mal

y el viejo veneno pronto morir.

ROMEO -Las cataplasmas son grandes remedios.

BENVOLIO -Remedios, contra qu!


www.ladeliteratura.com.uy

ROMEO -Golpe en la espinilla.

BENVOLIO -Pero, Romeo, t ests loco?

ROMEO -Loco, no; ms atado que un loco:

encarcelado, sin mi alimento, azotado

y torturado, y... Buenas tardes, amigo.

CRIADO -Buenas os d Dios. Seor, sabis leer?

ROMEO -S, mi mala fortuna en mi adversidad.

CRIADO-Eso lo habris aprendido de memoria. Pero, os lo ruego,


sabis leer lo que veis?

ROMEO-Si conozco el alfabeto y el idioma, s.

CRIADO-Est claro. Quedad con Dios.

ROMEO-Espera, que s s leer.

Lee el papel.

El signor Martino, esposa e hijas.

El conde Anselmo y sus bellas hermanas.

La viuda del signor Vitruvio.

El signor Piacencio y sus lindas sobrinas.

Mercucio y su hermano Valentino.

Mi to Capuleto, esposa a hijas.

Mi bella sobrina Rosalina y Livia.

El signor Valentio y su primo Tebaldo.

Lucio y la alegre Elena.

Bella compaa. Adnde han de ir?

CRIADO-Arriba.
www.ladeliteratura.com.uy

ROMEO-Adnde? A una cena?

CRIADO-A nuestra casa.

ROMEO-A casa de quin?

CRIADO-De mi amo.

ROMEO-Tena que habrtelo preguntado antes.

CRIADO-Os lo dir sin que preguntis. Mi amo es el grande y rico


Capuleto, y si vos no sois de los Montescos, venid a echar un trago de
vino. Quedad con Dios.

Sale.

B E N E V O L IO - E N EL F E S T N TR A D IC IO N A L DE
CA P ULETO

estar tu amada, la bella Rosalina .,

con las ms admiradas bellezas de Verona.

T ve a la fiesta: con ojo imparcial

comprala con otras que te mostrar,

y, en lugar de un cisne, un cuervo has de ver.

ROMEO -Si fuera tan falso el fervor de mis ojos,

que mis lgrimas se conviertan en llamas,

y si se anegaron, siendo mentirosos,

y nunca murieron, cual herejes ardan.

Otra ms hermosa! Si todo ve el sol,

su igual nunca ha visto desde la creacin.

BENVOLIO -Te parece bella si no ves a otras:

tus ojos con ella misma la confrontan.

Pero si tus ojos hacen de balanza,

sopesa a tu amada con cualquier muchacha


www.ladeliteratura.com.uy

que pienso mostrarte brillando en la fiesta,

y lucir menos la que ahora te ciega.

ROMEO -Ir, no por admirar a las que elogias,

sino slo el esplendor de mi seora.

[Salen. ]

Escena III

Entran la SEORA CAPULETO y el AMA.

SEORA CAPULETO-Ama, y mi hija? Dile que venga.

AMA- Ah, por mi virginidad a mis doce aos,

si la mand venir! Eh, paloma! Eh, reina!

Santo cielo! Dnde est la nia? Julieta!

Entra JULIETA.

JULIETA-Hola, quin me llama?

AMA-Tu madre.

JULIETA-Aqu estoy, seora. Qu deseis?

SEORA CAPULETO-Pues se trata... Ama, djanos un rato;

hemos de hablar a solas... Ama, vuelve.

Pensndolo bien, ms vale que lo oigas.

Sabes que mi hija est en edad de merecer.

AMA-Me s su edad hasta en las horas.

SEORA CAPULETO-An no tiene los catorce.

AMA-Apuesto catorce de mis dientes


www.ladeliteratura.com.uy

(aunque, vlgame!, no me quedan ms que cuatro)

a que no ha cumplido los catorce.

Cunto falta para que acabe julio? ..

SEORA CAPULETO-Dos semanas y pico.

AMA-Pues con o sin pico, entre todos los das del ao

la ltima noche de julio cumple los catorce.

Susana y ella (Seor, da paz a las nimas!)

tenan la misma edad. Bueno, Susana

est en el cielo, yo no la mereca. Como digo,

la ltima noche de julio cumple los catorce,

vaya que s; me acuerdo muy bien.

Del terromoto hace ahora once aos

y, de todos los das del ao (nunca

se me olvidar) ese mismo da la destet:

me haba puesto ajenjo en el pecho,

ah sentada al sol, bajo el palomar.

El seor y vos estabais en Mantua

(qu memoria tengo!). Pero, como digo,

en cuanto prob el ajenjo en mi pezn

y le supo tan amargo... Angelito,

hay que ver qu rabia le dio la teta!

De pronto el palomar dice que tiembla; desde luego,

no haca falta avisarme que corriese.

Y de eso ya van once aos, pues entonces

se tena en pie ella solita. Qu digo!

Pero si poda andar y correr!

El da antes se dio un golpe en la frente,


www.ladeliteratura.com.uy

y mi marido (que en paz descanse,

siempre alegre) levant a la nia.

Aj, le dijo, te caes boca abajo?

Cuando tengas ms seso te caers boca arriba,

a que s, Juli? . Y, Virgen santa,

la mocosilla par de llorar y dijo que s.

Pensar que la broma iba a cumplirse!

Aunque viva mil aos, juro que nunca

se me olvidara. A que s, Juli?, dice.

Y la pobrecilla se calla y le dice que s.

SEORA CAPULETO -Ya basta. No sigas, te lo ruego.

AMA -S, seora. Pero es que me viene la risa

de pensar que se calla y le dice que s.

Y eso que llevaba en la frente un chichn

de grande como un huevo de pollo;

un golpe muy feo, y lloraba amargamente.

Aj , dice mi marido, te caes boca abajo?

Cuando seas mayor te caers boca arriba,

a que s, Juli? Y se calla y le dice que s.

JULIETA -Calla t tambin, ama, te lo ruego.

AMA -Chsss...! He dicho. Dios te d su gracia;

fuiste la criatura ms bonita que cri.

Ahora mi nico deseo es vivir para verte casada.

SEORA CAPULETO -Pues de casamiento vena yo a hablar.

Dime, Julieta, hija ma,

qu te parece la idea de casarte?

JULIETA -Es un honor que no he soado.


www.ladeliteratura.com.uy

AMA -Un honor! Si yo no fuera tu nodriza,

dira que mamaste listeza de mis pechos.

SEORA CAPULETO -Pues piensa ya en el matrimonio. Aqu, en


Verona,

hay damas principales, ms jvenes que t,

que ya son madres. Segn mis cuentas,

yo te tuve a ti ms o menos a la edad

que t tienes ahora. Abreviando:

el gallardo Paris te pretende.

AMA-Qu hombre, jovencita! Un hombre

que el mundo entero... Es la perfeccin!

SEORA CAPULETO -El esto de Verona no da tal flor.

AMA -Eso, es una flor, toda una flor!

SEORA CAPULETO -Qu dices? Podrs amar al caballero?

Esta noche le vers en nuestra fiesta ..

Si lees el semblante de Paris como un libro,

vers que la belleza ha escrito en l la dicha.

Examina sus facciones y hallars

que congenian en armnica unidad,

y, si algo de este libro no es muy claro,

en el margen de sus ojos va glosado.

A este libro de amor, que ahora es tan bello,

le falta cubierta para ser perfecto.

Si en el mar vive el pez, tambin hay excelencia

en todo lo bello que encierra belleza:

hay libros con gloria, pues su hermoso fondo

queda bien cerrado con broche de oro.


www.ladeliteratura.com.uy

Todas sus virtudes, unindote a l,

tambin sern tuyas, sin nada perder.

AMA -Perder, no; ganar: el hombre engorda a la mujer.

SEORA CAPULETO -En suma, crees que a Paris amars?

JULIETA -Creo que s, si la vista lleva a amar.

Mas no dejar que mis ojos le miren

ms de lo que vuestro deseo autorice.

Entra un CRIADO.

CRIADO-Seora, los convidados ya estn; la cena, en la mesa;


preguntan por vos y la seorita; en la despensa maldicen al ama, y
todo est por hacer. Yo voy a servir. Os lo ruego, venid en seguida.

Sale.

SEORA CAPULETO-Ahora mismo vamos. Julieta, te espera el conde.

AMA-Vamos! A gozar los das gozando las noches!

Salen.

Escena IV

Entran ROMEO, MERCUCIO, BENVOLIO, con cinco o seis mscaras,


portadores de antorchas.
www.ladeliteratura.com.uy

ROMEO-Decimos el discurso de rigor

o entramos sin dar explicaciones?

BENVOLIO -Hoy ya no se gasta tanta ceremonia:

nada de Cupido con los ojos vendados

llevando por arco una regla pintada

y asustando a las damas como un espantajo,

ni tmido prlogo que anuncia una entrada

dicho de memoria con apuntador.

Que nos tomen como quieran. Nosotros

les tomamos algn baile y nos vamos.

ROMEO-Dadme una antorcha, que no estoy para bailes.

Si estoy tan sombro, llevar la luz.

MERCUCIO -No, gentil Romeo: tienes que bailar.

ROMEO -No, de veras. Vosotros llevis calzado

de ingrvida suela, pero yo del suelo

no puedo moverme, de tanto que me pesa el alma.

MERCUCIO -T, enamorado, pdele las alas a Cupido

y toma vuelo ms all de todo salto.

ROMEO -El vuelo de su flecha me ha alcanzado

y ya no puedo elevarme con sus alas,

ni alzarme por encima de mi pena,

y as me hundo bajo el peso del amor.

MERCUCIO -Para hundirte en amor has de hacer peso:

demasiada carga para cosa tan tierna.

ROMEO -Tierno el amor? Es harto duro,

harto spero y violento, y se clava como espina.

MERCUCIO -Si el amor te maltrata, maltrtalo t:


www.ladeliteratura.com.uy

si se clava, lo clavas y lo hundes.

Dadme una mscara, que me tape el semblante:

para mi cara, careta. Qu me importa ahora

que un ojo curioso note imperfecciones?

Que se ruborice este mascarn.

BENVOLIO -Vamos, llamad y entrad. Una vez dentro,

todos a mover las piernas.

ROMEO -Dadme una antorcha. Que la alegre compaa

haga cosquillas con sus pies a las esteras .,

que a m bien me cuadra el viejo proverbio:

bien juega quien mira, y as podr ver

mejor la partida; pero sin jugar.

MERCUCIO -Te la juegas, dijo el guardia.

Si no juegas, habr que sacarte;

sacarte, con perdn, del fango amoroso

en que te hundes. Ven, que se apaga la luz.

ROMEO -No es verdad.

MERCUCIO -Digo que si nos entretenemos,

malgastamos la antorcha, cual si fuese de da.

Toma el buen sentido y vers que aciertas

cinco veces ms que con la listeza.

ROMEO - Nosotros al baile venimos por bien,

mas no veo el acierto.

MERCUCIO- Pues dime por qu.

ROMEO-Anoche tuve un sueo.

MERCUCIO-Y tambin yo.

ROMEO-Qu soaste?
www.ladeliteratura.com.uy

MERCUCIO-Que los sueos son ficcin.

ROMEO - No, porque durmiendo sueas la verdad.

MERCUCIO -Ya veo que te ha visitado la reina Mab .,

la partera de las hadas. Su cuerpo

es tan menudo cual piedra de gata

en el anillo de un regidor.

Sobre la nariz de los durmientes

seres diminutos tiran de su carro,

que es una cscara vaca de avellana

y est hecho por la ardilla carpintera o la oruga

(de antiguo carroceras de las hadas).

Patas de araa zanquilarga son los radios,

alas de saltamontes la capota;

los tirantes, de la ms fina telaraa;

la collera, de reflejos lunares sobre el agua;

la fusta, de hueso de grillo; la tralla, de hebra;

el cochero, un mosquito vestido de gris,

menos de la mitad que un gusanito

sacado del dedo holgazn de una muchacha.

Y con tal pompa recorre en la noche

cerebros de amantes, y les hace soar el amor;

rodillas de cortesanos, y les hace soar reverencias;

dedos de abogados, y les hace soar honorarios;

labios de damas, y les hace soar besos,

labios que suele ulcerar la colrica Mab,

pues su aliento est mancillado por los dulces.

A veces galopa sobre la nariz de un cortesano


www.ladeliteratura.com.uy

y le hace soar que huele alguna recompensa;

y a veces acude con un rabo de cerdo por diezmo

y cosquillea en la nariz al cura dormido,

que entonces suea con otra parroquia.

A veces marcha sobre el cuello de un soldado

y le hace soar con degellos de extranjeros,

brechas, emboscadas, espadas espaolas,

tragos de a litro; y entonces le tamborilea

en el odo, lo que le asusta y despierta;

y l, sobresaltado, entona oraciones

y vuelve a dormirse. Esta es la misma Mab

que de noche les trenza la crin a los caballos,

y a las desgreadas les emplasta mechones de pelo,

que, desenredados, traen desgracias.

Es la bruja que, cuando las mozas yacen boca arriba,

las oprime y les ensea a concebir

y a ser mujeres de peso. Es la que...

ROMEO -Calla, Mercucio, calla!

No hablas de nada.

MERCUCIO -Es verdad: hablo de sueos,

que son hijos de un cerebro ocioso

y nacen de la vana fantasa,

tan pobre de sustancia como el aire

y ms variable que el viento, que tan pronto

galantea al pecho helado del norte

como, lleno de ira, se aleja resoplando

y se vuelve hacia el sur, que gotea de roco.


www.ladeliteratura.com.uy

BENVOLIO -El viento de que hablas nos desva.

La cena termin y llegaremos tarde.

ROMEO -Muy temprano, temo yo, pues presiento

que algn accidente an oculto en las estrellas

iniciar su curso aciago

con la fiesta de esta noche y pondr fin

a esta vida que guardo en mi pecho

con el ultraje de una muerte adelantada.

Mas que Aqul que gobierna mi rumbo

gue mi nave. Vamos, alegres seores!

BENVOLIO - Que suene el tambor!

Desfilan por el escenario [y salen].

Escena V

Entran CRIADOS con servilletas.

CRIADO PRIMERO -Dnde est Perola, que no ayuda a quitar la


mesa? Cundo coge un plato? Cundo friega un plato?

CRIADO SEGUNDO -Si la finura slo est en las manos de uno, y


encima no se las lava, vamos listos.

CRIADO PRIMERO -Llevaos las banquetas, quitad el aparador, cuidado


con la plata. Oye, t, s bueno y gurdame un poco de mazapn; y
hazme un favor: dile al portero que deje entrar a Susi Muelas y a
Lena.

[Sale el CRIADO SEGUNDO]


www.ladeliteratura.com.uy

Antonio! Perola!

[Entran otros dos CRIADOS.]

CRIADO TERCERO -Aqu estamos, joven.

CRIADO PRIMERO-Te buscan y rebuscan, lo llaman y reclaman all,


en el saln.

CRIADO CUARTO- No se puede estar aqu y all. nimo, muchachos!


Venga alegra, que quien resiste, gana el premio.

Salen.

Entran [CAPULETO, la SEORA CAPULETO, JULIETA, TEBALDO, el


AMA], todos los convidados y las mscaras [ROMEO, BENVOLIO y
MERCUCIO].

CAPULETO-Bienvenidos, seores! Las damas sin callos

querrn echar un baile con vosotros.-

Vamos, seoras! Quin de vosotras

se niega a bailar? La que haga remilgos

jurar que tiene callos. A que he acertado?-

Bienvenidos, seores! Hubo un tiempo

en que yo me pona el antifaz

y musitaba palabras deleitosas

al odo de una bella. Pero pas, pas.

Bienvenidos, seores.- Msicos, a tocar!

Haced sitio, despejad! Muchachas, a bailar!

Suena la msica y bailan.


www.ladeliteratura.com.uy

Ms luz, bribones! Desmontad las mesas

y apagad la lumbre, que da mucho calor ..


.
Oye, qu suerte la visita inesperada!

Vamos, sintate, pariente Capuleto,

que nuestra poca de bailes ya pas.

Cunto tiempo hace

que estuvimos en una mascarada?

PARIENTE DE CAPULETO -Virgen santa! Treinta aos.

CAPULETO -Qu va! No tanto, no tanto.

Fue cuando la boda de Lucencio:

en Pentecosts har unos veinticinco aos.

Esa fue la ltima vez.

PARIENTE DE CAPULETO -Hace ms, hace ms: su hijo es mayor;

tiene treinta aos.

CAPULETO -Me lo vas a decir t? Hace dos aos

era an menor de edad.

ROMEO [a un CRIADO] -Quin es la dama cuya mano

enaltece a ese caballero?

CRIADO- No lo s, seor.

ROMEO-Ah, cmo ensea a brillar a las antorchas!

En el rostro de la noche es cual la joya

que en la oreja de una etope destella...

No se hizo para el mundo tal belleza.

Esa dama se distingue de las otras

como de los cuervos la blanca paloma.

Buscar su sitio cuando hayan bailado


www.ladeliteratura.com.uy

y ser feliz si le toco la mano.

Supe qu es amor? Ojos, desmentidlo, pues

nunca hasta ahora la belleza he visto. TEBALDO

-Por su voz, este es un Montesco.- Muchacho,

treme el estoque.- Cmo se atreve a venir

aqu el infame con esa careta,

burlndose de fiesta tan solemne?

Por mi cuna y la honra de mi estirpe,

que matarle no puede ser un crimen.

CAPULETO-Qu pasa, sobrino? Por qu te sulfuras?

TEBALDO -To, ese es un Montesco, nuestro enemigo:

un canalla que viene ex profeso

a burlarse de la celebracin. CAPULETO-No

es el joven Romeo? TEBALDO -El mismo: el

canalla de Romeo. CAPULETO-Clmate,

sobrino; djale en paz: se porta como un

digno caballero

y, a decir verdad, Verona habla con orgullo

de su nobleza y cortesa.

Ni por todo el oro de nuestra ciudad

le hara ningn desaire aqu, en mi casa.

As que calma, y no le hagas caso.

Es mi voluntad, y si la respetas,

mustrate amable y deja ese ceo,

pues casa muy mal con una fiesta.

TEBALDO -Casa bien si el convidado es un infame.

No pienso tolerarlo!
www.ladeliteratura.com.uy

CAPULETO-Vas a tolerarlo. yeme, joven don nadie:

vas a tolerarlo, pues s!

Quin manda aqu, t o yo? Pues s!

T no tolerarlo? Dios me bendiga,

t armar alboroto aqu, en mi fiesta?

T andar desbocado? T hacerte el hroe?

TEBALDO -Pero, to, es una vergenza!

CAPULETO-Conque s! Sers descarado!

Conque una vergenza! Este juego tuyo

te puede costar caro, te lo digo yo.

T contrariarme! Ya est bien.-

Magnfico, amigos!- Insolente!

Vete, cllate o...-Ms luz, ms luz!-

Te juro que te har callar- Alegra, amigos!

TEBALDO -Calmarme a la fuerza y estar indignado

me ha descompuesto, al ser tan contrarios.

Ahora me retiro, mas esta intrusin,

ahora tan grata, causar dolor.

[Sale.]

ROMEO-Si con mi mano indigna he profanado

tu santa efigie, slo peco en eso:

mi boca, peregrino avergonzado,

suavizar el contacto con un beso.

JULIETA-Buen peregrino, no reproches tanto

a tu mano un fervor tan verdadero:

si juntan manos peregrino y santo,


www.ladeliteratura.com.uy

palma con palma es beso de palmero.

ROMEO -Ni santos ni palmeros tienen boca?

JULIETA -S, peregrino: para la oracin.

ROMEO -Entonces, santa, mi oracin te invoca:

suplico un beso por mi salvacin.

JULIETA -Los santos estn quietos cuando acceden.

ROMEO -Pues, quieta, y tomar lo que conceden ..

[La besa.]

Mi pecado en tu boca se ha purgado.

JULIETA-Pecado que en mi boca quedara.

ROMEO-Repruebas con dulzura. Mi pecado?

Devulvemelo!

JULIETA-Besas con maestra.

AMA-Julieta, tu madre quiere hablarte.

ROMEO-Quin es su madre?

AMA-Pero, joven!

Su madre es la seora de la casa,

y es muy buena, prudente y virtuosa.

Yo cri a su hija, con la que ahora hablabais.

Os digo que quien la gane,

conocer el beneficio.

ROMEO-Es una Capuleto? Triste cuenta!

Con mi enemigo quedo en deuda.

BENVOLIO-Vmonos, que lo bueno poco dura.

ROMEO-S, es lo que me temo, y me preocupa.


www.ladeliteratura.com.uy

CAPULETO-Pero, seores, no queris iros ya.

Nos espera un humilde postrecito.

Le hablan al odo.

Ah, s? Entonces, gracias a todos.

Gracias, buenos caballeros, buenas noches.-

Ms antorchas aqu, vamos! Despus, a acostarse.-

Oye, qu tarde se est haciendo!

Me voy a descansar.

Salen todos [menos JULIETA y el AMA].

JULIETA -Ven aqu, ama. Quin es ese caballero?

AMA -El hijo mayor del viejo Tiberio.

JULIETA -Y quin es el que est saliendo ahora?

AMA -Pues creo que es el joven Petrucio.

JULIETA - Y el que le sigue, el que no bailaba?

AMA-No s.

JULIETA -Pregunta quin es.-Si ya tiene esposa,

la tumba sera mi lecho de bodas.

AMA -Se llama Romeo y es un Montesco:

el nico hijo de tu gran enemigo.

JULIETA -Mi amor ha nacido de mi nico odio!

Muy pronto le he visto y tarde le conozco.

Fatal nacimiento de amor habr sido

si tengo que amar al peor enemigo.


www.ladeliteratura.com.uy

AMA -Qu dices? Qu dices?

JULIETA -Unos versos que he aprendido

de uno con quien bail.

Llaman a JULIETA desde dentro.

AMA-Ya va! Ya va!-

Vamos, los convidados ya no estn.

Salen.

ACTO II

PRLOGO
.
[Entra] el CORO

CORO-Ahora yace muerto el viejo amor

y el joven heredero ya aparece.

La bella que causaba tal dolor al

lado de Julieta desmerece. Romeo

ya es amado y es amante:

los ha unido un hechizo en la mirada.

l es de su enemiga suplicante

y ella roba a ese anzuelo la carnada.

l no puede jurarle su pasin,

pues en la otra casa es rechazado,

y su amada no tiene la ocasin

de verse en un lugar con su adorado.


www.ladeliteratura.com.uy

Mas el amor encuentros les procura,

templando ese rigor con la dulzura.

[Sale.]

Escena I

Entra ROMEO solo.

ROMEO - Cmo sigo adelante, si mi amor est aqu?

Vuelve, triste barro, y busca tu centro.

[Se esconde.]

Entran BENVOLIO y MERCUCIO.

BENVOLIO- Romeo! Primo Romeo! Romeo!

MERCUCIO- Este es muy listo, y seguro que se ha ido a dormir.

BENVOLIO-Vino corriendo por aqu y salt

la tapia de este huerto. Llmale, Mercucio.

MERCUCIO-Har una invocacin.

Antojos! Locuelo! Delirios! Prendado!

Aparece en forma de suspiro.

Di un verso y me quedo satisfecho.

Exclama Ay de m!, rima amor con flor ,

di una bella palabra a la comadre Venus

y ponle un mote al ciego de su hijo,

Cupido el golfillo ., cuyo dardo certero


www.ladeliteratura.com.uy

hizo al rey Cofetua amar a la mendiga.

Ni oye, ni bulle, ni se mueve:

el mono se ha muerto; har un conjuro ..

Conjrote por los ojos claros de tu Rosalina,

por su alta frente y su labio carmes,

su lindo pie, firme pierna, trmulo muslo

y todas las comarcas adyacentes,

que ante nosotros aparezcas en persona.

BENVOLIO -Como te oiga, se enfadar.

MERCUCIO -Imposible. Se enfadara si yo

hiciese penetrar un espritu extrao

en el cerco de su amada, dejndolo erecto

hasta que se escurriese y esfumase.

Eso s le irritara. Mi invocacin

es noble y decente: en nombre de su amada

yo slo le conjuro que aparezca.

BENVOLIO -Ven, que se ha escondido entre estos rboles, en alianza


con la noche melanclica. Ciego es su amor, y to oscuro, su lugar.

MERCUCIO -Si el amor es ciego, no puede atinar.

Romeo est sentado al pie de una higuera

deseando que su amada fuese el fruto

que las mozas, entre risas, llaman higo.

Ah, Romeo, si ella fuese, ah, si fuese

un higo abierto y t una pera!

Romeo, buenas noches. Me voy a mi camita,

que dormir al raso me da fro.

Ven, nos vamos?


www.ladeliteratura.com.uy

BENVOLIO -S, pues es intil

buscar a quien no quiere ser hallado.

Salen.

ROMEO [adelantndose] -Se re de las heridas quien no las ha sufrido.

Pero, alto. Qu luz alumbra esa ventana?

Es el oriente, y Julieta, el sol.

Sal, bello sol, y mata a la luna envidiosa,

que est enferma y plida de pena

porque t, que la sirves, eres ms hermoso.

Si es tan envidiosa, no seas su sirviente.

Su ropa de vestal es de un verde apagado

que slo llevan los bobos .. Trala!

.
(Entra JULIETA arriba, en el balcn .]

Ah, es mi dama, es mi amor!

Ojal lo supiera!

Mueve los labios, mas no habla. No importa:

hablan sus ojos; voy a responderles.

Qu presuntuoso! No me habla a m.

Dos de las estrellas ms hermosas del cielo

tenan que ausentarse y han rogado a sus ojos

que brillen en su puesto hasta que vuelvan.

Y si ojos se cambiasen con estrellas?

El fulgor de su mejilla les hara avergonzarse,


www.ladeliteratura.com.uy

como la luz del da a una lmpara; y sus ojos

luciran en el cielo tan brillantes

que, al no haber noche, cantaran las aves.

Ved cmo apoya la mejilla en la mano!

Ah, quin fuera el guante de esa mano

por tocarle la mejilla!

JULIETA -Ay de m!

ROMEO -Ha hablado. Ah, sigue hablando,

ngel radiante, pues, en tu altura,

a la noche le das tanto esplendor

como el alado mensajero de los cielos

ante los ojos en blanco y extasiados

de mortales que alzan la mirada

cuando cabalga sobre nube perezosa

y surca el seno de los aires!

JULIETA -Ah, Romeo, Romeo! Por qu eres Romeo?

Niega a tu padre y rechaza tu nombre,

o, si no, jrame tu amor

y ya nunca ser una Capuleto.

ROMEO -La sigo escuchando o le hablo ya?

JULIETA -Mi nico enemigo es tu nombre.

T eres t, aunque seas un Montesco.

Qu es Montesco ? Ni mano, ni pie,

ni brazo, ni cara, ni parte del cuerpo.

Ah, ponte otro nombre!

Qu tiene un nombre? Lo que llamamos rosa

sera tan fragante con cualquier otro nombre.


www.ladeliteratura.com.uy

Si Romeo no se llamase Romeo,

conservara su propia perfeccin

sin ese nombre. Romeo, qutate el nombre

y, a cambio de l, que es parte de ti,

tmame entera!

ROMEO -Te tomo la palabra.

Llmame amor y volver a bautizarme:

desde hoy nunca ms ser Romeo.

JULIETA -Quin eres t, que te ocultas en la noche

e irrumpes en mis pensamientos?

ROMEO -Con un nombre no s decirte quin soy.

Mi nombre, santa ma, me es odioso

porque es tu enemigo.

Si estuviera escrito, rompera el papel.

JULIETA -Mis odos apenas han sorbido cien palabras

de tu boca y ya te conozco por la voz.

No eres Romeo, y adems Montesco?

ROMEO- No, bella ma, si uno a otro te disgusta.

JULIETA-Dime, cmo has llegado hasta aqu y por qu?

Las tapias de este huerto son muy altas

y, siendo quien eres, el lugar ser tu muerte

si alguno de los mos te descubre.

ROMEO -Con las alas del amor salt la tapia,

pues para el amor no hay barrera de piedra,

y, como el amor lo que puede siempre intenta,

los tuyos nada pueden contra m.

JULIETA -Si te ven, te matarn.


www.ladeliteratura.com.uy

ROMEO -Ah! Ms peligro hay en tus ojos

que en veinte espadas suyas. Mrame con dulzura

y quedo a salvo de su hostilidad.

JULIETA -Por nada del mundo quisiera que te viesen.

ROMEO -Me oculta el manto de la noche

y, si no me quieres, que me encuentren:

mejor que mi vida acabe por su odio

que ver cmo se arrastra sin tu amor.

JULIETA -Quin te dijo dnde podas encontrarme?

ROMEO -El amor, que me indujo a preguntar.

l me dio consejo; yo mis ojos le prest.

No soy piloto, pero, aunque t estuvieras lejos,

en la orilla ms distante de los mares ms remotos,

zarpara tras un tesoro como t.

JULIETA -La noche me oculta con su velo;

si no, el rubor teira mis mejillas

por lo que antes me has odo decir.

Cunto me gustara seguir las reglas,

negar lo dicho! Pero, adis al fingimiento!

Me quieres? S que dirs que s

y te creer. Si jurases, podras

ser perjuro: dicen que Jpiter se re

de los perjurios de amantes. Ah, gentil Romeo!

Si me quieres, dmelo de buena fe.

O, si crees que soy tan fcil,

me pondr spera y rara, y dir no

con tal que me enamores, y no ms que por ti.


www.ladeliteratura.com.uy

Mas confa en m: demostrar ser ms fiel

que las que saben fingirse distantes.

Reconozco que habra sido ms cauta

si t, a escondidas, no hubieras odo

mi confesin de amor. As que, perdname

y no juzgues liviandad esta entrega

que la oscuridad de la noche ha descubierto.

ROMEO -Juro por esa luna santa

que platea las copas de estos rboles...

JULIETA -Ah, no jures por la luna, esa inconstante

que cada mes cambia en su esfera,

no sea que tu amor resulte tan variable.

ROMEO -Por quin voy a jurar?

JULIETA -No jures; o, si lo haces,

jura por tu ser adorable,

que es el dios de mi idolatra,

y te creer.

ROMEO -Si el amor de mi pecho...

JULIETA -No jures. Aunque seas mi alegra,

no me alegra nuestro acuerdo de esta noche:

demasiado brusco, imprudente, repentino,

igual que el relmpago, que cesa

antes de poder nombrarlo. Amor, buenas noches.

Con el aliento del verano, este brote amoroso

puede dar bella flor cuando volvamos a vernos.

Adis, buenas noches. Que el dulce descanso

se aloje en tu pecho igual que en mi nimo.


www.ladeliteratura.com.uy

ROMEO -Y me dejas tan insatisfecho?

JULIETA -Qu satisfaccin esperas esta noche?

ROMEO -La de jurarnos nuestro amor.

JULIETA -El mo te lo di sin que to pidieras;

ojal se pudiese dar otra vez.

ROMEO -Te lo llevaras? Para qu, mi amor?

JULIETA -Para ser generosa y drtelo otra vez.

Y, sin embargo, quiero lo que tengo.

Mi generosidad es inmensa como el mar,

mi amor, tan hondo; cuanto ms te doy,

ms tengo, pues los dos son infinitos.

[Llama el AMA dentro.]

Oigo voces dentro. Adis, mi bien.-

Ya voy, ama!-Buen Montesco, s fiel.

Espera un momento, vuelvo en seguida.

[Sale. ]

ROMEO-Ah, santa, santa noche! Temo

que, siendo de noche, todo sea un sueo,

harto halagador y sin realidad.

[Entra JULIETA arriba.]

JULIETA-Unas palabras, Romeo, y ya buenas noches.

Si tu nimo amoroso es honrado


www.ladeliteratura.com.uy

y tu fin, el matrimonio, hazme saber maana

(yo te enviar un mensajero)

dnde y cundo ser la ceremonia

y pondr a tus pies toda mi suerte

y te seguir, mi seor, por todo el mundo.

AMA [dentro] -Julieta!

JULIETA -Ya voy!-Mas, si no es buena tu intencin,

te lo suplico...

AMA [dentro]-Julieta!

JULIETA -Voy ahora mismo!- ...abandona tu empeo

y djame con mi pena. Maana lo dirs.

ROMEO-As se salve mi alma...!

JULIETA-Mil veces buenas noches!

Sale.

ROMEO-Mil veces peor, pues falta tu luz.

El amor corre al amor como el nio huye del libro

y, cual nio que va a clase, se retira entristecido.

Vuelve a entrar JULIETA [arriba].

JULIETA-Chss, Romeo, chss! Ah, quin fuera cetrero

por llamar a este halcn peregrino!

Mas el cautivo habla bajo, no puede gritar;

si no, yo hara estallar la cueva de Eco

y dejara su voz ms ronca que la ma


www.ladeliteratura.com.uy

repitiendo el nombre de Romeo.

ROMEO-Mi alma me llama por mi nombre.

Qu dulces suenan las voces de amantes en la noche,

igual que la msica suave al odo!

JULIETA-Romeo!

ROMEO -Mi nebl? ..

JULIETA -Maana, a qu hora te mando el mensajero?

ROMEO -A las nueve.

JULIETA -All estar. An faltan veinte aos!

No me acuerdo por qu te llam.

ROMEO -Deja que me quede hasta que te acuerdes.

JULIETA -Lo olvidar para tenerte ah delante,

recordando tu amada compaa.

ROMEO -Y yo me quedar para que siempre lo olvides,

olvidndome de cualquier otro hogar.

JULIETA -Es casi de da. Dejara que te fueses,

pero no ms all que el pajarillo

que, cual preso sujeto con cadenas,

la nia mimada deja saltar de su mano

para recobrarlo con hilo de seda,

amante celosa de su libertad.

ROMEO- Ojal fuera yo el pajarillo!

JULIETA-Ojal lo fueras, mi amor,

pero te matara de cario.

Ah, buenas noches! Partir es tan dulce pena

que dir buenas noches hasta que amanezca.


www.ladeliteratura.com.uy

[Sale.]

ROMEO-Quede el sueo en tus ojos, la paz en tu nimo!

Quin fuera sueo y paz, para tal descanso!

A mi buen confesor en su celda he de verle

por pedirle su ayuda y contarle mi suerte.

[Sale.]

Escena II

Entra FRAY LORENZO solo, con una cesta.

FRAY LORENZO-Sonre a la noche la clara maana

rayando las nubes con luces rosceas.

Las sombras se alejan como el que va ebrio,

cediendo al da y al carro de Helio ..

Antes que el sol abra su ojo de llamas,

que alegra el da y ablanda la escarcha,

tengo que llenar esta cesta de mimbre

de hierbas daosas y flores que auxilien.

La tierra es madre y tumba de natura,

pues siempre da vida en donde sepulta:

nacen de su vientre muy diversos hijos

que toman sustento del seno nutricio.

Por muchas virtudes muchos sobresalen;

ninguno sin una y todos dispares.

Grande es el poder curativo que guardan


www.ladeliteratura.com.uy

las hierbas y piedras y todas las plantas.

Pues no hay nada tan vil en la tierra

que algn beneficio nunca le devuelva,

ni nada tan bueno que, al verse forzado,

no vicie su ser y se aplique al dao.

La virtud es vicio cuando sufre abuso

y a veces el vicio puede dar buen fruto.

Entra ROMEO.

Bajo la envoltura de esta tierna flor

convive el veneno con la curacin,

porque, si la olemos, al cuerpo da alivio,

mas, si la probamos, suspende el sentido.

En el hombre acampan, igual que en las hierbas,

virtud y pasin, dos reyes en guerra;

y, siempre que el malo sea el que aventaja,

muy pronto el gusano devora esa planta.

ROMEO -Buenos das, padre.

FRAY LORENZO -Benedicite!

Qu voz tan suave saluda tan pronto?

Hijo, despedirse del lecho a estas horas

dice que a tu mente algo la trastorna.

La preocupacin desvela a los viejos

y donde se aloja, no reside el sueo; mas

donde la mocedad franca y exenta

extiende sus miembros, el sueo gobierna.


www.ladeliteratura.com.uy

Si hoy madrugas, me inclino a pensar

que te ha levantado alguna ansiedad.

O, si no, y entonces seguro que acierto,

esta noche no se ha acostado Romeo.

ROMEO -Habis acertado, pero fue una dicha.

FRAY LORENZO -Dios borre el pecado! Viste a Rosalina?

ROMEO -Cmo Rosalina? No, buen padre, no.

Ya olvid ese nombre y el pesar que dio.

FRAY LORENZO -Bien hecho, hijo mo. Mas, dnde has estado?

ROMEO -Dejad que os lo diga sin gastar prembulos.

He ido a la fiesta del que es mi enemigo,

donde alguien de pronto me ha dejado herido,

y yo he herido a alguien. Nuestra curacin

est en vuestra mano y santa labor.

No me mueve el odio, padre, pues mi ruego

para mi enemigo tambin es benfico.

FRAY LORENZO -Habla claro, hijo: confesin de enigmas

solamente trae absolucin ambigua.

ROMEO -Pues od: la amada que llena mi pecho

es la bella hija del gran Capuleto.

Le he dado mi alma, y ella a m la suya;

ya estamos unidos, salvo lo que una

vuestro sacramento. Dnde, cmo y cundo

la vi, cortej, y juramos amarnos,

os lo dir de camino; lo que os pido

es que accedis a casarnos hoy mismo.

FRAY LORENZO -Por San Francisco bendito, cmo cambias!


www.ladeliteratura.com.uy

As a Rosalina, amor de tu alma,

ya has abandonado? El joven amor

slo est en los ojos, no en el corazn.

Jess y Mara! Por tu Rosalina

ba un ocano tus mustias mejillas.

Cunta agua salada has tirado en vano,

sazonando amor, para no gustarlo!

An no ha deshecho el sol tus suspiros,

y an tus lamentos suenan en mi odo.

Aqu, en la mejilla, te queda la mancha

de una antigua lgrima an no enjugada.

Si eras t mismo, y tanto sufras,

t y tus penas fueron para Rosalina.

Y ahora has cambiado? Pues di la sentencia:

Que engae mujer si el hombre flaquea.

ROMEO -Me reais por amar a Rosalina.

FRAY LORENZO -Mas no por tu amor: por tu idolatra.

ROMEO -Querais que enterrase el amor.

FRAY LORENZO-No quieras meterlo en la tumba y tener otro fuera.

ROMEO -No me censuris. La que amo ahora

con amor me paga y su favor me otorga.

La otra lo negaba.

FRAY LORENZO-Te oa muy bien

declamar amores sin saber leer ..

Mas ven, veleidoso, ven ahora conmigo;

para darte ayuda hay un buen motivo:

en vuestras familias servir la unin


www.ladeliteratura.com.uy

para que ese odio se cambie en amor.

ROMEO -Hay que darse prisa. Vmonos ya, venga.

FRAY LORENZO- Prudente y despacio. Quien corre, tropieza.

Salen.

Escena III

Entran BENVOLIO y MERCUCIO.

MERCUCIO- Dnde demonios puede estar Romeo?

Anoche, no volvi a casa?

BENVOLIO-No a la de su padre, segn un criado.

MERCUCIO-Esa moza plida y cruel, esa Rosalina,

le va a volver loco de tanto tormento.

BENVOLIO- Tebaldo, sobrino del viejo Capuleto,

ha enviado una carta a casa de su padre.

MERCUCIO-Un reto, seguro!

BENVOLIO-Romeo responder.

MERCUCIO-Quien sabe escribir puede responder una carta. BENVOLIO-

No, responder al que la escribe: el retado retar. MERCUCIO-Ah,

pobre Romeo! l, que ya est muerto, traspasado por


los ojos negros de una moza blanca, el odo atravesado por cancin
de amor, el centro del corazn partido por la flecha del nio ciego. Y
l va a enfrentarse a Tebaldo?

BENVOLIO-Pues, qu tiene Tebaldo?

MERCUCIO-Es el rey de los gatos ., pero ms. Es todo un artista del


ceremonial: combate como quien canta las notas, respetando tiempo,
distancia y medida; observando las pausas, una, dos y la tercera en el
www.ladeliteratura.com.uy

pecho; perforndote el botn de la camisa; un duelista, un duelista.


Caballero de ptima escuela, de la causa primera y segunda .. Ah, la
fatal passata , el punto reverso, el hai .!

BENVOLIO- El qu?

MERCUCIO-Mala peste a estos afectados, a estos relamidos y a su


nuevo acento! Jess, qu buena espada! Qu hombre ms
apuesto! Qu buena puta! No es triste, abuelo, tener que sufrir a
estas moscas forneas, estos novedosos, estos excusadme , tan
metidos en su nuevo ropaje que ya no se acuerdan de los viejos
hbitos? Ah, su cuerpo, su cuerpo!

Entra ROMEO.

BENVOLIO-Aqu est Romeo, aqu est Romeo.

MERCUCIO-Sin su Romea y como un arenque ahumado. Ah, carne,


carne, te has vuelto pescado! Ahora est para los versos en los que
flua Petrarca. Al lado de su amada, Laura fue una fregona (y eso que
su amado s saba celebrarla); Dido, un guiapo; Cleopatra, una
gitana; Helena y Hero, pencos y pendones; Tisbe, con sus ojos claros,
no tena nada que hacer. Signor Romeo, bon jour: saludo francs a tu
calzn francs. Anoche nos lo diste bien.

ROMEO-Buenos das a los dos. Qu os di yo anoche?

MERCUCIO-El esquinazo. Es que no entiendes?

ROMEO-Perdona, buen Mercucio. Mi asunto era importante, y en un


caso as se puede plegar la cortesa.

MERCUCIO-Eso es como decir que en un caso como el tuyo se deben


doblar las corvas.

ROMEO-Hacer una reverencia?

MERCUCIO-La has clavado en el blanco.


www.ladeliteratura.com.uy

ROMEO-Qu exposicin tan corts!

MERCUCIO-Es que soy el culmen.

ROMEO-De la cortesa?

MERCUCIO-Exacto.

ROMEO-No, eres el colmo, y sin la cortesa.

MERCUCIO-Qu ingenio! Sgueme la broma hasta gastar el zapato,


que, cuando suelen gastarse las suelas, te quedas desolado por el pie.

ROMEO-Ah, broma descalza, que ya no con-suela!

MERCUCIO- Sepranos, Benvolio: me flaquea el sentido.

ROMEO-Mete espuelas, mete espuelas o te gano.

MERCUCIO-Si hacemos carrera de gansos, pierdo yo, que t eres ms


ganso con un solo sentido que yo con mis cinco. Estamos empatados
en lo de ganso ?

ROMEO-Empatados, no. En lo de ganso estamos engansados.

MERCUCIO- Te voy a morder la oreja por esa.

ROMEO-Ganso que grazna no muerde.

MERCUCIO- Tu ingenio es una manzana amarga, una salsa picante.

ROMEO-Y no da sabor a un buen ganso?

MERCUCIO- Vaya ingenio de cabritilla, que de una pulgada se estira a


una vara!

ROMEO-Yo lo estiro para demostrar que a lo ancho y a lo largo eres


un inmenso ganso.

MERCUCIO-A que ms vale esto que gemir de amor? Ahora eres


sociable, ahora eres Romeo, ahora eres quien eres, por arte y por
naturaleza, pues ese amor babeante es como un tonto que va de un
lado a otro con la lengua fuera para meter su bastn en un hoyo.

BENVOLIO- Para, para!

MERCUCIO- T quieres que pare mi asunto a contrapelo.

BENVOLIO- Si no, tu asunto se habra alargado.


www.ladeliteratura.com.uy

MERCUCIO-Te equivocas: se habra acortado, porque ya haba llegado


al fondo del asunto y no pensaba seguir con la cuestin.

ROMEO-Vaya aparato!

Entran el AMA y su criado [PEDRO].

Velero a la vista!

MERCUCIO-Dos, dos: camisa y camisn.

AMA-Pedro!

PEDRO- Voy.

AMA-Mi abanico, Pedro.

MERCUCIO- Para taparle la cara, Pedro: el abanico es ms bonito.

AMA-Buenos das, seores.

MERCUCIO-Buenas tardes, hermosa seora.

AMA-Buenas tardes ya?

MERCUCIO- S, de veras, pues el obsceno reloj est clavado en la raya


de las doce.

AMA-Fuera! Qu hombre sois?

ROMEO- Seora, uno creado por Dios para que se vicie solo.

AMA-Muy bien dicho, vaya que s. Para que se vicie solo,


bien.-Seores, puede decirme alguno dnde encontrar al joven
Romeo?

ROMEO -Yo puedo, pero, cuando le hallis, el joven Romeo ser


menos joven de lo que era cuando le buscabais: yo soy el ms joven
con ese nombre a falta de otro peor.

AMA -Muy bien.

MERCUCIO -Ah! Est bien ser el peor? Qu agudeza! Muy lista, muy
lista.

AMA -Si sois vos, seor, deseo hablaros conferencialmente.


www.ladeliteratura.com.uy

BENVOLIO -Le intimar a cenar.

MERCUCIO -Alcahueta, alcahueta! Eh-oh!

ROMEO -Has visto una liebre?

MERCUCIO -Una liebre, no: tal vez un conejo viejo y pellejo para un
pastel de Cuaresma.

Anda alrededor de ellos cantando.

Conejo viejo y pellejo,

conejo pellejo y viejo

es buena carne en Cuaresma.

Pero conejo pasado

ya no puede ser gozado

si se acartona y reseca.

Romeo, vienes a casa de tu padre? Comemos all.

ROMEO-Ahora os sigo.

MERCUCIO- Adis, vieja seora. Adis, seora, seora, seora.

Salen MERCUCIO y BENVOLIO.

AMA-Decidme, seor. Quin es ese grosero tan lleno de golferas?

ROMEO-Un caballero, ama, al que le encanta escucharse y que habla


ms en un minuto de lo que oye en un mes.

AMA-Como diga algo contra m, le doy en la cresta, por muy robusto


que sea, l o veinte como l. Y, si yo no puedo, ya encontrar quien lo
haga. Miserable! Yo no soy una de sus ninfas, una de sus golfas.
www.ladeliteratura.com.uy

Se vuelve a su criado PEDRO.

Y t delante, permitiendo que un granuja me trate a su gusto!

PEDRO-Yo no vi que nadie os tratara a su gusto. Si no, habra sacado


el arma al instante. De verdad: soy tan rpido en sacar como el
primero si veo una buena razn para luchar y tengo la ley de mi parte.

AMA-Dios santo, estoy tan disgustada que me tiembla todo el cuerpo.


Miserable! - Deseo hablaros, seor. Como os deca, mi seorita me
manda buscaros. El mensaje me lo guardo. Primero, permitid que os
diga que si, como suele decirse, pensis tenderle un lazo, sera juego
sucio. Pues ella es muy joven y, si la engais, sera una mala pasada
con cualquier mujer, una accin muy turbia.

ROMEO-Ama, encomindame a tu dama y seora. Declaro


solemnemente...

AMA-Dios os bendiga! Voy a decrselo. Seor, Seor, no cabr de


gozo!

ROMEO -Qu vas a decirle, ama? No has entendido.

AMA -Le dir, seor, que os declaris, y que eso es proposicin de


caballero.

ROMEO -Dile que vea la manera de acudir esta tarde a confesarse, y


all, en la celda de Fray Lorenzo, se confesar y casar. Toma, por la
molestia.

AMA -No, de veras, seor. Ni un centavo.

ROMEO -Vamos, toma.

AMA -Esta tarde, seor? Pues all estar.

ROMEO -Ama, espera tras la tapia del convento.

A esa hora estar contigo mi criado

y te dar la escalera de cuerda

que en la noche secreta ha de llevarme


www.ladeliteratura.com.uy

a la cumbre suprema de mi dicha.

Adis, guarda silencio y sers recompensada.

Adis, encomindame a tu dama.

AMA -Que el Dios del cielo os bendiga! Esperad, seor.

ROMEO -Qu quieres, mi buena ama?

AMA -Vuestro criado es discreto? Lo habris odo:

Dos guardan secreto si uno lo ignora.

ROMEO -Descuida: mi criado es ms fiel que el acero.

AMA -Pues mi seorita es la dama ms dulce... Seor, Seor! Tan


parlanchina de nia! Ah, hay un noble en la ciudad, un tal Paris, que
le tiene echado el ojo, pero ella, Dios la bendiga, antes que verle a l
prefiere ver un sapo, un sapo de verdad. Yo a veces la irrito dicindole
que Paris es el ms apuesto, pero, de veras, cuando se lo digo, se
pone ms blanca que una sbana. A que romero y Romeo
empiezan con la misma letra?

ROMEO- S, ama, con una erre. Qu pasa?

AMA-Ah, guasn! Erre es lo que hace el perro. Con erre empieza


la... No, que empieza con otra letra. Ella ha hecho una frase preciosa
sobre vos y el romero; os dara gusto orla.

ROMEO-Encomindame a tu dama.

AMA-S, mil veces.

Sale [ROMEO].

Pedro!

PEDRO-Voy!

AMA-Delante y deprisa.

Salen.
www.ladeliteratura.com.uy

Escena IV

Entra JULIETA.

JULIETA-El reloj daba las nueve cuando mand al ama;

prometi volver en media hora.

Tal vez no lo encuentra; no, imposible.

Es que anda despacio. El amor debiera anunciarlo

el pensamiento, diez veces ms rpido

que un rayo de sol disipando las sombras

de los lgubres montes. Por eso llevan a Venus

veloces palomas y Cupido tiene alas.

El sol est ahora en la cumbre

ms alta del da; de las nueve a las doce

van tres largas horas, y an no ha vuelto.

Si tuviera sentimientos y sangre de joven,

sera ms veloz que una pelota:

mis palabras la enviaran a mi amado,

y las suyas me la devolveran.

Pero estos viejos... Muchos se hacen el muerto;

torpes, lentos, pesados y ms plidos que el plomo.

Entra el AMA [con PEDRO].

Dios santo, es ella! Ama, mi vida, qu hay?


Le has visto? Despide al criado.
AMA -Pedro, espera a la puerta.
www.ladeliteratura.com.uy

[Sale PEDRO.]

JULIETA-Mi querida ama... Dios santo, tan seria?

Si las noticias son malas, dilas alegre;

si son buenas, no estropees su msica

vinindome con tan mala cara.

AMA -Estoy muy cansada. Espera un momento.

Qu dolor de huesos! Qu carreras!

JULIETA -Por tus noticias te dara mis huesos.

Venga, vamos, habla, buena ama, habla.

AMA -Jess, qu prisa! No puedes esperar?

No ves que estoy sin aliento?

JULIETA-Cmo puedes estar sin aliento, si lo tienes

para decirme que ests sin aliento?

Tu excusa para este retraso

es ms larga que el propio mensaje.

Traes buenas o malas noticias? Contesta.

Di una cosa a otra, y ya vendrn los detalles.

Que sepa a qu atenerme: Son buenas o malas?

AMA-Eres muy simple eligiendo, no sabes elegir hombre.

Romeo? No, l no. Y eso que es ms guapo que

nadie, que tiene mejores piernas, y que las manos,

los pies y el cuerpo, aunque no merecen comentarse

no tienen comparacin. Sin ser la flor de la cortesa

es ms dulce que un cordero. Anda ya, mujer, sirve

a Dios. Has comido en casa?

JULIETA-No, no! Todo eso lo saba.


www.ladeliteratura.com.uy

Qu dice de matrimonio, eh?

AMA-Seor, qu dolor de cabeza! Ay, mi cabeza!

Palpita como si fuera a saltar en veinte trozos.

Mi espalda al otro lado... Ay, mi espalda!

Que Dios te perdone por mandarme por ah

para matarme con tanta carrera!

JULIETA-Me da mucha pena verte as.

Querida, mi querida ama, qu dice mi amor?

AMA-Tu amor dice, como caballero

honorable, corts, afable y apuesto,

y sin duda virtuoso... Dnde est tu madre?

JULIETA-Que dnde est mi madre? Pues, dentro.

Dnde iba a estar? Qu contestacin ms rara!

Tu amor dice, como caballero...

Dnde est tu madre?

AMA-Virgen santa! Sers impaciente! Reprtate.

Es esta la cura para mi dolor de huesos?

Desde ahora, haz t misma los recados.

JULIETA- Cunto embrollo! Vamos, qu dice Romeo?

AMA -Tienes permiso para ir hoy a confesarte?

JULIETA-S.

AMA-Pues corre a la celda de Fray Lorenzo:

te espera un marido para hacerte esposa.

Ya se te rebela la sangre en la cara:

por cualquier noticia se te pone roja.

Corre a la iglesia. Yo voy a otro sitio

por una escalera, con la que tu amado,


www.ladeliteratura.com.uy

cuando sea de noche, subir a tu nido.

Soy la esclava y me afano por tu dicha,

pero esta noche t sers quien lleve la carga.

Yo me voy a comer. T vete a la celda.

JULIETA- Con mi buena suerte! Adis, ama buena.

Salen.

Escena V

Entran FRAY LORENZO y ROMEO.

FRAY LORENZO-Sonra el cielo ante el santo rito

y no nos castigue despus con pesares.

ROMEO -Amn. Mas por grande que sea el sufrimiento,

no podr superar la alegra que me invade

al verla un breve minuto.

Unid nuestras manos con las santas palabras

y que la muerte, devoradora del amor,

haga su voluntad: llamarla ma me basta.

FRAY LORENZO -El gozo violento tiene un fin violento

y muere en su xtasis como fuego y plvora,

que, al unirse, estallan. La ms dulce miel

empalaga de pura delicia

y, al probarla, mata el apetito.

Modera tu amor y durar largo tiempo:

el muy rpido llega tarde como el lento.


www.ladeliteratura.com.uy

Entra JULIETA apresurada y abraza a ROMEO.

Aqu est la dama. Ah, pies tan ligeros

no pueden desgastar la dura piedra.

Los enamorados pueden andar sin caerse

por los hilos de araa que flotan en el aire

travieso del verano; as de leve es la ilusin.

JULIETA -Buenas tardes tenga mi padre confesor.

FRAY LORENZO -Romeo te dar las gracias por los dos, hija.

JULIETA -Y un saludo a l, o las suyas estaran de ms.

ROMEO -Ah, Julieta, si la cima de tu gozo

se eleva como la ma y tienes ms arte

que yo para ensalzarlo, que tus palabras endulcen

el aire que nos envuelve, y la armona de tu voz

revele la dicha ntima que ambos

sentimos en este encuentro.

JULIETA -El sentimiento, si no lo abruma el adorno,

se precia de su verdad, no del ornato.

Slo los pobres cuentan su dinero,

mas mi amor se ha enriquecido de tal modo

que no puedo sumar la mitad de mi fortuna.

FRAY LORENZO -Vamos, venid conmigo y pronto acabaremos,

pues, con permiso, no vais a quedar solos

hasta que la Iglesia os una en matrimonio.

Salen.
www.ladeliteratura.com.uy

ACTO III

Escena I

Entran MERCUCIO, BENVOLIO y sus criados.

BENVOLIO- Te lo ruego buen Mercucio, vmonos.

Hace calor ., los Capuletos han salido

y, si los encontramos, tendremos pelea,

pues este calor inflama la sangre.

MERCUCIO-T eres uno de esos que, cuando entran en la taberna,


golpean la mesa con la espada diciendo Quiera Dios que no te
necesite y, bajo el efecto del segundo vaso, desenvainan contra el
tabernero, cuando no hay necesidad.

BENVOLIO-Yo soy as?

MERCUCIO-Vamos, vamos. Cuando te da el ramalazo, eres tan


vehemente como el que ms en Italia: te incitan a ofenderte y te
ofendes porque te incitan.

BENVOLIO--Ah, s?

MERCUCIO-Si hubiera dos as, muy pronto no habra ninguno, pues se


mataran. T? Pero si t te peleas con uno porque su barba tiene un
pelo ms o menos que la tuya! Te peleas con quien parte avellanas
porque tienes ojos de avellana. Qu otro ojo sino el tuyo vera en ello
motivo? En tu cabeza hay ms broncas que sustancia en un huevo,
slo que, con tanta bronca, a tu cabeza le han zurrado ms que a un
huevo huero. Te peleaste con uno que tosi en la calle porque
despert a tu perro, que estaba durmiendo al sol. No la armaste con
un sastre porque estren jubn antes de Pascua? Y con otro porque
les puso cordoneras viejas a los zapatos nuevos? Y ahora t me
sermoneas sobre las broncas? ..
www.ladeliteratura.com.uy

BENVOLIO- Si yo fuese tan pelen como t, podra vender mi renta


vitalicia por simplemente una hora y cuarto.

MERCUCIO-Simplemente? Ah, simple!

Entran TEBALDO y otros.

BENVOLIO-Por mi cabeza, ah vienen los Capuletos.

MERCUCIO-Por mis pies, que me da igual.

TEBALDO-Quedad a mi lado, que voy a hablarles.-

Buenas tardes, seores. Slo dos palabras.

MERCUCIO-Una para cada uno? Ponedle pareja: que sea palabra y


golpe.

TEBALDO-Seor, si me dais motivo, no voy a quedarme quieto.

MERCUCIO-No podrais tomar motivo sin que se os d?

TEBALDO-Mercucio, sois del grupo de Romeo.

MERCUCIO-Grupo? Es que nos tomis por msicos? Pues si somos


msicos, vais a or discordancias. Aqu est el arco de violn que os va
a hacer bailar. Voto a...! Grupo!

BENVOLIO-Estamos hablando en la va pblica.

Dirigos a un lugar privado,

tratad con ms calma vuestras diferencias

o, si no, marchaos. Aqu nos ven muchos ojos.

MERCUCIO-Los ojos se hicieron para ver: que vean.

No pienso moverme por gusto de nadie.

Entra ROMEO.

TEBALDO-Quedad en paz, seor. Aqu est mi hombre.


www.ladeliteratura.com.uy

MERCUCIO-Que me cuelguen si sirve en vuestra casa.

Os servir en el campo del honor:

en eso vuestra merced s puede llamarle hombre.

TEBALDO-Romeo, es tanto lo que te estimo

que puedo decirte esto: eres un ruin.

ROMEO -Tebaldo, razones para estimarte tengo yo

y excusan el furor que corresponde

a tu saludo. No soy ningn ruin,

as que adis. Veo que no me conoces.

TEBALDO -Nio, eso no excusa las ofensas

que me has hecho, conque vuelve y desenvaina.

ROMEO -Te aseguro que no te he ofendido

y que te aprecio ms de lo que puedas

figurarte mientras no sepas por qu.

As que, buen Capuleto, cuyo nombre

estimo en tanto como el mo, queda en paz.


MERCUCIO -Qu rendicin tan vil y deshonrosa!

Y el Stocatta sale airoso.

[Desenvaina.]

Tebaldo, cazarratas, luchamos?

TEBALDO-T qu quieres de m?

MERCUCIO- Gran rey de los gatos ., tan slo perderle el respeto a una
de tus siete vidas y, segn como me trates desde ahora, zurrar a las
otras seis. Quieres sacar ya de cuajo tu espada? Deprisa, o la ma te
har echar el cuajo.

TEBALDO [desenvaina]-Dispuesto.
www.ladeliteratura.com.uy

ROMEO-Noble Mercucio, envaina esa espada.

MERCUCIO-Venga, a ver tu passata.

[Luchan. ]

ROMEO-Benvolio, desenvaina y abate esas espadas.-

Seores, por Dios, evitad este oprobio!

Tebaldo, Mercucio, el Prncipe ha prohibido

expresamente pelear en las calles de Verona.

Basta, Tebaldo, Mercucio!

TEBALDO hiere a MERCUCIO bajo el brazo de ROMEO y huye [con los


suyos].

MERCUCIO- Estoy herido. Malditas vuestras familias!

Se acab. Se fue sin llevarse nada?

BENVOLIO-Ests herido?

MERCUCIO-S, s: es un araazo, un araazo. Eso basta.

Y mi paje? - Vamos, t, corre por un mdico.

[Sale el paje.]

ROMEO-nimo, hombre. La herida no ser nada.

MERCUCIO-No, no es tan honda como un pozo, ni tan ancha como un


www.ladeliteratura.com.uy

prtico, pero es buena, servir. Pregunta por m maana y me vers


mortuorio. Te juro que en este mundo ya no soy ms que un fiambre.
Malditas vuestras familias! Voto a...! Que un perro, una rata, un
ratn, un gato me arae de muerte! Un bravucn, un granuja, un
canalla, que lucha segn reglas matemticas! Por qu demonios te
metiste en medio? Me hiri bajo tu brazo.

ROMEO-Fue con la mejor intencin.

MERCUCIO-Llvame a alguna casa, Benvolio,

o me desmayo. Malditas vuestras familias!


Me han convertido en pasto de gusanos.

Estoy herido, y bien. Malditas!

Sale [con BENVOLIO].

ROMEO-Este caballero, pariente del Prncipe, amigo entraable, est


herido de muerte por mi causa; y mi honra, mancillada con la ofensa
de Tebaldo. l, que era primo mo desde hace poco. Querida Julieta,
tu belleza me ha vuelto pusilnime y ha ablandado el temple de mi
acero!

Entra BENVOLIO.

BENVOLIO-Romeo, Romeo, Mercucio ha muerto!

Su alma gallarda que, siendo tan joven,

desdeaba la tierra, ha subido al cielo.

ROMEO -Un da tan triste augura otros males:

empieza un dolor que ha de prolongarse.


www.ladeliteratura.com.uy

Entra TEBALDO.

BENVOLIO- Aqu retorna el furioso Tebaldo.

ROMEO-Vivo, victorioso, y Mercucio, asesinado.

Vulvete al cielo, benigna dulzura,

y sea mi gua la clera ardiente!

Tebaldo, te devuelvo lo de ruin

con que me ofendiste, pues el alma de Mercucio

est sobre nuestras cabezas esperando

a que la tuya sea su compaera.

T, yo, o los dos le seguiremos.

TEBALDO-Desgraciado, t, que andabas con l,

sers quien le siga.

ROMEO -Esto lo decidir.

Luchan. Cae TEBALDO.

BENVOLIO-Romeo, huye, corre! La gente

est alertada y Tebaldo ha muerto.

No te quedes pasmado! Si te apresan, el Prncipe

te condenar a muerte. Vete, huye!

ROMEO -Ah, soy juguete del destino!

BENVOLIO -Muvete!

Sale ROMEO. Entran CIUDADANOS.


www.ladeliteratura.com.uy

CIUDADANO-Por dnde ha huido el que mat a Mercucio?

Tebaldo, ese criminal, por dnde ha huido?

BENVOLIO -Ah yace Tebaldo.

CIUDADANO -Vamos, arriba, ven conmigo.

En nombre del Prncipe, obedece.

Entran el PRNCIPE, MONTESCO, CAPULETO, sus esposas y todos.

PRNCIPE- Dnde estn los viles causantes de la ria?

BENVOLIO-Ah, noble Prncipe, yo puedo explicaros

lo que provoc el triste altercado.

Al hombre que ah yace Romeo dio muerte;

l mat a Mercucio, a vuestro pariente.

SEORA CAPULETO-Tebaldo, sobrino! Hijo de mi hermano!

Prncipe, marido! Se ha derramado sangre

de mi gente. Prncipe, sois recto: esta

sangre exige sangre de un Montesco.

Ah, Tebaldo, sobrino!

PRNCIPE- Benvolio, quin provoc este acto sangriento?

BENVOLIO-Tebaldo, aqu muerto a manos de Romeo.

Siempre con respeto, Romeo le hizo ver

lo infundado de la lucha y le record vuestro

disgusto; todo ello, expresado cortsmente,

con calma y doblando la rodilla, no logr

aplacar la ira indomable

de Tebaldo, quien, sordo a la amistad,

con su acero arremeti contra el pecho de Mercucio,


www.ladeliteratura.com.uy

que, igual de furioso, respondi desenvainando

y, con marcial desdn, apartaba la fra muerte

con la izquierda, y con la otra devolva

la estocada a Tebaldo, cuyo arte

la paraba. Romeo les grit

Alto, amigos, separaos! , y su gil brazo,

ms presto que su lengua, abati sus armas

y entre ambos se interpuso. Por debajo

de su brazo, un golpe ruin de Tebaldo acab

con la vida de Mercucio. Huy Tebaldo,

mas pronto volvi por Romeo, que entonces

pens en tomar venganza. Ambos se enzarzaron

como el rayo, pues antes de que yo

pudiera separarlos, Tebaldo fue muerto;

y antes que cayera, Romeo ya hua.

Que muera Benvolio si dice mentira.

SEORA CAPULETO-Este es un pariente del joven Montesco;

no dice verdad, miente por afecto.

De ellos lucharon unos veinte o ms

y slo una vida pudieron quitar.

Que hagis justicia os debo pedir:

quien mat a Tebaldo, no debe vivir.

PRNCIPE - Le mat Romeo, l mat a Mercucio.

Quin paga su muerte, que llena de luto?

MONTESCO-No sea Romeo, pues era su amigo.

Matando a Tebaldo, l tan slo hizo

lo que hace la ley.


www.ladeliteratura.com.uy

PRNCIPE-Pues por ese exceso

inmediatamente de aqu le destierro.

Vuestra gran discordia ahora me atae:

con vuestras refriegas ya corre mi sangre.

Mas voy a imponeros sancin tan severa

que habr de pesaros el mal de mi prdida.

Har odos sordos a excusas y ruegos,

y no va a libraros ni el llanto ni el rezo,

as que evitadlos. Que Romeo huya,

pues, como le encuentren, su muerte es segura.

Llevad este cuerpo y cumplid mi sentencia:

si a quien mata absuelve, mata la clemencia.

Salen.

Escena II

Entra JULIETA sola.

JULIETA-Galopad raudos, corceles fogosos,

a la morada de Febo; la fusta

de Faetonte os llevara al poniente,

trayendo la noche tenebrosa ..

Corre tu velo tupido, noche de amores;

apguese la luz fugitiva y que Romeo,

en silencio y oculto, se arroje en mis brazos.

Para el rito amoroso basta a los amantes

la luz de su belleza; o, si ciego es el amor,


www.ladeliteratura.com.uy

congenia con la noche. Ven, noche discreta,

matrona vestida de negro solemne,

y ensame a perder el juego que gano,

en el que los dos arriesgamos la virginidad.

Con tu negro manto cubre la sangre inexperta

que arde en mi cara, hasta que el pudor

se torne audacia, y simple pudor un acto de amantes.

Ven, noche; ven, Romeo; ven, luz de mi noche,

pues yaces en las alas de la noche

ms blanco que la nieve sobre el cuervo.

Ven, noche gentil, noche tierna y sombra,

dame a mi Romeo y, cuando yo muera,

crtalo en mil estrellas menudas:

lucir tan hermoso el firmamento

que el mundo, enamorado de la noche,

dejar de adorar al sol hiriente.

Ah, compr la morada del amor

y an no la habito; estoy vendida

y no me han gozado. El da se me hace eterno,

igual que la vspera de fiesta

para la nia que quiere estrenar

un vestido y no puede. Aqu viene el ama.

Entra el AMA retorcindose las manos, con la escalera de cuerda en el


regazo.

Ah, me trae noticias, y todas las bocas


www.ladeliteratura.com.uy

que hablan de Romeo rebosan divina elocuencia.

Qu hay de nuevo, ama? Qu llevas ah?

La escalera que Romeo te pidi que trajeses?

AMA -S, s, la escalera.

[La deja en el suelo.]

JULIETA-Pero, qu pasa? Por qu te retuerces las manos?

AMA-Ay de m! Ha muerto, ha muerto!

Estamos perdidas, Julieta, perdidas.

Ay de m! Nos ha dejado, est muerto!

JULIETA-Tan malvado es el cielo?

AMA -El cielo, no: Romeo. Ah, Romeo, Romeo!

Quin iba a pensarlo? Romeo!

JULIETA-Qu demonio eres t para as atormentarme?

Es una tortura digna del infierno.

Se ha matado Romeo? Di que s,

y tu slaba ser ms venenosa

que la mirada mortal del basilisco.

Yo no ser yo si dices que s, o si estn

cerrados los ojos que te lo hacen decir.

Si ha muerto di s ; si vive, di no .

Decirlo resuelve mi dicha o dolor.

AMA-Vi la herida, la vi con mis propios ojos

(Dios me perdone!) en su pecho gallardo.

El pobre cadver, triste y sangriento,

demacrado y manchado de sangre,


www.ladeliteratura.com.uy

de sangre cuajada. Me desmay al verlo.

JULIETA -Estalla, corazn, mi pobre arruinado!

Ojos, a prisin, no veis la libertad!

Barro vil, retorna a la tierra, perece

y nete a Romeo en lecho de muerte!

AMA -Ay, Tebaldo, Tebaldo! Mi mejor amigo!

Tebaldo gentil, caballero honrado,

vivir para verte muerto!

JULIETA-Puede haber tormenta ms hostil?

Romeo sin vida y Tebaldo muerto?

Mi querido primo, mi amado seor?

Anuncia, trompeta, el Da del Juicio,

pues, si ellos han muerto, quin queda ya vivo?

AMA -Tebaldo est muerto y Romeo, desterrado.

Romeo le mat y fue desterrado.

JULIETA-Dios mo! Romeo derram sangre de Tebaldo?

AMA -S, s, vlgame el cielo, s.

JULIETA -Qu alma de serpiente en su cara florida!

Cundo un dragn guard tan bella cueva?

Hermoso tirano, anglico demonio!

Cuervo con plumas de paloma, cordero lobuno!

Ser despreciable de divina presencia!

Todo lo contrario de lo que parecas,

un santo maldito, un ruin honorable.

Ah, naturaleza, qu no haras en el infierno

si alojaste un espritu diablico

en el cielo mortal de tan grato cuerpo?


www.ladeliteratura.com.uy

Hubo libro con tal vil contenido

y tan bien encuadernado? Ah, que el engao

resida en palacio tan regio!

AMA -En los hombres no hay lealtad, fidelidad,

ni honradez. Todos son perjuros, embusteros,

perversos y falsos. Dnde est mi criado?

Dame un aguardiente: las penas y angustias

me envejecen. Caiga el deshonor sobre Romeo!

JULIETA-Que tu lengua se llague por ese deseo!

l no naci para el deshonor. El deshonor

se avergenza de posarse en su frente,

que es el trono en que el honor puede reinar

como nico monarca de la tierra.

Ah, qu monstruo he sido al insultarle!

AMA-Vas a hablar bien del que mat a tu primo?

JULIETA-Quieres que hable mal del que es mi esposo?

Mi pobre seor! Quin repara el dao

que ha hecho a tu nombre tu reciente esposa?

Mas, por qu, infame, mataste a mi primo?

Porque el infame de mi primo te habra matado.

Atrs, necias lgrimas, volved a la fuente;

sed el tributo debido al dolor

y no, por error, una ofrenda a la dicha.

Mi esposo est vivo y Tebaldo iba a matarle;

Tebaldo ha muerto y habra matado a Romeo.

Si esto me consuela, por qu estoy llorando?

Haba otra palabra, peor que esa muerte,


www.ladeliteratura.com.uy

que a m me ha matado. Quisiera olvidarla,

mas, ay, la tengo grabada en la memoria

como el crimen en el alma del culpable.

Tebaldo est muerto y Romeo, desterrado.

Ese desterrado, esa palabra

ha matado a diez mil Tebaldos. Su muerte

ya sera un gran dolor si ah terminase.

Mas si este dolor quiere compaa

y ha de medirse con otros pesares,

por qu, cuando dijo Tebaldo ha muerto,

no aadi tu padre, tu madre, o los dos?

Mi luto hubiera sido natural.

Pero a esa muerte aadir por sorpresa

Romeo, desterrado, pronunciar tal palabra

es matar a todos, padre, madre, Tebaldo,

Romeo, Julieta, todos. Romeo, desterrado!

No hay fin, ni lmite, linde o medida

para la muerte que da esa palabra, ni palabras

que la expresen. Ama, dnde estn mis padres?

AMA -Llorando y penando sobre el cuerpo de Tebaldo.

Vas con ellos? Yo te llevo.

JULIETA-Cesar su llanto y seguirn fluyendo

mis lgrimas por la ausencia de Romeo.

Como yo, las pobres cuerdas se engaaron;

recgelas: Romeo est desterrado.

Para subir a mi lecho erais la ruta,

mas yo, virgen, he de morir virgen viuda.


www.ladeliteratura.com.uy

Venid, pues. Ven, ama. Voy al lecho nupcial,

llvese la muerte mi virginidad.

AMA-T corre a tu cuarto. Te traer a Romeo

para que te consuele. S bien dnde est.

yeme, esta noche tendrs a Romeo:

se esconde en la celda de su confesor.

JULIETA-Ah, bscale! Dale este anillo a mi dueo

y dile que quiero su ltimo adis.

Salen.

Escena III

Entra FRAY LORENZO.

FRAY LORENZO-Sal, Romeo, sal ya, temeroso.

La afliccin se ha prendado de ti

y t te has casado con la desventura.

Entra ROMEO.

ROMEO-Padre, qu noticias hay? Qu decidi el Prncipe?

Qu nuevo infortunio me aguarda

que an no conozca?

FRAY LORENZO-Hijo, harto bien conoces tales compaeros.

Te traigo la sentencia del Prncipe.

ROMEO- La sentencia, dista mucho de la muerte?

FRAY LORENZO-La que ha pronunciado es ms benigna:


www.ladeliteratura.com.uy

no muerte del cuerpo, sino su destierro.

ROMEO-Cmo, destierro? Sed clemente, decid muerte,

que en la faz del destierro hay ms terror,

mucho ms que en la muerte. No digis destierro!

FRAY LORENZO-Ests desterrado de Verona.

Ten paciencia: el mundo es ancho.

ROMEO-No hay mundo tras los muros de Verona,

sino purgatorio, tormento, el mismo infierno:

destierro es para m destierro del mundo,

y eso es muerte; luego destierro es un falso

nombre de la muerte. Llamarla destierro

es decapitarme con un hacha de oro

y sonrer ante el hachazo que me mata.

FRAY LORENZO-Ah, pecado mortal, cruel ingratitud!

La ley te condena a muerte, mas, en su clemencia,

el Prncipe se ha apartado de la norma,

cambiando en destierro la negra palabra muerte.

Eso es gran clemencia, y t no lo ves.

ROMEO-Es tormento y no clemencia. El cielo est

donde est Julieta, y el gato, el perro,

el ratoncillo y el ms msero animal aqu

estn en el cielo y pueden verla. Romeo,

no. Hay ms valor, ms distincin y ms

cortesana en las moscas

carroeras que en Romeo: ellas pueden

posarse en la mano milagrosa de Julieta

y robar bendiciones de sus labios,


www.ladeliteratura.com.uy

que por pudor virginal siempre estn rojos

pensando que pecan al juntarse.

Romeo, no: le han desterrado.

Las moscas pueden, mas yo debo alejarme.

Ellas son libres; yo estoy desterrado.

Y decs que el destierro no es la muerte?

No tenis veneno, ni navaja,

ni medio de morir rpido, por vil que sea?

Slo ese destierro que me mata? Destierro?

Ah, padre, los rprobos dicen la palabra

entre alaridos. Y, siendo sacerdote,

confesor que perdona los pecados

y dice ser mi amigo, tenis corazn

para destrozarme hablando de destierro?

FRAY LORENZO-Ah, pobre loco! Deja que te explique.

ROMEO -Volveris a hablarme de destierro.

FRAY LORENZO -Te dar una armadura contra l,

la filosofa, nctar de la adversidad,

que te consolar en to destierro.

ROMEO-An con el destierro? Que cuelguen la filosofa!

Si no puede crear una Julieta,

mover una ciudad o revocar una sentencia,

la filosofa es intil, as que no hablis ms.

FRAY LORENZO -Ya veo que los locos estn sordos.

ROMEO -No puede ser menos si los sabios estn ciegos.

FRAY LORENZO-Deja que te hable de tu situacin.

ROMEO -No podis hablar de lo que no sents.


www.ladeliteratura.com.uy

Si fuerais de mi edad, y Julieta vuestro amor,

recin casado, asesino de Tebaldo,

enamorado y desterrado como yo,

podrais hablar, mesaros los cabellos

y tiraros al suelo como yo

a tomar la medida de mi tumba.

Llama a la puerta el AMA.

FRAY LORENZO-Levntate, llaman! Romeo, escndete!

ROMEO-No, a no ser que el aliento de mis mseros

gemidos me oculte cual la niebla.

Llaman.

FRAY LORENZO-Oye cmo llaman!-Quin es?-Levntate,

Romeo, que te llevarn!-Un momento!-Arriba!

Llaman.

Corre a mi estudio!-Ya voy!-Santo Dios,

qu estupidez es esta?-Ya voy, ya voy!

Llaman.

Quin llama as? De dnde vens? Qu queris?

AMA [dentro]-Dejadme pasar, que traigo un recado.


www.ladeliteratura.com.uy

Vengo de parte de Julieta.

FRAY LORENZO-Entonces, bienvenida.

Entra el AMA.

AMA-Ah, padre venerable, decidme dnde est

el esposo de Julieta. Dnde est Romeo?

FRAY LORENZO-Ah, en el suelo, embriagado de lgrimas.

AMA-Ah, est en el mismo estado que Julieta,

el mismsimo. Ah, concordia en el dolor!

Angustioso trance! As yace ella,

llorando y gimiendo, gimiendo y llorando.

Levantaos, levantaos y sed hombre;

en pie, levantaos, por Julieta.

A qu vienen tantos ayes y gemidos?

ROMEO -Ama!

[Se pone en pie.]

AMA-Ah, seor! La muerte es el fin de todo.

ROMEO-Hablbas de Julieta? Cmo est?

No me cree un fro asesino

que ha manchado la niez de nuestra dicha

con una sangre que es casi la suya?

Dnde est? Y cmo est? Y qu dice

mi secreta esposa de este amor invalidado?

AMA -No dice nada, seor: llora y llora,


www.ladeliteratura.com.uy

se arroja a la cama, se levanta,

exclama Tebaldo!, reprueba a Romeo

y vuelve a caer.

ROMEO -Como si mi nombre, por disparo

certero de can, la hubiese matado,

como ya mat a su primo el infame

que lleva ese nombre. Ah, padre, decidme,

qu parte vil de esta anatoma

alberga mi nombre? Decdmelo, que voy

a saquear morada tan odiosa.

Se dispone a apualarse, y el AMA le arrebata el pual.

FRAY LORENZO-Detn esa mano imprudente!

Eres hombre? Tu aspecto lo proclama,

mas tu llanto es mujeril y tus locuras recuerdan

la furia de una bestia irracional.

Impropia mujer bajo forma de hombre,

impropio animal bajo forma de ambos.

Me asombras. Por mi santa orden,

te crea de temple equilibrado.

Mataste a Tebaldo y quieres matarte

y matar a tu esposa, cuya vida es la tuya,

causndote la eterna perdicin?

Por qu vituperas tu cuna, el cielo y la tierra

si de un golpe podras perder

cuna, cielo y tierra, en ti concertados?


www.ladeliteratura.com.uy

Deshonras tu cuerpo, tu amor y tu juicio

y, como el usurero, abundas en todo

y no haces buen uso de nada

que adorne tu cuerpo, tu amor y tu juicio.

Tu noble figura es efigie de cera

y carece de hombra; el amor

que has jurado es pura falacia

y mata a la amada que dijiste adorar;

tu juicio, adorno de cuerpo y amor,

yerra en la conducta que les marcas

y, como plvora en soldado bisoo,

se inflama por tu propia ignorancia

y tu despedaza, cuando debe defenderte.

Vamos, ten valor. Tu Julieta vive

y por ella ibas a matarte:

ah tienes suerte. Tebaldo te habra matado,

mas t le mataste: ah tienes suerte.

La ley que ordena la muerte se vuelve tu amiga

y decide el destierro: ah tienes suerte.

Sobre ti desciende un sinfn de bendiciones,

te ronda la dicha con sus mejores galas,

y t, igual que una moza tosca y desabrida,

pones mala cara a tu amor y tu suerte.

Cuidado, que esa gente muere desdichada.

Vete con tu amada, como est acordado.

Sube a su aposento y confrtala.

Pero antes que monten la guardia, mrchate,


www.ladeliteratura.com.uy

pues, si no, no podrs salir para Mantua,

donde vivirs hasta el momento propicio

para proclamar tu enlace, unir a vuestras familias,

pedir el indulto del Prncipe y regresar

con cien mil veces ms alegra

que cuando partiste desolado.

Adelntate, ama, encomindame a Julieta,

y que anime a la gente a acostarse temprano;

el dolor les habr predispuesto.

Ahora va Romeo.

AMA -Dios bendito! Me quedara toda la noche

oyndoos hablar. Lo que hace el saber!-

Seor, le dir a Julieta que vens.

ROMEO-Dselo, y dile que se apreste a reprenderme.

El AMA se dispone a salir, pero vuelve.

AMA-Tomad este anillo que me dio para vos.

Vamos, deprisa, que se hace tarde.

ROMEO-Esto reaviva mi dicha.

Sale el AMA.

FRAY LORENZO-Vete, buenas noches, y ten presente esto:

o te vas antes que monten la guardia


o sales disfrazado al amanecer.
Permanece en Mantua. Buscar a tu criado
y de cuando en cuando l te informar
www.ladeliteratura.com.uy

de las buenas noticias de Verona.


Dame la mano, es tarde. Adis, buenas noches.
ROMEO-Me espera una dicha mayor que la dicha,

que, si no, alejarme de vos sentira.

Adis.

Salen.

Escena IV

Entran CAPULETO, la SEORA CAPULETO y PARIS.

CAPULETO-Todo ha sucedido tan adversamente

que no ha habido tiempo de hablarlo con Julieta.

Sabis cunto quera a su primo Tebaldo;

yo tambin. En fin, nacimos para morir.

Ahora es tarde; ella esta noche ya no bajar.

Os aseguro que, si no fuese por vos,

me habra acostado hace una hora.

PARIS -Tiempo de dolor no es tiempo de amor.

Seora, buenas noches. Encomendadme a Julieta.

SEORA CAPULETO -As lo har, y por la maana ver cmo


responde.

Esta noche se ha enclaustrado en su tristeza.

PARIS se dispone a salir, y CAPULETO le llama.

CAPULETO-Conde Paris, me atrevo a aseguraros

el amor de mi hija: creo que me har


www.ladeliteratura.com.uy

caso sin reservas; vamos, no lo dudo.

Esposa, vete a verla antes de acostarte;

cuntale el amor de nuestro yerno Paris

y dile, atiende bien, que este mircoles...

Espera, qu da es hoy?

PARIS-Lunes, seor.

CAPULETO-Lunes... Mmmm...! Eso es muy precipitado.

Que sea el jueves.-Dile que este jueves

se casar con este noble conde.-

Estaris preparados? Os complace la presteza?

No lo celebraremos: uno o dos amigos,

porque, claro, con Tebaldo recin muerto,

que era pariente, si lo festejamos

dirn que le tenamos poca estima.

As que invitaremos a unos seis amigos

y ya est. Qu os parece el jueves?

PARIS-Seor, ojal que maana fuese el jueves.

CAPULETO -Muy bien; ahora marchad. Ser el jueves.-

T habla con Julieta antes de acostarte

y preprala para el da de la boda.-

Adis, seor.-Eh, alumbrad mi cuarto!-

Por Dios, que se ha hecho tan tarde

que pronto diremos que es temprano. Buenas noches.

Salen.
www.ladeliteratura.com.uy

Escena V

Entran ROMEO y JULIETA arriba, en el balcn.

JULIETA-Te vas ya? An no es de da.

Ha sido el ruiseor y no la alondra

el que ha traspasado tu odo medroso.

Canta por la noche en aquel granado.

Creme, amor mo; ha sido el ruiseor.

ROMEO-Ha sido la alondra, que anuncia la maana,

y no el ruiseor. Mira, amor, esas rayas hostiles

que apartan las nubes all, hacia el oriente.

Se apagaron las luces de la noche

y el alegre da despunta en las cimas brumosas.

He de irme y vivir, o quedarme y morir.

JULIETA -Esa luz no es luz del da, lo s bien;


.
es algn meteoro que el sol ha creado

para ser esta noche tu antorcha

y alumbrarte el camino de Mantua. Qudate un

poco, an no tienes que irte. ROMEO-Que me

apresen, que me den muerte; lo consentir si

as lo deseas.

Dir que aquella luz gris no es el alba,

sino el plido reflejo del rostro de Cintia . ,

y que no es el canto de la alondra

lo que llega hasta la bveda del cielo.

En lugar de irme, quedarme quisiera.

Que venga la muerte! Lo quiere Julieta.


www.ladeliteratura.com.uy

Hablamos, mi alma? An no amanece.

JULIETA -Si est amaneciendo! Huye, corre, vete!

Es la alondra la que tanto desentona

con su canto tan chilln y disonante.

Dicen que la alondra liga notas con dulzura:

a nosotros, en cambio, nos divide;

y que la alondra cambi los ojos con el sapo .:

ojal que tambin se cambiasen las voces,

puesto que es su voz lo que nos separa

y de aqu te expulsa con esa alborada.

Vamos, mrchate, que la luz ya se acerca.

ROMEO- Luz en nuestra luz y sombra en nuestras penas.

Entra el AMA a toda prisa.

AMA-Julieta!

JULIETA- Ama?

AMA-Tu madre viene a tu cuarto.

Ya es de da. Ten cuidado. Ponte en guardia.

[Sale.]

JULIETA- Pues que el da entre, y mi vida salga.

ROMEO-Bien, adis. Un beso, y voy a bajar.

Desciende ..
www.ladeliteratura.com.uy

JULIETA -Ya te has ido, amado, esposo, amante?

De ti he de saber cada hora del da,

pues hay tantos das en cada minuto...

Ah, haciendo estas cuentas ser muy mayor

cuando vea a Romeo.

ROMEO [abajo] -Adis! No perder oportunidad

de enviarte mi cario.

JULIETA - Crees que volveremos a vernos?

ROMEO-Sin duda, y recordaremos todas nuestras penas

en gratos coloquios de aos venideros.

JULIETA -Dios mo, mi alma presiente desgracias!

Estando ah abajo, me parece verte

como un muerto en el fondo de una tumba.

Si la vista no me engaa, ests plido.

ROMEO -A mi vista le dices lo mismo, amor.

Las penas nos beben la sangre. Adis.

Sale.

JULIETA-Fortuna, Fortuna, te llaman voluble.

Si lo eres, por qu te preocupas

del que es tan constante? S voluble, Fortuna,

pues as no tendrs a Romeo mucho tiempo

y podrs devolvrmelo.

Entra la SEORA CAPULETO.


www.ladeliteratura.com.uy

SEORA CAPULETO-Hija! Ests levantada?

JULIETA-Quin me llama? Es mi madre.

An sin acostarse o es que ha madrugado?

Qu extrao motivo la trae aqu ahora?

Baja del balcn y entra abajo.

SEORA CAPULETO-Qu pasa, Julieta?

JULIETA-No estoy bien, seora.

SEORA CAPULETO-Sigues llorando la muerte de tu primo?

Quieres sacarle de la tumba con tus lgrimas?

Aunque pudieras, no podras darle vida,

as que ya basta. Dolor moderado indica amor;

dolor en exceso, pura necedad.

JULIETA-Dejadme llorar mi triste prdida.

SEORA CAPULETO-As lloras la prdida, no a la persona.

JULIETA-Lloro tanto la prdida que no puedo

dejar de llorar a la persona.

SEORA CAPULETO-Hija, t no lloras tanto su muerte

como el que est vivo el infame que le mat.

JULIETA- Qu infame, seora?

SEORA CAPULETO-El infame de Romeo.

JULIETA [aparte]-Entre l y un infame hay millas de distancia.-

[A la SEORA CAPULETO]

Dios le perdone, como yo con toda el alma.

Y eso que ninguno me aflige como l.

SEORA CAPULETO-Porque el vil asesino an vive.


www.ladeliteratura.com.uy

JULIETA-S, seora, fuera del alcance de mis manos.

Ojal slo yo pudiera vengar a mi primo!

SEORA CAPULETO -Tomaremos venganza, no lo dudes.

No llores ms. Mandar a alguien a Mantua,

donde vive el desterrado, y le dar

un veneno tan inslito que muy pronto

estar en compaa de Tebaldo.

Supongo que entonces quedars contenta.

JULIETA -Nunca quedar contenta con Romeo

hasta que le vea... muerto...

est mi corazn de llorar a Tebaldo.

Seora, si a alguien encontris

para que lleve un veneno, yo lo mezclar,

de modo que Romeo, al recibirlo,

pronto duerma en paz. Cunto me disgusta

or su nombre y no estar cerca de l

para hacerle pagar mi amor por Tebaldo

en el propio cuerpo que le ha dado muerte!

SEORA CAPULETO-T busca los medios; yo buscar al hombre.

Pero ahora te traigo alegres noticias.

JULIETA -La alegra viene bien cuando es tan necesaria.

Qu nuevas trais, seora?

SEORA CAPULETO -Hija, tienes un padre providente

que, para descargarte de tus penas,

de pronto ha dispuesto un da de dicha

que ni t te esperabas ni yo imaginaba.

JULIETA -Muy a propsito. Qu da ser?


www.ladeliteratura.com.uy

SEORA CAPULETO -Hija, este jueves, por la maana temprano,

en la iglesia de San Pedro, un gallardo, joven

y noble caballero, el Conde Paris,

te har una esposa feliz.

JULIETA -Pues por la iglesia de San Pedro y por San Pedro,

que all no me har una esposa feliz.

Me asombra la prisa, tener que casarme

antes de que el novio me enamore.

Seora, os lo ruego: decidle a mi padre y seor

que an no pienso casarme y que, cuando lo haga,

ser con Romeo, a quien sabes que odio,

en vez de con Paris. Pues vaya noticias!

Entran CAPULETO y el AMA.

SEORA CAPULETO-Aqu est tu padre. Dselo t misma,

a ver cmo lo toma.

CAPULETO -Cuando el sol se pone, la tierra llora roco .,

mas en el ocaso del hijo de mi hermano,

cae un diluvio.

Cmo! Hecha una fuente, hija? An llorando?

Baada en lgrimas? Con tu cuerpo menudo

imitas al barco, al mar, al viento,

pues en tus ojos, que yo llamo el mar,

estn el flujo y reflujo de tus lgrimas;

el barco es tu cuerpo, que surca ese mar;

el viento, tus suspiros, que, a porfa con tus lgrimas,


www.ladeliteratura.com.uy

har naufragar ese cuerpo agitado

si pronto no amaina.-Qu hay, esposa?

Le has hecho saber mi decisin?

SEORA CAPULETO -S, pero ella dice que no, y gracias.

Ojal se casara con su tumba!

CAPULETO -Un momento, esposa; explcame eso, explcamelo.

Cmo que no quiere? No nos lo agradece?

No est orgullosa? No se da por contenta

de que, indigna como es, hayamos conseguido

que tan digno caballero sea su esposo?

JULIETA-Orgullosa, no, mas s agradecida.

No puedo estar orgullosa de lo que odio, pero s

agradezco que se hiciera por amor. CAPULETO-

As que con sofismas? Qu es esto?

Orgullosa, lo agradezco, no lo agradezco

y orgullosa, no, nia consentida?

A m no me vengas con gracias ni orgullos

y prepara esas piernecitas para ir

el jueves con Paris a la iglesia de San Pedro

o te llevo yo atada y a rastras.

Quita, cadavrica! Quita, insolente,

cara lvida!

SEORA CAPULETO-Calla, calla! Ests loco?

JULIETA-Mi buen padre, te lo pido de rodillas;

escchame con calma un momento.

CAPULETO-Que te cuelguen, descarada, rebelde!

Escchame t: el jueves vas a la iglesia


www.ladeliteratura.com.uy

o en tu vida me mires a la cara.

No hables, ni respondas, ni contestes.

Me tientas la mano. Esposa, nos creamos

con suerte porque Dios nos dio slo esta hija,

pero veo que la nica nos sobra

y que haberla tenido es maldicin.

Fuera con el penco!

AMA-Dios la bendiga! Seor,

sois injusto al tratarla de ese modo.

CAPULETO-Y por qu, doa Sabihonda? Cllese

doa Cordura, y a charlar con las comadres!

AMA -No he faltado a nadie.

CAPULETO -Ah est la puerta.

AMA -No se puede hablar?

CAPULETO -A callar, charlatana! Suelta tu sermn

a tus comadres, que aqu no hace falta.

SEORA CAPULETO -No te excites tanto.

CAPULETO -Cuerpo de Dios, me exaspera! Da y noche,

trabajando u ocioso, solo o acompaado,

mi solo cuidado ha sido casarla;

y ahora que le encuentro un joven caballero

de noble linaje, de alcurnia y hacienda,

adornado, como dicen, de excelsas virtudes,

con tan buena figura como quepa imaginar,

me viene esta tonta y msera llorica,

esta mueca llorona, en la cumbre de su suerte,

contestando No me caso, no le quiero;


www.ladeliteratura.com.uy

no tengo edad; perdname, te lo suplico.

Pues no te cases y vers si te perdono:

pace donde quieras y lejos de mi casa.

Pinsalo bien, no suelo bromear,

El jueves se acerca, considralo, pondera: si eres

hija ma, te dar a mi amigo; si no, ahrcate,

mendiga, hambrea, murete en la calle, pues, por

mi alma, no pienso reconocerte

ni dejarte nada que sea mo.

Ten por seguro que lo cumplir.

Sale.

JULIETA-No hay misericordia en las alturas

que conciba la hondura de mi pena?

Ah, madre querida, no me rechacis!

Aplazad esta boda un mes, una semana

o, si no, disponed mi lecho nupcial

en el panten donde yace Tebaldo.

SEORA CAPULETO -Conmigo no hables; no dir palabra.

Haz lo que quieras. Contigo he terminado.

Sale.

JULIETA-Dios mo! Ama, cmo se puede impedir esto?

Mi esposo est en la tierra; mi juramento, en el cielo.

Cmo puede volver a la tierra


www.ladeliteratura.com.uy

si, dejando la tierra, mi esposo

no me lo enva desde el cielo? Confrtame,

aconsjame. Ah, que el cielo emplee sus maas

contra un ser indefenso como yo!

Qu me dices? No puedes alegrarme?

Dame consuelo, ama.

AMA -Aqu lo tienes:

Romeo est desterrado, y el mundo contra nada

a que no se atreve a volver y reclamarte,

o que, si lo hace, ser a hurtadillas.

As que, tal como ahora est la cosa,

creo que ms vale que te cases con el conde.

Ah, es un caballero tan apuesto!

A su lado, Romeo es un pingajo. Ni el guila

tiene los ojos tan verdes, tan vivos y hermosos

como Paris. Que se pierda mi alma

si no vas a ser feliz con tu segundo esposo,

pues vale ms que el primero; en todo caso,

el primero ya est muerto, o como si lo estuviera,

viviendo t aqu y sin gozarlo.

JULIETA-Pero, hablas con el corazn?

AMA-Y con el alma, o que se pierdan los dos.

JULIETA-Amn.

AMA-Qu?

JULIETA-Bueno, me has dado un gran consuelo.

Entra y dile a mi madre que, habiendo disgustado

a mi padre, me voy a la celda de Fray Lorenzo


www.ladeliteratura.com.uy

a confesarme y pedir la absolucin.

AMA-En seguida. Eso es muy sensato.

[Sale.]

JULIETA-Condenada vieja! Perverso demonio!

Qu es ms pecado? Tentarme al perjurio

o maldecir a mi esposo con la lengua

que tantas veces lo ensalz

con desmesura? Vete, consejera.

T y mis pensamientos viviris como extraos.

Ver qu remedio puede darme el fraile;

si todo fracasa, habr de matarme.

Sale.

ACTO IV

Escena I

Entran FRAY LORENZO y el Conde PARIS.

FRAY LORENZO-El jueves, seor? Eso es muy pronto.

PARIS-As lo quiere mi suegro Capuleto

y yo no me inclino a frenar su prisa.

FRAY LORENZO-Decs que no sabis lo que ella piensa?

Esto es muy irregular y no me gusta.

PARIS -Llora sin cesar la muerte de Tebaldo


www.ladeliteratura.com.uy

y por eso de amor he hablado poco.

Venus no sonre en la casa del dolor.

Seor, su padre juzga peligroso

que su pena llegue a dominarla

y, en su prudencia, apresura nuestra boda

por contener el torrente de sus lgrimas,

a las que ella es tan propensa si est sola

y que puede evitar la compaa.

Ahora ya sabis la razn de la premura.

FRAY LORENZO -[aparte] Ojal no supiera por qu hay que frenarla.-

Mirad, seor: la dama viene a mi celda.

Entra JULIETA.

PARIS-Bien hallada, mi dama y esposa.

JULIETA-Seor, eso ser cuando pueda ser esposa.

PARIS-Ese pueda ser ha de ser el jueves, mi amor.

JULIETA-Lo que ha de ser, ser.

FRAY LORENZO-Un dicho muy cierto. PARIS-

Vens a confesaros con el padre? JULIETA-Si

contestase, me confesara con vos. PARIS-No

podis negarle que me amis. JULIETA-Voy a

confesaros que le amo.

PARIS-Tambin confesaris que me amis.

JULIETA-Si lo hago, valdr ms por ser dicho

a vuestras espaldas que a la cara.

PARIS-Pobre, no estropeis vuestra cara con el llanto.


www.ladeliteratura.com.uy

JULIETA-La victoria del llanto es bien pequea:

antes de daarla, mi cara vala poco.

PARIS-Decir eso la daa ms que vuestro llanto.

JULIETA-Seor, lo que es cierto no es calumnia,

y lo que he dicho, me lo he dicho a la cara.

PARIS-Esa cara es ma y vos la calumniis.

JULIETA-Tal vez, porque ma ya no es.-

Padre, estis desocupado

u os veo tras la misa vespertina?

FRAY LORENZO-Estoy desocupado, mi apenada hija.-

Seor, os rogar que nos dejis a solas.

PARIS-Dios me guarde de turbar la devocin.-

Julieta, os despertar el jueves bien temprano.

Adis hasta entonces y guardad mi santo beso.

Sale.

JULIETA-Ah, cerrad la puerta y llorad conmigo!

No queda esperanza, ni cura, ni ayuda.

FRAY LORENZO-Ah, Julieta, conozco bien tu pena;

me tiene dominada la razn.

S que el jueves tienes que casarte

con el conde, y que no se aplazar.

JULIETA -Padre, no me digis que lo sabis

sin decirme tambin cmo impedirlo.

Si, en vuestra prudencia, no me dais auxilio,

aprobad mi decisin y yo al instante


www.ladeliteratura.com.uy

con este cuchillo pondr remedio a todo esto.

Dios uni mi corazn y el de Romeo,

vos nuestras manos y, antes que esta mano,

sellada con la suya, sea el sello de otro enlace

o este corazn se entregue a otro

con perfidia, esto acabar con ambos.

As que, desde vuestra edad y experiencia,

dadme ya consejo, pues, si no, mirad,

este cuchillo ser el rbitro que medie

entre mi angustia y mi persona con una decisin

que ni vuestra autoridad ni vuestro arte

han sabido alcanzar honrosamente.

Tardis en hablar, y yo la muerte anhelo

si vuestra respuesta no me da un remedio.

FRAY LORENZO -Alto, hija! Veo un destello de esperanza,

mas requiere una accin tan peligrosa

como el caso que se trata de evitar.

Si, por no unirte al Conde Paris, tienes

fuerza de voluntad para matarte,

seguramente podrs acometer

algo afn a la muerte y evitar este oprobio,

pues por l la muerte has afrontado.

Si t te atreves, yo te dar el remedio.

JULIETA -Antes que casarme con Paris, decidme

que salte desde las almenas de esa torre,

que pasee por sendas de ladrones, o que ande

donde viven las serpientes; encadenadme


www.ladeliteratura.com.uy

con osos feroces o metedme de noche en un osario,

enterrada bajo huesos que crepiten,

miembros malolientes, calaveras sin mandbula;

decidme que me esconda en un sepulcro,

en la mortaja de un recin enterrado...

Todo lo que me ha hecho temblar con slo orlo

pienso hacerlo sin duda ni temor

por seguir sindole fiel a mi amado.

FRAY LORENZO -Entonces vete a casa, ponte alegre y di

que te casars con Paris. Maana es mircoles:

por la noche procura dormir sola;

no dejes que el ama duerma en tu aposento.

Cuando te hayas acostado, bbete

el licor destilado de este frasco.

Al punto recorrer todas tus venas

un humor fro y sooliento; el pulso

no podr detenerlo y cesar;

ni aliento ni calor darn fe de que vives;

las rosas de tus labios y mejillas

sern plida ceniza; tus prpados caern

cual si la muerte cerrase el da de la vida;

tus miembros, privados de todo movimiento,

estarn ms fros y yertos que la muerte.

Y as quedars cuarenta y dos horas

como efigie pasajera de la muerte,

para despertar como de un grato sueo.

Cuando por la maana llegue el novio


www.ladeliteratura.com.uy

para levantarte de tu lecho, estars muerta.

Entonces, segn los usos del pas,

con tus mejores galas, en un fretro abierto,

sers llevada al viejo panten

donde yacen los difuntos Capuletos.

Entre tanto, y mientras no despiertes,

por carta har saber a Romeo nuestro plan

para que venga; l y yo asistiremos

a tu despertar, y esa misma noche

Romeo podr llevarte a Mantua.

Esto te salvar de la deshonra,

si no hay veleidad ni miedo femenil

que frene tu valor al emprenderlo.

JULIETA -Ddmelo, ddmelo! No me hablis de miedo.

FRAY LORENZO -Bueno, vete. S firme, y suerte

en tu propsito. Ahora mismo mando un fraile

a Mantua con carta para tu marido.

JULIETA-Amor me d fuerza, y ella me d auxilio.

Adis, buen padre.

Salen.

Escena II

Entran CAPULETO, la SEORA CAPULETO, el AMA y dos o tres


CRIADOS.

CAPULETO- Invita a todas las personas de esta lista.-


www.ladeliteratura.com.uy

[Sale un CRIADO.]

T, contrtame a veinte buenos cocineros.

CRIADO-Seor, no os traer a ninguno malo, pues probar a ver si se


chupan los dedos.

CAPULETO -Qu prueba es esa?

CRIADO -Seor, no ser buen cocinero quien no se chupe los dedos;


as que por m, el que no se los chupe, ah se queda.

CAPULETO -Bueno, andando.

Sale el CRIADO.

Esta vez no estaremos bien surtidos.

Mi hija, se ha ido a ver al padre?

AMA -S, seor.

CAPULETO -Bueno, quiz l le haga algn bien.

Es una cra tonta y testaruda.

Entra JULIETA.

AMA-Pues vuelve de la confesin con buena cara.

CAPULETO- Qu dice mi terca? Dnde fuiste de correteo?

JULIETA-Donde he aprendido a arrepentirme

del pecado de tenaz desobediencia

a vos y a vuestras rdenes. Fray Lorenzo

ha dispuesto que os pida perdn


www.ladeliteratura.com.uy

postrada de rodillas. Perdonadme. Desde

ahora siempre os obedecer. CAPULETO -

Llamad al conde! Contdselo!


.
Este enlace lo anudo maana por la maana .

JULIETA -He visto al joven conde en la celda del fraile

y le he dado digna muestra de mi amor

sin traspasar las lindes del decoro.

CAPULETO - Cunto me alegro! Estupendo! Levntate.

As debe ser. He de ver al conde.

S, eso es.-Vamos, traedle aqu.-

Por Dios bendito, cunto debe la ciudad

a este padre santo y venerable!

JULIETA -Ama, me acompaas a mi cuarto

y me ayudas a escoger las galas

que creas que maana necesito?

SEORA CAPULETO -No, es el jueves. Hay tiempo de sobra.

CAPULETO -Ama, ve con ella. La boda es maana.

Salen el AMA y JULIETA.

SEORA CAPULETO-No estaremos bien provistos.

Ya es casi de noche.

CAPULETO -Calla, deja que me mueva

y todo ir bien, esposa, te lo garantizo.

T ve con Julieta, aydala a engalanarse.

Esta noche no me acuesto. T dejame:

esta vez yo har de ama de casa.-Eh!-


www.ladeliteratura.com.uy

Han salido todos. Bueno, yo mismo ir a ver

al Conde Paris y le preparar

para maana. Me brinca el corazn

desde que se ha enmendado la rebelde.

Salen.

Escena III

Entran JULIETA y el AMA.

JULIETA-S, mejor esa ropa. Pero, mi buena ama,

quieres dejarme sola esta noche?

Necesito rezar mucho y lograr

que el cielo se apiade de mi estado,

que, como sabes, es adverso y pecaminoso.

Entra la SEORA CAPULETO.

SEORA CAPULETO-Estis ocupadas? Necesitis mi ayuda?

JULIETA-No, seora. Ya hemos elegido lo adecuado

para la ceremonia de maana.

Si os complace, deseara quedarme sola;

el ama os puede ayudar esta noche,

pues seguro que estaris atareada

con toda esta premura.

SEORA CAPULETO -Buenas noches. Acustate y descansa,

que lo necesitas.
www.ladeliteratura.com.uy

Salen [la SEORA CAPULETO y el AMA].

JULIETA-Adis! Sabe Dios cundo volveremos a vernos.

Tiembla en mis venas un fro terror

que casi me hiela la vida.

Las llamar para que me conforten.

Ama!-Y qu puede hacer?

En esta negra escena he de actuar sola.

Ven, frasco.

Y si no surte efecto la mezcla?

Habr de casarme maana temprano?

No, no: esto lo impedir. Qudate ah.

[Deja a su lado un pual.]

Y si fuera un veneno que el fraile

prepar con perfidia para darme muerte,

no sea que mi boda le deshonre

tras haberme casado con Romeo?

Temo que s y, sin embargo, creo que no,

pues siempre ha demostrado ser piadoso.

Y si, cuando est en el panten,

despierto antes que Romeo

venga a rescatarme? Tiemblo de pensarlo.

Podr respirar en un sepulcro

en cuya inmunda boca no entra aire sano


www.ladeliteratura.com.uy

y morir asfixiada antes que llegue Romeo?

O si vivo, no puede ocurrir que la horrenda

imagen que me inspiran muerte y noche,

junto con el espanto del lugar...?

Pues al ser un sepulcro, un viejo mausoleo

donde por cientos de aos se apilan

los restos de todos mis mayores;

donde Tebaldo, sangriento y recin enterrado,

se pudre en su mortaja; donde dicen

que a ciertas horas de la noche acuden espritus...

Ay de m! No puede ocurrir que, despertando

temprano, entre olores repugnantes

y gritos como de mandrgora arrancada

de cuajo, que enloquece a quien lo oye...? ..

Ah, si despierto, no podra perder el juicio,

rodeada de horrores espantosos,

y jugar como una loca con los esqueletos,

a Tebaldo arrancar de su mortaja

y, en este frenes, empuando como maza

un hueso de algn antepasado, partirme

la cabeza enajenada? Ah! Creo ver

el espectro de mi primo en busca de Romeo,

que le atraves con su espada. Quieto, Tebaldo!

Romeo, Romeo! Aqu est el licor. Bebo por ti.

Cae sobre la cama, tras las cortinas.


www.ladeliteratura.com.uy

Escena IV

Entran la SEORA CAPULETO y el AMA con hierbas.

SEORA CAPULETO-Espera. Toma estas llaves y trae ms especias.

AMA-En el horno piden membrillos y dtiles.

Entra CAPULETO.

CAPULETO-Vamos, daos prisa. El gallo ha cantado

dos veces, ha sonado la campana: son las tres.

Anglica, ocpate de las empanadas;

no repares en gastos.

AMA -Marchaos ya, cominero, acostaos.

Ya veris, maana estaris malo

por falta de sueo.

CAPULETO -Qu va! Por mucho menos vel

noches enteras sin ponerme malo.

SEORA CAPULETO -S, en tus tiempos fuiste muy trasnochador,

pero ahora velar por que no veles.

Salen la SEORA CAPULETO y el AMA.

CAPULETO- Ser celosa, ser celosa!

Entran tres o cuatro CRIADOS con asadores, lea y cestas.

Oye, t, qu llevis ah?


www.ladeliteratura.com.uy

CRIADO PRIMERO-No s, seor; cosas para el cocinero.

CAPULETO-Date prisa, date prisa.-T, trae lea ms seca.

Llama a Pedro: l te dir dnde hay.

CRIADO SEGUNDO-Seor, a Pedro no hay que molestarle:

para encontrar tarugos tengo yo buena cabeza.

CAPULETO-Vive Dios, qu bien dicho. El pillo es chistoso.

Te llamaremos cabeza de tarugo.

Salen [los CRIADOS].

Pero si ya es de da!

El conde estar aqu pronto con la msica.

Eso es lo que dijo.

Tocan msica [dentro].

Ya se acerca. Ama! Esposa! Eh! Ama!

Entra el AMA.

Despierta a Julieta, corre a arreglarla.

Yo voy a hablar con Paris. Date prisa,

date prisa, que ha llegado el novio.

Vamos, date prisa.

[Sale.]
www.ladeliteratura.com.uy

AMA-Seorita! Julieta! Anda, vaya sueo!

Eh, paloma! Eh, Julieta! Ser dormilona!

Eh, cario! Seorita! Reina! Novia, vamos!

Ni palabra! Aprovecha bien ahora,

duerme una semana, que, ya vers,

esta noche el Conde Paris suea

con quitarte el sueo. Dios me perdone!

Amn, Jess! ... Se le han pegado las sbanas.

Tendr que despertarla. Seorita, seorita!

S, s, ya vers como el conde te coja en la cama:

te va a meter miedo. Es que no despiertas?

[Descorre las cortinas.]

Cmo, te vistes y vuelves a acostarte!

Tendr que despertarte. Seorita, seorita!

Ay, ay! Socorro, socorro! Est muerta!

Ay, dolor! Para qu habr nacido?

Ah, mi aguardiente! Seor! Seora!

Entra la SEORA CAPULETO.

SEORA CAPULETO-Qu escndalo es ese?

AMA-Ah, da infortunado!

SEORA CAPULETO-Qu pasa?

AMA-Mirad, mirad! Ah, da triste!

SEORA CAPULETO-Ay de m, ay de m! Mi hija, mi vida!


www.ladeliteratura.com.uy

Revive, mrame o morir contigo!

Socorro, socorro! Pide socorro!

Entra CAPULETO.

CAPULETO-Por Dios, traed a Julieta, que ha llegado el novio!

AMA-Est muerta, muerta, muerta! Ay, dolor!

SEORA CAPULETO-Ay, dolor! Est muerta, muerta, muerta!

CAPULETO-Cmo! A ver. Ah, est fra!

La sangre, parada; los miembros, rgidos.

Hace tiempo que la vida sali de sus labios.

La Muerte la cubre como escarcha intempestiva

sobre la ms tierna flor de los campos.

AMA -Ah, da infortunado!

SEORA CAPULETO -Ah, tiempo de dolor!

CAPULETO -La Muerte la llev para hacerme gritar,

pero ahora me ata la lengua y el habla.

Entran FRAY LORENZO y el Conde PARIS [con los MSICOS].

FRAY LORENZO - Est lista la novia para ir a la iglesia?

CAPULETO -Lista para ir, no para volver.-

Ah, hijo, la noche antes de tu boda

la Muerte ha dormido con tu amada. La flor

que haba sido yace ahora desflorada.

La Muerte es mi yerno, la Muerte me hereda;

con mi hija se ha casado. Morir


www.ladeliteratura.com.uy

dejndole todo: la vida, el vivir, todo es suyo.

PARIS - Tanto desear que llegase este da

para ver una escena como esta!

Todos a una gritan y se retuercen las manos ..

SEORA CAPULETO-Da maldito, funesto, msero, odioso!

La hora ms triste que vio el tiempo

en su largo y asiduo peregrinar!

Una, slo una, una pobre y tierna hija,

que me daba alegra y regocijo,

y la cruel Muerte me la arranca de mi lado!

AMA -Ah, dolor! Da triste, triste, triste!

El ms infortunado, el ms doloroso

de mi vida, de toda mi vida!

Ah, qu da, qu da ms odioso!

Cundo se ha visto un da tan negro!

Ah, da triste, da triste!

PARIS -Engaado, separado, injuriado, muerto!

Engaado por ti, Muerte execrable,

derrotado por ti en tu extrema crueldad!

Amor! Vida! Vida, no: amor en la muerte!

CAPULETO -Despreciado, vejado, odiado, torturado, muerto!

Tiempo de angustia, por qu vienes ahora

matando nuestra celebracin?

Hija, ah, hija! Mi alma, y no mi hija!

Yaces muerta. Ah, ha muerto mi hija


www.ladeliteratura.com.uy

y con ella se entierra mi gozo.

FRAY LORENZO-Por Dios, callad! El trastorno no se cura

con trastornos. El cielo y vos tenais

parte en la bella muchacha; ahora todo

es del cielo, y para ella es lo mejor.

Vuestra parte no pudisteis salvarla de la muerte,

mas la otra eternamente guarda el cielo.

Vuestro anhelo era verla encumbrada;

elevarla habra sido vuestra gloria.

Y lloris ahora que se ha elevado

ms all de las nubes y ya alcanza la gloria?

Ah, con ese amor la amis tan poco

que os perturba su bienaventuranza!

No es buen matrimonio el que aos conoce:

la mejor casada es la que muere joven.

Secad vuestras lgrimas y cubrid de romero

este hermoso cuerpo, segn la costumbre .,

y llevadla a la iglesia con sus mejores galas.

La blanda natura llorar ha mandado,

mas nuestra cordura se re del llanto.

CAPULETO -Lo que dispusimos para nuestra fiesta

cambiar su objeto para estas exequias:

ahora los msico! tocarn a muerto,

el banquete ser una comida de luto,

los himnos de boda, dolientes endechas,

las flores nupciales lucirn sobre el fretro

y todo ha de volverse su contrario.


www.ladeliteratura.com.uy

FRAY LORENZO-Entrad, seor; seora, entrad con l.

Venid, Conde Paris. Que todos se preparen

para acompaar a la bella difunta en su entierro.

Los cielos os penan por algn pecado;

no los enojis: cumplid su mandato.

Salen todos, menos [los Msicos y] el AMA, que echa romero sobre el
cadver y corre las cortinas.

MSICO PRIMERO-Ya podemos irnos con la msica a otra parte.

AMA-Marchaos, amigos, marchaos;

ya veis que es un caso de dolor.

Sale.

MSICO PRIMERO- S, es el caso que te hacen cuando duele.

Entra PEDRO.

PEDRO-Msicos, msicos! Paz del alma, Paz del alma.

Si queris que siga vivo, tocad Paz del alma ..

MSICO PRIMERO-Por qu Paz del alma?

PEDRO-Ah, msicos, porque en mi alma oigo sonar Se me parte el


alma. Ah, confortadme con una endecha que sea alegre.

MSICO PRIMERO-Nada de endechas. No es hora de tocar.

PEDRO-Entonces no?

MSICO PRIMERO-No.
www.ladeliteratura.com.uy

PEDRO-Pues os la voy a dar sonada.

MSICO PRIMERO-Qu nos vas a dar?

PEDRO-Dinero, no; guerra. Te voy a poner a tono.

MSICO PRIMERO-Y yo te pondr de esclavo.

PEDRO-Entonces este pual de esclavo te va a rapar la cabeza. A m


no me trines, que te solfeo. Toma nota.

MSICO PRIMERO-Solfea y dars la nota.

MSICO SEGUNDO-Anda, demuestra lo listo que eres y envaina ese


pual.

PEDRO-Pues, en guardia! Envainar mi pual y os batir con mi


listeza. Respondedme como hombres:

Cuando domina la afliccin

y el alma sufre del pesar,

la msica, argnteo son...

Por qu argnteo ? Por qu la msica, argnteo son? Qu


dices t, Simn Cuerdas?

MSICO PRIMERO-Pues porque, igual que la plata, suena dulce.

PEDRO-Palabras! T qu dices, Hugo Violas?

MSICO SEGUNDO-Argnteo porque a los msicos nos pagan en


plata.

PEDRO-Ms palabras! Y t qu dices, Juan del Coro?

MSICO TERCERO-Pues no s qu decir.

PEDRO-Ah, disculpad! Sois el cantor. Yo os lo dir. La msica,


argnteo son porque a los msicos nunca os suena el oro.

... la msica, argnteo son,


www.ladeliteratura.com.uy

el mal no tarda en reparar.

Sale.

MSICO PRIMERO -Qu pillo ms irritante!

MSICO SEGUNDO-Que lo zurzan! Venga, vamos a entrar.


Aguardamos a los dolientes y esperamos a comer.

Salen.

ACTO V

Escena I

Entra ROMEO.

ROMEO-Si puedo confiar en la verdad

de un sueo halagador, se acercan buenas nuevas.

El rey de mi pecho est alegre en su trono

y hoy un inslito vigor me eleva

sobre el suelo con pensamientos de jbilo.

So que mi amada vino y me hall muerto

(sueo extrao, si en l un muerto piensa)

y me insufl tanta vida con sus besos

que resucit convertido en un emperador.

Ah, qu dulce ha de ser el amor real

si sus sombras albergan tanta dicha!

Entra BALTASAR, criado de Romeo.

Noticias de Verona! Qu hay, Baltasar?


www.ladeliteratura.com.uy

No traes cartas del fraile?

Cmo est mi amor? Est bien mi padre?

Cmo est Julieta? Dos veces lo pregunto,

pues nada puede ir mal si ella est bien.

BALTASAR -Entonces est bien y nada puede ir mal.

Su cuerpo descansa en la cripta de los Capuletos

y su alma inmortal vive con los ngeles.

Vi cmo la enterraban en el panten

y a toda prisa cabalgu para controslo.

Perdonadme por traeros malas nuevas,

pero cumplo el deber que me asignasteis.

ROMEO -Es verdad? Entonces yo os desafo, estrellas.-

Ya sabes dnde vivo; treme papel y tinta

y alquila caballos de posta. Salgo esta noche.

BALTASAR -Calmaos, seor, os lo ruego.

Estis plido y excitado, y eso anuncia

alguna adversidad.

ROMEO -Calla, te equivocas.

Djame y haz lo que te he dicho.

No tienes carta para m de Fray Lorenzo?

BALTASAR -No, seor.

ROMEO -No importa. Vete. Y alquila esos caballos.

Yo voy contigo en seguida.

Sale BALTASAR.

Bien, Julieta, esta noche yacer contigo.


www.ladeliteratura.com.uy

A ver la manera. Ah, destruccin, qu pronto

te insinas en la mente de un desesperado!

Recuerdo un boticario, que vive

por aqu. Le vi hace poco, cubierto

de andrajos, con cejas muy pobladas,

recogiendo hierbas. Estaba macilento;

su penuria le haba enflaquecido.

En su pobre tienda penda una tortuga,

un caimn disecado y varias pieles

de peces deformes; y por los estantes,

expuestas y apenas separadas,

un nmero exiguo de cajas vacas, cazuelas

verdes, vejigas, semillas rancias, hilos

bramantes y panes de rosa ya pasados.

Viendo esa indigencia, yo me dije:

Si alguien necesita algn veneno,

aunque en Mantua venderlo se pena con la muerte,

este pobre hombre se lo vender.

Ah, la idea se adelant a mi menester

y ahora este menesteroso ha de vendrmelo.

Que yo recuerde, esta es la casa;

hoy es fiesta, y la tienda est cerrada.

Eh, boticario!

Entra el BOTICARIO.

BOTICARIO- Quin grita?


www.ladeliteratura.com.uy

ROMEO-Vamos, ven aqu. Veo que eres pobre.

Toma cuarenta ducados y dame

un frasco de veneno, algo que acte rpido

y se extienda por las venas, de tal modo

que el cansado de la vida caiga muerto

y el aliento salga de su cuerpo

con el mpetu de la plvora inflamada

cuando huye del vientre del can.

BOTICARIO -De esas drogas tengo, pero las leyes de Mantua

castigan con la muerte a quien las venda.

ROMEO -Y t temes la muerte, estando tan esculido

y cargado de penuria? El hambre est en tu cara;

en tus ojos hundidos, la hiriente miseria;

tu cuerpo lo visten indignos harapos.

El mundo no es tu amigo, ni su ley,

y el mundo no da ley que te haga rico,

conque no seas pobre, viola la ley y toma esto.

BOTICARIO -Accede mi pobreza, no mi voluntad.

ROMEO -Le pago a tu pobreza, no a tu voluntad.

BOTICARIO -Disolved esto en cualquier lquido

y bebedlo y, aunque tengis el vigor

de veinte hombres, al instante os matar.

ROMEO -Aqu est el oro, peor veneno para el alma;

en este mundo asesina mucho ms

que las tristes mezclas que no puedes vender.

Soy yo quien te vende veneno, no t a m.

Adis, cmprate comida y echa carnes.


www.ladeliteratura.com.uy

[Sale el BOTICARIO.]

Cordial y no veneno, ven conmigo

a la tumba de Julieta, que es tu sitio.

Escena II

Entra FRAY JUAN.

FRAY JUAN- Eh, santo franciscano, hermano!

Entra FRAY LORENZO.

FRAY LORENZO-Esa parece la voz de Fray Juan.

Bien venido de Mantua. Qu dice Romeo?

Si escribi su mensaje, dame la carta.

FRAY JUAN -Fui en busca de un hermano franciscano

que haba de acompaarme. Le hall

en la ciudad, visitando a los enfermos.

La guardia sanitaria, sospechando

que la casa en que vivamos los dos

estaba contagiada por la peste,

sell las puertas y nos prohibi salir.

Por eso no pude viajar a Mantua.

FRAY LORENZO -Entonces, a Romeo, quin le llev mi carta?

FRAY JUAN -Aqu est, no pude mandrsela

ni conseguir que nadie os la trajese.


www.ladeliteratura.com.uy

Tenan mucho miedo de contagios.

FRAY LORENZO -Ah, desventura! Por la orden franciscana,

no era una carta cualquiera, sino de gran

trascendencia. No entregarla podra hacer

mucho dao. Vamos, Fray Juan, buscadme

una palanca y llevdmela a la celda.

FRAY JUAN -Ahora mismo os la llevo, hermano.

Sale.

FRAY LORENZO -He de ir solo al panten. De aqu

a tres horas despertar Julieta.

Se enfadar conmigo cuando sepa que Romeo

no ha sido avisado de lo sucedido.

Volver a escribir a Mantua; a ella la tendr

aqu, en mi celda, hasta que llegue Romeo.

Ah, cadver vivo en tumba de muertos!

Sale.

Escena III

Entran PARIS y su PAJE, con flores, agua perfumada [y una antorcha].

PARIS-Muchacho, dame la antorcha y aljate.

No, apgala; no quiero que me vean.

Ahora chate al pie de esos tejos

y pega el odo a la hueca tierra.


www.ladeliteratura.com.uy

As no habr pisada que no oigas

en este cementerio, con un suelo tan blando

de tanto cavar tumbas. Un silbido tuyo

ser aviso de que alguien se acerca.

Dame esas flores. Haz lo que te digo, vamos.

PAJE [aparte] -Me asusta quedarme aqu solo

en el cementerio, pero lo intentar.

[Sale. ] PARIS cubre la tumba de flores.

PARIS-Flores a esta flor en su lecho nupcial.

Mas, ay, tu dosel no es ms que polvo y piedra.

Con agua de rosas lo he de rociar

cada noche, o con lgrimas de pena.

Las exequias que desde ahora te consagro

son mis flores cada noche con mi llanto.

Silba el PAJE.

Me avisa el muchacho; viene alguien.

Qu pie miserable se acerca a estas horas

turbando mis ritos de amor y mis honras?

Entran ROMEO y BALTASAR con una antorcha, una azada y una barra
de hierro.

Cmo! Con antorcha? Noche, ocltame un instante.


www.ladeliteratura.com.uy

[Se esconde.]

ROMEO-Dame la azada y la barra de hierro.

Ten, toma esta carta. Haz por entregarla

maana temprano a mi padre y seor.

Dame la antorcha. Te lo ordeno por tu vida:

por ms que oigas o veas, aljate

y no interrumpas mi labor.

Si desciendo a este lecho de muerte

es por contemplar el rostro de mi amada,

pero, sobre todo, por quitar de su dedo

un valioso anillo, un anillo que he de usar

en un asunto importante. As que vete.

Si, por recelar, vuelves y me espas

para ver qu ms cosas me propongo,

por Dios, que te har pedazos y te esparcir

por este insaciable cementerio.

El momento y mi propsito son fieros,

ms feroces y mucho ms inexorables

que un tigre hambriento o el mar embravecido.

BALTASAR -Me ir, seor, y no os molestar.

ROMEO -Con eso me demuestras tu amistad. Toma:

vive y prospera. Adis, buen amigo.

BALTASAR [aparte] -Sin embargo, me esconder por aqu.

Su gesto no me gusta y sospecho su propsito.


www.ladeliteratura.com.uy

[Se esconde.]

ROMEO-Estmago odioso, vientre de muerte,

saciado del manjar ms querido de la tierra,

as te obligo a abrir tus mandbulas podridas

y, en venganza, te fuerzo a tragar ms alimento .,

Abre la tumba.

PARIS-Este es el altivo Montesco desterrado,

el que mat al primo de mi amada, haciendo

que ella, segn dicen, muriese de la pena.

Seguro que ha venido a profanar

los cadveres. Voy a detenerle.

[Desenvaina.]

Cesa tu impa labor, vil Montesco!

Pretendes vengarte ms all de la muerte?

Maldito infame, date preso!

Obedece y ven conmigo, pues has de morir.

ROMEO -Es verdad, y por eso he venido.

Querido joven, no provoques a un desesperado;

huye y djame. Piensa en estos muertos

y teme por tu vida. Te lo suplico,

no aadas a mi cuenta otro pecado

movindome a la furia. Mrchate!


www.ladeliteratura.com.uy

Por Dios, ms te aprecio que a m mismo,

pues vengo armado contra m mismo.

No te quedes; vete. Vive y despus di

que el favor de un loco te dej vivir.

PARIS -Rechazo tus splicas y por malhechor te prendo.

ROMEO-As que me provocas? Pues toma, muchacho.

Luchan. [Entra el PAJE de Paris.]

PAJE-Dios del cielo, estn luchando! Llamar a la guardia.

[Sale.]

PARIS-Ah, me has matado! Si tienes compasin,

abre la tumba y ponme al lado de Julieta.

[Muere.]

ROMEO-Te juro que lo har. A ver su cara.

El pariente de Mercucio, el Conde Paris!

Qu deca mi criado mientras cabalgbamos

que mi alma agitada no escuchaba? Creo que dijo

que Paris iba a casarse con Julieta.

Lo dijo? O lo he soado?

O me he vuelto loco oyndole hablar de Julieta

y creo que lo dijo? Ah, dame la mano:

t ests conmigo en el libro de la adversidad.


www.ladeliteratura.com.uy

Voy a enterrarte en regio sepulcro.

Sepulcro? No, saln de luz, joven muerto:

aqu yace Julieta, y su belleza convierte

el panten en radiante cmara de audiencias.

Muerte, yace ah, enterrada por un muerto.

[Coloca a PARIS en la tumba.]

Cuntas veces los hombres son felices

al borde de la muerte! Quienes los vigilan

lo llaman el ltimo relmpago. Puedo yo

llamar a esto relmpago? Ah, mi amor, mi esposa,

la Muerte, que rob la dulzura de tu aliento,

no ha rendido tu belleza, no te ha conquistado.

En tus labios y mejillas sigue roja

tu ensea de belleza, y la Muerte

an no ha izado su plida bandera.

Tebaldo, ests ah, en tu sangrienta mortaja?

Qu mejor favor puedo yo hacerte

que, con la misma mano que seg tu juventud,

matar la del que ha sido tu enemigo?

Perdname, primo. Ah, querida Julieta!

Cmo sigues tan hermosa? He de creer

que la incorprea Muerte se ha enamorado

y que la bestia horrenda y descarnada

te guarda aqu, en las sombras, como amante?

Pues lo temo, contigo he de quedarme


www.ladeliteratura.com.uy

para ya nunca salir de este palacio

de lbrega noche. Aqu, aqu me quedar

con los gusanos, tus criados.

Ah, aqu me entregar a la eternidad

y me sacudir de esta carne fatigada

el yugo de estrellas adversas. Ojos, mirad

por ltima vez! Brazos, dad vuestro ltimo abrazo!

Y labios, puertas del aliento, sellad con un beso

un trato perpetuo con la vida Muerte!

Ven, amargo conductor; ven, spero gua.

Temerario piloto, lanza tu zarandeado

navo contra la roca implacable!

Brindo por mi amor.

[Bebe.]

Ah, leal boticario, tus drogas son rpidas!

Con un beso muero.

Cae.

Entra FRAY LORENZO con linterna, palanca y azada.

FRAY LORENZO - San Francisco me asista! En cuntas tumbas

habr tropezado esta noche? Quin va?

BALTASAR - Un amigo, alguien que os conoce.

FRAY LORENZO -Dios te bendiga. Dime, buen amigo,

de quin es esa antorcha que en vano da luz


www.ladeliteratura.com.uy

a calaveras y gusanos? Parece que arde

en el panten de los Capuletos.

BALTASAR - As es, venerable seor, y all est mi amo,

a quien bien queris.

FRAY LORENZO-Quin es?

BALTASAR - Romeo.

FRAY LORENZO -Cunto lleva ah?

BALTASAR - Media hora larga.

FRAY LORENZO - Ven al panten.

BALTASAR -Seor, no me atrevo.

Mi amo cree que ya me he ido

y me amenaz terriblemente con matarme

si me quedaba a observar sus intenciones.

FRAY LORENZO -Entonces qudate; ir solo. Tengo miedo.

Ah, temo que haya ocurrido una desgracia.

BALTASAR - Mientras dorma al pie del tejo,

so que mi amo luchaba con un hombre


y que le mataba.

[Sale.]

FRAY LORENZO-Romeo!

Se agacha y mira la sangre y las armas.

Ay de m! De quin es la sangre que mancha


www.ladeliteratura.com.uy

las piedras de la entrada del sepulcro?

Qu hacen estas armas sangrientas y sin dueo

junto a este sitio de paz?

Romeo! Qu plido! Quin ms? Cmo! Paris?

Y empapado de sangre? Ah, qu hora fatal

ha causado esta triste desgracia!

[Se despierta JULIETA.]

La dama se mueve.

JULIETA-Ah, padre consolador, dnde est mi esposo?

Recuerdo muy bien dnde debo hallarme,

y aqu estoy. Dnde est Romeo?

FRAY LORENZO -Oigo ruido, Julieta. Sal de ese nido

de muerte, infeccin y sueo forzado.

Un poder superior a nosotros

ha impedido nuestro intento. Vamos, sal.

Tu esposo yace muerto en tu regazo

y tambin ha muerto Paris. Ven, te confiar

a una comunidad de religiosas.

Ahora no hablemos: viene la guardia.

Vamos, Julieta; no me atrevo a seguir aqu.

Sale.

JULIETA-Marchaos, pues yo no pienso irme.


www.ladeliteratura.com.uy

Qu es esto? Un frasco en la mano de mi amado?

El veneno ha sido su fin prematuro.

Ah, egosta! Te lo bebes todo sin dejarme

una gota que me ayude a seguirte?

Te besar: tal vez quede en tus labios

algo de veneno, para que pueda morir

con ese tnico. Tus labios estn calientes.

GUARDIA [dentro]- Por dnde, muchacho? Guame.

JULIETA -Qu? Ruido? Ser rpida. Pual afortunado,

voy a envainarte. Oxdate en m y deja que muera.

Se apuala y cae. Entra el PAJE [de Paris] y la guardia.

PAJE-Este es el lugar, ah donde arde la antorcha.

GUARDIA PRIMERO-Hay sangre en el suelo; buscad por el cementerio.

Id algunos; prended a quien hallis.

[Salen algunos GUARDIAS.]

Ah, cuadro de dolor! Han matado al conde

y sangra Julieta, an caliente y recin muerta,

cuando llevaba dos das enterrada.

Decdselo al Prncipe, avisad a los Capuletos,

despertad a los Montescos! Los dems, buscad!

[Salen otros GUARDIAS.]


www.ladeliteratura.com.uy

Bien vemos la escena de tales estragos,

pero los motivos de esta desventura,

si no nos los dicen, no los vislumbramos.

Entran GUARDIAS con [BALTASAR] el criado de Romeo.

GUARDIA SEGUNDO-Est es el criado de Romeo; estaba en el


cementerio.

GUARDIA PRIMERO-Vigiladle hasta que venga el Prncipe.

Entra un GUARDIA con FRAY LORENZO.

GUARDIA TERCERO-Aqu hay un fraile que tiembla, llora y suspira.

Le quitamos esta azada y esta pala

cuando sala por este lado del cementerio.

GUARDIA PRIMERO-Muy sospechoso. Vigiladle tambin.

Entra el PRINCIPE con otros.

PRINCIPE -Qu desgracia ha ocurrido tan temprano

que turba mi reposo?

Entran CAPULETO y la SEORA CAPULETO.

CAPULETO - Qu ha sucedido que todos andan gritando?

SEORA CAPULETO -En las calles unos gritan Romeo!;

otros, Julieta!; otros, Paris!; y todos


www.ladeliteratura.com.uy

vienen corriendo hacia el panten.

PRINCIPE - Qu es lo que tanto os espanta?

GUARDIA PRIMERO -Alteza, ah yace asesinado el Conde Paris;

Romeo, muerto; y Julieta, antes muerta,

acaba de morir otra vez.

PRINCIPE - Buscad y averiguad cmo ha ocurrido este crimen!

GUARDIA PRIMERO -Aqu estn un fraile y el criado de Romeo,

con instrumentos para abrir

las tumbas de estos muertos.

CAPULETO -Santo cielo! Esposa, mira cmo se desangra

nuestra hija. El pual se equivoc.

Debiera estar en la espalda del Montesco

y se ha envainado en el pecho de mi hija.

SEORA CAPULETO -Ay de m! Esta escena de muerte es la seal que


me avisa del sepulcro.

Entra MONTESCO.

PRINCIPE - Venid, Montesco: pronto os habis levantado

para ver a vuestro hijo tan pronto cado.

MONTESCO -Ah, Alteza, mi esposa muri anoche:

el destierro de mi hijo la mat de pena.

Qu otro dolor amenaza mi vejez?

PRINCIPE- Mirad y veris.

MONTESCO - Qu desatencin! Quin te habr enseado

a ir a la tumba delante de tu padre?

PRINCIPE - Cerrad la boca del lamento


www.ladeliteratura.com.uy

hasta que podamos aclarar todas las dudas

y sepamos su origen, su fuente y su curso.

Entonces ser yo el gua de vuestras penas

y os acompaar, si cabe, hasta la muerte.

Mientras, dominaos; que la desgracia

ceda a la paciencia. Traed a los sospechosos.

FRAY LORENZO -Yo soy el que ms; el menos capaz

y el ms sospechoso (pues la hora y el sitio

me acusan) de este horrendo crimen.

Y aqu estoy para inculparme y exculparme,

condenado y absuelto por m mismo.

PRINCIPE -Entonces decid ya lo que sabis.

FRAY LORENZO-Ser breve, pues la vida que me queda

no es muy larga para la premiosidad.

Romeo, ah muerto, era esposo de Julieta

y ella, ah muerta, fiel esposa de Romeo:

yo los cas. El da del secreto matrimonio

fue el postrer da de Tebaldo, cuya muerte

intempestiva desterr al recin casado.

Por l, no por Tebaldo, lloraba Julieta.

Vos, por apagar ese acceso de dolor,

querais casarla con el Conde Paris

a la fuerza. Entonces vino a verme

y, desquiciada, me pidi algn remedio

que la librase del segundo matrimonio,

pues, si no, se matara en mi celda.

Yo, entonces, instruido por mi ciencia,


www.ladeliteratura.com.uy

le entregu un narctico, que produjo

el efecto deseado, pues le dio el aspecto

de una muerta. Mientras, a Romeo le ped

por carta que viniera esta noche y me ayudase

a sacarla de su tumba temporal,

por ser la hora en que el efecto cesara.

Mas Fray Juan, el portador de la carta,

se retras por accidente y hasta anoche

no me la devolvi. Entonces, yo solo,

a la hora en que Julieta deba despertar,

vine a sacarla de este panten,

pensando en tenerla escondida en mi celda

hasta poder dar aviso a Romeo.

Pero al llegar, unos minutos antes

de que ella despertara, vi que yacan muertos

el noble Paris y el fiel Romeo.

Cuando despert, le ped que saliera

y aceptase la divina voluntad,

pero entonces un ruido me hizo huir

y ella, en su desesperacin, no quiso

venir y, por lo visto, se dio muerte.

Esto es lo que s; el ama es conocedora

de este matrimonio. Si algn dao se ha inferido

por mi culpa, que mi vida sea sacrificada,

aunque sea poco antes de su hora,

con todo el rigor de nuestra ley.

PRINCIPE -Siempre os he tenido por hombre venerable.


www.ladeliteratura.com.uy

Y el criado de Romeo? Qu dice a esto?

BALTASAR -A mi amo hice saber la muerte de Julieta,

y desde Mantua l vino a toda prisa

a este lugar, a este panten. Me dijo

que entregase esta carta a su padre sin demora

y, al entrar en la tumba, me amenaz de muerte

si no me iba y le dejaba solo.

PRINCIPE -Dame la carta; la leer. Dnde est

el paje del conde que avis a la guardia?

Dime, qu haca tu amo en este sitio?

PAJE -Quera cubrir de flores la tumba de su amada.

Me pidi que me alejase; as lo hice.

Al punto lleg alguien con antorcha

dispuesto a abrir la tumba. Mi amo le atac

y yo corr a llamar a la guardia.

PRINCIPE-La carta confirma las palabras del fraile,

el curso de este amor, la noticia de la muerte;

y aqu dice que compr a un humilde

boticario un veneno con el cual

vino a morir y yacer con Julieta.

Dnde estn los enemigos, Capuleto y Montesco?

Ved el castigo a vuestro odio: el cielo halla

medios de matar vuestra dicha con el amor,

y yo, cerrando los ojos a vuestras discordias,

pierdo dos parientes. Todos estamos castigados.

CAPULETO -Hermano Montesco, dame la mano:

sea tu aportacin a este matrimonio,


www.ladeliteratura.com.uy

que no puedo pedir ms.

MONTESCO-Pero yo s puedo darte ms:

har a Julieta una estatua de oro

y, mientras Verona lleve su nombre,

no habr efigie que tan gran estima vea como

la de la constante y fiel Julieta. CAPULETO-Tan

regio yacer Romeo a su lado.

Pobres vctimas de padres enfrentados!

PRINCIPE -Una paz sombra nos trae la maana:

no muestra su rostro el sol dolorido.

Salid y hablaremos de nuestras desgracias.

Perdn vern unos; otros, el castigo,

pues nunca hubo historia de ms desconsuelo

que la que vivieron Julieta y Romeo.

Salen todos.

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy