Origen Sociología - Ficha de Catedra
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En esos cambios, por otra parte, se fue modificando el centro desde el cual se miraba y
se organizaba al mundo. Tal centro fue siendo desocupado progresivamente por Dios y ocupado
por el individuo, gracias a la acción de corrientes filosóficas como el racionalismo y el
liberalismo político.
Y fue fundamentalmente a fines del S XVIII cuando estos procesos se hacen evidentes y
proponen un cambio también en las formas de tematizarlos. (ver Figura 1)
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La incongruencia más visible fue la planteada entre los valores individualistas,
emancipadores y solidarios postulados por las Revoluciones burguesas (Francesa, Inglesa y
Norteamericana) y la realidad social configurada por lo que se conoció como Revolución
Industria. Entre el mundo de las ideas planteadas por los intelectuales de la ilustración y el
mundo real marcado por los problemas que generaba el capitalismo.
Siglo XVIII
Como momento en que se toma
conciencia de algunos procesos de
cambios de largo plazo
Ilustración
Racionalismo- Liberalismo
individualismo
Económica Dimensiones
Social Política
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industriales y en ciudadanos, es decir en personas civilizadas (disciplinadas y respetuosas de un
orden social y político determinado)
Política
Económica Social
Control Social
Moralización
Trabajador
Valores Símbolos
Pobre
Ciudadano
1
En los concejos de Maquiavello al Príncipe podemos ver que la mantención y acumulación de poder
están relacionadas con acciones y decisiones tomadas en la tierra y por personas de carne y hueso. Dejan
de jugar entonces apreciaciones vinculadas con el destino divino o con dioses caprichosos.
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El segundo gran movimiento corresponde al de la Economía Política con Adam Smith,
David Ricardo etc. Sigue también el ritmo del desarrollo de la sociedad, respondiendo a los
problemas que empiezan a verse en la producción, circulación e intercambio de mercancías;
característicos de la primera fase de la revolución industrial en el S XVIII. Problemas que
estuvieron relacionados con la conformación de espacios de intercambios económicos de mayor
amplitud. Los que fueron configurados a partir de la progresiva pacificación o monopolización
de la violencia, que fue el proceso por el cual se fueron consolidando los Estados Nacionales o
Monárquicos.
El paisaje social que se podía vislumbrar a fines del siglo XIX mostraba más bien a una
sociedad de masas y de grupos o sectores más o menos organizados, para los cuales la
dominación no se ejercía ya de forma automática, porque habían adquirido la capacidad de
cuestionar, reclamar por intereses particulares e inclusive desestabilizar o revolucionar una
sociedad.
El problema es que para pensar esa realidad social compleja ya no se cuenta con las
categorías de pensamiento provistas por la religión o la tradición. Se debe echar mano entonces
conceptos suministrados por el racionalismo y las disciplinas que ya tenían avances importantes
en la comprensión y explicación del mundo natural, como la física, la biología etc. Entonces,
paradójicamente, si antes se explicaba lo natural desde un pensamiento animista, atribuyéndole
a la naturaleza intenciones y caprichos similares a los humanos, ahora en plena época industrial
no hay más remedio que apelar al aparato conceptual usado en las ciencias naturales para
explicar comportamientos humanos. Los orígenes entonces de las ciencias sociales modernas
están relacionados con esta forma de ver lo social con categorías, analogías y esquemas que las
ciencias ya habían desarrollado para explicar el mundo natural. Abundan entonces conceptos
como: evolución, fisiología social, física social, organismo social (organi-zación), morfología,
tejido social etc.
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especulación filosófica ni teológica. Comte imagina una sociedad en la cual este tipo de
pensamiento positivista se expanda a todos los aspectos de la vida, desalojando inclusive a la
religión de los espacios que todavía domina, piensa entonces en una moral positiva, en una
política positiva, en una ciencia positiva, etc. E inclusive establece que el último peldaño de la
historia de la humanidad es el estadio positivo, que supera al teológico y al metafísico que son
suceciones anteriores.
En función de su origen traumático que tiene que ver, como estuvimos apreciando, con
los grandes problemas sociales y contradicciones de las sociedades conformadas a partir de la
revolución industrial; algunos catalogaron a esta disciplina como una ciencia de la crisis. Pero
hay algunas cuestiones que tornan paradójico este concepto de crisis (Portantiero; Op.Cit.)
En los años de conformación de la Sociología Clásica, fines del siglo XIX y principios
del siglo XX, Europa vivía una época de inusitado auge económico, traducido inclusive en
imperialismo político. Ello se vio expresado en el Tratado de Berlín, por el cual las potencias
europeas se reparten lo que queda del mundo no colonizado (Africa, medio Oriente, Asia
Menor). Para ese tiempo estaba siendo completada la segunda fase de la revolución industrial,
la de la gran industria, dominada por el acero.
A pesar de todo esto el momento es visto por autores clásicos de la sociología, como
Emile Durkheim y Max Weber, como una época de crisis social y existencial; marcada por un
lado por el creciente grado de conflictividad social y por otro por el retroceso de la moral
religiosa y tradicional en un proceso de progresivo vaciamiento de sacralidad y sentido.
Es que las formas de organización tradicional como las pequeñas comunidades, los
cantones, las tribus, las familias ampliadas etc., se habían ido perdiendo, con la industrialización
y la concentración de la población en la ciudades (ver Lucchini y Otros, 1997). Estaba
gestándose entonces la necesidad de un nuevo tipo de organización para los vínculos humanos.
La sociología nace bajo la inquietud de la pérdida progresiva del lazo social comunitario
(De Ípola; 2004: 12) y la necesidad de reconstituirlo en un nuevo marco constituido por
individuos sueltos que tienen pocas cosas en común y dificultades para establecer relaciones
armónicas y estables.
Al tipo de organización proyectada sobre una realidad compuesta por un conglomerado de
individuos y no por comunidades, es lo que podemos dar la denominación de sociedad o
asociación.
Esta forma de organización humana se diferencia de la comunidad por sus continuos
cambios y por su inestabilidad. Es decir por debilidad de los lazos que en ella se establecen
entre las personas. Se caracteriza entonces por los permanentes intentos de mantener integrado,
pacificado y en interrelación permanente a un conglomerado multitudinario de individuos; bajo
un sistema más o menos coherente de normas.
La gran distinción entre comunidad y sociedad la plantea un autor alemán llamado
Töinnies, que es retomado luego por los grandes clásicos de la sociología. No obstante el tipo de
razonamiento ya se encuentra presente en cualquier autor anterior o posterior que piensa al
proceso de consolidación de la sociedad occidental como un pasaje de lo tradicional a lo
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moderno, es decir como una teoría de la modernización. En ese sentido la sociología se
posiciona en el campo de las humanidades como una ciencia de la modernización occidental.
Esta distinción entre comunidad y sociedad sirvió (y lo sigue haciendo) para graficar el
proceso de modernización de las sociedades occidentales, el cual fue pensado por los clásicos de
las ciencias sociales como un proceso evolutivos y civilizador, aunque no libre de nostalgias 2.
Esta transformación fue concebida como el paso de formas de organización fuertemente
tradicionales y dogmáticas a sociedades liberales y cosmopolitas. En eso están los autores más o
menos de acuerdo. La forma que adopta o debe adoptar el proceso de transición entre un modo
de organización y otro es lo que constituye el dilema y el foco de todas las discusiones.
Algunos piensan que este proceso se da o debe darse de una manera progresiva, evolutiva y no
traumática; otros opinan que el mismo no puede ocurrir sino a través de cambios drásticos o
revolucionarios. De un lado entonces se piensa el cambio en orden y con consenso, del otro se
piensa que el cambio no se puede dar sino rompiendo el orden y los consensos básicos, el
cambio no se da sin conflicto.
Bibliografía
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• Lucchini, C; Siffredi, L; Labiaguerre, J. (1997) Procesos Sociales y Marco Histórico
de la Sociología. Cap. 1 y 2. Editorial Biblos. Bs As.
• Portantiero, J.C. (1988) La Sociología Clásica: Durkheim y Weber. Pp. 9-21. Bs. As.
Centro Editor de América Latina.
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