Ecologia y Genero en Dialogo Interdisciplinario
Ecologia y Genero en Dialogo Interdisciplinario
Ecologia y Genero en Dialogo Interdisciplinario
Directores de la coleccin Moral, Ciencia y Sociedad (MCS) en la Europa del Siglo XXI: Roberto R.
Aramayo, Txetxu Ausn y Concha Roldn.
Esta obra se publica bajo una licencia libre Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-
CompartirIgual 2.0. Se permite la copia, distribucin, reproduccin, prstamo y modificacin
total o parcial de la misma por cualquier medio, siempre y cuando sea sin nimo de lucro, se acre-
dite la autora original y la obra resultante se distribuya bajo los trminos de una licencia idntica
a esta. Para usos comerciales, se requiere la autorizacin del editor.
Plaza y Valds, S. L.
Murcia, 2. Colonia de los ngeles.
28223, Pozuelo de Alarcn.
Madrid (Espaa).
(34) 918126315
madrid@plazayvaldes.com
www.plazayvaldes.es
Plaza y Valds, S. A. de C. V.
Manuel Mara Contreras, 73. Colonia San Rafael.
06470, Mxico, D. F. (Mxico).
(52) 5550972070
editorial@plazayvaldes.com
www.plazayvaldes.com.mx
ISBN: 978-84-16032-43-3
e-ISBN: 978-84-16032-62-4
DOI: 10.5211/9788416032624
D. L.: M-23696-2014
NDICE
I. CUERPOS
II. TERRITORIOS
10. Una lectura ecofeminista de la novela de anticipacin actual, Eva Antn ... 171
8 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
11. Utopas feministas: las dualidades rotas, ngela Sierra Gonzlez ............ 187
III. RESISTENCIAS
23. El ecofeminismo y sus compaeros de ruta. Cinco claves para una re-
lacin positiva con el ecologismo, el ecosocialismo y el decrecimiento, Ali-
cia H. Puleo ...................................................................................................... 387
E
cologa y Ecologismo designan un campo de saber y un movimiento social
de redefinicin de la realidad que cobran impulso a finales del siglo XX y
principios del XXI al constatarse la insostenibilidad del modelo de desarrollo
vigente. Hoy remiten a una temtica de vanguardia que est cada vez ms presente
en el centro del debate pblico. La progresiva irrupcin de la ecologa y el ecolo-
gismo en la conciencia humana requiere transformaciones del modelo social y po-
ltico, econmico y cultural. Para hacer frente a los problemas medioambientales y
limitar los daos del cambio climtico que se anuncia, no basta con la bsqueda de
nuevas tecnologas. Indudablemente, estas son indispensables para alcanzar una
gestin energtica ms eficaz, pero la renovacin tecnolgica ha de ser acompaada
del despliegue de una cultura de la sostenibilidad en sus mltiples dimensiones: fi-
losfica, artstica, cientfica en las que las humanidades y las ciencias sociales co-
bran un papel esencial.
Por qu relacionar ecologa y gnero? Varias son las razones. La igualdad efec-
tiva entre hombres y mujeres, as como la construccin de una cultura de la soste-
nibilidad y de un modelo de desarrollo realmente sostenible ocupan un lugar central
entre los retos pendientes del siglo XXI. As lo reconoca su inclusin entre los Ob-
jetivos del Milenio. Por otro lado, como ya en 1995 sealaba la Declaracin final
de la Conferencia de la Mujer de Pekn, la degradacin del medio ambiente y los
desastres naturales asociados a ella repercuten negativamente en toda la pobla-
cin pero especialmente en las nias y mujeres ya que aumentan la cantidad de tra-
bajo no remunerado que realizan, un trabajo imprescindible para la supervivencia
de la comunidad. La crisis ecolgica dificulta y multiplica las tareas que recaen
sobre las mujeres, dada la tradicional divisin sexual del trabajo.
La vinculacin de ecologa y gnero no se limita a su inclusin conjunta en torno
a problemas especficos sin resolver en documentos internacionales de la importancia
de los sealados. Tiene motivaciones de orden epistemolgico, tico y poltico que
animaron el inicio del Proyecto de Investigacin Fundamental no orientada La igual-
dad de gnero en la cultura de la sostenibilidad: Valores y buenas prcticas para el
10 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
desarrollo solidario1 que he dirigido y que da origen a este libro. La idea rectora
que lo preside es que los instrumentos conceptuales desarrollados en la tica eco-
lgica y en los Estudios Feministas, de las Mujeres y de Gnero pueden potenciarse
mutuamente. As, hemos buscado combinar la fuerza analtica de las nociones de
ambos campos para realizar un anlisis crtico de la desigualdad de gnero y de las
formas destructivas de relacin con la naturaleza que estn vinculadas a ella. Du-
rante siglos, la mayor parte de las culturas conocidas han identificado a las mujeres
con la Naturaleza y han establecido un orden jerarquizado por sexos en el que el
colectivo femenino quedaba, salvo raras excepciones, excluido de las instancias de
decisin polticas, econmicas y religiosas, as como de los mbitos de la filosofa,
la ciencia y el arte. Esta marginacin, adems de ser injusta con la mitad de los seres
humanos, estableci una rgida polarizacin por la que ciertos papeles, trabajos,
aptitudes y actitudes emocionales fueron considerados masculinos y superiores
mientras que los concebidos como femeninos eran vistos como subsidiarios e infe-
riores. Esta clasificacin jerarquizada, en ocasiones explcita, y, en todo caso, siem-
pre presente, se convirti en hegemnica a pesar de que, sin las devaluadas labores
y atenciones afectivas adscritas a lo femenino, las tareas consagradas como mascu-
linas, y hasta la vida humana misma, habran sido imposibles.
Independientemente de los intensos debates an no clausurados que generaron
las tesis de las ticas del cuidado y a pesar de sus graves problemas y deficiencias,
es posible afirmar que abrieron un amplio campo de comprensin con respecto a
ciertas prcticas tradicionalmente femeninas que, en el marco contemporneo, pue-
den ser vinculadas a la preocupacin medioambiental y universalizadas como po-
tencialidades propias de todo ser humano. A partir de esta hiptesis, nuestras
investigaciones se han orientado a cuatro objetivos fundamentales: El primero de
ellos consiste en realizar un anlisis crtico de los aspectos sexistas y androcntricos
del pensamiento y la cultura que sean negativos para las personas e incompatibles
con una tica ecolgica a la altura de nuestro tiempo; el segundo, en contrastar los
elementos analizados con producciones culturales alternativas y buenas prcticas
orientadas a la sostenibilidad, en especial con las que provengan de mujeres, bus-
cando visibilizar a estas ltimas como sujetos de cambio; el tercero, en integrar la
dimensin intercultural en la bsqueda de soluciones a los retos ecolgicos y so-
ciales del presente y del futuro prximo, atendiendo a las visiones del mundo de
los pueblos originarios. La finalidad ltima de nuestra tarea consista en avanzar
hacia un marco terico generador de prcticas orientadas a la igualdad real entre
mujeres y hombres, el desarrollo humano, la educacin en valores, la sostenibilidad
ambiental y el respeto a la Naturaleza no humana.
1
FEM2010-15599, concedido por el Ministerio de Ciencia e Innovacin en el marco del VI Plan Na-
cional I+D+I.
INTRODUCCIN 11
Este libro recoge los ltimos trabajos realizados por el equipo del proyecto, as
como otros provenientes de especialistas que colaboraron puntualmente como in-
vitados/as a las reuniones cientficas organizadas por el mismo. No expresa, por lo
tanto, un nico punto de vista que sera representativo de la totalidad de partici-
pantes, sino que, por el contrario, presenta una diversidad de planteamientos que
corresponden a los debates y a las diferencias de posicionamiento que han tenido
lugar a lo largo de los tres aos de trabajo. Se divide en tres grandes partes: Cuerpos,
Territorios y Resistencias. Las dos primeras aluden a los espacios en los que Natu-
raleza y Cultura mantienen complejas relaciones que, desgraciadamente, tienden a
ser de dominio, explotacin y saqueo por la conjuncin de antiguos paradigmas
dualistas de fuerte signo patriarcal y nuevos modelos de globalizacin neoliberal
que se han construido sobre ellos. La tercera rene estudios sobre algunas formas
de resistencia frente a la destruccin de la Naturaleza, un proceso que amenaza las
bases de la vida en la Tierra.
Cuerpos se inicia con el ineludible tema de la incidencia de la contaminacin
ambiental en la salud humana. La endocrinloga Carme Valls-Llobet (Sesgos de
gnero en medioambiente y salud) ilustra, con datos de estudios mdicos recientes,
la peligrosa accin de los disruptores endocrinos en el cuerpo de las mujeres, accin
que va desde la alteracin del ciclo menstrual, la prevalencia de la pubertad precoz,
el sndrome de ovario poliqustico y la mastopata fibroqustica hasta el inquietante
aumento del cncer de mama de los ltimos aos. Ante este panorama, recuerda la
necesidad tanto de realizar cambios en las polticas sanitarias y medioambientales,
como de introducir una formacin docente actualizada, libre de sesgos de gnero
y atenta a la relacin entre medio ambiente y salud.
Con respecto al sesgo androcntrico de la cultura y su interpretacin del cuerpo
femenino, la psicoanalista Pilar Errzuriz (De lo anatmico a lo simblico: el
cuerpo femenino en el divn psicoanaltico) muestra el salto epistemolgico pro-
ducido en la teora psicoanaltica a partir de Lacan, quien sustituye el concepto de
pene por el de falo (significante referencial del sistema sexo-gnero), lo cual facilitara
la comprensin de los procesos psquicos como parte de un contexto civilizatorio y
cultural en el cual se ha instalado la Ley del Padre. Observa que la teora lacaniana,
quizs a su pesar, da cuenta de un recorrido de la especie a dos vas psquica y po-
ltica articuladas por la dialctica naturaleza/cultura.
Cmo vestimos nuestros cuerpos despojando a otros seres vivos de los suyos es
el tema tratado por Lucile Desblache (Las otras vctimas de la moda). Su estudio
parte de datos empricos que revelan la importancia acordada por las mujeres a la
moda y subraya la paradoja de que el colectivo de gnero que se muestra ms sen-
sible a la crueldad hacia los animales manifieste tan poca preocupacin hacia el ori-
gen siniestro de muchos de los productos de cosmtica, ropa y accesorios que le
ofrece el mercado globalizado. Su reflexin se cierra con una llamada a renovar el
12 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
ALICIA H. PULEO
I. CUERPOS
1. Sesgos de gnero en medio ambiente y salud
Carme VALLS-LLOBET
Programa de Mujeres, Salud y Calidad de Vida de Barcelona
L
a relacin del medio ambiente con la salud de los seres humanos que pobla-
mos el planeta Tierra es un ejemplo concreto de la interdisciplinariedad que
debera impregnar la Ecologa cuando analiza los problemas en relacin a
las Ciencias de la Salud. El medio ambiente puede afectar a la salud a travs de la
toxicidad de determinadas sustancias qumicas o minerales que se introducen en el
cuerpo a travs de la piel, del agua y de los alimentos, o de partculas en suspensin
en el aire que se introducen a travs de la respiracin. Tambin las radiaciones ioni-
zantes (Rayos X, radiactividad), o no ionizantes (electromagnetismo, telefona mvil,
antenas) afectan al cuerpo humano por el efecto directo en los tejidos.
Se calcula que, actualmente, el desarrollo industrial ha introducido en la vida
cotidiana de la poblacin unas 80 000 sustancias qumicas, de las que entre 4 000
y 8 000 estn bajo sospecha de toxicidad, y se conjetura que hasta un 45 % de los
alimentos que consumimos contienen residuos txicos, en especial, pesticidas. Y
lo que es ms alarmante, no se conoce la toxicidad del 85 % de los 3 000 productos
qumicos que utilizamos en mayor cantidad.
La constatacin de que algo extrao estaba pasando con los seres humanos se
empez a conocer gracias al libro de Rachel Carson La primavera silenciosa (1962).
La divulgadora y conservacionista norteamericana padeci cncer de mama y muri
despus de enfrentarse a l y denunciar el papel de los productos qumicos en la
presencia de esta enfermedad. Seal que la suya era la primera generacin de seres
humanos nacida en un medio ambiente repleto de contaminantes qumicos desde
la cuna: Por primera vez en la historia del mundo, todo ser humano est ahora su-
jeto al contacto con peligrosos productos qumicos desde su nacimiento hasta su
muerte (Carson, 2005: 15)
Durante la dcada de 1970 se empez a constatar la creciente feminizacin de
peces y cocodrilos en el agua de los grandes lagos contaminados por vertidos txi-
cos. No se desarrollaban los caracteres del macho y se produca atrofia del pene y
22 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
Los efectos de algunos agentes qumicos en la salud como los pesticidas, disol-
ventes, gases anestsicos, derivados de los ftalatos, dioxinas, bifenilos policlorados
y productos derivados de la combustin de la gasolina se han ido conociendo a
travs de los mltiples trabajos de investigacin que se han publicado en los ltimos
treinta aos. La salud ambiental es una ciencia muy reciente todava y que tiene
grandes dificultades supone investigaciones costosas para demostrar las rela-
ciones del medio ambiente con la salud por la complejidad de las puertas de entrada
en el cuerpo humano de las sustancias txicas y por la diversidad de productos y
radiaciones que pueden afectar a la salud. Asimismo, hay que tener en cuenta que
cada txico ambiental puede tener efectos sinrgicos con otros, potencindose mu-
tuamente cuando actan en conjunto sobre los seres humanos.
Los efectos sobre la salud humana se producen en varios momentos del desa-
rrollo y con distinta intensidad y duracin segn el sexo. Ante una misma exposi-
cin txica, mujeres y hombres pueden padecer efectos diferentes, siendo la edad
adems un factor de riesgo. Efectos como la afectacin a la carga gentica de vulos
y espermatozoides, para empezar. Desde el momento de la concepcin y durante el
desarrollo fetal, el medio ambiente en que estn inmersos los padres y madres puede
influir en el sexo del embrin, en el peso y desarrollo cerebral de la criatura, y puede
llegar a tener incluso efectos teratgenos, causando malformaciones congnitas.
SESGOS DE GNERO EN MEDIO AMBIENTE Y SALUD 23
la divisin de tareas, que hacen que las mujeres estn ms expuestas que los hom-
bres a agentes qumicos potencialmente txicos, porque realizan ms tareas de lim-
pieza o de proximidad con exposicin a pesticidas, como en el caso de la jardinera.
Una excelente revisin publicada en 2006 por Reini R.W. Breetveld y colabora-
dores del Departamento de Epidemiologa y Bioestadstica de la Radboud Uni-
versity Nijmegen Medical Centre en Holanda, demuestra el efecto de la
exposicin a pesticidas en las alteraciones del sistema reproductivo de las mujeres
(Bretveld, Thomas, Scheepers, Zielhuis, Roeleveld, 2006). Este mismo grupo de in-
vestigacin seala los altos niveles de pesticidas hallados en empleadas que trabajan
en jardineras y que, al tocar las plantas o plantarlas, acaban inhalando o captando
a travs de la piel su contenido en pesticidas (Bretveld, Zielhuis, Roeleveld, 2006).
En Espaa, el investigador Nicols Olea (Botella, Crespo, Rivas, Cerrillo, Olea-Se-
rrano, Olea, 2004) coordin un estudi en 2003 en el que se midieron los niveles
de pesticidas en la sangre y tejido adiposo de 200 mujeres de Andaluca, y en ellas
encontr niveles elevados de metabolitos de DDT (DDE) y aldrn, dieldrn, endrn,
lindano, metoxicloro y endosulfn.
La disrupcin puede presentarse en todas las fases de la regulacin hormonal:
en la sntesis, cuando las hormonas se forman en el interior de las clulas; en la li-
beracin de las hormonas desde las clulas a la sangre; en el almacenamiento de di-
chas hormonas en el interior de las glndulas endocrinas; en el transporte de las
hormonas cuando circulan en la sangre unidas a unas protenas; en el reconoci-
miento de la hormona y su receptor celular que es el modo como realiza su funcin
en las clulas del cuerpo; y tambin pueden interferir en la activacin hormonal ce-
lular despus de que se haya activado el receptor.
Los efectos en la salud de las mujeres que se han podido evaluar, en relacin a
productos que estn en el medio ambiente, han sido el incremento de los siguientes
trastornos o enfermedades:
- Pubertad precoz.
- Metrorragias y alteracin del ciclo menstrual con dficit de fase lutenica.
- Sndrome de ovario poliqustico, entre el 4 y el 8 % de la poblacin femenina.
- Endometriosis, entre el 5 y el 8 % de la poblacin femenina, y con una inci-
dencia que no cesa de aumentar.
- Fibromas uterinos.
- Trastornos de implantacin del feto: abortos, placenta previa, madurez de la
placenta.
- Mama fibroqustica por exposicin en la vida adulta y tambin por exposicin
fetal.
PUBERTAD PRECOZ
ENDOMETRIOSIS
FIBROMAS UTERINOS
MAMA FIBROQUSTICA
Aunque el Plan de Accin sobre Medio Ambiente y Salud 2004-2010 que la Unin
Europea puso en marcha de obligado cumplimiento para todos los estados miem-
bros no se ha cumplido en la mayora de sus propuestas, ha servido para que se
constaten al menos de forma fehaciente las relaciones de los contaminantes am-
bientales con la salud puestas en duda anteriormente. La revisin intermedia del
Plan hace las siguientes consideraciones:
32 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
AKSGLAEDE, L., OLSE L. W., SORENSEN, T. I. A., JUUL, A. (2008): Forty years trends
in timing of pubertal growth spurt un 157 000 Danish school childre, PluS One,
3(7).
, SORENSEN, K., PETERSEN J. H., SKAKKEBAEK, N. E., Juul, A. (2009): Recent
decline in age at breast development. The Copenhagen puberty study, Pediatrics,
123(5), pp. 932-939.
SESGOS DE GNERO EN MEDIO AMBIENTE Y SALUD 33
BRETVELD, R., THOMAS, C., SCHEEPERS, P., ZIELHUIS, G., y ROELEVELD, N. (2006):
Pesticide exposure: the hormonal function of the females reproductive system
disrupted, Reproductive Biology and Endocrinology 4, pp. 30-57.
, ZIELHUIS, G. A. y ROELEVELD, N. (2006): Time to pregnancy among female
greenhouse workers, Scand J Work Environ Health, 32(5), pp. 359-367.
BOTELLA, B., CRESPO, J., RIVAS, A., CERRILLO, I., OLEA-SERRANO, M. F., OLEA, N.
(2004): Exposure of women to organochlorine pesticides in Southern Spain, En-
vironmental Research 96, 1, pp. 34-40.
CAKMAK, H., TAYLOR, H. S. (2010): Molecular mechanism of treatment resistance
in endometriosis: the role of progesterone-hox gene interactions. Seminars in
Reproductive Medicine, 28(1), pp. 69-74.
CARSON, Rachel (2005): Primavera silenciosa, edicin y traduccin Joandomnec
Ros, Barcelona, Crtica.
CRAIN, A. et al. (2008): Female reproductive disorders; the roles of endocrine-dis-
rupting compounds and developmental timing, FertilSteril, 90(4), pp. 911-940.
DIAMANTI-KANDARAKIS, E., PIPERI, C., SPINA, J., ARGYRAKOPOULOU, G., PAPANAS-
TASIOU, L., BERGIELE, A., PANIDIS, D. (2006): Polycystic ovary syndrome: the in-
fluence of environmental and genetic factors, Hormones (Athens), 5(1), pp.
17-34.
FARR, S.L., COOPER, G. S., CAI J., SAVITZ, D. A., SANDLER D. P. (2004): Pesticide use
and menstrual cycle characteristics among premenopausal women in the Agricul-
tural Health Study, American Journal of Epidemiology, 160(12), pp. 1194-1204.
KORTENKAMP, A., MARTIN, O., FAUST, M., EVANS, R., MCKINLAY, R., ORTON, F.,
ROSIVATZ, E. (2012): State of the Science of Endocrine Disrupting Chemicals,
Final report, OMS.
FERNNDEZ, M. O., BOURGUIGNON, N., LUX-LANTOS, V., LIBERTUN, C. (2010):
Neonatal exposure to bisphenol A and reproductive and endocrine alterations
resembling the polycystic ovarian syndrome in adult rats, Environmental Health
Perspectives, Sep., 118(9), pp. 1217-1222.
GIUDICE, L.C. (2010): Endometriosis, New England Journal of Medicine,
362(25): pp. 389-2398.
GUO, S.W. (2009): Epigenetics of Endometriosis, Molecular Human Reproduc-
tion, 15(10), pp. 587-607.
HODGES HODGES, L. C., BERGERSON, J. S., HUNTER, D. S., WALKER, C. L. (2000):
Estrogeniceffects of organochlorine pesticides on uterine leiomyoma cells in
vitro, Toxicological Sciences, 54(2): pp. 355-364.
JACKSON, L. W., ZULLO, M. D. et al. (2008) The association between heavy metals,
endometriosis and uterine myom as among premenopausal women, National
Health and Nutrition Examination Survey 1999-2002, Human Reproduction,
23(3): pp. 679-687.
34 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
P
ensar el cuerpo humano desde disciplinas tales como la filosofa, el psicoa-
nlisis, la psicologa, el feminismo, la ecologa y los estudios de gnero remite
inevitablemente al viejo conflicto entre naturaleza y cultura, en otras palabras,
a la construccin discursiva e imaginaria que ha efectuado el sistema sexo-gnero
con los datos biolgicos/anatmicos, conformando lo que hoy entendemos como
cuerpos sexuados. De manera que, hablar de cuerpos desde una perspectiva psico-
analtica de gnero, precisa delimitar los rdenes que vamos a abordar: el orden de
lo dado biolgica/anatmicamente, y aquellos definidos por la triloga lacaniana
R. S. I.: lo Real,1 lo Simblico, lo Imaginario,2 rdenes inseparables para la teora
psicoanaltica en lo que se refiere a la constitucin del sujeto, la construccin del
inconsciente y del psiquismo.
Es necesario detenerse en este punto. Desde el momento en que la reflexin de
Lacan sita explcitamente el orden simblico en el registro de la Ley del Padre, es
decir, en un ordenamiento patriarcal secular, nos encontramos reducidas a la her-
menutica hegemnica de un discurso dominante por la cual la diferencia de los
sexos se jerarquiza y lo masculino pasa a ser el referente por excelencia del Uno
universal. El mrito de la teora lacaniana consiste en sutilizar los preceptos freu-
dianos ms prximos a las diferencias anatmicas entre los sexos, insertando a estas
ltimas explcitamente en el orden simblico.
1
En este texto consideramos lo Real como lo no simbolizado, es decir aquello del mbito de la
psicosis, por eso lo distinguimos de lo bio-anatmico.
2
Jacques Lacan teoriza sobre este tema hasta llegar a una concepcin de entrelazamiento entre tres
elementos: lo real, lo simblico y lo imaginario para dar cuenta del funcionamiento psquico. Lo real
es aquello que escapa a la simbolizacin, el lugar de la locura que desafa los otros rdenes. Lo simblico
es definido como el lugar del significante y de la funcin paterna. El imaginario, conjunto de represen-
taciones inconscientes, constituye el lugar de las ilusiones del Yo (Roudinesco y Plon, 2000).
38 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
LO IMAGINARIO DE LO ANATMICO
3
Numerosos estudios arqueolgicos que se remontan siglos antes de la era cristiana, en particular
antes de la aparicin de la escritura, remiten a hallazgos que dejan suponer otro orden simblico,
aquel de un referente femenino, entre el ao 7 000 A.C. hasta el 500 a. C. a partir de cuando desaparece
todo vestigio. Incluso autores sugieren que dicho orden datara desde el Paleoltico Superior, 25 000
aos a. C. (Stone, 1993; Lerner, 1990).
DE LO ANATMICO A LO SIMBLICO: EL CUERPO FEMENINO EN EL DIVN... 39
civilizatorio por parte de los dominantes sobre las dominadas poco aptas, segn
aquellos, para compartir la conduccin poltica y social de una comunidad (Bacho-
fen, 1861; Harrison, 1927; Graves, 1968; Lerner, 1990; Stone, 1993; Rodrguez, Se-
rrano, 2005). Uno de los principales argumentos a los que se recurri para justificar
la dominacin del colectivo masculino sobre el femenino se bas en la teora de la
cercana mayor de la mujer con la naturaleza versus aquella del varn con la cultura,
la que, por definicin, ordena y subyuga a la primera.
La Modernidad Occidental, provista ya de todos los datos de las diferencias bio-
lgicas, anatmicas y funcionales entre los sexos que contradijeron la distorsin
con respecto al sexo de la mujer, se vio en la obligacin de aceptar el dualismo se-
xual, reemplazando al monismo histrico que prim en el discurso mdico y filo-
sfico hasta el siglo XVII: un sexo nico con diferentes grados de perfeccin, siendo
el varn el modelo acabado con excelencia. Sin embargo, el sistema sexo-gnero
con su capacidad de metaestabilizacin,4 no dud en construir nuevos argumentos
a favor de la superioridad del colectivo de varones sobre aquel de las mujeres. Los
nuevos argumentos siguieron el mismo patrn jerarquizante, tal como hemos com-
probado en nuestra investigacin sobre la misoginia decimonnica, en todas las dis-
ciplinas, desde la Medicina hasta el arte y en especial el estudio de las subjetividades
con la psicologa y el psicoanlisis (Errzuriz, 2012).
La teora psicoanaltica de la mano de Freud y discpulos coadyuv con entu-
siasmo a explicar la diferencia sexual de una manera subjetiva: retom el monismo
sexual, no ya en clave anatmica sino psquica. El ser humano, sujeto incipiente,
hombre o mujer, se encuentra poseedor/a de una libido igual para ambos, caracte-
rizada como activa, masculina, o en el mejor de los casos, indeterminada.5 Segn
su teora, desde este origen psquico comn e idntico se construir una diferencia
sexual en las subjetividades de hombres y mujeres como consecuencia de la per-
cepcin de una diferencia anatmica previamente calificada: tener pene, siendo lo
ptimo; no tenerlo, lo adverso. Solo se necesit una metfora para designar la dife-
rencia entre los cuerpos: la castracin. Esta aparente y falsa castracin del cuerpo
femenino fue el ltimo eslabn de la misoginia decimonnica en tanto coartada
para seguir perpetuando la dominacin masculina, as justificada.
4
El patriarcado es el conjunto metaestable de pactos, asimismo metaestables entre los varones
(Amors, 1992: 52), pactos explcitos o implcitos para perpetuar el sistema androcntrico material y
simblico. El patriarcado es un sistema milenario que va adaptndose a cada nueva estructura eco-
nmica y poltica (Puleo, 1998: 41).
5
Libido significa deseo en latn y fue re-conceptualizado por Freud como manifestacin de la
pulsin sexual en la vida psquica y, por extensin, en la sexualidad humana en general (Roudinesco
y Plon, 2000).
40 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
6
El trmino de mutilacin fue usado por Karl Abraham, discpulo y amigo de Freud, para des-
cribir la falta de pene en la nia, aadiendo incluso una suerte de confirmacin de ella, a posteriori,
en el momento de la menarquia, resignificando la supuesta mutilacin original (Mitchell, 1981).
7
La segunda tpica de la teora freudiana sobre la conformacin del aparato psquico designa dos
lugares: el Ello primigenio, concebido como un conjunto de naturaleza pulsional, y el Yo, que aparece
como lugar de apoyo para la autoconservacin, como posible objeto de amor para el sujeto y como
asiento de la instancia moral que se denomina el Supery (Roudinesco y Plon, 2000).
8
El Maestro se refiere al cltoris.
9
Durante mi prctica clnica con nios desde 1979 en adelante, nunca pude constatar semejante
fantasa en nias. Aparecieron, en cambio, representaciones de inequidad producto de normas de g-
nero y de rebelda proyectadas o incluso explicitadas sobre tratamiento desigual con sus coetneos
varones por parte de las instituciones (familia, escuela).
DE LO ANATMICO A LO SIMBLICO: EL CUERPO FEMENINO EN EL DIVN... 41
10
La cursiva es ma para subrayar el concepto de creencia. Sera una creencia, es decir, tener por
cierto algo que no se sabe si lo es. Esta creencia constituira la base del andamiaje del desprecio por
parte de los hombres hacia las mujeres, empezando por la madre cuando se le desprecia por su su-
puesta castracin. Es decir, esta creencia sobre la inferioridad de quien no tiene pene apela a la creencia
complementaria, la superioridad de quien tiene pene. Sobre esta conjetura que data de la infancia se
afirma el sistema patriarcal?
11
La cursiva es ma para subrayar el subtexto implcito en estas frases: la nia advierte la signifi-
cacin de la diferencia que es, en el orden simblico, una jerarqua en virtud de la cual la feminidad
(la mujer) est en situacin de inferioridad. Este hecho, aade Freud, es preciso confesarlo. O sea,
DE LO ANATMICO A LO SIMBLICO: EL CUERPO FEMENINO EN EL DIVN... 43
ha llegado la hora de la verdad, hay que confesar que la significacin de no tener pene es sinnimo de
inferioridad. Si hay que confesar dicha verdad es porque se mantena oculta. Qu es lo que el Maestro
mantena oculto y por qu un repliegue culposo?: solo se confiesan las faltas y pecados Esto nos
confirma que el Maestro est muy al corriente de que el sistema patriarcal ha construido un discurso
en detrimento de lo femenino. Y por qu se culpara (es preciso confesarlo) a no ser que conside-
rara esta jerarquizacin como arbitraria?
44 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
12
Lo cual sucede en el tercer ao de vida y como consecuencia de la prohibicin del incesto, con-
sistente para el infans en renunciar a su objeto sexual adulto (padre/madre), correlativo del complejo
de castracin y del establecimiento de la diferencia sexual (Roudinesco y Plon, 2000: 757).
13
Meme sera el correlato cultural del gen (gene) perpetuado por imitacin de generacin
en generacin, lo que sera filomemtico en contrapartida con lo filogentico (Chavalarias y Coin-
tet (2013).
DE LO ANATMICO A LO SIMBLICO: EL CUERPO FEMENINO EN EL DIVN... 45
dos entidades, cuerpo materno e infans, imaginado como cuerpo materno y pene?
Sera la castracin primigenia que no puede ser ni imaginada ni simbolizada, resig-
nificada por la diferencia sexual (castracin edpica) gracias a un recubrimiento de
lo imaginario sobre lo real: es el Yo quien toma el relevo de la angustia del Je,
para gran alivio del sujeto, puesto que el Yo puede jugar sus seuelos ilusorios de
completitud y de satisfaccin total del deseo.14 Este malabarismo solo es posible
gracias al sostn simblico que le provee el orden androcntrico: la prdida de algo
del cuerpo de la madre/mujer significada como castracin (prdida de un supuesto
pene o prdida de su producto, el hijo/a? ) y, por lo tanto, como falta, como imper-
feccin, toma el relevo de una prdida ms difusa y profunda que se confunde entre
una nostalgia posiblemente cenestsica (Anzieu, 1998) y el cors de frustracin que
pone el lenguaje a toda demanda acerca de un retorno imposible al no deseo (Au-
lagnier, 1975). Todo ello en un confuso intento proyectivo a la vez que especular
para explicarse el displacer de la falta.
14
En francs, existen dos trminos para designar el Yo. Yo como ser sujeto = Je, y la instancia
imaginaria del lugar por excelencia del Yo = Moi, con sus fenmenos de ilusin y de seuelo (Roudi-
nesco y Plon, 2000: 500). El Moi lacaniano correspondera al Yo freudiano, y para traducir el Je re-
curriremos al s mismo sin la intencin de que se lea este trmino en su traduccin inglesa de self,
propio de la teora psicoanaltica de Winnicott.
DE LO ANATMICO A LO SIMBLICO: EL CUERPO FEMENINO EN EL DIVN... 47
activa en la maternidad, o, por ltimo, protestar frente al sistema que no provey para
ellas el sostn simblico para constituirse en sujeto sustantivo (Freud, 1931/1981).
Esto ltimo es denominado elegantemente por la teora psicoanaltica como la envidia
de pene.
Desde esta interpretacin podramos incursionar en terrenos arcaicos ms con-
trovertidos, como por ejemplo la sustitucin por dioses masculinos, eventualmente
un dios nico, de las deidades femeninas que ordenaron por siglos el sistema sim-
blico, como exhaustivamente lo demuestra el estudio de Merlin Stone, Cuando
Dios fue una mujer (Stone, 1993). Podemos pensar que el andamiaje del sistema
sexo-gnero androcntrico ha sido una maniobra defensiva psicopoltica til para
sostener el deseo y correr detrs del seuelo. El deseo (libido) en ambos sexos parte
de una prdida primigenia que es comn a todo humano. Como expresa Soler, la
paridad [entre los sexos] en la falta resulta restablecida (Soler, 2006: 42). Pero no
es suficiente para debilitar el andamiaje que transforma esta prdida simblica en
imaginaria, basado en una creencia de un rgano universal que unos conservan y
otras pierden. Y si esta conceptualizacin en trminos de tener/no tener, flico/cas-
trado, remite, como seala Ravinovich, a una privacin de algo inscripto en el
orden simblico, ya est todo develado. Retomamos la cita de Lacan ya mencio-
nada acerca de que la castracin es una relacin del sujeto con el falo que se es-
tablece independientemente de la diferencia anatmica de los sexos y que es, por
ello, una interpretacin especialmente espinosa en la mujer y con relacin a la
mujer (Lacan, 1985: 666, en Ravinovich, 1995/2009: 19), y pensamos que lo espi-
noso no solo es la falsa interpretacin de una mutilacin de un supuesto pene fe-
menino, sino que ms bien lo espinoso es el exilio de lo femenino del orden
simblico. El ejemplo por excelencia lo constituye el mito del nacimiento de Atenea
de la cabeza de Zeus sin mediacin de un cuerpo de mujer, cuerpo que a su vez
haba sido devorado por el mismo Zeus. Robert Graves sugiere que este mito re-
presenta cmo el culto a los Olmpicos y a Zeus sustituy el antiguo culto a la diosa,
en este caso Metis, que qued incorporada dentro de Zeus, cuyo producto, Atenea,
es propiedad solo del dios en clara subordinacin (Graves, n. d.).15
Lo que la teora psicoanaltica denuncia, a pesar suyo, es la construccin imagi-
naria de un sistema de valoracin sexo-genrica que durante siglos ensalz la pose-
sin de un rgano con el fin de delimitar dos colectivos, uno dominante y otro
15
Jane Ellen Harrison (1850-1928), acadmica e investigadora de la mitologa griega en Cam-
bridge, considera que el mito del nacimiento de Atenea de la cabeza de Zeus fue un modo de subor-
dinar la figura de la diosa de Atenas a un dios varn superior. Atenea era la representante de la
sabidura y el conocimiento perteneciente al culto de los Titanes (Metis, la inmortal, estara en el
origen de la existencia de la diosa). Fue despojada de parte de sus cualidades cuando dicho culto fue
suprimido por los aqueos, quienes impusieron la veneracin de Zeus, en tanto el dios ms poderoso.
48 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
AMORS, Celia (1992): Notas para una teora nominalista del patriarcado, en As-
parka, Universitat Jaume I, Castelln, pp. 41-58.
ANZIEU, Didier (1998): El yo piel, Madrid, Biblioteca Nueva.
AULAGNIER, Piera (1975): La violence de lInterprtation, Paris, PUF.
BACHOFEN, Johan Jacob (1861): Das Mutterrecht: eine Untersuchung ber die Gy-
naikokratie der alten Welt nach ihrer religisen und rechtlichen Natur, Stuttgart.
BUTLER, Judith (2002): Cuerpos que importan, Buenos Aires, Paids.
CHAVALARIAS, David, COINTET, Jean-Philippe (2013): Phylomemetic patterns in science
evolution. The rise and fall of scientific fields, Plos.One, February 11, 2013, DOI:
10.1371/journal.pone.0054847http://www.plosone.org/article/info%3Adoi%2F10.1
371%2Fjournal.pone.0054847 (consultado el 17 de diciembre de 2013).
ERRZURIZ, Pilar (2012): Misoginia romntica, psicoanlisis y Subjetividad feme-
nina, Zaragoza, Prensas Universitarias.
FREUD, Sigmund (1912-1913): Ttem y Tab, Obras Completas (1981), Madrid,
Biblioteca Nueva.
(1931): Sobre la sexualidad femenina, Obras Completas (1981), Madrid, Biblio-
teca Nueva.
(1933): La feminidad, Obras Completas (1981), Madrid, Biblioteca Nueva.
GRAVES, Robert (1968): Greek Myths and Legends, Londres, Cassell.
HARRISON, Jane Ellis (1927/2010): Themis: A Study of the Social Origins of Greek
Religion, New York, Cambridge University Press.
IRIGARAY, Luce (1974): Ce sexe qui nen est pas un, Paris, Minuit.
LACAN, Jacques (1985): La Significacin del falo, Escritos, tomo II, Buenos Aires,
Siglo XXI.
LERNER, Gerda (1990): La creacin del patriarcado, Barcelona, Crtica.
DE LO ANATMICO A LO SIMBLICO: EL CUERPO FEMENINO EN EL DIVN... 49
E
l carcter intrnsecamente efmero de la moda, limitado al mbito de la ropa
o ms all de l, facilita la adaptacin a las mutaciones constantes de las cul-
turas contemporneas y es muy apreciado por las sociedades de mercado.
Este fenmeno consumista otorga a los individuos, y particularmente a las mujeres
cuya expresin identitaria se halla ms fuertemente ligada a la moda, el sentimiento
de estar en una transformacin perpetua. Sugiere la posibilidad de infinitas meta-
morfosis, de modelos de crecimiento econmico a esos seres en devenir que somos,
los humanos que deseamos sin fin (Vaneigem, 1996). Si bien el impacto de la vo-
rgine de la moda es cada vez ms visible, esta valoracin de lo nuevo y de lo mo-
mentneo est creciendo desde la implantacin de la moda industrial en los pases
occidentales. Gilles Lipovetsky ha trazado un retrato completo de ello desde 1987.
No obstante, si esta moda hoy omnipresente es muy estudiada como fenmeno de
sociedad, ha sido poco conceptualizada, en particular con respecto a lo que su pro-
duccin implica. hasta ahora, la inmensa mayora de los productos de maquillaje
y de toilette son experimentados en animales1 y muchos de ellos contienen ingre-
dientes de origen animal. adems, un gran porcentaje de la vestimenta utiliza pro-
ductos extrados de animales vivos o a los que se ha dado muerte para ese uso, de
la lana a la seda, de la piel a las plumas y los duvets.
Querra considerar aqu a la moda en ese contexto particularmente no pensado
de lo que Roland barthes habra podido llamar el tringulo combinatorio2 de la
moda, las mujeres y los animales, centrndome esencialmente en el caso de la Fran-
1
El Reglamento (CE) n 1223/2009 del Parlamento Europeo y del Consejo de 30denoviembre
de 2009 sobre los productos cosmticos prohbe en Europa, a partir del 11 de julio de 2013, toda
venta de productos cosmticos que hayan sido experimentados en animales.
2
Puede encontrarse a lo largo de todo su Systme de la mode (1967) la idea de que el sistema de la
moda, como una lengua, est ligado por una combinatoria de signos. Ver en particular las pginas 93,
203 y 206.
52 ECoLoGa y GNERo EN DiLoGo iNTERDiSCiPLiNaR
cia de hoy en da. No nos puede sorprender que los animales no sean tenidos en
cuenta en la ptica de la corriente dominante de la moda, mercantilizada y masifi-
cada. Sin embargo, en el siglo xxi, numerosos movimientos alternativos tratan de
pensar la moda como plataforma tica, como metamorfosis social que desafa a la
produccin de masas. Cuando estos movimientos estn vinculados a la ecologa o
al desarrollo sostenible, a perspectivas feministas o a filosofas que preconizan un
retorno a una mejor calidad de vida, como el movimiento lento (slow), por no citar
ms que uno, cualesquiera sean las orientaciones de sus miradas, resulta an ms
sorprendente que la reflexin sobre los animales que contribuyen de manera tan
fundamental en la vestimenta, los accesorios y el maquillaje, y que son tan frecuen-
temente vctimas de esta aportacin est prcticamente ausente.
Mi objetivo ser, pues, reflexionar sobre esta ausencia desde el contexto del
tringulo combinatorio mencionado anteriormente. al haber elegido explorar
la paradoja de la negacin de los animales, principalmente entre las mujeres, mi
objetivo, ciertamente, no es esencializar la diferencia de los sexos en lo que con-
cierne a sus actitudes con respecto a los animales. hombres y/o mujeres pueden
apoyarlos, explotarlos o ser indiferentes a su suerte. adems, la moda, si bien sigue
siendo altamente generizada y puede constituir casi una obsesin para algunas
mujeres, interesa cada vez ms a los hombres. Traduce un deseo de esttica de
un nuevo comienzo (baudrillard, 1976) y de aceptacin social para ambos sexos
que es inherente a las sociedades occidentales actuales. No obstante, histrica y
culturalmente, las mujeres mantienen a la vez relaciones estrechas con la moda
sus maneras de vestir, de peinarse y el hecho de maquillarse responden, en
efecto, a ciertas tendencias, presiones o cdigos sociales que forman parte de sus
hbitos y con los animales, que se han incorporado siempre a su vida cotidiana
de manera quizs ms sistemtica que en la de los hombres, como sealar en el
siguiente apartado. Esta paradoja, que les lleva en la mayor parte de los casos a ig-
norar la explotacin animal sobre la que se funda la moda, a no reflexionar sobre
esta ltima, es, pues, reveladora de una ambigedad silenciada y que es necesario
examinar.
MUjERES y aNiMaLES
3
Para un listado de artculos universitarios que sealan la tendencia de las mujeres a sentirse ms
concernidas que los hombres por la crueldad hacia los animales, ver Kruse (1999), en particular la
pgina 180. Puede consultarse online. En lo que se refiere al impacto femenino en el estudio cientfico
de los animales, nos referiremos en concreto a la obra de Donna haraway, a una pltora de trabajos
de primatlogas de las que jane Goodall ha sido la ms clebre; y a las publicaciones de Vinciane
Despret. Esta ltima resume los rasgos esenciales de ese impacto de las mujeres en el captulo Les
animaux rendent les hommes intelligents, en Karine Lou Matignon, a lcoute du monde sauvage.
Pour rinventer notre avenir, Paris, albin Michel, pp. 149-169. Tambin puede consultarse las obras
de Val Plumwood y Carol adam; en particular, el libro de Carol adams y josephine Donovan animals
and Women.
4
They [women supporting the animal rights movement] saw symbolic connections between
the status of women and animals in society, but also identified personal experiences they considered
to be similar to those of animals, including violence, disempowerment, lack of voice and treatment
as objects. (Gaarder, 2011: 149).
5
Sobre temas controvertidos, los porcentajes varan segn la pgina de que se trate. En las corres-
pondientes a simpatizantes de los animales, como Mes opinions, un sondeo sobre las pieles recoge
un 99 % de votos contra el uso de pieles de un total de 19 576 participantes, hombres y mujeres. En
un portal ms neutro, como 1001-votes.com, el resultado del sondeo de 2006 tes-vous pour ou
contre lusage de la fourrure dio los siguientes resultados: 87, 1 % contrarios, 12,9 a favor. Ver
http://www.1001-votes.com/vote/sondage__pour_ou_contre_la_fourrure__21948.html (consultado
el 5 de mayo de 2013).
6
Ver la pgina de la liga RoC: http://www.roc.asso.fr/non-chasseur/sondage-chasse-femme.html
(consultado el 5 de mayo de 2013).
7
Sondeo efectuado por la Comisin Europea: http://ec.europa.eu/public_opinion/archi-
ves/ebs/ebs_340_en.pdf (consultado el 5 de mayo de 2013).
54 ECoLoGa y GNERo EN DiLoGo iNTERDiSCiPLiNaR
sagran, por cierto, una hora y cuarenta minutos ms que ellos de media por da, los
momentos que ms aprecian de esas tareas, despus de ocuparse del jardn, son los
consagrados a los cuidados a los animales (igual que el tiempo que pasan con los
nios).8 adems, a nivel mundial, las veterinarias son ms numerosas que los hom-
bres y en algunos pases como Estados Unidos y Francia esta tendencia se ha incre-
mentado en veinte aos, con un 75 % de mujeres en los colegios veterinarios en la
actualidad.9 Podra continuar exponiendo este palmars de afinidades de las mujeres
con los animales pero estos pocos ejemplos bastan para ilustrar la tendencia general.
Sin embargo, el mercado textil y cosmtico es inseparable de un uso abusivo de
los animales. Del conejo de angora al gusano de seda, del mutn a la cabra, de los
avestruces a los jabales, de los zorros a las gamuzas, de la foca a la llama, la mayor
parte de los mamferos no humanos y ciertos no mamferos son cazados o criados
y matados para obtener su piel u otra sustancia. La moda, tanto de la ropa como
de la cosmtica, es uno de los sectores de la industria ms floreciente, y uno de los
que ms explotan a los animales. Por qu se da la prioridad al objeto en vez de
drsela al ser vivo? Por qu se aceptan objetos obtenidos a travs de un proceso
cruel a menudo condenado por las consumidoras?
algunas respuestas a estas preguntas tienen orgenes histricos y culturales. Las ac-
titudes francesas con respecto a los animales siguen siendo mayoritariamente las de
una poblacin catlica campesina en la que el papel de los animales es servir a los
seres humanos. Como muestra Catherine Paysan en una de sus obras autobiogrficas
(Paysan, 1997), el ochenta por ciento de los franceses proviene del pequeo campe-
sinado, de ah que existan ms actitudes ecolgicas que animalistas en la mayor parte
de los franceses para quienes, tradicionalmente, los animales eran, antes que nada,
instrumentos de subsistencia que formaban parte del medio de subsistencia. Cuando
la vida es difcil para los humanos, lo es an ms para los animales, a quienes se
otorga un estatus inferior: un animal (y sus productos) es algo que se transforma en
dinero, que se utiliza como auxiliar de trabajo o se come. Quizs esto explique el
hecho de que, segn ciertos socilogos, la tradicin francesa se caracteriza por una
ruptura ms acentuada entre la vida biolgica y la vida social10 (Despret, 2009: 74).
8
insee, Enqute emploi du temps 2010, Les moments agrables de la vie quotidienne
http://insee.fr/fr/themes/document.asp?reg_id=0&ref_id=ip1378 (consultado el 5 de mayo de 2013).
9
Esta tendencia es mundial. En Francia, se constata que la tasa de mujeres admitidas en el con-
curso de entrada a los colegios veterinarios ha pasado del 60 % al 75 % entre 2000 y 2008 (Langford,
2010) (consultado el 5 de mayo de 2013).
10
La autora retoma aqu una idea de Gilles Le Pape (1993).
LaS oTRaS VCTiMaS DE La MoDa 55
11
agricultura Quedan menos de un milln de agricultores en Francia. Segn el ltimo censo
agrcola, en diez aos, una de cada cuatro explotaciones ha desaparecido, France-Soir, 15 de sep-
tiembre de 2011.
http://www.francesoir.fr/actualite/societe/agriculture-il-reste-moins-d-un-million-d-agriculteurs-
en-france-137428.html (consultado el 5 de mayo de 2013).
12
Ver especialmente el captulo V del primer tomo: Du lin et du chanvre, p. 208.
56 ECoLoGa y GNERo EN DiLoGo iNTERDiSCiPLiNaR
plo, en la asistencia mdica y familiar necesaria para una persona que quiere dejar
de fumar. ahora bien, si las costumbres de las abuelas o de las madres de las jvenes
consumidoras proponen modelos en que los animales son meros recursos naturales
considerados como propios, todo en la sociedad refuerza esa actitud. Se anima a
las mujeres a seguir las corrientes de la moda, a consumir tendencias sin plantearse
preguntas sobre lo que la compone. algunos llegan a decir que ellas se pliegan a
una dictadura de la apariencia segn la cual estar bien vestida genera respeto
y si es verdad que estar maquillada da ms confianza en una misma, parecera que
los otros tengan tambin ms confianza en nosotras con un toque de rubor o un
poco de maquillaje (Schneider, 2012). aunque la moda actual ofrece un amplio
abanico de posibilidades de eleccin, el 32 % (de las francesas) consideran la be-
lleza o cuidarse como un deber, una obligacin social y necesaria en su relacin con
los dems (berger, 2012). Un sondeo britnico de 2012 revela que el 70 % de las
mujeres tendra miedo de ir a trabajar sin maquillaje (Stevens, 2012).13 Ms all del
deseo de sentirse bien y de agradar a los dems, parece presente la presin del con-
formismo social. adems, como para otros productos, numerosas mujeres perma-
necen fieles a su marca, en particular con los perfumes. En lo que concierne a la
ropa, a excepcin de las pieles, pocas son las que rechazan los productos fabricados
a partir de animales (zapatos de cuero, americanas de lana), a lo que hay que aa-
dir que, a menudo, las alternativas de calidad son costosas y se encuentran con di-
ficultad. Si bien las mujeres, segn un sondeo europeo de octubre de 2012,14 leen
las etiquetas de composicin de los artculos ms sistemticamente que los hombres,
no parecen querer informarse ms que ellos sobre el proceso que ha llevado a la fa-
bricacin del producto terminado. Como escriba Marguerite yourcenar, amante
de los animales y siempre un poco misgina, las mujeres no tienen al respecto nin-
gn trapo como excusa (yourcenar, 1991: 333).
13
Este sondeo ha sido realizado a 3 000 mujeres para Vitality Show, un saln de belleza britnico.
14
There [] is a very clear trend for women to check the ingredients or composition of products
before buying them more than men. Women are particularly likely to check the following products
more than men: cosmetics and beauty products, clothes, food, toys, cleaning products and furniture
. http://ec.europa.eu/public_opinion/flash/fl_361_en.pdf (consultado el 6 de mayo de 2013).
LaS oTRaS VCTiMaS DE La MoDa 57
lo que se refiere a la ropa y otros accesorios, los animales continan siendo objetiva-
dos, pero de una manera distinta. Mientras que la gran mayora de las mujeres estaba
implicada en ciertos procesos de elaboracin necesarios al vestido y a la perfumera
(trabajaban la lana, el cuero o la seda, recogan y cardaban el lino y el camo, u
otros vegetales) ahora son en su mayor parte, desde hace unos cien aos, nicamente
consumidoras de estos productos. De ah deriva una indiferencia generalizada con
respecto al proceso de fabricacin de lo que se lleva. Los criterios esenciales son la
disponibilidad, el confort, el precio, la esttica y el prestigio.
Por tomar el ejemplo de los textiles, quin conoce ahora la diferencia entre fi-
bras sintticas y artificiales?15 Quin puede pretender cultivar esas fibras o incluso
conocer su proceso de fabricacin, sin hablar del origen vegetal de las telas que se
llevan? Una creciente diversificacin de los materiales, ligada a la ignorancia del
pblico en lo que se refiere a los productos naturales, contribuye a cierta confusin
entre consumidores y consumidoras, que ya no saben muy bien lo que compran.
En un nmero especial consagrado a las fibras naturales, Lcologiste16 propone
un artculo de fondo sobre la seda. ahora bien, este artculo, rico en informaciones
histricas sobre la manufactura de la seda, no dice nada sobre los procedimientos
utilizados para confeccionarla ni de los animales vivos que constituyen su materia
prima. Una escisin semejante parece existir entre las mujeres interesadas por el
producto terminado de la moda, que lo consumen sin preguntar, y las que trabajan
en la industria del vestido, del textil y de los cosmticos, en la mayor parte de los
casos como obreras.17
Esta indiferencia y esta falta de toma de conciencia con respecto al mundo na-
tural es ms visible y sorprendente en el caso de los animales. Evidentemente, por
poner un ejemplo, todo el mundo ha visto una vaca, pero la asociacin de esa vaca
con el cuero del que provienen los zapatos y los bolsos es, aunque real, distante,
percibida como vagamente inevitable y, por lo tanto, no cuestionada. En lo que
concierne a las pieles, cuyo uso es condenado por la mayor parte de las francesas,
su integracin en la ropa es a menudo insidiosa. as, en el caso de ciertos animales
como los zorros, tanto salvajes como de criadero, el 90 % de la piel utilizada est,
15
Las fibras artificiales, como la viscosa, son fabricadas a partir de materias primas naturales, mien-
tras que las fibras sintticas son el producto de reacciones qumicas (polyester, acrlico, nylon).
16
La soie dhier aujourdhui, Lcologiste n 29, julio de 2009 (pp. 29-39).
17
Para ms precisiones, ver el siguiente informe del iNSEE : Las mujeres son muy mayoritarias
en el vestido y el cuero, en menor medida en la farmacia, perfumera y productos de limpieza, y ocupan
casi la mitad de los empleos en la industria textil. [...] En dos de los tres sectores ms feminizados,
vestido y cuero, y en menor medida, la industria textil, las mujeres son muy frecuentemente obreras.
Le 4 pages des statistiques industrielles, n 200, enero de 2005, Lemploi des femmes dans lindustrie.
La qualit plutt que la quantit, http://www.insee.fr/sessi/4pages/pdf/4p200.pdf (Consultado el 6
de mayo de 2013).
58 ECoLoGa y GNERo EN DiLoGo iNTERDiSCiPLiNaR
EL PLaCER DE Lo EFMERo
18
Fashion is essentially concerned with novelty. We are a neophilic species and you cant be se-
riously innovative as a species without enjoying the thrill of the new discoveries. [] So the fashion
world (clothing, make-up, pop songs, dances, etc.) constantly throws new ideas at us and adopting
these makes us feel good because it suits the character of our species. (Morris, 2011)
60 ECoLoGa y GNERo EN DiLoGo iNTERDiSCiPLiNaR
que poseen.19 Puesto que la ropa y los cosmticos no son ms que accesorios ef-
meros y reemplazables, comprados bajo un impulso y a menudo inmediatamente
relegados al armario, es comprensible que pocas consumidoras quieran investigar
a partir de qu son fabricados o se pregunten sobre el proceso de fabricacin y sus
consecuencias. ahora bien, contrariamente a lo que podra pensarse, en Francia las
mujeres gastan, de promedio, menos en ropa que los hombres.20 Estas estadsticas
pueden sorprender y sugerir que las francesas no son ni las vctimas sistemticas
de la moda (Emer, 2006) descritas por tantos socilogos, ni las consumidoras exa-
geradas y narcisistas cuya imagen estereotipada dibujan los media.
Efectivamente, el sector comercial de la ropa y la cosmtica est interesado en
perpetuar esa imagen. En lo que respecta a la moda de los cosmticos (maquillaje,
mantenimiento), lo que est en juego es particularmente importante para Francia.
La industria de los cosmticos es el tercer exportador neto (despus de la aeronu-
tica y las bebidas).21 incluso en Francia, aunque los pases emergentes son mejores
consumidores, un gigante de la cosmtica como Loral ha continuado su creci-
miento en perodo de crisis (Vulser, 2013). El sub-sector del maquillaje, en parti-
cular, no ha mostrado ningn signo de estancamiento y se desarrolla en valor y
volumen. a pocos meses de la prohibicin europea de experimentacin animal
sobre productos cosmticos,22 todas las grandes compaas de cosmticos, incluso
las que apoyan la abolicin de la experimentacin animal como Loccitane,23 se en-
cuentran presionadas para aceptar las exigencias chinas de experimentar sus pro-
ductos con animales a fin de abrirse a los mercados emergentes. Si las mujeres son
las consumidoras deseosas de informarse y preocupadas por el bienestar animal
que las encuestas pblicas revelan, es difcil aceptar que sus elecciones estn deter-
minadas por impulsos hiperconsumidores y que no sean ticas ms frecuentemente.
19
Cifras del institut Franais de la Mode citadas en Les Franaises lgantes mais avec peu de
vtements, 20minutes.fr, 31 de agosto de 2011. http://www.20minutes.fr/article/778670/francaises-
elegantes-peu-vetements (consultado el 6 de mayo de 2013).
20
y entre 25 y 30 aos, consumen incluso ms que las mujeres y son ms fieles a las marcas.
Mode: les hommes achtent autant que les femmes, TF1 News, 23 de junio de 2010.
http://lci.tf1.fr/economie/consommation/2010-06/mode-les-hommes-achetent-autant-que-les-
femmes-5897026.html (consultado el 4 de mayo de 2013).
21
Cifras del portal del Ministre du Redressement Productif, marzo de 2013.
http://www.redressement-productif.gouv.fr/semaine-industrie/activites-industrielles/beaute-cos-
metique
22
Ver nota 1.
23
a pesar de las informaciones controvertidas segn las cuales el certificado humane Cosmetics
Standard que garantiza la ausencia de experimentacin con animales le habra sido retirado, Loc-
citane mantiene su compromiso a no experimentar sus productos con animales. Ver: http://au.loc-
citane.com/loccitanes-position-on-animal-testing,23,1,4230,250580.htm (consultado el 4 de mayo
de 2013).
LaS oTRaS VCTiMaS DE La MoDa 61
DESobjETiVaR EL objETo?
24
La ltima frase de la cita es recogida como epgrafe en brown (2001).
62 ECoLoGa y GNERo EN DiLoGo iNTERDiSCiPLiNaR
REFERENCiaS bibLioGRFiCaS
aDaMS, Carol, DoNoVaN, josephine (1995): animals and Women, Durham, NC,
Duke University Press.
baUDRiLLaRD, jean (1978): Le Systme des objets [1er ed. 1968], Paris, Gallimard.
(1970): La Socit de consommation, Paris, Gallimard.
baRThES, Roland (1967): Systme de la mode, Paris, Seuil.
25
[]modernity artificially made an ontological distinction between inanimate objects and
human subjects, whereas in fact the world is full of quasi-objects and quasi-subjects (brown,
2001: 12).
LaS oTRaS VCTiMaS DE La MoDa 63
bENNETT, jane (2010): Vibrant Matter. a Political Ecology of Things, Durham, NC,
Duke University Press.
bENjaMiN, Walter (1989): Paris, Capitale du xixe sicle. Le Livre des Passages
[1935], traduction jean Lacoste, Paris, Editions du Cerf.
(1991): crits franais, Paris, Gallimard.
bERGER, Stphanie (2012): Female beauties, observatoire des Femmes CSP+ et
de leur rapport la beaut, 30 de noviembre de 2012, Express Roulata Services.
http://www.expressroulartaservices.fr/2012/11/female-beauties-observatoire-des-
femmes-csp-et-de-leur-rapport-a-la-beaute-2/ (consultado el 30 de mayo de 2013)
bRoGLio, Ron (2011): Surface Encounters, Thinking with animals and art, Min-
neapolis, University of Minnesota Press.
bRoWN, bill (2001): Thing theory, Critical inquiry 28 (autumn 2001), pp. 2-16.
jEaN-aNToiNE ChaPTaL, jean-antoine (1819): De lindustrie franaise (1819),
online, Source gallica.bnf.fr / bibliothque nationale de France, http://ga-
llica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k437500.r=jean-antoine+chaptal+De+l%27in-
dustrie.langFR (consultado el 6 de mayo de 2013).
CoLLaRD DUTiLLEUL, Franois (2013, 17/18 de febrero): indigeste viande de che-
val, Le Monde, p. 16.
DESPRET, Vinciane (2012): Les animaux rendent les hommes intelligents, en
Matignon, Karine Lou, Cyrulnik , boris (eds.) (2012): a lcoute du monde
sauvage. Pour rinventer notre avenir, Paris, albin Michel, pp. 149-169.
(2009): Penser comme un rat, Versailles, ditions Quae.
ERNER, Guillaume (2006): Victimes de la mode. Comment on la cre, pourquoi on
la suit, Paris, Editions de La Dcouverte.
GaaRDER, Emily (2011): Women and the animal Rights Movement, Chapel hill, N.C.,
Rutgers University Press, Guilbert, Ccile (2011a): Le Dsir dtre enfin soi, Les
Femmes et la mode, France, Europe, 2011, Cahier tudes femmes, pp. 7-10.
GUiLbERT, Ccile (2011b): Ccile Guilbert en entretien. Les Femmes et la mode,
institut Franais de la Mode, http://www.youtube.com/watch?v=zPbE-Tkxe-0
(consultado el 4 de mayo de 2013). http://issuu.com/ifm-paris/docs/cahieretu-
defemmesParis, institut Franais de la Mode.
KRUSE, Corwin (1999) Gender, views of nature and support for animal rights, en
Society and animals, vol. 7, n 3, pp. 179-198. http://www.animalsandsociety.net/as-
sets/library/399_s731.pdf
iNSEE (2005): LEmploi des femmes dans lindustrie, en Le 4 pages des statisti-
ques industrielles, janvier 2005, http://www.insee.fr/sessi/4pages/pdf/4p200.pdf
(consultado el 6 de mayo de 2013).
LaNGFoRD, alexandra, (2010): origines, motivations et souhaits dorientation pro-
fessionnelle des tudiants vtrinaires, Thse dexercice vtrinaire, Universit
de Toulouse. http://oatao.univ-toulouse.fr/4228/1/hartmann_4228.pdf, (consul-
64 ECoLoGa y GNERo EN DiLoGo iNTERDiSCiPLiNaR
L
as representaciones audiovisuales, omnipresentes en los medios de comuni-
cacin de masas y de la sociedad de la informacin, constituyen el principal
mecanismo de normalizacin y de legitimacin de las prcticas masculinas
de sujecin de las mujeres. El discurso fragmentado y esquemtico que proyectan
los diversos mecanismos informacionales produce una apariencia de naturalidad
en aquellas identidades que representa, ms an cuando estas se construyen me-
diante estereotipos y prejuicios tradicionales, como es el caso de la femineidad y la
masculinidad. Ambas identidades se representan conforme a los cambios sociales
y las dinmicas socioeconmicas del capitalismo global. As, nos encontramos con
imgenes de masculinidad y de femineidad que representan a sujetos de xito social
y laboral bajo las ficciones de la igualdad y la meritocracia. Es decir, a mujeres y
hombres que triunfan en sociedades donde aparentemente existe igualdad entre
los sexos y donde cada persona tiene lo que le corresponde en funcin de sus pro-
pios mritos. Ahora bien, el xito social representado por los media se caracteriza
por ubicaciones asimtricas y desiguales en relacin con el gnero: mientras que
los hombres se encuentran posicionados en la esfera social pblica y representados
como agentes sociales y/o protectores heroicos de la sociedad y de las mujeres (es
decir, como sujetos de poder); estas son ubicadas en la esfera social privada y obje-
tualizadas desde la mirada y el deseo masculinos. Por lo tanto, este escenario genera
una apariencia de igualdad, bajo la cual el patriarcado juega a reinventarse, desvir-
tuando a menudo las consignas de la libertad sexual.
A travs de la construccin de este imaginario virtual y meditico no solo se re-
producen los estereotipos e identidades de gnero hegemnicas, sino que se induce
el deseo de mujeres y hombres de emularlos mediante la re-articulacin de los c-
nones de belleza de femineidad y masculinidad (Puleo, 1995). De esta forma, el
66 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
todos los seres humanos y que sostienen el imperativo moral (e incluso legal) de es-
tablecer relaciones justas e igualitarias entre las personas. Mientras que, de otra,
son estimulados e inducidos a confirmar su identidad de gnero, autodesignndose
como sujetos de poder de las modernas sociedades capitalistas en base a la estruc-
tura social de discriminacin de las mujeres.
Esta hiptesis explica la realidad existencial de la gran mayora de los hom-
bres occidentales, admitiendo la diversidad de la interiorizacin del modelo he-
gemnico de masculinidad en funcin de otros ejes de identificacin como la
clase social, la etnia y la cultura, reconociendo, por lo tanto, la pluralidad de
masculinidades existentes.
Entendemos que la forma fundamental a travs de la cual los hombres han sub-
jetivado el modelo hegemnico de masculinidad a lo largo de la historia de la cultura
occidental es la pragmtica masculina del control (Sambade, 2010). Este concepto
refiere a un conjunto de prcticas de gobierno de s mismo, legitimadas por los dis-
cursos hegemnicos de cada poca histrica, a partir de las cuales los hombres ad-
quieren la disposicin y la aptitud para permanecer ubicados en la esfera social
pblica.
La pragmtica del control se ha desarrollado dentro del paradigma mecanicista,
la asociacin de los dualismos jerarquizados Cultura/Naturaleza y Hombre/Mujer
y los procesos de racionalizacin de las modernas sociedades occidentales (Sam-
bade, 2012). Esta lgica androcntrica legitim la dominacin sobre las mujeres a
partir de la su identificacin con la Naturaleza, relacionando a los hombres con la
Razn y la Civilizacin (Beauvoir, 1998). Ahora bien, el cuerpo y la emotividad de
los hombres tambin fueron definidos como parte de la Naturaleza, por lo que la
masculinidad hegemnica pas a tener que ser constituida a travs del disciplina-
miento del primero y el autocontrol de la segunda. En sntesis, la socializacin mas-
culina en la pragmtica del control dispone y prepara al hombre para desarrollar
distintas formas de control/dominacin de las mujeres, siempre bajo el objetivo ex-
plcito de su definicin como agente social y con la condicin previa de la instru-
mentalizacin de su propia subjetividad.
Si ahora observamos los atributos tradicionales de la masculinidad, podemos
comprobar que algunos como la dureza emocional, la templanza y la objetividad
confirman la identificacin del hombre hegemnico con la Razn, mientras que otros
como la independencia, la valenta y la iniciativa le inducen hacia la accin adecuada
para sus fines. Es decir, los primeros legitiman su posicin en la esfera social pblica
y su autoridad en la privada, mientras que los segundos disponen el recurso de la
violencia siempre que se considere necesario. En todo caso, estos atributos requieren
sin excepcin un proceso de disciplinamiento del cuerpo y de represin de la emo-
tividad que se producen en la socializacin patriarcal del varn: el hombre fuerte es
aquel que desprecia sus sentimientos de dolor fsico y emocional.
68 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
Esta mstica de la masculinidad articula toda una cultura del riesgo y de la vio-
lencia. Para ser un hombre verdadero hay que ser duro fsica y emocionalmente,
competitivo, valiente, autoritario, prestigioso, el sostn econmico de la familia,
una mquina sexual A diferencia de la racionalidad, la masculinidad de un hom-
bre se encuentra siempre cuestionada. Todas estas normas culturales se concretan
en una serie de conductas de autoexposicin fsica y de disposicin hacia la violencia
que conllevan que los hombres tengan menor esperanza y calidad de vida que las
mujeres (Clare, 2002). Pero, adems, los hombres tambin ejercen la violencia que
constituye uno de los primeros factores de mortandad de las mujeres.
En la actualidad, la violencia de gnero y el sexismo en general son considerados
polticamente incorrectos por la opinin pblica de las sociedades occidentales.
Pero la violencia no ha desaparecido de la cultura hegemnica de la masculinidad.
Se mantiene subyacente como reverso dialctico del autocontrol, de modo que
cuando las prcticas de gobierno de s mismo no constituyen medios efectivos para
la consecucin de los fines sociales deseados, las frustraciones ocasionadas por la
represin emocional se canalizarn mediante el recurso de la violencia.
En la sociedad de la informacin, los hombres son socializados en un sistema
que bajo la apariencia formal de igualdad, reproduce veladamente los valores de la
supremaca masculina. Los modelos tradicionales de la masculinidad hegemnica
estn siendo masivamente reproducidos por los medios de comunicacin de masas,
lo que induce el deseo de identificacin con los mismos entre los hombres. Esto se
debe a que los media constituyen un discurso fragmentado, plural y aparentemente
neutral en el que se combina informacin, entretenimiento y publicidad. As, los
media proyectan la idea de que la igualdad entre los sexos es un hecho y mantienen
un discurso polticamente correcto en el que no tiene cabida la afirmacin explcita
de la supremaca masculina, al mismo tiempo que reproducen los desiguales e in-
justos modelos de gnero, adaptados de acuerdo a las tendencias sociales del pre-
sente. De este modo, nos encontramos con toda una pluralidad de modelos de
masculinidad que pueden llegar a ser incluso contradictorios entre s. Ahora bien,
todos ellos tienen una caracterstica en comn: todos son sujetos de xito social o,
en el peor de los casos, siguen siendo los sujetos del relato.
Los modelos actuales de masculinidad han sido redefinidos desde la significacin
que el cuerpo y sus cnones de belleza han alcanzado en la sociedad de consumo
(Lpez y Gauli, 2000). En general, podemos clasificar las representaciones de la
masculinidad en relacin con el cuerpo en dos tendencias fundamentales: 1) el hom-
bre de cuerpo inexistente; 2) el hombre de cuerpo bello: los modelos del metrose-
xual y del bersexual.
El primer modelo encuentra sus races en el pensamiento Ilustrado de filiacin
judeo-cristiana, de modo que la negacin del cuerpo se corresponde con la plena
identificacin de Razn y masculinidad. En este sentido, nos encontramos con es-
CUERPO E IDENTIDAD DE GNERO EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIN 69
tereotipos como el del experto, representado mediante una voz en ausencia del
cuerpo. Pero la masculinidad hegemnica vigente se caracteriza fundamentalmente
por la representacin del cuerpo conforme a los nuevos cnones de belleza.
El canon de belleza masculina remite al hombre de morfotipo atltico originado
en la Antigedad grecolatina y difundido, actualmente, por la prctica deportiva y
los media, a travs tanto de los prototipos cinematogrficos del hroe masculino,
como de la explotacin de la imagen de deportistas profesionales en el discurso pu-
blicitario.
El hroe masculino es un hombre de honor que exhibe un obsceno uso de la
violencia para conseguir sus fines, los cuales estn justificados ya sea en funcin de
su bien o su justicia. En consecuencia, el hroe se caracteriza por su dureza. No es
emptico con las personas que le rodean, pues acta por puro deber, y no se siente
emocionalmente ligado a nada. Esto le hara vulnerable. Ensalza, por lo tanto, el
mito de la independencia masculina (incluso el hroe romntico). As, la dureza
emocional dispone al hroe hacia el ejercicio de la violencia en el caso en que esta
sea necesaria. Se hace patente, por lo tanto, la vinculacin entre la masculinidad y
la violencia, asociacin que encuentra su origen en uno de los juegos de honor ms
bsicos y primarios: la guerra; juego en el que se pone de manifiesto que el honor
es el principio de reproduccin social del poder masculino (Bourdieu, 2000).
La representacin de hroes masculinos por parte de culturistas profesionales
como Arnold Schwarzenegger normaliz el modelo atltico hipertrfico en la so-
ciedad occidental como modelo de belleza basado en la hipervirilidad. Este modelo
ha producido la generalizacin de la prctica del bodybuilding entre los hombres
occidentales en tales proporciones que hacen de este hecho un fenmeno social de
gran envergadura. La propia nocin de bodybuilding implica la presencia de un
sujeto que, significado como ser racional, concibe su cuerpo como materia natural
que dominar y conformar estticamente conforme a la consecucin de los objetivos
de la belleza y el xito social. Esta prctica puede conllevar diversas y graves con-
secuencias para la salud de los hombres cuando estos se obsesionan por alcanzar la
perfeccin del modelo. As, los bodybuilders pueden padecer trastornos obsesivo-
compulsivos como la vigorexia e incluso exponer su integridad fsica mediante el
consumo de Esteroides Anabolizantes Andrognicos. Esta predisposicin hacia el
peligro es parte de una cultura del riesgo que, inducida en la subjetividad masculina
por la socializacin de gnero, se ve potenciada por los efectos secundarios psico-
lgicos de los EAA (Parkinson y Evans, 2006).
El otro icono de la representacin de la mstica de la masculinidad lo encontra-
mos en la explotacin publicitaria de la imagen de deportistas profesionales. De
hecho, los deportes competitivos de equipo se han convertido en un smbolo de la
guerra en el que se han proyectado sus valores (Elas y Dunning, 1992). As, pode-
mos observar cmo estos deportes alimentan ideologas y conflictos nacionalistas,
70 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
en los que algunos profesionales del deporte, ostentando una posicin meditica
de prestigio, se erigen como los nuevos protectores de la nacin, sus intereses y los
suyos. Pero, adems, el deporte de equipo es un espacio de socializacin de los
hombres en el disciplinamiento del cuerpo y el autocontrol de los sentimientos de
miedo y dolor. Por ejemplo, es fcil observar cmo incluso en la iniciacin de nios
de seis a ocho aos en los deportes de equipo como el ftbol (hegemnico en nues-
tra cultura), sus entrenadores les inculcan la idea de que deben soportar el dolor y
reprimir sus emociones si quieren jugar como verdaderos hombres y no como
nias. Todo esto sin an considerar que, en muchos de estos deportes, el uso vio-
lento del cuerpo frente al contrario es un medio instrumental racionalizado para
los fines dispuestos.
En sntesis, no existe un espacio en el discurso meditico en el que los hombres
puedan concebir su propia debilidad. La omnipresencia de un modelo de mascu-
linidad caracterizado por el control racional del cuerpo y de la emotividad como
condicin sine qua non del xito social pone de manifiesto que la pragmtica mas-
culina del control sigue profundamente inscrita en la socializacin de los hombres
occidentales del presente.
Existe otro aspecto de la masculinidad que parece estar presente tanto en sus
modelos positivos como en sus modelos negativos o antisociales. Me refiero a la
idea de que los hombres son personas libidinosas, sin control de su sexualidad, que
utilizan a las mujeres para su satisfaccin sexual, sin establecer ningn vnculo emo-
cional con ellas. Este modelo es un constructo correlativo al modelo hipersexualizado
de femineidad y, de acuerdo con los nuevos cambios sociales, no tendra tanto la
funcin de culpabilizar a las mujeres de las conductas sexuales de los hombres como
de normalizar estas ltimas, banalizando la violencia sexual en general y la explota-
cin sexual de las mujeres en particular. De hecho, el hogar marital es, junto con las
calles y los locales donde las mujeres son prostituidas, el lugar donde ms violaciones
no denunciadas se producen (Walter, 2010). El hecho de que tanto los modelos como
los contra-modelos de masculinidad entraen esta caracterstica pone de manifiesto
la dialctica constitutiva de la pragmtica masculina del control: autocontrol para
los fines sociales e instrumentalizacin y violencia para los personales.
Por ltimo, si analizamos el uso y la autorrepresentacin que los hombres hacen
de s mismos en las redes sociales, podemos comprobar que tanto los adolescentes
como los hombres jvenes ya tienen una previa socializacin en la pragmtica del
control.
En este caso, los hombres jvenes no muestran prcticamente sus cuerpos en
las redes, o bien, si lo hacen, es para representarse afines a los modelos de belleza
mediante su auto-fotografa. De nuevo, aparecen aqu los dos modelos mencionados
(la inexistencia del cuerpo masculino o el cuerpo masculino bello) en relacin con
el autocontrol de las emociones y el disciplinamiento del cuerpo. Esto concuerda
CUERPO E IDENTIDAD DE GNERO EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIN 71
con el uso general que los hombres hacen de las redes: un uso controlado e instru-
mental (Estbanez y Vzquez, 2013).
El control de las emociones se observa en que los chicos no suelen expresar sus
estados expresivos, a no ser que sean de enfado, ni suelen subir fotos o auto-fotos
y etiquetarse. Tambin es frecuente encontrarse con contenidos de ndole deportiva
en sus cuentas, lo que confirma una vez ms la funcin socializadora del deporte
competitivo en la masculinidad.
Correlativamente, los chicos muestran tambin un uso instrumental del cuerpo
de las mujeres, as como diferentes conductas de control de las mismas a travs de
Internet. En el primer caso, es fcil observar la gran circulacin de pornografa que
realizan los hombres a travs de las redes sociales, o el hecho comn de que para
establecer relaciones con ellas suelen pedir fotografas que, llegado el momento,
podran tener connotaciones sexuales. En el segundo, es frecuente el uso de la men-
sajera instantnea en las redes o del WhatsApp con el objetivo de controlar el
tiempo y las relaciones de sus parejas, hasta el punto de que soliciten conocer sus
contraseas ejerciendo diversas formas de chantaje emocional. Pero, lo ms defini-
tivo en este caso, es que, tal y como acontece en la vida real, el acoso y la violencia
en las redes sociales los suelen ejercer los hombres. As el grooming, el sexting y la
sextorsin son nuevos fenmenos sociales bsicamente masculinos con consecuen-
cias nada novedosas: el abuso y la discriminacin de las mujeres.
En conclusin, el uso que los hombres hacen de las redes sociales muestra una
socializacin previa en la masculinidad hegemnica que resulta exacerbada y este-
reotipada por las caractersticas del medio, generando nuevas formas de discrimi-
nacin y violencia de gnero en relacin con el mismo.
Finalmente, es importante sealar que, como identidad pragmtica, la masculi-
nidad es el correlato simblico de un conjunto de prcticas de autodesignacin en
serie de los hombres que estos realizan (consciente o inconscientemente) como
grupo social que mantiene una situacin estructural de discriminacin de otro
grupo concreto: las mujeres (Amors, 2005). Estas prcticas estn regladas por pac-
tos patriarcales, de entre los cuales el primero es valorar la masculinidad, lo que,
junto con la presin ejercida por el grupo de iguales, incitar a los hombres a iden-
tificarse con el arquetipo de masculinidad. Asimismo, las prcticas de autodesig-
nacin masculinas tienen un reverso complementario: la heterodesignacin de las
mujeres. Dado que el colectivo masculino es un conjunto prctico, precisa de una
unidad ontolgica para obtener su ilusin de identidad natural: la mujer; objeto de
negacin y desmarque. Y, en la medida en que la mujer es el mbito transaccional
de los pactos patriarcales (Amors, 2005), las mujeres en particular son heterode-
signadas como los objetos de las prcticas de control y sujecin de los hombres.
72 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
xual, que podemos encontrar en las TIC. En realidad, estas nuevas heronas ciber-
nticas no hacen sino emular los valores androcntricos que se han impuesto en
nuestra sociedad. Su agresividad no es una amenaza para el imaginario patriarcal,
porque se relaciona, una vez ms, con esa sexualidad instrumentalizada que ha sido
definida por y para los hombres (Ruthven, 2010).
Pero cmo se traslada todo este imaginario a los cuerpos de las mujeres? El poder
simblico se incorpora en la subjetividad, para convertirse en un ideal que modela el
deseo y se encarna en el propio cuerpo a travs de tres vas: la actitud natural hacia
las diferencias sexuales, la objetualizacin y la fragmentacin (Pastor, 2004).
Como vimos al principio, se socializa a las nias desde su nacimiento en ese yo
en relacin que se internaliza como algo natural en la definicin de su identidad.
Son educadas para ser princesas, lo que significa gustar, agradar al otro, ser queri-
das... En este contexto, las empresas no dudan en recurrir a modernas tcnicas de
marketing para dar un paso ms y convencer a las menores de las ventajas de con-
vertirse en rplicas vivientes de sus muecas (Walter, 2010). Disfraces, complemen-
tos, videojuegos contribuyen a que la identificacin fsica se lleve al extremo.
Adems, esas muecas que pretenden imitar se caracterizan sobre todo por la hi-
persexualizacin de sus cuerpos: con grandes pechos, cuerpos esbeltos, maqui-
llaje Proponen un modelo de feminidad artificial y exagerada, que se caracteriza
por el atractivo sexual, el cuidado obsesivo de la imagen y las compras compulsivas;
valores y actitudes que se hallan en la base de la sociedad de mercado y la industria
del sexo (Walter, 2010).
Las mujeres proyectan sus energas en asemejarse a ese cuerpo imposible que
transmiten los medios, como referente ideal de comparacin. La anatoma se con-
vierte entonces, en una fatalidad heredada que es necesario someter mediante la
depilacin, las dietas, la ciruga... Para Naomi Wolf (1991), estas exigencias consti-
tuyen una nueva Doncella de Hierro, una bella crcel, que bloquea el legado del
feminismo y aprisiona a las mujeres, obstaculizando el desarrollo de su propio pro-
yecto de vida.
Nos hemos referido tambin a la fragmentacin como estrategia de control in-
cardinada en el cuerpo (Pastor, 2004). Las mujeres se someten a una serie de rutinas
de cuidado corporal, que implican su segmentacin en elementos mnimos. Por
ejemplo, el maquillaje del rostro exige dividir la cara en distintas zonas: ojos, meji-
llas, boca Estas rutinas les impiden tomar conciencia del propio cuerpo como
un todo (Bernrdez, 2009).
Por lo que respecta a la objetualizacin, hemos aludido anteriormente al proceso
por el que las mujeres se convierten en objeto de la mirada masculina. Las mujeres
se acostumbran a ver su cuerpo como un objeto social, susceptible de ser evaluado
por otras personas. Bajo este prisma, su vala como seres humanos parece depender
estrictamente del valor conferido a su apariencia fsica. No es extrao, entonces, que
76 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
CONCLUSIONES
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
AMORS, Celia (2005): La gran diferencia y sus pequeas consecuencias para las
luchas de las mujeres, Madrid, Ctedra.
ANTN, Eva y TORRES, Laura (2006): Lo que Vd. Debe saber sobre: violencia de
gnero, Len, Obra Social de Caja Espaa.
BEAUVOIR, Simone de (1998): El segundo sexo. Vol I. Los hechos y los mitos, Ma-
drid, Ctedra.
BENJAMIN, Jessica (1996): Los lazos del amor. Psicoanlisis, feminismo y el problema
de la dominacin, trad. Jorge Piatigorsky, Barcelona, Paids.
BERGER, John (2000): Modos de ver, Barcelona, Gustavo Gili.
BERNRDEZ, Asuncin (2009): Representaciones de lo femenino en la publici-
dad. Muecas y mujeres entre la materia artificial y la carne, CIC: Cuadernos de
informacin y comunicacin, 14, Ejemplar dedicado a corrientes de investigacin
en Comunicacin Interpersonal, pp. 269-284.
BERNRDEZ, Asuncin, n. d.: Cuerpos imaginarios de lo visible y lo invisible del cuerpo
de las mujeres en la publicidad, http://pendientedemigracion.ucm.es/info/per3/pro-
fesores/abernardez/pdfs/Cuerpos_imaginarios.pdf (consultado el 17 de enero de
2014).
BOURDIEU, Pierre (2000): La dominacin masculina, trad. Joaqun Jord, Barcelona,
Anagrama.
CABELLO, Patricio y FERNNDEZ, Icar (2010): La tecnologa en la preadolescencia y
adolescencia: Usos, riesgos y propuestas desde los y las protagonistas, Save The
Children, http://www.deaquinopasas.org/docs/estudio_riesgos_internet.pdf (con-
sultado el 10 de enero de 2014)
CASTELLS, Manuel (2006): La sociedad red, Alianza Editorial.
CLARE, Anthony (2002): La masculinidad en crisis, trad. Irene Cifuentes, Madrid,
Taurus.
CONNELL, Robert W. (1997): La organizacin social de la masculinidad, trad.
Oriana Jimnez, en Valds, Teresa y Jos Olavarra (eds.), Masculinidad/es:
poder y crisis, Santiago de Chile, ISIS-FLACSO: Ediciones de las Mujeres N 24,
pp. 31-48.
DE MIGUEL, Ana (2012): La prostitucin de mujeres, una escuela de desigualdad
humana, Revista europea de derechos fundamentales, 19, pp. 49-74.
ELAS, N. y DUNNING, E. (1992): Deporte y ocio en el proceso de la civilizacin,
Madrid, Fondo de cultura econmica.
ESTBANEZ, Ianire y VZQUEZ, Norma (2013): La desigualdad de gnero y el se-
xismo en las redes sociales, Donostia-San Sebastian, Vitoria-Gasteiz, Eusko Jauur-
laritzaren Argitalpen Zerbitzu Nagusia, Servicio central de publicaciones del
Gobierno Vasco.
80 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
U
na de las afirmaciones ms citadas de Paul Klee es aquella de que el arte
hace visible lo invisible, o en sus propias palabras, el arte no reproduce lo
visible; vuelve visible (2007: 35). El arte nos permite mirar a travs de otros
ojos, y esto sin lugar a dudas nos descubre elementos o fenmenos que antes no
habamos visto. lo que me gustara mostrar a travs de esta exposicin textual es
que la prctica artstica es en s una estrategia de exploracin, una herramienta en
la aventura fenomenolgica de la vida, un til de visin y percepcin que va ms
all de lo visual. El dibujo es, tal y como aqu se concibe, un agente de empata.
El arte es una suerte de escritura y de entre todas las tcnicas utilizadas en las
prcticas artsticas, el dibujo posiblemente sea la que se sita ms prxima a la gra-
fa, al acto de escribir. El filsofo Jacques Derrida, que estudi pormenorizadamente
el sentido de la escritura, afirm en una entrevista realizada dos aos antes de su
muerte: diga lo que diga, aqu y ahora, tan brevemente y con esta escenografa un
poco extraa y artificial, ser selectivo, finito, y en consecuencia, tan marcado por
la exclusin, por el silencio, por lo no dicho, como por lo que dir.1 Derrida des-
taca en esta afirmacin una cuestin clave en el acto voluntario de escribir: el texto
est compuesto por lo que est (ah, explcito) pero tambin por lo que no est
(aquello que excluimos o callamos). Defendi la imposibilidad de una biografa,
pero afirm a su vez la escritura como bsqueda de identidad;2 escribir nos define,
podramos entender, a sabiendas de que esta empresa toma la forma de una bs-
queda interminable. El dibujo tambin nos define: por lo que enfatizamos, por lo
que solo insinuamos y tambin por lo que decidimos omitir. Donde la escritura
ayuda a pensar(nos), el dibujo ayuda a ver(nos) y mostrar(nos).
1
Quoi que je dise, ici et maintenant, si brivement et dans une scnographie trange et artificielle,
a sera slectif, fini et par consquent autant marqu par lexclusion, par le silence, par le non-dit que
par ce que je dirais. Extracto del film Dailleurs Derrida (2000), dirigido por Safaa Fathy.
2
Je peux donc, dans un contexte bien dtermin dire que jcrivais pour rechercher une identit
(idem).
82 EcoloGa Y GnERo En DiloGo intERDiSciPlinaR
a finales de 2009 empec a trabajar en una serie de dibujos en torno a una imagen
utpica, la de la reconciliacin de las nuevas generaciones con flora y animales no
humanos. coincidi con un momento especial en mi vida personal, tras el naci-
miento de mi hija Kotodama un ao y medio antes; necesitaba encontrar un espacio
para la meditacin, espacio que haba perdido con su llegada. Mientras realizaba
un dibujo en el que hibridaba la imagen de una cra gorila con la de mi propia hija,
me sobrevino la evidencia: es acaso ms importante mi felicidad que la de la madre
de esta cra? Mi existencia ms importante que la suya? Mi sentimiento materno
ms fuerte que el de ella? Una de las cosas que aprend al ser madre es la dimensin
del amor que mi madre siente por m. ahora s lo que es el amor materno, qu es
amamantar a una cra, el estado de alerta permanente y la animalidad de la pul-
sin de proteccin. cuando oigo al activista Gary Yourofsky decir que el sonido
ms terrible que ha odo nunca es el de una vaca cuando le arrebatan a su ternero,3
no tengo ni la menor duda de que dice la verdad. la vaca desgarrada en sus mugi-
dos es una realidad diaria; ninguna madre puede cuestionar este sufrimiento.
En 2008, trabaj dentro del colectivo transnational temps4 del que soy parte
fundadora en el proyecto Simiomobile5 y me haba percatado de la falta de re-
presentacin de las hembras en la construccin de la imagen de la especie Gorilla-
Gorilla. cuando uno busca imgenes de gorilas en internet, casi la totalidad del
material grfico que encuentra corresponde a fotografas de machos de esta especie.
Este fenmeno es an ms frecuente en las especies en las que el macho es fsica-
mente ms voluminoso que la hembra. adems, las hembras aparecen, la mayor
parte de las veces, representadas al lado de sus cras y, de manera excepcional, solas.
Esta cuestin es notable, ya que las hembras pasan por perodos no vinculados a la
reproduccin o al cuidado de las cras y desarrollan otras tareas importantes para
la supervivencia del grupo. Su representacin se construye, como en el caso de las
mujeres, a partir y en torno a la maternidad. Esta especie de muralla visual eclipsa
cualquier otro mrito. El macho, representante de la virilidad, tiene su propia iden-
3
Gary Yourofsky es un activista por los derechos de los animales en amrica. Ha sido arrestado
en numerosas ocasiones por acciones reivindicativas y ha estado en una prisin de mxima seguridad
en canad en 1997, despus de asaltar una granja de pieles y liberar a ms de 1 500 visones preparados
para ser sacrificados por la industria peletera. Puede accederse a una de sus clebres conferencias en:
https://www.youtube.com/watch?v=ZzvK5ulu7F0 (consultado el 15 de febrero de 2014).
4
http://transnationaltemps.net/
5
http://simiomobile.com/. Simiomobile es un proyecto artstico que evidencia los vnculos entre
la produccin de elementos de alta tecnologa (telfonos mviles principalmente, aunque tambin
otros dispositivos tecnolgicos que implican la miniaturizacin de sus partes) y la desaparicin de los
ltimos gorilas de montaa en la Repblica Democrtica del congo.
REFlExionES DE Una REtRatiSta DE GoRilaS 83
lo QUE no VEa
El proyecto se extendi durante dos aos, tena que encontrar el hueco para poder
hacer los viajes a los diferentes zoos y una vez all me quedaba dos o tres das para
establecer con las gorilas una relacin ms all de la del disparo de un aparato fo-
togrfico. tomaba apuntes en mi cuaderno; apuntes sobre detalles diferenciadores
entre ellas (cicatrices, lesiones en sus dgitos, distribucin del vello, particularidades
en las orejas), notas sobre sus comportamientos y cualquier dato que me ayudase
a definir a cada una de ellas potenciando sus diferencias. Solicit hablar con los cui-
dadores de los primates en cada zoo, me interes por las experiencias relevantes de
cada gorila hembra (si haban nacido en ese mismo zoo, quines eran sus progeni-
tores, sus hermanos de sangre, cras vivas, cras fallecidas). no siempre tuve
suerte, en algunos de ellos, como el del Zoo aquarium de Madrid, nunca tuve res-
puesta; en otros, como el Parque de cabrceno, la acogida fue muy clida; las cui-
dadoras estaban realmente implicadas con los animales y dispuestas a colaborar en
84 EcoloGa Y GnERo En DiloGo intERDiSciPlinaR
el proyecto. Una vez de vuelta en el estudio, analizaba las tomas y trabajaba la com-
posicin enfatizando los rasgos caractersticos de cada una de las gorilas. Me des-
cubr dibujando los ojos de las gorilas, para que pudiesen verme y acercarse, tal y
como ocurra en las visitas a los zoos. cuando lo hacan, era emocionante, estba-
mos all, unidas por las pupilas. Dos aos ms tarde, recib numerosas felicitaciones
al exponer los dibujos. Yo los miraba y senta que lo ms importante ya haba pa-
sado, mostraban muy a duras penas la experiencia que yo haba vivido.
Vernica Perales Blanco coco. Stud#:1351 (Born in the wild), Zoo de Madrid (2011).
Pierre noire sobre madera tratada, 150x105cm.
Hay ciertas cuestiones que no vea cuando empec el proyecto y otras a las
que haba decidido no mirar. Saba que encontrara muchas barreras si converta el
proyecto en una crtica hacia los zoos y otros lugares de encerramiento. De esta
cuestin habl largo y tendido con Pedro Pozas, director del Proyecto Gran Simio
en Espaa. Pedro Pozas aprob y apoy el proyecto desde su inicio (ya contbamos
con su ayuda para el proyecto Simiomobile), pero siempre dej constancia de que
el Proyecto Gran Simio estaba en contra de cualquier tipo de cautiverio de primates,
a menos que fuesen santuarios donde no estuviesen exhibidos ante el pblico y pu-
diesen llevar una vida similar a la que tienen en libertad. El Great ape Project es
un movimiento internacional creado en 1994, a partir de las ideas desarrolladas en
un libro que lleva el mismo nombre y cuyos autores son los filsofos Paola cavalieri
y Peter Singer. El objetivo principal del movimiento es garantizar tres derechos b-
sicos para los grandes primates no humanos (chimpancs, gorilas, orangutanes y
REFlExionES DE Una REtRatiSta DE GoRilaS 85
bonobos), parientes ms prximos del ser humano. Estos tres derechos bsicos, re-
servados hasta ahora exclusivamente a individuos de nuestra especie, son: el dere-
cho bsico a la vida, derecho a la libertad individual y a no ser torturados.6
Una constante que percib en mis visitas a los zoos es que los gorilas (como el
resto de los animales all encerrados) estn acostumbrados a ver pasar manchas
detrs de los cristales, manchas que gritan, que hacen burla o que incluso, golpean
violentamente la superficie para llamar su atencin; pero manchas pasajeras o fu-
gaces al fin y al cabo. cuando te conviertes en una mancha permanente, entonces
devienes sospechoso. Haba ledo el famoso libro de Dian Fossey Gorilas en la
niebla, y segua las pautas de comportamiento que ella explica en l: no situarse
de frente (ya que podran traducirlo como un reto o desafo), encogerse y cubrirse
la cabeza si un macho dominante se acerca, no mirar nunca fijamente a los ojos
Pero pronto descubr que para estos gorilas el hecho de que me comportase de esta
forma, ms respetuosa podramos decir, me converta en doblemente sospechosa.
Busqu un punto intermedio en mis movimientos y opt por seguir uno de los con-
sejos de Fossey en el libro, la estimulacin de la curiosidad de los gorilas (1985: 12).
Sacaba objetos que llevaba en mi bolso para llamar su atencin y tambin me des-
calzaba. comprob que los gorilas sienten bastante curiosidad por vernos los pies.
Frecuentemente, las que se acercaban antes eran las hembras, pero tambin tuve la
respuesta positiva de algn macho, como el apuesto Malabo que se sent detrs de
m, espalda contra espalda en postura de tres cuartos. con algunas de las gorilas,
como mi querida Dorle, la relacin fue entraable. le gustaba acercarse lentamente,
tranquila, como en busca de un intercambio simple de calor. Dorle comunicaba
mucho con los visitantes, tanto o ms que con los otros gorilas, lanzaba besos y
haca burlas para provocar las risas; transmita una calma excepcional. Dorle no
tuvo ninguna cra, muri con 38 aos por causas desconocidas7 mientras yo ter-
minaba su retrato. tambin muri Virunga, una de las hijas de Snowflake (el famoso
gorila albino del Zoo de Barcelona) con un ao menos, por disentera bacteriana
aguda. En el Zoo de Barcelona las enfermedades intestinales han sido muy frecuen-
tes, dato que constatamos al revisar el historial; shigellosis, infecciones intestinales,
casos agudos de disentera aparecen como causa de muerte de los gorilas de
forma reiterada. En estos ltimos tres aos, Banga, que estaba en el Zoo de Madrid,
ha sido trasladada al Romagne Zoo en la Vallee, Francia. Parque de cabrceno ha
6
El GaP tiene representaciones en varios pases y continentes; en Espaa, Pedro Pozas fue el res-
ponsable de la presentacin en 2006 del proyecto ante el congreso, en el ao 2008 el congreso Espaol
aprob una Proposicin no de ley para otorgar algunos derechos fundamentales a los Grandes Simios.
Para saber ms sobre dicha proposicin, mirar: http://www.proyectogransimio.org/noticias/ultimas-
noticias/los-grandes-simios-en-el-congreso
7
Segn la base de datos creada y actualizada por James R. Davis desde 2004: http://www.dewar-
wildlife.org/jrdavis-gorilla-studbook/ (consultado el 25 de abril de 2013).
86 EcoloGa Y GnERo En DiloGo intERDiSciPlinaR
8
Virunga, la conmovedora vida ntima de una gorila del zoo de Barcelona, en El Pas, 6 de fe-
brero de 2012. http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/02/06/catalunya/1328485155_063565.html (ccon-
sultado el 26 de abril de 2013)
9
http://www.dewarwildlife.org/jrdavis-gorilla-studbook/ (consultado 26 de abril de 2013)
10
Encontramos dos Fatou registradas: Fatou (Stud #: 0720) en St. Martin la Plaine; Fatou (Stud
#: 0082) en el Zoo de Berln.
REFlExionES DE Una REtRatiSta DE GoRilaS 87
Vernica Perales Blanco Muni. Stud#:1560, Zoo de Barcelona (2011). Pierre noire
sobre madera tratada (detalle), 150x105cm.
88 EcoloGa Y GnERo En DiloGo intERDiSciPlinaR
pacios abiertos han de estar en montante, de otro modo, solo los visitarn cuando
estn a solas y por espacios cortos de tiempo. Bajar es colocarse en una posicin de
desventaja, algunas instalaciones no tienen en cuenta este detalle.
lo pernicioso del encierro es obvio, el gorila en libertad puede escapar de las
situaciones que le violentan, puede huir, respuesta instintiva en todos los seres vivos;
en cautiverio los espacios son terriblemente limitados y estn tremendamente ex-
puestos, al pblico y tambin a los otros miembros de su grupo. En el Zoo de Bar-
celona, Muni hubiese huido lejos del macho dominante con el que comparta
espacio, antes de reducir su alimentacin (anorexia) y Fossey tal vez se hubiese li-
brado del ataque de uno de los machos si el espacio de su celda hubiese sido
mayor. los gorilas en libertad se desplazan varios kilmetros por da. los enfren-
tamientos, represalias, disputas tambin existen, pero las acotaciones de los zoos
convierten el espacio cotidiano en un ring: no exit access.
El zoo es la privacin, pero supone tambin la imposicin. los comportamientos
derivados del estrs al que estn sometidos se ven reflejados con claridad en un es-
tudio reciente de los antroplogos lucy P. Birket y nicholas E. newton-Fisher, de
la Escuela de antropologa y conservacin de la Universidad de Kent en Gran Bre-
taa.11 Encontramos un largo listado de acciones significativas, como repetir com-
pulsivamente un movimiento sin razn aparente, golpearse reiteradamente, morder
partes de su cuerpo, dejar de comer o reducir drsticamente la ingestin de comida,
beber su propia orina, la coprofagia (ingestin de heces propias o ajenas) y arrancar
su propio pelo, entre otras. Estas dos ltimas las he visto personalmente en
gorilas de los zoos espaoles. Dian Fossey menciona en su libro la coprofagia como
un fenmeno que se da en gorilas en libertad al trmino de los prolongados pero-
dos de reposo diarios propios de la estacin lluviosa, poca en se reduce el tiempo
dedicado a viajar y alimentarse (1985: 52). Pero la repeticin compulsiva de este
fenmeno es claramente patolgica, acaba extendindose dentro de los grupos,
donde los ms pequeos imitan los movimientos de los mayores. Es el caso de la
coprofagia en el Zoo de Barcelona. Wima arrancaba el pelo de sus antebrazos y el
del rostro hasta las sienes; su hija chelewa, aunque no tena calvicies tan pronun-
ciadas, imitaba esta estereotipia materna convirtindola en propia. algunas gorilas
presentaban varios sntomas listados en el estudio de Birket y newton-Fisher, como
Banga del Zoo aquarium de Madrid.
Sabrina Krief, profesora asistente en la Unidad de Eco-antropologa y Etnobio-
loga del Museo nacional de Historia natural de Francia, ha estudiado el comporta-
miento de los chimpancs durante aos, desde el uso de utensilios a la bsqueda de
alimentos-medicina para curarse (Mankoto, 2006). Explica cmo los chimpancs des-
11
Esta investigacin est accesible online: http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/jour-
nal.pone.0020101 (consultado el 10 de febrero de 2014).
REFlExionES DE Una REtRatiSta DE GoRilaS 89
cubren el potencial qumico del medio en el que viven y utilizan estos recursos en
la cotidianeidad de sus vidas.12 De forma concreta, Krief ha investigado la manera en
que los grupos de chimpancs en libertad curan enfermedades mortales para otros
de su misma especie y en estado de cautiverio. En el captulo titulado Du congo
louganda: dcouverte de la pharmacope des chimpanzs, publicado en el libro
ilustrado por Franois Desbordes Primates, Krief detalla sus experiencias. cuenta
cmo los primates descubrieron sofisticadas tcnicas del uso de las plantas, tanto
desde el punto de vista qumico como fsico y supone que, adems, estos primates
son capaces de transmitir dichos avances entre ellos. Por ejemplo, los chimpancs
que tenan parsitos plegaban cuidadosamente un determinado tipo de hojas que al
pasar por el intestino arrastraban los gusanos, pegados a su superficie. Este y otros
descubrimientos sorprendentes entre ellos un medicamento contra el paludismo,
pueden llevarnos a una aproximacin de la relacin de estos primates con el medio
en el que viven. Entonces surge la pregunta: con qu riqueza natural cuenta el chim-
panc que vive recluido en un zoo? Qu potencial de descubrimiento tiene ese
medio? Pensemos en esos centros que incluyen mobiliario tropical en cartn piedra,
acompaado de sonidos de selva que van a juego. no es de extraar que muchos
animales desarrollen conductas patolgicas cuando su vida se limita a no hacer nada.
12
En la conferencia: Mdecine naturelle chez les grands singes en afrique, impartida el martes 4
de octubre de 2011. accesible en la web dentro del ciclo de conferencias Habiter la fort de la cit
des Sciences et de lindustrie, la Villette, Pars.
90 EcoloGa Y GnERo En DiloGo intERDiSciPlinaR
FoRMaS DE REtRataR
Durante las horas de visita en los zoos habl con muchas personas interesantes, no
solo los cuidadores y el personal de los zoos, sino tambin personas que acudan
de manera asidua a ver a los gorilas. Estos grandes primates son capaces de suscitar
vnculos muy fuertes con seres humanos que terminan por visitarlos como el que
pasa de vez en cuando a hablar con un buen amigo. Me sorprendi cuando le en
un texto del cientfico Yves coppens que siempre ha tenido la impresin de que
podramos dividir a los humanos en dos categoras, aquellos que adoran a los pri-
mates, y los que, por las mismas razones, los detestan13 (coppens, 2010: 10).
la razn por la que decid retratar gorilas y no miembros de otra familia tiene
que ver con esta facilidad para suscitar empata. Dentro del mbito de la tica ani-
mal hay ciertos especialistas que dan prioridad a especies que adems de ser sensi-
bles tienen ciertas capacidades cognitivas, frecuentemente los grandes primates y
otras como elefantes y delfines. Jeangne Vilmer, filsofo y especialista en Derecho
internacional, dice que detrs de esta seleccin puede haber una intencin estrat-
gica. los grandes simios dice, son como un caballo de troya,14 podran ejercer
como cua para desintegrar la frontera entre el hombre sacro-santo dice, y el
otro saco donde metemos a todos los seres vivos, desde el bonobo hasta la es-
ponja.15 Si conseguimos derribar la barrera, aunque en un principio solo sea para
con los grandes simios, se producir un efecto de bola de nieve, afirma Vilmer. la
mirada de los grandes simios puede ser una puerta, la puerta a una nueva forma de
mirar el mundo, la clave para adoptar una perspectiva que nos lleve al equilibrio.
la fotgrafa y filsofa chris Herzfeld public hace relativamente poco Petite
Histoire des Grands Singes, obra en la que hace una revisin de cmo han sido
percibidos y tratados los grandes primates en el mundo occidental. Mundialmente
conocida por los retratos fotogrficos realizados a grandes simios, aos antes, haba
participado en la obra colectiva les Grands Singes. lhumanit au fond des yeux.
En esta, dedica un captulo16 a Victoria, una gorila que encontr en el Zoo danvers.
13
Mi traduccin.
14
Mi traduccin. Jean-Baptiste Jeangne Vilmer: thique animale: les animaux ont-ils des droits?
Mercredi, 23 de mayo de 2012, cycle de confrences les btes et nous, confrences du collge, cit
des Sciences, la Villette, Paris.
15
idem.
16
chris Herzfeld ilustra adems la obra completa, que es una muestra de fotografas realizadas
entre 1996 y 2004 en diferentes pases.
REFlExionES DE Una REtRatiSta DE GoRilaS 91
17
Mi traduccin.
92 EcoloGa Y GnERo En DiloGo intERDiSciPlinaR
Vernica Perales Blanco nadia. Stud#:0787 (Born in the wild), cabrceno nature Park
(cantabria) (2011). Pierre noire sobre madera tratada, 150x105cm.
todo aquel que haya dibujado un animal, incluso cuando con l tiene una re-
lacin muy estrecha, se habr dado cuenta de que no es tan fcil como parece. la
imagen del modelo aparece como impronta en nuestra memoria, pero cuando en-
tramos en detalles distancia entre los ojos y las orejas, altura de las orejas, de las
cejas nos damos cuenta de que nos faltan muchos datos, de que nuestro re-
gistro es muy fugaz y difuso. Para poder dibujar a alguien es necesario interiori-
zarlo, conocer profundamente su volumen, la dinmica de sus movimientos, el
gesto, todo aquello que no parece estar en las partes, pero que existe en la globa-
lidad Este aspecto analtico en el acto de dibujar, que me interesaba particular-
mente, conduce al conocimiento pormenorizado del modelo. El primatlogo
Sabater Pi (1922-2009), famoso por descubrir a copito de nieve el mundial-
mente conocido gorila albino del Zoo de Barcelona, afirmaba que el dibujo era
la mejor tcnica para captar a los primates. Sabater fue un gran dibujante y algunos
de los numerosos dibujos de primates que realiz pueden ser vistos en el centro
de documentacin del Zoo de Barcelona. creo que tal vez el dibujo no es la mejor
de las herramientas para representar a un animal, pero no hay la menor duda de
REFlExionES DE Una REtRatiSta DE GoRilaS 93
que es una buena tcnica para conocer. Dibujar es, por otro parte, una manera de
sintonizar. En el prefacio a la segunda edicin del tao de la fsica, Fritjof capra
afirma que, en algunas ocasiones durante la escritura del libro, sinti que era ni-
camente un transcriptor: sent que el libro estaba siendo escrito a travs de m,
ms que por m (1997: 11).18 Durante el desarrollo del proyecto Grandes Simios
en Femenino me sumerga en esta sensacin de no estar, solo ser.19 Ser el di-
bujo, ser en la confluencia del dibujado y el que dibuja, ser en un punto, ser en
la vacuidad y la plenitud del todo.
cuando Derrida dice lanimal nous regarde et nous sommes nus devant lui
(2006: 50), habla de la falta de vestimenta, de la vergenza original de ese estar
desprovisto de lo que nos cubre las vergenzas. Delante de las gorilas en el zoo,
tomando notas, asombrada ante muchos de sus comportamientos y delante de
las gorilas cuando las dibujaba, senta otro tipo de vergenza; la de la actitud hu-
mana para con los no humanos, senta una desnudez que no se refiere a la apariencia
de nuestro cuerpo, sino a lo que no se ve, o que llevamos dentro. Me avergenza
terriblemente el egocentrismo cruel de nuestra especie, que nos recorta la capacidad
de ver, que nos impide ponernos en el lugar del otro, de sentir compasin.20 cmo
esconderse de nuestra propia evidencia? la estampa revela que no hemos entendido
lo que Bruno latour expres de forma muy sinttica sin no humano, no hay hu-
mano21 (2004: 135).
lucile Desblache ha escrito varias obras sobre la presencia y la representacin
de los animales en la literatura. Es, creo, una forma de dibujar tambin. Muchos
de los animales que aparecen en literatura y en el cine tambin nos miran, aunque
lo hagan desde la ficcin. El tigre Richard Parker de life of Pi (Yann Martel, 2002)
o el gorila de ishmael (Daniel Quinn, 1992) por citar algunos, nos miran fijamente.
Estos animales, segn Desblache, son ms que nunca, portadores de sabidura,
porque hacen saltar nuestros propios lmites, nos hacen conscientes de la estrechez
y los peligros de una visin piramidal de los seres en la que el ser humano se en-
cuentra en la cima (2011: 51). Estos dibujos animalistas son lneas que escriben
18
corresponde a la pgina en la primera edicin del libro en espaol, por Editorial Sirio, tal y
como aparece en la bibliografa.
19
cuando realizaba el retrato de Banga, en la tercera sesin de dibujo anot: de repente una
energa fractal se desencadena y salgo corriendo a decir a Fred: Banga est venu me voir! Y he enten-
dido en ese mismo instante por qu yo buscaba sus ojos con mi lpiz en la superficie blanca; necesitaba
que ella me viera, tena que verme para acercarse, tal y como ocurra en el zoo. inici este proyecto
de dibujo despus de llevar diez aos sin tocar un lpiz. El dibujo surge de una conexin profunda;
ms que un saber hacer consciente dibujar es un dejarse llevar. Eso s, con el conocimiento apren-
dido de que si la apertura es buena, el dibujo vendr. Dibujamos con la cabeza, y con el corazn.
20
En el sentido bdico del trmino; sentir compasin por otro es diluir la frontera entre uno y l,
tener en cuenta las condiciones que afectan a cada uno.
21
Mi traduccin.
94 EcoloGa Y GnERo En DiloGo intERDiSciPlinaR
nuestro paso, lneas que como dice Marin lpez Fdez. cao, definen el mundo a
la vez que nos definen (2011: 82).
En 2010 se estren el film n-
nette, del realizador nicolas Phili-
bert, un retrato de la orangutn
estrella de la Mnagerie, el zoo
del Jardin des Plantes de Pars.
todas mis proyecciones sobre el
mismo resbalaron sobre su super-
ficie de hielo. cmo es posible re-
tratar a alguien sin ponerse en su
lugar? cmo perfilar una sombra
proyectada en un cristal, fotogra-
fiar un reflejo, escuchar un eco
sin preocuparse del lugar donde
surgi. la estrategia de Philibert
es radical, extremadamente indi-
recta. Podemos plantear diferentes
formas de suscitar una conversa-
cin, la ms utilizada posiblemente
sea la de exponer datos relevantes
que conducen a un dilogo poste-
rior. Quiz podramos asociarlo a
lo que en Espaa se llama poner
Vernica Perales Blanco Virunga. Stud#:0696, Zoo de las cartas sobre la mesa. Pero de-
Barcelona (2011), Pierre noire sobre madera tratada bemos valorar tambin que la omi-
(detalle), 150x105cm. sin forzada de una cuestin un
tema evidente en un contexto determinado es, asimismo, una forma de inducir
o provocar su aparicin. Sin lugar a dudas, la segunda estrategia ser menos certera
que la espaola, corremos el riesgo de que los datos relevantes no salgan a la luz
y tambin de que el conjunto sea valorado de una forma superficial, pero la eficacia
de una u otra queda pendiente de pruebas. En el film de Philibert, la disyuncin
entre imagen y sonido, los planos de los orangutanes acompaados de los comen-
tarios a menudo insustanciales de los visitantes, favorece la reflexin, es como
si los sonidos de los animales estuvieran, por momentos, doblemente silenciados: a
travs de su inexistencia y mediante el ruido (en tanto que informacin no relevante)
del factor humano. nenette interpela justamente por lo que no dice, permitiendo
que veamos lo que no est en el film. En el 2012 Philibert retoma la Mnagerie du
Jardin des Plantes para hacer un nuevo film, ms corto que el anterior, un docu-
mental provocativamente corto podramos decir. la nuit tombe sur la mnagerie;
REFlExionES DE Una REtRatiSta DE GoRilaS 95
la noche nos alumbra y nos muestra claramente lo que est omitido en las dos obras:
la voz animal, la voz de ese continente negro22 ocupa entonces el cielo de Pars.
Philibert no mira en ningn momento desde los ojos de nnette, se sita siempre al
otro lado del cristal, no hay rastro de empata alguna en la realizacin cinematogr-
fica. El cristal parece ms bien un muro de contencin; no separa animales y visi-
tantes, sino humanos y no humanos. la aproximacin de este realizador parte de la
distincin y separacin radical, como la existencia misma de los zoos.23 Desde mi
lectura de las obras, el retrato que subyace en estas dos pelculas de Philibert es el
nuestro propio, el de un grupo de animales que miran algo sin llegar a comprenderlo
enteramente, demasiado limitados como para imaginarse en el lugar del otro e in-
tentar experimentar desde ese que no es l. El reconocido primatlogo Frans de
Waal afirma que somos capaces de empatizar cuando vemos directamente24 (2009:
221), pero debemos entender que no es nicamente una cuestin visual. no basta
con imaginar ser un animal u otro, es necesario ponerse en su lugar y sentir, dice la
psicloga y ecologista americana Gay Bradshaw25 que ha explorado los paralelismos
entre animales humanos y no humanos desde el mbito de la neuropsicologa.
las relaciones que se pueden establecer, no nicamente de paralelismo sino tam-
bin de reciprocidad entre animales humanos y no humanos nos revelan datos que
con frecuencia no queremos or. Esto sale a relucir abruptamente en la controvertida
obra de la artista Samantha Sweeting.26 En la obra in came the lamb (2009), Swee-
ting muestra imgenes fotogrficas de ella misma amamantando a un pequeo cor-
dero. Su obra produce un impacto directo en el pblico, interpelando sobre la
reciprocidad y tambin sobre la empata; parece nivelar en la escena lo que de ma-
nera profunda tenemos inscrito como dos tipos de existencia. la filsofa Florence
Burgat aborda en Une autre existence. la condition animale las diferentes aproxi-
maciones al concepto de existencia, las diferencias entre simplemente vivir o existir.
22
la mujer ese continente oscuro es una clebre expresin de Freud. la frase completa es: la
vie gnitale de la femme adulte restera longtemps un dark continent pour notre psychologie. Sigmund
Freud, la question de lanalyse profane (1926), uvres compltes xViii, Paris, PUF, 2002, p. 22.
23
Sobre este tema, es recomendable escuchar la emisin Que se passe-t-il dans les jardins zoolo-
giques? con Jean Estebanez, profesor en l cole normale Suprieure. Emisin disponible en el sitio
web de France culture. canal Plante terre del 11 de julio de 2012. accesible en: http://www.fran-
ceculture.fr/emission-planete-terre-que-se-passe-t-il-dans-les-jardins-zoologiques-2012-07-11 (consul-
tado el 26 de abril 2013).
24
Mi traduccin.
25
Gay Bradshaw, Pas de deux en antennae, issue 22, otoo 2012, p.49. accesible en:
http://www.antennae.org.uk/antEnnaE%20iSSUE%2022.docx.pdf (consultado 26/04/2013).
Gay Bradshaw es autora del libro Elephants on the Edge: What animals teach Us about Humanity
,Yale University Press, 2009. Se puede consultar ms informacin sobre esta autora en: http://www.ga-
bradshaw.com (consultado 26/04/2013).
26
Sitio web de Samantha Sweeting, http://samanthasweeting.com (consultado el 26 de abril de 2013).
96 EcoloGa Y GnERo En DiloGo intERDiSciPlinaR
afirmar que los animales existen puede ser una fuerte provocacin para todos aque-
llos que se niegan a ver la multiplicidad de formas de vida y de comportamientos
y no una nica existencia tallada a la medida del hombre27 (2012: 338). Sin lugar
a dudas, y esto podra abrir un extenso dilogo, hay muchos intereses materiales y
econmicos detrs de la objetualizacin de los animales no humanos (una gran parte
de los animales han desaparecido (2011: 143), reducidos a lo ms bajo de sim-
plemente vivir: ser carne). aun as, no podemos perder de vista que formamos parte
del mundo por estar integrados a travs de nuestro cuerpo, no de nuestro pensa-
miento, y que tal y como escribe Burgat citando a Merleau-Ponty la comunicacin
con el mundo ms antigua que el pensamiento28 (339) no es exclusivamente hu-
mana sino tambin o ms bien, de los animales no humanos.
El porvenir de los animales no humanos, digamos porvenir y no futuro pensando
en la significacin particular de cada uno de estos trminos segn Derrida (el futuro
es predecible, mientras que el porvenir es incierto), depende en gran parte de los
animales humanos. Es inexorable pensar de nuevo lo humano dentro del reino
de lo animal, no tanto para atentar contra su dignidad, sino para abrir su huma-
nidad (PicQ, 2008: 15).
la perspectiva que ofrece capra cuando publica en 1975 the tao of Physics es
fundamental para entender las conexiones entre las teoras cientficas ms relevantes
del siglo pasado y las ideas bsicas de las tradiciones msticas orientales,29 en general
de marcado carcter holstico. En su obra las fronteras entre los diferentes modos
de conocer se hacen porosas. En Sabidura inslita, el libro que sigui al tao de la
Fsica, capra cita una de las numerosas frases que tejen la inspiradora visin de uno
de los pensadores ms importantes del siglo pasado, a saber, Gregory Bateson: la
metfora est en la propia raz de la vida (1994: 87). la metfora es sin duda una
de las herramientas ms potentes de comunicacin y transmisin de conocimiento:
la va ms rpida posiblemente la ms certera, una va indirecta que traza el
trayecto ms corto, autopista sin peaje, luz sin impuestos, como el sol.30 la me-
tfora, que como describe amalia Quevedo insina sin presentar, sugiere sin ex-
27
Mi traduccin.
28
Mi traduccin.
29
cuando habla de misticismo oriental capra se refiere a hindusmo, budismo y taosmo.
30
Extracto de la voz en off del vdeo Biometrics (2003) de transnational temps (http://transna-
tionaltemps.net/ehes/biometrics/movie.html).
REFlExionES DE Una REtRatiSta DE GoRilaS 97
plicitar, evoca sin nombrar, alude sin decir; la metfora habla en forma oblicua,
apela a connotaciones laterales.31
la poblacin est demasiado aturdida con el incesante torrente de mensajes que
dictan la realidad que nos venden, lo que t debes ser, lo que t debes tener, lo
que t debes parecer lo que t eres; condicionados por estos mensajes surgen
nuestros deseos. Deseos reales en busca de elementos de una ficcin. compramos
una realidad, y prescindimos de la que ya tenemos. autores como Debord y Bau-
drillard han reflexionado sobradamente sobre el poder hipntico y colonizador de
la ficcin meditica. inyectar un nuevo mensaje de tono imperativo en este perverso
canal dudosamente se traducir en un cambio de conciencia, un cambio en la ma-
nera de pensar(se), pensar(nos) en el mundo. Es necesario buscar medios hbiles
que operen de forma alternativa, medios que acten de manera indirecta, metaf-
rica; lo que necesitamos (el deseo) no es un asentimiento ms (comparable a una
nueva forma consumo sistemtico, del tipo eco-chic),32 sino un cambio significativo,
clave, una disrupcin. Es el momento de concebir nuevas herramientas; o tal vez,
de retomar, hibridar y repensar algunas antiguas. Es, creo, el caso del dibujo. Di-
bujar nos interpela, nos obliga a conocer y cuando conocemos, nos desplazamos
(en el caso de Grandes Simios en Femenino de lo que somos hacia lo otro). las he-
rramientas han de procurarnos un ver mejor, or mejor, conectar mejor con ese
mundo ms antiguo que el pensamiento de Ponty. Deberan permitirnos dibujar
lo que no vemos; lo que hay detrs del cristal (el del techo y tantos otros que rodean
nuestra experiencia de lo que es la vida).
En Sabidura inslita, capra afirma que la sensibilizacin ecolgica es, en su
nivel ms profundo, la concienciacin intuitiva de la unicidad de toda la vida, de la
interdependencia de sus manifestaciones mltiples y de sus ciclos de cambio y trans-
formacin. cito sus propias palabras: el concienciamiento ecolgico, en su esencia
ms profunda, es espiritual (1994: 126). El crecimiento del que adolecemos, el
crecimiento que nos debemos, es interior. tendramos por tanto, que producir agen-
tes que cuestionen nuestro nivel de evolucin y desarrollo interior, as como poner
en valor aptitudes y saberes vinculados al crecimiento interno ms que al producto
interior bruto. los avances tecnolgicos son primordiales, es incuestionable; pero
no a costa de una conciencia ecolgica pauprrima. capra lo muestra claramente
en su obra, existen mltiples accesos al conocimiento desde el descubrimiento in-
terior. Somos el conocimiento.
31
En De Foucault a Derrida. Pasando fugazmente por Deleuze y Guattari, lyotard, Baudrillard. Edi-
ciones Universidad de navarra, navarra, 2001. Edicin digital de Derrida en castellano (http://www.jac-
quesderrida.com.ar/comentarios/quevedo_2.htm)
32
El mercado deforma iniciativas ecolgicas en manifestaciones eco-fashion. El Green-Glamour
o Eco-chic es un nuevo estilo de vida que demarca un estrato social econmicamente pudiente.
98 EcoloGa Y GnERo En DiloGo intERDiSciPlinaR
33
Mujeres en las artes Visuales (MaV), por ejemplo, ha realizado numerosos informes que reflejan
la enorme desproporcin que existe entre la presencia femenina y la masculina en museos, galeras,
pero tambin, congresos, grupos editoriales y un largo etctera. Estos informes son herramientas va-
liosas que ponen nmeros ntidos a una imagen pretendidamente turbia. Marian lpez Fdez.cao ha
realizado una importante labor de difusin a este respecto, remarcando la relacin que establecemos
entre memoria y museos y el reflejo que tiene sobre las mujeres. Vase: http://ujiapps.uji.es/com/noti-
cies/2014/04/1q/congres-genere/, Ms informacin sobre MaV puede verse en: http://www.mav.org.es/
(consultados el 26 de abril de 2013).
REFlExionES DE Una REtRatiSta DE GoRilaS 99
plica tambin valorar la ausencia, porque tenemos una marcada tendencia a analizar
lo que vemos, pero no lo que no vemos; lo que est, pero no lo que no est. la au-
sencia cuenta, y entiendo por ausencia los nombres, los logros, el capital humano
y no humano. Desplazar el punto de fuga es cuestionar el antropocentrismo y an-
drocentrismo imperantes, presentes no solo en los textos y las imgenes, sino en el
prisma mismo a travs del cual miramos el mundo, we have seen the world too
long through the eyes of men (1988: xi), dice collard. Esta frase debera leerse
como lo que es: una certeza, y no una amenaza; la lectura que todos conocemos se
hace desde la visin androcntica y eurocntrica patriarcal. Esta visin deformada,
gravemente disminuida, que nos ha guiado hasta ahora, debera ser afrontada clara
y llanamente como una enorme prdida que podemos corregir.
REFEREnciaS BiBlioGRFicaS
alaRio, Mara teresa (2008): arte y Feminismo, San Sebastin, Ed. nerea.
BERGER, John (2001): Mirar, traduccin de Pilar Vzquez, Barcelona, Ed. Gustavo
Gili.
BERGER, John (2011): Sobre el dibujo, traduccin de Pilar Vzquez, Barcelona, Ed.
Gustavo Gili.
BRaDSHaW, Gay (2012): Pas de deux, en antennae, otoo de 2012, 22, pp. 44-52.
BURGat, Florence (2011): la disparition, en la question animale. Entre science,
literature et philosophie, Rennes, Pur ditions.
BURGat, Florence (2012): Une autre existence. la condition animale. Entre science,
literature et philosophie, Paris, albin Michel.
caPRa, Fritjof (1990): Sabidura inslita, Barcelona, Ediciones Kairs.
(1997): El tao de la Fsica, Mlaga, Ediciones Sirio.
collaRD, andre (with Joyce contrucci) (1988): Rape of the Wild. Mans violence
against animals and the Earth. indiana, University Press.
coPPEnS, Yves (2010): Prface dans Primates, Petter, Jean-Jacques; coppens,
Yves (2010): Primates, Paris, nathan.
DERRiDa, Jacques (2006): lanimal que donc je suis, Paris, ditions Galile.
DESBlacHE, lucile (2011): la Plume des Btes. les animaux dans le roman, Paris,
lHarmattan.
EStEBan, Mari luz (2011): crtica del pensamiento amoroso, Barcelona, Ediciones
Bellaterra.
FoSSEY, Dian (1985): Gorilas en la niebla. trece aos viviendo entre los gorilas.
Barcelona, Editorial cientfica Salvat.
HaRaWaY, Donna J. (1995): ciencia, cyborgs y mujeres. la reinvencin de la natu-
raleza, traduccin de Manuel talens, Madrid, Ediciones ctedra.
100 EcoloGa Y GnERo En DiloGo intERDiSciPlinaR
HERZFElD, chris (2012): Petite Histoire des grands singes, Paris, Seuil.
KlEE, Paul (2007), teora del arte moderno, Buenos aires, Editorial cactus, serie
Perenne.
latoUR, Bruno (2004): Politiques de la nature. comment faire entrer les sciences
en dmocratie, Paris, ditions la Dcouverte.
lPEZ FERnnDEZ, Marin (2011): Memoria, ausencia e identidad. El arte como
terapia. Madrid, Eneida.
ManKoto, Mambaele (2006): Sabrina Krief: are humans just another Great ape?
dans. a World of SciEncE, Vol. 4, n 1, January-March 2006, pp. 13-15.
PEttER, Jean-Jacques; coppens, Yves (2010): Primates, Pars, nathan
PicQ, Pascal; lestel, Dominique; Despret, Vinciane; Herzfeld, chris (2005): les
Grands Singes. lhumanit au fond des yeux, Pars, odile Jacob.
(2008): nueva Historia del hombre, Barcelona, Ediciones destino.
PERalES Blanco, Vernica (2010): Prctica artstica y ecofeminismo. creatividad
y Sociedad. 15.
PUlEo, alicia (2011): Ecofeminismo para otro mundo posible, Madrid, ctedra.
VilMER, Jeangne J. B. (2006): De lanti-animalisme primaire le Devoir, 30 mars
2006, p. a7.
b) Recursos electrnicos
A Roco Orsi
A
nne Finch, conocida por Lady Conway desde su matrimonio a los
diecinueve aos de edad con el vizconde Edward Conway, es un ejemplo
paradigmtico de excepcionalidad en el ejercicio de la filosofa y de la
ciencia en los orgenes de la modernidad como he escrito ya en otros lugares,2 el
saber estaba relegado de pleno derecho a los varones de clases acomodadas,
pudiendo acceder a l solo aquellas mujeres de la aristocracia excepcin dentro
de la excepcin que tenan padres, hermanos o esposos permisivos, generalmente
ellos mismos dedicados al cultivo del conocimiento y de la ciencia, esto es, quienes
hoy calificaramos como pertenecientes al mundo de la cultura.
Esto es algo que choca con los presupuestos mismos de la modernidad en sus
orgenes, sobre todo en el campo de la historia de las ideas y de la reflexin
filosfica. Si hemos de creer sus alegatos contra el escolasticismo, la filosofa
moderna que culminara en el movimiento ilustrado se alza contra los prejuicios de
todo tipo, enarbolando la emancipacin del gnero humano.3 Sin embargo, en la
prctica la modernidad en su conjunto se olvid de aplicar sus consignas al colectivo
1
Este trabajo se ha realizado en el marco de los proyectos de investigacin Enlightenment and
Global History (ENGLOBE: Marie Curie Inicial Training Network: FP7-PEOPLE-2007-1-1-ITN),
Leibniz en espaol II (FFI2010-15914) y Prismas filosfico-morales de las crisis (PRISMAS:
FFI2013-42935-P).
2
Cf. sobre todo los artculos dedicados a Anna Maria van Schurman y Marie Winckelmann von
Kirch, C. Roldn (1993), (1994), (1997), (2001). Cf. tambin C. Roldn (2008) y (2008 b).
3
No otro sentido es el del Sapere aude! que entona Kant en su ensayo Respuesta a la pregunta:
Qu es la Ilustracin (1784, Ak. VIII 33-42: versin cast. de R. R. Aramayo en loc. cit. nota 2).
102 ECOLOGA y GNERO EN dILOGO INTERdISCIPLINAR
4
Como ha puesto Celia Amors de manifiesto en sus escritos; cf. Tiempo de feminismo (1997),
cap. II.
5
Como botn de muestra de escritos en los que aparecen desarrolladas estas cuestiones, cf. sobre
todo: ngeles Jimnez Perona (1992), Alicia Puleo (1993) o (1995) y (2013b).
6
Leyes que se remontan al Edicto de ulpiano (aprox. ao 192): Edictum de adtemptata pudicitia,
heredero ya de edictos anteriores, datados en el siglo III a. C., segn Plauto.
7
Los pietistas Francke y Spener apostaron a finales del siglo xVII por las escuelas pblicas para
nios (y en la misma medida tambin para nias, aunque para estas se reservaban tareas propias de
su sexo). No olvidemos que Rousseau incluir en su famoso libro sobre la educacin, Emilio, un ca-
ptulo especial dedicado a la educacin tambin especial de Sofa. Cf. Cobo (1995).
LA FILOSOFA dE ANNE FINCH CONWAy 103
8
He desarrollado estos aspectos en C. Roldn (2002) y (2009). Cf. tambin C. Roldn (2008a) y
(2013a).
9
Cf. P. dibon, changes pistolaires dans lEurope savante du xVIIe sicle, en Revue de Syn-
thse, janvier-juin 1976, 31-50. A comienzos del siglo xVII el intercambio intelectual y epistolar era
sumamente especializado y se realizaba en latn, con lo que la influencia en un pblico no-cientfico
era prcticamente imposible. Tras una fase de transicin, caracterizada por los intercambios epistolares
semipblicos recordemos el papel del padre Mersenne como cartero intelectual de Europa, esto
comenz a cambiar con la aparicin de libros en idiomas nacionales (descartes, Vico, Wolff), con la
traduccin de las versiones latinas (Newton) y, sobre todo, con el surgimiento de publicaciones cien-
tficas (Acta Eruditorum, Miscellanea Berolinensia, Journal de savants, Journal de Trvoux, Monatlicher
Auszug, etc.), que tambin dan fe de la evolucin del latn hacia los idiomas nacionales.
10
Ser en este contexto en el que tanto G. W. Leibniz como W. von Humboldt los ltimos ge-
nios universales entre los eruditos de la poca, propugnaron la fundacin de academias y sociedades
cientficas por una parte y, por otra, la construccin de grandes bibliotecas como vehculos para fa-
vorecer en primera instancia el intercambio de pensamientos e informaciones de los especialistas,
pero sin olvidar su extensin a un pblico interesado ms amplio.
11
Las mujeres cientficas o filsofas fueron toleradas, e incluso admiradas, por sus coetneos como
excepciones (que no engendraban peligro si no constituan norma) calificadas de milagro de la na-
turaleza o de espritus masculinos en cuerpos femeninos, a quienes solo les faltaba la barba para
restablecer el equilibrio y armona naturales, ya que haban osado robar los saberes que los dioses ha-
104 ECOLOGA y GNERO EN dILOGO INTERdISCIPLINAR
ban entregado a los varones para su custodia. En este sentido se refiri Kant conocido como el
padre de la tica moderna a Madame de Chtelet; cf. Observaciones sobre el sentimiento de lo
bello y lo sublime: a una mujer con la cabeza llena de griego, como la seora dacier, o que sostiene
sobre mecnica discusiones fundamentales, como la marquesa de Chtelet, parece que no le hace falta
ms que una buena barba (AA II, 229). Cf. C. Roldn, un gineceo en el Reino de los fines (1995),
La escritura robada (2008b) y Ni virtuosas ni ciudadanas (2013b).
12
Tomo la expresin de Oliva Blanco (1992: 77).
13
En este contexto, surgirn en Inglaterra el Spectator de Addison, y en Alemania die vernnftige
Tadlerinnen (dirigido expresamente a un pblico femenino) o der Biedermann de Gottsched. Cf.
C. Roldn 2008 (apartado 2: Filosofa popular y filosofa para damas), donde disiento de la tesis
galante de u. P. Jauch (1990) y hago un comentario crtico de las tesis de Jean cole (1983) y Werner
Schneiders (1991). Cf. tambin C. Roldn (2007).
LA FILOSOFA dE ANNE FINCH CONWAy 105
de las filosofas para damas que los galantes intelectuales de la poca escriban
para ellas como un intento ms de que permanecieran en su minora de edad. La
ausencia de las mujeres de las historias oficiales, que Celia Amors ha caracteri-
zado de razones de los olvidos de la razn, se sustentan en una concepcin pa-
triarcal de la historia (Amors, 1997: cap. II), de forma que solo fragmentariamente
(y tras ardua indagacin bibliogrfica) podemos tener conocimiento de que exis-
tieron unas pensadoras llamadas Anna Maria van Schurman, Anne Finch Conway,
Marie Winckelmann von Kirch o Emilie du Chtelet, que tuvieron una extraordi-
naria produccin literaria, filosfica o cientfica, de la que solo una pequea muestra
ha llegado a nuestras manos, pues el resto desapareci borrado como las huellas en
la arena de la playa (ONeil, 1998). Pero no olvidemos, que es tambin durante el
siglo xVII cuando surgen los primeros escritos feministas reivindicando la igual-
dad entre los sexos y defendiendo las aptitudes intelectuales de las mujeres para
poder dedicarse al estudio de las ciencias;14 filosofas de mujeres, que reaccionan
frente a las filosofas para damas.
Cada vez fueron ms los pensadores varones que, en los albores de la moderni-
dad, se sumaron a la corriente creciente de defensores de las mujeres, para apoyar
la incipiente querelle des femmes,15 que defenda la idea de igualdad para com-
batir la inferioridad tradicional de las mujeres y que no haca de la diferencia sexual
un motivo de exclusin de las ms elevadas tareas de la humanidad, entre las que
sin duda se encontraban la aproximacin a la ciencia y al pensamiento. General-
mente se trata de los pensadores varones que constituyeron esa otra Ilustracin
(Puleo, 1993, 2 ed. 2011; Seoane, 1998), heterodoxa y lamentablemente olvidada,
que poco antes de la precipitacin posmoderna dimos tambin en llamar Ilustracin
inacabada o insatisfecha y que desde el feminismo ha sido reivindicada por
muchas pensadoras como la verdadera sea de identidad de la igualdad emancipa-
toria, algo que Amelia Valcrcel convierte en lema ponindolo en boca de Mme.
de Stel: las luces solo se curan con ms luces.16
Entre los defensores o amigos de las mujeres en los albores de la modernidad
hay que contar, sin duda, a Poullain de la Barre (Poullain de la Barre, 1674; Amors,
1992b), que inicia una corriente argumentativa que se apoya en el dualismo
cartesiano para demostrar que frente a la extensin de la materia el
pensamiento no tiene sexo, algo que emplear profusamente Anna Maria van
Schurmann en sus escritos (Roldn, 1997, 2001, 2008b). Aunque son menos
14
Podemos citar como escritos paradigmticos el de la francesa Marie de Gournay Egalit des
hommes et des femmes (1622) y el de la alemana afincada en Holanda Anna Maria van Schurmann
de capacitate ingenii mulieris ad scientias (1638).
15
He desarrollado estos aspectos en C. Roldn (2008a) y (2013a). Sobre la querelle des femmes
en Europa, cf. Oliva Blanco (1992) y G. Bock y M. Zimmermann, (1997).
16
Cf. A. Valcrcel (1997). Recordermos las polmicas de fin de siglo xx: Habermas, Foucault
106 ECOLOGA y GNERO EN dILOGO INTERdISCIPLINAR
conocidos, tambin fueron defensores de las mujeres a comienzos del siglo xVII
otros pensadores de races neoplatnicas y con clara vocacin de superar el
dualismo cartesiano, defendiendo la unidad de los individuos a partir de principios
tanto materialistas (atomistas) como espiritualistas (vitalistas); entre ellos, podemos
contar a Henry More, Ralph Cudworth padre de lady Mashams, Mercurius
van Helmont, Jakob Thomasius padre de Christian o el propio Leibniz, con
quienes se relacion Anne Finch Conway.
17
Cf. entre otros Hagengruber (1998), Hutton (2004), Nicolson (1930) y Orio (2004).
LA FILOSOFA dE ANNE FINCH CONWAy 107
18
En honor de la verdad, hay que decir que Anne Conway aparece casi siempre mencionada en las
Enciclopedias ms populares entre los seguidores ms jvenes de la escuela platnica de Cambridge,
junto a George Rust (m. 1670), y John Norris (1657-1711); cf. por ej. de Filosofa: http://plato.stan-
ford.edu/entries/conway/
19
Boyle formaba parte de lo que por aquel entonces se denominaba Nueva Filosofa o Filosofa
Experimental, participando de unas reuniones filosficas semanales en Londres, en lo que l
denominaba Colegio Invisible (o Colegio Filosfico), que tuvieron lugar desde 1645 y que en 1661
dieron lugar a la constitucin oficial de la Royal Society, a la que aos despus tambin perteneceran
pensadores y cientficos destacados como Wallis, Leibniz, Newton y darwin, entre otros.
108 ECOLOGA y GNERO EN dILOGO INTERdISCIPLINAR
20
Tampoco debemos olvidar que fueron los primeros filsofos que defendieron y practicaron la
publicacin de sus escritos en la lengua verncula (ingls). Cf. la obra de R. Cudworth, True Intellec-
tual System of the univers (London, 1678), que tanto impacto produjo en Leibniz en su primera lec-
tura en 1689, y en cuyo ejemplar anotara una referencia a las mnadas pitagricas. Cf. Wilson 1990:
39, donde refiere al manuscrito leibniziano: LH Phil II, 3c.
21
del 5 de mayo de este ao data una carta de More a Conway, donde este seala la necesidad de
mantener correspondencia durante su ausencia para paliar en la medida de lo posible la imposibilidad
de sus ricas conversaciones; esta carta no fue editada por Nicolson: cf. Gabbey (1977) y Hutton (1980).
22
de la posterior correspondencia que Anne mantuvo con su suegro Lord Conway, sabemos que
ya antes de relacionarse con Henry More y de entrar en la familia Conway, Anne conoca a Copr-
nico, Pitgoras y Herodoto, y que haba empezado a reflexionar sobre la disputa entre antiguos y
modernos. Cf. al respecto Nicolson (1930: 16-17 y 31-32); cf. tambin Orio (2004: 11).
LA FILOSOFA dE ANNE FINCH CONWAy 109
23
Pero al parecer solo llegaron a abrirle las yugulares; cf. Nicolson (1930: 116) y Orio (2004: 13).
24
El movimiento cuquero se introdujo en Inglaterra a comienzos de 1650 y las mujeres fueron
pioneras activas. Sobre la importancia de los cuqueros en el pensamiento poltico de esta poca y el
110 ECOLOGA y GNERO EN dILOGO INTERdISCIPLINAR
papel jugado por las mujeres en su seno, cf. Broad y Green (2009), cap. 7 Quaker women, pp. 162-
179. desde 1675, los cuqueros, ilustrados y cultos, empezaron a frecuentar Ragley y a entrar al ser-
vicio de Lady Conway.
25
Sobre el clima intelectual de Ragley Hill y las discusiones mantenidas por Lady Conway con More,
van Helmot y Rosenroth, sobre la divinidad y la emanacin de los espritus, cf. Orio (2002: 57-87).
26
En Orio (2004, 20) podemos encontrar un amplio comentario de Nicolson.
27
Javier Echeverra aventura a decir en su edicin de los Nuevos Ensayos de Leibiz (1992, I, 1,
nota 19) que el traductor al ingls de los Principia en 1692 (J. C.) fue J. Crull Jodocus Crull, qumico
de origen alemn, traductor de Puffendorf en 1695 y miembro de la Royal Society, mientras Nicolson
(1930, 453) y Orio (2004, 24) la atribuyen a John Clark, discpulo y admirador de van Helmont.
28
El texto latino de Conway form primero parte de un volumen colectivo annimo que contena
otras dos obras: Philosophia Vulgaris Refutata y los Problemata de Revolutione Animarum Humano-
rum esta ltima del propio van Helmont. Cf. Orio (2004, 23).
29
El texto ingls del prefacio de More puede leerse en Loptson (1982, 240ss), Coudert-Corse
(1996, 3-6) y Orio (2004, 103ss); trad. castellana en Orio (2004, 99-102).
LA FILOSOFA dE ANNE FINCH CONWAy 111
captulos, de los que solo el primero recibi un ttulo especfico (Sobre dios y sus
propiedades divinas) junto a la descripcin de su contenido; los dems solo estn
precedidos de un exhaustivo ndice, ordenados por pargrafos los distintos aspectos
metafsicos a tratar. y en el ltimo captulo se ocupa de diferenciar su filosofa de la
de descartes, Hobbes y Spinoza,30 facilitando una especie de resumen de sus tesis
principales. No es difcil adivinar que parte de la precisin terminolgica original
de la autora se habr perdido entre tanta traduccin y retraduccin por lo que es
de lamentar que nadie conservara el manuscrito original, pero lo que todos los
testimonios transmiten es que a pesar de las manipulaciones31 el libro que se public
recoga las tesis originales de Lady Conway, siguiendo un potente hilo argumental
desde el primero al ltimo captulo: aportar una nueva solucin (monismo vitalista)
al problema de la relacin mente-cuerpo, superando el dualismo cartesiano y apar-
tndose del materialismo de Spinoza cuya propuesta, tambin monista, conducira
al atesmo, para compatibilizar su teora con las fundamentales verdades cristianas.
Anne Finch Conway pretende conciliar en su obra como se desprende del mismo
ttulo dos fuerzas en principio contrarias: la doctrina de la emanacin y el vita-
lismo de los antiguos (sobre todo de los griegos, de los cabalistas y de Filn de Ale-
jandra), de un lado, con el mecanicismo de la cosmovisin moderna, de otro, y a su
vez hacer compatibles ambos con la teologa cristiana, muy en la rbita de los plat-
nicos de Cambridge. Por ello, al comienzo de su obra acepta la existencia de dios
como evidente (sin prueba de demostracin) y subraya el papel de Cristo como me-
diador entre dios y las criaturas en el proceso de emanacin y creacin. Sin embargo,
y aqu radica su originalidad frente a sus maestros a quienes hace una crtica velada32
en su obra (PR PH Ix, 2, 214), propugna una ontologa del espritu, derivada de
los atributos de dios, que se establece en oposicin a las interpretaciones filosficas
30
En 1982, Loptson public una edicin bilinge (latn-ingls) y disponemos de una traducin
castellana a cargo de (2004), acompaada de la versin latina. Para ms detalles sobre la historia y vi-
cisitudes sufridas por el manuscrito, puede consultarse Hutton (2004), Anne Conway, pp. 5-6, y La
filosofa de lady Anne Conway, un proto-Leibniz (2004, 21 y ss).
31
Orio (2004, 22) sostiene que van Helmont dio forma al libro de Conway, introduciendo algunas
citas en las Anotaciones cabalsticas que aparecen como apndice del captulo I de los PR PH, pero
sin que ello suponga merma en la originalidad.
32
Este grave error debe imputrseles tambin a quienes sostienen que cuerpo y espritu son cosas
contrarias, mutuamente inconvertibles entre s, al decir esto, privan al cuerpo de toda vida y percep-
cin, lo que es radicalmente contrario a los fundamentos de nuestra Filosofa. Crtica que aparece
tambin en PR PH VII, 4, y que va dirigida contra More y Cudworth. Cf. Orio (2004: 53ss y notas
143-145 de la trad.).
112 ECOLOGA y GNERO EN dILOGO INTERdISCIPLINAR
33
El ttulo completo de su tratado era Principles of the Most Ancient and Modern Philosophy
concerning God, Christ, and Creation, that is, concerning the Nature of Spirit and Matter, thanks to
which all the Problems can be resolved which could not be resolved by Scholastic Philosophy nor by
Modern Philosophy in general, whether Cartesian, Hobbesian, or Spinozian.
34
un clsico al respecto es el artculo de 1979 escrito por Carolyn Merchant bajo el sugerente
ttulo The Vitalism of Anne Conway: Its Impact on Leibnizs Concepto f the Monad, donde intenta
poner de manifiesto la original aportacin de tambin duran (1989) y (1994).
35
Cf. Carta de Leibniz a Sofa, septiembre de 1696, en Correspondance de Leibniz avec lElectrice
Sophie de Brunswicke-Lunebourg, ed. O. Klopp (Hannover, 1974), vol. 2, p. 8. Cf. GP III, 176, 180.
LA FILOSOFA dE ANNE FINCH CONWAy 113
36
En 1688 visit Leibniz a Knorr von Rosenroth en Sulzbach. Cf. A. Foucher de Careil (1861),
Leibniz, la philosophie juive et la cabale, Auguste durand, Paris, 56-59. Cf. (2002) y (2009).
37
En (1982: 48-50) ve un anticipo de la filosofa de Hume e incluso de Wittgenstein.
114 ECOLOGA y GNERO EN dILOGO INTERdISCIPLINAR
contra descartes que la materia inerte no puede existir. Frente a otro gran monista,
Spinoza, que presenta un sistema basado en un absolutismo determinista, donde
dios y la naturaleza se identifican deus sive natura, Conway empieza en su
obra por distinguir entre dios (intemporal e inmutable, PR PH I, 1-6) y la Cria-
tura o esencia creada,38 compuesta por el conjunto de las cosas y con un nico
atributo definitorio, la mutabilidad (PR PH, VI, 1), sosteniendo a su vez que todo
individuo creado permanece inalterable en su individuacin, a fin de que se man-
tenga el orden divino inteligible (PR PH, VI, 3-4). Con otras palabras, nos encon-
tramos ante un nominalismo metafsico en el que el ser o propiedad esencial de
cada cosa se define por su esencial mutabilidad que, sin embargo, mantiene inal-
terable su individuacin, de manera que no hay ontolgicamente especies distintas,
sino que cada ser es una naturaleza singular, un existente mutable individual, esto
es, una mnada (Loptson, 17-18, 23; Orio, 27-28) que puede adoptar diversos
grados de corporalizacin o espiritualizacin; y como el conjunto de todos los
individuos constituye una nica Criatura o Esencia esentia mundi unos y
otros estn comunicados entre s sin perder su individuacin y se emiten con-
tinuamente partculas sutiles, imgenes o emanaciones aun a la mxima distancia
(PR PH, III, 10). Esto es lo que significa para Conway precisamente la creacin,
dar la esencia a la Criatura aportando la Voluntad a la Idea (PR PH, 1, 7, p. 114);39
frente a la idea de una creatio ex nihilo, Conway defiende, pues, una especie de
emanacin en una modalidad de panentesmo con el que pretende salvar la conti-
nuidad y a la vez la distincin entre dios y la Criatura, recurriendo a la figura del
Cristo-Medio en quien todas las cosas subsisten, ensamblando todos los eslabo-
nes de la cadena del ser, y que es lo que introduce mayor dificultad a su doctrina
(Orio 2004, p. 28).
No voy a entrar ahora en disquisiciones metafsicas, sino concluir este punto
con la idea fundamental de la ontologa de Conway que me interesa para dar el
paso a la perspectiva tica y a un posible fundamento de los principios de la ecologa
actual. Me refiero a la idea de convertibilidad, con la que Conway hace un bri-
llante rechazo del materialismo (Popkin, 111), distinguiendo entre espritus-cuer-
pos ms densos o ms voltiles, y que lo ms genial de todo se encuentran en
continua mutabilidad, de manera que todos podemos adoptar todas las formas,
salvo la de dios o Cristo (V. PR PH, IV y V), espiritualizndonos o corporeizndo-
nos, pero manteniendo nuestra identidad; algo que Conway explica con su famoso
38
En la que puede rastrearse la nocin de Adam Kadmon de la Cbala. Cf. Orio de Miguel
(2004: 2).
39
En este punto aporta Conway una interpretacin de la Trinidad, que deberan poder aceptar
judos y turcos, y que es un alegato de tolerancia. Cf. Hutton 2011, con carta indita de John Finch a
su hermana.
LA FILOSOFA dE ANNE FINCH CONWAy 115
40
Sobre perfeccionamiento moral, cf. White 2008, parte I.
116 ECOLOGA y GNERO EN dILOGO INTERdISCIPLINAR
41
Sin embargo, Conway negar la eternidad del infierno, ya que le parece que sera muy injusto
por parte de dios castigar pecados finitos de manera infinita y eterna.
LA FILOSOFA dE ANNE FINCH CONWAy 117
se curen las criaturas enfermas y sean restablecidas a un estado mejor que el que
antes tenan (PR PH VI, 10, 170). Por ltimo, Conway sugiere que a medida que
las criaturas se vuelven metafsicamente mejores, tambin aumenta el grado de su
conocimiento, entendiendo progresivamente ms sobre la unidad de las cosas y
sobre su justicia. Como criaturas, se vuelven ms vitales y ms conscientes de la
unidad entre ellos y el resto de las criaturas; y a medida que se vuelven ms cons-
cientes de esta unidad, comienzan a comprender la justicia en el mundo: la justicia
de dios se muestra admirablemente en todo su esplendor en la transformacin de
las cosas de una especie en otra (PR PH VI, sumario 7, p. 155). En efecto, somos
capaces de captar el principio de la verdadera justicia, porque dios dot al hom-
bre con el instinto por la justicia (PR PH VI, 7).
Leibniz estar de acuerdo con Conway en que se obtienen beneficios morales y
cognitivos del sufrimiento al verlo como parte del orden racional del mundo cre-
ado por dios. Pero, a diferencia de la pensadora inglesa, no cree que tales bene-
ficios provengan del sufrimiento mismo; por s misma, la pasin no puede tener
ningn beneficio moral o cognitivo: cualquier beneficio que derivara de una pasin
debe venir de lo que se aprende en la transicin de un estado de sufrimiento a uno
de no-sufrimiento. Esta transicin puede ofrecer tres tipos de beneficios. El bene-
ficio ms bsico derivado de dicha transicin es el placer de alivio, en tanto que el
movimiento del sufrimiento al no-sufrimiento conduce as a una mayor apreciacin
de la ausencia de dolor, de forma que una disonancia dota de mayor relieve a la
armona (Teodicea 12). un segundo beneficio producido por la transicin del
sufrimiento al no-sufrimiento se produce cuando hay un sentido de victoria sobre
la pasin; esto sucede cuando la vctima se ha negado a ceder ante el dolor o la ten-
tacin de la pasin y se siente la fuerza de haberlo conseguido; Leibniz sugiere que
los beneficios morales siguen estas pequeas victorias: se obtiene sentido de la
fuerza y el deseo de adquirir ms (Teodicea 329). y en tercer lugar, cuando con-
tribuye a una mayor perfeccin del que sufre (Teodicea 23); cuando alguien ha
reunido la fuerza de la mente para superar las pasiones, ha dado un paso hacia
el perfeccionamiento moral y puede comprender la armona y justicia universales.
Leibniz no piensa que el sufrimiento sea por s mismo suficiente para obtener
un perfeccionamiento moral, aunque sin sufrimiento tampoco puede haber una
transicin del sufrimiento al no-sufrimiento y, sin transicin, no habr una verda-
dera toma de conciencia de la armona del mundo de dios. Por lo tanto, el sufri-
miento es una condicin necesaria para dicha comprensin, por lo que en la
Teodicea afirma que todos los seres humanos sin importar la religin pueden
encontrar un camino hacia dios; pueden hacerlo porque todos ellos sufren y, por
lo tanto, todos tienen la oportunidad de aprender acerca de la justicia y la armona
del mundo de dios. Cuando se pasa de un estado de sufrimiento a no sufrir, no
solo se siente el placer por no sufrir ms, sino que tambin se est motivado para
118 ECOLOGA y GNERO EN dILOGO INTERdISCIPLINAR
42
Cf. Carta a Sofa del 28 de octubre de 1696 (A I, 13, 83-93) o Teodicea I &9. Cf. tambin Orio
(2004, 52-53) y Fernndez (1998).
LA FILOSOFA dE ANNE FINCH CONWAy 119
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
43
Sobre la idea de compensacin en el Renacimiento y los inicios de la Modernidad es interesante
consultar Th. Leinkauf: diversitas identitate compensata. Ein Grundtheorem in Leibnizs denken
und Seine Voraussetzungen in der frhen Neuzeit, St. Leibnitiana 28, 1, 1996, 58-83, y 29, 1, 1997,
81-102.
120 ECOLOGA y GNERO EN dILOGO INTERdISCIPLINAR
BOCK, Gisele, y ZIMMERMANN, Margarete (1997): die Querelle des Femmes in Eu-
ropa. Eine Begriffs- und Forschungsgeschichtiliche Einfhrung, en Querelles,
Jahrbuch fr Frauenforschung, 2 vols., pp. 9-38.
BROAd, Jacqueline (2002): Women Philosophers of the Seventeenth Century, Cam-
bridge Cambridge university Press.
BROWN, Stuart (1990): Leibniz and Henry Mores, en S. Hutton (ed.), Henry More
(1614-1687): Tercentenary Studies. dordrecht: Kluwer Academic Publishers.
COBO, Rosa (1995): Fundamentos del patriarcado moderno: J. J.Rousseau, Ctedra,
Madrid.
CONWAy, Anne Finch (1690),The principles of the most Ancient and Modern Phi-
losophy. Eds.: Loptson, P. (The Hague, 1982) y A. Coudert and T. Corse (Cam-
bridge Texts, Cambridge uP, 1996). Trad. cast. de (2004, pp. 97-334), por la que
citar como PR PH.
COudERT, Allison (1998): The Impact of the Kabbalah in the Seventeenth Century.
The Life and Work of Francis Mercury van Helmont, 1614-1698: Brill.
duRAN, Jane (1989):Anne Viscountess Conway: A Seventeenth Century Ratio-
nalist, Hypatia 4 (1), pp. 64-79.
COLE, Jean (1983): A propos du projet de Wolff dcrire une Philosophie des
dames, Studia Leibnitiana xV/1, pp. 46-57.
ENGEL, F., HASSAuER, B., RANG, H. Wunder (eds.) (2004): Geschlechterstreit am
Beginn der europischen Moderne. die Querelle des Femmes, u. Helmer Verlag,
Knigstein/Taunus.
FEMENAS, Mara Luisa (1996): Inferioridad y exclusin, Buenos Aires, Nuevohacer.
FERNNdEZ, Francisco Jos (1998): Leibniz, el filsofo del ocano, Iralka, Irn.
GABBEy, Alan (1977): Anne Conway et Henry More: Lettres sur descartes (1650-
1651), Archives de Philosophie 40, pp. 379-388.
GOuRNAy, Marie de (1641), Escritos sobre la igualdad y en defensa de las mujeres
(ed. de Montserrat Cabr), Clsicos del Pensamiento, CSIC, 2014.
GOuGy-FRANOIS, Marie (1965): Les grands salons fminis, ed. debresse, Paris.
HAGENGRuBER, Ruth (1998): Klassische philosophische Texte von Frauen, dtv,
Mnchen.
HuTTON, Sarah (1995): Anne Conway critique de Henry More: lesprit et la na-
ture, Archives de Philosophie, 58, pp. 371-384.
(2004): Anne Conway. A Woman Philosopher: Cambridge university Press.
(2011): Sir John Finch and Religious Toleration: an unpublished letter to Anne
Conway, in del dubbio. un Progetto di Antonio Rotondo, Luisa Simonutti and
Camilla Hernanin (eds.), 2 vols., Florence: Olschki, pp. 287-304.
JAuCH, ursula Pia (1990): damenphilosophie und Mnnermoral, Passagen Verlag,
Wien. Trad. cast. de (1995): Filosofa de damas y moral masculina, Alianza univ.,
Madrid.
LA FILOSOFA dE ANNE FINCH CONWAy 121
JIMNEZ PERONA, ngeles (1992): Sobre incoherencias ilustradas: una fisura sin-
tomtica en la universalidad, en C. Amors (1992a), pp. 237-246.
JOLLEy, Nicholas (1998) The Relation between Theology and Philosophy, in:
daniel Garber / Michael Ayers (eds.), Cambridge History of Seventeenth Century
Philosophy, pp. 363-92.
LASCANO, Marcy P. (2013): Anne Conway: Bodies in the Spiritual World, Phi-
losophy Compass 8 (4), pp. 327-336.
LEIBNIZ, Gottfried Wilhelm (1923-), Smtliche Schriften und Briefe, ed. Citado
como A, por serie, volumen y pgina.
(1875-1890) die Philosophischen Schriften von Gottfried Wilhelm Leibniz. Ed.
por C. I. Gerhardt. Berlin. 7 vols. Citado como GP, por volumen y pgina.
LEINKAuF, Thomas: diversitas identitate compensata. Ein Grundtheorem in
Leibnizs denken und Seine Voraussetzungen in der frhen Neuzeit, Studia Leib-
nitiana 28, 1, 1996, pp. 58-83, y Studia Leibnitiana 29, 1, 1997, pp. 81-102.
MARTN-GAMERO, Amalia (1975): Antologa del feminismo, Alianza, Madrid.
MCROBERT, Jennifer (2000): Anne Conways Vitalism and Her Critique of
descartes, International Philosophical Quarterly 40 (1), pp. 21-35.
MERCHANT, Carolin (1979): The vitalism of Anne Conway: its impact on Leibnizs
concept of Monad, in Journal of Historiy of Philosophy 17, pp. 255-269.
MERCER, Christia (2012): Platonism in Early Modern Natural Philosophy: The
Case of Leibniz and Conway, Ch. Horn-J. Wilberding (eds.), Neoplatonic Nat-
ural Philosophy.
NICOLSON, Marjorie H. (1930): Letters. The correspondence of Anne, Viscountess
of Conway, Henry More and their friends: 1642-1684. Oxford. u. P. (-& Hutton,
Sarah, Ibid., 1980, Clarendon Press).
ORIO dE MIGuEL, Bernardino (2002): Leibniz y el Hermetismo, Ed. de Ad. de la
universidad Politcnica de Valencia (uPV), Valencia, 2 vols.
(2004): La filosofa de Lady Anne Conway, un proto-Leibniz, Coleccin Leib-
nizius Politechnicus n 11, Editorial de la uPV, Valencia.
(2009) Leibniz y la tradicin hermtica, en Thmata, 42, pp. 107-22.
OWEN, Gilbert Roy (1937): The Famous case of Lady Anne Conway, Annals of
Medical History 9, pp. 567-71.
POPKIN, R. H., 1990, The Spiritualistic Cosmologies of Henry More and Anne
Conway, in S. Hutton (ed.), Henry More (1614-1687): Tercentenary Studies:
Kluwer, pp. 98-113.
POuLLAIN dE LA BARRE, Francois (1674): de legalit des deux sexes. discours phy-
sique o lon voit limportance de se dfaire des Prjuguez, Paris (Nachdr. 1984).
POSAdA KuBISSA, Luisa (1992): Cuando la razn prctica no es tan pura (Aporta-
ciones e implicaciones de la hermenutica feminista actual. A propsito de Kant),
en Isegora. Revista de Filosofa moral y poltica 6, noviembre 1992, pp. 17-36.
122 ECOLOGA y GNERO EN dILOGO INTERdISCIPLINAR
L
as religiones son uno de los ltimos, ms resistentes e influyentes bastiones
legitimadores del patriarcado en las diferentes sociedades del planeta. y den-
tro de ellas las corrientes fundamentalistas son las ms beligerantes defenso-
ras del protagonismo de masculinidad hegemnica. se trata de un fenmeno de
especial significacin y relevancia al que el pensamiento feminista y los estudios de
gnero no pueden ser ajenos y del que han de ocuparse tanto en su agenda de in-
vestigaciones como en sus propuestas alternativas. dicho fenmeno tiene repercu-
siones negativas en diferentes mbitos.
el primero es el de las propias religiones que siguen ejerciendo una gran influen-
cia en la conformacin de la conciencia de no pocas personas, grupos humanos y
sociedades enteras. tres cuartas partes de la humanidad estn vinculadas, de una u
otra forma, a diferentes sistemas de creencias que predican mensajes androcntri-
cos, exigen creer en doctrinas elaboradas por los varones, justifican comportamien-
tos machistas, legitiman prcticas patriarcales, fomentan actitudes misginas, incitan
a la violencia contra las mujeres y proclaman textos discriminatorios de las mujeres.
el segundo mbito donde se deja sentir la influencia negativa muchas veces
perniciosa de las religiones en la esfera social y poltica, es en los pases de religin
nica o privilegiada por la identificacin entre los cdigos morales religiosos y la
moral cvica, la mayora de las veces represiva contra las mujeres y permisiva con
los varones. Pero influyen tambin en no pocos pases no confesionales en es-
paa, especialmente, cuyos legisladores, gobernantes y jueces son rehenes de la
religin dominante. en definitiva, el patriarcado religioso legitima, refuerza y pro-
longa al patriarcado social y poltico en todas las esferas de la vida, empezando por
el lenguaje, siguiendo por la familia, las relaciones humanas, la legislacin, las rela-
ciones humanas, etc. y llegando hasta la vida cotidiana.
126 eCoLoga y gnero en diLogo interdisCiPLinar
Las religiones o, mejor dicho, los dirigentes religiosos han declarado la guerra
a veces incluso no solo metafricamente, sino de forma cruenta al feminismo,
al que se refieren despectivamente no como teora de gnero, sino como ideologa
de gnero, a la que responsabilizan del avance en la autonoma y la libertad de las
mujeres y se muestran insensibles hacia la violencia de gnero contra ellas.
en el catolicismo, por ejemplo, son numerosos los documentos papales y epis-
copales contra el aborto, al que consideran un asesinato, contra el divorcio, al que
acusan de destruir la familia, contra los mtodos anticonceptivos, a los que respon-
sabilizan de la obstruccin a la vida y del descenso del control de la natalidad, contra
las relaciones prematrimoniales, la pldora del da despus, la fecundacin in vitro,
los derechos sexuales y reproductivos, etc. y muestran su oposicin no solo en do-
cumentos, sino tambin participando en manifestaciones junto a los sectores ms
conservadores de la sociedad. no se prodigan tanto o, mejor, nada, en documentos
contra la violencia de gnero, el patriarcado, el sexismo, el androcentrismo, etc.
Uno de los campos de anlisis de las investigaciones feministas es el del discurso
androcntrico y de la organizacin patriarcal de las religiones. es por eso que con-
sideramos necesaria la elaboracin de una teora crtica feminista de las religiones,
cuyas lneas queremos trazar a continuacin.
en contra de lo que intenta mostrar la cultura patriarcal y las religiones, las mu-
jeres no son vctimas indefensas y silenciosas, sino que tienen una larga historia de
lucha y de resistencia frente al patriarcado, que est radicalizndose en nuestro
tiempo.
a) Las mujeres en las religiones no son reconocidas como sujetos morales: se las
considera menores de edad que necesitan guas espirituales varones que les con-
duzcan por la senda de la moralidad, les digan lo que es bueno y lo que es malo,
lo que pueden y no pueden hacer, sobre todo en materia de sexualidad, de re-
laciones de pareja y en la educacin de sus hijos. Las normas morales a cumplir
por las mujeres alejadas, cuando no contrarias, la mayora de las veces, a las
orientaciones igualitarias de los fundadores y fundadoras son dictadas por los
varones, que se las imponen como de obligado cumplimiento.
en el imaginario patriarcal religioso, influido por los clrigos, imames, rabinos,
lamas, gurs, pastores y maestros espirituales, las mujeres son consideradas ten-
tadoras, ligeras de conducta, amorales, etc. esa imagen se ha elaborado a partir
de determinados textos de algunos libros sagrados escritos en lenguaje patriarcal,
considerados vlidos en todo tiempo y lugar y ledos con ojos fundamentalistas
y mentalidad misgina.
Los CUerPos CoLonizados: Las reLigiones Contra Las MUJeres 127
b) Las mujeres casi nunca son reconocidas como sujetos religiosos. en no pocas
religiones, la divinidad suele ser masculina y tiende a ser representada solo por
varones. de lo que Mary daly deduce que si dios es hombre, el hombre es dios
(daly, 1985: 69-97). as, los varones se sienten legitimados divinamente para im-
poner su omnmoda voluntad a las mujeres y el patriarcado religioso dios, en
definitiva legitima el patriarcado en la sociedad. Precisamente porque solo
los varones pueden representar a dios, solo los varones pueden acceder al m-
bito de lo sagrado, al mundo divino, entrar en el sancta sanctorum; subir al altar,
ofrecer el sacrificio, dirigir la oracin comunitaria en la mezquita, presidir el ser-
vicio religioso en las sinagogas (con algunas excepciones).
solo los varones pueden ser sacerdotes en la iglesia Catlica, imames en el
islam y rabinos en el judasmo ortodoxo, sin que haya texto sagrado alguno que
excluya a las mujeres. en la iglesia catlica la ordenacin sacerdotal de mujeres
es considerada delito grave al mismo nivel que la pederastia, la hereja, la apos-
tasa y se castiga de manera ms severa que la pederastia: con la excomunin.
La oracin comunitaria de los viernes presidida por mujeres es calificada de pro-
fanacin de lo sagrado. en la iglesia catlica las mujeres pueden consagrar su
vida a dios, pero, en razn de su sexo, no pueden representar a dios. en las
mezquitas, las mujeres suelen estar separadas de los hombres para no con-
taminar?, son colocadas en la parte superior tras una celosa, e incluso a veces
tienen que entrar por una puerta distinta de la de los hombres.
c) Las mujeres difcilmente son reconocidas como sujetos teolgicos. Las insti-
tuciones religiosas suelen poner a las mujeres todo tipo de trabas para el estudio
y la docencia de la teologa, para la interpretacin de los textos sagrados, para
la reflexin sobre la fe, etc. y cuando deciden u osan pensar la fe y hacer teologa
desde sus experiencias de sufrimiento y de lucha, e interpretar los textos de sus
respectivas religiones desde la propia subjetividad, desde sus experiencias vitales,
suelen ser acusadas de entrar en un terreno que no les corresponde y de caer en
el subjetivismo. Como si los varones no lo fueran en sus lecturas e interpreta-
ciones! en la mayora de las religiones, la teologa est escrita con caracteres
masculinos.
d) La organizacin de las religiones se configura, la mayora de las veces, patriar-
calmente: todos los sacerdotes catlicos y todos los imames son varones; el dalai
Lama es varn; la mayora de los rabinos y de los lamas son hombres. Por ello,
las religiones bien pueden definirse como perfectas patriarquas. hay, con todo,
honrosas excepciones en las iglesias de tradicin protestante, que ordenan pas-
toras, sacerdotisas y obispas a las mujeres. Prctica que debera generalizarse para
terminar con la discriminacin de gnero en el acceso a los ministerios ordenados.
e) Las mujeres acceden con dificultad a puestos de responsabilidad en las co-
munidades religiosas. el poder suele ser detentado por varones. a las mujeres
128 eCoLoga y gnero en diLogo interdisCiPLinar
les corresponde acatar las rdenes; lo que tiende a justificarse por el discurso
androcntrico de las religiones apelando a la voluntad divina: es dios quien en-
comienda el poder y la autoridad a los varones. en el caso del cristianismo, se
apela a Jess para cerrar el paso a la ordenacin sacerdotal de las mujeres. Lo
afirmaba el papa Benedicto Xvi en el libro-entrevista con el periodista Peter
seewald: La formulacin de Juan Pablo ii es muy importante: la iglesia no tiene
en modo alguno la facultad de ordenar a mujeres. no es que, digamos, nos
guste o no nos guste, sino que no podemos. el seor dio a la iglesia una figura
con los doce, y despus, en sucesin de ellos, con los obispos y los presbteros
(los sacerdotes). esta figura de la iglesia no la hemos hecho nosotros, sino que
es constitutiva desde l (Benedicto Xvi, 2010: 158-159). en otras palabras,
que solo orden sacerdotes a hombres. Machismo duro y puro y lectura andro-
cntrica de la Biblia para legitimar la organizacin patriarcal de la iglesia!
nosotros nos preguntamos: las iglesias cristianas, cada vez ms numerosas,
que ordenan a mujeres y les reconocen funciones sacerdotales y episcopales,
estn transgrediendo el mandato de Cristo o aplican en sus comunidades el prin-
cipio evanglico y democrtico de igualdad entre hombres y mujeres?
Con la Biblia cristiana en la mano y desde una hermenutica de gnero hay
que decir dos cosas: a) que lo que pone en marcha Jess de nazaret no es una
iglesia jerrquico-patriarcal como la actual, sino un movimiento igualitario de
hombres y mujeres; b) que Jess de nazaret no orden sacerdotes ni a hombres
ni a mujeres. todo lo contrario: excluy directa y expresamente de la nueva re-
ligin el sacerdocio y elimin el templo como lugar de culto proponiendo como
alternativa la adoracin en espritu y en verdad. el cristianismo, como dijera
lcidamente dez-alegra, es una religin tico proftica, no ontolgico-cultural.
Con la historia de la iglesia en la mano y las investigaciones arqueolgicas puede
afirmarse que, durante varios siglos, las mujeres ejercieron funciones sacerdotales
y episcopales. no es la historia, para la iglesia, maestra de la vida?
f) Las religiones legitiman de mltiples formas la exclusin de las mujeres de la
esfera pblica, de la vida poltica, de la actividad intelectual, del campo cient-
fico; y limitan sus funciones al mbito domstico, a la esfera de lo privado, a la
educacin de los hijos e hijas, a la atencin al marido, al cuidado de los enfermos,
personas mayores, etc. Cualquier tipo de presencia de las mujeres en la actividad
poltica o social es considerado ajeno a la identidad femenina (?) y un aban-
dono de su verdadero campo de operaciones, que es el hogar, con la consiguiente
culpabilizacin. a lo sumo defienden que la mujer pueda realizarse en el hogar
y en el trabajo, lo que no se aplica a los hombres.
h) La mayora de las religiones niegan a las mujeres el reconocimiento y el ejer-
cicio de los derechos reproductivos y sexuales:
Los CUerPos CoLonizados: Las reLigiones Contra Las MUJeres 129
- Las mujeres no son dueas de su propio cuerpo, que es controlado por los
confesores, directores espirituales, esposos, etc.
- a las mujeres no se les permite planificar la familia: deben tener los hijos y
las hijas que dios quiera, los que dios les mande, no los que ellas libremente
decidan.
- no pueden ejercer la sexualidad fuera de los lmites impuestos por la reli-
gin (matrimonio, heterosexualidad). La prctica de la sexualidad fuera del
matrimonio o con personas del mismo sexo es prohibida y condenada ex-
presamente.
- son consideradas impuras por la menstruacin.
- si deciden interrumpir el embarazo, incluso atenindose a la ley, son acu-
sadas de pecadoras y criminales y se pide para ellas incluso penas de crcel.
en la condena y criminalizacin del aborto coinciden los lderes religiosos,
por ejemplo, del catolicismo y del islam.
- Las mujeres no pueden utilizar mtodos anticonceptivos, porque eso im-
plica poner obstculos a la vida.
Un da, sin planificarlo, nos damos cuenta de que unos se apropian del trabajo, del
cuerpo, de los sueos de unas personas, del ecosistema planetario, de los espacios
Los CUerPos CoLonizados: Las reLigiones Contra Las MUJeres 131
Como afirma la teloga Mary hunt: los cuerpos no mienten (2009). Las mujeres
con sus cuerpos daados, los nios y nias subsaharianos muertos abrazados a sus
madres en la ruta hacia europa, los ecocidios que vemos cada da nos reclaman ac-
ciones. Parece que la aportacin desde las religiones en algunos campos es insufi-
ciente, y en el de la sexualidad es coercitivo y opresor.
Cuando reclamamos derechos sexuales y reproductivos, hablamos de un estado
general de bienestar que afecta a todos los individuos. excede al mero hecho de
tener acceso a mtodos anticonceptivos o a servicios de planificacin familiar, que
son un elemento clave para el empoderamiento de las mujeres. Por eso, sera mejor
utilizar el trmino justicia procreativa, que abarca el antes (si tener hijos o no,
cundo, cmo) y el despus.
132 eCoLoga y gnero en diLogo interdisCiPLinar
sin embargo las jerarquas de muchas tradiciones religiosas, siempre tan empe-
adas en cuestiones de fe, se carnalizan cuando se trata de hablar de las mujeres.
Mientras la pureza de los hombres se manifiesta en los hechos, la de las mujeres se
sita en el himen. ya desde el helenismo tardo existe un vnculo entre virginidad
y espiritualidad. en el judasmo se valoraba por encima de todo la fecundidad y
morir virgen era una desgracia (Mara aparecer como la engendradora de lo divino,
es la pureza premiada).
Llegar virgen al matrimonio ha sido y sigue siendo en muchas personas y pases
un valor imprescindible. en muchos casos equivale a un documento de propiedad
privada y exclusiva. si una mujer no ha descubierto el placer, el hombre no tiene
miedo a ser comparado con otro y pierde la angustia ante la posibilidad de no poder
satisfacer los deseos de su cnyuge. as, la mujer pensar que todos son iguales,
creer que el horizonte sexual es lo que su marido le ofrece y la ignorancia sexual
de las esposas asegura su fidelidad. Las religiones son el soporte ideolgico de estos
principios patriarcales.
en este mundo en el que todo se compra y se vende, tambin la reconstruccin
del himen es una realidad y, aunque parezca novedosa, ya la encontramos en La
Celestina (cosa virgos). hoy se compra por internet el llamado kit de la virgi-
nidad de fabricacin china (cuyo uso es condenado con pena de muerte en pases
como arabia saud). o lo reconstruye el cirujano plstico.
en algunas culturas, la violacin se castiga muy duramente, incluso con la pena
de muerte, pero siempre y cuando la vctima fuese virgen. Las relaciones extrama-
trimoniales son objeto de lapidacin o asesinato, etc. Con estas imposiciones, se
pretende proteger a las mujeres? Claramente no. es el honor del padre o del esposo,
o la preservacin del linaje y la certeza de la paternidad, los objetivos determinantes
en el castigo de este tipo de delitos. en cualquier caso, la mujer como ser humano
vejado y humillado, no tiene demasiada importancia. es ms, su prestigio y valor
social se reduce a cero despus de sufrir una violacin. esta baja estima de la mujer
violada se ha mantenido a travs de los tiempos a causa de esa mitificacin de la
virginidad.
tradicin, religin e historia han exigido a la mujer la defensa de su honestidad
hasta la muerte si fuera necesario. Un ejemplo lo encontramos en el proceso de
beatificacin de Mara goretti, en el que Po Xii (1939-1958) argumentaba y des-
criba en sus pginas la violacin, no como un ataque brutal que en buena lgica
repugnaba a Mara, una nia de doce aos, sino como ejemplo del camino a la san-
tidad que le hizo renunciar a un atractivo placer por defender su honestidad.
segn esta interpretacin, lo esperado de la agresin era la produccin de placer:
solo la resistencia de la vctima explicable porque atentaba contra su virginidad,
convierte dicha agresin en especialmente indeseable.
Los CUerPos CoLonizados: Las reLigiones Contra Las MUJeres 133
adems, la segregacin de las mujeres del mbito sagrado est casi siempre re-
lacionada con la sangre. La sangre de las mujeres las hace impuras, mientras que la
sangre masculina est repleta de valor, entrega y servicio y se celebran rituales en
su honor. durante el tiempo de la menstruacin, y tambin despus del parto, las
mujeres son consideradas impuras y contaminantes. aunque en la actualidad nadie
se atrevera a usar este argumento para apartar a las mujeres de determinados ser-
vicios en las organizaciones religiosas, no hay duda de que esta conviccin perma-
nece en el inconsciente colectivo como freno invisible pero real que impide el acceso
de las mujeres a la esfera de lo sagrado (en las mezquitas las mujeres menstruantes
se separan ellas mismas de las dems y en la tradicin catlica los ministerios orde-
nados estn reservados solo a los varones).
otro asunto son los lmites del derecho al aborto, que estn directamente rela-
cionados con las creencias religiosas y no solo con razones culturales o motivaciones
socio-econmicas. todas las religiones establecen el principio general del respeto a
la vida y en la iglesia catlica, el aborto, siempre es un crimen y la mujer es autom-
ticamente excomulgada. el feto es persona desde el mismo momento de la concep-
cin, por tanto se mata a una persona.
en resumen, si la mujer no cumple con el papel que las jerarquas le han asig-
nado, estar cometiendo un acto de rebelda contra la voluntad divina y su cuerpo
se convertir en obstculo definitivo para su salvacin.
sentacin de la divinidad, mientras que a las mujeres se les niega el derecho a la in-
terpretacin de dichos textos alegando subjetividad y arbitrariedad, incluso se les
ordena silencio mientras se proclaman.
Las religiones siguen considerando a los varones como pater familias conforme
a los viejos cdigos domsticos que les reconocen superioridad y autoridad sobre
el resto de los miembros de la familia: esposa, hijos, hijas, etc. Citaremos tres ejem-
plos: la incorporacin de los cdigos domsticos romanos en los textos de las Cartas
Pastorales de la Biblia cristiana; el repudio en el judasmo por esterilidad de la
mujer; el repudio y poligamia en el islam en algunas tradiciones musulmanas. Las
religiones legitiman la familia patriarcal.
hay una conexin, que el patriarcado considera intrnseca y necesaria, entre
masculinidad y violencia. a su vez, la bsqueda de formas de gestionar pacfica-
mente los conflictos consiste con frecuencia en aplicar buena parte de las ensean-
zas de las mujeres en lo privado.
La redefinicin del papel de las mujeres debera provocar un efecto rebote
en la re-definicin del papel de los hombres en las religiones.
Los textos sagrados dejan constancia de ello. Justifican pegar a las mujeres, lapi-
darlas, ofrecerlas en sacrificio para cumplir una promesa y para aplacar la ira de los
dioses, dejarlas encerradas en casa hasta que mueran, imponerles silencio, no reco-
nocerles autoridad, no valorar su testimonio en igualdad de condiciones que a los
varones, etc. Las prcticas religiosas vienen a ratificarlo. a las mujeres no se les re-
conoce la presuncin de inocencia, sino que se las presume culpables mientras no
se demuestre lo contrario. son ellas las que caen en la tentacin y tientan a los va-
rones, y por eso merecen castigo.
algunos Padres de la iglesia las consideran la puerta de satans y la causa
de todos los males. Para un telogo tan influyente en el cristianismo como agustn
de hipona, la inferioridad de la mujer pertenece al orden natural. otro telogo tan
decisivo en la teologa cristiana como toms de aquino define a la mujer como
varn imperfecto. Lutero habla de las mujeres como inferiores de mente y cuerpo
por haber cado en la tentacin y afirma que las mujeres han sido creadas sin otro
propsito que el de servir a los hombres y ser sus ayudantes.
La violencia de los hombres de iglesia contra las mujeres, incluidos los santos
como agustn de hipona, es descrita con toda su crudeza y realismo en una escena
de la novela de Jostein gaarder vita brevis, en la que floria emilia le recuerda a
Los CUerPos CoLonizados: Las reLigiones Contra Las MUJeres 135
aurelio agustn, con quien haba vivido en concubinato doce aos, su comporta-
miento violento con ella:
Una tarde, cuando habamos compartido de nuevo los regalos de venus, te volviste de
pronto airado hacia m y me golpeaste. recuerdas que me golpeaste? t, precisamente
t que antao fuiste un respetable profesor de retrica, me pegaste brutalmente porque
te habas dejado tentar por mi ternura! sobre m recay la culpa de tu deseo... obispo,
pegaste y gritaste porque me haba convertido de nuevo en una amenaza para la salvacin
de tu alma. Cogiste una vara y me golpeaste de nuevo. Pens que queras acabar con mi
vida porque eso hubiera sido para m lo mismo que castrarte. Pero yo no tema por mi
vida, solo estaba destrozada, tan decepcionada y avergonzada de ti que recuerdo
claramente que dese que me mataras de una vez. (gaarder, 1997: 112-113)
tras relatar la agresin, floria comenta que no fue a ella a quien golpe agustn,
sino a eva, a la Mujer, y le recuerda, citando a Publio sirio, que quien se comporta
injustamente con una persona, amenaza a muchas personas. al final de la carta le
confiesa al obispo de hipona con justificado dramatismo: siento escalofros
porque temo que lleguen tiempos en los que las mujeres sean asesinadas por
hombres de la iglesia de roma (gaarder, 1997: 126). y sigue planteando una
pregunta escalofriante: Pero, por qu se las habra de matar, honorable obispo?
Porque os recuerdan que habis renegado de vuestra propia alma y atributos,
pensis. y en favor de quin? en favor de un dios, decs, en favor de l que ha
creado el firmamento que os cubre y la tierra sobre la que viven las mujeres que os
dan a luz (gaarder, 1997: 126-127).
La antigua compaera de agustn dice a los hombres de iglesia que, si dios
existe, los juzgar por los placeres a los que han dado la espalda y por negar el amor
entre hombre y mujer. floria aurelia termina la carta comunicando al obispo que
si fue l quien se ocup de hacerle llegar sus Confesiones para que se bautizara, no
le va a dar esa satisfaccin.
veamos otro ejemplo, este, actual. Mohamed Kamal Mustafa, imn de la
mezquita sohail de fuengirola, que se presentaba como telogo musulmn y
experto en la materia, escribi en 1997 el libro La mujer en el islam, de distribucin
gratuita. en el captulo titulado Cuestiones dudosas, el autor se pregunta: tiene
el hombre derecho a pegar a su mujer?. La respuesta es todo un ejemplo de
apologa de malos tratos contra las mujeres, que dice justificarse en diferentes textos
del Corn, entre los cuales est el siguiente:
Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de las preferencias que dios
ha dado a unos ms que a otros y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son
devotas. y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que dios manda que cuiden.
136 eCoLoga y gnero en diLogo interdisCiPLinar
amonestad a aquellas que temis que se rebelen, dejadlas solas en la cama. Pegadles!
si os obedecen, no os metis con ellas. (Kamal, 1997: 35)
nunca se debe pegar en una situacin de furia exacerbada y ciega para evitar males
mayores. no se debe golpear las partes sensibles del cuerpo (la cara, el pecho, el vientre,
la cabeza, etc.). Los golpes se han de administrar a unas partes concretas del cuerpo
como los pies y las manos, debiendo utilizarse una vara no demasiado gruesa, es decir,
que ha de ser fina y ligera para que no deje cicatrices o hematomas en el cuerpo. Los
golpes no han de ser fuertes y duros, porque la finalidad es hacer sufrir psicolgicamente
y no humillar y maltratar fsicamente. (Kamal, 1997: 87)
sin eMBargo, Las MUJeres sUeLen ser Las Ms fieLes segUidoras de Las reLigiones
solo hay una manera de limar aristas. tendrs que aprender a ser sumisa, como dice san
Pablo. o sea, ponerte debajo, porque t sers la base de vuestra familia. t sers los ci-
mientos. t sostendrs a todos, a tu marido, y a tus hijos adaptndote, aceptando, de-
jando pasar las cosas, dirigiendo con dulzura. Quien sostiene el mundo es el que est
debajo, no el que se pone por encima de los dems. (Miriano, 2013:35)
someteos unos a otros en atencin al Mesas. Las mujeres a los maridos como al seor,
pues el marido es cabeza de la mujer como el Mesas es cabeza de la iglesia, l que es el
salvador del cuerpo. Pues como la iglesia se somete al Mesas, as las mujeres a los ma-
ridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, como el Mesas am a la iglesia y se
entreg por ella, para limpiarla con el bao del agua y la palabra, y consagrarla... as
tienen los maridos que amar a sus mujeres, como a su cuerpo... ame cada uno a su mujer
como a s mismo y la mujer respete a su marido.
estas expresiones del apstol quizs puedan causar perplejidad e irritacin en el lector
y especialmente en la lectora de hoy que solo se contente con una lectura superficial
138 eCoLoga y gnero en diLogo interdisCiPLinar
del texto. Parece como si las exhortaciones no pusieran a ambos esposos en pie de igual-
dad. al hombre se le pide amor y a la mujer sometimiento, palabra que repugna a
nuestra sensibilidad y, si se trata del sometimiento de la mujer, todava ms. Para la Biblia
del Peregrino, los condicionamientos culturales de la poca del autor, que son tambin
los suyos, no pueden ser palabra de dios. si el autor hubiera vivido hoy, hubiera de-
fendido los derechos de la mujer y no hubiera hablado de sometimiento. (schkel,
2011: 1884)
d) La rebelin de las mujeres dentro de las religiones constituye uno de los he-
chos mayores, de ms profunda significacin en la historia del fenmeno reli-
gioso, y de importantes repercusiones polticas y sociales. supone un avance en
la lucha por la emancipacin de las mujeres y por la liberacin de los marginados
y excluidos. Por eso, la rebelin feminista de las mujeres creyentes debe ser apo-
yada no solo por los colectivos y las personas religiosas, sino por todos los ciu-
dadanos y ciudadanas comprometidos en la lucha por la emancipacin de los
pueblos sometidos a las distintas formas de opresin.
teoLoga feMinista
fruto de esta rebelin ha surgido una nueva manera de vivir y de pensar la fe reli-
giosa desde la propia subjetividad de las mujeres en las diferentes religiones, sobre
todo cultivada por mujeres: la teologa feminista, que:
desde eva, los cuerpos de las mujeres han sido controlados, colonizados por r-
gidos comportamientos sexuales. se insiste en las fronteras que no se deben tras-
pasar, en las decisiones que no es lcito tomar, en las tendencias ocultas que no se
pueden revelar. esta moral sexual restrictiva es el reflejo de cmo se ignoran las ex-
periencias y reflexiones de las mujeres. a las mujeres las cuentan, pero no cuentan.
de ellas se dice que, si algo aportan, son problemas. as queda de manifiesto la ri-
gidez institucional. Podemos decir que las jerarquas de las tradiciones religiosas
han perdido la credibilidad para las mujeres.
tenemos que seguir aprendiendo a escuchar nuestro cuerpo, descubrir las zonas
colonizadas que todava tenemos, para liberar los miedos que le encadenan. nece-
sitamos seguir pensando y creando nuevos modelos antropolgicos, teolgicos y
espirituales para que no se establezcan mecanismos sociales que subordinen en fun-
cin del sexo y de su utilizacin. es ms fcil ofrecer teologas que un condn, y
desarrollar pedagogas que ofrecer atencin infantil pblica y gratuita.
el poder sobre un trozo de pan para convertirlo en cuerpo de Cristo en el cato-
licismo les ha sido negado a las mujeres, porque el poder sobre los cuerpos es una
prerrogativa patriarcal. Cuando el control de los recursos est en manos femeninas
las mujeres tambin tendrn el poder sobre sus cuerpos y acabaremos con la vio-
lencia contra ellas.
Practicar conductas significativas que comuniquen el paradigma del ecofemi-
nismo desde donde adelantar la reconciliacin de todo lo que existe es una manera
de situarnos y de interpretar todo lo que vive en el amplio universo que nos rodea
y que puede cambiar nuestras conductas en los grupos que nos movemos. es, ante
todo, una experiencia corporal, comunitaria, local, nacional y planetaria. es situar-
nos desde nuestro yo individual en el gran tero del universo y respetar, alentar y
animar todo lo que sea fuente de vida. necesitamos coraje, no licencias, ni permisos
ni leyes restrictivas!
Las mujeres no son minora silenciosa y silenciada, sino mayora resistente y con-
trahegemnica. es necesario poner en valor sus luchas por la emancipacin de los
oprimidos y su capacidad de innovacin poltica en los diferentes escenarios donde
Los CUerPos CoLonizados: Las reLigiones Contra Las MUJeres 141
ConCLUsin
en el siglo XiX las religiones perdieron a la clase obrera porque se colocaron del
lado de los patronos que la explotaban y condenaron las revoluciones sociales que
luchaban por una sociedad ms justa, igualitaria y solidaria. Los trabajadores dieron
la espalda a las religiones porque se sintieron traicionados por ellas, alejndose, la
mayora de las veces, del mensaje igualitario y solidario de sus fundadores en los
orgenes.
en el siglo XX, las religiones perdieron a los jvenes y a los intelectuales por sus
posiciones filosficas y culturales integristas, alejadas de los nuevos climas de la
modernidad.
si continan por la senda patriarcal por la que ahora caminan, en el siglo XXi las
religiones perdern a las mujeres, hasta ahora sus mejores y ms fieles seguidoras.
sin la clase trabajadora, sin los jvenes, sin los intelectuales y sin las mujeres, las
religiones habrn llegado a su fin. y no podrn echar la culpa de su fracaso a nadie.
ellas mismas se habrn hecho el harakiri.
escribe eduardo galeano: La iglesia dice: el cuerpo es una culpa. La ciencia
dice: el cuerpo es una mquina. La publicidad dice: el cuerpo es un negocio. el
cuerpo dice: yo soy una fiesta (galeano, 1993: 138).
142 eCoLoga y gnero en diLogo interdisCiPLinar
referenCias BiBLiogrfiCas
aLonso sChKeL (2011): Luis, Biblia del Peregrino, ediciones Mensajero, Bilbao.
BeaUvoir, simone de (1957): el segundo sexo. Los hechos y los mitos, Buenos
aires.
BenediCto Xvi (2010): Luz del Mundo. el Papa, la iglesia y los signos de los tiem-
pos. Una conversacin con Peter seewald, herder, Barcelona.
daLy, Mary (1985): Beyond god the father. toward a Philosophy of Womens Lib-
eration, Beacon Press, Boston, 1985).
gaarder, Jostein (1997): vita brevis. La carta de floria emilia a aurelio agustn,
siruela, Madrid.
hUnt, Mary (2009): Los cuerpos no mienten. Conferencia pronunciada en el iii
foro Mundial de teologa y Liberacin, celebrado en Belem de Par (Brasil) en
enero de 2009: http://www.wftl.org/default.php?lang=ptbr&t=padrao&p=pos-
forum01&m=padrao
MUstafa, Mohamed (2000): La mujer en el islam, Casa del Libro rabe, Barcelona,
2 ed.
Miriano, Constanza (2013): Csate y s sumisa. experiencia radical para mujeres
sin miedo, nuevo inicio, granada.
II. TerrITorIos
8. Cuatro tesis sobre la asimetra de gnero en
la percepcin y actitudes ante los problemas
ecolgicos
Isabel Balza MgICa y Francisco garrIdo Pea
Universidad de Jan
l
a teora feminista y los estudios de gnero han abierto un enorme campo de
anlisis y de trabajos empricos sobre fenmenos sociales que aparecan como
ajenos a la divisin sexual. estos nuevos campos no solo nos han mostrado
la presencia del sesgo de gnero, sino que nos han ayudado a comprender de ma-
nera ms amplia y compleja el fenmeno mismo. de esta forma, podemos entender
que las investigaciones realizadas desde la perspectiva de gnero nos han permitido
hacer visible la invisible divisin sexual de los hechos sociales, mejorando adems
la calidad cientfica de estas investigaciones.
Un ejemplo de esto son las investigaciones sobre la asimetra de gnero en las
opiniones y actitudes ante los problemas ambientales. la novedad y la gravedad de
la crisis ecolgica han escondido durante demasiado tiempo las diferencias y con-
flictos que atraviesan cualquier percepcin y conducta de los actores sociales. la
poderosa y atractiva contradiccin humanidad/naturaleza ha ocultado otras con-
tradicciones como las de clase, tnicas o de gnero. Pareciera que la responsabilidad
de la destruccin de los equilibrios ambientales se repartiera por igual entre todos
los miembros de la especie sin valorar su estatus social, territorial o sexual.
Pero han sido los estudios empricos los que han deshecho el hechizo de la ase-
xualidad de los estudios ambientales. los datos nos dicen que hombres y mujeres
enfrentados ante un conjunto comn de problemas y de actitudes ambientales tie-
nen una respuesta distinta y desigual. estas diferencias de gnero empricamente
son consistentes con los presupuestos tericos de la teora feminista sobre la natu-
raleza constitutiva del gnero en la percepcin y la accin individual y social en so-
ciedades sometidas a la dominacin masculina y a la divisin sexual del trabajo. No
hay excepciones ni campos neutrales para las diferencias de gnero. esta consis-
tencia entre los resultados de las investigaciones empricas y los enunciados tericos
146 eCologa y gNero eN dIlogo INTerdIsCIPlINar
Mientras que, para los hombres, los grandes problemas ambientales son ms valo-
rados en la escala de importancia, para las mujeres son otros los problemas ms va-
lorados, como aquellos que tienen que ver con la escala local y cotidiana o con la
salud y con el bienestar de las generaciones futuras. la orientacin de gnero inclina
a las mujeres a percibir y a valorar ms los problemas relacionados con la escala
micro (local, cotidianeidad, salud) y a los hombres a valorar y percibir ms los pro-
blemas asociados con la escala macro (grandes cambios mundiales, problemas pla-
netarios o de fuerte significacin poltica o social, grandes catstrofes como los
incendios forestales, desbordamiento de ros).
Cul es la explicacin para estos resultados tan paradjicos? quizs, tal como
ha apuntado la teora feminista, se trate de descolonizar los marcos cognitivos pa-
triarcales dominantes que han definido conceptos duales como sociedad/poltica,
ciencia/experiencia, razn/emocin, pblico/privado, universal/local, opinin/ac-
cin, teora/prctica o naturaleza/cultura (haraway, 1995). Como en la crtica de
Carol gilligan a la escala del desarrollo moral de Kohlberg, posiblemente estos re-
sultados paradjicos sean el producto de una falsa medida inserta en esos pares
de conceptos dicotmicos (gilligan, 1982). Una mirada diferente a una voz dife-
rente nos arrojara una conceptualizacin de la poltica, del espacio pblico, de la
150 eCologa y gNero eN dIlogo INTerdIsCIPlINar
que esta se alza. solo as es posible entender la emancipacin como superacin dia-
lctica de las condiciones preexistentes dadas (Beauvoir, 1998).
esta ambivalencia de la asimetra de gnero que los estudios de opinin delatan
con respecto a los problemas ambientales tiene su nudo gordiano en la divergencia
entre opinin y prctica. si la asimetra de gnero describiera exclusivamente unas
condiciones de marginacin de la mujer, cmo es posible que estas condiciones
motiven con mayor fuerza prcticas y conductas de cambio hacia la sostenibilidad
ms potentes y autnomas que aquellas que motivan a los hombres? Creemos que
la explicacin a estas paradojas y ambivalencias de la asimetra de gnero, junto con
la insercin en una teora dialctica de la emancipacin, pueden ser comprendidas
en funcin de tres marcos tericos, como son: la tica del cuidado de Carol gilligan;
la teora de la voz y la salida de albert hirschman; y la teora de la aversin al riesgo
como estrategia conservadora de optimizacin de las oportunidades en contexto
adversos y de gran incertidumbre (gilligan, 1982; hirschman, 1977; Jianakoplos y
Bernasek, 1998).
la asimetra de gnero en asuntos ecolgicos no es una excepcin en las con-
ductas, actitudes y valores ms frecuente, descritos desde los anlisis provenientes
de la perspectiva de gnero. los datos que la asimetra de gnero arroja son cohe-
rentes con las actitudes, valores y perspectivas que la tica del cuidado describe
(gilligan, 2013). en este sentido, hay un equilibrio reflexivo entre estos datos y las
hiptesis feministas amparadas por el marco terico de la tica del cuidado. la
orientacin hacia lo micro, hacia la informalidad de las redes horizontales de co-
municacin y colaboracin social; el peso de la vida y de la salud en las decisiones;
la consideracin proactiva y prctica de los valores son, entre otras, caractersticas
descritas en la tica del cuidado, que los datos de los estudios de opinin sobre la
percepcin de los problemas ambientales corroboran. Por tanto, las opiniones, ac-
titudes y conductas que resultan de las diferencias de percepcin de los conflictos
ecolgicos por motivos de gnero son comprensibles en el marco terico (explica-
tivo) y axiolgico (valores) de la tica del cuidado.
la aversin al riesgo es un concepto proveniente de la psicologa financiera y
nos indica la propensin negativa que tienen determinados agentes a tomar deci-
siones (inversiones) en contextos de mucha incertidumbre y de alto riesgo (Isaac y
James, 2000). en la abundante literatura cientfica que existe sobre esta conducta,
hay un rasgo que llama la atencin y es la unanimidad, empricamente contrastada,
sobre una mayor y significativa prevalencia de la aversin al riesgo en las mujeres
frente a los hombres (Jianakoplos y Bernasek, 1998). esta brecha de gnero solo se
ve reducida hasta niveles insignificantes a partir de grupos de edad comprendidos
entre 55 y 75 aos (ruiz-Tagle y Tapia, 2012). las tesis primera y segunda encuen-
tran una explicacin si son vistas como conductas orientadas hacia la minimizacin
de costes y riesgos (en este caso los costes son de malgasto de tiempo y de esfuerzos)
152 eCologa y gNero eN dIlogo INTerdIsCIPlINar
en un contexto patriarcal, el cuidado es una tica femenina. Cuidar es lo que hacen las
mujeres buenas, y las personas que cuidan realizan una labor femenina; estn consagra-
das al prjimo, pendientes de sus deseos y necesidades, atentas a sus preocupaciones;
son abnegadas. en un contexto democrtico, el cuidado es una tica humana. Cuidar es
lo que hacen los seres humanos; cuidar de uno mismo y de los dems es una capacidad
CUaTro TesIs soBre la asIMeTra de gNero eN la PerCePCIN y aCTITUdes aNTe.... 153
humana natural. la diferencia no estaba entre el cuidado y la justicia, entre las mujeres
y los hombres, sino entre la democracia y el patriarcado. (gilligan, 2013: 50-51)
3. Una mayor sensibilidad ante los descuentos intertemporales de los costes am-
bientales futuros. Uno de los grandes problemas que tiene la promocin de
la conciencia y la accin ecologista es el hecho de que los costes de la accin
ambiental son inmediatos y personales (no usar el automvil, por ejemplo)
mientras que los beneficios son futuros y difusos (disminucin de las emisio-
nes de Co2, ahorro de energa). Pearce (1990) (2003). al fijar los daos di-
fusos y futuros en objetos cercanos e inmediatos y emocionalmente muy
valorados frente a aquellos costes ambientales que los discursos cientfico y
poltico describen como remotos, futuros e inconmensurables, el proceso de
subjetivizacin de la crisis ecolgica favorece una sensibilidad directa y per-
sonalizada y en un tiempo cotidiano e inmediato.
desde esta comprensin poltica y social de las asimetras de gnero en la
percepcin de los problemas ambientales que la teora feminista y ecofemi-
nista nos aporta, podemos valorar, en una dimensin ms adecuada, la fun-
cin no complementaria sino central que el ecofeminismo cumple para la
superacin de los bloqueos que el ecologismo social y la ecologa poltica
arrastran. el ecofeminismo no es un ecologismo de o para mujeres sino que
como ocurre con el feminismo, lleva en su adN, como ningn otro discurso,
la semilla de la universalidad; y deviene, as, ecologismo a escala humana.
esta humanizacin, que no es sino socializacin y, como socializacin, natu-
ralizacin, al resituar el conflicto ecolgico en una escala personal y cotidiana,
favorece el compromiso individual y social en el cambio ecolgico sistmico.
reFereNCIas BIBlIogrFICas
aMors, Celia (1985): hacia una crtica de la razn patriarcal, Barcelona, anthropos.
BeaUvoIr, simone (1998): el segundo sexo, Madrid, Ctedra.
BUTler, Judith (2007): el gnero en disputa. el feminismo y la subversin de la
identidad, Barcelona, Paids.
CarrasCo, Cristina (2009): Tiempos y trabajo desde la experiencia femenina, Pa-
peles de relaciones ecosociales y cambio global, 108, pp. 45-54.
CIs (2010): estudio 2837. Medio ambiente (II), Madrid.
CIs (2007): estudio 2682. ecologa y Medio ambiente (III), Madrid.
Fox Keller, evelyn (2002): Making sense of life: explaining Biological development
with Models, Metaphors, and Machines, Cambridge, harvard University Press.
gIl garCa, eugenia (2004): la percepcin social de los problemas ambientales
en andaluca. lmites y oportunidades de la educacin ambiental, sevilla, Con-
sejera de Medio ambiente, Junta de andaluca.
CUaTro TesIs soBre la asIMeTra de gNero eN la PerCePCIN y aCTITUdes aNTe.... 155
INTRODUCCIN
Q
u significa cuidar de lo natural o cuidar la naturaleza? Estas ex-
presiones, se refieren a prcticas bien definidas y en contextos espe-
cficos o a algo distinto? Este captulo analiza el significado del cuidado
en su aplicacin a los no humanos y al medio ambiente, tomando en cuenta tres as-
pectos: (1) la escala o nivel de aplicacin son relevantes, por eso el cuidado tiene
ciertos lmites; (2) los agentes comprometidos con la proteccin de especies, los re-
cursos y el medio natural encuentran limitaciones para generalizar las buenas prc-
ticas, debido a que estas no son lo mismo que las polticas pblicas. Por eso,
convendra hablar ms de responsabilidad que de cuidado; (3) para extender
el cuidado de lo concreto a lo general habra que contar, entonces, con la di-
mensin institucional, pblica, de las actuaciones, ya que lo natural es poltico.
El Decreto del ao 2013 tiene por objetivo la proteccin de los no humanos, re-
gulando su uso con fines de experimentacin:
1. El objeto del presente real decreto es establecer las normas aplicables para la protec-
cin de los animales utilizados, criados o suministrados con fines de experimentacin y
otros fines cientficos, incluyendo la educacin y docencia.
Para ello, regula lo siguiente:
El reemplazo y reduccin de la utilizacin de animales en procedimientos y el refi-
namiento de la cra, el alojamiento, los cuidados y la utilizacin de animales en tales pro-
cedimientos
(Real Decreto 53/2013, de 1 de febrero, por el que se establecen las normas bsicas
aplicables para la proteccin de los animales utilizados en experimentacin y otros fines
cientficos, incluyendo la docencia, art.1)
158 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
los animales domsticos, menos en la naturaleza. Por todo ello, cuidar en ge-
neral, como actitud, y las prcticas de cuidado, en concreto, requieren interven-
ciones diferentes y, tal vez, otro tipo de instancias.
(2) Los agentes comprometidos con la proteccin de especies, recursos y con el
medio natural en sentido amplio, suelen encontrar limitaciones importantes a
la hora de aplicar medidas especficas para resolver problemas de largo alcance.
Normas como el Real Decreto del ao 2013, sobre proteccin de animales em-
pleados en investigacin, ejemplifican este estado de cosas, con medidas en favor
del bienestar animal, vigentes para un rea, la investigacin, pero solo para tal
rea. Por lo comn, no es fcil que las buenas prcticas se generalicen y funcio-
nen de forma correcta a otros niveles. Al final, estas prcticas, individuales o de
grupo, no son lo mismo que las polticas pblicas, en lo ambiental como en cual-
quier mbito. Por eso, convendra hablar ms bien de actuaciones que respon-
den a las necesidades y tienen en cuenta posibles consecuencias. Es decir, sera
mejor hablar de responsabilidad que de cuidado a este nivel, con el com-
promiso de agentes sociales, grupos e instituciones, a fin de garantizar la pro-
teccin de bienes pblicos.
(3) De ser cierto que las prcticas del cuidado deben ir ms all de lo cercano y lo
concreto, a fin de tener resultados eficaces, si tales prcticas han de extenderse
a la proteccin o al bienestar de otras especies y, en general, a la preservacin
del medio natural, si los planes de intervencin han de estar a la altura de los
riesgos, muy elevados, si las actuaciones han de tener, al fin, una dimensin ins-
titucional, pblica, entonces la conclusin sera clara. Habr que asumir, a todos
los efectos, que lo natural es poltico.
EL CUIDADO. LO CONCRETO
Cuidado y alojamiento
1. Los Estados miembros velarn, en lo que se refiere al cuidado y al alojamiento de
los animales, por lo siguiente:
a) a todos los animales se les proporcionar alojamiento, un entorno, alimentos, agua
y cuidados adecuados a su salud y bienestar.
(Directiva 2010/63/UE del Parlamento Europeo y del Consejo de 22 de septiembre
de 2010 relativa a la proteccin de los animales utilizados para fines cientficos, art. 33)
tica del cuidado. A su vez, el principio general puede tener una interpretacin
tanto convencional como no convencional, pudiendo aplicarse a distinta escala y a
distintos objetivos. Por lo tanto, las propuestas sobre cmo cuidar el ambiente, las
especies y lo natural tienen sentido, cada vez ms; ganaran quizs en precisin in-
tegrando los resultados del largo debate sobre el cuidado, la tica del cuidado, la
justicia en el cuidado, la perspectiva de gnero (Puleo, 2008), tambin o sobre todo
en lo que concierne a la atencin de las necesidades y de la salud y, en fin, las di-
mensiones social y poltica del cuidado. Adems, estara pendiente la posible tra-
duccin del principio a planes, programas, medidas, actuaciones, polticas destinadas
a proteger especies y medio ambiente.
Quin ha de cuidar? Cmo lo har? Dnde? Por cunto tiempo? Con qu
recursos? Para quin, quines sern los destinatarios? Quin tendr la ltima res-
ponsabilidad? De nuevo, convendra transitar entre lo general y lo concreto; por
eso, la Directiva europea del ao 2010 se refera tanto a cuidados especficos ali-
mentacin, alojamiento, entorno, alimentos, agua, salud, etc. como a la responsa-
bilidad de los Estados en la proteccin de los no humanos en actividades cientficas.
Esto es, cuidar en general, como actitud, y las prcticas de cuidado requieren inter-
venciones diferentes y, casi siempre, otro tipo de instancias y agentes.
RESPONSABILIDAD. LO GENERAL
La utilizacin de animales en los procedimientos solo podr tener lugar cuando persiga
alguno de los siguientes fines:
a) Investigacin fundamental.
b) Investigacin traslacional o aplicada, y los mtodos cientficos con cualquiera de
las finalidades siguientes:
1. La prevencin, profilaxis, diagnstico o tratamiento de enfermedades, mala salud
u otras anomalas o sus efectos en los seres humanos, los animales o las plantas.
(Real Decreto 53/2013, de 1 de febrero, por el que se establecen las normas bsicas
aplicables para la proteccin de los animales utilizados en experimentacin y otros fines
cientficos, incluyendo la docencia, art. 5)
no est desarrollada de la misma manera para otras actividades con seres vivos y
con recursos naturales; prueba de ello seran las leyes sobre transporte, tenencia de
animales peligrosos y animales en explotaciones ganaderas. A da de hoy, los avances
se han concentrado en la proteccin de los no humanos en determinadas reas,
menos en la proteccin del medio natural. Esto indica no solo que la investigacin
cientfica es todava una isla en cuanto a proteccin de derechos (Lpez de la Vieja,
2013: 161-182) sino que, adems, existen lmites importantes para la extensin de
los cuidados. Tampoco los modelos enfocados hacia lo natural, biocntricos y no
antropocntricos, han logrado romper las barreras que an persisten para extender
la atencin a las necesidades ms all de la esfera propia. Por todo ello, vale la pena
preguntarse, una vez ms, qu quiere decir cuidar de lo natural?
(a) Algunas contribuciones en favor de la extensin de los cuidados como la
de D. Curtin (1991) abogan por otro tipo de conexin entre humanos y no hu-
manos, a la vez que rechazan la universalizacin del principio. El cuidado es enten-
dido ah como una actividad contextual, ligada a la experiencia, relacional, alejada
tambin del formalismo de los derechos, con todo lo que esto puede significar. Por
razones similares, el rechazo de la dominacin sobre otros seres paralela a la do-
minacin que tanto ha marcado la existencia de las mujeres llevara a prestar
mayor atencin y asumir el cuidado de los no humanos (Donovan, Adams, 2007:
1-15). En tal sentido, la liberacin animal no sera considerada como una cuestin
de justicia sino como resultado de algunos de los cambios producidos en la relacin
entre humanos y otras especies (Luke, 2007). En otras propuestas anlogas, se in-
siste en la necesidad de fomentar actitudes de simpata (Donovan, 2007a), compasin
(Adams, 2007) o empata (Gruen, 2007). Segn esto, el cuidado sera muy positivo
pero no sera generalizable, sera difcilmente regulable, dependera de la voluntad,
la buena voluntad de los agentes. Esto es, no llegara a ser una obligacin, en sentido
estricto.
(b) Las ventajas de este enfoque del cuidado, entendido como atencin a seres
y necesidades concretas, se convierten en limitaciones si se repara en su posible ex-
tensin y en la obligatoriedad. Atender a las necesidades es una prctica muy exi-
gente, requiere considerable tiempo, muchas energas, recursos, adems de buena
disposicin y, sin duda, tiene elevados costes personales. Quin est dispuesto a
pagarlos? Por qu motivo lo hara? Es una decisin personal o un deber? Cuidar
siempre y a otra escala puede ser una decisin valiosa, meritoria, heroica y, por
tanto, nunca ser obligatoria. Al mismo tiempo, como prctica o conjunto de prc-
ticas, el cuidado es del todo imprescindible para el mantenimiento de grupos y so-
ciedades, puesto que est orientado a los dems, a su bienestar. Ha de convertirse
en obligacin? La pregunta es si esa atencin, respeto, inters genuino, relacin in-
terpersonal, consideracin hacia otros, etc., ha de quedar a criterio individual, segn
sean las actitudes personales y la disponibilidad de cada persona. Las actitudes de
164 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
cuidado siempre son positivas, merecen reconocimiento y apoyo, sin duda alguna.
Ahora bien, conviene examinar la cuestin desde el otro ngulo. De no ser un
deber (Engster, 2005), de no ser algo a demandar, algo exigible en mayor o menor
medida, si no hubiera criterios conocidos y equitativos para distribuir el cuidado,
qu podran esperar aquellas personas y aquellos seres que requieren atencin o
asistencia? Esto vale para seres humanos en situacin de necesidad o dependencia,
al igual que para los no humanos, sujetos a preferencias y decisiones de los huma-
nos, en una relacin muy desigual (Engster, 2006). Los lmites del cuidado aparecen
entonces, al intentar ampliarlo para ir ms all de la esfera de las relaciones inter-
personales y ms all de las actividades voluntarias. Las consecuencias seran poco
alentadoras.
(c) El cuidado de los animales plantea, adems, dilemas especficos, nada simples.
En situaciones de escasez, urgencia o necesidad, quin tendr preferencia? Estar
antes una persona cercana, un ser humano, o un no humano? Quin va primero,
mi perro o mi hija? (Slicer, 2009). Muchas de las respuestas son bastante previsibles.
Pero hay ms, el inters y cuidado de especies se refiere a animales domsticos o a
todos los animales? Incluye a las especies salvajes? (Clement, 2007) Qu decir o
qu hacer con insectos o con aquellas especies que provocan temor o aversin? Re-
conocer el valor intrnseco de los seres vivos sera un paso fundamental; no obstante,
dejara abierta la cuestin de la jerarqua entre las especies y, en consecuencia, la je-
rarqua del valor intrnseco, cul tiene prioridad? Es decir, el cuidado no obligado,
voluntario, estara sujeto a distintas condiciones, grados y espacios. Ser difcil ex-
tenderlo ms all del radio de accin de cada agente. Por ltimo, es muy significativo
que la actitud y las prcticas del cuidado se concentren, por lo general, en la atencin
o la mejora del bienestar de los no humanos; el Decreto del ao 2013 derechos y
obligaciones sobre investigacin y docencia con animales es una muestra de ello:
la finalidad ha de ser el diagnstico o el tratamiento de enfermedades en los seres
humanos, los animales o las plantas, en este orden (art. 5). Si esto es as, qu decir
del cuidado del los recursos, el medio ambiente, el medio natural, la naturaleza?
Qu queremos decir cuando hablamos de cuidar lo natural?
En la prctica, los temas ambientales son insoslayables, hacen falta medidas y
soluciones que no deberan aplazarse mucho ms tiempo, en inters de otras espe-
cies y de la misma especie humana. Est en juego el futuro, nada menos que un fu-
turo mejor (Puleo, 2004). Por eso mismo, es posible preguntarse si, al hablar del
cuidado de los seres vivos y del medio ambiente, en realidad no estamos intentando
decir eso mismo, hace falta, es urgente dar respuestas ante los riesgos para la su-
pervivencia. Responder, actuar poniendo atencin y cuidado, tener presentes las
posibles consecuencias de las acciones y, en fin, ser responsables o conducirse con
responsabilidad es algo diferente al cuidado. Lo es, sobre todo si se hace hincapi
en el enfoque social y poltico del principio. Es decir, se tratara de mostrar que los
CUIDADO Y RESPONSABILIDAD 165
LO NATURAL ES POLTICO
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
ADAMS, Carol (2007): The War on Compassion, Donovan, J., Adams, C.: The
Feminist Care Tradition in Animal Ethics, New York, Columbia University Press,
pp. 21-36.
CALLICOT, J. Baird (2005): The Pragmatic Power and Promise of Theoretical En-
vironmental Ethics, Galston, A., Peppard, Ch.: Expanding Horizons in
Bioethics, Dordrecht, Springer, pp. 185-208.
CLEMENT, Grace (2007): The Ethics of Care and the Problem of Wild Animals,
Donovan, J., Adams, C.: The Feminist Care Tradition in Animal Ethics, New
York, Columbia University Press, pp. 2301-2315.
CURTIN, Deane (2007): Towards an Ecological Ethics of Care, Donovan, J.,
Adams, C.: The Feminist Care Tradition in Animal Ethics, New York, Columbia
University Press, pp. 87-104.
(1991): Towards an Ecological Ethics of Care, Hypatia, 6, pp. 60-74.
DONOVAN, Josephine (2007): Animal Rights and Feminist Theory, Donovan, J.,
Adams, C.: The Feminist Care Tradition in Animal Ethics, New York, Columbia
University Press, pp. 58-86.
(2007a): Attention to Suffering, Donovan, Josephine, Adams, Carol: The Fem-
inist Care Tradition in Animal Ethics, New York, Columbia University Press, pp.
174-197.
168 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
y ADAMS, Carol (2007): The Feminist Care Tradition in Animal Ethics, New York,
Columbia University Press.
y ADAMS, Carol (2007): Introduction, Donovan, J., Adams, C.: The Feminist
Care Tradition in Animal Ethics, New York, Columbia University Press, pp. 1-15.
ENGSTER, Daniel (2006): Care Ethics and Animal Welfare, Journal of Social Phi-
losophy, 37, pp. 521-536.
(2005): Rethinking Care Theory: The Practice of Caring and the Obligation to
Care, Hypatia, 20, pp. 50-74.
FRASER, David (2001): The New Perception of Animal Agriculture: Legless
Cows, Featherless Chicken, and a Need for Genuine Analysis, Journal of Animal
Science, 79, pp. 634-641.
(1999): Animal Ethics and Animal Welfare Science. Bridging the Two Cul-
tures, Applied Animal Behavior Science, 65, pp. 171-189.
GILLIGAN, Carol (1995): Hearing the Difference: Theorizing Connection, Hypa-
tia, 10, pp. 120-127.
(1987): Moral Orientation and Moral Development, Kittay, D., Meyers, D.:
Women and Moral Theory, New York, Rowman and Littlefield, pp. 19-33.
(1982): In a Different Voice, Cambridge, Harvard University Press.
(1977): In a Different Voice: Womens Conception of Self and of Morality,
Harvard Educational Review, 17, pp. 481-517.
GRUEN, Lori (2007): Empathy and Vegetarianism, Donovan, Josephine, Adams,
Carol: The Feminist Care Tradition in Animal Ethics, New York, Columbia Uni-
versity Press, pp. 333-343.
LPEZ DE LA VIEJA, M Teresa (2013): Investigacin con no humanos, Biotica y
literatura, Madrid, Plaza y Valds, pp. 161-182.
(2008): Los derechos de los animales, Biotica y ciudadana, Madrid, Bi-
blioteca Nueva, pp. 211-236.
(2008a): Justicia y cuidado, Puleo, A.: El reto de la igualdad de gnero, Ma-
drid, Biblioteca Nueva, pp. 238-257.
(2007): Lo ambiental es poltico, Garca Gmez-Heras, J. M., Velayos, C.: Res-
ponsabilidad poltica y medio ambiente, Madrid, Biblioteca Nueva, pp. 77-105.
(2004): La mitad del mundo. tica y Critica feminista, Salamanca, Universidad
de Salamanca.
LUKE, Brian (2007): Justice, Caring, and Animal Liberation, en Donovan, J. y
Adams, C.: The Feminist Care Tradition in Animal Ethics, New York, Columbia
University Press, pp. 125-152.
NUSSBAUM, Martha (2004): Beyond Compassion and Humanity, Sunstein, C.,
Nussbaum, M.: Animal Rights, (pp. 299-320) New York, Oxford University Press.
PULEO, Alicia (2008): Introduccin. El concepto de gnero en la Filosofa, El
reto de la igualdad de gnero, Madrid, Biblioteca Nueva, pp. 15-42.
CUIDADO Y RESPONSABILIDAD 169
Es hora de ecofeminismo para que otro mundo sea posible, un mundo que no est ba-
sado en la explotacin y la opresin. Esta sociedad del futuro se vislumbra ya en la lucha
contra todas las denominaciones, las antiguas y las nuevas, las de los antiguos patriarca-
dos de coercin y las del patriarcado de consentimiento que impone sus mandatos en la
desmesura neoliberal. transformar el modelo androcntrico de desarrollo, conquista y
explotacin destructivos implica tanto asumir una mirada emptica sobre la naturaleza
como un anlisis crtico de las relaciones de poder.
AliCiA H. PUlEo
C
mo imaginamos la sociedad del futuro? la literatura distpica, al pre-
sentar ese lugar malo por venir, ofrece puntos de reflexin sobre ame-
nazas y creenciasque cada autor o autora percibe y expresadel mundo
en crisis en el que vive.
Partiendo de las claves conceptuales que ofrece el ecofeminismo crtico soste-
nido por Alicia H. Puleo (2011), y tomando como base el anlisis comparativo de
cuatro novelas distpicas recientes, explorar coincidencias y diferencias aprecia-
bles entre los mundos futuros concebidos por autoras y autores, buscando desvelar
si se vislumbran las habituales posiciones hegemnicas de androcentrismo, antro-
pocentrismo y especismo que conforman la base de una ideologa patriarcal y ne-
oliberal, o, si por el contrario, se advierten enfoques crticos que manifiestan una
tica ecolgica, animalista, igualitaria e inclusiva, que integra la justicia social y de
gnero.
El ecofeminismo crtico de herencia ilustrada formulado por Alicia H. Puleo
demuestra que la teora y la praxis analtica feminista pueden contribuir central-
mente a configurar una crtica ecolgica de la igualdad. Pone en conexin la pro-
bada capacidad adaptativa del patriarcado con las temticas y conceptualizaciones
integradas en el debate sobre los lmites del ecosistema en relacin al modelo eco-
172 EColoGA y GnEro En diloGo intErdisCiPlinAr
... la distopa novelada del siglo xx es la afirmacin de un mundo en crisis: gobierno to-
talitario global (o desgobierno), anarqua institucional, corrupcin poltica y adminis-
trativa, individualismo, segregacin, neutralizacin de la subjetividad y la alteridad,
contaminacin ambiental, sociedad de control, tecnificacin y desarrollo a gran escala
de tecnologa y ciencia al servicio de la economa y no del ser humano, represin y limi-
tacin de las libertades individuales y societarias, globalizacin, dominio absoluto de los
mass media, incomunicacin, urbanocentrismo, elites invisibles e impalpables, fragmen-
tacin social poltica y cultural, mercenarismo, agotamiento de los bienes naturales (agua,
combustible, tierras de cultivo), prdida de la cultura letrada a causa de la implantacin
del soporte multimedial, tribalizacin y fanatismo, abolicin de la democracia, manipu-
lacin gentica del hombre, entre otras. (Araya Grandn, 2010: 32)
1
El adjetivo sintiente es utilizado actualmente en la Filosofa Moral para referirse a la capacidad
de sufrir de los animales no humanos y reclamar consideracin moral hacia ellos.
174 EColoGA y GnEro En diloGo intErdisCiPlinAr
2
En adelante, la posibilidad.
3
la conciencia de un determinismo integral era sin duda lo que ms claramente nos diferenciaba
de nuestros antepasados humanos. Como ellos, no ramos sino mquinas pensantes; pero a diferencia
de ellos, tenamos conciencia de ser tan solo mquinas (Houellebecq, 2005: 425).
4
En adelante, El mundo.
5
imagin por un instante que sus informes llegaban a hacerse conocidos y alguien decida que
ianus era accesible a la colonizacin humana. El pensamiento le dio nuseas. los hermosos iloi lavados,
UnA lECtUrA ECoFEMinistA dE lA noVElA dE AntiCiPACin ACtUAl 175
mundo convertido en un lugar de ocio para millonarios que invadiran los bosques
y lagos, dominando a la especie humanoide como criaturas subalternas reducidas a
objetos de placer, creando reservas para las otras especies... Esa visin le produce
una gran amargura. En veinte aos, cuando regresasen a por l, sera catalogado
como planeta colonizable (Barcel, 1994: 98). y cree que solo l puede hacer algo
por detenerlo, ahora. Ahora que an era el dueo absoluto de su mundo (Barcel,
1994: 98).
rosa Montero muestra en lgrimas en la lluvia6 su preocupacin por la justicia
medioambiental, denunciando en su narrativa futurista que las consecuencias de la
crisis ecolgica las sufren acusadamente los grupos ms desfavorecidos (Prdanos,
2012). lgrimas, que se sita en el Madrid del 2109, escenifica la degradacin am-
biental, apuntando la responsabilidad humana, especialmente de los gobiernos, tras
un siglo xxi que sufri fenmenos planetarios como el calentamiento global, sus
derivaciones en cambios climticos extremos, deshielos polares e inundaciones
junto a desrdenes, conflictos y migraciones econmicas y ecolgicas, todo conca-
tenado.7 situacin que ha empujado a una humanidad que convive con otros seres
(tecnohumanos, replicantes o reps, y los otros, aliengenas o bichos), a buscar
planetas habitables y a producir plataformas siderales. En la tierra, el sistema neo-
liberal ha agrandado las desigualdades sociales, continuando la explotacin ilimi-
tada de la naturaleza. Elementos bsicos para la supervivencia como el aire y el
agua se han privatizado. la tarjeta para acceder al agua purificada se compra en el
supermercado. las zonas de aire purificado son un recurso al alcance solo de grupos
privilegiados, mientras en las zonas de Aire Cero, derredores urbanos hiper-
contaminados y marginales, habitan los excluidos sociales. Esta privatizacin su-
cedi durante el siglo xxi: diversos pases empezaron a implantar el cobro del aire
y los ciudadanos con menos recursos se vieron obligados a emigrar en masa a las
zonas ms contaminadas (Montero, 2011: 128). reaccionando demasiado tarde,
el gobierno por fin ha entendido la relacin entre el consumo masivo de carne a
partir de las explotaciones industriales de animales y la emisin de Co2, y lo de-
sincentiva tmidamente, obligando a sacar una carsima licencia para comer carne
(Montero, 2011: 69). las compaas petrolferas se sirven de operaciones publici-
tarias para ofrecer soluciones a problemas que han generado ellas mismas, finan-
perfumados y bien vestidos, se convertiran en animales de lujo, en muecos vivientes para ricos ciu-
dadanos ociosos, con la ventaja, adems, de que su corta vida les hara enormemente deseables. ni
los ms aburridos de sus conciudadanos podran cansarse de un nuevo juguete que dura apenas unos
meses (Barcel, 1994: 97).
6
En adelante, lgrimas.
7
Aunque el calentamiento global comenz a deshacer los casquetes polares ya en el siglo xx y el
nivel del mar haba ido subiendo de forma progresiva durante varias dcadas, lo cierto es que sus de-
vastadores efectos sociales parecieron estallar sbitamente en torno a 2040 (Montero, 2011: 226).
176 EColoGA y GnEro En diloGo intErdisCiPlinAr
que tiene en cuenta el sufrimiento animal. Adems, las de Barcel y Montero re-
crean sociedades futuras en que se han extendido derechos a seres no humanos; en
El mundo a otras especies inteligentes, en lgrimas a seres sintientes:
Ante la necesidad de acuar un trmino que definiera a los nuevos compaeros del Uni-
verso y nos identificara con ellos, se acept la expresin seres sintientes, proveniente de
la tradicin budista. los sintientes [] conforman un nuevo escaln en la taxonoma
de los seres vivos. si el ser humano perteneca hasta ahora al reino Animalia, al Phylum
Chordata, a la clase Mammalia, al orden Primates, a la Familia Hominidae, al gnero
Homo y a la especie Homo sapiens, a partir de los Acuerdos se ha aadido un nuevo
rango, la lnea sintiente, situada entre la clase y el orden, porque, curiosamente, todos
los extraterrestres parecen ser mamferos y poseer pelo de una manera u otra. (Montero,
2011: 55)
8
Puede que en una poca anterior las mujeres se encontrasen en una situacin comparable: se-
mejante a la de un animal domstico (Houellebecq, 2005: 11).
178 EColoGA y GnEro En diloGo intErdisCiPlinAr
Viendo a las iloi, con sus cabellos de cobre y sus largos cuerpos blancos que ningn sol
pareca ser capaz de broncear, todas las mujeres de su vida se confundan en una sola,
una nica forma femenina sin nombre y sin rostro que pona un ahogo en su pecho
[] (y recuerda) todas las veces en que un cuerpo de mujer le haba hecho feliz (Bar-
cel, 1994: 63-64)
9
Vida animal. Vida inteligente. Con qu criterios? Con qu derechos poda decidirse? se haba
dado cuenta demasiado tarde (Barcel, 1994: 10).
10
yarek denomina iloi a la especie humanoide, en un vago homenaje a un oscuro escritor del
siglo xix (Barcel, 1994: 54), tributo a la obra futurista de H. G. Wells, la mquina del tiempo
(1895). interpreta que carecen de inteligencia (son cretinos totales, pens yarek, p. 57), aunque
destacan por su capacidad de cuidarse entre s y cuidar a otros seres. Es evidente el sesgo conceptual
de yarek en lo que entiende por inteligencia, frente a otras dimensiones de la inteligencia (emocio-
nal, social...), despreciando la interdependencia y cuidado mutuo de los iloi.
UnA lECtUrA ECoFEMinistA dE lA noVElA dE AntiCiPACin ACtUAl 179
11
Ech atrs la cabeza y grit: un alarido largo, profundo, poderoso, casi un rugido de fiera. los
machos agacharon la cabeza y se alejaron sin contestarle. En la oscuridad, yarek dio los pasos finales
hacia la hembra que sera suya por derecho, apret los brazos en torno a su cuerpo, cerr los ojos, y
el mnimo rastro de mente civilizada que an parpadeaba dbilmente en su consciencia se apag como
una luz (Barcel, 1994: 68).
12
yarek se acostumbr a su figura inmvil junto a la ventana [...]. y se acostumbr a hablar con
ella sin esperar respuesta. En las noches, cada vez ms oscuras y ms fras, se instalaba en la cama
junto al cuerpo clido y oloroso de Jara y le contaba su vida [...]. y ella callaba, se arrebujaba contra
l, que a veces senta en la espalda el movimiento del cachorro que llevaba en su vientre... (Barcel,
1994: 80).
13
tena grandes esperanzas en ese nio. nacido fuera del grupo, sin nadie a quien imitar ms
que a l, quiz fuera posible convertirle en un ser civilizado (Barcel, 1994: 81).
14
En la historia jams escrita de los iloi no deba haber existido nunca un caso igual, digno de fi-
gurar en la categora de mito: un poderoso dios cado del cielo que se une a la elegida y engendra una
hija en ella antes de volver a su reino en las estrellas (Barcel, 1994: 82).
180 EColoGA y GnEro En diloGo intErdisCiPlinAr
suya15 (Barcel, 1994: 84), es decir, no tendra que compartirla con una madre con
derechos. Pero la realidad de una convivencia desigual rompe el espejismo de familia
perfecta. A los llantos de la nia, yarek responde con gritos y manotazos, y ellas
(madre e hija iloi) se ovillan en una esquina, espantadas. la relacin asimtrica de
gnero ha traspasado las fronteras especistas, la violencia de gnero tambin.
yarek vive la felicidad domstica, si no fuera por su condicin de ser racional,
que se interpone constantemente...16 Porque los iloi eran animales, s, pero en el sen-
tido en que lo pueden ser los pueblos naturales, primitivos, como deben ser los seres
angelicales en el Paraso (Barcel, 1994: 97). Entonces se da cuenta; si son animales,
estn en peligro. Muestra repulsa porque ahora tiene un vnculo con ellos, a travs
de sus hembras (su hija nova y su compaera Jara). yarek elige una vida pre-ci-
vilizada en compaa del grupo de humanoides, decisin en la que resulta funda-
mental el papel mediador con la naturaleza otorgado a las mujeres de ese grupo
(hembras iloi, metforas del rol social predeterminado genricamente, al repre-
sentar la sexualidad, la maternidad, la compaa domesticada, sumisa y callada).
An subsiste su identificacin con la civilizacin, que sigue considerando supe-
rior: mantiene el estatus del dios (cientfico). Busca una salida y la encuentra. se
trata de construir la civilizacin iloi un trabajo de demiurgo (Barcel, 1994:
100), que bosqueja en su delirio mesinico y proteccionista: En toda la historia de
la humanidad era la primera vez que un hombre, un solo hombre, fuera del mito y
la literatura, iba a construir un mundo. El mundo de yarek (Barcel, 1994: 100).
El mundo del cientfico que mantiene el poder sobre la naturaleza, tanto para ex-
plotarla como para preservarla.
Cambia el escenario narrativo. sobre una pantalla, las juezas y jueces integrantes
del tribunal supremo ven la realidad tecnoinducida del mundo virtual de yarek.17
15
la eleccin del nombre (nova), remite a un clsico de la ciencia ficcin distpica, El planeta de
los simios (1963), novela del escritor francs Pierre Boulle llevada al cine con xito en varias ocasiones.
desde una lectura crtica animalista deja entrever la explotacin y violencia que conlleva el especismo,
por la va de transferir a los simios comportamientos usuales de los humanos hacia los animales: vio-
lencia, maltrato, encierro, explotacin, o negacin a los otros de capacidades consideradas exclusivas
de su especie. inspirada en ella, la pelcula El origen de los simios (rupert Wyatt, 2011, EE UU) revela
de manera explcita el componente especista, aunque no el de gnero.
16
se senta tan feliz que casi lamentaba ser humano y que su raciocinio se interpusiera constan-
temente entre sus sensaciones y sus sentimientos (Barcel, 1994: 91).
17
Una imagen de intertextualidad mltiple de diversos clsicos de la ciencia ficcin: En un tanque
cilndrico de cinco metros de altura cruzado en todas direcciones por un sutil entramado de finsimos
cables casi transparentes que terminaban en cada milmetro de su piel, el cuerpo desnudo de yarek
vibraba imperceptiblemente [...] todo su mundo estaba contenido all: la primavera paradisaca, el
invierno interminable, los iloi, los sherta, Jara, nova. y todo su mundo, interior y exterior, era ince-
santemente recogido e interpretado por sistemas como n. o. para ser entregado a sus jueces... (Bar-
cel, 1994: 111-112).
UnA lECtUrA ECoFEMinistA dE lA noVElA dE AntiCiPACin ACtUAl 181
18
... el derecho a la salvaguarda de la propia percepcin de la realidad estaba tan anclado en sus
mentes y sus corazones despus de casi quinientos aos de haber sido incluido en la declaracin de
derechos Humanos que todos sentan la monstruosidad de lo que estaban contemplando y la repul-
sin de participar en ello de algn modo (Barcel, 1994: 112).
19
yarek ha desactivado el localizador, renunciando con ello a ocupar de nuevo un puesto en
nuestra sociedad. A todos los efectos, yarek ha muerto para la Federacin de Mundos Humanos
(Barcel, 1994: 116).
20
yarek ha elegido. Est construyendo su propio mundo. Vive en la naturaleza una parte del
ao, en la civilizacin la otra. tiene un campo inacabable para desarrollar sus actividades profesionales,
tiene compaa, tiene todo lo que puede desear (Barcel, 114: 118).
21
desde su atalaya privilegiada [...] destral se daba unos paseos alucinantes por la superficie
terrestre, aquella mquina le haca sentirse como un ngel (Bueso, 2012: 11).
22
le gustaba su nueva vida social. Que le palmearan la espalda, lo recibieran todos los das como
un mesas postcenital y le sonrieran junto al ro cada amanecer. sumergirse en el bao matutino sa-
biendo que le queran. Que lo necesitaban (Bueso, 2012: 25).
182 EColoGA y GnEro En diloGo intErdisCiPlinAr
clut a sus habitantes, quien inst a defenderla con las armas y sin piedad. Es el
que selecciona a quien entra y el nico con libertad para salir del recinto amura-
llado. Quiere ser un lder tribal distinto y se cree ungido para fundar una nueva
humanidad (Bueso, 2012: 270). Vernica, una de sus captoras, es la nica que le
discute su condicin de lder,23 a lo que responde con desprecio misgino. Al salir
triunfante tras el combate con Mximo y dems captores, como botn de guerra se
llevar a Vernica, arrastrndola por los pelos (Bueso, 2012: 277-278).
Esa nueva humanidad que aspira a construir en una ecoaldea alternativa
est, sin embargo, cimentada sobre la vieja divisin sexual del trabajo, como muestra
el repertorio de personajes individualizados en la nueva sociedad, que son, entre
otros: M1gue1, el alfarero; Marko, el herrero, sapote, el mdico, teo, el religioso y
maestro, Agro, el ingeniero agrnomo; el interventor; dispo, el francotirador
resulta paradjico que en la nueva sociedad de la ecoaldea se apueste por una edu-
cacin religiosa. As, en el reparto de tareas, destral encarga de la educacin al
nico religioso, a quien confiaron el cuidado de los hijos. la educacin. Que l
los modelizara, para algo era el hombre ms bueno del poblado (Bueso, 2012:
168). ser quien efectivamente los modele, instalando en ellos el culto al lder pro-
pio de las dictaduras.
y las mujeres? Aparecen individualizadas tres: iria, la recicladora; Crestas, la
cocinera; y Braqui, la discapacitada que sobrevive tras haber sufrido un salvaje ata-
que sexual (del que la salva destral). no aparecen en la superficie del relato ms
mujeres, aunque es de suponer que en esa sociedad que en la narracin aparece tan
masculinizada s que haya ms mujeres, porque la superpoblacin supone un pro-
blema, aunque no tanto como para que los lderes prioricen la obtencin de mto-
dos de anticoncepcin. incluso se menciona la contraconcepcin como un
producto de consumo ms de la sociedad capitalista y contaminada que ya no im-
portaba,24 lo que refleja unos valores sin duda no consensuados con las mujeres.
En ConClUsin
Es posible establecer convergencias en las obras de los dos autores (Michel Houe-
llebecq y Emilio Bueso), que presentan de forma ms acusada los sesgos androcn-
trico y antropocntrico (fuerte) y rearman el imaginario patriarcal. la posibilidad
23
t lo que eres es un iconoclasta provocador al que las circunstancias han encumbrado (Bueso,
2012: 229).
24
Haba muchas cosas que ya no importaban. Que haban sido dejadas atrs, como los empleos,
los relojes de pulsera, las cuentas bancarias, la publicidad, la contraconcepcin, los fines de semana y
las alergias (Bueso, 2012: 24).
UnA lECtUrA ECoFEMinistA dE lA noVElA dE AntiCiPACin ACtUAl 183
rEFErEnCiAs BiBlioGrFiCAs
A) Fuentes literarias
BArCEl, Elia (1994): El mundo de yarek. Madrid: lengua de trapo. Edicin re-
visada de 2005.
BUEso, Emilio (2012): Cenital. Madrid: salto de Pgina.
HoUEllEBECQ, Michel (2005): la posibilidad de una isla. Madrid: Alfaguara. tra-
duccin de Encarna Castejn. Edicin original, la possibilit dune le, librairie
Arthme Fayard, 2005.
MontEro, rosa (2011): lgrimas en la lluvia. Barcelona: Ediciones seix Barral.
AMors, Celia (1997): la gran diferencia y sus pequeas consecuencias para las
luchas de las mujeres, Madrid, Ctedra.
ArAyA Grandn, Juan Gabriel (2010): distopa y devastacin ecolgica en 2010:
Chile en llamas (1998) de daro oses, Acta literaria (40), pp. 29-44.
UnA lECtUrA ECoFEMinistA dE lA noVElA dE AntiCiPACin ACtUAl 185
Fox KEllEr, Evelyn (1991): reflexiones sobre gnero y ciencia, Valencia, Alfons
el Magnnim.
GAldn rodrGUEz, ngel (2011): Aparicin y desarrollo del gnero distpico
en la literatura inglesa. Anlisis de las principales antiutopas. En Prometeica -
revista de Filosofa y Ciencias. Ao ii, 4. http://www.prometeica.com.ar (con-
sultado el 20 de diciembre de 2013).
lPEz KEllEr, Estella (1991): distopa: otro final de la utopa, en reis, 55/91,
pp. 7-23.
MillEt, Kate (1975): Poltica sexual. Mxico: Aguilar. traduccin de Ana M Bravo
Garca. Edicin original de 1969.
PrdAnos, luis i. (2012): decrecimiento o barbarie: ecocrtica y capitalismo glo-
bal en la novela futurista espaola reciente, Ecozona, (3), pp. 71-92.
PUlEo, Alicia H. (1992): dialctica de la sexualidad. Gnero y sexo en la filosofa
contempornea. Madrid, Ctedra, Coleccin Feminismos.
(1995): Patriarcado, en AMors, Celia (dir.) (1995): diez palabras clave sobre
mujer, Estella (navarra), Editorial Verbo divino, pp. 21-54.
(2000): Filosofa, gnero y pensamiento crtico. Valladolid, Universidad de Va-
lladolid, servicio de Publicaciones.
(2011): Ecofeminismo para otro mundo posible. Madrid, Ctedra, Coleccin
Feminismos.
11. Utopas feministas: las dualidades rotas
ngela SIERRA GONZLEZ
Universidad de La Laguna
E
s un lugar comn decir que vivimos en una sociedad post-utpica, as que
reflexionar sobre el carcter utpico de ciertos discursos feministas parece
un contrasentido, habida cuenta de que la reflexin filosfica ltimamente
ms que versar sobre la utopa, lo ha hecho sobre la distopa.1 De hecho, los anlisis
contemporneos de las utopas giran sobre la idea de que, con independencia de la
bondad de sus propsitos, toda utopa desemboca en una distopa. Sin embargo,
la reaparicin en las ltimas dcadas de paradigmas utpicos, representativos de
una tica ecolgica, como instrumento de creacin de un orden social que hace po-
sible un buen vivir y una sociedad buena en conexin con la naturaleza con-
fieren cierto inters a la cuestin. Particularmente, tienen inters ciertos relatos de
mujeres, como sucede con las visiones utpicas de Marge Piercy2 y de Ursula K. Le
1
La utopa del siglo XX ha sido fundamentalmente negativa. Se la ha llamado contrautopa, antiu-
topa o distopa, distintos nombres para referirse a lo mismo. La distopa es una manera figurada de
no creer en un futuro mejor. Como tales, se han de considerar El taln de hierro (1907) de Jack Lon-
don, Nosotros (1920) de Yevgeni Ivnovich Zamiatin, Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley, 1984
(1949) de H. G. Orwell, La naranja mecnica (1962) de Anthony Burgess, Incordie a Jack Barron
(1969) de Norman Spinrad, Congreso Futurologa (1971) de Stanislav Lem o La carretera (2006) de
Cormac McCarthy, La posibilidad de una isla (2005) de Michel Houellebecq, Tokio ya no nos quiere
(2008) de Ray Loriga, entre otras. Estas ficciones tienen en comn un carcter pesimista. El futuro de
la sociedad aparece marcado por el exterminio violento, el desastre ecolgico, la destruccin de cul-
turas, el consumismo devastador, en definitiva, la prdida de los valores morales.
2
Marge Piercy, nacida en Detroit (Michigan), ha publicado varias novelas representativas de pa-
radigmas utpicos, tales como l, Ella y Ello (1991), La mujer al borde del tiempo (1976). En l, Ella
y Ello describe un mundo arruinado y un medio ambiente dominado por extensas y destructivas me-
galpolis. Ha participado en algunas de las principales batallas progresistas de nuestro tiempo, como
la guerra contra Vietnam y el movimiento de mujeres. Ms recientemente ha participado, activamente,
en la resistencia a las guerras en Irak y Afganistn libradas por Estados Unidos.
188 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
3
Ursula K. Le Guin, nacida en Berkeley (California) el 21 de octubre de 1929, ha publicado fun-
damentalmente obras de ciencia ficcin. Sus obras ms celebradas han sido La mano izquierda de la
oscuridad (1969) y Los desposedos: una utopa ambigua (1974).
4
Para algunos, pueden calificarse de utopas las del mundo antiguo como la de Hipodamo de Mi-
leto, que Aristteles transmite en el libro II de la Poltica, y la Repblica de Platn. Tal vez tambin
las Leyes y la narracin de la Atlntida en el Timeo y en el Critias. En sentido estricto, la utopa tiene
una fecha precisa de nacimiento, 1516, y un padre, Toms Moro. l descubri la tierra de utopa, y
su libro fue el primero en denominarla y describirla como un lugar ms all de los lmites de lo real.
UTOPAS FEMINISTAS: LAS DUALIDADES ROTAS 189
5
Manuel, Frank E. (1982): Utopas y pensamiento utpico. Espasa Calpe, Madrid, p. 104.
6
Los individuos han sido vctimas de grandes proyectos colectivos que han violado sus derechos
individuales apelando a futuros beneficios colectivos.
7
Platn: Repblica, IV.
190 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
utopas y que ha permitido a toda una corriente de pensamiento liberal una ca-
racterizacin indiscriminada de la utopa como una amenaza para la democracia.
Es decir, presentan a la utopa como expresin de una sociedad totalitaria,8 en la
medida que est inspirada, a su juicio, en principios universalistas, que ignoran
los particularismos sociales. La idea de un concepto de bien comn general
es considerada por algunos tericos liberales como contraria al pluralismo. Desde
su punto de vista, tanto la justicia, como el reconocimiento de bienes sociales y
virtudes no es posible sin la previa posesin de una idea del bien, pero esta no
puede universalizarse,9 pues, el conjunto de la sociedad no tiene la misma idea
de bien. Un caso de invalidacin del universalismo lo constituye el particularismo
culturalista10 y el comunitarismo.11 Pero no son los nicos. Para algunos sujetos
colectivos o grupos de inters12 de las sociedades occidentales no est ni si-
quiera claro que, en el seno de las estructuras democrticas, exista una organiza-
cin social compatible con todas y cada una de las culturas y sus pueblos, menos
an con un paradigma social construido en torno a un concepto nico de bien
comn, as que un paradigma social fundamentado en un concepto universalista
de bien comn sera atentatorio para las libertades, a juicio de sus crticos ms
representativos, como Popper,13 Hayek,14 Talmon,15 Cioran16 y Berneri,17 entre
otros. En trminos generales, para estos, la libertad individual no puede conci-
liarse con la supremaca de un solo objetivo al que toda la sociedad se subordine
de forma permanente.
8
Ciertas tendencias del liberalismo vinculan el socialismo utpico con las formas del autoritarismo
y, ms precisamente, con el fascismo socialismo y fascismo son agrupados en una misma categora.
9
La idea de bien nicamente se genera e internaliza en la convivencia comunitaria, por lo tanto
depende de los valores de la comunidad de pertenencia.
10
El particularismo multiculturalista reivindica la bandera de las minoras dentro del estado mul-
ticultural y exige para ellas reconocimientos grupales o tnicos o, an discriminaciones positivas-
bajo el argumento, a menudo atendible, que de no ser concedidos, esa omisin podra llevar a la de-
saparicin de las culturas minoritarias, absorbidas por la hegemona de la cultura dominante.
11
La crtica comunitarista, emblematizada por figuras como Alasdair McIntyre, Michael Sandel
o Charles Taylor, reivindica expresamente los valores del particularismo y ataca, una vez ms, los fun-
damentos bsicos del universalismo.
12
Existen varias definiciones relativas al concepto de Grupos de Inters o Stakeholders (tam-
bin llamados partes interesadas), pero todas tienen en comn el tratarse de aquellas personas o
colectivos que se organizan en defensa de sus intereses propios que pueden verse afectados, de forma
directa o indirecta, por las actividades o decisiones del Estado y de las instituciones.
13
Popper, Kart (1945): The Open Society and Its Enemies, Routledge, London.
14
Hayek, Friedrich (1944): The Road to Serfdom, Routledge Press, University of Chicago, London.
15
Talmon, Jacob (1955): The Origens of Totalitarian Democracy, Secker and Warburg, London.
16
Cioran, Emil (1987): Histoire et Utopie, Gallimard, Paris.
17
Berneri, Marie Louise (1939-1948): Viaje a travs de la utopa: http://kclibertaria.comyr.com/lpdf/l200.pdf
(consultado el 24 de enero de 2014).
UTOPAS FEMINISTAS: LAS DUALIDADES ROTAS 191
En este contexto, habra que sealar como una caracterstica especfica de la so-
ciedad contempornea la constante demanda por la diferencia de individuos y so-
ciedades y la invalidacin de un universalismo, formal y abstracto. En todo caso,
parece, si no imposible, al menos extremadamente difcil pensar que pueda existir
un solo y nico mundo que sea el mejor para todos los seres humanos, sin distin-
cin. Y me inclino por la idea de que no puede existir un solo modelo social capaz
de generar el mejor de los mundos posibles. Si supusiramos que hay una clase
de realidad que es la mejor para todos, sobrevendra otro problema: a saber, el de
decidir qu criterio se aplica para saber que es la mejor.
En este contexto, la cuestin fundamental es determinar si las teoras feministas,
en su dimensin terica y como guas de accin, tienen encaje en el concepto de
utopa, an siguiendo la concepcin extensiva de utopa de Frank E. Manuel. As,
pues, dnde ubicaramos las utopas feministas? En el discurso poltico, en la no-
vela, en el paradigma futurista? Hay algunos de estos modelos de utopa que de-
bamos excluir cuando se piensa en trminos de teora feminista? Se han creado
otros modelos? La complejidad de la cuestin obliga a establecer algunas distin-
ciones para poder dilucidar en qu medida se sostiene la dimensin utpica de las
teoras de gnero. Pero, en particular, en qu medida novelas de ciencia ficcin
como las de Marge Piercy y Ursula K. Le Guin constituyen utopas, en sentido pro-
pio. Al respecto Marge Piercy seala algunas cuestiones a tener en cuenta, As, dice
Bsicamente, las utopas de las mujeres se preocupan mucho con superar la sole-
dad, porque, qu es la utopa? La utopa es aquello que no tienes. Son las fantasas
sobre lo que nos falta y lo que le falta a la sociedad.18
Para empezar a practicar estas distinciones, un paso previo es abordar las caracte-
rsticas de la utopa. Esta suele ser la descripcin de una sociedad tan dismil de la
realidad presente que, por contraste en relacin a la misma, se vuelve casi inimagi-
nable. O, mejor an, en tanto discurso, la utopa encierra, a veces, una dimensin
crtica, subversiva y, otras, una visionaria o constructiva, que son, a menudo, inter-
dependientes. Dicho de otra manera, la utopa se convierte en la posibilidad de ver
los males presentes y poder cambiarlos de acuerdo a un paradigma que se propone
como modelo a imitar, mediante la accin social, porque entre lo verdaderamente
realizable y lo imposible existe en principio un margen intermedio de prctica
poltica. Una de las caractersticas tradicionales de los proyectos de emancipacin
18
Piercy, Marge: entrevista grabada en un vdeo de O. Ressler, en Cape Cod, EE UU, con una du-
racin de 24 min., 2003, traduccin: MediaLabMadrid, Centro Cultural Conde Duque, Madrid.
192 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
19
Cada poca ha tenido sus propios modelos de utopa que mantienen la promesa de la perfecti-
bilidad social. La relacin con la realidad y con la poca proviene del hecho de que la utopa es una
alternativa del poder existente. Pero, tambin, puede ser una alternativa al poder o una forma alter-
nativa de poder.
UTOPAS FEMINISTAS: LAS DUALIDADES ROTAS 193
LAS TEORAS FEMINISTAS COMO DISCURSO POLTICO Y SU RELACIN CON LOS PARA-
DIGMAS UTPICOS
20
En 1968 comenzar la denominada tercera ola feminista. Las obras de cabecera de este perodo
sern Poltica Sexual de Kate Millet (hay varias traducciones castellanas, la usada en el presente trabajo
es la realizada por la Editorial Ctedra, Valencia, 2010, y Dialctica del Sexo de Sulamith Firestone
(edicin de la Editorial Kairs, Barcelona, 1976). En los aos sesenta comienza el feminismo deno-
minado radical que se centra en su anlisis de las relaciones entre mujeres y hombres, dentro del
nicho poltico que fue la izquierda contracultural sesentaiochista. Fue una poca en la que feministas
como Shulamith Firestone pidieron el aborto y la libertad de informacin anticonceptiva como formas
de control de sus propios cuerpos por parte de las mujeres.
194 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
21
Los movimientos de izquierda entendieron que los problemas de la mujer se solucionaran
automticamente con el fin del sistema capitalista.
22
La Revolucin francesa, al igual que otras revoluciones, marcaba como objetivo primordial la
consecucin de la igualdad jurdica y de las libertades y de los derechos polticos, sin embargo, hacia
1794 se prohibi explcitamente la presencia de las mujeres en cualquier actividad poltica. De manera
que la consecucin de la igualdad de derechos entre los sexos ha sido el histrico frente de batalla de
los discursos feministas desde sus orgenes ilustrados. Precisamente, una de las caractersticas de la
crtica feminista al discurso de la igualdad ilustrada consisti en demostrar su contenido de desigual-
dad y exclusin, en la medida en que las mujeres no estaban incluidas en los derechos bsicos de ciu-
dadana reconocidos a los hombres, tales como el derecho de ser elegibles y elegir. El frente de la
igualdad de derechos fue abierto al discurso feminista, dado que el discurso ilustrado era un discurso
universalista e incluyente pero se exclua como sujetos de pleno derecho a las mujeres. Por ello, los
argumentos feministas apelaron a la universalidad del principio de igualdad para reclamar los derechos
de ciudadana desde una oposicin moral a la dominacin masculina.
UTOPAS FEMINISTAS: LAS DUALIDADES ROTAS 195
23
El concepto de diferencia ha sido reivindicado para definir una estrategia de liberacin de las
mujeres arraigada en su identidad histrica y social. Es un cambio significativo dado que lo femenino
se haba siempre entendido como negativo e inferior. La idea bsica es sealar que diferencia no sig-
nifica desigualdad, subrayando que lo contrario de la igualdad no es la diferencia, sino la desigualdad.
Ello no significa que el feminismo de la diferencia haya reivindicado la desigualdad respecto de los
derechos, sino una igualdad que atienda a la diferencia.
24
De este proceder resulta ilustrativo el pensamiento de Alessandra Bocchetti cuando afirma que
hay que pensarse a s misma a travs de la propia experiencia, la propia historia, no medirse con el
hombre y su razn y su historia para encontrar una medida de s Bocchetti, 1995: 237.
196 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
observan las huellas de las teoras feministas como mbitos de produccin simblica
que cuestionan no solo prcticas discursivas, sino tambin imgenes y representacio-
nes referidas a mujeres para proponer otras nuevas. En muchos sentidos, las teoras
feministas producen representaciones que contribuyen a modificar el orden de sen-
tido de lo femenino transformando las categoras mediante las cuales este es percibido.
25
Aristfanes, fue un dramaturgo griego que vivi entre el 444 y el 385 a. C. Naci en Atenas y
fue el comedigrafo ms significativo de Grecia. Rivaliz en su gnero con Eurpides, el gran trgico.
Fue un conservador. Estuvo en contra de la sofstica y del propio Scrates. Su oposicin a los cambios
se manifiesta en Las Nubes, donde Scrates es ridiculizado, como representante radical de las nuevas
corrientes filosficas.
26
En la polis, los ciudadanos tena los mismos derechos, pero estaban excluidos de ellos, las mu-
jeres, los esclavos y los nios. Las mujeres no tenan derechos civiles, pero participaban en algunos
cultos religiosos. La mujer se reduca al mbito del oikos, la casa, y el hombre tena a su cargo los
asuntos de la polis, lo comn.
UTOPAS FEMINISTAS: LAS DUALIDADES ROTAS 197
27
La protagonista de Lisstrata es la primera herona femenina del teatro de Aristfanes, que imita
en la comedia a Eurpides. Este haba situado mujeres como protagonistas en el centro de sus tragedias.
28
La obra trata sobre un grupo de mujeres encabezado por Praxgora, que ha decidido que las
mujeres deben convencer a los hombres para que les cedan el control de Atenas, pues ellas podrn
gobernarla mejor que como lo han hecho ellos. Las mujeres, disfrazadas de hombres, se cuelan en la
asamblea y votan la medida, convenciendo a algunos hombres para que voten por ella debido a que
es la nica cosa que no han probado an.
198 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
son radicales los cambios representados en la Asamblea de las mujeres, pues cuando
estas toman el poder,29 se da un cambio total del gobierno y de la sociedad. Pero la
trama de las dos comedias no es la expresin de un proto-feminismo por parte de
su autor, sino que expresa su conviccin acerca de la degradacin del gobierno de
los hombres, en esta poca de caos poltico y social ocasionado por la guerra del
Peloponeso.30
Desde esta mirada masculina, es obvio que si la pacificacin social es una de las
caractersticas del cambio que las mujeres representaran en el poder, tambin hay
que sealar el hecho de que todas las utopas, en cuanto sociedades ideales, suponen
una estructuracin social e institucional que aleje toda posibilidad de conflicto entre
los sujetos colectivos que la configuran, de modo que la caracterizacin de una uto-
pa como feminista implicara proponer un modelo distinto de vida buena, ade-
ms de la universalizacin de la paz. Pero hay que sealar que uno de los aspectos
ms significativos de La mano izquierda de la oscuridad consiste en la afirmacin
ms provocadora de Le Guin: a su juicio, un mundo en el que no existiera la dua-
lidad implcita en las divisiones de gnero no tendra una historia de guerra. Les
faltara el sentido del nosotros contra ellos, componente bsico de todo proceso
blico.
29
Aparentemente, la posicin de Aristfanes se asemeja salvadas las distancias a la suposicin,
sostenida por algunas feministas, de que la sociedad mejorara solo con el acceso de las mujeres a la
esfera pblica. Por qu mejorara? Porque algunas feministas atribuyen a las mujeres una superiori-
dad moral intrnseca respecto de los hombres. Pero la cuestin no es esa, sino que la ausencia de las
mujeres de la vida pblica o su infrarrepresentacin es paradigmtica de un dficit democrtico.
30
La guerra del Peloponeso (431 a 401 a. C.) fue un conflicto blico en el que se involucraron,
por una parte, Atenas al frente de la confederacin de Delos y, por otra, la Liga del Peloponeso lide-
rada por Esparta. La guerra devast extensos territorios y destroz ciudades enteras. Fue el fin de la
poca dorada de Atenas. Aristfanes gest gran parte de su obra en el contexto de esta guerra y trat
de poner en evidencia las consecuencias de la misma para la sociedad. De hecho, la guerra del Pelo-
poneso supuso para Atenas no solo el inicio de su decadencia como potencia hegemnica en el mar
Egeo (y, en cierto modo, en el Mediterrneo), sino tambin el inicio de una serie de procesos de de-
gradacin en el terreno poltico, social y econmico que el tiempo demostr irreversibles.
UTOPAS FEMINISTAS: LAS DUALIDADES ROTAS 199
de sociedad ideal? No es fcil responder a estas preguntas. Por ello se debe empezar,
en primer lugar, por responder a otra: a qu se podra llamar utopas feministas?
Podran llamarse utopas feministas a la constitucin de un modelo propio y
autnomo de vida buena formulado por mujeres, pero no necesariamente por y
para mujeres. El carcter utpico del feminismo tambin abordara una dimensin
transformadora de la realidad. As, la ruptura de los estereotipos generara por s
misma un nuevo orden pero, asimismo, se cambiara el orden por una nueva re-
conceptualizacin de los territorios y de los espacios de accin. Esto es precisamente
lo que caracteriza a la utopa feminista. De este modo, la dicotoma pblico y pri-
vado ha sido desarticulada por el discurso feminista en el ltimo tercio del siglo
XX, mediante la invencin simblica lo personal es poltico, que no se limit a
invertir la vieja dicotoma de lo privado es pblico,31 sino que realiza una re-va-
luacin de cada uno de esos territorios y su significado. Ah reside, precisamente,
su potencial de cambio, pero, tambin, en la aparicin de una crtica explcita al
carcter conflictivo y destructivo de ciertas formas de progreso, cuyos efectos se
manifiestan en la cotidianeidad social y en la naturaleza.
Precisamente, uno de los aspectos histricamente caractersticos de las utopas
consiste en trascender el topos, viajar al otro lado del entorno, cruzar el espejo de
lo dado. La ruptura de la territorialidad existente es una de las caractersticas del
pensamiento utpico y la teora filosfica de gnero se caracteriza por cuestionar
el lugar y el no-lugar de los seres humanos. A veces la utopa ha cristalizado como
una ensoacin que se ubica en un espacio distinto, en un territorio que no existe.
De hecho, utopa (outopia) significa lugar que no existe, utopa es un no-lugar, pero
ese no-lugar puede ser tambin un buen lugar (eutopia). Pero la utopa no es un
problema de deslocalizacin, sino de transformacin. Si bien se caracteriza el pen-
samiento utpico por su extraterritorialidad, desde ese ningn lugar puede mirarse
de otro modo a nuestra realidad que sbitamente parece extraa e injusta. El espa-
cio en el cual se dan en el sistema patriarcal las relaciones de gnero son espacios
estereotipados. Los cambios que introduce el discurso feminista configuran un lugar
que todava es un no-lugar, pues las fronteras entre lo pblico y lo privado presentan
la densidad de las resistencias opuestas a los peligros de crear un nuevo orden o un
tiempo histrico que trastoque la continuidad de la dominacin. Por qu sigue
siendo un no-lugar? Cambiar o transformar ese lugar supone transformaciones pro-
fundas que tienen que ver con la identidad personal, elecciones sexuales, ordena-
miento de la familia, costumbres de crianza de los nios y nias o patrones
educativos. Tambin en las utopas feministas se dan las mismas circunstancias que
31
Lo personal no es, sin embargo, inmediatamente poltico: en cada circunstancia histrica es ne-
cesario encontrar las mediaciones que hagan, de lo personal, algo poltico.
200 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
en otras del socialismo utpico y del socialismo romntico, la sociedad que propo-
nen est aqu, si bien no ahora.
Pero ante ese potencial de cambio universalmente reconocido cabe hacerse una
doble pregunta: han sido los diversos discursos feministas,32 discursos polticos
transformadores, construidos desde la tradicin de los oprimidos,33 desde las vc-
timas que padecen los efectos negativos de la modernidad y los sistemas de domi-
nacin? Y, si esto es as, ha habido en su seno una tendencia utpica manifiesta?
Para empezar, si se entiende el discurso poltico como aquel que est producido
por aparatos de instituciones especializadas relacionadas con el poder, obviamente
habra que descartarlo. Pero si, por el contrario, se le entiende como una prctica
poltica de carcter estratgico, es decir, definidora de propsitos, medios y anta-
gonistas, habra que pensarlo un poco ms, puesto que el feminismo como discurso
poltico se ha articulado en torno a la oposicin dialctica en el seno del sistema
patriarcal entre los hombres (del lado de la dominacin) y las mujeres (del lado de
las vctimas). Las vas de cambio no son coincidentes, en la medida en que, tambin,
en ciertos modelos ideales de sociedad se sigue perpetuando el yugo jurdico y dis-
cursivo del patriarcado y, por tanto, la continuidad del poder masculino. De hecho,
las utopas histricamente ms significativas no tienen como finalidad proponer un
mundo de transformacin del sistema de gnero, aunque no necesariamente tengan
la pretensin de reafirmarlo.
La orientacin hacia la consecucin de la emancipacin de las mujeres, como
valor social, caracteriza al feminismo como discurso poltico, a la vez que configura
a este, como la expresin de un compromiso que se asume ante una experiencia de
dominio y de sumisin. Pero, es esto suficiente para caracterizar este discurso como
utpico? Se inscribira dentro del mismo marco conceptual que define a los para-
digmas utpicos? Remite a las estructuras fundamentales del imaginario social y
cultural generado por el gnero poltico-literario denominado utopas?
La reversin de esta situacin de sumisin, como objetivo poltico, a veces in-
voluntariamente, se disfraza y se fragmenta en una pluralidad representada por as-
pectos significativos y parciales de la vida cotidiana. Los modelos de sociedad ideal
32
Dada la multiplicidad de los enfoques feministas, el discurso se puede definir como una estruc-
tura representativa de una forma de interaccin a la que otorga un sentido distintivo. Tanto el discurso
hablado como el discurso escrito (texto) se considera, hoy en da, como una forma de interaccin
contextualmente situada.
33
Foucault, Michael (2002): Clase de 28 de enero de 1976, p. 68. En este texto Foucault habla
de la tradicin del oprimido un concepto tambin usado por Walter Benjamin.
UTOPAS FEMINISTAS: LAS DUALIDADES ROTAS 201
A MANERA DE CONCLUSIN
34
El cambio del sujeto de emancipacin define nuevos territorios del discurso feminista y enfrenta
los peligros de las hegemonas. Por ello, desde el llamado Tercer Mundo se ha criticado el paradigma
de emancipacin feminista tradicional del Primer Mundo. La mujer blanca, protestante, de clase
media, de cultura occidental y heterosexual es puesta en cuestin como modelo por las mujeres negras,
lesbianas, pobres, musulmanas o de otras culturas, religiones y reas geogrficas.
202 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
En los ltimos aos, con las mujeres bajo tanto ataque y esforzndose por mantener los
avances que hemos conseguido, no ha habido suficiente energa para crear utopas.
Ahora bien, cuando me enfrent a l, ella y ello, no se trataba una novela de tipo si
hubiera, no es una novela utpica, es ms del tipo de como esto siga as...35
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
AMORS PUENTE, Celia (1990): Mujer; participacin, cultura poltica y Estado, Bue-
nos Aires, Ediciones de la Flor.
ARISTFANES (2013): Comedias. Volumen III, Madrid, Gredos.
BOCCHETTI, Alexandra (1995): Lo que quiere una mujer: historia, poltica, teora.
Escritos 1981-1995. Valencia, Ctedra.
BONDI, Liz (1996): Ubicar las polticas de la identidad, Debate feminista, n 14,
octubre.
DIETZ, Mary G. (1990): El contexto es lo que cuenta. Feminismo y teoras de la
ciudadana, Debate feminista, n 1, marzo.
FIRESTONE, Sulamith (1976): Dialctica del Sexo, Barcelona, Editorial Kairs.
35
Piercy, Marge: entrevista grabada en un vdeo de O. Ressler, en Cape Cod, EE UU, con una du-
racin de 24 min., 2003, traduccin: MediaLabMadrid, Centro Cultural Conde Duque, Madrid.
UTOPAS FEMINISTAS: LAS DUALIDADES ROTAS 203
L
os modos de habitar humanos nos enfrentan a lgicas de dominio y convi-
vencia. Como indica Val Plumwood (1996), las mismas se descubren a partir
de la dinmica de sus interacciones. En las lneas que siguen indagar en este
complejo cruce en la Patagonia argentina un espacio que oficialmente se ha restrin-
gido al sitio de naturaleza a dominar. Alicia Puleo (2011) reconoce este sitio de
pavor con que la Modernidad presenta la naturaleza indmita, evidenciando en la
reflexin ecofeminista el rea de emancipacin como para indagar el espacio vin-
cular en una clave ms igualitaria.
En el espacio que nos ocupa, la diversidad de la geografa y la interpretacin
cambiante del paisaje, han operado como disciplinadores sociales (Nez y Nez,
2012; Conti y Nez, 2012). As, diferentes polticas pblicas han invisibilizado
muchas de las prcticas que, desde otra perspectiva, pueden verse como la base de
una alternativa posible. La construccin territorial de la Patagonia argentina, atra-
vesada por valoraciones diferenciadas del paisaje, abre interrogantes sobre los fun-
damentos y la materialidad de las polticas pblicas, llevando a la pregunta por la
sostenibilidad hacia la revisin de la historia del entramado de valores que se pro-
yectaron en el territorio, y en vinculacin directa con sus habitantes.
La historia escrita sobre la Patagonia parece circunscribirse a una pica que vin-
cula al paisaje con la tragedia. Por el contrario, las memorias orales remiten a una
historia vivida, con sitios para afectos, alegras y logros, que reconocen en el paisaje
un potencial de emancipacin. De all que citemos relatos y concepciones de los ha-
bitantes de ese espacio, recuperados a travs de una serie de treinta encuentros,
realizados entre 2010 y 2013, con diferentes herramientas (talleres, encuestas, pre-
sentaciones de divulgacin, cursos).1 Las voces marcaron un fuerte contraste, no
1
Los proyectos fueron: Capacitacin en Gestin Pblica y Organizacional. rea Extensin
Universitaria. UNRN. Lugar de dictado Comallo, Ro Negro. 2010. Sierra Colorada. Ro Negro. 2011.
206 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
solo en cuanto a la interpretacin del paisaje, sino tambin respecto del relato del
espacio promovido desde las esferas oficiales y los documentos pblicos. El anlisis
de esta diferencia, entre lo planificado y lo vivido, nos permitir reflexionar sobre
las dinmicas de integracin social y desarrollo sostenible, debatiendo prcticas y
valores productivos del espacio. Evidenciando que hay sentidos profundos que no
terminan de coordinarse, en cuanto al espacio, sus habitantes y sus capacidades.
LA TERRITORIALIZACIN DE PATAGONIA
LA HUMANIDAD DE LA PATAGONIA
2
Esta dicotoma fue explicitada desde 1845 por el influyente pensador Domingo Sarmiento en su
texto Civilizacin y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga. Aspecto fsico, costumbres y mbitos
de la Repblica Argentina, donde sostiene que por el mero hecho de vivir en el desierto la poblacin
evoluciona en las antpodas del progreso. Los trabajos de Puleo citados, as como las reflexiones eco-
feministas y decoloniales cuya cita excede los objetivos de este trabajo, abundan en la crtica a esta
perspectiva que tan fuertemente se arraig en este escenario latinoamericano.
PATAGONIA ARGENTINA, RELATOS SOBRE NATURALEZA Y HUMANIDAD 209
Frente a este relato, que con matices pervive hasta la actualidad, la experiencia de
subsistencia y comercio de pequeos/as productores de la regin de la estepa rio-
negrina, permite poner en entredicho el determinismo que se desprende del relato
oficial. Es aqu donde la pregunta por la sostenibilidad nos lleva a la articulacin
de niveles. La historia del paisaje mencionada resulta altamente disciplinadora y,
de hecho, se mantiene en propuestas oficiales. Pero la vivencia de ese paisaje da
cuenta de un relato diferente. Como se mencionaba al principio, parte de las fuentes
que se han revisado para este trabajo son las memorias y valoraciones de varios de
los/as pequeos/as productores/as.
En los relatos, el punto de inicio de los pueblos puso en evidencia la tensin en
las memorias como representativa de las tensiones sobre los relatos de la tierra. Uno
de los registros ms emblemticos fue el de uno de los pueblos de la regin rione-
grina, el municipio de Comallo. Porque a pesar de reconocerse una fecha de inicio,
el 30 de marzo de 1918, vinculado a los galpones que se establecieron por un tren
que llegara un par de lustros ms adelante, las referencias del pasado llevan a pensar
que no hay un registro especfico del inicio. Las historias remiten a un tiempo an-
terior a la especfica fundacin del poblado. Las fechas no parecen ser tan impor-
tantes en la memoria local, se recuerda ms desde la produccin, el intercambio y
el modo en que las personas se movan, donde los elementos del pasado registran
antecedentes mucho ms largos que una fecha. Los datos oficiales son especficos,
adems de la fundacin reconocida, el ejido municipal se determin por el Decreto
Nacional N 92.659, de 19 de octubre de 1936. Comallo forma parte de la lnea de
PATAGONIA ARGENTINA, RELATOS SOBRE NATURALEZA Y HUMANIDAD 213
pueblos que se vinculan por el tren actualmente conocido como tren patagnico.
La estacin de Comallo se crea como parte de este ramal de principios del 30, por
ello no sorprende que el Estado Nacional decrete la creacin del pueblo en 1936.
Pero el pueblo, o su memoria, no comienza aqu, sino que las memorias tomadas
en los talleres registran poblamientos previos, en Comallo abajo, donde estaban
varias familias antes, que despus se mudan por el tren, pero que igualmente est
cerca. Desde esta memoria podemos pensar que los cambios que se introducen des-
pus de la institucionalizacin son muy pocos. Los primeros recuerdos remiten a
un camino Se traan piones de la cordillera, ruta que vena por laguna blanca y
se hacan trueques (cita taller Memorias de Actividades y Desarrollo de Alterna-
tivas). El anclaje temporal se pierde, y la memoria apela al recuerdo de varias ge-
neraciones, de abuelas que contaron a las abuelas. En el principio del pueblo est
el movimiento y el intercambio, pero esto no aparece en la historia, sino en el re-
cuerdo domstico, en lo que se cuenta en la cocina, en la memoria femenina que
refiere a todas las estrategias que hicieron posible la subsistencia.
Los principales recuerdos recuperados hablan de historias de producciones, de
intercambios, de vnculos familiares y afectivos de larga data. Es el pasado de una
tierra ya poblada a donde llega el Estado Nacional en los papeles ms que en las
prcticas. Antes haba carretas, todo se mova con bueyes La lana se vea de
lejos en las carretas, haba carretas por todo el campo. La comida era lo que
se produca en el campo, con los animales y las huertas, en verano haba ms huevos,
haba ms agua, papas. Tambin se cultivaba trigo y alfalfa (cita taller Memorias
de Actividades y Desarrollo de Alternativas). En el antes estn las acciones, las di-
nmicas, las vinculaciones; en el ahora, la institucionalidad que cierra la posibilidad
a ese antes.
Antes, incluso antes de la llegada del ferrocarril, Comallo ya exista. Haba po-
bladores en Comallo abajo. La fundacin del pueblo, de hecho, se refiere a estos
pobladores, las familias inmigrantes o pertenecientes a familias mapuche que, tras
la campaa del desierto, cubrieron la identidad tnica por una menos perseguida,
la de paisanos. Sea cual fuera el origen, estas familias se reconocen asentadas en lo
que hoy se denomina Comallo abajo, en un tiempo antes del siglo XX.
Los textos de historia sobre la regin no se han ocupado del pueblo, pero es
claro que antes de las citadas campaas militares en la regin, este era un punto de
produccin de ganado, pastos y alimentos en general. Las memorias de la conquista
registran la zona donde hoy est el pueblo como un centro de abastecimiento de
vveres, con pobladores que figuran como referentes y responsables de obtener su-
ficiente alimento para las fuerzas que llegaban. Esto nos sita en un espacio de tem-
pranas producciones, cuyas memorias aparecen en las respuestas actuales, cuando
se reflexiona sobre nuevas posibilidades. El futuro no se inscribe en la incertidum-
bre de una nueva tecnologa, sino en la valoracin de lo ancestral, que es un modo
214 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
de presentarse con una voz propia, de valorar aquello histricamente ocultado como
trabajo femenino. Yo s todo lo que tengo que saber, a m, mi mam ya me en-
se, yo no necesito que de la universidad me digan qu hacer nos seal una pro-
ductora cuando nos presentamos en el Taller.
Las memorias personales recuerdan un pasado con una gran diversidad de ani-
males de granja, se menciona ganado vacuno, yeguarizo, ovino, caprino, adems de
las huertas que se aoran. En un territorio presentado como desierto por el Estado,
la memoria de los/as pequeos/as productores/as aparece como verde (Conti y
Nez, 2013). Las memorias, en estas personas, fundamentan en por qu es posible
pensar en actividades sostenibles que permitan postular la produccin a escala do-
mstica, porque antes se haca. Ese pasado folklorizado y lejano, el camino de
los piones, las huertas, las historias de las abuelas, remite hoy a la concepcin de
una produccin alternativa, donde resulta legtimo luchar a favor de una comer-
cializacin justa, donde humanidad y naturaleza se presentan con voz propia. Las
artesanas, la cra de animales, la comercializacin inter-regional, hasta ahora casi
inexistente por las trabas de las normativas nacionales de sanidad, se estn revisando
a partir de considerar estas actividades, histricamente femeninas, en una lnea de
acciones hacia la autonoma, donde falta mucho por recorrer pero que, desde su
inicio, pone en evidencia el problema estructural de un relato de dominio que se
tom como destino.
REFLEXIONES FINALES
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
L
a planificacin de las ciudades fue un tema de extremo inters en la antige-
dad y, como se sabe, no ha sido sino hasta tiempos relativamente recientes
en que el aumento poblacional ha desbordado a la mayora de ellas, cons-
truidas y ampliadas durante los dos ltimos siglos.1 El ejemplo de Mxico Df o de
nuestras propias ciudades, especialmente Buenos Aires, La Plata, rosario y Cr-
doba, son ms que obvios. La nocin de los lmites de la ciudad (en los mltiples
sentidos de lmites) se nos escapan y parece una actividad tan necesaria como ur-
gente comenzar de nuevo a reflexionar filosficamente sobre al menos dos cuestio-
nes: la primera la plantea Aristteles, en pocas lneas, en el epgrafe de esta
introduccin; se trata de i) la relacin forma de vida/ciudad en la que vivimos. o
dicho en otros trminos, no podemos volver a pensar la ciudad si no examinamos
al mismo tiempo nuestra forma occidental y moderna de vida. La segunda
cuestin se vincula con ii) el subtexto jerrquico dominador/dominado, que ha
hecho desde el dictum de francis Bacon en ms, a la naturaleza objeto del do-
minio del ser humano, entendido fundamentalmente como racional. Esto ltimo
implica dos maniobras: ii.a) mostrar cmo ese supuesto se comparte con la situacin
1
Este trabajo se inscribe en el proyecto La igualdad de gnero en la cultura de la sostenibilidad:
valores y buenas prcticas para el desarrollo solidario, Proyecto I+ D dirigido por la Dra. Alicia Puleo
(Universidad de Valladolid - Ministerio de Ciencia e Innovacin, Espaa, fEM 2010-15599, perodo:
2011-2013) y el proyecto Contribuciones para un anlisis interdisciplinar de la violencia de sexo-g-
nero. Estrategias para su abordaje (H.592) dirigido por la Dra. Mara Luisa femenas (CInIg-IdIHCs,
Universidad nacional de La Plata, Argentina, perodo 2011-2014).
220 ECoLogA y gnEro En DILogo IntErDIsCIPLInAr
2
Dicho brevemente, vamos a entender razn instrumental, en sentido amplio, como un modo
de razn que prioriza la utilidad de las acciones y el uso de objetos, siguiendo un esquema medio-fin:
Lo importante es el fin sobre el/los medios para obtenerlo/s. se la suele considerar regida por el criterio
de utilidad y, en general, se la une a la tcnica y al progreso. sin embargo entraa un doble peligro: i)
objetiva la realidad; ii) la acepta de modo acrtico como una totalidad definitiva que se impone a los
seres humanos. Cf. Horkheimer, Max (1969): Crtica de la razn instrumental, Buenos Aires, sur.
3
Las apreciaciones que realizamos se fundan en un conjunto de investigaciones e informes
realizados por la facultad de Ingeniera (Ingeniera hidrulica) y la facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educacin (Especialidad geografa) de La Plata, Argentina, disponibles en
http://www.ing.unlp.edu.ar/sphider/search.php?query=inundaciones&search=1 y en http://re-
dargentinadegeografiafisica.files.wordpress.com/2013/04/02-andrade-lucioni-iezzi_factores-de-
riesgo-hc3addrico.pdf, entre otros, respectivamente. Consultados: 24 y 26 de febrero de 2014.
ProBLEMtICAs UrBAno-AMBIEntALEs: Un AnLIsIs DEsDE EL ECofEMInIsMo 221
Un ProBLEMA UrBAno-AMBIEntAL
Un ejemplo: el2 de abrilde2013, la ciudad deLa Platay sus cercanas fueron afec-
tadas por una lluvia continua. El servicio Meteorolgico nacional inform que 181
milmetros cayeron entre las 18 y las 21 horas. Un estudio de Mara Isabel Andrade,
que analiza las inundaciones desde la teora social del riesgo, calcula alrededor de
390 mm. para todo el da (Andrade, 2013).4 Las ciudades deEnsenadayBerissoy
los barrios platenses deLos Hornos,Villa Elvira y tolosa fueron los ms afectados
junto con el casco cntrico de la ciudad. Es decir, se inund ms del 50 % de una
urbe que cuenta con 740 mil habitantes en el centro y otros 840 mil en la periferia
urbana. si bien el Estado al da 13 de junio haba reconocido solo 78 vctimas mor-
tales, se puede afirmar que el nmero de fallecidos durante el evento meteorolgico
ronda las 219 personas (Habitat y territorio 25/06/13; El Da 2/04/13; Hoy
4
Permtasenos recordar que en Argentina la lluvia se mide en milmetros de agua cada por unidad
de superficie en trminos de metros cuadrados; es decir, que 1milmetro de agua de lluvia equivale a
1litro de agua por m.
ProBLEMtICAs UrBAno-AMBIEntALEs: Un AnLIsIs DEsDE EL ECofEMInIsMo 223
2/04/13; La nacin 2/04/13, entre otros).5 La noticia se repite con cierta variabili-
dad en los datos, segn el perfil general del peridico en cuestin, pero lo cierto es
que el trgico temporal que azot la ciudad de La Plata marc un valor rcord
histrico diario de precipitacin superando el anterior del 14 de mayo de 1980,
considerando un perodo que va de 1956 a 2013 (Habitat y territorio, 25/06/13).
En numerosas jornadas de trabajo realizadas por la Universidad nacional de La
Plata, u otros organismos de investigacin, se elevaron Informes a las autoridades
nacionales y provinciales en los que se adverta sobre los riesgos y las zonas poten-
cialmente inundables si el caudal de lluvias superaba las marcas histricas, como
poda preverse que sucedera (Andrade, Plot, et. al., 2003). En tales trabajos se
identifican las relaciones entre los procesos naturales y los procesos sociales de las
inundaciones y se establecen criterios para la construccin de una metodologa de
evaluacin de riesgo de inundacin, teniendo en cuenta un modelo de anlisis a
partir de algunos componentes bsicos: peligrosidad, exposicin, vulnerabilidad e
incertidumbre. A partir de ah, se proyectaron resultados y se definieron pautas
para establecer niveles de vulnerabilidad. Como parte integral del trabajo, se pre-
sentaron mapas de ocurrencia de inundaciones y se identificaron prioridades de in-
tervencin.
En pocas palabras, haba informacin suficiente pero no se la tom en cuenta
para accionar los recaudos mnimos que hubieran mitigado el desastre. El desastre
fue entonces indicador de la falta de soluciones a problemas preexistentes, por
ejemplo, la pobreza y la vulnerabilidad social como variables externas. Los reclamos
de la poblacin pusieron el acento en la imprevisin, producto de lo que para otros
contextos silvia rivera Cusicanqui denomin el maldesarrollo, concepto que
tambin utiliza Vandana shiva (rivera Cusicanqui y Barragn, 2007; shiva, 1998).
Pero lo cierto es que independientemente de la imprevisin gubernamental a
diferentes niveles, la explicacin es insuficiente. tomar en cuenta el deterioro am-
biental constituye un factor central en la bsqueda de explicaciones y soluciones a
los problemas que planteamos, porque la inundacin del 2 de abril no constituy
un fenmeno climtico aislado; ese mismo da, extensas zonas de Buenos Aires tam-
bin se inundaron. Durante el presente verano, otras reas del pas han padecido
sequas inusuales, perdindose ms del 70 % de las cosechas; ha habido tormentas
de granizo e incluso tornados en zonas no habituales. En el verano de 2013-2014
tambin se bati el rcord de altas temperaturas y de actividad elctrica, segn es-
tadsticas registradas desde la fundacin del servicio Meteorolgico nacional), a
5
Imgenes y filmaciones caseras y periodsticas pueden consultarse en youtube: Inundacin en
La Plata 2/04/2013. Dejar constancia de los relatos en primera persona de la experiencia de la inun-
dacin excede los objetivos de este trabajo, pero estos constituyen una fuente invalorable de infor-
macin y de visualizacin del dramatismo del desastre.
224 ECoLogA y gnEro En DILogo IntErDIsCIPLInAr
BUsCAnDo ExPLICACIonEs
nos interesa subrayar que el paradigma explicativo del desastre encubre los ver-
daderos factores que lo produjeron, culpando metalpticamente a la tormenta o
a la falta de desages adecuados. si bien lo segundo es cierto, una lluvia de la in-
tensidad de la cada en tan poco tiempo, no se hubiera podido evacuar an con de-
sages en buenas condiciones de mantenimiento: el desastre hubiera sido menor
respecto de la prdida de vidas humanas y no-humanas en general; pero la lluvia
cada hubiera sido igualmente inusual y es precisamente eso lo que debe ser expli-
cado y lo que debe llamar la atencin general de la poblacin y de los expertos.
nos interesa sealar que una ideologa basada en el gnero proyecta un conjunto
de categoras sociales qua naturales y biolgicamente determinadas, que exigen
al hombre (= varn), que domine, domestique o controle la naturaleza y
que ese esquema encubre u obstaculiza la comprensin ms profunda de la causas
reales (shiva, 1998).
Veamos. Qu causas no toman en cuenta las explicaciones previas?
los agrotxicos, una vez depositados en los cultivos, se dispersan llegando a los
acuferos subterrneos, lagunas, napas, ros y arroyos, viajando largas distancias
desde su punto de origen (Malpartita, 2001). otro peligro son los emprendi-
mientos inmobiliarios que urbanizan zonas (rezonificacin), alterando el valor
catastral original de uso del suelo, favoreciendo desmontes que hubieran sido
ilegales e incumpliendo las leyes de proteccin con la complicidad de algunos
funcionarios de turno o simplemente por inaccin de los organismos pblicos
de control.
6
En el original: In both Western and non-Western cultures, nature was traditionally feminine.
In Latin and the romance languages of medieval and early modern Europe, nature was a feminine
noun, and hence, like the virtues (temperance, wisdom, etc).personified as female. (Latin: natura, -
ae; german: die natur; french: la nature; Italian: la natura; spanish: la natura). the greek word
physis was also feminine. salvo que se indique lo contrario, las traducciones del ingls son nuestras.
ProBLEMtICAs UrBAno-AMBIEntALEs: Un AnLIsIs DEsDE EL ECofEMInIsMo 229
7
Cf. Central to the organic theory was the identification of nature, especially the earth, with a
nurturing mother: a kindly beneficent female who provided for the needs of mankind in an ordered,
planned universe. But another opposing image of nature as female is also prevalent: wild and uncon-
trollable nature that could render violence, storms, droughts, and general chaos. Both were identified
with the female sex and were protections of human perception onto to external world.
8
freud habla de una pulsin de dominio o sdica, propia de los varones, sobre la que basa
su posicin sobre la imposibilidad de evitar las guerras en su famosa discusin con A. Einstein.
230 ECoLogA y gnEro En DILogo IntErDIsCIPLInAr
CIUDAD Vs. AMBIEntE o CULtUrA Vs. nAtUrALEzA: Dos ConCEPtos VIEJos PArA for-
MAs UrBAnAs nUEVAs
Desde las ltimas dcadas del siglo pasado, tanto en Buenos Aires como en otras
grandes ciudades del mundo, la expansin urbanstica, especialmente la privada,
est generando modificaciones en la configuracin de los territorios metropolitanos
(ros, 2012: 4). El cambio en el rgimen de acumulacin capitalista, desde el fordista
al flexible, influye el mercado inmobiliario incorporado al financiero. As, oficinas
corporativas, edificios y hoteles de lujo, urbanizaciones cerradas, proyectos de re-
novacin urbana, mega-emprendimientos de diverso tipo, se producen como cual-
quier otro bien financiero. De ese modo, con ms fuerza reproducen y legitiman
los dualismos: sociedad vs ambiente, ciudad vs ambiente, cultura vs naturaleza, pro-
greso vs atraso, desarrollo vs estancamiento. Las zonas ms buscadas para la reali-
zacin de estos mega-emprendimientos suelen ser los bordes de agua (lagunas,
humedales, frentes costeros, ros):
En momentos de mayor difusin del discurso ambiental (utilizado por distintos grupos
de las sociedades modernas con intereses contrapuestos) y de concientizacin sobre el
deterioro de ciertos elementos naturales, la asociacin verde + agua se ha tornado un
bien escaso y valorado positivamente en los mbitos urbanos, permitindole a los lotes,
predios, departamentos con vista/uso del preciado elemento lquido, la obtencin de
rentas diferenciales. [] ltimamente, el avance de la urbanizacin sobre reas prxi-
mas a frentes martimos, fluviales o lacustres, se ha constituido como una caracterizacin
por dems difundida. Los emprendimientos residenciales, tursticos o recreacionales,
en los que se entrelazan tierra y agua de ciudades tales como Miami (Estados Unidos),
Dubai (Emiratos rabes Unidos) o Ciudad del Cabo (sudfrica) son ejemplo de lo an-
terior. Parecera que ese modelo no cesa de reproducirse y expandirse en nuevos lugares
de todo el mundo. (ros, 2012: 5)
CErrAnDo EL CrCULo
tal, ello signific estar del lado de lo animal; es decir, de lo irracional, lo instintivo
y lo emocional. En otras palabras, de lo que puede ser inferiorizado, cosificado,
instrumentalizado y dominado por un ser racional, entendido como superior
(shiva, 1998).
Ese esquema jerrquico subyacente, este subtexto de gnero, nos lleva a encon-
tramos a principios del siglo xxI con una crisis ecolgica a escala mundial producto,
en gran medida, de la razn que ha instrumentalizado y cosificado anlogamente
tanto a las mujeres cuanto a la naturaleza. As, si tradicionalmente solo se evalu a
las mujeres por su capacidad procreativa, a la naturaleza se la ha visto como un
mero recurso. Al hacerlo, se destruy y se dej fuera de toda consideracin moral,
a aquello que no representa ni interesa al varn hegemnico. siguiendo con nuestra
analoga, se dej fuera de consideracin moral a los ecosistemas, la flora, la fauna,
las poblaciones de campesinos y pueblos originarios y las mujeres en general, todos
asimilados bajo esta lgica, a lo femenino devaluado; a lo otro por excelencia.
ConCLUsIonEs
paga la sociedad como un todo, al punto de poner en jaque a los mismos sistemas
que son la base material de su existencia. Emprendimientos de ese tipo se realizan
sin ningn tipo de anlisis previo y confiable de impacto ambiental (ronco, 2009).
si bien cuando son a gran escala requieren de la previa realizacin de un Estudio
de Impacto Ambiental (EIA), generalmente son las mismas empresas las que los
llevan a cabo, minimizando el impacto a partir de la manipulacin de los datos o
interviniendo los parmetros a nivel local. se trata de estudios sin rigor cientfico
que, denunciados por los grupos ecologistas, igual se aceptan.
no se miden los riesgos de las distintas especies y de las comunidades humanas;
ambos se deteriorarn a corto, mediano o largo plazo, terminando por destruir la
misma vida que dicen proteger.
El hombre occidental, que en general se piensa a s mismo separado de la natu-
raleza, capaz de dominarla con sus fuerzas y redirigirla, erige la fantasa tecncrata
de su potencia ilimitada. sin embargo, ya se muestran las fisuras de este modelo,
cuyas consecuencias estamos sufriendo a un ritmo que se acelera constantemente:
uno de los ejemplos ms palpables es el cambio climtico, que da por resultado si-
tuaciones catastrficas como la que hemos sealado al comienzo de este trabajo.
En esa dimensin a escala global, ms bombas hidrulicas son un paliativo, no un
principio de solucin.
se trata entonces, de replantearnos la relacin entre nuestra forma de vida con
las ciudades en las que vivimos y sus relaciones con los ecosistemas en las que estn
emplazadas. no se trata de modernidad o atraso; se trata de ecologa o ecocidio.
Para ver cmo se ha producido la relacin jerrquica segn la cual la ciudad pre-
tende someter a su entorno, es preciso desentraar el subtexto jerrquico domina-
dor/dominado que ha hecho de la naturaleza el objeto del dominio del ser
humano. Esto ltimo implic mostrar que ese supuesto es afn a la situacin general
e histrica de las mujeres como lo otro inferiorizado y, bajo la misma estructura
conceptual, de todo aquello que se constituya como lo otro del varn hegemnico
paradigmtico. Por eso, nos interes subrayar tambin que la modernidad que se
impone parcializa la razn (como lo hace con la naturaleza), entendindola signifi-
cativamente en trminos de razn instrumental.
Paradjicamente, si bien hay excepciones, en general, la mayora de las ciudades
se han desarrollado y se siguen desarrollando sin una planificacin racional ur-
bano-ambiental. Por el contrario, siguen la lgica del mercado inmobiliario, mer-
cantilizando los espacios de modo acelerado bajo la ilusin de la infinitud de
recursos. En consecuencia, la accin antrpica est a la vista: inundaciones, ele-
vacin de la temperatura, falta de espacios verdes silvestres, degradacin ambiental
y contaminacin en general. Urge, por ende, poner en prctica medidas que revier-
tan la aceleracin actual del imaginario occidental de dominacin de la natura-
leza, reconsiderando el valor per se de los sistemas de la vida, preexistentes al ser
238 ECoLogA y gnEro En DILogo IntErDIsCIPLInAr
rEfErEnCIAs BIBLIogrfICAs
En los oscuros momentos en que todo estaba por descubrir, el hilo un simple hilo
como smbolo de la evolucin inteligente fue un invento estratgico
MArGAriTA riVirE
l
os estudios feministas pusieron pronto en evidencia que la relacin estable-
cida por el patriarcado entre Naturaleza y Feminidad pona a las mujeres en
una situacin de inferioridad simblica respecto a los hombres, a quienes se
asociaba con la cultura y la historia. Por ello, como dice M luisa Cavana, an
en nuestra cultura humano significa lo masculino por oposicin a lo femenino, la
raza blanca por oposicin a otras razas, la cultura por oposicin a la naturaleza
(2004: 13). Como consecuencia se establece no solo un dualismo sino, como afirma
Val Plumwood, una relacin dicotmica (mujer-naturaleza frente a hombre-cultura)
que implica una relacin de separacin y dominacin inscrita y naturalizada en la
cultura y caracterizada por la exclusin radical, el distanciamiento y oposicin entre
los rdenes construidos como superior e inferior (1993: 43).1
si el hombre ha construido la cultura a base de dominar y forzar a la naturaleza,
concebida como materia, es evidente cmo se llega a la legitimacin simblica de
la relacin de dominacin hombre-mujer. A lo largo de los siglos se ha justificado
el dominio del hombre-cultura sobre la mujer-naturaleza,2 pues el hecho de partir
de la superioridad de la razn y la cultura frente a la naturaleza justifica que esta ha
de ser sometida con objeto de culturizar la naturaleza, en palabras de la antro-
ploga sherry ortner. En este sentido dice Jane Blocker que la tierra, dada su im-
bricacin simblica con lo femenino, es un concepto tan construido culturalmente,
1
Mi traduccin.
2
As, por ejemplo, sostena Fray Martn de Crdoba: En ellas no es tan fuerte la razn como en
los varones [...] las mujeres son ms carne que espritu y por ende son ms inclinadas a ella que al es-
pritu (Goldberg, 1974: 210).
242 EColoGA y GNEro EN diloGo iNTErdisCiPliNAr
3
Ella es toda la fauna, toda la flora terrestre escriba simone de Beauvoir en el anlisis que
hace de los Mitos en El segundo sexo (2005: 244).
4
Mi traduccin.
5
En este sentido, dice irene lpez que el simbolismo animal pondera la naturaleza dual de la
mujer, que se mueve entre el plano instintivo (animal) y el racional (humano) (lpez rodrguez, i.,
2009: 54).
TEJEr y NArrAr EN lA PlsTiCA EsPAolA CoNTEMPorNEA 243
posicin refuerzan la figura del hombre como esencia de lo humano. Esta aso-
ciacin mujer-animal generalmente ha sido utilizada para presentar los aspectos
ms negativos del gnero femenino: temibles arpas, esfinges, sirenas, aviesas mu-
jeres gatunas, tigresas por no referirnos a la ntima relacin entre la mujer y la
malvada serpiente. Estas figuras aparecen en las obras artsticas una y otra vez, es-
pecialmente entre las ltimas dcadas del siglo xix y las de comienzos del xx. En
esos momentos la ciencia ratific lo que ya formaba parte de los saberes y las tradi-
ciones de la mayora de las culturas que aunque se quisiera separar a la mujer de
los animales socializndola y pretendiendo que se la poda adaptar al mundo inte-
lectualmente evolucionado del hombre, al final se revelara con toda probabilidad
que era imposible eliminar al animal que haba dentro de ella (dijkstra, 1986: 282-
283). Algunas de imgenes de esta relacin presentan un fuerte contenido sexual
como en el caso de Sensualidad, obra que el alemn Franz von stuck realiz a finales
del siglo xix o ya en el xx la jovencita con el gato en la habitacin baada por
la luna pintada por Balthus en El gato ante el espejo.
A pesar de la difcil herencia histrica que supone para las mujeres esta relacin
simblica entre naturaleza y mujer, algunas de las lneas ms recientes de los estu-
dios feministas, fundamentalmente vinculados al ecofeminismo, han planteado nue-
vas preguntas sobre esta relacin al recordar la doble pertenencia de la humanidad
y por tanto de ambos gneros tanto a la naturaleza como a la cultura (Puleo,
2011). En este sentido cabe citar que uno de los motivos que seala sandra Harding
por los cuales el punto de vista feminista es privilegiado para encarar el conoci-
miento es su posicin de mediadoras ideolgicas naturaleza/cultura, ya que las mu-
jeres al haber sido heterodesignadas como naturaleza ponen en relacin ambos
mundos.
se ha producido adems un cambio significativo, ya que se invierten los valores
asociados al pensamiento ilustrado, pues tanto en el sistema de pensamiento que
Alicia Puleo define como primer ecofeminismo occidental, como en el ecofeminismo
espiritualista surgido en los pases del sur en la dcada de los ochenta, se recupera
el tradicional dualismo naturaleza/cultura que identificaba a las mujeres con el
mundo natural y a los varones con la civilizacin para, ahora, invertir los valores y
sostener la superioridad de la Naturaleza frente a la Cultura (Puleo, 2004: 25).
En este contexto, el feminismo posibilita nuevas lecturas en la representacin
artstica de la asociacin simblica entre la feminidad y algunos animales, de modo
que la marca negativa asignada por la sociedad patriarcal se invierte al reivindicarse
por parte de las artistas feministas. identificarse con los animales no es ya un signo
de alteridad, sino una forma de rebelarse frente al patriarcado, al identificarse con
esos otros no humanos.
Tomemos como ejemplo la araa, un animal que en la mayor parte de las culturas
y desde las pocas ms remotas no ha despertado demasiadas simpatas, sino ms
244 EColoGA y GNEro EN diloGo iNTErdisCiPliNAr
al uso del tejido como tcnica artstica relacionada con los principios del feminismo.
la tcnica textil se convirti de este modo en una forma de reivindicacin, a la vez
que se rompa la divisin entre artes mayores y menores, abrindose nuevas posi-
bilidades y lneas de investigacin formal y de contenido.6 se revitalizaron as algu-
nos mitos clsicos de la cultura occidental como el de Aracn, el de Penlope o el
de Filomena, convocadas de nuevo para ocupar su espacio en el arte y en la historia.
Ellas volvieron a primer plano porque, como escriba Margarita riviere las mujeres
guardan an el hilo de la vida, aunque ya cosen las mquinas y los robots (Blis-
niewski,2009: 7).
la reivindicacin de la araa por parte de los Feminismos no se reduce a la re-
cuperacin y reivindicacin del tejido como tcnica artstica, sino que se entiende
como una forma de narrar y crear otros textos. No podemos olvidar que entre las
definiciones que los diccionarios recogen del trmino tejer se incluye la accin
de formar en el telar un tejido con la trama y la urdimbre, junto con formar
ciertos animales sus telas y capullos, y tambin discurrir, formar planes o ideas.
Partiendo de esta ltima acepcin Barthes identifica tejido y texto:
Texto quiere decir tejido [] ahora destacamos en ese tejido la idea generativa segn la
cual el texto se hace, se elabora en un perpetuo entretejimiento; perdido este tejido su
textura el sujeto se deshace a s mismo, como araa que se disuelve en las secreciones
subjetivas de su tela. si fusemos aficionados a los neologismos podramos definir la teora
del texto como hyfologa (hyfos es el tejido y la tela de araa) (Barthes, 1974: 104).
6
Tejer es ms que un smbolo del lenguaje [...] es tambin un smbolo de la naturaleza del len-
guaje, determinada por el gnero, y un medio de resistencia (scheuing, 1998: 327).
7
Hija de Pandin, rey de Atenas, quien tras ser violada por su cuado, este le cort la lengua para
que no lo contara. Pero ella teje un manto en que narra lo sucedido, logrando as que llegue a cono-
cimiento de su hermana.
246 EColoGA y GNEro EN diloGo iNTErdisCiPliNAr
jedora silenciosa [...] que dejaba sin voz a la tejedora Aracn. El poder comunicador
de su trabajo de tejer ha desaparecido (scheuing, 1998: 326). El Feminismo, al in-
terpretar la obra de algunas artistas segn su revisin de los mitos de Aracn, Filo-
mena o Penlope, ha puesto el acento en el acto de desafo y el control sobre su
destino que implica la relacin entre tejer y narrar (scheuing, 1998).
Partimos, por tanto, de que en la base de nuestra cultura como en otras mu-
chas8 el hilo y la palabra, tejer y narrar, son una sola cosa. y por ello cuando al-
gunas artistas quieren mostrar que son poseedoras de la palabra, vuelven al tejido
y se identifican con la figura de la araa, la gran tejedora. Por tanto, la utilizacin
del tejido en las creaciones feministas desde las ltimas dcadas del siglo xx no res-
pondi nicamente a la reivindicacin de las actividades femeninas tradicionales,
haciendo borrosa la frontera entre arte y artesana, sino a la bsqueda de la recu-
peracin de la palabra, al deseo de narrarse como artistas y mujeres a partir del te-
jido. Aunque son muchas las obras que aqu podran citarse, cabe recordar a modo
de ejemplo Cogito, ergo sum de rosemarie Trockel, o las realizadas por Ghada
Amer, artista egipcia que borda sobre fondos pictricos figuras de mujer, muchas
veces tomadas de las revistas pornogrficas, pero tambin en escenas de trabajo o
acciones domsticas con la intencin de recordarnos, como dice Frank Frangen-
berg, que la identidad femenina parece pender de un delgado hilo. Tambin rela-
cionada con la figura de la araa est Permanent Demonstration (1976), accin
artstica de Annegret soltau en la cual enredaba su cuerpo en una maraa de hilos.
la fusin entre el tejido y el cuerpo est presente tambin en las obras de Mona
Hatoum, en algunas de las cuales teje su propio cabello entrecruzando el paso del
tiempo, la identidad de gnero y la cultural con referencias autobiogrficas. sera
imposible no citar tambin aqu a louise Bourgeois y su concepto sanador del arte
a partir del uso de la aguja, que cierra y sutura heridas.9 Para ella, la araa, aunque
tambin a veces temible, es la gran Mam, poderosa, protectora y constructora de
la vida: por qu la araa? Porque mi mejor amiga fue mi madre, y ella era cuida-
dosa, lista, pacientemente pulcra y til como una araa. Ella tambin saba defen-
derme a m y a s misma.10
Toda esta carga simblica del tejido hace que no sea casual que partir del desa-
rrollo de internet, en el mundo del ciberespacio trminos como hilo, tejer, red o
araa se han asociado a feminismo, como en el caso de Mujeres en Red en Espaa,
Les Penlopes en Francia o La araa feminista en Venezuela.
8
Por ejemplo, cuenta Marcel Griaule en el libro Dios del agua que segn la religin tradicional
del Pas dogn (Mali) la tela se llame soy, que significa Es lA PAlABrA.
9
Art is a guaranty of sanity, escribe en una de sus obras.
10
Bourgeois, l. (2002): Destruccin del padre-reconstruccin del padre: escritos y entrevistas
1923-1997. sntesis Editorial, Madrid.
TEJEr y NArrAr EN lA PlsTiCA EsPAolA CoNTEMPorNEA 247
11
A pesar del salto que supuso la exposicin Genealogas feministas en el arte espaol: 1960-2010 ,
realizada entre los aos 2011 y 2012 en el MusAC de len y comisariada por Juan Vicente Aliaga y
Patricia Mayayo, as como la posterior publicacin del catlogo.
248 EColoGA y GNEro EN diloGo iNTErdisCiPliNAr
12
la ley de Educacin Primaria de 1945 estableca que la educacin primaria femenina prepa-
rar especialmente para la vida en el hogar, artesana e industrias domsticas.
TEJEr y NArrAr EN lA PlsTiCA EsPAolA CoNTEMPorNEA 249
dicionalmente a las mujeres en nuestro mbito cultural.13 Como dice la artista Teresa
lanceta, an hoy los tejidos no suelen estar en los libros de arte si no van acom-
paados de un adjetivo que matice su cualidad artstica. solo as puede entenderse,
por ejemplo, que la obra de Aurelia Muoz (1926-2011), la gran renovadora del
arte del tapiz en Espaa, vinculada con el minimalismo, las instalaciones y el arte
conceptual, haya quedado en una especie de terreno de nadie en la historiografa
del arte espaol. o que pocas personas recuerden que Magda Bolumar (Caldas de
Estrach, Barcelona, 1936) es algo ms que la viuda del gran escultor informalista
Moiss Villelia. Como dice Marta Mantecn la historia del arte es, como cualquier
otra disciplina, un cmulo de elecciones relatadas (2011: 18), por ello, en esta re-
flexin, hemos optado por detenernos en primer lugar en la figura de esta artista
catalana, una Aracne injustamente olvidada por nuestra literatura artstica, de quien
Cirici Pellicer escribi: Magda Bolumar ha hecho algo ms simple y ms puro de
lo que nadie haba hecho jams. dejar hablar al tejido en s mismo (1970: 3).
las xarpelleres que Magda Bolumar, cuya obra se contextualiza en las van-
guardias catalanas de las dcadas centrales del siglo xx,14 expuso por vez primera
en el ao 1960 en varias salas de Barcelona tienen un sentido esencialmente cons-
tructivista, pues a pesar del papel innegable que en ellas tiene la materia y la textura
que las conectan en cierto modo con el informalismo, la estructura adquiere el pro-
tagonismo principal a partir de las tensiones generadas por los hilos, tal como des-
tacaba Cirici:
otros artistas como Burri o Millares, se dedicaban entonces a la obra basada en mate-
riales textiles, pero uno y otro dejaban de lado el material para centrar la atencin sobre
las dramticas vicisitudes en las cuales el material haca el papel de vctima. romperlo,
coserlo, apedazarlo, atarlo, mancharlo de gotas o goteos. Magda Bolumar, a diferencia
de ellos dej que fuera el material mismo el protagonista de su obra. Que asumiese su
significado, que tomase una actitud, que realizara un acto.
En esta dinmica, vemos cmo los hilos de la misma tela se dividen o se agrupan; cmo
destejen para liberar un calado y se retejen para cubrir un campo; se separan en haces
divergentes como palmitas, o convergen hacia un punto de ataque; [...] las fibras adop-
tan todo tipo de papeles estructurales, solas, retorcidas en cuerdas u entretejidas en
trama (Cirici Pellicer, 1970, 4).
13
Curiosamente, el hombre contemporneo cree que lo que l llama artesana, donde supuesta-
mente predomina la habilidad manual y el patrn establecido sobre el talento creativo, es como un
arte de mentirijilla. y, claro, quien teje un tapiz ha de ser, por fuerza, un artesano, porque no puede
campar libremente por sus respetos y, sobre todo, es algo domstico, popular y funcional; vamos, por
decirlo as, la apoteosis de lo femenino (Calvo serraller, 1996).
14
Estuvo vinculada al grupo de Arte Actual de Matar y ms indirectamente con algunos artistas
de Dau al set. Colabor estrechamente con la revista Inquietud artstica, manteniendo amistad con
Joan Brossa y Cirici Pellicer, entre otros.
250 EColoGA y GNEro EN diloGo iNTErdisCiPliNAr
En este texto se destaca la diferencia de significados del uso del textil en el con-
texto de la versin hispana del informalismo: frente al dramatismo y la denuncia de
la podredumbre que lata en las arpilleras de Millares, la idea de la construccin de
un nuevo cosmos est en la base de las obras de Magda Bolumar. una idea bajo la
que se esconde la necesidad de reordenar el mundo, ya que la trama de los hilos
le sirve para construir su mundo, un cosmos organizado lleno de ecos orgnicos.
la artista siempre ha negado que su obra pueda considerarse estrictamente
como informalista.15 la confusin procede de la simplificacin y superficialidad
con que es tratada la obra de gran parte de las artistas, y con la tendencia ancestral
de convertirlas en seguidoras de los grandes nombres masculinos, considerados por
la historia cannica como los verdaderos renovadores. En el caso de la obra de
Magda Bolumar la historia del arte de un nico carril a la que estamos acostum-
brados forz el significado de la relacin materia-vanguardia, hacindola pasar ex-
clusivamente por una lectura desde el informalismo.
lo cierto es que las xarpelle-
res que Magda Bolumar realiz
ente las dcadas de 1960 y 1990,
aunque presentan diferencias a lo
largo del tiempo que son conse-
cuencia de una evolucin, siempre
muestran una fuerza esencial-
mente cerebral, como ha puesto
tambin de manifiesto la crtica M
llusa Borrs: las magnficas
xarpelleres de esta artista mani-
fiestan una arrolladora liberacin
de fuerzas, cerebrales en su mayo-
ra, que desembocan en tensiones
de urdimbre en trama, estrellados
o paralelismos reveladores de una
liberacin intelectiva, de ingenio y
rigor constructivo.
El teido de las arpilleras, el
uso de colores jugosos y vivos, de
Magda Bolumar. Xarpellera (1962) esos verdes alternativamente de
15
En una entrevista que realic a la artista en 2008, me responda as a la pregunta sobre la relacin
de su obra con el informalismo hispano de las dcadas centrales del siglo xx: No creo que mi obra
pueda ser considerada informalismo. En aquella poca estaba trabajando en mis xarpelleres que tienen
un sentido constructivista.
TEJEr y NArrAr EN lA PlsTiCA EsPAolA CoNTEMPorNEA 251
16
Es licenciada en Historia Moderna y Contempornea y est doctorada en Historia del Arte. En
la actualidad vive en Alicante.
252 EColoGA y GNEro EN diloGo iNTErdisCiPliNAr
17
A finales de la dcada de 1980 Victoria Combalia destacaba que los tejidos de lanceta suponan
una reconsideracin de las labores femeninas. Victoria Combalia (1989).
18
Mara Escribano ha relacionado la investigacin plstica que subyace en la obra de Teresa lan-
ceta con la pintura abstracta de artistas como Newman, stella, scully o Blekner. Sobre la exposicin
La alfombra roja. El Pas, 9/12/1989.
19
Web de Teresa lanceta: http://www.teresalanceta.com/es/index.php (consultado el 29 de di-
ciembre de 2013).
TEJEr y NArrAr EN lA PlsTiCA EsPAolA CoNTEMPorNEA 253
que titula El Cabo de las Huertas,20 que se refiere a un lugar de la costa alicantina.
la artista hace en ella una clara defensa del medio ambiente y llama al respeto por
una naturaleza cotidiana, que no es salvaje ni sublime ni exige admiracin, frente
a la privatizacin y a la ocupacin inmobiliaria insensata y destructora que ha des-
truido nuestras costas. los colores de los lienzos que se entretejen remiten a los co-
lores intensos y mediterrneos: el azul, el intenso amarillo, el color de las plantas
que florecen espontneamente en el roquedal.
As, en la obra de Teresa lanceta, nuevamente el hilo, el tejido, deviene palabra
que denuncia. El sentido crtico que subyace en la Aracnologa est claramente pre-
sente en la obra abstracta de lanceta, que nos habla muy claro de cosas muy cer-
canas a nuestra vida:
20
obra fechada en 2003, que forma parte de los fondos de la Fundacin Alberto Jimnez-Arellano
Alonso (universidad de Valladolid).
21
Web de Teresa lanceta: http://www.teresalanceta.com/es/index.php (consultado el 29 de di-
ciembre de 2013)
22
Podramos aplicar a la obra de estas artistas la frase de Elena del rivero: con este vocabulario
secreto y ancestral voy hilvanando ideas y pensamientos.
23
Web de Andrea Milde: http://www.andreamilde.com/Espa%F1ol/TextoTolentino.html (con-
sultado el 29 de diciembre de 2013).
254 EColoGA y GNEro EN diloGo iNTErdisCiPliNAr
24
Es muy expresiva la forma en que Andrea Milde cuenta cmo nace un tapiz. El paralelismo
con la idea de parto es evidente cuando se refiere al corte de los hilos como si se refiriese al cordn um-
bilical, y describe el modo en que siente todo el peso del tapiz enrollado en sus brazos por vez primera.
TEJEr y NArrAr EN lA PlsTiCA EsPAolA CoNTEMPorNEA 255
Cada pieza representa a una mujer rural con una tcnica minuciosa que permite
recrearse en todos los detalles de rostros, manos, vestimentas, poses son mujeres
de pueblo sentadas al sol que conversan; figuras potentes, mujeres-montaa por los
volmenes casi geolgicos de sus cuerpos y los pliegues de sus ropas. El origen de
esta obra, segn cuenta la artista, es una vieja fotografa familiar que le sugiri la
necesidad de hacer genealoga, de recordar las races rurales de su abuela y su
madre. Pero tras ese primer nivel de lectura hay an un segundo, ms sutil y menos
evidente que introduce complejidad en esta obra. En la esquina inferior derecha
de la segunda pieza comienzan a verse unos pequeos personajes que aparecen,
como si de una secuencia se tratara, a lo largo del resto de las piezas y que cuentan
una historia. son figuras solo perfiladas que cuentan una dura historia de maltrato,
hablan de esa violencia soterrada en lo cotidiano que es la violencia de gnero, lo
silenciado, lo sabido y contado en voz baja, lo sufrido sin palabras. Porque quiz
no era nicamente de cosas cotidianas e intrascendentes de lo que hablaban las an-
cianas mujeres representadas en los tapices.25
25
As describe Andrea Milde en su blog cmo introduce la referencia a la violencia de gnero:
Haba terminado el primero de los siete tapices cuando ocurri el asesinato deAna orantes, en di-
ciembre de 1997. Ella fue quemada viva por su marido tras relatar su historia en televisin. la difu-
sin del suceso a travs de los medios de comunicacin puso de manifiesto el drama de las vctimas
del terrorismo domstico en toda su crueldad. desde entonces, las cifras revelan una tendencia cre-
ciente. https://amilde.wordpress.com/obra-work-werke/human-textile/las-siete-marias-1996-2001/
(consultado el 29 de diciembre de 2013).
256 EColoGA y GNEro EN diloGo iNTErdisCiPliNAr
... muchos meses de soledad y compaa, de interior y exterior, tristes y alegres, quedan
atrapados en esta bola. En julio se extender para formar un pequeo laberinto tran-
sitablede 12 x12 mcomo invitacin a reflexionar conjuntamente sobre todo aquello
26
En la Montaa Palentina, Andrea lleva tambin desde 2013 el proyecto Ku(nst) & Ku(ltur)
(Kunst und kultur in der natur- Arte y cultura en la naturaleza).
27
https://amilde.wordpress.com/ (consultado el 29 de diciembre de 2013).
TEJEr y NArrAr EN lA PlsTiCA EsPAolA CoNTEMPorNEA 257
que ha influido en su creacin: el ciclo anual de la naturaleza, el ciclo vital de una mujer
al borde de la menopausia, la vida cotidiana en un territorio rural en el norte de Es-
paa. y el contexto cultural y espiritual de este smbolo existencial28
28
https://amilde.wordpress.com/ (consultado el 29 de diciembre de 2013).
29
Varias artistas, como Angels rib o Mnica sj, han utilizado las formas labernticas como
forma de vincular lo particular con lo universal en la vida de las mujeres
258 EColoGA y GNEro EN diloGo iNTErdisCiPliNAr
rraman desordenados por la hierba, recordando que ese era el nmero de mujeres
muertas por la violencia de gnero durante los 410 das que dur el proyecto.
En el caso de estas tres artistas pertenecientes a distintas generaciones, el tejido
ha recuperado as su capacidad de narrar, de denunciar, que le haba sido arreba-
tado a Aracn como castigo. se atribuye a Jean lurat, promotor de la prestigiosa
Bienal de Tapicera de lausana, una frase que dice: Tened cuidado con esas chi-
quillas que hacen punto (Thomas, 1985) y parece que tena razn.
rEFErENCiAs BiBlioGrFiCAs
BArTHEs, roland (1974): El placer del texto, Buenos Aires, siglo xxi.
BEAuVoir, simone de (2005): El segundo sexo, Ctedra, Madrid.
BlisNiEWsKy, Thomas (2009): Las mujeres que no pierden el hilo, Maeva, Madrid.
BloCKEr, Jane (2002): Tierra, en Cordero reiman, Karen, senz, inda (comp.)
Crtica feminista de la Historia del Arte, Mxico, universidad iberoamericana,
pp. 377-400.
BrossA, Joan (1965): dos cuadres de Magda Bolumar, Inquietud artstica n 32,
Vich, p. 6.
CAlVo sErrAllEr, Francisco, El Tapiz volador, El Pas, 5/ 5/1996.
CAPMANy, Mara Aurelia (1975): De profesin, mujer, Barcelona, Plaza & Jans,
col. Testigos de Espaa.
CAVANA, Mara luisa (2004): la relacin instrumentalizadora con la Naturaleza,
en Cavana, Mara luisa; Puleo, Alicia H. y segura, Cristina (coords.), Mujeres y
Ecologa: Historia, Pensamiento, Sociedad, Madrid, Asociacin Cultural Al-Mu-
dAyNA.
CiriCi PElliCEr, Alexandre (1970): Magda Bolumar, Barcelona, sala Gaspar.
(1982): Magda Bolumar, El 81, Barcelona, Caixa laietana.
CoMBAliA, Victoria (1989): Teresa lanceta. El tapiz revisado, en pgina web de
Teresa lanceta http://www.teresalanceta.com/ca/publicacions.php (consultado
el 29 de diciembre de 2013).
diJKsTrA, Bram (1986): dolos de perversidad, Madrid, debate.
GoldBErG, Harriet (ed.) (1974): Jardn de las doncellas, Fray Martn de Cordoba.
A critical Edition and Study, Chapel Hill, North Carolina studies en romance
langages and literatures.
JErFFEriEs, J. (1998): Texto y tejidos: tejer cruzando fronteras, in deepwell, Katy
(ed.) (1998): Nueva crtica feminista de arte. Estrategias crticas, Madrid, ed. C-
tedra/universidad de Valencia/ instituto de la Mujer, pp. 281-296.
TEJEr y NArrAr EN lA PlsTiCA EsPAolA CoNTEMPorNEA 259
A
lgunas lderes indgenas estn vindicando un lugar importante para las mu-
jeres dentro de las cosmovisiones de sus pueblos. Su punto de partida no
es una conciencia desencarnada, sino que sus ideas y valores estn corpo-
reizados, son sentidos, vividos y expresados a travs de prcticas concretas. El eje
del pensamiento indgena que ellas incorporan a sus vindicaciones es la comunidad
integrada por todos los seres que conforman el cosmos, es decir, una filosofa cen-
trada en el nosotros, que incluye a los seres humanos, las plantas, los animales y
todo lo que vive sobre la Tierra.
De acuerdo con el pensamiento nosotrocntrico de pueblos amerindios como el
maya-tojolabal (Lenkersdorf, 2008),1 en el conocimiento no existe el binomio su-
jeto-objeto, sino dos sujetos: uno que conoce y otro que participa del acto cognos-
citivo. Ambos se vinculan de forma horizontal porque son igualmente necesarios: se
complementan y se influyen uno al otro.2 Pero, cmo es posible el conocimiento
sin objetividad? Esta cuestin est planteada desde el contexto de la epistemologa
occidental hegemnica, sin embargo, a partir de otras perspectivas podra pregun-
tarse: cmo puede darse el conocimiento sin la participacin de dos o ms sujetos?
Ntese que si se profundiza en la idea indgena de que todos los seres son su-
jetos porque poseen corazn, es decir, valor, dignidad y espritu, entonces, las for-
1
En el pensamiento maya-tojolabal pueden encontrarse algunos de los fundamentos del zapatismo
que surgi a finales del siglo XX en el sureste mexicano. La importancia del movimiento zapatista ha
sido esencial dentro de los procesos de reconstitucin de los pueblos indgenas.
2
En el contexto tojolabal, el conocimiento no se realiza por la accin del sujeto conocedor que
somete al objeto a su accin de conocer. Este tipo de conocimiento es unidireccional. El objeto por
conocer es pasivo. Para los tojolabales, en cambio, el conocimiento as como las dems acciones son
bidireccionales. Se exigen las aportaciones tanto del sujeto conocedor como del sujeto por conocer
(Lenkersdorf, 2008: 57).
264 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
mas de vida no humanas que existen sobre la tierra tambin tienen su propio modo
de racionalidad. Con esto se pone en cuestin la definicin tradicional del hombre
como un ser superior a otros debido a su razn. Ms an, diversas culturas indge-
nas coinciden en sostener que: el pensamiento no se refiere a la capacidad de ra-
ciocinio, sino a la de relacionarse los unos con los otros con dignidad y respeto para
vivir en comunidad (Lenkersdorf, 2008: 107).
Ahora bien, las indgenas que participan en los movimientos en defensa del te-
rritorio y de los derechos especficos de gnero, consideran que la sobrevivencia
de sus pueblos es inseparable del reconocimiento de la paridad entre los sexos.
Conciben sus cuerpos en interconexin con el resto de los seres. Son conscientes
de que la justicia requiere del equilibrio entre todas las formas en que se manifiesta
la vida, sean humanas o no. Saben que ningn pensamiento que sea verdaderamente
universal podra excluirlas.
Desafiando la lgica dominante,3 algunas mujeres pobres y sin escolaridad se
han convertido en las portadoras de un discurso feminista fundado en la filosofa
nosotrocntrica de las culturas indgenas. Estas mujeres bien pueden ser llamadas
ecofeministas, aunque, segn la cosmovisin que est en la base de sus prcticas,
tal afirmacin representa una redundancia porque, lo que entienden como femi-
nismo, es decir, la bsqueda de igualdad, reciprocidad y respeto, para ser cohe-
rente, debe extenderse no solo a las relaciones entre los sexos, sino tambin a las
formas de vida no humanas. As como las demandas de reconocimiento, justicia y
democracia de los pueblos originarios resultan vacas si no toman en cuenta al co-
lectivo femenino, un feminismo que sea indiferente ante la destruccin de la natu-
raleza y de las comunidades indgenas se queda a la mitad del camino.4 Tanto en
sus discursos como en la vida cotidiana, las indgenas zapatistas estn recuperando
el sentido originario de la palabra nosotros, kentik.5 Ellas dicen nosotras y
nosotros o feminizan trminos que tienen gnero gramatical masculino, como
cuando hablan de insurgentas y jvenas. Asimismo, estn trabajando para lo-
grar que las mujeres participen en las asambleas comunitarias en las mismas condi-
ciones que los varones, y que estos comiencen a desempear tareas que haban sido
consideradas femeninas.
Sylvia Marcos ha sealado que cuando las mujeres dicen que sienten tristeza en
sus corazones, se refieren a las funciones de pensamiento y memoria que corrien-
temente adjudicamos al cerebro o la mente (2010). Para las culturas indgenas, el
3
En Occidente tambin han existido, y existen actualmente, discursos y prcticas alternativos
ante el modelo de desarrollo etnocntrico, sexista y ecocida.
4
Sobre gnero, medio ambiente y mujeres indgenas, vase: Velzquez, Margarita (coord.) (1996);
Vzquez Garca, Vernica y Velsquez Gutirrez, Margarita (coords.) (2004); VVAA (2011).
5
Kentik: palabra maya-tojolabal que no tiene gnero gramatical.
APORTACIONES DE LAS MUJERES INDGENAS AL DILOGO ENTRE FILOSOFA Y ECOLOGA 265
corazn, que cumple las funciones del teyola, abarca la razn, la inteligencia, los
recuerdos, la vida (2010: 82). Al aludir a su corazn, las mujeres indgenas vindican
su humanidad compartida con los varones, es decir, su capacidad de pensar, decidir,
trabajar, ensear y hacer cualquier cosa a la par que ellos.
Los pueblos indgenas tienen una historia que ha comenzado a ser interpretada
a partir de los estudios feministas desarrollados desde las cosmovisiones mesoame-
ricanas y a travs de la mirada de las mujeres indgenas. Los discursos de gnero
que estn elaborando las zapatistas ubican el problema de la desigualdad en una
dimensin histrico-poltica que rebate las visiones naturalistas. Afirman que es en
las malas costumbres (sexistas) y no la naturaleza donde hay que buscar las causas
de la subordinacin femenina. Esta se habra producido por el proceso de coloni-
zacin, el alcoholismo de los varones y una serie de conductas equivocadas. Lo que
puede considerarse como la metodologa de los feminismos indgenas es preci-
samente el dilogo. En efecto, ha sido la confluencia entre modernidad y tradicin,
feminismos occidentales y cosmovisiones amerindias, la que ha hecho posible el
surgimiento de reivindicaciones de gnero en los movimientos de resistencia de las
comunidades indgenas y campesinas.
En el presente trabajo abordar la aparicin de estas reivindicaciones a travs de
la historia de vida de una mujer indgena: Mara de Jess Patricio Martnez, mdica
nahua,6 feminista y zapatista. Espero mostrar, as, la importancia que tienen los co-
nocimientos de las indgenas que protagonizan movimientos en defensa del territorio
y de los derechos de las mujeres para los estudios de gnero y la tica ecolgica.
6
Durante la entrevista realizada, Mara de Jess Patricio Martnez se defini como mdica tra-
dicional, por ello utilizo esa forma para nombrarla.
266 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
Las historias de vida al resaltar las experiencias vitales de los individuos en su accin
dentro de la sociedad, descubren la relevancia de las vivencias personales en los marcos
institucionales y el impacto de las decisiones personales en los procesos de cambio y es-
tructuracin social. Es por ello que pueden servir para probar teoras, hiptesis y pro-
posiciones conceptuales, y pueden funcionar como el caso negativo frente a un cuerpo
terico establecido []. Permiten asimismo generar nuevas hiptesis en campos que
parecan agotados, puesto que aportan evidencia que de otra manera [] no sera po-
sible obtener (1997: 13).
Durante la entrevista que tuvimos, una de las palabras que ms se repiti en las
respuestas de la mdica nahua fue origen. Por ello, me parece pertinente co-
menzar sealando las alusiones que hace sobre su propia infancia. Mara de Jess
Patricio recuerda que, cuando era nia, vea que su abuela y sus tas recurran a
infusiones de plantas para sanar sus enfermedades, as fue como comenz a apren-
der medicina tradicional. Siendo an muy joven, estaba encargada de atender las
necesidades de las/os ms pequeas/os de la casa. Aunque todava no tena con-
ciencia de gnero ni de pertenencia tnica, ya desde su adolescencia, como ella
misma sostiene: Anhelaba participar en un proceso de cambio en mi comunidad
7
Los nahuas constituyen un conjunto de pueblos originarios de Mesoamrica.
8
Sobre feminismo indgena, vase las distintas posiciones de: Lagarde, 1999; Snchez Nstor,
2005; Milln, 2006: Hernndez Castillo, 2008; Marcos, 2010; Gargallo, 2012, entre otras.
268 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
Asesorada por ella y por otras personas, continu cuidndola. Se levant en tres meses
[...]. Despus de que mi mam se levant, comenzaron a venir otros enfermos que se
fueron recuperando con los tratamientos que les daba, esto trajo cada vez ms gente
que buscaba sanarse y que crea en mi trabajo al ver que otros se restablecan. Por eso,
la comunidad me dio el cargo de mdica tradicional, lo que para m ha significado la
responsabilidad de cuidar la salud de quienes integran el tejido comunitario (2011).
noce el valor positivo de una racionalidad alternativa que opera a travs de sueos
e indicios, al mismo tiempo que se enfatiza una de las principales exigencias ticas
de la medicina indgena, esto es, que la salud no puede ser mercantilizada. Su prin-
cipal preocupacin ha sido atender las causas de las enfermedades sin considerar
la posibilidad de convertir el quehacer teraputico en un medio de lucro. Asimismo,
su vocacin le fue abriendo un espacio de autonoma que no era comn para una
mujer pobre y adems indgena. Tales son los antecedentes que pueden ayudarnos
a comprender el desarrollo posterior de la mdica indgena que ha llegado a con-
vertirse en una agente social clave en el proceso de reconstitucin de su pueblo.
dos por el colectivo femenino urbano, as como identificar las semejanzas y dife-
rencias entre las mujeres de la ciudad y las del mbito rural. Sin embargo, lo que
no pudo entender fue la desvinculacin del feminismo urbano de los contextos co-
munitarios de las mujeres indgenas y campesinas. Le pareca absurdo haber viajado
tantas horas hasta la Ciudad de Mxico para escuchar lo que viva todos los das:
que las condiciones de vida de las indgenas son muy duras, sus jornadas extenuan-
tes y el valor econmico de su trabajo no es reconocido. Ella estaba de acuerdo en
que esos temas eran importantes pero pensaba que, en el caso especfico de las mu-
jeres indgenas, tena que reflexionarse tambin sobre lo que est sucediendo en
los pueblos originarios:
Al igual que las indgenas zapatistas de Chiapas, Mara de Jess Patricio consi-
dera que el problema de fondo es el sistema de dominacin que hoy se presenta
con el nombre de capitalismo neoliberal. Segn ella, el feminismo indgena debe
incluir a mujeres y hombres, promover el trabajo comunitario y buscar unir esfuer-
zos. Esto no significa que se invisibilicen los problemas especficos que afectan a
las mujeres. Las culturas indgenas no perciben la realidad como un conjunto de
esferas separadas, sino dependientes unas de otras. Las mujeres, los hombres, las/os
nias/os, las/os ancianas/os, los seres vivos no humanos, la tierra, todo forma una
unidad en equilibrio.
Sin embargo, la reciprocidad entre los distintos seres vivos se ha deformado en
una relacin jerrquica que genera desigualdad entre los sexos y destruccin de la
naturaleza. En palabras de la mdica indgena Juntos, mujeres y hombres es como
debemos trabajar, no chocando. El problema no son los hombres, sino el capita-
lismo neoliberal. Para hacerle frente, tenemos que conjuntar nuestras fuerzas y
proponer alternativas que nos permitan sobrevivir. De otra forma, no vamos a lo-
grar nada ms que pelearnos entre nosotros mientras mueren nuestras races (Pa-
tricio, 2011). Estas reflexiones son muy similares a las expuestas por la ecofeminista
Vandana Shiva, quien, al teorizar sobre lo que denomina el mal desarrollo ge-
nerado por el crecimiento econmico del Norte global, considera que: En la prc-
tica, esta perspectiva fragmentada, reduccionista y dualista viola la integridad y
armona del hombre con la naturaleza, y la armona entre el hombre y la mujer
(Shiva, 1995: 35).
272 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
Las mujeres indgenas no solo padecen la desigualdad de gnero, sino que adems
ven amenazada la supervivencia misma de las comunidades a las que pertenecen.
Ahora bien, aunque es innegable que el impacto del capitalismo globalizado del Oc-
cidente hegemnico ha sido muy destructivo, especialmente para las poblaciones
originarias, hasta el punto de poder afirmar su incompatibilidad con la aspiracin
ecofeminista de construir un mundo justo y sostenible, existen numerosos ejemplos
de culturas respetuosas de la naturaleza que, no obstante, subordinan al colectivo
femenino (Amors, 2012). Como apunta Alicia Puleo: Es necesario aprender de la
interculturalidad sin olvidar los derechos de las mujeres (2011: 317).
Si bien el neoliberalismo, por todas las razones expuestas, es antifeminista y
ecocida, no puede ser considerado como la nica explicacin del androcentrismo
presente en las diferentes culturas estudiadas hasta hoy. El testimonio de la mdica
tradicional muestra que es consciente de que para las mujeres indgenas hay otra
lucha adems de la que se libra contra el capitalismo globalizado. Su situacin es
tan compleja, que no pueden centrarse en hacer distinciones entre conceptos que
pertenecen a referentes culturales distintos a los suyos. Durante la entrevista, Mara
de Jess Patricio no pronunci trminos como patriarcado, androcentrismo
o gnero, aunque lo que expresan sus palabras no deja lugar a dudas de que el
significado de cada uno de ellos le es conocido. Consciente de la influencia que
an ejercen las tradiciones opresivas, subraya que los derechos de las mujeres no
pueden pedirse, sino que tienen que imponerse. Como zapatista, coincide en este
punto con sus compaeras de Chiapas al declarar que: los hombres no estn dis-
puestos tan fcilmente a decirnos: ah estn sus derechos, los respetamos y los
reconocemos. Somos las mujeres las que tenemos que proponernos hacer valer
nuestros derechos y asumirlos en la prctica. Los debemos ir tomando desde
donde estemos (2011).
Para la mdica nahua, el feminismo indgena es un proceso de descubrimiento
a travs del cual ella misma est caminando. En su comunidad, ha podido compro-
bar que las resistencias no solo provienen de los varones, sino tambin de muchas
mujeres. Algunas sienten vergenza de hablar en pblico, tienen miedo, piensan
que no pueden desempear las mismas tareas que sus compaeros. Esto se acenta
cuando a las reuniones de las comunidades indgenas asisten personas que no per-
tenecen a ellas. En ocasiones, se hacen juicios externos sobre la escasa participacin
de las mujeres sin llegar a comprender lo que sucede en el interior de los pueblos
originarios. Mara de Jess Patricio recuerda el caso de Ostula, comunidad nahua
de la costa de Michoacn, Mxico, que se levant para luchar por el reconocimiento
de su autonoma en 2008, y que actualmente sigue resistiendo: Las mujeres eran
las que iban adelante, la mayora casi ni hablaba, pero estaban dispuestas a arriesgar
sus vidas para defender su territorio (2011). Algo similar est sucediendo en Che-
rn, municipio que tambin forma parte del estado de Michoacn, y que tiene un
APORTACIONES DE LAS MUJERES INDGENAS AL DILOGO ENTRE FILOSOFA Y ECOLOGA 273
Para Mara de Jess Patricio, las enfermedades que padecen los seres humanos estn
vinculadas con el entorno social y ambiental. En sus propias palabras: Hay una re-
lacin de todo con todo. La salud de las personas tiene que ver con el cuidado del
agua, los rboles, los animales y la tierra (2011). Sin embargo, a pesar de que cada
da mueren miles de seres humanos a causa de males relacionados con la contami-
nacin producida por el capitalismo globalizado, los conocimientos indgenas siguen
siendo subvalorados en casi todas partes. A la medicina indgena se le acusa de ser
atrasada, poco cientfica e, incluso, nociva para la salud. Paralelamente, cientficos
occidentales estn patentando plantas medicinales y tcnicas mdicas ancestrales.
Como saber propio de los pueblos originarios, se le desprecia, pero como mercanca
para el mercado mundial, se exaltan sus beneficios. A este robo de saberes tradicio-
nales que denuncia nuestra mdica nahua se le conoce como biopiratera.9
9
De acuerdo con Joan Martnez Alier este concepto se refiere a la apropiacin de los recursos
genticos (silvestres o agrcolas) sin pago adecuado o sin reconocer a los campesinos o indgenas como
sus dueos (incluyendo el caso extremo del Proyecto Genoma Humano) (2009: 325).
274 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
Hay una relacin especial de la mujer con la tierra. As como la mujer da hijos, los cuida
y los protege, as tambin la naturaleza da alimento, medicinas y cobijo a los seres hu-
manos. Si esta se contamina o se destruye, sus habitantes no tienen posibilidades de so-
brevivir. En mi familia existe la costumbre de que cuando un nio nace se tiene que
enterrar su ombligo para que la tierra reconozca que ya hay un hijo ms, es como enrai-
zarlo y, aunque vaya adonde vaya, siempre va a regresar a su raz. En muchas creencias
se muestra que las mujeres tienen confianza de encontrar en la naturaleza remedios para
sus enfermedades. En Tuxpan, se crea que, cuando una mujer estaba en peligro de abor-
tar, tena que ir a un nacimiento de agua, hacer un pocito y beber de ah. Esa era la cu-
racin. Ahora, el ro est tan contaminado que ya no es posible (2011).
Las afirmaciones de Mara de Jess Patricio parecen coincidir con los ecofemi-
nismos esencialistas, segn los cuales las mujeres mantienen una relacin especial
APORTACIONES DE LAS MUJERES INDGENAS AL DILOGO ENTRE FILOSOFA Y ECOLOGA 275
CONSIDERACIONES FINALES
Resulta significativo que Mara de Jess Patricio haya decidido tener una familia
pequea, adems de no haberse casado muy joven. Durante la entrevista, en nin-
gn momento exalt los valores tradicionales de la madre cuidadora como ho-
rizontes del feminismo indgena. Aunque hizo algunas alusiones que podran
interpretarse como argumentos esencialistas, sus testimonios giraron principal-
mente en torno a sus viajes, a sus intervenciones en espacios pblicos, al trabajo
compartido con su esposo en la atencin de las/os hijas/os y a sus contribuciones
al cuidado de la salud comunitaria. Ms que una ecofeminista esencialista, nuestra
mdica nahua puede ser considerada como una expresin del sujeto mujer que
la lucha de gnero, etnia y clase de las/os indgenas zapatistas est dando a luz. En
sus experiencias vitales se conjuntan feminismo, ecologismo y defensa de los pue-
blos originarios. Como mujer, exige la igualdad de derechos entre los sexos y la
participacin de los varones en las tareas del cuidado de los seres humanos y no
humanos. El ecofeminismo que vindica es indgena, y debe ser comprendido desde
sus propias coordenadas culturales: la filosofa nosotrocntrica de los pueblos ori-
276 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
ginarios y el feminismo de las indgenas zapatistas que estn trazando caminos al-
ternativos para un futuro solidario, sostenible y plural.
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
L
a participacin creciente de mujeres que se reivindican feministas o que
tienen prcticas que las sitan en el campo del feminismo en los movi-
mientos agroecolgicos brasileos torna oportuna una reflexin sobre la
aproximacin entre esos movimientos y los desafos que esa convivencia ha trado,
en la prctica, para ambas fuerzas de la lucha social. Muchas de esas mujeres, a
pesar de sus distintos orgenes y prioridades pues vienen de organizaciones tan
diversas como movimientos campesinos, de los sin-tierra y asociaciones y coopera-
tivas de produccin ecolgica, entre otras estn construyendo identidades co-
munes en cuanto agricultoras y militantes de los movimientos de mujeres que tienen
como base su compromiso en acciones cuestionadoras de las desigualdades de g-
nero en el medio rural y del modelo productivo depredador del ambiente. Entre
tanto, por ser agricultoras familiares, estn sumergidas en realidades opresivas en
el interior de las familias, viviendo la contradiccin de criticar el modelo productivo
y de organizacin familiar y al mismo tiempo luchar para su reproduccin exac-
tamente porque lo consideran el ms justo y adecuado para el desarrollo rural equi-
librado y equitativo.
El surgimiento pblico de los movimientos de mujeres agricultoras remonta, en
Brasil, a la dcada de 1980. Han sido muchas dcadas de movilizacin y articulacin
en torno al reconocimiento de su profesin, del derecho a la sindicalizacin, a ser
dueas de la tierra, buscando la garanta de su autonoma financiera y productiva.
En el inicio del ao 2000 tiene lugar la organizacin de la primera Marcha de
las Margaridas, una articulacin de agrupaciones de mujeres de todo el pas, lide-
radas por una confederacin sindical de agricultores, que llev cerca de veinte mil
mujeres a Brasilia para presionar al Gobierno por sus reivindicaciones. A partir de
ah, otros movimientos como los vinculados a La Va Campesina tambin em-
piezan a llevar a cabo acciones pblicas lideradas por mujeres. Un nuevo escenario
280 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
El feminismo puede ser visto, al mismo tiempo, como una teora crtica y como un
movimiento social que se dedica a desvelar los mecanismos de coaccin estructural
UNA MIRADA ECOFEMINISTA SOBRE LAS LUCHAS POR LA SOSTENIBILIDAD... 281
responsables de la histrica subordinacin de las mujeres por los hombres. Esos me-
canismos sern descritos como un sistema sexo-gnero, tambin llamado patriar-
cado, presente en la gran mayora de las sociedades conocidas y que se sustenta sobre
races materiales, pero tambin ideolgicas y simblicas, perpetuando la creencia de
que las diferencias biolgicas entre hombres y mujeres justificaran las desigualdades
sociales.
A lo largo de la historia, las mujeres no siempre se conformaron con esa situacin
y buscaron formas de resistencia a la opresin. Sea en las grandes olas del feminismo
a nivel mundial, sea en momentos de menor agitacin poltica, en diferentes pocas,
hombres y mujeres tuvieron que hacer esfuerzos intelectuales y polticos muy gran-
des para tornar visibles los marcos de injusticia1 en que se encontraban inmersos,
as como para poder obtener legitimidad para sus reivindicaciones de transforma-
cin social.
El feminismo lleg a los temas ecolgicos ya en los aos 60 del siglo pasado.
Haba muchos elementos en comn entre la crisis ambiental, que se avecinaba con
el avance de la industrializacin y de la urbanizacin, y la percepcin de los movi-
mientos feministas sobre el lugar destinado a las mujeres en esas sociedades emer-
gentes. A finales de los aos 1970 surge el ecofeminismo, una teora que buscaba
asociar la opresin que la humanidad ejerca sobre la naturaleza a la forma desigual
con que los hombres trataban a las mujeres.
Las ecofeministas europeas y norteamericanas destacaron en esos debates,
siendo su principal contribucin la percepcin de la existencia de un marco opre-
sivo androcntrico (Warren, 1998), caracterizado por la postura arrogante que
orientaba las relaciones de los seres humanos con el medio natural y los dems seres.
Esa postura, adems de antropocntrica, era tambin androcntrica y etnocntrica,
porque reflejaba un desdn para con las condiciones de supervivencia del planeta,
as como en relacin a las mujeres y otras categoras sociales que no fuesen hombres
blancos y adultos tomados como referencia de estndar moral. Vandana Shiva, con
su libro Abrazar la vida (1991), en que cuenta la historia de resistencia del movi-
miento de mujeres Chipko, en la India, destac como una ecofeminista tercermun-
dista por haber cuestionado tambin el uso de la ciencia moderna en la destruccin
de los sistemas comunitarios de produccin agrcola y forestal.
Entre esas diversas propuestas, destacamos aqu aquellas del ecofeminismo cons-
tructivista, que reconocen la necesidad de la organizacin de las mujeres en cuanto
sujetos polticos que tienen especificidades en las luchas sociales y, particularmente
en las cuestiones ambientales, considerndose igualmente los dems colectivos opri-
midos. Rescatan, as, el lenguaje de los derechos y de la igualdad como orientadora
de esta lucha, en la cual no puede haber espacio para ningn tipo de esencialismo
1
Expresin de Celia Amors y Ana de Miguel, en su obra Teora Feminista (2005).
282 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
ontologizante (Puleo, 2008). Para esa corriente, las alianzas entre los movimientos
feministas y ecologistas tendran que darse a partir de algunos supuestos, entre ellos,
el de que es imprescindible el reconocimiento mutuo de la igualdad en trminos
de dignidad y derechos entre hombres y mujeres y de la necesidad de posturas res-
ponsables de la humanidad ante el medio natural y los dems seres vivos. Esas seran
las condiciones para la construccin de utopas en las que el feminismo y ecologismo
tendran un papel fundamental.
Diversos textos que describen las premisas y los mtodos de la Agroecologa se re-
fieren a las desigualdades de gnero como fuente de prejuicios contra las mujeres
y como aspectos que deberan ser considerados en la elaboracin de sus programas
de investigacin y propuestas de intervencin.2 Sin embargo, no existe profundiza-
cin sobre esa problemtica, que es fundamental para la comprensin de cmo se
expresan las relaciones de poder en el medio rural y qu determina, por ejemplo,
el vnculo de una fraccin significativa de la poblacin campesina (las mujeres) a
los medios de produccin y a los recursos ambientales.
A pesar de esa ausencia de abordaje sobre el tema, es innegable que las relaciones
de poder determinan las condiciones de participacin de los hombres y mujeres en
los espacios de decisin sobre el rumbo de la sociedad y por tanto, en la construc-
cin del desarrollo rural sostenible. Parece, de hecho, existir un vaco de anlisis
entre el nivel micro enfocado por las teoras agroecolgicas (el agro ecosistema) y
el nivel macro (las comunidades rurales, campesinas, indgenas y la agricultura fa-
miliar), un espacio que merece ser analizado, puesto que all es donde se encuentran
las personas concretas, hombres y mujeres, que trabajan en la agricultura.
En Brasil, los primeros textos reivindicando una mayor atencin a la participacin
de las mujeres en la construccin de la Agroecologa aparecern a mediados de la
dcada de 1990, en la autora de Mara Emilia Lisboa Pacheco, antroploga vincu-
lada a una organizacin no gubernamental de asesora a movimientos populares.3
2
Ver, por ejemplo, Hecht (2002); Caporal (1998); Sevilla Guzmn (1999).
3
Diversas investigadoras e investigadores (Paola Cappelin, Lena Lavinas, Leonilde Medeiros,
Zander Navarro, Cndido Gribowski, entre otros) ya venan refirindose al resurgimiento de los mo-
vimientos de mujeres agricultoras en Brasil, ocurrido durante la dcada de 1980. Esos movimientos
luchaban por el reconocimiento de las mujeres en cuanto trabajadoras rurales (buscando obtener de-
rechos sociales y seguridad social) y por el acceso a polticas productivas especficas (como tierra, cr-
dito, asistencia tcnica) y comenzaban a ganar espacio en el conjunto de las luchas campesinas. Mara
Emilia Pacheco, sin embargo, fue la primera autora que se refiri especficamente a la participacin
de las mujeres en la construccin de experiencias agroecolgicas.
UNA MIRADA ECOFEMINISTA SOBRE LAS LUCHAS POR LA SOSTENIBILIDAD... 283
Hay eslabones a establecer entre los debates sobre sostenibilidad y las relaciones sociales
de gnero. Ambas nociones se oponen a una visin productivista y economicista. Por
un lado, la nocin de sostenibilidad se refiere al campo de las luchas sociales, a nuevas
relaciones entre sociedad y naturaleza, en una perspectiva democrtica, para la denuncia
de la explotacin de clase y de la injusticia social y ambiental. Por otro lado, la crtica al
paradigma dominante de la economa, hecha por el pensamiento feminista, quiere insistir
en la perspectiva segn la cual un examen del desarrollo sostenible debe tener en cuenta
las dimensiones sociales y de gnero e integrar en ese concepto una distribucin justa
de los recursos materiales, los conocimientos y el poder, un sistema de valoracin eco-
nmica adecuado a la sustentabilidad del medio ambiente. (Pacheco, 2002: 8)
284 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
... las relaciones entre hombres y mujeres en el mbito familiar y la forma en que la
familia es constituida y reproducida son tan importantes como las relaciones de clase
cuando se trata de explicar las diferencias sociales del campesinado, as como su repro-
duccin social. (Pacheco, 2005a: 2)
4
Una excelente presentacin de esa discusin puede ser encontrada en Abramovay (1992).
286 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
5
Ver Pastore (2003); Karam (2004); Mouro (2004); Burg (2005), entre otras.
UNA MIRADA ECOFEMINISTA SOBRE LAS LUCHAS POR LA SOSTENIBILIDAD... 287
6
Magalhes (2005) analiza un caso semejante tambin en el sur de Brasil: la masculinizacin de la
produccin lechera en el oeste paranaense, mostrando como esa actividad, tradicionalmente consi-
derada femenina, pasa al control de los hombres cuando la leche se integra en un mercado ms es-
tructurado y comienza a generar ms renta para las familias. Queda claro que el factor de xito
econmico alcanzado con las actividades desarrolladas tradicionalmente por mujeres, por s solo, no
explicara una tendencia de la agricultura ecolgica a abrir espacios para una mayor autonoma de las
agricultoras. Otros factores tendran que ser analizados para entender mejor lo que favorecera o di-
ficultara esas transformaciones.
288 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
U
no de los enfoques ms vanguardistas y lcidos de la crtica literaria en estos
tiempos de cambio climtico es la Ecocrtica. Hay que remontarse a los
aos sesenta del siglo xx para encontrar los orgenes de la toma de concien-
cia actual frente al deterioro medioambiental. En ese sentido, como certeramente
seala Greg Garrad (2004), el libro de Rachel Carson, Silent Spring, publicado en
1962, abri tempranamente los ojos a la eco-catstrofe, poniendo el acento en el
hecho de que la destruccin de la naturaleza es obra del ser humano y nada tiene
que ver con fenmenos inexplicables. Este libro cientfico que denunciaba la accin
devastadora de los pesticidas tiene un arranque literario-potico en el cual se pre-
senta una maravillosa pintura de la campia norteamericana. En a Fable for To-
morrow, su primer captulo, la narracin pone el nfasis en la belleza de un lugar
que visita la gente para observar la variedad de pjaros que por all pasan en su re-
corrido migratorio.1 Pero, casi sin transicin, el mundo buclico de la fbula se
convierte en el centro de una catstrofe que, de manera inexplicable, rompe ese
equilibrio armonioso, acarreando enfermedades y muerte. as, el canto de pjaros,
autntica sinfona natural, se torna en silencio de muerte que cubre los campos y
bosques. Los pocos pjaros que se podan ver estaban moribundos, temblaban
violentamente y no podan volar. Fue una primavera silenciosa (Carson, 1962,
2002: 2).2 Ms adelante, en el captulo tercero, Elixirs of Death nos muestra que
el causante de ese desastre ser el DDT, un pesticida muy eficaz utilizado despus
1
The countryside was, in fact, famous for the abundance and variety of its bird life, and when
the flood of migrants was pouring through in spring and fall people traveled from great distances to
observe them (Carson, 1962, 2002: 2)
2
Mi traduccin.
292 ECoLoGa Y GnERo En DiLoGo inTERDiSCiPLinaR
de la Segunda Guerra Mundial para erradicar plagas, pero, al mismo tiempo, alta-
mente perjudicial para el medio natural y para sus moradores, humanos y no hu-
manos. Rachel Carson denunciaba que estos productos qumicos se encuentran
hasta en los ecosistemas ms remotos, estn almacenados en los cuerpos de los ani-
males y llegan hasta el ser humano en todas sus edades, incluso a travs de la leche
materna y los tejidos placentarios,3 hiptesis esta ltima posteriormente compro-
bada de manera irrefutable. Silent Spring es recordado como un texto pionero por
el movimiento ecologista.
3
[...] have been found in fish in remote mountain lakes, in earthworms burrowing in soil, in the
eggs of birds-and in man himself. For these chemicals are now stored in the bodies of the vast majority
of human beings, regardless of age. They occur in the mothers milk, and, probably in the tissues of
the unborn child (Carson, 1962, 2002: 16).
La ECoCRTiCa, vanGUaRDia DE La CRTiCa LiTERaRia 293
4
Mi traduccin.
5
Mi traduccin.
294 ECoLoGa Y GnERo En DiLoGo inTERDiSCiPLinaR
que quien se acerca a su obra transite por nuevas formas de relacin con el entorno
natural. Sin duda, la ecologa est muy presente en el horizonte de expectativas de
Marguerite Yourcenar, una escritora pionera en dar la alerta sobre las catstrofes re-
lativas al deterioro de nuestro planeta. En esa lnea, estudios como el coordinado
por andrea Padilla y vicente Torres en 2007, Marguerite Yourcenar y la Ecologa,
un combate ideolgico y poltico, son un instrumento valioso para conocer el alcance
del compromiso ecolgico de nuestra autora. Como escribe Michle Goslar en uno
de los artculos de este estudio: Si lo poltico puede ser definido como voluntad de
incidir en el comportamiento de un grupo de individuos, puede decirse entonces
que la preocupacin constante de Marguerite Yourcenar por el porvenir de los ani-
males y la naturaleza fue de carcter poltico. Esta preocupacin por el respeto de
la vida humana y no humana se manifest desde sus primeros escritos y en todos los
gneros que cultiv: novela y poesa, teatro y ensayos, traducciones y discursos, en-
trevistas y correspondencia (Goslar, 2007: 37). Una amplia antologa relativa a la
presencia del pensamiento ecolgico de Yourcenar puede encontrarse igualmente
en la publicacin de 1990 realizada por el CiDMY (Centre international de Docu-
mentation Marguerite Yourcenar) titulada Marguerite Yourcenar et lEcologie.
Efectivamente, un enfoque ecocrtico de su obra revela que en la mayora de sus
creaciones siempre hay un resquicio para un compromiso real con respecto a la na-
turaleza y a los seres vivos, animales humanos y no humanos que la habitan. Pero,
ciertamente, adems de los criterios temticos, la obra de Yourcenar nos ofrece su
visin de la naturaleza a partir de una escritura con una gran fuerza esttica, por lo
que se podra estudiar desde la ecopotica.
Marguerite Yourcenar (1903-1987) fue la primera mujer que ocup un silln en
la academia Francesa de la lengua. Su nombramiento, a propuesta de Jean dor-
messon, tuvo lugar en 1981, no sin reticencias por parte de algunos inmortales.
En efecto, fueron muchos los que opusieron gran resistencia a que una mujer en-
trara en ese recinto exclusivo, entre ellos Lvi-Strauss. El reconocido antroplogo
apoy su negativa en el argumento de que no se cambian las leyes de la tribu.
Yourcenar fue una escritora comprometida con la ecologa. Manifest tambin
su apoyo a la Declaracin Universal de los Derechos de los Animales proclamada
por la Liga internacional de los Derechos del animal en 1978 y aprobada poste-
riormente por la onU y por la UnESCo. Siempre sostuvo que la ecologa formaba
parte de su vida y que fue una de sus principales preocupaciones. En el captulo
Un crivain dans le sicle, incluido en Les Yeux ouverts (Yourcenar, 1980), res-
ponde a las preguntas de Matthieu Galey sobre la ecologa refirindose al sombro
panorama que, ya a principios del siglo xx, pintaban algunas mentes clarividentes
como el gegrafo Schrader. Yourcenar considera que todas las catstrofes que en-
tonces se vaticinaban sern an peores dado que a finales de siglo el panorama es
terrorfico: lluvia cida, contaminacin de ros y mares por el mercurio y los residuos
296 ECoLoGa Y GnERo En DiLoGo inTERDiSCiPLinaR
6
Mi traduccin.
La ECoCRTiCa, vanGUaRDia DE La CRTiCa LiTERaRia 297
lume de las tierras y de las islas del norte del continente americano. Esta naturaleza
es mucho ms que un escenario adecuado para el hroe. Se trata de una presencia
con realidad propia. nathanal se siente maravillado por esta naturaleza no hete-
rodesignada y desde el barco percibe las costas hasta las cuales descienden selvas
impenetrables. En esos momentos recuerda sus lecturas, los bosques al borde de
los santuarios de los que habla virgilio. al final de la historia la fusin de nathanal
con la naturaleza ser total.
no es de extraar que Marguerite Yourcenar describa con fascinacin, por
medio de su personaje, esos paisajes desprovistos de toda semantizacin cultural o
literaria. El ecocrtico Jonathan Bate, en su libro The Song of the Earth (Bate, 2000),
realiza el primer estudio con enfoque ecocrtico de la literatura inglesa, mostrando
la importancia que la poesa tiene en el nuevo milenio frente a la sociedad tecnol-
gica, subrayando la capacidad de los escritores para devolvernos a la tierra que es
nuestro hogar. Esa capacidad la encontramos, sin duda, en buena parte de la lite-
ratura de Marguerite Yourcenar. incansable viajera, la escritora desarrolla un ima-
ginario de los lugares marcado por un compromiso que la lleva a denunciar los
desastres que afectan a los seres que habitan el planeta Tierra. En un ensayo de
gran calado ecocrtico, Writing for an endangered world, Laurence Buell acua el
concepto de place-connectedness para hablar del vnculo con los lugares. En
concreto, habla de cinco formas de vinculacin. Por su actividad y pensamiento,
Yourcenar podra ser adscrita a una de ellas, la tercera, que Buell denomina lugares
no estables, es decir los que han cambiado su estructura por las fuerzas interiores
o exteriores que los han vulnerado.7 Cuando en 1942 la escritora descubre la isla
de Monts Deserts, en el estado de Maine, nace el vnculo que la llevar a vivir en
ella hasta el final de sus das. En ese lugar abierto al mar, declara: uno tiene la im-
presin de estar en una frontera entre el universo y el mundo humano (Yourcenar,
1982: 134).8 En el prlogo de uno de sus primeros textos, la obra de teatro La Petite
sirne (La Sirenita, de 1942), Yourcenar cuenta que, a partir de esa poca, su gusto
por los paisajes del pasado fue dando paso a su inters creciente por los lugares
cada vez ms escasos en los que todava no haba dejado su huella la horrorosa aven-
tura humana (Yourcenar, 1971: 176). En su triloga autobiogrfica Le Labyrinthe
du Monde (escrita entre los aos 1974 y 1988 y recogida en Gallimard-La Pliade
en el volumen de Essais et Mmoires (1991), la autora constata la degradacin de
los idlicos lugares de su infancia. En la primera entrega, Souvenirs pieux (1974) (Re-
cordatorios) (Yourcenar, 1991) se centra en la investigacin de sus races maternas.
7
Just as modern place attachment, such as it is, tend to be more or less dispersed, so, conversely,
to introduce a third consideration, the places themselves are no stable, free-standing entities but con-
tinually shaped and reshaped by forces from both inside and outside. (Buell, 2001: 67).
8
Mi traduccin.
298 ECoLoGa Y GnERo En DiLoGo inTERDiSCiPLinaR
Con el fin de ser fiel a la realidad, la narradora visita los lugares que fueron testigos
del pasado familiar. De esta manera, completa con viajes a Blgica, la tierra de sus
ancestros, lo aprendido en los documentos consultados que le sirven de gua. Du-
rante uno de ellos, en 1956, se detiene en el castillo de Flmalle. Marguerite Your-
cenar considera de vital importancia visitar las mansiones porque esas piedras y esos
interiores, que vieron pasar la vida de las gentes que los habitaron, tambin ayudan
a reconstruir la memoria. al recorrer ese lugar, que ya conoca y que le haba llamado
la atencin en un grabado de su posesin, Yourcenar constata de qu manera mueren
los smbolos de la Historia. El lugar virgen que mostraba el grabado era ahora un
lugar sin hierba ni rboles, una zona industrial con su topografa de infierno (Your-
cenar, 1991a: 763). Del castillo, solo quedaban unas ruinas. La mansin haba sido
adjudicada a una empresa de derribos. La parte mejor conservada era una barandilla
con sus hierros del siglo xviii. Yourcenar llega el da del cierre antes del derribo y al
verla piensa, como en los grabados de Piranesi, que tambin esa escalera pareca
subir alegremente hasta el cielo (Yourcenar, 1991a: 764).
En un viaje posterior, esta vez en 1971, Yourcenar constata la degradacin del
lugar. nubes malolientes y amarillas que llegaban al cielo ahogaban al visitante. El
paisaje estaba salpicado de minas de carbn cerradas y de edificios abandonados
que le recuerdan el castillo en ruinas del negro encantador que aparece al final de
un acto de Parsifal. Su grabado Las Delicias de la comarca de Lieja se haba trans-
formado en un apocalipsis (Yourcenar, 1991a: 766) provocado por los errores
del ser humano que se mete a aprendiz de brujo. al presentar la desfiguracin in-
dustrial de la regin de sus padres, Marguerite Yourcenar deja, a la vez, constancia
de su compromiso ecolgico. Recupera los vestigios de su pasado familiar para juz-
gar el mundo que la rodea.
En el segundo libro de la triloga familiar titulado Archives du Nord (1977)
(Archivos del Norte) (Yourcenar, 1991), la escritora bucea en los orgenes fami-
liares paternos. Despega de la noche de los tiempos imaginando cmo sera
antes del nacimiento del mundo el lugar en que vivi su familia. Con esa visin,
rememora ese tiempo en que el hombre no exista todava (Yourcenar, 1991: 954)
e imagina una naturaleza virgen que cambia segn las estaciones an no ampu-
tadas por calendarios ni relojes. La autora nos devuelve el silencio solo interrum-
pido por los ruidos de los animales libres en su entorno natural. acto seguido,
en contraste con la idlica paz descrita, aparece el depredador-rey [] el leador
de los animales y el asesino de los rboles, el cazador que dispone de sus trampas
en donde se estrangulan los pjaros (Yourcenar, 1991: 957), en suma, el hombre
con sus poderes que vienen a ser una anomala dentro del conjunto de las cosas.
Su aparicin no ser beneficiosa para ese jardn primitivo. Yourcenar lo concibe
en toda su brutalidad: Los cmics y los manuales cientficos populares nos
muestran a ese adn sin gloria bajo el aspecto de un bruto peludo blandiendo
La ECoCRTiCa, vanGUaRDia DE La CRTiCa LiTERaRia 299
una porra: nos hallamos lejos de la leyenda judeo-cristiana para la cual el hombre
original deambula en paz por la sombra de un hermoso jardn (Yourcenar,
1991b: 958).9
Situando la ficcin de Un hombre oscuro en el siglo xvii, Yourcenar nos alerta
del peligro que se cierne sobre los espacios naturales con el advenimiento de la Mo-
dernidad. nathanal admira la inmensa belleza de la naturaleza virgen y su pensa-
miento transmite a los lectores la fragilidad de las selvas que ya empiezan a ser
destruidas por la desmesura humana. Una desmesura que, segn Yourcenar, naci
con el hombre (Yourcenar, 1982: 296). Sin embargo, en cierta medida, Yourcenar
denuncia desde la literatura, como tambin lo hara Carolyn Merchant en su ensayo
The Death of Nature (Merchant, 1983), la filosofa mecanicista que despoja a la
naturaleza de su antigua dignidad en tanto poseedora de energa espiritual. Como
se evidencia tambin en la eleccin de la figura del alquimista en tanto personaje
principal de la novela LOeuvre au Noir10 (Yourcenar, 1982b), Yourcenar se siente
atrada por el animismo renacentista que sucumbi ms tarde a los embates del me-
canicismo. En su obra encontraramos la crtica a una modernidad tecnolgica, que
pas a considerar la Terra Mater como una materia prima pasiva, inerte y atomstica.
Una modernidad que inicia el desencantamiento del Mundo, preparando as la
instalacin de la explotacin intensiva y la guerra contra la naturaleza que denun-
ciar tres siglos despus Rachel Carson con su Primavera silenciosa.
9
Mi traduccin.
10
Cuyo ttulo fue traducido en una de las versiones en espaol justamente como El Alquimista.
11
Le sens dune vie enferme dans une forme diffrente (Yourcenar, 1974: 298).
12
Je vous flicite davoir eu le courage de traiter ce sujet (il en est peu de plus graves) et de d-
daigner davance le reproches de sentimentalit que les sots ne manqueront pas de vous adresser
(Yourcenar, 1995: 165).
300 ECoLoGa Y GnERo En DiLoGo inTERDiSCiPLinaR
SEnSoCEnTRiSMo Y BioCEnTRiSMo
13
Mi traduccin.
La ECoCRTiCa, vanGUaRDia DE La CRTiCa LiTERaRia 303
a MoDo DE ConCLUSin
Yourcenar siempre declar que sus libros caminaron a la par que su propia evolu-
cin vital. al final de su vida, su gran anhelo consista en que el planeta estuviera
libre de violencia y contaminacin. Por esa razn nunca dej de manifestarse en
contra de los que llam asesinos de la naturaleza y verdugos de los animales.
En Yourcenar, la literatura no solo es una composicin esttica, sino un compromiso
ecotico pionero que, como tal, no ha sido suficientemente reconocido.
La Ecocrtica, como enfoque analtico, ha de ser tambin, sin duda, un compro-
miso literario y poltico, pues no se pueden cortar los lazos entre la ficcin y el con-
texto del cual emana. La crisis ambiental global no es ninguna metanarrativa. En
suma, sera pertinente sealar que la autonoma total de los textos no existe. Por
eso, cuando hacemos estudios con este enfoque innovador hay que buscar las hue-
llas de las ideas y de las representaciones de la naturaleza e intentar evaluar los tex-
tos, como declara Kerridge, en trminos de su coherencia y utilidad como
respuesta a la crisis medioambiental (Kerridge, 1998: 5). Ello no obsta para que
tambin desde la ecopotica, para la cual existe, indudablemente, excelente material
en la obra yourcenariana, lleguemos a sensibilizarnos del terrible peligro que ame-
naza la supervivencia de nuestro planeta. a la luz de una lectura ecocrtica, enri-
quecida por la ecopotica, del temprano pensamiento ecolgico de Marguerite
Yourcenar, podemos decir que esta innovadora corriente de la crtica literaria nos
ofrece una herramienta preciosa de anlisis literario desde un compromiso ecotico
abarcador.
REFEREnCiaS BiBLioGRFiCaS
BaTE, Jonathan (2000): The Song of the Earth, Cambridge, Harvard University Press.
BEaUvoiR, Simone de (2008): El Segundo sexo, prlogo de Teresa Lpez Pardina,
trad. Elena Martorell, Madrid, Coleccin Feminismos, Ctedra.
BLanC, nathalie, Chartier, Denis, Pughe, Thomas, (2008): Littrature et Ecologie:
vers une copotique, Revue Ecologie et Politique, n 36, La Fert Saint aubain,
pp. 15-28.
BUELL, Laurence (1995): The Environmental Imagination, Cambridge, Harvard
University Press.
CaRSon, Rachel (2002): Silent Spring , Boston-new York, Mariner Books.
CiDMY, (1990): Marguerite Yourcenar et lEcologie, Bulletin, n 2, Bruxelles.
GaaRD, Greta (ed.) (1993): Ecofeminism. Women, Animals, Nature, Philadelphia,
Temple University Press.
GaRRaD, Greg (2004): Ecocriticism, London and new York, Routledge.
La ECoCRTiCa, vanGUaRDia DE La CRTiCa LiTERaRia 305
E
l crtico William Rueckert (1978), ya en la dcada de los aos setenta, se pre-
guntaba por el papel de la teora y crtica literaria. Se preguntaba si simple-
mente eran modas acadmicas o si tenan una relevancia significativa para
el mundo en el que vivimos. Afirmaba que era necesario que surgiera una escuela
de crtica literaria que abordara el medio ambiente, pues nada poda ser ms urgente
y relevante que la crisis medioambiental que se avecinaba. Su anhelo tard en llegar.
Surgieron escuelas de crtica literaria asociadas al feminismo, a las minoras raciales
y al poscolonialismo. Pero hasta la dcada de los noventa, la crtica literaria perma-
neca aparentemente indiferente a los crecientes problemas medioambientales. En
estas lneas, pretendo resumir el surgir de la ecocrtica y mostrar el fructfero dilogo
que mantiene con la filosofa ecofeminista.
La ecocrtica, como escuela de crtica literaria, nace formalmente en la dcada
de los noventa en el Oeste americano con la fundacin en 1992 de la Asociacin
para el Estudio de la Literatura y Medio Ambiente (ASLE en sus siglas en ingls).
Esta asociacin, que en la actualidad cuenta con ms de 1800 socios, tiene filiales
directas o bien asociadas en Canad, Oceana, Japn, India, Taiwn, Brasil, Reino
Unido y en otros pases europeos con la asociacin EASLCE. En 1993, Patrick Murphy
fund la revista ISLE (Estudios Interdisciplinarios de Literatura y Medio Ambiente),
que pas pronto a ser la revista de la asociacin y, hoy en da, es gestionada por Ox-
ford University Press con 4 nmeros al ao y una altsima demanda. El desarrollo
en Europa ha sido algo ms lento y liderado por el Reino Unido con la revista Green
Letters, fundada en 1999. En 2004 se funda la asociacin europea y en 2010 Eco-
1
La investigacin para este trabajo fue financiada por el proyecto CLYMA (Ref. IF 2011-009) del
Instituto Franklin de la Universidad de Alcal y por el proyecto I+D (HAR2011-23678).
308 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
del momento, a partir del 2000 surge la necesidad de desarrollar teoras propias.2
Muestra de ello es la seccin especial de la revista ISLE, dedicada al debate terico
como consecuencia de los arduos debates que se venan dando (17.4, 2010). A partir
del ao 2009, con la publicacin del nmero especial de MELUS (2009, 34.2) sobre
la etnicidad y el medio ambiente, del volumen Ecocrticas. Literatura y medio am-
biente (2010) y la fundacin de Ecozon@, empiezan a proliferar estudios de otras
literaturas y regiones y tmidamente el uso de otros idiomas. En esta dcada, la eco-
crtica ha vuelto su mirada hacia la globalizacin y su implicacin para el medio
ambiente. Se est cuestionando la desaparicin o re-definicin del concepto tradi-
cional del sentido del lugar y arraigo con las crecientes disporas y se est desarro-
llando el concepto del eco-cosmopolitismo. Asimismo, los conceptos de la justicia
medioambiental, los ecologismos del sur, la eco-justicia y el decrecimiento se con-
vierten en ejes centrales de la ecocrtica. La filosofa feminista materialista ha co-
brado gran inters con su lgica extensin hacia la ecocrtica materialista. De forma
resumida, esto podra constituir la vertiginosa evolucin de la ecocrtica en la que
las tres tendencias conviven.
Qu hace un ecocrtico? En primer lugar, la metodologa que usa suele ser la
ya tradicional de la crtica literaria, una lectura detenida y detallada del texto, el lla-
mado close reading. Lo que diferencia esta escuela de otras es el enfoque, los as-
pectos del texto que interesan. Por una parte, podramos decir que le da la vuelta
a la crtica tradicional al interesar tanto o ms aquello del exterior que lo del interior.
Se fija en las imgenes de la naturaleza y del entorno, no como un teln de fondo
sobre el cual los seres humanos actan, sino como un agente ms, un personaje ms
que se interrelaciona con los seres. Se fija en ese entorno y sus implicaciones para
el texto, sea como fuente de recursos para unos exploradores o la inspiracin para
la mente. El entorno condiciona a los seres humanos o es el humano quien pre-
tender controlar su entorno? El ecocrtico estudia la representacin de la naturaleza
y su referente material (i.e. la tormenta es una tormenta meteorolgica real, o una
metfora o smbolo?). Esa representacin es fiel a la realidad material o un arque-
tipo? Las implicaciones de esas imgenes y sus referentes materiales reflejan la ac-
titud del autor o personaje y permite al crtico extraer las actitudes culturales y sus
consecuencias para el medio ambiente. El ecocrtico tambin busca la sabidura
ecolgica de un texto (o su ausencia) y analiza las implicaciones. Analiza las actitu-
des alternativas que puede plantear un autor. El ecocrtico, sin dejar de lado los
pensamientos y el espritu humano, tambin enfatiza el entorno, lo ms-quehu-
mano que nos condiciona. En este sentido, su anlisis no es antropocntrico, me-
ramente enfocado hacia el ser humano, sino eco-cntrico, atento a la realidad
2
Esto constituye una de las crticas ms frecuentes a la ecocrtica, promoviendo cierto rechazo
por parte de las instituciones acadmicas (ver Barry, 2009).
310 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
material y fsica de ese organismo tan complejo que es el mundo. El ecocrtico cues-
tiona las dicotomas falsas de nuestra cultura como pueden ser cultura/naturaleza,
humano/animal, mente/cuerpo. Estos trminos no pueden ser opuestos y mutua-
mente excluyentes, ya que estn ntimamente imbricados, existiendo en un continuo
con diferentes gradaciones. Un paisaje puede ser naturaleza salvaje si no se per-
cibe la mano humana (aunque con los temas de contaminacin y lluvia cida es pro-
bable que tal paisaje no exista) o bien casi totalmente cultural como pueden ser los
parques en cualquier ciudad.
Diversos ecocrticos tambin utilizan conceptos eco-cntricos para analizar otras
realidades. Por ejemplo, se podra hablar del proceso de crecimiento y desarrollo
de un texto, o la cultura como un sistema ecolgico. William Rueckert hace esto en
su experimento ecocrtico. Sugiere que consideremos un poema como energa
almacenada que se libera con cada lectura. Ve la poesa como una va energtica, el
equivalente verbal de los combustibles fsiles pero renovables ya que procede de
dos matrices generativas: el lenguaje y la imaginacin. Cada lectura constituye una
transferencia energtica que fluye desde la poesa hacia los centros lingsticos e
imaginativos de los lectores. La docencia y el discurso crtico amplan e intensifican
la energa, creando el medio idneo para que fluya hacia la comunidad (1978: 108-
110). La ecocrtica tambin analiza la denuncia (o su falta) hacia problemas medio-
ambientales que figuran en los textos culturales y reivindica una responsabilidad
tica hacia el mundo ms all de lo humano. Analiza y resalta las actitudes alterna-
tivas, ms sostenibles, que aparecen en las obras de algunos autores.
Si bien la ecocrtica norteamericana tiende a celebrar la naturaleza y la impor-
tancia de buscar cierta paz y sosiego en ella, la ecocrtica britnica, cuyas fuentes
principales yacen en el romanticismo ingls, tiende a denunciar los desastres.
Abundan los estudios sobre el cambio climtico y un cierto tono apocalptico. Al
igual que la incipiente ecocrtica espaola, los temas de la globalizacin, de los ex-
cesos del capitalismo, los alimentos transgnicos y la obsesin con el crecimiento
llenan sus pginas. En Europa parece importar ms la sostenibilidad y el decreci-
miento que la conservacin de parques o reservas naturales, siendo ambas cosas
importantes.
Hecho este pequeo resumen de las bases de la ecocrtica, quisiera dirigirme
ahora a la filosofa ecofeminista. El ecofeminismo surge con Franoise dEaubonne
en 1974. Como sealan Alicia Puleo (2011), Val Plumwood (1993) o Karen Warren
(1996), entre otras, hay muchos tipos de ecofeminismos y no es el objeto aqu de
resumirlo y menos an en un foro donde el conocimiento del ecofeminismo es
obvio. Lo que pretendo es ilustrar cmo la filosofa ecofeminista ha influenciado a
un sector de la ecocrtica, dando lugar a unos anlisis literarios muy interesantes.
Ya en 1995, Patrick Murphy publica su clsico Literature, Nature, and Other: Eco-
feminist Critiques, quizs el primer estudio amplio de las relaciones entre la natu-
ECOCRTICA Y ECOFEMINISMO: DILOGO ENTRE LA FILOSOFA Y LA CRTICA LITERARIA 311
raleza y la otredad en textos literarios. En 1998 co-edita con Greta Gaard Ecofe-
minist Literary Criticism and Pedagogy, y contina publicando libros y artculos
relacionados con el tema. Murphy recoge las teoras ecofeministas y las aplica a la
crtica literaria. Con esto sembr unos de los dilogos ms fructferos entre la filo-
sofa y la crtica literaria.
Scott Slovic y Paul Slovic, ecocrtico y psiclogo, respectivamente, afirman que
para interiorizar conceptos complejos o abrumadores como la crisis medioambien-
tal, el hambre y el desarrollo a nivel global, hacen falta tanto los nmeros como lo
experiencial. Puesto que no todos podemos experimentar las vivencias de otros pases
o seres, el arte, la metfora, la imagen sirven para acercarnos, y en muchas ocasiones
con mayor efectividad que los nmeros que nos llegan a dejar insensibles
(2004/2005: 14). Karen Warren reivindica la narrativa en primera persona, pues
permite que la tica emerja de una experiencia contextualizada, no impuesta, que
distinga entre diferentes actitudes y experiencias (1996: 27). Jim Cheney afirma que
una narracin es esencial desde el punto de vista argumentativo, ya que desarrolla
el contexto en el cual se produce el dilema tico y la solucin a la que se llega (1987,
144). Como nos explica Brian Boyd, la narrativa y los relatos nos permiten multi-
plicar e imaginar las posibles opciones que tenemos y cmo reaccionar ante cual-
quier evento (2009, loc. 4675). Lisa Zunshine afirma dentro de su teora de la
mente que la ficcin cumple tres funciones esenciales: nos permite organizar y ma-
tizar nuestras emociones y percepciones; nos confiere conocimiento o mayor en-
tendimiento, desarrollando un sentido tico ms agudo; y crea nuevas formas de
entender nuestra existencia diaria (Zunshine, 2006, loc. 3571-75). Joseph Meeker,
un ecologista humano y especialista en estudios comparados entre comportamiento
animal y humano, afirma en Comedy of Survival que la literatura puede ser inter-
pretada como filosofa y utilizada para influenciar las vidas de varias generaciones
ya que, de forma consciente o inconsciente, la gente frecuentemente imita perso-
najes literarios y tienden a recrear en sus propias vidas aquello que han vivido en
los textos literarios. De tal manera, afirma que los relatos nos dan un modelo de re-
laciones entre seres humanos y no-humanos que pueden influenciar la percepcin
humana de la naturaleza y sus reacciones ante ella (1977).
As pues, mi premisa es que algunos textos literarios no solo pueden ilustrar
principios ticos, sino tambin sealar el proceso de deliberacin y el contexto para
que el lector entre en dilogo hipottico con el texto, planteando sus propias dudas
y reflexiones. Como afirma M Teresa Lpez de la Vieja, los relatos nos dan una
ilusin de cercana, plantean nuevas posibilidades y soluciones imaginarias que
muestran al lector una amplia gama de experiencias (2003).
Por tanto, propongo recoger algunas ideas del ecofeminismo social (o de inte-
gracin crtica, como lo denomina Alicia Puleo, 2000) de Val Plumwood y Karen
Warren e ilustrar cmo pueden ser aplicadas a la crtica literaria para el anlisis de
312 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
3
Las traducciones de los textos literarios son propias, ya que no se han traducido al espaol. El
original figura en la nota: when the land was worn out, the beaver and wolf gone, mostly dead, the
men moved on to what hadnt yet been destroyed, leaving their women and children behind, as if
they too were used-up animals (1995: 28).
4
This was one more thing they had done to her body without her consent and supposedly for
her own good. We used to treat animals that way, she muttered bitterly (1987: 31).
ECOCRTICA Y ECOFEMINISMO: DILOGO ENTRE LA FILOSOFA Y LA CRTICA LITERARIA 313
mily and Place, en el cual establece el paralelo entre su vida, la muerte por cncer
de mama tanto de su abuela como de su madre, con la crecida de nivel del Gran
Lago Salado que inunda el refugio de pjaros migratorios donde trabajaba. Esta-
blece la relacin entre el cncer, que ella tambin ha padecido, con las pruebas nu-
cleares que las tres presenciaron en los desiertos de Nevada. Y reflexiona:
Hablamos de rabia. De mujeres y el paisaje. Cmo nuestros cuerpos y el cuerpo
de la tierra haban sido minados.5 Ann Pancake, cuya novela Strange as This Weather
Has Been denuncia la voladura de las montaas de los Apalaches para extraer el
carbn en minas a cielo abierto, equipara el paisaje a las personas y su sufrimiento.
La protagonista, al ver el vaco de las montaas que ya no se elevaban, dice Era
como ver fotos pornogrficas como ver fotos de gente desnuda. Como ver fotos
de cadveres.6 Otro ejemplo muy politizado, pero que claramente aporta la pers-
pectiva de los ecologismos del sur y la dominacin paralela de las mujeres, indgenas
y la naturaleza, es el breve texto Im on Natures Side de Aurora Levins Morales,
dentro de su libro, co-escrito con su madre, Getting Home Alive.
Pero yo soy del Tercer Mundo, mujer nacida de clase obrera. Veo las cosas desde el
punto de vista de la naturaleza, desde el punto de vista del insecto, el insecto en el maizal
chupando el jugo de la dulce y crujiente caa o la rica carne tierna de grano de maz re-
cin salido
[...]
Esos bichos all en nuestros campos de trigo, maz, huertos y jardines, ellos quieren
lo mismo que nosotros la tripa llena de grano y el corazn de alegra Eso los convierte
en pestes. Para controlarlos, jardineros y escuelas agrcolas, granjeros y multinacionales
rocan venenos, distribuyen mantas envenenadas, sueltan depredadores y ejrcitos, des-
truyen nidos y pueblos y barrios. Y morimos. Muchos de nosotros morimos.7
En este texto, Morales pasa de un sujeto en primera persona del singular a adop-
tar el plural, unindose ella a los bichos que sufren la opresin. Combina la opre-
sin de los insectos por plaguicidas con la opresin de los pobres con mantas
5
We spoke of rage. Of women and landscape. How our bodies and the body of the earth have
been mined (2001: 10).
6
But it was like dirty pictures I was seen [] Looking at pictures of naked people. Like looking
at pictures of dead bodies (Pancake, 2007, loc. 840-843).
7
But Im a Third World, born working class woman. I look at it from natures point of view, from
the insects point of view, the insect out in the cornfield sucking the sweet juice of the crunchy cane or
the nourishing mealiness of the newly plumped kernel Now those bugs out there in our wheatfields,
cornfields, orchards and gardens, theyre out for the same things we arefor a stomach full of grain
and a heart full of joy That makes them pests. To control them, gardeners and agricultural schools,
farmers and multinationals spray poisons, distribute infected blankets, unleash predators and armies,
demolish nesting sites and villages and neighborhoods. And we die. Many of us die (1986: 68).
314 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
Estas ideas de Karen Warren son claramente compartidas por Val Plumwood.
Esta ltima no solo denuncia esa opresin, sino que en su ltimo libro, Environ-
8
I stopped there to make sure, tugging after my breath, the gnats wavering in, and it was, the
distance was shutting. A feeling closer to the trees all around. I took off again, really running this
time, the curve and dip of the ground echo-shaping the curve and dip of my body the way a flat road
never did, and the more the distance shut, the faster the badness dropped away (2007, loc. 544-547).
ECOCRTICA Y ECOFEMINISMO: DILOGO ENTRE LA FILOSOFA Y LA CRTICA LITERARIA 315
mental Culture, da un paso ms, articulando una tica inter-especies. Afirma que
debemos emplear una metodologa dialgica, recproca, que implica el considerar
al otro como potencialmente comunicativo y como sujeto-no objeto (2002: 190).
Ella destaca varias estrategias para contrarrestar la hegemnica lgica de la domi-
nacin. Estas estrategias son: el reconocimiento de la continuidad entre lo humano
y lo no-humano para derribar las barreras creadas por la dicotoma excluyente hu-
mano/naturaleza; reconstruir la identidad humana de forma que se reconozca nues-
tra animalidad, desplazando el excesivo valor atribuido al raciocinio; reconocer la
diferencia de los seres no-humanos como otras naciones de forma positiva y no
jerrquica; hacer el esfuerzo de no homogenizar las categoras humana y naturaleza;
mostrar actitudes de apertura hacia el ser no-humano como un ser potencialmente
intencionado y comunicativo, o sea, sujeto y no objeto; hacer el esfuerzo de escuchar
al otro; invitar de forma activa a la posible comunicacin e interaccin; estar dis-
puestos a redistribuir los recursos; otorgar una consideracin tica hacia estas clases
excluidas; dejar de categorizar las especies de forma jerrquica, valorando los con-
textos; adoptar una actitud reflexiva y autocrtica en los dilemas ticos; estar abierto
hacia la negociacin y el ajuste mutuo con otros seres; y reconocer la complejidad
del otro y nuestras limitaciones en su conocimiento (2002: 194). Estas estrategias
apuntan claramente unas pautas a seguir, precisamente para lograr lo que Karen
Warren afirmaba como la octava caracterstica de una tica ecofeminista, la re-con-
cepcin de lo que implica ser humano y de lo que puede ser un comportamiento
tico hacia los dems.
Estas estrategias tericas pueden ser claramente reflejadas en textos literarios
con ejemplos de actitudes y comportamientos, ms fciles de entender. Por ejemplo,
Williams, en su novela Refuge, enfatiza la continuidad entre los pjaros y las perso-
nas (adems del lago en otros fragmentos): Los pjaros y yo compartimos una his-
toria natural. Es cuestin de arraigo, de races, de vivir en un lugar tanto tiempo
que la mente y la imaginacin se fusionan.9 El escritor chicano, Rudolfo Anaya
constata que el paisaje cambia al hombre y el hombre se convierte en paisaje.10
Linda Hogan en todas sus novelas afirma la continuidad entre los seres humanos y
los dems seres. Angela, protagonista de Solar Storms, se da cuenta de que ella era
parte de la misma ecuacin que los pjaros y la lluvia.11 Tal y como sugiere el crtico
Randy Malamud, el objetivo de los textos literarios sobre animales debiera ser, a
travs de la imaginacin emptica, situar al poeta/lector y al animal en el mismo
trmino, como co-habitantes, simultneos y, por tanto, ecolgicamente y experien-
9
The birds and I share a natural history. It is a matter of rootedness, of living inside a place for
so long that the mind and imagination fuse ((2001: 21).
10
The landscape changes man, and the man becomes landscape (1977: 41).
11
[W]as part of the same equation as birds and rain (1995: 79).
316 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
cialmente iguales (2003: 33) y esto lo podramos extender a todos los seres de la
tierra.
Otra estrategia que esboza Plumwood es mantener una actitud abierta, dispuesta
a la comunicacin con el otro. Los textos literarios abundan en ejemplos. Como no
poda ser de otra manera, las novelas de Hogan lo muestran. En la novela Power,
vemos a la protagonista Omishto y su ta Ama siguiendo a una pantera. En un mo-
mento la pantera se para y ven que: El gato nos mira. No huye. En la oscuridad,
sus ojos brillan y es lo que veo. Ojos. Parece mirar ms all de nosotras. Su mirada
nos atraviesa. Entonces, con calma, como si estuviera segura de que seguiramos,
lentamente se aleja. Nos est llamando ese brillo de los ojos es su testimonio. Su
voz, sus palabras. A continuacin, Ama les presenta: el gato levanta la cabeza y
mira y [Ama] me muestra al gato y lo que hace es que me presenta al gato y el gato
a m. Dice mi nombre al mirarme, como si fuera tanto una ofrenda como una
amiga.12 En este fragmento no solo se reconoce la capacidad comunicativa de la
pantera sino su agencialidad, su condicin de sujeto al mismo nivel que Omishto y
Ama. Omishto se muestra abierta a aceptar esa realidad y reconocer una comuni-
cacin con la pantera, aunque no sea ni verbal ni racional.
Los personajes de las novelas aprenden a escuchar y or a la naturaleza, como n-
gela que dice Cre or las voces del mundo, de todo aquello que nos rodeaba las
piedras, las aguas fluyendo hacia su desembocadura, las guilas pescadoras con sus
garras en un pez, incluso los pececillos y huevas. Oa los rboles con sus races aga-
rrando el suelo,13 o Lila que era escuchadora de la voz del agua, una mujer que
interpretaba la historia del ro para su pueblo. Un ro nunca miente. A diferencia de
los humanos, no tena la necesidad de distorsionar la verdad, y ella oa la voz del ro
fluyendo como su agua por la tierra.14 Reconocen que la naturaleza les observa y
que tiene su capacidad actante: La tierra se negaba a ser moldeada por los que ha-
can los mapas. La tierra tena su propia voluntad.15 Estos ejemplos hacen que el
lector cuestione sus actitudes y le pueden inducir a abrir su perspectiva.
12
The cat looks back at us. It doesnt run. In the darkness its eyes shine and this is what I see.
Eyes. It seems to look right through us. It sees through us. Then, at ease, as if certain we will follow,
it moves slowly away. It is calling us forward That eyeshine is its testimony. Its voice, its words
(1998, 64)... cat looks up and she shows me to the cat, and what she does is, she introduces me to it,
it to me. She says my name as she looks at me, as if I am both an offering and a friend (1998, 65).
13
I thought I heard the voices of the world, of what was all around us the stones, the waters
flowing toward their ends, the osprey with its claws in fish, even the minnows and spawn. I heard
trees with their roots holding ground (1995: 181).
14
[W]as a listener to the voice of water, a woman who interpreted the rivers story for her people.
A river never lied. Unlike humans, it had no need to distort the truth, and she heard the rivers voice
unfolding like its water across the earth (1990: 5).
15
[L]and refused to be shaped by the makers of maps. Land had its own will (1995: 123).
ECOCRTICA Y ECOFEMINISMO: DILOGO ENTRE LA FILOSOFA Y LA CRTICA LITERARIA 317
La novelista Ursula Le Guin tambin desmonta las barreras entre seres humanos
y no humanos, particularmente la barrera de los nombres. En un breve relato, She
Unnames Them, que alude al Gnesis cuando Adn nombra los animales, Eva de-
cide quitar los nombres a los animales y luego devuelve el suyo y se marcha con los
animales. Al quitarles el nombre:
... parecan mucho ms cercanos que cuando su nombre haban estado entre nosotros
como una barrera: tan cercanos que mi miedo de ellos y su miedo a m se convirti en
un mismo miedo. Y la atraccin que muchos de nosotros sentamos, el deseo de oler el
olor de los otros, de sentir o frotar o acariciar nuestras escamas o piel o plumas o pelo,
probar nuestra sangre o carne, calentarnos mutuamente esa atraccin se mezclaba
con el miedo y el cazador no se distingua de la presa, ni el que coma de la comida.16
Este texto alude al poder que ejerce aquel que nombra a aquellos silenciados.
Al dejar de tener nombres, Eva, que ha renunciado a su poder, se siente ms cercana
a los otros. Ahora todos se ven obligados a explorar la nueva relacin. Le Guin
rompe la dicotoma humano/no-humano al afirmar que la piel, las escamas o las
plumas son meramente distintos tipos de ropa, reconociendo la diversidad pero
restando la jerarqua de valor. Al final del relato, Eva se marcha con ellos, pero se
da cuenta de la dificultad de expresar la nueva relacin ya que implica una nueva
perspectiva: mis palabras ahora deben ser tan lentas, tan nuevas, tan singulares,
tan tentativas como los pasos que tom bajando por el camino alejndome de la
casa.17 Pero Eva se ve comprometida con la bsqueda de un cambio de valores,
de buscar una nueva forma de relacionarse con el mundo no-humano en la cual
todas las especies fueran valoradas de igual forma y otorgadas una dimensin tica.
Estos son tan solo algunos ejemplos, pero ilustran las posibilidades de los textos
literarios para hacer ms claras y asequibles las teoras filosficas. Como afirmaba
Rueckert, la crtica literaria contribuye a que la energa, la sabidura del texto, llegue
a la comunidad de forma ms eficaz. Podramos abordar muchos ms textos en los
que se muestran distintas formas de lenguaje para la comunicacin con el otro, tex-
tos donde la naturaleza nos devuelve la mirada y nos observa, invirtiendo el sentido
habitual de la observacin, textos donde la plantas reflejan y perciben nuestros sen-
timientos, ejemplos de todas las estrategias que plantea Val Plumwood.
16
[S]eemed far closer than when their names had stood between myself and them like a clear
barrier: so close that my fear of them and their fear of me became one same fear. And the attraction
that many of us felt, the desire to smell one anothers smells, feel or rub or caress one anothers scales
or skin or feathers or fur, taste one anothers blood or flesh, keep one another warm, that attraction
was now all one with the fear, and the hunter could not be told from the hunted, nor the eater from
the food (1990: 235).
17
[M]y words now must be as slow, as new, as single, as tentative as the steps I took going down
the path away from the house (1990: 236).
318 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
Estos ejemplos literarios nos muestran esa imaginacin emptica de los autores,
a la vez que unas estrategias que hacen al lector reconocer la condicin de sujeto
de los seres no-humanos. Vemos que todos estos textos muestran una tica de cui-
dado y respeto a los seres humanos y no-humanos, considerndonos a todos parte
de un todo, distintos pero igualmente dignos de consideracin tica. Establecen
esa relacin dialgica donde todos los seres interactan y se afectan. La reciprocidad
no es cuestin de medida, ni un quid pro quo, sino que est en el reconocimiento
mutuo de la condicin de sujeto: la naturaleza no es pasiva ni un objeto. La mirada
afectuosa no exige a los seres no-humanos que sean como nosotros, sino que se re-
conozca que cada uno tiene valor en s. Los personajes, a travs de la narracin,
muestran una actitud tica hacia la naturaleza y muestran cmo puede ser esta ac-
titud para el lector. De esta forma, los autores nos dan esa respuesta tica narrativa
que sugiere Plumwood (2002). Esta actitud puede ser apreciada por los lectores y
puede iniciar un cambio de paradigma cultural, ya que con solo aceptar la posibi-
lidad de una comunicacin, la mirada arrogante antropocntrica de nuestra cultura
se desvanecera. Scott y Paul Slovic concluyen que es necesario desarrollar nuevos
modos de discurso, nuevas formas de describir la experiencia y traducir las esta-
dsticas y la ciencia en discursos que lleguen al corazn. Afirman que los relatos tie-
nen el poder de ayudarnos a entender problemas y teoras complejas (2005: 18).
Estos relatos pueden ejemplificar esos contextos ticos que plantean los filsofos
de una forma ms sencilla para que llegue a muchos lectores, no solo a unos cuantos
especializados. Ursula Le Guin concluye que solo la imaginacin nos puede sacar
del presente inmediato, sea inventando o planteando nuevos caminos que pueden,
luego, ser desarrollados en miles de opciones, al estilo del hilo de oro que nos ayuda
a salir del laberinto. El relato nos puede llevar a la libertad, la libertad de aceptar
algo no real, pero imaginarlo para que llegue a ser real (1989: 45). Este dilogo entre
la ecocrtica y la filosofa ecofeminista se nos presenta como una forma de llegar a
la comunidad humana y sugerir el cambio de paradigma cultural que propugnan
las ecofeministas.
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
ANAYA, Rudolfo (1977): A Writer Discusses His Craft, CEA Critic, Vol 40.1, nov.
1977, pp. 39-43.
BARRY, Peter (2009): Beginning Theory: An Introduction to Literary and Cultural
Theory, 3rd ed., Manchester University Press.
BOYD, Brian (2009): On the Origin of Stories: Evolution, Cognition and Fiction.
Belknap Press of Harvard University Press, Kindle E-Book.
BUTLER, Octavia (1987): Dawn. New York, Warner.
ECOCRTICA Y ECOFEMINISMO: DILOGO ENTRE LA FILOSOFA Y LA CRTICA LITERARIA 319
SLOVIC, Scott y SLOVIC, Paul (2004-2005): Numbers and Nerves: Toward an Ef-
fective Apprehension of Environmental Risk, Whole Terrain. Reflective Envi-
ronmental Practice, Vol. 13, Risk, pp. 14-18.
WARREN, Karen (1996): The Power and Promise of Ecological Feminism, en
Warren, K. (ed.), Ecological Feminist Philosophies, Bloomington and Indianapo-
lis, Indiana University Press, pp. 19-41.
WILLIAMS, Terry Tempest (1992): Refuge. An Unnatural History of Family and
Place, Vintage.
ZUNSHINE, Lisa (2006): Why We Read Fiction: Theory of Mind and the Novel,
Ohio State University Press, Kindle E-Book.
19. Por una genealoga de contra-subjetividades
alternativas
Carmen GARCA COLMENARES
Ctedra de Estudios de Gnero
Universidad de Valladolid
Sin races, desde luego, nos secamos. Pero demasiado apegadas a nuestras races
no crecemos [...] una identidad sin subjetividad es ciega y una
subjetividad sin identidad es vaca.
CELIA AMORS
H
istricamente, las mujeres han sido consideradas inferiores a los varones y
causantes de los males de la humanidad, fragundose el arquetipo de la
feminidad subordinada al varn. A travs del simbolismo de gnero se han
ido transmitiendo modelos de feminidad que podemos encontrar reencarnados en
la actualidad a travs de la cultura popular (publicidad, moda, cine, televisin, vi-
deojuegos) y que se multiplican de manera instantnea a travs de las redes sociales.
Revisar estos imaginarios, en tanto que configuran modelos identitarios tradicio-
nalmente asignados, nos puede ayudar a re-conocer su vigencia e incidencia en la
formacin de subjetividades femeninas de la posmodernidad. La confluencia de las
polticas neoliberales con los planteamientos de la postmodernidad est dando lugar
a la aparicin de identidades femeninas emergentes que nos remiten, a pesar de sus
mscaras, a los modelos tradicionales; por lo que se hace cada vez ms necesario
potenciar el desarrollo de herramientas conceptuales que refuercen el carcter
emancipatorio de los feminismos en las jvenes generaciones que, si bien se han
beneficiado de las conquistas feministas, desconocen la historia del movimiento.
Como seala Celia Amors (2010), las mujeres han sido consideradas portadoras
y guardianas de identidad, mientras los varones lo han sido de subjetividad. La
identidad supone deber y pasado, mientras la subjetividad permite una mayor
libertad a la hora de seleccionar y redefinir los bagajes simblicos tradicionales.
Pero el cuestionamiento sobre el sujeto hegemnico ilustrado desde posicionamientos
322 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
contactos del movimiento feminista espaol con las redes internacionales, al contar
por primera vez con representacin en ese congreso.1
El paso siguiente ser incorporar desde configuraciones polticas crticas las
identidades emergentes en la era de la globalizacin, asumiendo que la cultura
popular impregna el mundo en el que viven las mujeres jvenes hoy, y el rostro del
feminismo actual, para bien o para mal, est siendo escrito a travs de la cultura de
masas (Rowe, 2005: 45). Como seala esta autora, la desconexin entre los diferentes
feminismos tiene graves consecuencias para el mantenimiento de logros, en estos
momentos en precario, como el derecho al aborto, a la educacin y a la sanidad.
En las pginas siguientes, voy a intentar presentar una visin polifnica de las
diferentes voces tanto reales como de ficcin que al igual que un caleidoscopio a
medida que gira(n) sus varios aspectos reflejan y responden a las circunstancias
circulares en mutacin. Ya que cada aspecto habla segn el eje central, cada una y
todas las respuestas separadas son legtimas, integradas y verdaderas (Asthon-
Warner, 1967, cit. por Vasconcelos, 2001: 9).
1
A pesar de haber desplegado una intensa consulta bibliogrfica y documental, no he encontrado
ningn dato sobre la misma, salvo la escueta referencia a la reprsentante espagnole Mme. J. M. Gay.
Calle Claris 102.Barcelona en la pgina 251 de las actas del Congreso Internacional de La Haya (1915).
htp://www.archive.org/details/berichtrapportreOOwomerich (consultado el 20 de diciembre de 2013).
324 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
Cada uno debe ser responsable de coser su patchwork. Tngase en cuenta que al coser la
colcha, los fragmentos deben encajar muy bien, si no se deben deshacer y volver a coser.
Los fragmentos dispares de nuestras experiencias de vida deben integrarse de forma
coherente [] a pesar de la heterogeneidad (Rodrigo, 2009: 294).
La narracin no lineal y la hiperficcin exigen unos modos de lectura que no son los de
quienes contemplan un mosaico o una alfombra. Las lecturas que permite el hipertexto
(pero tambin un texto convencional) nos llevan no solo a seguir una ruta secuencial,
sino todo un haz de distintos itinerarios posibles, como si ese tapiz pudiera transformarse
en otros por medio de relaciones paradigmticas; la parodia, sin ir ms lejos, es siempre
el juego entre un texto y un hipotexto en donde se establecen relaciones asociativas, no
lineales (Martos, 2007: 10-11).
2
Seudnimo empleado por Mara Lejrraga.
POR UNA GENEALOGA DE CONTRA-SUBJETIVIDADES ALTERNATIVAS 325
habla. Otro ejemplo desde el mundo de la costura es utilizado por Mara Jos
Majado en la exposicin de Las Pelonas (2012), que presenta la tediosa tarea del
punto de cruz, utilizando como hilo el pelo de las mujeres que realizan la costura.
La comisaria de la exposicin, Vernica Perales, plantea la Costura Subversiva como
un contra-tejer, recuperar la inercia mecnica y potencial de la prctica y modificar
su direccin a nuestro favor, afectando as al sentido (Perales, 2012).
3
Exposicin Luz y Tinieblas en la catedral de Burgos. Diario de Burgos, 12 de junio de 2008.
POR UNA GENEALOGA DE CONTRA-SUBJETIVIDADES ALTERNATIVAS 327
ocultos. Escritoras inglesas como Angela Carter y Antonia Byatt han recreado
personajes de ficcin femenina desde esos planteamientos.
En la inquietante obra La Pasin de la Nueva Eva, Angela Carter relata de
manera distpica la situacin de las mujeres arrojadas del paraso y desprovistas de
voz, evidenciando la pervivencia de los mitos culturales asentados en las
instituciones y en las prcticas sociales. El valor subversivo de la novela se manifiesta
en el protagonista masculino al que se ha encerrado en un cuerpo de mujer. De esa
manera ir conociendo la historia silenciada de las mujeres, a travs de un fascinante
y doloroso viaje inicitico. Al final de la obra se vislumbra la esperanza a travs del
alumbramiento del protagonista de una nueva vida que permitir un mundo mejor.
Un carcter ms utpico tendr Noches de Circo, ambientada en el siglo XIX, donde
la protagonista es la reencarnacin de Leda, el cisne (Suarez, 1996).
El mito de Melusina lo encontramos en la novela Posesin de Antonia Byatt,
mito que se con-funde entre la protagonista histrica, Cristabel Lamotte y la
protagonista en tiempo real, la investigadora Maud Waley. Junto a ellas aparecen
otras voces como las de Cristina Rosseti, Emily Dickinson y Virgina Woolf (Hidalgo,
1991). Los protagonistas masculinos tienen papeles secundarios y, al igual que
Remondn, irn descubriendo de manera ms o menos oculta el secreto de las dos
protagonistas. La principal caracterstica de Posesin es la multiplicidad de voces,
la parodia y el pastiche.
... pueden admitir sin mayores problemas que la desigualdad existi, pero antes, como
en un pas lejano y remoto. Sin embargo carecen de un conocimiento esencial: esa desi-
gualdad ha ido cediendo por la lucha organizada de millones de mujeres y solo para con-
seguir el derecho al voto se necesit ms de un siglo de lucha tenaz y continuada. Y no
eran marcianos eran hombres los que se resistan tambin tenazmente a que las nias, en
definitiva sus esposas, madres, hijas y hermanas pudieran estudiar, ser autnomas y votar.
En general, cuando las chicas se enteran de lo que en el feminismo se denomina nuestra
genealoga se mueven inicialmente entre la indignacin y el no me lo puedo creer, para
terminar finalmente como Simone de Beauvoir, en el feminismo (De Miguel, 2008: 35).
La preocupacin por la naturaleza y por los efectos negativos del alejamiento de ella
va a ser una constante en las librepensadoras que abogarn por el respeto a los prin-
cipios de la misma. Preocupacin que manifestarn tanto en su vida cotidiana como
en sus planteamientos educativos. Rosario de Acua dejar constancia en sus escritos
de su relacin ntima con la vida en el campo, as como de la preocupacin por el
maltrato animal, siendo considerada como ecologista avant la lettre (Ramos, 2011:
29). La naturaleza ser para ella una va de conocimiento y regeneracin (Hibbs-
Lissorgues, 2012). Cotidianidad que tambin se manifiesta en los espacios domsti-
cos cuando se describe la casa de Amalia Domingo en la que resultaba difcil
separar el saln en que se celebraban las sesiones medimnicas del hogar propia-
mente dicho, o delimitar las fronteras entre el patio de la escuela y el pequeo
huerto domstico situado casi siempre en la parte trasera de la casa (Ramos, 2005:
37). A travs de la influencia espiritista, tambin crearon balnearios donde hacan
ensayos de terapias relacionadas con la homeopata, la hidroterapia, el vegetaria-
nismo, el naturismo, entre otras (Ramos, 2011).
A comienzos del siglo XX irn apareciendo grupos y asociaciones contra el mal-
trato animal de las que formarn parte un interesante nmero de maestras feminis-
tas coetneas y posteriores a las educadoras laicistas mencionadas. Entre las
330 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
primeras destaca Isabel Muoz Caravaca, que denunciar la crueldad con los ani-
males en las fiestas populares, entre ellas las corridas de toros. Durante el perodo
de la II Repblica, en la Federacin Ibrica de Sociedades Protectoras de Animales
y Plantas, participarn maestras y profesoras como Mara de Maeztu y Regina Lago.
Esta ltima escribi un artculo titulado El amor a los animales.4
El modelo educativo de la escuela racionalista tendr una gran influencia en
ngeles Lpez de Ayala, Ana Carvia y Consuelo Alvarez, colaboradoras y coautoras
de textos pedaggicos junto a Ferrer y Guardia (Muina, 2008). Tambin hay que
citar a maestras como Amparo Lorente y Elena Just, de la Asociacin General
Femenina y la Sociedad Bien de Obreras de Valencia, Soledad Areales, de Crdoba,
y Amalia Prez Congiu, directora de la Escuela Moderna para nias en Mlaga
(Ramos 2008). A diferencia de Ferrer y Guardia, adems de escribir y crear escuelas,
intervinieron en su direccin y desarrollo directo, siendo ms que meras transmisoras
de conocimientos, al traducir en clave pedaggica las abstracciones tericas,
ensamblando teora y experiencia.
Mencin especial merece, por su implicacin en la educacin naturista, la
maestra racionalista anarquista Antonia Maymn. Pacifista, miembro del Comit
Nacional Contra la Guerra de Marruecos, ser encarcelada junto a Teresa
Claramunt. Durante el perodo de la II Repblica crear una escuela propia. Su
pensamiento pedaggico se manifiesta en Esbozo Racionalista (1931). Partidaria
de la coeducacin, considera la maternidad eje de la de la identidad femenina,
aunque ella no fue madre, y propone la asignatura de maternologa para las nias:
Dejad que vuestras hijas destrocen muecos, hagan aparatitos, manejen hilos,
alambres y telas, pregunten cosas que ignoran, discutan acaloradamente, verifiquen
experimentos. Pensando aprendern a pensar. No hay otro modo (Maymn, 1931,
cit. en Ruano, 2013: 120).
La educacin racionalista como elemento emancipador se caracteriza por la
experimentacin, la observacin, la coeducacin, el respeto a la naturaleza, la
autoeducacin y el aprender sin premios ni castigos. La educacin por el ambiente
(nature study) constituir uno de los pilares bsicos de este modelo educativo. A
travs del mismo se intentar desarrollar en la infancia el inters por la naturaleza,
provocando su conocimiento. Supone la conexin entre la escuela y la vida real,
facilitando la transformacin de la escuela en un organismo vivo que permitir la
aprehensin integral del mundo y de la vida (Pratelle, 1976).
Esta visin de la escuela se ver enriquecida por las influencias de maestras
tesofas, a travs de su conexin con los movimientos de renovacin pedaggica.
Es el caso de Mara Sol de Sellares, representante espaola de la Liga Internacional
4
Se public en el peridico El Progreso de Lugo, el 4 de febrero de 1928 (p. 3).
POR UNA GENEALOGA DE CONTRA-SUBJETIVIDADES ALTERNATIVAS 331
... fueron verdaderas funmbulas con el orgullo y la potica del riesgo de moverse entre
los roles construidos como contradictorios por el imaginario social y cientfico patriarcal:
el de ser mujeres, con las ideas sobre la feminidad; el de ser cientficas, segn la
idea de qu quera decir hacer ciencia, y el de ser feministas, voluntariamente o
accidentalmente, por las redes a las cuales pertenecan o por el simple hecho de provocar
las relaciones instauradas con su activa presencia (Cabruja, 2010: 93).
Por otra parte, todava se mantienen una serie de resistencias externas e internas
que ralentizan el avance de la equidad de gnero como seal la Presidencia Sueca
del Consejo de la Unin Europea en 2010 (Fernndez Villanueva, 2010). Las ba-
rreras persisten en el trabajo, el mbito educativo y el familiar, la administracin de
332 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
Para ellas el culto a la imagen, al cotilleo y al amor romntico. Para ellos la triada ftbol-
motor-pornografa. Ellas, como la mayor parte de las mujeres del mundo sigue-seguimos
interpretando la coaccin como libre eleccin, tanto en los taconazos de aguja, como
en el culto al cuerpo, como en la eleccin de estudios no tecnolgicos, como en la
asuncin de los trabajos domsticos o el abandono del empleo porque alguien tendr
que cuidar a los nios (De Miguel, 2008: 36).
En las mujeres, todo lo referente al amor constituye el eje central en el que gira
su vida, mientras que en ellos lo es el reconocimiento social (Boch, Ferrer, Ferreiro
y Navarro, 2013). Por lo que respecta a las jvenes, se podra hablar de cdigos
romnticos, cdigos domsticos, cdigos de moda y cdigos de la msica pop que
aparecen reflejados en las revistas femeninas de moda y canciones (MacRobbie,
1991). Los cdigos domsticos son evidentes y siguen sin cuestionar aspectos como
la doble tarea. El mbito de lo domstico se idealiza como un lugar de paz y donde
descubrimos otro poderoso fundamento ideolgico en la represin cultural del
apetito. La idea de que a las mujeres les satisface ms alimentar a otros que as
POR UNA GENEALOGA DE CONTRA-SUBJETIVIDADES ALTERNATIVAS 333
mismas (Bordo, 1999: 130). El control social del hambre femenino y la negacin
de la alimentacin es una microprctica de la autolimitacin y contencin.
Con relacin al modelo de hiperfeminidad que aparece en las revistas dentro
del mundo de la moda, Angela MacRobbie (2010) retoma el trabajo de Joan Rivire
para sealar la estrategia de la mascarada postfeminista donde la incorporacin de
esa hiperfeminidad se utiliza para evitar la ansiedad y las represalias que temen
de los hombres (2007: 19). Pero tanto ese modelo como el puritano del ngel del
hogar siguen siendo proyecciones del deseo masculino (Puleo, 1997). Sin embargo
otras autoras son particularmente crticas con esta visin de la feminidad
hegemnica de las jvenes al resaltar tanto la diversidad de situaciones como de
interpretacin. El Girl Power no puede interpretarse ni reducirse exclusivamente
a un nico efecto sobre las consumidoras ms jvenes (Rowe, 2005; Carrington y
Bennett, 1999).
El debate se encuentra entre las investigaciones que consideran a las mujeres
como vctimas pasivas de la cultura hegemnica de la feminidad, puesto que tras la
mascarada de la feminidad se esconde un control biopoltico basado en el consumo
y no en la emancipacin ni la independencia (MacRobbie, 2010) y las posturas que
sealan que los efectos de la moda, las revistas y las series no pueden reducirse a
un efecto nico que considere a las jvenes imbciles culturales (Rowe, 2005;
Carrington y Bennet, 1999). No hay que olvidar que, a travs de la cultura de la
comunicacin, est cambiando nuestra manera de pensar y que la vida para las y
los ms jvenes se convierte en una pantalla ms (Turkle, 1996).
Teniendo en cuenta lo anterior, es posible educar en la sostenibilidad sin caer
en un modelo de vida de consumo insaciable? Cmo competir con el sexismo, el
racismo y la violencia de los videojuegos y series televisivas que configuran las mentes
infantiles desde los primeros aos? Y aunar razn y sentimientos en aras de una
educacin ambiental no androcntrica? Me interesa detenerme en esta ltima
pregunta, responder a todas ellas excedera los lmites de este trabajo. Existe una
interesante reivindicacin de lo afectivo en la educacin ambiental a travs de la
literatura (Puleo, 2005) y en la expresin plstica (artistas como Vernica Perales)5
que puede favorecer lo que el escritor J. M. Coetzee denomina imaginacin
compasiva.6 Buen ejemplo de ello son la Biblia Envenenada de Barbara Kingsolver
y el Barn Rampante de Italo Calvino.
En la lectura del Barn Rampante, Italo Calvino resuelve, a mi juicio, la
dicotoma individualidad versus comunidad a travs del protagonista Csimo
Rond, al que su decisin de no volver a pisar la tierra no le impide ser amigo al
mismo tiempo del prjimo, de la naturaleza y de s mismo, aunque no por ello el
5
Ver, en este libro, el trabajo de Vernica Perales titulado Reflexiones de una retratista de gorilas.
6
Elizabeth Costello, Mondadori, Barcelona, 2004, p. 87.
334 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
autor deja de ser crtico al plantear que bast con la llegada de generaciones
con menor criterio, de imprevista avidez, gente no amiga de nada, ni siquiera de s
misma, y ya todo ha cambiado, ningn Csimo podr avanzar por los rboles
(1990: 130).7
La Biblia Envenenada permite conocer el proceso de independencia de la
Repblica Democrtica del Congo desde los ojos de las cuatro hijas de un pastor
baptista y la incidencia de los factores polticos y econmicos en la destruccin de
la naturaleza.8 Destruccin que contina en la actualidad con la extraccin del
coltn, importante componente de bateras de mviles, videojuegos y porttiles. El
conflicto blico que ha desencadenado ha costado desde 1997 ms de cuatro
millones de muertos y la desaparicin de poblaciones enteras de gorilas. Los dibujos
de Grandes Simios en Femenino de Vernica Perales que pueden apreciarse en este
libro refuerzan esa imaginacin compasiva.
7
El Barn Rampante, Ediciones Siruela, 1990, 3 edicin.
8
La Biblia envenenada, Norma Ediciones, Barcelona, 2008.
9
A vueltas con el sujeto del feminismo. Revista Con la a, n 28, Disponible en: http://numero28.con-
laa.net/index.php?option=com_content&view=article&id=56&Itemid=61. Consultado el 4 de enero
de 2014.
POR UNA GENEALOGA DE CONTRA-SUBJETIVIDADES ALTERNATIVAS 335
narraciones de las que forma parte y esto supone cambiar la mirada en relacin con
la cultura popular, desterrando perjuicios.
Con relacin a la recuperacin genealgica, la investigacin narrativa supone
una estrategia metodolgica que ha permitido un acercamiento reflexivo para la re-
creacin de subjetividades subversivas. Bien a travs de la ficcin, bien a travs de
la historia del feminismo es posible articular discursos que sirvan de referencia para
el presente.
Las vidas se construyen; por lo tanto ms vale que nos convirtamos en buenos artesanos
junto con los otros actantes mundanos del relato. Hay una enorme reconstruccin por
hacer, empezando por un poco ms de cartografa con la ayuda de los artefactos pticos
provistos de filtros rojos, verdes y ultravioletas (Haraway, 1999: 125).
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
ALVAR, Carlos (1992): Prlogo, en DArras Jean: Melusina (IX-XVII), Madrid, Siruela.
AMORS, Celia (2010): Feminismo e interculturalismo, en Amors, Celia y de
Miguel, Ana (eds.): Teora feminista: de la Ilustracin a la globalizacin, (pp. 217-
264), Tomo 3, Madrid, Minerva.
ATWOOD, Margaret (2006): La maldicin de Eva, Barcelona, Lumen.
BALZA, Isabel (2013): Tras los monstruos de la biopoltica, Dilemata, 12, pp. 27-46.
BOSCH, Esperanza; FERRER, Victoria; FERREIRO, Virginia y NAVARRO, Capilla (2013):
La violencia contra las mujeres. El amor como coartada, Madrid, Anthropos.
BORDO, Susan (1999): El hambre como ideologa, en Luke, Carmen (comp.):
Feminismo y pedagogas en la vida cotidiana, Madrid, Morata, pp. 119-143.
BRAIDOTTI, Rossi (2009): Transposiciones, Barcelona, Gedisa.
(2005): Metamorfosis. Hacia una teora materialista del devenir, Madrid, Akal.
CABRUJA, Teresa (2010): Las mujeres de la psicologa y la psicologa de las muje-
res, en Doctas doctoras y catedrticas. Cien aos de acceso libre de la mujer a la
Universidad, Barcelona, Generalitat de Catalunya, Consell Interuniversitari de
Catalunya, pp. 89-100.
y FERNNDEZ VILLANUEVA, Concepcin (2011): Psicologa social feminista.
Perspectivas crticas, postmodernas y radicales, en Ovejero, Anastasio y Ramos,
Jpiter (coords.): Psicologa social critica, Madrid, Biblioteca Nueva, pp. 81-95.
CARRINGTON, Kerry y BENNETT, Anna (1999): Las revistas de chicas y la formacin
pedaggica de la chica, en Luke, Carmen (comp.): Feminismo y pedagogas en
la vida cotidiana, Madrid, Morata, pp. 144-159.
CENDRAN, Susana (2013): Todo tiene que ver con los monstruos, International
Contemporary, n 53-54, pp. 78-86.
CREED, Barbara (1987): From here to Modernity: Feminism and Postmodernism,
Screen, vol. 28, n 2, Spring, pp. 47-67.
DARRAS, Jean (1992). Melusina, Madrid, Siruela. 6 ed.
DE MIGUEL, Ana (2008): Feminismo y juventud en las sociedades formalmente
igualitarias, en Aguinaga, Josune (coord.), Revista de Estudios de Juventud, n
83, pp. 30-45.
(2014): A vueltas con el sujeto del feminismo. Revista Con la A, n 28, dispo-
nible en: http://numero28.conlaa.net/index.php?option=com_content&view=ar-
ticle&id=56&Itemid=61 (consultado el 4 de enero de 2014).
FAGOAGA, Concha (1985): La voz y el voto de las mujeres. El sufragismo en Espaa
1877-1931, Barcelona, Icaria.
(1996): De la libertad a la igualdad: laicistas y sufragistas, en Segura, Cristina
y Nielfa, Gloria (eds.): Entre la marginacin y el desarrollo mujeres y hombres
en la historia, Madrid, Ediciones del Orto, pp. 171- 198.
POR UNA GENEALOGA DE CONTRA-SUBJETIVIDADES ALTERNATIVAS 337
S
e ha dicho que el surgimiento de la Filosofa constituye el paso del mito al
logos, es decir, el cambio hacia la aceptacin de las explicaciones racionales
en lugar de las procuradas por la imaginacin. Los poemas homricos han
sido elegidos por los filsofos de la Escuela de Frankfurt Max Horkheimer y The-
odor Adorno (1998) para analizar el rumbo del pensamiento occidental. Estos au-
tores reinterpretan la odisea de Homero, partiendo de la tesis de que el mito es
Ilustracin. Por Ilustracin no solo se refieren al pensamiento de la poca de las
Luces, sino a todo proceso de racionalizacin del mundo, para transformarlo en
algo manipulable, sometido al dominio del hombre. En este poema encuentran ya
los orgenes del dominio ilustrado de la naturaleza. Afirman, asimismo, que, a pesar
de que la Ilustracin se haba propuesto destruir los mitos y alimentar la imagina-
cin con el saber cientfico, la razn instrumental ha terminado convirtindose ella
misma en un mito. Sin la reflexin sobre los fines ltimos de la vida humana, la ra-
cionalidad termina imponiendo nuevos lmites al pensamiento.
Los mitos poseen, tal vez, una fuerza especial que escapa al razonamiento lgico.
Pueden generar sentimientos poderosos que mueven a la accin en un sentido de-
terminado. Las narraciones fantsticas configuran un imaginario cargado de valores
que marcan generaciones. A lo largo de la historia, se ha empleado la figura del
otro idealizado como un recurso crtico con el que se pretende corregir la propia
cultura (Puleo, 2011). Durante el Renacimiento, se instaur el mito de una edad de
oro en la que se viva armnicamente. Los viajes de descubrimiento de nuevas tie-
rras facilitaron la aparicin de esta creencia. Los indgenas que describe Amrico
1
Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto I+D La Igualdad de Gnero en la cultura
de la sostenibilidad: Valores y buenas prcticas para el desarrollo solidario (FEM2010-15599). Sub-
programa de Proyectos de Investigacin Fundamental no orientada. Se ha beneficiado, asimismo, del
programa de becas FPI de la Universidad de Valladolid.
342 EcoLoGA y GnERo En DILoGo InTERDIScIPLInAR
Vespucio en Mundus novus (1503), como individuos libres que no obedecen a nin-
gn gobernante, que no conocen la propiedad privada y que tienen tantas esposas
como deseen, contribuyeron a forjar el imaginario europeo constructor de otros
mundos posibles. La crtica a las estructuras polticas y sociales del Antiguo Rgi-
men vino favorecida por los elementos que los filsofos del Barroco y de la Ilustra-
cin extrajeron de la cultura china, de la Polinesia o del nuevo Mundo. La mirada
del otro fue utilizada para poner de relieve los defectos propios, para juzgar y ri-
diculizar a la sociedad europea (Puleo, 2011: 323). Los viajes a la Polinesia y a las
Amricas, a diferencia de lo que sucedi con las antiguas civilizaciones orientales,
contribuyeron a forjar la idea de que se estaba descubriendo el pasado originario
de la humanidad. Jean-Jacques Rousseau, en el Discurso sobre el origen de la desi-
gualdad entre los hombres (1755), presenta al buen salvaje compasivo y viril como
contrapuesto al filsofo civilizado que cultiva su egosmo valindose de la razn.
Alicia Puleo ha llamado la atencin sobre el surgimiento, en la actualidad, de
un nuevo imaginario en el que la figura del buen salvaje de Rousseau reaparece,
aunque en este caso en versin femenina. Las mujeres cercanas a la naturaleza y de-
fensoras de culturas preindustriales sostenibles son un recurso frecuente de algunas
corrientes ecofeministas y ecologistas. Este proceso es el resultado de la influencia
de la antropologa, la etnopsicologa, el multiculturalismo y los movimientos indi-
genistas y se emplea para llevar a cabo una crtica del complejo tecno-cientfico mo-
derno. Es imprescindible analizar esta imagen para encontrar las ventajas y los
inconvenientes que implica tanto para las mujeres como para la naturaleza y para
comprobar si realmente facilita el dilogo intercultural. La mujer-naturaleza aparece
como una alternativa al hombre tecnolgico causante de la destruccin medioam-
biental. Esta autora acepta que la figura de la alteridad femenina natural positiva-
mente connotada puede llegar a ser polticamente eficaz en algunas ocasiones, pues
se fundamenta en emociones de la infancia que comparten bsicamente todas las
personas. Esta figura de la alteridad, vinculada a la madre protectora, permite ob-
servar de forma crtica el complejo tcnico-cientfico occidental. Igualmente, invita
a la universalizacin en el sentido de que muestra la necesidad de que todas las per-
sonas y todas las culturas examinen sus identidades de gnero y su relacin con el
mundo natural.
Puleo comienza la introduccin de su libro Ecofeminismo para otro mundo po-
sible reinterpretando el mito griego del Minotauro.2 En la versin que propone, la
aportacin femenina no se reduce a una colaboracin secreta. Ariadna no adopta
un rol pasivo, entregando a Teseo un ovillo para que este pueda matar al Minotauro
y regresar por el laberinto guindose con el hilo, sino que, por el contrario, entra
en el laberinto del mundo junto a Teseo y se convierte en protagonista del cambio.
2
Vase Puleo, Alicia (2011): Ecofeminismo para otro mundo posible. Madrid, ctedra, p. 7.
MS ALL DEL MEcAnIcISMo: HERonAS EcoLGIcAS DEL IMAGInARIo AcTUAL 343
3
Elegimos, siguiendo la concepcin de Puleo, el trmino naturaleza, pues posee unas conno-
taciones filosficas, literarias, artsticas y emocionales ms ricas que el concepto de medio ambiente
que utilizan las ticas antropocntricas extremas.
4
considero que las producciones cinematogrficas poseen una relevancia fundamental en la ac-
tualidad dado que constituyen un poderoso discurso de legitimacin de gnero. Estos discursos son
sistemas de creencias que muestran los motivos de la diferenciacin entre las personas de sexo mas-
culino y las de sexo femenino, as como la manera en que estos se diferencian (Puleo, 2000b). Las pe-
lculas, dependiendo de los valores que transmitan, pueden llegar a ser una eficaz forma de inculcar
los roles y los estereotipos de gnero, determinando la identidad sexuada de las personas.
5
El director, productor y guionista de Avatar, James cameron, reconoci la influencia que La prin-
cesa Mononoke (1997) largometraje de animacin de Hayao Miyasaki tuvo en esta produccin.
A pesar de las diferencias, debidas, tal vez, a los elementos propios de la tradicin japonesa, encontra-
mos en La princesa Mononoke muchas similitudes con las tres pelculas mencionadas. no obstante,
en el film japons, obra de culto en todo el mundo para aficionados a este tipo de cine, aparece un ele-
mento que se aleja de la tradicional vinculacin de la mujer con la naturaleza, pues el personaje que re-
presenta la industria y la tecnologa es una mujer. Por el contrario, en las pelculas que vamos a analizar,
no hallamos ningn personaje principal femenino con actitudes de explotacin y dominio. Todas se
acercan a la naturaleza desde el respeto y la empata y tratan de cuidarla y protegerla.
344 EcoLoGA y GnERo En DILoGo InTERDIScIPLInAR
En cada una de las obras flmicas citadas, el conflicto que surge entre la sociedad
nativa y el grupo colonizador se debe a la diferencia de visiones y actitudes con
respecto a la naturaleza. Unos la conciben como algo sagrado, que alimenta la vida
y posibilita la supervivencia, y otros la ven nicamente como un recurso a su dis-
posicin. crysta, Pocahontas y neytiri, nuestras protagonistas femeninas, mostra-
rn a Zak, John Smith y Jake, respectivamente, la importancia del cambio de
actitud hacia el mundo natural no humano. Su papel es imprescindible en la trama,
pues ponen de manifiesto los efectos destructivos de la devastacin del entorno y
la necesidad de concebir la naturaleza como algo de lo que formamos parte. Estas
enseanzas adquieren importancia vital en nuestro mundo actual en el que los
efectos de la destruccin medioambiental contaminacin, prdida de biodiver-
sidad, desertificacin, cambio climtico, etc. adquieren, cada da ms, un as-
pecto dramtico.
ya antes de la evidente crisis ecolgica actual, Horkheimer y Adorno (1998)
haban desarrollado una crtica a la colonizacin tecnolgica del mundo natural y
MS ALL DEL MEcAnIcISMo: HERonAS EcoLGIcAS DEL IMAGInARIo AcTUAL 345
tidumbre intelectual y como base racional para la estabilidad social. ya que lo que
se pretenda es restablecer el orden moral e intelectual, se rechaza la imagen de la
naturaleza como un organismo vivo, pues est relacionada con las ideas de cambio,
incertidumbre e imprevisibilidad. Se desarrolla, as, una filosofa fundada en ideas
compatibles con el orden, el control y la manipulacin. De este modo, el mecani-
cismo transform el cuerpo del mundo y su alma femenina, fuente de actividad en
el cosmos orgnico, en un mecanismo de materia inerte en movimiento, convir-
tiendo el espritu del mundo en un ter corpuscular, eliminando los espritus cor-
pusculares de la naturaleza y transformando las simpatas y antipatas en causas
eficientes6 (Merchant, 1981: 195). La metfora de la mquina sirvi para la reor-
ganizacin del mundo, de forma que el cosmos, la sociedad y el ser humano pasan
a concebirse como sistemas ordenados de partes mecnicas gobernados por la ley
y sujetos a razonamientos deductivos.
Segn esta autora, las metforas de gnero que se encuentran en diferentes textos
de la ciencia moderna esconden un trasfondo poltico de dominacin sexual. Francis
Bacon establece el mtodo cientfico a seguir, determinando la necesidad de torturar
a la naturaleza para que muestre sus secretos. Se impone, as, una imagen de la natu-
raleza reducida a mera mquina cuyas piezas se pueden y deben manipular para
adquirir el conocimiento. Por el contrario, la imagen renacentista de la Madre Tierra,
muy similar a las cosmovisiones premodernas caracterizadas por el holismo, implicaba
determinados lmites a las prcticas de explotacin de las riquezas naturales.
Las epistemlogas feministas Evelyn Fox Keller y Sandra Harding han mostrado
la parcialidad de gnero de la ciencia moderna. Harding (1996) sostiene que las re-
glas de investigacin cientfica tambin son normas morales, por lo que no es ex-
trao que, tanto en el mtodo cientfico como en la racionalidad cientfica, se
encuentren concepciones masculinas en cuanto a las relaciones entre los humanos
y la naturaleza. La ciencia moderna se entiende como dominacin de un objeto que
se reduce a las caractersticas exclusivamente relevantes para la finalidad de la in-
vestigacin (Puleo, 2000a). Implica, por tanto, el distanciamiento emocional que
permite la manipulacin sin interferencia de los juicios morales y el pensamiento
dualista que elimina la afectividad y la dependencia con respecto al objeto de estu-
dio.7 Esto puede relacionarse, sin duda, con la identidad masculina que estudian
las tericas de las relaciones objetales.
El racionalismo moderno del siglo xVII determina la separacin entre la divini-
dad y la naturaleza. Esta deja de concebirse como un organismo animado. Por el
contrario, se la percibe como mera extensin mensurable, regida por leyes racio-
6
Mi traduccin.
7
como afirma Puleo, la viviseccin se muestra como el ejemplo ms sangrante de estos supuestos
cientficos.
MS ALL DEL MEcAnIcISMo: HERonAS EcoLGIcAS DEL IMAGInARIo AcTUAL 347
8
no obstante, tal y como nos seala Puleo (2011), esta idea mecanicista no fue unnimemente
aceptada. Los neoplatnicos de cambridge se opusieron a ella, defendiendo la visin renacentista del
cosmos unitario y habitado por el espritu. As, encontramos durante el siglo xVII diferentes intentos
de reencantamiento del mundo natural. Del mismo modo, en el siglo xVIII, la corriente naturalista
o materialismo energetista representada por Maupertuis, tambin se resistir a la doctrina mecani-
cista. Diderot termina desarrollando este tipo de teora, defendiendo la tesis de que la materia tiene
sensibilidad y apostando por la observacin emprica como el mtodo adecuado para comprender el
devenir de la naturaleza. Vemos, pues, que la cosmovisin mecanicista de la naturaleza desarrollada
en los siglos xVII y xVIII convive con la postura contraria que defiende la existencia de un principio
vital incluso en la materia aparentemente inanimada.
9
Sostengo la tesis de Puleo en cuanto a la utilizacin de la figura de la mujer natural. Segn esta
autora, la figura de la ecologista natural tiene que cumplir tres condiciones: que las mujeres con-
cretas que inspiran su imagen no queden ocultas y silenciadas; que sus buenas prcticas y sus buenas
causas no sean utilizadas para legitimar y reforzar subtextos de gnero opresivos; y que [] la ho-
nestidad d cabida, junto al elogio de la excelencia, a las reivindicaciones de igualdad y libertad
(Puleo, 2011: 341).
10
Posteriormente, estudios etnogrficos y antropolgicos han demostrado que esta universalidad
no es tal, pues el concepto de naturaleza ha ido variando a lo largo de la historia y existen algunas
348 EcoLoGA y GnERo En DILoGo InTERDIScIPLInAR
culturas etnolgicas en las que se invierten los valores, de forma que los hombres se identifican con
la naturaleza salvaje considerada lo superior y la cultura es lo considerado femenino e inferior
(Strathern, 1980). En las sociedades totmicas, lo perecedero son los artefactos, mientras que lo eterno
y trascendente es la cadena genealgica (Puleo, 2000a). Por estos motivos, la hiptesis de ortner ser
rechazada como errnea universalizacin etnocntrica, con lo que, en 1996, reduce la universalidad
de su teora, aunque se reafirma en sus lneas generales. A pesar de todo, y como afirma Puleo (2011),
la hiptesis de ortner puede aplicarse a la tradicin occidental y a gran parte de la oriental.
MS ALL DEL MEcAnIcISMo: HERonAS EcoLGIcAS DEL IMAGInARIo AcTUAL 349
los dems seres y elementos naturales, y generando, as, la crisis ecolgica. Tambin
Vandana Shiva (1995), basndose en las tesis de Merchant, ha sealado los aspectos
negativos del paso de la concepcin de la naturaleza como terra mater a su reduc-
cin a mera mquina de la que se extraen materias primas. Segn Shiva, el dualismo
hombre/naturaleza y la visin cartesiana de esta ltima segn la cual la naturaleza
est separada del hombre, de forma que este puede someterla y dominarla, conci-
bindola de manera mecanicista como un recurso explotable ha dado origen a
un paradigma de desarrollo que, al mismo tiempo, perjudica a la naturaleza, a las
mujeres y a los pueblos colonizados. El mal desarrollo, que ve al varn colonizador
como el modelo del desarrollo, ha dado lugar a una ontologa de la dominacin
sobre la naturaleza y las personas y ha generado una nueva fuente de desigualdad
entre hombres y mujeres, pues se elimina la interdependencia y complementacin
de los mbitos de trabajo masculino y femenino que, segn la autora, existe en las
sociedades de subsistencia.11
Encontramos este modelo del mal desarrollo en los tres films que estamos ana-
lizando. El varn colonizador impone sus ideas de progreso, ignorando los benefi-
cios que los modos de vida tradicionales tienen para el entorno natural. En
Ferngully, los personajes que manejan la mquina de talar rboles no tienen en
cuenta las repercusiones ambientales de la tarea que realizan. Solo les importan los
beneficios econmicos que obtendrn de su labor. Los colonizadores que aparecen
en Pocahontas desprecian el modo de vida de los indios. La afirmacin de John
Smith (Ensearemos a tu gente a emplear esta tierra como Dios manda, a aprove-
charla al mximo []. construiremos carreteras y casas decentes) demuestra que
el paradigma del mal desarrollo est arraigado en su mentalidad. Es ms, est con-
vencido de que su actitud es la correcta, y que Pocahontas cree que sus casas estn
bien porque no conoce la civilizacin. Desde su arrogancia, sostiene que tienen
mucho que ensearles y que ya han mejorado la vida de otros salvajes por el mundo.
Esta misma actitud la encontramos en los colonos de Avatar. A los personajes que
11
Sin embargo, y a pesar de que puede afirmarse, como hace Shiva, que las sociedades tradicio-
nales tienen una concepcin ms respetuosa de la naturaleza y viven de una forma ms sostenible que
las sociedades capitalistas, la supuesta igualdad de gnero de las sociedades tradicionales a la que se
refiere Shiva ha sido criticada y rechazada. As, por ejemplo, Puleo considera que Shiva idealiza la
vida de las comunidades originarias, omitiendo toda crtica a las costumbres y prejuicios que en ellas
se mantienen, y condenando nicamente el patriarcado capitalista occidental. Para esta autora, esta
actitud puede tener eficacia estratgica alterglobalizadora, pero pierde legitimidad al aplicar la mirada
crtica de forma desigual. como afirma Puleo: En general, las mujeres poco podemos rescatar a nues-
tro favor del pasado y de las tradiciones referentes a los roles e identidades de gnero (Puleo, 2008:
45), por lo que ser necesario criticar todas las costumbres basadas en prejuicios patriarcales, aunque
sean ecolgicamente sostenibles. En este sentido, Martnez-Alier (2004: 268) seala que, a pesar de
que la produccin campesina preserve la biodiversidad y sea respetuosa con el entorno, las sociedades
campesinas son lastimosamente patriarcales.
350 EcoLoGA y GnERo En DILoGo InTERDIScIPLInAR
estn tratando de invadir el nuevo planeta solo les interesa llevar a cabo la extrac-
cin del valioso mineral. no les importa la destruccin del mundo natural ni la de-
saparicin de la cultura y de la sociedad nativa. De hecho, no entienden cmo es
posible que los habitantes de Pandora no se hayan interesado por los adelantos tec-
nolgicos ni por los productos culturales que les han ofrecido a cambio del mineral.
Sus modos de vida y sus prcticas ecolgicamente sostenibles no se consideran ren-
tables y, por ello, se rechazan y minusvaloran. La naturaleza no importa ms que
como recurso a disposicin del hombre, que permitir conseguir beneficios econ-
micos, incluso a costa de la estabilidad social y ambiental.
Desde el ecofeminismo deconstructivo de Val Plumwood (1991) se resalta la ne-
cesidad de redefinir el yo propio del racionalismo y del instrumentalismo, desta-
cando tanto nuestras diferencias con el resto de la naturaleza como nuestra
continuidad e interrelacin. As, se logra una concepcin del yo en relacin con los
otros distintos. Karen Warren tambin defiende la necesidad de aceptar nuestra
interconexin con el mundo natural no humano. Seala que es necesario cambiar
nuestra actitud con la naturaleza, pasando de la percepcin arrogante que pre-
supone una identidad entre todos los humanos, de forma que solo podrn perte-
necer a la comunidad moral aquellos que sean iguales o similares a ellos a la
percepcin afectiva del mundo no humano. La percepcin afectiva se basa en un
reconocimiento tanto de las similitudes como de las diferencias entre lo humano y
lo no humano, y apuesta por valorar al otro tal y como es.
El ecofeminismo, como vemos, nos ofrece distintas teoras que, a pesar de sus
diferencias, pueden contribuir al establecimiento de la justicia ambiental. Ivone
Gebara (2000), por su parte, propone una teologa ecofeminista que vea el conjunto
de la naturaleza como un Todo interrelacionado. y Puleo (2011), desde su ecofe-
minismo crtico, apuesta por un cambio desde el antropocentrismo extremo al an-
tropocentrismo moderado, para reconocer la importancia de todos los seres vivos.
La tica antropocntrica moderada en la que se apoya incorpora los sentimientos
empticos y compasivos sin rechazar el lenguaje de los derechos. Igualmente, acepta
la necesidad de concebir los sistemas naturales de forma holista, basndose en los
conocimientos cientficos de la ecologa, y de aceptar como relevante tanto la cos-
movisin de otras culturas como la experiencia emocional ecocntrica, ya que apor-
tan nuevas ideas sobre la conceptualizacin del mundo.
Las diferentes autoras ecofeministas coinciden en afirmar que es necesario trans-
formar nuestra visin de la naturaleza para establecer una relacin respetuosa que
no se base en la dominacin. Las aportaciones del ecofeminismo resultan impres-
cindibles para la construccin de una sociedad ecolgica e igualitaria, pues permiten
la redefinicin de nuestra relacin con el mundo no humano, as como de las rela-
ciones entre los sexos.
MS ALL DEL MEcAnIcISMo: HERonAS EcoLGIcAS DEL IMAGInARIo AcTUAL 351
nuestras tres heronas forman parte de sociedades que los colonizadores consideran
extraas. Estas comunidades son vistas como el otro al que se teme y al que se pre-
tende someter. Para justificar la dominacin del otro, se recurre a la animalizacin
y bestializacin de sus caractersticas. Este recurso a la bestializacin de las socie-
dades extraas ha sido empleado frecuentemente. Algunos autores han afirmado
que se debe a la desvalorizacin previa de los animales no humanos, que se ha tras-
ladado, posteriormente, a determinados grupos humanos.12 As, charles Patterson
(2008: 53) afirma que la gran divisoria entre humanos y animales propici la apa-
ricin de una norma con la que juzgar a las dems personas, tanto dentro del mbito
cultural propio como en sociedades extraas. Por su parte, Armelle Le Bras-cho-
pard (2003) sostiene que, desde los inicios de la humanidad, el hombre ha intentado
situarse en la cima de todo lo existente. Para ello, ha degradado la imagen de los
animales, considerndolos inferiores. Esta desvalorizacin de los animales ha con-
tribuido a la animalizacin del otro humano. El asociar al oprimido con caracte-
rsticas bestiales y demonacas permite la justificacin de la discriminacin y la
explotacin, pues su peligrosidad legitima la dominacin (Puleo, 2011). Este pro-
ceso constituye la base sobre la que se asienta el colonialismo, el sexismo y el an-
tropocentrismo extremo. Las caractersticas del otro se ontologizan y se convierten
en prueba de la inferioridad y la peligrosidad, legitimando, as, el sometimiento.
observamos cmo el odio y el miedo al otro desembocan en la legitimacin de
la violencia como nico mtodo para solucionar los problemas. Tambin el ecofe-
minismo aporta elementos interesantes en relacin al tema de la violencia. La ecofe-
minista pacifista Petra Kelly (1992) sostiene que, en la resolucin de los conflictos,
el uso de la violencia imposibilita la reconciliacin. Lo que se consigue, por el con-
trario, es someter al adversario. La violencia, pues, no es emancipatoria, sino que es
autoritaria. Esta autora ha afirmado (1997: 29) que hay una relacin clara y pro-
funda entre militarismo, degradacin ambiental y sexismo. Por este motivo, pode-
mos entender que nuestros esfuerzos por alcanzar la igualdad de gnero, el respeto
por la naturaleza, la justicia y la paz, deben centrarse en superar la lgica de la do-
minacin que subyace tanto a la dominacin de la naturaleza como a la dominacin
de las personas en virtud del gnero, la raza, la clase o la orientacin sexual.
12
Lvi-Strauss (1973), citado en Le Bras-chopard (2003: 224), sostiene que el hombre occidental
nunca ha comprendido mejor que en los ltimos cuatro siglos de su historia que al arrogarse el derecho
de separar radicalmente la humanidad de la animalidad, al dar a uno todo lo que retiraba al otro,
abra un crculo maldito, y que esa frontera, en continuo retroceso, serva para separar a unos hombres
de otros.
352 EcoLoGA y GnERo En DILoGo InTERDIScIPLInAR
13
Warren (1997) considera que la narrativa en primera persona es un elemento imprescindible
tanto para el feminismo como para la tica medioambiental, por varias razones. Primeramente, esta
narrativa suple las carencias del discurso tico analtico tradicional, incluyendo una sensibilidad que
permite concebirse como un ser interconectado con los otros, entre los que se incluye a los no huma-
nos. En segundo lugar, muestra determinadas actitudes, como la actitud del cuidado, que no se han
tenido en cuenta en la tica occidental predominante, y las antepone a los comportamientos de con-
quista. En tercer lugar, posibilita que la tica surja de las situaciones particulares de los agentes mo-
rales. y, finalmente, la narrativa en primera persona es importante por su relevancia argumentativa,
pues sugiere que aquello que se cuenta es importante para la situacin tica.
MS ALL DEL MEcAnIcISMo: HERonAS EcoLGIcAS DEL IMAGInARIo AcTUAL 353
parten con ellos su experiencia personal de afecto por todo lo que les rodea. Se
convierten en el factor del cambio. Son el elemento fundamental en la transforma-
cin de la percepcin arrogante de sus compaeros varones, que terminan adop-
tando la percepcin afectiva del mundo no humano.
Las caractersticas que tradicionalmente se han asociado a los varones han sido
aceptadas por las mujeres como necesarias para el mbito del trabajo, la cultura y
la poltica. Por el contrario, las caractersticas femeninas han sido asumidas por los
hombres en mucha menor medida. como afirma Puleo (2011: 423):
Las virtudes del cuidado, que histricamente han estado atribuidas a las mujeres,
tienen que convertirse en valores universalizables. Para ello, como mantiene Puleo,
ser necesario predicarlas especialmente a los varones, para no reforzar los hbitos
de sacrificio femeninos. Desde el ecofeminismo crtico se ha defendido tambin la
necesidad de ampliar los valores empticos al mundo no humano. Entendemos,
pues, la importancia de la creacin de personajes femeninos protagonistas que en-
seen a los varones a asumir como propias las labores del cuidado, responsabili-
zndose tanto de los humanos como de la naturaleza.
14
En este sentido hablar de superestructura econmica.
MS ALL DEL MEcAnIcISMo: HERonAS EcoLGIcAS DEL IMAGInARIo AcTUAL 355
jeres, el amor entre los sexos se caracteriza por la corrupcin que presenta el amor
romntico.
no sostengo que las relaciones amorosas de nuestras heronas con sus compa-
eros se desarrollen en circunstancias de igualdad. Es evidente que seguimos mo-
vindonos en contextos patriarcales. Sin embargo, su historia de amor no se
convierte en el centro de su existencia. Ellas se enamoran pero mantienen un obje-
tivo trascendente que las define. Su voluntad no se reduce a ser amadas. Es ms,
son un elemento decisivo para el cambio en la concepcin del mundo del amado.
Encontramos un amor en el que ellas no quedan en una situacin de alienacin,
sino que les permite conseguir el resto de sus objetivos. De hecho, representan el
modelo activo del que ellos aprenden.
Segn la interpretacin de Firestone, el amor solo adquiere connotaciones ne-
gativas en el contexto de desigualdad de poder entre los sexos. El amor no corrom-
pido enriquece a ambas partes. Se trata, entonces, de buscar relaciones que nos
potencien, de buscar un amor que, como seala Platn en El Banquete, nos eleve
hacia el Bien y nos impulse a buscar la belleza, la sabidura y la felicidad. Si aten-
demos a estas observaciones, podemos ver a nuestras heronas como modelos po-
pulares de un amor que no se reduce a la dependencia y a la atencin del ser amado.
Ellas cuidan su relacin pero no se limitan exclusivamente a ello. Aunque estas his-
torias respetan el tradicional protagonismo masculino, invierten en algn momento
los consabidos roles de gnero. Los relatos en que el prncipe mata a la bestia para
salvar a la princesa son sustituidos por un desarrollo de la accin en que la bestia
es buena y lucha junto con los protagonistas. Finalmente la herona salva la vida
del hroe en su enfrentamiento con la mquina que es el verdadero monstruo. Apa-
recen en ellas mujeres con poder sacerdotal, otras que participan en los enfrenta-
mientos blicos, tambin incluyen cientficas y la herona tiene conocimientos
tradicionales de la naturaleza. Son obras que no limitan a las mujeres a las tareas
del cuidado, sino que las presentan enseando la actitud del cuidado a varones que
no la practicaban. Muestran heronas de firmes convicciones ecolgicas capaces de
llevar adelante la defensa activa de la naturaleza. El profundo amor que suscitan
no se debe solo a su belleza ni surge de la atraccin por la pasividad, sino a su per-
sonalidad decidida y su pasin por una causa.
REFEREncIAS BIBLIoGRFIcAS
E
l lema dominante hoy en da en los regmenes neoliberales es TINA: There
is no alternative.1 El objetivo de mi trabajo es combatir esta nueva forma
de dogma monotesta motivado por intereses econmicos. Planteo el imagi-
nario del don y otras formas de resistir a TINA como alternativas formuladas terica
y empricamente ante el culto neoliberal corriente al Becerro de Oro. Considero el
imaginario del don como una matriz psico-espiritual de valores internalizados del
don, maneras de relacionarse con el mundo y formas de ser y vivir sostenibles eco-
socialmente. Como nocin filosfica enraizada en mi reinterpretacin feminista de
los imaginarios masculinizados teorizados por Jacques Lacan y otros acadmicos
patriarcales (p. e. Althusser, 1971), entiendo este concepto y las acciones-valores a
los que conduce como otro paso inherente al Decrecimiento (no necesariamente
para los que ya viven con sus principios). En tanto otra brjula de realidad, mi
concepto desafa el centro psico-social y subliminal de la mentalidad hegemnica
en el mundo que es el imaginario del Dominio con su nfasis en el consumo y la
competitividad en vez de una identidad ecolgica y orientada hacia lo vivo. Ima-
ginario es un trmino que algunos tericos, desde las ciencias sociales a la literatura
y las ciencias de la educacin, han tomado de Lacan. Entre los diferentes usos del
trmino, Louis Althusser define la ideologa como la relacin imaginaria de los in-
dividuos con sus condiciones reales de existencia (1971: 52). Sostiene que el ima-
ginario es aquella imagen o representacin de la realidad que enmascara las
condiciones histricas y materiales de la vida. Para m, el imaginario condensa
precisamente todos los smbolos, rituales, polticas institucionales y valores cultu-
1
No hay alternativa. Este acrnimo era usado por la primera ministra conservadora britnica Mar-
garet Thatcher para sostener su poltica de privatizaciones, libre mercado y capitalismo globalizado.
N.d.T.
360 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
Mientras que todos los machos anatmicamente intactos tienen un pene, nadie tiene un
falo el mtico, el permanentemente erecto monolito arquetpico de la omnipotencia
masculina que significa crecer sin impedimento, la invulnerabilidad y la libertad con
respecto a cualquier dependencia. El que parece poseer el falo es visto como alguien a
quien no le falta nada ni nadie. Parece manejar un talismn que protege contra todo pe-
ligro femenino, en especial contra el que se cierne desde dentro. (Ducat 2004, 2)
Las ecofeministas estn en lo cierto al considerar que puede que nos dirijamos hacia
una hipnosis colectiva, hacia la eterna bsqueda de chivos expiatorios tiles a la
lite financiera. Despus de todo, rara vez son los dueos del Falo (FMI, UE, Banco
Mundial, Banco Central Europeo y los Estados nacin) quienes son culpados y vi-
tuperados por los jvenes furiosos. Es en los seres ms vulnerables, en los animales,
por ejemplo en los perros, en las mujeres y en los inmigrantes en quienes los grupos
neoconservadores y fascistas descargan su ira. En Irlanda, 8 000 perros fueron ma-
sacrados tras el empobrecimiento de la gente con la crisis de los prstamos subprime
y la prdida de puestos de trabajo. En Grecia, numerosos hombres airados se des-
fogan con los perros, torturndolos y linchndolos.
En estas lneas, me centrar en la tensin entre los imaginarios del don y del
amo como sutiles estructuras profundas de gnero y de culturas especficas que
hoy crean guerras epistmico-econmicas. Tales imaginarios son la lente a tra-
vs de la cual la vida es percibida y experimentada afectivamente, y son parte de
las relaciones de poder asimtricas junto con el ltimo ab/usar y des/conocer el
sustrato anterior de la tica y economa domstica del cuidado. Este es un mbito
de vida no monetarizada sobre el que descansa la economa de mercado. El pa-
triarcado capitalista no prosperara sin los dones gratuitos que crean el valor aa-
dido que beneficia a la lite. El amplio abanico del don va desde lo que la
naturaleza da libremente hasta el don forzado que personas responsables del cui-
dado en mbitos claramente feminizados proporcionan a la vida pblica. Teorizo
sobre este imaginario con el fin de llamar la atencin sobre el hecho de que el
cambio en la superestructura poltica de las sociedades y en los regmenes de
362 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
... [la] creacin a travs de la destruccin es el poco apropiado nombre capitalista pa-
triarcal para el desarrollo del subdesarrollo. Nos hacen creer que el mundo mejora
para el desarrollo de la sobreexplotada Asia, frica y otros continentes no superindus-
triales una vez que adoptan el dogma del misionero econmico neoliberal (2013, 17).
Por razones de espacio no puedo exponer aqu la convincente forma en que Von
Wehrlhof relaciona los esfuerzos por convertir alqumicamente a la Naturaleza y
a las mujeres en el oro o la piedra filosofal pero recojo algunas de sus observa-
ciones clave:
DEL PATRIARCADO COMO SISTEMA ALQUMICO A LA ALTERNATIVA: EL IMAGINARIO DEL DON 363
2
Las actitudes, prcticas, lgica, visin del mundo, rituales e ideas sobre los acuerdos a los que
ahora nos referimos como Economa Feminista del Don (e.g. Vaughan 1997, 2004, 2007), Filosofa
364 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
de la Compensacin (Caffyn, 1992), Imaginario del Don (Kailo, 2008) o Economa/Episteme Indgena
del Don (Kuokkanen, 2007) emergen en cierto nivel como un ethos de construccin de relaciones
comunitarias ecoticas, transnacionales y transgnero.
DEL PATRIARCADO COMO SISTEMA ALQUMICO A LA ALTERNATIVA: EL IMAGINARIO DEL DON 365
Shiva, 1993). Estoy de acuerdo en que el imaginario dominante junto con las pol-
ticas de la vida real para poseer el Falo mtico-concreto explica la negacin de los
problemas de raz. En palabras de Von Werlhof: Si hoy el patriarcado constituye
lo que Jung llam el inconsciente colectivo (1995; 1984 de Erdheim), o lo modela
de manera decisiva, entonces no ser fcil anularlo (2013, 80).3
Algunos ejemplos de mi Finlandia Natal nos servirn para ejemplificar el pa-
triarcado alqumico como un proceso destructivo para convertir la Naturaleza en
Oro alqumico, en ganancia. En Finlandia, en el Norte lejano, con su aura de
magia y sus animales exticos, su aurora boreal, su paisaje y su pueblo Sami, Lapo-
nia representa el paraso nacional, el sitio privilegiado del deseo colectivo. Es tam-
bin donde, gracias a los promotores inmobiliarios, se destruye la misma cultura
(el originario sami) y el paisaje que los turistas esperan. Es el sitio primario para la
posesin, aunque sea brevemente, del Falo imaginario como una fantasa de vaca-
ciones. Construir enormes torres hoteleras que compiten con los rboles ms altos
en medio de la pureza de los fells4 con renos vagando en libertad produce un ex-
trao contraste que recrea el rgimen flico. Al mismo tiempo, los turistas y la lite
buscan paz, tranquilidad, naturaleza pura y muchos otros elementos de los
cuales Jrgen Kremer (2008) cree que nos hemos enajenado por una esquismog-
nesis disociativa (1997: 10-11). Kremer enfatiza que todos los pueblos tienen races
indgenas (prepatriarcales) cuya recuperacin podra, en esta coyuntura histrica,
causar ms efectos ecolgicamente importantes que los que algunas corrientes post-
modernas son capaces de descubrir o aceptar. Veo una contradiccin mayor en esta
tensin entre la fantasa colonial-colonizadora y la verdadera necesidad que siente
la gente de un modo de participacin en una realidad no-alqumica cercana a la na-
turaleza cuando se la imagina en su virginidad, en su forma pura (agua fresca y
pura, aire limpio, espacio, animales en libertad, una pausa en la carrera por la
3
Un erudito pro-feminista especializado en estudios indgenas e identidad ecolgica humana, Jr-
gen Kremer, ha definido la trayectoria evolutiva del llamado proceso de civilizacin como esquis-
mognesis disociativa (Kremer, 1997: 10-11). Este concepto alude a la escisin de la psique en el
modo masculinizado de relacionarse y vivir separados de la Naturaleza. Afirma: La gente de ascen-
dencia europea o la que ha entrado en el proceso eurocentrado del conocimiento se ha separado a s
misma de la interaccin entre el lugar, los ancestros, los animales, las plantas, el o los espritus, la co-
munidad, la historia, la ceremonia, los ciclos de la vida, y los ciclos de las estaciones y las edades. Esta
disociacin ha creado una conceptualizacin de la evolucin social cuyo principal cambio tuvo lugar
en el paso de la prehistoria a la historia, de la tradicin oral a la escritura de la civilizacin, de la pre-
sencia inmanente del espritu(s) a la transcendencia de Dios(es) (Kremer, 2008). Afirma, adems,
que la Filosofa de la Ilustracin europea culmin el desarrollo del proceso no participativo, de diso-
ciacin mental, entronizacin de la causalidad lineal y apropiacin imperial de las apariencias de re-
alidad en una reduccin cuantitativa globalizadora (llegando, presumiblemente, al control de lo que
es concebido como la realidad objetiva en s (Kremer, 2008).
4
Fell, del antiguo nrdico fjall, montaa. N.d.T.
366 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
Llevar a un primer plano el trabajo del don como el pilar material y espiritual sobre
el que se han construido los mbitos masculinos dominantes de la tecnologa, la in-
dustria y la economa implica hacer visible el fondo de la vida pblica que se da
368 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
por hecho. Tambin requiere la exposicin de las races y las corrientes subterrneas
militaristas disfuncionales de la economa hegemnica y los elementos primarios
del PIB en s mismo. Los miembros de nuestro grupo de Economa del Don han in-
vestigado y publicado un gran nmero de evidencias cientficas que fundamentan
una alternativa. Otra cosmovisin es posible ha sido uno de nuestros lemas en
nuestro Mumbai Feminar. El grupo de Economa del Don otorga esperanza contra
la esperanza. No se trata solo de criticar al patriarcado, sino de ofrecer alternativas
profundas como la formulada por von Wehrhof u otros/as expertos/as en matriar-
cados. La investigacin de Barbara Mann (2000) en el matriarcado iroqus y su ter-
giversacin es un ejemplo que muestra no solo los errores acumulados de la
investigacin patriarcal, sino cul era el ideal de la economa del don democrtica
iroquesa durante su vigencia. El Camino de la Abundancia fue creado por equilibrio
csmico y por relaciones de gnero supervisadas por abuelas de los clanes. Debido
a la influencia de la ciencia patriarcal que oculta sus negaciones conscientes y su
deformacin en cuanto a otros campos de estudios sobre los iroqueses, los eruditos
hoy desacreditan los tratados ms cientficos sobre las economas del don igualita-
rias y orientadas hacia la vida. Sin embargo, las pruebas aplastantes reunidas ac-
tualmente por la Red de Economa del Don, entre otros grupos, lo hacen cada vez
ms difcil.
No obstante, persiste la creencia de que matriarcado significaba gobierno de
las mujeres en vez de gobierno de los hombres. No es as nunca en la sociedad
matriarcal, pero s puede serlo en la sociedad patriarcal, en cambio. Como Von
Werlhof seala:
cin creativa una escuela econmica que legitima procesos sociales negativos y
guerras econmicas como la tierra positiva de nuevas oportunidades La combi-
nacin del Falo como Desarrollo y los remanentes subconscientes de la dominacin
desde la naturalizacin darwiniana de la vida depredadora la supervivencia del
ms apto explican la aceleracin drstica de la destruccin planetaria a la que
estamos asistiendo.
El regalo imaginario puede ser visibilizado nuevamente ya que todava existe
(aunque a menudo como una cultura liminal secundaria o una economa domstica
oculta sobre la que se apoya la pblica) pero tambin necesitamos ecomitologas
como medio por el cual la infancia y la juventud podran ser apoyadas y re-sociali-
zadas/condicionadas para imaginar alternativas ecosociales sanas (Kailo, 2008). No
entiendo por tales narrativas dominantes de conquista y violencia, sino historias
que se concentren en el modo ecosocial sostenible de vida de la prehistoria y de
eras posteriores cuyo rastro podemos encontrar en cuentos de hadas y cuentos po-
pulares, as como en las historias culturales reescritas de pueblos como el cabil (Ma-
kilam, 1999) o en las diversas economas del Don que an existen en India, Asia e
incluso en el continente americano del norte y del sur.
La lengua no es solo un vehculo para el esfuerzo comunicativo. Forma parte de
los caminos a travs de los cuales nos percibimos mutuamente y percibimos la na-
turaleza. La alternativa ecofeminista profunda que necesitamos es lingstica, dis-
cursiva, poltica y psicolgica. Podemos trazar la carta del camino hacia las
afinidades del don a travs del gnero, las especies y la cultura solo combinando
los diversos niveles y las estrategias multidimensionales de transformacin. La len-
gua cultural orientada hacia el don est basada en nuevos/prehistricos smbolos
del rbol de la vida, rituales dirigidos a asegurar la renovacin de la vida y el ciclo
de las estaciones, un tesoro de rituales que aseguraron el crculo bueno del don.
Como Mary B. Kelly (2012; El Heiskanen, Kailo, 2013), entre otros, ha demostrado,
implica artesanas femeninas, bordados y ornamentos que apuntaron a la promo-
cin/proteccin de los ciclos de vida, renacimiento y transmisin del conocimiento
ecolgico. Estas artesanas femeninas participaron del ethos basado en la proteccin
y la reciprocidad de las eras matriarcales a travs de un imaginario que no es la ima-
gen especular de la dominacin patriarcal. Por el contrario, como muestran estudios
recientes sobre los bordados homeopticos matriarcales, transmitan la sabidura
histrica significativa en cuanto al mantenimiento de la fertilidad, la renovacin de
la vida y los modos chamansticos de honrar las uniones csmicas. Esta sabidura
especfica de las mujeres y esta identidad ecolgica surgieron del otro imaginario y
de una prctica basada en la magia que asegura la suerte. Terminar con dos visio-
nes, una pesimista, otra ms optimista en cuanto al potencial que reside en los ima-
ginarios ecolgicos profundos del don, la economa del don:
DEL PATRIARCADO COMO SISTEMA ALQUMICO A LA ALTERNATIVA: EL IMAGINARIO DEL DON 371
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
ALTHUSSER, Louis (1971): Lenin and Philosophy and other essays, trad. de Ben
Brewster, New York, Monthly Review. Bachelard, Gaston and Maria Jolas
(Translator) (1994): The Poetics of Space, New York, Orion Press.
CHOMSKY, Noam (1999): Profit over People. Neoliberalism and Global Order, New
York: Seven Stories Press.
DUCAT, Stephen J. (2004): The Wimp Factor. Gender Gaps, Holy Wars, and the
Politics of Anxious Masculinity, Boston, Beacon Press.
GIMBUTAS, Maria (1991): The Civilization of the Goddess, San Francisco, Harper.
GTTNER-ABENDROTH, H. (ed.) (2008): Societies of Peace, Past and Present, To-
ronto, Inanna Press & Education.
KAILO, Kaarina y Irma HEISKANEN (2013): Nyttelyesite, Esiitien elmnvoiman
juurilla-perinnetietoa Pohjolan myyttiemojen ja haltioiden maa-ilmasta, julk.
Myyttikehr, Kaarina Kailo ja Irma Heiskanen. 2013, Oulu, pohjolan painotuote.
34 s. (Exhibition booklet, At the Roots of the Foremothers Life Force-Traditional
Knowledge regarding the Worldview of mythic totemistic female guardians and
haltias).
KAILO, Kaarina (2009): Sustainable Cultures of Life and Gift Circulation: A New
Model for the Green/Postcolonial Restructuring of Europe?, Sustainable Soci-
eties. Ed. Jarno Pasanen and Marko Ulvila. Ymprist ja kehitys ry (Environment
and Development Association), Finnish Ministry of Exterior, pp.1-16.
(2008), Wo/men and Bears. The Gifts of Nature, Culture, Gender Revisited,
Inanna Press & Education, Toronto.
(2007): Cyber /Ecofeminism, Encyclopedia of Gender and Information Tech-
nology: Exploring the Contributions,Challenges, Issues, and Experiences of
Women in Information Technology.Idea Group Reference. Ed. EileenM. Trauth.
Hershey: Pennsylvania State University, pp. 172-177.
(2004): Globalisation Revisited. Ecospiritual Movements Reviving the Gift Imag-
inary, In Search of a Humanised Globalisation. The Contribution of Spirituali-
372 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
(2011): The Failure of Modern Civilization and the Struggle for a Deep Al-
ternative, Frankfurt am Main, Peter Lang.
(2012): The failure of the Modern World System and the new paradigm, en
Babones, Salvatore y Chase-Dunn, Christopher (eds.), Routledge Handbook of
WorldSsystems Analysis, Oxon and New York, Routledge, pp. 172-180.
22. Ecofeminismos materialistas. Poltica de la
vida y poltica del tiempo en Mary Mellor1
Mara Jos GUERRA
Universidad de La Laguna
MARY MELLOR
M
i objetivo en este texto es explorar las propuestas y perspectivas de una
de las vetas ms interesantes de la ramificada familia de enfoques ecofe-
ministas, la de los ecofeminismos materialistas. Los ecofeminismos han
sido marginales, y marginalizados, tanto en el horizonte de las teoras y prcticas
del ecologismo como del feminismo. Su carcter hbrido, desarrollado al hilo del
debate tico y poltico entre dos de los movimientos sociales ms decisivos de los
ltimos cincuenta aos, el ecologista y el feminista, supone, por un lado, una falta
de encaje en los discursos hegemnicos de ambos movimientos, a la vez que propi-
cia una fructificacin mutua, a travs de la crtica entrecruzada, a la que creo que
es interesante atender. Hoy encontramos, por ejemplo, que las ideas ecofeministas
son un ingrediente esencial de los discursos sobre la justicia global, donde se funde
tanto con teoras liberacionistas de la tecnologa como alimenta los fenmenos de
los feminismos postcoloniales y de los ecologismos de los pobres. Afrontaremos,
pues, la exposicin y comentario crtico de algunas tesis de una de las ecofeministas
materialistas ms afamadas, la britnica Mary Mellor. Destacaremos de sus pro-
puestas, enraizadas y a la vez crticas con la raz marxiana, cuatro aspectos decisivos
que la cualifican para pasar el test que Alicia Puleo establece para engrosar la familia
de los ecofeminismos crticos (Puleo, 2008 y 2011).2 Las notas materialistas y cons-
1
Este trabajo est inserto en el Proyecto I+D Justicia, ciudadana y gnero: feminizacin de las
migraciones y derechos humanos (FFI2011-24120) del Ministerio de Economa y Competitividad
del Gobierno de Espaa.
2
He comentado las tesis de Puleo en M. Jos Guerra Palmero en La nueva Ariadna y las Ilustra-
ciones olvidadas. Crtica, sensibilidad y utopa para el siglo XXI, Daimon. Revista Internacional de
Filosofa, n 57, 2012, pp. 169-172.
376 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
que no se monetariza. De hecho, con Arlie Russell Hochschild podemos decir que,
como fuerza social y cultural, el actual capitalismo pugna por mercantilizar mbitos
antes ajenos a sus reglas, incluso la vida ntima (Russell Hochschild, 2008). Un ejem-
plo sera la patentabilidad de la vida, al hilo de la revolucin biotecnolgica que se
est traduciendo en la apropiacin del patrimonio gentico comn por parte de las
Corporaciones, pero tambin la entrada en el mercado global de los servicios de
cuidado y de los llamados servicios sexuales. La dimensin transnacional, cadenas
globales de cuidado o el trfico de mujeres, es la novedad por su alcance y magni-
tud, que abre la posibilidad de hablar de un sistema sexo/gnero global (Fraser,
2009). El elemento bsico de la extraccin de plusvala, traducido como extenua-
cin fsica y agotamiento emocional, mantiene a las mujeres como cuidadoras so-
ciales atadas por el mecanismo motivacional del deber o del amor a la vez que
las redes transnacionales de la globalizacin, encarnadas en las migraciones, fuerzan
nuevos modelos de explotacin capitalista tanto por la feminizacin de la mano de
obra internacional el fenmeno de las maquilas como por la creacin de nuevas
formas de servidumbre que se suman a las antiguas.
La cuestin es, adems, que el capitalismo de mercado, an con modificaciones
ad hoc, no puede resolver los problemas ambientales globales. Su motor, el obtener
beneficios a corto plazo es incompatible con la conservacin ecolgica a largo plazo.
Las regulaciones medioambientales moratorias, lmites a la contaminacin, im-
plementacin del principio de precaucin, proteccin del territorio y de las especies,
etc. chocan con el objetivo del capitalismo, no son compatibles con la expansin
irrestricta del libre mercado. Es ms, requieren de instituciones polticas, locales,
nacionales y transnacionales, que las implementen y hagan cumplir. El neolibera-
lismo, por lo tanto, no puede tener un rostro verde.
Este hecho, adems el de la incompatibilidad entre capitalismo global y soste-
nibilidad, en la argumentacin de Mellor, impacta en el feminismo: el femi-
nismo que aboga por la igualdad de oportunidades siempre estar muy limitado si
no advierte la insostenibilidad de las sociedades consumistas contemporneas. No
sera un gran logro conseguir la igualdad en un barco que se est hundiendo (Blasco,
2002: 21). Pero el ecologismo tiene tambin que enfrentar el hecho de que si no
atiende a la asimetra de gnero que estructura y sostiene la economa de mercado
ser responsable de trasladar asunciones patriarcales a sus alternativas verdes.
La economa capitalista no es neutral desde el punto de vista del sexo/gnero. No
solo porque en las lites econmicas las mujeres brillen por su ausencia, la preocupa-
cin del feminismo liberal es meramente esta, sino porque el trabajo no remunerado
de las mujeres subsidia la economa global y su tendencia, agudizada en los ltimos
tiempos, a bajar salarios y precarizar el trabajo haciendo retroceder en los pases eu-
ropeos, o impidiendo que avancen en el Sur Global, los derechos de los trabajadores
y de las trabajadoras.
ECOFEMINISMOS MATERIALISTAS 379
son descartados por la economa neoliberal como externalidades. Esto es, las mu-
jeres y la naturaleza no cuentan tras decretarse su carcter ajeno, su alteridad radical
con respecto a la soberana absoluta del mercado. Revisemos ahora sus aportaciones
crticas sobre el homo economicus y la inteleccin de las diversas temporalidades
en conflicto en nuestra vida material y social.
Este asunto nos va a permitir ver cmo opera la apuesta por la inmanencia y la ma-
terialidad concreta del pensamiento de Mellor (1997). Este constructo ficticio re-
mite al pretendido sujeto de las supuestas decisiones racionales en una sociedad de
mercado, donde los individuos son responsables de construir su propio bienestar
mediante elecciones reflexivas y calculadas. El homo economicus se presenta como
maximizador de sus opciones, racional en sus decisiones y egosta en su compor-
tamiento. Dado que la gnesis de tal constructo coincide con la operacin social y
poltica de la separacin de las esferas, se entiende que, en un primer momento, las
mujeres fueron entendidas como lo Otro del homo economicus. Las mujeres,
como reproductoras sociales, aparecen as como seres al servicio de los otros. Rous-
seau, idelogo del patriarcado moderno, fustigar el egosmo y las aspiraciones cul-
turales de las aristcratas para alumbrar a la obediente Sofa, una mujer atenta a
las necesidades de Emilio. Las mujeres sern presentadas como intensamente emo-
cionales, todo sentimiento, y en consecuencia, como irreductiblemente irracionales.
Esta ltima caracterstica las inhabilitar para la esfera pblica, para la economa y
la poltica. La atribucin social del altruismo con los ms prximos sellar su en-
trega al trabajo domstico y al cuidado. Este altruismo es adems, inmediato,
no admite dilaciones, hay que responder al momento a las necesidades de los dems
y esto va a privar a las mujeres no solo de la habitacin propia, que reclamaba Vir-
ginia Woolf, sino de tiempo propio.
A pesar de los cambios sociales, respecto a las relaciones de gnero, ocurridos en
el siglo XX, Mellor puntualiza que En una sociedad dominada por el hombre eco-
nmico en la que la responsabilidad por las decisiones productivas descansa en las
compaas, laboratorios y gobiernos (mayoritariamente masculinos), no puede haber
voz para las mujeres y para la naturaleza (Mellor, 2000: 137). En la esfera pblica,
se espera que las mujeres incorporadas se asimilen y acomoden al constructo el
estereotipo de la ejecutiva agresiva que pierde, a cambio, su feminidad, pero dado
que la tica del cuidado sigue vigente, se espera de ellas que sus prioridades con-
cuerden con esta ltima. De este modo, las disonancias y tensiones se multiplican.
La traduccin material de este conflicto, encarnado en la doble jornada, es una asi-
metra notable entre los sexos en la carga de trabajo en las sociedades desarro-
ECOFEMINISMOS MATERIALISTAS 381
lladas, con sus bajas tasas de natalidad, la presin ha pasado al cuidado de los an-
cianos. Las tensiones que generan las dos lgicas, la de la competencia profesional
y la realizacin familiar como atencin a las necesidades de los otros hace que las
mujeres apresadas en estos dilemas sociales estn no solo exhaustas, sino tambin
hambrientas del tiempo para aspirar a lo que el ideal de autonoma y de autorrea-
lizacin de la Modernidad prometa: alzarse sobre la red intersubjetiva como dis-
positivo terminal nico y protagonista.
La construccin androcntrica del homo economicus descansa, dice Mellor, en
la existencia de otro destinado a absorber los aspectos subordinados de la vida
(Mellor, 2000: 134). Frente a los aspectos subordinados de la vida, el cuidado de
los otros, principalmente, se destacan las prioridades de una agenda econmica y
poltica caracterizada como letal por Mellor, en la estricta tradicin ecofeminista.
Por decirlo con uno de los ejemplos de los aos ochenta, se prefieren las armas nu-
cleares a las guarderas. La lgica de la guerra domina el lenguaje econmico y po-
ltico de la competencia y la acuacin masculinista del poder duro.
Las agendas econmicas y polticas se disean dejando atrs el carcter corporal
y necesitado de la humanidad. No se piensa sobre los imperativos de la biologa ni
de la ecologa. No se entiende lo humano como encarnado e incardinado en el eco-
sistema.
El homo economicus opaca la niez, la enfermedad, el hambre, la necesidad de
descanso y sueo, la ropa sucia, las preocupaciones cotidianas, la maternidad y la
paternidad, el envejecer y las responsabilidades. En este corte operado por la ficcin
del homo economicus las mujeres soportan las cargas y las tensiones entre las dos
lgicas sociales: la de la competencia y la maximizacin del beneficio y la del al-
truismo inmediato debido a los ms prximos. Mellor parafrasea a Ynestra King:
Este es el pequeo sucio secreto: la humanidad procede de la naturaleza no hu-
mana (Mellor, 2000: 130).
La ficcin del homo economicus ha forjado el imaginario social moderno del
individualismo posesivo sobre la premisa del individuo hecho y derecho que fun-
ciona independientemente, responsable solo de lo suyo, libre para toda iniciativa
econmica, se ha hipertrofiado en el neoliberalismo. Su carcter burgus, su an-
drocentrismo, la identificacin con la experiencia masculina del mundo y su etno-
centrismo son sus notas. Esta falsa libertad econmica ignora los parmetros
ecolgicos y biolgicos que constrien las opciones de las sociedades y la humani-
dad. Pondremos un ejemplo de su innegable y funesto xito neoliberal en las pol-
ticas del desarrollo. Todos hemos sido testigos de la retrica triunfal de los
microcrditos como estrategia contra la pobreza. La bancarizacin de los y las po-
bres ha sido concebida bajo el patrn del homo economicus a partir de asunciones
neoliberales y patriarcales: el que los mercados no estn construidos socialmente
y el de que los individuos y las familias aisladas son unidades de anlisis viables.
382 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
As, hemos inventado al pobre endeudado hasta la mdula, sobre todo a las mujeres
por ser ms fiables al devolver el dinero. Las concepciones individualistas del em-
poderamiento femenino en contextos de pobreza estn siendo atacadas duramente
porque descuentan las dimensiones de ciudadana a las que las mujeres tienen de-
recho. Se opta por slvese quien pueda antes que por polticas pblicas igualita-
ristas de empleo, asumiendo el empequeecimiento del Estado en consonancia con
el credo neoliberal. El caso reciente de Brasil demuestra cmo reducir las desigual-
dades es una cuestin de polticas pblicas redistributivas y polticas de empleo y
desarrollo capitaneadas por el Estado. Eso no resta para que, a pesar de contar con
voces crticas sobre la sostenibilidad, no se est revisando el carcter insostenible
del crecimiento.
Por ltimo, aunque Mellor no lo explicita, el homo economicus es una cons-
truccin trasplantada a todo el globo con el fin de romper los lazos de reciprocidad
comunitaria vigentes en gran parte de las culturas del planeta. Adelman y Taft, en
un artculo que evaluaba polticas del desarrollo, llegaban a pedir directamente a
los antroplogos, como economistas, indicaciones para ver cmo quebrar las soli-
daridades tradicionales en pos de la emergencia de la psicologa ventajista y com-
petitiva del homo economicus. El rechazo al constructo, a la ficcin normativa
occidentalizadora, forjada por el capitalismo, es hoy motivo de resistencia cultural,
econmica y poltica en muchas comunidades que intentan ensayar modelos de eco-
noma social y cooperativa. El reciente premio Nobel de economa a una mujer he-
terodoxa, Elinor Ostrom (Aguilera, 2009), debera azuzar el debate sobre otros
mitos correlativos como el de la Tragedia de los Comunes, en un momento en que
es urgente, por imperativo ecolgico, establecer los usos de bienes comunes globales
como la atmsfera o los mares. Los abusos y expolios ya sabemos a dnde nos han
conducido.
Las mujeres son las generadoras primarias de plusvala en forma de tiempo social.
MELLOR (Blasco, 2002: 23)
Abordemos, ahora, la analtica del tiempo que nos expone Mellor. El dato histrico
de partida es que la Revolucin Industrial se origin a partir del mecanismo bsico
del control del tiempo en el mismo momento en que la produccin se desplazaba
de la casa familiar o de la comunidad a la fbrica disociando trabajo y hogar. As,
se inventaba un dispositivo bsico para organizar el trabajo: el pago por el tiempo
trabajado en forma de salario. El tiempo social originado por esta revolucin est
guiado por la extraccin de la plusvala, por la aceleracin y la rapidez, que van a
ECOFEMINISMOS MATERIALISTAS 383
ensayarse con la mecanizacin y con los sistemas cada vez ms racionales de tra-
bajo. Nunca olvidaremos al genial Chaplin en Tiempos Modernos burlndose de
la apuesta por la velocidad del fordismo. El caso es que el tiempo social del trabajo
colisiona, choca, con lo que Mellor va a caracterizar como tiempo biolgico el
de las necesidades humanas, el del cuidado y la reparacin del cuerpo y el an
ms reposado tiempo ecolgico referido a la escala de tiempo de la sostenibilidad,
de la renovacin y la regeneracin de la naturaleza. Las mujeres se sitan en las l-
neas de choque de estas temporalidades, sobre todo en la referida al cuidado, ms
en el Norte del planeta, y a la supervivencia, ms en el Sur, que suma todo. El re-
sultado es el hambre femenina de tiempo que es paralela a la feminizacin de la po-
breza. Las jornadas de trabajo de las mujeres son extensas y extenuantes, ms an
en tiempos de ms y ms desregulacin laboral o de trabajo intensivo en la economa
sumergida y/o informal. En los pases enriquecidos, adems, esta segunda jornada
se transfiere a otras mujeres en los trabajos mal pagados y precarios de las trabaja-
doras domsticas procedentes de la migracin internacional.
Mellor afirma que centrarse en el trabajo de las mujeres no es esencialista, sino
materialista. As se logra exponer una construccin del mundo material, ligado a
las necesidades biolgicas y a los lmites ecolgicos, que tiene su base en el trabajo
y el tiempo proporcionado por las mujeres a los otros de manera gratuita. Aqu se
habla de un materialismo corporeizado, nocin que toma de Ariel Salleh.
Si el objetivo es pensar una sociedad igualitaria y sostenible, habr que revisar
la pulsin a la velocidad del capitalismo global consuma ms y ms veces, pro-
duzca ms de forma inmediata y revisar el tiempo social puesto que su enajena-
cin es lesiva para la satisfaccin de necesidades humanas y para la buena marcha
del planeta. La nueva organizacin social debe pensar la poltica del tiempo por
encima de la obtencin del beneficio inmediato y del mero crecimiento, debe situar
a la justicia social, especialmente en sus dimensiones de clase, gnero y etnicidad,
y a la sostenibilidad como criterios prioritarios. Mellor habla de que sea posible
tener tiempo para crecer, para jugar, para estar enfermo, para disfrutar de la familia
y los amigos puesto que somos seres sociales con necesidades afectivas que no cubre
el consumo compulsivo con que nos seduce el aparato de marketing capitalista. La
sostenibilidad y no las fuerzas del mercado salarios bajos, jornadas extensivas,
energa barata y polucin externalizada deben ser las rectoras (Mellor, 2000: 137).
Se tratara, por tanto, de reconectar al reloj, a la medida del tiempo con la vida
y la naturaleza, para efectivamente reconocernos en nuestra corporalidad necesitada
y en nuestra pertenencia al ecosistema local y global. Desgraciadamente, las tecno-
logas de la comunicacin, tan tiles para tantas cosas, se estn ensamblando en el
sistema econmico para servir a la disponibilidad completa de los trabajadores, con
la exigencia de responder al instante. Con esta incursin en el tiempo de descanso,
de ocio, en alternativas incluso presentadas al servicio de la conciliacin como el
384 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
La posicin por la que abogo es un ecofeminismo materialista profundo que analice las
relaciones materiales de sexo/gnero en trminos de la confrontacin de la inmanencia
humana, la corporeidad fsica y la insercin ecolgica. (Mellor, 2000: 225)
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
AGUILERA, Federico (2009): Una nota sobre la Nobel de Economa Elinor Os-
trom, Revista de economa crtica, n 8, segundo semestre, pp. 4-7.
BRAIDOTTI, Rosi (2005): Metamorfosis, Madrid, Akal.
(2009): Transposiciones, Barcelona, Gedisa.
BLASCO, Jaume (2002): Ecologismo, feminismo y socialismo. De la intergracin
ideolgica a la transformacin social. Una conversacin con Mary Mellor Eco-
loga Poltica, n 23, pp. 19-24.
DALLA COSTA, Mariarosa (2009): Dinero, perlas y flores en la reproduccin femi-
nista. Madrid, Akal.
FRASER, Nancy (2009): El feminismo, el capitalismo y la astucia de la historia,
New Left Review, n 56, pp. 87-103.
GUERRA PALMERO, Mara Jos (2012): La nueva Ariadna y las Ilustraciones olvi-
dadas. Crtica, sensibilidad y utopa para el siglo XXI, Daimon. Revista Interna-
cional de Filosofa, n 57, pp. 169-172.
MELLOR, Mary (1997): Women, nature and the social construction of economic
man, Ecological Economics, 20, pp. 129-140.
386 ECOLOGA Y GNERO EN DILOGO INTERDISCIPLINAR
L
a memoria feminista conserva un pasado de esperanzas defraudadas y apoyos
no recprocos en relacin con otros movimientos sociales. El presente trabajo
pretende contribuir a lo que me gusta llamar Pactos de Ayuda Mutua entre
los movimientos sociales contemporneos, en este caso, entre el ecofeminismo y el
ecologismo en sus diversas variantes, en un tiempo de crisis mltiples y desesperada
necesidad de alternativas viables y solidarias. Nada ms adecuado, para comenzar,
que recordar unas palabras de la malograda Petra Kelly, cofundadora de Los Verdes
alemanes (Die Grnen): Nosotras queremos trabajar con nuestros hermanos del
movimiento verde, pero no queremos estar sometidas a ellos. Ellos deben demostrar
su buena voluntad para abandonar sus privilegios de miembros de la casta mascu-
lina (Kelly, 1997: 29).
En el primer apartado recordar algunas de las numerosas decepciones histricas
que sufrieron las feministas en su contacto con otros movimientos por la libertad y
la igualdad. En el segundo, realizar una breve aproximacin al ecofeminismo, esa
corriente del feminismo que actualmente despierta tantas expectativas en un mundo
que se enfrenta a una crisis ecolgica de dimensiones crecientes. Finalmente, en el
tercero, abordar lo que considero cinco escollos en la relacin entre (eco)feministas
y ecologistas con el objetivo de sealar las vas de su superacin y el consiguiente
xito de los Pactos de Ayuda Mutua a corto, medio y largo plazo.
1
Este trabajo se ha realizado en el marco de los proyectos de investigacin La igualdad de gnero
en la cultura de la sostenibilidad. Valores y buenas prcticas para el desarrollo solidario (FEM2010-
15599) y Prismas filosfico-morales de las crisis (PRISMAS: FFI2013-42935-P). Una versin anterior
ha sido publicada en italiano con el ttulo de Donne e mutamento sociale: uno sguardo ecofeminista,
en Cacciari (2014).
388 ECoLoGA y GNERo EN DILoGo INtERDISCIPLINAR
2
Su discurso, que fue seguido por el decreto de la Convencin Nacional que prohiba todo club
poltico de mujeres, tuvo lugar en la sesin del 9 Brumario, que corresponde a la fecha del 30 de oc-
tubre de 1793. Fue publicado en el peridico revolucionario Le Moniteur universel (tome 18, n40,
p. 164).
EL ECoFEMINISMo y SUS CoMPAERoS DE RUtA 389
que reconoca en las bases del sistema patriarcal no solo aspectos jurdicos y eco-
nmicos, sino tambin afectivos y simblicos ((Puleo, 2005; De Miguel, 2008b).
Autodenominadas radicales en alusin al sentido etimolgico de ir a la raz de
un problema,3 estaban redefiniendo lo que se consideraba una buena vida (en tanto
anhelo de felicidad), la vida buena (como ideal tico) y la sociedad justa (u organi-
zacin poltica basada en principios, virtudes y valores ticos). De ah que se incluya
al feminismo, a pesar de su larga trayectoria, dentro de los llamados nuevos mo-
vimientos sociales junto con el ecologismo (Dalton y Kuechler, 1992). Ambos tu-
vieron similares desencuentros con tericos y militantes de la izquierda que tardaron
bastante en aceptar (quienes lo han hecho, que no son todos) que la economa no
era la nica clave explicativa de todo fenmeno social y que una industrializacin
devastadora basada en el mito del crecimiento indefinido no era la meta indiscutible
que aportara un bienestar sin sombras a la humanidad.
Pero el ecologismo, como movimiento emergente, a pesar de tener unas bases
altamente feminizadas, no ha estado exento de reproducir los viejos errores de
otros movimientos progresistas con respecto a las mujeres. Cierto es que los par-
tidos verdes fueron pioneros en la aplicacin de la paridad en sus listas e integraron
al feminismo ya en sus inicios, impulsados en este aspecto tan innovador por el
pensamiento de figuras de la talla de Petra Kelly (Riechmann, 1991, 1992; Velasco
Sesma, 2010 y 2014). Pero las ecofeministas materialistas Ariel Kay Salleh (1994)
y Mary Mellor (1997) tuvieron que criticar la devaluacin del trabajo reproductivo
realizado por las mujeres en que incurran hasta los mismos tericos ecosocialistas.
Val Plumwood (1993) mostr la exclusin de la experiencia femenina del cuidado
emptico del otro en la nocin de yo expandido de la Deep Ecology. Mary Judy
Ress (2006) se lament de lo poco que se escuchaba a las ecofeministas espiritua-
listas latinoamericanas en el seno de la propia teologa de la Liberacin a la que
se adscriban. Estos reproches apuntan a un problema compartido que, despus
de una rpida aproximacin al ecofeminismo, analizar, sin pretensiones de ex-
haustividad, en cinco puntos clave.
EL ECoFEMINISMo
3
y no por emplear la violencia, como parece sugerir ahora este trmino debido a su interesado
uso como arma de descalificacin en las ltimas dcadas.
EL ECoFEMINISMo y SUS CoMPAERoS DE RUtA 391
surgida en el ltimo cuarto del siglo XX. Por lo general, no se reconoce la autora
de tal proeza, pero es incontestable. La tarea emancipatoria no ha terminado y las
mujeres conservan el entusiasmo y la fuerza de los sujetos sociales emergentes. El
anlisis feminista de las relaciones de poder y de la construccin de las identidades
de gnero se ha extendido a mltiples aspectos sociales y culturales. Con mucha
propiedad, el feminismo podra hacer suya la afirmacin nada de lo humano me
es indiferente. y si atendemos a su implicacin ecolgica a travs de la corriente
llamada ecofeminismo, agregaremos: ni de lo no humano. En sus diferentes for-
mas, el ecofeminismo aborda los nuevos problemas derivados del desarrollo indus-
trial; analiza las relaciones entre patriarcado y dominio sobre la naturaleza;
revaloriza las actitudes y virtudes de la tica del cuidado histricamente propias de
las mujeres; denuncia los graves problemas de salud sufridos por las mujeres a causa
de la contaminacin;4 revela la miseria y la multiplicacin de las tareas de las mujeres
ms pobres debido al deterioro medioambiental y sostiene que el modelo neoliberal
tecnocapitalista depredador ha de ser reemplazado por una relacin armnica con
el medio que, en vez de buscar el beneficio mercantil a corto plazo, conserve los
recursos naturales, respete a los dems seres vivos y atienda al bien comn.
Minoritario dentro del feminismo, el ecofeminismo es hoy una fuerza emergente
que atrae sobre todo a las jvenes, genera estilos de vida ecolgico-feministas, se
concreta en acciones precisas ecolgicas y animalistas, se difunde en las redes so-
ciales a travs del ciberactivismo y se expresa con diversos enfoques en las Huma-
nidades y las Ciencias Sociales. Como en toda corriente de pensamiento vivo, el
ncleo de ideas compartidas en este caso, la tesis de una relacin entre patriar-
cado, subordinacin de las mujeres y dominio sobre la Naturaleza no humana
no impide la existencia de posturas diferentes y hasta radicalmente opuestas entre
las distintas pensadoras. Algunas tericas se han decantado por el esencialismo con
respecto a la identidad de gnero, otras optan por el constructivismo. El materia-
lismo histrico ha inspirado ciertas investigaciones, las teoras postmodernas, otras.
Hay quien ha partido de hiptesis antropolgicas de difcil comprobacin sobre la
existencia de un supuesto matriarcado primitivo que, sostienen, subsistira en al-
gunos pueblos actuales,5 afirmacin que no puedo dejar de sealar suscita mi
escepticismo. Algunas pensadoras se han centrado en el anlisis de la estructura so-
4
Los pesticidas y herbicidas actan como xenoestrgenos, causando un notable incremento del
cncer de mama y del Sndrome de Hipersensibilidad Qumica mltiple tanto en productoras como
en consumidoras. Sobre la incidencia de los productos qumicos en la salud de las mujeres, ver, en
este libro, el captulo Sesgos de gnero en medio ambiente y salud, de la endocrinloga Carme
Valls-Llobet.
5
Para un ejemplo de esta posicin, ver en este libro el trabajo de Kaarina Kailo Del patriarcado
como sistema alqumico al imaginario del don.
392 ECoLoGA y GNERo EN DILoGo INtERDISCIPLINAR
cioeconmica del capitalismo desde una perspectiva ecofeminista.6 otras han de-
sarrollado sus tesis ecofeministas desde la teologa (p. e. Gebara, 2000) o la Filosofa
(p. e. Plumwood, 1993), o desde cosmovisiones no occidentales (p. e. Shiva, 1988).
tambin existe diversidad en la interpretacin de la historia de la Filosofa y en las
consideraciones en torno a la tica animal (Adams y Donovan, 1995; Warren, 1996;
Puleo, 2011).
Por ltimo, cabe destacar que la interrupcin voluntaria del embarazo y hasta
el control de la natalidad parecen suscitar reparos a algunas ecofeministas (p. e.
Mies, 1998), lo cual me ha llevado a sostener que un ecofeminismo que parte de la
idea de santidad de la vida conlleva un alto riesgo de alejamiento con respecto a
las reivindicaciones de libertad y de decisin sobre el propio cuerpo del feminismo.
Existe tambin lo que puede considerarse una praxis ecofeminista en la que sus
agentes no se auto-aplican ese calificativo. Como forma del llamado ecologismo
de los pobres (Martnez Alier, 2004), esa praxis ecofeminista tiene una presencia
creciente en la resistencia a lo que la ecofeminista y altermundialista Vandana Shiva
ha llamado el mal desarrollo (Shiva, 1988). Los grupos de mujeres en lucha contra
proyectos locales devastadores del medio ambiente se han multiplicado en las lti-
mas dcadas. Este incremento responde principalmente a la intensificacin del
ritmo de la globalizacin neoliberal. La disminucin de los recursos naturales de-
bido a la sobreexplotacin y el fenmeno de la deslocalizacin de las empresas han
ampliado los lmites espaciales y la profundidad de implantacin del modelo que
algunos han llamado, con demasiado optimismo, capitalismo desmaterializado.
Lejos de hacerse independiente de los bienes naturales, esta fase globalizada co-
rresponde a la liquidacin final de la Naturaleza y a la inclusin forzada de la tota-
lidad de humanos y no humanos en los engranajes implacables de la economa de
mercado.
El sistema de produccin agrcola hegemnico destruye la biodiversidad, genera
pobreza y exclusin social. Empeora notablemente las condiciones de la vida coti-
diana de las campesinas del Sur, haciendo ms difcil su labor de obtencin de ali-
mentos, de lea o de agua. ya en los aos ochenta del siglo XX, V. Shiva denunciaba
que las mujeres rurales de la India que vivan en una economa de subsistencia eran
las primeras vctimas de la llegada de la explotacin intensiva racional dirigida
al mercado internacional (Shiva, 1988). El avance de la deforestacin les condenaba
a recorrer a pie grandes distancias para encontrar la lea que antes recogan junto
al pueblo. organizadas en torno a los principios de respeto a los dems seres vivos
propios de la tradicin de la India y de las enseanzas de Gandhi, las mujeres
6
Para una exposicin del ecofeminismo materialista de Mary Mellor, ver en este mismo libro el
captulo de Mara Jos Guerra Ecofeminismos materialistas. Poltica de la vida y poltica del tiempo
en Mary Mellor.
EL ECoFEMINISMo y SUS CoMPAERoS DE RUtA 393
7
La conciencia de la importancia del trafkintu ha llevado a la Carta de Kurarrewe: Proclamacin
por el cuidado de la semilla y la soberana alimentaria del wallmapu de mayo de 2012. Puede consul-
tarse en Internet.
8
Campesinas se transforman en Guardianas para asegurar la defensa de la Amazonia. Entrevista
a Ins Fajardo, en Cimacnoticias. Periodismo con perspectiva de gnero, 21/02/2014. Puede con-
sultarse en: http://www.adital.com.br/?n=cdfs (consultado el 30 de noviembre de 2013).
394 ECoLoGA y GNERo EN DILoGo INtERDISCIPLINAR
cuerdan tambin que son quienes producen el 80 % de los alimentos en los pases
ms pobres. Enumeran los daos causados por la agricultura industrial, reclaman
para las mujeres el acceso a la tierra, a los recursos y servicios esenciales y piden la
participacin poltica. Rechazan explcitamente tanto la opresin moderna del mer-
cado como la antigua de las sociedades tradicionales. Por su parte, el Documento
Final del Noveno Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres
(MMM, 2013), preparatorio de la Cuarta Accin Internacional de laMarcha Mundial
de las Mujeres de 2015, reivindica una cultura feminista contra-hegemnica que
incluye entre sus objetivos la lucha contra el agronegocio, el hidronegocio, el ex-
tractivismo, los cultivos transgnicos y la expropiacin de tierras a la vez que de-
nuncia la violencia sexista y el conservadurismo crecientes que estn vinculados a
estas nuevas formas de dominio del mundo. Vemos, pues, que la lucha por la So-
berana Alimentaria abre nuevas vas de reivindicacin de la dignidad y la autono-
ma de las mujeres.9 En el medio rural, un mbito difcil para las reivindicaciones
feministas, se comienza a tomar conciencia de la subordinacin femenina y de la
violencia patriarcal. Las mujeres ya no se resignan a ser productoras invisibles y re-
claman reciprocidad.
De los llamados nuevos movimientos sociales se ha afirmado que son praxis cogni-
tiva que opera una redefinicin de la realidad. En este sentido, el feminismo, a pesar
de su larga historia, puede ser incluido entre los nuevos porque ha redefinido lo
que es ser hombre y mujer al cuestionar y transformar las relaciones entre los sexos
(De Miguel, 2003). El ecologismo y el animalismo, en sus diversas formas, redefinen
tambin al ser humano y a la naturaleza no humana. Los movimientos gay y lsbico,
el LGtB y, recientemente, el movimiento asexual han propuesto nuevas visiones del
amor y la sexualidad. En la estela del ecologismo, son tambin redefiniciones de la
realidad aquellos paradigmas que, como el decrecimiento, la ecologa social, el eco-
socialismo y el ecofeminismo, a pesar de las diferencias que los separan, coinciden
en transformar el criterio con el que se mide la calidad de vida, abandonando la ti-
rana del mercado o dogmas tales como ms siempre es mejor.
tanto en su teora como en su praxis, el ecofeminismo comparte numerosos
principios y metas con los dems paradigmas alternativos a los dogmas actuales del
9
Sobre las tensiones provocadas por las demandas de las mujeres en la prctica de la Agroecologa,
una disciplina ligada a la meta de la Soberana Alimentaria, ver el captulo de este libro titulado Una
mirada ecofeminista sobre las luchas por la sostenibilidad en el mundo rural de la investigadora bra-
silea Emma Siliprandi.
EL ECoFEMINISMo y SUS CoMPAERoS DE RUtA 395
10
Un ejemplo de ello es la excelente novela de ciencia ficcin de Ursula Le Guin El nombre del
mundo es bosque (the Word for World Is Forest) cuya publicacin en ingls data de 1976.
11
Sobre el protagonismo de las mujeres en esta tarea, ver, en este libro, el captulo Aportaciones
de las mujeres indgenas al dilogo entre filosofa y ecologa, de la profesora mexicana Georgina
Aim tapia Gonzlez; y el ya citado de la especialista brasilea en mujeres y Agroecologa, Emma
Siliprandi.
396 ECoLoGA y GNERo EN DILoGo INtERDISCIPLINAR
1) Mujeres invisibles
En las relaciones entre la teora feminista y las teoras ecologistas (en sus muy diversas
variantes) se suele reproducir la falta de reciprocidad y reconocimiento que se ob-
serva entre los sexos en el conjunto de la sociedad patriarcal. Las feministas estudian
y citan a tericos de todo origen pero la inversa es mucho menos frecuente. Pocos
son los autores que, desde el ecologismo, el ecosocialismo o el decrecimiento, reco-
nocen las aportaciones del feminismo.12 As, por ejemplo, un famoso pensador de la
teora del decrecimiento no tiene problemas en reconocer parentescos con la Eco-
loga Social de Murray Boockin, la Deep Ecology de Arne Naess, el neozapatismo
de Chiapas, el sumak kausay (buen vivir) de los pueblos originarios de Latinoamrica
pero reduce la gran diversidad existente de expresiones del ecofeminismo (populares
y acadmicas, filosficas y sociolgicas, etc.), a una irnica y peyorativa mencin a
las grandes sacerdotisas ecofeministas de los cultos neopaganos sincrticos y new
age (Latouche, 2007: 156). Asimismo, es asombroso que logre el prodigio de hablar
de control demogrfico y reproduccin humana sin mencionar siquiera una sola vez
la palabra mujeres o referirse de alguna otra manera a su existencia (Latouche,
2007: 46-50). En otros autores, existe una tendencia a subsumir la pluralidad de
las mujeres en la categora la mujer, lo cual es tambin una forma de invisibilidad
de todas y cada una en tanto personas diversas. Esta invisibilidad no solo suele ser
algo comn en los textos, tambin se da en la dinmica cotidiana de grupos de j-
venes por la sostenibilidad. En ocasiones, algunas activistas me han comentado su
decepcin por haber descubierto que se contaba siempre con las mujeres para las
12
Son honrosas excepciones a esta regla del total olvido y el silencio: Andrew Dobson (1997),
Paolo Cacciari (2008), Jorge Riechmann (2012, 2013), Joan Martnez Alier (2007) y Florent Marcellesi
(2012), entre otros.
EL ECoFEMINISMo y SUS CoMPAERoS DE RUtA 397
tareas cotidianas de infraestructura pero pocas veces las elegan cuando surga la
oportunidad de enviar un portavoz a los medios de comunicacin, por ejemplo.
Asimismo, en la estructura de numerosas oNG ambientales puede advertirse la co-
nocida pirmide de bases femeninas y cspide masculina.
2) Emancipacin en diferido
Esta es una antigua y recurrente exigencia que se ha hecho a las mujeres desde
movimientos sociales progresistas distintos al feminismo. Se les llama a postergar
sus intereses como colectivo de gnero y a plegarse a un objetivo general que, su-
puestamente, solucionar en el futuro todos los problemas del segundo sexo.
Como ya hemos visto, tal fue el mensaje que Engels envi a las mujeres con res-
pecto al sufragismo: la lucha sufragista no tena sentido ya que la sociedad comu-
nista que emergera tras la revolucin no sera patriarcal. Por ello, las mujeres
deban olvidar sus propias reivindicaciones y dedicar todos sus esfuerzos a acelerar
el proceso revolucionario. La historia demostr despus que no se cumplira tal
promesa. Este no es el nico caso de promesa incumplida. Los ejemplos histricos
son innumerables. En los procesos de lucha social y poltica se suele aceptar la
participacin de las mujeres mientras se est en el momento de la lucha y se nece-
sita sumar energas. Cuando se alcanza el poder, las demandas de las mujeres son
generalmente ignoradas. Recordar este triste fenmeno no implica aconsejar que
las mujeres se abstengan de participar en otra lucha social que no sea el feminismo
pero s que lo hagan desde la autoconciencia de pertenecer a un colectivo de sexo
que ha padecido y padece un tipo especial de opresin. La emancipacin en dife-
rido no es ms que una promesa vana si no se acompaa de una praxis igualitaria
en el seno del grupo desde el presente. Este gran escollo de la emancipacin en
diferido est estrechamente ligado a la invisibilizacin de las mujeres, a su percep-
cin como idnticas y a su no reconocimiento pleno como sujetos en igualdad.
El ecofeminismo ha de cumplir, al respecto, la funcin de una necesaria negocia-
cin preventiva con el ecologismo.
3) Ilustracin olvidada
13
El fundador de la revista, Edward Goldsmith (1928-2009), ya sostena en sus escritos que solo
se salvara la naturaleza si se santificaba la familia y se adoptaba una organizacin social tradicional
en que las mujeres volvieran a sus tareas de cuidado del hogar.
EL ECoFEMINISMo y SUS CoMPAERoS DE RUtA 399
4) Multiculturalismo beato
que ser capaces de reconocer en lo propio algo que ofrecer a los dems. A travs de
la autocrtica y de la crtica, avanzaremos. El objetivo ha de ser construir en conjunto
una cultura ecolgica de la igualdad, no venerar toda costumbre solo por ser parte
de la tradicin cultural nuestra o de la ajena. todas las culturas han sido y continan
siendo injustas con las mujeres y con los animales no humanos y el feminismo tiene
una larga historia olvidada de defensa conjunta de ambos (Rodrguez Carreo, 2012;
VVAA., DEP, 2013). Los criterios mnimos de comparacin que he propuesto para pre-
sidir la ayuda mutua intercultural del ecofeminismo crtico (Puleo, 2011) son la sos-
tenibilidad, los derechos humanos, con especial atencin a los de las mujeres por
ser los ms ignorados transculturalmente y el trato dado a los animales.
toda interpretacin del mundo que busque mejorarlo suele tener una propuesta
de hombre nuevo. Sin duda, un cambio social de este tipo requiere la construc-
cin de un anthropos ticamente mejorado. Los paradigmas ecolgicos no son una
excepcin al respecto. Pero, puede hacerse esta gran transformacin sin una pers-
pectiva (eco)feminista que permita deconstruir el aner? A esta altura del acontecer
histrico, con la potencia tecnolgica de que se dispone y la estructura econmica
capitalista basada en el crecimiento infinito, la consigna de la construccin social
del varn en torno a la idea de poder implica la liquidacin del ecosistema global a
medio plazo. Evidentemente, no se puede obviar la denuncia de los intereses eco-
nmicos implicados en la devastacin medioambiental contentndose con una cr-
tica a las identidades de gnero. Sin embargo, esta tambin es imprescindible si
queremos una transformacin tico-poltica profunda que no se quede en mera ges-
tin racional de los recursos. Habr que proceder a una visibilizacin y crtica
del androcentrismo que hace del varn (andros) la medida de todo valor. Andro-
centrismo es un concepto clave para la comprensin de la ideologa del dominio.
El sesgo androcntrico de la cultura proviene de la bipolarizacin histrica extrema
de los papeles sociales de mujeres y varones. En la organizacin patriarcal, la dureza
y carencia de empata del guerrero y del cazador se convirtieron en lo ms valorado,
mientras que las actitudes de afecto y compasin relacionadas con las tareas coti-
dianas del cuidado de la vida fueron asignadas exclusivamente a las mujeres y fuer-
temente devaluadas. En el mundo moderno capitalista, bajo la bsqueda insaciable
de dinero y el omnipresente discurso de la competitividad, late el antiguo deseo de
poder patriarcal. De ah que una mirada crtica a los estereotipos de gnero sea
tambin necesaria para alcanzar una cultura de la sostenibilidad. El guerrero, el ca-
zador y el broker no son las nicas formas de cristalizacin de la voluntad de poder
patriarcal, desde luego. El mbito intelectual y el activista tienen las suyas. Por ello,
402 ECoLoGA y GNERo EN DILoGo INtERDISCIPLINAR
REFERENCIAS BIBLIoGRFICAS
ADAMS, Carol y DoNoVAN, Josephine (eds.) (1995): Animals & Women, Duke Uni-
versity Press, Durham and London.
AMoRS, Celia (2005a): La gran diferencia... y sus pequeas consecuencias para las
luchas de las mujeres, Coleccin Feminismos, Ctedra, Madrid.
(2005b): La Dialctica del Sexo de Shulamith Firestone: Modulaciones femi-
nistas del freudo-marxismo, en Amors, Celia, De Miguel, Ana (2005), Historia
de la teora feminista. De la Ilustracin a la globalizacin, volumen II, Minerva
Ediciones, Madrid, pp. 69-105.
CACCIARI, Paolo (2010): Decrecimiento o barbarie. Para una salida no violenta del
capitalismo, trad. S. Puddu Crespellani, Icaria, Antrazyt, Barcelona.
(ed.) (2014): La decrescita tra passato e futuro: fonti e soggetti, Jaca Book, Mi-
lano.
DELPHy, Christine (1982): Por un feminismo materialista. El enemigo principal y
otros textos, La Sal-Cuadernos Inacabados 2-3, Barcelona.
DE MIGUEL, Ana (2003): El movimiento feminista y la construccin de marcos de
interpretacin, Revista internacional de Sociologa (RIS), tercera poca, n 35,
mayo-agosto, pp. 127-150.
(2008a): Movimientos sociales y polmicas feministas en el siglo XIX: Funda-
mentos ideolgicos y materiales, en Puleo, Alicia H. (ed.) (2008): El reto de la
igualdad de gnero. Nuevas perspectivas en tica y Filosofa Poltica, Biblioteca
Nueva, Madrid, pp. 85-100.
(2008b): Dimensiones filosfico-polticas de los movimientos sociales, en Que-
sada, Fernando (ed.) (2008): Ciudad y ciudadana. Senderos contemporneos de
la Filosofa Poltica, (pp. 279-300), trotta, Madrid.
DoBSoN, Andrew (1997): Pensamiento poltico verde. Una nueva ideologa para el
siglo XXI, trad. J. P. tosaus, Paids, Barcelona.
EzQUERRA, Sandra (2012, 27 de enero): Discursos y prcticas feministas en el mo-
vimiento 15-M: avances y asignaturas pendientes, Ameco Press, Puede consul-
tarse online.
GARCA FoRS, Estefana (2012): Madres contra fumigaciones, en revista Sobe-
rana Alimentaria, 11 (nov.). Puede consultarse online.
GEBARA, Ivone (2000): Intuiciones ecofeministas. Ensayo para repensar el conoci-
miento y la religin, trad. Graciela Pujol, trotta, Madrid.
GREtA GAARD (ed.) (1993), Ecofeminism. Women, Animals, Nature, temple Uni-
versity Press, Philadelphia.
GUERRA PALMERo, M Jos (2014): Feminismo transnacional, globalizacin y dere-
chos humanos, en Dilemata n 15, 2014, pp. 161-169.
404 ECoLoGA y GNERo EN DILoGo INtERDISCIPLINAR
HARtMANN, Heidi (1979): the Unhappy Marriage of Marxism and Feminism: to-
wards a more Progressive Union, Capital & Class Summer, 1979, 3, pp. 1-33.
DALtoN, R, Kuechler, M. (comps.) (1992): Los nuevos movimientos sociales, Edi-
cions Alfons El Magnnim, Valencia.
LAtoUCHE, Serge (2007): Petit trait de la dcroissance sereine, ditions Mille et
une Nuits, Fayard, Paris.
(2009): La apuesta por el decrecimiento. Cmo salir del imaginario dominante?,
trad. P. Astorga, Icaria.
MARCELLESI, Florent (2012): Cooperacin al posdesarrollo. Bases tericas para la
transformacin ecolgica de la cooperacin al desarrollo, Bakeaz, Bilbao.
MMM (Marcha Mundial de las Mujeres) (2013): Declaracin Feminismo en Marcha para cam-
biar el mundo, disponible en: http://encontrommm.wordpress.com/2014/02/20/declara-
cion-feminismo-en-marcha-para-cambiar-el-mundo/ (consultado el 30 de diciembre de
2013).
MARtNEz ALIER, Joan (2004): El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales
y lenguajes de valoracin, Icaria, 2004.
MELLoR, Mary (1997): Feminism and Ecology, Polity Press, Cambridge University
Press, New york.
MIES, Mara y SHIVA, Vandana (1998): La praxis del ecofeminismo. Biotecnologa,
consumo y reproduccin, trad. Mireia Bofill y Daniel Aguilar, Icaria, Barcelona.
MoLINA PEtIt, Cristina (2005): El feminismo socialista estadounidense desde la
Nueva Izquierda. Las teoras del sistema dual (capitalismo +patriarcado), en Amo-
rs, Celia y De Miguel, Ana (2005): Historia de la teora feminista. De la Ilustracin
a la globalizacin, volumen II, Minerva Ediciones, Madrid, pp. 147-187.
PLUMWooD, Val (1993): Feminism and the Mastery of Nature, London-New york,
Routledge.
PULEo, Alicia H. (2005): Lo personal es poltico. El surgimiento del feminismo
radical, en Amors, Celia y De Miguel, Ana (2005): Historia de la teora femi-
nista. De la Ilustracin a la globalizacin, volumen II, Minerva Ediciones, Madrid,
pp. 35-67.
(2011): Ecofeminismo para otro mundo posible, Ctedra, Madrid.
(2012): La filosofa como cuestionamiento de la vida cotidiana, en Spadaro,
Mara Cristina (coord.) (2012), Ensear filosofa, hoy, Editorial de la Universidad
Nacional de La Plata (EDULP), Argentina, pp. 91-108.
RESS, Mary Judy (2006): Ecofeminism in Latin America, orbis Books, New york.
RIECHMANN, Jorge (1991): Problemas con los frenos de emergencia? Movimientos
ecologistas y partidos verdes en Alemania, Holanda y Francia, Ed. Revolucin, Madrid.
(1992): tras la muerte de Petra Kelly y Gert Bastian: desinformaciones e
interrogantes, En pie de paz n 26, pp. 54-57.
(2012): Interdependientes y ecodependientes. Ensayos desde la tica ecolgica
EL ECoFEMINISMo y SUS CoMPAERoS DE RUtA 405
(y hacia ella), Cnoves i Samals, Proteo, Coleccin Siglo XXI tica Actual.
(2013): Para una caracterizacin del ecosocialismo en diez rasgos, FUHEM Ecosocial.
Disponible en: http://www.fuhem.es/ecosocial/articulos.aspx?v=9292&n=0 (consultado el
12 de diciembre de 2013)
RoDRGUEz CARREo, Jimena (2012): Frances Power Cobbe y la lucha contra la
viviseccin como causa femenina en la Inglaterra del siglo XIX, en Rodrguez
Carreo, Jimena (ed.) (2012): Animales no humanos entre animales humanos,
Plaza y Valds (Dilemata), Madrid, pp. 85-115.
SALLEH, Ariel (1994): Naturaleza, Mujer, trabajo, Capital: La ms profunda con-
tradiccin, en Ecologa Poltica. Cuadernos de Debate Internacional n 2, Icaria.
SHIVA, Vandana (1988): Staying Alive: Women, Ecology and Survival in India, zed
Books, London. Hay traduccin castellana (1995): Abrazar la vida. Mujer,
ecologa y desarrollo, trad. Instituto del tercer Mundo de Montevideo (Uruguay),
Madrid, Cuadernos inacabados 18, ed. horas y HoRAS.
VELASCo SESMA, Anglica (2010): Petra Kelly. Cuando el pacifismo es ecofemi-
nista, EcoPoltica n 3. http://www.ecopolitica.org/index.php?option=com_con-
tent&view=article&id=106%3Apetra-kelly-cuando-el-pacifismo-es-ecofeminista&
catid=25%3Aecofeminismo&Itemid=1 (consultado el 10 de diciembre de 2013)
(2014): Resistencia no violenta para una sociedad igualitaria y sostenible: el
pensamiento de Petra Kelly, Daimon. Revista Internacional de Filosofa, n 63
(septiembre-diciembre).
WARREN, Karen (ed.) (1996): Ecological Feminist Philosophies, Hypatia Book, In-
diana University Press.
VVAA. (2012): La Revolucin calostral ha empezado, Monogrfico de la revista
the Ecologist para Espaa y Latinoamrica, n 48.
VVAA., Femminismo e questione animale, monogrfico de DEP. Deportate, esuli,
profughe. Rivista telematica di Studi sulla Memoria Feminile, Universit CaFos-
cari Venezia, n 23, luglio 2013.
Sobre autoras y autores
Eva Antn
Mster en Gnero y Polticas de Igualdad por la Universidad Rey Juan Carlos de
Madrid y licenciada en Filologa Hispnica por la Universidad de Valladolid. Es
Agente de Igualdad (UVA) y forma parte de la Ctedra de Estudios de Gnero de la
UVA. Se encuentra finalizando su tesis doctoral titulada Cambio de roles de gnero
en el cambio de siglo? Anlisis comparativo de la literatura francesa y espaola ac-
tual (1990-2010) en la Universidad de Burgos bajo la direccin del Dr. Teo Sanz.
Es coautora de Lo que Usted debe saber sobre violencia de gnero.
Email: eva.anton.2010@gmail.com
Micaela Anzotegui
Profesora de Filosofa por la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Secre-
taria del Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Gnero (CINIG), Facultad
de Humanidades y Ciencias de La Educacin, UNLP. Sus lneas de investigacin se
centran actualmente en la ecologa poltica y en el ecofeminismo en particular, la
filosofa del giro animal y los desafos que presentan estas nuevas perspectivas para
la regin.
Email:micaeanz@gmail.com
408 ECoLoGA y GNERo EN DILoGo INTERDISCIPLINAR
Lucile Desblache
Es profesora y directora del Centre for Translation and Transcultural Studies en la
University of Roehampton, Londres. En el mbito de la ecocrtica, desde una pers-
pectiva comparatista, su investigacin se centra en la representacin de los animales
en las culturas contemporneas. Entre las numerosas obras que ha dedicado a este
tema, cabe citar Women and Apes in Twenty-First-Century French Writing: New
Narratives of Experience, Bestiaire du roman contemporain dexpression franaise
y La Plume des Btes. Su ltimo libro es Souffrances animales et traditions humai-
nes: rompre le silence (2014). Es, asimismo, redactora en jefe de JoSTrans, The
Journal of Specialised Translation.
Email: l.desblache@roehampton.ac.uk
Pilar Errzuriz
Es doctora en Estudios de Gnero por la Universidad de Valladolid y psicloga
psicoanalista por la Universit de la Sorbonne. Dirige el Centro de Estudios de G-
nero y Cultura en Amrica Latina de la Facultad de Filosofa de la Universidad de
Chile e imparte docencia como profesora de Psicoanlisis y Gnero en el Magister
de Gnero y Cultura de esa misma Universidad. Su ltimo libro es Misoginia ro-
mntica, psicoanlisis y subjetividad femenina.
Email: pilarerraz@gmail.com
Carmen Flys
Es doctora en Filologa Inglesa y profesora titular de Literatura Norteamericana
de la Universidad de Alcal. Fue pionera de la ecocrtica en Espaa y presidenta
de la Asociacin Europea (EASCLE) en el bienio 2010-2012. Es fundadora y editora
general de la revista Ecozon@. Dirige el grupo de investigacin GIECo del Instituto
Franklin en la Universidad de Alcal y el proyecto CLyMA (Ref. IF 2011-009). Es
coeditora de Ecocrticas. Literatura medio ambiente y de Paisajes culturales: he-
rencia y conservacin.
Email: carmen.flys@uah.es
Kaarina Kailo
Es doctora en Filosofa por la University of Toronto. Ha sido profesora de Womens
Studies and Multiculturalism y directora de la primera Ctedra de Estudios de las
Mujeres en la Universidad de oulu, Finlandia. Ha liderado campaas para la igual-
dad, la paz y la democracia global y ambiental en Canad, pas en el que ha desa-
rrollado parte de su actividad docente universitaria.Ha introducido y practicado
las nociones de eco-mitologa y ciberecofeminismo. Entre sus publicaciones
destacan Indigenous Women, Ecopolitics and Healing. Women who Marry
Bears, Pandora revisited y Cyber/Ecofeminism.
Email: kaarina.kailo@gmail.com
Alicia H. Puleo
Es doctora en Filosofa y profesora titular de Universidad de Filosofa Moral y
Poltica de la Universidad de Valladolid. Forma parte del Consejo de la Ctedra de
Estudios de Gnero de la misma Universidad y del Consejo del Instituto de
Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid. Cuenta con
numerosas publicaciones en Europa y Amrica. Su ltimo libro es Ecofeminismo
para otro mundo posible. Ha dirigido el proyecto de investigacin I+D. La igualdad
de gnero en la cultura de la sostenibilidad. Valores y buenas prcticas para el
desarrollo solidario y, desde septiembre de 2014, es directora de la Coleccin
Feminismos que la Editorial Ctedra publica en colaboracin con la Universitat de
Valncia.
Email: aliciahelda.puleo@uva.es
Concha Roldn
Profesora de investigacin en el Instituto de Filosofa del CSIC, del que es actual-
mente directora. Preside la Sociedad Espaola Leibniz (SeL) y la Asociacin Espa-
ola de tica y Filosofa Poltica (AEEFP), y es vocal en la Junta Directiva de la Red
de Gnero GENET y de la Red Espaola de Filosofa (REF). Investigadora principal
del proyecto europeo Philosophy of History and Globalisation of Knowledge.
412 ECoLoGA y GNERo EN DILoGo INTERDISCIPLINAR
Cultural Bridges Between Europe and Latin America (WoRLDBRIDGES) y del I+D
Prismas filosfico-morales de las crisis (PRISMAS). Ha sido becaria Humboldt,
DAAD y DFG, y profesora invitada en Mainz (1991), Berln (1998-99) y Mnich
(2004-2005). Tiene numerosas publicaciones sobre filosofa moderna e Ilustracin,
tica, feminismo y filosofa de la historia.
Email: roldan@ifs.csic.es
Teo Sanz
Catedrtico de Literatura Francesa en la Universidad de Burgos y Vicepresidente
de lAssociation Internationale de la Critique Littraire (AICL). Doctor en Filologa
y musiclogo formado en Francia, es autor de Msica y Literatura. La poesa fran-
cesa en la obra de Maurice Ravel, Cmo leer a Marguerite yourcenar y de nume-
rosos artculos de Literatura Comparada publicados en Francia, Blgica, Inglaterra,
Espaa, EEUU, Canad, Argentina, Portugal, Grecia, Italia y otros pases. En los l-
timos aos ha desarrollado su investigacin en el marco de la Ecocrtica.
Email: teosanz@ubu.es
ngela Sierra
Doctora por la Universidad de Barcelona, es profesora titular de Filosofa de la
Universidad de La Laguna y miembro del Instituto de la Mujer de la Universidad
de La Laguna. Ha sido eurodiputada, es docente e investigadora del Instituto de
Estudios de la Mujer de la Universidad de La Laguna y directora del Centro de Es-
tudios Interdisciplinares Latinoamericanos (CEILAM) y de la Ctedra Cultural y
Cientfica de Hermenutica Crtica. Entre otras obras, es autora de Las utopas, del
estado real a los estados soados y La filosofa ante el ocaso de la democracia re-
presentativa.
Email: asierrgo@ull.es
SoBRE AUToRAS y AUToRES 413
Emma Siliprandi
Doctora en Desarrollo Sostenible por la Universidad de Brasilia, es investigadora
del Ncleo de Estudios e Investigaciones en Alimentacin (NEPA) de la Universidad
Estatal de Campinas (UNICAMP), Brasil. Autora de numerosos estudios sobre las
mujeres en el medio rural. Entre los ms recientes cabe citar Agricultura familiar
e o atendimento demanda institucional das grandes cidades, As mulheres agri-
cultoras e sua participao no Programa de Aquisio de Alimentos, Mujeres y
Agroecologa: nuevos sujetos polticos en la agricultura familiar.
Email: emma.siliprandi@gmail.com