Ricardo Piglia y La Máquina de La Ficción

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Ricardo Piglia y la mquina de la ficcin

Maria Antonieta Pereira

Sal de la isla hace dos meses, dijo Boas, y todava resuena

en m la msica de esta lengua, que es como un ro.

Ricardo Piglia
Resumen

A partir de la obra La ciudad ausente, este ensayo plantea la discusin de cmo la maquinaria textual
de Ricardo Piglia dialoga con el museo literario de Macedonio Fernndez, Roberto Arlt y Jorge Luis
Borges. A travs de las metforas de la mquina de relatos y del museo de la tradicin, la novela tiene
como temario un mundo del final del siglo en que los experimentos polticos, cientficos y
tecnolgicos inventan seres y lenguajes artificiales, alteran los conceptos de ciudadana y
nacionalidad, y resisten al desaparecimiento de las tradiciones culturales.

La ciudad ausente, novela de Ricardo Piglia (1993), a partir de su ttulo ya indica que su tema
ser la prdida. En un momento en que los centros urbanos se constituyen como espacios
lagunares y atpicos, sus habitantes se tornan ciudadanos cyborg y transitan por avenidas y
metros como cuerpos mecnicos que precisan ansiosamente cruzar espacios, idiomas y algn
afecto en un tiempo esquizofrnico y vaco. Presos en los engranajes de la ciudad-mquina, sus
habitantes reproducen movimientos previsibles, ordenados, automticos, como en una lnea
de montaje fabril. Por otro lado, el monstruoso cuerpo resoplante de la metrpoli se
desordena frecuentemente y devora a sus propios hijos.

Segn Angel Rama, la necesidad de organizarse la colonizacin en el continente


latinoamericano se materializ en la construccin de ciudades planificadas, las cuales eran
smbolo, resultado y refuerzo de una concentracin mxima del poder. De forma que,
diferentemente del mundo europeo, la Amrica poscolombina se inici en el espacio urbano y
solamente a partir de l promovi el desarrollo de las actividades agrarias. En cuanto iniciativa
de transculturacin europea, las ciudades congregaban vicerreinos, tribunales de inquisicin,
universidades, toda una estructura de poder centralizador y letrado. Construido segn la
geometra de un tablero de damas, este ncleo urbano reservaba su plaza mayor para los
edificios del poder: la iglesia y el gobierno. En este centro del centro, con el objetivo de
ordenar el mundo, actuaban aquellos que saban hacer uso de la palabra escrita: era la ciudad
letrada que "compona el anillo protector del poder y el ejecutivo de sus rdenes" (Rama 1985:
43), no dejando de constituir ella misma tambin una forma de poder. Otros anillos, formados
por mestizos e ibricos pobres, esclavos e indgenas, circundaban la ciudad de las letras. Esta
estructura urbana, organizada en crculos concntricos, serva a la palabra-clave de la
colonizacin: el orden.

En el mundo contemporneo, la funcin ordenadora de la ciudad se est muriendo. La agona


del espacio urbano se vincula a los ms diversos problemas: superpoblacin, precariedad de
servicios, violencia social, avera de los sistemas de comunicacin y transporte, entre otros. La
metrpoli de Latinoamrica, como la de cualquier parte del planeta, configura una polis
fracturada por cruzamientos ininterruptos de idiomas, imgenes y eventos que amenazan y
fundan rutinariamente el espacio urbano. Para Gomes (1994: 68), la gran ciudad (en
traduccin nuestra) "es el palco de la atrofia progresiva de la experiencia sustituida por la
vivencia del choque que provoca la prdida de los lazos comunales, la imposibilidad del
hombre urbano de integrarse en una tradicin cultural". La atrofia progresiva de la
experiencia, desencadenada por la alta rotacin de tiempos, espacios y culturas, hace del
ciudadano un exiliado permanente. En este contexto, el eterno bullicio de los centros urbanos
slo encubre la soledad en que de hecho vive su habitante. En lugar de las murallas que antes
guardaban las ciudades, tenemos hoy los muros de cada domicilio o condominio aislando a los
ciudadanos entre s y protegindolos de un enemigo frecuente, cuyo rostro mltiple pertenece
a cualquiera y amenaza la vida de todos. Un centro urbano internamente sitiado y
desvaneciente, lugar del exilio del ciudadano, es el tema de La ciudad ausente.

En esta novela, la imagen fantasmagrica o monstruosa de la ciudad configura tambin un


cuerpo femenino o una isla de la utopa, especialmente cuando es reconstruida como un gran
hipertexto por la ficcin de sus escritores, herederos de los museos de los antepasados. De
forma que, dentro de la metrpoli, la ciudad letrada construye otra urbe, virtual y peligrosa.
Esta ciudad invisible -que puede ser la casa de la infancia de Ricardo Piglia, el planeta Orbis
Tertius, la isla de Finnegans o el laboratorio de medias de seoras idealizado por Roberto Arlt-
puede tambin ser pensada, conforme a Macedonio Fernndez, como el museo del arte de
narrar que se desea Eterna.

En La ciudad ausente, en el templo de cristal del museo de Buenos Aires, una mquina de
narrar desenvuelve el dilogo de los muertos de Dostoievski como una forma de resistencia a
la desaparicin de la ciudad y de la narrativa. Este minotauro femenino, prisionero del
laberinto urbano, revierte la leyenda y, en lugar de devorar a los ciudadanos, se alimenta de
antiguas historias que Miguel Mac Kensey, argentino hijo de ingleses y ms conocido como
Junior, debe descifrar, preservar y divulgar. Esta narrativa femenina, reticente y resistente, es
la forma replicante y alucinada que la ciudad contempornea encuentra para hablar de s
misma y de su agona finisecular. La novela discute, as, cmo algunos elementos femeninos
del mundo contemporneo -ciudad, mquina, mujer, narrativa, tradicin cultural- se
despliegan en monstruos, multiplicidades, nudos blancos, seres artificiales, familias literarias y
lenguajes insulados en los guetos tnico-polticos. Como una Eva futura, la obra de Ricardo
Piglia disemina el fruto prohibido de las versiones apcrifas y de las confabulaciones esttico-
polticas que permiten la emergencia de la historia de los vencidos y de una distinta manera de
vivir y narrar.

La bsqueda incesante de un lenguaje capaz de circular en el mercado de signos de la


actualidad seala la ansiedad del escritor con relacin al futuro de las narrativas. Si la novela
moderna destruy la narrativa ejemplar, ella misma ha sido destruida a partir de experimentos
metonmicos como los realizados por James Joyce en que "la obra entera puede estar
contenida en cada una de sus partes, de tal manera que es posible iniciar la lectura de
cualquier punto" (Campos 1986: 121). Esta inconstancia narrativa formula una pregunta crucial
en el mercado de signos: qu formas textuales resistirn en el comercio simblico entre
narradores y lectores?

La historia de la enseanza -estrictamente vinculada a las experiencias personales y colectivas


de mercaderes, campesinos y artesanos- fue sustituida por una ficcin engendrada a partir de
"una vivencia ajena [al narrador], ya que la accin que narra no fue tejida en la sustancia viva
de su existencia" (Santiago 1989: 40). En ese caso, es la propia naturaleza de la experiencia la
que se encuentra alterada: al flotar en el mundo de la simulacin, el sujeto contemporneo
desenvuelve incesantes experimentos, de lenguaje y de vida, que pronto son descartados y
transformados en otras fabulaciones. El contador de historias de la actualidad crea un
simulacro de enciclopedismo en la medida en que es tambin bigrafo, editor, crtico,
guionista, bibliotecario, dramaturgo, actor: la acumulacin de residuos y funciones textuales,
al mismo tiempo que recusa las totalidades, impide al autor ordenar tantas diferencias en una
nica y definitiva leccin de vida.

Para Ricardo Piglia, el narrador vive slo dos o tres experiencias traumticas, que definen el
futuro de su texto:

Todos los acontecimientos que uno puede contar sobre s mismo no son ms que manas.
Porque a lo sumo qu es lo que uno puede llegar a tener en su vida salvo dos o tres
experiencias? Dos o tres experiencias, no ms (a veces, incluso, ni eso). Ya no hay experiencias
(las haba en el siglo XIX?), slo hay ilusiones. Todos nos inventamos historias diversas (que en
el fondo son siempre la misma) para imaginar que nos ha pasado algo en la vida (1980: 41-2).

No siendo acumulada o transmitida, sino explorando la productividad insistente de la


reiteracin, la experiencia asume las caractersticas paranoicas de la repeticin y
paradjicamente exige una bsqueda de lenguaje permanente. Repetir y diferir, alucinar para
expresar las provisorias verdades personales y sociales, inventar la ficcin como una utopa
privada y al mismo tiempo colectiva, es hacer del texto un laboratorio de mutaciones
lingsticas incesantes. Tales mudanzas amena zan las tradiciones locales que son
responsables, en ltima instancia, del mantenimiento de diferencias culturales. Por otro lado,
si la "arcaica [tradicin] slo se conserva gracias a su permanente renovacin" (Bakhtin 1981:
91), se trata de encontrar un lenguaje capaz de reciclar las antiguas historias para que,
atendiendo a las demandas del lector contemporneo, ellas no desaparezcan.

Cuando las narrativas ya no son capaces de aconsejar ni configuran las rupturas de la


modernidad o la repeticin de mitos cosmognicos en que el pasado "est pasando siempre"
(Paz: 20), ellas se encuentran desligadas de las comunidades lingsticas que las engendraron
y, en este sentido, corren el riesgo de extincin. Adems, la simulacin que llena el mundo
actual crea un teatro cotidiano que, al valorar la oralidad y la imagen, restringe la actuacin del
texto escrito o lo desfigura cuando implementa su mezcla con otras formas culturales.
Acribillado por innmeras ocurrencias discursivas, el narrador actual narra, sobre todo, "el
agotamiento de la experiencia del yo singular y de la prctica estilstica de expresin
estrictamente personal de esa misma experiencia" (Miranda 1989: 174). Las atribuciones
textuales de ese narrador se caracterizan por una sustraccin crnica: no aprende con la
experiencia ajena, no vivencia muchas experiencias personales, no acumula un saber, y por eso
no lo puede transmitir. Sin embargo, el yo saturado y mltiple permanece crtico y capaz de
desarrollar una resistencia cultural que, a travs de una poltica de cut-up, como la propuesta
por Burroughs, recorta la tradicin y vuelve a editarla. La herencia cultural as procesada se
organiza bajo formas residuales y participa de una conjuncin de fuerzas al mismo tiempo
antagnicas y cooperativas que se alteran recprocamente. De este combate simblico
resultan nuevas situaciones de hibridismo cultural que desestabilizan permanentemente las
condiciones de produccin de la literatura. Para Piglia (1970: 12) la mezcla de los discursos
ocasiona, sobre todo, el aniquilamiento de "una ilusin moralizante que hace de la experiencia
vivida un tesoro que enriquece la narracin".

Las historias contemporneas sustituyen los consejos y los guiones definitivos por las
interrogaciones frecuentes sobre la propia naturaleza de lo literario. En este sentido, el
"escepticismo en torno a la posibilidad de la existencia de la historia, del relato de la historia y,
en ltima instancia, de la experiencia" (Schvartzman 1996:1) funciona como motivo para que
se escriba una nueva historia. En el vaco dejado por la narrativa ejemplar, surge otro texto
que se construye con esa ausencia. Narrar implica, as, una sucesin de experimentos con la
prdida donde el equvoco, el engao y la falsificacin condenan a los escritores a invenciones
que mezclan gneros, estilos, dialectos, temas. Para evitar la transformacin del lenguaje en
una masa amorfa, reducida a clichs de poca o de la cultura globalizada, se necesita
monitorear la construccin del texto, la productividad de los cruzamientos discursivos, la
seleccin del material que ser "ficcionalizado". La literatura construye su diferencia como
condicin de su existencia, en un proceso conflictivo de aproximaciones y distanciamientos de
otros textos, en que relaciones marcadamente metonmicas orientan apropiaciones
hipertextuales.

No obstante, la sobrevivencia del texto literario en el mercado contemporneo se basa no slo


en su capacidad de mezclar lenguajes ancestrales y artificiales, sino tambin en la "ambicin
de escribir contra todos los estilos" (Piglia 1994: 48). Si, para hacerse, la literatura precisa
establecer a cada paso su diferencia, eso la torna necesariamente autorreflexiva y crtica: ella
trae en s misma el virus del texto ensaystico, las historias de otras lecturas, el murmullo de
voces refrenadas y el gusto por la polmica, que es tan neobarroco y tan posmoderno. En una
clsica re-versin del simulacro, la literatura se deja fascinar por el ensayo y sobrevive por
medio de recursos extrados de ste, como ocurre en toda la obra de Ricardo Piglia.

El escritor contemporneo investiga incesantemente las condiciones de funcionamiento de su


laboratorio textual: mezcla, decanta, selecciona, observa resultados y busca el punto ideal de
la amalgama qumico-literaria que puede re-semantizar la rosa de cobre de Roberto Arlt, la
Elena de Macedonio Fernndez, la mquina asesina de Kafka, el aleph de Borges, el doble de
Poe, la Dublin de Joyce. La ficcin de Piglia no quiere sustituir a ninguno de estos padres
literarios sino acercarse a ellos, descifrar algunas pistas que legaron a nuestro tiempo,
provocarlos a decir lo que slo bosquejaron en el pasado y permanece silenciado en las
reiteraciones. En esta red hipertextual, los discursos estn conectados por contigidad y
carecen de un centro fijo: cualquiera puede constituir el desencadenador provisorio de un
sistema de signos. Eso desconstruye las jerarquas de la intertextualidad en la medida en que
ya no es posible definir la narrativa o el narrador originarios a partir de los cuales se ha iniciado
el proceso de apropiacin. Una perspectiva hipertextual de la ficcin remite a la eleccin
borgeana de los precursores en que la trama de los textos estimula lecturas retroactivas,
proliferacin de identidades, prdida de la propiedad autoral y de la referencialidad.

Heredera de la antinovela de Joyce, La ciudad ausente funciona como la mquina de relatos:


por ya no creer en la transmisin de experiencias, y al mismo tiempo insistir en la necesidad de
continuar narrando, distorsiona el lenguaje de los museos literarios mezclndolo con idiomas
artificiales que le permitan acceder al lector contemporneo. Hipertexto que conecta formas
narrativas del pasado con las demandas editoriales del presente, el relato se despliega en la
modalidad teatral anacrnica de la pera La ciudad ausente que, a su vez, utiliza el material
disponible en el mercado tecnolgico y se transforma en cinta de video donde el habla
castellana de los personajes tiene leyenda en ingls. Adems de estos experimentos, la obra de
Ricardo Piglia ha utilizado los recursos del CD-Rom de la Internet y de los guiones de pelcula
que transforman el viejo texto infolio en imgenes multimedia. Resultado y motor de la
dinmica hipertextual, esos artefactos funcionan como los nudos blancos tematizados en La
ciudad ausente: espacio de condensacin de los cdigos gentico y verbal, ellos preservan una
cierta geografa de la tradicin cultural justamente porque favorecen micromutaciones en su
mapa.

Otra cuestin importante de observar en la novela de Piglia es el predominio de lo femenino a


travs de la mquina de relatos, hecho que sugiere la generalizada "feminizacin del trabajo"
(Haraway 1994: 267) y de la sociedad contempornea. Si ciertas caractersticas de la economa
domstica, como la informalidad y la intermitencia, estn presentes en la actual economa de
privacin -basada en el desempleo estructural, subempleo y ocupaciones provisorias-, ellas
tambin sealan la crtica y la resistencia al falo-logocentrismo. Sin embargo, como prlogo de
otras narrativas, localizadas en el futuro y deudoras de la literatura finisecular, el personaje
femenino de la novela precisa desaparecer, pues es de su ausencia que surge la necesidad de
narrar. En este sentido, la mquina narradora de La ciudad ausente configura una rplica del
personaje Elena, del relato Museo de la novela de la eterna, de Macedonio Fernndez, obra
que a su vez es escrita con la tentativa de aliviar la prdida de Elena Fernndez. Seducidos por
la ausencia femenina, Macedonio y Piglia transforman la angustia de la prdida en deseo de
ficcin.

Apropindose de los relatos como si fueran cuerpos femeninos, los narradores de Piglia
transforman el lenguaje de las biografas en confidencias, cartas y diarios apcrifos. Al
desdoblarse en Evas, mquinas o monstruos, el cuerpo femenino de la novela es el espacio en
que los lenguajes revuelven el polvo del museo de la tradicin transformndolo en el
laboratorio que experimenta el futuro. En una poltica de cut-up, la obra de Ricardo Piglia
procesa textos de las ms variadas procedencias, culturas, estilos y gneros. As, podramos
decir que en el cuento titulado Nombre falso - Homenaje a Roberto Arlt predominan las
formas textuales de los diarios, mientras en la novela Respiracin artificial prevalece la
escritura epistolar. En el libro de cuentos Prisin perpetua hay una experimentacin de
microrrelatos o de apuntamientos para relatos futuros que se desdoblan en narrativas ms
largas dentro de esta propia obra o fuera de ella. La composicin de La ciudad ausente es
semejante a la de Prisin perpetua, aunque las narrativas de la mquina funcionen, hasta
cierto punto, como un elemento organizador de la novela. En la pera La ciudad ausente
ocurre la transformacin del relato en texto dramtico y su contaminacin con los lenguajes de
la msica, de la imagen y del cuerpo de los actores. Cuentos morales ya configura una nueva
mezcla: en este libro estn los textos de La invasin, primera obra de Piglia, y tambin algunos
relatos de la mquina y microhistorias de Prisin perpetua. El libro ensaystico titulado El
laboratorio del escritor no casualmente tiene como texto de apertura el cuento "El fin del
viaje" que, al lado de entrevistas y ensayos, recupera o desarrolla algunas propuestas ya
trabajadas en Crtica y Ficcin. En la obra La Argentina en pedazos, la creacin de Ricardo Piglia
se torna literal y fecundamente colectiva, ya que reedita, bajo la forma de videos, varios
cuentos argentinos consagrados por la tradicin y reveladores de una imagen del pas
alucinada por la ciudad de las letras.

Para mantener en actividad el museo literario, los textos de Piglia desenvuelven una escritura
biogrfica referente a personajes de la historia de la literatura, de la historia de Argentina o de
su propia vida. Diseminndose en textos destrozados y anacrnicos, muchos de ellos del orden
de la escritura privada y femenina, el autor re-semantiza su propia tradicin y desenvuelve una
especie de autobiografa -que es tambin una historia de la literatura y de la poltica
argentinas- y la ofrece en espectculo pblico. Este texto residual, aunque inscriba al autor
como personaje de su propia obra, construye tambin una perspectiva des-centrada, que
destruye la propiedad autoral.

La historia de vida de Ricardo Piglia en cierta forma constituye una imagen de esta situacin,
ya que l debe su formacin de escritor a un diario -en que intentaba recuperar la casa de la
niez, perdida cuando la derrota del peronismo oblig a su familia a mudarse de Adrogu- y su
perfil de lector, a las influencias del "ingls" Steve, que de hecho era americano y fue el primer
crtico de sus textos. Muy temprano, Piglia convive con el deseo de registrar las prdidas de
casa, ciudad y nacin y, al mismo tiempo, forjar su mirada estrbica, de lector de los mrgenes,
a partir de la ficcin extranjera. En la tensin creada por diferentes relatos, Steve se constituye
como un padre textual, cuya historia es re-contada siempre, a travs de personajes como
Marcelo Maggi, Stephen Stevensen y Russo. De la misma manera, el sujeto civil Ricardo Emilio
Piglia Renzi se torna personaje de s mismo, encarnando al narrador detective Ricardo Piglia de
Nombre falso o a Emilio Renzi de La ciudad ausente, Respiracin artificial y Prisin perpetua.

Esa volubilidad extrema de los procesos narrativos late en las ltimas escenas de La ciudad
ausente, a travs de la imagen paradojal de la mquina de relatos, aplastada, posada sobre
cuatro pequeas patas en el centro del museo, semejante a una tortuga en su aparente
inmovilidad; ella guarda en el casco la memoria de la utopa lingstica primordial e insiste en
continuar narrando. A pesar de saberse anacrnica y vigilada por las cmaras del guardia
Fujita, la narradora recupera los recuerdos de Erdosain, Raskolnikov, Molly, Hiplita, Elena, Eva
Pern. Cansada de procesar la memoria ajena, la mquina siente que "en el hilo de la noche se
cae ese tul de increble cansancio" (Piglia 1993:136), pero se arrastra hasta el borde del agua
del lenguaje. Esperando el trmino de los plazos que nunca llegan, Elena es el experimento del
lenguaje del porvenir, parpadeando su luz azul y argentina en el centro del museo. En el
futuro, tal como Lnnrot, ella nos espera para que las historias de los Steves continen siendo
contadas.

Universidade Federal de Minas Gerais

Faculdade de Letras, Depto. de Semitica e Teoria da Literatura

Av. Antnio Carlos, 6627, Pampulha, Belo Horizonte

Minas Gerais, Brasil - CEP - 31.270.901

OBRAS CITADAS

1. Ficcin

Piglia, Ricardo. 1987. Respirao artificial. Trad. Heloisa Jahn. So Paulo: Iluminuras. [ Links
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_______. 1988. Nome falso - Homenagem a Roberto Arlt. Trad. Heloisa Jahn. So Paulo:
Iluminuras. [ Links ]

_______. 1989. Priso perptua. Trad. Srgio Molina. So Paulo: Iluminuras. [ Links ]

_______. 1993. A cidade ausente. Trad. Srgio Molina. So Paulo: Iluminuras. [ Links ]

Piglia, Ricardo y Gerardo Gandini. 1995. La ciudad ausente - pera en dos actos. Buenos Aires
(oct.). [ Links ]

Piglia, Ricardo. 1994. Ricardo Piglia en Seix Barral. Barcelona: Seix Barral (CD-Rom). [ Links
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_______. 1995. Cuentos morales. Buenos Aires: Espasa Calpe. [ Links ]

_______. 1967. La invasin. Buenos Aires: Jorge Alvarez. [ Links ]


_______. 1995. La ciudad ausente. Buenos Aires: Ediciones Teatro Coln. 140 min., color,
legendado (video). [ Links ]

2. Ensayos y entrevistas

Piglia, Ricardo. 1994. O laboratrio do escritor. So Paulo: Iluminuras. [ Links ]

_______. 1986. Crtica y Ficcin. Cuadernos de extensin universitaria (Santa Fe) 9. [ Links
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_______. 1970. "Nueva narrativa norteamericana". Los Libros 11, Ao 2: 11-14. Buenos Aires:
Editorial Galerna. [ Links ]

_______. Entrevista por Maria Antonieta Pereira, Buenos Aires, 22 julio, 1997. [ Links ]

3. Bibliografia sobre Ricardo Piglia

Miranda, Wander Melo. 1989. "A liberdade do pastiche". 34 Letras 3: 172-177. [ Links ]

Schvartzman, Julio, entrevista por Maria Antonieta Pereira. Buenos Aires, 22 jul. 1996. [
Links ]

4. Bibliografia terica y general

Arlt, Roberto. 1982. Os sete loucos. Rio de Janeiro: Francisco Alves. [ Links ]

Bakhtin, Mikhail. 1981. Problemas da Potica de Dostoivski. Trad. P. Bezerra. Rio de Janeiro:
Forense-Universitria. [ Links ]

Borges, Jorge Luis. 1982. O aleph. Trad. de Flvio J. Cardoso. Porto Alegre: Globo. [ Links ]

Campos, Augusto de y Haroldo de Campos. 1986. Panaroma do Finnegans Wake. So Paulo:


Perspectiva. [ Links ]

Fernndez, Macedonio. 1975. Museo de la novela de la eterna. Obras completas. Tomo VI.
Buenos Aires: Corregidor. [ Links ]

_______. 1966. Papeles de recienvenido: poemas, relatos, cuentos, miscelnea. Buenos Aires:
Centro Editor de Amrica Latina. [ Links ]

Gomes, Renato Cordeiro. 1994. Todas as cidades, a cidade: literatura e experincia urbana. Rio
de Janeiro: Rocco. [ Links ]

Haraway, Donna. 1994. "Um manifesto para os cyborgs: cincia, tecnologia e feminismo
socialista na dcada de 80". Tendncias e Impasses - O feminismo como crtica da cultura. Org.
Heloisa Buarque de Hollanda. Rio de Janeiro: Rocco. 243-288. [ Links ]

Kafka, Franz. 1965. A colnia penal. Trad. T. Guimares. So Paulo: Livraria Exposio do Livro.
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Paz, Octavio. s.f. Os filhos do barro. Rio de Janeiro: Nova Fronteira. [ Links ]

Rama, Angel. 1985. A cidade das letras. So Paulo: Brasiliense. [ Links ]

Santiago, Silviano. 1989. Nas malhas da letra. So Paulo: Companhia das Letras. [ Links ]

Souza, Eneida Maria de. 1993. "A biblioteca de Borges". Anuario Brasileo de Estudios
Hispnicos. Braslia. 111: 87-93. [ Links ]

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