Etkin - Politica Gobierno y Gerencia de Las Organizaciones
Etkin - Politica Gobierno y Gerencia de Las Organizaciones
Etkin - Politica Gobierno y Gerencia de Las Organizaciones
LO S FACTORES
DE LA COMPLEJIDAD
propias notas y las contesta con ejemplos que demuestran otras ‘verdades’, sin
salirse del mismo contexto social. Se abre y se hace reflexiva, a la vez.
Esto puede ser objeto de distintas evaluaciones. Para algunos, como
una hipótesis de máxima, se trata de un evento. Para otros, como hipótesis
de mínima, la publicación de ‘Cielo despejado’ es una explicitación de lo
obvio. Para estos últimos, es sabido que hay gente haciendo el bien, pero
lo obvio no es noticia.
En ambos casos creo que se trata de un hecho significativo para la opi
nión pública. De máxima, por su originalidad, porque la revista decide co
rrer sus propios límites (se supera a sí misma). De mínima porque la publi
cación intenta algo posible pero todavía no cubierto por otros medios de
comunicación. El material de ‘Cielo despejado’ entendido en diálogo con
las notas de la misma revista (original), permite entender cómo se teje lo so
cial en un marco de dualidades.
Me permito denominar el evento: este número de la revista XXI es una
práctica de la visión dialógica sobre la realidad socio-política y cultural. Uti
lizo el concepto de dialógica para significar que el comunicador social deja
de hacer sólo crítica o denuncia sobre la mentira, el dolor o la injusticia. Si
bien sigue escribiendo sobre estos temas (mantiene su compromiso), en la
misma revista trata de avanzar por sobre esta dimensión crítica para saltar
hacia un nivel más complejo e ilustrativo de la realidad.
Compleja porque en la descripción de los hechos sociales o sobre las
instituciones, juegan conceptos contrarios. Por ejemplo, en una nota perio
dística el trabajo puede ser mostrado como estadística y hablar de indicado
res de productividad. Pero esta mirada no desplaza la idea permanente de la
dignidad del trabajo como valor y expresión de la condición humana. Más
aún, desde esa dimensión humana los indicadores de exclusión o desempleo
pueden ser criticados en términos sociales. Lo dialógico es mirar el recurso
y la dignidad como procesos en permanente debate por ser priorizados.
Otro ejemplo: la revista informa sobre la impunidad de algún sector
del aparato estatal, su carácter autoritario. Desde una visión dialógica esas
notas tienen sentido pleno cuando la publicación ofrece al lector también
referencias sobre qué son derechos de los ciudadanos o qué es hacer justicia.
La dialógica como visión y expresión de la realidad significa que esa impu
nidad (por caso la evasión impositiva) ocurre debido a que tiene sus fuerzas
y hasta su razón económica. Pero la realidad (compleja) no es sólo eso. Tam-
hién hay que decir cómo están operando los ciudadanos que pagan sus im
puestos o los jueces que sancionan a los transgresores.
La dialógica no habla de un hecho consolidado, irreversible, de algo
que ‘es así’, sino de la necesidad de entenderlo en su contexto. En nuestro
ejemplo, los hechos de la desocupación, la evasión o las prácticas desleales,
pueden verse (¿son?) como un espacio cruzado por fuerzas que en algún pun
to se necesitan. Y esa relación consiste en que no quieren (no tienen razo
nes) para destruir el sistema que las sostiene. Se trata de un espacio de con
tornos dinámicos, con sus contradicciones, sus avances y retrocesos
En esa situación, creo que el comunicador, tanto en los medios como
en instituciones, debe entender e informar esa complejidad. No por hacer
de la lectura algo difícil o sólo para elegidos. Sino para ser más justo, más
amplio, más sustantivo en su análisis. Y frente a estas dualidades (que supe
ran a la diversidad, pero que son menos que un conflicto abierto) debería
afirmarse en los valores éticos y sociales como bases prioritarias a la hora de
hacer la síntesis.
La dialógica no se agota en la exhibición de los opuestos, no es el tema
de la confrontación o lucha. Es desvelar lo oculto, desenmascarar y mostrar
los efectos de la relación en términos de sus implicancias sociales. Por ejem
plo la educación, salud o justicia que podrían darse revirtiendo la relación
de evasión impositiva. O la credibilidad-desconfianza asociada al discurso
político.
La dialógica como visión, como relato o explicación admite que en la
realidad también existe lo no mencionado en los medios. Con o sin inten
cionalidad política. Está ahí, pero latente o postergado en el momento de
hacer la crítica. Por ejemplo, informar sobre una clase en un aula no es só
lo el tema tratado. Es también un proceso donde se instalan moldes para el
pensamiento.
La dialógica en el aula se plantea con la actitud docente de ‘enseñar’ es
quemas. Debemos ver ambos procesos relacionados, el saber y la ignorancia.
Y darnos cuenta de que más saber no es menos ignorancia, si el conocimien
to está fuera de contexto o se ofrece en un marco represivo. Como parte de
una descripción completa (no parcial o reducida) debemos dar cuenta de que
el ‘no saber’ tiene sus motivos y sus razones. Esto no las legitima. Nos habla
de su existencia. Por ejemplo, en una escuela rural la dialógica de ir a la escue
la implica aprender, pero también dejar de ayudar a los padres en el campo.
Esta visión requiere admitir (para el mismo tiempo) la existencia (co
mo proyecto o práctica) de lo contrario a lo criticado. La dialógica nos in
forma sobre ‘qué es de la vida’ de ese contrario postergado o inhibido. La fa
se de la realidad contraria a lo dominante (quienes pagan sus impuestos, los
docentes pluralistas), no están derrotados, están activos y dispuestos a asu
mir un rol protagónico. La visión dialógica discute cuáles son las condicio
nes que permiten mantener lo falso o indeseable en escena, al tiempo que la
verdad es marginada (insisto, no sometida).
No se trata de una lucha sino de una coexistencia en el marco de una
desigualdad. No es lo uno o lo otro, sino lo uno relacionado con lo otro. Si
hablamos sólo de lo negativo, parecería que es autónomo. Que hay un rei
no del mal. Sería como el fin de las alternativas, o pensar que el poder lo re
suelve todo y está de un lado. Ese es el mensaje a discutir, no sólo por falso,
sino por incompleto, por trivial, porque omite la realidad de las capacida
des existentes (latentes, virtuales).
La dialógica da cuenta de la existencia de lo contrario (gente solidaria jun
to a los egoístas), pero considera que esta oposición se da o está presente con
una fuerza insuficiente, que no alcanza a resolver la injusticia. Pero desde su vi
gencia, muestra el camino, nos dice que es posible, nos da margen a la esperan
za. La dialógica entonces ilumina con ejemplos, figuras y prácticas cotidianas
sobre lo bueno, la salud, la ayuda, la libertad, la dignidad, lo ético.
En el plano de los conceptos, la dialógica es la visión conjunta de pro
cesos y situaciones que se necesitan para entenderse, que solas no tienen sen
tido: lo permanente y el cambio, la apariencia y lo sustantivo, la figura y el
fondo, la coyuntura y lo normal, lo informal y lo estructurado^lo irrelevan
te y lo vital, lo negativo y lo positivo. Cada elemento de estos pares repre
senta una visión, una lógica, una dimensión particular que debe conocerse.
Para terminar con la anarquía no basta con criticarla o negarla, hay que es
tudiar, conocer y practicar la lógica de la organización.
Dos cosas quiero decir sobre estos antagonismos. Primero, que la dua
lidad está en la misma realidad (un orden es también un desorden cuando
se lo analiza desde otra perspectiva). Es el tema de coexistencia de múltiples
verdades o creencias, de la razón y la sinrazón como fundamento de las ac
ciones. Segundo, que la dualidad también se produce cuando esa realidad es
informada por los cornímicadores, porque ellos hacen la distinción, no pue
den dejar de aplicar sus categorías conceptuales a lo que dicen observar.
Estamos hablando de procesos en el mundo de la realidad externa a los
comunicadores. Pero es también una cuestión de vivencias o de sensaciones
y distinciones. Quienes trabajamos en el proceso de enseñanza-aprendizaje,
al enunciar un concepto sobre la realidad sentimos que también estamos des
viando nuestra atención de otros conocimientos. La dialógica nos advierte
que hay otras visiones que en nuestra exposición quedan latentes o son pos
tergadas. Por lo menos hasta finalizar con la primera aproximación al tema.
Esta postergación (ingenua o motivada) no tiene por qué ser definitiva, ni
irreversible, pero así es como ocurre. Ampliar información no es sólo agre
gar datos, sino también reconocer que la cosa no era como decíamos.
Así, cuando hablamos del concepto (y el ejercicio) del poder lo expli
camos como una desigualdad y una forma de represión. Pero en ese momen
to omitimos el posible carácter constructivo o movilizador de ese mismo
proceso de poder, lo que tiene de motivador. Esto ocurre porque la desigual
dad en las capacidades individuales es también una diferencia legítima, re
conocida, y aceptada que no necesariamente se utiliza para someter, sino
también para mostrar un camino, para conducir una actividad conjunta.
La realidad social es compleja, esto significa que un mismo hecho, pro
ceso o relación, puede verse desde múltiples dimensiones (económica, so
cial, política, cultural). Pero, más importante aún, es reconocer que esas fuer
zas son coexistentes, que se mueven en forma simultánea y en muchas
situaciones también en distinto sentido. Por caso, en ‘una’ huelga están ocu
rriendo varios procesos a la vez. Un reclamo legítimo, pero también un cues-
tionamiento contra la autoridad establecida, una oportunidad de liderazgo
para la dirigencia gremial, un modo de reducir los inventarios para los fi
nancistas. Estos procesos (la unidad de la diversidad) no van en el mismo
sentido, ni están pensados con la misma lógica, ni en ellos están jugando los
mismos intereses.
‘La’ realidad llamada huelga implica entonces una interacción de fac
tores, y nosotros en cada intento de explicación vamos a desvelar o priori-
zar un factor pero al mismo tiempo postergaremos a la dimensión omitida.
Y si decimos que ocurre ‘todo eso a la vez’, será quien nos escucha o nos lee,
el que pondrá mentalmente las-e«sas ‘en orden’, pasará de la incertidumbre
a lo comprensible.
1 Para que una comunicación sea informativa o explicativa, los hechos
sociales se priorizan con una de las lógicas posibles. Y esa prioridad, le da
sentido al mensaje. No sólo interviene la intención del comunicador sino
también la estructura del lenguaje escrito. En este contexto, decir la verdad
es también un ejercicio de sencillez, evita lo arbitrario, habla de lo confron-
table y fundado.
También en el proceso de educar, nuestro lenguaje es lineal o secuen-
cial y nos lleva a expresar los conceptos e ideas en un cierto orden. El hecho
es que la realidad a la cual nos referimos (por caso, una crisis económica) no
está construida en los hechos: a) ni en un sentido lineal, b) ni en ese ‘orden’
enunciado. Por caso, el poder en la medida que es una relación, no empie
za en el emisor ni termina con el receptor. Sin embargo, decimos de alguien
que ‘tiene’ o ejerce el poder. Pero los hechos (una elección, el desempleo)
son complejos. Y esa complejidad debe ser explicada. Y el lenguaje de la ex
plicación es uniformante. En el caso de una publicación que desea ser com
prensiva, amplia, no reduccionista: ¿cómo hacer frente a esta situación?
Un camino es explicitar la visión del editor y advertir al lector. O sea,
avisarle sobre los límites de la ‘objetividad’. Otra vía es difundir la impre
sión de varios observadores independientes, que hace de la comunicación
una ‘sumatoria’ de opiniones. A veces en esa suma se aporta confusión, se
satura o se ‘vacuna’ al lector en el sentido de hacerlo inmune, de perder su
capacidad de diferenciar o reaccionar. Ver las dos caras de la moneda ayuda,
pero más ayuda comprender por qué se unen para permitir el concepto de
moneda.
Cuando desde el poder y el orden instituido se habla de mostrar
‘también lo bueno’ connota hipocresía. ¿Qué es ‘también’: prioridad o
marginalidad? No es aceptable si refiere a hechos mágicos inesperados o
una acción excepcional. Un ‘mostrar auténtico’ de lo solidario o lo cons
tructivo es sacarlo de la marginalidad y decir de su necesidad y no de su
anormalidad. Es enseñar que la ayuda o la honestidad existen como uq^
capacidad (visible-latente, apreciada-reprimida). Existen, no son opcio
nes. Que un empresario ‘deja’ de producir por decisión propia, pero tam
bién porque ‘no lo dejan’.
Desde la dialógica, lo importante es la interacción entre factores, y no
la mera suma de ideasr-El hablar en término de relaciones (y no de elemen
tos) permite explicar la dinámica de una crisis, la forma en que se realimen
ta y se contradice en el devenir del mismo proceso. Por ejemplo mostrar los
factores de poder junto con la resistencia en que opera (y le da significado).
Los factores de la relación (prestador de salud-enfermos) no se pueden
aislar en la descripción, cada uno en su problema. Tampoco ellos pueden
negarse, porque se necesitan en algo que comparten en otro nivel (la conti
nuidad del hospital o la escuela). En este sentido, la visión dialógica nos en
seña que la exclusión de grupos sociales no es sólo una manifestación de de
sigualdad, sino que pone en crisis la continuidad del tejido social.
Usando la metáfora, aunque no se las pueda ver al mismo tiempo, tan
to las márgenes como el cauce hacen al río. En un caso práctico, la innova
ción tecnológica-oferta de trabajo configuran (son partes conectadas) el de
sarrollo productivo. Pero la tecnología y el desarrollo tienen sus políticas y
sus lógicas o razonamientos, que no siempre se complementan en la prácti
ca. Al informar sobre ello, deben verse estas conexiones. Que también debe
reflejarse al escribir sobre propuestas. Porque es el mismo sistema que exclu
ye quien debería producir redes de protección y seguridad social.
En este contexto de ideas, doy la bienvenida a otra posibilidad comu-
nicacional: la vía de la dialógica como visión y estrategia informativa, que
este número de la revista XXI pone en práctica. La expresión de figuras,
prácticas sociales, organizaciones, formas de vida que son constructivas e
impulsoras de un proceso de cambio social. Esperanzas, pero también
ejemplos de vida y creatividad. Esto supera la cuestión de si son o no ma
yoría: existen con fuerza propia. No son marginalidad, son componentes
del tejido social.
Como verá el lector, la dificultad conceptual es que la visión que reco
noce la complejidad de la trama social, no puede publicarse ni verse como
parte de ‘otra revista. Porque no se trata de disociar los procesos sociales y
políticos sino de mostrar sus conexiones, tanto sus armonías como sus diso
nancias. Es una nueva visión (porque da a luz, no porque antes no existie
ra), tampoco es un suplemento. No viene a ser más de lo mismo.
La incorporación de Cielo despejado instala la doble mirada que co
necta amplitud y profundidad en la descripción de la realidad. Y en la pro
puesta. lem as de política, salud, educación o economía se ven en lo que or
denan y desordenan, en lo que cristalizan y cambian, en lo que definen y
dejan en libertad. La revista puede ahora mostrar figura y fondo. Por caso,
la descripción de un aparato estatal que busca ‘un orden’ (que limita, insti
tuye), visto sobre un fondo de múltiples fuerzas crearivas-dispersas, que ne
cesitan ser articuladas.
Con este enfoque, entiendo que la publicación deja de ser sólo negati
va o positiva, de crítica o de afirmación. Está en condiciones de ser ‘más real’
y comprensiva, de expresar la relación consenso-oposición entre actores y
procesos. Mostrar los actores cuyos intereses particulares los llevan a promo
ver una realidad desigual, injusta o excluyente. Pero también (porque es así)
se trata de mostrar la realidad de tantas capacidades humanas que en lo co
tidiano vemos aplicadas a la tarea de ayudar, mejorar y construir sobre ese
mismo contexto. En síntesis, como lectores, esta visión ampliada nos ofre
ce nuevas alternativas y elementos de juicio, y nos permite introducirnos en
un diálogo esclarecedor”.
BIBLIOGRAFÍA
Ashby, W. R. Design for a Brain. Me Graw-Hill. New York, 1973.
Aubert, Nicole. El coste de la excelencia. Paidós, Barcelona, 1993.
Beer, Stafford. The Managerial Cyhernetics o f Organization. John Wiley & Sons. Toronto,
1987.
Bennis, W. y Namus, B. Leaders: The Strategies for Taking Charge. Harper & Row. New
York, 1985.
Bertalanffy, Ludwig. Robots, hombres y mentes. Guadarrama. Madrid, 1971.
Branderburger, Adam. “El juego adecuado”. En Harvard Business Revieur. Ea gestión de la
incertidumbre. Deusto. Bilbao, 1999.
Buckley, Walter. La sociologíay la teoría moderna de los sistemas. Amorrortu. Buenos Aires, 1970.
Courtn^y, H. y Kirkland, J. “Estrategia en tiempos de incertidumbre”. En Harvard Busi
ness Review. Deusto, Bilbao, 1999.
David, Fred. Conceptos de administración estratégica. Prentice Hall. México, 1997.
Drucker, Peter. The Future o f Industrial Man. Reedición. Transaction Publishers. New
Brunswick, 1995.
Eisenhardt, K. y Brown, S. “Determinación del ritmo en función del tiempo”. En Harvard
Business Review. Deusto, Bilbao, 1999.
Einhorn, H. y Hogarth, R. “Toma de decisiones, avanzar marcha atrás”. En Harvard Busi
ness Review. Deusto, Bilbao, 1999.
Elster, John. Ulysses and the Sirens: Studies in Racionality and Irracionality. Cambridge Uni-
versity Press. Londres, 1979.
Etzioni, Amitai. La sociedad activa. Una teoría de los procesos societales y políticos. Aguilar.
Madrid, 1980.