Bandas de Viento en México
Bandas de Viento en México
Bandas de Viento en México
•
colección etnología y antropología social
•
serie testiMonios
Bandas de viento en México
•
Georgina Flores Mercado
Coordinadora
ISBN : 978-607-484-558-7
ISBN: 978-607-484-558-7
Introducción
Georgina Flores Mercado 9
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GeorGina Flores Mercado
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IntroduccIón
Los discos compactos que producen las propias bandas son otra
fuente de información, ya que suelen incluir textos donde describen su
historia como banda, así como la de sus ejecutantes y directores. Al-
gunos directores de banda interesados en la recuperación de la memo-
ria colectiva de su banda han buscado espacios para publicar sus me-
morias. Tenemos como ejemplo el texto Los sonidos del tiempo. Banda
Brígido Santamaría, Tlayacapan, Morelos (1997), de Cornelio Santama-
ría publicado por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y
del mismo autor Banda de Tlayacapan (2012). Otro tipo de documen-
tos en los que podemos encontrar información sobre las bandas, pero
de carácter académico, son las memorias de congresos o coloquios y
las revistas o boletines académicos de música. Así, en el Cuaderno de
Cultura Universitaria núm. 15, de la Universidad Autónoma del Estado
de México, se incluye el texto de Judith Martínez Tapia “Transformación
y persistencia en la música de bandas tradicionales en el estado de
México” (1997). En el boletín Acervos del año 2001 encontramos ar-
tículos de obligada lectura, como el escrito por Felipe Flores Dorantes
y Rafael Ruiz Torres, titulado “Las bandas de viento: una rica y ancestral
tradición de Oaxaca”, y el de Juan Arelí Bernal Alcántara, “Historia
de la banda de Totontepec, Villa de Morelos, Mixe”. Otro importante
texto del mismo año es el publicado en la revista Heterofonía por Sergio
Navarrete-Pellicer: “Las capillas de música de viento en Oaxaca”.
Cinco décadas de investigación sobre música y danza indígena (2002) es
una conpilación hecha por Julio Herrera y contiene varios artículos
dedicados a las bandas de viento, entre los cuales sobresalen uno escri-
to por Lucía Álvarez y Gabriela Becerra, “Totontepec mixe: ser banda”,
y “Centro de Capacitación Musical Mixe. Entrevista con Mauro Del-
gado”. El Boletín Oficial del inah también es un importante referente,
dado que ha publicado diversos artículos sobre bandas de viento, más
que nada en el número dedicado a compilar las ponencias presentadas
en el Foro de Música Tradicional, organizado cada año por la Fonoteca
del inah. Entre estos artículos podemos citar el de Ulises Fierro, “Los
sonidos del huentli. La música de viento: su simbolismo, su función
ritual y terapéutica entre los nahuas de Morelos” (2005), o bien el de
Martín López Moya, María Luisa de la Garza y Efraín Ascencio Cedillo,
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las Bandas Militares de Música en México
y su historia
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Rafael A. Ruiz Torres
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Este artículo está basado en la tesis Historia de las bandas militares de música en México:
1767-1920 (Ruiz, 2002).
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la conquista
Desde un punto de vista funcional, todos los grupos humanos requie-
ren de algún tipo de sonido (ya sea musical o no) para entrar al com-
bate. Gritar, brincar, cantar o simplemente hacer ruido provoca en el
guerrero mismo una sensación de poder, haciendo a un lado el miedo
natural y al mismo tiempo atemorizando al enemigo. Dichos sonidos,
al igual que las banderas e insignias, también ayudaban a identificar a
cada grupo de guerreros durante la batalla. Todo esto valía para aque-
llos que se enfrentaron durante la conquista del Nuevo Mundo. A lo
largo y ancho del continente tanto indígenas como españoles eran
partícipes, cada uno a su manera, de los cantos y los sonidos de los
alientos y percusiones. Por ejemplo, entre los gritos de los guerreros
indios se mezclaban cantos y danzas. Tezozómoc señala: “Y venían
garganteando los huastecas, como sucede cuando cantan en areito y
mitote, y traían en la cinta sonajeros, que llaman cuechilli, que resue-
nan como cascabel bronco, para poner más espanto y temor…”. Por
su parte, Sahagún escribe: “Los de Tlaxcala se hacían fuertes, sacudían
las cabezas, se golpeaban sobre sus pechos y cantaban. Los mexicanos
cantaban también; en ambos lados se cantaba. Empezaban una canción
cualquiera que recordaban y con esto se ponían fuertes” (Salas, 1984:
261). Bernal Díaz cuenta que antes del enfrentamiento contra Pánfilo
de Narváez, Cortés mandó “tocar el atambor a Canillas, que así se lla-
maba nuestro atambor, y a Benito de Berger, nuestro pífano, que toca-
se su tamborino” (Díaz del Castillo, 1976: 261).
Además de sonar las trompetas, pífanos y tambores en la batalla,
otro procedimiento que usaban los españoles para tratar de impresionar
a los indígenas era poner cascabeles a los caballos. Cortés los usó desde
el inicio mismo de la Conquista en la batalla de Centla, en Tabasco, y
durante el combate contra Xicoténcatl el joven en Tlaxcala (Weckman,
1994: 210). Algunos sonidos, como el de las nácaras y en este caso los
cascabeles, estimulaban a los caballos. El alarde era una forma en que
los conquistadores trataban de intimidar a los indígenas. Se trataba de
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Éste pudo haber sido el caso de la Banda del Estado de Oaxaca que se
fundó en 1868 con 43 elementos, algunos de ellos extranjeros que
posiblemente llegaron con el ejército francés durante la Intervención
(Notas al disco Guelaguetza oaxaqueña) y cuyo director era un austria-
co llamado Francisco Sakar (Ramírez, s. f.: 3). En el pueblo de Tuxpan,
Jalisco, los pobladores ocultaron a un director de banda francés de la
persecución del ejército juarista a fines del Imperio (Stanford, 1983:
33). Los músicos militares que caían en manos de los temibles cruzoob
(los indígenas mayas que combatieron en la Guerra de Castas a media-
dos del siglo) recibían mejor trato. Eran llevados al centro ritual Chan
de Santa Cruz, donde ejercían su trabajo, al grado de que llegó a ser
famosa la banda de músicos cautivos (González, 1956: 304-305).
Durante todo el siglo y hasta la Revolución de 1910, la banda siguió
acompañando a los soldados hasta el frente mismo de batalla, tanto en
México como en el resto del mundo. Cuando en la literatura de la
época se narra que la música marcial se escuchaba durante el combate,
esto no es sólo metáfora. Los sonidos de la banda de viento se mezcla-
ban con el de los cañones, fusiles y granadas. Los gastos que ocasiona-
ba la música podían ser cubiertos de varias maneras: una era con el
mismo presupuesto designado a la tropa; otra, que se pagara con im-
puestos especiales; la última, la más común, era que la oficialidad y la
tropa dieran una parte de su sueldo para el sostenimiento de los músi-
cos. Sin embargo, las contratas hacían que los músicos no se sintieran
totalmente parte del ejército, sino más bien como un personal que
ofrecía sus servicios a particulares. Por este motivo se emitían, con
cierta frecuencia, órdenes que, por una parte, señalaban que el sueldo
de los músicos debería provenir de impuestos especiales y por otra
instaban a respetar la ordenanza militar tanto para los permanentes
como para los activos (Dublán, 1876, III: 275).
Por lo general, las bandas de guerra hacían sus ensayos fuera del
cuartel, dado que muchas veces éstos eran casas habilitadas (en el me-
jor de los casos ex conventos), por lo cual era común la falta de espacio.
Además, las maniobras que ejecutaba la tropa debían ser llevadas a cabo
extramuros de la ciudad, pero al ir o regresar a su cuartel lo hacían a
tambor batiente. Como podemos imaginar, marchar así causaba moles-
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la serenata
Una parte fundamental de las funciones de las bandas militares era la
serenata, también conocida como “retreta”, que ofrecían en plazas,
paseos y jardines públicos. La serenata se ejecutaba en la plaza princi-
pal, el paseo o el jardín o, como antiguamente, frente al cuartel militar.
En un principio, la banda se colocaba simplemente en semicírculo;
posteriormente, a partir de la Intervención y el Imperio se empezaron
a erigir pequeños templetes para una mejor visión de los espectadores;
más tarde, hacia 1870, se inició la construcción de quioscos (tal como
veremos en el siguiente capítulo) y se hizo costumbre el paseo del do-
mingo por la tarde, que congregaba a todas las clases sociales, tal como
lo pintó Diego Rivera en su famoso mural “Sueño de un domingo en
la Alameda”.
El interés por las serenatas llevó a que en 1872 se solicitara que en
el Zócalo de la ciudad de México se colocara una plataforma (tal vez
siguiendo la costumbre francesa) que sustituyera el ramillete que ahí
se encontraba; sin embargo, el regidor de paseos, Vicente García Torres,
no accedió por “ser en su concepto un verdadero adorno de la plaza el
ramillete arriba mencionado” (El Monitor Republicano, 9 de enero de
2
Todavía la Ordenanza General del Ejército de 1903 señalaba en su artículo 317 que la
escoleta debería hacerse fuera del poblado y que a la salida del cuartel y a su regreso la
banda debería ir a la sordina.
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charán los trémolos de los violines, no la voz acatarrada del oboe, sino
el toque marcial de los tambores, los acentos vibrantes de los instru-
mentos de bronce, únicos que convienen a las fiestas de la libertad”
(Altamirano, 1987: 452). Finalmente, decía Altamirano, el momento
más importante vendría cuando el presidente de la República saliera al
balcón y “tremolando la bandera nacional, pudiera dar el grito de In-
dependencia, grito al que responderán millares de voces en un concier-
to grandioso, terrible, inmenso, que poblará el espacio y que será digno
de un gran pueblo” (Altamirano, 1987: 452). En fin, lo que Altamirano
proponía era una fiesta popular, algo que empezó a conformarse años
después con la llegada de Porfirio Díaz al poder y que se desarrolló
plenamente con los gobiernos surgidos de la Revolución de 1910.
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1. Marcha, Sawerthal
2. Obertura Rübezahl, Flotow
3. Wiener Kinder Walzer, Strauss
4. Introducción de La Traviata, Verdi
5. Polka francesa, Strauss
6. Bailable de Rodolfo, Giorza
7. Cuadrilla, Strauss.
8. Marcha (El Pájaro Verde, jueves 16 de marzo, 1865).
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Las bandas miLitares de música en méxico y su historia
cadoras del pueblo, ya que tocaban tanto el arte musical nacional como
las obras de los genios europeos. El musicólogo Jesús C. Romero seña-
la que éstas vendrían a ser verdaderas “instituciones culturales” (Ro-
mero, 1949: 10). La situación se comprende si consideramos que du-
rante esos años México, al igual que muchos otros países en América
y Europa, contaban con pocas orquestas sinfónicas y las presentaciones
de ópera eran escasas, salvo en las grandes ciudades. Por tal motivo,
las bandas militares, junto con las civiles, ofrecían música que de otra
forma era casi imposible escuchar.
El trabajo de los directores de bandas militares era variado; algunos,
como Isaac Calderón, hicieron parte de su carrera musical en el ejér-
cito; otros, como Abundio Martínez o Villalpando, pasaron a las bandas
civiles, la composición y la enseñanza. Seguramente el sistema de
contratas era más atractivo para los directores y ejecutantes que enro-
larse como militares de planta, aunque para algunos el trabajo en el
ejército era más seguro y prestigiado. Todo esto condujo al gran auge
de las bandas militares durante el Porfiriato y una de las más famosas
fue la del Estado Mayor; en efecto, si tuviéramos que elegir la música
militar más importante de fines de siglo xix y principios del xx, inter-
pretada por la Banda de Música del 8º Regimiento de Caballería, que
después se llamaría Banda del Estado Mayor. Las razones son varias.
En principio, porque dicho conjunto estuvo bajo la batuta de dos de
los mejores directores de la época: Encarnación Payén y Nabor Vázquez.
Además, era la banda elegida para representar a México en ferias in-
ternacionales y la que acompañaba al presidente en sus actos oficiales.
Una vez que México gozó de un periodo de estabilidad política du-
rante el Porfiriato, el país empezó a ser invitado a varios eventos inter-
nacionales. La representación musical corrió a cargo de las bandas mi-
litares, lo cual puede explicarse por varios motivos. En el México
porfirista, el nacionalismo musical fue concebido como la suma de sus
géneros (el popurrí o suite de aires nacionales), donde no dominaba una
región en particular (como ocurrió en el periodo posrevolucionario,
cuando imperó el folclorismo a través de la canción mexicana acompa-
ñada por una orquesta típica con indumentaria de charros o de policías
rurales). Las músicas militares podían ejecutar este tipo de obras.
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presencia de la Banda en la historia
y el desarrollo regional del sur de sinaloa
en el siglo xix
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antecedentes
Estudiar la vida musical de cualquier pueblo del siglo xix es una ardua
labor. Eso es aún más laborioso cuando nos aventuramos a explorar la
música de los pueblos y de las ciudades distantes del centro del país,
donde se encuentran los acervos documentales más importantes de la
historia nacional. Sea por el desconocimiento de documentos históri-
cos sobre la música mexicana en el periodo independiente o por el
menosprecio de la historia de la música popular en los medios acadé-
micos de la música occidental, los musicólogos mexicanos han a me-
nudo evitado o ignorado examinar la vida cultural de tales regiones.
De hecho, poco se conoce de la producción de música popular en los
territorios del noroeste de México. Con excepción de la costa de Pací-
fico que corre al lado de las escabrosas montañas de la Sierra Madre
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Presencia de la banda en la historia y el desarrollo regional
No fue sino hasta la segunda mitad del siglo xix cuando las referen-
cias a la vida musical de los centros de mayor población aparecieron
con más frecuencia. Los diarios de Mazatlán anunciaban con regulari-
dad las compañías de zarzuela que visitaban el Teatro de la Ciudad y
los conciertos al aire libre ejecutados por la banda militar, correspon-
diente a la guarnición del lugar. Con la importancia creciente del
puerto en el comercio asiático y europeo, el número de visitantes ex-
tranjeros a la costa del Pacífico aumentó (Ocaranza, 1934: 1937-1939).
Algunos marineros, aventureros, científicos, comerciantes y diplomá-
ticos escribieron descripciones detalladas de sus viajes; en su mayoría
estaban dirigidas a sus coterráneos. Se trata de narraciones subjetivas
que reflejan no sólo el punto de vista del autor, sino también su habi-
lidad para apreciar un mundo diferente (Ortega, 1944: 7-219).
En efecto, algunos de estos viajeros vieron a México en una época
poco atractiva. El testimonio del viajero inglés Roben W. H. Hardy
así lo demuestra: “Si Humboldt, cuando hizo su visita a la ciudad de
México, la hubiera examinado con los ojos de un filósofo humanista
y la hubiera representado sin afeites, ¡cuánto desencanto le hubiese
ahorrado a viajeros y a Europa!” (Hardy, 1871: 9). A pesar de todo, la
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Luego vinieron los paseos vespertinos con una tropa de oficiales o con los in-
efables, hospitalarios comerciantes del puerto en caballos vistosos, tintineando
sus arreos, jugueteando y cruzando a la carrera el camino costero. Hacia la
plaza, otra vez, justo a tiempo para la música, haciendo una reverencia o un
guiño tal vez, a una finamente ataviada dueña de un diminuto pie; después
unas cuantas vueltitas de pavoneo para exhibirse por la plazuela cuando nos
apremiaba la hora de cenar […]. En las noches tranquilas, cuando los pianos y
las arpas perturbaban el aire quieto, no era considerada como novedad algunos
sacos azules girando alrededor en danza y vals en los fandangos o, según la
expresión más elegante, bailes (Wise, 1849: 35).
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Era jueves y esa noche las bandas militares de la guarnición debían tocar una
serenata (retreta) en la plaza de Machado. Después de unas cuantas horas
oyendo una música muy buena y admirando a las elegantes damas mazatlecas
de ojos negros y distinguido porte que ostentaban a los rayos de la luz eléctrica
espléndidos trajes de telas ligeras, por ser la época del calor excesivo, tomé en
compañía de otros caballeros un coche de los muchos con que está servido
Mazatlán y fácilmente pudimos conocer a toda la ciudad, que no tiene gran
extensión, y cuyas calles amplias y bien acondicionadas no presentan obstáculos
para recorrerlas. La plaza de Machado tiene un hermoso jardín con verja de
hierro, bien cuidado, planteado de árboles y con un grandioso pabellón en el
centro (Jaramillo, 1899: 79).
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Era igualmente acostumbrado que una banda desfilara por las calles
durante el día para anunciar el programa teatral. Un visitante estadu-
nidense observaba sorprendido que “las clases más bajas son grandes
amantes del teatro y podrán subsistir de la nada y andar descalzos por
semanas a cambio de poder ahorrarse los preciosos dos reales que les
darán el acceso a su diversión favorita” (Edwards, 1883: 23). No obs-
tante, otro viajero acota:
Vi una escena interesante una noche frente al teatro: una gran banda se apos-
taba cerca de la puerta desde donde ejecutaban valses y polkas en un estilo
excelente, una idea sin duda derivada de Scudder’s Balcony [El balcón de los
vencejos] de las casas de juego de San Francisco. Tenía el efecto por lo menos
de atraer a una gran muchedumbre de las clases bajas o humildes al lugar y
de hacer subir las ventas de los comerciantes de frutas y bebidas. Una banda
militar consistente en trompetas sólo marchaba por la calle de arriba abajo
sonando largas ráfagas de sonido penetrante que lo afectaban a uno como el
de un choque de una batería electrogalvánica (Taylor, 1850: 247).
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Se había erigido una gran marquesina en el medio del lugar y había en sus
alrededores pequeñas negociaciones con numerosos puestos resplandecientes
con luces, música y diversión. No era un asunto muy selecto, así que tomé
la precaución de enfundar mi espada en su vaina. Poco después entramos en
el espíritu de la fiesta y pronto estuvimos mano con mano con léperos y sus
galanas, sorbiendo de cada copa, girando en valses, bailando al son del rápido
jarabie [jarabe, un tipo de baile] y haciendo el ridículo (Wise, 1849: 192).
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fiesta de picnic, uno de los llamados “día de campo”, en una de las muchas
islas (Riensch, 1849: 67, 68).
BIBLIOGRAFÍA
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and Mineral Resources of Sinaloa, San Francisco, Spaudling.
Wheat, M., 1857, Travels on the Western Slope of the Mexican Cordillera
in the Form of Fifty-one Letters, San Francisco, Whitton, Towne & Co.
Wheat, D., 1972, El noroeste mexicano en el siglo xix, 1857, México, Fce.
Wise, H. A., 1849, Los gringos: Or, An Inside View of Mexico and Cali-
fornia, Nueva York, Baker and Scrihner.
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las Bandas de Música en Morelia,
un acercaMiento a la Música de las Mayorías,
1882-1911
•
Alejandro Mercado Villalobos
1
Moreliano de nacimiento, fue el principal periodista michoacano de la segunda mitad
del siglo xix. Su obra es vasta y ha sido recogida en un libro que publicó, en 1999, la his-
toriadora nicolaíta Adriana Pineda.
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Las bandas de música en moreLia
de este tipo, ya que actuaron otras bandas, entre ellas las militares, que
venían con cada batallón federal que llegaba a la ciudad —así arribó
la del 8º Regimiento, por ejemplo—, y se crearon otras, como la Ma-
riano Jiménez durante la década de 1880, o una en la cárcel peniten-
ciaria; no obstante, estas músicas no lograron la relevancia social de
las “tres grandes”. De ahí la intención de abordarlas en particular y, a
través de su estudio, examinar la música que se escuchó en Morelia
durante la mayor parte del periodo porfirista.
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del profesor Miranda y a otros más, la cual funcionó hasta 1856.2 Du-
rante los años de la dictadura de Santa Anna hubo también música en
Morelia. En ese tiempo actuó una banda compuesta de varios músicos
“libres”, organizada por el profesor Juan Buitrón. En 1856, uno de los
músicos y profesores más prestigiados de Morelia, Luis I. de la Parra,3
fundó una banda de música con varios músicos que habían formado
parte de algunas bandas. El señor Parra llevó a Morelia incluso a algu-
nos músicos foráneos, uno de Cuitzeo, y otros más de Salvatierra y
Yuriria, pueblos ubicados al sur del estado de Guanajuato. Aquella
2
En el gremio musical llegaban a suceder, casi como cosa común, situaciones risibles,
como la llegada tardía de alguna música a un compromiso, donde comenzaban la actua-
ción unos cuantos músicos, integrándose los demás durante el evento y cosas por el estilo.
En 1852 ocurrió algo digno de mencionarse, que rescata el músico Ramón Martínez Avi-
lés en su revista Euterpe: “En el año de 1852, siendo gobernador del Estado el Sr. D. Mel-
chor Ocampo, vino a esta ciudad su hija Pepita y, como era justo y natural, se le hizo es-
pléndida recepción, obsequiándola a poco de su llegada con un magnífico baile que se
verificó en el patio del que es ahora Palacio Municipal. Por corresponder a la magnificen-
cia del baile, se creyó conveniente ocupar las dos orquestas beligerantes [una era la de
Manuel Miranda y otra la dirigida por Benito Ortiz], colocándose éstas en los corredores
norte y sur del expresado edificio. Desempeñaba el cargo de bastonero nuestro paisano y
buen amigo D. Daniel Carrasquedo, justamente célebre entre nosotros por la gracia de sus
ocurrencias y por el modo de decirlas. Llegó el momento en que diera principio el baile y,
con arreglo a lo que pedía la gran etiqueta, el bastonero anunció cuadrillas, la orquesta del
Sr. Miranda se apresuró a tocarlas y animada por el anhelo de obtener el triunfo, en el acto
repartió impresas unas cuadrillas, cuyo autor no recordamos, tocándolas en seguida, pero
tan mal que al no entenderlas los bailadores, que eran en número de treinta a cuarenta
parejas, el bastonero, con la gracia que le era peculiar, les gritó desde abajo: ‘¡Hombres,
toquen lo que sepan!’ ” (Euterpe, 8 de diciembre de 1893: 3-4),
3
Luis I. de la Parra nació en Pátzcuaro en 1831. Desde niño mostró dotes para la música
que le valieron que sus padres le proporcionaran los medios necesarios para su prepara-
ción artística. A los 18 años era ya un consumado músico y posteriormente fue nombrado
maestro de capilla y organista de la Catedral de Morelia, cargo que desempeñó durante
muchos años hasta su jubilación. El maestro Parra era muy apreciado por las familias ricas
de la ciudad y su calidad como maestro y pianista le llevaron a ser profesor de música de
varias señoritas de la alta sociedad. Fue también muchos años director de la Academia de
Música del Colegio de San Nicolás y de la Academia de Niñas, logrando fama de puntual
al grado de que se decía en aquel entonces: “Llueva o truene, Parra viene”. Fue un com-
positor sobresaliente y en su haber figuran obras de gran calidad. Marchas triunfales, va-
rias composiciones religiosas y su titulada obertura “La tempestad” engloban su creativo
currículum. Durante la gestión del general Mariano Jiménez fue diputado suplente (1885)
y propietario (1887). Murió en la Ciudad de México en 1892 (Torres, 1915).
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Las bandas de música en moreLia
banda sobrevivió la Guerra de los Tres Años. Una nota interesante aquí
es que las bandas de música mencionadas fueron conformadas casi por
un mismo grupo de músicos, que se intercambiaban de una música a
otra, y sí se incluyeron algunos músicos nuevos también, pero fueron
en realidad pocos en relación con las músicas que funcionaron en
aquellos años. La referencia a las bandas de música que nos ofrece el
polígrafo Mariano de Jesús Torres se detiene aquí, pero en otra parte
del tomo I de su Diccionario… (Torres, 1915) señala una lista que
continúa el desarrollo de las “asociaciones filarmónicas” que funciona-
ron en Morelia. A pesar de que no especifica los tipos de grupos musi-
cales a que alude, si eran bandas de música u orquestas, la mención a
las organizaciones musicales citadas por el polígrafo resulta importan-
te. A inicios de la década de 1860, Ramón Martínez Avilés4 organizó
una asociación musical de nombre “Santa Cecilia”,5 cuya fama sería tal
que llegó a ser considerada la mejor durante varios años. Funcionó la
música hasta 1869 en su primera época. Por esos años surgió otra mú-
sica, dirigida por Brígido Carrillo. Años después, en 1877, el músico
Cayetano Flores creó una asociación musical que duró poco, sólo dos
años, al tiempo que el “Chatito” Avilés reorganizaba la “Santa Cecilia”;
ya entrado el periodo porfirista, Cayetano Flores y Benito Cerda orga-
nizaron una música que hizo competencia a la de Martínez Avilés
(Torres, 1915).
Durante el periodo de gobierno de Porfirio Díaz hubo varias bandas
de música en Morelia. La mayoría de ellas se organizaron por inicia-
tiva institucional, es decir, por parte del gobierno estatal o por el fe-
4
Ramón Martínez Avilés nació en Tacámbaro, Michoacán. Licenciado en derecho de
profesión y músico de oficio, Avilés se destacó por su prolífica vida musical. Formó varios
grupos musicales, entre los que destaca la Orquesta Santa Cecilia. Fue profesor de música
del Colegio de San Nicolás y del Colegio de Santa Rosa María de Valladolid. Entre sus
dotes musicales más destacadas figura la composición; en este sentido, el maestro incur-
sionó en varios géneros musicales: oberturas, marchas, himnos, valses, polcas, mazurcas,
danzas y canciones (Torres, 1915).
5
Cecilia fue una mártir cristiana que gustaba del canto como forma de acercamiento a
Dios; la música era parte de su corazón. En el siglo ix sus restos fueron depositados en la
Iglesia de Santa Cecilia en Roma y a partir de entonces fue considerada la patrona de los
músicos.
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Por parte del gobierno federal estaba establecido un regimiento militar en la ciudad,
cuyas funciones al cuidado del orden y seguridad en la entidad las realizaba por periodos
determinados, al término de los cuales era reemplazada la guarnición por otra. Cada des-
tacamento traía consigo una banda de música, que se dedicaba a cubrir la parte musical
de los eventos oficiales, e incluso daba serenatas y audiciones los fines de semana como
parte de su labor frente a la sociedad.
7
Las actuaciones de esta banda y otras, oficiales, pueden seguirse a detalle en el Periódico
Oficial del Estado de Michoacán. El 3 de diciembre, por ejemplo, se publicó el programa
musical que habría de ejecutar la banda en el centro de la ciudad. Dicho programa se
componía de varios números y géneros variados: un paso doble, un vals, una fantasía, una
mazurca, un bolero, una polca y para finalizar una danza (Periódico Oficial, 3 de diciembre
de 1881).
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Una noticia publicada en julio de 1895 señala que la “banda particular” que había orga-
nizado Payén se componía de más de 30 músicos, que en poco tiempo había convertido el
capitán en “excelentes” ejecutantes. Con motivo de la reelección de Porfirio Díaz, la mú-
sica participó en un evento organizado por varios clubes en el Teatro Ocampo. Se dice
que los músicos “vestían elegante uniforme” y tocaron con “verdadero arte” (La Libertad,
16 de julio de 1895). En septiembre apareció de nueva cuenta la banda, de nuevo con
motivo de la proclamación de apoyo a la reelección de Porfirio Díaz. En esa ocasión par-
ticiparon varios jóvenes, algunos miembros del Club Benito Juárez, otros del Colegio de
San Nicolás y uno de la Escuela de Artes y Oficios, quienes tomaron parte en las arengas
de aquel día (La Libertad, 3 de septiembre de 1895).
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En las bandas de música michoacanas actuales, al sax horn se le conoce también como
charcheta o cúcuna.
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Las principales eran: el 5 de febrero por el aniversario de la Constitución Federal de
1857, el 5 de mayo por el triunfo obtenido por el Ejército Mexicano sobre las tropas
francesas en Puebla en 1862, el 15 y 16 de septiembre por el inicio de la Revolución de
1810, el 27 del mismo mes por la consumación de Independencia y el 30 también por el
aniversario del natalicio de José María Morelos. También se celebraban otros acontecimien-
tos de relevancia social, como la muerte de Mariano Matamoros, fecha para la cual se
organizaba un acto solemne en el portal que lleva su nombre, ubicado a un costado de la
Plaza de los Mártires. Otra de las fechas fundamentales del calendario social-colectivo
moreliano era el 8 de mayo, aniversario de Miguel Hidalgo y Costilla, día en que el Co-
legio de San Nicolás festejaba en grande, con acto cívico y música de gala. La mayoría
de estos eventos eran organizados por las autoridades estatales y municipales, que cum-
plían con la labor de exaltación de los valores patrios, si bien algunos tenían origen en la
iniciativa de instituciones como la Casa de Hidalgo. Las fechas de relevancia social en
Morelia pueden consultarse en Torres (1915: 7-6). Por norma tradicional, el festejo patrio
comenzaba al alba, se izaba la bandera nacional y se llevaba a cabo un recorrido por las
principales calles del centro de la ciudad, con acompañamiento de las bandas militares y
el repique de campanas. Antes del mediodía se realizaba un acto, en el Portal Matamoros,
donde se reunían las principales autoridades locales y estatales y ciudadanos de todos
sectores de la sociedad, acomodados de acuerdo con su status económico por supuesto. Se
pronunciaba un discurso alusivo a la fecha y un grupo musical tocaba un par de piezas;
muchas veces era una orquesta y otras una banda de viento, la cual cerraba esta parte de
la celebración con la ejecución del Himno Nacional. Enseguida comenzaba el desfile
por la calle principal, frente al palacio de los poderes del Estado. Participaban escuelas,
milicia y las bandas de música militares. Por la tarde y noche se organizaban serenatas en
los distintos espacios públicos, siendo la principal en la Plaza de los Mártires. En no pocas
ocasiones la fiesta concluía entrada la noche con la quema de fuegos pirotécnicos.
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En el primer cuartel se ubicaban la Plaza de la Paz, la Catedral, la Plaza de los Mártires,
los portales Allende, Aldama y Matamoros, el Palacio de Justicia, la cárcel penitenciaria,
el Templo de San Agustín y su mercado, la Academia de Niñas, el Palacio Municipal, el
Monte de Piedad, el Templo de la Merced, la Plazuela de Carrillo y la de la Soterraña, las
capillas del Prendimiento, del Santo Niño, de la Soterraña y la de Santa Catarina. En el
segundo cuartel estaban el Palacio de Gobierno, los portales de Iturbide e Hidalgo, el Co-
legio de San Nicolás, el Templo de la Compañía, la Escuela de Artes y Oficios, la plazuela
y templos del Carmen y de las Rosas y la estación del ferrocarril. Por su parte, en el cuartel
tercero figuraba el hotel antiguo de Michoacán, la plaza y templo del Señor San José, el
templo de las religiosas catarinas, el cuartel de las Tropas Federales, los colegios de Gua-
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El Bosque de San Pedro estaba organizado en bloques, en cuyos espacios existían casas
de campo, pertenecientes a varias familias de la sociedad selecta moreliana (Cortés, 1989).
15
Sobre el Ocampo, véase Arreola (2001).
16
La plaza de toros de Morelia se construyó en 1844, en un local ubicado a un costado de
la Capilla de San Juan. Según María Teresa Cortés Zavala, albergaba hasta 8 000 personas,
cifra sin embargo un tanto exagerada. Las peleas de gallos tenían lugar en un local llama-
do “Hipódromo”, construido a un costado de San Agustín, y otro denominado “Del De-
sierto” (Cortés, 1989).
17
Llamados también “jamaicas”, los bailes se organizaron en espacios bien determinados.
Uno de ellos fue el Hotel Oseguera, localizado a un costado de la actual Plaza Melchor
Ocampo, donde fueron famosos los bailes organizados con la actuación de diversos grupos
musicales, de los cuales destacaron las orquestas de León y Celaya, que se enfrentarían en
no pocas ocasiones a las orquestas morelianas, como la “Santa Cecilia”, del músico Ra-
món Martínez Avilés. En cuanto a bailes, de mención obligada son los organizados en el
Portal Matamoros; aquellos fueron eventos fastuosos a los que acudían las familias de
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En otra nota de finales de septiembre se señala que los instrumentos eran nuevos en su
totalidad y que la música se presentaba “perfectamente arreglada” (Periódico Oficial, 20 de
septiembre de 1882).
21
El cuerpo al que pertenecía la música contaba con un jefe, 25 oficiales y 338 elementos
de tropa, donde estaban contemplados los músicos de la banda hasta esos momentos (Me-
moria de Gobierno, 1886). En el mismo documento se menciona un gasto de 10 pesos, que
cobró el sastre Luis Alcocer, quien reportó el gasto a: “buena cuenta uniformes para la
música” (Anexos, núm. 49).
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El programa del día 28 estuvo formado por siete piezas (Gaceta Oficial, 28 de enero de
1886). Por su parte, el de la semana siguiente fue más extenso: la serenata fue en dos partes,
la primera con cinco piezas y la segunda con ocho (Gaceta Oficial, 31 de enero de 1886).
23
Las composiciones de los músicos morelianos respondían a los géneros europeos. Si,
como advierte Yolanda Moreno Rivas, las canciones del país, es decir, los antecedentes de
la música mexicana, estaban presentes desde finales del siglo xviii, para el periodo porfi-
rista se escuchaban en Morelia, al menos en los escenarios que mencionamos, piezas de
exclusiva catadura europea. La música de que habla la investigadora estaba, probable-
mente, limitada al espacio de la cantina y los barrios pobres y alejados de los centros ur-
banos, donde ejecutaba, con vihuela, el músico lírico. Véase al respecto de la música
mexicana el trabajo de Moreno (1979).
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Una costumbre del público no era del todo bienvenida por parte de
los músicos de la Banda del Estado cuando eran llamados a presentar-
se en los eventos de ese tipo. En 1894 se publicó una crítica en La Li-
bertad que denunció los maltratos de la gente hacia los músicos. El
sentido de la nota infiere que “jóvenes decentes” proferían insultos:
“Impropios de una mediana educación, que puedan hacer sangre en
los labios de donde brotan y que a nada conducen pues la mayor o
menor moralidad de los filarmónicos no debe discutirse en el redondel:
sus alcances artísticos sí merecen alguna broma, que el sol a menudo
se las propina” (La Libertad). El hecho es que, aunque considerada
actividad bárbara, la fiesta brava fue común.27 En mayo de 1899 se
llevó a cabo un festejo organizado por “un grupo entusiasta de jóvenes
de la mejor sociedad moreliana”, quienes advirtieron que “rara vez se
ha visto la plaza tan literalmente llena por todas las clases sociales”,
ocasión en que la parte musical corrió a cargo de las bandas del 6º
Regimiento y la del Estado (La Libertad).
Si bien la Banda del Estado participaba en eventos sociales varios,
una de sus tareas fundamentales era engrandecer, mediante la música,
las giras del gobernador michoacano al interior de la entidad. La banda
no lo acompañaba a sus viajes de trabajo, pero lo esperaba a su regreso
para anunciar su llegada, literalmente, con bombo y platillos. Así fue el
17 de mayo de 1894, cuando se recibió con algarabía la entrada a Mo-
relia, por la garita del poniente, de Aristeo Mercado. En esa ocasión, la
música del Estado ofreció una serenata que concluyó hasta las 11:00 de
la noche; y todavía al día siguiente siguieron los festejos musicales,
ahora con el acompañamiento, siempre elegante, de la Banda de Mú-
27
León XIII había mandado una prohibición que determinaba negar la extremaunción a
picadores y toreros, heridos durante los festejos taurinos, e incluso había mandado exco-
mulgar a público y matadores (La Libertad, 7 de abril de 1894). Sin embargo, parte de la
opinión de la sociedad era de indiferencia. Ganaba, pues, la afición a la fiesta, tal como
lo consigna una nota publicada en La Libertad, que reproduce las declaraciones de un
joven respecto del festejo: “mientras su padre —que no era santo— le permitiera ir a los
toros, no le afectaba que lo prohibiera el padre santo”. Hubo quien afirmaba que “era
aceptable determinado tiempo de purgatorio por asistir a una corrida” (La Libertad, 7 de
abril de 1894: 4).
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Un año después, la banda amenizó el “regreso” del gobernador Mercado. Al bajar éste
del tren, la música ejecutó el Himno Nacional (La Libertad, 14 de mayo de 1895).
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Cubierto de laureles, Encarnación Payén se retiró en 1901 y murió en Morelia en 1919
(El Odeón Michoacano, 1900).
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El hermoso vestíbulo del Coliseo [Teatro Ocampo], velado por rojas corti-
nas sobre el pórtico de entrada, producía maravilloso efecto, al colorar los
rayos dorados de las bujías como un tenue polvillo de rosa. En el interior
del edificio, el adorno era de un estilo menos severo, pero más elegante, más
airoso, más delicado, más aristocrático. Correspondía el vapor del blanco
crespón al tinte aterciopelado por la veloutina de las hermosas mujeres que
ocupaban los palcos, al dulce vaivén de los grandes abanicos de pluma, de
concha o nácar que a semejanza de enormes mariposas simulaban un ale-
teo apasionado y lleno de voluptuosidad en derredor de aquellas flores de
espléndida (sic) belleza.
33
El 6 de febrero de 1883, la Banda del 8º Regimiento participó en la inauguración del
ferrocarril en Maravatío (Periódico Oficial, 10 de febrero de 1883).
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Una muestra del rechazo hacia las fiestas del carnaval, al menos por un sector de la so-
ciedad moreliana, puede consultarse en el trabajo de Torres (1991).
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Todas las noticias que nos suministran los diarios mas populares e importantes
de la capital de España y las cartas privadas que han enviado los compatriotas
nuestros que forman la célebre música militar, que con tanto acierto dirige
nuestro querido amigo, el maestro Encarnación Payén, nos demuestran que
el mejor éxito ha coronado los esfuerzos de los notables artistas y que en
la Madre Patria han merecido el tributo que se concede al genio y al arte.
Sentimos de veras no poder transcribir lo que dicen los periódicos tan ilus-
trados como La Época, El Heraldo, El Imparcial y El Liberal, de Madrid, para
que se vean los honoríficos conceptos que han merecido nuestros amigos,
los artistas que en otras ocasiones han llamado la atención en los Estados
Unidos. Triunfo completo ha alcanzado el Sr. Payén y por ello debemos
enorgullecernos, pues nuestra patria figura honrosamente en la capital de
España. A Morelia corresponde gran parte de estos honores, pues, como es
sabido, la mayoría absoluta de los músicos de la celebrada banda son hijos
de esta capital y en la Escuela de Artes hicieron sus estudios artísticos bajo
la dirección del maestro Payén, que aquí todos estimamos como se merece.
De todas las glorias del Sr. Payén, la que ha conquistado en España es la
más grande e inmarcesible, porque es elogiada y aplaudida en una nación
donde hay gusto por el arte y en donde, si no existen las primeras notabili-
dades europeas, hay costumbre de oír músicas italianas y alemanas, que son
las primeras del mundo. Por lo mismo, el juicio que tanto honra a la banda
del 8vo. Regimiento, emitido en Madrid, es competente y en nada tiene de
apasionado, siendo del todo imparcial e irrecusable. Celebramos con todo
corazón que México figure así en Europa, demostrando que entre nosotros
se cultiva el divino arte con provecho. Felicitamos a nuestro amigo muy
apreciable, el Sr. Payén, y a los músicos de su aplaudida banda; nos felicitamos
nosotros por la honra que artistas tan ameritados dan a la patria, al Estado y
a Morelia. Creemos que la música del 8vo. visitará algunas de las principales
capitales de España para luego volverse a América y tocar en la Exposición
de Chicago. En todas partes recogerá laureles el maestro Payén y los artistas
que le acompañan: lo deseamos, sinceramente, por honor a México (Euterpe,
8 de noviembre de 1892).
que cubrió sus dos escogidos programas fueron entusiastamente aplaudidas y algunas me-
recieron el honor de la repetición” (Euterpe, 22 de julio de 1892: 7).
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La despedida de la música del 8º fue con un desfile por la calle Nacional, a las seis de la
mañana. En su lugar, llegó la Banda de Música del 6º Regimiento (La Libertad, 8 de junio
de 1897).
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El 18 de abril de 1856 se abrió la primera escuela de artes en México, en la que se abrie-
ron talleres sobre diversas ramas de la producción artesanal, pero no se incluyó la música
(Dublán y Lozano, 1908)
39
El decreto de fundación apareció el 12 de agosto de 1882, y éste ordenaba, entre otras
cosas, que la escuela se ubicara en el edificio de la Compañía de Jesús, actual Palacio Cla-
vijero. Archivo General e Histórico del Poder Ejecutivo de Michoacán (aghpeM), Fondo
Secretaría de Gobierno, Sección Instrucción, Serie Escuela de Artes y Oficios, caja 8, exp.
5, fojas 120-130.
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Se dotó de 87 instrumentos para la escoleta musical, papel pautado y diversos métodos-
libros de enseñanza de la música (Memoria de Gobierno, 1887). Años después, en 1897, se
adquirieron 17 instrumentos más y “de suprema calidad”, traídos desde Alemania (Memo-
ria de Gobierno, 1900).
41
Ocho músicos se integraron a la Banda de Música del 8º Regimiento, 12 a la del Estado,
y el resto se acomodó en distintas músicas de otras entidades (Memoria de Gobierno, 1892).
42
La ley se publicó el 14 de diciembre de 1892 y fue en septiembre de 1894 cuando se
aplicó el cambio de nombre y de estructura interna. aghpeM, Fondo Secretaría de Gobier-
no, Sección Instrucción, Serie Escuela de Artes y Oficios, caja 8, exp. 5, fojas 134-136.
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En enero de 1894 apareció una nota en la prensa local que cita la participación de la
banda de la Escuela de Artes en una serenata en honor al gobernador del estado (La Li-
bertad, 13 de enero de 1894).
44
El músico Peñaloza fue también compositor. Muchas de sus obras se citan en El odeón
michoacano (1900).
45
El Día de Árboles de aquel año se organizó el 19 de julio (La Libertad, 18 de julio de
1896). En agosto, la banda interpretó un programa con marchas de Francisco de P. Lemus,
con grado de ejecución significativo, señala la nota (La Libertad, 18 de agosto de 1896).
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En 1896 la Banda de la Escuela Industrial tocó alternando con la del Estado (La Liber-
tad, 8 de septiembre de 1896). Un año después, la música dirigida por el músico Peñaloza
se destacó por la ejecución de la pieza Los Herreros, donde se utilizaron “martillos de yun-
que”, ejecutados por un ex alumno del capitán Payén, de nombre Candelario Estrada. En
esa ocasión ejecutó también la Banda de Música del 6º de Caballería (La Libertad, 7 de
septiembre de 1897).
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“Cada día aventaja más bajo la dirección del dedicado profesor Señor
Eustorgio Peñaloza”, quien había dirigido una audición en enero de
aquel año para amenizar una exposición de trabajos que los alumnos
de la escuela habían preparado; el programa fue variado: fantasías,
valses y sinfonías, entre otras piezas (La Libertad).47 Durante ese año
no sucedió nada extraordinario, musicalmente hablando, sino hasta
septiembre. Con motivo de los tradicionales festejos por el aniversario
del inicio de la Revolución de 1810, se organizó una magna audición
en la Plaza de los Mártires. Se preparó entonces una velada musical
con la participación de tres bandas: la del Estado, la de la Escuela In-
dustrial y la del 6º Regimiento. De igual forma que dos años atrás, las
bandas se unieron en ese momento y ejecutaron por la mañana, desde
las 10:00 de la mañana hasta la 1:00 de la tarde, la Marcha triunfal
Porfirio Díaz, dirigida por el profesor Daniel Camarena, director del 6º
regimiento; Silvia, cuya dirección estuvo a cargo del músico Eustorgio
Peñaloza; las fantasías Enrique VIII y Fausto, dirigidas por Estanislao
Romero, director de la Banda del Estado; y la mañana terminó con La
Bohemia, tercer acto de Puccini, bajo la dirección del señor Juan B.
Fuentes. En la noche, las mismas bandas ofrecieron una serenata, que
a decir de la prensa fue única por su originalidad (La Libertad).
Como parte de la propuesta participativa de la banda y de que los
tiempos así lo permitían, la música de la Escuela Industrial tuvo acto
de presencia en los llamados Viernes de Dolores, una celebración reli-
giosa que se organizaba cada año en la Plaza de la Paz. La fecha reli-
giosa se conmemoraba con música en ese lugar desde las 7:00 de la
mañana. En marzo de 1899, el festejo tuvo la participación de la mú-
sica del Estado, la del 6º Regimiento y la de la Escuela de Artes, que
se alternaron los horarios hasta la 1:00 de la tarde (La Libertad).48
Decíamos, los tiempos permitían que una banda militar participara en
eventos religiosos, asunto que se explica por la política de conciliación
47
Un año después se organizó de nueva cuenta la exposición, que duró varios días, con la
participación de la música de la escuela (La Libertad, 10 de enero de 1898).
48
Dos años atrás participaron sólo la del Estado y la de Artes (La Libertad, 13 de abril de
1897).
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Continuaba en la dirección musical Eustorgio Peñaloza (La Libertad, 30 de noviembre
de 1900).
50
En 1903 se dotó de entarimado a la orquesta y a la clase de solfeo (Memoria de Gobierno,
1900-1904).
51
En los festejos del 5 de mayo de 1906, la música participó en todos los eventos (Periódi-
co Oficial, 3 de mayo de 1906).
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Para ese año aparecen tres profesores para el área de música, uno para la banda y dos
para la orquesta (Periódico Oficial, 20 de enero de 1907).
53
Tavera (2002) proporciona los detalles de los festejos del centenario.
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Industrial Militar Porfirio Díaz, caja 11, expedientes 1-4.
108
Bandas en nuevo león
•
Alfonso Ayala Duarte
antecedentes
Durante el gobierno de Santiago Vidaurri (1855-1864) la vida del
noreste mexicano se enmarcó en la conformación del Estado nacional
moderno. En el proceso, las guerras civiles y la importancia del ejérci-
to fueron efecto de la dificultad para imponer o, en su caso, resistir un
orden global que subordinara los intereses regionales. Cerutti anota en
este sentido: “El poder militar, en estas décadas, resultaba un compo-
nente vertebral de la hegemonía política regional” (Cerutti, 1983: 27).
La presencia e importancia de los ejércitos en la segunda mitad del
siglo xix se reflejaron en el reconocimiento que adquirieron las bandas
militares. Entre los siglos xix y xx, la banda militar, con sus peculiares
secciones de alientos, metales y percusiones, fue el modelo de ensamble
para gran concierto en Nuevo León. Entonces no hubo acontecimien-
to oficial o particular de importancia que no fuera solemnizado por
ensambles del tipo.
109
alFonso ayala duarte
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Bandas en nuevo León
educación Musical
Las bandas pertenecientes a los diversos regimientos acantonados en
el estado contrataron a maestros músicos para reclutar jóvenes que
desearan aprender a tocar algún instrumento. Los muchachos se com-
prometían a estudiar música y a tocar donde y cuando lo dispusieran
las autoridades durante uno o varios años.
En Nuevo León debieron existir varias de estas bandas escuelas.
Hubo bandas en Pesquería Grande, Monterrey, Villa de García, Cade-
reyta, Villa de Santiago y Cerralvo.1 Muy probablemente hubo otras
que no incluyeron papelería en las oficinas del gobierno estatal o que
simplemente no se conocen.
Las bandas funcionaron como parte del ejército, pero gozaron de
ciertas prerrogativas. Es por eso que a los directores de banda militar
se les consideró empresarios. En uno de los documentos del Archivo
General del Estado de Nuevo León (agenl), referidos a las bandas, se
accede a la solicitud de Francisco Sepúlveda de que los jóvenes que
componían la “banda de música de su propiedad” no quedaran com-
prendidos en la Guardia Nacional, ni obligados a tocar en las funciones
cívicas de Pesquería Grande. El maestro no tuvo la misma suerte tres
años después, cuando se le negó la petición a favor de los instrumen-
tistas de su ensamble comprendidos en la lista de sorteo de Villa de
García. 2
Los reclutas de las bandas fueron con frecuencia jóvenes con algún
interés musical. Por su parte, los maestros tenían que enseñarles desde
los rudimentos de la música hasta cuestiones mayores de técnica y
teoría. Los mentores entrenaron a las bandas, pero también debieron
capacitar a las cornetas para la artillería y a los clarines para la caba-
llería, además de responsabilizarse del entrenamiento en tambor.3
En ocasiones, los estudiantes aún menores de edad requirieron la
aprobación de sus padres para celebrar el contrato con directores de las
bandas. Eventualmente algunos jóvenes desertaron, pero también hubo
1
agenl,
Expediente Banda del Estado 1841-1936.
2
agenl,
Expediente Banda del Estado, 1841-1936, 19 de junio y 18 de julio de 1853.
3
agenl, Expediente Banda del Estado, 1841-1936, 2, 20 y 21 de abril de 1852.
111
alFonso ayala duarte
serenatas
Durante las últimas décadas del siglo xix y primeras del xx, Nuevo León
vivió una época de oro en cuanto a serenatas públicas de bandas mili-
tares. A veces, los conciertos se ofrecieron durante toda la semana; a
ellos acudía gran proporción del público regiomontano, que escuchaba
e interactuaba alrededor de los kioscos y las plazas. Los ejemplos podrían
sumarse en cientos (La Voz de Nuevo León, 1888-1909; Renacimiento,
1904-1911). Las serenatas fueron importantes tanto para los amantes
de la música como para la población en general, pues funcionaron como
escenarios de entretenimiento e interacción social, lo mismo que para
el establecimiento de noviazgos entre los jóvenes, que solían recorrer
el perímetro de las plazas, las muchachas en un sentido y los muchachos
en otro; además, sirvieron a los adultos para intercambiar noticias y a
numerosos comerciantes en pequeño para ofrecer sus productos. Las
serenatas también fueron sustanciales para las autoridades militares,
pues de alguna manera constituyeron ocasiones rituales, oportunidades
que reunían a la población alrededor de un representante legítimo de
las autoridades: la banda militar.
La costumbre de dar serenatas en las plazas regiomontanas es añeja.
José P. Saldaña cita unas notas que Desiderio Lagrange hizo en el se-
manario Flores y Frutos durante 1879, en las que se aprecia que para
entonces los paseos en las plazas ya eran moda:
4
agenl, Expediente Banda del Estado, 1841-1936, 24 de febrero de 1900.
112
Bandas en nuevo León
Otro sitio en el que las serenatas fueron moda hacia finales del siglo
xix fue la Plaza de Bolívar, en la avenida Cuauhtémoc y Padre Mier:
113
alFonso ayala duarte
Bandas Municipales
Las bandas ocuparon un lugar central en la sensibilidad de los nuevo-
leoneses, de manera que al final del siglo xix y principios del xx en
varias cabeceras municipales se expresó el interés oficial y particular
por tener una banda propia. En junio de 1898, en Lampazos, algunos
particulares reunieron 691 pesos para la compra de instrumentos de la
banda que recientemente se había formado en la localidad. En el mis-
mo año se informó que varios vecinos de la Villa de Cerralvo coopera-
ron con cantidades que iban de 1 hasta 50 pesos, reuniendo 444.50
pesos para la adquisición de los instrumentos necesarios para una
banda de música (La Voz de Nuevo León, 4 de junio y 23 de julio de
1898). En Sabinas Hidalgo, en 1890 la Banda de Simón Leyva inició
una larga temporada de conciertos públicos en la cabecera municipal:
[En ese año, el Ayuntamiento local] celebró contrato con el profesor Simón
Leyva para que de compromiso hubiese dos serenatas en la plaza: los jueves
y los domingos, pagando el municipio por este servicio cien pesos mensuales.
La banda del profesor Leyva se componía de treinta ejecutantes y durante
muchos años tuvieron a su cargo esta actividad para solaz de los habitantes
del pueblo (Montemayor, 1980: 155).
114
Bandas en nuevo León
5
agenl, Expediente Banda del Estado, 1841-1936, 3 de julio de 1919.
115
alFonso ayala duarte
movilidad. Con todo, se puede tener una idea del personal con la soli-
citud de autorización del gasto para la banda que los miembros del
ensamble hicieron en mayo de 1920. En el momento, los músicos
fueron: Pomposo Caballero, José Domínguez, José Reyes, Francisco
Quintanilla, Bernardo Muñoz, G. Noguet, Miguel Vázquez, Faustino
Damián, Antonio G. Quintanilla, Rosendo Caballero, Carlos Barajas,
Amado Rosales, Blas Quintanilla, Miguel Rodríguez, Federico B. Fer-
nández, Eufrocio G., Alfonso F., Pedro Marcos, José Flores, Primitivo
Torres, Gustavo Gutiérrez, Felipe M. González, Jesús García, S. A.
Pineda, Melquiades Donato y Federico Flores, además de otros dos
músicos cuyos nombres son ilegibles en el documento.6 La dirección
de la banda estuvo bajo responsabilidad de Rosendo Caballero. La
Banda del Estado alternó con bandas militares de los regimientos y
batallones acampados en Nuevo León. El gobierno estatal dispuso de
una banda propia, que pronto ocuparía los espacios públicos de la
ciudad y el estado. El 20 de febrero de 1919 el profesor Rosendo Ca-
ballero informó el programa de la semana:
6
agenl, Expediente Banda del Estado, 1841-1936, 26 de mayo de 1920.
116
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117
alFonso ayala duarte
7
agenl, Expediente Banda del Estado.
118
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8
ahM, Actas del Ayuntamiento de Monterrey, 27 de diciembre de 1929 y 17 de junio de
1930.
9
ahM, Actas del Ayuntamiento de Monterrey, 2 de enero y 15 de febrero de 1937.
119
alFonso ayala duarte
conclusión
La banda de instrumentos de viento, tal como ahora la conocemos, es
un ensamble que no se inventó en Monterrey, ni en Nuevo León, ni
siquiera en México. Desde el Renacimiento en Europa fueron usados
ensambles de instrumentos de aliento para propósitos reales y civiles.
La era moderna de las bandas militares, sin embargo, inició en el siglo
xvii. La expresión “banda militar” data de fines del siglo xviii, cuando
se refería con ella a una banda regimental compuesta de alientos, me-
tales y percusiones. En el siguiente siglo el término se aplicó también
a bandas civiles de similar constitución. Los Dragones de Brandenbur-
go, los Mosqueteros de Francia, la Artillería Real Inglesa y la Guardia
Suiza fueron de los más importantes innovadores en el campo de la
música militar en los siglos xvii y xviii. En la segunda década del siglo
xviii fue introducida primero en Austria y Prusia la “música turca”, con
un tambor bajo, platillos y triángulo o tamborín. A inicios del siglo xix
120
Bandas en nuevo León
121
alFonso ayala duarte
Figura 2. Banda del Estado de Nuevo León, director Gustavo Quiroga, 1941.
Informe que rinde el gobernador Bonifacio Salinas Leal, Monterrey, 1941. agenl.
122
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Figura 4. Anónimo, Banda de Marín, N. L. ca. 1910. Archivo del fotógrafo Alberto
Flores Varela, Monterrey, N. L. copia restaurada.
123
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Figura 6. Anónimo, Banda de Salinas Victoria, 1923. Archivo del profesor Jesús
Chávez, Santa Catarina N. L.
124
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alFonso ayala duarte
Figura 10. Banda de concierto. Orquestas Coros, y Bandas de Nuevo León, A. C.,
2000, San Pedro, N. L.
BIBLIOGRAFÍA
126
Bandas en nuevo León
Archivos
Actas del Ayuntamiento de Monterrey, Archivo Histórico de Monterrey
(ahM).
Expediente Banda del Estado, 1841-1936, Archivo General del Estado
de Nuevo León (agenl).
Periódicos
El Porvenir (1919-), Monterrey.
La Voz de Nuevo León (1888-1909), Monterrey.
Renacimiento (1904-1911), Monterrey.
Entrevistas
Anastasio, de L., 2006, Entrevista por el equipo del Consejo para la
Cultura y las Artes de Nuevo León durante el desarrollo del Pro-
yecto Registro del Patrimonio Cultural Intangible de N. L., Sabinas
Hidalgo, Nuevo León.
127
Música y ciudadanía en pueBlos indígenas:
los cuerpos FilarMónicos en la sierra norte
de pueBla, 1876-1911*
•
Ariadna Acevedo Rodrigo
* Este texto es una versión actualizada y resumida del artículo publicado en el Bulletin of
Latin American Research (Acevedo-Rodrigo, 2008).
129
ariadna acevedo rodrigo
130
Música y ciudadanía en pueblos indígenas
131
ariadna acevedo rodrigo
4
Entre la amplia bibliografía sobre el tema destacan los trabajos de Escobar (1996) y
Guardino (2005: cap. 6).
132
Música y ciudadanía en pueblos indígenas
133
ariadna acevedo rodrigo
7
Los jefes políticos eran la mayor autoridad del distrito y residían en la cabecera distrital,
por debajo de ellos estaban los alcaldes o presidentes municipales y finalmente los presi-
dentes de las juntas auxiliares, es decir, las autoridades de los pueblos sujetos.
134
Música y ciudadanía en pueblos indígenas
8
aMh, caja 1, de Jefatura Política y Comandancia Militar a Huehuetla, Zacatlán, 31 de
julio de 1867; de Miguel Ramos a Huehuetla, Olintla, 19 de agosto de 1867, y caja 2,
Borrador de Oficios, 1875, de Francisco García a párroco Olintla, 27 de febrero de 1875
y de Bonifacio Gaona a jefe político, 7 de agosto de 1875; de José Antonio Luna a Hue-
huetla, 13 de agosto de de 1876, y Borrador de Oficios, 1876, de Bonifacio Gaona a jefe
político, 13 de agosto de 1876.
9
aMc, caja 8, Presidencia, Reglamento para el gobierno económico del cuerpo filarmóni-
co de la Villa de Cuetzalan, Cuetzalan, 16 de febrero de 1878.
135
ariadna acevedo rodrigo
10
Thomson (1994) encontró diversas evidencias de que el puesto de músico era parte del
sistema de cargos en Puebla y otros estados.
11
asMTz, caja 66, Presidencia, folio 21, Tzinacapan, 5 de marzo de 1901.
136
Música y ciudadanía en pueblos indígenas
12
aMc,caja 17, exp. núm. 86, Cuetzalan, 1883.
13
Thomson (1990: 58-59). aMh, caja 18, Presidencia, exp. Correspondencia…, González
a Caxhuacan, Huehuetla, 20 de diciembre de 1898.
14
Taller (1994: 246). aMc, caja 96, Presidencia, exp. núm. 7, Miguel Francisco a Cuetza-
lan, Tzinacapan, 12 de enero de 1906.
15
Thomson (1994: 326-327). aMc, caja 63, Acta de visita, Tzicuilan, 5 de agosto de
1898; caja 123, Instrucción Pública, exp. núm. 68, Tzinacapan, 25 de abril de 1910 y Za-
capoaxtla a Cuetzalan, 6 de mayo de 1910.
137
ariadna acevedo rodrigo
del Estado liberal (servicio militar y pago de impuestos), así como entre
las obligaciones del sistema de cargos, lo que reflejaba un ideal de ciu-
dadanía activa inspirado tanto en la tradición liberal republicana como
en las formas de gobierno indígena que iban adaptándose a los nuevos
tiempos (Thomson, 1990: 54-55; 1994: 320).16
Los contratos de los músicos tenían una duración de cinco años
obligatorios; una vez cumplidos éstos, los músicos podían decidir li-
bremente si tomaban un nuevo contrato por otros cinco años o si se
separaban del cuerpo filarmónico.17 El abandono del cuerpo antes
de los cinco años sólo era aceptado en caso de enfermedad grave o de
cambio de residencia comprobado por escrito. De hecho, no fue in-
usual que las autoridades locales (alcaldes o presidentes municipales
de las cabeceras y presidentes auxiliares de los pueblos), siguiendo el
reglamento, hicieran llamados a las autoridades de localidades ale-
dañas para arrestar a músicos fugitivos, de la misma manera que lo
hacían con los ciudadanos que cambiaban de residencia con la inten-
ción de evadir impuestos. El reglamento del cuerpo filarmónico,
además, mostraba una clara preocupación por el costo que la banda
significaba para el pueblo. En algunos reglamentos se permitía que el
músico abandonara la agrupación antes de cumplir su contrato, siem-
pre y cuando encontrase un sustituto que pudiera tocar el mismo
instrumento y/o pagase 40 pesos para compensar los gastos que se
habían hecho en su educación musical. También debían pagar una
cantidad por la formación recibida los músicos expulsados por falta
de disciplina. A pesar de lo anterior, hubo músicos que cuestionaron
estas condiciones y antes que ser encarcelados por abandono del
16
Thomson (1990: 54-55; 1994: 320). aMzx, caja 30-E, Presidencia, Fomento, exp. núm.
36, Zacapoaxtla, 10 de mayo de 1909. aMh, caja 51, Presidencia, Comparecencia de Pe-
dro Juárez, Huehuetla, 22 de agosto de 1913.
17
Se encontró un caso de reglamento de 1898 que estipulaba un servicio de “diez años
obligatorios” en San Miguel Tzinacapan: véase una cita larga a este documento en asMtz,
caja 62, Presidencia, Tzinacapan, 9 de julio de 1900, Miguel Juárez a presidente auxiliar
de los Reyes. Probablemente más común fue el caso de la renovación del contrato de cin-
co años por un año adicional, como ocurrió en Cuetzalan en 1884: aMc, caja 19, Presi-
dencia, exp. núm. 107, Cuetzalan, 11 de agosto de 1884.
138
Música y ciudadanía en pueblos indígenas
18
Thomson (1990: 56-61). asMtz, caja 62, Presidencia, Miguel Juárez a Reyes, Tzinaca-
pan, 9 de julio de 1900.
19
asMtz, caja 68, Presidencia, Tzinacapan, 13 de febrero de 1902; aMc, caja 81, Presiden-
cia, exp. núm. 86, 31 de agosto de 1903.
20
aMc, caja 96, Presidencia, exp. núm. 7, Miguel Francisco a Cuetzalan, Tzinacapan, 12
de enero de 1906.
139
ariadna acevedo rodrigo
del ciclo escolar, las cuales a menudo se hacían coincidir con un festi-
val patriótico, como el de la promulgación de la Constitución de 1857
el 5 de febrero.21
La presencia de las bandas en las cabeceras y pueblos fue visible y
audible, en un apretado calendario de festividades cívicas y religiosas
y a través de los sonidos de sus ensayos diarios que las más de las veces
comenzaban con el llamado del bombo. El cuerpo filarmónico de Cuet-
zalan, cuya composición varió entre 30 y 40 músicos, contaba en 1884
con cuatro pistones, cuatro saxores, cuatro saxofones, tres trombones,
tres bombardinos, un contrabajo, todos instrumentos de viento de
metal.22 Además, había instrumentos de viento de madera: un flautín
(piccolo), tres clarinetes y un bajón; y percusiones: un bombo, un redo-
blante y un par de platillos.23 Para 1910 había variado esta composición
pero seguían predominando los metales, en particular los sax y saxores
(saxhorn), que sumaban diez, y se habían añadido otros instrumentos
más antiguos, seguramente para diversificar el repertorio: un requinto
(tipo de clarinete), un pandero y unas castañuelas.24
De acuerdo con el reglamento, los cuerpos filarmónicos debían
participar en todas las ceremonias civiles del pueblo: es decir, los fes-
tivales patrióticos, las serenatas dominicales y los eventos especiales
para los cuales solicitaran su presencia las autoridades. Algunos regla-
mentos no mencionaban las fiestas religiosas, lo que resulta compren-
sible puesto que las Leyes de Reforma prohibían la expresión pública
del ritual religioso.25 Sin embargo, hubo contratos que no tuvieron
21
Por ejemplo, asMtz, caja 27, Presidencia, exp. núm. 49, Cuetzalan, 28 de abril de 1882.
22
Los “pistones” podían ser una trompeta corta de pistón o una corneta de pistón. Los “saxo-
res” probablemente eran los saxhorn creados por Adolphe Sax, también inventor del saxofón.
El bombardino y el contrabajo pertenecen a la familia de las tubas (Navarrete, 2001: 10).
23
Aparecen otros instrumentos que no pude identificar: “dos helicones” y “un armónico”.
aMc, caja 19, Presidencia, exp. núm. 72, Cuetzalan, 1884.
24
aMc, caja 122, Presidencia, exp. núm. 50, Cuetzalan, 24 de enero de 1910.
25
Fue el caso del municipio de Huehuetla: aMh, caja 2, Borrador de Oficios…, 24 de di-
ciembre de 1874; caja 5, Tesorería, exp. núm. 2, Huehuetla, 31 de diciembre de 1885,
Puebla, 15 de enero de 1885 y Huehuetla, 3 de octubre de 1888; caja 11, laa, 11 de mayo
y 14 de septiembre de 1889; caja 42, Fomento, exp. núm. 1, Huehuetla, enero y febrero
de 1910 y Presidencia, exp. núm. 46, Huehuetla, 24 de diciembre de 1910.
140
Música y ciudadanía en pueblos indígenas
26
aMc,
caja 19, Presidencia, exp. núm. 107, Cuetzalan, 11 de agosto de 1884.
27
aMc,
caja 5, Presidencia, exp. núm. 21, Cuetzalan, 31 de agosto de 1875; caja 17, exp.
núm. 86, Cuetzalan, 1883. asMtz, caja 50, Presidencia, Reglamento…, Tzinacapan,
1895; caja 68, Presidencia, Amado Mora a Tzinacapan, Cuetzalan, 3 de julio de 1902.
28
Véanse referencias en notas 22 y 29. aMc, caja 3, Presidencia, exp. núm. 15, Cuetzalan,
19 de enero de 1874 y caja 14, Presidencia, exp. núm. 26, Cuetzalan, 31 de enero de 1882.
141
ariadna acevedo rodrigo
29
Como en Cuetzalan, en el cuerpo de Tzinacapan predominaban los instrumentos de
viento de metal. Para 1901 decidieron añadir castañuelas, panderos y un triángulo “para
poner nuevas piezas” con motivo de la fiesta patronal. asMtz, caja 57, Presidencia, In-
ventario de los útiles y piezas que posee el cuerpo filarmónico de este pueblo, Tzinacapan,
1 de enero de 1898 y caja 66, Presidencia, Acta relativa a la compra de nuevos instrumen-
tos, Tzinacapan, 26 de agosto de 1901.
142
Música y ciudadanía en pueblos indígenas
30
asMtz, caja 14, Presidencia, exp. núm. 40, Tzinacapan, 1873.
143
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144
Música y ciudadanía en pueblos indígenas
34
asMtz, caja 62, Presidencia, laa 1899, 24 de febrero y 21 de abril de 1900; Tzinacapan
a Carlos Macip, Tzinacapan, 5 de junio de 1900; nota de Silveriano Mora a Ignacio Or-
duña, Tzinacapan, 24 de marzo de 1900.
145
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35
aMc, laa1913, 24 de marzo y 26 junio 1913.
36
Sobre el analfabetismo de los músicos: Taller (1994: 217-224, 251-253), Brewster
(2003: 59) y Thomson (1990: 57).
37
La historiografía sobre estos temas es incipiente y las fuentes escasas. Sin embargo, con-
sidero importante comenzar a plantear hipótesis sobre el tema como hago a continuación.
146
Música y ciudadanía en pueblos indígenas
reFlexión Final
A lo largo del texto mostré cómo las formas de organización de los
pueblos indígenas de la Sierra Norte de Puebla permitieron el mante-
nimiento de cuerpos filarmónicos, aun si existió tensión entre el carác-
ter obligatorio del sistema de cargos al que se integraban las bandas de
música y los principios de libertad de trabajo y asociación. La apertura
de las bandas a integrarse a las prácticas locales y la introducción si-
multánea de novedades musicales y de esparcimiento por parte de
éstas fueron las claves de su éxito. Los cuerpos filarmónicos estuvieron
147
ariadna acevedo rodrigo
38
Sobre la percepción de los cuerpos filarmónicos véanse Taller de Tradición Oral (1994:
217-224) y Brewster (2003: 36-37, 42, 55-61, 67). Sobre el vínculo entre civilización y
ciudadanía consúltese: Stepputat (2004).
148
Música y ciudadanía en pueblos indígenas
BIBLIOGRAFÍA
149
ariadna acevedo rodrigo
150
Música y ciudadanía en pueblos indígenas
151
guardianes de la tradición:
la Banda de tlayacapan, Morelos*
•
Alexander Gums
153
alexander guMs
bandas. Con frecuencia cada vez mayor, los músicos ganaban su sus-
tento en bares y hoteles y no tardaron en realizar sus primeras graba-
ciones. Gracias a la radio y la televisión, el estilo sinaloense se dio a
conocer más allá de las fronteras de ese estado. De manera paulatina
fue cambiando el repertorio, se integraron estilos musicales caribeños
y estadunidenses, a la vez que fue ampliándose la dotación instrumen-
tal y, por último, se incorporó el canto a la formación original netamen-
te instrumental de la banda, lo que permitió abrir el repertorio a géne-
ros totalmente nuevos. El corrido se constituyó en la música más
tocada, una forma de balada a la que se glorificaba ante todo a los
héroes de la Revolución Mexicana. Paralelamente con la creciente
producción de discos compactos, en la década de los noventa tuvo
lugar una nueva ola de comercialización y difusión de la música de
viento de Sinaloa que se extendió hasta la diáspora mexicana en los
Estados Unidos (Simonett, 2001).
Pero desde los años setenta, la música de Sinaloa se asocia en medi-
da creciente con la subcultura del narco en el noroeste de México. La
popularidad del temperamental y ruidoso estilo sinaloense en toda la
república no se vio mayormente afectada por el nexo entre la música de
banda y el narcotráfico. No obstante, estos desarrollos no son vistos con
buenos ojos en todas partes. En ocasiones, la música de Sinaloa se per-
cibe como agresiva. Entre las bandas del país ha surgido un verdadero
movimiento antagónico, más comprometido con las tradiciones del pa-
sado y que, ante la comercialización y los vínculos con el mundo del
hampa, teme la decadencia de los valores tradicionales y de la música
misma. En claro deslinde frente a las bandas sinaloenses, los músicos de
la Banda de Tlayacapan, Morelos, se conciben como custodios de la
tradición, entendida como una parte importante de su identidad, y a lo
largo de los años han desarrollado un notable esfuerzo en esta función.
historia social
El pueblo de San Juan de Tlayacapan se sitúa al norte del estado de
Morelos. La historia de los asentamientos humanos en esta comarca
siempre verde, rodeada de insólitas formaciones rocosas, tiene un pasa-
do remoto. A lo largo de los últimos 4 000 años habitaron allí olmecas,
154
Guardianes de la tradición
155
alexander guMs
Junto con este grupo iban los músicos y se pusieron a tocar en los momen-
tos de descanso, en los momentos de reposo. Cuando no había balazos, los
músicos tocaban piezas, pues para que los rebeldes, el ejército zapatista, pues
escucharan música un poco […] y ahí surgió un repertorio revolucionario
con canciones como La Valentina, La Adelita, La Rielera […] muchas cancio-
nes de corte militar revolucionario aquí en México (Cornelio Santamaría,
Tlayacapan, 2005).
estaba sometido a una revisión a fondo y sólo una parte del acervo ya se encontraba cata-
logado y provisto de números de referencia).
3
Documento sin número de referencia (Sello quinto: medio real. Años de 1842 y 1843),
del cual se desprende la fundación de una compañía de músicas de viento bajo la direc-
ción de José María Alarcón (Archivo Histórico de Tlayacapan).
156
Guardianes de la tradición
Empecé de muy niño de ocho años a conocer las notas musicales desde que
mi papá daba clases… mi papá Brígido Santamaría daba clases a muchos
niños y jóvenes del pueblo y de otros lugares. En la casa se reunía y les daba
clases de una manera muy autóctona, muy particular de él en donde for-
maba a todos los alumnos y con una barra […] en donde a todos los pone
así como remeros a los alumnos y empezaba a enseñar primero los compases
[…] y con eso lo agarraba uno por uno porque ahí eran tres o cuatro o cinco
gentes que estaban haciendo lo mismo, si entiendo el compás, el ritmo de
la música. Y yo pequeñito me subía […] me sentaba con ellos y me colgaba
del palo y también sentía yo […] sentía yo el compás (Tomás Santamaría,
Tlayacapan, 2005).
157
alexander guMs
Ser músico es algo más que serlo, es ser guardianes de la tradición, es ser
semilla que se siembra y encierra la continuidad. Ser músico es más que tener
los instrumentos en la boca, es más que tocar al ritmo que te indiquen. Ser
músico nos da el mensaje de la vida, porque a través de la música manifes-
tamos nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestras alegrías, nuestras
tristezas, nuestra imaginación. Ser músico es un compromiso que va más allá
de sí mismo, es un compromiso con otros músicos y con la comunidad. Porque
la música es eso, un elemento que une, que integra, que genera identidad.
Por eso decimos que ser músico es un compromiso con nuestro pueblo, con
nuestra gente (Cornelio Santamaría, Tlayacapan 2005).
158
Guardianes de la tradición
4
La grabación fue realizada por Arturo Warman en 1969 en Tlayacapan, en el marco de la
Primera Temporada de Conciertos de Música Popular del Museo Nacional de Antropología.
159
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[eran años] en que vamos aquí en el estado en los pueblos. No había trans-
porte, se sufría porque se iba caminando a los pueblos. Ahora en estos tiempos
ya tenemos autobús […] ya nos […] hasta en avión ya podemos viajar, pero
en ese tiempo se sufría mucho porque andábamos en burro y a pie (Tomás
Santamaría, Tlayacapan, 2005).
160
Guardianes de la tradición
5
Las siguientes informaciones se basan en conversaciones con varios músicos de la Banda
de Tlayacapan en 2005.
161
alexander guMs
dirección
general
vestuario, reparación
orden y diFusión y ManteniMien-
archivo coMunica- asuntos utilería, de instru-
disciplina relaciones to y servicio
Musical ción interna jurídicos aliMentos y Mentos
interna púBlicas de autoBús
accesorios Musicales
registro
histórico
162
Guardianes de la tradición
163
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164
Guardianes de la tradición
165
alexander guMs
Música y tradición
La banda mexicana se define ante todo a través de su repertorio. Las
bandas comerciales del noroeste del país se dedican primordialmente
a la forma de balada del corrido. La música de las bandas tradicionales
166
Guardianes de la tradición
167
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7
Dicha grabación está disponible en cd: Warman, Arturo (2002), La Banda de Tlayaca-
pan, Morelos, 4ª ed., vol. 8, México, inah (Testimonio Musical de México, núm. 8).
168
Guardianes de la tradición
cómo se oyen los clarinetes, empiezo hacer una disposición por secciones que
es muy sencilla en la banda, no es muy complicada nuestra instrumentación.
Una parte lo hacemos todos juntos, luego los saxofón alto, clarinetes, saxofón
tenor juntos, luego una sección de trompetas, luego los trombones tanto de
vara como de émbolos y al final nuevamente todos. Así es como hago los
arreglos. Cuido que no sean muy largos, aunque hay unos que por naturaleza
sí son de mucho tiempo, más cuando son popurrits, pues sí, son muchas frases.
Quizás es un arreglo de 14, de 15 minutos. Las tapatías que arregló Israel dura
18 minutos. Para nosotros es mucho tiempo […] Normalmente los arreglos
que yo hago son cortos, piezas pequeñas, como “Un poblano en Nueva York”
(Cornelio Santamaría, Tlayacapan, 2005).
169
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8
Publicado por la Junta Directiva en enero de 1879 (Archivo Histórico de Tlayacapan).
170
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Mendoza (1984).
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11
“La primera posición define ‘identidad cultural’ en términos de una cultura común, de
un ‘ser’ colectivo, ‘único y verdadero’ que se oculta tras numerosos otros ‘seres’ más super-
ficiales o impuestos artificialmente, y que comparten personas con una historia y una des-
cendencia común. […] La segunda posición reconoce en aquello ‘que realmente somos’ o
en ‘lo que hemos devenido’ –puesto que ha intervenido la historia– junto a las muchas
similitudes también los puntos decisivos de una diferencia profunda y significante”.
12
“Aun la tradición más auténtica y sólida no ocurre como un fenómeno natural gracias
a la inercia de lo que existe, sino requiere que se le afirme, adopte y cultive”.
178
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13
Citado de un manuscrito inédito de Cornelio Santamaría. Una suerte de crónica fami-
liar sobre la Banda de Tlayacapan (según la situación en 2005), p. 7.
14
Las siguientes informaciones sobre el tequio se basan en conversaciones personales con
Erasmo Santamaría y otros músicos de la Banda de Tlayacapan (Tlayacapan, 2005).
179
alexander guMs
BIBLIOGRAFÍA
180
Guardianes de la tradición
181
las Bandas de viento: una rica y ancestral
tradición de oaxaca
•
Felipe de Jesús Flores Dorantes
Rafael A. Ruiz Torres
introducción
Para hablar de la música que se escucha en Oaxaca es necesario refe-
rirse a las bandas de viento. Casi cualquier festividad, acto público, boda
o entierro es acompañado por las notas de los alientos-metal, aliento-
madera y percusiones; no se concibe ninguna fiesta patronal sin la
participación de la banda. El conjunto de alientos ofrece Las mañanitas
al santo patrón, encabeza la procesión y, en bastantes casos, acompaña
la danza. Los músicos deben tocar a lo largo de toda la fiesta, la cual,
normalmente, dura varios días y noches. El repertorio de la banda oa-
xaqueña tanto en el valle como en el istmo, la sierra o la costa es am-
plísimo. Un mismo grupo puede tocar música tradicional, sean sones,
jarabes o chilenas; de ahí saltar a las marchas, pasodobles, danzones o
polcas; continuar con oberturas, fantasías y demás música de concierto,
y, sin menoscabo de éstas, terminar con música comercial de moda.
Oaxaca ha dado muchos y muy buenos ejecutantes de trompeta,
saxofón, trombón, tuba o clarinete, quienes se encuentran en orques-
tas sinfónicas, bandas militares o grupos tropicales en todo el país;
incluso en la Plaza Garibaldi de la ciudad de México, lugar donde
predominan los conjuntos de mariachi, una gran proporción de trom-
petistas provienen de Oaxaca. Esto es posible porque la banda ha sido
para muchos de ellos una verdadera escuela, ya que el solfeo, la armo-
nía y la composición son elementos que los músicos oaxaqueños apren-
den desde temprana edad. Para gran parte de los instrumentistas, la
lectura musical es un ejercicio cotidiano. Los más dedicados realizan
183
Felipe Flores dorantes y raFael a. ruiz torres
la Banda en México
La banda de alientos es un conjunto que se encuentra por todo Méxi-
co; podemos decir que desde Sonora hasta Yucatán se escuchan estos
conjuntos de viento. Existen varios tipos: militares, civiles, estatales,
comunitarios, de guerra, escolares, y cualquiera puede estar formada
desde cuatro hasta más de 60 elementos. Los instrumentos de la banda
han cambiado mucho en el transcurso del tiempo. De ser construidos
artesanalmente hace unos 150 años, comenzaron a manufacturarse por
medio de laminadoras, tornos y troqueladoras a partir de la tercera
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Las bandas de viento: una rica y ancestraL tradición de oaxaca
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Felipe Flores dorantes y raFael a. ruiz torres
porFiriato
Con la llegada a la presidencia de la república del general Porfirio Díaz,
México conocerá un periodo de relativa paz y calma. Díaz llevó a cabo
muchas reformas en todos los ámbitos y el ejército tuvo una atención
especial, lo que redundó en un avance y desarrollo de las bandas
militares. Por otra parte, como ya se mencionó, desde el último cuar-
to del siglo xix se construyeron kioscos en las plazas principales de
varios poblados del país para que los conjuntos de aliento civiles y
militares tuvieran un espacio donde ejecutar su música. El quiosco
de la ciudad de Oaxaca se erigió en 1881 y el de Tehuantepec en
septiembre de 1894, acontecimientos que favorecieron la difusión de
las bandas de viento. Tehuantepec se ha distinguido por sus excelentes
maestros y bandas, que eran solicitados por toda la región. Hacia 1870
el conjunto que dirigía Andrés Gutiérrez realizó la primera de varias
giras a Chiapas; en su primer viaje visitó Tonalá, donde compuso el son
La tonalteca. Otro conjunto famoso fue el de Leónidas Villalobos, que,
en 1892 emprendió una gira por el mismo estado de Chiapas para tocar
en Tuxtla Gutiérrez, Chiapa de Corzo, San Cristóbal de las Casas y
Comitán. Fue tal el impacto de la banda que varios pueblos pidieron a
sus integrantes que enseñaran a tocar los instrumentos de aliento.
En las bandas de esta categoría era común que se separaran algunos
ejecutantes para formar sus propios conjuntos. Éste fue el caso del ta-
lentoso músico Amado Chiñas, quien nació el 13 de septiembre de 1871.
A los 16 años ya era un consumado clarinetista en la banda de Leóni-
das Villalobos. Durante la visita a Tehuantepec de la Banda del 17º
Batallón de Línea, el conjunto del maestro Villalobos compitió airosa-
mente contra esa banda militar, pero Amado destacó como excelente
ejecutante. De esta manera, Chiñas conformó su propia banda, la que
al poco tiempo se presentó en un festival enfrentándose al grupo mu-
sical de su antiguo maestro; Chiñas triunfó y desde ese momento su
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Las bandas de viento: una rica y ancestraL tradición de oaxaca
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Felipe Flores dorantes y raFael a. ruiz torres
revolución
Durante el movimiento armado que sacudió nuestro país a partir de
1910, los ejércitos tanto revolucionarios como federales estuvieron
desplazándose por todo el territorio nacional. No fueron pocos los casos
en que los regimientos estuvieron acompañados de sus conjuntos mu-
sicales, de tal forma que esto provocó que canciones, marchas y piezas
tradicionales de lugares muy alejados entre sí se popularizaran en otras
regiones y estados. Por supuesto que Oaxaca no estuvo al margen de
este proceso.
En la Revolución, las bandas istmeñas participaron con la División
del Noroeste. La historia fue así: en 1914, cuando el general César
López de Lara llegó a esa zona de México a licenciar las tropas del
Ejército Federal, tuvo noticia de la valentía de los istmeños y de su
gran musicalidad. Por tal motivo, decidió integrarlos al ejército que
comandaba el general Pablo González. Así pues, la banda acompañó
en todas las campañas a la División del Noroeste e hizo de La San-
dunga su himno guerrero. Además, en las serenatas que daban las
distintas agrupaciones musicales de los ejércitos carrancistas en la
192
Las bandas de viento: una rica y ancestraL tradición de oaxaca
Como maestro de música inicié mis actividades tanto con el Instituto como
con la escuela del lugar y la banda de música. Al principio me extrañó el
poco interés de los músicos mixes por asistir a mis estudios y ello se debía a
que enseñaba pequeños temas de música popular. Después de algunos días,
un músico integrante de la banda me dijo que ellos estaban acostumbrados
a tocar cosas más difíciles y me enseñó el archivo de la citada banda, admi-
rándome de ver las obras que lo formaban, con lo que me di cuenta de la del
conjunto musical a que le pidieron que iniciara mis estudios con una obra
recientemente adquirida: La Fuerza del Destino de G. Verdi, y grande fue mi
sorpresa al encontrar entre aquella humilde gente una maravillosa comprensión
de la obra en estudio y una ejecución como si fueran músicos profesionales de
la ciudad de México. Me entregué a ellos en cuerpo y alma y nuestros estudios
se realizaron desde las seis de la mañana hasta las diez de la noche, descon-
tando el tiempo necesario para tomar los tres alimentos del día. En dos meses
estudié, con magníficos resultados, las siguientes obras: La Fuerza del Destino,
una hermosísima selección de la ópera Traviata, las dos de G. Verdi; Poeta y
Campesino de von Suppe, un concierto de clarinetes, una Fantasía de José
Rómulo Reyes, compositor mixe, más los valses Dolores y Dios Nunca Muere;
Emblema Nacional del maestro Melquiades Campos y una Gran Selección de
Sones y Jarabes Mixes (Sánchez, 1947).
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Datos proporcionados por el etnohistoriador Rodolfo García.
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Las bandas de viento: una rica y ancestraL tradición de oaxaca
Soy Humberto y junto con Pablo tocamos los troMBones, están hechos
de metal, parecen un bejuco y suenan como un burro. Los trombones van
contracantando con el clarinete y la trompeta.
Mi nombre es Lorenzo González, yo toco el instrumento más grande de la
banda: la taMBora, que está hecha de cuero y fierro, suena como el corazón
y parece un canastote de bejuco.
Yo me llamo Agustín Reyes y toco la caja, que es un tambor hecho de
fierro y cuero. Parece una cazuela y suena como cuando corren los caballos
(ini, 1991: 1-25).
caracterización de la Banda
No se puede hablar de un sólo modelo de banda en Oaxaca. Existen
diferentes tipos de conjuntos tanto en lo que se refiere a número de
integrantes como en lo que corresponde a instrumentaciones, estilos y
géneros. Inclusive el mismo vocablo “banda” a veces recibe otros nom-
bres. En Jamiltepec se le llama “orquesta” y en ocasiones puede integrar
alguna guitarra o bajo quinto de diez cuerdas (Stanford, 1963: 198).
Entre los mixes se le dice “banda filarmónica”. Evidentemente, hacer
un catálogo del repertorio de las bandas del estado de Oaxaca es una
tarea en extremo difícil. Los estilos son innumerables. Tan sólo la mú-
sica que acompaña las danzas llenaría un libro de muchas páginas. La
música que acompaña la Danza de la pluma que toca la Banda Baalachi
de Zaachila se compone de 14 piezas y la ejecución dura tres días (Ce-
rero et al., 1991). Por otra parte, constantemente se están componien-
do nuevas obras. Por ejemplo, la Asociación de Zaachilenses del Estado
de Oaxaca en la ciudad de México y las autoridades de Zaachila han
realizado desde principios de los ochenta una labor de apoyo a la mú-
sica de los Valles Centrales. Como parte del programa invitaron a los
artistas músicos de la región a componer nuevos sones y jarabes en
los estilos tradicionales. Producto de esta invitación fueron El jarabe
Donají de Felipe Pérez Escoto y el vals Zaachila de Luis Merlín (Cerero,
1988: 10-11). Un ejemplo más es el del maestro Teodoro Martínez
Santiago, de Santa Catarina Albarradas, quien compuso una pieza para
la inauguración de la Estación de Radio Indigenista xeglo del Institu-
to Nacional Indigenista (ini) en Guelatao: “Voz que canta, ríe y llora”
(Muñoz, 1994: 147).
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Las bandas de viento: una rica y ancestraL tradición de oaxaca
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Felipe Flores dorantes y raFael a. ruiz torres
hace promesas, que son regalos para la fiesta, como velas, flores y animales.
La banda tiene que ir por todo el pueblo, toque y toque, de casa en casa,
recogiendo todos esos regalos. El viernes se matan los animales con los que
muchas personas del pueblo preparan riquísimos guisos para que coman los
visitantes. Esa noche la banda recorre las calles del pueblo y todos salen a verla.
El día sábado, víspera de la fiesta, empieza a llegar mucha gente. Hay misa,
juegos deportivos y toritos. Vienen bandas de otros pueblos que tocan junto
con nosotros sus mejores piezas. La gente se pone muy contenta y baila toda
la noche. El domingo es el mero día de la fiesta y asisten muchas personas de
otros pueblos que traen sus productos para venderlos. Visitan a sus compadres,
participan en los juegos y bailan las danzas del pueblo. Las bandas tocan todo
el día y por la noche todos participan en un gran baile popular. ¡Qué alegría
tener una banda en la comunidad! (ini, 1991: 27-35).
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BIBLIOGRAFÍA
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el arte de aprender, ser Músico
y hacer Música en coMunidad:
la Banda inFantil y juvenil de san jeróniMo
tlacochahuaya, oaxaca
•
Soledad Hernández Méndez
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soledad hernÁndez Méndez
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El artE dE aprEndEr, sEr músico y hacEr música En comunidad
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1
Los términos continuidad y discontinuidad remiten a la existencia de saberes de distinto
tipo en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Existen saberes previos, conocimientos que
se dominan, que nos dan certidumbre. Los aprendizajes discontinuos son los que nos evo-
can conflictos incertidumbre, pues son saberes nuevos, que apenas se adaptan y se acomo-
dan, de modo que al estar en equilibrio llegan a formar parte de nuestro conocimiento real
y que dominamos.
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El artE dE aprEndEr, sEr músico y hacEr música En comunidad
Aprendizaje Comunidad
como filiación
Aprendizaje
como devenir
Identidad
APRENDIZAJE
Práctica
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El artE dE aprEndEr, sEr músico y hacEr música En comunidad
2
Tlacochahuaya proviene de tlaco, una moneda de gran valor, la cual se dividía para po-
der ser intercambiada entre los macehuales de la región de Valles Centrales. Con un tlaco
se podían comprar grandes extensiones territoriales. Regularmente la dividían en cuatro
partes; por ello los contratos o los pagos se daban en uno por cuatro, como lo hicieron los
antepasados de Tlacochahuaya con el pueblo de Teotitlán del Valle. Contrato: yuuni-cha-
tlac, ne-cha hua-yah. Doy tlaco y voy a cargar flores, éste es el significado del pueblo. La
tradición oral cuenta que costó un tlaco el territorio de Tlacochahuaya. Cha-hua-guía-
zuny” es un término en zapoteco que significa: “voy a cargar flores amarillas”, el cual sur-
ge del contrato que hizo la comunidad con Teotitlán del Valle, pueblo vecino. A estas
flores que traían se les conocía como guía zuny flores amarillas; una actividad que carac-
terizó a la comunidad ante otros pueblos. Por ello zuny es el nombre como se reconoce en
zapoteco a Tlacochahuaya (Blas Romualdo, 1934).
213
soledad hernÁndez Méndez
Figura 1. La Banda de Viento de Félix Ángeles en una festividad de Santa Cecilia (1920).
Esta banda la inició Manuel Morales aproximadamente en 1901 y la heredó a su yerno
Félix Ángeles. Foto: Aurelio Morales, 1930.
Diversos han sido los planteamientos acerca del origen de las bandas
de viento en México. De entre éstos se retoma la propuesta del inves-
tigador Sergio Navarrete:
3
La información sobre estos personajes se conserva gracias a la tradición oral.
214
El artE dE aprEndEr, sEr músico y hacEr música En comunidad
Mi abuelito Félix me comentaba que para ser buen músico había que dolerte
algo, pues comentaba que el maestro de música te ocupaba como mocito o
ayudante de sus labores, te podía golpear si no entendías o si te distraías cuando
te hablaba, pues había que guardarles respeto como personas mayores. Lo más
fuerte era que para ser buen músico te tenían que sangrar los labios (entrevista
a José Ángeles, 2006).
4
La frase “las letras con sangre entran” indica que son “las amonestaciones escolares y los
castigos corporales que se han manifestado como medio de control, en donde la coerción
y coacción buscan educar el cuerpo y no la inteligencia” (Radietich, 1997: 12).
215
soledad hernÁndez Méndez
Cuando formé mi banda había músicos mayores, pero tenían otros trabajos,
así que a veces quedaba raquítica la banda; por ello organicé un grupo de
niños entre ocho y diez años, les enseñé el solfeo, con el Método de Hilarión
Eslava. Los niños son inteligentes, aprenden rápido; claro, hay que tenerles
paciencia. Primero cada quien se compra su Método de Hilarión, estudiamos las
primeras tres lecciones, ahí me doy cuenta de su aptitud y empiezo a enseñarles
a solfear cada lección. Es decir, tienen que cantar y leer. Ellos me entregan
sus lecciones y se las reviso. Ése es nuestro trabajo. Así hasta terminar los 28
números del Método. Luego ellos escogen su instrumento y con el instrumento
regresamos nuevamente con el Hilarión cuando lo terminan. Se compra otro
método especializado para su instrumento. Terminando este método, ellos se
incorporan a la banda de viento. Mi banda fue de las primeras en las que se
veían niños, jóvenes y adultos tocando en las festividades o eventos públicos.
Cuando crecieron los niños, algunos se quedaron en la banda, otros se fueron
a la banda del gobierno en México, a las bandas militares en Veracruz, en
Acapulco y al Conservatorio de Xalapa. Todo por ahí se fueron mis niños que
enseñé, se volvieron músicos profesionales. Cuando uno persevera ya es un
maestro (entrevista a Herminio Ángeles, 2006).
216
El artE dE aprEndEr, sEr músico y hacEr música En comunidad
5
Zuny es un término zapoteco que significa Tlacochahuaya. Por tanto, Banda Zuny quie-
re decir: Banda de Tlacochahuaya.
6
Véase cronología de la “Banda Zuny”.
7
Esta banda tomó la iniciativa de admitir a las féminas, pues la representación social de
las otras bandas era que las mujeres no tenían derecho a aprender música, por el hecho
de no ser parte de sus roles. El argumento era que la mujer no era capaz de ejecutar un
instrumento de aliento, además de que no se aceptaba la participación de las mujeres por
la asociación del licor con los músicos y por sus presentaciones nocturnas. Ante esta idea, la
Banda Infantil y Juvenil consideró que las mujeres y hombres tienen los mismos derechos
y obligaciones. Actualmente ya es una práctica común ver la integración de las mujeres
en las bandas de la población.
217
soledad hernÁndez Méndez
Los padres de familia se interesan por sus hijos y por sus prácticas. En Tlaco-
chahuaya tenemos la tradición de la Fiesta de Santa Cecilia […] Organizamos
una comida, vamos a misa y regresamos, convivimos y con bebemos [sic], es
un apoyo que se le da a sus hijos, es un gusto que compartimos entre todos,
pero la iniciativa es de los padres (Simón Sánchez, entrevista, 2006).
la casa de Música
Éste es el nombre que se asignó al espacio físico donde la banda como
comunidad de práctica genera una variedad de compromisos, relacio-
nes e interacciones sociales, aprendizajes, relatos, conceptos e historias
de aprendizajes que se comparten. Esto forma parte del repertorio
218
El artE dE aprEndEr, sEr músico y hacEr música En comunidad
8
La negociación del significado es el proceso por el cual experimentamos el mundo y
nuestro compromiso en él como algo significativo. Es el caso de nuestra participación en
actividades que nos interesan o que nos plantean un reto, como cuando escuchamos una
emotiva composición musical, o al momento de interpretar una partitura. Es en ocasión
de nuestra participación en el mundo donde el proceso que se produce o la acción da un
significado tanto dinámico como histórico (Wenger, 2001).
219
soledad hernÁndez Méndez
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La presencia de la imagen de Santa Cecilia es común en la casa de los encargados de las
bandas de viento: la tienen como símbolo de protección y veneración. Es considerada la
patrona de los músicos, por eso la festejan el día 22 de noviembre, celebrando una convi-
vencia entre los integrantes de la banda de viento y sus familiares. Otra responsabilidad
del director es organizar y auspiciar los costos de la festividad, aunque no todos los direc-
tores siguen esta tradición, debido a los gastos tan altos que implica. Cuando lo hacen es
de manera rotativa entre los integrantes. En el caso del músico Simón Ángeles Sánchez,
cooperan entre todos los integrantes y familiares para realizar esta fiesta.
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El artE dE aprEndEr, sEr músico y hacEr música En comunidad
Integración de la banda
Nivel 3 de viento
Especialización del
encargado instrumento musical
Nivel 2
de la Banda
de viento
Solfeo con instrumento
Nivel 1
Iniciación cn el solfeo
FAMILIA
San Jerónimo, que la dirige el músico Rogelio Martínez. La banda que dirige
José Ángeles, Banda Zuny, y la Original Ángeles, que está a cargo de Manuel
Ángeles, estas bandas tienen varios elementos con experiencia y trabajan
en bandas con trayectoria, como la Banda Sinfónica de Oaxaca, la Banda
Militar, la de Policía, tienen algunos músicos egresados del conservatorio,
tienen experiencia (Simón Ángeles, entrevista, 2007).
221
soledad hernÁndez Méndez
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El artE dE aprEndEr, sEr músico y hacEr música En comunidad
223
soledad hernÁndez Méndez
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Temario que contiene los 36 puntos básicos del solfeo: la redonda como unidad, blancas
medios, negras como cuartos, redonda con puntillo, blanca con puntillo, blanca con doble
y triple puntillo, negra con puntillo, negra con doble y triple puntillo, practicar medias
corcheas a tiempo y a contratiempo, luego dos, tres notas después del tiempo, síncopa de
corchea, corchea con puntillo y doble puntillo, corchea con puntillo, corchea con punti-
llo del lado derecho, combinación de medias corcheas con doble corchea, combinación
de doble corchea con la contraria, tresillo escrito en tres formas, tresillos y seisillos de
doble corchea, tresillos en dos tiempos, cuatro tiempos, quintillo, doble corchea con pun-
tillo, dos formas sin la primera, segunda, tercera y cuarta notas, y síncopas de doble cor-
chea escrito de las tres formas. Esto no lo entiende nadie cuando se lo dices, pero en la
práctica es muy fácil. Contratiempo de doble corchea, tiempo de doble corchea, doble
corchea quitando las dos notas de enmedio, compases de octavos, de dos, tres, cuatro,
seis, nueve y 12 octavas, compases de dos octavas, tres octavas hasta llegar a los 16 octa-
vas y compases de medios (Simón Sánchez, entrevista, 2007 [sólo permitió el acceso a
estos puntos durante la entrevista]).
11
El constructivismo ocurre cuando el que aprende opera una realidad llena de proble-
mas; esto es, cuando estructura conceptualmente los hechos mediante estructuras cog-
noscitivas, la realidad resulta comprensible. El que aprende construye conocimientos
cuando efectúa actividades sapientes, tanto prácticas como intelectuales, para resolver
problemas (Coll, 1990, citado en Hernández, 1998).
224
El artE dE aprEndEr, sEr músico y hacEr música En comunidad
la clase de Música
A continuación describiré cómo se vive una clase de música bajo esta
perspectiva. José Luis Morales Juárez, de 12 años de edad, se encuentra
en el primer nivel. Su enseñante retoma el temario, “la redonda como
unidad”, pregunta y relaciona con los conocimientos aprendidos en la
escuela, como las matemáticas y la función de las fracciones, el entero,
medios y cuartos. Cuando el niño no tiene el conocimiento, le propor-
ciona ayuda ilustrando con casos que tengan que ver con su realidad,
dando ejemplos en el cuaderno pautado, con preguntas, socializando
con sus compañeros, o con recursos como su instrumento para prac-
ticarlo de manera sonora, emitiendo sonidos largos, cortos y breves,
según se requiera, para que el aprendiz distinga los valores. Para ex-
plicar los tiempos y valores de las notas, Sánchez Ángeles ha deter-
minado utilizar la nota “la” por serle más práctica al entonar. El obje-
tivo es conocer el ritmo y el valor de las notas, dejando a un lado el
canto de todas las figuras musicales. Una vez que el niño domina la
actividad de la métrica, se le pide que dibuje en su cuaderno las figuras
de la redonda, blanca, negra y corchea.
Una vez que el niño comprende los valores de las notas, el maestro
le pide que lea, marcando y respetando el compás de cuatro tiempos.
El siguiente momento de la actividad es que el niño organice su com-
posición, dividiendo el pentagrama en ocho secciones, utilizando
compás de cuatro tiempos y distribuyendo los valores rítmicos. Cuando
el niño termina su composición musical, el maestro le pide que lea y
que explique por qué combinó esos valores, de tal manera que encuen-
12
Zona de desarrollo real, término acuñado por el pedagogo Lev Seminovich Vigotsky, se
refiere al proceso por medio del cual un sujeto ha construido un nuevo conocimiento por
sí mismo, pero durante la actividad tuvo ayudas y socializó el proceso de construcción. Al
final del proceso se construye una estructura cognitiva.
225
soledad hernÁndez Méndez
tre sus errores y aciertos, los cuales comparte con los niños que están
presentes. Al final el niño lee y canta su composición, marcando el
compás de cuatro tiempos en voz alta. Con este ejercicio practica la
lectura de los valores de las notas y la escritura mediante su propia
composición. Sin embargo, el maestro Simón Sánchez Ángeles ha
notado que en el aprendizaje “la lectura de los valores breves, corcheas,
semicorcheas y dobles corcheas se les complica; por ello hacen varios
ejercicios para que les quede claro”. De esta manera es como colabora
en el proceso educativo de los niños. Los 36 puntos de su temario los
desarrolla con los niños del segundo nivel que están con su instru-
mento, quienes hacen pequeñas composiciones que posteriormente
leen, cantan e interpretan. Trabaja con los métodos propios de cada
instrumento y cuando él no domina dicho instrumento, se apoya en
sus colegas de la Banda de Viento Zuny, que le ayudan a manera de
226
El artE dE aprEndEr, sEr músico y hacEr música En comunidad
13
Guelaguetza es la práctica tradicional de la ayuda mutua, conocida en la lengua materna
zapoteca como Gal guez. Estas ayudas mutuas pueden ser en especie, en dinero o en otro
tipo de ayuda, y se dan cuando alguna familia o persona se ve en alguna necesidad, por
ejemplo, en las enfermedades, en ocasión de funerales, de accidentes de la naturaleza o en
las fiestas, familiares o comunales.
14
Las formas simbólicas son un conjunto de creencias, costumbres, ideas y valores, así
como los artefactos, objetos e instrumentos materiales que adquieren los individuos como
miembros de ese grupo o sociedad (Thompson, 1998: 194).
227
soledad hernÁndez Méndez
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El artE dE aprEndEr, sEr músico y hacEr música En comunidad
1935: se integra la
“Banda Martínez” Félix Ángeles Hernán-
dez, yerno, 1928-1940
Banda
Ricardo Martínez, 1980-1986 Fortaleza
Sobrino de Herminio
Ángeles, Simón Sánchez
siMBología:
Ángeles funda su propia
Banda en 1999.
División de la Banda: Pedro Luis Méndez
Herencia: Méndez, 2007-2011
229
soledad hernÁndez Méndez
BIBLIOGRAFÍA
Entrevistas
Hermilio Ángeles, 2006
Dalila Júarez, 2007
Simón Ángeles, 2007
230
KustaKueri JánhasKaticha:
la Banda sinFónica p’urhépecha
•
Ignacio Márquez Joaquín
Georgina Flores Mercado
introducción
Por más de un siglo, las bandas de viento han sido la agrupación mu-
sical de mayor arraigo entre los pueblos indígenas de los estados de
Oaxaca, Morelos, Michoacán, Puebla y Estado de México. En este
sentido resulta difícil imaginar al pueblo p’urhépecha —sus fiestas, sus
costumbres, celebraciones y funerales— sin la presencia de una banda
de viento. No obstante, las bandas de viento no siempre han estado
presentes en la vida musical de los p’urhépecha. Otras agrupaciones y
formaciones musicales les han precedido, como las orquestas de cuer-
das o los chirimiteros o chapetillos, que son dúos compuestos por instru-
mentos como la chirimía y un tambor de caja, los tamboreros, pifaneros
o piteros, conformados por una flauta de carrizo (pífano o pito) y un
tambor de caja, o bien los tríos musicales, constituidos por la chirimía,
la flauta y un tambor de caja. Las bandas de viento han convivido y
compartido espacios con estas antiguas agrupaciones a pesar del con-
traste sonoro entre ellas (Nava, 1999).
Arturo Chamorro (2002) puntualiza que los antecedentes de las
bandas en Michoacán se remontan a las antiguas agrupaciones de
atabaleros y trompeteros que solían tocar en las Danzas de moros y
cristianos. En la actualidad las bandas son la agrupación musical más
activa económicamente y con mayor dominio del territorio sonoro
p’urhépecha. Su expansión en las últimas décadas se debe en parte a los
procesos de la globalización del mercado de la música, difundida a
través de los medios de comunicación, pero también a la necesidad de
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ignacio MÁrquez joaquín y georgina Flores Mercado
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KustaKueri JánhasKaticha: la Banda sinfónica P’urhéPecha
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KustaKueri JánhasKaticha: la Banda sinfónica P’urhéPecha
Hay que recordar que antes las bandas se conformaban por niños,
jóvenes, adultos y adultos viejos, no había una distinción por edad.
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KustaKueri JánhasKaticha: la Banda sinfónica P’urhéPecha
Al principio era muy interesante porque todos teníamos ganas de tener una
banda así en la región. Y como músicos de experiencia, para mí fue una expe-
riencia muy especial. Tocábamos en las fiestas patronales de la región. Yo creo
que la banda es un grupo indispensable para Michoacán porque está la Banda
del Estado de Michoacán, pero nosotros no somos del gobierno, no tocamos
por un sueldo, sino porque somos músicos de la región (Leodegario Sebastián
Felipe, coordinador de la Banda Sinfónica P’urhépecha, 2012).
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ignacio MÁrquez joaquín y georgina Flores Mercado
1
Ante la devastación de 27 000 ha de bosque, la comunidad de Cherán decidió el 15 de
abril de 2011 poner fin a la tala clandestina de sus bosques. Las elecciones municipales de
noviembre de ese año fueron canceladas y se conformó el gobierno autónomo p’urhépecha.
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KustaKueri JánhasKaticha: la Banda sinfónica P’urhéPecha
En los años que hubo la beca nadie faltaba porque se les regresaba a los músicos,
con ese dinero, sus pasajes, que es lo más costoso para nosotros. Por ejemplo,
nosotros que íbamos de Comachuén teníamos que contratar un carro por 300
pesos para ir a Cherán cada semana a la escoleta (Leodegario Sebastián Felipe,
coordinador de la Banda Sinfónica, 2012).
Fue muy interesante dirigir esa agrupación, pues todos los elementos eran ya de
muchos conocimientos, porque la mayoría habían sido directores y formadores
de bandas […] Para mí fue muy bonito porque yo nunca anduve de músico
en los pueblos, yo fui director de la Banda de Música del Gobierno del Estado
de Michoacán (1976-1980) y no conocía muchos músicos de la sierra ¡y ése
fue mi mayor placer, pues hice muchos amigos! […] estuve tres años y por
cuestiones de cansancio decidí dejar la dirección, haciendo una despedida
muy bonita y agradeciéndoles a los músicos (Anacleto García Mateo, primer
director de la Banda Sinfónica, 2012).
Estuve en el comité durante dos años y me moví para hacer proyectos y giras,
por ejemplo, al Cervantino en Guanajuato o a Querétaro o a Morelia. También
aceptamos un contrato para realizar un circuito de cinco tocadas, iniciando en
Santa Ana Maya, Tiríndaro, Zamora, Jacona y La Piedad, pero el pago de la
Secretaría de Cultura se retrasó mucho y los músicos se molestaban conmigo
(Leodegario Sebastián, coordinador de la Banda Sinfónica, 2012).
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ignacio MÁrquez joaquín y georgina Flores Mercado
cuadro 1
MÚSICOS INTEGRANTES EN EL AÑO 2009
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KustaKueri JánhasKaticha: la Banda sinfónica P’urhéPecha
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ignacio MÁrquez joaquín y georgina Flores Mercado
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KustaKueri JánhasKaticha: la Banda sinfónica P’urhéPecha
Derechos y sanciones
1. Todos los compañeros tienen derecho a permisos para no asistir a las es-
coletas o a las presentaciones.
2. Las faltas injustificadas serán motivo de sanción económica o hasta de una
suspensión.
3. El director, así como el Comité Ejecutivo deben escuchar cada plantea-
miento, opinión o sugerencia, dando a su vez una respuesta apropiada.
4. Todos los integrantes tienen derecho a participar en la solución de los
problemas internos.
5. Compañero que acumule tres faltas consecutivas sin justificación pierde
sus derechos y será dado de baja.
6. El director proporcionará asesoría al compañero que la necesite en función
de una buena interpretación musical.
7. Cuando un compañero decida separarse de la banda, tendrá derecho a
solicitar lo que haya aportado de manera individual para la compra de
instrumentos y accesorios para el servicio colectivo.
8. La banda reunida en asamblea es la máxima autoridad de la agrupación. El
Comité Ejecutivo y el director tienen facultades para decidir lo no previsto
en estos acuerdos mínimos.
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ignacio MÁrquez joaquín y georgina Flores Mercado
Presentaciones
La Banda Sinfónica P’urhépecha ha participado a invitación expresa
de los responsables de las fiestas tradicionales y patronales en las co-
munidades de Cherán, Quinceo, Tacuro, Carapan, Cheranatzicurin,
Tanaco, Comachuén, Ichán y Pamatácuaro, entre muchas otras.
Por iniciativa propia de los integrantes, la banda ha participado en
las comunidades donde se ha celebrado el Año Nuevo P’urhépecha, el
1 de febrero de cada año, en las sedes de Patamban, municipio de Tan-
gancícuaro, Santo Tomás, municipio de Chilchota, y San Jerónimo
P’urhénchecuaro, municipio de Quiroga. Por carencia de recursos se
dejó de participar en esta importante celebración.
Se han hecho presentaciones en festivales y en encuentros oficiales,
como en el festival dedicado a los compositores p’urhépechas en la
Radiodifusora xepur de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los
248
KustaKueri JánhasKaticha: la Banda sinfónica P’urhéPecha
249
ignacio MÁrquez joaquín y georgina Flores Mercado
BIBLIOGRAFÍA
Discografía
Música P’urhépecha, 1996, Banda de música “Génesis” de Huira-
250
KustaKueri JánhasKaticha: la Banda sinfónica P’urhéPecha
251
la Banda en transición. Música e identidad
en san jeróniMo aManalco, texcoco,
estado de México*
•
Vilka Elisa Castillo Silva
introducción
La música de las bandas es considerada una parte muy importante en
la vida de las comunidades y constituye una modalidad en el sistema
de servicio que todo individuo presta a la colectividad. La música
también cambia, al igual que las poblaciones. La conformación de las
bandas y de su repertorio musical atestigua estas transiciones. En este
texto se documenta una parte de ese universo de transformaciones
expresado a través de la música de banda, en el poblado de San Jeró-
nimo Amanalco, municipio de Texcoco, Estado de México, situado a
una altitud de 2 560 metros sobre el nivel del mar en las estribaciones
de la Sierra de Tláloc. Su fama se debe a sus manantiales (Parsons,
2002),1 la siembra de flores, hongos y hasta hace pocos años a la ela-
boración de huacales. Otro distintivo de esta región es la música de las
bandas, cuya fama se ha acrecentado en los últimos años.
Los acelerados procesos de transformación socioeconómicos a los
que se ha visto expuesta la población de San Jerónimo Amanalco han
tenido que ver en gran medida con la proximidad que guarda con la
* Este trabajo forma parte de la tesis de maestría “La banda en transición. Música e iden-
tidad en San Jerónimo Amanalco”, presentada en el posgrado en Música-Etnomusicolo-
gía de la Escuela Nacional de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México,
diciembre del 2011.
1
Las referencias más antiguas que se tienen son del periodo prehispánico llamado Pos-
clásico Tardío (1250-1521) durante el cual estos manantiales sirvieron para proveer de
agua a los jardines y baños de Nezahualcóyotl.
253
vilka elisa castillo silva
2
La tecnobanda, según esta autora, es aquella que se conformó a principios de los no-
venta. Son agrupaciones que surgen de las bandas tradicionales sinaloenses a las que se le
añadieron otros instrumentos eléctricos, como los sintetizadores, las cuales tienen una
amplia difusión comercial.
3
San Jerónimo “doctor” (de la iglesia) nació en Dalmacia, Yugoslavia, en el año 342. Su
nombre significa “el que tiene un nombre sagrado”. Consagró su vida al estudio de las
254
La banda en transición
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La banda en transición
257
vilka elisa castillo silva
Figura 2. Banda de Emiliano Durán. Día de San José, San Jerónimo Amanalco,
municipio de Texcoco, Estado de México. Foto: Vilka E. Castillo Silva, 2008.
258
La banda en transición
1. Obertura La fuerza del destino/G. Verdi. Banda de Pedro Arpide (de Santa
María Tecuanulco, Texcoco, Estado de México).
2. Variaciones sobre temas de Carmen/G. Bizet. Banda de Porfirio Clavijo (de
Santa Catarina del Monte, Texcoco, Estado de México).
3. Tulsa/D. Gillis. Banda de Pedro Arpide.
4. Bacanal de Sansón y Dalila/C. Saint-Saëns.Banda de Porfirio Clavijo.
5. Huapango/J.P. Moncayo. Banda de Pedro Arpide.
6. Danzón núm. 2/A. Márquez. Banda de Porfirio Clavijo.
259
vilka elisa castillo silva
260
La banda en transición
cuadro 1
DISTINTOS REPERTORIOS QUE HAN SIDO UTILIZADOS
PARA LOS CONCURSOS EN SAN JERÓNIMO AMANALCO.
REPERTORIO PARA LA BANDA CLÁSICA-SINFÓNICA
Repertorio (2009) por el cual
De 1994 a 2009 De 2004 a 2009
se tiene preferencia
población para dicha fiesta. Así pues, los trofeos son sacralizados y el
concurso mismo se convierte en un acto santificado. Poco antes del
inicio del encuentro, los trofeos quedan exhibidos al pie de la tarima
donde se realizará la competencia (cuadro 1).
Como se mencionó al inicio de este capítulo, el estudio central giró
en torno al impacto del concurso de las Bc-s en la identidad social de
la comunidad de San Jerónimo Amanalco, que al igual que poblaciones
vecinas está inmersa en una red de relaciones socioculturales en espa-
cios locales, regionales y extrarregionales. Si bien diferentes elementos
sociales articulan dichos contextos, en este caso específico se toman
en consideración las prácticas musicales como eje de articulación y, por
consiguiente, de discusión. En primer término, ésta se orientará a las
expresiones fenoménicas generadas por las relaciones antes menciona-
261
vilka elisa castillo silva
das. En particular, se abordará el caso de las Bc-s que tienen una pre-
sencia fundamental en los concursos.
5
El término glocal y el nombre elaborado glocalización se han formado juntando las pala-
bras global y local para hacer una mezcla de ambos términos. Esta idea ha sido “modelada”
según el japonés dochakuka (derivada de dochaku, “el que vive en su propia tierra”), y se
trata originariamente del principio agrario de adaptar las técnicas de la finca que uno po-
see a las condiciones locales, pero que también ha sido adoptado en el ámbito japonés de
los negocios para la localización global, una visión global adoptada a las condiciones loca-
les. Para ampliar sobre este aspecto véase en línea: www.cholonautas.edu.pe/Biblioteca
Virtual de Ciencias Sociales; última consulta: 30-11-2011.
6
La comunidad de San Jerónimo Amanalco se autodescribe como un grupo que se iden-
tifica a sí mismo y se adscribe a una región, en tanto que son reconocidos por otros a tra-
vés de la participación de sus bandas, entre otras actividades, al municipio de Texcoco.
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La banda en transición
BANDAS-COMUNIDAD
263
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8
El repertorio de las Bc-s es más desafiante desde el punto de vista técnico e interpreta-
tivo en comparación con el que tocan las bandas clásicas.
9
Según la teoría de los campos de Pierre Bourdieu.
264
La banda en transición
265
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identidades y Música
Si se parte del concepto de Gilberto Giménez sobre las identidades so-
ciales, es posible analizar el concurso de bandas en San Jerónimo Ama-
nalco como un espacio social donde se refuerza la identidad de la co-
266
La banda en transición
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10
A manera de homenaje al trompetista Fred Mills fallecido en 2009, el jurado solicitó al
final del concurso de San Jerónimo Amanalco (30 de septiembre de 2009) que las bandas
268
La banda en transición
curso, el cual simboliza una donación para San Jerónimo. Dicho don
es valorado en un ámbito académico y transpuesto hacia un ámbito
local que lo bendice para festejar lo divino. Acorde con lo planteado
en el inicio de este texto, es posible observar que la conformación de
las Bc-s en esta región de Texcoco surge del contacto que se establece
entre los músicos de estas comunidades con las escuelas profesionales
de música, bandas y orquestas sinfónicas. Los músicos construyen una
fuerte relación entre los saberes musicales de las bandas comunitarias
al incorporar lo que aprenden de las prácticas académicas.
El concurso convoca a una demarcación entre las comunidades,
pero a la vez propicia la reciprocidad entre ellas. La competencia de
bandas es uno de los momentos más claros en los que se observan los
ejes de articulación que refuerzan la pertenencia local y regional, es
decir, las comunidades se autoperciben en relación con las otras, a
través del encuentro. El ethos11 (Geertz, 1996: 118) de la comunidad
se manifiesta durante esta ocasión en las diversas expresiones que se
dan sobre su propio territorio y en la relación que guardan con los
grupos visitantes. Durante el concurso se presenta un diálogo con el
ámbito académico, si bien asimismo se advierte una confrontación con
el mismo. Por un lado, hay una aceptación del repertorio musical (ca-
pital cultural) asociado al prestigio (capital social) (Bourdieu, 2009),
el cual se traslada y es adoptado a través del discurso de la comunidad.
Y por otro lado, las Bc-s interpelan la exposición académica a partir de
la absorción del repertorio musical académico a un medio local.
La inserción del concurso como un hecho social nuevo responde a
parámetros académicos. El jurado establece de igual forma las pautas
de calificación de la música de un contexto extrarregional hacia lo
local y regional. El concurso de las bandas se descubre como un discur-
so narrativo por medio del cual se festeja a San Jerónimo doctor (do-
269
vilka elisa castillo silva
BIBLIOGRAFÍA
Barth, F., 1976, Los grupos étnicos y sus fronteras. La organización social
de las diferencias culturales, México, Fce.
Bourdieu, P., 2009, El sentido práctico, México, Siglo XXI.
castillo, V., 2011, “La banda en transición. Música e identidad en
San Jerónimo Amanalco”, tesis de maestría, unaM.
chaMorro, J., 1994, Sones de la guerra: rivalidad y emoción en la práctica
de la música p’urhépecha, México, El Colegio de Michoacán.
eliade, M., 1990, Lo sagrado y lo profano, Barcelona, Paidós, Orientalia.
270
La banda en transición
Entrevista
Jerónimo Lidio Durán.
271
¡y llegó el nuevo ritMo echando aBajo todo!
los ritMos de la Modernidad en las Bandas
de viento de totolapan, Morelos*
•
Georgina Flores Mercado**
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GeorGina Flores Mercado
1
Jiutepec es un municipio del estado de Morelos ubicado al sur de la ciudad de Cuernavaca.
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¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
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GeorGina Flores Mercado
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¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
rios y formas de relación social entre los miembros de las bandas, así
como entre las bandas y sus pueblos. De acuerdo con Dubar (2002),
estamos hablando de una transición en la forma de establecer los
vínculos sociales, pasando del tipo comunitario (gemeinshaft) al societa-
rio (gesellshaft). Este cambio sociomusical no estuvo ausente de conflic-
tos y de crisis en distintos aspectos tanto de la vida comunal como del
identitario. Según Dubar (2002), las “crisis identitarias” ocurren al
desestabilizarse los referentes, las normas sociales y los sistemas simbó-
licos. El sistema de relaciones sociales y de poder que definen el campo
musical (Bourdieu y Wacquant, 2005) ha convertido, hasta cierto pun-
to, a los músicos campesinos en “receptores activos” de formas y prác-
ticas musicales promovidas por los grandes medios de comunicación.
También los ha empujado a ser generadores de sus propias estrategias
educativas para mantener su oficio e identidad de músicos (Flores, 2011).
La idea vertebral de este texto es que los procesos de cambio en las
prácticas musicales, el habitus de los músicos y la cultura musical local
son efecto de un proceso más amplio y estructural denominado moder-
nización. La modernización nacional ha marcado los horizontes norma-
tivos de las relaciones sociales, incluido el ámbito musical.
La exégesis sociocultural que haremos sobre las bandas de viento
de Totolapan implica una aproximación crítica a la modernidad, vista
y entendida como un proceso. Esta visión crítica parte de una concien-
cia de las diferencias locales y regionales (Kozlarek, 2004) que nos
lleva necesariamente a poner en el centro de la atención las voces de
los músicos campesinos del pueblo de San Guillermo Totolapan. Para
comprender el proceso modernizador haremos una reconstrucción del
pasado, recurriendo a la memoria colectiva —memoria viva que in-
terpreta y recrea el pasado desde el presente— para dar cuenta de
las mutaciones, metamorfosis y efectos del cambio modernizador en las
bandas de viento de esta región central de México.
277
GeorGina Flores Mercado
2
No son nada soslayables los conflictos suscitados entre la Iglesia y las instituciones gu-
bernamentales locales —ayuntamientos, por ejemplo— donde se disputaban a las bandas
de viento para sus eventos (Thomson, 1994).
278
¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
3
Los denominados chirimiteros han sido uno de los conjuntos musicales más difundidos en
México. Son dos los instrumentos que conforman este conjunto musical: la chirimía, que
es una flauta de origen árabe, y un tambor colgado de la mano derecha, percutido con la
mano izquierda con una baqueta o colgado del cuello y percutido con las dos manos con
dos baquetas. De acuerdo con Stanford (1997), este conjunto vino de España, ya que era
uno de los conjuntos más comunes del Medievo europeo.
4
Nepopualco forma parte del municipio de Totolapan. Este pueblo se reivindica como
pueblo indígena y aún hay entre sus habitantes algunos abuelos que hablan la lengua
náhuatl.
5
El señor Ernesto Cervantes falleció a principios del año 2011.
6
Todavía hasta hace un par de años, para su fiesta patronal principal, Totolapan solía in-
vitarse a los chirimiteros a tocar desde el campanario. Los chirimiteros contratados eran
originarios de poblados vecinos, pertenecientes al Estado de México o de Puebla. Para la
fiesta de 2010 no fueron invitados por la Mayordomía de la Feria del 5º Viernes de Cua-
resma, principal fiesta de Totolapan.
279
GeorGina Flores Mercado
Figura 1. Banda de Totolapan dirigida por Ernesto Cervantes (primero de izq. a der.),
ca. 1930. Foto de los pobladores de Totolapan .
Figura 2. Chirimiteros en
la procesión del Señor Aparecido
de Totolapan, 1942. Foto de la
familia Martínez Vergara
de Totolapan.
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¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
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¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
La banda que tocaba Poeta y campesino era lo grande o valses como Dios nunca
muere, como Alejandra, Sobre las olas, son valses que quedaron para toda la vida
[…] se tocaba en todas las fiestas, se acostumbraba todo eso, era costumbre
de los pueblos (Macedonio Nolasco, 73 años, clarinete, 2009).
7
Para el sociólogo francés Claude Dubar (2002) las “formas societarias” son formas de
vinculación social emergentes, existentes en colectivos múltiples, variables y efímeros, a
los que los individuos se adhieren durante periodos limitados y proporcionan recursos de
identificación que se plantean de manera diversa y provisional. Las formas comunitarias
suponen agrupaciones denominadas comunidades, consideradas como sistemas de luga-
res y nombres preasignados a los individuos y que se reproducen idénticamente a lo largo
de las generaciones. La comunidad o grupo de pertenencia son considerados como fuen-
tes esenciales de identidad.
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284
¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
285
GeorGina Flores Mercado
les brinda. Esto produce mayor movilidad de los músicos entre las
bandas, por lo que el fenómeno de las “bandas de rejunte”8 es cada vez
más común en el pueblo.
Ahora los músicos son de paga y ganan buen dinero, antes ¡no! Tocaban “de
dado”, iban a dar Mañanitas a la iglesia, iban a dar serenata pero no pagaban,
nomás les daban su botella de bebida, unos tamales y atole […] A mi esposo y
a mi suegro, todas las señoras de la iglesia nomás venían a verlos: —“Irineo o
Inocencio, queremos unas Mañanitas, es el día de la virgen o de este santito”.
Entonces iban y daban serenata, ¡pero no les pagaban!, ¡era “de dado”! y ahora
¡todos ganan! En aquel tiempo la música no se vendió (Paula Salazar, viuda
del músico Inocencio Nolasco, 80 años, 2010).
286
¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
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GeorGina Flores Mercado
Nos íbamos mucho a San Gregorio Atlapulco (D. F.) y ahí se juntaban cua-
tro bandas de Texcoco, de la región mixe de Oaxaca, de Michoacán y ¡eran
agarrones desde las dos de la tarde hasta las cuatro o cinco de la mañana! Ya
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¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
la Río Rosa, que tuvo el orgullo de estar en la tele y en la radio, ganó un concur-
so en Arte y Destreza. La orquesta se hizo famosa de estar en la radio y la tele.
Después de haber ganado el concurso llegamos a la radio y después tocamos
9
En las casas de algunos de los músicos campesinos se encuentran enmarcados y colgados
de las paredes diplomas otorgados por el gobierno estatal o instituciones de cultura por
haber participado o ganado algún concurso. Estos diplomas son una forma de presenta-
ción pública de la banda, ya que pueden ser vistos por familiares, visitantes y contratantes
de las bandas.
289
GeorGina Flores Mercado
¡Antes no tenían dinero para vestuarios! Cada quien se vestía como podía o
como tenía. Nada de uniformes o ropa de esa, ¡no!, porque ¿de dónde? Había
personas que todavía iban con su calzón de manta. Todos usaban sus camisitas
así […] A mi papá no le tocó eso de los uniformes (Dolores Fernández, hija
del músico Xenón Fernández, 2009).
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¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
Cuando comencé a tocar era con huaraches, ¡nada de que ¡bien vestidos!
Luego llegó la igualdad: ¿cómo va a ser que todos van de zapatos y yo voy a
ir de huaraches? ¡Se ha de ver feo! [risas]. Después nos vestimos todos igual
con ropa sencillita pero todos del mismo color; y antes no, cada quien del
color que quería, como fuera su ropa y ahora noooo: ¡va la disciplina! y lo
primero ¡es la ropa! (Martín Ramírez, 81 años, trombón de émbolos y trombón
de vara, 2011).
10
Muchas fueron las estrategias para alentar o imponer el cambio de indumentaria en los
pueblos indígenas y campesinos. Susana Drucker (1963) reporta que a los jóvenes mixte-
cos de Jamiltepec, Oaxaca, se les prohibía entrar con calzón de manta a los bailes organi-
zados por los mestizos; o bien a las mujeres que limpiaban casas de mestizos el patrón las
obligaba a cambiar su vestido tradicional. También, de manera menos represiva, a estas
mujeres se les pagaba con ropa mestiza o se les regalaba la ropa para que cambiaran su
indumentaria.
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GeorGina Flores Mercado
Figura 4. Banda en la que se aprecia el uso de ropa al estilo urbano combinando con
el sombrero campesino, ca. 1980. Foto del músico Felipe Martínez.
Tan fuerte fue la imposición del uso de los zapatos —al estilo urba-
no— que aunque no respondiera a las necesidades prácticas de la vida
del campo, los campesinos comenzaron a adoptarla. Por ejemplo,
cuando los músicos de las bandas se iban caminando a sus destinos
musicales, los zapatos se convertían en un objeto inútil para sus largas
travesías. Algunos músicos, considerando su inutilidad para hacer su
travesía caminando, además de sus instrumentos y atriles, llevaban un
par de huaraches para caminar y un par de zapatos para utilizarlos
durante la actuación musical:
con don Guadalupe íbamos caminando por aquí por San José. Íbamos cargando
el atril, nuestras cobijas, el instrumento para andar tocando casi cinco días.
Cargando nuestros instrumentos cruzábamos los cerros con nuestra cobijota,
nuestra muda de ropa, cuatro días en Tepoztlán, llevábamos huaraches y
zapatos. Una vez fue el difuntito Pancho con sus zapatos nuevos, y ya en la
bajada que estaba ¡bien fea!, ¡ya no podía, se le pelaron! [risas] se los quitaba y
se los ponía [risas] (Martín Ramírez, 81 años, trombón de émbolos y trombón
de vara, 2011).
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¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
Figura 5. Banda Los Nuevos Santa Cecilia, en la que se aprecia el uso de uniformes.
Representante, el señor Ernesto Cervantes (q.e.p.d.), primero a la izquierda con cla-
rinete primera fila, ca. 2003 aproximadamente. Foto del músico Ernesto Cervantes †.
Los trajes salen ¡bien carísimos!. Un traje sale en unos dos o tres mil pesos
y ahorita, como no hay trabajo, pasan 10, 15 o 20 días ¡sin trabajo! (Bartolo
Carmona, 84 años, percusiones, 2011).
293
GeorGina Flores Mercado
la relación cuerpo-instruMento
La modernidad penetra los cuerpos, los define, los moldea y crea una
retórica sobre ellos para disciplinarlos (Foucault, 1976). La música,
vista como disciplina artística, generó reglas en torno de la relación
cuerpo-instrumento, lo mismo que una normatividad y unos métodos
para disciplinar el cuerpo —y al sujeto músico—. Definir cómo portar
un instrumento o cómo comportarse en un escenario fueron reglas que
se implementaron en la ciudad, pero también entre las bandas de los
pueblos. No agacharse, estar bien parado y poner atención al director
formaban parte de la disciplina corporal que los músicos campesinos
experimentaban en sus bandas:
La música tenía también sus reglas. Cuando comencé, mi tío me decía que
tenía que estar bien parado, no agachado, ni muy hasta arriba y bien firme.
Ahora es diferente porque bailan, pero nosotros siempre un ojo al director y
otro pa’ la nota: va uno viendo la medición y aquí el compás y la nota […]
estaba uno muy atento al director (Martín Ramírez, 81 años, trombón de
émbolos y trombón de vara, 2011).
294
¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
sicos a todos los totolapas, que somos un pueblo humilde y pobre, eso nos llevó
a aprender […] a ser músicos (Macedonio Nolasco, 73 años, clarinete, 2009).
Me interesó la música, pues mis padres no eran músicos, éramos pobres todos
[…] entonces me interesó. Yo era el único hombre en mi casa, era solito yo,
las demás eran mujeres y dije: —Si no aprendo música me voy al campo y
no me divierto […] [con la música] podía ser tan libre de ir a pasear (Mauro
Hernández, 73 años, clarinete, 2010).
A mi niño más grande, no sé en qué lección [del solfeo] vaya, le digo ¡échale
ganas hijo! O ¡tendrás que ir al campo! […] lo de la música es, si no tienen
otra profesión o no me alcanza para otro tipo de estudio […] ¡Hasta mi niña
yo la quería enseñar! en Tlayacapa hay cuatro o cinco señoritas que andan
tocando ahí. Eso no es vergüenza —le digo—: al ¡contrario va a ser un bene-
ficio para ti mañana! (Lorenzo Ramírez, 60 años, percusiones, 2011).
295
GeorGina Flores Mercado
estaciones en todo el país, para 1945 la cifra aumentó a 422 y para 1976
había alrededor de 600 (Granados, 1981). La instalación de la energía
eléctrica en las décadas de 1960 y 1970 en los Altos de Morelos tuvo
un impacto importante en la vida social y cultural de estos pueblos. La
instalación de la energía eléctrica favoreció el aumento de radios y
televisores en Totolapan y la región. La radio en México desde sus
inicios estuvo ligada al mundo de los negocios y las noticias (Pérez
Montfort, 2000), pero su programación fue hecha para el entretenimien-
to y la distracción social (Rogers y Svenning, 1973). Así lo confirman
las declaraciones de Emilio Azcárraga Vidaurreta durante una entre-
vista realizada en 1943 respecto de los fines de la xeW:
El propósito principal de la xeW ha sido desde un principio dar esparcimien-
to, distracción y por consiguiente educación a la gran masa que compone la
clase media y humilde de México (Emilio Azcárraga, 1943, citado por Pérez
Montfort, 2000: 102).
296
¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
Cuando yo empecé a estudiar no había estas cosas, inclusive casi casi no había
orquestas, más que en la capital, en las ciudades, pero en los pueblos no había
orquestas, no había conjuntos, ni sonoras, pura música de viento, puro clásico
(Ernesto Cervantes, 84 años, trompeta y clarinete, 2009).
297
GeorGina Flores Mercado
Luego llegó el tiempo en que llegó el Acapulco Tropical y echó para abajo todas
las orquestas, todos los conjuntos y ahí se acabaron las orquestas. Cada quien
agarró lo que pudo ¡y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo! Y la gente se
agarró del Acapulco Tropical. Ahí se derramó todo (Ernesto Cervantes, 84
años, trompeta y clarinete, 2009).
La música sinaloense llegó hace 27 años a Morelos y el que la trajo primero fue
la Banda Cristal. ¿Por qué? Porque una vez nos juntamos —como a nosotros ya
no nos hacían caso—, nos juntamos cuatro de los chavos y dijimos: —“¿qué
no podemos imitar a esos cuates?”— Y empezamos a imitarla —“¡como lo
clásico ya no funcionaba!”. Estuvimos tocando la imitación Sinaloa […] para
sobrevivir, porque ya vivíamos de la música, ya teníamos nuestras esposas,
tuvimos que buscar así ¡casi de dónde medio comer! (Macedonio Nolasco,
73 años, clarinete, 2009).
La televisión y la radio comercial moldearon el gusto del público
298
¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
reFlexiones Finales
En México las bandas son parte fundamental de la vida de los pueblos.
El sujeto social que principalmente se apropió de este tipo de agrupación
musical fue la población rural e indígena mayoritaria de México de
finales del siglo xix y principios del xx. El campesinado mexicano y los
pueblos indígenas en la modernidad encontraron en estos conjuntos
musicales los medios para dar continuidad a sus tradiciones. Las bandas
se convirtieron en una forma de subsistencia económica, pero también
de ocio y diversión, de expresión artística y medio para fortalecer
vínculos sociales a través de sus viajes, de la amistad y del compadraz-
go. Los músicos campesinos de Totolapan se transformaron al ritmo
que marcaba la modernidad. En el contexto de la pobreza rural, apren-
dieron rápidamente a tocar nuevos ritmos e instrumentos para poder
sobrevivir dentro del ámbito de la música y mantener su identidad y
oficio de músicos. El músico campesino se fue construyendo y recons-
truyendo con sorprendente rapidez en cortos periodos.
En Totolapan, la banda original o clásica es cosa del pasado. Des-
de los años ochenta, el Estado abandonó el proyecto de cultura na-
cional y lo sustituyó por el proyecto liberal de las industrias culturales
(Rowe y Schelling, 1991). La música culta nacionalista perdió su he-
gemonía y el mercado llenó el vacío. Las bandas de viento no desapa-
recieron por completo ante estos cambios musicales, pero sí sufrieron
una fuerte mutación —experimentada como violenta por algunos
músicos— al tener que modificar su estructura grupal musical, sus
instrumentos, sus repertorios musicales, sus formas de relación con su
299
GeorGina Flores Mercado
BIBLIOGRAFÍA
300
¡Y llegó el nuevo ritmo echando abajo todo!
301
GeorGina Flores Mercado
Entrevistas
Eleazar Ramírez
Macedonio Nolasco
Ángel Hernández
Martín Ramírez
Paula Salazar
Genaro Sánchez
Nicolás Martínez
Alfredo Nava
Ernesto Cervantes
Dolores Fernández
Bartolo Carmona
Lorenzo Ramírez
302
de perradas y Balazos.
Músicos y Música de Banda sinaloense en las
Fiestas populares de nogales, sonora
•
Igael González Sánchez
introducción
Cuando traen las primeras bandas sinaloenses, he ahí a lo que los presentadores
en los espectáculos decían: “Y ahora con ustedes ¡música de viento!, ¡música
de tambora!” […] y empezaban con su música. Y por el sonido de la tuba y los
flautines la gente decía: “Éstos parecen perros peleándose”. Y por eso le dicen
“las perradas” […] Entonces la gente venía a la calle Elías, la gente disponía de
la calle, bebía y bailaba con la música de aquel que la ponía, y la gente decía:
“Tráete a la perrada” […] llegó un momento en el que ese término peyorativo
se vuelve coloquial entre los nogalenses […] (profesor Pablo Lechuga, Nogales,
mayo 2009, entrevista).
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Del verbo inglés musicking usado por Christopher Small (1999): “music is not an event;
rather it is an action in which everyone participates” (la música no es un evento; más bien
es una acción en la que todos participan).
3
Retomo la utilización del término que emplea Chamorro (1998: 473) para referirse a “la
totalidad del comportamiento asociado a la práctica musical”. El concepto de ocasión mu-
sical incluye la ejecución musical en vivo y es entendido como “un sistema intensificado
de interacción en tiempo y ocasión dentro de un espacio determinado”.
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tas militares y migrantes europeos a lo largo del siglo xix (Flores, 1989;
García, 2007; Simonett, 2004). Con el término música de banda se
engloban distintos géneros de la música popular y tradicional mexi-
cana. Se trata de un producto histórico, transcultural, que a partir de
una instrumentación particular ha dado origen a distintas variantes
regionales de conjuntos musicales, con usos tanto en sectores rurales
como urbanos, tales como el tamborazo zacatecano o las orquestas de
chilefrito de Oaxaca y Guerrero, sólo por mencionar unas cuantas.
Las bandas de las perradas se apegan a la instrumentación y el estilo
de la tambora o banda sinaloense. La instrumentación consta de una
tuba, dos charchetas (saxhorn), dos o tres trompetas, dos o tres trom-
bones y dos o tres clarinetes. En la sección de percusiones: una tam-
bora con platillos y un set de timbales con tarola (redoblante) y
cencerro; en algunos casos incluyen congas y güiro, ambos instrumen-
tos procedentes de la tradición afrocubana y utilizados para tocar
cumbias y mambos. Últimamente también se cuenta con un vocalista
exclusivo para esa función. Además de ser el más difundido mediáti-
camente a nivel internacional, el estilo regional sinaloense se carac-
teriza, por la combinación contrastante del sonido de los instrumentos
de aliento, de metal y madera, elaborada sobre la base armónica de la
tuba y la charcheta, así como por la intensidad de la percusión en los
momentos fuertes.
En estos términos, cualquier banda a nivel calle debe conocer el
repertorio “tradicional” de sones y zapateados,4 y al mismo tiempo estar
al pendiente de los éxitos comerciales del momento, hacer adaptacio-
nes de otras canciones del género pop en versión banda e incorporar a
un cantante. En todo caso, de cara al cliente, se requiere atender de
manera adecuada las peticiones que éste haga a lo largo de la noche.
Esta competencia performativa garantiza la continuidad musical du-
rante la fiesta. La banda debe ser (o intentar ser) “versátil”.
Aún con toda la proyección internacional que tienen algunas
bandas sinaloenses, entre las perradas se advierte la permanencia de
4
Zapateado es el regionalismo usado para referirse a la manera de bailar los sones, jarabes
y corriditas, el cual generalmente alude a la rítmica en 6/8.
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cuadro 1
BANDAS ASISTENTES A LAS FIESTAS DE MAYO, NOGALES, SONORA
(HASTA EL 6 DE MAYO DE 2009)
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cuadro 2
BANDAS ASISTENTES A LAS FIESTAS DE MAYO, NOGALES,
SONORA, 2010 (HASTA EL 9 DE MAYO)
La Cañona de Cerritos
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una banda. Se cooperaban “los plebes”, se cooperaba entre “la raza”. Don
Cruz Lizárraga6 cobraba 5 pesos por la pieza […] yo de joven la llegué a pagar
a un dólar la pieza, y juntábamos cinco dólares para cinco piezas, porque ha-
bíamos comprado un cartoncito de cerveza. Poníamos la música y los demás
la disfrutaban. Y cuando el otro la ponía, la disfrutábamos nosotros (profesor
Pablo Lechuga, Nogales, mayo 2009, entrevista).
6
Existe en el recuerdo la presencia de la emblemática Banda El Recodo de don Cruz Li-
zárraga hacia los años sesenta, “antes que fuera tan famosa”, pero no se encontró eviden-
cia documental que confirme el dato. También Silvia Raquel Flores hizo la mención a esta
banda durante una entrevista.
7
La calle recibe ese nombre ya que recuerda a don José Elías, dueño del rancho Los No-
gales. Con la venta de La Mesilla, el 24 de junio de 1854 la línea divisoria se recorre hacia
el sur, resultando afectada con esta medida la propiedad del señor Elías. Al igual que en
el resto de la frontera, con la Ley Seca de los años veinte del siglo pasado, gran número de
cantinas y prostíbulos se establecieron junto a la línea, en esta calle sobre todo para el
servicio de visitantes estadunidenses (figura 1). Entonces “no había cerco ni se necesitaba
pasaporte para pasar de un lado a otro, así que cualquiera podía emborracharse donde
mejor le acomodara” (Mascareñas, s/f).
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El carnaval fue uno de los primeros festejos en la ciudad fronteriza: se efectuó desde
1895 hasta 1945 cuando fue totalmente suspendido. Esto se debió en parte a los comer-
ciantes organizados que desde 1930 impulsaron la celebración binacional del 5 de Mayo.
Uno de los principales argumentos fue “el clima frío de la ciudad que deslucía los desfiles
y actividades del carnaval” (Mascareñas s/f). Por el contrario, se pretendía que desde sus
orígenes las Fiestas de Primavera o Fiesta de las Flores (festejos que recibieron varios
nombres) fueran una celebración más “recatada” que el carnaval, ante la presión que
ejercieron sobre el sacerdote Ignacio de la Torre, conocido popularmente también como
“Padre Nacho”, y las “buenas conciencias” nogalenses.
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Al morro que balearon fue por agarrar un bote de cheve del suelo […] es que el
morrito se dedicaba a juntar botes de cerveza vacíos para ir a venderlos (como
aluminio). Entonces el morro pensó que estaba vacío y lo juntó. El otro cabrón
andaba bien pasado y se enojó, sacó la pistola y le dio un tiro (“Juan Carlos”,
Nogales, entrevista, mayo de 2010).
9
Edgardo Flores Urbina, presidente del Comité Organizador de las Fiestas de Mayo; en-
trevista realizada el 29 de abril de 2010, Calle Elías, Nogales, Sonora.
10
Coincide con la llegada de la primera administración panista al gobierno municipal.
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siguieron aprovechando esa época del año para llevar a cabo su fiesta
para el barrio con una perrada, fuera de la fiesta oficial:
Las perradas son la fiesta del barrio, de la raza, de los plebes buchones que les
gusta bailar y pistear. Las perradas son la fiesta en la calle con una tambora
arremangando a todo lo que da […] Las perradas por supuesto también tocan
para los narcos, para los polleros, para los mangueras, los cholos y todos los que
tú quieras […] y también a los paisanos que del otro lado vienen, con muchos
billetes (“Juan Carlos”, Nogales, entrevista, mayo de 2010).
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exclusiva y expresamente para ellos, aun sin ser las Fiestas de Mayo. Y hoy
en día cuando escuchas a lo lejos una banda, la gente dice: “¿Cómo? ¡Si no
es mayo, es marzo! […] !Está loco! ¿Cómo es que tiene una banda en marzo?
¡Oh, es que se trata de fulano!” (profesor Pablo Lechuga, Nogales, entrevista
en mayo de 2009).
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Figura 4. Camiones de las bandas en la Calle Ruiz Cortines, 2009. Foto: Igael González.
sino quién cobre menos, por eso casi no sale ‘lana’ en ese tipo de fiestas
[…] siempre es mejor esperar a los clientes particulares”. La Calle Ruiz
Cortines es el lugar de dicha competencia. Los posibles clientes pasan
en sus carros preguntando por precios y tarjetas de las bandas. En caso
de estar interesados por una “tocada” se inicia la negociación por pre-
cios y fechas del contrato con los representantes.
En el siguiente extracto se muestra de qué manera se da el estira y
afloja por los precios y el repertorio entre un cliente y el representante
de la Banda Brisas del Pacífico, de Guamúchil, Sinaloa. Aquí queda
expuesto algo de la violenta relación de poder que se ejerce sobre los
músicos, dada su condición subalterna y dependiente, en especial si se
considera que los músicos de estas bandas asumen su actividad musical
como una forma de supervivencia al ofrecer sus servicios a las clases
de mayor potencial económico:
[…] al llegar los clientes exigen una canción como muestra. Por supuesto no
se puede: “si quieres vete con otra banda a ver si te da muestra”, dice Lalo
[representante de la banda], sin temor de perder a sus clientes: “No puedo
juntar a todos los plebes ahorita […] juntar a la banda en este momento im-
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Las bandas van al domicilio particular del cliente por una tarifa
promedio de 300 dólares por hora, aunque el costo puede subir o bajar
dependiendo de las horas totales del contrato y de la localidad. Por
ejemplo, durante las Fiestas Patrias (septiembre de 2009), en Agua
Prieta, Sonora, se pudo observar que los precios se incrementaban li-
geramente, iniciando en 350 dólares por hora, por supuesto, sujeto a
regateos y negociaciones. Hasta los músicos relacionan esta “mejoría”
en el trabajo con el poder económico del contrabando en la región.
El hecho de tener suficiente dinero para pagar una banda y tenerla tocando
hasta el amanecer muestra que la persona que tiene dinero es la que contrata
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Los principales diarios locales y nacionales dieron seguimiento a esta noticia, entre otros
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para pagar una banda es narco. El pobre no tiene. La guerra al narco que están
impulsando los pinches políticos nos está dando en la madre. No hay narco: no
hay música. La gente cree que uno [como músico] se la pasa a toda madre […]
Si supieran que uno se la pasa acá sentado esperando clientes y mordiéndose
las uñas (músico, de Ciudad Obregón, entrevista, 2009).
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Por ejemplo, Banda los Guamuchileños o Banda Brisas de Mocorito. Sobre la historia y
el origen de las bandas en Sinaloa véase Flores (1985, 1989), Simonett (2004) y García
(2007).
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Al observar con atención se pudo advertir que, salvo notables excepciones, los instru-
mentos de las bandas se encuentran en condiciones muy deterioradas debido al uso inten-
sivo. Los instrumentos abollados o que tienen fugas son reparados con soldadura y tapa-
dos con cinta adhesiva. Las consecuencias de una instrumentación dañada se reflejan en
la desafinación y además implican un esfuerzo extra por parte de los músicos para lograr
la nota. Esto supone el cansancio temprano del músico y a la larga una mala educación
del oído musical.
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notas Finales
La situación de los músicos de las perradas da cuenta de una enorme
cantidad de bandas que a lo largo del territorio nacional viven en la
misma situación. Son músicos itinerantes que empezaron a trabajar en
la región del noroeste de México haciendo giras hacia las localidades
fronterizas como alternativa económica a la vida musical en sus comu-
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BIBLIOGRAFÍA
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Entrevistas
Edgardo Flores Urbina, presidente del Comité Organizador de las Fiestas
de Mayo, Calle Elías, Nogales, Sonora, 29 de abril de 2010.
“Eduardo”, habitante de la colonia Petróleos, Nogales, Sonora. Entre-
vistas realizadas el 4, 5 y 8 de mayo de 2010.
“Emanuel”, músico de Guamúchil, Sinaloa, Agua Prieta, Sonora, 14
de septiembre de 2009.
“Jacinto”, músico de Cosalá, Hermosillo, Sonora, 21 de diciembre, 2009.
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al coMpÁs de la Banda.
la tecnobanda y el pasito duranguense
en el Mundo gloBalizado
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transnacionalisMo y regionalisMo
Durante las últimas dos décadas, las llamadas músicas étnicas y locales
han sido capturadas, comercializadas y transmitidas a través de las redes
de distribución mundial de las grandes compañías discográficas multi-
nacionales. La búsqueda por sonidos novedosos ha ofrecido a los mú-
sicos tradicionales históricamente marginalizados una oportunidad para
entrar en nuevos confines. A partir de mediados de la década de los
noventa tanto las tecnobandas como las bandas acústicas de orientación
1
La Oficina del Censo de Estados Unidos (2010) reporta que 31.8 millones de residentes
tienen ancestros en México. Aunque la mayoría de los migrantes mexicanos aún se asien-
tan en el suroeste de Estados Unidos, durante la década de las noventa la migración a la
costa este y el oeste central aumentó: en 2004, más de medio millón de personas de origen
mexicano vivían en el estado de Nueva York y 1.2 millones en la ciudad de Chicago.
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conclusión
En los albores del nuevo milenio, el sistema político y económico de
México se ha convertido en una democracia manejada por el mercado.
Bajo el liderazgo de economistas educados en Estados Unidos, que
tenían una visión más global que los tradicionalistas priístas, y con la
elección del presidente Vicente Fox en el año 2000, la transición gradual
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BIBLIOGRAFÍA
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Discografía
akWid, 2003, Proyecto Akwid, Univision Records 0883 10155 2.
Banda arkÁngel R-15, 1993, De dónde es la quebradita, Fonovisa
(lMc), lxcd-4019.
Banda el recodo, 1996, Tributo a Juan Gabriel, Musivisa, tut-1919.
Banda Machos, 1992, Sangre de indio, McM cd-5104.
grupo Montéz de durango, 2003, De Durango a Chicago, Disa, dis
24088. Enhanced cd.
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Entrevistas
Oficina del Censo de Estados Unidos, 2010
Barbero, Martín, 1998
Garza, Pepe, Burbank, California, 6 de mayo de 2005
Univision, 2003
Los Ángeles Times
Valdés-Rodríguez, Alisa, 1999, “More than a single voice: Diverse
sounds at cinco de mayo Festival clearly ilustrate the changing,
expanding range of latino musica in the L. A. Area, Los Angeles
Times, 4 de mayo, p. 339
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se terminó de imprimir en abril de 2015
en los talleres gráficos del Instituto Nacional
de Antropología e Historia.
Producción: Dirección de Publicaciones
de la Coordinación Nacional de Difusión.