Garibaldi en El Uruguay PDF

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GARIBALDI tEN ÉL URUGUAY
SETEMBBINO E. PEREDA

TOMO I

MONTKVIDKÜ
Imtirenla •> Kl Siglo Ilustrado*, de Gregorio V. Marino
338 — GALLR SAN JOSK - 938
1349453

DEDICATORIA

A la memoria del legionario don Pedro Figlione,


a cuyos felices recuerdos y clarovidente inteligen-
da debemos muchas de las importantes infor
maciones que nos han servido para escribir esta
obra.

El Autor.
PROEMIO

La publicación de este libro, responde a tres propósitos


¡mídame ntalca: dar o conocer al Héroe de Ambos Mundos
tal cual lo fue en la República Oriental del Uruguay; rendir
a su memoria un homenaje de justicia, a la vez que de grati
tud, por los importantes y desinteresados servicios prestados
por él a la causa de la libertad de los pueblos del Plata, y
corregir los garrafales errores en que han incurrido sus pane
giristas europeos al ocuparse de su actuación en esta parte
de America.
Casi todos los escritores que kan realzado su personalidad:
han convertido en una leyenda sus portentosas hazañas en
nuestro país, equivocando fechas, nombres y parajes, las raras
veces que los indican, pues ni siguen un orden cronológica
en sus narraciones, ni se preocupan de mencionar detalles
interesantes e imprescindibles en cuestiones históricas.
Xos explicamos, sin embargo, esas omisiones e incoherencias,
teniendo presente su desconocimiento de los lugares en que se
desarrollaron los hechos relacionados, y de los hombres que
en ellos tomaron parte, lo mismo que la carencia de los docu
mentos oficiales pertinentes.
El propio Garibaldi, en sus "Memorias", no señala con
precisión estas cosas, como que ellas han sido escritas, indu
dablemente, después de largos años de transcurridos los suce
sos, apelando a sus recuerdos, muchas veces vagos, a pesar
de su admirable retentiva.
Alejandro Dumas, más novelista que historiador, en su obra
"Memorias de José Garibaldi", no ha seguido al pie de la letra,
como se dice vulgarmente, las inspiraciones del héroe, y se ha
concretado a tomar ligeros apuntes, dándoles forma cuando ya
8 SETEMBRINO E. PEREDA

i e nía casi agotada la memoria sobre esos mismos aconteci


mientos. Esto nos autoriza a suponer, además de las notables
lagunas que existen en ese trabajo, los errores de fecha y las
•inexactitudes que contiene.
Léanse, si no, los capítulos XXX y XXXI de las "Memorias
Autobiográficas" de Garibaldi, tomo I, y el capítulo I, tomo
11, de la obra del escritor francés a que nos referimos, y el
lector confirmará nuestras palabras.
Esa misma narración la ha tomado como modelo Justo Pas
tor de Pellico en su obra "Garibaldi—Historia Liberal del
Siglo XIX".
Este historiógrafo, en la página 886 del primer tomo, llama
Corsé al comodoro Coc; Negro, en la 891, al coronel Neira,
y en la 895, Parsodi,- al coronel Possolo. (1)
Giuseppe Guerzoni, apellida Panza al general Bauza, en el
capítulo II, página 166, tomo I, de su libro "Garibaldi", al
referirse al primer combate del Cerro, en que tomaron parte
los legionarios italianos, )y Vajes al coronel Francisco Tajes, en
la página 190. En la 162, dice Arojo Grande por Arroyo Gran
de, y afirma que la batalla librada por Rivera y Oribe en ese
paraje, tuvo lugar el 6 de noviembre de 1842, no obstante ha
berse combatido el 6 de diciembre de dicho año. Indudablciflp.n.
te, habrá caído en ese error, tomando en cuenta lo que dicen
sobre el particular los señores doctor Alejandro Magariños Cer
rantes y Florencio Escardó, que incurren en el mismo renuncio,
el primero de ellos en la página 24 f, tomo I, de "Estudios his
tóricos, políticos y sociales sobre el Kio de la Plata", y el
segundo, en "Beseña histórica de las Repúblicas Argentina
y Oriental del Uruguay", página 343.
El doctor Magariños Cervantes editó esa obra en París en
1304, pero el estudio relativo a los sucesos de la época apareció
por primera vez en la "Ilustración de Madrid" el 26 de julio
de 1851.
En cuanto al libro del señor Escardó, vió la luz en Monte
video en 1876, siendo él adoptado en las escuelas públicas de
nuestro país como texto de lecciones orales.
Gucrzoni turo a la insta ambos trabajos, según consta de

t1) Dumas le apellida P.uvot¡ en la página 2!).. tomo II.

-
9

la nómina de los antores y estudios que manifiesta haber con


sultado, por cuya cansa no nos extraña su equivocación a este
respecto. Pero es conveniente poner los puntos sobre las íes,
para que otros escritores que no conozcan bien la historia
•nacional, no sigan sus huellas y adulteren, annque sin mala
fe, la realidad de los sucesos en su orden cronológico, máxime
cuando en este caso podría invocarse la antoridad del doctor
Magariños Cervantes, que, además de poeta de alto vuelo, era
un publicista distinguido y erudito.
Gucrzoni da también como cierto, en la citada página 166,
que la Legión Italiana se batió en el Cerro el 28 de marzo de
1843. La acción a que se alude, corresponde, sin embargo,
a 1844, y fué en ella donde resultó mortalmente herido el
general enemigo. Angel María Núñez.
Pellico reproduoe ese error en la página 891 de su expre
sada obra, y Dumas traslada el mismo combate al año 1845.
como consta en la página 33, tomo II, de su referido libro
"Memorias de José Garibaldi", editado en París en 1860, y
manifiesta que, realizóse el 28 de mayo.
En uno de los últimos lxirrafos del capítulo II, aludiendo a
otro combate, dice que él "tuvo lugar el 28 de marzo de 1843".
Sin embargo, esa memorable acción se desarrolló el 10 de
junio, mereciendo los legionarios italianos una entusiasta
arenga del ministro Pacheco y Obes por su lucido compor
tamiento.
A pesar de indicarse equivocadamente la misma fecha por
los citados historiógrafos, dicho combate, también realizado
en el Cerro, fué el bantismo de sangre de aquellos bravos
garibaldinos.
En una nueva edición a;parecida en Montevideo el año
1882, se salvan errores de nombres, pero se mantienen los
de las fechas contenidas en la primitiva publicación.
Por otia parte, mal podían figurar Garibaldi y los suyos
(,u una acción ejecutada en la fecha que indican los primeros
de esos publicistas, cuando es sabido que la Legión Italiana
se organizó recién en abril de 1843, o sea, con posterioridad
ai día y mes erróneamente por ellos mencionados.
En la página 169, asevera el propio Guerzoni que Fran.
<isco Anzani llegó a Montevideo en julio de 1842, y que pronto
asumió el mando de segundo jefe de la Legión.
10 SETEMBRINO E. PEREDA

Pues bien: en esa época estaba muy lejos Anzani de pensar


inquiera en tomar las armas contra Rosas y Oribe, pues se
hallaba tranquilamente entrevado a sus tareas comerciales,
en la entonces villa del Salto, en calidad de dependiente del
brcsciano Bini, como lo consigna Garibaldi en el capítulo
XXXII de sus "Memorias", tomo I, y el sitio de Montevideo
empezó recién el 16 de febrero de 1843, pues Oribe no invadío
el país sino después de la batalla del Arroyo Grande.
Por último: da como muerto al coronel A«eira, en la página
170, el 28 de noviembre de 1842, es decir, un año antes de
ocurrido su fallecimiento, desde que la acción de las Tres
Cruces, en que sucumbió, corresponde al 17 de noviembre de
1843.
Jessie W. Mario, en la pág. 115 de su libro "Garibaldi e i
suoi tempi", llama Bojada a la Bajada, ciudad del Paraná.
y Nueva Cava a Costa Brava, además de incurrir en otras
impropiedades que sería largo enumerar.
Dumas, continuando en sus despropósitos, apellida Boleares
ai general Balearce, Riveyra al general Rivera, Flanos al
general Flores, Xung al general Xúñez, Valleja y Lavalleia
indistintamente, al coronel Manuel Lavalleja, que gradúa de
general, confundiéndolo, sin duda, con el Jefe de los Treinta
y Tres Orientales.
Escribe, además, Cerito por Cerr\ito, Auzani, por Anzani.
Bayada, en lugar de Boyada, y denomina isla de loe Ratos
a la actual isla de la Libertad, Arrojo Grande al Arroyo Gran
de, Paysanda a Paysandú, y Zapeoi al arroyo Ytapeby, bar.
barismos éstos, como otros muchos de que están plagadas las
obras que nos ocupan, que si no se salvan, .pueden contribuir
a extraviar no sólo a los extranjeros, que no tienen mayores
motivos para conocer nuestra geografía e historia, sino aún
mismo a los oriundos del país que no se hallen al tanto de
estas cosas.
Da también rienda suelta a la fantasía, como si Garibaldi
necesitase para acrecentar su fama que se bordaran hechos
imaginarios alrededor de su glorioso nombre.
Pero, resultaría aburridora y engorrosa tarea analizar uno.
por uno los errores cometidos por esos y otros historiógrafos,
y como no entra en nuestro objeto abundar en tales porme.
PROEMIO 11

ñores, sino apenas enunciar algunos de bulto, como los que


quedan anotados, creemos que éstos bastarán para que el lector
se dé cuenta exacta del valor histórico que tienen esas obras
en lo que se relacionan con la República Oriental.
La nuestra, en cambio, que es fruto de un maduro estudio,
se basa en los documentos de la época, en las publicaciones
de la prensa periódica de ese entonces, en' referencias de sobre
vivientes, que hemos tenido ocasión de consultar, en la vida
y actuación de los principales actores de los sucesos que narra
mos, en el conocimiento que tenemos del país, del cual somos
nativos, y en un análisis minucioso y discreto de los hechos.
Hemos leído las mejores obras consagradas a enaltecer, la
figura relevante del hombre singular que nos ocupa, y las
narrativas de los sucesos del Plata en que intervino, y hemos
confrontado las unas con las otras, escudriñándolas basta
en sus más mínimos detalles, con el escalpelo de una crítica
severa, para disipar prevenciones preconcebidas, salvar vados
y extirpar errores.
Creemos, pues, poder ofrecer un trabajo menos imperfecto
que los publicados hasta la fecha, el único en su gcncrb en
lo que respecta a la act »acм n de Garibaldi en los aconteci
mientos de nuestro país, relacionados con la Kepública Argen
tina y el asedio de Montevideo.
Nuestro relato de sus proezas, tanto en agua como en tierra,
se ajusta a la más rigurosa verdad histórica; pero estamos
¡•eguros que el conocimiento de ellas ha de sorprender aún
mismo a sus más entusiastas admiradores, pues contiene pre-
.ciosos datos no vulgarizados, que demuestran desconocer en
dbsoluto los escritores ultramarinos, y que ignora la generali
dad de los pueblos latinos de nuestro continente.
Constará esta obra de varios tomos. ilustrados con vistas,
planos y retratos, y comprenderá la vida del héroe, desde 1842,
en que se hizo cargo de la desmantelada Escuadrilla Nacional,
hasta su regreso a Italia en 18-18, rasgos biográficos de algunos
de sus compañeros de armas, nacionales y extranjeros, y un.
capítulo especial, destinado a comprobar la existencia, en el
combate de San Antonio, de la bandera simbólica, confeccio
nada por el teniente Sud, a bordo del bergantín "Cagancha",
en la excursión realizada por Garibaldi el año 18Î6.
12 SSETEMBRINO E. PEREDA

Como en 18-Í9 se pensó en su regreso a Montevideo, nos


ocuparemos también de aquella ¿poca y de las causas que
ocasionaron el fracaso de la expedición de mil hombres que
debió encabezar en defensa di esta República, a la que tanto
ornaba y que jamás olvidó.
Pero, como no es posible tratar únicamente de Garibaldi y
de sus compañeros de armas, entregando al silencio sucesos
trascendentales concomitantes, haremos igualmente una rela
ción sucinta de las principales ocurrencias, en que fueron
adoras o partícipes las fuerzas del Estado Oriental y de las
provincias argentinas coligadas, lo mismo que de los hechos
de'diversa naturaleza que se desarrollaron durante la llamada
Guerra Grande, tan fecunda en episodios heroicos por parte
del ilustre nizano y de los sostenedores de la causa de Mon
tevideo.
Pondremos, a la vez, de manifiesto las ideas e iniciativas más
¿alientes, desarrolladas durante ese lapso de tiempo por los
•poderes del Estado, como exponente de su civismo, de su ilus
tración y sanidad de miras, para que sirvan de contraste con
la conducta y propósitos revelados y puestos en práctica por
Rosas y los hombres de su funesta escuela.
Conviene que tales cosas se conozcan para honor del propio
Garibaldi, pues su divulgación justificará una vez más la in
tervención activa que tomó en favor del país y de las liber
tades argentinas.
Describiremos, pues, a grandes rasgos el origen y los acon
tecimientos más importantes de esa memorable y gloriosa epo
peya troyana. en que el estoicismo inquebrantable y el valor
caballeresco de los enemigos del tirano, dieron la nota
más alta de la cultura, del honor, de la abnegación y el
patriotismo, para prestigio de la raza y honra y prez de la
causa sin mácula que se sustentaba.
Guiando nuestra pluma el sentimiento impersonal de la
•verdad y la justicia, nos sentiremos satisfechos si los datos y
opiniones que aportamos pueden ser útiles a los hombres
estudiosos y principalmente a la juventud, ávida siempre de
nutrir su espíritu con la savia fecundante de la luz del saber.

SETEMBRINO E. PEREDA.
ANTECEDENTES DEL HÉROE

SUMARIO: —Su vocación por la marina.—Estudios que cursó.—Sus


primeros viajes..—Su venida a América.—La República de Río
Grande.—Importantes servicios por él prestados a la causa de
la Libertad.—Anita y Menotti.—Su preocupación por el por
venir de ambos.—Una tregua a BU acción guerrera.—Albordi
y la revolución republicana.—El 15 de noviembre de 1889.

Este hombre singularísimo,—que llegó a conmover al mundo


con sus portentosas proezas,—había nacido, sin duda, predes
tinado a convertirse en el cruzado de la Libertad, doquiera
fuese ésta desconocida o puesta en inminente peligro.
Italia, reina del Arte y cuna de tan esclarecidos publicistas
e ínclitos guerreros; madre fecunda, que diera poetas como
Dante, como Manzoni y como Petrarca; tribunos como Cice
rón, como Cayo Graco y como Masaniello ; políticos como Ma.
quiavelo, como Azeglio y como Gioberti ; literatos como H/ugo
Fóseolo, como Alherti y como Bonarelli della Rovere ; pintores
como Rafael, como Miguel Angel y como Pablo el Veronés;
músicos como Donizetti, como Cimarosa y como Rossini; héroes
como Mucio Scévola, como Pompeyo y como Arnaldo de
Ttrescia, y que, a p"esar de hallarse regida por el sistema mo
nárquico, es una de las naciones más republicanas y demo
cráticas del mundo, estaba también llamada a dar a la historia
un JOSÉ GARIBAL'DI, el más popular, el más abnegado, el más
patriota, el más modesto y el mas querido de todos sus hijos ;
porque él supo encarnar en su persona y en sus actos todas
las ideas y todos los sentimientos altruistas que se anidan en
el cerebro y en el corazón de la Humanidad.
Alma caballeresca a la ve? que romántica, soñaba con el
triunfo del Ideal ; amaba la felicidad de los pueblos más que
14 SETEMBRINO E. PEREDA

la suya propia ; quería el perfeccionamiento de las institu


ciones, el imperio de la democracia y el reinado del derecho:
sólo execraba al cesarismo y a la teocracia por lo que ellos
tienen de brutales y de obscurantistas.
Espíritu batallador y aventurero, aunque de un corazón
sensibilísimo, en el cual tenían cabida las más nobles pasiones ;
descendiente de marinos, pues lo había sido su abuelo paterno
y lo era entonces su progenitor; hijo del Océano, puede de
cirse, desde que nació y se crió "en Niza Marítima, hacia el
fondo del puerto Olimpio, en una casa situada en la orilla
del mar" (según sus propias palabras), sentía honda incli
nación a las más arriesgadas empresas, sin temor a las vici
situdes de la vida, a la inconstancia de los hombres, ni a la
maldad del género humano. Las olas tumultuosas y el hori
zonte gris se habían familiarizado con él, y le atraían con
una influencia magnética irresistible. Por eso huyó un buen
día del hogar paterno, en unión de varios rapazuelos de su
edad, dirigiéndose a Génova, en busca de impresiones fuertes,
en un barco tomado a su capricho, pues deseaba probar for
tuna—haciéndose hombre antes de tiempo—y abrirse camino
por sus solos esfuerzos. Pero su voluntad fué truncada bien
presto, cert-a de Mónaco, por un corsario enviado para darle
c-aza, y no tuvo otro remedio que cambiar de ruta y tornar
taciturno al lar de los suyos.
No fué posible, sin embargo, torcer sus ingénitas tendencias,
y poco después lo dedicó su padre a la carrera de la marina,
habiéndose entregado especialmente al estudio de las matemá
ticas, enseñando las cuales vivió en distintas épocas de su
azarosa existencia .
No aprendió en la escuela lo que habría deseado atesorar
para ser mayormente útil a la Patria, pues educado por sa
cerdotes. le fueron inculcados principalmente el griego y el
latín, y recién a última hora tocóle un instructor laico, que
le enseñó el italiano con la perfección con que él sabía ha
blarlo y escribirlo, debiendo también a éste sus conocimientos
en la historia romana, en la caligrafía y en las matemáticas.
Joven aún, cruzó el Mediterráneo, el Archipiélago y el Mar
Negro. En una de esas excursiones, llegó a Roma, donde por
primera vez se embebió en las nociones de patriotismo, em-
GARIBALDI EN EL URUGUAY 15

JOSÉ GARIBALDI
Tomado del natural en Montevideo, por G. Gallino, y reproducido en Torino
por la Litografía Doyen y Comp. en 1848

Galantería del Archim y Museo


Histórico »Vac«m»í
.16 SETEMBRINO E. PEREDA

pezando a latir su corazón con aquellos recuerdos de un anti


guo esplendor.
La contemplación de la Ciudad Eterna, le hizo exclamar,
entristecido: "La Roma que yo veía en mi juvenil entendi
miento era la Roma del porvenir".
Tras una larga serie de accidentados viajes, arribó a la
capital del imperio otomano, y en la antigua Bizancio vióse
obligado a permanecer durante algún tiempo para atender
su salud quebrantada. Allí, aunque en un radio limitadísimo,
se inició en la carrera del magisterio, más que impulsado por
su inclinación a la enseñanza, compelido por la suprema ne
cesidad del momento.
A los veintisiete años de edad se entregó a la política revo
lucionaria, siendo condenado a la pena de muerte, de la que
pudo librarse, lo mismo que de la prisión decretada por sus
adversarios, debido a uno de sus tantos ardides, pues luirló
su vigilancia, huyendo disfrazado de aldeano.
En Constantinopla había recibido de los sansimonistas la
idea cosmopolita que puso en práctica durante toda su vida.
De regreso a Marsella conoció a Mazzini, y entró a formar
parte de la asociación Joven Italia, que el ilustre tribuno y
propagandista fundara en 1832 con el propósito de difundir
los principios republicanos en su Patria.
La conspiración que motivó su condena, había sido pro
movida por dicha sociedad.
No obstante, aquel ambiente no se adaptaba por entero a
su temperamento andariego y observador. Su imaginación
fosforescente le había hecho entrever un mundo propicio para
la realización de sus proyectos, apenas esbozados en la retina
de su cerebro. El nombre de América le subyugaba, no sólo
por los encantos de su naturaleza, sino, sobre todo. por las
hazañas guerreras llevadas a cabo en su seno desde tiempos
inmemoriales, y en el primer tercio del siglo a que él perte
necía.
Anhelando, pues, respirar las auras de una libertad más
amplia y más pura, se ausentó de Italia en 1836, con rumbo
al nuevo continente, pluguiéndole al destino que desembarcase
en Río de Janeiro. Allí, meses después, se dedicó al comercio,
tal vez poi no vivir en la ociosidad, y hasta tanto no se orien.
GARIBALDI EN EL, URUGUAY 17

tase de las cosas de aquel país, pues el comercio no lo atraía,


:según lo manifiesta en sus "Memorias".
Como en esa época luchaba la provincia de Río Grande por
.su emancipación política, con el ánimo de convertirse en re
pública, no pudo resistir a la tentación de enrolarse en sus
filas, y era natural que así sucediese, so pena de hacerse reo
•de su conciencia y de sus ideas, desde que siendo apóstol de
tan avanzados principios, la indiferencia de su parte se habría
prestado a desfavorables comentarios.
"Soy republicano, — dice en sus "Memorias, — porque este
•es el sistema de gobierno de las gentes justas, sistema modelo
cuando se adquiere". Pensando así, estaba, pues, obligado
a prestar el concurso de su brazo y de su inteligencia a toda
causa noble y generosa, máxime si ella encarnaba una ten
dencia emancipadora, como lo era la que en esos instantes
perseguían los espíritus avanzados de aquel patriota pedazo
•de tierra americana.
Había hecho confidente de sus ideas a un distinguido com
patriota suyo, radicado en Montevideo: a Juan Bautista Cú
neo, como consta de sus cartas dirigidas a éste, datadas en
Cabo Frío el 27 de diciembre de 1836, y en Campos el 18 de
febrero y el 22 de abril de 1837. En las dos primeras, le
hablaba de sus viajes, de que vendía maíz y harina, y adquiría
con su producto azúcar y aguardiente. "El comercio me
envuelve el cerebro", le decía en la segunda de ellas, y en
la última, contestando a la invitación de ir a visitarlo, en me
dio de la nebulosidad del lenguaje empleado, dejaba ya entre
ver su determinación de plegarse a la causa republicana río.
grandense. He aquí sus palabras:
"Hubiera partido, abandonando todo, y en el duro caso
mismo de estar a vuestras expensas, pero me hallo más que
nunca imposibilitado ... el motivo prepotente ... no os lo
puedo explicar sin peligro... os diré solamente que me dis
pongo a nueva existencia, tendiendo a nuestros principios
.viVwipre, con aquella meta que vos me prefijasteis en vuestra
.primera carta. Os encargo poner de relieve en esa nuestra
•obra; me conocéis y podéis responder como de vos mismo".
El espíritu inquieto de Garibaldi, nacido para sacrificarse
por la libertad, enamorado como estaba de la idea republica.
OARIBALDI— 2 TOMO I
18 SETEMBRINO E. PEREDA

na, no le permitía resistir a los impulsos de su corazón, ni


a las palpitaciones de su cerebro ardiente. Se lanzó, pues..
a la lucha, con todos los entusiasmos de su viril juventud y
la profunda fe que le infundían sus ideales.
Con el pequeño barco Mazzini, que artmó en Río de Janeiro,
atacó y tomó la goleta brasileña Scoropilla, con la cual pira
teó en el Río de la Plata, con sucesos varios, como lo rela
cionaremos en otra parte.
Vuelto a Río Grande, obtuvo el mando naval del lago de
los Patos, donde puso en derrota al enemigo, valiéndose de
una habilísima maniobra, y haciendo tremolar, con legítimo
júbilo, la bandera republicana, bajo cuyos pliegues se sentía
feliz y enardecido para «1 combate. Al mando tan solo de
dos lanchones, — el Río Pardo, que tomó a su cargo, y el
Republicano, que confió a John Grigg, joven norteamericano,
experto y valiente, — realizó su audaz cometido, si bien con
menos peligros a su bordo que en tierra, pues en ésta casi
vendió cara su vida en el Galpón da Charqueada, estable
cimiento de campo que pertenecía a doña Antonia Tientos
Goucalves, hermana del Presidente de la flamante República,
situado en la desembocadura del Camacuá. Allí se vió compe-
lido a mantener, con sólo trece campañeros, una lucha tenaz
y desesperante contra ciento cincuenta imperialistas. ochenta
de ellos de infantería, austríacos de nacionalidad, hechos para
la brega y adiestrados en el manejo de esa arma.
Pero aquella travesía marítima, a pesar de ello bonancible,
se vió erizada de peligros aún mayores que los aludidos, cuan
do le tocó encaminarse a la provincia de Santa Catalina.
siempre en unión del valeroso Grigg, expedición ésta que
puso una vez más a prueba el temple varonil de su alma y
la serenidad indispensable para afrontar con el éxito deseado
los vaivenes de la suerte.
Sus endebles naves, debían cooperar al sitio de Port» Alegre
en combinación con el ejército republicano; pero como no fué
posible obtener las ventajas apetecidas, se resolvió abandonar
el asedio y operar sobre la mencionada provincia, conjunta
mente con el general Canaba rro, este último por tierra.
La expedición que nos ocupa, fué una de las más tocantes,.
ya por la forma en que se realizó, transportando los barcas:
GARIBALDI EN EL URUGUAY J9"

a tierra sobre ocho ruedas, arrastrados por doscientos bueyes


desde la orilla del Capibara hasta la del lago Taramanday,
ya por haber tenido que combatir con un enemigo aún más
temible que los imperialistas : las olas desencadenadas del
Océano, que hicieron numerosas víctimas y hundieron en su
seno al Río Pardo que mandaba Garibaldi, quien pudo sal
varse debido a su serenidad de ánimo y a su gran destreza
en la natación.
En el ataque y toma de la laguna de Santa Catalina, en
el combate de Santos con una corbeta imperial que poseía
veinte grandes piezas en batería cubierta, y que era una
verdadera nave de guerra, mientras que Garibaldi sólo tenía
tres piezas pequeñas, una por embarcación, dos del calibre 9
y una del 12, (1) combate que poco después asumió propor
ciones menos tranquilizadoras. pero que se mantuvo con ánimo
imperturbable y con honrosos resultados, lo mismo que en el
mcendio de sus barcos, por orden del general Ganaba rro, se
reveló como un hombre de condiciones extraordinarias. pro
pulsoras de grandes empresas.
También demostró una pasmosa sangre fía, además de la
alteza de su alma, tanto en el resto de la campaña que tuvo
que emprender por tierra con el coronel Teixeira. batiéndose
en desigual contienda, unas veces victorioso y otras en derro
ta, como cuando nació su hijo Menotti, (2) que lo fué en uno
de los instantes más apurados de su vida, pues carecía hasta
de lo indispensable para atender los primeros cuidados
de la madre y del hijo. Amante y padre, unidos así los
vínculos del afecto y de la sangrense propuso remediar aquel
vacío, y sin r/iparar en sacrificios de especie alguna, atravesó
solo, con el agua de su cabalgadura hasta los encuentros, du
rante varios días. por accidentados terrenos, desde San Simón
hasta Scttembrina, pequeña villa de Porto Alegre, y allí ad
quirió lo rnás indispensable para esos seres tan caros a su
corazón. Pero Jiabiendo pagado ya tributo a sns convicciones
y a su carácter belicoso y aventurero por espacio de seis años,
después de la indecisión del general Bentos Gonçalves da

t1) Garibaldi, «Memorias autobiográficas•.


t2, 16 do septiembre de 1810.
20 SETEMBRINO E. PEREDA

Silva, eu Pinheiriño, frente al ejército del general Netto, de


la acción librada en Taquary, entre las mismas fuerzas, de la
desgraciada expedición del Norte, debido a la indisciplina de
las tropas; y, sobre todo, de lo que el héroe llama "retirada
•desastrosa por la sierra", en la que hombres, mujeres y niños,
pasaron toda clase de penurias y las torturas del hambre —
pensó consagrarse al trabajo, para asegurar el sostén y la
tranquilidad de los suyos: el de su Anita. que desde el día
mismo de la unión de sus almas compartió con él todos loe
.azares de su campaña militar por mar y tierra, auxiliándole
hasta con las armas en la mano, con admirable coraje, y el
de su primogénito, cuya venida al mundo acrecentó aún más
el intenso amor que sentía por su inseparable y buena com
pañera.
No entraba en su propósito, sin embargo, abandonar por
completo a sus correligionarios ríograndenses, pues dejó a
Aimuii a cargo de las fuerzas que mandaba, y al separarse
•de las filas republicanas, lo hizo con el consentimiento de
Beutos Gonealves da Silva.
Garibaiili no era de aquellos hombres que abrazaban una
causa por especulación o irreflexivamente, pues nunca tuvo
otra pasión que la libertad y la justicia, y, por lo tanto, anhe
laba fervientemente el triunfo de las ideas, encarnadas en
•ese movimiento.
El doctor Juan Bautista Alberdi. si bien argentino, sentía
igualmente hondas simpatías por las tendencias sustentadas
contra el Imperio, y hallándose en Montevideo publicó un
entusiasta artículo, en agosto de 1839, exhortando a las repú
blicas de Sud América a no mirar indiferentes aquel esfuerzo
on favor de una idea que se había hecho verbo en la conciencia
de todos los hombres enemigos de las testas coronadas, y cuyo
primer albor reverberó, aunque con pálidos destellos, en el
cielo de Mayo.
He aquí algunos de los más vibrantes párrafos de esa pu
blicación :
"Cuando he oído hablar, por la primera vez. de una po
blación que en una extremidad del Brasil había levantado el
grito de República, yo que conozco todo el poderío de esta
palabra, y que creo en los grandes destinos que la esperan
GARIBALDI EN EL VRUGUAY 2î

en el porvenir de América, he comprendido de un golpe todo,


lo que debía seguirse a este preámbulo imponente, que para
muchos sólo era un grito sin ecos, pero que para mí fué la
señal irrevocable de la disolución del Imperio.
" Muchas veces he oído después anunciar la pénlida de la
revolución del Río Grande, porque no tenía cabezas fuertes
que la presidieran (eran fas razones), porque no conocía sis
tema en su desarrollo, porque no poseía una fórmula clara
de sus miras y principios, porque los hombres eran ignorantes
y el pueblo no estaba preparado, ¡ singular observación ! ¡ Como
si veinte Repúblicas y treinta años de revolución adelantados
fuesen todavía poca preparación ! He visto menospreciarla
también, y llegar hasta calificarla de delirio, remitirla a un
porvenir cercano de defección y de derrota, arrojarla con
desdén para vergüenza suya, a la faz de las otras Repúblicas,
americanas que la veían marchar con un silencio indiferente
y desdeñoso.
"Todo lo he oído y visto sin sorpresa y sin abatimiento. He
conocido solamente en todo ello, el murmullo envidioso y es
trecho por medio del cual todas las Repúblicas y todos los
grandes movimientos de libertad han tenido que levantar su
cabeza victoriosa, para ver después en su derredor inclinadas
con reverencia a todas esas cabezas orgullosas, de una luz.
menguada y falaz.
"Todavía no se quiere creer que la República está destinada
a triunfar con los ojos vendados; que ella no necesita de los
ojos, porque es conducida de la mano por el cielo ; que el
entusiasmo puede dar lecciones al arte; que la pasión es más
luminosa que la ciencia ; que la libertad ciega ve más claro
que los tiranos con mil ojos; que la justicia sola es la victoria;
que la igualdad y la libertad están destinadas a vencer sin
hombres, sin ideas y sin dinero! Todavía hemos de ver más
veces que lo llevamos visto, a todos esos sistemas de ciencia
profunda y erudición consumada, deshacerse como el humo,
ante los golpes ciegos y bruscos de la República, a los brutos-
vitoriarse sobre los sabios, a los locos y utopistas, entroni
zarse sobre los despojos de un doctrinarismo que no enseña
nada, de unos doctores que yerran en todo.
"He podido distinguir dos clases de opositores a la República
.22 SETEMBRINO E. PEREDA

naciente — los hombres de la monarquía, y los renegados o


desesperados del sistema de la igualdad de clases. No me han
pasmado los primeros: ellos llenaban su deber, o se mostraban
lógicos a lo menos combatiendo el principio contrario al pro
fesado por ellos. ¿Qué deben importar, por otra parte, los
tiros de los vencidos que van en disparada? Habiendo caído
bajo los golpes de la República, ellos pueden continuar en
salzando su sistema. —
"He conocido en los otros debilidad en el carácter y cortedad
en la vista. Han observado que en treinta años, la República
no había dado entre nosotros los frutos prometidos, y la han
declarado estéril para siempre, de tal modo, que hoy sólo
parece que encontrasen remedio a los desastres inevitables de
la revolución, en la conversión hacia la monarquía. Pensa
miento debilísimo que desgraciadamente ha pasado por más
de una de las cabezas en que ha sido tallada nuestra de
mocracia . La desaparición de la monarquía en América, es
irrevocable y definitiva, y su restauración inconcebible. Re
chazada por la naturaleza de nuestras cosas, más que por
nuestras voluntades, la idea de su restablecimiento es más qui
mérica y más paradoja! que la de la república más absoluta
y más ilimitada. Fué de necesidad que en Europa, veinte
tronos hicieran desaparecer una sola república, como será de
necesidad que en América, veinte repúblicas hagan desapa
recer un solo trono. Y hemos de ver primero que una repú
blica sola se derrote a todas las monarquías de la Europa,
antes que una corona baga sentir su peso a la más débil de
las repúblicas de América.
"No está en la monarquía el remedio, sino el mal. Ni está
en la república el escollo, sino en la mala organización de la
república. Para salvarla, no es menester matarla, sino darle
la forma adecuada en que su vida quiere desarrollarse. La
cuestión no es de monarquía y de república : en América no
cabe cuestión sobre este punto. La cuestión es de centraliza
ción o de descentralización, de unidad indivisible o de unidad
múltiple; la cuestión es de forma, en una palabra, no de fon
do; constitucional y no social; de organización, no de derecho.
Hallar la fórmula constitucional de las nuevas repúblicas de
América: he aquí el problema político del nuevo mundo. Será
GARIBALDI EN EL URUGUAY 23

•encontrada esa fórmula y desenvuelto ese problema como lo


ha sido en los pueblos de la América del Norte, cuando, como
allá, se habrá trabajado, con obstinación invencible y sin con
tar los años, en su investigación, pues que una fórmula existe
necesariamente escondida en la naturaleza de las cosas para
los gobiernos americanos, que la inteligencia y la observación
•de nuestros legisladores deben explotar sin cesar.
"Nada, entretanto, de menos grande .y menos varonil, que
•el reprobar las tendencias republicanas del Río Grande. Por
que, a más de ser legítimas, son irrevocables: subordinan ya
las voluntades de los nuevos republicanos, los arrastran a su
pesar, circulan en su sangre, y no les permitirían retroceder
a ellos mismos aún cuando llegasen a intentarlo. La obra es
ya más fuerte que los autores : ellos han abierto un torrente
que los llevaría por delante si se detuviesen a contenerlo. Es
menester concebir de este modo la revolución ríograndense,
porque no es ni más ni menos. Considerarla de otro modo,
es desconocer absolutamente su carácter. Está lejísimos de
ser, como se ha creído, un pensamiento intempestivo y capri
choso, un impulso casual que ha podido suceder o no suceder.
Es de advertir que la República, como el gallo que una vez
la ha simbolizado, se levanta siempre antes del día. Se suele
•decir que su nacimiento es casual : el hecho es que ella siem
pre sobrevive a sus autores. Creía Moreno que con su muerte
sucedería la de la Revolución de Mayo. Olvidó, sin duda, que
no había sido preciso que expirase la navegación por vapor,
porque su inventor Fulton pereció a manos de su descubri
miento. Iguales ilusiones se hizo Mirabeau. No es menester
que los hijos vivan de la vida de sus padres. Sólo la vida del
Creador es solidaria de la vida de su obra.
"Aunque se quiera desconocerlo, la insurrección del Río
Grande no es más que el desenvolvimiento más reciente del
movimiento de Mayo, un resultado necesario de 1810, un paso
más de la Revolución americana, la última conquista del prin
cipio regenerador del nuevo mundo, la consecuencia más mo
derna de los trabajos comenzados por Moreno y completados
por Bolívar. Tiene sus premisas en Ituzaingó, Ayacucho y
Maipú. Sería menester copar los treinta años de revolución
.que han precedido, para considerarla un resultado sin causa,
y reputar su extinción, una operación posible.
24 • SETEMBRINO E. PEREDA

"Es de necesidad concederla esta filiación, porque es la suya-


Ultimo anillo de una cadena de acontecimientos todavía in
acabada, que comienza en Filadelfia en 1776, continúa en.
Buenos Aires en 1810, sube al Ecuador en los años inmedia
tos, reaparece hoy en un confín del Brasil, para concluir
mañana en el Río de Janeiro, la revolución que ha comenzado.
en Río Grande es el corolario inevitable de la revolución de
un mundo. Ya es menester proclamarlo altamente a la faz
de la América. Es menester prolongar la lista que comienzan
Paso y Moreno, con los nombres ya no menos dignos de Bea
tos Goncalves, Bentos Manuel y Netto; elevar al rango de las.
victorias de Ayacucho, Pichincha y Junín, las jornadas para
siempre gloriosas de Río Pardo y Cacapava, nombres her
manos, glorias amigas que se dan la mano en el seno de una
misma causa, que se confunden en los fastos de una misma
historia." (1)
La monarquía en América es una planta exótica. Por eso,
si bien fué vencido el movimiento iniciado en 18:55 por los.
briosos hijos de la provincia de Río Grande del Sud, el 15
de noviembre de 1889 la idea se hizo carne en todo el vasto
Imperio.
En esa fecha, el ejército, confraternizando con el pueblo,,
proclamó su caída y la constitución de la República, asu
miendo el mando supremo del Gobierno Provisorio el Maris
cal Deodoro da Fonseca, y el Brasil figura desde entonces
en el concierto de los pueblos más libres y republicanos de
la tierra.
Esto demuestra también que Garibaldi no perseguía una
utopía al plegarse a aquel estallido de los espíritus patrióticos
que aspiraban a cambiar la forma de gobierno de su país,
y que, como siempre, puso su espada y su inteligencia al
servicio de un pensamiento avanzado y plausible.

ll) Tomo I do las «Obras Completas« del doctor Alberdi, artículo intitulado «A los re—
publican'»s del Rfo Grande».
EN LA METRÓPOLI URUGUAYA

SUMARIO: —Pasos preliminares de su actuación.—Su venida a Mon


tevideo.—Estada en el puerto de Maldonado.—Peripecias que
le ocurrieron.—Plática agradable con una poetisa criolla en una
humilde vivienda próxima a la ribera.—Garibaldi poeta.—Uua
muestra de su afición a las musas.—Combate en el Océano con
dos lanchas de Oribe.—Garibaldi resulta herido en el cuello.—
Triunfo de la sumaca. " Luisa "»—El parte oficial.—Las bajas.—
El héroe, casi moribundo, consultado por sus compañeros, fija
su vista en la carta hidrográfica e indica la ruta a seguirse.—
Narración del suceso por Joaquín Suárez.—Auxilios prestados
por un buque fondeado en Martín García.—Arribo a Gualeguay.
—Apoyo que le prestó el capitán Lucas Tartabull.—Casa en
que se alojó Garibaldi.,—Carta a Cúneo.—Extracción de la bala.
—Fuga desastrosa.—Martirios inquisitoriales a que fue so
metido Garibaldi por el comandante Muían.—Conducta nobilí
sima de la señora Alemán.—Su libertad.—Visita incógnita a
nuestra metrópoli. —Kegrsso a Río Grande. — Convertido en
tropero.—Nuevamente en la capital uruguaya, donde se domi
cilia.—Comisionista y profesor de matemáticas —Algunos de
sus discípulos.—El Gobierno se propone confiarle el mando de
la escuadrilla nacional.—Correspondencia mantenida con Maz.
zini.—Sociedad patriótica secreta.—Promesa hecha a Garibaldi
por su compatriota Esteban Antonini.

No es una biografía la que dejamos hecha de Garibaldi,


sino apenas un pálido esbozo de lo que fué desde los albores
de su juventud, hasta el momento en que abandonó la belicosa
provincia brasileña.
Hemos creído necesaria su previa presentación, tanto para
que el lector que no lo conozca pueda formarse una idea cabal
de sus relevantes condiciones, y de lo que estaba llamado a
ser en el porvenir, como para explicar su lógica conducta,
dentro y fuera de los muros de Montevideo.
Sus antecedentes, por otra parte, antes de la hora psicoló
gica en que vamos a exhibirlo, darían tema para escribir
26 SETEMBRINO E. PEREDA

gruesos volúmenes, pues todos ellos ofrecen vasto campo a la


imaginación para dejar correr la pluma con la velocidad del
relámpago, y describir cuadros de variados matices, ya pin
torescos, como la Naturaleza al despertar, ya sombríos y con
movedores, envueltos entre las brumas del dolor y la deses
peración, ora risueños como el rostro candoroso de un niño,
arrullado por los ensueños del amor materno, o como el alma
iluminada por la luz de la dicha. a impulsos de dos corazones
qu.e laten al unísono, el uno para el otro, entreviendo una
eterna vida paradisíaca.
En los comienzos de 1842, fijo su residencia en Montevideo,
en compañía de Anita y de su pequeño hijo Menotti, que
apenas contaba dos años de edad.
No pisaba por vez primera el suelo oriental, ni era su per
sona la de un desconocido para los habitantes de la hermosa
capital de la República, pues ya había estado en ella, aunque
de incógnito, en 18137, en busca de su amigo Rossetti, cuyo
recuerdo tanto le exalta y le conmueve, por la intensidad del
cariño fraternal que le dispensaba, por lo mucho que él valía
y .por su triste y prematura muerte.
Embarcado en la sumaca Luisa, y haciendo tremolar la
bandera republicana, arribó al puerto de Maldonado, a prin
cipios de junio de ese año, en cuyas playas le dispensaron
la más favorable at.ogida los pobladores de la entonces villa
feruandina, lo mismo que sus autoridades, manifestaciones
éstas que hicieron renacer la confianza en su espíritu hasta
ese momento lleno de desazón.
Creyó, pues, que no le sucedería el menor percance y que
el Gobierno, lejos de obstaculizar sus libres operaciones en
el estuario, cerraría los ojos y lo dejaría navegar, sin corta
pisas, como si se tratara de un tripulante cualquiera. Pero
el desencanto marchitó bien pronto sus doradas ilusiones, por
que el Presidente Oribe,'—a pesar de que nunca fué amigo
sincero del Brasil. — tan luego tuvo conocimiento de ese he
cho, decretó su persecución y apresamiento.
Garibaldi, reposando en aquella ingenua creencia, lo pasaba
entretenido, con sus doce compañeros, entregado al corso, en
unión de una nave francesa, cuya estadía allí respondía al
propósito de pescar ballenas.
, GARIBALDI EN EL URUGUAY 27

Su amigo Luis Rossetti, patriota genovés que había partido


paia Montevideo, guardaba sepulcral silencio, y esto no dejó
de preocuparlo a pesar de todo.
¿ Qué le habrá sucedido ?, se preguntaba, sin hallar otra
respuesta, hablando consigo mismo, que ésta: "Sin duda, no
habrá podido conseguir nada en nuestro favor". Y no se
equivocaba.
Ocho días después, no le quedó otro remedio a Garibaldi
que alejarse a toda prisa de aquel punto, para evitar ser víc
tima de una celada, pues se le hizo saber secretamente que
su libertad se hallaba en inminente peligro y que le convenía
ponerse a salvo.
Pero como en las proximidades de la isla Grande había
hecho presa a una sumaca brasileña, cargada de café y ven.
•dido su producto a un comerciante de Maldonado,—antes de
abandonar aquel puerto, resolvió bajar a tierra y cobrar su
importe. El comprador, con el propósito de embrollarle, le
recordó la crítica situación en que se encontraba Garibaldi,
y extendiendo el brazo derecho, indicóle la conveniencia de
que se alejase de inmediato, para evitar su aprchensión.
El futuro héroe italiano, se indignó ante semejante con
ducta, y sacando una de las pistolas que cargaba en la cin
tura, le dijo, en tono enérgico:
—¡II mio denaro!
El negociante permaneció impávido y sin .pronunciar una
sola palabra. Esto hizo subir de punto la ira de su acreedor,
quien después de repetir la intimación por tercera vez, le
abocó el arma al pecho, logrando intimidarlo y que le pagara
los dos mil patacones que importaba la mencionada mercade
ría. Acto continuo, se dirigió a bordo de la Luisa, llevando
consigo el dinero.
Reinaba un temporal del Nordeste, endemoniado, de esos que
con harta frecuencia constituyen la preocupación de los na
vegantes, y que en todos los tiempos han sido causa de nau
fragios y pérdida de numerosas vidas. Garibaldi, no obstante,
acostumbrado a batirse con Eolo y con Neptuno, sin temores
ni vacilaciones, no trepidó un solo instante y lanzóse en su débil
barquichuelo a desafiar las furiosas olas del Océano, como lo
había hecho ya tantas veces en su país y en el extranjero.
28 SETEMBRINO E. PEREDA

Nadie sabía en Montevideo quién comandaba aquella em


barcación ; pero en seguida de conocerse su arribo al men
cionado sitio, se impartieron por el Poder Ejecutivo órdenes
terminantes para su captura, y luego de fracasado ese in
tento, la instrucción de un sumario administrativo tendiente
a esclarecer las causas de su fuga, pues se temía que ésta
hubiese sido favorecida por la negligencia o complicidad de
las autoridades marítimas.
"El Universal", del 12 del expresado mes, redactado por
el general don Antonio Díaz, confirma lo que decimos, pues
consigna esas medidas sin nombrar al jefe de la Luisa. El
suelto a que nos referimos reza así :
"Un corsario con la bandera republicana del Río Grande,
entró al puerto de Maldonado conduciendo una presa con
cargamento de azúcar ; pero inmediatamente que supo que
las autoridades tomaban medidas para proceder al embargo,
se hizo a la mar con la sumaca apresada, ignorándose el punto
a que se dirige. El Gobierno ha comisionado a un empleado
de la Hacienda para ir a formar el correspondiente sumario,
luego que tuvo noticia del arribo de aquellos buques; pero
cuando llegó a aquel punto, ya habían zarpado del puerto."
Garibaldi se proponía aproximarse a Jesús María, en la
creencia de obtener allí sus tan deseadas noticias de Rossetti ;
y logró su objeto, arribando a dicho paraje, no sin estar a
punto de zozobrar en Piedras Negras, pero desgraciadamente
sin que su leal compañero pudiera comunicarse con él.
¿Qué causa motivaba aquel prolongado mutismo? ¿Había
ocurrido, acaso, algo grave e irreparable? Descubierto tam
bién Rossetti de sus ideas revolucionarias, se vió precisado
a ocultarse sigilosamente, y cualquier imprudencia de su par
te podría comprometer a todos sin beneficio alguno para la
causa común. Por eso no quiso aventurarse y librar al azar
sus comunicaciones con Garibaldi. t"reía más prudente tra
bajar a la sordina, valido de los partidarios con que se contaba
en Montevideo, a quienes alentaba desde su escondite, y con los
cuales mantenía frecuentes conferencias, aún cuando su si
lencio le atosigase el alma, temeroso de la suerte que pudiera
correr su digno camarada y de las preocupaciones que le.
asaltasen ante él.
GARIBALDI EX EL URUGUAY 29

Mientras tanto, los tripulantes de la Luisa atravesaban por


una situación .dificilísima. Después de luchar con la tempes
tad, viendo a cada paso abrirse pavorosas las entrañas del mar
para sepultarles en su hórrido seno, salvos ya, el hambre em
pezó a roerles cruelmente. Carecían de víveres, y no atinaban
cómo proveerse de ellos, cuando la buena estrella, que no les
abandonaba en medio del peligro, les presentó de repente, ante
su vista, a unos siete u ocho kilómetros de la ribera, una mo
desta vivienda rural, que parecía haberse levantado sobre aque
lla colina como la tabla de salvación de los desesperados.
Colón y sus valerosos acompañantes, no habrán gozado tanto,
ciertamente, al divisar la primera tierra del continente ame
ricano, como gozaron Garibaldi y los suyos en tan supreSmo
instante.
Todo podrá combatirse con éxito y soportarse con la resig
nación del Job bíblico, pero jamás el hambre y la sed, que
•devoran sin piedad ni defensa posible a la deleznable natura
leza humana.
Garibaldi,—que siempre aparecía en primera línea, ya con
fundido entre sus soldados, o adelante de ellos, como vivo
ejemplo de un valor imperturbable, — ordenó encaminarse ha
cia la costa, lo más cercano que fuese dable, sin que le inspi
raran temor el sacudir violento de las olas y el rugir ensor
decedor del viento pampero que soplaba.
Quería bajar a tierra, aunque tuviera que sacrificar su vida
en holocausto de sus esforzados marineros, para . conseguir,
costase lo que costare, un pedazo de carne; y así lo hizo en
compañía de Mauricio Garibaldi. que era uno de sus más
arriesgados subalternos, valiéndose, para descender de la Luifa,
de unas tablas colocadas sobre dos barriles en forma de
puente. (1)
Xo sin pasar grandes trabajos pudieron vencer los escollos,
hasta trepar las rocas y desasirse de ellas; pero únicamente
Qaribaldi continuó su camino, con rumbos a la casa que había
divisado, pues Mauricio quedó .encargado de componer la des
mantelada nave. Nunca se imaginó tener un encuentro tan

(!) Las ropas fueron por ellos colocadas en un palo qno amuriaron en tan sm gúieris
nave.
30 SETEMBRINO E. PEREDA

feliz. Eran habitantes de aquella solitaria estancia, una her


mosa mujer, que a su belleza física reunía los atractivos del
talento, y su esposo, un hombre sencillo, sin instrucción alguna,
pero atento y servicial como la generalidad de los que habitan
la campaña del territorio oriental.
Ella mataba sus ocios y enriquecía su intelecto con la lec
tura de obras literarias, y dueña de una imaginación lozana
y creadora, arrancaba a la lira melódicos acordes, sugeridos,
por la Naturaleza y el amor.
La diosa de la fortuna lo habia conducido, pues, hasta allí,
y sin necesidad de agotar la verba de su oratoria, obtuvo mucho
más de lo que apetecía. Aquella cultora de la gaya ciencia
lo recibió con grandes muestras de complacencia, cual si Gari.
baldi fuese el mensajero alado del Helicón, con cuyas morado
ras ella compartía las delicias de la música rimada, y presin
tiendo quizá que en aquel cerebro, cubierto por rubicunda
cabellera, palpitase también la inspiración de un poeta ignoto,
le habló con entusiasmo del autor de La Divina Comedia, como
asimismo del que inmortalizara a Laura con sus celebrados
sonetos, y de otros eximios vates de su patria lejana.
Después de haberle recitado algunas de las composiciones
hijas de su ingenio, le obsequió con un libro de poesías de
José Manuel Quintana, escritas, como todo lo suyo, en lengua
española.
Dice Garibaldi que los versos de la graciosa criolla le cau
saron admiración, no obstante ser muy poco conocedor del
castellano y de la poesía, pero que las bellezas poéticas son
capaces de conmover a los sordos.
Es verdad que entonces no dominaba el idioma de Cervantes
y que nunca se le tuvo por familiar del monte de la Fócide,
y si hemos dicho que la incógnita poetisa pudo presentir en
él un poeta ignoto, es porque no hace mucho que la prensa
italiana anunció con gran alborozo haberse encontrado entre
los manuscritos de Garibaldi un poema épico, (pie no carece
de mérito.
Pero ya en la época a que nos referimos, pulsaba la lira,
pues algún tiemi«i después de su agradable plática con la
silvestre poetisa uruguaya, le recordaba a su amigo Cúneo
algunos estrofas de un canto patriótico, escrito, según ('aval.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 31

lotti, mientras reposaba en una floresta y apacentaba su


caballo .
Esa composición, que nos complacemos en transcribir, recién
fué conocida por el público algunos años antes de fallecer el
héroe .

Non fra pomposi ed aurei


Vaghi giardin ridenti,
Non sotto immensi aerei
Archi e dell 'nom portenti,
Ma ne l'ombrose selve
Piacesi il mio pensier.

Xon quando il ciel sereno


E de'zeffiri l'alito
All 'ente fausto in seno
Diffonde un dolce palpito,
Ma quando mugghia il nembo
E scuote l'orbe inter.

Xon se Teti da spume


Tranquille ergs la fronte:
Non se queto il bitume
Bolle nell 'igneo monte,
Ma quando i ttutti infurlano,
t¿uando rugge il crater.

E che m 'importa il bene


Di servi e abbietta pace?
Che importan le catene
Di societá mendace?
E di vil plebe immemore
II codardo giacer?

E che m'importa, Italia,


Se a liberi- concenti
Di Allemagna e di Gallia
I bellici stromenti
Nel ciel di questa imbello
Fan gli echi ridestarí
: 32 SETEMBRINO E. PEREDA

10 la vorrei deserta,
I suoi palagi infranti
Ed io de l'Alpi a l'erta,
Le sue cittá fiunanti
Scorgere e con sardonico
Sorriso contemplar,

Pria che vedarla trepida


Sotto il baston d'un vandalo
Disonorata e fetida
De le nazioni acaudalo,
11 suo destín superbo
Stolida rinnegar!

Son estrofas sencillas, sin altos vuelos literarios, pero rebo


santes de patriotismo, sentidas y levantadas, como que eran
hijas de un alma ardiente, apasionada de la libertad, y que
abrigaba profunda fe en el porvenir de su país.
De modo, pues, que aunque no pueda comparársele ni con
Leopardi, ni con Ariosto, ni con el Tasst>, entre los antiguos,
ni con Carducci, ni con Páscoli, ni con D'Annunzio, entre los
contemporáneos, no era por eso un desconocido de las nuisas.
Apolo había ungido su mente con el óleo sagrado de la ins
piración.
Garibaldi, llenado su cometido, regresó al siguiente día, a
las primeras horas de la mañana, porque no le fué posible
hacerlo antes, siendo portador de lo que todos anhelaban y
hasta satisfecho con creces. Se le había regalado una res, que
fué carneada y descuartizada por el capataz de la estancia,
pero conducida viva por éste hasta la orilla del mar, donde el
pobre Mauricio esperaba a su jefe con una ansiedad febril,
receloso de que hubiera sido víctima de alguna de las fieras
que por entonces pululaban, como los animales vacunos salvajes
y los perros cimarrones, por aquella dilatada cafmpiña.
Si la gratitud rebosó en el corazón de Garibaldi, no menos
grande lo fué la de sus afligidos camaradas, que al verlos
aparecer, rompieron en frenéticas aclamaciones, celebrando su
feliz arribo y el suculento manjar que les llevaban para en
tonar sus va débiles fuerzas.
GABIBALDI EN EL URUGUAY 33

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34 SETEM BRINO E. PEREDA

Había que hacer, sin embargo, un nuevo y supremo esfuerzo -


para transportar a bordo de la Luisa aquella pesada y ape
titosa carga, y Garibaldi y Mauricio, — abnegados como siem
pre, — no desmayaron por eso. El primero y más difícil de
los pasos, estaba dado. ¿ Por qué acobardare, por consiguiente,
del último que debían realizar?
Manos a la obra, se dijeron, y el improvisado barco, con
sus tripulantes y aquella preciosa carga, se arrojaron al mar,
teniendo por remo, cada uno de ellos, una vara tomada en
la ribera, pero contentos por el bien que iban a dispensar a
RUS buenos amigos.
Las olas se habían conjurado una vez más para jugarles -
una brouna pesada, y cuando creían estar fuera de todo peligro
Garibaldi y Mauricio se vieron furiosamente azotados por las
rompientes. que jugaban con la barquilla como con una cáscara
de nuez, impeliéndola hacia la costa contra la voluntad de
sus guías, expuesta a hundirse y desaparecer envuelta en el
torbellino.
La Luisa, para peor de los males. -se alejaba cle su vista, no
porque se moviera espontáneamente del lugar "en que perma
necía, sino debido a que el viento y las olas la arrastraban
hacia opuesto rumbo. No obstante, la sumaca, largando velas,
acudió en su auxilio. Un interés recíproco así lo demandaba,
y su oportuna intervención conjuró el desastre que se pre
sentía.
Ya todos reunidos y menos preocupados, permanecieron a
corta distancia de Jesús María, en la esperanza de que Rossetti
les comunicase alguna noticia más halagüeña que la recibida
oficiosamente eu Maldonado, y para mejorar sus medios de
locomoción en casos análogos al que dejamos relatado, resolvió
Garibaldi adquirir un bote llevado en la cubierta por una
balandra que acertó a pasar próximo a la sumaca, dando por •
él treinta escudos.
De nada les sirvió, empero, aquel nuevo elemento marítimo,
pues al día siguiente, la Luisa tuvo que batirse con dos lanchas
del Gobierno Oriental, siendo una de ellas la María, tripulad-i
t'sta por veinticuatro hombres bien armados y municionados.
Ambas le salieron -al -encuentro, cuando menos lo esperaba, eif
!a mañana del 15.
GARIBALDI EN EL .URUGUAY 35

Al avistarse a lo lejos, pensó Garibaldi que se tratara de


embarcaciones amigas que iban a unírsele; pero apercibido
de que no ostentaban en sus mástiles la bandera roja conve
nida, se aprestó a la defensa, resolviendo esperarles a la vela,
según el vocabulario de los hombres de mar.
"Zarpé, dice en sus Memorias, y me sostuve capeando, con
las armas prevenidas. "
—"Ríndanse en nombre de las autoridades nacionales",
prorrumpieron en voces atronadoras los desconocidos; pero al
oir la voz de mando de Garibaldi, hicieron una terrible des
carga cerrada de fusilería.
No se intimidaron los republicanos, a pesar de aquel insólito
y bárbaro saludo, y tras un fuego graneado, de parte a parte,
que cada vez se hacía más vivo, los má.s audaces que ocupaban
el lanchón, creyendo desconcertados a sus adversarios, inten
taron trepar sobre la cubierta de la Luisa, que había sido
atacada por estribor.
La lucha se trabó entonces con mayor ardimiento, lucha
desigual en número y armas, pero igualada o superada en el
entusiasmo y el valor. Cuando se combate por el triunfo de
una causa santa, acrecen los bríos y hasta los más pusilánimes
se convierten en héroes.
Con mucha más razón, por ende, tienen que duplicar sus
fuerzas aquellos que al prestigio de los principios que susten
tan atesoran el heroísmo innato en los de su raza.
Los asaltantes, si bien causaron algunas víctimas, pagaron
bien cara su osadía, cayendo los unos, muertos o heridos, sobre
las tablas del lanchón o sepultados en el fondo del mar em
bravecido, ya atravesados por las balas de los bravos gari.
baldinos, o con el cráneo partido por los filosos sables de
aquellos verdaderos titanes.
Después de una hora de incesante brega, los defensores
de la Luisa quedaron victoriosos, no sin que tuvieran que la
mentar varias bajas. Garibaldi. que fué también de los más
atrevidos combatientes, resultó herido de gravedad, pues re.
eibió un balazo en el cuello, que le derribó sobre el barco, sin
conocimiento, con gran estupor de los suyos que se imaginaron
haberlo perdido para siempre.
Aquel ínclito varón — al revés de otros guerreros de menos
36 SETEMBRINO E. PEREDA

talla que la suya. — hacía constantemente de superior y de


soldado. No quería, tal vez, conquistar fama de vencedor y
de valiente, como otros, a costa de sus inferiores en graduación
y mando. De ahí que se le viera en todas partes, ordenando
cubrir un puesto o avanzar sobre el enemigo; de ahí que se
confundiera con sus subalternos, fusil en mano o dirigiendo
la bala de un cañón ; de ahí, en fin, que en el combate que
nos ocupa, muerto de un balazo en la cabeza su arrojado com
pañero Fiorentino, que abandonando el timón, había acudido
a prestar auxilio a los bisoños marineros, que maniobraban
inútil y torpemente, él tronara la barra para evitar un per
cance mayor, siendo entonces que recibió la traicionera y mal
dita bala en el cuello.
Felizmente, no faltaron hombres decididos y experimentados
que lo reemplazaran de la mejor manera en la refriega, y
sostuvieran resueltamente aquella ruda y mortífera contienda,
siendo alma de ella, en primer término, el contramaestre Luis
Carniglia, el piloto Pascual Lodola y los marineros Juan Lam.
berti y Mauricio Garibaldi, cuyos nombres evoca con cariño
y justo encomio en sus Memorias el héroe de ambos mundos.
El encargado de las lanchas gubernistas, que tampoco se
dió cuenta de que la Luisa era comandada por Garibaldi, pasó
el siguiente parte a la Comandancia General del Puerto :

"El infrascripto participa al señor Comandante de Ma


trícula y Capitán del Puerto, que habiendo salido, según se le
previno, ayer a las 8 de la noche con la lancha María, con
24 hombres armados, a conducir a este puerto una sumaca
pirata que estaba descargando en la coste por el Rosario, la
aviste fondeada hoy y llegué a su inmediación como a las 8
de la mañana; hizo una señal que no siendo contestada por
mí se puso a la vela; y habiendo conseguido llegar a la voz,
por haberme esperado, le intimé la orden del Superior Go
bierno, que iba a conducirla a Monte vid «>. afirmando mi
bandera, y sin la suya rompió el fuego de fusilería, al que
contesté, procurando atracarle, lo que evitó huyendo con el
mayor esfuerzo, durando este combate hasta las nueve, que
concluidas las municiones siguió en su rumbo al S. y yo me
•dirigí a este puerto, al que llegamos al obscurecer de hoy.
GARIBALDI EN EL URUGITAY 37

Como a la 1 y media del día encontrarnos la goleta Loba.


y le indicamos la dirección en que se hallaba la sumaca y el
rumbo que llevaba ; una hora después encontramos el bergan
tín de guerra brasileño imperial Pedro, y habiéndole dado el
práctico Pedro Sánchez que yo tenía a bordo, continué para
este fondeadero.
El resultado de esta refriega fué haber tenido un herido
de gravedad y dos contusos levemente, entre éstos el que sus
cribe, siéndole muy satisfactorio encarecer a V. S. el valor
y entusiasmo de estos soldados de la Matrícula que volunta
riamente se prestaron a hacer este servicio y tan dignamente
lo han desempeñado.—Montevideo, junio 15 de 1837.—Joxf
Muria Erraz(luiíi.

Al Comandante de Matrícula y Capitán del Puerto, tenien


te coronel don Francisco Lasala."

Resulta de este parte, — aunque en él se termine encomian


do el coraje y entusiasmo de los tripulantes del María, — que
el triunfo les correspondió a los garibaldinos, «alienes obliga
ron a los lanchones oribistas a retroceder y arribar al puerto
de Montevideo.
Por otra parte, asegura el héroe on sus Memorias que eran
dos las lanchas gubernistas que se avistaron, y que con la gente
mandada por Errazquin, "se empeñó un combate encarnizado",
agregando que se pretendió asaltar la Luisa, pero que "algu
nos disparos y golpes de sable precipitaron en el lanchón o en
el mar" a los atrevidos subalternos de aquel jefe.
Sin embargo, afirma el comandante del María que sólo tuvo
dos contusos y un herido de gravedad, figurando él entre los
primeros. Esto no es verosímil, desde que el fuego de fusi
lería se sostuvo durante cerca de una hora, según ambos com
batientes, casi cuerpo a cuerpo. Por eso nos inclinamos a
ereer que Errazquin no dice toda la verdad en su nota al
teniente coronel Lasala.
Don Joaquín Suárez, por su parte, en carta familiar, diri
gida a don José Luis Martínez, hablando de esto mismo, le
decía lo siguiente, que ratifk.a los datos de Garibaldi y nuestras
presunciones :
38 SETEMBRINO E. PEREDA

Montevideo, 19 de junio de 1837.

Querido José Luis :

. . . En Maldonado apareció un corsario de los republicanos


del Continente, a fin de vender los efectos que tenía a su bordo
un barco que habían apresado. El Gobierno tomó providen
cias al momento, y un bergantín de guerra brasileño salió en
su persecución, lo que motivó que huyera, hasta sin víveres,
que no tuvo tiempo para cargar en dicho puerto.
Sin embargo, apareció en seguida en San Gregorio, cerea
del Colla : pero el Gobierno mandó en su procura dos lanchones
aranados, que se batieron con ellos, habiéndose retirado el
•eorsario, resultando en la refriega cuatro heridos de nuestra
parte, uno de los cuales gravemente.
No es extraño que anden por aquí, cuando a la vista del
Janeiro se presentó otro, que fué perseguido por una corbeta
y un bergantín de guerra, y se les fué sin ningún apuro.
El comercio padecerá si siguen los corsarios y no se les
persigue en todas direcciones.
Te incluyo un manifiesto del Senado y te desea la mayor
salud tu aftmo. padre.—Joaquín Suárez. (1)

Esa fué la única herida que recibió Garibaldi durante los


once años de la existencia turbulenta que le tocara en lote
en la América del Sur, no obstante haber estado expuesto,
a cada instante, en innúmeros combates, a perecer o inuti
lizarse para siempre. Parece que el plomo y el acero se mos
trasen respetuosos de los hombres superiores, de aquellos que
desafían la muerte, hora tras hora, en defensa del derecho y
la justicia, en aras del orden y la libertad.
El destino quiso que la primera sangre que vertiesen sus
venas como apóstol de todas las causas sacrosantas que tu
vieron en él un abnegado paladín, la derramase sobre las olas
del Plata, en jurisdicción uruguaya, suelo para él amantísimo
y bendito y que calificara desde la tierra nativa como su
segunda patria .

(1i Esta carta !n bacomos conocer noiotros por 1irimnni vez.


GARIBALDI EN EL URUGUAY '.•,•.}

Es cierto que los combatientes contrarios erau los represen.


. tantos de un gobierno legal, que t.enía el deber de mostrarse
neutral, aunque jamás lo fué ; pero esto no autorizaba para
• que se procediese de una manera atentatoria y brutal, como
resultó la arremetida de los que cumplían sus órdenes.
Garibaldi, lejos de ser un pirata o un facineroso, era un
heraldo del progreso de las ideas, un apasionado del régimen
republicano y un ariete formidable contra todas las tiranías
y la estagnación de las iniciativas generosas.
Le habría bastado, pues, una cortés indicación para que se
alejase inmediatamente de las aguas en que navegaba creyén.
• dose seguro.
Su persona, no obstante, como lo demostraron elocuentemen
te los sucesos ríoplatenses, empezaba a serle desafecta al ge
neral Oribe. Lo fué también desde los primeros momentos a
su aliado don Juan Manuel de Rosas, desolación ya entonces
de la República Argentina, que a semejanza de Atila, pudo
muy bien ser llamado el azote de los argentinos, comio lo fuera
• el rey de los hunos, el azote de Dios, pues si éste asoló al
imperio romano, aquél ensangrentó la tierra del ilustre San
Martín.
Dueños del mar los tripulantes de la sumaca, se apresuraron
. a retirarse de aquel lugar, pero desorientados por desconoci
miento de la ruta que debían seguir y la carencia de un prác
tico. El único que podía señalársela, que era Garibaldi, yacía
sobre la cubierta, aunque vuelto en sí, casi moribundo, pues
apenas había recobrado los sentidos y abría los ojos apaga
damente, sin el brillo relampagueante que brotaba de ellos en
la hora del combate, movidos por los impulsos de un alma
ardiente e inquieta, nacida para romper con el marasmo y la
inacción. Pero no quedaba otro remedio a sus amigos que
recurrir a él, y así lo hicieron. Garibaldi. sacando fuerzas de
flaqueza, clavó la vista en la carta hidrográfica que se le puso
de manifiesto, e indicó el nimbo que debía tomarse para arribar
al río Paraná.
No le fué dable marcar ningún otro, porque casi no podía
•moverse ni fijar detenidamente la mirada, y señaló, por lo
tanto, el primer nombre que pudo leer, por hallarse escrito
•con caracteres sobresalientes. Pero esa indicación suya fué lo
40 SETEMBRINO E. PEREDA

bastante ilustrativa para librarse de un nuevo encuentro coití


buques orientales o brasileños. El destino quería que no su
cumbiesen estérilmente.
Al abandonar, pues, las aguas orientales, siguieron la ruta
marcada por Garlbaldi, y arribaron a Gualeguay, entonces pe
queño pueblo de la provincia de Entre Ríos, situado sobre el
río de su mismo nombro, a quince kilómetros de su continencia
con el Paranacito, no sin antes haber pasado crueles necesi
dades.
Tres días después del combate con la lancha María, hallán
dose cerca de Martín García, se vieron obligados a recurrir.
a los buenos oficios de un buque surto en aquel paraje, en
demanda de víveres y de un práctico. El misterio sobre lo»'
tripulantes de la Luisa, y sobre todo de su comandante, con
tinuaba reinando, pues no se supo allí que a su bordo iba.
Garibaldi, si bien más tarde se dejó entrever que se trataba
de gente adicta a la República de Río Grande. El siguiente .
liarte del Departamento de Policía de la Colonia da noticias,
de este hecho :

Colon ;h, junio 20 de 1887.

Son las once de la mañana de este día cuando recibo parte .


del señor Receptor General del Uruguay : Que por conducto
de un tal Fontán, llegado a las Higueritas, le ha comunicado.
éste, que el 18 del corriente se hallaba fondeado el buque de.
su propiedad en Martín García, adonde vino a su bordo un
bote con tres hombres, con procedencia de una sumaca que.
también se hallaba fondeada, pero distente del Puerto, cuyos
individuos solicitaron de Fontán se les diese práctico para
que les condujese aquel buque a Santa Fe, y les suministrase
algunos víveres : a esto les observó, cómo no lo habían sacado
de Montevideo, a lo que replicaron que el capitán tenía su».
instrucciones, dándoles algo para que se alimentasen. Enton.
ees solicitaron de él que les proporcionase algún marinero para
que los condujese adentro de Guazú, ya que no les daba para
Santa Fe, a lo que accedió ignorando quiénes eran (y en cuyo
punto existen) ; que regresando el marinero a su buque, fué.
impuesto que el cargamento del buque se componía de café.
OARIBALDI EN EL URUGUAY 4L
42 SETEMBRINO E. PEREDA

y caña; que era de presa de un buque Farrupilla; que su.


tripulación son 13 hombres, y que el que hace de capitán se
halla herido.
Todo lo que me apresuro a poner en conocimiento de V. E.
para los fines que son consiguientes, observando a V. E. que
con esta misma fecha ordeno a los comandantes de Víboras
y Carmelo pasen con sus partidas a vigilar la costa; y en
caso que la tripulación desembarque sean prendidos, y si aim
es posible el mismo buque, hasta tanto que V. E. no resuelva
otra cosa.
Dios guarde a V. E. muchos años.—Jose María Palacios.

Excmo. señor Ministro Secretario de Gobierno y Relacionen


Exteriores.

Estos auxilios, aunque importantes, no hubieran sido sufi


cientes para combatir las exigencias ineludibles del estómag )
hasta llegar a la deseada meta, y sin el eficacísimo concurso
tlue le prestara otro marino, habrían pasado mayores penurias
que fes que dejamos narradas. La veleidosa suerte, que pa
recía eclipsarse con las medidas mencionadas en el documeni: )
precedente, quiso, no obstante, depararles otro feliz encuentra
en las proximidades del Ibicuy. El capit'm Lucas Tartabu-1
íué esta vez su providencia, como resulta de lo que vamos a
relatar.
Dicho marino, salido hacía poco de la rada de Bíienos Aire:;.
se había detenido en ese punto con la goleta Pintoresca que
piloteaba, y no sólo les proporcionó todas las provisiones quj
necesitaban, sino que a la vez, procediendo con gran noblezi
•de alma, se puso a su disposición, para conducirles al puerco
de Gualeguay.
La bandera republicana que lucía en el mástil de la Lnisi,
hizo que simpatizasen con ellos los tripulantes y pasajerrs
del buque, contrastando tan generosos procederes con la con
ducta de los lanchoneros oribistas.
Pero la loable actitud de Tartabull y demás ocupantes de la
i'intoresca no se detuvo allí: todos ellos, a una, les ofrecieron
recomendaciones para el Gobernador de la Provincia, general
don Pascual Echagüe que, aceptadas, merecieron la más favo
rable acogida de su parte.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 43

Era preciso atender a Garibaldi, cuya gr"ave herida en el


cuello tenía con cuidado a sus amantísimos camaradas. y nada
k'S faltó desde el primer instante. El joven médico argentino
don Ramón del Arca, (1) cirujano del ejército, quedó a" su
cargo por orden de Echagüe, quien, teniendo necesidad de
abandonar aquella plaza, no quiso hacerlo sin antes ;preocu
parse de la salud del héroe naval de Río Grande, sin presumir,
seguramente, que con el transcurso del tiempo habría de ser
uno de los enemigos más formidables del Gobernador de Bue
nos Aires, cuya causa él sustentara.
Dicho facultativo le prestó la más solícita asistencia, resar
ciendo así las deficientes curaciones que durante 19 días, aun.
•que con toda buena voluntad, le había hecho su fiel marinero
Luis Carniglia, Luigi, como le llama cariñosamente en sus
Memorias.
A esas atenciones — que fueron para él imborrables, — se
.agregaron otras no menos dignas de su gratitud y del encomio
público. Un hombre altruista, jefe de una familia de corazón
levantado como el suyo, lo albergó en su casa con el afecto
que sólo se siente por aquellos a quienes se conoce íntimamente
y se estima en alto grado por sus hermosas prendas persona
les. Jacinto Andraus,—que es a quien aludimos—no tenía
ielación antigua con él. Le bastó la recomendación del ca
pitán de la goleta a que nos hemos referido, y del vizcaíno
Arraigada, que viajaba en ella, además de su lamentable si
tuación, para que le abriese sus brazos y lo alojara en su do
micilio durante los seis meses que permaneció en Gualeguay.
Interrogado insistentemente Garibaldi por Cúneo sobre su
«alud, le decía lo siguiente, en carta fechada el 1.° de octubre
•de 1837: "Vengamos a las preguntas que tu noble corazón me
dirigen. Mis heridas están casi olvidadas, como también la
•operación que me hicieron en el cuello ; había entrado aquella
maldita bala bajo el oído izquierdo, y después de haber atra
vesado diametralmente el pescuezo, se había colocado bajo el
oído derecho, a media pulgada del cutis y me había regalado
con una operación de casi media hora, que daba gusto, má.

(1; Este es el nombre que consigna Garibaldi en sus Memorias: pero Mario lo apellida
Delarea en la página 7'J de su obra G'arilt.Jdi c i si>ot ieuipt.— Dumas eseribe dc f^rca.
44 SETEMBRINO E. PEREDA

ximamente cuanílo el doctor me separaba los tendones nervio


sos entre los cuales se había enredado. La herida del brazo
derecho fué levísima ; sólo me lo había rozado la bala. ' '
Esta carta aparece firmada por Borel, que era el nombre
que tenía Garibaldi como miembro de la Joven Italia.
La bala le fué extraída por el citado médico, quien continuó
atendiéndolo hasta darlo de alta.
La población en general, demostró también vivo interés por
su» pronto restablecimiento.
En reecnplazo de Kchagüf. quedó como Comandante de Gua.
legnay, don Leonardo Millán, hombre antipático y ajeno a
todo sentimiento altruista. Empezó por apoderarse de la Sco.
roiñlla, y por mas que le pasara, en cambio, un peso diario,
no reveló mirarle bien. Tal vez, si no hubiese sido por su
superior, lo habría arrojado de allí sin piedad, desde el instante
de pisar a tierra, pero si respetó al herido, no por eso le
mereció las consideraciones qué saben guardar los funcionarios
cultos a sus semejantes caídos en la desgracia.
Garibaldi, anhelaba su libertad para regresar a Río Grande,
donde aún no había podido desarrollar su acción bélica. Se le
permitía recorrer las calles a caballo, lo mismo que sus alre
dedores, pero le estaba vedado alejarse a mayor distancia. Era
para él incómoda aquella situación, y cada vez que reclamaba
el derecho de abandonar el país, se le respondía que estaba
pendiente del dictador argentino el permiso solicitado. El
general Echagüe reinaba pero no gobernaba.
Dependía, por lo tanto, de Rosas su salida de aquella loca
lidad entrerriana. No faltaron espíritus suspicaces que en tan
duro trance le aconsejasen la fuga, arguyendo que el Gobierno
miraría con agrado su desaparición de Gualeguay. O fué aque
llo una treta infame, como se verá en seguida, o sus oficiosos
mentores obraron de buena fe, engañados como él.
Halagado con la sola idea de poder marcharse de allí, aun
que sin su barco y queridos compañeros, aprovechó una de
sus habituales recorridas para comunicarle su pensamiento a
un habitante de las afueras, a quien visitaba casi siempre que
tenía la fortuna de andar a caballo. Era la tarde de un día
borrascoso, y juzgó que ese estado del tiempo podría favorecer
su intento.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 45

Nadie sospechó de su salida, a pesar de que uno de los espías


de la autoridad local estaba advertido de la probable fuga.
Pudo, en consecuencia, realizar aquel acostumbrado paseo sin
más acompañante que la preocupación de verse libre, que no
le abandonaba ni un segundo.
—Necesito, le dijo, que rae proporcione un baqueano para
que me conduzca hacia el Ibicuy.
Abrigaba la esperanza de hallar en aquel paraje un buque
que pudiera conducirlo sigilosamente a la capital uruguaya,
i> a la misma Buenos Aires, no obstante la animadversión que
le inspiraba Rosas; y ese buen hombre no tardó en poners.'
al habla con un individuo de las inmediaciones, quien se com
prometió a acompañarlo y conducirlo en caballos de su pro
piedad. Anheloso de trasponer cuanto antes la distancia quo
mediaba entre aquel punto y Gualeguay, partió inmediatamen
te, a todo galope, habiendo heoho 75. kilómetros, sin otro des
canso que el necesario para darles algún respiro a sus cabal
gaduras. Al detenerse, — que fué al amanecer, — se hallaba
P poco menos de un kilómetro del Ibicuy, en el establecimiento
de campo que llevaba el nombre de dicho río.
Internado en el monte, determinó cometer a su guía la mi
sión de inquirir noticias en la estancia, mientras él reposaba
un instante de las fatigas de tan molesto viaje ; y molesto
decimos, porque hasta esa época no había hecho a caballo una
jornada semejante ; pero impaciente por la tardanza de aquél,
y creyendo divisarlo, ya de vuelta, dejó el bosque con el pro
pósito de tender la vista hacia el lugar donde se había enca
minado su emisario. Entregado a esa tarea, fué sorprendido,
primero por un disparo de arma de fuego, cuyo proyectil cayó
cerca suyo, y luego, por una fuerza de caballería, que, sable
en mano, avanzaba rápida hacia él: tan rápida que no le dió
ni siquiera tiempo para huir.
Había sido objeto, pues, de una traición, y le esperaban días
más amargos que los que pasó con motivo de la herida curada
por el doctor del Arca. Atado codo con codo, y puesto sobre
los lomos de un caballo, le ligaron los pies bajo la barriga d^l
mismo, siendo acto continuo llevado nuevamente a Gualeguay,
a disposición de Millán, que lo esperaba impaciente, dispuesto
a infligirle torturas verdaderamente inquisitoriales.
4(j SETEMBRINO E. PEREDA

Interrogado Garibaldi por él—y no satisfecho de su respuesta


—sobre la persona que le había facilitado los medios para la
fuga, lo azotó brutalmente con un látigo que tenía consigo;
y como insistiese en negar la participación de persona alguna
en ese hecho, ordenó que le colgasen, y añadiendo una nueva
ligadura a la que tenía ya en las manos, le suspendieron de
una de las vigas de la pieza destinada para su prisión, durando
más de dos horas ese bárbaro martirio, sólo propio de los
sicarios de un tirano.
Dice el héroe en sus Memorias que su cuerpo ardía como un
horno, y su estómago consumía, como si fuera hierro candente,
el agua que bebía sin interrupción, suministrada por un sul.
dado, y que, cuando lo desataron, no lanzaba ya queja alguna.
pues estaba sin sentido y parecía un cadáver. Xo obstante,
extremándose aquel martirologio, fué colocado en el cepo, te
niendo un asesino como cumpaíicro. Al dolor físico se agregaba
la humillación moral.
En la carta dirigida a su amigo Cúneo, en febrero de 1838,
firmando G. Barrí, le decía a este respecto: "Y aquí debería
terminar por no recordar lo que me hizo sufrir un monstruo
aborto de Natura, bajo los auspicios del Infierno, pero os diré
al menos su nombre, para que lo podáis consagrar a la exe
cración de todo el Universo. "Sí, Leonardo Millán ha tenido
a un hermano vuestro dos horas colgado por las manos!"
Su generoso protector Andreus, fué encarcelado por creér
sele partícipe de la fuga . Este hecho indignó a todos los
habitantes de Gualeguwy, puesto que se trataba de un hombre
de bien, sumamente estimado, y se condolían de que fuera a
ocurrirle algo parecido. Felizmente, comprobada bien pronto
su inocencia, recobró la libertad.
El terror había invadido todas las almas y nadie se animaba
a implorar clemencia en favor de Garibaldi, cuando una mujer
de gran corazón y de espíritu varonil, conocida por madama
Alemán, despreciando el peligro y las vejaciones de que pu
diera ser víctima, acudió en su ayuda. Desde entonces no
careció aquél de recurso alguno en su prisión.
Garibaldi y los habitantes de Gualeguay respiraron al fin.
llocos días después, al ser sabedores de que por resolución
del general Echagüe el preso sería trasladado a Hajada, nom.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 47

bre que tenía entonces la actual capital de la Provincia de


Entre Ríos, hoy Paraná, edificada sobre la margen izquierda
de ese río. Fué también capital de la Confederación Argen
tina desde 1853 hasta 1861.
Millán se había hecho odioso y la permanencia de su víctima
bajo su custodia, podía resultar de fatales consecuencias para
ésta.
—¡ Por fin, por íiu !—prorrumpieron todos,—.lo alejan de
este monstruo.
Dicen Dumas y Mario, que Garibaldi lo escupió en el rostro
cuando hallándose colgado pretendió una vez más que confe
sara quién lo había protegido en su huida.
En 1845, se trocaron los papeles, — como lo narraremos en
el lugar correspondiente, — pero sin que a Millán se le aplicara
la pena del Talión. Prisionero de Garibaldi, no sufrió veja
ción alguna y recobró de inmediato su libertad.
¡Distintos hombres y escuelas diferentes!
Bien pudo exclamar el noble nizano en presencia de su
verdugo de otrora: "¡Atrás la barbarie! ¡Paso a la civiliza
ción!".
Una vez en Bajada, aunque continuaba en calidad de de
tenido, ya no hubo quien temiese por su vida. Allí lo pasó
dos meses, al cabo de los cuales decretó Echagüe su completa
excarcelación. El trato que mereció durante ese nuevo cau
tiverio, fué, sin' embargo, el reverso del que se le dispensara
por los cancerberos de Gualeguay. Por eso el héroe manifiesta en
sus Memorias que a pesar de haber militado en filas opuestas,
defendiendo aquél la tiranía y él la causa de la libertad, le
debía gratitud y hubiera celebrado la ocasión de poder darle
pruebas de que realmente se la profesaba.
Decidido a partir con destino a Montevideo, aceleró su viaje,
embarcándose en un bergantín genovés que había fondeado
en aquel puerto. YA capitán Ventura, que era su comandante,
lo condujo hasta el Guazú, donde Garibaldi se trasbordó a una
balandra mandada por Pascual Carbone, oriundo también de
la histórica y floreciente ciudad fundada por los líguros. Am
bos compatriotas suyos, contrastando con la generalidad de
los navegantes extranjeros de la época, se multiplicaron en
atenciones, las que en más de una ocasión habrá recordado.
-48 SETEMBRINO E. PEREDA

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con orgullo ante el renombre adquirido por el ex prisionero


y mártir de Leonardo Millán.
Carbone lo llevó a Montevideo; pero como a Rossetti, tam
poco le fué dable respirar allí las auras puras de la libertad,
porque aún se tenían presentes sus rebeldías para con los
tripulantes de las barcas gubernistas. Entonces estrechó sus
relaciones personales con Juan Bautista Cúneo y Napoleón
Castellini, de quienes fué después grande y buen amigo. Ellos
le impulsaron a retornar a Río Grande, en defensa de la idea
republicana, ya que el recuerdo de ese suceso no le permitiría
por mucho tiempo hacerse ver de las autoridades, y menos
aún consagrarse al trabajo.
Apenas permaneció, pues, un mes en su seno, alojado subrep
ticiamente en el domicilio de un paisano suyo, apellidado Pe
sente, en cuya amena compañía y la de numerosos italianos
que frecuentaban la casa pasó agradabilísimos momentos.
Siguiendo sus inclinaciones y en cumplimiento de su pala
bra empeñada, dejó a Montevideo para irse nuevamente al
Brasil, en unión de Rossetti, que de vuelta de aquella pro
vincia acababa de llegar, siendo portador de halagüeñas no
ticias. Pero prescindiremos de su actuación allí, porque nos
apartaríamos de nuestro objeto narrándola, aunque sólo fuese
someramente.
Sus ojos, azules como el cielo uruguayo, se habían extasiado
contemplando nuestra naturaleza exuberante de excelsas ma
ravillas. La perla del Plata, — como llamara un poeta román
tico a nuestra bella Capital,—ejercía en su ánimo un poder
irresistible. Había visto a Montevideo, aunque furtivamente ;
pero su imaginación, creadora y vivaz, le hizo presentir en ella
un paraíso encantado, más hermoso todavía y mucho más lleno
de atractivos que el que nos pintara Milton en su obra in
mortal.
Por eso eligióla en 1842 para formar allí un hogar honesto,
que no pudo constituir en tierra brasileña, a pesar del entra
ñable amor que profesó a Anita desde la mañana aquella en
que paseándose en Laguna sobre el castillo de la Itaparica,
divisóla entre una de las solitarias viviendas que se ostentaban
majestuosas en las prominencias de la Barra.
—Tú debes ser mía, la dijo entonces, cruzando tiernamente
OAKIBALDI—1 TOMO !
50 SETEMBRINO E. PEREDA

sus miradas con la ríograndense, y desde aquel día le perte


neció en cuerpo y alma, compartiendo junto con él todas las
fatigas, todos los sobresaltos y todas las amarguras de una
•vida nómade, ora sobre las olas, en endebles barquichueloe,
en medio del rugir de la metralla, o entre las escarpadas
rocas, tiritando de frío, sometida a una pena más terrible que
la de Tántalo, con su Menotti en los brazos, a caballo o a
pie, secos los pechos y el estómago exhausto. ( 1 )
Garibaldi, trocando su rol de marino y de infante. —.al re
tirarse de las filas republicanas, — convirtióse, aunque acci
dentalmente, en tropero, pues con la autorización del Ministro
de Hacienda de la embrionaria república de Río Grande, logró
reunir, no sin gran trabajo, unos novecientos animales vacu
nos, destinados por él a la tablada de la capital uruguaya.
El largo camino a recorrer, su noviciado en aquella tarea
campestre, la mala fe de algunos de sus acompañantes, y
sobre todo, la creciente del río Negro, que había salido de
su cauce, malograron todas sus ilusiones de lucro, porque ape
nas pudo salvar unos trescientos cueros de los quinientos bo
vinos que acababa de vadear.
Le faltaban aún por trasponer con sus bestias unos tres
cientos kilómetros, que es lo que dista de río Negro a Monte
video ; pero la flacura y el cansancio de éstas, hicieron impo
sible continuar la marcha con ellas, siendo preferible venderlas
en pequeños lotes, o una por una. durante su tránsito, a los
vecinos más inmediatos, lo que realizó a vil precio.
Las pocas que le restaban, fueron cuereadas por su gente,
a fin de no perderlo todo sin provecho personal.
Cerca de dos meses transcurrieron desde su salida de la
citada provincia brasileña. Esto explicará las contrariedades
y fatigas que le habrá demandado tan ruda faena, por más
que para él no hubo jamás obstáculos insuperables. Su férrea
voluntad y despejada inteligencia, lo allanaba todo. Pero fué
inmensa su alegría al verse al fin en la futura Nueva Troya,
al lado de los suyos, ya tranquilo, sin más preocupación que

(1) Doco días después de s» alumbramiento, huyó do SimVi, llevando dolante de la silla
,lo su cabalgadura a su iiaqueño vastago.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 51

Consagrarse al trabajo y ensanchar el círculo de sus antiguas


\ buenas relaciones.
Napoleón Castellini, le abrió de par en par, junto con su
C'orazóu de patriota italiano, las puertas de su casa, cuya cir
cunstancia le permitía, desde luego, pensar con calma sobre
el nuevo género de vida a que debía entregarse.
Tendió la vista hacia su pasado, y recordando que había
sido maestro en Constantinople y comerciante errRío de Janai-
ro, resolvió aprovechar sus conocimientos y la práctica adquiri-
.da en los negocios y abarcar a la vez ambas funciones. A esd
.efecto, dedicóse, durante los dos primeros meses, al corretaje
de diversos artículos, principalmente de trigo y queso, y entró
de profesor de Matemáticas en el colegio de don Pablo Félix
Semidei, conocido por el abate Paul, que estaba instalado en
una casa de la familia Durán, en la calle Rincón (antes Saa
Gabriel) número 93.
Somidei. era nativo de Bastia (Córcega), y había abrazado
la carrera del sacerdocio. Sin embargo, se vió obligado a ex
patriarse a causa de un libro que dió a luz en París, ponjendo
en transparencia irregularidades censurables del clero, y ra
dicóse en Montevideo. Pero en vez de consagrarse a su misión
apostólica, prefirió dedicar sus aptitudes a la enseñanza, lo
que hizo en unión de su colega don Antonio Vargas, fundando
.al efecto un colegio con él. Más tarde se independizó, regen
tando uno de su propiedad, que es al que nos referimos.
Algunos de los discípulos de Garibaldi, figuraron más tarde
en el comercio, el periodismo y las letras, pudiendo citarse,
entre otros, a don José Antonio Tavolara, que colaboró en
varios periódicos y revistas literarias, y tuvo a su cargo la
dirección de la Biblioteca Nacional de Montevideo; a don Sa
turnino Ribes, fundador de los astilleros del Salto y propie
tario durante largos años de la compañía fluvial que hacía
la carrera entre aquel puerto y los de los ríos Uruguay y
Plata, y que contaba con los vapores Júpiter, Saturno y otros;
;i don Cayetano Alvarez, perteneciente a una familia patriarcal,
ex Director de "El Siglo", cuyo diario, fundado en 1833, aúi
subsiste; a don Juan Tomás Gómez, persona honorabl •, que des
empeñó el delicado cargo de Contador de la Aduana de la Ca
pital ; y al escribano público don José E. Lizarza. que desde
1866 a 1869 fué Actuario del Juzgado Letrado de Co.mercio di
52 SETEMBRINO E. PEREDA

l.er turno, desele 1879 a 1895 del Nacional de Hacienda, y año*


antes, en 1875, del primero de dichos Juzgados.
Su amistad con Cúneo, con Juan Risso y con los hermanos.
Esteban y Santiago Antonini, le valió mucho, .pero dichas ta
reas le producían poco, aunque lo bastante para el sostén de
los suyos. Xo se desalentó por eso, pues prefería pasar estre
checes antes que ser pesado a los demás, y habría continuada
en su doble carácter de profesor y agente de negocios, si los
sucesos que se desarrollaban en la República Oriental del
Uruguay no lo hubiesen sacado de aquella pasividad, com
peliéndolo hacia ellos como las olas tumultuosas de un mar
embravecido arrastran cuanto encuentran por delante.
Le fué ofrecido por el Gobierno el mando de los pequeños
y escasos 'barcos que habían quedado de la escuadrilla nacio
nal, informado, como lo estaba, de sus conocimientos náuticos
y de la brillante figura que acababa de hacer en el vecino
país del Norte.
La familia y su constante preocupación por la Italia, cuya
suerte le interesó siempre, pues nunca la olvidó, ni en las
horas más agitadas de su vida, lo hicieron vacilar, a tal puntor
que pocas esperanzas se abrigaban de que tarde o temprana
se resolviese afirmativamente.
Garibaldi mantenía correspondencia con José Mazzini, quien
publicó siempre, con viva satisfacción, sus hazañas en algunos
diarios de Londres y en el "Aipostolato popolare".
Este ilustre político, alma máter del partido revolucionaria
italiano, trabajaba tesoneramente desde el destierro, en pro
de la unidad de su país, dirigiéndose a todos sus connaciona
les de amibos mundos, de algún relieve, a fin de que secun
dasen eu patriótica causa.
Con ese motivo, además de escribirle a Garibaldi, s° car
teaba con Cúneo y otros distinguidos personajes domiciliados-
?n Montevideo.
En el año que nos ocupa,—el 28 de marzo de 1842,—acu
saba recibo, desde Londres, de varias comunicaciones y pe
riódicos que le habían sido enviados, contándose entre ellos
"El Nacional" y "El Italiano", que entonces se publicaban-
en la Capital uruguaya.
Demostraba gran interés por nuestras cosas, e incitaba a
GARIBALDI EN EL URUGUAY 53

aus compatriotas radicados en la República Oriental a la


«ión de una sociedad secreta, que respondiese a la Joven Italia,
& que pertenecía también Garibaldi.
Indicaba, a la vez, la conveniencia de que luego de cons
tituidos, al transmitirle su composición, designasen como se
cretario un nombre supuesto (nombre de guerra), a fin de
suscribir con él todas las comunicaciones oficiales y circula
res que de ella emanasen, sin perjuicio de hacerle conocer
los verdaderos nombres del mismo y de la Comisión.
Decía también que dicha asociación era el germen de la
Italia futura, y que mientras ésta fuera esclava y no tuviera
gobierno que la representase, ellos serían su representación y
su gobierno legítimo, porque querían el bien de la Patria.
Estimulaba para que en Montevideo se difundiesen sus
ideas y se estrechasen los vínculos de simpatía, ya latentes,
en favor de la unidad italiana, y para que le enviasen siempre
sus testimonios.
Dicha carta, mandada a Cúneo, terminaba con las siguientes
palabras: "Un abrazo a nuestros hermanos, a Antonini, a Gal-
lino, a Cassarena, si les escribís. A Garibaldi le incluyo algu
nas líneas. Dentro de pocos días, por medio de Harro, si
parte, volveré a escribir. Tal vez os lleve el 5.° número de
•"El Apostolato".
Con todo, la pertinaz insistencia de los amigos, las reite
radas invitaciones del Gobierno, las instancias que de todas
partes le llegaban, acabaron por vencer su repugnancia. So-
.bre todo, el señor Esteban Antonini, armador italiano esta
blecido en Montevideo. (1) le había hecho formal promesa
de que al primer indicio de insurrección en Italia le propor
cionaría un buque para trasladarse a ella; y este argumento
valió por todos los otros. Además, él mis|mo se había venido
persuadiendo poco a poco, que si había causa justa que de
fender era la de Montevideo; .si una tiranía odiosa que aba
tir, la de liosas ; si empresa digna de la fe de un paladín y
del brazo de un héroe, aquella en que el pueblo quería que
fuera su campeón. Lo que los gabinetes diplomáticos en su

t1) Antonini, que era comereiante ni por mayor, tuvo su casa de negocio en una de la»
esquinas que forman las calles Zabala y Sarandf.
54 SETEMBRINO E. PEREDA
.
voluntaria ceguera fingían no comprender,, él lo había enten
dido claramente : en el Plata no se combatía tan sólo por la
libertad de una pequeña república, sino por la causa de toda
la humanidad,. y uiilgún hombre de corazón tenía el derecho
de decir: "esta guerra no me atañe". A su entender, la
cuestión era sencillísima : se trataba de libertar de un mons
truo la tierra, y quien tuviera corazón, debía intentar!i.
Libre la grande Francia, la ilustre Inglaterra, la vieja Eu
ropa y la joven América, de tolerar en paz y de acariciar
a la fiera con semblante humano que desde hacía do'.e
años desolaba a ambas orillas del Plata, le era negada a
Garibaldi esa libertad. Su nobleza lo obligaba, la sangre
heroica que corría en sus venas lo forzaba a caminar direc
tamente hacia el monstruo y u medirse con él. Hércules
debía atacar de frente a la hidra, y Teseo no podía huir del
dragón. (1)
Por eso ha dicho con propiedad el distinguido publicista
argentino, doctor José .Manuel Estrada, que contra los tiranas
son hermanos todos los hombres libres, y que cualquiera sea
el brazo que contra ellos se levante, es brazo bendito que
venga la iniquidad y extirpa lo abominable.
El doctor Bartolomé Odicini, que tan señalados servicios
prestó a los italianos y al país entre nosotros, refiriéndose al
espíritu altruista de los uruguayos, se expresa así: "La jus
ticia exige se diga qu« en aquella capital de la República
Oriental, Garibaldi encontró, apenas, desembarcado, cómo
emplearse y fiuar lo necesario para su familia, con la misma
facilidad con que lo encuentra cualquier recién desembarcado
que sea hombre de bien, activo y con ganas de trabajar. Mon
tevideo es una ciudad cosmopolita, hospitalaria por excelen
cia, donde solamente pasan miserias los que por haraganería o
una mal entendida vergüenza de trabajar, se entregan a los
vicios o al dolce far nientc. Allí todas las profesiones, todas
las artes, todas las industrias son libres, y los extranjeros
son bien recibidos y admitidos en el ejercicio de su oficio."
Pero antes de relatar su brillante actuación en la República
Oriental del Uruguay, haremos un paréntesis, echando una

(1) Giuseplic Guer/oni' o(iaribaldi>>.


GARIBALDI EN EL URUGUAY 05

mirada retrospectiva hacia sucesos que se relacionan con la


polítitea internacional de la época a que nos referimos.
De ese modo, nadie podrá criticar sensatamente su con
ducta, sino, por el contrario, justificarla y aplaudirla, como
fué aplaudida y justificada, años más tarde, al luchar ».n
Europa en pro de los derechos de otro pueblo extraño, pero
también republicano.
LA ESCUADRILLA NACIONAL
SUMARIO: —Elementos con que se contaba.—Los coroneles Coé y
Fourmantin contra el almirante Brown.—Rosas reduce a su
servicio a varios oficiales retirados, mediante fuertes anticipos
á'i sueldos devengados.—La goleta "Unión" hecha buena pre
sa en la rada exterior de Buenos Aires.—Noticias biográficas
de los citados jefes de los buques nacionales.—Combates finales de
las escuadras oriental y argentina..—Acción heroica del co
mandante Bernardo Dupuy.—Venta de buques por 3! Ministro
Vidal.—Garibaldi no se desalienta por eso.—Gausroso dssprsn.
dimiento del general Rivera en pro de la marina y del ejérci
to.— Servicios prestados en todas las épocas por los buques na
cionales.—Visita da Garibaldi a la capitana de Coe on compa
ñía dal ex oficial de la marina sarda don Salvador Rombys.—
Impresiones de este último sobre su organización y disciplina.'—
Juicio que le merecía el héroa como organizador.—Una anéc
dota interesante.—Servicios prestados por Dupuy a la indepen
dencia y al país.—Su autobiografía. — Conclusión.

Si arriesgada fué la empresa acometida por Garibaldi en


la Provincia de Río Grande, no menos lo era la que iba a
realizar en la Repúblk'a
Oriental del Uruguay,
pues tenía que combatir
contra fuerzas más ague
rridas, por mar y tierrj,
como bien pronto lo de
mostraron los sucesos.
Kl almirante Guillermo
Brown, irlandés de naci
miento, al servicio de Ro
sas, era un viejo marino,
ya experimentado en el
Río de la Plata, porque
durante las luchas por la
independencia prestó sa
valioso concurso a la idea
Almirante (iuiilermo lirown de la emancipación, ro.
deando su nombre de fama universal.
Como Garibaldi, demostró vocación por la marina desde su
más tierna edad. Oriundo de Foxford, donde vió la luz el
QABIBALDI EN EL URUGUAY 57

22 de junio de 1777, sintió acariciar sus sienes, con las brisas


húmedas del Moy, sobre cuyas costas se extendía pintoresco
su pequeño 'terruño, y hallándose en los Estados Unidos,—
adonde se trasladara con su padre siendo aún muy niño,—
huérfano al poco tiempo, pensó en su porvenir e inclinaciones,
resolviendo alistarse como grumete en una de las naves de
guerra de ese país.
Favorecido por el destino y diestro ya en los achaques de
a bordo, asumió crmando de un buque mercante; pero como
lucía bandera inglesa, no tardó en caer en poder de la arma
da francesa, que combatía contra la Gran Bretaña. Este per
cance y su espíritu aventurero lo incitaron, una vez en. liber
tad, a buscar nuevo campo para sus actividades en el Río de
la Plata, donde la marina mercante venía siendo explotada
con provecho por hombres menos duchos y diligentes que él.
Buenos Aires le sirvió de generoso asilo en 1809. En 1811,
al mando de la goleta Industrial, provisto de la ¡latente res
pectiva, operó entre aquel puerto argentino y el de Monte
video.
Estos datos, que completaremos en su oportunidad, bastan
para aquilatar el valimiento intrínseco del marino irlandés.
Debido a su pericia, se hacían mucho más difíciles los triun
fos en los combates marítimos a librarse contra los buques
de su escuadra, pero Garibaldi no era hombre a quien detu
viese ningún género de obstáculos. Su férrea voluntad, unid:i
r. su coraje y a la experiencia que había adquirido en los
iecientes acontecimientos del Brasil, lo habilitaban para me
dirse con él, fueran cuales fueren los elementos que el Gobier
no pusiera a su disposición, sobre todo cuando tenía concien
cia de que abrazaba una causa justa, digna del apoyo de todos
los amantes de la libertad.
Hasta la víspera, la Escuadrilla Nacional había estado a
cargo de dos meritorios marinos: el coronel don Francisco
Fourmantin, que el 13 de noviembre de 1838 'fué nombrado
jefe de la misma, en aguas del Uruguay, en sustitución de
don Santiago Sciurano,—y el de igual clase, don Juan H.
Coe, investido de esas funciones el 31 de diciembre de 1840
por un decreto del Gobierno de la Defensa y que también
había combatido por la causa de la independencia.
5S SETEMBRINO E. PEREDA

•"En aquellos momentos Rosas estaba comprometido en la


guerra contra los unitarios, que habían sublevado algunas pro.
vincias. y contra la República Oriental, donde .mandaba ni
general Rivera, Para la lucha con los primeros había des
pachado a Oribe y a Pacheco al interior; para contener a la
provincia de Corrientes, tenía en armas al gobernador Je
Entre Ríos, no preocupándose del general Rivera por el des
arme en que se encontraba. Lo que sí, exigían las circuns
tancias por las eventualidades que preveía en aquella lucha,
era marina de guerra. Con el propósito de organizarla, llamó
al almirante Brown y a varios oficiales retirados que no se
prestaban a servir a su Gobierno, pero, mediante tuertes an
ticipos de sueldos devengados, cuya salida se consignó en el
libro de acuerdos secretos, aceptaron el alta y dieron princi
pio a la formación de la escuadrilla cuyo mando en jefe te
nía el almirante".
El publicista argentino don Mariano A. Pelliza, a quien
pertenece el párrafo precedente, manifiesta en el tomo IV,
pág. 243, de su obra "Historia Argentina", haber tenido >i
la vista, en el mencionado libro de acuerdos, los nombres de
los oficiales y las partidas recibidas.
Ya puede juzgarse por estos datos, cuál sería el entusias
mo patriótico con que servían a Rosas unos marinos que, pa
ra determinar su actitud, precisaron el acicate de un puñado
de monedas. El vil metal tenía más influencia para ellos que
el peder de las ideas. ¡ Verdad que Judas vendió a su Maestro
por treinta dineros !
Según el citado historiador, hasta entonces el gobernador y
capitán general de la provincia de Buenos Aires no daba ma
yor importancia a la marina de guerra; pero su impotencia
para resistir eficazmente .al bloqueo, arrancó la venda de sus
ojos y le hizo ver la necesidad ineludible de organizar' sin de
mora elementos marítimos, aunque éstos no tuviesen de inme
diato otra tarea que la de impulsar al cabotaje nacional, evi
tando las trabazones que pudiera oponerle el enemigo en su
libre tráfico.
El almirante Brown no hacía flamear al tope de sus naves
la insignia de Mayo, bajo cuyos colores realizara las hazañas
de la independencia y de la contienda heroica contra el ex
Imperio del Brasil. .Llevaba ahora una Viandera desconocida
GARIBALDI EN EL URUGUAY 59

en las aguas; ira gran paño azul, obscuro como el fondo del
cielo en noche de borrasca, simbolizado con cuatro bonetes ro
jos en las esquinas y un sol también rojo en su centro. Para
Rosas no existían tradiciones patrióticas; su capricho prima
ba sobre lo más sagrado o lo más digno. (1)
El almirante Brown recibió dicho encargo por decreto fe
cha 3 de febrero de 1841, y desde un mes antes.—desde el 22
de enero, — se hallaban clausurados los puertos de los ríos Pa
raná y Uruguay para el acceso de todo buque que no perte
neciese a la matrícula argentina, además de ostentar, el pa
bellón nacional. Los de procedencia oriental, fueron declara
dos buena presa.
Joaquín Hidalgo y Antonio Toll tenían hasta entonces el
mande de los buques de Rosas, sin que su presencia en los
ríos impusiese el menor temor a Coe y Bivoi, que operaban
en el Plata, ni a Founnantin en el Uruguay, con cuyos mn.
rinos orientales estaban muy lejos de competir en el concep
to de un distinguido patriota argentino y escritor de fuste.
Los nombres de aquéllos, según su expresión, no se podían es
cribir al lado de los de estos últimos; y a pesar de los apres
tos navales, tan ponderados, del tirano, su fuerza era menor
que la de la República Oriental, cuyo Gobierno hacía adqui
siciones excelentes a este respecto, y poseía medios marítimos
superiores tal vez a los de Buenos Aires.
En todo esto tenía razón el eximio publicista a que aludi
mos; pero se equivocó cuando supuso que el almirante Brown,
que se encontraba delicado de salud, "en ningún caso querría
tirar sobre sus camaradas de 1829", puesto que sus escrúpu
los no llegaron a tanto.
Sin embargo, la escuadrilla de Buenos Aires constaba ya
de seis buques de guerra;
Brown, al mando de su numerosa escuadra—como lo dice
con toda propiedad otro historiador argentino—era el agente
de Rosas para mantener sus teorías: vigilaba los ríos y no
permitía que ningún buque, si no llevaba al tope la bandera
federal, lo cruzara en ninguna dirección. Los decretos del
Restaurador, privándoles del agua a tales o cuales provincias

(1i Prlliza, obra rilndn, |I:ÍK. '213.


60 SETEMBRINO E. PEREDA

rebeldes, el viej» Bruno los cumplía estrictamente, con aquella


lealtad de "perro de carretas", guardián de huertas y parrales,
que entonces constituía la raza predilecta entre los canes del
suburbio. (1) Cerraba toda comunicación comercial, y de cual
quier otro género, con Bolivia y el Perú, perjudicando al co
mercio de las provincias argentinas limítrofes, y haciendo mate
rialmente imposible el acceso al Río de la Plata. (2) Como era
([ringo, y muy bruto para las cosas de la política, Ro
sas le mandó de regalo una bandera federal para que se
fijara bien en la diferencia que había entre ella y la que
había defendido con tan bello heroísmo en los Pozos y Guaya
quil. (3) Era "un pabellón desconocido en las aguas": un
gran .paño azul muy obscuro con cuatro bonetes rojos tn
•las esquinas y un sol también rojo en su centro. (4) Hasta
1842, por decreto de abril 11, dejó expeditas "las vías de trán
sito para todas las provincias del interior", permitiendo,
según él dice, "despachar licencias y pasaportes para tropas
de carretas, y demás carruajes, arrias de mulas, etc., etc.",
"quedando sólo excluidos de esta resolución las de los salvajes
unitarios, a quienes no se les podía expedir ni conceder licencia
(le ninguna clase y para ninguna parte". (5)
Por otro decreto fecha 22 de enero de 1841, se prohibió
también toda comunicación con los ríos Paraná y Uruguay, so
pretexto "del derecho que le daba la injusta guerra que el
usurpador del poder público del Estado Oriental del Uruguay
declarara a la Confederación Argentina". (6) En este caso, la
guerra servía de justificativo y pretexto para aumentar el celo
del terrible porteño. (7)
Coe era nativo de Norte América y había servido co:a
Brown en calidad de oficial, durante la guerra con el Brasil,
teniendo el comando de uno de los buques de su escuadra ;
pero al revés de éste, no 'quiso entonces prestar sus servicios

(1) José María Romos Mejfa: «Rosas y su tiempo», lomo IIí, p;'tgina 3~4.
(2) Pelliza: 'La díotadura de Rosaa», págini 331.
(3) Ramos Mejfa, obra citada, paginas 874 y 375.
(4) Pelliza, cllistoria Argentina», pagina antes citada.
l5) Registro Oficial, afio 1812, deereto 1539.
(6) V&isc Rsqistro O/Ida', año 1811,. número 14'37.
(7) Ramos Mejfa, obra citada, pagina 37G.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 61

a Rosas, que nunca fué partidario de la guerra de emancipa


ción llevada al ex Imperio hasta su propio suelo.
Residente en Buenos Ai
res desde hacía largos
años, se vinculó -con una
de las familias patriarcales
de aquella localidad, con
trayendo matrimonio con
una hija del .general don
Juan Ramón Balcarce, y
como no fuese adicto a la
situación, vivía completa
mente alejado de la polí
tica.
El Gobierno Oriental le
había escrito, ofreciéndo- •
le la jefatura de la Es
cuadra Nacional, с \r y a
Comodoro Coo
comunicación le fué
entregada en la Provincia de Entre Ríos, en su 'estancia del
Bopicuá. Vacilante al principio, se determinó al fin, no sin
manifestar el riesgo que corrían .sus intereses tan luego se
supiera por Rosas la aceptación de ese puesto, pues siguiendo
su costumbre, decretaría acto continuo la confiscación de sus
bienes 'y todo linaje de atropellos en su establecimiento de
campo. Contemplando esos reparos, el Gobierno prometió in
demnizarle los daños y perjuicios que se le causasen por su
actitud.
El comandante Coc,—poseedor de una inteligencia bien
equilibrada,—era amante de la lectura, pues quería atesorar
cada vez mayores conocimientos y le gustaba llevar una vida
colmada de toda clase de comodidades. Por eso era dueño de
una magnífica biblioteca, que constaba de más de ciiico mil
volúmenes, y habitaba uno de los mejores edificios rurales que
se conocían entonces en aquella provincia.
Demostraba repugnancia por todas las tiranías, pues naci
do en un país libre, ejemplo de instituciones democráticas, no
era lícito que aceptara, ni en el silencio de su conciencia, nin
gún atentado a la soberanía nacional.
Además, su padre político había sido derrocado por Rosas,
62 SETEMBRINO E. PEREDA

valiéndose éste de las fuerzas que Balcarce acababa de poner


en sus manos.
No es extraño, pues, que solicitados sus servicios por el Go
bierno Oriental no se los escatimase, por más que su posterior
conducta diera al traste con tan levantados propósitos. La
flaqueza humana ahoga muchas veces los dictados de la coa.
• ciencia moral.
El nombramiento de su antiguo jefe, no le arredró, a pesar
de conocerlo íntimamente, y el 17 del mismo mes y año (fe
brero de 1841), arrojándole el guante, se hizo ver en el puer
to de Buenos Aires, en cuya bahía exterior se .apoderó de la
goleta mercante británica La Unión, conduciéndola a Monte
video.
Coincidió este hedlo con la renuncia simulada de Rosas a
la Asamblea de sus dóciles representantes, elevada ese día,
la cual, como es de suponerse, no le fué, sin embargo, acep
tada, pues el servilismo y el terror impedían todo acto de
civismo.
Fourmantiu continuó al frente de la escuadrilla ligera que
mandaba en el río Uruguay, compuesta de pequeños laucho.
nes y" pailebots, siendo el paquete Luisa el buque más impor
tante de cuantos poseía.
El fué el primer marino que hizo tremolar el pabellón
oriental en el buque de guerra Gnteral Lavallcja, como lo
consigna el general Manuel Correa en una relación subscrip
ta por él el año 1849, referente a los empleos y servicios pres
tados por el coronel Fourmantin a la República en defensa
de su independencia y libertad, y obtuvo su despacho el 20
de junio de 1825, otorgado en la Florida por el Gobierno
Provisorio que presidía el ciudadano don Manuel Calleros.
Al mando de dioho buque tomó cuarenta y tantas presas,
algunas de subido valor, haciendo prisioneros los jefes, ofi
ciales y tropa que conducía a su bordo una de ellas.
Su conducta y valor fueron premiados el 30 de octubre Je
1838 con su ascenso a coronel y la jefatura de .la escuadra
nacional, habiendo desempeñado satisfactoriamente la misión
que le confió el Gobierno de recorrer y guardar los ríos Uru
guay y Paraná, principalmente el primero de éstos, en el cual
permaneció hasta junio de 1841. fecha en que bajó a Monte
video para servir a las órdenes de Coe. El nombramiento de
GARIBALDI EN EL URUGUAY 63

éste, según el historiador Díaz, despertó los celos y la ani


madversión de ese bravo y estimable marino, quien ostentaba
en el palo mayor de su goleta, como signo de superioridad,
una corneta de almirante, que es un pabellón nacional con un
triángulo entrante, que viene a formar dos puntas, mientras
que su superior sólo izaba en su buque una corneta de jefe de
escuadra, representando una flámula azul con una estrella
blanca. (1)
Fourmantin era oriundo de Francia, pero se había encari
ñado con la República Oriental, de la que hizo su segund i
patria.
Ya como jefe, o como segundo de Coc. combatió constante
mente con valentía, conduciéndose con honor, como lo afirma
el propio general Correa en los apuntes a que antes nos hemos
referido. "Los defensores de esta plaza, dice, en general co
nocen el paso de Martín García por la goleta Luisa que man
daba Fourmantin, y los dos combates contra el general Brown,
en que se distinguió mucho".
En su puso por la isla aludida, se vió obligado a librar
combate con dos buques rosistas. logrando salir airoso y arri
bar al puerto de 'Montevideo sin novedad alguna.
El general Paz hace favorables referencias a su actuación
en los puestos de peligro que le confió en los comienzos de la
Guerra Grande, en su carácter de General de las Armas del
departamento de Montevideo.
He aquí el certificado expedido por él a su respecto con
fecha 20 de junio de 1844 :

José M. Paz, brigadier de la República Argentina y -Gene


ral de las Armas de esta Capital y su Departamento:
Certifico: Que el señor coronel don Francisco Fourmantin
entró a servir a mis órdenes en la Línea de Fortificación ?1
5 de febrero del año de 1843, y le conferí el mando de seis
baterías del ala derecha, en el que se desempeñó a mi entera
satisfacción. Cuando las operaciones de la Escuadra 'enemiga
me hicie/on mirar como una medida de importancia la forti
ficación de la Isla d?. Ratas. que se hallaba completamente in
defensa, nombré a este jefe para comandarla y fortificarla,

t1) 'Historia política y militar de las Repíblicas del Plata-, tomo V, págína 171.
64 SETEMBRINO E. PEREDA

induciéndome a este nombramiento la recomendable activi


dad, celo, probidad e inteligencia que había desplegado en el
mando que obtenía, y pasó a la Isla el 5 de mayo del mismo
año. El resultado correspondió a mis deseos: pocos días des
pués, ella estaba en un excelente estado de defensa, y capaz
de resistir cualquier ataque que le dirigiese la escuadra ene
miga. Es recomendable esta operación del coronel Fourman.
tin, porque a más de la que ella demanda por sí misma, tuvo
que vencer graves obstáculos que oponía nuestra situación, la
que necesitaba, en primer lugar, de su acreditada probidad.
Tres meses después, creyendo más importantes sus servicios en
la Línea, le conferí el mando de todas las baterías de la De
recha, .en el que su desempeño me fué igualmente satisfacto
rio, y me decidió a nombrarlo Jefe de toda la artillería de la
Línea, a cuyo mando entró el 2 de septiembre del mismo año
y permanece en él hasta la fecha, sin haber desmentido en lo
más pequeño sus recomendables antecedentes. Debo declarar
que el coronel Fourmantin, en el tiempo 'que sirVe a mis ór
denes, no se ha limitado a hacer lo que le exigían sus deberes
demarcados, y que ha apurado su actividad para hacer y pro
poner oficiosamente cuanto ha creído útil a la defensa de la
Capital, cooperando eficazmente a los trabajos que demanda
ba su fortificación, sin perjuicio de salir fuera de muros con
la artillería volante, en muchos de los encuentros parciales
que han tenido lugar, acreditando en ellos pericia y valentía;
haciéndose por todo ello acreedor en primera línea a la gra
titud 'pública y a la consideración del Gobierno.
Dado en la Linca de Fortificación, a 20 de junio de 1844.—
José M. Paz. Es copia, Correa. (1)

Posteriormente ejerció el cargo de segundo jefe del ejército


de Montevideo, puesto que entró a desempeñar el 29 de octu
bre de 1846 y que ocupó hasta el 17 de julio del año siguiente,
pues el Gobierno, premiando sus buenos servicios, lo nombró
Comandante General de Artillería en ambas Líneas y Jefe de
la interior. En funciones de ese empleo, fué reducido a pri
sión y enjuiciado militarmente, con motivo de un motín que
debió estallar en la Capital la noche del 1(1 de julio de 1848,

(1) Este certificado figura en el folleto publícalo en 1849 por el general Correa, defensor
de Fourmantin, y de el poseemos un ejemplar.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 65

para conseguir por ese medio la dimisión del entonces coronel


Lorenzo Batlle, que ocupaba la cartera de Guerra y Marina.
El siguiente documento instruye de ese suceso y de las dis
posiciones que se tomaron a raíz de ser él conocido :

Ministerio de Guerra y Marina.

Montevideo, julio 17 de 1848.

Exemo. señor :

El teniente Ramírez, del primer batallón de línea, que en


clase de sargento fué el principal actor del motín que tuvo
lugar en esta plaza el 1.° de abril de 184G, anoche a las 12
realizó otro igual. Abusando de su posición, y con los más
criminales engaños, logró formar parte de su compañía, y con
algunos hombres más, en número .como de 60 por todos, se
transportó a la plaza de la Constitución, en donde se puso
f> las órdenes de algunos jefes y oficialas, que sin duda estaban
de acuerdo con él para hacer un movimiento revolucionario
contra el Gobierno.
Luego que este suceso desgraciado se me comunicó, di inme
diatamente mis órdenes a las legiones y me dirigí luego a la
Comandancia General de Armas, a tomar desde allí otras
medidas, que adopté con el objeto de sofocar aquel movi
miento y castigar severamente a los que habían tenido ta?i
criminal como escandaloso intento.
Afortunadamente, no hubo necesidad de ejecutarlas.
Así que los amotinados vil?ron que no eran secundados, y
que, por el contrario, se hacían contra ellos preparativos de
fuerzas, abandonaron la casa de Representantes, de que se
habían apoderado, y dejaron solos a los soldados, que perma
necieron en aquel local hasta las 6 de la mañana en que V. E.
se les presentó.
Todas las declaraciones y conocimientos que he tomado hasta
este momento, me convencen de que estos infelices y bene
méritos servidores, cediendo a los deberes y a los hábitos de
la disciplina más rigurosa, no hicieron más que obedecer a 'a
r.iBIBALDI-5 TOMO 1
66 SETEMBRINO E. PEREDA

orden de su oficial, pues vinieron al punto en que se encon


traban sin saber el objeto para que habían sido traídos.
El general don Enrique Martínez y los comandantes don
Juan P. Rebollo y don José Mora, y otros oficiales que apa
recen complicados en aquel suceso, se han aprchendido, y se les
ha empezado ya a juzgar con arreglo al Código Militar : ha
biendo fugado el coronel don Bernardo Dupuy. El teniente
Ramírez, fué muerto en el acto de aprchenderle, por haber
intentado resistir. con la fuerza las órdenes que se le inti
maban.
Me es grato anuncjar a V. E. que este hecho no tiene co
nexión ni ramificación de ninguna especie en ninguno de los
cuerpos del virtuoso ejército que guarnece esta ciudad. Todo
lo contrario. La justicia más rigurosa me impone el deber
de decir a V. E. que no ha habido uno solo de entre ellos
que no haya rivalizado en celo e indignación al saber el mo
vimiento que se había intentado : todos han estado prontos
y ansiosos para cumplir las órdenes que se impartían y dar
una prueba más de su respeto y sumisión a la autoridad,
y del empeño con quo siempre han sostenido la conservación
del orden y la tranquilidad pública, que es la base de la
defensa y seguridad de esta plaza.
Dios guarde a V. E. muchos años.—LORENZO BATLJJE. '

Excmo. señor Presidenta de la República.

El "Comercio del Plata", refiere este hecho como se verá


en seguida, abundando en detalles que no figuran en el parte
del Ministro de la Guerra :
"El negro, teniente Ramírez, que siendo sargento encabe
zaba el moltíu del 1.° de abril de 1846, hizo formar parte
del cuerpo en el cuartel, como a las 11 de la noche, suponiendo
órdenes de sus jefes, lo sacó sigilosamente, y lo condujo a la
plaza, sin revelar su designio, antes bien, haciendo entender
que era un acto de servicio. Llegados a la plaza, se situaron
en .la Policía, donde se les reuniló el general Martínez, el co
ronel Dupuy, el comandante Mora, el comandante Rebollo,
y no sabemos si algún otro. El orden y silencio eran com
pletos. Dejaban entrar a los comisarios y demás que iban
OAEIBALDI EN EL URUGUAY 67

sin saber lq que pasaba, pero no salir, Esto sucedió también


al Jefe Político y de Policía, a quien, sin embargo, parece
que no conocieron, y el cual pudo escalar los fondos, y por
una casa vecina, salir a la calle y proceder a tomar medidas.
"Ya había empezado a tomarlas el señor MinJrtro de
Guerra, desde los primeros anuncios que tuvo de la novedad,
como parece lo hicieron también aquellos jefes de las legiones
que fueron avisados. El señor Ministro se dirigió a la línea,
donde, además de otras varias disposiciones, en el acto puso
•en movimiento hacia la plaza fuerzas considerables, pues
ignoraba el carácter y extensión o gravedad del movimiento
observado en ella. Se presentó también en el cuartel del
cuerpo, y halló al resto de él, a su jefe y oficialidad des
cansando sosegadamente ; la admiración y el pesar de jefes y
oficiales, al saber por el Ministro lo que ocurría, fueron
completos.
"Entretanto, las cabezas de la empresa, 'viendo que nadie
•se movía en su apoyo, o que fallaban cosas con que quizá
habían contado, probablemente se intimidaron y abandonaron
fl punto, sin prevenir nada a la tropa. Sólo quedó el general
Martínez, que dormitaba en una de las piezas. Avisado por
un sargento o soldado de que los demás se habían ido, y
alarmado con esto, salió y se dirigió a casa del señor Presi
dente, a quien informó de la existencia de un movimiento
anárquico, añadiendo haber sido sacado por fuerza de su casa
para encat>ezarlo. El señor Presidente salió entoneos, y se
presentó, sólo, a los que creía amotinados, naciéndoles las
reconvenciones y preguntas competentes.
"Es indecible la sorpresa de aquellos buenos soldados al
oír hablar de revolución, 'de insubordinación y de atentado
contra el Gobierno; protestaron su inculpabilidad y su igna.
rancia en lo que se intentaba, pues no habían hecho sino
obedecer a quien debían, y muy cr:'ídos de que era un acto
de servicio.
"Así terminó esto, sin ser necesaria la intervención directa
de la fuerza, sin ruido, sin una gota de sangre, ni un simple
golpe siquiera.
"Tampoco 'se oyó voz ni aclamación de nadie ni de nada:
de manera que se ignora el objeto o pretexto de tal movi
miento.
68 SETEMBRINO E. PEREDA

"En esa Anoche fué preso el general Martínez y el coman


dante Rebollo. Los mismos soldados que habían sido enga
llados, se ofrecieron a buscar a los demás. En efecto, ayer.
buscaron, hallaron y prendieron al comandante Mora: tam
bién hallaron a Ramírez, y parece que éste se resistió, por.
lo cual le mataron." (1)
En los apuntes a que antes nos hemos referido, se decía :
"El coronel 'Fourmantin, no ha discrepado nada en su mar
cha honorable, ha sido siempre patriote, honrado, valiente,
activo, subordinado y generoso, aún con sus enemigos polí
ticos: apelo a ellos, empezando por el general don Melchor
Pacheco y Obes. Los coroneles Fourmantin y Dupuy. fueron
sus inmediatos protectores para su tranquilo embarco."
Sometido a un consejo de guerra, asumió su defensa •?!
general don Manuel Correa, presentando un ardoroso alega
to en la audiencia pública celebrada el 10 de marzo de 1849,.
pues • el proceso instaurado demoró cerca de un año para su
sustanciación.
Comenzó sus .descargos, diciendo: "El hombre cuya defen
sa traigo, no merece, por cierto, que se le juzgue criminoso..
Se le incluye entre los acusados; pero es esta una de esas des
gracias con que la Providencia pone a prueba la virtud de sus:
criaturas. Espero, pues, que su nombre será escuchado sin pre
vención en este recinto, y que no quedarán en desaire las ra
zones que le dan el triunfo. En el templo de la Justicia, de
be buscarse la verdad con ahinco y sin pasión. Encontrarla
para absolver, es el placer inefable de los corazones bien pues
tos; y aunque se haga precisa una condena, es templada por
la equidad que surge de las blandas habitudes que la civili
zación engendra. La dureza, la crueldad, son ahora el escar
nio y la abominación de la época, y tratándose de un buen
servidor de la República, esa conducta benévola, lenitiva, es.
sobremanera reclamada por consideraciones especiales. Sería
impolítico herirlo con rudeza. Mi hombre—que ha largos años.
se sacrifica por la Patria—.es el coronel don Francisco Four
mantin: ¡benemérito para cuantos han tenido la oportunidad
de 'conocer su dedicación v sus conatos!"

U) Diario citado, número 702, corrcspondlentc al 18 de julio de 1848.


GARIBALDI EN EL URUGUAY 69

El general Correa, después de analizar prolijamente las re


sultancias de autos y la acusación fiscal, terminó con estas pa
labras: "Por todo lo 'dicho, encontrarán los señores del Con
sejo, que el teniente coronel don José M. Echandía, constitu
yéndose en preceptor a foja 195 vuelta, no ha sido feliz en las
atrevidas acusaciones que ha hecho 'a algunos de los defenso
res. Las nulidades que ellos dijeron existían y faltas graves,
•están tan patentes como la luz del día. Los señores del Conse
jo sabrán valorarlas, y proceder en mérito de todo lo ex
puesto."
El 14 de marzo fué puesto en absoluta libertad el coronel
Fourmantiu, en virtud de la sentencia absolutoria dictada por
sus jueces.

Pero volviendo a nuestro tema principal, debemos añadir


que mientras éste continuaba con ojo avizor por el río Uru
guay, Coe apresuraba la formación de su escuadrilla, que se
redujo, desgraciadamente, a tres barquichuelos : la Palmar,
•que montaba dos piezas de costado y una colisa, cuyo mando
le había sido confiado al comandante Maisson, que meses des
pués defeccionó miserablemente, cosiéndole bien cara su trai
ción (1) ; la Constitución, que era un lugre casi inservible, y
la Harandí, antes conocida con el nombre de Convenio de B>;r.
gara, que había navegado con bandera española, de 18 piezas
en cubierta, siendo dicha corbeta el mejor de los buques men
cionados.
El Gobierno nombró una Comisión Marítima, formada por
los distinguidos ciudadanos Manuel Basilio Bustaroante, doctor
José de ltéjar, doctor Santiago Vázquez, coronel Juan Andrés
•Gelly y Obes, 'y Francisco J. Muñoz. Teniendo por cometido
arbitrar recursos para el equipo y armamento de la escuadra,
inició una subscripción entre las personas más pudientes,
dando como resultado la cantidad de 90,616 patacones, éxito
asombroso en una época afligente como aquella.
Contribuyeron con 5,000 patacones respectivamente los miem.

(lj Habiéndose pasado a Rosas, con la Palmar, a raí/, del combate del 20 de majo Jo
3Ki|, el tirano argentino lo hizo reducir a prisión y maniatar.
70 SETEMBEINO E. PEREDA

bros de ducha Comisión doctores de Béjar y Vázquez, y las,


señores Francisco Antonino Vidal, José María Estévez, Diego
Espinosa y Pedro Pablo Sierra. Otras personas se subscribie
ron con 3,000 patacones, y un buen número con 200.
Esto demuestra el patriotismo de los defensores del Estado
Oriental, el desinterés y la abnegación con que procedían y el
odio que les inspiraban Rosas y Oribe. Tan edificante ejemplo
debiera servir de emulación a los que medran a la sombra de
las desgracias públicas, explotando el sentimiento de la nacio
nalidad e invocando aquellos días memorables y gloriosos para
embaucar a las muchedumbres inconscientes en su exclusivo
provecho.
Como consecuencia de todo esto, tuvieron lugar varios com
bates, sin que ambas escuadras demostrasen una superioridad
notoria. Pero ello no obstó para que los buques orientales se
hiciesen dueños absolutos del estuario del .Plata por espacio
de varios meses, con gran satisfacción de los enemigos de Ro
sas y Oribe, y el consiguiente desagrado por parte de estos
últimos.
En honor a la causa de la libertad, vamos a dar una some
ra idea de los choques de mayor resonancia que tuvieron lu
gar ese mismo año, precursores de los que estaba llamado ti
sostener Garibaldi contra el propio almirante Brown.
El 21 de mayo, zarpó éste de la rada de Buenos Aires con
su .flotilla, que. la constituían el bergantín Belgrano. de 16
cañones en cubierta y 6 en entrepuentes, la goleta Chacabuco,.
el bergantín General Echagüe y el General San Martín, de 12
piezas. Ese mismo día fondeó frente al Cuartel de Drago
nes, al sudoeste del puerto, lo que importaba un reto a su ri
val montevideana, que se componía de la corbeta Saramlí, del
bergantín Pcreira, con cuatro piezas, mandado por el coman
dante Visley, de la goleta raimar, del bergantín goleta Mon
tevideano, al mando del comandante Bernardo Dupuy. del
Yucutujá y del lugre Constitución, anteriormente denomina
do Larrobla.
Los buques orientales no quisieron permanecer inactivos ni
demostrar recelos ante tan poderoso adversario, ya que con su
presencia desafiaba la bravura y el arrojo de quienes se sentían
fuertes, en defensa de la libertad y civilización ríoplatenses.
incitándoles a librar un combate, por más arriesgado que éste
GARIBALDI EN EL URUGUAY 71

B *
8 í

a s
2 J
72 SETEMBRINO E. PEREDA

fuese para ambas partes,—y tres días después, al amanecer, s,e


pusieron en movimiento, deteniéndose al sudoeste de Punía
Brava, en actitud de ataque. Brown no se hizo esperar, y se
colocó a barlovento.
Según manifiesta en su parte al Ministro Arana, en esos
momentos, sólo contaba con los bergantines Belgran.o y Echa.
güe, a causa de haber hecho retirar los demás buques de la
escuadra de su mando. El Vigilante se le incorporó a las 1Ü,
y media hora después empezó la acción a sotavento, que fué
suspendida a las 11 y 45, con objeto de cortar al enemigo de
su puerto; pero a las 12 y 15 se trabó nuevamente el combate,
siendo esta vas general.
Durante dos horas y. 45 minutos se luchó encarnizadamen
te, suspendiéndose el fuego a las tres de la tarde, por haber
calmado el viento, y porque el comodoro Coe derivó, para
arrimarse a sus buques, un poco a sotavento ; pero esa tregua,
hija de tuerza mayor, en ve'z de aplacar el entusiasmo, hizo
que éste se enardeciese más aún, y a las cuatro y media fué
reanudada la acción con gran vigor, manteniéndose en .esa
forma hasta las seis y media. a cuya hora se retiró a su puer
to la escuadrilla oriental.
A las siete y media de la noche, el almirante Brown dió
fondo en tres y media brazas de agua, a la entrada de la
bahía.
Resultaron muertos en dicho combate, el subteniente fran
cés Pedro Renault de la escuadra de Brmvn (1), el teniente
coronel Malcolm Shannon, que" tenía a su mando la Sarandí,
víctima de una bala de cañón que le dividió el cuerpo, y el te
niente Andrés Lemoine. Encontrábase en ese momento a su
lado, en la toldilla, el comodoro Coe, quien a su vez recibió
un golpe por el pasamano de hierro de la misma.
Todos los buques de la 'escuadrilla oriental, menos el Mon.
tcrideauo, se replegaren sobre el puerto, pues éste quedó ais
lado, al sur de la bahía, sin que pudiera recibir auxilio algu
no en caso necesario.
El comandante Dupuy, demostrando pasmosa serenidad, no
desesperó por eso, y atacado por cuatro buques de Brown, que

(1) Parte del almhanie Brown, fecha 26 de mayo de 1841, pasado desde a bordo del
bergaulín de guerra Gftxral Iklgranc,
GARIBALDI EN EL URUGUAY 73

le hacían tiros de metralla, respondió valerosamente con des.


carras de mosquetería, único medio de defensa con que con
taba.
Dice un cronista, que el caso de un abordaje parecía hab .?r
llegado, pero que no tuvo lugar, y que dicho bergantín gole
ta, con la brisa que reinaba, hacía supremos esfuerzos por al
canzar el puerto, ostentándose a todas las miradas, frente a
la actual calle 25 de Mayo, tan próximo a la costa como 3U
calado se lo permitía.
Brown consigna a este respecto lo siguiente en su citado
parte: "A las 7 distinguí al bergantín General San Martín,
dando caza a un bergantín.goleta enemigo, que había salido
del puerto la noche anterior, el. que no pudiendo ganar la
bahía de Montevideo, fué a vararse al Este del pueblo, donde
quedó por no haber agua bastante. A las 8 y 1 2 di fondo en
íi brazas menos cuarta para que nuestros buques menores, des
truyeran o inutilizaran al buque enemigo, mas habiendo nues
tros buques abierto un bien dirigido fuego sobre el enemigo
varado, observé que las balas llegaban a tierra, donde una mul
titud de gente se había agolpado inconsideradamente por mera
curiosidad ; temiendo hacer daño al inocente pueblo oriental,
mandé suspender el fuego a nuestros buques, que de otro modo
hubieran destruido completamente al enemigo."
Ahora bien: el Montevideano logró salvarse el día 25 y pe
netrar al puerto, en medio de la admiración de los num,>.
rosos espectadores, que atraídos por lo tocante de la escena,
habían acudido a aquel sitio para ser testigos de su desenlace;
y a pesar de lo que dice 'Brown, afirma el mismo historiador
que cuatro de sus buques "rodearon a aquel débil y porrón
bajel, cruzándolo con tiros de metralla, que hacían levantar
líneas de pequeños saltos de agua en todos sentidos". .
Estos datos, generalizados por la tradición, son los que ae
ajustan a la verdad histórica, y por eso los consignamos.
El Gobierno Oriental, no obstante, pretextando su mal i.a
tado, hizo desarmar dicho bergantín goleta, como ashnismo el
Yucutujá y el lugre Constitución, no quedándole, para la de
fensa del puerto y la vigilancia costanera, sino la corbeta Sa.
randí, . que .era un buque velero, y el bergantín Pereira. Sin
embargo, abrigaba el propósito de sustituir esos cascajos vie
jos per buques más adaptables al objeto a que se les desti
naba.
74 SETEMBRINO E. PEREDA

A ese efecto, encargóse en Río de Janeiro la compra del ber


gantín portugués Prontidao. cuyo nombre fué sustituido por
el de (¿agancha, rememorando así el triunfo alcanzado por el
general Rivera, contra las fuerzas de Echagüe y Urquiza, el
29 de diciembre de 1839, a inmediaciones de ese arroyo, afluen
te del río San José. Dicho bergantín llegó a Montevideo el i
de junio, e inmediatamente fué armado en guerra.
También se adquirieron la Cousolation, de bandera france
sa, que denominóse Constitución, en reemplazo de su homóni
mo de la referencia, y la barca griega Uliscs, que pasó a lla
marse 25 de Mayo.
Completaban la escuadrilla, además de la corbeta Sarandí y
del bergantín Pereira, la goleta General Rivera.
La escuadra de Brown, a pesar de todo, se presentó nueva
mente en aguas orientales, el 3 de agosto, a las 8 de la maña
na, a barlovento. Se componía de ocho buques, y como tenía
que suceder, la oriental se aprestó a la lucha, pues no era
posible que el comodoro Coe dejara de cumplir con su deber
y contemplase impávido su presencia a la vista de Montevideo.
En consecuencia, ese mismo día, una hora después, se colocó
a tiro de cañón de aquélla.
No lo hizo de inmediato, según su parte, porque el po«?o
viento que soplaba, lo obligó a permanecer fondeado hasta
las 9, en que dió vela, con el fin de ganar una mejor posició'i
a barlovento; pero no habiendo sido esto posible hasta la 1 de
la tarde, no le quedó otro remedio que dar principio al com
bate en la desventajosa situación que guardaba la escuadrilla
a su mando.
Se peleó 'con tanto entusiasmo, que recién al obscurecer
cesó el vivísimo cañoneo iniciado a la hora indicada, no ha
biendo continuado a causa de que el enemigo abandonó t'1
campo de la lucha, virando en dirección a la punta del Indi>,
donde fué perseguido por los esforzados marinos uruguayos,
pero la densidad de la niebla aumentó hasta ocultar entera
mente su presencia.
Debido a ello, según el comodoro, no le fué a éste posible
concluirle a Brown "algo de su flota, si no toda"; y en carta
particular al general Enrique Martínez, le decía: "Saludo a
usted con todo mi afeito por la vergonzosa fuga cu que pusi
mos ayer al enemigo".
GARIBALDI EN EL URUGUAY 75

Sin embargo, se atribuye a Coc la manifestación privada de


que no había tomado prisionero a su antiguo jefe porque no
sabía qué hacer de él.
A pesar de los esfuerzos de la capitana contraria, el combata
no fué muy sostenido por el resto de sus naves, una de las cua
les arrió la bandera y dirigió botes con gente a bordo da
aquélla. (1)
La corbeta tíarandí, que mandaba Coc. se batió bordo a
bordo, con el bergantín Belgrano, mandado por Brown. El
último de estos buques estuvo a punto de irse a pique, pues
la General Rivera, que acudió en ayuda de la capitana orien
tal, le asestó una palanqueta por la popa, a flor de agna,
abriéndole varios rumbos.
Este triunfo de la escuadra oriental, sirvió para que ella cam
pease por sus respetos en los ríos de la Plata y Uruguay, pues
su contrario, como en mayo último, optó por dirigirse a la ra
da de Buenos Aires, estacionándose allí, con una inmovilidad
que desdecía de sus honrosos antecedentes.
Asimismo, el 9 de diciembre, tuvo lugar otro combate
naval, esta vez al SO. del Banco Ortiz, entre ambas eseua- •
dras, tomando parte en él las corbetas nacionales Sarandí (in
signia del comodoro Coel, Conttítuñón, 2") de Mayo, y ber
gantín Cagaucha, componiéndose la de Brown de siete buques.
Ese día a las 4 a. m. zanparon del puerto de Montevideo
los cuatro buques mayores de la Escuadra Nacional en busca
del enemigo, que en la tarde anterior se había alejado co't
rumbo al Este. A las 8, la corbeta Sarandi, que navegaba a la
cabeza de la columna de fila, y en cuyo palo mayor arbolaba
su insignia el comodoro Coc, avistó a la escuadra enemiga, com
puesta de 7 buques y fondeada sobre el seno que forma la ex
tremidad SO. del Banco Ortiz, en su parte oriental ; la brisa
favorable que hinchaba el velamen de las naves orientales. era
débil y no les permitió arribar a tiro de cañón de la línea
enemiga hasta las 10 de la mañana. A esto hora, Coc mandó
izar la señal de romper el fuego, resuelto a buscar en este
combate la supremacía en las aguas del Río de la Plata. La

t1) Parte del comodoro Coe, pasado desde u bordo -le la corbeta de gnerra Sarandi, fren
te al puerto de .Montevideo, el 4 de Agosto de 1841.
76 SETEMBRINO E. PEREDA

Üarandí rompió un fuego vivísimo, secundada únicamente por


las corbetas 25 de Mayo y Constitución, pues el bergantín Ca.
gancha se había quedado muy a sotavento y no entró en línea.
El enemigo contestaba con actividad al fuego de la Escua
dra Nacional; pero poco tiempo después empezó a destrozar
se su línea, arriando bandera y poniéndose fuera de combare
los bergantines goletas Republicano y Vigilante, y arribando
al costado de la goleta capitana argentina, con el mastelero de
trinquete roto, el bergantín Han Martín, que montaba el almi
rante Brown pocas horas antes.
La fortuna parecía sonreir al Jefe de la Escuadra Oriental,
y todo le anunciaba un • triunfo de importancia, cuando cam
bió el viento en favor del enemigo, soplando entonces con
fuerza del SO. y causando un gran temporal, que inutilizaba
los disparos de artillería de nuestras corbetas. En esos momen
tos hizo señal de hallarse en peligro la corbeta nacional 25 de
Mayo, y se separó de la línea, quedando, por consiguiente, en
ella sólo las corbetas Sarandí y Constitución, pues el bergan
tín Cagancha permanecía algo a sotavento, haciendo funcio
nar sus cañones sobre el enemigo. En tales circunstancias,
alarmado el coronel Coe por la situación de la ¿5 de Mayo, que
le era imposible apreciar con exactitud, y viendo que el Ca.
" gancha había cruzado el Banco y salvado de los buques 'ma
yores que lo perseguían, creyó de su deber proteger a la cor
beta en peligro, y dió la vela, al efecto, con la Constitución.
Después de haber navegado algunas millas en observación
de la 25 de, Mayo, viró ésta y volvió a la línea, avisando, por
medio de señales, su jefe el coronel Fourmantin, hallarse ?n
salvo, aunque con alguna avería, por haber embarcado mucha
agua durante el temporal por la batería del entrepuente y a
causa de algunos balazos sufridos en su casco.
Era indispensable ya proveer a la completa reparación de di
cha corbeta, y esperar viento. favorable para volver sobre el
enemigo. Habiendo navegado por el canal del Sur hasta i;i
mañana del 1(), sin avistar al Cagancha, llegó Coe a la vista
de la Colonia, y reconociendo el puerto, viró de bordo, yendo
.a fondear en la rada de Buenos Aires.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 77

Más tarde se supo que el Cagancha había caído en poder del


enemigo. (1)
La Palmar, 'más afortunada, pero menos digna, si no cayó
en poder del enemigo, cometió, en cambio, la vileza de trai
cionar la causa a cuyo servicio se hallaba, y en mayo último
desapareció del puerto de Montevideo, en compañía de un
patacho, para unirse a la escuadra contraria, aprovechando
la inactividad de las demás naves nacionales, que se encon
traban en la bahía, en descanso, después del combate del 24.
En la bahía de la capital uruguaya se encontraban fondea
dos dos buques argentinos, sin que nadie los molestase por au
sencia de los nacionales; pero el 21, a las 9 de la mañana, no
tando el arribo de la Escuadra Nacional, se hicieron a la ve
la, navegando con proa al 8*0., siendo seguidos por Coe.
Esto hizo presentir que se estaba en vísperas de un nuevo
combate naval. A .la 1 de la tarde, la población de Montevi
deo vió cumplido ese vaticinio, pues llegó hasta ella el eco le
jano del cañón, que cada vez aumentaba su vivacidad. A las
2 y 1[2 cesó de oirse, sin que entre el principio y el fin de es
te combate se divisara buque alguno en el horizonte. Sin em
bargo, a las 3 reanudóse, aunque esta vez con menos intensi
dad, pero dejó de percibirse un cuarto de hora después, siu
que se escuchase nuevamente y sin que se tuviesen noticias >t
su respecto. (2)
Recién el 23 arribó a Montevideo el comodoro Coe con los
buques de su mando. Esta acción naval dió pábulo a diversos
comentarios, ya por ignorarse con precisión su verdadero re
sultado, pues si bien con esa misma fecha comunicó al Mi
nisterio de la Guerra los detalles del suceso, hasta el 28 uo
vió la luz su parte en la prensa de la Capital, ya por haberse
escapado el enemigo, a pesar de creérsele presa segura.

(1) La deseripción de esto combate la hemos tomado de la «Revista Militar y Naval»,


correspondiente al 10 de diclembre de 1898, que se publicaba en Montevideo bajo la direc
ción del entonces teniente t.' de marina, don Francisco P. Miranda, y teniente 2.« do infan
tería, don José R. Usem, ilustrados militares uruguayos, en la actualidad teniente coronel
este ultimo y capitáu de fragata el primero, y ella concuerda en un todo con el parte de Coc.
(2) Véase el número 161 de «El Compás», del 22 de diciembre de 1841, periódico polfUco
que se publicaba en Montevideo.
18 SETEMBRINO E. PEREDA

Decía el comodoro en su nota, que en la mañana del 19 dió


vela con dirección al puerto, pero que los vientos contrarios
no le permitieron arribar a la vista del Cerro hasta la noche
del 20 y sin que pudiera tomar en la mañana siguiente una
posición cualquiera para atacar al enemigo, pues el tiempo
continuaba siéndole adverso; que obligado a bordejear, se ha
llaba a la vela cuando avistó saliendo del puerto, al bergan
tín Relgrano y la corbeta 25 de Mayo. pertenecientes a la es
cuadra argentina, y se puso en facha a esperarlos; que
Brown, que mandaba otra vez el Belgrano, engañado sin du.
•da por las apariencias, y cifrando como siempre grandes ven
tajas del barlovento, vino a atacarlo; que a la 1 de la mañu.
na (1) , empezó un nuevo combate, que duró más de tres 'ho
ras, habiéndolo sostenido la corbeta Karan di por espacio de
hora y media, pero sin que fuese posible a las barcas nacio
nales tomar la posición necesaria, a causa de la extraordina
ria cahna que sobrevino.
Agrega Coe que llegó por fin a tiro de la línea enemiga, l:t
2~i de Mayo, y continuó el fuego con 'la mayor actividad por
ambas partes, siendo anonadado y puesto en fuga el general
Broxvn, en igual período.
Manifiesta también haber perseguido al almirante hasta el
canal del sur de Buenos Aires, sin poder darle caza, debido al
superior andar de sus buques y a un fuerte temporal del
SE., que lo favoreció en la noche del 21.
Según él, Brown tuvo la fortuna de salvar por segunda vez
del poder de los valientes marinos de la República Oriental,
y ningún triunfo habían sabido ak'anzar hasta ese momento,
en los combates, los marinos del dictador de Buenos Aires,
quienes,—en su concepto,—si celebraban alguna ventaja, l:i

(1; Debe tratarse de im error de copia o d • imprenta. Esto parto do Coe aparoce publica«
do en «El Nacional» de Montevideo, del 28 do diclembre, núor'ro 917, y en él se dice una
de la maiiina. 8in embargo, «El Compás« del 22, como qunda consignado, maniflesta que
los buques de lirown abandonaron su fondeadero a las 9 a. m.; que l» las 11 se perdieron
de vista, y que a la 1 de la iar;l? empezó a oie.so algún e;iíioneo. Brown da otra hora en su
• parte, corao se vertí mas adelanto, pues asevera que el fuego principió a las 11 1.'2 a. m.
De cualquier manera, e í indudable que el combate del 21 no tuvo su iniciación a la madrugada.
Pero no nos explicamos la contradicción en que incurren ambos j.fes, máxime ctiando el
. citado pt'riólico montevideano b:ice referencias precisis e invoca el teUiminio de lodos los
habitantes de la Capital uruguaya.
OARIBALDI EN EL URUGUAY 79

debían a la traición o al acaso ; pero creía que la ciega Fortu


na abandonaría alguna vez a los enemigos de la libertad de
las dos Repúblicas del Plata, y que los nobles afanes de sus
dignos hijos serían al fin 'coronados por la victoria.
"Dígnese V. E.,—terminaba diciendo,—recomendar a la
consideración del Excmo. Gobierno, los valientes y patrióti
cos esfuerzos de los señores jetes y oficiales de la marina na
cional y el entusiasmo y bravura de las tripulaciones en los
dos últimos combates, pues han sido dignos de la causa glo
riosa de la libertad."
Fué la corbeta Sarandí pel buque nacional que sufrió pér
didas, cual si a él sólo se le hubieran dirigido los fuegos del
enemigo en los combates del 9 y 'siguientes. Un conjunto de
circunstancias reunidas para favorecer a Brown, pri'varon a
los otros buques de hacerles sentir a los contrarios la supe
rioridad, el entusiasmo y la bravura de los que peleaban por
la más justa de las causas. ( 1 )
"El Compás", comentando en su edición del 29 los part3S
del comodoro, lo hace en términos encomiásticos, por la me
sura que éste emplea en la narración de los combates. "Toda
iiuestra vida,—dice,—fuimos incapaces para prodigar .elogios,
y fundar acusaciones; mas llegan casos en que es preciso pa
sar por sobre esas resistencias naturales; y este easo nos lo
ofrece la moderación que advertimos en las notas del señor
Coe: debemos recomendarla, aunque esta recomendación n;>
pueda 'indemnizarle de los disgustos que hayan podido darle
exigencias de los que sin ver, ni entender, piden imposibles,
atendiendo las palabras de quienes hablan por espíritu «le
partido."
En "El Constitucional" del 24, sección Correspondencia,
se habían publicado las líneas siguientes, impregnadas de san
grienta ironía: "Ya respiro, señor Editor: gracias a Dios que
después de tantas dudas, usted anuncia ayer la vuelta felix
de tres buques. Catorce días de separación, mientras el , cojo
aquí con dos nos estaba burlando, nos tenía desesperados.
"Gracias a Uios que 'el cojo ha desaparecido, y que el se
ñor comodoro ha llegado salvo y bueno a este fondeadero.

(1) «El Complis>, número 162.


80 SETEMBRINO E. PEREDA

¡ Cuántas felicitaciones no merece ! Hágalas usted por mí, y


mande 'a su servidor.—El desengañado."
El mismo día en que apareció el suelto precedente, se avis
taron desde el Cerro al OSO. de la punta de Yeguas (1)
el bergantín Vigilante y un transporte de la escuadra argen
tina, cuyos buques, en .la creencia de que el almirante había
arribado al puerto de Montevideo, conducían víveres para ól.
El Ministro de Guerra y Marina ordenó a Coe que tomase
las medidas pertinentes, a fin de batirlos y apresarlos, si esto
último fuese posible. Las barcas nacionales 25 de Mayo y
Constitución, al mando de Fourmantin y de Dupuy, se encar
garon de 'esa misión; pero a causa de lo adverso del vient >.
tuvieron que demorar su salida hasta las 6 de la tarde.
El enemigo, luego que las descubrió, se puso en fuga, sien
do perseguido hasta los 'bancos y obligado a arrojar las lan
chas y algunas piezas al agua, para aligerar sus buques y po
nerse en salvo. El mucho calado de los de la Escuadra Nacio
nal, impidió a éstos que continuaran más adelante, por lo que
regresaron en la mañana del 26. (2)
Según lo informó Fourmantin a Coe. esa persecución se
hizo hasta dos y media brazas sobre el banco de Ortiz. (3)
Como la conducta del jefe de las naves orientales fué ob
jeto de diversas apreciaciones, llegándose a dudar de la leal
tad del comodoro, pues se había generalizado la creencia cto
que los vínculos espirituales y el antiguo camaraderismo qu.>
lo ligaban a Brown, coartaban su libérrima acción e impe
dían que lo batiese en regla, Un oriental, amigo de las virtu
des del coronel Coe, además de aplaudir la circunspección qu••
se nota en los referidos partes de este jefe, dice que se espar
cieron pasquines contra él y demás marinos de la Escuadra,
y agrega: "No pueden ser patriotas ni amigos de nuestra sa
grada causa los que se valen de estos miserables subterfugios
para hacer oír su voz en público, hiriendo y menoscabando la

(1) Extremidad de la costa del Cerro de Montevideo que penetra en el Piala. En la ense
nada que forma hay un importante guiadera. Véase «Diccionario Geográfico del ITrufruay»,
por Orestes Araujo.
(2> Vease »¡ número 666 de «El Constitucional».
(3) Parte di? Coe al Ministro de Guerra y Marina, fecbado en la radn de Montevide> el 26
de diciembre.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 81

reputación de un honrado y verdadero patriota como el que


nos ocupa ; pero los hombres de bien y el público sensato, que
jamás se engañan en saber valorar las cusas en su verdadero
punto de vista, han hecho justicia al coronel Coc. y han mi
rado con desprecio tan fatales maquinaciones.
"Según estamos informados,—añade,—se prepara el cor'>
nel Coc a responder a un consejo de guerra, solicitado con
instancia por él; después de concluido, la verdad y -la justí-
cia aparecerán resplandecientes como la luz del día, y sus au
daces adversarios quedarán confundidos al contemplar que
no es traidor, como ellos tan llanamente lo suponen ; que no эа
cobarde, como cobardemente le atribuyen ; por el contrario :
su voz ha sido siempre la de PATRIV y LIBERTAD. Estas sagrt-
das voces, siempre impresas en su corazón, le han hecho arros
trar toda clase de privaciones y 'mirar con desprecio el peli
gro cuando le ha rodeado; esto sólo lo desconoce quien no
tenga un alma bien formada o no haya sido un testigo ocular
de sus virtudes, moderación y patriotismo.7' (1)
Sin embargo de que se decía entonces, y lo repitieron mu
chos de los sobrevivientes de aquella época, que Coc dejó es
capar a Brown, éste se adjudica la victoria en los dos últimos
combates, hablando con arrogancia en sus partes a Rosas, que
dicen así:

A bordo del bergantín General Bctgrano, frente a las barra tu


cas de San Gregorio, 11 de diciembre de 1841.

Exemo. señor Gobernador y Capitán General Delegado.

Excmo. 'señor : El General que suscribe, tiene el honor de


dar parte a V. E. de la acción del 9, en que fué vencido el
enemigo y puesto en fuga. Este día. hallándome fondeado
frente de las barrancas de Santa Lucía, teniendo el Cerro л
la vista, a las 9 de la mañana se me presentó la escuadra ene
miga, compuesta de cuatro buques, una corbeta, dos barcas y
un bergantín, trayendo el barlovento; los esperé, a las !) 1¡2
cambié mi corneta al General Belgrano, y a las 10 empezó ¡8

(l; Véase iKI Compuo, numero 103, sección Coms¡nnd-¡m'a, fechnu de enero de 1843.

GARIBALDI — С TOMO I
82 SETEMBRINO E. PEREDA

actión, cambiando el viento al mismo tiempo en nuestro fa


vor. A la media hora puse fuera de combate a la barca grande
del enemigo.—A las doce y media vino un viento fuerte que
les fué favorable, porque como buques mayores se conserva
ron a barlovento, mas no los dejé ; y .entonces empezaron a
huir, forzan do vela: pero en las bordadas que daban, conse
guí cortarles el bergantín, y aunque el enemigo entonces ue
empeñó, unido otra vez con la 'barca grande, en un vivísimo
fuego, lo sostuve, y no pudieron librar el bergantín, 'el que
viéndose cortado, arribó en popa con dirección al Banco Ortiz.
Viendo yo que los buques mayores de la Escuadra no me po
dían seguir de cerca, traté de asegurar el bergantín, el que
sufriendo el fuego de los buques menores que cayeron a sota
vento al pasar, corría en .pona con toda vela haciendo una re
sistencia heroica, y aunque este buque iba .con el botalón del
foque chico algunas veces encima de su popa, haciendo fuego
de toda arma, hasta las nueve y media de la noche no se pu
do hacerle rendir, en cuya hora, habiendo alcanzado el Banco
Orti/, y tocado dos veces, tuve que orzar para librarme de él,
buscando más agua: estando la mar muy picada, y siendo ,-1
buque enemigo de mucho .menos calado, tenía que dejarlo, y
poner la proa en dirección de nuestros buques que vinieron
muy atrás fuera de la vista. No encontré más que la 25 de
Mayo y el Vigilante, aunque hice señales de noche para nues
tra unión. A la una de la mañana di fondo, y al amanecer
suspendí el ancla e hice señales a la 2") de Mayo y Vigilante,
•le seguir mis movimientos.
No encontrando más buques de nuestra Escuadra, fondeé
a las ocho en frente de las barrancas de San Gregorio, a espe
rar viento para dirigirme a Montevideo con los dos buques y
mandar el Vigilante por su mal estado, habiendo recibido un
balazo a flor de agua, con mi parte a la Capital, con órdenes
de avisar a los otros buques de nuestra Escuadra de ir a Bue
nos Aires en caso de encontrarlos, los que es глгу probable en-
«ontrarían el bergantín enemigo -por la mañana.
Nuestros muertos y heridos en este bergantín son muy po
cos, aunque tuvo que sufrir todo el fuego del enemigo. El co
ronel Pincelo está autorizado para informar a V. E. circuns
tanciadamente del todo de esta acción, y victoria contra los
.salvajes unitarios. Son dignos del aprecio de S. E. nuestro
GARIBALDI EN EL URUGUAY g3

ilustre Restaurador, los jefes, oficiales y .tripulación, que re.


•eomiendo a los ojos y consideración 'de S. E.
Dios guarde a V. ,B. muchos años. Excmo. señor: Guiller
mo Broicn. (1)

Pozos, a bordo del bergantín General Belgrano, 22 de diciem


bre de 1841.

Al Excmo. señor Gobernador y Capitán General Dele


gado :
Exomo, señor: En continuación a mi parte de la acción
•del 9 del presente, tengo el honor de informar a V. E. que a
mi llegada en frente del puerto enemigo vi que los buques no
habían entrado, y los aguardé. Al amanecer del 21 parecieron
los tres buques enemigos, anclados como a la distancia de 13
millas al SO. del Cerro. A las 7 se pusieron a la vela. Como
el viento era entonces fuerte, quedamos al ancla, hasta las $,
•que las suspendimos, dirigiendo las proas con toda vela para
alcanzarlos. A las 11 1[2, estando este buque a tiro de cañóa
del enemigo, se empezó el fuego por la corbeta, el que fué coa.
testado por este bergantín con su acostumbrada bravura y
actividad. La 25 de Mayo quedó algo atrás. La acción duró
hasta las 4 de la tarde. A las 2 1)2 de la uoohe dimos fondo
ccn muy mal tiempo a ESE. del Pailebot de los Prácticos.
A las 5 de la mañana levantamos las anclas, como hizo también
el enemigo, que estaba fondeado como a 10 millas. A las 6 oí
General Belgrano se puso en facha para continuar el co«uibat3;
pero el enemigo, viendo es^ta determinación, orzó luego, fugan
do aguas abajo, huyendo de la pelea. El sostén, Excmo.
Señor. .de este combate por el bergantín General Relgrano
contra los buques de los salvajes unitarios, hace honor a su
oficialidad y tripulación, todos los que merecen la considera
ción y aprecio de S. E. por ser verdaderamente bravos, y los
recomiendo mucho a nuestro Ilustre Restaurador de las Luyes.
Dios guarde a V. E. muchos años.—Guillermo Broira. (2)

(1i «La Gaceta Mercantil», «.uero 20 de 1S42, núin'..ro .


(2) Ibídcm, número citado.
84 SETEM BRINO E. PEREDA

Siguiendo Rosas su costumbre, felicitó al almirante; pero


esta vez lo hizo en su nombre el Ministro Arana, que tampoca
se mostraba parco cuando le tocaba batir el parche del
1ют1ю mutuo, pues a la rudeza del ataque, aunque rayase on
la injusticia y la maledicencia, unía la hipérbole del elogio
a sus amigos políticos.
Su respuesta estaba concebida así :

Buenos Aires, diciembre 24 de 1841.

Señor Comandante en Jefe de la Escuadra de la Confedera


ción Argentina, brigadier general don Guillermo Brown.

Kl infrascripto, por orden del Excmo. señor Gober


nador y Capitán General de la Provincia, nuestro Ilustre Res
taurador de las Leyes, brigadier don Juan M. de Rosas, tiene
la grata satisfacción de contestar las notas de 11 y 22 del co
rriente, en que V. S. participa los triunfos obtenidos sobre l-r
escuadra de los salvajes unitarios. S. E., altamente complaci
do de ver correspondidas las esperanzas que siempre ha tenido
en el acreditado saber y valor de V. S., ha ordenado al infras
cripto lo felicite en su nombre del modo más expresivo, por la
gloria que ha proporcionado a las armas de la Confederación
Argentina, recomendándole al mismo tiempo, trasmita igualas
felicitaciones a los jefes, oficiales y tropa que V. S. dignamea-
•te manda.
S. E. deseoso de corresponder la lealtad y distinguidos ser
vicios que la escuadra ha rendido en esta y otras acciones de
guerra, oportunamente corresponderá con honoríficos y valio
sos premios a tan valerosos, esforzados*^' Heles federales; y en A
entretanto ha dispuesto se proceda a la tasación del bergantri
Cagcincha, apresado en la gloriosa acción del 9, con todo lo
que le pertenece, . para repartir su importe entre ellos, orde-
nando al infrascripto que para verificarlo se ponga de acuer
do oportunamente con V. S. como tendrá satisfacción de 'ha
cerlo.
El infrascripto al cumplir las órdenes de S. E', el señor Go
bernador, felicita a V. S. por su parte, haciendo los más fer
GARIBALDI EX EL URUGUAY У5

vientes votos por que conserve inmarcesible la inmensa gloria


que siempre ha sabido adquirir.
Dios guarde a V. S. muchos años.—FELIPE ARANA. (1)

En cambio, el Gobierno Oriental se concretó a un simple


acuse de recibo de los partes de Coc, pues no tuvo ni siquiera
una palabra de aplauso para el comodoro y sus subalternos. (2)
Probablemente participaría de la creencia de que el jefe 'de
la Escuadra Nacional no obraba con lealtad.
En cuanto a las ventajas aleanxadas sobre el enemigo, a pe
sar de las comunicaciones enfáticas de Brown, no dudamos de
ellas, máxime cuando el comandante Dupuy,—uno de los ma
rinos actores.— afirma categóricamente en sus apuntes bio
gráficos que si el almirante no fué hecho prisionero se debe л
la actitud de Coc, quien "lo quiso proteger". Por otra parte,
la moderación usada en sus notas al Gobierno,—aunque jamás
imitó en su lenguaje la procacidad de los rosistas,—contrasta
con su parte relativo al combate del 3 de agosto y con los
términos de" la carta que dirigió. al general Martínez jactán
dose del triunfo ese día obtenido.
Refiriéndose a la acción del 9 dice el comodoro, en su comu
nicación al Ministro de Guerra y Marina, que dió la señal fie
atacar al enemigo "resuelto a buscar la decisión ilr la guerra
naval en un combate"; pero a pesar del éxito obtenido en los
primeros momentos, augurio 'de un final aún más halagueñ'),
culpa a Eolo de la parálisis que sufrió la escuadra de su man
do, y apela a la situación peligrosa en que se hallaba la 2") de
,1/tfí/o, para cohonestar su conducta ulterior.
íJn su aludido parte, datado tres días después. "frente al
puerto de Buenos Aires", hacía saber al Gobierno que dicha
barca se hallaba "completamente reparada", y añadía: "y es
muy notable que habiendo sufrido ella y la Sarandí muchas
balas en el casco, no hayamos tenido ni un herido en las ho
ras del combate, ni tampoco la barca Constitución que me
acompañó en todo él."
El l9, desde la Punta del' Indio, ampliando sus citadovs in
formes, decía: "Posteriormente el tiempo me ha sido muy
contrario, pues he sufrido días de completa calma y tompo

j Numoro 5,57") de «La tiaceta Mercantil•.


; Véase ei número 917 de «Kl Nacional' de Montevideo.
86 SFTF.MBRINO E. PEREDA

rales del NE. y del E., que me han obligado a cruzar a la vista
de la Colonia y Punta de Piedras, impidiéndome absolutamen
te buscar al enemigo, mas visitando hoy dos buques mercantes,
procedentes de Buenos Aires, acabo de ser instruido, aunque
imperfectamente, de tan inesperado como funesto suceso, dé
la toma o apresamiento del Cagancia por el enemigo, en la
mañana del 10. 'Confieso a V. E. que, sin temer que tan ex
traordinario acontecimiento pueda decidir la cuestión de li
bertad, en el Río de la Plata y. sus confluentes, he sido, sin
embargo, fuertemente sorprendido por él; así por sus verda
deras consecuencias, cuanto porque estaba fuera de todo cálcu
lo.—.Nada era más difícil e improbable, que tal captura,
EXCJIIO. señor: el último aspirante de la tripulación del Ca.
gancha, estando en su juicio, lo habría puesto en salvo, a fa
vor del buen viento que tuvo en la noche del 9, y por la im
posibilidad de atacarlo formalmente en que el mismo viento
retenía al enemigo".
El coronel Coe, que había ido a parar al puerto de Buenos
Aires, mientras Brown se dirigía al de Montevideo, en vez
de perseguirlo y cumplir sus deseos de decidir la guerra na
val ea un combate, se ensaña con el comandante y la tripula
ción del Cagancha, poniendo en duda, más que sus aptitudes,
la rectitud de su conducta.
¿ Hubo traición, o se trata únicamente de un percance des
graciado de su 'parte? Esto último hemos creído siempre, y así
lo entendió 'el coronel Díaz, quien dice a este respecto lo si
guiente :
"Este desgraciado bergantín, como si se empeñase en des
mentir la razón por que se le había nombrado en la lengua de
Camoens, Prontúlao (prontitud), siempre andaba despacio y
atrasado; se encontró solo en medio del pequeño océano, que.
constituye el estuario del Plate, cuando rayó' el día siguiente
al del combate. Pronto empezó a descubrir velas en el hori
zonte, que reconoció ser de la 'escuadra enemiga que se reti
raba en desbande, y para sustraerse a la acción de aquellos
buques, resolvió el comandante picar .la arboladura, pues así
creía no sería visto. Probablemente ya lo había sido, porque
en el día fué rodeado y ocupado.
"Esa presa llegó a Buenos Aires a remolque de los buques:
rezagados de Brown, después de haber arribado éste en las
timoso estado.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 87

"La tripulación del Cagancha fué paseada por las calles de


Buenos Aires en pos del pabellón oriental que la nave apro
sada ostentó, pabellón que se arrastraba e insultaba '',
etc., etc. (1)
Coc termina con estas palabras la comunicación antes men
cionada: "Yo me dispongo en estos momentos a dar a la vela,
con dirección a ese puerto, porque en él espero encontrar la
escuadra enemiga y reparar en lo posible la desgraciada
pérdida del Caganclia, que sólo el tiempo podrá explicarnos
bien".
Ya hemos visto, sin embargo, lo que hizo el comodoro en el
combate del 21, pues Brown no fué tomado ni apresada su
escuadra, no obstante la ocasión propicia que se le ofreció
por segunda o tercera vez.
"El Nacicnal" del 23, dando por seguro el triunfo de la
escuadra nacional. se expresaba así: "Brown ha corrido como
ingenuo ante el coronel Coc".
1?! doctor Angel Justiniano Carranza, historiador argen
tino, en su narración de las campañas navales de su país, ha
blando de los combates que dejamos referenciados, avan/.a
el siguiente juicio con respecto al comodoro: "El coronal
Coe, no era ya el marino que fijara reputación de valiente y
de estratégico durante la guerra con 'el Brasil. La protección
decidida de un amigo influyente, los años y las vicisitudes de
la carrera, habían despertado en él esa codicia desenfrenada.
que, más tarde, manchando la divisa del honor, hundiría su
nombre en los abismos del oprobio", y si bien atribuye .la
victoria a Brown, no abrigamos la menor duda de que ese
criterio erróneo lo debe únicamente a la lectura de los par
tes del almirante y al desconocimiento de los del jefe de la
escuadra oriental, lo mismo que de .otros datos concomitant*«
que nos han servido de base para abrir un juicio más exacto.
Los historiadores, como los jueces, sólo pueden fallar cons
cientemente tomando en cuenta los alegatos de una y otr.t
parte y los recaudos en que los apoyan.

Rosas no se dió por vencido, y desde el regreso de Brow/t


con su maltrecha escuadra,—pues ésta estaba muy lejos de
t1) «Historia política y miliiar de las Reрпbliсaз del Plata•, tcmo V, páginas IKIy 181.
88 SETEMBRINO E. PE11EDA

contar con elementes suficientes para enseñorearse en los ríos


en que debía disputar el triunfo al adversario,—se preocupó
de reorganizarla e imprimirle mayor impulso, aumentándola
' en número y calidad de buques. Entre éstos figuraban, en lu
gar del llamado General Belgrano, que fué desarmado, uu
precioso bergantín, de construcción sueca, que recibió el nom
bre glorioso de ,S(7ii Martín, entonces disimuladamente desta
rrado, no del santo francés, patrono de Buenos Aires, que ha
bía sido destituido por el general Rosas de aquel cometido
celestial, por salíaje unitario, para nombrar en su lugar a San
Ignacio de Leyola, fundador de la Compañía de Jesús, a la
que desterró después, por haberse 'resistido a poner su retra
to en el altar de la iglesia del Colegio. Venían luego la fraga
ta 2:~> de Mayo, el bergantín Cenrral Echagüe, el bergantín
Cagancha, presa oriental, con el nombre de Restnurador, nom
bre Jiien aplicado, porque lo habían restaurado, arbolándolo
de nuevo;. las goletas Palmar y General Aivear, adquiridas
per el soborno y la plata, no a costa de sangre, y unos cuan
tos buques más de menor consideración. (1)
El Gobierno Oriental procedió a la inversa : dislocó su ané
mica escuadra, invocando razones económicas, y se deshizo de
la corbeta Sarandí y de la barca griega Uliscs.
(íaribaldi atribuye la venta de ambos buques a una mala
inspiración de don Francisco Antonino Vidal, que entonces
desempeñaba el cargo de Ministro general y que meses des
pués ocupó las carteras de Gobierno y Relaciones Exteriores.
El general Rivera, en cambio, era partidario de aumentar
la escuadra y el ejército, a toda costa, para evitar un desas
tre, por falta de precaución y de defensa.
Al ilustre patricio don Joaquín Suárez, que ejercía el Po
der Ejecutivo en su carácter de Presidente del Senado, le ha
bía insinuado la idea de levantar un empréstito interno para
costear esos gbstos. Pero como 'no se le escuchara y apremia
ban les sucesos, le decía, con fecha 5 de noviembre de 1841,
desde su campamento del Yí : "Yo desearía dar en este nego
cio el primer ejemplo de patriotismo, y con este objeto, pon.

•1) Anto:i;o Díaz, «llUíoria poldiiM y militar de las Repúblicas drl Platn>, lomo V,
pígs. 182 y 1S3.
QARIBALDI EX EL URUGUAY 89

go desde ahora a disposición del Gobierno todas mis propie.


d;:.!,3 en tierras 'de pastoreo y fincas, para que, hipotecándo
las o vendiéndolas, aplique sus productos a los objetos indi
cados. ' '
Sin embargo, el general José 'María Paz, en sus Memorús
póstumas, critica severamente que se hubiese tenido la idea,
(la ocurrencia, dice él) de formar una escuadra que disputa
se a la de Buenos Aires el dominio de las aguas, por no creer
muy feliz dicho pensamiento en el estado presente de las
cosas.
Por el contrario, en su concepto habría sido más acertado
contraer esos caudales y la atención del Gobierno a poner un
pie de ejército respetable, de donde debía indudablemente
surgir la victoria, que 'en armar unos malos buques que no
sabrían preparar ni conservar después.
"El Gobierno, agrega, o mejor diré, el país, gastó .sumas
crecidas, y aún puede decirse, inmensas comparativamente
a la importancia de la Escuadrilla, para aprontar, armar y
tripular cinco o seis buques, que se pusieron al mando del nor
teamericano Coe, antiguo oficial de la marina de Buenos Ai
res."
Su espíritu argentinista y su odio a los hombres más pro
minentes del E'stado Oriental, hace que el general Paz cierre
los ojos a la luz de la evidencia y la justicia, pues añade lo
siguiente: "Sin embargo de que no era mayor la fuerza del
general Brown, nada hizo aquélla de provecho, y después da
unos cuantos encuentros incalificables, y por lo común des
graciados y sin gloria, en (pie sólo hizo Coe y sus compañe
ros aquello muy preciso para no dejar enteramente en des
cubierto sus compromisos, dejó a Rosas la superioridad ma
rítima, y se encerró en el puerto de Montevideo."
Por otra parte, la •incipiente Escuadrilla Nacional, prestó
en .todos los tiempos saludables 'servicios al país, como lo de
muestran los numerosos hechos que podríamos invocar :'n
apoyo de nuestra palabra y de los cuales prescindimos, pues
to que no entra en nuestra mente hacer su historia.
Empero, además de los que figurarán más adelante, citare
mos aquí algunos casos, por vía de ejemplo.
El tí de diciembre de 1831, es decir, durante el primer go
bierno constitucional, presidido por el general Rivera, se de.
90 SETEMBRINO E. PEREDA

cretó el establecimiento de una estación naval en el río Uru


guay, formada del pailebot Constitución <y de varias embar
caciones menores.
Respondió su creación al propósito de combatir el ,contri-
bando en los puertos y costas de dicho río, que privaba al Fis
co de percibir, según cálculos hechos. las dos terceras partes
de las rentas que sin él habrían entrado a las arcas nacio
nales.
Para desempeñar el cargo de comandante general de la Es
tación y Resguardo del Uruguay, -fué designado don Cristó
bal Echeverriarza.
Esta medida dió los resultados apetecidos, siendo, por ende,
acertada y beneficiosa.
El 3 de noviembre de 1838, el jefe de la escuadra del Uru
guay, que lo era el coronel don Francisco Fourmantin, di.)
cuenta al Ministerio de Guerra y Marina del estado en que
se encontraba la isla de Martín García e indicó las disposi
ciones -que deberían tomarse para mejorar su situación y de
fensa.
Decía en su oficio que, consecuente con las instrucciones re
cibidas, al fondear frente a dicha isla, desembarcó con el ob
jeto de examinar el estado de las fortificaciones, y encontró
cuatro piezas de artillería de bronce, dos de veinticuatro y dos
de doce, en pésimo estado de funcionamiento.
Agregaba que con respecto a la batería que se estaba cons
truyendo en el centro de la isla, no la estimaba suficiente pa
ra su defensa, pues la creía expuesta a cualquier desembar
co, y era de opinión, por lo tanto, que se debían instalar cuatro
baterías en diferentes puntos.
De acuerdo con sus 'vistas, indicaba los parajes más ade
cuados y adjuntaba una relación de los materiales necesarios
para efectuar esas mejoras. •
El 30 de noviembre de 1839, fuerzas del mismo marino, hi
cieron una heroica y brillante defensa« de la ciudad del Salto.
que fué atacada de súbito por Ruedas, secuaz de Oribe y La-
valleja.
La guarnición de aquella plaza la componía una parte dé
los tripulantes de su escuadra, y si bien los sediciosos obraban
en combinación con la policía, que defeccionó, poniéndose
de antemano al servicio de los elementos subversivos, los ata
GARIBALDI EX EL CRrGl'AY !)t

cantes fueron rechazados y sufrieron numerosas bajas, que


dando todo el armamento en poder de los bravos marinos.
Fué tan eficaz aquella defensa, que los rebeldes necesita
ron valerse de tres carretas para conducir sus beridos, entre
los cuales figuraba el propio Ruedas, que resultó lesionado de
un balazo en un muslo.
El teniente Domingo Merello, comandante de la goleta t}>:.
neral Lavalle, y el teniente Francisco Salvo, fueron el ahiH
de aquella resistencia y heroico triunfo.
El 1.° de diciembre del mismo año, la corbeta nacional 1$
de Julio apresó siete buques argentinos, que hacían tranqui
lamente sus incursiones, persuadidos de la impunidad 'de sus
actos. El teniente coronel don Manuel Guerrero, jefe de la es
cuadrilla del Río de la Plata, se hallaba a su bordo, de crucero,
en las costas del Sauce, departamento de la Colonia, cuando
los divisó y resolvió apoderarse de ellos, lo que así sucedió.
Los apresadores recibieron del Gobierno como compensación
la mitad del importe de esas presas, en mérito al celo por ellos
desplegado en bien general.
E/1 19 de noviembre de 1840, fué tomada la goleta argenti
na Anita por el buque de guerra nacional de igual clase. Ber
nardina, que pertenecía a las fuerzas navales que operaban
en el río Paraná. Su apresamiento tuvo lugar en momentos
en que ella salía del arroyo San Lorenzo, que desagua en el
Uruguay en la Provincia de Entre Ríos.
El general Paz, por último, afirma que Rivera nunca prestó
atención a este importante objeto, a pesar de que, como queda
constatado, ofreció al Gobierno todos sus bienes raíces en fa
vor de la marina y del ejército, lo que hace suponer que aqu.?l
distinguido militar desconocía la realidad de los hechos, u
obraba bajo la influencia de una ojeriza injustificable en hom
bres superiores por su inteligencia 'y patriotismo.
En cuanto a los marinos que prestaron sus servicios desde
los comienzos de la nacionalidad oriental, ellos fueron elegi
dos entre los más hábiles de la époea que no rchusaron poner
se a las órdenes del Gobierno. No era posible, sin embartfo,
exigir en sus componentes aptitudes extraordinarias, ni rigu.
rcsa disciplina, cuando hoy mismo, disponiéndose de otros
medios y elementos, se tropieza con dificultades para selec
cionar el personal de los buques de guerra en naciones .nvís
expertas que la nuestra.
92 SKTEMBR1NO E. PEREDA

El comodoro • Coe, no obstante, pudo servir de ejemplo, co


mo se verá por la anécdota que pasamos a narrar y que cou.
cuerda en lo que a él respecta con las impresiones por nosotros
recogidas de fuentes insospechables.
Poco antes de abandonar el mando de la escuadra oriental,
que debía pasar a manos de Garibaldi, quiso que éste visitase
sus buques, para que apreciara de cerca la organización im
puesta por él a bordo. Garibaldi no se hizo de rogar, pues te
nía vivo interés en conocer el estado de ánimo de sus tripu
lantes, los elementos existentes y el empleo que podría hacer
se de ellos. Pero pretextando el poco conocimiento que de fór
mulas oficiales tenía, se hizo acompañar por el ex oficial de la
marina sarda, don Salvador Rombys, a fin de que también se
diese cuenta de sus condiciones y escuchar su parecer.
Ese acto 'se concretó a la nave capitana, pues ella, mejor
míe ninguna otra, podría servir de base para juzgar ,1 .1 rest>>
de la escuadrilla. Coe les acompañó a recorrer minuciosamen
te el barco, y antes que éstos se retirasen, le preguntó a
Rombys :
—{('ómo encuentra usted mi buque?
—Bien, señor comodero, contestó Rombys: observo discipli
na y organización, cosas que le faltan a Garibaldi.
A pesar de la 'sorpresa que por lo insólitas le produjeron
estas palabras, el héroe italiano .guardó absoluto silencio, sin
que se denotara en su semblante la más mínima contrariedad ;
pero al dirigirse a tierra, después de un corto intervalo, lo
interpeló, diciendo :
—cPirqat' gi'ei ditu a Coe (¡tic mi s>(n ma organishou?
—Porque lo 'está, como se lo dije esta mañana, — repuso
Rombys, — y eso en un buque de guerra es gravísimo.—Tome
ejemplo de Coe.
Por toda réplica, Garibaldi argüyó con la siguiente típica
frase genovesa :
—S( i pin de mussr. (Esas son tonterías).
Romhys había tenido ocasión de visitar un buque de .Gari
baldi. y según lo decía, pudo constatar la desorganización y
poca disciplina que existían a bordo.
Garibaldi, en su ingénita modestia, jamás se tuvo por ;in
rígido instructor; porque para él la organización y la disc'i.
plina eran cosas secundarias. Sólo pedía a los suyos que lo si.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 93

guiesen eu sus temerarias empresas y desiguales combates,


pues el valor y el arrojo eran lo fundamental. (1)
En sus Memorias antobiográficos, al ocuparse de la for
mación de la Legión Italiana que comandó en la República
Oriental, refiriéndose a Francisco Auzani, dice que la adqui
sición de éste fué "buena para todos, máxime para la instruc
ción y la disciplina", y agrega: "y yo, que era muy poco or
ganizador, fui muy afortunado con tener cerca de mí aquel
incomparable amigo y hermano de armas".
Coe se había dirigido a Rombys para interrogarle, en vez
de interpelar a Garibaldi , porque este último se lo presentó
en su carácter de ex oficial de una marina extranjera, y juz
gó un rasgo de cortesía requerir su opinión al respecto.
Por lo demás, a Garibaldi se le consideraba ya como incor
porado a la marina nacional, aún cuando todavía no estaba a
cargo de sus buques.

Hecho este bosquejo de sucesos que hemos creído convenien


te relacionar, a guisa de portada a las narraciones históricas
que subsiguen, conceptuamos un acto de estricta justicia fina
lizarlo haciendo conocer a grandes rasgos los servicios presta
dos a la .independencia y al país por el heroico comandante
del bergantín.goleta Montevideano. Pero para que su vida mi
litar pueda ser mejor apreciada, nada más oportuno que tras
ladar a las páginas de esta obra sus memorias auto.biográfi
cas, quedadas inéditas en poder de su familia.
He aquí 'cómo él mismo narra su larga actuación en los
acontecimientos del Río de la Plata :
"Entré al servicio de las armas en el mes,de octubre de
1824, 'a solicitud del señor don Bernardino Rivadavia, dicta
dor de las Provincias I'nidas del Río de la Plata, en clase de
capitán de marina, que fué siempre mi carrera 'predilecta, y

(1) Aunque estas referencias so las olmos más de una vez ni seílor Rombys, que nflos
después do lo que dejamos narrad» se radica en Paysandú,— en cuya localidad falleció n
una edad avanza'la, slendo Agente Consular de Italia, —a fin de no incurrir en algún error
de interpretación, ocurrimos últimamente a su hijo Manuel, quien refrescó nuestra memo
ria al respecto, facilitándonos unos apuntes.
SETEMBRINO E. PEREDA

como la marina de guerra abraza la artillería, la estudié al


misino tiempo.
El año 1825, armé y aparejé en Barracas, cuatro cañone
ras, y cuando se declaró la guerra al Brasil, el general Brown
me ordenó sacarlas a balizas interiores y que me pusiese a
sus órdenes en clase de ayudante.
En seguida se armó a toda prisa la 25 de Mayo con 10 pie
zas de grueso calibre y 120 hombres, en su mayor parte paisa
nos, y con estos cinco
buques, mal tripulados y
armados. fuimos a atacar
la Colonia, ocupada por
los brasileños. Allí, en el
ataque, en que fuimos
rechazados y casi echa
dos a pique y la mitad
de la tripulación muerta,
¡recibí dos heridas gra
ves en el muslo y rodi
lla derecha, provenientes
de un metrallazo ; de cu-
llas resultas se me qui
so amputar por tres ve
Coronel Mayor Bernardo Ihipuy ces la pierna; pero ha
biéndome opuesto a la
opinión de los médicos, logré obtener la curación completa
después de 15 meses de enfermedad, en que me fué pre:iso
servirme de muletas.
El estado de nuestros buques era tal. después del expre
sado combate, que se nos habían llenado de agua, y si no nos
fuimos a pique y caímos prisioneros. fué debido a los heroicos
esfuerzos hechos por la tripulación, pues sabíamos que cayen
do prisioneros seríamos tratados como piratas.
Después de 'haber sanado de mi pierna, pedí y obtuve li
cencia del general Brc\vn para ir al Corso a la costa del Bra
sil, la que se me concedió por seis meses. Al efecto me embar
qué de segundo comandante del bergantín Congreso, del cual
era primer jefe don César Fournier.
Aquella expedición coronó nuestros deseos y las esperan
zas de todos. Hicimos infinitas presas y .arrasamos y quema
mos todas las poblaciones de la costa del Brasil.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 95

Las presas de valor eran conducidas a puertos amigos, y


las demás, se echaban a pique o se quemaban. Las tripulacio
nes que no querían acompañarnos, eran desembarcadas en las
costas o en las islas.
Teníamos a bordo alguna infantería para el caso de algún
desembarque o abordaje; de la cual era sargento don Satur
nino Villamayor.
El comercio brasileño había llegado a poseerse de un te
rror pánico, porque veía su ruina inminente, tanto que se di
rigió al Emperador don Pedro I, pidiéndole que hiciese la paz
a todo trance, bajo el fundamento de que los piratas eran su
ruina y continuando así los reducirían a la mendicidad.
Una de las presas de más valor, tomadas, fué una barca
hamburguesa cargada en Cádiz por un comerciante de Río de
Janeiro. El comandante Fournier me ordenó que me hiciera
cargo de la presa y la condujese a algún puerto donde pudie-
. ra vender libremente su cargamento.
El señor Onetti, más tarde comerciante del Salto, se ha
llaba a bordo de dicha presa, en calidad de pasajero, y pidió
licencia al comandante Fournier para seguir en ella y acom
pañarnos, lo que le fué concedido.
Me hice, en efecto, cargo de la presa y me dirigí a Valpa
raíso. Allí vendí una parte para pagar la tripulación.
Al mes y días de hallarme en Valparaíso, recibí orden de
•don Francisco Trelles. consignatario de la presa en Buenos
Aires. para entregarla con inventario a don José M. Ellordi,
y de. retirarme a Buenos Aires, porque el Gobierno necesitaba
de mis servicios. Así lo hice, despidiéndome de aquellas buenas
gentes y embarcándome en un bergantín cargado de trigo,
pasando por el estrecho de Magallanes, donde hicimos y pasa
mos algunas averías a consecuencia de un fuerte temporal
SE., obligándonos a entrar en, Patagones de arribada, per
seguidos al mismo tiempo por cuatro buques de guerra brasi
leños. que penetraron en el puerto y se propusieron efectuar
un desembarco.
Conocida esta actitud por el coronel .Oyuela, me llamó al
rnomento y me dió el mando de la primera batería de tierra
al Norte. Desde luego empecé el fuego sobre los buques brasi
leños, echando dos de ellos a pique, dejando en nuestro .poder
12 oficiales v bastantes marineros. •
96 SETEMBRINO E. PEREDA

Esto sucedía en el mes de octubre de 1827, y por segunda


vez fui herido, si bien que no do gravedad.
A los pocos días salí para Buenos Aires con el parte del
coronel Oyuela al Gobernador don Manuel Borrego, quieu
desde luego me agració con el empleo de sargento mayor y ol
mando de la goleta Gobernador Dorrego, para ir de nuevo a
cruzar en la costa del Brasil.
En esta nueva expedición, tomé un bergantín en la barra
de Río de Janeiro, bajo la batería de la fortaleza Santa Crrrí ;
estaba cargado de negros bozales y vine a desembarcarlos de
noche, en la playa de la Aguada de Maldonado, bajo el fuego
de las baterías (7) de la isla Gorriti; mediante a que el Go
bierno de don Manuel Borrego me había ordenado entregarlos
todos a la orden del general en jefe del ejército para hacerlos
infantes.
Vendí cuatro negros para atender a los gastos más nece
sarios de la tripulación, y me dirigí luego a Buenos Aires, pa
sando a la vista de Montevideo, donde se hallaba anclada una
escuadra brasileña al Sud del Cerro.
A la una y media de la mañana le hice doce disparos de
cañón a una fragata de dicha escuadra, la cual hizo desde lue
go zafarrancho, y lo mismo que todos los demás buques, lar
gando anclas y. cadenas por mano y poniéndose en mi perse
cución.
Como mi buque era de poco calado, llamé a la escuadra
enemiga sobre el Banco Ortiz, a ver si lograba hacerla varar;
pero ella, conociendo ese peligro, cesó de perseguirme.
Llegué a Buenos Aires y me fué preciso deten orme para
curarme de 'mis heridas que se habían reabierto; -y cuando
me disponía a emprender nuevas operaciones, se firmó la
paz.
En este estado principiaron a faltar los fondos al Gobier
no, y, por consiguiente, no pagaban los sueldos a los servi
dores del Estado; así es que traté nuevamente de trabajar en
la marina mercante.
Solicité y obtuve permiso del Gobierno en el carácter, de
licencia temporal, tomando en seguida el mando de un b?r-
gantín-paquete, que hacía los viajes a Río de Janeiro, tocan
do en este puerto. Hice dos viajes, y como no me gustase esa
carrera, pedí mi baja al Gobierno para retirarme de allí y
del servicio de las armas.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 97

Ml general Dorrego no me la quiso dar, y sólo después de


su muerte fué que pude obtenerla, viniéndome en seguida я
Montevideo a pedido del señor general don Fructuoso Rive
ra, el cual me 'hizo dar de alta en el ejército de la Repú
blica,
No habiendo, por lo pronto, dónde utilizar mis servicios, me
permitió trabajar como práctico del Kío de la Plata, y más
tarde fui nombrado, en virtud de decreto, práctico mayor.
Después que el general Oribe tomó la Presidencia de la
República, éste me dió de baja por no querer senario ; pero
cuando el general Rivera vino a sitiar la Capital en 1838. me
llamó en seguida, ordenándome que me pusiera de acuerdo
con los señores don Fabio Mainez, don Luis Lamas y don N.
Guimaraes, para que le sacara a Oribe el único buque de gue
rra que tenía en este puerto, que era la goleta denominada
Loba, fondeada frente al muelle y cargada de lanzas, sables,
tercerolas, municiones, vestuarios, etc., etc., que debía condii-
crr a Rocha para ser entregada al señor coronel Olivera, cuyo
jefe tenía unos 300 hombres desnudos y mal armados.
El 28 de agosto 'de 1838, contraté cuatro marineros, anti
guos servidores míos, y en la tarde de ese mismo día, a las di.s
y media, con un tiempo de mucha nieve, tomé mi capa y mis
armas y me dirigí al muelle con mis cuatro compañeros: allí
tomé una buceta y me fui a bordo de la Loba. Puesto el pie
sobre cubierta, di el grito de: ''a la hodeila todos, o muere Л
que no baje". En presencia de mis armas, mi resolución y la
de mis compañeros, todos bajaron a la bodega, menos el con
tramaestre, que era de mi devoción. Eché un ancla arriba,
largué la otra y me hice a la vela en dirección a Maldonado.
Allí -el señor don Francisco Aguilar, hijo, me .proveyó de lo
que me faltaba, esto es, anclas, palos, cadenas y dos cañones
de hierro de a 6, con alguna metralla ; todo de orden del señor
general Rivera, el cual ordenó al señor alcalde ordinario me
entregara el despacho de teniente coronel de marina para po
der navegar libremente en el río de la Plata. A los tres días,
me hice a la vela de Maldonado para la Colonia, siendo jeto
militar el señor coronel Baltar, que me esperaba con impacien
cia con oficios del general Rivera.
El día 31 'de agosto llegué a la Colonia, y allí el señor co-

GARIBALDI— 7 TOMO I
98 SETEMBRINO E. PEREDA

ronel Soriano y yo recibimos orden del general en jefe para


entendernos con el jefe del bloqueo francés, capitán 'cle navio
Lainée, que montaba el bergantín Dasas. de 24 piezas. El cum
plimiento de esta orden, debía de ser después de haber armada
y tripulado 5 goletas más allí, de la Colonia, circunstancia
que no ignora el camarista don Juan Francisco Rodríguez.
Junto con la escuadra francesa, el 14 de octubre de 183Я,
atacamos, asaltamos y tomamos por primera vez la isla di'
Martín García. después de 3 1|2 horas de combate. Era el jefe
de la isla el coronel don Gerónimo Costa, el cual, después de
rendido, manifestó deseos de pasar a Buenos Aires, para dar
cuenta a Rosas tle lo sucedido, gracia que no tuvo reparo eu
concederle el jefe 'francés Mr. Lainée, mandando que lo des
embarcaran en la Boca.
Para mantener la ocupación de la isla, desembarcamos uit
batallón de negros. al mando de don José Susviela, que el ge
neral Rivera nos había enviado -del Miguelete para que noз
ayudara en la toma de la referida isla.
El 20 de octubre de 1838, fui llamado por el general Ri
vera para marchar al sitio de Paysandú, bajo las órdenes del
coronel don Francisco Fourmantin, si bien en calidad yo da
segundo jefe. El 2Í) nos hicimos a la vela ; pero a nuestra lle
gada estaba Paysandú ocupado ya por el general Aguiar y los
coroneles Luna y Blanco. También estaba allí el sargento ma
yor don Antonio Reyes.
A mediados de noviembre del propio año 1838, fui nueva
mente llamado a Montevideo por el Gobierno para 'tomar el
mando del fuerte San José y formar allí una brigada de arti
llería volante.
En efecto, reemplacé en el mando del fuerte al coronal
Velazco, que marchó con el general Rivera al Durazno, y
cuando el Gobierno declaró la guerra a Rosas en 1840, tomé
el mando del bergantín-goleta Montevideano, el 6 de mayo, y
el 24 de mayo siguiente tuvimos un combate contra la escua
dra de Rosas al mando del almirante Broxvn, cuyo combato
tuvo lugar a cuatro millas del puerto de Montevideo.
Nuestra escuadra era mandada por don Enrique Coе,
compadre de Brown. Nos batimos hasta después de entrada la
noche, en que Coc, con los demás buques. se metió en el puer
to, para reparar, según se dijo, 'sus averías, y me dejó a nú
GARIBALDI EN EL URUGUAY 99

abandonado con mi buque en medio de mi enemigo; y siendo


de noche, tuve que andar fuera del puerto, sin ningún auxi
lio. A la madrugada me hallé en medio de la escuadra ene.
miga.
Cuando la hube reconocido, levé el ancla y me hice a la
vela con rumbo al NO. y viento NE., y cerca del Santa Lu
cía me encontré con otro buque enemigo, el bergantín San
Martín, (|ue principió a largarme balas de a 24, tres de las
cuales dieron en el blanco. Viré de bordo, haciendo proa al
ION E., pero la corriente me echaba m&s afuera; sin embar
go, como yo era muy baqueano en toda la costa, derivé im po
co y fui a dar al saladero de Ramírez, playa de la basura, ca
ñoneado siempre y perseguido muy de cerca por el enemig i.
Allí, pegado a las piedras, di fondo y eché una espía en tierra,
para mantener el costado del buque con el frente al enemig.>.
La costa se .llenó de pueblo, y una compañía de guardias
nacionales, al mando de .don Nicanor Costa, me fué enviada
de auxilio para el caso de que el enemigo mandase abordnrm.'.
Este había fondeado a 3¡4 de tiro de cañón y desde allí
seguía cañoneando al Montc/videano, empavesados toiios sus
buques y guardándome de este modo.
Yo correspondí a su fuego, que ni aún de noche dejé de
hacerlo, a pesar de haber cesado el del enemigo.
Montevideo entero ha sido testigo de aquel hecho. Por la
noche, el enemigo se retiró, porque el tiempo amenazaba pam
pero, yendo a anclar a doce millas de la costa.
Habiendo cambiado el viento, también levé ancla y vine *
fondear al puerto de Montevideo a las 9 de la noche.
En la madrugada del 26, volvió todo el enemigo ?n busca
de nosotros, pero se vió burlado, porque el pájaro había vola
do de la jaula. En seguida se retiró a Buenos Aires a reparu.
sus averías, pues había sufrido bastante por nuestra artillería.
En aquel mismo año tuvimos tres fuertes combates: el ,?
de agosto siguiente, enfrente de las barrancas de San Grega
rio, y el 21 de diciembre, y no tamavuos a Brown, porque
nuestro jefe Coe lo quiso proteger, como es público y notoria
en Montevideo.
El año 1842. lo pasamos en descanso. (1)

(1, En el capítulo simiicute, se verá (pie Coe no dió se6alcs de vida, a posar de l
rcaparecido Brown frente a! puerto de Montevideo.
100 SETEMBRINO E. PEREDA

El 5 de enero de 1813, marchamos con el señor brigadier


don José Mima Paz, unos cuantos jefes, a ocupar nuestros
puestos en la línea de fortificación. A mí me tocó el mando .le
la batería Cagancha en la izquierda y la batería Mendoza i n
la playa.
El 16 de febrero vino Oribe al Cerrito: yo ya estaba pron
to para recibirlo y le tiré el primer cañonazo. El 17 vino arri
ba de la calle de la Agraciada, cerca de la botica y la iglesia.
En ese momento vino el general Paz y me ordenó de 'romper
el fuego; así lo hice, y el primer cañonazo que le tiré, lo salifi
qué de tierra de los pies a la cabeza, pues se supo luego por ' 1
boticario.
El 5 de septiembre tomé el mando de la isla Libertad, don
de permanecí 38 meses, en cuyo tiempo han pasado much.is
peripecias, a pesar de que Brown n0 quiso venir a visitarme.
Cuando el almirante francés vino con su escuadra .a cir
cundar la isla, queriéndola tomar, si la Legión Francesa no de.
ponía las armas, yo contesté a su intimación : que antes de en
tregar la isla la haría volar con toda su guarnición, A los seis
días levantó el cerco la escuadra francesa y se retiró a 8 mi
llas de distancia. La isla era un punto donde ningún jefe que
ría permanecer más de dos meses, y sin embargo, sufrí tres
años y dos meses en ella. En 1847 renuncié aquel mamlo y
volví a la línea de fortificación hasta que se hizo la paz.
En 1853, el general Flores me nombró jefe del cuerpo dé
jefes y oficiales. Ahjunos días después el propio general Flo
res, jefe del ejército en campaña, se quejó al Gobierno que 'a
escuadrilla oriental le desobedecía y se mostraba alzada, pues.
sólo acataba las órdenes de Giró y Berro. El Gobierno enton
ces del triunvirato (1) me nombró jefe de .Escuadra. Acom
pañó al nombramiento con mis despachos. En esta virtud,
marché con 45 marineros enganchados y una ballenera que
tomé en Nueva Palmira con 5 hombres y con cantidad de co
municaciones del receptor Laguna, armamento, etc., etc., di
rigiéndome en seguida al Arroyo Molo, (2) a donde 'llegué a
los 4 días de mi salida de Montevideo. •

(1) Dieh'> triunvirato lo formaban los generales Fructuoso Rivera y Juan Antonio Lava.
lleja y el coronel Venancio Flores.
(2) El Arroyo Malo está situado en el departamento de Paysandñ, sobre la margeu iz
quierda del río Uruguay, a imos tO kilómetros de la ciudad.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 101

El 10 del mismo mes de octubre, a las 11 de la noche y sin


"haber sido sentido, abordé la escuadrilla que allí se hallaba
•oculta. El primer ' buque abordado fué la goleta Constitución,
•que hacía de capitana. El jefe y los oficiales se encontraban
en aquel momento introducidos en la cámara; pero la tripula
ción estaba sobre cubierta, unos y otros entretenidos jugando.
Atacados de improviso y a la voz de: ¡abajn todos! los sometí,
poniéndoles centinelas bien armados y la pena de la vida ,?l
que intentara subir a cubierta. En la ,cámara puse también
cuatro centinelas, y después de considerar todo seguro y de
varias disposiciones tomadas, bajé a la cámara con mi ayu
dante don Laurindo Lapuente. Allí hice los cargos que creí
de mi deber a don José 'II. Caravia por las desobediencias al
Gobierno triunviro, etc.
Me contestó "que él no obedecía 'más que al Gobierno de
Giró y Berro y a nadie más". En ese momento y con la noche
muy obscura, pasaba para el Salto el vapor Progreso. Lo man
dé detener, y ordené que su capitán, don Diego Welf, vinie.se
a verme, .para que fuera testigo de aquel laberinto; porque
como yo sabía que el general Flores se hallaba en el Salto,
quería que además de la nota que yo le dirigía, el capitán
Welf lo informara de algunos pormenores. Al general solo
le decía "que el suceso se había efectuado con toda felicidad"
y le remitía .al mismo tiempo al comandante Caravia, preso.
El día 12 por la mañana llegó al Salto dicho vapor. El ge
neral estaba descansando. El coronel Rebollo, secretario enton
ces, recibió mi nota y con ella a Caravia.
Impuesto de lo que pasaba, me contestó devolviéndome a
Oaravia y ordenándome que , cumpliera las órdenes que el Go
bierno triunviro me había dado al salir de Montevideo. Yo no
quise tomar a mi cargo la responsabilidad de derramar san
gro, después de haber logrado tan buena operación sin nin
guna clase de desgracia.
Los junté a todos, exceptuando la marinería, y los desem
barqué en Paysandú. Hallándose allí entonces de Jefe Políti
co el señor coronel don Felipe Fraga y siendo el 23 de octubr >,
recibí órdenes del Gobierno, firmadas por el señor Ministro de
la Guerra don 'Lorenzo Batlle, dándome la noticia de haber
102 SETF.MBRINO E. PEREDA

muerto el general Lavalleja (1) y la orden de bajar a la Ca


pital con toda la escuadrila.
Rendí los honores fúnebres al finado y me hiee a la vela con
todos Ins buques para Montevideo. Al pasar por la Colonia,
con viento N. flojo, me vino un bote pidiéndome socorro de
parte del señor alcalde ordinario.
Arribé a la Colonia y di fondo.
Los señores don Lucas y don Gregorio Moreno y don Luis
tïil se habían levantado. Ъ'Л coronel Arenas, Jefe Político, >e
bahía fugado. Bajé a tierra 50 marineros, camipé allí tres días,
arreglé todo y embarqué a bordo a los sublevados Gil y los
Moreno ; repuse al jefe Arenas y me vine a Montevideo.
Hallé ejerciendo el P. E. solamente al general Flores, л
quien entregué los partes de la Colonia y los presos.
Al día siguiente me ordenó entregar bajo inventario la es
cuadrilla al señor Colector don José M. Muñoz. Así lo hice :
pagué y licencié toda la gente, marinería, etc., etc., y fui a des
cansar a mi casa, porque ni las gracias me dieron. Ocho días
después recibí órdenes del Ministro de la Guerra para pasar
a continuar mis servicios de Edecán del Gobierno, lo que ef ;i:-
tué hasta que tuvieron lugar los sucesos del 28 de agosto de/
1855, en que el general Flores salió a campaña y como i'mico
edecán lo acompañé hasta que renunció la Presidencia, si
guiendo con don Manuel Basilio Bustamante hasta su fin, y
después con don José M. Píá y también con don Gabriel An
tonio Pereira, el primer año de su Presidencia, 1850, hasta el
acontecimiento del desafío con el general Bernabé Magarifms
el 20 de febrero de 1857. En consecuencia de los sucesos de
Quinteros, tuve que emigrar a Buenos Aires por hallarme
comprometido. •
El general Flores marchó a Cepeda, dejándome de miem
bro del Consejo de Estado en Buenos Aires. Después de la ba
talla de Cepeda, Urquiza vino a poner sitio a Buenos Aires;
el general Flores tomó el mando de la derecha, y yo el de jete
de la artillería hasta el 11 de septiembre que Buenos Aires hizo
la paz con Urquiza.

t1) Su íallrcimirnio ocurrió oí 22, a las 3 «lo la tardn, encjntrámlnse va el palncio de Go


bierno.
GARIBALDI EX EL URUGUAY. 103

El general Flores aceptó el mando de una columna de 1.900


hombres al Sud de Buenos Aires y quiso que marchase con élr
junto con el general Fausto Aguilar, Sandes. Caraballo, Ma
nuel Carbajal. y en fin, todos los orientales. A fines de.lS'iO,
a pedido del Gobierno Oriental, se exigió al de Buenos Aires
el desarme de todos los orientales; éste defirió al pedido y que
damos todos en la pobreza.
Conseguí pasar a Montevideo, me fui al campo, al Paso del
Melino; pero perseguido más que nunca por el partido blane.ir
volví a ser desterrado, después de 'haber sufrido prisiones,
calabozos, pontón, etc.. etc.
Por fin, me llamó el general Flores a la Cruzada Libertado
ra y tomé el mando de la artillería hasta que entramos en Mon
tevideo el 23 de febrero de'186.">.
Cuando el general Flores fué asesinado (1). días antes ha
bía tomado yo el mando de las fuerzas y el Cabildo por orden
del mismo; restablecido aquello, el Gobierno me ordenó licen
ciar la gente, lo que cumplí, y pasé otra vez a ser edecán del
Gobierno de don Pedro Varela, hasta que entró don Lorenzo
Batlle, que me nombró jefe del Parque Nacional, (2) donde
concluí de aniquilarme con nú tuerte. ataque de apoplejía,
que aún me dura, pues conservo el costado izquierdo paraliza
do, que apenas me deja caminar, y esto me durará hasta que
baje a la tumba".
K\ 2.~> de marzo de 1872, obtuvo el merecido ascenso de co
ronel mayor, siéndole otorgado por el Gobierno Provisorio que
presidía el patricio don Tomás Gomensoro. (3) Dicho empleo
equivale actualmente al grado de general de división.

U) El 10 de febrero de 1808.
(2) Sin embargo, (GUIO consta en el documento que aparere en ntro lugar, el general
B>UlIe manifiesta que Pupuy figuró entre los autores del motín que debió esta'lar el lü de
julio de 1848, contrá el (;obienio de que el propio Batlle f»rmala parte como Ministro de In
Güeña y Marina. El hecho, pues, de que slendo Presidente de la República le haya dis
cernido un cargo de tanta confianza, revela que en el corazón de ese distinguido militar
no se anidaba el sentimlento mezquino del odio y la vengnnwi, sino el espíritu levantado
de la tolerancia y la justicia.
(3) El señor (.;omensoro reemplazó al general Raillc el 1.° de marzo de 1872, fecha en
que éste cesó en In Presidencia por expiración legal de le» cuatro años que nwca el artículo
75 de In Cons(itución de la República; pero aquel emininte ciudadano, ló'.o estuvo al freute
del Goblcino hasta el 15 de febrero de 1878, en que fuó sustituido por el Presidente de la.
Asamblea (.;eneral, que el 1." de marzo siguiente eligió al doctor don José E. Ellau>i.
104 ' SETEMBRINO E. PEREDA

Dupuy falleció el 13 de diciembre de 1878, víctima de la


dolencia que menciona en su precedente autobiografía, ha
biéndole rendido guardia dos oficiales, un tambor con la caja
enlutada y 25 hombres de tropa, vestidos de gala. En su sepa-
lio, que tuvo lugar el 14 a las 5 de la tarde, le hicieron los
honores los batallones 3.° y 5.° de Cazadores y una batería de
piezas de tren volante, sienflo mandadas esas fuerzas por ti
teniente coronel Máximo Santos.
Entre los concurrentes a la inhumación de sus restos, figu
raron el 'Gobernador Provisorio, coronel Lorenzo Latorre, sus
Ministros, numerosos jefes y oficiales y distinguidas persona
lidades.
Coc, Fourmantin y Dupuy, 'formaban, pues, una trilogía
de heroísmos marítimos, y era a todos ellos a quienes debía
reemplazar Garibaldi. Sin embargo, los dos últimos continua
ron prestando sus servicios al Gobierno Oriental, como resul
ta de las demás 'referencias qne dejamos consignadas. lo mis
mo que el entonces teniente 1.° Jorge Cardasi. de cuyas proe
zas marítimas tendremos ocasión de ocuparnos repetidas
veces.

De cualquier modo, ninguna de las acciones gloriosas rea-


1 iza das en las aguas del Plata por la naves orientales en 1841,
dejó un recuerdo tan indeleble como el que supo imprimirle
el jefe del Montevideano en los días 24 y 25 de mayo. Las re
ferencias dadas a conocer entonces por la prensa, y el testi
monio de numerosos defensores de la plaza que hemos tenido
ocasión de recoger después de cincuenta años de acaecido ese
hecho, lo evidencian concluyentcmente.
"El Nacional", en su número del día 25, además de elogiar
el comportamiento de la escuadra nacional, y de hacer hon
rosa mención del comandante del bergantín Perdra "por el
arrojo y pericia con que sostuvo un duro choque con los bu
ques contrarios en la mañana del 24", hablando de la vara
dura del Mo»tivideano, manifiesta que, a juicio de compet?n-
tes oficiales de marina, "Dupuy no pudo hacer otra cosa", y
que "desplegó coraje, pericia y serenidad a toda prueba, ha
GARIBALDI EN EL URUGUAY 10,5

hiendo tenido la gloria de batirse con casi toda la escuadra


en.'uiga, poniendo en fuga al bergantín Vigilante". Más ade
lante agrega: "Hemos recibido detalles directos y fidedignos
sobre la brillante conducta del capitán y tripulación del ber
gantín Montevideano. Armado con 6 cañones, 35 marineros y
10 soldados de línea, se ha cubierto de gloria, batiéndose solo
contra toda la escuadra enemiga que monta más de 40 caño
nes de grueso calibre. El decantado Browu, ha sido vencido
por la bravura del comandante Dupuy, y pudiendo haber to
mado al Montevideano, se ha retirado vergonzosamente a tiro
de cañón, llevando en su buque notables averías.
"A la habilidad del comandante Dupuy se debe la salva
ción del Montevideano, que está fondeado y no varado en el
puerto de la E^tanzuela, de donde saldrá fácilmente. No ha
tenido más pérdida que dos heridos, pero el poncho que lle
vaba el comandante Dupuy, está acribillado a balazos".
El suelto de la referencia, aludiendo a dicho jefe y a sus
colaboradores, ñnalizxi con estas palabras: "Ellos han celebra
do digna y heroicamente al glorioso 25 de Mayo."
El mismo diario, en su edición del 27, anuncia que el Mon
tevideano entró al puerto en la noche del 25, "habiendo na
vegado a la vista de los buques enemigos", sin que éstos "pu
dieran nada contra él", ni "se atreviesen a sacarlo de su fon
deadero de la Estanzuela. ni a acercársele para destruirlo a
cañonazos", pues si bien afirma Hrown no haber querido ha
cer fuego sobre la población de la Capital, los diarios de la
t'poca, inclusive "El Nacional", dicen que no tuvo semejante
reparo cuando dicho bergantín.goleta se dirigía a la rada y
ésta se hallaba llena de gente.
"El Constitucional" se pronuncia también en frases enco
miásticas para Dupuy y sus compañeros, y hace resaltar la
bravura del subteniente Frutos Rivera, del 2.° de Infantería,
que iba a bordo y que a pesar de tener apenas 16 años de
edad, rivalizó en coraje y audacia con los más avezados en es
ta clase de refriegas.
En conclusión : fué tal el entusiasmo que despertó la de
fensa del Montevideano. que al día siguiente se enrolaron mu
chos voluntarios en la Escuadra Nacional. No obstante, me
rece citarse muy especialmente el caso de un marinero fran.
1 Об SETEMBRINO E. PEREDA

cés que se presentó a la Capitanía del Puerto pidiendo entrar


al servicio de dicho buque. Habiéndosele ofrecido el engan
che, esc digno hijo de la tierra que consagrara los derechos del
hombre, repuso noblemente: "No quiero más recompensa que
ir a servir con mi paisano el comandante Dupuy". Y luego
añadió: "Venga mi papeleta, que aquí tengo un patacón pa
ra pagar un bote que me lleve a bordo".
LA ESCUADRA DE BUENOS AIRES

SUMARIO: —Arribo a Montevideo de los buques de Eosas.—Inacti


vidad de los mismos.—Visita a bordo de su nava capitana por
una comisión d3l comercio de dicha plaza.—Brown pona a
precio su escuadra para pasarse al Gobierno Oriental.—Prue
bas de esto aserto. —Digna actitud dal Poder Ejecutivo —Una
defensa sospechosa.—.Regreso a Buenos Aires de las naves ar
gentinas.—Visita de Manua'ita Rosas a la "9 de Julio".—Co
mentarios qus provoca.—Otras informaciones.

Brown, que había permanecido inactivo desde su último


combate con la escuadra de Coe, resolvió hacerse a la vela el
6 de marzo de 1842 con rumbo al puerto de Montevideo. Tu
vo, no obstante, que detenerse en la Colonia, donde fondeó H!
11 con la corbeta 25 de Mayo, la goleta 9 de Julio y los ber
gantines Echagüe, Belgraao y San Martín, a causa de una
tentativa de sublevación que se produjo a bordo del primero
de dichos bergantines; pero no pudo lograr su intento de me
dir nuevamente sus fuerzas con las de su antiguo camarada y
subordinado, porque éste no se alejó de la isla de las Ratas y
su avance habría resultado arriesgadísimo, desde que la es
cuadra oriental, amparada por la fortaleza del Cerro, hubie
ra hecho desventajosa su situación.
El arribo de parte de las naves argentinas al puerto uru
guayo se efectuó en la mañana del 12, fondeando al S. .•l
Belgrano, el San Martín y la 25 de Mayo. A las 8 afirmaron
la bandera de su país, y haciendo señal el primero de dichos
buques, se pusieron a la vela los otros dos hacia donde se ha
llaba el jefe, no descubriéndose en el horizonte más embarca
ciones 'pertenecientes a la escuadra enemiga. El 15 se conser
vaba aún en la misma posición, pero en número de cinco, des
pués de habérsele incorporado la Palmar. El 19, volvió 'el al
mirante a presentarse a la vista de la bahía con dos buqujs
108 SETEM BRINO E. PEREDA

de 'su mando. Allí so mantuvo hasta el 28 por la mañana,


pues a las 7 de ese día, se hizo a la vela con todos ellos, na
vegando con proa al SSE., hasta perderse de vista, y el Sol
se puso sin que hubiera vuelto a descubrirse en lontananza.
Pero el 6 de abril, a mediodía, al mando de cinco buques,
reapareció frente al puerto, fondeando a unas cuatro millas
al SE. del mismo. (1)
El coronel Antonio Díaz, que refiere varias tentativas
hechas por los partidarios de Rosas a sus adversarios a fin de
atraerlos a sus filas sin reparar en medios. manifiesta en su
"Historia Política y Militar de las Repúblicas del Plata"
que la defección de Brown se consideraba en esa época como
un hecho.—"Л'éaзe,—consigna.—lo que se decía -por persona
de crédito:

"Montevideo, 30 de abril de 1842.

Después que el 21 echó a tierra el almirante Brown a don


F. Barata en un bote pescador a las 11 de la mañana, todo
ha sido en esta plaza alboroto, apuestas y disputas.
Juan tJowlaud, José María Estévez, la mayor parte de los
ingleses y unitarios emigrados. Lafone, etc.. todos apuestan
y aseguran la defección del almirante del Gobierno Argentino
con todos los buques que están a sus órdenes. A este paso se
le da el colorido de que no es una traición la que hace, sino
que debe mantener sus buques con el pabellón argentino has
ta tanto haya un cambio en el Gobierno de esa República. Se
ría cansado referir a usted porción de pormenores que se ci
tan para hacer más creíble este negocio ; uno de ellos es que
el acuerdo está firmado por el mismo almirante, a quien de
berán entregársele trescientos mil pesos, para él, su oficiali
dad y tripulación.
Estévez tiene en su poder sesenta mil patacones recaudados
de varios individuos contribuyentes para este negocio (esto
es un hecho) y se le espera ver aparecer de un momento a otro;
pues aunque por los buques y paquetes llegados de esa se sa
be estuvo o está en tierra, no por eso lo creen menos, y tli-

(1) Véase «E! Compás•, numeros 187, Ш. Ь9, 1»J y luí.


GARIBALDI EN EL URUGUAY 109

cen que a la salida del bergantín francés que llegó de esa


ayer, quedaba embarcando las familias de los oficiales para un
convite quo daba a su bordo, pero que tenía por objeto librar
las del enojo que causaría indispensablemente al señor Go
bernador una jugada tan pesada como la que le hacía su al
mirante.
No obstante, tal suceso no ha mejorado nuestra situación,
porque no se habla sino de preudiciones, porque se trataba da
un movimiento, de venida de tropas de esa, para desembarcar
en esta plaza, etc. ; la vigilancia es doble ; a las ocho de la no
che hay patrullas de 15 hombres de infantería con un oficial,
y también de caballería más tarde; el fuerte de San José tie
ne cañones abocados al puerto para defender su entrada. 131
general Medina está con su fuerza en Pajas'Blancas, llegado
ayer noche, a solicitud de este Gobierno: se agarra a troche
y moche a todo hombre que no tenga cónsul que lo reclame, y
aún a éstos mismos, y se les pone en la Guardia Nacional de
Caballería, etc., etc." (1)

El coronel Díaz añade, como único comentario, las siguien


tes palabras: "Conocido el carácter del general Brown, esta
patraña no podía tener otro objeto que un tiro directo a 'a
susceptibilidad y la desconfianza del general Rosas, y al ge
nio atrabiliario del general Brown para que por lo menos de
jase el mando de la escuadra."
No puede ponerse en duda que se trataba de una gestión
seria, puesto que ella se relata con toda minuciosidad, no só
lo en 'la carta 'transcripta, sino también, y muy especialmen
te, en un documento de la época, suscripto por don Julián de
Paz, encargado de -negocios del Gobierno de Corrientes en
Montevideo.
Este último documento, dice así:

t1) Obra citada, Ionio V, prtginas 1Я4 y 185.


HO SETEMBRINO E. PEREDA

¡Patria! ¡Libertad! ¡Constitución!


El Encargado de Negocios del Gobierno de Corrientes,
Montevideo, abril 24 de 1842.
Al Excmo. señor Gobernador y Capitán General de dicha
Provincia, brigadier don Pedro Ferré.
Tengo el honor de comunicar a V. E. que a pesar del retrai
miento en que me he conservado de los negocios públicos, a
consecuencia de la incomunicación en que he estado con
V. E.. por las relaciones que he conservado, he sido informa
do del buen éxito .de una negociación entablada por el Gobier
no Oriental con el general don Guillermo Brown, jefe de 'a
escuadra de Rosas, para que se separe de la causa del tiran.i.
El resultado ha sido sumamente satisfactorio, y pone de in
mediato el día glorioso en ilne el general Brown dé en las
aguas del Río de la Plata el grito de libertad. El general reci
be doscientos mil fuertes a título de indemnización por las
propiedades que a él y sns oficiales les serán confiscadas eл
Buenos Aires, y someterá la escuadra de su mando al jefe o
Gobierno -Argentino que esté en operaciones sobre el tirano
Rosas, tremolando el verdadero pabellón argentino en lugar
del manchado con letreros de muerte que el tirano le había
sustituido. Se ha hecho a la vela ayer con dirección a Buenos
Aires para salvar a su familia y a las de sus oficiales de la có
lera de Rosas y ver si logra capturar el resto de la escuadra
que está fondeada en aquella bahía. Este negocio ha sido ini
ciado y concluido por agentes del Gobierno Oriental en los días
20, 21 y 22 del corriente.
El general Brown se ha decidido a ohvar contra el tirano
por las horrendas degollaciones que éste hace perpetrar en
Buenos Aires y que exceden a toda ponderación, y aún más,
por haberle fusilado a sus prisioneros del Cagancha, cuyas
vidas él garantió y sobre cuyo hecho reclamó, y recibió contes
taciones agrias y ofensivas.
Hste fausto suceso (que todavía es un misterio y conviene
sin dudas que lo sea), pondrá al colmo el furor de Rosas y te
abrirá la brecha más honda y dolorosa que ha sufrido. Perde
rá su predominio en las aguas del Plata; y los ríos Uruguay
y Paraná quedarán libres de su influencia, y un valiente ge
GARIBALDI EN EL, URUGUAY 111

neral con una poderosa escuadra sostendrá los conculcados de


rechos de la Patria.
Los ultrajes que Rosas prodiga a la persona de S. E. y a
las de los generales Rivera, López y Paz, y las matanzas horri
bles que hace perpetrar, demuestran que algún otro suceso le
desespera.
Deben, sin duda, ser ciertos los movimientos que se prepara
ban en Chile, sobre bis provincias interiores y que a esta fecha
deben haberse efectuado, según noticias muy recientes que se
han recibido. .
Réstame felicitar a V. E. por sucesos tan prósperos que pre
paran la pronta caída del tirano y el triunfo de la causa san
ta de la libertad.
Dios guarde a V. E. muchos años. Excmo. señor.—JULIÁN
DE PAZ.
Esta tratativa de defección, la vemos confirmada en varias
publicaciones de diversa índole; pero no está probado que ha
ya sido el (íobierno Oriental el que la promovió ni que ningu
no de sus agentes interviniera a ese fin. Por el contrario, con
excepción del señor Paz, todos afirman que fueron elementas
extraños al P. E., aunque enemigos de la tiranía de Rosas, los
que realizaron trabajos en ese sentido. En descargo de Brown
se invoca, sin embargo, el testimonio de un testigo anónimo,
que si bien constata el hecho, quiere despojar al almirante de
toda responsabilidad.
¿ Quién es ese defensor oculto del Comandante General en
Jefe de la Escuadra de Buenos Aires? No lo sabemos, porque
ha tenido buen cuidado de guardar la incógnita y nadie ha
hecho público su nombre. Apenas se consigna que formó entre
los opositores del déspota y que se hallaba confinado a bordo.
He aquí cómo narra lo sucedido :
"Una tarde, hacia el 21 de abril de 1842, en que el cielo es
taba despejado y el horizonte sin celajes, mientras contem
plábamos desde el bergantín Belgrano, de la insignia, el pano
rama admirable que ofrece el puerto de Montevideo y la for.
taleza del Cerro, que se destaca a la izquierda del espectador,
vimos salir de aquél, con brisa SE., una goleta mercante eori
bandera sarda, la que ancló a tiro de fusil, desprendiendo un
bote del costado con dirección a nuestro buque. Al ac.ercárso.
112 SETEM BRINO E. PEREDA

nos, un hombre 'perfectamente vestido, y extranjero por el


aspecto, enseñando un oficio, que llevaba en la mano, p id tí
permiso para atracar.
"El oficial de cuarto, Guillermo Craig, púsolo en conoci
miento del almirante, ocupado a la sazón en el arreglo de sus
papeles, y el cual, apareciendo luego sobre cubierta, contestó
afirmativamente.
"Entregado el pliego en el portalón, el desconocido que-ló
en su embarcación esperando la respuesta.
"Brown rompió el sello allí mismo a presencia de los ofi
ciales, y, apenas enterado de su contenido, que era extenso al
parecer, una sonrisa vaga animó su fisonomía, y asomándos^,
habló al del bote: "Diga usted a esos caballeros, que bajo mi
palabra de honor pueden' venir a bordo si gustan—agregando
—por escrito no lo hago, y si tienen desconfianza, pueden vol
verse a tierra".
"Como es de suponer, la oficialidad escuchó todo esto, sin
darse cuenta de lo que pasaba, haciendo cada uno su jui.-io
reservado.
"Ya obscurecía, cuando el esquife misterioso volvió a nues
tro bordo. Al saberlo el almirante, mandó hacer zafarrancho
de combate, y cubriendo todo el mundo su puesto cual si el
enemigo estuviese al frente y con los cañones cargados según
ordenanza, recibió a tres caballeros (cuyos nombres silencia
mos) los que, una vez en el puente, al aproximarse a Brown,
que vestía su uniforme de gala, descubriéndose el de ojos azu
les, fisonomía rubicunda y vivaz, le dirigió estas palabras coa
elocuente despejo: ''¡Al héroe de las aguas del Plata, al ven
cedor en ellas del poder de la España, al esclarecido general
Brown, los proscriptos argentinos saludan!"
"Manifestaron en seguida que el objeto de su visita no se
relacionaba con la política, sino que teniendo encargo d-Л
comercio de Montevideo para darle algunas explicaciones,
rogaban les acordase una breve conferencia en la cámara.
"El general, después de inclinarse respetuosamente accedió
con visible dificultad, pues que hubiera preferido no pasaran
adelante, declarando en alta voz que lo haría en la inteligen
cia de no oir una sola palabra sobre los acontecimientos politic )s
del Rto de la Plata—i/ que, si violaban dicha limitación, no ol
vidasen que <ra un jefe a las órdenes del Gobierno Argenii-
GARIBALDI EN EL URUGUAY 113

14

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G»n1BALDi-8
114 SETEMBRINO E. PEREDA

no—y de consiguiente, excusaba discutir si il general .Rosas


era o no dictador— añadiendo algo exaltado: "Yo no le hic-e
Gobernador, señores, sino los hijos de aquella República— •/
habiendo jurado defenderla mientras pueda, estoy en mi com
promiso, y con la bandera argentina al tope de esta dirisión
hago la guerra a un pabellón cstraño, que, unido al francés. 'a
hostilizó antes que yo pisara el puente del " Bclrgrano". Ahora,
si ustedes y el comercio cuyo nombre invocan, pretenden que
abandone la defensa de mi Gobierno, pues repito, la personali
dad de Rosas no la reconozco para nada,—hagan la paz, o en
su defecto, el Gobierno Oriental desarme sus buques. que acto
continuo volveré a tierra a descansar, pues que soy viejo, co
mo ustedes lo ven, y mucho lo necesito",
"Tales fueron las palabras pronunciadas por el general
Brown, ya en la cámara de su buque, al enterarse de una lar
ga petición del alto comercio de Montevideo, que iba firmada
hasta por su hijo Guillermo, que lo ejercía en aquella plaza.
"¿ A qué meditaciones no se presta este lenguaje franco y
noble, a la vez que honroso a la fidelidad de un antiguo servi
dor? Aunque indiferente a los halagos del oro y a las aspira
ciones ilícitas. debió sufrir atrozmente su corazón de -padre,
para no traicionar esa fe, que le merecía la palabra empeñada,
al ver figurar el nombre de su propio hijo entre los que malde
cían a Rosas.
"Sus sagaces interlocutores, tentaron más de una vez arras
trarle al terreno ingrato de la política, salpicando la entrevis
ta con alusiones casi directas. como aquella de .que el pabellón
que daba sombra a sus canas ilustres, no era el mismo de Mar
tín García y Juncal, pues que entonces lucía los colores puros
del firmamento, en lugar de los cuatro bonetes rojos y lema de
muerte con que lo mancillaban en la ocasión los caprichos 'le
un déspota sombrío.
"Pero el viejo lobo, inconmovible como una roca, esquivó el
arpón dorado que le quería hacer presa, manifestando que esos
distintivos sólo correspondían a la Bandera Provincial do
Buenos Aires, como los tenían en las suyas las otras tres tb-1
litoral, para uso de su respectivo cabotaje, sin necesidad do
apropiarse la general, y. levantándose del asiento después .le
guardar les oficios referidos, con alguna otra carta, dando un
golpe en la mesa-. "Señores, dijo, les recuerdo otra vez que
GARIBALDI EN EL URUGUAY Ц&

pisan un buque, cuya dotación tiene que obedecer las órdenes


del Gobierno de Buenos Aires.—Quedo impuesto de su comi
sión, habiendo escuchado a ustedes más de lo lícito y con ta
franqueza que me caracteriza, les he dado mi 'opinión acerca
de lo que deben hacer. Por mi parte, y sin demora, voy a po
ner estas notas en conocimiento de mi Gobierno—pidiéndoles,
por lo tanto, no abusen más de mi indulgencia ¡t tengan a bien
retirarse, a menos que prefieran ir en persona a verse con el
general Rosas en Palermo".
"La actitud resuelta del almirante pasmó a los audaces emi
sarios, quienes más que de prisa se pusieron de pie, expresá n-
dole uno de ellos, al subir, que habían llevado una cantidad do
vitualla fresca, como carne, verdura, aves y algunos lechones
para regalo del equipaje, a nombre del comercio extranjero,
grato a la disposición pacífica que asumía a su respecto la es
cuadra argentina.
"Brown, herido en esa monomanía fatal y casi ridicula que
era un sentimiento profundo de su organismo, aunque feliz
mente no afectaba lo respetable de su carácter, replicó sin va
cilar: "Nada, nada, señores-, sus víveres han de estar envene
nados, y no quiero que mis muchachos perezcan",
"Así terminó aquella conferencia diversamente apreciada,
y que tanto le realzara entre sus propios adversarios políticos,
sin excluir al que traza estos Apuntes. quien, destinado a ч u
bordo por disposición de Rosas, en castigo de haber seguido a
los generales Lavalle y Paz, quedó prendado para siempre de
aquel héroe por este rasgo de adhesión, que, presenciándolo ^n
cumplimiento del deber militar, 'puso de nuevo ante sus ojos
que la honra y el patriotismo se podrán negar alguna vez, pe
ro jamás dividirse !
"Л. Lucifer mismo debemos servir con sinceridad' cuando
se ha comprometido la palabra, inculcaba en su trato fami
liar con los subalternos,—dicho que llegando hasta Rosas, era
repetido por éste con tono de zumba: "Si soy el Diablo en el
sentir del viejo Bruno!"
"Vuelta la gente al orden regular del servicio, era ya muy
avanzada la noche, cuando el general mandó se echaran seña
les para llamar a bordo al comandante Pinedo, del Echagüe,
fondeado a medio cable por su popa.
"Una vez en la cámara, presentándole esos pliegos, dijo coa
SETEM BRINO E. PEREDA

soma: "Corontl, hemos tenido los enemigos a bordo de este


buque,—infórmese de s» tenor, y redacte el despacho con que
los elevaremos al Gobierno para que sepa el propósito de 1aч
honorables visitantes".
"Pinedo reunía ciertos títulos para merecer esa confianza
jamás prodigada por Brown. Hirvió a sus órdenes en la gue-
rra con el Imperio vecino; era hermano del Inspector General
de Armas del Dictador; había visitado la Irlanda a principio
de 1817, cruzando contra 'la bandera española, y en especial,
poseía el inglés. siendo, además, un marino entendido,—an
tecedentes que influyeron para hacerse escuchar con deferen
cia cuando le dijo: "Mi general, pronto a cumplir los manda
tos de V. <S., me permito observarle, ahora; que sería de opi
nión que estos papeles fuesen entregados personalmente al te
nor Gobernador Rosas, en vez de enviarlos al delegado doctor
Arana, y me fundo en que él desea siempre conocer antes q'i".
nadie emergencias como la presente".
"Brown, pasado un momento de reflexión, aceptó la idea,
añadiendo: "coi/ a disponer que la escuadra se ponga a pique
para dar la vela así que amanezca. Entretanto, saque tist \<ti
•una copia cuidadosa del contenido de ratas notax para man
darla a nuestro arribo en Valizas bajo pliego cerrado, reser
vando los originales hasta que el general Rosas los reclama
.con persona de su entera confianza".
"Esas medidas cautelosas eran aconsejadas, porque, firmán
dolas hombres respetables y caracterizados de Montevideo. s<'
trataba de obviar un extravío que dejara en ridículo al almi
rante, caso de negar o esquivar aquéllos la responsabilidad de
un acto tan serio.
"Estaban aún frescas las impresiones de la máquina inle?-
nal, en que se habían falsificado por mano oculta, pero diestrn.
el sello, las armas y aún la firma del cónsul de Portugal".
Para que la palabra del defensor del general Brown no fu.;-
ra sospechada de parcialidad y mereciese la fe que inspira rl
testimonio de los hombres honrados, huibiera sido necesario
conocer a su autor. El anónimo, en tales casos, no sienta bien
en una persona llamada a esparcir la luz sobre un suceso de tan
trascendental importancia.
Si en realidad fué 'enemigo político de Rosas y si Brown
rechazó con dignidad la proposición desdorosa que se le for
GARIBALDI EN EL URUGUAY 1]7

mulaba, ¿a qué esconderse entre las penumbras? Lo natural


y honroso hubiera sido arrojar el antifaz y presentarse a cara
descubierta.
¿Quién no dice, en virtud de su ocultación, que se trata d?
un recalcitrante federal y no de un ex unitario aprisionado?
¿ Por qué si Brown no estaba dispuesto a oir proposicionjs
por parte de los comisionados del comercio de Montevideo
aceptó su representación?
¿Cómo se explica que si les .previno que no deseaba que se le
hablase ni una sola palabra sobre los asuntos políticos de actua
lidad, consintió pasivamente el reproche que importaba recor
darle que el pabellón que daba sombras a sus canas no era el
mismo que había Hameado victorioso en Martín García y ,>!
Juncal?
Si era ese su propósito, debió cortar aquella entrevista a
raíz de tan mortificante ironía, o replicarles de inmediato que
estaba dispuesto a hacerles abandonar su buque si í1O sabían
conducirse con más corrección y respetar su conducta y la
personalidad del Gobernador de Buenos Aires. Pero es el caso,
—si hemos de atenernos al cronista anónimo de la referencia,—
que aceptó sin violencia la visita de los comisionados y empL>:>
un lenguaje más propio de un palaciego que de un marino de
su rango.
Debemos creer, por lo tanto, que aquella conferencia fué
de su íntimo agrado, y que si no se cerró trato definitivo algu
no, se debió únicamente a no haberle convenido la cantidad y
bases propuestas.
El general Paz, por su parte, da una versión muy distinta,
aunque en el fondo concordante con la posible defección de
Hrown. Vamos también a consignarla como dato ilustrativo,
sin perjuicio de analizarla en breves términos seguidamente
En sus citadas Memorias postumas, después fle ocuparse d¿
varias cuestiones relacionadas con los sucesos del Plata, Entre
Ríos y Corrientes, se expresa así:
Otro incidente de diverso género tuvo lugar en esta época
fecunda, que pudo haber influido poderosamente en el éxito
favorable de la guerra, y que se inutilizó completamente, por
nuestras desgraciadas divergencias. Hablo de la negociacK"i
que el almirante Brown, 'que mandaba la escuadra de Rosas,
entabló con el Gobierno de Montevideo. Según ella, el almi.
118 SETE.MBRINO E. PEREDA

rante y la escuadra debían dejar el servicio del dictador, sin


•dejar el pabellón argentino, mediante la suma de doscientos
mil pesos fuertes que se le darían para gratificar las tripula
ciones. Esta negociación, cuyos detalles no son bien conocidos,
ha sido el objeto de mis más prolijas indagaciones, y de todo
he deducido, que fué iniciada de buena fe por el general
Brown, con el decidido fin de separarse de Rosas y pasar :il
partido de sus adversarios políticos, sin abjurar por eso su na
cionalidad, ni dejar de ser argentino.
Si para esto se dirigió al Gobierno de Montevideo, debió ser
porque hallándose muy distante del ejército de reserva, no
podía comunicarse ni con el . Gobierno de Corrientes, ni con
migo, y porque el Gobierno de Montevideo era el único que
podía por entonces hacer efectiva la condición del dinero, que
sin duda creía necesario para que sus subalternos lo siguiesen.
Sin eso, es probable que con nadie mejor que conmigo se hu.
Jbiera entendido.
El viejo almirante Brown sirvió siempre con fidelidad a la
causa de la libertad, en época anterior. Cuando la revolución
de diciembre, mereció tanta confianza al general La valle, que
le dejó el gobierno en delegación mientras él salía a campaña,
y lo desempeñó leal y satisfactoriamente. Cuando tomó servi
cio con Rosas, fué cuando el bloqueo francés, y a nadie admi
rará que un inglés se alistase en la bandera opuesta a sus ene
migos tradicionales.
Después combatió contra el Elstado Oriental, que estaba en
guerra con la República Argentina, o contra Rosas, si se quie
re; mas, en su calidad de extranjero originario y argentino
adoptivo, y en su limitado alcance político, no es de extrañar
que no llegase a esas distinciones, que a los demás nos habían
puesto las armas en la mano, asociándonos a los orientales. El,
no veía más que la bandera de la patria de su adopción, y otra
que le era contraria. He aquí el motivo y la explicación de
sus procederes.
No fué así, cuando ocupada la ciudad del Paraná por nues
tro ejército, decididas las Provincias de Corrientes, Entre
Ríos y Santa Fe, y en vísperas de armar una fiotilla argenti
na que hubiera sido opuesta a la que él mandaba, vió entre
sus contrarios tremolar el pabellón a que él había dado no
pocas glorias. Creyó entonces que podía sin deshonor dejar el
CARIBAL DI EN EL URUGUAY 119

servicio del Dictador, sin abandonar sus antecedentes, sus


compromisos y su bandera. Así fué, que un capítulo expreso
de sus proposiciones, era que conservaría su escuadra el pn.
bellón argentino, bajo el cual había combatido siempre.
Estando las cesas tan adelantadas, que el asunto del diner >
estaba pronto y allanado, y que el convenio parecía próximo
a su cumplimiento, repentinamente lo abandonó Browu, re
tirando sus proposiciones y negándose a toda ulterior inteli
gencia. No puedo menos que creer que la causa de este cam
bio fué el conocimiento que tuvo en esos momentos de los su
cesos de la 'Bajada. Desde entonces percibió que la oposición
argentina a Rosas era impotente y estaba vencida. 'El. retro
cedió, porque no combatiendo al lado de argentinos y bajo lj
bandera de su Patria, juzgaba que era tma traición el paso
que había meditado.
Si Brown hubiese obrado de mala fe. y sólo se hubiese pro
puesto, como han pretendido algunos, dar un chasco al Go
bieino de Montevideo, arrancándole una buena suma de di
nero (fuera de que no es de ningún modo admisible esta su
posición en el honrado carácter del viejo almirante), nada !e
estorbó que pudiese hacerlo, y por lo menos, en una gran par
te, que estaba pronta para serle entregada. Además de que,
en tal caso, sería preciso convenir en que inició la negociación
con autorización o consentimiento de Rosas ; lo que no es creí. '
ble en este hombre desconfiado, que no quería poner a prue
ba los sentimientos del antiguo gobernador delegado del ge
neral Lavalle.
Acaso también contribuyeron al malogro de la negociación,
las imprudencias del Gobierno de Montevideo, la publicidad
que se dió al asunto, y otras necedades muy propias del des
greño e incapacidad del Ministro General, principa} y único
resorte de la administración de entonces. Quizá he hecho mal
circunscribiéndome en cierto 'modo a esa época, pues que la
falta de secreto y circunspección, parece hereditaria en todos
las administraciones de Montevideo, y durable in socenla soc.
Culornin.
Una razón poderosa, al parecer, puede 'oponerse para co'n.
batir mi modo de pensar, y es que no se supo que Rosas le hi
ciese cargos, y que lo conservó en el mando que tenía. A lo
primero contestaré que Brown era un hombre necesario para
120 SEÏEXIBRIN'O E. PEREDA

Rosas, pues que no tenía otro que mandase su escuadra; que


a pesar de lo sucedido, miraba en él un hombre de coraz i i
sano, e incapaz de un profundo y dilatado disimulo; que de
bió considerar que su extravío era momentáneo, 'y que aún
pudo atribuirlo a esos padecimientos mentales que lo domi
naban, sobre ciertos puntos y a ciertos intervalos.
Es de creer que si lo conservó en el mando, tuvo buen cui
dado de rodearlo de hombres de su plena confianza, como ;1
famoso Alzogaray, y encargar el mando particular de los bu
ques a oficiales adictos y comprometidos. Además, Rosas te
nía demasiada pe -spicacia para conocer que habiendo des
aparecido el poder propiamente argentino que lo combatía,
Brown no volvería a caer en la tentación de dejarlo.
Últimamente, si hubiese preferido castigarlo, naturalmence
lo 'hubiera hecho, -según su sistema de arbitrariedad y de
irresponsabilidad, sin instruir un proceso, ni observar forma
alguna ; mas esto, no era tan sencillo tratándose de un hom
bre tan espectable como el almirante Brown, relacionado con
extranjeros, inglés de origen, y que estaba rodeado del pres
tigio de célebres victorias. Es, pues, fuera de duda que quiso
Rosas cerrar los ojos sobre este negocio, o que si lo miró, To
hizo como sobre un hecho sin importancia y sin consecuencias.
Sin embargo, los padecimientos mentales del almirante
• Brown se agravaron, y debe advertirse que su mal consistía
en sospechar de los que lo rodeaban, suponiendo que querían
envenenarlo. Todos recordarán las precauciones que tomaba,
llegando hasta el panto de preparar por su mano la comida
que había de alimentarlo. Y cuando hacía esto un jefe de un
valor a toda prueba, que no economizaba su persona en lo más
rudo del combate, ¿no es natural creer que su enfermedad
provenía de un antiguo y arraigado sentimiento de descon
fianza, . avivado aún por los últimos sucesos. el cual lo había
preocupado contra los hombres de que lo había rodeado Ro
sas, y contra Rosas mismo? Lo particular es que fuera de es
to, el general Brown discurría siempre con acierto, y no se íe
podían negar sus aptitudes para dirigir una división naval
en las aguas del Plata, teatro en otro tiempo de sus hazañas y
de su gloria.
Hay otro antecedente digno de notarse, y es que jamás co
metió el almirante Brown actos de crueldad, y antes por rl
GARIBALDI EN EL URUGUAY 121

contrario, manifestó decidida aversión a ellos, sin que Rosas


lo reprobase, ni se los exigiese, como lo hace con todos sus ge
nerales. Esto prueba que Brown era una excepción, y que el
Dictador tenía un modo particular de considerarlo. Si hubo
algunos, fueron practicados por sus subalternos, sin su eoii.
sentimiento, ni participación. Tampoco se le advirtió jamás
esa animosidad feroz e insensata contra los unitarios, que tan
to inculca Rosas en los que le obedecen. Todos los esfuerzos
hostiles del general Brown, sin ultrapasar de lo que exigen
los usos de la guerra, se dirigieron contra la escuadra y cos
tas orientales, que juzgaba enemigas de su patria adop
tiva. (1)
Como se ve, dos son las versiones de que se hacen eco el co
ronel Díaz y el general Paz, una de ellas de origen particu
lar y la otra de carácter oficial, pero ambas concordantes on
cnanto a la actitud atribuida al almirante Brown de pasarle
con su escuadra a la causa de Montevideo.
No es verosímil que el propósito de ese ilustre marino, al
pretender que los buques de .su mando continuasen con 'a
bandera argentina enarbolada, fuera, como lo dice 'el general
Paz, por el hecho de ser ciudadano adoptivo del vecino país
y porque ello no significaba una traición.
¿Cómo se explica que si procedía de buena fe solicitara del
Gobierno Oriental una fuerte suma de dinero para sus tripu
lantes, como lo dice el propio general Paz, o para él y sus su
balternos, como lo consigna el coronel Díaz?
Si realmente se proponía ponerse al servicio de los princi
pios y de la libertad, volviendo sus armas contra el tirano de
Buenos Aires, no debió, bajo ningún pretexto, requerir suma
alguna de dinero a sus adversarios de la víspera, puesto que
esa exigencia, ante los ojos de la sana moral política, impor
ta tanto como una venta al enemigo.
La negativa del Gobierno Oriental, que tanto censura el
general Paz, en vez de crítica, debió merecerle entusiastas
elogios, desde que, como muy bien lo ha dicho el doctor Tomás
.Manuel de Anchorena, "ningún gobierno hace sólidos progre
sos desviándose de la senda de la verdad y buena fe. Los triun
fos que se obtienen por medio del engaño y la supercherh.

(lt Memoria» júslumua, tomo IV, ptfgímis !i7 y signientrs, cdii.ii'n dc 18ÜÍ.
122 SETEMBRINO E. PEREDA

•son muy efímeros, y son ellos mismos los que preparan la


ruina de sus autores".
Tampoco podría invocarse, para cohonestar ia Conducta d>l
Gobierno, en caso de haber aceptado la proposición de Brown,
los momentos críticos por que atravesaba el Río de la Plata,
puesto que, como lo dijera otro .pensador argentino en el
Congreso de su país,—el doctor Juan Ignacio Gorriti,—" >1
pretexto de las circunstancias es el efugio de todas las cosas
que no pueden justificarse de otro modo. A las circunstancias
ocurren los tiranos para disculpar sus violencias. Las circuns
tancias han sido instrumento con que han jugado los directo
res para violar todas las garantías sociales y que nos han he
cho correr por espacio de 16 años de un precipicio a otro".
Don Joaquín Suárez, de una austeridad de carácter inque
brantable, de un civismo no discutido y de una moralidad
proverbial, reemplazaba en esos momentos, como Presidente
del Senado, al de la República, que lo era el general Rivera,
y al rechazar los servicios de Brown al precio de $ 200,000,
procedió, como deben hacerlo todos los gobernantes honestos,
correcta y patrióticamente, porque el buen ejemplo debe par
tir desde las alturas para que se haga carne en la conciencia
del pueblo.
Por otra parte, debió hacerse sospechosa la conducta de
Brown, desde que pretendía que sus buques continuasen izan
do el pabellón argentino.
El almirante sabía perfectamente, por lo demás, qu»
en tiempos para él más felices y honrosos se le habían tri
butado honores merecidos, como resulta de los siguientes do
cumentos :

Ministerio de Relaciones Exteriores.—'Montevideo, noviembre


21 de 1829.
Sabedor el Gobierno del arribo de V. S. a las playas del Es
tado Oriental, acaba de ordenar que las justicias de la Colo
nia del Sacramento y cualquier otro pueblo a donde desde
allí le conviniere transportarse, como puede, le reciban y hos
peden con las atenciones debidas a su rango en la República
Argentina, y le guarden todas las que su situación particular
demandare o sus negocios exigieren en cualquier sentido : en
&AKIBALDI EN EL URUGUAY 123

lo que el Gobierno nada menos cree que haber hecho algo de


comparable a la gratitud y admiración con que los pueblos
orientales contemplan el nombre de V. S. en la primera lista
de los bravos que le ayudaron a fundar su independencia
soberana.
Tengo particular satisfacción, etc. — FRUCTTOSO RI
VERA.

Señor almirante don Guillermo Brown.

Honorable Asamblea General Constituyente y Legislativa 'd;l


Estado.

Proyecto de Ley.—Artículo 1.° La casa de propiedad del


almirante de la República Argentina don Guillermo Brown,
destruida durante la guerra por el Gobierno brasileño en la
Colonia del Sacramento, será reconstruida y mejorada ÍM
cuanto lo permita su antigua planta, a expensas del Estado.
Art. 2.° Se emplearán en esta obra con preferencia, los des
pojos de la fortaleza levantada por las tropas imperiales en
la misma plaza, precediendo su demolición, según lo dispues
to por la H. A.
Art. 3.° En la puerta principal del edificio se fijará la si
guiente inscripción:
La verdadera gratitud del Pueblo Oriental al vencedor del
Jmical.—RONDEAU. — ( P . A.) Jose E. Zós.—Montevideo,
noviembre 24 de 1829.

De los hechos relatados por 'el coronel Díaz y los señores


Paz, resultan claramente dos cosas: que el almirante Brown
intentó • pasarse con sus buques, previa una fuerte compensa
ción en dinero, y que el Gobierno Oriental, obrando con cor
dura y honradez política, rechazó sus servicios a tan vil
precio.
¿Alguien lo duda? Pues bien: para nosotros no es cosa in
verosímil, sino muy natural y lógica, que aquellos que pon."i
su espada, su inteligencia y sus prestigios al servicio de un
tirano, sean capaces de completar su obra con la felonía y la
traición, puesto que para ellos todos los medios son huenis
con tal de lograr su fin.
124 SETEMBRINO E. PEP.EDA

Cuando no hay elevación en el alma,—como lo ha dicho con


propiedad el autor de "Entretenimientos Históricos".—tixlo
es mezquindad en el hombre, así como cuando el hombre se
rinde al dominio de las pasiones, no hay deber que no se sa
crifique al miserable interés dc> satisfacerlas.
Por otra parte, hay dos circunstancias que dan mayor con
sistencia al hecho que nos ocupa. ¿Por qué si Brown zarpó le
las balizas de Buenos Aires con tantos bríos, con rumbo a
Montevideo, detuvo sus ímpetus bélicos, en vez de acometer a
los buques enemigos anclados en la isleta de Ratas? No basta
que haya manifestado que lamentaba la inactividad de sus
contrarios, pues era de su' deber, ya que contaba con excelen
tes buques, llevar la ofensiva, como lo había hecho otras veces.
¿ Por qué, además, al siguiente día de su entrevista con los
comisionados de Montevideo, abandonó la posición que ocupa
ba y dió la vela con destino a Buenos Aires? Si se hubiese le
sionado su amor propio, si no hubiera visto con buenos ojos
aquella visita interesada, en vez de recorrer el camino anda
do, habría hecho sentir sus energías contra las naves orienta
les, sin temor a sus fuegos y a los de la fortaleza del Cerro,
aunque tuviera qne sucumbir en la demanda. El honor, si és
te había sido mancillado, así lo exigía apremiosamente.
¿Qué fin le dió al documento que el testigo anónimo dije
haber recibido y que se proponía entregar a Rosas? Ninguna
luz arroja al respecto su citado defensor, ni jamás fué publi
cado en la prensa del tirano, a pesar de que ésta no omitía
ningún dato ni hecho (pie pudiera favorecer a Rosas y, menos
cabar a sus enemigos.
Esto autoriza a creer que si efectivamente le fué entrega
da alguna nota conteniendo proposiciones desdorosas, no fue
ajeno a esa negociación y que 'ella le comprometía en alto
grado.
M>as 'todavía : en el archivo privado del almirante no se
encuentra esa comunicación, ni original ni en copia, no obs
tante asegurarse por el escritor anónimo a que nos hemos re
ferido, que el coronel Pinedo le aconsejó sac.ar copia de ella.
En cambio, aparece entre sus papeles una extensa carta, aun
que sin firma, fechada el 8 de octubre de 1843, en la cual se
le incita a defeccionar de la causa de Rosas y ponerse al servi
cio de los 'adversarios del tirano, pero sin ofrecerle suma al.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 120
126 SETEM BRINO E. PERED.V

grma para que lo haga, pues sólo se recuerdan sus anteceden


tes, se pinta su situación moral y se cita el ejemplo de hom
bres ilustres que en igualdad de condiciones han plegado sus
banderas para abrazar otras más simpáticas y honrosas. Si
bien ella no le fué dirigida personalmente, se enteró de su
contenido y la retuvo en su poder, porque le -fué entregada
por el general don Ignacio Alvarez y Thomas. Conviene qtr;
se conozcan algunos de sus párrafos, por las manifestaciones
que contiene y contra las cuales no sabemos que haya protes
tado el general Brown.
Dicen así: "En las épocas insignes y excepcionales, es cuan
do se desarrollan los grandes sucesos. que las caracterizan, y
cuando los hombres "de corazón y de genio, sahen colocar
sus nombres entre aquellos que arrebatan las bendiciones de
la Humanidad. Vivimos en unos países en que, de resultas d?
la acción desorganizadora y corrosiva de la prolongada tira
nía de un Rosas, los hombres, las ideas, los sentimientos. tojo
ha sufrido una subversión completa, y es por lo mismo una
vulgaridad, el pretender juzgar de la moralidad de ciertas ac
ciones, por las n lilas generales que 'sirven a clasificarlas en
circunstancias ordinarias. Quizás la duración del espantoso
despotismo qn,- gravita sobre lïuenos Aires, es debida a qm•
aquellos homlivs públicas que han tenido en sus manos °l
concluir iácilmente con él, no han L-vantíulo sus pensamientos
al nivel de las exigencias de la époc-a. Espantados con el te
nor de una censura que sólo arredra a los débiles, y cщe ha
bría sido sofocada bajo los ardientes aplausos de tantos pue
blos libertados, o se han manchado ayudando, contra de sus
sentimientos. al tirano, o han obrado contra él. sin salir de
las sendas comunes y trilladas. y huyendo a ejecutar aquello*
actos extraordinarios y sorprendentes que por su novedad y
grandeza decid.;n instantáneamente de la suerte de las na
ciones.
"Por estas breves ideas. ya conocerá usted, amigo mío, cuál
sea mi modo de pensar acerca del punto que se sirve consul
tarme en su carta del 5. Me pregunta usted cómo juzgo qu-;
mirará la opinión un acto del general Brown (a quien usted
aprecia tanto) cuyo objeto fuese sustraerse a la dominación
de Rosas y cuyo resultado fuera privar al tirano del podero
so auxilio que le presta la escuadra que aquél comanda.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 127

' ' Extraño, amigo mío, que 'usted me encargue que al res
ponderle, no olvide .mi acreditada imparcialidad. Sabe uste' I
que yo no he sido agraviado por Rosas, ni he nacido en estos
países, ni me he mezclado en sus contiendas: y que he mora-
do en la ciudad de Buenos Aires desde 1824, en que la con>
cí, hasta 1838, en que me trasladé a Montevideo, donde he .se
guido observando a los hombres y a las cosas. De consiguien
te, mis opiniones sólo pueden resentirse de aquella especia de
parcialidad que el hombre contrae, a despecho de sí mismo,
en fuerza de sucesos que pasan a su vista, que afectan su co
razón y hablan poderosamente a su entendimiento. Por lo do
más, la pregunta que usted me dirige tiene grande analogía
con la célebre cuestión en que intervine en Italia, cuando
con motivo de las convulsiones del Piamonte en 1822 se trata
ba de clasificar el proyecto de declaración al general Schilly
contra el Gobierno Austríaco, aunque absoluto, muy preferi
ble al de Rosas. Sabe usted que yo opiné en favor de un acto
cuyo objeto era salvar las libertades italianas.
"¿Cómo ha podido usted dudar de mi sentir tratándose hoy
de un gobierno monstruoso como el de Rosas? Sin embargo,
en esta clase de actos, no es tanto su sustancia lo que excita
la atención y fija la opinión, cuanto el modo y forma con que
se practican. Si 'en la especialísima situación en que se en
cuentra el general Brown, él pusiera la escuadra, que manda,
en poder del Gobierno Oriental, a ley de depósito ; si él se abs
tuviese de obrar y de emplearse en servicio alguno contra Ro
sas, domiciliándose donde más le conviniese; si pactase que
los jefes, oficiales, tropa y tripulaciones de ella, habían de
conservar siempre la verdadera bandera argentina, y ser con
servados por el Gobierno Oriental y devueltos con todas sus-
pertenencias al primer Gobierno amigo que se establezca des
pués en Buenos Aires; si en este convenio de honor y buena
fe, se diere alguna intervención, como por vía de garantía y
respetabilidad al . general Paz, en quien está hoy asumida de
hecho, una especie de representación de toda la emigración
argentina; y en fin, si el día mismo en que tuviese lugar esre
suceso memorable, publicase el general Brown un manifiesto
acerca de los desinteresados y grandiosos motivos de su con
ducta, me parece infalible que en ambas márgenes del Plat ч,
en los Estados de América, en Europa mismo, él sería contes
tado con un grito profundo de aprobación y gratitud.
128 SETEMBRINO E. PEREDA

" Un paso tal, dado con esta calma, circunspección y .dig


nidad, impone silencio a la mordacidad y 'la calumnia, por
que salva enteramente el nombre de su autor. Hace años que
el general Brown fué llamado por Rosas al servicio, y lo acep
tó. Yo no he tratado a este general: pero por lo que he oído
de su carácter, de sus hechos insignes anteriores a mi venida
a América, y por los muy gloriosos que le he visto después en
la guerra con el Brasül, me parece, puede asegurarse, que cuan
do él aceptó aquel servicio, fué en el concepto de qu.° iba a
hacer la guerra del modo que él había acostumbrado, como la
hacen los militares de honor en los pueblos civilizados, y de
que iba a defender intereses reales de la República Argentina.
su patria adoptiva.
"Hoy debe .estar desengañado de que en la lucha actual
no defiende ningún interés de aquel. país, ningún principio
político, ninguna exigencia social, sino únicamente la perso
nalidad de Rosas, del tirano más abominable que ha visto la
tierra de catorce siglos a esta parte.
"Pero entretanto, los resultados de aquel error del general
Brown, han sido harto funestos a estos países : porque aun
que sus hechos de armas durante el reinado de Rosas, nada
han tenido de notable, él, sin embargo, ha sostenido eficazmen
te al tirano con el prestigio de su nombre, y con el auxilio de
su capacidad y su valor. Sin él no existiría la escuadra de Ro
sas, no estarían cerrados el Uruguay y Paraná ; no habría si
do invadido este país, o al menos los invasores 'habrían ya
concluido, faltos de auxilios y medios de comunicación.
"Quiero decir con esto, amigo mío, que el general Brown
ha causado ya males inmensos; y que de consiguiente, si hoy
oyendo la voz de la humanidad y de su religión, se decidiese
a dejar de ser el vergonzoso instrumento de un déspota, no
satisfaría a los deberes de su conciencia con • adoptar tímida
mente una conducta a medias. Nada se lograría, por ejemplo,
con que pidiese su retiro y se consignase al silencio de la vi
da privada: porque este paso, prescindiendo de que le atrae
ría el odio y desconfianza de un tirano vengativo que nada ol
vida, i10 remediaría en cosa alguna los males enormes que ya
ha causado.
' ' Es, pues, necesario, que su conducta sea más decidida,
más noble, que prive al tirano del gran elemento de los bu.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 129

ques, y le arrebate el apoyo que le da en lo exterior, la fama


de su nombre ilustre.
"Si al hacerlo, él obtiene que no se defraude de aquella
propiedad a la República Argentina (como no se defraudaría
mediante el depósito), ni se infiera a las personas de sus tri
pulaciones agravio o coacción ; y si él, ya que quiera llevar
hasta el extremo los escrúpulos de su delicadeza, se abstiene
de hacer personalmente la guerra al tirano (como debería
hacerla) habría consultado la reparación que debe a la cau
sa de la libertad, con los intereses de su crédito, que quedaría
entonces lavado de la mancha que hoy le ennegrece.
"¿Cuál es la gloria que ha reportado al general Brown de
servir al déspota argentino?
"El se ha atraído el odio del pueblo oriental, por cuya li
bertad combatió antes contra dos naciones, y la maldición
fervorosa del oprimido pueblo de Buenos Aires; de aquel pue
blo, amigo mío, que en un tiempo idolatraba hasta la IOCUIM
el nombre de Brown. Él combate ahora contra la causa que
antes sostuvo con tanto brillo, contra la causa de la libertad
e ilustración, que era la de sus antiguos amigos, los que en
1814 y en 1826 confiaron a su valor las fuerzas navales del
Estado, los que ensalzaron sus hechos y premiaron sus servi
cios, hasta colocarle en la silla de la primera magistratura del
país. De aquel puesto eminente ha descendido a ser director
de una guerra naval insignificante; en que ha tenido comba
tes dudesos, sin mérito ni lustre, y en la que ha visto y sufri
do pacientemente el sacrificio de los capturados en el Cn.
gancha."
¿Por qué no se le ha..ce en esta carta ningún ofrecimiento
de dinero, como en la a que alude el defensor anónimo de
Brown? Si entonces no pretendía una crecida suma como com
pensación de los daños y perjuicios que su defección pudiera
irrogarle con el quebranto y la pérdida de sus intereses, ¿cuál
es la causa de que un año después sólo se le hablara de su pa
sado glorioso en el Río de la Plata? Ese cambio de actitud por
parte de los enemigos del tirano, si realmente es auténtiza
la carta que nos ocupa, revela bien a las claras que si an
tes se pusieron a su disposición ingentes sumas de dinero,
fué porque él sólo asentía en dejar las .armas o empuñarlas
en defensa de la libertad a un alto precio que no pudo brin.
01RIBALDI—9 TOMO I
130 SETEMBRINO E. PEREDA

dársele por falta de recursos; y habiendo fracasado aquellas


negociaciones, se recurría al expediente de .los razonamientos
de carácter moral y político, en la creencia, sin duda, de que
podría influir más eficazmente en su ánimo que el duro met.U
que tanto había ambicionado.
Su silencio, lejos de absolverle, le condena, puesto que si
los términos de esa carta herían su amor propio, no debió
ocultar dicho 'documento, en ningún .tiempo, ni a Rosas ni a
sus amigos. Sin embargo, guardó el más absoluto silencio a su
respecto, y pudo ser conocido después de muchos 'aíios de su
muerte, hallándose entre los numerosos papeles que forman
su interesante archivo. Esto significa que vacilaba entre .con
tinuar prestando sus servicios al tirano y pasarse con todos
sus elementos, o solo, a los que en Montevideo, Entre Ríos y
Corrientes velaban por el honor de aquellos pueblos y por 'a
conservación de una independencia que él mismo había con
tribuido a conquistar combatiendo contra un poder extraño.
El coronel Pinedo, procediendo de distinto modo, llevó a
conocimiento de Rosas una carta del general Martín Rodrí
guez, en la que este distinguido militar argentino le incitaba
a volver "por el honor de su apellido".
"La fortuna,—le decía,—ha querido colocarle a la cabeza
de la escuadra del tirano en el Uruguay: ¿qué puede, pues,
retener a usted por más tiempo en la obediencia a este mal
vado, o impedirle que pase a engrosar las filas de sus herma
nos los Libertadores en Entre Ríos? Si usted teme las dificul
tades en que a consecuencia de este paso pudiera verse en
vuelta su familia, yo le ofrezco a nombre de mis amigos
10.000 pesos fuertes, para proporcionar su evasión de Buen >s
Aires, y trasladarla en medio de nosotros, donde esté usted
seguro que ella gozaría 'de todas las consideraciones a que
ciertamente es acreedora. ¿ Cree usted que me es dado mani
festarle de un modo más claro y terminante el singular apre
cio que hago de su persona? .
"Persuádase usted que amo demasiado la tranquilidad de
mi conciencia para aconsejar a nadie en el último tercio de
mi vida, y cuando ya tengo, por decirlo así, un pie en el sepul
cro, una acción infame o un sacrificio estéril que pudiese a3U.
rrearme las maldiciones 'de una multitud de víctimas inocen
tes; y que cuando yo me dirijo a usted con el objeto a que se
GARIBALDI EN EL URUGUAY 131

contrae esta carta, no es sino después de maduras reflexiones,


y del más íntimo convencimiento de .que lo que le propongo
nunca podrá ceder en su daño, sino 'antes bien en su prove
cho y utilidad manifiesta de sus hijos. Preveo que el últüiv)
día del opresor de nuestra Patria está cercano; y desearía po
derlo salvar con anticipación del espantoso naufragio que a
éste amenaza, y que es inevitable arrastre entre sus destrozos
a cuantos se encuentren a su inmediación en los últimos mo
mentos de su extravagante existencia".
Si al coronel Pinedo, que valía mucho menos que él, no se le
intentó comprar por su defección, desde que los 10,000 pesos
mencionados no respondían a esc objeto, sino al de tranqui
lizar su conciencia de jefe de una familia, viendo asegurado
el pan de su esposa e hijos, ¿cómo es posible suponer que sí
no partió de Brown la solicitud de enajenar su escuadra, se le
propusiera su compra? Lo natural y lógico habría sido, en todo
caso, y es lo que resulta del examen reflexivo de los hechos,
hablarle en el mismo lenguaje empleado para con el coman
dante del bergantín de guerra General Echagüe.
Finalmente: ¿qué causas poderosas obligaron a Brown pa
ra no defenderse jamás de la imputación de ese 'hecho, si erx.
falso y lo consideraba calumnioso? Nadie ha dado tampoco
hasta la fecha una explicación satisfactoria al respecto, pues
no basta que se haya afirmado en su descargo que despreció
esa especie, por considerarla hija de la pasión de aquella,
época.

Los buques de Brown arribaron a la rada de Buenos Aires


el 24 de abril y echaron anclas al SE. del canal exterior, ha
ciendo saber su llegada por medio de señales dirigidas a la Ca
pitanía del Puerto.
El 11 de majo recibió a Manuelita Rosas a bordo de la 9 (le
Julio. acompañada de una numerosa comitiva de ambos se
xos, escogida entre sus más selectas relaciones y personajes
adictos a su padre, con cuyo fausto motivo se hizo derroche do
entusiastas brindis en honor del Gobernador y del almirante.
I Aquella visita fué espontánea, o nacida de una invitación
por parte de Brown con el propósito de curarse en salud en.
132 SETE.MBRINO E. PEREDA

caso de que Rosas se enterase de los rumores corrientes y de


su entrevista con los comisionados del comercio montevidea
no? Lo más probable es esto último, preparando así la coar
tada, o mejor dicho, tratando de halagar al tirano en la per
sona de su hija, ya que ésta era su confidente y la única que lo
graba suavizar sus instintos sanguinarios y sus iras, para
otras personas implacables, a fin de disipar toda nube de des
confianza.
Ni Brown ni sus subalternos habían bajado a tierra .desde
el transcurso de más de un año, no obstante sus vchementes
deseos. El 3 de octubre anterior, con motivo de insinuaciones
suyas al respecto, recibió una nota del general Manuel Corva.
!án, en la que se le hacía saber, en nombre del dictador, que
no era posible deferir a ese pedido, "porque sería exponer
la escuadra a una desgracia", desde que interesaba que ésta
"estuviese alerta y siempre pronta, con toda su fuerza lista
para evitar una sorpresa del enemigo, y .por si fuera necesa
rio de pronto moverse .para una parte u otra, según el punto
para donde pueda de ipronto y de un mom.'nto a otro con
venir".
Agregaba el l.er edecán de Rosas que ni a los marinos ni a
la tropa de a bordo "les hacía honor ni les convenía pensar en
bajar a tierra", entre otras cosas, "porque rebajarían el mé
rito por ellos contraído ante los ojos del Excelentísimo señor
Gobernador de la Confederación y de los Federales".
Estas advertencias, que importaban un severísimo repro
che, terminaban con la recordación del ejemplo dado por el
tirano, "que es público y notorio,—decía,—está siempre en
cerrado trabajando, sin salir ni al patio de su casa, sin tener
descauso alguno", y con la promesa de que "concluida la cam
paña", además de la "recompensa del Cielo", recibirían "sus
bajas de excepción del servicio, su medalla de honor, y el pre
mio de tierras y ganados vacunos y lanares que acordó el Go
bierno".
Rosas había condenado, pues, al personal de la escuadra
de su obediencia a no respirar otro ambiente que el de las au
ras del Plata, y nadie se atrevió a protestar de ese presidio
disimulado, sin excluir al propio Brown, que "inclinó humil
demente la cerviz ante aquel úkase del dispensador de vidas
GARIBALDI EN EL URUGUAY 133

y haciendas en la Provincia de Buenos Aires. Pero el almiran


te, aprovechando la visita de la hija del "Ilustre Restaura
dor", creó ánimo, y a fines de mayo reiteró la solicitud dene
gada, persuadido de que la persistencia de su encierro podía
traducirse el día menos pensado en un motín, porque ya em
pezaba a notarse el descontento a bordo.
No obstante, ese nuevo petitorio fué esta vez condicional,
pues si bien indicó la conveniencia de bajar a tierra por pe
lotones, para que los buques no quedasen desamparados,—in
vocando al mismo tiempo los peligros que presentía de que la
inacción y hacinamiento de las tripulaciones trajeran como
consecuencia alguna epidemia, manifestó en primer término
su propósito de recorrer los ríos, a pesar de no merodear por
ellos barcos enemigos, estratagema de que se valía para ha
cer más llevadera la vida de sus subordinados. Aquella inac
tividad resultaba para todos mortificante y hasta intolerable.
Obtenido el permifso, licenció la gente de a pequeños gru
pos, 'no sin antes haberla arengado, haciéndole presente la
condición en que otorgaba los días de asueto concedidos y
las responsabilidades en que incurrirían todos los omisos.
El almirante, que acababa de sacarse de encima un enorme
peso, respiró al fin y creyó que él también podría reposar
tranquilo, ya libre el estuario de naves contrarias que turba
ran la calma, pero los sucesos inmediatos no le permitieron
conciliar el sueño.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS

SUMARIO : —Salida as Rivera a campaña.—Distribución de las fuerzas


a su mando.—Los generales Echagüe y Urquiza.—Sorpresa de este
último a los caballerizos del general Medina.—Reorganización
de la escuadra nacional.—Ofrecimiento de su mando a Garibaldi.
—Resistencia opuesta por éste para su aceptación.—Influencias
que vencieron esa negativa.—Sus primeras disposiciones.—Otras
medidas del Gobierno.;—Convención de alianza ofensiva y de
fensiva celebrada contra Rosas, entre los Gobiernos de Santa Fe
y Corrientes.—Apresamiento por el teniente 1.° Jorge Cardas!
de la 2.» escuadra sutil de Rosas en el Uruguay.—Batalla de
Caaguazú.—Derrota de Echagüe por el general Paz.—Su cele
bración en Montevideo y Corrientes..—Aprobación por la Junta
de Representantes de Santa Fe del tratado con Corrientes —Pa
saje d3 Rivera al Entre Ríos.—Retirada de Urquiza hacia Gua.
leguay.—Ocupación . del Paraná por el general Ramírez,—Nom
bramiento del comandante Pedro Pablo Seguí de Gobernador
Provisorio. —Alianza ofensiva y defensiva entre el Estado
Oriental y los Gobiernos de las Provincias de Entre Ríos y
Santa Fe.—Términos de la Convención ajustada en Galarza.—
Triunfo de la vanguardia de Oribe.—Carta de éste al gener«.vl
Aldao dándole la noticia del combate y haciéndole saber que
al general Juan Apóstol Martínez, prisionero, le hizo cortar la
cabeza.—El Gobierno de Montevideo declara a la República
en Asamblea.—Instrucciones sanguinarias al mayor Abrahin.
•—.El fraile Aldao interdicta a los unitarios y sus bienes.—
Acción benéfica de las fuerzas orientales en Entre Ríos.—
El Gobernador Seguí perece degollado por orden de Oribe. —
Entrevista de Madariaga con Rivera en Paysandú. enviado
por Ferré.—Desconcierto de las montoneras resistas.—Actitud
patriótica del pueblo de Paysandú.—Un acta memorable.—Elo
gios tributados por "El Nacional" a sus promotores y firmantes.
—Adhesión de las autoridades y vecinos del Rincón de las Ga
llinas, Román Grande y otras circunscripciones del mismo de
partamento.

Sin entrar en un estudio retrospectivo completo, que si hien


resultaría interesante por la amplitud del tercia y los sucesos
GARIBALDI EN EL URUGUAY 135
desarrollados, se apartaría de nuestro propósito capital, vamos
a citar algunos otros antecedentes ilustrativos antes de lanzar
nos detrás del héroe italiano en su valiente empresa.
Muerto el general La-
valle en Jujuy el 9 de
octubre de '1841, 'su ad
versario, el general Ori
be, quedó dueño de todo
el interior de la Confe
deración, y marchó con
su ejército sobre Entre
Ríos y Corrientes, con el
propósito de batir al ge
neral José María Paz,
que operaba <al freute
de un ejército corrcnti-
no, y que debía obrar de
acuerdo con las fuerzas
del Estado Oriental y de
General José M. Pnz algunos caudillos provin
ciales.
Hallándose en la Colonia el general Paz, Rivera le había
pedido una entrevista en su campamento de San José del
Uruguay, la cual tuvo lugar en mayo de 1840. El 24 regresó
sin que pudiesen entenderse, pero sin desechar la idea de or
ganizar un nuevo ejército en Corrientes, en caso de sor lla
mado a ese fin por el Gobernador de la provincia, pensamiento
éste que le fué insinuado por don José Isosa, allí presente y
en misión de Ferré cerca del Presidente Oriental, a quien le
contestó "que iría donde pudiese ser útil a la causa".
El 29 de junio siguiente, requerido por sus compatriotas y
correligibnarios emigrados en Montevideo, Mercedes y Colonia.
se dispuso a tomar otra vez las armas contra Rosas y se em
barcó en el bergantín Pereira, llegando a Martín García por
la tarde, y el 1.° de julio, a bordo del bergantín goleta San
Martín, siguió viaje con rumbos al campamento del general
La valle, a quien ofrecería sus servicios; el 15, a mediodía,
arribó a Punta Gorda, sobre cuya barranca, que mide 74 metros
de elevación y que da al río Paraná, se levanta el Diamante,
13G SETEMBRINO E. PEREDA

Capital del departamento entrerriano de ese mismo nombre.


Poco después, por indicación del propio Lavalle, se dirigió a
Corrientes para ponerse al habla con Ferré, quien le confió rl
mando supremo de las fuerzas de esa provincia por decreto
expedido el 10 de agosto.
De Punta Gorda, conno lo recuerda <;1 general Sarmiento,
partieron los generales Ramírez y Lavalle, "defendiendo prin
cipios políticos distintos", y en 1851, el general Frquiza, "al
grito de Regeneración de poblaciones en masa, y ayudado de
naciones que piden paz y seguridad. Sus alturas ocupan, pues,
un lugar prominente en la historia de los pueblos argentinos",
y la estada del general Paz, no .menos ilustre que ellos, aumenta
el número de los guerreros de valía que las treparon.

El general Rivera, que desempeñaba la Presidencia de la


República, delegó el mando en el Presidente del Senado y
marchó a campaña a organizar su ejército. Bien pronto logró
reunir 700 hombres en el Colorado, contando, ademas. con el
apoyo que le prestaban las fuerzas del general Anacleto Me
dina, acampadas en San José del Uruguay, departamento de
Paysandú, y que se elevaban a unos 1,200 hombres, y las del
coronel Bernardino Báez, compuestas estas últimas de ГэОО de
caballería, que se encontraban en el Paso del Higo, a la vista
del territorio correntino, pues dieho paso queda sobre el Uru-
guay, al sud de la conjunción de este río con el Cuareim. en
el departamento de Artigas. Con esos contingentes. ascendían
ya a más de 3,000 los elementos hábiles de que se podía dis
poner para una campaña guerrera.
Avisado por el general Paz que el general don Pascual
Echagüe. aliado de Oribe, se hallaba en Pago Largo, al man
do de 2,000 hombres de caballería, 300 infantes y 8 piezas de
artillería, le pidió que lo entretuviese, sin comprometer ac
ción alguna, en espera de su llegada, porque pensaba vadear
el Uruguay y pasar a la provincia de Entre Ríos; pero el ge
neral don Justo José de Urquiza, torció el curso de los acon
tecimientos. atravesando sigilosamente dipho río, hasta la
costa oriental, para sorprender, como sucedió, a una fuerza
del general Medina y apoderarse de las caballadas que ésta
custodiaba.
Fué entonces que se pensó en la formación de una escua
GARIBALDI EN EL URUGUAY 137

dra encargada (1¿ ejercer benéfica influencia en las aguas del


Paraná, auxiliando a las ejércitos patriotas y a la escuadri
lla que se organizaría en Corrientes.
Coe, cansado ya de la lucha, o temeroso por lo arriesgado
de la empresa, rchusó acometer esa tarea, persuadido de
que fracasaría en sus comienzos ante la formMable resisten
cia que esperaba se le hiciese al cruzar frente a Martín Gar
cía. El coronel Fourmantin era de su mismo parecer, cre
yendo ambos que lo más expeditivo sería enviar a Corrientes,
por vía terrestre, los recursos proyectados, desde que en el alto
l'ruguay podrían ser pasados sin las dificultades y riesgos
por ellos previstos.
Esas indicaciones no fueron, sin embargo, atendidas, pues
to que el Gobierno Oriental se proponía a la vez distraer
la atención del enomigo en varios puntos, con el objeto de
evitar en lo posible su avance sobre Montevideo. Ese refuerzo,
por otra parte, retemplaría las fibras morales de los aliados,
que así podrían contar con nuevos .y preciosos elementos
marítimos en caso de que Garibaldi consiguiese llegar a su
destino con la escuadrilla de su mando.
El Ministro Vidal, que, como lo decimos en el capítulo epi.
graíiado "La Escuadrilla Nacional", había constituido una
Comisión encargada de allegar recursos para la obtención del
armamento y el equipo que necesitaría la esi.uadra, les rogó
a sus miembros que se apersonasen a Garibaldi, a fin de ofre
cerle el comando de ella. Integraban dicha Comisión, los se
ñores Jacobo Varela y Juan Nepomuceno Madero ; pero se
delegó ese cometido en este último, en don Francisco J. Muñoz,
en el doctor Florencio Varela y en el capitán José Muraturc,
experto marino que tenía a su cargo el paquete Luisa.
Ya antes había sido visto aquel abnegado repúblico para
entrar a servir en la escuadra, no a su mando supremo, sino
como cooperador de Coe, pero sin obtenerse de su parte una res
puesta satisfactoria. Creía Garibaldi que si aceptaba, Coe pon
dría a su disposición los peores buques y los hombres menos
aptos. Para ello tenía en cuenta el compañerismo que ligaba
a éste con algunos otros jefes y el celo que despertaría su
presencia en la marina nacional. Con el propósito de conven
cerlo, lo entrevistaron sus compatriotas Juan Bautista Cúneo,
138 SETEMBRINO E. PEREDA

Napoleón Castellini, .luan Risso y Juan Bautista Capurro,


Pablo Félix Semidei y otros, sin lograr decidirlo. Las expresa
das causas ejercían gran peso en su espíritu. Pero la insisten
cia de sus amigos y las poderosas razones aducidas por el
doctor Varela, que fué el encargado de dirigirle la palabra,
lo persuadieron al fin de que tratándose de la defensa de una
causa noble no era posible que un hombre como él, apóstol de
la libertad, permaneciera cruzado de brazos.
En consecuencia, Coe fué eliminado por completo y entró
Garibaldi a reemplazarlo con las más amplias facultades, las
cuales le fueron transmitidas por el referido Ministro. El nue
vo jefe de la esenadra, procedió de inmediato a la .organiza
ción de los elementos indispensables, para llenar satisfacto
riamente su cometido, reclutando y disciplinando sin descan
so todos cuanto pudo comprometer.
Tampoco se dió reposo hasta lograr las reparaciones que de
bían efectuarse en dimos buques y el envío de la vitualla y
de los pertrechos con que debía dotarlos, guardando, no obs
tante, como era natural, el más absoluto silencio, para que
nadie se apercibiese de lo que se proponía..
Si en alguna ocasión puso a prueba sus insuperables activi
dades, las evidenció entonces más que nunca, porque a los po
cos días había ya conseguido reunir los tripulantes necesarios
para" dotar sus buques, como igualmente los materiales de
guerra que le hacían falta. Procedió Garibaldi/ con tanta cau
tela qite ni siquiera se dieron cuenta de ello los agentes secre
tos que tenía en Montevideo el Gobernador de Buenos Aires.
Sabía bien que toda indiscreción podría seHe funesta, desde
que si Rosas llegaba a descubrir sus intenciones, se apresura.
ría a trabar su marcha con la escuadra de Brown, aniquilan
do la escuadrilla nacional al enfrentar por Martín García,
que fué lo que atemorüzó a los coroneles Coe y Fourmantin.
según queda dicho.
Se había pensado también confiar al coronel Eustaquio
Díaz Vélez la empresa de invadir la Provincia de Buenos
Aires, llevando a sus órdenes 1,000 hombres de infantería
y 100 de caballería, en inteligencia con el general Enrique
Martínez y el coronel Jaime Montoro, quien, más tarde, como
otros de su talla cívica, aumentó el número de los felones.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 139

El coronel Moutoro debía hacerse sentir en el departamen


to de la Colonia, sobre la ribera del río de la Plata, al frente
de un cuerpo cuya formación tomaría a su cargo; pero diteha
expedición fracasó, debido a que el Gobierno, en posesión de
ciertos datos, impartió una contraorden. Mla le fué participa
da al coronel Díaz Vélez por intermedio del doctor Santiago
Vázquez.
El Cuerpo Legislativo, animado de fines patrióticos, votó de
rentas generales la suma de 50,000 pesos destinada al ejército
de Rivera, y éste consiguió que se le mandasen 1.000 hom
bres más, amén de 500 proporcionados por Bentos GonQálves
da Silva.
Al mismo tiempo, dispuso dicho general que se reconcen
trasen sobre el Queguay la infantería y artillería de Chila.
vert, cuyo jefe encontrábase en el Durazno, y las fuerzas del
general Aguiar, que se hallaban en Mercedes bajo su inmedia
to mando.
El pueblo de Berón de Astrada, el héroe y mártir de Pago
Largo, "primera página sangrienta de la guerra de la rege.
neracJ'm argentina",—colmo lo recuerda Esteban Echeverría.
entrelazando su nombre con los de Avellaneda, Alvarez, Acha,
Maza, Varela y Lavalle,—y la patriota Provincia de Santa
Fe, no podían seguir actuando en distintos bandos, ni esta
última quedar a la retaguardia del movimiento político que
conmovía en tan supremos instantes el alma de dos naciones
amigas, y el 5 de noviembre celebraron una convención ofen
siva y defensiva contra el tirano de su Patria, representados
en ese acto por el doctor Santiago Derqui y el coronel don
José Ramón 'Ruiz Moreno. Ese documento, que refleja gloria
y honor para Santa Fe y Corrientes, dice así:
Convención de alianza ofensiva y defensiva contra el Gobierno
de don Juan Manuel de Rosas, celebrada entre los Gobier
nos de Santa Fe y Corrientes.
El coronel don José Ramón Ruiz Moreno, Enviado extraor
dinario del Excmo. Gobierno de la Provincia de Santa Fe, y
el doctor don Santiago Derqui, Comisionado especial de la
Provincia de Corrientes, para ajustar una Convención entre
ambos Gobiernos al objeto de derrocar al sangriento tirano de
Buenos Aires y sus sostenedores, restituyendo por este medio
140 SETEMBRINO E. PEREDA

la paz y libertad de la RepúblJca, bajo cuyos auspicios pueda


constituirse, según el libre sufragio de los pueblos; en virtud
de nuestros plenos poderes, que hallamos en buena y debida
forma, hemos convenido en los artículos siguientes:
Artículo 1.° Queda establecida entre los Gobiernos de Santa
Fe y Corrientes una alianza ofensiva y defensiva, cuya base
es la unión contra el tirano usurpador don Juan Manuel de
Rosas, y su objeto la paz, libertad y organización de la Repú
blica por el libre voto de los pueblos.
Ait. 2.° En consecuencia, el Gobierno de Santa Fe retira
al de Buenos Aires, de hecho y de derecho, la autorización
que por su parte le había conferido para dirigir las Relacio
nes Exteriores de la República, declarando que don Juan
Manuel de Rosas ha traicibnado la confianza que de él hicie
ron los pueblos a quienes hoy pretende aniquilar, empleando
contra ellos todo género de atrocidades para fundar sobre sus
ruinas el bárbaro sistema de tiranía que defiende.
Art. 3.° El modo de obrar ofensiva y defensivamente, en
virtud de esta alianza, será el que acordaren los Gobiernos
contratantes, según lo indiquen las circunstancias.
Art. 4.° La presente Convención será ratificada por el Go
bierno de Corrientes a los tres días de su fecha, y a los trein
ta, por el de Santa Fe, debiendo canjearse las ratificaciones e:i
el pueblo de Bella Vista. En fe de lo cual, firmamos la presen
te Convención en dos ejemplares de un tenor, sellándola con
nuestros sellos respectivos, en esta Villa de Saladas, a cinco
de noviembre de mil ochocientos cuarenta y uno. -- José
llamón Itniz Moreno—Santiago Derqui.

El Gobernador de Corrientes ratificó .con fecha 6 la ante


dicha Convención, y el de Santa Fe, el 25, en los términos si
guientes :
Ratificación de los Gobiernos de Corrientes i/ Santa Fe a li
Convención celebrada entre ambos, por medio de sus res
pectivos Coinisio liados "ad.hoc", en la villa de Saladas, a
~> de noviembre de Í8Í1.

Pedro Ferré, Brigadier, Gobernador y Capitán General de


la Provincia.—Vista y examinada la precedente Convención,
GARIBALDI EX EL URUGUAY 141

y autorizado por la ley, la ratifico en todas sus partes, obli


gándome sobre el honor del Gobierno al cumplimiento de lo
en ella estipulado en los cuatro artículos que la componen;—
Villa de las Saladas, noviembre O de 1841.—PEDRO FERRÉ.
—SANTIAGO DERRUT.

Juan Pablo López, Brigadier, Gobernador y Capitán Ge


neral de la Provincia de Santa Fe.—Examinada y vista esta
Convención, la ratifico en todas sus partes, obligándome so
bre el honor y buena fe del Gobierno al cumplimiento de lo
pactado en ella en los cuatro artículos de la referencia.—San
ta Fe, noviembre 23 de 1841.—JUAN PABLO LÓPEZ.—Do
orden de S. E. : El Oficial 1.° de Gobierno. —Juan José Mor
cillo.

El 6 de diciembre fueron canjeadas las precedentes ratifi


caciones, como se verá en seguida :

Reunidos los abajo firmados, coronel don 'José Ramón Rui/


Moreno, Enviado extraordinario del Excmo. Gobierno de
Santa Fe, y el sargento mayor don José Garrido, Comisiona
do especial de esta Provincia, para efectuar el canje de las
ratificaciones de la Convención de alianza ofensiva y defensi
va, ajustada y concluida el 5 de noviembre de 1841; y ha
biéndose presentado recíprocamente los originales 'de ambas
ratificaciones, como también el texto de la citada Convención
para la revisión de todos y cada uno de sus artículos, y ha-
llándolüs conformes en todo lo estipulado y pactado, y pues
tas las, respectivas ratificaciones en buena y debida forma,
procedieron inmediatamente al canje de ellos en los corres
pondientes originales. En fe de lo cual se extendió la presen
te acta por duplicado, firmada y sellada con los sellos respec
tivos, en el pueblo de Bella Vista, a 6 de diciembre de 1841.—
José h'amón Ruiz Moreno—José Garrido. .

Hacía ya tiempo que el general López, fastidiado por los


sucesos y sintiendo arder en su pecho el fuego del patriotis
mo, aguijoneaba su cerebro, en las noches de meditación, con 1н
idea de romper las cadenas que lo ligaban al Gobernador de
Buenos Aires. Argentino ante todo, y amante, por lo tanto,
142 SETEMBRINO E. PEREDA

de la libertad de su Patria, era para él obra menguada per


manecer en las filas de los sostenedores del tirano, de las que
sólo formara parte compelido por compromisos locales y de
familia, pues era hermano de don Estanislao, que había esta
do al mando de la Provincia de Santa Fe. Además, fué lleva
do a ese puesto por la voluntad de sus conterráneos.
Por otra parte, la supremacía que venía ejerciendo Oribe,
un intruso en la tierra de Mayo, no le sentaba bien, y mucho
menos aún cuando constituía ya un azote para los pueblos de
su dominio.
Al principio vaciló sobre la actitud que debiera afrontar,
para que su intento no cayese dañosamente en. el vacío;
pero madurado aquel pensamiento que le perseguía constante
mente, resolvió al fin, creyendo llegada así la ocasión oportu
na, valerse del coronel Ruiz Moreno, hombre inteligente y de
&u intimidad, para encomendarle la patriótica misión de pro
ponerle al general Ferré el ajuste de una alianza ofensiva y
defensiva contra Rosas.
Dice el general Paz) que él y el Gobernador de Corrientes,
"hacía meses que habían anticipado algunos pasos cerca de
López, que si no habían producido efecto, por lo menos no
habían sido mal recibidos". (1) .Pero aceptada como riguro
samente exacta esta afirmación de ese distinguido militar,
creemos, no obstante, que las apreciaciones que formula a ren
glón seguido, respecto al Gobernador de Santa Fe, son injus
tas y arbitrarias.
¿Es posible aceptar que el general López carecía de valor,
cuando demostró en numerosos combates .poseerlo en alto gra
do? Sin embargo, el general Paz estampa a este respecto el
siguiente severo juicio en sus Memorias póstumas, refiriéndo
se al entredicho que desde tiempo atrás reinaba entre Rosas
y aquél: "Durante ese largo período de expectativa, ni quiso
declararse contra Rosas abiertamente, ni estrechar sus rela
ciones con Corrientes. Cuando los ejércitos de Rosas hubieron
vencido en Famaillá y Rodeo del Medio, y calculó que esas
fuerzas ya desocupadas se convertirían contra él, se apoderó
de su alma el temor y v'ipao a hacer por miedo el acto más
arriesgado de toda su vida". (2)

(1í «Memorias póstumas», tomo III, página 3>2.


(2i Ibilcm, tomo IIF, página 333.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 143
Si se juzgase al general Paz con el mismo criterio que él
c-mplea para apreciar la conducta política y el valor moral de
los demás, la historia lo condenaría irremisibletmente.
¿No fué a agradecerle
a |Rosas, días después de
liberado de su largo cau
tiverio en Santa Fe y Lu
ján, aquel acto de cle
mencia de su parte? 'Y
podría tomarse esa acti
tud como efecto del mie
do que atribuye a López
por no baЪeг roto meses
amtes con el tirano?
¿No hizo, casi en se
guida, una visita a la hi
ja del Dictador, por ha
ber dicho ésta que lamen
taba que el edecán de su
Gencral Juan P. López
padre no, le hubiese da<b
aviso para ella recibirlo?
¿Por qué no prescindió de lo primero? El propio general
Paz se ha encargado de hacerlo saber. "En el acto de llegar
a Buenos Aires,—dice,—me presenté al jefe de policía, quien
me recilbió con frialdad, pero sin desatención. Luego se me in
dicó que debía por la forma presentarme en casa de Rosas,,
que si no lo hacía extrañaría este requisito, y ya se sabe lo que
en tal Gobierno importaba 'шш omisión cualquiera. Además,
mi calidad de militar, en cnya clase es sabido que el preso
que obtiene libertad se presenta al jefe, daba más colorido a
esta exigencia". Y luego, agrega: "Yo tenía también un mo
tivo para creer que estas indicaciones no partían del señor
EÍizalde que me las hacía, sino que traían su origen del Minis
tro Arana, cuya señora es hermana de la del señor Elizal-
<le". (1)
¿Y qué causa motivó su cortesía para con Manuelita Ro
sas? También él nos la revela. Paz no había podido entrevis-

;i; «Memorias póstumas•, tomo III, páginas 77 y 78.


144 SETEMBRINO K. PEREDA

tarse con el Gobernador, pues Corvalán le hizo presente que


éste estaba invisible, insinuándole al propio tiempo "que no
era preciso que se hubose incomodado en ir, pero que lo ha
ría saber al Ilustre Restaurador". (1)
"No pasaron dos días,—dice el mismo Paz,—sin que se me
transmitiese por conducto de la señora de Elizalde, a quien
se lo había referido su hermana, la esposa del señor Arana,
que la señorita doña Manuelita .Rosas había reñido mucho u
Corvalán porque no le había anunciado mi visita, pues aun
que su tatita no pudiera reeibürme por sus ocupaciones, ella
hubiera tenido gusto en conocerme". "He aquí,—añade,—a
mi Mentor el señor Elizalde que declara que aquella indica
ción equivalía a una muy clara invitación para que yo fuese
otra vez de visita a casa de Rosas, so pena, si rehusaba a ella
de... de... de todo, porque todo puede acarrearnos el sim
ple desagrado de un hombre dotado de un poder monstruoso,
y que usa de él del modo que sabemos". (2)
¿Procedió mal el general Paz en ambos casos relatados?
Creemos firmemente que no; porque si dejándose arrastrar
por su odib al tirano hubiera desairado a éste y a su hija,
que era el alma de su gobierno, habría vuelto a ser encerrado
en un presidio, para no salir de él durante muchos años, o pe
recido víctima de la cuchilla de la Mazorca, privando de es.?
modo a la causa unitaria del invalorable contingente de sus
vastos conocimientos estratégicos y del prestigio de su ilustro
nombre.
Pues bien : otro tanto, en su relatividad, puede decirse del
general López. Si éste hubiese quebrado con Rosas inconsul
tamente, con el atolondramiento de los hombres impulsivos e
inferiores, hubiera caído en su poder y sucumbido miserable
mente de manos de alguno de sus esbirros, sin que el propio
general Paz y la defensa de Montevideo contasen con el con
curso de su espada y de su influencia en las ;provincias argen
tinas en que sirvió contra el déspota de su Patria y dentro d?
los muros de la Nueva Troya.
¿No manifiesta en la página 353 de sus Memorias póstu.

0) «Memorias postumas», lnÍgina 7P.


(2) Ibfdem, tomo III, páginas SO y SI.
GARIBALDI KN EL URUGUAY 145

nias, tomo III. que siendo Gobernador de Santa Fe, acogía a


los desertores de Oribe, y que "baladroneaba en los ranchos
de sus comprovincianos"? Estos heohos demuestran que no
temía ni al tirano ni a su lugarteniente y que empezaba a re
belarse contra ellos.
¿No dice, igualmente, que eli(gió el instante de mayor pe
ligro para proponerle al general Ferré la alianza ofensiva y
defensiva que dejamos transcripta? Los triunfos de Famai.
llá y Rodeo del Medio, a que alude, podían haberle aconseja.
•do, en todo caso, que permaneciese fiel a la causa federal, por
que ella representaba la fuerza y la poseía en mayor escala,
(;n lugar de una defección que ponía en inminente riesgo su
cabeza, librándole a los azaras de la suerte, y abriéndole las
puertas del ostracismo si el éxito de las armas le era adverso
y no moría en la contienda.
Además, el general López dió mucho que pensar a Rosas
desde la batalla del Quebracho Herrado, librada por Oribe
contra Lavalle el 28 de noviembre del año anterior, en que
•este último resultó vencido..—"La conducta extraña del Go
bernador de Santa Fe,—dice un actor de aquel hecho de ar
mas.—se había develado 'completamente y estaba ahora en
abierta rebelión contra Rosas.—Este, que no perdonaba tales
desplantes de sus, lugartenientes, perfectamente consciente de
los peligros de esta .complicación, ordenó a Pacheco y Oribe
que retrogradaran, para castigar y someter al alzado caudillo
santafesino. " (1)
Luego, pues, hacía un año por lo menos que el referido mi
litar no era persona grata a1 Dictador, a causa de sus ve
leidades federales y simpatías unitarias.

La pequeña Escuadrilla Nacional destacada al Norte, anti


cipándose a otro acontecimiento también fausto, que mencio
naremos luego de relatar el que daremos a saber en seguida,
infligió una derrota a la segunda Escuadra sutil de Rosas un
el Uruguay y la hizo prisionera.

(1) •Tenlente general Djnato Alvares.—Su vi'la miliiar», píginas Ja y 4'i. — Rueuos A'.
res, 1910.
GAUIBALDI— 10 TOMO I
146 SETEMBRINO E. PEREDA

Ya el coronel Báez había apresado frente a Belén la allí


existente, 'y ese suceso estimuló 'al encargado de las fuerzas
navales uruguayas, coniaudante Juan Muiíio, para emprender
una batida contra las balleneras enemigas, que surcaban im
punemente las aguas del río Uruguay, desde el arroyo de la
China hasta Martín García.
Dicho marino tenía bajo 'su mando inmediato el bergantín
Larrobla, y hubiera encabezado con él la expedición que pro
yectó realizar; pero como era necesario montarle algunas
piezas de artillería, optó por cometer esa tarea al teniente í.°
Jorge Cardasi, a cuyo objeto, tripuló tres embarcaciones, jui.
gando que ellas bastarían para desalojar de sus dominios a
las contrarias. Así lo manifestó en su comunicación al Presi
dente de la, República y General en Jefe del Ejército Nad>.
nal, agregando que a ese fin dispuso de sus mejores elemen
tos.
La lancha General Medina, tripulada por Cardasi, y las
balleneras General Rivera y General Aguiar, fueron las el>
gidas para tan delicada .empresa'. En el primero de los cita
dos puntos no se encontró ningún buque armado, según par
te del teniente 2.° Francisco Flrrvil, que mandaba esta últi
ma y que practicó allí un prolijo reconocimiento.
Cardasi d.ecidió entonces remontar el Uruguay aguas ab:i.
jo y siguió la ruta hacia Fray Bentos, para observar desde.
ese puerto las .hall eneras armadas que permanecían en el .U'
Gualeguaychú y batirlas si lo abandonaban.
Dice en su parte que el 19 de noviembre dió la vela a re
correr la costa de Entre Ríos. y que a las 12 vió que en t>l •
puerto de Don Basilio se hallaban seis embarcaciones Inme
diatamente .de apercibirlas, se aproximó a la ribera para re.
conocerlas. resultando ser cuatro baile.neras armadas de las
de aquel 'puerto entrerriano y una chalana; pero éstas, en oí
momento de aproximarse, rompiereni el fuego con los pedre
ros y fusilería. Entonces él repelió el ataque 'con el cañón de?
a 4 que montaba el lanchón General Medina y dispuso que las
balleneras contestasen con sus fusiles. No obstante, como na
acto de prudencia, se acercó a la orilla cuanto se lo permitie
ron las circunstancias, y esta advertencia de su parte, evitó
que a las naves de su comando les ocurriese un .doloroso de
sastre, porque los buques contrarios se habían emboscado "Q
GARIBALDI EN EL URUGUAY 147

un saraudizal. Por eso, en los primeros ataques que llevó con


tra ellos, tuvo la desgracia de que dos de sus compañeros fue
sen heridos, y hasta la contrariedad de soportar la rudeza de
un rechazo/ Pero este revés fué apenas transitorio. El honor
y el deber, en consorcio con su temple tantas veces celebrado,
pudieron más que aquella peligrosa celada, y "conociendo la
bravura del comandante del General Aginar y tripulaciones di»
su mando",—según sus propias palabras,—"orzó a la banda
y desembarcó en tierra, como a 150 brazas del enemigo: con
las tripulaciones y tropa destacó una partida de guerrilla, y
con la demás 'fuerza, los cargó" resueltamente, ansioso de
arrollarlos o hacerles presa
Estas acertadas y enérgicas disposiciones, le dieron 'la re
vancha, pues el enemigo desalojó los ventajosos sitios que
ocupaba, siendo tenazmente perseguido h.ista alejarse 'de la
costa. Igual cosa sucedió con 20 hombres de caballería que co
operaban desde tierra a la defensa de aquél.
En seguida mandó hacer alto y contramarohó con el pr>.
pósito de apoderarse de los buques abandonados por el ene
migo y de la carga que había en el puerto, lo ,|ue llevó a ca
bo 'sin dificultad'.
Los tripulantes de las balleneras y de una lannha que tomó,
se componían de 60 hombres, figurando entre ellos algunos de
caballería.
Cardasi tuvo dos marineros heridos, aunque leveimente ;
pero los contrarios experimentaron muchas pérdidas, habien
do desamparado dos muertos, y un herido y dejado rastros
de sangre en diversos sitios.
Las balleneras apresadas, pertenecían a un tal Malta, co
misionado de Rosas, y con amplias facultades en el río Uru
guay para convoyar o apresar los buques que sin licencia del
Dictador navegasen sus aguas.
Sabedores de que el bergantín/yam>Mrt estaba varado en la
boca .del Yaguarí, habían salido de Gnaleguaychú con el in
tento de hacerse de él ; pero como se ve, el destino dispuso
otra cosa..
El teniente Cardasi, recomienda en su parte la bravura del
teniente 2.° Francisco Florvil, del piloto Enrique Genoquio y
de la tripulación.
El concurso de Santa Fe. agregado al que ya prestaba Co.
148 SETEMBRIXO E. PEREDA

rrientes, era sintomático de buenos augurios, y si antes, no con


tándose con la adhesión del general don Juan Pablo López,
se luchaba sin cobardes desalientos, a pesar de la muerte des
graciada de Lavalle, ese lazo de unión entre dos provincias
belicosas y heroicas tenía que imprimir mayores bríos a la
campaña libertadora.
Entretanto, el general Paz, apremiado por los sucesos, no
pudo aguardar el pasaje de Rivera, y el 28 de novitembre, se
vió obligado a librar con Echagüe un reñido combate en
Caaguazú, Provincia de Corrientes. siendo derrotadas las
fuerzas rosistas. Estas perdieron toda la infantería y artille
ría, lo mismo que su gran parque y porción de carretas que
conducían vestuario y armamento.
Al amanecer de ese
día, divisó al ejército
enemigo, fuerte de 5.000
hombres, listo para em
peñar la lucha. Echagüe
había dispuesto sus fuer
zas estratégicamente, co
losando en las alas la
caballería, al centro ¡a
infantería y la artille
ría, esta última con Э
piezas. y a retaguardia
los bagajes y el parqiic.
Paz, cuyos conocimien
tos tácticos estaban muy
por encima de <los que
poseía el jefe contrario,
ti'-neral Pascua! organizó sus tropas há
bilmente, a pesar de su
desventajosa situación, pues Ins distribuyó así : en los flan
cos, la caballería, y .al centro, tres batallones de infantería y
una batería de 4 piezas, protegidas por una reserva general de
la primera de dichas armas.
Sin embargo, entre estas dos posiciones, la de Paz era in-
. cuestionablemente más difícil, pues tenía a sus espaldas un
grande 'estero y poco más allá el río Corrientes; siendo de
GABIBALDI EN EL URUGUAY 149

advertir que el extremo del primero formaba, con los barran


cos del segundo, como un ángulo agudo, cuyos lados se corta
ban antes de llegar a su vértice, formando una especie de co
no, o mejor, de •emirado. Esta posición, a pesar de todo, fué
la que sostuvo Paz, y alrededor de ella se desenvolvió la ba
talla, (1)
Eohagiie, creyendo poder arrollar a su adversario, valido
de la superioridad numérica de sus soldados y de los elemen
tos, con que contaba, aceleró el ataque, avanzando en masa a
las 7 de la mañana y rompiendo con su artillería un fuego
sostenido, que fué .de .inmediato contestado por la de Paz,
empero escasearle las municiones y de no tener un personal
práctico como para competir ventajosamente .con el de aqué
lla. A pesar de ser ésta su arma predilecta y de ejercer 'vigi
lancia sobre su ejecución, le fué confiado el comando de ella
a "un joven extranjero, llamado Picard. enteramente inepto,
pero que a falte de • otro suplió en aquel lance, y es 'preciso
decir, lo hizo lo mejor que pudo." (2)
Picard, no obstante, defeccionó en 1843.
La caballería enemiga, .compuesta de mil y tantos hom
bres, se lanzó 'también briosamente sobre la .unitaria, en la
creencia de que le 'sería dable envolver la izquierda de Pa/;
pero como éste había presentido las intenciones de sus adver
sarios, se anticipó a preparar una emboscada en 'un desfila
dero, ordenando ,de antemano que llegado el momento, su
caballería cediese terreno, a fin de que la de Echagüe, .sedu
cida por un falso triunfo, cayese en esa estratagema, y fuera
sorprendida y derrotada, como efectivamente lo fué por dos
batallones que le hicieron fuego de flanco.
El general Ramírez, aprovechando el desconcierto que
produjo este .suceso en las .filas enemigas, llevó un vigoroso
ataque a la izquierda de Echagüe, trabándose una lucha en
carnizada que determinó el triunfo de aquel 'jefe. Pero para
hacer completa la victoria, era imprescindible vencer tam
bién el centro de Echagüe y acallar la artillería, al mando
ésta del coronel Juan B. Thorne. Apercibido Paz de que la
resistencia empezaba a Saquear, ordenó que su infantería

(1) Adolfo Saldías: «Historia (le la Confederación Argentina. — Rosas y su épociu, tora*
III, página 3tt.
(2) «Memorias postumas», tomo III, páginas 3G9 y 370.
150 SETEMBRINO E. PEREDA

avanzase en son de carpa, cuya operación motivó el retiro lie


aquellas fuerzas e imprimió mayor impulso al ataque, dan lo
por resultado el abandono por parte de Echagiie 'del canupo
de la acción.
En carta a su hermano Julián, escrita el '28 de noviembre,
le decía a este respecto: "Hoy a las 11 de la mañana estaba
derrotado, pulverizado, el Ejército de Echagüe. Toda su ar
tillería, infantería, gran parque, porción de carretas y todo,
todo está en nuestro poder.
"La mortandad es grande.— El campo, por más de tr^s
leguas, está sembrado de cadáveres La pérdida por nuestra
parte es muy poca, casi nada.
"No pudo darse batalla más completa. Es imposible que la
haya.
"Tan lejos de ponderarte, persuádete que no sé explicar
bien la completa destrucción del ejército enemigo; Es terri
ble, es 'horroroso. No van cien hombres reunidos y no lle.gan
a tres los grupos que van".
Tan feliz nueva, se apresuró el general Pa/ a comuni
cársela al jefe oriental, ese mismo día, desde su campamento
a inmediaciones de Pay.ubre. Los coroneles Báez y Velazco.
al servicio de Rivera, pero que operaban en las provincias
argentinas, coadyuvando a la acción «de aquél, tomaron una
activa participación en la refriega.
También se halló el general Núñez, que en Cagancha
contribuyó eficazmente a la derrota de Urquiza.
En las filas contrarias figuraba otro mililtar uruguayo, de
innegable arrojo, pero que había cometido el error de acompa
ñar a Oribe, a pesar de la gran amistad que le ligara con el
héroe del Rincón de las Gallinas, quien en su parte de esa ba
talla, le da el título de bravo capitán. Nos referimos al general
Servando Gómez que en Caaguazú mandaba "una numerosa y
acreditada caballería", y que empeñosa¡mente atacó la izquier
da enemiga, procurando avanzar sobre su derecha para flan
quearla, no obstante los mortíferos fuegos del batallón de ca
zadores que tomó en flanco su división. (1)
El general Núñez fué el jefe atacado por Gómez y que .'.e
fingió arrollado por éste.

(1 «Momerías postumas», tomo III. p:íginn 370.


GARIBALDI EN EL URUGUAY 151

Hi en Oncativo, con gran habilidad, impone Paz la manera


<le obrar a su enemigo, en Caaguazú, a la inversa, espera en
sus posiciones para combinar la defensa con la ofensiva. 8u
ofensiva estratégica la combina con su defensiva táctica, con
tal precis•ón, que calcula previamente el punto llave donde
desata el nudo de la batalla, destruyendo la superior caballería
del enemigo, y libre de esta arma, le permite luego — utili
zando siempre su destreza táctica—pasar a la ofensiva y
declararse vencedor. (1)
Algo debe haber de predestinado en este hombre. Despren
dido 'del seno de una revolución mal aconsejada como la del
1.° de diciembre, él .es el único que sabe justificarla con ía
victoria ; arrebatado de la cabeza de su ejército por el poder
sublime del gaucho, anda de prisión en prisión diez años, y
Rosas mismo no se atreve a matarlo, como si un ángel tutelar
velara sobre la conservación de sus días. Escapado como por
milagro en medio de una noche tempestuosa, las olas agitadas
del Plata le dejan al fin tocar la ribera oriental ; rechazado
aquí, desairado allá, le entregan al fin las fuerzas extenuadas
de una provincia que ha visto sucumbir ya dos ejércitos. De
estas migajas. que recoge con paciencia y prolijidad, forma
sus medios de resistencia, y cuando los ejércitos de Rosas
han triunfado por todas, partes y llevado el terror y las ma
tanzas a todos los confines de la República, el general manco,
• el general boleado, grita desde los pantamos de Caaguazú:
"La República vive aún". (2)

El 3 de diciembre, el general Rivera, que se encontraba


acampado en el Durazno, participó al Ministro de Guerra
y Marina la noticia de la derrota de'Echagüe, que le fue
transmitida desde el Queguay, el día 2, por el general Medi
na, quien a' su vez la obtuvo del comandante José A, Reyes,
destacado en Belén. a cuyo conocimiento llegó el L° a las 3 de
la mañana
Difundida la buena nueva en Montevideo, provocó entu-

<1) Juan A. Mendoza, mayor de Iníantería: «Revista Nacionab, año 1893. página ol.
(íl Domingo F. Sarmiento: «Facundo o Civilización y barbarie•.
152 SETEMBRINO E. PEREDA

siastas manifestaciones de regocijo, .siendo celebrado el triun


fo. en la Jefatura Política y en la residencia de don Julián
de Paz, 'representante del Gobierno de Corrientes. (1) Pero
recién al recibirse una comunicación oficial del general Pazr
dirigida al Presidente Rivera y que éste hizo saber al Go
bierno el día 5, se extremaron los festejos.
Doña Bernardina Fragoso de Rivera fué saludada por una
delegación de patriotas, en su quinta del Arroyo Seco, presi
dida por don José .Aniuña. Esa distinguida matrona ofreció
un lunch a sus visitantes Don José Rivera Indarte brindó eii
su honor, diciendo que lo hacía "por la buena y generosa
protectora de los emigrados argentinos". Don Julián de Paz,
"por el general Rivera, amigo de la Libertad y amigo de los
argentinos". " Estos,—terminó diciendo,—han reportad.i
bienes de sus glorias: sea de él la de Caaguazú".
En el domicilio del señor de Paz, se reanudaron dichas ma
nifestaciones, habiendo concurrido las primeras personalida
des argentinas y orientales, hallándose entre ellas los doctores
Alsina, Agrelo y Vázquez, los señores Mármol, Rivera Indar.
te, Muñoz (J. J.), y de la Puerta, el coronel Olazáhal, el ca
pitán Paiva y el ayudante Acosta, estos dos últimos, porta
dores de los partes de la victoria. El joven Vicente Ferré,
hijo del Gobernador de Corrientes y que se hallaba en Mon
tevideo, compartió de ese acto y pronunció un patriótico brin
dis.
El día 12 hubo revista de la guarnición 'de la plaza, man
dando la parada el general don José Rondeau. Con ese mo
tivo se congregaron en la Casa de Gobierno las principales'
autoridades y lo más granado de la Capital.
En Corrientes, el Gobernador Ferré decretó, a su vez. di.
versas solemnes manifestaciones, que duraron varios días.

El 13 de enero del siguiente año fué aprobada por la Junta


de Representantes de Santa Fe la Convención ajustada con
el Gobierno Correntino. He aquí el decreto respectivo :

íl) Se dió lectura a unos patrióticos Tersos de .ítmna P. Manso, a la sazón en Momevidecv
titulados «A Corrientes iencedora«.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 153

¡Viva la Federación!

Snnta Fe, enero 13 de 1842.— Año 33 do la


Libertad, 27 de ta Independencia y 13 de
la Confederación Argentina.

La II. Junta de Representantes de la Provincia, en sesión


de este día, y en virtud de las facultades ordinarias y extraor
dinarias que inviste, ha acordado y

DECRETA :

Artículo 1.° Se aprueba en todas sus partes el tratado de


alianza ofensiva y defensiva celebrado entre los Exemos. Go
biernos de esta Provincia y el de Corrientes, el 5 de noviembre
de 1841.
Art. 2.° Comuniquese.

URBANO DE IRIONDO, Vicepresidente


—Cayetano de Ecliagüc, Diputado
Secretario.

Recién el 15 se determinó Rivera a efectuar su anunciada


travesía a la Provincia de Entre Ríos, haciéndolo al mando de
2,500 hombres. Coincidió ese hecho con la invasión de Paz,
por la frontera de Corrientes, quien se hallaba en esos mo
mentos en Perico Berna, y ambos ejércitos lograron situarse
en las cercanías de la ciudad del Paraná, en la segunda quin
cena de dicho mes de enero.
Manifiesta Paz, que mientras él penetraba por el Norte, Ri
vera lo hacía por el Este de la Provincia.
Se ha criticado la tarda resolución de hacer efectivo ese
pasaje; pero, como lo dice el historiador Díaz, en el tomo V,
página 169 de su "Historia política y militar de las Repúbli
cas del Plata", el general Rivera no realizó el cruce del río
Uruguay, "hasta que no dejó tomadas todas las medidas de
seguridad", previsión ésta, más digna de aplauso que de cen
sura.
154 SETEMBRINO E. PEREDA

El general Urquiza, que había sido electo Gobernador el


mes anterior (15 de diciembre), tuvo que cederle. el terreno,
retirándose para Gualeguay, por donde avanzaba la vanguar
dia de Paz, al mando del general Núñez. Viéndose impotente
para resistir a esta doble invasión, . Urquiza pasó al Paraná,
como con 500 hombres, dejándole a Rivera algunos prisione
ios, y más de 6,000 caballos. Simultáneamente, Paz hizo ocu
par la capital del Paraná por la división del general Ramírez;
y la Legislatura nombró (29 de enero). Gobernador provisorio
al comandante Pedro Pablo Seguí. (1)
Cinco días después entró Paz en la Capital, y se dirigió al
nuevo Gobernador, manifestándole que esta elección, "hecUa
por el foto libre de los representantes, hace ver que el grito
de libertad y muerte a los tiranos que han lanzado luego que
se vieron libres del ominoso poder que los oprimía, es el sen
timiento que proclaman y que están resueltos a cumplir". (2)
Había que combatir contra adversarios poderosos, y esto
aconsejaba apercibirse para la lucha, apelando a todos los
medios lícitos, aconsejados por ,las circunstancias y la expe
riencia. Rosas era enemigo del Estado Oriental y del pueblo
argentino, cuyas provincias, maniatadas a su despótica volun
tad, no podían desenvolver libremente sus actividades y an
helos de progreso. Se hacía, por lo tanto, imprescindible una
alianza más estrecha, ajustada por medio de un pacto escrito,
que sirviera de norma, para proceder con menos vacilaciones
y recíprocos recelos, y el 12 de abril se firmó el siguiente con
venio entre los representantes del Presidente Rivera y Gober
nadores de Entre Ríos y Santa Fe, en Galarza, costa de Gua.
leguaychú :

Convención de alianza ofensiva y defensiva entre los Gobier


nos de la República Oriental del Uruguay, Entre, 1iíos y
F( . contra el Gobernador de Buenos Aires.

El Presidente de la República Oriental del Uruguay, Gene


ral en Jefe del Ejército, y los Excmos. Gobiernos de las pro
vincias argentinas. Entre Ríos y Santa Fe. animados del más

!1) Adolfo Saldíus: «Historia de la Confederación Argrntiun», lomo III, púgiim 334.
(2; Saldías, obra y pagina citadas.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 155

ailt'i espíritu de libertad y civilización en pro de los pueblos


que presiden, y penetrados de la necesidad de poner término a
la desoladora guerra que el Gobernador de hecho de la provin
cia de Buenos Aires, hace a los pueblos argentinos y a la Re
pública Oriental del Uruguay, contrariando los sagrados prin
cipios americanos, y poniendo en práctica el execrable sistema
•de .intervención armada, para disponer a su arbitrio de la in
dependencia y soberanía de los pueblos y Repúblicas vecinas,
j.erturbando en ellas la paz pública, y el pleno goce de sus de
rechos ;
Y siendo ya ineficaz todo otro arbitrio, que no sea el de las
.armas, para atraer al expresado Gobernador al cumplimiento
de sus deberes; deseando, por otra parte, organizar los po
derosos elementos empleados hasta hoy, para destruir su exor
bitante y despótico poder, resolvieron hacer un tratado de
alianza ofensiva y defensiva entre los tres Gobiernos, que sirva
de base a las ulteriores operaciones de la guerra que debe lle
varse hasta la desaparición del tirano, garantiendo por este
medio, el desarrollo de la opinión de los pueblos que gimen
bajo su espantoso poder; y para ello, procedieron a nombrar
a sus respectivos Comisarios : a saber,—S . E . , el señor Presi
dente de la República Oriental del Uruguay, General en Jefe
del Ejército, a su Secretario en .campaña, el señor don José
Luis Bustamante : S. E., el señor Gobernador y Capitán Gene
ral de la provincia de Entre Ríos, al señor doctor don Santia
go Derqui, Ministro de Estado en los Departamentos de Gue
rra y Hacienda ; y S' E. el señor Gobernador y Capitán General
de la provincia de Santa Fe, al señor don Domingo Crespo,
los cuales, después de haber canjeado sus poderes respectivos,
que hallaron en buena y debida forma, han estipulado los ar
tículos siguientes:
Artículo 1.° Se establece una alianza ofensiva y defensiva,
entre los mencionados Gobiernos de la República Oriental del
Uruguay, de la Provincia de Entre Ríos y de la de Santa Fe,
contra el Gobernador de Buenos Aires don Juan Manuel de
Rosas.
Art. 2.° Los Gobiernos contratantes se comprometen 'solem
nemente, a poner en unión todos los elementos de guerra de
.que puedan disponer, y a formar cada uno un ejército en es
tado de combatir.
156 SETEMBRINO E. PEREDA

Art. 3.° De ellos se formará el Ejército Unido, que debe


llevar la guerra, hasta obtener la deposición del Gobernador
de Buenos Aires don Juan Manuel de Rosas, y su completa
separación de los negocios de la República Argentina.
Art. 4.° Queda nombrado General en Jefe del Ejército Uni
do, el E'xcmo. .señor Presidente de la República Oriental del
Uruguay. Brigadier General don Fructuoso Rivera.
Art. 5.° Las altas partes contratantes se obligan; bajo la
garantía de su honor, a no dejar las armas de la mano, hasta
haber obtenido la deposición del citado Gobernador de Buenos
Aires y su separación de los negocios públicos.
Art. 6.° Las mismas altas partes contratantes se comprome
ten, de la manera más explícita y formal. a promover por
todos los medios posibles y resortes legales, la reunión de una
gran convención nacional en la República Argentina, depues
to que sea el actual Gobernador de Buenos Aires, para que pr>
ceda a la organización y constitución de ella, conforme a sus
principios y a la forma de Gobierno, que libre y espontánea
mente quiera adoptar.
Art. 7.° Sin perjuicio de lo estipulado en el artículo segun
do, 'el Gobierno Oriental dará al de, Entre Ríos, un subsidio
mensual de ocho mil pesos en metálico, y otro igual al de
Santa Fe, los que le serán reembolsados un año después de la
pacificación ,de la República Argentina, con la ruina del ti
rano.
Art. 8.° El Gobierno Oriental, con la misma calidad de reem
bolso, y en el mismo término, proporcionará a los de Entre
Ríos y Santa Fe, el armamento y demás útiles de guerra que
precisaren para el apresto de sus respectivos ejércitos. '
Art. 9.° El General en Jefe del Ejército Unido, desde la ra
tificación del presente tratado, támará todas las medidas de
guerra que crea convenientes, aún antes de la organización
del expresado Ejército.
Art. 10. No habiendo permitido la 'premura del tiempo, y la
gran distancia que media entre este punto y la Capital de la
Provincia de Corrientes, la concurrencia del Excmo. señor
Gobernador de ella a esta Convención, a la que ha estado dis
puesto, y a la que lo llaman su alto patriotismo y compromisos
nacionales, le será remitida con la correspondiente 'invita
ción a formar parte en el presente pacto.
OARIBALDI EN EL URUGUAY 15?

Art. 11. El presente tratado será ratificado por S. E. el


señor Presidente del Estado Oriental y por el Gobierno de
Entre Ríos, dentro .del tercero día; y dentro de quince, por
S. E. el señor Gobernador y Capitán General de la Provincia
cíe Santa Fe; debiendo canjearse las ratificaciones en la ciu
dad del Paraná, a los veinte días de esta fecha. En testimonio
de lo cual, nos, los abajo firmados. Comisarios de los Exemos.
Gobiernos de la República Oriental del Uruguay y de las
Provincias de Entre Ríos y Santa Fe, firmamos de nuestra
mano, tres ejemplares de este Tratado, sellándolos con nue¿.
tros sellos respectivos, en este lugar de Galarza, Costa de Gua.
leguaychú, a los doce días del mes de abril de mil ochocientos
cuarenta y dos.—José Luis Bustainantc.—Santiago Drrqui.—
Domingo Crespo.
Está conforme. Por comisión, Nemesio Patiño.
Esta Convención, fué dada a la publicidad por el Jornal
do Commercw de Río de Janeiro, y reproducida por "El Nacio
nal" de Montevideo, en su número 1046, correspondiente al
'i de junio.
Tres días después de su ajuste, un suceso de armas dió el
triunfo a la vanguardia de Oribe, manchándose, una vez más,
de sangre y baldón, las páginas de la historia de los pueblos
en lucha ; pero felizmente para la causa de los coaligados, la
ignominia y la reprobación universal, recaerán eternamente
sobre sus adversarios, quienes demostraron en todas las oca
siones ser enemigos de.la civilización y del reinado de las
instituciones libres.
La siguiente carta del ex Presidente Oriental al servicio de
Rosas, en que se da cuenta, con la mayor naturalidad, de la
decapitación de un prisionero, si no existiesen innumerables
hechos análogos y aún peores, bastaría para caracterizar la
moral política de los .tenientes del sátrapa argentino.
¡Viva la Federación!
Señor General don José Félix Aldao, Cuartel General, 'en las
Barrancas de Coronda, abril 17 de 1842.
Mi estimado .general y amigo :
Con mucha satisfacción participo a usted que el l5 en la
tarde, fué derrotado y completamente disperso, el salvaje uní.
158 SETEMBRINO E. PEREDA

tario Mascarilla, por la vanguardia de este Ejército, al mando.


de los señores coroneles Flores y A mirada, cerca de la estan
cia del finado general don Estanislao López. Treinta y tantos
muertos y algunos prisioneros", entre los cuales quedó el sal
vaje titulado general Juan Apóstol Martínez, que le fué ayer
cortada la cabeza, fué el resultado de este hecho de nuestras
anuas federales. La persecución del salvaje Mascarilla, aún
sigue. Felicito a usted por este glorioso suceso y me repito
su muy atento seguro servidor y amigo C¿. B. S. M.—Momo I
Oriie.

Al ocuparse de la derrota infligida a Lavalle en Faoiaillá,


el 19 de septiembre de 1841, dice el autor de "Rosas y su
tiempo" que la reducida infantería unitaria, compuesta de
milicianos cordobeses, se rindió a Oribe, "y fueron degollados
basta el último". (1)
El autor del "Ensayo histórico sobre el Tucumán". con
signa, a su vez, en la página 231, que un jefe de talento dis
currió un medio ingenioso: los sesenta prisioneros fueron ata
dos unos con otros, en una sola fila, como un rosario, y los la
zos de las puntas arrastrados a la cincha, por varios jinetes,
hasta tender en el suelo el huanano racimo. ¡ Y allí fué el
festín de los caníbales! (2)
Todos los dispersos rendidos eran entregados a Oribe, que
elegía las clases graduadas para "ejecutarlos en la forma or
dinaria", exceptuando a los más copetudos, a quienes aplica
ba otra forma, tal cual pasó con don Marco Avellaneda, "cu
ya cabeza fué colocada en una pica, a la expectación de los
habitantes, en la plaza pública de la ciudad de Tucumán"
(3). Entre los degollados se hallaba el coronel Borda, a quien
también le fué cortada la calaza, y dícese que Oribe, maniló
las orejas saladas de la víctima a Manuela Rosas. (4)

(!', Josrt Marfa liamos Mejfa, obra citada, tomo III, pagina 3:¡1.
fj) Paul Groussac, obia ciüiJa.
i3i Parle de Oribe, fechado en Metán el 3 de octubre de 1841 y publicado en 'La Ga
ceta Merea[ilil» del 28 del mismo mes y año. La deciaración de Avellaneda, puede verse
en el número correspondlente al 2 de noviembre del mismo periódico.
(4) «Memoria histórica de la Provineia de 'í'nenm.'m . página 251. — Ramos Melfa, obra
citada, página 332. —Este historiador hace presente que si birn el doetcr Saldías refiere el
fusilamlento de Burda en su « His(oria de la Confederación Argentina >, no menciona el
hecho bárbaro de que se trata.
GARIBALDI EN EL URUGUAY . 159

Al mes siguiente de la acción que motivó la 'carta de Orilu,


dirigida a Aldao, el Gobierno Oriental declaró a la República
en Asamblea, y sobre las armas, expidiendo el decreto que va
a leerse:

Montevideo, mayo 14 de 1842.

Puesto el Gobierno en el caso de consultar por todos los


medios posibles, la defensa del territorio, amagado por una
invasión, por un enemigo que nada respeta y tratándose nada
menos que de la existencia de la Patria, el Gobierno ha acor
dado y decreta :
1.° Desde el 15 del corriente, la República toda queda en
Asamblea, y sobre 'las armas.
2.° Son llamados a las armas todos los hombres de la edad
de catorce años a cincuenta.
3.° Todos los hombres que se hallan alistados en los cuerpos
de Guardia Nacional, y otros de cualesquiera denominación
que sean, concurrirán a las 12 del día citado, a sus cuarteles.
4.° Sólo se exceptúa de la concurrencia a la Asamblea, los
carniceros, aguaderos y panaderos; y los extranjeros inscrip
tos en los registros consulares.
5.° Todas las excepciones que establece la Ley de Guardias
Nacionales, quedsui suspendidas.
fi.° Todos los que por cualquiera de las excepciones que
establece la Ley de Guardias Nacionales no estén alistados en
ningún cuerpo, concurrirán el mismo día 15, para la hora se
ñalada, los de la ciudad vieja, en la Plazuela del Cuartel de
Dragones y en la Plaza Mayor. Los de la nueva ciudad, en
la Plaza de Cagancha. Los del Cordón, hasta la Plaza de To
ros y Aguada, en la Plazuela de la Iglesia Parroquial del
Carmen. Los del Carmen y Miguelete, en el Cerrito.
7.° Гn decreto especial, expedido por el Ministerio de la
Guerra, fijará el día en que han de empezar las Asambleas en
los Departamentos de campaña, y los puntos en que deban
tenerse.
8° La divisa del Ejército y la cucarda nacional, deberán
ser distintivos de los establecidos en Asamblea.
9.° Todos los que hallándose comprendidos en las disposi
160 SETEMBRINO E. PEREDA

cionos de este decreto no hubiesen cumplido con lo que en él


se ordena, saldrán del país, dentro de tercero día.
10. El presente decreto se publicará por bando en la ciu
dad y extranraros. incluso Cordón y Aguada, insertándose
además en los periódicos.

JOAQUÍN SUAREZ. — FRANCISCO


A- VIDAL. — ENRIQUE MARTÍNEZ. —
JOSÉ DE BÉ.iAR.

Crispin Velázquez, que operaba al norte de Entre Ríos,


ofició a Oribe, el 15 de mayo, dándole noticias del resultado
de sus correrías, favorables, según él, a la causa federal. An
te tan grata nueva, éste le escribió felicitándolo; pero por no
perder la costumbre, junto con la orden de continuar su cam
paña de hostilidad a los unitarios, le recomendó que oficiase
al famoso Abrabán, hombre de 'horca y cuchillo, transmi
tiéndole sus deseos de que les cortase la cabeza a los prisio
neros de algún valer, que tuvieran la desgracia, para él la
suerte, de caer en sus manos.
Ahí va la prueba de lo que decimos :

¡Viva la Federación!

Señor Comandante don Crispin Velázquez.

Cuartel general en el Paraná, mayo 17 de 1842.

ЛП estimado Comandante: una vez que según el parte di


usted, de fecha 15 del corriente, que acabo de recibir, no hay
ya salvajes unitarios a que atender por la Concordia, 'es pre
ciso que contraiga usted su atención a los puntos que aún
ocupan, del Gualeguay. Uruguay, etc, y me comunique sin pér
dida de tiempo y a menudo, cuanto ocurra, pues hasta ahora
еs de usted de quien recibo partes más seguros y circunstan
ciados.
También ruego a usted le oficie al mayor Abrahán. que si
ha tomado prisionero algún salvaje unitario de copete, l')
drgüM< inmediatamente..
OARIBALDI EN EL URUGUAY
161

Sin otro objeto y felicitando a usted como a los demás fe


derales por un suceso tan feliz como el que nú' comunica e:i
su citado parte, me repito.su afectísimo.—Man uel Oribe.

P. D.—También es importante me envíe los papeles que le


hayan tomado al salvaje Angel Núñez.

¿Se quiere una guerra más bárbara y sanguinaria?


¿Puede darse un sistema político menos racional y hu
mano ?
- Sin embargo, pretendía Oribe restaurar el poder y dome
ñar la altivez cívica nunca desmentida del Pueblo Oriental.
Era necesario, pues,
oponerse tenazmente a .>u
avance triunfal hacia el
sudo uruguayo, aunque
hubiese que hacer los
más enormes sacrificios.
La conservación de nues
tra nacionalidad y lai
vidas y haciendas de sus
habitantes, principalmen
te de los de copete, .se
gún su lenguaje, así lo
aconsejaban, m á x i m e
cuando esa escuela de
desolación y sangre pros
peraba en el corazón dt
los servidores de Rosas,
Gencral Jusé Félix Aldno (Fmiloi
que desgraciadamente t.?.
nían mando de fuerzas y que no respetaban ni a existenc;u
de los niás humildes.
fc/í fraile Aldao, que además de apóstata, sacrilego y san
guinario, tenía las entrañas de un monstruo, no 'contento con
sus fechorías de todo linaje, expidió el más abominable de los
decretos que pueda abortar un cerebro humano extraviado
por la ambición y el encono. El 31 de mayo interdictó todos
los bienes pertenecientes a los unitarios de la provincia de
Mendoza y declaró alienados a cuantos no 'respondían a su
GAR1BALDI-11
162 SETEMBRINO E. PEREDA

voluntad y a las aspiraciones de Rosas. Ese documento . lo


hizo conocer por primera vez "El Mercurio" de Valparaíso
y mereció la reprobación unánime de todos los hombres li
bres del Río de la Plata.
Su escarnio de la . personalidad humana, llegó al extremo
•de hacer habilitar una casa destinada al encierro de sus ene
migos, para que éstos fuesen tratados como personas demen
tes, llevando esa bajeza al punto de librar a la voluntad y «1
criterio del jefe de policía la clasificación del grado de sen
satez ile aquéllos, convirtiendo así en alienistas a funciona
rios prol'anos en enfermedades mentales, si bien podían ase
sorarse de algún facultativo. Pero como sólo se proponía in
fligirles una luunillación, eso nada 'le importaba.
La misma autoridad fué investida con el cargo de adminis
tradora de los bienes de los interdictados, en calidad de tu.
tora y curadora, y éstos no podían disponer de suma alguna
mayor de diez 'pesos sin el previo asentimiento de su cancer
bero, ni servir «le testigos, salvo aquellos casos en que no s*
encontrase individuo alguno, entre los suyos, a quien recu
rrir con ese objeto.
El documento que nos ocupa no encontró, sin embargo,
ningún Ministro 'que inspirase la menor confianza al Gobier
no, capaz de autorizarlo con su firma, como resulta de su
propio contexto, viéndose precisado a valerse del oficial nvi.
yor de la Secretaría para que lo refrendase Ese solo hecho
demuestra el vacío que rodeaba a su autor.
El decreto que comentamos, dice así •.

¡Viva la Federación!
Mendoza, mayo 31 de 1842; año 33
de la Libertad, 27 de la Indepen
dencia y 13 de la Confederación
lArgentina.

El Poder 'Ejecutivo de la provincia, etc.,

Considerando que desde el principio, de la lucha de los fe


derales contra el bando salvaje de unitarios han manifestado
estos últimos un desquicio completo de su cabeza ; que entre
GARIBALDI EN EL URUGUAY 16:ï

:sus desordenadas maquinaciones, se unieron a los extranjeros


para humillar la dignidad y honor de la República; que la
manía de hacer males a los pueblos de la Confederación se
acrecienta cada día; que todas las elases de la sociedad están
expuestas a las tropelías de esos furiosos locos; que es el de
ber del 'Gobierno poner un dique a estas furias, salvando así
los pacíficos habitantes de sus asechanzas. En uso de las.fa-
•cultades ordinarias y extraordinarias que inviste, ha acorda
do y decreta:
Artículo 1.° Es encargado el Jefe de Policía de disponer
una casa de las del Estado, para, asegurar todos los salvajes
unitarios que a su juicio se consideren más frenéticos.
Art. 2.° Ningún salvaje unitario podrá disponer más del
valor de diez pesos, sin previo conocimiento de la Policía, a
cuya autoridad se les nombra como tutor y curador.
Art. 3.° Será de ningún valor 'todo contrato de compra y
venta, donación y cesión, habilitación mutua, préstamo,
arriendo de bienes, sean muebles, semovientes o raíces, que
exceda del valor expresado, sin el previo conocimiento del Je
fe de Policía.
Art. 4.° El escribano que procediese a autorizar algún con
trato de la calidad referida, sin una constancia de haber side
visada por el Jefe de Policía, será penado con la pérdida de
su oficio.
Art. ;i.° Serán declarados salvajes unitarios los que resul
ten comprendidos en las listas de clasificación que con esta
fecha pasan al Jefe de Policía.
Art. 6.° Ninguna persona, sea extranjera o de la Repúbli-
-ca, tendrá opción a declamar sobre cualquier contrato que
tenga con los comprendidos en el -artículo anterior, sin que
antes haya precedido el consentimiento de la Policía.
Art. 7.° No podrán éstos servir de testigos en ningún ins
trumento público, ni privado, asunto ni causa civil o crimi
nal, excepto en los casos de grave urgencia en que no se en
cuentre otra .persona hábil y después que el Jefe de Policía
sea certificado, por un facultativo 'de confianza, de hallars •
en disposición de que su juicio se haya restablecido algún
tanta
Art. 8.° Sus exposiciones no harán fe en juicio, sino des-
."pués de obtenido el consenso del Jefe de Policía, a virtud djl
164 SFTEMBRINO E. PEREDA

reconocimiento respectivo, que mandará practicar, de su es


tado y capacidad.
Art. 9.° Publíquese por bando, fíjese, circúlese y dése al
registro.

ALDAO.

De orden de S. E. y por no haber Ministro de la confianza


del Gobierno,
El Oficial 1.° de la Secretaría. —Santiago Miranda.

"El Mercurio", al transcribir este original decreto, lo ca


lificó sarcástocamente de precioso documento de legislación.
Esas pocas palabras del periódico chileno valen mucho más
que un extenso comentario, pues encierran una burla san
grienta.
Tenía razón "El Nacional" de Montevideo cuando decía
lo siguiente, analizándolo: "Si hay un documento cuya sola
lectura haste para descubrir que su autor es un profumh
malvado, es sin duda ese que ha suscripto el sacrilego teniea.
te de Rosas. Barbarie semejante no se encuentra ni en los
delirios de los famosos tiranos, asombro de la historia. Esos
monstruos martirizaban la carne y el espíritu de sus seme
jantes, pero no los trataban con el menosprecio, con la bes
tial ironía con que el fraile de Mendoza afrenta a sus míseros
paisanos. "
Afirma el doctor Ramos Mejía que en la acción de Angac >,
librada el 16 de agosto de 1841, en que "600 hombres, radian
tes de juventud y de coraje, resuelven vencer a todo el Ejér
cito combinado de Cuyo, y lo vencen", arrollada por Cris'>s.
tomo Alvarez la vanguardia de Aldao, las músicas de 2,000
veteranos que venían detrás de ella, lanzaban al espacio no
tas triunfales y alegres "para .alejar del turbio espíritu del
Fraile las tristezas que derrama en él su cáncer, manando al
cohol por lt>s poros que, deja libre la sanies." (1)
Sin embargo. .José Félix Aldao se había conducido como
buen patriota en las luchas por la independencia de su país,
siendo teniente coronel de caballería en el ejército de los Au

«Rosas y su ti .mi>>«. tomo III, pfiginn ÜH.


GARIBALDI EN EL URUGUAY 165

des, y después, Gobernador y brigadier general de la provin


cia de Mendoza. En 1806, recibió en Chile las órdenes religio
sas, y once años más tarde se le designó capellán del ejército y
luego teniente.
Prestó servicio activo en la campaña de los Andes .y del
Perú, y fue uno de los principales elementos de acción a que
dió lugar a la convulsión de la referida provincia, sin disfrutar
reposo desde 1825. El 23 de junio de 1829, se encontró en la
acck'n de la Tablada (Córdoba), en que el general Paz de
rrotó a Facundo Quiroga. Formaba en las filas de este último.
Encariñado con la vida de los campamentos y hecho para
la guerra, 'uás que para la predicación del EVangelio, lle'vó
una existencia borrascosa, viéndose desde entonces envuelto
en el polvo de la derrota o del triunfo, según le sonriera la
fortuna en los combates. •
Apóstata, ebrio y cruel, dejó memoria amarga de su paso
y murió de cáncer el 18 de enero de 1845. (1)
Era, pues, Aldao, además de apóstata y sanguinario, ado
rador de Baco. y ello explica sus 'desmanes de todo linaje y
la resolución que dejamos comentada, pues sólo a un desal
mado y ebrio consuetudinario, de naturaleza minada por un
mal incurable, pudo ocurrírsele declarar locos e interdictar a
sus adversarios políticos. •

Las distintas unidades del Ejército Oriental, destacadas al


norte del río Negro y en la Provincia de Muire Ríos, no per
manecían ociosas, a pesar de .los injustos cargos que se for
mulaban contra su jefe supremo. Los siguientes párrafos de
cartas datadas en Paysandú e insertos en el diario última
mente nombrado, lo ponen así de manifiesto elocuentemente:

Sandú, 31 de mayo de 1842.

Nuestra fuerza al mando del general Aguiar, se halla en


•el interior de la Provincia de Entre Ríos.
Oribe estaba el 12 en el Paraná con 1,500 infantes, pero
luego que sintió al comandante Fausto por un paraje llama
do Las Ramadas, se reembarcó, y antes de verificarlo, dego.

(1) Adolfo P C'nrran/ji, «Mrmorias dd g'.nv.ral (in.gurio Anioz de Ui Madn,U, (o;uo II,
166 SETEMBRINO E. PEREDA

lió a 16 personas, entre ellas al Gobernador Seguí y a So


ler, etc>, ccn penas muy grandes a los que quedaron, para que
no diesen sepultura a aquellos salvajes... Es un triunfo pava
el general Aguiar, porque marchará hasta el Paraná.
De Comentos esperamos noticias de un momento a otro,
r>ues 'según las anteriores, vienen en marcha los primeros
1,500 hombres que manda el Gobernador Ferré.

Junio 2.

Son las !> de la mañana, y acaba de llegar el señor Mada.


riaga, Enviado de Corrientes, con comunicaciones para S. K.r
el que me ha dicho que son muy satisfactorias y que el Ejér
cito viene en marcha, .que aquel Gobierno lo ha reconocido
como director de la guerra . . . Esto está bueno y vuelvo a
augurarle que la invasión no llegará a nuestra tierra... Yo
marcho con el señor Presidente en este momento a la barra
de San Francisco.
S. E. marcha mañana o pasado para esa Capital, porque &'>.
lo espera para verificarlo tener noticias de los resultados de
Corrientes.

Junio 2.

Dije a usted en mi anterior, que las divisiones de nuestro


ejército estaban todas en marcha para el interior del Entr-
Ríos. Ahora le agrego que la del coronel Blanco, que mardi '>
por la costa, está más allá de Nogoyá ; y que han batido una
montonera, matándoles muchos y remitiendo l5 prisionera.
El general Aiguiar se halla hace seis días junto .a Montiel,
esl r.rando que Luna, con su división, se ihiciera sentir a reta
guardia de 'las montoneras para atacarlas e impedir que se
abriguen en Montiel.
Estas montoneras están en la mayor dislocación, porque
les falte un centro de autoridad. Ningún jefe de los que líi
capitanean quiere obedecer al otro.
Crispín, dice que pertenece a Urqniza, Chancaca a Echa.
giie, Ereñú a sí mismo, y así los demiás, y entre todos no as.
cienden a 'fiOO hombres.
Parece que no hay duda de que Oribe ha repasado el Pa
GARIBAMi! EN EL URUGUAY 167

raná. Se dice que todas estas divisiones tienen orden de


arrear desde el Paraná todo lo que camine por sus pies para
la coste del Uruguay, a la par que las familias, para que el
ejército de Rosas, caso de pasar el Paraná, no tenga medios.
de movimiento y de manutención. (1)
A estos informes suministrados al 'diario de la referencia,.
s« unieron numerosas manifestaciones, .todas ellas a cual m:'ts
alentadora, como vamos a constatarlo.
El pueblo de Paysandú, dando un vivo ejemplo de patrio
tismo, se congregó en la iglesia parroquial para adherir entu
siastamente a la causa de los Poderes púhlicos de la Capit;d,
que, coino resulta del decreto inserto en páginas anteriores,,
acababan de apelar al concurso de todos los habitantes de la
República en pro de la soberanía nacional amenazada por el
déspota argentino.
He aquí el honroso y plausible documento que fué subs
cripto en aquel solemne acto:

ACTA.'—En la Villa de Paysandú. día de la festividad del


Corpus Cristhi, 26 de mayo de 1842. concluida la misa parro
quial y reunido el vecindario en el atrio del templo, a con
secuencia de convocatoria hecha por el Alcalde Ordinario d«?l
departamento, con el objeto de instruirlo de las medidas
adoptadas por el Superior Gobierno y Honorables Cámaras,
con la circular de su referencia, que así lo dispone, se procedió
por el señor Alcalde Ordinario a la lectura de los enunciados
documentos, los que produciendo en el ánimo de los circuns
tantes la más patriótica y enérgica impresión de entusiasmo,
en favor de la justa causa que defiende el Estado Oriental y
contra las ambiciosas y sangrientas miras del execrable y
bárbaro degollador de Buenos Aires, que oprime y devasta lo*
infortunados pueblos de la República Argentina; acordaron
por unánime consentimiento: que se dieran a nombre de Pay
sandú las más rendidas gracias al supremo Poder Ejecutivo,
y a los Representantes de la Nación, por las medidas pron
tas, activas y eficaces que amitos Poderes han adoptado para
poner el país en estado de seguridad y defensa de toda inva
sión exterior ; que 'al efecto se labrará un acta, en la que se-

(1) «El Nacional», número 1017.


l(jS SETEMBRINO E. PEREDA

•consignarán pública y solemnemente los expresados senti


mientos de gratitud, adhesión y respeto a tan paternal y be
néfico Gobierno, por cuyo principio y en prueba incontestable
de estos mismos sentimientos, quiere se 'eleve a su superior
conocimiento, que el pueblo en masa de Paysandú desea, y >..s
su voluntad expresa y decidida, segundar los esfuerzos del
Superior Gobierno por cuantos medios estén a su alcance:
porque. Paysandú está decidido y resuelto a morir .peleand > ;
<pie se le reduzca a cenizas, si necesario fuese, y que los in
vasores triunfen sobre escombros y cadáveres, antes que ver
realizarse les males que amenazan a la Patria, con ese yugo
de oprobio, de ignominia, de proscripción y de muerto, que
el 'cruel, el sanguinario, el impío Rosas, y sus viles satélites
quieren imponerle. .
Otrosí : por la íntima convicción 'y conciencia que el pu?.
blo de Paysandú tiene de ser estos mismos los sentimientos
y principios en la generalidad de los habitantes del departa
mento, pide: que a la circular del Excmo. Gobierno y 'san
ción de las Honorables Cámaras se acompañe copia de la pre
sente actn a todos los pueblos y distritos de esta municipali
dad, para que igualmente la subscriban y remitan al Gobier
no para los fines consiguientes.
En testimonio de lo cual la firmamos por nuestra libre y
espontánea voluntad, las autoridades y vecinos que apa ro
cen.
(Siguen las firmas.)

Al publicar "El Nacional" esta acta, la precedió de entu


siastas y merecidos comentarios, que en honor. a los autores
de aquélla vamos a sacar de la obscuridad del olvido, para
que las generaciones de todos 'los tiempos 'recojan la edifican
te enseñanza ifue ellos entrañan. Dicen así:

"¡Honor al valiente pronunciamiento de Paysandú!

"Bajo el epígrafe interior, registramos el pronunciamiento


patriótico de Psiysandú, que por su 'espontaneidad y vigor
merece la corona cívica de .la gratitud nacional. ¡Qué Alcal
de tan honrado y patriota! ¡Qué vecindario tan entusiasta y
GARIBALDI EN EL URUGUAY 169

noble! ¡Qué cura párroco tan elocuente y decidido! ¡Qué ac


ta tan rica de elevación y 'coraje! Paysandú ha descollado
entre todos los pueblos de la República, y aunque no dudamos
nue su ejemplo será imitado por los otros departamentos, su
acta de 26 de mayo siempre será un documento 'por todos tí
tulos clásico.
"Kn ella no se emplean -palabras falaces y cobardes para
hablar del degollador Rosas; se le ataca de frente, se le" llama
según merece, y no hay una expresión que no sea propia y
candorosa.
"La virtud -reside en los campes. Nuestra campaña es ta
madre robusta de nuestros más valientes y netos colorados;
allí no hay dudas, desconciertos ni aberraciones. La Patria
allí está en mayoría; y las concepciones patrióticas de esta
Capital, por tantos motivos benemérita, encuentran allí eco
profundo y ejecución vigorosa. Cuando la Capital dé el gri
to sublime de emancipación a la raza negra para armarla en
defensa de la Patria, los departamentos de campaña lo reali
zarán con 'el mismo aplauso con que han saludado la decla
ración de la Patria en peligro." (1)
En otros distritos del mismo departamento encontraron eco
estas manifestaciones, como lo veremos más adelante. Al de
ber cívico de defender la Patria, tan cruelmente amenazada
en su integridad y engrandecimiento, se unía el instinto de
conservación, pues peligraban la vida y 'el honor -al caer »n
manos de los sostenedores de Rosas. De manera que dos sen-
timientns igualmente sagrados inspiraban la loable actitud de
aquel digm'simo vecindario y demás habitantes de los pueblos
del interior y litoral de la República.

Comisaría del Rincón de las Gallinas.—Estancia de los Om-


buses. ct«ta del Uruguay, junio 25 de 1842.

El infrascripto, Comisario interino, tiene el honor de diri


girse al señor Comandante del departamento, con el objeto de
adjuntarle original la Acta que los vecinos de este distrito

(I) Junio '.i de IS!2, »Amero 1018.


170 SETEMBRINO E. PEREDA

han levantado, deseosos de segundar la solemne declaración


que ha hecho ese vecindario, en la que espontánea y solemne
mente han declarado no reservar sacrificio ni esfuerzo que
tiendan a ropeler las sangrientas y bárbaras agresiones d¿l
tirano de Buenos Aires.
Al mismo tiempo le es muy satisfactorio declarar al señor
Comandante que en este distrito no ha quedado ni un solo in
dividuo que no haya cumplido con lo que impone la Patria:
así es que suplica al señor Comandante eleve al conoeLnienti
del Superior Gobierno la patriótica declaración que ha hecho
este vecindario.
Dios guarde al señor Comandante muchos añosl—Luis Co-
qnct, Comisario interino.

Señor Comandante del Departamento de Paysandú, don ¡Mau


ricio López.

ACTA.—En el Rincón de las Gallinas, a siete de junio de


mil ochocientos cuarenta y dos, reunidos los vecinos que fir
man, ante el Comisario de este distrito don Luis Coquet: te
niendo en vista las circunstancias del país, las medidas adop
tadas por las Honorables Cámaras y la resolución y energía
con que el Gobierno de la Nación ha resuelto salvar al heroi
co Pueblo Oriental de la dominación sangrienta del usurpa
dor Juan Manuel Rosas: persuadidos que 'como miembros
de la sociedad a que pertenecen es de su deber contribuir por
cuantos medios estén a sus alcances al sostén de la Libertad e
Independencia Oriental, y al mismo tiempo, deseosos de con
servar sus .derechos, propiedades y vidas, constantemente
amagados por el enemigo de la razón y de la humanidad, y
en completa uniformidad con los sentimientos ya promuu'ia.
dos públicamente por las autoridades y .habitantes de la Vi
lla de . Paysandú, hemos convenido en declarar pública y es
pontáneamente que no reservaremos sacrificios y esfuerzos
que tiendan a repeler las sangrientas y bárbaras agresiones
del tirano de Buenos Aires, y en fe de ser ésta nuestra firme
y decidida voluntad, y para que ahora y para siempre sea
conocida de todos, firmamos la presente Acta.— (Sigiien las
firmas).—L.uis Coquet, Comisario interino.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 17t

Comisaría de Román Grande, junio 6 de 1842.

El infrascripto tiene el honor de dirigirse -al señor Coman


dante del Departamento, adjuntándole original el acta que
han levantado los vecinos de este distrito con el laudable ob
jeto de manifestar los sentimientos que están de completa,
uniformidad con los que animan a todos los habitantes .de es
te departamento.
Dios guarde al señor Comandante muchos años

ACTA.—En el departamento de Paysandú y en la Comisa


ría del distrito del arroyo de Coladeras y el Bellaco, a ó del
mes de junio de 1842, reunidos los vecinos que suscriben por
invitación del Comisario del mismo distrito y enterados de las
medidas adoptadas por las Honorables Cámaras y Superior
Gobierno, para rechazar la invasión que el 'tirano sangriento
de Buenos Aires prepara contra la independencia, libertad y
derechos del heroico Pueblo Oriental, y al mismo tiempo
deseosos y decididos a segundar \я patriótica manifestación
de las autoridades y vecinos de la Villa de Paysandú, espon
tánea y solemnemente declaran que ofrecen sus intereses, per
sonas y vidas para sostener -la Libertad e Independencia de
la Nación, y rechazar a viva fuerza las infames pretensiones
del tirano Juan Manuel Rosas, y en testimonio de .ser ésta
nuestra voluntad, firmamos la presente acta.

(Siguen las firmas.)

Juzgado de Paz, 2« sección.

Uruguay, jimio '17 de 1842.

Per las tres adjuntas notas, que originales acompaño, de los.


Tenientes Alcaldes de los tres distritos de que se compone es
ta sección, se impondrá del resultado que ha tenido el acta
que por este Juzgado fué circulada a los referidos Tenientes.
172 SETEMBR1NO E. PEKEPA

Alcaldes, con fecha dos del corriente, iguales ejemplares a 'a


que también se acompaña.
Dios 'guarde, etc.— Tomás Agmta. Ju?z de Paz.

ACTA.—En el segundo distrito de la segunda sección d3l


departamento de Paysandú, a 5 de junio de 1842, reunido el
vecindario por mí el infrascripto. Teniente Alcalde, por dis
posición del Juez de Paz de la sección, a efecto de instruírse
le del superior decreto de 14 de mayo último y copia del ac
ta que con fecha 26 del mismo mayo se levantó en el pueblo,
cabeza del departamento, que dice como sigue: "En la VilU
•de Paysandú a 26 de mayo de 1842. reunido el vecindario a
consecuencia de convocatoria hecha por el señor Alcalde Or
dinario del departamento con el objeto de instruirle de los
medies adeptados por las Honorables ('>'miaras y Superior
Gobierno con la circular de .su referencia que así lo dispone,
se procedió por el señor Alcalde Ordinario a la lectura de los
documentos referidos, los que produciendo en los concurren
tes la más patriótica y enérgica impresión de entusiasmo en
favor de la causa de la libertad .y civilización, y contra las
ambiciosas miras del execrable y bárbaro tirano que domina e
inunda en sangre la infortunada' Buenos Aires, acordaron le
vantar la presente acta para conservar pública .y solemne
mente sus sentimientos, pidiendo a ¡as autoridades del pu>
blo fuese elevada. al superior conocimiento del Excmo. Go
bierno, para su satisfacción ; protestando su alto reconoci
miento a las Honorables Cámaras y Superior Gobierno por su
patriotismo, energía y acertadas medulas para salvar la Pa
tria; ofreciendo segundar los esfuerzos del Gobierno con
cuanto fuese necesario, sin exceptuar servicios ni sacrificios
de clase alguna, resueltos primeramente a reducir el país a.
cenizas, que permitir sea presa del impío tirano y sus viles
satélites. Ningún pueblo .puede ser sometido si no es su vo
luntad : en su mano está el desaparecer antes que dejarse po
ner el yugo de esclavitud o ignominia. ¿Y el heroico Pueblo
Oriental desmentirá en esta vez sus gloriosos antecedentes?
¡ Xó ! conviértase primero la República en un vasto cemente
rio que consentir el oprobioso yugo de vergüenza y crueldad y
GARIBALDI EN EL URÜGL'AY 173

horrores que quieren imponerle el monstruo degollador Jua i


Manuel Rosas y sus viles asesinos Convencidos también Je
que estos mismos son los sentimientos y .principios de la ge
neralidad de los habitantes del departamento, piden que a la
circular del Gobierno y sanción de las Honorables Cámaras,
se acoimpañe copia de la presente acta a . todos los pueblos y
distritos de esta municipalidad, para que igualmente la sus
criban y remitan al Superior Gobierno para los fines conve
nientes." En testimonio de lo cual. y animados de los mismos
sentimientos patrióticos que en la precedente acta han mani
festado las autoridades y vecindarios de la capital del depar
tamento, nos reproducimos en ello, y para su constancia lo
firmamos de nuestra libre y espontánea voluntad.— (Siguen
las firmas).—Fernando Gomensoro, Alcalde.

Las generaciones actuales y 'venideras, por viriles y patrió


ticas que sean, no podrán sobrepujar en entusiasmo y civis
mo a los autores de un movimiento tan lleno de nobles expan
siones y levantados ideales. Eran aquellos tiempos de priu'-
ba, en que se fundían los ciudadanos en un molde que puede
servir de modelo a los pueblos más austeros del mundo. No se
luchaba entonces únicamente por el predominio de un parti
do en el poder,—idea respetable, empero, si éste encarna prin
cipios avanzados,—sino principalmente en defensa de la sa
lud de la Patria, amenazada por la gangrena de una restau
ración suicida, y por mantener incólume la soberanía nacio
nal.
Debemos, pues, hacer justicia a aquellos esforzados adali
des de nuestras libertades, y en los días álgidos para la suer
te del país, tender la mirada hacia tan glorioso pasado para
pedir inspiración y fortaleza a sus manes heroicos.
II
SUMARIO: —Comunicaciones de Ferré a Bivera, relativas al tratado
de Oalarza y a la conducta del doctor Derqui.—Intrigas da es
te último. —Recelos infundados del general Faz y ataques in
justos a Rivera-—Triunfo obtenido por el coronal Luna sobre
el indio Abrahán en las puntas de Lucas —Salvajismo do Cris
pía Velázquez.—Parte de Dionisio Ovelar al Gobernador Ferré
sobre otros hechos de armas.—Emisión de billetes en Corrien
tes para facilitar el cambio mercantil.—Parte del comandante
de Ooya sobre :1 estado del ejército enemigo en Santa Fa.— >
Proclamas del coronel Estivao y del Alcalde Riobo a los habi
tantes dal departamento de Soriano.—Concentración en San
Salvador de las milicias de aquel departamento y de la Colo
nia.—Vigilancia en las costas de los ríos Uruguay y Plata e
internación de las caballadas.—Juicio honroso para su coman
dante militar.—Las fuerzas del general Paz.—Visita de éste a
Paysandú,—Manifestaciones de los más caracterizados jefes y
oficiales en favor de1 Gobierno y del general ' Rivera.'—Docu
mento que exterioriza sus levantados sentimientos ,—Premios
acordados por la Legislatura de Corrientes a los defensores de
dicha provincia.—Proclama de Ferré y decreto de enrola
miento.

Así las cosas, el general Paz, que se demostró siempre des.


.afeeto a Rivera y a Ferré, comisionó al doctor Santiago Der.
•qui para que gestionara cerca de este último, en su favor, el
mando del ejército y se pusieran a su disposición todos los
elementos existentes en Corrientes. El nombramiento de Ri
vera como director de la guerra, le había producido el peor
de los efectos y quería neutralizar su influencia por este me
dio, invocando propósitos ocultos por parte del Presidente
Oriental, a quien suponía anheloso de apoderarse de una por
ción del territorio .argentino. Apelando a esa intriga, pensó
que Ferré .se convertiría en su aliado; pero fueron tan inhá
biles los procedimientos empleados por el doctor Derqui, que
aquel ilustre correntino descubrió sus torpes manejos y so
previno contra él..
CARIBALDI EN EI. TRUGUAY 175

Las siguientes comunicaciones dirigidas al general Rivera,


lo demuestran acabadamente:

¡Patria! ¡Libertad! ¡Constitución!

El Gobernador dc Corrientes,

Corrientes, junio 3 de 1842.

Al Excmo. señor Presidente del Estado Oriental del Uruguay,


brigadier general don Fructuoso Rivera.

Hl infrascripto, Gobernador y Capitán General de la. Pro


vincia de Corrientes, después de serias reflexiones para rec>
noeer autoridad bastante
en los señores generalas
Paz y López, como Go
bernadores, el primero d«
Entre Ríos y el segundo
de Santa Fe, y plegarse
al tratado de Galarza, ha
tenido que paralizar la
marcha que lo conducía
a este objeto, porque no
encuentra en ella la rea
lidad de sus destinos, pa
ra poder celebrar con
venciones entre Gobier
nos legalmente constitui
dos. Luminosas razones
Doctor Santiago Dcrqui
que se han tenido en vis
ta, satisfarán a V. E.,
y. le dará mayor claridad la copia adjunta del resultado de
las conferencias que han tenido lugar entre el doctor Santia
go Derqui. Enviado extraordinario y ^Ministro plenipotencia
rio cerca de este Gobierno y su comisionado el coronel don
José María Pirán.
Sobre estas urgentes cualidades se aglomeraban muchas
i.lás, liara no podernos entender con el doctor Derqui. Su
176 SETEM11RINO E. PEREDA

conducta pública y privada ha tocado los extremos. Un idio


ma descortés ha usado en sus reuniones para hacer decaer lo*
prestigios de la autoridad, y sobreponiéndose a los respetos
de ella, no ha mirado su posición ni los desagradables resul
tados que preparaba para el desempeño de su propio encargo.
Hay más, Excelentísimo señor: una conducta tan contraria
al carácter que inviste ha puesto al vecindario y al ejército
en acecho ; lo ha prevenido, y ha podido muy bien tener un
amargo resultado 'la conducta hostil con que ha marchado en
esta Capital, desde su arribo a ella, promulgando ideas y dan
do noticias falsas por el deseo de alarmar.
El Gobierno de Corrientes, deseoso de unir sus esfuerzos a
los de V. .E., para la destrucción del tirano de la República,
se ha apresurado a nombrar un agente premunido y habili
tado para arribar con V. E. a un tratado racional, que sea la
columna que haga la felicidad del país que V. E. representa.
y el de los argentinos. La buena fe y los intereses recíprocos
serán la manera que proporcionen los progresos, y V. E. y el
Gobierno de Corrientes harán conocer al mundo todo, que sus
deseos son la libertad de la Patria.
Dios guarde a V. E. muchos años. —PEDRO FERRÉ.

Señor don Fructuoso Rivera.

(Reservada.)

Corrientes, junio 3 de 1842.

Compañero y amigo:
El genio del mal parece que siempre anda cruzando nues
tros 'mejores designios en obsequio de la paz, buena inteli
gencia y seguridad 'de nuestra cara Patria ; tal debe hab..r
sido el que le inspiró mandar al doctor Derqui en calidad de
enviado a Corrientes, después de los sucesos del Paraná, de
que creo a usted todavía poco instruido; a este hombre, cu va
inconsecuencia se ha empeñado provocar él mismo: a esté
hombre, qiie maldice a su mismo comitente: a este hombre.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 177

enviado únicamente por usted, porque los otros son nomina


les; que antes de tratar nada ya empieza a infundir descon
fianzas contra usted mismo, atribuyéndole aspiraciones a dis
poner de toda la República, en momentos que no desearíamos
tratar más que de salvarla del poder del tirano; cuyas pre
sunciones sólo viste para ocultar las suyas; a este hombre a
quien los correntinos no pueden mirar sin indignación ; así
como a to;io su círculo , y que ha guardado una conducta «?n
ésta que bien pudiera decirse que era un agente del enemigo,
porque ha creído de ese modo cubrir las intrigas del Paraná,
que tan funestos resultados han traído, • lo consideraron pro
pio para conciliar las urgencias que en estas circunstancias
nos demanda la salvación de la Patria ! que quiere sostener
la legalidad del Gobierno del general Paz, en los momentos
que a mí, al comisionado del Gobierno y a todo este pueblo.
ha • hecho entender que usted se había ido a Montevideo por
veinte días, únicos que el general Paz esperaba para irse a
Montevideo y de allí a Chile. En fin, son una infinidad de
cosas de que puede instruirle el coronel Pirán como testigo
de los sucesos del Paraná y de esta Capital para que le sir
van de regla.
Deme su opinión con la misma reserva y franqueza que le
hago en ésta, respecto a lo que podemos convenir con los re
publicanos.
Si algunas restricciones le pide el enviado respecto al tra. \
tado que debemos celebrar, o mejor diré, recibir, acceda, por
que todo debe ser obra de la buena fe; así tapamos la boca ¿i
todos y mucho más a los que alarman a los pueblos con la'i
pretensiones que suponen en usted.
Después de muchos días que estuve en el Paraná vine a sa
ber indirectamente que había deseado hiciésemos rescindir
nuestro tratado, sin saber hasta hoy cómo. fué. ni qué se le
contestó.
Algún día hablaronos.
Soy de usted a fmo. .amigo;—PEDRO FERRÉ.

ntRIBtLnl- 12 TOMO I
176 SETEMBRINO E. PEREDA

¡Patria! ¡Libertad! ¡Constitucit>n!

K\ Gobernador y Capitán General de la Provincia,

Corrientes, junio 17 de Ht2.

Al Excmo. señor Presidente del Estado Oriental del t'ru.


guay.

Por los testimonios fehacientes que tengo el honor de


acompañar a ésta, se instruirá S. E. el señor Presidente de
bi conducta irregular con que el doctor don Santiago Derq:ii
(1) ha reagravado sus anteriores procedimientos, justifican
do aun más la sensible necesidad en que este Gobierno se vio
desde principios del corriente, de prevenirle pidiese su pasa
porte, cerrando con él toda comunicación relativa al objeto
de su misión, tan sagrado e importante para los Gobiernos
en armas contra Rosas, como por desgracia mal desempeñado
por aquel señor, según de todo ello le supongo informado con
mayor extensión.
Este suceso tan desagradable por su origen, me ofrece, no
obstante, la ocasión de acreditar a S. E. el señor Presídeme
y al general Paz, todas las consideraciones de benevolencia
y amistad que me complazco en tributarles; prescindiendo en
su obsequio solamente y de la gran causa que sostenemos,
de adoptar con el señor Derqui las medidas que en otras cir
cunstancias reclamarían en este caso con justicia, la digni
dad del Gobierno y los respetos a las leyes de esta Provincia,
debidos por todos y con mayor razón por los agentes públi
cos.
Quiera el señor Presidente persuadirse de que al remitirle
las tres comunicaciones inclusas, en el mismo estado que se
hallaron ocultas de un modo poco digno de su dirección, me
anima el más grato deseo de cultivar nuestras relaciones, y
no dudo de que V. E. sabrá apreciar debidamente los nobles
motivos de este procedimiento. j
Dios guarde a V. E. muchos años. —PEDRO FERRÉ.

(1) Por deerelo fecha 7 do junio, oí (i.»bornador Forré admitió la rommcin que el doctor
Derqui tilevó del cargo do Asosor Gcn«ml r Auditor de Guerra.
GARIBAIJH EN EL URUGUAY 17(J

La discreción y cordura exigidas por las reglas más ele'ue.i.


tales de la diplomacia, aunque se trate, como en el caso ocu
rrente, de representantes entre Gobernadores provinciales,
fallaron por su base en la persona del doctor Derqui, cuyo
elevado cargo de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipo
tenciario cerca del general Ferré no supo honrar; pues lo
ejerció, desde los comienzos de su arribo a la capital de Co
rrientes, apelando a la mala fe y a la insidia, armas doble
mente vedadas cuando ellas se esgrimen para herir a los alia
dos de una causa tan santa y patriótica como la que se sus
tentaba combatiendo contra Rosas.
¿O acaso el general Ferré, procediendo con la astucia del
zorro, pretendía engañar al Presidente del Estado Oriental,
recurriendo, a su vez, a la intriga a fin de cohonestar su hos
tilidad para con dicho emisario del 'general Paz ? Algún es
píritu suspicaz y caviloso podría suponerlo así; pero el doc
tor baldías, su panegirista, confirma en un todo las revelacio
nes del Gobernador y Capitán General de la provincia de Co
rrientes. Khnpieza por manifestar que Paz dió instrucciones
a su Ministro Derqui para 'que éste procurase persuadir a
Ferró de la conveniencia que había en confiarle el mando del
ejército correntino y los recursos de que él disponía.
¿En qué interés supremo estribaba ese cambio de jefe en
aquel valioso contingente militar? Se desconfiaba de la lealtad
de Rivera, atribuyéndosele gratuitamente un espíritu de ex
pansión territorial, y en consecuencia. se quería explotar el
sentimiento de nacionalidad, dando un grito de alarma al
patriotismo argentino.
I Cómo es posible,—se decía,—que un general extranjero,
que abriga semejantes ideas, pueda asumir la dirección de la
guerra ? Y pensando así, el general Paz y sus amigos,—princi
palmente él,—creían llegado el momento de contrarrestar la
influencia y pretensiones del mandatario oriental, colocandi
un caracterizado jefe argentino al frente de las fuerzas de
Corrientes, el más poderoso >de los baluartes que a la sazón
podía oponerse a Rosas.
,' Y. cuáles eran esos planes malevolentes del general Rive
ra? El doctor , Saldías. que acepta sin beneficio de inventarlo
cuanto expone y sostiene en sus Memorias postumas el ge
neral Paz, afirma que la guerra "tenía una doble faz para el
180 SETEMBRINO E. PEREDA

astuto caudillo oriental : la de destruir el poder de Rosas, eri


gido sobre cimientos esencialmente argentinos, y la de rea
lizar sus antiguos proyectos de extender el suyo propio a las
provincias de Entre Ríos y Corrientes, al Paraguay y a R< >
Grande", y que "a este fin subordinaba ladinamente la guerra,
los hombres y los recursos que caían en sus manos''. (1)
Le endilga, pues, a Rivera las aspiraciones que alimentara
el General Artigas allá en sus ensueños de Patria y Libertad,
cuando se luchaba por desalojar del terruño a los intrusos
de distintos países que pretendían su dominio absoluto por
la eternidad dejos siglos. Pero obtenida nuestra emancipa
ción p('lítica y. viviendo en el ostracismo el Precursor de 'a
nacionalidad uruguaya, ya nadie se preocupó de otra cosa,—
nos referimos a los buenos ciudadanos,—sino de conservar y
engrandecer la tierra conquistada a fuerza de abnegaciones y
sacrificios sin límites.
Por lo demás, cabe preguntar a los enemigos de Rivera,
¿en qué documentos se fundan para formular contra éste taa
severos cargos? Hasta la fecha no se ha argumentado sino
con presunciones o díceres interesados, exentos de toda prue
ba coucluyente. E'l mismo distinguido autor de la "Historia
de la Confederación 'Argentina", no obstante su admirable
erudición, no abona sus asertos con .cartas privadas o mitas
oficiales subscriptas por él, sin embargo de consignar en la
página 337 del tomo tercero que "los hechos y los documentos
comprueban que Rivera, de consuno con los dirigentes del
partido unitario, hizo cuanto pudo por romper la integridad
argentina con miras egoístas, y que si no lo consiguió fué de
bido a las influencias y al sentimiento nacional del Gobierno
Argentino".
Si se acqptáse.este criterio histórico, resultaría que Rosas,
el más sanguinario de los tiranos.de América, salvó a la Re
pública Argentina de su desmembración, a impulso de un
patriotismo de que carecieron sus adversarios oriundos del
suelo .de Mayo, a pesar de que en el partido unitario figura
ban los hombres más eminentes de dicho país, los más repre
sentativos por sus talentos, ilustración v virtudes cívicas.

(1) •Historia «le In ConfcJwaeión Argrntmn», tomo III. pAginn Í)1S.

«
CATMBALDI EN EL URUGUAY 181

"La maestra de la vida", como llamara Cicerón a la Histo


ria, dice, sin embargo, todo lo contrario, y la narración verí
dica de los hechos que haremos en esta obra, revelará con luz
meridiana el error de los que, como el doctor Saldías, arrojan
tan tremendas acusaciones sobre la personalidad del general
Rivera y los móviles patrióticos de los argentinos que coadyu
vaban a la caída del Gobernador de Buenos Aires.
El general Ferré, aunque regionalista, demostró amar a MI
Patria, y jaimás se habría hecho cómplice de ninguna tenta
tiva que amenguase el poder de ésta. Así lo demuestran va
rias de sus comunicaciones al propio Rivera, motivadas por.
los falsos y calumniosos rumores de que se hacían lenguas los
detractores de este último. Con fecha 8 de junio de 1841, si
bien hizo algunas salvedades, declaró, en cambio, categórica
mente, que no daba entero crédito a las denuncias hechas He.
gar hasta él. "Jamás, dice, he prestado un asenso decisivo a
las inculpaciones vertidas generalmente en el exterior contri
ese Estado sobre aspiraciones relativas a esta provincia, de
que usted me hace referencia; porque del jefe que lo preside,
nunca he esperado se hubiese alejado la principal y más no
ble virtud que decora al hombre, prescindiendo de los ante
cedentes que deben obligarlo a serle grato."
En el mismo párrafo, añade: "y si ella en las críticas cir
cunstancias se ha puesto en guardia, esta es obra de la pru
dencia precausiva al golpe de luz comunicado por hechos ine
quívocos, que diametralmente se oponen a mi juicio particu
lar".
Esta nota aparece publicada en el Apéndice, páginas 461
a 464, del citado libro del doctor Saldías, lo que no obsta pa
ra que estampe en las páginas 318 y 319 estas palabras: "Pe
ro consiguió por lo menos extender su influencia dominadora
en Corrientes y servirse del Gobernador Ferré como de >ni
instrumento dócil a 'sus miras, al favor del supremo mando
mililar con que este último lo hizo investir, y de los compro
misos que contrajo de repeler con sus fuerzas la invasión
anunciada de Echagüe".
El general Ferré, que reveló ser un espíritu levantisco,
inaccesible 'a extrañas influencias, con gran apego al dominio
de su provincia, no hesitó, sin embargo, en designarlo "ge
neral en jefe de las fuerzas que debían reunirse y organizar.
182 SETEMBRINO E. PEREDA

se", como lo recuerda seguidamente el ilustrado publicista


que nos ocupa. Más aún : habiendo renunciado Paz. con fecha
20 de enero de 1841, el mando supremo del ejército de r¿.
serva, debido a referencias que le hizo don Gregorio Vald?z
sobre una 'conversación que tuvo con el general Rivera y ea
la cual puso éste en duda su lealtad, el Gobernador de Co
rrientes no aceptó esa dimisión, y así se lo comunicó al Pre
sidente Oriental en oficio datado el 3 de febrero, expresán
dose en términes encomiásticos papa la persona del renun
ciante.
En cambio, es indiscutible la incorrección con que proce
dió el Ministro Derqui, pues el doctor Baldías, que haee una
calurosa defensa de su conducta y valimiento, no puede menos
que constatar su actitud y los trabajes en que se empeñó desde
su arribo a aquel punto, por más que ellos le merezcan aplau
sos en lugar de censuras. "Un hombre como Derqui,— dice,—
no podía ignorar los hechos tal como se pasaban. Partiendo
de ellos le hizo sentir. a Ferré todo el peso de las responsa
bilidades que se echaba encima, abatiendo por sus manos la
más fuerte, la única influencia argentina, y levantando vir.
tualmente la influencia extranjera y absorbente de Rivera".
Su misión fundamental,—desde que ella motivaba el objeto
ostensible de su viaje a Corrientes,—debió llenarse procu
rando que Ferré subscribiese también el convenio de Galarzn :
pero tuvieron más poder en su ánimo las instrucciones secre
tas de su jefe y amigo, y su cometido, noble y patriótico, tro
cóse en un tejido de intrigas de todo género. No satisfecho del
resultado inmediato de la burda especie que pretendía incrus
tar en el corazón y el cerebro de aquel mandatario, .quiso mi
nar su prestigio esparciendo la noticia entre sus más alle
gados, en la persuasión, aunque equivocada, de que éstos lo
grarían hacerle caer en las redes y salirle todo a las mil mara
villas "En el mismo orden de ideas,- -continúa diciendo el
citado historiador,—les habló a algunos amigos del Goberna
dor; y consiguió traer a este último ai buen camino. Pero
Ferré, aunque patriota a su modo, era ante todo un carácter
obstruso, que con la soberbia de la incapacidad vencida se re
belaba contra el propio convencimiento que llevasen a su es
píritu los esfuerzos más grandes del raciocinio y de la ló
gica".
GARIBALm EN EL URUGUAY 183

El misionero del general Paz, llegó a creer asegurado el


triunfo, porque Ferré, a pesar de todo, tuvo la paciencia da
escuchar sus disquisiciones; pero colmada la medida y con
vencido del mal que se hacía manteniendo cerca de sí un hom
bre que arrojaba bilis contra propios y extraños, se resolvió
a darle el pasaporte. Por eso el historiador a que .nos referi
mos, añade a renglón seguido de lo que dejamos transcripto r
"Después de haber discutido largamente las respectivas posi
ciones de los que dirigían los sucesos en el litoral; de no poder
menos que asentir a la conveniencia que había en robustecer
y prestigiar la del general Paz; y cuando Derqui creía haber
lo convencido de la necesidad y del deber en que estaba de pro
ceder como habría procedido en su caso cualquiera que se diese
cuenta cabal de sus compromisos políticos y 'hasta de su pro
pia conservación. Ferré no sólo rchusó entenderse con Pa¿,
sino que le negó hasta el .derecho de celebrar tratado alguno
a nombre de Entre Ríos, desató todas sus furias contra Der
qui, y desahogó como siempre sus querellas con Rivera".
Omitimos mayores comentarios, porque las cartas que ante
ceden, dirigidas al director supremo de la. guerra, son sufi
cientemente explícitas y asaz aplastadoras.

Sin embargo de estas diferencias, varios felices sucesos de


armas encendieron más aún el espíritu de los patriotas. Km a
la sazón Paysandú, como en la época legendaria de Artigas, eL
centro principal de todas las miradas, porque en su jurisdic
ción, sobre la costa del río Uruguay, se habían reconcentrado
las fuerzas del general Rivera y de allí se desprendían a la
vecina provincia argentina los elementos de acción destinados
a operar de acuerdo con sus aliados de la opuesta orilla, re
percutiendo en su seno, antes 'que en ninguna otra parte, las
noticias favorables o adversas de los acontecimientos que se
desarrollaban.
Hl coronel José M. Luna,—uno de los más valientes y es
forzados campeones de la libertad en esos momentos.—obtuvo
un brillante triunfo contra el caudillo Abraliáu, derrotándolo
el 7 de junio en las puntas de Lucas.
Aquel traidor, digno émulo de Crispín Velázquez, lo mismo
que éste, tenía aterrorizado al vecindario pacífico y honesto
de los lugares donde desgraciadamente sentaba sus reales,
184 SLTEMBRINO E. PEREDA

por más que no estaba dotado de iguales instintos salvajes


y sanguinarios, pues los prisioneros que hacía el último de los
nombrados, o que le 'entregaban sus secuaces, eran bárbarampu.
te asesinados, quedando a la intcíuperie los cuerpos de sus
víctimas, a merced de las aves de rapiña; porque n0 sólo no
les daba sepultura, sino que tampoco permitía que alguien
cavase una fosa .para arrojarlos piadosamente en ella.
Las instrucciones dadas por Oribe en su carta del 17 do ma
yo tenían así una fiel ejecución.
También las fuerzas santafesinas habían infligido, a media
dos de mayo, un merecido castigo a 'los enemigos del orden
institucional, de cuyo fausto suceso, lo mismo que del anterior,
dan cuenta detallada las comunicaciones que pasamos a trans
cribir :

Parta oficial ,

Ejército Oriental en operaciones sobre Entre Ríos. •

Cuartel general en el Durazno, junio 17 de '1842.

El infrascripto. Presidente de la República y General en


Jefe del Ejército, tiene la satisfacción de remitir al señor Mi
nistro General los partes originales del (¿t.neral Jefe del Es
tado Mayor General y del coronel Luna, prr los que se ve el
completo triunfo obtenido 'por las anuas de la República so
bre el caudillo Abrahán. Tan fausto suceso es. sin duda, pre
cursor de nuevos acontecimientos con que el ejército de la
República va a cubrirse de gloria sobre las fuerzas del tirano
(>ue se atrevan a presentarse a su frente en la campaña de En
tre Ríos.
El infrascripto saluda al señor Ministro General con la más
perfecta consideración . - FRUCTUOSO RIVERA. .- Jo.?é
LUIS BrSTAMANTE.

Excmo. señor don Francisco Antonino Vidal. .Aiinistro Gene


ral de la República.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 185

¡Viva la Patria!—Eatado Mayor General

Excmo. señor Presidente de la República, Brigadier General


y en Jete del Ejército Oriental.

El general infrascripto tiene el honor de adjuntar a V. E.,


original, el parte que acaba de recibir del señor Coronel Jete
de las fuerzas de la derecha, don José María Luna; por él verá
V. E. el completo triunfo que han conseguido nuestras aninas
por aquella parte de la línea del Gualeguay. El general que
firma, tiene la satisfacción de felicitar a V. E. por el resultado
feliz de este hecho de armas.
Dios guarde a V. E. muchos años.—Campo en Calá, junio
11 de 1842.—Félix Eduardo Aguiar.

División de la derecha del Etjército Oriental en operaciones


sobre el Entre Ríos. Pueblo de Villaguay, 10 da junio de
1842.

K'l día 6 del corriente, en las puntas del Arroyo Grande, tu


ve parte del Jefe de mi Vanguardia, sargento mayor don
Gregorio Mendieta, (por declaración de tres desertores de
Abra hán que las descubiertas de éste tomaron) que el caudi
llo Abrahán con 48 hombres marchaba en dirección a la cos
ta del Gualeguay, como a pasar este arroyo, y en la tarde de
este mismo día dispuse marchase el mayor Mendieta con ••!
coronel don Mariano 'Céspedes. con 200 hombres a caballo de
tiro, con el objeto de sorprenderlos, marchando 'de trasnocha
da ; en efecto, como a las 8 de la 'mañana del 7, se encontiM-
ron con los enemigos por las puntas de Lucas, a inmediacio
nes de la Laguna Larga; el forajido Abrahán desplegó en
batalla una fuerza como de 120 hombres y al mismo tiempo
hizo disparar a los bosques su caballada, inclusos 18 infantes,
y al priiuer ímpetu de nuestros bravos, volvieron vilmente la
espalda, abandonando la infantería y en el mayor desorden:
el resultado de esta jornada ha sido matarles 19 hombres, to
marles toda la infantería, después de una pequeña resistencia,
y muértole también el oficial que 'mandaba ésta, por no ha
186 SETEÍIBRINO E. PEREDA

berse querido. rendir. Por nuestra parte hemos perdido sola


mente un cabo del escuadrón Villa y que murió en la primera
carga a la infantería. Ha salvado con 4 hombres solamente el
imbécil Abrahán. y su poca caballada por el mal estado de
nuestros caballos, Puedo asegurar a V. S. que es el mayor nú
mero de hombres que han salido reunidos. Después de esta
ocurrencia, ayer se salvó el caudillo Patrón Luna, a inmedia
ciones de la estancia de Martizania, que sin duda andaba en
comisión, pero según informes del vecindario, éste ignoraba
absolutamente la completa derrota de Abrahán.
Hoy he llegado a este pueblo, donde he encontrado el ma
yor silencio; pero por los partes que se han recibido, unánime
mente, Crispín estaba por el paso de las Guacíais al otro lado
del Gualeguay, y Abrahán es presumible haya buscado su reu
nión al otro lado de este arroyo, por las Estaquitas, a cuyas in
mediaciones tenía las familias que se arrebató de Mandisoví.
Es de mi deber recomendar a «las consideraciones del Go
bierno la bravura del coronel Céspedes, sargento mayor Men.
dieta. y todos los jefes, oficiales y tropa, que gloriosamente han
tenido parte en la destrucción del indio Abrahán, pero parti
cularmente debo recomendar el empeño, baquía y decisión del
sargento mayor don Gregorio Mendieta.
Estando en mi poder la infantería tomada a Abrahán, V. S.
dispondrá de ella, y debo prevenirle también que este punto
lo creo de mucha importancia por la posición que queda in
dicada de los caudillos Crispín y Abrahán ; en su consecueu.
cia, V. S. dispondrá lo que halle a bien. Hoy voy a hacer se
pultar al mayor Rebollo, Garmendia y Beuitez; estos jefes
fueron tomados por Abrahán, cuando su traición al general
Núñez, y a 8. cuadras de este pueblo los hizo degollar Crispín.
e intimó pena de la vida al vecino que los sepultase.
Dios guarde a V. S. muchos años.—Jose María Luna.

Señor General .Jefe del E. M. del Ejército Oriental.

Xota.—El nombre del oficial de la infantería era Luis Mo


reno.—Luna.
GARíBAI.DI EN EL l'ErGl'AY 187

E'l Coronel Jefe de la división de la derecha del Ejército


Oriental en operaciones sobre el Entre 'Ríos, Campamento
en marcha, cnídíis a Villaguay, 7 de junio de 1842.

Hoy ha sido batido completamente el traidor Abrahán,


que con 120 hombres osó hacer frente a nuestros bravos sol.
diidos, habiéndosele tomado todos les infantes, que eran 17,
y muértole un oficial y lt> individuos de tropa. IJste malvado
se salvó con 4 hombres y tomó la dirección de Gualegujy,
hacia donde se le persigue con tosón.
Felicito a usted a nombre de la Patria y lo hará también a
mi nombre con toda esa p( hlación, porque esta victoria es
precursora del exterminio de los malvados que intentan des
truir esta hermosa Provincia.
También 'hará usted saber esto al comandante de Belén, y
le dirigirá una carta a mi señora, pues yo no tengo tiempo
de hacerlo, porque voy a marchar precipitadamente a ver si
logro otro golpe sobre el resto de los montoneros.
Dios guarde a. usted muchos años.—Josf María Luna.

Señor Comandante ililitar del Salto.

Ejército Oriental en operaciones sobre Entre Ríos.

Cuartel General, en el .Durazno, junio 20 de 1842.

YA infrascripto, Presidente de la República y General en


Jefe del Ejército, tiene la satisfacción de remitir adjunto, ni
señor Ministro, el parte que acaba de recibir de S. (E. el
señor Gobernador y Capitán General de la provincia de Santa
Fe, brigadier general señor don Juan Pablo López, por «1
que se ve el triunfo obtenido por las armas santafesinas so
bre las fuerzas del Tirano bajo las inmediatas órdenes del
caudillo coronel Flores, de las fuerzas de Echagüe.
Por las noticias contestes comunicadas por el señor Go
bernador López, conste que la posición de Echagüe en Santa
Fe es la más difícil, hostilizado incesantemente por todas las
indiadas amigas de la parte del Chaco, cuyos jefes han +o.
188 SETEMBRINO E. PEREDA

mado la parte más activa contra aquél, obrando siempre ba


jo las órdenes 'de S. E. el señor Gobernador López.
Dios guarde al señor Ministro muchos añoí —FRUCTUO
SO RIVERA.—JOSÉ LUIS BlTSTAMANTE.

Excmo. señor don Francisco Antonino Vidal, Ministro Gene


ral de la República.

Mi señor Gobernador don Juan Pablo López:

Después de saludarlo, paso a decirle: que ya está su ami


go Dionisio reunido con toda la gente de San Javier, y An.
tonio Crespo y Calixto con su gente del Xida del Pájarj
Blanco, para arriba en la isla, cerca del paso por donde han
venido estos chasques, que le mandamos para que. nos dé sus
órdenes .
Le participo que Pedrito les ha 'dado nn golpecito regular
a los esclavos, que no se han escapado im'is de 2 oficiales y .!
soldados de 200 que erau en lo de Cabrera ; sé que en lo d?l
comandante Cardoso (Calchincs) están otros 200 hombres,
otros 200 en la Uama(la y Pedrito se halla por las inmediacio
nes de San Pcdro con toda sn gente.
Soy de parecer que mejor sería verme con usted para co
municarnos. verbalmeute y entendemos mejor. Martín me en
carga que le pida armas de chispa y municiones.
Soy su mejor amigo que desea verlo seguro y constante. —
Dionisio Ovelar.

Mayo l5 de 1842, En medio del Mal Abrigo y del Pajaro


Blanco.

El Congreso correntino autorizó al Gobierno de aquella


provincia, por ley 4 de junio, para que emitiese hasta el valor
de doscientos mil pesos en billetes sobre los cien mil anterior
mente lanzados a la circulación, gozando de las mismas garan
tías acordadas el 23 de julio de 1841.
Con fecha 18, Ferré decretó la emisión de seis mil pesos ,?n
UARIBAhDI EN EL URUGUAY 189

billetes de medio real, respondiendo al loable propósito de fa


cilitar los cambios mercantile?.
Al mismo tiempo que tomaba esas resoluciones. llevaba a
conocimiento del general Rivera, como se verá en seguida, Л
estado de ánimo en que se hallaba el enemigo, que tenía su
sede en Santa Fe, acompañando a ese efecto una comunicación
del jefe militar de Goya.

¡Patria! ¡Libertad! ¡Constitución!

Corrientes, junio 18 de 1842.

El Gobernador y Capitán General de la Provincia, al Exomo,


señor Presidente del Estado Oriental del Uruguay, bri
gadier don Fructuoso Rivera.

El brigadier que suscribe, tiene la satisfacción de incluir


copia legalizada del oficio que acaba de recibir del comandan
te de Goya, por el que se instruirá del estado del ejército
enemigo en Santa Fe. Luego que lleguen los individuos que
designa el citado oficio, y se adelante más en la averiguación
de los hechos, será instruido de todo el E'xcmn señor Presi
dente.
Dios guarde a V. E. muchos años.— PEDRO FERRÉ

¡Patria! ¡Libertad! ¡Constitutif,n l

Excmo. señor:
Participo a V- E. que acaban de llegar del Chaco en las cha
lanas que fueron conduciendo la fuerza santafesina que pasó
a aquel lado, 24 correntinos y 3 santafesinos, desertados de
Santa Fe del ejército de Oribe, alo cuyo punto salieron el 1 :5
del corriente. Mañana saldrán dos de ellos para esa Capital
para que por ellos se instruya V. E. ,de los acontecimientos
sucedidos en Santa Fe. Según declaran, el ejército enemigo
consta de 5,000 a 5,500 hombres desmoralizaos y en una gran
parte desarmados, con motivo de la grande deserción que su
190 SETEMBRINO E. PEREDA

fre. Hasta su salida sólo habían pasado el Paraná dos batallo


nes y el escuadrón.escolta. Estaban pasando alguna caballa
da, desflorando la ílaca. siendo muy escasa la que tienen y ase
guran que no pasarán si no reciben nuevas caballadas de BIK..
nos Aires. Que la división de Pacheco permanece en Corondl,
y con él el general Garzón; la de Andrada, en iSnn Pedro, y
Servando Gómez, con Bartolo Ramírez, en fian Xicolés—Vil'j
de Goya, junio 2ñ de 1842. —Excmo. señor—Jxan Francisco
Soto.—Al Excmo' señor Gobernador y Capitán General de la
Provincia.—Está conforme, L. Díaz.

El benemérito coronel Estivao, Comandante Militar del


Departamento de Soriano, el Alcalde Ordinario de la misma
circunscripción don José Riobo. y los más caracterizados jefes
y oficiales del Ejército nacional en campaña, se apresurar m
a declarar su más viva adhesión al Gobierno, robustecienli
así, a la vez que el espíritu de autoridad, la fe que se abriga
ba de repeler con éxito la injusta inquina y agresión de llosas
y su lugarteniente.
Los siguientes documentos así lo evidencian :

Proelimn

¡Habitantes del Departamento de 'Mercedes! :

El Supremo Gobierno, con fecha 14 del pasado, como y.i


haléis visto, ha dictado un decreto declarando en 'Asambl 'a
todo el territorio de la República, para armarnos en masa y
resistir a un enemigo que en sus delirios intenta invadir esto
suelo de libertad.
Compatriotas: Rosas, Oribe,—esos monstruos de la humani
dad,—quieren lanzarse entre nosotros para asesinar nuestras
familias y deudos, violar nuestras esposas e hijas, arrasar nues
tros campos, dejarnos en la indigencia, en la miseria, robarnos
nuestras fortunas, e imponernos el fatal yugo de la más horri
ble tiranía y despotismo. Tal es el sistema de esos malvados.
El Supremo Gobierno y el Excmo. señor Presidente del
Estado, al frente. éste de un Ejército fuerte y virtuoso, j
GARIBALDI EX EL rRUGKAY l91

aquél con sus sabias disposiciones, esperan imperturbables


esa horda de asesinos para rechazarlos y perseguirlos hasta su
total exterminio.
¡Hijos de este departamento! Orientales amigos ! El. Go
bierno cuenta con vuestro valor y patriotismo, y yo, honrado
con estar a car^o de tan valientes ciudadanos, espero de vues
tra decisión por la Libertad e Independencia, secundéis con
entusiasmo los esfuerzos del Gobierno y del Ejército en cam
paña. Juremos presentar la punta de nuestras espadas al pe
cho de esos miserables, que por experiencia conocen lo qae
pueden los libres contra los esclavos de la tiranía. Juremos
morir antes que doblar el cuello al yugo ignominioso del des
potismo. •
¡ Guardias Nacionales ! El departamento espera de vosotros
importantes servicios, que lo serán también para el bien del
país en general; yo os franquearé los auxilios 'de guerra ne
cesarios, y al mismo tiempo que os protesto acompañaros en los
momentos de peligro, en que me veréis siempre a vuestro lado,
me será honroso participar de .vuestras glorias.
Corred a las armas y preparaos a la defensa de la Patria.
¡Viva el Presidente del Estado y su valiente Ejército!
¡Vivan el Supremo Gobierno y las Cámaras!
¡ Viva la Libertad e Independencia!
¡Mueran los tiranos!

Mercedes, 21 .de junio de 1842 —Jacinto Esticao.

I'rocla m a

I Ciudadanos ! El Vándalo Porteño pretende de nuevo traer


a nuestra querida tierra la desolación y el exterminio. El es
carmiento que sufrió en Cagancha, sólo ha servido para irri
tar más su furor, y envanecido con los triunfos que obtuvo
sobre las desgraciadas provincias argentinas, piensa neciamea.
te hacer de la Patria de los orientales un sepulcro más y un
desierto.
Las Honorables Cámaras y el Superior Gobierno, haciendo
presente a todos el común peligro, excitan nuestro patriotis.
192 SETEMBRINO E. PKREDA

mo y exigen nuestros esfuerzos. ¿Habrá uno solo que desoiga


su voz ? ¿ Habrá quien prefiera el yugo ominoso de un bárbaro
extranjero, en ve/, de 'la Independencia y Libertad que nos
otros mismos hemos .sabido conquistar?...
Un solo esfuerzo más, y nuestra Libertad queda asegurad;i :
un 'solo esfuerzo, y ese tirano, ignominia de la América y (íe •
nuestro siglo, desaparece para siempre
Cooperemos, pues, todos con decisión a las sabias medidas
de nuestro Gobierno, segundemos los nobles y patrióticos es
fuerzos del Excmo. señor Presidente de la República, defen
sor siempre invicto de la libertad de nuestra Patria, y descan
semos seguros sobre el triunfo.
¡ Conciudadanos ! : Vuestro Alcalde será siempre el primero eu
daros el ejemplo. ¡Viva la República Oriental! ¡Vivan las Ho
norables Cámaras! ¡Viva el Escinu> ,sx?ñor Presidente!—Jo¿é
Riobo.

Ambas proclamas fueron 'leídas el 22 de junio en la plaza


pública de Mercedes, en presencia de un numeroso pueblo,
pudiendo decirse sin hipérbole que «n ella se congregaron to
dos los vecinos de la entonces villa, desde los más caracteri
zados hasta los más humildes, pues unos y otros rivalizaban
en entusiasmo y patriotismo.
Muchos ciudadanos que por desidia no se habían alistado
en la Guardia Nacional de infantería, .ofrecieron espontánea
mente sus servicios al coronel Kstivao, quien, poco antes, se
produjo en igual sentido 'ante los habitantes del departamen
to de la Colonia,. Pero cuino era más hombre de acción que de
palabras, tomó en segui'da diversas providencias para hallar
se en condiciones de obstaculizar cualquier intentona del ene
migo de pisar por sorpresa e impunemente esa parte del sue
lo oriental. Al efecto, dió, una conveniente organización a las
milicias del arma mencionada, resolvió formar una respetable
división de caballería e hizo internar unos 100 kilómetros de
las costas toda clase de animales yeguarizos. De ese modo, en
caso de invadir, no dispondrían los intrusos de elementos de
locomoción, viéndose obligados a un avance lento y expuestos
a las consiguientes zozobras.
Además, dispuso una rigurosa vigilancia en las riberas de
los ríos Uruguay y Plata, siendo .éstas guardadas por nume.
GARIBALDI EN EL, URUGUAY 193

rosas tuerzas de ambas armas, y como punto estratégico de


concentración, eligió para al grueso de sus tropas, proceden
tes de Soriano y Colonia, la costa de San Salvador.
"Con militares tan expertos y decididos como éste,—dice
un cronista de la época,—y que por dicha del país abundan
en nuestro valiente y virtuoso ejército, el Pueblo Oriental na
da tiene que temer: su libertad, su honor y sus instituciones
sostenidas y salvadas serán ahora y siempre por los imperté
rritos guerreros que manda y dirige S. Ev el señor Presiden
te de la República."
El general Paz, que tenía destacadas sua fuerzas en el arro
rro de la China, en Concordia y otros parajes de la Provin
cia de Entre Ríos, ribereños al río Uruguay, pasó en esos días
a Paysandú, por breves 'momentos, para .inquirir datos sobre
las disposiciones allí adoptadas, conferenciar con ,su Coman
dante Militar y ponerse de acuerdo con éste.
Los puntos ocupados por sus tropas, próximos a dicha vi
lla y a la del Salto, respectivamente, se prestaban para un
auxilio recíproco entre aquéllas y las 'autoridades orientales,
en sus correspondientes jurisdicciones, en el intervalo de un
corto tiempo, separados como estaban por el mencionado rú>,
Paysandú del arroyo de la China, cercano a Casa Blanca, y
Salto, de Concordia, casi en frente.

Parte oficial

Ejército Oriental de Operaciones sobre el Entre Ríos.

Cuartel General en Arroyo Seco, julio 7 de 1842. (11

El infrascripto, Presidente de la República, General en Je


fe del Ejército, tiene el honor de poner en manes del señor
Ministro General la nota del señor Jefe del E. M G. y el pro
nunciamiento heroico que los señores jefes y oficiales del
Ejército han hecho en favor de la sagrada causa de la Repú
blica y de los principios de libertad y civilización, que se sos
tiene contra el detestable tirano de Buenos Aires ; para que se
sirva elevarla al conocimiento del Gobierno, para su satisfac
ción y conocimiento de todos los habitantes de la República.

(I) Kl general ItiviTO se Inltalm en su quinta dci Arroy.i Seco desde .H dfa 1.

OÁR¡BALDI — 13 TOMe 1
1 94 SETEMBRINO E. PEREDA

Efete acto, señor Ministro, es la expresión pura y sincera de


los sentimientos que animan a los soldados de .la República,
tan celosos de su libertad y honor como resueltos a .perecer
primero antes de verse humillados por 'el tirano, oprobio 'del
nombre americano. Tales son también los patrióticos votos de
todos los soldados del E'jército que sirven bajo las órdenes del
infrascripto.
Dios guarde al señor Ministro muchos años.—FRITCTUO.
SO RIVERA.—JOSÉ Luis BI'STAMANTE.

Excmo. señor don Francisco Antonino .Vidal. Ministro Gene


ral de la República.

Ejército de la República.—Estado Mayor General.

Excmo. señor Presidente 'de la República Oriental del Uru


guay, Brigadier General y en Jefe del Ejército Nacional,
Benemérito de la Patria, Defensor heroico de la Indepen
dencia y Constitución de la República y Director de l;i
Guerra contra .el tirano de Buenos Aires.

Tengo el honor de adjuntar a V. lv el pronunciamiento


unánime de los señores jefes y oficiales del Ejército, para que
V. K se digne elevar al conocimiento del Excmo. Gobierno y
de las Honorables Cámaras.
La distancia que divide unas divisiones de otras, en razón
a los distintos puntos a que están destinadas en la línea del
Gualeguay, ha dado margen a que no haya tenido lugar
este solemne acto, (que tuvo su principio en 22 del próximo
pasado) hasta ahora; pero V. E., que conoce bien los puntos
que ocupa el Kjército, se diguará disculpar esta falta.
Dios guarde a V. E. muchos años..—.Campo en Calá, ju
nio 22 de 1842. —Félix Eduardo Agitiar,
GARIBALDI EN EL URUGUAY 195

Excmo. señor Presidente de la República y Generalísimo de


los Ejércitos aliados.
Los jefes y oficiales del Ejército Nacional, tienen el honor
de dirigirse a V. E. para que se sirva elevarla al conocimien
to de las Honorables Cámaras y del Superior Gobierno, la ex
presión de gratitud y confianza que los anima por la marcha
enérgica del Gobierno y el noble, pronunciamiento y eficaz
cooperación de aquéllos, para salvar la independencia nacio
nal y la santa causa de la libertad de los pueblos del Plata.
Este acto, Exciuo. señor, es uno de los más clásicos y entu
siastas que han tenido lugar 'en el seno de nuestra cara Pa
tria, cuya celebridad ocupará una de las más 'brillantes pági
nas de oro de nuestra Historia. El ha consignado el patriotis
mo de nuestros magistrados y coronado los sentimientos pu
ros de nuestra Asamblea General. El Ejército Oriental, .tan
decidido en todos los tiempos, por la Independencia Nacional.
se considera invencible desde que contempla a su cabeza al
vencedor de Haedo y Misiones, al Héroe Oriental; desde que
cuenta por aliados a los heroicos pueblos de Santa Fe, .Co
rrientes y Entre Ríos, y mira a sus espaldas a esa 'inmortal
República, que ardiendo en fuego patrio, reune todos sus hi
jos para contrarrestar la bárbara invasión, que amaga el des
naturalizado Dictador Rosas, mas si la fatalidad ha de decidir
de nuestra adversa suerte, sepan el mundo entero y el tirano,
que no pereceremos como cobardes, y que la última trinchera
de la Libertad, será el humo y las llamas de hogares encendi
dos, y los cadáveres de nuestras esposas y nuestros hijos.
Tales son, Excmu señor, los sentimientos (|ue animan al
Ejército y en cuyo sostén 'verterán la última gota de su san
gre. — Féli»r Ediian!o Aguiar — Vicente Viñas — Hipólito
C. Cuadra — Juan Mendoza — Juan Jáuregui — Lorenzo
Lombardini — Pedro Antonio Xatal — Salomé Fernández —
Juan Santulón — Víctor Franco -- Felipe Martínez — Lu
ciano Arma—Brígido Silrcra—José Amuedes—Mareos Telli..
ras — José Botelln —Iuan Crazado — Tomás Cainpos — Jua^
Rodríguez — Pedrt> Xogueira — Víctor Gustamante — Am
brosio Gómez — Ciríaco Vizcarra — Juan José Pareja* —
Loreto Carbelo — Floro Vidal — José María Vidal — Inda
lecio Medina — Luciano Blanco —: José Joaquín Gómez —
19Ü SETEMBRIN'O E' PEREDA

José María Luna — Mariano Cáceres — Leonardo S. Susvit.


la — José A. Reyes — Juan Martín — Francisco González —
Antonio Moreno — Luis Larrobla — Ramón Baldes — Roq'ie
Mundo — Juan Torres — Justo P. Cnbral — Francisco Vá
rela — Andri'fi Cachón — Juan Bruñe. — Joaquín Martinez
— Lanreano Villarreal — Gabina Monegal — Juan Cantvz
— Tomás Sosa — 1sidoro Rodríguez — Juan Ramos — Xica.
nor Maldfinado — Juan Jose Rodríguez — Leonardo Sanginoe
— Sirafín Aliendre — Celestino Rui Díaz — Juan J. M.
Lumlnr Matías Burgo — Juan Palomcquc — Tiburcw
E(laña — Francisco Blanco — Gil Quiroga -- Pedro Anto
nio Ojcda — Valentín Labandera — Francisco Díaz — Juan
de Rosa Baile us — Juan Manuel 'Martínez — Clemente Cas
tellano — Gregorio Mendieta — Bernabé Manuel de Albín —
Lorenzo Flores — .Fortunato Mirres — Fansto Agnilar —
Martiniano Cltilarcrt — Melehor Pacheco y Obes — Juan
Angel Baldiria — Manuel Carabaüo — Juan Pcdro Ferreiw
— Felipe Montes de Oca •— Rufinn Ruinoso — Alejo Portig'>
— José Manricio Cururruta — Luis Aguiar — Manuel Reim
— Manuel Pcreira — Victoria Laguna — Manuel M, Lavaa.
deira — José M. Penagor — Cipriano Caballiro — Melchor
Gutiérrez — Santiago Laeandera — Juan Piroto — Pablo
M. Nacajas — Valentín Quintana — Felipe Sosa — José Ma
ría Banzú — ]'icente Alinada — Manricio López de Berro —
Francisco Saldaña — Santiago Artigas — Manuel Brizuela —
Mateo Soria — Pedro Salinas — José Palacios — Bernardina
Aleora — Pcdro Guerrero — Xeinensio Lawles '— José Hi.t'í.
guirre — Romualdo Carache —• Felipe Anilige — Martín Rd.
noso — Migai.l Xúñez — Clemente Ocampo — Gumersindn
Albín — Dionisio Espíndola — José Luis Giménez — Pedeo
Maldoua.—. Suveño Lara — Jacinto Rollano — Ciríaco
Quinteros — Víctor Benítez — Francisco Leyes — José Be.
lasques — Fermín Céspedes — Pedro P. Castillo — Juan de
Dios Peralta — Felipe' Troncose — Lorenzo Py de A.ttraiLi
— Anselmo Vera — Carlos Sinterno — Manuel Casales —
Carlos Ducra — Manuel Gallinares — Pedro P. Mosqueira —
Fernando Jose — Francisco García •— Agustín Fontela —
José M. Saltena — Luis Xavia — José M. Montero — Joté
liosendo Alíalos — Mariano Martínez — Jo.sc Juárez —Ciri
lo Vida — José O. Orquera — José Leyba — Felipe Videlo —
GARIBALDI EN EL í'Rí'GUAY 197

Isidoro Caraballo — Camilo Billaberdi — Juan de ¡¡osas Al


bures — Benjamín Talosa — Juan Martironeno — Juan Xi.
cioria — Andrés Reinoso — Capitanes. Loreto Olivera — T>.
inoteo Domínguez — Ayudantes Mayores, Juan Medina — .!/.
Lisandro Arancho — Tenientes l.os, Cristóbal Acatú — .Pa
blo Ifrán — Cristina Alegre — Tenientes 2.os, Juan Banti.tta
— Indalecio Gallardo — Manuel Cantera — Alféreces, Lu
ciano Arriola — Lucas Gómez — Jacinto Padilla — Pedro
Félix López — Xorberto Escudero — Ifidoro Xúñez — .17f(.
nitel Gómez — Manuel Antonio Acosta, — Dominga t'gartc —
Manuel de Lezama — Juan Bathque — Antonio Rodríguez—
Pacífico Mederos — Bartolo Casas —' Batallón N° 1 de in
fantería de línea, Estanislao Alonso — Juan Eduardo Agni>ir
— Manuel Martínez — Pío Rodríguez — Federico Banzá —
Juan A. Arismcndi •— Francisco Monte — José, Gómez — Ma
nuel Soto — Federico Acosta — Ramón Lezama — Emílii
Hierra — Francisco Aguila — José Moyana — Eduardo Pi't.
to — Escuadrón de Artillería ligera. #• Mitre — Ramón B?r.
múdez — José María Conde — Enrique de Vedia — Emili.n
Mitre . — Félix A.guiar — Cayetano Rivera — Macedonio La
Rosa — Xicolás Sactony — Eugenio Guevara — Julián Car.
dy — Patricio J. Valdenegro — Fructuoso Gómez — Luciano
Larrazábal — Rafael Maldonado — Atanasio Núñez — José
L. Suva — Tcrrigally Boliña — Francisco 8 liva — Juan Oli
vera — Mariano Heroína — Loreto Silva — Juan de Dios Al.
varez — Juan Rlos — Calirto Jaimes — Antonio Sánchez —
Martín Donado — Xicolás Esqnibel — Juan Bantista Andra.
da — Ezequiel Sánchez — Dámaso Pérez — Atanasio Núñ'jz
— Severo Bravo — Mateo Agutar — Miguel Rodríguez —
Juan Gabriel Pereira — Victoriano Camocho — Juan C. Al.
tamiraneta — Fernando Ayarde — Francisco Ramírez — Jo
sé Caballero — Jorge Muñoz — Juan Centurión — Ccferiuo
Ronin — Elias Olivera — Pedro Cañuy — Francisco Gesis-
nera — Antonio .Y. Mendoza — José M. Caltot.
1(t8 SETEMHHINO E. PEHEDA

El Ministro Vidal acusó recibo por medio de la nota que va


a leerse:
Ministerio de Gobierno.

Montevideo, julio 10 de 1842.

El infrascripto. Ministro General, ha recibido con la m>s


grata satisfacción la nota del Excmo. señor Presidente de
la República, de fecha 7 del corriente, con. la que so sin"o
acompañarle la del señor Jefe del Estado Mayor del Ejér
cito, y el pronunciamiento que hacen los jefes y oficiales en
favor de la causa nacional.
Reconoce el Gobierno en este acto la expresión sincera de
los sentimientos que animan a los soldados de la República;
felicita por ello al digno jefe que los preside, y desea que por
su conducto se les den los más especiales agradecimientos
por la noble disposición que manifiestan de sostener con ne.
roicidad y denuedo la independencia y libertad de la Repú
blica. Se ha recibido con fecha de ayer una comunicación del
señor coronel ltáez, manifestando iguales sentimientos y
uniformándose a la resolución del Ejército. Ha cumplido con
su deber de dar cuenta de todo a la Honorable Asamblea Ge
neral de este acto .espontáneo y generoso, y no duda que los
Honorables Representantes sabrán apreciarlo dignamente.
El infrascripto saluda 'a S. E. el señor Presidente de Id
República. General en Jefe del Ejército Nacional, con su
más distinguida consideración y aprecio —FRANCISCO A.
VIDAL.

Excmo. señor Presidente de la República. General en Jefe del


Ejército Nacional. '

Como se comprende, era inapreciable el concurso moral y


material que las precedentes adhesiones importaban para el
Gobierno, al. par que éstas reflejaban un alto honor para el
director de la guerra, cuyo 'prestigio se hacía resaltar. Pero
faltaba oponer resistencia al enemigo en otro campo de ac
ción, con más rudeza que antes, contrarrestando el poder de
GARIBALDI EX URUGUAY [99

sus nav4?s y cooperando por agua a las maniobras y planes


terrestres. Lo que se hizo en ese sentido lo vamos a ver más
adelante.
Bueno es que conste, sin embargo, que sólo hemos querido
bosquejar en el presente capítulo las miras, esfuerzos y ma
nifestaciones a que dió lugar la actitud del déspota argentino
por parte del Gobierno Oriental, del pueblo, del ejército y
de sus aliados de allende el Truguay, pues sería tarea árdua
abundar en otros pormenores y consideraciones.

La Cámara Provincial de Corrientes, contemplando justi


cieramente los esfuerzos heroicos de los defensores de sus
fueros y de la dignidad del
pueblo argentino, dictó una
ley acordando premios a
los individuos que compo
nían el Ejército de Re
serva con arreglo a sus
especiales merecimientos.
Respetuosa, sin embargo,
de la división de los po
deres, cometió al Poder
Ejecutivo la tarea de ase
sorarle en cada caso pa
ra obrar en consecuencia.
También comprendió en
esas compensaciones a los
progenitores, cónyuges y
descendientes de aquellos
Generíll Pedrj Fcrn'
que sucumbiesen eu la
brega durante la guerra contra Rosas.
Era este un estímulo, sin duda, para combatir con más
denuedo y despreocupación en holocausto de sus derechos;
pero sin él. habrían luchado con igual abnegación en todos
los momentos, porque Corrientes amaba la libertad y execra
ba la tiranía con todas las fuerzas de sus fibras cívicas.
El Gobernador Ferré, por su parte, lanzó una enérgica y
patriótica proclame a sus comprovincianos y demás habitan
tes de Corrientes, pintándoles la triste 'situación en que se
•encontraba la República Argentina, los males que se sucede.
200 SETEMBR1NO E. PEREDA

rían con el predominio brutal de Rosas, la profanación hedía


por éste al santuario de la religión del Estado y el asesinato
de indefensos sacerdotes, con lujo de crueldad. Exhórtales
también a empuñar las armas con toda decisión y fe para
aplastar .la cabeza del monstruo.
Como complemento de sus aníielos y para disponer de fuer.
zas bastantes .encaminadas a ese fin, dictó un decreto convo
cando a todos los hombres hábiles a, eniolarse en el ejército
de su mando.
He aquí los documentos de la referencia:

¡Patria! ¡Liliertad! ¡Constitución!

Al Poder Ejecutivo,

El Honorable Congreso Provincial de la Provincia,

Considerando :
l.°'Que la noble y activa cooperación de la Representación
Provincial, segundada por la opinión pública, debe aligerar
el peso enorme que gravita sobre el Poder Ejecutivo en
azarosas circunstancias, y porque la uniformidad de princi
pios entre ambas autoridades, contribuirán .más e^icazuuaite
a la salvación de la Patria ;
2.° Que los relevantes servicios rendidos a la causa de la
libertad por el valiente 'Ejército de Reserva, son justamente
dignos de premios correspondientes a su grande importancia.
del mejor modo 'que lo permita el estado de nuestras rentas ;
3.° Que siendo .la disposición de aquel Ejército la más fa
vorable en defensa de nuestra libertad e independencia, el
Cuerpo Legislativo, reconociendo altamente la brillantez y
el mérito de tanto heroísmo, en uso de la facultad que invis
te, ha sancionado lo siguiente :
Artículo 1.° El Congreso Provincial acordará en oportuni
dad a todos los individuos de que se compone el Ejército de
Reserva, premios conforme a la importancia de su decisión y
valor;.
Art. 2.° Los individuos del E'jército de la Provincia, que en
las acciones de guerra, en la lucha actual, acrediten su denu'?.
(;ARIBALPI EN El. URUGUAY i>01

do con hechos extraordinarios, recibirán inmediatamente una


compensación arreglada al distinguido valor de aquéllos.
Art¡ 3.° El Poder Ejecutivo, como órgano principal a quieu
deben elevarse tan esclarecidas circunstancias, por el general
en jefe del Ejército, con los inforaies competentes, las pondrá
inmediata¡mente en conocimiento de la Hala Permanente, pa
ra apreciarlas sin dilación y determinar la clase y extensión
del premio correspondiente.
Art. 4.° Los padres, esposas e hijos del que gloriosamente
falleciere en el campo de batalla, durante la presente guerra,
disfrutarán de la misma compensación que se acuerde para
éste .
Art. 5.° Comuniquese al 1J. E. para su inteligencia y finos
consiguientes.

Lo que el infrascripto Presidente, de orden del mismo


H. Congreso, "tiene la satisfacción de transcribir a V. E. la
precedente honorable resolución, saludándole ,con su más alta
consideración.—Jp YN M', VEDOVA.—Presidente.—Antonio B.'.
nitez, Dip. Secretario.

Corrientes, 25 de junio de 184&

Cúmplase la precedente honorable resolución, publíquese y


dése al Registro Oficial—FERRÉ.

El Gobernador y Capitán General.

¡Compatriotas! ¡Habitantes todos 'de la Provincia!

El monstruo Rosas, enfurecido por la ignominiosa y com


pleta derrota de sus más numerosos y aguerridos esclavos e a
la inmortal jornada de Caa.guazú, lanza hoy de nuevo conti.i
nosotros sus miserables hordas de viles mercenarios, halaga
dos unos por el robo, la violación y demás crímenes que son
su alimento, y arrastra a los otros por el terror y la muerte
con que sólo ha podido restaurar su imperio de sangre en las
202 SETEMBRIKO E. PKÜEDA

Provincias hermanas de nuestra infortunada República, y


conservarlo en su misma Capital. ¡Insensato! ¡En su impo
tente desesperación se atreve todavía a insultar la dignidad y
heroísmo del pueblo correntino, que ha jurado .mil veces an
tes morir que someterse a su impía y brutal dominación ! ¡ El
Gobierno está resuelto a no omitir sacrificio alguno para lle
nar tan sagrado voto, y no duda conseguirlo, segundado en
todo caso por el ardiente patriotismo y demás virtudes del
pueblo que le pronunció!
El 'que eficazmente quiere ser libre, siempre lo fué, prefi
riendo a una degradante esclavitud el reducirse a un vasto y
gloriosamente ensangrentado desierto. De ello habéis dado,
compatriotas, una muy elocuente leeción en la batalla de Cd.i.
guazú. a la que os preparasteis animados todos de tan patrió
ticos y elevados sentimientos.
¡Conciudadanos! ¡Valientes y virtuosos soldados del Ejér
cito de Reserva! ¡Vencedor?s en Caa.Guazú, que tantas ve
ces habéis humillado la insolente fiereza del tigre argentino,
volad a las armas, y con el denuedo ,y subordinación que
siempre os distinguió, destronadle, anonadadle aún otra vez,
dando así. al Orbe la última prueba de que sois bien digms
de haber desafiado los primeros todo el poder de la tiranía,
por desgracia más fuertemente cimentada v sostenida ! Mos
traos justamente acreedores a las gratas bendiciones de la
República entera, y de todos los .hombres libres; empuñando
vuestras armas en defensa de nuestra libertad e independen
cia, de nuestros derechos más preciosos, del honor de nues
tras familias, de nuestras fortunas y vidas como de iguab's
garantías y goces para los desgraciados opresos de nuestra
desolada República, a cuya vital salvación tendréis .la honro
sa gloria de concurrir, conquistando a la vez la de nuestro
propio suelo.
¡ Correntines ! ¡ Hombres todos, que os preciáis 'de serl > !
¡ Recordad que no ya'solamente la libertad, la humanidad, la
civilización y la natural defensa, impulsan hoy nuestro ardor
marcial: la religión santa de nuestros padres, esa benéfica ins
piración del Cielo, que tanto importa conservar ilesa, como el
apoyo más firme del orden social, y el fundamento más sólido de
nuestras leyes; esa misma augusta religión se mira hoy impía
y ferozmente hollada por el tirano invasor, que después de
ÜARIB.VLDI EN EL URUGUAY 203

1:" erse adorar, por su inmunda efigie en los templos consa


grados al Soberano autor del Universo, y perseguir cruelmen
te a los pocos sacerdotes que, fieles a su deber, resistieron tan
infame profanación, ha cometido el horrendo y nunca visto
atentado de asesinar cuatro argentinos muy respetables, mi
nistros del Altar, sin previa causa ni audiencia ninguna co
mo acostumbra, renovando antes en ellos el uso de los siglos
más bárbaros, haciéndoles desollar, para degradarles, las -ma
nos y la cabeza. ¡ Qué inútil y atroz martirio ! ¡ Él no le salva,
aún supuesta causa legal, de las terribles censuras que le han
puesto ya fuera de nuestra Iglesia ! Bañadas así en su pro
pia sangre estas sagradas víctimas, una de ellas maldijo al
tirano, invocando la justicia celestial, basta que acosada de
heridas, pereció heroicamente cual sus compañeros, volando
al seno de los justos, desde donde nos claman por nuestra se
guridad y la de nuestra religión, pronta y terrible vengan ¿a
contra su vil y sacrilego 'asesino.
; Compatriotas ! El dios de los ejércitos anima ya nuestros
brazos para imponer al bárbaro tirano el justo y ejemplar
castigo de tamañas atrocidades, decretando su exterminio y
•el de sus dignos satélites, que invadiéndonos se abren el abis
mo en que se hundirán para siempre. La justicia del Ciel.),
que es la de nuestra causa, la importante cooperación de
nuestro 'natural aliado, el Estado Oriental. no menos que de
los demás pueblos argentinos en armas contra el tirano, por
su común interés en esta lucha de vida o muerte, nos son
garante poderosos de que, fielmente unidos, obtendremos ' el
triunfo más glorioso y decisivo que afiance para siempre una
paz sólida y el imperio de la ley.
¡Soldados del Ejército de Reserva! A vosotros pertenece
una parte m tan grandiosa cruzada de religión y libertad !
La Provincia y la República lo esperan todo de vuestro acre
ditado valor, patriotismo, disciplina y demás virtudes, cuya
estricta observancia con la del orden y unión, no creo preciso
recomendaros, desde que todas estas calidades hacen vuestro
noble orgullo, y os proclaman justamente como el mejor apo
yo de todos nuestros derechos y el precioso ornamento de esta
benemérito Provincia. Ella sabrá premiar oportuna y digna
mente vuestros largos e importantes servicios, proveyendo en
tretanto con muy especial y constante interés a .vuestra sub
204 SETEMBRINO E- PEREDA

sistoncia y la de vuestras familias, deber el más grato que


siempre he procurado llenar, y que hoy se complace ,en reco
nocer vuestro jefe, compatriota y amigo.—PEDRO FERRÉ.
Corrientes, junio 23 de 1842.

¡Гa tria! ¡Libertad! ¡Constitución!

Amagada nuevamente esta heroica provincia por las hor


das del más abyecto de los tiranos, del feroz conculcador de
todos los derechos, del que las excitó cqn la violencia y el incen
dio de los pueblos indefensos, degollando vilmente al prisio
nero rendido bajo capitulación, del que horrendamente imp''-.
y sacrilego asesina a venerables ministros del Altar, desolla
das antes sus sagradas manos y cabezas, del mayor monstrua.
en fin, que abortaron los siglos, Juan Manuel Rosas, y con
secuente el Gobierno con sus principios libertadores, de acuer
do con el voto general de sus .compatriotas, tantas veces pro
nunciado y cumplido, de perecer todos gloriosamente o sal
var su independencia y libertad, ha resuelto, consagrándose yj
exclusivamente a llenar el primero y más urgente hoy de sus
deberes, la defensa y salvación de la Patria, adoptar al efec
to las medidas más enérgicas y activas. contando muy funda
damente con la noble y patriótica decisión de todos los habi
tantes de la provincia para secundarlas con lealtad, y virtuo
sa constancia, hasta prodigar el último sacrificio, así coiro
con la cooperación eficaz del Gobierno Oriental, nuestro na
tural aliado: en esa virtud, y en uso de la facultad extraor
dinaria que inviste, ha tenido a bien decretar lo siguiente:
1.° Desde el treinta del corriente junio la provincia toda se
pondrá en asamblea y sobre las armas.
2.° Para el día indicado estarán alistados en sus respectivos
cuerpos todos los hombres estantes y habitantes de la provin
cia, desde catorce a cincuenta años de edad.
3° Se exceptúan solamente . del artículo anterior los em
pleados públicos, médicos. boticarios y los que cultivan la ca
rrera literaria .
4.° Todos los comprendidos en el presente decreto que pan
GARIBALDI EN EL URUOUAÏ 205

ti día prefijado en el artículo 1.° no se hubiesen presentado a


los jefes encargados de su enrolamiento, serán destinados irre
misiblemente al ejército en calidad de veteranos, si a juicio
del Gobierno no justificaren causa o impedimesnto bastante.
5.° El mayor de plaza en la Capital y los comandantes de
campaña en la de sus respectivos departamentos, son encar
gados del exacto cumplimiento de este decreto, dando cuenra
al Gobierno el mismo día treinta designado, por una razón
nominal. en que conste el número y edad de todos los hombres
útiles para tomar las armas, conforme a lo prevenido en el
presente decreto.
Publíquese, circúlese y dése al Registro Oficial —Corrien
tes. junio 23 de 1842.—PEDRO FERRÉ.

Todos estos documentos y manifestaciones de las cabezas


dirigentes de la coalición, haeian entrever sucesos trascenden
tales, auspiciosos a la libertad y el decoro de estos pueblos del
Plata.
Las rencillas que hemos relatado, aunque sensibles, moti
vadas por las rivalidades de .nando y por un patriotismo ico
noclasta, por no decir lugareñi . lo mismo que las intrigas
puestas en juego por el doctor Derqui, no eran, pues, iш óbice
insuperable para la buena marcha de las operaciones combi
nadas, o cuando menos primaban sobre ellas en esos momentos
las conveniencias recíprocas de combatir unidos al enemigo
común, por más que tales desavenencias fuesen de mal au-
iïnrio.
CON RUMBOS A CORRIENTES

SUMARIO: —Estado de la escuadrilla nacional. —Jefes de que echó


mano Garibaldi.—Objeto de la expedición.—Necesidad de una
idea superior que diera cohesión y unidad a loe elementos ad
véreos a Rosas.—Lo que opinaba Alberdi a este respecto.—
¿Pretendía el Gobierno, como alguien lo supusiera, desembara
zarse del esforzado nizano?—Hechos que desvanecen tan erró
nea suposición.—Composición de las , fuerzas coligadas.—El va
lor del soldado correntino.—Los resistas insinúan la idea 'le
sobornar al héroe, pero no se atreven a hacerlo —La flotilla en
viaje.—Su pasaje por Martín García.—Crítica injusta del his
toriador Saldías.—Cómo juzga Lerroux a Garibaldi.—Encalla
dura de la nave capitana.—La escuadra enemiga la cree presa
segura.—Parte pasado a Brown por el Capitán del Puerto y co
mandante accidental de la isla.—Percance sufrido por la "Bel.
grano".—Desesperación y mal humor del almirante.—GaribaWi
y los suyos en salvo.—Los expedicionarios continúan su mar
cha.

No quedaban en pie, al hacerse cargo Garümldi de la >.s.


cuadrilla nacional, más buques que el bergantín Pereira. pro
visto de dos cañones giratorios de a 18, y la corbeta Constitu
ción, de 18 piezas, a los cuales se les agregó el transporte go
leta Prócida, debiendo realizar con ese pobrísimo concurso u un
expedición hasta Corrientes, distante 600 millas de Monte
video.
La Constitución, de 256 toneladas de registro, antes Ctt:i.
solatif>n, perteneció a la matrícula de Nantes, capital del de
partamento del Loira inferior y cuyo puerto, que figuraba entr'
los importantes de Francia, dista 64 kilómetros del mar.
El Pin ira, medía 1(>(5 y fué construido en el Brasil, desti
nándosele, como aquélla, al transporte de mercaderías, pues
hasta entonces habían sido de propiedad particular.
La Prócida era una 'goleta sarda, de 71 toneladas, que los
hermanos Antonini utilizaban para su comercio, enviándola
GARIBALDI EN EL URUGUAY 207

de continuo al Africa, pero que a instancias del Gobierno re


solvieron vendérsela.
Era necesario, pues, rodearse de buenos elementos coad
yuvantes, para suplir en lo posible, con el valor y la pericia,
tan hondo 'vacío, y Garibaldi supo elegir los jefes que había
de poner al mando de aquellos barquichuelos, habiéndole con
fiado el de la Prócida al subteniente genovés Luis de Agustino,
verdadero hambre de presa, y el del bergantín Pere ira, que hizo
su 2.°, al capitán Manuel Arana Urioste, oficial joven, <fne
apenas había cumplido siete lustros de edad, de contextura
robusta, de cabellera y ojos negros y de elevada estatura. Esie
bizarro marino había tenido la desgracia de quedar ciego de l.t
vista izquierda, a causa de una dolencia que casi le arrebato
la vida. Era oriundo de Castro-Urdiales. cuna también de sa
madre, doña liaría Trioste. y de su padre, don Gaspar rie
Arana, que se hallaba al 'servicio de la marina de su país, y
había cursado matemáticas y pilotaje con bastante aprovecha
miento.
Tenía amor a la carrera que abrazara y realizó frecuentes
excursiones al Africa 'y a las Américas, viéndose expuesto eu
uno de esos viajes a perecer en un naufragio que lo obligó a
mantenerse .largas horas luchando con el líquido elemento.
Debido a que era un gran nadador y a su fortaleza de espíri
tu, pudo salvar de tan rudo trance, 'manteniéndose en el agua
hasta que se recibió el auxilio enviado para el salvataje del
buque en que navegaba.
Después de este suceso, habría permanecido en la tierra na
tal si con motivo de la guerra de sucesión estallada en Espa
ña no le hubiera rogado su progenitor que no tomara parte en
ella y que se trasladase al Río de la Plata en busca de trabajo.
pues tenía en él varios parientes por línea materna y creía
que allí lo pasaría bien .
Arana Urio-ste, animoso como era. no desperdició su tiem
po, y a poco de llegar consagró sus actividades al comercio.
No pudo, sin embargo, resistir a sus aficiones guerreras, y pa.м
librarse de las iras del tirano de Buenos Aires. resolvió aban
donar dicha ciudad y trasladarse a San José de Gualeguay-
chú, efectuando ese cambio de residencia en 1839. Simpati
zaba con la causa de los unitarios, y no bien desembarcó el
general Lavalle en el puerto del Anda, se apresuró a engrosar
208 SETEMBRINO E. PEREDA

sus nlas, habiéndose encontrado en la acción del Yerná librada


el 22 de septiomhre de ese año contra las fuerzas de Vicente
/apata, donde demostró un valor a toda prueba.
En 1840, entró a formar parte de la división mandada por
el general Angel M . Ni'iñez. pero esta vez no le favoreció .*!
destino, pues el combate habido en el Arroyo del Animal,
en que las armas libertadoras sufrieron una lamentable derro
ta, casi perdió la vida, víctima de su arrojo y de la difícil si
tuación que le creó aquel desastre.
De Entre Ríos pasó en seguida al territorio oriental en des
empeño de diversas y peligrosas comisiones que ejecutó con
éxito en el río, Uruguay. No obstante haberle amenazado 'de
muerte el comandante Eduardo Villagra. de tan triste recuer
do, no vaciló en desafiar sus iras cruzando repetidas veces entre
Fray Bentos y Gualeguayebú. localidad esta última bajo el
mando de aquel sujeto.
Más tarde se trasladó a Montevideo y entró a servir en la
escuadra oriental, bajo la dependencia de Bernardo Dupuy,
figurando como 2.° del Montevideano, mandado por aquel brf..
vo marino.
Garibaldi, que conocía todos estos antecedentes, quiso hacer
se de su concurso, y obtuvo con él una verdadera conquista.
El capitán Arana Urieste acababa de cimentar .su fama de
valiente retando a duelo a un súbdito francés por insultos in
feridos al honor argentino.
Además, secundó bizarramente a su jefe en la memorable
acción del 25 de mayo de 1841 .

¿Con qué objeto se le confiaba a Garibaldi una misión tan


peligrosa, .expuesta, por lo tanto, a un ruidoso fracaso, a l.i
pérdida de esos ' buquecillcs y a una muerte casi segura d'jl
valeroso marino, en todo el vigor de su juventud, pues apenas
contaba 35 años de edad, con la mente impregnada de ilusio
nes y el corazón rebosante de altruistas sentimientos?
¿Era acaso aquella una empresa descabellada, que no res
pondía a ningún fin práctico y cuya consecución no pudiera re
dundar en beneficio común? De ninguna manera: era, ,por el
contrario, el fruto de una combinación tendiente al mejor su
ceso de la alianza a que nos hemos referido, y para ello se m.
cesitaba de un apoyo eficiente, capaz de entonar el ánimo hasta
•de los espíritus más medrosos.
GARIBALDI EN EL URUGUAY . 209

Juan Bautista Alberdi, qne sentía arder en sus venas la san


gre vigorosa de la juventud, pues tan sólo tenía 26 años, y
«n su cerebro privilegiado, levantados ideales, decía en los co
mienzos de 1841: "No se debe acusar a Rosas de que haga el
mal: al naranjo no se le puede hacer un crimen de que no dé
•tluraznos; cada cual da lo que está destinado a dar: la abeja,
miel. ponzoña la serpiente; Rosas es una piedra que cae; si
.algo destruye, la culpa es del que la dejó llegar a su fin".
En Su opinión, para alcanzar el triunfo definitivo no bas
taba contar con un ejército .numeroso: era menester "una
idea superior" que diera "cohesión y unidad" a los elemen
tos adversos a aquel tirano. Las desinteligencias, las preocu
paciones, la ambición de mando, habían frustrado muchas es
peranzas.
El general Rivera, 'cooperando con los recursos de su país
л cimentar la revolución de las provincias argentinas hostiles
a Rosas, procedía sin el egoísmo que tan porfiadamente le en
dosan sus enemigos: quería de buen grado debilitar el pode
río del Gobernador de Buenos Aires. velar por la autonomía
regional, devolverle al pueblo argentino la tranquilidad per
dida, y con ésta el juego armónico de sus instituciones, y uni
do a todo esto, aponer un vallador insalvable a las preten
siones restauradoras de Oribe, cuyo nuevo ascenso a la Pre
sidencia hubiera significado la subversión más descarada de
los principios constitucionales y una afrenta a la Repúblkrt,
porque si el 1.° de marzo de 183o fue elevado a ella p'or los
votos de la Asamblea, lo habría sido entonces por la mini-mo
da voluntad del jefe supremo de la Mazorca-
La misión confiada a -Garibaldi, llegada a un feliz térmi
no, podía ser, pues, de trascendental importancia. La desapa
rición del valeroso militar que una bala arrojada al azar le
arrebatara la vida en la madrugada del 9 de octubre de 1841,
desconcertó un instante a sus amigos, pero no cavó la fosa de
la Libertad.
El mismo doctor Alberdi, el 10 de enero de dicho año, an
tes. por consiguiente, de esa gran desgracia, pero en presen
cia de dos sucesos también lamentables y de suma inrportan-
,eia, demostrando la serenidad de su espíritu y la honda con
fianza que tenía en el desarrollo de.los sucesos futuros, si se
-•obraba patrióticamente, sin ningún ápice de rivalidad, fijo el
OARIBALDI — 14 TOMO t
210 SETEMBRINO E. PEREDA

pensamiento en el alma de la Patria, escribía en Montevideo.


estas sensatas consideraciones:
"Ahora seis meses, teníamos a más de lo que tenemos hoy.
un ejército vencedor en Entre Ríos y una escuadra aliada que
bloqueaba las aguas argentinas. •
"La escuadra .Miada ha sido vencida por la diplomacia el
2!) de octubre, y el ejército, extenuado por la espada el 28 de
noviembre. El leal Lavalle y el desleal Mackau, nos han
abandonado en menos de un mes. La Boulounaise y el Qu:.
brachito nos han arrebatado la' escuadra y el ejército.
"¿•Concluiremos de .aquí que la revolución está perdida, y
que debamos proclamar vencedor a Rosas? He aquí una le
las preocupaciones derivadas del sistema absurdo que ha vis
to encarnada .la revolución en el ejército del general Lava
lle ; .concepción por la cual debían expirar la Libertad y la
Patria allí donde acabase el ejército. Por fortuna, esta doc
trina desesperante no es exacta, y se pueden perder muchos
ejércitos sin que la revolución se pierda con ellos. El D.enagun.
drro, Bilcap ligio, AItMI uia, xipe.Sipe, Cancha-Rayada y Mo.
qucgua, son sepulcros donde yacen ejércitos americanos; pe
ro la revolución no se ha sepultado con ellos.
"No: nosotros no creeremos que sea preciso poner una pie
dra sepulcral en el Quebrachito, para ocultar a los ojos de los
vivos una-revolueión que cuenta treinta años de triunfos, que
está 'destinada a vivir siglos, que comprende un mundo, que
reside en el pueblo y descansa en la justicia. El 28 de noviem
bre no cerrará esa cadena de brillantes días a que da princi
pio el 25 de Mayo.
"Lo contrario sólo será cierto para esos que habían traza
do un círculo de 20 pies de .diámetro y dijeron: "aquí está
la Revolución, aquí la Libertad y la Patria; fuera de aquí
s'ilo hay corrupción y tiranía•"
"No: la revolución argentina no es el ejército del genend
Lavalle y la escuadra francesa.—La escuadra y el ejército
eran dos medios de .la revolución, no la revolución misma. Y"
tan cierto es esto, que ella acaba de perder estos dos medios,
y ella misma no se ha perdido.
"He aquí la nueva situación: .ella resulta de la desapari
ción de les dos medios organizados que llevaban la vanguar
dia de los hechos Esta falta no es pequeña, y la situación n>
GARIBALDI EN EL URUGUAY 211

es trivial : nuestros medios son demasiado poderosos aún, p.ч-


ra que debamos abstenernos de hacer esta confesión. La si
tuación es, pues, delicada y requiere más cuidado que nunca.
"¿De dónde proviene, entretanto, la delicadeza de la situa
ción ? de la presencia de la falsa idea que había colocado la
vida de la revolución en la vida del bloqueo y del ejército de
Lavalle: de la taita de un sistema nuevo que sepa explotar y
dar organización a los inmensos medios que nos quedan.
"La situación no es, pues, delicada por falta de medios.
sino por -falta de un buen sistema revolucionario: nuestras
preocupaciones sou sus obstáculos, no las bayonetas de Ro
sas.
Más adelante añadía: "He aquí lo que necesitamos practi
car para tener revolución: un cambio en los espíritus y en los
modos de ver los hombres y las cosas. Dos veces, en diez años,
nos ha mostrado la experiencia que un mundo de soldados
puede desvanecerse como el humo, cuando es dirigido por
mezquinas ideas : es, pues, en las ideas, es en los sistemas don
de está la fuerza, no en el número de lojä soldados, y esto por
que el número de los soldados depende de las ideas.
"Por no haberse comprendido así las cosas ?s que la revo
lución ha marchado de pérdida en pérdida, y acabará por
perderse del todo, si continuamos mirando las cosas como
hasta hoy.
"Aún es tiempo: los medios nos circundan por todas par
tes.
"Sólo el caudal inmenso de tMisas que poseíamos ahora un
año, puede hacer que nos parezca pobre la situación actual.
Para saber lo que esa situación vale, no hay sino recordar los
tiempos en que ni en el Estado Oriental. ni en el territorio ar
gentino había un soldado armado contra Rosas. Si se nos hu
biera anunciado entonces, de un golpe, que el listado Orien
tal y ocho provincias argentinas habían alzado el grito de re
volución contra Rosas, ¿no nos hubiésemos dado ya por ven
cedores? Pues, esta es la situación actual, la situación que al
gunos consideran perdida 'para la libertad y victoriosa para
Rosas.—Perdida será para nosotros, sí, si -no queremos apro
vechar de las ventajas que ella nos ofrece.
"Ya se ve que Rosas saldrá con la victoria, si se la regala
mos en adelante, como se la hemos regalado hasta aquí. Pe
212 SETEMBRINO E. PEREDA

ro si (picremos hacer resistencia y. triunfar también, podremos


obtener el triunfo, porque tenemos los medios de llegar a él.
Para que Rosas quede en aptitud de invadir este país, tiene
necesidad de 'concluir primero con la revolución de las pro
vincias.
"Es necedad el %urarse que esa revolución haya sido vea.
cida definitivamente en el Quebrachllo' Sin temor de ser acu
sados de parciales, creemos poder decir al contrario, que en
el Qitebrachito se ha inaugurado por la primera vez." (1)

Después de varios encuentros, unos felices y adversos otros,


el general Oribe ocupó el Paraná el 25 de junio, abandonan
do su campamento de las Conchas, donde había estado por
espacio de dos largos meses.
Pues bion: el Gobierno Oriental, queriendo poner trabas a
la acción de aquel secuaz de Rosas, cambió de parecer y de
actitud y resolvió encargar a Garibaldi la pesada tarea :la
hostilizarlo, a la vez que de conducir armamento y municio
nes a la Provincia de Corrientes. De ese modo podrían ser
más eficaces los esfuerzos comunes de la coalición.
Difícilmente se habría encontrado quien lo reemplazase, si
él hubiera respondido negativamente, pues sólo un Garibaldi
era capaz d£ llenar cometido semejante. Se le conocía bien,
no se ignoraba cuánto ya valía. Por eso se fijaron todas las
miradas en su simpática personalidad, abrigándose la espe
ranza de que sería feliz, a pesar de los escollos que hallaría
en su camino.
Croe el héroe,—si hemos de dar crédito a la referencia que
hace al respecto Alejandro Dumas,—que el verdadero moti
vo de la expedición no fué otro sino desembarazarae de él. Pe
ro por más respeto que nos inspire la memoria de este gran
hombre, que, como Wáshington, fué el primero en la guerra,
el primero en la paz y el primero en el corazón de sus conciu
dadanos, más que de sus conciudadanos, del corazón de la hu
manidad, ya que nos ocupamos de este punto, cúmplenos ma
nifestar que disentimos en absoluto con , esa opinión.
El general Rivera,—que era el Presidente de la República,
—lejos de ser opuesto a la conservación 'de la Escuadra Na.

(1) Alherdi: «Olras compb.ias», lomo If, púxinas 133 a 136.


плшвльш EN EL l вгоглу 21:5

cional, se mostraba entusiasta partidario de su reorganizn-


ción y fomento, como resulta de la comunicación suya a que
nos hemos referido en uno de Ins capítulos anteriores.
El Ministro Vidal, por más influencia que pudiera ten?:,
nunca la habría tenido lo bastante para torcer la voluntad de
aquel mandatario, a cuyo impulso se movían hasta les hombres
más eminentes. N'o era un déspota ni un tiranuelo, pero po
seía, en cambio, cualidades y prestigios t¡ue le chiban a justo
título la gran popularidad y el ascendiente de que gozaba.
Por otra parte, ¿qué causas podían motivar un pensamien
to tan siniestro, cuando Garibaldi no se mostró enemigo del
Gobierno en ningún momento, antes ni después do su venilla
a Montevideo t Su propia actuación en favor de la República
de Río Grande, constituía un título honroso que aureolaba su
figura con caracteres atrayentes.
El ofrecimiento que se le hi/.o de la jefatura de aquella in
cipiente escuadra, respondió, pues, a un sentimiento muy dis
tinto y a un propósito plausible: al prestigio que ya rodeaba
su joven personalidad, por la resonancia que habían tenido
los hechos en que se vió a'llí envuelto, lo mismo que su marti
rologio en Gualeguay, y a la conciencia que se tenía de lo uti
lísimo que podír. .т;г su acción e.'iciente, en la cual se ciírabaa
grandes esperanzas.
"Al abandonar a Montevideo, dice, hubo allí más de un
ciento que apostaron a que no volvería".
No <ludamos de esta afirmación; porque, como se verá mus
adelante, no se trataba de realizar un paseo triunfal, sobre
un camino sembrado de flores, sino de 'acometer una empre
sa magna, cuajada de escolles y de espinas, expuesta, por lo
tanto, a sinsabores y a ser víctima de cualquiera artimaña del
poderoso adversario que guardaba la entrada de los ríos Uru-
guay y Paraná.
Esto le constaba a Garibaldi, más, mucho más aún que a
la casi totalidad de los políticos y de la turbamulta, puesto
que como marino y geógrafo, conocía perfectamente el es
tuario .
Por lo mismo, sin duda, eí general César Díaz califica d<¡
inconcebible dicha expedición, al recordarla en sus Mein )-
rías.
La empresa era arriesgada, temeraria, si se quiere, pero no
214 SETEMBRINO E. PEREDA

desatinada ni malevolente. Los ejércitos aliados disponían de


elementes poderosos, muchos de ellos aguerridos, que opera i.
do armónicamente podían sofrenar el ímpetu bélico de las
armas resistas.
El doctor A'lberdi había dicho también, con entera verdad
y conocimiento completo de los hechos, aludiendo a la acciúu
(le Oribe y a los sucesos de 1830: "La revolución se habt:i
perdido en el Sud, y en el Nlorte recibía un golp;> mortal con
la pérdida de la persona del general Paz. La población per
dió las esperanzas, se sintió cansada de la pelea, y se rindió.
Hoy no sucede lo mismo; la revolución impera en el Estado
Oriental, y 'ese Paz que el año 30 desapareció del frente do
Córdoba, reaparece hoy en Corrientes a la cabeza de un ejér
cito tan bravo como el que obligó dos veces a volver el alta
nero cuello al impertérrito Quiroga. Córdoba sabe esto, y no
se entregará a una contrarrevolución que sólo vive por la des
deñosa incuria de la revolución.
"Sería preciso que se repitiesen los accidentes inauditos d¿
la captura del general Paz, de la muerte de Pringles, y las
defecciones de Torres, de San Luis, y López, de Tucumán, pa
ra verse renovado el desenlace de 1830. De otro modo es in
concebible cómo Rosas le pueda llevar a cabo por los medios
que hoy posee. La revolución no está perdida sino para esos
ojos microscópicos que nunca han sabido dónde existía, ui
son capaces de saberlo jamás.
"Las fuerzas orientales comprenden la fuerza naval, !=i
destinada a la guarnición de la capital y costas, y la del ejér
cito en campaña."
Un estrecho espíritu de nacionalidad, las rivalidades que
siempre nacen ante la espectabilidad de un houibre encumbrado
por los sucesos y sus antecedentes, y el falso concepto del pa
triotismo por parte de aquellos que miran todo con glacial
indiferencia, motivaron censuras .y juicios erróneos y apasio
nados contra el jefe supremo de ese valiente y pundonoroso
ejército.
Pues bien : el joven y talentoso escritor argentino, que de.
notaba desde ya lo que estaba llamado a ser con la madure.:
de les años y más sólidas 'lecturas, arrancó a su pluma la si
guiente ardorosa defensa:
"No hay que decir—ya no tomaré las armas por Rivera.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 215

ívsto eе mirar sólo la personalidad en la cuestión. Además,


esto es absurdo: llosas no viene al Estado Oriental únicamei-
te en busca del general Rivera ; viene tamhién por los argen
tinos refugiados en su s<'-
no : armándose contra Ri
sas, no tanto lo hacen pa
ra defender al general
Rivera, como para defea-
derse ellos mismos. ',).!
modo que el general Ri
vera les hace un benefi
cio con darles fusiles y
llamarlos a un punto pa
ra que no se dejen dego
llar como corderos. Y ^i
alguno piensa que por si;ir
encontrado sin fusil mr
de ser mejor tratado por
Rosas que los demás, se
equivoca absolutament ; ,
Genetul Juan M. de Rosas y si no se equivoca, pe-ir
para él: vergüenza para
los que obtienen la indulgencia del tirano! y si es esto lo que
se desea, ¿ por qué no regresar desde luego a Buenos Aires, л
gozar de la felicidad de respirar entre sepulcros, y verse es-
iMipiílo en la cara por los mazorqueros vencedores que habrán
mostrado más carácter que los que se dijeron hombres de li
bertad?
"Por otro lado, pese a quien pese, el general Rivera repre
senta un hecho respecto de nosotros, que nunca debemos ol
vidar: este hecho es la guerra del Estado Oriental con Rosas.
Por él es que este hecho subsiste, y si no fuera por él, la guo-
rra dejaría de existir y Rosas 'entraría a gobernar en est-j
-suelo. Y nadie sino el general Rivera puede representar este
hecho, porque no habiendo aquí más que su partido y el par
tido de Oribe, no es el -partido de Oribe el que había de ha
cer la guerra a Rosas, nor la simple razón de que es aliado d-л

"El general Rivera es uno de los hambres a quienes de-


lesta más Rosas; y es por esto mismo que. nosotros debemos
2W SETEM BRING E. PEREDA

quererlo. ltosas le quitaría la vida si le tomase vencido, y un


hombre 'convocado al cadalso de Rosas, es nuestro hermano y
mcrece nuestros aplausos."

Hecha así la apología del general Rivera, desagraviado tan


concluyen teniente este ilustre militar, más 'grande en la gne-
rra y en la paz que la montaña de odios engendrada por oí
despecho, la malevolencia y la envidia de sus detractores, Л
doctor A'lberdi entra a ocuparse de lleno de los demás .elemen
tos de acción combinados contra Rosas, aunque rozando fe
nuevo la personalidad del Presidente Oriental, pues no podía
prescindir de ella
• "En cuanto al ejército en campaña,—agregaba,—hay poco
que decir: si algunos nombres se echan de menos. otros no
menos brillantes los reemplazan. La popularidad del gene
ral Rivera, es decir, de la causa contra Rosas, no tiene un
comprobante tan activo como la campaña del año 38, en quo.
con un puñado de hombres que. trajo al territorio, hizo des
aparecer a Oribe, que contaba entonces con más poder que
nunca y con la coalición misma de Rosas. Jincho se 'habla ik"
la decadencia de su popularidad en el día; de un pretendido
cambio en la opinión de las masas para con su viejo caudillo.
Así se nos decía ahora año y medio ; y en verdad, los natura
les de la campaña se permitían hablar de un modo poco apa
sionado por el general Rivera ; sin embargo, no .bien entró
E chagüe en este territorio, cuando los campesinos olvidaron
ya sus quejas, dejaron las hablillas, vieron a su viejo camarada
en peligro, la presencia del peligro renovó, como sucede siem
pre, las antiguas simpatías, y volaron en su derredor esos-
cinco mil -hombres que tan bri!sc:v:nent3 sacaron.de su? ilu
siones a los enemigos el 2!) de diciembre".

Pasando luego a juzgar los medios de defensa puestos -en


movimiento en una de las provincias argentinas más bata
lladoras y patriotas, completaba su pensamiento con tstas
justicieras palabras :
"Corrientes es el segundo centro de armas de Ja revolu
ción. Todos convienen, y el mismo general Lavalle, eu qui
GARIBALDI EN EL URUGUAY '217

la mejor porción de su ejército es la división correntina. (1)


'•Pm-s bien, el ejército del general Paz, no tiene una divi
sión eorrentina, sino que tcd'i él si' compone de esa masa que
constituye la principal columna drf Ejército Libertador.
"La experiencia acata d<i mostrarnos que el soldado eo-
rrentino no necesita sino de buenos jefes para ser el prim»r
saldado argentino
"Tres mil correntines tan selectos como los que llevó el
ganera! Lavalle, componen el actual ejército de Corrientes.
Están bien armados. y equipados hasta con elegancia. Este
procioso ejército que hoy tiene una existencia tan modesta,,
está destinado a grandes cosas. 'Su General en Jefe, el solda
do de las simpatías del hábil general Paz, a quien un in;i-
dente sin ejemplo, sólo pudo arrebatar de la cab?za de sus
filas. dornl-э no peleó jamás sino para vencer, ofre:e tantas
garantías de sucesos ci;r,:o los nuevos correntino»
"Ya pasó el tiempo en nu? los eorrentinos, sin lustre y sin
experiencia militar, eran el juguete de sus .vecinos de Entre
Ríos. Su lenta infancia está cumplida, han tocado su vigoro
sa juventud y se hallan en entusiasmo y en fe a la altura de
los tiempos de Tucumán y MaipiV.
El »encrai Ferré, en carta al 'general Rivera, le decía con
fecha 8 de febrero de 1842: "El patriotismo y decisión de
esta provincia no puede ser más general y exaltado: tr:js mil
valientes desean el día de un combatí' para desplegar su bra
vura, y a la par de los vencedores de Cagancha, ofrecer la
más lisonjera idea del resultado; pero es preciso no dejarlos
solos en la cuestión, es necesario que si se verifica la invasión,
V. E-, a costa de cualquier sacrificio, reuna sus esfuerzos a
los de los eorrentinos para que 'un instante no vacilen en la
cooperación oriental, que tiene mucha parte 'en sus esperan
zas .y aliento. Me es muy satisfactorio que V. E- esté tan
convencido como yo de la importancia y necesidad de obrar
unidos y en perfecto acuerdo, para lo que V. E;, como encar

tI) Aunque el general LavaMe hubíu desaparecido ya de lu escena eon su trágica muerte
ocurrida el 9 de octubre de Igi1, es decir, varios meses después de escritas por el doctor
Albenli las apreciaciones que transciihimos, no hemos querido prescindir de esta cita, para
dur mus relieve a la importancia del concurso que el soldado corron»no prestarla a t¡arilnildl
Ai &<tc luchaba a su lailo.
213 SETEMBRINO E. PEREDA

gado de la dirección de la guerra, dará sus órdenes con arre


glo al plan.de campaña que haya meditado".
Tales eran, • en resumen, los elementos con que se aliaba
Garibaldi y tan nobles los fines que se perseguían. Sólo, pues,
el desconocimiento de los hechos y de los hombres, o la ma
licia, siempre encaminada a sembrar la cizaña y la descon
fianza, podían calificar injustamente las intenciones del Go
bierno Oriental.
Es indudable que la muerte del general Lava'lle y el avan
ce triunfal de' Oribe brindaban a este último y a Rosas más
lisonjeras perspectivas que antes, para poder consumar sus
siniestros planes de absorción y de venganzas; pero despo
jándose por parte de las fuerzas coligadas de todo escrúpu
lo mal entendido, ya de supremacía o de nacionalidad. !.is
victorias de Oribe resultarían fugaces -como una exhalación,
o como las nubes sonrosadas que se borran de nuestra vista
cuando con mayor interés fijamos en ellas la atención en loü-
tananza.
Al reprochar Dumas a su país el tratado de 184O, conoci
do con el nombre de tratado de Mackau, que consolida la tira
nía de Rosas, dejando la República Oriental librada a sus
solas tuerzas. se pregunta: "¿Cómo es que la Francia se ha
ce de amigos como Rosas y de enemigos como Garibaldi?" Y
más adelante agrega: "Por un lado, ROSHS y Oribe,—es de
cir, la fuerza, la riqueza y el poder combatiendo por el despo
tismo. Por el otro, una pobre República,—iтa ciudad ачя-
mantelada, un tesoro exhausto,—un pueblo .sin recursos, ni
aún para pagar a sus defensores, pero batiéndose denodada
mente por la libertad " Y luego, refiriéndose al más tarde
solitario de Caprera, añade: "Entonces fué cuando apareció
Garibaldi de vuelta de Río Grande,—y Garibaldi no vaciló
un instante: declaróse en favor de la libertad y de los dere
chos del pueblo."
Los que como él luchaban por 'tan noble causa, no podían
ser objeto de maquinaciones infernales. puesto que en -e\ saa-
tuario de los principios comulgan por igual todos los hombros
que rinden fervoroso culto a la Democracia y la República; y
Garibaldi, a pesar de haber nacido -en un país monárquico,
se sentía tan demócrata y tan republicano como el eximio
GARIBALDI EN EL URUGUAÏ 219

1 "Lriota que presidió por primera vez los destinos del gran
pueblo norteamericano.
lín cambio, im las filas adversas se le juzgaba muy distia-
tamente, con un criterio estrecho, con el único criterio con
que pueden apreciar a los hombres los que viven esclavos d<J-
despotismo y no sienten ni siquiera aletear en su cerebro una
idea impersonal y levantada.
' ' Cuando se vió aparecer en la escena política a aquel en
tonces desconocido personaje,—dice un historiador uruguayo,
—reservado para una gran figura histórica europea, cónst.i-
nos que sa cifraron esperanzas en hac"rie abandonar las ban
deras que había tomado y aún adquirir su buque a tan poгa
costa como la l'alnmr .
"Los antecedentes del hombre, agrega, no autorizaban ta
les esperanzas, y sus hechos 'posteriores, han demostrado lo
erróneo del propósito . " ( 1 )
Sin duda, no supo nunca Garibaldi el juicio que se habían
formado de él en aquel entonces los partidarios y defensores
•de Rosas y Oribe, pues no dice nada al respecto en sus Memo
rias autobiográficas y ninguno de sus biógrafos cita ese he
cho.
Pero no se trataba únicamente de un recurso inventado pa
ra su uso particular : era la obra de una escuela, de un siste
ma politico, la idiosincrasia de un partido, encarnada en el
alma de un monstruo.
¿Qué nobleza de miras se podía esperar de quien, como Ro
sas, no respetó ni siquiera a la autora de sus días, sobre cuyo
venerable rostro aplicó, en su adolescencia. (2) sin escrúpu
los ni . remordimientos de conciencia, una insolente e inicua
bofetada ?
¿ Qué de don Manuel Oribe, que elevado por Rivera a 'a
primera magistratura nacional, lo traicionó en el ejercicio de
la misma, y competido a renunciar por su administración po
lítica desatentada, no tuvo empacho en a'liarse con el Nerón
de la opuesta margen . del Plata!

t1) El coronel Antonio DfaZ, que servió con Oribe, es quien consigna tau inicua especie
i-n la página 18i, lomo 5.°, de su «Historia Política y Militar do las Republicas del Plata•.
t2) Contaba entonces 16 anos de edad. Arrojado del bogar paterno, dela la ciudad y se
fu•; al campo, empleandose en una estancia. Allí se hizo gaucho, más tarde caudillo, luego
i•obernador de Buenos Aires, y, finalmente, Dictador de la Confederación Argentina.
220 SETEMBRINO E. PEREDA

¿Qué de amhos siniestros personajes, que habían hecho iL'


la barbarie un apostolado?
Ya antes,—el 30 de enero de 1Ъ4Л.—se apeló a iguales me
dios. aconsejando se tentara la compra del coronel Coe, en
.carta dirigida desde Montevideo a un satélite del Restavraditf
de las lcyes, residente en Buenos Aires.
"Un don Miguel Marín, emigrado de esa, decía, es muy su
amigo; si se encuentra ahí quien trabaje, podría muy bien
hacerle la propuesta de regalarle 30 o -10,000 .patacones, a má&
de satisfacerle el servicio que rindiese, según su importan
cia. "
El coronel don Antonio Díaz, que hizo toda la campaña de
la Guerra Grande al servicio de Oribe, así lo consigna en las
páginas 164 y 165 de su "Historia Política y Militar de las
Repúblicas del Plata", tomo 5-°, cuyo testimonio invocamos
por esa causa, pues él no puette SIT sospechoso para los que-
hayan participado o compartan las ideas del dictador argen
tino y de su procónsul.
La vieja escuela había echado, pues. hondas raíces en el 'S-
píritu de los enemigos de nuestra nacionalidad, a pesar de la
repulsa que mereció en todos los tiempos por parte de los
hombres de sano corazón y de un cerebro no contaminado con
el virus del egoísmo y de la envidia.
La restauración de Oribe en el poder, habría importado 'a
pérdida de nuestra nacionalidad : la reincorporación de la ex
Banda Oriental y Provincia Cisplatina a la llamada en otros
tiempos "República de las Provincias Unidas del Río de 'a
Plata."
En diciembre de '181 tí. siendo Pueyrrexlón Gobernador Je
Buenos Aires, pretendió éste que la Banda Oriental jurase
obediencia al Congreso y al Supremo Director tle las Provin
cias Unidas, enarbolando su pabellón, en lugar del que se iza
ba en los edificios públicos de Montevideo, símbolo de su anhe
lada libertad e independencia ; pero el ilustre Artigas, indig
nado ante una pretensión tan humillante, les escribió desde
Santa Ana, con fecha 26, a los delegados Barreiro y Duran,
diciénuloles, con altivez jamás superada: "El Jefe de /os
Orientales ha manifestado en todos tiempos que ama dnnu-
siado a su Pairia, para sacrificar este rico patrimonio ¡l(
los orientales al bajo precio de la necesidad. Por fortuna, la
f.ARIBALDI EN EL URUGUAY 221

presente no es tan extrema que pueda ligarnos a un tal com


promiso. Tenga V. S. la bondad de repetirlo en,mi nombre
a ese Gobierno, y asegurarle mi poca 'satisfacción en la libe
ralidad de sus ideas con la mezquindad de sus sentimientos."
El patriarca de nuestras libertades, habría muerto aver
gonzado, o víctima de hipocondría« cívica, si la Nación por él
tan anhelada hubiese desaparecido, máxime cuando al poner
Bompland en sus manos un ejemplar de la Constitución de la
República, allá en su humilde albergue del Paraguay, excla
mara regocijado y besándola : "¡Bendito se Dios! Te doy gra
cias por haberme concedido la vidn hasta ver a mi Patria inde
pendiente >/ constituido!"
Las lágrimas que entonces rodaron por sus mejillas, debie
ran ser la savia fecundante del postalado nacional ; y se ha
cía mérito de sus ideas y 'sentimientos patrióticos obstaculi
zando enérgicamente tan funesta retroversión.
Garibaldi, dice en sus Memorias: "Nosotros combatíamos
tan sólo por el honor, conforme al menos con el dictamen de
nuestra conciencia, pues se luchaba por un pueblo contra dos
tiranos. " (1)
Los invasores y Rosas, no se atrevieron, sin embargo, a po
ner en práctica a>quel indigno pensamiento, pues presumían,
con toda razón, que el austero uizano les daría una respuesta
contundente y redoblaría sus esfuerzos para combatirlos y
vencerlos .

El 23 de junio, (2) listo ya Garibaldi para emprender su


viaje, recibió la visita del coronel don Juan Zufriategui, por
tador de las instrucciones a las cuales debía ajustar su con
ducta, de su nombramiento de jefe de la segunda división de
la escuadrilla nacional y de sus despachos de coronel.
Como dichas instrucciones iban bajo cubierta, el coronel
Zufriategui le preguntó:

(1) Aludía >il combate sostenido con la Escuadra do Browu en las aguas dol Paraná.
«'Ü) Garibaidi no indica fecha albinia en sus Memorias, siendo muy rara la ve/ qne lo
hace, pero el coronel Antonio Díaz consigna la del 10 de acosto
Guerzon; lo da partiendo de Montevideo con sn eseuadra en los primólos días de julio, co
mo podrá verse en el tomo 1.°, página líj;í de su obra. Sin embargo, la que señalamos es la
•ve«dadera fecha de su salida. Por lo demás, la narraci»n de lus sucesos posteriores a su
partida, pondran en evidencia el error de ambos publicistas.
222 SETEMBRINO E. PEREDA

—¿Tendría V. S. inconveniente alguno en abrir y ente


rarse recién de este pliego en seguida de salvar Martín Gar
cía?
Garibaldi,—que era uu militar de orden, a pesar de las.
turbulencias de su espíritu,—se apresuró a responder con to
da naturalidad :
—Señor, entiendo que el Gobierno ordena y no pregunta •.•
un jefe de honor. . .
Era ésta, sin duda, la única contestación que cuadraln.
puesto que, como lo dijo el héroe, en tales casos no correspon
de otra actitud que la obediencia y el cumplimiento de las ór
denes recibidas.
En la tarde de ese día completó el personal de sus buques
y los pertrechos bélicos, y previa una visita a la corbeta bra
sileña 7 de Abril, y ya entrada la noche, determinó abandonar
el puerto de Montevideo, a fin de escapar a las miradas de l.»s
curiosos y excusarse de la despedida de sus amigos en el pun
to de embarque.
Interrogado veinticuatro horas antes por uno de sus ínti
mos sobre el empleo que se proponía darles a la Constitución,
el Pcnira y la Prócida,—porque se le atribuía el pensamien
to de sorprender a los buques de Rosas situados en la isla de
Martín García,—contestó con la mayor discreción y dignidad,
diciendo :
—Querido Pepín. —Permítame que no le responda a la pre
gunta que me hace.
Estas palabras pintan de cuerpo entero su personalidad mo
ral, puesto que tratándose de un asunto tan grave, se impo
nía la más absoluta cordura, guardando para sí el secreto le
su empresa. Iba en desempeño de una misión oficial, que si
llegaba a traslucirse, además de llevarle al fracaso, .lesionan'.i
su honor. Por eso no quiso que nadie supiera, ni aún confi
dencialmente, lo convenido .con el Gobierno, y mucho meins
la fecha de su partida y el derrotero que debía seguir.
Se ignoraba, pues, por completo en la Capital el verdadero
destino que tendrían los referidos buques, y lo que menos se
sospechaba, era que remontasen el Paraná con el fin de arri
bar a Corrientes, máxime cuando la indecisión de Coe y FVmr.
mantin descontaba toda probabilidad de cualquier empresa
temeraria, inconcebible, como lo hemos recordado, en el con.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 223

cepto de la ilustre víctima de la escuela de la Mazorca en la


hecatombe de Quinteros.
Fortificado Martín García y contando 'con cañones de pre
cisión y alcance, se pensaba 'que por el momento era imposi
ble a esa altura la travesía de cualquier buque de guerra na
cional. De modo que nadie se imaginaba cuáles fueran las in
tenciones de Garibaldi al aceptar los ofrecimientos ,del Go
bierno en reemplazo del anticuo jefe de su marina.

Lleno de entusiasmo y sin medir -el peligro, se dirigió ha


cia Corrientes. anheloso de contribuir con sus esfuerzos al
triunfo de la buena causa.
Al tenerse conocimiento de que había levado anclas coa
rumbo desconocido, se echaron a circular las más caprichosas
versiones, creyendo los unos que .entraba en sus planes forti
ficar a Punta Gorda, por ser un paraje estratégico, y la gene
ralidad, que remontaría el Uruguay a objeto de proteger a
Rivera si sufrían un descalabro sus operaciones en la Provin
cia de Entre Ríos, lo que confirma la rectitud de su conducta,
puesto que todos estaban desorientados sobre el alcance de sus
verdaderos propósitos .
Como el viento no le fuera favorable, tuvo que aligerar el
lastre de la nave capitana, a fin de ponerla en condicioni« pa
ra atravesar el Bane» Ortiz, pues la Constitución calaba 17
cuartas. Dicho Banco,—como se consigna en el Manual de
navegación por Lobo .y Riudavets,—es el mayor de todos los
que se encuentran dentro del cauce del Plata. Corre del SE-
al NO., quedando su extremo SE. como al N. 40° E. de la
punta del Indio, y su punta NO. termina en frente de la Co
lonia del Sacramento, siendo su mayor ancho de 15 a 16 mi
llas . Ocupa casi el centro del río, y produce dos canales : uno,
el del Norte, con la orilla izquierda, y el del centro con el
Banco Chico. En estos canales el fondo es de fango, y al apro
ximarse a los bancos o la costa, se convierte en fondo durc).
Sobre el Ortiz, la calidad es de arena, o de piedra cubierta de
arena, y en sus veriles, a veces de arena fangosa. Eh 'muchos
parajes sólo tiene encima 2m5 (9 pies) de agua, de modo que
los. barcos pequeños pueden atravesarlo por algunas depre
siones que presenta, y que lo dividen en tres porciones, qu-;
han recibido en el país distintos nombres.
224 SETEMBRINO E. PEREDA

Salvado ese obstáculo, ancló frente a los cerros de San Juaa,


situados en el departamento de Colonia, sobre la margen d;«l
arroyo del Miguelete. cuya elevación, de 106 a 136 metros, los
hace visibles contemplados desde los edificios altos de Bu>
nos Aires. Garibaldi se vió obligado a permanecer allí durau.
te dos días, esperando que el viento le fuese propicio para to
mar el canal.
Con fecha 24, el Ministro Vidal le escribió al 'Gobernador
Ferré anunciándole la partida de aquella pequeña división
naval, y el 29 le cnntiraió esa noticia el general Rivera,

La travesía del Plata la realizó Garibaldi sin otra novedad


basta su pasaje por la isla de Martín García, que se halla .ii
tuada en el curso superior de dicho río, cerca de la desembo
cadura del Uruguay y del Paraná.Guazú , a los 34°ll'2f>" la
titud S. y 58°15'38" longitud O. del meridiano de Greenwich,
y a 60 metros de altura sobre el nivel del mar, según AIou.
•ehez.
Esta isla es la llave en el Plata de los ríos Paraná y Uru
guay, reuniendo, por lo 'tanto, insuperables condiciones estra
tégicas para un caso como el que nos ocupa.
Entonces, como en la actualidad, se hallaba artillada, y ni
aproximarse los expedicionarios, siendo las diez y cuarto de ¡a
mañana del '¿tí, las fuerzas que guardaban la batería hicieron
fuego sobre la pequeña y denodada escuadra, cuyos disparos
fueron contestados valerosamente. Pero hubo que lamentar
la pérdida de varios de sus tripulantes, figurando entre los
muertos, un meritorio oficial italiano, genovés. de nombre Po.
carolw, al cual una bala de cañón le tronchó la cabeza.
Garibaldi había desfigurado sus 'buques, modificando parte
del velamen y dispuesto que la mayoría de los tripulantes de
la Constitución se guareciese detrás de la borda, para no ser
percibidos por .las fuerzas contrarias. El resto, vestido de ro
jo, permaneció en la cubierta 'para desconcertar al enemigo,
y simuló que era su propósito fondear en las proximidades.
Esta hábil estratagema, sólo dió resultado por un breve es
pacio de tiempo, pues tras un disparo de cañón con pólvora,
fueron descubiertos y objeto de un nutrido fuego por las dos
baterías de la isla.
Garibaldi, hizo entonces tocar. a zafarrancho y enarboló la
bandera nacional en todos los buques de su mando.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 22J>

—¡ Avanti ! ¡ avanti ! exclamaba ol héroe desde la toldilla de


su nave capitana, y siempre adelante, vomitando fuego de ca
ñón y de fusilería, consiguió pasar por aquel estrecho y peli
groso canal, burlando así, con admirable audacia, las espe
ranzas que habían cifrado sus enemigos de impedírselo y echar
a pique sus barcos.
El bergantín Percira y la goleta Prócida, fueron los prim««-
ros en salvar el obstáculo, porque la Constitución quedó firmo
en su puesto de combate, siendo, por ende, la última en fran
quearlo. Garibaldi permaneció en la toldilla impartiendo ór
denes a sus bravos compañeros y observando al enetnigo con
sus gemelos de larga vista, sin inquietarle en lo más mínimo
las 'balas que se arrojaban sobre él con todo ensañamiento,
pero sin lograr herirle.
El autor de la "Historia de la Confederación Argentina -
Rozas y su época", adultera, sin embargo, la realidad de los
hechos, pues dice a este. respecto lo siguiente: "El 26 de ju
nio se avistaron de la isla de Martín García tr<-s buques, tri
pulados al parecer por marinos de la Confederación, y siu
duda pertenecientes a ésta, puesto que enarbolaban la bande
ra argentina".
No sabemos en qué turbia fuente habrá bebido estos datos
•el doctor Saldías, porque es inexacto que se haya valido Ga
ribaldi de semejante estratagema, por más qne se tratase de
combatir contra un adversario sin escrúpulos, como Rosas,
para el cual todos los medios eran lícitos con tal de llegar a
los fines por él perseguidos.
Es cierto que no izó la bandera oriental, para de ese mo-
•do no descubrirse a los ojos de los sostenedores de aquella
fortaleza; pero tenía nociones claras del honor para osar va
lerse . del pabellón argentino, que amaba como símbolo de Ы
libertad de un pueblo digno de mejor suerte en tan aciagos
circunstancias y que respetaba mucho más que sus males hi
jos que estaban al servicio de una ominosa y sangrienta ti
ranía.
Agrega el autor citado; "Garibaldi los había disfrazado de
esa manera para engañar a su enemigo; y este manejo desleül,
que rechaza el decoro militar, dióle a la prensa y al partido
federal un nuevo motivo para calificar a Garibaldi de "pirata,
lo había calificado el Gobierno del líras:!. "
•eiRlBAl.OI — 1.j TOMO I
226 SETEMBRINO E. PEREDA

Si errónea es la información que hemos desvirtuado, asa/


injustos son los cargos que el publicista que nos ocupa dirige
a tan pundonoroso soldado de la democracia universal.
En primer lugar, no llevaba Garibaldi el propósito de ata
car la isla y tomarla por asalto, sino pasar frente a ella, con
la maycr facilidad posible, para arribar al puerto prometido.
Por consiguiente, la ocultación que hizo de sus insignias, aun
que en distinta forma que la que se le atribuye, lo mismo que
la desfiguración de sus buques, no pueden prestarse a una
crítica imparcial. Se valió de un ardid irreprochable, puesto
en práctica por otros, infinidad de veces. Pero aún cuand >
hubiera obrado de la manera que le imputa, ¿no recurrían
los rosistas a toda clase de medios ilícitos para realizar sus
funestos planes, colocándose, en consecuencia, fuera de las le
yes comunes e internacionales?
Termina el doctor Saldías su crónica, diciendo: "Al favor
de tal manejo, pudo efectuar su pasaje casi sin .combatir;
pues cuando las dos baterías de la isla rompieron sus fuegos,
ya habían pasado dos buques y no quedaba más que el Cons
titución que sirvió de blanco a algunas balas"
"¡Honor al ínclito coronel Gariballdi!" debió exclamar el
historiador argentino, en vez de increparle ese rasgo de peri
picacia y de valor; pero para él, partidario recalcitrante le
Rosas, el ilustre nizano,—a pesar de la justa fama que adqui
rió en el mundo y de la admiración que despertara en Amé
rica y Europa,—merecía 'el duro mote de pirata y se apartó,
en su pasaje por la isla, de las reglas usuales en la guerra .
Para Rosas, sin embargo, y para los suyos,— como lo sabe
el distinguido escritor argentino,—era cosa corriente pasar
por encima de todo, puesto que violaban todos los 'principios,
ntropellaban todos los derechos y sólo les guiaba un espíritu
de absorción y exterminio.
En otra clase de lucha y teniendo al frente enemigos do
distinta escuela política, podría exigirse quizá combatir o
presentarse a cuerpo descubierto, por más que las embosca
das, no ya una marcha sigilosa como la efectuada por Gari.
•laldi, son de práctica en todas las contiendas armadas, sin,
que a nadie se le ocurra tildar de piratas a sus autores. La
reciente guerra ítalo.turca está plagada 'de hechos de tal na
turaleza, lo mismo que la que hoy sostienen varias de las más
CARIBALD! EN EL URUGUAY 2V7

poderosas naciones de Europa, a pesar de las Convenciones


del Congreso de la Haya.
El eminente repúblico español, Alejandro Lerroux, jiu.
ga con un criterio más exacto y ecuánime la personalidad del
ilustre campeón de las libertades mundiales en el siglo pasa
do, diciendo a su respecto lo siguiente en el prólogo de su ii.
bro Historia de 'Garibaldi: "No hay grandeza que sobrepuje
a la grandeza de Garibaldi. porque no es el héroe militar qu,?
triunfa o sucumbe, sacrifica la vida de los suyos y la propi i,
en momentos de exaltación vesánica, a veces en el altar de la
vanidad o del amor propio. Ks el alma inteligente de una ra
za oprimida que encarna en un caudillo, dotado con todas las
cualidades y aún con todos los defectos de su pueblo, y que
no lucha por culto a la fuerza y a impulso de atavismos fero.
ces o de mezquinas ambiciones nacionales, sino empujado por
un excelso patriotismo y poniendo en la pelea ardimientos de
la fe, junto a templanzas de la razón, y moderaciones de la ge
nerosidad.
"Xo se ha lncha«lt> nunca con tan alto altruismo.
"Leyendo las páginas sinceras que escribió Garibaldi. se
comprende y se admira la potencia formidable que desarrolla
un ideal, cuando éste toma carne en una raza o en un hombre
preparados por la naturaleza para semejante augusta comu
nión.
"El secreto es ese: tener un ideal. Entonces se vence, casi
siempre. El ideal es como astro de luz que lo embellece todo
con transparencias divinas. Y dentro del alma, es un motor
(Ule eleva el pensamiento a .lo sublime y conduce la voluntad
a lo heroico. ' '
Si dicho publicista hispano creyese que Garibaldi hubiera
piocedido como pirata en su pasaje por la isla de Martín Gar
cía, que menciona en las páginas 143 a 144, seguramente no ha
biía estampado en dicha obra las palabras que dejamos trans
criptas, y mucho menos las que hemos inteneionalmente sub
rayado.
Según la Gaceta del 11 do julio, el coronel Crespo s'>lo dis
ponía de 223 hombres en la isla; pero aunque hubiese tenido
menos personal, su gente operaba desde tierra firme y en mi
punto ventajoso, si no igual a las Termópilas.—desfiladero
constituido por el mar y el monte Oeta,—un tanto semejante.
228 SETEMBRINO E. PEREDA

por ser el pasaje obligado de los navegantes y sumamente pe


ligroso, máxime en un combate naval.
El año 1873 publicó el capitán Mouchez el último manual
que se conoce sobre la navegación del Plata, y en él dice lo
siguiente: "l'ara remontar la isla de Martín García hay dos
pasos, el uno al SO. (el argentino) y el otro al NE. de la isla
(el de la costa oriental) .
. "El primero es el canal de Martín García, está balizado y
es el único frecuentado. E'1 segundo es el canal del Infierno,
así llamado a causa de las dificultades que en él se encuen
tran, sea debido a las corrientes, sea por los numerosos ban-
£os que lo obstruyen y hacen su derrota muy sinuosa.
"Estas balizas (las del canal argentino del O.), desgraciada
mente no son basta hoy sino unos simples palos que se elevan
.a uno o dos metros sobre el nivel del agua. Es difícil percibir
los. aún a pequeña distancia, sobre todo cuando se tiene el
sol por dela ute.
"Se evitarían muchos encallamientos y estatuas perjudi
ciales a la navegación si se les reemplazara por grandes bo
yas de palastro pintado, como se practica en nuestros puer
tos de Europa"-
Estas opiniones del distinguido marino francés, jefe más
tarde del observatorio astronómico de París. concuerdan con
las omitidas antes que él por Lobo y TChidavets, quien dice,
además, aludiendo al canal del Infierno, situado entre la pui-
ta de Martín Chico y la isla de Martín García, que: "arm
cuando él tiene agua suficiente, es tan tortuoso e intrincado,
que aún los mejores prácticos se excusan de pasarlo y sólo ïo
frecuentan !i¡s barcos tle cabotaje".
Ya Bacarut había hecho iguales referencias en 1858 en .зи
conocido manual, invocando las instrucciones del comandan
te Barnard de la marina inglesa, y todos a una aconsejan ;t
los navegantes esquivar con sus barcos las proximidades d;l
banco de Santa Ana, donde empezaba el canal de entrada al
del Infierno.
El doctor Angel Floro Costa manifiesta que ese era el esta
do y el balance de 'los conocimientos hidrográficos que exis
tían acercít de la navegación del Plata, más o menos hasta
el expresado año de 1873. sintetizando su pensamiento 'n
esta frase: "Una mala canal al Oeste de la isla de Martín
GARIBALDI EN EL URUGUAY

García, que sólo daba paso a buques de menos de 12 pies, y


unos cuantos palos a pique, con el pretensioso nombre de
balizas", y agrega que recién en 1877, en .virtud de los da
tes que transmitió al Gobierno Oriental el capitán de unn
cañonera americana, ordenó el dictatorial de don Lorenzo
Latorre el primer reconocimiento en la canal del Infierno.
y la colocación de.uua o dos balizas en el canal de entrado,
que .comienza en el puerto denominado el Globo, derrota al
Oeste del banco de Santa Ana, corre por el canal de Braco.
not y entra en el del Infierno.
"Desde entonces, apercibida la navegación de que había
más agua en este nuevo icanal, fueron los prácticos abando
nando peco a poco el canal del Oeste de la isla, esto es, el que
se recuesta hacia la costa argentina, por el que se navegaba
hasta entonces para ir a los ríos—el cual, a causa de los alu
viones que trabajan la formación del delta del Paraná y
cada día hacen avanzar el placer de las Palmas o 1'laya IIo'i.
da, comenzaba a cegarse hasta el .punto que hoy s^lo lo fre
cuenta el cabotaje.
"Noticiado el Gobierno Oriental por los prácticos, y espe
cialmente por los informes del práctico mayor don Manuel
Sosa, de las ventajas que ofrecía esta nueva ruta, y de la
conveniencia que había en practicar su balizamiento en todi
regla, que son la guía de los navegantes, ordenó el mismo
año 1885. al mismo práctico mayor don Manuel Sosa, practi
case un balizamiento formal de todos esos canales y colocase
el número de boyas necesarias para 'la navegación". .
Hasta entonces,—como lo dice el propio doctor Costa,—
la nueva ruta conocida y que fué frecuentada hasta el año
1892, pasaba al Oeste del gran banco de Santa Ana, dando lugar
a todos los inconvenientes de trasbordos y estadías en ••!
tílnhn, (|ue fueron la causa determinante de los estudios y
exploraciones de la empresa de los señores J. M. 'Martínez y
Cía., patrocinada por dicho abogado, para descubrir y cono
cer en toda su extensión la canal más honda, cuya existencia,
por el estudio de las corrientes, sospechábase corría casi a
una milla de la costa oriental, pero de la que basta entonces
no tenían noticia cierta las oficinas hidrográficas de estas dos
naciones, pues a haberla tenido, no habrían balizado los ca.
230 SETEMBEINO E. PEREDA

nales del Oeste y hubiesen estudiado y balizado el canal di la


referencia, infinitamente superior en fondo (1)
Todo esto hace mucho más meritoria la empresa de Gari.
baldi. puesto que tenía que tropezar con. el obstáculo del Te
ireno y el fuego de las haterías de Rosas emplazadas en 'a
isla.
Sin embargo, obviados esos inconvenientes, se presagiaba
un viaje feliz, sin más óbice que los que' pudieran sur
gir en lo sucesivo por razón de los futuros acontecimientos,
cuando quiso la mala suerte que a unos cinco kilómetros,
poco más o menos, encallase la Constitución en el ángulo Siul
del banco del 'Norte que da acceso al Giiazú, y para peor de
males, precisamente cuando empezaba a bajar la marea.
Este percance pudo ser de fatales consecuencias y coutr.i.
rió profundamente a los expedicionarios, pues deseaban
arribar con presteza al puerto.de su destino, antes que Ori
be y sus colaboradores Echagüe y Urquiza se posesionasen
definitivamente de los pueblos y costas correntinos.
Corrían, adtUiás, el riesgo de ser alcanzados y vencidos por
la escuadra de Brown, que merodeaba por las cercanías de
la isla, malogrando de esa manera el resultado de la delicada
misión que iban a desempeñar
(laribaldi no olvidaba el combate con los lanchones oribis.
tas, que acometieron la Luisa, hallándose anclados en las pro
ximidades de Jesús María, y en cuya refriega recibió su bau
tismo de sangre.
Si se le daba caza, lográndose 'vencerlo, peligraba su cabe
za, más que su libertad y la de los suyos, pues difícilmente ?e
resignarían a mantenerlo en rchenes, ya por encontrarse al
servicio de la causa de Montevideo, ya porque jamás le per
donaron la derrota infligida a sus sabuesos marítimos.
Sus connacionales estaban también interesados en el éxito
de sus esfuerzos, ya por el nombre de Italia,—aunque no so
trataba de una guerra con ella,—ya por sus propios intereses,
inminentemente amenazados por la irrupción federalista que
se anunciaba sobre la metrópoli uruguaya. De modo que des
de Garibaldi basta el último de sus grumetes, todos ellos
identificados con él, desplegaron una asombrosa actividad pa.

,1J «Ln eunalizuvióu del Estmuio del Plata>.


GARIBALDI EN EL URUGUAY 231

гa libertarse de aquel tropiezo, al parecer por largo tiempo in


superable.
¿De qué medios se valieron para desasir la Constitución de
tan importuno y maldito atascadero? Se creyó que aligeran
do su peso se facilitaría la tarea, y cuando se ocupaban en
trasbordar a la Prácida, en lanchas. la batería y demás mate
riales bélicos de aquélla, lo mismo que su lastre, se vió apare
cer la escuadra argentina, formada de siete barcos, que se di
rigía a su encuentro como empujada por las alas del viento,
que soplaba fuertemente, cual si el hijo de Heleno hubiera
celebrado un pacto infernal con ella.
Garibaldi continuó impertérrito, trabajando como el más
humilde de sus marineros, para terminar de prisa aquella ar
dua tarea, y a pesar de los rigores de la estación, desafiaba <-l
frío 'en mangas de camisa.
Criado a orillas del mar y hecho a las inclemencias del tiem
po, su férrea naturaleza resistía sin temores 'los rayos de un
sol canicular y las intensidades de un invierno siberiano. Pe
ro le admirable en él no consistía principalmente en eso, sino
en la sencillez de sus hábitos, en su republicanismo, en el he
cho honroso de confundirse con -sus subordinados en tan ru
da labor. Rasgos como éste, que le eran comunes, le realzaban
ante les ojos de .sus servidores e infundían mayor aliento en
el espíritu de aquellos bravos que le seguían sin temor a la
muerte, como él animosos e impávidos. '

Las primeras noticias llegadas a Montevideo de este memo


rable pasaje, fueron vagas, pero dieron una idea acabada de
la audacia, el valor y la astucia del jefe de la expeditión
oriental.
"El Nacional", en su edición del 5 de julio, número lOb'S,
se expresaba así :
"Tenemos la satisfacción de anunciar que se bau recibí Ло
comunicaciones oficiales, por las que se sabe que el señor eэ-
rcnel don José Garibaldi, con los tres buques de su mando, en
desempeño de los importantísimos objetos de su comisión,
atacó el 26 la isla Martín García y forzó su embocadura, apa
gando, después de una hora de cañoneo, los fuegos de sus ba
terías. La empresa que tan brillantemente ha iniciado el v-
fior coronel don José Garibaldi requiere intrepidez, pericia,
S>;}2 SETEMBRINO E. PEREDA

arrojo, en una palabra: genio; y todo anuncia que el coronvl


Garibabii iviuie estas cualidades.
" Pare.ce indudable que el general don Guillermo Browi!,
jefe de la escuadra rocina, navegaba Uruguay arriba con los
bergantines Belgrano, Mulicska, Cagancha, Americano (aut'>s.
Echagüe) y la goleta Xucee de Julio.
"El Constitucional" de la misma fecha, decía a su vez:
"El día en que tres buques de nuestra escuadra zarparía
de este puerto, lo anunciamos a nuestros lectores, y aunqu..'
fueron distintas las especies que circularon después s,i'' re iu
pasada por Martín (Jarcia, nos abstuvimos de referirlas, ha.i.
ta no saberlo con alguna certidunnhre.
"Nuestro objeto fué conseguido. Al Gobierno le consta d«?
oficio que nuestros buques, a las inmediatas órdenes del coro
nel Garihaldi, salvaron el 26 el estrecho de Martín García,
haciendo '111 fuego vivo sobre aquella fortaleza, logrando apa
gar después de una hora de cañoneo los de las baterías ene
migas.
"La empresa del coronel Garibaldi ha sido seguida del éxi
to más feliz, y sin duda será precursora de resultados más sa
tisfactorios.
"Es un triunfo para la marina de la República; una glo
ria para su pabellón; una lección, una burla para sus imbéci
les enemigos. •
"Semejante al suceso de la General Rivera que al mando
de los valientes jefes Fourmantin y Lagrumé, escarmentó a
los buques de Rosas que osaron salirle al paso protegidos por
los cañones de Martín García, es un nuevo timbre que ilus
trará los anales de las proezas de los defensores de la Inde
pendencia Nacional.
"Parece indudable que el general Brown, en cumplimien
to de las órdenes del tirano, se dirija Uruguay arriba con tres
bergantines y una goleta, pero creemos que será inútil MI
cruzada".
"El Nacional", en su edición .del 9, agregaba: "Tenemos
la mayor satisfacción en insertar las comunicaciones oticial"s
que se han recibido del coronel Garibaldi. El modo. hábil y
enérgico con que se ha desempeñado en su comisión, acredita
su pericia y bravura, y el acierto con que obró ,>1 Gobierno al
ponfiársela ".
GARIBALDI EN EL URUGUAY 233

¿Dónde se encontraba, sin embargo, en aquellos mementos,


oí almirante Brown? Se supondrá, como lo eree "El Nac\.
nal", que figuraba al frente de la escuadra atacante; pero tío
fué así, .pues él se hallaba tranquilamente en Buenos Aires,
sin presumir que Garibaldi eehara sobre sí las responsabili
dades de una empresa tan temeraria y que a esa hora preo
cuparía la atención de sus antiguos cantaradas.
Este ilustre marino, verdadero lobo de mur, tenía sus ex
centricidades, como suele pasarles a los hombres de su talla,
y le había picado 'la idea d.? que trataban de asesinarlo, ape
lando a inyecciones de veneno.
No sabía quién o quiénes se proponían hacerlo, y de todos
desconfiaba.
Cierto día, cuando con más te Moqueaba 'a Montevideo, re
solvió bruscamente abandonar la bahía y retirarse con la es
cuadra a la Argentina, como así lo efectuó. Invocó como pro.
tcxto constarle que alguien pensaba ir a bordo con. el propó
sito de envenenarle el brazo' izquierdo, —y no hubo quien lo
disuadiese de aquel tétrico pensamiento, aunque nadie lo cre
yó siquiera verosímil.
Compolido por semejante preocupación, había dejado aqu.?.
llas aguas para arribar a la rada porteña, descoso, más que
nadie, de bajar a tierra y encerrarse en su casa a fin de des
cansar y precaverse de los espíritus malignos.
Fué por ese entonces que se habló de sus tratativas de arre
glo para defeccionar de la causa de Rosas y plegarse con sus
eleimentos a la de Montevideo. Entre Ríos y Corrientes.
Sostiene uno de sus partidarios que al licenciar la gente no
quiso dejar sus buques, resolviendo permanecer a bordo pa
ra infundirle amor a la disciplina y estimularle a la perseve
rancia, obstando así que se produjesen deserciones : pero el
historiador Díaz manifiesta que Brown se encerró en su domi
cilio, dispuesto a no salir de él so pretexto alguno. Sin embar
go, sea de ello lo que fuere, debe decirse en su honor que el
solo anuncio de que el enemigo acababa de dejarse sentir bas
tó para que se pusiera de pie, apercibiéndose una vez más pa
ra el combate.

Situada la isla de Martín García a unas 2~> millas de Bue


nos Aires, repercutió hasta allí el estruendo 'de los cañonazos
234 SETEMBRINO E. PEREDA

de ambas escuadras, y el almirante, a cuyos oídos llegaron con


perfecta claridad, se apresuró 'a ordenar que se inquiriese de
qué punto partían. Entonces, desde las crucetas del palo ma
yor, con el auxilio de los gemelos de mar, se percibió que los
disparos procedían del lado de la fortaleza.
Acto continuo dispuso Brown que se izara la bandera que
servía de señal para prevenir la 'próxima partida de sus bu
ques y que se convocase a los licenciados por medio de un dis
paro de cañón, indicio de que debían regresar inmediatamen
te para ocupar sus respectivos puestos.
Como no era prudente que aguardase la incorporación de
su tropa, mandó trasbordar al Belgrano 100 hombres, que to
mó de las tripulaciones de la 25 de Maito y del San Martín, y
con ese contingente se puso en seguida a la vela, en dirección
a la Colonia, siendo las 2 de la tarde.
Además d<? la nave capitana, siguieron con él la 9 de Julio
y el Ecltagüe, que también babían conseguido los elementos ne
cesarios para ponerse en condiciones de auxiliar eficazmente
a aquélla. Después de cuatro boras de consecutiva marcha,
dieron fondo en las cercanías de los cerros de San Juan, pró
ximo al sitio en que Garibaldi y los suyos habían esperado
días .antes que Eolo, entonces menos bonacible. los empujase
hacia 'la ruta trazada.
Habiendo cundido la noticia en .la ya populosa ciudad, fué
aquella audaz empresa de los riveristas,—nombre que daban
a todas las fuerzas orientales, sin distinción de procedencias,
—un augurio de nuevos y trascendentales sucesos y puso eu
movimiento a los agentes de la seguridad pública para dar
con los marineros y oficiales de la escuadra que habían bajado
con licencia. Entrada ya 'la noche, .muchos de ellos acudieron
a la Capitanía del Puerto en de»manda de balleneras para
trasladarse a bordo.
El 27. impelido por el viento favorable que soplaba del SE.,
levó nuevamente anclas con rumbos a Martín García, fran
queando un canal por el que no había vuelto a navegar desde
la guerra de la Independencia. El recuerdo de aquel sitio enar
deció su sangre entibiada por el hielo de los años, y le hizo
entrever risueñas perspectivas.
"El grito del combate,—dice un cronista de los hechos que
historiamos,—que tantas veces había resonado en su oído, re.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 235

percutió entonces en aquella alma, cuya indomable bravura


se había connaturalizado con la lucha, y despertó para vol
ver al hombre sus facultades. El general Brown, necesitaba
dormir después del combate y despertarse al estampido del
cañón. No comprendía 'la existencia bajo otra forma."
El teniente Ignacio Gómez fué encargado de entregarle el
parte, yendo a su encuentro a la Playa ¡lon-dn. que empieza a
'2 kilómetros al Sud de Martín García, al. Sudoeste del banco
de Santa Ana y al Este del de la Limpia, conducido por el lan-
chón de guerra Místico. Dicha comunicación era la siguiente :

"¡Viva la Confederación Argentina!

¡Mueran los Salvajes Unitarios!

Mi Capitán del Puerto y Comandante accidental de la Isla Ja


Martín García, junio 27 de 1842.—Año 33 de la 'Libertad,
27 de la Independencia y 13 de la Confederación Argentina.

Pone en conocimiento de V. S. que los tres buques de gue


rra de. los salvajes traidores unitarios, pasaron a la parte de
arriba de esta Isla, después de haber sufrido un vivo fueg;)
por nuestros bravos federales y demás circunstancias.

Al señor Brigadier Jefe de la Escuadra de la Confederación


Argentina, don Guillermo Brown.

El infrascripto tiene el honor de poner en conocimiento de


V. S. que ayer a las diez y cuarto de la mañana, forzaron los
salvajes unitarios el paso por esta Isla con una barca, un ber
gantín y una goleta de guerra, sufriendo un vivo fuego de la
batería, del que seguramente les ha resultado daños graves;
pues la barca al momento de ponerse fuera de tiro de cañón
se le vió tirar a embicar al banco del Norte, donde ha estado
varada hasta hoy que ha flotado a las nueve y media, y por
las muchas operaciones en que han estado ayer y' hoy por la
\
236 SETEMBRINO !•> PEREDA

mañana con las lanchas, se deja ver el daño que habrán su


frido ; y como V. S. ya los habrá visto en línea, se le avisa
para los fines consiguientes.
Dios guarde a V. S. muchos años.—Francisco Crespo,

Sin embargo, la ausencia de Hrown no habría aminorado


en lo más mínimo el peligro que dejamos apuntado si otra ca
sualidad no hubiese favorecido a la flotilla oriental. E', B,1.
graito,—que era el buque almirante de la escuadra enemiga,—
como movido por una mano invisible, auxiliadora de Garibal.
di, también embicó próximo a la isla, a muy corta distancia :Ie
la Constitución, cuando todos auguraban, agitándose convul
sivamente desde la costa cercana, que haría presa a su rival.
Pero, como se ve, el desencanto marchitó sus ilusiones.
El Belgrano no calaba más de 15 a 17 pies, lo que fué cau
sa de que rasara varias veces con 'la quilla, en determinados
lugares, el fondo del , canal, que es estrecho y sumamente pe
ligroso.
Además, sólo con viento SE', repunta allí el agua. El gene
ral Brown. queriendo salvar esos obstáculos, atendió el timón
y el escandallo, aunque infructuosamente, pues varó a 5 kiló
metros al Sudeste de Martín García, en la punta Norte del baa.
co de Santa Ana, sin conseguir siquiera rebasarla.
Cuenta un testigo de aquel percance, que el almirante, taci
turno, con la visera de su gorra calada sobre el parietal dere
cho, un círculo cárdeno en las órbitas, .el movimiento convul
sivo de la lengua, la rapidez de su paseo a estribor y el aumen
to de la cojera, revelaban, como otras veces, la terrible ex?i.
tación de su espíritu y que estaba con los devil's blite (dia
blos azules).
Su ira se habría aumentado, no obstante, si hubiese sabich
que aquel audaz marino que tenía a la vista no era su antigin»
cantarada Cne. sino otro más temerario y de mayor empujv'.
cosa que recién supo mucho después.
Mientras tanto, Garibaldi y sus intrépidos oficiales y mari
neros, que no habían titubeado ni un solo instante, proseguían
en su ímproba labor, anhelosos de zafar y distanciarse. .
Aquella circunstancia, empero, les hizo cambiar de opinión,
y previendo que la Belgrano tropezaría con mayores dificul
tades que la Constitución, volvieron a bordo de ésta todo cuan
to habían sacado de ella
GARIBALDI EN EL URUGUAY 237

"Querer es poder", se ha dicho, y ese adagio lo ejecutaron


los expedicionarios, pues la capitana fué 'sacada a flote a las
9 y media de la mañana del 27 y puesta nuevamente en mo
viiniento, en unión del bergantín Pereira y .de la goleta Pró.
cida, con gran asombro y pesadumbre de 'quienes se forjaron
la quimera de ahogar en su cuna los ensueños de los que con
fiaban en que Garibaldi, de cualquier manera, daría fiel cum
plimiento a la misión que le confiara el Gobierno Oriental.
La Prócida no había sido hostilizada el 26 por las haterías de
la isla, pues procediendo cuerdamente su comandante, apuró
la marcha, navegando a sotavento, lo más aproximadamente
posible al banco.
La primera idea de Garihaldi, al contejnplar e-l avance de
la escuadra enemiga, había sido dirigirse a Punta Gorda,—
que se halla al Noroeste de Martín García y dista de esa isla
unos 80 kilómetros,—para resistir desde allí a sus atacantes.
Volcada sobre la arena la Constitución, no podía esperarse na
da de ella si las naves de Rrown, libres do todo obstáculo, hu
biesen podido ponerse a tiro de cañón; y para determinar su
actitud, consultó a .los prácticos que llevaba, sobre si Punit
Gorda er& fortificable. Dicho paraje se encuentra a 3 kilóme
tros al Sud de Nueva Palmira sobre la margen izquierda del
TTruguay y frente a la desembocadura de uno de los brazos
del Paraná. Era, pues, el sitio más favorable en que podía
ampararse si las circunstancias lo requerían.
Pero reaccionando tal vez y resuelto a jugar el todo por el
todo, dió orden que la Prócida fuese montada con cuatro ca
ñones y que a su bordo se transportase casi toda la pólvora
disponible, no obstante su detestable calidad, que la hacía po
co menos que inservible, pues abundaba el cisco.
Queriendo también utilizar la corbeta, a pesar de su des
graciada situación, hizo abrir dos portas en la popa y ordenó
que fuese armada; pero la encalladura del Belgrauo y el fe
liz suceso de la Constitución, cambiaron su proyecto.
No existiendo conveniencia en detenerse por más tiempo ni en
librar combate, resolvió abandonar acto continuo el Piala, zu. .
yo estuario tiene por límites la costa meridional, desde el ca
bo de Santa María hasta la desembocadura del Uruguay, y
por la costa argentina, el cabo de San Antonio hasta la des.
•c.ubocadura del Paraná, si bie?i el límite de la salsedumbre de
238 SETEMBRINO E. PEREDA

las aguas es muy variable, según sea alto o bajo el estado del
río, llegando las aguas saladas hasta el meridiano en .las ba
rrancas de Santa Lucía, en el primer caso, y avanzando las
dulces hacia el E. en el segundo, en términos de que tal cual
vez es potable en el puerto de Montevideo. (1)
Teniendo en cuenta las sinuosidades de ambas costas, la
septentrional mide 400 kilómetros desde las dos extremidad ji
que limitan 'el Plata por este lado, y la meridional, 360, des
de e.l cabo de San Antonio hasta la boca del Guazú. Su estui.
rio tiene, en la confluencia de los ríos Paraná y Uruguay, vr.ni
anchura de 40 kilómetros, y 200 entre los cabos de Santa Mu
ría, en la República Oriental, y el ya citado de S'an Antoniv.
en 'la Argentina. La superficie de este estuario, puede calcu
larse en 35,000 kilómetros cuadrados. (2)
En cuanto a su profundidad, no es posible establecerla i M
general para todo este vasto volumen de agua, pues es muy
variable, ya nos aproximemos a sus costas, ya nos apartemos
de ellas, ya se navegue por el canal o sobre un banco de are
na. Sin embargo, su profundidad media, navegable, pnv le
estimarse aproximadamente en 12 metros en la embocadura,
5 en el interior .y 3.50, hasta llegar al delta del Paraná. (3 i

(1) Lobo y Hiudavt?ts, (Mannal Ji' la navogaoión 'k.l Rt> ,lt> la Pinta».
(2) F. Latzina, «(»oo^rafía Argentina '.
(3) Lobo y Rindavets, obra citada.
EN EL 11ÍO PARANA

SUMARIO: —Niebla salvadora.—Remontando el río.—Resistencia da


los prácticos.—Cómo supo vencerla Garibaldi.—Pasaje de los
expedicionarios por el Chana, la boca del Baradero y el banco
de San Pedro.—Comunicación del Encargado de Negocios de
Corrientes cerca del Gobierno Oriental.—Parte pasado al Mi
nistro Vidal.—San Nicolás de los Arroyos —Combates parcia
les en la vuslta de Obligado y Punta de Piedras.—En .la Ba
jada del Paraná.—Audaz travesía.—Rasgo heroico de Oribs.—
Una frase del comandanta dal "Pereira".—Comunicación al
general Ferré.—En las Conchas.—Provisión de carne fresca.—
Combate en el Cerrito.—Presas tomadas allí, a pesar de la po
sición ventajosa de la batería enemiga,—Muerte de los bravos
oficiales italianos Díaz ,y Vallerga.—En Heruandarias.—Nuevas
presas.—Castigo aplicado en San José de Feliciano al primer
cirujano de Ir escuadra por no haber atendido debidamente a
un enfermo.—Concurso prestado por el Gobernador de Corrien
tes,—Comunicaciones de Ferré, Garibaldi, Aguiar, López, Ra-'
mirez y Ocampo, sobre varias acciones de armas adversas al
enemigo.—Encuentro de las escuadrillas aliada» en Caballú-
Cuatiá.—Nota da Ferré al General en Jefe del Ejército de Нз-
serva.—Nuevo parte de Garibaldi.—El lanchón "Caá-Guazú".
—Respuesta afectuosa del mencionado Gobernador.

Una espesa niebla, que parecía plomiza cortina pendiente


del firmamento, favoreció a los expedicionarios, pues gracias
a ella pudieron alejarse sin temor de ser perseguidos, ni si
quiera vistos. '
Por eso, cuando fué sacado a flote el Bclc)rana. sus tripu
lantes no atinaban qué rumbo tomar, desde que desconocían
por completo la dirección que llevaba la flota contraria, por
más que debieran suponer que se encaminaba a Corrientes.
ya que en esos lugares se habían •reconcentrado las fuerzas
adictas a Rosas y que ellos podrían ser el teatro de las ope
raciones comunes.
Pensaron, sin embargo, pero equivocadamente, que no t-:e
240 SETE.MBRINO E. PEREDA

atreverían a penetrar en el río Paraná, optando, en cambio,


por remontar las aguas del río Uruguay, para ir a refugiarse
en el puerto de Paysandú, o en sus continencias, como lo hi
cieron meses después, aunque espontáneamente, si es que no
optaban por fortificarse en ¡'unta Gorda, donde había fun
cionado anteriormente una batería.
Todo esto lo hacían presumir distintas causas, entre otras,
la de que operaba en las aguas del Uruguay el coronel Four.
mantin, que tenía fama de hábil y que se hallaba al servicio
del general Rivera, y el hecho de que numerosas fuerzas orien
tales guardaban las costas en una larga extensión.
Por otra parte, las del Paraná presentaban serios inconve
nientes para los expedicionarios inexpertos en ellas y condu
cidos por embarcaciones de gran calado, debiendo agregarse
la circunstancia de que el comandante Seguí se hallaba con >a
escuadrilla a inmediaciones de Xan Miguel, donde había ido
con el propósito de proteger el pasaje del general Oribe, y
que tendrían que trasponer 2,000 kilómetros entre fuerzas
enemigas.
El almirante Brown abrigaba también la errónea creencia
de que fuera su jefe el comodoro Coe, a quien no le recono
cía ni audacia ni aptitudes bastantes para tomar sobre sí una
empresa tan arriesgada.
Garibaldi, no obstante, aprovechando el contratiempo
acaecido a la escuadra enemiga y la coincidencia que d?jamo3
enunciada, no trepidó un instante en resolverse, y penetró
en el Paraná por la boca del Giiazú, decidido a seguir adelan
te sin mirar hacia atrás. Esa era la rota que se le señalaba
en el pliego de instrucciones que se le había entregado bajo
sobre y que acababa de abrir para enterarse de su contenido.
Se le ordenaba dirigirse a la Bajada, en la persuasión de
que se encontrarían allí los aliados correntines al mando del
general Ferré, a fin de ponerse de acuerdo con éste y entre
garle las comunicaciones y pertrechos de guerra que con
ducía.
Para evitar cualquier tropiezo o confusión, sc había con
venido noticiar su arribo lanzando al espacio tres cohetes vo
ladores.
Garibaldi . quiso estimular el celo y amor propio de sus su
balternos, y a ese efecto procedió a varios nombramientos y
GARIBAUH EN KL URUGUAY 241

:ascensos entre sus oficiales más distinguidos. También les hi.


.zo entrever la esperanza de que podrían conducirse, como
trofeos de gloria a Corrientes, tanto el convoy como la escua.
.drilla despachados por Rosas con destino a Entre Ríos.
La experiencia le había enseñado que en ciertos casos er»
necesario estimular el egoísmo, para no desmayar en las lu
chas de la vida y abordar con más entusiasmo la realización
de una idea, si bien él no hubo menester nunca de emulacióu
alguna para determinar su voluntad.

Pero prosigamos en pos de aquellos heraldos de la libertad,


que más parecen héroes de la leyenda religiosa que,realida.
•des vivientes.
Además de la cerrazón, el viento, que antes había sido pro
picio a la escuadra adversa, esta vez sirvió para empujar ve
lozmente hacia la derrota ansiada a la flotilla garibaldina y
alejarla de ella, 'desorientándola.
El río Paraná,—que tiene una extensión de 4.500 kilóme
tros.—toma su origen cerca de la ciudad de Coyaz por 16°;W
latitud Sur, recorre las provincias brasileñas de San Pablo ;•'
Paraná, sirve al Este de límite a la República del Paraguay,
.salva el famoso paso de la Guayra, y desde ese punto, corrien
do ya por territorio argentino, describe una gran curva de
Este a Oeste, para ir a encontrar el río Paraguay: reunido a
este poderoso afluente, corre en línea recta, majestuoso coma
un mar. pasando por Corrientes y Goya, y al llegar a Santa
Fe, principia a describir nuevamente otra gran curva, de un
circuito igual a la primera, pero esta vez con dirección de
'Oeste a Este, para reunirse con el río Uruguay por nueve bra
zos, cuyes principales, son: el Guazú y Las Palmas, forman
do en su confluencia un inmenso delta, que ostenta la vegeta
ción más lujosa. Recibe en su izquierda el Ticté y el l.Guaiíi
o Curuiiba. y en su derecha, los ríos Paraguay, Salado y Tzr.
• ccro. (1)
Los , prácticos que llevaba Gariba'di, manifestaron serlo
únicamente del río Uruguay y opusieron una tenaz resisten-
•cia cuando les dijo que era 'su propósito navegar por el Pa
raná, desde que nada tenía que hacer en aquel río.

»(l) Alfredo Cosson, «Curso gradual y melódico de googmfla /(sica, política c histórica».
GJRIBALDI — 1G TOMO I
2.[2 SETEMBRINO E. PEREDA

Mucho influyó en el espíritu de éstos el temor que abriga


ban de ser apresados por las fuerzas de Rosas o las de Oribe
que ocupaban ambas márgenes, pues al partir <le Montevideo
no tuvo la precaución de elegir pilotos conocedores del Pa
raná.
La negativa no le satisfizo. sin embargo, desde que por fas.
o por nefas, .era menester no detenerse en reflexiones ni va
cilar un momento, puesto que cualquier demora podría dar
motivo a una sorpresa de aquellos lobos carniceros que tentó
anhelaban cebarse en ellos y que la veleidad de su fortuna
les obligó a permanecer inmóviles como entes paralíticos, a cor
ta distancia de la isla de Martín García, cual nuevo Prome
teo, con el Belgrano, si no atado a una roca, por obra de la
venganza de un .moderno Júpiter, enclavado, en cambio, en
uno de los peñascos del traidor canal.
Si creyésemos' en la Providencia, diríamos que la justicia
divina se había rebelado contra los sicarios del tirano, en
viando, 'primero a Hércules para que libertase a Garihaldi, y
luego, arrojando a aquéllos en brazos de Plutón para ser pr«
cipitados en las entrañas del averno.
Supo Garibaldi qne entre sus prácticos había uno que po
día sacarle de apuros, y por más que éste pretextara su ah.
soluta ignorancia, lo obligo a guiar la flotilla.
A los que después le interrogaron al respecto, les contestó,,
sonriente :
—Mi sable lo allanó todo.
Aquel hombre, que fundaba su mayor fuerza en el derecho
y la justicia y en la razón y el convencimiento, se había visto
precisado, obedeciendo a la presión de los sucesos, a emplear
la violencia, muy a .pesar suyo, pues si se hubiese valido de
paños tibios, ni su nombre .trascendería hoy en .el mundo en
tero, ni la defensa de la República Oriental del Uruguay ha
bría contado, desde 'aquel día, con el inestimable concurso de
su brazo y su prestigio.
A poco andar, encontraron una ballenera en las proximida
des del Chaná y se apoderaron de uno de sus tripulantes pa
ra que les sirviese de baqueano. Era este otro sacrificio moral
que se imponía el héroe, pero lo hat»ía al rudo precio de la.
necesidad.
Si la fortuna ayuda a los audaces, el honor salva a los va
GARIBALDI EN EL URUGUAY

lieutes, y la audacia y el honor eran compañeros inseparables


de Garibaldi.
Luego, viento en popa, y alegres como unas pascuas,—pues
nnnca sintieron desfallecer su espíritu,—continuaron la marcha,
que fué incesante, noche y día, hasta llegar, en la tarde del
2!t, a la boca del ftaradcro, encontrando allí un queche y tres.
balandras del cabotaje, que al contemplar Hameando en el
mástil de las naves expedicionarias el pabellón oriental, por
primera vez izado en dichas aguas por buques de guerra ;íe
nuestro país, lo saludaron en la forma de práctica.
Garihaldi, violentándose una vez más y bajo el imperio de
las circunstancias, aprovechó la oportunidad para hacerse de
16 de sus tripulantes, respetando, sin embargo, dichas embar
caciones, puesto que únicamente deseaba conseguir gente
avezada a la navegación.
A esta altura de los sucesos y demostrando ignorancia ab
soluta de los mismos, recién 'se determinó a dirigirse al Go
bernador Ferré el Encargado de Negocios de Corrientes cer
ca del Gobierno Oriental, don Julián de Paz, comunicándole
la partida de Montevideo de la división naval uruguaya y de
los elementos que la componían. Como no carece de 'interés y
en ella se hace digna mención de los méritos del jefe expedi
cionario, transcribimos ;i continuación ese documento:

¡Patria! ¡Libertad! ¡Constitución!

Montevideo, julio 1.° de 1842.

El Encargado de Negocios de Corrientes cerca del Gobier


no Oriental,

Al Exomo, señor Gobernador y Capitán General de la misma


Provincia, Brigadier don Pedro Ferré.
Tengo el placer de comunicar a V. E. que el 23 del pasa
do 'junio, zarpó de este puerto la barca de guerra Constitu
ción, el bergantín Pcreira y una goleta .n\ mando del coronel
Garihaldi, antiguo jefe de la fuerza naval de Río Grande, .y
hoy al servicio de esta República. Van provistos abundante
mente de pertrechos navales y de guerra, y llevan más de 300
hombres de tripulación.
244 SETEMBRINO E. PEREDA

Según se me ha iufonnado por buenos conductos, lleva e.1


citado jefe instrucciones para apoderarse de la Escuadrilla
que existe en el Paraná a las órdenes del oficial Seguí. Con
sígalo o no, irá hasta Corrientes para ponerse de acuerdo con
V. E., armar otros buques y hostilizar al enemigo .en las
aguas y costas del Paraná, donde debe permanecer esta divi
sión 'naval hasta la conclusión de la guerra.
Según avisos que se han recibido, el coronel Garibaldi con
sus buques ha pasado sin ser sentido de la guarnición de la
isla Martín García, y por los vientos favorables que han rei
nado, se supone que esté muy adelantado en su camino. El
coronel Garibaldi es un marino intrépido y emprendedor, y
su presencia en el río Paraná será de gran utilidad para Co
rrientes. El segundo jefe de la expedición, Arana, es también
muy acreditado. La barca Constitución monta .19 piezas, y ,1
bergantín I'rrcira, .11, y de ellas dos giratorios de a 24. Mu
chos de estos detalles se tienen aún aquí reservados.
Dios guarde n V. E. muchos años.—Julián «h /'«». (1)

En el banco de San Pedro se vió" obligado Garibaldi a de


tener su 'marcha a causa de haber varado, y el 2 de julio,
quince kilómetros al Norte del rincón del mismo nombre, di
rigió el siguiente despacho al Ministro Vidal:

Corbeta de guerra nacional "Constitución", al ancla en el


río Paraná, tres leguas arriba de San Pedro, 2 de julio
de 1842.
El que firma, comandante de la escuadrilla nacional de ope
raciones en el Paraná, tiene el honor de comunicar a V. E.
que a las 10 del día 26 del próximo pasado fué realizado i
viva fuerza el paso de Martín García. A pesar de haber soí
tenido ñor más de una hora el fuego de ambas baterías, sali
mos del combate sin avería considerable. El enemigo, pues,
en(este punto, ha quedado completamente burlado.
Hemos capturado dos buenas balleneras con algunas pro
visiones.

(1) Archivo de la Provincia de Corrientes.


GARIBALDI EX EL 1THCGUAY L'45

En la Boca del Baradero. tomamos la gente de tres buques


menores que navegaban de vacío. Nuestra tripulación se va
aumentando, ,y todo nos pronostica el mejor suceso en la ex
pedición.
Por relación de los 'individuos que hemos tomado, sabemos
que el señor general López hostiliza por el Norte de Santa FV
las fuerzas de Oribe, y que los indios del Chaeo que sirven a
aquél, han arrebatado a éste sus mejores caballadas.
Que la escuadrilla que manda Seguí on estas aguas, se ha
lla en la Bajada o Santa Fe.
Nuestras tripulaciones han dado prueba de vomprend:'r
que pelean por la causa de la humanidad, .y en su disciplina
y moral son ejemplares.
Los tres baqueanos que V. E. dió a esta expedición, re
gresan 'y son los portadores.de ésta. La comportación de di
chos baqueanos se ha hecho digna de la consideración del Su
perior Gobierno.
Dios guarde a V. E. muchos años.—J. Garihaldi.

A S. E. el señor Ministro General del Estado Oriental del


Uruguay, don Francisco Antonino Vidal.

Siguiendo su ruta trazada, se aproximó a San \ic«lt'ts de


los Arroyos, primera población argentina que presentóseles K
la vista, situada sobre la margen derecha, en lo alto de la ba
rranca del río Paraná, hoy sobre el ferrocarril de Buenos Ai
res al Rosario y sobre el del Oeste, ramal al Pergamino.
Edificada entre los dos arroyitos de Ramallo y del Medi.i.
—circunstancia ésta que ha motivado su nombre.—unido a
las islas que rodean dicho río y a su vasto canal, llamó justa
mente la atención de Garibaldi, quien aún no había tenido
ocasión de apreciar suficientemente los ricos dones con que
ha dotado la Naturaleza a esta parte de América. Fué funda
da' por don José de Aguiar en 1749, siendo partido desde
1779.
San Nicolás tiene fi20 kilómetros de extensión, se halla .il
NO. de la capital argentina y linda con la provincia de San
ta Fe.
Allí, aprovechando la existencia de varios barcos mercaa.
2.16 SETEMBRINO E. PEREPA

íes, se hicieron de un práctico austríaco, que tomaron prisio


nero en una expedición nocturna, pues la ley suprema de la
necesidad a que antes nos hemos referido y el instinto de coa.
servación, los obligaron nuevamente a no andarse con 'chicas;
y con él, aunque compelido a prestar ese servicio, tenían un
guía seguro para 'arribar al Paraná sin otros escollos que los
que pudieran oponer una insólita bajante o el enemigo apos
tado sobre la cercana ribera, a pesar de haber resuelto, por
vía de precaución, seguir hacia donde hubiese menos pe
ligro.
Al pasar por la Vuelta dt Obligndo, lo mismo que por Pun.
ia de l'itdraa, hizo desembarcar parte de su gente, para re
novar las provisiones; pero si bien logró ese objeto. fué nece
sario tirotearse con el enemigo encargado de vigilar dich.w
parajes; y al cruzar por el puerto del Rosario y por San Lo
renzo, se lanzaron estruendosos vivas desde a bordo a nuestro
país y a las provincias argentinas alzadas en armas, a la vez
que izóse de nuevo el lábaro patrio, para que no se ignorase
que iban en aquellas naves cruzados de la Libertad.
En la última de esas localidades, se rchusaron sus pobla
dores a suministrar carne a ningún precio, temerosos de que
las fuerzas federales pudieran castigar aquel acto de huma
nidad con sus acostumbradas tropelías. Se les había prohibi
do terminantemente auxiliar a los unitarios, y. ; guay d.?
quienes «.saran desacatar aquel mandato!
Como se ve. los expedicionarios, en su larga trayectoria,
se vieron obligados a 'sostener diversas escaramuzas con los
pobladores de sus adyacencias, adictos a la causa de Rosas, y
con la caballería destacada en la costa, no sin derramarse san.
gre, pues no en vano exponían sus pechos a las balas. .
—¡Avanti! ¡ avanti ! continuaba diciendo su impertérrito
jefe, que nunca se sentía abrumado por el cansancio y que
no conocía el miedo,—y su voz, siempre vibrante y sonora,
repercutía en todos los oídos como los toques de un tambor
guerrero, predisponiendo los ánimos a la perseverancia y a la
lucha. Y así. sin decaimiento de espíritu, sin apercibirse ni
del hambre ni del sueño.—que resultan secundarios cuando
en el cerebro se agita una magna idea,—y sin que les conmo
vieran los ayes de sus compañeros heridos, obedecían ciega.
mente la consigna.
GARIBALDI EN EL l'RUGUAY 2 17

Era su propósito llegar a la Bajada con la mayur presteza.


"T>o habían prometido, y retroceder hubiera sido obra de pu
silánimes y habría lesionado su amor propio, que desde Gari.
baldi hasta su último subalterno, estimaban en alto grado, no
por espíritu de vanidad,—que ésta no cabe en los corazones
bien templados,— sino por razones de un orden más superior.
El 10 habían llegado a manos del Gobernador Ferré las
notas del Presidente Rivera y de su Ministro Vidal, no áa.
biendo qué admirar más, si la acción del Gobierno Oriental,
reveladora de un espíritu noble y generoso, o el altruismo y
el valor, del jefe de la 2.a división de la escuadra nacional y
•de sus abnegados compañeros. Desde entonces no apartó de
ellos ni un solo instante su pensamiento y tomó algunas dis
posiciones para acudir en su ayuda tan pronto se enterase de
su verdadera situación y las circunstancias se lo permitieran.
Los expedicionarios no desmayaban por eso, ni suponíau
•que se les iba a abandonar al azar del destino, y seguían an
dando, hasta que arribaron, por fin, a las 6 de la tarde del
18, fondeando en la finca del Silgadero; pero no sin tener qu«
cambiar balas con el enemigo, desde cuyas baterías les arro
jaban una verdadera lluvia de proyectiles, que fueron por
ellos contestados virilmente.
Al amanecer del 19 se procedió al sondaje y reconocimiento
4lel canal que da acceso a aquel puerto, habiéndosele confiado
•esa tarea al comandante del Pcreira, que la realizó en unión
•de seis marineros. El enemigo pretendió apresarlo y desprou.
xlió dos lanchones con tal fin; pero se burló de ellos, detenien
do primero su embarcación, para hacerles creer que se en
tregaba, y disparando luego sus armas sobre los contrarios,
hecho lo cual replegóse al resto de la flotilla oriental.
Los contrarios se afanaron por impedir el pasaje de Gari.
baldi, haciendo funcionar un cañón de a 24, a cargo del ma
yor Luis María Agüero, que demostró mucho celo, pero esea.
;sa puntería. El héroe, comprendiendo el .peligro que le ame
nazaba, optó por desistir de su entrada al puerto, pero no así
«le seguir adelante, puesto que no le convenía quedar allí es
tacionad,i, expuesto a múltiple? contingencias y a ser alcau
fado por la flota de Brown. Mas no pudo librarse de sostener
un recio combate que duró cerca de dos horas, sin 'resultados
positivos para nadie, tal vez debido a la distancia, desde que
Ja travesía la efectuó por el cauce principal.
•->48 SETEMHRINO E. PEREDA

Quizá los expedicionarios habrían perdido allí sus buqu..s:


y muchas vidas si una nueva circunstancia no los hubiera fa
vorecido. Además de hallarse lejos, como decimos, las bate
rías contrarias, por cuya causa sus disparos se perdían casi
siempre en el vacío, aquel mismo viento que fué su 'salvación
frente a ilartín García, continuaba soplando auspiciosa
mente.
Oribe, que se encontraba en la Bajado, quiso estimular c.m
su presencia al jefe de la escuadrilla que hostilizaba a Gari.
baldi, y produciendo el 'consiguiente asombro general, acudió
a aquel sitio, rodeado de varios de sus .ayudantes y en com
pañía del capitán del puerto. Era este un rasgo de valor que
no le queremos escatimar, y por eso lo consignamos.
La Constitución, el Pe,reira y la Prócida prosiguieron, en
medio de la estupefacción del enemigo que se desesperaba da.
rabia al vérsele escapar tan valiosa presa.
La Rajada fué fundada en 1730, por conquistadores espi.
ñoles, salidos de Santa Fe, y está ubicada sobre la margen iz
quierda del río Paraná, cuyo nombre lleva actualmente, .i
unos 78 metros sobre el nivel del mar, y dista de la ribera como
2 kilómetros. Domina completamente la vasta cuenca de dicho
río y desde sus edificios más 'elevados se ve la capital de ln.
provincia vecina. Es la escala de los vapores que navegan v.1
río, y se comunica diariaimente, por medio de pequeñas em
barcaciones, con 'Santa Fe, que está situada al frente, en l:i
opuesta orilla, (1 )
Hasta 1787 dependió de la provincia de Santa Fe, siendo
luego erigida en cabeza de departamento y capital de la pro
vincia de I'íntre Ríos, disposición confirmada por el estatuto
provisorio constitucional de 1822. Varias veces se cambió la
sede gubernativa de dicha provincia, entre esta ciudad y la
de Concepción del Uruguay, sobre el río de ,este nombre. En
18b'() fué la última vez que reconquistó el Uruguay el título
de Capital de la Provincia, que le ha durado hasta estos úl
timos tiempos, siendo nuevamente despojada de él, bajo ( '
teobierno del general Racedo, que trasladó los 'poderes públi
cos provinciales a la ciudad del Paraná. (2)

(!) ürien y Colombo, «Ocografía Aigentina» .


(2) Nicolás («imnadu, «Por cl Paraná — Eiquizos di' viaje».
GARIHALDI KX EL fRUGUAY 249

Después de avanzar 10 kilómetros 'más al Norte, se detuvo


Garibaldi para dirigir una comunicación al Gobernador de
Corrientes, haciéndole saber su destino, el propósito que abri
gaba y el pasajo a sus filas de un desertor de la escolta de Ori
be, como asimismo para solicitarle desde allí el envío de re
fuerzos marítimos.
Las espinas del camino no le habían arredrado y alimenta
ba la esperanza de que cundiría el desánimo en el ejército
contrario y que sus buques recibirían nuevos pasados del ene
migo.
La comunicación a que nos referimos, reza así :
VA jefe de la 2.a división de la escuadra nacional de la Re
pública del Uruguay.

A bordo de la corbeta de guerra Constitución, dos leguas


arriba de la Bajada del Paraná, 19 de julio de 1842.

Al Exomo, señor Brigadier General don Pedro Ferré, Gober


nador y Capitán General de la Provincia de Corrientes.
El infrascripto tiene la honra de avisar a V. E. su exis
tencia en estas aguas, al mando de una corbeta, un bergantín
y una goleta.
En Martín García y la Bajada, nos hemos medido con l;is
fuerzas del déspota argentino; y en estos pasajeros ensayos,
puede V. E. persuadirse que los enemigos de la civilización
y de la humanidad, han recibido lecciones bastante elocuentes
de la superioridad intrínseca que los libres poseen sobre los
esclavos .
Precisados, empero, a conservar la dominación del Paraná,
a V. E. no debe ocultarse cuanto importa aumentar nuestra
escuadrilla sutil en cuanto sea posible, y si es que esta exi
gencia puede ser llenada por el Gobierno de V . E . , el que
firma cree que no se perderá tiempo en llevarla a su debido
efecto .
Yo seguiré mi marcha para arriba hasta colocarme en si
tuación que pueda recibir órdenes de mi Gobierno, o enten
derme directamente con V. E. para proteger en cualquier
punto las 'operaciones militares que puedan emprenderse por
tierra .
250 .SETEMBRINO E- PEREDA

Hoy ha desertado de la escolta de Oribe y refugiádose t\


nuestro bordo, un joven eorrentino nombrado Bartolomé Cas
tillo. Esto asegura que. en el ejército servil reina el mayor
descontento y que los correntinos con especialidad se desertan
hasta de a 25 juntos.
Yo creo que Castillo no será el primero y último patriota
eorrentino que tengamos el placer de recibir en nuestros bu
ques.
Dios guarde a V. E. muchos años. —T. Garibaldi.

Remontando el Paraná, llegaron al arroyo de las Conchas,


donde también se vieron en la imperiosa necesidad de efec-
tuar un desembarco, antes que Diana, con sus nítidos rayos,
frustrara inconscientemente sus esperanzas, extendiendo
orgullosa su manto de nácar sobre la faz de la tierra.
Dicho arroyo queda unos 10 kilómetros más abajo de la ac
tual Villa Urquiza.
Durante aquel largo andar, entre zozobras y frecuentas
bregas, no habían podido satisfacer las exigencias del estóma
go, y por .mucho que fuera el entusiasmo que inundaba y forta
lecía sus almas. era menester aprovechar cualquier coyuntu
ra para proveerse, como antes, de los recursos necesarios.
que, por fortuna, se encontraban a corta distancia suya.
El enemigo, que parecía estar siempre despierto, al notar
su presencia, avanzó sobre ellos, al mando del coronel Grana
da, trabándose una reñidísima pelea, de la que salieron airo
sos los expedicionarios, pues éstos lograron arrebatarles 14
vacas. que una vez carneadas por Battaglia y otros experi
mentados en. las faenas campestres, fueron transportadas ч
bordo.
Oribe, reproduciendo su anterior hazaña, no quiso ser mero
espectador de los sucesos y se hizo ver sobre una de las ba
rrancas más próximas al canal. en unión de varios jefes y
oficiales.
Quería, tal vez, dar coraje a las tropas de su 'mando que
allí operaban, o habríase imaginado que los cañones de los
buques orientales eran de menos alcance; pero si esto último
creyó, la realidad puso de ¡manifiesto todo lo contrario y
pudo hacerle víctima de su inocencia o temeridad, pues el
comandante de la Pereira. al descubrirlo desde lejos, abocó
GARIBALDI E.V EL URrC.rAV 251

sobre él 11n0 de sus cañones, y le hizo seis disparos, que estu


vieron a punto de .dar en el blanco y librar al país y a Ins
provincias argentinas del azote de aquel ciego instrumento
(le Rosas.
A pesar de los cargos que se le hacen por haberse arran
cado las charreteras en la batalla de Ituzaingó. no creemos
que le intimidasen las balas. — y así lo demostró en el caso
ocurrente, pues solo a instancia de sus ayudantes se retiró
de aquel sitio, después de haber rebotado a sus pies más de
un proyectil.
El referido comandante no piulo contenerse ante la auda
cia de Oribe, y dando rienda suelta a su entusiasmo, profirió
a voz en cuello estas palabras, apelando a la bocina :
—¡ Viva la Libertad! ¡mueras al tísico cortacabezaa Oribe,
esclavo del tirano Rosas !
El capitán Arana Urioste no supo nunca el atroz efecto
que ellas produjeron en el espíritu de su agraciado, que
como lo demostraremos a su tiempo, envenenaron su alm.i
con una inquina incurable y terrible.
En .el Cerrito, por donde debía también pasar Garibaldi,
se le esperaba con grandes precauciones tendientes a obsta
culizar su travesía, para que la escuadra de Brown pudiera
durle caza y ser tomado entre dos fuegos. Como todas las an
teriores tentativas habían fracasado, se juzgó medida hábil
trasladar allí la artillería que tanto le hostilizó, aunque inú
tilmente.
Era aquel un paraje estratégico, propio para tenderle una
celada. Colocadas sus piezas, como lo fueron, sobre el recodo
o 'revuelta que allí .forman las barrancas en su lado izquier. ,
do. se tuvo por seguro que la escuadrilla oriental detendría
su marcha, cayendo en poder de las fuerzas oribistas. o en
manos del almirante, si arribaba a tiempo, o que cuando me
nos salvaría desmantelada como consecuencia de una lucha
en tan desventajosas condiciones.
Garibaldi no ignoraba las intenciones de sus contrarios,
ni las medidas que se tomaban, pues fué oportunamente avi
sado por gente que había pertenecido al general Juan Pablo
López y ,que en esos momentos se albergaba en el Chaco;
pero se entregó al más absoluto mutismo para evitar la preo
cupación de los suyos. La discreción es parte de la sabiduría,
y ella jamás le ahandó al ínclito héroe italiano.
2f>2 SETEMBRINO E. PKREDA

Eolo esta ivz no le favorecía: apenas una brisa suav?,


como avergonzada de ser sentida, se agitaba en el espacio,
impulsando lentamente las velas de aquellas naves portadoras
de tantas esperanzas y dignas de un suceso venturoso, Uu
alma supersticiosa diría que Dios acompañaba 'con sus votos
y decisiones a los enemigos de la verdadera causa de la li
bertad !
El viento no les era, sin embargo, del todo 'adverso, pues
soplaba de popa, y, aunque lentamente, daba impulso a su
marcha hacia la ruta anhelada. Wsto, que en otras circuns
tancias no hubiera significado otra cosa que mayor tardanza
en llegar al suspirado puerto, importaba la vida o la muerte
de los expedicionarios si se veían compelidtis a un smo com
bate con las fuerzas que poblaban la cercana ribera, o a resis
tir el ataque de la escuadra msista, que era aguardada por
instantes.
Pero como tarde o temprano tenía que saberse, máxime
cuando no se retrocedía sino que se avanzaba sin poder va
riar de rumbo, el vigía de la nave capitana 'dió el grito de
alarma, anunciando que en el Cerrito se notaba gran movi
miento y que sus defensores se apercibían para >el ataque.
fíaribaldi, empero, quiso neutralizar el efecto que 'pudiera
producir en el espíritu de sus compañeros aquel insólito anun
cio, y tras la voz del atalaya, prorrumpió alegremente :
—¡Ea! muchachos: hoy es día de mi mujer y vamos 'a di
vertirnos.
Había sonado la hora del peligro, y era 'necesario sacar el
mejor partido posible durante los 3,700 metros que se vería
forzado a navegar en medio a una granizada de metrallas. LH
batería enemiga, a semejanza de la espada de Damocles, pen
día sobre sus cabezas, haciéndose dificultoso sostener con éx:
to de su parte la refriega, y mucho má.s todavía, por lo 'acci
dentado del cauce del río.
Dado su curso tortuoso al ESE., fué indispensable re
vestirse de enorme paciencia, despreciándolo todo, para salir
airosos con sus 'embarcaciones, movidas de continuo a fuerza
de cabrestantes, como sucedió en los días 25 y 27.
Sólo siendo sostenedores de una causa como la de la Repú
blica Oriental y de las provincias que combatían contra Ro
sas, unido al alma gigantesca de Garibaldi. sólo a ese |>recio
GARTBAi.DI EN KL URUOl'AY 253

podía emprenderse una travesía semejante, sin precedentes


hasta entonces en los pueblos del Plata,—erizada de contra
riedades y rayana de la muerte!
No obstante, aquel arrojo temerario y los disparos lanza
dos desde a bordo fueron su salvación, y el. W de julio orla
ron los expedicionarios sus sienes con los laureles de nuevas
y valiosas presas, conquistadas al pie del baluarte enemigo,
cuyos fuegos incesantes y desesperados no les intimidó. Como
resultado de esa empresa heroica, llevaron consigo la goleta
Margarita, conocida por Cincinato; la Santa 'Ana, propiedad
de un santafesino de apellido /avalla; y el pailebot Joven Es
teban, perteneciente a iт español de nombre Esteban Rams y
Rubert.
Se trataba de barcos de tráfico que el 10 del mismo mes
habían partido del puerto de la Villa del rilar, jurisdicción
del Paraguay, cargados con frutos de dicho país. Sus tri
pulantes, sin embargo, consiguieron escapar, descendiendo a
tierra.
Así lo manifiesta el señor Rams y Rubert en carta dirigida
por él, desde el Paraná, con fecha 20 de agosto de 1842, al
Federal Enlrc-Ii'mnti.
Sin embargo, en esa publicación afirma haber sido tomalo
por Garibaldi en la costa de Hernandarias, lo tlne contradice
en parte nuestras informaciones a este respecto. No obstamo,
por si se tratase de un error, cúmplenos hacer constar también
su testimonio.
Además, según lo consigna su yerno don Juan Señorans, "1
señor Rams y Rubert fué puesto en libertad, en unión de sus
tres hijitos y de dos tíos de éstos que lo acompañaban, siendo
trasladados a una lancha, que el jefe oriental puso a su entera
disposición.

Otras -dos víctimas tuvo que lamentar allí Garibaldi : !a


muerte del teniente Díaz, oriundo de Gibraltar, que pereció
ahogado y que desde poco antes de penetrar al río Paraná
había asumido el mando de la Prócidn, que hasta entonces es
tuvo a cargo del subteniente Luis de Agustino, conterráneo
de Colón, y la pérdida aún más sensible 'de Vallerga da Loa-
no. hijo de Ñapoles, a quien califica de joven de sorprendente
valor y de una inteligencia que prometía muchísimo. "Era,
dice, un profundo matemático".
254 SETEMBRINO E. PEREDA

Italia, fecunda en héroes y mártires, iba sembrando el sue


lo del nuevo continente, sin pensarlo ni saberlo, de cadáveres
insepultos de sus hijos, en cuyos corazones palpitaba el sen
timiento de la libertad y en cuya alma irradiaba esplendente
el sol, para ellos tan querido, de la Patria lejana, pero jamás
olvidada !
En Hernandarias, donde también se efectuó un desembarco,
apresó tres buques más: la sumaca Uruguay, la goleta Muría
Luixa y la balandra Gualajuaychú, que venían de Corrien
tes aguas abajo. La primera de ellas conducía cueros y cerdi,
y las demás, yerba, suelas y tabaco.
En las .proximidades de .S«/i Josí (lc Feliciano, amargada
su alma por el dolor de tan valiosas pérdidas, hizo amarn'r
en las ciucetas a Luis Laiulcau. también genovés, que •desem
peñaba la.s funciones de primer cirujano de la escuadra orien
tal, acusándole por su falta de diligencia en el cuidado de un
joven Vargas, enfermo de viruela negra, único sobreviviente
de los tres hermanos de esa familia que acompañaban al
héroe.
Garibaldi hace mención de estos hechos en sus Memnrías, y
dice al respecto lo siguiente :
"La artillería enemiga, siguiendo la costa y aprovechando
la estrechez del río, nos cañoneaba donde podía hacerlo con
ventaja, y donde le era posible nos hacía también disparos
de fusil. En el Cerrito, posición fuerte, situada en la orilla
izquierda del Paraná, estableció el enemigo una batería le
seis cañones. El viento era favorable, pero escaso, y en aquel
mismo punto, ,por la tortuosidad del río, nos daba .de frent.';
de modo que tuvimos "que hacer un trayecto de dos milUs
próximamente a remolque, esto es. llevando anclns pequeñas
delante con largos cables y tirando de las mismas desde la ori
lla, a son de tambor y a paso de carga; caminábamos así con
poca velocidad por ser la corriente contraria en los sitios es
trechos. Por fortuna, la batería enemiga estaba muy alta y
muy próxima, pareciendo que se hallaba suspendida sobre
nuestras cabezas.
"Este combate fué brillante. La mayor parte de nuestra
gente estaba destinada a los cables y a los botes : el resto a los
cañones y los fusiles. Se combatía y se trabajaba con satisfac
ción grandísima; la pelea se había tomado como juego por
GARIBALDI EN EL URUGl'AY 255

mis valientes compañeros. Observé que nuestro enemigo per


tenecía a un ejército ensoberbecido por recientes victorias: a!
mismo ejército que poco después desbarataba al nuestro por
completo en Arroyo Grande, y simultáneamente al ejército
de Corrientes reunido al nuestro.
"Todos los obstáculos fueron vencidos con escasas pérdi
das; los disparos del adversario, por estar las piezas muy al
tas y muy próximas, pasaban sobre nuestras cabezas sin da
ñar apenas la arboladura.
"Después de apagar los fuegos del enemigo y desmontarle
algunos de sus cañones, nos pusimos con todos los barcos en
salvo, en posición espaciosa y fuera de todo peligro.
"Varios barcos mercantes. procedentes de Corrientes y del
Paraguay, se habían puesto bajo la protección de las baterías
enemigas y cayeron en nuestro poder sin grandes esfuerzos.
Su adquisición nos permitió proveernos de víveres y de me
dios de todo género."
La escuadrilla correntina, que debía operar de acuerdo con
los expedicionarios, no llegaba -nunca, a pesar de la mucha
falta que hacía; pero esto no obstó para seguir siempre avan
zando, esta vez más aliviados, porque el enemigo, quizá can
sado de su inútil y penosa tarea, cesó la persecución en que
se había empeñado tan porfiadamente. Fuera de los sucesos
que dejamos narrados, no hubo que lamentar otros inconve
nientes que algunas encalladuras de la nave capitana, demo
rando así su marcha, como si el destino hubiese querido que
los contrarios le diesen alcance, para vengarse de lo burla que
les hizo acto continuo de romper sus ligaduras en Martín
García bajo los auspicios de la neblina y del viento.
¿Qué era, mientras tanto, de aquella escuadrilla?
¿Tal vez había caído en poder de los federales, o defeccio
nado de las filas unitarias? Nada de eso aconteció, felizment,'.
Causas ajenas a la voluntad de su comandante impidiero'-i
que partiese con mayor anticipación, para salirles al encuea-
tro a los misioneros y unirse a ellos.
Llegado Garibaldi hasta CaballA-Cuatiá, allí recibió la agra
dable sorpresa de que ya no tendría que continuar la marcha
tan sólo con la Constitución, el Pcreira y la Prócidn, pues una
mano amiga estrecharía la suya desde aquel momento, sir
viéndole de cicerone, por el conocimiento de los lugares que
aún faltaba trasponer.
256 SETEMBRINO E. PEREDA

El '28 por la tarde había recibido el general Ferré la notri


que le dirigió Garibaldi el día 19, e inmediatamente se preo
cupó de protegerlo, enviando en misión cerca de él al 'tenien
te 'Alberto Villegas, con abundantes provisiones. una balan
dra de cruz con ,un cañón y tres landiones con pedreros, to
dos ellos, por consiguiente, armados a guerra y a cargo de una
tripulación animosa y práctica, compuesta en su mayoría de
elementos jóvenes.
"El Nacional Correntino" publicó alboroza.lo la cnmu¡ii-
cación de Garibaldi al día siguiente de mubida, tirando un
suplemento encabezado con estas 'palabras : ¡ VIVA LA P\TRI\!
Luego se expresaba así :
"La importante comunicación que boy se publica, reci
bida ayer tarde, debe llenar de gozo a todos los patriotas.
Ella, al paso que justifica bien el concepto de valiente y ex
perto marino que nos debía el señor coronel Garihaldi, acaba
también de manifestar el acierto y previsión del Excmo. Go
bierno del Estado Oriental del Uruguay, nuestro grande y
natural aliado, al encargarle una empresa tan arriesgada co
mo importante.
"Nos presagia igualmente, que en breve, protegida por
nuestro Gobierno con toda la actividad conveniente, nos ase
gurará la entera dominación del Paraná, y facilitará más el
completo triunfo por mar y tierra de las viles hordas con que
nos amaga el feroz y detestable monstruo del Plata. ¡Quiera
la Divina Providencia en sus justos designios, continuarn'is
su poderosa protección, y mostrarnos que ya está decretad')
irrevocablemente el exterminio de aquel tirano terrible, azo
te de la humanidad y oprobio del nombre argentino!"
listas hazañas de los abnegados y valerosos expedicionarios,
fueron objeto de entusiasmo en Montevideo y en todo el país,
principalmente en el seno del Ejército, que se enorgullecí*
de contar con un auxiliar tan experto y meritorio, cual lo or.t
Garibaldi.
El general Rivera, que recibió noticias circunstanciadas de
su marcha triunfal. las transmitió inmediatamente al Minis
tro Vidal, acompañando los respectivos documentos con la si
guiente nota, rebosante de satisfacción, a 'la vez que justi
fiera :
GARIBALDI EN EL URUGUAY 257

El Presidente de la República y General en Jefe del Ejér


cito.—Cuartel General, agosto 13 de 1842.—El Presidente y
General en Jefe .que suscribe, tiene el honor de incluir, pava
conocimiento del Gobierno, las notas del Gobierno de Corrien
tes y del coronel Garibaldi, que en este momento acaba de
recibir.
Ellas muestran bien el brillante estado y resultados de la
expedición que el celo y empeño del Gobierno de la Repúbli
ca pudo concebir y poner en planta ; por todo lo cual tiene el
honor de felicitar al señor Ministro General, a quien Dios
guarde muchos años.—FRUCTUOSO RIVE'RA.

Exomo, señor don Francisco A. Vidal, .Ministro General de !:i


República .

En las comunicaciones a que se hace referencia en la nota


precedente, se relatan las últimas ocurrencias. Con fecha 7
noticiaba e) general Aginar que el enemigo, batido y perse
guido por las tropas de su mando, se había retirado con rum
bos a Gualeguay, y que el Ejército Oriental se encontra
ba en el arroyo Yuquerí, perteneciente al departamento de
Concordia, llenando así el objeto que motivó el movimiento
por él operado y que sólo respondía a coadyuvar con dichos
.elementos la acción de sus camaradas santafesinos, destacados
•en esa parte de la Provincia de íJntre Ríos.
El general López se concretaba a participar la incorporación
•de esas tropas a las de su dependencia y se hallaba en la ca
pital de la jurisdicción mencionada. Se había trasladado allí
con el propósito de pasar al pueblo del Salto las' familias que
"habían abandonado a Santa Fe y seguido su ejército, prefi
riendo los azares de la emigración antes que ser víctimas df?
los habituales atentados del enemigo, que en sus ansias Je
venganza nada respetaba.
Las autoridades locales habían recibido del Gobierno las
instrucciones pertinentes, a fin de que tan patriótico éxodo
•encontrase en tierra uruguaya un asilo digno de sus nobles
.aspiraciones y ejemplar sacrificio.
El Gobernador Ferré, en nota fechada en Corrientes el "23
•de julio, comunicaba que la 'flotilla nacional comandada por
•OiRIHAl.OI-17 TOMO i
258 SETEMBRINO E. PEREDA

Garibaldi hallábase a unos 10 kilómetros más arriba del Pa


raná, acompañaba varios oficios del bravo marino y advertía
que había desprendido en su auxilio la escuadrilla pi,Qviucial,
provista de armamentos, municiones y víveres.
"El coronel Garibaldi, agregaba, me ha participado su arri
bo después de haber batido bizarramente a los esclavos del
déspota argentino, en Martín García y en el Paraná".
En uno de los partes de Garibaldi, datado el 13 del mismo
mes en el puerto de la Bajada, se decía lo siguiente, que re
vela la fortaleza de ánimo predominante entre los expedicio
narios, a pesar de las zarzas del camino :
"Por la fecha de ésta, observará V. E. que el viento y al
gunos otros incidentes de una ú otra varada nos han privado
de sorprender los buques que navegaban este río con despa
chos de Rosas.
" Sabedores de nuestro arribo, se refugiaron en los puercos
de San Nicolás, la Bajada y Santa Fe. Respecto al primero,
nada se emprendió por falta de agua y por aprovechar el
buen viento que teníamos en aquella sazón. El pueblo del RJ.
sario lo pasamos sin novedad. . .
"La escuadrilla de Rosas, se halla en el puerto donde és
ta data, fondeada en una ensenada que forma el gran baiv'>
que nos divide y protegida por el fuego de tierra. Sin embar
go, hoy nos heinos batido por espacio de dos 'horas, y el ene
migo, tanto en los buques como en la tierra, ha sufrido daños
que nos han sido visibles, sin haber experimentado por nues
tra parte el más pequeño, sin duda porque la buena direccióu
de nuestras balas apagó los fuegos enemigos como a los dos ter
cios del combate. La posición que hoy ocupa la segunda divi
sión de la Escuadra Nacional, que el (pie habla tiene el ho
nor de mandar, no puede ser más imponente. La decisión, en
tusiasmo y orden .de los oficiales, tripulación y tropa de esta
división, son altamente recomendables y abren al que suscri.
be un vasto campo de esperanzas para llenar debidamente
los compromisos contraídos con V. E. y con el Pueblo Orien
tal".
Al insertar "El Nacional" de Montevideo estos documen
tos y referencias, no pudo menos que tributar al héroe los más
cumplidos elogios, diciendo a continuación de ellos:
"El mérito que ha contraído el señor coronel Garibaldi ea
GARIBALDI EN EL URUGUAY 2>Mt

su expedición al Paraná y en los combates contra los seid« s


de Rosas, asilados en Martín García y parapetados vergonzo
samente en la Villa de la Bajada, confirma el buen erédit>>
militar que ifustra su nombre y justifica la confianza absolu
ta que en él ha depositado el Gobierno".
Por su parte, el jefe de las fuerzas correntinas, general
Kamírcz, en oficio de fecha 4 de agosto, le hacía saber .v
Aguiar, desde su campamento a inmediaciones del arroyo
Abalos de aquella provincia, que estaba listo para acudir de
inmediato a cualquier cita al frente de un buen cuerpo de i'i.
fantería y de una división compuesta por mil y tantos hom
bres de caballería.
Le incluía a la vez una comunicación de su jefe de van
guardia, coronel Manuel Antonio Ocampo, sumamente auspi
ciosa, pues en ella llevaba éste a su conocimiento, con todos
les pormenores del caso, no sólo el resultado de las operacio
nes que le fueron confiadas sobre el Arroyo Hondo, lugar on
que aún permanecía el día 10 del mismo mes y en que redactó
dicho parte, sino también que e! cabecilla Góngora, que figu
raba en calidad de coronel de las fuerzas federales, fué fo''.
zado por las tropas correntines a cruzar en precipitada fug'i
el arroyo entrerriano Alcaraz,
El general Ramírez completaba esos informes, manifestan
do que a raíz de la derrota de Góngora, cayó en poder de su
gente el alférez Alejo Palacios, procedente del Arroito Toiu'í.i,
jurisdicción 'del Paraná, y que supo por él el éxito con que
Garibaldi batió a la escuadra y baterías de la Bajada, lo mis
mo que las contrariedades que la presencia de éste había can.
sa do en el espíritu de Oribe.
El mismo día 2H, hizo saber al General en Jefe del Ejércit>
de Reserva, por medio de la siguiente nota, la marcha triunfal
de Garibaldi :

Al Excmo. señor General en Jefe del Ejército de Reserva.

Acaba de tener noticia oficial el Gobierno de que la Escua


drilla Oriental, al mando del coronel don José Garibaldi, 'la
penetrado al Paraná, y se halla en las Conchillas: se ha pasad'i
de las tropas de Oribe un íorrentino, a la expresada Escu.i.
260 SETEMBRINO E- PEREDA

dra, y éste asegura que el descontento en el ejército de aquél


es general.
El conductor de esta correspondencia, que es don Pedro
Ardoy, conduce también pliegos del com andante 'de la Escua
dra al señor Presidente Rivera, a quien le facilitará V. E.,
con toda prontitud, toda la movilidad que necesite.
Dios guarde a V. E.—Corrientes, julio 28 de 1842.—PE
DRO FERRÉ. (1)

El teniente Villegas, procediendo con loable celo, había


acelerado su marcha, arribando a Cancha de San Juan, paso
entonces más navegable que en la actualidad, pues al presen
te ofrece serios obstáculos para su pasaje, siendo uno de los
menos accesibles del río. Pero como no avistara allí a la es
cuadra oriental, no quiso detenerse y resolvió levar an
clas con la Catí-Giiazú, lanchón velero, construido en los asti
lleros de Corrientes, según algunos, por don Sebastián Melo,
copropietario de los mismos, y en el sentir de la generalidad,
por su consocio don Juan Manuel Villar, agrimensor y per
sona muy respetada en 'su tiempo, tanto por las aptitudes
•que demostró en esa profesión, cuanto como maestro de ri
bera .
Habiendo avanzado hasta Caballú-Cnatíá el jefe de la flo
tilla eorrentina, logró sorprender en dicho punto un pequeño
destacamento de fuerzas oribistas que hacía guardia, y apo
derarse de ella.
A los pocos días se le unió en ese punto la expedición uru
guaya.
En carta fecha 29, de la que fué portador el mismo tenien
te Villegas, el general Ferré le solicitaba a Garibaldi el en
vío de marinos experimentados para tomar a su cargo el man
do de algunas embarcaciones correntinss.
De la satisfacción que le causó aquel refuerzo y de las úl
timas ocurrencias, da cuenta la comunicación siguiente :

Tomada de im libro copiador que figura en el Archivo de Corrientes.


CARIBAL,!>! EN EL URUGUAY 2GI

Corbeta de guerra Constitución, anclada frenté al Arroyo


Verde, agosto 6 de 1842.
El Jefe de la 2.a División de la E. N. del E. Oriental (M
Uruguay.—Al Excmo. señor Gobernador y Capitán Gene
ral de la Provincia de Corrientes. Brigadier don Pedro I,V.
rré.

Es con el más grato placer que el infrascripto tien'e el ho


nor de acusar recibo de las comunicaciones de V. E. datadas
el 29 del próximo pasado. 'Kl contexto de estas notas ha pro
ducido en los oficiales y tripulaciones de los buques de esta
división, un entusiasmo que no es fácil de describirse.
El teniente don Alberto Villegas, comandante de los bu
ques que.V. E. se ha servido mandar como auxiliares, ha
conducido cuanto se indica en las precitadas notas, y bastan
tes provisiones frescas.
Respecto a los hombres inteligentes que V. E. pide para el
armamento de algunos buques de esa capitel, marchan con ]A
presente y a sus superiores órdenes, los oficiales don Carlos
Posso (1) como comandante, don Lorenzo Martínez de su so.
gundo, don José Napoleón (2), don Luis de Agustino, d(ni
Francisco Copello, don Francisco Blanco (3), tres contra
maestres, y tres marineros aptos para cualquier destino.
El que firma cree positivamente que estos individuos lle
narán de un modo debido el deseo de V. E.
Los buques que V. E. tenga a bien mandar aguas abajo,
basta que vengan provistos de la artillería que haya disponi
ble, montada, y con las balas y demás útiles que se puedan
proporcionar. Respecto a la maniobra, supliremos con cabos
de cuero la falta de los de otra clase, porque la navegación
de este río nos ha costado la pérdida de la mayor parte dt?
nuestra cabullería. Debemos esperar que lo más pronto posi.

(1) Posteriormente, con el grado de capitán ;1S44' formó parte del personal con que
contaba Garibaldi en el buque.jefe, bergantín 28 de Marzo.
(2i Dos años después, siendo también capitan, asumió el comando del pailebot Ftrpu.
blicano, perteneclente a la nueva eseuadrilla nacional que organizó su untiguo jefe.
(3) Figuró mas tarde como teniente 2.° de lti goleta Inirfpida (18.14>, de la cual era
comandante e! capitán Julio Fonrouge y que respondía igualmente a Cinribatdi.
262 KETEMBÇIN4) E- PEREDA

ble y a primer aviso, tendremos de Montevideo todos los ob


jetos que nos son necesarios.
Según el sentir de V. E., marchan los oficiales menciona
dos en la goleta Prócida. con más 8 individuos corren tinos
que se nos han pasado del ejército enemigo; los cuales des
pués de cumplir la intención de V. E:. serán destinados a
ilonde mejor convenga.
Recibirá V. E. por el mismo conducto, cincnoita barriles
de pólvora de 2Г) libras cada uno. En los combates que hemos
tenido hasta la fecha, se ha consumido una cantidad consi
derable de este renglón, y es por esto que no puedo extender
me a más mientras no se nos provea de Montevideo. Balas d;
a 12, también nos faltan y a todo trance desearía ser provis
to de ellas.
Teniendo que hacer tdgunas indispensables refacciones y
composturas, tanto de herrería como de carpintería, se hace
preciso subir el Paraná hasta el primer puerto en que V. E.
se digne proporcionarnos los auxilios precisos.
El que firma, tanto por las instrucciones de su Gobierno
cuanto por su expresión particular, quedará siempre circuns
cripto a las órdenes de V. E.
Según el estado de fuerzas en que se halla esta división, C'n
nada perjudicarán las urgencias preindicadas para acudir y
coadyuvar a las operaciones del ejército en cualquier punto
y hora que se designe previamente.
La escuadrilla correntina que manda el comandante Ville
gas, queda desde la fecha agregada a esta división con el lau
dable objeto que V. E. se ha propuesto para la cooperación
a la causa de la libertad.
Necesitamos montar cuatro piezas en la corbeta Constitu
ción , y en la goleta Prócida una coliza de a 18. Si ésta pu
diera ser de bronce, llenaría mejor su destino. Las tres piezas
de a 18 que V. E. dice tener disponibles, con sus balas res
pectivas, espero serán remitidas en el primer buque que se
nos incorpore.
Tenemos en nuestro poder seis buques morcantes que na
vegaban este río bajo la influencia o el territorio que dominan
las aguas del tirano. Tres de ellas se capturaron bajo la ba
tería del Cerrito después de un combate el más prolonira'b
y activo. Fueron completamente abandonados por todos los
GARIBALDI EN EL URUGUAY 2»i3

individuos que se hallaban a su bordo, los cuales se unieroü


al enemigo.
Sin embargo de mirar con el mayor respeto la licencia que
V. E. dice tuvo a bien acordar a algunos buques para bajar
al Paraná, el abajo firmado cree que los ya indicados no es
tán en este caso, y que por consiguiente deben ser consid':.
rados como buenas presas. Por otra parte, nuestras tripula
ciones deben ser atendidas lo mejor posible. Los auxilios del
Gol'ierno Oriental de que dependemos serán tardíos, a pesar
de la mejor voluntad y patriotismo que reine en los consejos
de gabinete. El Gobierno de V . E . ha verificado los más cos
tosos sacrificios, y no será la segunda división de la Escuadra
Oriental la que aumente esos gravámenes públicos, harto
manifestados en obsequio de la causa común, mientras el Je.
iroho que la guerra reconoce en todos loe .países cultos (y que
nosotros legalmente podemos un tanto amplificar), nos pro
porcione los recursos vitales de una empresa como la que te
nemos entre manos.
Todo esto, ilxcmo. señor, sea dicho sin perjuicio del supe.
ripr dictamen de V. E., en cuyo acrisolado patriotismo du.
bemos cifrar nuestra mayor confianza.
El inlrascripto cree, según su particular opinión, que es
llegado el tiempo en que al déspota ominoso de la República
Argentina se 1? combata con las mismas armas de esa políti
ca maquiavélica que tan inmerecidamente ha coronado sus
sangrientos planes: bien entendido que en nuestras manos se
mejantes armas, sólo servirán para las exigencias del momen
to, el triunfo de la humanidad y de los sanos principios,
V. E. nos hará la honra de consultar sobre la navegación
por el Paraná, de los buques procedentes de puertos corren
tinos: y a este respecto, el que suscribe está persuadido (!••
que, ningún buque, bajo ningún carácter, y si es posible ni
tampoco un cainalotc, debe bajar este río a retaguardia de
nuestra posición, supuesto que aún estamos en actitud de en
cubrir nuestras operaciones al enemigo, bajo un velo miste
rioso.
Debo cerrar *a presente, protestando a V. E. que la rati
ficación de mis ideas queda sujeta a su alto criterio.
Dios guarde a V. E. muchos años.—7. Garibaldi.
ÜG4 SETEMBRINO E. PEREDA

La incorporación a la escuadra oriental de aquellos impor


tantes auxiliares correntines, retempló el espíritu de los pocos
timoratos e infundió más ánimo a los que nunca habían per
dido la fe, pues empezaron por allegarles víveres, que ya les
escaseaban en demasía.
Por otra parte, en lo sucesivo podían confiar en su pericia,
puesto que conocían al dedillo hasta el más insignificante ve
ricueto, como que eran nacidos y criados a orillas del río y
llevaban más de la mitad de sus días consagrada a la nave
gación.
Caballíi.Cuatiá, es decir, caballo pintado, era el nombre
que tenía la capital del departamento de La Paz, que es co
mo se le denomina desde 1846. La primitiva población fué
fundada en 1836 y erigida sobre una colina, a 500 metros ni
NO. de la actual.
De modo, pues, que cuando Garibaldi arribó allí, dicha lo
calidad tenía apenas seis años de existencia.
En ella hacen escala los vapores que surcan el Paraná, y
dista lo mismo de la Asunción del Paraguay que de Buenos
Aires, pues queda en la mitad del camino. •

A fin de que pueda apreciarse más acabadamente la impor


tancia del concurso que el teniente Villegas pudo haber pres
tado a Garibaldi, vamos a trasladar a nuestra obra algunas
páginas de un opúsculo publicado en Corrientes en 1911, e.-
crito con motivo de una colaboración solicitada por la Comi
sión del Primer Centenario Argentino en aquella provincia.
Por lo demás, ellas contienen interesantes datos sobre la
actuación lucida de la escuadrilla correntina con anteriori
dad a los sucesos que nos ocupan y dan extensas e interesan
tes referencias del lanchón Caá.Guazú, el mejor de los buques
enviados en auxilio de Garibaldi.
La publicación que nos ocupa, dice así :
Era la Caá.Guazú una embarcación de 10 a 12 toneladas,
de corte fino, proa aclipada con elegante tajamar termina
do en un hermoso violín, adorno indispensable en aquella
época en los barcos que no gastaban mascarón. La popa era
cuadrada; pero sin ser la culo de mona muy en uso enton
ces, por la comodidad para guardar en esa repartición de '.i
embarcación los útiles de cocina y aún la misma cocina, su
GARIBALDI EN EL URUGUAY ¿65

primida poco a poco por la estética hasta llegar a las ele..


gantes popas redondas hoy en uso. La arboladura era imitan
do a la de los faluchos catalanes de vela latina triangular,
pero con el palo perpendicular a la quilla, teniendo de ante.
na una hermosísima tacuara: envergaba una enorme vela su
jetada por dos sólidos burros que afianzaban el car. garan
tiéndola así de las terribles luas en velas de ese tipo; bien
distribuidos brioles complementaban su fácil manejo.
Para la Caá.Gnazú era casi lo mismo navegar a la más ce
rrada bolina, como con la antena arreada hasta colocar en el
mismo nivel pena y car, formando así la antena una enorme
cruz y con la escota casada en el centro hasta tocar la braso.
la de la pequeña carroza que tenía muy próximo al timón ;
en una y otra orientación o las intermediarias con vient>s
frescos, la Caá.Guazú filaba de nueve a diez millas. Por este
detalle se ve que era un crucero rápido; su dotación de remos
y su construcción ligera hacían de esta embarcación mixta
un elemento de primera clase. Estas condiciones marineras,
era necesario ser conocidas; en oportunidad veremos cómo.
sus hábiles jefes sacan de ellas las mejores ventajas.
No se conoce si esta embarcación fué construid» pw cuau-.
ta del Gobierno, o cuenta particular; pero casi siempre s.'
hallaba en servicio oficial. El nombre de Caá.Guazú le vino
después de la gloriosa batalla de este mimbre.
Próximo a terminar el año 1841. debido a circunstancias
ignoradas, el lanchón había ido a parar a manos de un fabri
cante de cal, en la bajada del Paraná; allí se ocupaba de la
conducción de la leña de las islas, para los hornos de la ca
lera; vicisitudes de la vida en épocas tan azarosas como aque
llas, en que el ciudadano no podía tener estabilidad, habían
llevado también en aquel destino a don Benito Roca, vecino
de esta ciudad, constructor naval y práctico de ríos, que te
nía su pequeño taller en la orilla Sur del arroyo Riacltuelito,.
próximo a la actual curtiduría de la sucesión Amadey.
En Entre Ríos, se reunían tropas a prisa, para invadir a
Corrientes; entre otros campamentos, el de Alcaraz era el
más nombrado ; allí concurrían vivanderos con mercaderías
ya acopiar frutos, l'no de éstos arrendó del propietario (k»
la calera el lanchón, encargándolo a don Benito Roca de la
embarcación en su calidad de práctico para conducirlo hasta
266 SETEMBRIN'O E- PEREDA

el puerto de Alcaraz con mercaderías. Un pensamiento tan


feliz como patriótico cruzó por la mente de don Benito—que
así se le llamaba cariñosamente—y iué el de apoderarse del
lanchón, volviendo a la provincia natal fon elemento tan
importante en momentos que estaba por ser invadida. Buscó
para la tripulación de la nave dos correntinos de su completa
confianza, sin comunicarles el secreto.
Pocos días después, la Caá-Guazú se hacía a la vela rumbo
a Alcaraz con un surtido cargamento de artículos propios al
fin destinado, con su armador y los tripulantes que ya cono
cemos. Una suave brisa del Sud. que fué acentuándose poco .ч
poco, le impelía a su destino aparente; transcurre todo ••!
día sin novedad; el viento había refrescado bastant;,
y aprovecha<da la noche se acercaba rápidamente a Alcaraz,
adonde podía estar anclada al alborear del siguiente día;
pero había que llevar a la práctica el gran pensamiento, y
mientras el armador dormía, don Benito reune su tripulación
comunicándoles el secreto, y éstos, entusiastas, aceptan el
plan sin la menor vacilación; la Caú-Guu^ú pasa gallarda
mente por frente a las barrancas en la dirección del campa
mento, donde acaso era esperada por la tropa, anhelosa de
algún esparcimiento. ¿Quién no conoce la alegría que produ
ce en un campamento la llegada do vivanderos. que aun
cuando no se tenga un centavo se tiene siempre la esperanza
de beber a la gorra y aún a expensas de alsnma ratería ?
La Caá-Guazú parecía volar con un viento en largo que
apenas podía resistir todo el paño; a la salida del So), el ar
mador se despierta y pregunta: ¿Está lejos Alcaraz?
Se le contestó que sí; pero que por la popa, y le intima
rendición. Ante tres vigorosos hombres resueltos, la pruden
cia aconsejaba acatar -la orden, y convertido de armador ;n
prisionero, espera resignado el desarrollo de los sucesos.
El viento se había convertido en culata, nombre que dan
los fluviales a varios días consecutivos a los del tercer cua
drante, y la Caá-Guazú, que había aprovechado ésta, anclaba
gallarda en el puerto de Goya.
Don Benito Roca pasa inmediatamente a la capital-—vía
terrestre la más rápida entonces—y comunica al Gobernador
de la provincia su arribo y. el del lanchón, así como el estado
de cosas en la Bajada. Dícele que allí sólo existen dos peque
GARIBALDI EN EL URUGUAY 2G7

ñas tm> aivacione.s con la pretensión de ser de guerra, y una


gi . .a, especie île pontón, que servía de 'depósito de pólvora,
aún cuando su estado era navegable permanecía con sus ve
las desenvergadas y escasa tripulación ; que las demás emlmr-
ca"iones del Gobierno estaban en situación análoga, siendo
éstes protegidas por dos piezas de cañón mal emplazadas y
con el mismo descuido que los otros buques.
La noticia no pudo ser más tentadora ; Corrientes también
preparaba un ejército, y la escasez de pólvora era 1a más
sentida. ¿Cómo apoderarse de tan importante explosivo que
existía en abundancia en el puerto de la Bajada?
En los grandes momentos siempre no faltan inspiraciones
para resolver un problema y salvar una situación. Don Al
berto Villegas, hombre de consejo y notable práctico de nues
tros ríos, después de ser consultado, presenta un proyecto
arriesgadísimo, pero acaso el único practicable. Así como -1
almirante Grau, era un profundo conocedor del Pacífico, has
ta en sus más insignificantes caletas y rías, así también el se
ñor Villegas conocía la navegación de la región platense des
de Alontevideo a la Asunción, del Paraguay, en todos sus de
talles, y tenía el dominio completo del gran Delta Argentino
desde el Paracao, al Guazo y Luján con sus innumerables
riachos, algunos tan estrechos que apenas dan paso a una
pequeña canoa. Aparte de estas condiciones excepcionales, el
señor Villegas era a la vez todo un carácter; previsor y se
reno, veremos en adelante la entereza con que afronta los pe
ligros y situaciones que se le presentan ; y cumpliendo siem
pre con su deber en todas las comisiones que se le confían.
Es el fluvial que en su ramo ha prestado mayores servicios a
la Patria, en la larga noche de la tiranía de Rosas.
El plan del señor Villegas fué aceptado sin observación, y
sin pérdida de tiempo se procede a llevarlo a la práctica. lil
puerto de la ciudad d» Corrientes era entonces, el de las ca
noas de los bogadores a pala, y el de los nadadores. El pro
greso ha hecho 'desaparecer estos grandes elementos qne aca
so sean necesarios en cualquier momento: la boga a pala es
de mucha rinda, principalmente para trechos cortos; la posi
ción del bogador y la naturaleza del propulsor facilitan 4
¡ibordaje.
Seis hermosas y adecuadas canoas. fueron elegidas para el
268 SETEMBRINO E. РЕПЕDЛ

fin propuesto y reelutada la tripulación para las mismas i


para la Caá-Guazú que en el puerto de Goya se mecía orgu-
llosa esperando el contingente que aumentaría su reducido
equipaje. Setenta y cuatro voluntarios, de los muchos que se
habían presentado al llamado patriótico, se alistan a prisa :
de éstos fueron elegidos sesenta para las canoas y catorce pa
ra la Caá-Guazú. Este contingente, al mando del comandante
don Alberto Villegas, del capitán don Benito Roca y del te
niente don José Tomás Menceira, parten de este puerto con
el entusiasmo que inspira el amor a la Patria.
Ignorando las graduaciones que se les asignó al jefe y ofi
ciales de esta expedición, los hacemos aparecer con. los que fi
guran en la escuadrilla correntina que marchó a Caseros,
principalmente los dos primeros. Una pequeña pieza de ca
ñón formaba parte del armamento con que se iba .a dotar
a la Caá-Guazú.
Una vez llegada a Goya, la expedición marcha con destino
a la Bajada. El armador de la Caá-Guazú. con sus mercade
rías había sido desembarcado en oportunidad, y acaso el des
tino le haya deparado mejor fortuna en Corrientes.
El lanchón y su convoy, desde que pasaron por Esquina em
piezan a tomar precauciones, navegando sólo de noche par.i
no llamar la atención, pero a fin de acelerar la marcha, tam
bién navegan de día, para lo que desarbola a la Caá-Guazú y
cubriéndola a ésta como a las canoas con ramas y plantas acuá
ticas, figuraban islas flotantes tan comunes en el Paraná du
rante las crecidas. Como se ve, el comandante Villegas se ha
bía anticipado a la famosa estratagema empleada por el ma
riscal López en el Paraguay, para tratar -de apoderarse del
acorazado Barroso y del monitor Río Grande situados en las
inmediaciones y en protección de las baterías brasileñas del
Tallí.
Cinco o seis millas antes de llegar a la Bajada, se detienen
los expedicionarios. y colocada la Caá-Guazú en punto estra
tégico en un riacho de los muchos que existen entre las islas
de la costa de Santa Fe. para proteger la retirada de las ca
noas. mientras éstas continúan la marcha, ya bien entrada la
noche. La Caá-Guazú aprovecha este momento para orientar
perfectamente su arboladura.
A la una de la mañana es abordada la -goleta (depósito de
OARIBALDI EN EL URUGUAY 269

pólvoras) ; su escasa tripulación sorprendida no hizo resis


tencia; los otros barquichuelos y la batería de tierra, ni si
guiera se apercibieron del asalto: tal fué el sigilo y la habili
dad con que se procedía. Tres cuartos de hora después, los
expedicionarios se retiraban, trayendo un valioso botín, con
sistente en tres toneladas, próximamente, de pólvora, en cu
ñetes y empaquetadas a bala para fusiles y tercerolas. E'i co
mandante Villegas, antes de abandonar el buque asaltado,
que estaba en perfecto estado de navegabilidad, a fin de no
.ser perseguido por éste mismo, que sólo le faltaba envergar
el paño, hizo descalar el timón y largarlo al fondo del río,
bien profundo en ese sitio, cortar las jarcias y estays de la ar
boladura, quedando así inutilizada. Incorporada la división
de canoas a la Caá.Gxazú, trasbordado su cargamento que lo
servía de buen lastre para hacer fuerza de vela, emprenden
el viaje de regreso; y a fuerza de pala, remo, sirga, espía y
botador, con los vientos contrarios reinantes, felizmente flo
jos, buscando todos los remansos de los riachos de las costas
santafecinas, avanzan con el mismo entusiasmo y decisión con
que descendieron ; recién después de pasar La Paz, fueron fa
vorecidos con un viento pampero que aceleraba el regreso y
dió descanso a los fatigados remadores.
El regreso de las expediciones fué saludado, como era de
esperarse, con el aplauso a que .eran acreedores ; y es tradi
cional que la pólvora que condujeron sirvió para la batalla
de Caá.Guazú.
No se confunda este nombre: más arriba hemos dicho que
al lanchan, se le denominó así después de la batalla. (1)
"El Nacional Correntino" del 31 de julio, al dar la noti
cia de la expedición correntiua en auxilio de Garibaldi. agre
ga los siguientes datos: "El Gobierno prepara el armamento
y equipo de otros buques, aún de algunos mayores, que en
breve engrosarán la misma escuadrilla sutil, y ha librado las
órdenes más enérgicas para que de todos los puntos de 'a
costa se le auxilie con cuanto pueda necesitar. La grande acti
vidad que despliega, sin excusar sacrificio alguno, correspon
de perfectamente al importante objeto de esta empresa, y a

íl) Enrique Roibón: «El lanchan Caá.(inazú>.


270 SETEMBRINO E. PEREDA

las esperanzas concebidas por nuestro aliado el Pistado Orien


tal del Uruguay, contando para su mayor éxito con la pre?i.
sa cooperación del heroico pueblo correntino".
El general Ferré le contestó a Garibaldi en términos cor
diales, exteriorizándole el contento que había producido »n
su ánimo la noticia de la buena acogida por él dispensada .1
la escuadrilla correntina, y si bien formulaba algunas imlieaei.i.
nes, lo hacía con la salvedad de que bajo ningún concepto
pretendía modificar ni en los menores detalles las instruccio
nes del Gobierno Oriental : y no podía ser de otro modo, pues
to que no entraba en sus facultades alterar esas instrucciones
y conocía demasiado el carácter y las aptitudes del ilustre ni.
zano .
Su aludida respuesta, reza así :

Señor coronel don José Garibaldi.

Corrientes, agosto Ifi de 1842.

Muy señor mío, de mi distinguido aprecio:


He recibido su apreciable carta de lecha 8 del que rige, y
ella me da el placer de saber que el teniente Villegas ha sim
patizado con V. S. y con los demás oficiales que militan ba
jo sus órdenes.
Se hallan en mi poder tres de los pasados que remitió V. S
en la canoa ; los otros dos que vienen en la goleta, aún no se
han dejado ver, porque ésta no ha arribado a uiugún puerto
de los de la Provincia. Luego que lleguen, los oficiales y gen
te que V. S. me recomienda, serán recibidos y tratados dA
modo que exigen nuestras relaciones de amistad y unión.
Sin ewbarge de que recomiende a V. S. el buen trato de
las personas dueñas de los barcos que se han hecho prisione
ros, no es nuestra intención, ni será mezclarme en las dispo
siciones que V. S. tenga de su Gobierno; ellas, por mi part«,
no sufrirán la más mínima rebaja, y V. S. libremente obrará
en desempeño de su comisión.
Ningún puesto hay más indicado para poder reparar las ne
cesidades de la Escuadrilla que la Capital, porque en ningu
na otra parte hay mayores recursos ni más número de opera.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 271

ríos que en ella. Creo que para la dirección de los barcos tü.
mados por V. S. será también preciso buscar el punto indi
cado.
Su más atento servidor.—PEDRO FERRÉ. (1)

El Gobernador Ferré, correspondía, pues, dignamente al


generoso concurso que le prestaba el Gobierno Oriental : pero
el celo por él desplegado al principio, contrastó poco después
con una desidia censurable : tuvo, puede decirse, la duración
de un lirio, como lo veremos en la estación oportuna.

(1) Tomado dei libro cnpi>vlor de notas a los Comandantes y Jefes Militares de la Pro
vincia de Corrientes, debido u la gentileza del señor Ismnel (!. Grosso, jefe del Archivo de
dicha Provincia, ly mismo que los dos anteriores documentos de igual procedencia.
LA ESCUADRA DE BROWN

SUMARIO: —El "Belgrano" a flota.—Brown desorientado.—Nueva


encalladura de la nave capitana..—Avance hasta la punta da
Amarillos.—Tiempo perdido.—Auxilio mandado desde Buenos
Aires.—Creencia de que las naves orientales estuviesen a car
go de Coe.—Palabras del almirante al saber la verdad.—Re
montando el Paraná.—El comandanta Thorne es encargado d«
guardar las aguas del Plata.—Motín proyectado a bordo para
pasarse al enemigo.—Buques y jefes con que contaba Brown.—
Pasaje por Conchillas y el Cerrito.—Informes suministrados
por el ayudante Leandro Gómez.—Recomendación a lo Torque.
mada hecha por Oribe.

¿Qué hacía la escuadra resista mientras Garibaldi remon


taba el Paraná? ¿Acaso, desilusionada por el percance sufrí.'
. do y las bábiles maniobras de la escuadrilla oriental, había
desistido de su propósito de perseguirla, hostilizarla y hacer
la prisionera, si ello fuese posible? Por el contrario: el almi
rante Brown se afanaba por desprender al Belgrano de aque
lla incómoda y traidora encalladura, envenenando su alma el
áspid de la desesperación. Acostumbrado a campear por sus
respetos en el Río de la Plata, se creía dueño también de sas
afluentes, y no concebía que hubiese un marino suficientemen
te experimentado y audaz que pudiera frustrar sus planes y
burlarse de él.
El 27 por la tarde, cuando menos lo esperaba, sopló un
viento propicio al SE. que reanimó su espíritu, abriendo d
corazón a la esperanza. La goleta Chacabuco y el bergantín
Americano, llegados poco antes, hacían inauditos esfuerzas
por libertar a su compañero de aventuras y pellejerías marí
timas; pero si la Naturaleza no acude en su apoyo, agitando
las aguas hasta entonces adormecidas en brazos de una calma
. chicha, habría permanecido enclavado muchas horas más.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 273

Desde que el Belgrano zafó de sus varaduras y la atmósfe


ra tornó a su primitivo estado, disipándose aquella aleve ne
blina que tanto escozor le había producido, su primer idea
fué lanzarse en busca de ella. 'Pero como ignoraba su derro
tero, tuvo que perder lastimosamente el tiempo, siguiendo una
dirección distinta a la que llevaban los expedicionarios.
Abandonó el canal, malhumorado y sin saber a ciencia cier
ta el rumbo que le convenía tomar; pero se decidió, al fin, ;i
encaminarse hacia el Uruguay. A su pasaje por la isla, a pe
sar de que aún continuaba la neblina, fué descubierto por las
baterías de Martín Gareía y saludado con las salvas propias
•de su insignia, habiendo contestado sin detenerse, pues ansia
ba avanzar rápidamente en pos del enemigo fugitivo.
Al cruzar por Higiteritas,—nombre primitivo del pueblo de
Nueva Palmira—lo hizo con tanta despreocupación, tan en
simismado, que apenas advirtió la cortesía de que fué objeto
por tres goletas de cabotaje, y ni siquiera se detuvo para
pedirles noticias de los expedicionarios, ni aún por medio de
señales. Quería aprovechar el viento favorable, sin compren
der que le hacía también cuenta orientarse de la ruta segui
da por Garibaldi, para no perder el tiempo, ya que éste
es un auxiliar poderoso en toda empresa de urgente realiza
ción, como la por él abrazada.
Esa inadvertencia de su parte le costó bien caro, pues el
29, al obscurecer, varó en la vuelta en que el canal se acerca
a la costa entrerriana, frente a la barra de los arroyos Ñancay
y Hondo, unos 15 kilómetros abajo de la barra del río San
Salvador y 80 al Norte de Martín García.
Su desencanto subió, pues, de punto, y con él la cólera de
que se hallaba poseído desde su anterior percance, y como p>r
esa causa no podía ir adelante, ordenó a la f> de Julio que
continuara el derrotero trazado, en la esperanza de obtener da
tos precisos o dar alcance a la escuadra oriental. Dicho buque,
siguiendo aguas 'arriba, tocó en punta de Amarillos, llegando
hasta la barra de los ríos San Salvador y Negro, es decir,
unos 20 kilómetros al Norte del punto en que embicó el Bel.
grano; pero fué tarea inútil, porque nada encontró ni puio
inquirir en esos lugares.
El almirante, desesperado de su situación, trasbordó a l;i
•Chacabuco la artillería de cubierta y se deshizo de todo el
OÁRIBAl.OI — 18 TOMO I
274 SETE.MBRINO E. PEREDA

lastre que el Belgrano contenía en su bodega, para ver si así.


alijado podía allanar tan tremendo obstáculo; pero tampoo
pudo librarse de la encalladura. La Naturaleza se rebelaba
una vez más contra él, pues un cambio brusco de viento tri.
jo como consecuencia fatal una rápida bajante que no le per
mitió realizar aquel propósito.
La distancia y lo peligroso que resultaba el envío de comu
nicaciones, ante el ojo avizor del enemigo, dificultaba la ave
riguación rápida y exacta de los heuhos. Por eso llegaban va
gas las versiones a Montevideo, apresurándose, empero, su
prensa a consignarlas, ávida siempre .de dar la buena nueva
a los sostenedores del Gobierno y partidarios del triunfo Je
las provincias argentinas en' lucha contra el tirano.
"El Nacional" del 7 de julio, anunciando dicho percan¿.\
se expresaba en los siguientes términos:'
"Sabemos que de los cinco buques rosistas, que al mando
del general don Guillermo Brown, subían el Uruguay, vani.
ron en los Amarillos la goleta Palmar, el bergantín Malieski
y el de igual clase Belgranti, capitana.
"A la fecha de las últimas comunicaciones, la Palmar ha
bía logrado zafar, no así el Belgrano y el Molieska, que esra.
ban completamente tumbados en un lecho de arena, y según
todas las probabilidades, se perderán. El degollador Ros:.s
había enviado varios buques para desbalijar los buques tum
bados."
En su número 1077, del l5 del mismo mes, agregaba sobre
el particular:
"Con fecha 11 nos dicen de Mercedes lo siguiente: "Siete
buques de Rosas están sobre la costa del Uruguay, cerca de
San Salvador: hace muchos días que un bergantín está vara
do y se ocupan en quitarle la artillería ; quizá tendrán que
abandonarlo, y si pudiésemos molestarlos algo, hoy sería nues
tro, al menos, el dicho bergantín.
"Está tan cerca de tierra, que nuestras partidas le hacen
descargas de fusilería; ayer mismo aseguran haber oído algu
nas en estas inmediaciones".
Mientras tanto, transcurrían los días sin que pudiera avan
zar ni un solo paso ni conocer la verdadera ruta seguida por.
Oaribaldi. Brown persistía en la creencia de que la escuadri
lla oriental hubiese remontado el Uruu.uav.
GARIBALDI EN EL URUGUAY '275

Rosas, no menos inquieto y pesaroso que él, en conocimien


to 'de su inmovilidad, dispuso que se despachara una ballene
ra con el práctico alemán Guillermo Turner, que fué a la vez
portador de varias comunicaciones dirigidas al almirante. En
una de ellas, le decía que Garibaldi debía encontrarse en el
puerto del Rosario, hostilizando a los defeníores de aquella
plaza, y que esperaba sabría proceder con el celo y patriotis
mo que había demostrado en distintas ocasiones, recomen
dándole muy especialmente que si los expedicionarios caían
en su poder no les perdonase la vida y colgase sus cabezas en
el penol de los barcos de la escuadra, para ejemplo y escar
miento de los enemigos de su Gobierno.
La noticia de que no era Coe, sino Garibaldi, el jefe de 'a
escuadrilla oriental, produjo en el ánimo de Brown el peor
de los efectos, pues si al primero de ellos no le tenía gran fe,
conocedor de la lucida actuación de este último en los recien
tes sucesos de Río Grande, no dejaba de incomodarle el hecho
de que tuviera que vérselas con el valiente nizano, aún cuan
do fuesen en sumo grado desiguales las fuerzas con que de
bían medirse. En "seguida de leer esa comunicación, Hamó a
su presencia al coronel Pinedo, y mostrándosela, le dijo:
—Vea usted quién es el jefe de la expedición. Jamás hu
biese creído que ella se atreviera a subir por el Paraná.
El viejo marino, quedó unos segundos pensativo, y luego
agregó estas palabras:
—¡ Sólo a un Garibaldi pudo ocurrírsele semejante lo
cura ! . . .
El coronel Crespo le decía lo siguiente con fecha 8, en car
ta que le dirigió desde Martín .García: "TIe sentido mucho
que haya varado el Belgr«iun; pero no hay mal que por bien
no venga. Tal vez si hubiera tenido mucha agua para subir
hubiera costado más trabajo para bajar, lo que en el lugar
donde se halla está más próximo a perseguir los piratas, ya
que han tomado para el Paraná, los que me parece no estarán
imiy lejos, y no es difícil que el señor general los alcance y
dé un día de gloria a la Confederación Argentina y a nuestro
supremo Jefe."
Picado así su amor propio, resolvió retroceder y tomar ••!
mis'uo rumbo de s.u contrario, con el Belgrano o sin él, si
en el término perentorio de 48 horas no lograba ponerlo a
flote.
276 SETEMBRINO K. PEREDA

Eta esta ocasión la fortuna le fué propicia, pues el 13 con


siguió su objeto, contribuyendo a ello, más que el afanoso
trabajo de la 9 de Julio y de la Chacabuco, que operaban obe
deciendo a instrucciones de Turner, la oportuna creciente de
•ese día. Sin embargo, se vió forzado a detenerse otras 48 ho
ras en la boca del Gitazú, en espera de víveres que debía re.
cibir de Buenos Aires. Allí se le incorporó el Republicano, de
119 toneladas, bajo las órdenes del teniente coronel Juan
Bautista Thorne, quien horas después se hizo cargo del Bd.
grauv para pilotearlo hasta aquel puerto.
Brown tomó esta resolución a causa del gran calado que
tenía esc buque, no siendo dable, por lo tanto, conducirlo por
el río Paraná, y en su lugar ocupó el Echagüe, convirtiendo
así dicho barco en su nave capitana.
Además, le confió el San Martín y la 2~> de Mayo, ordenán
dole que los pilotease también hasta Buenos Aires.
El comandante Thorne,—que había llevado instrucciones
para hacerse cargo de los buques mandados por Brown, y se
guir adelante si no salía éste de su varadura,—debía vigilar
con esos elementos navales el estuario del Plata para evitar el
acceso a sus aguas de cualesquiera otras naves orientales.
El 'capitán Tomás Craig asumió el mando del Republicañ>.
Adoptadas estas disposiciones, el almirante remontó el Pa
raná a toda vela, sin darse reposo a ninguna hora, lo que ha
ce decir a uno de sus acompañantes: "Era necesario estar en
la escuadra para valorar los padecimientos de sus tripulacio
nes. Sólo el ejemplo de los lujos del país, que gozan de justa
fama por su aguante en las penurias de la campaña, hizo que
los extranjeros las sobrellevaran sin amotinarse."
Pero colmada la medida de los sufrimientos producidos por
la fatiga y el insomnio, se fraguó un motín, que descubierto a
tiempo pudo evitar un verdadero desastre. Los conjurados hi.
bían resuelto aprovechar uno de los tantos descensos a tierra
de sus demás compañeros, para amarrar a Brown y sus ofi
ciales, y dueños así de los buques, pasarse al enemigo. Los
guardianes y contramaestres estaban también comprometidos
en aquel complot.
Prevenido el almirante por uno de sus fieles servidores, y
no sin antes amenazar a éste con los más severos castigos si
llegaba a traslucirse el secreto de su conocimiento, aprovechó
QARIBALDI EN EL URUGUAY 277

el primer puerto para licenciar a todos sus tripulantes, sin


distinción de categorías.
Se trataba de individuos de malos antecedentes, muchos de
ellos enrolados a la fuerza, que ya anteriormente habían in
tentado sublevarse en la rada de San Nicolás, descontentos
por algunos ascensos hechos allí por el propio Brown.
Como lo que principalmente deseaban no era otra cosa que
algunas horas de jolgorio, bastó aquella medida para ahogar
en germen la rebelión proyectada, y que puesta en juego, ha
bría terminado con el dominio marítimo de Rosas y coronado.
el triunfo de Garibaldi.
Más adelante, no sintiéndose cómodo en la Echagüe, ee
trasbordó a la !í eie Julio, en las cercanías del Paracao, y oí
2 de agosto arribó a la Bajada Grande, escoltado de los s:i
guientes buques:
Bergantín General Echae/üe, dotado de 14 cañones y 15S
hombres, al mando del comandante José María Pinedo; ber
gantín Americano, 10 cañones, 1 coliza y 138 hombres, a las
órdenes del comandante Leonardo Donati ; bergantín.goleta
Republicano, ti cañones, 1 coliza y 80 hombres, a cargo del
comandante Tomás Craig; y goleta Chacabnco. 2 colizas de a
18, 1 de a 24 en crujía, y 70 hombres, dirigida por el coman
dante Nicolás Jorge.
La goleta 9 de Julio, disponía de un cañón giratorio de n
18 y de 52 hombres.
Allí fué, sin embargo, reforzado con los siguientes buques:
goleta Argentina, 6 cañones de a 10, 1 giratorio de a 18 en
crujía y 80 hombres, comandada por el sargento mayor Juan
Francisco Seguí ; goleta Libertad, 5 cañones y 50 hombres, a
cargo de Mamerto Garay; cúter Federal, 1 cañón de a 2, 2 dc
a 1 y 20 hombres, a las órdenes de Francisco Piuladas (a) el
Xoy; místico Santafesino. 1 cañón de,a 4 y 25 hombres, al
mando de Matías Amores de Rosas, de nacionalidad austría
co; y la ballenera Camila, con 1 'cañón de a 4 y 20 remos, a
las órdenes también del catalán Pulladas.
Si Garibaldi contaba con jefes de positivo valer, Brown
había sabido también elegir los que debían secundarle, con la
ventaja de ser éstos conocedores de los ríos y viejos camare
ilas suyos.
Seguí era desgraciadamente oriental, pues vió la luz en Mon.
SETEMBRINO E. PEREDA

tevideo el 10 de octubre de 1798, habiendo comenzado su ca


rrera en calidad de pilotín, enrolándose en la cañonera Ame
ricana el 10 de febrero de 1814.
Formando parte de dicho builne. se encontró en todas las
acciones en que a éste le tocó combatir contra los españoles
hasta la entrega de su ciudad nativa en junio del mismo año.
En 1821 sirvió a las órdenes del general /apiola, que operó
•en el Paraná contra las fuerzas adictas al caudillo Ramirez ;
pero su actuación más meritoria, lo fué en la guerra de la
independencia de los pueblos del Plata contra el Brasil. a cuya
iausa prestó sus servicios hasta la completa terminación de esa
campaña patriótica.
El 14 de enero de 1842 se le confió el mando de la escua
drilla sutil, y el 28 de abril auxilió al ejército de Oribe en
Santa Fe, transportando la primera división de su ejército
hasta la Bajada, en cuyo puerto la desembarcó.
Donati era oriundo de tJénova: nació el 6 de noviembre Je
1780, fueron sus padres Carlos Uonati y Teresa Gassolo, y
también figuró entre los valientes marinos que combatieron
victoriosos contra la escuadra brasileña.
Uno de los hechos de armas que más prestigio le dieron, fué
el ataque a la Colonia, en el que tuvo una parte saliente por
su arrojo temerario. El 25 de febrero de 1826, bombardeó
Brown aquella plaza, guarnecida por los imperiales, durando
esas hostilidades hasta el día 2 de marzo. Donati iba en una
de las 6 lanchas que desprendió el almirante con la arriesgi-
dísima misión do incendiar los buques enemigos que se halla-
ban al abrigo de las baterías de tierra. Uno de éstos fué entre
gado al destructor elemento, pero ó de esas pequeñas embar
caciones vararon sin otro suceso, y sus tripulantes habrían si
do víctimas de los adversarios si la otra no hubiese acudido »n
su protección, recogiéndolos.
El general Lavalleja. como lo decimos en otra' parte, debía
sitiar por tierra la Colonia, para proceder a una acción com
binada; pero recién apareció el 11. cuando ya no era posible
contar con Brown. El almirante Lobo, avisado por el coman
dante de la .plaza, de su precaria situación, abandonando el
Banco Chico, fué en su apoyo al comando de 19 buques de la
escuadra imperial. Llegó allí el 6, y el marino argentino, no
pudiendo hacerle frente, se retiró con rumbo a Buenos Aires.
Pero antes de venir- al Río de la Plata, ya había pagado tri
GARIBALDI EN EL URUGUAY . 279

Ihuto a sus R'ficiones bélicas, sirviendo en las filas de Napo


león I.
El sargento mayor José Celedonio Elordi, '2.a jefe de la
Chacabuco, tenía igualmente una honrosa foja de servicios y
le merecía a Brown el. mejor concepto, pues le acompañó, co
mo Seguí y Donati. en la guerra sostenida contra el referido
Imperio, habiéndose encontrado en el memorable combate del
Monte Santiago. donde cayó prisionero.
Libre ya del enemigo,—por haber sido canjeado en julio de
1828,—pasó a servir en la goleta Artlciilina, mandada por el
comandante Granville.
Eh 1831 militó en la división enviada a Córdoba; en 18'i7
se encontró en Paysandú, contribuyendo a repeler el ataque
llevado contra ese pueblo por fuerzas del general Rivera ; «?n
3839, en Pago Largo y Cagandia; en 1840, en Don Cristóbal,
'Sauce Grande y Diamante, y en 1841, en los combates nava'es
del i! de agosto y 9 y 21 de diciembre.
Los demás jefes no eran menos esforzados que éstos, y, por
lo tanto, no había que facilitarlos, aunque defendiesen las
banderas de Rosas.
Tres días después de su arribo a la Bajada grande, Browu
levó anclas, siendo las 2 de la tarde, siempre en persecución
de la escuadrilla oriental .
Tenía, pues. Garibaldi. detrás suyo, 10 'buques bien per
trechados, con 6íW hombres de pelea y 53 cañones, a cargo de
marinos experimentados, a todos los cuales debía hacer frente
con sus escasos elementos.
Brown. ignorante de lo ocurrido hasta la fecha, fué allí no
ticiado del suceso del 19 de julio y de la marcha triunfal de
•su intrépido adversario. Esto contribuyó para que acelerase
aún más la suya, máxime cuando en el Cerrito fué enterad.i
ampliamente por uno de los ayudantes de Oribe del giro que
tomaban los sucesos y de la burla de que acababa de ser ob
jeto por parte de los expedicionarios.
Ya antes había sido saludado en punta de las Conchillas,
desde el campamento general en ese sitio establecido, dispa
rándose en su honor algunos cañonazos, y vitoreándolo los
jefes y oficiales que divisaron la escuadra en su pasaje, lo que
contrastaba con el recibimiento que el comandante del Pcre>r>i
•dispensó al general Oribe cuando éste hizo su aparición sobre
nma de las barrancas más próximas al canal.
2>0 SETEHBRINO E. PEREDA

Supo por Leandro Gómez,—que es el ayudante a que nos.


referimos.—que la escuadrilla oriental se hallaba embarazada
a unas 50 millas, y esa circunstancia le compelía a no demo
rar ni un solo instante, por más que su tripulación no se hu
biera repuesto del cansancio de tan agitada travesía.
Leandro Gómez, diremos de paso, — que entonces era ca.si
desconocido,—fué 21 años más tarde el jefe de la plaza .le
Paysandú, durante la Cruzada Libertadora, y él y Lucas Pí.
riz los que dieron mayormente renombre a aquel pueblo, ca
lificado de Nueva Nitiaancia por uno de sus hijos: el inspi>.;i.
do bardo y galano escritor sanducero don Eduardo G. Gor.
don, pues hasta el 2 de enero de 18fi5, en que cayó en poder
del general Flores, supieron defenderla con decisión y bra
vura.
Ya en el Paraná había conferenciado Brown con Oribe y
recibido algunas instrucciones,—y era tan profundo el odio
que le inspiró la conducta del comandante del Pcreira, al no
considerar sagrada su persona ni respetar su constitución fí-
sica, que no pudo ocultárselo al almirante, y al estrecharle la
mano para despedirse, le dijo :
—Antes que nos separemos, voy a hacerle un encargo.
—.Cuantos guste V. E., repuso Brown, por cuya mente no
pasó siquiera la idea de la requisitoria verbal que recibiría.
—Mi pedido consiste,—añadió el ex Presidente Oriental,—eu
que trate de tomar vivo a un tuerto Arana que me aseguran
es el que va mandando el bergantín de los piratas salvajes
traidores, y me lo remita en el acto bajo segura custodia, pu'.'s
deseo freirlo en unas parrillas que haré preparar.
Quería convertirse también, como se ve, no sólo en el azote
sino igualmente en el inquisidor de los enemigos del régimen
nefando al cual servía.
Un distinguido historiador argentino, confirmando este he
cho, como para que nadie dude de su veracidad, nos hace sa
ber que a él le fué referido por el coronel Francisco Seguí.—
quien lo oyó relatar infinidad de veces a su hermano Juan
Francisco que acompañaba a Brown como jefe de la escua
drilla.
El comandante Montaña escuchó de sus labios igual narra
ción. Pero Oribe no pudo darse ese gusto, si bien debe haberle
regocijado el fin trágico que tuvo aquel bravo militar.
ACCIÓN CONVERGENTE

SUMARIO: —Nota informativa pasada a la Cámara ds Represantati.


tes por el Ministro de Guerra, general Martínez, sobre el as
tado del ejército y marina y sus necesidades.—Recursos indis
pensables para atender la administración pública y la dafen.
sa nacional.—Suspensión de los contratos financieros.—Proyec
to del Representante doctor Vega.—Informe desfavorable da
la Comisión de Hacianda.—Rechazo ds aquél. —Empréstito de
$ 700.000 propuesto por el Ministro Vidal. —Fundamentos dsl
mismo. —Dictámenes y sanción del Cuarpo Legislativo.—Ob
servaciones interesantes hechas en ambas Cámaras.—Premios y
concesiones a los vencedores de Cagaucha.—Impuesto forzoso
de $ 300,000 —Recomendación del Senado a la Cámara di Re
presentantes sobre el particular.

Ni el P. E. ni las Cámaras descuidaron un solo momento


las atenciones de la guerra ni los deberes de su carpo. Se tr.i.
taba de una situación gravísima, precursora de sucesos tras
cendentales para el porvenir del país, y era preciso, por la
tanto, dormir con el arma al hombro y el pensamiento fijo en
los destinos nacionales. De ahí i|iie se tratara de arbitrar re
cursos, aún cuando se tuviese que imponer dolorosos sacrificios
a los propietarios de bienes raíces y de establecimientos in
dustriales. La salud pública, la salvación de la Patria así 'o
exigían. Pero esto no obstó para que en el seno del Parla
mento se alzaran voces altivas, guardianes de los derechos co
munes, es decir, afanosas de contemplar los intereses priva
dos sin perjuicio de los de la Nación.
La figura simpática del doctor Santiago Vázquez dió l.i
nota más alta del patriotismo en los numerosos informes que
produjo y debates en que tomó parte.
¿82 SETEMBRINO E. PEREDA

Tn extracto fiel de las actas de ambas Cámaras correspon


dientes a la época que diseñamos en lo que atañe a los suce
sos políticos y a las rentas, pondrá de relieve con subida elo
cuencia nuestras ,palabras.
La Cámara de Representantes, interesada en conocer las
fuerzas de mar y tierra con que contaba el Gobierno para la
defensa nacional, lo mismo que sus necesidades, después de
baber sido informada en sesión secreta del estado de la ha
cienda pública por el Ministro del ramo, creyó conveniente
solicitar del P. E. una relación minuciosa de los recursos béli
cos de que disponía y de la situación política del país, siendo
invitado a dar esas explicaciones el Secretario de Guerra y
Marina, brigadier general don Enrique Martínez.
Este distinguido militar, en vez de concurrir al seno de
aquel alto Cuerpo, juzgó más prudente .expedirse por escriti,
para que sus datos y manifestaciones fueran más explícitos y
concluyentes . El informe solicitado lo evacuó por medio dv?
la nota que transcribimos a continuación :
Honorable Cámara de RR. :
A consecuencia de vuestra honorable resolución de 14 del
corriente, el Ministro de la Guerra y Marina cumple con ?\
deber de poneros, hasta donde le sea permitido, al corriente
del estado en que actualmente se encuentra el Ejército y
Marina Nacional, de los recursos de que puede disponer, y
lo que a su juicio cree indispensable para poder poner en es
tado de respetabilidad a la República, preparando con antici
pación los elementos que deben servir a dar vigor por mar y
tierra a las fuerzas que si fuese necesario, se pondrán en si
tuación de repeler cualquiera tentativa de los enemigos de la
tranquilidad del Estado; no olvidando los señores Represen
tantes que los riesgos que amenazan al país requieren ocupar
se, con preferencia, de reunir los recursos que han de servir
algún día a mover y a dar impulso a las masas, y que esto
no puede hacerse improvisando en los instantes del conflicto.
Desde que se aceptó la guerra a que fué provocada la Repú
blica, no es desconocido a V. H. que S. E. el señor Presi
dente quedó encargado de su dirección, y desde entonces no
le ha sido dado al Ministro que suscribe conocer el plan que
GARIBALDI EN EL URUGUAY 288

S. E. haya adoptado en ella; sólo sabe algunos resultados 'le


la: maniobras que ha ejecutado el ejército, por los partes que
ba dirigido al Gobierno, y le es, por lo tanto, sensible no poder
dar más explicaciones en esta parte a los señores Representan
tes.
Por lo que respecta al personal y material de la parte del
ejército que tiene hoy 8. E. al otro lado del Uruguay, pue'le
asegurar que es de más de 3,000 hombres de las tres arma?,
con un tren de artillería bien respetable.
lín el departamento de Paysandú, existe una fuerza a las
órdenes del Comandante de él, que permanecerá allí como na
cuerpo de reserva para el ejército.
El general Medina ha sido nombrado comandante en jefe
'de todas las fuerzas que existen en los departamentos de cam
paña, y en consecuencia de ello y de las órdenes del Gobierno,
ha situado, desde Mercedes a Santa Lucía, partidas que cui
den la costa, vigilando que por ella no pueda realizarse nin
guna incursión. Se han proporcionado también armas y mu
niciones a los pueblos de Suriano, Mercedes y Colonia, como a
los departamentos de Maldonado y Cerro.Largo; a más. el ge
neral Medina está colocado en la costa de Santa Lucía, con
una fuerza que pasa de 400 hombres, estando en actitud de di
rigirse con ella a cualquier punto que sea preciso atender.
Se ha atendido también con armamento y otros equipos .a
diferentes divisiones, más o menos numerosas, de argentinos,
que han solicitado pasar a incorporarse al Ejército Libertador
que se organiza en Entre Ríos.
La Capital, a más de tener 400 hombres de línea, cuenta con
cuatro cuerpos de Guardias Nacionales, que se hallan en un.
'"ien pie de arreglo e instrucción.
La Escuadra se conserva según lo permite el estado de nues
tra Hacienda. Si ella mejora, el Ministro cree que nos pres
tará muchos servicios.
La parte militar de la Capital y de los departamentos, está
impaga en un período de tiempo muy largo, lo mismo que las
fuerzas navales. En el Parque y Comisaría no SP encuentra
más que en el primero pólvora; en la otra no hay un fusil,
una tercerola, un sable, fornitura, ni canana: tampoco artículo
alguno de vestuario, ni otros necesarios de Parque y maestra.i.
za. YA Ministro ha manifestado por varias veces este estado
284 SETEMBRINO E. PEREDA

de escasez, mas ha tenido que penetrarse de la imposibilidad


en que se estaba de poder llenar las necesidades de la guerra,
sino de un modo paulatino, y así es como se ha marchado.
Para restablecer y organizar las fuerzas que sirven a las
órdenes de S. E7., las de la Capital y departamentos, darle
nuevo ser a la Escuadra y ponerse en un estado tal cual lo de
manda la posición actual de la República, cr"ee vi que suscribe
necesitarse un millón de pesos al contado.
Al cerrar este informe, séale permitido al Ministro de GUJ-
rra y Marina haceros conocer, II H. Representantes, que una
de las armas de importancia hoy en el ejército es la infantería,
que en el caso de una invasión es preciso contar con una fuerza
de 4,000 infantes, al menos, para atender con buen suceso al
ejército y guarnecer la Capital : al Cuerpo Legislativo correspon
de proVeer el modo cómo ha de autorizarse urgentemente al Go
bierno, para disponer de los brazos que deben destinarse a for
mar aquella columna, con la cual se afianzará la libertad do
la República, no desatendiendo que la reunión y organización
de esta fuerza necesita doble tiempo que el que precisa la ea-
ballería, y que teniendo presente esta circunstancia, debe la
H. Cámara apresurarse a dictar la ley que convenga al llena
de este objeto.
El Gobierno. 1 1 II. Representantes, está instruido de cuan
to contiene este informe, y es con su autorización que lo poíe
el Ministro que suscribe a vuestra consideración, saludando
respetuosamente a la II. Cámara de Representantes.—ES¡ui-
QCE MARTÍNEZ.

Montevideo, 2Я de abril.de 1842.—Es copia del original.


Vicente.

Esta nota no figura publicada en el libro de actas de la Cá


mara de Representantes de la época a que nos referimos, tal
vez porque no recayó resolución alguna a su respecto, a pe
sar de haberse dispuesto que pasase a la Comisión Militar ,
pero el general Martinez la insertó en los diarios de Monten-
deo, acompañándola de unas líneas suplicatorias, fechadas •'!'
11 de noviembre del mismo año.
No obstante sus informes, por moción del diputado Herrera,
r.ARIBALDI EN EL URUGUAY 285

formulada el 30 de abril. en cuya sesión se di» cuenta de ello^,


se resolvió citar al Ministro de Hacienda a fin de que manifes
tase cuáles eran las necesidades que en esos momentos tení.t
la República, comparadas sus entradas con su gastos; y si re
sultaba déficit, cuáles eran los proyectos, arbitrios y recursos
que en su concepto podrían satisfacer esas exigencias, para ser
sometidos a su sanción.
El 9 de mayo siguiente, asistió dicho Secretario de Estaco
a la sesión de esa fecha, y el diputado moeionante dijo que el
mensaje del P.E. del 14 de abril expresaba las exigencias d:l
Erario, pero que no comparaba las entradas con las sali
das. ignorándose, en consecuencia, el verdadero déficit ; agreg )
que era indispensable se ilustrase a la Cámara sobre este par
ticular, porque sin las explicaciones del caso, ella no podría
adoptar resolución alguna, y que se le hiciese saber: primer),
el déficit entre salida y entradas, y segundo, los medios o re
cursos que debían adoptarse, por ser éstos los puntos de par
tida para la Comisión respectiva.
El Ministro de Hacienda, expuso: que si bien en el mensa
je del Poder Ejecutivo se detallaban los ingresos y 'egresos,
como los gastos no podían ser fijos en un año ni 'en un mes, no
era posible asignar el déficit, siendo por esa causa igualmente
eventuales las unas y las otras. De ahí que se manifestase en
el informe que las entradas no bastaban n cubrir las exigen
cias.
En su sentir, cien mil pesos mensuales no fijos, serían 'su
ficientes, haciendo uso de la economía, para atender todos los
gastos ordinarios y extraordinarios: y que esto le parecía bas
tante para que la Comisión se expidiera, máxime cuando en
el mensaje a que se había referido el diputado Herrera, pro
metió personarse y dar cuanto dato fuese necesario, a más de
que comparando los gastos del año anterior, podría expedirse
aproximadamente para los requeridos en aquellas circuns
tancias.
El señor Herrera preguntó dónde estaban los recursos. "De
los estados, -dijo, resulta que doscioitos veinticinco mil pesos
han sido las entradas mensuales en el próximo pasado año", y
añadió: " Extrajudicialmente ha sabido la Comisión que los
gastos ordinarios son setenta mil pesos. La diferencia es
ononne; y este saldo ha sido invertido en pagos. rentas, -coa
286 SETEMBR1NÜ E. PEREDA

tratos muy sagrados, que en el concepto de la Comisión no de


bieran ser alterados. En hora buena necesite el Ministerio los
doscientos veinticinco mil pesos para los gastos ordinarios y ex
traordinarios ; pero, para cubrirlos ¿hay recursos? De las ex
plicaciones resulta que todos los canales o medios con que ie
ha de cubrir están obstruidos, y se quería que el Ministerio la
manifestase, porque estos puntos han de ser la base para pr >.
porcionar los recursos. La salvación del país incumbe a tod:is
las autoridades. Así es que, si el Ministerio tiene proyectos,
que los presente, y si no los tiene, que lo avise para propo
nerlos la Comisión".
Ante esas manifestaciones categóricas del interpelante, el
Ministro de Hacienda se creyó en el caso de hacer presente
que los recursos a que podría apelarse eran de dos clases: la
una, cuya iniciativa naciese de los miembros del Parlamento;
y la otra, emanada del propio Ministerio: que de los primero»
nada podía decir; y en cuanto a los segundos, los expondría
en el seno de la Comisión de Hacienda, dando a la vez todas
las explicaciones que se le pidiesen. Sin embargo, prometió io
meter a su consideración un medio que se le había ocurrido,
y que sería materia de una exposición escrita. (1)
En la sesión del 12 se dió entrada a dos notas del referido
Secretario de Estado, a las que se acompañaba un proyecto de
ley sobre el aforo y abono de las mercancías que se introduje
sen por el puerto de Montevideo, y otro sobre papel sellado y
patente en general. Ambos pasaron a la Comisión de Hacien
da, con recomendación de la Presidencia de estudiarlos e in
formar a la mayor brevedad, y con prelación a cualquier otro
asunto, para proporcionar recursos al Poder Ejecutivo, según
consta en el acta correspondiente.
Dicha Comisión dictaminó sobre el primero de ellos en la
sesión del 17, siendo abocada su discusión al siguiente día. Al
ser considerado, el representante don Daniel Vidal se expresó
en los siguientes términos: "El proyecto del Ejecutivo que
con ligeras correcciones presenta a la consideración de la Ho
norable Cámara la Comisión de Hacienda, aconsejando la
adopción, es, sin duda, uno de los recursos que puede facilitar

fl) Acta número 3G de la Cátnain de Ui


(;ARIBAMU EX EL URIT.í'AY 287

los auxilios que tan premiosamente reclaman la libertad e in


dependencia nacional; pero si Vuestra Honorabilidad aprobj.
se aquél aisladamente, sin remover los obstáculos que deben
obstruir y debilitar sus resultados, quedaría burlada en sus
mismas esperanzas, y el Ejecutivo no podría jamás contar con
los recursos necesarios para atender y hacer frente a las pre
miosas exigencias de la gran crisis en que por desgracia nos.
vemos envueltos.
"Para salvar de ella, necesario es dejar al P. E. en pose
sión libre de tudas las rentas del Estado : esta proposición está
comprobada por el relato tranco que el mismo Ministerio de
Hacienda hizo en esta Cámara al reclamar un auxilio de
1 00.000 pesos mensuales cuando los . peligros eran aún más
remotos, indicando sin ningún disimulo su insuficiencia, lie
dicho, señores, que sin remover los obstáculos y dejar expedi
tas las rentas del Estado, no se facilitan los recursos que ne
cesita y reclama ('l Gobierno para poner a cubierto la inde
pendencia nacional, porque es demasiado luminoso el conven
cimiento que todos tenemos, que una parte principal del au
mento de rentas, que momentáneamente podrá producir la
adopción del proyecto presentado, refluirá en beneficio de
los que, dominados de una codicia, si no criminal, sin límites
al menos, es de tal especie que contra ella ha mucho tiempo
está pronunciada la opinión pública : quedando sólo, en con
secuencia, a la disposición del Ejecutivo una cantidad del
todo insuficiente para llenar las premiosas necesidades del
Estado y la H. Cámara en el descubierto de no haberle
facilitado los auxilios que con tanta exigencia le ha de
mandado. Prefiero de intento no ocuparme de las deducciones
a que el mismo proyecto subordina el aumento de las rentas
que' propone, porque ellas no pueden escapar a la penetración
de los señores Representantes, pues es una máxima estableci
da que no es, ni prudente, ni política la variación de los años
establecidos por la ley, desde que resultan de ella incalcu
lables perjuicios a una parte principal del comercio que for
maliza sus especulaciones sobre la estabilidad de aquéllas. Es,
pues, imperiosamente necesario que, para que se reporten to
das las ventajas que puede facilitar el proyecto, se acuerde si
multáneamente la suspensión de los empeños con que se ha
llan gravadas las rentas publicas por el Gobierno y codicia
288 SETEMBRINO E. PEREDA

sin límites de media docena de usureros, que, expiando los mo


mentos de apuro, han arrebatado aquéllas al Ejecutivo, asegu
rándose ilimitadas ganancias y obteniendo premios tan inim.
derados que han sublevado antes de ahora la indignación pú
blica. Queden, pues, pendientes éstos durante la terminación
•de la guerra, y páguese el interés corriente de plaza por los
capitales que aún se les adeudan. Cuando desaparezca, dismi
nuirán también las necesidades públicas, y entonces podrá
continuarse el cumplimiento de aquéllas. Por esta medida, ,•!
Gobierno reasumirá todas sus rentas, y podrá no sólo tener
recursos para salvar al Estado, sino también para dar el cum
plimiento debido a las leyes especiales establecidas para ga
rantir el crédito nacional, que es uno de sus primeros recur
sos, y a otras dirigidas a objetos no menos importantes, cuan
do unas y otras han estado en desuso y suspenso por el largo
período de dos y medio años; y cuando los interesados han
sufrido con resignación las consecuencias, ¿ podrá alguno t>x.
trañar que queden ahora en suspenso unos pocos contratos,
si no leoninos, usurarios al menos? Ciertamente que no; y no
trepido avanzar que esta medida recibirá el sello de la san
ción que con aplauso universal le dará la opinión pública. Pi
do, pues, en mérito de las razones aducidas, se suspenda la dis
cusión del proyecto que nos ocupa, y que se recomiende con
preferencia a la Comisión de Hacienda presente, con prefe
rencia a cualquier otro, uno que deje expeditas las rentas ge
nerales del Ebtado, como lo reclaman imperiosamente sus vita
les exigencias, para lo que hago moción en debida forma".
El señor Herrera se opuso a dicha moción, a pesar de haber
sido apoyada por otros representantes. Dijo que la sanción del
proyecto no ol«taba a ella, pues la Comisión aconsejaría los
arbitrios a que debiera recurrirse para llenar el objeto perse
guido. "Según los datos que se han podido tomar,—agregó,—
existen en el depósito más de dos millones de pesos: produci
rán aproximadamente de 400 a 500 mil pesos. Si de éstos han
de salir para llenar los compromisos de los contratistas, no
creo que la adopción se oponga. Por otra parte, nuestro .sis
tema de rentas es sumamente vicioso. No hay uno que no vea
ese desorden en la administración de Aduana. El objeto de
la ley es remover esos males y moralizar; porque la desmo
ralización de los empleados trae la general. La razón que so
GARIBALDI EN EL URUGUAY 289

Indica de que los que hoy saquen sus efectos de los depósitos
sean de mejor condición que los que han sacado antes, no ei
.en mi concepto, de gran peso, porque tan sólo extraen lo que
han menester. A más, es preciso reformar ese depósito, y por
algo se ha de empezar. El 8 ojo no iguala la ventaja de perci
bir las dos terceras partes de los derechos para hacer frente
a las exigencias públicas, por lo que me opongo a la moción,
sin perjuicio de presentar un proyecto que dé por resultado el
objeto de la moción hecha".
Arguyó el señor Vidal que para facilitar la marcha del Go
bierno era preciso que se le diesen recursos, y que éstos no se
obtendrían sino removiendo los obstáculos que tienen las ren
tas generales, a lo que replicó el señor Herrera que un proyec
to de ley de la naturaleza del que se trataba no debía impro
visarse, porque él lastimaría intereses particulares y genera
les, estando el P. E. privado de los unos y de los otros mien
tras se presente aquél, y que el de la Comisión de Hacienda
moralizaba y regularizaba, dando fuerza moral y cívica a di
cho poder.
Observó el señor Otero que la ley a sancionarse revestía ma
yor trascendencia que lo que parecía a simple vista, y que, por
lo tanto, no debía resolverse sin una seria meditación, para lo
cual era preciso tomarse tiempo; que el 8 por ciento no obli
gaba a que se sacasen los efectos ni estimulaba a retirarlos;
y que el uno por ciento, también propuesto, importaba una
anomalía, no siendo difícil, por esta causa, que el Gobierno
se equivocase en las entradas. En virtud de esos fundamento'?,
juzgó prudente que se postergase la consideración de ese pro
yecto por espacio de dos o tres días, y así se resolvió. (1)
El señor Herrera significó en la sesión siguiente haber cam
biado ideas con personas respetables, tendientes a introducir
en ese proyecto modificaciones de importancia, y que había
meditado lo bastante, para proponer, como así lo 'hizo, que
pasase de nuevo a estudio de la Comisión de Hacienda, Su
>noción fué votada afirmativamente.
El doctor Estanislao Vega, representante por el departa
mento de Cerro Largo, contemplando la situación económi.

(1i Acta numero ;i:i de la Cámara de Representantes.

Ü1RIBALDI— 1!i
290 SETEMRRINO E. PEREDA

ca del país y las exigencias apremiantes de la guerra, pre


sentó el siguiente Proyecto de Ley:
Artículo 1.° Queda suspendida la ejecución de los contratos
del Gobierno, celebrados bajo la responsabilidad directa de
las rentas públicas, por .el término de seis meses, contados,
desde la promulgación de esta ley.
Art. 2.° Comuniquese.

Montevideo, mayo 21 de 1842.


Vega.
• Su autor lo fundó, manifestando que la existencia de la
República, de la cual depende la de sus compromisos con los
particulares, estaba amenazada de muerte; que poseía inmen
sos medios para salvarse, pero que esos medios estaban emba
razados, y era, por consiguiente, como si no los poseyese; que
en la necesidad de emplear todos sus recursos con la más ente
ra libertad, debía suspender el cumplimiento de sus compro
misos y traer a sí el uso completo de su renta, enajenada ,>n
su mayor parte ; que este derecho lo tienen los particulares en
los momentos de apuro, y que no veía la razón de por qué no
lo tendría también la Nación.
"Por otra parte, agregó, es el medio más natural y menos
oneroso de que la República puede echar mano para habili
tarse de los recursos extraordinarios de que necesite. Los
acreedores de las rentas del Gobierno, si son justos, no podrán
menos quf aprobar esta medida : en primer lugar, porque ellos
deben concurrir como el hacendado y el propietario a soportar
las cargas de la lucha que se emprende para la salvación
común ; y eu segundo lugar, porque es el único medio con que
pueden salvar el éxito de sus mismos contratos".
En su concepto, cada Administración es frecuentemente
un Estado nuevo en el país, que no siempre reconoce los com
promisos del anterior, por ser casi siempre rival, en ¿.uyo mé
rito los acreedores del Gobierno no estaban menos interesados
en salvar la Administración que lo que lo estaba ella misma;
pero que si la Administración perecía, sucumbirían también
EUS créditos.
Basándose en estos argumentos, creía que suspender el
GARIBALDI EN EL URUGUAY 291

cumplimiento de los contratos del Gobierno era propiamente


salvarle., desde que la República necesitaba vivir, siendo .MI
vida la condición de existencia de todos sus compromisos.
Concluyó diciendo que ante la necesidad de salvar la Re
pública, todo interés personal debía callar, porque su interés
es el de todos, y la suspensión de sus pa¿:>3, para ser eficaz,
debía ser absoluta, puesto que en el instante que se reconocie
sen limitaciones, lejos de ser ésta una medida salvadora, sería
perniciosa para ella y sus acreedores, causa por la cual no de
bía pagar ni el interés de los capitales adeudados: tanto por
que el término de la suspensión proyectada era corto, cuanto
porque el pago de intereses haría ilusoria la nvedida en su
mayor parte, desde que muchos de los pagos se reducían abso
lutamente al de intereses. (1)
Habiendo pasado dicho proyecto a estudio de la Comisión
de Hacienda, ésta se expidió en forma contundente, asaz abru
madora.
Era dificilísima, sin duda alguna, la situación del Erario
público, como lo evidenciaron los oradores que tomaron parte
•en los anteriores debates; pero también era preciso contem
plar los principios constitucionales y el crédito del país com
prometidos en la ley proyectada.
¿ Puede un Gobierno desconocer las obligaciones legalmente
contraídas por su predecesor? ¿Y una medida de tal natura
leza, sean cuales fueren las razones que se invoquen y los apu
ros de las finanzas, redundaría, acaso, en benelicio de l.i
Nación 1
Estas y otras cuestiones no menos importantes surgían d'.l
proyecto del doctor Vega, y ellas fueron concienzudamente
abordadas por la Comisión dictaminante. Ese informe, redac
tado en términos patrióticos y severos, es una lección de moral
cívica y administrativa que puede ser provechosa para aque
llos espíritus débiles o irreflexivos, que competidos por la co
rriente de las innovaciones o d>e las complacencias, finieren ll •
vario todo por delante, ya desconociendo denei'hos adquiri
dos, ya legislando con arreglo a prácticas ajenas al ambiente y
a las verdaderas conveniencias nacionales.

(1! Acias de In Cámara de Rcprescntamcs, s-slAn dH 28 dc mayo d•• 1812.


292 SETEMBRINO E. PEREDA

VA diputado Vega gozaba de justa fama como jurisconsulto


inteligente y era estimado entre sus colegas de la Cámara, pe
ro ninguna de estas particularidades obstó para que la Comi
sión de Hacienda, en cumplimiento de su deber y con arreglo
a sus convicciones, aconsejase el rechazo de su proposición,
combatiéndola acremente.
No conocemos un caso igual en nuestros anales parlamenta
rios, ni aún en aquellos en que las pasiones políticas, hirvientes
como la lava de un volcán en erupción, se han sobrepuesto a
los dictados de la razón y la justicia. Por eso señalamos esa
dictamen a la consideración de los que nos hagan el honor de
leernos. Dice así :

H. Cámara de Representantes:

La Comisión de Hacienda ha examinado detenidamente !a


proposición que se ha hecho de que se declaren suspensos por
seis meses todos los contratos que hay pendientes con el Go
bierno : conociendo la Comisión todas las consecuencias que
podría producir la admisión o repulsa de esta moción, ha que
rido oir al Ministerio, y los conocimientos que ha tomado allí,
le han radicado en el juicio que había formado.
Cree la Comisión que el honorable autor ha partido del dato
que, no cumpliendo el Gobierno los contratos por los que se
han afectado algunas o las más de las rentas de Aduana, te i.
dría el Gobierno lo suficiente para atender a todos los gastos;
y que ha ti nido el deseo laudable y la buena intención de fa
cilitar al Gobierno los recursos que necesita para la defensa
del país; pero la Comisión siente tener que decir que el dato
es erróneo, y que el medio propuesto es funesto y perjudicial
al Gobierno, de cuantos pudieran imaginarse; y que en todo
caso, sería injusto, impolítico, contrario a los principios que ha
propagado y seguido el Gobierno actual, y que en estos mo
mentos es ineficaz.
Por estas consideraciones, la Comisión ha opinado unáni
memente proponer a V. H. que, por honor del país y para
establecer un antecedente solemne y proporcionar recursos .'.1
Gobierno, repela en general y absolutamente semejante pr>
posición .
La Comisión ha dicho que el dato de que supone ha partido
GARIBALDI EX EL URUGUAY 29J

el honorable miembro autor de la moción, de ser suficientes


las entradas de Aduana para todos los gastos, era erróneo, y
la Comisión se ha convencido de ello con dos sencillas obser
vaciones, cuya fuerza apreciará el buen sentido de los honora
bles Representantes. La primera consideración ha sido tu
rnada de un documento, oficial y clásico que la H. Comisión
tiene en sus mesas: el informe dado por el Ministerio de la
Guerra en el mes anterior: recuerde la 11. Cámara su conte
nido y diga si los productos de Aduana pueden bastar en el
estado presente de cosas.
La segunda consideración es que, aún suponiendo que esas
rentas sean suficientes, son graduales y paulatinas, entran ea
porciones pequeñas; que las necesidades son instantáneas, ur
gentes y de cantidades considerables: aunque el Gobierno
pueda contar con $ 200,000 al mes, sucede con frecuencia, que,
en un momento dado, en los primeros días del mes, por ejem
plo, cuando no hay recogidos sino diez, se precisan ciento ; que
necesita que un particular se los anticipe, y para esto necesita
del crédito, necesita de que los particulares confíen en que
cumplirá lo que ofrece.
Con este conocimiento y para excusar los enormes intereses
que. era inevitable pagar en los apuros, había preparado ':!
Gobierno trabajos y proyectos, fundados todos sobre el cré
dito, sobre la confianza que debe inspirar la fe pública y la
lealtad de los Gobiernos: y ese momento precisamente es "1
que se escoge para destruir el crédito por un golpe de auto
ridad, y poner al Gobierno en absoluta impotencia de dar un
paso para la defensa del país. Declárense suspensos los сoл-
tratos por 'seis meses, ¿y habrá un hombre tan necio para
creer que el contrato que hoy haga con el Gobierno será más
respetado que los hechos anteriormente y que la Cámara será
más fiel de aquí a seis meses que lo que es ahora? No hay ga
rantía, no hay seguridad bastante a volver la confianza que
destruiría la proposición en proyecto, y véase que no puede
hacerse una cosa más funesta y perjudicial al Gobierno -;n
estos momentos que privarle del único resorte que tiene que
tocar .
Pero, en cualquier otro caso, sería siempre esencialmente
injusta, inmoral, impolítica e indigna por lo mismo de la san
ción de una Asamblea que tenga el sentimiento del honor y
294 SETEMBRINO E. PEREDA

del pudor público. Suspender un .contrato en cualquier caso


por voluntad de una de las partes, es 'violar una obligación
que se ha contraído voluntariamente; y semejante violació>,
•en los particulares como en los iGobiernos, es una injusticia
que sólo se creen autorizados a cometerla los particulares y los
Gobiernos sin honor; y si tal violación se hace, después que sa
ha provocado y obtenido el contrato, como un servicio y un fa
vor, la violación entonces tiene el carácter de la más profiiuda
inmoralidad que las sociedades castigan con el descrédito y el
desprecio .
Cuando un Gobierno, como un particular, han tenido la des
gracia de caer en este estado, se colocan en la situación más
impotente y nula. La Comisión no ha podido considerar sin
pena que el honorable autor de la moción, entre otras razones
en que quiso fundarla, invocase la práctica que dijo habían ob
servado todos los Gobiernos, de desconocer y olvidar lo he
cho y pactado por los Gobiernos que les habían precedido. L.t
Comisión deplora tales antecedentes, que sólo servirán para
hacer ver al honorable Representante cuán funestos e impolí
ticos han sido semejantes actos, de los que la opinión ha he
cho justicia, imprimiéndoles una reprobación indeleble.
La Comisión no puede dejar de observar que el Gobierno
actual se ha abstenido en todas circunstancias, aún las nrís
apuradas, de imitar tan vergonzoso ejemplo, pues que ha re
conocido todas las obligaciones que le dejó el Gobierno ante
rior, y no podría, sin incurrir en la contradicción más absur
da, aceptar hoy una disposición que ha reprobado constante
mente.
La Comisión al empezar su informe ha asegurado que, aun
que' se descargasen las rentas de Aduana de las obligaciones
a que hoy están afectas, éstas no serían suficientes a los ga;t'is
que el Gobierno tiene; y para demostrarlo, la Comisión reco
mienda a la H. Cámara comparar el contenido del informe
del Ministerio de la Guerra con las entradas, para deducir de
esta comparación la insuficiencia en las rentas. Siendo esto
así, la suspensión de los pagos, que se propone, sería, sobre
injusto e impolítico, inútil.
Por 'todo ello, la Comisión ha propuesto a V. H. la res>.
lución que deja dicho.
líntretanto. la Comisión aprovecha esta oportunidad de sa.
GARIBALDI EN EL CKUGL'AY 295

Indar con su acostumbrada consideración a la II. Represen


tación .

Montevideo, may o :5O de 1842.

Itomán Cortés — Pedro A. de la Senia —


Hoque Gracerns — Juan M. Martínez.

Al considerarse este asunto en discusión general, el Repre


sentante don Daniel Vidal, dijo que la Comisión de Hacienda
destruye, en su informe, la base propuesta en la sesión del 18
•de mayo por el Presidente de la Cámara y aceptada por ésta,
de que dicha Comisión presentase un proyecto que dejara ex
peditas las rentas públicas ; proyecto que, de paso que facili
tase al Gobierno los recursos reclamados, no agravase los im-
pur-stos. no alterara las leyes, no desconociese los compromisos
contraídos, ni infiriera perjuicios a una parte del comercio fa
voreciendo la otra.
Opinaba, en consecuencia, que In Comisión de Hacienda no
•debió concretarse a aconsejar que se desechara un proyecto
aislado, movido tal vez por el propósito de recordarle el deber
•que le impuso ese alto Cuerpo.
El señor Vidal finalizó sus observaciones, haciendo prese'.i-
te que al usar de la palabra era su objeto reclamar el cumpli
miento de ese compromiso por parte de la Comisión dictami
nante, por lo que no entraba a ocuparse del fondo de su dic
tamen, y que lo que correspondía en su opinión, no era otra
cosa sino el rechazo del informe.
lil señcr Cortés hizo la defensa de la Comisión de Hacienda,
significando que al expedirse ésta, partió de los datos por ell.i
obtenidos del Ministerio sobre el estado de los fondos públi
cos. y que al aconsejar la repulsa del proyecto del doctor
Vega, había tenido en vista el honor del Gobierno, por la clase
de sus compromisos y la buena opinión que se merece la pro
pia Cámara, así como el orden y la forma en que estaban con
traídos esos compromisos.
"¿Se podrá, acaso, dijo, persuadir que los contratantes no
"hayan exigido garantías que les pusieran a cubierto de cuaí-
•quier revés? O, si no las hubieren obtenido, que no las hayan
transferido с puedan transferir a extranjeros, con quienes se
V9C> SETEMBRINO E. PEREDA

rá preciso entrar en polémicas promovidas en estas circuns


tancias por ellos y sostenidas por sus cónsules?"
Advirtió, por último, que la Comisión informante tuvo ..a
vista que el Gobierno había preparado trabajos y proyectos.
fundados sobre el crédito y sobre la confianza que deben ins
pirar la fe pública y la lealtad de los Gobiernos, lo que le afir
maba más en su convicción sobre la necesidad de que el pro
yecto de que se trata fuese desestimado.
El doctor Vega, que se encontraba presente, guardó el más
absoluto silencio, convencido sin duda de su error, que si bien
conceptuamos bijo de la buena fe y encaminado a obviar obs
táculos, partía de una base equivocada, de resultados contra
producentes en caso de haberse convertido en ley su referida
moción .
Las malas prácticas administrativas por él invocadas en su
favor, no podían cohonestar en manera alguna la violación
de contratos sagrados, contraídos por los Poderes públicos, ni
la mutación de los Gobiernos quita a los acreedores del Es'a
do el derecho de exigir el fiel cumplimiento de sus compromi
sos, puesto que es la Nación y no sus representantes legales
la que en realidad los contrae, y ella es inmutable.
Puesto a votación, resultó el rechazo del proyecto de ley de
la referencia. (1)
Respondiendo al mismo generoso propósito del doctor Ve
ga, aunque en forma distinta, 'el Ministro General propuso
el siguiente proyecto de ley en la sesión del 4 de junio :

Artículo único. Se autoriza 'por ahora al P. E', para pro


porcionarse hasta la suma ,de setecientos mil pesos sobre las
rentas de Aduana, estipulando la baja parcial o total de los,
derechos extraordinarios de importación y exportación.—
FRANCISCO ANTONINO VIDAL.

Su autor, que había concurrido expresamente al seno de la


Cámara, manifestó acto continuo que en nombre del Gobier
no recomendaba el pronto despacho del precedente proyecto..
invocando en apoyo de sus palabras la urgencia que había en

(lj Acias de In ráma«a de Representantes, se.sión del 1 ° de junio de 1S12.


GÁRIBAU>I EN EL URUGUAY 297

proveer al Ministerio de fondos, atonto a que las rentas (.le


la Nación estaban afectadas a pagos sagrados, a los apuros
apremiantes por que se atravesaba y a los medios escasos de
que disponía para atender a ellos. Dijo que se creía en el deber
de hablar a los señores Diputados con bastante claridad y
manifestar el estado del Tesoro; "porque aunque no es muy
bueno (textual) manifestarlo a los particulares, sí, lo es a
quien pueda poner remedio".
Respondiendo a ese fin. dió lectura .del diario de pagos he
cho por Tesorería desde el 17 de mayo al 4 de junio, resultan
do haberse satisfecho en diversas partidas $ 90.000. También
hizo conocer un contrato de vestuarios, celebrado con el señor
Frías, por la cantidad de $ 50,000, y otro de 8,000 capotes, so
bre los cuales ya se habían girado letras.
Agregó que era, preeiso, además, aprestar el equipo de
10,000 hombres, efectuar remesas a los Enviados Plenipoten
ciarios Ellauri y Magariños 'y al Presidente en campaña; ha
cer pagos al general Núñez; costear necesidades de la escua
dra y su equipo; y proceder a la compra de 2,000 tercerolas,
2,000 sables, 2,000 lanzas, 4,000 fornituras y 2,000 fusiles ; por
lo que esperaba se expidiese la Cámara con la .celeridad que
demandaba el imperio de las circunstancias. (1)
Este proyecto fué destinado a la Comisión de Hacienda, ].v
cual informó dos días después, en los términos que se verá .?u
seguida :

Honorables Representantes:

El proyecto de ley presentado por el P. E., para que se l.c


autorice, por ahora, para proporcionarse recursos hasta ¡a
suma de $ 700,000 sobre las rentas de Aduana, estipulando la
baja íntegra o parcial de los derechos extraordinarios de im
portación y exportación, es. una combinación, o más bien di
cho, el resumen de diferentes combinaciones en que se ha pro
curado consultar a la vez la necesidad de cuantiosas y urgen
tes erogaciones, la disminución de los gravámenes que consu
men el producto de las rentas por anticipación, la provisión de

(1) AcU número 48 de la Cáimna dc lieprcs. nümtes.


298 SETEMBRIXO E. TtllEDA

medios para atender a las necesidades ulteriores, que no seráa


ni menos dispensiosas, ni menos exigentes que las actuales,
ínterin dura la guerra, la regularidad en cuanto fuese posi
ble del servicio público, el interés del comercio y la lealtad del
Gobierno.
Inútil es decir que no puede arribarse a la conciliación :le
tan vastos y complicados objetos, removiendo todos los obs
táculos, allanando todas las dificultades y realizando todas
las esperanzas; pero se puede responder de que el Gobierno
ha concebido un plan de Hacienda, que teniendo por base la
más' religiosa economía, se irá desenvolviendo gradualmente
y con dependencia de los sucesos que por su eventualidad
harán más o menos felices los resultados de las operaciones
meditadas. Es en esta intención que dice por ahura el pro
yecto que se ofrece a la consideración de la H. Cámara: pero
por lo pronto, proporciona una anticipación sin premio de
70('.000 pesos sobre las mismas rentas, que están destinadas ->
cubrir las necesidades comunes.
Su mayor parte se empleará en las atenciones urgentes de ln
guerra y del servicio público, y el resto para negociar la ex
tinción de los compromisos que gravan las rentas de Aduana:
de modo que. concluido el período en que esa antipación se
haya convenido, se puede ejecutar sobre las rentas libres una
operación que haga más ciertos y regulares los ingresos y más
moral la administración de este ramo, el más valioso del Te
soro nacional.
La medida propuesta no puede subordinarse a reglas fijas
sobre el modo de su ejecución, porque hay que transigir de
rechos individuales, y conciliar diferentes géneros de interés.
El Poder Ejecutivo se hace, por tanto, un justo honor pi
diendo hasta cierto punto un voto de confianza, pero dentro
de los límites que él mismo se ha |>rescripto.
La suma no excederá de 700,000 pesos, y la acción discrecio
nal no so ejercerá sino sobre el impuesto extraordinario. Es
tas restricciones son calculadas como garantía del buen uso
que se hará de la autorización, y en el interés de la misma ope
ración.
Para poder 'formar la Comisión de Hacienda estos concep
tos, no ha cesado de ocuparse de la materia, así para su encar
go peculiar, como con motivo de las diferentes mociones que
GAlilBAUH EX EL URUGUAY 299

se han pasado a su dictamen, después de haberse instruido en


s,:; repetidas conferencias con el Ministro (íeneral, de los in
convenientes que presentaban otros arbitrios, y de las ven
tajas del que se propone adoptar. Si su éxito corresponde a
las esperanzas que hacen concebir las insinuaciones benévo
las del comercio, y la razonable deferencia de los acreedor« s
del Estado, la Honorable Cámara podrá lisonjearse de qu,?,
prestando su cooperación al Ejecutivo, le habrá proporciona
do los recursos extraordinarios de que necesita en las circuns
tancias, no sólo sin nuevos impuestos, sino disminuyendo los
existentes a la par de los gravámenes que afectan la más con
siderable porción de rentas, y preparando las vías de regula
rizar su administración.
Así la Comisión concluye aconsejando que se adopte sin va
riación el proyecto, y aprovecha esta nueva ocasión de reite
rar a sus honorables colegas sus acostumbrados respetos.

Montevideo, junio 6 de 1842.

Pedro de la Sm>a — Juan M. Martínez —


c Cruceras — ¡¡ainón Cortés.

Puesto en discusión general, observó el Representante por


Canelones, don Eugenio Fernández, que creía innecesaria 'a
autorización pedida por el 1'. E., por cuanto éste se hallaba
autorizado, por resolución del 7 de mayo de 1839, para usir
de un crédito de % 4.000,000.
Su colega por Maldonado, señor Cortés, reputó que si bi..u
era cierto lo afirmado por aquél, las circunstancias habían
variado, y que el Gobierno solicitaba se le proporcionasen re
cursos tan sólo sobre las rentas de Aduana, mientras que la
ley invocada lo faculta para usar un crédito mayor.
El señor Fernández observó entonces que la autorización
de que se trata debía entenderse para estipular la baja total
o parcial de derechos, pues en cuanto a la cantidad, como aca
baba de recordarlo, el P. E. se hallaba autorizado más am
pliamente que lo que se pretendía por el proyecto en debate.
El diputado por Montevideo, doctor Sagra y Périz. cerró
la discusión, haciendo notar que según resultaba de las ideas
30i.) SETEMBRINO E. PEREDA

expuestas, la oposición n0 se dirigía al fondo del proyecto, y


que él, lejos de atacarlo, lo apoyaba; que dándose por supues
to que en mayo de 1839 hubiera sido autorizado el Gobierno pa
ra usar de un crédito de $ 4.000,000, era laudable sobremanera
el homenaje que tributaba a la Cámara pidiéndole lo autori
zase para proporcionarse recursos hasta $ 700,000 sobre las
rentas de Aduana; que ésto era una prueba de su delicadeza
y que deseaba marchar según la Constitución lo prescrib'.'.
siendo, además, una garantía para los que entrasen nueva
mente en contratos con el P. E., después que se han pronr .
vido en el recinto de la Cámara proyectos para la supresión
de los que anteriormente se 'habían hecho; y por último: que
sería aún más ventajoso para los contratantes y un nuei >
motivo para esperar que el contrato fuese más benéfico; por
que en el cálculo del interés entraba el riesgo del cumpli
miento, y porque por el Cuerpo Legislativo se destruía esta
duda sancionando el proyecto del señor Vidal.
Después de estas manifestaciones, fué votado en general y
particular en los mismos términos que lo había propuesto ,?1
P. E. en la sesión 29.a del 4 de junio. (1)
El Senado cometió al doctor Santiago Vázquez el estudio e
informe de dicho proyecto, quien dictaminó con fecha 8, acon
sejando su adopción tal cual lo había sancionado la otra ra
ma del Cuerpo Legislativo.
"Una sola consideración, decía, ha conducido al Comisio
nado : la urgente necesidad de fondos combinada con la crisis
de los negocios públicos ; y esta consideración la ha juzgado
omnipotente ; por eso, sin descender a un examen minucioso,
os aconsejo, señores Senadores, que otorguéis el voto de con
fianza que el proyecto importa y que ha solicitado el P. E."
Al ser tratado en discusión particular, el señor Sierra re
cordó que el anterior .Ministro de Hacienda había presentado
un proyecto, por el cual se arbitraban $ 500,000 a los misuu s
fines perseguidos en el que acababa de informarse, agregan
do que ese proyecto estaba rezagado en la Cámara de Repre
sentantes, y que era de opinión que el miembro informante
lo examinase también, y después de parangonar uno y ott'o.
aconsejase cuál de los dos era más asequible y conveniente.

(1i Acta m'nnero SO de la Cámaia de Representantes, correspondirnte al 7 de junio de 1842.


GARIBALDI EN EL URUGUAY 301

El comisionado de Hacienda, replicó que su dictamen obe


decía a las causas en él expuestas, porque cualquier medida
(iue importase una demora, estaría en contradicción con la
baja y con los intereses sagrados de la Patria. "El proyecto,
dijo, es un voto de confianza que el Ejecutivo solicita, y os t>>.
.ca, Honorables Senadores, otorgarlo sin descender a otras
.consideraciones"; y terminó su breve alocución con estas pa
labras: "insisto por eso en mi dictamen".
Como el señor Sierra persistiera, diciendo que abrigaba la
confianza de que el doctor Vázquez podría fácilmente expo.
•dirse dentro de 24 horas, término este que en nada podía per
judicar el objeto tenido en vista, el interpelado contestó que
si así se resolvía, baria cuanto estuviese en sus alcances para
examinar y comparar el 'proyecto por él informado y el traí
do a colación; pero que preveía que en último resultado se
babría invertido un tiempo precioso, y embarazado el P. E.,
para parar en el proyecto que se discutía ; que. por otra par
te, el mencionado por su colega preopinante, produciría o no
$ 300,000 o $ 400,000, pues su resultado era incierto en can
tidad y tiempo, mientras que el segundo era más pingüe, más
seguro, de una acción más positiva y .poderosa; .que si des
cendiese a detalles, uno y otro presentarían inconvenientes
graves, pero menores que los que arrastraba tras sí la situa
ción de esa época, no habiendo más tiempo que para un voto
de confianza.
El doctor Vázquez, con su habilidad característica, finalizó
su dúplica, exclamando: "Mirabeau. el grande emulo d3
Necker, propuso, obtuvo lo mismo para éste Ministro, porque
la urgencia no permitía examinar sus vastos e importantes
proyectos",
Don Gabriel Antonio Pereira, si bien era de parecer que
debía facilitarse en todo. lo posible la acción del P. E., pro
puso que se pasara a cuarto intermedio, a fin de que los miem
bros del Senado, en unión del informante, cotejasen ambos
proyectos, máxime cuando el del señor Vidal era vago, nada
más que un voto de confianza, que sólo en circunstancias co
mo la que se atravesaba, podía darse.
El señor Sierra reforzó su argumentación, manifestando
•que el primitivo había sido el fruto de datos precisos y de los
.conocimientos y práctica necesarios para formarlo por parte
302 SETEMBRIXO E. PEREDA

del ciudadano a quien había subrogado en el Ministerio el s-_>.


ñor Vidal, y que este último tal vez no había tenido en cuen
ta esos antecedentes por svi reciente ascenso al Ministerio.
El doctor Vázquez replicó que la cuestión suscitada tenia
dos aspectos: conocimientos teóricos o facultativos, y conoci
mientos prácticos; que los primeros debía suponerse que am
bos Ministros los poseían igualmente, y que los puntos en que
se reconociesen necesitados a buscarlos, lo harían en sus !•.
bros o en el consejo de inteligentes: que los segundos, que na
cen en este caso del contacto con los comerciantes y con las
transacciones, uno y otro los adquirirían por medio de la Co
lecturía ; que el Colector era el que poseía esos antecedentes,
y a quien sin duda se habría consultado sobre el particular.
"Yo sé bien, agregó, que descendiendo a ese examen, hau
de encontrarse inconvenientes en amllos, aunque creo mayo
res los del primero; pero no me opongo; antes, apoyo que sé
pase a cuarto intermedio, si se cree obtener mejores ilustr >.
ciones".
Así se hizo, y vueltos a Sala, después de haber oído las ex
plicaciones que le fueron solicitadas al Ministro Vidal en j1
cuarto intermedio, pidió la palabra el doctor Vázquez y dij > :
"Habéis visto, señores Senadores, y examinado el proyec
to primero : ha resultado lo mismo que yo anuncié, y que res
pecto del que se discute, las explicaciones hechas por el Mi
nisterio han desvanecido los principales obstáculos y obje
ciones.
"El proyecto no altera la ley, porque la rebaja, o más bien,
el premio que se otorga a los prestamistas es sólo para la
amortización del empréstito que se verificará en tres o cuatro
meses, sin producir, .por consecuencia, alteración en los mer
cados distantes.
"No lastima la responsabilidad de los consignatarios, por
que la anticipación es de crédito y no de numeración; y como
los vales del empréstito han de girarse a seis meses, el resul
tado es que lejos de anticipar fondos, 'habrán pagado los co
merciantes a su vencimiento mucho menos cantidad de nj.
merario que la que habrían desembolsado.
"No es ya un voto de confianza, cuyos detalles quedan al
arbitrio del Ministerio, porque él ha fijado la rebaja de una
manera uniforme y general. y este es el punto de partida pa.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 303

ra denominarlo así . o sólo queda al Ministerio aquella parte


de ejecución que no puede abrazar la ley. Por tanto, insist:i
en mi dictamen".
No habiendo quien tomara la palabra, se votó el artículo y
quedó sancionado, tal cual lo aconsejara el doctor Váz
quez. (1)
Estas controversias, aunque templadas, denotadoras de una
sinceridad patriótica, las declaraciones categóricas de las Co
misiones informantes, la firmeza demostrada por sus miem
bros y el sometimiento de todos al imperio de la razón, que a
nadie lesiona y. que siempre dignifica en el terreno de los
principios y de la lógica, son dignos de admiración y respeto,
demuestran la independencia con que se procedía en aquellos
tiempos y la buena fe que guiaba los actos de los padres de
la Patria, a pesar de la influencia del ambiente, formado por
el choque aún latente de las pasiones políticas.
Se anhelaba apartar del camino cualquier obstáculo maléfi
co, se quería' coadyuvar al mejor éxito de la marcha econó
mica y administrativa del país; unos y otros, dejando de la
do disidencias surgidas en la lucha de la víspera, aspiraban
al bienestar de la República, seriamente amenazado por la cu
chilla de la mazorca, y no hacían cuestión de círculos, ni de
afecciones personales, sino 'obra de varones fuertes, inaccesi
bles a los sentimientos egoístas, pequeños y repudiables cuan
do se oponen a la salud pública, a la salvación del crédito y
a la estabilidad de la madre couiún.
Tor eso el diputado Vega, ciudadano ilustrado y de fibra, se
inclinó mudo ante los anatemas de moral cívica y adminis
trativa lanzados contra su proyecto de ley por la Comisión
de Hacienda, no obstante la severidad de los conceptos por
ella vertidos. Es que le guiaban miras altruistas y, por lo
tanto, no podía tomar como un ataque a la dignidad del au
tor lo que sólo se dirigía a determinar el rechazo de una idea,
sana sin duda, pero inaceptable por los intereses que lesiona
ría su sanción y lo ¿ontraprodueente de sus efectos.

El 12 de febrero de 18.10, había sancionado la Cámara de


Representantes un proyecto de ley acordando distintas re.

(1) Acia» do la eámam «íe Sonadores, (ici 10 do junio de 1842


304 SETEMBRINO E' PEREDA

compensas a los vencedores de Urquiza en la heroica acción


del 29 de diciembre de 1839, sin que la Comisión Militar del
Senado diese señales de vida, a pesar de tratarse de un asun
to de palpitante interés nacional, encaminado a estimular los
esfuerzos del ejército patrio, que ese día se cubrió de gloria,
sembrando el pánico y la vergüenza en las filas contrarias, man
dadas en jefe por un general extranjero, por más que en ellas
figurasen también algunos militares orientales, que con su ac
titud hacían muy poco honor a su país.
Don Pedro P. de la Sierra, encargado de dictaminar, lo hi
zo en IMS siguientes términos, dos años después:
Honorable Cámara de Senadores :
El miembro informante de la Comisión Militar, encargado
de dictaminar sobre el Proyecto 'de Ley que ha remitido 'a
Honorable Cámara de Representantes, relativo al premio que
na de darse a los vencedores en la gloriosa acción de Cagan.
cha, lo encuentra en su esencia digno de la aprobación del
Cuerpo Legislativo; pero al mismo tiempo se ha persuadido
que el pioyecto, tal cual lo sancionó aquella Honorable Cá
mara, no llena suficientemente el sagrado objeto de retribuir
del modo posible la deuda que la Nación ha contraído con sus
heroicos defensores.
Por lo mismo, ha creído necesario adicionar aquel proyec
to con algunos artículos, cuya simple lectura hará 'notar su
conveniencia a los señores Senadores para complemento .ie
las miras que la Honorable Cámara de Representantes ha te
nido en vista.
Dos de los artículos con que la Comisión se ha permitido
adicionar dichos proyectos, tienen por objeto hacer una jus
ta distinción entre el premio que debe acordarse al General
en Jefe y Generales del Ejército, y el de las demás clases
subalternas, distinción que no debe olvidarse en una ley de
esta naturaleza, atendiendo a la alta categoría que invisten
el primero y los segundos.
En los artículos 8.° al 12 inclusive, se ha propuesto el miem
bro informante establecer un pueblo en el mismo lugar en que
se consiguió aquel triunfo p*or las armas orientales, cuyos po
bladores deban ser los mismos que expusieron sus vidas para
salvar la República de una invasión extraña y bárbara a la
.vez.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 305

Ha creído también justo conceder a aquellos bravos y a sus


sucesores el privilegio de fomentar cou su industria dicho
pueblo, sin ningún gravamen durante el término de veinti
cinco años.
El miembro informante considera que el premio a que ellos
se hicieron acreedores debió ser una pensión vitalicia ; pero
al mismo tiempo no puede desconocer que el estado de nues
tro Erario no permite erogaciones de tal tamaño, ni podrí t
soportarlas en muchos años.
La Nación ha hecho .grandes sacrificios para conservar .ш
independencia : muchos más le restan que hacer en la invasión
de que hoy se ve amenazada; por consecuencia, sería impru
dente pretender recargar las rentas con un peso que no po-
-drían soportar en tiempos tranquilos, y mucho menos en cir
cunstancias tan urgentes como las que nos rodean.
Nada hay. pues, más equitativo que lo que se 'propone en
los expresados artículos. pues que en ellos se consultan, ade
más de la economía, dos objetos esenciales: primero, premiar
a los vencedores de Cagancha; segundo, establecer un nuevo
pueblo, cuya -sola denominación recordará eternamente uno
•de los más grandes días de la Patria.
También considera dignos de la sanción del Honorable Se
nado los artículos 13 y 14 del nuevo proyecto.
Todos los departamentos del Estado tuvieron parte en
aquella memorable jornada, y es de rigurosa justicia conce
derles al menos una enseña que no s'ólo les recuerde las glo
rias que allí adquirieron, sino que también les sirva de estí
mulo para correr a la pelea, toda vez que la Patria peligre y
sea necesario conservar ileso el nombre de Bravos Orientates.
La Comisión cree innecesario extenderse más en este infor
me, porque está persuadida que no escaparán a la penetra
ción de los señores Senadores todas las razones de política y
<le conveniencia que aconseja la sanción del proyecto tal cual
tiene el honor de presentarlo.
Sólo añadirá, por último, que en las circunstancias en que
•hoy se encuentra la República, es de suma importancia dar
este testimonio de que la Patria nunca olvida los esfuerzos
•que para salvarla han hecho y harán siempre sus heroicos de-
,fensores .
OABIBAI.DI — 2n TOHO I
30l) SETEMBRINO E. PEREDA

Tales son las razones que han impulsado a aconsejar a Vues


tra Honorabilidad la adopción del proyecto, sin perjuicio de
las correcciones que en el curso de su discusión tengan por
conveniente proponer los señores Senadores.

Montevideo, junio 1.° de 1842.

Pedro P. de la Sierra.

He aquí el proyecto sustitutivo a qne se refiere el informe


precedente :
Artículo 1.° La victoria de Cagancha será celebrada en to
dos los pueblos de la República con una solemne acción tb
gracia al Todopoderoso; y su aniversario, será día de fiesta
cívica ordinaria como el 18 de Julio.
Art. 2.° Son beneméritos de la Patria, y con este título se
rán distinguidos por un diploma dado por el P. E., todos los
individuos que se hallaron en aquella gloriosa acción, -y que
con certificados de sus jefes respectivos, visados por el Pre
sidente de la República, General en Jefe del Ejército, acre
diten haberse dignamente comportado en ella.
Art. .4.° Los comprendidos en el artículo precedente que no
perteneciesen al Ejército permanente, podrán en todo tiempo
usar el uniforme respectivo; y todos traerán al lado izquier
do del peoho, pendiente de cinta roja, una medalla de oro los
jefes, de plata los oficiales, y de bronce las clases inferiores,
costeadas por el Erario Nacional.
La figura de la medalla será oval, de peso de media onza;
en su anverso, tendrá en el contorno esta inscripción : La Re
pública Oriental del Uruguay. En la parte superior, una co
rona de laurel, y bajo de ella el lema : Al vencedor de Cn-
tlancha. En el reverso, una orla de palma y roble, y en medio
dirá, en letra: En veinte y nueve de diciembre de mil ochocic»-
tos treinta y nueve.
Esta medalla será acompanada con el diploma de que se
habla en el artículo anterior, a cada uno de los agraciados
Art. 4.° Al Presidente de la República, General en Jefe del
Ejército, se le designa una medalla con los mismos lemas, pero
su peso será el de una onza, guarnecido de brillantes, y una
OARIBALDI EX EL URUGUAY 307

espada con vaina y puño de oro; llevando un gran topacio en


la parte superior del puño ; en la hoja tendrá escrito en un
lado estas palabras: La Asamblea General de la República
Oriental del Uruguay, y en el otro: Al vencedor de Caganchu
en diciembre de 1839. Gozará, además, de por vida, el trata
miento de Defensor Heroico de la Independencia ij Cutistitu.
ción de la li'epublica.
Art. 5.° La espada a (|ue se refiere el artículo anterior, se.
rá puesta en manos del General en Jefe, por el Presidente d.'
la Asamblea General, que reunida el día que ella acuerd..',
lo llamará a su seno, y como una demostración de gratitud
por parte de la Representación Nacional, se hará la entredi
de la espada.
Art. 6° Los brigadieres y coroneles mayores que se hubie
sen encontrado en dicha memorable batalla, llevarán igual
mente una medalla del mismo poso que la del General en Je
fe, guarnecida de rubíes finos; y una espada de vaina y (Mi
ño de oro, en cuya hoja se leerá por un lado: Al vencedor ,/»•
t'aya>icha, y por el otro, Veinte >t inieve de diciembre de ítf.W.
Estas serán presentadas a dichos generales por el P. Iv.
Art. 7.° Son igualmente acreedores al premio acordado, to
dos los jefes y oficiales y tropas pertenecientes al Ejército,
que no se hallaron en la expresada batalla, a causa de estar
empleados en comisiones de importancia por el General en Je
fe, cuya clasificación será del cargo del mismo General en
Jefe.
Art. 8.° Se autoriza al P. E. para comprar una legua. o
más, si fuese necesario, de terreno, en el punto que se 'dió la
batalla el 29 de diciembre de 1839.
Art. 9.° En el local que se señala ;.n el precedente artículo
se establecerá un pueblo con el título de Cagancha, y en su
plaza principal se levantará una pirámide o una columna, en
cuyos frentes se inscribirán en mármol los nombres del Ge
neral en Jefe y jefes de división del Ejército que tuvieron
parte en aquella acción.
Art. 10. El P. E. distribuirá los solares del pueblo entre el
General en Jefe y jefes de la división del Ejército, y la par'e
de chacras entre la tropa, en la forma que sea posible.
Art. 11. El Gobierno costeará el templo que debe estable
cerse en el pueblo de Oagancha, así como un establecimiento
de educación primaria.
308 SETEMBRINO E- PEREDA

Art. \'2. Todos los ciudadanos que se establezcan en aquel


pueblo, quedan exceptuados por veinticinco años del pa
go de patentes; así como los carruajes de su vecindario de
toda especie de contribución o derecho durante el mismo tér
mino de veinticinco años.
Art. 13. Para recuerdo eterno del triunfo obtenido en Ca-
•gancha, se costeará por el Erario público un estandarte par
ticular para cada departamento del Estado, en el cual se ve
rá por una parte las armas de la República en bordado •le
realce, y en su contorno, el nombre del pueblo cabeza del de
partamento; en otra parte, «»a corona de laurel en el centro,
y en sus costados, esta inscripción: Vencimos en Cagaucha A
veinte ¡i nut'vc de diciembre de 1839.
Art. 14. Ml l'. E. designará el color del estandarte de cada
uno de los departamentos. el cual deberá conservarse en de
pósito en el Juzgado Ordinario, de donde sólo saldrá para co
locarse en el templo el día de su aniversario, o en el caso que
saliendo a campaña toda la Guardia Nacional del Departamen
to pidiese conducirlo a su frente para cualquiera aeción de
.guerra contra enemigos extraños.
Art. 15. El P. E. reglamentará esta ley en la forma que
-considere arreglada.
Comuniquese, etc.—Sierra.
Al considerarse el artículo 4.°, observó el doctor Vázquez
que le parecía más propio poner en lugar de la frase que di
ce "un gr;:n topacio", u »a piedra preciosa, siendo aprobado
•con esa modificación.
Al tratarse del artículo 8.°, el señor Chucarro manifestó
que estimaba conveniente se introdujese en él una reforma
encaminada a llenar más satisfactoriamente el objeto de la
ley, es decir, que en vez de fijarse la cantidad de terreno que
debía adquirir el Ejecutivo, se le autorizara para que com
prase el que creyera necesario; pero apercibido el Senado de
que el artículo 9.° tenía relación con el 8.°, propuso la Presi
dencia one se pasase a cuarto intermedio a fin de darles una
nueva redacción que evitara toda redundancia.
Vueltos a Sala, el doctor Vázquez, encargado de informar
in roce, expuso que había creído llenar la misión que acababa
de encomendársele, proponiendo, en cambio de los discutidos,
los artículos siguientes:
GARIBALDI EN EL URUGUAY 3Ü9

Art. 8.° Se autoriza al P. E. para comprar el terreno


necesario en el punto en que se dió la batalla el 20 de diciem
bre de 1839, con el objeto de establecer un pueblo con el títu
lo Cagancha.
Art. 9.° En la plaza principal de dicho pueblo, se levan
tará una pirámide o columna, en cuyos frentes se inscribirá :i
en mármol los nombres del General en Jete y Jetes de Divi
sión del Ejército que tuvieron parte en aquella acción.
Estas modificaciones fueron unánimemente aceptadas.
Al tratarse el artículo 12, el mismo senador hizo notar quj
era demasiado el tiempo que en él se les acordaba a los po
bladores como excepción del pago de patentes, etc., y que, par
lo tanto, proponía se redujese tan sólo a 20 años, contados
desde la promulgación de la ley.
Agregó, sin embargo, que esa concesión únicamente debería
extenderse a sus primitivos ocupantes.
El referido artículo fué votado con esa variación, pues las
palabras del doctor Vázquez no fueron impugnadas por nin
guno de sus colegas.
En cuanto a los demás proyectados, la Comisión los retiro,
por considerarlos innecesarios, según las propias palabras de
su miembro informante.
En consecuencia, el Presidente anunció a la Sala que que
daba sancionada la ley de premios a los vencedores de Cagan
cha (1) ; pero desgraciadamente, dicha ley no pasó de un pro
yecto generoso y justiciero, pues las adiciones introducidas
por este alto Cuerpo, fueron causa de que pasase nueva viente.
a la Cámara de Representantes, y a pesar de haberse dado
cuenta de ellas en la sesión del 16 de julio, la Comisión de
Legislación no se expidió nunca a su respecto.
El 14 del mismo mes, el doctor Vázquez manifestó que em.
'pero la urgencia de esos momentos, se resolvía a hacer una
moción que tiempo ha había meditado; pero que alimentando
siempre la esperanza de que su objeto sería satisfecho sin que
ella tuviese lugar, retardó indefinidamente su presentación.
No obstante, iba a formularla, porque en el asunto que la mo
tivaría se hallaban inmediatamente interesados el crédito y
el honor del Cuerpo Legislativo.

(1) Cámara d'> Sanadores, sesión del 5 do julio de 18¡2.


810 SETEMBRINO E. PEREDA

Recordó que hacía varios meses se .había sancionado un.i


ley de vital importancia para el país sobre una contribución
de $ 600.000, estableciéndose en ella como medida preliminar
el empréstito forzoso de $ 300.000, repartidos entre los co
merciantes y propietarios nacionales: agregó que se contrajo
entonces el compromiso solemne de llevar a efecto sobre ba
ses regulares aquella contribución, con la cual había de pa
garse el empréstito verificado, subsanándose de ese modo,
no sólo el recargo de las dos clases gravadas, sino las desi
gualdades o defectos a que necesariamente estaba aventurada
la cotización; y que el no cumplimiento de aquel compromi
so, unido al silencio notable .del Cuerpo Diplomático, produ
ciría sin duda una impresión fatal sobre esta clase de obliga
ciones, afectando el crédito nacional, mucho más si por des
gracia ocurriesen nuevos apuros que forzasen a servirse de
él. Finalizó sus observaciones el doctor \Tázquez, mocionando
en el sentido de que se hiciese saber a la Cámara de Repre
sentantes que el Senado, en la sesión de que se trata, había
tenido presente el compromiso contraído por la ley de 15 de
noviembre de 1841, relativamente al empréstito forzoso de
$ 300.000. resolviendo, a la vez, se le comunicase este re
cuerdo.
El señor Chuca rro objetó que si bien esta moción había
sido apoyada unánimemente, y podía, por lo tanto, ser toma
da en consideración, juzgaba pertinente que ella fuese
discutida y resuelta en la sesión próxima, ya porque en eso
lapso de tiempo podría meditarse con más calma y madurv,
a su respecto, ya por lo avanzado de la hora.
Aceptado este temperamento, fué considerada el 15, san
cionándose sin discrepancia alguna en ambas discusiones, y
el 16 se le dió entrada en la Cámara de Representantes,
habiendo pasado a informe de la Comisión de Hacienda.
Podría suponerse que la indicación del senador Vázquez
obedecía a un espíritu de hostilidad haeia la otra rama del
Parlamento; pero no fué así, sin embargo. Espíritu culto,
miraba siempre con altura las cuestiones de Estado, y en el
caso ocurrente, su actitud sólo respondía a un sentimiento
patriótico, como se desprende dt sus propias palabras. Le
interesaba el crédito del país y lo consideró comprometido
con la demora que venía sufriendo en la Cámara de Repre.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 311

sentantes el asunto que originó su moción y atinadas conside


raciones.
Se puede, como entonces. mantener la más perfecta
armonía entre ambos altos Cuerpos; pero ello no. obsta para
que éstos se hagan cordialmente las indicaciones que estim.m
oportunas, en homenaje al bien público, cuando se trata de l'i
sanción de leyes que afectan el buen nombre y el honor de
la Nación.
Ya que el Poder Hjecutivo, por desidia o por escrúpulos,
no reclamaba el cumplimiento de la promesa legislativa recor
dada, era preciso que en el recinto en que ella nació se alzase
alguna voz que. como la de Cristo a Lázaro, dijera también:
¿Levántate y anda!
II
SUMARIO:—La prensa corrsntina.—Operaciones en San José.—De
rrota de la vanguardia de Urquiza por la división d:l coronel
Blanco.—Honores fúnebres en Mercedes a los sacerdotes Vi.
llafañe. Cabrera y Frías, sacrificados por Rosas.—Resultado
de los movimientos concéntricos de las divisiones correntines
y fuerzas del general López.—Visitas al general Rivera en su
quinta del Arroyo Seco.—(Apreciaciones del "Britannia".—
Pronunciamiento del ejército..—Adhesión del coronel Báez y
sus oficiales a las manifestaciones de sus demás compañeros de
armas.—En honor del 18 de Julio.—Revista de la guarnición.—
Brindis elocuentes y patrióticos cambiados a raíz do ella ín
el recinto legislativo.—Palabras afectuosas de Mr. Mandevi.
lle.—Saludos al general Rivera por los jefes y oficiales de la
guarnición.—Nombramiento del coronel Possolo de comandan
te general de armas.—Nuevo triunfo de la división Blanco.—
Los coroneles Gavina y Quintana baten una fuerza enemiga en
el arroyo de la China.—TJkase del Gobernador Ai Catamarca,
Gregorio Segura, poniendo fuera de la ley a hombres y a mu
jeres.—Aumento de la fuerza de infantería del ejército de ope
raciones de la República en Entre Ríos.—Proclama del Gobsr.
nador Ferré a sus compatriotas.—Desbande de los federales on
Entre ^íos.—Demostraciones que se le hicieron en el Salto
Oriental al Gobernador de Santa Fe.—Creación del batallón
de infantería de línea número '3.—Asesinatos de prisioneros on
Salta y Tucuman.

Y mientras el Cuerpo Legislativo llenaba de la mejor ma


nera los deberes impuestos a su patriotismo por sus electoras.
y el país, las fuerzas coligadas que operaban contra los fe
derales no permanecían inactivas ni daban muestras de can
sancio o cobardía, como tampoco el Toder Ejecutivo, que
con loable afán desplegaba todo su celo para salir airoso en
la contienda empeñada.
La prensa correntina. amiga de la libertad, entonaba loores
a los heroicos esfuerzos que se hacían para combatir con éxi
to al tirano argentino, aplaudía la actitud del Pueblo Orien
tal, presentándola como un edificante ejemplo, y exhortaba
el celo y patriotismo de los conterráneos de Berón de Astra.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 313

da, el militar valiente y abnegado que sacrific/í su vida,


regando con sangre, el primero entre sus conciudadanos, el
árbol bendito de sus nobles ideales.
"El Nacional Correntino". que f'ué el periódico que mas
se distinguió por la energía de su propaganda y la firmeza de
sus convicciones, publicó el siguiente vibranto artícelo,
que parece una clarinada en el campo de batalla ordenando
una carga a la bayoneta :
" ¡ La Patria está en peligro ! Ebta voz penetrante dada por
el Gobierno del Estado Oriental del Uruguay debe intiamni'
el corazón de los hombres que aman su libertad y no quieren
envolverse en las ruinas y oprobio a que hoy es reducida la
infeliz Buenos Aires.
"Ejemplos terribles de desolación y espanto son lecciones
bien prácticas para correr a las armas y defender el suelo de
la Patria contra las pretensiones del bárbaro Rosas y sus pro
cónsules. Una muerte gloriosa en el campo de batalla, defen
diendo sus libertades, es un monumento inextinguible para i:i
historia. Los pueblos que aman sus instituciones, que conocen
sus deberes, y no quieren verse uncidos al yugo espantoso que
se les prepara, deben irremisiblemente empuñar las armas,
sin excepción alguna, y vender caras sus vidas, para no hun
dirse en el abismo de oprobio que les amenaza.
"Un pronunciamiento decidido importaría una victoria, y
el cobarde tirano retrogradaría en sus conquistas, viendo t.a
masa las poblaciones dispuestas a castigar al ingrato argenti
no, hipócrita malvado, que escandalosamente y con asombro
de la Naturaleza derrama con ironía la sangre inocente de los
pueblos indefensos, sumidos en la opresión.
"El Pueblo Oriental, libre e independiente, disfrutando los
goces de las leyes sabias, amante a un. gobierno paternal, de
cidido, entusiasta por el hombre de la victoria, su digno Pre
sidente, se presentará terrible a arrojar denodadamente las
hordas del salvaje tirano que intente pisar sus playas. Jamás
ilustrarán su renombre con más gloria que en la lucha que les
anuncia. Van a pelear con caribes, con soldados bárbaros,
con esclavos despreciables que no .buscan fama, ni honra, si
no sangre, robo y exterminio : con esta clase de canalla l.i
victoria es indisputable. Vigilancia con los traidores, unión
y obediencia en observar los mandatos de la autoridad, serán
314 BETEMBRINO E. PEREDA

las bases del triunfo, y nuestro ardiente voto los seguirá, por
que no sea sacrificada la tierra hospitalaria (pie recibió gen.
rosa a los hijos desgraciados de la República Argentina."

El general Anacleto Medina, destacado en el departamento


de San José, organizaba convenientemente sus fuerzas y ba
tía a los enemigos del or
den y di' la propiedad,
que inquietaban con sa
aparición y conducta al
vecindario pacífico y ho
nesto de aquella rica xo.
ua del territorio oriental.
A muchos de ellos se les
dió caza, y otros sucum
bieron en 'a retrieg.i
El resto de las divisio
nes riveristas tampoco se
entregaba a la inacción,
y las que combatían en
Entre Ríos, honraban las
armas uruguayas.
El general Aguiar, que
IJiqniza
había cruzado sin tropie
zos el río Guale«uay. notificó al Gobierno que la división del
coronel Blanco derrotó por completo a la vanguardia de Ur.
quiz.a, compuesta de unos 200 hombres, cuya victoria fué 'ie.
cha pública el 7 de julio en los periódicos de Montevideo.

El cura párroco de Mercedes, doctor Luis José de la Peña,


secundando la protesta del Comandante Militar y del Alcal
de Ordinario de aquella villa, celebró honras fúnebres a la
memoria de cuatro patriotas sacerdotes inmolados por Rosas,
habiendo pasado, con ese motivo, la siguiente invitación a los
vecinos más caracterizados:

' ' Señor don . .


"El cura de la parroquia ruega a usted se digne acompa
ñarlo a honrar la memoria de los venerables sacerdotes doc.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 315

tores den Gregorio Villaíañe, don Francisco Solano Cabrera


y thm Manuel y don Felipe Frías, sacrificados bárbaramente
por el tirano de Buenos Aires; y a pedir a Dios por su eter
no descanso en los funerales que han de celebrarse con este
piadoso objeto, el viernes 1.° de julio a las 10 de la mañana."

Rosas, que había ultrajado la religión, haciendo colocar su


retrato en los altares. no podía contar con la admiración y
simpatías de ninguno de sus representantes que tuviese ver-
dadera fe en el culto de las ideas que predicaba, y, por lo
tanto, los sacerdotes que no le eran adictos, caían bajo la fé
rula de sus insanas miras, y estaban expuestos, como Villafa-
ñe, Cabrera y Frías, a sucumbir víctimas de la cuchilla de sus
verdugos.
listrs estimables sacerdotes habían sido presos, tildados de
unitarios y levantiscos, y su ejecución se verilicó el 10 de ma
yo de 1¿Í42 pn los Santos Lugares de Kosas. Antes de ser fu
silados, según la prensa patriota, fueron desollados en la co
rona y nimios, a pretexto de degradarlos de su carácter sa
cerdotal.
"La Gaceta Mercantil" del 22 de julio de 1843, negó la
desolladura, calificándola de. "falsa historia", no obstante la
notoriedad de ese hecho salvaje; pero no pudo menos que con
fesar tales fusilamientos, lo mismo que el de los señores Gre
gorio Pruneda, Carlos Pruneda, Pedro Avila, Tomás Martí
nez, Francisco Luque. José María Requena, Manuel Iglesias,
Avelino Páez y Faustino Lobo, sacrificados también en i;se
acto. No obstante, era preciso difamar la memoria de esos
mártires de la Libertad, y el órgano rosista agregó que habían
sido ajusticiados por "horribles crímenes", fundamento da
do invariablemente por él cada vez que el Gobernador de Bue
nos Aires ordenaba ese género de venganzas.
Solano Cabrera, oriundo de Córdoba, ejercía el sacerdocio
en Salta: Manuel Frías, santafesino, de fil años de edad, oca-
pó por espacio de 24 años el vicariato de la Provincia de Saa-
tiago del Bstero; su hermano Felipe, de 56 .años, desempeña
ba desde largo tiempo la misión de capellán de las monjas ca
puchinas y de las huérfanas de Buenos Aires, y Villafafu',
septuagenario, pues tenía 75 años, era antiguo cura del Tim-
Ъо en la Provincia de Tucumán. Al ser apresados, se les en
316 SETEMBRINO E- PEREDA

grilló, y como si se tratase de bestias, que convenía unir paгг


que nose separasen o saltaran algún cerco, fueron a la vez
acollarados.

El 1.° de julio comunicó el general Vicente Ramírez al


general Rivera, desde Abalos, 'el resultado de las operaciones
combinadas entre las fuerzas al mando del Gobernador de
Santa Fe y las divisiones correntinas, siendo ellas sumamente
alentadoras.
"Todas las noticias,—añadía,—que nos han dado del ene
migo treinta y nueve pasados que en distintas fechas hemos
tenido hasta hoy, son bastante halagüeñas;" y agregaba: "El
intruso Oribe no puede absolutamente mover su ejército, por
la epidemia de caballos y grave desmoralización de sus tri
pas : tanto que su numeroso ejército ha quedado reducido a
5.000 hombres."
El general Rivera, que desde el 4 del mismo se hallaba en
su quinta del Arroyo Seco, fué motivo de diversas manifesta
ciones de aprecio, considerándose, además. su acercamiento a
la Capital como un síntoma favorable al desarrollo de los su
cesos a cuya cabeza figuraba por el consenso de su país y de
los patriotas argentinos a él unidos.
El "Britannia" de Montevideo, órgano caracterizado de los
intereses de la Gran Bretaña en la República Oriental, rela
ta sus impresiones, con fecha 8, en los siguientes expresivos
términos:
"S. E. el señor Presidente llegó a su quinta del Arroyo
Seco el lunes pasado, y desde entonces ha estado ocupado en
el despacho de negocios con varios miembros del Gobierno, y
en recibir visitas de muchos notables residentes en la Capital:
entre estos últimos, observamos el jueves, a S. E. el señor
J. II. Mandeville.
"La llegada del general Rivera entre nosotros, ha produ
cido satisfacción general. y parece que es la causa del senti
miento que se nota de renaciente confianza en el progreso y
seguridad del país. de los peligros a que ha estado expuesto.
"No podemos prescindir de observar que una reacción po
derosa ha tenido lugar, de la depresión causada últimamente
por el anuncio de una próxima invasión, que aunque con
trarrestada por una ardiente demostración de entusiasmo y
GARIBALDI EN EL IJUUGCAY 317

por preparativos considerables para una tenaz resistencia,


anubló el aspecto del porvenir, y produjo ansiedad en las re
laciones sociales. Todo esto está hoy enteramente disipado, y
ha sido reemplazado no sólo por un sentimiento de nueva
tranquilidad, sino de confianza y eminente esperanza, demos
trada en el contento universal, y probada por el menosprecio
con que se miran y se habla de las maquinaciones del general
Rosas contra la paz de este país.
' 'No sabemos a qué atribuir todo esto, sino suponiendo que
la ausencia del general Rivera del teatro de la guerra, es so
brada señal de que no hay que temer nada de los ejércitos da
Buenos Aires. .y que la presencia de S. E. en el centro del
Gobierno, presenta facilidad para combinar medidas, tщe con
ayuda de su experiencia, da sobradas garantías para la per
manente prosperidad de todas las clases".
La sola presencia, pues, del general en jefe de las fuerza»
aliadas, pese a sus enemigos. entonaba el espíritu de los sos
tenedores de la autonomía y el honor de los pueblos en lu
cha.

En la sesión celebrada el 13 de julio por la Cámara de Re


presentantes. еe dió cuenta de una nota oficial del P. E., a
la cual se adjuntaba otra del general Rivera, relativa "al he
roico pronunciamiento de los jefes y oficiales del Ejército a
favor de la causa pública". Tales son los términos del acta
respectiva .
Esa nota pasó a informe de una Comisión especial. com
puesta de los señores Sagra, Cortés, Vidal (don Daniel), Raíz
y Graceras. pero durmió en sus carpetas el sueño eterno. A
ella se acompañaban los documentos oficiales que figuran en
el capítulo de esta obra, intitulado Antecedentes históricos.
Poco después se adhirieron a esas manifestaciones el coro
nel Bernardino Báez y los oficiales del Escuadrón N.° .2 do
caballería de línea. Publicamos a continuación el oficio por
él pasado al general Rivera y la comunicación con que éste
lo elevó a conocimiento del Gobierno, honroso corolario de la
actitud patriótica del Ejército Nacional .
318 SETEMBRINO E' PEREDA

Ejército Oriental en operaciones sobre el Entre Ríos.


Cuartel General en el Arroyo Seco, julio 11 de 1842.

El infrascripto. Presidente de la República y General 0:1


Jefe del Ejército, tiene el honor de elevar a manos del señor
.Ministro General el pronunciamiento heroico y patriótico que
acaba de hacer el señor coronel don Beruardino Báez. Jef?
del Escuadrón número '2 de caballería de línea y demás jefts
y oficiales de su dependencia, en favor de la sagrada cansa do
la República, contra el abominable tirano de Buenos Aires.
Este nuevo y solemne testimonio de patriotismo y lealtad
que acaban de dar el distinguido coronel Báez y los denils
jefes y oficiales del Cuerpo que tan dignamente manda, au
menta de una manera altamente recomendable el aprecio que
se merece del Gobierno y del infrascripto por los grandes ser
vicios que ha prestado a la República.
El señor Ministro se servirá elevarlo al conocimiento (K.1
Gobierno .
Dios guarde al señor Ministro muchos años..FRUCTUOSO
RIVERA. — JOSE Lris IÍrSTAMANTE.
Excmo. 'señor don Francisco Antonino Vidal. Ministro Ge
neral de la República.

Escuadrón N.° 2 de Caballería de línea.


Habiendo visto con la mayor satisfacción el Jefe y Oficiales
de dicho Cuerpo que se halla en comisión fuera del Ejército. ,•,í
"El Nacional", número 1071. el pronunciamiento que han hn
cho los señores Jefes y Oficiales de que se compone, eu fe
cha 22 del mes próximo pasado, y deseosos de ser considera
dos en él en las mismas condiciones que se manifiesta en todas
sus partes, espera de V. E. sean admitidos a este solemne
acto.
Dios guarde a V. E. muchos años. —Montevideo, julio 9
de 1842.—Bernardina Búrz — Miguel Mesas — Adolfo Ea.
untít — Francisco Córdova . . Juan Dwníncixcz — ."nlrn
Xolasco,
Excmo. señor Presidente de la República y General en Jefe
del Ejército, don Fructuoso Rivera.
GARIBALDI EN EL L'RUGUAY 319

"El 'Constitucional" de Montevideo, inspirado, como siem


pre, en un espíritu patriótico y justiciero, consagró en su nú
mero 1019, a estos dignificantes pronunciamientos, las entu
siastas frases que vamos a reproducir como timbre de honor
para aquellos valerosos soldados de la .libertad y la democra
cia.—Oigámosle :
"Este acto, el primero entre nosotros. hace un alto honor
al patriotismo y decisión de nuestros guerreros; y ese docu
mento solemne, donde está consignada la expresión ardiente y
uniforme de los valientes defensores de la Independencia del
Estado, ocupará un lugar distinguido en nuestra historia.
"La última trinchera de la Libertad será el humo y las lla
mas de hogares encendidos y los cadáveres de nuestras espo
sas y nuestros hijos". Tales son las valientes expresiones con
que en el último período de ese documento célebre significa el
Kjército Oriental. la resolución en que está de perecer hasta
el último soldado, antes que doblegar la cerviz a un extran
jero brutal y detestable. El país ha de ser primero reducido
a escombros y cenizas antes que someterse al yugo oprobioso
de un déspota insano que en los delirios de su imaginación,
ha provocado el valor y la saña de tos orientales. sin tener
en cuenta, sin acordarse siquiera de lo que valen los hijos va
lerosos de esta tierra, cuyas lanzas avezadas están a postrar
tiranos y a humillar legiones potentes y soberbias.
"Y no debe dudarse del cumplimiento religioso de tales
votos; porque- una cadena de hechos gloriosos advirtieron al
mundo que los orientales saben cumplir lo que promete'),
satien combatir y vencer, saben morir con honor en su pues
to, lidiando y defendiendo la gloria del estandarte nacional
y el alto rango de una nación libre, soberana y constituida.
"La República, pues, debe contemplarse feliz y orgullosa
de contar con defensores tan decididos como valientes ; y el
Gobierno nacional, apreciar el noble y heroico pronuncia
miento de esos soldados constantes y resueltos, para quienes
no hay privaciones ni peligros que entibien su entusiasmo ni
los haga abandonar el camino brillante t¡UP han recorrido sin
interrupción por tantos años. recogiendo laureles y ganando
timbres inmortales que ilustran el catálo:ro de sus hazañas y
cubren de inmarcesible gloria a la Patria que libertaron del
poder de crueles opresores. ¡ Que este ejemplo no sea perdi
320 SETEMBRINO E. PEREDA

do!—Que Dios proteja a los patriotas que lo dieron, y coro


ne la victoria sus esfuerzos!"

El 12.° aniversario de la jura de la Constitución de la Re


pública, solemnizóse con un Te-Deum, al que fué invitada la
población de Montevideo por el Ministro del Gobierno y/'l
Jefe Político de la Capital.
He aquí los documentos oficiales que precedieron a ese
acto:

CIRCULAR

Ministerio de Gobierno.

Montevideo, julio 15 de 1842.

El 18 de julio, aniversario de la Constitución, el Gobierno


-de la República tributará gracias al Sér Supremo con un
Tc-Dcum, que se cantará en la Iglesia Matriz con asistencia
del Gobierno y corporaciones que se reunirán en la Casa de
Gobierno a las 11 de la mañana.
El abajo firmado, Secretario de Gobierno, tiene orden de
avisarlo al señor Jefe Político para su inteligencia y efectos
consiguientes.
Dios guarde a V. S. muchos años.—JI:AN A. GELLY.

El Jefe Político y de Policía.

Si glorioso es para los pueblos republicanos celebrar la me-


moria de sus triunfos sobre las armas de la tiranía y la usur
pación, porque recuerdan así, avivan y enorgullecen el valor
nacional; tanto más grata y gloriosa es la memoria de que el
resultado de aquellos triunfos haya sido afirmar para siem
pre la Independencia de la Patria y con ella la Libertad Po
lítica y Civil, consignada en una Constitución, aceptada por
las naciones vecinas, proclamada y jurada por todos Iva
orientales. Y la celebridad del .día 18 de julio de 1830. en
que el pueblo de Montevideo hizo entusiasta aquel juramento,
será ahora una ratificación solemne, y a la vez una demostra
GARIRALDI EN EL URUGUAY 321

t?ión para todos los hombres, nacionales y extranjeros, y con


.•especialidad para todos los gobernantes, de la alta estimación
que hace la República de todas sus garantías, de todas sus
libertades, y de lo resuelta que está a conservarlas y defen
derlas con el denuedo que para reconquistarlas ostentó en el
campo de batalla. Comprendiendo así el Jefe Político y de
Policía, el próximo aniversario de la Jura de la Constitución
del Estado, invita a todos los habitantes del Departamento,
para que cooperen a su celebración, concurriendo a las diez
de la mañana al Templo, en que se cantará Misa y Te.Dcun,
al que asistirán el Supremo Gobierno y demás corporaciones;
adornando, como otras veces, las casas con banderas naciona
les y amigas los días 17. 18 y 19, e iluminando los frentes en
.sus noches.—Montevideo, julio 15 de 1842.—José Antuña.

La falta de recursos no permitió al Gobierno realizar fes


tejos populares, que son los más propios de esas conmemora
ciones, pues los Te.Deitm, además de importar una preocupa
ción religiosa que no comprende a todas las creencias, sólo se
hacen accesibles, en tales casos, a los más encumbrados.
Hoy, felizmente, el progreso de las ideas y el sentimiento
patriótico van dejando a un lado esas ceremonias oficiales.

El 16 expidió un decreto el Poder Ejecutivo transforman


do en guardia nacional activa a la infantería y caballería do
extramuros que tenían el carácter de pasivas, destacadas en
el Cordón y la Aguada, creándose con la primera dos batallo
nes de milicianos.
Respondió esa medida al hecho de haber aumentado consi
derablemente la fuerza de infantería de extramuros, orga
nizada en calidad de Milicia Pasiva, según los términos d¿
dicha resolución, y a la circunstancia de que la mayoría de
sus componentes correspondía a la Guardia Nacional Activa.
Para jefe de ambos Cuerpos fué designado el distinguido
ciudadano don Pedro Pablo Sierra, con el carácter de co
ronel particular, debiendo proponer al Gobierno para coman
dantes de esos batallones a personas acreedoras a este empleo,
•como asimismo, un sargento mayor y los ayudantes que de.
.bían formar la plana mayor de aquéllos.
GAR1BA1.OI-2I TOMO [
32 а к SKTEMBRINO E. PEREDA

La jefatura de la Guardia Nacional Activa de Caballería


del Cordón, también fué confiada al señor Sierra, con iguales
atribuciones.
Conforme al artículo 7.° del mencionado decreto, los cia-
dadanos enrolados en ambas armas y que por la ley debían
pertenecer a los cuerpos activos, fueron dados de baja y alis
tados en los Juzgados de Paz respectivos a fin de prestar los
servicios pertinentes.
Subscribían esa disposición don Joaquín Suárez y don Fran
cisco Antonino Vidal.

Consideró el Gobierno conveniente que se celebrase una re


vista militar, aprovechando la estada del general Rivera en
las proximidades de la Capital, ya para cimentar más el pres
tigio de éste, a la vez que el principio de autoridad, ya para
congregar con ese motivo a su alrededor elementos de valía,
propios y extraños. Se encontraba en Montevideo el represen
tante de la Gran Bretaña, quien, como lo hemos dicho antes,
fué uno de sus visitantes en el Arroyo Seco, y su presencia,
junto a los miembros del P. E., en aquel acto, podía contri
buir a robustecer la confianza pública en una intervención
eficaz de su país a favor de la paz ríoplatense. La idea de di
cha revista se hizo carne y realizóse de una manera brillant-5,
como vamos a verlo.
El 2t1 de julio, a la 1 de la tarde, el Presidente de la Repú
blica, con su Estado Mayor, partió de la casa del Ministro
Vidal y recorrió la línea que formaban las tropas. la que .-e
extendía desde el Mercado hasta 300 metros más allá del ci
tado domicilio, sito en el Cordón.
El general Rivera se detuvo en la Plaza Constitución, con
el propósito de dirigirse al local del Cuerpo Legislativo, des
de cuyos balcones presenciaría el desfile de las tropas. Lo
acompañaban el Vicepresidente de la República, el Ministro
General. Mr. Mandeville, los secretarios del despacho, y otris
personas notables de la Administración. Allí recibió las en
tusiastas demostraciones de respeto eщe le tributó la guarni
ción que marchaba en columnas de honor.
Las tropas formaron en el orden siguiente, mandadas par
los jefes que se in dien n :
Artilb-ría, capitán Vedia.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 323

fíatallón de Cazadores, inhn. 2, mayor Rio Fresco.


Aguerridos, coronel Guerra.
Escuadrón de Escolta, coronel C'amacho.
Escuadrón núm. 2 de caballería, comandante Fraga.
Guardia Nacional de Infantería, coronel Velazco.
Matrícula, coronel Larrobla.
Unión, coronel Sagra .
Leitión de Polieía. caballería e infantería, coronel Antufui.
Legión Argintina. coronel Albarifíos.
lCuerpo del Resguardo, capitán Costa.
Guardia Nacional de caballería de Extramuros, comandan
te Goyena.
Guardia Nacional activa de infantería y caballería de E c.
tramuros, coronel .Sierra.
Dichas fuerzas ascendían a más de ~>,000 hombres.
"Los cuerpos,—dice una crónica de este acto,—rivalizaban
en disciplina, entusiasmo y elegancia, y seríamos injustos ••«
dar a ninguno la preferencia, pues en cada uno de ellos se
revelaban circunstancias especiales de alta recomendación"
Un seguida que las tropas desocuparon la Plaza Constitu
ción, el general Rivera, en unión de sus mencionados acom
pañantes, de varios jefes de la guarnición y de otras personas
espectables, se trasladó al Palacio de Gobierno, en cuyo salón
principal el Vicepresidente don Joaquín Suárez le expreso,
en un lacónico pero elocuente discurso, "la satisfacción que
experimentaban los habitantes de la República al tener en su
seno al vencedor del Rincón de las Gallinas y de Cagancha :
¡ al salvador de la Patria ! ' '
Concluyó su alocución, encareciéndole "que se hiciera eco,
ante el Ejército de operaciones, de los votos fraternales de la
guarnición de Montevideo."
I'?l general Rivera, al escuchar esas patrióticas palabras,
sintió enardecidas sus fibras de ciudadano y de guerrero, /
con vibrante acento, dijo "que se regocijaba por las acerta
das medidas del P. E., por su celo en haber puesto a cubier
to la Capital de la República de toda tentativa de los enemi
gos, guarneciéndola con un ejército, creado casi repentina
mente y como por encanto", y declaró "que él era el priniv
ro que daría el ejemplo de ciega obediencia al Gobierno X i.
eional"..
SETEMBRINO E. PEREDA

H cehas estas manifestaciones, que fueron acogidas con gr.in


entusiasmo, se dirigió a los jefes y oficiales congregados en
oí salón, y cotí frases llenas . de unción patriótica, les pidió
que se identificasen a este respecto con los sentimientos que
acababa de expresar, significándoles al propio tiempo "que
sería su mayor satisfacción transmitir al Ejército de opera
ciones las virtudes cívicas y militares de sus compañeros de
.armas de la Capital".
Después de estas legítimas expansiones recíprocas, los con
currentes, a invitación suya, pasaron con él a otro salón, a fia
de participar de un lunch con que serían obsequiados, y allí
se renovaron, con más entusiasmo y grandiosidad aún, aque
llas manifestaciones, traducidas en significativos brindis.
El I 'residen te de la República lo hizo "por el Gobierno que
en esos momentos regía los destinos del país y que con sus
sabias disposiciones su{K> guarnecer la Capital con un ejérci
to, cuyo porte y disciplina habían producido en su ánimo las
más agradables impresiones". Vertió en él honrosísimos con
ceptos para los jefes, oficiales y soldados que habían destila
do en su presencia minutos antes.
Al terminar sus palabras, entró el coronel Sagra con los un
ciales de la Unión y felicitó al general Rivera.
El señor Montes, "brindó por la Constitución, el Gobier
no, las Leyes y el primer mandatario de la Nación".
El Ministro Vidal, "por el Presidente de la República, por
•su valiente Ejército, y por el entusiasmo y civismo de los
cuerpos de la guarnición".
El general Rivera, "por el Gobierno, que con sus acerta
das combinaciones había conseguido para la República im
portantes amigos, entre los que se contaba principalmente el
Gobierno de la Oíran Bretaña".
Act'> continuo, el comandante y oficiales del Mairículu
penetraron a aquel recinto y felicitaron al general Rivera.
El Secretario de Hacienda, señor Herrera y Obes, brindó,
a su vez, en frases patrióticas, "con mucha elocuencia y en
tusiasmo", según el cronista que nos sirve de mentor, hacién
dolo "por el ejército, columna del orden: por el orden, base
de la Constitución y de las Leyes; y por la libertad y pros
peridad de la República".
El Ministro General, "por el Presidente de la República,
GЛШВЛLDI EN EL URUGUAY 325

que en las circunstancias más críticas de la guerra extranje


ra y civil, supo hacer respetar la vida, el honor, la fortuna y
la libertad de sus compatriotas7'.
Dichas estas palabras, el coronel de !a Legión di Policia y
el de la Legión Argentina, ambos asistidos de su cuerpo de
oficiales, imitando a sus camaradas ante« mencionados, se
acercaron al general Rivera para hacerle partícipe de sus con
gratulaciones.
El Ministro Vidal, completando su brindis referenciado.
alzó de nuevo la copa ''en honor del Gobierno de la Gran Bre
taña, amigo de la República", dijo, y formuló votos "por que
S. M. la Reina Victoria gozase de toda suerte de prosperida
des domésticas y públicas, haciendo tan dichosa la Inglaterra
como la República Oriental deseaba serlo".
Se pronunciaron también algunos otros brindis, igualmen
te dignos de recordación, inspirados, como los de la referen
cia, en sanos propósitos y sentimientos altruistas.
El general Rivera, que ese día se mostró verboso, brindó
"por el ilustre cuanto desgraciado pueblo argentino; por que
éste respirase al fin libre del espantoso tirano tщe lo oprimía;
por que tuviese Constitución y Leyes, un Gobierno sabio y la 'V-
licidad que le faltaba; por que S. M. la Reina Victoria le ex
tendiese una mano protectora; por que los Ministros extran
jeros residentes en Buenos Aires llamasen la atención de sus
respectivas Cortes sobre la miseria y opresión del pueblo ar
gentino, y por que unidos salvasen a ese pueblo infeliz, centrj
de civilización y amigo de todos ellos".
El coronel Albariños, como argentino, se creyó obligado a
contestarle, y a nombre de sus compatriotas, ofreció "derra
mar su última gota de sangre por la libertad e independencia.
de esta tierra hospitalaria y amiga".
Eíl coronel Guerra, que habló seguidamente, dijo que brin
daba "por que le cupiese la gloria de acompañar al general
Rivera con sus Aguerridos, y por tщe este país jamás sea pro
fanado por el extranjero".
Mr. Mandeville, que había oído todas estas manifestaciones
con devota atención, se consideró también en el deber de brin
dar nuevamente, y expuso que lo hacía "por la prosperidad dcl
Pueblo Oriental. y por que los vínculos que acababan de estre
charlo con lu Gran Bretoña i'ueran cada vez más íntimos y
firmes".
;'j'2>i SETEMBRINO E. PEREDA

A esta altura de aquellas muestras de alearía y confrater-


nidad, el cuerpo de oficiales de la Guardia X<icional resí)lvió
saludar al general Rivera y darle su enhorabuena ; pero apar
tándose de la ritualidad observada por los demás, encomendó
a su jefe, que los acompañaba, le dirigiese la palabra, qui ••a
llenó ese cometido en una breve y patriótica alocución que ex
teriorizó fielmente sus anhelos y sentimientos. Manifestó "que
él y sus compañeros jamás se apartarían de la senda de la
lealtad y el honor".
El señor Herrera y Obes, brindó luego a nombre del cuer
po de Estramuros, siguiéndole en la oratoria los señores <¿ui-
jano y otros jefes de la guarnición, todos ellos en términos
patrióticos y de adhesión a la política del Gobierno y diel Pre
sidente de la República, en cuyo homenaje se realizaba ese
acto.
Don José Luis Bustamante, Secretario del general Rivera,
reverenció a la Asamblea General por. las resoluciones toma
das el 14 de mayo, que calificó de "grandes medidas'', y apla,i-
dió al Poder Ejecutivo ' ' por la firmeza con que supo efec
tuarlas, conquistándose la admiración de la República".
El señor Vidal coronó aquel desborde de entusiasmo cívi
co y elocuencia tribunicia, entonando un himno a la concor
dia. "Brindo, exclamó, por la extinción de los odios civiles j
por la fraternidad de los orientales". (1)
Esta nota patriótica impresionó grandemente el espíritu d-e
los circunstantes. que se retiraron de aquel recinto inflam s-
dos de entusiasmo, firmes en el propósito de coadyuvar con
ahinco al triunfo de la soberanía nacional y de las libertades
públicas.
Debemos consignar también, como una prueba del respeto
que le merecían al general Rivera el Vicepresidente de la Re
pública y su Ministerio, que ese ilustre militar, en su caгч;-
ter d? jefe supremo del Ejército, solicitó del señor Suár;¿
su asentimiento para que las tropas de la guarnición allí reu
nidas lo saludasen, desfilando frente a él en columna de ho

to Del numero IOS! de «Kl Nacional•, hemos tomado los datos do los fesujos v mani
festaciones que pp-ccden. Debemos hacer constar, sin embarg°, que n fin de mantenerlos
con la mayor exactitud, en gran parte consignamos los términos de la crónica respectiva,
aunque con variantes en su redaeeion.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 1527

Bor, antes do penetrar a la sala de la Representación NH.


cional.
Por otra parte, el acto que dejamos relacionado demuestra
que el conquistador de Misiones tenía profundo arraigo en
la opinien y en la milicia, que era de una inteligencia claro
vidente,—aunque escasamente cultivada,—de ideales levanta
dos y do sentimientos altruistas.

Al coronel José . Augusto Possolo, de tan meritorios antece


dientes, por los buenos servicios que tenía prestados al 'país
desde los tiempos en que se luchaba por la Independencia Na
cional, le tué conferida por el Gobierno la jefatura de la*
fuerzas del departamento de Montevideo. Era esta una me
dida sabia, por haber recaído dicha designación en un militar
experimentado y pundonoroso, capaz, por lo tanto, de impri
mir una seria organización a las tropas y milicias que debía
mandar.
Pcssolo, siendo capitán, figuró como mayor de Detall en oí
ejército del general Rivera, que operaba .de acuerdo con el
Jefe de los Treinta y Tres. En ese carácter, asistió a la jun
ta de guerra que realizóse el 21 de septiembre de 1825 y quo
tuvo por objeto convenir la forma en que debía obrarse para
sorprender en el Rincón a los caballerizos brasileños, y tres
días después, tomó parte activa en la batalla librada en e..io
paraje, entre las fuerzas patriotas y las imperialistas, estus
últimas a las órdenes de los coroneles Jardim y Mena Barreio.
El general Rivera, en su parte al Golwrnador y OapiHn
General de la Provincia, elogia su conducta en esa acción que
favoreció las armas revolucionarias. "El centro.— dice,—l,>
componían las milicias del Durazno mandadas por el bem .
mérito coronel don Julián Laguna, que comandaba el valien
te capitán don Miguel Sáenz, a quien reforcé para sus opera
ciones con el capitán en ejercicio de mayor de Detall don Jo
sé Augusto Possolo, cuyo valor y serenidad merecen toda mi
consideración".
Se encontró también en la batalla de tíaravdí, librada el 12
de octubre del mismo año y que fué igualmente adversa a los
de nuestra emancipación política. El general La.
328 SETEMBRINO E. PEREDA

valleja tenía el mando supremo del ejército patricio, y los:


contrarios obedecían al coronel Bentos Manuel. 1.a división
de la izquierda, en que figuraba Possolo, «peró a las órdenes
de Rivera.
Mi obstante, desde el 9 ya no estaba a cargo del Detall, pues
con esa fecha lo reemplazó el coronel Laguna, "no por culpa,
defecto o crimen suyo, sino por haber trabajado la envidia y
la bajeza cerca del General en Jefe pura poner en duda su
patriotismo tan esclarecido". (1) Pero Rivera lo hizo su ayu
dante y le confió distintas comisiones de importancia, hasta
que ambos solicitaron su pasaporte el 18 de julio de 1826 cu
la costa de Maciel, departamento del Durazno, a causa de di
vergencias con el general Lavalleja, quien permitió con lu
mayor mansedumbre el fraccionamiento de las mejores tro
pas orientales y. su ingreso en distintos cuerpos argentinos.
por orden del general don Martín Rodríguez.
Possolo sirvió posteriormente al país en diversos destinos,
haciéndose acreedor a la confianza del Gobierno.
En el artículo 1.° del decreto a que antes nos hemos referi
do, datado el 20 de julio de 1842, se decía que aumentadas
las fuerzas del departamento de Montevideo en un número
considerable, se hacía necesario poner a su frente un jefe que
les diese dirección y con quien se entendiera directamente la
autoridad para librar sus órdenes y evitar que el servicio su
friera atraso alguno.
Además de la Comandancia General de Armas de la Cap;.
tal y su distrito,—que es el cargo a que aludimos.—de acuer
do con el artículo 2.°, el coronel Possolo (2) retuvo la Comi
saría General de Guerra y Marina.

(li José Brito del Pino: «Diario de la guerra del Rrasil«, que comprende desde agosto de
1822 hasta enero de 1SÍS.
(2) Como en los diarios, revistas y libros en que so nombra a este distinguido militar se
adultera su apellido, para que no aparercnmos incurriendo en ern r, vamos a explicar por
qué adoptamos el que queda eserito. La generalid. d lo denomina Pozolo, y o(ros, Pozcolo;
pero todos ellos están equivocados. En 1KI2, tu? publicó en Buenos Aires un folleto do 26
paginas, intitulado <tiencalogfa da familia Pe ssob», simdo su autor don Antonio de Portu
gal de María, O5l.su! de Portugal en Montevideo, y en #1 se consigna que si blen su verda
dero apellido era Germnch, fue adulterado por sus aseendlentes para eludir la acción de In
lusticia, pues Fnjl (>el.mach, que era coronel de un regimientu de húngaros, hiri» mortal.
mente en un duelo a otro milieir de igual graduación, hijo de m>a casa distinguida, vida.
GAR1BAI,DI EN EL URUGUAY 329

La división Blanco, que se mostró 'incansable en la vigilan


cia y persecución del enemigo, obtuvo un nuevo triunfo sobra
las fuerzas entrerrianas rosistas, el 21 de julio, en el Tali,
costa de Gená, departamento de Concepción del 1'rnguay
Según el parte pasado por el general A guiar al Presidente
de la República, fechado en este último paraje, una partida
de 200 hombres avanzó hasta ese punto, en descubierta o coi
fines hostiles; pero fué acometida por la gente del expresa« b
jefe, que se encontrais a. 15 kilómetros más arriba del Tala
y que recibió aviso de sus exploradores.
L'l enemigo, sintiéndose débil para disputar la victoria, hu
yó cobardemente, después de una breve resistencia, y fué obli
gado a cruzar el río Gualeguay a la altura de San Antonio.
También los coroneles García y Quintana batieron y dis.
•persaron en el arroyo (ie la China a igual número de contra
rios, siendo éstos perseguidos y lanceados hasta la Lesteada,
lugar distante unos 30 kilómetros del citado arroyo hacia
Gualeguaychú.
El general Paz había destacado a dichos jeft?s en ese luga:',
para que desalojasen de él al enemigo que persistía en per
manecer allí.
El coronel Lavandera, a la sazón en la orilla opuesta del
Uruguay, dió cuenta al general Rivera de ese suceso el 22 de
julio. No obstante, el general Paz le remitió el parte pasado
por el general Aguiar, de que instruye la siguiente note que
lo precede :

Ejército Oriental en operaciones sobre Entre Ríos.

Cuartel General en Melilla, agosto 8 de 1842.

El insfrascripto, Presidente de la República, (íeneral en


Jefe del Ejército, tiene la satisfacción de adjuntar al señor
Ministro General una copia que S. E. el señor general Paz

dose obligado por can causa a abandonar su país, protegido por dona Mariana dt' Austria
que lo condujoá Portugal en ITI'8. Rcctamado por el Gabinete austríaco, se trasladó a Mi
lán, donde falleció. Sus hilos Nicolás. Carlos, Fayt y Esteban, se establecieron en GCnova,
y debido a la pcrsccución que aúu se hacía u su familia, en lugar del apellido de Germach,
doptarou el de Possolo (Poimioli;. nombre de una ciudad de Italia.
330 SETEMBRINO E. PEREDA

ha dirigido dfl parte que le ha pasado el general don Félix


Eduardo Afuiar, jefe del Estado Mayor General del Ejército,
dando cuente del glorioso suceso que han obtenido las armas
de la República sobre las fuerzas que capitanea Urquiza vi la
Provincia de Entre Ríos.
Elste triunfo, en los momentos actuales, es de grande im
portancia para la causa de la Libertad; y el infrascripto, por
ello, felicita al señor Ministro del modo más positivo.
Con la misma fecha el infrascripto ha recibido la plausible
noticia de la incorporación al ejército de la República de
S. E. el señor Gobernador López, con el ejército de su
mando .
Dios guarde al señor Ministro muchos años.— FRUCTUO
SO RIVERA.—JOSÉ Lr'is B

Excmo. señor Ministro General don Francisco A. Vidal.

El General en .Iefe del Estado Mayor General del Ejército


Oriental,

Excmo. señor Gobernador y Capitán General de la Provin


cia, don José María Paz.

Al amanecer el día de ayer y al mover mi campo, se me


presentaron por la retaguardia del Ynqucrí Chico. una fuei
za enemiga de 300 hombres, y por mi flanco izquierdo, entre
los dos Ytiqiterícs, otra de 200. La primera fué batida, perse
guida y deshedla por el señor coronel don Luciano Blanco,
hasta el Yeruá, dejando en el campo cuatro muertos, diez y
ocho lanza», algunas tercerolas y caballos, y llevándose por
ción de heridos. La segunda no esperó sufrir igual contraste,
pues así que vió a alguna distancia al señor coronel don Va
lentín Quintana, que con su escuadrón le salía al frente, se
puso en vergonzosa fuga con dirección a las puntas de Lu
cas, sin haber sido posible darles alcance. Son las ocho de la
mañana y no ha ocurrido novedad alguna. Dios guarde a
V. E. muchos años.—Campo en el Yuquerí Grande, julb 30
de 1842. — Félix E. Aguiar.—Está conforme.—Félix J. de
Martínez.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 331

Estas ventajas obtenidas contra los adversarios y al pare


cer sin importancia, servían, no obstante, para entonar el es
píritu de los vencedores, quienes mantenían así encendido el
fuego de la fe y se preparaban a nuevos sucesos. Los adver
sarios, en cambio, desalojados a viva Tuerza de los puntos
que creían más estratégicos para sus correrías y operaciones,
empezaban a perder toda esperanza de posesionarse definiti
vamente y de inmediato de esa parte de la Provincia de E'a.
tre Ríos.
La conducta del fraile Aldao en Mendoza, tuvo un digno
imitader en Catamarca. provincia que se hallaba también ba
jo la térula de los seides del tirano, pues su Gobernador pro
visorio, don Gregorio Segura, no se quedó atrás para tomar
disposiciones atentatorias; y si su célebre compinche inter
dictaba bienes y personas, él no respetaba ni al bello sexo, lo
más sagrado que debiera haber siempre para el hombre.
K'n . un úkase que hizo circular en bando, declaró fuer;', de
las leyes de la humanidad a todos los que bregaban por l>i
emancipación de la tutela de Rosas, o que eran tenidos por
sus enemigos, inclusive las mujeres, debiendo perseguírseles
romo a reptiles venenosos, pues comprendió entre los unita
rios que habían de ser castigados a todos aquellos que de cual
quier manera auxiliasen a los revoltosos.
"El Federal" de Córdoba reprodujo ese inicuo documento,
no para someterlo al desprestigio público y a la befa mundial
de su desalmado e insensato autor, sino como una prueba jin
duda de solidaridad. En la época que corremos, bien podría
haber quienes atribuyesen a fábula o exagerada crítica de l:i
legislación federal de cuño rosista lo que decimos de esa pie
za : pero como no nos gusta formular afinnaciones de tal na
turaleza sin la correspondiente prueba, he aquí la confirma
ción de nuestros asertos:
¡Viva la Con¡'(deración Argentina! Miaran Ios xalvajca uuita.
rios! ¡Rosas, inde¡>endeticia o muerte!
Don Gregorio Segura, Gobernador provisorio de la Pro
vincia.
Considerando (pie es un crimen el mirar a los malvados fa
cinerosos con clemencia, y que lejos de ser conveniente a l.i
•¿•¿•2 SETEMBRINO E. PEREDA

sociedad le es enteramente perjudicial: deseando el Gobierno


extirpar de raíz males trascendentales a toda la República
Argentina Confederada y que los malvados desorganizartoroa
del orden social, que no hubieran expiado sus crímenes .va IMS
lanzas del ejército de la Confederación, no queden impunes.
en los aleves crímenes que han cometido en esta provincia, sa
queando y exterminando la Capital y su campaña, como asi
mismo sus cómplices y cooperadores, el Gobierno ha acordado
el siguiente

DECRETO :

Artículo 1.° Quedan proscriptas para siempre y fuera di. la


ley todos los individuos DE TNO y OTRO SEXO que se hayan alis
tado en las nlas de las tres tituladas divisiones de bandidos y
malvados salvajes inmundos unitarios.
Art. 2.° »SVm comprendidos en el artículo anterior, todas las
personas DE i'NO Y OTRO SEXO que hubiesen cooperado y pres
tado su influencia a los perversos asestadores del orden aclun'
Art. 3.° Será igualmente comprendido en el artículo 1.° to
do aquel que asilase, protegiese o escondiese alguno de los dis..
persos que hubiesen pertenecido a la horda de salteadores cri
minales de las referidas tituladas divisiones, debiendo nece
sariamente dar parte en el acto que llegase a su noticia al Juez
u Oficial de su departamento.
Art. 4.° Para que no se confundan estos criminales con los
vecinos que trafican do un departamento a otro, cualesquiera
individuo que pase de un curato a otro distinto, deberá llevar
necesariamente pasaportes de los Jueces u Oficiales del lugar.
y ser remitido a este Gobierno siempre que no lleve el expre
sado pasaporte.
Art. 5.° Publíquese por bando en la forma acostumbrada,
y en todas las Parroquias y Viceparroquias de. la Provinei i.
léase en las Parroquias y dése al Registro Oficial.—Dado en
la Casa de Gobierno a 29 de julio de 1842. Año 33 de la Li
bertad. 27 de la Independencia y 13 de la Confed,y'tieión Ar
gentina.—GREGORIO SEGURA.—Es copia.—Lris Avroxi >•
OLMOS, Escribano público y Secretario interino de Gobierno.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 333

La "Gaceta", que no desperdiciaba ocasión de trasladar


a sus columnas ningún acto de origen federal, por indigno que
él fuese, no quiso privar a sus lectores de tan celebérrima
pieza y la inserte muy campante en su número 5,703, co .res
pondiente al 20 de septiembre del propio año.
No había, pues, valla que detuviese en su desenfreno ¡as
insanias de personajes tan funestos como el fraile Aldao,
convertido en general de la Confederación Argentina, y tan
desequilibrados y perversos como el firmante del documenta
que antecede. Ni las personas ni los bienes de ést.as se repe
laban. Pero no sería mayormente de extrañarse .que se vili
pendiase a los hombres en armas contra Rosas y aún mismo a
cuantos fuesen hostiles a su política, aunque las medidas
adoptadas contra ellos revistiesen los caracteres de la m/is
estupenda de las exageraciones. Las pasiones exacerbadas y
las malas causas dan asidero muchas veces a todo género de
desahogos y atentados, máxime si son puestas, como en este
caso, al servicio de la tiranía. La mujer, sin embargo, debiera
estar siempre exenta de esas odiosidades y persecuciones, ya
por respeto a su sexo, ya por ser ella, en todas las ocasiones,
la médica del alma contra las borrascas morales en el hogar
y en la sociedad, ora porque con su mano piadosa y su cora
zón henchido de sentimientos nobles, cicatriza las heridas fí
sicas, sin enrolarse en sectas ni banderías, velando al lado del
lecho del enfermo, víctima de las epidemias, de las contiendas
armadas o de dolencias inherentes n la naturaleza humana.
¡ Bendigamos eternamente a la mujer, recordando a nues
tras madres, a nuestras esposas, a nuestras hijas, a nuestras
hermanas y a cuantas almas generosas, sus gamelas, derra
men sobre la Humanidad los efluvios divinal ••••$ de su espíritu,
pero jamás arrojemos sobre ella el lodo del insulto, que lesio
na y deprime, ni aherrojemos su ser porque piense libre
mente !
Felizmente, los tiempos han cambiado y la escuela del ven
cido en Caseros ya no tiene prosélitos.

El Gobierno Oriental, vivamente interesado en el éxito de


la campaña que sé llevaba a cabo en Entre Ríos. elev'> al
Cuerpo Legislativo un Mensaje, recabando su autorizadó i
para remontar el ejército de línea a 1,000 hombres más.
334 SETEMBRINO E- PEREDA

De ese documento, que transcribimos más ahajo, se di-'»


cuenta a la Asamblea General en su sesión del 29 de julio.

Montevideo, julio 22 de 1842.

En la necesidad de aumentar a la mayor -brevedad i¡k


fuerza de infantería del Ejército de operaciones de la Repú
blica en el Entre Ríos, el Gobierno ha tomado la resoluci m y
medida que se encuentra en el decreto que en copia legalizada
tiene el honor el Poder Ejecutivo de pooer en manos del s->-
ñor Presidente de la Honorable Asamblea General.
La brevedad con que era necesario obrar, pues que el tiem
po urge, ha obligado al Gobierno a tomar la medida, .sin
esperar la autorización de las Honorables Cámaras, y espein
que atendiendo esta circunstancia, se servirán prestarle la
correspondiente aprobación.
El Poder Ejecutivo saluda al señor Presidente de la II.
Asamblea General, con su distinguida consideración y apro
cío.—JOAQUÍN SUAREZ.—FRANCISCO ANTONINO VIDAL.

Señor Presidente de la Honorable Asamblea General.

Montevideo, julio 21 de 1842.

Siendo necesario a la defensa de la República aumentar la


fuerza de línea del Ejército de operaciones en la Provinci-t
del Entre Ríos, a la mayor brevedad, con un número suti-
ciente de Infantería, y con el propósito que esta operacióa
produzca en beneficio a los que sean destinados a prestar es*e
servicio, el Gobierno, oído el Consejo de Estado, y con calida I
de dar inmediatamente cuenta a las Honorables Cámaras,
acuerda y

DECRETA :

Artículo 1.° Se llama al servicio del Ejército de línea, im


número de 1.000 hombres.
Art. 2.° Dentro del número expresado, el Gobierno • tomará
GARIBALDI EN EL URUGUAY 335

el que por ahora necesite, de entre los lilvertos, colonos y es


clavos, del Departamento de la Capital, de edad de 15 a 40
años .
Art. 3.° K'l número de libertos, colonos y esclavos, que .ha
yan de destinarse al servicio en el Ejército, será sorteado de
entre todos los de igual clase que existen en •;! Departamento
de la Capital.
Art. 4.° Гn decreto especial reglará el modo, lugar y día de
hacerse el sorteo.
Art. 5.° Los amos de los esclavos y los patrones di' los liber
tos o colonos designados por la suerte al servicio de las armas,
serán compensados los primeros con la suma de $ 300 por ca
da esclavo, y los segundos, en proporción al tiempo de servi
cio que aún deban prestarles los libertos o colonos.
Art. 6.° Los 300 pesos que deben pagarse' por la emancipación
de cada esclavo, y la cantidad que haya de pagarse por cada
liberto o colono, serán acreditados por boletos transferables y
pagaderos al portador, que expedirá la Colecturía, con el iu-
terés de 1 1|2 o|o mensual.
Art. 7.° Estos boletos se recibirán en la Aduana en pago
de derechos, desde enero de 1843, y por la cuarta parte de los
derechos que adeude el que los tenga.
Art. 8.° El amo o patrón que desde la formación del últi
mo padrón hubiese tenido alteración en el número de sus li
bertos; colonos o esclavos, por muerte de alguno de ellos, ven
ta, manumisión o cualquier otro motivo, 'está obligado a pre
venirlo en la Policía, en los días que medien entre la publi
cación del presente decreto hasta el día del sorteo, en el co.i-
eepto que pasado este término no se admitirá advertencia
ninguna.
Art. 9.° Ix)s esclavos a quienes tocase en suerte servir en el
Ejército, recibirán mmediatamente de ser admitidos por la
Comisión respectiva, su carta de libertad, y sólo servirán ( u
el Ejército por cuatro años.
Art. 10. Por el mismo tiempo servirán los libertos y colo
nes a quienes hubiese cabido la suerte.
Art. 11. Publiques'.- y comuniquese a quienes corresponda.
—JOAQUÍN SUARE'Z.— FRANCISCO ANTONINO VIDAI,.
Está conforme, Juan A naris tíilly.
336 SETEMBRINO E. PEREDA

Amlws documentos pasaron a informe de una Comisión, la


que quedó constituida por los senadores Chucarro y Barrei.
ro y los representantes Solsona, Araucho y Martínez; pero no
consta en el respectivo libro de actas que la Asamblea vol
viera a ocuparse de este asunto. No lo hizo, sin duda, porque
el P . E . ,—como lo expresa en su Mensaje y Decreto.—ya ha.
bía adoptado las medidas indicadas, en atención a lo angus
tioso de las circunstancias y después de haber oído al Conse
jo de Estado.

El general Ferré, tesonero en su afán de desalojar de >us


posiciones al enemigo y de impedir su dominio en Corrientes,
dirigió una entusiasta proclama a sus conciudadanos de aque
lla Provincia, que decía así :

Corrientes, 24 de julio de 1842.

Compatriotas : es llegado el tiempo de preparar y poner on


acción totlos los elementos para salvar esta tierra clásica de
la libertad, si fuese necesario, y espero conseguirmelos tan noble
y sagrado deber, desde que vuestros votos son unísonos con
los míos. Grandes son las esperanzas que me animan a presa
giaros, pues veo con satisfacción resonar entre vosotros el eco
encantador de Patria, Lü>ertad. Constitución, tanto tiem
po suspirado. A este fin habéis sacrificado hasta vuestras afec
ciones, y formando una masa compacta, supisteis conservar
unidos el don precioso de hombres libres.
Correntines: nada resta sino un pequeño esfuerzo más.
Obediencia a los jefes, y hacer efectivas sus disposiciones, son
las bases que prometen el buen suceso, y la Patria se sal
vará .
Ningún mandón se atreverá a profanarla, porque en ella
encontrará su tumba. ¡A las armas, corren tinos! ¡A las ar
mas, compatriotas todos, a las armas!—PEDRO FERRÉ.

Eran tan eficaces las operaciones de las fuerzas aliadas,


principalmente de los jefes orientales que coadyuvaban a \A
acción del general Paz, que en los primeros días de agosto
GARIBALDI EN EL URUGUAY 337

•empezó a pronunciarse el desconcierto y el desbande en las


filas enemigas de la Provincia de Entre Ríos. Las fuerzas que
merodeaban por diversos puntos cercanos a las unitarias,
.abandonaron sus posiciones en completo desorden y vadearon
el Gualeguay, para buscar un asilo más seguro del otro
lado y librarse de las lanzas y sables de los libres que ya se
habían hecho sentir repetidas veces sobre sus espaldas. •
El general López continuaba en el Salto dando acomodo a
las familias santafesinas que siguieron su ejército, siendo allí
•objeto de regocijos y manifestaciones generales de agrado. Al
tenerse conocimiento de su arribo a ese pueblo oriental, las
• campanas fueron echadas a vuelo, anunciando con sus prolon
gados repiques que algo anormal ocurría. .También las ban.
.das de música atronaron los espacios con sus entusiastas
.acordes.
El anuncio, pues, de hallarse en tierra uruguaya el Gober
nador de Santa Fe. rebelde contra Rosas, despertó de su ha
bitual atonía a los patriotas moradores de aquella entonces
uiodesta población. Es que el amor a la libertad y el odio a
los tiranos son innatos en las almas que no han nacido para
vivir entregadas a la abyección y el servilismo.
E'l Gobierno de Montevideo, a pesar de todo, no descuida
ba la defensa nacional, y el 10 de agosto resolvió la creación
de un nuevo cuerpo de línea con el número 3. Dicho batallón
fué formado por los hombres 'de color emancipados y por to
das aquellas personas destinadas por los jueces al servicio
militar, habiéndole sido confiada su jefatura al coronel don
•Iuan Organ.
Este distinguido jefe tenía a su cargo el batallón Aguerri
dos, cuyo mando había dejado poco ñutes el coronel Guerra.

¿Se quiere un testimonio más del espíritu handálico que


dominaba a los sostenedores del Gobernador de Buenos Aires?
Los consejos de Oribe al cabecilla Abrahán eran el fruto ^¿
un sistema dominante, más que la obra de su sola inspiración
Los hechos numerosísimos que enrojecen las páginas de la
historia en los tiempos que recordamos, hablan con una lógi
ca aplastadora, y dicen a la posteridad que el americanismo
«de Rosas y los pretendidos derechos a 'la Presidencia Orie.t.
GARIBAl.M— 22 TOMO E
338 SETEMBEINO E. PEREDA

tal de su lugarteniente eran la máscara con que ambos sinies


tros personajes cubrían los dictados de sus diabólicas con
ciencias.
Las escenas horripilantes desarrolladas en abril, que abe
garon en sangre muchas gargantas de hombres libres, sem
brando el pánico en todos los hogares en cuyo seno latían co
razones bien puestos, dieron la nota más alta de la barbarie,
sellando la frente de sus autores e instigadores con el esrignn
de los réprobos, acompañado de la maldición de las madro'i,
de las esposas, de las hijas y de cuantos odiaban el crimen y
la violación de los sagrados principios de la misericordia y 3°.
clemencia.
En Salta y Tucumán, como en Mendoza, como en Catamar.
ca, oprimidas por los secuaces de la Mazorca de Buenos Aires,
no se sabía lo que era humanidad, y la cuchilla de los centona
res de verdugos vulgares, hacía rodar las cabezas de los sindi
cados como opositores. En cuanto a los prisioneros, raros eran
los que lograban escapar del degüello. Los siguientes partes Je
Manuel A. Saravia y de Hipólito Tello, dignos gemelos de la
carta de Oribe, relativa a la muerte del general Martínez, su
compatriota y amigo íntimo en lu juventud, enterarán al lector
de cómo las gastaban en las dos primeras do las citadas loca
lidades :
Salta, agosto 9 de 1842, etc.. etc.

Al Excmo. señor Gobernador y Capitán General de la Pr>


vincia de Buenos Aires.
Tiene el infrascripto el honor de incluir original la decla
ración que ha prestado el salvaje titulado .:OT.mel Florentino
Santos, antes de sufrir la pena de nmerte a que fué conde
nado juntamente con los demás salvajes, cómplices de sus ho
rrendos atentados ; sus nombres y clases se registran en la
lista adjunta.
Entre los 25 salvajes imitarlos muertos en el campo de ba
talla, se encuentran los titulados coroneles Nicolás Torres, e:>.
mandante Biungas y dos correntines, famosos todos por sus
grandes y enormes delitos. El Cielo, que visiblemente prote
ge a la Confederación, dispuso que viniesen estos miserables.
perjuros a recibir el condigno castigo, en desagravio de la
justicia.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 339

Dios guarde a V. E. muchos años.—MAM' EL ANTONIO


SARAVIA.—FERNANDO ARIAS.

Saravia, .que era Gobernador Delegado de la Provincia. Je


Salta, había hecho saber cinco días antes la captura del infor
tunado jefe unitario a que se refiere, en unión de 16 compañe
ros, tomados en las alturas de la Sierra, anunciando a la ve¿
que tanto éstos como. 19 más "pagarían can la rida su alevo
sía, etc."
En la "Gaceta" del 20 de septiembre, número 5,70:1,
aparece la siguiente nómina "de los salvajes que cayeron pri
sioneros en fíumiguasi, y sufrieron por castigo la pena ordiuit
ria de muerte, cuya lista está conformada por Arias coa fe
cha 9 : Coronel Florencio Santos—Comandante Juan Vicente.
Torres — Capitán Pedro Pablo Paz — Ciudadano Benjamín
Omil. Se hace constar también en ella, aunque omitiendo sus
nombres, que corrieron igual suerte tres sargentos y diez sol
dados.

El Gobernador de la Provincia de Rioja.


Rioja, agosto 18 de 1842.

Al Coronel y Comandante General don Lucas Llanos.

Han sido capturados y decapitados en esta Capital los sal


vajes unitarios Domingo Antonio Villa fañe. Francisco Doria,
Timoteo González y Venito Vila, estos dos últimos, naturales de
Buenos Aires.
Dios guarde a usted muchos años.—.HIPÓLITO TELLO.

En otras Provincias, como lo varemos en su oportunidad.


BUS autoridades adoptaban idénticos bárbaros procedimientos.
RESONANCIAS DEL CAMINO

SUMARIO: —Sobre el combate en el puerto del Paraná.—Parte far.


saico del comandante en jefe da la escuadrilla, sargento mr,.
yor Seguí.—Comentarios a que se presta.—Oribe y Rosas so
regocijan por ese hecho que en nada honró sus armas.—Comu
nicación del coronel Ramos relativa al suceso del Cerrito.—Un»
victoria a lo Pirro.—El tirano y su lugarteniente felicitan p.>r
ella a los jefes, oficiales y tropa de las divisiones en las Con
chas.—El verdadero critierio histórico.—El lenguaje oficial y
de su prensa.—Lo que decía "El Federal Entrerriano".'—Con
tradicción y falsedad de sus asertos.

No era posible que los jefes contrarios que tuvieron que


medirse con Ciaribaldi durante su pasaje por el Paraná, de
jaran de dar rienda suelta a sus acostumbrados elogios mu
tuos y que omitieran las diatribas en boga para calificar al
enemigo. Su silencio habría sido extemporáneo. Por eso en
riquecieron la literatura oficial de la época con partes y co
mentarios i'arsaicos y agresivos. Había que complacer a Ro
sas, habiéndole en el lenguaje de la restanración y decir todo
lo malo posible de los que tenían el valor de combatirlo, siea.
do el blanco principal de sus ataques el general Rivera, aun
que no se tratase de un suceso >de armas en el cual él inter
viniese personalmente.
L11 sargento mayor Seguí, que era el jefe de la escuadrilla
llamada a defender las aguas de aquel río, pretendiendo mis
tificar a la opinión pública, le pasó la siguiente inflada comu
nicación al pseudo Presidente Oriental, quien la tomó como la
expresión genuina de la verdad, no obstante constarle todo lo
contrario:
GARIBALDI EN EL URUGUAY 341

¡Viva la Confederación Argentina! ¡Mueran los Salvajes Uni


tarios!

VA sargento mayor, Comandante en Jefe de la escuadriVn


del Paraná contra los salvajes unitarios.
Goleta La Argentina, fondeada en el puerto de la Rajada
del Paraná, julio 19 de 1842.—Año 33 de la Libertad. 27 de
la Independencia y 13 de la Confederación Argentina.
Al Excmo. señor Presidente del Estado Oriental del Uruguay,
General en Jefe interino del Ejército unido de Vanguardia
de la Confederación Argentina, brigadier don Manuel
Oribe. . .

Excmo. señor:

El sargento mayor. Comandante en Jefe de la escuadrilla


del Paraná contra los salvajes unitarios, que suscribe, tiene
el honor de dirigirse al Excmo. señor Presidente del Estado
Oriental del Uruguay, General en Jefe del Ejército unido de
operaciones de Vanguardia de la Confederación Argentina,
participándole que, a las diez y media de este día se puso. a
la vela con viento al Norte, de la boca del Tiradero, la escua
dra del salvaje incendiario pardejón Rivera, en donde había
fondeado en la tarde del día antes, después de un pequeño
combate .
Dirigió su ruta por el canal grande de este Paraná, hasta
ponerse a tiro de cañón con la escuadrilla de mi mando, en
cuyo momento empezó el combate con un fuego violento por
ambas partes que duró hasta las doce y media del mismo día,
siguiendo la expresada escuadra salvaje aguas arriba con di
rección a Corrientes eon el mismo viento.
La escuadra enemiga, Excmo. señor, se componía de una
corbeta con veinte piezas de artillería, calibre de a diez y ochi»,
un bergantín con diez, y una goleta con cinco, los dos últi
mos de varios calibres; mientras que la del mando del qu3
firma, muy inferior en poder y armas, arrojaron con sólo ei
denuedo de los bravos que la servían, arrojaron ignominia y
vergüenza al frente del gran pueblo del Paraná a los mise.
SETEMBRINO E. PEREDA

rabies esclavos del usurpador del Estado Oriental, pardejón


Rivera .
Por nuestra parte no hemos sufrido pérdida de ninguna
naturaleza a pesar del fuego sostenido que nos hacían, y su
pone el infrascripto que el enemigo haya tenido mucha según
las buenas punterías de nuestros artilleros, pues existe eu
nuestro poder una ballenera que llevaban los salvajes en los
pescantes del bergantín, destrozada por una bala arrojada do
nuestros buques.
Recomiendo a V. E. el valer con que se han portado tod.H
los oficiales, tropa y marinería en tan desigual combate.
Dios guarde a V. E. muchos años.—Juan Francisco Segití.

¿ Cómo quería el Comandante en Jefe de la escuadrilla dol


Paraná que los expedicionarios orientales se detuviesen en el
puerto de la Bajada para sostener contra sus buques y Lis
baterías costaneras i>n combate de vida o muerte, si otra era
su misión y debían seguir siempre adelante, abatiendo únici.
mente las resistencias que se les opusieran en el camino? El
hecho de haber pasado con felicidad, contestando vigoros.t.
mente el fuego que se les hacía con todo encarnizamiento,
importa un espléndido triunfo para Garibaldi y los suyos.
¿Quería, acaso, que se detuviese hasta agotar sus últinns
recursos para darse el placer de vencerle en toda regla y to
mar la plaza ?
I, No comprendía que entraba en su conveniencia y e'i la
•de los aliados del país que representaba llegar cuanto antes
a Corrientes, para que los beneméritos hijos de aquel pueblo
heroico pudieran disponer de los elementos bélicos de que erin
portadores?
Si Garibaldi hubiese sido un atolondrado, amigo de hu
aventuras, sin medir sus consecuencias, tal vez hubiera pro
cedido en la forma pretendida por Seguí ; pero a su valor te
merario, unía un espíritu reflexivo, y en aquellos momentos
encarnaba los sentimientos y las aspiraciones de dos puebl>s
hermanos, que mancomunaban sus esfuerzos para abatir la
arrogancia del déspota argentino.
Por otra parte, yendo en su seguimiento una escuadra ma
cho más poderosa que la que él comandaba, no era posible que
•en vez de acelerar su marcha la acortase. No había tiempo
GARIBALDI EN EL URUGUAY 843

<lue perder, y bien lo sabía el referido jefe rosista que Gari.


haldi supo aprovecharlo convenientemente.
Además, como el mismo Seguí lo confiesa, la escuadrilla
•oriental sostuvo con la de su mando un fuego violento que
duró alrededor de dos horas, viéndose obligado Garibaldi a
mantenerlo en su pasaje por un canal que hacía embarazosa
toda defensa. La vergüenza e ignominia a que se refiere, l?
jos de recaer sobre el héroe y los suyos, que lograron conti
nuar su marcha, recayeron, en todo caso, en la escuadrilla del
Paraná y en su comandante en jefe, desde que a pesar de Vts
ventajas de su posición no supieron éstos detener su avan.v,
ni apoderarse de los buques contrarios, o cuando menos inu
tilizarlos, desde que les convenía su paralización y ruina.
Por eso le regocijaba tanto al jefe federal la existencia en
su poder de una ballenera desprendida del bergantín Pereir.',,
presa sin importancia, por cuyo salvataje no valía la pena
empeñar una nueva acción.
El general Oribe, que tenía el alma emponzoñada por la a^
titud del capitán Arana Urioste y que miraba con profunií
desagrado la prosecución de los expedicionarios, sabía bien
que Seguí no podía entonar himnos de victoria ; pero como a
•éste, a él también le convenía hacerle creer a Rosas que loa
sucesos del Paraná se desarrollaban bajo los mejores auspi
cios.
Esto explica que no tenga escrúpulos para encomiar el va
lor, el heroísmo y el denuedo de quienes acababan de poner
de relieve su impotencia, por no decir su cobardía, para
guardar la 'entrada por el canal grande del Paraná, no obs
tante haberse ptfesto a tiro de cañón con la escuadrilla rosi;.
ta. La siguiente comunicación suya, fechada en su cuartel g •
neral del Paraná, hace digno pendant con la que dejamos co
mentada :
344 SETEMBRINO E. PEREDA

¡Viva la Confederación Argentina! ¡Mueran. lo?. Salvajes-


V11 1arios!
El General en Jefe interino del Ejército Unido en opera
ciones de Vanguardia de la Confederación Argentina.

Cuartel general, Paraná, julio 19 de 1842. Año 33 de la


Libertad, 27 de la Independencia y 13 de la Confederación
Argentina.

Al Excmo. señor Gobernador y Capitán General de la Pro


vincia de Buenos Aires, Encargado de las Relaciones Ex
teriores y General en Jefe del Ejército Unido de la Confe
deración Argentina, Ilustre Restaurador de las Leyes, Bri
gadier don Juan Manuel de Rosas.

El adjunto parte, impondrá a V. E. del combate que por


nvás de dos boras, ha sostenido gloriosamente nuestra escua
drilla, al frente de este pueblo, contra los buques piratas del
salvaje .asqueroso incendiario pardejón Rivera, en el que el'
comandante de la expresada escuadrilla sargento mayor don
Juan Francisco Seguí, sus «ficiales y tropa, se han comporta
do, a presencia del que firma, con el valor, denuedo y beroís.
mo de verdaderos federales, y que los bace dignos de la cou.
sidera,ción de V. E. muchos años.
Dios guarde a V. E. —Manuel Oribe,

Rosas creyó, o fingió creer que se trataba de un becho glo


rioso para su causa, y contest/i en los siguientes términos :

¡Viva la Confederación Argentina! ¡Mueran los Salvajaá.


Unitarios!

El Gobernador de Buenos Aires, Encargado de las R. E.,


General on Jefe del Ejército Unido de la Confederación Ar
gentina.

Buenos Aires, septiembre 13 de 1842.—Año 33 de la Li


bertad. 27 de la Independencia y 13 de la Confederación Ar
gentina.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 345

Al Excmo. señor General en Jefe del Ejército Unido de ope


raciones de Vanguardia de la Confederación Argentina
contra los salvajes unitarios. Brigadier don Manuel Oribe,
Presidente del Estado Oriental del Uruguay.

Con grata satisfacción se ha impuesto el infrascripto de la


apreciable nota de V. E. fecha 19 de julio último, y par^e
adjunto, referentes al combate que por más de dos horas sos
tuvo gloriosamente la escuadrilla de la Confederación al
frente de ese pueblo, contra los buques piratas del salvaje as
queroso incendiario pardejón Rivera.
Complácese íntimamente el infrascripto .que el jefe, oficia..
les y tropa de la expresada escuadrilla, hayan sostenido de
nodadamente el honor de las armas de la Confederación, com
portándose con •e1 valor que caracteriza a los verdaderos fe
dérales, dando así una nueva prueba de que nuestros valien
tes marinos son digrnos compañeros de armas de los esforza
dos guerreros que bajo el digno mando de V. E. han ahrtti..
do tantas veces la orgullos» cerviz de los salvajes unitarios.
Dios guarde a V. E. muchos años.—JUAN .M. DE ROS'Aá.

El regocijo de Rosas no podía ser muy intenso, porque ei


sargento mayor Seguí no hizo otra cosa que una defensa vul
gar, sin resultado positivo alguno.
i Qué mérito existía en su resistencia al pasaje de Garib.ú
di, cuando no pudo oponerle con sus buques una barrera in
franqueable 1
En el lugar del comandante en jefe de la escuadrilla de1
Paraná hubiera hecho otro tanto, no ya un marino de sus con
diciones, sino también cualquier grumete que se viese en la
imperiosa necesidad, por falta de superiores, de asumir el man
do accidental de alguna nave de guerra.
No menos irrisorio es el parte elevado a Oribe por el coro
nel Pedro Ramos, jefe accidental de las divisiones en las Con
chas, pues por un lado se hace constar en él que el combate
librado contra la escuadrilla nacional se sostuvo con "vigor
extraordinario por ambas partes", y por otro se califica de
cobarde la actitud de ésta, como si el valor consistiese en te
jarse fusilar impunemente por el enemigo, acercándose a 41'
con la mansedumbre de un rebaño de ovejas, para ca°r 'rt
manos de los que han de sacrificarle.
346 SETEMBRINO E. PEREDA

Garibaldi procedió como debía hacerlo, combatiendo en re


tirada, sin decaimiento • de ánimo, y avanzando imperturba
blemente, para arribar cuanto antes, si fuese 'posible, al pun
to de su destino.
¿ Logró esta vez el coronel Ramos impedirle el paso, a pe
sar de pisar en terreno firme, desde donde le era dable ope
rar sin los tropiezos de sus adversarios, que se veían obliga
dos a soportar sus fuegos desventajosamente? Su comunieu.
eión al General en Jefe interino del Ejército Unido de Van
guardia de la Confederación Argentina, dice todo lo con
trario.
¡De qué se vanagloria entonces y por qué manifiesta que
"la conocida cobardía de los salvajes inmundos unitarios !os
obligó a retirarse"?
Por otra parte, ¿cuál era la empresa que el Gobierno Oriea.
tal había confiado a los expedicionarios? ¿Tomar, acaso, por
asalto todas las posiciones resistas que encontrasen por el 2a.
m iuo? Si así hubiese sido, le sobraría razón; pero ya se sabe
que fué otra muy distinta y más sensata.
El referido parte reza así :

.¡Viva la Confederación Argentina! ¡Mueran los Sah'ajes


Unitarios!

El coronel encargado accidentalmente de las Divisiones en


las Conchas.
Punta del Gerrito, julio 21 de 1842.—Año 33 de la Lib3.m.
tad, 27 de la Independencia, y 13 de la Confederación Ar
gentina.
Da cuenta de lo ocurrido al pasar por est» punto la Escua
dra de los safvajes unitarios en los días 26 y 27.

Al E'xcmo. señor General en Jefe del Ejército, Brigadier don


Manuel Oribe, Presidente del Estado Oriental.

Excmo. señor:

A las seis y media de la mañana del día de ayer, se hizo a


la vela la escuadra de los salvajes unitarios con dirección ,il
GARIBALDI EN EL URUGUAY ' 347

•canal tlnc pasa poг este punto. A las diez dieron fondo fuer.4
•de tiro; levando anclas a las onee emprendieron su marcha, y
я las doce y cuarto estuvieron en línea al frente de nuestras
baterías que rompieron el fuego sobre la goleta que ocupaba
la vanguardia, siendo éste contestado por toda la escuadra,
haciéndose éste por ambas partes con un vigor extraordinario.
Como a los nueve tiros dirigidos a la goleta se retiró de la
línea para atender el mucho daño que sufrió, quedando va
rada en la orilla opuesta por espacio de hora y media sin ti
rar un tiro y protegida por el resto de sus buques que sufrV.-
ron entonces un bien dirigido fuego, causándoles bastante-
pérdida.
La conocida cobardía de los salvajes inmundos unitarias
los obligó a retirarse, lo que les fué posible para librarse de
los fuegos siempre 'bien dirigidos de los valientes soldados de
la Confederación Argentina, en cuya disposición sólo los mi
serables rompieron UP graneado fuego con sus piezas de a .H
y 24, que por la distrncia en que fondearon no fué contesta
do, hasta que al hacer lш movimiento, los buques salvajes se
pusieron a tiro y auestras baterías continuaron sus fuegos.
La pérdida de los salvajes asquerosos unitarios, la conside
ro, Excmo. señor, de alguna consideración por lo observado
durante el combate, y por haberlos sentido toda la noche tra
bajando a golpe de hacha y martillos, que indicaba trabajo de
calafatería.
Por nuestra parte, sólo sentimos la pérdida de un soldado
muerto por una metralla, el cual pertenecía al escuadrón del
6 de la División del Sud, y en nuestra artillería los dos ra
yos de un armón baleados y una solera rota por defecto d¿ la
madera .
Las compañías de infantería que fueron destinadas à e.st'î
punto a las órdenes del sargento mayor don José Antonio
Martínez, con el objeto de incomodar con sus fuegos el paso
•de los buques salvajes unitarios, hau sentido no haber te
nido la gloria que ellos esperaban de hacer sus tiros o llenar
su objeto por la mucha distancia que los separaba de los enij-
migos la anchura del canal, huyendo éstos vergonzosamente
una vez que tuvieron objeto nuestros tiros de fusil.
El sargento mayor don Florencio 'Villanueva con cien tira
dores de la División del Sud sigue por la costa tiroteando la
•escuadra de los salvajes unitarios.
348 SETBMBRINO E. PEREDA

Los jefes, oficiales y tropa de toda esta división han llens-


do cumplidamente con sus deberes en la parte que a cada unó
le ha tocado.
Es de mi deber, Excmo. señor, recomendar a V'. E. el va
lor y aptitudes del Capitán Comandante de las baterías d )n
Rafael Burgeoys, y los artilleros d« su mando que a pur fi»
han cumplido su deber.
Dios guarde a V. E. muchos años. Excmo. señor.—Pedro
Ramos.

¿Cómo se entiende ^ue si a los nueve tiros disparados por


las fuerzas del coronel Ramos sobre la Constitución, se retiró
ésta de la línea con serias averías, y si el resto de los buqu-:s
patriotas sufrió pérdidas de consideración, no se les dió caza
ni se trabó su marcha '!
¿En qué estribó, pues, el valor de las divisiones que teman
a su cargo la defensa del Cerrito, y dónde está la prueba de
la cobardía de los unitarios?
El general Oribe, sin embargo, dirigió a Rosas el siguiente
oficio :

¡Viva la Confederación Argentina! ¡Mueran los


Unitarios!

El General en Jefe interino del Ejército Unido de Van


guardia de la Confederación Argentina.

Cuartel General en el Paraná, julio 28 de 1842—Año 33 de


la Libertad, 27 de la Independencia y 13 de la Confederation
Argentina.

Al Excmo, señor Gobernador y Capitán General de la Pro


vincia de Buenos Aires, Encargado de las Relaciones Exte
riores y General, en Jefe del Ejército Unido de la Confe
deración Argentina, Ilustre Restaurador de las Leyes, Bri
gadier don Juan Manuel de Rosas.

Elevo a manos de V. E. el adjunto parte de la gloriosa ji-i--


nada del 26 del corriente, en que los bravos soldados de la
CARIBAL DI EX EL URUGUAY 349

Confederación' Argentina han dado a los infames salvajes


unitarios, de los buques piratas del salvaje asqueroso, incen
diario, pardejón Rivera, una nueva muestra del poder de
aquélla, que por todas partes los persigue y acosa, así como el
encono justo e inextinguible odio que abrigan los pechos do los
federales contra los asquerosos enemigos de la Causa Sai ü ti
de la Federación.
Dios guarde a V. E. muchos años.—Manuel Oribe.

La "gloriosa jornada 'del 26", como la califica el ex mau.


(latario uruguayo, no fué más feliz que la del 19 en el puerto
de la Bajada del Paraná, pues tampoco. tuvo la virtud de dete
ner en su marcha triunfal a los cruzados de la Libertad, a pe
sar del "bien dirigido fuego" de que nos habla el coronel Ra
mos, de sus órdenes al sargento mayor Martínez y de la te
naz hostilidad costanera hecha por los tiradores de la .Divi
sión del Sud.
"Huyeron éstos vergonzosamente",—se dice, aludiendo a
los expedicionarios,—"una vez que tuvieron objeto nuestros
tiros de fusil". Huye .el que sintiéndose débil para empegar
o proseguir un combate prevé su derrota y un desastre ; pero
no aquel que como Garibaldi llevaba por principal objeto
arribar sin dilaciones a Corrientes con los auxilios de que era
portador, y hubiera falseado sus instrucciones y cometí lo
un desatino deteniéndose en cada caso, más de lo imprescin
dible para su propia defensa, tendiente a salvar obstáculi s.
La verdad histórica,—como lo ha dicho el doctor Gregorio
Funes,—no permite disimulos, ni las intenciones desnudas de
liechos, y hechos sin comprobación, no pertenecen al cam, c.
Ae la historia.
Por eso, compartiendo nosotros estas ideas del distinguido
autor de "Ensayo histórico", no podemos aceptar las abso
lutas sentadas en los precedentes documentos, por más que
en ellos se pretenda desfigurar la realidad 'de los hechos c in
juicios en forma de apotegmas.
El análisis de tales instrumentos, se impone, por lo tanto,
para evitar que se extravíe con su lectura o comentarios intere
sados y capciosos el criterio aún embrionario de los hombres
jóvenes, recién iniciados en los dominios del pensamiento, lo
350 SBTEMBRINO E. PEREDA

mismo que el de aquellos que por sus predilecciones o falta.


de tiempo no tengan a su alcance mayores elementos le.
contralor y de .inicio.
De ahí, ipues, que creamos a veces pertinente aplicar el
escalpelo de la crítica a los que emanan de fuentes impuras
o sospechosas, lo que no obsta al lector versado en la maten i
para que espigue en el ancho campo de la filosofía de la his
toria.
He aquí ahora la respuesta de Rosas:

¡Viva la Confederación Argentina! ; Mueran los Sali'ajcs.


Unitarios!

El Gobernador de Buenos Aires, Encargado de las U da


ciones Exteriores, General en Jefe del Ejército Unido ik la
Confederación Argentina.

Buenos Aires, septiembre 10 de 1842.—Año 33 de la Liber


tad, 27 de la Independencia y 13 de la Confederación Argen
tina.

Al Excmo. señor General en Jefe interino del Ejército ruido


de operaciones de Vanguardia de la Confederación Argen
tina contra los Salvajes Unitarios, Brigadier don Manuel
Oribe, Presidente del Estado Oriental del Uruguay.

Ha sido grato al infrascripto instruirse por la nota de V. 13.


fecha 28 de julio y parte adjunto, del feliz suceso de armas
del 26 del mismo, y del ardiente denuedo con que los bravos
de la Confederación que V. E. 'dignamente manda, infumi;".
ron pavor a los asquerosos salvajes unitarios de los tiuques pi
ratas del inmundo pardejón Rivera.
Dios guarde a V. E. muchos años.—TUAN ~M. DE ROSAH.

Si los hechos no hablasen con más elocuencia que las pala


bras, para presentar en toda su desuudez la podredumbre.
moral y 'política de la causa de Rosas, bastarían los término*
de sus comunicaciones y las de sus adláteres para que to:io
hombre culto la juzgase con propiedad. Desde su encabeza.
GARIBALDI EN EL URUGUAY 351

miento hasta su conclusión, сonю se ha visto, contienen, inva


riablemente, este lenguaje: "asquerosos salvajes unitario* e
inmundo pardejón Rivera", no obstante lo cual no le faltaban
defensores en la milicia y el periodismo, empleando también
todos ellos, en sus partes, sueltos y editoriales, el estilo Je
aquella ''escuela literaria, que bien podría denominarse de la
Mazorca.
Don Félix frías, refiriéndose a la cultura intelectual del
periodismo de ambos bandos, decía lo siguiente, desde 'Saatia-
go de Chile, en julio de 1847, en un patriótico opúsculo dedi
cado por él al doctor Juan Bautista Alberdi : " El tirano ha
podido vencernos en las batallas, pero no nos ha vencido, ni
nos vencerá, en el campo de la prensa. .Algunos trabajos lite
rarios de sus enemigos han sido encomiados por la "Revista
de Almbos Mundos" y el "Times", la primera revista de la
Francia y el primer diario de Inglaterra; pero no tengo noti
cia de igual honor concedido a las producciones de la "Gaceta
Mercantil". Nuestra superioridad en la prensa, es decir, en el
teatro de la discusión, acredita ciertamente la pure/a de nues
tros principios y nuestras miras". (1)
"El Federal Entrerriano", que aparecía en el Paraná como
órgano oficial, no podía menos que seguir la corriente, para
no contrariar a Oribe, que a diario le daba instrucciones desde
su cuartel general. De ahí que al noticiar el pasaje de Gari
baldi por las aguas de aquel puerto estampara en sus colum
nas frases como esta: "La superioridad en el calibre y en el
número de artillería por parte de los piratas salvajes, equili
brada por su natural cobardía, ninguna ventaja obtuvo sibre
nuestra pequeña escuadra, que sostuvo dignísimamenti las
glorias del Pabellón Nacional, y a la vista de estc pueblo
mostró la diferencia que hay entre los soldados argentinos y
los mercenarios aventureros sumisos al oro del pardejón in
mundo y salvaje Rivera". Olvidaba, sin embargo, el auto.' de
este libelo, al apocar el valor de los expedicionarios y en-uf-'-
cer a sus amigos, que en líneas anteriores consignaba quo bs
buques de los patriotas eran solamente tres, y "que lueg ) que
estuvieron navegando en el canal, y a tiro de una baterí i -le

t1) «La gloria del tirano Juan Manuel Rosa*-•, página VII.
352 SETEMBRINO E. PEREDA

tierra y de los buques de la escuadrilla sutil, ambas rompie


ron el fuego sobre los enemigos, que lo contestaron con c'iyor,
sosteniéndose el cañoneo por espacio de dos horas".
Si G.aribaldi luchó contra la escuadrilla del sargento mayor
Seguí y a la vez contra una batería de tierra, sosteniéndose sin
ceder su puesto durante tanto tiempo, mal puede tildar*.} su
actitud como efecto de la cobardía.—Es un absurdo y aína
deslealtad juzgar tan pobremente la conducta de esos va
lientes.
¡Cobardía! Grosero insulto con que se pretende empeque
ñecer una acción gloriosa ( para dar visos de verdad a u ;..•',
burda mentira. No! Garibaldi no demostró en época ni inítan
te alguno ser un espíritu apocado, y sólo son cobardes los que
retroceden sin causa justificada, esquivando un encuentro con
sus adversarios; pero nunca jamás aquellos que como él se
abren paso por entre ellos, librando un reñidísimo combate y
avanzando siempre, conforme a su consigna y en medio a la
desesperación y la rabia de los impotentes para detenerlos.
Por eso hemos afirmado que su pasaje por el río Paraná fue
indudablemente triunfal.
Podría decirse del HÉROE DE AMBOS MUNDOS lo que Seguicr
de Napoleón, al regresar éste a su palacio de Saint. Coud, %
raíz del tratado de paz con Rusia y Prusia, celebrado como
consecuencia de su segunda campaña en Polonia: "Garibaídi
está fuera de los límites de la historia humana : pertenece a
los tiempos heroicos ; está por encima de la admiración . no
hay más que el amor digno de elevarse a él."
Su actuación en Río Grande y la empresa temeraria que
venimos historiando, eran un feliz presagio de su futuro glo
rioso, y sólo podían desconocerse entonces sus relevantes mé
ritos por supina ignorancia, o bajo la presión de las ciegas
pasiones que ahogan los dictados de la conciencia y contami
nan el cerebro con el virus de la parcialidad : como al presente,
después del transcurso de tantas décadas y a pesar de sus he
chos posteriores, más salientes y celebrados que éstos, la críti
ca mordaz y la injusticia a su respecto no se conciben i.ino
obedeciendo a un espíritu de secta, por sus avanzadas id -AI
lilwrales. o a sentimientos partidarios, hijos del atavismo
FIN DEL TOMO I
ÍNDICE DEL TOMO I

Páginas
Dedicatoria ......... g
Proemio ......... -

Antecedentes del héroe

SUMARIO: —.Su vocación por la marina.—Estudioi? quo


cursó.—Sus primeros viajes.—Su venida a Améri
ca.—La República de Río Grande.—Importantes ser
vicios por él prestados a la causa de la Libertad.— Ani.
ta y Meno'tti.—Su preocupación por el porvenir de
ambos.—Una tremía a su acción guerrera.—Alberdi y
la revolución republicana/—El 15 de noviembre de
1889 ................ lJB

En la metrópoli uruguaya
SUMARIO: —Pasos preliminares de su actuación.—Su veni
da a Montevideo.—Estada en e>l puerto de MaWona.
do.—Peripecias que le ocurricron.—Plática agradable
con una poetisa criolla en una humilde vivicnda
próxima a la ribera.—Garibaldi jK>eta.—Una muestra
de su afición a las musas.—.Combate en el Océano con
dos lanchas de Oribe.—Garibaldi resulta herido en el
cu.ello.—Triunfo de la sumaca "Luisa". —El parte
oficial.—Las bajas.—El héroe, casi moribundo, consul
tado por sus compañeros, fija su vista en la carta
hidrográfica e indica la ruta a :seguir. — Narración
del .sucoso por Joaquín Suarez.—Auxilios prestados
por un buque fondeado en Martín (¿arría.—Arribo a
(>ualeguay.—Apoyo que le prestó el capitán Lucas
Tarta bul 1.—Casa en que s«> alojó Garibaldi.—Carta a
Cúneo.—Extracción de la bala.—Fuga desastrosa.—
Martirios inquisitoriales a que fué sometido Garibaldi
OARIBALDI—23 TOMO i
354 INDICE
Páginas

por el comandante Milláu.—Conducta nobilísima de


la sonora Alomán. —Su libertad. —Visita incógnita a
nuestra metrópoli.—Regreso a Río Grande.—Converti
do .en tropero. —Nuevamente en la Capital uruguaya,
donde se domicilia.—Comisionista y profesor de mate
máticas.—Algunos de eus discípulos.—Kl Gobierno se
propone confiarlo el mando de la escuadrilla nacional.
—•Correspondencia mantenida con Mazzini.— Sociedad
patriótica secreta —Promesa hecha a Garibaldi por
su compatriota Esteban Antonini 25

La escuadrilla nacional

SUMARIO: —Elementos con que se contaba.—Los coroneles


Coe y Fourmantín contra el almirante Brown.—Kosas
reduce a su servicio a .varios oficiales retirados, me
diante fuertes anticipos de suelden devengados.—La
goleta "Unión" hecha buena presa en la rada exte
rior de Buenos AiKS.—'Noticias biográficas de loe ci
tados jefes de loa buques' nationales.—Combates
finales de lse escuadras oriental y argentina.—Acción
heroica del comandante Bernardo Dupuy.— Venta de
buques por el Ministro Vidal.—Garibaldi no se des
alienta por eso.—Generoso desprendimiento del gene
ral Rivera en pro de la marina y del ejército.-—Servi
cios prestados en todas las épocas por los buques
nacionales.— Visita de Garibaldi a la capitana de Сoe
en compañía del ex oficial de la, Cerina sarda don
Salvador Rombys.—Impresion«s de este último sobro
su organización y disciplina.—Juicio que le merecía el
héroo como organizador.—Una anécdota interesante.—
Servicios .prestados por Dupuy a la Inde.pendejncia y
al 'país. — Su autobiografía. —Conclusion 5t3

La escuadra de Buenos Aires

SUMARIO: Arribo a Montevideo de los buques de Rosas


—Inactividad de los mismos.—Visita a bordo de su
nave capitana por una comisión del comercio de dicha
plaza.—Brown pone a precio su escuadra para pasarse
al Gobierno Oriental.—Pruebas de este aserto.—Digna
actitud del Poder Ejecutivo.—Una defensa sospechosa.
—Regreso a Buenos Aires de las naves argentinas.—
Visita d« Manuelita Rosas a la "9 de Julio".—Co
mentarios que provoca.—Otras informaciones. . . 107
355
Páginas

Antecedentes nistóricos

SUMARIO:—Salida de Rivera a campaña.—Distribución .de


las fuerzas a su mando.—Los generales Echagüe y
Urquiza.—Sorpresa de este último a los caballerizos
del general Medina.—Reorganización de la escuadra
nacional.—Ofrecimicnto de «u mando a Garibaldi.—
Resistencia opuesta ix>r éste para su aceptación.—In
fluencia* que vencieron esa negativa.—Sus primeras
disposiciones.—Otras medidas del Gobicrno.—Conven
ción de alianza ofensiva y defensiva celebrada contra
Rosas, entre los Gobiernos de Santa Fe y Corricntes.
—Apresamiento |;or el teniente 1.° Jorge Cardas! de
la 2.» «cuadra sutil de Rosas en el Uruguay.—Batalla
de Caaguazú.—Derrota de Echa^üe por el general
Paz.—Su celebración en Montevideo y Corrientes.—
Aprobación por la Junta de Representantes de Santa
Fe del tratado con Corrientes.—Pasaje de Rivera al
Entre Ríos.—Retirada de Urquiza hacia Gualeguay.—
Ocupación del Paraná por el general Ramírez.—Nom
bramiento del comandante Pedro Pablo Seguí de
Gobernador Provisorio.—Alianza ofensiva y defensiva
entre el 'listado Oricntal y loe Gobiernos de las Pro
vincias de Entre Ríos y Santa Fe.—Términos de la
Convención ajustada en Galarza.—Triunfo de la van
guardia de Oribe.—Carta de. éste al general Aldao
dándole la noticia del combate y haciéndole saber
que al general Juan Apóstol Martínez, prisionero,
le hizo cortar la cabeza.—E! Gobicrno de Montevi
deo declara a la República en Asamblea.—Instruc
ciones sanguinarias al mayor Abrahfin. — El fraile
Aldao interdicta a los unitarios y sus bienes.—
Acción benéfica do las fuerzas orientales •en Entre
Ríos.—El Gobernador Seguí perece degollado por or
den . de Oribe. — Entrevista de Madariagn .con Rivera
en Paysandú. enviado por Ferré.—Desconcicrto de
las montoneras rosistas.—Actitud patriótica del pue
blo de Paysandú.—l"n acta memorable.—Elogios tri
butados por "El Nacional" a sus promotores y fir
mantes.—Adhesión de las autoridades y vecinos del
Rineón de las Gallina*!, Román Grande y otras cir
cunscripciones del mismo departamento
356 INDINE

Fáginas

SUMARIO: —Comunicaciones de Ferré a Rivera, relativas


al tratado de Galarza y a la conducta del doctor Der.
qui.—Intrigas de ente último.—Recelos infundados del
general Paz y ataques injustos a Rivera.—Triunfo ob
tenido por el coronel Luna sobre el imlio Abrahán
en las puntas de Lucas.—Salvajismo de Crispín Veláz.
quez.—Parte de Dionisio Ovclar al Gobernador Ferrí
sobre otros hechos de armas.—Emisión de billetes
en Corrientes [tara facilitar el cambio mercantil.—
Parte del comandante de Goya sobre el estado del
ejército enemigo en Santa Fe.—Proclamas del corone!
Estivao y del Alcalde Riobo a los habitantes del de
partamento de Soriano.—Concentración en San Sal
vador de las milicias de aquel departamento y de lB
Colonia.—Vigilancia en las costas de los rí,>s Uruguay
. y P>.ta e internación de las caballa .la^. — Juicio hon
roso para su comandante 'militar.—Las fuerzas del
general Paz.—V,i=ita de éste a Paysamlú.—Manifesta
ciones de los más caracterizados jefes y oficiales en
favor del Gobicrno y del general Rivera.—Documento
que exterioriza sus levantólo» sentimientos.—Pre
mios acordados por la Legislatura de Corrientes a lod
defensores di. dichn provincia.—Proclama de .Ferró y
decreto de enrolamicnto ....... 5.4

Con rumbos a Corrientes

SUMARIO: — E«tado de la escuadrilla nacional.—Jefes (te


que echó mano Garibaldi—Objeto de la expedición
—Necesidad de una idea superior que dicra cohesión
y unidad a los elementos adversos a Rosas.—Lo que
opinaba Alberdi a este respecto.—¿Pretendía el Go
bierno, como alguicn lo supusicra, desembarazarse del
«'.«forzado niznno'—Hi".hos que desvanecen tan erró
nea suposición.—Composición de las fuerzas coligadas.
.—El valor de.1 soldado corre'ntino.—Los resistas insi
núan la idea de sobornar al héroe, pero no se atreven
a hacerlo.—La flotilla en viaje.—Su pasaje por Mar
tín García.—Crítica injusta del historiador Saldías.—
Cómo juzga Lerroux a Garibald:.— Encalladura de la
nave capitana.—La escuadra enemiga la cree presi
segura..—Parte pasado a Brown por el Capitán del
.Puerto y comandante accidental de 'la isla.—Percau.
INDICE 357

Páginas
eo sufrido por la "Belgrano".—Desesperación y mal
humor del almirante.—Garibaldi y los suyos en salvo.
—Los exlic»licionarios continúan su marcha. . . . 206

En el rio Paraná
SUMARIO: —Nicbla salvadora.—'Remontando el río.—Re
sistencia do los práctico?.—Cómo supo vencerla Cari
bal di.—Pasaje de los expedicionarios por el Chana,
!a boca del Baradero y el banco de San Pedro.—Co
municación del Encargado de Negocios de Corrientes
cerea del Gobierno Oriental.—Parte pasado al Mi
nistro Vidal.—San Nicolás do los Arroyos.—Combates
pareial'e* en la Vtrlta die Obligado y Punta de Picdras.
—En la Bajada del Paraná.—Audaz travesía.—Ras
go heroico de Oribe.—Una frase del comandante del
"Ppreira".—Comunicación al general Ferré.—En las
Conchas.—Provisión de carne fresca.—Combate en el
Cerrito.—Presas tomadas allí, a pesar de la posición
ventajosa de la batería enemiga.—Muerte de los bra
vos oficiales italianos Díaz ,y Vallerga.—En Hernan
darias.—Nuevas presas.—Castigo aplicado en San
José do Feliciano al primer cirujano de la escuadra
por no haber atendido debidamente a un enfermo.—
Concurso prestado por el Gobernador de Corricntes.—
Comunicaciones de Ferró, Garibnldi, Aguiar, López,
Rnmírez y Ocampo, sobre varias acciones do urmas ad
versas al enemigo.—Eneuentro de las escuadrillas
aliadas en Caballú.Cuatiá.—Nota de Ferré al General
en Jefe del Ejército de Reserva.—Nuevo parte de Ga.
ribnldi.— El buchón "Caá.Guazú".—Respuesta afec
tuosa del mencionado Gobernador 239

La escuadra de Brown
SUMARIO: —El "Belgrano" a flote,—Brown desoricntado.—
Nueva encalladura de la nave capitana.—Avance has
ta «la punta de Amarillos.—Tiempo perdido.—Auxilio
mandado desde Buenos Aires.—Creencia ele que las
navii» «Tientales estuvifsem a cargo de Ooe. —Pala
bras del almirante al saber la verdad.—Remontando
el Paraná.—El comandante Thorne es eneargado de
guardar las aguas del Plata.—Motín proyectado a
bordo para pasarse al enemigo.—Buques y jefes 'con
que contaba Brown.—Pasaje por Conchillas y el Ca
rrito. —Informes suminisitraidos por el ayudante Lean
dro Gómez.— Recomendación a lo Torquemada hecha
por Oribe 272
358 INDICE

Acción convergente

SUMARIO: —Nota informativa pasaba a la Cámara de Re


presentantes .por el Ministro de Guerra, genera! Mar
tínez, sobre el estado del ejército y marina y sus nece
sidades.—Recursos indispensables para atender la ad
ministración pública y la defensa nacional. —Suspen
sión de los contratos financieros.—Proyecto del Repre
sentante doctor Vega.—Informe desfavorable de la
Comisión de Hacienda.—Rechazo de aquél.—Emprés
tito de $ 700.000 propuesto por el Ministro Vida'..—
Fundamentos del mismo.—Dictámenes y sanción del
Cuerpo Legislativo.—Observaciones interesantes he
chas en ambas Cámaras—Premios y concesiones a lo*
vencedores de Cagancha. — Impuesto forzoso de
$ 300,000..—Becomendación del Senado a la Cámara
de Representantes sobre el particular ..... 281

II

SUMARIO: —La prensa correntina.—Operaciones en San


José.—Derrota de la vanguardia de l'rquiza por la di
visión del coronel Blanco.—Honores fúnebres en Mer
cedes a los sacerdotes Villafañe, 'Cabrera y Frías, sa
crificados por Rosas.—Resultado de los movimientos
concéntricos de las divisiones correntinas y fuerzas
del general López.—Visitas al general Rivera en su
quinta del Arroyo Seco.—Apreciaciones del "Rritnn.
nia".—'Pronunciamicnto del ejército.—Adhesión del
coronel Ráez y sus oficiales a las manifestaciones de
pus demás compañeros de armas.—En honor del 18 de
Julio. — Revista de la guarnición.—Brindis elocuentes
y patrióticos caminados a raíz de ella en el recinto le
gislativo.—Palabras afectuosas de Mr. Mandeville.—
Saludos al general Rivera por los jefes y oficiales de
la guarnición.— Nombramicnto del coronel Possolo de
comandante general de armas.—Nuevo triunfo de la
división Blanco.—Los coroneles García y (Quintana ba
ten una fuerza enemiga en el arroyo de la China.—
Ukaec del Gobernador de Catiunarca, Gregorio Segura,
ponicndo fuera de la ley a hombrees y a mujeres.—
Aumento de la fuerza do infantería del ejército de ope.
INDICE 359
Pigiiuu
raciones do la República en Entre Ríos. —Proclama
del (iobornador Ferré a sus compatriota*.—Desbando
de los federales en 'Entro Ríos.— Demostraciones que
se le hicieron en el Salto Oricntal al Gobernador do
Santa Fe.—Creación del batallón de infantería de lí
nea número 3.—Asesinatos de prisioneros en Salta y
Tucumán 312

Resonancias del camino

SUMARIO: —Sobre el combate en el puerto del Paraná.—


Parte farsaico del comandante en jefe de la escuadri
lla, sargento mayor Seguí.—Comentarios a que se pres
ta. —Oribe y Rosas se regocijan por ese hecho, que en
nada honró sus armas.—Comunicación del coronel Ra
mos. relativa al suceso del Orrito. — .Una victoria a lo
Pirro.—El tirano y hu lugarteniente felicitan por ella
a los jefes, oficiales y tropa de las divisiones en las
Conchas.—El verdadero criterio histórico.—El len
guaje oficial y de su prensa.—Lo que decía "El Fede
ral Entrerriano".—Contradicción y falsedad de sus
asertos . 340

ÍNDICE DE GRABADOS

Oarihaldi, tomado del natural en Montevideo 15


Birgatín oriental "Montevideano" 33
Escuadras de Goe y Brown.—Vista del combate del 24 de
mayo de 1841, tomada desde la azotea del Hospital de Ca
ridad a las 9 y 30 de la mañana 41
Situación de las mismas a la 1 .y 30 de la tarde. ... 48
General Guillermo Brown 56
Comodoro Juan H. Coe 6L
Escuadras de Coe y Brown. Vista del combate del 24 de
mayo de 1841. tomada a la pues'ta del Sol 71
Coronel mayor Bernardo Dupuy 94
Vista del lx>rgantín.goleta "Montevideano", frente a Monte
video, el 25 de mayo <le 1841, combaticndo contra cuatro
buques de Brown 113
El "Montevideano", fondeado en la ensenada de don Juan
José Soco, el 35 de mayo de 1841, después de burlar la
acción de la escuadra argentina 125
360 INDICE

Páginas

Oencral José Maria Paz. 135


" Juan Pablo López. 143
Pascual Et'hajiüe 148
" José 'Félix Aldao (Fraile). 161
Doctor Santiago Derqui 175
General Pedro Ferré 199
Juan Manuel ¡de Rosas. 215
" Justo José de Urquiza. 314
Obras del mismo Autor

Lucila, romance literario (año 1885).


L'na historia como muchas, novela de costumbres
(1890).
Laura y Clotilde, novela de costumbres (1891).
Misceláneas, dos lomos (1891).
1м literatura nacional y el doctor Sienra Carranza
(1892).
Colón y América (1893).
I\i retrógrados ni tartufos (1 89o).
Garibaldi, boceto histórico (1895).
Paysandú y sus progresos (189(i).
Río Negro y sus progresos, dos tomos (1898).
Ijabor Legislativa, discursos parlamentarios, dos
tomos (1900-1901).
Cuestión constitucional.- La naturalización (1901).
El Divorcio, conferencia, proyecto y fundamentos
del mismo (1902).
El General Fructuoso Rivera y la independencia
Nacional (iWú).
Impuesto de consumo d los vinos, discursos parla
mentarios (1905).
Los extranjeros en la Guerra Grande (i 904).
l'na cuestión histórica.- La Isla de Martín García.
— I ruguatja y no argentina (l 907).
Liberalismo práctico.- Ser o no ser (1910).
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