Esc. Palo Alto
Esc. Palo Alto
Esc. Palo Alto
Textos Universitarios
Agradecimiento ............................................................................................................... 14
Advertencia al lector....................................................................................................... 16
Introducción .................................................................................................................... 18
Cuaderno de ruta............................................................................................................ 23
1. Gregory Bateson....................................................................................................... 35
Anexos............................................................................................................................................ 359
Prólogo
Más adelante abordan la importancia de la cibernética como te rreno en común para las
ciencias de la época. Este concepto fue el que llevó a la convocación de las conferencias
Macy. Resulta fascinante para el lector interesado atar todos los cabos sueltos de cómo
todos los grandes «personajes» de la época se conocieron y tomaron parte en dichas
conferencias. De esa época data que hoy en día John Weakland cuente con una sonrisa:
«Gregory conocía a todo el mundo que valía la pena conocer, con lo cual tenía la capacidad
de abrir las puertas que necesitaba cuando quería entrar en algún área nueva que le
interesaba investigar.»
En la segunda parte del libro el doctor Wittezaele y la licenciada García muestran cómo
las consideraciones teóricas de Bateson encontraron su lugar en la práctica.
Los autores se centran en el principio de la doble coacción, que fue el que puso al
«grupo de Palo Alto» en el centro de los acontecimientos en terapia familiar. La doble
coacción fue la primera aproximación concreta de la nueva epistemología, los tipos
lógicos, la información y la comunicación a las ciencias humanas. Como dicen los autores
nuevamente: «La doble coacción define la enfermedad mental como un problema en la
comunicación, cambiando de base la perspectiva terapéutica.» Esto ocurrió en gran medida
cuando dos miembros del «grupo Bateson», Weakland y Haley, se unieron a Don D.
Jackson después que fundó el Mental Research Institute, en 1961.
La «escuela de Palo Alto» comenzó en 1955 con una primera hi pótesis acerca de la
psicosis como relacionada con los conceptos de «madre esquizofrenizadora» y «paradoja».
Sin embargo abandonaron el concepto de «paradoja» muy pronto porque no describía ade -
cuadamente lo que veían. El concepto de «doble coacción» resultó más abarcador y por lo
tanto es el que sobrevive hoy en día en la práctica, aun cuando lamentablemente el trabajo
del MRI parece ser más famoso entre los colegas por el uso de la paradoja que cualquier
otra intervención.
Los autores ponen el énfasis a través de todo su relato, sobre có mo las hipótesis de
trabajo fueron cambiando. Nunca se dio el caso de haber «descubierto» algo que ya estaba
allí. Más bien fue un proceso de «inventar», como diría Heinz von Foerster, diferentes
aproximaciones a la solución de los problemas humanos. Por ejemplo, des de un principio,
Bateson se preocupó por el problema mental de los sentimientos y cómo éstos cabían en la
práctica de esta nueva modalidad de solución de problemas.
Lo que ha resultado, después de muchos años de práctica es que hoy en día, en nuestras
prácticas, nos diferenciamos de otras aproximaciones terapéuticas en que no nos centramos
en la expresión de sentimientos durante la sesión. No ponemos en cuestión que el pre sente
se ha creado en el pasado del cliente, pero, para producir un cambio en el problema,
pondremos el énfasis en lo que ocurre en el día a día en forma práctica.
Es en la producción de un cambio en lo que el grupo se centra primordialmente, como lo
dicen los autores del libro. La influencia de Erickson es un factor determinante en que el
trabajo del equipo del Centro de terapia breve se centre en la producción de un cambio en
las interacciones que son dolorosas para la persona o personas que nos consultan.
Ciertamente, en lugar de estudiar a la familia como un sistema homeostático, es el proceso
del cambio en sí mismo el que ocupa principalmente a los miembros del «grupo de Palo
Alto» ahora.
En efecto, una de las premisas fundamentales de aquel momento hasta hoy es que los
clientes no vienen a pedir terapia primordialmente para esclarecer un pasado
inmodificable, sino porque se encuentran ante una insatisfacción en el presente y un- deseo
de mejorar en el futuro. En palabras de Erickson: «Ni el paciente, ni el terapeuta pueden
saber en qué dirección se ha de verificar un cambio y en qué grado ha de tener lugar este
último.» Es la producción de este cambio lo que nos interesa.
Bajo el capítulo «La insostenible frialdad de la terapia breve», los autores recalcan la
simplicidad de los principios usados en ese marco pero la dificultad en su implementación.
Retoman el relato de los personajes involucrados en su creación para dar la impresión cla ra
de que, si bien el Centro de terapia breve puede parecer un tanto aislado del contexto de las
demás investigaciones que habían ocurrido en el MRI hasta entonces, fue el resultado de la
evolución de los diferentes proyectos en los cuales sus fundadores, Richard Fisch, John
Weakland y el autor de este prólogo, habían participado. Si bien Bateson nunca fue parte
oficial del MRI, sus ideas ciertamente fueron puestas a prueba por estos profesionales;
John Weakland había trabajado con Erickson de manera tan intensiva en Phoenix que sus
enseñanzas se habían constituido en la parte principal de su tra bajo en Palo Alto.
Terminan el capítulo señalando que casi todas las corrientes «nue vas» de terapia familiar
tienen sus orígenes, más lejanas o cercanas, en el trabajo de los fundadores del Centro.
Muy pocos de los discípulos en el mundo admiten esta influencia abiertamente.
Dos cosas nos vienen a la mente al terminar este prólogo. Una es la de la permanencia de
la noción de cambio que sigue hasta el presente: los autores nos cuentan que Bateson solía
tener reuniones abiertas todos lo jueves en su casa, donde se discutían temas de inte rés
general con jóvenes entusiastas que luego llevaban la antorcha a nuevas disciplinas; Milton
Erickson recibía a Jay Haley y John Weakland (y también a todos sus pacientes) en su casa
en Phoenix; hoy en día, la tradición se sigue en casa de John Weakland los martes por la
tarde. A pesar de su alejamiento del MRI por razones de salud, en su casa convergen Steve
DeShazer, Insoo Berg, Wendel Ray, la autora de este prólogo entre otros muchos,
interesados en oír lo que el «viejo sabio» tiene que decir. Parece haber algo que no ha
cambiado: son las reuniones informales las que son fuente valiosa de intercambio de ideas.
La otra cosa que nos viene a la mente es la construcción de puentes y caminos en común
con corrientes de terapia breve con las que tenemos conceptos en común. Derivadas de las
enseñanzas de los grandes maestros esperamos que forjarán un futuro para que siem pre
haya terapeutas cuya misión primordial sea la de aplacar el su frimiento humano sin tener
que recurrir a la bioquímica. Este libro con su claridad y su perspectiva es un gran paso
hacia evitar la compulsión a la repetición, las soluciones intentadas que no funcionan.
Damos las gracias a todos cuantos han contribuido a la realiza ción de esta obra. A
nuestros amigos Claude'Seron, Raymond Kenler, Christine Servais, Daniel y Marie-Noélle
Gerbinet, que aceptaron dedicar largas horas a leer y criticar el manuscrito.
Tenemos una deuda muy particular con Véronique Servais; no nos ha escatimado ni su
tiempo ni su apoyo en los momentos de cansancio o de desánimo: las apasionantes tardes
pasadas en su compañía serán un recuerdo privilegiado de esta aventura. Dedicamos un
recuerdo especial a Sébastien Nicaise, que nos prodigó consuelo y simpatía cuando nos
peleábamos con los ordenadores.
Damos también las gracias a todo el equipo del Mental Research Institute por su ayuda,
su colaboración en este proyecto y el tiempo que nos ha dedicado. Jules Riskin, Arthur
Bodin, Ferl Larsen, Margaret McCorkle, y el equipo administrativo: Sharon Lucas, Phylis
Erwin y la malograda Joyce Emamjomeh. Gracias a Karin Schlanger por su acogida, su
apoyo y su amistad; a Lucy Gill y Patricia Emard por habernos hecho compartir su
experiencia en el MRI.
Debemos dar las gracias a todos los que han aceptado compartir con nosotros sus
recuerdos personales de Gregory Bateson y del MRI: Stewart Brand, Michael Katz, Jerry
Brown, Karl Pribram, Mary Catherine Bateson, Jay Haley. A todo el equipo de las Special
Collections de la Universidad de Santa Cruz (y en particular a Rita Bot
toms) que nos ha facilitado el acceso a los archivos Bateson y nos ha manifestado siempre
su simpatía.
Gracias a William Fry por habernos acogido en su propiedad de Nevada City para evocar
sus recuerdos del «proyecto Bateson» y de los comienzos del MRI; a Heinz von Foerster y
a su esposa Mal por su calurosa acogida. Nuestro agradecimiento a Wendel Ray por los
preciosos informes sobre Don Jackson. Muchas gracias a Carlos Sluzki por su ayuda, su
simpatía y la claridad de su análisis'.
Agradecemos a Jean-Luc Giribone la confianza que nos ha atesti guado y la libertad que
nos ha dejado durante toda la realización de este trabajo.
Por último, debemos expresar todo nuestro agradecimiento y res peto a los miembros del
Centro de terapia breve: Richard Fisch, gracias al cual hemos podido participar en las
actividades del centro durante dos años; John Weakland, por su paciencia y su amabilidad;
Paul Watzlawick, que, a pesar de su programa de trabajo sobrecarga do, nunca nos ha
negado una aclaración o una anécdota sobre la historia del MRI. Le debemos no solamente
este libro sino también un nuevo sentido a nuestro trabajo.
ADVERTENCIA AL LECTOR
Se impone una última advertencia: aunque la mayor parte de las ideas y de los conceptos
expuestos en esta obra se deben a los miembros del grupo de Palo Alto, es evidente que
asumimos la entera responsabilidad del uso y de las adaptaciones que hemos hecho de
ellos.
Nos hemos esforzado en seguir de forma cronológica el desarrollo de las ideas del grupo
de Palo Alto. Sin embargo, la intricación de los diferentes contextos no permite una
descripción estrictamente lineal. Para facilitar la orientación temporal de los lectores,
hemos incluido, al final de la obra, un cuadro cronológico que recoge las publicaciones y
los acontecimientos personales principales que jalonan nuestro relato.
INTRODUCCIÓN.
Hay lugares cuyos nombres son como jalones de la historia, seña les de una época,
emblemas de una generación o eslóganes que reflejan una corriente de ideas. Palo Alto
puede indudablemente pretender formar parte de ellos.
¿«Extraño atractivo» o simplemente el desván del «nuevo paradig ma» de las ciencias
sociales? De buen o mal grado, esta pequeña ciudad californiana ha adquirido una
reputación que probablemente no merece si nos limitamos a los hechos históricos. No
obstante, una serie de personalidades se han reunido en ella, en momentos di versos, para
cristalizar las ideas nuevas de la época. Y Palo Alto es, en el espíritu del público en general
(europeo en todo caso), un nombre un poco mágico que se menciona para significar una
pertenencia. Es sin duda concederle un honor excesivo, pero, después de todo, sólo se
hacen préstamos a los ricos. Es cierto que Palo Alto se ha procu rado unos buenos ahorrillos
durante los cuatro últimos decenios. Además de atribuirle la paternidad de la terapia
familiar, se lo asocia a la «nueva comunicación»`, a la cibernética, a la sistémica y, más re -
cientemente, al constructivismo. Se lo considera a veces como el abanderado de la
epistemología sistémica y se relacionan con él unos nombres que, tomados cada uno de
ellos separadamente, son ya unos monumentos: Gregory Bateson, Paul Watzlawick, John
Weakland, Richard Fish, Don Jackson, Milton Erickson, Heinz von Foerster, Jay Haley,
Virginia Satir...
Como ocurre con toda leyenda, es cada vez más dificil discernir la trama del tejido del
bordado y, de todos modos, cuanto más se examinan los detalles, mayor valor se le
encuentra al conjunto. Nuestra tarea aquí no consiste tanto en desmitificar cuanto en mul -
tiplicar los ángulos de visión para afinar la imagen. Éste es el tema del presente libro:
desenredar la red relacional, hacer el inventario de las riquezas e intentar delimitar los
hechos que han permitido a Palo Alto ganar sus laureles.
Cuando un colaborador abandona el MRI, se oye a veces esta re flexión: «¡Ah, quizás va
a fundar el grupo de Palo Alto!» Sin duda es una humorada pero que refleja muy bien esta
afirmación cien veces repetida de Paul Watzlawick: «El grupo de Palo Alto no existe.»
Aunque los miembros del MRI son sin duda los mejor situados para ha blar de ello, no
obstante esto merece algunas precisiones.
Epistemología, paradigma son éstas las grandes palabras lanzadas al viento. Tan
grandes que pueden parecer desmesuradas y engañosas. Muchos investigadores sagaces
podrán presentir la superchería, la trampa de las palabras y de las ideas que sirven para
cubrir con un barniz de respetabilidad unas posiciones poco rigurosas. Es cierto que el
conjunto de las ideas que desarrollaremos en estas páginas suscita aún muchas preguntas,
presenta muchas imprecisiones terminológicas y llama al debate contradictorio. A fin de
cuentas, el lector será el único juez. Sin embargo queremos mostrar en este libro que el
conjunto de los trabajos agrupados habitualmente bajo el nombre (poco controlado, lo
admitimos) de «grupo» o también «escuela de Palo Alto» revela los elementos
característicos de un cambio epistemológico.
Nuestro camino personal nos ha llevado a realizar, en sentido inverso, el recorrido que
proponemos en esta historia de Palo Alto. En primer lugar nos sedujo la originalidad del
método de cambio elaborado en el MRI; pero la aparente simplicidad del modelo de la
«terapia breve» revela enseguida una característica esencial de la co municación: el
contexto es el que posee las claves del sentido. Tuvimos que salir a descubrirlo: los
primeros trabajos del MRI, las investigaciones sobre la comunicación, la hipótesis de la
doble coacción... Nuevos asombros, nuevos rompecabezas: Bateson no se deja domar
fácilmente. Chocamos con una masa impresionante de alusiones y de referencias: Gestalt,
cibernética, sistemas, información. Navegamos al buen tuntún entre los tipos lógicos y
suspiramos ante el muro del segundo principio de la termodinámica. Palo Alto sabe hacerse
desear, al menos si se quiere comprender todo su alcance.
Entonces, ¿es necesario comprender a Bateson para realizar la terapia breve? No, sin
duda, igual que es posible leer a Bateson sin sentir el menor interés por el enfoque
terapéutico del MRI. Sin embargo, hemos descubierto que, para comprender el enfoque
interaccional del cambio, para captar sus implicaciones y poder utilizarlo sin correr el
riesgo de limitarse a una caricatura, vale la pena ver lo que se oculta tras las técnicas
«mágicas» del equipo del MRI. Igualmente, si se siente interés por las consideraciones
epistemológicas de Bateson, vale la pena estudiar la visión original del cambio propues ta
por el MRI. Aquí también el conjunto ofrece mucho más que la suma de las partes.
Hemos concebido este libro como un instrumento que facilite el acceso a la obra de los
diferentes miembros del grupo bicéfalo de Palo Alto. Para hacerlo, nos ha parecido
importante evitar las elipsis y las abreviaciones, en especial en lo que concierne a los
conceptos fundamentales del enfoque interaccional.
Nuestro relato traza la evolución de las personas y de las ideas que encarnan el grupo de
Palo Alto. Se divide en tres grandes partes que se suceden (en la medida de lo posible) de
forma cronológica. Proponemos una rápida visión de conjunto de ellas antes de pasar al
plano más detallado.
2) La doble coacción y más allá. Nos detendremos en un momento importante del grupo de
Palo Alto: el «proyecto Bateson». Encuentro de la cibernética y de la psiquiatría, la
hipótesis de la doble coacción trastornará la perspectiva terapéutica de la época y abrirá el
camino a la terapia familiar. Aportará la celebridad a sus autores y precipitará la creación
del MRI.
Nos quedará entonces hacer un balance, provisional, del grupo de Palo Alto. Mientras
que se creía enteramente consumada la ruptura con el paradigma sistémico del principio,
las teorías constructivistas defendidas por Paul Watzlawick hacen reaparecer a la
cibernética (de segundo orden) en los conceptos de la terapia. Aunque los trabajos
posteriores de Bateson ya no tienen un lazo directo con la enferme dad mental, intentaremos
mostrar sin embargo que las dos posiciones acaban por encontrarse de manera dialéctica y
que llegan a una visión compleja y muy original del hombre, del espíritu y de los procesos
de cambio.
La historia de las ideas de este grupo «invisible» de Palo Alto per mitirá, así lo
esperamos, ofrecer, a fin de cuentas, una visión unitaria del paradigma sistémico. Visión
integradora y trascendente de las parejas habitualmente consideradas contradictorias como
el individuo y el sistema, la contemplación y la acción. Intentaremos también comprender
las implicaciones éticas y políticas del enfoque de Palo Alto. «Pensar globalmente, actuar
localmente» es una consigna que actualmente se oye mucho, no sólo en la vida social sino
también en los proyectos de la ciencia moderna. Intentaremos mostrar cómo el grupo de
Palo Alto, a través de una síntesis de sus trabajos, puede ofrecer una definición operacional
de esta fórmula.
CUADERNO DE RUTA
¡Es dificil encontrar una ilustración mejor del constructivismo que la llegada al MRI! Uno
no espera tener que repetir el nombre del instituto al taxista y sobre todo ver cómo levanta
las cejas con un aire interrogador cuando está seguro de haberlo comprendido co -
rrectamente. No conocen el MRI, incluso en Palo Alto, sobre todo en Palo Alto'. «¿Forma
parte de la Universidad Stanford?» «No.» Bien, habrá que contentarse con la dirección. Y
una vez allí, es el visitante el que recibe el choque. Desde luego, ya sabía que no es un
edificio inmenso, pero a pesar de todo... Un pequeño cuadro de cés ped, un pequeño letrero
de madera con las letras MRI y el número, 555. Estamos en Middlefield Road, a dos pasos
de la calle comercial principal de Palo Alto. «Pequeña ciudad californiana», como acos -
tumbramos a llamarla; pero ¡también hay que aclarar los criterios de comparación! Palo
Alto se encuentra entre San Francisco y San José, en la entrada del Silicon Valley, y no es
ya el pequeño refugio de paz adonde los ricos venían a retirarse y a disfrutar, del sol y del
cielo azul, apenas hace veinte años. La ciudad ha crecido, el tráfico tam bién, sin hablar del
precio de los alquileres. Podemos apostar que dentro de muy poco será difícil encontrar
mucho espacio libre entre las dos ciudades y saber si Palo Alto está en los alrededores de
San Francisco o en los de San José.
1. No sucede esto en el extranjero, como muestra esta anécdota contada por Richard Fisch: "Cuando le hablas a la gente en Europa,
hay muchos que han oído hablar del MRI; en Palo Alto, algunos de nuestros vecinos no han oído nunca este nombre. En el mismo Palo
Alto, el MR1 vive a la sombra de Stanford. Paul cuenta que estaba en París hace algunos años y, en una recepción, encontró a unos
invitados de África central. Durante la conversación, uno de ellos le pregunta: "¿Usted, de dónde viene?" Paul le responde: "De
California." "¿De dónde en California?" "Palo Alto." "No, nunca he oído hablar de Palo Alto." "Allí está la Universidad Stanford."
"¿Y usted trabaja en esta universidad... Stanford?" "No, en realidad trabajo en el MRI." "¡Ah!... el MR1, esto lo conozco." [Risas]»
(Richard Fisch, conversación con los autores).
Precisamente llega John Weakland. Trae el correo de antiguos par ticipantes en seminarios,
en programas de formación, en el programa residencial... y discute sobre ello con Dick. Hay
mucho humor, los dos hombres son amigos desde hace más de treinta años, y esto se ve. Con
más de setenta años, John está siempre alerta, y estalla en una risa estruendosa con los
chistes de Fisch. Es curioso, hace que le presenten a los recién llegados y les dirige unas
palabras amables con su voz grave y un poco temblorosa, difícilmente comprensible cuan do
no se está acostumbrado. Habla despacio, haciendo largas exposiciones acompañadas con
movimientos de la cabeza -lenguaje marcadamente hipnótico-, pero siempre es así. Una
impresión general de anciano sabio, de maestro zen. Hay que contenerse para no pe dirle que
cuente todo su pasado de leyenda: los diez años con Bateson, Jackson, los encuentros
semanales en Phoenix con Erickson, y todo lo demás... Ha debido hablar de ello miles de
veces.
12 h 13. Llega Paul Watzlawick. Alto, delgado, muy erguido, la dis tinción germánica.
Ropa clásica un poco anticuada, saluda a todos con un movimiento de la cabeza, dice unas
palabras en español a Karin, un bonjour a los visitantes francófonos, disimula mal su placer
al hacer algunas preguntas a la nueva residente italiana: siente un gran amor por Italia y le
encanta hablar italiano. Serio, muy tranquilo, le cuesta trabajo acostumbrarse a las prácticas
americanas un poco «vulgares», como por ejemplo el hecho de llamarse enseguida por el
nombre de pila (o, peor, por su diminutivo) sin conocerse. Muy «vieja Francia» en definitiva
(tal vez vieja Austria), pero sin ninguna pretensión. En todo caso, los «maestros» no son
sabihondos, lo que es más bien raro en la profesión.
«¿Quién realiza la sesión?» Todos lo hacen por turno: los tres se niors y los jóvenes (Karin
Schlanger, Lucy Gill, Patricia Emard 2). Esta vez, le corresponde a Lucy. Como no tiene su
licencia californiana de terapeuta, se necesita el consentimiento de la nueva paciente. No
hay ningún problema: Fisch le ha presentado a Lucy, le ha explicado el plan de la terapia, y
la paciente lo ha aceptado. La paciente va a llegar a la sala de consulta; Lucy le abre la
puerta y lo aprovecha para apagar la luz de la minúscula sala de observación (para el
espejo sin azogue). Los tres maestros están sentados uno al lado del otro de trás del espejo,
los otros discretamente se sientan donde pueden. De todos modos, como la sesión se filma
en vídeo, puede verse a la paciente y a la terapeuta en la pantalla del monitor. Lucy
pregunta los datos de orden general, vuelve a explicarle el plan y le hace firmar el
formulario de consentimiento para que se utilicen las grabaciones con fines estrictamente
profesionales (en los Estados Unidos no se bromea con esta clase de precauciones legales).
Y empieza la sesión: «¿Qué es lo que la trae aquí?» Y todo sucede «como en los libros». El
modelo es simple y claro. Lucy es sonriente y eficaz. Paul Watzlawick permanece
silencioso, a menudo con la cabeza baja, la mano delante de los ojos, parece des interesarse
completamente de lo que está pasando. John Weakland hace de vez en cuando un
comentario a su vecino más próximo (que muy a menudo no comprende nada de lo que
acaba de decirle), sale de la habitación durante un cuarto de hora, vuelve y parece no ha -
berse perdido nada de lo que se ha dicho durante su ausencia. Fisch está atento pero a la
menor ocasión salta para decir unas palabras agudas. A veces, todos se echan a reír, lo que
irrita mucho a Watzlawick que emite un «chitón» perentorio.
2. El equipo fluctúa, los jóvenes permanecen durante algunos años, después son reemplazados por otros. Lynn Segal trabajó allí
durante muchos años, igual que Vincent Moley, Neil Brast y muchos otros. Lucy Gill (de la que volveremos a hablar al final de este
libro) acaba de dejar el equipo, se ha ido a vivir cer ca del soberbio parque nacional de Yosemite. También se encuentra allí
regularmente a un pastor protestante irlandés, Jim Moran, que aplica la terapia breve a los problemas de su parroquia.
Pero el desorden es sólo aparente, todos saben adónde va Lucy y la menor imprecisión en
el interrogatorio suscita una llamada inmediata por el interfono: «Ella acaba de decir que
pasa bien las tardes, ¿podrías preguntarle lo que hace precisamente en esos momentos?»
No se deja nada al azar, es necesario que puedan hacerse una representación clara y precisa
(«como en una película de vídeo») del comportamiento de la pacien te y de las reacciones
de su entorno. E inmediatamente comienza el tratamiento; todas las ocasiones son buenas
para, desde el comienzo de la primera sesión, iniciar la contrapartida de unos intentos de
solución. Si la paciente está muy impaciente por ver desaparecer su molesto síntoma,
todas las respuestas de Lucy irán en el sentido de recomendarle la espera: «No hay que
precipitarse demasiado», «Tomemos el tiempo necesario para considerar todos los aspectos
de la cuestión», «Discúlpeme, pero soy un poco lenta», etcétera. En la sala de observación,
un cartel colocado sobre el espejo sin azogue proclama Confusion is our most important
product (¡y además está al revés!). Lucy aplica la consigna al pie de la letra.
La sesión no es «brillante». La terapia breve no es un enfoque de gran espectáculo: no
hay lágrimas, ni intervenciones espectaculares, no hay revelación sorprendente o
interpretación -genial; todo lo más un poco de humor para desdramatizar, pero sobre todo
las preguntas de precisión: «¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Cuántas veces? ¿Qué respondió usted
cuando su marido le dijo...?» No, decididamente, en la sala no hay espectáculo, la
conversación es escueta, incluso austera.
3. Todos los miembros del Centro de terapia breve (comprendidos los tres maestros) trabajan de forma desinteresada. La tarifa de la
sesión es baja (era de 50 dólares a finales de 1991) en comparación con los pre cios cobrados corrientemente por los otros terapeutas; el
dinero sirve para cubrir los gastos de los locales y del material de grabación.
Los intercambios son vivos, a veces ásperos si hay desacuerdo. Watzlawick se enfada
porque no se ha hecho ninguna pregunta sobre algún miembro determinado de la familia.
«¡No sabía que se había cambiado de modelo!», le dice agriamente a Fisch. «El problema
está suficientemente precisado, es inútil complicarlo con informa ciones suplementarias»,
responde este último que continúa con susreflexiones sin tener en cuenta la observación.
Los «jóvenes» y los visitantes permanecen callados, un poco sorprendidos por el tono.
John Weakland espera el momento oportuno para intervenir y des pués comienza una
reflexión muy tranquila, muy sosegada, que, reencuadrando la cuestión, muestra que ha
escuchado las dos opiniones. Un gran arte. Lucy toma notas. Paul Watzlawick señala las
paradojas en las que se embrolla la paciente, John Weakland expone las estrategias
generales posibles, y Dick Fisch explica, de manera muy concreta y detallada, cómo Lucy
podría reencuadrar la visión del problema de su paciente. Los jóvenes intervienen también
en la discusión; Karin hace unos apartes con Watzlawick, la atmósfera se distiende un
poco. Los visitantes ocasionales se arriesgan a emitir algunas opiniones. Todo se acepta
con tal que esté justificado por unos elementos concretos de la sesión. No hay que lanzarse
a interpretaciones burdas, las ideas deben ser argumentadas. Y rápidamente reaccionan. Se
mencionan las soluciones posibles, se prepara la sesión siguiente: «¿Qué información falta
todavía? ¿Cómo se va a evaluar la tarea?», etcétera.
Ha pasado una media hora, ha llegado el paciente siguiente, se ordenan las sillas en la
sala de terapia y todos vuelven a ocupar su lugar en la sala de observación. Si no falla
nadie, se atenderá a tres pacientes, como todos los miércoles, según el mismo ritual, prácti -
camente sin cambios desde hace más de veinte años. Paul Watzla wick se marchará un poco
antes del final: tiene una reunión en Stanford.
Para los recién llegados, sobre todo para los que ya han intentado aplicar el modelo
partiendo de los libros o de las conferencias, asistir a una sesión del Centro de terapia
breve es comprender al fin lo que quieren decir las palabras. Y todo parece todavía más
rápido de lo que se había imaginado. ¡Es posible pues hacer una terapia sin prácticamente
formular la menor pregunta sobre el pasado! ¡Cuando se tienen sólo unas pocas
informaciones sobre el contexto, ya se elaboran unas tácticas de cambio y además se las
aplica! Creíamos haber comprendido bien el modelo pero John Weakland nos mues tra, muy
cortésmente desde luego, que nuestras preguntas revelan supervivencias de nuestra
formación tradicional y que, si se miran las cosas desde otro ángulo, ya casi no tienen
sentido. Se recibe una bue
El tiempo también de ir a ver a John Weakland, siempre disponi ble y tan curioso por
saber un poco más sobre vosotros como vosotros lo estáis por saberlo todo de él. En el
pequeño vestíbulo que conduce a su despacho, un armario desborda de bandas magnéticas
y de clasificadores en los que se ven informes de reuniones del tiem po del «proyecto
Bateson» y de los primeros años del MRI... El despacho tampoco es muy grande y, en la
pared, rodeada de dibujos chinos', domina una hermosa fotografla de Bateson en compañía
de Milton Erickson; fotografia de la unión del agua y del fuego, del contemplativo y del
guerrero, parábola con trazas de paradoja para este grupo de Palo Alto.
4. Como muchos visitantes y residentes me han comunicado sentimientos muy parecidos, me permiti ré contar brevemente mis
impresiones personales después de mi «primer miércoles» en el CTB de Palo Alto. Recuerdo todavía la excitación que me produjo:
pasamos la tarde y buena parte de la noche revisando todos los casos que seguíamos en aquel momento, todas las nuevas pistas que se
abrían: el deseo casi irresistible de reanudar las sesiones y de darles cumplimiento.
Realmente tenía la impresión, quizás excesiva pero persistente, de haber encontrado por fin un sentido a mi trabajo de terapeuta, esta
impresión de saber por fin que era posible prestar el servicio que nuestros pacientes esperaban de nosotros sin tener que entrar en toda
clase de explicaciones complicadas que servían para disimular nuestras dudas. Estaba sobre una nube, con la impresión tranquilizadora
de una eficacia serena. Desde luego, era exagerado. Desde luego, estamos todavía perdidos en nuestros esquemas de pensamiento
normativos y patologizantes. Desde luego, la terapia breve no es la panacea y no tiene todas las respuestas. Desde luego...
5. La esposa de John Weakland, Anna Wu, es una reputada pintora originaria de Shanghai.
PARTE PRIMERA
HACIA UNA CIENCIA DE LA COMUNICACIÓN
Hoy día, la gente se comunica constantemente y en todas partes. Hasta el punto que
podemos razonablemente preguntarnos si, pensándolo bien, es todavía posible hacer otra
cosa (al menos si creemos el aforismo de Paul Watzlawick: «Es imposible no
comunicarse»). El reconocimiento de la omnipresencia de la comunicación ha engen drado,
en muchos hombres de ciencia modernos, una especie de fe en este dios único aunque
multiforme. Tanto si es la «estructura que enlaza» como si es la «segunda revolución
industrial», la comunicación es de todos modos la interfaz entre el individuo y el mundo.
Para algunos, la metáfora puede llevarse mucho más lejos todavía. Tomemos el caso de
algunos fisicos para los que la materia última, los «bloques» de construcción elementales
de nuestro universo, el. fundamento mismo del mundo material, ese último baluarte de
nuestra existencia «real», «concreta» y también el último parapeto de nuestra salud mental
(«¡A pesar de todo no me dirá que esta mesa no existe!»), todo esto se disuelve en las
nociones abstractas de información', «materia» de nuestros mensajes, substrato de la
comunicación.
Entonces, ¿qué hay que pensar de un concepto tan desmesurado? ¿Conserva todavía alguna
virtud explicativa? Un concepto que lo ex plica todo ¿no está condenado a no explicar ya
nada? No obstante, es ahí donde nos encontramos más cerca de la idea que defendemos en
este libro, la idea de un completo cambio epistemológico que aparece como inaceptable (en
un primer tiempo, en todo caso) porque está en ruptura total con nuestros hábitos
conceptuales. Nuestra exposición seguirá, en parte, el relato cronológico de las
investigaciones de Bateson, el primer pilar del grupo de Palo Alto. Seguiremos su itinerario
personal, de la biología a la antropología, del estudio de las relaciones biológicas al de las
interacciones humanas. Bateson llega a la región de San Francisco en el momento del
nacimiento de la cibernética.
1. El fisico americano John Wheeler define la materia última con una fórmula lapidaria pero eficaz: «It from bit... «Cada it ("esto")
-cada particula, cada campo de fuerza e incluso el continuum espacio-tiempo- saca su función, su significación, su existencia misma
(aunque de forma indirecta en ciertos contextos), de las respuestas a unas preguntas sí-no, a unas elecciones binarias, a unos bits
(respuestas que son explicitadas por el emparejamiento)" («Scientific American% [junio 1991] 17).
Cuando se encuentra a personas que han conocido a Gregory Ba teson o, mejor, que han
trabajado con él, regularmente mencionan algunos rasgos de su personalidad para describir
al hombre. «Poseía una cultura general y científica muy amplia», «Era un hombre del
Renacimiento» o también «Conocía personalmente a todas las per sonas importantes en el
campo científico». Bateson nunca hizo distinción entre su vida privada y su investigación
científica: era didáctico con sus hijos, y las comidas familiares transcurrían habi tualmente
discutiendo sobre ciencia con los invitados del día. En Palo Alto invitaba cada semana a los
estudiantes interesados y a todo científico que estuviese de paso en la región, a pasar la
velada en su casa debatiendo cuestiones científicas y filosóficas.
Pero, además de su pasión por el estudio, algunos valores esencia les guiarán la carrera
profesional de Bateson. Veremos en las páginas siguientes hasta qué punto las ideas
defendidas por su padre definen las opciones fundamentales que lo marcaron durante toda
su vida. Con raras excepciones, todas las investigaciones realizadas por Gre gory Bateson
aspirarán a aportar respuestas a las grandes preguntas que ya dieron origen a la carrera
científica de su padre, y sus posiciones éticas serán la prolongación directa de la tradición
familiar.
GREGORY BATESON
1. Debemos las informaciones esenciales sobre la familia Bateson a la biografía muy completa (autori zada) de Bateson escrita por
David Lipset (1980).
Estamos al final del siglo xtx y Darwin ha publicado El origen de las especies
(en 1859) con las resonancias y los trastornos que ya sabe mos; la teoría de la evolución, en
efecto, da un terrible golpe a la historia cristiana del Génesis. Todo científico tiene que
participar en la disputa, y William Bateson es resueltamente no cristiano y hom bre de
ciencia ante todo. Es también un humanista, gran aficionado a la pintura y a la poesía y
muy atento a no ceder a las presiones de la moda y de los prejuicios, para conservar su
lucidez de científico.
Así pues, alrededor de la gran mesa los niños asisten a las discusiones apasionadas de la
elite intelectual inglesa de la época; Butler y Blake son citados a menudo en apoyo de las
tesis de William Bateson. Durante toda su vida, Gregory se referirá a estos dos grandes es -
critores y adoptará las posiciones humanistas y el amor por la cien cia cantados por su
padre. Butler en especial ha suscitado cuestiones que aparecerán constantemente en toda su
obra.
También, como Butler, Gregory Bateson será muy reacio siempre a aplicar prematuramente
sus ideas, y mantendrá una desconfianza exacerbada con respecto a los «objetivos
conscientes» del hombre (responsables, según él, de la gran crisis ecológicas de nuestra
época)'. Para Butler, como para Bateson después, los hombres de ciencia y los religiosos
acaban por encontrarse: todos a fin de cuentas intentan imponer sus puntos de vista a la
sociedad.
4. Citado en Lipset (1980), p. 7.
5. Hay que señalar que, para Bateson, el término «ecología» se ha de entender en una acepción mucho más amplia de la que se le
atribuye habitualmente. Concierne no solamente a las relaciones del hombre con su entorno, sino también al fenómeno de coevolución
tanto fisica como mental (ecología del espíritu). Pa ra mayor precisión, véase el capítulo 10, y sobre todo Bateson (1979a).
6. En 1964, cuando Bateson se encuentra en un momento profesional dificil, Waddington, el gran bió logo inglés, amigo desde hacía
tiempo, le ofrece un puesto de profesor de «análisis de la ciencia aplicada en la sociedad industrial» en la Universidad de Edimburgo;
él responde: «Temo que mis opiniones sobre el pa pel de la ciencia en la vida humana sean tan anticuadas como las adaptaciones del
dinosaurio. No consigo encontrar una sola aplicación de las ciencias, desde la invención del queso, que no se haya revelado como
destructora, sea para la ecología humana o para la ecología más amplia en la que viven los hombres. No creo que sea esto lo que la
Facultad de Edimburgo desea que yo enseñe. Creo además que, aunque lo ense ñara, habría muy pocos estudiantes que desearan
aprenderlo» (citado en Lipset [1980], p. 245).
Influencia del clima cultural de Cambridge pues, pero también de la veneración que
Bateson padre profesa a los grandes artistas y al arte en general. Este ateo lee cada día la
Biblia a sus hijos «para que no sean unos ateos iletrados»; este científico infatigable y
riguroso les hace leer a los poetas, los lleva a todos los grandes museos y a las ex -
posiciones importantes de Europa' y sostiene que «si no hubiese habido poetas no hubiera
habido problemas, porque es cierto que el hombre de ciencia iletrado de hoy nunca los
hubiese encontrado» 8.
Así pues, en esta gran familia intelectual inglesa (como los Dar win, los Huxley, los
Russell...) nace Gregory Bateson el 9 de mayo de 1904. Tiene dos hermanos mayores, John
(1898) y Martin (1899), sobre quienes van a ponerse todas las esperanzas de la familia.
John realiza estudios brillantes de biología en Cambridge, pero morirá al final de la guerra
en octubre de 1918.
Es un golpe duro para el padre que, a partir de entonces, pone to das sus esperanzas en
Martin. Éste se siente atormentado entre las responsabilidades familiares que lo empujan a
una brillante carrera científica y sus impulsos artísticos que lo llevan hacia la poesía. La
posición paterna es muy ambivalente: William eleva al pináculo a los grandes artistas tanto
como cree que el arte está fuera del alcance del hombre inteligente corriente, en todo caso
fuera del alcance de los suyos, como atestigua la carta que escribirá más tarde a Gregory:
«[...] la fe en la gran obra científica es el grado más próximo a la re ligión al que he llegado
y procura lo que las personas religiosas sacan de la superstición. [...] Desde luego, existe la
gran obra que no es de la ciencia, el gran arte por ejemplo, que es tal vez todavía más
grande; pero esto es para los más raros y casi no está al alcance de
7. Su gusto artístico no es siempre tan progresista como sus trabajos científicos, como indica la anéc-
dota siguiente, que Gregory Bateson contará a su biógrafo: durante un viaje a La Haya en 1924, William
lleva a toda su familia a una galería en la que están expuestas unas obras de Poussin. "l...1 él sabía
exactamente dónde se encontraban los cuadros... Nos condujo pues a la sala, para encontrarla llena de
las obras de Van Gogh. Había al menos cincuenta. Lo vuelvo a ver mirando hacia todos los lados, con el
aspecto de una rata a la que acaban de encerrar en una trampa... Después, se yergue y se dirige hasta el
centro de la sala y, con su bastón de contera metálica, golpea el suelo, gritando con toda la fuerza de su
voz, que era considerable: "¡No admiraré la obra de las Spirocbaeta pallida (las bacterias de la sífilis)!"»
(citado en Lipset [19801, p. 53).
8. Ibíd., p. 19.
gentes como nosotros. Estoy seguro de que la ciencia llega exacta mente después, y está
totalmente a nuestro alcance, en todo caso al tuyo, estoy seguro de ello» 9.
Así pues los padres con mucha firmeza disuaden a Martin de la idea de su carrera
artística. Éste, afligido después de la muerte de John a quien se sentía muy unido, lleno de
dudas sobre su propio talento artístico y rechazado por una joven que no acepta su pro -
puesta de matrimonio, se suicida en pleno Piccadilly Circus, de un tiro de revólver, el 22 de
abril de 1922 a las tres de la tarde, el día y a la hora del aniversario del nacimiento de John.
Antes de pasar al contenido mismo de los trabajos de William Ba teson y al modo como
orientaron las investigaciones de su tercer hijo, algunos extractos de correspondencia o de
conferencias acabarán de dibujar la paleta de los valores que impregnaron la infancia y la
adolescencia de Gregory Bateson y que teñirán toda su reflexión pos terior.
El respeto hacia la «investigación pura» le impedirá siempre inte grarse en el molde y las
obligaciones de la ciencia oficial institucionalizada. La aplicación prematura de los
descubrimientos científicos constituye un buen ejemplo de ello. Recordemos que a
comienzos del siglo xx los primeros descubrimientos de la genética, ciencia to talmente
nueva en esa época, abrieron el camino a las utopías eugenistas. William Bateson estaba
horrorizado y decía: «Recordemos que el padre de Beethoven era un borracho y que su
madre murió de tisis»". Él defendía una posición universalista y animaba al estudio
científico como medio de abrir la visióü del mundo, la ciencia era para él «la única fuente
de conducta racional... la luz que muestra al hombre en su perspectiva natural»`.
El amor y el respeto por la ciencia, esta concepción según la cual la ciencia bien
concebida, con rigor y discernimiento, alcanza lo sagrado, constituye un acto de fe al que
Gregory Bateson permanecerá fiel durante toda su carrera. Fuera de las modas y de las
corrientes dominantes, en todos los sectores científicos a cuyo estudio se dedi cará, Bateson
mantendrá como puntos de referencia a esos dos pilares de la independencia de espíritu que
son Butler y Blake.
Desde 1859, los biólogos se dedicaron todos a intentar confirmar o invalidar las tesis de
Darwin. Dos concepciones bastante diferentes intentan explicar el fenómeno de la
evolución: la tesis darwiniana y la de Lamarckt 3. Para Darwin, los cambios orgánicos se
producen al azar; para Lamarck, se producen directamente bajo la influencia del medio (es
lo que se ha llamado la herencia de los caracteres adquiridos).
William Bateson, al principio partidario de las tesis de Lamarck efectuará viajes a Egipto
y a Rusia para estudiar a animales sometidos a unas condiciones biológicas muy
cambiantes. Estos viajes no le aportarán una prueba satisfactoria. Entonces se interesará
por las cuestiones de evolución formal, por los problemas morfológicos: si metría,
regularidad metamétrica, etcétera. «Tanto si creemos con Lamarck que las adaptaciones
son el resultado directo de la acción del entorno, como si creemos, con Darwin, que están
producidas por la selección natural, está admitido por todos que la progresión ha teni do
que pasar por la aparición de variaciones. Ésta es una base co mún. Por consiguiente, si se
investigan las etapas en la secuencia de
la forma animal, debemos investigarlas a través del estudio de los cambios que se producen
ahora en ellos, adquirir un conocimiento de los modos de aparición de dichos cambios y, si
es posible, de las leyes que los limitan»`°. Así pues se dedica a investigar las leyes que
gobiernan la forma orgánica. Considera al organismo como un todo integrado y coordinado
y no como una reunión de «caracteres».
11. Citado en Lipset (1980), p. 52. 12. Ibíd.
13. Bateson citará a menudo el ejemplo de Lamarck para ilustrar el carácter estocástico de la
evolución (véase más adelante).
Como sus hermanos mayores, Gregory emprende pues inevitable mente estudios de
biología en Cambridge. La presión familiar es fuerte, asfixiante. Todas las esperanzas de la
familia están puestas a partir de ahora en él. Bateson es un estudiante brillante pero poco
entusiasta. Está escrito que tampoco él continuará los trabajos de su padre.
Bateson, procedente del rigor formal de la biología, se siente muy pronto sorprendido
por las lagunas teóricas y la pobreza de los instrumentos metodológicos de la
antropología: «Es terrible comprobar lo movedizo que es el terreno sobre el que están
basados los elementos de la antropología; es muchísimo más dificil absorber los hechos
cuando no existe una estructura teórica en donde situarlos»`. Esta cuestión metodológica
va directamente a suscitar otra, más profunda, que estará siempre presente en todas sus
investigaciones; podemos formularla del modo siguiente: «¿Cómo debe hacerlo uno para
construir un instrumento que permita explicar un fenómeno tan complejo como es una
sociedad? ¿Qué hay que observar? ¿Cómo dar a una descripción una trama teórica que
pueda hacerla inteligible, es decir, que pueda explicarla?»
Poco después de la muerte de su padre, en enero de 1927, y en gran parte para escapar de
la intrusión incesante de su madre en sus proyectos, Gregory parte para efectuar un trabajo
de campo en Nueva Guinea, entre los baining, una tribu de cazadores de cabezas. Su
experiencia allí será muy penosa. Intenta participar en la vida cultural de la tribu, comparte
su comida, duerme en sus casas, etcétera, pero no comprende lo que sucede y, sobre todo,
no sabe qué observar. Advierte principalmente que deja escapar algunas ceremonias
importantes, ya porque los indígenas lo mantienen aparte de ellas, ya porque simplemente
no ha advertido sus preparativos. Sigue las «reglas» de la etnología de la época y, por
ejemplo, mide el contorno de la cabeza de los indígenas. Un día, uno de ellos le pregunta
por
. 17. Citado en Lipset (1980), p. 123. 18. Ibíd., p. 115
Intentan comparar las culturas inglesa, neozelandesa y norte americana aplicando, sobre
sí mismos, las teorías psicológicas de la época. La experiencia resultará muy perturbadora
para los tres, tanto en el plano afectivo como en el intelectual. Se establecen y evolucionan
unas relaciones de competición y de afecto: «En este momento, se producían cambios
complejos en nuestras relaciones. Algunas veces, Reo y yo teníamos la impresión de que
Gregory tenía algunos años menos que nosotros. En realidad, Reo y él sólo se llevaban un
año de diferencia y habían comenzado su trabajo de campo más o menos al mismo tiempo.
Pero Gregory, que era muy delgado, había conservado un rostro de adolescente y, además,
había muchas cosas que nosotros podíamos enseñarle sobre la antropología. Pero en otros
momentos, Gregory parecía nuestro hermano mayor. Tenía toda la seguridad de su origen
inglés y la certeza intelectual de la educación de Cambridge en cien cias naturales»Z 4.
No entraremos aquí en un análisis completo de esta obra ni del naven en sí. Nos bastará
decir que se trata de un ritual de disfraz (los hombres se visten con ropas de mujeres y
viceversa) que se celebra en la tribu cuando un niño o un adolescente realiza, por primera
vez, un acto de adulto cuya importancia puede ser muy variable (desde una proeza en la
caza o en la pesca hasta la muerte de un extranjero).
Pero, mucho más que en el aspecto etnográfico propiamente dicho, el valor de la obra
radica especialmente en su reflexión teórica. Como dirá Bateson en el epílogo escrito
cuando se reimprimió el libro en 1958: «Naven era un estudio de la naturaleza de la
explicación.» Se encuentran en este libro las cuestiones metodológicas, y después
epistemológicas, que le suscitaba su trabajo de campo. De hecho, la obra abarca tres
niveles diferentes de abstracción.
1) Describe, de la manera más neutra posible, los datos de la cultura iatmul. Acumula así
una gran cantidad de notas que, en un primer tiempo, no van unidas a una estructura
explicativa sino que él las va sacando a lo largo de los encuentros con sus informadores o
de las observaciones que puede hacer sobre el terreno. «Cuando llegó el momento de
organizar mis observaciones para hacer con ellas un informe bien ordenado, me encontré
ante una masa de material extremadamente diverso y descabalado»`.
Bateson quiere, por ejemplo, explicar la organización cultural de los instintos y de las
emociones del individuo. Como es éste un aspecto global que todavía no ha sido
considerado como tal en los escritos de los antropólogos, él creará un término nuevo, el
ethos de la cultura, es decir «el espíritu característico, la tonalidad general de un pueblo o
de una comunidad, el "genio" de una institución o de un sistema»`. También dará
explicaciones de tipo estructural y cognoscitivo. Por ejemplo, para describir los estilos
culturales de pensamiento, Bateson introduce el término eidos: «Después de haber exa-
minado las premisas de la estructura de una cultura particular, podemos organizarlas
juntas en un sistema coherente y llegar finalmente a un cuadro general de los procesos
cognoscitivos implicados. Llamaré a este cuadro general el eidos de la cultura»`.
Poco tiempo antes de la publicación del libro Bateson advierte que ha cometido un error,
muy frecuente en el hombre de ciencia, el de confundir las categorías explicativas con la
realidad de la vida social, es decir, «cosificar» los conceptos. Al redactar el epílogo, y co -
mo consecuencia de unas discusiones con su amigo biólogo Wad dington que lo inicia en
los trabajos de Whitehead, Bateson se da cuenta de que las diferentes imágenes
descriptivas no tienen otra realidad que la de una abstracción arreglada, ordenada por el
hombre de ciencia. Entonces intentará corregir todo el manuscrito para re parar el error.
Esta primera distinción entre «el mapa» y «el territorio» merece ser señalada porque desde
ahora la encontraremos en todos los trabajos posteriores de Bateson. Esto no significa que
los conceptos tengan poca importancia; «estos conceptos teóricos son también muestra de
un orden objetivo de realidad: son realmente des
cripciones de procesos de conocimiento adoptados por los hombres de ciencia; suponer que
palabras como ethos o estructura social poseen otra realidad, es cometer el error que
Whitehead llama "lo concreto mal colocado"»`. Esta reflexión epistemológica continuará
en los trabajos posteriores de Bateson y se apoyará principalmente recu rriendo a la
estructuración lógica jerarquizada del lenguaje tal como Russell y Whitehead la revelarán
en su «teoría de los tipos lógicos».
En el marco de la presente obra sobre el grupo de Palo Alto, sin duda es importante
desarrollar uno de los conceptos que Bateson «inventó» para explicar la dinámica del
equilibrio social en los iatmul: la cismogénesis. Es importante porque marcará los
comienzos del análisis interaccional del comportamiento humano. También nos permitirá
ver un buen ejemplo del método de «abducción» que es un rasgo característico del
pensamiento de Bateson.
Ante todo, ¿en qué consiste este método abductivo? Se trata de una forma de
razonamiento por analogía: después de haber puesto en evidencia una cierta estructura
relacional que explica la evolución de un fenómeno, se buscan otros fenómenos que
revelen el mismo tipo de estructura. Esto permite establecer relaciones entre hechos a
veces muy alejados y, finalmente, deducir de ellos unas característi cas de nuestra propia
manera de explicar las cosas, de nuestra visión del mundo, de lo que Bateson llama nuestra
«epistemología» con e minúscula. Veamos el ejemplo del razonamiento que él siguió para
llegar a formular el concepto de cismogénesis".
30. Ibíd.
31. Para una exposición más detallada sobre este tema, véase Bateson (1972), t. I, p. 88-102: Cómo pen sar sobre un material
etnológico, algunas experiencias».
34. Ibíd.
37. Ibíd.
Vemos pues que la formación biológica de Bateson, aunque le procura unos instrumentos
metodológicos ya probados, lo lleva a considerar los diferentes elementos de una sociedad
no como seres aislados sino como partes de un todo organizado y cuyo comportamiento só lo
puede comprenderse en la medida en que se consideren los indivi duos o los grupos de
individuos con los que está en interacción. El mismo Bateson dirá más tarde que su escaso
conocimiento de las explicaciones psicológicas de la época probablemente le ha permitido
evitar el recurrir a explicaciones de tipo simbólico: «[ ..,] me hubiese visto arrastrado hacia
una orgía interpretativa de símbolos, lo que hubiese tenido como efecto una ocultación de
los problemas más importantes suscitados por los procesos que se desarrollan entre indivi -
duos y grupos diferentes. [...] la tentación de analizar este simbolismo hubiese constituido un
obstáculo para el análisis de las relaciones»'. Estamos entonces en 1936, ¡y Bateson ya ha
establecido los primeros jalones de lo que será el enfoque interaccional de la psicoterapia!
Como vemos, Bateson no duda en crear un término nuevo para explicar un fenómeno
relacional, ya que éste debe incluir la descripción no de un solo individuo sino del lazo que
une a dos o a varios. Aunque el término de cismogénesis caerá en desuso, veremos más
adelante que Watzlawick y sus colegas usarán su principio explicati vo en su «pragmática de
la comunicación», bajo la apelación simplificada de «relaciones complementarias» y
«relaciones simétricas»`.
En 1935, Bateson se casa con Margaret Mead y deciden irse juntos"' a Bali para emprender
un trabajo de campo. Primero realizan
41. Bateson (1936), p. 222.
42. Véase Watzlawick, Helmick-Beavin y Jackson (1967). Volveremos sobre ello detalladamente más adelante.
43. «Mis padres se volvieron a encontrar después en 1935 en Singapur, en donde se casaron, cuando es taban en camino hacia Bali, a
fin de que la ceremonia fuera conforme con la ley británica. Margaret llegó al Pacífico con un ajuar de lencería de seda que Gregory
utilizó para envolver los objetivos de sus aparatos fotográficos» (M.C. Bateson [19841, p. 178).
una película, Trance and dance in Bali, y después comienzan el estudio de un pueblecito de
montaña. Por primera vez, la película y las fotografías son utilizadas como instrumentos de
investigación con pleno derecho. Gregory Bateson hace las fotografas y la película
mientras Margaret Mead toma notas sobre el comportamiento de los aldeanos. Así filman
numerosas secuencias de la vida cotidiana y cultural de los balineses. La obra que publican
en 1942, con el título de Balinese character: a photographic analysis'", define «un nuevo méto-
do para describir la relación intangible entre unos tipos diferentes de comportamiento
culturalmente estandarizado disponiendo al lado unas fotografías mutuamente
pertinentes»`.
Después de una breve introducción el libro muestra, en cada pá gina, una serie de
fotograflas que describen una secuencia de comportamiento o de interacción: la relación
entre madre e hijo en la lactancia, la posición de las manos en la danza, el ataque en el
trance, etcétera. Todas estas fotografías están comentadas. La colabora ción es perfecta
entre Mead y Bateson, en su esfuerzo común de búsqueda de instrumentos metodológicos a
la vez científicos y capaces de expresar la tonalidad particular de la cultura estudiada.
Como indica el título de la obra, las diversas interacciones culturalmente es tructuradas
permiten a los autores explicar el «carácter» o la personalidad de los balineses. El
aprendizaje relacional define un cierto tipo de personalidad propia de los miembros de una
cultura. Es interesante notar que los autores establecen una comparación entre el tipo de
carácter de los balineses y el tipo de personalidad que se lla ma esquizoide en nuestra
sociedad".
«La cultura balinesa es, en muchos aspectos, menos parecida a la nuestra que cualquier
otra cultura descrita hasta ahora. Es también una cultura en la que la adaptación habitual
del individuo se parece formalmente al tipo de inadaptación que, en nuestro propio contex -
to cultural, llamamos esquizoide. Como el porcentaje de dementia praecox, en nuestra propia
población, continúa creciendo, es cada vez más importante para nosotros conocer las bases
que predisponen a
este estado en la experiencia del niño y debemos saber cómo seme jante predisposición
puede ser manejada culturalmente a fin de que no se convierta en inadaptación»".
Mead y Bateson están persuadidos de que el «carácter» de los indi viduos está formado
por la cultura y principalmente por las interacciones acumulativas entre la madre y el hijo.
Para explicar el modo como se produce este fenómeno, Bateson desarrollará una teoría del
aprendizaje en varios niveles jerárquicos. Aunque las primeras versio nes de esta teoría del
aprendizaje se remontan a comienzos de los años cuarenta, Bateson volverá sobre ella más
tarde, desarrollándola entonces a partir de los conceptos procedentes de la cibernética. Vol -
veremos a tratar de ella después de haber expuesto la «gran aventura» de la cibernética en
la que van a participar Mead y Bateson.
DE LA CASTA BIBLIOTECA
44. Desgraciadamente la obra nunca ha sido traducida al francés ni al castellano. 45. Bateson y Mead (1942), p. XII.
46. Algunas secuencias fotográficas serán reutilizadas más tarde para ilustrar una interacción de tipo «doble coacción». Véase
principalmente Winkin (dir.) (1981), p. 32-33.
47. Bateson y Mead (1942), p. XVI. Mary Catherine Bateson (1984) señala que los trabajos de sus padres en Bali fueron financiados
por una fundación para el estudio de la demencia precoz (p. 52).
2
2.1. Los mecanismos de «leed-back»
No es posible exponer las ideas del grupo de Palo Alto, ni evocar la aplicación de la
teoría de la comunicación a las relaciones interpersonales, sin abordar la cibernética. ¿No
llegará Gregory Bateson hasta a afirmar que los dos acontecimientos más importantes del
siglo xx son el Tratado de Versalles y el nacimiento de la cibernética?' No abordaremos
aquí la cuestión del Tratado de Versalles', pero, en lo que se refiere a la cibernética,
intentaremos aclarar la posición de Bateson en este capítulo.
¿Por qué un tal entusiasmo? ¿De qué se trata exactamente y a qué destinos maravillosos
Bateson sospechaba que la cibernética estaba reservada? Sin tener la pretensión de agotar
el tema y, sobre todo, sin utilizar el lenguaje matemático que constituye su armazón,
intentaremos responder a estas preguntas. Para nuestro propósito, lo esen cial es,
naturalmente, llegar a precisar los conceptos principales que Bateson primero y el equipo
del MRI después utilizarán para abordar su «enfoque interaccional» del comportamiento
humano'.
1. Bateson (1966c).
2. Éstas son sin embargo las grandes líneas del razonamiento de Bateson: según él, como ninguno de
los puntos del tratado firmado con los alemanes al final de la primera guerra mundial fue respetado por
los aliados, esto produjo un deterioro profundo de las relaciones internacionales -con, como consecuencia
directa, la segunda guerra mundial- y, de un modo más general, la perversión de la clase política. Para
unas informaciones más amplias, véase Bateson (1966c).
3. La historia y los conceptos de la cibernética ya han sido objeto de numerosas publicaciones tanto en
los Estados Unidos como en Francia. No obstante, hemos querido dar al lector poco familiarizado con es-
te movimiento la posibilidad de encontrar aquí mismo las nociones principales del enfoque para que pue -
da comprender la evolución de los trabajos del grupo de Palo Alto sin tener que buscar en otro lugar la
definición de los términos utilizados.
A comienzos del siglo xx, Claude Bernard había observado la analogía entre el proceso
de regulación de la máquina de vapor y el de los organismos vivos frente a cambios
externos o internos que podían perturbar su metabolismo. Había observado que ciertas
substancias del cuerpo conservaban un índice de concentración muy esta ble, lo que lo
condujo a postular la estabilidad del «medio interno» S como una de las condiciones
elementales de la vida. Walter Cannon dará el nombre de «homeostasis» a esta tendencia a
mantener el equilibrio interno'; ésta se hace posible gracias a los procesos auto reguladores
complejos que garantizan una constancia relativa del ni vel de concentración del azúcar en
la sangre, de la presión osmótica, de la temperatura del cuerpo, etcétera.
Hacia finales de los años treinta, Norbert Wiener, un matemático del Massachusetts
Institute of Technology (MIT), Arturo Rosenblueth, un neurofisiólogo del Instituto de
Cardiología de México, y Walter Cannon se reúnen regularmente en la Harvard Medical
School para discutir sobre sus trabajos. Creen que se hallan frente a unos problemas
parecidos -circuitos de computación, sistema nervioso, homeostasis biológica- pero no
consiguen encontrar un lenguaje que permitiría establecer unos puentes entre sus diferentes
disciplinas y, por tanto, beneficiarse de sus descubrimientos recíprocos.
En esa época, Wiener participa en las investigaciones que permiti rán la creación de los
ordenadores modernos. Pero Norteamérica entra en guerra y, como los otros científicos,
debe participar en el esfuerzo común de lucha contra el enemigo. Los progresos de la
4. La Josiah Macy Jr. Foundation es una fundación norteamericana que ha concedido subvenciones,
de 1930 a 1960 aproximadamente, para la organización de conferencias, de coloquios o de simposios en
el campo de las ciencias humanas. Los organizadores convocaban a expertos en diversas disciplinas.
Muy pronto, Wiener y Bigelow comparan este tipo de fenómeno con los movimientos
voluntarios en el hombre; lo que se produce cuando queremos, por ejemplo, alcanzar un
objeto con la mano. En este caso, como sucede en la interceptación de un blanco por un
misil, efectuamos una serie continua de rectificaciones (conscientes o inconscientes) que
conducen a la mano hacia el objetivo fijado; para realizar este gesto con éxito, debemos,
durante la realización de nuestro movimiento, reducir constantemente la desviación entre la
posición de nuestra mano y nuestro «blanco». Por eso, cuando los ingenieros se dan cuenta
de que el feed-back debe responder a ciertas condiciones, principalmente de esperas pero
también de amplitud (en efecto, todo feed-back demasiado brusco corre el peligro de hacer
que la parte regulada efectúe una desviación más importante en la otra dirección y así
continuamente hasta entrar en una oscilación salvaje), se dirigen al doctor Rosenblueth
para preguntarle si, en sus pacientes, no ha observado algunas de las «patologías» con las
que tienen que enfrentarse los mecanismos de feed-back. La respuesta va
7. Wiener (1948). 8. Ibid., p. 6.
totalmente en el sentido entrevisto por Wiener: efectivamente, unos pacientes afectados de
ciertas lesiones o malformaciones del sistema nervioso tienen comportamientos análogos a
los de las máquinas descritas por Wiener. Los investigadores se entusiasman con estos in -
dicios prometedores; desean confrontar los datos de que disponen y continuar sus
intercambios metodológicos con otros científicos interesados por cuestiones referentes a
los procesos circulares. Dentro de este marco en 1942 la Fundación Macy organiza su
primera conferencia sobre el tema de la «inhibición cerebral».
Habrá dos reuniones en 1946, después el grupo (cuyos participan tes siguen siendo
sensiblemente los mismos) constituye el núcleo de un simposio formal sobre los
«Mecanismos teleológicos» organizado por la New York Academy of Sciences. En 1947, la
tercera conferencia, y después la cuarta y la quinta, en 1948, mantienen el mismo título. La
quinta trata sobre todo de consideraciones sobre la estructura del lenguaje.
11. Algunas precisiones etimológicas para poner de relieve ciertos vínculos: el término cibernética viene del
griego kybernetes, que significa «timonel». En latín, se convirtió en gubernator, de donde proceden las pa
obra expone, principalmente, los resultados de las discusiones de las primeras conferencias
Macy. Por eso, cuando se proyecta una nueva conferencia Macy en la primavera de 1949,
esta palabra se impone a todos como un símbolo de sus investigaciones comunes` y los
participantes deciden por unanimidad adoptarla como título de esta conferencia y de las
otras tres que seguirán. También en 1949 Heinz von Foerster, un joven físico austríaco
apenas desembarcado de Europa, entra en el restringido círculo de los contertulios.
Al leer las obras de Bateson, no siempre es fácil hacerse una representación adecuada
del modo como la cibernética nació e influyó sobre los trabajos de Mead y de Bateson y las
ciencias humanas en general. Muchos años más tarde, Stewart Brand", consciente de estas
lagunas, se dirigió directamente a los interesados y les pidió que con taran su historia de la
cibernética. Veamos cómo Mead y Bateson re
labras «gobernador» y «gobernalle... Platón lo utilizó para hablar de uno de los aspectos del «arte de
gobernar», y Ampére en sus Essais sur la philosophie des sciences para referirse a la ciencia del gobierno
civil. La palabra «gobernalle» también se utiliza para describir el mecanismo autorregulador de la
máquina de vapor. En 1868 Maxwell analiza este fenómeno de control desde un punto de vista
matemático. Para más informaciones, véase Bateson (1979a), p. 111.
12. Con lágrimas en los ojos Wiener entonces debe abandonar la sala, conmovido por el plebiscito de
sus compañeros (¡lo que, en sí, constituye un acontecimiento tan raro que merece ser señalado!).
14. La conversación tuvo lugar en 1976 en el domicilio de Gregory Bateson. Se trata del último
encuentro de la pareja (Margaret Mead moriría dos años más tarde). Stewart Brand era entonces el jefe
de redacción de una revista ecologista americana, «The CoEvolution Quarterly». Impresionado por la
lectura de Hacia una ecología del espíritu, Brand se convirtió en amigo personal de Bateson, a quien
abrió ampliamente las páginas de su revista para publicaciones posteriores. También fue él quien
presentó a Bateson a Jerry Brown, entonces gobernador de California, quien nombró a Bateson para el
puesto de «rector de la Universidad de California». Debemos expresar toda nuestra gratitud al señor
Brand por el tiempo que nos ha concedido generosamente para evocar sus recuerdos personales de
Gregory Bateson y por habernos permitido graciosamente utilizar extractos de la entrevista titulada For
God's sake, Margaret (Brand [19761).
GREGORY BATESON: En primer lugar hubo este encuentro «Macy», ¿cuándo, en e142?
BATESON: Era un encuentro titulado «Inhibición cerebral» que, de hecho, era una reunión
sobre la hipnosis. «Inhibición cerebral» era un nombre respetable para la hipnosis. La
mayor parte de lo que se dijo sobre el feed-back se dijo durante las horas de las
comidas.
MARGARET MEAD: Bueno, sí, ya sé que esto es lo que cuentas siem pre a la gente, pero yo
no me sentaba siempre en el mismo lugar durante las comidas y oí lo que se dijo en la
conferencia. En esa conferencia, en la que Milton Erickson hipnotizó a este psicólogo de
Yale, al final de esa conferencia, tú te diste verdaderamente cuenta de lo que había que
hacer. [...] En aquel momento, Kubie era una personalidad muy importante.
BATESON: Sí, Kubie era un puente importante porque había dado respetabilidad a Milton.
Hay una serie de artículos que son de Kubie y Erickson. En realidad, son artículos de
Erickson.
BATESON: Pero Kubie había comprendido muy bien el problema de la energía. Fue la
primera persona que cogió verdaderamente la «energía» de Freud y dijo: «Miren, miren,
esto no tiene sentido.» Hay un artículo de Kubie muy bueno sobre los errores de la teoría
energética freudiana. (Se va a buscar la referencia.) Eh... Kubie: «Utilización
falaz de los conceptos cuantitativos en psicología dinámica». MEAD: Bien, ¿cuándo era
esto?
MEAD: Era dificil expulsar a Kubie de la iglesia porque era neurólogo y todos le temían.
Bien, ¿dónde está el artículo de Rosenblueth, Wiener y Bigelow? El primer gran artículo
sobre la cibernética`.
BATESON: No exponía una experiencia, hablaba sobre todo del carácter formal de los
mecanismos de busca de un objetivo. Los mecanismos autocorrectores y los misiles. El misil
mide el ángulo que existe entre su propia dirección y el blanco al que apunta y utiliza esta
medida para corregirse él mismo.
BRAND: ¿Se acuerdan de lo que les excitó tanto en esa época? BATESON: Era una solución
al problema del objetivo. Desde Aristóteles, la causa final había sido siempre un misterio. En
aquel momento no nos dábamos cuenta (al menos yo no me daba, aunque McCulloch tal vez
hubiese tenido conciencia de ello) de que sería necesario reconstruir el conjunto de la lógica
a causa de la recursividad. Cuando regresé, en el 45, el segundo o el tercer día, fui a ver a
Frank Fremont-Smith y le dije: «Convoquemos una conferencia "Macy" sobre el tema.»
MEAD: No existía una terminología utilizable. Desde el principio llamamos a esto feed-
back y los modelos que nos presentaron en aquel momento eran los misiles guiados
para buscar un blanco. Pero hubo otro acontecimiento que merece señalarse. Wiener había
escrito un artículo en «The Atlantic» o «Harper's» negándose a dar al ministerio de la Gue -
rra unos datos referentes a los misiles guiados. ¿Te acuerdas?
MEAD: Había trabajado durante toda la guerra y, evidentemente, si ellos hubiesen querido,
hubiesen podido tener todo el material, pero cometieron el error de pedirle ciertas
informaciones y él les dijo que no se las proporcionaría; la guerra había terminado y estas in -
formaciones solamente podían servir con fines de guerra. Y no quiso dárselas. [...]
Prácticamente sólo hablaban del feed-back negativo. En esa época, Wiener y Bigelow
y Johnny von Neumann, desde luego, formaban parte del grupo, y Rosenblueth y Kurt
Lewin, Molly Horrower, Evelyn Hutchinson, Leonard Savage, Henry Brosin y aquel
húngaro que siempre sabía quién se acostaba con quién, y por otra parte era lo único que le
interesaba (he olvidado cómo se llamaba). Pero esto no es grave, la lista ha sobrevivido.
Había tres grupos de personas. Estaban los matemáticos y los fisicos, gente formada en las
ciencias exactas que eran muy precisos en cuanto al género de reflexiones que les
interesaban. Había un pequeño grupo del que formábamos parte, los antropólogos y los
psiquiatras, que estaban suficientemente formados en la psicología de grupo para saber lo
que pasaba, poder utilizarlo o rechazarlo. Y, en medio, había dos o tres charlata nes que
tenían muchas intuiciones muy vagas y ninguna disciplina en lo que hacían. En cierto
sentido, es la más interesante de las conferencias a las que he podido asistir porque nadie
sabía cómo había que tomar estas cosas.
BRAND: Así pues erais un grupo de personas que trabajaba con otro grupo a un nivel que
no les era habitual.
MEAD: Sí, y el hecho de hacer una serie de idas y venidas entre estos dos niveles e intentar
que todo quedase claró, era muy interesante. Así es como utilizamos el modelo feed-
back, y Kurt Lewin -que no comprendía ningún lenguaje conocido sino que debía siempre
reducirlos a los conceptos- se apoderó de la idea de feedback y la utilizó de una manera
diferente (como cuando haces algo con un grupo, vuelves a hablar de ello más tarde, y les
dices lo que ha pasado). Así es como la palabra feed-back fue introducida de manera
incorrecta en las conferencias de tipo UNESCO en donde después ha permanecido.
MEAD: Sí. «No he recibido feed-back de tu parte» o «No puedo continuar sin un
feed-back». Esto no habría sobrevivido si Kurt no hubiese muerto`. Sin duda alguna
hubiese rectificado.
BRAND: Me gustaría tener unos pocos detalles más sobre el principio, cuando supisteis que
habíais encontrado algo importante. BATESON: Sí, lo sabíamos. Bien, en lo que a mí se
refiere, yo había estudiado a los iatmul del río Sepik en Naven y de ello había deducido el
hecho de que existen relaciones que deben acumularse. BRAND: ¿Era esto la cismogénesis?
BATESON: Es la cismogénesis, es esto. Se la había llamado así en el 36. [...] Después, hubo
las «Políticas extranjeras generalizadas» de L.E Richardson. [...] Las matemáticas de la
carrera de los armamentos. Cómo construir las matemáticas de un sistema en el que lo que
yo hago depende de lo que tú haces, y lo que tú haces depende de lo que hago yo, y nos
lanzamos a hacer algo juntos. Richardson ha puesto un límite invocando la «fatiga». Ha
comenzado por dos simples ecuaciones diferenciales con la premisa de que mi índice de
armamento podría ser una función lineal de tu índice; y viceversa. Esto conducía
inmediatamente a una aceleración exponencial. Ha añadido un factor de «fatiga» que
representa el drenaje de mis recursos y de los tuyos. La cuestión era saber si el sistema podía
estabilizarse. [...] Él había desarrollado esta idea a partir de la relación entre dos naciones, en
la que cada una de ellas es estimulada por el avance de la otra parte. Eviden temente era
simétrica -la cismogénesis de los iatmul del Sepik-, ¿no es cierto? Entonces yo le escribí y le
dije: «¿Qué sucede en el otro caso, cuando es la debilidad del otro lo que estimula a
agredir?» Lo que constituye la cismogénesis complementaria, ¿de acuerdo? Él hizo todos los
cálculos para este caso y me respondió: «Es muy poco prometedor. No recomiendo que las
naciones vayan en este sentido. Corren el peligro de llegar a unos niveles de inestabilidad
muy graves.»
BATESON: Sí, todo el material del feed-back positivo estaba preparado. Y esto llevaba
consigo el problema siguiente: ¿por qué todos estos sistemas no estallan? Y, en el momento
en que han introducido el feed-back negativo, se ha podido decir por qué no estallaban.
[...] Ya en Naven hay una frase que dice que la cismogénesis complementaria neutraliza la
simétrica y viceversa. Si hay un contraste demasiado grande entre patronos y trabajadores
(lo que constituye una cismogénesis complementaria), se les pone a todos en un campo de
cricket y se les hace jugar, lo que los coloca en una situación simétrica. Y poco importa
quién gane el partido, ya lo sabe.
BATESON: Obien, si están en una rivalidad simétrica como un marido y una mujer que se
pelean, cuando uno de los dos se hace un esguince, vemos que aparece la
complementariedad y la dependencia. Y repentinamente se sienten mejor.
BRAND: Poco importa quién sufra el esguince. BATESON: Poco importa, sin
duda.
BRAND: Así pues, ¿tenía usted una cierta idea del hecho de que es tas diversas patologías
eran estructuralmente parecidas?
BATESON: Que más tarde se convirtió en la homeostasis con Can non. Pero nadie ha
reunido todo esto para decir que son las mismas relaciones formales que se manifiestan en
la selección natural, en la fisiología interna, para el objetivo, para un gato que quiere
atrapar una rata, para mí que cojo el salero. Fueron Wiener, Rosenblueth, McCulloch y
Bigelow los que realizaron todo esto. En cuanto a saber quién descubrió realmente el hilo,
yo no lo sé, ¿y tú?
BATESON: ¡Dios mío!, era tan inteligente. Le presentabais un problema y él se cogía los
cabellos, se hacía unas trencitas a las que daba vueltas sin cesar y decía: «Bien, veamos,
eh, si decís que, eh, veamos, eh, entonces a ver», y lo ponía todo a punto con sus cabellos.
MEAD: Era un muchacho muy raro. Ahora, uno de los puntos im portantes de esa época,
como ha dicho Gregory, es que estaba disponible un lenguaje matemático
interdisciplinario. Nunca fuimos muy lejos con esto porque todo lo que se podía sacar de
alguien como Wiener era: «Os hace falta más perspectiva.» Nosotros los irritába mos,
porque ellos no querían considerar verdaderamente los patterns. Lo que querían era un gran
conjunto de datos.
MEAD: Datos cuantitativos, y nunca conseguimos que contasen con el problema del
pattern. Von Neumann es el que se acercó más. BATESON: Sí, estaba en la teoría de los
juegos.
BRAND: ¿Cuántos de vosotros creíais que habíais encontrado una cierta solución general?
MEAD: Lo creía Gregory y Larry Frank, Evelyn Hutchinson; habíamos hecho que lo
aceptase Ross Ashby; y Savage, ¿qué es lo que crees? BATESON: No lo creo, no. Mira,
Stewart, uno de los puntos esenciales para comprender todo esto residía en el hecho de
haber sido educado en una época en que esto no existía, cuando el objetivo era un misterio
total. Naven es un libro bien disciplinado, escrito sin teleología. La regla era no invocar la
teleología. Entonces, gente como Savage, que era matemático, nunca se había encontrado
frente a unos datos biológicos. No se daba cuenta de hasta qué punto es misterioso tener
una nariz entre los dos ojos, que la nariz no esté en otra parte, aquí abajo. Toda esta clase
de misterio no constituía un problema para él. Entonces, si a alguien así le decís: «¿Por qué
la trompa del elefante es una nariz?», no puede respon der -sin un gran sudor- que es porque
se encuentra entre los dos ojos; nunca se han encontrado frente a un puzzle formal.
MEAD: Recuerdo haber oído a Robert Merton decir que, en este país, no había ni una sola
persona -que reflexionara sobre estos problemas- que no tuviese, en alguna parte, una
carpeta titulada «Sistemas circulares» o algo parecido. El libro de Karen Horney La perso-
nalidad neurótica de nuestra época habla del círculo vicioso, de la intervención en el círculo y
del efecto de la intervención. El artículo de Milton sobre esta joven que tenía dolores de
cabeza y reñía con sus amigos... Había muchos datos, por todas partes...
BATESON: La articulación con las ciencias sociales se hizo muy lentamente. Además,
todavía no se ha hecho verdaderamente. Los cibernéticos, en el sentido estricto de la
palabra, se han vuelto hacia el input-output (entrada-salida).
BATESON: La informática es input-output. Tienes una caja y esta línea que delimita la caja;
y la ciencia es la ciencia de estas cajas. Mientras que la esencia de la cibernética de Wiener
es que la ciencia es la ciencia del circuito entero. Mire el diagrama...
INPUT ..-.----
BATESON: En realidad, la palabra existía ya antes de Wiener; es una palabra del siglo xix.
MEAD: Sí, pero él escribió el libro Cyberneties y en cierto modo «patentó» la idea.
BRAND: Se diría que algo.ha ido al revés. ¿Qué ha pasado? MEAD: A los americanos
les gustan las máquinas. BATESON: Les gustan los instrumentos.
BRAND: Los instrumentos materiales más que los conceptuales. BATESON: Los
instrumentos conceptuales no son instrumentos conceptuales en América, no forman parte
de ti.
En 1949 un nuevo participante, Heinz von Foerster, biohsico aus tríaco, entrará en el
grupo de la cibernética. En aquel momento, nadie sabe que Paul Watzlawick constituirá el
cuarto pilar del MRI: ¡Watzlawick sólo tiene veintiocho años y todavía no es psicoterapeu -
ta! Habrá que esperar a 1975 para ver reaparecer a Von Foerster en nuestra historia del
grupo de Palo Alto. Vamos a aprovechar esta ocasión para presentar a este personaje tan
importante, o más bien para dejarle contar su llegada a los Estados Unidos y su inserción
en las conferencias Macy.
MEAD: ...y la gente de los sistemas y de la teoría general de los sistemas también.
BATESON: Sí.
«Uno de mis amigos me había invitado a venir a los Estados Uni dos en 1949. Me dieron
un visado de turista que me permitía permanecer dos meses. Llegué en barco, en aquella
época no había avión para cruzar el Atlántico. ¡Costaba 175 dólares cruzar el Atlántico en
el Queen Mary! Me alojaba en casa de unos amigos: tenía muchos amigos que se habían
instalado en los Estados Unidos después de haber huido de la guerra, Hitler, la persecución
de los judíos. Yo mismo soy en parte judío y Hitler mató a muchos miembros de mi
familia. Así pues, escrib o a mis amigos para decirles: "Estoy en los Estados Unidos, estoy
vivo, mi familia también." En aquella época, yo había escrito un pequeño artículo teórico
sobre la memoria, en el que decía que la memoria debía tener una base molecular porque es
bastante extraordinario ver la cantidad de cosas que podemos reco nocer, comprender...
Había desarrollado esta noción molecular sobre unas bases cuánticas; esta teoría cuadraba
bien con mis ideas sobre el funcionamiento de la memoria. Mis amigos de Viena la ha bían
apreciado, entonces, cuando llegué, di el artículo a todas las personas que conocía y que
podían interesarse por estas cuestiones científicas. Unos amigo s de Chicago me enviaron un
telegrama que decía: "Heinz, debes venir inmediatamente a Chicago [sólo hacía dos o tres
días que estab a en Nueva York]. Hay alguien que quiere hablarte de tu teoría de la
memoria." ¡Os dais cuenta! ¡Yo, que venía de Viena, ocupada por los rusos, en donde ni
siquiera se podía salir a la calle! Cogí un vuelo de noche Capitol Airlines que costaba 18
dólares, y fui a ver a mis amigos a la Medical School de la Universi dad de Illinois. Ellos
rne dijeron: "Muy bien, ahora hemos de hacer que te encuentres con el señor que quería
verte con referencia a la teoría de la memoria." Era Warren McCulloch. Así pues nos reuni -
mos. En aquella época, mi inglés era nulo, sólo conocía veinte o trein ta palabras; el alemán
de Warren era peor, ¡sólo conocía cinco o diez palabras como máximo! Pero lo curioso,
cuando encuentras a personas que se interesan po r el mismo tipo de problemas que tú, es
que el lenguaje no es un obstáculo; puedes hacerte comprender por los ges tos, señalando
con el dedo, etcétera. Pasé un momento maravilloso.
»Entonces aprendí algo. Mi teoría de la memoria estaba basada en unos datos muy
antiguos, sobre la repetición de las sílabas, etcétera, en resumen, a partir de este momento,
había llegado a ciertas conclusiones. Hasta aquel momento, en los Estados Unidos, habían
realizado muchas experiencias con unos datos que estaban cuantifrca dos, medidos, pero no
tenían ninguna teoría para explicarlos. Y estos datos estaban totalmente de acuerdo con el
resultado de mis consideraciones teóricas. Entonces, cuando Warren leyó mis ideas, se
dijo: "He aquí un hombre que tiene una teoría que tiene en cuenta los datos que poseemos."
¡Era tan interesante poder conversar con él »Durante nuestra discusión, yo tenía la
impresión de oír mi nombre pronunciado por un altavoz; me parecía muy claro que era mi
nombre pero "inglesalizado". Entonces le pregunté a Warren: "Este anuncio, ¿me
concierne?" "No, no, no le preste atención." El altavoz volvió a empezar poco tiempo
después, hasta que dije: "Oiga, es mi nombre, hay que hacer algo. No, no, no es nada, hay
un seminario que va á empezar o algo parecido. ¿Un seminario, dice, y quién es el
conferenciante?" "Es usted el conferenciante" [Risas]. "¿Yy..yo?" Daos cuenta; había
volado de noche de Nueva York a Chicago; en Chicago, la reunión por la mañana temprano
con McCulloch; comimos al mediodía y, a las dos... ¡el seminario sobre la teoría de la
memoria! Me dije a mí mismo: "¿Qué otra cosa puedo hacer que ha cerlo lo mejor que
pueda?" Lo que era maravilloso es que, en esa época, en la Universidad de Chicago, en la
escuela de medicina, había tantos alemanes y austríacos inmigrados que no tuve grandes
dificultades: cuando no conseguía traducir algo, tenía dos o tres per sonas que lo hacían en
mi lugar. Por tanto, todo sucedió muy bien.
»Al día siguiente, volví a Nueva York y Warren me dijo: "Tienes que presentar la teoría
sobre la memoria a un grupo que se reúne una vez al año en Nueva York." Yo estaba
encantado. "Esta reunión tendrá lugar la semana próxima, es la `Josiah Macy Foundation
conference' sobre los mecanismos de feed-back y de causalidad circular en los
sistemas biológicos y sociales." Yo dije: "¿Qué dice? !Yo ni siquiera sé pronun ciar el
nombre de la conferencia!" "Sí, sí, te esperamos a las nueve."
»Como estaba en Nueva York, fui a esta conferencia y, evidente mente, ¡yo era uno de los
primeros presentadores! En aquellos momentos, hacía una semana que estaba en Nueva
York, conocía ya cien palabras de inglés, entonces presenté mis ideas sobre la memo ria.
Una vez más, varias personas conocían el alemán y me ayudaron mucho. Un poco más
tarde, el mismo día, me llamaron y me dijeron: "Querido señor von Foerster, su exposición
nos ha interesado mucho, es fascinante: pero, el modo como la ha presentado... ¡Su in glés
es abominable!" "Bien, ustedes saben que sólo hace muy pocos días que llegué y..." "Lo
entendemos muy bien y precisamente nos preguntábamos: `¿Cómo hay que hacerlo para
que aprenda el inglés un poco más deprisa?' Entonces ya lo hemos decidido, le hacemos
secretario de la conferencia." ¡Era la América de esa época! La Amé rica que ofrecía todas
las oportunidades. Así, me convertí en el secretario y, algunas semanas más tarde, recibía
un montón de papeles enorme y tenía que corregir a Gregory Bateson, Warren McCulloch,
Margaret Mead, Julian Bigelow, etc., todas estas personalidades que, además, eran
brillantes oradores»".
17. Extracto de una conversación de los autores con Heinz von Foerster, el 26 de enero de 1991. Hay
que notar que sólo las cuatro últimas conferencias Macy fueron objeto de una retranscripción que
también fue publicada.
18. Término que designa unas entidades o unos acontecimientos de campos de investigación diferentes
pero que parecen revelar unas estructuras, unas formas (morpbe) parecidas; las conclusiones sacadas
sobre las entidades o los acontecimientos de un campo pueden entonces ser aplicadas a los otros.
22. Recordemos los cuatro principios fundamentales de todo trabajo de investigación según
Descartes: «El primero era no admitir nunca ninguna cosa como verdadera si no la conozco
evidentemente como tal, es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención... El segundo,
dividir cada una de las dificultades que examine en tantas parcelas como se pueda y se necesite para
resolverlas mejor. El tercero, dirigir por orden mis pensamientos comenzando por los objetos más
simples y más fáciles de conocer, para ascender poco a poco como por grados hasta el conocimiento de
los más compuestos... Y el último, hacer en todas partes unos recuentos tan completos y unas revisiones
tan generales que esté seguro de no omitir nada» (citado en Durand [1979], p. 7).
La cibernética y la teoría general de los sistemas defenderán una visión muy diferente del
enfoque de los fenómenos complejos, sosteniendo que un análisis de cada elemento de un
sistema no permite captar las características del conjunto. El funcionamiento de una célula,
por ejemplo, no puede comprenderse estudiando únicamente y separadamente cada uno de los
elementos que la constituyen. El conjunto posee unas propiedades que no son reductibles a las
de los elementos tomados separadamente. «En los sistemas simples, la cibernética tiene poco
interés. Mientras es posible hacer variar un solo factor a la vez, el método antiguo funciona,
pero cuando los sistemas y las variables son tan dinámicos y están tan interconectados que el
cambio de un factor produce automáticamente la alteración de uno o de varios factores
distintos, entonces el método tradicional ya no resiste. Hasta ahora, la ciencia tendía a evitar
este género de fenómenos, concentrándose en lo simple, lo particular, lo reductible»`. Una de
las características principales de estos sistemas es que obedecen a unas reglas de causalidad
diferentes de los fenómenos simples estudiados por la física clásica.
Si el sistema en su totalidad responde a una cierta lógica, principalmente si tiende hacia una
norma de funcionamiento estable, es evidente que sólo se podrá comprender el sentido del
comportamiento de uno de sus elementos si lo situamos en el contexto del conjunto del que
forma parte, porque está «controlado» por el conjunto. Por tanto, es necesario distinguir dos
niveles de descripción y de análisis: si nos situamos a nivel de un elemento preciso, puede
parecernos que su comportamiento es una reacción a una causa determinable, pero si nos
situamos con una cierta perspectiva, de manera que podamos observar el conjunto del sistema,
el sistema de causalidad lineal ya no vale: cuando diferentes elementos están en interacción,
en cualquier punto del sistema, el comportamiento de un elemento es una «causa» para el
elemento que lo sigue en el lazo o el circuito de interacción, la causalidad es enton ces
«circular».
23. Ashby (1956a), p. 5.
«En la medida en que los que investigan en este campo tan diver sificado -que yo llamó
aquí con un solo nombre: "ciencias del comportamiento" ignoran todavía los problemas
suscitados en Principia Mathematica, se ofrecen simplemente el lujo del desuso,
incluso de unos sesenta años de retraso»`. La fórmula sitúa muy bien la impor tancia que
Gregory Bateson concedía a la obra monumental de Ber trand Russell y Alfred Whitehead,
dos filósofos y matemáticos ingleses. Entre 1910 y 1913 fue publicada esta obra
impresionante (por otra parte prácticamente ilegible para quien no disponga de un co -
nocimiento profundo de la lógica y del razonamiento matemático) que abordaba el
«tratamiento matemático de los principios de las matemáticas». William Fry y John
Weakland, dos colaboradores de Bateson en el proyecto de la «doble coacción», todavía se
acuerdan de las horas que tuvieron que dedicar, obligados por Bateson, a la lectu ra de los
tres voluminosos tomos llenos de signos cabalísticos que só lo un Champollion de las
ciencias humanas hubiese podido reconocer como lo que eran: símbolos y ecuaciones de
lógica formal.
Pero Bateson estaba lejos de poseer una formación matemática só lida, y no eran las
largas demostraciones lógicas las que le interesaban en la obra. Lo que llamó su atención
fue una distinción que hacían los autores, y esta distinción se refería a unas
consideraciones de un alcance mucho más general que el razonamiento matemático. Se
refería al procedimiento de la abstracción. Lo que Russell y Whi tehead ponían de
manifiesto es que, cuando se trata de unos elemen tos particulares que son miembros de
un conjunto de elementos, es absolutamente imperioso distinguir el discurso que
concierne a los elementos individuales del que concierne al conjunto, a la globali dad de los
elementos. Es imperioso porque, si se los confunde, el ra zonamiento que seguirá después
corre el peligro de quedar inevita
24. Bateson (1972), t. 1, p. 253.
blemente dañado por conclusiones paradójicas. En dicha obra, los autores proponían pues
un medio de resolver este problema de las paradojas que había mantenido en vilo a los
filósofos y a los matemáticos durante más de dos milenios.
El dibujo que ofrecemos a continuación ilustra una de las paradojas más célebres, la de
Epiménides el Cretense que decía: «Todos los cretenses mienten.»
MENTIROSOS ANÓNIMOS
MENTIROSOS ANÓNIMOS
Brant Parker y Johnny Hart, 7%e Wizard of ld (by permission of J. Hart and Creators Syndicate, Inc.).
Lo interesante de este dibujo es que los dos tipos lógicos aparecen en él muy clara y
explícitamente: la pancarta es una información que concierne a todas las personas que van
a tomar la palabra en esta reunión, y la burbuja es la afirmación del pobre Fred... ¿o Frank?
Una afirmación que concierne al conjunto de los cretenses no puede ser considerada igual a
una afirmación concerniente a Epiménides, por ejemplo.
No fue tanto la «solución» de la paradoja lo que interesó a Bate son, sino la distinción
aportada por Whitehead y Russell: la existencia de una estructuración jerárquica de las
proposiciones del lenguaje`. Cuando se formula un enunciado sobre un conjunto, este
enunciado es de un orden de abstracción superior a los enunciados emitidos sobre los
elementos particulares de dicho conjunto. En otras palabras, no se puede, por ejemplo,
considerar en el mismo plano lógico a un individuo preciso (un hombre) y «al hombre» en
general (la clase de los seres humanos): este último es el resultado de
25. El psiquiatra Thomas Szasz precisa: <,No es hasta 1922 que Russell aplicó explícitamente los
principios de la teoría de los tipos lógicos a la lógica de los lenguajes. Esto condujo entonces a establecer
unos lazos inesperados entre las matemáticas, la lógica, la lingüística, la filosofía y finalmente la
psiquiatría y el estudio del comportamiento social [...]. Creo que Bateson fue el primero en llamar la
atención sobre la importancia de la teoría de los tipos de Russell para la psiquiatría (citado en Watzlawick
[1963], p. 67).
una abstracción de las cualidades comunes a los diferentes indivi duos que componen la
especie humana. Para llegar a la clase, hemos de pasar por una operación mental de
abstracción y de generalización. Por consiguiente, abandonamos la cosa misma para pasar
al nombre de la cosa: no es posible tocar, ver, oler al «hombre», igual que, como decía
Bateson, la palabra «gato» no maúlla. Esta distinción parece ser evidente, pero no
olvidemos que en nuestro modo de comunicación más habitual, el lenguaje verbal, la
diferencia entre estos dos niveles lógicos no aparece, y, en todo caso, no tenemos
conciencia de que se impone una distinción de sintaxis cuando pa samos de un nivel a otro.
Ya lo hemos dicho, Bateson ha prestado siempre mucha atención a no confundir los niveles
de abstracción. Un término que sirve para describir un fenómeno general es de un nivel de
abstracción superior al fenómeno descrito, y el investigador debe recordar tal distinción
bajo pena de atribuir a la abstracción las propiedades del fenómeno mismo y de conferirle
un orden de realidad que en ningún caso puede reivindicar. La teoría de los tipos ló gicos le
ofrecía pues un instrumento científico para evitar ciertas amalgamas semánticas
inadecuadas.
No obstante hay que decir que Alfred Korzybski ya había señala do los peligros de
confusión entre los diferentes niveles de abstracción del lenguaje en su célebre obra
Science and sanity". Korzybski había también elaborado un método terapéutico concebido
para que los individuos pudiesen darse cuenta de ciertas confusiones ló gicas. A él se debe
el célebre enunciado que resume perfectamente la teoría de los tipos: «El mapa no es el
territorio», fórmula que Bateson recogerá muy a menudo en sus trabajos`.
27. Él atribuye su crédito a este precursor: «De hecho, es el tipo de contradicción que Korzybski y la
escuela de la semántica general intentan corregir en su terapia. Su tratamiento consiste en entrenar a
sus pacientes a no confundir los niveles de abstracción. De hecho, su tratamiento sigue las líneas de la
resolución de la paradoja que Russell ha intentado afirmando la regla de que ninguna clase debe ser
considerada nunca como un miembro de ella misma» (Bateson [1951bl, p. 223).
atribuidas a un cierto nivel lógico mientras que son de un tipo dife rente. ¿Qué puede pues
suceder en este caso? ¿Podemos imaginar que el individuo en ciertos momentos pueda
encontrarse en la imposibilidad de «funcionar» adecuadamente? Veremos, en los capítu los
que siguen, que precisamente a esta conclusión debían llevarle sus investigaciones sobre la
comunicación.
Pero, para comprender bien el cambio de punto de vista aportado por la cibernética, hay
que abordar la noción de «información» que es la base, la «partícula elemental» a partir de
la cual podrá elaborarse todo el razonamiento, todo el proceso explicativo del comporta -
miento. Nos esforzaremos por ser lo más claros posible sobre todas las implicaciones de
este concepto pero, prevéngase ya el lector, no conseguiremos completamente llevar a cabo
nuestra tarea. En efecto, es «el más vicioso de los camaleones conceptuales», como dice
Heinz von Foerster. Pero esto no debe asustarnos; cuando la ciencia intenta delimitar los
«bloques de construcción» de nuestro mundo, ya se trate de la materia, de la energía o, en
este caso, de la información, en resumidas cuentas es bastante bueno que tenga que acabar
por declarar su impotencia. Ello no significa sin embargo que estos conceptos no sean
útiles, en el sentido propio de «utensilios» que permiten ha cer progresar nuestro
conocimiento del mundo.
2.5.3. La información`
Pero, dejando aparte todo sarcasmo, intentaremos mostrar que este lazo con las ciencias
«duras» proyecta una luz necesaria para la buena comprensión de este concepto
particularmente lábil.
a) La termodinámica y la información
Para empezar se impone una precaución: no somos físicos. Por tanto nuestra ambición se
limitará a presentar estas nociones de un modo accesible a un público no especializado. No
recurriremos a formulaciones matemáticas, sino que nuestra preocupación consisti rá en
evitar los errores de interpretación a fin de permitir que los lectores interesados por la
cuestión puedan realizar las aproximaciones necesarias sin chocar con las dificultades de
una terminología demasiado laxista.
ción de entropía y afirma: «La entropía del mundo tiende hacia un máximo», o también, con
una terminología más explícita: «La propagación del calor tiende siempre a establecer una
distribución homogénea de la temperatura en el cuerpo en que se produce»`. La energía
total del mundo se degrada cualitativamente de manera con tinua hasta que ya no puede ser
utilizada para obtener un efecto cualquiera, o también, para utilizar el lenguaje del físico,
hasta que ya no puede ser convertida en «trabajo». Encontramos aquí la idea según la cual
sólo las diferencias pueden producir efectos y, como dicen Prigogine y Stengers para explicar el
principio de entropía: «Las diferencias productoras de efectos no cesan de disminuir en el
seno de la naturaleza; el mundo, de conversión en conversión, agota sus di ferencias y se
dirige hacia el estado final [...], el estado de equilibrio térmico en el que ya no subsiste
ninguna diferencia que pueda producir un efecto»`.
También en la segunda mitad del siglo xix, Ludwig Boltzmann reemprenderá los trabajos
de Clausius e intentará darles una explicación mecánica, como Newton había hecho para el
movimiento. Para hacerlo, utiliza los trabajos de Maxwell, que había mostrado que era
posible obtener informaciones sobre el comportamiento de un gas en su conjunto, por
ejemplo, sobre la temperatura de un gas en un recipiente (o, tambi'en, unas propiedades
como la presión o la viscosidad que no son reductibles a las cualidades de las partículas
que componen el gas), calculando las velocidades más probables de las partículas de gas
para una cierta temperatura. No tenemos aquí una ley absoluta, sino una ley estadística. Así
pues, Boltzmann utilizará estos trabajos y los aplicará al principio de entropía. Él afirma
que la entropía es de hecho una propiedad de un enorme número de partículas y que, si el
conjunto de las partículas tiende hacia un desorden cada vez mayor, esta tendencia
solamente es probable, pero que la probabilidad es tan grande que, para todos los fines
útiles, se la puede considerar como cierta. Ilustramos estas palabras con una pequeña
experiencia. Imaginemos un recipiente herméticamente cerrado y dividido en dos partes
iguales por un tabique. En el tabique, hay un pequeño orificio que puede abrirse y cerrarse
a voluntad. Introduzcamos un gas a una temperatura de 60 grados en uno de los
compartimientos y la misma cantidad de gas pero a 20 grados en el otro, con la puerta de
comunicación cerrada. Hemos visto que las temperaturas representan unas medias
estadísticas relacionadas con la velocidad de cada una de las partículas de gas: existe una
probabilidad mucho mayor de encontrar una partícula desplazándose rápi damente en el
primer compartimiento que en el segundo. La diferencia de temperatura de los dos
compartimientos hace pues más fácil la localización de una partícula dada. Existe un cierto
orden, una cierta organización dentro del recipiente: por término medio, las partículas más
rápidas se encuentran en el primer compartimientos, y las más lentas en el segundo. Si
ahora abrimos la puerta de comunicación, el gas de los dos compartimientos, poco a poco,
se mezclará y alcanzará una temperatura media. Las diferencias se atenua rán y la
temperatura acabará por ser uniforme en todo el recipiente. La localización de una cierta
partícula entonces se revelará totalmente imposible, ya que la probabilidad de que esté
situada en cualquier porción del recipiente es igual. Por tanto podemos decir que dispone -
mos de menos «información» en cuanto a la posición de una partícula de gas en el interior
del recipiente. Vemos así cómo se perfila la relación que existe entre la tendencia a la
entropía y la noción de orden, o más bien de desorden. «El desorden que indica es en parte
el del movimiento del calor, y en parte el que consiste en que diferentes tipos de átomos o
de moléculas se mezclen al azar, en lugar de estar bien sepa rados»". Así pues, cuándo se
habla de tendencia a la entropía, se trata de la tendencia al caos, en el sentido de ausencia
de cualquier orden.
29. Bateson (1972), t. I, p. 17.
30. la termodinámica es, según el Petit Roben, «una rama de la fisica y de la quimica que estudia las relaciones entre la energía térmica
(calor) y mecánica (trabajo) y las leyes generales de los fenómenos que impliquen intercambios o transformaciones térmicas».
Hay unos límites de lo que unos observadores pueden saber del estado de un sistema que
comprenda numerosos elementos: sólo pueden hacer predicciones más o menos probables.
Hay unos procesos irreversibles; el tiempo tiene una importancia considerable en los
fenómenos naturales. Esto representaba una ruptura con respecto a las leyes de Newton que
no estaban unidas a la «flecha del tiempo», ya que las ecuaciones permitían unas prediccio -
nes absolutas e idénticas en el pasado y en el futuro.
Así pues, en este sentido ha podido decirse que la segunda ley es an tropomórfica, porque
dice más sobre los límites que la naturaleza impone al hombre en su conocimiento de la
naturaleza que sobre esta naturaleza misma. Como vemos, el abismo que se abre ante el
científico es vertiginoso: implícita en el principio de Boltzmann, se perfila la idea según la
cual el estudio del mundo exterior se transforma insensi blemente en un estudio de la
interacción entre este «mundo exterior» y el observador que lo estudia, una especie de
«interfaz» misteriosa.
b) Shannon y la entropía
Claude Shannon es quien establecerá no sólo una relación sino una identidad entre los
dos conceptos. Shannon estudiaba el paso de la información entre un emisor y un receptor.
Buscando los medios de cuantifrcar la información a fin de poder utilizarla para sus
aplicaciones tecnológicas, observó que había que establecer un vín culo entre el grado de
incertidumbre de un mensaje y la información que éste podía transmitir. El vínculo es
estadístico. Hablar de un elemento de comunicación de manera absoluta no tiene sentido.
Tanto si es una señal, como una letra, un punto, etcétera, toda infor mación sólo existe si el
emisor dice algo que cambia el conocimiento del receptor, que reduce su incertidumbre.
Esforzándose por encontrar un modo de cuantifrcar este paso de información, Shannon
llegó finalmente a formular una ecuación y ¡cuál fue su sorpresa al comprobar que ésta era
exactamente la misma que medía el grado de entropía de un sistema! Al principio,
Hay que señalar que, independientemente de Shannon, Norbert Wiener había llegado a
una idea parecida de manera intuitiva. Se cuenta que en 1947 él ya presentía el vínculo:
fumando su cigarro, iba al despacho de uno de sus colaboradores y después decía brusca -
mente: «La información es la entropía», después volvía a su trabajo. De hecho, hay que
considerar que, para Wiener, la información es la inversa de la entropía: «Igual que la
cantidad de información en un sistema es una medida de su grado de organización, la
entropía de un sistema es una medida de su grado de desorganización: la una es
simplemente el negativo de la otra»`. Bateson y otros mantendrán esta definición y por ello
se habla indiferentemente de información o de «neguentropía», es decir, de entropía
negativa.
Wiener también intentará definir, de manera científica, una medida matemática de esta
noción de información, dar de ella una formulación operacional: «¿Qué es esta información
y cómo se la mide? Una de las formas más simples, casi unitaria de la información, es el
registro de una elección entre dos alternativas simples igual mente probables, de las que ha
de realizarse una: por ejemplo, la elección entre cara o cruz al lanzar al aire una moneda. A
una elección de esta clase la llamaremos una decisión»". La cantidad de in formación es
pues la que transmite una decisión única entre
36. Citado en Campbell (1982), p. 51.
37. Citado en Tribus y McIrvine (1971), p. 180. 38. Wiener (1948), p. 11. unas alternativas igualmente
probables.
Cuantos más cambios hay entre los diferentes elementos de un sistema, más está
sometido en cierto modo a unas coacciones que limitan la distribución aleatoria de los
elementos; por tanto, la entropía. Es interesante notar que la información es vista como una
restricción, una coacción del sistema, que permite el control y la previsión: «La función de
estos mecanismos consiste en controlar la tendencia mecánica a la desorganización; en
otros términos, producir un cambio temporal y local de la dirección normal de la
entropía»"°.
c) Información y energía
Por tanto, para explicar los fenómenos que presentan una organi zación, habrá que
basarse sobre el segundo principio de la termodinámica, es decir, la tendencia a la entropía,
más que sobre el primer principio que no puede decirnos nada sobre las cuestiones de
orden, de diferencias, de control o de organización. Pero, ¿en qué nos con cierne esto para
nuestro estudio del comportamiento? Pues bien, el individuo, la familia, los grupos
estructurados, las sociedades... todos los sistemas vivos poseen precisamente esta
característica de estar compuestos de elementos en interacción, de ser unas entidades
complejas y organizadas. Todos los razonamientos que haremos para explicar sus
comportamientos deben por consiguiente apoyarse en la segunda ley más que en la
primera.
«Durante los doscientos últimos años, desde Newton hasta finales del siglo xix, el punto
de mira de la ciencia fue el encadenamiento de causas y efectos que se refieren a la fuerza
y al impacto. [...] El pensamiento científico debe estar acorde con las grandes leyes de la
conservación. La descripción de todo acontecimiento examinado por un físico o por un
químico debe fundarse sobre un presupuesto de masa y de energía, y esta regla ha dado una
especie de rigor particular al conjunto del pensamiento en las ciencias "clásicas". Los pio -
neros de la ciencia del comportamiento, no sin buenas razones, co menzaron sus
"anotaciones" con el deseo de que un rigor similar guiase sus especulaciones. La longitud y
la masa eran unos conceptos que sólo difícilmente podían utilizarse para la descripción del
comportamiento (aunque hubiese sido posible): el concepto de energía pareció más
apropiado. [...] Los hombres de ciencia del siglo xix, principalmente Freud, que intentaron
tender un puente entre los datos del comportamiento y los "fundamentales" de las ciencias
físicas y químicas sin duda tenían razón en insistir sobre la necesidad de es te puente, pero
se equivocaron, según creo, al elegir la "energía" como fundamento de su intento»".
Pero ahora tenemos que mostrar qué consecuencias importantes puede tener esta
discusión abstracta sobre el estudio del comportamiento y de los fenómenos sociales.
Como muestra la última cita, Bateson ha insistido mucho sobre el hecho de que tomar la
energía como base de la explicación del comportamiento humano era utilizar una analogía
física inadecuada para los fenómenos estudiados. En efecto, las nociones de energía, de
fuerzas, etcétera, utilizadas en psicología dinámica representan de hecho unas cantidades
relativamente precisas en física (la energía es igual a la masa por la veloci dad, por
ejemplo) y sirven de explicación para fenómenos como el desplazamiento de los planetas o
la trayectoria de una bola de billar golpeada por otra, etcétera. En este tipo de explicación,
no es posible ningún feed--back: la bola de billar tal vez volverá a chocar con la primera,
pero ésta no podrá utilizar el nuevo impacto para, por ejemplo, ¡modificar el impacto
siguiente! En este caso, se trata de una cantidad de energía que ha sido transmitida. El
desplazamiento de la segunda bola únicamente está determinado por la fuerza del im pacto.
En cambio, cuando se trata de unos elementos en interacción re gulada, el
comportamiento de un elemento no está solamente vinculado a una cantidad de energía
transmitida sino a otros factores determinantes y controladores que definen la
organización, el orden, las coacciones del sistema. La explicación cibernética es una
explicación de tipo negativo, es decir, que considera el conjunto de los acontecimientos
que habrían podido producirse, y muestra entonces por qué es este caso particular el que se
realiza, en función de las restricciones a las que está sometido.
En este debate, las cuestiones de energía no tienen ningún papel: se considera que son
evidentes. Que el sistema esté abierto o cerrado a la energía no es importante, lo
importante es saber en qué medida el sistema está sometido a unos factores determinantes y
controladores. Así pues, ninguna formación o señal o factor determinante puede ir de una
parte a otra del sistema sin que se lo registre como acontecimiento significativo. Por tanto,
de hecho, puede definirse la cibernética como el estudio de los sistemas «ligados por la
información»`.
Entonces, ¿qué puede decirse de las cuestiones de energía con re lación a estos
fenómenos neguentrópicos? Evidentemente no se trata de negarlos. Como a Bateson le
gustaba decir, si se le da un puntapié a un perro y el golpe es lo bastante fuerte, es posible
ponerlo en órbita. Igualmente, es evidente que todo organismo necesita energía para
moverse, desarrollarse, etcétera, y esta energía se la procura su metabolismo. Pero, en
todos los fenómenos de interacción concernientes a organismos vivos, el elemento capital
que determinará las reacciones, el comportamiento del individuo, no puede ser reducido a
un paso de energía: el paso de informaciones asi como todos los procesos que están
implicados en su tratamiento (la codificación, la clasificación, el modo de organización,
etcétera) son los que deberán servir de base a la explicación. Es verdad que sigue siendo
necesaria una fuente de energía, pero ésta sólo permitirá explicar aspectos más previsibles
de la reacción, como el descenso o la elevación de los umbrales de percepción de la
información. De todos modos, a medida que subimos en la escala filogenética, disminuye
el papel de los procesos de intercambio de energía.
Sólo citaremos un ejemplo para ilustrar nuestro propósito: todos hemos oído hablar del
«potencial de agresividad del individuo»; la mayor parte de las veces ni siquiera nós
preguntamos sobre esta imagen: parece «caerse de su peso». Sin embargo, cuando nos
disponemos a hacer diagnósticos individuales basados en esta imagen, empezamos a
reificar el concepto, a concederle una realidad casi material. Basándonos en los principios
de la dinámica de los fluidos, buscamos un medio para «vaciar este exceso de energía» y
pensamos en unas actividades que puedan conseguirlo: recomendare mos a la persona de
que se trate, que haga deporte, que practique ar tes marciales, o incluso que ensaye las
duchas frías... Resulta que la tratamos exactamente como si no fuera ya «psíquica» sino
fisica. Como vemos, nuestros principios explicativos orientan automática mente nuestras
prácticas y las limitan. Entonces podemos preguntarnos qué posibilidades nos quedarían si,
por desgracia, nuestras recomendaciones no produjesen los efectos esperados... i Pobre en -
tonces de la persona afectada, porque no nos quedará más que pro tegernos de esta energía
nefasta aislando al individuo tras unos muros o unos barrotes! La metáfora ha revelado sus
límites. Desgraciadamente, como ha pasado al lenguaje corriente, no será ella la re visada,
sino que será castigado el individuo por no haber podido co rresponder a la misma. La
elección de un modelo explicativo es importante; y, aunque permita unas explicaciones y
unas aplicaciones útiles, es de capital importancia poder volver a hablar de sus pre misas de
la manera más explícita posible.
Antes de continuar nuestra presentación de los conceptos sistémi cos, nos ha parecido
interesante, para cerrar esta larga exposición sobre la información y la energía, citar un
extracto de las discusiones de las famosas conferencias Macy. Se trata en cierto modo de
un documento, porque es probablemente la primera vez que se ha puesto en tela de jui cio la
utilización de la metáfora energética en psicología. Hemos elegi do algunos extractos de
una discusión que reunía a Kubie, Hutchinson, Brosin, Fremont-Smith, McCulloch,
Abramson y Wiener`:
[...)
WIENER: Lo que digo es que, considerada como «dimensión», la energía es una idea muy
mala. Por el análisis dimensional, sabemos que utilizan unos términos incorrectos al hablar
de energía en este caso. Esto no corresponde a la energía en fisica...
«Puede considerarse el mundo como una miríada de mensajes del tipo: "A quien pueda
interesarle"», afirmaba Norbert Wiener. Sin comunicación, no hay conocimiento, no hay
contacto, no hay relación, no hay vida. Esta noción se aplica pues a la explicación de to do
fenómeno, y se opone a la entropía, al caos, a la muerte. Es el lazo entre las partículas
subatómicas (interacciones fuertes y débiles, noción de «campo»), entre las moléculas
«orgánicas», base de la vida, es el fundamento del «código» genético, de los cambios
intracelulares, el cemento de los órganos y del cuerpo humano, la piedra angu lar de nuestro
espíritu y de nuestro pensamiento, la substancia de nuestra vida social (nuestras relaciones
interpersonales, familiares, culturales) directa o «mediatizada»...
Pero dejemos los vuelos estratosféricos. Aquí sólo nos ocuparemos de un único aspecto
de esta estructura global, el que concierne al individuo y a sus relaciones directas. Como
veremos, la comunicación se adapta mal a las fronteras entre disciplinas; la división ya no
puede hacerse en función de unas categorías preestablecidas, sino en función de la cuestión
planteada, del problema que hay que resolver.
Intentemos pues definir nuestra cuestión. Entre esta miríada de mensajes, ¿cuáles son los
que permiten expresar el comportamiento del individuo en su entorno social? ¿Y cómo
considerar estos mensajes para poder explicarlos?
95
El estudio de la comunicación
Poco a poco, el grupo de Palo Alto formalizará su enfoque. Nos otros precisaremos sus
fundamentos a partir de la noción de información que nos servirá de hilo conductor.
Veremos el modo como esta información es codificada por el ser humano, y los diferentes
tipos de «tratamiento» que recibe. Abordaremos por último el modo como es organizada y
estructurada eri la comunicación, y el tipo de lazos que teje en nuestra vida social.
3. Traducido al francés con el título Communication et sociW, Éditions du Seuil, París, 1988.
2) Preparar el terreno para un enfoque interaccional del comportamiento, para una teoría
de la comunicación.
3) Someter a prueba la pertinencia de la teoría de los tipos lógicos para el estudio de las
relaciones interpersonales.
1) Psiquiatría y epistemología. Como hemos visto, en las discusiones del grupo Macy, había
aparecido que las ciencias humanas se apoyaban en una epistemología calcada sobre las
teorías energéticas de finales del siglo xix. No se tenía en cuenta la circularidad de las rela-
ciones interpersonales ni la implicación de las ideas del terapeuta en el trabajo con sus
pacientes. También Bateson emprende una investigación sobre las premisas de los médicos
del hospital del que es director Ruesch. A la manera antropológica, Bateson interroga a esa
«tribu» de psiquiatras e intenta poner en evidencia las premisas de sus intervenciones
terapéuticas: su definición de la realidad y de la normalidad, su idea de la causalidad y las
consecuencias de tales premisas sobre los tratamientos que aplican'.
Una crítica «constructiva», aunque acerba, de las teorías analíticas de Freud y de Jung.
«Sabemos ahora que el cuerpo humano contiene numerosos circuitos interdependientes y
autocorrectores y conocemos la naturaleza general de estos circuitos. Por consiguiente es
fácil imaginar, en lugar de entidades tales como el ello, el yo y el superyó,
4. Al hacer esto, Bateson no se granjea amistades entre los psiquiatras, aunque algunos de ellos, en espe cial Joseph Henderson y
Joseph Wheelwright, dos analistas jungianos, se muestran muy interesados por la orientación epistemológica de Bateson y serán sus
amigos.
5. Ruesch y Bateson (1951). Véase en particular el capítulo 9: «El pensamiento psiquiátrico: enfoque epistemológico», p. 259-292.
6. Ibíd., p. 241.
Antes de ver cómo enfoca esta reconstrucción, es interesante señalar otro descubrimiento
de Bateson: la reflexividad de la tarea del terapeuta. Desde esa época, Bateson decía que,
como sucede en los otros campos científicos, era necesario que la psiquiatría incluyese al
observador y al teórico en el sistema estudiado. En este sentido, no hacía más que reafirmar
una posición bastante extendida entre los analistas, que ya sabían desde hacía tiempo que el
estado mental del analista es de suma importancia en la buena marcha de su trabajo
terapéutico. Sin embargo, parece que los sistémicos hubiesen perdido un poco de vista esta
evidencia con el transcurso de los años y sólo muy recientemente, con la aparición de la
«cibernética de segundo orden», el terapeuta sistémico ha redescubierto la importancia de
dicha reflexividad (el hecho de que el terapeuta forma parte del sistema que intenta mo -
dificar). Citamos algunas reflexiones de Bateson sobre el tema: «El he cho de que el
psiquiatra considere la psiquiatría como una ciencia reflexiva o no, determinará los aspectos
más profundos de la ética y de la práctica de su actividad, o será determinado por estos
aspectos. [...] Para el terapeuta estático, el descubrimiento de todo error que puede cometer
será una amenaza; para el que es dinámico, el descubrimiento del error es portador de la
promesa de nuevos progresos» e. Como vemos, su reflexión tiene un acento eminentemente
moderno.
3) Comunicación y tipos lógicos. Hemos visto cómo el razonamiento seguido por Whitehead y
Russell había despertado la atención de Bateson. El riesgo de reificar los conceptos
explicativos, riesgo al que Bateson era muy sensible, se parecía ya a la confusión entre
«mapa» y «territorio» sobre la que llamaba la atención la teoría de los tipos. Bateson
sospechaba también que los seres humanos (y tal vez también muchos animales) llegan a
reconocer las señales que intercambian como exactamente unas señales. Así puede resumirse
la reflexión de Bateson:
Las matemáticas contienen unos niveles de abstracción diferentes; hay que pasar pues a
un nivel de discurso más abstracto, hablar de «metamatemática», cuando se estudia la
estructura del lenguaje matemático propiamente dicho.
Ahora bien, la comunicación entre los seres humanos (y probablemente entre los
animales) parece implicar una jerarquía del mismo tipo en la medida en que éstos pueden
reconocer una señal por lo que es.
El estudio de la comunicación
Hay que considerar pues que, en el transcurso de los intercambios entre individuos, ellos
pueden fiarse o no de estas señales, negarlas o no, amplificarlas, corregirlas, etcétera.
Somos capaces de hablar de los signos mismos; este nuevo discurso es, por tanto, del
mismo orden que el discurso que los matemáticos pueden tener sobre las matemáticas y al
que se llama metamatemático. La comunicación humana (y tal vez la animal) contiene pues
una jerarquía de niveles de abstracción: «La comunicación verbal puede operar -y, de hecho,
siempre ha operado- en varios niveles de abstracción opuestos que se sitúan siguiendo dos
direcciones, a partir del nivel denotativo, aparentemente simple ("el gato está sobre el fel -
pudo"). Una primera hilera (o serie) de estos niveles más abstractos incluye los mensajes
explícitos o implícitos en que el objeto del discurso es el lenguaje. A estos niveles los
llamaré metalingüísticos (por ejemplo: "El sonido verbal gato vale para cualquier miembro
de esta o aquella clase de objetos" o "La palabra gato no tiene piel y no pue de arañar"). A la
otra serie, la llamo metacomunicativa: "Decirte en dónde encontrar al gato era amistoso", o
"Esto es un juego". El objeto del discurso en ella es la relación entre los locutores» 9.
Precisemos ante todo la advertencia que hicimos al comienzo del presente capítulo: estos
conceptos han cambiado a medida que el pensamiento de Bateson se precisaba. No podemos
aquí describir toda la evolución que los diferentes conceptos experimentarán duran te los
treinta años que seguirán, ya sea bajo la pluma de Bateson" o bajo las de sus «discípulos»
del Mental Research Institute.
9. Bateson (1972), t. I, p. 209-210.
10. Hay que señalar que el estudio de la comunicación, a partir de los años cincuenta, no se limita a los trabajos de Ruesch y Bateson.
Muchos investigadores desarrollarán un enfoque «orquestal» de la comunica ción, por oposición a la visión «telegráfica», en particular, R.
Birdwhistell, E. Hall, A. Scheflen, E. Goffman. Para una síntesis de los trabajos de este «colegio invisible», remitimos al lector a Winkin
(dir.) (1981).
En este punto de nuestro relato, debemos hacer una elección. He mos decidido sacrificar la
cronología en beneficio de la claridad de la exposición. Por tanto vamos a empezar por
exponer la concepción más reciente de Bateson referente a la información, antes de
proseguir con el razonamiento realizado en la época de las investiga ciones con Ruesch sobre
los niveles de comunicación, el fenómeno de codificación y las primeras reflexiones sobre
los riesgos psicológicos producidos por ciertas características de la comunicación inter-
personal.
3.2.1. «La diferencia que crea la diferencia»
Ésta es la fórmula un poco misteriosa que Bateson ha utilizado para definir la partícula
elemental a partir de la cual él podría construir su teoría de la comunicación y proponer un
nuevo enfoque de los fenómenos mentales. Significa que, si existe una infinidad de di -
ferencias potenciales en nuestro entorno, solamente se convertirán en «informaciones» para
nosotros las que tengan un «efecto» sobre nuestro organismo, teniendo en cuenta los límites
de nuestros órganos sensoriales. La noción es pues fundamentalmente interaccional.
¿Por qué «diferencias»? Porque, responde Bateson, es todo lo que podemos percibir
nosotros. Imaginad que os encontráis en un medio absolutamente uniforme, vuestros órganos
de los sentidos enseguida ya no serán estimulados en absoluto, y ya no percibiréis nada.
Introducid un elemento cualquiera y entonces podréis percibirlo. Y aun así, sólo podréis
percibirlo si este elemento se desplaza o si os desplazáis con respecto a él. Para ilustrar este
fenómeno, Bateson acostumbraba a dibujar un punto con una tiza en la pizarra. Si nos
contentamos con poner el dedo encima, no lo percibimos por medio del tacto. En cambio, si
deslizamos el dedo sobre la pizarra pasando por el punto, podemos percibir los móviles,
movemos nuestros globos oculares a la ligera que se llama micronistagmo. y millones de
terminaciones sensoriales de láta capacidad, no veriamos nada. Sin e~ el ,~l c ;
11. Si el descubrimiento del jeed-back negativo constituyó un jalón importante para la clarificación de las ideas de Bateson, habrá
que esperar a fines de los años sesenta para que tenga la revelación de la naturaleza fundamentalmente abstracta de su partícula
elemental, la información. Esto permitirá entonces a Bateson emprender la gran síntesis de los procesos mentales que culminará en
La naturaleza y el pensamiento.
una diferencia entre las cosas o en el t1ebv,~ que esta diferencia provoque la band ada ~,
riormente. Así pues, esta diferencia d ló -4
rencia? Es evidente que percibís las d ~ 'a resto de vuestro entorno. Pero ¿es
tlgr
Pos ¡ fit'
le
Las terminaciones nerviosas reciben tes ~nl los acontecimientos que corresponden IIo
P
ble. Nosotros trazamos unas distinc¡oit,; s I explicitamos. Hay que observar que e s ' ` ~ I S
gradual porque nuestra sensibilidad al q~i;o --dá del fenómeno de acostumbrarse. f"a,;ll
pensemos en el fenómeno de degradac~ó t dio ambiente: sólo cuando la catástro ffho-l gente
se da cuenta de los diversos estra-yate entonces las diferencias de nuestro e r y ' a o rencia en
nuestras mentes.
Hay que notar que el número de tV¡ten unos acontecimientos es infinito. Pocas ~,
ferencias efectivas (es decir, en elementco,,s. ceso mental de una unidad más extens..al
individuo). Así pues, para resumir, la información consiste en unas diferencias que crean una
diferencia". Ya tenemos definido el elemento de base que, según Bateson, permitirá un
estudio de la mente, del pensamiento, en la óptica más amplia de la coevolución:
«Hablamos de un mundo de significaciones, un mundo total en el que algunas par -
ticularidades y diferencias, grandes y pequeñas, que existen en algunas de sus partes,
están representadas en unas relaciones existentes entre otras partes de este mundo total.
Un cambio a nivel de mis neuronas o de las vuestras debe representar este cambio en el
bosque, la caída de este árbol: no el acontecimiento físico, sino sola mente la idea del
acontecimiento físico. Y la idea no se sitúa en el espacio ni en el tiempo, únicamente
quizás en la idea del espacio y del tiempo»".
Es éste pues el substrato del enfoque de los procesos mentales que Bateson opone a los
fenómenos puramente materiales. Para distinguir más claramente estos dos «mundos»,
utilizará una distinción de Jung quien, a su vez, la había sacado de los gnósticos: el pleroma
(la materia, lo no vivo) y la creatura (los seres vivos). Para Bateson, la diferencia capital
concierne, por una parte, a los sistemas que solamente pueden tratar la energía y, por otra
parte, a los que pueden tratar también la información. El pleroma reacciona a las fuerzas, a
los impactos y a los cambios de energía. En el universo, corresponde a los acontecimientos
astronómicos, a los objetos, a la materia inerte, cuyos movimientos pueden explicarse
únicamente por transferencias de energía. El ejemplo más significativo es el choque y los
desplazamientos de dos bolas de billar: la bola A golpea la bola B y, al hacerlo, transmite
una cierta cantidad de energía; se puede calcular la trayectoria de B teniendo los datos
precisos sobre la fuerza, la trayectoria y el punto de impacto; así pues, el comportamiento de
B puede explicarse enteramente por el paso de la energía procedente de A.
Los miembros de la creatura utilizan también la energía, pero esta energía les viene de su
metabolismo, y los seres más complejos la utilizan para desplazarse, para actuar sobre su
entorno material, etcétera. Pero, además de poder reaccionar a la transmisión de energía, to
13. O también la traducción que ha hecho Yves Winkin y que hemos tomado como título de este apar-
tado.
14. Bateson (1979a), p. 106.
dos los miembros de la creatura son capaces de tratar las diferencias, la información. Ahí está
la particularidad del mundo de los procesos mentales. Como vemos, para Bateson, el mundo
de las ideas no se limita al hombre, sino a todos estos circuitos compuestos de ele mentos que
puedan tratar la información, sea un bosque, un ser humano o un pulpo`.
16. Somos conscientes de que simplificamos la complejidad del proceso, pero nuestro lenguaje
«digital», con sus características lineales, constituye un obstáculo dificilmente superable. Dejaremos este
tema a la reflexión del lector, subrayando sin embargo el aspecto eminentemente interaccional de la
definición batesoniana de la información: a menos de que se vuelva a una visión prerrelativista, antes de
ser percibida, ninguna diferencia tiene existencia absoluta; ¡es pues el propio acto de la percepción (la
diferencia «aquí en el interior») el que crea -o en todo caso el que revela- la diferencia «allí fuera»! Así
pues el proceso debe ser visto como simultáneo más que como enlazado por una forma de causalidad
temporal.
104
105
El estudio de la comunicación
Como hemos dicho, Bateson abordó esta cuestión de la codificación inspirado por la
teoría de Shannon y Weaver. Uno de los puntos clave de dicha teoría consiste en efecto en
poder definir el modo como los acontecimientos del mundo exterior son transformados en
informaciones simbólicas transmisibles: como son codificados. El principio básico es que,
para obtener un mensaje codificado adecuado, es necesario que la codificación preserve las
relaciones formales existentes entre los diversos elementos de los acontecimientos
transmitidos.
Para visualizar mejor este proceso, podemos poner un ejemplo: las diferentes
transformaciones que debe experimentar un determinado acontecimiento de la vida cotidiana
en algún lugar del mundo para llegar hasta nuestra mente por medio de nuestro periódico ha -
bitual. Descripción verbal del acontecimiento por un periodista (¿qué percibe, cómo lo
cuenta?: los «errores» potenciales son aquí evidentes), transcripción del relato a un
ordenador por ejemplo (transformación en bits de información, después en caracteres de un
cierto tipo: con errores posibles en la traducción digital, las erratas, etcétera), la impresión
del periódico, codificación en nuestro propio pensamiento, etcétera. La cuestión parecía de
primera importancia, ya que el o los modos de codificación utilizados por el ser humano
pueden revelar algunos «errores» que implican dificultades para su adaptación al entorno.
Todo mensaje que viaja en un circuito sufre transformaciones. El árbol que se encuentra
«allí», en el mundo exterior, no puede encontrarse «aquí», en nuestra mente si no es
sufriendo una transformación; así pues, a este proceso de transformación lo llamaremos
«codificación». La cuestión fue objeto de numerosos debates en las conferen cias Macy,
cuando se trató de poner a punto unas máquinas que debían transmitir la información. La
codificación es una transformación de un cierto tipo entre los datos del input y los del output
de un circuito. El tipo de codificación es pues el tipo de redundancia que se establece entre
dos conjuntos, es lo que distingue (¡y relaciona!) el mapa y el territorio. Muchas
características (principalmente sus limitaciones y los errores posibles) de un sistema
dependen, por tanto, del tipo de codificación utilizado. Si, por ejemplo, viendo un semáfaro
rojo deduci
mos que podemos cruzar la calle, corremos gran peligro de arriesgar nuestra supervivencia.
Los textos de Bateson han variado sensiblemente en lo que concierne a los diferentes tipos
de codificación utilizados por el ser humano. Al principio, se centró principalmente en las
codificaciones digital y analógica (en la época de las conferencias Macy, había dos tipos de
aparatos que trataban la información: las máquinas analógicas y las máquinas digitales). No
obstante, él, en muchas ocasiones, ha enumerado un cierto número de otros tipos. Nos ha
parecido importante, en esta historia global de las ideas de Palo Alto, volver a la fuente del
concepto. Veamos pues cómo Bateson plantea la cuestión de la transformación, así como las
consecuencias que los diversos tipos de codificación pueden traer al individuo.
a) La codificación analógica
Se apoya en la cantidad y en la medida: una cierta cantidad de una cierta x se utilizará
para predecir una cierta cantidad de una cierta y. En principio, la variación podrá pues ser
continua. Un ejemplo claro lo constituye el termómetro de mercurio: todo aumento de la
temperatura es transformado en una elevación de la columna de mercurio. Es el principio de
las maquetas o de los modelos. Si se conocen las reglas de transformación (las relaciones
entre el modelo y el objeto modelizado), los datos recogidos a partir del modelo per mitirán
obtener enseñanzas sobre el acontecimiento modelizado. Para la comunicación humana, la
amplitud de un gesto, el tono de la voz, etcétera, son analogías para la expresión de un
sentimiento por ejemplo.
Hay que observar que, en la comunicación humana, este tipo de codificación no se limita
a los comportamientos no verbales. También recurrimos a la analogía en la comunicación
verbal, principalmente al uso de metáforas y de analogías lingüísticas. Notemos que estas
últimas son también consideradas como relaciones, similitu
106
107
El estudio de la comunicación
des. Por ejemplo, la conocida analogía de Aristóteles: «La vejez es a la vida como la noche
es al día» o, en su forma matemática:
Se apoya sobre la acción de contar: al principio, se contaba con los dedos, de ahí
procede la apelación «digital». Es sinónimo de codificación numérica. Aquí la información
es transformada en magnitudes discretas, es decir, en unidades distintas. Con la aparición
del sistema binario, estas unidades se resumen en la elección entre 0 y 1. La diferencia será
percibida o no lo será. La exactitud depende de la precisión de las distinciones. Como en el
caso de la fotografía, cuanto más fino es el grano, más neta es la fotografia.
Una de las cuestiones discutidas en las conferencias Macy era la de determinar el tipo de
codificación del sistema nervioso. Las neuronas, al responder con una reacción de tipo
«todo o nada», dejaban suponer que se trataba de una codificación digital, pero la
modificación posible de los umbrales de reacción, unida al aumento o a la disminución de
ciertas substancias (las hormonas, por ejemplo) en el organismo, así como la enorme
multiplicación del número de las neuronas estimuladas al mismo tiempo conferían al
resultado el aspecto de una reacción continua. Las conclusiones fueron pues en el sentido
de una interpenetración de los dos tipos de codificación".
17. El sentido de los términos «analógico» y «digital» aplicados a la comunicación interpersonal ha evolucionado mucho desde las
conferencias Macy. Para una síntesis de esta evolución, véase el artículo Communication analogique et digitale en L. Sfez (dir.), Dictionnaire
encyclopédique de la communication, PUF, París 1993.
Pero, aunque podamos comparar al organismo con una máquina por la necesidad de
claridad que requiere una exposición, no debemos en ningún caso confundirlo con ella. A
Bateson le parecía un poco reductor limitar los tipos de codificación del hombre a estos
dos aspectos solamente y, aunque las otras categorías sean menos precisas y cambien
durante sus escritos, no obstante vamos a citar algunas.
c) La codificación icónica
Según Bateson, se trataría del tipo de codificación más corriente. En efecto, nunca
tenemos la posibilidad de ver entera una cosa cualquiera: vemos una parte de un árbol, de
una persona, etcétera, y deducimos el resto. Los trabajos de Shannon sobre la redundancia
del lenguaje son demostraciones de este tipo de codificación.
Además, Bateson compara este fenómeno con lo que los etólogos llaman los
movimientos de intención de los animales. «De un modo general, toda la categoría de
mensajes que los etólogos llaman "movimientos de intención" está compuesta de posturas y
de contracciones musculares que, si se completasen, serían conductas agresivas, se xuales,
de retirada, alimentarias, de construcción de nido, etcétera. En todos estos casos, es
importante que, mientras que el conjunto
108
109
El estudio de la comunicación
gar del estanque recibirá «información» sobre cada una de las
piedras lanzadas (las ondas procedentes de cada una de las
piedras pasan teóricamente por cada punto del estanque). Las
ondas que se desplazan sobre el estanque formarán entonces una
especie de figura compleja, resultado de las adiciones y de las
sustracciones de los diferentes entrecruzamientos de ondas. Si,
en este momento, el estanque se helase súbitamente, su
superficie representaría en cierto modo una placa holográfica del
acontecimiento.
Una placa holográfica posee propiedades asombrosas: si la rom-
pemos, cada fragmento «contiene» informaciones sobre el
conjunto del acontecimiento o del objeto reproducido. Si hacemos
hologramas de diferentes personas, por ejemplo, el resultado final
será una representación holográfica de un personaje ficticio, una
especie de «media» de los diferentes modelos utilizados. Además,
como sabemos, la reproducción holográfica permite un examen
del modelo según tres dimensiones y parece ocupar un volumen
en el espacio poseyendo unas cualidades de semejanza
excepcional con el modelo. Todas estas características, y otras
todavía, han conducido a algunos científicos a proponer un
modelo de funcionamiento de la memoria, e incluso del cerebro
en su conjunto, sobre unas bases holográficas. No nos
extenderemos sobre dichas teorías, sino que señalaremos
solamente que Bateson considera que el hombre podría muy bien
codificar los acontecimientos según un sistema parecido.
Pone el ejemplo de un ciego que entra en una habitación que le
es familiar y de la que se ha retirado un mueble sin avisarle. Y
sucede que el ciego «siente», de un cierto modo, que se ha
producido un cambio en la habitación. Estos fenómenos de
resonancia podrían aparecer como la resultante de una
multiplicación de sistemas perceptivos, una especie de cualidad
emergente (que podríamos comparar con la visión en relieve
producida por los dos ojos, o también con la estereofonía, los
pattems de «tornasolado», etcétera).
«Hay cada vez más datos que se acumulan y que sugieren que,
en el cerebro de los mamíferos, estos sistemas resonantes
podrían desempeñar un papel importante en la recuperación de la
información (es decir, el recuerdo). No sabemos todavía-si estos
modelos, como la
111
Hacia una ciencia de la comunicación
Tal vez veremos, en un futuro próximo, que la ciencia hace justicia a aquellos que en los
años sesenta fueron tan sensibles a las «buenas vibraciones» de las situaciones sociales.
Más seriamente, este tipo de codificación podría tal vez aclarar unas nociones bastante
vagas como la intuición, por ejemplo.
Como vemos, este aspecto de la comunicación es muy rico por que su estudio permite
sacar de él las «premisas» del comportamiento de un individuo o incluso de un grupo
social. Es una lástima que no se hayan llevado las investigaciones más lejos en este
sentido, porque probablemente podrían llegar a un enfoque más riguroso de la génesis de
problemas psicológicos y a elaborar unas técnicas específicas de cambio.
3.2.3. La interacción
21. Ludwig von Bertalanffy se arriesgó a dar una definición de la interacción que debería satisfacer a los espíritus matemáticos: «Por
"interacción" entendemos unos elementos p unidos por unas relaciones R de manera que el comportamiento de un elemento p en R difiere
de su comportamiento en otra relación R'. Si se comporta de la misma manera en R y R', no hay interacción y los elementos se conducen de
manera independiente con respecto a las relaciones R y R'•. (Von Bertalanffy [19681, p. 53).
El estudio de la comunicación
La información transmitida por un mensaje depende del conjunto del que procede (o al
que se atribuye).
113
Hacia una ciencia de la comunicación
El estudio de la comunicación
Si consideramos una interacción entre dos personas, cada una de ellas dispone de un
repertorio de conductas muy extenso. Sin embargo, cuando se observa a dos individuos en
interacción frecuente, digamos a una pareja, todo observador exterior se dará cuen ta
enseguida de que ciertos comportamientos aparecen de una ma nera mucho más frecuente
que otros: se han adquirido costumbres, se observan unos tabúes explícita o
implícitamente. A un cierto comportamiento del uno va a responder una cierta reacción del
otro. Es como si se impusieran ciertas coacciones, ciertas restricciones, a la diversidad
potencial de los comportamientos de los dos miembros de la pareja. Esto es exactamente lo
que sucede y este fenómeno ha sido estudiado por Claude Shannon bajo el nombre de
«redundancia». Se dirá que hay redundancia entre dos conjuntos en inter acción si la
aparición de un elemento del primer conjunto produce una restricción en la libertad o la
posibilidad de aparición de cualquier otro elemento en el segundo conjunto. En otras
palabras, la aparición de un elemento x en el primer conjunto impone una coac ción al
segundo conjunto.
Volvamos de nuevo al ejemplo de la pareja pero esta vez en su pri mer encuentro.
Imaginemos que la joven sea sensible al encanto del muchacho y decide atraer su atención.
Va a tener que limitar en cierto modo la diversidad de las parejas potenciales del joven
mediante sus conductas de seducción. Consideremos el caso en que la atrac ción es
recíproca y prosigamos nuestra historia de amor cibernético. Cuando ambos decidan vivir
juntos, habrá un período de tanteos (tanto en el sentido propio como en el figurado) durante
el cual cada uno de los miembros de la pareja deberá correr algunos riesgos, atreverse a
ciertas conductas que irán seguidas de reacciones por parte del otro; este período de
ensayos y errores les permitirá conocerse
mejor, saber qué comportamientos son apreciados y cuáles lo son menos, evitar lo que
provoca una reacción no deseada, etcétera. Así se crearán los hábitos de vida común en los
campos más diversos: sexualidad, alimentación, distracciones, educación de los hijos, etcé -
tera. La duda de los primeros contactos poco a poco ha cedido su lugar a la seguridad: cada
uno de ellos se ha hecho más tsprevisible» para el otro. No insistiremos aquí sobre los
riesgos que esta previsibilidad puede ocasionar a la pareja, pero, como todos sabemos, no
son despreciables. Sin embargo, querríamos hacer notar que la re dundancia no es
forzosamente perjudicial, incluso en la pareja. Sin redundancia, no sería posible ningún
aprendizaje, y por otra parte no sería de ninguna utilidad ya que nunca sería previsible. No
sería de ninguna utilidad la ciencia, que intenta explicar las redundancias de nuestro
universo: las leyes de la naturaleza o de la materia repre sentan la sistematización de tales
redundancias. Imaginad por un momento que aprendéis a tocar el piano con un instrumento
en que cada tecla produjese notas diferentes de una manera aleatoria... Aun que la imagen
de una relación libre de toda coacción puede parecer romántica (e idealista) aplicada a una
relación de pareja, la vida común sin embargo correría grave riesgo de ser agotadora, sobre
todo en lo que concierne a las decisiones que se han de tomar; basta con pensar en los
momentos en que nos encontramos en un grupo de personas que nos son totalmente
extrañas.
115
Hacia una ciencia de la comunicación
El estudio de la comunicación
con una certeza casi absoluta, que si lanzamos una piedra desde lo alto de una torre irá a
estrellarse contra el suelo (e incluso podemos calcular de antemano el tiempo de la caída,
la velocidad y el punto de impacto) ¡casi no es posible pregonar esta certeza en lo que
concierne a las reacciones de nuestro cónyuge cuando llegamos tarde a una cita!
En el mundo de lo vivo, que cuenta con unos mecanismos adap tativos continuos, las
redundancias nos permiten saber más sobre lo que hay que evitar que sobre lo que hay que
hacer. Señalemos que los hábitos son muy a menudo la causa de dificultades en las rela -
ciones: muchos de nosotros les atribuimos un grado de previsibili dad excesivo y entonces
nos ahorramos unos ajustes necesarios para la evolución de nuestras relaciones.
Tendremos ocasión de volver a hablar de esta idea de reglas rela cionales cuando
describamos la evolución de la terapia familiar.
Una vez sentadas las bases del tratamiento de la información, nos queda ver cómo el
intercambio de informaciones se organiza y se estructura en la comunicación humana, y los
lazos que ésta traba en nuestra vida social.
a) Simetría y complementariedad
Si una relación implica dos puntos de vista, el de cada uno de sus miembros, es
interesante ver lo que puede aportarnos una visión ex terior, en cierto modo estereofónica,
de la situación relacional. ¿Es posible caracterizar el pattern de interacción que llamamos
relación, y si es posible, cómo hacerlo?
Como hemos visto anteriormente, ya en su trabajo entre los iatmul, Bateson había
intentado definir la evolución de pattens relacionales, llamando a este proceso la
cismogénesis, es decir la posibilidad de rupturas relacionales por la acumulación de una
diferenciación basada en el principio del feed-back positivo. Tanto si las relacio
b) La puntuación
El mundo no nos aparece como un flujo continuo en el que nada se distingue del resto.
Nosotros «dividimos» nuestro universo en conjuntos distintos, tanto desde el punto de vista
espacial (objetos, personas, etcétera) como temporal (secuencias causales, por ejem plo).
Como hemos señalado para la «codificación», está prácticamente reconocido que tal
división tiene un fundamento genético. Nosotros percibimos unas secuencias cuyos
diversos elementos nos parecen enlazados de una manera causal. El aprendizaje cultural
viene a incorporarse a esta base para prolongarla.
117
Hacia una ciencia de la comunicación
El estudio de la comunicación
c) Niveles de un mensaje
Recogiendo una observación de Warren McCulloch, Bateson había mostrado que todo
mensaje incluye dos aspectos: es a la vez «informe» y «orden». Hablando con propiedad
tiene un aspecto informativo (en líneas generales, es «diferente» de otro) y es también un
estímulo para la reacción (en este sentido, podría decirse que la percepción es ya una acción:
la recepción de un mensaje implica una respuesta). Esto coincide, en parte, con el primer
axioma enunciado por Watzlawick: «No es posible no comunicarse» o también con la
fórmula un poco esotérica de McCulloch: «Nothing never happens» («Nunca sucede que nada
suceda»). Muestra el aspecto ineluctable de la comunicación`.
Para ilustrar esta distinción, podemos tomar un ejemplo bastante frecuente en las
reuniones de trabajo. Sucede muy a menudo que, cuando un equipo se encuentra ante una
dificultad que se eterniza y que un cursillista propone una solución, la discusión que seguirá
tendrá muy poca relación con el contenido de la propuesta. Se pro ducirá una disputa sobre
unos puntos de detalle, y la idea nueva corre peligro de ser rechazada incluso antes de haber
sido analizada. En este caso, lo que está en juego en las discusiones no es el «conte nido»,
sino la «relación» entre el cursillista y el resto del equipo, re lación complementaria al
principio, pero que podría hacerse más igualitaria si se aceptase su sugestión.
22. Debiendo un silencio ser considerado, desde luego, como un tipo de respuesta posible (y por otra
parte particularmente importante para el aspecto relacional de los miembros de la pareja).
23. Observemos sin embargo que, en unas situaciones interpersonales, algunas «informaciones
pueden no diferenciarse si no son recibidas por la otra persona; lo que suprime el aspecto un poco
excesivo de la fórmula de Paul Watzlawick: quizás habría que decir más bien «no es posible no comunicar
nada ya que, efectivamente, el hecho mismo de estar en presencia no puede ser negado, quiérase o no.
Hay que señalar que es posible ocultar o callar ciertas informaciones, como saben muy bien todos los
maridos o las mujeres engañados. Que se consiga hacerlo mejor o peor es otra cuestión.
Existen metamensajes todavía más explícitos, como decir, por ejemplo: «Estoy
bromeando», o también: «Esto es una advertencia»,
119
Hacia una ciencia de la comunicación
El estudio de la comunicación
Sin embargo, se impone una observación: las palabras utilizadas para metacomunicar
son las mismas que se utilizan en el lenguaje corriente. Por tanto no es siempre fácil
distinguir estos dos niveles de comunicación, y esto puede también conducir a una
escalada. Por ejemplo, si el marido no acepta considerar la explicación de su esposa como
una metacomunicación, podrá tomar esta observación como una afrenta suplementaria:
«¡Sí, sí, continúa, ya veo que has decidido molestarme esta noche!» Metacomunicar no es
pues una panacea para la resolución de los conflictos. Notemos también que
metacomunicar implica que podamos distanciarnos un poco con respecto al discurso; el
contenido de la metacomunicación es interaccional: se habla de la relación entre uno
mismo y el otro. Estamos en un nivel lógico superior, tocamos el campo de las reglas
relacionales. El interlocutor puede no permitir que el otro ejerza un «con trol» sobre la
relación. Entonces se reúnen ya todas las condiciones para una escalada, hasta que se
hayan renegociado las reglas.
Antes de llegar a este proyecto, vamos a abandonar un poco el sis tema y las
interacciones para volver al individuo, al que, hay que re conocerlo, hasta ahora no le
habíamos concedido gran atención. Ahora bien, si hemos visto el modo como los sistemas
se regulan por el juego de las interacciones, podemos preguntarnos cómo se manifiestan
estas redundancias a nivel personal. En sus contactos repetidos con su entorno, la persona
cambia, evoluciona, aprende. Veamos cómo Bateson ha enfocado la cuestión del
aprendizaje y la de contexto, de la que no se puede disociar.
d) Las paradojas
Como hemos visto, la cuestión de las paradojas había sido abor dada en las discusiones
sobre la cibernética. Partiendo de las teorías de Whitehead y Russell, Bateson prosigue el
razonamiento en el campo de la comunicación. A partir del momento en que unos
enunciados pueden ser metacomunicativos, y que no es fácil distin guirlos en el discurso,
Bateson señala, desde 1951, que «la psicología
25. Ruesch y Bateson (1951), p. 253-254.
121
Aprendizaje y contexto
APRENDIZAJE Y CONTEXTO
Para responder a esta pregunta, Bateson, en los años que siguen a su regreso de Bali,
intenta formular una teoría del aprendizaje. En 1942 publica una primera versión que
sufrirá diversas modificaciones hasta llegar a una versión muy general descrita en su obra
La naturaleza y el pensamiento (mencionaremos esta síntesis impresionante en la última parte
de la presente obra). Por el momento, nos limitaremos a exponer el estado de la cuestión tal
como aparecía después del contacto de Bateson con la cibernética.
Vamos a examinar las modificaciones que los procesos de comu nicación producen a
nivel del individuo, abordando el fenómeno del aprendizaje en una óptica interaccional.
Para hacerlo, deberemos intentar aclarar un poco el concepto muy resbaladizo, pero indis -
pensable, de «contexto». Para seguir la evolución de estas ideas en Bateson, debemos
remontarnos algunos años hacia atrás.
Como hemos visto, con sus trabajos antropológicos en Nueva Guinea, y después en Bali,
Mead y Bateson estudian el modo como los individuos de las diversas culturas adquieren lo
que habitualmente se llama su «carácter». Cuando se califica a las personas de
«dependientes», de «pasivas», de «manipuladoras», etcétera, todos estos atributos se
refieren a unas características muy abstractas, que van más allá de la descripción del
comportamiento. La cuestión es pues darles una significación operacional: «¿cómo los
individuos son modificados por los contactos con su entorno?» La pregunta es interesante
en el marco de- un enfoque sistémico, porque aquí nos situamos a nivel del individuo que,
aunque sea miembro de un sistema más amplio, no por ello deja de ser él mismo un sistema
que goza de una relativa autonomía con respecto a los otros elementos. Sin músicos, no
hay orquesta. Nos encontramos ante la dinámica del sistema: si éste «impone» unas
coacciones a los comportamientos de los individuos, los indivi duos introducen en él la
novedad, por medio de sus contactos con el exterior, y pueden por tanto modificar su
funcionamiento global.
122
El aprendizaje puede definirse como «un aumento de la redun dancia entre el que aprende
y su entorno»`, y la comunicación como el medio de establecer esta redundancia: «La
esencia y la razón de ser de la comunicación es la creación de la redundancia, de la
significación, del modelo, de lo previsible, de la información y/o de la re ducción del azar
mediante la "restricción"»'.
Se trata del caso más simple, en el que los efectos de un estímulo, por una razón u otra,
son estereotipados. En este caso, el fenómeno no comprende la posibilidad de «ensayo y
error»; el individuo nunca podrá utilizar el resultado de una de estas experiencias para
mejorar sus actuaciones futuras. Esta especificidad de la respuesta puede
1. Bateson (19746), en la definición de learning models. 2. Bateson (1972), t. I,
p. 143.
123
Aprendizaje y contexto
provenir de una programación genética o también del caso en que la respuesta a un
estímulo se ha hecho muy estereotipada. «En el len guaje corriente, no técnico, la palabra
"aprender" se aplica a menudo a lo que llamamos aquí "aprendizaje cero", es decir, a la
simple recepción de una información procedente de un acontecimiento exte rior, de un
modo tal que un acontecimiento análogo que se produzca en un momento posterior (y
apropiado), transmitirá la misma información: por el toque de sirena de la fábrica, yo sé
que son las doce»'.
4.1.2. El aprendizaje de nivel 1
Es el tipo de aprendizaje que ha sido más estudiado en los laborato rios de psicología
experimental. Encontramos numerosos ejemplos de él en los trabajos sobre el
condicionamiento pavloviano y skinneriano. Consideremos desde más cerca estas dos
formas de aprendizaje sobre todo desde el punto de vista del contexto en el que se
producen. En el condicionamiento pavloviano, tenemos una secuencia temporal rígida: el
estímulo condicionado (habitualmente un timbre) precede al estí mulo incondicionado (la
comida) con un lapso de tiempo determinado. El animal no puede hacer nada para cambiar
esta secuencia, debe sufrirla. En cambio, en las experiencias de condicionamiento instru -
mental (skinneriano), la secuencia dependerá del comportamiento del animal. En general,
el estímulo incondicionado es más dificilmente precisable; puede ser un estímulo interno,
el hambre, por ejemplo. El experimentador elige «reforzar» un comportamiento preciso del
animal: si éste lo realiza, será recompensado. Bateson precisa por otra par ,
te lo que hay que entender por el término «refuerzo»: «Un acontecimiento exterior será
considerado como una "recompensa", si su aparición corrige un cambio "interno" que, en
sí, sería un "castigo"»'.
Los fenómenos estudiados son de un nivel más elevado que los del primer orden de
aprendizaje. La pregunta que nos hacemos no es: «¿Qué cambio se produce en el perro
cuando oye un silbato?», si
no: «¿Cuáles son los cambios que se han producido en el cambio que un perro vive cuando
oye un silbato?» 5
5. Bateson (1952), trad. en Winkin (dir.) (1981), p. 136. 6. Bateson (1972), t. I, p. 265.
124
125
Aprendizaje y contexto
Cuando Bateson trabajó en Hawai, hacia 1965, para estudiar la co municación en los
delfines, tuvo ocasión de asistir a una experiencia que ponía en evidencia el paso de un
aprendizaje de tipo 1 a una experiencia de deuteroaprendizaje. La experiencia estaba
estructurada según el procedimiento siguiente: cuando el delfín llegaba al estan que de
demostración, el experimentador esperaba la aparición de un cierto comportamiento A
(digamos, por ejemplo, que el delfin se pusiera derecho sacando la cabeza del agua), que
reforzaba entonces con la recompensa habitual, un pescado; en muy poco tiempo, el delfín
reproducía el comportamiento querido por el entrenador. En la segunda sesión, el
experimentador ya no recompensaba el comportamiento A, sino que esperaba la aparición
de un nuevo comportamiento B (digamos un coletazo sobre el agua), que entonces era re -
compensado. Las sesiones siguientes se desarrollaron según el mismo esquema, ya no se
recompensaban los comportamientos anteriores, sino que el experimentador esperaba cada
vez la aparición de una conducta nueva para recompensarla. Estos cambios de pro grama no
parecían gustarle al delfin que, a cada cambio, manifesta ba su «mal humor» pero acababa
por producir, por casualidad, un comportamiento diferente que le permitía por tanto recibir
una nueva recompensa. A veces estaba tan trastornado que el experimen tador, deseoso de
mantener una «buena relación» con el delfin, le tenía que dar algunos pescados
inmerecidos. Fue entre la decimocuarta y la decimoquinta sesión cuando debía producirse
el acontecimiento que apoyaría la teoría de Bateson. Mientras el animal se ha llaba en su
estanque de reposo, pareció de repente muy excitado. Al entrar en el estanque para la
decimoquinta sesión, se puso directamente a ejecutar una serie de figuras muy complicadas
que comprendían ocho movimientos nuevos (cuatro de ellos desconocidos antes en esta
especie).
¿Cómo explica Bateson este cambio sufrido en el animal? Para él, el delfín ha
«comprendido» de algún modo que el contexto de las sesiones era: «son reforzados los
comportamientos nuevos». Pa
7. Bateson (1974), definición de double bind.
126
127
ra conseguirlo, necesitaba en cierto modo comparar las informaciones sobre las muestras
de contextos (comportamientos-refuerzos), y abstraer de ellos una información sobre la
clase, sobre las características comunes a los contextos específicos de las diferentes
sesiones; el delfín había hecho pues un aprendizaje de un nivel ló gico superior.
Como vemos, la teoría del aprendizaje jerarquizado en niveles lógicos permite establecer
unas distinciones capitales que ponen en tela de juicio muchas de las ideas recibidas en
cuanto al modo de modificar los comportamientos o las actitudes de los individuos dentro
de la sociedad. «Es interesante examinar la naturaleza de un concep to como el "crimen".
Nosotros actuamos como si pudiese suprimirse el crimen castigando ciertos aspectos de lo
que consideramos acciones criminales, como si el "crimen" fuera el nombre de un cierto
tipo de acto, o de una parte de un cierto tipo de acto. Pero el vocablo "crimen", como el de
"exploración", designa más exactamente un modo de organizar actos: es pues muy poco
probable que castigando el acto se suprima el crimen. Desde hace milenios, la preten
dida ciencia criminológica no ha podido evitar una simple confu sión de tipos lógicos»'.
4.1.4. El aprendizaje de nivel 3
128
129
Aprendizaje y contexto
lación con el mundo, y, por otra parte, la disponibilidad del hombre ante los cambios
perpetuos de su entorno, la creatividad. La hipótesis de este tercer nivel constituye, en
cierto modo, la esperanza de la superación, de la trascendencia de toda rigidez dé nuestro
sistema de pensamiento, la perspectiva de una relación con el mundo que pue da ser un
descubrimiento permanente. Pero dejaremos aquí las especulaciones metafisicas y haremos
nuestra la prudencia de Bateson que siempre ha vacilado en meterse «en la boca del lobo»,
en los territorios en los que «ni siquiera los ángeles se atreven a aventurar se»` °.
Antes de terminar de tratar esta teoría del aprendizaje y de pasar al «proyecto Bateson» y
a la formulación de la doble coacción, es útil ver cómo podemos delimitar un poco mejor la
noción de contexto que hemos utilizado y que utilizaremos todavía muchas veces.
Igual que sucede con la noción de sistema, la de contexto es tan necesaria que es dificil
definirla con precisión. Aunque contiene algunos aspectos objetivables, depende sin
embargo del punto de vista a partir del que se considere un acontecimiento cualquiera; es
pues también eminentemente subjetiva. Pero es inevitable para toda per sona interesada
por los fenómenos de comunicación.
que ellos ya llamaron propiedades emergentes: las cualidades del conjunto de una
experiencia no son inherentes a sus componentes". Otro aspecto importante de la
organización perceptiva concierne a la ,distinción entre la «figura», es decir la forma que se
distingue en el primer plano, y el «fondo», o segundo plano perceptivo`. Los ges taltistas
descubrieron que ciertas estructuras determinan un marco de referencia en función del cual
son percibidos otros objetos. Muchas personas han referido ejemplos de tales fenómenos,
llamados «movimientos inducidos», cuando un tren vecino empieza a avanzar lentamente,
dando la impresión de que nuestro propio tren ha em pezado a moverse en la dirección
opuesta aunque permanezca inmóvil. O también cuando un observador se encuentra en una
habitación inclinada: las paredes de la habitación definen los ejes vertica les y horizontales
del marco, dando la impresión de que un candelabro está torcido o que el propio cuerpo del
observador está inclinado, mientras que los dos están de hecho perfectamente alineados
con la gravedad. En cada caso, el sistema visual elige una gran estructura próxima para
definir la normalidad perceptiva -inmovilidad o verticalidad- y construye otros objetos,
entre los que está el «sí mismo» según estas normas.
12. Esta distinción figura/fondo fue introducida en 1921 por el psicólogo danés Edgar Rubio. Rubin
mostró que, aunque todas las partes de una región unida estén agrupadas de manera adecuada, es
posible interpretarlas ya como un objeto (figura), ya como una superficie situada detrás de él (fondo).
Formuló un conjunto de leyes que describen las condiciones que hacen que una región tienda a ser vista
como figura más que como fondo.
131
Aprendizaje y contexto
que la imagen es ambigua, como en el caso de una figura parcialmente oculta, la
persona tiende a percibir la forma más simple coherente con la
información disponible.
4.2.2. El aspecto subjetivo del contexto
Consideremos el contexto simple del intercambio de un mensaje entre un individuo y
otro. Como hemos visto anteriormente, el contenido del mensaje para el emisor está en
función del conjunto de referencia del que dicho mensaje es un elemento. La relación entre
el elemento elegido y este conjunto es lo que permite definir el «senti do» del mensaje, al
menos desde el punto de vista del emisor. En cuanto a saber si el mensaje será
comprendido de la misma manera por el receptor, ello depende del sistema de referencia de
este último. Estas consideraciones no se limitan a los mensajes verbales: un apre tón de
manos, un abrazo o un beso no significan nada si no podemos hacer hipótesis sobre el
conjunto de referencia del que son elementos. Pero la mayor parte de los intercambios
interpersonales no permiten una discusión sobre el conjunto de referencia de los men sajes
intercambiados. Para convencerse ¡basta con haber asistido a un debate televisado!
¿Qué puede decirse sobre los lazos entre conjunto de referencia y contexto? Tomemos un
ejemplo sencillo. Vuelves a casa y tu marido te besa distraídamente. ¿Cómo puedes
intrepretar este mensaje? ¿Cómo puedes «nombrarlo», es decir, clasificarlo en una
categoría de comportamientos que permita atribuirle un sentido? En un primer tiempo,
probablemente intentarás encontrar algunos indicios suplementarios a tu alrededor (su cara,
lo que hace inmediatamente después, tus recuerdos de situaciones parecidas, etcétera),
unos elementos de contexto que, en relación con el mensaje preciso, dibujarán en cierto
modo sus contornos. Sin embargo éstos pueden seguir siendo vagos después de este primer
trabajo personal; puedes encontrarte ante varias hipótesis concernientes al conjunto de
referencia: «ha tenido un mal día en el trabajo», «he debido hacer algo que le ha dis -
gustado», «ya no me presta atención», etcétera. Otra manera de pro ceder consiste en pedir
indicios suplementarios al interesado: «¿Algo
va mal?» Esta clase de pregunta producirá una reacción, por tanto unos indicios
suplementarios sobre el contexto del mensaje. Cuando todos estos indicios formen una
Gestalt coherente para ti, el mensaje se convertirá en «significante». Hay que señalar
que habitualmente hacemos una selección entre todos los elementos del contexto y rete -
nemos los que contribuyen a dar una Gestalt que tenga una «buena forma»,
considerando los otros como no pertinentes, como «ruido», para hacer una analogía con la
teoría de la información. Pero hay que añadir que, si algunas situaciones similares se
producen periódicamente, puede suceder que los ruidos repetidos de las Gestalten pre-
cedentes puedan súbitamente revelar una estructura nueva que pue de incluso modificar
completamente la clase a la que se habían atribuido los mensajes anteriores (es conocida la
historia de la esposa que, después de años de estar acostumbrada a que su marido re gresara
tarde «tan ocupado por su trabajo», después de una información que por sí sola casi no
hubiese tenido significación, ¡se da cuenta súbitamente de que una rival gozaba de estas
horas suplementarias! Todo lo demás parece entonces «quedar bien encasilla do»; el
conjunto de los indicios, ya «olvidados», ya atribuidos a otro contexto, dibuja
completamente de nuevo el comportamiento del marido). Podríamos apostar que, cuanto
menos buena es la forma de las percepciones, más quedarán «pendientes» los ruidos, es
decir, no devueltos completamente al caos sino «en espera» de informacio nes
suplementarias que puedan aportar la coherencia o una cohesión más satisfactoria. Si
tomamos, por ejemplo; la experiencia del delfín del que hemos hablado anteriormente,
diremos que después de la primera sesión su «comprensión» es muy precisa. Al comienzo
de la segunda sesión, esta coherencia recibe un golpe importante hasta el momento en que
es recompensado el segundo comportamiento; y como el primer comportamiento
recompensado puede ser almacenado, se convierte en «ruido». Después de algunas otras
sesiones, se reproduce el mismo esquema, pero los «ruidos» son cada vez más numerosos y
perturbadores: las informaciones no clasificadas se acumulan y no presentan ninguna
coherencia, porque ninguna estructura permite relacionarlas. Hasta la decimocuarta sesión,
en la que se produce el relámpago de comprensión que, de una gola vez, ofrece una imagen
totalmente diferente de la conducta reforzada; la
132
133
134
Aprendizaje y contexto
aprender»`. Todos los elementos que entran en juego en una situa ción de aprendizaje
(estímulos, respuestas, refuerzos, etcétera) están estructurados en un todo, en una
Gestalt. Estas Gestalten se repiten, se modifican y a veces son trascendidas por unas
Gestalten más englobantes, como hemos visto en la experiencia con el delfín. Son, a
fin de cuentas, una creación de los individuos, es decir, el producto de los modos como
éstos perciben y puntúan lo que sucede en su universo. «Si suponemos que el sujeto no
adquiere solamente el comportamiento particular que ha aprendido sino también la
esperanza de que el universo estará en cierta medida, estructurado del mismo modo que el
contexto en el que se ha producido el aprendizaje, de ello resulta que, examinando
atentamente estos contextos, podemos obtener indicios sobre la Weltanschauung`6
del individuo»°.
ra que la escena adquiera una significación menos ambigua (y pro bablemente bastante
diferente de la primera impresión). Podríamos, desde luego, ampliar el número de
informaciones suplementarias a porfia y, además, el contexto de la escena no es solamente
espacial sino también temporal; un flash-back por ejemplo podría indicarnos que se
trata en realidad de la primera prueba cinematográfica de una joven actriz (pasando
entonces su pareja a segundo plano), etcétera. A pesar de estas restricciones, es posible que
la percepción del contexto de un acontecimiento responda a unas leyes parecidas a las que
han señalado los psicólogos de la Gestalt para la percepción de las formas.
Estas diferentes características deberían poder ser extendidas y adaptadas de manera que
pudiesen englobar las características del contexto distintas de los aspectos perceptivos
propiamente dichos.
18. En este sentido, los trabajos de René Thom, en particular los que conciernen a su relectura del con cepto gestaltista de
«pregnancia.> (al que se añade el de «prominencia»), merecerían ser estudiados por los psicólogos.
136
137
respuestas anticuadas», decía Samuel Beckett. Y esto se acerca mucho a la observación del
maestro zen a Bateson citada anteriormente. Acabamos de pasar revista a diferentes
implicaciones de la noción de contexto en el campo de la comunicación interpersonal.
Hemos podido comprobar hasta qué punto es huidiza: o bien debemos con tentarnos con
permanecer a un nivel muy general, o bien sus contornos se van haciendo vagos a medida
que intentamos precisarla. Y tiene una importancia pragmática considerable: es la clave
tanto de la significación de los intercambios como de los aprendizajes de los individuos y,
por tanto, de sus comportamientos sociales.
Las similitudes entre los conceptos de «contexto» y de «sistema» son flagrantes. Ambos
son a la vez subjetivos y objetivos. Aunque un observador exterior puede, en ambos casos,
pescar algunas de sus características tangibles, en última instancia es lá relatividad del
punto de vista de los actores la que determina sus contornos y su impacto.
Hemos definido ahora todos los elementos de nuestro puzzle con ceptual. Bateson,
armado de esta caja de instrumentos metodológicos, emprenderá sus grandes trabajos de
investigación sobre las paradojas de la abstracción en la comunicación humana...
139
142
CRÓNICAS DE UN PROYECTO
Crónicas de un proyecto
cualidades de «buena forma» a las que aspiran los elementos en inter acción. Como
veremos, al comienzo del proyecto las diferentes personas parten en todos los sentidos: se
hace un esfuerzo por reunir los fragmentos y formar con ellos un todo coherente. Después,
finalmente, una cuestión, un problema concreto favorecerá la precipi tación de los
diferentes elementos, estructurándolos en una teoría explicativa de la esquizofrenia.
El timbre sonó al otro extremo del teléfono. John se preguntaba ya cómo se había
atrevido a llamar a este profesor a su domicilio particular. Es verdad que su número se
encontraba en el anuario y que él había encontrado su nombre en el fascículo de la escuela,
pero aun así, no le parecía bien llamar a alguien sin ni siquiera cono cerlo.
La voz era amistosa aunque el acento claramente inglés dejaba traslucir la educación
aristocrática de Cambridge.
-Bien... Me llamo John Weakland', soy ingeniero químico y de searía obtener algunos
informes sobre los cursos que usted da en la New School for Social Research.
-
Ingeniero, ¡qué interesante! ¿Por qué no viene a verme enseguida a mi casa?
Había nacido, en 1919, en Virginia Occidental (¡no hay que confundirla con Virginia
simplemente! Virginia es el viejo Sur, y Virginia Occidental se separó de ella durante la
guerra civil). Es un país de montañeses bastante pobres. Incluso su capital, Charleston, es
todavía una ciudad pequeña. Allí nació, en Charleston, y allí había crecido'. Su padre era
un hombre de negocios cuya familia era de origen irlandés, por tanto católica: se ganaba
bien la vida trabajando para el ferrocarril y en la construcción de carreteras. Los padres de
su madre eran de origen alemán. John había dejado su familia para entrar en la Universidad
de Cornell. Allí, había realizado estudios de química y obtenido un diploma de ingeniero,
sin saber demasiado por qué. O más bien, ¿no había estudiado su hermano para ingenie ro?
Y tenían un primo que había cursado los mismos estudios, en la misma institución, y
además todo el mundo pensaba entonces que cuando se era bueno en matemáticas y en
física, se estudiaba para ingeniero. Entonces, le habían inducido en esta dirección y él la
había seguido. Después de todo, era un buen muchachito del campo.
3. Dirá más tarde: «Un día, me di cuenta de que estaba en California desde hacía mucho más tiempo del que había pasado en
Charleston, no podía creerlo. Todavía sigo sin poder creerlo realmente. Creo que es difícil imaginar que uno pueda vivir durante más
tiempo en un lugar distinto de aquel en el que ha nacido y en el que ha crecido...
Crónicas de un proyecto
ña firma durante un año. Entonces recibió otras proposiciones y partió a Nueva jersey, a
25 kilómetros de Nueva York. Una compañía media con dos o tres fábricas que trabajaban
en el marco del esfuerzo de guerra. Por una parte, allí se hacían explosivos y, por otra
parte, el dueño había recibido dinero para producir penicilina masi vamente. Él había
tenido que poner a punto los recipientes. ¡Y había ido bien! Se acordaba con placer de
haber podido participar en lo que fue probablemente una de las primeras producciones en
masa de penicilina.
Pero su interés no estaba ahí. Entonces sintió la necesidad de ana lizar la situación y
había pedido tres meses de permiso durante el verano. Las relaciones humanas no parecían
ser su fuerte y se sentía muy carente de ellas en su vida personal y familiar. Por otra parte,
sólo le quedaba su padre. Por tanto la soledad le pesaba cada vez más. Tenía muchas
razones para ello. Su madre siempre lo había tratado un poco como a un niño enfermo; ¿no
tenía un problema de tensión arterial? Era un niño al que había que proteger. Y, como era
siempre dos o tres años más joven que sus condiscípulos, no resulta ba sencillo establecer
relaciones, tanto con los chicos como con las chicas. Y además nunca se había interesado
mucho por los deportes. Era pues más bien solitario, no asocial sino solitario. En líneas
generales, el mundo le parecía curioso. No solamente los otros jóvenes, sino también el
mundo de los ingenieros; la gente pasaba más tiempo en redactar informes «políticos» que
en ocuparse de su trabajo, esto también era raro. Pasaban mucho tiempo explicando que si
había un error no era por culpa suya sino del vecino. En resumidas cuentas, ¡tal vez fue
entonces cuando empezó a interesarse por la sociología de los ingenieros!
Así pues, se marchó tres meses a Princeton. Cada mañana, iba a la biblioteca de la
universidad y leía todo lo que podía ser interesante en ciencias humanas y en psicología.
Entre ello estaba Freud, naturalmente. La mayor parte de las tardes, recorría el campo de
Nueva jersey. Fue una hermosa experiencia, ¡un gran verano!
Pero tuvo que reanudar el trabajo. Sin embargo, muy pronto el trabajo le pesó y se
marchó a trabajar a una de las mayores refinerías de petróleo del mundo, cuyas oficinas
estaban situadas en el centro de Manhattan. Allí permaneció dos años, tuvo bastante y se
marchó.
144
145
Crónicas de un proyecto
¿Qué podía hacer? Se había dado tres meses de descanso en Nue va York. Tomaba el
metro e iba hasta el final de la línea preguntándose lo que podría hacer después. Cómo
había decidido reanudar sus estudios en el campo de las ciencias sociales, era dificil de
decir. Probablemente como consecuencia de sus lecturas en la biblioteca de Princeton. Así
pues, había empezado a mirar los programas de los cursos de las escuelas de la región de
Nueva York y fue entonces cuando se encontró con el de la New School for Social
Research, en el centro de la ciudad, entre la calle 5 y la VI Avenida. Era un edifi cio
construido en los años veinte, y la mayoría de los profesores eran emigrados europeos que
habían huido de los nazis. Mirando el programa de los cursos, se sintió interesado por los
cursos de antropología impartidos por un tal Gregory Bateson. Y se dijo: «Esto pa rece
interesante, pero querría saber un poco más antes de inscribir me.» Había buscado en el
anuario: _Gregory Bateson, Greenwich Village, Perry Street, .y se había atrevido a
telefonear. ¡Y se dirigía a verlo, a su casa...!
John estaba muy contento de él. La conversación había transcu rrido muy bien. El profesor
había sido encantador, aunque su invitación inmediata hubiese sido más el fruto de una
mala interpretación de sus competencias que una hospitalidad espontánea. De hecho, se
había visto enseguida que Bateson había creído encontrar, en su joven interlocutor, a un
experto en matemáticas, lo que desgraciadamente estaba lejos de ser el caso. Si se había
hablado de antropología durante este encuentro, la conversación había tratado regularmente
sobre unos temas que John Weakland no esperaba discutir con un antropólogo: se había
tratado de conferencias sobre la cibernética, de Norbert Wiener y de otros peces gordos de
la Bell Company. Aparentemente, Bateson participaba en estos encuentros durante los
cuales se hablaba bastante de matemáticas, con gran desventaja para el antropólogo que no
siempre podía seguirles muy bien. De hecho, había imaginado que el joven ingeniero
podría aclararle las cosas. Desgraciadamente, era una completa ilusión. Desde Cornell, las
matemáticas para él estaban muy lejos. Pero, a pesar de esto, la conversación se había
desarrollado bien, y los dos hombres se habían apreciado mutua mente.
Así en 1947 John Weakland empieza a seguir los cursos de antro pología del profesor
Gregory Bateson en la New School for Social Research.
Todavía hoy, evoca el recuerdo de estos cursos y del tipo de profesor que era Bateson:
«Los cursos eran muy interesantes pero no eran fáciles de seguir. Daba dos cursos
diferentes: había uno más teórico y otro más prác tico, pero Gregory no hacía ninguna
distinción. Hablaba de lo que en aquel momento tenía en la cabeza. Era un buen profesor,
pero un profesor dificil, muy estimulante. Daba muchos hechos dispersos sobre el trabajo
de campo y, al principio, uno estaba desorientado pero, poco a poco, todo se ponía en su
lugar. Recuerdo una experiencia bastante concreta en la que los estudiantes eran los
antropólogos y el informador Gregory Bateson; la sociedad que había que estudiar eran los
alumnos de primer año de la Universidad de Cambridge, que era un mundo en sí misma. En
la segunda mitad del curso, nos hizo hacer un trabajo de campo en Nueva York, estudiar di -
ferentes grupos culturales. En aquellos momentos yo estaba muy interesado en la
percepción del tiempo y estudiaba los seriales radio fónicos. En Chinatown, también estudié
un proceso de socialización por el juego del ajedrez.
»En los dos cursos que seguí, se hablaba un poco de esto, un poco de aquello y también
un poco de otra cosa y entonces, al fin, me dije: "Voy a juntar los trozos, las cosas se
ajustan bien." Tenía la impresión de haber hecho una buena síntesis. Bastante orgulloso, fui
a llevar mi trabajo a Gregory quien me dio las gracias, lo dejó a un la do y nunca lo miró.
Dio las gracias, lo guardó y esto es lo último que oí sobre este tema. Era típico de
Gregory»4.
John Weakland ha cogido pues el virus de las ciencias sociales, y decide continuar su
formación en la prestigiosa Universidad de Columbia, en donde enseñan Margaret Mead y
Ruth Benedict. Para
4. John Weakland, conversación con los autores.
146
147
Crónicas de un proyecto
Mead, es ante todo «el alumno de Gregory», lo que por otra parte le va muy bien: «Por esto
no me presionaba como hacía con sus estudiantes. Fue una gran ayuda piara mí, porque,
cuando ella presionaba a la gente, resultaba bastante abrumador. Era exigente para los cursos
pero no mucho más, podía *ser terrible para los otros estudiantes de doctorado.» Como
quiere ganar un poco de dinero, Mead le sugiere que vaya a ofrecer sus servicios.a Ruth
Benedict que acaba de recibir subsidios importantes para realizar una investigación so bre el
estudio de las culturas «a distancia». Como ya estaba interesado por la cultura china,
continuará naturalmente sus investigaciones en este campo.
«Habíamos hecho muchas cosas en este proyecto: trabajábamos sobre seis culturas
diferentes. Ante todo, leíamos trabajos interpretativos y descriptivos sobre las sociedades
que estudiábamos, pero leíamos también al menos igual número de novelas, con la idea de
que enseñan cosas que los trabajos científicos no dicen. [...] Hay un gran número de chinos
en los Estados Unidos, tanto de inmigrados como de estudiantes. Por tanto, habíamos cogido
informadores de entre ellos, hacíamos reuniones en grupo para discutir nuestros descu -
brimientos y escribirlos, organizar unos informes y, al fin, gradual mente, empezamos a
hacernos una representación.
Poco después de la puesta en marcha del proyecto, Bateson deja la región de Nueva York y
se convierte 'en «profesor invitado» en Harvard durante algún tiempo. Weakland a pesar de
todo todavía mantiene algunos contactos con él, pero ya no está tan cercano.
Cuando el proyecto llega a su fin, John Weakland decide ir a hacer un breve trabajo de
campo entre los navajo y los hopi, en Nuevo México. Pasa primero por Harvard,
inmediatamente antes de marcharse al país navajo, en parte para visitar a Bateson y, también
porque uno de los profesores de Harvard no es otro que Clyde Cluckhon, el ma yor
especialista de la cultura navajo; éste se había ofrecido a ayudar al joven antropólogo en la
preparación de su trabajo de campo.
5. Ibíd.
148
En 1949, como hemos visto anteriormente, Bateson ha sido invitado por Jurgen Ruesch a
participar en una investigación sobre la comunicación. Como su matrimonio con Margaret
Mead está en dificultades, está muy contento de dejar la costa Este y se va a instalar en la
región de San Francisco. Los dos hombres establecen las bases de un enfoque interaccional
de la comunicación humana. Pero Bateson se siente limitado . en la sujeción de una
institución psiquiátrica. Sueña con poder someter a test las numerosas pistas abiertas por la
cibernética organizando él mismo un proyecto de investigación s% bre las «paradojas de la
abstracción en la comunicación». Sus numerosas relaciones le han hecho conocer a Chester
Barnard, un gran mandamás de la Fundación Rockefeller cuyo libro de cabecera es
precisamente el Naven de Bateson (!). Él es quien defenderá este proyecto imposible ante
las autoridades que han de decidirlo.
«Después de todo, tal vez ese antropólogo inglés podría ayudarme a analizar esta
película...» En el laboratorio de la Universidad Stan
149
ford, en donde prepara una maestría en comunicación, Jay Haley no ha elegido el camino
más sencillo: es la primera vez que alguien intenta analizar una película bajo el ángulo de
la comunicación. Es decir, no la primera vez aparentemente, ya que acaban de decirle que
hay un investigador en el Veterans Administration Hospital' que ha publicado un estudio
antropológico de una película de la Alemania nazi, Hitlerdunge Quex'.
Las películas constituyen en cierto modo para este joven estudian te un retorno a los
primeros amores. Al principio le había apasionado el teatro. Abandonó pues su Wyoming
natal para inscribirse en la Universidad de California en Los Ángeles. Y después hubo este
curso sobre la comunicación y el descubrimiento de un interés nuevo. Para continuar con
esta nueva pasión decidió subir a Palo Alto, en donde está situada la Universidad Stanford,
para obtener un diploma de maestría en comunicación. No es que la carrera a los diplomas
le motive mucho, pero hay que pasar por ahí.
Sin embargo no puede decirse que la entrevista se haya desarrolla do sin problemas. Al
parecer, Bateson y él no tenían los mismos puntos de vista sobre el análisis de una película.
El antropólogo le había enseñado enseguida la película que él había estudiado unos años
antes. Sin embargo, para Haley era evidente que el tema de la castración era uno de los
elementos primordiales de la dichosa película. Y aquel Bateson se afanaba por subestimar
su importancia. Sólo parecía tener en cuenta los aspectos estructurales: las relaciones entre
los dos grupos políticos, las interacciones entre los miembros de la familia, etcétera. Y
después, todas estas nuevas teorías sobre la formación del carácter nazi, sobre el
aprendizaje secundario, sobre las relaciones figura-fondo... era para hacerse un lío. No
obstante, el hombre era apasionante y no temía el debate. Es lo menos que pue de decirse
por otra parte, ya que, muchas veces durante la discusión, el tono había subido.
6. La Veterans Administration (VA) es una agencia gubernamental norteamericana fundada en 1930.
Ofrece servicios médicos y de rehabilitación a los ex combatientes y a sus familias.
7. Unos extractos de este estudio han sido publicados en Mead y Métraux (1953), p. 302-314.
150
Pero sobre todo lo había dejado estupefacto el final de este primer encuentro. ¿Conocéis
a muchas personas que, después de haber discutido durante horas con alguien a quien no
conocen ni por asomo, le propongan un empleo de encargado de investigación a tiempo
completo en su equipo?
Sin embargo ¡así habían ido las cosas! Por tanto, y aunque no co nociera ni a su futuro
colaborador (¡un ingeniero químico!) ni tampoco el tema preciso de la investigación, Jay
no había dudado ni un instante: la tesis podía esperar, formaría parte del famoso proyecto
de dos años con ese personaje fascinante.
Crónicas de un proyecto
151
que revisar sus diagnósticos, sobre todo cuando se les sorprendió mezclando alegremente
las diferencias culturales y los criterios de salud mental. Se les hizo saber que a pesar de
todo había que dejar de confundir constantemente los indios y los enfermos mentales; es
verdad que al fin, incluso en un hospital psiquiátrico, esto causa des orden. Por tanto se
había tomado la precaución de contratar un antropólogo para ayudarles a separar el trigo de
la cizaña.
Era en 1950, y el contrato de Bateson estipulaba que debía dar un curso a los estudiantes
de psiquiatría. En sus escritos posteriores, y en particular en la primera parte de La
naturaleza y el pensamiento, Bateson aludirá a menudo a estos cursos y al modo muy
personal como los enfocaba. La experiencia vivida por William Fry permite apreciar su
sabor «desde dentro», ya que los siguió como residente. «Su enfoque era muy sosegado,
más bien informal en comparación con los otros instructores, que eran muy didácticos, con
un programa y seminarios de casos, etcétera. Gregory explicaba sobre unos te mas que no
se esperaría encontrar en una formación para la psiquia tría: historia natural,
comportamiento animal, seminarios sobre Los anillos del rey Salomón de Lorenz, acabado de
publicar en esa época; y sobre todo discusiones sobre estos diferentes temas, discusiones
filosóficas. Muchos residentes solamente tenían intereses clínicos sin gran relación con la
orientación que Bateson proponía, pero a pesar de todo admiraban sus conocimientos y su
inteligencia, aunque no apreciasen plenamente el alcance de las palabras de Bateson. Es
verdad que él iba mucho más lejos del nivel de conceptualización que el auditorio podía
tener. Era muy respetado, pero no por aquellos que se dedicaban solamente a la clínica.
Había muchas bromas que circulaban sobre Bateson, principalmente porque era siempre
muy poco formalista, muy relax y, al lado de esto, siempre preocupado por grandes ideas
filosóficas. Las bromas giraban en torno al hecho de que, para comprender a Bateson,
había que estar un poco chiflado [Risas]»'.
152
no lejos del hospital, con su hijo John, y una vez por semana se ce lebraba una reunión en
su casa: «Él servía té y café; era una reunión informal a la que todo el mundo estaba
invitado: los residentes, estudiantes, el staf, amigos de la comunidad, e intentaba poner en
marcha discusiones sobre los temas que la gente traía. Y, si nadie te nía nada especial, él
tenía siempre temas que proponer. Era un provocador`, su objetivo era ser estimulante
jugando con ideas y temas controvertidos, o abordando campos obscuros que los residentes
no conocían bien.»
5.5. El «Don»"
11. Todas las citas de este apartado están sacadas de conversaciones personales de los autores con el
doctor Fry, el 2 y el 3 de marzo de 1991 en Nevada City, California.
12. Agradecemos a Wendel A. Ray las preciosas informaciones que nos ha proporcionado sobre Don
Jacisson. Los datos biográficos proceden en gran parte de su tesis de doctorado: Ray (1989).
Crónicas de un proyecto
153
Crónicas de un proyecto
madre es de origen portugués y su padre viajante de comercio para una firma farmacéutica.
Acaba sus estudios secundarios a los dieciséis años y, después de haber viajado durante seis
meses por Australia, entra en la escuela de medicina de la prestigiosa Universidad Stanford
en Palo Alto. Se especializa después en psiquiatría y está fascinado por el psicoanálisis y por
los trabajos de Laurence Kubie y Milton Erickson sobre la hipnosis.
El período que va de 1951 a 1954 será muy creativo para Jackson, siempre en búsqueda de
instrumentos de trabajo más eficaces. Un
13. Esta brillante psiquiatra obtuvo una consagración internacional cuando una de sus antiguas pacien tes escribió una novela contando
cómo Frieda Fromm-Reichmann la había ayudado a salir de su psicosis. La obra, l never pmmised you a rose&arden, fue un best-seller
(llevado a la pantalla). Es excepcional que un psi quiatra reciba un homenaje de tal clase de uno de sus pacientes: en este caso preciso,
el homenaje coincidía con la opinión del conjunto del medio médico.
día, cuando había empezado el tratamiento de una joven casada de dieciocho años, recibe
una llamada telefónica de la madre de ella que le dice que su hija es una mentirosa sin igual
y que haría mejor no creyendo una sola palabra de todo lo que pueda decirle. Al prin cipio, se
siente disgustado por esta intrusión en la vida privada de su paciente pero, finalmente,
reconocerá que a partir de este caso preciso tomará forma para él la orientación terapéutica
que defenderá después. Así él expone sus reflexiones de esa época: «Durante todo el tiempo
que la joven estaba en dificultad, los padres funcionaban como un equipo unido. [...~ El
comportamiento de los padres en lo concerniente a ello se veía por sus reacciones a los
cambios que se manifestaban durante la terapia. Los dos padres se trastornaron mucho,
discutieron abierta y violentamente por primera vez, y pasaron de su actitud restrictiva
anterior a una ignorancia completa hacia su hija»'S.
En enero de 1954, Jackson es invitado a una de las conferencias organizadas por Frieda
Fromm-Reichmann en el Veterans Administration Hospital de Palo Alto, en donde tiene su
base el equipo de Bateson. Allí presenta el artículo hoy célebre, La cuestión de la
bomeostasis familia~ 6. El título ha sido elegido por analogía con los conceptos
desarrollados por Claude Bernard y Walter Cannon para explicar la constancia de los
procesos fisiológicos del cuerpo. En él Jackson defiende la idea de que la familia es una
unidad y que las interacciones entre sus diferentes miembros tienden a mantener una cierta
constancia relacional de tipo homeostático.
Bateson se interesa mucho por este artículo. Como William Fry había dejado el equipo
para unirse a la Navy, ya no tiene a nadie que posea los conocimientos necesarios a su
estudio de la comunicación entre los esquizofrénicos y sus familias; Bateson le propone pues
a Jackson que se una a ellos, como consultor en un primer tiempo, y después como miembro
del equipo de investigación.
«Un pálido día de enero de 1954, yo daba una de las conferencias "Frieda Fromm-
Reichmann" en el Veterans Administration Hospital en Palo Alto. En el auditorio, estaba
Gregory Bateson y se acercó a mí después de la conferencia. El tema que había tratado era la
cues
15. Don Jackson (1954), citado en Ray (1989), p. 6. 16. Jackson (1957).
154
155
»A partir de ese momento, me dediqué más a las ciencias sociales que a la psiquiatría.
Nunca he lamentado esta decisión»`.
Bateson lo inicia en los trabajos de la cibernética y en las nocio nes sistémicas que
cuadran de maravilla con sus propias reflexiones teóricas. En cuanto a Jackson, él aporta la
credibilidad clínica al grupo de investigación y lo introduce, por la puerta grande, en los
medios de la psiquiatría. Será el primero en querer publicar el famoso artículo Hacia una
teoría de la esquizofrenia, alegando que el grupo ha llegado a un concepto revolucionario y que
es muy importante publicarlo para hacerse reconocer. Bateson (tendremos ocasión de vol -
ver sobre ello) le reprochará siempre su apresuramiento.
Pero no nos anticipemos. La imagen final no debe hacernos olvidar las vacilaciones en la
construcción del puzzle que ha constituido la elaboración progresiva y vacilante de la teoría
de la doble coacción.
18. Es excepcional encontrar esta unanimidad en los terapeutas. En todos los contactos personales que hemos podido tener con
sus antiguos colegas, se han emitido los calificativos más elogiosos. Tanto Paul Watzlawick como Richard Fisch, John Weakland, Carlos
Sluzki, Jules Riskin, William Fry, etcétera, todos, sin excepción, hablan de «genio» y de intuición clínica inigualable y, aparentemente, sin
fallo.
20. Los diálogos que siguen son extractos de conversaciones personales de los autores con las diferentes personas interesadas
(salvo cuando la información ya estaba disponible en otras fuentes, en cuyo caso señalamos su procedencia en una nota). Como no es
fácil encontrar a las diferentes personas juntas, y deseábamos diversificar los puntos de vista, hemos elegido construir el conjunto como
una entrevista de grupo, o más bien como un collage destinado a reproducir mejor la atmósfera.
Crónicas de un proyecto
to con cuatro habitaciones (antiguo alojamiento del staf . Celebrá bamos reuniones dos
veces por semana, trabajábamos por separado, cada cual en su despacho. [...]
Gregory llegó con una lista de diez a veinte temas que considera ba como campos en los
que las paradojas tenían las mayores probabilidades de encontrarse activamente en la
comunicación. Recuerdo el teatro, el zen, el humor, la psicoterapia, la comunicación
esquizofrénica, el entrenamiento de perros para ciegos, el juego, la hipnosis y otros temas
todavía que he olvidado. Yo elegí el humor espontáneamente, siempre me ha gustado el
humor, un «refresco mental».
WEAKLAND: Íbamos «sobre el terreno». Fuimos muchas veces al zoo. Gregory ya había
hecho trabajos allí; creo que en aquella época ya había hecho su película sobre las nutrias
de río, si no la realizó poco tiempo después del comienzo del proyecto. Íbamos a ver las
nutrias y los monos, e intentábamos ver y filmar el modo como se comunicaban.
Queríamos ver 'cómo se comunicaban a varios niveles, los mensajes que modifican los
mensajes, cuando parecía que se peleaban y solamente jugaban, entonces debía haber un
mensaje que dijese: «esto es un juego». [...] Filmamos películas sobre las madres que
bañaban a sus hijos y películas con familias en las que había esquizofrénicos... y películas
sobre conversaciones estructuradas en las que hacíamos una serie de preguntas ya fija
21. Haley (1961a), p. 61.
156
157
das. Tomábamos las cosas que parecían interesantes según los intereses del momento.
[...]La idea era que la comunicación no era simple y unitaria; no podía decirse «aquí está
el verdadero mensaje». Era más compleja que esto, había que tener en cuenta la
complejidad, si no, se simplificaba desde el principio de una manera que no permitía ir
muy lejos después. Con Bateson, estábamos en un ambiente tranquilo; no teníamos
demasiada prisa por llegar a alguna parte, podíamos tomarnos el tiempo de reflexionar
mucho más que en cualquier otra investigación de las que haya participado desde entonces.
Incluso en el MRI.
También había bastante gente que venía a vernos. Durante el pe ríodo en que nos
interesamos por la esquizofrenia, leíamos mucho sobre la psicoterapia, sobre todo sobre los
que trabajaban con esquizofrénicos; fuimos a ver a [John] Rosen... Queríamos saber lo que
decían pero sobre todo observar lo que hacían realmente con sus pa cientes. Íbamos sobre el
terreno, ya para ver a los entrenadores de perros, ya para ir a observar a Rosen o también
para visitar a Milton Erickson. No estábamos en una torre de marfil.
Otra historia típica de Bateson: Jay y yo habíamos oído decir que un famoso
hipnoterapeuta venía a dar un seminario en la región de Palo Alto. Desde el punto de vista
de la comunicación, el fenómeno de la hipnosis era interesante de estudiar, por tanto
habíamos pensado que podríamos ir a verlo. Así pues hablamos con Gregory y nos
Crónicas de un proyecto
¡Puede imaginarse nuestro estupor...! Pero éste era Bateson, conocía a todo el mundo.
[...] Bateson celebraba también reuniones en su casa, con los resi dentes; a menudo nos
uníamos a ellas. Recibía también a amigos y conocidos. Las reuniones eran de orden
intelectual, los residentes tenían (menos que hoy pero a pesar de todo) unas líneas de
pensamiento bastante estrechas, pero se intentaba abrir las perspectivas, las ideas. Era la
mitad social y la mitad profesional.
Bastante pronto, comenzamos a leer y a discutir con Alan Watts, el promotor occidental
del zen. Se hablaba de la comunicación y del zen, de las diferencias y similitudes con la
psicoterapia occidental, y de los aspectos psicoterapéuticos del zen.
FRY: John incluso fue a ver a Suzuki, fue al Japón para entrevistar a nos budistas
japoneses a propósito del zen, a finales de los años cincuenta; volvió e hizo una
exposición. Era después de la guerra de Corea.
HALEY: Me encontré con Alan Watts, el año en que conocí a Erickson, en 1953. Estaba
entusiasmado por las ideas de Bateson y pasamos mucho tiempo hablando con él de las
paradojas, de la comunicación y del zen. En esa época, la única teoría importante en
nuestro campo era la teoría de la psicodinámica, no había ninguna otra teoría
psicoterapéutica, y el zen me interesaba: pensaba que el zen podía constituir una teoría de
psicoterapia, además, se parecía al trabajo de Erickson. Así empecé a establecer relaciones
entre los dos.
FRY: Había tantos temas en aquella época... De hecho, el dinero dio una dirección a la
investigación y fue en aquel momento cuando Gregory comenzó a trabajar sobre problemas
clínicos. [...] Su esposa Betty también cayó enferma en esa época, enferma desde un punto
de vista nervioso; probablemente esto tuvo un impacto sobre el interés de Bateson por los
problemas de salud mental. Su segundo embarazo fue mal y tuvo un aborto; esto la afligió
enormemente, el matrimonio no iba bien. Los problemas emocionales de Betty preo -
cupaban mucho a Bateson.
158
159
Crónicas de un proyecto
[...] Gregory y nosotros hablábamos de las paradojas y del humor, entonces yo leí los
Principia Mathematica y esto me dio una idea sobre las paradojas.
En 1954 el ejército llamó a los médicos y, en otoño, me marché a la Navy en donde
ejercía la función de psiquiatra.
[...] Perdí un poco de tiempo, pero revisé mi modo de concebir la enfermedad mental;
después de esta experiencia, ya no aceptaba los diagnósticos o las teorías freudianas
según las cuales los problemas de la infancia eran la causa de los problemas psicológicos,
la única causa. Esta visión seguramente no era contraria a la visión que se es taba
desarrollando en el grupo Bateson.
Antes de que yo partiese para el ejército, ya se había agotado el di nero de los subsidios y
habían recurrido a otra fundación; este dinero ya estaba destinado al trabajo sobre la
esquizofrenia y su tratamiento. La esquizofrenia era el problema más importante en esa
época, en materia de enfermedad mental.
[En el VA] había comisiones para las terapias fisicas, como las lo
160
botomías; se reunían una vez al mes y dejaban dos o tres pacientes para la lobotomía.
Había todavía grupos muy conservadores en aquella época. Gregory estaba en contra,
desde un punto de vista filosófico. Gregory no se manifestaba sobre lo que le agradaba o le
molestaba, sino que hacía bromas como para la dianética, que en contraba ridícula. Cuando
algo no le gustaba, hacía observaciones humorísticas, no irónicas. Tenía una manera muy
interesante de expresarse, muy creativa, cogía un aspecto de una situación y le daba la
vuelta para ver el otro lado de lo estudiado. Otro factor que hizo inclinarse el proyecto
hacia el lado clínico es que a Bateson le gustaba interesarse por temas diferentes -los
problemas de enfermedad mental le proporcionaban la ocasión de hacerlo-, pero éste no fue
nunca un tema de estudio prioritario para él.
HALEY: Finalmente, ¡intentamos saber de qué hablaba Bateson! [Los miembros del equipo,
cada vez más desbordados por la diversidad de los contenidos estudiados y por las extrañas
reflexiones de Bateson sobre la esquizofrenia, deciden alquilar un chalet en la montaña y
llevar allí a Bateson para obligarle a precisar sus ideas.] HALEY: Estábamos todos sentados
en el chalet... Queríamos realmente descubrir de lo que Bateson hablaba. Y no llegaba a
decírnoslo... Le preguntábamos: «¿Cómo puedes saber que un esquizofrénico es un
esquizofrénico porque se le castiga por haber sido castigado antes?» Esto nos llevó seis o
siete horas y, finalmente, dijo: «Bien, es esta clase de cosa la que debe producirse.» Desde
este momento sabíamos de qué hablaba... Nunca tenía ningún dato. Realmente era una
hipótesis, una hipótesis que Gregory había descolgado del cielo después de haber mirado el
modo como la gente se comunicaba`.
161
Crónicas de un proyecto
problema del equipo era intentar cartografiar los segundos con ayuda de los primeros. Esto
no era sencillo para los otros miembros del equipo que, como veremos, después de dos años
de funcionamiento, todavía tienen ciertas dificultades en digerir los Principia Mathematica de
Russell y Whitehead (cosa que debería animar a los lectores a los que, en este punto de la
obra, todavía les cueste comprender que los tipos lógicos no son forzosamente unos chicos
razonables).
Para saber si los animales han franqueado este estadio evolutivo, Bateson observa unos
monos en interacción en el zoo de San Francisco. Ve que los animales juegan. Este juego es
«una secuencia interactiva cuyas unidades de acción, o señales, eran análogas pero no
idénticas a las del combate» 25. El juego sólo puede existir si los animales saben intercambiar
mensajes metacomunicativos. El metamensaje «esto es un juego» contiene los elementos de
una paradoja russelliana o del tipo de Epiménides. Otros contextos deben proba blemente
presentar una señal metacomunicativa: el humor, el ritual, la amenaza... Bateson termina su
artículo con algunas reflexiones sobre las paradojas y la terapia: «Entre el proceso de la
terapia y el fenómeno del juego, las semejanzas son, de hecho, muy profundas: te rapia y
juego se producen los dos dentro de un marco psicológico definido, una delimitación
espacial y temporal de un conjunto de mensajes interactivos, en el uno y en el otro, los
mensajes mantienen una relación particular y especial, con una realidad más concreta y más
fundamental: [...] el pseudocombate lúdico no es un verdadero combate... el pseudoamor o el
pseudoodio de la terapia no son un verdadero amor o un verdadero odio. ... Para nosotros, el
proceso psicoterapéutico es una interacción encuadrada entre dos personas, cuyas reglas son
implícitas, pero susceptibles de cambiar. Este cambio sólo puede ser propuesto por una
acción experimental; sin embargo, cada acción experimental que contiene implícitamente
una proposición de cambio de reglas es también una parte del juego en curso»". Esta
combinación da a la terapia su carácter de sistema evolutivo en interacción. Se puede pensar
que un animal «patológico» podría interpretar mal las señales de «esto es un juego» y
lanzarse a un combate. Así, los esquizofrénicos parecen tener dificultades en jugar con las
metáforas, cuyos mensajes metacomunicativos precisan el modo de comunicación. Haley
cita el ejemplo de un paciente que decía haber montado en cólera hasta el extremo que
«había llegado al techo» y mostraba entonces el punto de su cabeza que había cho cado
contra el techo, como si tuviera un chichón.
162
163
28. Carta de Bateson a Wiener, el 22 de septiembre de 1952, citada en Heims (1977), p. 150. 29. Citado
en Heims (1977), p. 151.
164
Crónicas de un proyecto
165
»Finalmente, fue Franck Fremont-Smith, de la Fundación Macy, quien nos salvó; más
tarde, nos beneficiamos de subvenciones procedentes del Fund for Psychiatry y del
National Institute for Mental Health» 32.
La mejor «justificación» a una petición de subvención, en el esta do en que estaban sus
investigaciones, se refería a la enfermedad mental y su tratamiento. Como hemos visto, tres
de los cuatro miembros del equipo (cuatro de los cinco, si incluimos a William Fry, que en
esa época vuelve periódicamente a participar en las discusiones del grupo) se apasionan
por este tema. Además, la esquizofrenia era probablemente el problema más importante
para la psiquiatría americana en esa época. Y, aunque Bateson continúa que riendo
generalizar el contenido de sus investigaciones a la comuni cación animal, ilustrando
especialmente sus reflexiones teóricas sacadas en otros mamíferos, tiene que ceder a las
imposiciones presupuestarias: «Nuestra próxima tarea, cuando tengamos dinero, consistirá
en investigar la utilización de las señales del tipo 3 por los esquizofrénicos y los
psicoterapeutas e intentar adquirir una comprensión formal de lo que ahí sucede» 33.
La complejidad de la comunicación era cada vez más evidente. Po dían descubrirse «al
menos cuatro "canales" de comunicación (las palabras, la voz, los movimientos corporales,
el contexto) en donde cada mensaje, que califica a otro, es de un tipo lógico diferente y, en
cada canal, cualquier mensaje que califica a otro pertenece también él a un tipo lógico
diferente» 35. Los metaniveles parecían infinitos.
32. Bateson (1972), t. I, p. 8.
33. Bateson, carta a Norbert Wiener (1954), Archivos Bateson, «Special Collections», UCSC. 34. Haley (1961a), p. 65.
35. Ibid.
166
En 1955, pueden encontrarse algunas palabras sobre la primera hi pótesis del grupo
acerca de la etiología de las psicosis. Llegan a pensar que la base de una psicosis puede
establecerse si el niño tiene una madre que, a la vez, lo castiga por ciertos actos y lo
castiga también cuando muestra que ha aprendido que a sus actos les seguirá un cas tigo. El
término «paradoja» es abandonado poco a poco por el de «doble coacción», que explica
mejor los diferentes niveles de aprendizaje implicados.
La descripción más completa de esa época incluye la idea según la cual, cuando una
persona comunica a otra unos mensajes de niveles diferentes, que se califican el uno al otro
y que están en conflicto, la persona que recibe el mensaje se encuentra en una situación tal
que no puede responder a ellos sin violar una u otra de las órdenes, es tando pues siempre
en el error. La situación es tanto más intolerable porque la víctima no puede ni huir de la
situación, ni hacer comentarios sobre sus dificultades.
Los diferentes fragmentos comienzan a ponerse en su lugar. Jack son, particularmente,
cree que el equipo ha encontrado un enfoque revolucionario de la enfermedad mental. Al
contrario que Bateson, para quien todas estas ideas sólo están en el estadio del esbozo y
que considera que se impone la prudencia antes de cristalizarlas en una publicación,
Jackson y Haley, preocupados por la necesidad de pu blicar para que puedan continuar los
subsidios, incitan a los otros a que expongan sus ideas sobre el papel. El proyecto Bateson
está a punto de dar a luz su primer artículo común.
Crónicas de un proyecto
167
La doble coacción
6.1. La teoría
En 1956, el equipo publica finalmente su primer artículo común, Hacia una teoría de la
esquizofrenia, es decir, el primer artículo sobre la doble coacción. En este artículo, después
de haber presentado las bases comunicativas de la teoría de la doble coacción, los autores
precisan seis condiciones necesarias para que aparezca una situación de este tipo, el
contexto familiar que pueda engendrarla, sus efectos y, finalmente, las implicaciones
terapéuticas de la hipótesis.
1) Dos personas o más. Una será llamada la «víctima» y la otra (o las otras) la «persona
coaccionante» (la madre sola, o la madre más otro miembro de la fratría y/o el padre).
2) Una experiencia repetitiva. La doble coacción debe ser un tema recurrente en la vida
relacional de la «víctima», de manera que esta estructura sea habitualmente «esperada».
Una sola experiencia traumática de esta clase no puede considerarse como una doble
coacción.
3) Una orden negativa primaria. Esta orden puede adoptar dos formas.
«No hagas esto, si no, te castigaré», o «Si no haces esto, te castiga ré». Los autores hacen
notar que el contexto de aprendizaje es un contexto de evitación del castigo y no un
contexto de búsqueda de la gratificación, y que es probable que ninguna razón formal
pueda
1. Presentamos los criterios que definen la doble coacción tal como los enmendó John Weakland (1960).
LA DOBLE COACCIÓN
Locura, pero que no carece de método.
Shakespeare, Hamlet
explicar la elección de este tipo de aprendizaje. Los castigos que pue den aplicarse son:
retirar el amor, expresar odio o cólera, o el abandono que puede sentir el niño ante una
actitud de impotencia de sus padres.
4) Una orden secundaria que entra en conflicto con la primera pero a un nivel más abstracto y
que, como la primera, es sancionada con castigos o señales que ponen en peligro la supervivencia.
Esta segunda orden a menudo es transmitida por medios no verbales y es dificil distinguirla
de forma precisa porque puede concernir a cualquier elemento de la primera orden: «No
consideres esto como un castigo»; «No me veas como el agente del castigo»; «No te
sometas a mis prohibiciones»; «No pienses en lo que no debes hacer»... También se señala
que uno de los padres puede, a un nivel más abstracto, negar la orden del otro'.
5) Una orden negativa terciaria que impide a la víctima escapar de la situación. Esta orden no
existe siempre bajo una forma separada de las otras. A menudo, el refuerzo de las dos
primeras es una amenaza suficiente para la supervivencia, y el hecho de que muchas
situaciones de doble coacción comiencen durante la infancia hace imposible to da
escapatoria. Pero a menudo impiden la huida las promesas de un refuerzo positivo, como el
amor por ejemplo.
6) No es necesario que se reúnan todos los componentes anteriores, una vez que la víctima ha
aprendido a estructurar su mundo a partir de los esquemas de doble coacción. Cualquier parte (u
orden) de la secuencia puede entonces provocar una reacción de rabia o de pánico. La es -
tructura de la doble coacción puede incluso persistir bajo la forma de alucinaciones
auditivas'.
168
169
dos «internos» de las diferentes personas, sobre todo de la madre, y enuncia algunas
hipótesis más bien individuales sobre la causa de estos estados.
El ejemplo utilizado en el texto es el de una madre que le dice a su hijo que se vaya a
dormir «porque tiene aspecto de cansado», en el momento en que él se le acerca. La razón
de rechazar al niño parece ser la protección materna, mientras que de hecho, la madre
quiere que el niño se aleje; si el hijo consigue identificar correctamente las metaseñales de
esta secuencia, deberá sufrir un castigo: no sólo su madre no lo acepta, sino que lo engaña
sobre sus sentimientos. Pero aceptar ser engañado por ella fuerza al hijo a engañarse a sí
mismo sobre su estado interno, por ejemplo, la fatiga. La situación se hace más grave
porque, si él no discrimina, se acercará a su madre para ser rechazado enseguida. Podemos
ver pues que de este modo el niño es castigado si discrimina correctamente y también si no
consigue hacerlo. La única manera de poder salir de esta situación consis tiría en poder
metacomunicarse sobre las contradicciones, pero el hijo no puede hacerlo ya que, en tal
caso, la madre se sentiría acusada de no ser «una buena madre» y castigaría al niño,
probablemente discutiendo la percepción de éste. Todo comentario sobre los mensa jes sería
vivido como amenazador (lo que ratifica las observaciones sobre la incapacidad de los
esquizofrénicos para metacomunicarse).
En este examen de la familia, puede verse que los otros miembros de la familia son
mantenidos al margen de la teoría, como si nada tuviesen que ver en la situación, y que el
hijo parece ser una víctima pasiva de toda la secuencia. Veremos más adelante que una
revisión de esta «imagen familiar» cambiará la descripción del tipo de inter acción madre-
hijo e introducirá la posibilidad de una influencia de los otros miembros de la familia.
Otra hipótesis formulada por el grupo es que cualquier individuo que se encuentre ante
una situación de doble coacción verá derrumbarse su capacidad de discriminar entre unos
tipos lógicos diferentes. Partiendo de ahí, el equipo de investigación considera que el
comportamiento del esquizofrénico no debería ser considerado como un caso muy alejado
del comportamiento de las personas llamadas «normales». Los contextos en los que surgen
situaciones de doble coacción son, si no corrientes, al menos vividos en un momento
170
u otro por todo ser humano. El artículo señala dos tipos particula res de contexto: uno es la
hipnosis (lo hemos visto en los intercambios de la reunión de equipo), y el otro las técnicas
zen.
El zen. Ya hemos señalado anteriormente que Bateson, Weakland y Haley habían tratado
mucho a Alan Watts y que éste veía mucha relación entre las teorías de Bateson y la
experiencia del discípulo zen frente a su maestro espiritual. Las técnicas del koan, en
especial, crean para el discípulo un contexto parecido al de la doble coacción. El koan es
«un tema, una proposición o una cuestión que se le da al estudiante del zen para que la
resuelva, y cuya solución debe conducirlo a una visión interior espiritual»'. El ejemplo
citado en el artículo es el del maestro que dice a su discípulo: «Si dices que este bas tón
existe, te pego con él. Si dices que no existe, te pego con él. Si no dices nada, te pego con
él»'. Pero, si bien los datos interaccionales son parecidos, el final es aquí sensiblemente
diferente. Los koan no permiten una solución lógica pero no por eso conducen al discípulo
4. Suzuki (1972), vol. 3, p. 296.
La doble coacción
171
172
173
dos los mensajes como si éstos incluyesen una doble coacción. Así, no solamente la
familia mantiene y exacerba tal tipo de mensajes sino que el terapeuta también sentirá una
presión a utilizar el mismo tipo de intercambios con el paciente. Aquí tocamos el
problema de la descripción de un fenómeno circular con un lenguaje que, por no haber
otro remedio, ha de ser lineal.
En 1958, Bateson intenta precisar un «nuevo marco conceptual para la investigación del
comportamiento»'. En realidad, busca un modelo para describir la familia del
esquizofrénico, y el que le parece más adecuado es el de la teoría de los juegos que ofrece
un modelo matemático interaccional 8.
No obstante, las investigaciones que tenían como fin corroborar, de manera cuantitativa,
la hipótesis de la doble coacción resultaron un fracaso. Haley, principalmente, se esforzó
en encontrar unos cri
7. Bateson (19584.
8. La teoría de los juegos, elaborada por Von Neumann y Morgenstern en los años cuarenta, es un es tudio matemático de los juegos o de
los modelos abstractos de situaciones conflictivas. Permite determinar una política o una estrategia óptima a partir de las diferentes
coaliciones posibles entre los jugadores. Véase Von Neumann y Morgenstern (1947).
174
terios que permitiesen diferenciar las familias en las que un miembro era esquizofrénico de
las otras: en vano. Esto no sorprendió a Bateson, sino que reforzó su idea de haber
publicado el artículo prematuramente. Igual que había criticado su propia tendencia a reifi -
car los conceptos cuando apareció Naven, Bateson debía hacer esta observación de nuevo
en lo que concierne a la primera versión de la doble coacción. En una conferencia dada en
1969, reconoció:
»No se pueden contar los murciélagos en una mancha de tinta, por la sencilla razón de
que no los hay. Pero alguien cuya mente esté "inclinada" a los murciélagos podrá "ver"
varios en esta mancha. ¿Hay pues dobles coacciones en la mente? Es ésta una pregunta que
no es fútil»`.
Las críticas dirigidas a la teoría de la doble coacción nunca tuvieron en cuenta las
«enmiendas» hechas después. Siempre se reprochó a Bateson la falta de datos cuantitativos
en apoyo de su hipótesis. Sin embargo, estas enmiendas relativizaban también la
importancia etiológica de la doble coacción para la esquizofrenia. Bateson reco nocía en
efecto que, si el contexto de la doble coacción podía pro ducir consecuencias patológicas
para los individuos, podía también llegar a otros finales: «La teoría de la doble coacción
afirma que la experiencia del sujeto tiene un papel importante en la determina ción (la
etiología) de los síntomas esquizofrénicos y de las estructu ras de comportamiento
similares, como el humor, el arte, la poesía, etcétera. Se observará que nuestra teoría no
establece distinciones entre subespecies. Para ella, nada puede permitir predecir si un
individuo llegará a ser un payaso, un poeta o un esquizofrénico, o bien una combinación de
todo ello»". Tampoco esta vez las críticas debían tomar nota de esta precisión.
10. Bateson (1972), t. 11, p. 43. 11. Ibíd.
La doble coacción
175
La doble coacción
dobles coacciones: las relaciones familiares de Perceval, la institu ción terapéutica que
emitía mensajes incoherentes y el mundo «mental» de Perceval que reproducía la
incoherencia de estos diversos mensajes. La óptica de Bateson es ante todo didáctica y
probablemente más «política» que psicológica: es un alegato en favor de la compasión
hacia los enfermos mentales, y la parte terapéutica se re sume a poner en guardia contra la
ilusión de «control» de la que pueden embriagarse los terapeutas, y constituye una llamada
a respetar la experiencia y el sufrimiento del paciente. Bateson consideraba la terapia más
como un «intercambio de ideas» con un enfermo que como el deseo de producir un cambio
voluntario[ ;. Tendremos que volver a hablar de esta posición de Bateson: fue objeto de
muchos comentarios en aquella época y continúa todavía alimentando dis cusiones de
escuela en el medio de la terapia sistémica.
176
177
del cambio en los escritos de este período: un informe sobre la in vestigación en terapia, un
estudio detallado de una conversación terapéutica, una descripción del psicoanálisis en
términos de comunicación, una discusión de la transferencia en términos de paradojas, una
descripción de la terapia corta y, por último, varios trabajos so bre la terapia familiar`. Pero
pasamos ahora a otro capítulo de la historia de Palo Alto, capítulo en el que Bateson será
sustituido en el primer plano por Jackson y los otros miembros del MRl naciente.
Describiremos en él el contexto más amplio del nacimiento de la terapia familiar en los
Estados Unidos; ésta nunca fue una prioridad para el equipo del «proyecto Bateson». No
obstante, no podemos pasar en silencio los problemas que surgieron en el grupo en esa
época y que también tienen relación con la psicoterapia.
6.2.3. La hipnosis y las terapias breves
Después de la aparición del artículo, Haley y Weakland continua ron sus visitas a
Erickson. Fascinados por el personaje así como por sus resultados terapéuticos
extraordinarios, los dos hombres utilizaron su nuevo marco teórico para describir tanto la
interacción hipnotizador-sujeto como los cambios provocados por los trances tera péuticos`.
En 1959, Erickson, Haley y Weakland publican un artículo común en el que presentan la
transcripción palabra por palabra de una sesión de hipnosis que había sido registrada; el
artículo contiene sobre todo comentarios y explicaciones del doctor Erick son referentes a
la inducción del trance en una mujer. Algunas «órdenes» dadas durante el trance permiten
ilustrar la utilización de un marco de doble coacción: Erickson le da a su sujeto una orden
posthipnótica que consiste en afirmar y creer que no se ha producido ningún trance: así, si
el sujeto dice que no ha sido hipnotizado, lo ha sido, ya que sigue una orden posthipnótica
y, si dice y cree haber sido hipnotizado, ya no puede considerarse como un sujeto al que
15. Véase en especial Bateson (1961); Bateson, Brosin, Birdwhistell y otros autores (1971); Haley (1958, 1959, 1961a y b, 1962); Jackson
y Haley (1963); Jackson (1959 y 1961), Jackson y Satir (1961), Jackson y Weakland (1961), Jackson y Watzlawick (1963).
16. Véase principalmente Haley (1959a y b, 1961); Erickson, Haley y Weakland (1959).
178
es imposible hipnotizar". Haley analiza también una discusión entre dos esquizofrénicos:
muestra que sus estructuras de comportamiento son del mismo tipo que las de un sujeto en
trance. «El comportamiento extraño de un sujeto bajo hipnosis es el resultado de la inco -
herencia de los mensajes que él mismo presenta: está haciendo lo que se quiere que haga,
pero él califica sus acciones con indicaciones que muestran que no es él quien hace lo que
sea, o también que no lo hace en este tiempo o en este espacio»`.
Pero los encuentros con Erickson no tienen como únicas conse cuencias llevar a Haley y
Weakland a describir la interacción y el procedimiento hipnóticos a partir de la teoría de la
comunicación. Los dos hombres, en sus conversaciones con Erickson, descubren que,
aunque el análisis del trabajo de este último «pega» bien con la teoría, ésta no le sirve de
modelo de reflexión para provocar los cambios terapéuticos; las intervenciones de Erickson
parecen «mágicas» y a contracorriente de las ideas tradicionales sobre el tema. Princi -
palmente la idea según la cual la terapia debe ser una especie de «via je», una serie de
tomas de conciencia que llevan progresivamente al paciente a comprenderse caminando a
través del laberinto de su psicosis. Para Erickson, el problema es más sencillo, según
cuenta Jay Haley: «Otro problema, para John Weakland y para mí en esa época, era el
hecho de que estábamos elaborando una teoría según la cual los síntomas tienen una
función en el sistema familiar. Nos interesábamos en la idea de la homeostasis, según la
que la gente se influye recíprocamente por medio de las respuestas que dan a los comporta -
mientos de los otros. Inevitablemente, esta perspectiva deja entender que un miembro de la
familia reacciona, o debe adaptarse, al cambio de comportamiento de otro. Cuando le
comunicamos dicha idea, el doctor Erickson reaccionó como si quisiéramos hacer la te -
rapia más dificil. Él se interesaba por el cambio y no por el modo como las situaciones
permanecen estables, lo que constituye el punto de vista sistémico. De hecho, la visión
homeostática es una manera de explicar por qué el cambio no se produce; lo que no es un
modo de concebir la inducción de un cambio» t9.
17. Erickson, Haley y Weakland (1959). 18. Haley (1961a), p. 81.
La doble coacción
179
Así pues, desde el principio, el enfoque terapéutico de Palo Alto se diferenciará del
enfoque clásico de la terapia familiar, para la que los presupuestos teóricos sobre la
estructura familiar son los que definen la problemática a tratar. Para Haley y Weakland, el
problema principal es: «¿Cómo provocar un cambio lo más rápidamente posi ble?» Es inútil
decir que tal posición le parecía «indecente» a Bateson. Éste siempre se ha sentido molesto
con respecto a la actitud muy intervencionista de Erickson. Weakland recuerda una
anécdota a este propósito. Un día en que Bateson se había puesto en contacto telefónico
con Erickson, cuelga el teléfono, con aire preocupado, diciéndoles pensativamente: «Tengo
la impresión de que Milton va a intentar manipularme para que vaya a almorzar con él a
San Francisco.» «¿Sí -responden los dos hombres-, qué te ha dicho?», y Bateson responde:
«Me ha dicho: "¿Y si fuéramos a almóizar juntos a San Francisco?"» 21
180
cosa que, para Bateson, ha constituido siempre el objetivo primero de toda terapia. Pero,
cuando sus colaboradores quisieron sistematizar el trabajo ante todo intuitivo de Erickson,
volvió a cobrar fuerza su desconfianza frente a toda aplicación prematura.
Era bastante lógico pensar en aplicar los nuevos instrumentos teó ricos a unos contextos
diferentes y estudiar unos sistemas sociales y culturales más amplios según la misma
óptica.
Fry, en 1959, utiliza el modelo de la doble coacción para explicar un incidente" violento
en una sala de hospital; su artículo sugiere que el motín era el resultado de una situación de
doble coacción, en la que el personal había dirigido a los pacientes unos mensajes de di -
ferentes niveles lógicos conflictivos`. ,
1) se encuentra frente a unos mensajes inconsistentes, que lo son tanto más porque los
emisores de los mensajes intentan hacerlos pasar por mensajes coherentes;
2) recibe estos mensajes de parte de personas que tienen autoridad sobre él y de las que
depende mientras permanezca institucionalizado;
3) debe encontrar una solución que tenga en cuenta su posición respecto a estas
personas;
4) experimenta una gran dificultad en hacer confirmar su percep ción por los otros; por
una parte, porque el equipo mismo no suscita el problema (los colegas se unen a la
negación y al disimulo), por otra parte, por el hecho de que el hospital o la institución es
«bené
22. Fry (1959).
La doble coacción
181
Weakland establece un paralelo entre las observaciones del equipo Bateson y las de
Stanton y Schwartz, y comprueba que «la simple revelación del conflicto parental encubierto
va acompañada de una mejoría del paciente, incluso antes de que se resuelvan estos conflic -
tos». Por otra parte, se siente inclinado a generalizar todavía más la hipótesis sobre la base
del homomorfismo de las estructuras sistémicas: «Es indudable que grandes instituciones
financieras, gubernamentales y religiosas, no están a cubierto de mensajes incoherentes y de
su disimulo, de la negación del comportamiento y de la respon sabilidad individuales, todo
ello dentro de un marco que proclama la unidad y la benevolencia; como hemos visto, estas
condiciones originan muchas dificultades en las familias y en los hospitales psi quiátricos»`.
182
La doble coacción
Aun así, Bateson no sólo ha discutido con los pacientes sino tam bién con las familias.
Incluso a veces iba a su casa. Ronald Laing, que llegó a Palo Alto en 1962, recuerda haber
visto a Bateson mantener una conversación familiar: «No creo que él se considerase nunca
como un terapeuta, pero es muy posible que algunos (entre los mejores de ellos) tampoco lo
piensen... Si yo hubiese sido el paciente durante la sesión, no hubiese pensado que había
algo que temer. Creo que es éste el hecho principal. Él intentaba hacer salir a la gente de
estas constelaciones familiares continuas... No creo que él... (nunca) haya mostrado que
consideraba adoptar una estrategia' activa, utilizar unas técnicas para hacer salir a la gente
del embrollo en que se encontraba: para hacerlo hay que ser una especie de activista político
a corto plazo... Quiero decir que hay que emplear activamente la fuerza contra la fuerza.
Bateson nunca ha estado implicado en esto»Z 9.
27. Citado en Lipset (1980), p. 219. 28. Ibíd., p. 214.
29. Ronald Laing (comunicación personal a David Lipset), citado en Lipset (1980), p. 220.
183
La cuestión del «poder» en las relaciones fue en todo caso un tema recurrente en el equipo
del proyecto Bateson. Principalmente en las discusiones interminables entre él y Jay Haley,
que estaba convencido de la importancia del «poder» en las relaciones humanas y, en
particular, en el contexto familiar. A partir de 1956, Haley intentó desarrollar la idea de
«control» y de «poder» en las relaciones humanas. Estaba persuadido (y todavía lo está
actualmente) de que «la cuestión de saber qué poder sobre su vida una persona permitía te -
ner a otra, era un aspecto central de toda vida humana». Para Bate son, el problema del poder
refleja un error epistemológico corriente que consiste en dar una explicación ad hoc (en este
caso, atribuir una causalidad individual de tipo mecanicista a un fenómeno interaccio
La doble coacción
nal) a un fenómeno, separándolo del contexto que le da un sentido. Haley quería llegar a
delimitar este concepto en un marco interaccional: toda organización está jerarquizada, los
seres humanos no pueden «no tener una jerarquía clara». Toda imprecisión de la jerar quía en
una organización irá seguida de un intento de apoderarse del poder (acompañado de las
batallas inevitables que de ello se siguen).
Para Haley, la divergencia de puntos de vista con Bateson no era muy grave, mientras que,
veinte años más tarde, Bateson decía: «Haley pasa demasiado deprisa sobre las divergencias
epistemológicas entre él y yo. La idea que yo tenía en esa época era que él creía en la validez
de la metáfora del "poder" en las relaciones humanas. Yo pensaba enton ces -y hoy lo creo
aún más- que el mito del poder corrompe, porque propone una epistemología falsa (aunque
sea convencional) [...] [esta óptica] no es menos errónea, o menos socialmente patógena,
porque la mitología que lleva asociada es en parte autovalidante para los que creen en ella y
que obran en consecuencia» 3t.
Habiéndole preguntado David Lipset sobre ello, Haley hacía el comentario siguiente: «[A
Bateson] no le gustaba el poder. Ni siquiera le gustaba la palabra... Si yo decía que un
terapeuta debía tomar el poder, no le gustaba. Si decía que un terapeuta no debía tomar el
poder, tampoco le gustaba. [Risas]... Él cogía lo que yo decía y lo transformaba en cuestión de
poder, cuando no era en absoluto lo que yo había querido decir. Era tan hipersensible a toda
esta cuestión... Sin embargo, no era así... a propósito de Bali o de los iatmul. [...] Toda
influencia que se le escape a la persona le era odiosa. Toda manipulación indirecta estaba
[también] fuera de cuestión... Aproximadamente diez años [después del fin del proyecto],
volví a encontrar a Bateson en una velada en Nueva York, y... volvimos a enzarzarnos en la
discusión que teníamos en 1959, exactamente el mismo debate y las mismas posiciones»`.
30. Las actas de este congreso han sido editadas por Mary Catherine Bateson con el título our omn metaphor. Véase M.C. Bateson
(1972).
31. Bateson, Weakland y Haley (1975), p. 106. 32. Lipset (1980), p. 226.
184
185
En 1958, Jackson quiere desarrollar al máximo la parte terapéutica del nuevo enfoque. Y
decide fundar un instituto con este fin. Bateson se muestra reticente. Los conflictos entre los
dos hombres se exacerbarán. Finalmente, a comienzos de 1959, se crea el Mental Re search
Institute; Don Jackson es su primer director pero Bateson y el resto del equipo continúan
trabajando en las investigaciones sobre la doble coacción. Los dos grupos, muy distintos al
principio, como cada uno de ellos se esfuerza en precisar, continuarán sin embargo
frecuentándose a través de reuniones o de encuentros informales hasta 1963, fecha de la
partida de Bateson a las islas Vírgenes.
Se ha hablado mucho de las relaciones entre Bateson y Jackson y de los conflictos que
enfrentaron a los dos hombres a partir de la creación del MRI. Por nuestra parte, nunca
hemos encontrado señales, ni en las actas de las numerosas reuniones de equipo ni en la co -
rrespondencia de Bateson, de alusión directa a una oposición importante entre ellos. Los
diversos testimonios que hemos podido recoger de las personas que mantuvieron contactos
personales con ellos mencionan todos un gran respeto mutuo en el plano profesio nal, a pesar
del choque que no podía dejar de provocar el encuentro de estas dos «fuertes
personalidades». Las divergencias aparecieron sobre todo después de la publicación del
artículo sobre la doble coacción y alcanzaron su apogeo cuando se creó el MRI.
Haley formó parte del grupo de,discusión que preparaba la crea ción del MRI pero nunca
se unió formalmente a ellos. «Tuvimos una reunión, [Alex] Bavelas, Jackson, Bateson, John
[Weakland] y yo, sobre la creación de un instituto y fue en esta reunión cuando Bate son
rehusó muy claramente su participación. Pero Jackson intentaba encontrar fondos para el
MRI y necesitaba una base para hacerlo,
entonces sobreentendía que las ideas del proyecto Bateson eran realmente las ideas del MRI,
y que debería obtener fondos suplementarios para sostenerlas. Esto encolerizó a Bateson
porque pensaba que Jackson estaba utilizando todo el crédito de su trabajo»`. Para él, só lo en
este momento los dos hombres tuvieron diferencias marcadas, él no recuerda ningunas
dificultades anteriores.
Jules Riskin formó parte del primer equipo del MRI. Si se acuerda muy bien de las
reuniones preparatorias a la creación del instituto de Jackson, Riskin sitúa el problema a
nivel de un «combate de los lefes»: «Nos estuvimos reuniendo durante algunos meses,
Bateson nunca participó en estas reuniones. Como sabe, había tensiones dentro del grupo
Bateson, y él no deseaba ser identificado con el instituto, aunque venía a menudo como
consultor; se sentía que había una tensión entre Jackson y Bateson. Era una tensión también
personal, eran buenos amigos, pero una gran parte de su conflicto era territorial y
profesional. Bateson no quería a nadie como jefe y Jackson tampoco quería jefe»'".
Probablemente no hay ninguna necesidad de que nos extendamos más sobre las dificultades
en sus relaciones, muy poco importantes en unas personas que trabajaron juntas durante
muchos años. Ambos tenían ambiciones personales que, antes de ser bastante divergentes en
un momento dado, coincidieron para ofrecernos las bases de un nuevo enfoque de la
enfermedad mental.
Irónicamente tal vez (al menos para aquellos que tienen excesiva tendencia a presentarlos
como unos hermanos enemigos), Jackson y Bateson debían recibir, en 1961, la Frieda
Fromm-Reichmann Award, recompensa concedida por la Academia americana de
psicoanálisis, que reconocía así la importancia de sus trabajos comunes sobre la
esquizofrenia.
Antes de hablar con detalle sobre los comienzos del MRI en el ca pítulo siguiente,
hagamos un rápido balance de los trabajos del gru
33. Jay Haley, conversación con los autores. 34. Jules Riskin,
conversación con los autores.
186
187
La doble coacción
po Bateson. De 1953 a 1962, los diferentes miembros del equipo pu blicaron en total
sesenta y tres artículos, de los cuales solamente dos están a nombre del grupo entero, el
primero de todos, Hacia una teoría de la esquizofrenia, y el último, Una nota sobre la doble
coacción 3'. En este artículo, definen una posición común sobre la doble coacción, posición
que comprende los elementos siguientes:
«La doble coacción es una clase de secuencias que aparecen cuan do los fenómenos son
estudiados con el concepto de niveles de la comunicación.
»La doble coacción es una condición necesaria, pero no suficien te, para explicar la
etiología de la esquizofrenia e, inversamente, la doble coacción es un derivado inevitable
de la comunicación esquizofrénica.
»Para este tipo de análisis, el estudio empírico y la descripción teórica deben privilegiar
el análisis del comportamiento observable y los contextos de las relaciones, más que
centrarse en la percepción y los afectos individuales.
»La manera más útil de describir una situación de doble coacción no es en términos de
"persona coaccionante" y de "víctima" sino de "personas cogidas en un sistema continuo
que engendra unas definiciones conflictivas de la relación y, por consiguiente, un sufri -
miento subjetivo. Para manejar bien la complejidad de los niveles en la comunicación
humana, es importante privilegiar los sistemas circulares de relaciones interpersonales con
respecto a los enfoques más convencionales del comportamiento individual» ».
Mucho más tarde, Bateson resumirá lo esencial de los diez años de investigación en los
términos siguientes: «Lo que hemos hecho en nuestro proyecto de investigación es
trasplantar unos conceptos epistemológicos del almacén de los filósofos Whitehead,
Russell y otros- al mundo confuso y desordenado de la historia natural»".
35. Bateson, Jackson, Haley y Weakland (1962). 36. Ibíd., p. 42.
188
189
La doble coacción
la opinión de John Weakland: «Cualquier consejero matrimonial os dirá que diez años es
mucho tiempo para permanecer en contacto íntimo. Éramos unas personas bastante
diferentes, éramos tres y después, con Jackson, cuatro, unidos por algunas líneas de interés
pero con grandes dificultades: estilos diferentes, centros de interés dife rentes, ideas
diferentes sobre el modo de seguir estas ideas, Jay quería continuar con el trabajo clínico y
Bateson cada vez se oponía más a ello»`. No obstante, los dos hombres conservan un
caluroso recuerdo de esa época y reconocen tener una deuda importante con Bate son.
Haley le dirá a Lipset: «Pocas personas han tenido la suerte que tuvimos John Weakland y
yo durante este decenio. No sólo nos agradaba estar juntos, sino que pudimos investigar a
tiempo completo sobre todo lo que encontrábamos importante, con Bateson como profesor
y como guía. Cuando luchábamos en la obscuridad contra unas ideas imprecisas, Bateson
nos aseguraba que trabajásemos de la manera más apropiada a nuestras capacidades,
mostraba una actitud confiada que dejaba entender que todo problema podía resolverse, y,
muy a menudo, incluso nos daba una idea para resolverlo. ¿Qué más puede pedírsele a un
director de investigación?»"
En 1977, el interés de numerosos psiquiatras por la doble coac ción decidió a uno de
ellos, Milton Berger, a organizar un gran coloquio sobre este tema: «Más allá de la doble
coacción.» Además de Bateson, fueron invitados Haley y Weakland, así como otros
grandes nombres de la terapia familiar: Murray Bowen, Carl Whitaker, e in vestigadores
tales como Albert Scheflen y Lyman Wynne.
Pero los participantes venían más por las aplicaciones terapéuticas que se habían hecho
de la teoría, que por el modo como Bateson la había reinterpretado y ampliado, es decir,
como uno de los principios fundamentales de la comunicación, del cambio y de la creativi
dad. Haley era ya muy conocido, en aquella época, por su cruzada en favor de una
psicoterapia de corta duración y por su crítica bas tante acerba del enfoque psicoanalítico.
Bateson no estaba muy satisfecho de lo que vivía como una desviación de sus ideas. «No
estoy muy contento de sentirme el padre de la declaración tácita según la cual " la doble
coacción es una teoría de la terapia". No creo que lo sea ni que nunca lo haya sido»`.
Esta opinión se exacerbó todavía más después de la aparición de un artículo de Janice R.
Stevens que respondió, en el diario «Psychiatric News», al anuncio del coloquio sobre la
doble coacción, que esta teoría había causado «un grave perjuicio» a los esquizofrénicos y
a sus familias. Stevens reprochaba a los terapeutas familiares el que hubiesen hecho a las
familias responsables de la desgracia de uno de ellos, el haber causado muchos problemas
de relación entre los hijos y sus padres, y vilipendiaba la teoría que, sin haber podido
nunca tener una verificación experimental, era la causa de estos abusos tera péuticos. Y
concluía: «Ya es hora de que las familias de los pacientes esquizofrénicos exijan [...] la
honestidad de la profesión psiquiátrica y el abandono de las hipótesis que no han
conducido a ningún tratamiento útil» 43.
Era evidentemente un golpe bajo para Bateson cuya respuesta fue virulenta. Aunque
reconocía que la teoría de la doble coacción tenía su parte de responsabilidad en el
sufrimiento de los pacientes, echaba la culpa a la prisa de los clínicos por aplicar unos
conceptos que no dominaban bien. «El metrozol, la insulina, la lobotomía, el ESP y la
inhumanidad del desprecio flagrante han contribuido al caudal de sufrimiento humano que
irradia de la "esquizofrenia", y la solución moderna -la intoxicación crónica por la
quimioterapia- no es la última palabra. ¡La cuestión es sencilla! Todos somos profunda -
mente ignorantes y no puede haber competición en la ignorancia»`.
En esa época, las nuevas teorías volvían a la hipótesis de una cau sa orgánica, y
probablemente innata, de la esquizofrenia; por eso Bateson añadía más adelante: «Las
apariencias de la esquizofrenia pue
39. John Wealdand, conversación con los autores. 40. David Lipset (1980), p. 238.
41. Tomamos el título del coloquio organizado en 1977 por Milton Berger.
43. Janice Stevens (1977), carta a «Psychiatric News» 12 (p. 46-47); citada en Lipset (1980), p. 295. 44. Electrosbock tbuapy.
190
191
den ser producidas por una invasión parasitaria y/o por la expe-
riencia: por los genes y/o por el aprendizaje. Incluso estoy
dispuesto a conceder que la esquizofrenia es tanto una
"enfermedad" del "cerebro" como una "enfermedad" de la
"familia", si el doctor Stevens me concede que el humor y la
religión, el arte y la poesía son, del mismo modo, "enfermedades"
del cerebro o de la familia o de los dos»".
El debate terminó algunos meses más tarde; dos psiquiatras de
San Luis, aunque agradecían a Bateson sus aclaraciones, no
dejaban de concluir: «Sin embargo, después de haber leído,
releído y releído una vez más la prolija y paralógica pontificación
del señor Bateson, seguimos siendo incapaces de sacar la menor
significación coherente de las frases utilizadas... ¿Estamos en una
doble coacción?»`
Todos no comparten esta opinión sobre el lugar de la doble
coacción como instrumento conceptual. Para Paul Watzlawick, su
papel fue preponderante tanto desde un punto de vista
descriptivo como por su valor de instrumento terapéutico:
«Porque, no sólo muestra un pattern de comunicación, sino que
tiene implicaciones terapéuticas: si utilizáis una prescripción del
síntoma, estáis utilizando una doble coacción terapéutica, ya que
pedís a alguien que haga algo que está fuera de su control»".
Stewart Brand" considera, por su parte, que se está lejos de
haber comprendido todas las implicaciones de esta hipótesis. Está
persuadido de que se trata de un paradigma del cambio que
podrán utilizar los investigadores de muchas disciplinas, y
especialmente en informática. Haley está más dividido: para él,
aunque la teoría haya tenido un impacto muy grande en muchas
personas de la profesión, reconoce que no utiliza ya el término
«doble coacción»: «He dejado de utilizar el término, porque todo
el mundo empezó a utilizarlo en cualquier sentido. Por tanto, volví
al término de "paradoja". Creo que si estáis analizando la
comunicación, en particular la de familias uno de cuyos miembros
está loco, esto "tiene sentido". Es evidente que hay niveles
conflictivos de comunicación. Creo que Bate
46. Ibíd.
47. I.V. Jackson y Barton (1978), carta a «Psychiatric News>. 13 (p. 2); citada en Lipset (1980), p. 296. 48. Paul Watzlawick,
conversación con los autores.
Paul Watzlawick
192
MRI, 555 Middlefield Road
La doble coacción
Como vemos, el alcance del proyecto Bateson fue apreciado de modo diverso en la
profesión. Hay que reconocer sin embargo que las críticas que los terapeutas dirigían a la
teoría, reflejan sobre todo la diversidad de las opiniones acerca del estilo muy personal de
Bateson. En los medios científicos, se adora a Bateson o se le odia. Pa ra algunos, es una de
las raras personas que van a lo esencial, a dar altura al pensamiento; para otros, es un
cuentista, un hombre de labia de estilo pomposo, cuyo barniz científico no consigue ocultar
la falta de una real especialización.
Nosotros creemos también que la doble coacción ha aportado so bre todo una sólida
legitimidad a los terapeutas familiares. Que los terapeutas actuales puedan prescindir del
enfoque teórico y defender, como hace Haley o los miembros del Centro de terapia breve
de Palo Alto, un enfoque únicamente fundado sobre el «qué hacer con vistas a qué
resultado» sólo nos parece aceptable actualmente porque la legitimidad del punto de vista
interaccional ha sido establecida antes. En nuestro espíritu no hay duda de que la suma de
los conceptos fundamentales -y finalmente coherentes- que forman el substrato teórico de
la teoría de la doble coacción no le es extraña. Incluso iríamos más lejos y diríamos que las
investigaciones posteriores de Bateson no han hecho más que reforzar la posición de
aquellos contra los que ha luchado a veces con vehemencia. Porque, finalmente, cuanto
más se precisaba su pensamiento y tomaba for
50. Jay Haley, conversación con los
autores.
193
~Ipo ~ rrv~ u s OE LA Ct A 3
BIBLIOTECA
Antes de exponer los comienzos del MRI, y para conocer mejor la originalidad de su
enfoque terapéutico, no es inútil evocar el conjunto de esta corriente de pensamiento
psiquiátrico que se sintetiza bajo la etiqueta general de «terapia familiar». Como vamos a
ver, contrariamente a una idea muy extendida, este enfoque de la enfer medad mental no
puede considerarse igual al enfoque sistémico o a la cibernética. Muchos de los terapeutas
familiares no han hecho más que extender los conceptos psicodinámicos (ya se trate del
psicoanálisis freudiano, de sus derivados o de teorías más recientes) a la situación familiar.
Sin embargo, la mayoría han tenido que recurrir a nociones explicativas suplementarias
para incluir las relaciones familiares en su enfoque. Ahora bien, estas nociones habían sido
estudiadas sobre todo por los sistémicos en el sentido amplio.
Así, poco a poco, se enturbió la imagen de la terapia familiar, se borraron las diferencias
entre escuelas y, aunque las prácticas conservan sus particularidades (¡y las divergencias
pueden ser importantes!), el público en general ha acabado por olvidar las diferencias de
fondo para recordar solamente las semejanzas aparentes: «Después de todo, todos hacen la
terapia familiar.» Lejos de nosotros la idea de repartir certificados de conformidad. Lo que
nos proponemos hacer aquí es dibujar a grandes rasgos el contexto en el que se efec tuó el
paso de un enfoque individual de los problemas de salud mental a la consideración del
medio, del entorno de la persona «enferma». Este capítulo servirá pues para situarnos en el
contexto de las terapias «relacionales» en la época de la creación del MRI, para
194
195
definir el lugar de Don Jackson, y para presentar a este «gran original» que fue Milton
Erickson.
A partir de los años treinta encontramos los primeros indicios de este cambio de óptica.
Varias teorías alimentaron los balbuceos del enfoque familiar: además de la cibernética, de la
teoría de los sistemas y de las investigaciones sobre la comunicación, de las que he mos
hablado largamente, podemos señalar la elaboración de la noción de «rol» -concepto que se
aplicará principalmente al estudio de los grupos y a la formación de la identidad- así como
las teorías del «yo», que introducen ideas nuevas en la teoría psicodinámica, espe cialmente
las de simbiosis y de individuación.
Los primeros cambios: a partir de los años treinta, se empieza a considerar que sería útil
estudiar los efectos negativos de la madre sobre el desarrollo del hijo. Esta preocupación se
manifiesta principalmente en las clínicas de orientación infantil, en donde se recibe a los
padres de los niños seguidos individualmente. Paralelamente, se obser va la aparición de
técnicas terapéuticas nuevas, psicoterapia de grupo,
psicodrama, etcétera, que contribuirán mucho a disminuir el miedo frente a los problemas de
transferencia y de contratransferencia. Introducción de la cultura y de las relaciones
interpersonales. Algunos psicoanalistas importantes, Sullivan, Horney, Fromm, Erik son,
etcétera, concederán un lugar importante a la cultura y a la vida de relación en la
constitución de la personalidad. Algunas de sus teorías interpersonales, la de Sullivan entre
otras, otorgan cada vez más importancia a las dificultades presentes de los pacientes. Se des -
cubre también una repartición epidemiológica de la enfermedad mental muy diferente según
los subgrupos sociales, étnicos y culturales.
Haley resume así los cambios que se produjeron en esa época y que trastornaron el medio
de la psiquiatría en los Estados Unidos hasta los años sesenta: «Parece haberse producido
una transición en el enfoque de la esquizofrenia: desde la idea inicial según la cual, en estas
familias, creaba la dificultad el propio esquizofrénico, a la idea de una madre patógena,
después al descubrimiento de la inadecuación del padre, hasta la tendencia actual a implicar
a los tres miembros de la familia en un sistema de interacciones patológico»Z. Veamos los
detalles de esta evolución.
Hacia mediados de los años treinta aparecen los primeros estudios exploratorios sobre las
relaciones patógenas padres-hijos. En 1937, Nathan Ackerman escribe La familia como
unidad social y afectiva 3, artículo en el que señala la importancia de los roles familiares y la
manera como éstos pueden perturbar las interacciones de los miembros de la familia.
Los años cuarenta verán multiplicarse los estudios sobre la «sobreprotección materna» y
David Levy será un precursor de las investigaciones sobre la relación «entre los rasgos
patógenos de la madre y el comportamiento perturbado del hijo»'. Estos estudios tienden a
1. Esta evolución es descrita entre otros por Parloff (1961) y Jackson y Satir (1961), citados en Zuk y Ru binstein (1965).
3. Publicado en el diario de la Kansas Mental Hygiene Society. 4. David Levy (1943), citado en Zuk y Rubinstein (1965), p. 3.
196
197
mostrar que la actitud sobreprotectora de las madres está ligada a sus propias frustraciones
afectivas infantiles. El concepto de «madre esquizofrenógena» parece haber sido utilizado
por primera vez por Frieda Fromm-Riechmann en 1948. Esta expresión designa a una
persona agresiva, dominante, falta de seguridad y rechazadora. En cuanto al padre, se lo
describe como alguien inadecuado, pasivo y bastante indiferente. Como vemos, las
preocupaciones de los investigadores se centran sobre todo en las características de la
personalidad de los padres de los esquizofrénicos. ¡No es agradable ser la ma dre de un
esquizofrénico en esa época!
Al lado de estas investigaciones, las técnicas terapéuticas experi mentan también una
evolución en los años cuarenta y cincuenta: varios psiquiatras se ponen a experimentar la
terapia de grupo con unos pacientes y sus padres'.
permiten estudiar las parejas, los clínicos no son todos favorables a un trabajo terapéutico
con los dos miembros de la pareja'.
Para resumir este período, podemos decir que los esfuerzos des plegados por una parte
para comprender mejor la esquizofrenia y por otra parte para reforzar los métodos de
tratamiento, conducen progresivamente a los terapeutas a volverse hacia otras personas im -
portantes de la familia, en primer lugar a la madre, pero también al padre. Y aunque estas
iniciativas son tímidas, no dejan de golpear el tabú de los contactos entre el terapeuta y el
entorno del paciente.
En los años cincuenta se produce una multiplicación de las inves tigaciones que ponen de
manifiesto la relación estrecha entre la familia como unidad social y la enfermedad mental.
Aunque el enfoque terapéutico siga siendo psicoanalítico, el paciente es conside rado como
portador del síntoma de la patología de los miembros de la familia'. Esta visión conduce a
algunos terapeutas a tratar a todos los miembros de la familia juntos, ya que el aislamiento
del paciente no puede llevar al éxito del tratamiento (al menos a término, ya que se supone
que el paciente «curado» volverá a vivir en un medio patógeno). Se considera la familia
como una unidad biosocial y la psicoterapia debe permitir a todos los miembros de la
familia encontrar un modo de funcionamiento satisfactorio. Aparecen nociones inter -
accionales, como la del lazo simbiótico, que hacen hincapié sobre las relaciones en el seno
de la familia más que sobre las propias personas.
Las hipótesis de trabajo de los terapeutas reflejan una visión homeostática del sistema
familiar, subrayando cada uno un aspecto particular de la familia. Hill', por ejemplo,
considera que los lazos entre la madre y el hijo esquizofrénico se oponen a toda mejoría del
7. Bychowski (1956), por ejemplo, es muy pesimista en cuanto al éxito de una tal empresa, a la que cree destinada al fracaso;
considera en efecto que la elección del cónyuge es ya patológica al principio. Neubeck (1954), Wolf (1950), Moreno (1954) y Whitaker
(19586) trabajan paralelamente con las parejas de sus pacientes. 8. Observaciones de Spiegel y Bell (1959).
9. Hill (1955).
198
199
paciente: sin embargo ella no es «culpable» de esta relación coaccio nante ya que es el
propio paciente el que se imagina que todo progreso condena a su madre a la enfermedad.
Esta nueva visión de la relación patológica induce ya un contacto enteramente diferente en -
tre la madre del paciente esquizofrénico y el terapeuta, que no la ha ce responsable de los
temores vividos por el enfermo.
Midelfort (1957) es uno de los promotores de la orientación relacional inspirada en una
visión sociocultural de la enfermedad mental; él considera la terapia familiar como un tipo
especial de terapia de grupo que debe permitir satisfacer las necesidades sociales de las
personas. Subraya también la importancia de una comunicación ét nica y religiosa entre el
terapeuta y el enfermo; la familia verá al terapeuta procedente de una cultura exterior como
un usurpador de sus valores culturales.
A partir de entonces, otros clínicos emprenderán estudios más importantes sobre las
relaciones y el tratamiento de las familias. A comienzos de los años sesenta, y
paralelamente a los trabajos del MRI, aparecerán los grandes nombres de la primera
generación de los terapeutas familiares: Bowen, Wynne, Boszormenyi-Nagy, Lidz,
Ackerman y Whitaker, para citar solamente a los más conocidos de ellos. Todos, dejando
aparte Lidz, serán terapeutas familiares con pleno derecho y elaborarán modelos
terapéuticos reconocidos y todavía muy vivos en nuestros días. Todos han mantenido
contactos constantes entre sí y con el equipo del MRI, y, cuando Haley editará la revista de
terapia familiar «Family Process», en 1961, la mayor parte de ellos se encontrarán en el
comité de redacción.
Jackson es sin duda el gran desconocido del grupo de Palo Alto. Seguramente, su muerte
prematura es responsable de ello, igual que el hecho de que tuvo que hacer de pionero,
desbrozando el terreno de la psicoterapia, atacando los fundamentos del enfoque analítico
tradicional, sin poder proponer verdaderamente una imagen con ceptual clara de sus ideas
innovadoras. Algunos le reprocharán esta visión brusca y reducirán su impacto a las
nociones de «homeosta
«En cierto sentido [...] el gen es a la enfermedad mental lo que la bala es al proceso total
de tiro contra otro ser humano. Ninguna analogía puede transmitir con precisión mi manera
de concebir el papel de la herencia en la esquizofrenia o cualquier otra dificultad
emocional, pero, como la bala es, en realidad, la parte activa de un arma de fuego, no hay
duda de que esta posición no rechaza enteramente la herencia.
201
ra disparar y una situación que se preste a ello. Por ello me parece que toda "teoría de la
bala" de las armas de fuego es obligatoriamente una supersimplificación llevada al absurdo
y que se ha concedido demasiada atención a los efectos potencialmente peligrosos de la ba -
la -o del gen- mientras que actualmente nuestra preocupación concierne al proceso total en
el que la bala -o el gen- desempeñan un papel significativo»". .,
Él se da cuenta del hecho de que, para pasar de esta visión indivi dual a un enfoque
interaccional, habrá que «inventar» un nuevo lenguaje para evitar quedar preso en las
etiquetas tradicionales o hacer de él una simple traducción sistémica aproximativa que
dejaría el problema intacto. «Dentro de nuestro marco de referencia conceptual tradicional,
el individuo se detiene en las fronteras de su piel, y lo que puede pasar entre dos individuos
encerrados así en ellos mismos -lo que no es claramente ni "yo" ni "tú"- es un misterio para
el que no tenemos ni lenguaje ni modelo de inteligibilidad. Nues tros pensamientos,
nuestras investigaciones, y hasta lo que Benjamin Whorf llamaba nuestra "visión del
mundo", están limitados o facili
tados por el lenguaje que utilizamos. Así pues, antes que cualquier otra cosa, necesitamos
un lenguaje que nos permita, incluso que nos obligue, a pensar en términos de interacción.
[...] El concepto de "reglas familiares" constituye uno de estos instrumentos»".
Jackson consideraba que el concepto de «rol» reforzaba los este reotipos, sólo
representaba unas abstracciones culturales y era, ante todo, un concepto individual.
Propuso pues substituirlo por el de «regla», como base del nuevo enfoque interaccional. La
noción de «redundancia» le servirá de hilo conductor. Así hablará de compor tamientos
prescritos y proscritos en la cultura familiar. Hay que comprender la redundancia en el
sentido de restricción, como hemos dicho anteriormente. Si se aplica a la familia, puede
verse que la organización de ésta implica unas restricciones en cuanto a los com -
portamientos permitidos o prohibidos para sus miembros:
«-Organización implica limitación, dado que el término "organi zación" puede definirse,
a nivel de comportamiento, como un tipo preciso de modelo de repetición y de exclusión.
Como vemos, Jackson prosigue su enfoque de la familia en la lí nea de las reflexiones del
«grupo Bateson». Ha asimilado los principios cibernéticos y sobre esta base decide
establecer unos fundamentos científicos sólidos para una psicología interaccional. Propone
principalmente reconsiderar las cuestiones relacionadas con la edu cación de los hijos: «No
hay duda de que nuestra cultura insiste demasiado sobre lo que los padres deberían hacer
por sus hijos, en lu
Il. Jackson (1964), p. 148.
12. Don Jackson (1964) en una conferencia no publicada titulada 61 enfermo, el triste, el salvajey el sano de espíritu; citado en Ray
(1989).
13. Don Jackson, en Watzlawick y Weakland (dirs.) (1977), p. 50. 14. Ibid., p. 269.
202
203
La doble coacción y más allá
gar de darse cuenta del modo como los modelos familiares proscriben y prescriben el
comportamiento en el hijo, comprendidos los modelos de restricción»`.
18. Podemos recordar de paso que Ronald Laing se interesó mucho por los trabajos del grupo Bateson. Fue a Palo Alto a ver a
Bateson y, más tarde, participó en numerosas ocasiones en los simposios organizados por el MRI.
204
205
gar de darse cuenta del modo como los modelos familiares proscri ben y prescriben el
comportamiento en el hijo, comprendidos los modelos de restricción»`.
Jackson insistirá sobre la importancia de las reglas de intercambio que se instauran en las
relaciones interpersonales. Puede considerarse que una regla relacional es, en cierto modo, la
explicación de la redundancia que restringe la diversidad de los comportamientos de los
diferentes interlocutores: «La familia es un "sistema 'regido por unas reglas: sus miembros
se comportan de una manera repetitiva y organizada, y este tipo de estructuración de los
comportamientos puede ser aislado como un principio director de la vida familiar»`.
Evidentemente, las reglas no son explícitas, pero un observador exterior puede inferirlas a
partir de las redundancias de las interacciones, igual que podrían conocerse las reglas del
juego del ajedrez solamente mirando el desplazamiento de las piezas sobre el tablero, para
usar un ejemplo citado muy a menudo por Watzlawick.
204
Después, de haber intentado durante un cierto tiempo clasificar las familias, Jackson se
dio cuenta de que era inútil volver a caer en el esquema psicopatológico tradicional. No
resultaba de ninguna utilidad volver al debate sobre la normalidad y trasladarlo a un de bate
sobre las familias «normales» y «patológicas». Propuso pues, en varios artículos, abandonar
este camino sin salida que, por una parte, no tiene en cuenta el aspecto ante todo cultural de
esta clasificación y, por otra parte, encierra a las familias bajo unas etiquetas que refuerzan
la tendencia a crear unas profecías que se autorrealizan. «Después de haber estudiado la
familia durante muchos años, creo poder afirmar que no existen familias normales, como
tampoco existen individuos normales. Hay padres que parecen vivir en la ma yor armonía
pero cuyos hijos son nerviosos, padres que se entienden muy mal pero cuyos hijos parecen
gozar de buena salud. Cuando oímos que alguien exclama: "¡Ah, aquí tenemos una familia
normal!", sepamos que el que se expresa así no considera, en general, más que una cierta
faceta de la vida familiar y no su interacción de conjunto, que es impenetrable a la
observación simple. Las personas que se expresan así son, en general, de aquellas que
conceden gran valor al conformismo»`.
18. Podemos recordar de paso que Ronald Laing se interesó mucho por los trabajos del grupo Bateson. Fue a Palo Alto a ver a Bateson
y, más tarde, participó en numerosas ocasiones en los simposios organizados por el MRI.
205
La doble coacción y más allá
206
miembro de la familia con respecto a los otros. «Se pasa de una des cripción de la
naturaleza de alguien a una descripción de las relaciones entre una persona y otra. Este último
enfoque exige que se parta del comportamiento observable como fuente de los datos, más
que de las "propiedades" invisibles del individuo. Los datos son una suce sión de "acciones"
observables, que se repiten, entre los miembros de la familia; con este paso a un nuevo tipo
de datos, aparece una manera nueva de conceptualizar el problema»`.
Para terminar este apartado sobre el método de intervención preconizado por Jackson, nos
parece oportuno hacer algunas correcciones a la etiqueta que a veces se le ha puesto al
primer director del MRI en el medio de la terapia familiar. Jackson fue más lejos de la idea
según la cual los comportamientos de los miembros de la fami lia pretenden perpetuar la
estabilidad del sistema y que así es como hay que comprender, entre otras, la «función» del
síntoma manifestado por uno de sus miembros. De hecho, no sólo reconoció la importancia
del feed-back positivo como motor de cambio (véanse los trabajos de Maruyama), sino que
demuestra también un gran sentido de la implicación del terapeuta en el proceso del
tratamiento de las familias`. De todas formas, no hay duda de que Jackson era consciente
de la importancia de la función del que interviene en los sistemas humanos. Damos como
prueba el pequeño cuestionario que proponía a los terapeutas a fin de evaluar las
dificultades que podían encontrar con ciertos pacientes:
1) ¿Tengo miedo de perder este paciente? Si lo tengo, ¿es por razones económicas o por miedo a
no ser omnipotente?
2) ¿Estoy aplicando tests... cuando pienso que esto no conduce a ninguna parte?¿ Cómo puedo
relacionar esto con el punto 1 ?
22. A nuestro parecer, sólo una interpretación demasiado restrictiva de los primeros trabajos de la ci bernética ha podido conducir a
muchos a no ver en ella más que el estudio de los procesos homeostáticos. Esta simplificación tal vez ha sido mantenida por las
aplicaciones posteriores de la teoría cibernética en el campo de la informática, es decir, la creación de sistemas artificiales que no
necesitaban la introducción del experimentador como dato pertinente para la investigación.
23. Don Jackson, Play, parador and people, pain is a prerogative (1967); citado en Ray (1989).
207
Aunque estas preguntas no abarcan todas las dificultades potencia les de la paradoja en que
se encuentra preso el interventor familiar (que debe modificar un sistema del que él mismo
forma parte), no deja de demostrar que Jackson estaba ya sensibilizado respecto a ello.
A los dieciséis años, sufre su primer ataque de polio. El médico dice a la familia que el
joven Milton no podrá caminar nunca
208
Proverbio sur
más`. Permanece en cama, incapaz de mover el menor músculo y sin ninguna sensación
corporal; lo único que puede mover todavía son los ojos y, felizmente, efóído no ha sido
afectado. «Yo no podía ni siquiera decir dónde estaban mis Mazos o mis pieznas en la
cama. Así pasé horas intentando localizar mi mano, mi pie o mis dedos del pie, acechando
la menor sensación, y me volví particularmente atento a lo que son los movimientos»`.
24. De hecho, incluso pensaron que el joven no lograría sobrevivir. Milton Erickson cuenta él mismo esta historia particularmente
conmovedora: «Había terminado mis estudios secundarios en junio de 1919. En agosto, oí que tres médicos decían a mi madre, en la otra
habitación: "Mañana por la mañana, su hijo habrá muerto." Yo era un niño como los otros, por tanto esto me apenó mucho. Nuestro
médico rural había hecho venir a dos compañeros de Chicago, unos expertos, y éstos le habían dicho a mi madre: "Maña na por la mañana
su hijo habrá muerto." Yo estaba furioso. ¡Cómo se le puede decir a una madre que su hi jo habrá muerto al día siguiente por la mañana!
¡Es escandaloso! Después de esto, mi madre vino a mi habitación, con la cara llena de dulzura. Creía que yo deliraba porque insistía en
que desplazase la grán cómoda de mi habitación para que formase un ángulo diferente con mi cama. Ella la puso al lado de la cama, pero
yo continuaba haciéndosela mover de delante hacia atrás hasta que quedé totalmente satisfecho. Esta cómoda tapaba la vista que podía
tener a través de la ventana, ¡y yo hubiese preferido condenarme antes de morir sin haber visto la puesta de sol! Solamente vi la mitad.
Estuve inconsciente durante tres días. No le dije nada a mi madre. Ella no me dijo nada" (citado en Rosen [19821, p. 52).
209
210
en el camino, comiendo los peces que podía pescar, cogiendo plan tas comestibles en las
orillas cuando acampaba por la noche, y "cosechando" en el Mississippi. Esta cosecha
estaba constituida por los desperdicios que los cocineros de los barcos de vapor lanzaban
por la borda. Encontraba siempre algunas manzanas o patatas tiradas por error. Al final del
verano, había recorrido casi dos mil kilómetros prácticamente sin dinero ni alimentos, sin
tener en las piernas la fuerza suficiente para transportar su canoa alrededor de las presas
que le bloqueaban el camino y tan débil al principio que sólo podía remar unos pocos
kilómetros en el sentido de la corriente para no quedar completamente agotado»".
Nunca negaba su ayuda a nadie pero él tampoco la pedía abierta mente. También en esto,
vemos un rasgo que encontraremos en sus trabajos posteriores: Erickson se las arreglaba
siempre para que la gente lo ayudase «espontáneamente».
En 1952, sufrirá un nuevo ataque de polio que le dejará parcial mente paralizados el
brazo y el lado derecho. Como además padece numerosas alergias, le aconsejan que se
instale en un lugar desértico, y por esta razón se irá a vivir a Phoenix, en Arizona. Allí
criará a los tres hijos que ha tenido de un primer matrimonio, así como los otros cinco que
tendrá con su segunda esposa Elizabeth.
Como Bateson, Milton Erickson nunca vivirá en la opulencia, a pesar de tener una
reputación cada vez mayor, en todo caso en los medios de la hipnosis clínica. Desde los
años cuarenta, la revista «Life» se interesa por sus trabajos y, cuando Margaret Mead busca
un experto que pueda explicarle las convergencias entre los trances de los balineses y los
trances hipnóticos, se dirige a él. En los años cincuenta, participará en una de las
conferencias Macy y le confiarán la
redacción del artículo sobre la hipnosis para la Encyclopaedia britannica. Colaborará también
con Aldous Huxley que intenta descubrir, por medio de la hipnosis, algunos recuerdos
precoces así como explorar los mecanismos de la creatividad'[.
En 1953, Jay Haley y John Weakland comenzarán sus visitas sema nales a Phoenix,
dentro de su investigación sobre las paradojas en la comunicación 31. Haley será el primer
gran difusor de las técnicas brillantes de Erickson. Como consecuencia de estas numerosas
publicaciones, Erickson será cada vez más célebre, hasta terminar su vida como el «gurú de
Phoenix»33.
En esa época, Milton Erickson vive en una casa modesta y recibe a sus pacientes en un
minúsculo despacho. Su salón le sirve de sala de espera y sus pacientes se mezclan así con
la vida familiar y con los numerosos niños todavía de corta edad que circulan por toda la
casa. Erickson no busca ni la gloria ni el dinero; cobra una módica suma tanto a sus
alumnos como a sus pacientes. Casi no establece diferencia entre la terapia, la supervisión
y la enseñanza: utiliza las mismas técnicas de influencia. Para él, un cambio es un cambio,
y la terapia es sólo un aprendizaje como los otros.
Jeffrey Zeig, uno de sus alumnos, es testigo de las dificultades fí sicas y de los
sufrimientos que marcaron el final de la vida de Erickson. Tenía que pasar por largas horas
de autohipnosis cada mañana para poder continuar con su trabajo por la tarde. Después de
una nueva crisis, incluso tuvo que volver a aprender a hablar; el maestro de las
entonaciones de voz difícilmente conseguía comunicarse. En 1980, Zeig decide rendir un
homenaje a Erickson organizando el primer encuentro internacional de hipnosis ericksonia -
na. Bateson, propuesto para ser el presidente de este encuentro, muere algunos meses antes,
y el propio Erickson nunca asistirá a esta consagración de su larga carrera. Es un año negro
para el gru
31. Es una lástima que el resultado de esta colaboración, que tenia por objeto definir más precisamente algunos aspectos de la
conciencia humana, hayan desaparecido para siempre. Los documentos estaban en casa de Huxley cuando un incendio los redujo a
cenizas.
32. Igual que Bateson, hacia el final de su vida, y sobre todo gracias a la gran difusión de sus ideas y de sus trabajos hecha por Jay
Haley, es cuando Erickson obtendrá un reconocimiento internacional y se convertirá en una de las personalidades importantes de la
psicoterapia.
33. Algunos llegarán incluso a reconocer a Erickson tras la personalidad del brujo yaqui descrito por Carlos Castaneda. Véase, por
ejemplo, L herbe du diable et la petite fumée, Voir, Le voyage d lxtlan, Histoires de pouvoir, etcétera, todos publicados en Gallimard, en la
colección •Témoins».
po de Palo Alto que pierde así, en el mismo año, a sus dos princi pales mentores.
Se concierta una cita para ella. Debe presentarse en casa del tera peuta sabiendo que ha
de estar dispuesta a hablar sobre todo su desarrollo sexual desde la pubertad. La esposa
acude a la entrevista y, a pesar de su gran turbación, cuenta su historia. Explica su
comportamiento por «un terror incontrolable» que la supera completamente. Relaciona
vagamente su miedo con su educación moral y religiosa. Durante la conversación, saca una
libretita de notas en la que está anotado cuidadosamente el día y la hora del comienzo de
cada período menstrual. Examinando la libreta, se observa que, durante los diez últimos
años, ha tenido sus reglas cada treinta y tres días entre las 10 y las 11 de la mañana; ni una
sola vez ha tenido la regla prematuramente (a veces, un pequeño retraso). Su próxima regla
está prevista para diecisiete días más tarde. A la pregunta: «¿Quiere reci bir ayuda para su
problema conyugal?», responde: «Sí», apresurándose a añadir, en un estado de pánico
evidente: «¿Podemos esperar hasta mañana?» El terapeuta la tranquiliza afirmando varias
veces que la decisión sólo le corresponde a ella.
212
213
nótico durante el que le hace varias sugestiones encubiertas en una larga perorata. Le
dice, substancialmente: «Con asombro por su parte, podría encontrarse, e incluso es
probable que se encuentre, frente a la desaparición súbita de su miedo y, sin que pueda
sospecharlo, esto le permitirá cumplir su promesa antes de lo previsto.»
Sé hace entonces entrar al marido a quien se le asegura que, en la noche siguiente, tendrá
relaciones sexuales con su esposa. Él telefonea al día siguiente para decir que su esposa, al
regresar de la entrevista, ha tenido la regla: ¡con un adelanto de diecisiete días! El tera -
peuta lo tranquiliza diciéndole que esto muestra el deseo sexual que su esposa siente por él
y cita a la pareja para una entrevista inmediatamente después de la regla.
El viernes siguiente, el marido está al teléfono: «Ella me ha pedi do que le diga lo que
sucedió ayer por la noche. Ocurrió tan pronto que ni siquiera me di cuenta de lo que me
caía encima. Prácticamente me violó. Y me despertó antes de la medianoche para repetirlo.
Esta mañana, se reía. Cuando le he preguntado: "¿Por qué?", ella ha insistido en que le
telefonee para decirle que no era viernes. Le he dicho que precisamente hoy es viernes.
Pero ella simplemente se ha reído y ha añadido que usted comprendería eso de que no era
viernes »35.
técnicas parecen muy reflexionadas, mientras que sus principios si guen siendo obscuros y
extraños.
a) Métodos y técnicas
Los métodos de Erickson dejan perplejo. A menudo uno se pre gunta adónde quiere
llegar; la intervención parece pertinente, pero podemos preguntarnos cómo se las ha
arreglado para que los pacientes acepten seguir al pie de la letra unas instrucciones tan
raras. Tendemos a ver en ello una cierta magia, mezcla de genio loco y de los poderes
embrujadores de la hipnosis. Pero Erickson, a semejanza de Bateson, nunca se ha sentido
particularmente atraído por lo sobrenatural o lo parapsicológico. Creía más bien en las
virtudes de la observación, del trabajo, de la experiencia. «Para Erickson, la hipno sis era
un fenómeno natural que utilizaba los procesos psicológicos ordinarios como la memoria
de los sentidos, el olvido, la disociación y la reinterpretación cognoscitiva de los sistemas
de creencia. Requiere habitualmente una buena dosis de formación, de inteligen cia y de
trabajo por parte del terapeuta para que pueda ayudar a un paciente a alcanzar estos
resultados aparentemente milagrosos» ».
36. Ernest L. Rossi, en Erickson, Rossi y otros autores (dirs.) (1983), p. 36.
214
215
técnicas hipnóticas permitirán evitar de este modo las resistencias sólo en la medida en que
el propio paciente desee el resultado.
La hipnosis no es pues la clave del cambio; lo importante es sa ber cómo se puede llevar
a alguien a comportarse de otro modo por la influencia interpersonal. Todo el arte de la
intervención se apoya en la elección de las directrices de comportamiento precisas y ade -
cuadas en función del problema presentado y de las características del paciente. Por otra
parte, las técnicas de Erickson evolucionarán poco a poco en el sentido de disminuir la
utilización del trance hipnótico tal cual, en beneficio de un dominio cada vez mayor del
lenguaje imperativo y de la metáfora. En los últimos años de su vi da, Erickson solamente
utilizaba la hipnosis en aproximadamente un 30% de los casos, en particular para los casos
de dolores flsicos agudos.
Pero, si el trance no es la varita mágica de Erickson, ¿cuáles son pues los ingredientes de
su poción terapéutica?
El enfoque ericksoniano quebranta todos los a priori que puedan tenerse sobre la
psicoterapia y sobre el comportamiento humano. Erickson siempre desconfió de las teorías
y sentía un sánto horror hacia las «recetas». Para él, toda intervención debía comenzar por
la observación minuciosa de la comunicación, no para reducirla a unas categorías o a unas
clasificaciones, sino para comprender a la persona en su especificidad, en su unicidad.
Empleaba constantemente su capacidad intentando influir sobre las personas de su alre -
dedor, observando día tras día el modo como cambia la gente, y so bre todo el tipo de
mensajes que provoca estos cambios. Durante toda su vida, su actitud fue la de un alumno
en perfeccionamiento, en constante aprendizaje. Margaret Mead dirá de él: «Puede afirmar -
se que Milton Erickson nunca resolvía un problema de una manera ya utilizada si podía
encontrar una nueva, y generalmente lo podía»". Y añade esto (que muchos terapeutas
también han señalado):
37. Mead (1977), p. 4.
«Su originalidad ardiente e inextinguible constituía una barrera para la transmisión de lo
que sabía»''.
Jeffrey Zeig ha podido destacar algunos puntos sobre los que Erickson insitía
constantemente en sus supervisiones:
1) No tener ideas preconcebidas sobre el paciente. 2) Pretender un cambio progresivo.
4) Crear situaciones en las que las personas puedan darse cuenta de su propia capacidad para modificar su
manera de pensar".
216
217
El tercer punto se refiere al modo como el terapeuta debe entrar en contacto con su
paciente, la relación que debe establecer con él. Desarrollar la escucha, resistir a las
interpretaciones, son las claves de una real comprensión de las particularidades
idiosincrásicas de los pacientes. «[La gente] no sabe escuchar. Tiene tendencia a oír lo que
quiere oír, a pensar lo que quiere pensar, a comprender lo que quiere comprender. No lo
que el paciente dice o escribe. Traducen los comportamientos del paciente dentro del marco
de su propia experiencia, y no es ésta la actitud que conviene tener en psicoterapia. Es
necesario escuchar al paciente. A quien hay que comprender es a él»".
Pero el dominar este arte no es una simple cuestión de inspira ción, implica un trabajo
intenso, de largas horas de reflexión. La simplicidad y la limpidez de las descripciones de
casos a veces dejan suponer que las brillantes estrategias le llegaban espontáneamente,
pero no era inhabitual que Erickson escribiera hasta veinte páginas para preparar una
sesión de unos pocos minutos. Citaremos, por ejemplo, la historia del hombre internado en
el hospital psiquiátrico desde hacía más de cinco años y con quien nadie conseguía
comunicarse. El paciente, del que se ignora todo, sólo se expresa en una es pecie de
lenguaje incomprensible, una «ensalada de palabras» que deja a todos perplejos. Después
de haber intentado en vano entrar en contacto con él, Erickson decide registrar sus
palabras. Descubre
42. Haley (1985), p. VII.
43. Sidney Rosen, en su prefacio a la obra de Erickson y Rossi (1979), p. IX. Notemos de paso que
esta cita pone en evidencia el mundo de diferencia que separa a Erickson de Bateson, para quien el
"objetivo consciente» ¡era la causa de todos los males de nuestra sociedad! Una paradoja más cuando se
conoce el respeto que los dos hombres tenían el uno hacia el otro...
en ellas ciertas regularidades, y se pone a estudiar esta «lengua», sus reglas, etcétera,
hasta que es capaz de escribir todo un discurso en «ensalada de palabras». En la entrevista
siguiente, el hombre se dirige a Erickson quien le responde inmediatamente del mismo
modo. El paciente vuelve a hablar, esta vez más largamente, y Erickson vuel ve a lanzarse
a su vez a un parlamento de la misma duración. Este pequeño juego continuará durante
semanas, alargándose cada vez más los discursos, hasta que un día, después de haberse
lanzado a una verdadera maratón verbal y haber tenido que aguantar una res puesta
igualmente larga de Erickson, el paciente exclama: «Bien, doctor, ¿y si volviésemos a ser
serios?» «De acuerdo -le responde Erickson-, ¿cómo se llama?» Llega así a conocer la
identidad del paciente y, poco a poco, a establecer con él un contacto «normal». Jay
Haley, que cuenta esta intervención, añade que, de vez en cuando, el paciente volvía a su
ensalada de palabras, a la que Erickson respondía del mismo modo. «No hay nada como
un poco de sinrazón de vez en cuando, ¿no es verdad, doctor?», concluía el paciente
chistoso.
La técnica utilizada en este caso es en cierto modo una metáfo ra del instrumento
fundamental de Erickson: «hablar el lenguaje del paciente». Esto no se aplica únicamente a
las palabras o a la sintaxis del discurso, sino que concierne también al sistema de va lores,
al marco verbal en el que la persona presenta su problema, a la imagen que tiene de sí
misma, etcétera. «Tenéis que intentar comprender lo que los pacientes os dicen, el modo
como os lo dicen y lo que quieren decir. Hay mucha gente que ha ataviado a la psicoterapia
con un fárrago de teorías admirables. Pero, hasta ahora, no se ha hecho gran cosa para
reforzar la psicoterapia en sus relaciones con el paciente dentro de la vida misma de éste.
En lugar de ello, formulan unos conceptos teóricos, y se esfuerzan en obligar al paciente a
adaptarse a ellos, como antiguamente hacía Procusto cuando ataba a los viajeros al lecho
de tortura que él había fabricado»`.
218
219
,~1
La doble coacción y más allá
otros. Tuve la polio y estuve completamente paralizado ...» 46 Encontramos en esta frase
otro aspecto del trabajo de Erickson: la capacidad para descubrir recursos en donde
nosotros sólo vemos limitaciones, coacciones y resistencias. «Lo que proponía a sus
pacientes procedía de su propia experiencia y, en gran parte, de las luchas que había tenido
que sostener frente a sus dolores, a sus lesiones muscu lares, a las limitaciones de sus
movimientos. Él, muchas veces, había tenido ocasión de volver a aprender este gesto o
aquél, de recobrar alguna capacidad, hasta de ampliar el campo de sus posibilidades»"'.
Todo acontecimiento es fuente de esperanza y revela unas posibilida des. El paciente ya no
es «resistente», simplemente es el terapeuta el que está aprisionado por su propia visión de
las cosas. En esta búsqueda de lo «posible» adquiere todo su sentido otra característica de
su método terapéutico: hay que permitir al paciente reconocer sus capacidades situándolo
en un marco en el que éstas puedan manifestarse.
Con estas pocas indicaciones metodológicas, veamos cómo pode mos descifrar la
estrategia utilizada por Erickson con la pareja de la que hemos hablado anteriormente.
Hemos visto cómo el terapeuta observó a la paciente, cómo utilizó su lenguaje: «Acepto,
pero no hoy.» Primero se dedicó a ofrecer a la esposa un marco de pensa miento en el que
era previsible, y por tanto posible, que su miedo desapareciese súbitamente, pero
tranquilizándola sobre el hecho de que esto sólo sucedería «cuando ella lo hubiese
decidido», aunque insistía para que lo decidiese más bien rápidamente.
220
mente las ideas que su inteligencia forma -la importancia del ele mento afectivo que
interviene en esta defensa-, habría que darse cuenta de que lo primero que debe hacerse en
psicoterapia es no intentar obligar al ser humano a modificar su manera de pensar; es
preferible situarse en su punto de vista, modificarlo poco a poco y crear unas situaciones en
las que el individuo modificará él mismo voluntariamente su forma de pensar» 48.
El ejemplo nos revela también otro aspecto esencial de su terapia: aumentar la motivación
del paciente para cambiar. Él le pregunta a la mujer si desea cambiar y respeta su deseo de
conservar el control, aunque utiliza este deseo de control para incitarla al cambio: insiste
pesadamente sobre su preferencia por el viernes por la noche, a pesar de que sabe que ella
querrá con razón decidir por sí misma el momento oportuno. En el mismo registro, Jay
Haley un día quiso saber qué informaciones desearía obtener Erickson de una mujer que va a
la terapia porque ha perdido la voz y ya sólo es capaz de emitir murmullos. La respuesta de
Erickson es esclarecedora: «[ ...] le haría inmediatamente algunas preguntas: "¿Quiere hablar
en voz alta? ¿Cuándo? ¿Qué querría decir?" Estas preguntas son importantes porque al
responder a ellas ya está comprometiéndose. El peso de la responsabi lidad del cambio recae
sobre sus hombros. ¿Quiere realmente hablar? ¿Hoy, mañana, el año próximo? ¿Qué quiere
decir: algo agradable o algo desagradable? ¿Quiere decir sí o no? ¿Quiere hablar en voz alta
cuando se espera que lo haga o hacerlo por sorpresa?»"
221
Vamos a dejar aquí nuestra rápida ojeada del enfoque ericksoniano, aunque sólo
hayamos dado un pobre resumen de un trabajo que duró más de cuarenta años. Hemos
insistido sobre todo sobre los aspectos de su trabajo que marcarán el desarrollo de la
terapia breve estratégica del MRI. Queríamos señalar que las premisas del enfoque
jnteraccional podían permitir una exposición relativamente cohe rente de los métodos
originales de Erickson, y terminaremos con una lectura de una de sus intervenciones según
la pauta teórica de la doble coacción.
7.4.2. Erickson y el grupo Bateson
a
En sus visitas a Phoenix, era bastante natural que Haley y Weak land tendiesen a
relacionar sus investigaciones sobre la doble coacción con el trabajo de Erickson. En un
artículo publicado en 1959 5`, descubren que de hecho Erickson utiliza, sin formularlo de
esta manera, el principio de la doble coacción. Un sujeto, Sue, ha sido pues ta en un trance
ligero antes de entrar en un segundo trance del que se despierta en el momento en que
Erickson hace la intervención siguiente:
ERICKSON: Cuando se despierte de nuevo, Sue, y yo le haga pre guntas sobre el trance,
querría que me dijese que no estaba dormida la segunda vez, y que lo estaba la primera. E
insistirá mucho sobre esto, y lo repetirá, ¿verdad, Sue?
WEAKLAND: Así pues, haciendo pasar el «no» a la segunda vez, ¿comienzas a actuar de
modo que ella acepte lo que le dices? ERICKSON: Sí. Primero, he hecho que negase el
primer trance. Ahora, anulo esta negación.
WEAKLAND: Dándole un segundo «no» sobre el que ella puede centrarse mientras tanto.
222
ERICKSON: Todo manipulador trabaja sobre esta base... Para nega uno de los dos, debe
afirmar el otro. La afirmación del uno es el m( dio de negar el otro.
4) Hay que describir y ver el comportamiento con una visión cir cular o cibernética y no
con una visión lineal de causa-efecto.
«Los que están familiarizados con el trabajo de Erickson podrán darse cuenta de que
estos cuatro puntos principales coinciden con unos aspectos recurrentes de su práctica y
sus escritos. Sin embargo, es posible que esto no aparezca de manera evidente. Para tales
cues
52. John Weakiand, en Zeig (dir.) (1982), p. 166. 53. Ibíd., p. 167.
223
tules Riskin
226
PARTE TERCERA
227
No es muy fácil explicar de manera lineal el período que se extiende de 1958, fecha de la
creación del MRI, a 1962, el año en que termina el proyecto Bateson. Durante estos cuatro
años, en efecto, el grupo de Bateson y el equipo MRI coexisten. Aunque trabajando en
proyectos diferentes, los dos equipos se reúnen de vez en cuando, y todos los miembros del
grupo Bateson se encontrarán (salvo el propio Bateson, ya lo hemos dicho) -con otros
terapeutas procedentes de distintos horizontes- en el equipo de un MRI flamante. Aunque
innegablemente cada uno de ellos se forjó una identidad propia, es evidente la
interpenetración de ambos grupos durante ese período. ¿A qué grupo, por ejemplo, hay que
atribuir la paternidad de las investigaciones sobre la familia? ¿Y los trabajos sobre la
penetración de la doble coacción en los medios psiquiátricos? ¿Y las investigacio nes sobre
la intervención estratégica? Aunque podamos atribuir el crédito del «enfoque pragmático
de la comunicación» a Paul Watzlawick y a los otros autores de Teoría de la comunicación
humana, éste se apoya explícitamente en las investigaciones de Bateson. La obra co lectiva'
que se publicará bajo la dirección de Jackson en 1968 o el libro Sobre la interacción, cuyos
textos reunieron Watzlawick y Weakland, demuestran la imposibilidad de atribuir de
manera unívoca los diferentes artículos a un equipo o al otro y los propios autores lo
reconocen. Así pues, los dos equipos pasaron por un período de co
1. Jackson (dir.) (1968). El primer volumen lleva el subtitulo de Communication, family and marriáge, el segundo, de Therapy,
communication and change.
227
existencia (más o menos pacífico, como veremos más adelante), pero la mezcla de ideas
que lo marcó nos lleva a hablar más bien de continuidad. Esto no pone en duda la
originalidad del enfoque del MRI tal como se desarrollará despuésles innegable que
aparecerán claras divergencias entre los trabajos posteriores de Gregory Bateson y el
camino específico seguido por el MRI, en particular el del Centro de terapia breve que
describiremos con detalle en el segundo capítulo de esta parte tercera.
Habrá que esperar a la marcha de Bateson para que el MRI des arrolle un enfoque más
exclusivamente terapéutico e imponga,su originalidad en el medio de la terapia familiar.
Nos referimos a 'ese período, que va de 1963 a 1968, como la edad de oró del-MRI.
Las fechas son solamente puntos de referencia aproximados, ya que 1968 corresponde,
grosso modo, a la muerte de Jackson, a la marcha de Haley y de Satir y a los comienzos del
Centro de, terapia breve. Conflictos, discordias, el período turbulento que sigue vuelve a
distribuir las cartas y dibuja los contornos del MRI tal como hoy lo conocemos.
229
El MRI y el Centro de terapia breve
Estamos en 1958. Animado por el enorme éxito del artículo sobre la doble coacción,
Jackson desea tener su propio instituto de investigación independiente. Hacia finales del
año, se crea el Mental Research Institute, que abrirá oficialmente sus puertas en marzo de
1959. Para trabajar en él, Jackson contrata a dos terapeutas, Jules Riskin y Virginia Satir, y
a una «secretaria acobardada»t. Antes de estudiar con detalle los comienzos del MRI y de
ver los lazos que unieron al grupo de Bateson con el nuevo instituto, diremos algunas
palabras sobre los recién llegados.
Jules Riskin
Laotsé, Tao-te-king
Sin embargo Riskin queda seducido por sus ideas «fascinado ras» y sobre todo por el
marco de referencia teórico. Escribe a Bateson para anunciarle que piensa volver al año
siguiente para instalarse en la región y, a la vez que le hace partícipe de su gran interés por
su trabajo con las familias, le pregunta si hay alguna posibilidad de empleo para él. Recibe
una respuesta que le desconcierta. «Era una señal de lo que sucedería durante muchos años:
conflictos de territorios, conflictos de disciplinas, batallas por saber quién dirige, quién es
el jefe, Recordemos que Bateson tenía un master en antropología, Jackson era médico... La
carta de Bateson ocupaba una página entera; decía, substancialmente, que la investigación
era una forma de "sacerdocio", que no se podía "profesar en la orden" sin sacrificar las
cosas materiales de este mundo, que era necesaria una dedicación sin fallo alguno, nada de
diletantismo. Lo que decía es algo como "los psiquiatras no pueden ser buenos
investigadores porque, como médicos, tienden a buscar cosas materiales". Entonces,
cuando volví de vacaciones, a comienzos de 1958, fui a ver a Jackson y le dije: "¿Qué
significa esto? ¿Por qué yo?" Jackson era muy bueno en resolver los con flictos, en
atenuarlos; me respondió: "No es nada, una pequeña divergencia entre Gregory y yo." De
hecho, se trataba de una profunda divergencia entre Bateson y él: "¿quién es el jefe?", el
médico opuesto al académico, el doctorado que Bateson nunca ten drá... quizás había
también ciertos problemas personales entre estas dos personas tan creativas»'.
Jackson le dice que espera su regreso, en septiembre de 1958, para poner en marcha un
«instituto para estudiar la esquizofrenia y la familia». Cuando llega, Jackson le comunica
que ha encontrado a una mujer fascinante que se interesa por las familias y por la
esquizofre
1. Es así como Jackson describe a la secretaria en el texto de presentación de la obra Human communica tion (Jackson [dir.] [1968]).
John Weakland nos ha precisado que, frente a Jackson, cualquier secretaria podia parecer timorata. Es posible que dicha secretaria fuese
Janet Beavin, coautora de Pragmatics of human com munication (Watzlawick, Helmick-Beavin y Jackson [1967]), pero Weakland no
estaba seguro.
230
231
nia; viene del Illinois Psychiatric Institute de Chicago y desea insta larse en aquel rincón; es
Virginia Satir.
«Recuerdo mi encuentro con esta mujer, muy alta, que llevaba unos sombreros enormes.
La primera o la segunda vez que nos vimos, me dijo: "La terapia familiar resolverá todos los
problemas del mundo, los problemas de estima de sí mismo, etcétera, y, un día, yo influiré
sobre primeros ministros." Yo me dije: "Dios mío, quiere volar muy alto." En algunos
aspectos, ella misma parecía tener problemas con su propia estimación, pero, en otros,
manifestaba una gran confianza. Entonces, también ella empezó a participar en las
reuniones»".
Virginia Satirs
Virginia Satir es la hija mayor de una familia germano-americana. Nacida en 1916, tuvo
que hacer de madre de todos los otros hijos de la familia. Cursó estudios de maestra antes de
hacerse asistente social. Trabaja en una institución del Mid-West, antes de ser contratada en
Chicago. Es ante todo una clínica que ha elaborado una técnica de trabajo muy personal a
partir de su experiencia con las familias. «Ya 'en esa época, tenía una experiencia de seis años
con las familias. En 1959, ya había visto cerca de quinientas familias (entonces no lo sabía,
pero yo había visto más familias que cualquier otro en el mundo en esa época)»'.
Cuando se entrevista con ella, Jackson queda inmediatamente seducido por su elocuencia
y la contrata. Virginia Satir permanecerá en el MRI durante unos diez años. Ella cuenta sus
primeros contactos con Jackson y el instituto:
»Cuando llegué a California, fui a Terra Linda, al norte de San Francisco. Quería ponerme
en contacto con Don [Jackson], pero no lo conocía. Sabía que mantenía contactos con
Gregory Bateson y los otros, pero no conocía a nadie. El único con el que había manteni do
contacto en este período era Murray Bowen que trataba pacientes en el NIMH. Llamé a Don
y me invitó a presentarme en la VA, en la sección etnológica. En esa época yo no sabía nada
de esto, pero ellos solamente habían visto una familia, bajo la mirada de Bateson.
»El resultado de ese día fue que Don me pidió que lo ayudase a poner en marcha lo que se
convirtió en el MRI. Me dijo que ya tenía un joven, Jules Riskin, que acababa de terminar
sus estudios de psiquiatría en Cincinnati. Un mes más tarde, el 19 de marzo de 1959, el MRI
abría sus puertas. El proyecto del MRI consistía en observar el lazo existente entre la
interacción familiar y el desarrollo de la salud (o de la enfermedad) en los miembros de la
familia. Estábamos todos muy excitados, esto nunca se había hecho en ninguna parte.
Cogimos todas las leyes que habían descubierto trabajando con la familia Smith y las
volvimos a traducir para llegar a definir, en cierto modo, una fa milia tipo. Entonces
recrearon a la familia en una película'.
»Don, Jules y yo no teníamos nada que ver con el trabajo que se hacía en la sección
etnológica de la VA, pero ellos (Gregory y los otros) estaban en la periferia y se interesaban
mucho por nosotros. Querían que el MRI fuese verdaderamente un instituto de investigación.
5. Las informaciones referentes a Virginia Satir proceden sobre todo de los miembros del MRI que la conocieron personalmente, y en
particular de Jules Riskin y de William Fry. Además, una entrevista de Sa tir, realizada por Michael Yapko, ha sido publicada en <,The
Milton H. Erickson Foundation Newsletter», vol. 8, n.- 3 (1988); citamos largos extractos de ella.
7. Volvemos a hablar de dicho documento más adelante en este mismo capítulo. 8. Entrevista de Michael Yapko.
232
233
Pero ¿qué sucede con el grupo Bateson durante ese tiempo? Las relaciones con el MRI
son a veces un poco tensas, pero no olvidemos que Jackson continúa trabajando a tiempo
parcial con Bateson hasta 1962, igual que John Weakland. «En aquel momento, recuerda
Weakland, Gregory mostraba señales que nos hacían decir que él creía que Don se inclinaba
demasiado hacia la parte clínica y que Jay y yo estábamos un poco demasiado influidos por
él, que íbamos también en esta dirección. Don seguía adelante con sus proyectos, y Gregory,
aunque estaba todavía dispuesto a colaborar con Don, no quería en absoluto trabajar para
Don. Gregory no trabajó nunca para el MRI» 9.
Para cerrar este período, debemos también señalar un proyecto de investigación algo
menos conocido del público en general. A comienzos de los años cincuenta, las primeras
experiencias realizadas con una droga sintetizada hacía poco, el LSD 25, suscitan una gran
esperanza, principalmente en los medios de la psiquiatría norteamericana. Harold Abramson,
psiquiatra y amigo personal de Frank Fremont-Smith, había sido invitado a participar en la
sexta conferencia sobre la cibernética. A comienzos de los años cincuenta, inició unas
investigaciones muy detenidas destinadas a estudiar el efecto del LSD sobre el hombre y
sobre los peces y consiguió que la Fundación Macy lo subvencionara.
Se sabía ya que el LSD tenía efectos muy fuertes sobre el sistema nervioso, y Abramson
consiguió obtener, por medio de FremontSmith, las autorizaciones oficiales necesarias para
su investigación sobre las potencialidades terapéuticas de esta substancia. El historiador de
las ciencias Steve Heims precisa: «Abramson, que colabora con la Universidad de Columbia
y el Mt. Sinai Hospital, olvida mencionar que trabajaba también para la CIA que buscaba
"drogas para controlar el espíritu" para "modificar el comportamiento del individuo por
medios ocultos", sueros de la verdad para interrogar a los prisioneros,
9. John Weakland, conversación con los autores.
drogas que pudieran disolverse en las reservas de agua potable de una ciudad para hacer a la
población completamente pasiva, y cualquier otra substancia utilizable con fines militares o
criminales. La CIA estaba particularmente interesada en el LSD, una droga alucinógena, y
Abramson estaba profundamente implicado en la promoción de estas investigaciones, por su
cuenta, y les informaba sobre los últimos resultados»'°. Buscando cobayas humanos,
Abramson propuso la droga a Fremont-Smith, así como a Bateson y a Jackson entre otros. El
LSD se extendió poco a poco en los medios intelectuales y se convir tió en un must para los
artistas de vanguardia, algunos de una sólida reputación. Ciertas tribus de indios de América
del Norte utilizaban ya desde hacía mucho tiempo unos alucinógenos como el peyotl y la
mezcalina con fines religiosos, y algunos psicólogos, artistas y filóso fos veían en ellos la
promesa de descubrimientos interesantes. Por tanto se vio en el LSD, droga con efectos
comparables pero mucho más fuerte, un medio de ampliar la conciencia, de hacer estallar los
límites habituales de nuestros condicionamientos sociales para alcanzar una especie de
iluminación. Aldous Huxley, por ejemplo, fue uno de sus adeptos hasta su muerte en 1963.
11. .En los años sesenta (de hecho, era un poco antes, como atestigua la emisión de televisión de la
que hablaremos más adelante), yo serví de cobaya a un psicólogo, Joe Adams, que estudiaba los
fenómenos psicodélicos. Me administró una dosis de ISD, y, cuando la droga comenzó a actuar, me puse a
decirle lo que esperaba de esta experiencia [...] En un momento determinado, me dijo: "Gregory, tú
piensas demasiado." "Pensar es el trabajo de mi vida", le respondi. Más tarde, se marchó y regresó con un
capullo de rosa que había cogido en el jardín. Era un capullo muy bello, muy fresco. Me lo dio y me dijo:
"Deja de pensar. Da una mirada a esto." Yo cogí el capullo de rosa y comencé a mirarlo: era complejo y
hermoso. Entonces, identificando el proceso de la evolución y el del pensamiento, exclamé: "Dime, Joe,
¡piensa en todo el pensamiento que está contenido aquí dentro!"" (Bateson y Bateson [1987], p. 99-100).
234
235
podido encontrar un documento poco conocido que revela la distancia que mantenía con
respecto a su utilización. En 1959, una cadena de televisión americana realizó una emisión
titulada The fine line («La línea estrecha»), a la que fueron invitados Abramson, Jáckson y
Bateson. La emisión estaba destinada a mostrar que el límite entre lo normal y lo
patológico es muy tenue. En ella se veía a Jackson mantener una conversación con un
hombre de la calle que había aceptado prestarse al juego y que, a lo largo de las preguntas
inquisidoras de Jackson, comienza a dudar del sentido de sus reflexiones y de sus
comportamientos. Abramson explica allí que el LSD puede inducir estados parecidos a los
de una psicosis y que también puede utilizarse como instrumento terapéutico. Pero, además
de su interés histórico y anecdótico, el documento tiene valor sobre todo por la exposición
de Bateson quien se esfuerza en explicar la teoría de la doble coacción al público en
general. Para hacerlo, comenta dos escenas de la vida familiar representadas por unos
actores: el desayuno en familia el domingo por la mañana. En la primera versión, se ve a
los padres discutiendo vivamente el modo como van a hablar a su hija de dieciocho años
que había regresado demasiado tarde la noche anterior. Cuando la hija llega a la mesa, se
asiste a las interacciones entre las tres personas. La segunda versión pone en escena a los
mismos personajes y el mismo suceso, pero se supone que los acto res representan a una
familia de transacciones patológicas. Las sutiles diferencias entre los dos tipos de
intercambios son señaladas y comentadas por Bateson.
ejemplo, al principio del artículo: «[El LSD] puede crear un encuen tro, una nueva
experiencia, que ampliará nuestro horizonte y —dará un sentido nuevo a nuestra vida.
Estas experiencias forman parte no solamente de la terapia sino de la vida misma»tz, y más
adelante: «La reacción trascendental consiste en una pérdida momentánea de la
diferenciación entre uno mismo y el mundo exterior. Puede conducir a una disminución de
la alienación, a redescubrirse a sí mismo, a un nuevo conjunto de valores, a descubrir un
nuevo potencial para el crecimiento y el desarrollo personal, y a un nuevo comienzo.»
Otros tiempos, otras costumbres...
Se presiente en este discurso el principio del movimiento del «potencial humano» que se
está desarrollando en los Estados Unidos, y en particular en California con la creación del
instituto de Esalen" en la magnífica costa del Pacífico cerca de Big Sur. En esa época, nu -
merosos artistas e intelectuales viven en las colinas de Big Sur: Henry Miller, Gary Snyder
y Alan Watts entre otros. Es también el momento de la explosión de la beat generation y,
entre muchos otros, Allen Ginsberg y Jack Kerouac van regularmente a visitar a sus ami gos
(entre los que se cuenta Neal Cassady, el héroe de En la carretera) a la región de San
Francisco. Los dos escritores participarán en las experiencias con el LSD en Palo Alto y
también ellos mantendrán contactos con Bateson".
b) La última investigación
Paralelamente a este proyecto LSD, el equipo Bateson recibe un último subsidio para
estudiar la terapia con las familias de esquizofrénicos. Todos los miembros del equipo
(aumentado con algunos jóvenes psiquiatras) participan en ella: ven a las familias,
registran
12. Jackson (1962), p. 435.
13. El primer taller del instituto de Esalen tuvo lugar en 1962. Se titulaba: 7he erpanding vision, y los animadores no eran otros que
Aldous Huxley y Alan Watts. (Agradecemos a P. De Visscher por estas informa. ciones. Los lectores interesados por la evolución del
movimiento del .potencial humano» y otras prácticas de grupo podrán consultar su obra muy completa, Us, avatan et métamorphoses de
la dynamique des groupes, 1991.)
14. En las biografias de los dos hombres, se encuentran datos de este episodio, y los dos hacen referen cia a Bateson. Kerouac cuenta
una anécdota que muestra hasta qué punto éste estaba unido a la contracultura: durante sus apasionadas discusiones, rehacen el
mundo y preparan un ..gobierno ideal» para los Estados Unidos; ¡Bateson es elegido para ministro de las Ciencias y de la Cultura!
236
237
c) Transferencia de conocimientos
Weakland parte pues a Hong Kong y, a su regreso seis meses más tarde, conserva
algunos contactos con el MRI, sobre todo con Haley y Jackson, pero decide no volver
inmediatamente a la investigación en psicoterapia. Ha recuperado la afición del análisis de
películas chinas y aprovecha la infraestructura de Stanford para aumentar sus
conocimientos en la lengua china. Durante ese tiempo, Bateson de dica la mayor parte de
sus horas al estudio de la comunicación en los pulpos y otros mamíferos marinos, y,
algunos meses más tarde, parte hacia las islas Vírgenes a estudiar los delfines en el
laboratorio de John Lilly
consejo estaba compuesto por personas ricas que se encontraban en tre los problemas de
"imagen del MRI" con respecto al exterior, y el hecho de tener un proyecto que se
relacionaba con el "comunismo' y que no tenía relación directa con las familias o con la
salud mental... Yo les expliqué que el proyecto tenía mucho que ver con las fa milias
chinas y que, después de todo, estaba subvencionado por la US Navy; estas
explicaciones pudieron más que las reticencias» t6.
En cuanto a Haley, él no detiene sus trabajos. Veamos cómo recuerda ese período de
transición: «Yo tenía mis pacientes privados desde hacía años, desde mediados de los
años cincuenta, y trabajaba también con familias de esquizofrénicos. Pero durante los dos
últimos años, en el proyecto Bateson, habíamos tenido subsidios de investigación para
realizar experiencias con las familias, proyecto que yo dirigía. Entonces, cuando se
terminó el proyecto Bateson, Jackson encontró medios de financiarlo y yo sencillamente
continué la misma investigación en el seno del MRI. Me uní al MRI cuando concluyó el
proyecto Bateson. [...] Estaba exactamente a la mitad de mi investigación, tenía un
pequeño laboratorio en donde pasaba tests a muchas familias, y continué haciendo esto
con el MRI durante los cinco años siguientes. Y Jackson lo financió durante todo ese
tiempo, de una manera o de otra»`.
La investigación que menciona Haley estaba destinada a estable cer una tipología
familiar: ¿qué criterios permiten diferenciar una familia que incluye un esquizofrénico de
una familia en la que uno de sus miembros es delincuente, y qué las distingue de una
familia llamada normal? Intenta también hallar unos criterios que permitan evaluar los
cambios relacionados con la intervención terapéutica. Además de media docena de
artículos, publica, en 1963, una obra que sienta las bases del enfoque estratégico en
psicoterapia`. Volveremos a hablar de ella más adelante porque esta obra constituirá uno
de los pilares del enfoque terapéutico posterior del MRI.
Señalemos también que en esa época, en 1963, William Fry publi ca Sweet madness
(«Locura dulce»), obra que sintetiza las investigaciones sobre el humor realizadas dentro
del marco del proyecto Bate
16. Ibíd.
17. Jay Haley, conversación con Teresa García. 18. Haley (1963).
238
239
son. En ella expone una teoría del humor fundada en la mezcla de los niveles lógicos y las
paradojas que de ella resultan. Subraya también las dificultades debidas a la
autorreflexividad, como demuestra la conclusión de la obra: «Finalmente, a través de
estas reflexiones, reafirmo mi creencia en la naturaleza fundamentalmente misteriosa de
estos fenómenos humanos de los que el humor constituye un ejemplo. Creo que por medio
de la paradoja nos acercamos al máximo a este misterio fundamental. Cada vez que el
hombre intente examinar el "sí mismo", tendrá que ponerse frente a él y descubrir que el
sí mismo es propiamente el observador. Tal vez esta paradoja sea la responsable de la
excitación y de la inmensa satisfacción que se experimenta al estudiar nuestra naturaleza
humana»`. Fry se convertirá también él en un miembro del MRI en los años ochenta.
8.1.2. Los comienzos del MR)` (de 1959 a 1967)
En primer lugar, ¿por qué un nombre con resabios intrapsíquicos para este nuevo
instituto que pretendía precisamente apartarse de las posiciones psicodinámicas? Para
comprenderlo, hay que volver a sumirse en el contexto de la creación del MRI. Jackson
busca fondos para su nuevo instituto. Está muy solicitado como terapeuta fami liar y, entre
sus pacientes, tiene familias muy ricas. No duda en ir a ver a estas familias encopetadas,
para hablarles de sus proyectos y pedirles dinero; ¡y se lo dan! Reúne rápidamente el
equivalente a un millón de dólares actuales. A cambio, debe hacer ciertas concesiones,
como explica Jules Riskin: «Recuerdo que nos preguntábamos: "¿Por qué `MentaF
Research Institute?" y, aunque he olvidado los detalles precisos, sé que el nombre se debía
a la exigencia de uno de los proveedores de fondos a quien le gustaba mucho la idea de que
se estudiasen cosas "mentales"; era para apaciguar a un donante, o con graciarse con él.
Para Jackson, la idea de "mental" quedaba ya muy atrás; en esa época, ya estaba en trifulca
con la escuela psicoanalítica, este nombre sólo se debió a razones de subsidios» Z°.
19. Fry (1963), p. 172.
241
esta familia en casa, qué clase de individuos eran. Yo intentaba sobre todo hacerles precisar
las razones de sus afirmaciones: "Creo que la madre intenta ser el jefe porque ha dicho..." o
"Ella trata al otro hijo de esta forma porque le he oído decir..." Al final escribimos un largo
documento sobre estos cinco minutos y lo enviamos a Wynne para que evaluase nuestras
afirmaciones. Básicamente, eran correctas. Entonces, escribimos un artículo, Análisis de un
fragmento de cinco minutos de conversación con una familia. Fue mi primera publicación»Z'.
Paul Watzlawick`
Paul Watzlawick nació en 1921 en Villach, una pequeña ciudad austríaca situada cerca de
la frontera ítalo-yugoslava. Procedente de un medio relativamente modesto -su padre es
empleado de banco-, asiste al gymnasium local en donde recibe una educación muy tra-
dicional: «Aprendías mucho y no estabas obligado a escuchar rock'n'roll.» Proyecta ser
ingeniero o médico, en todo caso algo «práctico»; no se siente atraído por las materias
demasiado abstractas como la filosofa. Sus padres le dejan que decida y, finalmente, elige
orientarse hacia la medicina interna.
Pero la guerra pone término a estos proyectos. Prisionero político en Alemania, se escapa
y es recogido «como un perro perdido» por los británicos. Entra a su servicio. Al final de la
guerra, se encuentra desmovilizado en Italia y entra en los servicios de policía criminal de lo
que se suponía que sería el «territorio libre de Trieste» (que, fi nalmente, fue dividido entre
Italia y Yugoslavia). Está muy interesado en este trabajo de investigación policial que le
permite iniciarse en campos muy diversificados: la balística, la química, e incluso el arte,
porque tiene que investigar sobre un robo de cuadros de maes
21. Ibid.
22. Salvo precisión contraria, las citas de Paul Watzlawick proceden de conversaciones con los autores.
tros. Como está cerca de Venecia, decide volver a seguir unos cursos en la Universidad.
Elige las lenguas modernas y la filosofia y obtiene un doctorado en 1949. «Hice mi
doctorado simplemente porque procedo de una cultura en la que una persona culta debe ser
"doctor"... Nunca tuve la intención de profesar lenguas modernas o filosofia.»
Durante unas vacaciones que pasa en Suiza, se encuentra en una calle de Zurich cuando
un chaparrón le obliga a resguardarse en un salón de té. Allí, hojeando un diario local, lee un
artículo sobre el Instituto Carl Jung. Se siente interesado y, al volver a Trieste, escribe para
proponer su candidatura. Así se convierte en «analista jungiano» en 1954. Habiendo
descubierto Italia durante sus estancias de formación y de supervisión, decide instalarse allí
y obtiene un puesto para las Naciones Unidas. Quiere poner en marcha una consulta privada
pero encuentra unas personas que le aconsejan partir a la India, a Bombay más exactamente,
alabándole las numerosas posibilidades que allí se ofrecen a un psicoterapeuta europeo. «Me
encontré en Bombay y permanecí allí seis meses, pero tuve que marcharme porque mi visado
no me permitía trabajar. Fue una estancia muy interesante.» Regresa pues a Europa y, algún
tiempo después, el instituto jungiano le dice que la Universidad de El Salvador busca un psi -
coterapeuta para dar unos cursos en las facultades de medicina y de psicología. «Envié pues
mi candidatura y, después de una "competición encarnizada con... otros dos candidatos"
obtuve el puesto. Yo no hablaba español, pero como conocía el italiano y el francés y te nía a
mis espaldas siete años de latín, no necesité mucho tiempo para aprenderlo. Firmé mi
contrato a finales de febrero y, el 15 de marzo, di mi primer curso en una lengua que era más
italiano que español, pero que era comprensible.» Imparte cursos de psicología y de
psicopatología para los médicos y algunos cursos de psicoterapia. Como la óptica de los
cursos es resueltamente freudiana, se familiariza rápidamente con las teorías psicodinámicas.
Permanecerá en El Salvador desde febrero de 1957 hasta finales de 1959.
243
vestigación más importantes. Establece contacto con John Rosen que dirige el muy célebre
Institute For Direct Analysis del que ya había oído hablar en Zurich. Rosen le ofrece un
contrato dé asociado de investigación en la Temple University de Filadelfia: -Este viaje a los
Estados Unidos estuvo a punto de no realizarse porque, en esa época, Rosen vive unos
momentos profesionales difíciles y, cuando ya ha realizado todos los preparativos para el
viaje, Paul Watzlawick recibe una carta de Rosen pidiéndole que anule su visita. Pero es de -
masiado tarde y, a pesar de su incertidumbre en cuanto a las condi ciones de su estancia en
Filadelfia, se dirige allí. Se encuentra con Ray Birdwhistell y Albert Scheflen que lo inician
en sus investigaciones sobre la comunicación. «Scheflen y Birdwhistell eran muy intere-
santes. Aunque yo nunca me he interesado directamente en la comu nicación no verbal, su
trabajo era innovador y apasionante. Scheflen estudiaba unas sesiones de terapia, nosotros
observábamos y después discutíamos las sesiones. [...] Yo no conocía el trabajo de Bateson y
de su grupo, pero Scheflen llamó mi atención sobre el tema. Me dijo que había un grupo en
Palo Alto y me dio a leer sus publicaciones. Esto me intrigó. Tenía que ir allí a verlo.
Jackson vino a Filadelfia en octubre y Scheflen me lo presentó. Jackson, que tenía la
costumbre de adoptar perros perdidos como era yo, me dijo: "Si quiere venir, será
bienvenido en Palo Alto." El MRI ya existía, era en 1960.»
algo nuevo y no se ha repetido después. Bateson tenía el notable don de atraer a personas
apasionantes y de hacer atractivas las veladas. Conocer a este hombre era extraordinario,
increíble, era un verdadero hombre del Renacimiento. Gregory Bateson podía tener un
invitado especializado en la teoría de la música y, a la vez siguiente, un astró nomo, y, la
semana siguiente, un sociólogo... y Bateson hablaba con estas personas de su propia
disciplina. En esa época, Palo Alto era verdaderamente un lugar extraordinariamente
estimulante y vivo.»
Watzlawick, por el contrario, no sentía ningún interés por el tra bajo de formación de
Virginia Satir. Él desarrolla su técnica de conversación terapéutica junto a Don Jackson.
Como en aquella época
23. Paul Watzlawick, conversación con los autores.
244
245
Para Jackson, muy pronto se hace de capital importancia poder unificar el nuevo campo
de la terapia familiar, establecer intercambios, facilitar el debate. Jules Riskin recuerda las
estrategias desplegadas para llegar a estos fines: «En 1960-1961, Haley venía a las reuniones
del MRI. En 1961, Jackson, Haley y su esposa, Betty Haley, empezaron a hablar de un
periódico. Consiguieron interesar en la idea a Ackerman y finalmente incluyeron en este
proyecto a todas las personalidades (nacionales e internacionales) que trabajaban con
familias. Todos estaban en el comité de redacción. Si se mira el pri mer número de "Family
Process", incluye a todo el mundo del circuito de la terapia familiar de la época, unas
cuarenta personas. Esto se llama "asociar a la competencia potencial" para evitar que se
lance a la competición abierta»`. Notemos de paso que Bateson también forma parte de
dicho comité de redacción.
Carlos Sluzki es un testigo privilegiado de esos años brillantes del MRI. Joven psiquiatra
argentino, en los años cincuenta trabaja en
una clínica de Buenos Aires cuya orientación principal es la psiquia tría comunitaria, de
tendencia psicodinámica. A comienzos de los años sesenta, Sluzki forma parte de un
equipo interdisciplinario coordinado por un sociólogo, Eliseo Verón, que actualmente vive
en París. El sociólogo y el psiquiatra intenta definir las variables socio lógicas que
acompañan la aparición de síntomas psicopatológicos. El proyecto se titula «Estructura
del comportamiento y sistemas de comunicación social». Se dan cuenta de que les falta un
modelo intermedio entre los procesos sociales y los procesos individuales que considere
el fenómeno de socialización por la familia. «Un día, por pura casualidad, encontré Hacia
una teoría de la esquizofrenia, el artículo de Bateson, Jackson, Haley y Weakland. Fue una
verdadera casualidad, estaba publicado en "Behavioral Sciences" y uno de mis amigos
estaba abonado a dicha revista porque sentía un gran interés por la cibernética. Encontré
el artículo y todavía recuerdo la emoción de mi descubrimiento. Porque en este artículo
tenía la síntesis pragmática de un modelo que permitía establecer este puente. Entonces, a
partir del descubrimiento del artículo en Buenos Aires, hicimos un tracing: una búsqueda
de todos los artículos de las personas de es te equipo. Así acabamos por "conocer" a Haley,
Jackson, Weakland»`.
Así pues, otra vez es el artículo revolucionario sobre la doble coacción el que despierta
la curiosidad y el interés de los investigadores, esta vez argentinos. En 1965, Sluzki recibe
una beca para pasar tres meses en el MRI, invitado por Jackson. El recuerdo de su primer
contacto con el MRI permanece muy vivo en su memoria: «En esa época, todos estaban
allí: Jackson y Haley, Weakland y Watzlawick, Virginia Satir y Janet Beavin y muchos
otros. Era un centro absolutamente espectacular en donde se cruzaban los caminos de las
personas más interesantes. Había visitas constantes de personajes particu larmente
atrayentes, o también de los investigadores que iban al Center for the Advanced Studies in
Behavioral Sciences de Palo Alto. Todos pasaban algún tiempo en el MRI, presentaban
casos, los discutían, etcétera. Yo tuve ocasión de participar en el programa de formación de
Virginia Satir y en todas las otras actividades. [Con voz
24. Ibíd.
246
247
Pero volvamos a las actividades del instituto. Si resumimos los trabajos del MRI durante
ese período, podemos señalar cinco grandes orientaciones:
- la formación;
cir: "No voy a hablaros de todo esto, voy a mostraros de qué se trata." Cogí una
familia y, cada miércoles por la tarde, veía a esta familia e invitaba a la gente a que viniese
a mirar. [...] Por mi parte, estaba harta de la gente que hablaban de las cosas que hacían sin
querer mostrarlas. Por ello, esto es precisamente lo que hice: mostré lo que ha cía.
Escribieron un artículo al año siguiente en "Saturday Evening Post". Durante ese tiempo,
los otros hablaban de teoría y, en cierta medida, trabajaban, pero no mucho. Quiero decir
que esto no formaba parte de sus prácticas»".
Todos los medios son buenos para conocer mejor y hacer conocer los nuevos métodos.
Entonces, se muestra lo que hacen los interventores: las técnicas audiovisuales hacen su
aparición en el MRI; primero registros mediante el magnetófono, después con el vídeo,
utilización del espejo sin azogue, etcétera. Además, se considera que la orientación
intrapsíquica es un freno más que una ventaja para iniciarse en la perspectiva interaccional,
por ello incluso personas que poseen muy pocos conocimientos en psicología podrán
beneficiarse de las ideas nuevas, aprender a utilizar las nuevas prácticas. No olvi demos que
la formación de Virginia Satir es la de asistente social, lo que explica tal vez en parte la
difusión y el éxito de la terapia familiar en el campo del trabajo social, mientras que la
psiquiatría parece más resistente a la penetración de estas ideas nuevas '. ;
2) La «pragmática» de la comunicación
1) La formación
Puesta en marcha por Virginia Satir, se caracteriza sobre todo por la «transparencia»
introducida en un dominio hasta entonces considerado como íntimo y secreto, que
concernía únicamente al terapeuta y a su o sus pacientes. «Una de las primeras cosas que
hice fue de
27. Publicado en francés en las Éditions du Seuil: Watzlawick y Weakland (dirs.) (1977). 28. Carlos Sluzki, conversación
con Teresa García.
29. Actualmente es director del departamento de psiquiatria del Berkshire Medical Center de Pinsfield, Mass.
Bateson se ha marchado, pero los miembros del equipo del MRI, en particular Paul
Watzlawick, continúan las investigaciones sobre la comunicación. En 1964, Watzlawick
publica una antología de la comunicación humana`, obra acompañada de una casete audio.
En
30. Virginia Satir, entrevista de Michael Yapko.
31. El sociólogo Robert Castel considera que, además de a los «psicoanalistas reconvertidos», la terapia familiar se dirige sobre todo a
«los que ocupan unas posiciones subalternas en el campo, para quienes la te rapia familiar ofrece la posibilidad de un training abreviado,
que no pasa por la longitud y el rigor del psicoanálisis, garantizando a la vez una cierta seriedad "técnica » , contrariamente a las "pop-
terapias » , como se las llama a veces en los Estados Unidos, del género Gestalt, bioenergía, etcétera.. (Castel, entrevistado por Yves Winkin
en «La Quinzaine linéraire» 419 [16-30 junio 19841 17).
248
249
ella sienta las bases de una «pragmática» de la comunicación, es de cir, «sus efectos sobre
el comportamientoO. Bateson le redacta el prólogo`. Pero es solamente un esbozo del que
Watzlawick no está totalmente satisfecho. Don Jackson y Janet Beavin también están im -
pregnados de las teorías sobre la comunicación. Orientados ante to do hacia la práctica
terapéutica, intentan volver operativos los conceptos para la intervención sobre el terreno.
Las discusiones van a buen paso en el MRI, y Paul Watzlawick y sus dos colegas intentan
responder al reto ante el que se encuentran: ¿cómo hacer de los altos vuelos teóricos de
Bateson un instrumento para el práctico?
34. Ésta es su traducción: «La invención del magnetófono, la utilización creciente de las películas sono ras y de la sala de
observación equipada con un espejo sin azogue han introducido una nueva objetividad en el estudio de la interacción humana. Además,
los progresos de la teoría de la comunicación y de las técnicas terapéuticas han traído una nueva cosecha de conceptos teóricos. Esta
antología representa un intento de reunir los dos tipos de progreso. Los nuevos conceptos teóricos son todavía tan vagos que debemos
recurrir a unos medios de comunicación demostrativos si queremos discutirlos. Es indispensable tener unos datos que podamos señalar
con el dedo si queremos hacernos comprender claramente cuando utilizamos estas nuevas abstracciones. Y, a la inversa, es necesario
disponer de conceptos claramente definidos cuando examinamos los datos.
»Espero que muchos investigadores en este campo podrán seguir el ejemplo del doctor Watzlawick ha ciendo accesibles sus datos
bajo esta forma. Sólo así podremos mantener los pies en el suelo mientras que nuestra cabeza está en las nubes...
Bateson prefiere las preguntas a las respuestas, por tanto no es ex traño que desconfíe de
las síntesis demasiado claras que tienden a ocultar los puntos de interrogación. Y, como
hemos visto anteriormente, no hay duda de que el ansia de claridad y de simplicidad de los
autores quizás ha deformado un poco unas nociones aún embrionarias en Bateson: la
codificación de la información queda reducida aquí a sólo dos tipos, codificación analógica
y digital; los aspectos «indicio» y «orden» de un mensaje se convierten en el «contenido» y
la «relación» y, aunque a primera vista sean más expresivos, se hacen cada vez más vagos a
medida que se intenta precisarlos; las nociones de simetría y de complementariedad se
acompañan de subcategorías que el propio Watzlawick rechazará más tarde.
Bateson ha comprobado y ha condenado estas divergencias, pero tal vez hay otro
elemento importante en su rechazo de la obra. En ese período, él también ha terminado un
manuscrito. Se trata de una primera versión de lo que será Hacia una ecología del espíritu, es
decir,
36. John Weakland, conversación con los autores.
250
251
«Decidimos escribir el libro y yo creía que ya era tiempo de for malizar un poco las
ideas. Comencé por los axiomas, pero expliqué muy bien en el libro que no pretendía que
se tratase de axiomas en el sentido de la lógica formal; el público encontró la idea muy
interesante. [Pregunta: ¿Quién encontró la idea del análisis interaccional de la escena
de ¿Quién teme a Virginia Wolfl. ] Era idea mía, vi la obra en el teatro y encontré
que era un ejemplo fantástico de interacción en una pareja, pero el capítulo fue escrito en
gran parte por Janet
252
253
de las terapias sistémicas. Puede decirse en efecto que, para ella, la re flexión sobre el
proceso terapéutico no se ha presentado como una aplicación de la teoría, una
«consecuencia» que derive de un análisis del sistema familiar, sino como la resolución de
una cuestión precisa que, aunque se apoye sobre unas premisas interaccionales, exige una
mirada nueva, libre de hipótesis teóricas constrictivas`. Más que en verificar las hipótesis
nuevas del enfoque familiar, los miembros del equipo de Palo Alto se han esforzado en
comprender el modo como se producía el cambio y lo han hecho principalmente después de
sus contactos con Milton Erickson. Jay Haley será un precursor de lo que se llama la
psicoterapia «estratégica», enfoque que es la base de la «terapia breve» que elaborará el
equipo de Palo Alto, como mostraremos con detalle en los capítulos siguientes.
«Queríamos entrar en la cabeza de este hombre [Jackson] y saber qué pensaba, de dónde
sacaba sus indicaciones. Pero él respondía cosas como: "Es evidente, basta con escuchar la
risa de la madre." Lo que parecía ser también el caso de Erickson, quien explicaba sus in -
tervenciones con unas formulaciones analíticas muy complicadas que no querían decir nada.
Así pues comenzamos un proyecto en el que imitábamos a Jackson y a Erickson para ver
cómo funcionaba el tratamiento. [...]
254
255
Continuaremos con el relato de esta búsqueda en el capítulo sobre la terapia breve, pero
por el momento tenemos que llegar al final de la edad de oro del MRI. Cuando los
proyectos de investigación se multiplican, cuando se encuentra en un solo y mismo lugar a
Don Jackson, Jay Haley, Paul Watzlawick, Virginia Satir y John Weakland (todos en
posición de adquirir una estatura internacional), cuando el instituto atrae celebridades del
mundo entero, el clima de las relaciones se degrada.
Repentinamente parece que los caminos divergen. Satir siente que cada vez la dejan más
aparte. De hecho, ella no está ya muy a menudo en el MRI, sino que responde a las
proposiciones, cada vez más frecuentes, de conferencias, seminarios, congresos, etcétera,
que la llevan por el mundo entero. Además, se siente incomprendida en el seno mismo del
instituto. Los trabajos orientados por la óptica ericksoniana no cuadran muy bien con su
personalidad carismática e idealista que la acerca al movimiento del «potencial humano»
que se desarrolla en aquel tiempo en los Estados Unidos. Si sus conflic tos con Jackson
siempre fueron frecuentes (él se disculpaba enviándole enormes ramos de rosas), se hacen
también muy abiertos con los otros miembros del equipo que formará el núcleo del Centro
de terapia breve. Satir conservará una gran amargura durante toda su carrera: «Ya no tenía
nada que ver con ellos. Desde mi punto de vista, no estaban interesados en lo que yo hacía.
Utilizaban una especie
de lenguaje teórico que no tenía mucho sentido para mí y, en el fon do, formábamos dos
institutos diferentes. Esto me producía tristeza, pero yo no sabía cómo interesarlos en lo
que hacía, porque esta gente estaba mucho más preocupada por los juegos sobre los que
trabajaban, y por la teoría, que por lo que yo hacía. Creo que ninguno de ellos vino a verme
trabajar nunca, aunque yo los había invitado a menudo. Después de seis años, me marché
porque iba de un lado para otro y sabía que allí no tenía ningún apoyo.
»[ ...] Yo no hablaba su lenguaje. No creo que ellos mismos com prendiesen lo que
decían, muchas veces. Todo este mecanismo "simétrico" y el modo como Jay Haley lo
utilizaba, no me concernía en absoluto.[ ...] Ellos me toleraban y, como persona, me
apreciaban: yo lo sabía. [...] No sabía nada de Milton Erickson; tenía un miedo terrible a la
hipnosis porque, para mí, era una forma de control: era por ignorancia, pero era así.
Cuando Milton llegó, le vi hacer unos movimientos, le observé en los grupos y era
espantoso. Por tanto tuve que ver poco con él. Salí de la habitación cuando él entró: tenía
miedo»".
Haley también se marcha. Recibe una oferta de Salvador Minu chin y se va a trabajar a
Filadelfia. «Estaba entregado de lleno a mis experiencias con familias y había invertido
mucho tiempo y trabajo para tener un laboratorio. Había visto muchísimas familias, unas
doscientas, comprendidas las familias "normales". Intentaba hacer funcionar el laboratorio,
y Jacksón intentaba recoger fondos para hacerlo, pero yo vivía al día y me parecía que el
dinero se terminaba, realmente. No conseguí ninguna subvención de ninguna institución
importante, de nadie. Entonces, llegó Minuchin y me ofreció un trabajo en Filadelfia.
También me sentí tentado a aceptar porque estábamos viviendo unos períodos muy
turbulentos en esos años sesenta, en Palo Alto no ocurría gran cosa y yo quería trabajar con
los pobres. Minuchin trabajaba en los barrios bajos y yo quería trabajar con él. [...] Palo
Alto era un lugar en donde se hablaba de los problemas sociales que había en otros sitios.
Era un lugar muy tranqui
1o»4z.
40. Paul Watzlawick, conversación con los autores.
41. Virginia Satir, entrevista de Michael Yapko. 42. Jay Haley, conversación con los autores.
256
257
Su marcha supone una gran pérdida para el MRI y algunos no comprenden que Jackson
lo deje marchar sin reaccionar. Jules Riskin recuerda la impresión que produjo la noticia:
«Creo que había una tensión cada vez mayor entre él y Jackson; sé que John Weakland y yo
estábamos muy trastornados por la marcha de Haley y fuimos a ver a Jackson: "¿Se puede
hacer algo?" Y Jackson estuvo muy seco: "No hay nada que hacer." Era como si ni siquiera
quisiera intentar encontrar el dinero. Esto es lo que me hace pensar que probable mente
había algo, pero no sé exactamente qué»`.
Realmente, poco importa; tanto si esta duda tiene fundamento como si no lo tiene, indica
otro problema de esa época: la implicación decreciente de Jackson en el instituto. Jackson
no tiene buena salud y, además, está viviendo unos momentos difíciles en su vida privada.
Sólo pasa por el MRI como una ráfaga de viento y casi ya no se interesa por los diversos
proyectos en curso. Wendel Ray, que es sin ninguna duda el mejor especialista de Jackson,
ha podido preguntar a la mayor parte de las personas que lo co nocieron bien durante este
período, y es así cómo ve la situación del MRI en dicha época: «No sé lo que pasaba con
Don en ese momento. Jules [Riskin] me ha dicho que se marchaba [del MRI], lo que
corrobora lo que me ha dicho Sluzki; Carlos dice que Jack son estaba cambiando de centro
de interés, orientaba su energía hacia la escritura y quería abandonar la parte
administrativa; hay cartas que lo atestiguan. Entre estas cartas, hay una en donde di ce:
"Hoy, me veo más como un escritor que como un administrador del MRI."
»Sé con certeza que estaba en conversaciones con un cierto [...] Kalman Gyrifas, de la
Universidad de Chicago [...] Al dejar la Universidad de Chicago, volvió a Grecia y abrió el
Instituto de la familia. Jackson escribe, en otro artículo publicado en el 67 y titulado The
individual and the larger context, que está a punto de partir a Grecia para ir a trabajar con
Kalman. Su plan era: dejar Palo Alto, partir allí y visitar Europa. En otra carta dice: "Me
siento más escritor que psiquiatra" y habla de su deseo de dedicar más tiempo a escribir, no
sólo sobre psiquiatría sino también novelas. [...] El equipo del MRI
43. Jules Riskin, conversación con los autores.
escribió a Jackson para decirle: "Queremos que te impliques más o que te retires"» 44.
La tensión es pues muy fuerte en el instituto cuando, en 1968, en cuentran a Don Jackson
muerto. Los rumores más diversos circularán sobre las circunstancias de esta Muerte.
William Fry, en un artículo en homenaje suyo, hablará de suicidio. Igual que Virginia Satir.
(¡Incluso se ha mencionado la posibilidad de un asesinato!) Esto es lo que piensa Wendel
Ray:
«Ha habido muchos rumores acerca de su supuesto suicidio; es un hecho que murió
demasiado joven pero yo personalmente estoy convencido de que no se trató de un
suicidio, fue una muerte accidental. Estaba muy enfermo y tomaba muchos medicamentos.
Tuvo que ser hospitalizado muchas veces el año anterior. Murray Bowen me dijo
personalmente que Jackson fue a Washington y que hubo que llevarle literalmente en
camilla al salir del avión para trasladarlo al hospital, estaba en coma; tenía efectivamente
muchos problemas físicos»`. Si, como dice William Fry, su enfermedad era muy doloro sa y
tenía que tomar una cantidad impresionante de calmantes y de somníferos, llegamos
fácilmente a las conclusiones de Wendel Ray que coinciden por otra parte con las de
Watzlawick, Weakland y Fisch.
Sea lo que fuere, en pocos meses, el MRI acababa de perder a tres de sus miembros más
influyentes y sobre todo a la cabeza de su or ganización. Nos parece que, cuando el instituto
estaba a punto de dar a luz uno de sus más bellos florones, el Centro de terapia breve, en su
conjunto, nunca se recuperó verdaderamente.
44. Wendel Ray, conversación con los autores. Agradecemos al doctor Ray todos los informes que nos ha proporcionado sobre
Don Jackson. Señalamos de paso que está redactando una biografia de Jackson, y también está reuniendo en el MR1 todos los
documentos y archivos que ha podido recoger sobre él.
45. Ibíd.
258
259
culpable, de una dimisión inaceptable. Otros aplaudirán el retorno a una posición realista, a
una humildad de buen tono cuando se hace profesión de interferir en la complejidad de la
condición humana. De todas formas, el cambio de óptica es enorme. Los miembros del equipo
de Palo Alto refutan los grandes entusiasmos sobre los resultados mara villosos de las
intervenciones terapéuticas. La felicidad no es el monopolio del psicólogo, ni mucho menos,
afirman, y nuestro conocimiento de la naturaleza humana no nos autoriza en ningún caso a
aconsejar una manera de vivir más que otra. Y esto por la sencilla razón de que, frente a las
cuestiones existenciales, estamos todos en el mismo punto; todos intentamos encontrar una
especie de «modo de emplear» nuestra existencia y, en el momento actual, nadie puede
reivindicar un enfoque mejor que otro, en todo caso de una manera absoluta.
261
paradamente, ya que esto exigiría un trabajo mucho más especializado; solamente una visión
global puede permitir apreciar el «mensaje» de la terapia breve y suscitar el debate sobre
unas cuestiones más puntuales. Se trata en efecto de dos marcos de referencia distintos, y
traducir los elementos de uno al lenguaje del otro indefectiblemente producirá confusión; son
los propios marcos los que importa evaluar.
Será la ocasión de presentar ciertas ideas muy generales sobre la intervención terapéutica,
algunas cuestiones centrales con las que se enfrentan todas las terapias cualesquiera que
sean. ¿Cómo considera el terapeuta a la persona que recibe en su consulta? ¿Está enferma, y,
si lo está, cómo definir el mal que sufre? ¿Cómo explicar las causas de la enfermedad? ¿Qué
clase de tratamiento hay que utilizar para ayudarla? ¿De qué orden debe ser la relación entre
el terapeuta y el paciente? ¿Cuál es el papel del uno y del otro en el proceso terapéu tico,
cuáles son las reglas de juego de su relación?
Veremos en las páginas siguientes que la terapia breve se desarrolló a partir de una
investigación que intentaba precisar y sistematizar las condiciones que conducen a las
personas a cambiar. Este punto de partida marcará una diferencia profunda con respecto a los
otros enfoques terapéuticos. No hay una hipótesis de partida que se tenga que confirmar, como
tampoco hay una concepción precisa sobre el funcionamiento del hombre, ni sobre su
comportamiento. Desde luego, las premisas explicativas del equipo del MR1 sobre el
comportamiento humano se nutrían de los conceptos de la cibernética y de la teoría de la
información. La terapia estratégica de Erickson y la terapia familiar de Jackson habían
aportado al equipo del Centro de terapia breve (al que nos referiremos con la sigla CTB) unas
técnicas para abordar el proceso del cambio. Pero, en el modelo de Palo Alto, no hay un
modelo teórico intermediario sobre el comportamiento: no tenían una «teoría psicológica»
propiamente dicha, a partir de la cual construir un modo de intervención. Ordinariamente, el
modelo de funcionamiento «normal» es el que determina el sentido de las intervenciones
terapéuticas. Aquí, aunque la pauta explicativa sigue siendo sistémica, lo que está en juego es
el proceso mismo de cambio, en su carácter abrupto de ruptura de continuidad con los
procesos reguladores habituales de la vida psicológica.
Pero entonces, ¿cuáles son las relaciones con Bateson, la doble coacción y la sistémica?
Para conocerlas, nos parece interesante presen
tar la terapia breve en una perspectiva histórica que podrá hacer que aparezca una coherencia
poco aparente a primera vista. Esta perspectiva histórica tiene también otra ventaja, a saber,
permitir comprender bien todo el alcance del modelo desarrollado por el equipo de p alo Alto.
Nuestra experiencia de formadores nos ha enseñado que el método de intervención, con su
aparente simplicidad, es demasiado sumario para permitir que los «aprendices de terapeutas
breves» aprecien plenamente el sentido mismo de los términos utilizados si no tienen un
conocimiento del contexto de su aparición.
En 1963, Haley publica su primera obra, Strategies of psychotherapy, en la que utiliza por
primera vez la apelación «terapia breve» t. Estos
1. Somos muy conscientes del hecho de que el calificativo «breve» aplicado a los términos «terapia» y so bre todo «terapeuta» puede
parecer inapropiado, o en todo caso poco juicioso. Es cierto que se refiere a un método terapéutico de corta duración. Hemos decidido
deliberadamente conservarlo, porque ha sido consagrado por el uso, pero sobre todo porque permite establecer una distinción entre los
diversos tipos de terapia de corta duración, ya sea un psicoanálisis o una terapia de comportamiento «de corta duración», o cualquier
otro modelo terapéutico que establezca una distinción entre un enfoque centrado en el síntoma y el proceso terapéutico «normal» que
puede comenzar cuando este síntoma ha sido eliminado. Para la «tera pia breve» de Palo Alto, la terapia concierne únicamente a la
desaparición del síntoma, como veremos en este capítulo. Cuando hablemos de «terapia breve» nos referiremos pues exclusivamente al
modelo creado por el equipo del MRI.
262
263
términos sirven para describir, desde un punto de vista de la comunicación -a partir de las
premisas teóricas heredadas del proyecto Bateson-, las técnicas terapéuticas de Milton
Erickson. Aunque el libro no explica el modelo terapéutico que se elaborará en el Centro
de terapia breve, las ideas que adelanta indican la dirección en la que buen número de los
miembros del MRIz investigaban en aquel momento. El libro nos ofrece pues una especie
de «eslabón que falta» que une los trabajos de Erickson', la terapia breve y la terapia estra -
tégica tal como fue concebida por Jay Haley.
Definir un objetivo a la intervención. «La terapia breve, que puede definirse como una
intervención que consta de una a veinte sesiones de tratamiento, no implica que se haga
menos que en una terapia de larga duración. El enfoque es, teórica y metodológicamente,
diferente del que se basa en las teorías de los procesos intrapsíquicos. De un modo general,
la terapia breve ataca unos síntomas claramente definidos. Cuando se tienen problemas
más vagos, se definen unos objetivos específicos y limitados»'.
Papel activo del terapeuta. El papel del terapeuta es fundamentalmente distinto de lo que es
en las terapias clásicas. El «terapeuta breve» intenta inducir cambios desde la primera
sesión. Cuando está todavía en el estadio de recoger información, utiliza ya unas manio bras
que preparan el terreno para el cambio. El proceso terapéutico es controlado por el
terapeuta, él es quien debe tener las riendas de la situación.
Concentración sobre la situación presente más que sobre el pasado. La recogida de datos es
fundamentalmente diferente de la que encontramos en la terapia a largo plazo: el terapeuta
quiere comprender las dificultades vividas actualmente. La pregunta que se hace el
terapeuta es: «Dado el pasado de esta persona, ¿cuáles son las dificultades que encuentra
en su vida actualmente?» Imaginemos que una paciente haya sufrido una experiencia
traumatizante, una violación
2. Principalmente Paul Watzlawick, John Weakland y Richard Fisch. Muchas reuniones formales e informales tenían lugar en esa
época en el MRI. John Weakland cuenta que tuvo largas discusiones con Jay Haley sobre lo que debía ser Strategies ojpsychotherapy.
3. Hay que subrayar que la interpretación que hacen los miembros del grupo Bateson y algunos miem bros del MRI del trabajo de
Erickson es suya propia. Erickson interpretó sus intervenciones con unas pau tas diferentes, pero sin haber refutado nunca la versión de
Haley o del CTB.
Estimular la motivación del paciente. Otra característica de las terapias directivas concierne a
la actitud del terapeuta para estimular la participación del paciente en el proceso de
cambio. Uno de los pilares del enfoque terapéutico de Erickson consiste en poner en duda y
someter a prueba la motivación de sus pacientes para cambiar, como hemos dicho
anteriormente. Se trata en cierto modo de llevar al paciente a entrever él mismo la
posibilidad de un cambio, aunque sea mínimo, y a poder así reconocer las modificaciones
que se producirán en su situación, a medida que progrese el proceso terapéutico, como
mejorías de su estado. La ilusión de rigidez del problema que da rota cuando se establece la
posibilidad de cambio. Encontramos aquí el tema de la participación del paciente. Para
Erickson, todo cambio debe comprometer al paciente en una empresa en la que de be
cooperar.
265
Las ideas nuevas abundan en el MRI. Llega entonces un nuevo personaje en torno al cual
se catalizarán las interacciones que darán a luz el modelo de intervención del equipo de
Palo Alto. Algunas palabras de introducción sobre Richard Fisch que iba a ser el inicia dor
y después el director del Centro de terapia breve.
Richard Fisch nació en 1926 en el frío invierno neoyorquino. Durante sus estudios de
medicina, duda entre la cirugía y la psiquiatría, pero se decide por esta última orientación
después de su internado en Brooklyn. Se va a Maryland para especializarse en psiquiatría
y, en 1958, después de haber sido instructor clínico en la John Hop kins Medical School
de Baltimore, decide instalarse en California. Después de haber vivido en estos lugares más
tranquilos y llenos de árboles, el regreso a Nueva York le parece demasiado penoso.
mente el nombre de un psiquiatra que responde a sus deseos: Don Jackson. Comienza el
tratamiento y Fisch aprecia mucho el estilo de intervención del médico. «Era un hombre
carismático y nuestras relaciones eran bastante informales, no tenían nada que ver con la
"distancia analítica"». Después de dos o tres sesiones, Jackson le dice que, teniendo en
cuenta que presenta ciertos problemas psicosomáticos, piensa enviarle a consultar a uno de
sus colegas, que podría tratarle estos síntomas molestos antes de continuar la terapia. Fisch
no ve esta proposición con buenos ojos: «¡No se tienen dos terapeutas!» Pero todavía no ha
tenido tiempo de negarse cuando Jackson le da el golpe definitivo anunciándole que
además su colega ¡utiliza la hipnosis! Se necesitaba el carisma de Jackson para convencer a
un psiquiatra de que fuese a consultar a un «charlatán». No obstante va y, después de
algunas sesiones con John Haley, su problema psicoso mático se ha resuelto y su depresión
ha desaparecido. Entonces Dick Fisch, intrigado, se interesa por la hipnosis un poco más.
Se entera de que el Mental Research Institute organiza unas formaciones para la
hipnoterapia. Como el instituto está cerca de su despacho de con sulta, se inscribe: su
primer formador será John Weakland. En esa época, ha dejado su trabajo en el hospital
general de San Francisco y trabaja a pleno tiempo como terapeuta privado. También
frecuenta cada vez más el MRI y se inscribe en la formación en terapia fami liar, que
empieza, poco a poco, a integrar en su enfoque terapéutico.
Fisch, estando solo, con sus pacientes como únicos interlocutores, se aburre. La
actividad intelectual que reina en el MRI, el dinamismo de todas estas personas a las que
conoce ahora cada vez mejor, todo esto aviva su deseo de tener un papel más activo. Ya
está en el comité de formaciones pero desearía participar más, hacer investiga ción.
Mantiene una relación privilegiada con John Weakland y le gusta intercambiar ideas con
Paul Watzlawick. Además tiene la costumbre de discutir los casos difíciles que él encuentra
y ellos lo han ayudado a salir de muchos atolladeros sugiriéndole que utilizase unas
técnicas «estratégicas». Estamos en 1966 y Dick Fisch se decide a ir a hablarles de su
deseo de unirse a ellos. John Weakland recuerda ese momento: «Dick tenía su despacho en
Hamilton Avenue' y
5. Ibíd., p. 53.
266
267
solamente había una ventana muy alta, cerca del techo, que daba a un vestíbulo de paso;
tenía la imp-esión de volverse loco. Veía pacientes todo el día y quería salir, mantener
contactos y hacer cosas interesantes con otras personas. Entonces se dijo que podríamos
reunirnos y hacer tratamiento experimental. Paul se sentía atraído por la idea y yo también,
porque en ese momento, de una manera o de otra, la terapia familiar parecía ser cada vez
más larga. Aparecían artículos que decían cosas así: "Después de un año de terapia sola -
mente estaba clara la naturaleza del problema." Y me dije: "¡Dios mío, estamos siguiendo
el mismo camino que los analistas!" No queríamos estirar la terapia, hacerla cada vez más
larga, no es eso lo que queríamos, no era esta nuestra idea, no se trataba de esto, se su ponía
que nosotros "resolvíamos la cuestión" (get things done). Yo estaba pues más que
entusiasmado en la idea de participar en un proyecto de esta clase»'.
Así pues, aceptan con entusiasmo la idea de Dick: «Reunámonos y sigamos a los
pacientes dentro del marco de una investigación sobre estas técnicas que parecen
prometedoras. Veamos para qué casos funcionan, cómo pueden utilizarse mejor estas
técnicas.» Jay Haley se dispone a ayudarlos en la organización. John y Paul están eviden -
temente a favor de la iniciativa. Pero necesitan dinero y entonces se dirigen a Jackson que
confirma su reputación., Obtiene un fondo principal de la Lake B. Hancock Foundation y
-
de la TB. Walker Foundation que permite financiar los dos primeros años de funcio -
namiento.
Se ven rápidamente obligados a encontrar un nombre para el proyecto, para que los
pacientes puedan saber exactamente adónde deben dirigirse. El proyecto de investigación
está, desde luego, dentro del MRI pero, ahora, constituyen un equipo de trabajo agrupado
con un objetivo bien definido. Se preguntan qué nombre van a dar le al proyecto. Fisch
cuenta: «Estábamos interesados por la terapia
de corta duración, entonces: "terapia breve". Pero ¿terapia breve qué? Centra de terapia
breve, ¿no es un nombre magnífico? [Risas.] Entonces dijeron que sí.» Y se creó el centro.
Al equipo de base -Dick Fisch, que será el director del proyecto, Paul Watzlawick y John
Weakland- se unirá Arthur Bodin, un joven psicólogo que iba y venía por el MRI desde
1963, cuando hacía su internado en psicología clínica y preparaba su tesis de doctorado. Art
trabajaba entonces desinteresadamente para Paul Watzlawick en la investigación sobre la
conversación estructurada. Por tanto se une naturalmente al proyecto del Centro de terapia
breve. El equipo de partida está al completo.
La organización del trabajo es sencilla. Un terapeuta ve a una familia mientras los otros
observan a través de un espejo sin azogue; el terapeuta puede salir de la sala y discutir con
sus colegas que, también, pueden intervenir entrando en la sala. Las conversaciones se re -
gistran en una cinta magnetofónica. Una vez por semana, el equipo se reúne para discutir
los casos y las intervenciones. Deciden también invitar a otros terapeutas a seguir algunas
situaciones, principalmente a Jackson y Haley, quienes participarán regularmente y se -
guirán un caso cada uno. El proyecto comienza en enero de 1967.
Bodin, Fisch, Watzlawick y Weakland comienzan pues por tratar a unas familias y a unas
parejas a las que ven juntos siguiendo una versión suave del modelo de la terapia familiar
clásica. Se concentran en primer lugar sobre las interacciones, sobre el modo como las
personas se comunican entre sí. Sin embargo, como no pueden ne gar su influencia
ericksoniana, se concentran también sobre un
7. John Weakland, conversación con los autores.
268
269
10. nAlgunos movimientos terapéuticos estaban dirigidos por la idea de relación simétrica y comple mentaria; por ejemplo, cuando una
pareja presentaba relaciones simétricas, se pedia a uno de sus miembros que hiciera algo que indujese una complementariedad
puntual, a menudo en un campo diferente de aquel en el que se planteaba el problema» (Richard Fisch, conversación con los
autores).
tra manera de abordar la investigación; esto nos hizo pasar de "Vea mos para qué casos
estos mecanismos son apropiados" a "Veamos qué es lo máximo que podemos hacer por la
gente en diez sesiones para todos los casos". Entonces, evidentemente, durante la discusión
de los casos, sin que hubiese habido una decisión formal, nos decía mos: "Bien, tenemos
diez sesiones con estas personas. Cuál es el cambio mínimo (si es posible estratégico) que,
si nos detenemos después de diez sesiones, podría conducir a una extensión del cambio
después, algo como un efecto `bola de nieve' o la propagación de las ondas cuando
arrojamos una piedra a un estanque." Así la metodología cambió nuestro pensamiento; si
piensas qué es posible hacer en diez sesiones, entonces piensas automáticamente en ser
activo. Y, en este marco de actividad, tienes que incluir: "¿Qué debo hacer que haga la
gente?" Si tienes que llevar a la gente a hacer algo, estás obli gado a pensar: "¿Cómo
actuaré para hacerles hacer algo?" Esto estaba en evolución, nada estaba formalizado, nos
descubrimos a nosotros mismos desechando algunas informaciones. Así es como puedo
calificar mejor nuestra evolución. Por ejemplo, para un problema de pareja, al principio de
la investigación les preguntábamos: "¿Cómo se conocieron?" Y -en nuestros esfuerzos por
hacerles hacer algo- vimos que tal información ya no era pertinente, así que ya no hicimos
más esta pregunta. Cuantas menos preguntas hagáis, más tiempo ganáis. [Risas]»`.
Poco a poco, no sólo evolucionan sus técnicas, sino que aparecen ideas nuevas. Trabajan
con el grupo familiar y con las parejas de una manera conjunta, hasta el día en que, ante un
fracaso de su tratamiento, llegan a preguntarse si no es el marco mismo que se han im-
puesto lo que está en tela de juicio. «Fue uno de los casos que había mos visto el que
empezó a hacernos cambiar; era una pareja en la que la mujer estaba deprimida, ya había
sido hospitalizada varias veces y el marido estaba muy preocupado por esta situación. Ella
estaba otra vez deprimida; los vimos juntos. Una mujer obesa que, du rante la sesión, se
sentaba así [en el borde de la silla] con una actitud muy deprimida, y nos parecía que el
marido hacía algunas cosas que aumentaban su depresión. Teníamos grandes dificultades
para conse
11. Ibíd.
270
271
Esto refleja bien el espíritu con el que el Centro de terapia breve progresó, totalmente
dentro de la óptica de Erickson: para ellos, el análisis interaccional no ofrece una respuesta
automática al proceso de cambio. Es la eficacia de la intervención misma la que es deter -
minante, la que es el objetivo de las reflexiones teóricas. Se pretende dirigir una mirada
interaccional sobre el método de cambio, lo que permitirá llegar a formalizar una «teoría
de la intervención» no basada en una teoría de la familia, sino en la eficacia de una
relación terapeuta-paciente con un objetivo preciso: el cambio de comporta miento deseado
por el paciente. Lo importante es tener resultados concretos, en la línea de Jackson y, por
supuesto, de Erickson. «Estábamos abiertos, tanto como era posible estarlo; era ésta una de
las ventajas que el MR1 nos había procurado. No hubiésemos podido trabajar así si
hubiésemos tenido que plegarnos a un protocolo de investigación rígido. Nuestro proyecto
era muy flexible, "intentemos esto o aquello". En una universidad o en una fundación
privada, hubiésemos tenido que llegar con un formato de investigación muy claro, muy
constrictivo»".
Fue durante el tratamiento de otro paciente cuando descubrieron otra noción clave de su
enfoque. Esta nueva idea será incluso la «marca registrada del modelo de Palo Alto». Esto
los alejará todavía
12. Ibíd. 13. Ibíd.
más de la terapia familiar y dará una respuesta a la pregunta obsesi va que les perseguía
desde el comienzo del proyecto: «¿Qué es esta "otra cosa" que las personas que nos
consultan deben hacer?»
273
a la gente que hiciesen lo que hacían respecto al problema. En nues tras discusiones,
llamábamos a esto "soluciones", hasta que acabamos por decirnos: "Pero esto no son
soluciones, llamémoslas `intentos de solución' (attempted solutions)... ya que, de hecho, no
resuelven nada"»".
Durante el verano de 1972, los miembros del equipo se sienten preparados para
formalizar los resultados de la evolución de su práctica de intervención y deciden escribir
su primer artículo`. Las nociones básicas se precisarán, igual que las técnicas de
intervención que, poco a poco, serán sistematizadas y descritas en la obra más cé lebre del
equipo del Centro de terapia breve, Cambio", que se publicó en 1974.
Los autores estudian los procesos de la génesis y del manteni miento de los problemas
psicológicos y el modo como pueden ser resueltos; se esfuerzan también en mostrar cómo
el buen sentido y la lógica fracasan a veces miserablemente allí en donde unos medios
ilógicos y aparentemente desprovistos de sentido pueden producir un cambio radical. Dos
preguntas parecen centrales para la psicoterapia: ¿Cómo persiste esta situación no deseada
y qué hay que hacer para cambiarla?
Vamos primero a abordar el proceso del cambio mismo: veremos después lo que hay que
entender por «problemas humanos» según la óptica de Palo Alto; acabaremos con una
exposición de las características formales del proceso de resolución de estos problemas, el
modelo de intervención de la terapia breve.
15. El artículo ha sido recogido en Tbe interactional viera, editado por Watzlawick y Weakland (1977). En la misma obra, se
encuentra otro artículo publicado el mismo año: Sobre ciertos terapeutas marginales (Watzlawick, Fisch, Weakland y Bodin [1972]),
respuesta irónica del Centro de terapia breve a los terapeutas fami liares que critican sus investigaciones. El punto central del artículo es el
"peligro de olvidar la teoría establecida», que acecha a ciertos terapeutas y los conduce a apartarse de los caminos bien trazados de la
sistémica. Este artículo subraya muy bien el carácter «herético» del enfoque centrado sobre la intervención más que sobre las teorías
explicativas del comportamiento en los medios de la psicoterapia. Por otra parte, esta práctica sigue siendo todavía hoy muy marginal.
16. Cuyo título original inglés es Cbange. Principles ofpmblem formation and problem resolution. 17. Principalmente,
Watzlawick (1983, 1988).
18. Watzlawick (1976, 1987). La Guía no conformista para uso de América aborda el choque de realidades culturales diferentes y los
malentendidos que de ello resultan.
19. Watzlawick (1978); Fisch, Weakland y Segal (1982); Herr y Weakland (1979). Esta última obra (Coun seling elden and
theirfamilies) expone las aplicaciones posibles de la terapia breve a las dificultades que en cuentran algunas familias para ocuparse de
sus padres de edad avanzada.
9.2.1. El cambio
Para encuadrar sus reflexiones sobre el cambio, los autores recu rrirán a la teoría de los
grupos` y a la teoría de los tipos lógicos. No
20. A nuestro entender, la fuerza principal del equipo del CTB es la complementariedad de sus tres miembros fundadores. Aparecen
claramente las diferencias en este relato de Dick Fisch sobre la manera co mo el libro fue concebido y redactado: «Paul insistía (y nosotros
estábamos de acuerdo) en ser el autor principal. Nos reuníamos los tres para discutir las ideas y Paul lo redactaba partiendo de ahí. No
habíamos hablado en absoluto de esta teoría [de los grupos] en relación con el trabajo. Así pues, él vino a enseñarnos los dos primeros
capítulos, y le dijimos: "¿De dónde salen estas ideas?" Teníamos miedo porque el libro se dirigía principalmente a un público de
terapeutas y, en general, la orientación matemática o fisica de los te rapeutas es más bien pobre (por ser una disciplina que viene de las
ciencias sociales). Entonces pensábamos que esto sería un obstáculo para algunas personas, pero Paul quería que nuestras ideas estuviesen
expresadas en un contexto teórico. Estábamos de acuerdo, pero queríamos que la teoría viniese después, hacia el final del libro. Temíamos
que la gente abriese el libro y ¡para! se encontrasen directamente ante unas teorías ma temáticas. Paul dijo que realmente era de fácil
acceso y aceptamos. Pero, de hecho, hay personas que no lo comprenden bien al principio.
»Tácticas llegó porque mucha gente nos dijo que Cambio era interesante pero que encontraban muchas dificultades para llevarlo a la
práctica. Escribimos un compañero, un "libro de recetas" o cómo introducir la teoría de Cambio en la práctica. En aquel momento,
sabíamos más sobre la dificultad de las aplicaciones, y nos dijimos que estaría bien proseguir a partir de una pequeña introducción teórica.
Pero nuestra visión teórica había evolucionado. Sobre todo en el sentido de simplificar las afirmaciones teóricas. Tal vez no era necesario
pensar en términos de tipos y de grupos. La idea central de nuestro modelo es que, si alguien está metido en un comportamiento que no
funciona, puede asumirse que esto es precisamente lo que mantiene el problema, por ello la distinción entre cambio de primer y de
segundo orden ya no era necesaria [...]. Pero Paul no estaba interesado en un modo de proceder de este tipo. Nosotros le dijimos:
"Pongámonos de acuerdo", pero Paul estaba menos interesado por las aplicaciones clínicas que por los principios. Mi visión del equipo es
la siguiente: Paul es nuestro teórico, John nuestro estratega y yo soy el táctico» (Richard Fisch, conversación con los autores).
274
275
nos extenderemos sobre el uso de la teoría de los grupos para no so brecargar inútilmente la
presentación. Los conceptos que hemos citado anteriormente bastarán para exponer las ideas
principales. Digamos simplemente que la teoría de los grupos ofrece una analogía que
permite ilustrar el hecho de que ciertas acciones, ciertas actitu des que se supone que aportan
un cambio benéfico no hacen más que poner en marcha unos mecanismos reguladores
homeostáticos que restablecen el equilibrio anterior; lo que se resume en la célebre fórmula:
«Cuanto más cambia, más es lo mismo.»
Por el contrario, existen cambios que conciernen al conjunto del sistema, a la norma de su
funcionamiento. Para explicar este cambio de estructuras, es necesario recurrir a una teoría
que tenga en cuenta a la vez los elementos, pero también el conjunto del sistema. La teo ría
de los tipos lógicos permite esta doble mirada y puede, por tan to, explicar el proceso de
trascendencia del marco de referencia`.
Estas dos teorías proporcionan dos modelos: el primero permite aprehender el cambio que
se produce en el interior de un conjunto que en sí permanece invariable; el segundo permite
comprender la relación de los elementos con la clase y el cambio que constituye el paso de
un tipo lógico a otro`. Ellos sacan dos conclusiones de los tipos lógicos:
- Hay que separar cuidadosamente los niveles lógicos si se quieren evitar las paradojas.
El cambio que conserva el sistema será llamado el cambio 1, representa una ecuación de
invariancia; el cambio del sistema mismo, un «metacambio», será llamado el cambio 2. En
el cambio 1, los ele
21. Notemos que las dos teorías presentadas en el libro tienen en común el hecho de que estudian dos formas de agrupar
elementos. El hecho de agrupar cosas constituye el elemento más profundo, el más indispensable de nuestra percepción y de nuestra
concepción de lo real. «[...1 porque ordenamos el mundo en grupos de elementos que tienen en común una propiedad importante
(grupos que se entrecruzan de una forma compleja y se superponen) damos una estructura a lo que de otro modo no sería más que
un caos, una fantasmagoría» (Watzlawick, Weakland y Fisch [19741, p. 20).
22. Aunque la teoría de los tipos no permite ninguna predicción sobre el resultado de la trascendencia, sino que conducirá a una
nueva estructuración del sistema global.
inentos se modifican; en el cambio 2, las reglas de transformación son las que sufren los
cambios.
a) Cambio de tipo 1
De un modo general, se hablará de cambio de tipo 1 cuando las re glas de las relaciones
siguen siendo las mismas. El ejemplo más sencillo es la desviación con respecto a una norma
de funcionamiento. Esta desviación será automáticamente compensada por unas reacciones
homeostáticas. Notemos que este proceso de regulación por feed-back puede manifestarse
tanto en los sistemas interpersonales estables, por ejemplo una familia, una empresa,
etcétera, como a nivel del sistema de pensamiento de un individuo. Hemos dicho antes que
la organización de las ideas, del pensamiento, puede en efecto ser considerada como un
sistema jerarquizado que intenta mantener su equilibrio. Toda idea nueva será pues objeto de
un proceso de «neutralización» que tendrá como fin dejar intacta la estructura general del
sistema de pensamiento. Si tomamos el ejemplo de una actitud referente a la educación de
los hijos, podríamos decir que cada familia ha establecido, al menos implícitamente, un
arsenal de medidas educativas que juzga adecuadas. Frente a algunas dificultades con los
hijos, se tomarán unas medidas reguladoras de acuerdo con las premisas. Sólo cuando todas
las medidas posibles en este marco resulten ineficaces, el sistema se enfrentará con una
«crisis» que, eventualmente, podrá acabar en una ampliación, que a veces necesitará una
reestructuración en profundidad, de las premisas anteriores. En este caso, como en los
sistemas interpersonales, podrá decirse que las reglas de funcionamiento han cambiado, a
menudo por el abandono de ciertas redundancias establecidas anteriormente, devolviendo así
flexibilidad al sistema. También puede incluirse en la categoría del cambio de ti po 1 los
«desplazamientos del síntoma», como han sido descritos por Jackson principalmente; por
ejemplo, cuando un joven adolescente deja sus comportamientos delictivos, los padres
advierten unos comportamientos malos en uno de sus hermanos, por los que éste puede
llegar a cometer actos de delicuencia. O también, el tratamiento de la frigidez de una mujer
puede acarrear la impotencia del marido.
276
277
Si consideramos una relación entre dos personas, una pareja por ejemplo, podemos notar
que, dado un cierto tipo de relación, pueden producirse muchos comportamientos a primera
vista muy diferentes sin que se reconsidere la relación. Si un marido dirige la con ducta de
su esposa, puede hacerlo prohibiéndole ciertos actos o autorizándole ciertos otros: ya que
dar su autorización es, por supuesto, otra forma de control tal vez más sutil. Todas las
escaladas interaccionales pueden incluirse también en este tipo de cambio; viéndose cada
uno simplemente como alguien que reacciona a las acciones del otro: la carrera de los
armamentos, los problemas árabeisraelíes, etcétera, son ilustraciones bien conocidas.
b) Cambio de tipo 2
El cambio de tipo 2 a menudo parece producirse sin ton ni son, como una especie de
«iluminación repentina que surge de una manera imprevisible» 24. Sin embargo, sólo a la luz
del cambio 1 parece ilógico el cambio 2, «pero si uno se sitúa fuera del sistema, solamen te
aparece como un cambio de las premisas [...] que gobiernan el sistema como totalidad»Z 5.
Es evidente que el equipo de Palo Alto se interesó sobre todo en esta clase de cambios; en
efecto, cuando los procesos habituales de regulación se revelan ineficaces, el sistema
atraviesa una crisis importante y puede entonces decidir recurrir a una persona exterior. El
método y las técnicas de intervención tendrán por objeto pues, la mayoría de las veces,
suscitar un cambio de tipo 2, como veremos.
te para restablecer la norma, continuamos abrigándonos más hasta que ya no tenemos frío.
Igualmente, si un niño no respeta una norma familiar, podemos aumentar la importancia de
nuestras sanciones hasta el momento en que su comportamiento vuelva a ser conforme.
Mecanismo regulador que Watzlawick y sus colegas resumirán en la fórmula «hacer más de
lo mismo». Se trata pues de una manera sencilla y «lógica» de resolver un problema.
Digamos por otra parte que, muy a menudo, esto permite acabar con la dificul tad. Pero el
equipo del CTB mostrará que, cuando esta solución lógica se utiliza de manera
inapropiada, puede también conducir a la agravación del problema y no a su resolución.
Incluso irán más lejos y afirmarán que la mayor parte de los problemas psicológicos e inter -
accionales que encontramos en las consultas de los especialistas de la salud mental se
deben a este tipo de soluciones inadecuadas: las soluciones mantienen y refuerzan el
problema que se intenta resolver.
278
279
vechar esta «vida maravillosa», cuando nos esforzamos por conciliar el sueño en caso de
insomnio, etcétera. «[ ...] en algunas circunstancias, aparecen problemas simplemente como
resultados de tentativas mal dirigidas para modificar una dificultad real... o bien, lo que to -
davía es más absurdo, una dificultad inexistente [...]»z'.
La óptica del equipo del Centro de terapia breve es, globalmente, que debemos hacer una
distinción importante entre las dificultades «normales» de la vida cotidiana y los
«problemas psicológicos». La vida es un cambio perpetuo y, de vez en cuando, nos
encontramos frente a unas dificultades de adaptación a nuestro medio, dificulta des que
superamos generalmente por medio de unas acciones de «sentido común» (generalmente
unos cambios de tipo 1). Así pues, hay que diferenciar estas dificultades «normales» de los
problemas recurrentes: algunos apuros o dilemas insoportables que, la mayoría de las
veces, se deben a unas soluciones inadecuadas empleadas para resolver dificultades. O
también, para utilizar una fórmula citada a menudo por John Weakland: «La vida es una
serie ininterrumpida de dificultades; un problema es la misma dificultad que se presenta
una y otra vez»`.
Como hemos visto en nuestra historia de la creación del Centro de terapia breve, el
equipo de Palo Alto va a contracorriente de las prácti cas tradicionales, tanto analíticas
como sistémicas, a nivel del método de intervención terapéutica. En efecto, reconsiderando
los a priori de estos diversos enfoques, los «mitos» sobre el cambio, como ellos los llaman,
llegan a formular algunos preceptos originales. Ellos nos previenen de que su teoría es
también solamente un mito, pero: «Diríamos que algunos mitos nos parecen menos míticos
que otros» Z9. Toda teoría es siempre una construcción mental; una construcción es mejor
que otra si permite una mejor eficacia de la acción. Éste es el mensaje
fundamental del «constructivismo» al que Paul Watzlawick se referirá muy a menudo más
tarde para apoyar sus tesis`.
Aunque ninguna teoría puede deducirse de tales investigaciones, éstas confirman que el
cambio repentino no tiene nada que ver con las teorías clásicas (los «mitos») sobre el
cambio. Veamos algunos ejemplos`:
- Una madre lleva a su hijo a la escuela maternal cada mañana. Cuando ella da señales
de que va a marcharse, el niño llora tanto que se ve obligada a quedarse con él en la
escuela. La misma situación se reproduce cada mañana. Un día, la madre no puede
acompañar al niño y lo lleva el padre; como él ineludiblemente debe acudir
inmediatamente a su trabajo, se ve obligado a dejar al niño llorando. Pero apenas ha
franqueado la puerta de la escuela, el niño deja de llorar. Cuando la madre puede reanudar
su tarea, todo va bien, el niño ya no llora.
- Una pareja se está yendo a pique. Desde hace meses, ya no man tienen ninguna relación
sexual. Un día, les invitan a pasar un fin de semana en casa de unos amigos. Se alojan en
una habitación en la que la cama está apoyada en la pared; el marido tiene que levantarse
por la noche, pasa por encima de su mujer y, sintiendo de nuevo de
27. Ibíd., p. 54.
28. Traducción edulcorada de: Life is one damn thing after the otben a problem is the same damn thing again and again.
280
281
seo de ella, hacen el amor. A partir de este momento, su relación me jora y su sexualidad
vuelve a ser normal.
¿Qué conclusión sacar de estos ejemplos tan dispares a primera vista? Su punto común
es que la acción decisiva se ha aplicado al intento de solución, «a lo que se ha hecho para
solucionar la dificultad». La madre permanece cada día con su hijo para calmarlo; es un
cambio 1, deja la situación igual. Los problemas vividos por la pareja han echo que ambos
se eviten cada vez más; la visita a casa de sus amigos ha hecho imposible el que se
evitasen. El hombre agorafóbico resolvía su dificultad no alejándose de los lugares en los
que no sentía angustia; el problema desaparece cuando abandona su «solución».
intentará saber, por ejemplo, si en la infancia el paciente ha sufrido algunas experiencias que
permitan comprender su comportamiento actual. Esto no implica que él niegue tal
eventualidad` sino simplemente que no es necesario disponer de estas informaciones para
planear el proceso del tratamiento. Poco importan las experiencias anteriores que permitan
explicar el síntoma, lo esencial es que desaparezca lo más pronto posible. Igualmente, no
intentará comprender la función que el síntoma pueda tener en el sistema familiar; es
probable que el sistema relacional del paciente se haya regulado en torno al síntoma, pero,
una vez más, esto no es decir que este sistema «necesite» el síntoma para su regulación`:
volveremos a hablar de las particularidades del modelo y sus implicaciones al final de es te
capítulo; veamos primero sus etapas concretas.
34. Para utilizar los conceptos sistémicos, podríamos decir que el terapeuta considerará el sistema
relaciona¡ como equifinal y no como regulado en torno a un objetivo definido. L desaparición del
síntoma podrá generar un nuevo funcionamiento del sistema en torno a un nuevo equilibrio.
35. Hemos elegido emplear el término «el que se queja.. para insistir sobre el hecho de que no se
trata automáticamente de la persona que presenta el síntoma, es decir, de la que se designa
generalmente con el término «paciente», sino de aquella que sufre la situación, que se queja de ella.
36. Para algunas precisiones sobre esta terminología cibernética, véase la parte «Síntesis,
perspectivas y conclusiones» de esta obra.
282
283
no. Esta adaptación puede causar sufrimiento -en cuyo caso el porta dor del síntoma puede
ser «el que se queja»-, pero sucede con frecuencia que no sea éste el caso. En esta
alternativa, una persona (o varias) del entorno puede (pueden) sufrir por la situación y hacia
ella(s) se dirigirá el terapeuta para encontrar el «motor» del cambio.
Tal actitud es más sorprendente de lo que parece a primera vista, aunque se deriva
bastante lógicamente de las premisas del enfoque. La terapia breve afirma una posición no
normativa sobre la enfermedad mental, lo que implica que sólo el sufrimiento será la
condición de una intervención terapéutica; así pues, encontramos una posición re lativista: no
son las conductas «marginales» las que designan ipso facto al paciente que hay que tratar. Si
consideramos por ejemplo el caso de una pareja en la que el marido es alcohólico pero no
considera el serlo como algo que entorpezca su vida cotidiana, pero, por el contrario, su
esposa sufre de cohabitar con él, el terapeuta se dirigirá a la esposa para inducir el cambio.
Como podemos ver, esta visión de la intervención va contra muchos esquemas tradicionales.
Puede parecer dificil considerar que un miembro del entorno es el que debe seguir una te -
rapia mientras que otra persona es la que presenta los síntomas reconocidos como tales por
una posición cultural dominante. Para evitar la trampa de las retroacciones homeostáticas, se
intentará encontrar una palanca, un punto sensible del sistema, un elemento lejos de una
posición de equilibrio, y sobre él se concentrará el que intervenga. «Si no forma parte del
problema, puede forma parte de la solución», afirma el terapeuta a la persona que se
pregunta por qué el terapeuta la ha llamado a su consulta en lugar del portador del síntoma"'.
37. Nos damos perfecta cuenta del hecho de que esta posición puede provocar indignación. «¿Cómo se puede mantener semejante
actitud ante unos niños apalizados, violados, o unos adolescentes drogados tendidos en el arroyo, o unos pacientes "cronificados" de los
que nadie se preocupa desde hace años? ¿Significa esto que debemos asistir, impotentes, a la muerte de aquellos que no tienen ni
siquiera fuerzas para quejarse?" Desde luego que no. Es evidente que el modelo de la terapia breve no implica que nos conduzcamos
como ciudadanos irresponsables; hay situaciones en las que se impone una acción, haya quien la pida o no. Solamente queremos insistir
sobre el hecho de que esto no significa que sea inútil hacerse la pregunta: «¿Quién es el que se queja?" El que la respuesta sea
simplemente «nosotros mismos» o «la justicia", no quita nada a su pertinencia. Por el contrario, permite aclarar lo que se juega en la
intervención y evitar, por ejemplo, que el que interviene se encuentre en una relación ambigua con respecto al sistema afectado y ac túe
«como si» alguien estuviese, o incluso debiese estar, insatisfecho por la situación; esto modifica completamente el contexto de la
intervención terapéutica y la acerca a una situación de control social, que necesita recurrir a otras formas de intervención. Para ilustrar
estas reflexiones, véase principalmente Seron y Wittezaele (1991).
284
285
Uno de los puntos importantes de esta etapa es que contribuye a comprender la red
relacional, el «sistema» pertinente para la intervención, los mecanismos de la
comunicación que alimentan la dificultad y hacen que persista. «¿Quién interviene, y
cómo, para resolver el problema?»
40. Un padre puede, por ejemplo, castigar a su hijo adolescente que ha vuelto demasiado tarde a casa;
puede endurecer sus castigos si las primeras sanciones han sido ineficaces, pero también puede darle
una lección de moral, explicarle todos los riesgos e intentar convencerlo; podrá también recurrir a otras
personas de su alrededor (un tío, un vecino, el comisario de policía o el guarda rural, etcétera) para
amenazarlo. En este caso, puede decirse que la clase, la característica común de todos sus intentos de
solución, es que quiere controlar el comportamiento de su hijo. Digamos que, para que no haya
malentendidos, que también puede encontrarse lo contrario, a saber, un padre que se niega a intervenir
en la vida de su hijo; en este caso, habrá que suscitar la conducta inversa. Una vez más, cada caso es
único, hay que conocer las particularidades de esta situación precisa. Siempre recordamos la reacción de
un periodista al que habíamos expuesto este ejemplo y que al día siguiente lo tituló: «El consejo del
centro Gregory Bateson a los padres de hijos dificiles: "¡Dejad de controlarlos!%.
son»`
286
287
a) El blanco que debe alcanzar el cambio no es otro que inte rrumpir los intentos de
solución.
ta podrá utilizar para aumentar su colaboración y hacer que ejecute las directrices que le
dará [...] Para designar las creencias de los pacientes, hubiésemos podido elegir muchas
otras palabras o expresiones que no fuesen este término de "posición". Si lo hemos preferi-
do, es porque nos ha parecido el más apropiado para traducir sucintamente la noción de un
valor al que está apegado el paciente y en el que se apoya, exactamente como una
personalidad puede dar a conocer públicamente la "posición" que adopta. Una vez de -
terminada la posición del cliente, el terapeuta dispondrá de unos puntos de referencia a
partir de los cuales podrá imaginar -o encuadrar- sus sugestiones para hacer que sea
máxima la cooperación del cliente»".
A fin de concretar un poco sus principios generales, vamos ahora a considerar algunos
problemas tipo y algunas estrategias de cambio.
Más tarde, el equipó de Palo Alto ha intentado precisar un poco más esta noción bastante
vaga de «lenguaje del paciente». Igual que era importante encontrar un punto común a los
diferentes intentos de solución, el terapeuta debía poder identificar una actitud princi pal
del paciente, una orientación general, una especie de «vector de motivación» que indicase a
la vez el sentido y la amplitud de su relación con el problema y con la intervención
terapéutica. «Los pacientes [...] están muy apegados a unas creencias, unos valores y unas
prioridades personales que determinan sus maneras de obrar o de no obrar. La importancia
de la posición del paciente se debe pues a que representa en él una inclinación interior que
el terapeu
43. Watzlawick, Weakland y Fisch (1974), p. 138.
Advirtamos enseguida que esta tipología sólo es un intento que pretende caracterizar
ciertas actitudes generales que encontramos en nuestras culturas occidentales y que no
tiene ninguna pretensión de universalidad. No obstante tiene el mérito de dejar que
aparezca, en filigrana, la concepción de la vida psicológica tal como la enfocan los
miembros del equipo del Centro de terapia breve.
La idea principal es mostrar por qué mecanismo una dificultad de la vida cotidiana
puede transformarse en un problema que necesite recurrir a una persona exterior para
resolverlo`. De manera general, las dificultades pueden empeorarse de tres modos:
288
289
Ésta es la expresión utilizada por el equipo de Palo Alto para ca racterizar a las personas
que quieren resolver un problema negando su complejidad. Otras expresiones corrientes
precisan la extensión del campo de aplicación de esta actitud: «seguir la política del aves -
truz», «cubrirse la cara», «hacer oídos sordos», etcétera. La negación va acompañada de
ataques cuando la simplificación se efectúa sobre la complejidad de las interacciones
sociales o de la evolución del mundo moderno. Notemos de paso que esta actitud de negar
el problema puede engendrar una actitud parecida en cuanto a su solución: aparecen
entonces proposiciones simplistas, sin ninguna proporción con la complejidad de la
situación. Son las promesas de una resolución definitiva del problema: un divorcio, meter
al niño en un internado, o el ascenso de un partido extremista a quien le resul ta fácil
ofrecer soluciones concretas «simples y definitivas» porque los otros grupos políticos
niegan la amplitud del problema.
b) El síndrome de utopía
«Si un terrible simplificador es alguien que no ve ningún problema allí en donde hay uno, su
contrario filosófico es el utopista que ve una solución en donde no hay ninguna»`. Como el
objetivo está fuera de alcance, la vida es una serie de decepciones, de desilusiones, de
fracasos. La pareja que desea llegar a una relación «total y trans
46. Watzlawick, Weakland y Fisch (1974), p. 66.
parente», los padres que quieren que su hijo realice una brillante ca rrera o que encuentre el
cónyuge «perfecto», el joven adulto que quiere encontrar un empleo en el que pueda
«realizarse plenamente», el estudiante que sólo quiere presentar un trabajo si es «excelen te
y original», etcétera, también aquí podríamos multiplicar hasta el infinito los ejemplos de
la vida de cada día.
Las consecuencias de esta actitud muy a menudo son dramáticas: las pequeñas
satisfacciones cotidianas se convierten en semifracasos porque recuerdan la distancia que
queda por recorrer y refuerzan el deseo de buscar lo inaccesible, y... la insatisfacción
presente".
«Proyectiva». En este caso, la solución ideal aparece como accesible ya que se han
considerado todos los datos (al menos a un nivel imaginario): son las grandes ideologías
«totales» que basta con imponer a los otros para que todos por fin puedan vivir una vida
plena, justa y feliz. Si, a pesar de todos nuestros esfuerzos nuestros ideales tardan en
realizarse, la culpa no puede ser nuestra ya que nuestras ideas son buenas y deseables para
todos, por tanto debemos culpar al otro: a los padres, a la escuela, a un grupo de la
oposición, a la sociedad, etcétera.
Era natural que los miembros del equipo del Centro de terapia breve señalaran que se
encuentra este tipo de promesas utópicas en varias escuelas de psicoterapia que se fijan
unos objetivos ambicio
47. Durante nuestras diferentes estancias en Palo Alto, hemos tenido ocasión muchas veces de ver las ristes consecuencias de esta
persecución de la «felicidad total anunciada por ciertos charlatanes del movi niento del «potencial humano» californiano. Recordamos
en especial a una mujer que, a los cuarenta años, , completamente desesperada, acudió en busca de ayuda al CTB; quince años antes,
había abandonado su rabajo, a su marido abogado y a sus hijos de corta edad (frenos para su «realización personal») para seguir
tlgttru que le prometia el paraíso llaves en mano.
290
291
sos a los que arrastran a su clientela. Están convencidos en todo ca so de que estas búsquedas
utópicas tienen al menos un impacto muy real: el sufrimiento de la persona que las sigue.
Así, las psicoterapias de objetivo inaccesible ilustran muy bien el aforismo de Ardrey
constantemente repetido por Paul Watzlawick: «Esforzándonos por alcanzar lo inaccesible,
hacemos imposible lo que sería realizable.»
c) Las paradojas
No volveremos a hablar extensamente acerca del efecto de las para dojas de la
comunicación sobre el comportamiento. Pero señalaremos que además de las situaciones de
doble coacción algunas situaciones paradójicas aparecen con mucha frecuencia en las
relaciones humanas y crean en ellas dolorosos conflictos. La paradoja más corriente puede
resumirse con la fórmula: «¡Sé espontáneo!» y todas sus variantes. La mujer que dice a su
marido: «Quiero que me domines», u otros ejemplos corrientes: «Deberías amarme», «No
seas tan dócil», «Eres libre de marcharte, no te preocupes si lloro», etcétera. Esta cla se de
paradojas aparece a menudo en unas- situaciones en las que la persona piensa que debería
sentirse de otro modo que como se siente; como los sentimientos y las emociones son
espontáneos, al intentar darles una solución voluntaria estamos en una paradoja. Los sín -
tomas típicos de las situaciones paradójicas de este tipo consisten en dificultades
relacionadas con las funciones naturales: sueño, sexualidad, miedo, placer... Al esforzarse en
controlar estas reacciones por la acción de la voluntad, aparecerán problemas de insomnio,
de frigidez, de impotencia...
Por tanto, el terapeuta no tiene otra elección que hablar en el lenguaje de ellos y tener en
cuenta la posición de los mismos para que la tarea tenga un sentido y pueda realizarse en las
mejores condiciones. Esta maniobra se llamará el reencuadre: preparación necesaria para
asignar esta tarea o dar esta orden de comportamiento.
292
293
a) El reencuadre
La mayoría de las veces, la gente persiste en sus intentos de solu ción simplemente porque
le parecen lógicos; dadas sus premisas de partida, se imponen estas conclusiones. Sobre la
base de tales «considerandos», todos sus razonamientos que tengan como fin encontrar
soluciones estarán dentro de estos límites. Hay que añadir que, co mo el sentido de los
mensajes está relacionado con su clasificación, y en particular con el nombre que se les
atribuye, el lenguaje empleado por una persona para describir su problema es lo que revelará
mejor su modo propio de «codificar» el problema.
Lynn Segal"8 cuenta la historia de los pilotos que probaban los primeros aviones
supersónicos`. Cuando los pilotos atravesaban el muro del sonido, todos los aviones caían en
picado. Todos los pilotos tenían entonces el mismo reflejo, tirar del mango hacia ellos, como
se hace en el despegue, lo que parecía ser el modo más lógico de comportarse. Entonces,
invariablemente los aviones se estrellaban contra el suelo. Un día, un avión cae en picado
pero, súbitamente, cambia de dirección y sube. Se produce una alegría general y todos
esperan con impaciencia lo que contará el piloto. Le preguntan cómo lo ha hecho, pero el
piloto sólo puede responder: «No sé nada, perdí el sentido.» Indudablemente esto le había
salvado ya que, al desmayarse, había empujado el mando hacia adelante, cosa que, a esta
velocidad, era la maniobra que había que efectuar para que el avión pudiese remontarse.
Para hacer que una persona abandone sus esfuerzos estériles, será pues necesario
frecuentemente modificar el modo como ella interpreta la situación. El conjunto de las
técnicas dedicadas a este objetivo es lo que se llama «reencuadre». Observemos pues que no
se trata de modificar unos «hechos» sino la visión que el paciente tiene de ellos. «Re -
encuadrar significa modificar el contexto conceptual y/o emocional de una situación, o el
punto de vista según el cual es vivida, situándola en otro marco, que corresponde igual, o
incluso mejor, a los "he
48. Segal ha formado parte del equipo del Centro de terapia breve durante muchos años. Ha sido co-
redactora, con Richard Fisch y John Weakland, de la obra Tácticas del cambio (1982) y es la autora del
Sueño de la realidad (1986).
49. Esta historia está explicada en una película, Crossing tbe sound barrier. Lynn Segal refiere la anécdota en
una casete de vídeo realizada por el MRI en el simposio de agosto de 1985 y que se encuentra en los ar -
chivos del MRI.
chos" de esta situación concreta, cuyo sentido, por consiguiente, cam bia completamente»`.
Encontramos aquí la relatividad de las percepciones del mundo en oposición con la idea
todavía muy extendida según la que existe una «realidad objetiva» allí, en el exterior, con su
corolario que diría que «las personas llamadas sanas de espíritu son más conscientes de ella
que los locos» 5t. Es importante observar que no se trata de hacer que las personas se den
cuenta de la manera buena de actuar, sino simplemente de enseñarles un nuevo juego en
materia de relaciones «que hace caduco el antiguo». Muchos aspectos del reencuadre
dependen también de la «intuición» del terapeuta que debe sintetizar una masa
impresionante de datos: «Un reencuadre sólo tiene éxito si tiene en cuenta las opiniones, las
esperanzas, las razones, las hipótesis: en una palabra, el marco conceptual de aquellos cuyos
problemas hay que modificar. Coged lo que el paciente os aporta: ésta es una de las reglas más
fundamentales»". Esta regla precisa un poco más todavía las divergencias entre el enfoque
de Palo Alto y las opciones terapéuticas que pretenden que los pacientes adopten una norma
de comportamiento predefinida, «porque sin duda alguna ésta ya no causará más el
problema». Además, la técnica del reencuadre implica que el terapeuta aprenda el lenguaje
del paciente y no que el paciente entre en el sistema explicativo del terapeuta.
Podríamos terminar esta exposición del reencuadre diciendo que constituye una etapa
importantísima del trabajo del terapeuta, porque permite ampliar el campo de la conductas
posibles; modificando la percepción del problema, abre el camino para poder aplicar so -
luciones nuevas y originales, entreabre un poco las anteojeras que legitiman el recurrir a los
intentos de solución ineficaces.
El plan de intervención es sencillo: poner fin al recurso a las so luciones ineficaces. Pero
no hacer más algo que implica hacer otra cosa distinta; por ello es más indicado hacer que
el paciente siga una conducta que se sitúe en los antípodas del tipo de soluciones utiliza das
hasta entonces: el terapeuta da, generalmente precedida de un re encuadre que hace que la
orden sea concebible para el paciente, una consigna precisa y muy concreta que tiene por
objeto que el paciente (o el que se queja) experimente una interacción diferente con su
entorno en lo que se refiere al problema tratado.
Dado que esta obra no está concebida como un manual para uso de los terapeutas, no
entraremos en los detalles sobre las técnicas de intervención. Además, no querríamos caer
en una exposición de recetas fáciles en este enfoque que insiste precisamente sobre el
hecho de que hay que considerar cada caso según sus especificidades, tanto por lo que se
refiere al problema como a su contexto. Sin embargo, como hemos señalado algunas
grandes categorías de problemas psicológicos corrientes, nos parece útil concretar un poco
ciertos tipos de intervención utilizados frecuentemente.
breves retrocesos se tomen como un retorno al punto de partida, la persona podrá avanzar
con mayor seguridad hacia el cambio deseado. Está situada en cierto modo en una «doble
coacción terapéutica»: si puede recaer, es que aumenta su control sobre la situación, por
tanto progresa; si no recae, es que va mejor. También podrán uti lizarse estas dobles
coacciones bajo la forma de «prescripción del síntoma». Cuando a los pacientes les parece
que su síntoma escapa a todo control, tanto si se relaciona con la expresión de una pulsión
como con una inhibición debida a temores o a angustias, «la intervención terapéutica
apropiada consiste en prescribir el síntoma y no en combatirlo como intentamos de
costumbre»`. Encontraremos pues típicamente este tipo de orden en los casos en que el
paciente intenta controlar algunas funciones autónomas del organismo: sue ño, sexualidad,
miedo... así como en los casos de evitación: fobias, angustias... Prescribir el síntoma
consiste en pedir a los pacientes que experimenten (o incluso que aumenten) el síntoma que
intentan combatir. Así se podrá prescribir a un insomne que no duerma (más allá de la hora
que habitualmente acaba por derrumbarse), a un hombre impotente que se acueste con su
compañera pero prohibiéndole toda erección (debe ser inexorablemente combatida
cualquier manifestación de deseo, aunque sea mínima), a una persona angus tiada que
dedique períodos exclusivamente a «provocar su angustia», etcétera.
Las órdenes paradójicas adoptan generalmente el mismo modelo: yendo en contra de los
intentos de solución, provocan unos efectos a un nivel lógico superior. Una joven de
catorce años temía tanto los encuentros con su padre (de quien su madre se había
divorciado) que sufría unos espasmos dolorosos cada vez que éste le telefoneaba o la iba a
ver a la escuela. Lo evitaba todo lo que podía y el se veía obligado a verla por sorpresa, lo
que indudablemente aumentaba la angustia de su hija. Ésta lo consideraba como un tacaño
que no quería realmente ocuparse de ella, y creía que la única razón de su acoso sólo podía
ser su miedo a la soledad. Esta «inmadurez» se confirma ba por el hecho de que él no hacía
nada agradable por ella cuando se reunían y no llegaba a comprender que su hija
simplemente no quisiera verlo más. La madre y la hija lo habían intentado todo, lle gando
incluso a pedir una intervención de la justicia para prohibir al padre oficialmente ejercer su
derecho de visita. Esto había provocado una escena de una violencia tal que las dos mujeres
habían acabado por renunciar a este proyecto. La joven se escondía pues en st, casa,
temiendo toda aparición o llamada telefónica de su padre, e incluso a veces tenía que faltar a
la escuela a causa de unas crisis de colitis. El terapeuta disponía de muchos elementos para
detener los intentos de solución: pudo utilizar la agresividad de la joven hacia este padre
«inmaduro», avaro e insensible, para modificar las secuencias de acoso-evitación. Ella
debería establecer contacto con él por su propia iniciativa (cosa que le sorprendería), fijar
una cita y decirle lo que quería hacer: ir al cine, al restaurante o a tomar un helado. Ha bría
tomado la precaución de invitar a su mejor amiga a que les acompañase. Esto permitía dos
salidas: si el padre se interesaba realmente muy poco por su hija, sería él quien trataría de
evitar estos encuentros (reencuadre para la hija), lo que tranquilizaría a la joven; pero no era
inconcebible que la joven, libre por primera vez de sus aprensiones, encontrase agradable el
encuentro, voluntario en esta ocasión, y que ambos pudiesen restablecer un contacto en un
contexto de relación muy diferente.
terriblemente y que también molesta mucho a las personas que viven bajo su mismo techo,
a saber, su marido, su hijo y su nuera. Todas las noches padece pesadillas espantosas
durante las que ve unas sombras que avanzan hacia ella con la intención de llevársela
consigo. Entonces ella se levanta y grita, lo que despierta y asusta a todos los de la casa.
La segunda visita será en realidad la última. Cuentan que, desde la primera noche de la
experiencia, la mujer no tuvo la menor pesadilla, «ipor primera vez desde hacía dos años!»,
y que el cambio ha seguido hasta el día presente. El terapeuta modera un poco la euforia,
anuncia las recaídas inevitables y propone que recurran a la silla fan tasma cada vez que lo
necesiten. Fin de la terapia.
Esto es lo que Paul Watzlawick nos dijo cuando nosotros también le suplicamos que nos
revelase las razones de esta consigna. «No sé exactamente por qué ni cómo se me ocurrió
esta idea... Yo intentaba comprender el punto común de los diferentes intentos de solución,
cuando me dije que, ante un comportamiento tan irracional, todos los esfuerzos de las
personas de su alrededor pretendían aportar un poco de lógica, de explicación sensata,
etcétera. La silla cubierta de una manta me parecía que constituía un antídoto del mismo
orden que la pesadilla, una especie de tratamiento mágico apropiado para poner fin a un
comportamiento también inexplicable racionalmente; por ello no quise dar la menor
explicación; era necesario que la consigna pareciese una especie de "fórmula mágica"...»
»Tan-sia, haciendo como si buscara algo en las cenizas con su bas tón, respondió: "Busco
en las cenizas los shariras [substancia indestructible que se encuentra en las cenizas de un
hombre santo después de la cremación] sagrados." "¿Cómo -replicó el guardián podrías
obtener unos shariras quemando un Buda de madera?" "Si aquí no se pueden encontrar
shar¡ras, ¿puedo coger las otras dos estatuas de Buda para mi fuego?" le preguntó entonces
Tan-sia»55.
La terapia breve ataca de frente al síntoma. No hay incursiones en las profundidades del
alma o simplemente en los meandros del pen
55. suzuki (1972), vol. 1, p. 390-391.
300
301
Pero hay que completar un poco esta imagen. Las investigaciones realizadas con los
pacientes del CTB muestran un porcentaje de «éxitos» 5' relativamente elevado, y sobre todo
no confirman en modo alguno la teoría del desplazamiento del síntoma. Al contrario, en
56. Paul Watzlawick, conversación con los autores.
57. Se trata de éxito desde el punto de vista de los pacientes. Se les presentan para que respondan unos cuestionarios a los tres meses y
después al año del final del tratamiento. No tenemos estadísticas recientes pero, según dicen los miembros del CTB, parece que los
porcentajes dados en Cambio, y establecidos sobre la base de los noventa y siete primeros pacientes seguidos por el equipo, siguen siendo
de actualidad: «Estos pacientes han sido seguidos entre tres y seis meses después de su tratamiento. Presentaban problemas muy diversos,
y cada uno de ellos ha recibido, por término medio, siete horas de terapia. El problema se ha re suelto totalmente en el cuarenta por ciento
de los casos (es decir, que se alcanzó el objetivo fijado para el tratamiento). En el treinta y tres por ciento de los casos, la mejoría ha sido
significativa sin ser total, mientras que el veintisiete por ciento restantes han sido fracasos» (Watzlawick, Weakland y Fisch [19741, p.
137).
muchos casos, los cambios parecen generalizarse, por un efecto bola de nieve, a otros
sectores de la vida de los pacientes; aunque el objetivo es fijado voluntariamente por el
terapeuta (para evitar toda dependencia y favorecer que el paciente recupere sus
responsabilidades frente al desarrollo de su vida), el paciente cuenta con el hecho de que una
experiencia realizada con éxito constituye el mejor estimulante para recobrar confianza en
sus propios medios de afrontar las inevitables dificultades de la vida.
9.4.2. Inconsciente y psicoterapia
Sería absurdo negar el hecho de que la mayor parte de las infor maciones tratadas por
nuestro organismo no llegan a la conciencia; el modo como construimos nuestras imágenes
mentales así como la mayoría de nuestros aprendizajes y las lecciones que de ellos saca mos
permanecen inconscientes. Hemos abordado ya las premisas del enfoque energético del
comportamiento, e intentado mostrar que, aunque al principio se trataba de una metáfora, los
discípulos de Freud (y los disidentes del enfoque analítico ortodoxo) han acabado por
reificar los conceptos y considerar que la libido, la pulsión agresiva, etcétera, eran cosas
«reales», que circulaban a través del organismo y buscaban unos exutorios aceptables por el
«yo», instancia muy a menudo bamboleada por los caprichos de un «ello» implacable. Para
la escuela de Palo Alto, los fenómenos inconscientes son probablemente menos «temibles»
que para los partidarios de la concepción freudiana, aunque el pensamiento consciente sea
igualmente desconcertante. Pero en el momento actual, se está lejos de conocer las
relaciones entre inconsciente y conciencia, y también la función
303
El enfoque de Palo Alto considera que no podemos otorgar confianza al modo como el
problema del paciente es formulado, interpretado, explicado según sus esquemas
personales que, la mayoría de las veces, sólo representan una visión incompleta y parcial
de las situaciones descritas. Entonces, ¿la petición del paciente es la petición «verdadera»?
Según el equipo del CTB, no podemos esperar conocer los determinismos profundos del
comportamiento si no es lanzándonos a unas especulaciones sobre la base de una teoría
explicativa general que, en definitiva, sólo será el reflejo de los a priori del tera peuta". La
única precaución necesaria, para evitar que una petición sea el fruto de una interpretación
errónea por parte del paciente, consiste en relacionarla con el objetivo concreto perseguido.
Si son congruentes, el terapeuta se esforzará por responder a dicha peti ción.
Si descubrir y explicitar las reglas implícitas de nuestras conduc tas pudiese impedirnos
volver a nuestra antigua manera de actuar, el proceso terapéutico sería sencillo. No
obstante esto plantea algunas cuestiones, y la más importante es que poner en evidencia
estas reglas, estos determinismos, es un proceso abstracto, un modelo de
58. McCulloch (1965), p. 298.
59. El crítico más violento de los dogmas psicoanalíticos es probablemente Warren McCulloch. En un
opúsculo acerbo en el que ataca todos los aspectos del psicoanálisis, dice esto de los postulados
freudianos: ..Sé que puede parecer increíble que un hombre pueda persuadir a sus congéneres de que
unas ideas y unos objetivos de hecho son solamente vulgares materia y cambio. Pero esto no es tan duro
de tragar para mí como el hecho de que el monstruoso absurdo de los escritos de Freud pueda tomarse
en serio. Leed sus principales escritos y una docena de números del ° Psychoanalytic Quarterly" y
recordad que no existe ninguna razón científica para creer la menor palabra de ellos y pensad entonces
que tal vez un millón de vuestros conciudadanos los consideran como el Evangelio de este siglo. [...) Su
credo, no existe otra palabra, puede ser enseñado con toda legalidad en nuestras escuelas públicas [...].
En 1921, me volví, de la lógica, de la semántica y de la filosofia de las ciencias, hacia la psicología; leí
todo lo que los hombres de ciencia han escrito sobre la teoría del conocimiento desde Alcmeón de
Crotona (600 a.C.) hasta mis contemporáneos. Esto incluía todos los escritos de los primeros
psicoanalistas. Era, y sigue siendo, una física absurda, una pseudológica, una semántica especiosa, una
teoría mala; y, peor todavía, todo esto está fundado sobre unas observaciones falsas y unos datos
viciados» (ibíd., p. 299-300).
304
Para el equipo del CTB, las reflexiones sobre un problema, la bús queda de las «causas»
son una especie de espejuelo, un juego intelectual que se parece a triturar un diente
enfermo: ahí es donde nos duele, pero no es así como se consigue curarlo. Si nos liberamos
de esta acumulación de mitos psicoanalíticos, tenemos muchas proba bilidades de ser
menos desgraciados. Abandonaremos así las cavilaciones intelectuales malsanas que nos
encierran en unas redes teóricas de las que es imposible salir a fuerza de razonamientos
(como subraya el teorema de Gódel). Pensar, creer, por ejemplo, que nuestro
comportamiento consiste en reproducir una relación vivida un día con nuestro padre no es
más que un «modelo» que, aunque pueda procurarnos una satisfacción intelectual (e
incluso inducir una experiencia emocional), no nos puede permitir salir de nuestras dificul-
tades.
El corolario de esta actitud respecto a los fenómenos inconscien tes es la apreciación del
papel que desempeña la toma de conciencia en el proceso terapéutico. «Por diferentes que
puedan ser las escuelas
305
El MRI y el Centro de terapia breve
A menudo sucede que los pacientes formulen su petición de ayu da bajo la forma de una
demanda de explicación: «Yo querría comprender por qué me comporto de este modo.»
Sobreentendiendo sin duda que esta comprensión les permitirá modificar su conducta. A fin
de evitar que el trabajo terapéutico no se atasque en un debate intelectual estéril, el
terapeuta muchas veces podrá proponer la alter nativa siguiente: «¿Estaría satisfecho si su
comportamiento cambiase en el sentido que usted desea, aunque no comprendamos sus
causas profundas?» Lo que constituye ya un reencuadre que tiene por obje to, por una parte,
movilizar los esfuerzos del paciente en el sentido de una acción y no en el de una reflexión
y, por otra parte, poner término a este intento de solución infructuoso.
En esto también la posición del equipo de Palo Alto tiene sus raíces en algunas
cuestiones debatidas en las conferencias Macy sobre la cibernética. Cuando Kubie y otros
psiquiatras expusieron las ideas freudianas sobre el origen de los trastornos psicológicos,
toparon con los argumentos de los flsicos, principalmente de Von Foerster, que había
estudiado la manera como funcionaba la memoria, y sobre todo de McCulloch que, una vez
más, se indignaba por la falta de rigor científico de las teorías freudianas. «Uno de los
pilares de la quimera de Freud es creer que no olvidamos ni un ápice de lo que nos ha
sucedido en cualquier momento del pasado. Según unos cálculos comenzados de una
manera simple por Oliver Wendell Holmes y proseguidos actualmente por el físico Von
Foerster, la cabeza del hombre debería tener aproximadamente el tamaño de un elefantito
para que pudiese contener tantas cosas. No podría comer lo suficiente para proporcionar la
energía necesaria únicamente para la memorización, aunque se supusiera que una sola
molécula de proteína estructurante pudiera servir de huella mnemónica. De hecho, el
promedio de vida de una huella de memoria humana, y de una molécula de proteína, es
solamente de medio día. Algunos raros porcentajes de engramas sobrevi ven efectivamente,
probablemente porque volvemos a crear las huellas en nuestras cabezas, pero esto es todo
lo que el destino nos deja de nuestra juventud»".
McCulloch tampoco era más blando con toda la teoría de la libido: «No creo ni un solo
instante en la historia de los intentos de relaciones sexuales que él hubiese dirigido a su
madre en su in
60. Watzlawick (1990), p. 3435.
61. Watzlawick, Weakland y Fisch (1974), p. 106. 62. McCulloch (1965), p. 291-292.
306
307
fancia, ni en la que pretende que ella lo hubiera enviado al viej o Jacob para castrarlo, ni
que un niño de esta edad pueda tener semejantes nociones. Éstas son solamente unas ideas
que Freud tuvo más tarde en su vida, después de haber ampliado la noción del se xo hasta
significar todo placer y todo afecto, y las aplicó entonces a su pasado del que no tenía
unos recuerdos suficientemente precisos para impedirle fabular» 63. Una vez más, el tono
de McCulloch es perentorio; probablemente tenía algunas cuentas que ajus tar con ciertos
colegas psicoanalistas. Pero resulta que, en este contexto, Bateson primero, y los
miembros del equipo del CTB después, no podían contentarse con adoptar sin rechistar
las premisas freudianas referentes a los orígenes de los trastornos neuró ticos.
Ellos razonan así: admitamos que el pasado sea la causa del com portamiento presente;
como los acontecimientos del pasado no admiten ninguna posibilidad de cambio, las cosas
nunca cambiarán. Si, por otra parte, hablamos del impacto de nuestra interpretación del
pasado sobre nuestro comportamiento actual, «entonces la signi ficación del pasado ya no
es un asunto de "verdad" y de "realidad", sino del ángulo bajo el cual se elige verlo aquí
ahora. Por consiguiente, no hay una razón preponderante para dar al pasado una primacía o
una relación de causalidad con respecto al presente. Esto significa que la reinterpretación
del pasado es solamente una de las múltiples maneras que permiten modificar un
comportamiento presente»".
No obstante, la dimensión histórica interviene en el proceso tera péutico del CTB. En
efecto, es determinante en la «visión del mundo» del paciente, su estructuración
cognoscitiva, objetivo primero de toda acción de reencuadre. Pero la óptica es muy
diferente de la de los análisis tradicionales porque considera este elemento histórico como
una construcción que ha llegado a un atasco adaptativo, a un callejón sin salida; por
consiguiente, las referencias a los recuerdos del paciente se realizarán solamente para
apoyar y justificar un reencuadre estratégico determinado.
63. Ibíd., p. 292-293.
En terapia breve no hay una experiencia traumatizante o exalta dora, no hay gritos, ni
lágrimas, ni un calor particular entre el terapeuta y su paciente, no hay acunamiento ni
rebeldía contra el padre; tampoco un diván para facilitar la toma de conciencia. Así pues,
¿los terapeutas de Palo Alto han perdido todo sentido de la natura leza afectiva de las
conductas humanas y en particular de la relación terapéutica?
Por lo que se refiere a la naturaleza humana, la respuesta es evi dentemente negativa; los
afectos son probablemente unas respuestas globales indispensables al individuo, ya que le
permiten hacer las elecciones necesarias para su supervivencia. En cambio, es evidente que
las sesiones de terapia breve raramente son el teatro de manifes taciones emocionales.
Puede suceder que el relato de las circunstancias de aparición de las dificultades vividas
por los pacientes en su vida cotidiana vaya acompañado de llanto o de otras manifestacio -
nes emocionales. En este caso, el terapeuta mantiene una actitud res petuosa y paciente ante
el dolor; le ofrecerá, si es necesario, una caja de kleenex al paciente, pero no animará esta
expresión emotiva. La razón es que el terapeuta no considera que favorecer la descarga
emocional pueda tener ninguna utilidad para resolver el problema vivi do tan
dolorosamente por su paciente. Para él, cuanto más pronto obtenga las informaciones
concretas sobre lo que lleva al paciente a su consulta, antes podrá aliviarle, no sólo en la
sala de terapia, sino en donde este sufrimiento es más penoso, a saber, en las condiciones
de vida naturales de su paciente.
No olvidemos que esta actitud, que algunos juzgarán sin duda in digna de un
psicoterapeuta, deriva bastante lógicamente de las diversas premisas del enfoque:
309
El MRl y el Centro de terapia breve
La cuestión no carece de importancia porque permite insistir sobre una de las dificultades
mayores de la psicoterapia en general. Hablando con el paciente durante las sesiones, es
decir, respetando las normas de relación vigentes en nuestra cultura, intentando comprender
la posición y la visión del mundo de su interlocutor, el terapeuta debe poder mantener «la
cabeza fría», es decir, permanecer atento a las particularidades de su modo relaciona¡ sin
quedar preso en él. Podríamos decir que debe situarse, en alternancia, a dos nive les lógicos
diferentes: dentro del sistema relacional de su paciente
A todos nos sucede el debatirnos con pensamientos siniestros que parecen atraernos y
mantenernos en lo que podríamos llamar, ce
310
311
La doctrina causal tradicional, la insistencia de los analistas sobre la importancia que tiene
tomar conciencia de las experiencias traumáticas vividas en la infancia, el uso de las
asociaciones libres en el proce
312
La cuestión de los recuerdos penosos permite precisar todavía más las diferencias entre las
teorías psicodinámicas y el enfoque sistémico en lo que se refiere a su manera de considerar
la vida psicológica`.
313
ricaturizando un poco, podríamos decir que, para las teorías analíticas, lo importante es el
viaje, no el destino; consideran que este viaje es una especie de vía crucis que el paciente
tiene que seguir, y en el que tendrá que sufrir, para llegar a la liberación. Para los
intervencionistas, no hay que confundir el viaje del terapeuta y el destino del paciente. Este
viaje es solamente una construcción mental del terapeuta, una guía que le permite trazar la
ruta de su camino, únicamente con el objetivo que tiene, a saber, liberar (lo antes posible) al
paciente de su sufrimiento. Imaginemos por ejemplo que un hombre tiene difi cultades para
establecer unas relaciones satisfactorias con las mujeres como consecuencia de una serie de
experiencias penosas con su madre. Todo encuentro con una mujer despierta los sentimientos
angustiantes vividos en su traumatismo infantil. Para los .. analistas, es importante
comprender este lazo, captar sus razones profundas, revivirlo, llegado el caso, durante el
proceso terapéutico. Para los terapeutas estratégicos, de nada sirve reavivar esta asociación,
aunque sea simplemente hablando de ella"; al contrario, por medio de unas ór denes de
comportamiento apropiadas (probablemente paradójicas en este caso preciso), intentarán
llevar al paciente a establecer otro tipo de relación con una mujer. Esta nueva experiencia, si
es satisfactoria para el paciente (¡y puede serlo!), convierte de algún modo en caduco el lazo
con el traumatismo pasado. Así pues, para los terapeutas estratégicos, este lazo sólo puede
ser comprendido en el contexto específico que lo vio nacer, y por tanto tiene valor solamente
en un espacio-tiempo definitivamente pasado y todo esfuerzo por reavivarlo equivale a
hundir de nuevo el cuchillo en la llaga de manera total mente inútil e incluso desplazada, si
consideramos que el papel del terapeuta consiste en aliviar el dolor de su paciente.
siempre. Aunque nosotros no somos sin duda los críticos más fero ces del enfoque de Palo
Alto, esto no impide que podamos señalar ciertos límites del modelo terapéutico de la terapia
breve.
En primer lugar, apenas aporta una respuesta concreta cuando se trata no de resolver unos
«problemas» sino de definir un mejor «funcionamiento». En este sentido, el enfoque
sistémico estructural es indudablemente más indicado porque permite descubrir ciertas
estructuras jerárquicas o reglas relacionales potencialmente causa de disfun ciones. Pero no
da ninguna indicación precisa sobre las posibilidades de prevención o sobre los medios que
hay que emplear para facilitar la vida de las personas con desventajas físicas o mentales por
ejemplo. Igualmente, para las personas que buscan simplemente un mayor bien estar, una
mejora de sus capacidades relacionales o emocionales, etcétera, el modelo, y su insistencia
en la definición de objetivos precisos, corre el gran peligro de no constituir el mejor enfoque
en comparación con las técnicas de grupo u otros métodos de desarrollo personal.
315
como terminar una terapia, pero yo, por lo que a mí respecta, tengo una forma muy simple
de soslayar el problema. Digo: "Creo que hemos llegado a un punto en el que podemos
continuar modificando la frecuencia de nuestras entrevistas; esto significa que, a partir de
ahora, podemos vernos más o podemos vernos menos de una vez por semana; telefonéeme
cuando crea que es importante discutir un nuevo desarrollo de la situación.." Las personas
encuentran esto muy aceptable. Hay algunos pacientes a los que veo desde hace más de
quince años, pero el número máximo de sesiones es de treinta y cinco. Vienen durante
algunas sesiones y el problema mejora o desaparece. A los pacientes les resulta muy sencillo
coger el teléfono y llamarme. Si acabas la terapia y la gente tiene que volverte a llamar
después, es un fracaso: "Debo volver a comenzar otra vez mi tera pia." En cambio aquí,
tienen la impresión de que la terapia no hace más que progresar; están en terapia aunque no
hayan telefoneado desde hace diez años. Les digo claramente: "No hemos terminado, la
terapia continúa"»`.
El enfoque de Palo Alto es pues un método de resolución de problemas. Pero, incluso
dentro de este marco preciso, no está libre de lagunas y principalmente en sus principios de
base. Aunque los miembros del MRI lo definan como un enfoque interaccional, nin guna de
las etapas del tratamiento tiene en cuenta explícitamente la relación entre el terapeuta y el
paciente; se habla de definición del problema, de los objetivos, de los intentos de solución,
etcétera, como si todo esto pudiera precisarse de manera absoluta y unilateral. La insistencia
primordial sobre la necesidad de encontrar un «cliente» para la intervención es muy
reveladora de las lagunas a este respecto: algunos terapeutas podrán decretar que esta
persona o aquélla no es cliente para un cambio, mientras que a otros les podrá parecer muy
quejosa. También aquí, estas nociones deberían ser objeto de un enfoque que tuviera en
cuenta unos conceptos de la cibernética de segundo orden, lo que probablemente permitiría
descubrir las dificultades unidas a la autorreflexividad. En este sentido, podrían instruirnos
los trabajos de Mony Elkaim", que se aplica a integrar en
67. Paul Watzlawick, conversación con los autores.
su enfoque terapéutico las investigaciones de Von Foerster, Varela y Prigogine, sobre los
fenómenos de autoorganización de los sistemas. Ya hemos señalado la vaguedad artística que
persiste a nivel de la aplicación de ciertas técnicas como el reencuadre, o también de los ele -
mentos que hay que considerar para elaborar una orden de comportamiento eficaz. Todavía
falta hacer muchos estudios para precisar el modo como los individuos puntúan las
secuencias interaccionales, como codifican las nuevas informaciones, como estas
informaciones se estructuran en el sistema de pensamiento, etcétera. Estas investigaciones
permitirían tal vez comprender mejor los fracasos terapéuticos que, ac tualmente, siguen sin
explicar, si no es de un modo muy general («No hemos definido el problema bastante
concretamente», por ejemplo).
Otra crítica que puede dirigirse al modelo, es que puede suscitar en el terapeuta novato un
cierto sentimiento de omnipotencia perjudicial a la relación terapéutica. La aparente
simplicidad del enfoque, añadida a su innegable eficacia, puede dejar creer que cualquiera
podría, de la noche a la mañana o casi, proclamarse «terapeuta breve» y jugar al aprendiz de
brujo con la miseria humana. Somos muy conscientes, por haberlo experimentado nosotros
mismos, de la embriaguez que pueden provocar los primeros éxitos terapéuticos, a veces
espectaculares. Esta embriaguez puede conducir a una actitud de simplificación abusiva de
las dificultades encontradas por los pacientes y sobre todo a una estereotipia de los medios
terapéuticos utilizados. Sobre este punto debemos recordar" las vacilaciones de Bateson
frente a toda manipulación intencional de los seres humanos. Nosotros creemos que, además
de la necesidad de poder volver a las fuentes del enfoque, el terapeuta debe ser plenamente
consciente de nuestro gran desconocimiento de los recursos del alma huma na y no
aventurarse en sus recovecos más íntimos si no es con el mayor respeto y la mayor
prudencia. Esperamos haber insistido suficientemente sobre estas cuestiones esenciales.
69. El terapeuta debe sobre todo tener en su mente la intricación de los contextos. Una estudiante nos
hizo observar un día que si unos padres mienten a su hijo con fines estratégicos, y si él se da cuenta, el
resultado puede ser catastrófico para las relaciones en el seno de la familia... Los partidarios del café
descafeinado comprenderán perfectamente el problema: si un camarero, sin saberlo su cliente, le sirve
un café «verdadero.. en lugar del sucedáneo pedido, puede efectivamente embolsarse el beneficio del
encargo; pero, si el cliente advierte el engaño, es muy posible que no vuelva a poner los pies en el
establecimiento. ¡La relación de confianza es de un tipo lógico superior a la transacción puntual!
316
317
Terminaremos nuestras observaciones precisando, si fuera necesa rio, que existen muchos
otros enfoques terapéuticos que han demostrado su aptitud en el tratamiento de
problemáticas específicas como el autismo, el alcoholismo, los problemas de la
adolescencia, los malos tratos, etcétera. Está claro que nuestra insistencia sobre el in terés
del modelo de Palo Alto nada quita a los méritos de esos otros modos de intervención; es
una suerte que podamos disponer de una gran diversidad de enfoques si queremos ver
progresar los medios de aliviar el sufrimiento humano. Como decía Bateson: «No puede
haber competición en la ignorancia.»
A pesar de estas críticas (que no son exhaustivas), el modelo de intervención del Centro
de terapia breve es un instrumento de trabajo de una eficacia notable, tanto por su utilidad
estrictamente terapéutica como en calidad de instrumento de reflexión sobre el contexto y
los envites de la intervención, como tendremos ocasión de ver en sus aplicaciones a
diversos contextos apremiantes, en particular cuando unas personas consultan bajo la
presión de ciertas autoridades morales u oficiales. Mucho más que las técnicas de
influencia en sí mismas (la mayoría de las cuales proceden de Erickson), lo que constituye
la aportación más preciosa de la terapia breve es la simplicidad y la precisión del modelo,
las etapas que describen la estructura global de una intervención terapéutica. Además, la
concepción cibernética del síntoma que lo considera como un medio de adaptación a un
contexto lleva consigo una visión «relativista» de los problemas psicológicos, lo que
aproxima el modo de proceder del psicoterapeuta al del antropólogo y le permite prescindir
de toda concepción normativa o patologizante. Esto no significa, desde lue go, que ya no se
establezca diferencia entre un comportamiento «loco» y un acto sensato, sino que el
contexto de un acto permite descubrir su sentido y percibir sus mecanismos sin tener que
suponer una alteración intrapsíquica enigmática.
Después de enumerar estas reflexiones críticas, hemos querido concluir el capítulo con
una nota agradable. No es muy frecuente, en el campo científico en general y en el de la
psicoterapia en particular, ver que unos colegas rinden homenaje a sus predecesores; por
ello este testimonio de Carlos Sluzki tiene más importancia: «Además de constituir un
ejemplo de economía clínica, [el modelo de la
318
terapia breve] ha tenido una influencia enorme sobre mucha gente. ¡Ufl Todos los otros
grupos de terapia breve tienen como base las ideas del CTB. Cuando pensamos en ello,
todos los ericksonianos que han venido más tarde, o el grupo de Milwaukee, de Shazer y
los otros... todos son "originarios" del MRI. Evidentemente, ahora, se citan a sí mismos en
lugar de citar sus fuentes, pero, si se hace un tracing de sus primeros trabajos (a los que
siguen permaneciendo fieles), la referencia fundamental es la referencia al MRI. Es un
esfuerzo de economía extraordinario, quiero decir, de economía clínica, y muy
"contracultura". Esto hace que no sea demasiado popular, por que opera a partir de unas
premisas que, para la gente que necesita unos ropajes más llamativos y sofisticados, son
demasiado espartanas. Para mí, este modelo sigue siendo una maravilla. Han pasado
muchas cosas en el mundo desde que apareció su primer libro, pero esto no le quita ningún
mérito. Era un paso extremadamente importante»''.
70. Carlos Sluzki, conversación con los autores.
319
323
325
teoría del cerebro, hace falta un cerebro. De ello resulta que, si una teo ría del
cerebro tiene alguna pretensión de ser completa, debe explicar su propia
escritura. Más fascinante todavía, el que escribe esta teoría debe explicar su
escritura. Trasladado al campo de la cibernética: el cibernetista que entra en su
propio campo debe explicar su propia actividad; la cibernética se convierte en
la cibernética de la cibernética, o cibernética de segundo orden»'.
Hasta ahora, hemos hablado sobre todo de los procesos regulado res, es decir,
de los que permiten a los sistemas mantener su equilibrio. Pero, durante su
evolución, los sistemas, tanto si son biológicos, como psicológicos o sociales,
pueden pasar por unos episodios en los que las variables esenciales alcancen
unos umbrales críticos. ¿Qué sucede entonces? ¿Se va inexorablemente al
estallido y a la muerte del sistema? Igualmente, si todo sistema intenta
conservar su estabilidad, ¿cómo explicar unos fenómenos como la evolución
de las especies, los cambios sociales, la irrupción y la resolución de con flictos,
las conmociones económicas, los fenómenos habitualmente descritos como
«círculos viciosos», etcétera?
estabilidad, éste puede desde luego estallar, pero también puede pasar por una fase
«creativa», es decir, pasar a otro tipo de estabilidad, un nuevo orden, un nuevo «calibrado»
de las variables esenciales que permite entonces al sistema continuar con su adaptación.
Bateson ha estudiado este fenómeno, principalmente desde el punto de vista de la adaptación
biológica y del aprendizaje que mencionaremos más adelante.
Señalaremos rápidamente los trabajos de Prigogine a los que mu chos terapeutas familiares
(entre los que está Paul Watzlawick y Mony Elkaim)' se refieren en la actualidad. Estudiando
los sistemas fisico-químicos lejos del equilibrio, Ilya Prigogine, un químico belga de origen
ruso, ha elaborado sus modelos evolutivos a los que ha llamado «estructuras disipativas».
Estos dos términos remiten de nuevo a la oposición azar-orden. Ha mostrado que, en ciertas
circunstancias, unos sistemas cuyo estado se hace muy inestable y que, según el segundo
principio de la termodinámica, deberían volver a ser entrópicos, es decir, ver disiparse su
estructura, pueden, al contrario, utilizar ciertos elementos de su entorno para crear unas nue -
vas estructuras estables y autónomas. «Lejos del equilibrio, los proce sos ya no pueden ser
comprendidos a partir de estados en los que compensan por término medio sus efectos. Se
articulan en forma de organizaciones singulares, sensibles a las circunstancias, susceptibles
de mutaciones cualitativas, organizaciones que permiten dar un sentido a una idea hasta
entonces inconcebible: explicar la novedad sin reducirla a una apariencia»'.
Como vemos, la empresa es audaz, ataca en cierto modo el proce so de la creación. Sin
entrar en los detalles demasiado técnicos o matemáticos, señalemos no obstante que las
palabras clave son aquí la «no linealidad», los «puntos de bifurcación»' o, también, la
«sensibilidad del sistema», el «acontecimiento»... Era normal que los teóricos
5. Para una exposición más detallada de la utilización de estos conceptos en terapia familiar, véase especialmente a Elkaim (1989).
7. »Si estas fluctuaciones, provocadas por perturbaciones procedentes del exterior o del interior del sis tema, se amplifican
suficientemente, el sistema puede tomar el camino de un cambio de estado. Se llega pues a una fase crítica que, en términos técnicos, es
llamada «bifurcación"; en este punto, el sistema puede evolucionar hacia unos estados estacionarios diferentes, imprevisibles a priori»
(Prigogine y Stengers [1977], p. 168).
327
Síntesis, perspectivas y conclusiones
328
2. La definición de este término presentada por Bateson en el glosario de L a natural=y el pensamiento (1979a) es la siguiente:
«Estocástico (del griego stokbazein, "tirar con el arco hacia un blanco"; es decir dispersar unos acontecimientos de manera parcialmente
aleatoria, prefiriendo algunos resultados a los otros). Puede decirse de una secuencia de acontecimientos que es estoeástica cuando
presenta un carácter aleatorio asociado a un proceso de selección, de manera que sólo ciertos resultados podrán ser duraderos.»
329
10
LAS DOS CARAS DEL CAMBIO
329
Síntesis, perspectivas y conclusiones
4. Notemos también que lo que es considerado como casualidad a un nivel de análisis puede parecer que corresponda a una
necesidad más amplia para la regulación del sistema, es decir, que tal vez.podría de ducirse un orden, unos lazos, entre este elemento
aleatorio y el resto del entorno si nuestra visión fuese más general, más global (ver la discusión sobre el contexto como Gestalten
cada vez más amplias y significantes).
332
333
Podemos pues sacar algunas leyes generales y creer que el compor tamiento individual
está determinado por ellas, pero, cuando se trata de la conducta de una persona precisa, las
leyes estadísticas ya no valen, el individuo recobra en cierto modo toda su libertad. Para
precisar bien esta diferencia capital, citamos un ejemplo: si podemos determinar algunas
características generales de las familias que pueden educar a un hijo adoptivo con muchas
probabilidades de éxito, nunca podremos prever el éxito de la adopción de un niño por una
familia precisa (aunque responda a los criterios generales favora bles). Es el problema de
todos los tests cuyos valores se han establecido sobre una gran población, por tanto de los
informes psiquiátricos, etcétera.
- En primer lugar, podemos esforzarnos en prever unos fenóme nos por naturaleza
imprevisibles; esto nos conducirá a querer obtener constanteménte unos indicios
suplementarios: es el «síndrome de utopía» descrito por el equipo del MRI.
Hay que añadir que el hecho de considerar todos los fenómenos como convergentes, o lo
contrario, conduce igualmente a ciertas formas de patología. En el primer caso, se intentará
preverlo todo, es decir que se intentará tratar una cantidad infinita de informaciones (la
multitud de todos los scenarii posibles). Nuestro intelecto, nuestro «ordenador
personal», funcionará entonces sin cesar, sin llegar a ofrecer un objetivo satisfactorio: es la
duda perpetua, las posibilidades consideradas mil veces, el descubrir indicios nuevos en
todos nuestros contactos con nuestro alrededor (la opinión de los otros, por ejemplo), la
angustia, etcétera. En el segundo caso, es la necesidad de tratar en el momento todas
las informaciones que se presentan a medida que se va realizando nuestra acción, con el
riesgo de saturación de nuestros «circuitos» y por tanto el repliegue, la defensa de este
entorno «hostil». Dar un curso, una conferencia, entrar en contacto con personas
desconocidas, etcétera, son secuencias que comprenden los dos aspectos: si se quieren
prever todas las reacciones
334
335
A la inversa, no puede esperarse que un problema que concierne a un sistema muy amplio
pueda resolverse únicamente por medio de medidas locales. Aunque, en definitiva, son los
individuos los que actuarán cada una de las veces, sólo unas medidas que coordinen los
esfuerzos de las diferentes personas, por tanto unas medidas estructurales, permitirán una
sinergia de las diversas acciones individuales.
Una manera de delimitar el sistema pertinente consiste en detectar los elementos del
sistema afectados por el problema, en comprobar en cierto modo el paso de la «corriente» en
el circuito. Por ejemplo, es posible que un problema conyugal pueda limitarse a los dos
esposos, en cuyo caso no será necesario tener en cuenta a otras personas de la familia para
resolverlo. Pero el problema puede englobar a alguno de los hijos o también a algunos otros
miembros de las familias de los padres. En la práctica, es habitualmente bastante fácil
determinar el sistema que hay que tener en cuenta; una vez más, el problema que se ha de
tratar es el que sirve de guía.
Es posible estimular suavemente o con fuerza, castigar ligeramente o con dureza. Esta
gradación de la conducta produce reacciones diferentes; a veces un castigo ligero no
consigue el resultado esperado, mientras que lo consigue una sanción fuerte. Pero también
sucede que un cierto tipo de acción, cualquiera que sea su nivel cuantitativo, no sea
apropiado para el resultado pretendido. Habrá pues que considerar otro tipo de conducta, un
comportamiento cualitativamente diferente.
Pero todo no es previsible; en general, como hemos visto, sólo son previsibles las
secuencias convergentes. Algunos elementos del contexto son aleatorios (o al menos
imposibles de determinar), lo que deja lugar a las desviaciones de trayectoria, a las
bifurcaciones, a las «catástrofes», etcétera.
Cuando un individuo se encuentra ante una situación que le hace sufrir, ¿cómo puede
restablecer un estado satisfactorio? La cuestión es compleja y tendremos que simplificarla
para poder formalizar algunos principios básicos. No volveremos a hablar aquí de las modi -
ficaciones de tipo coevolutivo, por tanto, de los cambios estructurales «espontáneos» como
el paso a un nivel lógico diferente, como hemos podido ver que se producían en nuestra
experiencia del delfin o en el proceso de aclimatación.
- pensar en unos medios que permitan restablecer unas condicio nes de funcionamiento
satisfactorias poniendo fin a los esfuerzos desesperados y vanos, utilizados hasta entonces.
Cada uno de estos tres aspectos entraña unas dificultades poten ciales y abre, por tanto,
unas perspectivas de investigación interesantes para la psicoterapia.
338
Precisar el problema. Esto depende de nuestra «epistemología», del modo como interpretamos
(cartografiamos) la situación vivida, por tanto de nuestras técnicas de modelización.
Tenemos muy pocas informaciones sobre nuestros procesos de codificación y sus relaciones
con nuestras respuestas emocionales, la formación de nuestros valo res, el fenómeno de
transformación y de evolución de las Gestalten significativas, etcétera. Todo esto podría
proporcionarnos unos instrumentos más eficaces para precisar la definición del problema.
Definir el objetivo. ¿La realización del objetivo es coherente con la desaparición del problema?
Cuanto más preciso sea el objetivo, más fácil será la regulación (¿cómo sería posible regular
el comportamiento o la trayectoria de un misil si el blanco no estuviera claramente
precisado?). Pero sabemos muy poco sobre el modo como el ser humano formula unos
objetivos. Erickson afirmaba que el hombre defiende su inteligencia de manera afectiva. Un
enfoque bajo el punto de vista de la comunicación de los afectos, de la sexualidad, del deseo,
de la motivación, podría enriquecer nuestro conocimiento de los motores de nuestras
conductas y por tanto de nuestras estrategias de cambio. Hemos mencionado a este respecto
las potencialidades de algunas nociones de la psicología de la Gestalt -principalmente los
conceptos de prominencia y de pregnancia- y de los modelos matemáticos definidos por
René Thom.
Pensar en los medios. ¿Son adecuados? El. modo como sacamos las lecciones de nuestra
experiencia, los mecanismos lógicos de nuestros razonamientos, el papel de la voluntad en el
proceso global de adaptación al medio... son vías de investigación todavía poco exploradas.
Hay que observar que este esquema puede aplicarse a cualquier ti po de cambio
intencional. La relación entre el que interviene en un cambio y el que lo pide puede
considerarse como añadir un mecanismo de regulación transitorio al circuito individuo-
entorno. Este modelo insiste sobre el aspecto interaccional de la intervención. Para el
contexto terapéutico, podríamos pues interpretar el circuito interventorpaciente de manera
análoga a como hemos considerado el circuito individuo-entorno. El terapeuta debe llegar a fijar
un objetivo a su intervención (normalmente se trata de permitir que el paciente defina y
alcance el suyo) y éste concierne al conjunto de la interacción paciente-entorno; su posición
debe ser pues permanecer «meta»
339
con respecto al problema presentado por el paciente. Este modelo formal de una intervención
terapéutica tiene el mérito de hacer aparecer claramente las dificultades potenciales de los
diferentes niveles de acoplamiento de estos dos circuitos y principalmente toda la cuestión
de la autorreflexividad.
10.2.5. Influencia y control
Si no es posible no influenciar, ¿quiere esto decir que los concep tos de manipulación, de
poder o de control ya no tienen sentido? Nos parece por el contrario que el hecho de
considerar estas cuestiones de modo interaccional nos permite precisar el tipo de relación
que se designa habitualmente con estos diferentes vocablos. Nos otros solamente
esbozaremos la reflexión, pero nos parece que abre el camino a otras investigaciones más
detalladas.
niobra. Esto puede realizarse actuando sobre el contexto: definir un contexto (encuadrar)
en el que la acción tiene un sentido claro, mientras que en realidad se pretende un resultado
en un contexto diferente, por tanto que tiene un sentido diferente.
También es cierto que es posible engañar a la gente con toda buena fe, basándose en
informaciones parciales sobre el contexto por ejemplo, pero es necesario distinguir esta
eventualidad de la manipulación intencional. Nos parece que George Steiner coincide en
parte con nuestras palabras, cuando dice: «Los errores del amor son errores creadores, los
errores del desprecio son errores fatales»'.
Vemos que la amalgama entre cambio espontáneo y cambio inten cional comprende
prácticamente todos los problemas psicológicos tal como los hemos considerado en 'el
capítulo sobre la terapia breve. Se podría probablemente precisar un poco mejor el aspecto
relacional de los intercambios personales a partir de esta distinción y de los datos reunidos
por Bateson, el MRl y los otros investigadores que han estudiado el aspecto «orquestal» de
la comunicación. De todas formas, las perspectivas parecen esperanzadoras para la
investigación en comunicación y en relaciones humanas.
Aunque este dualismo se revele como «epistemológicamente fal so», como pretende
Bateson, y aunque no consigamos nunca verdaderamente imponer nuestros objetivos al
sistema global del que formamos parte, creemos que nuestros esfuerzos en este sentido son
la causa de una gran parte del sufrimiento psicológico. En todo caso,
7. George Steiner durante la emisión Caractéres (n.°- 18) de Bernard Rapp.
342
no podemos dejar de lado la cuestión que, por otra parte, abre el ca mino a establecer otros
puentes, principalmente con las investigaciones realizadas en ciencias cognitivas. Si éstas no
olvidan el aspecto interaccional de nuestros procesos mentales, los resultados podrían
enriquecer los medios de intervención terapéutica.
A nuestro juicio, el gran desafío de futuro para la psicología se si túa a este nivel, a través de
la sistematización del procedimiento de doble descripción de los fenómenos psicológicos. El
relacionar la concepción individual y el contexto sistémico más general, los lazos entre el
espíritu individual y el espíritu coevolutivo descrito por Bateson.
343
11
2. Thomas Kuhn (1970) define un paradigma del modo siguiente: «Por una parte, representa todo el
conjunto de creencias, de valores reconocidos y de técnicas qué son comunes a un grupo dado. Por otra
parte, denota un elemento aislado de este conjunto, las soluciones concretas de enigmas que, empleadas
como modelos o ejemplos, pueden reemplazar a las reglas explícitas como bases de soluciones para los
enigmas que subsisten en la ciencia normal» (p. 238).
sus leyes inmutables, eternas. Pero, hacia comienzos del siglo XX, cuando se creía que la f
sica había agotado prácticamente su objeto ;, toda una serie de desarrollos nuevos obligaron
a los científicos a considerar un enfoque completamente diferente. El desarrollo de la
mecánica cuántica y de la teoría de la relatividad asestó un golpe te rrible a uno de los
pilares del método experimental: la objetividad del observador. El hombre, a fuerza de
refinar sus métodos y técnicas de observación, ha chocado finalmente no con los límites de
la materia misma sino con los de su propia condición de ser humano biológico. Los
científicos han tenido que reconocer hasta qué punto sus observaciones dependen de su
propia naturaleza tanto como de la naturaleza del mundo exterior. Así pues, han tenido que
revisar de manera drástica la vieja idea según la cual la ciencia es completa mente
«objetiva».
4. Waddington (1970).
344
345
Síntesis, perspectivas y conclusiones
347
348
349
modo que la cibernética ha permitido el desarrollo de los misiles con cabeza que busca el
objetivo y de las bombas inteligentes, esto no significa que toda investigación de la
cibernética sea mala o buena; sus aplicaciones pueden y deben discutirse a nivel social
global; pero, aquí, no se les pide a los técnicos que sean juez y parte, todo el mundo tiene
el derecho de formarse una opinión y de intentar convencer a los otros, ésta es la base del
proceso democrático. A nadie se le ocurriría afirmar, a priori, que toda aplicación
tecnológica es interesante simplemente porque constituye un «progreso» para la socie dad.
Tampoco es lógico considerar que toda intervención psicológica o «dictamen psiquiátrico»
es bueno sencillamente porque atestigua un conocimiento mejor del comportamiento
humano. Sin embargo, se continúa enviando gente a los asilos o a la cárcel basándose en
estos testimonios científicos. En lo que concierne a las posiciones mo rales, ya es hora de
que los psicólogos recuperen su libertad de ciudadano, abandonando su pretensión a la
objetividad absoluta. La cuestión consiste en clarificar una confusión, la de considerar al
psicólogo como alguien que está ante todo al servicio de los individuos, cualquiera que sea el contexto
en el que trabaje.
su valor. Lo mismo sucede con la visión del mundo de cada uno de nosotros; nadie puede
reivindicar una visión «mejor» que la de otro según unos criterios objetivos cualesquiera.
Esta visión solamente puede ser eficaz o ineficaz para resolver unas dificultades precisas
en un contexto determinado.
350
351
352
353
354
355
356
357
EL MRI HOY
Hay que reconocer que actualmente el MRI no da
verdaderamente la impresión de una sinergia entre los diferentes
centros o las diferentes personas que trabajan en él. Existe una
reunión el martes, entre las doce y la una del mediodía, una
especie de «almuerzo debate» en el que cada uno puede
presentar sus trabajos; si llega el caso, invitan a algunas
personalidades exteriores al instituto. Aparte de esto, los
miembros del MRI se cruzan sobre todo en las escaleras, el patio
o la secretaría. Parece que esta situación no data de ayer, como
señala Richard Fisch: «No hay muchos contactos; en fin, sí y no.
Hay muy pocos contactos formales. El contacto se produce, por
ejemplo, cuando John supervisa a los terapeutas que trabajan en
la clínica (a partir del modelo de la terapia breve, desde luego);
en raras ocasiones, presentamos nuestro trabajo en unos
encuentros o participamos en reuniones. Jules [Riskin] y yo
hemos mantenido varias discusiones amistosas sobre nuestro
trabajo. Él se ha tomado mucho trabajo para reunir a la gente,
porque el MRI ha sido siempre un lugar fragmentado; todos
tienen su proyecto personal, se comparte poco la información. [...]
el MRI siempre ha tenido un ambiente general de prima donna»'.
Pero, aunque el Centro de terapia breve constituya
evidentemente la principal atracción del instituto, se han
organizado también en él muchas otras actividades interesantes.
Si se elige bien el momento para visitar Palo Alto', se puede tener
la suerte de asistir a numero
1. Richard Fisch, conversación con los autores.
2. Los períodos más ricos en actividad van de mediados de enero a mediados de mayo, y de octubre a mediados de diciembre.
361
Anexos
El MRI hoy
4. Le Tao de la physique (1975), 7be turning point (1982), Uncommon raisdom (1988).
6. Amatea (1989).
362
363
Anexos
El MRI hoy
364
365
Anexos
El MR1 hoy
ción. Cuando un ejecutivo se decide a llamar a un consultor exte rior, a menudo se limita a
exponer un cuadro general del problema y después se desinteresa de la cuestión. El
consultor debe procurarse unas posibilidades de encuentros posteriores con el peticionario
y sobre todo obtener su colaboración para definir el problema y sus objetivos.
El consultor debe considerar el impacto que su intervención puede tener sobre los
ejecutivos encargados del personal (el psicólogo de la empresa, el especialista en recursos
humanos...); en efecto, éstos pueden sentirse amenazados por la intrusión de ese extraño
encargado de resolver unos problemas que ellos no han sabido evitar. Los riesgos de
sabotaje, voluntarios o no, son evidentes. También en este caso, un buen análisis del
contexto de la intervención permitirá evitar muchos errores que pueden ser irremediables.
Las cuestiones importantes conciernen pues a la vez al «cliente» pero también a las
personas que podrían anular los esfuerzos del consultor.
También hay que señalar que la intervención en una empresa -co mo toda intervención
voluntaria en los asuntos humanos- implica
367
La clínica
En el MRI, además de las consultas privadas de los diversos tera peutas que trabajan en
él, existe una pequeña clínica que emplea de seis a ocho terapeutas a pleno tiempo. Sus
enfoques son variados para responder a las demandas de la población, pero todos
conservan una visión interaccional y contextual de los problemas. Los pacien tes conciertan
citas directamente con los terapeutas pertinentes y se presentan en el MRI para la consulta.
Lynn Jordan está especializada en los casos dificiles de interven ción por mandato
judicial con niños y adolescentes. Bajo la supervisión de John Weakland, aplica las
técnicas de la terapia breve en menores y sus familias para resolver los problemas
señalados por el tribunal para niños de la región de San Francisco. Lynn Jordan y John
Weakland también han puesto en marcha, muy recientemente, un programa de
investigación (Center for Assistance to Families with Special Needs) cuyo objetivo
concierne a la reflexión sobre los medios pedagógicos utilizados con disminuidos mentales.
La línea de base del proyecto es ésta: la persona disminuida es capaz de aprendizajes y de
generalización de estos aprendizajes, pero los medios utilizados deben estar adaptados a
sus capacidades. Estos medios no deben apoyarse en la idea de compensar unas carencias
sino más bien de utilizar las capacidades particulares de dicha población.
El ETC actúa desde 1975; actualmente está codirigido por Diana Everstine y Arthur
Bodin. Es uno de los programas más conocidos del MRI, aunque el centro sea
independiente y sólo esté afiliado al instituto. El centro funciona con unos equipos móviles
de psicoterapeutas que están dispuestos para intervenir durante las veinticuatro horas del
día en casos de violencia familiar, de intentos de suicidio, de problemas surgidos con
personas que parecen muy perturbadas (captura de rehenes, amenaza inminente de muerte,
etcétera). Intervienen a petición de la policía (cuyos miembros han seguido un cur so de
sensibilización al trabajo del ETC) o de personas privadas (los servicios municipales han
distribuido el número de teléfono del centro a la población). La intervención sólo se realiza
con el consentimiento de los adultos implicados en el problema, salvo en el caso en que la
situación sea considerada como una cuestión «de vida o
1. Señalemos que el modelo de la terapia breve también ha sido aplicado al terreno judicial en Lieja, y más particularmente a las
intervenciones que tenían por objeto la reinserción de los menores tutelados por el tribunal para niños. Véase Seron y Wittezaele (1991).
368
369
Anexos
muerte», o en el caso en que estén implicados menores. Los que intervienen siguen las
situaciones hasta el momento en que parece haber desaparecido la crisis, o la urgencia, y
las personas pueden recurrir a la ayuda de otro servicio.
El doctor Jules Riskin no ha cesado nunca de investigar desde la creación del MRI.
Principalmente ha dirigido un gran proyecto sobre las «familias normales» cuyas
conclusiones, aunque negativas, no dejan de revelar un hecho esencial: es imposible
encontrar unos criterios que permitan especificar unas características propias del fun -
cionamiento de las familias llamadas «normales». Actualmente, Jules Riskin se interesa en
las consecuencias del estrés provocado por las amenazas de un conflicto nuclear (proyecto
«Las familias y la guerra nuclear»).
«Estudio el efecto del estrés que la amenaza de guerra nuclear cau sa en las familias. [...]
Un poco por casualidad, me interesé por el impacto de la amenaza de los terremotos sobre
las familias. Escribí un artículo sobre ello. [...] Ahora, intento ver cómo hacerlo para que
los psicoterapeutas se ocupen de las cuestiones del medio ambiente. La pregunta es:
"¿Cómo cambiar a la gente -las actitudes- para que sean más activos con respecto al medio
ambiente, antes de que sea demasiado tarde?" Mi objetivo es actuar de modo que los
psicoterapeutas se conviertan en "psicoterapeutas aplicados" especializándose en el cambio
del comportamiento de los individuos con respecto al medio ambiente. [...] Cómo podemos
utilizar nuestra experiencia del "cambio" para hacer que la gente cambie de punto de vista,
para
que sean más activos; para que escriban más cartas al Congreso, que den más dinero a las
organizaciones, que adopten nuevas costumbres, que destruyan menos su entorno, etcétera,
cambios de este tipo. Así pues, mis objetivos son muy modestos, solamente quiero salvar al
mundo. [Risas.] Pregunta: ¿Y su proyecto adelanta? Mire, mire el mundo de su alrededor.
[Risas.]»'
Otros proyectos en curso
Además del trabajo de Diana Everstine en este campo, Scott Nel son (antiguo director de
investigación del MRI) ha estudiado la cuestión de la violencia familiar. Ha estudiado
principalmente los problemas que encuentran los esposos de las personas que han sufri do
violencias sexuales durante su infancia.
La doctora Ferol Larsen trabaja con víctimas del estrés postraumático. Su enfoque es
muy parecido al modelo de la terapia breve, con una atención muy particular dirigida a
desaprender los modelos de comportamiento relacional y social que la persona puede haber
adquirido como consecuencia de los traumatismos que ha vivido. Este desaprendizaje se
realiza también en una óptica «terapia breve»: aprendiendo otros comportamientos más
apropiados para la persona en su contexto de vida. Si la situación lo exige, pueden
utilizarse otros tipos de técnicas o de modelos.
370
371
Anexos
111
REFERENCIAS CRONOLÓGICAS
El MRI ofrece cuatro fórmulas de formación:
1) Unas formaciones de larga duración (nueve meses): una formación para la terapia
familiar y una formación intensiva para la terapia breve.
2) Unas formaciones a corto plazo (dos meses): Advanced Brief Therapy y Small Group
Skills Development.
3) El programa «residencial»: este programa permite que unas per sonas (dos como
máximo a la vez) acudan al MRI durante un mes o cuarenta y cinco días y que puedan
asistir allí a todas las actividades que tengan lugar durante este período. Participan también
en las consultas hechas en el «externado» y en el Centro de terapia breve. Tienen acceso a
todos los documentos, libros y cintas de vídeo, y asisten a los seminarios, reuniones y
talleres organizados por el instituto.
4) Los talleres: por término medio, se organizan cinco talleres ca da mes, sobre temas tan
variados como «El enfoque hipnótico en la gestión del dolor y de las enfermedades
psicosomáticas» o «El clero frente al sufrimiento cotidiano».
373
W
V Cn
1936 1939
1940 1942
1943
1946
1947
- Naven: Bateson
1948
1949
- Mathematical theory
Conferencias y proyectos
7d n
. n,
H
0 n 0 00
w.
Fechas Aniversarios y
encuentros 1900 a l957
y Mead
FechasI Aniversarios y encuentros
1950
1951 1952
1953
Publicaciones Conferencias y 9
of cación y la O
communication: psiquiatría:
. Conf. Macy 6: Cybernetics (marzo)
- The organizational renolution: Boulding (primer libro sobre la teoría general de los
sistemas)
1954
1955
1956
1957
1958
. Carta de Bateson
de El Salvador
(abril)
1958 a 1991
- Reimpresión de Naven
O ó• aro
377
Fechas
Aniversarios y encuentros
Publicaciones
Conferencias y proyectos
1959
1960
1961
a Palo Alto
1963
1964
1967
1968
Satir, MRI
Creación del Centro de terapia breve en el MRI: Fisch (director), Weakland (dir.as.),
Watzlawick
y Bodin
Creación del Centro per lo studio de la famiglia: Selvini (base psicoanalítica) Bateson
organiza el coloquio de la Wenner-Gren Foundation (Austria): Efecto de los objetivos
conscientes sobre la
379
Fechas
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
Aniversarios y encuentros
Publicaciones
y otros autores
Conferencias y
proyectos
adaptación humana
k
. Conferencia en
homenaje
Selvini con el
psicoanálisis
. Coloquio Beyond the
San Francisco) .,
. Conferencias de n
Asilomar
(febrero) O
w w'
1977
1978
1979
381
Anexos
w C O ú 0t u .ó a a.
óá
da uaó
u 2C C
h .C u W
382
O 00 a
0~0 .r
v
00
B-4870 Fraipont (Trasenter) Bélgica. Tel.: (087) 26 78 51 (El centro está asociado al
MRI. Organiza formaciones para la comunicación interprofesionat; para el enfoque
interaccional y para la terapia breve, en Francia y en Bélgica. Comprende un
servicio de investigación en comunicación terapéutica y un centro de consultas
privadas. Para contacto e informes en Francia: Centro de terapia breve en Lyon: 78
83 52 89.)
Renée Savourin 5591 Canterbury Av. Montreal, Quebec PQH3T, IS8 Canadá. Tel.:
(514) 342 20 85
A-1100 Viena
IV
DIRECCIONES ÚTILES'
383
Direcciones útiles
Arezzo
Teresa Sanz
Alberto Levy
Av. Quintana, 591, 4.- A Buenos Aires 1129 Argentina. Tel.: 54-1-805 3193
Bogotá
BIBLIOGRAFÍA
Abrahams, J. y Varon, E. (1953), Maternal dependency and schizopbrenia: mothers
and daugbters in a therapeuticgroup, International Universities Press, Nueva York.
Ackerman, N.W. (1958), Psychodynamics offamily life: diagnosis and treatment
offamily relationships, Basic Books, Nueva York.
Ackerman, N.W., Beatman, F.L. y Sherman, S.N. (dirs.) (1961), Exploring tbe base for
family tberapy, Family Service Association of America, Nueva York.
Amatea, E.S. (1989), Brief strategic intervention for school behavior problems, Jossey-
Bass Publishers, San Francisco.
Ashby, W.R. (1952), Design for a brain, Chapman and Hall, Ltd., Londres 1978
(reimp.).
- (1956b), VarieN constraint, and the law of requisite variey, en Buckley (dir.)
(1968). - (1956c), Regulation and control, en Buckley (dir.) (1968).
Allport, G.W. (1960), The open system in personality theory, en Buckley (dir.) (1968).
Auerbach, A. (dir.) (1959), Schizophrenia: an integrated approach, Ronald Press,
Nueva York.
Bateson, G. (1932a), Social structure of the Iatmul people at the Sepik River, parts I
and II, «Oceania» 2, p. 245-291.
- (1932b), Social structure of the Iatmul people of the Sepik River, part III, «Oceania»
2, p. 401-453.
- (1935), Contact culturel et schismogenése, «Man» 35, p. 178-183 (art. 199); trad. fr.
en Bateson (1972), t. I, p. 77-87.
384
385
Bibliografia
Bibliografa
-
-
-
-
-
-
-
-
-
- -
-
- -
-
- -
-
-
- (1949), Bali: the value system of a steady state; reimp. en Steps to an ecology of
mina, p. 107-127; trad. fr., Bali: le systéme des valeurs d >un état stable, en Bateson
(1972), t. 1, p. 120-139.
(1953a), The position of bumor in human communication, en Von Foerster (dir.) (1952),
p. 1-47.
(19536), Metalogue: about &ames and being serious, «ETC: A Review of General Se-
mantics» 10, p. 213-217; trad. fr., A propos des jeux et du sérieux, en Bateson (1972),
t. 1,p. 35-40.
(1953c), Metalogue: Daddy, how much do you know, «ETC: A Review of General Se-
mantics» 10, p. 311-315; trad. fr., Jusqu'oú va ton savoir?, en Bateson (1972), t. I, p.
41-46.
(19534), Metalogue: why do things have outlines?, «ETC: A Review of General Seman-
tics» 11, p. 59-63; trad. fr., Pourquoi les choses ont-elles des contours? en Bateson
(1972), t. I, p. 46-50.
(1955a), A theory of play and fantasy; reimp. en Steps to an ecology of mind, p. 177-
193; trad. fr., Une theoree du jeu et du fantasme, en Bateson (1972), t. I, p. 209-224.
(19556), How the deviant sees this society, reimp. con el título Epidemiology of a schi-
zophrenia, en Steps to an ecology of mind, p. 194-200; trad. fr., Épidémiologie d `une
schizopbrénie, en Bateson (1972), t. II, p. 35-41.
(1956), The message «Tbis is play», en B. Schaffner (dir.), Transactions of the Second
Conference on Group Processes, 1956, Macy Foundation, Nueva York, p. 145-242.
386
387
Bibliografa
- (1963a), Social scientist vieres the emotions, en Knapp (dir.) (1963), p. 230-236.
- (19636), Exchange of Inf rmation about patterns of human behavior, en Fields y Abbot
(dirs.), Information storage and neural control, Charles C. Thomas, Springfield, p.
173-186.
- (19676), Styh grace and information in primitive art; reimp. en Steps to an ecology of
mind, p. 128-152; trad. fr., Sgle, gráce et Inf rmation dans 1 árt primitif en Bateson
(1972), t. I, p. 140-164.
Bibliografía
(19686), Conscious purpose vs. nature; reimp. en Steps to an ecology of mind, p. 426-
439; trad. fr., But conscient ou nature, en Bateson (1972), t. II, p. 183-196.
(1969a), Double bind -1969, en Steps to an ecology of mind, p. 271-278; reimp. en Sluz-
ki y Ransom (dirs.) (1976), p. 237-242; trad. fr., La double contrainte, 1969, en Bateson
(1972), t. II, p. 42-49.
(1970e), The roots of ecological crises, en Steps to an ecology of mind, p. 488-493; trad.
fr., Les racines de la crise écologique, en Bateson (1972), t. II, p. 246-252.
(19714), Introduction: the science of mind and order, en Steps to an ecology of mind, p.
XV XXVI; trad. fr., Introduction: une science de 1 esprit et de 1 ordre, en Bateson
(1972), t. 1, p. 11-21.
(1972), Steps to an ecology of mind, Chandler Press, San Francisco; Ballantine Books
Ed., Nueva York 51976; trad. fr., Vers une écologie de l esprit, t. I, 1977; t. II, 1980,
Éditions du Seuil, París.
388
389
Bibliografia
- (1975b), The message of nature and nurture, no publicado; preparado para el Centre
Royaumont, Conference sur les modéles ontogénétiques et phylogénétiques du
développement, 10-17 octubre 1975.
- (1977), Epilogue, en Ostwald (dir.), Communication and social interaction, Grune and
Stratton, Nueva York, p. 331-337.
- (1978a), The pattern which connects, «CoEvolution Quarterly» (verano 1978), p. 4-
15. - (1978b), Letter to WC. Ellerbroek, MR, «CoEvolution Quarterly» (verano 1978), p.
16-17.
- (1978e), The birth of a matrix or double bind and epistemology, en Berger (dir.)
(1978), p.41-64.
- (1979a), Mind and nature: a necessary unit, Dutton, Nueva York; trad. fr., La nature
et la pensée, Éditions du Seuil, París 1984.
- (1982), Dierences, double description and the interactioe designation of self, en F.A.
Hanson (dir.), Studies in aymbolism and cultural communication, University of
Kansas Publications in Anthropology, n.°- 14, Lawrence, Kansas, p. 3-8.
Bateson, G. y Bateson, M.C. (1987), Angels fear, Bantam Books, Nueva York; trad. fr.,
La peur des anges, Éditions du Seuil, París 1989; trad. cast., El temor de los ángeles,
Gedisa, Barcelona 1989.
Bateson, G., Brosin, H.W., Birdwhistell, R. y otros autores (1971), The natural history of
an interview, University of Chicago Library Microfilm Collection of Manuscripts in
Cultural Anthropology, Series 15, n.°- 95-98.
Bateson, G., Haley, J., Jackson, D.D. y Weakland, J.H. (1956), Towards a theory of schi-
zophrenia, en Steps to an ecology of mind, p. 201-227; trad. fr., Veis une tbéorie de la
schizopbrénie, en Bateson (1972), t. II, p. 9-34.
Bateson, G., Jackson, D., Haley, J. y Weakland, J.H. (1962), A note on the double bind
(1962), en Sluzki y Ransom (dirs.) (1976), p. 39-42.
Bibliografía
- (1984), With a daughter's eye, Washington Square Press, Nueva York; trad. fr., Re-
gard sur mes parents, Éditions du Seuil, París 1989; trad. cast., Como yo los veía,
Gedisa, Barcelona 1989.
Belo, J. (dir.) (1970), Traditional Balinese culture, Columbia University Press, Nueva
York y Londres.
Benoit, J.C., Malarewicz, J.A. y otros autores (dirs.) (1988), Dictionnaire des thérapies
familiales, ESF, París.
Berger, M.M. (dir.) (1978), Beyond the double bind, Brunner/Mazel, Nueva York; trad.
cast., Más allá del doble vínculo, Paidós, Barcelona 1993.
Bernard, CI. (1878), Lqons sur les phénoménes de la vie commune aux animaux et aux
végétaux, 2 vols., J.B. Bailliére, París.
Bertalanffy, L. von (1962), General systems theory - a critical review, en Buckley (dir.)
(1968).
- (1968), General systems theory, George Braziller, Inc., Nueva York; trad. fr., Théorie
générale des systémes, Dunod, París 1973; trad. cast., Teoría general de los
sistemas, FCE, Madrid '1976.
Bodin, A.M. (1981), The-interactional view: family therapy approaches of the Mental
Research Institute, en Handbook of family therapy, Brunner/Mazel, Nueva York.
Boszormenyi-Nagy, 1. (1965), Intensive family therapy as process, en Boszormenyi-
Nagy y Framo (dirs.) (1965), p. 87-144.
Boszormenyi-Nagy, I. y Framo, J.L. (dirs.) (1965), Intensive family therapy, Harper and
Row, Nueva York; trad. cast., Terapia familiar intensiva, Trillas, México 1976. Boulding,
K.E. (1956), General systems theory - the skeleton of science, en Buckley (dir.) (1968).
- (dir.) (1968), Modem systems research for the behavioral scientist, Aldine Publishing
Co., Chicago.
Bunzel y Weakland, J.H. (1952), Chinese family images in international affairs; reimp.
en Mead y Métraux (1953), p. 421-426.
390
391
Bibliografa
Colas, Y. y otros autores (1981), Des interventions directives aux paradoxes, «Thérapie
familiale» (Ginebra) 2, n.°- 1, p. 57-93.
Colloque de Cerisy, bajo la dirección de Yves Winkin (1988), Bateson: Premier état d
'un héritage, Éditions du Seuil, París.
Coyne, J.C., Denner, B. y Ransom, D.C. (1982), Undressing the fashionable mind, «Fa-
mily Process» 21, p. 391-396.
Changeux, J.-P. y Connes, A. (1989), Matiére á pensée, Éditions Odile Jacob, París.
Chomsky, N. (1975), Reflections on language, Pantheon Books, Nueva York; trad. fr.,
Réflexions sur le langage, Flammarion, París 1977.
Chubb, H. y Evans E.L. (1990), Therapist fcienty and clinical accesibility with the Men-
tal Health Research Institute brief therapy model, «Community Health Journal» 26,
n.- 2 (abril 1990), p. 139-149.
Dechert, C.R. (1965), The development of cybernetics, «The American Behavioral Scien-
tist» VIII (10 junio 1965), p. 15-20; reimp. en Dechert (dir.) (1966).
- (dir.) (1966), Tbe social impact of tybernetics, Simon and Schuster, Nueva York.
- (1982), In search of truth: on the way to clinical epistemology, «Family Process» 21, p.
407-414.
Erickson, M.H., Haley, J. y Weakland, J.H. (1959), A transcript of a trance induction with
commentary; reimp. en Haley (dir.) (1967), p. 51-88.
Erickson, M.H. con Rossi, E.L. y otros autores (dirs.) (1983), Healing in hypnosis, vol. I,
Irvington Pubs, Inc., Nueva York.
Feyerabend, P. (1975), Against metbod, New Left Books, Londres; trad. fr., Contre la
méthode. Esquisse d une théorie anarcbiste de la connaissance, Éditions du Seuil,
París 1979; trad. cast., Contra el método, Ariel, Barcelona '1989.
392
Bibliografia
Fisch, R., Weakland, J.H. y otros autores (1975), Learning brief therapy: an
introductory manual, BTC, MRI, Palo Alto, CA.
Fisch, R., Weakland, J.H. y Segal, L. (1982), The tactics of change, Jossey-Bass Pubs,
San Francisco; trad. fr., Tactiques du changement, Éditions du Seuil, París 1986;
trad. cast., La táctica del cambio, Herder, Barcelona '1994.
- (dir.), Mead y Teuber (as. dirs.) (1952), Transactions of the Eighth Conference on Cy-
bernetics: March 15-16, 1951, Macy Foundation Publications, Nueva York.
- (dir.), Mead y Teuber (as. dirs.) (1953), Transactions on the Ninth Conference on Cy-
bernetics: March 20-21, 1952, Macy Foundation Publications, Nueva York.
Fry, W.F. (1959), Destructive behavior on hospital wards, «Psychiatry Quarterly Supple-
ment» 33, part. 2, p. 197-231.
- (1962b), The marital context of an anxiety syndrome; reimp. en Jackson (dir.) (1968b),
41-48.
Gardner, H. (1985), The mind's new science, Basic Books, Nueva York; Paperback Edi-
tion 1987; trad. cast., La nueva ciencia de la mente, Paidós Ibérica, Barcelona 1988.
George, S. (1988), A fate worse than debt, Penguin Books, Suffolk; trad. cast., La tram-
pa de la deuda, Iepala, Madrid 1989.
Giribone, J.L. (1990), Ce que nous a appris l école de Palo Alto, «Esprit».
Gleick, J. (1987), Chaos - Making a new science, Penguin Books, Nueva York; trad.
cast., Caos, Seix Barral, Barcelona 1988.
Greenberg, G.S. (1977), The family interactional perspective: a study and examination
of the work of Don D. Jackson, «Family Process» 16: 4, p. 385 (diciembre 1977). Haley, J.
(1955), Paradoxes in play, fa ntasy, and pycbotherapy, «Psych. Res. Re p.» 2, p. 52.
P.
393
Bibliografía
- (1959a), 7he famíly of the schizophrenic. a model system; reimp. en Jackson (dir.)
(1968a), p. 171-199.
- (1963), Strategies of psychotherapy, Grune and Stratton, Nueva York; Triangle Press,
'1990; trad. cast., Estrategias en psicoterapia, Toray, Barcelona 1987.
- (dir.) (1967), Advanced techniques of hypnosis and therapy, Grunne and Stratton, Flo-
rida.
Hall, A.D. y Fagen, R.E. (1956), Defznition of system, «General Systems Yearbook» 1;
reimp. en Buckley (dir.) (1968).
Hansen, J.C. (dir.) (1983), Diagnosis and assessment in family therapy, Rockville, Mary-
land.
Haring, D.G. (dir.) (1948), Personal character and cultural milleu, Syracuse University
Press, Siracusa.
Bibliografía
- (1985), John von Neumann and Norbert Wiener: from mathematics to the
technologies of life and death, MIT Press, Cambridge, Mass; trad. cast., J. von
Newmann y N. Wiener, Salvat, Barcelona 1989, 2 vols.
Heisenberg, W. (1958), Pbysirs and philosophy, Harper and Row, Nueva York.
Herr, J. y Weakland, J.H. (1979), Counseling elders and their families, Springer, Nueva
York.
Hoffman, L. (1981), Foundations of famíly therapy, Basic Books, Nueva York; trad.
cast., Fundamentos de terapia familiar, F.C.E., México 1987.
Hofstadter, D. (1979), Gode¿ Escher Bach: Les brins d une guirlande éternelle,
InterÉditions, París 1985.
Holland, J.H., Holyoak, K .J., Nisbett, R.E. y Thagard, P.R. (1986), Induction: processes
of inference, learning and discovey, MIT Press, Cambridge, Mass.
Hunt, J. (dir.) (1944), Personality and the behavior disorders, vol. 2, Ronald Press Co.,
Nueva York.
Jackson, D.D. (1957), 7be question of famíly homeostasis, «The Psychiatric Quarterly
Supplement» 31, part. 1, p. 79-90; reimp. en Jackson (dir.) (1968a), p. 1-11.
- (1958), Guilt and the control of pleasure in schizoid personalities, «Br. J. Med.
Psychology» 31, part. 2, p. 124-130.
- (1959), Family interaction, family homeostasis and some implications for conjoint
famíly psychotherapy; reimp. en Jackson (dir.) (19686), p. 185-203.
- (1961), The monad the dyad, and the famíly therapy of schizophrenics, en A. Burton
(dir.), Psychotherapy of the psychoses, Basic Books, Nueva York, p. 318-328.
- (1962), LSD and the new beginning, «Journal of Nervous and Mental Disease» 135. -
(1964), Myths of madness, Macmillan Pubs, Nueva York.
- (1965), Les régles de la famille: Le «quid pro quo» conjugal; reimp. en Watzlawick y
Weakland (dirs.) (1977), p. 46-59.
- (dir.) (1968a), Human communication: communication, famíly and marriage, Science
and Behavior Books, Palo Alto, CA; trad. cast., Comunicación, familia y matrimonio,
Nueva Visión, Buenos Aires 1977.
Jackson, D.D. y Haley, J. (1963), Transference revisited, «Journal of Nerv. Ment. Dis.»
137, p. 363-371.
Jackson, D.D. y Weakland, J.H. (1961), Conjoint famíly therapy, some considerations on
394
395
Bibliografía
theory, technique, and results, «Psychiatry», suplemento al n.- 2, 24, p. 30-45; reed. en Jackson (dir.) (19686).
Keeney, B. (1979), Ecosystemic epistemology: an alternative p,~radigm for diagnosis, «Family Process» 18.
Keeney, B. (1982a), What is an epistemology: of family therapy, «Family Process» 21, p. 153-168.
- (1983) Aesthetics of change, Guilford Press, Nueva York y Londres; trad. cast., Estéti ca del cambio, Paidós Ibérica,
Barcelona 1991.
Keeney, B. y Ross, J.M. (1985), Mind in therapy: constructing systemic family therapies, Basic Books, Inc., Nueva York.
Keeney, B. y Sprenkle, D.H. (1982), Ecosystemic epistemology: critical implications for tbe aesthetics and pragmatics
offamily therapy, «Family Process» 21, p. 1-20.
Knapp, P.H. (dir.) (1963), Expression of emotions in man, International Universities Press, Nueva York.
Kóhler, W. (1969), 7-he task of Gestalt psychology, Princeton Univ. Press, Princeton. Korzybski, A. (1933), Science and
sanity, The Int. Non-Aristotelian Library, Conn. Kuhn, T.S. (1970), The structure of scientific revolutions (2.- ed.
aumentada), University of Chicago Press, Chicago; trad. fr., La structure des révolutions scientifiques, Flam marion, París
1983; trad. cast., La estructura de las revoluciones científicas, FCE, Madrid 1990.
Lacroix, M. (1984), Étude sur la non-linéarité. Essai d ápplication auz sciences humaines, memoria de licenciatura,
Universidad de Lieja.
- (1988), Non-linéarité• un nouveau paradigme?, «Les Cahiers de psychologie sociale» 40, Universidad de Lieja.
Levy, D. (1943), Maternal overprotection, Columbia University Press, Nueva York. Lewin, K. (1947), Feedback problems
of social diagnosis and action, en Buckley (dir.) (1968).
Liddle, H. (1983), A comparative analysis of six schools of thought, en Hansen (dir.) (1983).
Lidz, R.W. y Lidz, T. (1949), The family environment of schizophrenic patients, «American Journal of Psychiatry» 106, p.
332-345.
Lidz, R.W. y Fleck, S. (1960), Schizophrenia, human interaction, and the role of the family, en Jackson (dir.) (1960), p.
323-345.
Malarewicz, J.A. y Godin, J. (1986), Milton H. Erickson: De llhypnose clinique d la psychothérapie stratégique, ESF,
París.
Maruyama, Magoroh (1963), 7-he second tybernetics: deviation-ampliffing mutual causal processes, «American Scientist»
51, p. 164-179; reimp. en Buckley (dir.) (1968). McCulloch, W.S. (1965), Embodiments of mind, MIT Press, Cambridge,
Mass. McCulloch, W.S. y Pitts, W.H. (1943), A logical calculus of the ideas immanent in ner vous activity, en Buckley
(dir.) (1968).
396
Bibliografa
Mead, M. (1972), Blackberry winter: my earlieryears, Touchstone, Nueva York. - (1977), Letters from the field,
Harper and Row, Nueva York.
Mead, M. y Métraux, R. (1953), The study of culture at a distance, University of Chicago Press, Chicago.
Melchior, T. (1988), Entretien avec John H. Weakland, «Métaphores» (septiembre 1988), Bruselas.
Merin, J.H. (dir.) (1966), The etiology of neuroses, Science and Behavior Books, Palo Alto. Midelfort, C.F. (1957), The
family in psychotherapy, McGraw-Hill, Nueva York. Miermont, J. (1987), Dictionnaire des thérapies familiales, Payot,
París.
Miller, G.A. (1963), What is information measurement?, en Buckley (dir.) (1968). Miller, G.A., Galanter, E. y Pribram,
K.H. (1960), Plans and the structure of behavior, Holt, Rinehart and Winston, USA.
Mittelman, B. (1956), Analysis of reciprocal neurotic problems in family relationships, en V.E. Einsenstein (dir.),
Neurotic interaction in marriage, Basic Books, Nueva York, p. 81-100.
Monod, J. (1970), Le hasard et la nécessité, Éditions du Seuil, París; trad. cast., El azar y la necesidad, Tusquets,
Barcelona '1989.
Moreno, J.L. (1954), Interpersonal therapy, group pychotherapy and the formation of the unconscious, «Group
Psychotherapy» 7, p. 191-204.
Napier, A.Y. y Whitaker, C. (1978), Tbe family crucible, Harper and Row, Nueva York.
- (1979), Problémes du thérapeute de families débutant, en D.A. Bloch (dir.), Techniques de base en therapee familiale, J.-
P. Delarge, París.
Neubeck, G. (1954), Factors affectinggroup psychotherapy with married couples, «Marriage and Family Living» 16, p.
216-220.
Neumann, J. von (1951), The general and logical theory of automata, en Buckley (dir.) (1968).
Neumann, J. von y Morgernstern, O. (1947), Theoy of games and economic behavior, Princeton University Press,
Princeton NJ; trad. fr., Théorie des jéux et comportement économique, Universidad de ciencias sociales, Toulouse
1977.
Obendorf, C.P. (1938), Psychoanalysis of married couples, «Psychoanalysis Review» 25, p.453-475.
O'Hanlon, W.H. y Weiner-Davis, M. (1989), In search of solutions: a new direction in psy chotherapy, Norton, Nueva
York; trad. cast., En busca de soluciones: un nuevo enfoque en psicoterapia, Paidós Ibérica, Barcelona 1990.
Parloff, M.B. (1961), The family in psychotherapy, «AMA Arch. gen. Psychiatry» 4, p. 445-451.
Penrose, R. (1989), The emperor's new mind: concerning computers, minds and the laws of pbysics, Penguin Books,
Nueva York; trad. cast., La nueva mente del emperador, Mondadori España, Madrid 1991.
Pribram, K.H. (1971), Languages of the brain: experimental paradoxes and principles in neuropsychology, Prentice Hall,
Nueva York, 5.1 ed.
Prigogine, I. y Stengers, I. (1977), L'ordre par fluctuations et le systéme social, en L'idée de régulation dans les sciences,
París.
397
Bibliografía
Bibliograf a
- (1988), Entre le temps et l éternité, Fayard, París; trad. casi., Entre el tiempo y la
eternidad, Alianza, Madrid 1990.
Pryor, K. (1975), Lads before the wind, Harper and Row, Nueva York.
Rapoport, A. (1956),'77re promise and pifaEs of information theory, en Buckley (dir.)
(1968).
Ray, W.A. (1989), On paradigmatic shifts: the interactional theory and therapy of
Donald DeAvila jackson, M.D., School of Social Sciences, Nueva Escocia (tesis
doctoral, no publicada).
Rosen, S. (1982), My voice will go with you, Norton, Nueva York; trad. fr., Ma voix t
áccompagnera - Milton H. Erickson raconte, Hommes et Groupes, París 1986.
Rosenblueth, A., Wiener, N. y Bigelow, J. (1943), Behavior, purpose and teleology, «Phi-
losophy of Science» 10, p. 18-24; reimp. en Buckley (dir.) (1968).
Segal, L. (1986), 7he dream of reahy, Norton, Nueva York; trad. fr., Le réve de la réali-
té, Éditions du Seuil, París 1990.
Sluzki, C.E. (1985), A minimal map of cybernetics, The Networker (mayo-junio 1985).
Sluzki, C.E. y Ransom, D.C. (dirs.) (1976), Double bind: the foundation of the commu-
nicational approach to the family, Grune and Stratton, Nueva York.
Spiegel, J.P. y Bell, N.W. (1959), 77je family of the psychiatric patient, en S. Arieti (dir.),
American handbook of Psychiatry, vol. 1, Basic Books, Nueva York, p. 114-149. Stanton,
A.H. y Schwartz, M.S. (1954), The mental hospital, Basic Books, Nueva York. Suzuki,
D.T. (1972), Essais sur le bouddhisme zen, 3 vols., Albin Michel, París; trad. casi.,
Budismo zen, Kairós, Barcelona 1986.
Szasz, T.S. (1961), The myth of mental illness: foundations of a theory of personal
conduct, Hoeber-Harper, Nueva York.
- (1970), The manufacture of madness: a comparative study of the inquisition and the
mental health movement, Harper and Row, Nueva York; trad. casi., La fabricación de
la locura, Kairós, Barcelona '1981.
Waddington, C.H. (1961), Afragment from psychotherapy East and West (1961), en
Sluzki y Ransom (dirs.) (1976), p. 167-170.
Watzlawick, P. (1963), A review of the double bind theory, en Jackson (dir.) (1968a), p.
63-68.
- (1964), An anthology of human communication, text and tape, Science and Behavior
Books, Palo Alto, CA.
- (1976), How real is real? Random House, Nueva York; trad. fr., La réalité de la réa-
lité, Éditions du Seuil, París 1978; trad. casi., ¿Es real la realidad?, Herder, Barce-
lona 61994.
- (1978), The language of change, Basic Books, Nueva York; trad. fr., Le langage du
changement, Éditions du Seuil, París 1980; trad. casi., El lenguaje del cambio, Her-
der, Barcelona 61994.
398
399
Bibliografa
- (1983), Tbe situation is hopeless but not serious: the pursuit of unhapiness, Norton,
Nueva York; trad. fr., Faites vous-méme votre malheur, Éditions du Seuil, París
1984; trad. cast., El arte de amargarse la vida, Herder, Barcelona '1992.
- (dir.) (1984), The invented reali y, Norton, Nueva York; trad. fr., L'invention de la
réalité, Éditions du Seuil, París 1988.
- (1986), Ultra-solutions: how to fail most successfully, Norton, Nueva York; trad. fr.,
Comment réussir á échouer, Éditions du Seuil, París 1988; trad. cast., Lo malo de lo
bueno, Herder, Barcelona '1994.
- (1987), Guide non conformiste pour 1'usage de lAmérique, Éditions du Seuil, París.
- (1990), Münchhausen's pigtail, Norton, Nueva York; trad. fr., Les cheveux du baron
de Münchhausen, Éditions du Seuil, París 1991; trad. cast., La coleta del Barón de
Münchhausen, Herder, Barcelona 1992.
Watzlawick, P., Fisch, R., Weakland, J.H. y Bodin, A. (1972), On unbecoming family
therapists, en Feber, Mendelsohn y Napier (dirs.), The book offamily therapy, Science
House, Nueva York 1972; reimp. en Watzlawick y Weakland (dirs.) (1977).
Watzlawick, P., Weakland, J.H. y Fisch, R. (1974), Change: principles ofproblem forma-
tion and problem resolution, Norton, Nueva York; trad. fr., Changements: paradoxes
et psychothérapie, Éditions du Seuil, París 1975; trad. cast., Cambio, Herder, Barce-
lona 81994.
- (1960), The double bind bypothesis of schizophrenia and tbree pary interaction
(1960), en Jackson (dir.) (1960); reimp. en Sluzki y Ransom (dirs.) (1976), p. 23-38.
- (1962), Family therapy as a reasearch arena; reimp. en jackson (dir.) (1968b), p.
271276.
- (1974), The double bind theory by self-reflexive hindsight, en Sluzki y Ransom (dirs.)
(1976), p. 307-314.
Weakland, J.H. y Fry, W. (1962), Letters of mothers of schizophrenics, reimp. en
Jackson (dir.) (1968a), p. 122-150.
Weakland, J.H. y Jackson, D.D. (1958), Patient and therapist observations on the
circomstances of a schizophrenic episode; reimp. en Jackson (dir.) (1968a), p. 87-121.
Whitaker, C.A. (dir.) (1958a), Psychotherapy of chronic patients, Little, Brown and Co.,
Boston.
Bibliografia
Wilder, C. y Weakland, J.H. (dirs.) (1981), Rigor and imagination, Praeger, Nueva York.
Wilmer, H.A. (dir.) (1958), Social psychiatry in action, Charles C. Thomas, Springfield.
- (dir.) (1988), Bateson: premier état d'un béritage, Éditions du Seuil, París.
Wright, R. (1989), Three scientists and their Gods: looking for meaning in an age of
information, Perennial Library, Harper and Row, Nueva York.
Wynne, L.C. (1961), The study of intrafamilial alignements and splits in exploratory
family therapy, en Ackerman, Beatman y Sherman (dirs.) (1961).
Wynne, L.C., Ryckoff, I.M., Day, J. y Hirsch, S.I. (1958), Pseudomutuality in thefamily
relations of schizophrenics, «Psychiatry» 21, p. 205-220.
Zeig, J.K. (dir.) (1982), Ericksonian approches to hypnosis and psychotherapy, Brunner-
Mazel, Nueva York.
Zug, G.H. y Rubinstein, D. (1965), A review of concepts in the study and treatment of
families of schizophrenics, en Boszormenyi-Nagy y Framo (dirs.) (1965), p. 1-32.
401
ÍNDICE ANALÍTICO
photographic
y la ecología 37
y la evolución 329-333
y la psicoterapia 177 182-186 192ss y los procesos mentales 102 235 véase también
Aprendizaje; Erickson; Espíritu; Proyecto Bateson; Watz
Abducción 49
Abramson, Harold 92s 234ss Ackerman, Nathan 197 200 231 246 Aclimatación 332
Adaptación 116
Amatea, Ellen 363 Analogía, analógico 110 razonamiento 49s; véase también Explicación
y digital 105 108; véase también Codificación; Comunicación Aprendizaje 54s 115 122-
130 135-138168s 212 303
secundario 126-129149s 165 332 teoría batesoniana del 46 55 100 120s 123-130142
329ss
96333
Índice analítico
Índice analítico
Benedict, Ruth 46 147s Berger, Milton 190 Bernard, Claude 57 68 155 Bertalanffy,
Ludwig von 112 Bigelow, Julian 58s 64s 74 Birdwhistell, Ray 101 136 178 244
Blake, William 36s 40
Bodin, Arthur 24 269 369 Boltzmann, Ludwig 83 85s Boszormenyi-Nagy, Ivan 200
Bowen, Murray, 190 200 233 259 Brand, Stevart, 62-71192 Brosin, Henry, 65 92s
136 178 Brown, Jerry 62 324
Caja negra 59 70s Calibrado 77 174 327 332s Cambio 20 126 157
del tipo 1 276ss 280 282 290 333 del tipo 2 276-279 290 300 333 estrategias de; véase
Estrategias de cambio
Cambio. Formación y solución de los problemas humanos 274ss 302 Campbell, Jeremy
81 85s
Cannon, Walter 57 68 155 Capra, Fritjof 352 362 Carácter, 53ss 122
y aprendizaje 126-129 Castaneda, Carlos 212 Castel, Robert 249 Casualidad (azar)
123 127 143 184 330 345
Causalidad 184
Centro de terapia breve 21s 172 193 201 228 254s 259 266 289s 291s 301s 315s 318s
362s
actividades del 27 361s evolución del 280-283 funcionamiento del 24-29 298 302
historia del 269 275
Cibernética 18 20s 34 55s 99s 120 123 141s 146 156 164 174 195s 203 207 252 261
307 341 350 circuito 105
principios de la 56-94
Ciencias naturales 46 99
Cluckhon, Clyde 148 Coacción 88 90 114 122 129 véase también Doble coacción
Codificación 100 102 105 117 251 294 317 338s
analógica 107s 251 digital 108 251 holográfica 110ss ¡cónica 109
parte por el todo 109 Coevolución 104 115 329 338 340 Columbia (Universidad)
147 149 234
de medios 352s
nueva 18 142
y aprendizaje 123
pavloviano 124 126 skinneriano 124 126 Conferencias Macy 56-94 96 106s 162 164
182 184 307 362
Conjunto de referencia 112ss 132 135 Constructivismo 18 23 201 208 281 324 347 350
362
del paciente 294 296 298 familiar 166 168 171 173 175 184 indicadores de 125
132s
y aprendizaje 122ss 126 128 129-138 véase también Aprendizaje
social 286 349 Creatura 104s 347 CTB véase Centro de terapia breve Cualidad y
cantidad 84s
Darwin, Charles 36 38 40 42 67 Delfín 127s 133 136 238 323 Delincuencia 277
333 Depresión 271ss 279
familiar 245
escindida 169
Ecología 37 112
Emociones 220s 292 313 papel en terapia 309ss Empresa (intervención en) 277 365ss
Energía 82-87 104
e información 88-94 346 véase también Metáfora Enfermedad mental 34 141 167
Entropía 83-89 95 330 353
y Bateson 158s
404
405
Índice analítico
Espejo sin azogue 26s 249 269 273 299 Espíritu 85 91 350
y materia 85 Esquizofrenia 54 143 153 157 véase también Doble coacción; Psico
Fisch, Richard 18 23 254s 259 264 266s 269ss 274ss 298ss 361s
y el CTB 24-29 269274 y Jackson 155
Hacia una ecología del espíritu 62 251324 Haley, Jay 18 39 42 44 149ss 156s 159 162
166s 171s 174 178ss 184ss 189-193 197 200s 210 212 219 221ss 229s 238s 246ss 253s
256ss 264268s
y Erickson 178ss 209 212 218 222 y la terapia estratégica 263266 Hall, Edward
101
Hutchinson, Evelyn 65 69 92s Huxley, Aldous 212 235 237 Huxley, T.H. 38
Iatmul 45ss 49s 66 116 185 Iluminación 235 278 Illinois Psychiatric Institute 232s
Inconsciente 302 303-306 Individuo y sistema 22 122 Información 20s 33s 81-94 96
100 102
Índice analítico
Intencionalidad 59
Jackson, Don 18 21 25 29 96 117 154ss 160 167 171 177s 186s 196 200208 227 229ss
235 238 244ss 247 250 252 255
y Erickson 179s
y Satir 232 241 256ss
véase también Bateson; Fisch; Suzuki; Watzlawick; Weakland jerarquía 50 100 119
185
de aprendizaje 123 de los sistemas 336 Jordan, Lynn 369 Juego 163 165
Kerouac, Jack 237 Kesey, Ken 151 Koan 171 356 Korzybski, Alfred 80 Kubie,
Laurence 59 63s 92s 154 307 Kuhn, Thomas 19
Laing, Ronald 183 205 244 Larsen, Ferol 371 Lenguaje 34 105
407
Índice analítico
Lidz, Theodore 200 Lilly, John 189 238 323 Lipset, David 43 45 182s 185 190
Lógica, lógico 34
de la comunicación 96
niveles 128 141 181 310 334 338 tipos 129 161 164 171 240 290 327 teoría de los 49
75 77-82 98 100 165 169 276
Malinowski, Bronislaw 43 Manipulación 185 261 317 340-343 véase también Erickson;
Estrategias Mapa y territorio 48 80 100 348 Máquina de vapor 57 62 67s
Marco de referencia 131 276 Maruyama, Magoroh 207 326 Maturana, Humberto 362
Maxwell, Clarck 62 68-83 McCulloch, Warren 59s 64 68 72ss 92s
Mental Research Institute (MRI) 19ss 23-29 56 96 102 158 172 178 186s 189 195
200 206ss 217 222 227-259 268s 272 319 324 356
408
Metarreglas véase Reglas Miller, Henry 237 Minuchin, Salvador 257 Modelización 58s
77 107 335 339 350
Moley, Vincent 25 Morfogénesis véase Sistema Morgenstern, Oskar 174 Motivación (del
paciente) 221 265 288 MRI véase Mental Research Institute
Objetivo
Paradigma 19 192 344s sistémico 22 301 Paradoja 28s 79s 101 120s 138 141 153 157
160 164 167 178 192 240 253 276
pragmática 292
véase también Orden; Técnicas Pasado, importancia en la terapia 265 282s 307s 314
Patterns 68s 111 116 183 192 210 Patterns o£culture 46 Pensamiento véase Sistema
Percepción, umbrales 90 108 Persona que se queja 283s 296 316 365
Poder 184s 347 Potts, Walter 59 68 Pregnancia 131 137 339 Premisas 92 98 112 120
129 252 262 277 351
del terapeuta 270 304 319 véase también Terapia breve Pribram, Karl 110
Prigogine, Ilya 83 317 327s 346 Principia Mathematica 78 160 162 véase también
Russell; Whittehead Probabilidad 83ss 125
Índice analítico
Problema (psicológico) 112 definición del 285 338s 342s 367 intentos de solución 26
273s 282 285s 294ss 300 304s
estocásticos 329
Profecías autorrealizadas 205 340 Proyecto Bateson 21 29 142-167 172s 227s 230 253
Psicoanálisis 46 52 154 160 178 191 195s 199ss 246 249 260 268 304s 308
véase también Esquizofrenia Psicoterapia 2134 52 97 157 164 178 véase también
Bateson; Cambios; Ética; Objetivo; Paradoja; Terapia
Queja véase Persona que se queja
Realidad véase Constructivismo Redundancia 100 106 109 ll4ss 121 123 129 203 277
305 310 Reencuadre 28 294s 298 306 308 312 317
Refuerzo 124127s 133 169 Reglas 120s 163 familiares 201 203s 277
409
Índice analítico
Índice analítico
metarreglas 204
auto- 60 62
teoría de la 345
Rol 196
familiar 197 203s Rosen, John 158 244 Rosenblueth, Arturo 57ss 64s 67s
Rosenthal, Robert 206
Salud mental 33
San Francisco 23s 34 97 149 153s 180 230 233 237 266s 356 362
Satir, Virginia 18 151 178 230 232s 241 245 247ss 254 256s 259
véase también Jackson Savage, Leonard 65 69 Scheflen, Albert 101 190 244
Schlanger, Karin 24s 363 Shazer, Steve de 319 Secuencias, puntuación 117s 125s 129
136 317 352-355
Sepik 45 66
Sí mismo 129 240 estima de 232 241 Silicon Valley 23 154 Simetría, simétrico 4150
véase también Relación(es) Simplificadores terribles 290 335 Síndrome de utopía 290ss
335 Síntoma(s) 171 179 265 270 284 302 305 318
desplazamiento del 253 277 302 función del 253 270 273 283s prescripción del
192 297
Sistema 22 67 90 104 llls 121s 130 134 138 142 188 202 276s 346 autorreflexividad del
316
y morfogénesis 325-328
Supervivencia 107 330 367 Suzuki, D.T. 159 171 301 Szasz, Thomas 79 205s
Tácticas 28
de cambio 275 287s 298 302 véase también Estrategias Tarea 24 27
Técnicas
paradójicas 266
Teoría(s)
de la información 21 de los juegos 59 69 174 de los tipos lógicos 79 98 100 169 276
energéticas 63
Terapia
de la Gestalt 249 260 estratégica 180 254 familiar 18 29 116 141s 173 177s 180 191
195-200 208 231s 246 248 268ss 325
sistémica 253s
y psicoanálisis 300-315
definición de la 82
Toma de conciencia véase Insight Trance 171 178s 211 213 216
410
411
Índice analítico
Wallace, Alfred Russel 67 Watts, Alan 159 171 237 Watzlawick, Paul 18 21s 2428 204 229
242247276 279ss 331 363
412
Wheeler, John 33 Whitaker, Carl 190 200 Whitehead, Alfred North 48s 78s 100 120 158
162 188
Wiener, Norbert 57ss 64ss 66s 70s 74s 86s 92ss 95 97 146 164ss
y Bateson 164 Wilder, Carol 283 351 Winkin, Yves 18 54 101 104 283 Wittezaele,
Jean Jacques 284 369 Wynne, Lyman 190 200 241 -
302
BIBLIOTECA DE PSICOLOGÍA
SIBL.IOTEC4
Contra-portada.
La escuela de Palo Alto -con un nombre de resonancia hispánica- es famosa en todo el mundo.
Sus aportaciones a la investigación psicológica interesan a una variada gama de profesionales:
el especialista en comunicación halla sugerentes orientaciones en los trabajos innovadores de
Gregory Bateson, sistematizados y prolongados por Paul Watzlawick; el filósofo de las ciencias
se inspira en el nuevo paradigma científico basado en la noción de información y en los
conceptos surgidos de la cibernética; el terapeuta se da cuenta de que casi todas las corrientes
nuevas de terapia familiar y sistémica tienen sus orígenes, más lejanos o cercanos, en el trabajo
de los fundadores del Centro de terapia breve. Se puede afirmar que las ideas renovadoras
elaboradas en Palo Alto han desbordado el marco estricto de su origen y se han propagado entre
todos aquellos que, científica o profesionalmente, tienen que ver con la comunicación humana.
Es de sumo interés, por tanto, conocer la historia y la evolución de las ideas esenciales de la
escuela de Palo Alto. Es lo que nos ofrecen los autores de este libro en una síntesis clara de
todas las vertientes que han influido en el nacimiento y desarrollo de tan prestigiosa escuela.
Herder
9
AIIIVISI 788425
IY
1 556