El Trabajador Peruano
El Trabajador Peruano
El Trabajador Peruano
El ingreso promedio de un trabajador peruano es de S/ 1,366 y el 75% de este grupo trabaja más de
48 horas a la semana. Estas son algunas características que presentan este grupo a propósito del
Día Internacional de los Trabajadores.
Por otro lado, un 68% no se encuentra afiliado a una AFP y el 60% no tiene tarjeta de ahorros o de
crédito. ¿Cuáles son las condiciones de trabajo? El 75% trabaja de manera informal. Además, el 77%
cuenta con algún seguro de salud, pero el 75% no recibe Compensación por tiempo de servicio (CTS).
DESCRIPCION DE LA REALIDAD
El Ministerio de Trabajo tiene un interés muy especial por la calificación de los trabajadores.
Tenemos un convenio con el Ministerio de Educación para trabajar en programas que incluso llegan
a un nivel subregional andino. Hemos propuesto el bosquejo de una decisión andina sobre
formación profesional, inspirada en la que se adoptó en el Mercosur.
Sin embargo, es necesario ampliar la cobertura del sistema incorporando un mayor número de
entidades privadas tanto de Lima como de provincias. En general, las intervenciones de política que
apuntan a reducir el costo de obtener información para quienes buscan empleo y para las empresas
tienen una tasa de retorno social positiva.
A diferencia de los países desarrollados, en muchos países de América Latina, incluyendo el Perú, el
autoempleo o trabajo independiente representa una parte importante del empleo y ha sido una
variable de ajuste importante para equilibrar el mercado de trabajo. Este sector, en donde las firmas
unipersonales operan en un ambiente claramente competitivo es aquél que permite explicar el
relativamente bajo nivel de la tasa de desempleo, aun cuando la demanda por empleo de las
empresas –ya sea formales o informales- sea menor a la oferta de empleo, dado un salario real.
Dadas las características peculiares del sector rural, en el que la mayor parte del empleo es
independiente, mientras que el empleo asalariado tiende a ser una actividad secundaria y muchas
veces estacional, (Valdivia y Robles, 1997), es útil hacer el análisis aislando el sector urbano del rural.
En el Perú urbano, la participación del empleo independiente total crece ligeramente durante los
años noventa, como se observa el , aunque no hay una tendencia clara durante el período de
análisis. Es de destacar que el empleo independiente – incluyendo a los trabajadores no
remunerados- alcanza la mitad del empleo total3. Por otro lado, es claro el incremento de la
participación del empleo público tanto en el sector urbano como rural hacia 1991, para luego
reducirse de manera drástica, caída que fue compensada por la expansión del empleo privado.
En las visiones más abstractas y de largo plazo, el tema de la relación entre Oferta y demanda de
mano de obra en países subdesarrollados como el Perú siempre está presente. la ausencia de una
convergencia entre ingresos promedio y entre distribuciones de ingreso de países pobres y ricos,
que explica el lento crecimiento de economías que, como la peruana, tienen una "sobrepoblación"
laboral. También se ha recordado esa situación de otra manera:
La oferta —es decir la población en edad, en condiciones y con deseo o necesidad de trabajar—
habitualmente la supera y lo hace muy claramente, en el caso de economías subdesarrolladas, o en
etapas sólo incipientes del desarrollo.
En la segunda mitad de los años setenta y en todos los años ochenta, a la sobrepoblación propia del
subdesarrollo se habría añadido la que surge de la gran "crisis de la deuda" y las políticas posteriores,
lo que ha profundizado cuantitativa y cualitativamente el problema.
La transición demográfica
El tema demográfico constituye un componente clásico de todo enfoque sobre el problema del
subdesarrollo del empleo.
La PEA debe de pasar de cerca de 8 millones en 1990 a unos 16,6 millones en el año 2010. Ese
enorme aumento se debe también al incremento de la tasa de participación, que pasaría, según las
estimaciones, de 57,7% en 1990 a 78,0% en el 2010. Podríamos decir que esas cifras son grandes,
pero ¿en relación con qué? Ése es el tema del supuesto de la sobrepoblación.
El tema poblacional está también siempre presente en los estudios de Vega Centeno (2003) sobre
desarrollo y cambio técnico en el Perú. Garavito (2001b) recuerda una de las características que
llama la atención sobre este campo, la relativa estabilidad de la tasa de desempleo, y la explica
indicando que la oferta es procíclica. Yamada (2004a) se encuentra analizando la dimensión de horas
trabajadas y su posible incremento ante situaciones de crisis.
En efecto, y en una perspectiva más histórica, durante las tres décadas recientes se ha registrado
un enorme retraso de la demanda de trabajo respecto de la oferta.
Mientras que la tasa de crecimiento de la oferta se ha elevado desde 1940 hasta fines de siglo,
manteniéndose en niveles cercanos a 3% anual durante los años ochenta, la tasa correspondiente a
la demanda se convirtió en negativa durante esa década y han sido necesarios varios años de los
noventa para alcanzar la tasa de crecimiento de la oferta total
A esa situación hay que añadir la cuarta circunstancia importante: el nuevo contexto institucional.
En el caso de este balance, tras casi cuatro años del anterior, debemos incluir los estudios sobre el
nuevo contexto laboral después de las reformas puestas en marcha desde comienzos de los años
noventa. El análisis de los efectos de dicho contexto es diverso y con distintos grados de crítica.
LA INFORMALIDAD
COSTOS LABORALES
Creo que un primer problema es el concepto de costos salariales y no salariales, porque bajo mi
perspectiva, por ejemplo, las gratificaciones, la compensación por tiempo de servicios y las
vacaciones son costos salariales. El trabajador peruano percibe doce remuneraciones por once
meses de trabajo, más dos por gratificaciones y una por compensación por tiempo de servicios. Ese
conjunto de ingresos es su remuneración anual. Entonces, yo no le llamaría a ninguno de estos
componentes un costo no salarial, sino más bien un costo salarial, el cual es uno de los más bajos
de América Latina. Entre los costos no salariales, el típico era el IES, el cual ha sido suprimido. Por lo
tanto, no me parece que tengamos costos no salariales importantes como para decir que el Perú es
un país que, por ese lado, podría hacer más desventajosa la inversión. Inclusive, el trabajador
promedio de América Latina puede tener menos vacaciones y gratificaciones y no contar con una
compensación por tiempo de servicios; sin embargo, recibe remuneraciones más altas, con lo cual
en términos de los costos anuales, nosotros continuamos por debajo del promedio.
COMENTARIO CRITICO
La población dice que hay un problema de falta de empleo porque lo estápercibiendo de manera
uniforme: atraviesa todos los grupos de edad y diversos sectores sociales.
El problema del Seguro Social comienza cuando el Estado utiliza los fondos del sistema para
financiar la expansión del gasto público, y esto viene de Belaunde, Velasco continuando hasta el
presente.
El índice de sindicalizados disminuyó de 47% a 12,7% para empleados y de 54% a 19,6% para obreros
entre 1991 y 1996.Una buena muestra de la actitud frente al trabajo es el texto constitucional, que
ha reemplazado el reconocimiento de la estabilidad laboral por la «adecuada protección frente al
despido arbitrario» (lo cual implica reconocerlo, nosancionarlo).La política laboral del Gobierno
en materia de remuneraciones ha sido hecha para impedir la recuperación salarial aun cuando haya
aumento del producto y de la productividad.