Historia de La Navegación Prehistoria
Historia de La Navegación Prehistoria
Historia de La Navegación Prehistoria
El contacto del hombre con las aguas es tan antiguo como su propia existencia. Según
la mayoría de los antropólogos, la primera necesidad de navegar se generó,
probablemente, a causa de las inundaciones en las riberas de los ríos y otros cauces de
agua, lugares que los primeros seres humanos escogían generalmente para sus
asentamientos. El acto instintivo de agarrarse a algún objeto flotante cuando las aguas
lo arrasaban todo, llevó al aprendizaje de la natación; así pues, la necesidad de flotar y
atravesar las aguas generó una de las primeras aplicaciones de la inteligencia. Con el
descubrimiento de la flotabilidad, el hombre inició la observación de los objetos que
tenían esta propiedad de manera destacada, como los troncos, las calabazas, los haces
de tallos, etc. Esto debió suceder en el paleolítico superior (desde 40.000 a.C. hasta
10.000 a.C.).
La idea de navegar pudo surgir, con toda probabilidad, de la observación de los troncos
flotantes de grandes dimensiones que las corrientes de agua arrastraban con
frecuencia. Los primeros y más rudimentarios artilugios capaces de navegar fueron las
balsas o armadías formadas por haces de troncos, ramas o juncos unidos entre sí.
Primero se utilizaron para vadear lagos o ríos, pero con el tiempo se planteó la
necesidad de dirigirlos hacia un punto determinado; es decir, lograr el modo de navegar.
No existen pruebas que demuestren cuándo comenzó el hombre primitivo a gestar esta
idea; la naturaleza orgánica de las primeras naves, hechas en su totalidad de materiales
vegetales, hace que no hayan podido resistir el paso de milenios sin desintegrarse. Tan
sólo mediante la asociación con otros restos de utillajes líticos (de piedra) y de huesos,
tales como puntas de arpones y anzuelos, y espinas de pescado, se puede suponer la
utilización de artilugios flotantes que permitieran la pesca en aguas profundas para
aumentar el número de capturas. En las excavaciones de la ciudad de Husum, en el
Mar del Norte, se encontraron los restos de una cuaderna que está catalogada como
parte de la embarcación más antigua que se conoce: era una canoa forrada de piel y
pertenece al noveno milenio a.C., en pleno mesolítico. Las primeras estructuras de piel
que se mantenían sobre el agua fueron, probablemente, rudimentarios odres a modo de
flotador, usados para vadear y pescar en ríos y lagos; seguramente estaban formados
por pellejos de buey y de cerdo, cosidos e inflados.
El hombre de principios del mesolítico descubrió que uniendo varios troncos entre sí,
atados con bejucos, conseguía plataformas más estables que con uno solo; fueron las
primeras armadías, algunas de las cuales, como el "caballito" del Perú y el Ecuador
(embarcación realizada con juncos acuáticos entrelazados y atados, de menos de un
metro de largo, con la proa curvada hacia arriba y en la que sólo había espacio para un
hombre), se utilizaron hasta la llegada de los españoles al continente americano en el
siglo XVI. En los lugares donde no había árboles, como en el Nilo, se usaban los haces
de papiro. Estas armadías empezaron a ser gobernables mediante el uso de una rama
que el navegante introducía en el agua para alterar el rumbo de la canoa. El paso
siguiente fue el desarrollo de los remos como sistema de propulsión y gobierno; más
tarde, se ideó la espadilla, una especie de remo colocado en la popa que permitía dirigir
con mayor precisión las embarcaciones más grandes.
El proceso para conseguir que un solo tronco fuera estable y gobernable duró mucho
tiempo y fue preciso el dominio del fuego y el uso de herramientas de piedra
pulimentada. El primer paso consistió el tronco para aumentar su flotabilidad y así dar
cabida a más de un navegante, proceso que no se produjo hasta finales del mesolítico
o inicios del neolítico, dependiendo de las zonas. Hacia 7.500 a.C. aparecen en el norte
de Europa las primeras canoas monóxilas, embarcaciones de una sola pieza que se
construían vaciando troncos de árboles. En muchas zonas coexistieron con las canoas
de pieles, como la de Husum, y ambas tenían la propiedad de ofrecer una cierta
protección por los costados, lo que, unido a la cavidad del tronco, permitía contener y
transportar con relativa seguridad personas y objetos; por esta razón, la mayoría de los
historiadores consideran estas canoas las primeras "embarcaciones" propiamente
dichas. Éstas sólo se desarrollaron en zonas con abundantes árboles y con troncos lo
suficientemente gruesos. En Oriente Medio aparecieron las canoas monóxilas cerca del
7.000 a.C., y más tarde se empezaron a usar en Australia, América del Sur y África.
Bajorrelieve que muestra a pescadores egipcios utilizando redes y anzuelos desde una clásica
embarcación de juncos de papiro, en el Nilo. Hacia el año 2.200 a.C.
Fue también durante el Imperio Antiguo (2.300 a.C.) cuando los egipcios desarrollaron
los primeros barcos de madera. Aparecieron las primeras construcciones de naves con
tablas de acacia o de sicómoro, prácticamente los únicos árboles que crecían en las
riberas del Nilo. Los sicómoros, unas higueras cuyo fruto es muy preciado,
proporcionaban madera muy dura y resistente, muy cara por su escasez y por el valor
de sus frutos. El sistema de construcción era característico: se ensamblaba la tablazón
con un sistema que mantenía las tablas unidas con junturas engranadas de caja y
espigas con ligazones. Este sistema evolucionó en el Mediterráneo constituyendo el que
se denomino "sistema de construcción empezando por el forro": se construía primero la
tablazón (el "forro") y luego se insertaba el esqueleto (la quilla, las vergas y las
cuadernas). Los egipcios no utilizaban esqueleto porque sus barcos se construyeron
para navegar por las tranquilas aguas del Nilo y no necesitaban cascos con estructuras
especialmente sólidas que tuvieran que resistir el fuerte oleaje en mar abierto.
Posteriormente, en el norte y el oeste de Europa, los barcos se construyeron empezando
por el esqueleto (la quilla y las cuadernas), que se forraba después con la tablazón; este
sistema se denominó "empezando por el esqueleto" o "por las cuadernas". El tamaño
de las embarcaciones egipcias estaba limitado por la escasa altura de los árboles, por
lo que se tuvo que desarrollar un sistema para ensamblar las cortas y duras tablas con
fibras vegetales y tendones de animales.
En un principio, la propuldión de estas embarcaciones se reducía era exclusivamente al
remo y se gobernaban con la clásica espadilla. Hacia finales del cuarto milenio a.C. se
produjo una revolución entre los artesanos dedicados a la construcción de naves en el
Nilo: se inventó la vela. La primera constancia histórica del uso de una vela de tela en
una embarcación aparece en una cerámica que ha sido datada 3.100 años a.C. Antes,
probablemente, se utilizaron hojas de palmera tejidas y ramas diversas, como las que
se usaban en las canoas de otros pueblos africanos y también del norte de Europa. Las
embarcaciones a vela requerían una construcción más avanzada, y de las pinturas que
se conservan se puede decir que las naves disponían de una plataforma
presumiblemente más ancha, para que pudieran situarse los hombres que controlaban
las espadillas; el palo bípode disponía de varios estayes a popa y de uno solo hacia
proa. La vela era controlada por un hombre colocado en la parte trasera de la nave, y lo
más probable era que la vela sólo se utilizara con viento de popa.
Cuando los avances en las técnicas de construcción lo permitieron, se empezaron a
construir puertos y amarres en zonas del río seguras, abrigadas de los vientos y que no
se vieran afectados por las épocas de crecidas anuales de las aguas. La llegada de la
vela no acabó con el remo; cantrariamente, éste se hizo imprescidible para las
maniobras cerradas de los meandros y para las de atraque y varada. Las embarcaciones
más evolucionadas llegaron a disponer de una hilera de trece a catorce remos por banda
y seis espadillas situadas en la zona de popa.
Relieve que muestra una escena de pesca con anzuelos en el Nilo. Decora la mastaba de la
princesa Idut, siglo XXIV a.C.