La Noche de Los Asesinos 2b
La Noche de Los Asesinos 2b
La Noche de Los Asesinos 2b
Personajes: Lalo, Cuca, Beba. Estos personajes son adultos y sin embargo conservan cierta gracia
adolescente, aunque un tanto marchita. Son, en último término, figuras de un museo en ruinas.
Acto I
LALO 1.- ¡Cerrá esa puerta! Un asesino. Un asesino.
LALO 1.- Yo los maté ¿No ven ahí los ataúdes? Los cirios, las flores... Hemos llenado la sala de
gladiolos. Las flores que más le gustaban a mamá. No se pueden quejar. Después de muertos les
dimos el gusto. Yo mismo vestí esos cuerpos rígidos, viscosos..., y cavé con estas manos un hueco
bien profundo. Todavía no han descubierto el crimen.
LALO 1.- ¿Cómo? ¿Considerás un crimen una estupidez? ¡Qué sangre fría la tuya, hermanita! ¿En
serio pensás así?
CUCA 1.- Hay que arreglar esta casa. Este cuarto es un asco. Cucarachas, ratones, polillas... (Quita
un cenicero de la silla y lo sitúa sobre la mesa.)
LALO 1.- (Agarra el cenicero y lo coloca en la silla.) Yo sé lo que hago. (Toma el florero y lo instala
en el suelo.) En esta casa el cenicero va encima de la silla y el florero en el suelo.
LALO 1.- Flotamos con los pies hacia arriba y la cabeza hacia abajo.
CUCA 1.- ¡Fantástico! Andate. Dejame tranquila. Yo voy a hacer lo que pueda hacer y se acabó.
LALO 1.- No te metas en mis cosas. El cenicero, ahí. El florero, acá. Sos vos la que trata de
imponerse; no yo.
CUCA 1.- Todo esto no tiene pies ni cabeza. Si es como lo imagino, no nos puede llevar a nada
bueno.
LALO 1.- ¿Otra vez el miedo? En el mundo, metételo en esa cabeza hueca que tenés, para vivir vas
a tener que hacer muchas cosas y entre ellas olvidarte que existe el miedo.
CUCA 1.- ¡Como si eso fuera tan fácil! Una cosa es decir y otra vivir.
LALO 1.- Entonces tratá que lo que digas esté de acuerdo con lo que vivas.
LALO 1.- No creas que me engañás. Te opones y pretendes esconderte. Ya sé que te faltan huevos
para enfrentar las cosas como son... Si sos nuestra enemiga, mostrá los dientes: mordé. Rebelate.
CUCA 1.- No tengo la culpa. Soy así. No puedo cambiar. Ojalá pudiera.
BEBA 1.- (A CUCA.) Vení, chiquilina... Secate esas lágrimas. ¿No te da vergüenza? Él tiene razón; y
si te decidiste, hay que llegar hasta lo último. Sonreí, bobita, qué bobota sos.
BEBA 2.- (Como la madre. A los personajes imaginarios.) El asma es una enfermedad pirotécnica.
Seguramente continúa haciendo estragos. (A LALO.) Disimulá, nene. (Con una sonrisa hipócrita a
los personajes imaginarios.) ¿Y usted, Pantaleón? Hacía tiempo que no lo veía. Estaba perdido.
¿Cómo anda de la orina? A mí me dijeron los otros días...
LALO 2.- Usted, Margarita, se ve de lo mejor. ¿Le creció el fibroma? (A BEBA.) Atendelos vos.
LALO 2.- (Secreteando.) Cualquier cosa. De todas formas vas a quedar mal.
BEBA 2.- (como la madre) Ay, Pantaleón, qué sinvergüencita. Sí, no se haga el loco. La verruga se
le puso de lo más hermosa.
LALO 3.- (Como Pantaleón.) No exagere, que no le creo. Los años, mi hijita, lo van a uno
deteriorando y acaban por hacerlo un trapo, que es lo peor del caso. Estoy viejo, hecho una
porquería. Y empeorando.
BEBA 3.- (Como Margarita. A CUCA.) Vení acá, muñeca. ¿Por qué te escondés? ¿A quién le tenés
miedo? ¿Al cuco?
(CUCA no se mueve.)
¿Soy una vieja muy fea?... No seas terca, linda. Decime, ¿y tus papitos? ¿Dónde está tu mamita?
(CUCA no se mueve.)
BEBA 2.- (A los personajes imaginarios.) Adiós, Margarita. Buenas noches, Pantaleón. No se
olvide. Mamá y papá fueron y no sabemos cuándo... Esperamos que vuelvan pronto. Adios.
LALO 2.- (A CUCA) Sos una imbécil. Nunca te decidís a fondo. Querés y no querés. Sos y no sos.
¿Creés que con esto basta? Hay que jugársela. No importa ganar o perder. Pero vos preferís ir a lo
seguro. El camino más fácil. Y ahí está el peligro. Porque en ese tira y afloje, te quedas en el aire,
sin saber qué hacer, sin saber quién sos y, lo que es peor, sin saber qué querés.
CUCA 2.- Vos tampoco vas a poder salvarte. Cada día que pasa te vas a poner más viejo..., y acá,
acá, encerrado entre telarañas y polvo. Lo sé, lo veo, lo respiro.
LALO 2.- Vos no te das cuenta que lo que yo propongo es simplemente la única solución que
tenemos. Papá y mamá se empeñan en que todo permanezca inmóvil, que nada se mueva de su
sitio... Y eso es imposible; porque vos, Beba y yo...
LALO 3.- Eso es una excusa. (A CUCA.) ¿Acaso vos sos un florero? ¿Te gustaría descubrir que hasta
la fecha fuiste solamente eso? ¿O que así te trataron la mayor parte de tu vida? ¿Soy yo acaso un
cuchillo? Y vos, Beba, ¿te conformás con ser un cenicero? No, es estúpido. Yo quiero mi vida: estos
días, estas horas, estos minutos..., para decir y hacer lo que deseo o siento. Sin embargo, tengo las
manos atadas. Tengo los pies atados. Tengo los ojos vendados. Mamá y papá son los culpables.
CUCA 3.- Pero, ¿por qué te ensañás con papá y mamá? ¿Por qué les echás la culpa?
CUCA 3.- No podés negar que siempre se han ocupado, que siempre te han querido.
LALO 3.- Detesto que me quieran de esa forma. He sido cualquier tareco para ellos, menos un ser
de carne y hueso.
BEBA 3.- (Como el padre.) Lalo, desde hoy vas a limpiar los pisos, vas a cocer la ropa. Te advierto
que tengas mucho cuidado. Tu madre está enferma y alguien tiene que hacerlo.
CUCA 3.- Lalo, con lo que ganaba papá… Noventa pesos. ¿Qué más querías que te dieran?
LALO 3.- Desde chiquito, desde que era así, me dijeron «Tenés que hacer esto»; y si lo hacía mal:
«¿Qué se puede esperar de vos?» Y entonces venían golpes y castigos. Yo quiero que lo que haga
tenga un sentido verdadero, que vos, Beba, y yo podamos decir: «Hago esto»; y lo hagamos. Si
queda mal: «Es una lástima.», y tratar de hacerlo mejor. Y hacer y rectificar y no estar sujeto a
imposiciones ni pensar que tengo la vida prestada, que no tengo derecho a ella.
LALO 3.- Yo también la tengo. La mía es tan mía y tan respetable como la de ellos.
BEBA 3.- (Como el padre.) Lalo, vas a lavar y vas a planchar. Es un acuerdo que tomamos con tu
madre. Ahí están las sábanas, las cortinas, los manteles y los pantalones de trabajo... Vas a comer
en un rincón de la cocina. Vas a aprender; juro que vas a aprender. ¿Me oíste?
CUCA 3.- Yo no te apoyo. Los voy a defender a capa y espada, si es necesario. Yo acepto lo que
mamá y papá dispongan. Ellos no se meten conmigo. Me dan lo que se me antoja. Jamás voy a
participar en tu juego. (A BEBA.) Y vos no cuentes conmigo tampoco. Ellos han luchado, se han
sacrificado; merecen nuestro respeto al menos. Si esta casa anda mal, es porque tenía que ser
así... No, yo no puedo oponerme.
LALO 3.- Vas a hacer lo que yo diga. (La agarra por un brazo y comienzan a forcejear.)
(BEBA da unos pasos aproximándose a CUCA. LALO en un gesto la detiene. CUCA hace un
simulacro de que no puede levantarse.)
BEBA 4.- Ay, no puedo más. Gritos y más gritos. Gritos por cualquier boludez: por un vaso de agua,
por un florero que se cayó al suelo, por un cuchillo sucio, por un cenicero roto, porque va a faltar
el agua, porque no hay tomates... No me explico cómo pueden vivir así... ¿No hay cosas más
importantes? ¿Para qué existen las nubes, los árboles, la lluvia, los animales? ¿No deberíamos
detenernos un día en todo eso? Pero mamá y papá siguen gritando. Si me pongo a cantar esa
cancioncita que inventaste últimamente: «La sala no es la sala, la sala es la cocina», entonces arde
la casa, es un hormiguero revuelto y sigue la gritería, mamá y papá contra Lalo, Lalo contra mamá,
mamá contra Lalo, Lalo contra papá, papá contra Lalo y yo en el medio. Se eternizan discutiendo,
como si esta casa se pudiera arreglar con palabras, y terminan fajándose también. Ay, no aguanto
más. (Decidida.) Me voy.
(Inmediatamente, LALO agarra dos cuchillos. Frotandolos constantemente, merodea por la sala
susurrando: Ric-rac, ric-rac, ric-rac, ric-rac, ric-rac, ric-rac.)
BEBA 1.- (Como una vecina chismosa.) La noticia apareció en el diario. Pero la vieja Margarita, la
de la esquina, y el Pantaleón, el tuerto, lo vieron todo, y me contaron.
BEBA 2.- (Como un comerciante español, borracho.) El viejo Pantaleón y Margarita lo saben de la A
a la Z... Qué clase de hijos vienen al mundo. Ya lo afirma el refrán: «Cría cuervos...» (Se ríe.) ¿Ha
visto la fotografía en primera plana?
BEBA 3.- (Como Margarita, hablando con sus amigas.) Nosotros fuimos a eso de las nueve, o de las
nueve y media... La hora de las visitas... yo desde que entré me dije: «Acá pasa algo raro». Vos
sabés como soy. Tengo un olfato, y una vista... Y efectivamente... Qué espectáculo, niña. Qué
manera de haber sangre.
BEBA 4.- (Como otra vecina) Ay, Consolación, pregúntale a Angelita lo que ella vio hace una
semana... Un estropicio. Y unos padres tan generosos, tan abnegados. Pero él, ese Lalo, el
cabecilla. No cabe la menor duda. Él, y nadie más que él... Ah, si vieras el cuchillo. Qué cuchillo.
BEBA 5.- (Como Pantaleón.) Yo se lo dije a Margarita. ¿Ellos? No, ellos no. Él, Lalo... yo..., casi lo
afirmaría... Porque las muchachitas..., me da que no... Si hubieras visto la cara que puso Lalo... Era
increíble. Una furia... Sí, un energúmeno... Ah, si llegas a ver el charco de sangre..., y el olor...
Horrible, sí..., horrible es la palabra.
CUCA 5. – (Como el padre.) Lalo, ¿qué estuviste haciendo? ¿Y esos cuchillos? Responde. Dame acá.
(Le saca violentamente los cuchillos.) Cortan, ¿eh? ¿Vas a matar a alguien? Decime. No te quedes
ahí como un mogólico. (Le da una cachetada.) ¿Cuándo vas a aprender a obedecer? ¡Ya ningún
tipo de amenaza te detiene!
No me contestes. Yo, que te lo di todo. Mal hijo. Mala entraña. Treinta años... Treinta años detrás
de un escritorio, en el Ministerio. No tengo un traje presentable ni un par de zapatos de salir...,
para que me pagues de esta manera. ¿Qué estuviste haciendo?
BEBA 5.- (Como la madre.) Revista. Revistas. Revistas. Mentira. Decí la verdad. (CUCA, como el
padre, se acerca de una manera agresiva a LALO.) No, Alberto, no le pegues. (A LALO) Me alegro
que esto te haya pasado. Me alegro, me alegro. ¿Dónde está la plata que tenía escondida en el
aparador? ¿La robaste? Se lo voy a decir a tu padre. Te va a matar cuando lo sepa. Ay, Virgen
Santísima, ¿qué habré hecho yo para que me castigues así? Dame la plata. Debería golpearte.
Arrastrarte. Meterte en un reformatorio.
LALO 5.- (Como el padre.) Beba, vení acá, mostrame las manos. Esas uñas a cortarlas... (CUCA se
acerca a LALO como la madre y la susurra al oído) Beba, ¿es cierto lo que me dice tu madre? ¿Te
levantaste el vestido y le mostraste la bombacha a tus compañeritos? ¿Es posible? ¡Sucia! Serás
una cualquiera, pero no mientras yo viva. Te voy a matar por puta.
BEBA 5.- Déjenme. Ustedes son unos monstruos. Los dos, iguales. (Saliendo.) Quiero irme.
Déjenme salir.
(CUCA y LALO se esfuerzan en detenerla, sin embargo ella llega hasta la puerta.)
CUCA 5.- Bonito espectáculo. Vos, precisamente vos..., que siempre insistís: «Jugá, no seas boba.
Nos vamos a divertir». Vamos, levantate.
LALO 5.- (Como el padre.) Algunas veces... me dan ganas de matarla. Entendeme, mujer.
CUCA 5 .- (Como la madre.) ¿Cómo no voy a entenderte? Ay, Alberto, vos también sos un niño.
BEBA 5.- ¡Basta!... Quisiera reventar. Quisiera volar. No soporto este encierro. Me ahogo. Voy
morir y detesto sentirme aplastada, hundida en este cuarto..., ay no puedo más... Por favor, yo les
suplico, déjenme.
BEBA 2.- (Como la madre.) Ay, Alberto, tengo miedo. El olor de las flores, la música... Vino mucha
gente. Pero no vino tu hermana Rosa, ni tu prima Lola... Alberto... ¿Vos me amas, Alberto? ¿Estoy
linda...? Ay, me duele la panza. Sonreí. ¿La gente se va a dar cuenta de los meses que tengo? Si se
enteraran, me muero de vergüenza. Ay, Alberto, me mareo… No me pises la cola que me caigo...
Quiero sacarme este muchacho... Está clarísimo que vos te decidiste por él, y yo no lo resisto. Ay,
qué me caigo... Alberto, Alberto, estoy haciendo el ridículo... Y ahí viene tu madre, la muy zorra...
Ay, Alberto, me falla la respiración... Quisiera arrancarme este engendro.
CUCA 2.- (Como la madre. A LALO) Me avergüenzo de vos, de tu vida. ¿Así que..., salvarte? Dejá
eso de la salvación... Ahogate. Morite. Durante mucho tiempo te rogué que me ayudaras. Hay
muchos pisos que limpiar en esta casa, y los platos…
CUCA 2.- (Como la madre) Correte. Soñás con darme vuelta la casa y eso no lo voy a soportar, ni
aún después de muerta. El cenicero a la mesa. (Coloca el cenicero en la mesa.) El florero a la mesa.
(Sitúa el florero en la mesa.) Desgraciado, ¿qué va a ser de vos sin nosotros? ¿De qué te quejás?
¿Considerás que somos unos estúpidos? ¿Crees que vamos a renunciar tan fácilmente a nuestros
derechos...? Si querés, andate. Yo misma te prepararo la valija. Ahí tenés la puerta.
TODAS LAS CUCAS.- (Cantan muy débilmente) La sala no es la sala. La sala es la cocina.
LALO 3.- Ahora me siento tranquilo. Me gustaría dormir, dormir, siempre dormir... Sin embargo,
lo dejaré para mañana. Hoy tengo mucho que hacer. (El cuchillo se le escapa de las manos y cae al
suelo.) ¡Qué sencillo es, después de todo...! Uno entra en el cuarto. Despacio, en puntas de pie. El
menor ruido puede ser una catástrofe. Y uno avanza, suspendido en el aire. El cuchillo no tiembla,
ni la mano tampoco. Y uno tiene confianza. Los armarios, la cama, las cortinas, los floreros, las
alfombras, los ceniceros, las sillas te empujan hacia los cuerpos desnudos, resoplando quién sabe
qué porquería.
LALO 5.- Por el momento a limpiar la sangre. Bañarlos. Vestirlos. Y llenar la casa de flores. Luego,
abrir un hueco muy hondo y esperar que mañana...
Acto II
(LALO, de rodillas, con la cabeza inclinada hacia el vientre. CUCA, de pie, mirándolo y riéndose.
BEBA, impasible, con el cuchillo.)
CUCA 4.- Ahora me toca a mí. No te imagines que esto se va a quedar a medias como otras veces.
Estoy cansada de que siempre quede pendiente.
CUCA 4.- Está bien, lo acepto; pero, al mismo tiempo, te repito que hoy...
CUCA 4.- Lo que yo disponga, no; lo que tiene que ser. ¿O ahora soy yo la inventora de todo esto?
¡Qué gracioso!
BEBA 3.- Yo no me voy a pudrir en estas paredes que odio. Allá ustedes que les gusta revolver la
mierda. Al principio te negabas y ahora matarías por lograr tu propósito. Es como si estuviera en
juego tu salvación. ¿Salvarte, qué? ¿El alma? (Jugando) Por eso llamaste a la policía. Ahí están las
huellas. El delito ha sido cometido entre ustedes.
CUCA 3.- Yo defiendo la memoria de mamá y papá. Los defenderé, cueste lo que cueste.
BEBA 3.- Me parece perfecto; pero acordate que yo estoy en guardia, dispuesta en cualquier
momento...
CUCA 3.- No te preocupes, no vas a hacer nada más que tu parte. Sos un instrumento, un resorte,
una tuerca. Ayudame a dar los últimos toques.
CUCA 1.- El florero, el cuchillo, las cortinas, los vasos..., el agua, las pastillas. Dentro de unos
minutos va a entrar la policía...
CUCA 5.- Nosotras vamos a ser invisibles. Nosotras somos inocentes. ¿O vas a defender lo
indefendible? ¿Acaso este no es un asesino?
(CUCA y LALO, que amaga con escapar, forcejean violentamente. BEBA, de entrada, se paraliza;
luego, la lucha entablada va adquiriendo para ella una diabólico interés y da vueltas alrededor de
CUCA y LALO.)
(Los dos hermanos dejan de forcejear. BEBA y CUCA son los dos policías que descubrirán el crimen.)
BEBA 3.- (Como policía.) Eh, chiquito... Si no querés que te acribille, no te muevas.
BEBA 2.- (Como policía) Estás detenido. Responde a la justicia. ¿De quién eran esos gritos?
BEBA 4.- (Como policía.) ¿Por qué los mataste? ¿Te maltrataban?
LALO 3.- Yo no hice eso.
CUCA 1.- (Como policía.) Acá están las manchas de sangre. Estás embarrado de pies a cabeza. ¿Te
atrevés a negarlo?
BEBA 5.- (Como policía.) Esto lo resuelvo yo. ¿Quién te crees que somos nosotros? Descosé la boca
si no querés que te la parta. Ya va terminando la hora de las contemplaciones. ¡Hablá! ¿Cómo lo
hiciste? ¿Por qué? ¿Te maltrataban? ¿Qué fue lo que pasó?
CUCA 4.- (como policía) El caballerito no hizo nada. El caballerito es inocente. El caballerito tiene
sus horas contadas.
(La escena, a partir de este momento, adquirirá una dimensión extraña. BEBA hace ruidos y gestos
de máquina de escribir mientras repite “Tac-tac-tac-tac. Tac-tac-tac-tac. Tac-tac-tac-tac. Tac-tac-
tac-tac-tac.”)
CUCA 2.- (Dictando automáticamente.) En el local de esta Estación de Policía, manifiestan los dos
vigilantes a un mismo tenor que: «Encontrándose de recorrido por la zona correspondiente a su
posta...»
CUCA 4.- (En el tono anterior.) ..., y habiendo escuchado un grito de socorro...
CUCA 5.- (En el tono anterior.) ..., que al entrar en la susodicha habitación...
CUCA 1.- (En el tono anterior.) ..., dos cuerpos que presentaban...
CUCA 3.- (En el tono anterior.) ..., contusiones y primeras heridas de primer grado...
(CUCA y BEBA, continúan hasta que la escena alcanza un breve instante de delirio, y LALO se pierde
en él.)
LALO 2.- Soy culpable. Sí, culpable. Júzgueme. Haga lo que quiera. Estoy en sus manos.
(comienza el juicio)
BEBA 4.- (Como un juez.) Ruego al público que mantenga la debida compostura y silencio, o de lo
contrario, tendré que desalojar la sala y reanudar las sesiones a puertas cerradas. (A CUCA.) Tiene
la palabra el señor fiscal.
CUCA 4.- (Como un fiscal) Ah, señoras y señores, el señor procesado, como todo culpable, teme
que el peso de la justicia...
LALO 1.- Estás haciendo trampa. Te veo venir. Querés hundirme, pero no vas a poder.
CUCA 4.- (Como un fiscal. A BEBA.) Señoras y señores, el procesado, por su parte declara
desenvueltamente su culpabilidad; es decir, afirma haber matado. Por otro lado, el procesado
niega, claro que de una forma indirecta, y desvía la sucesión de los hechos. He aquí, señoras y
señores, al más repugnante asesino de la historia. Mirenlo. ¿Puede la justicia cruzarse de brazos?
Señoras y señores, señores del jurado, señores de la sala, ¿podemos aceptar que un sujeto de tal
especie comparta nuestras ilusiones y nuestras esperanzas?
CUCA 2.- Un rostro impasible de asesino. El procesado desmiente haber cometido el asesinato por
dinero, en otras palabras, para robar, o para convertirse en el usufructuario de la pequeña pensión
de sus padres. ¿Por qué mató, entonces? Porque, en realidad, no existe ningún móvil concluyente.
¿Tendremos que convenir en que fue por odio? ¿Por venganza? ¿Por puro sadismo?
CUCA 4.- ¿Puede la justicia admitir que un hijo mate a sus padres?
CUCA 2.- (Como un fiscal.) No, señores del jurado. No, señores de la sala. Mil veces no. La justicia
no puede consentir tamaño desacato. La justicia impone la familia. La justicia ha creado el orden.
La justicia vigila. La justicia exige las buenas costumbres. La justicia salvaguarda al hombre de los
instintos primitivos y corruptores. (A LALO.) ¿Por qué mató a sus padres?
CUCA 4.- (Como fiscal) ¿Ésa es una respuesta? ¿Los mató a sangre fría, planeando paso a paso los
detalles del crimen, o fue en un rapto de violencia? Diga usted. ¿Solamente empleó este cuchillo?
En fin, señor procesado, ¿por qué los mató?
CUCA 4.- (Como un fiscal.) ¿Perseguido?, ¿por qué? ¿Acosado, por qué?
BEBA 4.- (Como un juez. A LALO.) El procesado debe ser exacto en sus respuestas. Es
fundamentalmente necesario. El tribunal aguarda que el procesado acate, en el mejor sentido,
estas exigencias de orden... Tiene la palabra el señor fiscal.
CUCA 4.- (Como un fiscal.) Estuvo en su casa, ¿antes o después de los hechos?
CUCA 2.- (Como un fiscal.) Ella, en sus declaraciones, insiste en ustedes jugaban de una manera
especial... ¿Qué tipo de juego? ¿No había en él algo..., enfermizo? (Pausa.) Responda: ¿no era un
juego monstruoso?
CUCA 4.- (Como un fiscal.) ¿Qué tipo de relación tenía usted con sus padres?
LALO 3.- Lava los platos, lava los manteles, lava las camisas. Limpia el florero, limpia el orinal,
limpia los pisos. No duermas, no sueñes, no leas. No sirves para nada.
LALO 5.- Yo quería, anhelaba, deseaba desesperadamente hacer cosas por mí mismo.
CUCA 2.- (Como un fiscal.) ¿Qué cosas eran las que usted deseaba realizar? ¿Quiere explicarse el
procesado?
LALO 4.- Es muy difícil... Era algo. ¿Sabe usted? Algo. ¿Cómo podré decirlo?... Yo sé que existe, que
está ahí; pero soy incapaz ahora.
LALO 1.- Aquellas paredes, aquellas alfombras, aquellas cortinas y las lámparas y el sillón donde
papá dormía la siesta y la cama y los armarios y las sábanas..., todo eso lo odiaba, quería que
desapareciera.
CUCA 4.- Usted odiaba todo eso. Y a sus padres, por supuesto, también, ¿no es así?
LALO 3.- Jugábamos... Es decir, representábamos... Yo era el padre. No, mentira. Creo que en ese
momento era la madre. Pero, ahí, en ese instante, llegó hasta mí esa idea...
CUCA 2.- (Como un fiscal) ¿Qué idea?
LALO 5.- Yo sabía que lo que los viejos me ofrecían no era, no podía ser la vida. Entonces, me dije:
«Si querés vivir tenés que...»
LALO 2.- Yo no la deseaba ni me gustaba; pero la idea me daba vueltas, llegaba y se iba, y volvía
otra vez. Al principio quise borrarla… Y ella insistía:
LALO 2.- Creí que iba a enloquecer, le aseguro que sí. Sí, tuve fiebre. No dormía; noches y noches
en vela. Tenía escalofríos... Y era espantoso porque vi que la muerte se me acercaba, poco a poco,
detrás de la cama, entre las cortinas y entre las ropas del armario y se convirtió en mi sombra y me
susurraba entre las almohadas:
LALO 2.- Y me ahogaba, me ahogaba. No sabía a dónde estaba ni qué significaba aquel
desbarajuste. ¿A quién contarle estas cosas? ¿Podía confiar en alguien? Estaba metido en un hoyo
y era imposible escapar... Si esto me estaba ocurriendo, era algo grave, extraño, desconocido para
mí y debía hablarlo, porque, no cabía duda que inesperada, vendría una catástrofe..., y tampoco
me fiaba en mis fuerzas..., y si me franqueaba..., no... Nadie entendería.
LALO 1.- Entonces se me metió en la cabeza que iba a arreglar la casa a mi manera. La sala no es la
sala, decía. La sala es la cocina. El cuarto no es el cuarto. El cuarto es el inodoro. A lo mejor yo
quería salvarme de aquel ahogo, de aquel encierro... Miles de voces repetían al unísono:
LALO 1.- Desde entonces conocí cuál era mi camino y fui descubriendo que las alfombras, la cama,
los armarios, el espejo, los floreros, los vasos, las cucharas y mi sombra, en un murmullo,
reclamaban:
CUCA 5.- (Como la madre. A BEBA.) Señor juez, perdone usted mi atrevimiento; pero yo exijo una
revisión coma por coma del proceso. Por eso he venido aquí. Yo voy a declarar. Mi hijo se presenta
como una víctima y es todo lo contrario. Reclamo que se haga justicia. Si usted supiera la vida que
nos ha hecho pasar esta criatura.
LALO 5.- (Como el padre. A BEBA.) Es cierto lo que digo. Como todos los padres hemos cometido
injusticias y algunos actos imperdonables.
CUCA 1.- (Como la madre.) Señor juez, sus borracheras, sus amigos, sus invitados a deshora...
LALO 3.- (Como el padre.) ¿Quién lleva los pantalones en esta casa?
LALO 4.- (Como el padre.) Cuando éramos novios te metiste en mi cama porque sabías que era la
manera de agarrarme. No querías criar sobrinos. No te gustan los chicos... ¿Pero, soltera, quedarte
soltera...? Jamás. Vos ibas a tener un marido. Sea quien fuere. Lo importante era tenerlo. Un
marido te daba seguridad. Un marido te hacía respetable.
LALO 2.- (Como la madre.) Me pongo fea, Alberto. Estoy hinchada. Con tu sueldo no podemos
mantenerlos.
LALO 1.- (como el padre) Y yo desconocía los motivos, las razones verdaderas. Y, hoy, te digo:
Ponete la mano en el corazón y respondeme, ¿alguna vez me quisiste?
LALO 5.- (como el padre) No importa. No digas nada. Veo claro. Mientras pasaba el tiempo
mayores eran tus exigencias, mayor era tu egoísmo.
(CUCA y BEBA comienzan a cantar. «La sala no es la sala. La sala es la cocina. El cuarto no es el
cuarto. El cuarto es el inodoro».)
LALO 3.- (como el padre) Y yo sentía unas ganas de irme, de volar, de romper con esta nefasta
carcel. Pero tenía miedo; y el miedo me paralizaba y no me decidía y me quedaba a medias.
Pensaba una cosa y hacía otra.
LALO 4.- (como el padre) Ahora me pregunto: «¿Por qué no viviste plenamente cada uno de tus
pensamientos, cada uno de tus deseos?» Y me respondo: «Por miedo, por miedo, por miedo». Eso
es terrible. Darse cuenta al final. No pude. Lalo, si vos querés, podés.
BEBA 5.- Está bien. Ahora me toca a mí. (Como LALO.) ¡Cerrá esa puerta! Un asesino, un asesino…