T.10 Separación y Divorcio. Fam Monop y Reconst. I. Fdez.

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APUNTES. SEPARACIÓN Y DIVORCIO.

FAMILIAS MONOPARENTALES Y FAMILIAS RECONSTITUIDAS1

Itziar Fernández Núñez. EVNTF

A. SEPARACIÓN Y DIVORCIO

 Situación actual
 Factores condicionantes en la situación de separación o divorcio
 Implicaciones de la separación o divorcio en la conyugalidad y
parentalidad
 Consecuencias de la situación de separación o divorcio en los hijos
 Pautas para la intervención socio-educativa con familias en proceso de
separación o divorcio

B. FAMILIAS MONOPARENTALES

 Definición y datos
 Orígenes de la monoparentalidad
 Características de las familias monoparentales
 Ciclo vital y monoparentalidad
 Pautas para la intervención socio-educativa con familias monoparentales

C. FAMILIAS RECONSTITUIDAS

 Definición y tipos de familias


 Características de las familias reconstituidas
 Ciclo vital de las familias reconstituidas
 Tareas de las familias reconstituidas
 Crisis específicas de las familias reconstituidas
 Pautas para la intervención socio-educativa con familias reconstituidas

A. SEPARACIÓN Y DIVORCIO

Situación actual

El fenómeno del “divorcio” aumenta de frecuencia en el mundo occidental. En todos


aquellos países con legislaciones que posibilitan el divorcio, se observa un incremento
importante de éstos a partir de la década de los sesenta.

En algunos países como Suecia, Dinamarca y Estados Unidos, las tasas de divorcio
bordean o sobrepasan el 5% de los matrimonios contraídos en el año. Como
consecuencia de ese aumento cuantitativo se crean nuevas formas de relación familiar.

En España, en 1981, 45 años después de que se derogase la primera Ley del Divorcio
(1932), se volvía a admitir de forma legal el fin de los matrimonios. Por otro lado, en
2005, entraba en vigor la Ley del 'Divorcio Express', y las cifras (según el Instituto
Nacional de Estadística) se disparaban en un 42% respecto al periodo anterior. Los
datos ponen de manifiesto sin embargo, que en función de la crisis económica se ha
iniciado una tendencia a la baja desde el 2008

1. Apuntes realizados con base a los textos señalados en las referencias bibliográficas de Roberto
Pereira y Marta Aja
Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

Según los últimos datos publicados por el INE, en el año 2011 se produjeron 110.651
rupturas matrimoniales en España, situándose la tasa de separación o divorcio en el
2,3% de la población. Algunos datos significativos vinculados:

- El divorcio representa el 93,6% de las rupturas, frente al 6,2% de separaciones.

- El 66,8% de estos divorcios fueron de mutuo acuerdo y el 33,2% no


consensuados. En relación a las separaciones, el 70,8% fueron de mutuo acuerdo
y el 29,2% contenciosas.

- La duración media de los matrimonios disueltos fue de 15,7 años.

- En el 52,2% de las rupturas se asignó pensión alimenticia. En el 85,9% de los


casos el pago de la pensión le correspondía al padre, en el 5,1% a la madre, y
en el 9% a ambos cónyuges.

- La custodia de los hijos menores fue otorgada a la madre en el 81,7%, el 5,3%


al padre, y en el 13,3% fue compartida.

- La duración media de los procesos de disolución fue de 5 meses.

Por tanto, el divorcio ha pasado a formar parte de nuestra realidad familiar y social,
no pudiéndose considerar como un fenómeno excepcional, llegando a plantear algunos
autores el divorcio como una etapa del ciclo vital (Campos y Linares, 2002). Se trata de
una crisis del ciclo vital casi siempre inesperada, en la que debe ser entendida la
necesidad de evolución de las relaciones entre la pareja y los hijos. El sistema familiar
ante un proceso de divorcio se encuentra en crisis, con la consiguiente necesidad de
transformación y reorganización.

La familia necesita habilidades y recursos de adaptación que le sitúen de forma


funcional ante los cambios que implica la nueva situación. Las dificultades pueden
aparecer cuando los miembros de la familia tienen dificultades para adaptarse. Así,
desde el comienzo de la separación se debe tener en cuenta que ante el divorcio se
produce una separación del subsistema conyugal, pero no del parental, que debe
perdurar y resolver diferentes cuestiones acordes a la evolución de los hijos. Esto implica
la necesaria participación en la crianza, de ambos progenitores en las funciones de
protección y educación de los hijos para favorecer el desarrollo adecuado de éstos.
Crear un vínculo adecuado con los hijos y establecer unos límites adecuados son tareas
de los padres que en estos casos se suelen ver dañadas debido al dolor de la
separación.

El divorcio, por tanto, no implica que la familia no exista, sino que solamente la relación
matrimonial ha finalizado y la familia se ha transformado. El profesional en el trabajo
con estas familias por tanto, debe atender el impacto de los miembros familiares
ausentes (padre, madre, abuelos, hermanos) tanto como de los que viven bajo el mismo
techo.

Factores condicionantes en la situación de separación o divorcio

Las familias en proceso de separación o divorcio con frecuencia tienen que afrontar una
serie de factores estresantes de tipo emocional, relacional y económico, antes y después
del divorcio.

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Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

Weintraub y Hillman (citados por Sánchez, 2002) señalan distintos tipos de separación
implicados en un proceso de divorcio:

- Separación legal: se da con el trámite a nivel de las instituciones judiciales, que


certifican la legalidad del divorcio y las implicaciones: repartición de bienes,
custodia de los hijos, pensión de alimentos, régimen de visitas, etc.

- Separación económica: implica la división no solo de bienes, sino además


adaptarse a la nueva situación; es decir, es el asumir un ingreso independiente
de la expareja para lograr cubrir las necesidades del hogar.

- Separación de los padres e hijos: entendida como la separación del progenitor


que sale del hogar, así como la separación que se da cuando quien continúa
conviviendo con los hijos debe salir a trabajar, o trabajar más horas como parte
de la nueva situación.

- Separación emocional: implica que cada miembro de la expareja empieza a


visualizarse y a sentirse fuera del vínculo emocional que le unía con el cónyuge,
lo cual genera sentimientos de angustia, principalmente cuando esta situación se
da por un nuevo vínculo de alguna de las partes.

- Separación social: implica reestructurar los vínculos con la familia política del
cónyuge y con los amigos en común.

Todos estos tipos de separación, con las consecuencias que conllevan, determinan un
proceso de duelo, que varía en intensidad, dependiendo del tipo de vínculo, de las
características de la separación, de los recursos internos de cada persona, la existencia
de redes familiares y de apoyo, de las experiencias de pérdidas anteriores y del
momento de la vida en el cual se presente la ruptura (Jaramillo citado por Sánchez,
2002).

Por tanto, muchas de las diferencias de adaptación son atribuibles a la forma en que la
familia maneja el proceso de divorcio. Algunos de los factores condicionantes son:
Tipo de separación. Una de las variables es la que se refiere al momento de la toma de
decisión. Cuando la separación se produce por mutuo acuerdo el nivel de conflicto es
menor. A pesar de que persistan dificultades la predisposición de los miembros a
negociar es mayor. Sin embargo, si uno de los miembros toma la decisión, la lucha de
poder suele provocar graves conflictos. En ocasiones, a pesar de existir una separación
física no se produce una separación emocional dificultando el proceso.

Condiciones socio-económicas. La separación supone una reestructuración del subsistema


familiar a todos los niveles y uno de ellos es el que se refiere a los ingresos económicos.
En general ambos ex cónyuges se ven obligados a trabajar más horas para poder
mantener el nivel de vida, y suele ser complejo la resolución vinculada al domicilio
familiar (quién se queda en él, cómo se paga la hipoteca, si se vende, etc.). Esto supone
una fuente de estrés añadida para toda la familia.

Relaciones entre los miembros de la pareja y separaciones traumáticas. En aquellos


divorcios derivados de situaciones de alto conflicto o traumáticas (malos tratos,
infidelidades…) existe la tendencia de que el padre custodio se crea con derecho a
limitar y controlar las interacciones de los hijos con el progenitor no custodio. En otras
ocasiones el dolor de la pareja impide ver a los cónyuges que existen modos aceptables
de poder resolver las desavenencias. Actualmente existen programas y recursos que

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ayudan a los miembros de la pareja a negociar sobre las pautas de crianza de sus hijos
y evitar los conflictos (Servicios de mediación, Puntos de Encuentro Familiar).

Apoyo familiar. Existe una correlación positiva entre el manejo de la nueva situación de
una manera favorable y un apoyo adecuado por parte de los familiares más cercanos.
Según diversos estudios, tan perjudicial es la falta de apoyo de los familiares como la
intromisión exhaustiva de los mismos en la separación. Un apoyo familiar adecuado, en
el que se respete la intimidad de los miembros de la pareja entendiendo que son ellos
los que deben acordar y tomar las decisiones con respecto a sus hijos, junto con el
abandono de la idea de pareja o matrimonio como única forma de éxito personal y
felicidad, supone una cuestión clave para el manejo de manera adecuada del divorcio.

Otro factor condicionante que va a determinar la adaptación a la nueva situación se


refiere a la custodia de los hijos.

Por regla general, y especialmente en el caso de hijos pequeños, ésta suele recaer en la
madre. El contacto con el otro progenitor debe estipularse entonces como régimen de
visitas. Sin embargo, el contacto con los hijos no previene totalmente la sensación de
soledad, ni suple la figura de apego que se ha perdido. Por otra parte, frecuentemente
se produce un descenso en la economía del hogar, y de hecho es una de las causas del
fenómeno conocido como feminización de la pobreza. Esta circunstancia impulsa a
muchas madres a incorporarse al mundo laboral. Si al mismo tiempo, la mujer ha de
atender las tareas de cuidado y educación de los hijos y ocuparse de todas las
obligaciones que antes se compartían, es evidente que el nivel de esfuerzo y la
posibilidad de que aparezcan situaciones de tensión se incrementan notablemente.

Estos sucesos estresantes le pueden provocar un malestar emocional, constatándose una


mayor prevalencia de sintomatología depresiva en estas situaciones, lo que va a tener
su impacto en el funcionamiento familiar (menor disponibilidad psicológica, irritabilidad,
dificultades en la crianza, etc.)

En el caso de que la custodia la obtenga el padre la dificultad esencial radica en que


es una situación muy poco frecuente. La sociedad en general (incluido especialmente el
sistema judicial) mantiene muchos prejuicios y desconfianzas hacia las cualidades del
padre como figura afectiva y emocionalmente comprometida con el cuidado de sus hijos.
No obstante, esta misma excepcionalidad hace que se vean con simpatía los esfuerzos
del padre para atender a sus hijos, mientras que se encuentra natural observar esos
mismos esfuerzos en el caso de la mujer separada. De hecho reciben más apoyo
instrumental de familiares, amigos y vecinos que las madres que tienen la custodia. El
padre también sufre la sobrecarga de funciones y tareas que van a suponer un
verdadero reto a sus capacidades de adaptación a la situación de monoparentalidad.

Por otro lado, el padre o madre que no recibe la custodia de los hijos tiene más
oportunidades para rehacer antes su vida personal y social. Sin embargo, lo difícil es
conciliar la búsqueda de nuevos equilibrios personales y nuevas amistades sin rechazar
ni negar su vida familiar anterior. En este sentido, uno de los riesgos más importantes es
el de desvincularse emocionalmente de sus hijos. Una buena parte de sus funciones
parentales (que conformaban su identidad personal) pueden quedar mermadas al
perder la oportunidad de compartir con sus hijos múltiples experiencias cotidianas. En
muchos casos los conflictos con el progenitor que conserva la custodia dificultan y
reducen las oportunidades de visita. En la medida en que el padre o la madre sin la
custodia puedan convivir y relacionarse periódicamente y sin restricciones con sus hijos,
unos y otros no sufrirán tanto los efectos de la separación.

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Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

En cualquier caso, hay que dejar constancia de que es la calidad de la relación y no


tanto la frecuencia de los contactos, la que influye en una mejor adaptación. La
intervención con estas familias tendrá que ir encaminada a conseguir una mayor
implicación del progenitor no residente, lo que debe producirse en los primeros
momentos de la ruptura conyugal y centrarse en el establecimiento de una relación de
cooperación entre ambos progenitores para una crianza más eficaz.

Respecto a la custodia compartida, satisface los deseos de los progenitores de ofrecer a


sus hijos un ejercicio parental de ambos con carácter de igualdad. A largo plazo, los
efectos de la custodia compartida son positivos cuando se mantiene la neutralidad, o la
buena voluntad entre los cónyuges. Sin embargo, desde el punto de vista del hijo, las
investigaciones realizadas no han podido establecer la superioridad de la custodia
compartida respecto a la otorgada a uno de lo progenitores, encargado de su crianza.

Implicaciones específicas de la separación o divorcio en la conyugalidad y la


parentalidad

Los cambios asociados al divorcio están conectados con alteraciones en el sistema


familiar general, y las experiencias emocionales que acompañan al divorcio son
diferentes para cada miembro de la familia. Las características de cada miembro de la
familia y las interacciones entre ellos desempeñan un papel en la forma de sentir y de
comportarse de cada persona en un momento en el que la familia se modifica.

Cuando una pareja se divorcia, después de un período de desencuentros, de intentos de


mejorar la relación, se produce un sentimiento de fracaso y pérdida de la autoestima.
En este sentido, la resolución de la ruptura conyugal va a ser determinante para la
adaptación de los miembros de la familia a la nueva situación.

El proceso de duelo asociado a una situación de separación o divorcio tiene unas


características específicas. Kaslow realiza una comparativa sobre la intensidad del
duelo tras la pérdida de un cónyuge, por muerte y por divorcio:

Diferencias entre pérdida del cónyuge por muerte o divorcio

Muerte del cónyuge Divorcio


Duración “normal” del duelo: 18 meses Duración “normal” del duelo: de 2 a 4 años
Mejor elaboración por ser pérdida definitiva Los cónyuges siguen en contacto directo o indirecto,
lo que reaviva tanto el dolor y el odio como las
fantasías de reunión
Sentimientos de culpa pasajeros salvo en el caso Sentimientos de culpa persistentes
del suicidio, o muerte causada por el superviviente
o mala relación previa
Idealización del muerto Denigración frecuente del cónyuge, sentimientos de
haber sido rechazado y abandonado. (herida
narcisista)
Con frecuencia, beneficios económicos Pérdidas económicas para ambos cónyuges
No modificación del status social (salvo que éste Pérdida de status social. dificultad para acceder a
dependiera del cónyuge) determinados niveles
Existen ceremonias rituales que facilitan el duelo No hay rituales
La red socio-familiar se refuerza Conflictos de lealtades en la red socio-familiar,
que con frecuencia tiene que “optar” por una de
las partes
Apoyo social y económico al cónyuge sobreviviente Castigo social y económico

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Así, respecto a la duración, Kaslow afirma que la duración del duelo es mayor en el
caso de pérdida tras divorcio, que tras la pérdida por muerte. Mientras que en su
opinión, un duelo “normal” tras muerte viene a durar unos 18 meses, tras un divorcio
ésta es mayor, entre dos y cuatro años. Este incremento de la duración puede deberse a
numerosas circunstancias:

 En primer lugar a la aceptación de la pérdida, punto de partida para la


elaboración del duelo. “Otras veces ha hablado de divorciarse y hemos seguido
juntos”, “es una reacción excesiva para lo ocurrido, seguro que pronto se le
pasará”, “en cuanto piense detenidamente en los niños dará marcha atrás”, etc.,
son algunas de las razones que pueden imaginarse para eludir la tristeza y el
dolor de la pérdida, todas ellas basadas en la posibilidad de reversibilidad.

Esta fantasía de reversibilidad se alimenta también por el posible contacto entre


los cónyuges, contacto que no sólo reaviva el dolor y el odio, sino que también
puede reavivar las fantasías de reunión, especialmente si los contactos incluyen
relaciones sexuales.

 A la aparición de sentimientos de culpa, que dificultan siempre el proceso de


elaboración del duelo. Salvo casos de suicidio o muerte causada por el
superviviente, los sentimientos de culpa son más pasajeros en el caso del duelo
por muerte, y suelen ser más persistentes en el divorcio, especialmente cuando se
estima que la propia conducta es la principal causa de éste (infidelidad, etc.).

 Finalmente, otra de las posibles causas de la mayor duración del proceso de


duelo por divorcio, es la ausencia de rituales facilitadores y de apoyo económico
y socio - familiar, lo que no ocurre tras el duelo por muerte. Tras la muerte, hay
numerosos rituales sociales que facilitan el proceso de duelo, la expresión socio-
familiar de apoyo y afecto, el respaldo económico en forma de pensiones,
becas, etc. En el caso del divorcio ocurre exactamente lo contrario: no se han
desarrollado aún rituales que faciliten el proceso, se carece de apoyo socio -
familiar o incluso se reprueba ésta conducta, las pérdidas económicas son la
constante para ambos cónyuges. Los mecanismos de apoyo social están pensados
para facilitar la continuidad de la familia nuclear, y para desanimar la
desarticulación de un grupo familiar ya establecido.

Los elementos emocionales asociados al duelo por la pérdida del cónyuge van a tener
por tanto un impacto fundamental en el proceso familiar de la situación de divorcio, y en
la reorganización de las relaciones familiares tras la crisis. La no resolución adecuada
del duelo asociado al divorcio va a condicionar la adaptación a la nueva estructura
familiar de los miembros de la familia. Así, hay cónyuges que mantienen activas
fantasías de reconciliación, y quieren mantener a toda costa un vínculo emocional con la
expareja. Son frecuentes en estas situaciones no resueltas los conflictos y la
descalificación y/o celos patológicos hacia la nueva relación del otro miembro de la
pareja que sí ha gestionado de manera efectiva su duelo y quiere rehacer nuevamente
su vida. Esta conducta entorpece el proceso de duelo del otro miembro, dificulta el
ejercicio parental de ambos progenitores, y afecta muy significativamente a los hijos,
que pueden ser utilizados como chivos expiatorios, o, de manera consciente o
inconsciente para chantajear emocionalmente a la expareja.

Inevitablemente, la resolución de los conflictos conyugales implicados en los procesos de


separación y divorcio va a condicionar el ejercicio parental posterior de ambos

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progenitores. Ambas dimensiones, conyugalidad y parentalidad, aunque independientes


entre si, se influyen mutuamente de forma compleja.

Easterbrooks y Ende (1988) plantean que los conflictos parentales afectan a las
prácticas de crianza de tres maneras distintas:

- El conflicto matrimonial puede llevar a un incremento del estrés de la madre,


debido a la menor implicación del padre en la crianza, haciendo que se
encuentre menos disponible emocionalmente para los hijos.

- Los conflictos parentales pueden ocasionar la aplicación de unas estrategias de


disciplina más negativas. El mantenimiento de relaciones violentas con el cónyuge
puede llevar también a un estilo de disciplina más negativo.

- Los conflictos pueden dar lugar también a inconsistencia en las prácticas de


crianza:

 La mala comunicación y los desacuerdos sobre la crianza pueden


dar lugar a diferencias de disciplina entre ambos progenitores.

 Los conflictos matrimoniales pueden hacer que un mismo


progenitor utilice diferentes prácticas de crianza en función de
que el otro esté presente o no.

Otra forma en la que los conflictos conyugales pueden afectar negativamente a la


relación padres-hijos es por su impacto en las relaciones afectivas que puede
manifestarse de varias formas:

- Los conflictos pueden agotar emocionalmente a los padres y disminuir su


capacidad para reconocer y responder a las necesidades emocionales de sus
hijos.

- Los padres se encuentran tan agotados emocional y físicamente que son


incapaces de mostrarse afectuosos y sensibles en las interacciones con los hijos.

En las relaciones conyugales pueden producirse además, diversas formas de


triangulación: uno de los progenitores puede aliarse con el hijo y utilizarlo contra el otro,
utilizarle ambos para que medie en sus disputas, o convertirlo en chivo expiatorio sobre
el que descargar su estrés matrimonial. Estas situaciones relacionales van a tener un
impacto significativo en el desarrollo de los hijos.

Hay que dejar constancia además, de que en algunas situaciones de importante conflicto
familiar, la hostilidad y agresión expresadas por los adultos en sus enfrentamientos
puede reproducirse en la relación con los hijos. En estas situaciones, los hijos pueden ir
tomando más conciencia del conflicto, e incluso implicarse activamente en los conflictos
de los padres.

Las investigaciones muestran que la cooperación, el apoyo mutuo y la no confrontación


entre los excónyuges tienen unos efectos positivos en la adaptación de padres e hijos a
estos procesos. Sin embargo, sólo un 25% de divorciados consigue establecer este tipo
de relación. Entre un 15-20% de los divorciados con hijos tienen un elevado nivel de
conflictos, incluso dos años después de la separación, siendo temas comunes de discusión

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el reparto de bienes, la residencia de los hijos, el régimen de visitas y la manutención


(Cantón y Justicia, 2002).

Consecuencias de la situación de separación o divorcio en los hijos

El subsistema familiar es fundamental para el desarrollo y socialización de los hijos, es


por ello que cualquier cambio en la unidad familiar supone a su vez un cambio para
cada uno de sus miembros. En este sentido, el divorcio es una decisión en la que el niño
no toma parte o al menos no debería tomarla, es por ello que en ocasiones ante la
incomprensión de la situación surgen dificultades de adaptación y aceptación de la
nueva realidad familiar.

Algunos factores que condicionan la adaptación y aceptación de la situación de divorcio


en los hijos:

Etapa evolutiva: Dependiendo de la edad de los hijos el divorcio es vivido de una


manera diferente. La percepción de las consecuencias de la separación así como los
motivos que originan la misma son también diferentes en función del factor edad.

A menudo, a los niños mayores se les da más información acerca de los cambios previsto
tras el divorcio con lo cual pueden adaptarse mejor a la nueva situación. Ante los niños
más pequeños y en muchas ocasiones con la idea de protegerlos los padres suelen
ocultar información o incluso camuflarla lo cual puede originar sentimientos de
culpabilidad y desconcierto en el niño. Por otro lado, investigaciones insisten en la mayor
vulnerabilidad del adolescente debido a los cambios personales y en las relaciones en
los que se encuentra.

Atribución de causalidad: Diversos estudios afirman que los niños más pequeños tienden
a culparse más a sí mismos de los enfrentamientos entre sus progenitores, mientras que
niños más mayores son capaces de identificar otros factores.

La atribución causal que hagan los hijos se podrá dar lugar a un mejor o peor
afrontamiento de la situación. Atribuir la causa del conflicto a factores externos y no
controlables por él supone para el niño reducir su sentimiento de culpabilidad.

Solución del conflicto: En algunas ocasiones la proximidad entre la resolución del


conflicto y algunos de los comportamientos de los hijos hace que estos atribuyan el fin
de la disputa a su comportamiento. Algunas reacciones de los niños pueden alterar el
conflicto o acabar con él tales como (el llanto o los gritos). Si el niño aprende que con
esos comportamientos en su mayoría disruptivos puede llegar a controlar el conflicto es
probable que estos comportamientos se vean incrementados con objeto de disminuir esos
conflictos. Los niños que creen que pueden controlar el conflicto tienden a intervenir más
y esa tendencia puede llevar a que un conflicto que en su origen fue matrimonial se
convierta en un conflicto familiar.

Percepción del conflicto: Los hijos pueden percibir algunos de los conflictos de sus padres
como problemáticos mientras que sus padres no las estén experimentando como tales.

Triangulaciones: Como comentábamos anteriormente, se trata de una de las situaciones


más frecuentes en la realidad del divorcio, hijos que son triangulados en la relación de
los padres.

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Una vez la pareja rota y debido a la lucha de poder que establecen muchos de los
cónyuges el hijo puede ser utilizado como aliado contra el otro miembro de la pareja,
utilizado como mediador en las disputas de la pareja o como cabeza de turco para
descargar la tensión creada.

En la primera situación el hijo se ve obligado a tomar partido creándose una situación


de conflicto de lealtades. Se ve empujado a elegir entre sus padres y renunciar en
ocasiones al cariño de uno de sus progenitores con objeto de mantener el cariño del
otro. Afortunadamente son cada vez más los padres que se dan cuenta que lejos de
fortalecer las relaciones con su hijo este tipo de situaciones dan lugar a que los niños se
sientan angustiados y confusos sobre qué sentimientos se pueden o no tener con respecto
a los progenitores, sin que esto cause dolor al otro progenitor.

El niño que se convierte en mediador en las disputas de sus padres, probablemente lo


haya sido anteriormente a la ruptura. Se trata de situaciones en las que la pareja rota
pierde la comunicación entre ellas y abordan los problemas o decisiones que entraña la
crianza de los hijos de este modo.

Respecto a la situación en la que el niño que se convierte en cabeza de turco, la


situación de ruptura matrimonial supone una fuente de estrés para la pareja que en
ocasiones da lugar a que éstos se muestren menos receptivos o sensibles a las
necesidades del niño. Inmersos en una situación de dolor los padres pueden terminar
descargando el estrés generado por dicha situación en sus hijos.

Manipulación de la información: La falta de coordinación de los padres puede dar lugar


a una manipulación de la información de los hijos. Si existe falta de coordinación o
incomunicación que impida fijar unas pautas educativas comunes, los hijos pueden
aprovecharse de esto para obtener su propio beneficio.

Señalar por otro lado, que diferentes autores identifican la instrumentalización de los
menores en el conflicto conyugal con lo que actualmente se denomina “síndrome de
alienación parental”, donde básicamente uno de los progenitores es rechazado por los
hijos, en la mayoría de los casos el niño es influenciado por el progenitor custodio y
manipulado, bien explícitamente o implícitamente.

Gardner (1989), considera que este síndrome se encuentra presente en el 90% de los
casos. Señala asimismo diversas estrategias que contribuyen al desarrollo de este
síndrome:

 Indisponer al niño con comentarios negativos o sarcásticos sobre el progenitor.

 Trasmitir al niño información que pueda enturbiar la imagen del padre.

 Trasladar al niño la decisión de visitar.

 Hacer que el niño se sienta culpable por querer estar con el otro progenitor.

 Utilizar una vinculación fuerte con el hijo para debilitar la que tiene con el otro
progenitor en vez de fortalecerla.

 Castigar emocionalmente cuando el niño expresa sentimientos positivos hacia el


otro progenitor.

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Respecto al conflicto de lealtades en los hijos, se refiere al compromiso que cada uno
tiene con sus padres. El niño quiere a su padre y a su madre, depende emocionalmente
de ellos. Cuando el niño quiere ser leal a los dos y no quiere defraudar a ninguno, es
entonces cuando surge el conflicto. Cuando los padres trasmiten a su hijo que debe ser él
el que elija o decida se le coloca ante un conflicto de lealtad. Es por tanto,
responsabilidad de los padres tomar las decisiones sobre su futuro aunque se hayan
separado.

La experiencia demuestra que la preferencia expresada por un niño, inducida o no, es


interpretada como una validación de las funciones parentales, esto es, alimenta la
autoestima de los padres, por eso es peligroso el hecho de la actitud o papel que el “no
elegido” puede expresar para defenderse. El temor a ser abandonado es lo que obliga
al niño a buscar mecanismos de defensa (a través de conductas de llamadas de
atención, somatizaciones…) para poder “sobrevivir” psicológicamente. El niño tiene
miedo a no ser querido, ante lo cual reprime todos sus sentimientos y presenta una
imagen ante el progenitor custodio con la que garantizarse su aprobación; de este
modo el niño no puede desarrollar adecuadamente su identidad.

Los niños que sufren este conflicto tienen una sobrecarga adicional emocional que no les
corresponde. Tienen la tarea extra de pensar qué decir, cómo, a quién, dónde,… si le
molestará a uno u otro, si le seguirán queriendo, si le aceptan,… una tarea que
sobrepasa a un niño y que hace que se manifieste de otras maneras más “disimuladas”
o camufladas. La instrumentalización de los hijos por parte de los padres favorece que
el conflicto de lealtades en los hijos sea mayor, aumentando las posibilidades de
sufrimiento y malestar en éstos.

En cualquier caso, hay que dejar constancia de que la mayoría de las investigaciones
han llegado a la conclusión de que aunque los hijos de divorciados presentan más
problemas de conducta que los de familias intactas, la magnitud de las diferencias es
moderada. El funcionamiento psicológico de la mayoría de los niños y sus padres mejora
con el paso del tiempo, conforme la familia se va adaptando al divorcio.

En este sentido, Dowling y Barnes (1999), plantean una serie de factores que pueden
contribuir a la adaptación de los hijos tras una separación o divorcio:

- Dar a los hijos una explicación de la ruptura familiar adecuada a su edad.

- Ausencia de conflictos entre los padres tras el divorcio. El conflicto entre los
padres tiene un efecto negativo sobre los niños.

- Buenas relaciones y contacto fácil con ambos progenitores. Cuando los niños
mantienen buenas relaciones con ambos progenitores los efectos del divorcio se
mitigan.

- Saber del progenitor ausente aunque no haya contacto. La buena adaptación de


los padres, su bienestar psicológico, tiene una influencia significativa en la buena
adaptación de los hijos.

- Cuando los hijos pueden hablar abiertamente sobre los procesos de cambio que
afectan a sus vidas les ayuda a desarrollar por si mismos estrategias para
afrontarlos.

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Pautas para la intervención socio-educativa con familias en proceso de separación o


divorcio

La intervención de los diversos profesionales con las familias que se encuentran en


procesos de separación o divorcio debe orientarse a minimizar los efectos negativos de
la ruptura conyugal, y a promover el bienestar psicológico de los hijos y las
competencias adecuadas del ejercicio parental de los adultos.

En el caso concreto de la intervención socio-educativa, algunas pautas a tener en cuenta:

 Acompañamiento a la familia en el proceso de transición. Observación de las


implicaciones de la situación familiar en cada uno de los miembros.

 Comprensión de la situación de crisis familiar e identificación de recursos de


apoyo. Tener en cuenta las necesidades apremiantes de contención y
acompañamiento que pueden experimentar las familias en la crisis. Valorar la
derivación de la familia a recursos específicos.

 Aclarar a ambos progenitores que la intervención no se centrará en los conflictos


que han desencadenado la decisión de romper el vínculo, sino en trabajar sobre
las estrategias a seguir para pasar por el proceso de separación sin dañarse o
perjudicar a los hijos.

 Mantener una posición conciliadora y neutral, no aliarse con ninguna de las


partes. Mantener una intervención orientada a las soluciones viables, para que la
intervención no sostenga el problema sino las estrategias de afrontamiento.

 En casos de pareja que rompen el vínculo de forma abrupta o en contra de la


voluntad de una de las partes, realizar la intervención por separado, y realizar
una mediación, para la resolución de ciertos acuerdos imprescindibles para la
resolución de la crisis.

 Ayudar a la comprensión de que se está experimentando un cambio fuerte y un


proceso de duelo con el fin de “despatologizar” la visión de la ruptura, ligada
al peso cultural que se le da al divorcio.

 Dotar de recursos a ambos progenitores para una transmisión adecuada a los


menores vinculada con la situación familiar. Explicarles los sentimientos que los
niños pueden experimentar ante una separación y cuál es la forma de
expresarlos.

 Favorecer una función parental continua a pesar de la crisis y el cambio.


Proteger a los hijos de tener que tomar partido, hacer de espías, ser sometidos a
interrogatorios, ser utilizado como mensajeros, o expuestos al rechazo cuando
regresan de ver al otro progenitor.

 Favorecer la cooperación entre ambos progenitores y contener expresiones de


conflicto o descalificación entre los excónyuges en presencia de los hijos.

 Acompañar a la familia en la reestructuración de la vida cotidiana, para dotar


de seguridad a los menores. Ayudar a ambos progenitores en la restauración de
un nivel óptimo de funcionamiento personal, laboral, interpersonal,…

11
Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

 Valorar los pensamientos, emociones y acciones de todos los miembros de la


familia en relación a la situación familiar.

 Seguimiento de los efectos de la situación familiar en la adaptación de los niños


a la escuela.

B. FAMILIAS MONOPARENTALES

Definición y datos

La conceptualización de la monoparentalidad como realidad terminológica y social ha


sido un fenómeno reciente (década de los 70).

No existe ninguna definición internacional reconocida de la familia monoparental. La


mayor parte de las definiciones que se han ido formulando en la literatura académica e
institucional se basan en la estructura familiar (o composición familiar), esto lleva a
contemplar la monoparentalidad como aquella estructura familiar integrada por un
progenitor y su progenie. Sin embargo, el concepto adolece de una notable imprecisión
al integrar situaciones muy diferentes.

Así, existen distintos tipos de familias monoparentales dependiendo de los factores que
intervienen en su origen (Hernández Prados, 2002): familias monoparentales vinculadas
a la natalidad (madres solteras); vinculadas a la relación de pareja (abandono familiar,
anulación matrimonial, separación de hecho y separación legal, divorcio y viudedad);
vinculadas al ordenamiento jurídico (adopción) y vinculadas a situaciones sociales
(hospitalización, emigración, laboral y encarcelación). En relación a esto, existen diversas
definiciones que tienen en cuenta criterios como que los hijos deben ser menores de una
cierta edad, dependientes del progenitor, o tienen en cuenta el tipo de ausencia
(temporal o permanente, con corresponsabilidad o no) del otro progenitor, o la
convivencia de otras personas junto al progenitor y los hijos.

Tomaremos como referencia la definición de Alberdi (1988), que define familia


monoparental como la formada por personas “solas” con niños o jóvenes dependientes
económica y socialmente a su cargo, entendiendo por personas solas aquellas que no
tienen pareja sexual estable con la que conviven, cualquiera que sea su estado civil.

En ocasiones se utiliza la expresión “monomarental” en lugar de monoparental, para


enfatizar el hecho de que la inmensa mayoría de las familias monoparentales están
encabezadas por mujeres. Sin embargo, “monoparental” no deriva de “padre” sino de
“pariente”, en el sentido de “progenitor”, refiriéndose por tanto el término “parental”
tanto a padre como a madre.
Respecto a las estadísticas, señalar que los datos aportados son parciales y difusos en
función de la falta de acuerdo en la definición. Los datos del censo de población de
2001 en España, mostraban que existían 1.329.960 núcleos de madres con hijos (un
41% más que en el censo anterior de 1991). De éstos, 149.057 eran núcleos
monoparentales de madres solteras y el 40% de éstos estaba formado estrictamente
por la madre soltera y sus hijos.

Especificaban además, en estos núcleos de madre con hijos, respecto al estado civil, que
el 47% eran viudas, el 15,2% casadas, el 11,2% solteras, el 16,6% separadas, y el
10% divorciadas. Por tanto, el 26,5% de los núcleos monoparentales de madres con
hijos correspondían a mujeres separadas o divorciadas con hijos: la proporción en
relación a los hombres era de 7 mujeres por cada hombre.

12
Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

Sin embargo, el cambio en las configuraciones familiares condicionado por el


significativo aumento de las situaciones de separación y divorcio comentadas
anteriormente, permite plantear un significativo aumento del número de núcleos
monoparentales encabezados por mujeres separadas o divorciadas. Así, datos más
actuales plantean que más de la mitad de los núcleos monoparentales (52,7%) lo
forman personas separadas o divorciadas, representando las personas viudas
porcentajes significativamente inferiores (27,6%). Además, algunos estudios sobre la
monoparentalidad nos indican que la mayoría de las familias monoparentales las
encabeza una mujer (80%).

Señalar que está previsto que en el tercer trimestre de 2013 se presenten los datos
correspondientes a el Censo de Población y Vivienda de 2011, lo que ofrecerá una
perspectiva más actualizada sobre la evolución de los núcleos monoparentales.

Orígenes de la monoparentalidad
Uno de los criterios más importantes de cara a diferenciar las diversas realidades
monoparentales es lo que algunos autores han denominado las rutas de entrada o
causas precipitadoras de la monoparentalidad.

Al hablar de rutas de entrada hacia la monoparentalidad hay que ser consciente de la


dificultad que en muchos casos supone localizar el momento en que la familia deviene en
monoparental. En este sentido, si bien la muerte de uno de los progenitores o el
nacimiento de un hijo al margen de la conyugalidad son procesos más fácilmente
delimitables, los casos de separación sin quiebra de conyugalidad o la terminación de
un matrimonio que no sea por muerte se presentan como rutas más ambiguas. Y esto es
así porque la separación no equivale a ruptura conyugal, pero sí en cambio puede
suponer ausencia de convivencia matrimonial, y por tanto, dar lugar a situaciones de
monoparentalidad conyugales en términos prácticos.

El origen de las familias monoparentales por tanto, es diverso (separación o divorcio,


viudedad, madre soltera o acontecimientos imprevisibles) y las familias encabezadas
por un solo progenitor no son un grupo homogéneo, por lo que se pueden identificar
como mínimo ocho tipos distintos en función del grado de permanencia del estado
monoparental.

GRADO DE PERMANENCIA DEL ESTADO


ORIGEN DE LA MONOPARENTALIDAD. MONOPARENTAL.
TEMPORAL. PERMANENTE.

Divorciado que no
Divorciado que forma una
SEPARACIÓN O DIVORCIO forma una familia
familia reconstituida.
reconstituida.

Viudo que no forma


MUERTE DE UNO DE LOS Viudo que forma una
una familia
PROGENITORES. familia reconstituida.
reconstituida.

PROGENITORES SEPARADOS POR


ACONTECIMIENTOS IMPREVISIBLES Separación
Separados pero reunidos.
(emigración, guerra, catástrofes permanente.
naturales...etc.,)

13
Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

Unión después del


MADRE SOLTERA Sin unión.
embarazo.

* Tipos Familias Monoparentales En Función Del Grado De Permanencia Del Estado Monoparental
(tomado de Sara Barrón López)

Características de las familias monoparentales

Las familias encabezadas por un solo progenitor comparten ciertos rasgos,


independientemente de cuál sea su procedencia:

 Todas las familias monoparentales han sentido alguna pérdida por lo tanto los
sentimientos de soledad, tristeza, culpabilidad, y rabia están inevitablemente
presentes en algún grado y mezcla.

 La etapa del ciclo vital individual y familiar en el que se constituye la familia


monoparental influye en las dificultades a afrontar por el sistema. Así por
ejemplo, es más probable que las viudas sean más mayores que las mujeres
divorciadas y por ello, en general, sus hijos pueden ser más autosuficientes, al ser
más mayores.

 Las familias monoparentales tienen recursos y niveles diferenciados de


organización; las habilidades para salir adelante del progenitor influirá en su
capacidad para mantener la integración familiar al mismo tiempo que se
adapta a las tensiones cambiantes del medio y necesidades evolutivas de los
miembros familiares.

 Las relaciones entre padres e hijos presentan peculiaridades en función del tipo
de familia monoparental.

 Se considera que requieren en mayor medida que las familias biparentales la


colaboración de otros familiares.

 La mayoría de los hogares monoparentales están encabezados por mujeres.

El origen de la monoparentalidad les otorgará sin embargo, unas características


específicas. Así, en las situaciones de separación o divorcio, como comentábamos
anteriormente, la adaptación a la nueva situación de monoparentalidad viene
determinada por los conflictos vinculados a división de bienes, mantenimiento económico
o custodia de los hijos.

En las situaciones de viudedad, además de la superación del proceso de duelo, una


tarea a realizar por el viudo/a será el reajuste de roles dado que reorganizará su vida
en función de la falta de beneficios sociales y económicos que le ofrecía su cónyuge.

Respecto a las situaciones de progenitores separados por acontecimientos imprevisibles,


el evento vital no genera por sí solo crisis familiar sino que éste es un proceso en el cual
se implican la significación que la familia asigna al evento, y los recursos con que
cuentan para hacer frente a las exigencias de ajuste del evento vital familiar.

14
Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

Y en relación a los progenitores solteros/as, en un porcentaje alto se trata de mujeres


que han quedado embarazadas inesperadamente, así como las mujeres que deciden
engendrar y criar un hijo en solitario de modo estable. Los aspectos clave en estas
circunstancias están vinculados a su capacidad de autonomía, medida ésta como el
hecho de vivir en un hogar propio sin la convivencia de personas que no pertenezcan a
ese grupo familiar, así como el papel que pueda tener la familia de origen para
posibilitar la compatibilidad entre el trabajo o el estudio de las madres y la crianza de
los niños.

Señalar que en la resolución del Parlamento Europeo de 1986 se recogía la


problemática psicosocial de las familias monoparentales en los diversos factores que
motivan la penuria económica de las mujeres solas con hijos a cargo:

 Dificultad de encontrar un trabajo retribuido, debido a un nivel escolar poco


cualificado y una formación profesional insuficiente.

 Falta de formación y de organismos de asesoramiento y orientación.

 Dificultades para conciliar una actividad fuera de casa con el cuidado y la


educación de los hijos, ya que los servicios de acogida o de ayuda a domicilio
todavía están insuficientemente desarrollados.

 Como consecuencia de los puntos anteriores, muchas familias monoporentales


dependen de la asistencia pública o de las ayudas institucionales.

Por su parte, José Luis Castellanos Delgado (1989) describe la problemática psicosocial
de estas familias en los siguientes términos:

 Las posibilidades de distracción y de relaciones de las familias monoparentales


son más limitadas. Pierden compañero sexual, amistad y la seguridad que la
relación de pareja y parental aporta a la familia.

 El cuidado de los niños por parte de un solo progenitor, que debe proveer
también el sustento económico, es tan absorbente que contribuye a crear una
percepción de aislamiento.

 A menudo, la ruptura de la convivencia familiar, supone además de erradicación


del propio ambiente, perdida de amistades y relaciones sociales.

 La responsabilidad de la educación de los hijos por parte de un solo progenitor


es más pesada y crea, a veces, inseguridad y problemas psicológicos.

 Siguen subsistiendo, sobre todo en ciertos medios, prejuicios y actitudes de


condena social hacia la madre soltera, separada o divorciada.

 El conjunto de estas condiciones, unido a la baja renta de estas familias,


repercute en el estado psicológico y físico de los hijos, que ya se encuentran por
las razones económicas más desfavorecidos.

Por último, señalar, que las familias monoparentales se encuentran en conflictividad no


sólo por las dificultades propias que suelen acompañar y caracterizar a este tipo de
familias, sino también por los obstáculos o dificultades que se derivan de las actitudes
prejuiciosas y negativas que se tienen hacia este tipo de familias. A este respecto,

15
Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

Flaquer (1999) afirma que “el origen de los problemas que suscita la familia
monoparental reside menos en su estructura como tal que en el hecho de que dicha
estructura todavía se halla mal adaptada a la sociedad en la que ha surgido”.

Ciclo vital y monoparentalidad

Robert Weis señala dos cambios que tienen lugar en la transición de una familia
constituida por los miembros padre/madre a la monoparental. Primero, la “estructura
jerárquica” se derrumba y los niños pasan a estar más implicados en la toma de
decisiones. Segundo, la descompensación de la estructura de autoridad incrementa la
comunicación entre los miembros familiares. Como resultado de estos cambios, las
madres monoparentales y sus hijos a menudo experimentan más intimidad que los
padres e hijos en la mayoría de familias constituidas por los dos miembros. Además, las
fuertes demandas de la paternidad/maternidad individual con frecuencia requieren que
los niños asuman una mayor responsabilidad en la dirección del hogar. Weis sostenía
que estos cambios pueden fomentar una temprana madurez en los niños de familias
monoparentales. Si este fenómeno afecta positiva o negativamente a los roles y
relaciones futuros del niño, todavía está por ver.

Las familias monoparentales también tienen sus propias etapas vitales, y por lo tanto
una duración variable, no sólo en función de una reconstitución familiar sino también
como consecuencia de otros acontecimientos que experimentan sus integrantes;
acontecimientos que suspenden y restablecen temporalmente la monoparentalidad o
que definitivamente la clausuran.

Así, la reanudación de la convivencia conyugal, por ejemplo en situaciones de


reagrupación familiar ligadas a la migración, transforman la dinámica monoparental de
liderazgo y jerarquía familiar. El primer matrimonio de padres/madres solteros o las
segundas nupcias de los progenitores monoparentales separados y/o divorciados
también supone una modificación sustancial de la jerarquía, operando un traspaso de
responsabilidades o dando lugar a nuevas formas de liderazgo familiar y parental
compartidas.

La adquisición de independencia de la progenie materializada en su emancipación


(física) y su salida del hogar, así como la muerte tanto del progenitor solo como de la
progenie (en conformaciones monoparentales de hijo/as único/as) también son fases del
ciclo vital de las familias que conducen al fin de la monoparentalidad.

Por último, hay que señalar que muchas de las rutas de salida contempladas no
significan necesariamente un final definitivo de la monoparentalidad. Su frecuencia y
duración son aspectos clave en la cronología de estas formas de convivencia. El
establecer un límite objetivo (plazo de tiempo transcurrido en meses, años) sólo puede
ser justificable en términos operativos ante la perspectiva de una investigación empírica
que requiera homogeneizar y concretar lo máximo posible trayectos y duraciones
monoparentales particulares.

Y es que no se puede obviar la propia significación y definición que derivan las familias
de sus arreglos familiares, ni tampoco eludir sus expectativas de monoparentalidad y
acotaciones temporales, porque son precisamente sus vivencias y tiempos los que
fundamentan y explican la delimitaciones teóricas y la propia utilidad analítica de los
conceptos (Barrón, 1998).

16
Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

Pautas para la intervención socio-educativa con familias monoparentales

Varias estrategias de intervención pueden reducir la posibilidad de que el ajuste a o


dentro de la vida de una familia monoparental sea problemático. Es necesario integrar
las estrategias para trabajar globalmente con padres/madres monoparentales como
personas, en sus roles como padres/madres y sus otros roles en otros sistemas.

Según T. Howard y F. Jonson la intervención con las familias monoparentales ha de tener


en cuenta:

a. Si la transición hacia la estructura monoparental ha constituido o no una crisis


para los individuos implicados, teniendo en cuenta otras transiciones o crisis
vitales habidas en la familia.

b. Las influencias del medio social directo en la familia, destacando en tales


vínculos sociales de ayuda, el lugar de trabajo y otras agencias y
organizaciones de la comunidad que sirven a la familia.
Los nexos al trabajo, escuela y familiares, amigos y organizaciones sociales son
fuentes significativas de apoyo y autoestima. Pueden ofrecer apoyo emocional e
instrumental, y también reducir los sentimientos de soledad y aislamiento.

Sara McLanahan, Nancy V. Wedemeyer, y Tina Adelberg identificaron los


siguientes patrones ajustables en la evolución de la red social, entre familias
monoparentales:

 La familia de origen como fuente principal de seguridad, ayuda en la


atención de los niños, finanzas y tareas del hogar y ofrece apoyo
emocional.

 La red extendida, nuevos lazos de amistad, especialmente de otras


familias monoparentales y de organizaciones como grupos de apoyo y
grupos de actividad social.

 Parejas con las que no se convive.

También hay que considerar las mediaciones para fortalecer las redes de los
hijos en familias monoparentales así como la comunicación con la escuela.

c. El medio social más global, incluyendo a esos sistemas, instituciones, comunidad


de planes de acción y expectativas culturales que afectan, aunque
indirectamente a la familia. Se trata de aquellos sistemas con los que las familias
no tienen contacto directo pero no obstante influyen notablemente en estas.

d. La dinámica interna del funcionamiento monoparental, que incluye un examen


estructural de la unidad familiar monoparental como única forma familiar.

De acuerdo con Weltner, restaurar la función ejecutiva es la primera prioridad


de la intervención, ya que todas las demás intervenciones dependen de un
sistema ejecutivo intacto. Las propuestas para garantizar que el sistema ejecutivo
funcione adecuadamente incluyen:

 La comprensión de que las tareas colectivas que confrontan a la


madre/padre monoparental pueden estar por encima de sus posibilidades.

17
Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

 La utilización no explotadora y de apoyo del “hijo parentalizado”.

 La asignación de varios hijos de ayudar al progenitor custodio con funciones


ejecutivas.

 La utilización de la familia extensa, amigos y grupos, así como servicios


sociales formalizados.

Las propuestas para establecer los límites generacionales podrían incluir:

 Identificar ciertos temas como “fuera de los límites” a los hijos.

 Fomentar la autoridad del progenitor custodio y la asertividad con los


hijos.

 Remarcar los temas que naturalmente separan a las dos generaciones.

 Potenciar las relaciones adultas para el progenitor custodio y las


relaciones con los iguales para los hijos.

e. Características individuales que pueden impactar en el acomodamiento de los


miembros familiares a la situación. Parece que las familias que tuvieron una
distribución rígida de las funciones es más probable que a la separación,
experimenten dificultades. Una orientación rol-sexo tradicional se ha vinculado a
estilos de paternidad/maternidad ineficaces en la estructura monoparental.

f. La interacción de los cinco puntos anteriores. Por ejemplo un proceso de divorcio


especialmente emocional unido a un medio de ayuda podría significar menos
tensión percibida, mientras que un divorcio emocionalmente similar unido a un
medio sin apoyo podría aumentar enormemente tanto el nivel como la duración
de la tensión.

En función de lo expuesto anteriormente, algunas de las estrategias para la intervención


socio-educativa:

 Facilitación de información vinculada con organismos específicos de


asesoramiento y orientación, sistemas de apoyo social e institucional (redes de
apoyo mutuo, sistema de servicios sociales, servicios psicológicos, servicios
dirigidos a la conciliación, etc.)

 Facilitar la comprensión de la situación personal y familiar.

 Acompañamiento en la orientación y búsqueda laboral condicionada por los


requerimientos asociados a la monoparentalidad.

 Acompañamiento en las dificultades asociadas a la situación de vivienda, en


función las dificultades económicas vinculadas.

 Apoyo en la estructuración de la organización familiar asociada a la conciliación


de la vida laboral y/o social y el cuidado y educación de los hijos.

18
Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

 Fortalecimiento del rol efectivo del progenitor, dotación de estrategias


educativas. Integración de las funciones parentales con el proyecto vital
personal.

 Trabajo con el progenitor no conviviente para el refuerzo del ejercicio parental


coherente, minimizando situaciones de conflicto y/o instrumentalización.

 En las situaciones que sea posible, favorecer la colaboración parental: clarificar


roles y espacios de actuación conjunta, mantener coherencia a nivel educativo,
etc.

 Acompañamiento en la reestructuración de las relaciones internas y externas del


núcleo monoparental. Fortalecimiento de la red social familiar.

 Favorecer el acceso de los miembros de la familia a espacios y/o recursos


específicos de tiempo libre.

 Derivación de los miembros de la familia a recursos específicos en función de la


detección de necesidades específicas.

C. FAMILIAS RECONSTITUIDAS

Definición y tipos de familias

La generalización del divorcio que se ha abordado al inicio del artículo, y los


emparejamientos y/o nuevas nupcias que pueden producirse posteriormente, han hecho
aparecer distintos tipos de familias reconstruidas, que se unen a la reconstrucción
tradicional que sigue al enviudamiento

No hay consenso respecto a la definición y denominación de estas familias, aunque es el


término familias reconstituidas el más generalizado en España, en detrimento de familias
reconstruidas, ensambladas o familiastras.

Tomando como referencia la definición de Emily y John Visher (1988) establecemos que
una familia reconstituida es la formada por una pareja adulta en la que al menos uno de
los cónyuges tiene un hijo de una relación anterior.

En función de esta definición, se pueden distinguir varios tipos de familias reconstituidas:

- Familias provenientes de un divorcio, en la cual uno de los cónyuges tiene hijos


previos.

- Familias provenientes de un divorcio, en la cual los dos cónyuges tienen hijos


previos. Es el modelo más complejo.

- Divorciado/a que tiene hijos, y cuyo ex-esposo/a se ha vuelto a emparejar.

- La familia reconstituida más antigua, es la que proviene de la muerte de uno de


los cónyuges, en la que el padre o la madre viudo o viuda se vuelve a
emparejar apareciendo la figura del padrastro o madrastra.

A pesar de que éste último tipo de familia reconstituida era la más frecuente, son las
tres primeras las que han ido en aumento en los últimos años. En este sentido, en los

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Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

datos publicados en el censo poblacional de 2001, se planteaba que en España sólo en


el 3,6% de las 6.468.408 parejas con hijos, algún hijo no era común a ambos miembros
de la pareja. Señalaban sin embargo, ya entonces, que era previsible que este
indicador fuera en aumento al persistir el incremento de separaciones y divorcios. Los
datos correspondientes al Censo Poblacional de 2011 se encuentran pendientes de
publicación.

Características de las familias reconstituidas

En relación a las familias convencionales, las familias reconstituidas presentan unas


características específicas a tener en cuenta en su abordaje.

Así, hay que tener en cuenta que las familias reconstituidas son familias en transición, lo
que implica que tienen que asumir un número importante de cambios en un corto período
de tiempo. En estas familias, las etapas de ciclo vital a menudo se trastocan y no
cumplen con las expectativas previstas.

Respecto al origen y desarrollo, la unidad parento-filial es anterior a la pareja


conyugal, lo que cambia la historia familiar muy significativamente. Además, la
vinculación entre el niño y el padre o madre que se ha quedado con la custodia son más
fuertes de lo habitual, debido a la intensa relación que con frecuencia se ha establecido
durante el período de familia monoparental. En ocasiones puede llegar a perderse el
contacto con el otro progenitor, o incluso entre hermanos.

Por otro lado, las familias reconstituidas tienen su origen en una pérdida: la de un
cónyuge o un progenitor para los hijos, aunque como se ha comentado, en distinto grado
si se trata de muerte o divorcio. Por tanto, un paso previo para la reconstrucción familiar
será el de hacer el Duelo por la pérdida.

­ Los adultos deben hacer el duelo:

 Por la pérdida de su pareja

 Por la pérdida de una relación conyugal

 Por la pérdida de sus fantasías sobre la familia ideal

 Por las pérdidas implícitas en los cambios que produce una muerte o el divorcio
(mudanzas, nuevos empleos, cambios en el estilo de vida, etc.)

­ Los niños deben hacer el duelo:

 Por la pérdida de uno de sus padres (aunque el que no vive con ellos los visite
regularmente)

 Por la pérdida o la menor disponibilidad del otro progenitor si éste se empareja


de nuevo

 Por la pérdida de estabilidad

 Por las pérdidas implícitas en los cambios que produce una muerte o el divorcio
(nuevo lugar de residencia, nueva escuela, pérdida de los amigos, etc.)

20
Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

 Por la pérdida de la familia que habían soñado

A nivel de estructura, en las familia reconstituida tenemos dos adultos, y al menos un hijo
procreado por uno sólo de los adultos, o bien varios hijos procreados por los dos
adultos, pero con otros adultos que no coinciden, lo que determina que las obligaciones
conyugales y parentales no corresponden en exclusiva a la nueva pareja, sino que
puede haber otra persona o personas con obligaciones y derechos parentales. Por
tanto, tienen una estructura más compleja y un mayor nivel de estrés que las Familias
Convencionales.

La función parental en estas familias, es de las más difíciles de todas las funciones
humanas; y es más difícil la de madrastra que la de padrastro (mayor estrés). La
disfunción familiar en estas familias no significa necesariamente una mala relación
conyugal. Sin embargo, es casi imprescindible una buena relación conyugal para que la
reconstrucción familiar finalice adecuadamente.

Al menos dos miembros forman parte de otro sistema familiar. En los casos en que hay
más de dos parejas con hijos, pueden entrecruzarse varios sistemas familiares. Las
familias reconstituidas complejas son aquellas en las que ambos adultos tienen hijos que
provienen de matrimonios previos, y son las que presentan una probabilidad mayor de
divorcio.

Una familia reconstituida es un sistema más abierto a la entrada de miembros, sus límites
están menos definidos, la condición de miembro no está tan clara, pudiendo haber
disenso acerca de quién forma y quién no forma parte del sistema, no están claros ni
desde el punto de vista biológico, ni legal ni geográfico. En este sentido, la cohesión
familiar es menor que en las familias convencionales, y una satisfactoria integración
familiar en una familia reconstituida cuesta generalmente un mínimo de dos años.

En estas familias existen un mayor número de “otros” significativos que pueden ser
experimentados de forma positiva, negativa o ambivalente, según de qué lado
provengan. Los conflictos de lealtad, en el que a menudo participan parientes de uno y
otro lado, están mucho más activados.

En las familias reconstituidas los vínculos legales son asimétricos. El subsistema legal
padres-hijos mantiene sus derechos y obligaciones legales aún después del divorcio y la
reconstrucción familiar, mientras que el subsistema padrastros-hijastros carece de
derechos y obligaciones previos, ni se adquieren a raíz del nuevo matrimonio. Tampoco
los hermanastros comparten entre sí ningún vínculo legal.

Ciclo vital de las familias reconstituidas

La Psicóloga estadounidense, Peggy Papernow ha descrito el Ciclo Vital de las familias


reconstituidas, identificando 7 etapas, en tres períodos.

El período inicial, que dura de 1 a 5 años o más, es la fase más complicada, y consta de
3 etapas: Fantasía, Inmersión y Toma de conciencia. En la fase de fantasía inicial, todas
las familias tienen una historia de pérdidas que confiere un carácter particular a los
mitos y sueños que aportan a la convivencia. Sin embargo, en la fase de inmersión, las
fantasías de generación inmediata de relaciones cariñosas chocan con las dificultades
de la reconstrucción familiar: distintas costumbres, tradiciones, historia, mitos, etc.
Aparecen problemas de pérdida y lealtades, y es necesario el reforzamiento de la
pareja conyugal. Es un período de acomodación a los nuevos roles, en el que es

21
Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

importante tener en cuenta a los padres biológicos con lo que no se convive. En la toma
de conciencia comienza a darse un sentido a lo que está ocurriendo y es fundamental
tener el apoyo y comprensión del cónyuge que se integra en el sistema familiar, que no
siempre entiende lo que está ocurriendo.

En el período Intermedio, que dura entre 2 y 3 años, se distinguen dos etapas, la de


Movilización, y la de Acción. La primera es la etapa de la discusión abierta de las
discrepancias, que suelen comenzar los miembros de la familia reconstituida que se
sienten más excluidos, insatisfechos o molestos. Aunque a veces los motivos de la
discusión parecen triviales, en el fondo se trata de dirimir si la familia biológica seguirá
viviendo como antes o cambiará su funcionamiento para adaptarse a la nueva situación.
En la fase de Acción va apareciendo una nueva estructura familiar. La pareja conyugal
se compenetra ya mejor para tratar de enfrentar y resolver los problemas. Así como en
las etapas iniciales el Padrastro/Madrastra debe delegar en el Padre/Madre las
medidas disciplinarias, durante esta etapa debe comenzar a asumir, paulatinamente,
ese rol. Al final del Período Intermedio se habrá dejado atrás a la minifamilia biológica
con un padrastro/madrastra insertado en ella para pasar a ser una familia
reconstituida.

Y en el Período Final, que dura 1 año aproximadamente, se encuentran las fases de


Contacto y Resolución. En el contacto, los problemas de la reconstrucción familiar ya no
ocupan “todo el tiempo”. Se puede hablar de otras cosas. Los padrastros/madrastras
han podido definir sus nuevos roles, y comienzan a encontrarles sus aspectos positivos. La
familia encuentra también los aspectos positivos de los nuevos modelos de relación
propuestos por el padrastro/madrastra. Por último en la fase de resolución la nueva
familia emerge del proceso con nuevas reglas y normas, nueva distribución de roles,
distintos canales de comunicación, se comienzan a crear nuevos rituales familiares, se
empieza una nueva historia familiar. Muy a menudo, a partir de este momento el rol de
padrastro/madrastra se vive de forma muy satisfactoria. Es el momento adecuado para
plantearse “tener un hijo nuestro”.

Por tanto, el Ciclo completo de Reconstrucción Familiar dura 4 años para las Familias
“Rápidas” y 7 años para las Familias “Promedio”. Las diferencias entre las familias
parecen radicar principalmente en el tiempo que les lleva negociar las etapas iniciales.

Tareas de las familias reconstituidas

1. Enfrentarse a pérdidas y cambios

La reconstrucción familiar comienza tras muchas pérdidas y cambios. Todos y cada uno
de los integrantes de la familia experimentan una pérdida, ya que cualquier cambio
implica desprenderse de situaciones o relaciones anteriores. A los niños por lo general,
les gustaría continuar con la estructura familiar previa y a veces en vez de ponerse a
llorar o entristecerse se enfadan o comienzan con conductas molestas. La introducción
gradual de los cambios y el hecho de preguntar a los niños sobre los motivos de su
tristeza puede permitir, tanto a ellos como a los adultos, decir adiós al pasado y
comenzar a apreciar las virtudes de la nueva unidad familiar.

2. Conciliar las distintas necesidades evolutivas

A menudo, en las familias reconstituidas confluyen ciclos vitales individuales, conyugales


y familiares incongruentes entre sí. Normalmente, estas diferencias hacen que las
necesidades individuales no se ajusten bien entre sí. Como consecuencia, se requiere

22
Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

mucha tolerancia y flexibilidad, así como conversar acerca de estas diferencias para
encontrar la mejor manera de satisfacer la mayor cantidad de necesidades que sea
posible.

3. Crear nuevas tradiciones

Cuando una pareja forma una nueva familia, cada uno trae consigo sus rituales
familiares, reglas de funcionamiento y expectativas, pero se sitúan inicialmente en un
plano de igualdad. En el caso de las familias reconstituidas hay una situación con
frecuencia desequilibrada. No sólo los adultos, sino también los niños traen expectativas
de sus familias previas, por lo que será necesario comenzar a crear tradiciones y
rituales para la nueva familia.

La pareja y, en lo posible también los hijos, tendrán que decidir de común acuerdo las
normas del hogar, pero antes de que los padrastros o madrastras puedan tratar de
imponer dichas normas, tendrán que establecer una relación amistosa con sus hijastros.
Mientras tanto, el padre/madre biológico tiene que fijar los límites desde el principio.

4. Establecer una sólida relación de pareja

Las relaciones parento-filiales son anteriores a la nueva pareja, por lo que será
necesario que la relación de pareja sea sólida y no sucumba a los ataques que puedan
venir de otros vínculos previos. Es la relación de pareja la que va a mantener el
inestable equilibrio inicial de la familia reconstituida. Si ésta no funciona, o no tiene la
solidez adecuada, la familia se derrumbará.

El desarrollo de una buena relación de pareja no sólo es importante para los cónyuges
sino también para los hijos, aunque al principio les moleste. Necesitan contar con una
pareja sólida que les otorgue estabilidad familiar y les sirva como modelo.

5. La formación de nuevas relaciones

La creación de vínculos entre las personas suele llevar mucho tiempo porque las buenas
relaciones humanas son el resultado de compartir muchas horas gratificantes y felices.
Puede contribuir a este proceso que los cónyuges se conozcan mutuamente más a fondo
y hagan cosas en común. Tal vez a un padre/madre biológico le resulte difícil dar un
paso atrás para que el padrastro o madrastra tenga ocasión de compartir cosas con sus
hijastros, pero es la mejor manera de edificar nuevas relaciones y de que los miembros
del hogar comiencen a sentir que constituyen un grupo familiar. A veces costará crear
lazos de cariño, sobre todo con los hijos mayores; no obstante, el padrastro o madrastra
podrá mantener una “buena” relación con sus hijastros, una relación “ecuánime”, si no
puede ser cariñosa.

6. Crear una “coalición parental” que incluya a los padres biológicos

Por más que los adultos involucrados en la formación de los niños mantengan poco
contacto entre sí, todos se verán beneficiados si su relación es cordial. Un vínculo neutral,
reducirá los temores de los adultos relativos a la aceptación que muestren los hijos tanto
hacia sus padres biológicos como ensamblados. La antigua relación conyugal ha
terminado, pero las relaciones padres-hijos continúan. Aunque estos contactos no sean
frecuentes, pueden ayudar a los hijos a sentirse más queridos y aumentar su autoestima.

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Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

7. Aceptar continuas modificaciones en la composición del hogar

Los niños son a menudo miembros de dos o más hogares, por lo que es necesaria mucha
flexibilidad. Habituarse a las idas y venidas de los hijos llevará tiempo. Al cabo de un
cierto período, esos cambios resultarán normales. No es bueno planear siempre los
eventos especiales para momentos en que puedan estar presentes los hijos que no viven
en el hogar. Si se procede así, los que viven en él tal vez sienta que los otros son más
queridos que ellos. Si bien estos cambios pueden trastornar las rutinas hogareñas,
también les dan a los adultos un descanso en sus responsabilidades parentales.

8. Arriesgarse a pesar del escaso apoyo social existente

Las relaciones entre los padrastros o madrastras y sus hijastros pueden ser muy
gratificantes, aunque carezcan de un soporte jurídico. Los niños se benefician cuando es
mayor el número de adultos que se ocupan de ellos, y los padrastros y madrastras
reciben la satisfacción que produce saber que están contribuyendo a darles una mejor
vida. Aunque la familia ensamblada se disocie a raíz del divorcio o de la muerte de uno
de los padres, puede ser importante que el padrastro o madrastra se empeñe
activamente en mantener la relación.

Crisis específicas de las familias reconstituidas

Pittman (1990) enumera una serie de crisis específicas derivadas del proceso de
reconstrucción, que atribuye a la complejidad de estas familias:

1.-Intrusiones de los excónyuges por cuestiones vinculadas a los hijos (manutención,


régimen de visitas, temas educativos, etc.), cuando las ex-parejas no han conseguido
definir límites prudentes en sus relaciones, dando lugar a constantes enfrentamientos o
desavenencias mutuas. La nueva relación estará condicionada por estos “fantasmas”.

2.-Amenazas de continuar la relación. El contacto entre los ex-cónyuges puede dar lugar
a celos, creando una “sombra” y falta de seguridad en la nueva pareja.

3.-Disputas por cuestiones de dinero, en función de la complejidad vinculada al reparto


económico entre dos familias, la expareja y la pareja actual.

4.-Salidas y entradas de los hijos. Una definición poco clara de los límites, jerarquías del
poder y de las normas, a veces contradictorias, puede llevar a los hijos al control de las
reglas familiares, utilizando como arma la amenaza de irse a vivir con el otro
progenitor.

5.-Autoridad diferente sobre hijos diferentes. La nueva familia se enfrenta con el reto
de establecer reglas y normas coherentes para hijos que provienen de distintos
matrimonios; lo frecuente es que haya diferencias. Los hijos no suelen aceptar con
facilidad las nuevas normas y los padrastros tienen grandes dificultades para ejercer la
autoridad sobre los hijastros.

6.-Realidades económicas diferentes para hijos diferentes en una misma familia. En un


mismo hogar puede haber hijos con un estatus económico, cultural y social alto y otros
con un estatus inferior, lo que crea desigualdades.

7.-Cuando los hijos se esfuerzan por disolver el matrimonio. Después del divorcio, la
familia se organiza de forma monoparental, siendo muy probable que formen una

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Separación y Divorcio. Fam. monoparentales y Fam. reconstituidas. Apuntes Itziar Fernández. EVNTF

unidad funcional satisfactoria, por lo que los hijos se pueden resistir a hacer un hueco a
todo el que pretenda suplir el espacio dejado por el otro progenitor. Si hay hijos-
parentales adolescentes y el padrastro o madrastra intentan poner límites rígidos, la
crisis se puede acentuar obligando al progenitor biológico a tomar partido.

8.-Celos parentales por las alianzas de los hijos. Para muchos progenitores divorciados
aceptar que sus hijos puedan querer a otro no es tarea fácil, aunque también los hijos
pueden sentir el temor de querer a otro adulto que no sea su padre. El progenitor
puede sentir celos de la buena relación que tienen sus hijos con el padrastro o
madrastra y reaccionar de forma negativa.

9.-Desdibujamiento de las fronteras sexuales. Los límites sexuales en las familias


reconstituidas son tan débiles, que algunos autores (en particular Sager y otros, 1983) ni
siquiera usan la palabra “incesto”, prefiriendo la expresión “abuso sexual doméstico”
por ser menos fuerte, aunque no deja de ser abuso y convertirse en un serio problema
tanto para los hijos como para la nueva pareja, llevando en la mayoría de los casos a
un nuevo divorcio.

10.-Diferente relación de los abuelos con diferentes nietos. La relación de los abuelos
con los nietos no biológicos suele ser bastante débil, especialmente cuando la nueva
pareja tiene hijos mayores y también porque no tienen oportunidad de establecer una
relación intensa.

Pautas para la intervención socio-educativa con familias reconstituidas

En función de todo lo descrito, se pone de manifiesto que las familias reconstituidas


tienen unas características y problemas específicos, que van a determinar la puesta en
marcha de herramientas apropiadas desde la intervención socio-educativa. Algunas
pautas de actuación:

 Integrar en el trabajo socio-educativo a todos los miembros relevantes para la


intervención, más allá de parámetros de convivencia.

 Informar a los miembros de la familia de las dificultades habituales en la


integración de las Familias Reconstituidas. Favorecer la aceptación de los
miembros de la familia de que se trata de un tipo diferente de familia,
adoptando un punto de vista normalizado.

 Ayudar a la familia en la delimitación de funciones que se cumplirán en la nueva


estructura, tanto en normas y reglas familiares como en la crianza de los hijos del
nuevo cónyuge.

 Insistir en preservar los vínculos con los padres biológicos, siempre que sea
posible. Favorecer las mejores relaciones posibles entre los excónyuges, su
colaboración y coordinación parental.

 Trabajar recursos y estrategias educativas con los excónyuges que puedan


posibilitar un ejercicio parental coordinado.

 Diferenciar el rol de padrastro/madrastra del rol del padre/madre biológico,


tratando de que no rivalicen. Trabajar en la definición de tareas del
padrastro/madrastra. Favorecer que la visión que muestre el nuevo cónyuge sea

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de respeto total hacia el otro miembro que no está, y reconocimiento de la


limitación en sus funciones y el papel que juega el padre/madre.

 En la intervención doméstica, tener en cuenta la redistribución del “espacio” en la


casa. Favorecer que todos tengan un espacio propio, reconocer y connotar las
pérdidas de espacio. Estar atentos a la socialización de los “hijos visitantes”. La
casa tiene que convertirse para todos los miembros en un “hogar” en el que se
generen nuevos hábitos y una vida adaptada a todos.

 Favorecer un estado de “negociación continua”, de adaptación progresiva de las


distintas culturas familiares. Centrarse en aspectos concretos.

 Enseñar a los miembros de la familia a negociar, separando sentimientos y


conductas. Favorecer una buena expresión emocional de todos sus miembros, que
haya una buena comunicación y apoyo en los momentos de crisis.

 Favorecer las relaciones diádicas, dando espacio para la relación de pareja,


para la creación de nuevas relaciones entre hermanastros, padrastro/madrastra
e hijastros, etc. Favorecer los espacios de ocio compartidos entre los miembros
de la familia, y cuidar especialmente la relación conyugal.

 Acompañar a la familia en la creación de nuevos rituales familiares que


favorezca la creación de sentido de pertenencia a la nueva familia.

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