Manuscrito de Huarochiri, Arguedas y El Mundo Andino
Manuscrito de Huarochiri, Arguedas y El Mundo Andino
Manuscrito de Huarochiri, Arguedas y El Mundo Andino
I. Introducción...................................................................................................... 2
I. INTRODUCCIÓN
“La novela que pretendo escribir tendrá como ambiente principal la costa,
donde he vivido más de treinta años. Su título provisional es Pez grande. En
el Perú actual costa y sierra se mezclan, se agitan en un movimiento de
atracción y agresión que solamente el arte puede ser capaz de interpretar”
Escrito en quechua entre finales del siglo XVI e inicios del siglo XVII y traducido a
varios idiomas en el siglo XX, el texto anónimo conocido como el Manuscrito de
Huarochirí ha sido acertadamente calificado por uno de sus traductores modernos
como intraducible en todos los sentidos usuales.
Como Salomon (1991) menciona, que esa característica responde, por un lado, a
la compleja legibilidad que el documento propone tanto por el uso particular de la
lengua indígena como por lo que constituye el objeto de la narración. Por otro lado
la traducibilidad, o más bien la inteligibilidad de ese documento para los
traductores y lectores modernos está condicionada por el marco epistemológico y
político que informa las expectativas de aquellos. En este ensayo pretendo discutir
estos aspectos a partir del contexto y del intertexto en el que se inserta la
producción de la primera traducción completa al español del manuscrito de
Huarochirí (1966), a cargo del antropólogo y novelista José María Arguedas.
Se trata del único texto escrito en quechua con extensión y formato de libro que
presenta un contenido que no se ajusta al de los textos de evangelización en
quechua auspiciados por la Iglesia católica. Las primeras menciones sobre la
existencia del manuscrito se dieron a finales del siglo diecinueve aunque aún sin
considerársele objeto de estudio, y recién en 1939 fue traducido, aunque de
manera parcial y al alemán, por Hermann Trimborn en Leipzig .
En 1942 Hipólito Galante publicó en Madrid una edición similar de los primeros 31
capítulos del manuscrito, acompañados de una traducción del quechua al latín y
del latín al castellano. Se puede argumentar que la incorporación del Manuscrito
de Huarochirí al campo de estudios de la historia y la antropología ocurrió
plenamente a partir de 1966 gracias a la traducción completa de todo el
documento quechua al español a cargo de José María Arguedas, publicada bajo el
título de Dioses y hombres de Huarochirí.
Los indios confundidos por el demonio hacen estas cosas en todas las
comunidades aunque ahora ya las olvidan. Es posible que, como sólo pocos años
han disfrutado de un buen predicador y maestro como este doctor Francisco de
Ávila (español), no crean en sus corazones. A la venida de otro padre, podrían
volver a esas prácticas. Algunos se hacen cristianos sólo por miedo, pensando
que el padre o alguna otra persona podrían enterarse de su mala conducta. Todo
esto mencionado por Taylor (1987).
A esas alturas del siglo XVI, el control de los conceptos traducibles a las lenguas
indígenas y la insistencia en que los doctrineros aprendieran, dominaran y
predicaran en aquellas lenguas era parte de las principales preocupaciones de
una iglesia colonial postridentina que recibía inquietantes denuncias esporádicas
de “rebrotes” de prácticas idolátricas entre los indios del virreinato de Nueva
España y del Perú. Combatir la idolatría implicaba, como primer paso, entender
cómo se difundía y cómo se perpetuaba. Como han señalado Carmen Bernand y
Serge Gruzinski, en el proceso de entender los modos de difusión de la idolatría o
más bien del “contagio”, ya que la idolatría se describía por lo general como una
enfermedad de dimensiones colectivas y peligrosamente incontrolables, los
evangelizadores se vieron frente a la tarea de comprender los mecanismos de la
memoria indígena y de la tradición, ambos elementos ligados al lenguaje.
PACHA: EL COSMOS
“Ancha ñawpa pachaqa huk waka ñisqas Yanañamca Tutañamca sutiyuq karqan.
Kay wakakunakta qipanpi huk wakata Huallallu Carhuinchu sutiyuq atirqan”.
“Dicen que en tiempos muy antiguos había unos huacas llamados Yanañamca
(Namuq negro) y Tutañamca (Namuq de la noche). En una época posterior, éstos
fueron vencidos por otro huaca llamado Huallallo Carhuincho”.
El Manuscrito de Huarochirí, escrito entre finales del siglo XVI y principios del siglo
XVII, da cuenta de un mundo en el que la experiencia humana tiene raigambre
cósmica y la vida se concibe como el fluir de una energía vital (kama) que discurre
por el cosmos entero (pacha), poblado de seres que constituyen comunidades
(ayllu) vinculadas entre sí en relaciones de crianza mutua, siguiendo determinadas
pautas rituales que, a su vez, constituyen la matriz simbólica del orden y la
normatividad. Así, las comunidades humanas interactúan con las comunidades de
deidades (waka) y las de la naturaleza (sallqa) en términos de reciprocidad
(yanantin), en una lógica de oposición (pallkay), complementariedad (tinkuy) y
mediación (chawpi) en que el mundo viene a ser un tejido relacional cuya trama
está constituida por la dimensión sagrada desplegada por las acciones de las
deidades que, en tanto kamaq, dan curso (ponen en acto) a la potencia vital
(kama).diciones y expresiones culturales.