Creación y Evolución Del Derecho.
Creación y Evolución Del Derecho.
Creación y Evolución Del Derecho.
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La producción del derecho tal como lo conocemos hoy es básicamente estatal y tiene su origen en
la institucionalización del Estado moderno, a partir de la Edad Moderna, siendo su ejemplo clásico
la hegemonía del Estado español tras la unificación de Castilla y Aragón con los reyes católicos.
Aunque el derecho como norma de conducta coactiva surge ya desde las primeras civilizaciones
con una organización política, como las ubicadas en Mesopotamia, Fenicia, Palestina, Egipto y
Grecia, fundamentalmente como un derecho consuetudinario (costumbre), sin lugar a dudas que
los romanos fueron la primera y mayor civilización en dedicar sus mayores esfuerzos a condicionar
la generalidad de sus conductas, incluso las más cotidianas, al imperio del derecho, como sus
relaciones de familia, el matrimonio, la adopción, la emancipación y la patria potestad; o las
normas patrimoniales del derecho civil, como los contratos y los derechos reales, donde los
romanos aún no han encontrado otra civilización que los alcance en profusión y creación jurídica,
ni siquiera el derecho francés, que junto al derecho canónico y a la pandectística alemana del siglo
XIX, son los siguientes mayores contribuyentes en dicha rama jurídica.
A partir de la Edad Moderna y bajo la fuerte influencia de los clásicos del humanismo como Nicolás
Maquiavelo, Thomas Hobbes y John Locke, el derecho comienza a moldearse como un
instrumento y elemento del Estado, adquiriendo la fisonomía positivista que tiene en la actualidad
en la mayor parte de los Estados no descendientes del archipiélago británico, como Latinoamérica
y Europa continental (derecho continental).
Pero la eficacia de una norma no puede exigirse sólo en el plano normativo (coerción), también ha
de ser social, material, para que haya correspondencia entre la norma y el hecho o situación, para
que refleje la situación existente o que desee crearse, manifestándose así la funcionalidad del
derecho. Como resultado de lo anterior, será posible, entonces, que la norma obtenga el consenso
activo de sus destinatarios, que sea acatada y respetada conscientemente, sin requerir la presión
del aparato coercitivo del Estado.
Nacida la norma, se ha de aplicar y de respetar no sólo por los ciudadanos, sino también por el
resto de las instituciones sociales, y en particular por los órganos inferiores, los cuales están
impedidos formalmente, gracias a la vigencia del principio de legalidad, de regular diferente o
contrario, de limitar o ampliar las circunstancias en que se ha de aplicar la normativa anterior,
salvo que la propia disposición autorice su desarrollo.