Marco Aurelio - Meditaciones
Marco Aurelio - Meditaciones
Marco Aurelio - Meditaciones
OBRAS MORALES
Y DE COSTUMBRES
(MORALIA)
XI
TRATADOS PLATONICOS
TRATADOS ANTIESTOICOS
EDITORIAL GREDOS
BIBLIOTECA CLASICA CREDOS, 322
Asesor para la seccion griega: Carlos Garcia Gual.
© EDITORIAL GREDOS, S. A.
Sanchez Pacheco, 85, Madrid, 2004.
www.editorialgredos.com
Encuademacion Ramos.
TRATADOS ANTIESTOICOS
INTRODUCCION
'
Ademas de los opuscules incluidos aqul (Las contradlcciones de los
estoicos, Los estoicos dicen mas disparates que los poetas y Sobre las no-
ciones comunes, contra los estoicos, niims. 76, 79, y 77 del Cataiogo de
Lamprias rcspectivamente), este inventario tardoantiguo de
,
ia produccidn
literaria plutarquea atribuido a su hermano recoge los siguientes tltulos de
tratados o dialogos antiestoicos que no han llegado hasta nosotros: Sobre
lo que depende de nosotros, contra los estoicos (mrm. 1 54); Sobre la justi-
cia, contra Crisipo (niim. 59); Sobre la experiencia comun, contra los es-
toicos (num. 78); Causes de las oscilaciones (doctrinales) de los estoicos
2
Epicteto, Disertaciones 1 4, 28-30; I 10, 10.
3
Sobre las relaciones de Plutarco con el estoicismo antiguo y coeta-
neo, cf. Baiuit, Plutarque et le stoicisms, Paris, 1969, pags. 183-238 y
239-270, respectivamente.
4
Babut, Plutarque..., pags. 19-180. Una posicion mas matizada es la
de J. P. Hershbell, «Plutarch and Stoicism*), Aufstieg unci Niedergang
5
polemica antiestoica ,
que suelen dar paso a la exposicion
de sus propios puntos de vista desde una perspectiva plato-
nica abierta a influencias aristotelicas y/o peripateticas.
Ahora bien, los opusculos antiestoicos de Plutarco reunidos
en este volumen estan lejos de ser ensayos destinados a un
amplio publico de lectores, como el que pudieran tener las
5
Por ejemplo, cn Cdrno percibir los propios progresos en la virtue!
1990, caps. 6-8; cn otros casos —mis ffccucntes a partir del contacto con
Roma — su actuacion publica no solo no cuestiono la realidad imperial
romana, sino que incluso te presto soporte ideologico: vease G. Puente
Ojea, Ideologia e Historic. El fenomeno estoico en la sociedad antigua,
Madrid, 1974.
.
7
Recientemente, Babut ha sintetizado los aspectos mas discutibles del
pensamiento estoico que fiieron criticados por Plutarco desde una solida
posicion poldmica: vease D. Babut, «Pol6mique et philosophie dans deux
ecrits antistoiciens de Plutarque», Revue des Eludes Aciennes 100 (1998),
pags. 35-41
A
8
BIBLIOGRAFI
i. PLUTARCO Y EL ESTOICISMO
1 . Estudios generates
8
Veanse tambien las notas bibliograftcas reeogidas en las introduccio-
nes a los tres opusculos, que contienen los instramentos de consulta espe-
clficos de cada uno de ellos.
A
2. Traducciones al Castellano
1991).
R. W. Sharples, Stoics, Epicureans and Sceptics: an introduction
to Hellenistic philosophy, Londres-Nueva York, Routledge,
1996.
D. Tsekourakis, Studies in the terminology of early Stoic ethics,
Wiesbaden, Steiner, 1974.
introducciOn
5
En su tratado perdido Las contradicciones de los epicureos (Catdlo-
go de Lamprias, num. 129).
6
D. Babut, Plutarque, (Euvres Morales. «Sur les notions communes,
contre les Stoi'ciens», Paris, 2002, pags. 29-30.
7
Cf. I. von Arnim, Stoicorum veterum fraginenta, ed. stereotipa,
Stuttgart, 1968, pdgs. X-XV; M. Pohlenz, «Plutarchs Schriften gegen die
Stoiken>, Hermes 74 (1939), 1-33; F. H. Sandbach, «Plutaich on tire Stoics»,
REAL DE LA POLITIC A.
1 . La coherencia entre vida y doctrina: una necesidad in-
trinseca de la verdadera filosofia.
2. Los escolarcas del estoicismo antiguo, volcados en la
8
H. Cherniss, Plutarch's «Moralia». XHl, 2, Londres-Cambridge
(Massachusetts), 1976, pags. 396-397.
1J
Por ejemplo, en el caso de Heraclito (tanto si se ve en su libro un tra-
tado en prosa continua como una coleccion de sentencias): cf. Ch. I-I.
Kahn, The art and thought of Heraclitus. An edition of the fragments with
translation and commentary), Cambridge, 1979, pags. 6-7.
10
La confection de este esquema tiene en cuenta la extensa y iucida
parafrasis del tratado llevada a cabo por Cherniss (Plutarch’s «Mora-
lia»..., pags. 372-396), pero aporta ademas elementos de analisis estructu-
202 INTRODUCTION
sofica.
1 . Teodicea (VIII).
LAS CONTRADICCIONES DE LOS ESTOICOS 205
2. Teologla (IX-XI).
a) Zeus y los restantes dioses (IX).
b) La naturaleza de los dioses y los elementos (X).
c) La naturaleza de Zeus-mundo (XI).
3. El Destino (XII).
206 INTROIWCCION
contexto del pasaje citado. Otras veces cita varios pasajes escalo-
nados de un mismo libro de Crisipo, intercalando parafrasis semi-
" Los juicios mas severos de Giesen, Ziegler y Barrow, asl como las
opiniones mis ecuanimes de Verbeke, Babut y Volkmann, ban sido reco-
gidos por Cherniss, Plutarch 's «Moralia»..., pigs. 401-404.
n Para las diferentes posiciones defendidas por los sostenedores de es-
ta hipotesis tradicional (Von Arnim, Polilenz, Sandbach), cf. M. Zxnaita,
Plutarco. Le contraddizioni degli Stoici, Milan, 1993, pags. 8-16.
13
Babut, Plutarque..., pags. 28-33.
LAS CONTRADICCIONES DE LOS ESTOICOS 207
14
Para Cherniss (Plutarch’s «Moralia»..., pags. 398-400), Plutarco
habrla recopilado extractos de lectura en forma de hypomnemata, vertidos
posteriormente en su obra perdida Selecciones y lefutaciones de los estoi-
cos y los epicureos (Catalogo de Lamprias, num. 148). Este habrla sido,
pues, el paso intermedio entre las lecturas originales de Plutarco y la com-
posicion de sus tratados antiestoicos y antiepicureos.
208 INTRODUCCION
ls
tas : el propio Plutarco nos sugiere en varios pasajes de Sobre las
nociones countries, contra los estoicos que ese era tambien el tono
empleado por los estoicos contra los epicureos (L075E) y contra
los y, en nuestro tratado, cita un pasaje de
academicos (1077C)
Crisipo que constituyeun ataque furibundo contra los megaricos
(1036F). El segundo problema es mas complejo pero podria plan-
tearse en sus justos terminos si, como sugiere Cherniss, encuadra-
mos la crltica de Plutarco a los estoicos dentro del genera — el tra-
15
Cf. D. Babut, «Polemique et philosophie dans deux ecrits antistoi-
ciens de Plutarque», Revue des Etudes Anciennes 100 (1998), 1-42 (vean- 1
se pags. 13-15).
16
Esto solo ocurre en muy contados casos: cf. nota 188 de este tratado
y notas 205, 255, 311 y318de Sobre las nociones comunes, contra los es-
toicos.
I. AS CONTRAOICCIONES DE LOS ESTOICOS 209
NOTA BIBLIOGRAFICA
fiche, 1976.
473-489.
H. T. Johann, «Das Naturgesetz und der unvollkommene Mensch
(Plut, Stoic, rep. 11, 1037 c-f)», Rheinische Museum 116
(1973), 347-352.
1
Los estoicos hicieron de la coherencia interna de su pensamiento
(homologla) uno de los rasgos diferenciales de su sistema fllosofico: cf.
flor de loto
7
y pasaron su vida entera —que no fue breve,
sino bastante dilatada — entre discursos y libros y paseos.
8
Por eso, no es ‘inevidente’ que vivieron de manera mas
5
Entre las obras de Zenon de Citio (ca. 335-263 a. C.), el fundador
de la escuela estoica, Diog. Laerc., (VII 4 = SVF, I 41) menciona el tltulo de
dos tratados politicos: Republica y Sobre la ley. Segun la misma fnente
(VII 175 = SVF, I 481), su disclpulo y sucesor en la jefatura de la Estoa,
Cleantes de Aso (ca. 33 1-232 a. C.), consagro a esos temas cuatro escritos:
Politico, Leyes, De como administrar justicia. Sobre el reino. En cuanto a
Crisipo de Solos (ca. 280-207 a. de Cleantes y tercer esco-
C.), disclpulo
larca de la Estoa, fue autor de una obra extensa y prolija, que contrasta
fuerteraente con la contention estillstica de Zen6n, como Plutarco pone de
relieve en este pasaje, pero que, por su insuperable habilidad dialectica y
solidez argumentative, le otorgo el tltulo unanime de «segundo fundador»
de la escuela. El catalogo de obras crisipeas de Diog. Laerc. (VII 189-
202) se interrumpe abruptamente en los ensayos de 6tica; el propio Plutar-
co, en el tratado que aqul traducimos, ha recogido e! tltulo de tres opuscu-
los de Crisipo relacionados con la vida de la polis (seguramente no los
unicos): Sobre la ley (1037F), Sobre la Republica (1044B y D), De como
administrar justicia (1045D, 1049E).
6
Cf. Plot., C. Col. 1 126E.
7
El disfrute del ocio produce en los estoicos el mismo efecto nocivo
que la flor de loto en quienes la prueban (cf. Odisea IX 94-97): el olvido
del regreso a la patria.
s
Como apunta Cherniss (Plutarch’s Moralia..., pag. 415, nota f),
214 MORAHA
9
acorde que escribieron y predicaron otros que con
con lo
vida (el fin moral que persigue nuestra existencia) tal como file expresada
por Zenon y sus seguidores: «vivir en acuerdo racionab> (homologou-
menos zen, cf. Estobeo, II 7, 6a, 1-4 = SVF, I 179b), o, segun la formula
mas extendida en las fuentes, «vivir en acuerdo racional con la naturaleza»
(homologoumenos tei physei zen, cf. Diog. Laerc., VJI 87 = SVF, I 179).
Lejos de impugnar la primera, la segunda defmicion desarrolla explicita-
mente aspectos implicitos en aquella, pries vivir en acuerdo racional, es
decir, vivir de acuerdo con la razon es, para el ser humano, el modo mas
pcrfecto de vivir de acuerdo con la naturaleza. Segun Pohlenz, La Stoa...,
a. C., el fin de la existencia humana era «vivir sin turbacionu (to aochlhos
zen, frag. 13 Weiirli = Clemente dh Alejandrla, Miscelaneas II 21,
127; Ciceron, Litculo 131), aunque, a diferencia de Epicuro, no identifi-
caba este concepto con ei de placer.
LAS CONTRAOICCIONES DE LOS ESTOICOS 215
12
Los primeros son, como es obvio, los epicureos; los segundos son
los peripateticos, quienes, desde la polemica entre Teofrasto y Dicearco,
disclpulos directos de Aristoteles, desarrollaron posiciones divergentes so-
bre el problema de! compromiso del sabio con la politica activa: o prefe-
rencia por la vida teoretica (Teofrasto) o inclination por la vida activa
(Dicearco).
13
Plutarco offece, sin seguir un orden cronologico riguroso, la lista de
los primeros cinco escolarcas de la Estoa: Zenon, Cleantes, Crisipo (sobre
la avanzada edad de estos, vease supra, n. 5), Diogenes (ca. 240-152 a. C.)
contradicen.
184; Plut., Sobre el exilio 605 A). En cuanto al promontorio Zoster, situa-
nada por la unica ley racional que opera en el Universo (SVF, III 333-
339). La critica de las leyes positivas de las ciudades griegas se fundamen-
ta en creencia estoica en una ley natural comiin a dioses y a hombres,
la
20
Desde la perspectiva del sabio estoico, la salud, la riqueza y la fama
no son bienes, sino cosas indiferentes (es decir, ni buenas ni malas), pues-
to que la virtud no depende de ellas, sino que es autosuficiente y se basta a
si misma para alcanzar la vida feliz. En la etica estoica, ‘bueno’ y ‘malo’
solo se pueden predicar de la viitud y el vicio, respectivamente. Para la
doctrina de los indiferentes, cf. Diog. Laerc., Vll 12 = SVF, 111 1 17 y Es-
tob., II 7, 5a, 2-9 = SVF, III 70; vease Forschner, Die Stoische Ethik . .
.,
pags. 165-171.
21
Para Crisipo, los fines de la actividad del sabio y del politico no
siempre coinciden: el primero persigue la virtud y, a tal fin, las cosas indi-
ferentes no son necesarias; el segundo, en cambio, debe perseguir para la
comunidad a la que sirve otros objetivos que caen fiiera de la esfera estric-
tamente moral del sabio —como riqueza, fama, salud — y, desde este pun-
to de vista, ha de actuar como si esos fines fuesen bienes, porque, aunque
no son dignos de eleccion para el sabio, si lo son para la polis (cf. supra, n.
acciones rectas (cf. infra, n. 63). Vease M. Schofield, «Social and politi-
cia divina (Plutarco toma prestados estos argumentos en sus opiisculos an-
tiepicureos: cf. Sohre la imposibilidad de vivir placenteramente segun
Epicttro 1102B-C y C. Col. 1112C). Para Epicure, la participacion en los
cultos publicos de la ciudad no solo formaba parte de su recomendacion
general de ciunplir las leyes y obligaciones clvicas, sino que se desprendia
de una sincera piedad por los dioses, espejos privilegiados en los que con-
tetnplaba, perfectamente cumplido, el ideal de dichosa serenidad (atara-
xia) del sabio epicureo; sobre esto, vease el andlisis de A. J. Festugierh,
Epicure et sea dieux = Epicuro y sus dioses [trad. Leon Sigal], 3.
a
ed.,
220 MORAL IA
25
El tema de la pluralidad de las virtudes fue desarrollado por Platon
en Republica 427e-435b, 441c-444a, donde se analizan las virtudes del Es-
tado ideal. Segun Leyes 963c-965e, las cuatro virtudes cardinales, siendo
diferentes, son al mismo tiempo una (de ahi que a cada una de ellas se le
d£ el nombre de virtud).
26
Para evitar la ambigiiedad implicita en la terminologia de Zenon
—que parece unificar todas las virtudes al definir cada una de ellas como
‘prudencia’ en determinadas circunstancias — y en consonancia con el in-
(cf. supra ,
n. 20), y considero finalidad unica de la vida la indiferencia ab-
soluta hacia todo aquello que quedaba fuera de la virtud y el vicio (Cf.
Sexto Empir. Contra ,
los profesores XI 63 = SVF, I 36 1 ; Cic., Luc. 130 =
SVF, 1 362). Zenon, en cambio, sosluvo que habla diferencias de valor
(axia) entre las cosas indiferentes, puestos que unas son conformes a la na-
turaleza y, por ende, preferidas (por ejemplo, la salud), mientras que otras
son contrarias a la naturaleza y, por ende, no preferidas o rechazadas (por
ejemplo, la enfermedad): cf. Estob., II 7, 7g = SVF, I 192.
29
Para Ariston, la naturaleza absolutamente indiferente del terreno in-
termedio entre la virtud y el vicio presuponia la unidad absoluta de la vida
moral: as! pues, es unica la razon practica (phronesis) en tanto que ciencia
del bien y del mal y los distintos modos en que se despliega en medio de
las cosas indiferentes no constituyen sino nombres diversos de una sola
disposicidn de espiritu, modos de ser relacionales que difieren en funcion
de los objetos a que se aplica (Droo. Laerc., VII 160-161 = SVF, I 351).
Crisipo dedico dos de sus tratados a refutar esta tesis de Ariston, insistien-
do en el caracter cualitativamente diferente de cada una de las virtudes,
e que ver con los meritos, justicia; si con las elecciones y re-
31
chazos, moderation)) .
32
8. A1 poeta que habla dicho :
55
La pertinencia de la contradiccion puesta de relieve por Piutarco ha
de valorarse en el contexto del pensamiento estoico: los trabajos dialecti-
cos de Zendn tenlan como objetivo primordial la construction de un dis-
estrecha conexion entre todas las partes aconseja anticipar una porcion de
cualquier doctrina antes de cualquier otra, como el propio Plutarco atesti-
etica es semejante a los frutos que produce (SVF, II 38 [pag. 15, 24-25]):
es facil entender, desde este punto de vista, que no sea posible desarrollar
nl practicar la doctrina de cdmo vivir racionahnente sin un conocimiento
simultaneo del gobiemo racional del Universo. Vease Lonq-Sedley, The
Hellenistic philosophers..., 1, pags. 160-161.
39
Hay en las palabras de Crisipo un juego verbal intraducible entre el
226 MORAL1A
40
El poder que mantiene el mundo en cohesion es el principio activo
que mueve e informa la materia (cf. supra, n. 29, n. 30): es a un tiempo
Dios (cf. Alejandro de Afrodisias, Sobre la mezcla, pag. 226, 10
pag. 766.
42
SVF, m 68.
LAS CONTRADICCIONES DE LOS ESTOICOS 227
43
lliada I 343, Odisea XXIV 452. Cf. Plot., Cnestiones romanas
279C, Sobre si el anciano debe intervenir enpotitica 788C.
44
SVF, II 53 (pag. 20, 10-14). Cf. Dioo. Laerc., VII 40 = SVF, II 41.
228 MORALIA
45
Se refiere, como es natural, a Arcesilao y sus seguidores en la Aca-
demia media. El metodo de argumentation de Arcesilao (cf. supra, n. 33;
Diog. Laerc., IV 28 atestigua que fue el primero en desarrollar los argu-
mentos a favor y en contra de una misma cuestion) desembocaba necesa-
riamente en la suspension del juicio (epochs), que practicaba en todas las
doctrinas y que dirigio especialmente contra el dogmatismo de Zendn.
Frente a aquel, los estoicos recomendaban la suspension del juicio solo
ocasionalmente, cuando hubiese elementos de incertidumbre para dar el
46
SVF, 11 1 27.
47
Cf. supra, 1033C, y n. 9.
LAS CONTRA DICCIONES DE LOS ESTOICOS 229
48
Veanse, en el Catalogo de Lamprias, los tltulos de tratados perdidos
de Plutarco en que pudiera haberse ocupado de criticar este aspecto de
la dialectica de Crisipo: 45 (Sobre la argumentation de las dos tesis de
una cuestion), 156 (Si todos han de pronunciar dscursos de defensa), 198
(Sobre los que pronuncian discursos de defensa).
40
lliada VI 407.
50
Carneades (ca. 214/213-129/128 a. C.), que alcanzo su madurez in-
Un eco de esta idea lo encontramos en Cic., Luc. 87, donde los estoicos,
en lugar de ufanarse, se quejan de que «Cameades foe fortificado por
aquel (Crisipo)».
51
La ‘experiencia comun’ (synetheia) designa elmundo de las realida-
des emplricas compartidas por todos los hombres: como crisol de percep-
ciones sensoriales y nociones comunes derivadas de ellas, la experiencia
comun garantiza la fiabilidad y veracidad del conocimiento humano (cf.
Plut., Noc. com. 1063D; Cic., Luc. 75 y 87). Vease ademas Ioppolo,
Opinions..., pags. 107-109.
52
Diog. Labrc,, VII 183-184, atribuye a Socion la noticia de que Cri-
sipo cultivo temporalmente la filosofla con Arcesilao y Lacides en la Aca-
demia y que por esa razon argumcnto en contra y a favor de la experiencia
comun, siguiendo metodo propio de los academicos. Sea o no cierta esta
el
55
Para ias argumentaciones de la escuela megarica, que adoptaban la
forma interrogativa en imitation de su maestro Socrates, cf. infra, n. 57.
Las otras interrogaciones a que se refiere Crisipo son las de Arcesiiao y
sus seguidores de la Academia Media, que aquel reputaba mas temibies y
poderosas. Para los estoicos, la interrogation es un tipo de enunciado (lek-
ton) completo, ni verdadero ni falso, que se plantea al interlocutor para ob-
tener una respuesta concisa, del tipo «Si» (cf. Diog. Laerc., VII 66 -
SVF, II 186).
56
SVF, n 271.
57
Estilpon fue el tercer escolarca de la escuela megarica, fimdada por
Euclides de Mfegara, disclpulo de Socrates. La escuela de M6gara estaba
especialmente volcada en la eristica y en la logica, pero tenia tambien in-
mas» 5S .
58
La actitud despreciativa de Crisipo hada la escuela megarica tiene
paralelos en Cic., Luc. 7 y Diog. Laerc., II 120. Como senala Cheuniss,
Plutarch’s Moralia..., pag. 445, n. a, hay en el texto original un juego
de palabras intraducible entre «se les ha torcido» (peritetraptai) y el tipo de
argumento llamado peritropi, capaz de dar la vuelta al argumento de un
adversario.
59
SVF. II 128.
234 MORALIA
M SVF, TI 129.
61
Esto es, los academicos. Cf. supra, 1036A, y n. 45.
62
Aqui como en otros pasajes (La desaparicidn de los oraculos 431 A,
Col. conv. 700B), Plutarco ejerce de abogado de la Academia esceptica,
profesando su confianza en la salud espiritual que reporta la suspensibn
del juicio en asuntos controvertidos. Con todo, este pasaje va quiza un po-
co mas lejos, porque parece asignar a la suspension del juicio un valor ins-
trumental en la aprehension de la verdad. Tambien Ciceron (Luc. 7, Tus-
culanas II 9) atestigua en los academicos una preocupacibn real por
encontrar conocimientos verdaderos, veroslmiles o probables de las cosas,
a los cuales se Uegaria por el metodo de la argumentation in utramque
11 . La accion recta
63
—dicen— es un imperativo san-
64
cionado por la ley y el error moral una prohibition im-
vez, el ‘error moral’ (hamartema) es privativo del no sabio (a quien los es-
toicos denominan habitualmente phaulos, temiino que hemos vertido por
«necio»), por cuanto se opone a nuestra naturaleza racional y, por ende, a
la naturaleza como un todo (Estob., II 7, 11a = SVF, III 500). En tercer
lugai', las aceiones intermedias (cf. SVF, III 491-499) se situan axiologi-
camente entre las aceiones rectas y los errores morales. Frente al sabio,
que realiza del modo mas perfecto la naturaleza racional especlfica del
hombre, el necio no discieme aun las motivaciones ultimas de sus accio-
nes, pero no por ello comete necesariamente errores morales: si ha progre-
sado en el camiuo hacia la virtud, es capaz de realizar ‘aceiones apropia-
das’ (kathskonta) o ‘intermedias’ (mesa), es decir, aceiones acordes con
nuestra naturaleza humana (por ejempio, cuidar de la salud u honrar a
236 MORALIA
65
puesta por la ley . Por eso la ley impone muchas prohibi-
d ciones a los necios, pero no les ordena nada, pues no estan
66
capacitados para las rectas acciones . 4Y quien no sabe que
aquel que no puede realizar rectas acciones es imposible
ejemplo, morir por la patria): asi pues, de una misma accion (precisamen-
te, morir por la patria) puede decirse que es ‘buena’, si surge naturalmente
de la recta razon del sabio, o ‘apropiada’, si en ella intervienen factores
64
Prefiero traducir hamdrtema por «error moral» en lugar de por «pe-
cado» para evitar las connotaciones religiosas que este termino lleva apa-
rejadas; en los estoicos el error moral es una enfermedad o debilidad de la
puesto, el sabio obedecera la ley sin sentirse comninado a ello: de ahi que
no necesite proliibiciones; dstas han de dirigirse necesariamente al necio,
para evitar que cometa errores morales. Vease Schofield, «Social and po-
litical thought))..., pag. 766.
66
La parafrasis plutarquea de la doctrina estoica de la ley esta en con-
tradiccidn con otros testimonios que admiten la posibilidad de que, segun
los estoicos, la ley pueda dar ordenes tambien a los necios. En particular,
vease Filon Alej., Alegorlas de las Leyes I 93 = SVF, III 519, con la dis-
y la exhortacion con las acciones que no son ni una ni otra cosa, csto cs,
n. 68).
68
Este ejemplo lo ponian los estoicos para mostrar la diferencia entre
la expresion verbal de laprohibicion y los actos de ordenar y prohibir: la
primera es un lelrton, un contenido lingiiistico no corporeo, sin existencia
real, que se situa entre los sonidos y los objetos a que hace referenda; las
segundas, corno acciones, son corporeas y tienen existencia real. Cf. Ma-
tes, Logica. pag. 28, n. 6.
69
SVF, III 521. Plutarco se sirve de ejemplos de acciones intermedias
propuestos por los estoicos para dcmostrar que las lcyes ordenan acciones
238 MORAL1A
menos si es racional — ,
porque es contraria al apetito.
71
Y la
187) hacia el objeto de la perception, una vez que ha sido aferrado por
medio de la aprehension (cf. supra, n. 53):como Plutarco senala, el impul-
so ordena el curso de accidn del ser humano (cf. SVF, 111 169-177). Vease
Inwood, Ethics..., pags. 46-47, 61-66, 92-95.
71
Cf. SVF, III 275, 431, 432, 438. Asi definida, la precaucion, en tanto
que patrimonio del sabio, se opone al rniedo, que es una aversion irra-
cional.
LAS CONTRADICCIONES DE LOS ESTOICOS 239
12. Dice Crisipo que para los necios nada es util y que el
73
necio no encuentra utilidad en nada ni nada necesita . Pero
tras haber escrito esto en el libro primero de Sobre las ac-
ciones rectas, en otra ocasion afirma que tanto el buen ser-
72
Como los estoicos sostienen: cf. supra, n. 65.
73
Cf. SVF, III 674 a-c. El texto de Seneca (c = Eptstolas IX 14) ex-
plica con claridad la paradoja de Crisipo: el necio no necesita nada porque
no sabe hacer un buen uso de las cosas indiferentes o intermedias. Tal
priviiegio pertenece al sabio que, con su recta razon, encauza todas las
Miscelaneas II 483 — SVF, III 723; en este mismo tratado, cf. infra,
«Del mismo modo, para el sabio no hay nada que le sea aje-
no, mientras que para el necio nada le es propio, pues es el
76
bien moral lo que es ‘propio’ y el mal lo que es ‘ajeno’» .
entre la virtud y el vicio (cf. SVF, III 524-542 e infra, 1038C), las escuelas
que se produce cuando, nada mas nacer, se sienten bien dispuestos hacia si
78
Cf. Porfirjo, Sobre la abstinencia III 19, 2, quien confiesa beber en
una fuente plutarquea (= Plot., frag. 193 Sandbach).
79
La doctrina estoica de la jerarquia de las virtudes presupone su reci-
proc-a diferencia cualitativa (cf. supra, n. 31), que para los estoicos es per-
fectamente compatible con su equivalencia axiologica (cf. infra, n. 80).
Por otro lado, a Plutarco no se le escapa que esta doctrina guarda una es-
trecha relacidn con la que acaba de ser expuesta en el capitulo anterior: en
efecto, si todas las virtudes y acciones rectas son iguales entre si, asi como
todos los vicios y errores morales, es natural que el sabio no pueda ser
ajeno a ningun bien ni el necio a ningiin mal.
80
Si la virtud y el vicio o sus acciones respectivas (acciones rectas y
eiTores morales) son valores absolutos (cf. supra, n. 74), no es posible ad-
mitir diferencias de grado entre las virtudes o entre las acciones rectas, ni
entre los vicios o entre los errores morales. Para los estoicos, ambas clases
de disposiciones y acciones son iguales en el sentido de que son perfectas
y, en cuanto perfectas, no admiten ni un mas ni un menos en su valoracidn
moral: en estricto sentido, esto quiere decir que anas y otras tienen el
mismo dcrecho a ser llamadas ‘buenas’ o ‘malas’, respectivamente. Pero
ello no estaba renido con el hecho de que existen diferencias cualitativas
reales entre las virtudes y las acciones rectas, asi como entre los vicios y
los errores morales: en el sistema etico de Crisipo, las cuatro virtudes car-
dinales se ramifican en un abanico de innumerables virtudes, organizadas
jerarquicamente; de igual modo, las acciones rectas mas importantes son
las que se derivan de las virtudes cardinales y asi sucesivamente, hasta lie-
81
a firm a : «Igual que es conducta apropiada para Zeus sentir-
se orgulloso y engreido de si mismo y de su modo de vida,
y, si se me permite la expresion, comportarse con altaneria,
darse aires y ser jactancioso, porque vive de un modo digno d
de jactancia, asi tatnbien es esta conducta apropiada para to-
dos los virtuosos, ya que en nada son superados por Zeus» S2 .
estoica..., pags. 94-96. Los estoicos ilustraron esta doctrina con multiples
ejemplos, que transmitio Cickron en el libro cuarto de su dialogo Supr.
bien supr. mat cf. SVF, III 531-532.
81
SVF, III 526.
82
Es otra de esas afirmaciones paradojicas de Crisipo, que a muchos
parecieron escandalosas y hasta implas (cf. Plut., Noc. com. 1076A-B),
pero que se desprende logicamente de su doctrina de la perfeccion absolu-
ta de la virfud: de acuerdo con ella, el sabio estoico no queda a la zaga de
Zeus ni en virtud ni en felicidad y tiene identicos derechos de ciudadanla
en la ciudad cosmica. Vease Schofield, The Stoic Idea..., pag. 82.
83
SVF, 1040C y Plut., Noc. com. 1070D. En este pa-
III 23. Cf. infra,
saje, Crisipo parece polemizar contra los epicureos (que ponen el placer
como un fin, pero entre las cosas elegibles por si mismas es-
74, 28: la virtud, una vez alcanzada, no puede crecer porque cs siempre la
iriisma, pero, como entidad corporea, admite un cierto movimiento de di-
fiision o expansion, asi como de contraction.
LAS CONTKADICCIONES DE LOS LSTOK'OS 245
87
SVF, III 211.
88
Para el asentimiento, cf. supra, n. 53. Gracias a la facultad de asentir
o no a una impresion, el sabio estoico conserva en el proceso cognoscitivo
una autonomia y una liberlad que le impide caer en asentimientos precipi-
tados: esta es la virtud de la aproptosia.
89
SVF, III 212. Cf. Plut., Noc. com. 1061 A, donde se reflinden los
dos pasajes recien citados de Crisipo.
90
Cf. Plut., Noc. com. 106012-F.
91
Lais y Frine son nombres de cortesanas o ‘heteras’ celebres de la
Grecia clasica: la primera, de Corinto, tuvo como amantes a Diogenes el
Clnico y Aristipo de Cirene (Digg. Laerc., II 74-75), que escribio algu-
246 MORALIA
para ilustrar el topico de la entereza del filosofo frente a los reclaraos se-
ductores del placer.
92
SVF, UI 724.
93
Sobre la amistad como disposicidn que anuda relaciones entre sa-
bios o entre agentes de acciones intermedia.?, cf. Supra, n. 74.
94
SVF, III 29. Con estos silogismos (v6an.se tambien los recogidos por
Ciceron en los cuatro pasajes de SVF, III 37), Crisipo mostraba la identifi-
cacion de ‘hello’ y ‘bueno’ que esta en la base del lema principal de la eti-
ca estoica: la belleza moral esel unico bien y reside en la perfeccion e in-
sea una actitud obtusa el que otros hagan elogios por accio-
nes semejantes y no sea ridiculo el hecho de que el se sienta
gratificado y honrado por tales acciones?
95
En 1038F-1039A.
96
Clitofonte 408 A 4-7. Mas adelante, el propio Clitofonte reconoce
que estos discursos de Socrates tienen precisamente una eficacia protrepti-
ca porque despiertan de su sueno a quienes viven dormidos. En su inter-
pretacion de este pasaje, pues, no parece que Crisipo liaga justicia a la in-
progreso moral que, aunque no hace menos necios a los necios, los acerca
al ideal humano representado por el sabio (cf. Plot., Noc. com. 1063 A):
en este sentido, cercenar la vida del necio es suprimir toda posibilidad de
progreso y aprendizaje moral.
99
La vida y la muerte son indiferentes desde el punto de vista moral:
por eso, la decision de vivir o morir nada tiene que ver con la posesion o
no de la sabidurla. Veanse infra (n. 145) las implicaciones que este aserto
tiene en la doctrina estoica del suicidio racional del sabio.
100
Antistenes, frag. 67 Decleva Caizzi. El fragmento es coherente
con la concepcion antistenica de la virtud como unico bien del sabio, que
habia heredado de su maestro Socrates. Que se trataba de un fopico de la
sabidurla cinica lo demuestra el hecho de haber sido atribuido por otras
fuentes a Diogenes el Perro (Diog. Labrc., VI 24), fundador del movi-
miento cinico, y a Crates de Tebas, el maestro de Zenon (Sentencias Vati-
canas 386).
101
Tirteo, frag. 14 West (1 1 Diehl). La virtud a que se refiere Tirteo
es la excelencia en el combate; en los valores de la Esparta del s. vtt a. C., en
la que Tirteo exhorta a sus conciudadanos a la guerra, la disyuntiva era
clara: o regresar con el escudo o sobre el escudo.
LAS CONTR ADICCIONES DE LOS ESTOICOS 249
(/,por que otro motivo, sin embargo, iba a querer mostrar es- f
tos dichos si no
porque para los malvados y los necios no
es
102
vivir trae mas cuenta que vivir?) y, otras veces, reme- ;
103
dando a Teognis, dice «No deberia haber recitado ‘hu-
:
iQut otra cosa, pues, podria parecer que hace sino consig- 1040A
nar el mismo por escrito las mismas prescripciones y doctri-
nas que los dernas pero borrarlas de la lista si las registran
102
Al carecer del contexto de las citas gnomieas o po6ticas que Plutar-
co extrae de este tratado de Crisipo, desconocemos los motivos exactos
por los que 6ste clogiaria las actitudes de Antistenes, Tirteo y Teognis (en
la version remedada por Crisipo) ante de elegir entre la virtud y la
el diletna
vida: con todo, no creemos que la admiration por estos ejemplos de apues-
ta radical por la vida excelente implique necesariamente que Crisipo pien-
se que al necio le convenga mas estar muerto que vivo.
103
Teognis, 175-176. Cf. Plut., Noc. com. 1069D (con algunas va-
riantes en el texto teognldeo respecto de este tratado). Este pasaje da una
buena muestra de la tecnica de la epanorthosis, con la que los estoicos se
104
Plat., Republica 330d-331b.
105
Cf. supra, 1036D, con evidentes paralelismos terminoldgicos entve
ambos pasajes. Crisipo habla del riesgo de que los discipulos, si liacen ca-
[calamidad,
el hambre y la peste juntas, y las gentes se consumian,
afirma que los dioses hacen eso para que, al recibir castigo
108
No confundir esta obra con el tratado del mismo tltulo, dirigido con-
tra Platon, que Plutarco ha mencionado al comienzo de este capltulo y que
retomari mas adelante (1040D; cf. Plot., Noc. com. 1070E-F).
109
Trabajos y Dias 242-241.
110
La reflexion de Crisipo podria enmarcarse dentro de los ejemplos
que solla invocar para sostener la utilidad de la generation del mal en el
ne que ver con la tesis estoica de que la justicia es digna de election moral
por si misma.
111
Para la correcta interpretation de esta cita, reproducida con exacti-
tud supra (1038D), cf. n. 83.
252 MORALIA
112
acusarlo de que parece admitir la salud como un bien ,
112
Cf. Lists 218e-219a, Gorgicts 504b-c, Republica 357c, Leyes 631c.
113
En oposicion al pasaje recien citado de Sobre la justicia, en que se
limitaba a exponer la doctrina acaddmico-peripatetica de los bienes, en es-
te pasaje Crisipo explicita la doctrina estoica en toda su especificidad: el
unico bien es moral y todas las virtudes caen dentro de este con-
la belleza
cepto de excelencia moral. Desde este punto de vista, las ventajas natura-
les como la salud o el placer no entran dentro de ia esfera de la moral (son
moralmente neutras o indiferentes en cuanto que no estan en poder del sa-
bio) y, por tanto, si se introducen en ella, como hace Platon, se resquebraja
el edificio de la etica estoica, que se asienta en la autonomia de la virtud
respccto de los bienes corporales y/o exteriores.
114
Hay dos tratados perdidos en el Catalogo cle Lamprias que podrian
ser los que Plutarco refiere aqul implicitamente: Cual es el fin de la vida,
5
restantes virtndes" . Pues si bien es cierto que la justicia
115
Aristoteles, frag. 86 Rose. Cf. Elica Nicomaquea 1130a8-9: la
nes (el bien supremo y los bienes instrumentales que sirven para alcanzar-
lo), estan condenadas a reconocer que, si se pone el placer como fin, la
unica virtud que peligra es la justicia (pues es la unica que persigue el bien
de otro y, en este sentido, es incompatible con la busqueda individual del
254 MORALIA
des, de inmediato
m
cumplen acciones justas ?
placer), mienfxas que las demas virtndes siguen siendo posibles, siempre
l22
lo pone en conflicto consigo mismo ,
Crisipo le acusa di-
ciendo que es absurdo afirmar que uno se hace injusticia a si
122
Plat., Republica 351d-352a. Esta discordia civil del alma, que Pla-
ton llama injusticia, es el ultimo argumento que Socrates desarrolla en el
el interes del mas fuerte. Pero es preciso valorarlo dentro del plan de con-
junto de la reflexion platonica sobre la justicia: en efecto, la injusticia se
produce, como Platon explicita en el libro IV, cuando las distintas partes
que constituyen el alma no hacen lo que les pertenece, es decir, cuando la
126
Los tres silogismos citados a continuation estan recogidos en SVF,
III 289b.
127
Como apunta Cukrniss, Plutarch 's Moralia..., pags. 478-479, n. a,
etico de los estoicos, convencidos con Socrates de que nadie hace el mal a
sabiendas. En realidad, Crisipo habla estrictamente de violar la ley y, te-
niendo en cucnta que la ley da prohibiciones a los necios (cf. supra,
1037C-D), estos pueden, pese a su ignorancia moral, saber cudndo contra-
vienen la ley y, por ende, si estdn siendo injustos en relacion con alguien.
128
Cf. Estou., II 7, 1 li, 17-26 = SVF, III 626: los bienes son comunes
a los virtuosos y los males a los necios: asl, cuando un hombre bueno be-
neficia a otro, se beneficia a si mismo y, a la inversa, cuando un hombre
malo hace dano a otro, se hace dano a si mismo. No compartimos la inter-
opone a la tesis crisipea del valor absoluto del vicio, que no puede anadir
ni restar nada a la condition moral de ios necios (cf. Plot., Noc. com.
1076C): cuando somos necios, no podemos hacemos peores, igual que,
cuando somos sabios, no podemos hacemos mejores.
129
Pohlenz, «Plutarchs Schriften...», pag. 15, veia en este silogismo
133
Cf. supra, n. 131. Para la ecuacion estoica viitud = felicidad, ‘vi-
141). Observese c6mo, en Noc. corn. 1064E, Plutarco cita de una sola
vez estos inismos pasajes crisipeos de Sobre la naturaleza que aqui ha es-
paciado al intercalar un breve comentario critico: se trata, en efecto, de un
fragmento unitario, que deberia haber sido editado en la coleccidn de Von
Arnim tal como aparece en el capitulo 12 de Plut., Noc. com.
136
S61o si hacemos una lectura integradora de los dos fragmentos
mencionados en la nota anterior, estaremos en condiciones de entender el
sentido de la aparentemente escandalosa y absurda afirmacion de Crisipo
de que los males estan por delante de las cosas intermedias (es decir, de
las cosas indiferentes, situadas entre bien y el mal: cf. infra, n. 138). En-
el
Ite vivir con una ‘razon errada’ o desviada, eomo define el vicio el propio
1
260 MORA.LIA
salvo que los males estan por delante de las cosas que no
son malas y que ser infeliz trae mas cuenta que no serlo
esto es, considera que trae menos cuenta no ser infeliz que
ser infeliz. Pero si trae menos cuenta, tambien es mas perju-
dicial; entonces, no ser infeliz es mas perjudicial que ser in-
140
feliz .
Crisipo mas abajo, y no vivir, que desde el punto de vista moral es indife-
rente, el fildsofo estoico estima mas apropiado para el necio vivir, aunque
tal vida sea infeliz. Porque el uso de la razon, aunque sea un uso equivo-
cado, es mas adecuado a nuestra naturalezaliumana que el no usarla en
absoluto, y ello aunque no se vislumbre ninguna perspectiva de progreso
hacia la virtud (cf. supra, n. 74, n. 98). V6ase Tsekloiirakis, Studies...,
pag. 23.
137
Cf. supra, 1038A, n. 73 y Plut., Noc. com. 1068D.
138
SVF, III 760b. Con este t&mino Crisipo se refiere a las cosas indi-
ferentes, pertcnccientes a una esfera extramoral situada entve el bien y el
l42
participan del vicio, y a nada mas . Pero el vicio es ratio-
143
nal, o mas bien una razon moralmente errada . Por tanto,
vivir con la razon siendo insensatos no es otra cosa que vivir
con el vicio. En segundo lugar, vivir siendo insensatos es
vivir siendo infelices. Entonces, /,con que fin esta ello por
delante de las cosas intermedias? jNo querra decir, desde
luego, que ser infeliz esta por delante de el las con vistas a
ser feliz!
Sin embargo, piensa Crisipo —dicen ellos — que de nin-
gun modo ha de medirse la permanencia en la vida con el
Por eso, incluso para los que son felices llega a ser alguna
vez una action apropiada quitarse la vida como a su vez lo
es seguir con vida para los que son infelices
145
. Y entonces,
142
Cf. SVF, III 70 y 76, pig. 154, 6 y pig. 165, 21. Notese el juego de
palabras entre el ‘vicio’ (Icakia) y los ‘males morales’ (kalca).
143
Esta definition es coherente con el monismo psicologico de los es-
toicos, que negaba la distincion platonico-aristotelica de tendencias ratio-
nales e irracionales en el alma y sostenia que todas las actividades de la
psique (pensar, desear, apasionarse, caminar) eran disposiciones cualitati-
vas diferentes de un unico principio rector del alma, que es, siempre, ra-
cional (cf. infra, n. 187). Estas ideas fueron criticadas por Plutarco en
Sobre la virtud moral 441C-D, 446F-447A (= SVF, III 459).
i« Plut., Atoe. com. 1060B-D, E, 1063D, 1068A. Las ‘cosas in-
termedias conformes a la naturaleza’ (salud, riqueza, fama, etc.) son ‘pre-
fetidas’ y ‘dignas de ser aceptadas’ por el sabio, aimque no constituyen
por si mismas objeto de election moral (cf. supra, n. 28).
145
Sobre el tema del ‘suicidio razonable’ del sabio (eulogos exagoge),
cf. Plut., Noc. com. 11, 1063C-1064C y, en particular, el lucido trata-
miento de Cic., Sitpr. bien supr. mat III 60-61 = SVF, III 763. Puesto que
la vida y la muerte se situan en el terreno de las cosas intermedias o indife-
rentes, el criterio de valoracion para decidir si se abandona o no la vida
debe ser el de las cosas intermedias: dejar la vida o pennanecer en eila
son, por tanto, ‘acciones apropiadas’, que se acometen si hay buenos mo-
tivos para justificarlas. Por eso, en determinadas circunstancias, la primera
262 MORAL1A
19. Crisipo reconoce que los bienes son por completo di-
opcion puede ser apropiada para el sabio (antique haya alcanzado la forma
de racionalidad mas perfecta), la segunda para el necio (aunque no la vaya
a alcanzar nunca). El estoicismo antiguo no planted el problema del suici-
bio cometera suicidio; nada nos dicen los fragmentos transmitidos de los
estoicos antiguos si esta posibilidad se planteaba en el caso de los necios,
quienes, aunque tambien pueden cumplir acciones apropiadas, no estan
quiza tan capacitados para valorar con buenos motivos las circunstancias
que aconsejarian una decision como esa: por eso, io mas prudente era re-
comendarles la permanencia en la vida, mientras pudiesen disfrutar de
ciertas ventajas naturales. V6ase sobre esta problematica Sandbach, The
Stoics..., pag. 49; Inwood-Donini, «Stoic Ethics»..., pags. 735-736.
LAS CONTRAD1CCIONES DE LOS F.STOICOS 263
146
los hacen sumamente felices . Sin embargo, afirma que los
bienes y los males son objetos sensibles cuando escribe lo
147
siguiente en el libro primero de Sob re elfin moral «Que :
bles las pasiones junto con sus clases, como, por ejemplo, la
146
Cf. SVF, III 106, 107, 1 13 y supra, n. 131, n. 133.
147
SVF, ffl 85. Cf. Plot., Noc. com. 1062B-C.
148
Desde Zenon, la flsica estoica consideraba como reatmente existen-
tes a las entidades corporeas, potque solo lo corporeo es susceptible de
ejercer o recibir un efecto determinado en o de otro cuerpo. Desde este
punto de vista, los incorporeos (el significado de los enunciados, el lugar,
el tiempo y el vaclo) no tienen existencia real: de ellos se dice que ‘subsis-
ten’ (cf. Plut., Noc. com. 41, 1081C-1082A), Puesto que el alma, en todas
sus facultades y actividades — virtudes y vicios, afecciones y pasiones, ac-
ciones rectas y errores morales — , es susceptible de ejercer o recibir efec-
tosdeterminados en y de otros cuerpos (por ejemplo, la ira contrae los
musculos de la cara), de ello se sigue que las funciones del alma son cor-
porales y, en cuanto tales, perceptibles por los sentidos (cf. Plut., Noc,
com. 45, I084A-D y Sen., Epist. 106, 2-10 = SVF, III 84a). Crisipo radica-
lizo esta idea de la naturaleza sensible del alma cuando defmio todas sus
pra, n. 3 1
).
,
264 MORALIA
14y
1 043 a cuenta de ello bien es un objeto sensible y es
? Pues si el
14(1
Para los estoicos, el salto desde el punto culminante del progreso
moral hacia la perfecta coherencia de la vida virtuosa, en que el sabio ac-
tua firmemente guiado por una recta intention moral, es tan instantaneo
que, en un primer momenta, no sera percibido por el que cruza la lmea que
separa la felicidad de la infelicidad: cf. Estob., 11 7, 1 In = SVF, III 540;
Filon Alej., Sobre la agricultura 160-161 = SVF, 111 541. Este tema ha
sido parodiado por Plutarco en Los estoicos dicen mas disparates que los
poetas 1058B y sistematicamente criticado en Noc. com. 9, 1062B-E y
Como adverlir los propios progresos en la virtud 1, 75 B-E. Vease For-
schner, Die Stoische Ethik. .
.
pag. 175.
150
Por los fragmentos conservados de esta obra, su tema principal pa-
recia ser el exarnen de como habria de conducirse el sabio en medio de las
acciones intermedias propias de los distintos g&ieros de vida, en particu-
lar,de aquellas formas de vida privilegiadas por Crisipo (Estob., II 7,
1lm, 46-68 = SVF, III 686): la vida aulica, la vida civica y la vida consa-
grada al conocimiento. Crisipo no planteaba la problematica de los gene-
ros de vida en terminos excluyentes, puesto que el ser humano, como ani-
mal racional, esta volcado tanto hacia la actividad practica como hacia la
contemplativa (Diog. Lakrc., VII 130 = SVF, III 687). Vease Schofield,
«Social and political thought»..., pag. 762.
LAS CONTRADICCIONES DE LOS ESTOICOS 265
151
se dedica a sus propios asuntos. Estas son sus palabras :
151
SVF, III 703 (pag. 176, 28-30).
152
El vocabulario de Crisipo (autopragia) tiene resonancias de Plat.,
Republica 434c, donde se define la justicia en el Estado como el cumpli-
miento de la propia tarea por parte de cada clase o grupo social (oikeio-
pragia).
133
SVF, III 704 (pag. 176, 33-35).
154
Sobre la vida ociosa de los dioses de Epicuro, cf. supra, n. 23. La
doctrina de la Providencia fue el principal punto de friccidn entre epicu-
reos y estoicos: cf. infra, cap. 38, 1051D-E, 1052B: Plut., Noc. com., cap.
32, 1075E-F.
133
Idantirso era rey de los escitas cuando estos fueron atacados por
Dario (514 a. C.): cf. Herodoto, IV 126-127, donde Idantirso rehiisa con
dignidad la entrega del agua y la tierra a los persas. Leucdn I fue el tercer
miembro de la dinastla espartocida, que reino en el Bosforo desde 438 a.
697). El mismo espiritu late en la famosa anecdota que nos presenta a Cri-
sipo dando cuenta de su abstention consciente de la politica, condicionada
a la imposibilidad de mover a los ciudadanos hacia la virtud: «si uno hace
LAS CONTRADICCIONES DE LOS ESTOICOS 267
«Pero no solo vivira con los que han hecho algun progreso y
l59
se han disciplinado en ciertos habitos y conductas como, ,
162
demo porque declinaron la invitacion de Alejandro Peru .
;
Alejandro 7, 3.
162
liforo de Cumas, disclpulo de Isocrates, pasa por ser el primer his-
toriador que compuso una historia universal, en veintinueve libros. Jeno-
crates y Menedemo son disclpulos de Platon: el primero fue el tercer esco-
larca de la Academia y estuvo sometido a distintas presiones del rey
macedonio para que se trasladara a su corte o al menos lo asesorara pollti-
ejercicio de la sofistica
1
163
Panticapio, en el Quersoneso taurico, colonia originariamente fun-
dada por Mileto, fue convertida por la dinastia del Bosforo en capital eu-
ropea de su reino: cf. Estrabon, VII 4, 4-5 y XI 2, 5; 2, 10.
164
Las tres formas de lucro apropiadas para el sabio corresponden a
las tres formas de vida preferidas por Crisipo (cf. supra, n. 150): la vida
aulica es lucrativa porque premia el asesoramiento politico y moral conce-
dido a un rey; la vida clvica o comunitaria, porque al ostentar cargos se
sofisteria
l67
. Porque —segun dice — pedira su salario y uiias
167
Desde las ironicas denuncias de Socrates, la profesion soflstica ha
cargado con la acusacion de «prostituir» la sabidurla al someter la ense-
nanza de la virtud al cobro de un salario. Por lo denias, las cautelas del so-
fista para evitar ser enganado por sus disclpulos han sido ridiculizadas por
sus rivales intelectuales en Atenas, que competlan por atraerse a los alurn-
nos con medios no crematisticos: cf. Isocrates, Contra los soflstas 3-6;
Plat., Protagoras 311b-e. Sobre el uso peyorativo de sophisteia, vease
Bald ass arri, Gli opuscoli..., I, pag. 87, n. 56.
168
SVF. Ill 701 (pag. 176, 3-11).
169
Cf. supra, n. 129. Puesto que el sabio ha desterrado de si todo mal,
es inmune a cualquier tipo de injusticias o agravios: las que provienen de
los necios no le conmueven, porque solo es sensible a las aprehensioncs de
la virtud, mientras que de los sabios no puede sobrevenir ningtin dafio
(SVF, III 578-581).
270 MORALIA
!7tl
Sobre !a imposibilidad de poner el placer como fin de la vida co-
munitaria, cf. supra, n. 83, n. 113, n. 119. Los estoicos antiguos preconiza-
ron para el sabio un modo de vida sencillo y frugal (cf. SVF, III 705-715),
acorde con su desprecio de riqueza y el lujo, y nada hay en las vidas de
la
173
La concepcion teleologica de la naturaleza, ampliamente difundida
en la filosofia helem'stica, tiene precedentes en el ultimo Platon y en la fi-
etica el bien unico y supremo, en tanto que razon perfecta, no es otro que
la belleza (to kalon) de una conducta virtuosa: vease Tsbkourakis, Stu-
dies .... pag. 62.
272 MORAL LA
Sobre la Republica, tras haber dicho que «poco nos falta pa-
ra adomar con pinturas incluso las cloacas», un poco mas
abajo dice que «algunos embellecen los campos con vides
e trepadoras y mirtos y crian pavos reales y palomas y perdi-
,7S
ces que les chucheen y ruisenores» .
175
Se refiere a la ciudad cosmica de hombres y dioses, patria natural
del sabio estoico (cf. supra, n. 17). Los ciudadanos de la cosmopolis estoi-
ca son los seres racionales, hermanados por un sentimiento reciproco de
afinidad, y, desde este punto de vista, los restantes seres vivos estan ex-
cluidos de la ciudad, porque con ellos los hombres no pueden entablar re-
leza profesada por los estoicos, que conduce a afirmaciones absurdas para
el Queronense, como la de que las chinches han venido al mundo para uti-
lidad del ser humano. Para la critica plutarquea de la teleologla estoica, cf.
181
ral ,
no se preocupa al parecer lo mas ininimo de la con-
tradiction en que incline consigo mismo.
22. Por otro lado, tras haber dicho en el libro *** de sus
Exhortaciones a la fllosofia que acostarse con madres o hi-
jas o hermanas, comer algo (prohibido) y marchar a un tem-
plo tras haber tenido contacto con una parturienta o un ca-
182
daver son actos condenados sin razon ,
afirma que es
preciso dirigir la mirada hacia y juzgar por la
las bestias
181
Se trata de una parafrasis en prosa del pasaje de Euripides citado
por Crisipo supra, 1043E (cf. n. 165) y 1044B. En esta ocasion Plutarco
recoge los versos 2-3 del fragmento euripideo.
182
La deuda del estoicismo con el cinismo es manifiesta en algunos
tratados politicos de Zenon (sobre todo, Republica: cf. supra, n. 22) y de
Crisipo (cf. SVF, III 744-748). El comun denominador entre ambas escue-
las es la intencibn de demostrar que, en tbrminos absolutos, la mayoria
to — dice- —
hacen eso perros y asnos y bebes, que no tie-
,
si
183
El motivo de la conducta animal como criterio de comportamiento
natural para el hombre, apartandole de los artificios de la civilizacidn, ha
sido tratado por Plutarco en Sobre el amor a la prole 493B-E. Para los
estoicos, la observacion de la conducta animal proporcionaba multiples
ejemplos contra lo infiindado de las opiniones humanas corrientes en ma-
teria religiosa y moral.
isr
Trabajos y Dias 757-758.
185
Con estas citas, Crisipo parece sugerir que el ejemplo de los anima-
les no debe entenderse como una servidumbre para imitar sus acciones sin
mas, sino como una via para eneontrar un curso natural de la accion dtica:
si los animales no actuan con plena conciencia de sus acciones ni reflexio-
nan sobre ellas, concieme al ser humano darlc un sentido racional a los
criterios instintivos de la conducta animal e infantil.
is6
p or [ a forraa en q Ue describe la llamada ‘facultad’ o ‘movimiento’
adventicio, capaz de liberar a los impulsos de un rlgido determinismo, Plu-
tarco parece atribuir a esta doctrina algunas notas caracteristicas de la teo-
ria epicurea del clinamen (cf. infra, 1050B-C y n. 287): cf Chhrniss, Plu-
tarch’s Moralia..., pags. 508-509, n. a. Para una discusion mds detallada
de este problema, cf. infra, n. 188.
276 MORALIA
187
tor un movimiento adventicio que se manifiesta sobre to-
l8S
do en las decisiones entre objetos indiscemibles . En efec-
187
E! ‘principio rector’ (to hegemontkon) del alma humana, que los es-
188
A lo largo de este capltulo, Plutarco nos transmite las huellas bo-
rrosas de una polemica que enfrento a Crisipo con «algunos fil6sofos» in-
nominados que babrian defendido la existencia de movimientos adventi-
cios o accidentales en el principio rector del alma. En principio, admitir
que estos fdosofos son los cpicureos, como hacen casi todos los interpretes
(cf. supra, n. 186), tropieza con dos obstaculos serios: primero, Plutarco
localiza el clinamen epicureo en el principio rector del alma, que es un
concepto privativamente estoico. como el muy bien sabe; en segundo lu-
gar, utilizaria de fonna reduccionista la misma terminologia — ‘facultad’ o
‘movimiento adventicio’ del alma (epeleusis, epeleustike dynamis o
kinesis ) — ,
para referirse tanto a la desviacion accidental de los atomos del
alma (parenclisis) como a la ‘inclinacion (epiclisis) aleatoria de la mente’
(descrita por Crisipo infra, 1045E-F), que se activa cuando es preciso ele-
menos dos hipotesis altemativas que saivarian tales obstaculos: a) los filbso-
terio para la accion. Sea como fuere, lo cierto es que frente a esta teoi'la,
ce
192
— ,
si sometiendo a praeba en su exacto valor estas dos
dracmas que tenemos aqui unos dijesen que la moneda bue-
na es esta, otros que esta otra, pero es preciso aceptar una,
f sin preocupamos de investigar mas en tales asuntos acepta-
191
SVF, III 699 (pag. 175, 17-25).
192
SVF, III 174 (pags. 41, 38-42, 3). Este pasaje, como muestra Plu-
tarco en el comentario que le sigue, trata de los criterios de seleccidn de
las cosas indiferentes 'preferidas’, que, como el dinero, son ‘dignas de ser
obtenidas’ o ‘aceptadas’ (leptd, vease el uso de ‘obtencion’ o ‘aceptacion’
al final del capltulo), pero no ‘elegibles por si mismas’ (haireta),
196
te : «Pues si hubieran hablado de pasada sobre estas cosas,
193
Polemon, el maestro de Zenon de Citio, fue el cuarto escolarca de
la Academia platonica, desde 314/313 hasta 270/269 a- C., Estraton, el ter-
cer escolarca del Liceo aristotelico, desde 287 hasta ca. 269 a. C.
194
La posicion privilegiada de Socrates deriva del hecho de ser el pri-
mer descubridor del metodo dial6ctico que capacita, por medio de pregun-
tas y respuestas, para habiar verazmente de cualquier. cosa: cf. Diog.
Laerc., VII 42 = SVF, II 48 (pag. 18, 23-27). Sobre el interes de los estoi-
197
quiza podria uno ridiculizar este topico ,
pero, puesto que
ban hablado de el tan cuidadosamente, en la idea de que la
dialectica se cuenta entre las capacidades mas importantes y
necesarias, no es logico que ellos, siendo tan habiles como
suponemos, se equivoquen tanto en el conjunto de su pen-
samiento». ^,Por que, entonces, tu mismo — diria alguno
b no dejaras nunca de medirte a tantos y tan buenos adversa-
rios y de acusarles, como acostumbras, de que se equivocan
completamente en los puntos mas importantes y principa-
les? jNo sera, sin duda, porque escribieron con seriedad
acerca de la dialectica, pero sobre el principio y el fin y so-
bre los dioses y la justicia lo hicieron de pasada y por diver-
tirse, dado que en estas materias la doctrina de aquellos sue-
les tildarla de ciega, contradictoria consigo misma y repleta
de otros muchos errores sin cuento!
197
Crisipo atribuye a estos filosofos la division estoica de la filosofia
en topoi o partes (cf. supra, cap. 9), pero utiiiza un termino que, segun
Diog. Laerc., VII 39 = SVF, II 37 (pag. 15, 18-19), puso en circulation
Apolodoro de Seleucia, un discipulo de Crisipo (cf. SVF, III, pag. 259, 9).
I9S
En realidad, el texto original utiiiza para referirse al sabio estoico el
calificalivo de ‘refmado’, ‘civilizado’. Sobre el uso crisipeo de asteios
como sinonimo de sophos, en oposicion a phaulos («necio» o «vulgar»),
cf. supra, 1038A, 1043B, infra 1046F; SVF, III 362, 465, 601, 615. Vease
Schofield, The Stoic Idea..., pags. 136-140; Tsekourakis, Studies...,
pags. 131-132.
199
La alegria es privativa del sabio, porque solo la virtud produce ale-
gria: ello veda al sabio sentir alegrla por el mal ajeno (ya se trate de un
mal moral o de un indiferente), mientras que el necio es, sencillamente,
incapaz de la alegria. Esta opinion se encuentra ya en Dionisio de Hera-
clea, discipulo de Zenon de Citio (cf Cic., Tusculanas III 19 = SVF, I 434
LAS CONTRADICCIONES I»f LOS ESTOICOS 281
[pags. 95, 33-96, 3]). Cf. ademas Filon Alej., Alegorias de las Leyes III
247, 6-9 - SVF, m 671 y Sen., Eplst. 59, 2 - SVF, III 435 (pag. 106, 13-
16).
200
syF t jjj 418 (pag. 102, 15-18). Aunque Crisipo retoma las deftni-
ciones aristot61icas de estos vicios, no comparte su propuesta de ver en
ellos extremos opuestos en torno a un termino medio representado por la
desgracia ajena, sobre todo si es inmerecida (SVF, 111 413 [pag. 100, 7-8]):
asi pues, la compasidn surge cuando el movimiento del itnpulso (SVF, III
169 [pag. 40, 13]) se desvia de un objeto (el bien ajeno) hacia otro (el mal
ajeno). Tambien en este caso, la defmicion estoica esta basada en la defi-
282 MORALIA
en mu-
1
mientras que !os necios no son capaces de odiar su propia condition mo-
ral, En cuanto a la codicia extrema, Aristoteles la define como una clase
de avaricia, que, a su vez, es un extremo opuesto a ia prodigalidad, con la
iiberalidad como termino medio virtuoso (fctica Nicomaquea 1122a). Para
el sabio estoico, la codicia extrema es imposible porque las intenciones
morales del sabio son siempre limpias (sobre los fines lucrativos del sabio,
cf. supra, n. 164); para el necio porque, por muy sucios que sean los me-
dios empleados para enriquecerse, este no encuentra nada util en ello ni le
206
mente en alegria ni toda action recta en ostentation ha ,
207
anadido lo siguiente : «Y es que si uno va a tener pruden-
cia solo por un instante o por ultima vez, no convendria ex-
tender ni un solo dedo con vistas a una prudencia que vamos
a poseer de ese modo». Y eso que no se es en absoluto mas
j
211
Para los estoicos, las virtudes, aunque diferentes, estaban recipro-
camente implicadas unas en otras, puesto que sus respectivos campos de
actuacion son concomitantes (cf. SPF, III 295-304; en este mismo tratado,
cf. supra, cap. 7, 1034C-D y cap. 15, 1041A-B). Desde esc punto de vista,
das las virtudes o vicios a la vez el que tiene una sola virtud
o un solo vicio, pero por otro dicen que el sabio no siempre
215
se conduce con valentia ni el necio con cobardia .
fica en una mayor o menor fuerza o vigor del alma, es decir, en la tension
del ‘halito vital’ (pneiima) que constituye su esencia corporea: cf. supra, n.
Desde luego que si, conceder unas veces a los oradores que
construyan el discurso con orden, hasta el extremo de una
digna compostura de manos y boca, y otras veces que no
presten atencion ni a elipsis y giros oscuros ni se avergiien-
cen de decir solecismos es perfectamente propio de alguien
que dice lo primero que le pasa por la cabeza.
219
Los estoicos admitian la declamation (hypokrisis) como una de las
no a la verdad.
LAS CONTRADICCIONES DE LOS ESTOICOS 287
224
a suponer ,
de fonna semejante a Platon, que el alimento
225
liquido va a parar a los pulmones y el seco al vientre ,
ni
cometamos otros errores semej antes a estos». Me parece
que acusar a los demas y luego caer en los errores de los que
se acusa sin guardarse de ello es la mayor de las contradic-
ciones y el mas vergonzoso de los errores. Sin embargo, el
226
mismo dice que las combinaciones que se obtienen me- d
diante diez proposiciones superan la cantidad de un millon 227 ,
253
SVF, II 763 (pag. 215, 2-5).
224
En el proceso cognitivo (cf. supra, n. 53), el sabio estoico asiente
tan solo a las representaciones claras y distintas (esto es, dotadas de etiar-
geia); por eso, la suposicion (hyponoia), es decir, el asentimiento a aquello
que no se ha aprehendido completamente, esta vedada para aquel: cf. Es-
tob., II 7, 11m, 127-131 SVF, HI 548 (pag. 147, 19-21).
225
Cf. Plat., Timed 70c-d y 91a. Esta teorla, compartida por Hipdcra-
tes, fue contestada por Aristoteles en Solve las partes de los animates
664b 6-19, as! como por el autor del tratado hipocratico Sobre las enfer-
medades (cap. 4). Plutarco defiende a Platon con profuso aparato argu-
mental en Col. conv. 698A-700B. Galeno, por su parte, matiza la tesis de
Platon reinterpretandola a la luz de su propia opinidn sobre el problema,
en el sentido de que solo una parte del liquido bebido iria a parar a los
pulmones, puesto que otros pasajes del Timeo avalan la idea de que tanto
la comida como la bebida van al vientre (Timeo 70d-e, 72e, 78a-b, 78e-
79a): cf. Gal., Doctr. Hipdcr. Plat. VIE 9, 3-24.
226
En la logica estoica, las proposiciones se dividen en ‘atomicas’ (es
decir, sineiementos conectivos) y ‘moleculares’ (esto es, con elementos
conectivos); una ‘conjuncion’ es una proposition molecular compuesta
con la conectiva «y». Por otro lado, las proposiciones son susceptibles de
anteponer o no la negadva «no»: en el primer caso, son proposiciones ne-
gativas, en el segundo positivas: cf. Mates, Logica ..., pags. 57-61.
227
Este mismo reproche de Plutarco a Crisipo esta recogido, casi con
las mismas palabras, en Plut., Charlas de sobremesa 732F-733A.
288 MORALIA
228
En Charlas de sobremesa 699C, Plutarco invoca tambi6n a estas
tres autoridades m6dicas en apoyo de la tesis de Platon. Hipocrates de Cos,
otras fuentes.
229
Un verso de Alceo, el poeta monodico del s. vu a. C., sirve de ex-
cusa para plantear esta cuestion anatomica en Charlas de sobremesa
698A. Poco despues (698E-699A), en defensa de la tesis de Platon son ci-
231
Hay aqui un juego de palabras, que he tratado de mantener en cierto
modo en la traduction, entre dos significados de la locution echein did-
thesin: el significado mas corriente de ‘estar disponible en el mercado’ y
la acepcion tecnica del lenguaje filosofico ‘encontrarse en un estado o dis-
position determinada’.
232
Para la doctrina estoica de los indiferentes y su clasiftcacion axio-
logica — indiferentes sin valor de ninguna clase e indiferentes con valor
relativo y, dentro de estos, indiferentes ‘preferidos’ y ‘no prcferidos’ cf. — ,
supra, notas 20, 28, y 144. Los testimonies estan recogidos en SVF, I 191-
196 y SVF, III 117-139; veanse tarnbien las exposiciones de Di6c.
Lakrc., VII 104-107 y Cie., Del supr. bien y del supr. mat III 50-54. Co-
mo, desde las propias filas del Portico, Ariston de Quios (cf. supra, n. 28)
se distancio de esta doctrina de su maestro Zenon, el es uno de los candi-
datos, entre los filosofos prehelenisticos, a ser el responsable de la inge-
niosa comparacion de los indiferentes preferidos con el vino agrio; dado
que Plutarco se refiere a varios autores antiguos, no es de descartar que
otros adversaries de la doctrina de Zenon ajenos a la escuela, como los
academicos Polemon y Arcesilao, explotaran esta sugestiva imagen.
233
Ci. supra. 1041Ey n. 131.
234
Hks., Trabajosy Dias 299.
290 MORALLA
235
Cf. supra, cap. 20, 1043C-1044A.
236
SVF, III 137 (pag. 33, 22-26).
237
Es decir, al significado semantico de las cosas indiferentes (que es
incorporeo: cf. supra, n. 148), incluidas las distinciones establecidas por el
estoicismo entre ‘cosas preferidas’ y ‘no preferidas’ (cf. Cherniss, Plu-
tarch ’s Moralia ., pags.
53 1-532, nota d).
. .
238
fete es el principal reproche que Polemon, el maestro de Zenon en
la Academia, dirigia a su antiguo discipulo: bajo el nombre de ‘cosas pre-
feridas’ los estoicos reintroducen, de forma subrepticia, los bienes corpo-
rales y exteriores de la tradition academico-peripatetica, que previamente
ban expulsado de la definition del bien moral: cf. Purr., Noc. com.
1069E-F.
239
El riesgo doctrinal asumido por los estoicos, al introducir un doble
sistema de valoracion (en el piano de la moral, valor absolute de la virtud
240
razon nos desvla y aparta de todas las cosas de esa espe-
cie; esto es, en efecto, lo que ha escrito en el libro primero
de Sobre la exhortation a la fdosofta. Y en el libro tercero
nen que ver con la gestion de las cosas indiferentes (cf. supra, n. 63).
240
Cf. supra, 1041E. Si confrontamos ambos pasajes paralelos, adver-
tiremos c6mo Plutarco malinterpreta en este pasaje el significado del ter-
tnino logos: aqul le atribuye la acepcion de ‘raz6n’; alii, en su contexto
propio, significa ‘doctrina’ (Cherniss, Plutarch's Moralia..., pag. 533, n.
b). Con todo, este error semantico no implica desviacion doctrinal porque,
al fin y al cabo, no es sino la raz6n lo que constituye la naturaleza especi-
fica del ser humano en su plena madurez y lo que da coherencia y regula-
ridad a las acciones morales del sabio.
241 £j> p LUTij yoc coin. 1069C.
242
Cf. supra, 1043E.
245
Cf. supra, 1043C-D.
244
Cf. supra, 1047F.
292 MORALIA
245
Cf. Diog. Laerc., VII 103 = SVF, III 117 (pag. 28, 14-16); Sexto
Emiur., Contra los profesores XI 61 = SVF, III 122 (pag. 29, 28-31).
246
Sobre la autosuficiencia de la virtud, que es digna de election por
si misma y no depende de ningun don divino, cf. supra, n. 94. Los porme-
nores de esta argumentacibn estan en Ps. Alej. Afrod., Problemas y so -
luciones I 14, pag. 26, 21-27 Bruns = SVF, III 32.
247
La respuesta a este false dilema la da Marco Aurelio, IX 40, en-
treviendo la posibilidad de que los dioses tambien puedan ayudar a los
buena ni beneficiosa
248
. Y si los dioses juzgan con el patron
de la virtud y la fuerza a los que se hacen virtuosos por sus
249
propios medios ,
eso no tiene ninguna importancia, puesto
que tambien los hombres virtuosos juzgan a los dioses con e
el patron de la virtud y la fuerza, de tal manera que los dio-
243
Porque, para los estoicos, solo la virtud es buena y util. Cf. supra,
n. 20.
249
Sobre la equiparacion de dioses y hombres sabios en virtud y feli-
cidad, que conlleva no solo beneficios mutuos sino tambien juicios reci-
procos (en terminos de elogio y reproche) de su respectiva condition mo-
ral, cf. supra, n. 82. Para el concepto de ‘fuerza’, con el que los estoicos
256
Como es habitual en el, Crisipo radicaliza hiperbolicamente el
abismo que media entre mayoria de los necios y el ideal de sabio estoi-
la
co, que el mismo reconoce no haber alcauzado jamas. Pero ello no quiere
decir que sea irrealizable. Plutarco ve en estos recursos paradojicos de los
estoicos una contradiction entre el pesimismo moral de Crisipo (en el sen-
tido en que lo entiende Plutarco: el sabio estoico no existe en ninguna par-
te) y su optimismo cosmico, fundado en la conviction de un gobiemo pro-
vidente del mundo encaminado hacia los mejores fines (que para Plutarco
son siempre los de la bumanidad): vease Babut, Plutarque..., pags. 298-
299.
257
Cf. Cic., Sobre la nat. de los dioses III 71 y 79.
2511
Eimir., Heracles 1245. Cf. Plut., Moc. com. 1063D.
LAS CONTRADICCIONES Dli LOS BSTOICOS 295
259
Los Pitagoricos reverenciaban el gallo bianco porque, como mensa-
jero de las horas, estaba consagrado a la diosa de la lima o al mes: cf.
Plut., Charlas de sobremesa 670C-D; Diog. Laerc., VIII 34; Jamblico,
Vida de Pitagoras 84 y 147. Segun Cherniss (.Plutarch ’s Moralia. pdg.
539, n, b), los Pitagoricos aqui aludidos podrlan ser neopitagoricos con-
tempor&neos de Plutarco (cf. Charlas de sobremesa 727B-C), no necesa-
riarnente de Crisipo; ello no es obstaculo para que el pensamiento telcolo-
gico de Crisipo constituya una burla generica de cuantos aconsejan la
265
En el sistema estoico, Zeus es una met^fora del principio racional
inmanente que gobiema el mundo como artifice divino de todas las cosas.
296 MORALIA
266
tercer libro de Sobre los dioses escribe lo siguiente :
y principios de naciiniento.
fra Esparta y la Liga del Peloponeso (cf. Plut., Pericles 33, 4; Fabio
Maximo 29, 3). Solo la alianza de este segundo bloque con el Imperio per-
sa pudo doblcgar el poder naval de Atenas y someteda hasta la rendicion
final: cf. Lisandro 14-15.
271
Sobre la gran mortandad causada por la Guerra de Troya, las Gue-
rras Medicas y la Guerra del Peloponeso, cf. Herod., VII 20-21; TucIdi-
des, I 23, 1-3; Plut,, La desaparicion de los oraculos 41 3F-414A.
272
Deotaro fue tetrarca de Galacia, regibn situada en el centre de Asia
menor, durante el periodo turbulento de las guerras civiles de la Baja Re-
publics (murio en 40 a. C.). Su alianza con Pompeyo en la guerra mitrida-
tica file premiada con la concesibn del titulo de rey. Sobrevivib a la caida
de aquel en Farsalia, mas fue confirmado por Cbsar en el trono. Con todo,
no pudo evitar ser acusado ante Cesar de atentar contra su vida; su aboga-
do foe Ciceron, cuyo discurso de defensa se ha conservado (En defensa
del rey Deotaro). Plutarco habla de Debtaro en varias de sus biografias:
Pompeyo 73, 6; Caton el Joven 15, 1-3; Antonio 63, 5; Craso 17, 2; Bruto
6 6
, .
298 MORALIA
guerra.
Sin embargo, en De como administrar justicia y luego
en el libro segundo de Sobre los dioses, el mismo dice que
no es razonable que la divinidad sea complice de infamias,
pues del mismo modo que ni la ley puede ser complice de la
tuio, esto es, que, al instigar guerras, Dios promueve los vicios.
274
Cf. Plat., Republica 373d-e y Fedon 66c-d.
275
Dios, como Razon insita en la naturaleza, es incompatible con el
vicio. Por eso, su voluntad solo puede querer el bien: cf. Sen., Cuestiones
naturales I 3, Epist. 95, 48-50.
276
Cf. supra, 1049B.
277
Eurip., Belerofonte, frag. 292, 7 Nauck: vease !a misma cita en
Plut., Como debe el joven escuchar a los poetas 21 A.
LAS CONTRA DICCIONES DE LOS ESTOICOS 299
272
Eurip., Arquelao, frag. 254, 2 Nauck: vease la misma cita en
Plut., Esc. poet. 20D. ,
279
Recreando un fragmento de Heraclito (B 125 Diels-Kranz),
Crisipo compara el mundo a un farmaco sagrado (el kykeon eleusino), cu-
yos elementos solidos representarlan el sustrato material del Universo y el
945a.
A
300 MORAL I
282
SVF, 937 (pag. 269, 7-10).
II
282
SVF, 937 (pag. 269, 10-12).
II
284
Cf. infra, 1050C-D, 1056C; Plut., Noc. com. 1076E. Para el con-
cepto de ‘Naturaleza Universal’, cf. supra, n. 40, n. 281.
285
Cf. SVF, I 176, II 1024 y 1076.
286
Iliaila I 5. Cf Plut., Esc. poet. 23D.
LAS CONTRADICCIONliS DL LOS ESTOTCOS 301
287
Hay aqui una referenda ellptica al movimiento ineausado de los
atomos (dinamen) y sus consecuencias en la doctrina epicurea del libre
albedrio y la responsabilidad moral. El dinamen es una desviacion impre-
visible del movimiento natural de los atomos a traves del vacio, que se
produce en calda libre vertical y con velocidad uniforme. Sin ta! desvia-
cion lateral u oblicua, serla imposible que los atomos entrechocaran y se
combinaran entre si para formar cuerpos compuestos o para disgregar di-
chas estructuras corporeas; en definitiva, para generar la infinitud de los
muudos preconizada por los epicureos. En el terreno etico, que es el que
de interesa aqui a Plutarco, el dinamen permitla salvar la libertad y la res-
28S
enfrenada libertad de palabra ,
como si la maldad se pro-
dujera no solo por necesidad y de acuerdo con el Destino,
sino incluso en confonnidad con la Razon de Dios y la natu-
289
raleza mas excelente .
288
Cf. Deberes del malrimonio 139E y Charlas de sobremesa 712A:
es un eco de Plat., Fedro 240e.
289
Que Zeus no sea complice de la maldad, o de ninguna ‘infamia’ (esto
es,de cualquier acto indigno de su naturaleza y de su voluntad dc castigo: el
termino griego utilizado por Plutareo es to aischron) significa para Crisipo que
no transige con el vicio de los hombres y por ello lo castiga ejemplarmeote.
dad moral del ser humano es compatible con la doctrina del Destino y la Provi-
dencia en el estoicismo: cf. infra, n. 384. Segun Babut, (Plutarque ..., pags.
298-299), !a Teodicea de Crisipo no puede superar esta contradiccidn con el
lo largo dc su dcsarrollo, como, por ejemplo, las enfermedades flsicas, las en-
fermedades del alma — esto es, las pasiones — ,
las artes o habilidades tecnicas
de cada cual, etc. A1 contrario que Aristoteles, quien defrnio la virtud como un
‘habito electivo’, los estoicos reservaron para las virtudes la denomination de
‘disposiciones’ (diatheseis), puesto que las virtudes son estados consistentes
que no admiten ni un mas ni un menos de intensidad, inientras que entre los
habitos hay diferencias de grado. Cf. Simplicio, Comentario a las 'Categori-
as de Aristoleles, pags. 237, 25-238, 12 Kalbfleish
’ = SVF, II 393 (pag. 130,
n. 298.
LAS CONTRADICCIONES DL LOS ESTOICOS 305
297
te : «E1 mal tiene una defmicion peculiar Rente a los terri-
297
SVF, II 1181b (pag. 339, 15-19). Cf. Plut., Noc. com. 1065A-B,
donde Plutarco cita el mismo extracto de Crisipo con ligeras variantes tex-
tuales.
298
Cf. Plut., Noc. com. 1066D; Aulo Gelio, VII I, 1-6 (SVF, H 1169)
y 7-13 (SVF, II 1170). El mal se despliega para Crisipo en dos campos de
actuacion, Por un lado, es fruto de la libertad moral del ser humano. En es-
te sentido, si se contempla sub specie acternitatis, su incidencia sobre el
fuese una contrapartida inherente al bien, que se genera por una suerte de
«efecto colaterab (kata parakolouthesin), no previsto por la Providencia
en su voluntad creadora pero perfectamente asumido en la administracion
de la Naturaleza Universal. El ejemplo de la causa final de la generacidm de
la cabeza humana, extraldo nada menos que de! Timeo de Platon, es una
muestra palpable de la posibilidad de que coexistan en el sistema estoico
un mal cosmico, no querido por la Providencia pero no por ello menos in-
humanos. Esta idea es cercana a otra de las tesis que, en otro nivel, propo-
ne Crisipo para explicar ciertos accidentes en el gobierno cosmico: la de
que, a veces, se producen algunos descuidos en la administracion del Uni-
verso, explicables por causas varias: cf. Plut., Contr. 1051B-D y notas
306-309. Vease Algra. «Stoic Theology»..., pags. 171-172.
306 MORALLA
ces!
300
. Luego /,que clase de Dios es Zeus —quiero decir el
de Crisipo — cuando
,
castiga una action que no ha sucedido
ni por su propia iniciativa ni sin utilidad? En efecto, segun
303
torn tanto con su doctrina como con Dios Ademas de .
303
Para Plutarco, la mision filos6fica de Crisipo se contradice en pri-
mer lugar con su propia doctrina de que no es necesario elimiiiar por com-
plete el mal puesto que, en caso contrario, tampoco serla imaginable el
bien. En segundo lugar, se contradice con Dios porque este sc opone a al-
notas 296-298): vease Babtjt, Plutarque..., pags. 287-288 y 294. Para una
interprelacion distinta dc este texto, vease Long, Lafdosofta helenistica...,
pags. 167-168.
307
Cf. Cic., Sobre la natar. de los dioses I! 167, ill 86: los dioses no se
preocupan de las menudencias, sino de las cuestiones importantes en la eco-
332, esta explication del mal, as! como la que recurrc a los demones malignos
(cf. infra, n. 308), podrian ser tan solo hipotesis tentativas de Crisipo,
30S
Como defensor de la Providencia divina, Crisipo admitla la exis-
tencia de ddmones, es decir, seres intermedios entre los dioses (los astros
del mundo supralunar, hechos del mismo fuego que da vida a nuestras al-
visibles, es decir, el mundo del devenir) o, segun los estoicos (en la lectura
platonizantc que de su doctrina hace Galeno: cf. infra), la necesidad in-
eluctable que tiene la naturaleza de trabajar con un material imperfecto y
no cuaiificado (el principio pasivo) produce en la ordenacidn del mundo
defectos y desviaciones que impiden al Universo alcanzar una perfeccion
LAS CONTRADICCIONES DL LOS ESTOICOS 309
absoluta en todas sus partes: cf. Gal., Subre el uso de las partes del cuer-
po humano, vol. 3, pags. 354, 15-355, 15 Kuhn = SVF, II 1136a. Sin em-
bargo, es dificil asumir la interpretation de Galeno porque el principio pa-
sivo de los estoicos es absolutamente moldeable por el principio activo y
no puede producir nada por si mismo: vease Baldassarri, Gli opuscoli...,
I, pdgs. 1 16-1 17, n. 90. Lo mas probable es que, como en los ejemplos an-
teriores, Crisipo apunte a la Necesidad como hipotesis de trabajo, suscep-
tible de ser analizada con cierto detenimiento antes de ser desestimada.
310
Cf. supra, 1050F, n. 296.
311
La muerte de Socrates, condenado a beber la cicuta por sus conciu-
dadanos en 399 a. C., esta descrita con toda su emotiva grandeza por Pla-
ton en su dialogo Fedxm. Cf. ademas Plut„ Nic.ias 23, 4; Contra Colotes
1126B.
312
Como el propio personaje, la muerte de Pitagoras, ocurrida en tomo
al final del siglo vi a. C., estd inmersa en la leyenda: una de las versiones
romanticas que se contaban en la Antiguedad es la de que fue quemado vivo
por los partidarios de Cil6n cuando celebralia asamblea con sus compancros
en una casa de Metaponto (cf. Pi.rrr., Sobre el demon de Socrates 583A). Lo
mas probable es que la revuelta aristocratica de Cilon contra las camarillas
pitagoricas que controlaban el poder politico en Crotona lo hicieran huir
puesto que las imagenes de esos seres felices y etemos afluyen al enten-
dimiento tanto en la vigilia como en los suenos y estas no pueden provenir
sino de los dioses niismos; a partir de tales imagenes (eiddla) se configura
la ‘prenocion’ (prolepsis) de los dioses que tienen todos los pueblos de la
tierra. Para Crisipo, el consensus omnium tambien constitula una prueba
de la existencia de Dios, pero la nocion de la divinidad no estaba menos
anclada en las tendencias naturales del entendimiento humano: la nocion
de Dios era en la logica estoica una 'prenocion instintiva’ (prolepsis: cf.
de los poetas 319 Sin embargo, nadie, por decirlo en una pa-
.
ndvolo con la humanidad: cf. Cic., Sobre la not. de los dioses II 12; Sen.,
EpisL 117, 6. La polemica entre Crisipo y Epicure era, pues, un choque
entre dos prenociones de Dios diametralmente opuestas: frente a los dioses
felices y ociosos de Epicure, los estoicos contraponian dioses artifices y
providentes.
3,7
Cf. Plut., Noc. com. 1075E.
318
Las divinidades sirias femeninas eran cclcbrcs por su crueldad in-
humana; el Dios de los hebreos por su extremo rigor hacia el pueblo elegi-
do. Cf. Plut., Sobre la supersticion 169C, 170C-D.
319
Desde Jenofanes de Colofdn en adelante (s. vi a. C.), la idea de lo
divino fue sometida en la cultura gi'iega aun proceso continuo de purifica-
cion de las debilidades e imperfecciones demasiado humanas que los dio-
ses exhibian en la tradition poetica inaugurada por Homero.
320
Cf. Plut., Noc. com. 1074E-1075A.
321
Antipatro de Tarso es el ultimo representante del estoicismo anti-
guo: en tomo a la mitad del siglo n a. C., sucedio a Diogenes de Babilonia
en la jefatura escuela en Atenas y fue el maestro de Panecio, quien
de la
322
ralmente lo siguiente : «Antes de acometer el argumento
f en su totalidad, consideraremos brevemente la clara apre-
hension que tenemos sobre los dioses. Pues bien, concebi-
mos a Dios como un
ser vivo dichoso, imperecedero y bien-
hechor de humanidad» 323 Luego, mientras explica cada
la .
decir, en todas partes, pero citare una frase extraida del libro
325
tercero de Sobre los dioxex : «Asl pues, de acuerdo con un
principio racional diferente en cada caso, de unos dioses se
dice que estan sometidos a generacion y destruction, de otros
en cambio que son ingenitos. Y concierne mas bien a la doc-
trina fisica subrayar esta diferencia desde el principio. En
efecto, el sol, la luna y los demas dioses que tienen un prin-
cipio racional analogo, son generados, mientras que Zeus es
sempitemo». Y de nuevo, mas adelante: «Lo mismo se dire
tanto de los restantes dioses como de Zeus en lo tocante a su
extincion y a su generacion; pues aquellos son perecederos,
pero las partes de este son imperecederas».
Quiero ademas comparer estas palabras con unas pocas
32<i
afirmaciones hechas por Antipatro : «Cuantos despojan a
los dioses de su condition de bienhechores, asaltan parcial- b
mente la prenocion que tenemos de aquellos en la niisma
proportion que los que piensan que ellos participan de gene-
racion y destruction)). Asi pues, si el que considera perece-
deros a los dioses es absurdo en igual medida que quien
piensa que no son providentes ni benevolos con la humani-
dad, Crisipo se ha equivocado en igual medida que Epicuro,
tricto, no mueren (la muerte es una separation del alrna y el cuerpo: cf.
infra, 1052C, y n. 331), sino que son subsumidos periodicamente en el
alma del mundo. A su vez, la Providencia de Zeus no es invalidada sino
revalidada por la destruccion del mundo, ya que, en sentido estricto,
Zeus se retira en la Providencia cuando empieza a administrar un nuevo
ciclo cosmico (cf. Noc, coni. 1077D-E): vease J. Mansfeld, «Theolo-
327
La critica plutarquea de la postura de Epicuro en tomo a la Provi-
dencia esta desaiTollada por extenso en Vid. plac. Epic, 1100E-1101C,
1 103D y C. Col. 1108C.
32S
SVF, n 1068 (pag. 313, 23-25).
329
Como sugiere Zanatta (Le contraddizioni ..., pags. 388-390, n. 2),
nutritibn de los dioses esta en e! triple significado que los estoicos asigna-
ban al kosmos (cf. Diog. Laerc., VII 137-138 = SVF, II 526): en primer
lugar, el mundo (o Zeus) es la sustancia universal divina e imperecedera
(el fuego), que ciclicamente consume en si mismo todas las cosas y de
nuevo de si mismo las genera; en segundo lugar, el mundo es el ordena-
miento dinamico del Universo por medio de la incesante transformation
reciproca de los elementos; en tercer lugar, el mundo es la conjuncion de
ambas realidades. Desde este punto de vista, es natural que Crisipo subra-
ye la idea de que el sustento de los dioses, habitantes del mundo generado
(kosmos en su segunda aceptibn), no es en absoluto comparable al susten-
to de Zeus y el mundo kosmos en su primera acepcion). De un lado, los
(,
330
hasta que consume en si mismo todas las cosas : «En efec-
to, puesto que la muerte es el proceso por el que el alma se
331
separa del cuerpo ,
pero el alma del mundo no se separa
sino que crece continuamente hasta que consume en si mis-
ma toda la materia, del mundo no debe decirse que es mor-
332
tal» . iQuien podria, pues, contradecirse mas claramente
consigo mismo sino el que acerca del mismo dios unas veces
dice que crece y otras que no se nutre? Y no es necesario d
hacer la deduction anterior para acusarle de incoherencia,
333
pues el mismo en el mismo libro ha escrito claramente :
330
SVF, II 604 (pags. 185, 45-186, 3). Cf. Plut., Noc. com. 1075B y
1077D.
331
Cf. SVF, I 145 (pags. 39, 32-40, 2), II 790 (pag. 219, 24-28). Esta
toicos predicaban del mundo (mundo como Zeus igneo + mundo como re-
338
ello elogian a Euripides cuando dice :
335
La critica de Plutarco esta sesgada desde el principio por los presu-
puestos biologicos (nutricion = crecimiento; autonutricion = mengua) con
que interpreta los fenomenos cosmicos relativos a la doctrina estoica de la
conflagration universal y de la generation del mundo. Es evidente que es-
ta perspectiva de analisis simplifica en exceso la cosmologia de Crisipo,
que trataba de dar cuenta con seriedad del desaflo quiza mas exigente
al que se enfrenta todo ejercicio filosofico: el de la unidad y la pluralidad
del ser.
336
Plutarco parafrasea las palabras de Platon en el Timeo (33c7-8)
para darle la vueita al argumento de Crisipo de que la autonutricion del
mundo no supone el agotamiento ni la extincion del Universo. Pero, en
realidad, tanto Platon como Crisipo apuntan a la misma idea: la corruption
de unas partes del mundo se compensa por la generacidn de otras; la mag-
nitud del mundo es siempre la misma en tdrminos cuantitativos.
337
Cf. infra, 105 IF. La nocion comun de Dios, tal como ha sido defi-
nida por Antlpatro de Tarso, contiene los tres atributos divinos que han si-
339
Pero al menos Crisipo, en los pasajes que he citado , dice
que solo el mundo es autosuficiente porque solo el tiene en
si mismo todo cuanto necesita. ^Cual es entonces la conse-
cuencia de que solo el mundo sea autosuficiente? Que ni el
3311
Cf. supra, 1052D.
340
La relacion tan estrecha que Plutarco establece entre la autosufi-
ciencia de Dios y su felicidad tiene resonancias aristoteticas (cf. Aristot.,
Politica 1323b24-26) y fue aceptada por los estoicos: cf. Dioo. Lakrc.,
VII 147 = SVF, II 1021 (pag. 305, 15-17): «Dios es un scr vivo imnortal,
racional, perfecto e inteligente en sit felicidad, inasequible a todo mal, pro-
vidente con el mundo y con cuanto hay en el mundo».
341
Cf. infra, 1053C-D, Plut., Noc. com. 1084D-E, Sobre el frio como
elemento primero 946C y la critica dc Porfirio cn Eusebio, Preparacion
Evangelica XV 11,4 Mras (textos reunidos en SVF, II 806); Tkrtulia-
no, Sobre el alma 25 = SVF II 805. Para la nocidn
,
de ‘hhlito vital’
nicoscomo a los seres vivos. Pero, dentro del mundo organico, no tiene la
misma estructura en las plantas y en los seres animados: las funciones vi-
tales de aqudllas son regidas por la Naturaleza Universal (una de las acep-
ciones de naturaleza [p/iysis] en el estoicismo es ‘naturaleza vegetativa’,
que implica una constitution cspeclfica del Mlito vital: cf. SVF, II 710-
712); en cambio, animales y hombres comparten como rasgo esencial el
vivencia.
318 MORALTA
342
Este juego etimologico se encuentra ya en Plat., Cratilo 399dl0-
e3 y Arjstot., Acerca del alma 405b28-29. Para los estoicos, cf. SVF, II
807-808.
343
Cf. SVF, II 715, 780, 785, 787.
344
SVF, 579 (pag. 179, 30-34).
II
345
Sobre el ciclo cosmico del fuego y su trasmutacion en los restantes
elementos, una doctrina natural que los estoicos tomaron prestada de
Heraclito (cf. B 31, B 67, B 76 y, sobre todo, B 90 Diels-Kranz), cf.
SVF, I 120, 504; II 413, 581, 652, 677. El eter de que esta hecho el Sol y
los restantes astros, no es el quinto cuerpo, como en Aristoteles, sino una
forma especialmente y pura del fuego, que Zenon llamaba ‘firego
sutil arti-
fice’ (pyr technikon) y Crisipo ‘eter’ propiamente dicho: cf. SVF, I 120,
134, 171, 501a; II 527, 580, 596, 601, 655 y 1067.
LAS CONTRADICCIONLS DE LOS ESTOICOS 319
346
Cf. supra, n. 324.
341
SVF, II 605 (pag. 186, 11-15).
3411
Tras la conflagraci6n, en que todo es fiiego etereo y racional y, co-
mo tal, principio rector del alma cdsmica (cf. SVF, II 642-644), la natnra-
SVF, I 98, 497; II 580, 713, 739, 780, 1074): as! pues, en el proceso de la
diakosmesis, el alma no se presenta pura y sin mezcla, sino que es como
350
Plutarco pasa por alto los dos significados del alma en el estoicis-
mo: en sentido laxo, el alma es el halito vital de todos los seres (como el
propio Crisipo hace constar en el pasaje recien citado por Plutarco: el alma
de los cuerpos individuales es un residuo del alma del mundo, insito en el
a traves del alma a todas las partes del organismo (cf. Diog. Larrc., VII
158-159 = SVF, II 741), contiene virtualmente las ‘razones seminales’ no
s61o del padre, sino de toda la estirpe, destilando una slntesls unica de ras-
gos flsicos y cualidades morales que se va transmitiendo de generacion en
generacion. En el momento del nacimiento, cuando el halito vital del em-
brion se transforma en alma ‘animal’, el pneuma activa en el recien nacido
los rasgos hereditarios potencialmente plasmados en el semen del padre,
hecho de que permanezca estable en el mismo iugar del vacio [cf. infra,
pos, en cuanto tales, tienen peso. Pero, por otro lado, el peso de los ele-
mentos es variable: por ejemplo, en relacion con los elementos mas pesa-
dos, como la tierra y el agua, el fiiego y el aire son elementos iigeros o, si
322 MORAJLIA
se quiere, ingravidos. Por su ligereza relativa, fuego y aire ocupan las re-
giones superiores del Universo, pero no se dispersan en el vacio in finite
359
aire : «Pues los cuerpos se mantienen cohesionados por
efecto de estas vibraciones de aire. Y si cada una de las co-
aire y fuego (segun la teorla del pneuma articulada por Crisipo): vease
363
44. Que fuera del mundo hay un vacio infinito y que
lo infinito no tiene ni principio ni medio ni fin es una opi-
nion expresada por el en muchas ocasiones. Y es precisa-
mente por este motivo por lo que suprimen el movimiento
3fil
Para las notas caracteristicas del principio activo de los estoicos, cf.
SVF. II 522-525.
LAS CONTR ADICCIONES DE LOS ESTOICOS 325
364
del atomo hacia abajo defendido por Epicuro ya que en c ,
364
Para el movimiento de los atomos en ia fisica epicurea, cf. supra, n.
186. Cf. Plut., Das. orac. 425D; Contra Colotes 1111B-C.
365
Al recurrir a estos conceptos espaciales, Plutaico utiliza terminolo-
gla estoica: cf. SVF, I 95, II 503-505 y 508. El ‘lugar’ (topos), uno de los
368
La indestructibilidad, en el pleno sentido de la palabra, es un rasgo
esencial de la ‘sustancia’ (ousia) o materia prima del Universo, el ‘princi-
pio pasivo’ e indeterminado que, unido ab aeterno con el principio activo,
constituye el ‘ser’ (ousia) de todas las cosas y, como tal, no es susceptible
de aumento ni de disminucion. Ademas de su acepcion universal, que es la
aqui usada por Crisipo, la sustancia io es tambien de las partes del cosmos:
en este sentido, si esta sujeta a aumento y disminucion, pero la suma total
permanece identica a si misma. Cf. SVF, I 85, 87; II 316-318.
365
La sustancia es etema por ser uno de los dos principios (archai) de
todas las cosas; ademas de este «otro modo» de ser etema, lo es tambien
accidentalmente, porque ocupa un espacio central y all! permanece por to-
da la etemidad.
370
La critica de Plutarco parece en principio fundada, si tenemos en
cuenta que cita con escrupulosa literalidad dos pasajes de Crisipo, donde
este afirma expresamente que el mundo y/o la sustancia ocupan un espacio
central o intermedio. Esto solo puede apuntar a un espacio central del va-
cio circundante, Pero ello supone admitir que, en el vaclo, existen vectores
espaciales, justo lo que Crisipo habla negado cuando criticaba la doctrina
epicurea del movimiento rectilmeo de los atomos. Se ban dado varias ex-
plicaciones para salvar a Crisipo de esta contradiccion flagrante consigo
mismo: veanse Pohlenz, La Stoa..., I, pigs. 146-147, n. 3; Sambursky,
Physics..., pag. 112; Brehier, La theorie..., pags. 44-47; Goldschmidt,
Le systeme stoTcien..., pags. 29-30; Hahm, The origins..., pags. 260-266;
K. Algra, Concepts of Space in Greek Thought, Leiden, Brill, 1995,
pags. 336-339; Boys-Stones, ((Locating the cosmos.. .», pags. 577-585.
LAS CONTRADICCIONES DE LOS ESTOICOS 327
son perfectas las partes del mundo porque estan en una dis-
371
Esta inferencia de Plutarco si es totalmente infundada: se trata de
una extrapolation arbitraria al centro del vatio del movimiento centrlpeto
natural de los elementos cosmicos, cuando tal movimiento solo tiene sen-
tido en el interior del mundo y, por tanto, se dirige hacia el centro no del
vacio, sino del Universo. Crisipo apoyaba su tesis de la inmutabilidad lo-
cal del mundo en la doctrina de la equivalence de las presiones que ejer-
cen los elementos desde todas sus partes hacia el centra (cf. SVF, II 549,
554, y los pasajes citados infra por Plutarco en este rnismo capitulo). Es en
este sentido como hay que interpretar la afirmacion de que el espacio cen-
tral ocupado por el mundo contribuye a su indestructibilidad: si se despla-
zase de lugar, seria por efecto de un desequilibrio de las presiones y mo-
vimientos fensores que operan en el Universo, que empujaria el mundo en
una direccion determinada; pero eso, al mismo tiempo, supondrla la inme-
diata destruccion del cosmos, por no estar garantizada la cohesion inter-
373
posicion relacional respecto al conjunto del Universo y
no existen por mismas, y tras haber explicado el movi-
si
373
Acerca de !a relation de las partes con el todo en el estoicismo, cf.
376
Crisipo no le atribuye la causa entera de su permanencia, como dice
Plutarco, sino la causa accidental, siendo fa naturaleza misma de la sustan-
cia la causa esenciai: cf. supra, n, 369, Por otro lado, las tensiones e incli-
naciones que Plutarco recuerda a Crisipo, como si este no las hubiese teni-
do en cuenta, son precisamente las causas que el estoico alegaba para
explicar la imnutabilidad del mundo en el centro del vacio: cf, supra, n.
371.
377
SVF, II 550 (pags, 622, 35-623, 4). Segun Sambursky {Physics...,
pags. 1 12-1 13), este movimiento natural de las partes hacia el centro, in-
378
Plutarco interpreta como azar o casualidad el hecho contingente de
que la sustancia ocupe un espacio central del vacio. Sobre la incompatibi-
lidad del azar con el punto de vista estoico de ta Providencia y del Desti-
no, cf. supra, n. 189.
379
Es esta la c61ebre definicidn de ‘posible’ defendida por el dialdctico
Diodoro Cronos (cf. supra, n. 34, n. 57), que construyo el as! llamado ‘Ar-
gumento Dominador’ para justificarla (cf. Plut., Noc. com. 1070D). Este
argumento esta compuesto de tres premisas de las cuales una es imposible
de conciliar con las otras dos, de tal modo que la necesidad de descartar
una de las toes conduce a la defmicion de la posibilidad. Asi, en el caso de
Diodoro, de las tres premisas propuestas Toda proposicion pasada es
(1.
Cic., Had. 1 1-20 = SVF, II 954; Alej, Afrod., Comentario a los ‘Analiti-
cos primeros’ de Aristoteles, pags. 183, 34-184, 6 Wallies. Los proble-
mas de interpretacion que plantea este argumento han dado lugar a una li-
tercera: asl, ciertos sucesos que no son verdad ni lo seran son sin embargo
posibles, asi como aquellos eventos que, no siendo verdaderos, lo seran en
el futuro. El trasfondo de la teoria estoica de las posibilidades tiene conno-
taciones eticas: muchas posibilidades entran en la ruleta de la existencia,
de causas y efectos que exige la teoria estoica del Destino. Era esta una
forma de salvar la responsabilidad moral del sabio, poniendolo en la tesi-
tura de tener que elegir entre varias posibilidades de actuaci6n: vease
Baldassarrj, Gli opuscoli..., I, pags. 132-133, n. 115. Para la doctrina de
ios confatalia, of. Cic., Had. 30 y SVF, II 998a (pag. 292, 28-30).
332 MORALLA.
-,S!
En uno y otro caso, respectivamente, el Destino como necesidad
ineluctable de que una proposicion verdadera sea siempre verdadera y co-
mo imposibilidad invencible de que una proposicion falsa deje de ser fal-
sa. Plutarco adapta a la doctrina estoica del Destino como serie o cadena
necesaria de causas y efectos (cf. SVF, II 925 [pag. 266, 36-37]) las defi-
niciones crisipeas de las proposiciones necesarias e imposibles (cf. Dioo.
Laerc., VII 75-76). En el debate iniciado por Diodoro y continuado por
los estoicos, estas proposiciones (posibles, imposibles, necesarias y no ne-
cesarias) Servian para deslindar los conceptos de posibilidad y necesidad.
Sin embargo, Plutarco olvida que para Crisipo una proposition verdadera
referida al futuro no por ello es necesaria, a no ser que se vea cumplida: cf.
Alej. Afrod., Sohre el destino 10, pag, 177, 7-14 Bruns - SVF, U 961.
Vease Breiiier, Chiysippe..., pags. 185-191.
382
Se trata de ejemplos tradicionales en el debate sobre la contingen-
cy de los sucesos futuros, que apasionb a los estoicos en su oposicion a
Diodoro: cf. Cic., Had. 12; Alej. Airod., Comentario a los 'Analiticos
sona, que, con su mayor o menor fuerza animica, resiste o cede a una re-
presentacidn falsa: cf. Cic., Had. 39 = SVF, II 974 (pag, 282, 20-32).
385
Cf. supra, n. 224. A los sabios, que viven instalados en la verdad,
les es imposible ser perjudiciales (cf. SVF,
587-588) y producir falsos
III
asentimientos (cf. SVF, III 567), pero eso no les impide decir cosas falsas
(que los estoicos distinguian de la action de mentir, realizada con la inten-
tra los profesores VII 44-45 = SVF, II 132 [pag. 42, 35-39]): tampoco en
386
Cf. infra, n. 396. Jgua! que al sabio, al Destino le esta prohibido ser
peijudicial, porque, segun los estoicos, se identifica con la Providencia (cf.
Estob., I 5, 15, 21-28 = SVF, II 913 [pag. 264, 14-21]) y esta gobiema el
Universo con la vista puesta en el bien del mundo y de los seres que en el
388
lliada XV 109.
389
Suplicantes 734-736.
390
Cf. supra, 1050A-E y Plut., Noc. com. 1076E. Para la identifica-
336 MORALIA
391
Cf. Plut., frag. 21 Sandbach. Atropo, una de las Moiras, era eti-
mologizada por los griegos como ‘Sin-vuelta’; Adrastea, una de las ninfas
que, en la grata cretense, cuido de Zeus nino con sus sirvientes los Cure-
tes, como ‘La Inevitable’; de Determination (Pepromene) da el propio
Plutarco la explication etimologica: ‘La que impone Hmites’; finalmente,
para Necesidad (Ananke) se proponian diversas etimologias (cf. Cherniss,
Plutarch 's Moralia..., pags. 596-597, n. a).
392
Este vocabulario revierte irdnicamente contra Crisipo la terminolo-
gia tipicamente estoica del Destino: «se cumplia la voluntad de Zeus»
(lliada I 5 [cf. supra, ! 050B]), verso parafraseado hasta la extenuaci6n por
Crisipo; el Destino es tambien una fuerza determinada y perfectamente
cumplida ( SVF II 914 [pag. 265, IO-1 1]); el Destino carece de deficiencia
alguna, porque entreteje las causas de cada evento sirs deficiencia ni dis-
continuidad (cf. SVF, II 913 [pag. 265, 5-7]).
393
El movimiento del Universo es el Destino como cadena necesaria
de causas y efectos, que tiene vigencia plena en todo el mundo. Pero esto
se contradice con la restrictiva identification de! Destino con la causa an-
LAS CONTRADICCIONLS DE LOS liSTOICOS 337
tecedente. Desde este punto de vista, el Destino se pareceria mas bien a los
movimientos particidares, que tropiezan con continuos obstaculos, igual
que las representaciones tropiezan con el obstdculo insalvable del asenti-
miento libre del ser humano.
354
Cf. supra, 1050C.
m Crisipo aceptaba que el asentimiento se produce de acuerdo con el
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atienen a meras opiniones? . Con todo, de las tres posibili-
dades, debe ser cierta una: o ninguna representation es obra
del Destino, o toda aceptacion de la representation, esto es,
todo asentimiento es infalible, o ni siquiera el Destino mis-
1057A mo es irreprensible. No se, en efeeto, en que medida esta li-
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El Destino, que los estoicos identificaban con la Providencia, se
contradice consigo mismo porque actuaria contra los designios del buen
gobiemo universal que se le supone, ya que produce errores de todo tipo
(suposicion, engano y opinion: cf. SVF, II 131, III 548) al obligar al sujeto
' t0 °
Crisipo establecia una diferencia radical entre la actitud del sabio y
la del necio enfrentados a representaciones seductoras pero falsas: el sabio
no dara el asentimiento, sino que guardard cautela hasta decidir sobre la
veracidad o falsedad de tales representaciones; el necio, por el contrario,
dara el asentimiento por debilidad y su accion estara viciada de antemano,
por estar ftindada en un asentimiento precipitado. Plutarco parece atribuir
a Crisipo la posibilidad de que el necio se vuelque en la accion de un mo-
do por asi decir mecanico e irreflexivo, sin haber dado previamente su
asentimiento. Desde este punto de vista, la notion de impulso automdtico
haeia los fenomenos, defendida por Arcesilao contra los estoicos, serla re-
servada por Crisipo para demostrar la completa in-aeionalidad de la con-
ducta del hombre necio (para toda esta problematica, vdase Ioppolo, Opi-
nione .
... pags. 134-136). Sin embargo, esta interpretation echaria al traste
uno de los puntos clave de la teoria del conotimiento estoica. Otra posible
lectura de este pasaje ha sido dada por Babut, «Polemique et Philosop-
hie. .
pags. 31-33: cuando Dios o el sabio suscitan representaciones se-
ductoras en el necio no lo hacen porque deseen on si mismo su asentimien-
to precipitado, sino porque esperan que actuen de acuerdo eon la cconomia
del Universo: es claro que si su alma es debil dardn su asentimiento preci-
pitadamentc y cometeran errores morales.
INDICE DE NOMBRES PROPIOS*
*
En la relation de pasajes figuran entre parentesis las ocurrencias de
nombres propios no respaldados por el texto griego original, pero que
ha parecido oportuno introducir en la version castellana por motivos de
claridad.
508 MORALIA
INDICE DE OBRAS
MENCIONADAS POR PLUTARCO
514 MORALIA
INDICE GENERAL
TRATADOS PLAT6NICOS
Introduccion 9
CUESTIONES PLATONICAS 21
Introduccion 21
Cuestiones platonicas 32
Introduccion 87
Introduction 177
Timeo 177
522 MORALIA
TRATADOS ANT1ESTOICOS
Introduccion 187
Introduccion 197
INDICES