Viernes Santo Sentido Del Día
Viernes Santo Sentido Del Día
Viernes Santo Sentido Del Día
Intercesiones generales.
Hay diez grandes oraciones de intercesión, en las que la Iglesia echa una
mirada al mundo entero y ora formalmente por todo el género humano.
Es una oración verdaderamente universal, que incluye todas las categorías de
personas; y muy oportuna en este día en que los cristianos de todo el mundo se
reúnen en torno a la cruz de Cristo asociándose a su oración sacerdotal. Su oración
alcanza a todos porque todos están incluidos en su amor. "Por nosotros extendió sus
brazos en la cruz" en un gesto que abrazaba a todo el mundo. La cruz en que Jesús
murió es símbolo de universalidad en la tradición cristiana; sus extremos apuntan a los
extremos del orbe.
Las antiguas oraciones del viernes santo han sido adaptadas a las
circunstancias actuales y reflejan el espíritu ecuménico de nuestros días. Ya no se
hace mención de "herejes" ni "cismáticos", sino que se adopta la expresión por
"aquellos hermanos nuestros que creen en Cristo". Tampoco deja de manifestarse el
ecumenismo más amplio, que busca estrechar lazos de amistad con los no cristianos.
Por ejemplo, en la oración por los judíos hay respeto y amor, por cuanto ahora nos
referimos al pueblo hebreo como "al primero a quien Dios habló", y pedimos que
puedan crecer en el amor al nombre de Dios y en fidelidad a su alianza.
Además se han añadido dos nuevas oraciones, que ponen de relieve el espíritu
actual: "por los que no creen en Cristo" y "por los que no creen en Dios". Es laudable
recordar que los cristianos somos una minoría de la población mundial: en
comparación con los millones de no-cristianos, la Iglesia de Cristo es en realidad un
"pequeño rebaño". La mies es, por tanto, abundante; de modo que debemos pedir "por
todos los que no creen en Cristo, para que, iluminados por el Espíritu Santo,
encuentren también ellos el camino de la salvación".
La otra oración es por los que no creen en Dios. El ateísmo está muy difundido
hoy día; la ciencia, la tecnología, la filosofía materialista y otros factores han producido
un efecto demoledor en la fe religiosa. En buena parte del mundo se vive bajo
regímenes militares antirreligiosos, siendo así muy difícil que en ellos pueda penetrar el
evangelio. Pero tanto los cristianos como los ateos formamos parte de la familia
humana. Pedimos para todos nuestros hermanos que están lejos del redil, que por la
rectitud y sinceridad de su vida alcancen el premio de llegar a Dios.
La última oración es por aquellos que se encuentran en particulares
necesidades: los enfermos, los agonizantes, los emigrantes y desterrados, los
prisioneros, etc. Son verdaderamente universales estas oraciones. En este gran
ejercicio de intercesión, en que todos los fieles están comprometidos activamente, la
Iglesia se reconoce más en su papel de Ecclesia orans, "Iglesia orante".
Adoración de la cruz.
El viernes santo no se ofrece el sacrificio eucarístico. La parte central de la
misa, la plegaria eucarística, se omite. En su lugar tenemos la emotiva ceremonia de la
adoración de la cruz. A ésta sigue la comunión.
La misma ausencia en este día de sacrificio eucarístico nos habla de la íntima
relación entre el sacrificio del Calvario y la misa. Cristo murió de una vez para siempre
por nuestros pecados. Su sacrificio es único y suficiente, pero el memorial de aquella
muerte y sacrificio se celebra en todas las misas. En cada celebración eucarística "la
obra de la redención se renueva". En este día la mirada de la Iglesia está fija en el
Calvario mismo, en donde Cristo inmoló su vida en expiación por nuestros pecados.
En cuanto a la adoración de la Cruz, lo ideal es que cada uno de los miembros
de la asamblea tenga la oportunidad de hacer su homenaje personal al Salvador
crucificado. Con el sencillo gesto de besar la cruz, la piedad popular se expresa
espontáneamente y de modo conmovedor. Esto presta además a la sombría y
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majestuosa liturgia del viernes santo un detalle tierno y personal. También el gesto de
besar la cruz tiene una larga historia; los cristianos de Jerusalén usaban el beso como
acto de adoración a la cruz el viernes santo ya desde el siglo IV2.
Mientras los fieles se acercan para adorar la cruz se cantan antífonas, himnos y
otras composiciones adecuadas. Hay algunas muy antiguas que, incluso traducidas,
impresionan por su belleza y profundidad.
La primera antífona nos sorprende por su aire gozoso: "Tu cruz adoramos,
Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos. Por el madero ha venido la
alegría al mundo entero". La cruz nunca está ausente de la vida cristiana, pero
tampoco la alegría. Incluso el viernes santo podemos meditar sobre el gozo de Cristo,
el gozo del sacrificio total.
Luego vienen los famosos "improperios", llamados así porque en ellos Jesús
reprocha a su pueblo su ingratitud. Él relata lo que ha hecho por su pueblo: lo sacó de
Egipto, lo condujo a través del desierto, lo alimentó con el maná, hizo por él toda clase
de portentos; en recompensa por todos esos favores, el pueblo lo trata con desprecio.
La antítesis: "Yo te saqué de Egipto, tú preparaste una cruz para tu Salvador", es
usada para dar efecto a toda la composición. Entre un improperio y otro tenemos el
patético estribillo: "¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido?
Respóndeme", y el trisagio: "¡Santo es Dios, santo y fuerte! Santo inmortal, ten piedad
de nosotros".
Cristo nos reprocha a todos, no sólo a los que lo crucificaron; pero lo hace de
forma tan suave, que suscita nuestra compasión más que nuestro sentimiento de
culpabilidad. Lo que se cuestiona es nuestra ingratitud y dureza de corazón. La única
respuesta a esas preguntas y reproches es el beso silencioso a los pies del Señor
crucificado.
Estos improperios combinan el sentimiento religioso con la percepción
teológica. Porque el Cristo que llama a su pueblo es la Palabra preexistente. Como la
palabra de Dios, él estaba presente y actuando a través de todas las etapas de la
historia sagrada; guió a su pueblo elegido, dio forma al devenir de su historia. Jesús es
la Palabra hecha carne; mientras el recuerdo de sus sufrimientos suscita nuestra
compasión, no hemos de olvidar ni un momento que él es el Santo de los santos.
La gloria de la cruz.
El gran pontífice y padre de la Iglesia san León Magno nos ha dejado en sus
sermones cantidad de pensamientos hermosos e impresionantes sobre la pasión y la
cruz del Señor que pueden ayudarnos en nuestra meditación del viernes santo.
Dice en su sermón 55 que "la pasión de Cristo contiene el misterio de nuestra
salvación", que es para nosotros "el escalón para la gloria" y que simboliza "el
verdadero altar de la profecía".
El martes de la quinta semana de cuaresma, en el oficio de lecturas 3, tenemos
uno de sus mejores sermones sobre la pasión. En él menciona "la gloria de la cruz que
irradia por cielo y tierra":
“¡Oh admirable poder de la cruz! ¡Oh inefable gloria de la pasión! En ella
podemos admirar el tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del Crucificado”.
La cruz es "la fuente de toda bendición, la causa de todas las gracias".
En un sermón que predicó el domingo de ramos, llegó a hablar de la "fiesta de
la pasión del Señor" (festivitas Dominicae passionis). Esto nos puede parecer una
contradicción de términos, pero no lo es si consideramos la obra de la redención como
un todo único, tal como lo hacían los padres de la Iglesia. Si se mira con los ojos de la
2
Egeria's Travels 137. El beso a la cruz se practicaba también en Roma desde el siglo VII.
3
Liturgia de las horas II
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BIBLIOGRAFÍA
Casiano Floristan. De domingo a domingo. El evangelio en los tres ciclos litúrgicos, Sal Terrae. Santander
1993.pág. 61-73
(mercaba.org)
4
Sermón 72, Nicene and Post-Nicene Fathers, vol. XII, 184. El papa san León dice aquí: "El texto de la historia divinamente
inspirada ha mostrado claramente la perfidia de la traición contra el Señor Jesucristo, el juicio por el que lo condenaron, la
barbarie de su crucifixión y la gloria de su resurrección".