Ideologias y Aparatos Ideologic - Althusser, Louis PDF
Ideologias y Aparatos Ideologic - Althusser, Louis PDF
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ePub r1.0
Titivillus 15.09.17
Título original: Idéologie et appareils idéologiques d’État
Louis Althusser, 1970
Traducción: Alberto J. Pla
Toma a su cargo a los niños de todas las clases sociales desde el jardín de
infantes, y desde el jardín de infantes les inculca —con nuevos y viejos
métodos, durante muchos años, precisamente aquéllos en los que el niño,
atrapado entre el aparato de Estado-familia y el aparato de Estado-escuela, es
más vulnerable— «habilidades» recubiertas por la ideología dominante (el
idioma, el cálculo, la historia natural, las ciencias, la literatura) o, más
directamente, la ideología dominante en estado puro (moral, instrucción
cívica, filosofía).
Hacia el sexto año, una gran masa de niños cae «en la producción»: son
los obreros o los pequeños campesinos. Otra parte de la juventud
escolarizable continúa: bien que mal se encamina y termina por cubrir
puestos de pequeños y medianos cuadros, empleados, funcionarios pequeños
y medianos, pequeño-burgueses de todo tipo.
Una última parte llega a la meta, ya sea para caer en la semidesocupación
intelectual, ya para proporcionar, además de los «intelectuales del trabajador
colectivo», los agentes de la explotación (capitalistas, empresarios), los
agentes de la represión (militares, policías, políticos, administradores, etc.) y
los profesionales de la ideología (sacerdotes de todo tipo, la mayoría de los
cuales son «laicos» convencidos).
Cada grupo está prácticamente provisto de la ideología que conviene al
rol que debe cumplir en la sociedad de clases: rol de explotado (con
«conciencia profesional», «moral», «cívica», «nacional» y apolítica altamente
«desarrollada»); rol de agente de la explotación (saber mandar y hablar a los
obreros: las «relaciones humanas»); de agentes de la represión (saber mandar
y hacerse obedecer «sin discutir» o saber manejar la demagogia de la retórica
de los dirigentes políticos), o de profesionales de la ideología que saben tratar
a las conciencias con el respeto, es decir el desprecio, el chantaje, la
demagogia convenientes adaptados a los acentos de la Moral, la Virtud, la
«Trascendencia», la Nación, el rol de Francia en el Mundo, etcétera.
Por supuesto, muchas de esas virtudes contrastadas (modestia,
resignación, sumisión por una parte, y por otra cinismo, desprecio, altivez,
seguridad, grandeza, incluso bien decir y habilidad) se enseñan también en la
familia, la iglesia, el ejército, en los buenos libros, en los filmes, y hasta en
los estadios. Pero ningún aparato ideológico de Estado dispone durante tantos
años de la audiencia obligatoria (y, por si fuera poco, gratuita…), 5 a 6 días
sobre 7 a razón de 8 horas diarias, de formación social capitalista.
Ahora bien, con el aprendizaje de algunas habilidades recubiertas en la
inculcación masiva de la ideología de la clase dominante, se reproduce gran
parte de las relaciones de producción de una formación social capitalista, es
decir, las relaciones de explotados a explotadores y de explotadores a
explotados. Naturalmente, los mecanismos que producen este resultado vital
para el régimen capitalista están recubiertos y disimulados por una ideología
de la escuela universalmente reinante, pues ésta es una de las formas
esenciales de la ideología burguesa dominante: una ideología que representa a
la escuela como un medio neutro, desprovisto de ideología (puesto que es…
laico), en el que maestros respetuosos de la «conciencia» y la «libertad» de
los niños que les son confiados (con toda confianza) por sus «padres» (que
también son libres, es decir, propietarios de sus hijos), los encaminan hacia la
libertad, la moralidad y la responsabilidad de adultos mediante su propio
ejemplo, los conocimientos, la literatura y sus virtudes «liberadoras».
Pido perdón por esto a los maestros que, en condiciones espantosas,
intentan volver contra la ideología, contra el sistema y contra las prácticas de
que son prisioneros, las pocas armas que puedan hallar en la historia y el
saber que ellos «enseñan». Son una especie de héroes. Pero no abundan, y
muchos (la mayoría) no tienen siquiera la más remota sospecha del «trabajo»
que el sistema (que los rebasa y aplasta) les obliga a realizar y, peor aún,
ponen todo su empeño e ingenio para cumplir con la última directiva (¡los
famosos métodos nuevos!). Están tan lejos de imaginárselo que contribuyen
con su devoción a mantener y alimentar, esta representación ideológica de la
escuela, que la hace tan «natural» e indispensable, y hasta bienhechora, a los
ojos de nuestros contemporáneos como la iglesia era «natural», indispensable
y generosa para nuestros antepasados hace algunos siglos.
En realidad, la iglesia es reemplazada hoy por la escuela en su rol de
aparato ideológico de Estado dominante. Está combinada con la familia,
como antes lo estuvo la iglesia. Se puede afirmar entonces que la crisis, de
una profundidad sin precedentes, que en el mundo sacude el sistema escolar
en tantos Estados, a menudo paralela a la crisis que conmueve al sistema
familiar (ya anunciada en el Manifiesto), tiene un sentido político si se
considera que la escuela (y la pareja escuela-familia) constituye el aparato
ideológico de Estado dominante, aparato que desempeña un rol determinante
en la reproducción de las relaciones de producción de un modo de producción
amenazado en su existencia por la lucha de clases mundial.
Acerca de la ideología
2) su sujeción al Sujeto,
4) la garantía absoluta de que todo está bien como está y de que, con la
condición de que los sujetos reconozcan lo que son y se conduzcan en
consecuencia, todo irá bien: «Así sea».
Enero-abril de 1969
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