El Futurismo Italiano
El Futurismo Italiano
El Futurismo Italiano
El Futurismo ItalianoEl
FuTuRisMo
italiano
por Gerlac Holda
INdice
iNTRODUCCI�N
BREVE CRONOLOG�A HIST�RICA
FUTURISMO LITERARIO
LA M�SICA DEL FUTURO
PINTURA DIN�MICA Y SIMULT�NEA
ESCULTURA FUTURISTA
C�LCULO,AUDACIA,SENCILLEZ: ARQUITECTURA DEL PORVENIR
CINEMAT�GRAFO: SINFON�A POLIExPRESIVA
eL UNIVERSO FUTURISTA EN LA ESCENA
ALGUNOS FUTURISTAS C�LEBRES
BIBLIOGRAF�A
iNTRODUCCI�N
El futurismo, como movimiento art�stico, fue m�s un proyecto de futuro
que, en su momento, una realidad tangible. Su ansia de reconstrucci�n -que
deb�a darse no s�lo en Italia, sino en la totalidad del "universo"- les
llev� a intervenir en casi todas las facetas, conscientes como eran del
convulso y decisivo momento hist�rico que deseaban protagonizar. Heredero
de alguna forma de Nietzsche e influido por D�Annunzio, y anticipo en
cierto modo del fascismo, el futurismo dice cosas como �sta: "Ensalzamos
el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso marcado...". Otras
palabras de los escritores futuristas nos recordar�n, de un modo
sustantivo, la sed desesperada de renovaci�n que los animaba: "Venimos a
glorificar la guerra, la �nica salvaci�n del mundo, el militarismo, el
patriotismo, el brazo destructor del anarquista, las ideas que matan". Sus
ideas revolucionarias no deseaban limitarse al arte, sino que, como otros
muchos movimientos de nuestra �poca, pretend�an transformar la vida entera
del hombre. Entre el 20 de febrero de 1909 y hasta el a�o 1917 los
futuristas lanzaron al p�blico m�s de cincuenta manifiestos, referidos a
las m�s diversas actividades. As�, el futurismo cultiv� el teatro, la
danza, la poes�a, la literatura, la pintura, la escultura, la m�sica, el
cine, la fotograf�a, la arquitectura, la gastronom�a o la pol�tica, adem�s
de otras variaciones sin fin como resultado de la combinaci�n de �stas
disciplinas y su preocupaci�n por la propia existencia (la mujer futurista
y la lujuria, la guerra, el orgullo italiano o la "nueva religi�n-moral de
la velocidad").
Desde 1910, y hasta 1913 las filas del futurismo se van engrosando de
j�venes inconformistas y entusiastas. En v�speras de la Primera Guerra
Mundial, esta tendencia, como las restantes vigentes en aquel momento, se
halla en su apogeo. Todo bulle en el arte, un arte que en ocasiones
comenzaba a salir de los reducidos c�rculos en que hab�a permanecido para
ir suscitando un paulatino inter�s en el p�blico sin ceder lo m�s m�nimo
tanto en el rigor de sus m�todos como, en ocasiones, en la intolerancia de
sus planteamientos. El futurismo fue, en consonancia con la incipiente y
revolucionaria praxis art�stica, el primer movimiento art�stico que goz�
de una audiencia de masas, debido fundamentalmente a su propio car�cter.
La frecuencia de sus apariciones, su revestimiento de incendiaria proclama
y de fuerte y contundente enunciaci�n, adem�s del lenguaje sint�tico y muy
publicitario, ayudaron a su propagaci�n entre las masas, adem�s de, por
otro lado, "articular una po�tica en una comunidad de artistas."
Efectivamente, el gusto por el esc�ndalo y el insulto, por el
enfrentamiento directo y por el fanatismo en la defensa de sus
convicciones, ayudaron a extender el fen�meno futurista hasta unos l�mites
sin precedente alguno en la historia del arte.
La ciencia los deslumbraba: "Os declaramos que el progreso de la ciencia
ha determinado en la humanidad cambios tan profundos que un abismo se ha
abierto entre los d�ciles esclavos del pasado y nosotros, los hombres
libres, que tenemos la certeza de la rabiosa magnificencia del futurismo".
Actualmente, al considerar sus resultados art�sticos, se puede apreciar,
como es l�gico, que �stos son mucho m�s inocentes que los pretendidos en
un principio y que, sin embargo, algunos de sus protagonistas han creado
obras de considerable inter�s. El futurismo ha jugado en cualquier caso un
papel importante en el arte, siendo sus consecuencias muy extensas y
diversas. El af�n de novedad y originalidad que ellos mismos proclamaban,
su cuidada lucha contra el "buen gusto" - en el cual ca�an, l�gicamente,
m�s de lo que hubieran sin duda deseado - su dinamismo, como primera
condici�n, no fueron en absoluto un impedimento para que las dotes de
algunos de ellos llegaran a tomar cuerpo en sus trabajos.
Es el dinamismo, efectivamente, la principal caracter�stica del futurismo.
En su primer manifiesto informan: "Sabed que el esplendor del mundo se ha
enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad". Al mismo
escrito pertenece la frase: "un autom�vil rugiente, que parece correr
sobre la metralla, es m�s bello que la Victoria de Samotracia". "El
dinamismo universal debe ser producido en pintura � proclamaban en el
Manifiesto T�cnico � como sensaci�n din�mica... El movimiento y la luz
destruyen la materialidad de los cuerpos".
Aparte del inter�s que puede encerrar, en principio, este dinamismo, que
no debemos considerar como absolutamente nuevo en arte, hay aciertos, m�s
o menos conscientes, como por ejemplo �ste: "Abramos la figura como una
ventana y encerremos en ella el medio donde vive". Claro que las palabras
,en pintura, nada valen; son las obras las que deben hablar. Es indudable
que esta preocupaci�n ya exist�a en �pocas anteriores. Lo que importar�
ser� la verdadera originalidad: la correspondencia al momento hist�rico y
a las necesidades permanentes del hombre, en la medida en la que �stas
est�n. El hecho es que el futurismo fue un paso m�s en la marcha del arte
contempor�neo en su proceso de desintegraci�n de la forma, y el eslab�n
inmediato al dada�smo y al surrealismo, adem�s de un s�ntoma de la
conciencia materialista de nuestra �poca.
La llegada de la guerra exacerba el esp�ritu futurista, pero viene a
significar el inicio de su fin. Los futuristas, fieles a su compromiso de
intervenir en todos los terrenos y a su militarismo, hacen campa�a para
que Italia se una a las potencias aliadas. El dinamismo es ahora utilizado
para describir escenas guerreras. Pero Boccioni, elemento esencial del
grupo, enrolado voluntario en el conflicto, muere accidentalmente en 1916.
El resto del grupo se dispersa. Los dem�s se fueron apartando tambi�n del
credo art�stico que hab�an profesado con fervor y entusiasmo: hasta el
propio Severini, que se inclina de nuevo hacia el cubismo.
El futurismo fue un exponente del auge experimentado por Italia a
principios del siglo XX, y llev� consigo las contradicciones de �ste; sus
rebeld�as y sus aspiraciones anarquistas, su gusto por la acci�n, que se
transform� en apolog�a de la violencia y del nacionalismo revolucionario y
de la guerra y, en el caso de algunos de sus integrantes (Marinetti,
Papini, Soffici,etc.), en adhesi�n al fascismo. Durante el gobierno de
Benito Mussolini se confundi� con la elaboraci�n de una est�tica fascista,
ideolog�a �sta con la que mantuvieron un dilatado juego de aproximaciones
y alejamientos desde la aparici�n de los primeros camisas negras hasta la
derrota final de los mismos. Disgregado por la primera guerra mundial, el
movimiento continu�, sin embargo, en un segundo futurismo continuador de
las teor�as de Marinetti (desde el fin de la guerra hasta los a�os
treinta, coincidiendo con un nuevo brote art�stico: la abstracci�n
italiana), que asimil�, con Fortunato Depero, Luigi Colombo (llamado
Fillia) o Vittorio Tommasini (llamado Farfa), ciertos rasgos del purismo y
de la abstracci�n geom�trica y, posteriormente, del surrealismo.
FUTURISMO LITERARIO
Marinetti era ya un poeta reconocido en Par�s y Mil�n cuando lanza su
primer manifiesto de 1909. Tras el �xito de sus primeros versos, Los
viejos marinos (1898), premiados en Par�s y declamados por la actriz Sara
Bernhardt, Marinetti decide afincarse en la capital francesa con el deseo
de dedicarse a la literatura. Emprende una gira de recitales po�ticos por
toda Francia y se convierte en secretario de redacci�n de la revista
simbolista La plume, adem�s de colaborar en el �rgano del grupo de los
Nabis, La Revue Blanche. Ya durante este per�odo de fin de siglo
comenzar�a a tratar muchos de los temas exaltados m�s tarde por �l mismo y
por el resto de los futuristas. En 1902 publicar�a su primer libro, La
conquista de las estrellas, y dos a�os m�s tarde un volumen po�tico, en
clave decadentista, bajo el t�tulo de Destrucci�n.
En 1905 se producen dos hechos significativos dentro de la cronolog�a
futurista. Marinetti publica su tragedia festiva El rey francachela (Roi
Bombance) y funda, ya en Mil�n, la revista Poes�a, en la que ir�n
apareciendo los versos de los simbolistas G. Kahn, A. Jarry, A. Holz, J.
Mor�as, E. Verhaeren o de los poetas italianos L. Altomare, P. Buzzi, C.
Govoni, L. Folgore, A. Palazzeschi, y G. P. Lucini, entre otros, algunos
de los cuales ser�an despu�s miembros activos del movimiento futurista
literario, como lo fueron Giovanni Papini, Ardengo Soffici o Pratella.
El futurismo se iniciaba de esta forma como una "nueva escuela literaria
de los futuristas" reclutando sus primeras audiencias mediante la revista
Poes�a cuando, a mediados de 1908, �sta public� el volumen Las ranas
azules turqu� (La ranocchie Turchine), incluyendo en el pr�logo del mismo,
por primera vez, La fundaci�n o Manifiesto del futurismo, el cual fue
publicado, meses m�s tarde, en 1909, en Le Figaro. Marinetti propone as�
un movimiento de renovaci�n "literario-conceptual" que ir�a tomando forma
hasta aproximarse a una exaltada reivindicaci�n de lo italiano, tal y como
se observa en El primer manifiesto pol�tico, tambi�n de 1909, y en el
Segundo de 1911. El manifiesto fundacional provoc�, no obstante, todo tipo
de reacciones, entre las que cabe destacar las cr�ticas del poeta G.P.
Lucini (1867-1914), el cual, si bien es considerado como el precursor de
algunas de las ideas de Marinetti y de los futuristas -fundamentalmente a
ra�z de su obra El verso libre (Il verso libero, 1908)- acab� rompiendo
sus relaciones con �ste. M�s tarde los postulados literarios futuristas
fueron expresados en el Manifiesto T�cnico de la literatura futurista
(1912).
Audacia y revoluci�n fueron los elementos b�sicos de la nueva l�rica
futurista. Respecto a la sintaxis, se abog� por la palabra libre de nexos
y puntuaciones; los verbos en infinitivo, el predominio de la imagen y la
sustituci�n de la puntuaci�n por signos musicales y matem�ticos. As�, en
el manifiesto de 1912 se recogen doce puntos fundamentales que deb�a
perseguir la literatura futurista, comunicados a Marinetti por una
"rotante h�lice, mientras volaba a doscientos metros por encima de las
poderosas chimeneas de mil�n. Y la h�lice a�adi�:
ES MENESTER DESTRUIR LA SINTAXIS DISPONIENDO LOS SUSTANTIVOS AL AZAR,
TAL COMO NACEN.
LOS VERBOS DEBEN USARSE EN INFINITIVO" ya que el infinitivo del verbo
puede dar "el sentido de continuidad de la vida y la elasticidad de la
intuici�n que la percibe.
SE DEBE ABOLIR EL ADJETIVO, para que el sustantivo desnudo guarde su
color esencial". Todo ello porque el adjetivo, que presupone "una pausa
y una meditaci�n" era incompatible con su visi�n din�mica.
"SE DEBE ABOLIR EL ADVERBIO", porque conserva en la frase una
"fastidiosa unidad de tono.
CADA SUSTANTIVO HA DE TENER SU DOBLE, o sea, cada sustantivo debe
preceder, sin conjunci�n, al sustantivo con el que est� ligado por
analog�a" (Y pone los ejemplos de hombre-torpedero, mujer-golfo,
muchedumbre-resaca, plaza-embudo, etc.). Marinetti expone la necesidad
de suprimir el como, el cual, el as�, el parecido a, ya que, como la
percepci�n anal�gica era cada vez m�s natural para el hombre, hab�a que
fundir entonces directamente "el objeto con la imagen que evoca, dando
la imagen de escorzo mediante una sola palabra esencial.
ABOLIR TAMBI�N LA PUNTUACI�N" Una vez han sido suprimidos adjetivos,
adverbios y conjunciones, no queda sino anular la puntuaci�n "en la
continuidad variada de un "estilo" vivo que se crea por s� mismo, sin
las pausas absurdas de los puntos y las comas". En sustituci�n,
Marinetti defiende el uso de signos matem�ticos (+ > < - x : =) para
"acentuar ciertos movimientos" y "signos musicales.
Hasta el momento los escritores se han abandonado a una analog�a
inmediata. Por ejemplo, han comparado el animal al hombre o a otro
animal, lo que equivale, m�s o menos, a una especie de fotograf�a". En
este sentido, lo que Marinetti propone es que debe haber una "GRADUACI�N
DE ANALOG�AS CADA VEZ M�S AMPLIAS, y unas relaciones cada vez m�s
profundas y s�lidas, aunque lejan�simas". La analog�a no es, para ellos,
sino el "profundo amor que une las cosas distantes, aparentemente
diversas y hostiles", por lo que "S�lo por medios de extens�simas
analog�as un estilo orquestal, y a la vez pol�cromo, polif�nico y
pol�morfo, puede abarcar la vida de la materia". Marinetti considera que
las im�genes son la "sangre misma de la poes�a", y que �sta debe ser una
ininterrumpida continuaci�n de nuevas im�genes, sin las cuales no es m�s
que "anemia y clorosis". As�, cu�nto m�s amplias relaciones se contengan
por medio de las im�genes, m�s conservar�n �stas su "fuerza de asombro",
por lo que, en consecuencia, es necesario abolir "todo lo que la lengua
contiene de im�genes estereotipadas y de met�foras descoloridas, o sea,
casi todo."
NO EXISTEN CATEGOR�AS DE IM�GENES, ya sean �stas del tipo que sean
("nobles o groseras o vulgares, exc�ntricas o naturales"), ya que la
"intuici�n que las percibe carece de preferencias y partidismos". Para
Marinetti, el estilo anal�gico es "el due�o absoluto de toda la materia
y de su inmensa vida.
Para representar los sucesivos movimientos de un objeto" los futuristas
deben representar, seg�n Marinetti, la "cadena de las analog�as" que
�ste evoca, "cada una de ellas condensada y recogida en una palabra
esencial". A continuaci�n, el l�der futurista presenta un ejemplo de su
Batalla de Tr�poli: "�Oh, s�! Usted es una peque�a ametralladora, una
mujer fascinante, y siniestra, y divina, al volante de un invisible
ciencaballos que ruge con explosiones de impaciencia. �Oh!, �dentro de
nada os arrojar�is en el c�rculo de la muerte, hacia la ca�da
quebrantadora o la victoria!... �Quiere que le escriba unos madrigales
rebosantes de gracia y color? A su elecci�n se�ora... Usted me recuerda
un tribuno tendido hacia la muchedumbre, cuya lengua elocuente,
incansable, alcanza el coraz�n de los oyentes que lo rodean,
conmovidos... Sois, en este momento, un taladro omnipotente, que
agujerea en redondo el cr�neo demasiado duro de esta noche obstinada...
Sois, tambi�n, un laminador, un torno el�ctrico, �y qu� otra cosa? �Un
gran soplete oxh�drico que quema, cincela y funde poco a poco las puntas
met�licas de las �ltimas estrellas!...". Seguidamente Marinetti expone
que para envolver y captar todo lo que "de m�s huid�zo e incomprensible"
existe en la memoria, se deben formar "TUPIDAS REDES DE IM�GENES O
ANALOG�AS", poniendo a continuaci�n varios ejemplos de dichas redes, de
los cu�les extraemos �ste: "Toda la acre ternura de su juventud perdida
le ascend�a por la garganta, como desde los patios de los colegios suben
los gritos alegres de los ni�os hacia los maestros asomados en las
barandillas de las terrazas desde donde se ven huir los buques...".
Puesto que para los futuristas toda clase de orden es "fatalmente un
producto de la inteligencia cauta y prudente", se hace necesario
"orquestar" las im�genes disponi�ndolas seg�n un "M�XIMO DESORDEN.
DESTRUIR EN LA LITERATURA EL �YO�", es decir, toda psicolog�a. La raz�n
no puede ser m�s simple, dentro de la postura futurista: El hombre, que
se encuentra "completaente averiado" por la "biblioteca y el museo", y
sometido a una "l�gica y sabidur�a espantosas, ya no ofrece ning�n
inter�s". Por ello, debe ser "abolido de la literatura" para ser
sustituido por "la materia", desde la que se debe captar la esencia "a
golpes de intuici�n", cosa que, por otra parte, jam�s podr�n hacer "los
f�sicos ni los qu�micos". As�, hay que "sorprender" por medio de los
"objetos en libertad y los motores caprichosos", tanto la respiraci�n
como la sensibilidad y los instintos de "los metales, de las piedras, de
la madera, etc.". En definitiva, sustituir la psicolog�a del hombre -
"agotado" para Marinetti -, por la "OBSESI�N L�RICA DE LA MATERIA". No
se deben atribuir sentimientos humanos a la materia, sino que hay que
"adivinar sus diferentes impulsos directivos, su fuerza de comprensi�n,
de dilataci�n, de cohesi�n y de disgregaci�n, sus grupos de mol�culas en
masa o sus torbellinos de electrones". En consecuencia, no se trata de
describir dramas en los que la materia ha sido humanizada, sino
"representar, en literatura, la vida del motor, nuevo animal instintivo
del que conoceremos el instinto general cuando conozcamos los instintos
de las diferentes fuerzas que lo componen". Para conseguirlo, Marinetti
habla de introducir en la literatura tres elementos hasta entonces
descuidados:
"EL RUIDO (manifestaci�n del dinamismo de los objetos);
EL PESO (facultad de vuelo de los objetos);
El OLOR (facultad de esparcimiento de los objetos)".
Para Marinetti, las profundas intuiciones de la vida, coligadas entre s�,
palabra por palabra, seg�n su il�gico nacer, nos dar�n las l�neas
generales de una psicolog�a de la materia", seg�n le hab�a rebelado desde
lo alto un "aeroplano".
Seguidamente el l�der futurista vislumbra un nuevo arte venidero, arte
esencial, o de "imaginaci�n sin hilos". En este arte la literatura entrar�
directamente en el universo, y se fundir� con �l. Para ello, sin embargo,
es necesario suprimir la sintaxis, "una especie de contracifra abstracta
que serv�a a los poetas para informar a la muchedumbre del color, de la
musicalidad, de la pl�stica y de la arquitectura del universo". Marinetti
asume el que adoptan as� la postura del "malo de la literatura", matando
la solemnidad, y proclama: "�Hemos de escupir diariamente sobre el altar
del arte! Nosotros entramos en los dominios de la libre intuici�n.
�Despu�s del verso libre, por fin LAS PALABRAS EN LIBERTAD!".
Para Marinetti el genio tiene r�fagas impetuosas y cenagosos torrentes, y
a veces impone lentitudes anal�ticas y explicativas. Para �l, el arte es
una "necesidad de destruirse y de desparramarse, gran regadera de
heror�smo que inunda el mundo". Defiende la necesidad de que existan
microbios para la vitalidad del arte, "PROLONGACI�N DE LA SELVA DE
NUESTRAS VENAS", al igual que existen en el cuerpo para la salud del
est�mago y del intestino.
Concluye Marinetti este manifiesto pidiendo el odio a la inteligencia para
poder despertar la "divina intuici�n", don caracter�stico de las razas
latinas. "Despu�s del reino animal" afirma, "se inicia el reino mec�nico",
donde los futuristas preparan la creaci�n del "HOMBRE MEC�NICO DE PARTES
CAMBIABLES", liber�ndolo de la idea de la muerte, "y por consiguiente de
la muerte misma, suprema definici�n de la inteligencia l�gica"
Los postulados futuristas, durante el per�odo de mayor actividad del
movimiento, si bien pretend�an incidir en la realidad pol�tica y social de
la Italia de su tiempo (como en el caso de las elecciones de 1909 -Primer
manifiesto pol�tico- y de 1913 -Programa pol�tico futurista-, o con motivo
de la guerra de Libia de 1911), quedan sin embargo m�s cerca de actitudes
�tico-est�ticas que de un compromiso pol�tico absoluto. M�s tarde, no
obstante, la implicaci�n de muchos de sus miembros en la aventura fascista
aproximar�a definitivamente al movimiento futurista a la praxis pol�tica.
En este sentido cabe destacar la proximidad de los futuristas con el grupo
florentino que, liderado por G. Papini, canta su amor a la patria italiana
y que, como luego veremos, acabar�a integr�ndose en las filas futuristas.
Este sentimiento nacionalista no era en cualquier caso privativo de sendos
grupos, sino que se manifiesta en Italia ya desde el siglo anterior, con
la frustraci�n de los proyectos relativos a la unidad italiana, los
ideales intelectuales del risorgimento, con la figura de Garibaldi como
tel�n de fondo y el cl�max alcanzado con la �pera desde Rossini a Verdi.
De este modo aparecen en los escritos futuristas el deseo de expansi�n
nacional, la "guerra, como �nica higiene del mundo", o el patriotismo al
estilo de: "la palabra Italia debe se�orear sobre la palabra libertad"
(Segundo Manifiesto Pol�tico, 1911). Igualmente, la desaparici�n de las
instituciones, el rechazo a la historia y al historicismo, el tildar de
passatista a todo aquello que estuviera relacionado con el pasado o que,
desde la l�gica futurista, fuera enemigo del renacer de Italia o de la
nueva era futurista (la ciudad de Venecia, el estado Vaticano, la enemiga
Austria, la postrada
naci�n espa�ola -Contra la Espa�a pasatista, de Marinetti, en la revista
Prometeo, Madrid, junio de 1911- la monarqu�a, la burgues�a o el
parlamentarismo, etc.)
La literatura futurista se caracteriza adem�s por una exaltaci�n sin
l�mites del maquinismo y de la civilizaci�n industrial. Como antecedentes
literarios de esa relaci�n entre su arte futurista y la vida moderna, el
joven movimiento se vi� influido por obras como Los cuentos modernos (Les
chants modernes, 1855) del franc�s M. Ducamp; Las ciudades tentaculares
(1896) del poeta belga E. Verhaeren, antes citado; o La vida moderna del
arte (1904) y El nuevo aspecto mec�nico del mundo (1907) del turin�s M.
Morasso. Otras muchas y muy diversas influencias, en este caso
filos�ficas, ofrecieron su contribuci�n a la doctrina futurista: desde el
"simbolismo literario, el anarquismo de un P.J. Proudhom, Bakunin y, sobre
todo, el autor de "Reflexiones sobre la violencia", G. Sorel, a cuya
sombra creci� en Par�s un grupo pr�ximo a Marinetti, Compagnons de
l�Action de l�Art (1907). Pero m�s relevancia tienen sus relaciones con F.
Nietzsche y H. Bergson, sobre todo, porque ponen al descubierto una
duplicidad y las contradicciones que impregnan el movimiento" El vitalismo
de �stos dos fil�sofos queda reflejado en la obra de Marinetti, Papini y
otros, en una afirmaci�n entusiasta de la vida, a�n en sus formas m�s
agresivas, en las diversas glorificaciones de la guerra del Primer
manifiesto o de Asesinemos el claro de luna (1909), o en la inversi�n de
los valores y la destrucci�n de todo lo antiguo.
El futurismo, de alguna forma, hereda la est�tica de la destrucci�n
nietzscheana abanderada en Italia por el Simbolismo o el decadentismo de
D�Annunzio (El triunfo de la muerte, 1894), habiendo quedado ya recogida
por Marinetti en poemas tales como La conquista de las estrellas,
Destrucci�n o el manifiesto fundacional. Sin embargo, si bien es cierto
que coinciden con Nietzsche en ese aspecto destructivo, en absoluto
comparten la visi�n de �ste acerca del eterno retorno o la supervivencia
de la clasicidad -lo que llevar� a los futuristas a considerar al fil�sofo
alem�n, en m�s de una ocasi�n, como passatista- Esta circunstancia
ambivalente se observa perfectamente si se repara en el destino de los
h�roes futuristas: "Los aviadores, los conductores de autom�viles y los
atletas son versiones modernas de los vencedores ol�mpicos y, al mismo
tiempo, superh�roes d�biles de la decadencia.(...) si "Mafarka el
futurista"(1910) de Marinetti, se solaza todav�a en la pasi�n africana que
inspirara a D�Annunzio en la tragedia "More than love"(1906) y es hijo del
superh�roe nietzscheano, no es fortuito que aquel rey africano se
convierta de pronto en un "constructor de p�jaros mec�nicos", de
aeroplanos. Pero, al levantar el vuelo y pilotar estos p�jaros, Mafarka, y
con �l el futurismo, regresa presto de �frica para zambullirse en la
agitaci�n urbana de la Italia m�s industrial. En la medida, pues, en que
asume el papel de "constructor", las hip�tesis destructivas nietzscheanas
se debilitan o son abandonadas en beneficio de las categor�as bergsonianas
de la intuici�n o del dinamismo universal."
Igualmente, los futuristas se aproximan al nihilismo de Fichte y al
absolutismo est�tico de los rom�nticos, sobre todo por medio de la
concepci�n del yo futurista como actor de s� mismo, sin ser nadie si
prescinde del actuar, a pesar, no obstante, de las cr�ticas del movimiento
contra el idealismo, como por ejemplo en Roma y Benedetto, de G. Papini
(1913). Precisamente, la adhesi�n a las filas del futurismo por parte del
grupo florentino liderado por Papini fue uno de los muchos cap�tulos
dignos de rese�arse en la historia futurista, por su peculiaridad y por la
importancia que tendr�a posteriormente para el movimiento.
Fue a ra�z de las primeras exposiciones pict�ricas futuristas de 1910 y
1911, cuando el cr�tico Ardengo Soffici mostr� su decepci�n ante las
abismales diferencias que observaba entre los altisonantes manifiestos y
las obras mismas presentadas por los j�venes pintores. As�, el 22 de junio
de 1911 apareci� en La Voce de Florencia una muy dura cr�tica de Soffici,
donde les trataba como "pobres nulidades" sin una "visi�n elevada del
arte". Este ataque motiv� un viaje de los futuristas, con Marinetti a la
cabeza, a la ciudad florentina, en donde, una vez llegaron, pasaron
directamente a las bofetadas y a la agresi�n f�sica. El enfrentamiento
entre milaneses y florentinos -todos ellos en torno a la �rbita de la
revista La Voce- fue, al parecer, especialmente duro, sobre todo en el
caso de Prezzolini y Soffici. Al final fue necesaria la intervenci�n
policial para disuadirlos, aunque lo cierto es que tales algaradas eran
muy del gusto de los futuristas.
Despu�s de esta c�lebre expedici�n de castigo de los futuristas milaneses
a florencia, alg�n tiempo m�s tarde, a principios de 1913 y gracias a la
intermediaci�n de Gino Severini y Palazzeschi, ambos grupos firmar�an
definitivamente la paz. Fue en ese momento cuando el escritor Giovanni
Papini, junto al cr�tico-pintor Soffici, fundan la revista Lacerba, la
cual ganar�a muchos adeptos a la causa futurista a pesar de sus tomas de
posici�n, en ocasiones muy cr�ticas, hacia el futurismo. Este fue el caso,
por ejemplo, de la pol�mica mantenida durante los meses de febrero y marzo
en sus p�ginas entre G. Papini y U. Boccioni, sobre si el movimiento
futurista estaba ya completo o no. A pesar de que la discusi�n no obtuvo
un final preciso, ni unas conclusiones que permitieran dilucidar el
resultado de tal cuesti�n, lo cierto es que desde la revista continuaron
public�ndose manifiestos y palabras en libertad, si bien es cierto que los
debates comenzaron a languidecer.
El 14 de febrero de 1915, Giovanni Papini, Ardengo Soffici y Palazzeschi
publican en la revista Lacerba el ensayo "Futurismo y Marinettismo", donde
exponen una dura cr�tica hacia Marinetti y sus seguidores (Boccioni, Balla
y Russolo), al tiempo que dicen apostar por el "verdadero futurismo" de
Carr�, Severini y el propio Soffici, caracterizado fundamentalmente por
ser m�s reconciliador con la tradici�n. En realidad, a pesar de los
intentos de Marinetti por mantener cohesionado al grupo, desde 1913 cada
artista, en todos los campos, va trazando su propio camino, en ocasiones
con suspicacias y enfrentamientos entre los miembros iniciales y los que
fueron incorpor�ndose con el tiempo. Las tensiones tambi�n se har�an
mayores entre milaneses y florentinos y, en suma, toda esta espiral de
discrepancias acab� provocando la disoluci�n como grupo, para que cada
artista fuera, individualmente, dando forma y cuerpo a su propia po�tica.
Durante los primeros meses de la guerra mundial los futuristas se sumaron
sin reticencias a la campa�a a favor de la intervenci�n italiana del lado
de la Entente, ya fuera a trav�s de sus obras o por medio de los
diferentes manifiestos que fueron publicando: S�ntesis futurista de la
guerra (20 septiembre de 1914); El vestido antineutral, de G. Balla
(septiembre de 1914); Por la guerra, �nica higiene del mundo, En este a�o
futurista (noviembre de 1914); El futurismo y la guerra (diciembre de
1915). Estos escritos entroncan directamente con los dos manifiestos
pol�ticos de 1909 y 1911, as� como con el punto noveno del dec�logo
fundacional: "Queremos glorificar la guerra -�nica higiene del mundo-, el
militarismo, el patriotismo, la acci�n destructora de los anarquistas, las
hermosas Ideas que matan y el desprecio a la mujer"Ahora la
guerra es tratada como "el poema futurista m�s bello que ha aparecido
hasta ahora" o definida como "futurismo intensificado". En definitiva,
estos manifiesto no hacen sino aproximar al futurismo a los todav�a
embrionarios movimientos prefascistas, llegando incluso a darse el caso de
ser detenidos algunos futuristas, como Marinetti o Balla, junto a Benito
Mussolini, en el transcurso de las manifestaciones a favor de la
participaci�n de Italia en la guerra.
Pero m�s all� de la mera exaltaci�n, los futuristas llevaron a la pr�ctica
su defensa de la intervenci�n militar, pasando a engrosar las filas del
ej�rcito italiano una vez que Italia entr� en la guerra. As�, en el mes de
mayo de 1915, Marinetti, Boccioni, Russolo, Sironi, Sant�Elia y otros
miembros futuristas se enrolaron, en lo que ser�a una de las �ltimas
acciones en grupo de los j�venes artistas, en el batall�n ciclista de
voluntarios lombardos, pasando a formar parte de un regimiento alpino. En
el curso de los combates fueron heridos algunos de ellos, como el propio
Marinetti o Russolo, y muertos Boccioni (apartado de la primera l�nea por
una congelaci�n, fallecer�a a consecuencia de una ca�da de caballo) y
Sant�Elia.
En 1922, Marinetti, Carr� y Sironi, entre otros, rinden el 3 de noviembre,
Un homenaje de los poetas, novelistas y pintores a Mussolini (Il
Principe), mientras Ardengo Soffici escrib�a sobre El fascismo y el arte,
en la revista de teor�a pol�tica y cr�tica cultural del partido fascista,
Gerarchia, en el mes de septiembre de 1922. Al a�o siguiente, 1923,
Marinetti intenta relanzar el futurismo en Italia -despu�s de que �ste
hubiera perdido gran parte de su poder ante el avance del llamado
Novecento, a�n m�s pr�ximo al fascismo-, con la publicaci�n del Manifiesto
en defensa de la italianidad, donde proclama al futurismo como el arte de
la nueva Italia.
La repercusi�n del futurismo literario en Europa fue muy grande en el
per�odo comprendido entre 1910 y 1944. En Rusia, dio origen al grupo
encabezado por el poeta Chl�bnikov, en el que tomaron parte B. Pasternak,
Kruchenych y V. Maiakovsky. En Inglaterra influir�a notoriamente, como
veremos m�s adelante, en el vorticismo.
ESCULTURA FUTURISTA
En el campo escult�rico el movimiento futurista no fue tan fecundo como en
otras manifestaciones art�sticas, de tal forma que la mayor�a de cr�ticos
y estudiosos coinciden en afirmar que el �nico artista que merece ser
destacado es Umberto Boccioni, quien entre 1911 y 1914 realiz� unas doce
esculturas, de las cuales se conservan cinco (las restantes se conocen
gracias a documentos fotogr�ficos).
Boccioni, pintor y dibujante, conoci� a Marinetti en Mil�n, ciudad en la
que se instal� en 1908. Como se indic� anteriormente, fue uno de los
firmantes del Manifiesto de los pintores futuristas de 1910, y el autor
del Manifiesto de la escultura futurista (1912) y de la obra
Pintura-Escultura futurista (1914).
En relaci�n a estas publicaciones, J.E. Cirlot destaca que "La oratoria
gesticulante de estos textos se justifica en su obra con un gran talento
pl�stico y, a veces, con exactas premoniciones te�ricas. En su Manifiesto
dice:�Hay que partir del n�cleo central del objeto para descubrir formas
nuevas que lo atan invisible y matem�ticamente al infinito pl�stico
aparente y al infinito pl�stico interior.`" Si bien esta motivaci�n no
aparece en su serie denominada Antigracioso, a la que pertenece El retrato
de la madre del artista (Galer�a de Arte moderno, Roma), s� queda
absolutamente definida, no obstante, en dos obras de las que existen
varias copias -son bronces- una de ellas en el Museum of Modern Art de
Nueva York. Dichas obras son probablemente las m�s importantes dentro de
la obra de Boccioni: Formas de continuidad en el espacio y Desarrollo de
una botella en el espacio (invierno de 1912-1913).
La mayor parte de las creaciones de Boccioni eran "prolongaciones en tres
dimensiones de sus ideas pict�ricas" y, consecuentemente, en tanto que
futuristas, mostraban las preocupaci�nes sobre la continuidad del
movimiento en el espacio, acerca del juego de la luz o de la fusi�n de la
figura en el espacio. "Simbolismo, expresionismo, simultaneidad e
impresionismo son sus componentes" y aunque en las mismas no se aprecian
para nada concepciones o t�cnicas cubistas, lo cierto es que el trabajo de
los escultores de este movimiento influy� en la obra de Boccioni.
Efectivamente, �ste hab�a conocido en Par�s los estudios de los escultores
cubistas Duchamp-Villon y Archipenko, en el transcurso de los viajes que
efectu� a la capital francesa en 1911-1912. Douglas Cooper afirma que
tanto la obra Desarrollo de una botella en el espacio como Vac�os y
s�lidos abstractos de una cabeza (finales de 1912) deben considerarse
creaciones "b�sicamente cubistas", y explica que La Cabeza fue ejecutada
como un relieve en un espacio de escasa profundidad, similarmente
concebida en cuanto a la forma a ciertas cabezas anal�ticas del cubismo
temprano que pueden observarse en pinturas de Braque y Picasso, y en el
Retrato de su madre (1912) de Gris. As�, Boccioni, en un dibujo
preliminar, de concepci�n relativamente naturalista aunque algo
formalizada, muestra "una cabeza est�tica, aplanada y �atacada` por
amplios haces de luz y espacio que se hunden en las mejillas y la
barbilla. Boccioni, que, en su prefacio al cat�logo de la Exposici�n de
Escultura Futurista celebrada en Par�s en junio de 1913, escrib�a sobre
"�la penetraci�n de un vac�o en el s�lido al que atraviesa` un rayo de luz
y alegaba haber encontrado una forma de representar esto mediante la
�fusi�n de bloques de atm�sfera con elementos m�s concretos de la
realidad`, hab�a comprobado literalmente su teor�a sobre las posibilidades
de creaci�n de formas mediante el traslado del dibujo a los t�rminos de
relieve esculpido y modelado."
Al poco tiempo, Boccioni se plante� la posibilidad de hacer una
reproducci�n escult�rica tridimiensional de una botella y un plato encima
de una mesa, procurando, seg�n Cooper, reconciliar un enfoque cubista
anal�tico con el concepto futurista de las fuerzas activas que atraviesan
-e irradian de- un objeto existente en el espacio. Acerca de su Desarrollo
de una botella en el espacio, el mismo Boccioni afirm�: "Mi conjunto
escult�rico se desarrolla en el espacio formado por la profundidad del
volumen y muestra la densidad de cada aspecto y no un simple n�mero de
aspectos inm�viles en forma de silueta"
Con esta obra Boccioni hace sentir, en palabras de J.E. Cirlot, que la
forma cil�ndrica "se une al espacio (�amorfo o construido seg�n las seis
direcciones en cubo?) por medio de unas �formas intermediarias` que pasan
de la curva cerrada, por la abierta, a lo rectangular." Igualmente, el
cilindro "tambi�n se abre para mostrar el espacio interior -de igual
esencia que el externo- y que es, as�mismo, uno de sus factores
constituyentes." Cirlot afirma que estas intuiciones de Boccioni,
desarrolladas con un dinamismo congelado, no dejan de tener afinidad con
los principios que m�s tarde sustentar�an los constructivistas, al tiempo
que plantean el problema de la escultura m�vil, y "no de la escultura en
movimiento, ni del movimiento del contemplador en torno a la escultura"
La obra de Boccioni se vi� interrumpida por el estallido de la I� Guerra
Mundial, y el camino por �l vislumbrado no fue m�s tarde retomado por
nadie. Para Boccioni: "Los planos transaparentes de vidrio o de celuloide,
las superficies de metal, las l�neas de los alambres con los planos que
determinan, los creados por las luces el�ctricas interiores o exteriores a
la obra podr�n indicar los planos, las tendencias, los tonos y semitonos
de una nueva realidad."
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Notas
1 Sim�n March�n Fiz, SUMMA ARTIS Vol. XXXVIII, Espasa Calpe, Madrid, 1994.
P�g. 443.
2 Sim�n March�n Fiz. Op. cit. p�g 443.
3 Rosele Goldberg, Performance Art. Ediciones Destino, col. El mundo del
arte, n� 38, Barcelona 1996. P�g. 11.
4 R. Goldberg, Op. cit. p�g. 13.
5 Ibid, p�g. 13.
6 Los arditi hab�an sido las tropas de �lite del ej�rcito italiano durante
la primera guerra mundial. En el a�o de 1919, junto a los fascistas,
asaltaron la sede del diario socialista antes mencionado. Curiosamente, si
el l�der socialista calificaba a los arditi de mercenarios en manos de la
reacci�n, el gobierno prohib�a a sus soldados la lectura de L�rdito,
peri�dico de estos excombatientes, por considerarlo bolchevique.
7 Ver: Eugenio Barba, La canoa de papel, Tratado de Antropolog�a Teatral,
Grupo Editorial Gaceta, col. Escenolog�a n� 18, M�xico, 1992. P�g, 160.
8 Manifiesto T�cnico de la literatura futurista, extra�do de: F.T.
Marinetti, Manifiestos y textos futuristas. Ediciones del Cotal,
Barcelona, 1978. P�g 156.
9 Sim�n March�n Fiz, SUMMA ARTIS Vol. XXXVIII, Espasa Calpe, Madrid, 1994.
P�g. 447.
10 Ibid, P�g. 448.
11 F.T. Marinetti, Primer Manifiesto Futurista, extra�do de: F.T.
Marinetti, Manifiestos y textos futuristas, Ed. del Cotal, Barcelona,
1978. P�g. 125.
12 En el cap�tulo sobre la pintura futurista.
13 Bajo el mandato del presidente Giolitti (1900-1915) Italia, que hab�a
reconocido los derechos de Francia sobre Marruecos, se lanz� a la
expansi�n colonial, favorecida por el auge de los sentimientos
nacionalistas. Giolitti declar� la guerra a Turqu�a en 1911, lo que le
permiti� anexionar a Italia, Tripolitana y Cirenaica, y ocupar el
dodecaneso. Un a�o m�s tarde, en 1912, Bulgaria, Servia y Grecia, que
codiciaban los territorios balc�nicos todav�a turcos, se unieron en una
liga balc�nica y declararon a su vez, en el mes de octubre, la guerra a
Turquia. M�s tarde esta coalici�n se romper�a, suponeniendo la derrota
b�lgara.
14 Roselee Goldber. Op. cit. p�g. 20.
15 R. Goldberg, Op. cit. p�g. 21.
16 Ibid, p�g. 21.
17 Manifiesto de los pintores futuristas. F.T. Marinetti, Op. cit. P�g.
196.
18 Carlo Carr�, citado por Sim�n March�n Fiz, Summa Artis, Historia
General del Arte. Vol. XXXIX. El �retorno al orden� en Italia y Alemania
(1918-1919), p�g. 384.
19 Obras en las que "empiezan a ganar terreno las formas concretas, los
valores t�ctiles y estereom�tricos de los vol�menes, la simplicidad en las
relaciones lineales y tonales, la tridimensionalidad y una escenificaci�n
del espacio que emite una suerte de �silencio m�gico�." Ibid. p�g. 385.
20 Ibid. p�g 387.
21 Ezra Pound, Memoria de Gaudier Brzeska. Antoni Bosch Editor, Barcelona,
1980. P�g. 104.
22 Ver rese�a biogr�fica.
23 J.E. Cirlot, Arte del siglo XX, Ed. Labor, Barcelona, 1972.
24 Douglas Cooper, La �poca cubista, Alianza Editorial, Alianza Forma,
Madrid, 1984. P�g. 271.
25 Ibid. p�g 271.
26 Ibid. P�g. 272.
27 J.E. Cirlot, Op.cit.
28 Ibid.
29 Umberto Boccioni, citado por J.E. Cirlot. Op. cit.
30 A. Sant�Elia, La arquitectura futurista, extra�do de: F.T. Marinetti,
Op. cit. P�g. 218.
31 F.T.Marinetti, B.Corra, E.Settimelli, A.Ginna, G.Balla, R.Chiti, La
cinematograf�a futurista, extra�do de:
F.T.Marinetti, Manifiestos y textos futuristas, Ediciones del Cotal,
Barcelona, 1978. P�g. 178.
32 R. Goldberg, Op. cit. p�g. 14.
33 R.Goldberg, Op. cit. p�g. 16.
34 R. Goldberg, Op. cit. p�g. 17.
35 Ibid, p�g. 18.
36 R. Goldberg, Op. cit. p�g. 20.
37 Ibid, p�g, 21.
38 Ibid, p�g. 22.
39 VVAA, Investigaciones sobre el espacio esc�nico. Alberto Coraz�n
Editor, Madrid, 1970. P�g. 125.
40 Ibid, p�g. 126.
41 Ibid, p�g. 126.
42 Patrice Pavis, Diccionario del teatro. Paid�s Comunicaci�n, n� 10,
Barcelona 1998. Entrada Teatro Mec�nico, p�g. 457.
43 Roselee Goldberg. Op. cit. p�g. 22.
44 Ibid. p�g. 22.
45 "La danza futurista ser�: desarm�nica; desgarbada, antigraciosa;
asim�trica; sint�tica; din�mica; de palabras en libertad.
En esta nuestra �poca futurista (...) la danza futurista no puede tener
otro fin que el de intensificar el hero�smo, dominador de metales y
fundido con las divinas m�quinas de velocidad y de guerra" F.T.Marinetti,
Manifiesto de la danza futurista, extra�do de F.T. Marinetti Op. cit. P�g.
186.
46 R. Goldberg, Op. cit. p�g. 24.
47 Ibid, p�g. 24.
48 Ibid, p�g.26.
49 Manifiesto del teatro futurista sint�tico, extra�do de: Edgar Ceballos,
Principios de direcci�n esc�nica, Ed. Gaceta, M�xico,1992.
50 Roselee Goldberg, Op. cit. p�g. 26.
51 Ibid, p�g. 27.
52 Para los futuristas, las exigencias de la t�cnica consist�an en: "1/
Desechar toda concepci�n que no entre en los gustos del p�blico; 2/
Encontrada una concepci�n teatral (expresable en pocas p�ginas) diluirla
en dos, tres, cuatro actos; 3/ Poner alrededor del personaje que nos
interesa mucha gente que nada tiene que ver.: caricaturas, tipos
extravagantes y otros pelmazos; 4/ Hacer de manera que la duraci�n de cada
acto oscile entre la media hora y los tres cuartos de hora; 5/ Construir
los actos preocup�ndose en: a) empezar con siete y ocho p�ginas
absolutamente in�tiles; b) introducir un d�cimo de segundo de la
concepci�n en el primer acto, cinco d�cimos en el segundo, cuatro d�cimos
en el tercero; c) arquitecturar los actos de una manera ascendente, para
que no sea m�s que una preparaci�n del final; d) hacer sin miramientos el
primer acto aburrido, a condici�n que sea divertido; 6/ Apoyar
invariablemente cada frase esencial a un centenar o m�s de frases
insignificantes de preparaci�n; 7/ No consagrar nunca menos de una p�gina
a explicar con exactitud una entrada o una salida; 8/ Aplicar
sitem�ticamente la regla de una superficial variedad a todo el trabajo, a
los actos, a las escenas, a los parlamentos, o sea, por ejemplo: hacer un
acto pat�tico, uno angustioso y uno sublime; cuando se est� obligado a
prolongar un coloquio a dos, hacer suceder algo que lo interrumpa: un vaso
que cae, una serenata con mandolina que pasa... O hacer mover
constantemente las dos personas, de sentadas a paradas, de derecha a
izquierda, y mientras tanto variar el di�logo de manera que parezca que a
cada instante alguna bomba tenga que estallar afuera (por ejemplo: el
marido traicionado que arranca a la esposa la prueba) sin que en realidad
estalle nada
hasta el final del acto; 9/ Preocuparse enormemente de la verosimilitud
del enredo y 10/ Hacer de manera que el p�blico siempre tenga que entender
de manera completa el c�mo y el por qu� de cada acci�n esc�nica y sobre
todo saber en el �ltimo acto c�mo van a terminar los protagonistas".
Manifiesto del teatro sint�tico futurista, extra�do de: Edgar Ceballos,
Op. cit. p�g. 220.
53 Ibid. p�g. 220.
54 Ibid. p�g. 220.
55 Roselee Goldberg. Op. cit. p�g. 27.
56 Manifiesto del teatro futurista sint�tico, extra�do de: Edgar Ceballos,
Op. cit. p�g. 221.
57 Manifiesto del teatro futurista sint�tico, extra�do de: Edgar Ceballos.
Op. cit. p�g. 221.
58 Ibid, p�g. 221.
59 Roselee Goldberg, Op. cit. p�g. 28.
60 Ibid, p�g. 28.
61 R. Goldberg,. Op. cit. p�g. 28.
62 Manifiesto del teatro futurista sint�tico, extra�do de: Edgar Ceballos,
Op. cit. p�g. 221.
63 Roselee Goldberg. Op. cit. P�g. 29.
64 Roselee Goldberg, Op. cit. P�g. 30.