Patrologia PDF
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SYLLABUS DEL CURSO
Curso de PATROLOGÍA
CERTIFICADO El alumno que, después de estudiar TODAS las lecciones, deberá solicitarlo al Admistrador del Crso
DIGITAL quien puede comprobar el tiempo que el alumno dedicó al estudio de cada Lección.
I. Marco de Referencia
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c) Conocimiento específico de algunos Textos de los Padres y las controversias
teológicas.
d) Aprender a investigar sobre la historia de la Iglesia y tener criterios claros sobre la
Doctrina de la Iglesia.
e) El alumno tendrá un mayor amor a la Iglesia.
El alumno:
a) Deberá entender quiénes son los Padres de la Iglesia, los Doctores y los escritores
eclesiásticos.
b) Aprenderá que hay que acudir a fuentes confiables, para llegar a la verdad.
c) El estudio de esta materia le dará una visión positiva, alegre y de santo orgullo por la
Iglesia.
d) Además, el alumno tendrá deseos de hacer el bien y acercar a los demás a Dios.
e) Ante ciertos acontecimientos, quizá no enenderá del todo el querer de Dios, pero tendrá
la seguridad de que Dios está siempre cuidando a la Iglesia que no es nuestra sino
suya: Ecclesiam suam.
3.1 Temario
PROGRAMA DE PATROLOGÍA
I. Introducción
b) Importancia de su estudio
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d) Autoridad doctrinal de los Padres de la Iglesia
a) El contexto histórico y doctrinal del cristianismo antes de la paz de Constantino y del Concilio de Nicea
b) La Didaché
e) Breves noticias sobre los demás autores u obras: Papías de Hierápolis; la Epístola de Pseudo-Bernabé; la II
Epístola de Pseudo-Clemente; el Pastor de Hermas
a) La noción de "apócrifo"
e) Breves noticias sobre algunos de los más antiguos y significativos apócrifos cristianos
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B. El primer enfrentamiento con el mundo pagano
b) San Justino
c) Breves noticias sobre los demás apologistas griegos de este período: Cuadrato y las Epístolas a Diogneto;
Arístides; Aristón de Pella; Taciano; Atenágorás; San Melitón de Sardes; San Teófilo de Antioquía
b) Características generales
a) El gnosticismo y su importancia
c) Marción y el marcionismo
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c) La Traditio apostolica
d) El canon muratoriano
A. Las primeras escuelas teológicas y los escritores alejandrinos del siglo III
a) Clemente de Alejandría
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c) Orígenes, el origenismo y las controversias origenistas: visión general
d) Seguidores y adversarios de Orígenes, en el siglo III: breves noticias sobre San Dionisio de Alejandría, San
Gregorio Taumaturgo y San Metodio de Olimpo
c) Tertuliano
d) Minucio Felix
e) San Cipriano
b) Novaciano
IV. La Edad de oro de la Patrística entre los Concilios de Nicea (a. 325) y Calcedonia (a. 451)
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c) Visión de conjunto y valoración general de esta época
16. El arrianismo
a) Arrio y el arrianismo
c) El Concilio de Nicea
d) Las varias posiciones entre los partidarios y adversarios de Nicea: anhomeos, homeos, homeousianos,
homousianos
b) La respuesta del os Padres: San Atanasio de Alejandría, en Oriente; San Hilario de Poitiers, en Occidente
e) Los Padres Capadociones: San Basilio de Cesarea, San Gregorio de Nacianzo, San Gregorio de Nisa
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19. La primera literatura monástica
b) Importancia e influjo
a) Los escritores de procedencia palestina: Eusebio de Cesarea y el comienzo de la historiografía cristiana; San
Cirilo de Jerusalén; San Epifanio de Salamina
c) Breves noticias sobre otros autores griegos de esta época, y sobre las escuelas y la literatura siríacas de este
período
a) Importancia de San Agustín para la historia del cristianismo y para la teología y la espiritualidad católicas
b) Vida de San Agustín: centralidad de la conversión; las grandes polémicas contra maniqueos, donatistas y
pelagianos
d) Las Confesiones
e) La Trinidad
f) La Ciudad de Dios
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g) El pensamiento filosófico
h) Principales aportaciones agustinianas para la teología católica: teología trinitaria; antropología sobrenatural;
eclesiología; sacramentaria; moral; espiritualidad
C. El siglo V entre los Concilios de Éfeso (a. 431) y Calcedonia (a. 451): el problema cristológico
23. Las controversias cristológicas desde el final del siglo IV hasta el Concilio de Calcedonia
a) Visión de conjunto sobre la historia de las controversias cristológicas de esta época y sobre los
acontecimientos alrededor de los Concilios de Éfeso y Cacedonia
a) Nestorio
a) Eutiques
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27. Características generales
b) Obras principales
b) León de Bizancio
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B. El Occidente latino después de la caída del Imperio
a. Llenar todos los datos del Perfil que está en la sección de participantes.
b. Colocar en el Perfil la fotograf’a del alumno, rostro de frente y de preferencia
sobre fondo blanco.
3. El alumno que no cumpla con los requisitos perderá su matriculación, sin previo aviso.
4. El alumno que deje de estudiar durante más de 30 días, perderá su matricula y todas
su evaluaciones. El sistema lo expulsa de manera automática.
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V. Políticas y Actividades de Evaluación
Pbro. Doctor Víctor Cano Sordo, nació en la Ciudad de México en 1948. Doctor en Médicina y en Telogía.
Sacerdote del Opus Dei, ordenado en 1976. Ha escrito diversos libros y monografías sobre teología e historia.
Sobresale su sitio bisabuelos como una obra maestra y muy reconocida de investigación y presentación de una
microhistoria.
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Instrucción sobre el estudio de
los Padres de la Iglesia en la Formación Sacerdotal
Congregación para la Educación Católica
INTRODUCCIÓN
1 En atención a las particulares necesidades actuales de los estudios teológicos en los Institutos de
formación sacerdotal, esta Congregación, después de haberse ocupado a su tiempo del estudio de los Padres de
la Iglesia globalmente, desea, ahora, dedicar la presente Instrucción a algunos problemas concernientes a tal
tema.
La invitación a cultivar más intensamente la patrística en los Seminarios y en las Facultades teológicas podría
sorprender sin duda a algunos. ¿Por qué, en efecto, se nos podría preguntar, se invita a los profesores y a los
estudiantes a volverse hacia el pasado cuando hoy, en la Iglesia y en la sociedad, se dan tantos y tan graves
problemas que exigen ser resueltos urgentemente? Se puede encontrar una respuesta adecuada a esta pregunta
si se echa una mirada global a la historia de la teología, si se consideran atentamente algunas características del
clima cultural actual, y si se presta atención a las necesidades profundas y a las nuevas orientaciones de la
espiritualidad y de la pastoral.
2 El reexamen de las varias etapas de la historia de la teología revela que la reflexión teológica nunca ha
renunciado a la presencia afianzadora y orientadora de los Padres. Al contrario, ella ha tenido siempre la viva
conciencia de que en los padres hay algo de especial, de irrepetible y de perennemente válido, que continúa
viviendo y resiste a la fugacidad del tiempo. Como se expresó a tal propósito el Sumo Pontífice Juan Pablo II, "de
la vida extraída de sus Padres la Iglesia vive todavía hoy; sobre los fundamentos puestos por sus primeros
constructores todavía se edifica hoy en el gozo y en la pena de su camino y de su esfuerzo diario".
3 La consideración del actual clima cultural hace además que aparezcan las muchas analogías que unen el
tiempo presente con la época patrística no obstante las diferencias evidentes. Como entonces, también hoy la
Iglesia está realizando un delicado discernimiento de los valores espirituales y culturales, en un proceso de
asimilación y de purificación, que le permite mantener su identidad y ofrecer, en el complejo panorama cultural
de hoy, las riquezas que la expresividad humana de la fe puede y debe dar a nuestro mundo. Todo esto constituye
un reto para la vida de la Iglesia entera y, en modo particular, para la Teología, la cual para cumplir
adecuadamente sus obligaciones, no puede dejar de investigar en las obras de los Padres, como análogamente
investiga en la Sagrada Escritura.
4 La observación de la realidad eclesial actual muestra, en fin, cómo las exigencias de la pastoral general
de la Iglesia, y, en modo particular, las nuevas corrientes de espiritualidad reclaman alimento sólido y fuentes
seguras de inspiración. Frente a la esterilidad de tantos esfuerzos, el pensamiento se vuelve espontáneamente
a aquel saludable soplo de verdadera sabiduría y autenticidad cristiana que emana de las obras patrísticas. Es un
soplo que ya ha contribuido, incluso recientemente, a profundizar numerosas problemáticas litúrgicas,
ecuménicas, misioneras y pastorales que, recibidas del Concilio Vaticano II, son consideradas por la Iglesia de
hoy fuente de aliento y de luz.
Los Padres, por consiguiente, demuestran una vitalidad siempre actual y tienen muchas cosas que decir a quien
estudia o enseña teología. Es por esta razón que la Congregación para la Educación Católica se dirige ahora a los
Responsables de la formación de los sacerdotes para proponerles algunas reflexiones sobre la situación actual
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de los estudios patrísticos (I), sobre sus más profundas motivaciones (II), sus métodos (III) y sobre su
programación concreta (IV). I
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d) Se refleja también negativamente sobre los estudios patrísticos una cierta unilateralidad que se advierte hoy
en diversos casos en los métodos exegéticos. La exégesis moderna, que se sirve de las ayudas de la crítica
histórica y literaria, proyecta una sombra sobre las aportaciones exegéticas de los Padres a las que se las
considera simplistas y, en sustancia, inútiles para un profundo conocimiento de la Sagrada Escritura. Tales
orientaciones, al mismo tiempo que empobrecen y desnaturalizan la exégesis misma, quebrando su natural
unidad con la Tradición, disminuyen indudablemente la estima y el interés por las obras patrísticas. La exégesis
de los Padres, en cambio podría abrirnos los ojos a otras dimensiones de la exégesis espiritual y de la
hermenéutica que completarían la histórico-crítica, enriqueciéndola de intuiciones profundamente teológicas.
e) Además de las dificultades provenientes de ciertas orientaciones exegéticas, es necesario mencionar también
aquellas que nacen de concepciones distorsionadas de la Tradición. En algún caso, en efecto, en lugar de la
concepción de una Tradición viva, que progresa y se desarrolla con el devenir de la historia, se tiene de ella otra
demasiado rígida, llamada a veces "integrista", que reduce la Tradición a la repetición de modelos pasados y
hace de ella un bloque monolítico y fijo, que no deja lugar alguno al desarrollo legítimo y a la necesidad de la fe
de responder a las nuevas situaciones. En tal caso, se crean fácilmente prejuicios contra la Tradición como tal,
que no favorecen un acceso sereno a los Padres de la Iglesia.
Paradójicamente repercute de modo desfavorable sobre el aprecio de la época patrística la misma concepción
de la Tradición eclesiástica viva, cuando los teólogos al insistir sobre el igual valor de todos los momentos
históricos, no tienen suficientemente en cuenta lo específico de la contribución aportada por los Padres al
patrimonio común de la Tradición.
f) Además muchos estudiantes actuales de teología, provenientes de escuelas de tipo técnico, no disponen de
aquel conocimiento de las lenguas clásicas, que se precisa para un conocimiento serio de las obras de los Padres.
Como consecuencia, la situación de la patrística en los Institutos de formación sacerdotal se resiente
notoriamente de los cambios culturales actuales, caracterizados por un creciente espíritu científico y tecnológico,
que privilegia casi exclusivamente los estudios de las ciencias naturales y humanas, descuidando la cultura
humanística.
g) En fin, en algunos Institutos de formación sacerdotal, los programas de estudio están tan sobrecargados de
las diferentes nuevas disciplinas consideradas más necesarias y más "actuales", que no queda espacio suficiente
para la patrística. Esta, consecuentemente, debe contentarse con pocas horas semanales, o como solución de
emergencia, ser estudiada en el marco de la historia de la Iglesia antigua. A tal dificultad se añade a menudo la
falta de colecciones patrísticas y de adecuados apoyos bibliográficos en las bibliotecas.
a) Entre las orientaciones ocupan el primer lugar, las indicaciones del Concilio Vaticano II concernientes al
método de la enseñanza teológica, y al papel de la Tradición en la interpretación y en la transmisión de la Sagrada
Escritura.
En el n. 16 del Decreto "Optatam totius" se prescribe para la enseñanza de la dogmática el método genético,
nunca en contraposición con la necesidad de profundizar los misterios de la teología y de "descubrir su conexión,
por medio de la especulación, bajo el magisterio de Sto. Tomás" (ib) método que en la segunda etapa contempla
el conocimiento de la contribución de los Padres de la Iglesia Oriental y Occidental a la "transmisión y al desarrollo
de cada una de las verdades reveladas".
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Dicho método tan importante para la comprensión del desarrollo dogmático, fue confirmado en el reciente
Sínodo extraordinario de los Obispos de 1985 (cfr. Relatio finalis, II, B, n.4).
La importancia, que los Padres tienen para la teología y, en modo particular, para la comprensión de la Sagrada
Escritura, se deduce, además, con gran claridad de algunas de las declaraciones de la Constitución "Dei verbum"
sobre el valor y papel de la Tradición:
"La Tradición y la Escritura están estrechamente unidas y compenetradas... la Tradición transmite íntegra la
palabra de Dios, encomendada por Cristo Señor y el Espíritu Santo a los Apóstoles, a sus sucesores...; de ahí que
la Iglesia no casa exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así ambas se han de recibir con
el mismo espíritu de piedad y reverencia " (n.9).
Como se ve, la Sagrada Escritura que debe ser "el alma de la teología" y "su fundamento perenne" (n.24), forma
una unidad inseparable con la Sagrada Tradición, "un solo depósito de la palabra de Dios confiado a la Iglesia...
que no puede subsistir independientemente" (n.10). Y son precisamente "las afirmaciones de los Santos Padres"
las que "atestiguan la presencia de esta Tradición cuyas riquezas penetran la práctica y la vida de la Iglesia que
cree y ora" (n.8). Por tanto hoy, no obstante los innegables progresos conseguidos por la exégesis moderna, la
Iglesia "que se preocupa por alcanzar un conocimiento cada vez más profundo de la Sagrada Escritura, para
alimentar continuamente a sus hijos con las palabras divinas..., con razón favorece también el estudio de los
Santos Padres del Oriente y del Occidente, y de la Sagrada Liturgia" (n.23).
Según la "Ratio fundamentales" los profesores y los alumnos deben adherirse fielmente a la palabra de Dios,
contenida en la Escritura y en la Tradición... deduciendo su verdadero sentido "principalmente de las obras de
los Santos Padres". Ellos merecen gran estima porque "su obra pertenece a la tradición viviente de la Iglesia a la
cual, por disposición providencial, ellos han hecho aportaciones de valor duradero en épocas más favorables a
la síntesis de razón y fe". Un mayor acercamiento a los Padres puede considerarse, por tanto, como el medio
mas eficaz para descubrir la fuerza vital de la formación teológica y, sobre todo, para insertarse en el dinamismo
de la Tradición, "que preserva de un exagerado individualismo, garantizado objetividad de pensamiento".
Para que tales exhortaciones no quedasen en letra muerta, se dan en el citado documento sobre "La formación
teológica de los futuros sacerdotes" algunas normas para el estudio sistemático de la patrística (nn. 85-88).
c) Los impulsos dados por el Concilio y por la Congregación para la Educación Católica al estudio de los Padres
han sido acentuados en estos últimos decenios en diversas ocasiones por los Sumos Pontífices. Sus
intervenciones, como las de sus insignes Predecesores, se distinguen por la variedad y penetración de sus
reflexiones sobre la actual situación teológica y espiritual:
"El estudio de los Padres, de gran utilidad para todos, es de necesidad imperiosa para aquellos que tienen a
pecho la renovación teológica, pastoral y espiritual promovida por el Concilio y quieren cooperar en la misma. El
pensamiento patrístico es cristocéntrico; es ejemplo de una teología unificada vivida y madurada en contacto
con los problemas del ministerio pastoral; es un óptimo modelo de catequesis, fuente para el conocimiento de
la Sagrada Escritura y de la Tradición, así como también del hombre total y de la verdadera identidad cristiana".
Los Padres, "en efecto, son una estructura estable de la IGLESIA, y para la Iglesia de todos los tiempos cumplen
una función perenne. De modo de todo anuncio o magisterio posterior, si quiere ser auténtico, debe confrontarse
con su anuncio y su magisterio; todo carisma y todo ministerio debe encontrar la fuente vital de su paternidad;
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y todo piedra nueva añadida al edificio... debe asentarse sobre las estructuras ya establecidas por ellos y en ellas
afirmarse y compenetrarse".
Los apremios al estudio más intenso de la patrística no faltan, pues. Son numerosos y bien motivados. Ahora
bien, para hacer tales solicitaciones más explícitas todavía, consideramos útil exponer a continuación algunas
razones.
1) Los Padres son testigos privilegiados de la Tradición. 2) Ellos nos han transmitido un método teológico que es
a la vez luminoso y seguro. 3) Sus escritos ofrecen una riqueza cultural y apostólica, que los hace grandes
maestros de la Iglesia de ayer y de hoy.
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d) La Tradición, pues, como fue conocida y vivida por los Padres no es un bloque monolítico fijo, esclerotizado,
sino un organismo pluriforme y lleno de vida. Es una praxis de vida y de doctrina que conoce, por una parte,
también dudas, tensiones, incertidumbres y, por otra, decisiones oportunas y valientes, revelándose de gran
originalidad y de importancia decisiva. Seguir la Tradición iva de los Padres no significa agarrarse al pasado en
cuanto tal, sino adherirse con sentido de seguridad y libertad de impulso en la línea de la fe, manteniendo una
orientación constante hacia lo fundamental; lo que es esencial, lo que permanece y no cambia. Se trata de una
fidelidad absoluta, en tantos casos llevada y probada "usque ad sanguinis effusionem" al dogma y a aquellos
principios morales y disciplinares que demuestran su función insustituible y su fecundidad precisamente en los
momentos en que se están abriendo camino cosas nuevas.
e) Los Padres son, pues, testigos y garantes de una auténtica Tradición católica, y por tanto, su autoridad en las
cuestiones teológicas fue y permanece siempre grande. Cuando ha sido necesario denunciar la desviación de
determinadas corrientes de pensamiento, la Iglesia siempre se ha remitido a los Padres como garantía de verdad.
varios Concilios, como por ejemplo los de Calcedonia y Trento, comienzan sus declaraciones solemnes con
alusión a la tradición patrística, usando la fórmula:"Siguiendo a los santos Padres ... etc.". A ellos se hace
referencia incluso en los casos en los que la cuestión ya ha sido resulta por sí misma con el recurso a la Sagrada
Escritura.
En el Concilio Tridentino y en el Vaticano se estableció explícitamente el principio de que el unánime consenso
de los Padres constituye una regla cierta de interpretación de la Escritura, principio éste que ha sido siempre
vivido y practicado en la historia de la Iglesia y que se identifica con el de la normatividad de la Tradición
formulada por Vicente de Lerín e, incluso antes, por San Agustín.
f) Los ejemplos y las enseñanzas de los Padres, testigos de la Tradición, fueron particularmente estudiados y
valorados en el Concilio Vaticano II, y precisamente gracias a ellos, la Iglesia adquirió una conciencia más viva de
sí misma, y especificó el camino seguro, en especial, para la renovación litúrgica, para un eficaz diálogo
ecuménico y para el encuentro con las religiones no cristianas, haciendo fructificar en las actuales circunstancias
el antiguo principio de la unidad en la diversidad y del progreso en la continuidad de la Tradición.
2. MÉTODO TEOLÓGICO
25 El delicado proceso de inserción del cristianismo en el mundo de la cultura antigua, y la necesidad de definir
los contenidos del misterio cristiano frente a la cultura pagana y a las herejías, estimularon a los Padres a
profundizar y a explicar racionalmente la fe con la ayuda de las categorías de pensamiento mejor elaboradas por
las filosofías de su tiempo, especialmente por la refinada filosofía helenística. Una de sus tareas históricas más
importantes fue dar vida a la ciencia teológica, y crear para su servicio algunas coordenadas y normas de
procedimiento, que se han revelado valederas y eficaces incluso para los siglos posteriores, como demostraría
en su obra Santo Tomás de Aquino, fidelísimo a la doctrina de los Padres.
En esta actividad de teólogos se perfilan en los Padres algunas actitudes y momentos particulares que tienen
gran interés y que es preciso tener presentes incluso hoy en los estudios sagrados: a) el recurso continuo a la
Sagrada Escritura y al criterio de la Tradición;
b) la conciencia de la originalidad cristiana, aun reconociendo las verdades contenidas en la cultura pagana;
c) la defensa de la fe como bien supremo, y la profundización constante del contenido de la
Revelación;
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a) Recurso a la Sagrada Escritura, sentido de la Tradición
1. Los Padres son primero y esencialmente comentadores de la Sagrada Escritura: "divinorum librorum
tractatores". En este trabajo es verdad que desde nuestro actual punto de vista, su método presenta ciertos
límites que no se pueden negar. Ellos no conocían ni podían conocer los recursos de orden filológico, histórico,
antropológico-culturales ni temáticas de investigación, de documentación, de elaboración científica que están a
disposición de la exégesis moderna, y por lo tanto, una parte de su trabajo exegético puede considerarse caduco.
Pero a pesar de ello, sus méritos para una mejor comprensión de los Libros Sagrados son incalculables. Ellos
permanecen para nosotros verdaderos maestros y se puede decir superiores, bajo tantos aspectos, a los exegetas
del medioevo y de la edad moderna por "una especie de suave intuición de las cosas celestiales, por una
admirable penetración del espíritu, gracias a las cuales van más adelante en la profundidad de la palabra divina".
El ejemplo de los Padres puede, en efecto, enseñar a los exegetas modernos un acercamiento verdaderamente
religioso a la Sagrada Escritura, como también una interpretación que se atiene constantemente al criterio de
comunión con la experiencia de la Iglesia, la cual camina a través de la historia guiada por el Espíritu Santo.
Cuando estos dos principios interpretativos, religioso y específicamente católico, vienen desatendidos u
olvidados, los estudios exegéticos modernos resultan a menudo empobrecidos y deformados.
La Sagrada Escritura era para ellos objeto de veneración incondicional, fundamente de la fe, tema constante de
la predicación, alimento de la piedad, alma de la teología. Defendieron siempre el origen divino de ella, la
inerrancia, la normatividad, la inagotable riqueza de vigor para la espiritualidad y la doctrina. Baste recordar aquí
lo que escribía San Ireneo sobre las Escrituras: ellas "son perfectas, porque son dictadas por el Verbo de Dios y
por su Espíritu", y los cuatro Evangelios son "el fundamento y la columna de nuestra fe".
2. La teología nació de la actividad exegética de los Padres, "in medio Ecclesiae", y especialmente en las
asambleas litúrgicas, en contacto con las necesidades espirituales del Pueblo de Dios. Una exégesis en la que la
vida espiritual se funde con la reflexión racional teológica, mira siempre a lo esencial, aunque en la fidelidad a
todo el sagrado depósito de la fe. Se centra enteramente en el misterio de Cristo, en el cual convergen todas las
verdades particulares en una síntesis admirable. Antes que perderse en numerosas problemáticas marginales,
los Padres buscan abarcar la totalidad del misterio cristiano, siguiendo el movimiento fundamental de la
Revelación y de la economía de la salvación, que va de Dios, a través de Cristo, a la Iglesia, sacramento de la
unión con dios y dispensadora de la gracia divina, para volver a Dios. Gracias a esta perspectiva, debida a su vivo
sentido de la comunión eclesial, a su proximidad a los orígenes cristianos y a la familiaridad con la Escritura, los
Padres ven todo en su centro, haciéndolo presente en cada una de sus partes, y enlazando con él toda cuestión
periférica. Por lo tanto, seguir a los Padres en su itinerario teológico significa captar más fácilmente el núcleo
esencial de nuestra fe y lo "specificum " de nuestra identidad cristiana.
3. La veneración y la fidelidad de los Padres en relación con los Libros Sagrados va pareja con su veneración y
fidelidad a la Tradición. Ellos no se consideran dueños sino servidores de la Sagrada Escritura, recibiéndola de la
Iglesia, leyéndola y comentándola en la Iglesia y para la Iglesia, según la regla propuesta y explicada por la
Tradición eclesiástica y apostólica. El anteriormente citado S. Ireneo, gran amador y estudioso de los Libros
Sagrados, sostiene que el que quiera conocer la verdad debe mirar a la Tradición de los Apóstoles, y añade que,
aunque éstos no nos hubiesen dejado la Escritura, sería suficiente para nuestra instrucción y salvación, la
Tradición. El mismo Orígenes, que estudió con tanto amor y pasión las Escrituras y tanto trabajó para su
comprensión, declara abiertamente que deben ser creídas como verdades de fe solamente aquellas que en
ningún modo se alejan de la "Tradición eclesiástica y apostólica", haciendo con esto, de la Tradición, la norma de
interpretación de la Escritura. San Agustín más tarde, que ponía sus "delicias" en la meditación de la Escritura,
enuncia este principio sencillo maravilloso, que se refiere también a la Tradición; "No creería en el Evangelio si a
ello no me indujese la autoridad de la Iglesia Católica".
4. Por tanto el Concilio Vaticano II, cuando declaró que "la Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un único
sagrado depósito de la palabra de Dios confiado a la Iglesia", no hizo otra cosa sino confirmar un antiguo principio
teológico, practicado y profesado por los Padres. Este principio, que iluminó y dirigió su entera actividad
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exegética y pastoral, permanece ciertamente válido también para los teólogos y pastores de hoy. De ello se
deduce concretamente que el retorno a la Sagrada Escritura, que es una de las características mayores de la
actual vida de la Iglesia, debe ir acompañado de la vuelta a la Tradición atestiguada por los escritores patrísticos,
si se quiere que produzca los frutos apetecidos.
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Como decía San Agustín ante el multiplicarse de los herejes: "Dios ha permitido su difusión, para que no nos
nutriéramos de sólo leche y no permaneciéramos en el estado de la simple infancia", pues cuando, "muchas
cuestiones que tocan a la fe son puestas con astuta inquietud por los herejes, para poder defenderlas contra
ellos, son estudiadas más diligentemente, de modo que la cuestión propuesta por el adversario llega a ser ocasión
de aprender".
2. Así los Padres llegaron a ser los iniciadores del método racional aplicado a los datos de la Revelación, y
promotores esclarecidos del "intellectus fidei" que forma parte esencial de toda auténtica teología. Su cometido
providencial fue no sólo defender el cristianismo, sino también repensarlo en el ambiente cultural greco-romano;
encontrar fórmulas nuevas para expresar una doctrina antigua, fórmulas no bíblicas para una doctrina bíblica;
presentar, en una palabra, la fe en forma de razonamiento humano, enteramente católico y capaz de expresar
el contenido divino de la revelación, salvaguardando siempre su identidad y su trascendencia. Numerosos
términos por ellos introducidos en la teología trinitaria y cristológica (por ejemplo, uosio, hypostasis, physis,
agenesia, genesis, ekporeusis, etc.) han desempeñado un papel determinante en la historia de los Concilios y han
entrado en las formulaciones dogmáticas, siendo componentes de nuestro corriente acervo teológico.
3. El desarrollo dogmático, que fue llevado a cabo por los Padres no como proyecto abstracto puramente
intelectual, sino las más de las veces en las homilías, en medio de las actividades litúrgicas y pastorales, constituye
un excelente ejemplo de renovación en la continuidad de la Tradición. para ellos "la fe católica proveniente de
la doctrina de los Apóstoles ... y recibida a través de una serie de sucesiones" había que "transmitirla íntegra a la
posteridad". Por ello fue tratada por ellos con el máximo respeto, con entera fidelidad a su fundamento bíblico,
y al mismo tiempo, con una justa apertura de espíritu hacia nuevas necesidades y nuevas circunstancias
culturales; las dos características propias de la tradición viva de la Iglesia.
4. Estos primeros esbozos de teología transmitidos por los Padres ponen en evidencia algunas de sus típicas
actitudes fundamentales frente a los datos revelados, que pueden ser consideradas como valores permanentes
y, por consiguiente, válidos también para la Iglesia de hoy. Se trata de una base construida una vez por todas, a
la que la teología posterior debe referirse y, si fuera menester, volver a ella. Se trata de un patrimonio que no es
exclusivo de ninguna Iglesia particular, sino que es muy caro a todos los cristianos. Ello, en efecto, se remonta a
los tiempos anteriores a la ruptura entre el Oriente y el Occidente cristiano, transmitiendo tesoros comunes de
espiritualidad y de doctrina; una mesa rica en la que los teólogos de diversas confesiones se pueden siempre
encontrar. Los Padres son, en efecto, Padres sea de la ortodoxia oriental sea de la teología latina católica, o de
la teología de los protestantes y de los anglicanos, objeto común de estudio y veneración.
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irremontables que la inteligencia humana encuentra frente a la trascendencia divina. Basta recordar, además de
las homilías de San Juan Crisóstomo Sobre la incomprensibilidad de Dios, textualmente lo que
escribió San Cirilo, obispo de Jerusalén, dirigiéndose a los catecúmenos: "Cuando se trata de Dios, es una gran
sabiduría confesar la ignorancia"; como después de él, el obispo de Hipona, San Agustín, dirá lapidariamente a
su pueblo: "Es preferible una ignorancia fiel, a una ciencia temeraria". Antes que ellos San Ireneo había afirmado
que la generación del Verbo es inenarrable y que aquellos que pretenden explicarla "han perdido el uso de
la razón".
3. Dado este vivo sentido espiritual, la imagen que los Padres nos ofrecen de sí mismos es la de hombres que no
sólo aprenden, sino también, y sobre todo, experimentan las cosas divinas, como decía Dionisio Areopagita de
su maestro "Ieroteo": "nos solum discens sed et patiens divina". Son muchas veces especialistas de la vida
espiritual, que comunican lo que han visto y gustado en su contemplación de las cosas divinas; lo que han
conocido por la vía del amor, "per quedam connaturalitatem", como diría Santo Tomás de Aquino.
En su modo de expresarse es a menudo perceptible el sabroso acento de los místicos, que deja traslucir una gran
familiaridad con Dios, una experiencia vivida del misterio de Cristo y de la Iglesia, y un contacto constante con
todas las genuinas fuentes de la vida teologal considerado por ellos como situación fundamental de la vida
cristiana. Se puede decir que, en la línea del agustiniano "intellectum valde ama", los Padres aprecian,
ciertamente, la utilidad de la especulación, pero saben que ella no basta. En el mismo esfuerzo intelectual para
aprender la propia fe, ellos practican el amor, que haciendo amigo al que conoce con el conocido, llega a ser, por
su misma naturaleza fuente de nuevo conocimiento. En efecto, "ningún bien es perfectamente conocido ni so es
perfectamente amado".
4. Estos principios metodológicos, primero seguidos y vividos prácticamente antes que enunciados
expresamente, fueron también objeto de las reflexiones explícitas de los Padres. Basta referirse, al respecto, a
San Gregorio Nacianceno, que en la primera de las cinco de sus famosas oraciones teológicas decidas al modo
de hacer teología, trata de la necesidad de la moderación, de la humildad, de la purificación interior, de la
oración. Otro tanto hace San Agustín, que recuerda el puesto que ocupa la fe en la vida de la Iglesia, y, hablando
de la función que desempeñan los teólogos, escribe que ellos sean "piadosamente sabios y verdaderamente
espirituales". De ello da él mismo ejemplo cuando escribe el De Trinitate dirigido a responder "a los
charlatanes", que "despreciando los humildes principios de la fe, se dejan extraviar por un inmaduro y perverso
amor a la razón".
Por las razones aducidas, se puede decir que la actividad teológica de los Padres es, para nosotros, todavía actual.
Ellos permanecen maestros para los teólogos, como representantes de un momento importante, decisivo e
irreemplazable de la teología de la Iglesia, como ejemplos por el modo de desarrollar su actividad teológica,
como fuentes autorizadas y testimonios insustituibles por los contenido que han sabido sacar de su reflexión y
meditación sobre el dato revelado.
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relación con lo específicamente cristiano, sus obras han sido en los siglos pasados un instrumento excelente de
formación para generaciones de presbíteros y permanecen indispensables para la Iglesia de hoy.
b) Desde el punto de vista cultural es muy relevante el hecho de que numerosos Padres recibieron una óptima
formación en las disciplinas de la antigua cultura griega y romana, de la que aprovecharon las grandes conquistas
humanas y espirituales, enriqueciendo con ellas sus tratados, sus catequesis y predicaciones. Ellos, imprimiendo
a la antigua "humanitas" clásica el sello cristiano, fueron los primeros en establecer el puente entre el Evangelio
y la cultura profana, trazando para la Iglesia un rico y exigente programa cultura, que ha influido profundamente
en los siglos posteriores y, en modo particular, la entera vida espiritual, intelectual y social del medioevo.
Gracias a su magisterio, muchos cristianos de los primeros siglos tuvieron acceso a las diversas esferas de la vida
pública (escuelas, administración, política) y el cristianismo pudo valorizar cuanto de válido se encontraba en el
mundo antiguo, purificar lo que allí había de menos perfecto y contribuir, por su parte, a la creación de una nueva
cultura y civilización inspiradas en el Evangelio. Remontarse a las obras de los Padres significa, por tanto, para
los futuros sacerdotes alimentarse en las mismas raíces de la cultura cristiana, y comprender mejor las propias
tareas culturales en el mundo de hoy.
c) En cuanto a la espiritualidad de los Padres se ha señalado ya en el párrafo anterior, cómo toda su teología es
eminentemente religiosa, una verdadera "ciencia sagrada", que, al tiempo que ilumina la mente, edifica y
enfervoriza el corazón. de Ahí que más allá de los elementos y aspectos propiamente teológicos, es bueno hacer
resaltar algunos comportamientos y actitudes de orden moral resultantes de sus obras como elemento
fundamental de la progresiva expansión, a menudo silenciosa, del fermento evangélico en la sociedad pagana, y
que ha permanecido después, para siempre, impreso en la conciencia y en el rostro de la misma Iglesia.
Muchos Padres eran "convertidos"; el sentido de la novedad de la vida cristiana se unía en ellos a la certeza de
la fe. Por eso brotaba en las comunidades cristianas de su tiempo una "vitalidad explosiva", un fervor misionero,
un clima de amor que impelía a las almas al heroísmo de la vida diaria personal y social, especialmente con la
práctica de las obras de misericordia, limosnas, cuidado de los enfermos, de las viudas, de los huérfanos, estima
de la mujer y de toda persona humana, respeto y generosidad en el trato a los esclavos, libertad y responsabilidad
frente a los poderes públicos, defensa y sostén de los pobres y oprimidos, y con todas las formas del testimonio
evangélico requeridas por las circunstancias de lugar y tiempo, llevado, tal vez, hasta el sacrificio supremo del
martirio.
Con un comportamiento inspirado en las enseñanzas de los Padres, los cristianos se distinguían del mundo
pagano circundante, manifestando su novedad de vida nacida de Cristo en el abrazar los ideales ascéticos de la
virginidad "propter regnum coelorum", en el desprendimiento de los bienes terrenos, en la penitencia, en la vida
monástica, eremítica o comunitaria, en la línea de los "consejos evangélicos" y en la vigilante espera de Cristo
que viene. Incluso muchas formas de piedad privada (como la oración en familia, la oración diaria, la practica de
ayunos) y comunitaria (por ej., la celebración de los domingos y de las principales fiestas litúrgicas como
participación en los acontecimientos salvíficos, la veneración de la Stma. Virgen María, las vigilias, los ágapes,
etc) se remontan a la época patrística y reciben su concreto significado teológico-espiritual de las enseñanzas de
los Padres.
Por esto es evidente que la asidua familiaridad de los seminaristas con las obras de los Padres vigorizará su vida
espiritual y litúrgica, arrojando una luz especial sobre su vocación, enraizándola en la milenaria tradición de la
Iglesia y poniéndola en comunicación directa con la riqueza y pureza de los orígenes. Al mismo tiempo les ayudará
a descubrir al hombre en su unidad y en su totalidad: a reconocer y perseguir aquel ideal superior de humanidad
unificada e integrada en el armónico desarrollo de los valores naturales y sobrenaturales, que es el modelo de
antropología cristiana.
d) Otra rozón del atractivo y del interés de las obras de los Padres es, que son netamente pastorales; esto es,
compuestas con fines apostólicos. Sus escritos son catequesis y homilías, refutación de herejías, respuestas a
24
consultas, exhortaciones espirituales o manuales destinados a la INSTRUCCION de los fieles. De esto se deduce
que los Padres se sentían comprometidos con los problemas pastorales de su tiempo. Ellos ejercían su cargo de
maestros y pastores buscando, en primer lugar, mantener unido al Pueblo de Dios en la fe, en el culto, en la
moral y en la disciplina.
Muchas veces procedían colegiadamente, intercambiándose cartas de carácter doctrinal y pastoral, a fin de
conseguir una línea común de acción. Se preocupaban del bien espiritual no sólo de sus Iglesias particulares, sino
de toda la Iglesia. Algunos llegaron a ser defensores de la ortodoxia y puntos de referencia para los demás obispos
del mundo católico (como por ejemplo, Atanasio en sus controversias antiarrianas. Agustín en las antipelagianas),
encarnando de algún modo la conciencia viva de la Iglesia.
e) No se puede dejar de señalar que los Padres en su acción pastoral aunque describían un rico panorama de
las más diversas problemáticas culturales y sociales de su realidad contemporánea, sin embargo, siempre la
encuadraban en coordenadas netamente sobrenaturales. A ellos les interesa la integridad de la fe, fundamento
de la justificación, para que florezca en la caridad, vínculo de la perfección, y para que la caridad cree al hombre
nuevo y la nueva historia.
Todo en su acción pastoral y en su enseñanza es reconducido a la caridad y la caridad a Cristo, camino universal
de salvación. ellos todo lo refieren a Cristo, recapitulación de todas las cosas (Ireneo), deificador de los hombres
(Atanasio), fundador y rey de la cuidad de Dios, que es la Iglesia (Agustín). En su perspectiva histórica, teológica
y escatológica, la Iglesia es el Christus totus que "va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los
consuelos de Dios, desde los tiempos de Abel, el primer justo muerto por su cruel hermano, hasta la consumación
de los siglos".
Si quisiéramos resumir ahora las razones que inducen a estudiar las obras de los Padres, podríamos decir que
ellos fueron, después de los Apóstoles, como dijo justamente San Agustín, los sembradores, los regadores, los
constructores, los pastores y los alimentadores de la Iglesia, la cual pudo crecer por su acción vigilante e
incansable. Para que la Iglesia continúe creciendo es indispensable conocer a fondo su doctrina y su obra que se
distingue por ser al mismo tiempo pastoral y teológica, catequética y cultural, espiritual y social en un modo
excelente y, se puede decir, único con respecto a cuanto ha sucedido en otras épocas de la historia. Es
propiamente esta unidad orgánica de los varios aspectos de la vida y misión de la Iglesia que hace a los Padres
tan actuales y fecundos incluso para nosotros.
III ¿CÓMO ESTUDIAR A LOS PADRES?
48 De las reflexiones precedentes sobre la situación actual y sobre las razones más profundas de los estudios
patrísticos surge espontáneamente la pregunta sobre su naturaleza, sus objetivos y el método a seguir para
promover la calidad de estos estudios. Tanto para los profesores como para los alumnos se ofrecen al respecto
numerosas tareas que necesitan mayormente ser esclarecidas y explicadas, para que se puede realizar una obra
formativa sólida y que responda a las instancias de la deseada renovación promovida según las normas del
Concilio Vaticano II.
25
de la investigación histórica y de la información biográfica y literaria, y tiene una natural conexión con la historia
de la Iglesia antigua. Por su carácter teológico, la Patrística y la Patrología se distinguen de la Literatura
cristiana antigua, disciplina no teológica y se puede decir, literaria, que estudia los aspectos estilísticos y
filológicos de los escritores cristianos antiguos.
b) Al afrontar los estudios patrísticos es preciso darse cuenta ante todo de la autonomía de la Patrística-
Patrología como disciplina en sí misma, con su método, en el ámbito del corpus de disciplinas, que es objeto de
la enseñanza teológica. Su autonomía, como parte de la teología, en la que se aplican rigurosamente los
principios del método histórico-crítico, en un elemento adquirido y , como tal, debe ser entendido por el
estudiante.
c) En especial, de la Patrología se espera que presente una buena panorámica de los Padres y de sus obras, con
sus características individuales, situando en el contexto histórico su actividad literaria y pastoral. Dado su
carácter informativo-histórico, nada impide la colaboración del profesor de Historia eclesiástica, cuando venga
exigido por una mejor economía del tiempo disponible o por la escasez de personal docente. Si fuera menester,
se puede reservar también un mayor espacio al estudio privado de los alumnos, reenviándoles a la consulta de
buenos manuales, de diccionarios y de otras ayudas bibliográficas.
d) La Patrística a su vez, para cumplir satisfactoriamente sus tareas, debe figurar como disciplina en sí misma,
manteniendo estrecha colaboración con la dogmática. En efecto, ambas disciplinas, según el Decreto "Optatam
totius" (n.16), deben ayudarse y enriquecerse mutuamente, a condición de que permanezcan autónomas y fieles
a sus métodos particulares. El dogma cumple sobre todo un servicio de unidad. Como a todas las disciplinas
teológicas, también a la Patrística le ofrece la perspectiva unificadora de la fe, ayudándole a sistematizar los
resultados parciales e indicando el camino a la investigación y a la actividad didáctica del profesor.
El servicio de la patrística a la dogmática consiste en delimitar y precisar la obra de mediación de la revelación
de Dios desarrollada por los Padres en la Iglesia y en el mundo de su tiempo. Se trata de describir, con absoluto
respeto a lo específico del método histórico-crítico, el ámbito de la teología y de la vida cristiana de la época
patrística en su realidad histórica. Por esta razón la enseñanza de la Patrística, como se expresa el documento
sobre " La formación teológica de los futuros sacerdotes ", debe tender, entre otras cosas, " a dar sentido ya de
la continuidad del razonamiento teológico que responde a los datos fundamentales, ya de su relatividad, que
corresponde a los aspectos y a las aplicaciones particulares " (n.87).
2. EL MÉTODO
a) El estudio de la Patrología y de la Patrística, en su primera fase informativa, supone el recurso a los manuales
y a otras ayudar bibliográficas, pero cuando pasa a tratar de los delicados y complejos problemas de la teología
patrística, ninguna de tales ayudas puede sustituir el recurso directo a los textos de los Padres. Es, en efecto, a
través del contacto directo del profesor y del alumno con las fuentes, cómo la Patrística debe ser enseñada y
aprendida, sobre todo a nivel académico y en cursos especiales. Sin embargo, dadas las dificultades en que a
menudo se encuentran los estudiantes, será bueno poner a su disposición textos bilingües de ediciones
recomendadas por su seriedad científica.
b) El estudio científico de los textos debe afrontarse con el método histórico-crítico, de modo análogo a como
se aplica en las ciencias bíblicas. Es, no obstante, necesario que en el uso de dicho método se indiquen también
sus límites y que sea integrado, con una adecuada " manuductio " del estudiante para comprenderlo, valorarlo
y servirse de él. Tratándose de una disciplina teológica, que en todas sus etapas procede " ad lumen fidei ", la
libertad de investigación no debe reducir su objetivo de investigación a la esfera de la pura filología o de la crítica
histórica.
En efecto, la teología positiva debe reconocer como primer presupuesto, el carácter sobrenatural de su objeto y
la necesidad de referirse al Magisterio. Los estudiantes deben, por tanto, llegar a ser conscientes de que el rigor
del método, indispensable para la validez objetiva de toda investigación patrística, no excluye una orientación
26
previamente programada ni impide una participación activa del investigador creyente que, conforme a su "
sensus fidei ", se sitúa y procede en un clima de fe.
c) La pureza del método anterior requiere además que tanto el profesor como el estudiante estén libres de
prejuicios y prevenciones, que en el campo de la patrística se manifiestan de ordinario en dos tendencias: la de
encerrarse anacrónicamente en los escritos de los Padres, despreciando la tradición viva de la Iglesia y
considerando a la Iglesia postpatrística hasta hoy, en continua decadencia; y la de instrumentalizar el dato
histórico en una actualización arbitraria, que no tiene en cuanta el legítimo progreso y objetividad de la situación.
d) Motivos científicos y también prácticos, como, por ejemplo, un empleo más racional del tiempo, sugieren la
conveniencia de la colaboración entre las disciplinas más directamente interesadas en los Padres. El tratamiento
interdisciplinar debe tener su primera aplicación en la dogmática, donde se realiza la síntesis, pero pueden
beneficiarse de él otras muchas disciplinas (teología mora, teología espiritual, liturgia y, especialmente, la
Sagrada Escritura) que necesitan enriquecerse y renovarse recurriendo a las fuentes patrísticas. Las formas
concretas de tal colaboración variarán según las circunstancias; otras posibilidades y exigencias se imponen a
nivel de cursos institucionales y, otras, en los cursos de especialización.
3. EXPOSICIÓN DE LA MATERIA
a) La materia, objeto del curso de Patrística-Patrología, es la codificada por la praxis escolástica y tratada en los
libros de textos clásicos: la vida, los escritos y la doctrina de los Padres y de los escritores eclesiásticos de la
antigüedad cristiana; o, en otras palabras, el perfil biográfico de los Padres y la exposición literaria, histórica y
doctrinal de sus escritos. La amplitud de la materia impone, sin embargo, a tal respecto, la necesidad de limitar
su extensión, mediante una cierta selección.
b) El profesor, deberá ante todo transmitir a los alumnos el amor a los Padres y no sólo su conocimiento. Para
conseguir esto no será preciso insistir tanto en los datos bio-bibliográficos, cuanto en el contacto con las fuentes.
A este fin se deberá hacer una opción entre las diversas maneras de presentar la materia, que sustancialmente
son las siguientes:
1. La forma analítica, que supone el estudio de cada Padre; método éste, casi imposible, dado el número
de ellos y el tiempo necesariamente limitado reservado a esta enseñanza;
2. la panorámica, que se propone dar una visión general sobre la época patrística y sus representantes;
método útil para una introducción inicial pero no para el contacto con las fuentes y una profundización de las
mismas;
3. la monográfica, que insiste sobre alguno de los Padres más representativos; esta forma es
particularmente apta para enseñar en concreto cómo aproximarse y profundizar en su pensamiento;
4. finalmente, la temática, que examina algún tema fundamental y sigue su desarrollo a través de las obras
patrísticas.
c) Hecha esta primera opción, será necesario realizar otra: la de los textos que se han de leer, examinar y
desarrollar. Es preferible que la selección recaiga, en un primer momento, sobre textos que trates
prevalentemente de cuestiones espirituales, pastorales, catequísticas o sociales, que son, en general, las más
atrayentes y las más fáciles, dejando las doctrinales, que son más difíciles, para un segundo tiempo. Dichos textos
serán estudiados diligentemente en una relación constante entre profesores y estudiantes en las lecciones,
coloquios, seminarios e informaciones. Así nacerá aquella familiaridad con los Padres que es el mejor fruto de la
enseñanza. El verdadero coronamiento de la labor formativa se alcanza, sin embargo, solamente cuando el
estudiante llega aamar verdaderamente a alguno de los Padres y a asimilar su espíritu.
d) Los estudios patrísticos no pueden no dejar adquirir también un sólido conocimiento de la historia de la
Iglesia que hace posible una visión unitaria de los problemas, acontecimientos, experiencias, adquisiciones
27
doctrinales, espirituales, pastorales y sociales en las diversas épocas. De esta manera nos damos cuanta del
hecho de que el pensamiento cristiano, aunque comienza con los Padres no termina con ellos.
De ahí que el estudio de la patrística y de la patrología no puede prescindir de la tradición posterior, comprendida
la escolástica, en particular en lo que respecta a la presencia de los Padres en esta tradición. Sólo así se puede
ser la unidad y el desarrollo que hay en ella y comprender también el sentido del recurso al pasado. Ello, en
efecto, aparecerá no como un inútil arqueologismo, sino como un estudio creativo que ayuda a conocer mejor
nuestros tiempos y a preparar el futuro.
IV DISPOSICIONES PRÁCTICAS
Como resulta de cuanto se ha expuesto anteriormente, los estudios patrísticos constituyen una componente
esencial y una temática estimulante de la enseñanza teológica y de la entera formación sacerdotal. Se hace
necesario, por tanto, tomar las oportunas medidas para promoverlos, a fin de que ocupen en los Seminarios y
en las Facultades teológicas el puesto que por su importancia les corresponde:
1. Orientándose estos estudios directamente al objetivo de la enseñanza teológica, se les debe considerar como
disciplina principal y enseñarse aparte con su método y materia que les es propia. Salvaguardando lo dicho
anteriormente a propósito de la " Patrología " (n.51), esta materia no se puede confundir ni con la Historia de la
Iglesia ni con el dogma y, menos aún, con la literatura cristiana antigua.
2. Préstese al estudio de la Patrología-Patrística la debida atención en la " Ratio institutionis sacerdotalis ", y en
los correspondientes programas de estudio, delimitando cuidadosamente los contenidos y los métodos, y
asignándole un número suficiente de horas a la semana. No parece sea demasiado que se extienda, como
mínimo, al menos tres semestres con dos horas semanales.
3. En las Facultades teológicas, además de los cursos establecidos del 1er. Ciclo, organícense seminarios con
oportunos ejercicios, y promuévanse trabajos escritos sobre temas patrísticos. En el 2º Ciclo de especialización,
póngase cuidado en estimular el interés científico de los estudiantes mediante cursos especiales y ejercitaciones,
con los que puedan adquirir un profundo conocimiento de los diversos temas metodológicos y doctrinales y
prepararse para el futuro ministerio de la enseñanza.
Tales especializaciones podrán ser posteriormente perfeccionadas en el Ciclo 3º con la preparación de tesis sobre
temas patrísticos.
4. Para la enseñanza de la Patrología-Patrística en los Institutos de formación sacerdotal deberá ser contratado
quien haya conseguido la especialización en esta materia en Institutos erigidos a tal fin, como por ejemplo: el
Instituto "Agustinianum" de Roma. Conviene, en efecto, que el profesor tenga la capacidad de acceder
directamente a las fuentes con un método adecuado, a una exposición completa y equilibrada del pensamiento
de los Padres, que sea capaz de juzgar con criterio maduro las obras de los colegas sobre la materia y posea las
cualidades humanas y religiosas, fruto de su familiaridad con los Padres, y las pueda comunicar a los demás.
5. Es de señalar que esta especialización no sólo es válida para la enseñanza de la PatrologíaPatrística, sino
también muy útil para la enseñanza de la teología dogmática, pues ayuda a desempeñar con eficacia la labor
catequística, espiritual y litúrgica con la sabiduría y el equilibrio éticoespiritual de los Padres.
66 6. Evidente que el estudio de los Padres requiere también medios y ayudas adecuadas como por ejemplo, una
biblioteca bien provista desde el punto de vista patrístico. (Colecciones, monografías, revistas, diccionarios), así
como también el conocimiento de las lenguas clásicas y modernas. Dada la notable deficiencia de los estudios
humanísticos en las escuelas de hoy, será preciso hacer lo posible por reforzar en nuestros Institutos de
formación el estudio del griego y del latín
28
CONCLUSIÓN
67 Esta Congregación haciéndose portavoz del Concilio y de los Sumos Pontífices, ha querido llamar la atención
de los Excmos. Obispos y de los Superiores Religiosos sobre un tema de gran importancia para una sólida
formación de los sacerdotes, la seriedad de los estudios teológicos y la eficacia de la acción pastoral en el mundo
contemporáneo. A su sentido de responsabilidad y a su gran amor a la Iglesia confía las consideraciones
anteriores y las disposiciones tomadas, para que se tienda, en cuanto sea posible, a la realización del ideal de
una buena formación de los sacerdotes de nuestro tiempo, también en este aspecto. En fin, expresa el deseo de
que un estudio más atento de los Padres lleve a todos a una mayor asimilación de la Palabra de Dios y a auna
renovada juventud de la Iglesia, que tuvo y tiene en ellos sus maestros y sus modelos.
29
I. INTRODUCCIÓN
—Esquema
—Diferentes ciencias
La palabra griega pathr significa "padre". La palabra griega significa "palabra",
"pensamiento" o "doctrina". Por lo tanto Patrología significa "doctrina de los Padres".
La Iglesia antigua, hasta el siglo IV, aplicaba el concepto natural de "padre" sólo a los obispos. A partir del s.
V lo confiere también a sacedotes (S. Jerónimo) y a diáconos (S. Efrén).
30
• Patrística: perspectiva teológica y dogmática;
• Historia literaria: perspectiva literaria;
• Patrología: perspectiva amplia de tipo histórico:
vida, obras y doctrina de los Padres.
El estudioso de los Padres de la Iglesia tendrá que conocer las diversas ediciones de las obras de los Padres
de que disponemos en la actualidad:
! s. XIX: J.P. Migne (+1875), 400 tomos: Patrologiae cursus completus, en series griega (PG) y latina (PL);
! a partir de 1866: Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum (CSEL): Series latina y griega de las
Academias de Viena y Berlín. Publicación en curso; hasta el presente consta de más de 90 volúmenes;
! a partir de 1903: Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium (CSCO), editado sucesivamente en Paris,
Lovaina y Washington. Publicación en curso. Consta de más de 400 volúmenes hasta ahora;
! a partir de 1953: Corpus Christianorum (CC) de los padres benedictinos de la abadía de San Pedro de
Steenbrugge (Bélgica) (tres series: latina, griega y oriental) completada con una continuatio medievalis.
Publicación en curso.
Consta hasta ahora de unos 160 volúmenes, y está previsto que alcance los 175 volúmenes con 2348
obras o fragmentos;
31
! a partir de 1942: versión francesa: Sources chrétiennes (SC), ed. du Cerf, textos bilingues. Consta hasta
ahora de unos 260 volúmenes.
—Bibliografía general
Estas son algunas de las obras de Patrología e Historia de la Iglesia Antigua, de carácter general, que hemos
consultado para elaborar estos "Apuntes de Patrología":
! b) Importancia de su estudio
Hace algunos años se ha publicado la Instrucción sobre el estudio de los Padres de la Iglesia en la formación
sacerdotal
(Congregación para la Educación Católica, 10-XI-1989) que recoge los motivos principales para estudiar a los
Padres:
32
• En los Padres hay algo de singular, de irrepetible y de perennemente válido, que continua vivo y resiste
a la fugacidad del tiempo.
• Nos han legado un método teológico que es, a la vez, luminoso y seguro:
• Sus escritos ofrecen una riqueza cultural, espiritual y apostólica que hace grandes maestros de la Iglesia
de ayer y de hoy.
• El estudio de la vida y escritos de los Padres se puede hacer en manuales, el estudio de su pensamiento
teológico debe hacerse con la lectura directa de los textos de los Padres.
—Concepto de "Padre"
El Decretum Gelasianum de recipiendis et non recipiendis libris (s. VI) distingue a los Padres verdaderos de
los escritores heterodoxos.
33
Hoy día se reconoce como Padre a quien tenga las cuatro notas
siguientes:
Los Escritores eclesiásticos (título acuñado por S. Jerónimo) son los demás escritores antiguos (tienen la
nota de antiquitas) pero que carecen de alguna de las tres últimas notas.
Los Doctores, en cambio, tienen las notas de los Padres, salvo la de antiquitas, y además eminens eruditio y
expressa
Ecclesiae declaratio. Son así designados por la Iglesia por la profundidad de su pensamiento unida a la santidad
de vida.
• Oriente: (declarados por S. Pío V en el siglo XVI): Atanasio —no reconocido por los orientales como
tal—, Basilio,
Gregorio Nacianceno y Crisóstomo;
Occidente: (declarados por Bonifacio VIII en 1298): Ambrosio, Jerónimo, Agustín y Gregorio Magno.
No es el griego clásico, sino la koiné (mezcla de ático —hablado en Atenas— y dialecto popular), que llegó a
ser la lengua de todo el mundo helénico:
34
• en Oriente: desde el s. III a.C. al VI d.C (a partir de entonces se usó sobre todo el siriaco —que es un
dialécto del arameo— y el copto junto con el griego);
Durante el s. II aparecen las primeras traducciones de la Biblia al latín. El Pastor de Hermas deja ver que
había comenzado en la comunidad cristiana de Roma la transición del griego al latín (a. 155). Durante la
primera mitad del siglo II se traduce al latín la Epístola de S. Clemente a los Corintios, antes de las Actas de los
Mártires de Scillium, en Africa (180).
• Su unanimidad (moral) al explicar —de manera clara y definida— una doctrina de fe y costumbres es
regla de lo que ha de ser tenido como doctrina católica.
«Nosotros aceptamos las doctrinas que ellos enseñan de esta manera —dice Newman—, no sólo porque
ellos las enseñan, sino porque dan testimonio de que en su tiempo las profesaban todos los cristianos, y en
todas partes (...). Ellos no hablan de sus opiniones personales. No dicen "Esto es verdad porque nosotros lo
vemos en la Escritura" —sobre esto podría haber discrepancia de opinión—, sino: "Esto es verdad, porque de
hecho es afirmado y fue siempre afirmado por todas las Iglesias desde el tiempo de los Apóstoles hasta
nuestros días, sin interrupción". Se trata de una simple cuestión de testimonio» (J.H. Newman, Discussions and
Arguments, II, 1).
35
! e) Breve historia de la Patrología
—Principales historiadores
* Eusebio, História eclesiástica (s. IV);
* Sozomeno, Historia Eclesiástica (s.V: acontecimientos
entre 324 y 425);
* Jerónimo, De viris illustribus (392);
* Genadio de Marsella (semipelagiano), De viris illustribus
(480); continuación de la obra de Jerónimo;
* San Isidoro, De viris illustribus (618); continuación de la
obra de Jerónimo;
* S. Ildefonso de Toledo (+667), De viris illustribus;
* Focio (+891), Myriobiblon o Biblioteca (858); 280 obras
paganas y cristianas;
* Sigberto de Gembloux (+1112), De viris illustribus;
* Juan Tritemio, De scriptoribus ecclesiasticis (1494);
* S. Roberto Belarmino, De scriptoribus ecclesiasticis liber unus (1613);
* Juan Gerhard, Patrología (1653);
* R. Ceillier, Histoire general des auteurs sacres et ecclesiastiques (1729-63).
—Cronología
Siglos I a IV
La intención de sus escritos es exhortativa y catequética; su estilo es análogo a las epístolas católicas;
hacen glosas de la Sagrada Escritura; escriben sobre la praxis cristiana; el tema de sus escritos son las
verdades centrales cristianas.
• Exponentes principales: S. Clemente Romano (Cartas a los Corintios), S. Ignacio de Antioquía (Cartas),
Didajé, Epístola a Bernabé, Epístola a Diogneto, Pastor de Hermas.
36
• Escriben contra los críticos paganos y los escritores agnósticos; tienen pretensiones especulativas;
intentan hacer una exposición reducida a lo meramente racional; escriben contra el Gnosticismo
(Basílides, Valentín, Tolomeo, Heracleón).
• Exponentes: Arístides de Atenas, Cuadrato, S. Justino, Aristón, Taciano, Teófilo de Antioquía, Hermías,
Hegesipo. Hay que considerar aparte, por su importancia, a S. Ireneo de Lyon (+202) que escribe su
Adversus haereses, y la Demostratio evangelica. Es el primero que aborda la tarea de explicar la fe.
—Escuela de Alejandría: utiliza la filosofía neoplatónica por primera vez para profundizar en los datos de la
fe. Se caracteriza por la tarea especulativa, la exégesis alegórica y la catequesis.
• Exponentes: S. Luciano de Antioquía (+312); Arrio (+336); Diodoro de Tarso (+384); S. Juan Crisóstomo
(+407); Teodoro de Mopsuestia (+428); Teodoreto de Ciro (+460).
d) Padres griegos
—Exponentes:
S. Atanasio (+373): Oratio contra gentes, Oratio de Incarnatione Verbi, Orationes y
Apologia contra arrianos. Concilio de Nicea (325);
• S. Basilio (+379): Tratado del Espíritu Santo, Homilías sobre el Hexamerón, Contra
Eunomio;
• S. Gregorio Nacianceno (+390): Discursos teológicos;
• S. Gregorio de Nisa: perfecciona la noción de hipóstasis y sistematiza la teología y
mística orientales;
• S. Cirilo de Alejandría (+444): acentúa la tendencia sistemática;
• S. Juan Damasceno (+749): De fide orthodoxa (muy usada en el medioevo);
• Pseudo Dionisio Aeropagita (+ fin del s. V): De los nombres divinos, Teología mística, De
la jerarquía celeste, De la jerarquía eclesiástica (culmen de la cristianización de la
tradición neoplatónica; apofatismo: tradición oriental).
37
e) Padres latinos
• Tertuliano (+202);
• S. Cipriano de Cartago (+258): De Ecclesia unitate, De lapsis, Cartas;
• S. Ambrosio de Milán (+397): De officis ministrorum, De mysteriis, De Poenitencia;
• S. Jerónimo (+420): autor de la Vulgata (versión latina de la Biblia);
• S. Agustín (+430): Confesiones, Retractationes, De Trinitate, De civitate Dei. Primera
síntesis del pensamiento occidental cristiano. Equilibrio entre Sagrada Escritura,
exposición espiritual, uso de categorías platónicas. Fides quaerens intellectum;
• S. León Magno (+461): Epistola ad Flavianum (Concilio de Calcedonia).
Sigos V y VI
• Se tiene la conciencia de que ha terminado una etapa creadora, y comienza una etapa
de conservar lo que se ha heredado (S. Vicente de Leríns: progreso, pero fidelidad al
depósito recibido). Los hombres que se encargan de esta tarea son quienes han
recibido una preparación para las funciones civiles que habían desempeñado.
• Contenido de la herencia: 1) Literatura antigua y textos de los padres, a través de los
monjes; 2) La Lógica de Aristóteles, en parte; 3) plan de formación enciclopédica en
servicio del estudio del texto sagrado, en la línea de S. Agustín (De doctrina christiana),
Boecio y Casiodoro (planes de estudio de ambos); 4) espíritu monástico y moralismo.
—Exponentes:
Boecio (+524), consul y magister officiorum. Obras: Opuscula sacra (metafísica del ser,
noción de persona...), De
38
• Alcuino de York (+804);
• Rabano Mauro, "praeceptor Germaniae" (+856).
—Resumen
0 a 325 (Prenicenos)
39
II. LOS PADRES PRENICENOS ( SIGLOS I-III )
—Esquema
—Fundación de la Iglesia
Durante el gobierno del Emperador romano Augusto, Dios envió al Arcángel Gabriel a una
ciudad de Palestina llamada Nazareth para anunciar a María el nacimiento del Mesías. Cristo
vive durante treinta años en Nazareth trabajando como carpintero en el taller de José.
40
Con su Pasión, muerte y Resurrección gloriosa, Cristo abre la posibilidad de salvación a
todos los hombres. La venida del Espíritu Santo termina de completar el designio de Dios sobre
la naciente Iglesia.
Desde el día de Pentecostés, cristianos se dispersan por todo el Imperio romano y llegan
hasta las regiones más lejanas. En los tres primeros siglos de vida de la Iglesia, su presencia es
mayor en Asia Menor, Egipto y Siria. También hay núcleos importantes de cristianos en muchas
ciudades griegas, en Italia, Hispania y África proconsular. Ver mapa del Imperio Romano hacia
el año 100 d.C.
—Organización de la Iglesia
El clero estaba formado por el obispo, los presbíteros —elegidos por el pueblo fiel y
ordenados por el obispo— y los diáconos. El gobierno era monárquico, no democrático. Cada
apóstol fundaba una comunidad y ordenaba presbíteros de los que salía el sucesor (por
ejemplo, Timoteo, Tito, etc.). En cuanto a los diáconos: cfr. Act 6, 1-6. En cada iglesia había un
obispo, y varias parroquias. Los fieles de se reunían en casas privadas. En el s. III aparecen las
iglesias rurales con un presbítero que depende del obispo. Los ámbitos diocesanos
comprendían una ciudad con los territorios de alrededor. El primado del obispo de Roma está
en el origen mismo de la Iglesia. Jesús lo confiere a Pedro. S. Ireneo da la lista de los obispos de
Roma de Pedro a Eleuterio (todos los historiadores admiten su autenticidad).
41
3. La celebración de la Eucaristía.
4. La disciplina penitencial.
La fecha de la Pascua. Los hebreos celebraban como día festivo el sábado. Los cristianos, el
domingo. Los hebreos ayunaban los lunes y jueves. Los cristianos los miércoles (en recuerdo de
la traición de Judas) y viernes. Los sábados también en la Iglesia latina. Las fiestas cristianas más
importantes eran: la Pascua (Pasión, muerte y Resurrección de Jesús), y Pentecostés.
Los cristianos eran ciudadanos corrientes. Seguían las costumbres civiles Pertenecían a
todos los tipos de profesiones. Sin embargo se distinguían por su piedad (Eucaristía, oración,
signarse..), por no asistir a espectáculos públicos, por su vida ascética y mortificada, por sus
limosnas, por la atención a los enfermos, viudas, huérfanos, esclavos, prisioneros, forasteros...,
por su modo de vivir la castidad en el matrimonio y en el celibato, denunciando el aborto,
dignificando la vida familiar. La virginidad era observada por numerosos cristianos.
42
—Desarrollo de la doctrina y herejías
2. Los judaizantes.
3. El gnosticismo.
Corriente religiosa, que existía antes de Cristo. Es una mezcla de las religiones orientales
con la mística griega
(sincretismo). Influyo a algunos cristianos especialmente entre los años 130 y 180. Ya S. Pablo
previene contra esta herejía (Col 2,8; 1 Tim 1, 3-4; 1 Tim 6, 20). Practicaban ritos mágicos y
supersticiosos. Hubo hasta 60 sectas gnósticas. Principales exponentes: Basílides (Alejandría,
120-145), Valentín y Marción (Roma, año 140).
43
5. El maniqueísmo.
Es una forma religiosa gnóstica que tiene su origen en Babilonia y Persia a mediados del s.
III. Es una mezcla del dualismo rígido de Zoroastro con elementos budistas, caldeos, judios y
cristianos. Su fundador es Manes (Babilonia, 216277).
Los Apóstoles dejaron sucesores, llamados obispos, al frente de las comunidades fundadas.
Por ejemplo, San Pablo dejó a Tito en Efeso y a Timoteo en Creta. Los obispos, con la ayuda de
presbíteros y diáconos, predicaban la Palabra de Dios, administraban los sacramentos y
gobernaban las primeras comunidades cristianas.
Al principio los primeros cristianos procedían de las clases sociales más pobres, pero pronto
los encontramos en todas las actividades de la vida corriente: soldados, zapateros,
comerciantes.., incluso entre las familias de la nobleza romana y en la casa del Cesar.
Una de sus actividades principales era la oración, practicada varias veces al día. Además
acudían con frecuencia —al menos el domingo— a las celebraciones litúrgicas que
sustancialmente tenían la misma estructura que la Santa Misa actual.
Practicaban muchas veces al año un ayuno riguroso. Los más afortunados en bienes
materiales ayudaban a los más pobres. Vivían con gran austeridad y pureza de costumbres, que
contrastaba con el hedonismo generalizado de las ciudades romanas.
Ya en los escritos del Nuevo Testamento encontramos fórmulas fijas por medio de las cuales
los primeros cristianos profesaban el contenido de su fe.
44
A finales del siglo II se elaborar los primeros símbolos de fe. En esa misma época algunos
escritores cristianos (S. Ireneo de Lyon, Orígenes en Alejandría y Cesaréa, S. Hipólito de Roma)
comienzan a profundizar en la fe mediante el discurso racional (teología).
Principales persecuciones
1. Nerón (54-68). Murió una gran multitud de cristianos. Entre ellos Pedro y Pablo.
2. Domiciano (81-96). En el año 95 degüella a Flavio Clemente (cónsul y primo suyo) y a su mujer
Flavia Domitila, por "ateísmo". S. Juan es desterrado a Patmos.
3. Trajano (98-117). Mártires: S. Ignacio de Antioquía (110), S. Simeón, obispo de Jerusalén (120
años de edad y pariente del Señor).
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4. Marco Aurelio (161-180). Mártires: En el año
165 San Justino y 6 compañeros (uno de ellos era
Elvespisto, escalvo de la casa del Cesar) y los
mártires de Lyon (177).
9. Valeriano (253-260). Publica un decreto contra los pastores (257), prohibe la liturgia y los
cementerios. Y en 258 uno contra los eclesiásticos y laicos que tenían algún cargo importante.
Eran condenados a trabajos forzados, a muerte, o a pasar a la condición de esclavos. Mártires:
S. Sixto II (sorprendido celebrando Misa con cuatro diáconos en las catacumbas de S. Calixto),
S. Lorenzo (que murió cuatro días después), S. Cipriano (258), S. Fructuoso (obispo de
Tarragona).
10. Diocleciano (284-305. Antes del año 300 en Roma había millares de cristianos; en
Italia, un centenar de comunidades (más en el sur). En Cartago la mayoría de la población
romanizada era cristiana con un centenar de comunidades con obispo propio. En el siglo III hay
cristianos en Treveris, Colonia y Maguncia. En el siglo III hay mártires en Britania. Hacia el año
300, el 10% de la población del Imperio era cristiana. Diocleciano publica cuatro edictos
sucesivos de persecución. Sobre todo en oriente hubo muchos mártires (la legión tebana, dos
veces diezmada y luego exterminada).
La Iglesia no cedió. Escogió el camino duro. Sufrió lo indecible. Dios le dio la victoria contra
enemigos que parecían invencibles. Total de mártires: superior a cien mil.
46
b) Subdivisión interna de esta época
Hay muchas enfoques metodológicos desde
los cuales se podría estudiar la época de los
Padres prenicenos. Por motivos pedagógicos
elegimos el que nos parece más claro.
o
+ tema 5. Los apologistas griegos del siglo II o + tema 6. Los comienzos de la literatura
martirial
47
48
II. LOS PADRES PRENICENOS ( SIGLOS I-III )
—Esquema
! a) Características generales de estos escritos y su importancia
! b) La Didaché
! c) San Clemente Romano
! d) San Ignacio de Antioquía
! e) Breves noticias sobre los demás autores u obras: Papías de Hierápolis;
la Epístola de PseudoBernabé; la II Epístola de Pseudo-Clemente; el Pastor
de Hermas
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—Características generales
• tratan los temas del Nuevo Testamento: Santísima Trinidad, Encarnación, Iglesia, temas
morales;
• se nota en ellos un claro cristocentrismo;
• se menciona frecuentemente la parusía;
• escritos de gran sencillez, sin pretensiones
teológicas o polémicas;
• escritos con gran fuerza y autoridad, con
intención pastoral: exhortan a la obediencia, a la
caridad, a la humildad;
• obras escritas en koiné;
• escritas para cristianos de modesta condición
social.
Son escritos estrechamente relacionados con el Nuevo Testamento: como eslabones entre
los Apóstoles y la Tradición posterior. Dan una imagen clara de la doctrina de finales del siglo I.
Son escritos circunstanciales, sin pretender una exposición sistemática de la doctrina.
De la primera mitad del siglo segundo hemos recibido algunos escritos de gran interés para
el conocimiento de la vida de los primeros cristianos.
Aunque se trata de textos griegos, todos reflejan una profunda influencia del ambiente
hebreo. Además, tienen un gran parecido a los libros del Antiguo y, sobre todo, del Nuevo
Testamento.
La doctrina que contienen no está estructurada como un sistema teológico. Más bien
reproducen las ideas del Nuevo Testamento, sobre todo las de los escritos de San Pablo y San
Juan.
50
El objeto de estos escritos es eminentemente práctico y pastoral. Pretenden fomentar en
los lectores el estilo de vida nuevo que Cristo enseñó a los Apóstoles y estos trasmitieron a la
siguiente generación. Insisten, por ejemplo, en la importancia de vivir las virtudes cristianas: la
caridad, la paciencia, la mansedumbre, la fidelidad, el desprendimiento de los bienes terrenos,
la esperanza en la resurrección de la carne, etc.
Hay algunos puntos que son expresados con especial vigor. Uno de ellos es la necesidad de
la unidad de todos los fieles en torno a su pastor, el Obispo de cada Comunidad, que gobierna
con la ayuda de un colegio de presbíteros y con los diáconos.
También se alerta en estos documentos a todos los cristianos a ser fieles a la fe recibida, y a
mantenerse vigilantes contra el peligro de las nacientes herejías. Quizá las dos más difundidas
en ese momento eran la de los judaizantes, que intentaban volver a las prácticas de la ley
mosaica, ya superadas, y la de los docetas, que negaban que Cristo fuese verdadero hombre y
que tuviese un cuerpo real.
51
! b) La Didaché
—Introducción
Título primitivo: "La Instrucción del Señor a los gentiles, por medio de los doce
Apóstoles". Fue descubierta en
Jerusalén, en un códice griego en pergamino del año 1057 (H 54) y publicada en 1883 por el
Metropolita Bryennios de Nicomedia (patriarcado de Jerusalén).
• Libro popular que sirve como catecismo, vademecum litúrgico y devocionario. Es un breve
resumen de la doctrina de Cristo. Es un gran conjunto de normas que nos ofrece un magnífico
cuadro de la vida cristiana en el siglo II. Tiene el estilo de las constituciones eclesiásticas de los
siglos posteriores.
• Resumen breve de la doctrina católica (lo que debían saber los catecúmenos antes de
bautizarse: normas morales, liturgia, disciplina).
• De gran importancia para conocer la vida litúrgica de los primeros momentos: catecumenado,
bautismo, eucaristía.
—Epoca de su composición
52
El ambiente histórico que refleja es el de las últimas décadas del siglo I. Algunos piensan que
fue escrita entre los años 80 y 100, o antes (no tiene
citas de los Evangelios sinópticos). Otros opinan que
depende de la Epístola de Bernabé y que, por lo tanto,
sería posterior (entre el 130 y el 150). Por el ambiente
judío que refleja, podría haberse escrito en el siglo I,
al menos en algunas de sus partes.
La Didakhé es una compilación hecha de textos ya existentes. Parece haber sido escrita entre
el 100 y el 150, en Siria. Es muy citada (Eusebio, Atanasio, Rufino).
• Fuentes griegas: Codex Hierosolymitanus (H 54, a. 1056), Pergamino de Oxyrhyncos (s. IV),
Cánones de los Apóstoles (s. IV), Libro VII de las Constituciones Apostólicas (s. IV).
• Fuentes latinas: Dos fragmentos de una traducción del s. III (Códice de Melk del s. IX y Papiro de
una traducción copta del s. V).
—Contenido
Estructura: 16 capítulos muy breves (tres secciones y una conclusión): Secciones: 1ª: moral,
2ª: litúrgica, 3ª: relaciones pueblo fiel con jerarquía.
• La primera sección va del capítulo 1,1 al 6,3. Es una catequesis ética prebautismal, que utiliza el
topos de las dos vías. Contiene directivas sobre la catequesis moral a los catecúmenos y trata de
los dos caminos: el del bien y el del mal, como método de formación.
53
• La segunda sección (7 a 15) es propiamente la regulación comunitaria. Contiene una primera
parte litúrgica (7-10), que da instrucciones y presenta modelos para los ritos de la iniciación
cristiana. Sigue otra parte disciplinar (1113/14-15), que atañe principalmente a los ministerios.
• La tercera sección (16) corresponde a un discurso escatológico.
Del capítulo 7 al 10 se dan normas para la administración del bautismo (con la fórmula de
Mt 28, por inmersión en agua corriente y, en caso de necesidad, por infusión), sobre el ayuno
(antes del Bautismo, miércoles y viernes como contraposición al ayuno judío de los lunes y
jueves —antijudaísmo—), sobre la Eucaristía y la penitencia.
Documento central del siglo apostólico: la Didakhé, cap. 7: bautismo con agua corriente (en
ríos), si es posible; formula; también se admite el bautismo por infusión derramando agua tres
veces en la cabeza; ayuno del que bautiza y el bautizado uno o dos días antes; el ayuno los
miércoles y los viernes (distintos días de los judíos).
Tanto la Didaché como S. Justino, llaman a la Eucaristía "Sacrificio". Sólo comulgaban los
bautizados. Necesidad de purificación tanto para la Comunión como para la oración.
El capítulo 16: la parusía y deberes del cristiano que se derivan de ella (vigilancia).
—Doctrina
• Oración y liturgia. Los capítulos 9 y 10 contienen las preces eucarísticas más antiguas que
conocemos. Es obligatorio rezar tres veces al día la oración dominical.
• Eucarístía = manjar y bebida espiritual. Necesidad de estar limpio para recibirla. Referencia a la
Eucaristía como "sacrificio"
• Eclesiología. Iglesia "universal", una, santa. Símbolo de esta unidad es el pan eucarístico,
formado por granos de trigo que estaban dispersos por los montes.
• Iglesia: unidad (por primera vez se menciona la comparación de la unidad de la Iglesia con la
del pan hecho de muchos granos que se hallaban antes dispersos por los montes), santidad y
54
catolicidad (la palabra "Iglesia" se utiliza para designar la asamblea litúrgica, pero también la
Iglesia universal).
• En cuanto a los ministerios se observa como al principio apareció una rápida itinerancia
(carismáticos itinerantes) en la Siria oriental. Había también profetas liturgos (estables), que
denotan el proceso de sedentarización. En suma, se nota la progresiva aparición de una doble
jerarquía ministerial:
—Vida
55
papa Sotero (c.170) diciendo que se leía la carta de Clemente en las reuniones litúrgicas. El
mismo Eusebio dice que se leía esta carta en otras muchas iglesias.
Clemente parece haber sido judío por las numerosas citas del Antiguo Testamento y
reducidas del Nuevo Testamento.
Es el único escrito de Clemente. Bajo Domiciano volvieron en Corinto las disputas entre
diversas facciones, que había en tiempos de S. Pablo. Unos usurpadores depusieron a las
autoridades legítimas, a las que siguió un grupo reducido de fieles. Clemente pretende, una vez
conocida la situación, lograr una concordia y restablecer la autoridad suprimida.
El escrito más antiguo que conocemos (a. 96) es quizá la carta que San Clemente, obispo de
Roma, escribe a la Comunidad de Corinto, ciudad griega de gran importancia mercantil; en el
siglo I. Esta iglesia, fundada por San Pablo, tenía desde su fundación estrechos vínculos con la
iglesia de Roma. Recordemos que San Pablo escribe su Epístola a los Romanos precisamente en
Corinto.
El objeto fue exhortar a los Corintios a la unidad y pedirles que restituyeran en sus cargos a
los presbíteros que los Apóstoles habían dejado al frente de la iglesia, ya que habían sido
depuestos injustamente. Conocemos por escritos posteriores, que la carta de Clemente era leída
en las asambleas litúrgicas setenta años más tarde con enorme veneración. El escrito tiene gran
valor teológico, litúrgico e histórico. Entre otros datos de interés, menciona el martirio en Roma
de San Pedro y San Pablo, y el viaje de este último a España.
"Esta exhortación (la carta de Clemente) presenta ya los caracteres que tendrán siempre los
documentos romanos: una gravedad sabia, paternal, consciente de la propia responsabilidad,
firme en sus exigencias y al mismo tiempo indulgente en sus censuras. Y en lo que se refiere a la
exposición doctrinal, muy preocupada por presentar íntegramente la herencia del depósito
tradicional" (Fliché, 338).
Escrita entre Domiciano y Nerva (años 95 ó 96). Se ha visto en esta intervención del papa la
"epifanía del primado romano" (Batiffol). "Sin subrayados anacrónicos pertenece a la historia
del primado romano" (Trevijano, 22).
Expone como verdades comúnmente conocidas por los cristianos el primado romano y el
origen divino de la jerarquía.
56
Son especialmente valiosas las enseñanzas sobre Cristo:
—Tiempo de composición
• Datos internos: había una persecución posterior a la de Nerón. Fue escrita cuando los
Apóstoles y los presbíteros por ellos creados ya habían muerto.
• Datos de Tradición: Hegesipo (cuenta Eusebio) dice que fue escrita en tiempo de la
persecución de Domiciano (95-96). Policarpo cita esta epístola en su carta a los Filipenses.
• En manuscritos griegos. Unos son bíblicos, como el Codex Alexandrinus (s. V) que está en
Londres, un códice copto de Estrasburgo y un NT siriaco de Cambridge. Otros no bíblicos como
el Codex Hierosolymitanus (s. XI).
• En papiros coptos (bíblicos): Pairo del siglo IV del Monasterio Blanco de Shenute; papiro del siglo
VII (fragmentaria).
57
—Estructura de la Carta
• Introducción (1-3). Expone la situación de paz antes del cisma y, a modo contraste, señala la
situación de discordia reinante.
• Parte primera (4-36): envidia y humildad. De un modo general describe la fealdad de la envidia
y de las disensiones, y exhorta a la humildad y la caridad con numerosos ejemplos.
• Historia de la Iglesia: Pedro vivió y murió mártir en Roma; Pablo en España; persecución
de Nerón; muchos mártires torturados, entre ellos mujeres.
• Historia del dogma: Esta Epístola es como el manifiesto de la jurisdicción eclesiástica: una
declaración clara y explícita de la sucesión apostólica. En En los cap 42 y 44: Cristo fue enviado
por Dios. Cristo instituyó el episcopado de los Apóstoles (como ya existía en el AT) y ellos, por
inspiración de Jesús, establecieron sucesores y mandaron que estos, a su vez, nombraran otros
sucesores a su muerte.
58
• La liturgia: Distinción clara entre jerarquía (episkopoi kai diakonoi; presbyteroi: su función es
la celebración de la liturgia) y laicado. Casi al final la carta contiene una oración litúrgica muy
probablemente utilizada en la liturgia romana. Al final viene una petición por la autoridad
temporal.
• Dice que quien no le obedezca peca gravemente (tener en cuenta que no interviene en esto S.
Juan).
• Tratado sobre la armonía que reina en el orden del mundo (cap. 20) con influencia de la filosofía
estoica.
—Bibliografía: Simonetti, c.2; Quasten I, 49-73; Fliché I, c.12; Trevijano, 14-22; Catequesis de
Benedicto XVI.
59
! d) San Ignacio de Antioquía
—Vida
Llevado al martirio desde Antioquía de Siria, pasa por Filadelfia y en Esmirna escribe a las
iglesias de Efeso, Magnesia, Tralla y Roma. Sigue su camino hacia Roma pasando por Troade. Ahí
escribe a las iglesias de Filadelfia y Esmirna, y a Policarpo. Continúa a través de Filipo y Durazo
hasta llegar a Roma.
60
—Las Siete Cartas
Diez o quince años más tarde (a. 110), San Ignacio obispo de Antioquía después de Pedro y
Evodio, escribe siete cartas durante su viaje a Roma, a dónde es llevado preso para ser echado
a las fieras en el Coliseo. Los escritos van dirigidos a las iglesias de Éfeso, Magnesia, Tralia, Roma,
Filadelfia, Esmirna y a Policarpo, obispo de esta última ciudad. Las cuatro primeras están escritas
desde Esmirna y las tres últimas desde Troade.
Estas cartas nos dan a conocer las condiciones internas de las primitivas comunidades
cristianas, nos permiten penetrar en el corazón del obispo mártir y aspirar su profundo
entusiasmo religioso. Su lenguaje es fogoso y profundamente original, sin cuidar el estilo
acostumbrado. Su alma se manifiesta llena de celo y ardor.
Es notable su preocupación por la unidad de las iglesias en torno a sus pastores. San Ignacio
manifiesta su alegría ante el martirio. Considera que es el momento en que llegará a ser
verdaderamente discípulo de Cristo. Toda la vida cristiana tiene como fin la unión con Cristo
mediante la imitación de su vida.
Más tarde los de Filipos escriben a Policarpo pidiendo las cartas de Ignacio. Policarpo les
escribe y les envía las que tiene en su poder.
San Ignacio bebe de la tradición paulina y joánica (Juan hacia pocos años que había escrito
su Evangelio en Efeso), y la pone de manifiesto en sus cartas: la vida en Cristo es el centro de su
argumentación. Policarpo e Ireneo tomarán todo este rico depósito y la trasmitirán a la
posteridad.
En la iglesia de los mártires se debieron de leer y releer con mucha frecuencia las cartas de
Ignacio.
61
—La teología de San Ignacio
• Primado de Roma: en otras cartas escribe como igual o superior (da consejos, etc.); en la de
Roma no: escribe con sumisión, explica que está "puesta a la cabeza de la caridad".
• Se habla por primera vez de la Iglesia "católica" universal, no tanto en el sentido de contraponer
Iglesia particular (del obispo) a Iglesia universal (de Cristo), sino en el sentido de la plena
realización escatológica a la que la Iglesia debe tender.
• Vida espiritual: "imitar a Cristo": "inhabitación de Cristo en el alma por la unión a la jerarquía y
participación de los sacramentos (Eucaristía)".
1. Su idea central es la existencia de una voluntad salvífica (economía) de Dios, que se ha llevado
a cabo en Cristo, nuestro Maestro.
62
5. Aparece clara la jerarquía en la Iglesia, formada por el obispo (que preside y representa a Cristo),
los ancianos (representan el colegio de los Apóstoles) y los diáconos ("para mí dulcísimos", a
quienes esta encomendado el ministerio de Jesucristo).
6. Exhorta a la unidad con el obispo como único modo de permanecer fieles a Cristo.
7. El obispo ha de presidir toda la vida litúrgica y, en general, a la Iglesia. Nada se puede hacer sin
él.
8. Sigue la doctrina paulina del matrimonio (que representa la alianza entre Cristo y la Iglesia) y la
virginidad (que la recomienda).
9. Es el primer escritor no romano, que conocemos, que reconozca el primado de Roma ("a la
iglesia que alcanzó misericordia (...), la que es amada y está iluminada (...), que preside en la
capital del territorio de los romanos ("etis kai prokathetai en topo jorion Romaion"), digna de
Dios, digna de todo decoro, digna de bienaventuranza (...), puesta a la cabeza de la caridad
("prokathemene tes agapes"). S. Ignacio uliliza claramente la palabra "presidir" indicando
autoridad, vigilancia. Por otra parte, parece ser (Funk) que "agapes" se utiliza como referido a
la Iglesia universal (Roma preside sobre el vínculo de caridad, es decir, sobre la Iglesia universal),
o, al menos (Thiele) indicando que Roma preside en la caridad, es decir, en la vida sobrenatural
y en las cosas esenciales de la vida cristiana de todas las iglesias.
Ignacio parte de la repetidamente mencionada unidad entre Dios y Cristo para hablar
también de la unidad entre el cristiano y Cristo. Sobre el tema de la unidad del cristiano con
Cristo se desarrolla el misticismo de Ignacio.
De la idea paulina de "unión" con Cristo y de la idea joánica de "vida" en Cristo, surge el ideal
ignaciano: imitación de Cristo:
• Imitación de Cristo: es el camino para unirse a Cristo y vivir su vida. Especialmente hay que
imitar la pasión y muerte del Señor: "Permitidme ser imitador de la pasión de mi Dios" (Rom
6,3).
Cuestión ignaciana: se decía que había seis cartas espúreas mezcladas con las auténticas;
los protestantes negaban, por lo tanto, su autenticidad; se zanjó el asunto cuando se
descubrieron los códices antiguos con sólo las siete cartas (recensión breve del siglo II).
Testimonio del tiempo de su composición: Policarpo en su carta a los Filipenses dice: "os
enviamos las cartas de Ignacio (...), están llenas de fe y paciencia y de toda edificación que
conviene en Nuestro Señor" (Phil 13,2). Otros testimonios: Orígenes e Ireneo. Eusebio nombra
las siete en su orden tradicional.
• La recensión corta ("brevior") es copia de la colección original: en griego, es del siglo II. Está en
el Codex Mediceus Laurentianus y en el Codex Paris Graec. del siglo X.
—Bibliografía: Simonetti, c.2; Fliché, I, c.12; Quasten I, 73-85; Trevijano, 30-39; Catequesis
de Benedicto XVI.
64
! e) Breves noticias sobre los demás autores u obras:
Papías de
Hierápolis; la Epístola de Pseudo-Bernabé; la II
Epístola de PseudoClemente; el Pastor de Hermas
—Papías de Hierápolis
También nos ha llegado otro documento atribuido a San Bernabé, compañero de Pablo en
la evangelización de Chipre, que al parecer fue escrito en la primera mitad del siglo II (año 130)
en Alejandría. Es un tratado teológico escrito en forma de carta. No oímos en este texto las
tranquilas especulaciones del catequeta, sino más bien el grito de alarma del pastor.
65
El autor es un cristiano alejandrino. La fecha de composición es
probablemente el 130.
División. La primera parte de la obra —más larga— (parte dogmática, cap. 1 a 17) es una
interpretación del Antiguo Testamento que sigue el estilo de exégesis alegórica, que ya
habían utilizado Filón, Pablo y el autor de la Carta a los Hebreos, y que será una característica
típica de los escritores eclesiásticos de la Escuela de Alejandría a partir del siglo III (Panteno,
Clemente, Orígenes). Es una apología antijudaica. Exagera en cuanto a la insuficiencia de la Ley
y todo lo contenido en el Antiguo Testamento (es un precursor, en este sentido, de Marción),
por interpretarlo alegóricamente.
Doctrina. Existencia eterna del Hijo, Encarnación, Bautismo: nos transforma en templos del
Espíritu Santo, Domingo, Nasciturus: contra el aborto, Escatología: milenarista.
• La tradición atribuye el escrito a Bernabé. Sin embargo fue escrita, al parecer, entre los años 130
y 132 (descripción de la reconstrucción de Jerusalén).
• Lugar: Asia Menor, Siria o Palestina (y no Alejandría, como se ha pensado hasta ahora).
66
• 1: breves saludo y exordio;
• 2-16: tematiza los conocimientos que se pueden sacar del Antiguo Testamento sobre Dios,
Cristo, Iglesia, obligaciones éticas;
• 17-20: doctrina de los dos camimos (procede del judaísmo; más ampliamente tratada en la
Didaché);
Autor y carácter general de la obra. A principios del siglo II, en Roma, un cristiano
arrepentido de sus pecados, escribe una obra para animar a los demás fieles de la Iglesia romana
a volver a un estilo de vida más puro y exigente, como el que había tenido la comunidad en los
inicios de su fundación a mediados del siglo I.
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Hermas es hermano de San Pío I (140-154) (según el Fragmento de Muratori). Liberto de
Rodas, campesino al principio, pero después convertido en un pequeño burgues de Roma,
casado con varios hijos que apostataron y mujer no cristiana.
Tuvo gran fama, sobre todo en Oriente, durante el siglo II. Ireneo y Eusebio lo consideran
formando parte de la Escritura inspirada. Es rechazado por la Iglesia de Occidente en el siglo III
y desaparece en el siglo IV. Muestra la Iglesia como algo vivo.
Este escrito es el que más detalles nos proporciona de la vida cristiana durante la primera
mitad del siglo II. Por ejemplo, nos da a conocer la exigente vida de aquellos fieles, una de cuyas
manifestaciones era la rigurosa disciplina penitencial que vivían (había la costumbre de
confesarse de los pecados sólo una vez en la vida). Algunos sólo admitían la penitencia
bautismal.
En la primera visión aparece una señora anciana vestida de blanco (es una representación
de la Iglesia), que invita a todos los cristianos a hacer petitencia para purificarse de los pecados.
Los preceptos y alegorías son recomendaciones concretas para vivir las virtudes necesarias:
pureza, temor de Dios, fidelidad, etc.
Doctrina. Hay que leer el "Pastor" valorando más la exposición moral que la teológica,
que tiene imprecisiones. Es como un examen de conciencia de la Iglesia de Roma que, a juicio
del autor, ha caído en un estado de tibieza (visión de la mujer vieja sentada en una poltrona) a
causa de la molicie, las dudas de fe, las riquezas, la ambición y las persecuciones contra el
nombre cristiano (la persecución de Trajano tuvo esa característica).
• Cristología: tema presentado confusamente; Cristo aparece como servidor, pero a veces sin
resaltar debidamente su poder divino. Aparentemente Hermas presenta una cristología
68
subordinacionista y adopcionista, además de un binitarismo (identifica el Hijo con el Espíritu
Santo).
• Iglesia: es presentada como necesaria para la salvación; es representada como una torre
edificada —y haciendo una sola cosa— sobre la roca, que es Cristo. Se mencionan los diversos
grados de la jerarquía, pero sin resaltar especialmente el episcopado monárquico,
probablemente porque Hermas era hermano de Pío I y porque ve un peligro claro en la ambición
de poder que había en aquella época en Roma. Presenta varias imágenes de la Iglesia: la Iglesia
preexistente, la presente y la escatológica, una visión sincrónica de la Iglesia y una diacrónica,
etc.
• Bautismo: en la octava parábola se recoge la visión del sauce con ramas verdes, en la que se
simboliza cómo la mayoría de los fieles no habían perdido la inocencia del bautismo.
• Doctrina moral: distingue entre mandato y consejo; señala casos prácticos; habla de las
virtudes como de siete mujeres, menciona a los ángeles y a los demonios; fustiga principalmente
el afán mundano de riqueza y la ambición de honores.
Transmisión del texto griego. Se ha pensado que pudiera tener tres autores distintos. No
parece correcta esta teoría.
• Un manuscrito del Monte Athos (s. XV) contiene la obra entera, excepto el final.
• Unos papiros de fines del siglo II, descubiertos por la universidad de Michigan, contienen
muchos fragmentos faltantes.
69
San Clemente Romano
(Intervención de Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles 7 de marzo de 2007
en la que comenzó un nuevo ciclo de catequesis sobre los padres apostólicos. La primera figura
que ha presentado es la de san Clemente Romano, tercer sucesor de Pedro)
Hemos meditado en los meses pasados en las figuras de cada uno de los apóstoles y en los
primeros testigos de la fe cristiana, mencionados en los escritos del Nuevo Testamento.
Ahora, prestaremos atención a los padres apostólicos, es decir, a la primera y segunda
generación de la Iglesia, después de los apóstoles. De este modo podemos ver cómo comienza
el camino de la Iglesia en la historia.
San Clemente, obispo de Roma en los últimos años del siglo I, es el tercer sucesor
de Pedro, después de Lino y Anacleto. El testimonio más importante sobre su vida es el de san
Ireneo, obispo de Lyón hasta el año 202. Él atestigua que Clemente «había visto a los
apóstoles», «se había encontrado con ellos» y «todavía resonaba en sus tímpanos su
predicación, y tenía ante los ojos su tradición» («Adversus haereses» 3, 3, 3). Testimonios
tardíos, entre los siglos IV y VI, atribuyen a Clemente el título de mártir.
La autoridad y el prestigio de este obispo de Roma eran tales que se le atribuyeron varios
escritos, pero su única obra segura es la «Carta a los Corintios». Eusebio de Cesarea, el gran
«archivero» de los orígenes cristianos, la presenta con estas palabras: «Nos ha llegado una
carta de Clemente reconocida como auténtica, grande y admirable. Fue escrita por él, de parte
de la Iglesia de Roma, a la Iglesia de Corinto… Sabemos que desde hace mucho tiempo y
todavía hoy es leída públicamente durante la reunión de los fieles» (Historia Eclesiástica,
3,16). A esta carta se le atribuía un carácter casi canónico. Al inicio de este texto, escrito en
griego, Clemente se lamenta por el hecho de que «las imprevistas calamidades, acaecidas una
después de otra» (1,1), le hayan impedido una intervención más inmediata. Estas
«adversidades» han de identificarse con la persecución de Domiciano: por ello, la fecha de
composición de la carta hay que remontarla a un tiempo inmediatamente posterior a la
muerte del emperador y al final de la persecución, es decir, inmediatamente después del año
96.
La intervención de Clemente —estamos todavía en el siglo I— era solicitada por los graves
problemas por los que atravesaba la Iglesia de Corinto: los presbíteros de la comunidad, de
hecho, habían sido después por algunos jóvenes contestadores. La penosa situación es
recordada, una vez más, por san Ireneo, que escribe: «Bajo Clemente, al surgir un gran choque
entre los hermanos de Corinto, la Iglesia de Roma envió a los corintios una carta
importantísima para reconciliarles en la paz, renovar su fe y anunciar la tradición, que desde
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hace poco tiempo ella había recibido de los apóstoles» («Adversus haereses» 3,3,3).
Podríamos decir que esta carta constituye un primer ejercicio del Primado romano después
de la muerte de san Pedro. La carta de Clemente retoma temas muy sentidos por san Pablo,
que había escrito dos grandes cartas a los corintios, en particular, la dialéctica teológica,
perennemente actual, entre indicativo de la salvación e imperativo del compromiso moral.
Ante todo está el alegre anuncio de la gracia que salva. El Señor nos previene y nos da el
perdón, nos da su amor, la gracia de ser cristianos, hermanos y hermanas suyos. Es un anuncio
que llena de alegría nuestra vida y que da seguridad a nuestro actuar: el Señor nos previene
siempre con su bondad y la bondad es siempre más grande que todos nuestros pecados. Es
necesario, sin embargo, que nos comprometamos de manera coherente con el don recibido
y que respondamos al anuncio de la salvación con un camino generoso y valiente de
conversión. Respecto al modelo de san Pablo, la novedad está en que Clemente da
continuidad a la parte doctrinal y a la parte práctica, que conformaban todas las cartas de
Pablo, con una «gran oración», que prácticamente concluye la carta.
De este modo, al referirse a la liturgia del antiguo Israel, Clemente revela su ideal de Iglesia.
Ésta es congregada por el «único Espíritu de gracia infundido sobre nosotros», que sopla en
los diversos miembros del Cuerpo de Cristo, en el que todos, unidos sin ninguna separación,
son «miembros los unos de los otros» (46, 6-7). La neta distinción entre «laico» y la jerarquía
no significa para nada una contraposición, sino sólo esta relación orgánica de un cuerpo, de
un organismo, con las diferentes funciones. La Iglesia, de hecho, no es un lugar de confusión
y de anarquía, donde cada uno puede hacer lo que quiere en todo momento: cada quien en
este organismo, con una estructura articulada, ejerce su ministerio según su vocación
recibida.
Por lo que se refiere a los jefes de las comunidades, Clemente explicita claramente la doctrina
de la sucesión apostólica. Las normas que la regulan se derivan, en última instancia, del mismo
Dios. El Padre ha enviado a Jesucristo, quien a su vez ha enviado a los apóstoles. Éstos luego
mandaron a los primeros jefes de las comunidades y establecieron que a ellos les sucedieran
otros hombres dignos. Por tanto, todo procede «ordenadamente de la voluntad de Dios» (42).
Con estas palabras, con estas frases, san Clemente subraya que la Iglesia tiene una estructura
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sacramental y no una estructura política. La acción de Dios que sale a nuestro encuentro en
la liturgia precede a nuestras decisiones e ideas. La Iglesia es sobre todo don de Dios y no una
criatura nuestra, y por ello esta estructura sacramental no garantiza sólo el ordenamiento
común, sino también la precedencia del don de Dios, del que todos tenemos necesidad.
Finalmente, la «gran oración», confiere una apertura cósmica a los argumentos precedentes.
Clemente alaba y da gracias a Dios por su maravillosa providencia de amor, que ha creado el
mundo y que sigue salvándolo y santificándolo. Particular importancia asume la invocación
para los gobernantes. Después de los textos del Nuevo Testamento, representa la oración más
antigua por las instituciones políticas. De este modo, tras la persecución, los cristianos,
aunque sabían que continuarían las persecuciones, no dejan de rezar por esas mismas
autoridades que les habían condenado injustamente. El motivo es ante todo de carácter
cristológico: es necesario rezar por los perseguidores, como lo hizo Jesús en la cruz. Pero esta
oración tiene también una enseñanza que orienta, a través de los siglos, la actitud de los
cristianos ante la política y el Estado. Al rezar por las autoridades, Clemente reconoce la
legitimidad de las instituciones políticas en el orden establecido por Dios; al mismo tiempo,
manifiesta la preocupación que las autoridades sean dóciles a Dios y «ejerzan el poder que
Dios les ha dado con paz y mansedumbre y piedad» (61,2). César no lo es todo. Emerge otra
soberanía, cuyo origen y esencia no son de este mundo, sino «de lo alto»: es la de la Verdad
que tiene el derecho ante el Estado de ser escuchada.
De este modo, la carta de Clemente afronta numerosos temas de perenne actualidad. Es aún
más significativa, pues representa desde el siglo I la solicitud de la Iglesia de Roma, que preside
en la caridad a todas las demás Iglesias. Con el mismo Espíritu, elevemos también nosotros las
invocaciones de la «gran oración», allí donde el obispo de Roma asume la voz del mundo
entero: «Sí, Señor, haz que resplandezca en nosotros tu rostro con el bien de la paz;
protégenos con tu mano poderosa… Nosotros te damos gracias, a través del sumo Sacerdote
y guía de nuestras almas, Jesucristo, por medio del cual sea gloria y alabanza a ti, ahora, y de
generación en generación, por los siglos de los siglos. Amén» (60-61).
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II. LOS PADRES PRENICENOS ( SIGLOS I-III )
Queridos hermanos y
hermanas:
En aquel tiempo, Roma, Alejandría y Antioquia eran las tres grandes metrópolis del Imperio
Romano. El Concilio de Nicea habla de los tres «primados»: el de Roma, pero también el de
Alejandría y Antioquia participan, en cierto sentido, en un «primado».
San Ignacio era obispo de Antioquia, que hoy se encuentra en Turquía. Allí, en Antioquia,
como sabemos por los Hechos de los Apóstoles, surgió una comunidad cristiana floreciente:
el primer obispo fue el apóstol Pedro, como dice la tradición, y allí «fue donde, por primera
vez, los discípulos recibieron el nombre de “cristianos”» (Hechos 11, 26).
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Eusebio de Cesarea, un historiador del siglo IV, dedica todo un capítulo de su «Historia
Eclesiástica» a la vida y a la obra de Ignacio (3,36). «De Siria», escribe, «Ignacio fue enviado a
Roma para ser pasto de fieras, a causa del testimonio que dio de Cristo. Viajando por Asia,
bajo la custodia severa de los guardias» (que él llama «diez leopardos» en su Carta a los
Romanos 5,1), «en las ciudades en las que se detenía, reforzaba a las Iglesias con
predicaciones y exhortaciones; sobre todo les alentaba, de todo corazón, a no caer en las
herejías, que entonces comenzaban a pulular, y recomendaba no separarse de la tradición
apostólica».
La primera etapa del viaje de Ignacio hacia el martirio fue la ciudad de Esmirna, donde era
obispo san Policarpo, discípulo de san Juan. Allí, Ignacio escribió cuatro cartas,
respectivamente a las Iglesias de Éfeso, e Magnesia, de Tralles y de Roma.
«Al dejar Esmirna», sigue diciendo Eusebio, «Ignacio llegó a Troade, y allí envió nuevas
cartas»: dos a las Iglesias de Filadelfia y de Esmirne, y una al obispo Policarpo. Eusebio
completa así la lista de las cartas, que nos han llegado de la Iglesia del primer siglo como un
tesoro precioso.
Al leer estos textos se siente la frescura de la fe de la generación que todavía había conocido
a los apóstoles. Se siente también en estas cartas el amor ardiente de un santo. Finalmente,
de Troade el mártir llegó a Roma, donde en el Anfiteatro Flavio, fue dado en pasto a las fieras
feroces.
Ningún Padre de la Iglesia ha expresado con la intensidad de Ignacio el anhelo por la «unión»
con Cristo y por la «vida» en Él. Por este motivo, hemos leído el pasaje del Evangelio sobre la
viña, que según el Evangelio de Juan, es Jesús. En realidad, confluyen en Ignacio dos
«corrientes» espirituales: la de Pablo, totalmente orientada a la «unión» con Cristo, y la de
Juan, concentrada en la «vida» en Él.
Y explica: «Para mí es bello morir caminando hacia («eis») Jesucristo, en vez de poseer un
reino que llegue hasta los confines de la tierra. Le busco a Él, que murió por mí, le quiero a Él,
que resucitó por nosotros. ¡Dejad que imite la Pasión de mi Dios!» (Romanos 5-6). Se puede
percibir en estas expresiones ardientes de amor el agudo «realismo» cristológico típico de la
Iglesia de Antioquia, atento más que nunca a la encarnación del Hijo de Dios y a su auténtica
y concreta humanidad: Jesucristo, escribe Ignacio a los habitantes de Esmirna, «es realmente
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de la estirpe de David», «realmente nación de una virgen», «fue clavado realmente por
nosotros» (1,1).
La irresistible tensión de Ignacio hacia la unión con Cristo sirve de fundamento para una
auténtica «mística de la unidad». Él mismo se define como «un hombre al que se le ha
confiado la tarea de la unidad» (A los fieles de Filadelfia 8, 1). Para
Ignacio, la unidad es ante todo una prerrogativa de Dios, que existiendo en tres Personas es
Uno en una absoluta unidad.
Repite con frecuencia que Dios es unidad y que sólo en Dios ésta se encuentra en el estado
puro y originario. La unidad que tienen que realizar sobre esta tierra los cristianos no es más
que una imitación lo más conforme posible con el modelo divino. De esta manera, Ignacio
llega a elaborar una visión de la Iglesia que recuerda mucho a algunas expresiones de la Carta
a los Corintios de Clemente Romano. «Conviene caminar de acuerdo con el pensamiento de
vuestro obispo, lo cual vosotros ya hacéis —escribe a los cristianos de Éfeso—. Vuestro
presbiterio, justamente reputado, digno de Dios, está conforme con su obispo como las
cuerdas a la cítara. Así en vuestro sinfónico y armonioso amor es Jesucristo quien canta. Que
cada uno de vosotros también se convierta en coro a fin de que, en la armonía de vuestra
concordia, toméis el tono de Dios en la unidad y cantéis a una sola voz» (4,1-2).
Y después de recomendar a los fieles de Esmirna que no hagan nada «que afecte a la Iglesia
sin el obispo» (8,1), confía a Policarpo: «Ofrezco mi vida por los que están sometidos al obispo,
a los presbíteros y a los diáconos. Que junto a ellos pueda tener parte con Dios. Trabajad
unidos los unos por los otros, luchad juntos, corred juntos, sufrid juntos, dormid y velad juntos
como administradores de Dios, asesores y siervos suyos. Buscad agradarle a Él por quien
militáis y de quien recibís la merced. Que nadie de vosotros deserte. Que vuestro bautismo
sea como un escudo, la fe como un casco, la caridad como una lanza, la paciencia como una
armadura» (6,1-2).
En su conjunto, se puede percibir en las Cartas de Ignacio una especie de dialéctica constante
y fecunda entre dos aspectos característicos de la vida cristiana: por una parte la estructura
jerárquica de la comunidad eclesial, y por otra la unidad fundamental que liga entre sí a todos
los fieles en Cristo. Por lo tanto, los papeles no se pueden contraponer. Al contrario, la
insistencia de la comunión de los creyentes entre sí y con sus pastores, se refuerza
constantemente mediante imágenes elocuentes y analogías: la cítara, los instrumentos de
cuerda, la entonación, el concierto, la sinfonía.
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único Padre, ha permanecido unido a Él, y a Él ha regresado en la unidad» (7, 1-2). Ignacio es
el primero que en la literatura cristiana atribuye a la Iglesia el adjetivo «católica», es decir,
«universal»: «Donde está Jesucristo», afirma, «allí está la Iglesia católica» (A los fieles de
Esmirna 8, 2). Precisamente en el servicio de unidad a la Iglesia católica, la comunidad
cristiana de Roma ejerce una especie de primado en el amor: «En Roma, ésta preside, digna
de Dios, venerable, digna de ser llamada bienaventurada… Preside en la caridad, que tiene la
ley de Cristo, y lleva el nombre del Padre» (A los Romanos, «Prólogo»).
En definitiva, el «realismo» de Ignacio es una invitación para los fieles de ayer y de hoy, es
una invitación para todos nosotros a lograr una síntesis progresiva entre «configuración con
Cristo» (unión con Él, vida en Él) y «entrega a su Iglesia» (unidad con el obispo, servicio
generoso a la comunidad y al mundo).
Al implorar del Señor esta «gracia de unidad», y con la convicción de presidir en la caridad a
toda la Iglesia (Cf. A los Romanos, «Prólogo»), os dirijo a vosotros el mismo auspicio que cierra
la carta de Ignacio a los cristianos de Tralles: «Amaos los unos a los otros con un corazón sin
divisiones. Mi espíritu se entrega en sacrificio por vosotros no sólo ahora, sino también
cuando alcance a Dios… Que en Cristo podáis vivir sin mancha» (13). Y recemos para que el
Señor nos ayude a alcanzar esta unidad y vivamos sin mancha, pues el amor purifica las almas.
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II. LOS PADRES PRENICENOS ( SIGLOS I-III )
—Esquema
! a) La noción de "apócrifo"
! b) Características generales de esta literatura y su utilidad para el
conocimiento de la antigüedad cristiana
! c) Clasificación de estos escritos según su procedencia y género
! d) Evangelios, Hechos, Epístolas y Apocalipsis apócrifos
! e) Breves noticias sobre algunos de los más antiguos y significativos
apócrifos cristianos
! a) La noción de "apócrifo"
Entre los muchos escritos de los cuatro géneros neotestamentarios que se produjeron en
los cinco primeros siglos, se fijó el criterio de la apostolicidad para decidir sobre su fiabilidad.
Por eso frecuentemente las obras cristianas se ponían bajo nombres de Apóstoles, para
garantizar así su verdad.
A mediados del siglo II, movidos por la herejía gnóstica (que pretendía utilizar libros no
fiables en sus reuniones), terminó en la Gran Iglesia el proceso de establecer un consenso sobre
los libros fiables, aunque hasta el siglo IV no quedó fijada definitivamente la lista de los 27 libros
canónicos.
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El Canon de Muratori es un
manuscrito del siglo VIII escrito en
Roma hacia el año 200 que contiene
una lista de 22 libros reconocidos
como canónicos. Ludovico Antonio
Muratori lo descubrió en la Biblioteca
Ambrosiana de Milán antes de 1740.
• obras que rivalizan con los textos canónicos (de sectas o determinadas comunidades
locales);
—Otra clasificación:
"legendario"
Se recogen tradiciones orales, datos sobre los Apóstoles y la vida de los primeros
cristianos.
—Resumen:
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• Evangelios apócrifos: Hay 21 Evangelios
apócrifos. Entre ellos están: El Evangelio según los
hebreos (segunda mitad del siglo II, en Palestina:
habla de
Santiago el Menor y del Evangelio de San Mateo);
El Evangelio de Tomás;
• Apocalípsis apócrifos: La obra del Apocalípsis de San Pedro (año 125 a 150) tiene
una gran calidad literaria; se habla del cielo y del infierno.
Al principio, se conocía bajo el nombre de "Evangelio" sólo el mensaje mismo del Evangelio.
Después del siglo II se llaman así también los libros que lo contienen. El género "evangelio" indica
tanto el contenido como la forma. Hay evangelios apócrifos que no concuerdan plenamente con
este género. La clasificación ha de recaer principalmente sobre el contenido a causa del carácter
teológico de la literatura:
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• los que siguen la tradición sinóptica (Pedro, Nazarenos
y Ebionitas);
No nacieron en paralelo con los Hechos de los Apóstoles de Lucas, sino posteriormente y
para complementarlos. Datan de los siglos II y III los cinco grandes Hechos: Acta Andreae,
Ioannis, Pauli, Petri y Thomae.
Hay otros Hechos redactados a partir del siglo IV, pero de menor importancia, y que
dependen de los anteriores.
81
Elementos: 1) motivo del viaje, 2) aretológico (milagros), 3) teralógicos (mundo
encantado), 4) tendencioso (en sus homilías), 5) erótico (motivos amorosos y rasgos ascético
encratitas).
• El que escribe es raptado al cielo y presentado ante el trono de Dios. Narra la visión que
tiene.
• Su finalidad es preparar al creyente para superar las apreturas del tiempo final;
contienen oraciones, súplicas, alabanzas, acciones de gracias.
Las apocapisis cristianas con escritos nuevos o refundiciones de otros antiguos, como el
Testamento de Abraham, el Apocalipsis de Esdras, Libro eslavo de Henoc.
Temas de las apocalipsis del siglo II: explican el retraso de la parusía, el fin del mundo y el
más allá. En el siglo IV:
82
descripción del cielo y del infierno, detalles sobre el juicio final o el fin del mundo.
—EL EVANGELIO
COPTO DE TOMÁS
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—LA EPISTULA APOSTOLORUM
! cap. 12-16: reunión del Sanedrín en que Nicodemo y José de Arimatea defienden
a Jesús
• Cap. 17 a 27: Descensus Christi ad inferos; la homilía sobre el Sábado Santo trasmitida
bajo el nombre de Epifanio, bebe de esta parte del Evangelio de Nicodemo.
• Compilación: el año 425.
• Escritos entre 180 y 190, en Asia Menor o Roma. Se conservan dos terceras partes de la
obra.
• Primera parte: Jerusalén (12 años, choque con Simón el Mago).
• Segunda parte: Viaje a Roma (lucha con Simón).
• Tercera Parte: martirio de Pedro (predica la castidad ocasionando problemas con Agripa,
el prefecto romano; Quo vadis; martirio con la cabeza hacia abajo).
• Novela Quo vadis? de Henry Sienkiewicz (premio Nobel de literatura 1905).
• El elemento aretológico determina la estructura de la obra.
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—LOS HECHOS DE PABLO
• Escritos entre 185 y 195 por un presbítero del Asia Menor. Están incompletos.
• Estructura de la obra: Damasco, Jerusalén, Antioquía, Iconio, Antioquía, Myra, Sidón,
Tiro, Esmirna, Éfeso, Fililpos, Coritno, Italia, Roma.
• Parte primera: Acta Pauli cum Theclae Pablo (juega un papel secundario).
• Correspondencia epistolar de Pablo con los Corintios (versa sobre falsas doctrinas
gnósticas que alguno hombres han propalado en Corinto).
• Martirio de Pablo en Roma
• La finalidad no es teológica, sino de entretenimiento y edificación.
• Temas principales: resurrección y continencia.
• Descripción de Pablo en la iconografía cristiana primitiva: "hombre de corta estatura,
calvo, piernas torcidas, porte noble, cejas unidas, nariz pequeña y poco saliente".
Pedro: rostro lleno, con pelo y con barba rizada.
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II. LOS PADRES PRENICENOS ( SIGLOS I-III )
—Esquema
! a) Características generales de la literatura apologética
cristiana de los primeros siglos ! b) San Justino
! c) Breves noticias sobre los demás apologistas griegos de este período:
Cuadrato y las Epístolas a Diogneto; Arístides; Aristón de Pella; Taciano;
Atenágorás; San Melitón de Sardes; San Teófilo de Antioquía
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—Ataques de los paganos al cristianismo en el siglo II
Los principales ataques se centran en la idea falsa de que el
cristianismo destruye la sociedad y es enemigo del imperio.
Atacaban a los cristianos de:
• ateísmo,
• antropofagia,
• desórdenes morales,
• odio al género humano.
• Luciano de Samosata: De morte peregrini (170). Se mofa del afecto fraternal de los fieles y
de su amor a la muerte.
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personas cultas; son una defensa apasionada de la libertad de las conciencias necesaria
para un verdadero culto a Dios;
• difundían el Evangelio entre las clases altas e intelectuales, con un lenguaje más culto y
razonamientos más acordes con la mentalidad de la época. Con ese fin, especialmente
explican las doctrinas que podrían impactar más a los paganos: el monoteísmo (contra
la idolatría), la libertad unida a la responsabilidad (contra el determinismo estoico), la
resurrección de la carne, etc.
• rebatían los errores de los herejes, que son un verdadero obstáculo para la propagación
del cristianismo.
Aunque algunos apologistas rechazan y critican la filosofía pagana, otros la admiten como
una preparación para el Evangelio, ya sea porque conceden a la razón la posibilidad de conocer
algunas verdades reveladas de tipo natural, ya sea porque piensan que los antiguos filósofos
pudieron recoger algunas de estas verdades de los escritos de Moisés.
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doctrina paulina y joánica de considerar a Cristo como Logos, Sabiduría del Padre, se revelaría
muy importante para el futuro, tanto por el peligro de subordinacionismo que encerraba como
por la gran riqueza que contiene para la formulación del dogma cristológico.
—Tipos de apologías
• Refutaciones.
• Amonestaciones a los paganos.
• Resolución de dudas privadas de algún pagano concreto.
b) San Justino
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—Introducción
San Justino es el apologista más importante
porque utiliza ampliamente la filosofía griega
que para él es verdadera pero incompleta. Toda
la verdad que existe en los distintos sistemas
filosóficos nos pertenece a los cristianos que la
tenemos en plenitud, ya que nosotros hemos
conocido al Verbo, y ellos sólo lo han conocido
oscuramente en la creación.
Sus tres escritos —dos Apologiae y el Dialogo contra el judio Trifón— se conservan en un
manuscrito de mediocre calidad, de 1364 (Codex Parisinus n.450). Tienen defectos literarios
innegables: disgresiones frecuentes, pensamiento desarticulado, falta de elocuencia y
vehemencia, pero revelan un carácter sincero y recto que trata de llegar a un acuerdo con el
adversario.
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• Parte principal (cap. 4 a 67):
! Primera sección (4 a 12): contra el sistema judicial aplicado a los cristianos; contra las
calumnias; contra castigar sólo por el nombre cristiano; se defiende de la acusación de
"ateismo".
! castigos sólo después de pruebas de haber transgredido las leyes romanas; ! castigos
proporcionales a los delitos; ! castigos de las falsas acusaciones.
—Segunda Apología
Es continuación de la primera. Escrita entre los años 150 y 160.
Se trata de la recensión de un diálogo o disputa de dos días de duración con el judío Trifón
(Tarfón, probablemente, rabino de Éfeso), sostenida en Éfeso entre los años 132 y 135. Dedicada
a un tal Marco Pompeyo. Consta de 142 capítulos:
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• Introducción (cap. 2 al 8): cuenta su vida (formación intelectual, conversión)
! Segunda parte (48 a 108): defiende la divinidad de Cristo. ! Tercera parte (109 a
142): la Iglesia es el pueblo escogido.
Obras perdidas: Liber contra omnes haereses; Contra Marción; Discurso contra griegos;
Refutación; Sobre la soberanía de Dios; Sobre el alma; Salterio; Sobre la resurrección.
—Teología de Justino
Hay que tener en cuenta que las obras que conservamos no son propiamente teológicas. En
ellas se nota una fuerte influencia platónica, filosofía que a juicio de Justino poseía el más alto
valor. Se trata del eclecticismo religioso del medio platonismo, que es una mezcla de la ética y
psicología estoica con un misticismo de tendencia religiosa (Trevijano).
—Concepto de Dios
Dios es uno, bueno, sin principio, ingénito (agenetos), inefable y sin nombre (nadie se lo ha
puesto porque no hay nadie antes que El), trascendente. Su mejor nombre es el de "Padre" por
ser el Creador de todo.
Se salva el abismo entre Dios y el mundo porque el Logos es una emanación de Dios, una
procesión del interior de Dios (como el fuego que procede de otro fuego; como la Palabra
mental). Hay una cierta tendencia al subordinacionismo. Cristo es una persona divina pero
subordinada al Padre.
Dios crea y ordena todo per Verbum (Logos), que es intermediario entre Dios y los hombres.
El Hijo de Dios es igual a Dios. En la razón de cada hombre hay semillas ("sperma") ingénitas de
verdad ("logicas"). Esto explica que ya entre los paganos (Heráclito, Sócrates) encontremos
gérmenes de verdad. En cierta manera se puede decir que fueron verdaderos cristianos porque
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vivieron según las normas del Logos. Más solamente los cristianos poseen la verdad entera
porque Cristo se les apareció como la Verdad en persona. Existe un verdadero endiosamiento
del hombre, por el Logos.
No existe conflicto entre la fe y la razón. La razón tiene un valor intrínseco para conocer
algunas verdades.
—María y Eva
Es el primer autor cristiano que profundiza en el paralelismo de Adán-Cristo y Eva-María.
Por un lado están la obediencia, la fe, la alegría. Por el otro la desobediencia, el pecado, la
muerte.
—Angeles y demonios
Justino es uno de los primeros testigos del culto y patrocinio de los ángeles a quienes
concibe con un cuerpo espiritualizado. Explica su función y naturaleza.
Los demonios serían hijos de ángeles y mujeres que serán castigados y lanzados al fuego
eterno hasta la segunda venida de Cristo. Los herejes son instrumentos de los demonios. Los
demonios se someten al nombre de Jesús.
—Pecado original
Explica cómo nuestros Primeros Padres eran hijos de Dios y dioses, de alguna manera. El
hombre es un ser capaz de deificación (poder de hacerse dioses).
—Bautismo y Eucaristía
Al final de su Primera Apología, habla sobre la Eucaristía, instituida por Cristo. Menciona la
presencia real. En el capítulo 65, de los recién bautizados y en el capítulo 67, en general. Explica
el tipo semi-fijo de liturgia que se celebraba entonces. Los fieles se reunían los domingos para
asistir a la celebración en que se leía la Sagrada Escritura (Antiguo y Nuevo Testamento:
"Memorias de los Apóstoles") que iba seguida de un sermón. Después tenía lugar la oración por
todos los fieles y el ósculo de la paz. Se presentaban el pan y el vino. Se pronunciaba la oración
consecratoria (las mismas palabras de Cristo en la Ultima Cena). Los diáconos repartían la
Comunión a los presentes y la llevaban a los ausentes, enfermos, etc. (cfr. Catecismo de la Iglesia
Católica, 1345).
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Explica también cómo se llevaba a cabo la ceremonia del Bautismo: instrucción, oración,
ayuno, penitencia, inmersión en el agua y bautismo ("iluminación") en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo.
No desarrolla una eclesiología especulativa, como sucede, por ejemplo en la epístola a los
Efesios y en el Pastor de Hermas.
—Ideas escatológicas
Comparte las ideas quialistas y milenaristas tan extendidas en su época (mil años del reinado
de Jesús antes de su segunda venida).
Piensa que las almas de los fieles difuntos, al morir van al hades hasta el fin del mundo,
excepto la de los mártires que van al Cielo inmediatamente.
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—Cuadrato
Eusebio menciona un pequeño fragmento de la
Apología de Cuadrato (a. 125) dirigida a Adriano (117-138),
que encaja en una laguna del "Discurso a Diogneto"; por eso,
parece ser que la "Apología de Cuadrato a Adriano" es nada
menos que el conocido "Discurso a Diogneto" (o "Epístola a
Diogneto").
El "Discurso a Diogneto", del año 124, es muy breve. Está dirigido a Adriano, uno de cuyos
apelativos era "Diogneto" ("conocido de Zeus"). Fue leido en público y entregado al emperador.
profundo. Algunos piensan que su autor podría ser el mismo Quadrato, otros (Trevijano) piensan
que es posterior (años 190 a 200) y su autor podría localizarse en el ámbito alejandrino
(¿Panteno?).
—Contenido
—Arístides de Atenas
La primera Apología que conservamos (sin contar el "Discurso a Diogneto") es la de Arístides
de Atenas, también dirigida a Adriano. Fue dirigida a Adriano hacia el año 124 a 126, cuando el
emperador estuvo en Atenas.
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Es un escrito sencillo, lleno de nobleza y de tono elevado.
—Contenido
—Bibliografía: Simonetti, c. 5.
—Aristón de Pella
Aristón de Pella (140) es un escritor antijudío.
—Taciano el Sirio
Discípulo de San Justino en Roma. En oriente fundo una secta
herética (los encratitas o abstinentes) caracterizada por su rigorismo
moral: se abstenían de la carne, del uso del matrimonio, del vino.
Llamados también "aquarii".
—Obras
—Bibliografía: Apuntes.
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—Atenágoras de Atenas
En el año 177 escribe una apología (Legatio) a Marco Aurelio y Cómodo. Es una súplica en
favor de los cristianos.
Sus obras tienen una gran calidad, son convincentes y tienen un estilo excelente. De gran
profundidad teológica, conoce a fondo la cultura griega.
Otra obra es: Sobre la resurrección de la carne (opúsculo). Está dirigida a los griegos que
consideraban esta doctrina ininteligible.
—Bibliografía: Apuntes.
—Melitón de Sardes
Melitón de Sardes (175): es un teólogo asiata; de esta teología hay antecedentes del error
monarquiano; en su doctrina cristológica afirma la existencia de dos naturalezas en Cristo como
reacción al error monarquiano (Trevijano).
97
—San Teófilo de Antioquía
Nace cerca del Eúfrates. Es el sexto obispo de Antioquía.
Su formación es helénica.
—Bibliografía: Apuntes.
98
II. LOS PADRES PRENICENOS ( SIGLOS I-III )
Queridos hermanos y
hermanas:
Justino había nacido en torno al año 100, en la antigua Siquem, en Samaría, en Tierra Santa;
buscó durante mucho tiempo la verdad, peregrinando por las diferentes escuelas de la
tradición filosófica griega. Por último, como él mismo cuenta en los primeros capítulos de su
«Diálogo con Trifón», misterioso personaje, un anciano con el que se había encontrado en la
playa del mar, primero entró en crisis, al demostrarle la incapacidad del hombre para
satisfacer únicamente con sus fuerzas la aspiración a lo divino. Después, le indicó en los
antiguos profetas las personas a las que tenía que dirigirse para encontrar el camino de Dios
y la «verdadera filosofía». Al despedirse, el anciano le exhortó a la oración para que se le
abrieran las puertas de la luz.
99
La narración simboliza el episodio crucial de la vida de Justino: al final de un largo camino
filosófico de búsqueda de la verdad, llegó a la fe cristiana. Fundó una escuela en Roma, donde
iniciaba gratuitamente a los alumnos en la nueva religión, considerada como la verdadera
filosofía. En ella, de hecho, había encontrado la verdad y por tanto el arte de vivir de manera
recta. Por este motivo fue denunciado y fue decapitado en torno al año 165, bajo el reino de
Marco Aurelio, el emperador filósofo a quien Justino había dirigido su «Apología».
Las dos «Apologías» y el «Diálogo con el judío Trifón» son las únicas obras que nos quedan de
él. En ellas, Justino pretende ilustrar ante todo el proyecto divino de la creación y de la
salvación que se realiza en Jesucristo, el «Logos», es decir, el Verbo eterno, la Razón eterna,
la Razón creadora. Cada hombre, como criatura racional, participa del «Logos», lleva en sí una
«semilla» y puede vislumbrar la verdad. De esta manera, el mismo «Logos», que se reveló
como figura profética a los judíos en la Ley antigua, también se manifestó parcialmente, como
con «semillas de verdad», en la filosofía griega. Ahora, concluye Justino, dado que el
cristianismo es la manifestación histórica y personal del «Logos» en su totalidad, «todo lo
bello que ha sido expresado por cualquier persona, nos pertenece a nosotros, los cristianos»
(Segunda Apología 13,4). De este modo, Justino, si bien reprochaba a la filosofía griega sus
contradicciones, orienta con decisión hacia el «Logos» cualquier verdad filosófica, motivando
desde el punto de vista racional la singular «pretensión» de vedad y de universalidad de la
religión cristiana.
Si el Antiguo Testamento tiende hacia Cristo al igual que una figura se orienta hacia la realidad
que significa, la filosofía griega tiende a su vez a Cristo y al Evangelio, como la parte tiende a
unirse con el todo. Y dice que estas dos realidades, el Antiguo Testamento y la filosofía griega
son como dos caminos que guían a Cristo, al «Logos». Por este motivo la filosofía griega no
puede oponerse a la verdad evangélica, y los cristianos pueden recurrir a ella con confianza,
como si se tratara de un propio bien. Por este motivo, mi venerado predecesor, el Papa Juan
Pablo II, definió a Justino como «un pionero del encuentro positivo con el pensamiento
filosófico, aunque bajo el signo de un cauto discernimiento»: pues Justino, «conservando
después de la conversión una gran estima por la filosofía griega, afirmaba con fuerza y claridad
que en el cristianismo había encontrado “la única filosofía segura y provechosa” («Diálogo
con Trifón» 8,1)» («Fides et ratio», 38).
100
La filosofía representó, sin embargo, el área privilegiada del encuentro entre paganismo,
judaísmo y cristianismo, precisamente a nivel de la crítica a la religión pagana y a sus falsos
mitos. «Nuestra filosofía…»: con estas palabras explícitas llegó a definir la nueva religión otro
apologista contemporáneo a Justino, el obispo Melitón de Sardes («Historia Eclesiástica», 4,
26, 7).
De hecho, la religión pagana no seguía los caminos del «Logos», sino que se empeñaba en
seguir los del mito, a pesar de que éste era reconocido por la filosofía griega como carente de
consistencia en la verdad. Por este motivo, el ocaso de la religión pagana era inevitable: era
la lógica consecuencia del alejamiento de la religión de la verdad del ser, reducida a un
conjunto artificial de ceremonias, convenciones y costumbres.
Justino, y con él otros apologistas, firmaron la toma de posición clara de la fe cristiana por el
Dios de los filósofos contra los falsos dioses de la religión pagana. Era la opción por la verdad
del ser contra el mito de la costumbre. Algunas décadas después de Justino, Tertuliano definió
la misma opción de los cristianos con una sentencia lapidaria que siempre es válida: «Dominus
noster Christus veritatem se, non consuetudinem, cognominavit – Cristo afirmó que era la
verdad, no la costumbre» («De virgin. vel». 1,1).
En este sentido, hay que tener en cuenta que el término «consuetudo», que utiliza Tertuliano
para hacer referencia a la religión pagana, puede ser traducido en los idiomas modernos con
las expresiones «moda cultural», «moda del momento».
En una edad como la nuestra, caracterizada por el relativismo en el debate sobre los valores
y sobre la religión --así como en el diálogo interreligioso--, esta es una lección que no hay que
olvidar. Con este objetivo, y así concluyo, os vuelvo a presentar las últimas palabras del
misterioso anciano, que se encontró con el filósofo Justino a orilla del mar: «Tú reza ante todo
para que se te abran las puertas de la luz, pues nadie puede ver ni comprender, si Dios y su
Cristo no le conceden la comprensión» («Diálogo con Trifón» 7,3).
101
II. LOS PADRES PRENICENOS ( SIGLOS I-III )
—Esquema
! a) Actas, Pasiones y Leyendas de los mártires
! b) Características generales
! c) Breves noticias sobre algunas Actas y Pasiones más antiguas
b) Características generales
Son los protocolos del proceso judicial ante el proconsul; contienen retoques cristianos; se
pide al cristiano ofrecer una supplicatio por el emperador, es decir, volver a la ancestral y
racional religión de los romanos. Los mártires se niegan, ante las seducciones del proconsul, al
culto pagano. Se lee la sentencia de muerte ex tabella, es decir, ya preparada de antemano.
La más importante es el Acta del martirio de San Justino y compañeros, del año 165.
102
—Otras Actas:
—Passiones o martyria
—Ejemplos:
Escritos siglos después. De poco valor histórico. Escritos para edificar. Por ejempo, las
leyendas de San Lorenzo, Santa Inés, Santa Cecilia, San Sebastián, ect.
—Bibliografía: Drobner.
103
! c) Breves noticias sobre algunas Actas y Pasiones más antiguas
Con Justino fueron encarcelados otros cinco hombres y una mujer que, sin duda, se
contaban entre sus discípulos. Sorprende que se mencionen las "leyes injustas" de los
romanos, pues antes de Decio no se tiene noticia de dichas leyes. El prefecto romano hace
preguntas que buscan establecer la culpabilidad de los acusados. Justino responde
siempre acertadamente dejando clara su inocencia. La última pregunta que se le hace es:
¿Eres tú cristiano?. Ante la respuesta afirmativa de todos los acusados se dicta la
sentencia de muerte, que se basa no en el nomen Christianum sino en la negativa a ofrecer
el sacrificio como lo mandan las leyes.
Las Actas de los mártires escilitanos de África son el documento latino eclesiástico más
antiguo de cuantos se han conservado. Mencionan una traducción latina de la Biblia. Al parecer
Scilli se ubicaba en el Norte de África.
En el diálogo se comprueba el diverso modo de pensar de los dos bandos. Para el proconsul
el cristianismo es una locura (dementia) y convicción mala. Lo único que persigue el proconsul
es hacer cambiar de posición a los cristianos, hacerlos reflexionar, pero no enredarse con ellos
en una discusión sobre el cristianismo. Al final se lee la sentencia de muerte por decapitación.
Los condenados dan gracias a Dios por ello. "Y fueron decapitados inmediatamente por el
nombre de Cristo. Amén".
—Vida
Discípulo de San Juan; consagrado por los Apóstoles; hace un viaje a Roma en 155 para fijar
la fecha de la Pascua con el papa Aniceto (provocó muchas conversiones): muere mártir en 156,
en Esmirna, a los 86 años.
104
Era ya obispo de Esmirna en el 110, cuando Ignacio pasa por esa ciudad.
105
II. LOS PADRES PRENICENOS ( SIGLOS I-III )
—Esquema
! a) El gnosticismo y su importancia
! b) Características generales del fenómeno gnóstico y sus principales
representantes
! c) Marción y el marcionismo
! d) El monarquianismo y el comienzo de las cuestiones trinitarias
! El gnosticismo y su importancia
Tiene orígenes remotos. Aparece con el sincretismo que
es una consecuencia de las conquistas de Alejandro Magno
(334 a 324 a.C.), y luego de Roma, y de la mezcla de dos
mundos, el oriental y el griego. Hacia el siglo II antes de Cristo
aparecen los primeros brotes. En Siria, Palestina y Egipto
estaba ya difundida la gnosis antes de la predicación del
cristianismo. Su mayor influjo entre los cristianos tuvo lugar
entre los años 130 y 180.
106
En sustancia, el gnosticismo es la creencia de que el conocimiento de los misterios sobre
Dios, sobre el mundo, sobre el hombre, sobre la historia, está reservada a una elite.
Los exponentes principales han sido: Simón el mago, los gnósticos del siglo II, los Cátaros y
albigenses de la edad media, ciertos filones del Renacimiento, la ilustración, la masonería, cierto
romanticismo, el idealismo, el nazismo, el fascismo, el marxismo leninismo, el ocultismo, el
esoterismo y la cultura post moderna.
Los contrastes entre cristianismo y gnosticismo son muy claros (Esquema de Umberto Eco,
profesor de la universidad de Bologna):
Cristianismo Gnosticismo
107
• Es un accidente de la creación • Es parte de Dios y del mundo
• Es un accidente de la libertad • El hombre no es responsable del mal
• Hay que huir del mal • Hay que conocer el mal, practicarlo
para vencerlo
[Conocimiento] [Conocimiento]
[Salvación] [Salvación]
Según Gianni Vattimo, autor de El fin de la modernidad, el Paraíso terrestre que anunciaban
los marxistas, ya no está más delante, sino atrás. Se busca el retorno a un mundo incontaminado
y premoderno. El gusto artístico actual va a lo pasado, a lo antiguo. Las cajas de galletas se
diseñan con motivos ecológicos. No más fábricas, ferrocarriles, carreteras… Ahora se aprecia
más un blanco molino de agua, campesinos Ancien Régime y carros tirados por caballos en el
fondo. Imágenes de un mundo perdido.
Son grandes éxitos editoriales los libros sobre esoterismo, ocultismo, parapsicología, magia,
alquimia, diavolería… Además, se han revalorizado las revistas que comentan los últimos
sucesos de las casas reales europeas. En la modernidad, en cambio, se despreciaba todo lo
aristocrático.
108
Lo que al mundo de hoy interesa, dice Gianni Vattimo, no es la teología
computarizada, sino el peregrinaje al santuario o el exorcismo; no es un Evangelio
racionalizado, sino el escándalo del misterio; no es lo profano, sino lo sagrado.
—Bibliografía: V. Messori, Pensare la storia, San Paolo, Milano 1992, p. 173-175 y 302-305;
L.. Suárez, La Conversión de Roma, p. 169.
Parten del dualismo radical: Dios-materia. Del dualismo y del desprecio a la materia se
siguen errores diversos: negación de la resurrección, libertinaje (la carne es despreciable y todo
está permitido), ascetismo rígido y desprecio por el alimento, el matrimonio, etc.
—Doctrina
Gnosis = conocimiento o ciencia. Los Padres y escritores cultivan la "gnosis" verdadera (la
filosofía como preparación para la fe). P. ej. Clemente de Alejandría es el fundador de la teología
especulativa.
109
Su objeto es la "gnosis": conocimiento o visión de Dios. Es una revelación, trasmitida en
secreto, de tradiciones antiguas recibidas de los mismos dioses (libros herméticos, de
Hermes) o, en el caso de la gnosis cristiana, de Cristo a través de algún apóstol.
Los gnósticos pretendían poseer una revelación privada de los Apóstoles a unos pocos
elegidos, una tradición al margen de la Tradición. Se presentan como cristianos que poseían los
conocimientos altos y secretos. Ponen la filosofía por encima de la religión (racionalismo).
Hubo hasta 60 sectas gnósticas. Profesaban el dualismo (Dios y Materia). De Dios (el Bien)
salen los eones —que están entre el Bien y el Mal— (Pleroma) por parejas, de los cuales el Logos
(el Redentor) es el eon superior y el Demiurgo, un eon que se hizo malo (que da origen al
mundo), el más pequeño (es el Dios del Antiguo Testamento).
Ya en la carta a los Gálatas habla San Pablo de gnósticos judaizantes; dice que practicaban
ritos mágicos y supersticiosos. Pero, sobre todo, más tarde en las cartas de la cautividad
(Colosenes, Efesios) aparece en primer lugar la gnosis que se había desarrollado en las iglesias
(Col 2,8). Aún más claro el desarrollo de estas herejías aparece en las cartas pastorales (1 Tim
1, 3-4; 1 Tim 6, 20).
110
—Primeros gnósticos
Simón el Mago vive en Samaria. Se hace bautizar por Felipe e intenta comprar el don del
Espíritu Santo a Pedro y a Juan. Es reprendido y, aparentemente se arrepiente. Su actividad
gnóstica se difunde. En muchos escritos primitivos se le menciona (Justino, Ireneo, etc.). Es el
exponente de la gnosis siriaca.
Otros gnósticos de los principios son Cerinto y los elcesaitas. Hubo entre ellos hombres
brillantes que produjeron una literatura erudita y abundante (comentarios a la Sagrada
Escritura, tratados dogmáticos, etc.).
Gnosticismo oriental
(aceptan el AT y rechazan el NT).
• Gnosticismo cristiano.
Cerinto (judeo-cristiano). Vive en Asia menor a fines del s. I. Judaizante rígido y
gnóstico. Niega la divinidad de Cristo. Afirma el error doceta (decir que Cristo recibió el
poder divino de hacer milagros en su Bautismo, pero que desaparecería en la Pasión; el
111
cuerpo de Cristo no es verdaderamente humano: es aparente). S. Juan escribe su
Evangelio, en parte, para refutar estas ideas.
• Marción
—Bibliografía: Fliché-Martin.
! c) Marción y el marcionismo
Marción, cristiano-gentil, del Ponto, armador de barcos, llega a
Roma en el a. 139, y hace un fuerte donativo a la Iglesia de esta ciudad
(400 mil sextercios). En 144 rompe y funda otra iglesia con jerarquía.
Marción predicaba una especie de "comunismo de la caridad", bajo el
pontificado de Pio I (144), que se hallaba muy cerca de los ideales pitagóricos. Negaba toda
comunicación entre la carne y el espíritu, y rechazaba al Dios de los judíos. Sólo admite el
Evangelio de S. Lucas. Era más práctico, rigorista en ética, dualista, rechaza el AT (rabioso
antijudaismo: Dios de la justicia (AT) y Dios del amor (NT). Jesús tiene un cuerpo aparente.
Moral severísima (no matrimonio, no carne, no vino). Lo critican Tertuliano, Ireneo, S.
Justino, etc.). Su secta pervivirá hasta el siglo V. Escribió la "Antítesis", obra en la que
expone las relaciones entre el AT y el NT: el AT es fruto del demiurgo y el NT del Dios del
amor que toma un cuerpo aparente.
a) Monarquianismo dinamista
* Teodoto, el curtidor, de Bizancio se traslada a Roma el 190, y es excomulgado por Víctor I.
* Pablo de Samosata en el 250 dice que el Logos es el hombre Cristo. El sínodo de Antioquía
(268) lo excomulga y depone. Luciano de Samosata (maestro de Arrio) es su discípulo).
112
b) Monarquianismo modalista
• Sabelio (discípulo de Praxeas y de Noeto) afirma que no hay distinción real entre las tres
personas (prosopos) divinas. El Padre es Dios en cuanto creador, el Hijo es Dios en
cuanto redentor y el Espíritu Santo es Dios en cuanto santificador. Hipólito lo combate,
cayendo en el error contrario (subordinacionismo).
Hipólito es el primer anti-papa de la historia (unos 15 años). Muere martir con Ponciano en
la persecución de Maximino el Tracio (235-238). Escribe el Philosophoumena, Stygmata, Tratado
sobre la resurrección (dedicado a Julia Mamea, madre de Alejandro Severo), y la Traditio
Apostolica (fuente muy importante sobre la liturgia). Es el primero que aplica a la
Virgen el título de "Madre de Dios". Su teología moral es sumamente rigorista. Critica a Calixto
de blando y monarquiano (de permitir que los obispos y sacerdotes se casen, de permitir el
aborto, etc.). Era ambicioso y exagerado, pero murió arrepentido. Es patrono de la Ciudad de
México (13-VIII-1521).
113
II. LOS PADRES PRENICENOS ( SIGLOS I-III )
—Esquema
! a) San Ireneo de Lyon y su lucha contra el gnosticismo ! b) Los escritos
atribuidos a San Hipólito Romano ! c) La Traditio Apostolica
—Vida
Nace entre el 140 y 160, probablemente en Esmirna. En una carta (a. 190) al presbítero
romano Florino, amigo de la infancia que había caído en la herejía, relata cómo aprendió la
doctrina de San Policarpo (+155).
En 177 los fieles de Lyon, que sufrían una dura persecución bajo Marco Aurelio (su obispo
estaba encarcelado y murieron cuarenta mártires en aquella persecución) lo envían a Roma,
como embajador de paz con Eleuterio papa, preocupados por la comunidad sacudida por la
herejía de Montano. Elogian sus virtudes, sobre todo, el ser sacerdote.
114
A su regreso a Lyon ha muerto mártir el
obispo Fotino e Ireneo es nombrado su
sucesor. Contribuye a la difusión del
cristianismo por todo el valle del Ródano.
—Escritos
Combate a los gnósticos. Escribió muchas obras en griego de las cuales sólo quedan dos
completas y títulos y fragmentos de otras.
—Adversus haereses
S. Ireneo, en Adversus haereses, da tres reglas para luchar contra el gnosticismo, que es el
propósito fundamental del libro:
Son cinco libros. El primero contiene la primera parte de la obra que trata sobre el
descubrimiento de la falsa gnosis. Es de tipo histórico. Menciona a los valentinianos, luego, los
orígenes del gnosticismo con Simón el Mago y Menandro. Por fin alude al resto de los
principlales gnósticos: Satornil, Basílides, Carpócrates, Cerinto, los ebionitas, los nicolaitas,
Cerdón, Marción, Taciano, los encratitas.
115
Los restantes cuatro libros están dedicados a la segunda parte de la obra en la que refuta la
falsa gnosis. En el segundo libro, con argumentos de razón (a los que da gran importancia; cfr.
Trevijano), refuta a los valentinianos y marcionitas. Comienza tratando en él la unidad de Dios.
Aunque tuvo una difusión enorme, el escrito adolece de falta de nitidez y de unidad. No
logra una síntesis armónica. Sin embargo expone clara, simple y persuasivamente la doctrina
católica. No pretende el autor hacer retórica. Utiliza fuentes ya desaparecidas.
Eusebio la cita en su Historia Eclesiástica (5, 26). Se conserva en una versión armenia.
Está escrito como una carta a un amigo. Es un tratado apologético, exposición del Credo
como una historia de la salvación, que consta de una introducción y dos partes.
Contenido:
116
• En la Conclusión exhorta a la coherencia en la fe.
—Teología
S. Ireneo (+202, escribe entre 180 y 190), inquiere el porqué (dia ti) de los grandes datos
decisivos del plan de salvación, que forman "un conjunto" para el discípulo espiritual. Sin
elaborar una teología sistemática, piensa la fe como unidad coherente, y concibe la obra
redentora como inserta en una visión amplia de la historia del hombre y del mundo.
Podemos decir que las dos grandes líneas de la teología de Ireneo son:
—La Trinidad
117
No trata de las relaciones entre las tres Personas, porque, expresamente, se niega a
especular sobre estos temas como lo hacían imprudentemente los gnósticos. Prefiere
atenerse a lo que ha recibido por la Tradición sin añadir más.
—Cristología
—Mariología
María es la nueva Eva, la madre de los vivientes, "el seno de la humanidad" recapitulada en
Cristo.
—Eclesiología
118
Explica cómo la inmutabilidad de la doctrina recibida de los Apóstoles, que es la norma de
fe, se mantiene a causa de la sucesión apostólica ininterrumpida en las iglesias fundadas por
ellos. Los gnósticos carecen de esta garantía de la fe.
Como sería largo dar las listas de la sucesión apostólica en todas las iglesias, se decide por
dar la lista de Roma que es "la iglesia más grande,
más antigua y mejor conocida de todos, fundada y
establecida por los dos gloriosísimos apóstoles Pedro
y Pablo", desde Pedro a Eleuterio.
—La Eucaristía
—Escritura
Los libros canónicos según Ireneo son los cuatro Evangelios (que sólo pueden ser cuatro,
como los cuatro puntos cardinales), las epístolas paulinas y joánicas, el apocalipsis, la primera
epístola de Pedro, el Pastor de Hermas y los Hechos. Niega la canonicidad de la epístola a los
Hebreos.
119
Afirma que la Escritura (grafé) -así llama a los escritos del Nuevo Testamento- ha de ser leída
y recibida en la Iglesia.
Explica el origen de los Evangelios: Mateo hebreo, Marcos recogiendo la doctrina de Pedro,
Lucas la de Pablo y, por fin Juan redacta su Evangelio en Éfeso.
—Antropología
Los teólogos "asiatas" (Justino, Irerneao, Melitón de Sardes), asumen una antropología
aristotélica, a diferencia de los alejandrinos que resltan más la distsinción entre el Padre y
el Logos.
—Sotereología
Evita la palabra "deificación" (theopoiesis) pero emplea términos como "unirse a Dios",
"participar de la gloria de Dios", sin suprimir los límites entre Dios y el hombre (salva la
trascendencia de Dios), como hacían las religiones paganas y el gnosticismo.
El hombre es "imago Dei" por naturaleza, y "similitudo Dei" por gracia sobrenatural, obra
del Pneuma divino.
El hombre se salva en la Iglesia por los sacramentos que son el punto culmen de la
recapitulación en Cristo.
120
—Escatología
Aplica su teoría de la recapitulación de todas las cosas en Cristo, que llegará después de que
el anticristo aparezca recapitulando toda la apostasía, injusticia, malicia, falsa profecía,
superchería (número 666).
Al final será restaurado el mundo y durante mil años estará bajo el dominio de los justos; y
después vendrá el juicio (ideas milenaristas).
—Bibliografía: Quasten I, 287-314; Apuntes; Congar, La fe.., 279. Silvano Cola, Perfiles de los
Padres, ed. Ciudad Nueva, Madrid 1991, p. 23-27, Trevijano, 77-86, Catequesis de Benedicto XVI.
—Vida (170-236)
En el año 212 Orígenes, durante su viaje a Roma, oye la homilía de un presbítero en una de
las Iglesias de la Urbe. Era Hipólito que hablaba "sobre la alabanza de Nuestro Señor y Salvador".
Hipólito procedía del Este y escribió en griego. Se puede notar por el gran conocimiento que
tenía del griego. Tuvo una formación helenística (probable relación con Alejandría: habla del
"Logos" con frecuencia). Parece ser discípulo de Ireneo. Era más práctico que científico.
121
En sus escritos ataca el modalismo trinitario y patripasiano de Noeto y Sabelio. Su teología
del "Logos" tiende la subordinacionismo. Resalta mucho la Trinidad en Dios y no tanto la Unidad.
Por eso acusa a S. Calixto, papa, de debilidad (por
su actitud clemente en la práctica de la penitencia)
e infiel a la tradición (le llama sabeliano y hereje
por su actitud de defensa de la Unidad en Dios).
Virgen el título de "Madre de Dios". Su teología moral es sumamente rigorista. Critica a Calixto
de blando y monarquiano (de permitir que los obispos y sacerdotes se casen, de permitir el
aborto, etc.). Era ambicioso y exagerado, pero murió arrepentido. Es patrono de la Ciudad de
México (13-VIII-1521).
—Obras
122
Anticristo, Comentario sobre Daniel (postura milenarista; profetiza que en el año 500 el Imperio
romano se desintegraría en 10 naciones), Syntagma, Contra Noetum, Traditio apostolica, etc.
—Tratados dogmáticos
• Syntagma. Su título es: "Contra las herejías". Fue escrita antes de los Philosoumena,
• Tratados cronológicos:
• Homilías:
o Sobre la Pascua,
• Sobre la alabanza del Señor, Nuestro Salvador, o Homilía sobre la herejía de Noeto,
•
• Demostración contra los judíos.
•
• La Traditio Apostolica (la veremos más ampliamente).
El fragmento muratoriano (es posible que Hipólito sea su autor), fue descubierto y publicado
por L.A. Muratori en 1740, en un manuscrito del siglo VIII de la Biblioteca Ambrosiana de Milán.
El fragmento comprende en total 85 líneas. Parece que el original fue escrito en griego en la
segunda mitad del siglo II. Contiene la primera lista de libros del Nuevo Testamento que se
consideran inspirados. Su autor podría ser Hipólito. Este sería uno de sus primeros escritos en
el que recaba la lista de libros, según él fragmento, elaborada en Roma poco después de haber
gobernado Pío (142-155) la Iglesia de Roma.
—Los Philosophoumena
Su título es "Refutación de todas las herejías" (Kata pason aireseon elegxos). Es posterior al
222. Tiene dos partes. La primera (libros 1 a 4) explica los sistemas de la filosofía pagana. La
segunda (libros 5 a 9) es de más calidad y está dedicada a refutar las herejías de 33 sectas
gnósticas. Depende es este escrito mucho de su maestro Ireneo. Es una valiosa historia del
123
gnosticismo. El libro décimo es un resumen de los expuesto, con una cronología de la historia
judía y una exposición de la doctrina verdadera.
Transmisión del texto: el libro 1º se conocía desde 1701, los 7 últimos se descubrieron en
1842, en un manuscrito griego del siglo XIV. Estos ocho libros (faltan el 2º y el 3º) se publicaron
en Oxford en 1851 bajo el nombre de Orígenes. Los primeros libros son filosóficos y sólo a ellos
el autor atribuye el título de la obra.
! c) La Traditio Apostolica
La "Traditio Apostolica" (Apostoliké paradosis) fue escrita en el año 215. Fue
descubierta en 1916. Después de la Didaké, es la Constitución eclesiástica más antigua
y más importante. No existe el original griego. Sí versiones en copto, árabe, etiópico y
latín (del siglo IV, y un palimsesto -manuscrito raspado en el que se ha vuelto a escribir-
del siglo V). Tuvo mucha influencia en Oriente y muy poca en Occidente. Por ejemplo,
en Oriente influyó en la redacción del Libro VIII de las "Constituciones apostólicas"
(380), "Testamento de Nuestro Señor" y "Canon de Hipólito" (500).
Hipólito insiste en que ha escrito la "Traditio" con el fin de hacer ver la necesidad de
permanecer fieles a la Tradición litúrgica. Por esta razón puede suponerse que su contenido
refleja costumbres romanas antiguas, por lo menos de mediados del siglo II.
—Partes
• Primera (De la Jerarquía):
! Prólogo
! Cánones para la elección y consagración de un obispo
! Oración para la elección y consagración de un obispo, en la que se menciona la
sucesión apostólica y el perdón de los pecados
124
! Normas para los confesores, lectores, viudas, vírgenes, subdiáconos, quienes
tienen el don de curar, etc.
! Normas para la elección y consagración de un obispo: la elección era popular y
pública; en domingo; se hacía la consagración con la asistencia de los
obispos vecinos: imposición de las manos, oración de todos en silencio, un
obispo impone las manos y pronuncia la oración consecratoria.
125
—Doctrina teológica
126
II. LOS PADRES PRENICENOS ( SIGLOS I-III )
Queridos hermanos y
hermanas:
En las catequesis sobre las grandes figuras
de la Iglesia de los primeros siglos llegamos
hoy a la personalidad eminente de san
Ireneo de Lyon. Sus noticias biográficas nos
vienen de su mismo testimonio, que nos ha
llegado hasta nosotros gracias a Eusebio en el quinto libro de la «Historia eclesiástica».
Ireneo nació con toda probabilidad en Esmirna (hoy Izmir, en Turquía) entre los
años 135 y 140, donde en su juventud fue alumno del obispo Policarpo, quien a su vez era
discípulo del apóstol Juan. No sabemos cuándo se transfirió de Asia Menor a Galia, pero la
mudanza debió coincidir con los primeros desarrollos de la comunidad cristiana de Lyon: allí,
en el año 177, encontramos a Ireneo en el colegio de los presbíteros.
Precisamente en ese año fue enviado a Roma para llevar una carta de la comunidad de Lyon
al Papa Eleuterio. La misión romana evitó a Ireneo la persecución de Marco Aurelio, en la que
cayeron al menos 48 mártires, entre los que se encontraba el mismo obispo de Lyon, Potino,
de noventa años, fallecido a causa de los malos tratos en la cárcel. De este modo, a su regreso,
Ireneo fue elegido obispo de la ciudad. El nuevo pastor se dedicó totalmente al ministerio
episcopal, que se concluyó hacia el año 202-203, quizá con el martirio.
127
Ireneo es ante todo un hombre de fe y un pastor. Del buen pastor tiene la prudencia, la
riqueza de doctrina, el ardor misionero. Como escritor, busca un doble objetivo: defender la
verdadera doctrina de los asaltos de los herejes, y exponer con claridad la verdad de la fe. A
estos dos objetivos responden exactamente las dos obras que nos quedan de él: los cinco
libros «Contra las herejías» y «La exposición de la predicación apostólica», que puede ser
considerada también como el «catecismo de la doctrina cristiana» más antiguo. En definitiva,
Ireneo es el campeón de la lucha contra las herejías.
La Iglesia del siglo II estaba amenazada por la «gnosis», una doctrina que afirmaba que la fe
enseñada por la Iglesia no era más que un simbolismo para los sencillos, pues no son capaces
de comprender cosas difíciles; por el contrario, los iniciados, los intelectuales —se llamaban
«gnósticos»— podrían comprender lo que se escondía detrás de estos símbolos y de este
modo formarían un cristianismo de élite, intelectualista.
síntesis del Evangelio, nos ayuda a comprender lo que quiere decir, la manera en que
tenemos que leer el mismo Evangelio.
De hecho, el Evangelio predicado por Ireneo es el que recibió de Policarpo, obispo de Esmirna,
y el Evangelio de Policarpo se remonta al apóstol Juan, de quien Policarpo era discípulo. De
este modo, la verdadera enseñanza no es la inventada por los intelectuales, superando la fe
sencilla de la Iglesia. El verdadero Evangelio es el impartido por los obispos que lo han recibido
gracias a una cadena interrumpida que procede de los apóstoles. Éstos no han enseñado otra
cosa que esta fe sencilla, que es también la verdadera profundidad de la revelación de Dios.
De este modo, nos dice Ireneo, no hay una doctrina secreta detrás del Credo común de la
Iglesia. No hay un cristianismo superior para intelectuales. La fe confesada públicamente por
la Iglesia es la fe común de todos. Sólo es apostólica esta fe, procede de los apóstoles, es
decir, de Jesús y de Dios.
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Al adherir a esta fe transmitida públicamente por los apóstoles a sus sucesores, los cristianos
tienen que observar lo que dicen los obispos, tienen que considerar específicamente la
enseñanza de la Iglesia de Roma, preeminente y antiquísima.
Esta Iglesia, a causa de su antigüedad, tiene la mayor apostolicidad: de hecho, tiene su origen
en las columnas del colegio apostólico, Pedro y Pablo. Con la Iglesia de Roma tienen que estar
en armonía todas las Iglesias, reconociendo en ella la medida de la verdadera tradición
apostólica, de la única fe común de la Iglesia. Con estos argumentos, resumidos aquí de
manera sumamente breve, Ireneo confuta en sus fundamentos las pretensiones de estos
gnósticos, de estos intelectuales: ante todo, no poseen una verdad que sería superior a la de
la fe común, pues lo que dicen no es de origen apostólico, se lo han inventado ellos; en
segundo lugar, la verdad y la salvación no son privilegio y monopolio de pocos, sino que todos
las pueden alcanzar a través de la predicación de los sucesores de los apóstoles, y sobre todo
del obispo de Roma. En particular, al polemizar con el carácter «secreto» de la tradición
gnóstica, y al constatar sus múltiples conclusiones contradictorias entre sí, Ireneo se
preocupa por ilustrar el concepto genuino de Tradición apostólica, que podemos resumir en
tres puntos.
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Espíritu de Dios, como depósito precioso custodiado en una vasija de valor rejuvenece
siempre y hace rejuvenecer también a la vasija que la contiene… Donde está la Iglesia, allí
está el Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda gracia» (3,
24, 1).
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II. LOS PADRES PRENICENOS ( SIGLOS I-III )
—Esquema
! a) El origen de los primeros símbolos ! b) La aparición de las primeras
regulae fidei ! c) La formación del canon neotestamentario ! d) El canon
muratoriano ! e) Importancia y significado de estos testimonios
Se suele afirmar que fue en el Concilio de Nicea (año 325) cuando, por primera vez, se
presentó el conjunto de la verdad fundamental de la fe cristiana bajo la forma de un símbolo
elevado a la categoría de Regla de fe. Sin embargo, el símbolo niceno, representa solamente el
término de un largo desarrollo, en el cual los primeros inicios se pueden rastrear en las
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confesiones cristológicas de fe de San Pablo (y que en inglés se han denominado precredal
elements).
El núcleo cristológico inicial fue sucesivamente ampliado con la premisa relativa a Dios
Padre y creador, y con el añadido referente al Espíritu Santo y a la Iglesia.
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encarnado) y se explica y amplía la confesión de fe en el Espíritu Santo como confesión
en la actualidad y en el futuro de lo cristiano. El texto sigue siendo griego.
• s. V: la leyenda se amplía: cada artículo habría sido compuesto por cada uno de los
doce Apóstoles. El Símbolo apostólico se difunde por todo el occidente, con ligeras
variante en cada nación, gracias a la preeminencia alcanzada por la Iglesia romana.
• s. IX: Carlomagno, acepta una variante francesa que luego es aceptada también por
Roma y se convierte así en texto unitario.
—En Oriente
• s.II-III: se utilizan distintas fórmulas bautismales de profesión de fe, pero todas basadas
en el esquema trinitario. Se desarrolla más el aspecto cósmico metafísico (Cristo
preexistente), relacionando cristología y creación: lo singular de la historia y lo
permanente y comprensible de la creación.
• s.IV-V: aparecen los grandes Símbolos de las Iglesias orientales (Cesarea, Jerusalén,
Antioquía) como el Símbolo Niceno, Niceno-Constantinopolitano, etc.
Aparece, tal como ahora lo conocemos, en Arles, durante el siglo VI. Aunque no parece que
su origen se deba a que los Apóstoles hayan compuesto cada uno de sus doce artículos, sin
embargo, hay que decir que todos sus elementos doctrinales ya se encuentran en los escritos
apostólicos de finales del siglo I. El desarrollo de su contenido corre paralelo al progreso de la
liturgia bautismal.
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a) La fórmula cristológica
La más primitiva es la de Act 8,37 (bautismo del Etíope: "Yo creo que Jesucristo es el Hijo
de Dios").
Más tarde se añade la palabra "Salvador" y surge el acróstico ICTYS (pez): "Iesus Christus
Dei Filius, Salvator" (en griego). S. Pablo presenta el mensaje del Evangelio centrado en el Hijo
de Dios (Rom 1,3; 1 Cor 15,3). S. Ignacio de Antioquía, hacia el año 100 (Trall. 9) hace lo mismo.
b) La fórmula trinitaria
Surge desde los tiempos apostólicos, para el rito bautismal ("en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo). Así, S. Justino (año 150).
c) La fórmula combinada
Hacia el año 200, en Roma, surge una forma de Credo con 8 o 9 cláusulas (Traditio Hipoliti).
Este Símbolo Romano era conocido por Tertuliano. Probablemente fue compuesto hacia la
mitad del siglo II. Es el arquetipo de todos los Credos occidentales, en donde se da más
importancia al nacimiento de Jesús de la Virgen María. En Oriente se resalta más el nacimiento
eterno del Hijo (Símbolos de Jerusalén y de Cesaréa, utilizados desde antes del de Nicea).
134
Ante la difusión de las herejías (p. ej. Marción hacia la mitad del siglo II), en Roma y Asia
Menor se fue perfilando el Canon de Libros inspirados (Ireneo, Canon Muratoriano)
reconocidos por su apostolicidad, antigüedad, uso en la liturgia y ortodoxia en la doctrina.
Por otra parte, el cauce de la Tradición aparecía demasiado largo y contaminado. Se llegó
así a la determinación del Canon (es decir, de la regla de fe o credo), que llegó a ser el criterio
inderogable para un ulterior desarrollo de la Tradición y el punto de referencia seguro tanto
para la catequesis como para la teología.
La definición del Canon no fue obra de un Concilio, ni ecuménico ni local, sino el resultado
de una progresiva convergencia de consensos en relación al uso de los textos sagrados en las
asambleas litúrgicas. La lex orandi llega a ser progresivamente también lex credendi.
En la Primera Carta de Clemente a los Corintios afirma la verdad de las Escrituras y su origen
divino, pero no presenta ningún elenco de libros inspirados. La adquisición del Antiguo
Testamento como libros sagrados de la comunidad cristiana fue llevada a cabo por los
apologistas en su polémica contra los judíos.
No ocurrió lo mismo con el Nuevo Testamento. Antes de Marción (año 140) no se podía
hablar de "Nuevo
Testamento". Es precisamente con ocasión de la herejía de Marción cuando Ireneo propone,
como defensa, responder con los cuatro Evangelios. El lucha por una enseñanza de los
Apóstoles que incluya los cuatro Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, los dichos del Señor
y las Cartas apostólicas de San Pablo.
Poco tiempo después de Clemente de Alejandría (fines del siglo II) se incluye el Apocalipsis
de San Juan y muestra reverencia por el Pastor de Hermas.
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Hacia el año 200 después de Cristo el Canon muratoriano propone una lista cerrada que
excluye a Hermas. Esta lista se convierte en el Nuevo Testamento.
• El Apocalipsis.
! d) El canon muratoriano
La lista más conocida de los Libros del
Nuevo Testamento es la recogida en el
"fragmento muratoriano", llamado así por su
descubridor (Muratori, 1740). Es de fines del siglo II (el más antiguo canon) y consta de 85
líneas. Señala el origen de los cuatro Evangelios haciendo una referencia expresa a San Juan,
como autor del
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cuarto Evangelio.
Desde hace tiempo los investigadores han renunciado a la pretensión de encontrar una
forma original única que pudiera considerarse la Urform o Grundtypus de todas las fórmulas
sucesivas. Por otra parte, sin embargo, cada una de esas fórmulas han pretendido ser una
auténtica Regula fidei objetiva, que se "cree" y no se "crea", que se "acepta" y no se "inventa".
Solamente así podían ser verdaderamente símbolo, es decir, signo de reconocimiento entre
cristianos (tessera hospitalitatis, según Tertuliano).
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