JesusPerez 2014 Literaturaescuela PDF
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UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN
SECCIONAL SUROESTE
2014
LA ENSEÑANZA DE LA LITERATURA EN LA ESCUELA: DIVERSIDAD DE
PRÁCTICAS, MULTIPLICIDAD DE SENTIDOS
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN
SECCIONAL SUROESTE
2014
Nota de aceptación:
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y Gloria Rincón.
que hicieron posible esta investigación, al abrir las puertas de sus aulas
APERTURAS ........................................................................................................................ 8
1.1 Tránsitos por el pasado y presente de la enseñanza de la literatura: una revisión necesaria 10
1.2 Apuestas y sentidos: el qué y el para qué de esta investigación ............................................. 30
1.3 De los caminos recorridos en este viaje investigativo ............................................................ 36
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................ 98
ÍNDICE DE ILUSTRACIONES
Ilustración 5: Modos de organización didáctica que se privilegian en los Casos estudiados .......... 43
Ilustración 6: Criterios para seleccionar las obras en los Casos estudiados ................................... 52
Tabla 2: Síntesis de las concepciones sobre la enseñanza de la literatura que se desprenden de las
políticas educativas para el área de lenguaje en Colombia. ............................................................ 20
Esta investigación que se tejió a lo largo de tres años, tiene como propósito aportar a la
problematización y comprensión de las prácticas de enseñanza de la literatura en un
contexto concreto: los grados once de las tres instituciones educativas públicas urbanas del
municipio de Ciudad Bolívar; así pues, dicho trayecto investigativo se desplegó a través de
la siguiente pregunta orientadora: ¿Cuáles son las prácticas de enseñanza de la literatura
que se configuran y con qué intencionalidad se aborda el hecho literario en el grado
undécimo? Esto con el fin de develar la epistemología de las prácticas de enseñanza de la
literatura en contextos concretos y reales, de construir una reflexión sobre ese quehacer
cotidiano, de valorar la experiencia como fuente de conocimiento.
8
algunas prácticas de enseñanza que se vienen tejiendo en esa realidad escolar estudiada y
que tienen la intencionalidad, ya no de informar sobre literatura, sino de consolidar en el
estudiante una verdadera formación literaria.
Finalmente, culmino este trabajo con un epílogo que además dejar abiertos nuevos caminos
a otras indagaciones; me narro como docente y como investigador al describir lo que
significó para mí este viaje, al dar cuenta de esas transformaciones que ha dejado esta
experiencia en mis pensamientos, en mi lenguaje, en mis sentimientos, con relación a la
enseñanza de la literatura.
No queda más que invitarlos para que hagan este viaje conmigo y asistan a la
problematización de ciertas prácticas en la enseñanza de la literatura en un contexto
específico.
9
CAPÍTULO I
Antes de presentar los antecedentes, considero pertinente esbozar el asunto que guió la
presente indagación. Esta investigación surge de la necesidad de problematizar las prácticas
de enseñanza de la literatura y los sentidos desde los cuales ésta es abordada en los grados
once de las tres instituciones públicas urbanas del municipio de Ciudad Bolívar,
entendiendo por problematizar una actitud interpretativa fundada en la explicación y
comprensión del quehacer del maestro; esto con el fin de saber más sobre los modos de
enseñar literatura de manera situada, de hacer epistemología de la práctica, es decir, de que
a la experiencia se le conceda ese estatus de conocimiento, de tal suerte que a partir de ésta,
se alienten reinvenciones, cambios, transformaciones en los procesos de enseñanza y
aprendizaje de la literatura, lo que a su vez permite dar pasos hacia la consolidación de una
didáctica de la literatura.
Así, para darle un asidero al problema de investigación revisé algunos trayectos de orden
teórico, legales e investigativos relacionados con la enseñanza de la literatura en la escuela.
Los primeros me permitieron un acercamiento a los diferentes paradigmas de enseñanza de
la literatura que se consolidaron a lo largo del siglo XX; los segundos ilustran el panorama
que se ha tejido en Colombia a partir de las políticas educativas del Ministerio de
Educación Nacional (MEN) y sus lineamientos y enfoques en relación con la enseñanza de
la literatura. Los últimos presentan diferentes investigaciones relacionadas con la enseñanza
de la literatura como práctica situada.
10
El siguiente esquema ilustra la revisión realizada a esos trayectos de orden teórico, legal e
investigativo:
TRAYECTOS
CONCEPCIÓN DE LA LITERATURA
MODELOS DE ENSEÑANZA EN LOS DIFERENTES ENFOQUES INVESTIGATIVOS
DEL LENGUAJE EN COLOMBIA
El paradigma historicista o poética del autor es descrito por Mendoza (2004) como un
modelo de corte positivista, donde el autor y las condiciones de su contexto socio –
histórico son los criterios que fundamentan el estudio literario en la escuela. Por tanto,
enseñar literatura en esta mirada equivale a enseñar historia literaria, entendida como un
conjunto de contenidos de carácter descriptivo a modo de enumeración enciclopédica para
ser aprendidos y repetidos memorísticamente: datos sobre autores, obras, fechas,
movimientos y escuelas literarias, épocas, géneros, recursos estilísticos. En cuanto a la
lectura, en muchas ocasiones no hay acceso directo a los textos mismos y cuando lo hay
son fragmentos supeditados a fines lingüísticos (ejemplos del uso correcto del idioma, del
buen escribir, del buen decir), moralistas (lecturas bellas, edificantes, ejemplarizantes) o
patrióticos (exaltar y cultivar un creciente nacionalismo).
11
Del paradigma formal o poética del texto, podemos decir que se consolida con las teorías
literarias formalistas y estructuralistas y su interés está centrado exclusivamente en el texto.
Esta concepción, comparada con la anterior, permite la lectura directa de mayor cantidad
de obras en el aula, pero con el único fin de hacer análisis descriptivos a través del
“comentario de textos” que se agotan en la identificación de aspectos textuales internos
como: argumento o síntesis de la obra, caracterización de personajes principales y
secundarios, tiempo, espacio, narrador; igualmente hay una fuerte tendencia hacia la
identificación del lenguaje figurado o lo que los formalistas denominaron la “literariedad”:
ese uso enajenado del lenguaje ordinario y el desvío expresivo de las formas más habituales
del habla cotidiana al servicio de la construcción de la poeticidad de los textos (Jakobson,
1963). Y en algunos casos la literatura también es puesta al servicio de análisis
estrictamente gramaticales, esto es, utilizar novelas, cuentos o poemas para señalar en ellos
sustantivos, adjetivos, verbos, pronombres, adverbios o clases de oraciones con sus
diferentes complementos.
Por otro lado, el asunto de la comprensión desde este paradigma es limitada y unívoca, ya
que al texto se le atribuye una sola interpretación correcta; y para llegar a ella, según lo
señalado por Sánchez (2003) basta que el lector haga una simple adición de componentes
semánticos aislados unos de otros, porque se piensa que el sentido está del lado del texto y
no del sujeto receptor.
Por su parte el paradigma interpretativo o poética del lector recoge los aportes de nuevas
teorías literarias que se consolidaron en las últimas cuatro décadas del siglo pasado. Entre
las más determinantes están: la estética de la recepción, la semiótica, la pragmática literaria
y la hermenéutica. Dicha concurrencia de teorías, lejos de constituirse en una incoherencia
teórica, se traduce en su potencial, al permitir múltiples miradas sobre el texto literario.
12
expectativas de los jóvenes estudiantes así como sus enciclopedias culturales específicas. (p.
324-325).
En esta cita vale la pena profundizar en varios asuntos: el lector como constructor de
significados, la formación de hábitos lectores, el placer estético y los horizontes de
expectativas de los estudiantes. En cuanto al lector, este modelo le da toda la importancia
centrándose en su participación activa, en la experiencia directa y personal con la lectura,
fomentando la interacción y comunicación literaria, con el fin de que se implique en la
construcción de sentidos, que coopere con el texto a través de sus conocimientos previos,
enciclopédicos y culturales; en una expresión: el lector es un actualizador de la obra.
En cuanto a la formación de hábitos lectores, habría que decir que en esta mirada el
objetivo de abordar el componente literario en la escuela está relacionado con la idea de
enseñar a apreciar las creaciones literarias, en el sentido de posibilitar que los estudiantes
disfruten, aprecien, valoren e interpreten las obras, lo que implica una amplia actividad
lectora (Mendoza, 2004). En esta línea, la presencia de la literatura en la escuela no busca
aprendizajes lingüísticos ni preparar a los alumnos como analistas de textos, sino que lo que
se pretende básicamente es formar lectores literarios autosuficientes, lectores habituales que
lean dentro y fuera de la escuela y no sólo para cumplir con una tarea escolar.
Retomando el tercer elemento en la cita de Sánchez, referido al placer estético, hay que
decir que tal placer no hace referencia a un goce inmediatista, de mera diversión que no
requiere ningún tipo de esfuerzo; al contrario, sólo es posible el placer cuando se ha
trabajado con el texto, cuando se ha alcanzado un alto nivel en la construcción de la obra.
En cuanto al horizonte de expectativas, último elemento esbozado en el fragmento tomado
de Sánchez Corral, se podría afirmar que en este modelo toma gran relevancia, puesto que
fue a partir de este momento que en las escuelas se empezaron a seleccionar las obras
literarias teniendo en cuenta las motivaciones, intereses y capacidades de los alumnos. Por
ende se empieza a ver en las aulas la presencia de textos creados para niños y jóvenes
comúnmente denominados literatura infantil y juvenil.
13
una unidad semiótica y significativa, es decir, el texto va formando su modelo de lector a
través de una serie de indicaciones que lo van guiando, de tal modo que éste llene de
significado esa parte no formulada del texto, ya que una obra literaria está llena de
indeterminación, de espacios vacíos. En esta dirección, el texto literario se considera pluri-
significativo, en la medida que no existe una interpretación unívoca, pues el significado
depende de la época, del contexto y del lector, el cual puede encontrar otros sentidos quizá
nunca previstos ni por el autor ni por el resto de público lector. En cuanto a la definición de
lo que es literatura, ya no se hace desde características inmanentes, sino desde el consenso
histórico cultural y por tanto depende de cada época.
14
Estos paradigmas (historicista, formal, interpretativo) aportan a la construcción del
problema en tanto que, por un lado, permiten distinguir de manera general algunos énfasis
en el abordaje del componente literario que ha privilegiado la escuela a través del tiempo;
por otro lado, hacen explícito que las reflexiones teóricas sobre la enseñanza de la literatura
en las últimas décadas se vienen transformando de forma sustancial a partir de la aparición
de nuevas teorías literarias. Ahora bien, nada garantiza que esas evoluciones a nivel teórico
hayan logrado trascender en el ejercicio de los procesos de enseñanza, de ahí que estos
antecedentes muestren la necesidad y la pertinencia de estudiar las prácticas de enseñanza
de la literatura de manera situada para comprender esas relaciones, tensiones y brechas
entre teoría y práctica.
15
El resto de esfuerzos se van en la enseñanza de la historia literaria: conocimiento
enciclopédico de fechas y datos biográficos; clasificación estandarizada de las obras
literarias en movimientos, escuelas, periodos, géneros; identificación de figuras literarias.
El docente es dependiente del libro de texto guía y del canon literario.
Cárdenas Páez (1999) señala las principales bases teóricas de este primer intento de modelo
nacional, a la par que examina las principales dificultades tanto en el diseño como en lo
metodológico. Según este autor, el enfoque semántico –comunicativo es un conjunto de
estrategias teórico –prácticas, fundamentadas, por un lado, desde una mirada semántica:
relación dialéctica entre lenguaje – pensamiento – realidad a partir de tres niveles de
semantización: conceptual, lógico e ideológico; con una mirada comunicativa: contribuir al
perfeccionamiento de las habilidades comunicativas: hablar, escuchar, leer y escribir.
Concretamente los contenidos literarios estaban “destinados al aprendizaje, análisis,
interpretación y creación de la literatura, definida como recreación de la realidad,
conocimiento, comunicación y fuente de placer estético” (Cárdenas, 1999, p. 23).
Pero el andamiaje teórico de este enfoque, desde el análisis propuesto por Cárdenas Páez,
cae en varias inconsistencias en el diseño y en la metodología. Debilidades en el diseño:
definir la lengua como un instrumento, como algo ya hecho y útil como cualquier
herramienta; reducir la visión comunicativa a cuatro habilidades; y la de asimilar los tres
niveles semánticos propuestos por el profesor Baena (conceptual, lógico, ideológico) con lo
puramente gramatical; en términos metodológicos señala inconvenientes como: la no
aparición de la semiología referida tímidamente en el enfoque en los procesos de la lectura
16
literaria; la ausencia de las dimensiones ética y estética en la orientación de la literatura; el
de entender “propiedad y corrección” no desde lo pragmático o lo sociolingüístico, sino en
el sentido del buen uso, del uso homogéneo del sistema, y la reducción de la lectura en
general y la literaria en particular a meros procesos de alfabetización y de comprensión
lectora. A todo esto hay que agregar, según Cárdenas (1999), el descuido de parte del MEN
en la formación de los maestros, quienes por falta de fundamentos teóricos caen en un
excesivo “practicismo intuicionista” (p. 26).
Es importante señalar que para la implementación del enfoque semántico- comunicativo fue
entregado en todos los colegios del país un libro que pretendía ser el texto guía del maestro,
a saber, Español y literatura, Marco General: Propuesta Programa Curricular (MEN,
1988). A pesar de que este libro supuestamente recogía los postulados de este nuevo
enfoque en términos literarios, en la medida que impulsaba el “disfrute de la literatura y el
acercamiento a ella como medio de conocimiento” (MEN, 1988, p. 115), no aportó ningún
cambio en la enseñanza, ya que el énfasis seguía siendo la presentación de contenidos de la
historia literaria: listados de obras, movimientos, figuras retóricas. Igualmente la literatura
seguía obedeciendo a un canon con una secuencia establecida: en primera instancia debía
enseñarse la fábula, el mito, la leyenda; en el año siguiente géneros literarios; luego
literatura colombiana; posteriormente literatura latinoamericana; en el penúltimo grado
literatura española y finalmente literatura universal (clásica). Lo anterior se presenta para
ilustrar que el enfoque semántico comunicativo no se materializó en los libros de texto de
esa época y, como era de esperarse, las prácticas de enseñanza de la mayoría de maestros
tampoco se transformaron ya que éstas, estaban ceñidas a los libros guía.
17
Fue así como el MEN, doce años después de este primer intento de consolidar un modelo
nacional de enseñanza del lenguaje, presenta los Lineamientos Curriculares, cuya
orientación teórica amplía el enfoque “semántico comunicativo” propuesto en la década
pasada a un enfoque de “la significación” entendida como “aquella dimensión que tiene
que ver con los diferentes caminos a través de los cuales llenamos de sentido a los signos”
(MEN, 1998, p. 47). En el marco de la significación, se plantea el estudio de la literatura
desde tres dimensiones fundamentales:
En esta propuesta lo importante no sería cómo dar cuenta de los contenidos o determinar
qué obra habría que leer en cada uno de los grados; lo sustancial es lo que se hace con los
textos en el aula, y lo que habría que hacer, según Los lineamientos (1998) es la lectura
directa de las obras, pero no desde una práctica que se conforme con leer y “dar cuenta” de
lo leído, sino bajo propuestas que se orienten hacia una interpretación profunda del texto
literario. Desde la perspectiva de este documento, podría lograrse dicha interpretación, ya
sea desde la dimensión estética siempre y cuando se potencie el desarrollo de la
argumentación, o desde la historiografía literaria si esta perspectiva incluye la lectura y
análisis directo de las obras, o desde la integración de las dos anteriores haciendo énfasis en
una mirada semiótica.
Consecuentemente, este enfoque del lenguaje plantea una nueva orientación de lo que
significa leer. Los Lineamientos (1998) conciben que este proceso va más allá de la
concepción tradicional que sostiene que es un acto meramente decodificador que busca el
reconocimiento de un código y tiende a la comprensión. Leer es un proceso sociocultural y
no meramente lingüístico, que requiere de la interacción entre: a) el lector con sus intereses,
gustos y deseos; b) el texto que es portador de un significado y de una perspectiva cultural,
política, ideológica y estética; y c) el contexto que es una situación de la comunicación en
la que están en juego intereses, intencionalidades, ideologías y valoraciones culturales de
18
un grupo social determinado. En síntesis, leer es un proceso activo, que requiere la
construcción de significados a partir de la interacción entre texto, lector y contexto. De
manera que el significado, a diferencia de otras concepciones, no está exclusivamente en el
texto; sino en la interacción de los tres factores, lo que determina que cada lector
comprende un texto de acuerdo con la realidad interior, su experiencia previa, su nivel de
desarrollo cognitivo y con su situación emocional.
Este enfoque para la enseñanza del lenguaje propuesto desde la significación, no sólo está
enunciado en los Lineamientos Curriculares (1998). El Ministerio de Educación Nacional
publica en 2006 los Estándares de Lenguaje, con la idea de materializar dicho enfoque. En
relación con la literatura, afirma que su enseñanza debe apuntar a tres grandes fines: la
creación de hábitos lectores, la formación de lectores críticos y la producción con fines
literarios.
El segundo objetivo está referido a la formación de lectores críticos. De acuerdo con este
documento nacional, se entiende por lector crítico a aquel que llega a leer entre líneas, a ver
más allá de lo evidente, aquel capaz de reinterpretar el mundo y construir sentidos
transformadores de todas las realidades. Lectores activos con la capacidad de formular
juicios, interpretaciones y valoraciones de las obras literarias en su verdadera dimensión. El
tercer y último objetivo apunta a estimular en los estudiantes la escritura creativa con fines
literarios, de tal manera que puedan mejorar su producción a través del fortalecimiento de
sus capacidades expresivas, imaginativas y cognitivas, y al mismo tiempo, expresar sus
formas particulares de sentir, ver y recrear el mundo, esto es, de significarlo.
19
El siguiente cuadro resume lo expuesto hasta acá, acerca de las miradas que sobre literatura
se derivan de los enfoques del lenguaje propuestos por el Ministerio de Educación Nacional
COLOMBIA
20
su orden, en los siguientes tres subcampos: internacional, nacional y uno que recoge las
investigaciones a nivel departamental, tal como lo muestra el siguiente esquema:
ANTECEDENTES INVESTIGATIVOS
En España, son muchos los que vienen reflexionando sobre la enseñanza de la literatura
como es el caso de Amando López Valero, Carlos Lomas, Teresa Colomer, Antonio
Mendoza Fillola, entre muchos otros. López Valero (1998) hace un análisis constructivo de
la situación actual de la didáctica de la lengua y la literatura, donde afirma que las nuevas
reformas curriculares en su país y la incorporación a la educación de nuevas teorías
literarias como la estética de la recepción, la semiótica y la pragmática, traen repercusiones
en la trayectoria tradicional de la enseñanza, la cual se centra en la historia literaria, en el
estudio de los recursos estilísticos y cuando más en el comentario de textos. Pero para
avanzar de esa mirada a una nueva configuración de la enseñanza es indispensable, según
este autor, “reflexionar sobre nuestra práctica docente con la finalidad de superar los
dogmatismos que nos han precedido basados en los enfoques historicistas” (López, 1998, p.
9), es decir, que para lograr transformaciones que impacten directamente a la escuela es
necesario partir de la comprensión de lo que se hace a diario en el aula.
21
literatura, pues ésta se centra en lo humano, permitiendo comprender e interpretar la
realidad, pero pensada no desde una lectura reducida a una función instrumental, que deja
de lado funciones como la imaginativa o la personal; sino como una práctica cultural que
permite lograr aprendizajes integrales, aprendizajes para toda la vida. Ahora bien, para
alcanzar lo anterior, estos autores insisten en que cualquier cambio en la enseñanza de la
literatura “pasa inevitablemente por la acción reflexiva del profesorado […] el colectivo
docente debe plantearse de un modo crítico qué está haciendo en su práctica cotidiana”
(López, Encabo, Moreno, 2002, p. 37).
En esta dirección, Carlos Lomas (1996), al poner en relación los fines comunicativos de la
educación lingüística y literaria con los contenidos, los métodos, las tareas escolares, los
sistemas de evaluación, los libros de texto y con los modos de hacer en las aulas,
comprueba que hay una distancia entre los objetivos del área planteados desde lo que en su
país han denominado “renovación pedagógica” y lo que se hace en la escuela, un abismo
entre lo que debe ser y lo que es, entre la realidad y el deseo.
Por su parte, Teresa Colomer, a través de diversos trabajos 1 señala que el tratamiento de lo
literario en la escuela se mueve en dos perspectivas: aquellas que responden a una
“información literaria” y las que se centran en la “educación literaria”. En la primera línea
1
“De la enseñanza de la literatura a la educación literaria” (1991); “La didáctica de la literatura: temas y
líneas de investigación e innovación” en: La educación lingüística y literaria en la enseñanza secundaria,
Lomas (coord.); Andar entre libros: la lectura literaria en la escuela (2005)
22
se inscriben todas aquellas prácticas tradicionales cuyo énfasis está puesto en lograr que el
estudiante adquiera conocimiento enciclopédico sobre la historia literaria. La segunda
perspectiva corresponde a esos esfuerzos que propenden por la formación de un lector
competente, capaz de apreciar, disfrutar, comentar e interpretar textos, pero también con la
capacidad de experimentar la escritura con fines literarios. De este panorama presentado
por esta autora, surge la necesidad de la reflexión, pero una reflexión que no se alimente
únicamente de avances teóricos, sino que se sitúe en la propia práctica del maestro, pues
esto permite “que cada maestro pueda entender mejor el por qué y el cómo de su tarea y
sentirse más seguro y creativo en su trabajo cotidiano” (Colomer, 2005, p. 8).
En cuanto a las funciones del profesor que se derivan de un modelo de educación literaria
están: la de potenciar la lectura autónoma, educar la sensibilidad y la apreciación crítica del
estudiante, convertir las clases de literatura en espacios de diálogo que promuevan la
interpretación y valoración de las obras y al mismo tiempo la producción con fines
literarios. Igualmente la selección de los textos según los intereses y capacidades de sus
alumnos, en fin, la función del docente estaría pensada como orientador, promotor de una
lectura y una escritura literaria más inteligente y profunda. Así pues, desde la línea de este
autor, toda investigación que se plantee interrogantes relacionados con el profesorado y sus
funciones dentro del proceso de formación literaria es un trabajo pertinente y necesario para
avanzar hacia transformaciones reales en el aula.
23
profesor argentino Gustavo Bombini (2006), habla de que la educación literaria está dentro
del arte de lo posible, siempre y cuando se reinventen cada día los modos de abordarla en el
aula. Es que esa “reinvención” no es una tarea de didactas ni de lingüistas ni de pedagogos,
sino de cada docente que tiene en su quehacer cotidiano “la posibilidad de releer la práctica
de una manera interesante, de detenerse frente a la riqueza de la cotidianidad escolar.
Reinventar es en realidad redescubrir, leer en otra clave” (Bombini, 2006, p. 12). Por tanto,
en la línea de pensamiento de este autor, la pregunta por la tarea del docente de lengua y
literatura es fundamental, ya que dicho cuestionamiento abre espacios de reflexión que
ayudan a saber más sobre los modos de enseñar. Según este autor “cualquier reflexión
sobre el sentido de la enseñanza de la lengua y la literatura habrá de incorporar hoy esta
nueva mirada, una mirada –me atrevo a decir– más sensible y más preocupada porque la
enseñanza sea una tarea posible aun en los contextos más desfavorables” (2006, p. 27).
En esta misma dirección, Carolina Cuesta (2006), discípula de Gustavo Bombini, también
considera fundamental la cuestión de discutir los sentidos de la literatura en la escuela. Los
resultados de sus investigaciones le han permitido postular la existencia de modos de leer
literatura en el aula y no de lectores “buenos o malos” ni de “lecturas correctas o
incorrectas”. De acuerdo con esta autora, hay modos de “leer institucionalizados” que son
aquellas prácticas de lectura conservadas y retrasmitidas históricamente por la escuela y
modos de “leer epistémicos” que obedecen más a una práctica social de la lectura literaria y
por tanto más singular, más creativa, e innovadora. Ahora bien, el trabajo presentado por
Cuesta (2006), no se postula como la “receta que faltaba” sino como una invitación a la
reflexión docente a partir del relato de prácticas efectivas expuestas en el texto, de tal
modo que dicha sistematización se convierta en un motor que impulse a nuevas
investigaciones a “repensar la enseñanza de la literatura desde el quehacer cotidiano en el
aula” (Cuesta, 2006, p. 96).
En esta línea de pensamiento se inscribe Valeria Sardi (2006), quien a partir de pequeñas
biografías y relatos cotidianos, construye la historia de la enseñanza de la lengua y la
literatura en Argentina, la cual es un tejido abigarrado de experiencias cuyo vaivén se
mueve entre “imaginaciones didácticas” y modos tradicionales y hegemónicos de enseñar,
entre prescripción y resistencia, entre continuidades y rupturas. Reconocer esas prácticas
24
del pasado permite, según esta autora, hacer preguntas que de otra manera no aparecerían;
construir la identidad de las prácticas actuales al hacer análisis a partir de otras del pasado y
“desentrañar la experiencia cotidiana escolar, que hace referencia a los modos en que
profesores y alumnos se vinculan e involucran en la educación, ensayan, conocen y
modifican la realidad escolar” (Sardi, 2006, p. 18).
Esta revisión de algunos autores internacionales que han investigado sobre la presencia de
la literatura y su sentido en la escuela, ya sea desde el fortalecimiento de la competencia
comunicativa como lo propone Carlos Lomas, o del desarrollo de la competencia lecto –
literaria como lo plantea Antonio Mendoza Fillola, la formación literaria como lo expresa
Teresa Colomer, la educación literaria en palabras de Gustavo Bombini o modos de leer
epistémicos en la línea de Carolina Cuesta, en fin; contribuyen a fundamentar el problema
de la presente investigación, en la medida que señalan la importancia de estudiar las
prácticas, de reflexionar sobre ellas, de revisar a fondo los planteamientos teóricos que se
develan en la acción, de comprender el quehacer del docente, en tanto permite generar
alternativas de cambio, alimentar transformaciones en el aula.
25
y de otras disciplinas humanísticas (filosofía, historia, sicoanálisis). Lo propiamente
lingüístico/normativo es marginal.
Al respecto, Jurado (1999) como propuesta para lograr que la mayoría de docentes se
ubiquen en la última tendencia, es decir, el privilegio del análisis profundo de la obra,
plantea la necesidad de cualificar los procesos educativos a través de la motivación a
maestros para que investiguen en el aula. En coherencia con este planteamiento, este autor
coordinó una experiencia de acompañamiento a un grupo de profesores y estudiantes de
básica y media transformando el modelo de “capacitación docente” que ha predominado en
la historia de la educación, para privilegiar una mirada investigativa y crítica en la
actualización de maestros. El proyecto no consistió en “enseñar a enseñar” lenguaje o
literatura, sino en indagar por las concepciones dominantes que se tienen en escuelas y
colegios, y a partir de allí, lograr que los propios actores construyeran proyectos que
permitieran la transformación de los procesos académicos y la mejora de la calidad de la
educación desde enfoques más auténticos, coherentes con el contexto multicultural
colombiano.
A su vez, otra experiencia investigativa que se une a la necesidad de estudiar las prácticas
de la literatura en un contexto real, fue un estudio fenomenológico que se propuso rastrear
la presencia de la literatura en la escuela, realizado por La Pontificia Universidad Javeriana
de Bogotá en el nivel de maestría en Educación en 1999, con la participación de 17
estudiantes y la coordinación de Gloria Marlen Rondón Herrera, Fernando Vásquez
Rodríguez y Rosa María Cifuentes. Con esta investigación buscaban entre otras cosas:
propiciar miradas críticas al reconocer la práctica cotidiana como objeto de reflexión y
como potencial para construir conocimientos nuevos; desentrañar una didáctica de la
literatura que no es explícita para los maestros que la viven; develar los supuestos teóricos
de la práctica y avanzar en el conocimiento particular, intersubjetivo, prospectivo,
significativo de procesos educativos desde la vida cotidiana. En esta dirección, según este
equipo de trabajo, cualquier investigación que se trace como objetivo reflexionar sobre la
realidad, permitirá alentar transformaciones en la enseñanza de la literatura que se traducen
en el mejoramiento de la calidad de la educación en Colombia.
26
Asimismo, Mauricio Pérez Abril (2010), docente e investigador de la Pontificia
Universidad Javeriana, reitera la importancia de generar conocimiento a partir del quehacer
diario en el aula. Así, a través del grupo de investigación: Pedagogías de la lectura y la
escritura, del cual es director, y del compromiso con la formación docente, viene
adelantando un trabajo de sistematización de experiencias áulicas en lengua y literatura, ya
que éstas, de acuerdo con Pérez (2010), se pueden convertir en material de estudio para
otros docentes, lo que permite lograr transformaciones a partir de la reflexión y la
discusión. Ahora bien, es importante anotar que el propósito de describir, explicar y
analizar situaciones didácticas, según este autor, no es instrumentalizarlas, pretendiendo
que sean transferidas y desarrolladas en otras aulas; lo que se proyecta es generar marcos de
referencia que ofrezcan miradas, elementos, experiencias que, se espera, interpelen la
práctica pedagógica de quienes reflexionan sobre ésta, de manera que generen cientos de
nuevas ideas para diseñar otras intervenciones.
Finalmente, cierro este recorrido nacional, haciendo mención a la Red Nacional para la
Transformación Docente en Lenguaje, Red que viene adelantando investigaciones
orientadas a la comprensión, sistematización y transformación de las prácticas de aula.
Dicho colectivo de docentes promueven continuamente, en diferentes ciudades de
Colombia: paneles, cine-foros, talleres, mesas de discusión, con el fin de generar espacios
para la formación, la interlocución y el fortalecimiento de los procesos de enseñanza y
27
aprendizaje, mediante la socialización y reflexión de experiencias de los profesores de
escuelas y universidades.
Hasta aquí autores como Fabio Jurado, Gloria Marlen Rondón, Mauricio Pérez Abril,
Fernando Vásquez, nutren la conveniencia de alentar reflexiones en torno a la enseñanza de
la literatura, pues ésta viabiliza la generación de conocimiento a partir de la experiencia.
Así pues, estos autores insisten que es prioritario que estos estudios sobre la acción docente
se emprendan en más entes territoriales, en un mayor número de instituciones, en un
número más alto de docentes, con el fin de cerrar la brecha entre la teoría y la práctica,
posiciones que son coherentes con los intereses de este trabajo investigativo.
Aprender del error, formar equipos de trabajo, aprender haciendo, aprender reflexionando
críticamente, reconocer que en la formación en investigación el maestro enfrenta diversas
dificultades: la insuficiencia para articular la teoría y la práctica, la búsqueda de certezas en
lugar de aprovechar el valor heurístico de la incertidumbre y la escritura apresurada que
obstaculiza el análisis detenido de la información. (Moreno & Carvajal, 2010, p. 107)
28
sino que avanzan a una lectura como experiencia para la vida. Lo anterior, conforme lo
enuncia Martínez (2011), resalta la importancia de la problematización entendida como una
actitud crítica en el maestro, como esa capacidad para interrogar la enseñanza, pues avanzar
en la problematización del saber literario, es avanzar en la transformación de la didáctica de
la literatura.
2
Entre los relacionados con la didáctica de la literatura, vale la pena mencionar; Redlecturas N° 2: “La
enseñanza de la literatura desde su dimensión estética” de Rodrigo Arguello. Redlecturas N° 3: “El taller de
literatura investigativa como estrategia didáctica” de Mónica Moreno. Redlecturas N° 4: “La literatura en la
escuela y el ser simbólico” de Carlos Agudelo Montoya; “Entre lo literario y lo investigativo: argumentar
oralmente algo que puede ser” de Yeimy Arango Escobar. Redlecturas N° 5: “El texto literario como práctica
de lectura investigativa” de Mónica Moreno, Rubén Darío Henao, Norberto de Jesús Caro, Maryory Ramírez.
29
departamento y posteriormente divulgados en la revista Redlecturas: un espacio para la
escritura y el diálogo razonado.
En este sentido, los antecedentes son un sustento del problema de investigación. En primer
lugar, el recorrido por algunos modelos de enseñanza que se han consolidado a lo largo del
siglo anterior me permiten plantear que los modos de abordar el componente literario en la
escuela en las últimas décadas, se viene transformando de forma sustancial a partir de
nuevas teorías como la estética de la recepción, la pragmática, la semiótica y la
hermenéutica. Sin embargo, estas evoluciones teóricas no garantizan por sí solas
transformaciones directas en la escuela, de ahí la necesidad de operar en sentido inverso, de
preguntarnos primero en un contexto concreto, por las prácticas de los maestros y sus
configuraciones de la enseñanza de la literatura, para comprender, entre otras cosas, la
articulación entre teoría y práctica.
30
En segundo lugar, el trayecto por las concepciones de la enseñanza de la literatura en
Colombia que se desprenden de los distintos enfoques del lenguaje a partir de las políticas
educativas nacionales, aporta a la presente investigación en la medida que me posibilita
comprender que, el país, en cuanto a enfoques sobre la enseñanza de la lengua y la
literatura, viene evolucionando, que cada vez que publica unos referentes para pensar el
área, es un esfuerzo por actualizarse, por recoger nuevas miradas, por nutrirse de las
últimas reflexiones. No obstante, de tal panorama surge la pregunta por las apropiaciones
que hacen los docentes de dicha legislación educativa, por la manera como esas últimas
orientaciones impactan un contexto particular como es el caso de Ciudad Bolívar, un
municipio distante de la capital del Departamento.
Pero quizás son los antecedentes investigativos globales, nacionales y departamentales, los
que le dan una mayor solidez al problema, en el sentido de que justifican la importancia de
problematizar las prácticas de enseñanza de la literatura, porque según los autores
revisados, tal problematización, permite reflexionar sobre la acción docente, hacerla visible,
comprender el quehacer del maestro, generar conocimiento a partir de la experiencia, cerrar
la brecha entre teoría y práctica, y lo anterior se torna en una tarea importante que hay que
emprender, en la medida que posibilita la cualificación de las prácticas, la generación de
trasformaciones reales en el aula.
31
Ciudad Bolívar es un municipio ubicado en el Suroeste antioqueño a una distancia de 109
km de la capital del departamento y con una población, según cifras del DANE (2009) de
28.023 habitantes. La economía de este municipio gira en torno a la agricultura,
especialmente al cultivo de café y la ganadería. En cuanto a las familias, según el
diagnóstico de cada institución, son cada vez menos los hogares nucleares, ya que en un
número significativo hay ausencia de alguno de los padres o incluso de niños y jóvenes que
viven con personas distintas, ya sea con abuelos, tíos o personas allegadas, situación que en
muchos casos repercute en un escaso acompañamiento educativo. Además, dichas familias,
de acuerdo con el PEI de los establecimientos seleccionados para este estudio de caso
múltiple, pertenecen a estratos bajos o medios y en su gran mayoría los padres o acudientes
poseen niveles mínimos de escolaridad, incluso se encuentran casos de padres analfabetas.
Del mismo modo se puede decir que el acceso al libro es restringido. Muestra de ello, es
que en el municipio no hay una sola librería especializada en donde se pueda adquirir
material bibliográfico, además el estado en el que se encuentra la biblioteca municipal es
lamentable, según palabras del bibliotecario, dicho establecimiento se encuentra
desactualizado y tiene relativamente pocos usuarios consumidores de literatura pues la
mayoría de visitantes lo hacen con el fin de realizar consultas para cumplir con tareas
escolares. En cuanto al compromiso de las instituciones educativas con el acceso a textos
literarios de calidad, también se podría decir que están en deuda. Las bibliotecas escolares
tienen sus estantes llenos, en su mayoría, con textos guías y libros viejos que han sido
32
donados por personas o entidades que ya no usaban dicho material, lo que se traduce en
pocas opciones de lectura para estudiantes y profesores.
Otra característica del contexto es que la mayoría de estudiantes que salen del grado once,
no tienen acceso a la universidad porque no cuentan con los recursos económicos para
hacerlo, quizás debido a ese panorama tan crudo y poco prometedor que los espera después
de terminar la secundaria, es que los estudiantes, de acuerdo con lo señalado por los
docentes entrevistados, no elaboran un proyecto de vida profesional y por tanto, el acto de
estudiar para ellos va perdiendo todo sentido.
Pero más allá de esa imagen desalentadora y negativa que parece alejar cualquier
posibilidad de cambio, de esa aparente desmotivación por leer de los jóvenes y lo poco
estimulante que parece el contexto social y familiar para el fomento de la lectura literaria,
este proyecto es de alguna manera una invitación a la esperanza, porque la pregunta por la
presencia de la literatura en la escuela ayuda a hacer visible esos modos de abordarla en el
aula cada día, a descubrir distintas miradas, a conocerlas a profundidad; pregunta que
permite generar espacios de reflexión que ayudan a saber más sobre los modos de enseñar,
y esa epistemología de la práctica, es sin lugar a dudas, la posibilidad de dar pasos hacia la
transformación en la enseñanza.
33
Es entonces, a través de ese horizonte construido a partir de los antecedentes teóricos,
legales e investigativos, así como de un panorama poco estimulante para el acercamiento a
la literatura en un contexto particular, que surgen los siguientes interrogantes:
¿Cómo se enseña la literatura en el municipio? ¿Cuáles son las prácticas que más se
privilegian? ¿Con qué fin se enseña literatura, es decir, cuáles son los sentidos que se le
atribuyen a ésta en la escuela? ¿En qué medida los docentes se han apropiado de las
trasformaciones teóricas globales y nacionales que se han dado en las últimas décadas en
relación con la enseñanza de la literatura?
El anterior núcleo de interrogantes, lleva a trazarme una línea de indagación que se resume
en la siguiente pregunta de investigación:
¿Cuáles son las prácticas de enseñanza que se reconocen en el quehacer de los maestros y
con qué intencionalidad se aborda la literatura en el grado undécimo de las tres
instituciones educativas públicas urbanas del municipio de Ciudad Bolívar?
En relación con la importancia de esta investigación, hay dos razones fundamentales para
su justificación: la primera tiene que ver con la necesidad de darle carácter epistemológico
a prácticas de enseñanza de la literatura en contextos concretos y reales, de valorar la
experiencia como fuente de conocimiento, de hacer de la acción docente una forma de
teorización (Perrenaud, 2006). Y para darle un status epistemológico a la práctica es
34
necesario, tal como lo propone esta investigación, problematizar el quehacer del docente de
literatura, desentrañar una realidad que no es explícita para los maestros que están inmersos
en ella, la de revelar los presupuestos teóricos que guían consciente o inconscientemente la
praxis educativa; en una expresión: es necesario convertir el aula en un laboratorio.
La segunda razón está relacionada con todo aquello que se puede derivar de la
problematización sobre el quehacer docente. Problematizar las prácticas es en realidad,
como lo afirma Bombini (2006), reinventarlas, es la posibilidad de releer la práctica de una
manera interesante, de redescubrir, de leer en otra clave. Así pues, este trabajo, al
reflexionar con los docentes participantes, sobre la enseñanza de la literatura desde el
quehacer cotidiano en el aula, abre la posibilidad de generar cambios que logran impactar
directamente la escuela, tal como lo testimonia el profesor del Caso II, quien por medio de
un ejercicio de escritura propuesto desde el proyecto expresó: “realizar un estudio de mis
prácticas de enseñanza, me ha permitido estudiarme a mí mismo, verme reflejado en cada
una de esas líneas, conocerme, evaluarme y por lo tanto hacerme mejor”. En definitiva, la
presente investigación permite aprender de la experiencia, enfrentar con mayores
herramientas la complejidad de la enseñanza, aumentar la capacidad de innovación, ampliar
las bases para el cambio, y por ende avanzar en la consolidación de una didáctica de la
literatura.
35
1.3 De los caminos recorridos en este viaje investigativo
Es importante aclarar que no investigué para comprobar o constatar una teoría, sino para
entender y comprender nuevos mundos a partir de la problematización, particularmente la
problematización del mundo de la enseñanza de la literatura que se lleva a cabo en el grado
once de las tres instituciones educativas públicas urbanas del municipio de Ciudad Bolívar.
Tal apuesta, exigió por su naturaleza ontológica, epistemológica y metodológica
(Vasilachis, 2006) un tratamiento desde un enfoque cualitativo.
Desde el punto de vista ontológico, consideré la realidad como una “realidad epistémica”
(Sandoval, 2002) es decir, una realidad construida. En cuanto a los fundamentos
epistemológicos, privilegié la interacción directa con la realidad estudiada. Respecto a los
fundamentos metodológicos, partí de los principios de la inducción ya que primero hice el
proceso de recolección y posteriormente puse en diálogo dichos resultados con algunos
referentes teóricos, esto es, la manera de operar fue de lo particular a lo general, lo que
significa que las categorías de análisis fueron emergentes, es decir, se fueron construyendo
en la marcha de la investigación.
Ahora bien, para llevar a cabo el proceso de investigación, opté por el estudio de casos ya
que éste me permitió explorar de manera profunda y pormenorizada las prácticas de
enseñanza de la literatura en su contexto real de existencia, y porque me dio la posibilidad
de avanzar de la mera descripción empírica de causas y efectos a la comprensión e
interpretación de la entidad singular o fenómeno, en este caso las prácticas de enseñanza de
la literatura. Ahora bien, como me hacía la pregunta por las prácticas de enseñanza en
varias instituciones educativas y como cada establecimiento tiene un contexto distinto,
36
consideré pertinente escoger la modalidad de estudio colectivo de casos. Un estudio
colectivo de casos, en la línea de Sandin (2003) es aquel que no se focaliza en un caso
concreto, sino en el estudio intensivo de varios casos. En Ciudad Bolívar existen siete
instituciones educativas, cuatro urbanas y tres rurales. De las cuatro urbanas tres son
públicas y sólo una es privada. En atención al tiempo del que se dispone para el desarrollo
de la investigación, no era factible hacer el rastreo de las prácticas de enseñanza en todas
las instituciones. Sin embargo, seleccioné intencionalmente las instituciones públicas que se
encuentran en la zona urbana, o sea tres, con el fin de hallar singularidades y patrones
comunes entre ellas. Cada institución, al tener desde el grado preescolar hasta el grado
once, seguía siendo un campo de acción muy amplio para el análisis, así que elegí realizar
el estudio con los docentes que orientan el área de lenguaje en el grado undécimo, y, dentro
de ella, la enseñanza de la literatura. Seleccioné este grado porque al ser el último del ciclo
escolar es posible evidenciar la formación alcanzada a través del largo trasegar de los
estudiantes por el sistema educativo. Tales determinaciones me permitieron tener una
mirada un poco más general de lo que sucede en los grados once en las instituciones
públicas urbanas del municipio.
En síntesis, el caso estudiado en cada una de las tres instituciones educativas urbanas
focalizó aspectos como: el docente de lenguaje que orienta dicha área en el grado
undécimo, los estudiantes que se encuentran cursando el grado 11º (en algunos colegios
había varios grupos, pero sólo se seleccionó uno por institución), las prácticas de enseñanza
de la literatura y el plan de área de los docentes involucrados.
En cuanto a las estrategias de investigación, en este estudio de caso múltiple hice uso de
observaciones no participantes de varias clases, entrevistas semi-estructuradas a docentes,
encuestas a una muestra de estudiantes de cada grado y análisis documental a la planeación
del componente literario del grado once. En cuanto a las observaciones se realizaron tres en
cada institución centrando la atención en las clases de literatura. Las entrevistas semi-
estructuradas fueron llevadas a cabo con los docentes focalizados en cada caso, con el fin
de profundizar en el tema de la enseñanza de la literatura; fueron semi-estructuradas
porque quería entablar un diálogo informal, también porque permitía aclarar términos,
ampliar respuestas, hacer nuevas preguntas, en fin, moverse con libertad sobre el esquema
37
de preguntas previamente formuladas y desde luego, porque permite analizar todo aquel
lenguaje no verbal (movimientos, gestos, tono de voz…) que no sería posible rastrear de
otra manera. En relación con las encuestas, éstas fueron aplicadas a una muestra de
estudiantes de los grados undécimo; opté por la encuesta debido a la cantidad de personas a
las cuales va dirigida (15 personas escogidas de manera aleatoria por cada grupo, es decir
45 entrevistados en total). La utilización de esta herramienta a través de preguntas abiertas
y cerradas buscaba indagar por la manera como se les ha enseñado la literatura y el sentido
que le atribuyen a ésta; finalmente se realizó un análisis documental a los planes de área o
diarios de campo, documentos que permitieron hacer lectura de las concepciones,
configuraciones y saberes que subyacen en los modos de abordar la literatura en los
distintos periodos escolares.
38
teóricos, enriqueció la comprensión y la interpretación de las prácticas de enseñanza de la
literatura que son llevadas a cabo en los grados once de las tres instituciones públicas
urbanas estudiadas.
Por último, realicé en un espacio de diálogo con los docentes participantes, la devolución
de los hallazgos investigativos. Tal encuentro permitió construir reflexiones como las
siguientes que dan cuenta de ese impacto real del proyecto:
Es la primera vez que me siento con otros compañeros de otras instituciones que dan la
misma área en los mismos grados, a dialogar sobre lo que hacemos a diario, a preguntarnos
por el área, a cuestionar nuestras prácticas las cuales a veces no nos habíamos preguntado por
su intencionalidad, por su propósito y que las hacíamos, a ahora que lo pienso, por la fuerza
de la costumbre y la comodidad de lo conocido. El sentarnos a hablar de nuestras prácticas
hace que aprendamos mucho de ellas. (Docente, Caso I)
39
Tal devolución, permitió a los maestros reconocerse en sus prácticas, tomar conciencia de
ellas, reconocer la intencionalidad que hay de tras de tales prácticas, en una expresión: les
permitió aprender de sus propias prácticas y la necesidad de transformarlas cada día.
40
CAPÍTULO II
La idea de que un niño cuando sale del liceo ha de “saber” literatura es una de las más
absurdas que conozco: la literatura, para la mayor parte de las personas, no ha de ser un
objeto de conocimiento positivo, sino un instrumento de cultura y una fuente de placer.
Ha de servir al perfeccionamiento intelectual y ha de producir un placer intelectual. Por
lo tanto, no se trata de “saber”: se trata de frecuentar y de amar.
Gustave Lanson, 1984
41
mirada simultáneamente, a una suerte de hibridación, en el sentido que puede configurar
prácticas donde el interés está puesto en la búsqueda del sentido profundo del texto y al
mismo tiempo de prácticas que no van más allá de la acumulación de información sobre
periodos literarios. De ahí la pertinencia de reflexionar sobre las prácticas, en este caso
sobre la enseñanza de la literatura, para develar concepciones, principios organizativos,
sentidos e intencionalidades que a veces operan de manera inconsciente. Hacer visibles
esos presupuestos siempre será beneficioso ya que permite problematizar nuestro propio
trabajo en el aula y por ende cualificar esos modos de configuración, al mismo tiempo que
se construye didáctica de la literatura a partir de la praxis misma.
Combinación del canon y los gustos Las obras no obedecen Combinación del canon y los
SELECCIÓN DE LAS personales de los estudiantes. necesariamente al canon gustos personales de los
OBRAS Búsqueda del sentido profundo estudiantes
ESTRATEGIAS DE Estrategias de antes, durante y Primero de manera teórica Estrategias después de la lectura:
ACERCAMIENTO después. y luego práctica. la exposición o el examen.
Asesorías personalizadas Lectura de materiales La lectura del libro a veces es
diferentes a la obra para reemplazada por la película.
conocer la obra
TIPOS DE ANÁLISIS Búsqueda del sentido profundo a Análisis a profundidad por Análisis descriptivos: extraer
través de un doble movimiento: hacia medio del fortalecimiento elementos (personajes, tiempo,
adentro y hacia afuera de la obra y de los distintos niveles de espacio, figuras literarias…)
desde la argumentación oral. comprensión.
3
Tres observaciones no participantes de clases de literatura, por cada institución; entrevistas semi
estructuradas al profesor de lenguaje del grado once de cada establecimiento, encuesta a una muestra de
estudiantes del grado once y análisis de las planeaciones curriculares de los docentes.
4
La investigación se llevó a cabo en el grado once de las tres instituciones urbanas públicas del municipio de
Ciudad Bolívar. Para efectos de no revelar el nombre de las instituciones a cada uno de los establecimientos
se le denomina Caso I, Caso II y caso III respectivamente.
42
2.1 Modos de organización didáctica
En relación con el modo como se organiza la enseñanza en las tres instituciones estudiadas,
es importante señalar, como lo exponen Pérez Abril y Rincón (2009), que existen distintos
modos de organización didáctica entre los que se destacan, por ejemplo, la pedagogía por
proyectos, las secuencias y las actividades. En este proceso de indagación, encontré
profesores que organizan la enseñanza por actividades que regularmente no están
articuladas unas con otras; docentes que combinan la organización por actividades con
secuencias didácticas; y docentes que en algunos momentos planean su enseñanza por
secuencias desde su área y en otros momentos por secuencias didácticas que involucran
algunas áreas afines como filosofía, sociales, artística y ética, tal como se representa en la
siguiente ilustración:
MODOS DE ORGANIZACIÓN
DIDÁCTICA
El docente del Caso III organiza la enseñanza de la literatura por actividades. De acuerdo
con lo observado en las clases, las interacciones en el aula son planeadas de manera aislada,
no hay relación entre una actividad y otra. Por ejemplo, por un lado estuvieron las
exposiciones de los libros que cada alumno seleccionó bajo una guía de análisis propuesta
por el profesor; por otro, el ejercicio de lectura que cada estudiante debía hacer de los
textos Hamlet y Macbeth de Shakespeare que culminó en la presentación de un examen de
43
selección múltiple con única respuesta; y de otra parte, estuvo el taller sobre analogías que
el docente diseñó para abordar el componente de lengua; es decir, en sus clases no había
objetivos macros que se desarrollen a partir de múltiples acciones, sino actividades
independientes unas de otras que persiguen finalidades disímiles.
En el caso I, en el primer semestre del año escolar ocurre algo similar. En los dos primeros
periodos académicos el profesor realizó diversas actividades para tratar de cumplir con
variados objetivos. En primera instancia quería lograr que los estudiantes leyeran o La
Ilíada o La Odisea (tenían la posibilidad de escoger entre uno y otro) para que
posteriormente hicieran la sustentación de la obra elegida ante el resto de compañeros de la
clase; por otro lado, la realización de exposiciones también por parte de los alumnos sobre
literatura griega y literatura antigua cuyo énfasis recayó en los elementos teóricos, esto es,
no se establecieron relaciones entre las exposiciones y los libros leídos; y por otro lado,
estaba el interés de preparar a los estudiantes para las pruebas Saber 11º a través de
simulacros. En síntesis, diferentes actividades que responden a diversos propósitos.
Finalmente se puede decir que este tipo de organización está basado en actividades por
demás desarticuladas porque cumplen con las características propuestas por Pérez y Rincón
(2009) cuando afirman que una actividad es una unidad de enseñanza muy puntual, con una
tarea concreta, de corta duración, en donde entre una actividad y otra no necesariamente se
establecen relaciones.
44
monólogos con el fin de que los estudiantes elaboren uno a partir del cuento asignado,
revisión de los monólogos que los estudiantes construyeron por escrito, presentación de los
monólogos, conversatorio para evaluar la presentación de éstos.
En términos generales, se puede decir que son secuencias didácticas en la línea de Pérez y
Rincón (2009) porque no son actividades aisladas, sino que son un conjunto de acciones
45
sucesivas y articuladas a lo largo de varias clases con el fin de alcanzar un objetivo
concreto: la producción de un discurso específico sea oral o escrito (en el caso señalado la
primera secuencia tenía como finalidad producir un monólogo, la segunda la elaboración de
un análisis comparativo y la tercera una reseña crítica desde la oralidad), asimismo cumplen
con los tres momentos señalados por estos autores: un primer momento de preparación
(planteamiento a los estudiantes de los propósitos a alcanzar, así como el acercamiento a
los conocimientos necesarios que el chico necesita para realizar la tarea: lecturas, búsqueda
de información, ejercicios, debates), una fase de producción (escritura del texto el cual en
las secuencias enunciadas era de carácter individual, pero siempre fortalecido desde la
asesoría personalizada y desde la interacción entre compañeros y profesor); y la última
etapa que sería de evaluación (que en este caso fueron evaluaciones formativas que
integraban la auto, la co y la heteroevaluación)
5
¿Cómo organizas el componente literario en la planeación curricular del año escolar?
46
Efectivamente, las observaciones de clase dan cuenta de ese diálogo entre áreas. La
observación Nº 1 me permitió recoger la siguiente información: las áreas de lenguaje,
artística y filosofía se unieron para trabajar una temática en común: el texto “Hamlet” de
William Shakespeare. Desde artística se trabajó expresión corporal y elaboraron todo
aquello que requerían para el escenario y la indumentaria, por ejemplo construyeron un
castillo con cartón y vinilos. En filosofía trabajaron la relación del hombre con su destino y
en lenguaje la elaboración del libreto y montaje de la obra como tal. La presentación de la
obra fue el producto final a partir del cual los docentes de las tres asignaturas hicieron las
respectivas evaluaciones. Es decir, un mismo trabajo es objeto de evaluación de las tres
áreas que participan de este modo de organización didáctica.
El resultado de este diálogo entre áreas les permitió lograr un proceso riguroso en la puesta
en escena de la obra de teatro: buen nivel de caracterización de los personajes, creación y
memorización de libretos, ambientación acorde a la época a través de una indumentaria y
un escenario apropiados y un trabajo colaborativo de los estudiantes ya que hubo
distribución de funciones y responsabilidades (Observación Nº 1, Caso II)
Esta manera de organización didáctica, aunque según lo expuesto por Pérez y Rincón
(2009) podría acercarse a una organización por proyectos en el sentido que permite un
trabajo interdisciplinar, no sería de tal tipo, porque no cumple con un criterio fundamental
que dichos autores postulan: la planeación de los contenidos y de las interacciones debe
partir de los intereses y necesidades de los educandos; y no lo cumplen porque todo el
diseño es propuesto por los docentes involucrados. Por tal razón, aunque hay un diálogo de
áreas, dicha organización obedece más a una secuencia que a un trabajo por proyectos.
De lo expuesto hasta acá, es importante señalar cómo dos de los tres docentes participantes
están incorporando en sus diseños curriculares otro tipo de organización didáctica que vaya
más allá de actividades aisladas, organizaciones que apuntan a la articulación de cada una
de las clases, a desarrollar procesos, a fortalecer competencias y no a responder por unos
contenidos parcelados y desarticulados unos de otros. Problematizar sobre la manera de
organizar la enseñanza, permite entonces reflexionar sobre lo que se privilegia desde el
mismo diseño curricular: si son un listado de temas sugeridos casi siempre por un texto
47
guía o si el énfasis estaría puesto del lado del fortalecimiento de procesos que requieren de
un trabajo integrador.
Fue muy particular constatar que los tres Casos tienen un diseño curricular muy similar, en
el sentido que la enseñanza se organiza a partir del abordaje de los diferentes periodos
literarios en su orden cronológico. Así, las tres instituciones coinciden en la definición de
los mismos contenidos, las mismas obras literarias, distribuidos en los diferentes periodos
académicos de la misma forma. Veamos cómo está planteada dicha situación en cada uno
de los Casos:
En cuanto a la organización del componente literario en el Caso I, según los datos arrojados
por los reportes que la docente realiza diariamente según lo trabajado en el aula (documento
que la institución llama diario de campo), las observaciones de clase y la entrevista semi-
estructurada, éste se diseña también por periodos literarios en su orden cronológico. En el
año 2012 por ejemplo, lo organizó así: Literatura Antigua: (La Ilíada y La Odisea), Edad
Media y el Renacimiento: (La Divina Comedia y El Decamerón), Renacimiento,
Neoclasicismo y Romanticismo: (obras de Moliere y Shakespeare), Literatura Universal:
Por un lado lectura de tres textos: los poemas “Letanías a Satán” de Charles Baudelaire y
6
¿Cómo organizas el componente literario durante el año?
7
¿Qué textos literarios han abordado en el colegio?
48
“Voy a dormir” de Alfonsina Storni y el cuento “La condena” de Frank Kafka; por otro
lado un listado de 23 obras (cada estudiante seleccionó una novela) donde hay autores
como: Dostoievski, Tolstoi, Poe, García Márquez, Sábato, Balzac etc.
No obstante, a diferencia del caso III, el docente del Caso I tiene claro el porqué organiza el
estudio de la literatura por periodos literarios, no se trata entonces de una reproducción
acrítica ni impuesta por un libro guía o un plan de área institucional. El docente del Caso I
le apuesta a planear así porque está convencido de que en cada periodo literario hay una
concepción de vida diferente, un tipo de pensamiento que la literatura es capaz de reflejar.
Así lo expresó el profesor: “¿por qué para mí es importante trabajar periodos literarios?
Porque pienso que hay una concepción de vida, hay una cosmovisión que obedece a cada
periodo de la vida, a cada época histórica y cómo la literatura ha sido capaz de reflejar eso
desde las mismas creaciones. Los periodos literarios no surgen porque sí, tienen una razón
de ser y vuelvo con lo mismo, con ese tipo de pensamiento que ese hombre supuso para la
época” (Entrevista, Pregunta Nº 7, Caso I)8.
Si bien algunos docentes le apuestan, en ciertos momentos del año escolar, a una
organización a partir de secuencias didácticas, es muy particular que en dicha
estructuración se privilegien los periodos literarios en un orden cronológico.
Aparentemente los profesores lo hacen tratando de incorporar las directrices del Ministerio
de Educación Nacional (MEN) “Haber, yo procuro ser como muy consecuente con los
planteamientos de los Estándares, cierto, consecuente con los Lineamientos Curriculares,
siempre diría que son la biblia que tengo y a partir de ahí entonces a mirar periodos
literarios y a partir de los periodos literarios qué tipo de texto trabajo” (Entrevista, pregunta
8
En cuanto a la organización curricular del componente literario ¿cómo haces la planeación durante el año?
49
Nº 7, Caso I). Pero ¿será que las políticas educativas para el área de lenguaje (Lineamientos
y Estándares) proponen organizar el componente literario por periodos literarios en un
orden secuencial? Revisemos un poco dichos documentos.
En los Lineamientos curriculares (1998), documento que tiene como propósito compartir
algunos criterios que sirvan de referente para los diseños curriculares del área, en ningún
momento señalan o insinúan que la literatura deba estudiarse desde la periodización
cronológica o desde una mirada espacial o geográfica: “no se puede “enseñar” literatura, ni
se puede aprenderla, a partir de listados de nombres y taxonomías periodizantes” (MEN,
1998, p. 11); este documento plantea en cambio, el estudio de la literatura desde una
mirada polifónica, semiótica y dialógica que implica la formación de un lector crítico capaz
de realizar paseos intertextuales, de recorrer las travesías de un texto reconstruyendo las
voces que lo contienen. Es claro entonces, que con los Lineamientos, tal como lo señala
Jurado (2004), se pretende “trascender el esquema de los programas curriculares anteriores
a la ley General de Educación (1994), para considerar que no necesariamente la literatura
debe abordarse por países o por continentes sino, y en el reconocimiento de la mismidad
literaria, a partir de las convergencias de los textos, identificados como expresiones de la
cultura universal” (p. 68).
En relación con los Estándares (2006), documento creado para darle forma a las ideas
planteadas en los Lineamientos, habría que decir que no logra materializar de manera
completa un enfoque desde la significación, ya que, a pesar de que en las primeras páginas,
los Estándares conciben la literatura desde una perspectiva estética del lenguaje, al revisar
los cuadros correspondientes al Factor Literatura, es posible evidenciar en algunos
enunciados identificadores, rastros de una tendencia espacial “Determino en las obras
literarias latinoamericanas, elementos textuales que dan cuenta de sus características
estéticas, históricas y sociológicas, cuando sea pertinente” (p. 38) “Analizo crítica y
creativamente diferentes manifestaciones literarias del contexto universal” (p. 40). Lo
anterior permite decir que aún subsiste una mirada geográfica en el estudio de la literatura,
al separarla en colombiana, latinoamericana y universal.
50
Sin embargo, hay que reconocer que Los Estándares proponen el estudio de los diferentes
géneros y no sólo el narrativo, género en el que se centran casi de manera exclusiva los
docentes participantes de esta investigación; igualmente no aparecen sugerencias
relacionadas con autores u obras que habría que leer en los diferentes niveles, por ejemplo
en el último grupo de grados en donde se encuentra once, en ninguna parte se dice que hay
que empezar por la literatura de la Antigüedad, pasar luego a la Edad Media,
posteriormente a la literatura del Renacimiento, en fin, sólo aparece la sugerencia de
abordar la literatura universal con subprocesos que hablan de leer “textos literarios de
diversa índole, género, temática y origen” (MEN, 2006, p. 40) y de potenciar la
interpretación a partir de distintas teorías literarias y la comparación de textos. Según esto,
no se debe entender por literatura universal el estudio exclusivo de los clásicos.
ese juego de voces y escrituras podemos ver cómo el ayer dialoga con el hoy, y cómo un
motivo se mantiene a lo largo de muchos siglos, eludiendo lenguas, adaptándose y
refundiéndose, metamorfoseándose hasta parecer algo nuevo o sorprendente, cuando en
verdad era apenas una preocupación de las más antiguas. (Vásquez, 2006, p. 56)
En relación con la selección de las obras en los Casos estudiados, los docentes se mueven
entre las siguientes tres tendencias, tal como se muestra el esquema que aparece a
continuación:
La selección
queda a
merced del
- El docente es el responsable de
El docente propone las estudiante mostrar una gama amplia de textos.
mismas obras que se
- Se basa en su experiencia lectora.
han leído en las últimas
décadas en la educación - Se proponen textos que les sean
media. significativos a los alumnos.
- Se escogen textos de acuerdo a los
trayectos de los estudiantes
52
Hamlet (…)” (Entrevista, Pregunta Nº 10, Caso I)9; y al reconstruir los diarios de campo
facilitados por el docente pude constatar todo lo anterior: tres periodos fueron designados
para abordar obras que tradicionalmente se han leído en la educación media: La Ilíada, La
Odisea, La Divina Comedia, El Decamerón, obras de teatro de Shakespeare… y un sólo
periodo para abordar obras cuya selección parte de las expectativas lectoras de los
estudiantes.
En el Caso III se presentó un fenómeno casi idéntico. En primer lugar dan cuenta de la
inclusión del canon en la enseñanza de la literatura, la entrevista y la planeación, que hacen
referencia a la lectura de textos como: “La Odisea, Edipo Rey, Antígona, Medea, La Divina
Comedia, El Decamerón, Macbeth, Hamlet, Otelo” (Entrevista caso III; Planeación 2012,
caso III). En segundo lugar los textos referidos por los alumnos a través de la encuesta
también corroboran esa inclusión del canon: Los textos indicados por la mayoría son obras
clásicas que al parecer todos debían leer “La Odisea, Edipo Rey, Macbeth, Hamlet, María”
(Encuesta, pregunta Nº 1, caso III). En último lugar la Observación Nº 2 permitió reconocer
el trabajo en el aula con obras del canon que cada uno debía haber leído en casa: Hamlet y
Macbeth de Shakespeare.
Ahora bien, tanto el docente del Caso I como el del Caso III, disponen un periodo para que
los estudiantes seleccionen una obra de la literatura universal que responda a sus gustos
lectores. La diferencia estriba en que en el Caso III esta selección queda a merced del
estudiante, mientras en el Caso I dicha selección opera bajo los siguientes principios: el
docente es el responsable de mostrar una gama amplia de textos, de posibilidades y cada
estudiante debe seleccionar uno de acuerdo con sus gustos e intereses: “cuando les puse la
lista de los libros les di la posibilidad a los muchachos de tomarse dos semanas de buscar
los títulos y ver de lo que trataba la obra y cada uno ya empezara a seleccionar el material
que por gusto quisiera leer” (Entrevista, pregunta Nº 9, caso I)10. Igualmente, la selección
de estas obras no obedece al canon, obedecen más a la experiencia lectora del docente
“primero parte de mi experiencia como lectora (…) cuando uno pone un libro, tiene dos
posibilidades de ponerlo, primero porque está dentro del canon literario (…) y segundo
9
¿Qué obras literarias ha abordado en este año en el grado once?
10
Contame un poquito sobre esa selección de las 23 obras y el trabajo que estás pensando con esos libros
53
puede obedecer también desde la pasión y el gusto con que uno los leyó y las búsquedas.
Yo la selección la he hecho más hacia el lado de las búsquedas, cierto, de ese trabajo
personal” (Entrevista, pregunta Nº 9, caso I). A la par, el docente ve en esta manera de
proceder la posibilidad de que los estudiantes tengan referencias de muchas más obras, ya
que cada uno reseña al grupo el libro leído, de tal modo que descubran cuál de todos esos
textos les puede llamar la atención: “23 libros es polifonía y que es el mundo: una
polifonía, donde uno escucha múltiples discursos y mire usted a ver cuál le gusta”
(Entrevista, pregunta Nº 9, Caso I)
En el Caso II las obras que se les proponen a los jóvenes no necesariamente obedecen al
canon. Este docente, utiliza dos criterios para hacer la selección de los libros literarios que
aborda en la clase: 1) la selección la hace teniendo siempre presente el contexto del
estudiante para lograr que el texto literario le sea significativo, le encuentre sentido, le diga
algo: “lo principal es que el estudiante encuentre una conexión entre ese texto que está
abordando con su contexto real, con su contexto inherente a su nivel socio económico, a su
nivel socio cultural al que él pertenece” (Entrevista, pregunta Nº 12 caso II)11. 2) La obra se
selecciona de acuerdo con el eje que está trabajando (recordemos que en esta institución se
selecciona un tópico para desarrollarse conjuntamente entre varias áreas), y no por lo que
tradicionalmente se ha leído en la educación media “pienso que a partir del eje temático hay
que encontrar los textos no necesariamente si son famosos o no” (Entrevista, pregunta Nº
17, caso II)12
Pero reflexionemos un poco sobre los criterios en los que se apoyan los docentes
participantes. Es claro que las obras literarias se llevan al aula con la intencionalidad de
contribuir a una formación literaria auténtica, es decir, con el propósito de insertar a los
estudiantes en prácticas donde pueda disfrutar, valorar e interpretar las obras. No obstante,
según lo expuesto hasta acá hay tres tendencias: la primera: seleccionar las mismas obras
cada año; la segunda: dejar la selección de los textos al libre albedrío de los estudiantes; y
una tercera tendencia que se ubica en un punto intermedio entre las dos anteriores: que el
profesor seleccione una amplia gama de textos de excelente calidad literaria de tal manera
11
¿Qué consejo me darías a mí, que no tengo ninguna experiencia en bachillerato, para enseñar literatura?
12
Normalmente, ¿qué obras literarias les propones a los estudiantes del grado once?
54
que el estudiante, de acuerdo con sus trayectos literarios recorridos, opte por uno de éstos,
de tal manera que se vea retado de manara diferenciada.
La primera inclinación que se hace manifiesta en algunos momentos de los tres Casos, es la
selección de las obras desde una perspectiva “historicista”, esto es, con la intención de
“informar” a los alumnos sobre algunas obras importantes para la humanidad; forma de
seleccionar, que opera desde un lugar común: proponer año tras año los mismos textos, que
en la educación media se han leído en las últimas décadas. Por tanto, esta manera de
seleccionar requiere problematizarse, no porque las obras clásicas sean malas, jamás
plantearía algo así pues soy consciente del indudable valor de estas obras; sino porque, en
este caso particular, es necesario darle un giro al enfoque que guía el trabajo con estos
libros en el aula. En este sentido, el problema no son los clásicos, sino la finalidad con la
cual son llevados a la clase, porque es posible que muchos docentes se apoyen en obras
que hagan parte del canon logrando procesos de lectura muy interesantes que aportan a la
construcción de un lector literario, modo loable de proceder. Lo fundamental es, vuelvo y
repito, que las obras que se lleven al aula, contribuyan a la consolidación de esa formación
literaria y en esa medida reflexionar qué obras son pertinentes, sean éstas canónicas o no.
Pasemos, a continuación, a la segunda tendencia (Caso III, cuarto periodo), que al igual que
la primera, es un lugar común en la escuela: dejar que la elección la haga cada estudiante de
acuerdo con sus gustos, sin ningún proceso de mediación por parte del docente. Este
criterio que supuestamente se basa en “lo que está de moda” es peligroso. Según Colomer
(2005) esta idea se soporta en un modelo de “lectura por placer”, pero un placer mal
entendido que asimila totalmente la lectura escolar con una lectura de tipo privado, íntima,
personal, una lectura sinónima de recreación, de pasatiempo, de facilidad, lo que significa
que el chico puede leer lo que desee: “si nos situamos ahí, incluso se puede argumentar que
muchos alumnos ya disfrutan leyendo banalidades y que, por lo tanto, el placer ya se
produce, de modo que utilizar aquello que gusta a los alumnos como criterio de selección
escolar parece una guía harto problemática” (p. 56).
Así pues, no es pertinente dejar la selección de los textos en manos de los estudiantes sin
ninguna mediación, no se trata de leer por leer, de leer lo que cada uno trajo de su casa, o
55
de leer algo divertido o de leer sólo lo que a cada cual le gusta. La selección de los libros
por tanto, es una responsabilidad del docente que, como experto en literatura tratará de
poner en el aula libros de alta calidad, libros que estimulen la experiencia trasformadora de
sus lectores.
En cuanto a la última tendencia (algunos momentos en el Caso II y último periodo del Caso
III), es quizás la forma más apropiada de seleccionar obras en pro de promover una
enseñanza de la literatura que apunte hacia la formación literaria. Es que la selección de los
materiales, tal como lo exponen Pérez y Roa (2010) no se puede guiar exclusivamente por
una teoría particular o por un canon escolar, en la cual se haga abstracción de los sujetos
específicos que se tenga en el aula. Se trata de proponer un texto que reconozca los
trayectos de los estudiantes respecto del lenguaje literario de tal manera que “todos se vean
retados de manera diferenciada, no homogénea” (p. 24). Igualmente, la selección de los
textos no debe concebirse como “una antología de grandes autores, sino como un recorrido
en el aprendizaje de la comunicación literaria a partir del corpus que puede ser realmente
comprendido por los alumnos” (Colomer, 1991, p. 27 – 28).
Estimo pues, que a la hora de seleccionar textos para un grupo de estudiantes, de lo que se
trata es de buscar libros de excelente calidad literaria que les aporten algo, que después de
su lectura los deje en otro estado, el texto tiene que ser, como lo afirma Larrosa (2006) otra
cosa que lo que ya saben, de lo que ya piensan, de lo que ya sienten. El texto tiene que tener
algo de incomprensible para ellos, algo de ilegible. Por tanto se debe optar por libros que
admitan múltiples lecturas, libros que requieran de la cooperación activa del lector en la
construcción del sentido, libros con indeterminaciones, con espacios vacíos, que inciten al
estudiante a hacer explícito lo que está implícito. En fin, considero que lo fundamental es
seleccionar tanto textos narrativos, poéticos como dramáticos, con las anteriores
características, independiente de si hacen parte o no del canon escolar.
Las estrategias develadas en este trayecto investigativo, las presento a modo de síntesis en
el siguiente cuadro:
56
ESTRATEGIAS DE ACERCAMIENTO
CASO I
CASO II
-Actividades antes, durante CASO III
y después de la lectura. Fundamentación teórica CASOII Y III
alrededor de periodos y -Lecturas extra
-Poner en diálogo los movimientos literarios, curriculares. Leer materiales diferentes
textos con el contexto del luego la lectura para a las obras para conocer la
estudiante. -Actividades después: obra: los resúmenes y las
reconocer las exposiciones y exámenes
-Lecturas de las obras en características señaladas. películas.
escritos.
clase y asesorías
personalizadas.
En el Caso I, el trabajo que se orienta para acercar a los jóvenes a la literatura, responde a
procesos de interpretación y a procesos de producción textual, los cuales se concretan en
los siguientes momentos (Entrevista Caso I, pregunta Nº 1113; Observación de clases):
13
Háblame un poquito, lógicamente cuando un estudiante se acerca a un texto, además de leer, qué tipo de
actividades debe hacer
14
¿Cuáles ha sido las mayores dificultades que has encontrado para orientar el área de lenguaje?
57
Asesoría personalizada: diálogo individualizado entre estudiante docente con relación a la
comprensión de la historia o parte literal y a la recepción literaria: “análisis que incluye
primero la parte literal de la obra, entonces de forma individual, el proceso lo hago de
forma individual: qué dice el texto, cómo lo dice, por qué obedece a ese periodo literario, a
qué género literario, qué problemas se reflejan a nivel social, ya después abordo toda la
parte a nivel personal, ¿qué les despertó la lectura? ¿Por qué lo despertó? ¿Qué le movilizó?
¿Cómo lo movilizó? ¿Por qué le gustó?” (Entrevista, pregunta Nº 9, Caso I). Esta asesoría
personalizada incluye la revisión tanto de forma como de fondo de los distintos borradores
de los textos.
Estas estrategias de antes, durante y después han sido conceptualizadas por diversos
autores. Por ejemplo, Benton y Fox (1992) proponen cuatro estadios así: estadio 1 (antes)
relacionado con el trabajo preliminar; estadio 2 (durante) referido a la lectura del texto;
estadio 3 (durante y después) espacio para formular y explorar la respuesta a través de
trabajos grupales e individuales; y estadio 4 (después) que implica el desarrollo, la
modificación y la refinación de la respuesta por medio de actividades como visualizaciones,
grabaciones, discusiones, escritura y dramatizaciones. Igualmente, en los Lineamientos
Curriculares de Lengua Castellana (1998) se describen estrategias de este tipo para
facilitar la comprensión textual, así lo plantea dicho documento:
las actividades antes y durante pretenden focalizar en los niños la atención, despertar su
interés, activar el conocimiento previo, movilizar los procesos imaginativos y creativos, y
promover la predicción. Las estrategias para después de la lectura buscan facilitar la
reconstrucción del significado global y específico del texto, así como el reconocimiento de su
estructura organizativa. (MEN, 1998, p. 97).
Asimismo, Colomer (1991), cuando habla de la construcción del sentido del texto, rescata
la importancia de la ponderación de los conocimientos previos del lector, de la posibilidad
de contextualizar literaria y culturalmente el texto para enriquecer el diálogo entre el lector
y el texto (actividades antes); del mismo modo el fortalecimiento de mecanismos propios
de todo actos de lectura: anticipar y comprobar la significación obtenida (actividades
durante) y finalmente actividades después de la lectura que involucraría la comparación y el
debate sobre la interpretación por los distintos lectores.
58
No obstante, estas estrategias del antes, durante y después que obedecen a una mirada
procesual, no deben tomarse como una receta, como unos pasos inamovibles para que el
acercamiento del estudiante con la literatura sea realmente significativo. Son los mismos
libros y los intereses de los docentes, los que van determinando en qué etapa del proceso de
lectura hay que hacer o no los énfasis; del mismo modo hay que evitar que estas estrategias
se conviertan en un esquema repetitivo, siempre con las mismas preguntas antes de abordar
la obra, la típica pregunta durante y el mismo taller para después de la lectura.
En cuanto al docente del Caso I, otra estrategia de acercamiento que emplea tiene que ver
con la manera como logra poner en diálogo los textos seleccionados con el contexto del
estudiante, esto le permite al chico leer de otra manera sus realidades y por ende acercarse
con otras expectativas sobre las obras propuestas. Conforme a la observación Nº 1, cuando
el docente emprendió el análisis del poema “Letanías a Satán”, hizo una serie de preguntas
que posibilitó a los estudiantes relacionar este texto con lo que ocurre en Ciudad Bolívar,
dialogar en torno a quiénes son en su comunidad los expulsados del paraíso, los
miserables, los que llevan por dentro un dolor profundo… A la par, la observación Nº 2,
posibilitó conocer el propósito último de esta secuencia didáctica que el docente estaba
desarrollando por esos días: la realización de un cuadro comparativo que recogiera los tres
textos abordados (Letanías a Satán, Voy a dormir y La condena) a partir de “la parte
humana”, específicamente desde el “suicidio”, “porque es algo común en Ciudad Bolívar,
porque en el municipio vienen creciendo los índices de suicidio, porque en la misma
institución el año pasado hubo dos intentos de suicidio, es decir, es una realidad que los
toca directamente (…)” (Observación Nº 2 caso I)
Es pues una práctica que busca poner en diálogo las obras seleccionadas con el contexto del
estudiante de tal manera que la lectura del texto le permita “leer” esas realidades de manera
más profunda, más crítica, con mayores elementos.
59
(2003); Mendoza (2004), Colomer (2005); Bombini (2006) corresponde a un “enfoque
historicista”. Según la observación Nº 2, dicha fundamentación se hizo a partir de un
documento que todos debían fotocopiar, leer y estudiar para la evaluación escrita llamado:
“Teoría literaria: del siglo de las luces al de las revoluciones” tomado del texto guía:
Metáfora serie especial: Castellano y literatura 11. Así, después de debatir y evaluar tal
documento, el docente propone en clases posteriores, la lectura de poemas para identificar
en ellos las principales características de los movimientos abordados, en este caso del
Romanticismo.
Estamos pues ante una estrategia que el docente retoma de un texto guía que no ha pasado
por un proceso de problematización. Valdría la pena preguntarnos qué es lo que realmente
se busca al llevar un texto literario al aula: si leer una obra para que los chicos identifiquen
unas características propias de un movimiento o escuela literaria o leer una obra para
despertar la sensibilidad estética en los estudiantes, generar procesos interpretativos y
construir sentidos. Si la “intencionalidad” del docente apunta a lo segundo, el acercamiento
al texto literario puede resultar bastante significativo, pero si el propósito se agota en lo
primero habría que darle un giro para que la lectura no se instrumentalice, no obedezca a
fines utilitarios.
En relación con el Caso III, aunque es indudable la apuesta del docente por lograr que los
estudiantes lean directamente determinadas obras literarias, no hay evidencias de
estrategias de acercamiento propiamente dichas. Según las encuestas, la lectura de los
textos es una responsabilidad extracurricular (Pregunta Nº 3, caso III)15, responsabilidad
que los alumnos tratan de cumplir porque después de leer la obra se les propone la
realización de exposiciones o pruebas de selección múltiple (Observación Nº 1 y Nº 2),
estrategias que son más de control que de acercamiento. Así pues, estos modos de hacer
irían en contraposición con una verdadera “formación literaria” (Colomer, 1991; Mendoza,
2004; Bombini, 2006) incluso con los mismos Lineamientos Curriculares del Lenguaje
(1998) en donde se plantea que: “un maestro no intimida con el examen para que el
estudiante lea; seduce y persuade con los comentarios críticos a las obras, provoca e
interroga” (p. 88).
15
¿La escuela te brinda espacios para leer? Si_ No_ ¿por qué?
60
Para finalizar con los modos de acercamiento a la literatura, voy a referirme a una estrategia
que se privilegia en ciertos momentos en los Casos II y III: Leer materiales diferentes a la
obra para conocer la obra, concretamente a través de resúmenes y cintas cinematográficas.
No obstante, esta forma de operar la concibo no como una estrategia de acercamiento, sino
de reemplazo, ya que, en vez de leerse la obra directamente se abordan otros textos que se
supone dan una idea generalizada de la obra literaria. “Por ejemplo, ellos empiezan con La
Odisea y La Ilíada, pero como La Ilíada es un poquito más difícil entonces yo les pongo a
ver a Troya, entonces ya después leen La Odisea que es como el complemento (Entrevista,
pregunta 16, Caso III)16. Del mismo en el Caso II, de acuerdo con el plan de aula, cuando se
aborda un periodo o movimiento literario no se leen las obras directamente, sino que se
hace a partir de datos biográficos de los autores, la lectura de resúmenes o fragmentos de
sus obras más representativas, y a veces con la proyección de cintas cinematográficas.
De lo expuesto hasta acá, se podría decir que no hay modos de acercamientos buenos o
malos o mejores y peores, lo que realmente hace que ese modo sea significativo o no,
depende de la intencionalidad que le atribuye el docente, de los propósitos que persigue con
estas formas de hacer; de ahí la importancia, vuelvo e insisto, de problematizar las
prácticas, de desentrañar los sentidos que hay detrás de un modo particular de intervenir en
el aula.
16
¿Normalmente que obras literarias les propones a los estudiantes en el grado once, por ejemplo que obras
han leído este año?
61
2.4 Qué hacer con una obra: tipos de análisis propuestos
Los análisis privilegiados por los docentes focalizados se mueven entre unos de tipo
interpretativo y otros de corte descriptivo. El siguiente gráfico sintetiza lo hallado con
respecto a esta categoría:
CASO I
Análisis interpretativos a través de:
Primero la oralidad para luego
pasar a la escritura.
Doble movimiento: hacia dentro y
hacia fuera del texto
TIPO DE
ANÁLISIS
62
Del mismo modo, en este Caso I es posible rastrear un doble movimiento en ese proceso de
interpretación de la obra. Un movimiento hacia adentro del texto, de interpretación de éste
pero desde lo que dice el texto mismo “siempre había algo muy marcado, es que yo pienso,
no no no espérate, hay unas claves contextuales que te dan la interpretación del texto,
interpreta el texto y ahora si puedes opinar” (Entrevista, Pregunta Nº 6, Caso I)17, es decir,
el profesor de este caso no cae en ese lugar común que Humberto Eco denomina
sobreinterpretación, que consiste en que todo vale, de que se puede opinar o buscar sentidos
sin partir de lo que dice el texto, de hablar de todo menos de lo que éste desarrolla. Pero
para complementar dicho análisis, el profesor hace un segundo movimiento que va hacia
afuera del texto, entonces propone a los estudiantes ahondar un poco en la vida del autor y
su contexto para entender mejor sus obras “hay cosas del autor que nos sirven para
comprender el personaje” (Observación Nº 2). De igual manera en los diarios de campo
aparecen registradas actividades que dan cuenta de ese movimiento hacia afuera del texto
como por ejemplo: “análisis de cuentos a la luz del contexto sociocultural de la edad
media” “Presentación de videos de la vida y obra de Alfonsina Storni y Frank Kafka”
(Diarios de campo, Caso I).
El docente del Caso II, también reivindica un análisis que va más allá de lo formal y
estructural. Para ello, de acuerdo con la entrevista, en la respuesta a la pregunta Nº 1818,
cuenta que en sus clases propone un tipo de análisis que se fundamenta en los siguientes
momentos:
Primer momento: análisis guiado que le permita digerir el texto, apropiarse de él, hacer la
deconstrucción.
Segundo momento: el análisis direccionado al plano del contenido
Tercer momento: orientar el análisis al establecimiento de relaciones intertextuales
Último momento: lograr que ese análisis llegue a un nivel crítico a partir de la formulación
de una hipótesis la cual debe comprobarse desde el texto mismo.
17
¿Cómo ha sido la respuesta de los estudiantes al menos de los grupos superiores con relación a la literatura?
18
Cuándo se aborda una obra literaria, además de leer el libro, ¿qué más deben hacer los estudiantes?
63
En cambio, los análisis que privilegia el profesor del Caso III, responden más a una mirada
descriptiva del texto. Conforme a la observación Nº 1, las exposiciones de los libros que los
chicos eligieron leer de manera voluntaria como actividad del cuarto periodo, debían dar
cuenta de los siguientes elementos contemplados en la guía de análisis entregada por el
docente: espacio, tiempo, personajes principales y secundarios, argumento, tres conflictos
que se aborden en el texto y la identificación de figuras literarias. Y según la observación
Nº 2, cuya clase se fundamentó en un examen escrito sobre dos de las obras de William
Shakespeare, éste estaba dirigido a constatar si el estudiante identificaba los elementos y las
acciones nucleares, por tanto aparecen preguntas por el espacio, la función de los
personajes y por las consecuencias de ciertas acciones claves en la obra. Esto es, los
análisis literarios se agotaron en el plano de lo descriptivo, en lo formal y estructural, sin
posibilidades de avanzar a los terrenos de la interpretación. La encuesta también permitió
recolectar información relacionada con los tipos de análisis que se privilegian en la clase,
esto fue lo encontrado: “La mayoría afirma que el énfasis de los análisis recaen sobre: datos
del autor, la obra y el movimiento literario, la lectura de la obra como tal, presentación de
análisis literarios (argumento, identificación del narrador, personajes, tiempo, espacio), ya
sea oral o por escrito y unos pocos consideran que el énfasis está puesto en trabajos de
análisis que incluye tomar posición crítica (Encuesta, preguntas 6 y 18, Caso III)19
De acuerdo con los tipos de análisis que se privilegian en las instituciones estudiadas,
podría decirse que aparecen dos tendencias, de acuerdo con los planteamientos de Sánchez
Corral (2003) y Mendoza Fillola (2004): una tendencia que respondería en términos
generales a un paradigma formal o poética del texto, y la otra tendencia que estaría más
cercana a un paradigma interpretativo o poética del lector. En un paradigma formal se
ubicarían aquellos análisis propuestos en el Caso III ya que el interés está puesto en la
estructura, en la identificación de ciertos elementos como: argumento, tiempo, espacio,
personajes principales y secundarios, figuras literarias; mientras que aquellos análisis
propuestos por el Caso I y II cuyos esfuerzos se concentran en el contenido, podrían
ubicarse dentro de un paradigma interpretativo. ¿Pero cómo logran estos profesores romper
19
Pregunta Nº 6: ¿las actividades más frecuentes a la hora de abordar la literatura en clase son? Y la Nº 18:
¿Los énfasis de las clases está puesto en?
64
con la tradición que llega a la escuela, desde teorías literarias como el formalismo y el
estructuralismo?
En primera instancia, la actuación del docente del caso I es consecuente con los
planteamientos de Ana Camps (2002) al hacer una apuesta por la oralidad ya que la
literatura para él no sólo se lee, también se habla, lo que implica espacios permanentes de
discusión en el aula para que cada estudiante exprese sus interpretaciones, al mismo tiempo
que las contrasta con las de sus compañeros o profesor; es que las interacciones orales que
promueve el docente del Caso I se pueden considerar como: “un instrumento
imprescindible para que los alumnos aprendan a enfrentarse por sí mismo con la
construcción del significado a través de los textos” (Camp, 2002, p. 6). En definitiva, las
clases propuestas por el profesor del Caso I se habla de las obras literarias: para
comprender, para leer, para escribir, para pensar, para construir interpretaciones más
profundas. Son clases que parten de la concepción de que “se aprende a leer leyendo” pero
si se habla sobre lo leído se aprende más, más rápidamente y con mayor oportunidad de que
todos lo hagan.
65
Asimismo, el docente del caso II, como manera de superar los análisis meramente
descriptivos, se sintoniza con una lectura crítica que trabaja la implicación y la
presuposición, en el sentido que propone una lectura que organice los indicios recuperando
lo que la lectura literal ignora y la inferencial promete, hasta sustentar su hipótesis no desde
la opinión, sino desde el texto mismo.
Si bien, aunque el profesor del Caso II no lo manifiesta directamente, parece que promueve
un tipo de análisis basado en los distintos niveles de la comprensión lectora propuestos en
Los Lineamientos (1998). El docente habla de un primer momento de deconstrucción, de
apropiación del texto que sería coherente con el nivel literal que consiste en “el
reconocimiento del primer nivel de significado del mensaje, según Eco, y se realiza cuando
el lector parafrasea, glosa o resume lo que lee” (MEN, 1998, p. 75), es decir, en este nivel
el estudiante da cuenta de lo que dice la obra a partir de generalizaciones, omisiones e
integraciones de la información fundamental. Como segunda etapa el docente del Caso II
busca avanzar al plano del contenido, lo que según Los Lineamientos sería el paso a un
nivel de inferencia, entendido según este documento como la capacidad de establecer
relaciones y asociaciones entre los significados, de hacer deducciones de lo no dicho en la
obra. Finalmente el profesor orienta el análisis al establecimiento de relaciones
intertextuales y a la formulación y comprobación de hipótesis interpretativas, que desde Los
Lineamientos se denomina nivel crítico – intertextual que implica el reconocimiento de la
macroestructura, de la superestructura, de los puntos de vista y de las intencionalidades, así
como de la identificación dentro del mismo texto, de la presencia de otros textos que se
manifiestan ya sea a manera de citación, de alusión o de imitación.
En definitiva lo que nos muestra la problematización sobre los análisis que se llevan a cabo
en los grados once de algunas instituciones públicas urbanas de Ciudad Bolívar, es que sí es
posible incorporar en el aula orientaciones de nuevos paradigmas; no obstante, para que
opere dicho cambio, se necesita de la conciencia del profesor, del querer ir más allá de
análisis descriptivos a otros que privilegien la interpretación de la obra por medio de la
interacción activa de cada lector con el texto.
66
2.5 A modo de cierre
En primera instancia, es primordial señalar que en los grados once de las tres instituciones
públicas urbanas del municipio de Ciudad Bolívar, las prácticas de enseñanza no son
homogéneas y que por tanto hay que hablar de diversidad de prácticas. Así pues, encontré
en la realidad escolar diferentes formas de organizar el componente literario, de seleccionar
las obras, distintas propuestas de acercar a los jóvenes con la literatura y diversos modos de
analizar los textos.
Sin embargo, aunque de las anteriores prácticas se podría decir que algunas responden a
una perspectiva historicista, otras a una mirada estructural y otras tantas dirigidas hacia el
lector y su papel activo en la interpretación y valoración de las obras, no es posible hacer tal
clasificación, ya que la enseñanza en los casos estudiados, es una urdimbre de perspectivas;
en la cotidianidad, las prácticas de un mismo docente se nutren simultáneamente de
elementos de una u otra mirada. Ahora bien, el que se lleven a cabo prácticas que poco
contribuyen a la formación literaria de los estudiantes, no es una responsabilidad única y
67
absoluta de los maestros como lo han hecho creer discursos hegemónicos del estado con sus
políticas de calidad o los medios de comunicación cuando prenden las alarmas por los bajos
niveles de lectura en el país. Si esto ocurre no es, en todos los casos, porque el docente así
lo desee o porque se oponga a la transformación; esto se da porque se conjugan muchos
factores como: apego a los programas formulados desde los libros de texto guías, una débil
formación en didáctica de la literatura ofrecida por las universidades, un abandono por
parte del Estado en relación con las continuas actualizaciones a los profesores y por la
negación de espacios institucionales para la conformación de comunidades académicas.
Pero en estos hallazgos investigativos, hay un lugar muy especial para la esperanza. En
primer lugar, la esperanza se vislumbra en aquellas transformaciones de las concepciones
de los maestros participantes frente a la enseñanza de la literatura, evidenciadas en un
escrito construido después de haber tenido la posibilidad, a modo de ejercicio de
devolución, de reflexionar y dialogar alrededor de sus propias prácticas.
(…) Ahora que escucho a Jesús hablar de secuencias y los criterios para diseñarlas, las
considero muy pertinentes no para hacer algunas en el año como lo venía haciendo, sino para
planear de manera intencionada toda la intervención del año a través de dichas secuencias.
Igualmente pudimos reflexionar acerca de enseñar la literatura por periodos literarios y de
seleccionar por cada periodo los mismos libros de cada año. Yo estaba convencida de que eso
lo decía los estándares curriculares, pero ahora que analizamos el factor relacionado con la
literatura en los últimos grupos de grados, pude comprobar que no necesariamente hay que
enseñar literatura en un orden cronológico y que el docente tiene autonomía para seleccionar
lecturas. Para mí esto fue un descubrimiento y a pesar de que en los libros de texto en los que
me baso lo diseñan por periodos y en orden, ya sé que no necesariamente lo tengo que hacer
así. (Reflexión, Docente Caso I)
Esta investigación me ha permitido descubrir que más que leer muchos libros o comprobar a
través de diferentes actividades si mis estudiantes han comprendido las obras o no, es
necesario acercarlos realmente a la literatura, tener en cuenta sus gustos, sus intereses, tener
en cuenta aquellos temas por los que sienten curiosidad, y no siempre los mismos libros que
68
se proponen en los textos guía de acuerdo a los periodos literarios que se vienen estudiando,
libros que en ocasiones se hacen pesados para ellos, ahora pienso que algunos libros se
convierten en sus enemigos. También, con esta posibilidad que tuve de reflexionar sobre mis
prácticas, me pude dar cuenta de que la mayoría de los trabajos que asignaba con relación a
una obra literaria, era con el fin de lograr que la leyeran, pues sólo leyéndola podían cumplir
con la tarea, y por ende ganar la materia, lo que significaba que la lecturas se agotaban en la
presentación de un trabajo escrito; ahora pienso que las obras que abordemos en clase deben
ser para vivirlas, para interactuar con la historia que se les presenta, para ganar experiencia,
para disfrutarlas. (Reflexión, Docente Caso II)
Avancemos hacia aquellas reflexiones logradas por el docente del Caso III y que alimentan
este el terreno para la esperanza:
Considero que este espacio me ha permitido encontrar otras estrategias que si se ejecutan de
una forma consciente, permite que el estudiante regule su forma de leer y se sienta partícipe
de la construcción del sentido del texto, leyendo así de otra manera su propio contexto. Todas
estas estrategias las podría implementar a través de una planeación por secuencias didácticas,
esto permitiría no seguir trabajando por contenidos alrededor de los mismos libros de cada
año, sino a partir de una selección de acuerdo a los intereses del estudiante, pero con la
intención de desarrollar en ellos la competencia literaria. Por otro lado, este trabajo me llevó
a replantear la forma como venía evaluando la literatura, ya que siempre lo hacía desde una
mirada descriptiva (resumen, exposiciones), pues tal como me doy cuenta en este momento,
es más una forma de presión para lograr que los estudiantes lean el libro que una estrategia de
acercamiento a ella. Además siempre había previsto que la lectura del texto la hiciera cada
cual de manera extraescolar y casi nunca destinaba espacios en el aula para dialogar sobre
los textos leídos, lo que significa que no estaba promoviendo análisis críticos ni ese gusto por
los libros. (Reflexión, Docente Caso III)
69
Es gratificante saber que, en algunos momentos de ese quehacer cotidiano, hay un
atrevimiento por parte de los profesores protagonistas de este trayecto investigativo, de ir
más allá de una mirada historicista, incluso más allá de una mirada formal y estructuralista,
a una que se pregunte por los sentidos que construyen los estudiantes a partir de la lectura.
Es emocionante rastrear prácticas que se interesen por avanzar en procesos rigurosos de
interpretación y producción textual, en hacer conscientes a los estudiantes de que dichos
procesos son exigentes, de que necesitan continuamente de la relectura y la reescritura, de
lograr que los estudiantes ejerzan la libertad por medio de la escritura: “Gratificante porque
he descubierto procesos de creación de ellos, que ellos son capaces, gratificante porque es
la posibilidad de darle libertad al muchacho, la libertad de crear, ahí uno se da cuenta que
los muchachos claman libertad” (Entrevista, Pregunta Nº 4, Caso I)20
Es gratificante poder presenciar cómo en algunas aulas del municipio, las clases se
configuran desde secuencias e incluso desde un diálogo entre áreas, clases que se
convierten en diálogos entusiastas alrededor de obras literarias, en espacios de reflexión en
torno a ellas, en cuestionamientos a la propia cultura y la moral, espacios donde es posible
tomar posición crítica a partir de lo que se lee, de cooperar con los textos, de llenar los
espacios vacíos, la indeterminación que prevalece en los discursos literarios; clases que
tienen en cuenta la recepción estética de los alumnos y en donde la selección de las obras
no depende tanto de un canon escolar sino de esa vivencia personal del maestro que las
escoge precisamente porque dichas obras les dicen algo a los estudiantes, nos los dejan
igual, los transforman. Es gratificante observar cómo a través de esa manera de configurar
la enseñanza de la literatura es posible ganar lectores literarios, personas que desarrollan un
gusto por leer, ya no desde la obligación sino desde una convicción personal. En fin, es
alentador ver que los mismos docentes reconocen que a pesar de las dificultades, están
avanzando: “hemos avanzado hasta el punto de estar logrando hacer actividades en clase
que hace tres años no eran posibles realizarlas por las condiciones y disposiciones que
tenían los alumnos (…) pero todo ha sido un proceso, un proceso que es muy muy
despacito pero que se han logrado cosas, eso es” (Entrevista, Pregunta Nº 6, Caso I)21
20
¿Y Cuáles ha sido las principales gratificaciones orientando el área?
21
¿Cómo ha sido la respuesta de los estudiantes al menos de los grupos superiores con relación a la literatura?
70
Fueron las anteriores reinvenciones a las que quise hacerles mayor énfasis en el momento
de la devolución de los resultados investigativos a los maestros participantes, de tal manera
que dichas reinvenciones sean fortalecidas cada vez más, y a su vez, otros docentes se
nutran de esta mirada:
Esta devolución también me sirvió para ratificar todo aquello que vengo haciendo bien y que
sirve de guía para otros profesores, por ejemplo: los diálogos que hacemos a partir de las
obras leídas con el fin de mejorar, primero la argumentación desde la oralidad, para luego
pasar a la escritura, la de centrar los análisis en el contenido y en la estructura profunda y no
solo en la forma, las asesorías personalizadas para saber cómo van, si la están
comprendiendo, qué dificultades presentan, la de potenciar la actividad que hicimos con las
23 obras literarias en el último periodo, en fin, esta charla me sirvió para darme cuenta de que
muchas de las cosas que hago a diario se están haciendo bien, pero sobre todo que cada vez
se pueden hacer mucho mejor. (Reflexión, Docente Caso I)
71
CAPÍTULO III
______________________________________________________________________
¿PARA QUÉ LEER?: ACERCAMIENTOS A LOS SENTIDOS DE LA
LITERATURA EN LA ESCUELA
Ahora me queda el reto de hacer un mejor trabajo con la literatura para así lograr la
formación de estudiantes críticos que aprendan a leerse mejor a sí mismos y el mundo.
Si bien, a pesar de que uno de los docentes participantes en la investigación afirma que la
literatura no se enseña
Yo no creo que uno enseñe literatura, porque es una cantidad de cosas, pueden existir muchas
técnicas narrativas, muchas formas de estructurar los poemas, las fábulas o el mito, pero
cuando vos ya te metés al contenido, al pensamiento que se refleja en el contenido, eso no se
enseña, simplemente se interpreta (…) uno puede decir si, uno enseña datos, periodos
literarios, pero ya esa relación con la literatura, esa comprensión, eres tú solo como lector y el
texto como tal, pienso yo. (Entrevista, Pregunta Nº 5, Caso I)22.
22
¿Por qué consideras que se debe enseñar literatura a los estudiantes?
72
Ahora bien, algunos autores, al sostener que la literatura no se enseña, abogan por la “anti-
intervención” ya que, según ellos, existe una relación naturalizada y automática entre los
textos y los lectores siempre dispuestos a ser receptores entusiastas. Así, a partir de estos
postulados se describen escenas idílicas, donde el encuentro de los alumnos con los textos
es siempre una experiencia exitosa sin que exista mediación por parte del docente, pues la
lectura literaria es una zona privativa de la imaginación, es una puesta en juego de lo
lúdico, es territorio gratuito… por tanto debe mantenerse incontaminada de las tareas
escolares. Sin embargo, el anterior planteamiento no lo encuentro pertinente para la
escuela porque de entrada, tal como lo plantea Cárdenas (2004) “la pretensión de que el arte
no se puede enseñar contrasta con los testimonios de la historia, los cuales nos refieren la
existencia de escuelas de arte en numerosas sociedades” (p. 10), negando así la existencia
de un saber sobre literatura y el papel mediador del profesor.
Por tanto, una enseñanza de la literatura que apunte a la formación literaria del estudiante,
sí requiere necesariamente unas configuraciones didácticas específicas que hay que
desarrollar en el aula, sin que esto vaya en desmedro de la construcción de una relación
significativa con la literatura. Es a través de esta clase que se debe procurar que el
estudiante se acerque directamente a las obras, las lea, las aprecie y disfrute de manera que
adquiera un gusto lector perdurable, gusto que no es natural y que por tanto hay que
fomentarlo. Una enseñanza que ofrezca a los alumnos las herramientas necesarias para que
puedan implicarse en la construcción de sentidos, de interpretaciones a partir de la
cooperación con el texto. Una enseñanza que permita relacionar una obra con otra,
identificar influencias, fuentes, juegos intertextuales, la repetición y renovación de tópicos.
Una educación literaria que les ayude a ver la metáfora, la imagen, el símbolo, propiciando
la reflexión sobre el lenguaje literario; una formación que le ayude al estudiante a darse
cuenta de qué es leer literatura, para qué leer y cuál es el sentido que esta práctica puede
tener en su vida.
Para ello se requiere de un profesor que oriente, planifique, gestione, asesore, aclare dudas,
señale caminos, utilice múltiples estrategias, seleccione libros de calidad literaria. Un
docente que se atreva a enseñar una pasión, que enseñe desde el ejemplo, no desde el
mandato. En todo caso, el papel del maestro no puede ser el de simple animador, el de
73
“recreacionista”, ni el de un espectador que da la palabra y se mantiene distante del proceso
de aprendizaje del alumno. Antes bien, el profesor de literatura debe ser un intelectual que
está llamado a indagar, sopesar, confrontar los modos de leer y escribir de sus estudiantes,
un docente que se atreve a disentir, a mostrar otros modos de interactuar con la obra, otras
posibilidades con la literatura.
Si bien es cierto que esa enseñanza orientada a la formación literaria se puede dar en
espacios distintos a la escuela como en la familia o la comunidad, también es verdad que
para la mayoría de los jóvenes del municipio de Ciudad Bolívar, la escuela es quizás el
único espacio que tienen para acercarse a la literatura y dejarse atravesar por primera vez,
ya que en contextos como el de este municipio, son las instituciones educativas las que
poseen la responsabilidad de manera casi exclusiva, de garantizar el acceso a la cultura
lectora y escritora de cientos de niños y jóvenes.
Partiendo entonces de que la literatura se enseña, avancemos ahora a los sentidos que se le
atribuyen a ésta en la escuela y que van desde intenciones instrumentales, hasta la
formación integral de la persona. El siguiente gráfico muestra esas diversas posibilidades
que ofrece a profesores y estudiantes de la educación media.
74
3.1 La literatura desde una mirada instrumental
Iniciemos por una de las la funciones que aparece con mayor recurrencia en los Casos
estudiados: la literatura desde una mirada utilitaria e instrumental. El abordaje de lo
literario en la escuela se instrumentalizó cuando cayó en alguno de estos dos extremos: el
primero cuando fue utilizada para enseñar cosas que le son ajenas a ella, cosas para las
cuales la literatura no fue creada, o segundo cuando la literatura fue entendida sólo como
animación, como mera recreación. Comencemos por la primera tendencia. Ésta se dio
cuando la literatura fue llevada al aula para extraer de ella conocimientos útiles, prácticos,
saberes con una aplicación inmediata.
Un primer énfasis utilitario identificado, está relacionado con ponerla al servicio del
imperio lingüístico, sea desde un enfoque gramatical descriptivo o desde un enfoque
comunicativo. Desde el primer enfoque, pude observar cómo en el Caso III, el profesor
hacía devolución de un taller sobre un poema de Shakespeare, en donde el estudiante debía
señalar distintas categorías gramaticales: sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios,
artículos, pronombres, preposiciones y tres oraciones con complementos diferentes: directo,
indirecto, circunstancial… (Observación Nº 2, Caso III). En fin, en esta situación el texto
literario sólo se justificó en el aula en tanto sirvió para realizar análisis lingüísticos
gramaticales.
23
Contame un poquito sobre esa selección de las 23 obras o el trabajo que estás pensando con esos libros
75
e indirecta, hasta llegar a la lectura crítica, niveles de comprensión en los que se basa el
ICFES para construir las pruebas nacionales.
En esta misma línea de la literatura al servicio del componente lingüístico, los estudiantes
encuestados y el docente del Caso III, le atribuyen a la literatura encargos muy prácticos
relacionados con la adquisición de un vocabulario más amplio y el mejoramiento de la
escritura correcta de las palabras. Cuando le pregunté a dicho profesor por el sentido de la
literatura en la escuela dijo: “(…) a partir de la literatura usted enriquece su léxico (…)
hasta ortografía aprende a través de la literatura, porque yo les digo no solamente lean sino
que al paso que van leyendo hagan una lectura detenida así se van dando cuenta como se
escriben las palabras” (Entrevista, Pregunta Nº 10, Caso III)24. Respuestas similares recibí
de los estudiantes encuestados: “a través de la literatura mejoramos las habilidades
24
Bueno, ¿por qué consideras que se debe enseñar literatura a los estudiantes?
76
comunicativas, la producción textual, la manera de expresarnos, la adquisición de más
vocabulario, permite mejorar la ortografía”.
Del mismo modo se develó que, en muchas ocasiones, el abordaje de la literatura está
anclado a unas pesadas tareas escolares que tienen como intención controlar y presionar al
estudiante para que lea. Se introduce la obra literaria en la escuela, tal como lo afirma
Equipo Peonza (2001) para extraer de ella hasta la última gota de rentabilidad escolar:
copias, dictados, análisis de todo tipo, resúmenes, estrujando el libro hasta dejarlo vacío de
metáforas, elipsis, anáforas, aliteraciones, hasta despojarlo de un sentido. Es que,
generalmente, para los docentes participantes, la lectura literaria en el aula, no es válida si
no va acompañada con un trabajo práctico, si a través de ella no se puede abordar cierto
tema o valor, si no se materializa en algo concreto, que se pueda ver y medir, en un
producto que se pueda calificar, lo que en última instancia, se convierte para el estudiante,
en leer por cumplir, en leer para ganar la materia.
Así pues, al abordar la literatura con fines utilitarios, instrumentales, se termina haciendo lo
que muy acertadamente planteó Ana María Machado (2000) con la metáfora del ganso y de
la vaca. Los profesores, según la autora
A veces tratan a los alumnos como gansos: los agarran del pescuezo, los inmovilizan y los
ceban con cantidades de comida, teniendo cuidado de no alimentarlos de verdad, porque no
es eso lo que les interesa, sino apenas promover las grasas especiales y preciosas, que tienen
valor en el mercado. En otros momentos, los tratan como vacas: se sientan a su lado, los
acarician, tocan sus intimidades, pero apenas para ordeñarlos, para extraer de ellos lo que
pueda ser útil para la producción del sistema y garantizar más lucro y la permanencia del
77
negocio, al comprobar que, a fin de cuentas, la granja funciona y logra transformar el pasto
en leche. (Machado, 2000, p. 33).
En síntesis, considero que la literatura no debe estar al servicio de distintos señores sean
éstos: la lingüística, la moral, el historicismo o quedarse en un activismo recreacionista. La
lectura literaria debe abordarse en la escuela como un bien estético cultural al que el
estudiante debe acceder de manera directa con la mediación de un docente experto en
literatura, sin ninguna pretensión instrumental, práctica. Entonces, si la literatura no cumple
con ninguna función utilitaria ¿para qué sirve la literatura? Por supuesto que la literatura es
importante, que sirve para algo, pero su trascendencia reside en los múltiples sentidos que
se desprenden de su singularidad, de su autonomía, sentidos que también son nombrados
por algunos docentes y estudiantes aunque de una manera más tímida.
Sin embargo, antes de ahondar en esos otros sentidos que van más allá de lo instrumental,
es preciso indicar que para que un estudiante experimente dichas bondades se hace
indispensable en primara instancia, contar con su predisposición, con su colaboración, con
su curiosidad para entrar en diálogo con la obra. En segundo lugar también es importante
resaltar que las bondades que ofrece la literatura no se experimentan con la lectura de un
solo libro “el texto, sea el que fuere, es solamente un eslabón en una cadena de textos”
(Poppel, 2004, p. 123); por tanto es necesaria una práctica habitual, una acción continuada,
78
permanente, puesto que las posibilidades que se derivan de la lectura, no se da de manera
inmediata, súbita, sino que es en gran parte, diferidas en el tiempo.
Es conveniente indicar que, presento esas otras posibilidades que se derivan de la literatura
más allá de una mirada instrumental, esto es, la literatura como experiencia, como
posibilidad de ganar mundo, de figurar el pensamiento, de afinar la dimensión estética,
como posibilidad de descubrimiento y construcción de sí y de configurar sujetos críticos; se
anudan a una lectura literaria que implica, tal como lo advierte Cárdenas (2004), la
totalidad del ser, su formación holística, integral. En este orden de ideas, los invito a que
iniciemos con esos otros sentidos que me permiten plantear que la literatura en los Casos
estudiados no se agota únicamente en lo utilitario.
Soy consciente de que en las aulas de clases, quizás existan muchos alumnos que hayan
vivido la lectura propuesta por los profesores de los diferentes Casos, como una
experiencia, que algo les haya pasado; sin embargo, sólo voy a referenciar una experiencia
que me contó el profesor del Caso I sobre una de sus estudiantes del grado once. Esta
experiencia se produjo gracias a la secuencia didáctica planeada por el profesor y cuyo
producto final era un monólogo a partir de uno de los cuentos de El Decamerón. A la chica
en cuestión, le correspondió un cuento que abordaba el tema de las relaciones sexuales,
pero en el momento de convertir la narración en un guión, no era capaz, estaba bloqueada,
algunas vivencias previas con este asunto la atormentaba “(…) cuando yo me senté a
79
conversar con ella (…) ella pudo nombrar lo que le estaba pasando y pudo seguir
escribiendo, entonces eso es gratificante porque moviliza esa condición sicológica del
estudiante, de eso que no somos capaces de nombrar pero la escritura te lo moviliza y que
desde un mundo posible lo podés nombrar” (Entrevista, Pregunta Nº 4, Caso I)25. Así, la
lectura desempolvó sus miedos, sus traumas, sus angustias, pero fue la escritura literaria la
que le permitió nombrar dichos temores y vencerlos. Ciertamente después de esta
experiencia con la literatura, la chica se transformó: no volverá a ser la misma, dejó de ser
la misma, la ocurrió algo, algo en ella cambió, se hizo otra de la que era.
Por tanto, la lectura de un cuento de El Decamerón tomó sentido en esta aula, no por lo que
dice el libro ni por lo que se pueda decir sobre él, sino por la formación o transformación
que logró en el lenguaje, en el pensamiento y en los sentimientos de una estudiante. En este
punto vale la pena traer a colación una frase dicha por el personaje narrador de la novela
Balzac y la joven costurera China de Dai Sijie (2001), cuando después de haber tenido
contacto con algunas obras de la literatura occidental, especialmente con el libro Jean
Chistophe, afirma algo que resume lo que puede sucederle al lector cuando la lectura es
vivida como experiencia: “era para mí el libro soñado: al acabar de leerlo, ni la maldita vida
ni el maldito mundo volvían a ser como antes” (Sijie, 2001p. 117). En síntesis, la literatura
vale la pena trabajarse en las instituciones educativas, en tanto permite a profesores y
estudiantes formarse, o deformarse o reformarse, pero en todo caso transformarse.
En este punto valdría la pena advertir que la experiencia con la lectura, así varias personas
lean el mismo texto, es siempre singular, esto es, “la experiencia de la lectura, es para cada
cual, la suya” (Larrosa, 2006, p. 12). Además dicha experiencia no siempre se da,
recordemos nuevamente el trabajo con los cuentos de Giovanni Bocachio, sólo a una
persona afectó, sólo a uno le dijo algo, porque según Larrosa la experiencia con la lectura
se da cuando confluye el texto adecuado, el momento adecuado y la sensibilidad adecuada.
Así pues, cuando la lectura literaria se plantea en la escuela como exploración, como
búsqueda, como descubrimiento personal, una lectura que va encaminada a “vivir la
literatura” y no tanto a “saber sobre literatura”, permite a los lectores múltiples
25
¿Y Cuáles ha sido las principales gratificaciones orientando el área?
80
posibilidades. A continuación, los exhorto a que exploremos, cómo algunos estudiantes y
profesores ven en la literatura una manera de ampliar sus cosmovisiones.
La literatura permite ver e interpretar el mundo de una manera más profunda, esto es,
fortalece nuestra cosmovisión. Indiscutiblemente, el profesor del Caso I le apuesta a esta
línea de sentido:
Lo único que quizás puede dar es la posibilidad, primero de conocer múltiples cosmovisiones
¿por qué? Porque eso es la literatura, un mundo de infinidad de posturas frente a la vida,
frente al ser humano, frente a la sociedad, un abanico de posibilidades frente a las
concepciones y a las formas de pensar. (Entrevista, Pregunta Nº 5, Caso I)26.
Es que la lectura literaria, según el planteamiento de este docente, permite saber que existen
muchas más cosas de las que se logran percibir en el entorno más cercano, se pueden
conocer geografías inéditas, explorar universos sorprendentes, frecuentar diferentes partes y
culturas, vencer esa condición finita y constreñida ensanchando la idea de realidad, de
mundo, o como él lo expresa, “ampliando la cosmovisión”. En relación con esta bondad
de la literatura manifestada por el docente del Caso I, Vásquez (2006) señala que: “la
narrativa nos enseña que hay siempre algo más allá de las montañas; que no debemos
conformarnos, que tenemos que ir siempre en pos de un horizonte, así sea con nuestra
imaginación” (p. 229). De acuerdo con lo anterior, la literatura al igual que la manzana del
paraíso de Adán y Eva tiene la facultad de abrir los ojos de sus lectores, de darles
entendimiento, de ver la realidad de otra manera.
“A mí me parece que la literatura es una fuente muy importante para uno abordar otros
conocimientos (…) que uno recoge mucho bagaje cultural” afirmaba el docente del Caso III
en la entrevista. Igualmente un grupo de estudiantes, por medio de la encuesta,
manifestaban que “a través de la literatura adquirimos más saberes sobre la vida, más
bagaje,”, es decir, para ellos vale la pena leer literatura porque les regala mundo, les
presenta otras dimensiones de lo real, extiende el espectro de la existencia al mostrar los
26
¿Por qué consideras que se debe enseñar literatura a los estudiantes?
81
asuntos con los cuales cualquier ser humano tendrá que habérselas en el trasegar de la vida:
encontrar el amor, enfrentar un miedo, superar una dificultad, alcanzar una meta, en fin.
Esta ampliación de mundo, explicitada en las palabras de algunos profesores y alumnos, es
recreada claramente en la obra literaria Balzac y la joven costurera China cuando el
personaje narrador afirma que la literatura lo acercó a cosas que están ahí en el mundo, pero
aun no había experimentado:
Imaginen a un joven virgen de diecinueve años, que dormitaba aun en los limbos de la
adolescencia y sólo había conocido la cháchara revolucionaria sobre el patriotismo, el
comunismo, la ideología y la propaganda. De pronto como un intruso, aquel librito me
hablaba del despertar del deseo, de los impulsos, de las pulsaciones, del amor, de todas
esas cosas sobre las que el mundo, para mí, había permanecido hasta entonces mudo. (Dai
Sijie, 2001, p. 64)
En síntesis, de acuerdo con lo señalado por los docentes del Caso I y III y algunos
estudiantes, la literatura cobra sentido en el aula en la medida que brinda sabiduría para
afrontar la vida, una visión más amplia para aprender a vivir una vida humana bajo
cualquier circunstancia. Pero a la vez que da cosmovisión, que ensancha la idea de realidad,
también permite darle otra forma al pensamiento.
Fue revelador para esta investigación descubrir cómo el profesor del Caso I siempre le
apostaba a la discusión oral, al diálogo a propósito de los textos literarios. Y estas
permanentes mesas redondas le ofrecían a los estudiantes la posibilidades de pensar más
sobre lo leído, de pensar de otra forma, de contrastar sus significaciones con las de otros
compañeros, la de ir construyendo interpretaciones más sólidas, más profundas. Tenía
razón Graciela Montes (2007) cuando escribe:
leer vale la pena… convertirse en lector vale la pena… lectura a lectura, el lector –todo
lector, cualquiera sea su edad, su condición, su circunstancia– se va volviendo más astuto en
la búsqueda de indicios, más libre en pensamiento, más ágil en puntos de vista, más ancho en
horizontes, dueño de un universo de significaciones más rico, más resistente y de tramas más
sutiles. (p. 1).
82
La literatura, desde lo que se configura en estas clases, permite a los estudiantes darle
extensión y maleabilidad al pensamiento, hacer más dúctil sus mentes en la medida en que,
en las discusiones, pueden tomar partido, estar a favor o en contra de un personaje, de una
situación, sacar conclusiones, ya que el hecho literario no dogmatiza, más bien abre
abanicos de posibilidad, muestra situaciones, trae a colación ideas para que sea cada cual el
que tenga que sopesarlas y sacar sus determinaciones. Así, ese diálogo alrededor de la
literatura va posibilitando un pensamiento más ecuménico, más diverso, más plural, un
pensamiento más dispuesto hacia lo extraño, más respetuoso de la diferencia.
Igualmente, según las observaciones de clases, el profesor del Caso I, fomenta, a través de
la literatura, el pensamiento analógico. En el capítulo dos, se describió cómo este docente
diseñó una secuencia didáctica a partir de tres textos: “Letanías a Satán” de Charles
Baudelaire, “Voy a dormir” de Alfonsina Storni y “La condena” de Frank Kafka para lograr
que los estudiantes construyeran, después de muchas estrategias de acercamientos y análisis
de corte interpretativo, un texto comparativo que recogiera las semejanzas y diferencias de
dichas obras. De esta manera afinaba el intelecto de sus estudiantes al incentivar en ellos el
pensamiento analógico, ya que esta forma de llevar la literatura al aula, permite a los
alumnos establecer relaciones extrañas, hacer asociaciones, ver semejanzas en textos
aparentemente diferentes, permite superar las disyunciones para lograr descubrir
“conjunciones, interrelaciones, imbricaciones, sinestesias. Correspondencia” (Vásquez,
2006, p. 21). Es que la analogía implica la paradoja al incorporar tanto la diferencia como
la semejanza, es un campo de interrelaciones de las cosas, así posean propiedades
aparentemente diferentes.
Esa capacidad de afinar el pensamiento también fue nombrada por los estudiantes
encuestados, quienes consideran que la literatura “fortalece los procesos mentales, mejora
la capacidad de interpretación, de argumentación, de análisis” (Encuesta, Preguntas Nº 5 y
11, Casos I, II y III)27. Con estas expresiones reconocen que la literatura le da una forma
más elaborada al intelecto, afina el pensamiento, lo figura. Y “Figurar el pensamiento es
tanto como lograr abandonar el presidio de nuestra inmediatez, para colocarnos en otro
27
Pregunta Nº 5: ¿consideras que leer literatura es importante si__ no __ por qué?; pregunta Nº 11: ¿crees que
la literatura es importante para tu formación si__ no__ por qué?
83
lugar, en lo posible, y así, tener ojos para contemplar las estrellas” (Vásquez, 2006, p. 21).
Significa esto que, con la literatura, estudiantes y profesores saltan los dispositivos de lo
obvio, de lo directo, de lo concreto, a un pensamiento más elaborado, más creativo, menos
rígido.
Me referiré ahora a la dimensión estética, sin perder de vista la formación integral que
posibilita la lectura literaria.
Según el docente del Caso I, el hecho de lograr que los estudiantes se acerquen a la
literatura tiene sentido, en tanto que ésta les brinda a los estudiantes la oportunidad de
“crear, de generar otras realidades que siendo ficciones parten de una realidad (…) de una
realidad que la transforma a través de la metáfora, a través de la figura literaria”
(Entrevista, Pregunta Nº 5, Caso I).
En coherencia con la anterior función de la literatura otorgada por el profesor del Caso I,
está el planteamiento de Cárdenas (2002) quien sostiene que la literatura “obedece a las
maneras de sentir e imaginar el mundo, por fuera de los límites de la razón” (p. 123) porque
el hecho literario pone a maestros y alumnos en otro escenario: la relación con lo estético,
con esa experiencia de acceder a un mundo hecho por la imaginación, esa manera de hacer
nuevos génesis con la palabra, esa necesidad de tener contacto con lo bello, pues tal como
lo recuerda Castrillón (2008) “no sólo la literatura, pero también ella, como arte ofrece esta
posibilidad de belleza” (p. 67). En suma, el profesor del Caso I reconoce el valor de la
literatura en la escuela, en la medida que permite al estudiante imaginar, soñar, extasiarse o
como lo expresa el maestro don Gregorio en la cinta cinematográfica La lengua de las
mariposas (1999): “los libros son como un hogar, en los libros podemos refugiar nuestros
sueños para que no se mueran de frío”.
84
planteadas por el escritor Mario Vargas Llosa (2010): la literatura como refugio, como una
manera de romper las barreras del tiempo y del espacio, de viajar, de luchar, de arrastrarse
con los personajes, de admirar sus hazañas, de horrorizarse con sus desvaríos, de
protagonizar grandes aventuras, de sentir grandes pasiones que la vida verdadera nunca les
dará, de hacer posible lo imposible, de aliviar su condición perecedera, de derrotar la
carcoma del tiempo. Los estudiantes al pensar la literatura como la posibilidad de
“sumergirse en mundos posibles” están experimentando una manera de vivir las muchas
vidas que quisieran vivir.
85
general, esta dimensión estética, que debería ser por naturaleza la función primordial de la
literatura no lo es, ya que hay otras funciones de corte utilitarista que la desplaza, no
obstante, hay esperanzas en la medida que unos cuantos reconocen este sentido, que
señalan esta potencialidad de la literatura. Pero aún hay más, algunos profesores y
estudiantes sostienen que se lee literatura en la escuela porque ésta permite comprender
mejor su propia humanidad y consolidar una personalidad.
cada lector es, cuando lee, el propio lector de sí mismo. La obra de un escritor no es más que
una especie de instrumento óptico que él le ofrece al lector a fin de permitir discernir aquello
que, sin ese libro, quizá no habría visto en sí mismo. (p. 214).
Del mismo modo, esa disposición de la literatura como revelación, es planteada por Borges
un una de las estrofas del poema Arte poética “a veces en la tarde una cara/ nos mira desde
el fondo de un espejo; / el arte debe ser como ese espejo/ que nos revela nuestra propia
cara”. Es justo decir entonces que los estudiantes tenían mucha razón al afirmar que a
través de la literatura pueden develar la condición de lo que son.
86
Igualmente, de las prácticas del docente del caso I, se puede develar que la literatura le
facilita a los estudiantes una mayor comprensión de nuestra condición humana: “de lo que
se trata con la literatura es de comprender la dimensión humana, que los personajes no son
ni buenos ni malos, sino que tienen matices (…) de tal manera que aprendan a leerse mejor
así mismo y al mundo por medio de lo que una historia ficticia nos está narrando”
(Observación Nº 2, Caso I). En este caso la literatura es llevada al aula para que le ayude al
estudiante a entender mejor el jeroglífico que suele ser la existencia, para que se hagan más
humanos. Que la literatura, la poesía hace más humanos a las personas, es una idea
expresada de manera brillante en la película La sociedad de los poetas muertos a través del
profesor John Keating quien considera que la poesía va más allá de medir en ella la
métrica, la rima, la perfección, en cambio, sostiene que:
leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana y la raza humana está
llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería son carreras nobles y
necesarias para dignificar la vida, pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor, son las
cosas que nos mantienen vivos. (Weir, 1989).
La literatura, según el sentido que aflora de la clase mencionada, pone a los discentes en
relación con los problemas esenciales de la condición humana, desnudando lo esencial del
hombre y de sus cosas.
En aquel momento, atrapado en mitad del paso, me pregunté qué diría el viejo Jean
Christophe si yo daba media vuelta. Con su autoritaria batuta de director de orquesta,
me mostraría la dirección a seguir: pensé que no le habría avergonzado retroceder
ante la muerte. (p. 120).
Las siguientes palabras expresadas por el profesor del Caso II en relación con para qué
enseñar literatura ponen de manifiesto las condiciones de la literatura para transformar a los
estudiantes en sujetos más críticos: “la literatura te permite a ti valorar la realidad o
resinificarla (…) la literatura le permite al sujeto de manera inicial ser un sujeto más crítico,
ver la realidad de una manera profunda” (Entrevista, Pregunta Nº 9, Caso II) 28. En ese
orden de ideas, el sentido atribuido a la literatura por este docente, es coherente con Petit
(2001), cuando éste afirma que la literatura da un decir libre, al leer las palabras se
modifican: “la lectura hace surgir palabras en el lector, lo fecunda. Enuncia un poco sus
propias palabras, su propio texto, entre las líneas leídas” (p. 49). Es que la literatura
configura sujetos críticos, pues a medida que cada uno lee va formando su repertorio, va
empoderando su voz, llegando a sus propias conclusiones, va construyendo sus propias
significaciones y posturas. La literatura es por tanto, tal como lo argumenta Machado
(2000) una práctica de resistencia: “por medio de las palabras y los conceptos,
desarrollamos la capacidad crítica que impide convertirnos en una víctima más de la cultura
28
¿Por qué crees que se debe enseñar literatura a los estudiantes?
88
hegemónica y del pensamiento único” (p. 6). Por ende, la literatura permite asignarle a las
palabras un valor personal y por consiguiente el de nombrar el mundo de una forma propia,
una voz que sirve de contrapunto a los discursos estereotipados y dominantes.
Sería reprochable que los estudiantes no logren una formación literaria porque en la escuela
los profesores no le mostraron sus bondades, porque nunca existió motivación, ni se
crearon espacios para tener un contacto directo con el libro. Sería una lástima igualmente
que se cree en los estudiantes una aversión a los libros por sufrir los excesos de la
89
obligatoriedad; en estos dos casos, la escuela tendría que replantearse los modos de
configurar la enseñanza de la literatura. Sin embargo, hay estudiantes que aún gozando de
un ambiente rico en estímulos lectores y conociendo sus beneficios, sencillamente deciden
no leer y esto no debe convertirse en un amargo desengaño para los docentes, pues
sencillamente no todas las personas son usuarios convencidos de la cultura escrita y
especialmente de la cultura del libro:
Es probable que en las cabezas de las personas a las que nos les gusta leer ni escribir, bulla un
universo extraordinario de imaginación e inteligencia bien dispuesto para la música, la
pintura, el futbol, la danza, la actuación, la cocina, la doma de caballos salvajes, el tiro con
arco, la equitación, la natación, la carpintería, la jardinería o cualquier otra cosa que les
satisfaga sin hacer daño a los demás. (Argüelles, 2011, p. 156)
Con esta cita de Argüelles toco un aspecto muy importante relacionado precisamente con la
relatividad de la lectura literaria, relatividad que este trabajo investigativo no ignora, pues
no quiero caer en una idea absolutista, de arrogancia libresca, de soberbia lectora, de
plantear la lectura literaria como un infalible talismán. En primer lugar, la lectura no es una
actividad milagrosa, con leer un libro no nos hacemos mejores, ni más listos de manera
espontánea y prodigiosamente, leer por leer, mirar un cuadro por mirarlo o escuchar a
Wagner por escucharlo, no sólo no nos hace mejores, como sostiene Escalera (2009), sino
que pueden incluso hacernos peores de lo que somos; el acto de leer, continuando en la
línea de este autor, no tiene propiedades intrínsecamente maravillosas, es cómo leemos y
por qué leemos lo que hace al acto de leer productivo o pernicioso. Reitero pues, que no se
lee literatura para salvar el mundo, ni para mejorar la realidad, ni para ser más felices. No
sólo leyendo se adquiere placer o cultura nos advierte Argüelles (2011); la lectura es una
búsqueda personal donde lo decisivo en definitiva es lo que cada uno siente y piensa a
partir del texto y cómo esto modifica su existencia.
Por otra parte, para cerrar este capítulo relacionado con los sentidos que tiene la literatura
en la escuela, habría que decir que los tres Casos se mueven entre la instrumentalización: la
literatura al servicio de la lengua, para mejorar la comprensión y por ende los resultados en
pruebas estandarizadas, para informarse sobre ciertas obras importantes para la humanidad,
la lectura para resolver pesadas cargas escolares y aprobar la materia o la animación a la
90
lectura desde actividades meramente físicas; y las posibilidades que ofrece como
construcción cultural autónoma: como experiencia, como posibilidad de ganar mundo, de
figurar el pensamiento, de afinar la dimensión estética, como posibilidad de descubrimiento
y construcción de sí y de configuración de sujetos críticos.
Así las cosas, no se podría decir que un caso se ubica en una perspectiva determinada; lo
que se reconoce es una hibridación ya que los docentes participantes a veces ponen el
hecho literario en el aula buscando que el chico experimente bondades inherentes a ella,
pero en otros momentos, el mismo docente quiere extraer conocimientos prácticos para los
cuales la literatura no fue creada.
Ahora bien, es importante indicar que la mayor cantidad de sentidos recogidos justifican la
presencia de la literatura desde una mirada utilitaria, mientras que bondades que le son
propias, no son tan evidentes o fueron nombradas tímidamente por unos pocos. Esto me
permite señalar que es necesario, tal como lo ha hecho este proyecto, de seguir abriendo
espacios de discusión sobre la pregunta ¿para qué leer literatura en la escuela? Pues
reflexiones sobre este tipo de interrogantes, movilizan los siguientes pensamientos en los
profesores participantes:
Con relación al docente del Caso II, la socialización con respecto a los sentidos de la
literatura en la escuela, generó el siguiente cambio en su percepción:
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Y en el caso del profesor del Caso III, el siguiente fragmento da cuenta de transformaciones
en la mirada de la literatura:
En general, pude darme cuenta de que a pesar de los tantos años de experiencia enseñando
esta materia, no conocía el porqué de su importancia, no tenía la suficiente conciencia sobre
lo fundamental que resulta ser la literatura en la vida cotidiana tanto de los estudiantes como
en la mía como persona y como profesora. Ahora me queda el reto de hacer un mejor trabajo
con la literatura para así lograr la formación de estudiantes críticos que aprendan a leerse
mejor a sí mismos y el mundo. (Reflexión, Docente Caso III)
Del mismo modo, en estas consideraciones finales, deseo hacer una invitación extendida a
profesores, investigadores y maestros en formación a continuar con indagaciones
relacionadas con la enseñanza de la literatura en contextos situados. Esta investigación por
ejemplo, fue un acercamiento a lo que se configura en la educación media en instituciones
públicas urbanas, pero quedan abiertas preguntas relacionadas con la comprensión de las
prácticas en la básica secundaria, la básica primaria, en preescolar; igualmente con la
enseñanza de la literatura en el sector privado, la presencia de la literatura en la ruralidad,
con la formación literaria en la educación superior, en fin; son muchos los caminos que
faltan por recorrer. Lo que sí es claro es que investigaciones en este orden son pertinentes y
necesarias porque le dan carácter epistemológico a las prácticas, al hacer de la acción, de la
experiencia, una fuente de teorización; investigaciones que posibilitan avanzar en la
construcción de la didáctica de la literatura desde el conocimiento situado, de tal suerte que
se amplíen bases para la cualificación docente, logrando así, tal como lo afirma Bombini
(2006) que la formación literaria sea un objetivo alcanzable aún en los contextos más
desfavorables.
Finalmente, quiero cerrar este apartado, haciendo un llamado a todos aquellos entes
encargados de velar por una educación pertinente, para que la formación literaria sea una
tarea compartida y no una responsabilidad exclusiva de los profesores. En primer lugar
exhorto al Estado para que con sus políticas de calidad centradas exclusivamente en
mejorar resultados de pruebas externas, no hagan perder de vista al maestro el propósito de
enseñar literatura en la escuela; hago un llamado también a las políticas educativas
municipales para que se comprometan en el establecimiento de plataformas culturales que
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busquen la formación de lectores; y a las instituciones educativas para que faciliten
espacios y tiempos institucionales para que los maestros conformen Comunidades
Académicas que les aporte en su continua formación y actualización docente.
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EPÍLOGO: DE REGRESO A ÍTACA
Sin lugar a dudas, este viaje investigativo que duró casi tres años significó para mí una
experiencia en los términos en que lo propone Jorge Larrosa (2006). Algo me pasó, algo en
mí cambió, no volveré a ser el mismo, dejé de ser el mismo, me hice otro de lo que era.
Esta investigación ha sido un acontecimiento que me afectó de algún modo, que dejó
huellas, rastros, heridas en mis sentimientos, en mi cuerpo, en mi sensibilidad, en mis ideas,
en mi experiencia finita, corporal, de carne y hueso. Como es apenas obvio, con este trabajo
no cambié el mundo ni la educación; pero de algo sí estoy absolutamente seguro: ha sido un
viaje que me ha cambiado a mí; no sé si soy mejor o peor docente, sólo sé que soy un
profesor distinto, más reflexivo, más consciente de las realidades escolares, más crítico,
más intelectual, más humano.
Estoy convencido de que para alcanzar esa formación literaria, el diseño curricular debe
trascender de un listado de contenidos aislados a ser transmitidos mecánicamente, hacia una
noción de proceso, lo que implica concebir las prácticas de enseñanza como un conjunto de
acciones secuenciales que apuntan al desarrollo de un propósito concreto; por tanto confío,
en una configuración por secuencias didácticas y por qué no, también por medio de
proyectos de aula.
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Ahora bien, si el fin último de la presencia de la literatura en el aula es generar en el
estudiante esa capacidad de leer y disfrutar de las obras, entonces no necesariamente hay
que organizar la enseñanza por periodos literarios en orden cronológico como es habitual y
como lo indican la gran mayoría de textos guías. Para lograr tal propósito, me parece más
pertinente organizar el abordaje de la literatura, por ejemplo, a partir del seguimiento, en un
texto, de las marcas de voces de diferentes autores, épocas y nacionalidades; de ver cómo
los textos del ayer dialogan con el hoy; o de rastrear cómo una temática se mantiene a lo
largo del tiempo con sus adaptaciones y evoluciones.
Es claro pues, que la idea ya no es que el alumno se “informe” sobre ciertas obras a manera
de cultura general, lo que implica entonces propiciar análisis que vayan más allá de lo
descriptivo, más allá de reconocer los elementos estructurales (argumento, personajes,
tiempo, espacio, narrador, figuras literarias, etc.). Es necesario, por tanto, posibilitar
análisis interpretativos, ayudándoles a los estudiantes a construir sentido, interpretaciones
más profundas, significaciones que superan la anécdota. Y para ello, en las clases, es
indispensable implementar estrategias de acercamiento: es importante abrir espacios de
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lectura individual y silenciosa, combinada también con lecturas colectivas y comentadas; es
fundamental destinar en las clases espacios de asesoría individualizada donde sea posible
hablar con el estudiante del modo como se está dando en él esa recepción estética;
asimismo, espacios de “tertulia” donde se hable de la experiencia con la lectura, de las
interpretaciones y sentidos que cada cual desde lo que dice el texto construyó, de tal manera
que se amplíen la significaciones del libro con las miradas de otros compañeros y la del
profesor; del mismo modo impulsar ejercicios de escritura argumentada donde el estudiante
haga explícito lo implícito, donde llene los espacios vacíos, las indeterminaciones presentes
en la obra.
Fue a través de esta investigación que gané claridades en relación con los sentidos que
posibilita la literatura en las personas, posibilidades que me sirven en mi vida personal
como lector y como docente. Este trabajo me ayudó a comprender el porqué es necesario
enseñar literatura en la escuela, de porqué es importante su cultivo en los estudiantes más
allá de unos intereses institucionales. Que la lectura literaria es experiencia, nos da mundo,
nos figura el pensamiento, nos permite afinar nuestra dimensión estética, que la literatura
nos ofrece la posibilidad de descubrimiento y construcción de sí, de configurarnos como
sujetos críticos, en fin; fueron ideas que dejaron huellas en mi ser, ideas que me ayudaron a
superar esa mirada restrictiva que tenía de la literatura y que no iba más allá de una
perspectiva de la comprensión o de la comunicación.
Esas fueron pues mis transformaciones en mis ideas, en mis concepciones, en mis
sentimientos. Pueden parecer pocas para varios años de investigación. Sin embargo, cuando
pienso en lo que encuentro al final del camino, llegan a mi mente los versos de Constantino
Cavafis que me ayudan a comprender tal situación:
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Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene más que darte.
Mi Ítaca, mi destino, era culminar mis estudios de posgrado y por supuesto, obtener el
título de magister. Y fue en busca de este objetivo que emprendí este viaje, pero esta
experiencia investigativa me enseñó, tal como lo plantea el poema, que las riquezas no se
encuentran al final del viaje, sino durante el recorrido, por eso ya no sufro con la idea de lo
que presento al final de esta investigación.
Esta misma idea la corroboro en el cuento “El etnógrafo” de Borges, cuando Fred Murdock,
personaje principal del relato afirma que: “-El secreto, por lo demás, no vale lo que valen
los caminos que me condujeron a él. Esos caminos hay que andarlos”. Así pues, estos
secretos, estas conclusiones que entrego en este epílogo, no valen lo que valen los caminos
recorridos durante estos casi tres años de investigación.
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