El Cuento Realista 3 PDF
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El cuento realista
Stendhall
Página 1
• Ernes to de la Cárcova, 1894
El cuento realista 3° año
EL CUENTO REALISTA
LA NARRATIVA REALISTA
En la literatura realista no encontramos la realidad sino una reconstrucción de la realidad de acuerdo con las le-
yes de un código. Esto significa que el género se ajusta a una serie de reglas para cumplir con su propósito: presentar
al lector un relato verosímil, hacerle creer que lo que se narra podría haber ocurrido en el mundo tal como lo cono-
cemos, es decir, que lo que se cuenta es en principio posible. En este sentido, el género realista es más amplio que
otros géneros muy codificados, como el fantástico, el maravilloso o el policial, que recurren a estructuras, motivos y
figuras muy específicos.
LENGUAJE REALISTA
La literatura realista asume que el lenguaje puede decir algo sobre el mundo. Por eso el relato incluye descripcio-
nes y detalles que, o bien cumplen la función de caracterizar personajes y ambientes, o bien, si son “inútiles” desde
el punto de vista de las necesidades del relato, están allí para significar simplemente la intrusión de lo real y reforzar
el efecto realista.
VEROSIMILITUD.
Agudas
Graves
Esdrújulas
Cancion
Facil
Proposito
Amor
Cientifico
arbol
Telefono
Colibri
Caracter
Ladron
rapido
relampago
pelicula
Carcel
ademas
Util
Sofa
Cesped
mintio
papel
Profesor: E. David Alberti Página 6
El cuento realista 3° año
N i un alma por la calle. Como si el sol de la siesta cayendo a pique y después derramándose por
todos lados, hubiera empujado a bichos y gente a
quién sabe qué escondidos refugios, adonde el sol
no puede penetrar, pero ante los cuales se queda montando
guardia, rabioso y vigilante como un perro en acecho.
Por la calle vamos Ernesto y yo. Hace cinco minutos, un sil-
Humberto
bido me arrancó de la sombra de la glicina y me mostró entre
Constantini
dos pilares de la balaustrada un rostro enrojecido y contento.
(1924-
No hubiera sido necesario que me dijera "¿salís?" con un grito
1987)
breve y exacto como un pelotazo. Yo lo estaba esperando, o
mejor dicho yo estaba esperando un pretexto cualquiera para
dejar aquella modorra del patio adonde me llegaban ruidos lejanos e incitantes entreverados con el aleteo
de algún mangangá.
Por eso no le contesté nada y en seguida estuve con él en la puerta. Se sabe que saldríamos a caminar. Er-
nesto es así y nuestros doce años no soportan otras tratativas que ese "¿salís?" liso y directo viniendo de un
mechón caído sobre los ojos, de una transpirada camiseta amarilla y de unas ganas de hacer muchas cosas
que le brillan en la mirada.
Un saludo "¿qué hacés?" y caminamos. El agua de la zanja, un agua barrosa, oscura, caliente, cubierta de
protuberancias verdes como el lomo de un sapo, se agita por momentos a impulso de invisibles zambullidas
o respira a través de unos globos lentos, pesados, que levantan nuevas ampollas en su pellejo y hacen un
extraño ruido de glogloteo como si ya estuviera por soltar el hervor.
Caminamos. La tierra quema en los pies y es lindo sentir ese mordisco cariñoso, de cachorro, con que la
tierra nos juguetea por las pantorrillas. Pero más lindo es no sentir nada de eso, sino esas ganas locas de me-
terse en la tarde como en una selva. ¿No es cierto, Ernesto?
Caminamos. Un aguacil grande y rojo viene a despedirnos, pasa zumbando a nuestro lado y siguiendo la
línea de yuyos que bordea la zanja llega hasta el puente de la esquina y vuelve volando a toda máquina
amagando un encontrón. —¡A que no lo agarrás!
Caminamos. Las cuadras del barrio quedan atrás. Los paraísos se cambian en plátanos y después otra vez
en paraísos. Flechillas, lenguas de vaca, huevitos de gallo. Esta es otra zanja, no la nuestra. ¿Habrá ranones
por aquí?
Caminamos. ¡Aquella montaña! ¡A saltarla! La sangre nos golpea en el pecho y en el rostro. La vida es una
alegría retenida en los músculos y es ese olor a sol, a sudor y a piel caliente que viene de la ropa de Ernesto.
Caminamos. Ernesto sabe de muchas cosas. De trabajos, de aventuras, de casas abandonadas y de extra-
ños nombres de calles. Mientras caminamos me habla. Me cuenta un disparate y yo me río. Me río como un
loco. Me río tanto que Ernesto se contagia de mi propia risa y empieza a reírse él también. Le salen lágrimas
de los ojos, se aprieta el costado, no puede parar. Yo lo miro y me da más risa todavía verlo reír. Camina-
mos tambaleantes, empujándonos, atorándonos de risa. La risa se nos atropella en la boca, nos crece incon-
tenible por todos lados, nos acompaña por cuadras y cuadras esa risa sin por qué, como si una bandada de
gorriones enloquecidos nos estuviera siguiendo.
● ● ●
LA NARRACION
Definición:
Situaciones núcleos:
Situaciones accesorias:
Permencer en la
casa
Llegada de
Ernesto
Invitación a salir
Rechazo
Invitación a salir
Aceptación
Tomar un
camino
Aceptación y cualquiera
partida
Ir hacia el
terraplen
ternativas
TP N 1 . Relatos acentuados
1. Busca 10 palabras que cambien de significado de acuerdo a su acentuación
2. Con esas diez palabras, crea un relato utilizando cada una de ellas (en total
utilizar 20 palabras)
3. Ten en cuenta las situaciones núcleo y las accesorias
1 6
2 7
3 8
4 9
5 10
Copulativa
Disyuntiva
Adversativa
Consecutiva
Escribe otras cuatro oraciones con los nexos coordinante e indica su función
El informe de lectura
El informe de lectura es un nuevo texto creado por el estudiante que surge del
proceso de su comprensión lectora sobre un texto determinado por el do-
cente. Una de sus características principales es su carácter independien-
te, puesto que un tercer lector puede leerlo e interpretarlo sin la necesi-
dad de haber leído la obra fuente.
LA GALLINA DEGOLLADA
Horacio quiroga
INFORME DE LECTURA 1
Realiza un informe de lectura del cuento La gallina degollada. Las siguientes preguntas te
pueden servir como guía
¿Qué discapacidad y qué habilidad tenían los 4 hijos mayores, que permite suponer el final insi-
nuado del cuento? Justificar con un fragmento del texto
¿Por qué motivo piensan que los 4 hijos mayores hicieron eso a su hermana menor? Justificar con
un fragmento del texto.
Se da un intercambio de pronombres "tus hijos" en la discusión. ¿En qué le afecta a Berta si son
sus hijos? ¿Qué valor cobra el pronombre posesivo "tus"?
¿Cuáles son los motivos que se dan para que el matrimonio discuta?
¿Cuál es el verdadero tema por el que pelean, en realidad?
creo que si
cuando venga el, avísame
dile a Juan que te de el libro
dile lo que quieras, mas no le digas lo que te he dicho
elígeme a mi
es el momento
es mi pelota
la bicicleta de tu hermana es de color verde
me tomé un te
se lo que se siente
se que fuiste tu
si ella lo dice, será verdad
siempre quiere mas y mas
te lo dije
¿Prefieres café o te?
Tu coche necesita una puesta a punto
Ella nunca está segura de si misma
El nunca dice la verdad
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El cuento realista 3° año
LA DESCRIPCION
N
adie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte
sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este
plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que
se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables.
Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y
la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentá-
nea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como
se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el ante-
rior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combina-
ción producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de tras-
ladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La acti-
tud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no
tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y
regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha aba-
jo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta
1
Cortázar, Julio. Historia de Cronopios y de Famas. Buenos Aires, Ediciones Alfaguara, 2000, p. 55
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El cuento realista 3° año
en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la
izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la
altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y
en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coor-
dinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese espe-
cialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encon-
trarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de
talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
TP N 2 La observacion
1. Elige tres de los siguientes lugares: La estación Don Torcuato, la plaza Estrada, una estación
de servicio.
2. Sitúate imaginariamente en algún punto fijo del lugar, y desde allí descríbelo.
3. El plano de tu habitación: Traza las cuatro paredes y señala puertas y ventanas. Luego gira
mentalmente de izquierda a derecha y dibuja los muebles
4. Dibuja una de las calles de tu barrio.
5. Haz un plano del patio de la escuela.
6. Dibuja de memoria algún árbol que recuerdes: palmera, palo borracho, pino, sauce, jacarandá,
álamo, otro
7. Dibuja de memoria una hoja de árbol que recuerdes
8. Busca un cartel de publicidad y descríbelo
9. De los siguientes objetos, elige tres y caracterìzalos. Mate, jarra con agua, tenedor, libro, escri-
torio, una radio, una naranja, una flauta, un paquete de garrapiñadas
Con todos los elementos anteriores piensa en un personaje, un lugar y un momento del día, y crea un
relato
EL NARRADOR
Protagonista
Primera
persona
Testigo
Narrador
Omnisciente
Tercera
persona No
omnisciente
HERNÁN
Abelardo Castillo
INFORME DE LECTURA 2
Realiza un informe de lectura del cuento Hernàn. Ten en cuenta las siguientes preguntas y
comentarios que te pueden servir como guía
El narrador es la voz elegida por el escritor para contarnos una historia. Interpretar las característi-
cas de esta voz no sólo permite que los lectores comprendamos los sucesos sino también el modo en que
estos sucesos están contados. ¿Quién los cuenta? ¿A quién se los cuenta? ¿Qué sabe acerca de di-
chos sucesos? ¿Qué desconoce? ¿Qué sensaciones atraviesa al contarlos?, entre otras preguntas.
Cuando leemos “Hernán” de Abelardo Castillo, ¿qué persona gramatical predomina?
El narrador, en este relato, demuestra sentimientos frente a los episodios del pasado ¿cuál es el sen-
timiento que predomina a lo largo del relato?
El narrador describe el episodio de la primera carta y explica: “Yo sé de qué modo, Hernán, con qué
prolijo ensañamiento escribiste durante toda una noche aquella primera carta, que yo mismo dejé entre
las páginas de las Lecciones de Literatura Americana un segundo antes de que el inequívoco perfume
entrase en el aula, ese vaho a laurel cuyo origen era una bolsita blanca, de alcanfor, colgada al cuello de
la señorita Eugenia, junto al crucifijo con el que sólo una vez tropezaron unos dedos que no fuesen los
de ella” ¿a qué hace referencia la frase subrayada?
Situación Iniciall
Conflicto/Nudo
Clímax
Desenlace
HISTORIAS EXTRAORDINARIAS
De Sam Shepard
R
ecuerdo cuando intentaba imitar la sonrisa de Burt Lancaster después de haberlo visto con Gary
Cooper en Veracruz. Durante muchos días estuve ensayando en el patio de atrás. Serpenteando por
entre las tomateras. Riendo con todos los dientes al desnudo. Riéndome de esa risa. Alzando el labio
superior para descubrir los dientes. Después de practicar esa sonrisa durante unos cuantos días, intente utili-
zarla ante las chicas de la escuela. Ellas no parecían ni enterarse. Forcé mi interpretación hasta que empeza-
ron a producirse extrañas reacciones entre mis compañeros. Miraban fijamente mis dientes, y asomaba a sus
ojos una expresión asustada. Ya no me acordaba de lo feos que eran mis dientes. De que uno de ellos lo
tenía podrido, de color pardo y montado encima del diente roto que estaba a su lado. De hecho, había lle-
gado a estar convencido de que era poseedor de una hilera de perfectos dientes como los de Burt Lancaster.
Como no quería asustar a nadie, dejé de reír en cuanto me di cuenta de lo que pasaba. Solo lo hacía cuando
estaba solo. Poco después deje de hacerlo incluso a solas. Volví a mi cara vacía.
DESENTRAÑAR EL TEXTO
Ahí tenemos el planteamiento, el deseo del personaje expuesto y clarísimo. Pero eso no hace una historia, como
hemos dicho antes necesitamos que al personaje su deseo no le sea sencillo de alcanzar. Al final descubrimos que la
sonrisa del protagonista no es, ni mucho menos, la de Burt Lancaster. Es decir, aparece el conflicto, y el primer punto
de giro cuando el protagonista entra en acción y las compañeras del colegio no parecen enterarse, es decir, no reac-
cionan como esperaba el protagonista.
¿Y cómo cierra la historia? Porque tenemos un primer punto de giro, pero para que cierre la historia necesitamos
un segundo punto de giro, son como los lazos que anudan la estructura: un lazo al inicio, otro lazo al final, como un
caramelo: “Volví a mi cara vacía”. El niño, visto el fracaso, fuerza la sonrisa, hasta que asusta a los demás. Y en en-
tonces cuando se da cuenta de que sus dientes son horribles. Ahí está el conflicto, es su máximo apogeo. Lo peor, de
hecho, es que él había estado convencido de tener los dientes perfectos, pero no, se choca completamente con la
realidad, de bruces. ¿Y qué hace? Dejar de sonreír en público para no asustar a la gente: segundo punto de giro. Eso
conduce irremediablemente al desenlace, poco después también deja de haberlo a solas. Ahora que sabe que no
tiene esos dientes, no practica la sonrisa ni siquiera consigo mismo. Ahí tenemos el cambio, el cambio que le produ-
ce ese choque con la realidad: volver a su cara vacía.
EL RAJE
E. David Alberti
E
se día tendría que haberme quedado en casa.
Cuando llegué a la fábrica, Vicky ya estaba en su escritorio, sonriéndome. Mientras yo dejaba los
auriculares del celu en el escritorio, me saludó:
—¿Cómo estás, Fer?
—Bien —le contesté disimulando el desgano.
—Lamento decirte, pero Petersen te está esperando en su despacho.
Me lo imaginaba, la puta madre. Seguro que era por el tema Samaniego.
—Y yo que pretendía desayunar tranqui —dije, y le acerqué un pan con chicharrones que había
comprado en el Belgrano―. Tomá, Vicky, agarrá. Está bárbaro. Perdón, pero ya le di un saque por el
camino.
—Mirá si me voy a hacer problema por eso, compañero.
—Es increíble cómo ciertas personas se las rebuscan en este país. Se meten en el vagón, en medio de la
gente, con una canasta llena de panes. No sé cuánto pesaría. Todo el día cargándola, pobre tipo…
—…Fer.
—¿Qué?
—Dale, metele —me apuro Vicky—. Andá con Petersen, que yo enseguida les llevo café.
Petersen había llegado a la firma hacía unos meses. Parecía más un sicario que un gerente financiero. Se
rumoreaba que la empresa estaba por venderse, y había que cepillar a los empleados más antiguos. Por tener
poca antigüedad, la gran mayoría seguiríamos en la nueva firma. Pero había que rajar a tres o cuatro. Y esa
sería mi tarea, ordenada por Petersen. Busqué el legajo de Samaniego y me fui a verlo.
Me esperaba de pie, vestido con uno de sus finos trajes grises. Unos pocos pelos rasurados en las sienes,
que algunos años antes habrían sido colorados, le cargaban más años de los que tenía. Al verme se sacó los
Ralph Lauren y me saludó amigablemente con su típica risita:
—¿Cómo estás, Rodríguez? Pasá, sentate.
Obedecí. Y enseguida entró Vicky con una bandeja y dos pocillos. Los dejó en el escritorio y fue hacia la
puerta. Con cara de baboso, Petersen la acompañó, innecesariamente. Después de mirarle el culo, cerró la
puerta y dijo:
—¡Qué buena está esta mina! Esa carita simpaticona, inocente. Vos… —dijo jugando con sus anteojos—,
ya te la tranzaste, ¿no? —Volvió a reír con esa mueca de quien busca complicidad. Ya sentado, puso los
lentes en el escritorio y, dejando al descubierto su dentadura amarilla, como una hiena que se relame me
preguntó—. ¿Ya tenés pensado lo de Samaniego?
Yo vacilaba entre encajarle una buena patada en la cabeza o tirarle el café en la cara. Pero no estaba en
posición de hacerme el héroe.
—Le comento, señor Petersen. En realidad, no encuentro motivo alguno que justifique despedirlo con
causa y evitar así la indemnización.
—¡Vos sos un leguleyo, Rodríguez! Si vos sabés bien cómo lo podemos hacer.
—Samaniego siempre ha sido un tipo eficiente. Altamente eficiente. Estos diez días que faltó fue porque
la mujer estaba bastante enferma y…
—… pero no trajo certificado.
—Sí, trajo, Petersen.
—No trajo, Rodríguez. ¿Acaso vos le firmaste una copia?
—No.
—Bueno, ahí tenés: si vos no le firmaste, no trajo nada. Vos sabés más que yo cómo hacer para que no
le paguemos un mango.
2 meses de preaviso
25 meses por antigüedad
35 días de vacaciones no gozadas
Por suerte se habían ido todos los de administración, pero se oía el ruido de las máquinas. Por el
ventanal vi a los laburantes en sus puestos. Algunos jodían entre ellos. Al fondo lo divisé a Samaniego:
barajaba un rollo de aluminio. Agarré la copia del telegrama, le enganché una nota mía y la dejé en el
escritorio de Petersen, debajo de la abrochadora. Sentenciaba:
Atrás, mi nota:
Petersen,
¿Sabés una cosa?
El ahorro a la empresa se lo hacemos nosotros.
Rodríguez.
En ese escritorio, mañana, habría otros dos telegramas de despido bien abrochados: uno para mí, otro
para Petersen. Garparle tanta guita a Samaniego no iba a ser gratis.
Antes de irme, agarré los auriculares de mi escritorio.
INFORME DE LECTURA 3
Incluye en el informe de lectura la estructura del cuento
En cambio la inflexión del verbo haber, varía si cambiamos el número y persona del verbo
FOCALIZACION NARRATIVA 2
FOCALIZACION CERO
Es la ausencia de focalización. En este caso no hay restricciones para el narrador, quien posee toda la informa-
ción. Conoce los pensamientos de los personajes (puede introducirse en sus mentes) y todos los acontecimientos de
la historia. Este tipo de focalización es la que corresponde al narrador conocido como narrador omnisciente. Un
ejemplo es el narrador de “El cuento de la isla desconocida”, de José Saramago, puedes leer aquí un fragmento:
Un hombre llamó a la puerta del rey y le dijo, Dame un barco. La casa del rey tenía muchas más puer-
tas, pero aquélla era la de las peticiones. Como el rey se pasaba todo el tiempo sentado ante la puerta de
los obsequios (entiéndase, los obsequios que le entregaban a él), cada vez que oía que alguien llamaba a la
puerta de las peticiones se hacía el desentendido, y sólo cuando el continuo repiquetear de la aldaba de
bronce subía a un tono, más que notorio, escandaloso, impidiendo el sosiego de los vecinos (las personas
comenzaban a murmurar, Qué rey tenemos, que no atiende), daba orden al primer secretario para que
fuera a ver lo que quería el impetrante, que no había manera de que se callara. Entonces, el primer secre-
tario llamaba al segundo secretario, éste llamaba al tercero, que mandaba al primer ayudante, que a su vez
mandaba al segundo, y así hasta llegar a la mujer de la limpieza que, no teniendo en quién mandar, entre-
abría la puerta de las peticiones y preguntaba por el resquicio, Y tú qué quieres. El suplicante decía a lo que
venía, o sea, pedía lo que tenía que pedir, después se instalaba en un canto de la puerta, a la espera de que
el requerimiento hiciese, de uno en uno, el camino contrario, hasta llegar al rey.
FOCALIZACION INTERNA
La historia se cuenta desde el punto de vista de un personaje. La perspectiva está pues dentro de un personaje, de
ahí lo de focalización interna. El conocimiento de los narradores con este tipo de focalización es parcial, subjetivo, no
es completo. No conoce toda la información de la historia y lo que sabe, lo sabe influenciado, evidentemente por su
propia visión, por su propia experiencia de lo sucedido. Este tipo de focalización al narrador protagonista y
al narrador testigo.
Un ejemplo de focalización interna puedes verlos en el comienzo de Los enamoramientos, la novela de Javier Marías.
La última vez que vi a Miguel Desvern o Deverne fue también la última que lo vio su mujer, Luisa, lo
cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su mujer, y yo era en cambio una desco-
nocida y jamás había cruzado con él una palabra. Ni siquiera sabía su nombre, lo supe sólo cuando ya era
tarde, cuando apareció su foto en el periódico, apuñalado y medio descamisado y a punto de convertirse
en un muerto, si es que no lo era ya para su propia conciencia ausente que nunca volvió a presentarse: lo
último de lo que se debió de dar cuenta fue de que lo acuchillaban por confusión y sin causa, es decir, im-
bécilmente, y además una y otra vez, sin salvación, no una sola, con voluntad de suprimirlo del mundo y
echarlo sin dilación de la tierra, allí y entonces.
2
https://www.escueladeescrituracreativa.com/teoria-literaria/focalizacion-narrativa/
Profesor: E. David Alberti Página 36
El cuento realista 3° año
FOCALIZACION EXTERNA
El narrador cuenta la historia desde fuera de ella, es decir, desde una perspectiva exterior. Este narrador no co-
noce todos los hechos, no puede acceder a la conciencia de los personajes, (es el caso del narrador cuasi omniscien-
te o también denominado narrador cámara) o en todo caso puede acceder a los pensamientos de solo uno de ellos,
habitualmente el protagonista (es el caso del narrador equisciente). También puede considerarse focalización exter-
na al narrador editor (aquel que publica la historia o encuentra un manuscrito). El grado de información que maneja
es inferior al del narrador omnisciente. En líneas generales es un narrador objetivo, pues relata solo lo que ve sin
comprometerse, si bien el grado de objetividad puede variar en el caso de tratarse de un narrador equisciente. Este
último narrador puedes leerlo en el comienzo de El proceso, la novela de Franz Kafka.
Alguien tenía que haber calumniado a Josef K, pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada
malo. La cocinera de la señora Grubach, su casera, que le llevaba todos los días a eso de las ocho de la
mañana el desayuno a su habitación, no había aparecido. Era la primera vez que ocurría algo semejante. K
esperó un rato más. Apoyado en la almohada, se quedó mirando a la anciana que vivía frente a su casa y
que le observaba con una curiosidad inusitada. Poco después, extrañado y hambriento, tocó el timbre.
Nada más hacerlo, se oyó cómo llamaban a la puerta y un hombre al que no había visto nunca entró en su
habitación. Era delgado, aunque fuerte de constitución, llevaba un traje negro ajustado, que, como cierta
indumentaria de viaje, disponía de varios pliegues, bolsillos, hebillas, botones, y de un cinturón; todo pa-
recía muy práctico, aunque no se supiese muy bien para qué podía servir.
—¿Quién es usted? —preguntó Josef K, y se sentó de inmediato en la cama.
El hombre, sin embargo, ignoró la pregunta, como si se tuviera que aceptar tácitamente su presencia,
y se limitó a decir:
—¿Ha llamado?
—Anna me tiene que traer el desayuno —dijo K, e intentó averiguar en silencio, concentrándose y re-
flexionando, quién podría ser realmente aquel hombre. Pero éste no se expuso por mucho tiempo a sus
miradas, sino que se dirigió a la puerta, la abrió un poco y le dijo a alguien que presumiblemente se halla-
ba detrás:
—Quiere que Anna le traiga el desayuno.
Se escuchó una risa en la habitación contigua, aunque por el tono no se podía decir si la risa provenía
de una o de varias personas. Aunque el desconocido no podía haberse enterado de nada que no supiera
con anterioridad, le dijo a K con una entonación oficial:
—Es imposible.
Trabajo practico N° 3
Relata los mismos acontecimientos del cuento “El raje”, hasta que
Petersen se sienta en el escritorio luego de que se va Vicky; pero, en
este caso, el narrador será Petersen, quien contará lo sucedido en primera persona
y desde su punto de vista. Haz lo mismo con la focalización en Vicky
ESQUEMA ACTANCIAL
PERSONAJES 3
1. Los personajes tienen que evolucionar a lo largo de la historia. Un personaje no puede terminar la historia
igual que como comenzó
2. Un personaje es muchas cosas. Es lo que hace, lo que decide, lo que piensa, lo que dice, cómo lo dice, las
peculiaridades de su personalidad, los detalles físicos y lo que opinan otros personajes de él. Sobre todo, si
todo lo anterior es contradictorio y hace cosas que no piensa o consigue que los demás tengan una imagen
de él distinta de la realidad.
3. Para que el lector pueda ver a nuestro personaje y conecte con la historia debe verlo. Lo físico, la descrip-
ción del retrato robot, es menos importante que los detalles. Podemos usar la norma de los tres objetos.
Por ejemplo. Harry Potter se define por unas gafas redondas, una varita y una cicatriz en forma de rayo.
Indiana Jones puede ser un sombrero, un látigo y una cicatriz en la barbilla.
Un personaje es también un nombre. George Simenon usaba la guía de teléfonos para los nombres y hay
quien recicla los de sus amigos o enemigos. Además de un nombre, es importante darle personalidad,
aunque no la vayamos a usar en la historia. ¿Cómo se llaman sus padres?, ¿le gusta el fútbol?, ¿de qué
equipo es?, ¿toma vino o cerveza en las comidas? Existen un montón de cuestionarios de este tipo, el más
famoso es el de Proust, y nos sirven para ver a nuestro personaje, para conocerlo y saber cómo es.
3
Escuela de escritores. En la ventana del verano. P. 14
Profesor: E. David Alberti Página 41
El cuento realista 3° año
a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, durante, en, entre, hacia, hasta,
mediante, para, por, según, sin, so, sobre, tras, versus y vía
El río del valle desciende desde la cima entre las piedras hacia el camino
EL MARICA
Abelardo Castillo
E
scuchame, César: yo no sé por dónde andarás ahora, pero cómo me gustaría que
leyeras esto. Sí. Porque hay cosas, palabras, que uno lleva mordidas adentro, y las lleva toda la vi-
da. Pero una noche siente que debe escribirlas, decírselas a alguien porque si no las dice van a seguir
ahí, doliendo, clavadas para siempre en la vergüenza. Y entonces yo siento que tengo que decírtelo. Escu-
chame.
Vos eras raro. Uno de esos pibes que no pueden orinar si hay otro en el baño. En la laguna, me acuerdo,
nunca te desnudabas delante de nosotros. A ellos les daba risa, y a mí también, claro; pero yo decía que te
dejaran, que cada uno es como es. Y vos eras raro. Cuando entraste a primer año, venías de un colegio de
curas; San Pedro debió de parecerte, no sé, algo así como Brobdignac. No te gustaba trepar a los árboles, ni
romper faroles a cascotazos, ni correr carreras hacia abajo entre los matorrales de la barranca. Ya no recuer-
do cómo fue. Cuando uno es chico, encuentra cualquier motivo para querer a la gente. Solo recuerdo que de
pronto éramos amigos y que siempre andábamos juntos. Una mañana hasta me llevaste a misa. Al pasar
frente al café, el colorado Martínez dijo con voz de flauta: “Adiós, los novios”. A vos se te puso la cara co-
mo fuego. Y yo me di vuelta, puteándolo, y le pegué tan tremendo sopapo, de revés, en los dientes, que me
lastimé la mano. Después, vos me la querías vendar. Me mirabas.
–Te lastimaste por mí, Abelardo.
Cuando hablaste sentí frío en la espalda: yo tenía mi mano entre las tuyas y tus manos eran blancas, del-
gadas. No sé. Demasiado blancas, demasiado delgadas.
–Soltame –dije.
A lo mejor no eran tus manos, a lo mejor era todo: tus manos y tus gestos y tu manera de moverte, de
hablar. Yo ahora pienso que antes también lo entendía, y alguna vez lo dije: dije que todo eso no significaba
nada, que son cuestiones de educación, de andar siempre entre mujeres, entre curas. Pero ellos se reían y
uno también, César, acaba riéndose. Acaba por reírse de macho que es.
Y pasa el tiempo y una noche cualquiera es necesario recordar, decirlo todo.
Fuimos inseparables. Hasta el día en que pasó aquello yo te quise de verdad. Oscura e inexplicablemente
como quieren los que todavía están limpios. Me gustaba ayudarte. A la salida del colegio íbamos a tu casa y
yo te enseñaba las cosas que no comprendías. Hablábamos. Entonces era fácil contarte, escuchar todo lo que
a los otros se les calla. A veces me mirabas con una especie de perplejidad, con una mirada rara; la misma
mirada, acaso, con la que yo no me atrevía a mirarte. Una tarde me dijiste:
–Sabés, te admiro.
No pude aguantar tus ojos; mirabas de frente, como los chicos y decías las cosas del mismo modo. Eso
era.
–Es un marica.
–Déjense de macanas. Qué va a ser marica.
–Por algo lo cuidás tanto…
INFORME DE LECTURA 4
Incluye en el informe de lectura la estructura del cuento
Cambien los verbos del texto creado por ustedes, por los siguientes:
Estar – emocionar – ver
¿Qué sucedió con el primer texto a partir del cambio de los verbos? ¿Qué im-
plica esto en relación con los verbos
CARACTERÍSTICAS GENERALES
Los verbos indican un evento, es decir, un suceso o acontecimiento que ocurre en el tiempo. Generalmente a los
verbos se los asocia a acciones; sin embrago, no deberíamos pensar las acciones como equivalentes a movimientos.
Por ejemplo: Juan duerme.
Movimiento: caminar
Estado: aburrir
Proceso: crecer El verbo es la única palabra (salvo
Cambio de estado: despertar algunos adverbios) que contiene en
Sentimiento: amar sí misma la idea de proceso tempo-
Percepciones: ver ral.
Es la forma verbal por la cual los verbos figuran en el diccionario: comer – escribir – odiar. Como se puede observar
esta forma del verbo no se encuentra conjugada. Hay tres formas verbales de acuerdo a su terminación:
Esto nos indica que los verbos “flexionan”; es decir, cambian. Los verbos están compuestos por dos partes raíz (la base que otor-
ga significación al evento y es invariable) y la desinencia que le agrega la indicación de tiempo.
Busco a mamá aunque sé que nunca está cuando llego del colegio. Hay flores en la mesa de la entrada; en el
baño de visitas veo la toalla de hilo recién planchada con un montón de tablas, como mi uniforme del cole-
gio, y jabones nuevos, violetas, con perfume a violetas. Esta noche vienen invitados. Voy a la cocina y abro
la heladera. En el estante del medio hay una mousse de chocolate, espumosa y perfecta. Me imagino que me
siento en la alfombra del cuarto azul y me la como toda. Despacio. Con el dedo. Pero sé que la mousse no
es para mí. Cuando escriba este recuerdo, querré saber por qué someto mi deseo, porqué ni siquiera la prue-
bo y me preparo una roseta con manteca para comer sentada en el piso del cuarto azul.
Al cuarto azul todos le dicen el escritorio menos yo. No es un escritorio, es un cuarto azul. Hay fotos en
blanco y negro por todos lados. También hay un bar, dos puertas que se abren a una caja de espejos llena de
botellas de líquidos dorados y transparentes y copas muy finas que mi
1960 - Buenos Aires hermana más chica se dedica a morder de vez en cuando, cuando nadie
la está mirando.
Mamá y papá entonces corren hacia ella, papá le mete los dedos en la
boca para sacarle los vidrios aunque mi hermana sigue lo más bien como
Ines si fuera normal tener la boca llena de vidrios de una copa que le han
Garland dicho muchas veces que es cara y regalo de casamiento, y que si ella si-
gue con esa manía no va a quedar ninguna. A veces me gustaría volver-
me Pulgarcita y meterme en el bar que tiene olor a madera con otra cosa
que, algún día lo sabré, es whisky. Sería como vivir en una ciudad de
edificios de vidrio: me vería reflejada en el cielo y en la tierra, multipli-
cada detrás de las botellas, en fila para los costados junto con los palos para revolver los tragos. También iría
al cajón de la mesa de luz de mamá y me acostaría en una toalla chiquita y verde que tiene sobre un uñero
de cuero con sus iniciales.
Mis hermanas deben de estar en algún lado, pero cuando escriba esto no podré acordarme de ellas y me
parecerá que estoy sola en la casa y que lo único que hago es esperarla a mamá para pedirle un plato de
mousse. Recordaré que en algún momento ella llega, entra en la casa apurada con el pelo largo y rubio y su
nube de perfume que en esta época es de gardenia aunque yo no lo sepa hasta años más tarde.
Apenas la veo le pregunto si puedo comer un poco de mousse, un poquito de mousse, le digo, para que
parezca menos.
—Es para los invitados —dice mamá y ahora que ella volvió sí puedo ver a mis hermanas sentadas frente
a la televisión en los bancos de madera y a Berta que cocina para la noche.
Mamá levanta la tapa de la olla y prueba.
—Póngale una nishca más de sal —dice.
El brazo de Berta busca el plato de sal. Pienso que nishca debe ser cuando la sal se agarra así con la punta
de los dedos y se deja caer sobre la comida como una nieve finita. Nevishca.
Mamá se va para su cuarto y la sigo. No insisto con lo de la mousse. Los no de mamá no se mueven jaás
de su lugar. Son como piedras enormes y negras. Los dice así, muy quietos, aunque no parece pensarlos mu-
cho. Le salen fácil y las cosas se terminan ahí, en la piedra; si no, seguirían. Pero eso tampoco lo pienso aho-
ra. La sigo por el pasillo y se mete en el baño, abre la ducha, antes de cerrar la puerta mira la hora, la veo
acercarse la muñeca a los ojos, el pelo le cae por la espalda y debe ser un bosque suave lleno de perfume, un
buen lugar para mí-Pulgarcita. En su cuarto, colgando sobre la puerta abierta del ropero hay un pantalón de
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El cuento realista 3° año
terciopelo negro envuelto en un plástico. Encima de la cama, un sweater de cuello alto con hilos de plata. En
el piso, un par de botas negras, de taco, altísimas. Me saco los zapatos, me pongo las botas y abro la puerta
del ropero para mirarme en el espejo. El corazón se me debe de haber subido a la cabeza porque lo siento
golpear ahí, como loco. Desde el espejo me mira mi cuerpo con el uniforme arrugado, veo mis piernas flacas
dentro de esas botas de mujer. Después, de repente, es tarde. Mamá está parada en la puerta con la salida de
toalla y la gorra de baño y yo me saco las botas muy rápido pero me caigo sentada y las medias se me que-
daron ahí dentro y de la puerta se cae el pantalón y mamá lo levanta. Qué hacés acá, los dedos, las botas
recién lustradas, andá a lavarte las manos inmundas.
Algún día habré olvidado estas palabras. Las recordaré mientras escriba y pensaré que no debería repetir-
las.
Mamá cierra la puerta y detrás de la puerta se debe de estar soltando el pelo, dejándolo caer de golpe,
todo junto. Como Rapuntzel, pero no lo suelta para que yo suba a la torre por la trenza y la rescate, lo suel-
ta para esperarlo a papá.
Papá no es el mismo de la foto que está en el cuarto azul, una foto en blanco y negro donde aparece
pensando, con la camisa muy blanca y corbata y algo muy serio o limpio que sale de él. El de la foto es el de
la mañana. Ahora papá tiene la corbata floja y está arrugado. Se va planchado a la mañana y vuelve arruga-
do a la tarde. Pasa por la cocina a darles un beso a mis hermanas.
—¿Por qué no vas a ver la tele, vos? —me pregunta cuando se encuentra conmigo en el cuarto azul.
Le preguntaría a él si puedo comer mousse, pero él nunca dice nada de esas cosas.
—Preguntale a tu madre —me contestaría.
Me toca la cabeza. Lo sigo por el pasillo hasta que se mete en el cuarto. La veo a mamá de espaldas en la
penumbra. Se da vuelta de golpe cuando entra papá. Tiene el cuerpo echado hacia atrás. Algún día notaré
que siempre aleja el cuerpo, como si tuviera que soportar contra su voluntad la cercanía de los demás, pero
ahora me parece que está tomando envión para saltar hacia adelante como una gata enojada.
—Cada día llegás más tarde —dice.
Papá me mira y cierra la puerta. Me acuesto en el piso. No escucho las palabras de las voces atrapadas en
el cuarto. Me duele la barriga. Por debajo de la puerta un aire frío y con olor a tierra de la alfombra me so-
pla en la cara. Seguramente me baño y como fideos o arroz, mientras Berta va y viene del comedor con el
mantel, las servilletas blancas con olor a plancha; copas, miles de copas en una bandeja que después pone en
fila al lado de cada plato; los cubiertos, también en fila, tenedor chico afuera, tenedor grande adentro, cuchi-
llo chico afuera, grande adentro y hay que frotar todo con un repasador limpio para que brille después,
cuando mamá venga y prenda las luces y las cosas se llenen de estrellas como si el cielo se hubiera caído en la
mesa.
Mamá toca el timbre de su cuarto. Berta va.
Viene. Busca un vaso de agua. Va. Viene. Trae las botas.
—¿Qué tenías que ir a tocar? —me dice.
Se va al lavadero. Vuelve con las botas y va.
Viene. Llena dos jarras de plata con agua de la heladera y mucho hielo.
En el baño mamá se está pintando con la puerta abierta. Al salir me sonríe y algún día pensaré que es co-
mo verla en la televisión.
—¿Ya comieron? —pregunta.
La sigo al living donde pone música. Dream a little dream of me. La sigo a la cocina. Habla con Berta.
Mis hermanas la miran. Sabré cuando escriba esto que a mis hermanas también les parece una reina lejana
esta mujer de pantalones de terciopelo y sweater de brillitos y pelo largo y rubio que le cae por la espalda.
La reina dice que podemos saludar a los invita dos cuando lleguen. Mi hermana más chica tiene que pro-
meter que no va a morder ninguna copa.
Un rato más tarde estamos bogando entre los invitados. Escribiré bogando cuando haya ido a muchas
fiestas parecidas a ésta.
Qué grandes que están. Qué amor. Están cada día más iguales a vos. A Esteban. Aire de familia.
Mamá me apoya una mano en el hombro, su brazo lleno de pulseras tintinea cerca de mi oreja.
—Qué mona estás —le dice un señor perfumado y ella saca la mano de mi hombro, dice gracias pero ba-
rre el aire como si lo que acaba de decirle el señor fuera una mosca.
—Está idéntica a su abuela —dice una de las amigas con voz muy fuerte. Y habla de mí.
No me es fácil imaginarme con la cara de mi abuela.
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El cuento realista 3° año
Papá le alcanza un vaso de vino a una amiga de mamá.
—Qué amor —le dice ella y le toca la cara. Su mano de uñas pintadas se queda un instante en la cara de
papá.
Mi hermana trata de morder una copa pero la ven y nos mandan a la cama por eso. El señor perfumado
mira por primera vez en dirección a mí pero no me ve. Mamá me empuja un poco por la espalda.
Allez. Papá es el que nos lleva al cuarto.
Hablamos en voz baja en la oscuridad, mis hermanas y yo. Lo escribiré porque lo habremos hecho en to-
das las fiestas. No recordaré ninguna de nuestras conversaciones. Desde el living llegan voces, la música, al-
gún grito, una risa muy fuerte de un amigo de papá que se ríe así siempre, como si quisiera que todos sepan
que algo le hizo gracia. Mis hermanas se duermen. Yo escucho la puerta corrediza del comedor cuando ma-
má la abre para que pasen a comer. Me quedo dormida.
Me despierto sobresaltada. Hay alguien en el pasillo. Se oyen las voces del otro lado de mi puerta cerra-
da. Alguien se ríe y toma mucho aire como si se ahogara. Una voz —la conozco aunque ahora no quiera
reconocerla— se enrosca en el aire y baja y sube, una voz de víbora que se arrastra por debajo de mi puerta
y vuelve al pasillo y parece subirle por el cuerpo a la otra voz, de mujer, que hace ruidos cortos, suspira, se
queja muy despacio como si no quisiera que la escucharan. —Estás loco —dice la voz de mujer—, por favor,
basta.
La voz de víbora se mueve por el aire, baila.
La voz de mujer vuelve a decir, “loco”, pero se ríe cuando lo dice.
De repente mamá está llamando a papá. Su voz viene nadando por el pasillo donde alguien volcó de
golpe los ruidos de la fiesta.
—Esteban —está diciendo.
La puerta de mi cuarto se abre y alguien entra y la cierra con rapidez.
—Esteban —vuelve a decir mamá—. Ya no sabía dónde buscarte.
—Me moría por una aspirina —dice papá del otro lado de la puerta.
Oigo respirar a la persona que se metió en mi cuarto.
Me quedo muy quieta.
—Hay en el botiquín.
La persona que se metió en mi cuarto se aplasta contra la pared. Estoy segura de que va a oír mi corazón
en la oscuridad. Una de mis hermanas habla dormida. Siento el aire que entra de golpe en la boca de la per-
sona que está contra la pared.
Mucho después de que las voces de papá y mamá ya no se oigan, abre la puerta y se va. Deja su perfume
estancado en el aire del cuarto.
Para un cumpleaños alguien me regalará ese perfume. Ese día abriré la tapa del frasco para olerlo y recor-
daré esta noche escondida en mi memoria.
Me vuelvo a quedar dormida. Unos gritos exaltados de papá me despiertan. Ya no hay música ni otras
voces.
Me levanto. El living huele a cigarrillo. La puerta corrediza que da al balcón está abierta y papá y mamá
están afuera. Papá se agarra de la baranda con el cuerpo asomado hacia abajo y habla a los gritos co mo si
les escupiera palabras a sus amigos que están en la calle. Mamá saluda con el brazo en alto.
—Qué manga de borrachos —dice papá y los dos se dan vuelta para entrar.
Antes de que se den cuenta de que estoy ahí los miro un momento. Mamá está seria y tiene la cara muy
blanca. La boca despintada queda desnuda y triste y la hace parecer enferma. Cuando escriba tendré que
admitir que es como una victoria verla así. Y que me da mucho miedo.
—¿Dónde estabas cuando desapareciste? —le dice a papá.
En ese momento me ven.
—¿Puedo comer un plato de mousse? —digo.
—No hay más —dice mamá.
En el mismo instante en que lo dice, veo la mousse. En el piso, al lado de un parlante. Queda un poco
menos de la mitad pero no la voy a poder comer. Está llena de colillas de cigarrillo aplastadas en la espuma
o flotando en un líquido grisáceo.
—Andá a tu cama —dice mamá, pasando por delante de mí.
La sigo hasta el baño, la veo de perfil frente al espejo. Se recoge el pelo y se lo ata detrás de la nuca.
Sabe que estoy ahí, mirándola. Entonces, sin sacar la vista del espejo, cierra la puerta.
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El cuento realista 3° año
INFORME DE LECTURA 4
Incluye en el informe de lectura la estructura del cuento. Ten en cuenta las siguientes suge-
rencias
Reflexioná sobre el título del cuento. A partir de las únicas dos apariciones de la palabra “reina” en to-
do el cuento –sin contar el título- construí una explicación posible para el título.
“Sabré cuando escriba esto que a mis hermanas también les parece una reina lejana es-
ta mujer de pantalones de terciopelo y sweater de brillitos y pelo largo y rubio que le
cae por la espalda”.
“La reina dice que podemos saludar a los invitados cuando lleguen”.
El informe debería describir cómo es la relación de madre-hija que se plasma en este cuento?
Los tiempos verbales predominantes en el cuento son el presente y el futuro. Ambos, sin embargo, son
fingidos: la narradora no es una niña ya –esto lo sabemos porque nos habla de lo que sucederá después.
¿Por qué creés que la autora realiza esta elección de tiempos verbales?
MOSTRAR, NO DECIR
Henry James decía muy a menudo que en un relato no hay que decir, no mostrar. En el cuento La reina perfecta, la
protagonista no “dice” que su padre es infiel ¿qué es lo que “muestra”
Puedo decir: Roberto está nervioso. O puedo mostrar: Roberto golpea con el bolígrafo los papeles de la mesa mien-
tras niega con la cabeza.
11 El bolígrafo de Roberto
Juana de Ibarbourou
Sustantivos para
designa la intensidad •Brillo - fulgor - resplandor - relumbre
mayor de la luz
Sustantivos que
designan la duración •Chispa - centella - relámpago - rayo - destello- fulguración
de la luz
Sustantivos que
•Reverbero - reflejo - fosforecencia- lustre- luminiscencia - espejismo -
expresan matices de refracción - tornasol
la luz
Verbos que expresan •Llamear - relucir - refulgir - fulgurar - chisporrotear - alumbrar - clarear
la acción de •Elije 5 o más sustantivos o adjetivos de la lista anterior y transfórmalos en
verbos
iluminar
Elije entre los adjetivos de la lista anterior u otros que conozcas y caracteriza los siguientes elementos. Ejemplo: un relámpago
fulgurante
Un relámpago
El reflejo del sol en un espejo
La luz del amanecer
La luna llena sobre el mar
La llama de una soldadora
Un parque de diversiones en la noche
Una fogata nocturna en un campamento
Un fogonazo de flash
Fuegos artificiales
La luz de una vela
Luego elije un verbo para cada uno de los elementos anteriores y forma una oración que contenga sujeto y predicado (los adje-
tivos del punto anterior funcionarán como modificadores del núcleo del sujeto). Ejemplo: Un relámpago fulgurante parpaad-
deaba en el ocaso
Yo opino
Tu opinas
Ellos opinan
Los verbos variaron su terminación de acuerdo a las siguientes personas gramaticales:
De este modo, también notamos que asociado al concepto de persona está el concepto de número.
En estas tres oraciones, el verbo nombra un hecho que se realiza de un modo distinto. En el primer caso, “amen” se
expresa como un mandato o un pedido. En la segunda oración, el hecho del evento se menciona como algo real. Y en
el tercer caso, el verbo anuncia un evento en forma de deseo.
Estos tres tipos de modos en que un hecho puede realizarse se los llama: modo imperativo, modo indicativo, modo
subjuntivo.
MODO IMPERATIVO:
El verbo imperativo se usa para los mandatos y los mandatos solo pueden estar dirigidos a la segunda persona gra-
matical.
MODO SUBJUNTIVO:
El modo subjuntivo se utiliza para expresiones de deseo o de duda y se utiliza de dos maneras:
a. Dependiendo de otro verbo principal y por lo tanto subordinado, sujeto, sometido al verbo principal:
a. Me dijo que me callara
MODO INDICATIVO
Es para indicar eventos reales o que se consideren reales. Los relatos de ficción usan el modo indicativo porque los
hechos se hacen aparecer como reales al lector.
Tuvieras – obtendrás – ten – sea ´- hablé – recorríamos – vea – oyó – traé – cante – hubiera tenido – quisieran
Crea un relato con los verbos anteriores. El relato debe incluir los tres modos
verbales.
3. Busca adjetivos que exprésenla tendencia o matiz del color: rojizo, blancuzco
4. Busca adjetivos que expresen la intensidad del color: tenue, cálido, oscuro
A. Piensa en un lugar que te resulte muy familiar. Cierra los ojos por un momento y trasládate a ese
sitio. Piensa en un momento del día y como se refleja la luz en cada uno de los objetos o lugares.
Toma conciencia de los colores que se presenta. Describe los objetos y lugares con los colores
utilizando los elementos que hallaste en los puntos anteriores
B. Una vez que hayas inventariado el lugar y sus objetos procede a una descripción del lugar. No te
olvides de mencionar por qué te agrada y por qué lo elegiste.
MODO INDICATIVO
PRETÉRITO IMPER- PRETÉRITO
PRESENTE
FECTO PERFECTO
YO AMO/TEMO/PARTO AMABA/TEMIA/PARTIA AME/TEMÍ/PARTÍ
TU
EL
NOS
USTEDES
ELLOS
(…
)
Un hombre iba viajando por un camino cuando divisó un pueblo que se
encontraba en su horizonte. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a
la derecha del sendero le llamó la atención.
Estaba tapizada de hierba de un verde maravilloso y había un montón
de árboles, pájaros y flores encantadoras. La rodeaba por completo una
especie de valla pequeña de madera lustrada… Una portezuela de bronce
lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba su camino y sucumbió ante la tentación de descansar por
un momento en ese lugar.
El hombre traspaso el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distri-
buidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos las recorrieran y descubrió, sobre una de las pie-
dras, aquella inscripción… “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se sobrecogió un poco
al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, sintió pena al pensar que
un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar… Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta
de que la piedra de al lado, también tenía una inscripción, se acercó a leerla decía: “Llamar Kalib, vivió 5
años, 8 meses y 3 semanas”.
El hombre se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar, era un cementerio y cada piedra
una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo
que le impactó con espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11
años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.
El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le
preguntó si lloraba por algún familiar.
– No, ningún familiar – dijo el hombre
– ¿Qué pasa en este pueblo?, ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos
enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a cons-
truir un cementerio de chicos?
El anciano sonrió y dijo: -Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos
una vieja costumbre. Le contaré: cuando un joven cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta, como
ésta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de allí, cada vez que uno
disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda que fue lo disfrutado…, a la de-
recha, cuanto tiempo duró ese gozo. ¿Conoció a su novia y se enamoró de ella?
¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?… ¿Una semana?, ¿dos?, ¿tres semanas
y media?… Y después… la emoción del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿El minuto y medio del beso?, ¿Dos
días?, ¿Una semana?… ¿y el embarazo o el nacimiento del primer hijo?, ¿y el casamiento de los amigos?…,
¿y el viaje más deseado?…, ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?… ¿Cuánto duró el
disfrutar de estas situaciones?… ¿horas?,¿días?… Así vamos anotando en la libreta cada momento, cuando
alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo
sobre su tumba…”Porque ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.”
EL PERFECTO
El tiempo de las acciones expresadas en pasado se lo denomina pretérito. Estos eventos
pueden ser perfectos o imperfectos. El pretérito perfecto simple indica que las acciones
ocurrieron y concluyeron en el pasado, es decir se ha perfeccionado: Ayer jugué al te-
nis/Caminé por la playa.
EL IMPERFECTO
El pretérito imperfecto expresa eventos habituales en el pasado o acciones que duran en el tiempo: Hace cinco años
jugaba al tenis/Todos los días caminaba por la playa
me (asomar) …….. por la ventanilla como la espera de alguien, me (precipitar), (bajar) y (ca-
minar) un rato por el andén. El calor de la tarde (estar) en su apogeo. (sentir) el calor ar-
Agreguen tres descripciones de los hombres Los brazos de Juan se torcieron por el dolor
constante, pero los gritos de la enferma lo
del andén. obligaban a remar. Llovía y el viento soplaba
sin cesar
PERFECTO COMPUESTO
El pretérito perfecto compuesto: Indica que un evento ha tenido lugar en el pasado y ha terminado en ese pasado,
pero sus efectos aparecen en el momento de la enunciación:
MODO INDICATIVO
PRETÉRI-
FUTURO IMPERFEC- PRETÉRITO PLUS-
TO ANTE-
TO SIMPLE CUAMPERFECTO
RIOR
AMA- HABÍA AMA- HUBE AMA-
YO
RÉ/TEMERÉ/PARTIRÉ DO/TEMIDO/PARTIDO DO
TU
EL
NOS
USTE-
DES
ELLOS
Escriban tres oraciones en tiempo pasado en las que ocurrió una acción pun-
tual mientras estaba sucediendo otra acción durativa (utilizar sólo una vez el
adverbio “mientras”)
Pretérito Pretérito
Pretérito perfecto Presente
pluscuamperfecto imperfecto
El condicional simple de indicativo se emplea en español sobre todo para expresar acciones o situaciones hipo-
téticas, así como preguntas en tono de cortesía o deseos. (amaría, temería, partiría)
USO
expresar una suposición sobre el futuro situando el momento de partida de la acción en el pasado.
Sandra dijo que llegaría sobre las diez de la noche de trabajar.
MODO INDICATIVO
FUTURO PERFEC- CONDICIONAL CONDICIONAL
TO COMPUESTO SIMPLE COMPUESTO
HABRÉ AMA- AMA- HABRÍA AMA-
YO DO/TEMIDO/PARTID RÍA/TEMERÍA/PARTIRÍ DO/TEMIDO/PARTID
O A O
TU
EL
NOS
USTE-
DES
ELLOS
De descenso:
MOVIMIENTOS
Las ramas y las manzanas DE DESCENSO
El hombre en el lago
El roble y el viento Arquear, caer, doblar, correr, fluir,
El río y las rocas
El submarino y el océano deslizar, manar, descender, aterri-
La bailarina y el telón
El niño y el tobogán: zar, desmoronar, derrumbar, de-
El auto y la rampa:
moler, derribar, desplomar, des-
Las paredes y el techo:
El sol y el ocaso: colgar, hundir, apear, agachar,
El niño y los juguetes:
La fuente y la plaza inclinar, bajar, sumergir, zambullir,
El albañil y la vieja casona
El alpinista y la soga bucear
El avión y la pista
El borracho y la calle
El auto y el caballete
El jinete y el caballo
“Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría en cuatro patas en su búsqueda”. Si us-
ted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra mujer. Si usted es varón, con toda
seguridad colocaría la coma después de la palabra
Define la ansiedad
No espere
No espere
Te puede hacer optimista o pesimista
ENUMERACIÓN
Para separar los miembros de una enumeración (pueden ser palabras o construcciones)
Es un chico muy reservado, estudioso y de buena familia.
Acudió toda la familia: abuelos, padres, hijos, cuñados, etc.
¿Quieres café, té o un refresco?
Desde muy temprano limpió la casa regó las plantas preparó la comida organizó los juegos dejó todo listo para recibir a
los invitados.
Siempre recuerdo el mar la playa los bosques las caminatas las diversiones de aquel verano
Al entrar en el barco hundido descubrieron cofres metálicos herramientas oxidadas antiguos instrumentos de navega-
EXPLICACIÓN
Desde hace tiempos remotos hace miles de años el hombre intentó explicar el origen de la vida
El protagonista un niño de ocho años se transformó en un ser extraterrestre. Los amigos creía que Nora y Martín sus
Me miró sorprendida quizá esperaba otra respuesta cuando lo dije que no la acompañaría
Con ese antiguo método según nos explicaron se consiguen mejores cosechas
1. Oraciones
a. La extensión de la misma no debe superar treinta (30) palabras
b. Evitar la rima.
2. Uso de signos de puntuación.
a. ¡LEER EN VOZ ALTA!
b. Grabarse.
c. Observar donde uno se detiene, hace pausas y compararlas con el texto.
d. Agregar los signos correspondientes.
3. Usar el recurso del sujeto tácito.
4. Palabras a evitar
a. Verbos
i. No utilizar comenzar, parecer, sentir (generalmente se puede evitar toda la construcción).
ii. Precisión léxica: Buscar los siguientes verbos y reemplazarlos por verbos más precisos: Tener, hacer,
poner, haber.
b. Palabras repetición de palabras.
c. Sustantivos abstractos (describir la situación, al personaje) y que el lector saque la conclusión
5. Utilizar el diálogo como método narrativo (de las acciones) y descriptivo (de los personajes). Ejemplo: en lu-
gar de narrar que discutían, proponer un diálogo con una discusión. En vez de describir al personaje como
alguien miedoso, escribir un diálogo donde muestre su temor.
6. Utiliza el tiempo verbal pretérito. El resto de los tiempos utilízalos de acuerdo al efecto que quieras conse-
guir.
Actividad 1
Actividad 2
Actividad 3
Actividad 4
Actividad 5
Actividad 6
Actividad 7
Actividad 8
Actividad 9
Actividad 10
Actividad 11
Actividad 12
Actividad 13
Actividad 14
Actividad 15
Actividad 16