Escuelas Griegas
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II. EL EPICUREÍSMO
Epicuro fue uno de los grandes filósofos de la antigüedad,
aunque sus ideas fueron poco o mal comprendidas fuera de su
círculo de discípulos y apenas se han conservado fragmentos de
sus más de cincuenta obras (las conocemos a través de Diógenes
Laercio, Cicerón y Séneca). Fuera de Roma, el epicureísmo tuvo
uno de sus más ilustres representantes en Lucrecio. El
epicureísmo tenía una finalidad claramente práctica: los
epicúreos entendían la filosofía como una medicina del alma. La
filosofía no se estudiaba para adquirir cultura, sino para ser
feliz.
Epicuro admite la existencia de los dioses; los considera seres
inmortales y antropomorfos, felices y viven sin intervenir para
nada en la marcha del mundo. Todas las teorías de Epicuro tienen
una intención ética, intentaba eliminar los mitos y las
supersticiones para conseguir que los hombres pudieran vivir
felices y sin miedo. Por eso polemizó contra la religión
popular. Negaba que la Naturaleza tuviese carácter «divino» o
que hubiera sido creada por los dioses para provecho del ser
humano. No creía que los dioses pudieran intervenir en los
acontecimientos naturales. Afirmó que los dioses no tienen por
qué inspirar miedo: «es absurdo pensar que seres tan perfectos y
felices puedan experimentar sentimientos de ira o venganza.
También considero que nada hay detrás de la muerte: el alma se
disipa con el cuerpo y no debe sentirse amenazada por los
horrores de ultratumba».
La Ética de Epicuro
Estoicismo