Entrevista A Pablo
Entrevista A Pablo
Entrevista A Pablo
Presentación
Nuestro objetivo es abrir una puerta de entrada a la vida del apóstol Pablo y así ofrecer una clave de lectura de
las cartas que él escribió. Esta puerta se abre en forma de entrevista para ofrecer así la ficha completa del após-
tol.Formulamos una serie de cuarenta preguntas y buscamos las respuestas en la misma Biblia y en los datos que
tenemos del contexto de aquel tiempo, tanto del mundo judío como del mundo helénico-romano.
Las preguntas que hicimos revelan sólo algunos aspectos de la vida de Pablo. Otras preguntas podrán revelar
aspectos de su vida y de la vida de las comunidades de aquel tiempo.
Las respuestas se dan en tercera persona y no en primera persona: "Yo, Pablo", como sería de esperarse en una
entrevista. Esto lo hice por dos motivos: 1º No tuve el valor suficiente. 2º Al responder en primera persona resultaría
más difícil relativizar las conclusiones que son aún inciertas en cuanto a la investigación histórica en torno a la vida de
Pablo. Pues no todo es cierto y claro. Hay todavía muchos puntos oscuros que no pasan de ser hipótesis.
Existe una discusión entre los exegetas en cuanto a la autenticidad de varias cartas que la Biblia atribuye al
apóstol Pablo. Ellas no serían de Pablo, sino de un discípulo suyo. Para la finalidad que pretendemos en esta entrevista
no consideramos necesario entrar en esta difícil discusión. Tomamos las cartas tal como aparecen en la Biblia. Sin
embargo, un estudio más profundo no podrá ignorar el problema de la autenticidad de las cartas. La duda de si una carta
es o no de Pablo no le quita su valor como palabra inspirada por Dios.
La entrevista imaginaria se hace después de la primera prisión de Pablo en Roma, poco antes de su muerte,
cuando tenía más o menos 63 años de edad. La lista de las preguntas aparece al final.
1. ¿Cuál es tu nombre?
El primer nombre es Shaúl o Saulo (Hch 7,58), que significa "implorado", "deseado". En aquel tiempo era
costumbre poner un segundo nombre además del judío, un nombre latinizado o helenizado; el segundo nombre fue
Paulo (Hch 13,9) y es el que prefiere y el que usa en todas las cartas. Otros ejemplos de doble nombre son: Juan Marcos
(Hch 12,12), José Barsabas Justo (Hch 1,23), Simeón el Negro (Hch 13,1), Tabita Dorcas (Hch 9,36).
2. ¿Cuándo naciste?
Pablo debió haber nacido alrededor del año 5 de nuestra era. Cuando escribe la carta a su amigo Filemón Pablo
se considera ya "viejo" (Flp 9). Conforme al modo de pensar de aquel tiempo se consideraba "viejo" a quien tuviera
más de 55 años de edad. La carta a Filemón fue escrita cuando Pablo estaba en la prisión (Flp 9), probablemente en la
primera prisión romana que duró dos años, del 58 al 60. Si restamos los 55 años al año 60, nos queda el año 5. Esto nos
hace ver que el cálculo de la edad de Pablo depende de muchas conjeturas.
3. ¿Dónde naciste?
Pablo nació en Tarso, en Cilicia, Asia Menor (Hch 9,11; 21,39; 22,3; ver también 9,30; 11,25). Tarso quedaba a
unos quince kilómetros del Mar Mediterráneo, cerca de la desembocadura del río Cidmo, el cual formaba un gran lago
poco antes de entrar al mar. Tarso era una ciudad enorme. Conforme a los cálculos de algunos historiadores tenía cerca
de 300.000 habitantes.
Poseía un puerto muy activo, con mucho movimiento. Por ahí pasaba el camino romano que unía oriente y
occidente. También Tarso era un centro importante de cultura. Fue allí donde el emperador Marco Antonio vio por
primera vez a Cleopatra (38 antes de Cristo), suceso que cambió la historia del imperio romano. Al sur la ciudad se
abría hacia el mar. Al norte se apretaba al pie de los cerros llamados Taurus, que alcanzaban hasta tres mil metros de
altura.
4. ¿Cómo fue que naciste en una ciudad helenista si eras judío? ¿Tu familia emigró para allá?
San Jerónimo (siglo IV) conservó una antigua tradición según la cual Pablo había nacido en Giscala, en Galilea.
Esta tradición no puede ser verdadera pues contradice la afirmación de Lucas en los Hechos de los Apóstoles y en
donde Pablo dice: "nací en Tarso" (Hch 22,3). Sin embargo puede haber un fondo de verdad. Es probable que la familia
de Pablo tuviera su origen en Galilea y hubiera emigrado para Tarso antes que naciera Pablo. En aquel tiempo, desde el
siglo quinto antes de Cristo, era muy común la migración de judíos de Palestina hacia las ciudades costaneras del mar
Mediterráneo. En esas ciudades había comunidades judías bien organizadas. Todas ellas formaban lo que llamamos
diáspora. Había mucha comunicación entre las comunidades de la diáspora y la ciudad de Jerusalén, el centro espiritual
de todos los judíos.
Así se entiende cómo Pablo, habiendo nacido en Tarso, fuera criado en Jerusalén (Hch 22,3; 26,4-5) y tuviera
una hermana casada que vivía en Jerusalén (Hch 23,16). Pablo mismo dice: "De lo que fue mi vida desde mi juventud y
cómo viví desde el principio en medio de mi nación, lo saben todos los judíos en Jerusalén mismo" (Hch 26,4).
6. ¿Tus estudios fueron los de un rabino, doctor de la Ley? ¿Cuántos cursos estudiaste?
En este tiempo no había cursos como lo de ahora. Los grandes maestros reunían alrededor suyo a un grupo de
discípulos. En tiempo de Pablo, en el siglo primero, no había una graduación oficial gracias a la cual alguien podría usar
el título de rabino o doctor de la Ley. Esto sólo sucedió a partir de la reunión de Yabne, realizada hacia el año 90
después de Cristo. En esa asamblea los rabinos de la línea de los fariseos establecieron las condiciones para que alguien
fuera admitido y reconocido como rabino. Pablo nunca usó el título de rabino y nunca fue llamado así. Por eso es poco
probable que hubiera estudiado para formarse como rabino o doctor de la Ley. Sin embargo, el conocimiento que
manifiesta en sus cartas muestra que tenía una sólida formación teológica como la de los rabinos.
Los estudios superiores abarcaban las siguientes materias: 1º Estudios de la Ley, la Torá, por medio de lecturas
frecuentes, hasta saberla de memoria. 2º Estudio de la Halaká, la tradición de los antiguos. La Halaká pretendía
reglamentar la vida del pueblo conforme a la Ley. Se la llamaba la Tradición Oral y tenía tanto valor y autoridad como
el texto escrito de la Ley. Pablo estudió la Halaká de los fariseos y no la de los saduceos (ver Flp 3,5; Hch 23,6-8). 3º El
estudio de la Hagadá, las historias del pasado narradas por la Biblia. La manera en que se contaban las historias del
pasado capacitaba a los alumnos a leer los sucesos de su tiempo a la luz de la fe. 4º Las reglas del Midrash, la
interpretación de la Biblia. Midrash significa "búsqueda", del verbo darash: buscar. Indica la búsqueda del sentido que
tiene la Sagrada Escritura para la vida del pueblo y de las personas.
7. ¿Cuáles son tus lecturas preferidas? ¿Qué significado tiene la Biblia para ti?
Sin duda la lectura preferida de Pablo era la "Sagrada Escritura", aprendida "desde la infancia", conforme a la
costumbre del pueblo judío de la época (2 Tim 3,15). De la Sagrada Escritura él sacaba "la sabiduría que conduce a la
salvación por la fe en Jesucristo" (2 Tim 3,15). De ahí sacaba "enseñanza", "perseverancia y consolación", "esperanza"
(Rom 15,4). Pablo se considera destinatario de aquellos escritos antiguos: "Fueron escritos para nuestra instrucción,
nosotros que tocamos el fin de los tiempos" (1 Cor 10,11). El daba testimonio de que el Espíritu de Dios actuaba sobre
el pueblo por medio de la Sagrada Escritura: "Toda escritura es inspirada por Dios y es útil para instruir, para refutar,
para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, cualificado para toda buena obra"
(2 Tim 3,16-17).
En ese tiempo la Escritura comprendía solamente los libros que hoy pertenecen al Antiguo Testamento, pues el
Nuevo Testamento todavía no existía en forma escrita, sino en forma de comunidad nueva, que comunicaba una vida
nueva y una nueva manera de ver las cosas. Apenas se estaba haciendo el escrito del Nuevo Testamento.
La expresión "Antiguo Testamento" viene del mismo Pablo (2 Cor 3,14). Era una nueva manera de llamar a la
Biblia, manera que debió ser desagradable para los hermanos judíos. Para Pablo lo Antiguo se volvía Nuevo a través de
la vida nueva y del mirar nuevo nacidos de la conversión a Cristo en la comunidad (ver 2 Cor 3,16). Pablo leía e
interpretaba los libros del Antiguo Testamento a partir de este nuevo mirar. No se quedaba en la "letra que mata", sino
que buscaba el "Espíritu que comunica vida" (2 Cor 3,6). Buscaba descubrir (darash-midrash) cómo toda historia
antigua estaba orientada por Dios para encontrar en Cristo y en la comunidad su verdadero y definitivo sentido: "Todas
las promesas de Dios encontraron en El su SI" (2 Cor 1,20). "Todo fue escrito para nosotros, que tocamos el fin de los
tiempos" (1 Cor 10,11).
9. Además de los estudios que hiciste, ¿aprendiste algún oficio? ¿Cuál y por qué?
Pablo tenía el oficio de fabricante de tiendas de campaña y otros objetos de cuero (Hch 18,3). Algunos exegetas
encuentran que aprendió esta profesión durante su estancia en Jerusalén, cuando estudiaba a los pies de Gamaliel. Según
dicen, el ideal de rabino era tener un oficio y vivir de su propio trabajo. En este caso el oficio y el trabajo tenía un papel
apenas secundario en la vida de Pablo. Lo importante sería el hecho de ser rabino o doctor. Pero como ya hemos visto,
todo indica que Pablo no estudió para ser rabino o doctor. Tampoco es cierto que este ideal del rabino existiera ya en el
primer siglo. Como ya veremos, el oficio y el trabajo no tenían un papel secundario en Pablo, sino un papel central.
Lo más probable es que él, como todo niño de su tiempo, haya aprendido la profesión de su propio padre, es
decir, en el mismo Tarso. El oficio era una característica de la familia y pasaba de padre a hijo.
El aprendizaje en el taller del padre comenzaba a los trece años de edad y duraba dos o tres años. El pequeño
tenía que trabajar de sol a sol, obedeciendo una disciplina muy rígida. El aprendía la profesión del padre para tener un
medio de vida o para capacitarse en la conducción de los negocios como sucesor del padre. Esto dependía del tamaño
de la fortuna y negocio del padre.
11. Pablo, ¿de qué manera la conversión a Cristo modificó tus planes?
Como ciudadano de Tarso, ciudadano romano, alumno de Gamaliel con una formación superior, criado y
formado muy probablemente para tomar en sus manos los negocios de su padre, Pablo pertenecía a la élite de la
sociedad de aquel tiempo. Tenía por delante un gran futuro y la posibilidad real de una brillante carrera. La entrada de
Cristo en su vida modificó todo esto.
Pablo mismo dice: "Por su amor acepté perderlo todo y lo considero como basura. Ya no me importa más que
ganar a Cristo y encontrarme en él" (Flp 3,8). "Lo que tenía por ganancia lo tengo ahora por pérdida por amor a Cristo"
(Flp 3,7). Lo perdió todo. ¿Qué era todo lo que él perdió?
Parte de ese todo perdido era esto: la entrada de Cristo en su vida lo sacó de la posición en la sociedad y lo
colocó en otra, más inferior. Pablo cambió de clase social. En vez de patrón, dueño de un taller con sus empleados y
esclavos, acabó siendo él mismo un empleado, un trabajador asalariado con aspecto de esclavo, que mal ganaba lo sufi-
ciente para poder sobrevivir y que dependía de la solidaridad de los amigos para no morir de hambre (2 Cor 11,9; 2 Tes
3,8).
La conversión a Cristo era una cara de la moneda. La otra era su identificación cada vez mayor con los pobres,
los asalariados, los esclavos.
12. Acláranos un poco más: después de convertido a Cristo ¿qué fue lo que hiciste con el oficio que
aprendiste? ¿Llegaste a ejercerlo? ¿Cómo encontrabas empleo?
La entrada de Cristo en su vida provocó a Pablo una situación nueva y diferente en la que fue obligado a buscar
otra forma de sobrevivir. Por un lado, repentinamente, Pablo fue arrancado de la comunidad judía, perdió el círculo de
amistades que tenía y debió haber perdido también su clientela en medio de los judíos, al grado que éstos querían
matarlo (Hch 9,23). Por otro lado, viviendo en la nueva comunidad de los cristianos, Pablo fue enviado como
misionero (Hch 13, 2-3) y por más de catorce años llevó una vida de misionero ambulante, sin domicilio, sin taller y sin
clientela fija. ¿Cómo sobrevivir en esas condiciones?
Como misionero ambulante había varias alternativas de sobrevivencia conforme a la costumbre de los
profesores, filósofos y misioneros ambulantes de la época. Algunos de estos profesores imponían un precio para su
enseñanza; otros, más bien pocos, vivían de limosnas que pedían en las plazas. Pero la mayoría se instalaba en alguna
casa de familia pudiente como profesor particular de los hijos; allá vivían, sin trabajar con sus manos, como hijos de
aquella casa, dependiendo en todo de esa familia y recibiendo de ella también alguna ayuda en dinero.
Ahora bien, por cuestión de principios, Pablo no aceptó ninguna de estas alternativas: aunque reconociera en los
otros el derecho de recibir un salario (1 Cor 9,14-15), él mismo insistía en negarse a aceptar un pago por su enseñanza,
pues quería anunciar el evangelio en gracia, gratis (1 Cor 9,17-18). No aceptaba limosnas ni ayudas para sí, a no ser de
una sola comunidad (Flp 4,15); no quería depender de la comunidad, ni ser un peso para ella (1 Tes 2,9; 2 Tes 3,7-9; 2
Cor 12,13-14).
Pablo escogió una cuarta alternativa: trabajar con sus propias manos (1 Cor 4,12). En esta materia le fue de gran
ayuda la profesión que aprendió, aunque con una gran diferencia: aprendió la profesión como hijo de padre influyente y
rico, pero acabó por ejercerla como obrero necesitado, obligado por las circunstancias duras de la vida a buscar un
empleo en lugares cercanos al mercado de las grandes ciudades.
Cicerón, el célebre orador y senador romano, decía: "Un taller no tiene nada que pueda beneficiar a un hombre
libre". Por eso, para un hombre libre como Pablo no era fácil conseguir un empleo. En general los grandes talleres
empleaban sólo a esclavos, por ser más baratos. Cuando un hombre libre buscaba trabajo en algún taller, estaba ha-
ciendo algo humillante para él. Eso fue lo que sucedió con Pablo. El mismo escribe con cierta
ironía: "¿Fue mi culpa haberles anunciado gratuitamente el evangelio, humillándome a mí mismo para exaltarlos a
ustedes?" (2 Cor 11,7). Buscando empleo en estas condiciones Pablo asumía la condición de un esclavo: "Siendo libre,
me hice esclavo de todos" (1 Cor 9,19).
13. ¿Por qué insistes tanto en el valor del “trabajo con las propias manos”
Trabajar con las propias manos era visto en la sociedad helenista como un trabajo propio de esclavos e impropio
para un hombre libre. El ideal de los griegos era una vida intelectual sin trabajo manual. De ahí que los otros
misioneros, filósofos y profesores ambulantes, cultivando ese ideal de la época, no trabajaron con sus manos y fueron
sustentados por la comunidad. La comunidad, a su vez, los acogía de buen grado, pues veía en ellos un símbolo del
ideal que todos querían alcanzar. De todos modos, ese ideal alimentado por todos y para todos sólo era posible para una
pequeña capa privilegiada de la sociedad.
Pablo rompió con el ideal cultivado por la sociedad y cultura helenistas; insiste en querer sostenerse por medio
del trabajo manual: "Ustedes saben cómo deben imitarnos: cuando estuvimos con ustedes no nos quedamos sin hacer
nada, ni pedimos a nadie el pan que comimos; al contrario, trabajamos con fatiga y esfuerzo, noche y día, para no ser
una carga para ninguno de ustedes. No porque no tuviéramos ese derecho, sino porque quisimos darles ejemplo para
que nos imiten" (2 Tes 3,7-10).
Al presentarse al pueblo como un misionero que vive del trabajo de sus propias manos Pablo hace que el
evangelio entre por una puerta diferente, provoque una ruptura en la vida del pueblo y le presente un nuevo ideal de
vida. Pablo dice: "Empeñen su honra en llevar una vida tranquila, ocupándose de sus propias cosas y trabajando con sus
propias manos. Así llevarán una vida honrada a los ojos de los de fuera y no pasarán necesidades" (1 Tes 4,11-12).
¿Cómo entender los alcances de este texto?
La gran masa urbana de aquel tiempo era de esclavos. Vivía en la necesidad, la pobreza, la esclavitud. Fue
principalmente en medio de este pueblo en donde surgieron las primeras comunidades cristianas del mundo helenista (1
Cor 1,26). EL ideal, alimentado por y para este pueblo, estaba fuera de él, lejos de "sus propias cosas", fuera de sus
posibilidades, pues eran prisioneros de su condición de trabajadores asalariados y esclavos. Jamás podrían subir y
alcanzar el ideal de una vida intelectual sin trabajo manual. En este texto Pablo no propone un ideal lejano, sino que
hace saber que para ellos la salida está en ellos mismos:" Ocuparse de sus propias cosas y trabajar con sus propias
manos". Este es el camino para que el pueblo pueda salir de la pobreza y alcanzar una situación en la que "no pasarán
ya necesidades". El ideal, "la vida honrada", ya no es la vida del intelectual que no trabaja con las manos, sino la propia
vida del pueblo trabajador. Aquello que antes era señal de esclavitud y motivo de vergüenza es ahora fuente de vida
honrada, no sólo para los miembros de la comunidad sino también "a los ojos de los de fuera".
Pablo dio ejemplo (1 Tes 2,9; 2 Tes 3,7-9; Hch 20,34-35; 1 Cor 4,12). El era un hombre libre que no necesitaba
trabajar como un esclavo. Como misionero ambulante podía ser sostenido por la comunidad; eso la comunidad lo
hubiera aceptado de buena gana. Pero rehusó hacer uso de ese derecho (1 Cor 9,15). Quiso trabajar con sus propias
manos. De esa manera ayudaba a los hermanos pobres a romper la ideología dominante y a percibir en dónde estaba la
fuente de la verdadera honradez. Fue en este punto exactamente en donde Pablo recibió los mayores ataques de los otros
misioneros que no llegaban a entender su actitud y que pensaban más de acuerdo con la ideología dominante (1 Cor 9,1-
18; 2 Cor 11,7-15).
Resumiendo: el trabajo ocupa un lugar central en la vida de Pablo. Por medio del trabajo se hizo ejemplo vivo y
ayudaba a las comunidades a comprender que era precisamente en su condición de trabajadores y esclavos en donde
estaba la base para hacer surgir una situación nueva en la que el pueblo ya no pasase necesidad.
14. ¿Cuál era tu salario? ¿Te alcanzaba para vivir? ¿Tenías otra fuente de ingresos?
Todo indica que el salario de Pablo no debió haber sido muy alto, pues él tenía que trabajar "de día y de noche"
para poder vivir sin depender de los otros (1 Tes 2,9; 2 Tes, 3,8). Pablo habla de cansancio provocado por el trabajo
manual (1 Cor 4,12) y de "vigilias", es decir, horas extras (2 Cor 6,5; 11,27). Pero aun haciendo vigilias pasaba
necesidad (2 Cor 11,9). No tenía dinero ni para comprar comida ni ropa: nos habla de hambre y desnudez (2 Cor 11,27).
Vivía como un "indigente" (2 Cor 6,10).
Una de las causas del salario insuficiente de Pablo era estar viajando siempre y no tener un domicilio fijo. Por
eso no lograba poner un establecimiento propio, tener una clientela estable, hacerse de fama profesional que le pudiera
atraer a los compradores de tiendas y de otros productos de cuero. En la mayoría de los lugares por donde pasó Pablo
debió haber vivido de algún empleo conseguido en alguno de los talleres que solían estar junto al mercado.
En Corintio tuvo la suerte de encontrar a Aquila y Priscila; con ellos consiguió empleo (Hch 18,3). En Efeso, en
donde pasó tres años, no tuvo tanta suerte, según parece, pues escribía a los corintios: "Nos fatigamos trabajando con
nuestras propias manos" (1 Cor 4,12). De todos modos, Pablo en Efeso "enseñaba diariamente en la escuela de un tal
Tirano" (Hch 19,9). Una variante del texto que se conserva en el llamado textus occidentalis dice que la enseñanza
diaria se hacía "entre la quinta hora y la décima", lo que significa entre las 11 de la mañana y las 4 de la tarde, es decir,
durante la hora del almuerzo y del descanso. El resto del tiempo tenía que trabajar en el taller, desde temprano en la
mañana hasta tarde en la noche (1 Tes 2,9; 2 Tes 3,8).
No tenía otras fuentes de ingresos, a no de ser una ayuda que recibía de la comunidad de Filipos (Flp 4,15; 2 Cor
11,8-9). Cuando era necesario, él sabía hacer una colecta y pedir dinero, pero no para sí sino para los otros, los pobres
de Jerusalén. De esa manera hacía que compartieran (1 Cor 16, 1-4).
15. ¿Qué hiciste en tu calidad de ciudadano romano? ¿Cómo participaste en la vida pública de tu ciudad?
¿De qué manera ejerciste tus derechos?
Como ciudadano romano Pablo gozaba de algunos privilegios: no podía ser azotado ni crucificado y podía apelar
al Supremo Tribunal en Roma, ante el César. Algunas veces Pablo recurrió a esos privilegios: en Filipos cuando fue
preso y flagelado sin proceso alguno (Hch 16,37); en Jerusalén, cuando el centurión romano quiso flagelarlo (Hch
22,25); en Cesarea cuando corría peligro de ser entregado a manos de los judíos y ser asesinado por ellos (Hch 25,3.11).
Como ciudadano de Tarso Pablo formaba parte de la élite de la ciudad. Ciudadano era todo aquel que era
reconocido oficialmente como miembro de la Ciudad. Sólo los ciudadanos eran considerados el pueblo (“demos”) de
aquella ciudad y sólo ellos podían participar en las asambleas en donde se tomaban las decisiones con relación al
destino de la ciudad. Este tipo de organización se llamaba demo (pueblo) -cracia (gobierno). Pero por más que se dijera
que era "gobierno del pueblo", el pueblo mismo no participaba, pues no estaban incluídos los esclavos ni los libres, ni
tampoco los llamados "peregrinos", o sea, los habitantes extranjeros, venidos de fuera. Sólo participaba una pequeña
élite.
No tenemos noticia de la participación efectiva y directa de Pablo en la vida política o pública de su ciudad. Lo
que sabemos es que participaba activamente en la vida y organización de la comunidad a la que pertenecía. Por
ejemplo, antes de la conversión, Pablo llegó a ser delegado oficial del Sanedrín para Damasco (Hch 9,1-2). El exegeta J.
Murphy O'Connor encuentra que Pablo había sido miembro del Sanedrín, esto es, del Supremo Tribunal de las
comunidad judía.
Después de la conversión Pablo participaba intensamente en la vida de las comunidades cristianas, al punto de
ser nombrado responsable de la evangelización entre los paganos (Gál 2,7-9).
17. Tú que viajaste tanto ¿qué países visitastes y cuál es tu actual domicilio?
En ese tiempo no había países como ahora. Existía el gran imperio romano, que era como un enorme mosaico,
hecho de reinos, pueblos, ciudades y tribus. Cada piedra del mosaico mantenía su autonomía relativa y sus propias
leyes, pero todas juntas estaban integradas y organizadas dentro de los intereses comunes del gran imperio, tales como:
pagar los impuestos y tasas, no hacer guerras entre sí, aportar soldados para el ejército romano, reconocer la autoridad
divina del emperador.
Por este inmenso imperio anduvo Pablo viajando por mar y tierra. Anduvo por los caminos imperiales, a pie, a lo
largo de más de quince mil kilómetros. Por lo que se sabe, la época en que Pablo vivía fue la más propicia para viajar,
más que todas las otras épocas de la antigüedad. En el año 63 antes de Cristo, poco antes de invadir Palestina, el general
romano Pompeyo había derrotado y eliminado a los piratas que hacían peligroso el viaje por el mar Mediterráneo. En el
año 31 antes de Cristo, tras la victoria de Octavio sobre Marco Antonio, había comenzado la Pax Romana, que
favorecía la tranquilidad en los caminos. Había buenos caminos, arreglados y en buen estado de conservación. Cada 30
kilómetros (un día de viaje) solía haber un mesón que ofrecía seguridad a los viajeros contra los ladrones y otros peli-
gros.
Los cristianos supieron utilizar esta red de caminos para la difusión del Evangelio. Ellos viajaban mucho entre
las varias ciudades. Se estableció una red de comunicación entre las comunidades. Vale la pena dar un repaso a los
Hechos de los Apóstoles y a las cartas de Pablo y hacer una relación minuciosa de los viajes de los primeros cristianos:
quiénes viajaban, de dónde a dónde, con qué medios, por qué caminos, con qué finalidad, etc.
Pablo nació en Tarso, en Cilicia de Asia Menor; se crió en Jerusalén en Palestina; fue enviado a Damasco en
Siria. Después de su conversión anduvo por Arabia. Pasando por Jerusalén, volvió a Tarso y, años después, se fue a
vivir a la comunidad de Antioquía en Siria. De allá fue enviado a la misión y, junto con sus compañeros, anduvo por
muchas regiones, sin parar: Chipre, Panfilia, Pisidia, Licaonia, Galacia, Misia, Macedonia, Acaya, Grecia, etc. Pasó por
Asia y entró a Europa. Viajó en barco por el Mar Mediterráneo y fue hasta Malta y Roma. También tuvo el proyecto de
viajar hasta España.
El domicilio natural de Pablo era Tarso. Pero después de que tomó conciencia de su misión no tuvo ya un
domicilio fijo. Era un peregrino sin reposo. No vivía en ningún lugar concreto y en cualquier lugar se sentía en casa (1
Cor 4,11).
18. ¿Cómo hiciste para comunicarte con tanta gente diferente? ¿Cuántas lenguas hablas y en dónde las
aprendiste?
Pablo hablaba griego (Hch 21,37); lo había aprendido en Tarso, su ciudad natal, y lo escribía correctamente
conforme lo prueban sus cartas. El griego era la lengua común (koiné) del comercio y del imperio, como ahora es el
inglés. Era la lengua del pueblo de las ciudades.
Pablo hablaba también el hebreo (Hch 21,40; 26,14), la lengua en la que fue escrita la mayor parte del Antiguo
Testamento y que se usaba casi exclusivamente en la celebración de la palabra en las sinagogas. También hablaba el
arameo, que era la lengua del pueblo de Palestina. No se sabe si también hablaba el latín, lengua de los romanos de
Roma.
21. Siendo Judío y ciudadano romano ¿cómo lograste combinar ambas cosas?
No era fácil combinar estas dos cosas. El ciudadano romano tenía obligación de participar en el culto al
emperador, lo cual estaba absolutamente prohibido a los judíos en nombre de su fe en Dios. Sin embargo, lograban
encontrar una manera viable de convivencia sin conflicto.
En la mayoría de las ciudades del imperio los judíos vivían organizados en asociaciones llamadas politeuma;
cada una de ellas era una asociación oficialmente reconocida por los polis, es decir, por las autoridades de la ciudad.
Una politeuma poseía una cierta independencia y gozaba de algunos privilegios. Sus miembros registrados podían hacer
valer estos derechos suyos. Las politeumas de los judíos en las diversas ciudades luchaban sobre todo por lograr dos
objetivos muy precisos: 1º Por una parte querían la plena integración de sus miembros como ciudadanos; de esa manera
los judíos tendrían derecho a los privilegios de los "ciudadanos de la ciudad", principalmente en relación a los
impuestos y taxaciones. 2º Por otra, querían plena libertad para poder practicar su propia religión. La libertad religiosa
por la que pugnaban consistía en no ser obligados a trabajar en sábado, quedar exentos del servicio militar, no participar
del culto al emperador, tener derecho a seguir sus propias costumbres alimenticias y llevar una vida conforme a sus
propias leyes.
Desde tiempos de Julio César, entre los años 47 y 44 antes de Cristo, los judíos fueron favorecidos con estos
privilegios como recompensa por los servicios prestados al imperio. Por eso mismo los judíos de la diáspora, al
contrario de los de Palestina, no tenían tanto problema de convivencia con los romanos. Tenían incluso una cierta
simpatía por el imperio y su organización.
En algunos lugares los privilegios especiales de los judíos provocaron la animosidad de la población local
contra ellos, sobre todo por causa de sus costumbres alimenticias diferentes y de su religión, que no aceptaba el culto al
emperador ni a las divinidades locales. Una u otra vez surgieron algunos conflictos con el imperio. Varias veces los
judíos intentaron provocar a la autoridad romana contra los cristianos (Hch 13,8.50; 14,5; 17,5-9, etc).
24. ¿Tuviste algún problema con la justicia? ¿Tuviste que comparecer ante un tribunal?
En Corinto, presionado por los judíos, Pablo tuvo que comparecer ante el tribunal romano en donde Galeo,
hermano de Séneca, era procónsul. Este falló a favor de Pablo contra los judíos (Hch 18,12-16).
En Jerusalén por petición de un centurión romano, Pablo tuvo que comparecer ante el tribunal de los judíos, el
Sanedrín (Hch 22,30). Fue entonces cuando provocó un conflicto entre los miembros del mismo tribunal, al decir que
estaba siendo juzgado por su fe en la resurrección (Hch 23,6-7). De esta manera puso a los fariseos en contra de los
saduceos y logró impedir que fuera condenado. ¡Ni siquiera hubo juicio! (Hch 23,8-10).
Llevado a Cesarea, Pablo tuvo que comparecer ante Félix, el gobernador romano, quien aceptó el proceso y lo
tuvo preso, sin juicio, durante dos años (Hch 24,22-27). El nuevo gobernador, Festo, quiso que Pablo fuera juzgado en
el tribunal de Jerusalén (Hch 25,9). Fue entonces cuando Pablo apeló al tribunal de César en Roma (Hch 25,10-11).
Bien sabía él que la propuesta de ser juzgado en Jerusalén sería un pretexto para poder asesinarlo en una emboscada
durante el viaje (Hch 25,3).
En Roma Pablo continuó preso por más de dos años, aguardando el juicio que, por lo que todo indica, no tuvo
lugar por falta de pruebas (Hch 28,30-31).
26. Dicen que eres una persona enfermiza. ¿Es verdad esto? ¿Cómo va tu salud?
Pablo debió haber tenido una salud de hierro para poder llevar la vida que llevó. De los 40 años a los 50 viajaba
a pie por el mundo, recorriendo en conjunto más de 15.000 kilómetros, soportando cansancio, prisión, azotes, peligros
de muerte, flagelaciones, apedreamientos, naufragios, peligros en los caminos, ríos y cerros; peligros por parte de los ju-
díos y por parte de los falsos hermanos; la preocupación constante por las comunidades, sin contar su oficio como fa-
bricante de tiendas de sol a sol; con un salario escaso que lo dejaba con hambre y sed y le obligaba a hacer vigilias y
horas extras (ver 2 Cor 11,23-28); ¡Y así con buena salud!
Aun así durante el segundo viaje misionero apareció la enfermedad en la vida de Pablo y lo obligó a hacer una
parada forzada en Galacia de Asia Menor (Gál 4,13). Aprovechó la ocasión para anunciar el evangelio a los habitantes
de la región, con lo cual contribuyó a que surgiera la comunidad de los Gálatas. Probablemente se trataba de una
enfermedad en los ojos, pues los Gálatas querían "arrancarse sus propios ojos para dárselos a Pablo" (Gál 4,15).
Algunos exegetas encuentran que el misterioso "aguijón de la carne" del que habla Pablo en la segunda carta a
los corintios (12,7) se refiere a una enfermedad. Es difícil saber la verdad, pues Pablo nunca lo explica.
El hecho de que Pablo se mostrara preocupado por la salud de los compañeros y de recomendar a Timoteo que
bebiese un poco de vino para su estómago y su debilidad (1 Tim 5,23) nos muestra a una persona realista que sabía
apreciar el inmenso don de una buena salud.
27. ¿Cómo te distraes y te diviertes? ¿Tienes algún pasatiempo? ¿Eres aficionado a algún deporte?
Es difícil saber lo que divertía o distraía a Pablo. Durante toda su vida, sobre todo desde su conversión, lo que
ocupaba y le esparcía por dentro era lo que él llamaba el ágape o amor (1 Cor 13,1-13). Por este amor permitía que el
otro, la comunidad, entrara dentro de él y ocupara todo el espacio, viviendo ahí dentro como el dueño real de la casa y
lo distrayera de sí mismo, de su propio centro, para el bienestar de los otros.
Hacia el fin de la vida, después de los cincuenta años de edad, lo que más le preocupaba y ocupaba por dentro
era la "solicitud por todas las comunidades" (2 Cor 11,28). El no debió haber tenido mucho tiempo ni ocasión para
divertirse. Es difícil saber si tenía algún pasatiempo. En las horas libres y en las horas de trabajo en su taller o en el
mercado él sólo discutía con la gente sobre la Buena Nueva de Jesús (Hch 17,11.17).
De todos modos hay algo en las cartas que nos revela los gustos y preferencias de Pablo. Cuando era pequeño le
debió haber gustado mucho asistir a las carreras en el estadio de la ciudad, pues de ellas habla, aun después de viejo,
para comprobar el mensaje del evangelio y sus exigencias para la vida (Gál 2,2; 5,7; 1 Cor 9,24-26; Flp 2,16; 3,12-14; 2
Tim 4,7; Heb 12,1).
Pablo nació y se crió en ciudad grande. Tarso tenía más o menos 300.000 habitantes. Una ciudad así tenía su
estadio deportivo y organizaba sus juegos de atletismo cada cuatro años: carreras, luchas, lanzamiento de disco, tiro al
blanco, etc. Pablo no debió haber sabido mucho de siembra ni de plantas, pero sí entendía de juegos urbanos. Las
comparaciones que usa casi todas están sacadas de los juegos y supone que sus lectores las entienden: ganar la corona
(1 Cor 9,25), correr hacia la meta y ganar el premio (Flp 3,14), luchar sin dar golpes en el vacío (1 Cor 9,26), correr
sabiendo a dónde se va (1 Cor 9,26). Habla de una "lucha" y un "combate" (2 Tim 4,7), de "pugilato" (1 Cor 9,26).
Conoce el esfuerzo y la disciplina de los atletas (1 Cor 9,25). Quizás, aun después de viejo, estaba al pendiente de los
juegos y, quién sabe, ¡hasta tenía su equipo favorito!
30. Explícanos mejor por qué estuviste de acuerdo con la muerte de Esteban y perseguiste a los cristianos.
Pablo trataba de lograr la justicia por medio de la observancia de la ley (Flp 3,5-6). Su vida y la vida de su
pueblo estaba organizada y estructurada, desde hacía siglos, en torno al cumplimiento de las exigencias de la Alianza
que Dios había hecho con su pueblo. Observando plenamente las cláusulas de la Alianza el pueblo habría alcanzado la
justicia, sería justo. Esta era la teoría, la doctrina enseñada al pueblo. Sin embargo, la práctica era otra.
En la práctica Pablo experimentaba dolorosamente que él, a pesar de todo esfuerzo, no era capaz de cumplir todo
lo que la ley mandaba. Su esfuerzo no era suficiente para alcanzar la justicia. Pablo continuaba en pecado ante Dios y
no alcanzaba la paz de la conciencia. Quería hacer el bien y no lo conseguía (Rom 7,14-24). Aun así, a pesar de la prác-
tica deficiente, nadie dudaba de la exactitud de la doctrina que enseñaban los fariseos.
El testimonio de Esteban, sin embargo, atacó de raíz el mundo de Pablo y cuestionó radicalmente la exactitud del
camino que él seguía para alcanzar la justicia y la paz con Dios. A la hora de morir apedreado Esteban dijo: "Veo los
cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie a la derecha de Dios" (Hch 7,56). Con este testimonio Esteban daba la
prueba de estar en la presencia de Dios y ser acogido por él, tranquilo, en paz con su propia conciencia y, por lo tanto,
poseyendo ya la justicia que Pablo buscaba y no alcanzaba. Más aún, Esteban poseía la justicia no como resultado de la
observancia de la ley, sino como un don gratuito de Dios por medio de Jesús, vivo, de pie y a la derecha de Dios. ¡El
mismo Jesús que años atrás había sido condenado como hereje y blasfemo por la suprema autoridad de los judíos y que
había muerto vergonzosamente en la cruz!
Este testimonio tan breve y simple era la negación radical del ideal de justicia de Pablo. ¡O Esteban o Pablo! Los
dos no podían ser verdaderos al mismo tiempo. Eran dos caminos totalmente diferentes, dos mundos opuestos. ¡Uno u
otro!
Pablo estaba convencido de que su camino era el verdadero. Para él, el camino de Esteban era falso y corrompía
las buenas costumbres. Por eso aprobó la muerte de Esteban y comenzó a perseguir a los cristianos. Actuaba por
ignorancia (1 Tim 1,13). Pensaba que con eso servía a Dios en defensa de la tradición de los padres. Pero en el fondo,
quién sabe, si Pablo buscaba acallar la voz de Esteban y de los cristianos era porque quería acallar la voz de su propia
conciencia que empezaba a incomodarlo. Pablo estaba huyendo de sí mismo y de Dios, hasta que Dios intervino y lo
hizo caer a la entrada de Damasco.
31. ¿Cómo entró Jesús en tu vida? ¿Qué significado y alcance tuvo para ti la experiencia en el camino de
Damasco?.
La entrada de Jesús fue el parteaguas. La vida de Pablo se divide en antes y después de la experiencia en el
camino de Damasco. Los fenómenos extremos que acompañaron el proceso interno de la conversión y los términos y
comparaciones usados para descubrirla sugieren que la entrada de Jesús en la vida de Pablo no fue una brisa leve y tran-
quila, sino una tempestad violenta, repentina. Esa experiencia lo sacudió todo y atacó los fundamentos de su existencia.
Hizo que todo se desmoronara: todo un mundo, una tradición antigua y secular, para hacer aparecer un nuevo comienzo.
Dios no pidió permiso. Entró sin más y dejó a Pablo en el suelo (Hch 9,4; 22,7; 26,14). Cuando Pablo se levantó,
estaba ciego, y así quedó durante tres días (Hch 9,8-9). A pesar de ser el guía del grupo, Pablo tuvo que ser guiado por
los propios súbditos (Hch 9,8). El mismo dice que su nacimiento para Cristo no fue normal. Dios lo hizo nacer de
manera forzada y violenta, como si fuera un aborto (1 Cor 15,8). Pablo no lo esperaba: "¡Fui emboscado!" (Flp 3,12).
Aun así, después de que todo sucedió, tuvo que reconocer que esto era lo que estuvo esperando desde siempre. Para
esto fue para lo que Dios lo separó y lo puso aparte, desde el seno materno (Gál 1,15). El vivió eso como su destino, su
vocación, su misión; casi una fatalidad de la que no podía escapar: su destino, ahora, es anunciar al Hijo de Dios entre
los paganos (Gál 1,16). Es una necesidad para él: "¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!" (1 Cor 9,16). Al mismo
tiempo él vivió aquella hora como un momento de misericordia de parte de Dios. Dios lo acogió cuando él mismo era
insolente y perseguidor (1 Tim 1,13). Fue el momento en que sobreabundó en él la gracia de Dios (1 Tim 1,14). Fue así
como Cristo lo formó para su servicio (1 Tim 1,12).
Ahora, para Pablo, el vivir es Cristo (Flp 1,21). Ya no es él el que vive, sino es Cristo el que vive en él (Gál
2,20). Pablo sabe que es amado: "El me amó y se entregó por mí" (Gál 2,20). De ahora en adelante él ya no quiere saber
otra cosa sino a Jesús crucificado (1 Cor 2,2). Quiere completar en su propia carne lo que falta a la pasión de Cristo
(Col 1,24). Por amor a Jesús lo dejó todo para poder poseerlo a él y ser encontrado en él (Flp 3,8-9). Participa de la
pasión de Cristo para poder experimentar su resurrección (Flp 3,10-11). Trae la agonía de Jesús en su cuerpo para que
se manifieste en él la vida (2 Cor 4,10-12; Gál 6,17). Pablo vive una total identificación con Jesús muerto y resucitado.
Por esta experiencia de Cristo muerto y resucitado, la vida de Pablo cambió en todo: de la élite cambio a la
periferia, de libre pasó a ser esclavo, de honrado acabó expulsado, de rico se volvió pobre (ver las respuestas a las
preguntas 11 a 13). Por la causa de Cristo soportó todo y vivió entregado día y noche (1 Cor 13,4-6). Un nuevo criterio
invadió su vida: la gracia liberadora de Dios tomó forma concreta en Jesús, "que me amó y se entregó por mí" (Gál
2,20).
32. ¿Cuál fue la última razón que te llevó a aceptar a Jesús como Mesías?
El encuentro que tuvo Pablo en el camino a Damasco y lo dejó ciego durante tres días fue la experiencia más
fuerte y constante de su vida. Sin embargo, no fue sólo esto lo que lo llevó a aceptar a Jesús y a reconocerlo como
Mesías. Dentro de esta experiencia, única y avasalladora, iluminó a Pablo la certeza de que Jesús es el SI de Dios a las
promesas hechas al pueblo en el pasado (2 Cor 1,20).
En otras palabras, al aceptar a Jesús como Mesías Pablo no estaba siendo infiel a su pueblo ni estaba dejando de
ser judío, sino que se hacía todavía más judío. En el fondo fue la voluntad de ser fiel a su pueblo y a sus esperanzas,
suscitadas por las promesas de Dios, lo que lo obligaba a aceptar a Jesús como Mesías. Su fidelidad a Cristo y su
experiencia de Cristo, por un lado, y su fidelidad a su pueblo y su experiencia de pueblo, por otro, eran los dos lados de
la misma moneda.
Pablo nunca se sintió traidor a su pueblo, por más que lo acusaran de ello. Al contrario, viviendo en Cristo se
sentía más judío que antes, poseedor de la esperanza de su pueblo. Era la fidelidad al Antiguo Testamento lo que lo
llevó a aceptar el Nuevo Testamento.
33. ¿Por qué tuviste problemas con Bernabé en el segundo viaje misionero?
Juan Marcos, sobrino de Bernabé, acompañó a Pablo y a Bernabé en el primer viaje, pero lo abandonó a la mitad
(Hch 13,13). Cuando Pablo invitó a Bernabé a un segundo viaje, éste quiso que Juan Marcos fuera con ellos otra vez
(Hch 15,37). "Pero Pablo era de la opinión de que no había que ir con aquél que los había abandonado en Panfilia y no
los iba a acompañar en el trabajo" (Hch 15,38). Fue entonces cuando se enemistaron y se separaron, por causa de
Marcos (Hch 15,38-40).
Más tarde se reconciliaron. Pablo se hizo de nuevo amigo de Marcos y reconoció su valía para el anuncio del
evangelio. Así escribe a Timoteo: "Busca a Marcos y tráelo contigo para que pueda ayudarme en el ministerio" (2 Tim
4,11). Y en la carta a los corintios Bernabé es recordado como compañero fiel y ejemplar de Pablo (1 Cor 9,6).
36. A mucha gente le caes mal por tu actitud negativa hacia las mujeres. ¿Es verdad que estás contra la
participación de la mujer en la comunidad?
Algunos textos de Pablo causan una verdadera dificultad. En ellos la mujer aparece en posición inferior y no es
debidamente valorada. No es posible aclarar toda esta cuestión en una respuesta breve como ésta. Sólo voy a enumerar
algunos factores que hay que tomar en cuenta para un estudio posterior más profundo.
En primer lugar, no podemos olvidar que la cultura y el modo de pensar de ese tiempo no eran los mismos de
hoy en lo que respecta a la participación de la mujer en la vida de la comunidad. Los mismos textos de Pablo que, si los
comparamos con el tiempo actual representarían un retroceso, pueden constituir un avance si los situamos en el contexto
de la cultura y de la sociedad de aquella época.
En segundo lugar, conviene ver el contexto más amplio de la vida y actividad del mismo Pablo: su manera de
relacionarse con las mujeres en la vida y organización de las comunidades que él fundó; cuántas y cuáles mujeres
aparecen en las cartas, en los saludos finales y en el relato de los viajes.
En tercer lugar conviene recordar que los textos que son más difíciles no son los que exponen una doctrina
universal que tenga que ser aplicada tal cual en todos los tiempos; en la mayoría de las veces esos textos quieren
resolver problemas concretos que estaban perturbando la vida de la comunidad. Por eso, además del contexto de la
cultura, la sociedad y la vida de Pablo, hay que examinar el contexto conflictivo de la comunidad que hizo que Pablo
escribiera de una manera tan negativa acerca de la participación de la mujer.
Veamos como ejemplo el texto de 1 Tim 2,8-15 escrito para Timoteo, coordinador de la comunidad de Efeso (1
Tim 1,3). Lo que voy a decir lo saqué de un artículo de Alan Padgett, Mujeres ricas en Efeso, 1 Tim 2,8-15, publicado
en inglés en 1987 en la revista Interpretación, páginas 19 a 31.
En la comunidad de Efeso se infiltró un grupo de falsos doctores (1 Tim 1,3.6). Ellos inventaban doctrinas
extravagantes (1 Tim 1,3-4), interpretaban mal la Escritura (1 Tim 1,7), no aceptaban la resurrección (2 Tim 2,18),
prohibían el casamiento (1 Tim 4,3), sin declarar como buenas las cosas que Dios creó (1 Tim 4,3-5). Guardaban apa-
riencia de piedad (2 Tim 3,5), pero en realidad hacían de la piedad una fuente de lucro (1 Tim 6,5.9-10). Como
profesores ambulantes, conforme a la costumbre de la época, buscaban ser acogidos en las casas de familias más ricas
(2 Tim 3,6). Era el comienzo del gnosticismo que penetraba en las comunidades.
Ligado a este grupo de los falsos doctores aparece el grupo de algunas mujeres. Pues bien, para realizar su
objetivo, aquellos doctores lograban influenciar y cautivar a algunas mujeres que estaban deseosas de aprender cosas
nuevas (2 Tim 3,6-7), sobre todo algunas viudas todavía muy jóvenes. Quizá se trataba de mujeres recién convertidas,
puesto que participaban todavía en las "instruciones" (1 Tim 2,11; ver también 3,6). Eran ricas, pues usaban objetos de
oro, perlas y vestidos suntuosos (1 Tim 2,9). En todo caso, no eran pobres. Por ser mujeres de cierta posición eran
visitadas por los falsos doctores, pues, siendo ricas, ellas podían acogerlos y mantenerlos, además de ofrecerles otras
ventajas y placeres (1 Tim 5,6.11; 2 Tim 3,6).
Aquellas mujeres tenían una sed enorme por saber: estudiaban siempre (2 Tim 3,7), se rodeaban de profesores
para lo que les convenía (2 Tim 4,3), sin alcanzar jamás el conocimiento de la verdad (2 Tim 3,7). Muy probablemente
ellas buscaban el conocimiento en aras de un liderazgo mayor en la comunidad; querían "enseñar y dominar" (1 Tim
2,12). Influenciadas por los falsos doctores, aceptaban cualquier doctrina extraña (1 Tim 4,1-2), rechazaban el matrimo-
nio (1 Tim 4,3; ver 5,14), andaban de casa en casa (probablemente de comunidad en comunidad, (1 Tim 5,13) y ya no
atendían a su propia familia (1 Tim 5,8); con eso provocaban pleitos, discusiones, rabias y burlas (1 Tim 1,4; 2,8; 5,13;
6,4-5). Destruían la paz en la comunidad.
Si leemos el texto de 1 Tim 2,8-15 teniendo en cuenta este telón de fondo nos quedará claro lo siguiente: Pablo
no está hablando de la mujer en general, sino pensando en aquel grupo de señoras de la comunidad de Efeso. No está en
contra de que la mujer estudie; lo que pide es que aquellas señoras estudien con calma y humildad puesto que todavía se
encuentran en la instrucción inicial (2 Tim 2,11). No se opone a la participación de la mujer en el liderazgo de la co-
munidad, pero cuestiona las pretensiones de aquel grupo de viudas ricas que, por ser ricas, eran visitadas por los falsos
doctores, dejándose ingenuamente manipular por ellas. Por eso les pide Pablo que sean más modestas, para que no pro-
voquen más a aquellos doctores (2 Tim 2,9-10). Pablo no enseña que el hombre es superior a la mujer, pero sí que
cualquiera que esté en la fase de instrucción inicial tiene por encima a los responsables de esa instrucción; los respon-
sables de la enseñanza tienen precedencia para con los alumnos, sobre todo en aquella época de tanta variedad de
doctrinas diversas y extrañas (1 Tim 2,11-12). No enseña tampoco que toda mujer deba ser madre para poder salvarse,
pero sí encuentra que en el caso de aquellas viudas jóvenes que despreciaban el matrimonio el único medio que había
para que se recuperaran era casarse de nuevo y llegar a la maternidad (1 Tim 2,15; 5,14-15).
Si tomamos en cuenta este texto en el contexto de aquella época, 1 Tim 2,8-15 nos muestra un avance. A pesar
de las reservas que tiene Pablo para con aquel grupo de señoras de Efeso, está suponiendo como cosa natural el que la
mujer reciba instrucción, lo cual no era tan común en la sinagoga.
Todo lo dicho es válido, aun en el caso de que esta carta no fuera escrita por Pablo.
37. ¿Por qué no te pronunciaste contra la esclavitud y contra la explotación de tanta gente por el sistema
del imperio romano? ¿Es cierto que eras amigo o simpatizante del imperio romano?
Aquí también tenemos que considerar varios factores a tomar en cuenta para llegar a una respuesta más o menos
completa, pues se trata de un asunto complejo y difícil. Al igual que en la respuesta anterior voy sólo a indicar algunos
de los factores que deben profundizarse en un estudio posterior.
En primer lugar la conciencia que había entonces con respecto a la problemática social era diferente. La
situación de los cristianos en el imperio romano era diferente de la situación de los cristianos hoy en América Latina.
Aquí hoy los cristianos tenemos casi quinientos años de edad, somos más o menos el noventa por ciento de la población
del continente y tenemos una tremenda responsabilidad histórica en el origen de la estructura anti-evangélica que existe
por aquí. En tiempos de Pablo los cristianos no tenían ni siquiera treinta años de edad, no llegaban a ser un medio por
ciento de la población del imperio y no estuvieron presentes, en cuanto cristianos, cuando fue creado el sistema
explotador del imperio romano.
En segundo lugar, el tipo de análisis que hoy hacemos de la sociedad no existía en aquel tiempo. Había
conciencia del problema social, pero éste no se entendía de manera tan clara como ahora. La pregunta que hacemos a
Pablo es legítima, pero se formula a partir de nuestras preocupaciones, de nuestro nivel de conciencia y de nuestro
análisis del problema social. Una respuesta más completa exigiría un uso mayor de las ciencias sociales en el estudio del
texto de Pablo, lo cual ya empieza a suceder en América Latina.
En tercer lugar, conviene recordar que los judíos, desde la destrucción de Jerusalén en el 587 antes de Cristo,
vivían sometidos a gobiernos extranjeros y ya estaban acostumbrados a esto. Hasta llegaron a ver en ello una expresión
de la voluntad de Dios. Esdras llegó a identificar la ley de Dios con la ley del rey (Esd 7,26). Aprendieron a convivir.
Además conviene recordar la diferencia que había en este punto entre los judíos de Palestina y los de la diáspora, de la
cual hablábamos en la pregunta 21.
En cuarto lugar, Pablo tuvo una experiencia profunda de Dios. Una experiencia así relativizaba todo lo demás,
tanto la riqueza como la pobreza, poseer como no poseer. He aquí algunos textos: "Vivimos como indigentes, pero
enriquecemos a muchos; como quien no tiene nada, pero poseyéndolo todo" (2 Cor 6,10). "Aprendí a adaptarme
conforme a las necesidades; sé vivir modestamente y sé también cómo manejarme en la abundancia; estoy
acostumbrado a todo en cualquier situación: vivir saciado y pasar hambre, estar en abundancia y sufrir necesidad; todo
lo poseo en aquel que me fortalece" (Flp 4,11-13). "Si tenemos comida y ropa nos contentamos con eso" (1 Tim 6,8).
"El tiempo es corto; los que compran actúen como si no comprasen, los que usan de este mundo vivan como si no lo
usasen, pues pasa la experiencia de este mundo" (1 Cor 7,29.30-31).
En quinto lugar, había en Pablo una conciencia muy clara del nuevo tipo de fraternidad que iba a ser vivida en la
comunidad cristiana. En ella debía quedar superada toda forma de dominación proveniente de la religión (judía-griega),
de clase social (libre-esclavo), de sexo (hombre-mujer) o de raza (griego-bárbaro). En ella ya no podía haber diferencia
entre "judío y bárbaro" (ver Gál 3,28; Col 3,11; 1 Cor 12,13). Una comunidad así no deja de ser un factor profunda-
mente revolucionario, una semilla explosiva, aunque sus miembros no tengan plena conciencia de este aspecto.
En sexto lugar, comparando los conflictos del primer viaje misionero (Hch 13,1-14,28) con los del segundo viaje
(Hch 15,36-18,22), podemos percibir lo siguiente: 1º Una entrada progresiva del imperio y sus instituciones en estos
conflictos. 2º El imperio puede tener personas buenas y simpatizantes al cristianismo, como el procónsul Sergio Pablo
de Chipre (Hch 13,6-12), pero también tiene leyes e instituciones que son usadas en contra de los cristianos (Hch
13,50; 14,5; 16,19-24.35-37; 17,5-9; 18,12-16). 3º En el primer viaje el conflicto con el mundo pagano era más a nivel
religioso (Hch 14,8-18), mientras que en el segundo ya se situaba más o menos en el nivel económico (Hch 16,16-40) y
a nivel cultural e ideológico (Hch 17,16-34). 4º En estos conflictos los cristianos aparecen como gente sin poder: no
logran que la opinión pública esté a su favor, ni consiguen que la clase alta los apoye. 5º Las instituciones del imperio y
la clase alta son usadas en contra de los cristianos por obra de los que se sienten perjudicados por el mensaje cristiano,
pero no consiguen ser usadas por los cristianos para defender la justicia y la verdad en contra de la injusticia y la
falsedad. Todo esto revela una incompatibilidad creciente entre el imperio y el evangelio.
En séptimo lugar, es posible que Pablo, como judío de la diáspora, hubiera tenido cierta simpatía por el imperio
romano. Lo mismo aparece en Lucas, el que escribió los Hechos de los Apóstoles. Pero aun teniendo una posible
simpatía, Pablo no adaptó el evangelio a sus simpatías; de no haber sido así no hubiera provocado la ofensiva
progresiva del imperio en contra de las comunidades. No conviene olvidar también que Pablo murió condenado por el
imperio romano, por causa del amor que tenía al evangelio.
38. ¿Por qué acabaste tan desanimado y debilitado después de aquel fracasado discurso de Atenas? Tú no
eres un hombre capaz de desanimarse. ¿Hubo alguna razón más profunda?
Pablo llegó a Atenas tras un largo recorrido a lo largo de las ciudades de Asia Menor y Grecia. Se trataba de su
segundo viaje misionero (Hch 15,36ss). Ya había fundado varias comunidades en Galacia, Filipos, Tesalónica y Berea.
En casi todas estas ciudades fue perseguido y torturado. Tuvo que huir varias veces. Nada, por consiguiente, era capaz
de amedrentarlo o desanimarlo. Finalmente él llegó a Atenas, capital de la cultura helenista (Hch 17,15).
Invitado por la gente que lo escuchaba en la plaza del mercado, tuvo que exponer sus ideas en el Areópago (Hch
17,16-21). Preparó un discurso en el que trató de comunicar la Buena Noticia de Jesús (Hch 17,22-31). El discurso no
tuvo mucho efecto. En cuanto habló de la resurrección, sus oyentes perdieron interés, se burlaron de él y la sesión se
suspendió (Hch 17,32). Poca gente creyó en lo que decía (Hch 17,34). Pablo, el que parecía tener valor para enfrentar
cualquier contratiempo, hasta persecución, prisión y tortura, ese mismo Pablo perdió el ánimo tras el fracaso de su
intento en Atenas. Salió de allá y se fue a Corinto (Hch 18,1), en donde, según él mismo dice, llegó "lleno de flaqueza,
recelo y temor" (1 Cor 2,3), "en medio de gran angustia y tribulación" (1 Tes 3,7). ¿Por qué quedó Pablo así? ¿Qué fue
lo que provocó en él ese desánimo?
Ciertos defectos ocultos sólo aparecen a lo largo del camino. Poco a poco los mismos hechos de la vida van
sacando la cáscara y revelando lo que verdaderamente somos ante Dios y ante los otros. La conversión es un proceso
permanente, hasta para Pablo. Aunque ya había experimentado la gratuidad de la acción de Dios, todavía quedaba
dentro de él algo de la mentalidad de las "obras". El pensaba poder derrumbar a los paganos y convertirlos con la fuerza
y la lógica de sus argumentos. Para eso elaboró cuidadosamente su discurso (Hch 17,22-31), basado en las leyes de la
lógica y la oratoria. Pero tuvo que experimentar la inutilidad total de sus argumentos. En vez de derrumbar fue derrum-
bado en su pretensión de vencer al enemigo. El sistema de la cultura helenista no se afectó ni se alteró. Poca gente se
convirtió. La mayoría ni se interesó; ni a favor ni en contra. No quisieron discutir el asunto: "¡Hasta luego! ¡Queda para
otra vez!" (Hch 17,32).
Pablo descubrió y experimentó la debilidad y los límites de su pretensión. El nacimiento doloroso para Cristo,
iniciado en el camino de Damasco, todavía continuaba. Pero él supo sacar la lección de esos sucesos. En la carta a los
corintios describe cómo llegó allá después del fracaso en Atenas: "Hermanos, yo mismo, cuando fui al encuentro de
ustedes, no me presenté con el prestigio de la oratoria o de la sabiduría para anunciarles el misterio de Dios. Entre
ustedes yo no quise saber otra cosa que Jesucristo, y Jesús Crucificado. Estuve entre ustedes lleno de debilidad, recelo y
temor; mi palabra y predicación no tenía brillo ni artificios para seducir a los oyentes; mi demostración se apoyaba en el
poder del Espíritu, para que ustedes no creyeran por causa de la sabiduría de los hombres, sino por el poder de Dios" (1
Cor 2,1-5). Este parece un Pablo diferente al que presentaba su discurso en el Areópago con lógica y oratoria.
¡Aprendió la lección! Acabó siendo más humilde. Supo dar a Dios el lugar que él se merece, sin que esto lo llevara a
pasividad. Siendo judío tuvo que aprender en la práctica cómo habérselas con la gente de la cultura helenista y aun con
el mismo Dios. Aprendió recibiendo golpes y sufriendo.
Después de aquella caída en Damasco el que animó a Pablo y lo sacó de la ceguera fue Ananías (Hch 9,17-19).
Ahora, después de la caída de Atenas, fue la llegada de Timoteo trayendo buenas noticias de la comunidad recién
fundada de Tesalónica lo que lo ayudó a superar el desánimo y a volver a encontrar la fuente de la fuerza y del valor:
"Ahora estamos reanimados" (1 Tes 3,8). A partir de ese momento, Pablo tuvo de nuevo disposición para dedicarse
enteramente al anuncio de la Palabra (Hch 18,5).
39. Cuando nosotros ahora hablamos de las comunidades que anduviste fundando nos imaginamos unas
comunidades perfectas de gente santa. ¿Es verdad esto? Porque ante tanta santidad hasta nos
quedamos desanimados, pues ahora es muy difícil vivir en comunidad. ¿Qué nos puedes decir acerca
de esto?
Lo que Pablo nos dice es lo que él mismo vivió y conoció, tanto de su propia experiencia como de la experiencia
de la comunidad de los primeros cristianos en Jerusalén. La narración de los sucesos vividos es lo que más ayuda a
deshacer la idea de que las primeras comunidades estaban formadas sólo por gente santa y sin problemas.
El libro de los Hechos de los Apóstoles presenta a la primera comunidad de Jerusalén como el ideal para las
comunidades de todos los tiempos. A Lucas se le ocurrió poner ese ideal en los pequeños resúmenes en donde muestra
la vida de los primeros cristianos (Hch 2,42-47; 4,32-35; 5,12-16). En ellos describe no tanto lo que existió de hecho,
sino lo que debería existir siempre en cualquier comunidad. El ideal de la comunidad lo colocó muy cerca de su fuente:
la resurrección de Jesús.
Pero Lucas no escondió la realidad de aquel duro caminar. Leyendo en las líneas y las entrelíneas se puede
percibir que había muchos problemas y dificultades. No era gente tan santa, ni tan diferente de nosotros, como a veces
nos imaginamos. He aquí la lista de algunos de estos problemas de la primera comunidad.
1. El intento de Ananías y Safira de aprovecharse de la comunidad para promoverse a sí mismos (Hch 5,1-11).
2. Lucha entre los "hebreos" (judíos convertidos de Palestina) y los "helenistas" (judíos convertidos de la
diáspora) por causa de la asistencia diferente que se daba a las viudas (Hch 6,1).
3. Tensión interna por causa del liderazgo nuevo de Esteban: el grupo de los helenistas (ligado a Esteban) es
perseguido y debe huir, mientras que los apóstoles (probablemente el grupo de los hebreos) continúan en Jerusalén (Hch
8,1).
4. El intento de algunos de comprar con dinero el carisma y el don del Espíritu Santo (Hch 8,19).
5. La falta de gente para anunciar el evangelio (Hch 8,31).
6. Persecución a los cristianos por parte de los sacerdotes (Hch 4,1-3) y, más tarde, por parte de los fariseos (Hch
8,1-3: Pablo es fariseo).
7. Conflicto entre los cristianos venidos del judaísmo y los que habían venido del paganismo (Hch 15,1).
8. Las dudas e incertidumbres de Pedro: no sabe cómo comportarse ni cómo enfrentar el problema (Gál 2,11-12).
9. El reclamo que un grupo más conservador le hace a Pedro que no estaba de acuerdo con él (Hch 11,2-3.18).
10. Una falta general de coordinación, puesto que las cosas van sucediendo y los apóstoles sólo lo saben después
de acontecidas (Hch 11,19-22).
Aun así, a pesar de todas esas dificultades, el ánimo de la gente era muy grande. Ellos no se desanimaban y las
comunidades crecían (Hch 2,41.47; 4,4; 5,14; 6,1.7; 9,31; 11,21.24; 16,5; etc. ) ¡Las comunidades eran un nuevo modo
de ser Pueblo de Dios!
Todo esto vale también para las comunidades fundadas por Pablo en las grandes ciudades del imperio romano.
Sólo que en ellas los conflictos y problemas eran mayores. Algunas de estas dificultades ya las mencionamos en esta
entrevista. Voy a intentar recordarlas aquí, añadiendo algunas otras. Sólo indico el suceso, pues no es éste el lugar para
profundizar en el asunto. He aquí la lista provisional:
1. Falta de instrucción, aun por parte de los líderes, como Apolo, que nada entendía del bautismo (Hch 18,25-
26).
2. Continuaba la influencia de Juan Bautista, al grado que unas personas sólo conocieron el bautismo que él
hacía; no sabían nada del Espíritu Santo (Hch 19,1-3).
3. Divisiones internas por causa de las diferentes líneas de Pedro, Pablo y Apolo (1 Cor 1,12; 4,6).
4. Mentalidad griega en choque con la mentalidad judía: el concepto de autoridad del griego es más
"democrático" (viene de una discusión abierta), mientras que el judío es más "tradicional" (originado en la tradición);
ello fue una de las causas del conflicto que había entre Pablo y la comunidad de Corinto (2 Cor 10,8-11; 12,11-18; 13,2-
4).
5. Los cristianos venidos del judaísmo habían llegado al punto de intentar destruir el trabajo de los cristianos
venidos del paganismo: eran los "falsos hermanos" (Gál 2,4-5; 6,12-13; 1 Tes 2,14-16).
6. Pleitos personales de Pablo con Bernabé a causa de Marcos (Hch 15,37-39), y de Pablo con Pedro a causa de
una línea diferente (Gál 2,11-14).
7. Mentalidad griega que no aceptaba la resurrección (Hch 17,32; 1 Cor 15,12).
8. Falsos doctores que sembraban confusión en las comunidades (1 Tim 4,1-7).
9. Problemas con la religiosidad popular de los pueblos de Asia Menor (Hch 14,11-18).
10. El problema del papel de la mujer en las comunidades: no todo estaba claro (1 Cor 11,3-12; 14,34-35; 1 Tim
2,9-15).
11. El problema de los carismas, usados por algunos para promoverse y no para construir la comunidad (1 Cor
14,1-32).
12. La falta de respeto de unos ante la fragilidad de la conciencia de otros (1 Cor 8,7-13; Rom 14,1-15).
13. La pretensión de algunos de usar la libertad en Cristo como pretexto para el libertinaje (1 Cor 6,12-20; 5,1-
13).
14. División social y falta de orden durante la realización de la Cena Eucarística (1 Cor 11,17-34).
15. Deseo de algunos de seguir el ideal griego de la vida intelectual sin trabajar con las propias manos, mientras
que Pablo quería exactamente lo contrario (2 Tes 3,10-12).
Los problemas eran muchos y el pueblo de las comunidades no era santo ni perfecto. Era espejo de lo que sucede
hoy, cuando gente bien intencionada, de diferentes orígenes y mentalidades, decide caminar juntos. La fraternidad es un
desafío.
Gran parte de estos problemas eran problemas de transición. Las comunidades eran un nuevo modo de ser
Pueblo de Dios. La transición del modo antiguo hacia el nuevo no fue fácil. Pablo fue el instrumento para ayudar en esta
transición, sin la cual la Iglesia habría naufragado y nunca hubiera llegado hasta nosotros.
Fue la transición del mundo judío al mundo griego; del mundo rural de Palestina al mundo urbano de Asia
Menor y de Grecia; del mundo más o menos armonioso y coherente del judaísmo al mundo pluralista de las grandes
ciudades del imperio, llenas de conflictos; de una situación de comunidades aisladas, casi sin organización, a la de
comunidad bien organizadas; de una iglesia estancada, formada solo de judíos convertidos, a una iglesia abierta que
acoge a todos; del período de los apóstoles, es decir, de la primera generación de líderes, al de la iglesia post-apostólica
de la segunda generación de los líderes que ya no habían tenido contacto personal con Jesús; de una iglesia cuya
doctrina y disciplina venían en gran parte del judaísmo, a una iglesia que empezaba a elaborar y organizar su propia
liturgia, doctrina y disciplina; de una religión ligada a las comunidades bien situadas de los judíos de la diáspora, a una
religión más ligada al pueblo pobre de las periferias urbanas de las grandes ciudades del imperio romano; de una
religión que cultivaba el ideal de la clase dominante, a una religión que tenía el valor de presentar un nuevo ideal de
vida al pueblo trabajador: "ocuparse de sus propias cosas y trabajar con las propias manos...; así no pasarán necesidades
de cosa alguna" (1 Tes 4,11-12).
40. Echando una mirada hacia atrás, ¿cómo ves ahora tu vida?
La vida de Pablo tiene cuatro períodos bien distintos. El primero cuenta desde el nacimiento hasta los 28 años de
edad. Es el período anterior a la conversión, durante el cual vive como israelita fiel y observante. El segundo va desde la
conversión a los 28 años hasta el envío a la misión a los 41. Período poco conocido. El tercero corre de los 41 años a
los 53. Es el período de los viajes misioneros. El último va desde los 53 hasta su muerte a los 63 años de edad. Es el
período de las prisiones y de la organización de las comunidades.
Aunque son diferentes, estos cuatro períodos tienen algo en común: se trata siempre del mismo Pablo, de la fe en
el mismo Dios, de la pertenencia al mismo pueblo de Dios y de la misma voluntad de ser fiel a Dios y a su alianza y de
llegar a la justicia y la paz con Dios.
Muchas cosas de la vida de Pablo ya fueron vistas en esta entrevista; otras jamás podrán verse, pues quedaron
como secreto exclusivo de él. Poco sabemos del primer período, casi nada sabemos de lo que pasó entre el momento de
la conversión (28 años) y el envió a la misión (41 años). ¡Son trece años de silencio! Quizá fue durante este período
cuando tuvo las grandes experiencias místicas de las que habla en una de sus cartas (2 Cor 12,1-10). Poco o nada sa-
bemos de lo que sucedió después de la primera prisión en Roma hasta su muerte. El período más conocido es el de los
viajes misioneros. De ahí se deduce que el interés de la Biblia en la persona de Pablo no es tanto en razón de Pablo
mismo, sino en cuanto a que él era el animador de las comunidades.
La gran novedad que marcó la vida de Pablo fue su experiencia de Jesús resucitado en el camino de Damasco:
experiencia profundamente personal y, al mismo tiempo, esencialmente comunitaria, pues ella sólo se manifestó con
claridad en el momento en que Ananías impuso las manos a Pablo y lo acogió en la comunidad, diciéndole: "¡Pablo,
hermano mío!" (Hch 9,17).
La experiencia en el camino a Damasco fue como un diamante tallado que recibe la luz del sol. A través de sus
muchas caras fracciona la luz en múltiples colores y revela así las diferentes cualidades. A la luz del sol es Dios el que
se hace presente en la vida de Pablo. El diamante es la experiencia de Jesús resucitado. Sus innumerables facetas
refractan la luz y en ella se revelan las infinitas cualidades: experiencia de fidelidad de Dios (2 Cor 1,20); experiencia
de victoria sobre la muerte (Col 2, 12-13; Ef 1,19-20; Rom 6,1-4); experiencia de la propia nada (Rom 7,24); experien-
cia de la propia vocación y misión (Gál 1,15-16); experiencia de pasión, muerte y resurrección de Cristo (Flp 3,10-11);
experiencia de su pertenencia al pueblo (Rom 9,1-5); identificación mística con Cristo (Gál 2,20); experiencia profunda
del amor gratuito de Dios (Rom 8,31-39)... Vale la pena hacer una exploración y clasificar todos los aspectos de la
experiencia de Dios en Cristo vivida por Pablo.