Mitos y Leyendas

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MITOS Y LEYENDAS: DIOSES Y FARAONES EGIPCIOS: TUTANKAMON y su maldición.

Tutankamón fue uno de los faraones más famosos del Antiguo Egipto.

Su recuerdo todavía permanece en la memoria de aquellos apasionados al magnetismo que tanto


caracteriza a dicha civilización.

Su reinado duró menos que el de sus antecesores, pero el misterio y las numerosas leyendas que
ensalzan su figura convirtieron su andadura en un relato apasionante.

Tut-anj-Atón, como era conocido antes de cambiar su nombre, pertenecía a la XVIII Dinastía. Nació
en el año 1341 a.C., aunque la identidad de sus progenitores jamás ha sido confirmada. Diversos
expertos en la materia aseguran que Akenatón, marido de Nefertiti, fue su padre.

Al que relevó en el trono a la edad de 12 años.

Pronto contrajo matrimonio con su hermana Anjesenpaatón, manteniendo así la hegemonía de la


corona.

En los primeros meses del cargo, Tutankamón llevó a cabo una de las medidas más importantes de
su mandato: restablecer el culto tradicional y devolver el poder a los sacerdotes.

Al mismo tiempo, restituyó la capitalidad de la ciudad de Tebas, antes depositada en Amarna.

• Víctima de una grave enfermedad

Lamentablemente, el joven faraón no tuvo tiempo de dejar huella en el imperio egipcio.


Tutankamón falleció a los 18 años, como consecuencia de una severa malaria.

Fue sustituido por un alto funcionario, quien además se casó con su viuda.

No obstante, a pesar de su corta trayectoria, fue enterrado con todos los honores, junto a sus más
preciados tesoros y multitud de comodidades para su paso a la otra vida.

Su descubrimiento en 1922, a cargo del célebre egiptólogo británico Howard Carter, supuso uno
de los hallazgos arqueológicos más sensacionales de la historia.

Se hizo el famoso agujero en la parte superior de la puerta de la tumba, que había permanecido
oculta durante más de tres mil años.

Carter introdujo una vela y vio, según sus palabras, “cosas maravillosas”.

En el interior del mausoleo, Carter encontró el trono del monarca, recubierto de oro y piedras
preciosas, además de carros, bastones de mando, exquisitos adornos, joyas, amuletos, esculturas
y, por supuesto, el hermoso ataúd que todavía conservaba el cadáver momificado del faraón.

• La maldición de Tutankamón
La noche del 4 de abril de 1923, Lord Carnarvon, quien había financiado la excavación y estuvo
presente el día en que se abrió la tumba, falleció a causa de una neumonía fulminante, detonada
por una septicemia ocasionada por la picadura de un mosquito.

Se cuenta que a la misma hora de su muerte en el Cairo hubo un gran apagón que dejó a oscuras
la ciudad y, en Inglaterra, su perro aulló misteriosamente para luego caer fulminado en su casa en
Hampshire.

Para abonar el terreno a las coincidencias, al proceder a la autopsia de la momia se encontró que
justo donde el mosquito había picado a Lord Carnarvon, Tutankamón tenía una herida.

A la muerte de Lord Carnarvon siguieron otras.

En septiembre su hermano Aubrey Herbert, que estuvo presente en la apertura de la cámara real,
murió inexplicablemente en cuanto volvió a Londres.

Arthur Mace, el hombre que dio el último golpe al muro para entrar en la cámara real, murió en El
Cairo poco después, sin ninguna explicación médica.

Sir Douglas Reid, que radiografió la momia de Tutankamón, enfermó y volvió a Suiza donde murió
dos meses después.

La secretaria de Carter murió de un ataque al corazón, y su padre se suicidó al enterarse de la


noticia.

Un profesor canadiense que estudió la tumba con Carter murió de un ataque cerebral al volver a El
Cairo.

George Jay Gould, amigo de Carnarvon, se trasladó a Egipto, después de la muerte de su amigo,
para ver el lugar con sus propios ojos.

Murió de neumonía después de resfriarse tras visitar la tumba. Richard Bethell, que había ayudado
a Carter a clasificar el tesoro, murió a los 49 años de edad, al parecer suicidado. Meses después, su
padre, lord Westbury, se quitó la vida en Londres, al arrojarse por la ventana de su habitación.

En su dormitorio tenía un jarrón de alabastro procedente del sepulcro de Tutankamón.

Para 1929, unas 16 personas relacionadas con Carnarvon o Carter fallecieron y de inmediato la
prensa sensacionalista comenzó a hablar sobre la maldición de Tutankamón.

La novelista gótica Marie Corelli aderezó más la historia, afirmando poseer un primitivo texto
árabe que mencionaba las maldiciones que seguirían a la apertura de la tumba. El escritor Arthur
Conan Doyle, el creador del detective Sherlock Holmes, le echó más leña al fuego al declararse
abiertamente creyente en la maldición.

• Últimas víctimas
Los textos y escritos que apoyaban la teoría de la maldición no sólo se basaban en la muerte de
Carnarvon y otras personas, sino en el hecho de que el día en que Howard abrió la tumba, una
cobra se comió a su mascota, un canario (las cobras en el antiguo Egipto protegían a los faraones).

La presunta maldición reapareció en las décadas de 1960 y 1970, cuando algunas de las piezas
encontradas en la tumba de Tutankamón se trasladaron a varias exposiciones temporales
organizadas en museos europeos.

Los directores del museo de entonces murieron poco después de aprobar los traslados. La última
víctima atribuida a la maldición fue el actor inglés Ian McShane (famoso por personificar a Judas
Iscariote en la película “Jesús de Nazareth”, de Franco Zeffirelli), quien durante la filmación de una
película en los años ochenta sobre la supuesta maldición, sufrió un grave accidente: su coche se
salió de la carretera y se rompió gravemente una de las piernas.

Muchos autores niegan que hubiese una maldición escrita, pero otros aseguran que Carter habría
encontrado en la antecámara de la tumba un ostracon de arcilla cuya inscripción decía: «La
muerte golpeará con sus alas a aquel que turbe el reposo del faraón».

Los científicos, por su parte, prefieren apuntar a otras teorías.

Los insectos o las bacterias presentes en las tumbas de Tutankamón pudieron acelerar la muerte
de Carnavon, quien padecía diversos problemas de salud.

Otro estudio arrojó que las momias antiguas pueden portar Aspergillus Níger y Aspergillus flavus,
dos tipos de moho que ocasionan reacciones alérgicas que van de una simple congestión nasal a
una hemorragia pulmonar.

Howard Carter, el principal “implicado” en la supuesta maldición, en tanto, falleció en 1939 a los
64 años, de muerte natural, 17 años después que abriera la tumba.

Su frase preferida cuando le hablaban de la “maldición” era: “Todo espíritu de comprensión


inteligente se halla ausente de esas estúpidas ideas”.

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