La Fiesta de Cumpleaños de Ana
La Fiesta de Cumpleaños de Ana
La Fiesta de Cumpleaños de Ana
Cuentos originales
Autor:
A partir de 6 años
Valores:
colaboración, arrogancia, arrepentimiento
Ana, Eva y Clara eran tres hermanas que
celebraban su cumpleaños el mismo día. Aunque
no habían nacido las tres a la vez. Primero nació
Ana. Un año después nació Eva. Por último, justo
un año más tarde, nació Clara.
-Creo que este año yo debería hacerme cargo de organizar parte de la fiesta. Creo
que soy suficientemente mayor.
Los padres de Ana estaban encantados con que la niña se sintiera tan
responsable, así que le cedieron parte del trabajo.
-Es mi responsabilidad, pues soy la mayor. Voy a cumplir diez años. Vosotras
todavía no podéis hacer estas cosas -dijo Ana.
-Podemos echarte una mano, que tú nunca lo has hecho -dijo Eva.
-Que no, que no -dijo Ana-. Iros a vuestras cosas y a mí dejadme con esto.
Ana diseñó unas invitaciones preciosas y se ocupó de hacerlas llegar a todos los
invitados.
Llegó el día de la fiesta y las tres hermanas se fueron junto con sus padres al
parque que había junto al bosque. Era el primer año que celebraban la fiesta fuera
de casa. Pero pasaba el rato y allí no se presentaba nadie.
-Sí, mamá -dijo Ana-. Copié lo mismo que había en las tarjetas del año pasado.
-¡Uy, es cierto! -dijo Ana-. En la invitación no pone dónde es la fiesta, así que
seguro que todos han ido donde siempre.
-Rápido, chicas, hay que recoger esto e irse a casa -dijo papá-. Con un poco de
suerte estarán allí esperando.
-Sí, la que has estado a punto de chafar por no hacer las cosas bien -le recriminó
Clara.
-Lo siento -dijo Ana-. Tenía que haber aceptado vuestra ayuda.
-Bueno, niñas, no pasa nada. Todo se ha solucionado -dijo mamá-. El próximo año
lo haremos mejor. Ahora, ¡a divertirse!
Los chicos también saben usar la escoba
Autor:
Eva María Rodríguez
Valores:
responsabilidad, aprendizaje, igualdad
-Dicen por ahí que siempre tiene que haber una primera vez para todo -dijo mamá-. Inténtalo. En
cuanto acabe con esto voy a verte.
Esteban cogió la escoba y fue a su cuarto. Se sentó en la cama y empezó a mirar la escoba.
Esteban se levantó dando un respingo y empezó a mover la escoba. Enseguida llegó su madre, y le
preguntó:
-¿Ah, sí? -dijo mamá-. Ponte los zapatos, que vamos a hacer unas cuantas visitas ahora mismo.
-Vamos a ir a visitar a unos cuantos amigos míos -dijo mamá-. En su trabajo tienen que usar unos
artefactos muy interesantes sin los cuales no podrían cumplir con su misión.
Esteban conoció a mucha gente esa tarde. Primero conoció a Felipe, un chico que trabajaba en una
empresa de limpieza limpiando oficinas. Felipe barría, fregaba y limpiaba el polvo. Lo hacía con tanta
gracia que parecía que bailaba.
Luego conoció a Juan, un barrendero que, cuando creçía que no le veía nadie, cantaba coplas mientras
barría las calles.
Esteban también conoció Lucio, el dueño de un pequeño bar en el que hacía de todo, incluido barrer y
fregar el suelo, para tenerlo todo limpio.
De vuelta a casa Esteban y su madre pasaron por el taller de coches de Andrés. Y allí lo pillaron
limpiando el garaje, escoba en mano.
-Ya he visto que no. Ahora mismo cojo la escoba a ver qué tal se me da -dijo Esteban.
-Gracias, mamá.
Esteban practicó con la escoba barriendo el pasillo y el comedor. Y se sintió muy orgulloso de poder
colaborar en casa.
El osito y el león
Cuentos originales
Autor:
Irene Hernández
Edades:
Truc veía de lejos como jugaban entre ellos. ¡Eran enormes! Tenían unas patas
gigantes y cuando veían a algún otro animal, rugían muy fuerte y daban bastante
miedo.
Al día siguiente, Truc volvió a salir de casa con su mamá a buscar más comida.
Como siempre hacía, se entretenía con otros animales a correr y jugar. Ese día,
conoció a Pet, un pájaro de colores que acababa de llegar al bosque y que aún no
tenía amigos. Pet era muy travieso y siempre hacía lo que quería sin obedecer a
nadie.
Truc y Pet corrieron un buen rato por el bosque y, cuando Truc quiso darse
cuenta, se había despistado y no encontraba a su mamá. Entonces, Pet, que había
aprendido a volar muy alto hacía poco, levantó el vuelo para ayudarlo a
encontrarla.
- A ver, a ver….No la veo por ningún lado… Un momento, ¡veo a los leones!
¡Sígueme Truc! ¡Vamos a jugar con ellos!
Truc, que recordó lo que su mamá le había dicho sobre los leones, le contestó:
- No Pet. No podemos jugar con ellos. Son muy peligrosos y mi mamá no me
acercarme.
- ¡Anda Ya! ¡Yo mismo he estado volando encima de ellos y no pasa nada! ¡No
seas cobarde! – dijo Pet
Así, el pájaro Pet, que no hacía caso a nadie, insistió tanto que al final convenció
al pequeño Truc para acercarse a los leones.
Los dos fueron a toda prisa y cada vez estaban más cerca, cuando, de repente,
oyeron un rugido muy fuerte.
-¡Grrrrrrrrrrrrrrrrrr! ¡Grrrrrrrrrrrrrrrrrr!
Truc y Pet estaban muy asustados. Pet voló muy alto para estar a salvo pero Truc
tuvo que correr y correr.
Pet, que lo veía todo desde el cielo, se dio cuenta de que uno de los leones estaba
corriendo detrás de Truc y le gritó desde el cielo:
- ¡Corre todo lo rápido que puedas Truc! ¡Corre!
Pero Truc era un oso muy pequeñito y todavía no podía correr muy rápido. El
pobre estaba muy asustado y no podía correr más, entonces, escuchó un gruñido
muy fuerte.
- Truc, ¿por qué me has desobedecido? Te dije que eran animales muy fuertes y
que no debías acercarte a ellos. ¡Nos hemos llevado un susto horrible! - dijo
mamá osa.
Truc y Pet, aprendieron que obedecer a los mayores es algo muy importante y,
desde entonces, nunca más se acercaron a los leones.
El gatito encuentra su lugar
Cuentos originales
Autor:
Yolanda Fernández
Edades:
A partir de 3 años
Valores:
aprendizaje
Había una vez una familia de granjeros que vivía en una
amplia granja sacada de pequeños riachuelos. Un día, la
hija del matrimonio empezó a decir que quería un gato.
Los padres siempre le daban todo lo que pedía para no
escucharla patalear y gritar así que en esa ocasión
hicieron lo mismo.
El día del cumpleaños de la niña los granjeros le llevaron un pequeño gato de color
miel. Durante mucho tiempo vivió dentro de la casa de los granjeros, pero al
crecer quiso explorar el mundo y todos los entresijos de la granja. Al gato le
encantaba afilar sus uñas en los troncos de los árboles y por la noche dormir
calentito en la cama de su dueña. Un día la niña se puso enferma y el médico dijo
que era alergia primaveral. El doctor insistió en que el gatito no durmiera con ella.
De este modo, el felino se trasladó al granero durante un tiempo.
Aunque le dio pena separarse de la niña, al gato no le importó por todas sus
ganas de conocer mundo y de conocer otros animales. Al llegar al gallinero se
encontró con el gallo en primera fila, con gesto de pocos amigos. El gato intentó
ser amable pero notó que los animales del granero, dominados por el gallo, no le
dirigían la palabra ni le dejaban comer.