Origen Del Surrealismo Wiki
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�ndice
1 Origen del t�rmino
2 Precedentes
3 Primeros pasos
4 El surrealismo al servicio de la revoluci�n
5 T�cnicas surrealistas
6 La pintura surrealista
7 Apogeo y decadencia del surrealismo
8 El surrealismo en Espa�a y Latinoam�rica
8.1 El surrealismo en la pintura espa�ola y latinoamericana
8.2 El surrealismo en la literatura hisp�nica
9 El surrealismo en la historia
9.1 En la literatura
9.2 En las artes pl�sticas
9.3 En los medios audiovisuales
10 V�ase tambi�n
11 Referencias
12 Bibliograf�a
13 Enlaces externos
Origen del t�rmino
El t�rmino proviene del franc�s: surr�alisme; sur ['sobre o por encima'] m�s
r�alisme ['realismo']. Fue acu�ado por el escritor franc�s Guillaume Apollinaire en
1917. En el programa de mano que escribi� para el musical Parade (mayo de 1917)
afirma que sus autores han conseguido:
Una alianza entre la pintura y la danza, entre las artes pl�sticas y las mim�ticas,
que es el heraldo de un arte m�s amplio a�n por venir. (...) Esta nueva alianza
(...) ha dado lugar, en Parade a una especie de surrealismo, que consider� el punto
de partida para toda una serie de manifestaciones del Esp�ritu Nuevo que se est�
haciendo sentir hoy y que sin duda atraer� a nuestras mejores mentes. Podemos
esperar que provoque cambios profundos en nuestras artes y costumbres a trav�s de
la alegr�a universal, pues es sencillamente natural, despu�s de todo, que �stas
lleven el mismo paso que el progreso cient�fico e industrial.
Cuando el hombre quiso imitar la acci�n de andar, cre� la rueda, que no se parece a
una pierna. Del mismo modo ha creado, inconscientemente, el �surrealismo�...
Despu�s de todo, el escenario no se parece a la vida que representa m�s que una
rueda a una pierna.
Precedentes
Primeros pasos
La primera fecha hist�rica del movimiento es 1916, a�o en que Andr� Breton,
precursor, l�der y gran pensador del movimiento, descubre las teor�as de Sigmund
Freud y Alfred Jarry, adem�s de conocer a Jacques Vach� y a Guillaume Apollinaire.
Durante los siguientes a�os se da un confuso encuentro con el dada�smo, movimiento
art�stico precedido por Tristan Tzara, en el cual se decantan las ideas de ambos
movimientos. Estos, uno inclinado hacia la destrucci�n nihilista (dad�) y el otro a
la construcci�n rom�ntica (surrealismo) se sirvieron como catalizadores entre ellos
durante su desarrollo.
Tal fue la definici�n del t�rmino dada por los propios Breton y Soupault en el
primer Manifiesto Surrealista fechado en 1924. Surgi� por tanto como un movimiento
po�tico, en el que pintura y escultura se conciben como consecuencias pl�sticas de
la poes�a.
"Heme aqu�, en los corredores del palacio en que todos est�n dormidos. �Acaso el
verde de la tristeza y de la herrumbre no es la canci�n de las sirenas?"
T�cnicas surrealistas
Art�culo principal: T�cnicas surrealistas
El surrealismo tom� del dada�smo algunas t�cnicas de fotograf�a y cinematograf�a
as� como la fabricaci�n de objetos. Extendieron el principio del collage (el
"objeto encontrado") al ensamblaje de objetos incongruentes, como en los poemas
visibles de Max Ernst. Este �ltimo invent� el frottage (dibujos compuestos por el
roce de superficies rugosas contra el papel o el lienzo) y lo aplic� en grandes
obras como Historia Natural, pintada en Par�s en 1926.
La pintura surrealista
Mir� fue para Breton el m�s surrealista de todos, por su automatismo ps�quico puro.
Su surrealismo se desenvuelve entre las primeras obras donde explora sus sue�os y
fantas�as infantiles (El Campo labrado), las obras donde el automatismo es
predominante (Nacimiento del mundo) y las obras en que desarrolla su lenguaje de
signos y formas biomorfas (Personaje lanzando una piedra). Arp combina las t�cnicas
de automatismo y las on�ricas en la misma obra desarrollando una iconograf�a de
formas org�nicas que se ha dado en llamar escultura biom�rfica, en la que se trata
de representar lo org�nico como principio formativo de la realidad.
Pero puede decirse que fue solo en Canarias donde la aventura surrealista tuvo, en
el primer minuto del movimiento, aut�ntica expresi�n, esto es, declarada
vinculaci�n al movimiento pero sin instalarse en Par�s: la Facci�n Surrealista de
Tenerife, tal como la describiera Domingo P�rez Minik posteriormente.6? Todos sus
componentes, liderados por Agust�n Espinosa y vinculados a Par�s por el pintor
tinerfe�o �scar Dom�nguez, ven�an de la experiencia de la vanguardia insular con la
revista La Rosa de los Vientos, aparecida en 1926, y continuar�an trabajando en la
renovaci�n art�stica y literaria de las islas en Gaceta de Arte, una de las m�s
importantes revistas de la vanguardia hisp�nica, con diverso contenido de
vanguardia internacional y con colaboradores no surrealistas como Domingo P�rez
Minik y Eduardo Westerdahl.7? Aparte de Espinosa, Pedro Garc�a Cabrera, Emeterio
Guti�rrez Albelo, Domingo L�pez Torres y Jos� Mar�a de la Rosa completan la n�mina
de escritores surrealistas con obras como Crimen (1934) -considerada por algunos
como la mejor prosa surrealista en lengua castellana8?-, Romanticismo y cuenta
nueva (1933), Enigma del invitado (1936), D�rsena con despertadores (1936), Lo
imprevisto (1937) y V�rtice de sombra (1936). Juan Ismael se unir�a a �scar
Dom�nguez en la pl�stica, pero desarrollando su actividad en las islas. Como en los
dem�s casos, la Guerra Civil Espa�ola acab� con el grupo y con la vida de alguno de
ellos, como L�pez Torres -ahogado por los nacionales- o Espinosa, que muri� poco
despu�s del golpe de Estado; Garc�a Cabrera, por su parte, ser�a detenido y huir�a,
uni�ndose a las tropas republicanas. Sin embargo, la actividad hab�a llegado a su
culmen con la visita de Andr� Breton y Benjamin P�ret a Tenerife en 1935,
organizando una exposici�n de pintura, firmando el Segundo Bolet�n Internacional
del Surrealismo, intentando proyectar La Edad de Oro de Luis Bu�uel -prohibida por
el gobierno de la isla- y dejando en Breton un recuerdo que constituir� el
contenido del cap�tulo V de su L'amour fou (1937).9?
El surrealismo en la historia
En la literatura
El surrealismo tuvo como antecedente la pataf�sica de Alfred Jarry, y el movimiento
dada�sta fundado en Z�rich en 1916 por T. Tzara, H. Ball y H. Arp. Animados por
id�ntico esp�ritu de provocaci�n, Andr� Breton, Louis Aragon y Philippe Soupault
fundaron en Par�s la revista Litt�rature (1919), mientras en EE. UU. manifestaban
actitudes similares Man Ray, Marcel Duchamp y Francis Picabia, y en Alemania, Max
Ernst y Hugo Ball.
A esta fase sucedi� una actitud m�s met�dica de investigaci�n del inconsciente,
emprendida por Breton, junto a Aragon, Paul �luard, Soupault, Robert Desnos, Max
Ernst, etc. La primera obra de esta tendencia, que cabe calificar de primera obra
literaria surrealista, fue Los campos magn�ticos (1921), escrita conjuntamente por
Breton y Soupault. Tras la ruptura con Tzara, se adhirieron al movimiento Antonin
Artaud, Andr� Masson y Pierre Naville.
Tras los a�os previos a la II Guerra Mundial, marcados por la militancia activa de
Breton, y los a�os de exilio neoyorquino de la mayor�a de sus miembros, durante la
ocupaci�n alemana de Francia, el movimiento sigui� manteniendo cierta cohesi�n y
vitalidad, pero a partir de 1946, cuando Breton regres� a Par�s, el surrealismo era
ya parte de la historia.
Pintura surrealista
Al principio el surrealismo era un movimiento fundamentalmente literario, y hasta
un poco m�s tarde no producir�a grandes resultados en las artes pl�sticas. Surge un
concepto fundamental, el automatismo, basado en una suerte de dictado m�gico,
procedente del inconsciente, gracias al cual surg�an poemas, ensayos, etc., y que
m�s tarde ser�a recogido por pintores y escultores.
La segunda guerra mundial paraliz� toda actividad en Europa. Ello motiv� que
Breton, como muchos otros artistas, marchase a los EE. UU. All� surgi� una
asociaci�n de pintores surrealistas alemanes y franceses que se reuni� en torno a
la revista VVV. Estos surrealistas emigrados a EE. UU. influyeron en el arte
estadounidense, en particular en el desarrollo del expresionismo abstracto en los
a�os 1940. Cuando Breton regres� a Europa en 1946 el movimiento estaba ya
definitivamente deteriorado.
Cabeza de Luis Bu�uel, obra del escultor I�aki, en el Centro Bu�uel de Calanda.
En la vertiente cinematogr�fica, el surrealismo dio lugar a varios intentos
enmarcados en el cine de las vanguardias hist�ricas, como La Coquille et le
clergyman (1926) 'La caracola y el cl�rigo', de Germaine Dulac o L'�toile de mer
(1928) 'La estrella de mar', de Man Ray y Robert Desnos, un cortometraje dada�sta.
Luis Bu�uel, en colaboraci�n con Dal�, realiz� las obras m�s revolucionarias: Un
perro andaluz (Un chien andalou, 1928) y La edad de oro (L'�ge d'or, 1930).
En Estados Unidos la madre del surrealismo cinematogr�fico, desde 1940, fue Maya
Deren. Su obra Meshes of the Afternoon (1943), de 14 minutos de duraci�n, se
considera la primera obra maestra surrealista estadounidense. Sin embargo, tambi�n
se puede considerar surrealista un film anterior, Rose Hobart (1936), en donde
Joseph Cornell realiza un nuevo montaje en fomra de collage a partir de celuloide
de otro film anterior, East of Borneo (1931), cinta pre-code dirigida por George
Melford.
Desde los a�os sesenta del siglo XX cineastas contempor�neos como Alejandro
Jodorowsky, David Lynch, Jan �vankmajer, Fernando Arrabal y, en los a�os ochenta y
noventa, Jean-Pierre Jeunet, Julio M�dem, Stephen Sayadian, o Carlos Atanes, entre
otros, muestran la influencia del surrealismo.
El cine escrito o dirigido por el Grupo P�nico, formado por Roland Topor, Arrabal y
Jodorowsky, tambi�n se considera cine surrealista o post-surrealista, pues los tres
formaron parte del Grupo Surrealista liderado por Breton en Par�s entre 1960 y
septiembre de 1962. De entre todos sus films The Holy Mountain (1973), de
Jodorowsky, se considera el ejemplo m�s depurado de cine simbolista y surrealista.
V�ase tambi�n
Mujeres surrealistas
Grupo Logicofobista
Referencias
Superrealismo y superrealista son t�rminos m�s apropiados en castellano, y como
tal los recomienda la RAE en su diccionario, pues el prefijo sur- no existe en esta
lengua; sin embargo, el uso ha impuesto las formas surrealismo y surrealista (que
tambi�n recoge el DRAE, aunque remitiendo a las formas con prefijo sobre-).
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Mountain Project
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P�rez Corrales, Entre islas anda el juego, op. cit.
Essers, V., op. cit., p�g. 557-558
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Enlaces externos
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