Dalí A Grandes Rasgos de Personalidad
Dalí A Grandes Rasgos de Personalidad
Dalí A Grandes Rasgos de Personalidad
“Si Velásquez copia una fotografía lo mejor que puede le sale un Velásquez, si un tonto copia exactamente una fotografía le sale una
tontería y si Dalí copia fielmente una fotografía le sale un Dalí, no hay de que preocuparse la personalidad es algo imposible de evitar”.
Salvador Dalí
Desde el primer momento de que el ser humano tuvo conciencia de sí mismo y junto a la dialéctica de los
acontecimientos en materia agrícola y de escritura, siempre estuvo presente la expresión pictórica y gráfica
como una forma de revelación propia y del entorno en el cual se desenvolvía, las cuales son obras susceptibles
de análisis; ya que a través de esto el individuo exteriorizó lo intimo de su ser. Widlocher (1965) afirmó que el
dibujo es signo de la persona que lo realiza y signo del objeto, es decir del producto gráfico, en ya sea
cualquiera de sus manifestaciones: dibujo, pintura, grabado, etcétera. El producto gráfico tiene entonces una
función no solo simbólica sino también de comunicación directa, que en muchas ocasiones no es transmitida
mediante palabras por los artistas, personas que hacen arte o individuos que dibujan y pintan. Por esta razón
es imprescindible para los profesionales de la psicología, contar con este valioso instrumento de análisis.
Salvador Dalí, genio del surrealismo para algunos y principal aporte europeo al pop-art para otros, no está
exento de este tipo de análisis, su obra está plagada de trazos que sin duda reflejan su propia personalidad y
que según sus palabras: “son nada más expresión del Dalí mismo, al que veo con admiración al espejo y entre
más lo admiro mas me doy cuenta que soy una real catástrofe”. Este artículo no pretende realizar un
psicodiagnóstico de tan laureado artista, más bien es un humilde acercamiento a los rasgos de personalidad
que ya todo el mundo le conoce, con las posibilidades de proyección de los mismos en los trazos de algunas de
sus pinturas.
Ya por todos es conocido que el pintor catalán tenia fama de megalomaniaco, hoy conocido como narcisista, se
presentaba casi siempre refiriéndose a sí mismo en tercera persona, con ínfulas de grandeza y un aire señorial,
esto queda siempre plasmado en los múltiples auto retratos que sin duda realizó viéndose al espejo o
imaginándose y casi desdibujándose para quedar sin boca en el "Autorretrato con ‘L'Humanité (1923)” o
partiéndose en varios planos como en el "Autorretrato con ‘La Publicitat (1925)”. Estos autorretratos pueden
deberse a la necesidad de ser constantemente apreciado, reconocido por los demás y/o quizá al afán de
reinventar su propia imagen ante los otros.
Se puede observar que en su obra siempre aparecen planos en varias dimensiones, algunas figuras como
proyección de sí mismas y figuras amorfas en ocasiones, que sin duda son representativas del surrealismo
característico de sus primeros años, pero también pueden deberse a que en sus inicios como pintor aun no
tenía una personalidad bien integrada, o probablemente carecía de las herramientas psíquicas para afrontar
adecuadamente todos los cambios que vivía, proyectándose como alguien psicológicamente desintegrado;
simultaneo a esto acontecían las vivencias al lado del poeta García Lorca, el autoerotismo no resuelto, la
rebelión ante la figura paternal y la infinidad de problemas en la Escuela de Bellas Artes en Madrid, debido a su
excentricidad y pocos buenos modales. Pero que gracias a estos deseos, en ocasiones reprimidos, podemos
hoy disfrutar de “El Gran Masturbador (1929)”, “Los Primeros días de primavera (1929)” o “La Persistencia de la
Memoria (1931)”, obra por la cual es reconocido en el mundo y que dicho sea de paso también es un
autorretrato.
Aprovechado la mención a este cuadro es fácil ver los relojes casi derretidos, con un amplio campo de fondo y
difícil ver a un Dalí con la lengua de fuera esperando. Al ser una pintura se perciben detenidas a las agujas de
los relojes y al autor con una actitud pasiva, probablemente se deba a un deseo inconsciente de manifestar lo
opuesto a la vida acelerada, dinámica y caótica que llevaba para entonces, esto es conocido por los
psicoanalistas como “formación reactiva”.
Dalí, es sin duda otro personaje creado por él mismo y que gracias al ímpetu de seguir y seguir hacia adelante,
(como los puercos, según él mismo) , en un afán de instituirse a sí mismo, de reafirmarse ante los demás con
sus características propias, sin censuras y sin tapujos proyectaría los deseos y actitudes dalinianas sin
complejos; ejemplo de esto es la mirada penetrante, emergida de unos ojos de águila dibujados en su rostro,
nada mas para posar ante los fotógrafos y camarógrafos, denotando así también sus rasgos histriónicos.
Usando la misma tendencia a impactar, de influir y de hacer pensar a la gente a través de sus pinturas, Dalí
desarrollaría teorías tan surrealistas como sus propios trabajos artísticos, precisamente para explicar como
actúan en el “subconsciente” de los receptores; muestra es “El método paranoico-crítico”, y que según el autor
que nos incumbe, es la representación visual con la cual se procura explotar las alucinaciones, creando
imágenes que podrían también sugerir realidades e imágenes alternativas a la mente inconsciente. Es decir que
nuestro creador catalán también se había adentrado en el mundo del psicoanálisis, dejando una trampa visual
e interpretativa en cada una de las pinturas por él desdibujadas y por los demás reconstruidas, hechos de esto
son: los "Cisnes que Reflejan elefantes" (1937)”, el "Rostro de Mae West" (1934-35), el “Torero Alucinógeno
(1965) o el “Rostro Paranoico" (1935).
Nuestro genio también reflejó en los trazados a sus musas inspiradoras, su hermana Ana María y a Gala su
eterno amor, como copias exactas de sus imágenes, pero sin dejar de expresar entre recovecos al movimiento
artístico y literario de su época, basado en el rechazo de valores tradicionales artísticos y la irracionalidad
deliberada (dadaísmo); por una parte se pueden ver manifiestos en sus trazos los rasgos de personalidad que
sirven como principio para no seguir las normas sociales establecidas y acartonadas de los sistemas fascistas
que se expandían por todo el mundo como nubes explotadoras y aniquiladoras de tantas almas, a pesar de
declararse apolítico. Esto se puede ver en los “Vestigios Atávicos Después de la Lluvia (1933), “Paisaje Pagano
Promedio (1937)” y la “Desintegración de la Persistencia de la Memoria (1952-1954)”. Pero también se
observa en él, el gran amor por sus musas: “Muchacha de Espalda (1925)”, “Naturaleza Muerta con Luz de Luna
(1925)” y “El Enigma del Deseo (1929)”, basado en él mismo y en Gala, mujer que lo acompañaría el resto de
su vida.
Podríamos seguir acercándonos infinitamente a cada trazo de los lienzos de Dalí y a cada rasgo de su
personalidad, ya que sus obras por naturaleza metafísica también son infinitas; tanto él como pintor y nosotros
como admiradores sabemos que él mismo es el “cronista de su propia historia”; acá queda nada más un
esbozo a grandes rasgos, de lo que se puede encontrar en el “plus-ultra surrealista” de Salvador Dalí.